Identidad Latinoamericana 2

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Identidad Latinoamericana El concepto de identidad latinoamericana ha venido siendo un tema de discusión ampliamente observado y problematizado por los grupos intelectuales, académicos, políticos y religiosos que habitan en nuestra región, e incluso por agentes foráneos que se han interesado en la materia. Ahora, valdría la pena preguntarse ¿Existe en realidad un verdadero sentido de identidad en América Latina? ¿Se podría obtener a través del análisis de sus características comunes una fotografía del rostro de Latinoamérica? En caso de que estas interrogantes no pudiesen ser precisadas en su totalidad ¿Cuáles serían los obstáculos que nos lo impiden? Esta y otras interrogantes serán atendidas en este breve estudio, a través del pensamiento crítico de intelectuales como Arturo Uslar Pietri, Octavio Paz, Yuri Gurin. Para comenzar, la identidad latinoamericana esta íntimamente ligada al periodo de la conquista del continente que esta vivió a partir del siglo XV, por parte de los distintos imperios que luchaban por la conquista de nuevos territorios, que les ofrecían una importante posición geo-política, así como cuantiosos recursos naturales que les permitían mantener su fuerza expansionista y al mismo tiempo alimentar a sus países de procedencia. En aquel momento como ahora, América Latina ofrecía campo fértil para los intereses imperiales de entonces. Posteriormente, a comienzos del siglo XIX, un espíritu independentista se desató en los países de América, y con él, se libraron cruentas y sangrientas batallas lideradas por los expertos de la guerra de aquel entonces, como lo fueron Simón Bolívar, Antonio José de Sucre, José de San Martín, entre otros, que rompieron las cadenas imperiales que oprimían a los pueblos, que conforman parte de la Cordillera de los Andes y el Caribe. Luego América Latina intentó infructuosamente-como sucede en ciertos aspectos actualmente- de consolidar una gran nación Latinoamericana para así entre otras cosas, hacer frente a cualquier intento o aspiración extranjera que pretendiese dominarnos nuevamente. Sin embargo, bajo aquella afrenta independentista no se produjo una total liberación latinoamericana del yugo opresor ya que, se mantuvieron con otros matices formas de dominación, que no reconocían el amplio abanico cultural que en ese momento como ahora existía. Esto se explica debido a que los factores conservadores del poder-igualmente como lo hacen en la actualidad-preferían mantener sus

comodidades políticas, antes que liberar por completo el componente cultural de nuestros pueblos. Lo que significa que ciertos sectores de la nueva o vieja oligarquía sienten que los sectores populares, que piden a gritos el florecimiento de la identidad latinoamericana, desean el poder que ellos ostentan actualmente y que, como un fantasma, la liberación de los mecanismos de opresión existentes, rompería el marco actual y por consiguiente, el statu-quo se desquebrajaría. Otro problema de nuestra identidad muy relacionado con la historia, es la didáctica de la enseñanza de la misma en nuestras escuelas, donde prevalece un enfoque tradicionalista y positivista basado en las fechas y los datos, en vez de la comprensión y la problematización real de nuestro pasado. Así, la enseñanza de la historia siempre ha sido utilizada para fines ideológicos, por lo cual, el enfoque tradicional y conservador ha hecho énfasis en la historia política, los grandes personajes, la narrativa de los hechos históricos y la construcción de conocimiento a través de los documentos escritos, que apelarían a la objetividad de esta disciplina. Por lo tanto, esta historia que se transmite a través del sistema educativo latinoamericano, contrasta con aquella que pertenece en un sentido más amplio a la sociedad, que podríamos llamar "memoria social". Es en estos casos extremos en que la historia se hace "historia oficial" y la memoria social deviene en "memoria de resistencia". Para esta nueva historia es más importante el papel que juegan en la historia la gente común y los movimientos sociales. Más allá de la didáctica de la historia y su efectividad académica, en Latinoamérica existe un culto exacerbado hacia el pasado, a las raíces, como lugar donde reside la verdadera identidad. Esta manera de asimilarnos, de entendernos, proviene del pánico que nos ha producido la idea del no pertenecer, y de querer huir del remolino de nuestro presente que no deseamos ver. La identidad así manejada ha sido entonces un refugio que nos ha permitido resguardarnos cómodamente, y desde el cual solo hemos oscurecido nuestro presente. Además, el Latinoamericano en gran medida, reniega identificar su propio carácter con el de los grupos que fueron sometidos en la era colonial, mas sin embargo, tampoco puede negar su parentesco. Siervos, criados o razas victimas de poder extraño cualquiera (por ejemplo, los negros latinoamericanos) entablan un combate con una realidad concreta. Nosotros, en cambio, luchamos con entidades imaginarias, vestigios del pasado o fantasmas engendrados por nosotros mismos. De este modo, pálidas fuerzas fantasmales nacen así de la ruinas, de lo arqueológico, de restos asumidos como el reencuentro con parientes que nunca existieron, asume esta batalla como recuperación de

la tradición, afianzándose en unos orígenes en los que se cree esta la salvación. Entonces, no es sorpresivo, citando al intelectual venezolano Arturo Uslar Pietri que " el primer síntoma de originalidad de América Latina sea precisamente estar preguntándose sobre lo que es y en donde pertenece" ya que, "con respecto al resto del mundo se siente marginado como todo lo que no tiene muy claros sus orígenes pero que desea desesperadamente pertenecer a un grupo". Además, Arturo Uslar Pietri resalta que luego de realizar una investigación sobre el concepto de América Latina notó que "no había un término en especial que podía definirnos en su totalidad" por lo tanto, " el concepto de Latinoamérica no es claro". Ya lo decía el libertador Simón Bolívar "No somos europeos, no somos indios. ¡Somos una especie de género aparte!". Hoy en día seguimos siendo un grupo aparte para bien o para mal, pero sin concepto, sin identidad, en el sentido etimológicamente estricto de la palabra: Idéntico, es igual así mismo y se opone a diversidad y distinción. Todo lo contrario al viejo continente, Europa, donde incluso en tiempos de crisis, como los que vive actualmente, mantiene su identidad incólume, no se prestan a ambivalencias ni desmayos identitarios. A manera de ejemplo, cuando en Europa se promulgo el movimiento nacionalista étnico, paralelamente en América se constituyó el concepto de la nación iberoamericana, como unidad étnica, basada en el mestizaje, y se intentó demostrar porque esta debería ser superior a otras. Mientras que en Europa se intentaba demostrar porqué la mezcla con antiguas etnias sería mala, es decir, en Europa cerraban filas con respecto a la contaminación de su identidad, por parte de otras ajenas a la misma. Por otra parte, la ambigüedad del concepto de ser y no ser que transversaliza al hombre latinoamericano, contrasta con la mentalidad europea, en la cual dicho concepto no se soporta ya que les genera animadversión. Los europeos eligen entre el ser o el no ser, sin medias tintas. Lo mismo sucede con la noción del sujeto, sobre la cual el latinoamericano mantiene su ambigüedad de elección ya que, no existe una sensación de identidad propia, la auto-identificación del sujeto latinoamericano pasa primero por el reflejo que le trasmiten otros mundos, otras culturas, otros horizontes, que en resumidas cuentas, encuentra como complementos de su propio ser, de su propio Yo. En conclusión, podemos saber que el comportamiento del hombre latinoamericano expresa la ambivalencia de su propio pasado y la ambigüedad de su cultura. Por ello sufrimos un problema de identidad con respecto a los otros países. El latinoamericano siente una necesidad de

saber en dónde pertenece, por ello, hemos adoptado culturas de otros países haciendo que cada uno de los países latinoamericanos tenga sus propias diferencias en todos los sentidos, y por eso vivimos en desigualdad. Además, la atracción casi fatal que siente el hombre latinoamericano hacia su pasado, inhibe en él, la capacidad de poder observar y problematizar sobre su presente, y con ello golpea las alas de una América Latina que demanda nuevos vientos de cambio, que demanda tiempos de una verdadera integración latinoamericana, que enaltezca nuestros valores, características, culturas y costumbres, para así, obtener nosotros mismos una fotografía del verdadero rostro de América Latina y con esto, contribuir a la materialización del máximo sueño de nuestro libertador Simón Bolívar, una América Latina unida y fuerte.

Bibliografía Paz, Octavio. El laberinto de la soledad. México, D.F, Fondo de cultura económica, 1994. GUIRIN, Yuri. En torno a la identidad cultural en América Latina. Instituto Cervantes, Madrid. Disponible en « ¿Existe la América Latina? Una reflexión en dos tiempos», en AA. VV., Perfiles de América Latina: ocho visiones venezolanas, Caracas, Monte Ávila Editores Latinoamericana, 1992 (I ed.), pp. 15-39.

República Bolivariana de Venezuela Universidad Central de Venezuela Facultad de Humanidades y Educación Escuela de Idiomas Modernos Departamento de Estudios Generales Lengua Española I. Año 2014-2015

Identidad Latinoamericana

Profesor: David Aveledo

Alumno: Josué Sánchez

Ciudad Universitaria, Julio de 2015