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HOLANDA EN LA CRISIS DEL SIGLO XVII Fernando Rosas Moscoso III. HOLANDA: CRECIMIENTO EN UN CONTEXTO DE CRISIS GENERAL*

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HOLANDA EN LA CRISIS DEL SIGLO XVII Fernando Rosas Moscoso

III.

HOLANDA: CRECIMIENTO EN UN CONTEXTO DE CRISIS GENERAL*

1.

LA HISTORIA: PERSONAJES Y ACONTECIMIENTOS

La historia de la República de Holanda tiene su origen remoto en la sublevación de Flandes contra la dominación española, el 10 de agosto de 1566, como consecuencia de una crisis económica y de problemas políticos y religiosos que la Corte de Madrid y las autoridades locales no pudieron manejar. La violenta represión dirigida por el duque de Alba, permitió un control efímero que terminó después de largos años de enfrentamientos que desgastaron política y económicamente a España, la cual tuvo que contentarse con recuperar el control de las provincias meridionales, mientras que las septentrionales decidieron formar una alianza que más adelante se convertiría en la Federación de las Provincias del Norte. Gravitaron en esa etapa tanto los problemas políticos determinados por las guerras de España contra Francia, como también los problemas religiosos que se fueron agudizando conforme esas provincias se comprometían con la nueva religión reformada. La rebelión fue encabezada por Guillermo de Orange y conducida militarmente de manera efectiva a pesar del gran poder de España y de las provincias del sur que permanecieron bajo su influencia. Triunfos y derrotas se sucedieron hasta que el 26 de julio de 1581, las Provincias Unidas abjuraron de su lealtad al rey de España, constituyéndose así la República Holandesa. Pero como la historiografía holandesa ha reiterado, todo indica que la república no fue un proyecto claro y concreto sino fue producto de la sucesión turbulenta de acontecimientos políticos y militares; en otras palabras, fue consecuencia de un proceso y no de un acontecimiento solemne o proclama. La muerte de Guillermo de Orange, asesinado en julio de 1584 no interrumpió el proceso de consolidación que en la práctica se había iniciado en 1579 con la Unión de Utrech, que reunía a las Provincias del Norte de los Países Bajos. La aristocracia, representada por Guillermo cedió la posta a una burguesía cada vez más influyente, que llegaría al poder político con Johan Oldenbarnevelt, quien lideró a Holanda y las demás provincias, después de un breve y fracasado paréntesis de conducción inglesa, que a su vez sucedió a los intentos de que Enrique III de Francia o Isabel de Inglaterra asumieran la soberanía de los Países Bajos del norte. Si bien la aristocracia retornó al poder con Mauricio de Nassau, hijo de Guillermo, nombrado estatúder o magistrado supremo en 1585, la presencia de la burguesía en los círculos de gobierno permaneció intacta. A partir de 1590 la sostenida guerra contra España fue cada vez más favorable a Holanda, lo que hizo más difícil la situación ibérica en la región; acercamientos con Francia e Inglaterra favorecían su posición, llegando finalmente la España de Felipe III, a negociar una tregua en 1609, en donde sin reconocer formalmente su independencia, prácticamente la consideraba como un Estado independiente. En 1621 cesó la tregua de doce años con España, reiniciándose la guerra con victorias holandesas en diferentes lugares del mundo, pues ya contaba con una poderosa armada y con la fundación de compañías comerciales sobre las que apoyaba su presencia en América y en Asia. En 1630 Holanda ocupó parte del Brasil, territorio portugués, que en ese entonces todavía estaba unido a España; esa presencia duró varias décadas, desestabilizando el poder ibérico en América.

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Debemos precisar que no intentamos hacer una historia de Holanda, sino aproximarnos a un caso de crecimiento dentro de la crisis general del siglo XVII. Ese objetivo nos obliga a extender nuestro análisis por encima de los límites propios de un artículo de revista, como Aula y Ciencia, además de resaltar que se trata de parte de un trabajo más amplio que comprende también Inglaterra, España y Portugal.

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En 1647 se empieza a negociar la paz en Munster, debido al interés de los comerciantes holandeses de restablecer una actividad comercial provechosa y eliminar los altos costos de la guerra; por otra parte, les preocupaba una Francia poderosa que podría ser, como lo fue, un peligro para Holanda. España agotada por la larga guerra, reconoció la independencia de las antiguas Provincias Unidas que ya eran conocidas como República Holandesa. El carácter de potencia mundial que adquirió después de la paz de Munster, determinó el inicio de una rivalidad con Inglaterra que la llevó a una guerra que inicialmente fue favorable pero que finalmente, por la escasez de recursos, terminó con la derrota; sin embargo, se debe rescatar la existencia de una hábil conducción política, representada por Jan de Witt, quien desde 1653 lideraba el Estado holandés. Los conflictos se ampliaron al intervenir Holanda en defensa de Dinamarca frente a Suecia y evidenciaron que en los mares del Norte y Báltico, la situación se volvía incierta para el poder holandés. La primera guerra anglo-holandesa se cerró en 1654 con la firma de la paz en Westminster. En ese escenario surge la figura de grandes marinos como el Almirante Michael De Ruyter, quien reformó la armada holandesa poniéndola en capacidad de resistir al considerable poder inglés. En 1665 se inicia la segunda guerra con Inglaterra, con éxito para los holandeses, concluyéndose la paz en 1667. A partir de 1672 destaca la figura del príncipe Guillermo III, como el elemento decisivo para enfrentar no solo el peligro inglés, por tercera vez en guerra contra Holanda, sino también el francés, pues al iniciarse la guerra con ese país los franceses invadieron su territorio; el triunfo de De Ruyter sobre las fuerzas navales francesas e inglesas, impidió la caída total de Holanda y eso unido, a una paz momentánea con Inglaterra, permitió una cierta recuperación. Se cierra el siglo con la muerte de Guillermo III, último príncipe de Orange, quien encabezaba una coalición que pretendía recibir el reparto del imperio español en crisis y que sería el inicio de guerras por la sucesión española. 2.

LA ECONOMÍA HOLANDESA

Antes de iniciar el análisis de los lineamientos básicos de la economía holandesa, es importante determinar la nomenclatura política del espacio sujeto a estudio, pues existen varios nombres que se le aplican; así, al principio se encuentra referencia a las Siete Provincias, identificadas por la rebelión frente a la corona española, siendo éstas Frisia, Overijsel, Gelderland, Zeelandia, Holanda, Groninga y Utrecht. También se usa en esa etapa el nombre de Provincias Unidas, para finalmente, debido al predominio de la provincia de Holanda, se va a reconocer el nombre de República de Holanda hasta la etapa francesa, iniciada con la invasión de 1795, cuando se instauró brevemente la llamada República Batava que derivó en monarquía con Luis Bonaparte e introdujo oficialmente el nombre de Holanda para todo el reino. En el contexto de la historia económica, las últimas investigaciones históricas hacen retroceder hasta 1350 la expansión de la economía holandesa, culminando ese largo periodo en torno a 1650, cuando se inicia una lenta decadencia. La historiografía holandesa también refleja esos orígenes medievales del desarrollo, pues señala que el feudalismo no se manifestó en Holanda y por lo tanto no generó limitaciones a la definición temprana de una economía de mercado; otro sector de la historiografía holandesa enfatiza que el desarrollo se alcanzó entre 1580 y 1650, cuando Holanda se convirtió en el centro de la economía mundial, beneficiándose del éxodo de comerciantes y trabajadores especializados de diversas zonas de Europa, debido a los problemas religiosos. 2.1 El Clima No se puede dejar de lado el tema del clima en cualquier estudio histórico que comprenda los siglos XVI y XVII. La sola mención a la llamada “Pequeña Edad del Hielo”, nos acerca de inmediato a un panorama en donde el avance de los hielos del Ártico y de los glaciares en tierra firme, coincide con el descenso generalizado de las temperaturas, con los efectos consiguientes en la salud, los cultivos, el transporte y demás. Después del óptimo climático medieval que permitió la colonización nórdica de Groenlandia y su llegada a América, a partir del Siglo XV se iniciaron los cambios que anunciaban un limitado pero intenso periodo glacial. Entre 1560 y 1600 el frío se fue sintiendo cada vez más y las tormentas cobraron fuerza

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extraordinaria, una de las cuales destruyó diques e inundó Roterdam en 1570, afectando también a otras ciudades. La última década del siglo XVI fue la más fría. Pero justamente en la primera mitad del siglo XVII, los holandeses estaban, como señala Fagan, en posesión de una tecnología y una organización social que redujo los efectos negativos del cambio climático, generándoles la “Pequeña Edad del Hielo”, incluso beneficios en algunos campos.1 En el importante trabajo de Le Roy Ladurie sobre el clima europeo entre los siglos XIII y XVIII, 2 se manifiesta que entre 1601 y 1605 todos los inviernos son de intensa nevada y niebla, y entre 1608 y 1674 solo 11 inviernos no tienen esas características; frente a esas referencias asombra que los veranos del siglo XVII en el contexto de Europa occidental muestran ser normalmente cálidos, salvo de 1625 a 1628 y de 1632-34. Casi 100 años después, en el invierno de 1683 y 1684, nos encontramos con el invierno más frío de la época. Al norte de las islas Británicas y en Islandia, los hielos bloquean los puertos; se señala incluso que el hielo estaba presente en la costa holandesa hasta 40 Km. mar adentro y esquimales llegaron cerca de Aberdeen, Escocia. Por otra parte, con las aguas mucho más frías, el arenque bajó hasta el Mar del Norte, para beneficio de los holandeses, que pudieron mejorar su pesca.3 En 1703 las tormentas se llevaron techos, la navegación quedó paralizada, continuando el frío hasta 1708/9 hasta que finalmente en 1730 se iniciaron inviernos benignos. Estos indicadores nos permiten ubicarnos en el contexto climático que alberga la llamada Edad Dorada de Holanda y su definición preponderante en la economía mundial. 2.2 Demografía La demografía también aporta al conocimiento de este proceso de crecimiento económico, centrándose en la existencia de grupos familiares sólidos y vinculados no solo al trabajo de la tierra sino también a diferentes actividades manufactureras, con lo cual se posibilitaba una mayor resistencia a los periodos de crisis y por lo tanto un crecimiento cuantitativo al posibilitar, a su vez, los matrimonios tempranos que permitían la presencia de un mayor número de hijos. La población de Holanda debido a éste y otros factores, tiene un crecimiento mucho más rápido que en cualquier otro lugar de Europa, antes de 1650; creciendo en el siglo XVI tanto en el campo como en la ciudad y después incrementando su número a partir de una presencia importante de la inmigración. Recién en el siglo XVII ese crecimiento demográfico empieza a detenerse y después de 1680 depende de la inmigración, que también para entonces había disminuido considerablemente. Por eso los principales investigadores demográficos sitúan después de 1670 una decisiva inversión de la tendencia en el crecimiento de la población. Es evidente que el crecimiento demográfico si no es correspondido por un incremento de la producción de alimentos y bienes en general, puede crear las condiciones para la crisis; sin embargo, el desarrollo de la economía holandesa desde finales de la Edad Media impidió tal situación, creando una estructura socio económica única en la Europa de esa época; la agricultura, la ganadería, el desarrollo de diversas formas de manufactura, la pesca, la textilería y otras actividades, permitieron que la población de ese territorio que sería la República holandesa, pudiera desarrollarse sostenidamente. Demás está decir que la agricultura tiene un papel fundamental en el crecimiento demográfico holandés, partiendo del hecho especial del proceso de expansión de tierras arables ganadas al mar y del crecimiento de la ganadería, que permite el desarrollo de la producción de queso y mantequilla, que van a ser exportados en gran cantidad y que permitieron alimentar no solamente a la población sino también al comercio, con volúmenes crecientes de productos exportables. Todo ello influye en que no se sienta en la República el azote del hambre, tan común en el resto de Europa, a tal punto que su crecimiento demográfico continua hasta mediados 1

FAGAN, Brian. The Little Ice Age. New York: Basic Books, 2000. P. 107. LE ROY LADURIE, Enmanuel. Histoire humaine et compare du climat. Canicules et Glaciers XIIIe-XVIIIe Siecles. París: Fayard, 2004. Pp. 306-310. En este volumen se hace un análisis minucioso de las condiciones climáticas y sus efectos sobre el hombre en la época histórica que nos interesa. (Pp. 183 a 530). 3 Ibid. Pp. 113-116. 2

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del siglo XVII. Por eso debemos resaltar que las provincias holandesas se especializaron: mientras que Holanda y Zeeland se concentraban en las actividades comerciales, las otras provincias desarrollaban actividades agrícolas o manufactureras, creando condiciones favorables en términos alimentarios y no solo económicos. La caída de Amberes en manos españolas (1585), también tuvo incidencia demográfica, pues se trasladaron a Holanda gran con cantidad de emigrados que por motivos religiosos dejaban las provincias del sur y tuvieron una gran influencia en el desarrollo económico posterior. Sin embargo, el importante flujo de inmigrantes que va a tonificar la demografía holandesa, se resentirá más adelante con la salida de cerca de un millón de personas que se desplazarán a las Indias Orientales entre 1602 y 1795. Este desbalance demográfico determinará cierto despoblamiento en las ciudades y la existencia de un gran número de mujeres que enviudaban jóvenes e incrementaban el desbalance entre hombres y mujeres solteras. Muchos de los emigrados o reclutados en las naves de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, fallecían en los primeros meses del viaje inicial y otros se quedaban a vivir en Asia. Finalmente, no se debe olvidar que si bien el hambre no tuvo prácticamente presencia, enfermedades como la peste negra, presente hasta 1670, la viruela y la malaria desde el siglo XVII, cobraron muchas víctimas en sus recurrencias o en su carácter endémico. 2.3 Las ciudades El desarrollo urbano es uno de los fundamentos de las llamadas, inicialmente, Provincias Unidas, las ciudades constituían unidades autónomas de gran dinamismo económico, siendo un elemento que favorece su desarrollo el crecimiento de la población urbana debido a la concentración de actividades en las diferentes ciudades, definiéndose así la existencia de un numeroso proletariado urbano y de una élite mercantil que en algunos casos, se proyecta incluso al sector naval, en donde por los volúmenes de producción y circulación de bienes, hacen necesaria una creciente flota mercante y por lo tanto también naves de guerra. Así las ciudades conforman una organización y cada una de ellas tiene un rol específico: producción de alimentos, de productos artesanales o de redistribución de bienes importados4. Un alto nivel de urbanización se alcanza a inicios del siglo XVI y se intensifica hasta fines del siglo XVII, cuando se inicia una gradual desurbanización, que concluye en el siglo XIX. En la primera etapa se llega a un 31 a 32 por ciento de población urbana en todas las Provincias Unidas y hasta 45 por ciento en la Provincia de Holanda; todo ello evidencia un despoblamiento rural que viene del Medioevo y que demuestra la existencia de actividades preferentemente urbanas. En 1670 la República alcanzó el más alto nivel de urbanización con un tope de 45 por ciento de residentes urbanos para después decaer progresivamente con la crisis de sus ciudades industrializadas y pesqueras, como Haarlem, Leiden y Delft en el primer caso, y Enkhuizen, Hoorn y Maassluis, en el segundo.5 2.4 La agricultura y la incorporación de nuevas tierras Un aspecto histórico-geográfico va a definir en Holanda otro de los pilares de su economía; en efecto, el carácter especial de su espacio geográfico tiene influencia decisiva en su proceso histórico, ya que el territorio inicial de las llamadas Siete Provincias poseía muchos lagos y estaba cruzado por numerosos ríos de diverso caudal. Por otra parte, su entrincada zona costera era constantemente invadida por las aguas del mar, especialmente durante las épocas de tormentas o por el impacto de las mareas. Es así que desde tiempos antiguos, la población de esa región de Europa, estaba acostumbrada a la lucha contra un medio ambiente cambiante y difícil. Pero las que aparentemente podrían ser consideradas desventajas, fueron transformadas en posibilidades, al compás de la aplicación de respuestas frente a desafíos y necesidades.

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BOYER, Jean Claude. “Le Capitalisme hollandais et l´organisation de l´espace dans las Provinces Unies”. En: Dutch Capitalism and World Capitalism. New York: Cambridge, University Press, 2008, pp. 16-20 5 VRIES, Jan de y Ad van der Woude. The First Modern Economy. New York: Cambridge University Press, 1997, pp. 57-67.

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Así fue que la lucha contra el mar fue llevando poco a poco a la conquista de nuevos territorios que le fueron arrebatados a través de la construcción de diques y de la aplicación de técnicas cada vez más sofisticadas de sistemas de drenaje, incorporándose nuevas tierras a la producción agrícola. Pero lo destacable es que ese proceso generó un enfrentamiento colectivo que modeló la sociedad, dándole cohesión y espíritu comunitario, pero a la vez independencia a los grupos familiares, posibilitando la aparición de instituciones y tradiciones de gran trascendencia en el futuro de la región. A tal punto influye este proceso, que las bases democráticas sobre las que se edifica su destino político, tienen también un fuerte origen rural y no solo urbano, como en otros contextos. La organización del espacio determinó colateralmente el lento desarrollo de una red de comunicaciones entre las diversas zonas, usando los ríos y construyendo canales de interconexión, así, para fines del siglo XVI ya funcionaba una red de comunicación fluvial que integraba el espacio de las Siete Provincias y que creció mucho más durante el siglo XVII. Siendo una región altamente urbanizada desde la época medieval, la comunicación fluvial facilitó el intercambio de productos de acuerdo a la progresiva especialización de las actividades económicas de las ciudades. La construcción de pequeñas embarcaciones aptas para esa circulación fue complementada con un sistema de tracción animal en las circunstancias en que la adversidad climática lo hacía necesario o en los canales cada vez más numerosos, para asombro de contemporáneos; así, el transporte de mercaderías y personas estaba asegurado y además contaba con horarios establecidos de cumplimento regular. Este mismo proceso favoreció una excepcional integración campo-ciudad, que fue otra de las características de las Siete Provincias. La inexistencia de un modelo de explotación feudal acentúa la interdependencia en autonomía, de los espacios rurales y urbanos, complementándose mutuamente en términos de necesidades o potencialidades; es por ello que en épocas difíciles cuando la población rural crecía y se acentuaba el desempleo, la ciudad absorbía los excedentes, pero también viceversa, cuando factores económicos o políticomilitares afectaban a la ciudad, esta podía encontrar en las zonas rurales un espacio de compensación. La figura de los molinos de viento, que se convirtieron en la piedra angular de un sistema de drenaje cada vez más sofisticado, y la definición de un personal especializado para el control de las aguas determinó la “liberación” del compromiso de la población en esa labor comunitaria, no interrumpiendo así sus actividades económicas regulares. El crecimiento del espacio cultivado permitió una mayor producción agrícola que propició el crecimiento demográfico general y el desarrollo de las ciudades. Todo ello fue complementado con el aprovechamiento de enormes yacimientos de turba que sirvió como combustible o fuente de energía, además de facilitar la expansión del sistema de canales para su transporte y distribución. Como señalan Jan de Vries y Ad van der Woude, la conquista de espacios a través de diques y drenajes está ligada no solo a las necesidades internas de alimento sino también a los procesos de integración al mercado internacional y a los precios resultantes, sea en términos de alimentos o productos industriales; la oportunidad de obtener ganancias a través de la explotación de la tierra genera inversiones que a su vez necesitan de una base legal o institucional que los derechos individuales proporcionan al estar libres de cargas feudales; así se podía invertir con seguridad. Este proceso se vio alterado por la guerra de liberación con la destrucción que trae pero no se detiene totalmente en los años y zonas con más violencia, despegando rápidamente cuando la República se consolida, abriéndose nuevos mercados y acrecentándose los capitales destinados a inversión rural. Así, se observa un incremento de capital en las tierras, mejorando su producción, la tecnología aplicada (molinos, canales, drenaje, etc.) e incrementando el capital humano vía la educación.6 La lenta disminución de precios de productos agrícolas, la parálisis demográfica y los efectos de las guerras con Inglaterra y Francia generan una progresiva decadencia agrícola después de 1660, que coincide con una depresión agrícola generalizada en Europa. La salida podía ser una reducción de costos pero eso no era fácil por los tradicionales altos salarios holandeses, los altos impuestos y la inversión en diques y drenajes. La creciente exportación de quesos al mercado europeo tampoco solucionó integralmente el problema, siendo 6

VRIES, Jan de y Ad van der Woude. Op. cit. pp. 198-203.

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paliativo en algunas regiones. El creciente endeudamiento de los pequeños y medianos propietarios evidencia la dimensión del problema generando cambios importantes en el contexto de la propiedad rural. Finalmente, recién a partir de 1720 se genera una lenta inversión de la tendencia que será consolidada por el aumento general de precios de alimentos que se hace sentir en Europa, después de 1750.

2.5 La construcción naval Es en la concentración de grandes capitales en el comercio y en la construcción naval donde se encuentra el empuje expansivo de la economía holandesa. En ese último caso, donde los barcos cada vez más grandes y con tripulaciones cada vez más numerosas dejan de tener propietarios individuales, convirtiéndose en instrumentos costosos, se favorece la diversificación de las inversiones y la aparición de grandes compañías, en donde la propiedad se ha dividido en numerosas partes. La creación de grandes compañías comerciales representa la evolución más clara de este proceso de crecimiento, pues concentra mayores cantidades de capital en función a objetivos más específicos, como puede ser el comercio con las Indias Occidentales u Orientales, entre otras áreas. Por otra parte, el desarrollo de la construcción naval que uniforma modelos de barcos y abarata los costos de construcción, contribuye a la definición de bajos costos de transporte o fletes, haciendo del costo final de los productos altamente competitivos frente a los comerciantes de la competencia. Merece resaltar la importancia de las innovaciones tecnológicas navales que van a convertir a Holanda en la primera potencia naval hasta su declive a fines del siglo XVII. A finales del siglo XVI los holandeses desarrollan el “fluyt”, barco de construcción simple, alargada y con reducida tripulación, que carecía de defensa pero era usado ventajosamente en aguas seguras o de poco peligro y que fue largamente exportado. La segunda innovación fue el barco de pesca de arenques, el que no solo servía para la pesca sino también para su procesamiento y salazón. Para el comercio intercontinental se construyeron barcos más costosos que exigían de un nivel de inversión en donde los mismos comerciantes contribuían, así como también inversionistas variados. Pero uno de los contextos de construcción naval más importantes lo constituyó la Compañía Holandesa de las Indias Orientales (1602-1796), quien fue propietaria, constructora y fletadora de naves, poseyendo sus propios arsenales donde salieron aproximadamente 1600 naves.7 Vinculada a la construcción naval estaba la actividad pesquera, que en el caso de la pesca del arenque, alcanzó su mejor momento al inicio del siglo XVII, al desarrollar una enorme producción de pescado salado y que en el siglo XVIII colapsó, especialmente por problemas en el mercado báltico. También se debe mencionar la industria ballenera que se inicia en torno a 1600 y que alcanza su punto más alto alrededor de 1650, con lento decrecimiento a partir de esa fecha debido al cambio climático, la lejanía de las zonas de pesca y la disminución de la demanda del aceite de ballena. 2.6 Otras industrias Se debe considerar la diversificación de las actividades industriales como un elemento fundamental de su desarrollo económico, así como su relación estrecha con el comercio. Industrias de procesamiento como aserraderos, destilerías, refinamiento de azúcar y sal, muestran su desarrollo a través de la especialización de sus actividades. La industria textil es la más antigua, pues desde el siglo XII Flandes fue un centro de producción importante, que aprovechando la lana inglesa produjo tejidos de lujo y de gran valor. Si bien fueron los Países Bajos del Sur los que mayormente destacaron, en las provincias septentrionales también se desarrolló producción de tejidos de lana que se exportaban a Alemania. A finales del siglo XV, ciudades como Leiden, La Haya o Amsterdam, que tenían importante producción textil fueron decayendo, acentuándose la crisis con las guerras de religión. Después de ese periodo crítico se produce un renacimiento de la producción que fue influido por la llegada de muchos migrantes que con conocimiento de la textilería, buscaron refugio en las Siete Provincias. 7

BRUIJN, Jaap. “Productivity, profitability and costs of private and corporate Dutch ship owning in the seventeenth and eighteenth centuries”. En: The rise of Merchant Empire. Pp. 184-185

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Leiden volvió a ser un gran centro de producción textil, especialmente de tejidos ligeros al principio y después de tejidos finos, hasta 1670, en donde la producción disminuye, especialmente en el caso de tejidos ligeros, en gran parte por el alto costo de la mano de obra; solo escapan al proceso los tejidos finos de gran valor. No se debe olvidar que la creciente competencia inglesa tiene mucho que ver con la crisis y también que dentro del rubro textil, la producción de lino, de algodón proveniente del Medio Oriente y de seda, tienen sus propios desarrollos. La cerámica, con su producción de objetos de uso cotidiano y de construcción fue un sector importante, especialmente en la ciudad de Delft, en donde se logró un alto grado de refinamiento. Pero también en ese campo la crisis llegó al sector con la interrupción del crecimiento demográfico y la paralización de la construcción. La elaboración de papel y la impresión de libros fue otro rubro destacado, así como la elaboración de cerveza que en Rotterdam y Haarlem alcanzaron gran volumen de producción declinando en torno a 1675, con el incremento del consumo de café y té y a la vez la aplicación de altos impuestos; vinculada a esa producción estaba la destilería de licores, especialmente el caso de la ginebra en donde Schiedam fue gran productora. Fueron pues, numerosas las actividades industriales que se desarrollaron en la que va a ser la República Holandesa; esa diversificación le proporcionó un sólido contexto de proyección comercial que pocos países podían intentar lograr y afirmó su imagen como centro de distribución de productos no solo primarios sino también procesados, además de los que iban a llegar de Oriente y América gracias a su poderío naval y a su actividad comercial. Así, en ese país se podía obtener desde libros finamente editados a pimienta o de tejidos de lino a excelente ginebra. La economía holandesa tenía, por consiguiente, numerosos pies puestos en la tierra, que le permitieron contrarrestar los alcances de la crisis general del siglo XVII aunque sin escapar a su propia crisis los últimos años de ese siglo 2.7 El comercio Llegamos así a abordar el más importante aspecto de la historia económica holandesa de esa época, como es el comercio. Siempre se resalta el hecho de cómo un país tan pequeño hubiese alcanzado a ser la más importante potencia mercantil por casi un siglo. Como señala J. Israel, la supremacía holandesa en el comercio mundial revolucionó el orden económico y transformó los modelos de expansión europea colonial8. El hecho de que Holanda se convirtiese en el siglo XVII en el gran almacén central de bienes que esperaban abastecer la demanda mundial de manera ágil e inmediata, definió su condición de líder en la economía mundial. Como dicen algunos autores, Holanda se convirtió en una especie de centro de abastecimiento mundial en donde los bienes estaban listos para ser desplazados a cualquier lugar del mundo. Sin embargo, esta no es la única explicación al desarrollo económico de ese país, porque se debe dar la importancia debida a los factores políticos ya que la combinación positiva entre las decisiones políticas y la eficiencia en los negocios fueron decisivas para el crecimiento9. La oligarquía que dirigía políticamente la república, o era también la misma que manejaba los negocios o estaba muy cercana a estos; tal situación se puede ver claramente cuando se crea la Compañía Holandesa de las Indias Orientales (1602) y muchas otras pequeñas compañías que fueron promovidas por el Estado. Hay que tener en cuenta que la larga guerra de independencia con España creó condiciones negativas desde un punto de vista militar, pero también a la vez creó condiciones positivas pues los sucesivos embargos que impuso España al comercio holandés, promovieron una presencia holandesa en otras áreas, incluyendo el comercio con el Báltico, que fue la base de su expansión antes del siglo XVI e incluso favoreció el que se convirtiera en el más grande intermediario del comercio de vinos franceses. Estos embargos y las peripecias 8

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ISRAEL, Jonathan. Duth primacy in world trade 1585 – 1740. London: Clarendon, 1990. p. 13 Ibid. pp. 16 – 17.

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de la guerra, favorecieron también que se desarrolle una importante industria de la sal en Zeeland, que permitió movilizar gran cantidad de ese vital producto al Báltico. Uno de los elementos que más se resalta en ese desarrollo es el papel de Ámsterdam, que para muchos se convierte en el eje motor; sin embargo, surge ahora de manera más consistente un nuevo acercamiento a ese contexto, en donde se visualiza mejor el papel de esa ciudad, en el entendimiento de que su importancia es compartida con otras ciudades y áreas de Holanda; en ese sentido ya algunos autores han señalado que la visión de Braudel de una Ámsterdam cumpliendo papel semejante a Génova o a Venecia, no es tan real; esta posición aunque con matices que amplían mucho más la visión de Braudel, la encontramos en el trabajo de Peter Burke “Venecia y Ámsterdam”, y son justamente esos matices los que establecen la diferencia en la consistencia de las estructuras políticas sociales y económicas definidas en ambas ciudades. Así, es interesante como Burke busca definir si la riqueza de la élite de Ámsterdam es de carácter rentista o inversionista, llegando a la conclusión de que ambos grupos probablemente tuvieron la misma riqueza. En todo caso, como él mismo señala, las fuentes difícilmente permiten establecer una caracterización definitiva entre rentistas o inversionistas. Otra de las cosas que traemos a colación del trabajo de Burke, es que durante el periodo de decadencia de Ámsterdam, como en su caso también de Venecia, no declinó la riqueza de las élites, aunque sí declinaron las ciudades10. Planteando en términos más específicos la evolución del comercio holandés en la etapa que nos ocupa, coincidimos con J. Israel en proponer la existencia de varias fases, pero sin llegar al meticuloso número de nueve. En lo que nos concierne, creemos de utilidad para nuestro análisis las siguientes: la primera relativa a los orígenes de la gran expansión, entre 1590 y 1609; la segunda correspondiente a la tregua con España, de 1609 a 1621; la tercera, de estagnación y reestructuración, coincidiendo con la mayor crisis en el resto de Europa, de 1621 a 1647; la cuarta fase de 1647 a 1672, de apogeo y la quinta fase, de inicio de la decadencia, entre 1672 y 1713; se puede considerar una sexta fase de decadencia acelerada entre 1713 y 1750, aunque no entra dentro de nuestros límites temporales, además de ser muy discutida por la historiografía holandesa. Antes de proceder al análisis de los aspectos más saltantes de las etapas señaladas, hay que recordar que el precedente más importante antes de fines del siglo XVI fue el intenso comercio con el Báltico, que despegó a inicios del siglo XV debido a la gran demanda de granos de esa región, desplazando a los comerciantes de la Hansa debido a las ventajas tecnológicas en la construcción de naves y a los precios bajos en transporte. Desde 1544, cuando se definió el derecho de paso por los estrechos del Sund y por las aguas danesas, el comercio holandés penetró con fuerza en la zona, encabezando dicha presencia la ciudad de Amsterdam, que se convirtió en el centro de distribución de granos procedentes del Báltico, al mismo tiempo que Amberes era centro financiero y de distribución de las especias de oriente, durante los últimos tiempos del dominio de los Habsburgo. Justamente la crisis económica de España y de Amberes afectó el comercio holandés hasta que el impacto de la rebelión de las Siete Provincias plantea una reestructuración de los mecanismos económicos de la región. De todo este proceso Amsterdam emerge como centro económico europeo gracias a los capitales que traen mercaderes que abandonan las regiones fieles a los Habsburgo, a su desarrollo naval, a su comercio dinámico y a su independencia política. En torno a la primera fase, se puede afirmar que los últimos años del siglo XVI y los primeros del siglo XVII, a pesar de la guerra intermitente con España, definieron el inicio del control del comercio mundial por parte de Holanda. Generalmente, se tiende a resaltar la presencia de la bandera holandesa en los océanos más distantes, sin embargo, se debe tener presente que ese crecimiento comercial también se da en zonas más cercanas, como es el caso especial de Rusia y diferentes puntos del Báltico. Así mismo, a partir de 1590 el Mediterráneo recibe gran cantidad de barcos holandeses, en donde no solamente se comerciaba con granos del Báltico, sino también muchos otros productos tales como textiles, sal, pieles o incluso caviar. El tráfico con África también se inicia a fines del siglo XVI, concentrando su interés en el oro y el marfil así como también 10

BURKE, Peter. Venice and Amsterdam. Cornwell: Polity Press, 1994. pp. 125 – 128.

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el azúcar; los embargos españoles también consolidaron el comercio africano, llegando a enviarse un promedio de veinte barcos por año a las costas occidentales de África, eliminando así a los intermediarios portugueses. El Caribe también fue un área de presencia holandesa, especialmente para abastecerse de sal; ese tráfico posibilitó la permanente presencia holandesa en algunas islas del Caribe y en la región Guyana; incluso y a pesar de los embargos, hay un comercio con las islas españolas del Caribe, pues los barcos holandeses les llevan lino, lanas, objetos de metal, papel y vino. Pero donde la presencia holandesa va a ser mayor y va a extraer la mayor riqueza, va a ser en las Indias Orientales; al principio las ganancias eran modestas por la existencia de una previa presencia portuguesa, pero lentamente los holandeses la fueron desplazando a través de la existencia de pequeñas compañías favorecidas por varias ciudades holandesas que invirtieron en ese lejano comercio; estas compañías competían entre sí lo cual limitaba mucho las ganancias, por lo que los Estados Generales holandeses promovieron la creación de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, en la que se concentraban capitales e intereses, lo cual permitió a su vez, que se incrementaran notablemente las ganancias. Podemos considerar que la creación de esa compañía representa un ejemplo del equilibrio y el mejor manejo de los asuntos económicos por parte del Estado holandés, ejemplo de esa fisiológica relación entre lo político y lo económico que hemos señalado anteriormente. Eso permitió a los holandeses concentrar capitales, no solo para lograr el dominio comercial sino también la conquista territorial, pues el resultado inmediato fue la incorporación de muchos territorios que inicialmente habían sido portugueses, lo que prácticamente dejó en sus manos el monopolio del comercio con las especies. Los estudios históricos en torno a la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, revelan claramente la importancia económica de dicha empresa para las Siete Provincias; desde 1602, año de su creación, no solo promueve el desplazamiento de productos asiáticos a Europa sino actúa cada vez más intensamente en el tráfico comercial interno asiático, apoyándose en la permanencia de un gran número de barcos que no regresan a Europa. La compañía, como señalan Schoffer y Gaastra, autores de la más completa investigación sobre el comercio holandés-asiático (siglos XVI-XVIII), fue una de las más grandes empresas de navieras y de comercio existentes en el siglo XVII, trasladando al Asia un millón de personas desde Holanda, con serias consecuencias para su equilibrio demográfico en el siglo XVIII; pero también implicó el envío de gran cantidad de metal precioso al Asia en pago de los bienes asiáticos que tenían gran demanda en Europa.11 La presencia de la Compañía quebró, en las primeras décadas del siglo XVII, el antiguo tráfico caravanero que desde muy antiguo alimentaba de bienes asiáticos a Europa, generando grandes ganancias a sus inversionistas. Su estructura organizativa reunía un poder político con una dinámica acción económica, dando estabilidad al abastecimiento de productos comerciados así como derivándolos a los lugares donde se podía obtener mayor ganancia. El hecho de nacer en tiempo de guerra contra España le dio posibilidad de concentrar poder político y actuar casi autónomamente en los lejanos espacios asiáticos, usando del monopolio en tanto beneficio, como alejándose de él cuando las circunstancias y ventajas lo requerían. Su apertura amplia al mercado de inversiones le permitió captar los fondos requeridos para su desarrollo, así como también el apoyo de los organismos políticos de las Siete Provincias. Pero aún en los primeros años surgieron algunos problemas para la VOC (Vereenigde Oostindische Compagnie), como por ejemplo las protestas de accionistas que se sentían insatisfechos de los dividendos que recibían o rechazaban los excesivos gastos militares en defensa de sus intereses, que según ellos debían ser pagados por el Estado. Frente a estos hechos, el Directorio de la VOC, conformado por los llamados “XVII Señores”, de los cuales 8 eran nombrados por la Provincia de Holanda, no variaba su política e incluso limitaba la información de los estados financieros y las decisiones de la VOC. En ese sentido, el carácter bivalente de sus acciones, que giraban en torno a lo político y lo económico determinaba un orden de prioridades en donde el principal objetivo era el crecimiento del capital y no el pago de dividendos. Es por 11

SHOFFER, Ivo y F.S. GAASTRA. “The import of bullion and coin into Asia by the Dutch East India Company in the seventeenth and eighteenth centuries”. En: Dutch Capitalism and World Capitalism. Pp. 220 – 224.

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ello que se embarcó en acciones militares sea a nivel de combates con las amenazas locales o en el reforzamiento de sus medios de defensa, destacándose en esa política el Gobernador General Jan Pieterszon Coen, quien fue el primero en advertir la importancia de las ganancias de la Compañía que se quedaban en Asia y que debían ser incrementadas aún a costa de disminuir los envíos a Holanda. 12 Así, se fundan las bases del poder territorial y militar de la Compañía a pesar de la resistencia de los Directores y se refuerza el objetivo de concentrarse en el comercio interasiático, cumpliéndose con la política diseñada por Coen, a partir de 1621.13 La segunda fase presenta un elemento particular. En el entendimiento que la República holandesa estaba constituida por siete provincias: Holanda, Zeeland, Gelderland, Overijssel, Drenthe, Frisia y Groningen, en ocasiones al interior de los Estados Generales surgían oposiciones y discusiones, siendo las más intensas, aquellas que se referían a la posibilidad de tener tregua o dar la paz a España. Este asunto influyó en la expansión holandesa, pues la guerra con España decididamente influía negativamente en el comercio, pero por otra parte, el bloqueo holandés al Flandes español generaba grandes ingresos a importantes sectores de la élite holandesa. La tregua de 1609 a 1621 en todo caso, favoreció a los holandeses pues les permitió extenderse en el Extremo Oriente, en donde no se aplicaba, así como restaurar el comercio con Portugal, todavía parte de España, y con algunas regiones españolas. Una evidencia de esta situación fue la cantidad de naves de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales que retornaban a su país, la cifra fue creciendo de 59 barcos en la década del 1600 a 71 en la década del 162014. La tregua también permitió la reactivación del comercio holandés con y vía España, lo que indudablemente los benefició; por otra parte, la ruta del Mediterráneo se hizo más viable y la ruta del Báltico se fortaleció por la demanda de granos proveniente del Mediterráneo y la disminución de los costos de transporte a esas zonas. La presencia de nuevos monopolios y compañías comerciales también consolidó la expansión comercial holandesa en Norteamérica y el Caribe, así como en Moscovia y el Medio Oriente, todo ello implicó la necesidad de desarrollar nuevas industrias, como por ejemplo refinerías de aceite de ballena y jabón, así como fundiciones de cobre y fábricas de nuevos tejidos, aunque en este último campo influían los costos de producción debido a que la mano de obra era cara, pero aún así los productos lograron abrirse paso en algunas áreas de Europa. Esta fase tan positiva para el comercio holandés y para Amsterdam en particular, es analizada esclarecedoramente por De Vries y Van der Woude, al resaltar que ese predominio fue el resultado de la agresiva extensión de sus rutas de comercio al Mediterráneo, Asia, el Artico y las Indias Occidentales y de su capacidad de invertir y afrontar riesgos en varios espacios a la vez; su desarrollo es anterior a la crisis final de Amberes y a diferencia de ella, salió a buscar nuevos espacios e inter relacionarlos.15 Reiteran más adelante, que la especialización en diversas áreas y la autonomía política hacen que Amsterdam estuviese mejor preparada para los cambios profundos que ocurrían en los mercados internacionales; sus instituciones, tecnologías y experiencias previas definieron su modernidad.16 En relación a la tercera fase, la mayor parte de los investigadores considera que a partir de 1621 se presentó en la expansión comercial holandesa un período de estagnación. El punto de inversión de la tendencia se visualizaba en el mismo momento en que el Mediterráneo dejaba de ser el centro del comercio mundial en beneficio del Mar del Norte, pero aún así los problemas empezaron a plantearse en el contexto holandés. Aunque historiadores como Braudel, desarrollaron una explicación fundada sobre la base de la disminución de bienes en circulación, él mismo señala que eso empezó en el Mediterráneo mientras que para Europa del Norte, en este caso Holanda, los problemas empiezan a manifestarse recién a partir de 1650. En todo caso 12

STEENSGARD, Niels. “The Dutch East India Company as an institutional innovation”. En: Dutch Capitalism and World Capitalism. Pp. 244 – 254. 13 VRIES, Jan de y Ad van der WOUDE. Op. cit. pp. 382-396. 14 ISRAEL, Jonathan. Op.cit. p. 102. 15 VRIES, Jan de y Ad van der WOUDE. Op. cit. pp. 407-408. 16 Ibid. P. 668.

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entre 1620 y 1650, se define un cambio para Europa en general, pero eso no se debió generalmente a factores económicos sino también políticos, especialmente derivados de las guerras que se estaban desarrollando en Europa y en el resto del mundo. El resurgimiento que la guerra entre España y Holanda en 1621 causó al comercio holandés un daño muy grande; el comercio con la península ibérica y con Italia se cortó y los barcos holandeses tuvieron dificultades en diversas regiones del mundo; pero lo más grave fue la política española de favorecer la acción de corsarios basados en los puertos del Flandes español, que desde 1625 causaron muchos problemas capturando y hundiendo a decenas de barcos holandeses. Todo ello incrementó los costos del transporte de bienes, sufriendo la élite mercantil holandesa pérdidas enormes. Creemos que esta situación tuvo gran importancia en la estagnación de la economía holandesa, pues acostumbrados a las ganancias y a la expansión positiva de los casi 30 años anteriores, los holandeses se hundieron en largos debates y discusiones empezándose a resentir el anterior y positivo afiatamiento entre lo político y económico. Pero no solamente España le creó problemas a Holanda también ya se dejaba sentir con mucha fuerza la competencia inglesa que poco a poco los fueron desplazando de lugares como el Levante, a partir de 1644, y de Italia. Las compañías comerciales también sufrieron el impacto de esta situación, tal es el caso de la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales, que después de un inicio promisorio fracasó en el Brasil y en Puerto Rico. Fue necesario poner en juego todo el poder militar para recuperar aunque sea por pocos años el Brasil holandés, llegando a reactivarse económicamente, incluso por la cada vez mayor influencia del tráfico de esclavos del África occidental, necesario para desarrollar las plantaciones de azúcar y tabaco. Entre 1637 y 1644 se sitúa el momento más favorable de la presencia en Brasil aunque después de diez años los holandeses tuvieron que retirarse de esa región, empujados también por la decidida reacción de los portugueses, ya en ese entonces independientes de España. La cuarta fase tiene como elemento inicial característico al Tratado de Munster de 1648, que cerró los enfrentamientos entre españoles y holandeses. Dejando de lado los aspectos políticos del mismo, se observa que las intenciones económicas de Holanda se concentraron en infiltrarse en el monopólico comercio que España tenía con América; así, el contrabando empezó a desarrollarse, especialmente en el caso del Caribe, aunque con la competencia inglesa. Incluso en España se fue abriendo paso un comercio holandés que no solamente trasladaba productos españoles a su país sino que también los distribuía en Italia; para proteger este comercio Holanda incluso destacó un escuadrón naval frente a las costas españolas, lo cual evidenciaba una situación de crisis por parte del poder español, que tenía que ceder a las presiones de los comerciantes holandeses. Pero estas condiciones no necesariamente reflejaban una tendencia económica positiva para Holanda, pues como lo señala Israel17, el Tratado de Munster definió la derrota del sector belicista holandés y alteró el equilibrio que se había mantenido muy difícilmente entre Ámsterdam y las demás regiones de Holanda; así es como nuevamente tenemos que considerar que las discusiones y luchas internas crearon una situación vulnerable para la economía holandesa muy floreciente hasta ese entonces. En todo caso, la paz benefició a Holanda dándole nuevo impulso a su comercio, sufriendo paralelamente la competencia del comercio inglés y danés. Pero no todo se centra en la paz pues también jugaron mucho la reducción de costos en el transporte, los seguros y demás; incluso es sorprendente como la textilería holandesa recuperó terreno en los mercados europeos, a pesar de sus altos costos. Quizás el más importante desarrollo se alcanza en el Medio Oriente, en donde los ingleses también tienen que retroceder, aunque no van a ser arrojados de esas zonas, por su ya importante experiencia mercantil y por el creciente poder naval que iban adquiriendo. Inglaterra, superada la guerra civil, no podía permitir ese crecimiento mercantil holandés y hacia 1651 impuso medidas proteccionistas para limitarlo (Actas de Navegación) y también para liberarla de la dependencia industrial. Se buscó algún tipo de acuerdo a través de negociaciones que finalmente no fructificaron y así 17

ISRAEL, Jonathan. La República Holandesa y el mundo hispánico 1606-1661. Madrid: Nerea, 1997, p. 357.

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empezaron a ponerse tensas las relaciones entre los dos países, llegando a un enfrentamiento naval en mayo de 1652. La potencia naval inglesa era superior por su poder de fuego por lo que no asombra que rápidamente derrotara a la marina holandesa. Las victorias navales y el gran problema que se le presentó a Holanda en términos mercantiles empezaron a hacer efecto, aunque en otros lugares del mundo los holandeses tuviesen algunas victorias. Pero las cosas tampoco eran tan favorables para Inglaterra, pues por la guerra su comercio también se había deteriorado con algunas pérdidas importantes en términos de navíos. Así, se empiezan las negociaciones de paz en 1653 que duraron casi un año y que a la larga tuvieron influencia especialmente en la decadencia del comercio holandés con el Báltico, que fue durante muchas décadas la zona privilegiada de su actividad comercial; esta situación se vio agravada por las guerras llevadas a cabo a raíz de la expansión sueca y sus enfrentamientos con Polonia y Dinamarca. Los suecos se enfrentaron a los holandeses, quienes salieron vencedores para 1660, pero con graves problemas para su comercio en la región. En otras regiones se fue produciendo un reparto de los intereses comerciales entre ingleses y holandeses, lo cual evidenciaba una pérdida de influencia por parte de estos últimos. El comercio con Portugal casi se perdió para Holanda ya que los ingleses encontraron condiciones muy favorables para desarrollarlo. También Brasil y el Caribe sufrieron cada vez más dificultades por la presencia inglesa y por la firme oposición española a cualquier tipo de penetración comercial; sin embargo, el desarrollo del comercio azucarero alimentado por la imprescindible mano de obra esclava, permitió ganancias que beneficiaron a los inversionistas holandeses. Finalmente, la posición holandesa en el Caribe quizás fue la mejor que en otras áreas del mundo, manteniendo allí presencia importante, apoyada en la Compañía de las Indias Occidentales, creada en 1621. En el caso de las Indias Orientales, la paz de Munster dio algunas ventajas a los holandeses, pues así la Compañía de las Indias Orientales pudo reclutar tropas, desmovilizadas por la guerra, para incrementar sus guarniciones en la región. Nuevamente la competencia vino de Inglaterra que se estaba posicionando de numerosos puntos en la India y avanzando más allá, hacia China, además los portugueses todavía oponían cierta resistencia como por ejemplo en Ceylán, en donde miles de tropas holandesas tuvieron que tomar Colombo entre 1655 y 1656. Los triunfos holandeses sobre Portugal no hacían más que alarmar a Inglaterra e incluso a Francia, creando tensiones que de alguna manera afectaban al comercio. Todos estos problemas y el inmenso gasto militar, empezaron a convertir el tráfico holandés en Oriente en una suerte de riesgo de inversión. Diversas tensiones en diferentes lugares del mundo llevaron nuevamente a la guerra a ingleses y holandeses. En 1663 los ingleses atacaron en las costas occidentales de África pero rápidamente fueron desalojados por los holandeses, con gran clamor de la opinión pública inglesa. Los ingleses ocuparon la colonia holandesa de Nueva Ámsterdam, cambiándole de nombre por Nueva York, en 1664. La guerra recién fue declarada en marzo de 1665 y tuvo un carácter de mundial, pues se combatió en diferentes puntos del globo. Una decisiva victoria naval inglesa creó graves problemas a los holandeses y conmovió a la opinión pública europea que prefería la hegemonía comercial de ese país a la inglesa. Una nueva derrota en 1666 llevó a que los ingleses destruyesen 150 naves mercantes holandesas en su mismo territorio. Pero, como señala Israel18, los ingleses se agotaron de la guerra, más aún cuando la acción de corsarios había significado la pérdida de decenas de barcos en manos holandesas; todo ello dejó la idea de que el comercio inglés no era tan fuerte como parecía y que su poder naval no necesariamente podía llevarlo a la victoria definitiva. En 1667 decayó el ímpetu inglés lo que permitió al famoso almirante De Ruyter desembarcar en la isla y causar importantes daños; la paz llegó en junio de 1667, en donde el único elemento importante fue que los ingleses se quedaron definitivamente con Nueva York, devolviéndose todo lo tomado y manteniéndose privilegios al comercio holandés.

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ISRAEL, Jonathan. Dutch primacy in world trade 1585-1740. Pp. 277-279.

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Pero un nuevo enemigo empezó a gravitar a partir de 1667, era Francia, que bajo la dirección de Luis XIV y su Ministro Colbert, decidieron establecer una guerra de comercio. Si bien Inglaterra era más poderosa, Francia estaba más protegida de las acciones navales holandesas y de los bloqueos o embargos que más daño causaban a los holandeses que a ellos, además estaban cerca de España y podían afectar su presencia en esa zona. Por otra parte, también competían en el Caribe y las Guayanas, además en el Extremo Oriente, donde los franceses habían organizado también una compañía comercial. Grave problema para los holandeses pues la posición francesa afectaba su comercio y nuevamente las discusiones llegaron sobre si se unían a los enemigos de Francia en guerra o se mantenían solos, creando condiciones de entendimiento. El establecimiento de un comercio directo francés con Suecia y el Báltico, dejando de lado la intermediación holandesa, aunque sin arrojarlos de esa zona, les generó a los holandeses numerosos problemas. La última fase que consideramos se inaugura con la guerra franco holandesa, declarada el 6 de abril de 1672 por Luis XIV y seguida por Inglaterra inmediatamente. En este caso el ataque fue por tierra mientras que los navíos franceses e ingleses se reunieron en la más grande armada; sin embargo, el almirante de Ruyter consiguió derrotarlos y detener la invasión a las costas holandesas. En tierra los franceses derrotaron a las tropas holandesas conquistando casi la mitad del país, creando el colapso total de su economía. Los sucesos en Europa se reflejaron también en otros lugares del mundo y a pesar de una opinión pública europea favorable, la capacidad de resistencia quedó enormemente reducida. Si bien Inglaterra hizo la paz en febrero de 1674, Colbert decidió seguir presionando, pero ya tenía que enfrentar desde unos meses antes la entrada en guerra de España y Austria contra Francia. La república sobrevivió gracias a esa inesperada ayuda y el retiro inglés no hizo más que restaurar el comercio holandés tanto en Europa como en diferentes partes del mundo, pero ya en medio de una crisis que golpeaba a la economía europea en conjunto y al descenso de los precios de los productos de mayor circulación. Sin embargo, es asombroso como Holanda pudo enfrentar a dos grandes potencias, y casi llegando a ser sobrepasada, consiguió recuperarse en base a una conducción inmejorable de su armada y a la flexibilidad de sus mecanismos comerciales, que aun bajo presión mantuvieron como vasos capilares el flujo de la circulación de bienes. En las Indias Orientales la presencia holandesa se mantuvo gracias a la presencia militar que oportunamente había desplegado la Compañía Holandesa de las Indias Orientales. A pesar de los ataques franceses en Ceilán, el poder holandés se mantuvo aunque los franceses empezaron a competir a partir de 1680, debido a la consolidación de su base de Pondichery. Solamente el comercio con China empezó a debilitarse y a pesar de sus esfuerzos, en la década del 90 redujeron su presencia, limitándose a monopolizar el comercio del té y la porcelana china. Entre 1678 y 1688 se definió una frágil paz con Francia, pero siempre bajo la presión francesa que colocaba impuestos a los productos holandeses y obligaba el uso de la sal francesa en la preparación de las conservas de pescado, eso determinó a la larga reacciones semejantes, que llevaron nuevamente a la guerra entre 1688 y 1697, en donde Francia finalmente tuvo que desistir, ante las presiones conjuntas de Inglaterra, Holanda, España y Austria; aunque ya para 1700, se notaban signos de crisis en las diferentes áreas del mundo en donde predominaba el tráfico holandés. Uno de los signos más notables fue el descenso de transporte de granos del Báltico que fue la base del comercio en el siglo XVII, así como la venta del arenque salado. No solamente las guerras afectaron el comercio holandés sino también las enfermedades y la alta tasa de mortalidad en los territorios lejanos; como C. R. Boxer señala: la tasa de mortalidad especialmente en las Indias Orientales era enorme, y también durante el viaje, en donde se registraba una pérdida del 80% de marinos19; muy pocos retornaban, lo cual obligaba a enviar reemplazos, quienes a fines del XVII no eran solo holandeses sino también alemanes, suizos o polacos. Evidentemente, este drenaje incrementaba los costos del mantenimiento de las redes comerciales en los territorios tropicales, lo cual iba a incidir en la economía general del país.

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BOXER, C.R. The Dutch Seaborne Empire 1600 – 1800. Aylesbury: Penguin Books, 1988. p. 91.

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Otro historiador holandés, J. L. Van Zanden, en su importante trabajo “The Rise and Decline of Holand´s Economy”, introduce el análisis del mercado laboral como una forma de explicación del crecimiento y la crisis holandesa. Centra su reflexión en que durante el siglo XVII existía una gran necesidad de mano de obra, especialmente en Ámsterdam, ello fue superado por la llegada de gran cantidad de migrantes, que ocuparon diferentes sectores de trabajo; el costo de mano de obra por ese motivo, fue siempre alto en Holanda, acentuándose la crisis de mano de obra a mediados de siglo, cuando empieza a disminuir el número de inmigrantes y a llegar de regiones más lejanas como Escandinavia. Según este autor20, incorporando mano de obra de lugares lejanos hasta 1650, se compensaron las necesidades y ya en la segunda parte del siglo empezó a hacerse más difícil la solución a este problema. La crisis de mano de obra se sintió especialmente en el reclutamiento de marineros, en donde el abastecimiento local proveniente de Holanda y Friesland, fue insuficiente a partir de 1650. 2.8 La crisis de la economía holandesa Son varios los aspectos que intervienen en la expansión y crisis de la economía holandesa desde el punto de vista económico. Por un lado, la situación de una agricultura consistente y vinculada a actividades manufactureras, la presencia estimulante de una migración europea favorecida por los problemas políticos y religiosos, la existencia de actividades industriales diversificadas, el desarrollo de una tecnología naval adecuada y por otro lado, de manera muy especial, el impulso económico favorecido por un Estado que actuaba al unísono con los problemas y objetivos económicos, siendo en el siglo XVII el único estado en Europa con fortaleza interna y externa que hizo innecesaria una política económica mercantilista o que asumió una presencia mínima.21. Es por ello que las Provincias Unidas fueron adalides en términos de liberalismo, pero cuando era necesario, no dudaban en incursionar en alguna práctica mercantilista. Cuando esos y otros elementos empiezan a invertir la tendencia se definen las condiciones de crisis. Aunque algunos investigadores resaltan el impacto negativo de los salarios altos que le quitan posibilidades de competir con precios atractivos en los mercados internacionales, es evidente que la crisis de Holanda a fines del siglo XVII es mucho más compleja y a ella concurren no uno sino varios factores críticos; además, la crisis se acentúa cuando las tendencias de la economía mundial empiezan a cambiar. Pero a pesar de la crisis, no se debe olvidar que Holanda fue, junto con Gran Bretaña y los Estados Unidos, en sucesión después de ella, el primer poder hegemónico de lo que Wallerstein llama la economía –mundo capitalista.22 Los signos específicos de la crisis pasan por las evidencias ya resaltadas en el campo del comercio de granos del Báltico o la producción y distribución del arenque salado, pero también el campo textil da signos de agotamiento, pues a partir de 1670, los textiles laneros ingleses desplazan a los holandeses por comercio directo y por prescindir de los acabados que antes recibían en las textilerías holandesas; por otra parte, la producción de tejidos de lino se enfrenta a una mayor competencia de otros contextos europeos. El comercio de la madera, que tenía a Noruega como principal abastecedor, también sufre percances por la competencia de madera proveniente de las regiones del Rin, pero más visiblemente por la crisis de la construcción en Holanda. La pesca de ballenas entra en crisis a partir de 1660 al retirarse más al norte y al exigir barcos más resistentes y por lo tanto más caros; en ese mismo sentido, la pesca del arenque evidencia crisis como se comprueba por la progresiva disminución de barcos en uso. En el campo del comercio asiático, si bien la VOC incrementa entre 1680 y 1720 el número de barcos y de tripulaciones, además de metal precioso para la adquisición de productos, las ganancias disminuyeron ya que un cambio de productos obligó a destinar cada vez más espacio a los embarques; de la pimienta y otras especias se pasó al te, al café, a la porcelana china y otros productos, compensando con ellos la llamada crisis de la ruta de las especias.23 Después de 1690 la crisis se acentúa con la pérdida del comercio con Japón debido 20

VAN ZANDEN, J.L. The rise and decline of Holland´s economy. Bolton: Manchester Univ. Press, 1993. pp. 44 – 63. 21 WALLERSTEIN, Innnanuel . “Dutch hegemony in the seventeenth century world economy”. En: Dutch Capitalism and World Capitalism. P. 113. 22 Ibidem. P. 95. 23 ROSAS, Fernando. Op. cit. pp. 109-110.

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a su rechazo al comercio con europeos; a partir de esa fecha también puede observarse el incremento de pérdidas que tienen que compensarse con envíos de recursos desde Holanda. El comercio asiático dejó pues de ser extraordinaria fuente de riquezas para sus inversionistas, aunque continuó, tanto como la VOC, desarrollándose a lo largo del siglo XVIII. Las políticas mercantilistas aplicadas por sus rivales, no excluyéndose de ellas Inglaterra, la afectaron profundamente y no solo las guerras con Inglaterra y Francia. Al interior de Holanda la crisis se refleja en la caída de las rentas generadas por propiedades agrícolas y urbanas, la construcción se paraliza y los salarios descienden después de haber llegado a ser los más altos de Europa. Así, como respuesta a la crisis se repotenció el comercio con las Indias Occidentales, en donde el azúcar y los esclavos generaban buenas ganancias, se introdujeron nuevas tecnologías para ahorrar mano de obra, se trasladaron industrias a las zonas más rurales de aquellas costeras en donde los costos eran más altos, aunque las diferencias en los salarios no eran tan grandes como en otros lugares de Europa. En todo caso las tres respuestas más sólidas a la crisis fueron el aumento de inversiones en la VOC, la recuperación del comercio con las Indias Occidentales y la recuperación de la pesca de ballenas, siendo todas ellas inversiones de alto riesgo.24 Podemos seguir señalando otros indicadores que reflejan la crisis pero sustancialmente esa realidad no cambia, nos encontramos pues, frene a una crisis específica de un país, dentro de un proceso de crecimiento que se dio dentro de una crisis generalizada, la crisis general del siglo XVII. La desaceleración que refleja la economía europea a inicios del siglo contrasta con el crecimiento de la economía holandesa que aprovecha sus ventajas históricas y se ajusta eficientemente a los cambios económicos generales, por eso Holanda constituye un ejemplo claro de crecimiento dentro de una crisis general, pero ese empuje no podía ser indefinidamente sostenido por las respuestas económicas que van generando los países rivales y por los cambios políticos que se van presentando en el escenario europeo. Pero el capital holandés acumulado en el periodo de expansión no desaparece rápidamente y permite que la economía holandesa no colapse ni que su papel político pase a un segundo o tercer plano; Holanda sigue siendo un centro económico dinámico y un país de respeto en el escenario internacional. Finalmente, coincidimos plenamente con la propuesta de Jan de Vries y Ad van der Woude de considerar a la economía holandesa de los siglos XVI y XVII como la primera economía moderna, título del libro que publicaron a fines de los años noventa. Fue economía moderna por su preocupación en los costos y eficiencia, por la continua acumulación de capital y su preservación y la diversificación en inversiones y avanzada división del trabajo, además de su preocupación por las economías que se situaban más allá de su territorio, en una visión y acción globalizante. Según ellos, Holanda construyó una sociedad moderna antes del siglo XVIII e inició un crecimiento económico sin pasar por una revolución industrial.25 Justamente la idealización de la Revolución Industrial y la obsesión teórica en torno a ella, han escondido la complejidad de un proceso histórico-económico trascendental como el holandés, mientras que en el caso de dicha revolución, las últimas décadas de investigaciones históricas vienen replanteando sus características fundamentales y que han llevado la inicial fecha simbólica de 1750 a retroceder en el tiempo y aún más, a cambiar en el espacio. En otras palabras, alcanzar el desarrollo no pasa necesariamente por una Revolución Industrial, que en todo caso puede ser una coyuntura específica en una larga continuidad histórica; es por ello que la más completa manifestación del capitalismo comercial que representa la Holanda de esos siglos sigue vigente como opción en el siglo XXI, frente a los nichos de gran desarrollo industrial que subsisten y que se unen a otras manifestaciones generadoras de acumulación de capital o nuevas opciones alternativas como la acumulación y gestión de la información.

24 25

VRIES, Jan de y Ad van der WOUDE. Op. cit. pp. 674-680. Ibid. p. 712.