Humanismo

Unidad II Humanismo existencial Psicología y psicoterapia humanísticas. Un modelo integrativo. Andrés Sánchez Bodas. La

Views 390 Downloads 24 File size 252KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

Unidad II

Humanismo existencial Psicología y psicoterapia humanísticas. Un modelo integrativo. Andrés Sánchez Bodas. La psicología Humanística: en las décadas del 50 y 60 apareció en Estados Unidos este modelo psicológico que se planteó como “la tercer fuerza” frente al psicoanálisis y al Conductismo. Psicólogos y psiquiatras como Kurt Goldstein (considerado el padre de la Psicología humanística), Erich Fromm, Fritz Perls, Charlotte Bühler, Ruth Cohn y otros, llegan a ese país emigrados luego del acceso de Adolf Hitler al poder en Alemania. El pragmatismo, la democracia y una filosofía de vida liberal se vinculan con las ideas europeas existenciales fenomenológicas. Autores americanos como Carl Rogers, Abraham Maslow, Rollo May, Gordon Allport y otros, construyen nuevas teorías y modalidades terapéuticas. Karen Horney desde una concepción psicoanalítica culturalistas, Harry Stack Sullivan desde lo interpersonal, Wilhelm Reich y la vegetoterapia. Jacob Moreno (emigrado a Estados Unidos en 1925), dan cuenta de un caleidoscopio que, como tal, junta y multiplica, dando origen a ese importante movimiento psicológico. A diferencia de la Terapia Conductista y el Psicoanálisis, se fundan desde el edificio teórico bastante homogéneo, y con un solo autor “padre”, John B. Watson el primero y Sigmund Freud el segundo; la psicología humanística tiene varios fundadores y metodologías congruentes entre sí, que permiten su con-fluencia y facilitan la búsqueda de un modelo integrativo.

 Postulados básicos: En 1962 se forma la AAHP (American Association of Humanistic Psychology), cuyo principal objetivo era nuclear esfuerzos para “abrir la vasta y crucial vida interior del hombre, con vistas a liberar su potencialidad y lograr la máxima autorrealización”. Esta asociación tenia también como motivo el agrupar a un conjunto de personas e ideas que permitieran, de manera explícita (organizada) deslindarse de la concepción determinista, mecanicista, causalista (en su tendencia) del hombre, ya sea que tuviera bases biológicas (Psicoanálisis) o de mecanismos estimulo-respuesta (Conductismo). En 1964, Burgental enumera cinco principios básicos de esta postura: 1- El ser humano es más que la suma de sus componentes. 2- La existencia se consuma en el seno de las relaciones humanas (interhumanas) 3- El hombre vive en forma consciente, más o menos asequible. Esa es la base para la comprensión de la experiencia humana. 4- Desde lo disponible consciente, el ser humano está en condiciones de elegir y decidir. No es pasivo espectador de su existencia, sino que la recrea. 5- La persona vive orientada hacia una meta, objetivos y valores que son la base de su identidad.

En síntesis, la persona como tal supera a la suma de sus partes, existen en un contexto interhumano, posee la capacidad de darse cuenta consciente, puede elegir y elegirse, es intencional y como tal es proyecto siendo. Las características esenciales son: 1- Toma como centro a la persona. 2- Se vuelve contra la exigencia científica clásica de objetividad. 3- Construye su propio modelo de ciencia humano, basado en la experiencia. 4- Confiere más importancia al sentido y la significación que a los procedimientos metodológicos. Se centra en las relaciones de significado. 5- Utiliza métodos estadísticos y de convalidación tradicionales, pero los subordina al criterio de la experiencia subjetiva. 6- Contrapone a la concepción de la vida entendida como funcionamiento, la de la vida entendida como experimento. En la primera se añaden años de vida; en la segunda, vida a los años. En la primera se convalida desde afuera, en la segunda desde adentro de la experiencia vivida. 7- Todo conocimiento es relativo, por lo tanto, se invita a experiencia, aprovechando las infinitas posibilidades humanas de representación mental y creatividad para ampliar nuestro conocer. 8- No desecha, sino por el contrario integra los logros de las otras líneas, confiando en la fenomenología como modo de contemplar y agregar la total relación una concepción de la experiencia humana. 9- Confluye con el nuevo paradigma denominado holístico.

 Raíces filosóficas: El humanismo se manifiesta en el Renacimiento, por oposición al dogmatismo de la Edad Media. Es redescubierto el hombre como individuo en su singularidad, tomando como modelo a los antiguos griegos y romanos. Se apunta a la autorrealización en libertad. Lo que se inició en el marco de los siglos XV y XVI como una reacción en favor de la libertad se concreta y define trescientos años después con Herder y otros filósofos idealistas que tomaron la educación como eje para favorecer un desarrollo libre de los seres humanos. Este pensador es el representante principal de lo que se denomina Humanismo Clásico, a diferencia del Humanismo Socialista ideado por Karl Marx, donde la liberación sólo es posible por medio de la lucha revolucionaria llevada a cabo por la clase obrera. Friedrich Nietzsche, Gabriel Marcel y Paul Tillich, Martin Buber donde se funda la psicología. Este autor destaca que en el siendo humano en el mundo con el otro, en la relación yo-tu, en tanto Encuentro, es donde se constituye la persona libre. El camino está en la integración del encuentro. El ser humano es dual por ser existente, tiene dos actitudes vitales: la actitud orientadora y la realizadora. La primera, fuente de seguridad, la segunda de crecimiento. La primera basada en un vínculo yo-ello, la segunda en el yo-tu. A partir de la fenomenología de Edmund Husserl se produce un cambio metodológico en las ciencias que enriquece el panorama, que luego dará sustento a estas líneas. Basándose en Hegel, busca fundar un objetivo nuevo en la experiencia misma. El mundo es lo que se percibe en la experiencia vivida, no es posible la objetividad. Husserl se basa en Franz Brentano cuando afirma que en la unidad indivisible que somos nos expresamos intencionalmente. El eje de su trabajo es la percepción. El fenomenólogo francés Merleau Ponty se entrama con Husserl y agrega la importancia del cuerpo, haciendo una fenomenología corporal, o una filosofía del cuerpo. Para Ponty, la persona es consciencia encarnada, o cuerpo concientizado. En tanto somos cuerpos en otros cuerpos, nos constituimos como si mismos. Internalizamos al otro, al mundo-otro, la realidad está dentro de nosotros, en la experiencia, nuestro yo está afuera. Estamos condenados al sentido. Hay en él una crítica a los Humanismos Clásicos y Socialista. Los considera planteos teóricos cerrados y polares. Con los aportes de la escuela Fenomenológica-Existencial francesa, en las voces de Jean Paul Sarte, Maurice Merleau Ponty y Alberto Camus, culmina un ciclo de influencias que recibieron los fundadores de la Psicología Humanística.

 Integrando: Las raíces filosóficas de la Psicología Humanística deben buscarse en: 1- El Humanismo Clásico (Herder, Pico de la Mirándola). 2- El Humanismo Socialista (Marx). 3- El Existencialismo (Buber, Kierkegaard, Nietzsche, Marcel, Tillich): ser en el mundo como conducción temporal; angustia y consciencia como tal; Realización de un proyecto existencial; En la relación Yo-Tú (encuentro) a la persona libre (Buber). 4- La fenomenología (Husserl, Scheler, Brentano, Dilthey): Expresión interna del objeto como se vivencie; Visión intuitiva; Apariencia en esencia; Ingenuidad; Sentido de la experiencia individual. Los aspectos centrales: nociones que influyeron en el origen de la Psicología Humanística:  Libertad y Miedo.  Elección y decisión.  Responsabilidad.  Estar en el mundo.  Condición de presente. El Humanismo es la es la ética de la autonomía, y por lo tanto no concuerda con las modas del sujeto no libre, de la castración condicionante, de la sujeción al sistema, del complejo de Edipo como instancia matriz, de complejos elitistas lenguajes que pretenden decir que no somos lo que creemos ser, que el vínculo no existe y la persona tampoco, y otras por el estilo construidas con cierta elite intelectual. Como nos dice Fernando Savater, “el Humanismo ha consistido principalmente en cuestionar y problematizar los sucesivos modelos de esencia humana tomados tradicionalmente por evidentes”. Estas influencias filosóficas han sido decantadas ideológicamente por incidencia de lo político, cultural y económico en tres posturas, dos de ellas opuestas y la otra integradora. Una de tinte individualista, vinculada a un Humanismo Clásico e influida por la lectura del “self made man” más instalada en ciertos ámbitos de la costa oeste de Estados Unidos. Otra, en ese país, relacionada con la investigación de la Psicología Social y los Grupos Culturalistas, ponen todo el acento en circunstancias sociales, vinculadas, entonces con el Humanismo Socialista (aunque no comulguen en lo ideológico- político) Una tercera, toma en buena medida la postura de Merleau Ponty, en la cual el centramiento en la experiencia se va haciendo en una praxis cotidiana, donde el consultor y/o terapeuta co-vivencia con su consultante hacia un flujo combinado que denominamos “confluencia de consciencia”.

 Volviendo a la Psicología: Consideramos a Kurt Goldstein y a Jacob Moreno como los antecedentes más notables de esta psicología. El primero demostró que las leyes de la forma, introducidas por los teóricos de la Gestalt no eran válidas sólo para estudiar la percepción en laboratorio ni se restringían a fenómenos fisiológicos, sino que eran útiles para entender el organismo como un todo. Es así que extrajo esas nociones para aplicarlas a la psicoterapia. Así desarrollo un concepto holístico de la autorrealización organísmica. Recibe influencias de la Escuela de Berlín de Psicología de la Gestalt, de la fenomenología por medio de Max Scheler, del Existencialismo de M. Heidegger y K. Jaspers. Fue neurofisiologo y psiquiatra en Frankfurt, profesor de Fritz Perls. Tuvo que emigrar en 1935 a Estados Unidos, perseguido por los nazis, y llevó su integración gestáltica-existencial. Sus conceptos principales pueden ser resumidos en los siguientes puntos:  Elección y decisión.  Autorrealización como proceso organísmico unitario.  Placer por la tensión.  Principios gestálticos u holísticos.  Comprensión fenomenológica de la ciencia. Para Goldstein, el organismo se mueve como un todo, en un estado de tensión entre el “ser en desorden”. Se vive en un estado de “catástrofe”, donde se choca en la lucha productiva con el mundo. Contrapone así un concepto freudiano de pasividad ante el mundo interior y el entorno (principio de

constancia de G. T. Fechner, en el cual basa Freud su principio nirvánico), donde el organismo busca la reducción de tensión por el displacer que esta provoca.

 Psicoterapia humanística: Wolfgang Metzger (psicólogo alemán de la Escuela de Berlín) y su colega Hans Walter nos brindan seis aspectos que la psicología de la Gestalt aporta para una adecuada acción psicoterapéutica: 1- La Gestalt no es arbitraria. No se puede forzar al organismo contra sí mismo, sólo es posible desplegar su propia posibilidad. 2- Solo es duradero lo que es desplegado como fuerza interior, y esta tiene su origen en el ser mismo del consultante. 3- Ningún trabajo terapéutico es arbitrario un culmina cuando finaliza la relación consultorconsultante. 4- Los procesos de desarrollo personal tienen su ritmo propio y no pueden ser apresurados. Si se lo intenta, se fracasa. 5- Desde lo anterior, lo más importante para un terapeuta es la tolerancia y la paciencia. Así la capacidad de conformarse con los rodeos que sean necesarios. 6- Todo proceso de ayuda es reciproco. Nadie puede ayudar si no es de alguna manera ayudado por quien es asistido. Un psicoterapeuta humanista confía en la capacidad del consultante para autodigir su propio proceso. Si las condiciones están propuestas claramente, las personas siempre quieren crecer a su manera. En referencia a lo antedicho, en 1986 Carl Roger escribió un breve artículo en el cual describe sus hipótesis centrales sobre lo que el denomino Psicoterapia Centrada en la Persona del Cliente: Si como ayudadores psicológicos creamos un adecuado clima vincular, el consultante posee en sí mismo potenciales recursos para cambiar su autoconcepto, autocomprehenderse, modificar sus actitudes, sus conductas, haciéndolas más adecuadas para sí mismo y los demás. Existen tres condiciones para construir este clima terapéutico, a saber: 1- Autenticidad- sinceridad- congruencia del terapeuta: significa una apertura a los sentimientos y actitudes tal como fluyen en el encuentro. Intima concordancia entre lo que experimenta, lo que piensa el terapeuta y lo que es expresado al consultante. 2- Aceptación, Estima o Valoración Positiva Incondicional: implica que cuando no se califica, ni se valora negativamente lo que el paciente ES en ese momento, el movimiento es más probable. Un camino de autoexploración donde fluyen el miedo, la bronca, el resentimiento, la alegría, el coraje, el orgullo. Sentimientos presentes en la inmediatez de la experiencia, que son aceptados tal como son. 3- Comprensión empática: resulta cuando el terapeuta puede estar experimentando lo más precisamente posibles sentimientos y significados personales que están siendo experimentados por el paciente, y puede el terapeuta comunicarlos claramente. Estas condiciones no son privativas del capo psicoterapéutico, pueden extenderse a todos aquellos casos que impliquen relaciones de ayuda, counseling, desarrollo educacional, relaciones familiares, laborales, paterno-filiales, etc. Estas concepciones no se basan en especulaciones; Kurt Goldstein, investigo sobre la base de abundantes experiencias llevadas a cabo con soldados que habían sufrido lesiones cerebrales en la Primera Guerra Mundial. Carl Rogers y su equipo de la Universidad de Chicago comenzaron en 1949 a realizar investigaciones de consultas terapéuticas. Las raíces filosóficas y psicológicas pueden reunirse entonces en un solo “haz” (con muchas ramas) de Psicología Humanística. Jacob Moreno, en 1915, en un escrito titulado “Invitación a un encuentro”, sentó bases. Insistió en el aquí y ahora, en el intercambio de roles, en el centramiento en lo corporal, creó el recurso de silla vacía, sus ideas acerca de la creatividad y la espontaneidad, la noción de tele (aproximación antecedente al concepto de empatía de Rogers), la concepción del trabajo terapéutico grupal (de los primeros de la

historia de psicoterapia grupal). Fue precursor, no sólo como creador del Psicodrama sino como Humanista. Abraham Maslow y su concepción de la autorrealización como un proceso que depende de la interacción de dos tendencias direccionales, la del Crecimiento y/o desarrollo y la de la Conservación, más satisfacción de necesidades en el sentido de una jerarquía en cinco estadios: fisiológicas-seguridadcontacto social (pertenencia y amor)- confirmación y estima-crecimiento y realización; siendo las primeras cuatro de carencia y la quinta de despliegue. Basándonos en aportes de Willard Frick en su libro Psicología Humanística, haremos una breve síntesis acerca del funcionamiento de la persona: 1- Organización: se tiende a crear una organización coherente y completar la estructura que inicialmente está incompleta. Somos un todo organizado que tiene el deseo de estabilidad y la necesidad de alcanzar unidad y orden. 2- Motivación: la energía psíquica tiende a la autorrealización. 3- Proceso: la personalidad está en permanente movimiento, en flujo permanente hacia niveles de conciencia superior. 4- Potencialidad: el ser humano posee recursos internos enormes, no realizados, que tienden a su expresión en el crecimiento. De aquí emerge una acentuada tendencia del humanismo a poner el acento en la normalidad y la salud más que en la psicopatología. Lo fundamental de este tipo de terapia es el desarrollo personal. Ante esto, Rogers señala que cuando una persona logra acercarse a lo que realmente es, empieza su proceso de desarrollo positivo. Para que esto ocurra debemos separarnos de algunas cosas y acercarnos a otras: 1- Debemos separarnos de: a- Las máscaras y las apariencias. b- Los “tener que” que los demás nos quieren imponer. c- Lo que se espera de nosotros con el objetivo de socializarnos. d- Los “debes agradar a los demás”, y vivir de acuerdo a los otros y no a sí mismo. 2- Debemos acercarnos a: a- La autodirección, eligiéndonos por nosotros mismos. b- Ser un devenir permanente, buscando el cambio y la trascendencia. c- Ser más profundos y complejos. d- La apertura a la experiencia, aceptándola como es y abriéndonos a su encuentro. e- La aceptación del otro tal cual es, sin querer que sea como nosotros somos. f- La fe en sí mismo y en las propias capacidades y objetivos vitales siendo verdaderos consigo mismos, aunque no coinciden con las metas de los demás. El counseling y la psicoterapia: son los modos en los que un profesional de la Psicología Humanística puede procurar facilitar que su consultante alcance los objetivos anteriormente mencionados, superando las dificultades que lo han traído a la consulta y logrando si es posible, un adecuado desarrollo personal. Para poder ejercer estas presiones, en el caso del Couseling hay que ser counselor (consultor psicológico); así como para ser psicoterapeuta hay que ser psicólogo o médico egresado de alguna universidad estatal o privada reconocida. Son dos profesiones diferentes y complementarias. Se parecen en sus objetivos y metodologías, y se diferencian en a quienes dirigen su atención. Los primeros tratan a personas normales, los segundos se ocupan de personas que con sus problemáticas y/o síntomas han entrado en algún parámetro de anormalidad. Lo que pretende la psicoterapia es reconstruir, analizar, revisar construcciones históricas de la persona que consulta, siendo alguien que padece una perturbación sintomática y crónica en su modo de actuar. El counseling, en cambio trata aquellos casos que en un plano normal sienten mermadas sus posibilidades vitales, de decisión, de elección, de orientación.

 La práctica terapéutica: Toda relación terapéutica está estructurada de algún modo. La nuestra parte de un encuentro entre dos partes, una de las cuales está necesitada de ayuda y la otra dispuesta a ayudar desde sus conocimientos

técnicos y desde su compromiso personal. Desde allí se deben desplegar las tres actitudes que Rogers dispuso como necesarias, a saber: Capacidad Empática, Incondicionalidad, Congruencia. El trabajo se da cara a cara. Cada sesión puede durar entre media hora hasta dos horas si es necesario. Los recursos técnicos pueden dividirse en verbales, imaginarias, corporales e integrativos. Las sesiones o consultas pueden variar en el uso de uno u otro recurso, dependiendo de las características del consultante. Dentro de los recursos verbales contamos con los que denominados reflejos, es decir, intervenciones del profesional que pretenden esclarecer partes de lo dicho para facilitar la autocompresión o resignificar desde un mayor conocimiento intelectual.

HISTORIA DE LA PSICOLOGIA. Sistemas, movimientos y escuelas. Antonio Sánchez- Barranco Ruiz. El movimiento humanístico.  Introducción. La psicología humanística nace en Estados Unidos a finales de la década de los cincuenta de este siglo, acogiendo diversas aportaciones que tenían en común, entre otras cosas, una evidente oposición tanto al conductismo en cualquiera de sus variantes como al Psicoanálisis freudiano, por todo lo cual la psicología humanística fue calificada como tercera fuerza por Burgental. A mediados de los años sesenta, este movimiento psicológico enraíza en Europa, llegando a tener un relativo prestigio a comienzos de los setenta en todo el mundo occidental, para entrar en franca devaluación desde la mitad de los años ochenta a la actualidad, sin que nunca llegase a alcanzar el nivel de sistema, sino sólo un conjunto de escuelas agrupadas bajo ciertos presupuestos comunes, tanto filosóficos como metodológicos y conceptuales. Aunque, como hemos dicho, la psicología humanística ve la luz en Norteamérica, su gestación aconteció en Europa, llegando a sus supuestos filosóficos y metodológicos en Estados Unidos dentro de la cabeza de una serie de psicólogos y psiquiatras germanos, en forma de pensamiento existencialista y fenomenológico. La mayoría de tales profesionales tuvieron que emigrar por su condición judía, habida cuenta del antisemitismo que los nazis iban imponiendo en Alemania: éste fue el caso de Kurt Goldstein, Franz (Fritz) Perls, Charlotte Bühler, y Erich Fromm, entre otros. A pesar de ello, hay que resaltar que dos de las principales figuras de la Psicología Humanística no fueron europeos, sino norteamericanos, como son los casos de Abraham H. Maslow y Carl R. Rogers. Cuando los emigrantes del viejo continente europeo se asientan en Estados Unidos, aquí se estaba iniciando la superación de la famosa crisis económica de los años veinte de nuestro siglo. Por otro lado, los psicólogos humanísticos rechazaron en enfoque experimentalista del conductismo de su época, así como su centramiento en la psicología animal, oponiéndose igualmente al psicoanálisis freudiano, al entender que los principales móviles de la conducta humana pertenecen a la esfera de lo intencional consciente y no al campo del determinismo inconsciente, resaltando el hecho de la libertad humana e insistiendo en la lejanía existente entre el individuo normal, que es el que a ellos interesaba, y el sujeto neurótico que fue el fundamento de las teorías psicoanalíticas, rechazando explícitamente que entre uno y otro sólo dieran diferencias cuantitativas. Todo lo expresado quedó acogido en los cinco principios con que Burgental caracterizó la psicología humanística: 1- En su condición de humano, es hombre es más que la suma de sus partes componentes, debiéndose subrayar al respecto la peculiaridad de la persona humana. 2- La existencia del hombre se consuma en el seno de las interrelaciones psicosociales que establece.

3- Una característica esencial del hombre es su porción de vida consciente, lo que constituye la base para la comprensión de su existencia. 4- El hombre tiene capacidad de elegir y decidir con libertad, desde los contenidos de su consciencia. 5- El hombre es intencional, viviendo orientado hacia metas, en función de razones, intereses, creencias y valores. El interés de los psicólogos humanísticos era, pues, la búsqueda, en los actos llamados normales, de los significados o sentidos a la luz de lo consciente y no de las causaciones deterministas (fisiológicas, inconscientes o de otro orden), dejando igualmente de lado las meras relaciones funcionales entre E-R. La psicología humanística se asentó, así, en soportes existencialistas y fenomenológicos de naturaleza filosófica y no en pilares observacionales o experimentalistas, a partir de lo cual sus seguidores tomaron un camino opuesto al que era común en la psicología académica de su época, yendo más en la línea de las llamadas por Dilthey ciencias del espíritu que de las ciencias naturales.

 Somero bosquejo histórico del movimiento humanístico: En la segunda mitad de 1920 el viejo espíritu pionero era el eje central de la vida intelectual norteamericana. A pesar de ello, la catástrofe económica se hizo presente, llegando en 1929, bajo el mandato de Hoover, la gran depresión, de modo que cuando en 1933 Roosevelt fue nombrado presidente de Estados Unidos, el país estaba en bancarrota y la moral del pueblo por los suelos; el propuso un pacto renovador (new deal), colocando en el centro de su programa político una filosofía humanista y liberadora, saturada de optimismo y esperanza. Todo ello fue apoyado por la mayor parte de la fuerza económica e intelectual del país, lo que arrastró al resto del pueblo hacia los objetivos de democratización y de productividad no sólo material, sino también personal. En este marco renovador e individualista, los emigrantes europeos se integraron incondicionalmente, alentando la revolución político-cultural norteamericana que estaba en marcha, donde la persona tenía un lugar tan importante como la técnica. El hombre pudo ir saliendo, así, de la aplastante hipertrofia de la tecnología, sintiéndose con un valor particular y no sólo como una pieza de una maquina productora de riqueza material, situación en la que la filosofía existencialista de Kierkegaard, Buber, Jaspers, Sartre, y sobre todo la ontología de Heidegger, venían como anillo al dedo. Pero el ideario que iba en las mentes de los más destacados emigrantes no era sólo el existencialismo, sino también la metodología y los conceptos fenomenológicos, así como diversas ideas de la psicología de la Gestalt de Köhler, Koffka, Wertheimer. Esta última doctrina, en todo caso, encontró una mayor resistencia que el pensamiento existencialista y fenomenológico, tachándose por algunos de oscura y mística. Sea como fuere, ciertos principios fundamentales de la Gestalt, como el todo es algo más que las partes, sirvieron para poner en duda el elemetarismo del conductismo entonces imperante; asimismo, se recalcó de valor de la vida mental CC, de las intenciones, de las expectativas, etc., todo lo cual superaba el mecanicismo de los neoconductistas. En tales compromisos, la orientación organísmica de Goldstein, el padre de la psicología humanística, cumplió un papel integrador, subrayando la importancia de la perspectiva globalizadora y teológica, y no la analítica y causalista, a la hora de considerar la conducta humana. Por otra parte, un elevado número de psicoanalistas, como Adler, Rank, Horney, Fromm, Perls y otros, por razones semejantes a las antes citadas, emigraron también a Estados Unidos, abriéndose a las influencias norteamericanas y rompiendo con los presupuestos reduccionistas freudianos. En base a lo anterior, el cuerpo de la psicología humanista empieza a consolidarse en la década de los cincuenta, escribiendo sus seguidores trabajos que no tenían cabida en las revistas científicas norteamericanas de la psicología, que sólo aceptaban artículos de corte experimentalista y conductual. En 1962, se organiza la Asociación Americana de Psicología Humanística (AAHP), de la que fueron presidentes, entre otros, Burgental y Maslow. En un momento dado el movimiento fue aceptado en la Asociación Americana de Psicología (APA), siendo nombrado Maslow, en 1968, presidente de la misma, creándose tres años después una sección de la psicología humanística. Los presupuestos y objetivos de la psicología humanística quedan bien reflejados en los Artículos fundacionales de la AAHP):

La psicología humanística puede definirse como la tercera rama fundamental del campo general de la psicología (las dos ya existentes son la psicoanalítica y la conductista) y como tal trata en primer término las capacidades y potencialidades humanos que no tienen lugar sistemático ni en la teoría positivista ni en la conductista, o en la teoría clásica del psicoanálisis; por ejemplo, creatividad, amor, si-mismo, espontaneidad, autonomía, responsabilidad, entre otras. Esta aproximación se puede caracterizar también por los escritos de Goldstein, Fromm, Horney, Rogers, Maslow, Allport, Angyal, Bühler, etc., al igual que por ciertos aspectos de los escritos de Jung, Adler, y los psicoanalistas del ego, y psicólogos existencialistas y fenomenológicos.

 Los fundamentos filosóficos y metodológicos de la psicología humanística: el existencialismo y la fenomenológica. El alma mater de la psicología humanística supone una serie de presupuestos filosóficos existencialistas y un soporte conceptual y metodológico dado por la fenomenología.  La filosofía existencialista (existencialismo): considera la existencia individual como el eje central en torno al cual se configura la personalidad humana, siendo un atributo que no se encuentra en el mundo de las cosas o los animales. Se resalta que lo peculiar de la existencia humana es que somos capaces de tener conciencia, darnos cuenta, de nuestra soledad y desamparo, así como nuestro último destino mortal, con la consiguiente angustia. Pero también estamos dotados de la posibilidad de elegir un proyecto de vida, con cierto grado de libertad, superando a través de compromisos conscientes y responsables la desazón que ocasiona nuestro existir. El existencialismo hace una llamada de atención a la consciencia, responsabilidad y libertad individuales, sacando al hombre del mundo absolutamente determinado del animal y las cosas.  Filosofía humanista (humanismo clásico): apunta a la autorrealización en libertad. La persona es eje de sí mismo, dueño de su posibilidad emancipadora.  Filosofía fenomenológica (fenomenología): busca fundar un objetivo nuevo en la experiencia misma, el mundo es lo que se percibe en la experiencia de cada individuo. No es posible la objetividad, en la base de todo conocer esta la intuición, la visión, la esencia.  Filosofía fenomenológica existencial francesa: la persona es un cuerpo concientizado, internalizamos al otro, al mundo-otro, la realidad está dentro de nosotros en la experiencia, nuestro yo está afuera, estamos condenados al sentido.  Humanismo socialista (Marx): la liberación del hombre se da a través de la lucha obrera revolucionaria.  Fenomenología existencias (Sarte).  Filosofía oriental.  Antiguo y nuevo testamento.

 El padre de la psicología humanista. Kurt Goldstein (1878-1965) Estudio filosofía y literatura en Wroclaw (Breslau) y Heidelberg, logrando posteriormente, en 1903, la licenciatura en medicina en la universidad de Fráncfort. Tras una serie de estancias posgraduales para especializarse en psiquiatría, regreso a Fráncfort en 1914, fundando un Instituto para la Investigación se las secuelas psíquicas y motoras de los lesionados cerebrales de la Primera Guerra Mundial. Estos estudios condujeron a una visón holística o global de organismo humano, leitmotiv de su teorización final. En 1930, se trasladó al hospital Moabit de Berlín, siendo detenido y expulsado de Alemania por los nazis, lo que le obligó a establecerse primero en Ámsterdam, donde redactó “El organismo”, obra básica de la doctrina humanística, la cual fue reeditada en 1939, en inglés, con el título de “El organismo: aproximación holística a la biología derivada del hombre”, cuando Goldstein llevaba cuatro años establecidos en New York.

Goldstein entendía que lo somático y lo mental estaban en una relación de dependencia y tensión, sin que pudiera hablarse de superioridad de uno u otro componente del organismo. Habló así mismo de la tendencia de éste a autorrealizarse de acuerdo con las circunstancias, hecho que posee marcha a partir de la citada tensión, que es distinta en el animal y en el hombre: en el primero supone una sensación automática de amenaza, mientras que en el hombre se trata de una vivencia consciente de miedo, ante la que puede llevar a cabo una toma de posición, que incluye claros ingredientes de libertad. Respecto a la autorrealización, Goldstein manifiesta que el organismo se mueve entre el ser en el orden y el ser en desorden, estado de tensión que denomina conmoción o catástrofe. La vida es ir de catástrofe en catástrofe, en constante vinculación con el mundo, conduciendo ello en el ser humano, habitualmente, a la autorrealización por medio de decisiones libres, con la subsiguiente alegría de haber superado las catástrofes. En este contexto reprocha a Freud que su principio de placer resalte fundamentalmente la relajación y no la tensión, así como el haber considerado al organismo de forma marcadamente pasiva frente al mundo. En la visión de Goldstein laten algunos conceptos básicos de la psicología de la Gestalt, como los principios de buena forma, de la figura fondo, del cierre, etc., además de ideas fenomenológicas y existencialistas, como la posibilidad de elección y decisión, que estima características esenciales de la existencia humana, a diferencia de lo que acontece en el animal. No fue Goldstein, a pesar de todo lo dicho, la figura más reconocida como representante de la psicología humanística, sino Rogers, razonablemente por la popularidad que llego a obtener su modelo de psicoterapia.

 La psicología de Carl Ranson Rogers (1902-1987). 1- Características generales Carl Ranson Rogers fue la figura más reconocida de la psicología humanística, habiendo pasado a la historia de la misma, por ser el autor de una original técnica psicoterapéutica, así como de una fundamentada teoría del proceso psicoterapéutico, una teoría de la personalidad, una teoría de los grupos humanos. Nació en Oak Park, el ocho de enero de 1902, iniciando estudios teológicos en 1924, cambiando su vocación por la psicología al cabo de tres años. Tuvo una vida infantil y juvenil en la que recibió por parte de su familia poca afectividad, a causa de lo cual es razonable pensar que mostrara durante algunos años comportamiento distante, reservado y aislado. Como en toda construcción teórica, pueden rastrearse en la teoría de Rogers, una serie de antecedentes, siendo los más directos los que proceden, por una parte, de la terapia de Otto Rank y, por otra, la experiencia de que él mismo tuvo con un chico problemático que trató en el Rochester Guidance Center. En lo que corresponde a la influencia de Otto Rank, la conexión entre su terapia relacional o de la voluntad y la psicoterapia rogeriana se percibe con claridad acercándonos al contenido de la obra “La reacción analítica en sus elementos constructivos”, volumen segundo de Técnica del psicoanálisis, donde se acentúa la importancia decisiva de la voluntad para el desarrollo personal. Rank, alejándose completamente de la matriz psicoanalítica freudiana, preconizo una terapia fundamental en la relación afectiva, donde contaban más las actitudes que las técnicas, y donde habían de perseguirse la autocomprension y la puesta en marcha de las fuerzas curativas que laten en el propio sujeto, de modo que los cambios favorables ocasionados por la psicoterapia procederían más del propio paciente que de cualquier otro factor. Todo ello influyó decisivamente en Roger, que intuyó que las condiciones que rodean la situación terapéutica podían ser la clave para proporcionar el cambio personal positivo. En tal sentido, en su primera etapa de trabajo, entre los años 1940 y 1945, se impuso delimitar cuáles de tales condiciones eran las más adecuadas para que se pusiera en marcha un genuino proceso terapéutico, bautizando su practica con el nombre de psicoterapia no- directiva, que a partir de 1945, pasaría a denominarse psicoterapia centrada en el cliente, la cual por último, más allá de 1957, viró hacia el encuentro interpersonal, donde tomó primacía el compromiso afectivo y existencial entre los participantes. La primera etapa fue marcadamente empírica y cientifista, tratando Rogers de organizar una teoría objetiva del proceso terapéutico, donde el psicoterapeuta participaba de forma lejana y fría. Con el paso de los años, Rogers se tornará cada vez más existencialista, abandonando el rigor científico y tecnológico

de etapas anteriores, tomando su doctrina un tinte fuertemente intuitivo, humanístico y filosófico, retornando así, en cierta forma, a sus fuentes iniciales, esto es, a la terapia rankiana. Alrededor de los primeros años de la década del setenta, Rogers pone a prueba su psicoterapia con esquizofrénicos, obteniendo unos resultados muy pobres, y, aunque esto le hace dudar del valor tecnológico de su intervención, su teoría se enriquece con el ingrediente existencial. Pero, Rogers abandona a partir de estos años el ejercicio clínico, dedicándose como es habitual en la evolución de muchos científicos, a la reflexión epistemológica 2- La psicoterapia rogeriana. Las más notables aportaciones de Rogers se centran en el campo de la psicoterapia, donde inicialmente persiguió una sistematización y un ropaje de carácter científico, para ir paulatinamente comprometiéndose más y más con lo filosófico, pasando lo teórico-técnico a un lugar muy secundario. Tres etapas se pueden describir al respecto: a- La psicoterapia no directiva: el “counseling”: no emerge de la nada ni de intuiciones súbitas, sino que parte de más de diez años de práctica clínica con niños y del contacto con las escuelas psicológicas de los años treinta, especialmente las psicoanalíticas. De entre éstas, Rogers se interesó vivamente por la actividad de un grupo de trabajadores sociales dedicados al tratamiento de chicos difíciles, profesionales que estaban reunidos en torno a Otto Rank y que se conocen como grupo de Filadelfia, los cuales practicaban un tratamiento basado en la relación entre los participantes en el mismo, dentro de una perspectiva de naturaleza psicoanalítica muy alejada de los presupuestos freudianos. La terapia rankiana va a proporcionar a Rogers un marco en el que encajará adecuadamente su interés por el derecho a la independencia y a la autodeterminación del cliente, así como su fe en el valor terapéutico de la relación afectiva. En base a tal trabajo, Rogers publica en 1940 “El proceso de la terapia”, donde aparece el primer intento de sistematización teórica del proceso psicoterapéutico, partiendo del modelo si-entonces, marco que ya nunca abandonará. La fecha de nacimiento de esta terapia es la de 1942, año en que ven a la luz el artículo “El uso de las entrevistas grabadas en memorizadores eléctricos para mejorar las técnicas terapéuticas” y el libro “Orientación psicológica y psicoterapia”, aunque es bien cierto que el capítulo segundo de este texto está conformado por el material que Rogers presento en 1940 en la Sociedad Psi Chi, de Minnesota, donde se hallan las semillas de la psicoterapia no- directiva. La responsabilidad de la dirección del proceso terapéutico se sitúa en el cliente y de aquí el termino de no-directividad para calificar al tipo de psicoterapia: el terapeuta debe aceptar los objetivos que delimite su cliente, el cual ha de guiar el proceso terapéutico como estime más oportuno, comprometiéndose el terapeuta en la potenciación de la independencia y libertad de la persona que solicite su ayuda, no imponiendo ni sugiriendo ningún tipo de actitudes, creencias, opiniones o valores. Los elementos que se enmarcan en la terapia no- directiva aparecen descritos en Orientación psicológica y psicoterapia: aquí se delimita con precisión el concepto de consejo (counseling) o psicoterapia, términos que para Rogers son prácticamente sinónimos. El counseling o consejo eficaz consiste en organizar una relación estructurada de tal forma que permita al cliente comprenderse mejor a sí mismo, de manera que pueda ir dando pasos positivos a la luz del nuevo enfoque que quiera dar a su vida. Todas las técnicas empleadas tienen como finalidad el desarrollo de un tipo de relación libre y permisiva, la comprensión de sí mismo durante el proceso terapéutico y fuera de él y la tendencia al desarrollo de acciones positivas autoiniciada. Respecto a las condiciones de la relación terapéutica, Rogers las delimita a partir de ciertos soportes técnicos, aunque paralelamente subraya que lo nuclear está en el carácter permisivo que debe imperar en la misma: llama la atención sobre el clima de calor, interés, aceptación y acogida que debe saturar una genuina interacción psicoterapéutica, debiendo perseguir el consejero o terapeuta una vinculación afectiva, aunque limitada y controlada, esto es, ni lejana ni exageradamente apegada. En lo tocante al

proceso terapéutico, Rogers insiste en que se desarrollará con precisión y armonía si se dan las adecuadas condiciones previas e inmediatas especialmente si se logra un rapport suficiente y continuado. En tal caso, aparecerán tres sucesivos y fundamentales momentos en dicho proceso: La catarsis; el insight; comportamientos autoiniciados y la reeducación de la fase final. Una vez establecido el oportuno rapport, el objetivo primordial es promover la libre expresión de los sentimientos, actitudes e impulsos del cliente, sobre todo de aquellos que constituyen el núcleo de sus conflictos primordiales, esto es, buscar el desahogo emocional o catarsis. El insight rogeriano apunta a la captación intuitiva de elementos internos, una reorganización del campo perceptual, una integración de experiencias acumuladas, una adquisición de nuevas relaciones y una reorientación del sí mismo. Según Rogers, la primera característica del insight es que brota espontáneamente, no necesitando de interpretaciones al estilo psicoanalítico, aunque puede ser acelerado y enriquecido por medio de ciertas técnicas: así, para aumentar el campo de aceleración del insight Rogers preconizo la técnica de la clarificación verbal, que consiste en una especie de esclarecimiento lógico y racional de las cuestiones planteadas por el sujeto, basándose en el material aportado por este y empleando breves y concretas exposiciones. La consecución de los insight aboca en la aparición de acciones positivas, autoiniciadas o autodeteminadas, cuya máxima característica es que van en la dirección del crecimiento y de la independencia, preparando la terminación del proceso terapéutico. En esta etapa final también tiene lugar lo que Rogers denomina reeducación, cosa que implica que el sujeto vaya obteniendo la capacidad para enfrentarse a sus problemas de forma constructiva, con autonomía y creatividad, sin que necesariamente tenga que alcanzar una solución correcta para cada uno de tales problemas. b- La psicoterapia centrada en el cliente: Rogers transformó bastante su modelo psicoterapéutico a partir de 1945, coincidiendo con su traslado a la Universidad de Chicago. El cambio puede percibirse con claridad en el artículo “Aspectos significativos de la terapia centrada en el cliente”, lo que se concreta en el nuevo termino que elige para su enfoque. En esta etapa, se da primacía al marco fenomenológico, destacándose los aspectos subjetivos del cliente y la corriente de comprensión empática que se establece en el curso del encuentro clínico, de tal manera que el psicoterapeuta ha de perseguir esencialmente captar como se vive el cliente a sí mismo. Rogers va confiando cada vez más en el presupuesto de los potenciales de crecimiento insertos en el propio individuo, estimando que la tarea del terapeuta ha de limitarse a crear una atmosfera propicia para que tales potenciales se pongan en marcha y alcancen el máximo desarrollo posible. Tales poderosas fuerzas de crecimiento explicaría las posibilidades de reorganización y orientación positiva de las personas, bastando ciertas condiciones ambientales para que se pusieran en marcha. Esto acentuó aún más la convicción de que el cliente es abundantemente capaz de dirigir su propio proceso de cambio, aunque la presencia del terapeuta, con las debidas actitudes, se sigue estimando importante. En toda psicoterapia, dice Rogers, el terapeuta cuenta en función de lo que hace, sobre todo por las actitudes que asume quedando las técnicas supeditadas a tales actitudes. Las técnicas van depurándose poco a poco, descartándose dos aspectos del rol terapéutico: en primer lugar, la función de abstención, en el sentido de una actitud neutral o pasiva, viéndose la necesidad de un mayor compromiso afectivo; en segundo lugar, la función de clarificar y objetivar las ideas y los sentimientos del cliente, que toma un aire mucho menos intelectualista y frio. El concepto de clima terapéutico es otra clave de la terapia centrada en el cliente: supuesta la tendencia fundamental a crecer y desarrollarse en todo individuo, el tratamiento no es otra cosa que la facilitación de una atmosfera psicológica adecuada, para que se ponga en marcha tal tendencia básica. En concreto, Rogers señaló las siguientes condiciones como facilitadoras del adecuado clima psicológico en el proceso terapéutico: una actitud de auténtica aceptación y respeto por el cliente; una disposición a no evaluarlo y a

c-

poner el centro de todas las valoraciones en el propio sujeto; una actitud de comprensión empática; uso de técnicas que sirvan para instrumentalizar las actitudes señaladas; y ciertos límites para poder mantener las actitudes terapéuticas. Rogers distinguía entre la relación y actitud transferencial, manifestando que en su proceso, al aparatar el terapeuta tan absolutamente su personalidad de la interacción, no se daba ningún elemento en el que fundamentar la relación de dependencia transferencial, por no tener lugar las imprescindibles proyecciones que ésta exige; asimismo, la seguridad del clima terapéutico y sus efectos desarbolantes sobre las defensas, además de la carencia de evaluaciones, eran pilares que hacían imposible la aparición de los fenómenos tranfenciales. La psicoterapia como encuentro interpersonal: la última aportación de Rogers desarrollo en el campo psicoterapéutico viene marcada por un fuerte acento existencial. Si la psicoterapia no- directiva dejó de lado el protagonismo del terapeuta y la psicoterapia centrada en el cliente dio a éste su justo valor, la terapia como encuentro interpersonal elevó la relación clínica a su máxima expresión, conllevando la implicación del terapeuta hasta la médula, a costa de minimizar la estructura objetiva y cientifista del proceso psicoterapéutico, de forma que Rogers llega a decir que una terapia es eficaz cuando pone en marcha una auténtica y espontanea relación humana, por encima de actitudes programadas y de técnicas refinadas e incluso al margen de las teorías. Bajo la influencia de Buber, la relación terapéutica va delimitándose como un encuentro único e irrepetible Yo- Tú y no Yo- Ello, un encuentro profundo y significativo entre dos personas, lo que supone ya una plena participación del terapeuta, incluso a costa de no saber cognitivamente a dónde conduce la relación emprendida. El nuevo enfoque existencial lleva a Rogers a considerar la autenticidad o congruencia del terapeuta como la condición básica del proceso terapéutico, con el subsiguiente abandono de los restos tecnificados de sus anteriores modelos. En lo tocante a la persona del terapeuta, ésta pasa ahora a tener un papel mucho más importante que las teorizaciones anteriores, pues el terapeuta ya no es un técnico que se limita a organizar un marco en el que se desarrolle un determinado proceso terapéutico, sino un individuo comprometido en una relación terapéutica, necesitando de ciertas cualidades y obligaciones de expresarlas por medio de acciones concretas. Las cualidades que se resaltan son la autenticidad o congruencia, la consideración positiva incondicional y la comprensión empática. Respecto a la autenticidad o congruencia del terapeuta, a partir del giro existencial, se subraya la necesidad de adoptar una postura sincera y transparente, lo que exige de una accesibilidad a la propia consciencia de todos los sentimientos que se ponen en marcha en la relación. Rogers alerta sobre un aspecto esencial: deben transmitirse los sentimientos negativos que son persistentes subrayando siempre el carácter subjetivo de los mismos; es decir, no se trata de que el terapeuta comunique indiscriminadamente todo lo que se siente, sino sólo aquello que sea significativo. En cuanto a la consideración positiva incondicional, que corresponde a lo que anteriormente fue conceptualizado como aceptación incondicional, significa obviamente que no pueden darse condiciones ni límites para la consideración positiva del cliente. La tercera condición actitudinal del terapeuta, la comprensión empática, fu reformulada en función del marco interno de referencia del cliente: el terapeuta ha de asumir tal marco interno para poder tener acceso a una autentica comprensión, y a una posterior comunicación, de los sentimientos del cliente. Respecto a las técnicas, en torno a 1957m Rogers llegó a afirmar que no hay un ramillete especifico de ellas, abriéndose a cualquier soporte sirviera para sostener y comunicar la consideración incondicional positiva, incluyendo desde el reflejo del sentimiento hasta la interpretación psicoanalítica, pasando por la asociación libre, el análisis de la transferencia, la interpretación existencial del estilo de vida y la sugestión. Otro punto clave del modelo psicoterapéutico existencial hace referencia al cliente. En su primera etapa no- directiva, Rogers concretó una serie de indicaciones, teniendo en cuenta la personalidad del cliente. En la fase fenomenológica, los

limites que hasta entonces había establecido para aceptar al sujeto se diluyeron mucho, al admitir la existencia universal de un potente impulso al crecimiento, de tal forma que bastaría con ofrecer un clima adecuado en la relación terapéutica, para que el proceso de cambio positivo se pusiese en marcha, aunque contando con el cliente sea capaz de percibir en grado mínimo la aceptación y empatía que el terapeuta experimenta hacia él. 3- Las teorías rogeriana del proceso terapéutico: El núcleo central de la teoría rogeriana sobre el proceso psicoterapéutico mantiene que “si se cumplen ciertas condiciones y subsiguientemente se crea un clima relacional adecuado, entonces las fuerzas de crecimiento presentes en todo individuo se pondrían en marcha, permitiendo su desarrollo productivo y su acceso a una plenitud como persona”. Los primeros acercamientos teóricos a la esencia del proceso terapéutico datan de 1940, momento en que Rogers presenta su primer esbozo descriptivo: habló por entonces de la necesidad de establecer un rapport adecuado entre terapeuta y cliente que había de implicar un cálido interés y una confianza básica del primero por el segundo. Al final del proceso, el terapeuta puede aumentar los insight de su cliente proporcionándole a algunos esclarecimientos de puntos oscuros de su biografía y de su concepto del sí- mismo. El tramo final vendrá caracterizado por la aparición de actos autodeterminados por el cliente, tras ciertas ayudas del terapeuta. En la etapa fenomenológica siguiente, Rogers concreta una teoría más estructurada del proceso terapéutico, este nuevo enfoque se consolido en torno al concepto de self o sí mismo. Desde que Rogers admite que una función esencial de insight era ocasionar el cambio del concepto de simismo, lo que ocurre favorablemente si el tratamiento va por buen camino, el insight va pasando a un segundo plano, para tomar el máximo protagonismo los cambios en la percepción del self, instante en el que la teoría del proceso terapéutico alcanza un mejor nivel. Desde este momento, Rogers adopta una perspectiva fenomenológica extrema, descartando cualquier punto de vista que no erija como principio rector de su teoría el propio punto de vista subjetivo de la otra persona. Con tales presupuestos, Rogers siguió dando forma a la descripción de su terapia, caracterizándola por tres etapas: condiciones previas, proceso y resultados, matizando sus características más sobresalientes, tomando gran protagonismo el concepto de modo de experiencia o experiencing. El experiencing escapa de toda definición precisa, siendo el mejor modo de captarlo el sentirlo en uno mismo del modo más ingenuo posible, posible sin marcos teóricos previos. El experiencing no es similar a la experiencia, que supone un constructo teórico y abstracto, mientras que aquel está directamente referido a fenómenos concretos y autoobservables, siendo por tanto algo asimilable a lo que acogemos bajo el término existencia: la experiencia apunta a los contenidos representativos o conceptuales, mientras que el experiencing lo hace a fenómenos procesuales, a una modalidad de nuestra existencia. Experiencing, pues, es un constructo fenomenológico y existencial que hace referencia al proceso de la afectividad humana, aunque puede ser objeto de cierto tratamiento objetivo. El concepto de experiencing hizo modificar algunas ideas de Rogers en relación con las funciones del terapeuta, respecto la congruencia, la consciencia y el inconsciente, así como sobre ciertos matices de su teoría de la personalidad. A grandes rasgos, en cuanto a las funciones del terapeuta, que por entonces se empezó a dar más importancia a la participación del terapeuta en la interacción clínica, subrayándose que no bastaba que el cliente percibiera las actitudes de aquél, sino que lo esencial estaba en el tipo de proceso que realmente se ponía en marcha en la terapia. La mejor intervención del terapeuta será, la que apunta al experiencing del cliente y además haga diana, esto es, la que permita la captación de los significados implícitos a tal experiencing. En cuanto a la congruencia o autenticidad, no se define ya como una consciencia intelectual del sentimiento, sino como algo mucho más subjetivo y sutil: un sentir pleno y profundo del propio proceso del experiencing que transcurre en el aquí y ahora. La congruencia supone, además, un dejarse conducir por los valores fundados en dicho experiencing, lo que no tiene por qué conllevar a que se prescinda de los valores sociales, morales e intelectuales, ya que éstos se hallan implícitos en el experiencing. Otros conceptos que sufrieron en esta etapa cambios fueron los de consciencia e inconsciencia; el inconsciente es concebido ahora como el experiencing bloqueado, el cual, debido a la no interacción con los hechos, sólo contiene significados implícitos. En este estricto sentido es inconsciente, pero en todo

caso no debe olvidarse que tal experiencing está de alguna forma presente, aunque no simbolizado. Por otra parte, la consciencia es entendida como el experiencing diferenciado y explicito, gracias a su simbolización. Por último, en lo que toca a la teoría de la personalidad, la inclusión del concepto experiencing tornó más dinámicos algunos de sus integrantes. Así el self pasa a definirse como la consciencia subjetiva y refleja el experiencing, siendo sentido como un proceso y no percibido como algo estático: es el sentimiento de uno mismo. Cuando hay discrepancia entre el self y el experiencing, aquel se erigirá en regulador de la conducta, con los consiguientes efectos de tensión, incluso angustia. En consecuencia, el proceso terapéutico va mucho más allá de la mera expresión verbal de las vivencias y sentimientos, puesto que lo verdaderamente importante está en captar lo experiencial último que subyace tras tales fenómenos: la terapia no consiste, pues, en llegar a poner en palabras los contenidos interiores, sino en captarlos en su total y genuina profundidad, gracias a la restauración del contacto pleno con ellos. Con tal visión, Rogers va describiendo los siguientes pasos generales en el proceso terapéutico: desprendimiento de la máscara o careta defensiva y exploración posterior de los sentimientos y experiencias por parte del cliente (no se habla ya, de renovar la percepción del propio campo fenomenológico); captación del conjunto de las experiencias hasta los límites más hondos y extensos de los propios sentimientos; descubrimiento de un nuevo self, más rico y dinámico (surgido de la experiencia existencial de la terapia); acercamiento progresivo a la persona plena siguiendo una serie de etapas de un continuo emergente. 4- La teoría rogeriana de la personalidad: Se fundamenta en la experiencia clínica, estando sostenida por una perspectiva de naturaleza ideográfica y fenomenológica: es una construcción orientada a describir y comprender la conducta humana y las vivencias experienciadas que desde el interior de la persona determinan su desarrollo y evolución, sin que posea pretensiones estructuralistas ni totalizantes. La teoría gira en torno a dos nociones esenciales: a- Organismo: concebido como una totalidad organizada, destacando los aspectos relacionados con el propio experiencing. Se considera dinamizado por el impulso hacia el crecimiento o la autorrealización, que conduce espontáneamente hacia la actualización positiva de sus potencialidades. b- Concepto de sí mismo: self o imagen subjetiva de uno mismo. Es un constructo fenomenológico, delimitado inicialmente como una porción del campo perceptual, que ira formándose a medida que la persona interactúa con su entorno. En un momento concreto, el self es una entidad especifica que tiene la particularidad de ser accesible a la consciencia, aunque no necesariamente sea consciente. Debe tenerse en cuenta, en todo caso, que la persona no tiene un self, sino que es un self, que acoge todas las experiencias. Más tarde, lo definió como consciencia subjetiva y refleja del experiencing, asignándole la función de relacionar las percepciones del individuo y regular su conducta, teniendo en cuenta la consistencia o congruencia del experiencing con el self. En el curso ordinario del desarrollo personal no suele darse una total coherencia entre en self y el experiencing, originándose un cierto estado de incongruencia, con el consiguiente divorcio respecto a la realidad organísmica. 5- La educación y el aprendizaje según Rogers: En 1969, Rogers publicó “Libertad y creatividad en la educación”, donde reflexiona acerca de la educación y aprendizaje, proponiendo una superación del modelo pasivo, memorístico y mecánico tradicional, a través de un aprendizaje vivencial, significativo y personal. Los modos de estimular al estudiante hacia el aprendizaje vivencial que Rogers propone son diversos, partiendo en todo caso de su modelo psicoterapéutico y de su teoría de la personalidad. Así matiza que son actitudes del enseñante el eje sobre el cual han de girar los métodos, lo que se enraíza en su posicionamiento fenomenológico- existencialista. Entre tales actitudes refiere a la autenticidad, con

voluntad de mostrarse como persona y capacidad de sentir y expresar los pensamientos y afectos del momento. En lo que refiere a los métodos o instrumentos que facilitan el aprendizaje vivencial, Rogers relata una serie de posibilidades, insistiendo que lo importante está en las actitudes y no las técnicas. La facilitación del aprendizaje significativo, por otra parte, ha de contar con una serie de principios generales y particulares. En cuanto a los primeros, Rogers mantuvo que: a- El ser humano posee potencialidad natural para el aprendizaje. b- El aprendizaje significativo tiene lugar cuando el estudiante percibe el tema como importante para sus propios objetivos. c- El tipo de aprendizaje que implica un cambio en la organización y percepción de sí mismo, se vivencia como amenazador y se tiende a rechazar. d- Los aprendizajes que amenazan al sí- mismo desde el exterior se asimilan con mayor facilidad si tales amenazas son reducidas. e- Cuando no existe amenaza al sí mismo, se facilita el aprendizaje. f- La mayor parte del aprendizaje significativo se logra por medio de un trabajo practico. g- El aprendizaje se favorece cuando el alumno participa de manera responsable en el proceso, eligiendo su dirección, formulando sus propios problemas, decidiendo el ritmo de acción, etc. h- El aprendizaje autoiniciado que abarca la totalidad de la persona es más perdurable y profundo. i- La independencia, la creatividad y la confianza en sí mismo se facilitan si se propicia una autoevaluación y una autocrítica responsable, relegándose la heteroevaluacion a segundo plano. j- El aprendizaje más útil en el mundo moderno es el aprendizaje del proceso de aprender (aprender a aprender), lo que significa adquirir una permanente actitud de apertura frente a las nuevas experiencias, buscando incorporar el proceso de cambio en sí mismo. Por otro lado, Rogers refiere a los principios concretos que permiten guiar en todo ello al educador: a- La creación de un clima propicio a través de oportunas actitudes (autenticidad, confianza, aceptación, etc.) b- El despertar y esclarecer los propósitos individuales y los objetivos del grupo. c- El mostrar confianza en el que el estudiante desea realmente alcanzar las metas expresadas, siendo estas las fuerzas motivacionales que subyacen a todo aprendizaje significativo.

Estar presente. Sánchez Bodas  La persona en Carl Rogers. Erwin Singer, en su libro “Conceptos fundamentales de la psicoterapia”, nos dice que hay dos grandes grupos de concepciones acerca de hacia dónde debe apuntarse para la solución conflictiva psíquica. El primero exclama: “conoce tus tendencias regresivas inherentes, pero renuncia a ellas”, en este grupo ubica a Freud y sus discípulos. El otro: “Percátate de tu poderío inherente, de tus potencialidades constructoras, y acéptalas, con la satisfacción que te pueden traer y con el dolor y carga que imponen”, ubica a los Humanistas. Salvatore Maddi, en su “Teoría de la personalidad” divide a los enfoques en tres modelos: conflicto, de realización (ubicando a Rogers) y de consecuencia. Todas las posibilidades del hombre están al servicio del mantenimiento y la consolidación de la vida, pero no sólo en lo elemental de la subsistencia biológica, sino que también permiten la acción de complejas actividades tales como la diferenciación de funciones, la extensión de capacidades por medio de la creación de diversos instrumentos y técnicas, la revalorización por medio del aprendizaje. Se nota un visón similar a la de Kurt Goldstein, e incluso Rogers toma de este autor su concepción organísmica del desarrollo y la multiplicación de la vida. La diferencia que tienen radica en que

Goldstein, cuando se refiere a la realización del yo, la asimila a lo orgánico, simplificando la cuestión. En cambio, para Rogers, si bien la persona es asimilable en su posibilidad de crecer a toda materia viva, manifiesta una forma propia y especifica psicológica que denomina justamente “tendencia hacia la realización del yo”, entendiendo como Yo a aquella “Gestalt” que se origina y se forma por medio de las percepciones que un sujeto humano va experienciado como propias de sí mismo. La neurosis se instaura cuando cunde la desorganización. El derrumbe, la ruptura, la desorganización llevadas a su grado sumo nos permiten entender el proceso psicótico, que quizás, como nos dice Laing, puede devenir como una búsqueda de sí mismo. La búsqueda de la congruencia seria entonces el objetivo de un proceso de psicoterapia. El concepto de congruencia nos introduce en la posibilidad de una vida vivida en plenitud, un desarrollo congruente, o un retorno a la congruencia perdida. Hablar del concepto de persona que tiene Carl Rogers es referirse a toda su obra:  La persona es una totalidad  Un organismo independiente y autónomo  La experiencia vivencial es su fundamento personalizante  La tendencia actualizante le permite dirigirse, adaptarse creativamente  Vivir el aquí y ahora plenamente, en forma congruente.  Desplegar sus rasgos esenciales; subjetividad, originalidad y creatividad.

HISTORIA DE LA PSICOLOGIA. Sistemas, movimientos y escuelas. Antonio SánchezBarranco Ruiz.  La terapia Gestalt de Fritz Perls (1893-1970). Perls es el artificie de la terapia gestáltica, aunque él se autocalificó meramente de redescubridor de la misma. Psicólogo y médico especialista en psiquiatría, se formó en Berlín bajo la dirección de Goldstein a lo largo de 1926, en el Instituto que éste dirigía, donde oyó por primera vez la palabra autorrealización, sin llegar a captar, según confesó el propio Perls, su auténtico significado hasta años después. Como muchos otros judíos de la época, Perls huyó de la Alemania nazi en abril de 1933, marchando inicialmente a Holanda y al año siguiente a Sudáfrica, donde vivo a lo largo de doce años en Johannesburgo, fundando aquí el Instituto Psicoanalítico. En 1936, conoce personalmente a Freud en el Congreso Internacional de Psicoanálisis celebrado en Praga, decepcionándole mucho tal encuentro. En 1946 Perls se traslada a Nueva York, instalándose profesionalmente con la ayuda de Horney y Fromm, que ya estaban establecidos en Estados Unidos. En Nueva York, donde vivió hasta 1960, Perls toma contacto con Ralph Hefferline, reputado profesor universitario y Paul Goodman, poeta y escritor polémico, editando conjuntamente Terapia Gestalt. En 1952 funda, junto a su mujer el primer Instituto de Gestalt y a final de los sesenta, Perls da a la luz “Sueños y existencia en terapia Gestalt” cuyo título es realmente “La terapia Gestalt palabra por palabra”, al igual que su autobiografía “Dentro y fuera del tarro de basura” y años después de su muerte se publica “El enfoque gestáltico y Testimonios de terapia” y “Legado de Fritz/ regalos de Lago Cowichan”. En 1959, el fenomenólogo Wilson Von Dusen invito a Perls a California, asentándose en San Francisco desde 1960 a 1964 y en Big Sur a partir de 1964 hasta 1969, donde inauguró un Instituto, en cuya sede termino de tomar forma la terapia Gestalt. A la muerte de Perls, un hombre polémico y provocador, surgieron Institutos de Terapia Gestáltica, tanto en Norteamérica como en Europa, e incluso Japón, fundándose la revista The Gestalt Journal. La aportación básica de Perls fue, como se ha dicho, la Terapia Gestalt, intervención que fue tomando cuerpo tras el abandono del sistema psicoanalítico freudiano. Tal terapia tiene puntos comunes con el

psicodrama de Moreno, la terapia de Rogers, el sueño dirigido de Desoille, la logoterapia de Víctor Frankl, el análisis existencial de Ludwig Von Bienswanger, la vegetoterapia de Reich y la Bioenergética de Lowen, entre otras, así como la psicología de la Gestalt a través de su teoría organísmica de Goldstein, siendo también evidentes las influencias filosóficas de Kierkegaard, Husserl, Buber y Heidegger. La terapia gestáltica puede ser definida como aquella que busca percibir los conflictos personales y la conducta social inadecuada como señales dolorosas creadas por polaridades o por dos elementos del proceso psicológico. Los conflictos psíquicos pueden ser de naturaleza interna al individuo o pueden manifestarse en la relación interpersonal, consistiendo el tratamiento en la conformación entre los elementos incongruentes o bipolares de la personalidad o de la relación interpersonal en el aquí y ahora, con la participación activa del terapeuta, para que el sujeto logre la mejor autorregulación e independencia posible. Tras la terapia Gestalt hay una doctrina psicológica organizada, cuyas principales notas son las siguientes: 1- La idea de que el organismo humano es una unidad biopsicosocial, que está bajo el imperio del principio de la homeostasis, proceso en cuyo devenir se satisfacen necesidades mediante un continuo cambio de equilibro- desequilibrio. 2- Las necesidades surgen como respuestas individuales ante tal proceso, destacando entre todas ellas la tendencia del organismo humano a moverse hacia un equilibrio marcado por el cero de los opuestos: ello se manifiesta a través de una tensión constante entre las necesidades de autoconsevacion y las de crecimiento. 3- La teoría pulsional freudiana es sustituida por un sistema dinámico de procesos que está en equilibrio- desequilibrio, que tiende a funcionar ordenadamente, de forma que todo desajuste es experimentado como una necesidad que ha de ser corregida en el sentido del equilibrio o ajuste. 4- Tal hecho fue conectado con algunos principios de la psicología de la Gestalt (figura- fondo, buena forma, cierre, etc.), indicando Perls que en ocasiones una necesidad se pone en primer plano como figura, quedando las restantes como fondo, instante en que el organismo queda bajo el dominio de aquella, hasta que es satisfecha, tornándose entonces fondo y pasando a ser figura otra necesidad. 5- Dicho proceso no alcanza nunca una estabilidad permanente, pues aunque el cierre de la tarea emprendida ocasione placer, la simultanea o inmediata reapertura del cielo ocasiona frustración; en todo caso, lo decisivo de este proceso es el creciente intercambio, en el aquí y ahora, de los dos polos en juego, junto a la tendencia progresiva de éstos hacia el punto cero o el equilibrio, en el transcurso de lo cual el organismo no sólo entra en contacto con el entorno, sino también consigo mismo, dirigiéndose hacia el desarrollo, contando paralelamente con la conservación. Otros elementos teóricos de la doctrina de Perls se refieren a conceptos de sí- mismo, contacto y límite del contacto: a- En cuanto al sí mismo, especie de estructura psíquica global, es subdividió en tres sistemas parciales, que actúan integradamente, aunque en ocasiones destaque uno u otro Yo, Ello y la Personalidad. b- Tal conjunto permite contacto consigo mismo y con el entorno: en este contexto, Perls define el límite del contacto como una especie de estación de radar encargada de registrar y transmitir al organismo información sobre las situaciones novedosas o de desconocida, tanto internas como externas. c- El límite del contacto tendría, además, la función de regular el intercambio del organismo con el ambiente y con la propia interioridad, siendo una especie de punto central que se refiere a una intensidad, en el sentido de crecimiento potencial del organismo. En lo que hace referencia a la Neurosis, es entendida como la interrupción del referido contacto: la vida del neurótico no se halla en un equilibrio fluido, sino se caracteriza por constantes bloqueos, llamándose evitación a la permanente interrupción del contacto que se ocasiona por influencias externas y particularmente por la contribución activa del propio organismo humano, que no asume la responsabilidad de sus actos en el aquí y ahora.

La terapia se fundamenta precisamente en esclarecer la evitación del contacto poniendo en primer plano más el que y el como que el porqué, consistiendo las intervenciones en el empujar hacia comportamientos que permitan romper tal situación, contando para ello con una serie de principios, como el aquí y ahora, la autoconsciencia o darse cuenta, la confrontación y la relación Yo- Tú entre el terapeuta y cliente. El proceso terapéutico se concentra en el presente clínico, hasta el punto que traer material biográfico del pasado es interpretado como un escape de la genuina responsabilidad del sujeto. La autoconciencia del qué y del cómo las conflictivas personales y sociales del neurótico se entiende como algo esencial para su confrontación posterior, siendo preciso captar primero qué pasa, para luego acceder al como ocurre: tal concienciación en el aquí y ahora es clave para el análisis del self y de las problemáticas del contacto. Tras ello puede pasarse a la confrontación consciente, intrapsiquica e interpsiquica, de la propia realidad, actual, con la finalidad primordial de hacer evidente los problemas para metabolizarlos. La tarea del terapeuta es facilita el desarrollo de un encuentro personal comprometido entre él y el terapeuta. Ha de vigilar que el cliente no pierda el estado de consciencia que permite la continuidad de las tomas de contacto consigo mismo y con el entorno, controlando escapes y huidas, comprometiendo al sujeto en una autenticidad plena. El objetivo de esta terapia consiste en ayudar a la evolución del self, alcanzando la libertad, por una parte, y la disciplina y la responsabilidad por otra.

Corrientes fundamentales en psicoterapia Jürgen Kriz.  Terapia Gestáltica. Perls. La raíz que la psicología humanista tiene en la psicología de la Gestalt se expresa de manera más intensa y circunstanciada en las concepciones de la terapia gestáltica de Frederick Salomón Perls (1893-1970), y de su esposa Lore (nacida en 1906). Pero no se puede decir que la psicoterapia gestáltica constituya la aplicación de la práctica de la Psicología de la Gestalt; más bien, las formulaciones rigurosas fundadas experimentalmente, de las leyes de la psicología de la Gestalt fueron aplicadas por Perls de una manera muy generalizada y en muchos casos como meras analogías metafóricas. Por otra parte, “terapia gestáltica” fue solo la segunda denominación que Perls escogió para su abordaje: al comienzo, también esta variedad terapéutica extrajo poco a poco sus concepciones desde el psicoanálisis; y Perls, que trabajo inicialmente como psicoanalista “clásico”, durante mucho tiempo conservó, para su procedimiento ya modificado, la denominación de “psicoanálisis”. Junto al propio Perls, se incluyen a otros fundadores de la terapia gestáltica sobre todo a su esposa Lore (Laura), Paul Goodman, James Simkin, Paul Weisz y Ralph Hefferline. Pero es indudable que Fritz Perls ocupó el centro de la atención. Es merito ineludible de Perls haber integrado en la terapia gestáltica diversos abordajes y corrientes. En primer lugar, cuenta en ese sentido la asimilación y el patrimonio psicoanalítico que obtuvo en sus análisis didácticos con Karen Horney (1925), Clara Happel (1926), Wilhelm Reich (1928) y algunos otros analistas del círculo íntimo de Freud. La relación de Perls con la psicología de la Gestalt se remonta por una parte a la designación como asistente de Kurt Goldstein en Fráncfort y, por otra, a su casamiento con Lore, que se había graduado en psicología de la Gestalt. Sin duda que no fue indiferente para su posterior alejamiento del psicoanálisis la recepción muy crítica que recibió su trabajo sobre “resistencias orales” en el Congreso Psicoanalítico de 1936. En su condición de judío debió escapar a Holanda en 1933; radico después en Sudáfrica desde 1946 trabajó en los Estados Unidos. Importantes fueron también los contactos que en 1947 y en 1949 tuvo con Moreno, con quien aprendió psicodrama. Del trabajo en colaboración de Fritz y Lore Perls, Paul

Goodman y Ralph Hefferline, nació en 1951 la segunda obra central de la terapia gestáltica, que ahora si llevaba la denominación: Gestalt- therapy. Excitement and growth in the human personality. Perls viajo a Japón en 1960 para interiorizarse de la meditación zen, lo que no hizo sino reforzar el rechazo de la teorización en favor de las experiencias conscientes personal. Precisamente se registraron fuertes influjos del budismo zen sobre la terapia gestáltica de Fritz Perls. Ya en la década de 1960, se formaron en los Estados Unidos dos distintas corrientes de terapia gestáltica. En la “costa oeste” (por influjo de Fritz Perls, Claudio Naranjo y James S. Simkin), surgió la orientación más bien individualista e interesada en el despliegue de la personalidad. En la “costa este”, en cambio la terapia gestáltica se desarrolló como abordaje de tratamiento psicoterapéutico (por influjo de Lore Perls, Paul Goodman e Isadore From). En Europa Occidental, la terapia gestáltica se difundió desde la década de 1960 sobre todo por obra de Hilarion Petzold y recibió una elaboración teórica más intensa que consistió en retomar sus ingredientes originarios: la psicología de la Gestalt, el psicodrama y el existencialismo.

1- Teoría y practica terapéutica. La terapia gestáltica se desarrolló preferentemente desde la práctica terapéutica (psicoanalítica al comienzo) por efecto de los influjos personales, teóricos y de la cosmovisión anteriormente mencionada. Las ideas básicas de la filosofía de vida de la terapia gestáltica han sido formuladas del siguiente modo por el discípulo de Perls, Eric Marcus (1979), quien parte de nueve mandamientos nucleares tomados de Naranjo: a- “Vive ahora. Ocúpate del presente, no del pasado o del futuro”. El pasado y el futuro son fantasías. b- “Vice aquí. Ocúpate de lo que está en el presente, no de lo ausente”. c- “Deja de representarte cosas. Experimenta la realidad”. La terapia consiste en lo esencial en ayudar al cliente a distinguir entre la fantasía y la realidad. d- “Deja de racionar innecesariamente. Es mejor probar y ver” e- “Exprésate en lugar de manipular, explicar, justificar y juzgar” f- “Entrégate al desagrado y al dolor como a la alegría. No restrinjas tu percatación”. g- “No aceptes ningún deber ser o tener que ser que no sean los tuyos propios, no adores ídolos”. h- “Asume la plena responsabilidad de tus acciones, sentimientos, pensamientos” i- “Acéptate cómo eres ahora”. “Solo si aceptamos lo inevitable del estado actual, podremos aceptar percataciones nuevas, desarrollar otras, y probar nuevas maneras de ser en el momento que sigue” Según esto, la vida humana, en el sentido de la “filosofía” de la Gestalt, es un proceso progrediente, un deslizarse en situación, caracterizada cada una, en lo interior, por necesidades, sentimientos, experiencias; y en lo exterior, por percepciones, contactos, diálogos, encuentros, que se entretejen siempre de una manera compleja y total, aunque la consciencia, en consonancia con las necesidades, destaque en cada caso aspectos singulares. La vida, entendida así, es en cada instante cautivante experimento con las propias posibilidades y experiencias; toda desmentida de necesidades, todo estrechamiento de las posibilidades de vivencia y de conducta, toda evitación del contacto consigo mismo y/o con el mundo, expresan y al mismo tiempo sustentan una perturbación. Lo expuesto constituye el fondo de la terapia gestáltica. Los elementos conceptuales centrales de la terapia gestáltica son “crecimiento” o “autoactualizacion”, que mantienen permanentemente “contacto” con el “mundo interior propio”- en un flujo de “alertamiento” o “percatación”-, dentro del “encuentro” y siempre “aquí y ahora”.

 Asimilación y acercamiento. Ningún organismo es tan antártico que pueda existir solo, desde sí mismo y crecer. Por eso la vida y crecimiento sobrevienen en principio por el cotejo con el mundo. Perls ilustra este proceso con un ejemplo elemental, la nutrición: para satisfacer su hambre, el hombre tiene que entrar primero en contacto con el mundo. Este acometimiento del mundo es un acto de agresión; en consecuencia, Perls entiende que la agresión es una premisa positiva y necesaria de la vida.

En particular, la manera de la nutrición se ha plasmado en la primera infancia, lleva a que el individuo adquiera y generalice modelos fundamentales de relación con el mundo. El crecimiento implica, por consiguiente, la transformación definida de lo ajeno en propio. En relación con esto se pueden indicar dos perturbaciones de la asimilación, que también desempeñan importante papel en el psicoanálisis freudiano como mecanismos de defensa:  Introyección: es la recepción de un material indigesto, que entonces permanece como un elemento extraño y no asimilado.  Proyección: es el rehusamiento de toda recepción de material, incluido el que de manera originaria y propia pertenecía al organismo. Así, determinadas partes no son reconocidas como “propias” sino que se proyectan al medio como “ajenas”. El que proyecta no es capaz de distinguir de manera satisfactoria entre mundo interior y exterior. El hecho de que una asimilación lograda, consecuencia a su vez de una agresión, sea necesaria para un crecimiento sano nos impone considerar con más detalle los procesos de cotejo con el mundo.

 Dialogo, encuentro y autorregulación. Como el hombre es un ser social, su mundo es siempre social, es decir que su contacto con aquel, su experiencia, o bien se hace en relación inmediata con otras personas, o bien, si se trata de “cosas” del mundo, tiene que tomar en cuenta al menos las necesidades e intereses de las demás personas. En el caso óptimo, se produce un encuentro humano: “yo y tú aquí y ahora”. Pero, en cualquier caso, este diálogo modifica algo en los dos participantes y en su relación reciproca y con el resto del mundo. Lo importante es que la persona íntegra, el “sí mismo”, se plasma en el contacto organismo- medio. Este sí- mismo concurre a la autorregulación organísmica y, por lo tanto, es el integrador del organismo y existe únicamente dentro del proceso de cotejo organismo- medio. El sí- mismo abarca los sistemas parciales “yo”, “ello” y “personalidad”. La personalidad, comparable hasta cierto punto con el súper yo de Freud, es la estructura de responsabilidad del sí mismo, que se ha constituido a partir de relaciones sociales experimentadas hasta el momento, y es el precipitado de todo material recibido, o sea, un sistema de “cualidades” personales que se podía aducir como base para la explicación de la conducta de esta persona. Esta clasificación funcional de sí mismo en el proceso de la “autorregulación organísmica” se aclara un poco más en conexión con el denominado “ciclo de contacto”, según el cual transcurre, en el caso típico, el cotejo del organismo con el ambiente: el yo, dice Perls. Según el estado de la necesidad, se destaca una figura sobre el fondo, y urge su cierre en el sentido de la psicología de la Gestalt. Si se logra el contacto correspondiente con el medio, la figura se cierra, se hunde en el fondo y deja sitio a una nueva figura. Este ciclo de contacto transcurre según cuatro pasos. 1- Pre- contacto: del organismo con el medio surgen un anhelo o un estímulo que se convierten en figura. La selección del elemento que se destaca está determinada por muchos factores, que de manera aproximada se podrían agrupar en el concepto de interés. 2- Toma de contacto: el anhelo se convierte en el fondo y se recorta como figura una “imagen de búsqueda” de las posibilidades de satisfacción. 3- Consumación del contacto: en el contacto como tal, cuerpo y medio son fondo, mientras que viven de manera intensiva la figura y el contacto. 4- Pos-contacto: el proceso de contacto ha llegado a su término, el sí mismo se difumina, la figura retrocede hacia el fondo. El organismo está ahora listo para el siguiente ciclo de contacto. La autorregulación organísmica, o sea, el permanente cotejo de estos ciclos de contacto con procesos de formación gestáltica flexibles e íntegros, es, según Perls, la base del crecimiento y la maduración a lo largo de la vida.

 Perturbaciones del contacto y estrategias de dominio. El contacto con el medio en el encuentro con el tú, pero también consigo mismo, se entreteje íntimamente con el concepto de “limite”: sólo donde existe un límite se puede producir un contacto porque sin ese límite no sobrevendría más que una fusión indiferenciada. “Paradójicamente, nuestro sentimiento de unión depende de un acrecentado sentimiento de separación”.

Desde la perspectiva de la autorregulación, justamente, las formas de evitación del contacto presentan un rostro doble: por una parte, de esa manera el organismo es sin duda un estorbado despliegue pleno, pero, por otra parte, es cierto que en su desarrollo anterior tuvo buenas razones para evitar contacto en aras de supervivencia- aunque restringida-. Este doble rostro se reconoce en prácticamente todas las variedades de terapia bajos diversos conceptos: desde la perspectiva del trabajo terapéutico o del organismo en su funcionamiento pleno se hablará de “resistencias”, “corazas corporales o del carácter”, “mecanismos de defensa”, “bloqueos”, “perturbaciones del contacto”; en cambio, desde la perspectiva de la historia de experiencia del organismo se tratará de “apoyos”, “estrategias de dominio”, “mecanismos de protección”, etc. En consecuencia, lo que se suele denominar neurosis es una maniobra protectora frente a una amenaza grave. Estas maniobras operan como perturbaciones de los límites de contacto en la forma de cuatro mecanismos: 1- Introyección. 2- Proyección. 3- Retroflexión: la persona vuelva sobre si misma impulsos que normalmente están dirigidos hacia afuera, hacia un objeto determinado. 4- Confluencia: los contactos en que organismo se fusiona con su medio son para él más importantes que su propia identidad. A diferencia de lo que sucede en el encuentro, que es en el contacto en sentido positivo, la percatación se enturbia en la confluencia: la persona no se experimenta de manera clara y distinta en la compañía del otro. Ahora bien, en una acepción general, “confluencia” designa todo desdibujamiento de los “límites del yo”, sea frente a sensaciones y exigencias de adentro o de afuera. A manera de resumen se puede decir: “El introyectador hace lo que otros esperarían de él; el proyectador hace a los demás lo que él les reprocha; el confluente patológico no sabe quién hace quien a quien; y el retroflectador se hace a sí mismo lo que querría perpetrar en los otros. Perturbaciones del contacto todavía más severas son la deflexión (evita todo contacto estrecho con el mundo exterior) y la desensibilización (el estado de alerta y las sensaciones se reducen a un mínimo). Todas estas perturbaciones del contacto impiden de diversas maneras que se logren los procesos de asimilación o, al menos, los dañan, con lo cual perturban el crecimiento y la autoactualizacion. La terapia gestáltica no tiene otro modelo especifico de las neurosis. Perls habla de trastorno de crecimiento o de perturbación de desarrollo.

 Fases del contacto y la terapia. Perls distingue cinco fases o capas con las que el individuo ha envuelto su sí mismo auténtico como en capas de cebollas, y que en la terapia se tienen que elaborar de afuera hacia adentro. A las diversas “capas” se pueden imputar también tipo de modos de vida con perturbación de contacto 1- Fase de clisé: el individuo no es capaz de alcanzar encuentros intensos; tiene una conducta inauténtica, retorica, regida por clisés, ritualizada. 2- Fase de juego de roles: pautas dirigidas de rol y una espontaneidad escasa ayudan a evitar un contacto demasiado intenso consigo mismo y con el medio; las necesidades son en parte reconocidas, pero las más de las veces no se las acepta, y la percatación es muy pequeña. 3- Fase de bloqueo: la corteza protectora de 1 y 2 y los usuales clisés de la conducta han privado ser eficaces; se difunde una sensación de vacío, de desconcierto y de ausencia de salidas. 4- Fase de imposición: se recurre primero a determinados programas extraídos de la concepción que el individuo tiene de sí mismo están demasiado dirigidos hacia lo interno y por eso no son plenamente adecuados a la situación. 5- Fase de explosión: las necesidades y los sentimientos que habían sido bloqueados, segregados, evitados se expresan ahora de una manera que es plenamente adecuada a la situación y al medio. Puesto que, en el último, el organismo tiene que familiarizar por primera vez con los aspectos hasta entonces ignorados Hartmann- Kottek- Schroeder, inspirados en Petzold, le agregan otras dos fases: Fase de elaboración (permite que el individuo integro en el orden de la vivencia de la identidad nueva, ensanchada y establezca cotejos cognitivos con esta realidad total nueva); fase conclusiva de

modificación de la conducta (la nueva identidad es sondeada, puesta a prueba y de esta manera afirmando en el orden de la conducta, por una vía experimental y creadora.

 Aspectos y técnicas de la intervención: “La toma de consciencia de sentimientos indeseados y la capacidad de toléralo son las condiciones sine qua non de un tratamiento logrado”; esta proposición de Perls vuelve a mostrar con claridad que la terapia gestáltica es, en su núcleo, un análisis de las resistencias. Sin embargo, en oposición al psicoanálisis, la resistencia no es interpretada, o “eliminada” sino que se la vuelve pregnante como una Gestalt experimentable para el cliente. La terapia gestáltica no se centra en el material sino en el proceso mismo. En la conducta aquí y ahora, en las estrategias de dominio, en la modalidad de contacto con el medio y consigo mismo aparecen las gestalten incompletas, no cerradas. Existe gran cantidad de “técnicas” destinadas a ayudar al cliente a ponerse más en contacto consigo mismo y con el ambiente. Pero en el fondo, aun las siguientes cinco preguntas “bastarían como armamento para los terapeutas”: ¿Qué haces?, ¿Qué sientes?, ¿Qué te gusta?, ¿Qué evitas?, ¿Qué esperas? Desde luego que esas preguntas no se dirigen al cliente en esa forma; más bien definen líneas guías para el trabajo terapéutico. “Support” se define por el acompañamiento empático, el contacto Yo-Tu, la cooperación, el aliento, el amparo, indirectamente incluso por recomendaciones como respirar más hondo, adoptar un mejor modelo para caminar. “Skillful frustration” está destinada en primer término a ensanchar, por medio de la confrontación, los contextos perceptivos del paciente, a medida que, el terapeuta le devuelve en espejo sus propias percepciones o le hace notar saltos o contradicciones lógicas en sus enunciados. En segundo término, procuran que el paciente, gracias a esta provocación, experimente con nitidez sus expectativas, clises, fachadas o maneras en que se ve a sí mismo. En todos los casos es importante acrecentar primero la percatación del cliente, en particular respecto de su propia conducta defensiva. Para la selección de las técnicas de intervención aplicables al caso, la terapia gestáltica está en principio abierta a otros abordajes terapéuticos, como el psicodrama de Moreno o el trabajo corporal de Reich/Lowen. Con miras al acrecentamiento de la percatación, en particular, se utiliza un amplio espectro de intervenciones: además de la “silla vacía”, se escogen ejercicios creadores para la plasmación de determinados aspectos del sí mismo, representaciones con el cuerpo propio, ejercicios de fantasía, en que el cliente imagina a modo de ensoñación relaciones de contacto, etc. Un papel no desdeñable desempeña en la terapia gestáltica el trabajo con los sueños porque en ellos a menudo afloran las partes alienadas, desautorizadas del sí mismo como “actores extraños”. El sueño es entendido como una creación artística que sirve al propósito de contraponer fuerzas en apariencia inconciliables. Esta contradicción debe ser llevada a la consciencia y resuelta en la terapia.

Variedades: logoterapia (Frankl) y psicodrama (Moreno). Ambas se desarrollaron y establecieron ya en la década de 1930, con independencia del psicoanálisis, e influyeron sustancialmente sobre el desarrollo de una serie de corrientes posteriores. La “logoterapia” de Víctor Frankl se centra en el sentido de la existencia humana. Esta muy próxima a los abordajes humanistas por su intención, expresada ya en la década de 1930, de rehumanizar la psicoterapia, así como por su base filosófico- antropológica y fenomenológica- existencialista. Su modelo de neurosis, que pesquisa causas y efectos, y diferencia entre factores somatógenos y psicógenos, se sitúa de modo bastante definido dentro del cuadro nosológico médico-psiquiátrico, si bien es cierto que la “neurosis noogena” o el “vacío existencial”, descubierta por la logoterapia, hace estallar aquellos marcos clásicos. Por último, con las formas de intervención logoterapeuticas, en particular con la “intención paradójica” y con la “derreflexión”, Frankl propuso nociones más bien sistémicas de terapia de la conducta”. El concepto de “psicodrama” se aplica en diferentes planos de significación: por una parte, en sentido estricto, denota un procedimiento terapéutico que consiste en una “representación escénica espontánea de conflictos interpersonales e intrapsiquícos, con la mira de que se vuelvan visibles dentro del encuadre terapéutico, se los pueda revivir y modificar”. El “psicodrama” en sentido lato abarca además la llamada “sociometría”- método destinado a capturar y figurar relaciones sociales- la “psicoterapia de grupos”

cuyos conceptos fundamentales elaboró Moreno ya a comienzos de la década de 1930, aplicándolos en instituciones como cárceles y sanatorios psiquiátricos.

 Logoterapia: En sus rasgos esenciales, la logoterapia fue elaborada por Víctor Frankl ya en la década de 1920 y 1930. La palabra griega “logos” tiene muchos significados; dentro del contexto de su abordaje, Frankl la traduce por “sentido”. El “padecimiento por falta de sentido de la vida”, la “neurosis noogena” es uno de los principales problemas que radica en la logoterapia. 1- La neurosis noogena y otras formas de neurosis: Con el concepto de neurosis noogena, Frankl designa un tercer resultado posible, que consiste en una enfermedad psíquica. Caracteriza así a una afección psicógena que no se origina “en complejos y conflictos en el sentido corriente” sino, en el sentimiento de que nada tiene sentido, en el vacío existencial, y también en conflictos de la consciencia moral y colisiones de valores. Además de este tipo de neurosis, que constituye un descubrimiento específico de la logoterapia, Frankl distingue: a- Neurosis somatógena: responde a causas físicas con efectos en el dominio psíquico. b- Enfermedades psicosomáticas: que son de desencadenamiento psíquico, pero se acompañan de noxas físicas. c- Neurosis reactivas: de igual modo soportadas en común por la psique y el cuerpo, y cuyos síntomas principales, a diferencia de lo que ocurre en el caso de las enfermedades psicosomáticas son de naturaleza psíquica. d- Neurosis psicógena: son de causación psíquica, pero también pueden tener efectos físicos. 2- Modulación de la actitud y derreflexión: Aunque el “sentido” es la categoría central de la neurosis noogena, “desde luego está fuera de cuestión que la logoterapia pueda impartir un sentido en la vida del paciente”. Lo esencial es la capacidad de un buen terapeuta, destacada por Frankl, de improvisar y no confiar en métodos estereotipados. Lukas resume bajo la designación de “modulación de la actitud” el conjunto de estos abordajes de intervención, según Frankl, para la neurosis noogena (objetico principal: descubrir el sentido), la neurosis reactiva (objetico principal: modificar las definiciones negativas de sí mismo) y la neurosis somtógena (objetivo principal: dominar el sufrimiento). En el caso de las perturbaciones funcionales psicosomáticas, así como en algunas neurosis psicógenas, la intervención en logoterapia se rige por la llamada “derreflexión”; en efecto, problemas sexuales, insomnios y síntomas semejantes con frecuencia se producen por prestar atención desmedida a ciertos fenómenos, o sea, a causa de una “hiperreflexión”. La derreflexión consiste entonces en no prestar atención al síntoma, desviándola de él. Más bien la atención se tiene que volcar sobre otra cosa, con lo cual obligadamente se descuidaran los síntomas. 3- Intención paradójica: Ya en la década de 1930, Frankl elaboro la “intención paradójica”, como técnica especifica e importante, en particular en el marco de terapias breves de las neurosis de angustia y las neurosis obsesivas. En logoterapia se recurre a la intención paradójica: el paciente es exhortado a querer su síntoma temido, a proponérselo. Se debe impartir de manera más humorística posible: el humor es un recurso notable para lograr que el ser humano tome distancia de sí mismo y, por lo tanto, del ahogo de sus angustias.

 Psicodrama: 1- La persona de Moreno: Iacov Levi (germanizado: Jakob Levy) Moreno (1889-1974), nació de padres judíos, el primogénito de seis hijos, en Bucarest (Rumania); la familia se trasladó en 1894 a Viena y después a Alemania, pero Moreno regresó solo a Viena cuando tenía trece años para trabajar como maestro en casa de una familia amiga y al mismo tiempo proseguir sus estudios en el bachillerato de humanidades. Tras recibirse de médico y formarse como psiquiatra, trabajo como asistente medico de un enorme campo de refugiados. En 1925,

emigró a los Estados Unidos con el propósito de explotar comercialmente su invento de un grabador electromagnético de sonidos, lo que fracaso a causa de la competencia de productos similares en el mercado. En Nueva York trabajó en cárceles, institutos educacionales y psiquiátricos, donde puso a prueba y elaboró sus ideas sobre el psicodrama. Los primeros esbozos del psicodrama se remontan a la época de estudiante de Moreno, quien se interesó por el teatro. Su particular interés por el trabajo con niños se debía al juego creador y espontaneo, no deformado, aspecto este que habría de ser esencial para el psicodrama. En 1918, publicó una revista expresionista en la que colaboraron Martin Buber y Ernest Bloch entre otros. Bastan estas pocas referencias para mostrar la gran creatividad de Moreno y su vocación interdisciplinaria, que unía medicina, piscología, sociología, filosofía y antropología. Si hoy el psicodrama no tiene mucha significación como corriente terapéutica autónoma, separada, su influjo indirecto es tanto mayor porque sus nociones básicas han sido adoptadas por muchos otros abordajes terapéuticos. Así, el concepto de encuentro, que es central en la psicología humanista, proviene de Moreno, la noción de empatía, que es una de las perspectivas nucleares de la psicoterapia centrada en el cliente de Rogers, lo mismo que la instancia del “aquí y ahora”. Además, perspectivas esenciales de la actual terapia de grupos y de la terapia interaccional, sistémica, fueron anticipadas hace décadas por Moreno. Fritz Perls (terapia gestáltica) y Eric Berne (análisis transaccional), lo mismo que casi todos los discípulos de Kurt Lewin (terapia gestáltica y del campo) asistieron a conferencias de Moreno. 2- Nociones teóricas básicas del psicodrama: La acción humana se liga sustancialmente al ejercicio de roles; en conexión con estos roles se desarrolla el sí mismo de cada quien; una concepción semejante encontramos también en Mead, pero Moreno no insiste tanto en la adopción de roles, cuanto en la representación activa de un rol. “role playing”. El concepto de “rol” en Moreno es además mucho más amplio que en sociología y abarca prácticamente todas las dimensiones de la existencia humana. Cabe distinguir entre rol “como categoría” y el rol “como acción”: lo primero significa suerte de conserva de conductas en la que manifiestan pautas de acción prefijadas por la sociedad (transformadas individualmente); este aspecto se recorta con claridad en los escritos de Moreno sólo desde mediados de la década de 1940. Lo segundo significa los roles representados en el “aquí y ahora”, que constituyen el “yo” o el “sí mismo” in actu; un aspecto que se destaca sobre todo en los primeros escritos de Moreno, quien en su teatro de improvisación contrapone como deseable la creatividad espontanea a “la conserva cultural” concepto este último con el que designa los roles fijados por la cultura, aprendidos y en buena medida rígidos, tanto en el “teatro corriente” como en la vida. En esencial tanto para las reflexiones teóricas como para el abordaje terapéutico la visión de Moreno sobre el mundo de vida de ser humano. En el que actúa como “átomo social”; lo considera determinado por cuatro aspectos:  Espacio: no se debe entender solo la manera física sino en particular también psicológica y sociológica, y constituye la integra conexión de vida de un ser humano dentro de su medio. En la terapia psicodramatica es importante, en consecuencia, la reconstrucción de este espacio sobre el “escenario”.  Tiempo: está determinado por el principio del “aquí y ahora “, es decir, por el hecho de que pasado y presente solo pueden existir si se presentifican.  Realidad: siempre referida a tiempo y espacio; por eso una escena representada en el psicodrama no puede ser real en el sentido del mundo ordinario, pero puede ser experimentada como tal dentro del mundo de vida representado, “el mundo auxiliar psicodramatico”.  Cosmos: contexto global en que el ser humano consuma su proceso de desarrollo y encuentra su destinación, que es la realización creadora del mismo El concepto de psicodrama abarca el “sistema tríadico” de Moreno, que se compone de la terapia psicodramatica, la sociometría y la terapia de grupos. 3- Práctica de la teoría psicodramatica.

Una dimensión esencial en la terapia psicodramatica es la catarsis, el efecto curativo de la reviencia y la actuación de experiencias nocivas. “Rebobinar la vida en la ilusión no tiene el efecto de un calvario, sino que corrobora el dicho: toda verdadera repetición nos libera del episodio origina”. Los instrumentos del psicodrama son:  Escenario: la representación requiere de un espacio dramático, el lugar de la acción.  Protagonista: es el paciente.  Director: encargado de orientar la acción y aplicar los principios y técnicas apropiadas para facilitar el logro de los objetivos del psicodrama. Es la función específica del psicoterapeuta y está destinada al logro de los objetivos psicoterapéuticos.  Auxiliares o Yo auxiliares: es desempeñada por quienes actúan representando a otras personas que participan en el acontecimiento dramatizado. Su tarea es ayudar al protagonista a desarrollar la escena.  Publico: es esencial en toda representación teatral y también se considera importante en el psicodrama. Está formado por los integrantes del grupo de terapia y no son pasivos, sino que participan emotivamente de la escena. Las técnicas psicodramaticas: el psicodrama se divide en tres fases de transcursos:  Fase inicial: descubrimiento del problema.  Fase de acción: actuación, representación, elaboración del problema.  Fase conclusiva: dialogo, integración y terminación.

Víctor Frankl y la logoterapia 1- Biografía. Víctor Emil Frankl nació el 26 de marzo de 1905, en Viena, en el distrito de Leopolstadt. Criando en una familia judía. Frankl manifiesta interés temprano, adolescente por la obra de Freud, entre otros, que lo orienta a la elección vocacional que habría de realizar luego de un arduo proceso de decisión: la psiquiatría. Ya en sus inicios Frankl demuestra una profunda preocupación por la problemática social; ya siendo parte de la Asociación de estudiantes secundarios socialistas; ya transformándose en soporte de muchos compañeros de infortunio en los campos; ya pensando en la logoterapia como una forma de terapia social breve, considerando que las terapias prolongadas no estarían jamás al alcance de los pobres. Es deportado junto a su familia a los campos de concentración, en septiembre de 1942. En este primer destino como prisionero, permanece unido a sus padres, aunque su padre muere pronto. En 1944 es destinado al campo de Auschwitz, separándose de su madre y esposa a quien no volvería a ver. Es aquí en donde se enfrenta con el arduo oficio de segur viviendo; de encontrar sentido a todo ese sufrimiento. En Theresienstadt atiende a prisioneros como psiquiatra. Clandestinamente, en Auschwitz intenta continuar la tarea. Lo reclutan como médico y enferma gravemente. Es liberado por los americanos en abril de 1945. Dos golpes terribles le aguardan; saber que su madre y esposa no sobrevivieron. Se hunde en un estado de profunda desesperación, de abandono hasta que, a instancia de amigos recobrados, comienza a escribir y a ejercer nuevamente. En 1947, vuelve a contraer matrimonio con una enfermera, y se convierte en papá. 2- Conceptos fundamentales de logoterapia. La logoterapia, se diferencia del psicoanálisis, en que en el segundo, los pacientes deben recostarse en un diván y contar cosas que, a veces, resultan muy desagradables de decir, en la Logoterapia el paciente permanece sentado, bien derecho, pero tiene que oír cosas que, a veces, son desagradables de escuchar. Sin embargo esta leve simplificación esconde una mayor verdad de la que aparenta a primera vista, pues

comparada con el psicoanálisis, la Logoterapia es un método menos introspectivo y menos retrospectivo. La Logoterapia mira más bien hacia el futuro, es decir, al sentido y a los valores que el paciente quiere realizar en el fututo. La Logoterapia, ciertamente, es una psicoterapia centrada en el sentido. Al mismo tiempo, la logoterapia rompe el círculo vicioso y los mecanismos de retroalimentación que juegan un papel tan crucial en el desarrollo de las neurosis. De esta manera se quiebra el típico egocentrismo del neurótico, en vez de encontrarse constantemente alimentado y fortalecido. Empleo el término logoterapia para designar su teoría, donde Logos es una palabra griega que equivale a “sentido”, “significado” o “propósito”. La Logoterapia o como la han denominad algunos estudiosos, la “Tercera escuela Vienesa de Psicoterapia” se centra en el sentido de la existencia humana y en la búsqueda de ese sentido por parte del hombre. De acuerdo con la logoterapia, la primera fuerza motivante del hombre es la lucha por encontrarle un sentido a su propia vida. Por eso es que alude constantemente a la voluntad de sentido, en contraste con el principio de placer que rige el psicoanálisis freudiano, y en contraste también, con la voluntad de poder, enfatizada por la psicología de Adler. a-

b-

c-

La voluntad de sentido: la búsqueda por parte del hombre del sentido de su vida constituye una fuerza primaria y no una “racionalización secundaria” de sus impulsos instintivos. Este sentido es único y especifico, en cuanto es uno mismo y uno solo quien ha de encontrarlo; únicamente así el hombre alcanza un fin que satisfaga su propia voluntad de sentido. Algunos autores sostienen que el sentido y los valores no son más que “mecanismos de defensa”, “formaciones reactivas” o “sublimaciones”. El logos o “sentido” no es solo algo que nace de la propia existencia, sino que se presenta frente a esa misma existencia. Si ese sentido que espera ser consumado por el hombre no fuese otra cosa que la expresión de sí mismo, o nada más que la proyección de un espejismo, perdería de inmediato su carácter de exigencia y desafío, resultaría ineficaz para motivar o responsabilizar al hombre. El sentido de la vida no se inventa, se encuentra. La frustración existencial: el hombre es capaz de malograr su voluntad de sentido, en cuyo caso la Logoterapia habla de frustración existencial. El término “existencial” admite tres significados distintos: para referirse a la existencia misma, esto es, al modo de ser específicamente humano; el sentido de la existencia; y el afán por encontrarle un sentido concreto a la existencia personal, es decir, la voluntad de sentido. La frustración existencial también pude cursar como neurosis. Para este tipo de neurosis, la logoterapia acuña el término “neurosis noógena”, por oposición a la neurosis en el sentido estricto de la palabra: neurosis psicógena. El origen de la neurosis noógena proviene de la dimensión noológica (del griego nos, que significa “mente”), y no brotan directamente de lo psicológico de la existencia humana. Este término logoterapeutico denota elementos que anidan en el núcleo “espiritual” de la personalidad humana. Conviene insistir y recalcar que en el léxico de la logoterapia el término espiritual se encuentra ajeno a cualquier connotación religiosa: describe y define (antropológicamente) la dimensión específicamente humana. Neurosis noógena: las neurosis noógenas no surgen por conflictos entre impulsos e instintos, sino más bien por problemas existenciales (que en una formulación más general los deberíamos clasificar como problemas espirituales). Entre ellos la frustración de la voluntad de sentido suele jugar un papel primordial. A la luz de lo dicho, resulta obvio que la terapia apropiada para la neurosis noógena no es la psicoterapia tradicional, sino la logoterapia: una psicoterapia que se atreve a penetrar en la dimensión espiritual, la dimensión genuina del ser humano. De hecho, el logos griego admite la acepción de “significado” y de “sentido”, pero también la de “espíritu”. La logoterapia contempla desde niveles espirituales los temas espirituales, como pueden ser el afán del hombre por encontrarle un sentido a la vida o a la frustración de ese sentido. Estas cuestiones se afrontan con sinceridad humana y frontalmente, en su actual consistencia psíquica o espiritual, sin pretender rastrearla gasta encontrar en ellos unas raíces y orígenes inconscientes, que en definitiva serian instintivos. La frustración existencial no es en sí misma ni patológica ni patogénica. La logoterapia se diferencia del psicoanálisis porque concibe al hombre como un ser cuyos intereses primordiales se inscriben en la órbita de asumir un sentido

a la existencia y realizar un conjunto de valores, y no en la mera gratificación t satisfacción de sus impulsos e instintos, o en el mero ajuste del conflicto interior generado por las exigencias del Ello, del Yo y del Superyó, o en las luchas de adaptación y ajuste al entorno circundante y a la sociedad. d-

e-

f-

g-

Noodinámica: Cierto que la búsqueda humana de sentido y de valores puede nacer de una tensión interior y no de un equilibrio interno. Ahora bien, precisamente esa tensión es un requisito indispensable de salud mental. Me atrevería a afirmar que nada en el mundo ayuda a sobrevivir, aun en las peores condiciones, como la conciencia de que la vida esconde un sentido. La salud psíquica precisa un cierto grado de tensión interior, la tensión existente entre lo que uno ha logrado y lo que le queda por conseguir, o la distancia entre lo que uno es y lo que debería llegar a ser. Una tensión de esta naturaleza es inherente al ser humano, y, por consiguiente, indispensable para su bienestar psíquico. En consecuencia, convendría no acobardarse y situar al hombre frente a frente al sentido de su existencia. El hombre no necesita realmente vivir sin tensiones, sino esforzarse y luchar por una meta o misión que le merezca la pena. Vivir sin tensiones a cualquier precio no resulta un proceder psicohigienico, es más beneficioso sentir la urgencia de una misión por cumplir o el apremio del cumplimiento del deber. Releguemos la “homeostasis” y situemos en primer lugar la “Noodinámica”: la dinámica espiritual dentro de un capo de tensión bipolar, en el cual un polo representa el sentido de consumar, y el otro polo corresponde al hombre que debe cumplirlo. Y si la Noodinámica significa un proceder valido para las condiciones normales del psiquismo, todavía presenta más necesario en el caso de individuos neuróticos. El vacío existencial: El vacío existencial es un fenómeno muy extendido en el siglo XX. Es comprensible y quizás se explique por el doble arancel que el hombre pago para convertirse en un verdadero ser civilizado, humanamente civilizado. Al comienzo de la historia, el hombre perdió alguno de los instintos básicos que rigen la vida del animal y le confieren seguridad. Carece, pues, de instintos que le impulsen a determinadas conductas, y ya no conserva las tradiciones que le indicaban los comportamientos socialmente aceptados; en ocasiones ignora hasta que le gustaría hacer. En su lugar, desea hacer lo que otras personas hacen (conformismo), o hace lo que otras personas quieren que haga (totalitarismo). El vacío existencial se manifiesta principalmente en un estado de tedio. A veces, la frustración de la voluntad de sentido se compensa mediante la voluntad de poder, hasta en su expresión más tosca: la voluntad de tener dinero. En otras ocasiones, el vacío de la voluntad de sentido se rellena con la voluntad de placer. Y eso explica que la frustración existencial suela provocar un desenfreno libidinoso, e incluso que las pulsiones de la libido se mezclen con las agresivas. El sentido de la vida: el sentido de la vida difiere de un hombre a otro, de un día a otro y de una hora a otra. Por tanto, lo que importa no es el sentido de la vida en formulaciones abstractas, sino el sentido concreto de la vida de un individuo en un momento determinado. La noción de sentido de la vida también se entiende si consideramos que cualquier situación plantea y reclama del hombre un reto o una respuesta a la que solo él está en condiciones de responder. En última instancia el hombre no debería cuestionarse sobre el sentido de la vida, sino comprender que la vida le interroga a él. De tal modo que la logoterapia considera que la esencia de la existencia consiste en la capacidad del ser humano para responder responsablemente a las demandas que la vida le plantea en cada situación particular. La esencia de la existencia: La logoterapia intenta que el paciente cobre conciencia plena de sus responsabilidades personales; en consecuencia, le fuerza a elegir porque, de que o ante quien se siente responsable. Por eso el logoterapeuta, entre los distintos psicoterapeutas, en el menos inclinado a imponer a sus pacientes algún juicio de valor, porque jamás permitirá que una persona transfiera al médico la responsabilidad de juzgar su propia existencia. Corresponderá al paciente, por tanto, decidir si debe interpretar su propia existencia como una responsabilidad ante la sociedad o ante su consciencia. La función del logoterapeuta consiste en ampliar y ensanchar el campo visual del paciente hasta que visualice responsablemente el amplio espectro de valor y de sentido contenido en su horizonte existencial. La logoterapia no

h-

i-

j-

k-

necesita imponer al paciente ningún juicio de valor, ya que la verdad se impone por sí misma. Al declarar al hombre un ser responsable y capaz de descubrir el sentido concreto de su existencia, quiero acentuar en el sentido de la vida ha de buscarse en el mundo y no dentro del ser humano o de su propia psique, como si se tratara de un sistema cerrado. La misma argumentación permite afirmar que la auténtica meta de la existencia humana no se cifra en la denominada autorrealización. La autorrealización por sí misma no puede situarse como meta. No debe considerarse el mundo como simple expresión de uno mismo, ni tampoco con mero instrumento, o como in medio para conseguir la ansiada autorrealización. A esta característica esencial del hombre la designó “autotrascendencia de la existencia”: ser hombre implica dirigirse hacia algo o alguien distinto a uno mismo, bien sea realizar un valor, alcanzar un sentido o encontrar a otro ser humano. Cuanto más se olvida uno de sí mismo (al entregarse a una causa o a una persona amada) más humano se vuelve y más perfecciona sus capacidades. En efecto, cuanto más se afana el hombre por conseguir la autorrealización más se le escapa de las manos, pues la verdadera autorrealización solo es el efecto profunda del cumplimento acabado del sentido de la vida. De acuerdo con la logoterapia podemos descubrir realizar el sentido de la vida según tres modos diferentes: realizando una acción; acogiendo las donaciones de la existencia; por el sufrimiento. En el primer procedimiento resultan obvios los recursos necesarios para alcanzarlos. El sentido del amor: el amor es el único camino para arribar a lo más profundo de la personalidad de un hombre. Nadie es conocedor de la esencia de otro ser humano si no lo ama. Por el acto espiritual del amor se es capaz de contemplar los rasgos y trazos esenciales de la persona amada; hasta contemplar también lo que aún es potencialidad, lo que está por develarse y por mostrarse. En logoterapia el amor no se interpreta como mero epifenómeno de los impulsos e instintos sexuales, según el proceder del mecanismo llamad sublimación. El amor es un fenómeno tan primario como el sexo. Normalmente el sexo es una forma de expresar el amor. El sexo está justificado, incluso significado, en la medida en que es vehículo del amor, y sólo en esa medida. Así, el amor no se entiende como un mero efecto secundario del sexo, sino que el sexo se considera un medio para expresar la experiencia de esa fusión absoluta y definitiva que es el amor. El sentido del sufrimiento: es el tercer cause para encontrarle un sentido a la vida. Cuando uno se enfrenta con un destino ineludible, inapelable e irrevocable (una enfermedad incurable, un cáncer terminal,…), entonces la vida le ofrece la oportunidad de realizar un valor supremo, de cumplir el sentido más profundo: aceptar el sufrimiento. El valor no reside en el sufrimiento en sí, sin en la actitud frente al sufrimiento, en nuestra actitud para soportarlo. Uno de los axiomas básicos de la logoterapia mantiene que la preocupación primordial del hombre no es gozar de placer, o evitar dolor, sino buscarle un sentido a la vida. Y en esas condiciones el hombre está dispuesto a aceptar el sufrimiento, siempre que ese sufrimiento atesore un sentido. Pero permítaseme dejar bien sentad que el sufrimiento no es en absoluto necesario para otorgarle un sentido a la vida. El sentido es posible si el sufrimiento o a pesar del sufrimiento. Para que el sufrimiento confiera un sentido ha de ser un sufrimiento inevitable, absolutamente necesario. El sufrimiento evitable debe combatirse con los remedios oportunos; el no hacerlo así sería síntoma del masoquismo, no del heroísmo. La psicoterapia tradicional tiende a restaurar en la persona la capacidad para el trabajo y para disfrutar la vida. Esos objetivos son compartidos también para la logoterapia, aunque avanza a un paso más al pretender que el paciente recupere su capacidad de sufrir, si fuera necesario, y por ello encontrarle un sentido al sufrimiento. El suprasentido: este sentido último excede y sobrepasa, lógicamente, la capacidad intelectual del hombre: a este contexto que sobrepasa la limitación humana se denomina suprasentido. La transitoriedad de la vida: Los hechos que parecen robarle el sentido a la vida incluyen no solo el sufrimiento o la angustia, sino también la muerte. El único aspecto verdaderamente transitorio de la vida es lo que en ella hay de potencial. Ahora bien, lo potencial, al actualizarse,

l-

m-

n-

se convierte en realidad, se hace real. Todo lo real se guarda y archiva en el pasado, de donde se le rescata y se le preserva la transitoriedad. Pues nada del pasado esta irremediablemente perdido: todo se almacena en él irrevocablemente. La logoterapia, consciente de la esencial transitoriedad de la existencia humana, no es pesimista, sino activista. Podríamos explicarlo de la siguiente forma: el pesimista parece un hombre que día a día arranca la correspondiente hoja del almanaque y observa, con miedo y tristeza, como se reduce según transcurre el tiempo. La persona activa igualmente arranca las hojas día a día, pero toma la precaución de archivarla junto a las otras y de anotar unas cuantas notas al dorso. La logoterapia como técnica: Resulta imposible calar un miedo realista, como el temor a la muerte, por medio de la interpretación psicodinámica; tampoco se puede curar un temor neurótico (la agorafobia, por ejemplo) por el simple conocimiento filosófico. La logoterapia ha desarrollado una técnica para tratar este tipo de caso. Para comprender la técnica se precisa primeramente entender los mecanismos que accionan las personas neuróticas. La logoterapia fundamenta su técnica denominada “intención paradójica” en un doble principio: por un lado, el miedo que provoca precisamente aquello que se teme; por otra parte, la hiperintención estorba la realización del efecto que desea. Para la intención paradójica se invita al paciente fóbico a realizar precisamente lo que teme, al menos por un momento o por una vez. La intención paradójica solo es eficaz en los casos monosomáticos. No resultaría correcta esa apreciación, también se aplica en los casos de trastornos de sueño. El temor al insomnio produce una hiperintención por quedarse dormido que, a su vez, incapacita al paciente para lograrlo. La intención paradójica no es una panacea, pero si una herramienta útil para el tratamiento de las situaciones obsesivas, compulsivas, o fóbicas, especialmente cuando subyace la ansiedad anticipatoria. Además, constituye una estrategia terapéutica de efectos a corto plazo; y de una terapia a corto plazo no deben concluirse solo efectos terapéuticos temporales. En cuanto a las verdaderas causas de las neurosis de sus elementos constitutivos (sean de naturaleza psíquica o somática), parece que los mecanismos retroactivos del tipo de la ansiedad anticipatoria constituyen un factor patógeno. Ante un concreto síntoma concurre una fobia; la fobia desencadena de nuevo el síntoma, y la aparición de éste refuerza la intensidad de la fobia. La ansiedad anticipatoria debe contraatacarse con la intención paradójica; la hiperintención y la hiperreflexión se combaten con la “de-flexión”, aunque esta solo es posible con un cambio de orientación del paciente hacia su vocación específica y su misión en la vida. Jamás el ensimismamiento del neurótico por sí mismo, ya sea en forma de autocompasión o de desprecio, es capaz de romper el círculo vicioso. La clave de la curación se encuentra en la autotrascendencia, en la trascendencia de uno mismo. Neurosis colectiva: casa época tiene su propia neurosis colectiva. Y cada época su propia psicoterapia para vencerla. No es una neurosis en sentido clínico, es una cuasi-neurosis.se manifiesta a través de cuatro formas: una actitud provisional ante la existencia, se encuentra en el lenguaje, en frases de uso colectivo como por ejemplo “vivir el presente”. Posición fatalista frente a la vida, dejar la vida en manos del destino no es sino una manera más de desentenderse de la propia responsabilidad y decisión. Pensamiento colectivo, perderse en la masa equivale a una renuncia, a una defensa de la misma responsabilidad de comandar la propia existencia; es aquel que termina perdiéndose en los otros. Fanatismo, para el fanático, los otros no son dignos de consideración; al menos otro diferente. Critica al pandeterminismo: Al psicoanálisis se le critica con frecuencia su pansexualismo. Yo, por mi parte, dudo que tal reproche sea del todo legítimo. Sin embargo, considero que el psicoanálisis postula algo más equivocado y peligroso que el pansexualismo: eso que yo denominaría “pandeterminismo”. Con esta expresión me refiero a la visión del hombre que niega su capacidad para asumir posturas personales frente a las circunstancias, con independencia de los cuales sean. El hombre no está absolutamente condicionado y determinado: al contrario, es él quien decide si cede ante determinadas circunstancias o si resiste frente a ellas. En otras palabras, el hombre, en última instancia, se determina a sí mismo,

no se limita a existir, sino que decide cómo será su existencia, en que se convertirá en el minuto siguiente. Aparentemente, el pandeterminismo es una enfermedad infecciosa que los educadores nos han inoculado; exactamente igual sucede con muchos adeptos a las religiones, quienes no perciben que de ahí entresacan las bases más hondas de sus propias convicciones. Pues, o bien se reconoce la libertad decisoria del hombre a favor o en contra de los hombres, o toda religión es un espejismo y toda educación una ilusión. Ambas presuponen la libertad del hombre, en caso contrario partirán de un concepto erróneo. La libertad es la cara negativa de cualquier fenómeno humano, cuya cara positiva es la responsabilidad. De hecho la libertad se encuentra en peligro de degenerar en mera arbitrariedad salvo si se ejerce en términos de responsabilidad.