HORA SANTA CON EL PAPA FRANCISCO. EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO

“El Sacramento del Matrimonio” HORA SANTA CON EL PAPA FRATERNIDAD DE CRISTO SACERDOTE Y SANTA MARÍA REINA E DE RODILL

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“El Sacramento del Matrimonio”

HORA SANTA CON EL PAPA FRATERNIDAD DE CRISTO SACERDOTE Y SANTA MARÍA REINA

E

DE RODILLAS

XPOSICIÓN

El sacerdote revestido expone el Santísimo Sacramento como de costumbre.

M

ONICIÓN INICIAL

El matrimonio instituido por Dios desde la Creación del mundo, nos muestra y revela el “corazón del diseño de Dios, que es un diseño de alianza con Su Pueblo, con todos nosotros, un diseño de comunión.” La historia de la salvación es la historia de Dios que ama al hombre y quiere desposarse con él: esta imagen será utilizada por en el Antiguo Testamento. Con el misterio de la propia entrega de Jesús, el matrimonio es elevado a sacramento –signo sensible- de este amor divino de Cristo por su Iglesia. La Eucaristía es también Sacramento del amor de Jesús por cada uno de nosotros. En esta noche queremos presentarle nuestras propias vidas, queremos desposarnos con él y pedir la gracia de la fidelidad. Queremos agradecer el haber nacido en una familia, queremos pedir por los matrimonios, -por el nuestro-, por los de nuestros familiares y amigos, por aquellos que pasan dificultades, o que viven el drama de la emigración, la separación y la ruptura… por aquellos que se encuentran el etapa del noviazgo… ****

Con la oración del Ángel de Fátima hagamos un acto de fe, adoración, y esperanza y caridad como respuesta a su amor siempre fiel; y reparemos nuestros pecados ante tanta infidelidad y falta de correspondencia: MI DIOS, YO CREO, ADORO, ESPERO Y OS AMO. OS PIDO PERDÓN POR LOS QUE NO CREEN, NO ADORAN, NO ESPERAN Y NO OS AMAN. BREVE SILENCIO

SÚPLICA CON LA BENDICIÓN NUPCIAL

Oh Dios, que con tu poder creaste todo de la nada, y, desde el comienzo de la creación, hiciste al hombre a tu imagen y le diste la ayuda inseparable de la mujer, de modo que ya no fuesen dos sino una sola carne, enseñándonos que nunca será lícito separar lo que quisiste fuera una sola cosa. R/. Ilumina a los legisladores para que defiendan el bien del matrimonio; auxilia aquellas familias que se ven en necesidades y sufrimientos. Oh Dios, que consagraste la alianza matrimonial con un gran misterio y has querido prefigurar en el Matrimonio la unión de Cristo con la Iglesia. R/. Concede a tu esposa, la Iglesia, y cada uno de nosotros, ser siempre fieles a tus mandatos. Oh Dios, que unes la mujer al varón y otorgas a esta unión, establecida desde el principio, la única bendición que no fue abolida ni por la pena del pecado original, ni por el castigo del diluvio. R/. Derrama tu bendición sobre los que han aceptado amarse para toda la vida, especialmente sobre nuestros familiares, amigos y conocidos. Mira con bondad a cuantos unidos en Matrimonio, piden ser fortalecidos con tu bendición: R/. Envía sobre ellos la gracia del Espíritu Santo, para que tu amor derramado en sus corazones, los haga permanecer fieles en la alianza conyugal. Abunde en las esposas el don del amor y de la paz, e imiten los ejemplos de las santas mujeres, cuyas alabanzas proclama la Escritura. R/. Que los esposos confíen en ellas, teniéndolas por copartícipes y coherederas de una misma gracia y una misma vida, las respeten y amen siempre como Cristo ama a su Iglesia. Señor, te pedimos también que aquellos que sean unidos en santo matrimonio permanezcan en la fe y amen tus preceptos; R/. Que sean ejemplo por la integridad de sus costumbres; y, fortalecidos por el poder del Evangelio, manifiesten a todos el testimonio de Cristo; que su unión sea fecunda, sean padres de probada virtud, vean los hijos de sus hijos, y, después de una feliz ancianidad, lleguen a la vida de los bienaventurados en el reino celestial. Amén. BREVE SILENCIO Y SENTADOS

CANTO

AMAOS, AMAOS, COMO YO OS HE AMADO.

ectura de la Carta de san Pablo a los Efesios 5. 2a. 21-33 Hermanos: Vivid en el amor, igual que Cristo nos ha amado y se ha entregado por nosotros. Sed sumisos unos a otros con respeto cristiano. Las mujeres, que se sometan a sus maridos como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la Iglesia; él, que es el salvador del cuerpo. Pues como la Iglesia se somete a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia. El se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para colocarla ante sí gloriosa, la Iglesia, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada. Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como cuerpos suyos que son. Amar a su mujer es amarse a sí mismo. Pues nadie jamás, ha odiado su propia carne, sino que le da alimento y calor, como Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo. "Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne." Es éste un gran misterio; y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. En una palabra, que cada uno de vosotros ame a su mujer como a sí mismo, y que la mujer respete al marido. Palabra de Dios. R/. Te alabamos, Señor.

P

UNTOS PARA LA MEDITACIÓN. S.S. Francisco, 30 de marzo de 2014 (Dependiendo de las personas que participen en la Hora Santa, se hará un enfoque de la catequesis. Hemos subrayado algunos elementos esenciales.)

Al principio del libro del Génesis, el primer libro de la Biblia, como culminación del relato de la creación se dice: "Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó... Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne". (Génesis 1, 27; 2, 24). La imagen de Dios es la pareja matrimonial, es el hombre y la mujer. Los dos. No sólo el varón, el hombre, no sólo la mujer, sino los dos. Y esta es la imagen de Dios. Y el amor y la alianza de Dios en nosotros está allí. Está representada en aquella alianza entre el hombre y la mujer. Y esto es muy

bello. Hemos sido creados para amar, como un reflejo de Dios y de su amor. Y en la unión conyugal el hombre y la mujer realizan esta vocación en el signo de la reciprocidad y de la comunión de vida plena y definitiva. Cuando un hombre y una mujer celebran el sacramento del Matrimonio, Dios, por así decir, se "refleja" en ellos, les imprime sus propios rasgos y el carácter indeleble de su amor. Un matrimonio es el icono del amor de Dios con nosotros. ¡Es muy bello! También Dios, de hecho, es comunión: las tres personas del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo viven desde siempre y para siempre en unidad perfecta. Y es justamente este el misterio del Matrimonio: Dios hace de los dos esposos una sola existencia -y la Biblia es fuerte, dice "una sola carne"-, así de íntima es la unión del hombre y de la mujer en el Matrimonio. Y es precisamente este el misterio del Matrimonio. San Pablo, en la Carta a los Efesios, destaca que en los esposos cristianos se refleja el misterio que el Apóstol define como "grande", es decir la relación instaurada por Cristo con la Iglesia, una relación exquisitamente nupcial (cfr Ef 5, 21-33). Esto significa que el Matrimonio responde a una vocación específica y debe ser considerado como una consagración. Es una consagración. El hombre y la mujer son consagrados por su amor, por el amor. Y los esposos, de hecho, en virtud del Sacramento, están investidos de una verdadera y propia misión, para que puedan hacer visible, a partir de las cosas sencillas, ordinarias, el amor con el que Cristo ama a su Iglesia, sin dejar de donar su vida por ella, en la fidelidad y el servicio. ¡Realmente es un diseño estupendo el que subyace en el sacramento del Matrimonio! Y se realiza en la sencillez y también en la fragilidad de la condición humana. Sabemos bien cuantas dificultades y pruebas experimentan la vida de dos esposos… Lo importante es mantener vivo el vínculo con Dios, que está en la base del vínculo matrimonial. Y el verdadero vínculo es siempre con el Señor. Cuando la familia reza, el vínculo se mantiene. Cuando el esposo reza por la esposa y la esposa reza por el esposo, esta unión se fortalece. Uno reza por el otro. Es verdad que en la vida matrimonial hay muchas dificultades, muchas: el trabajo, el dinero que no basta, los niños que tienen problemas… Muchas dificultades. (…) Por esto siempre aconsejo a los esposos: 'No terminéis el día en el que os habéis peleado sin hacer las paces'. ¡Siempre! Y para hacer las paces (…) basta un sencillo gesto, una caricia. Y al día siguiente se vuelve a comenzar. Algunas veces, os he dicho aquí que algo que ayuda mucho en la vida matrimonial son tres palabras: permiso, gracias, perdón. CANTOS Si me falta el amor. Cristo está con vosotros. El amor es la palabra limpia. Haced lo que él os diga Una tarde en Caná

B

ENDCIÓN Y RESERVA