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HISTORIA PREHISTORIA •La civilización primitiva •La prehistoria en América EDAD ANTIGUA •Civilizaciones de Mesopotamia y Asia Menor •La civilización egipcia •Las civilizaciónes del lejano Oriente •La civilización griega •La civilización romana •Las civilizaciones prehispánicas en América EDAD MEDIA •Los pueblos germánicos •El imperio bizantino •El Islam •La época de las cruzadas •Occidente entre los siglos XI a XIV •El Renacimiento EDAD MODERNA •Los grandes descubrimientos •La reforma religiosa •Europa en el siglo XVII •Sociedad y economía en el siglo XVIII •América en la época colonial EDAD CONTEMPORÁNEA •La era de las revoluciones •La independencia de Latinoamérica •La revolución industrial •El auge de los nacionalismos •La configuración de los estados americanos •Las revoluciones obreras •La expansión colonial •La ruptura del equilibrio en Europa •El período de entreguerras y la segunda guerra mundial •La distribución del poder tras la segunda guerra mundial •Latinoamérica en el siglo XX •El final del siglo XX

LA CIVILIZACIÓN PRIMITIVA

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a historia de la humanidad comienza con la aparición del hombre sobre la tierra y su adaptación al medio. Esta etapa primigenia es conocida sólo por los restos hallados en excavaciones paleontológicas, y se la denomina prehistoria porque durante este período aún no se conocía la escritura. La historia propiamente dicha empieza con la aparición de los primeros documentos escritos, acontecimiento que no se produjo al mismo tiempo en todos los continentes. El estudio y clasificación de las diversas culturas que se desarrollaron durante el amplísimo período prehistórico se basa en el análisis de los restos fosilizados de plantas, animales, homínidos y hombres primitivos y, sobre todo, en los distintos tipos de materiales utilizados por los primeros pobladores del planeta para fabricar sus utensilios, así como en las técnicas de elaboración de los mismos y su evolución. Según dichos criterios, las etapas en las que tradicionalmente se divide la prehistoria son las llamadas edad de piedra y edad de los metales, en cada una de las cuales pueden distinguirse a su vez distintas fases, que se diferencian por el grado de perfección alcanzado en el manejo y manipulación de estos materiales. Así, en la edad de piedra se distinguen básicamente tres períodos: el paleolítico, o período de la piedra tallada; el mesolítico, o período de transición, y el neolítico, o período de la piedra pulimentada. A su vez, en la edad de los metales se distingue entre la del cobre, la del bronce y la del hierro, esta última correspondiente ya a las primeras etapas históricas de algunos pueblos.

La edad de piedra El paleolítico Conforme a las teorías más universalmente aceptadas, el hombre procede de los primates, que aparecieron sobre la tierra hace unos 75 millones de años. A lo largo de un lento y dilatado proceso evolutivo, de los primates

Venus de Willendorf, estatuilla femenina prehistórica del período auriñaciense esculpida en piedra caliza, representación de una divinidad de la fecundidad. Fotografías de cabecera: punta de lanza del período achelense (izq.) y vaso de cobre del período calcolítico (der.)

surgieron los homínidos, nuestros antepasados más remotos, cuya aparición se fecha en el pleistoceno (probablemente antes del 600000 a.C.), fase de la era cuaternaria caracterizada por las cinco glaciaciones sucesivas que se produjeron sobre el planeta. Diversos estudios paleontológicos, realizados mayoritariamente a partir del siglo XX, han permitido conocer los rasgos anatómicos característicos

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HISTORIA: PREHISTORIA

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de los primeros homínidos –entre los que destacan el bipedismo o facultad de mantenerse erguido sobre las extremidades inferiores y la gran capacidad craneana–, así como establecer una supuesta línea genealógica que llega hasta el hombre moderno. El homínido más antiguo que se conoce es el australopiteco, cuyos restos se han hallado en África y Asia sudorientales y en China, y que debió conocer el fuego. Este australopiteco primitivo utilizó ya la piedra, de forma muy rudimentaria, para fabricar instrumentos de caza, dando así lugar a la llamada cultura de los guijarros o pebble tools.

En 1960 se descubrieron en Tanzania restos de Homo habilis, considerado como el eslabón entre el australopiteco y el pitecantropo. Éste era ya un ser totalmente bípedo, con una altura que rondaba 1,50 m y una dentadura similar a la del hombre actual, con incisivos en forma de pala. Originarios de África y de China, a juzgar por los importantes restos hallados en estas zonas, los pitecantropos desarrollaron ya hace unos 130.000 años una cultura de instrumentos líticos tallados mediante percusión –fundamentalmente hachas de mano y bifaces, es decir, piedras talladas por ambas caras para lograr un borde afila-

Detalle de la pared izquierda de la Gran Sala de la cueva de Lascaux, en Dordogne, Francia. Las pinturas rupestres constituyen una de las manifestaciones artísticas más importantes del paleolítico superior.

do–, que con el transcurso del tiempo se difundió por Europa y el resto de Asia. Los primeros estudios sobre estas primitivas culturas se realizaron en Europa, y entre ellas destacan la abbevillense, la levalloisiense y la achelense (Francia), la clactoniense (Reino Unido) y la tayaciense (Córcega y sur de Francia). Todas las culturas citadas hasta aquí y desarrolladas hasta aproximadamente el 125000 antes de nuestra era se integran en el llamado paleolítico inferior. A partir de la última fecha se inicia el período llamado paleolítico medio, que abarca hasta el 65000 a.C. Su protagonista indiscutible fue el hombre de Neanderthal, integrado ya en la especie Homo sapiens, cuya capacidad craneana superaba a la del pitecantropo en cerca de 600 centímetros cúbicos y que gozaba de una musculatura bien desarrollada. Este antecesor del hombre actual, más evolucionado e inteligente, supo desarrollar ya una industria lítica más perfeccionada, en la que aparecen hojas afiladas, raspadores, puntas y otros utensilios. La cultura más representativa es la musteriense, que recibe su nombre del yacimiento hallado en Le Moustier (Francia). Se han encontrado muestras de industria musteriense en Kurdistán, la India, China y Palestina. La desaparición del hombre de Neanderthal se produjo probablemente por el predominio del hombre de Cro-Magnon, mejor adaptado y más hábil, que fue capaz de renovar la técnica lítica, así como de utilizar otros materiales, como los huesos y las astas de animales, para fabricar sus utensilios. A él se debe también la creación de las primeras manifestaciones artísticas de la humanidad: el arte parietal y el mobiliario. Las culturas del hombre de CroMagnon, muy difundidas por toda Europa, se integran en el paleolítico superior (hasta el 10000 a.C.) y entre ellas destacan la auriñaciense, la solutrense y la magdaleniense. En la industria de este período aparecen instrumentos muy variados, como agujas, raspadores, espátulas, alisadores, puntas de flecha de doble bisel y arpones. De esta fase última del paleolítico se han hallado también basto-

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litó el proceso de fosilización de estas creaciones, que han llegado hasta nosotros prácticamente intactas. El hombre del paleolítico superior fue también capaz de desarrollar un interesante arte mobiliario, en el que destacan las figuras de mujeres (venus) en las que aparecen desproporcionadamente resaltados los atributos femeninos. Entre los ejemplos Escena de caza, pintura sobre roca de la cueva de Els más representativos Cavalls, en la provincia de Castellón, España. La pintura del de estas figuras, que mesolítico se caracteriza por introducir en sus representaciones la figura humana en escenas y probablemente tucomposiciones de sentido narrativo. vieron una finalidad ritual relacionanes de mando, que debieron tener un da con la fecundidad, se encuentran significado religioso, adornos y amu- la venus de Willendorf y la de Lesletos, y diversos útiles empleados pugue. para unir y remendar pieles, con las que los primitivos se cubrían para El mesolítico protegerse del frío. La mayor sedentarización del hom- Se denomina mesolítico al período de bre, que no tuvo más remedio que re- transición entre el paleolítico y el neofugiarse en las cuevas para protegerse lítico. El mesolítico, que sólo se dio en de las inclemencias climáticas, dio ori- algunas regiones del mundo, comengen al surgimiento de las pinturas ru- zó aproximadamente a partir del pestres o parietales (pintadas en la pa- 10000 antes de nuestra era, y se caracred), características del magdalenien- terizó por el progresivo abandono del se. Algunos de los ejemplos más nomadismo, típico del período anterepresentativos de estas pinturas se rior, y por el inicio de una incipiente encuentran en las cuevas de Altamira actividad agrícola y ganadera, plena(Cantabria, España) y Lascaux (Dor- mente desarrollada durante el neolítidogne, Francia), bellas muestras del co, actividad que se utilizó como apoarte franco-cantábrico, en el que pre- yo a la caza, la pesca y la recolección, domina la representación de animales, los modos de subsistencia aún predocomo bisontes, mamuts, caballos, cier- minantes del hombre primitivo. Estos vos, etc., probablemente de carácter paulatinos cambios de vida, propiciatotémico. Las sencillas técnicas emple- dos a su vez por las transformaciones adas en estas pinturas han permitido climáticas, las paisajísticas (progresisu conservación a lo largo de milenios. va sustitución de las selvas por las saAsí, el hombre del magdaleniense banas y de las estepas y tundras por mezclaba las tintas (roja, amarilla y ne- los bosques y praderas) y las faunístigra, básicamente) con resinas, sangre cas (proliferación de animales como y grasa de animal y las aplicaba sobre ciervos, jabalíes, cabras, etc.), dieron las rocas con plumas y mechones de origen a una cierta especialización de pelo. A veces, para dar mayor sensa- la actividad humana y a la consiguiención de relieve, practicaba también in- te aparición de un utillaje característicisiones sobre las paredes. Después co, como los instrumentos de piedra distribuía sobre su obra una ligera muy pequeños (microlitos), las raedecapa de caliza, gracias a la cual se faci- ras, los microburiles, los punzones, las

La civilización primitiva

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azagayas y los aperos de moler. Por otra parte, el desplazamiento de los hombres mesolíticos hacia las regiones costeras y los primeros asentamientos en ellas dieron lugar al desarrollo de la industria de la pesca y a la aparición de variados útiles pesqueros y de primitivas embarcaciones. Se han encontrado restos de culturas mesolíticas dispersos por todo el mundo. Así, por ejemplo, existen muestras representativas en Oriente próximo; el norte de África y el Sahara, desde donde probablemente se extendieron hacia Egipto y la península ibérica; en la India; en algunas regiones meridionales y septentrionales de China, y en Indonesia. En Europa destacan las culturas aziliense, tardenoisiense y campiñiense, además de las ibéricas asturiense y levantina. Instrumentos característicos de la industria aziliense son los raspadores con forma de quilla, los buriles y los arpones dentados y agujereados en su base. También son de destacar los cantos rodados, pintados, que probablemente se utilizaban como representaciones humanas. La cultura tardenoisiense se extendió sobre todo por Europa central y occidental (Alemania, Bélgica, Francia y Gran Bretaña actuales) y tam-

Figura de toro en una de las paredes de la cueva de Lascaux, en Francia, perteneciente al período magdaleniense del paleolítico superior.

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HISTORIA: PREHISTORIA

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Resumen cronológico de la prehistoria Períodos

Culturas principales

Características

EDAD DE PIEDRA Paleolítico – Inferior (hasta el 125000 a.C.)

abbevillense achelense clatoniense tayaciense levalloisiense

Australopiteco

– Medio (hasta el 65000 a.C.)

musteriense

Hombre de Neanderthal

– Superior (hasta el 10000 a.C.)

auriñaciense solutrense magdaleniense

Hombre de Cro-Magnon

Mesolítico (10000-9000 a.C.)

aziliense tardenoisiense campiñiense asturiense levantina

Neolítico (9000-5000/4000 a.C.)

Pitecantropo

Transición al neolítico

Agricultura Ganadería Sedentarismo EDAD DE LOS METALES

Del cobre (calcolítico) (hasta el 3500 a.C.)

El neolítico Metalurgia del cobre

Del bronce (hasta el 1200 a.C.)

Culturas de túmulos

Revolución social y económica

Del hierro

Hallstatt La Tène

Fase histórica de muchas civilizaciones

bién por los países bálticos, y cuenta con numerosos yacimientos al aire libre, en los que se han hallado diversos y variados objetos microlíticos y puntas de flecha. En las zonas costeras se ha encontrado, así mismo, un utillaje que hace pensar que los tardenoisienses, además de la caza, practicaban de forma asidua la recolección de marisco y de caracoles. La cultura campiñiense se desarrolló fundamentalmente en el territorio que ahora es Francia y creó, entre otros útiles, raederas, hachas alargadas, cinceles de hueso, martillos de

algunos autores la encuadren todavía en el paleolítico superior. No obstante, sea cual fuere su localización cronológica, se sabe que los asturienses fueron hábiles pescadores y recolectores de mariscos y se estima que también conocieron la cerámica. Por último, cabe mencionar la cultura levantina, cuyo principal mérito es la innovación introducida en el arte rupestre; en efecto, frente al predominio de la representación de animales, típico de la pintura paleolítica, la levantina introduce la figura humana, esquemática y estilizada, y lo que es más importante, la representación de muchos aspectos de la vida cotidiana (escenas de caza, de baile, etc.), que aporta a estas obras un valor etnográfico inestimable. Dada la mayor benignidad climática que presidió el período en que estas pinturas fueron realizadas, muchas se encuentran en abrigos rocosos, donde era posible pintar a la luz del día, aunque también las hay en el interior de cuevas. Ejemplos representativos de este arte mesolítico se encuentran en todo el litoral oriental español (Cogull, Lérida; Valltorta, Castellón; cueva de la Araña, Valencia; etc.).

asta de cérvido y molinos de mano. También se han hallado restos de una cerámica primitiva, compuesta sobre todo por unos peculiares vasos puntiagudos. Como ya se ha comentado con anterioridad, en la península ibérica destacan las culturas mesolíticas asturiense y levantina. La primera se desarrolló en la región septentrional (NO de Portugal y desde Asturias y Santander hasta Gerona, en España). Los objetos característicos de esta cultura son de piedra muy desbastada pero bastante toscos, lo que hace que

Desde el punto de vista del trabajo de la piedra, el neolítico supone el paso del tallado al pulimentado. Pero sin duda, esta innovación no justifica la denominación de “revolución neolítica” con que también se conoce a este período. Por el contrario, los cambios fundamentales que empezaron a producirse a partir del 10000 a.C., durante el mesolítico, que se desarrollaron con fuerza entre el 7000 y el 6000 a.C. y que alcanzaron su máximo apogeo entre el 5000 y el 4000 a.C. (con diferencias según las distintas zonas del mundo) poco tienen que ver con la técnica lítica, cuya evolución sólo supone una adaptación de esta industria a las nuevas necesidades humanas. El acontecimiento que verdaderamente supuso un salto cualitativo de importancia en la evolución del ser humano fue el paso de la economía destructora de depredación a la de producción de alimentos, basa-

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da en la agricultura y en la ganadería. El origen remoto de ambas actividades, cuyo inicio se localiza en Asia menor, se encuentra probablemente en los cambios climáticos que provocaron la extinción o el desplazamiento hacia las regiones nórdicas de la fauna adaptada al frío; el hombre se vio entonces obligado a buscar nuevas formas de subsistencia alternativas a la caza de estos animales, incrementándose así, como ya se ha comentado al hablar del mesolítico, la pesca y la recolección y, en general, la búsqueda de otras fuentes de alimentación. Con el tiempo, la recolección fue sustituida por el cultivo incipiente de algunas plantas, en especial cereales, y la caza reemplazada por la domesticación de animales locales, como el cerdo o la cabra. Este cambio radical propició a su vez la desaparición del nomadismo y el surgimiento de los primeros asentamientos permanentes, que darían lugar a los primitivos poblados, construidos a base de chozas, casi siempre rectangulares, ovoides o circulares. De la evolución de estos poblados surgieron más tarde las ciudades. La organización de la convivencia y la distribución de las labores dieron como resultado la especialización en oficios y la jerarquización de la nueva sociedad. Por otro lado, las técnicas de cultivo y la necesidad de almacenar y

La civilización primitiva

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transportar los alimentos estimularon la inventiva del hombre neolítico, que comenzó a fabricar nuevos útiles, como hoces, cuchillos, azadas, morteros y molinos de mano, en pizarra, basalto, alabastro y otros materiales, y que aportó a sus sucesores otro importante legado: la cerámica. Los objetos de cerámica, utilizados inicialmente en el entorno familiar o tribal para almacenar el grano y otros alimentos, introdujeron también un cambio en el régimen alimentario de los hombres neolíticos, al permitir la cocción y el calentamiento de líquidos y otros comestibles Representación de Gilgamesh, héroe mitológico de afines. Así, pronto proliferala cultura mesopotámica, en un friso del yacimiento ron utensilios con diversas de Tell Halaf, en Siria. funciones y formas (ánforas, vasos, platos, etc.), cuyo estilo ornamental y grado de perfecciona- líticas, como la natufiense (al-Natuf; miento técnico han permitido en mu- milenios XI-X), que indican ya una chos casos valorar el nivel de desarro- cierta actividad agrícola, y de otras llo de los pueblos que los fabricaron. neolíticas precerámicas, como las de En este mismo terreno artesanal, el neo- Jericó y Beidha, que datan de antes lítico supuso también la aparición de del 7000 a.C. Desde este foco cultural, el neolítico se extendió por el resto de la cestería y de los primeros tejidos. Según los datos de que se dispone Asia menor, hacia Irán, Irak y Turhasta el momento, lo más probable es quía, donde se han descubierto poque la agricultura comenzara a prac- blados cuyo origen se remonta al VII ticarse en Oriente próximo. Concre- y VI milenios antes de la era cristiatamente en la región de Palestina se na, y en los que aparece ya un consihan hallado restos de culturas meso- derable desarrollo urbanístico y arquitectónico. Hacia el 6000 a.C. hizo su aparición la cerámica en esta zona del mundo, como lo atestiguan los yacimientos de Tell Hassuna, en Irak, y de Tell Halaf, en Siria, entre otros. A partir de este momento, e impulsado por el crecimiento demográfico subsiguiente a la mejora de las condiciones de vida y al auge de las actividades comerciales, comenzó el desarrollo de grandes centros urbanos en toda la región del creciente fértil (Mesopotamia), que serían la cuna de las importantes civilizaciones que habrían de producirse allí. Desde aquí, el neolítico se extendió en dos direcciones: una hacia Occidente, a través del istmo de Vista nocturna del monumento megalítico de Stonehenge, en las cercanías de Salisbury, Suez y del mar Rojo, por el valle del Inglaterra, construido entre los años 3100 y 1500 a.C.

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HISTORIA: PREHISTORIA

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La edad del hierro constituye el último período de la prehistoria. En la imagen, urna celta de la cultura centroeuropea de Hallstatt (ss. VII-VI a.C.).

Nilo, norte de África y toda la cuenca del Mediterráneo –desde donde se difundió a su vez por el interior de Europa–, y otra hacia Oriente, por China, India e Indonesia. En América, tanto las neolíticas como las demás culturas tratadas hasta el momento y las posteriores tuvieron una evolución particular y característica, por lo que su estudio se aborda en un capítulo aparte (v. La prehistoria en América).

La edad de los metales Con frecuencia se considera la edad de los metales como la última gran etapa de la prehistoria, si bien algunas civilizaciones practicaban ya en esta fase ciertas formas de escritura, como los sumerios, que hacia el 3000 a.C., en plena edad del bronce, habían inventado ya la escritura cuneiforme. Aunque durante el neolítico empezaron a utilizarse ya algunos metales, sólo el conocimiento de la técnica de fundición y manipulación de los mismos permite hablar de edad de los metales en sentido estricto. Este período de la evolución de la humanidad comienza entre el 5000 y el 4000 a.C., con la metalurgia del cobre (edad del cobre o período calcolítico). A ésta le siguió la del bronce (fusión de cobre y de estaño), que empezó a practicarse hacia el 3500 antes de

nuestra era, y finalmente la del hierro, cuyo mayor desarrollo se alcanzó entre el 1100 a.C. y el 100 d.C., fechas estas últimas en las que casi todas las grandes civilizaciones del mundo habían entrado ya en la historia. Como en el caso del neolítico, los rasgos que dotaron de personalidad propia a la edad del bronce y que marcaron su notable influencia posterior no fueron los tecnológicos, sino los sociales y económicos. La metalurgia del bronce comenzó a ponerse en práctica en Asia menor en el IV milenio antes de nuestra era, y ello dio lugar a la búsqueda incesante de minerales, lo que propició la movilidad geográfica de los pueblos que iniciaron esta cultura; este hecho, a su vez, impulsó el perfeccionamiento de los medios de transporte terrestres (con la aparición de la rueda) y marítimos (aparición de la vela). Por otra parte, en este período la economía urbana experimentó un importante auge, surgieron grandes ciudades y se desarro-

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llaron las culturas de los túmulos (acumulación de piedras o de tierra, de forma cónica, que se dispone sobre un enterramiento) y de los campos de urnas, culturas características de Europa central (zonas germánica y céltica) y de la península ibérica. En esta última, los orígenes de la edad del bronce se localizan en la región sudoriental de Almería, desde donde se difundió a las regiones interiores. Por último, cabe señalar que la metalurgia del hierro es también originaria de Oriente próximo (al parecer, los primeros conocedores y difusores de la técnica de la forja al rojo vivo fueron los hititas de Armenia) y que su puesta en práctica no supuso la desaparición de las anteriores, que convivieron durante siglos, con distintos grados de desarrollo según los pueblos y las áreas geográficas. Los conocimientos relativos al tratamiento de los metales llegaron al continente europeo a través de los Balcanes y del Mediterráneo. La cultura del hierro más antigua de Europa es la de Hallstatt, que se desarrolló en la región de la actual Alemania y colindantes. En ella eran característicos los poblados fortificados y los túmulos funerarios, así como diversos tipos de armas y de objetos decorativos realizados en bronce y en hierro. El período tardío del hierro en Europa tiene uno de sus máximos exponentes en la cultura de La Tène (Francia), cuyo desarrollo se prolongó hasta el siglo I de nuestra era. Esta cultura, creada por pueblos celtas, se difundió por las islas británicas y también por la península ibérica, donde recibió la influencia de otras civilizaciones del Mediterráneo coetáneas, como la etrusca y la griega.

Preguntas de repaso

1. ¿En qué grandes períodos se divide tradicionalmente la edad de piedra? 2. ¿Por qué es importante la cultura magdaleniense y a qué período pertenece? 3. ¿Qué cambios marcan el paso al neolítico?

LA PREHISTORIA EN AMÉRICA

La llegada del hombre al continente americano El estudio de la prehistoria americana planteó durante mucho tiempo mayores dificultades que el del resto de los continentes, debido sobre todo a la ausencia de hallazgos relevantes que permitieran establecer una cronología fiable sobre la aparición y evolución del hombre en estas tierras. Sin embargo, en la segunda década del siglo XX tuvo lugar un descubrimiento fundamental, que posibilitó la datación inequívoca de los restos humanos encontrados. En efecto, en 1926, los hallazgos de Folsom, Nuevo México (industria lítica de sílex asociada con restos fósiles de bisonte), permitieron demostrar con certeza la contemporaneidad del hombre con especies animales pertenecientes a la última glaciación. A partir de entonces, y hasta hace poco, los restos más antiguos que se fueron encontrando parecían datar la aparición del hombre en América entre los años 45000 y 20000 a.C.; entre estos restos cabe destacar por su importancia los yacimientos de Lewisville, en Texas, cuyo origen parece remontarse a antes del 38000 a.C.; los de American Falls, en Idaho, del 43000 a.C.; los de Texas Street, en California, datados en torno al 33000 a.C., y los de Tule Springs, en Nevada, de cerca del 22000 a.C. Pero en la actualidad, los restos humanos descubiertos en Calico Hill y otras zonas del desierto de Mojave, al sur de California, datados en torno al 70000 a.C., permiten suponer que el poblamiento del continente americano se remonta a épocas muy remotas,

si bien aún no existe un acuerdo unánime al respecto. La hipótesis más aceptada sobre el origen de estos primeros pobladores

Estatuilla femenina de terracota procedente de Tlatilco, México (1300-800 a.C.). Fotografías de cabecera: punta de lanza del período achelense (izq.) y vaso de cobre del período calcolítico (der.)

americanos es la que los supone originarios de Asia oriental. De hecho, existen numerosas coincidencias entre las características de la primitiva industria lítica de las culturas prehistóricas americanas y la encontrada en la zona sudoriental asiática. Asimismo, en los restos óseos hallados en estas zonas de Asia se han observado rasgos que evidencian una tendencia evolutiva hacia los tipos európidos, mongoloides, melanesios y australoides. Ello ha permitido suponer que una parte de estas primitivas poblaciones asiáticas –los mongoloides o premongoloides– emigraron hacia el nordeste del continente y desde allí penetraron en América por el estrecho de Bering, probablemente convertido entonces en un amplio istmo como consecuencia del descenso del nivel marino; hay, no obstante, estudiosos que opinan que esta penetración pudo haberse efectuado también por mar. Desde allí, el desplazamiento debió realizarse a lo largo del litoral pacífico hacia territorio mexicano (Foco del Diablo, en Tamaulipas; lago Chapala, en Jalisco) y, a través de Centroamérica, hasta el subcontinente sur, que recorrieron en su totalidad, como demuestran los numerosos restos de industria lítica primitiva hallados en su extremo más meridional. Entre los yacimientos sudamericanos más destacables figuran: Garzón, en Colombia; Lauricocha, en Perú; El Inga, en Ecuador, y Manzanillo y Muaco, en Venezuela.

El paleolítico Aunque en los últimos tiempos las investigaciones sobre la prehistoria

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HISTORIA: PREHISTORIA

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americana han avanzado mucho, aún hay puntos oscuros sobre el tema, en especial en lo que concierne a la equivalencia entre los períodos prehistóricos de este continente y el resto. No obstante, y sobre todo con fines didácticos, pueden establecerse dos grandes períodos en el paleolítico americano (también llamado paleoindio): el inferior, que abarcaría hasta el 15000 a.C. y cuyo inicio más universalmente aceptado coincidiría con la glaciación de Wisconsin (glaciación de Würm, en el Viejo Mundo, hacia el 40000 a.C.), y el superior, que iría desde el 15000 a.C. hasta el 7000 a.C., momento en el que se fecha el inicio de la transición hacia el neolítico americano (posterior al del Viejo Mundo, datado a partir del 10000 a.C.).

Paleolítico inferior De esta etapa, la más antigua, es característica la industria lítica de nó-

dulos y lascas; se trata de instrumentos de piedra (principalmente obsidiana) toscos, fabricados por los primeros amerindios exclusivamente mediante la técnica de la percusión sobre grandes núcleos. También datan de este período algunos útiles de hueso, asociados a la caza de animales desaparecidos (mastodontes, mamuts, etc.). Estos primitivos instrumentos presentan bastantes analogías con los choppers (guijarros o lascas trabajadas por un solo lado) y los chopping-tools (útiles bifaces), típicos de las culturas de guijarros y hueso (pebble cultures) del sudeste asiático, lo que refuerza la hipótesis del origen asiático de la población americana. Los fabricantes de estos útiles probablemente eran pueblos recolectores, que también practicaban la caza y la pesca. Entre los yacimientos más destacables de esta época, aparte de los ya citados antes, se encuentran los

Algunas zonas de México, Centroamérica y los Andes fueron los primeros lugares del continente americano donde se produjo la revolución neolítica. En la imagen, diosa de la fecundidad procedente de la cultura de Valdivia, en Ecuador.

de Tequixquiac y Valsequillo, en México; el de Chivateros, en Perú, y el de Jobo, en Venezuela.

Paleolítico superior Hacia el 15000 a.C., y coincidiendo con la fase final de la glaciación y el período posglacial, es probable que irrumpieran en las grandes llanuras norteamericanas nuevos pobladores, capaces de desarrollar técnicas líticas más perfeccionadas. Así, en esta época aparecen las puntas de proyectil y los cuchillos, instrumentos aplanados, bifaces, elaborados todavía mediante percusión, pero mucho más perfectos que los de la etapa anterior, y se fabrican también útiles de caza, lanceolados o foliformes, de talla por presión (puntas Folsom). Las particularidades de los distintos tipos de puntas encontradas permiten establecer una clasificación tipológica y evolutiva clara, en la que cabe diferenciar las puntas Sandía, las Clovis y las Folsom. Las primeras, abundantes en Nuevo México, suelen ser de sección romboidal, están toscamente talladas y presentan una muesca o escotadura lateral característica; se encuentran asociadas a la caza del mamut y de otros animales desaparecidos. Las de tipo Clovis suponen una evolución de las anteriores y se caracterizan por tener la punta lanceolada, la base cóncava (en las Sandía, generalmente es recta) y presentar una acanaladura central, por uno o ambos lados, que abarca la mitad de la pieza. El uso de estas puntas, que debió surgir hacia el 10000 a.C., se extendió por todo el continente. Las de tipo Folsom, cuya datación se remonta hacia el 8500 a.C., son más cortas y anchas que las anteriores y presentan una larga acanaladura central por ambas caras, que llega casi hasta la base, en este caso cóncava. Desaparecida ya la fauna más primitiva, estas puntas aparecen asociadas a la caza del bisonte y, como en el caso anterior, su uso se extiende por todo el continente, aunque son más abundantes en los valles fluviales del sudeste de Estados Unidos. Por último, cabe mencionar la existencia de algunas variantes locales, de extensión variable, como las de Angos-

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La prehistoria en América

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tura, Milnesand y Plainview, entre otras. El progresivo avance de los pueblos de cazadores superiores hacia el sur parece demostrado por los numerosos restos de estas industrias líticas hallados en los yacimientos de Tepexpan, Santa Isabel Iztapan y otros, en México; Ichuña y Lauricocha, en Perú; Viscachani, en Bolivia; Alangasí, en Ecuador, y en muchos otros de Argentina.

La transición al neolítico Los cambios climáticos y la desaparición de la fauna más antigua obligaron a los primeros pobladores a adaptarse paulatinamente a formas de vida diferentes; en unas zonas se pasó de la simple recolección de plantas a una horticultura incipiente, que sería la base de la posterior actividad agrícola; en otras, se incrementó la dedicación a la pesca o a la recolección de moluscos, como acreditan los depósitos de caparazones hallados en diferentes regiones litorales. En consecuencia, el sedentarismo aumentó hasta hacerse definitivo, dando lugar a la aparición de las primeras aldeas –y al conjunto de industrias y artes a ellas asociadas–, que marca el inicio del neolítico propiamente dicho. En esta transición hacia el neolítico se distinguen en América dos períodos: el mesolítico, en el que se desarrollaron las culturas árticas, las arcaicas norteamericanas y la cultura del desierto (cochise), y el protoneolítico, cuyo desarrollo cobra especial importancia en Mesoamérica. De las culturas del mesolítico ártico, localizadas en el norte del continente (de Alaska hacia Groenlandia y hacia el interior continental), son característicos los raspadores, buriles y puntas de hoja ancha, en forma triangular o de sauce. Entre las culturas arcaicas norteamericanas, cuya subsistencia se basaba fundamentalmente en la recolección de moluscos y la pesca (aunque también hay indicios del cultivo de algunas plantas), destacan la de Lamoka, Faulkner e Indian Knoll. Por último, la cultura o tradición del desierto, en la que se encuentran restos de la industria lítica de lascas del paleolítico inferior con aportaciones de los ca-

Los recursos agrícolas de que disponían los habitantes de la zona andina les permitieron desarrollar culturas de creciente complejidad a partir del siglo IX a.C. En la fotografía, detalle de un bajorrelieve encontrado en Sechín Alto, Perú, uno de los centros de la cultura chavín.

zadores del superior, se desarrolló en el oeste de Estados Unidos y en México y de ella deriva la cultura cochise. Muestras características de esta cultura del desierto son los objetos de cestería y las muelas de mano. En Mesoamérica (México y Centroamérica), el proceso de sedentarización que culminaría en el neolítico se adelantó, debido a que la actividad agrícola se desarrolló mucho antes en esta zona que en otras del continente; parece que entre el 7000 y el 5000 a.C. pequeños grupos familiares ya cultivaban algunas variedades de calabaza, y a partir del 5000 (protoneolítico), amaranto, chile y, en Tehuacán, también maíz. Yacimientos característicos de este pe-

ríodo son el de Cerro Mangote, en Centroamérica, y ya en el subcontinente sur, los de Puerto Hormiga, en Colombia, y Ventanilla y Chilca, en Perú. En este último se localizan los vestigios del centro urbano de mayor antigüedad de América, datado en torno al 7000 a.C.

El neolítico La revolución neolítica se consolidó en el continente americano entre el 3000 y el 1500 a.C. con la culminación del proceso de sedentarización y el desarrollo de las primeras aldeas, la aparición de formas sistemáticas de cultivo y de recolección, el empleo

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HISTORIA: PREHISTORIA

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Cronología de la prehistoria americana Años (a.C.)

Períodos

40000

Paleolítico inferior Glaciación de Wisconsin. Industria lítica de nódulos y lascas. Técnica de percusión. Economía recolectora. Caza y pesca. Yacimientos de Tequixquiac (México), Chivateros (Perú), Jobo (Venezuela), Lewisville (Texas), American Falls (Idaho), entre otros.

15000

Paleolítico superior Final de la glaciación. Industria lítica de puntas de proyectil. Talla por presión: – puntas Sandía (Nuevo México); – puntas Clovis (todo el continente); – puntas Folsom (valles fluviales del SE de EE. UU.). Economía recolectora. Caza y pesca. Captura de moluscos. Yacimientos de Tepexpan (México), Lauricocha (Perú), Alangasí (Ecuador), entre otros.

7000

Transición al neolítico Culturas árticas. Culturas arcaicas norteamericanas: – Lamoka; – Faulkner; – Indian Knoll. Cultura o tradición del desierto. Cultura cochise. Actividad agrícola en Mesoamérica y norte del subcontinente sur. Yacimientos de Cerro Mangote (Centroamérica), Ventanilla (Perú), Puerto Hormiga (Colombia), entre otros.

3000

Neolítico Sedentarización. Aparición de la cerámica en Mesoamérica y el subcontinente sur. Yacimientos de Ocampo Reciente, La Perra, Abejas, Purrón, Coatepec (México); Monagrillo (Panamá); Yarumela (Honduras); Ocós (Guatemala); Ometepe (Nicaragua); Canapote (Colombia); Cubagua (Venezuela). Cultura Valdivia (Ecuador). Culturas Huaca Prieta y Chilca (Perú). Cerámica de Choris-Norton (regiones árticas). Culturas cochise, hokoham, mogollón y anasazi (SO de Norteamérica).

1500

Transición a las culturas clásicas Culturas preclásicas en Mesoamérica: – del valle de México; – olmeca antigua (golfo de México); – zapoteca (costa O mexicana); – maya preclásica (Yucatán y Guatemala). Culturas preclásicas andinas: – paracas (costa sur); – chavín (centro cordillera).

de técnicas agrícolas (fertilización, irrigación, etc.) y la fabricación de instrumentos y objetos diversos relacionados con estas actividades (morteros, molinos de mano, vasijas, etc.).

Un hecho fundamental que marca el paso definitivo hacia el neolítico es la aparición de la cerámica, generalmente asociada al afianzamiento de una economía estable –bien agrícola,

bien recolectora–, pero en cualquier caso propia de pueblos definitivamente asentados. Como ya se ha comentado, en el área de Mesoamérica esta evolución se adelantó respecto del resto del continente. En concreto, en México cabe distinguir una sucesión cronológica de fases, caracterizadas sobre todo por las diferentes plantas cultivadas y por los utensilios utilizados. Así, en torno al 3000 a.C. se diferencian las fases de Ocampo Reciente (Sierra Madre occidental), La Perra (Tamaulipas) y Abejas (Tehuacán). En esta última, la variedad de plantas cultivadas era ya notable (maíz, calabaza, judías, algodón, etc.) y aparecen incipientes muestras urbanísticas y recipientes en piedra; estos recipientes constituyen el antecedente inmediato de los que posteriormente se fabricarían en cerámica, en la etapa de Purrón (2300 a.C.). La última fase en el orden cronológico es la de Coatepec. En la costa panameña, por su parte, destaca la fase de Monagrillo (hacia el 2100 a.C.), en la que es notable la producción de cerámica decorada; esta cerámica guarda relación a su vez con la de Yarumela, en Honduras; la de Ocós, en el litoral guatemalteco, y la de Ometepe, en el lago Nicaragua. Por último, cabe resaltar las notables cerámicas del valle del Usumacinta (Yarinacocha, Tutishcainyo, etc.). Del 2000 al 1500 a.C. aproximadamente datan los yacimientos colombianos de Canapote, Puerto Hormiga y Barlovento, y los venezolanos de Cubagua, El Heneal y Manicuare, todos ellos con restos de culturas que son eminentemente pescadoras, si bien la presencia de algunos utensilios, tales como muelas de mano, acredita también la existencia de actividades agrícolas. Mención especial merece la cultura Valdivia, desarrollada en la costa ecuatoriana (región del Guayas), por la variedad y belleza de su cerámica (pulida y con decoración de líneas incisas y motivos exóticos), la más antigua del continente (hacia el 3200 a.C.). Además, la extraordinaria similitud de esta cerámica primitiva con la japonesa de Jomon, y la ausencia de antecedentes o muestras similares en la zona,

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constituye una de las bases sobre las que se apoya la hipótesis de que existieron contactos intercontinentales durante el neolítico entre esta región americana y las costas de Japón. Según dicha hipótesis, es probable que grupos de pescadores japoneses, desviados de su ruta por las corrientes marinas, arribaran a las costas ecuatorianas, lo que explicaría la relación entre la producción de ambas culturas. Posteriormente a la de Valdivia y en la misma zona se desarrolló otra cultura de pescadores y recolectores de moluscos, la Machalilla, productora también de una importante cerámica. Finalmente, hacia el 1500 a.C. destaca la cultura chorrera, en cuya cerámica se observan influencias de la de Machalilla y también mesoamericanas, probablemente por el desplazamiento hacia el sur de pobladores procedentes de Mesoamérica. Por otra parte, en la zona andina (desde Ecuador a las regiones centrales chilenas y parte de Perú y Bolivia), la consolidación del neolítico se produjo más despacio que en otras áreas del subcontinente, quizá por causa del aislamiento entre el litoral y la sierra y entre los diversos valles. No obstante, es de destacar en esta región la cultura de Huaca Prieta (yacimiento arqueológico del valle de Chicama, en la costa septentrional de Perú), que data hacia el 2500 a.C. y se desarrolló hasta el 1200 a.C.; sus gentes, muy primitivas, desconocían las técnicas alfareras, pero, en cambio, sabían tejer el algodón; vivían de la pesca y de una incipiente agricultura (frijoles, calabazas, algodón, etcétera). En el extremo septentrional del continente (regiones árticas y subárticas), la culminación de la revolución neolítica fue bastante posterior. Así, la cerámica más antigua de la región, la de Choris-Norton, data del primer milenio a.C. Esta cerámica, de formas poco elaboradas, presenta una típica decoración grabada o impresa y se cree que guarda relación con otra de características afines fabricada en la región siberiana del valle del Lena hacia el 1500 a.C. Por otro lado, la cultura cochise del sudoeste continúa su evolución y en-

La prehistoria en América

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La transición del neolítico a las culturas clásicas

Vaso antropomorfo procedente de la península de Paracas, en Perú, donde se desarrolló una importante cultura precolombina entre los años 1200 a.C. y 100 d.C.

tra en su última fase (San Pedro) con la aparición de la cerámica y la práctica del cultivo, como atestiguan los numerosos morteros y muelas encontrados. De esta cultura cochise derivan otras, como la hokoham, la mogollón y la anasazi, que impulsaron la economía de tipo agrícola y de las que han llegado hasta nosotros numerosos ejemplos de alfarería y de construcciones arquitectónicas. Finalmente, cabe mencionar también la producción cerámica de las culturas arcaicas norteamericanas, que surge entre el 2000 y el 1000 a.C., sobre todo en la región septentrional de Florida y en Georgia.

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A partir del 1500 a.C., y coetánea al desarrollo en el Viejo Continente de las civilizaciones india y china, en Mesoamérica y el subcontinente sur se produce una paulatina consolidación de la actividad agrícola, con predominio del cultivo del maíz, aunque también es importante (en mayor o menor medida, según las regiones) el de papas o patatas, algodón, frijoles, yuca y calabaza. También experimentan un destacado auge los intercambios comerciales, como lo demuestra, por ejemplo, la presencia de diversos objetos propios de las culturas litorales en el valle de México. Por otra parte, el urbanismo evoluciona desde las reducidas aldeas primitivas a pequeñas urbes en las que, poco a poco, se irá produciendo una diferenciación clara entre las construcciones públicas, civiles y, sobre todo, religiosas, que adquirirán con el tiempo una gran importancia. En el área andina, más belicista, destacarán también las edificaciones de carácter militar. De esta época de transición datan una serie de culturas preclásicas, cuyas peculiaridades se desarrollan más adelante (v. Las civilizaciones prehispánicas en América), como la del valle de México, la olmeca antigua de la costa del golfo de México, la zapoteca de la costa occidental mexicana, y la maya preclásica de Yucatán y Guatemala, así como, en la zona andina, la de paracas (costa meridional) y la de chavín (zona central de la cordillera).

Preguntas de repaso

1. ¿Cuál es la hipótesis más aceptada sobre el origen de los primeros pobladores americanos? 2. Citar los tipos de puntas de proyectil característicos del paleolítico superior, indicando su localización. 3. ¿Por qué es importante la cultura Valdivia?

CIVILIZACIONES DE MESOPOTAMIA Y ASIA MENOR

L

as primeras grandes civilizaciones de la humanidad, cuyos orígenes coinciden con la revolución neolítica, es decir, con el momento en el que se produce el definitivo asentamiento de los hombres primitivos como consecuencia del desarrollo de la actividad agrícola y ganadera, nacieron en la región de Mesopotamia y zonas limítrofes. Las favorables condiciones geográficas y climáticas de esta región histórica, situada en Asia occidental, en la mayor parte de lo que hoy constituye el estado de Irak, así como la fertilidad de sus tierras, avenadas por los ríos Tigris y Éufrates, son dos factores que explican el asentamiento humano en la zona desde épocas muy remotas. Así, en la región montañosa del norte, conocida con el nombre de alta Mesopotamia, se han encontrado restos arqueológicos que datan del décimo milenio antes de nuestra era. El poblamiento de las llanuras meridionales (baja Mesopotamia), aunque posterior, se remonta también al cuarto milenio antes de Cristo. Se sabe que hacia el 6000 a.C., los pobladores de Mesopotamia habían llegado a dominar el fuego, que utilizaban, entre otras cosas, para cocer la cerámica y el ladrillo y para fundir metales; por otra parte, la presencia de sellos cilíndricos entre los restos arqueológicos encontrados demuestra la jerarquización social de los pueblos allí asentados, así como la existencia de distintos modelos de autoridad. Entre los legados más importantes que las civilizaciones mesopotámicas habrían de dejar a la humanidad se encuentran la invención de la escritura (pictográfica y cuneiforme), que marcaría el paso

La civilización sumeria, una de las más avanzadas de Mesopotamia, contaba con una organización social basada en la división del trabajo. El estandarte real de la ciudad de Ur conservado en el Museo Británico de Londres constituye una muestra de la vida cotidiana de la época.

de la prehistoria a la historia, y la elaboración de los primeros códigos legislativos.

Territorios y civilizaciones En la alta Mesopotamia se localizaron en la antigüedad dos centros de civilización importantes: uno en torno al Éufrates, donde se desarrollaron ciudades como Cachemish y Gozán y se asentaron, entre otros pueblos, los hurritas de Mitanni y los amorritas de Mari, y otro Detalle de un friso perteneciente al salón del trono del palacio real de Babilonia (Museo Pergamon, Berlín). Fotografías de cabecera: genio alado del palacio real de Sargón I de Asiria (izq.) e imagen del dios Horus pesando el corazón de un muerto (der.).

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Civilizaciones de Mesopotamia y Asia menor

se extiende desde el Tigris hasta el valle del Indo y desde el golfo Pérsico y el océano Índico hasta el mar Caspio (equivalente al actual Irán) fue ocupada por los elamitas, los medos y los persas, y finalmente la antigua región de Anatolia (Turquía asiática) vio florecer en ella el imperio de los hititas. Las continuas incursiones bélicas de unos pueblos contra otros, así como las actividades comerciales establecidas entre ellos desde épocas remotas, favorecieron las interrelaciones étnicas y culturales en esta zona, considerada como la cuna de la civilización del cercano Oriente.

Estatuilla conservada en el museo del Louvre que representa a Gudea, gobernador de Lagash, una de las ciudades-estado más destacadas de la civilización sumeria, hacia el año 2150 a.C.

que floreció en torno al curso alto del Tigris y en el que destacó el reino de Asiria, cuyas ciudades principales fueron Asur, Kalakh (actual Nimrud), Nínive y Dur Sarrukin (hoy Jursabad o Korsabad). Por su parte, en la baja Mesopotamia se desarrolló el primer gran imperio mesopotámico, el de Sumer, y florecieron ciudades como Ur, Acad y Babilonia, esta última centro del otro gran imperio de la región, el babilónico. Pero, como ya se ha comentado anteriormente, las zonas limítrofes de la antigua Mesopotamia también constituyeron unos focos culturales importantes. Así, en la franja de tierra comprendida desde la ribera occidental del Éufrates hasta las costas mediterráneas (Líbano y parte de Siria y Palestina) se asentaron inicialmente los cananeos y hacia el 1200 a.C. se distinguían ya en la zona tres núcleos principales: el israelita o hebreo, localizado en la zona de Palestina; el arameo, asentado en torno a Aram, región cuya frontera meridional se localizaba algo más abajo de Damasco, y el fenicio, que ocupaba una estrecha franja costera, limitada al sur por el monte Carmelo y al norte por la región de Ugarit (gran parte del actual Líbano). Por otro lado, al este de Mesopotamia, la meseta que

Tablilla votiva hallada en Lagash, perteneciente a los sumerios, civilización antigua de Mesopotamia (Museo del Louvre, París).

blemente unido a una irrupción de fuerzas exteriores que acabó con el sistema social establecido, provocó la anarquía entre los antiguos pobladores y los obligó a emigrar a otras regiones, dejando paso a los sumerios, pueblo cuyo origen exacto se desconoce, aunque algunos estudiosos lo localizan en Anatolia. En el tercer milenio antes de la era cristiana, los sumerios entraban ya en la historia con la invención de la escritura cuneiforme, y habían creado diversas ciudades-estado, entre las que cabe citar Ur, Lagash, Larak, Uma, Lipur, Adab y Eridu. Cada una de estas ciudades, dirigidas por su propio rey, dominaba un pequeño territorio circundante y se mantenía autónoma y separada de las vecinas. Pero pronto, la lucha entre ellas por alcanzar la hegemonía económica, militar y política fue una constante y la capacidad defensiva de los sumerios, enfrascados en contiendas internas, se vio así debilitada, lo que propició las invasiones de otros pueblos. La primera conocida fue la de los elamitas procedentes de la meseta iraní, que tuvo lugar en torno al 2500 a.C., pero, sin duda, la de mayor relevancia fue la de los acadios, quienes al mando de Sargón el Grande incorporaron Sumer a los territorios de Acad. Bajo el reina-

La civilización sumeria La primera gran civilización de la humanidad y la más antigua de Mesopotamia fue la sumeria. En los milenios quinto y cuarto de nuestra era, período designado por los orientalistas como predinástico, es decir, previo a las dinastías de los reyes mesopotámicos conocidos, la baja Mesopotamia estaba poblada por habitantes no semitas, organizados en sociedades agrícolas, que ya conocían la cerámica y la fundición de los metales y que mantenían una cierta actividad comercial, pero aún desconocían la escritura. El final de este período predinástico, que se sitúa en torno al 34003100 a.C., estuvo marcado por una catástrofe diluvial, recogida en las tradiciones mesopotámicas, que destrozó los cultivos de la zona. Ello, proba-

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Estatua de Ebich-il, soberano de Mari, ciudad sumeria situada a orillas del río Éufrates (Museo del Louvre, París).

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HISTORIA: EDAD ANTIGUA

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do de Sargón (2334-2276), primer soberano de la dinastía acadia, el imperio extendió sus dominios hasta el mar Mediterráneo, por el oeste, y hasta los montes Zagros, por el este. El monarca, que consiguió el control del golfo Pérsico, la alta Mesopotamia y Siria y las regiones montañosas de Irán, logró además colocar a todas las ciudades-estado bajo un gobierno centralizado, lo que consolidó su poder. Esta situación fue continuada por los hijos de Sargón y en tiempos de su nieto y sucesor, Naram-Sin, el imperio alcanzó su máximo esplendor. Sin embargo, poco después, la dinastía acadia entró en un período de decadencia y, hacia el 2180 a.C., Acad cayó bajo las hordas de los guti, procedentes de los montes Zagros. Tras el oscuro período de dominio gúteo, durante el cual las ciudades-estado volvieron a su anterior independencia, hacia el 2060 a.C. Ur-Namu inauguró la III dinastía (dinastía de Ur), bajo la cual el imperio sumerio se reunificó y vivió un auténtico renacimiento. UrNamu elaboró el código jurídico más

antiguo de los descubiertos en la zona, precursor del de Hamurabi (o Hammurabi), y restableció las glorias del pasado. Bajo el reinado de su hijo Shulgi se inició un ambicioso plan de construcción y restauración de palacios, templos y fortificaciones, que fue continuado por sus sucesores. De esta época data también el auge de la literatura sumeria, rica en himnos, poemas épicos (Poema de Gilgamesh) y proverbios, y transcrita por copistas en siglos posteriores. Sin embargo, a comienzos del reinado de Ibbisin (en torno a 1975 a.C.), la invasión de los amorritas desestabilizó el imperio. Las ciudades se rebelaron contra el poder central y se independizaron, y Ur fue devastada. De todas las ciudades independizadas, una de ellas, Babilonia, habría de imponer después su hegemonía sobre todo el territorio. Entre las aportaciones más importantes de la cultura sumeria se halla la ya comentada escritura cuneiforme (signos en forma de cuña), grabada sobre tablillas de barro y utilizada para relatar acontecimientos históri-

Principales gobernantes sumerios, babilónicos y asirios Civilización sumeria (milenios II-I a.C.)

Civilización asiria (ss. XIX-VII a.C.)

– Acadios Sargón el Grande (2334-2276) Naram-Sin (2225-2185)

Shamshi-Adad (1813-1781) Asur-Uballit (1365-1330) Arik-Denilu (1320-1309) Adad-Nirari I (1308-1276) Salmanasar I (1274-1245) Tukulti-Ninurta I (1245-1208) Tiglat-Pileser I (1115-1077) Asur-Dan II (935-913) Adad-Nirari II (911-891) Tukulti-Ninurta II (890-884) Asurnasirpal II (883-859) Salmanasar III (858-824) Tiglat-Pileser III (746-727) Salmanasar V (726-722) Sargón II (721-705) Senaquerib (705-681) Asarhadón (680-669) Asurbanipal (668-627)

– Gúteos (2180-2060) – Dinastía de Ur Ur Namu (2060-2043) Shulgi (2042-1995) Ibbisin (1975-1952) Civilización babilónica (ss. XIX-VI a.C.) – Amorritas Sumuabum (1830-1817) Hamurabi (1793-1750) – Casitas Kurigalzu I (1417-1379) – Caldeos Nabopolasar (626-605) Nabucodonosor II (605-561) Nabonides (555-539)

cos o para recoger creaciones literarias o temas cotidianos, científicos y religiosos. Gracias al desciframiento del contenido de estas tablillas y a los demás restos arqueológicos hallados, se han podido conocer muchos aspectos de la vida, la religión y las instituciones de este pueblo. De este modo, se sabe que las ciudades-estado se edificaban en torno a un templo, lazo de unión con los dioses y sede de la autoridad. Ésta, constituida inicialmente por una asamblea y un representante de la deidad protectora de la ciudad, dio paso más tarde al gobierno del ensi o gobernador y después al del rey, en el que confluían todos los poderes. Aunque los monarcas no eran considerados como seres de naturaleza divina, en su labor de jefes militares, administradores y jueces actuaban en nombre de la deidad que los respaldaba, lo que les confería una autoridad única e intransferible. El politeísmo sumerio parece provenir de una creencia primitiva en un dios único, providente y creador. No obstante, el Poema de Gilgamesh habla ya de los dioses como los únicos seres inmortales del universo, si bien, salvo por esta característica, en lo demás son absolutamente semejantes a los hombres. En el panteón de deidades sumerio destacan la tríada compuesta por Anu, señor del cielo; Enlil, dios de las tierras y de las aguas, y Enki, dueño del mundo subterráneo, así como otras divinidades asociadas a la luna y al sol. Según la cosmogonía sumeria, el universo habría sido creado por la tríada principal. Desde el punto de vista artístico destaca la típica construcción del zigurat, torre escalonada de diversos pisos, a la que se ascendía por medio de rampas. Aunque las edificaciones sumerias, realizadas básicamente de adobe y ladrillo, no han resistido el paso de los siglos, se sabe que los arquitectos de la época conocían ya el uso del arco, la bóveda y la cúpula. Otras aportaciones artísticas destacables son las estelas, los trabajos con metales y los sellos cilíndricos, símbolos de la autoridad. El imperio sumerio desapareció tras la invasión amorrita, pero su influencia se transmitió a todos los pueblos mesopotámicos y muchas de

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Civilizaciones de Mesopotamia y Asia menor

Babilonia, centro cultural de oriente a partir del siglo XVIII a.C., fue durante más de un milenio la capital de un vasto territorio. En la fotografía, puerta de la ciudad dedicada a Ishtar, la diosa de la fecundidad.

sus aportaciones pervivieron en otras civilizaciones (asiria, babilónica, etc.).

El imperio babilónico Tras la desmembración del imperio sumerio, Babilonia, ciudad fundada antaño por los acadios, que tenía una notable importancia estratégica y había sido la sede de una notable actividad comercial, logró su independencia y comenzó su extraordinaria ascensión. Hacia el 1830 antes de la era cristiana, el amorrita Sumuabum fundó la primera dinastía. Sus sucesores, entre los que se encuentran Sumulael, Sabium y Apilsin, ampliaron el ámbito de dominio babilónico, aliándose con las ciudades más influyentes de la época. De este modo se preparó el camino a Hamurabi el Grande, una de las figuras más trascendentes de la antigüedad y artífice de uno de los imperios más poderosos de Mesopotamia. Cuando accedió al trono, a comienzos del siglo XVIII a.C., Hamurabi inició una serie de campañas de conquista, durante las cuales cayeron bajo sus manos numerosos pueblos (asirios, guti, elamitas, etc.) y ciudades (Larsa y Mari, entre otras), con lo que sus dominios llegaron a alcanzar toda la zona

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diluyeron el poderío babilónico, si bien la ciudad continuó manteniendo su influencia comercial y cultural. A la dinastía amorrita le sucedió la casita, que consolidó la influencia comercial de Babilonia; su monarca más destacable fue Kurigalzu I, que logró conquistar Siria y mantuvo importantes alianzas con los egipcios. A principios del siglo XIII antes de nuestra era, en tiempos del rey asirio Salmanasar I, el estado babilónico cayó bajo dominio asirio y se mantuvo así hasta el final del reinado de Tukulti-Ninurta I (hacia 1208); este monarca tuvo que hacer frente a las incursiones hititas, circunstancia que el rey de Babilonia, Adad-Shun-Natsir, aprovechó para dar un vuelco a la situación, independizarse e incluso someter a los asirios. A mediados del siglo XII antes de la era cristiana, los elamitas invadieron y saquearon Babilonia; a partir de esta fecha y hasta

comprendida entre el golfo Pérsico y el río Habur. Estadista hábil y prudente, supo organizar su vasto imperio sobre la base de someter a vasallaje a los monarcas de los territorios conquistados y de dotarlo de una legislación unificada. En el famoso código que lleva su nombre, grabado en una estela de diorita encontrada en Susa a principios del siglo XX de nuestra era, aparece recopilada toda la labor legislativa de este monarca, cuyas leyes se basaron en el derecho sumerio y en los principios del talión. En el ámbito religioso, Hamurabi sustituyó al dios sumerio Enlil por Marduk. Con los sucesores de Hamurabi la unidad política del imperio desapareció, las principales ciudades (Asur y Sumer entre otras) se independizaron y las sucesivas invasiones de los pueblos rivales, Reconstrucción de la puerta de Ishtar, muestra del arte de la civilización acadia (Museo Pergamon, Berlín). en especial los hititas,

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HISTORIA: EDAD ANTIGUA

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El arte asirio alcanzó su época de mayor esplendor entre los siglos del palacio de Til-Barsib.

la entronización de la dinastía caldea (s. VII a.C.), el esplendor babilónico se apagó y el pueblo se vio sometido a la dominación sucesiva de diversos enemigos. El monarca caldeo Nabopolasar (626-605) fue el primero en iniciar la reconstrucción del antiguo imperio, objetivo que logró su hijo Nabucodonosor II (604-562), bajo cuyo reinado gran parte de Siria y de Palestina cayeron bajo domino babilónico; en el año 598, este monarca arrasó Judea y un año después destruyó Jerusalén y deportó a miles de judíos, acontecimiento que recoge el Antiguo Testamento con el nombre de cautividad de Babilonia. A la muerte de Nabucodonosor, las tensiones internas provocaron de nuevo la decadencia del imperio babilónico, que se convirtió en definitiva en el siglo VI antes de nuestra era, cuando el impopular rey babilonio Nabónides fue derrotado por los persas aqueménidas (Ciro II, 539 a.C.).

IX

y

VII

a.C. En la imagen, caballos y lanceros representados en un friso

La ciudad de Babilonia, que alcanzó su máximo esplendor en tiempos de Nabucodonosor, fue conquistada posteriormente por Alejandro Magno (s. IV a.C.) y en la época del dominio persa seléucida terminó por desaparecer.

El imperio asirio Las tierras asirias, pobladas por semitas desde el cuarto milenio antes de nuestra era, permanecieron durante siglos bajo la dominación sumeria. El primer monarca independiente fue Puzur-Asur III, pero el verdadero auge comercial y la inicial expansión territorial asiria se logró durante el reinado de Shamshi-Adad I, coetáneo del rey babilónico Hamurabi. Tomando como modelo la floreciente Babilonia, Shamshi-Adad impulsó una política de expansión territorial que llevó los confines de su imperio des-

de el norte de Mesopotamia hasta los cursos medios del Tigris y el Éufrates; pero, a su muerte, sus sucesores no consiguieron consolidar las conquistas realizadas, el imperio se desmembró y los asirios cayeron bajo la dominación de los hurritas de Mitanni. A mediados del siglo XIV antes de nuestra era, con la entronización del rey Asur-Uballit, comienza el período conocido como imperio medio asirio. Este monarca convirtió rápidamente a Asiria en una gran potencia militar y realizó una hábil política de alianzas con Egipto y con Babilonia que consolidó su poder. Su nieto, Arik-Denilu (1320-1309), convirtió a Asur en sede oficial del reino y fue el primer asirio en dejar a la historia unos anales militares. Con Adad-Nirari I, sucesor del anterior, Asur vivió un gran auge cultural y artístico, pero, sin duda, uno de los monarcas más significativos de este período fue Salmanasar I (1274-1245),

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Civilizaciones de Mesopotamia y Asia menor

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de Tiglat-Pileser III dio sucedió su hijo, Senaquerib comienzo el último y (705-681), quien convirtió Nímás grande período nive, a la sazón capital del imdel nuevo imperio asiperio, en un centro artístico y rio. Este monarca, mecultural extraordinario. Aundiante sus contique el reinado de este monuas campañas en narca fue relativamente oriente y occidenpacífico, tuvo que enfrente, consiguió el tarse, no obstante, a didominio de versas rebeliones incasi toda ternas, entre las que Mesopodestaca la de los tamia y babilonios, que fillevó los nalizó con la victoconfines ria asiria y el sadel imqueo y destrucperio asición de Babilonia rio hasta (689). En occiterritodente, Senaquerios tan rib pacificó Fenialejados cia y Filistea, recomo Padujo el reino de Judá lestina, Urartu y derrotó a los egip(Armenia) y Sicios. En el 681, el moria. Consiguió narca falleció asesiasí mismo nado por su hijo Estatua de un príncipe asirio, consolidar inAsarhadón, quien se perteneciente al siglo VII o VI a.C. (Museo de Boston). ternamente hizo con el mando del sus dominios y imperio, reconstruyó pacificar BabiBabilonia y comenzó lonia, a cuyo frente dejó al rey Nabo- una política agresiva contra los egipnasar. cios, a los que logró arrebatar MenSalmanasar V y Sargón II continua- fis. Esta política fue continuada por ron la política de su antecesor. El pri- su sucesor, el último gran rey de Asimero consiguió importantes con- ria, Asurbanipal (668-627); hábil esquistas en Palestina, consolidadas tratega y mecenas de las artes y las y aumentadas por Sargón II, quien, letras, bajo su reinado Asiria se conademás, infligió graves derrotas a las virtió en el centro militar y cultural tropas egipcias y, en el 709, asumió de la época. Logró destruir el poder la soberanía de Babilonia. A su muer- etíope en Egipto y capturar Tebas, si te, acaecida cuatro años más tarde, le bien en tiempos del faraón Psamético I firmó la paz con este pueblo y renunció a la conquista de su país. Entre las principales aportaciones de este monarca a la cultura de la humanidad se encuentra la creación de una importante biblioteca en la que se recopilaron numerosísimas tablillas de barro, gracias a las cuales se han podido conocer la historia y literatura de los pueblos mesopotámicos. En las últimas décadas del siglo VII antes de la era cristiana, los sucesores de Asurbanipal asistieron impotentes al vertiginoso declive del imperio asirio, que nunca más habría de recuperar su esplendor, y que coincidió con Tributarios medas de Sargón II, bajorrelieve de un friso correspondiente al imperio asirio. el nuevo auge de Babilonia bajo el rei-

quien logró anexionarse las tierras de los hititas (Armenia) y de los hurritas, así como hacerse con el control del comercio babilónico. A su hijo y sucesor, Tukulti-Ninurta I (1245-1208), se debió la total incorporación de Babilonia al imperio asirio y la máxima extensión territorial de éste, que llegó a abarcar desde Siria hasta el golfo Pérsico. Tras la muerte de Tukulti-Ninurta I, Asiria vivió una época de decadencia, ocasionada por las continuas incursiones enemigas y la recuperación del poderío babilónico. Aunque con Tiglat-Pileser I (s. XI a.C.) Babilonia sufrió una grave derrota, poco después el imperio asirio fue sometido por los arameos durante casi dos siglos. Con Asur-Dan y Adad-Nirari II (s. X a.C.) Asiria comenzó a resurgir, y recobró su anterior grandeza (primera fase del imperio nuevo) bajo los reinados de Tukulti-Ninurta II (890884) y de Asurnasirpal II (883-859). Este último monarca, famoso por su violencia y crueldad, supo dejar a su muerte un vasto imperio, unido y organizado, gracias a la dureza con que impuso su férrea política expansionista y centralizadora, continuada sobre todo por su hijo Salmanasar III. Desde Samsi-Adad V (824-812) hasta la entronización de Tiglat-Pileser III (746-727) se sucedieron en Asiria una serie de monarcas débiles (Salmanasar IV y Asur-Nirari V, entre otros) que tuvieron que sufrir la progresiva debilitación y reducción de su imperio. Sin embargo, con el reinado

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Principales gobernantes persas Aqueménidas (ss. VI-IV a.C.) Ciro II el Grande (559-529) Cambises II (529-522) Darío I el Grande (522-486) Jerjes I (485-465) Artajerjes I (465-425) Darío II (423-404) Artajerjes II (404-359) Artajerjes III (359-338) Darío III (336-330)

Arsácidas (ss. III a.C.-I d.C.) Arsaces I (248-212 a.C.) Arsaces II (212-190 a.C.) Mitrídates I (171-138 a.C.) Fraates II (138-127 a.C.) Mitrídates II (124-88 a.C.) Fraates III (70-57 a.C.) Orodes I (57-37 a.C.) Fraates IV (37-32 a.C.) Vologesio I (51-77 d.C.)

Seléucidas (ss. IV-II a.C.) Seleuco I Nicator (305-280) Antíoco I (280-261) Antíoco II (261-246) Antíoco III el Grande (223-187)

Sasánidas (ss. III-VII d.C.) Ardashir I (224-241) Sapor (Shapur) I (241-272) Sapor II (310-379) Cosroes II (591-628) Yazdgard III (634-642)

nado de la dinastía caldea de Nabopolasar y, sobre todo, de Nabucodonosor. Las constantes interrelaciones entre Asiria y Babilonia hacen que se pueda hablar de una cultura asiriobabilónica, que alcanzó un elevadísimo grado de desarrollo, tanto en el aspecto artístico como en el científico. Ambos pueblos cultivaron todas las ramas del saber, aunque destacaron especialmente en astronomía y en matemáticas, cuyo nivel de conocimientos fue comparable al que más tarde se alcanzaría en la Grecia clásica. Babilonia legó a la humanidad la primera legislación conocida, y en su arte destaca la grandiosidad de sus edificaciones; entre ellas cabe citar el templo de Marduk y el de Etemenanki, este último un zigurat asociado a la bíblica torre de Babel, además de los amplios palacios adornados con los legendarios jardines colgantes (una de las siete maravillas del mundo). Por su parte, los asirios, entre otros logros, determinaron la posición de muchos planetas y estrellas y estudiaron los movimientos de la luna, y en el terreno artístico supieron plasmar con singular belleza su espíritu belicoso en los bajorrelieves de escenas de guerra y de caza (Leona herida y relieves del palacio de Asurbanipal) que ornamentaban sus palacios. La lucha por la supremacía del dios asi-

rio Asur o del babilonio Marduk fue el fiel reflejo de la enconada rivalidad de estos pueblos en el ámbito de la religión, que por otra parte encontraba sus raíces comunes en las ancestrales tradiciones míticas de los sumerios. Pese a la definitiva desaparición de ambos imperios, sus legados siguieron influyendo durante siglos en las civilizaciones posteriores de Oriente próximo y, a través de ellas, también en las culturas mediterráneas base de la civilización occidental.

El imperio persa La meseta iraní estuvo ocupada a lo largo del tercer y segundo milenio antes de la era cristiana por diversos pueblos. Entre ellos destacaron los elamitas, que se asentaron en la región sudoccidental, denominada de Elam (o Susiana, por los griegos). El reino de Elam, cuya ciudad principal era Susa, logró un avanzado grado de civilización durante los siglos XIII y XII antes de nuestra era y mantuvo a lo largo de su historia continuos enfrentamientos con los asirios y los babilonios, guerras que a partir del siglo VIII comenzaron a ser desfavorables, hasta que el último de sus soberanos fue hecho prisionero por Asurbanipal y la ciudad de Susa fue destruida.

Entre tanto, a principios del primer milenio, una oleada de pueblos de origen indoeuropeo llegó a la meseta; entre ellos se encontraban los medos, que se establecieron en la región noroccidental (Media), y los persas, cuyos asentamientos iniciales tuvieron lugar en la región del golfo Pérsico, en torno a Persépolis. La región de Media, dividida inicialmente en pequeños principados, permaneció bajo dominio asirio hasta que en el año 625 a.C. subió al trono Ciaxares, fundador del imperio medo. Aliado con los babilonios y respaldado por un fuerte ejército de caballería y arqueros, Ciaxares logró asolar Nínive (612) y conquistar el territorio asirio situado al este del Tigris, así como gran parte de Irán oriental y algunos territorios de Armenia. Pero el esplendor medo tuvo una efímera existencia, ya que pocos años después de la muerte de Ciaxares, su hijo y sucesor, Astiages, fue derrotado por el rey persa Ciro II, quien incorporó Media al imperio aqueménida (550). Los aqueménidas reinaban en Persia desde finales del siglo VII antes de nuestra era. Al llegar al trono Ciro II el Grande (559-529), aprovechó la decadencia del reino de Elam para incorporarlo a su imperio y, tras la victoria obtenida frente a los medos, prosiguió su campaña de expansión territorial, esta vez contra el reino de Lidia, asentado en la región occidental de Anatolia. Tras vencer al soberano lidio (Creso) en el año 546, ocupó todos los territorios del reino, así como algunas ciudades griegas. Años más tarde (539), las tropas de Ciro conseguían también conquistar Babilonia, con lo que los confines del imperio aqueménida se extendieron desde el Mediterráneo hasta el Indo y desde el Cáucaso hasta el océano Índico. Con Cambises II (529-522), hijo y sucesor de Ciro, los persas conquistaron también Egipto, al derrotar al faraón Psamético II y ocupar Menfis. Sin embargo, la campaña contra Cartago fracasó, lo que frenó el avance persa por el Mediterráneo occidental. La muerte de Cambises, acaecida cuando volvía de una de sus campañas bélicas por el Nilo, provocó una crisis sucesoria que se resolvió cuando fue designado nuevo rey Darío,

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príncipe y destacado general, que habría de pasar a la historia con el nombre de Darío I el Grande (522-486). Tras pacificar el reino, convulsionado por diversas revueltas internas, Darío prosiguió la política expansionista de sus antecesores y anexionó al imperio las regiones griegas de Tracia y Macedonia, extendiendo los confines orientales más allá del Indo. Sin embargo, poco antes de su muerte tuvo que hacer frente a la rebelión de las colonias griegas, que lograron derrotar a los persas en la famosa batalla de Maratón (490; primera guerra médica). Pero la labor de Darío no se limitó a las grandes conquistas. En el ámbito interno se reveló como un magnífico administrador y gran legislador. Dividió el imperio en satrapías (unidades administrativas equivalentes a las provincias), unificó la moneda y la religión (zoroastrismo), organizó un ejército estable, desarrolló de forma notable las comunicaciones y mandó construir un canal desde el Nilo hasta el mar Rojo. Con el fin de controlar mejor el imperio fijó varias residencias reales, en las ciudades de Susa, Persépolis, Babilonia y Ecbatana. Jerjes I (485-465), hijo y sucesor de Darío, tuvo que enfrentarse a la rebelión de los territorios egipcios, que consiguió dominar, y venció a los griegos en la batalla de las Termópilas (480; segunda guerra médica), tras lo cual tomó Atenas y la incendió. Pero en los siguientes enfrentamientos contra los griegos, el rumbo de los acontecimientos varió y, después de la derrota naval de Salamina (480) y de las terrestres de Platea y Micala (479), los persas renunciaron a su dominio sobre la Grecia asiática. Con los sucesores de Jerjes (Artajerjes I, II y III, y Darío II y III), la dinastía aqueménida comenzó lentamente a declinar. En tiempos de Artajerjes II tuvo lugar la rebelión de Ciro el Joven, apoyada por mercenarios griegos al mando de Jenofonte, hecho narrado por éste en la Anabasis, y que terminó con la victoria del legítimo soberano y la retirada de los griegos. En la primera mitad del siglo IV antes de la era cristiana subió al trono el último representante aqueménida, Darío III (336-330), quien sucumbió frente a la fuerza de la nueva potencia he-

Civilizaciones de Mesopotamia y Asia menor

gemónica de la zona: Macedonia. Los persas, tras las sucesivas derrotas de Gránico (334), Issos (333) y Gaugamela (331), pasaron a formar parte del imperio de Alejandro Magno. El imperio creado por Alejandro no le sobrevivió y a su muerte se repartió entre sus generales. Esta circunstancia fue aprovechada por el fundador de la dinastía seléucida, Seleuco I Nicator (305-280), quien, tras afianzar su posición frente al general macedonio Antígono, logró hacerse con el control de gran parte de Asia menor (Siria, Persia, Mesopotamia y parte del subcontinente indio). Durante los reinados de sus sucesores (Antíoco I y Antíoco II), las luchas internas del nuevo imperio persa se recrudecieron y en el año 247 Arsaces I fundó el reino independiente de Partia, cuna del futuro imperio arsácida o de los partos. La continua presión de Roma, por un lado, y de los partos, por otro, provocó el debilitamiento del poder seléucida a partir del reinado de Antíoco III el Grande (223-187), el último emperador notable de esta dinastía.

El estado hebreo alcanzó su época de mayor esplendor bajo el reinado de David (1010-970 a.C.). En la fotografía, excavaciones próximas al Muro de las Lamentaciones, en Jerusalén.

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En contraposición al declive seléucida, el poder de los arsácidas cada vez fue mayor. Arsaces II logró resistir con éxito los ataques de Antíoco III el Grande y, en tiempos de Mitrídates I (171138), Babilonia, Media, Elam, Persia y parte de Bactriana se hallaban ya bajo dominio parto. Los sucesivos emperadores arsácidas (Fraates II, III y IV, Mitrídates II y Orodes I) supieron mantener el poderío persa, pese a los reiterados intentos de Roma de sojuzgarlo, y sólo a partir del siglo II de nuestra era comenzó a declinar, tras la incorporación de Mesopotamia al imperio romano. El último emperador parto destacable fue Vologesio I (51-77 d.C.), tras el cual se sucedieron numerosos y efímeros gobernantes poco conocidos. El resurgir del esplendor persa tuvo que esperar hasta el siglo III de la era cristiana. En el año 226 d.C., Ardashir, hijo de un rey vasallo de los partos, se sublevó contra el soberano arsácida de Partia, Arbatano, y tras darle muerte, comenzó la construcción del imperio sasánida, violentamente destruido cuatro siglos después por los árabes.

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Hitos principales de las civilizaciones mesopotámicas y de Asia menor 10000 a.C. 7000 5000-3400 3100 2334 2180 2060 1830 1813 1793 1530 1417 1320 1274 1245 1208 1200 1030 1010 969 890 850 806 746 627 604 559 480 330 305 247 77 d.C. 224 637

Primeros pobladores en la alta Mesopotamia. Comienza la revolución neolítica. Período predinástico sumerio. Catástrofe diluvial en Mesopotamia, conocida en la Biblia como el Diluvio universal. Se inicia el reinado de Sargón, primer soberano acadio. Acad cae en poder de los guti. Inicio de la dinastía sumeria de Ur, con Ur-Namu. Sumuabum funda la primera dinastía babilónica. Shamshi-Adad accede al trono de Asiria. Sube al trono Hamurabi, antes del famoso código legislativo. Los hititas de Mursilis I dominan Siria septentrional y saquean Babilonia. Kurigalzu I inicia la dinastía casita en Babilonia. Con el reinado de Arik-Denilu, Asur se convierte en la sede del reino asirio. El asirio Salmanasar I inicia su reinado, durante el cual se anexionará los territorios hititas y los hurritas. Comienzo del reinado de Tukulti-Ninurta I y, con él, de la anexión de Babilonia a Asiria. Finaliza el reinado de Tukulti-Ninurta I en Asiria y también el dominio asirio sobre Babilonia. Se inicia el declive del imperio hitita. Subida al trono de Saúl, primer monarca hebreo. Inicio del reinado de David, quien conquistó Jerusalén y venció a los filisteos. Unificación de Fenicia con el reinado de Hiram de Tiro. El reinado de Tukulti-Ninurta II logra recuperar la grandeza del imperio asirio. Damasco se hace con la hegemonía de las ciudades arameas meridionales. Comienza el desmembramiento del imperio arameo. Tiglat-Pileser III inicia el último y más grande período del imperio asirio. Finaliza el reinado de Asurbanipal, último gran rey de Asiria y creador de la biblioteca de Nínive. Con Nabucodonosor II se reconstruye el antiguo imperio babilónico. El aqueménida Ciro II el Grande comienza su reinado y la expansión territorial persa. Jerjes vence a los griegos en la batalla de las Termópilas. El imperio aqueménida cae bajo el dominio de Alejandro Magno. Seleuco I Nicator sube al trono persa e inicia la dinastía seléucida. Arsaces I funda el reino independiente de Partia, cuna del futuro imperio arsácida. Fin del período persa de los arsácidas. Inicio del período sasánida, con el reinado de Ardashir I. Derrota persa en la batalla de Qadisiya y comienzo del dominio árabe.

Ardashir sometió la mayoría de los antiguos territorios partos y se lanzó también hacia Armenia. Bajo su mandato se creó un estado muy centralizado y, en su intento por revivir el esplendor del período aqueménida, restauró el zoroastrismo y los privilegios de los magos y de la clase sacerdotal. Le sucedió en el trono Sapor I (o Shapur; 241-272), quien mantuvo duras contiendas bélicas contra los romanos por el control de Siria y Mesopotamia y extendió los dominios del imperio sasánida desde el Indo hasta el Cáucaso; en el orden interno, Sapor destacó por la fundación de numerosas ciudades y, también, porque bajo su reinado apareció el maniqueísmo como religión alternativa al zoroastrismo. Entre los sucesores de este monarca

destacan Sapor II y Cosroes II. Con Sapor II (310-379), el poderío sasánida llegó a su máximo apogeo. Durante su reinado tuvieron lugar dos duras campañas contra Roma, en la primera de las cuales Sapor II consiguió derrotar a las tropas de Constancio. En la segunda, iniciada con la invasión de Persia por parte del emperador Juliano, Sapor firmó una paz de treinta años con Joviano (sucesor de Juliano, muerto en campaña), que le permitió lanzarse a la conquista de Armenia. Por su parte, con Cosroes II (591-628), el imperio persa llegó a su máxima extensión territorial, con la inclusión de Siria, Egipto y Palestina. Pero, paradójicamente, en este momento comenzó también la decadencia sasánida; en el 610, un ejército per-

sa sufrió una grave derrota frente a los árabes; pocos años después, entre el 633 y el 642, las tropas musulmanas invadieron Mesopotamia, vencieron a los persas en Qadisiya (637) y ocuparon la capital del imperio, Ctesifonte. Un lustro más tarde era derrotado el último soberano sasánida, Yazdgard III, y el imperio persa quedaba incorporado al califato musulmán.

Palestina y Fenicia En el tercer milenio antes de nuestra era, la zona occidental de Asia menor colindante con el Mediterráneo (la bíblica tierra de Canaán) estaba habitada por los cananeos, quienes fundaron en ella diversas ciudades-estado.

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Esta región, dominada por Egipto desde tiempos remotos, vivió en el siglo XIII antes de la era cristiana la ocupación de los hebreos, pueblo semita que cuatro siglos antes se había instalado en la zona del delta del Nilo, bajo la protección de los hicsos; sin embargo, en tiempos del faraón Ramsés II la situación de los hebreos había cambiado radicalmente y, sometidos a una fuerte opresión, terminaron por abandonar las tierras del Nilo (Éxodo bíblico) y, acaudillados por Moisés, se asentaron en las tierras occidentales del mar Muerto y el norte de Palestina.

Los israelitas Una vez liberados del yugo egipcio, durante todo el siglo XII a.C. y comienzos del siguiente (período de los jueces), los hebreos tuvieron que enfrentarse a la resistencia de los cananeos y a los ataques de diversos pueblos, como los filisteos, los moabitas y los madianitas. Sólo cuando el último juez, Samuel, instauró la monarquía, con el fin de unir a todas las tribus bajo una autoridad central poderosa, los

Los arqueros de Darío, gobernante persa durante el imperio aqueménida (Museo del Louvre, París).

Civilizaciones de Mesopotamia y Asia menor

Cabra dorada, figura realizada en plata, ejemplo de orfebrería persa (Museo del Louvre, París).

hebreos comenzaron a consolidar su posición. El primer monarca hebreo fue Saúl (1030-1010), pero los reinados de mayor esplendor fueron los de David (1010-970) y Salomón (970-931). David consiguió vencer a los filisteos (relato bíblico de la desigual lucha contra Goliat), recuperó de manos enemigas el Arca de la Alianza y, mediante diversas conquistas y pactos, extendió y afianzó los límites del reino. Conquistó Jerusalén a los jebuseos y estableció en ella la capital. Símbolo de la alianza entre el Dios de los hebreos y su pueblo (por ello en la tradición religiosa judaica el Mesías habría de pertenecer a la dinastía de David), a su significado como fundador del poder militar judío se une también su obra como músico y como poeta (se le atribuye la autoría de muchos de los poemas del Libro de los Salmos). Antes de morir, David ungió rey a su segundo hijo, Salomón, quien fortificó y consolidó el reino heredado; mediante el establecimiento de una política de tratados y alianzas matrimoniales, logró un reinado pacífico, durante el cual reforzó el ejército y lo equipó con carros, garantizó la prosperidad económica de su pueblo y mandó construir el templo de Jerusalén, a semejanza de los templos cananeos de la época. Sin embargo, tras este período de paz y de prosperidad, a la muerte de Salomón, los antagonismos entre las tribus del norte y las del sur provocaron la escisión del reino en el de Israel (al N) y el de Judá (al S). Desde las últimas décadas del siglo X hasta el VIII antes de nuestra era, en Israel se sucedieron las dinastías de Jeroboam I (922-900),

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Basá (900-876), Omrí (876-842) y Jehú (842-748). Hacia el año 738 Israel se convirtió en tributario de Asiria y, casi dos décadas después, Sargón II impuso definitivamente su dominio. Por su parte, en Judá destacaron los reinados de Azarías (769-734) y de Ezequías (715-687), pero la precaria independencia del reino sucumbió bajo el poder babilonio, en tiempos de Nabucodonosor II (en el año 587), quien arrasó los territorios judaicos y deportó a sus habitantes a Babilonia. Posteriormente, cuando Ciro el Grande se adueñó de esta ciudad, los hebreos pudieron volver a Palestina, pero a partir de entonces, y durante siglos, esta tierra habría de sufrir sucesivamente la dominación de los macedonios, los griegos y los seléucidas, hasta que en el siglo II antes de la era cristiana la familia de patriotas judíos de los Macabeos encabezó un levantamiento contra el seléucida Antíoco IV, levantamiento que culminaría con la independencia de Judea (142 a.C.). A mediados del siglo I antes de Cristo, la influencia de Roma en la región ya era notable; durante el triunvirato de Marco Antonio, Lépido y Octavio reinó en Judea con el consentimiento de los romanos el edomita Herodes el Grande, pero poco después de su muerte toda Palestina pasó a ser gobernada directamente

Vaso de ceremonia religiosa, perteneciente al imperio persa (Museo del Louvre, París).

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Recipientes policromados en forma de toro, muestras del arte de los hititas (Museo Arqueológico de Ankara).

por los romanos. Las diversas rebeliones de los judíos contra el poder imperial terminaron por ocasionar la destrucción de Jerusalén, en tiempos del emperador Adriano (135 d.C.), y la dispersión del pueblo judío por todo el mundo. La principal aportación del antiguo pueblo hebreo, más que en lo político, pues en ningún momento llegó a constituir un imperio equiparable a los mesopotámicos o a los otros de Asia menor, se produjo sobre todo en el ámbito de lo religioso. En efecto, la antigua Palestina fue cuna de dos de las grandes religiones monoteístas de la humanidad: el judaísmo y el cristianismo.

Los fenicios Los cananeos que, tras la invasiones de los hebreos, los filisteos y los arameos, se mantuvieron en la estrecha franja litoral de lo que posteriormente serían Líbano y parte de Palestina y de Siria, comenzaron a ser conocidos a partir del siglo XIII antes de la era cristiana con el nombre de “fenicios”. Confinados junto al mar, hábiles artesanos y comerciantes y sumamente pragmáticos, los fenicios renunciaron a la conquista de los disputados territorios interiores y se convirtieron pronto en un pueblo de expertos navegantes, cuya influencia se extendió por todo el Mediterráneo, donde fun-

daron numerosas co- el año 332 por Alejandro Magno) y, por último, hacia el año 60 a.C., quelonias y factorías. Los fenicios vi- dó incorporada a Roma. Como ya se ha comentado anteriorvían repartidos en una serie de ciu- mente, pese a las sucesivas dominadades-estado, entre ciones Fenicia supo acrecentar y conlas que destacaron Bi- solidar a lo largo de los siglos su inblos, Sidón, Beritos, Ara- fluencia cultural y comercial por todo dos y, sobre todo, Tiro, que el Mediterráneo. Además de las rutas fue la que a la larga controló comerciales interiores destacaron las toda la actividad comercial marítimas; desde el litoral mediterráde la zona. En el curso de neo oriental los fenicios se extendielos siglos, estas ciudades ron hacia Chipre, donde fundaron Kifueron sucesivamente some- tion; Grecia; Sicilia, isla en la que estidas por los distintos impe- tablecieron los emporios comerciales rios hegemónicos del mo- de Soloeis, Montie y Panormos; Cermento (Egipto, Babilonia, deña, donde fundaron Sulcis; Ibiza, y Asiria, etc.), pese a lo cual su- la península ibérica, en cuyo litoral pieron desarrollar una flore- sudoriental establecieron las factociente actividad industrial, rías y colonias de Malaca (Málaga), Gaque favoreció su prosperidad y su ex- des (Cádiz), Cartago Nova (Cartagepansión por los países de Europa me- na) y Abdera (Adra), todo ello sin olvidar las importantes colonias del ridional y el norte de África. El desarrollo de los fenicios como norte de África, como Cirene, Cartapotencia marítima se debió sobre go o Hippo, entre muchas otras. De la industria y artesanía fenicias todo a Hiram de Tiro (969-935), durante cuyo reinado se unificó casi fueron especialmente apreciados sus toda Fenicia. Estableció una hábil política de alianzas primero con el rey David y más tarde con Salomón –a quien le proporcionó materiales y artesanos para la construcción del templo de Jerusalén y también marinos para las expediciones por el mar Rojo y el Mediterráneo–, gracias a lo cual afianzó la influencia fenicia en Israel. Otros reyes destacados fueron Pigmalión Restos de la ciudad romana construida sobre las ruinas de Cartago, antigua colonia fenicia en el norte de África. de Tiro (820-774), de cuyo mandato data la fundación de la ciudad de Cartago (814), e Itobaal III (587-573), que tejidos teñidos con la famosa púrpuencabezó una firme resistencia contra ra tiria, de la que deriva el nombre de los ataques de los caldeos, la cual fi- Fenicia (Phoiníke, en griego, significa nalizó con la rendición de Tiro ante país de la púrpura), los objetos de melas tropas de Nabucodonosor II (573). tal y de madera tallada, los trabajos Al dominio babilónico le sucedió el en marfil y los objetos de vidrio. persa y, en tiempos de Ciro el GranEntre las aportaciones culturales de de, Fenicia se convirtió en parte de este pueblo, la de mayor relevancia, sin una satrapía y su flota desempeñó un duda, fue la invención de un alfabeto importante papel en las guerras mé- consonántico de 22 letras, que postedicas. Más tarde, ya en el siglo IV an- riormente fue adoptado y ampliado tes de nuestra era, pasó a manos ma- con las vocales por los griegos y del cedonias (sitio y ocupación de Tiro en que deriva también el latino.

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Por último, cabe mencionar que la religión fenicia era muy parecida a la de otros pueblos de Asia menor; su panteón estaba constituido por deidades que representaban las principales fuerzas de la naturaleza, y en él destacaban El y Asherah, pareja principal de la que descendían los demás dioses, como Baal –dios de la lluvia– y Astarté –diosa de la fertilidad–. La celebración de los rituales religiosos incluía con frecuencia el ofrecimiento de sacrificios, a veces humanos, que eran oficiados por los sacerdotes y sacerdotisas, cuya dignidad era hereditaria.

Los arameos y los hititas En la zona de Siria y Palestina, además de los hebreos y los fenicios se asentaron también los arameos, cuyos estados iniciales se localizaron en torno a Damasco. Esta ciudad floreció especialmente durante la primera mitad del siglo IX antes de la era cristiana, durante el reinado de Ben Hadad I, quien, ante la cada vez mayor amenaza asiria, en tiempos de Salmanasar III, propició una alianza de los estados arameos del norte con los hititas para formar así un frente común contra el enemigo. Pese a ello, el monarca asirio logró derrotarlos e incorporar algunos de dichos estados a su imperio; pero esta derrota no arredró a Ben Hadad, quien al frente de una coalición de doce ciudades-estado meridionales logró resistir los nuevos ataques de Salmanasar, obligándolo a retirarse a Asiria. Hacia el año 850, Damasco consiguió aglutinar bajo su hegemonía los estados arameos del sur y constituirse en el único poder arameo de la zona. A la muerte de Ben Hadad, acaecida en el 842, le sucedió un período de paz con Asiria, que el nuevo rey, Jazael, supo aprovechar para dirigir sus deseos expansionistas hacia Israel, reino al que consiguió subyugar, y Judea, al que convirtió en tributario. Pero a partir del año 806, tras la muerte de Jazael, el imperio arameo comenzó a desmembrarse y el poder de Damasco decayó en favor del estado septentrional de Arpad, el cual en el transcurso de los años sufrió diversos asedios por parte de los asirios

Civilizaciones de Mesopotamia y Asia menor

y sus aliados, ante los que acabó capitulando. En la primera mitad del siglo VIII, las invasiones de Tiglat-Pilser III pusieron fin a la entidad política de Damasco y los territorios arameos bajo su influencia quedaron incorporados como provincias al imperio asirio. Por su parte, en la parte central de la península de Anatolia desarrollaron su imperio los hititas, pueblo de origen indoeuropeo, cuyo poder alcanzó su máximo esplendor entre los siglos XIV y XIII antes de nuestra era. La fundación del imperio hitita antiguo, que se remonta al 1600, se atribuye a Labarnas I. Su hijo y sucesor, Hatusilis I, instaló la capital del reino en Hatusa e inició la expansión territorial, que sería continuada por Mursilis I (entre 1550 y 1530), quien dominó la Siria septentrional y saqueó Babilonia, poniendo fin a la dinastía amorrita. A la muerte de este monarca sucedió un período de inestabilidad y luchas internas, hasta que accedió al trono Telepinus, quien consiguió dominar a los hurritas y frenar la decadencia hitita; a él se debe también la promulgación de una ley sucesoria que consiguió estabilizar la institución monárquica. Entre 1450 y 1380, los hititas sufrieron continuos ataques de los pueblos vecinos, que impidieron la ampliación y consolidación del imperio, pero con el acceso al trono de Supiluliumas aquél alcanzó su momento de mayor fuerza y gloria. El nuevo monarca reconstruyó el destruido imperio y lo amplió con la anexión de territorios sirios, venciendo inclu-

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so a los egipcios y los hurritas. Su sucesor, Mursilis II, consolidó las conquistas realizadas, de forma que cuando subió al poder Muwatalis (en torno a 1320) se encontró con un imperio poderoso y bien organizado. El control de Siria recrudeció los enfrentamientos entre los hititas y los egipcios, que libraron la batalla de Kadesh, la cual en apariencia se saldó con la victoria de Ramsés II, si bien el dominio efectivo quedó en manos hititas. De 1295 a 1240 prevaleció la paz y el imperio hitita vivió una fase de consolidación y desarrollo. Sin embargo, a partir de 1200 entró en franco declive, ocasionado en parte por las invasiones de los frigios y de otros pueblos, y poco después sólo quedaban algunas ciudades-estado en Siria septentrional. Los hititas alcanzaron una organización política y social notable; la monarquía era hereditaria y los reyes asumían todo el poder, legislativo, militar y judicial. La organización del estado era de tipo feudal, y la social, muy jerarquizada, con clases bien definidas: familiares reales, sacerdotes, funcionarios civiles y militares, artesanos y comerciantes, campesinos y, por último, pastores y esclavos. En el ámbito artístico destacan las esculturas monumentales, en las que se observa la influencia egipcia y babilónica, así como la cerámica y los objetos de metal. Cabe comentar, finalmente, que los hititas conocieron la escritura cuneiforme, que utilizaron en tablillas gracias a cuyo contenido se ha podido saber la historia y costumbres de esta antigua civilización.

Preguntas de repaso

1. ¿Qué dinastías cabe distinguir en la civilización sumeria? 2. ¿Entre qué siglos gobernaron los aqueménidas en Persia y cuáles fueron sus principales representantes? 3. ¿Cuál fue la principal aportación cultural de los fenicios? 4. ¿Quiénes libraron la batalla de Kadesh y cuál fue el resultado de la misma? 5. Citar los principales reyes caldeos de Babilonia.

LA CIVILIZACIÓN EGIPCIA

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a antigua civilización egipcia, que duró cerca de tres milenios, tuvo su principal núcleo de desarrollo en el valle del Nilo, desde el delta del litoral mediterráneo hasta aproximadamente la moderna Asuán, si bien los límites de las fronteras del imperio variaron a lo largo de los siglos. La agricultura y, en consecuencia, el asentamiento de población en esta zona de escasas o nulas precipitaciones fueron inicialmente posibles gracias a las periódicas inundaciones del río, que fertilizan el suelo, volviéndolo apto para los cultivos, y permiten el establecimiento de sistemas de regadío. Además, el curso fluvial también posibilita la comunicación entre las distintas zonas de la región. De ahí que el historiador griego Herodoto definiera acertadamente a Egipto como “el regalo del Nilo”. El descubrimiento a finales del siglo XVIII de la piedra Rosetta, en la que se hallaba una inscripción en caracteres jeroglíficos, demóticos y griegos, y la posterior investigación sobre la misma llevada a cabo por el francés Jean-François

Champollion, quien, comparando las tres escrituras, logró averiguar las claves de los jeroglíficos egipcios, han posibilitado el estudio de esta civilización, hasta entonces

sólo conocida por los relatos del sacerdote e historiador egipcio Manetón (s. III a.C.). Manetón escribió la historia de su país en griego y sólo han llegado hasta nosotros algunos fragmentos. Los descubrimientos modernos de otras fuentes, como la ya citada piedra Rosetta, la piedra de Palermo, el canon de Turín y otras, unidos a los abundantes hallazgos arqueológicos, han sentado las bases de la egiptología como ciencia y han contribuido a enriquecer de forma notable los conocimientos actuales sobre los egipcios. Sin embargo, y pese a su antigüedad, aún sigue vigente la primera clasifi-

La civilización egipcia concedió una gran importancia al arte de carácter funerario. Arriba, vista anterior y posterior del Sarcófago de Imenimenet (Museo del Louvre, París). Abajo, la momia de Pacheri, conservada en el museo del Louvre, en París. Fotografías de cabecera: genio alado del palacio real de Sargón I de Asiria (izq.) e imagen del dios Horus pesando el corazón de un muerto (der.).

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La civilización egipcia

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La religión en el antiguo Egipto De todos los aspectos que podrían comentarse de esta singular civilización, que tantos legados dejó a la humanidad, tanto en el orden artístico como en el científico (astronomía, medicina, matemáticas, etc.), y que tanta y tan importante influencia ejerció en toda el área mediterránea y de Oriente próximo, sin duda el que merece una mención especial es su marcada religiosidad, ya señalada por el historiador griego Herodoto, quien consideró a los egipcios “los hombres más religiosos del mundo”. Sin tener en cuenta el papel desempeñado por la religión, no podrían explicarse ni la sólida organización política que permitió la supervivencia del imperio del país del Nilo durante tres milenios, ni sus conflictos internos, ni su arte, ni siquiera la vida cotidiana de sus hombres. El éxito de la unificación llevada a cabo por el rey Menes, que dio origen al surgimiento del imperio antiguo, se basó en gran parte en la fusión que realizó en su persona de los emblemas de las deidades tutelares del alto y del bajo Egipto, la serpiente y el buitre. La deificación de los faraones, considerados en un primer momento como hijos o reencarnaciones del dios solar Ra, señor de la creación, y más tarde, durante el imperio medio, como encarnaciones de Horus, hijo de Osiris, explica la fuerza de estos monarcas y su poder para organizar el imperio con un férreo centralismo. La lucha por la supremacía de unos u otros dioses locales y, en consecuencia, la entablada entre las respectivas clases sacerdotales, está en la base de muchas de las rivalidades internas que se produjeron a lo largo de la historia de este pueblo. Por otro lado, y en sentido contrario, la tendencia sincretista de muchos faraones, que los llevó a fusionar en concordia a diversas divinidades locales, aunque fueran antagónicas, reforzó en muchos casos la autoridad de la monarquía. Finalmente, en otro orden de cosas, la importancia dada por los egipcios a la vida ultraterrena justifica la magnificencia de su arte funerario. El culto a Amón procedía de Tebas y se remonta al tercer milenio antes de nuestra era. Se lo representaba inicialmente con figura de carnero, si bien más tarde apareció con cuerpo de hombre y cabeza de dicho animal, o enteramente humano. Como ya se ha comentado, terminó fundiéndose con el dios Ra durante el imperio nuevo. El mito de Osiris se difundió sobre todo durante el imperio medio. Según tal mito, este dios murió despedazado por su hermano Set, pero la diosa Isis logró encontrar sus pedazos, menos el falo, y consiguió que Osiris resucitara y se convirtiera en monarca de la vida ultraterrena y en juez de los fallecidos. Según esta misma mitología, los faraones al morir se convertían en Osiris, y en vida encarnaban a Horus, hijo de Isis y de Osiris. En la iconografía, Osiris aparecía con forma de pájaro, del buey sagrado Apis o como una momia coronada por una mitra con el símbolo del alto Egipto y con las manos cruzadas sobre el pecho. La influencia de Amón se extendió por Grecia y Roma, donde fue identificado con Zeus y Júpiter, respectivamente. Por su parte, el culto a Osiris también trascendió fuera de Egipto y fue asociado a los ritos esótericos griegos, sobre todo al de Dionisos (el Baco de los romanos).

cación de Manetón, que agrupaba a los reyes en treinta dinastías, desde Menes hasta la conquista de Egipto por los persas (s. IV a.C.). Con fines didácticos cabe dividir el estudio de la larga historia del pueblo egipcio en cuatro períodos fundamentales: el predinástico, el imperio antiguo, el imperio medio y el imperio nuevo. Después de este último comenzó una larga fase de decadencia, que finalizaría con la incorporación de Egipto al imperio romano y, posteriormente, al mundo musulmán.

Egipto predinástico En general, se denominan predinásticas a las épocas que preceden a las dinastías de reyes conocidos. En el valle del Nilo, poblado desde tiempos remotos, la revolución neolítica llegó en torno al quinto milenio antes de nuestra era. Los primeros asentamientos se produjeron en el

norte, en las proximidades del delta, y de ahí, remontando el río, los primitivos agricultores fueron avanzando hacia el interior del continente. Así, pronto se diferenciaron dos focos culturales principales: el del bajo Egipto, próximo al litoral, de cuya actividad ofrecen magníficas muestras las estaciones arqueológicas de Fayum, Merimde y Maadi, entre otras, y el del alto Egipto, donde destaca el yacimiento de Tasa. Desde finales del quinto milenio hasta mediado el cuarto se desarrollaron las culturas badariense (yacimientos de Badari) y gerziense (Gerze), cuyos restos demuestran ya que estos primitivos egipcios dominaban de forma admirable las técnicas de la cerámica y del trabajo de los metales. Poco antes de finalizar el cuarto milenio, los ámbitos culturales del alto y del bajo Egipto se perfilaban aún más diferenciados. En el norte existían diversos reinos, que acabaron uniéndose en el de Buto; por su par-

te, en el sur destacaba el reino de Hieracómpolis. Cada uno tenía su propia deidad protectora (Uayit, diosa serpiente, y Nejbel, diosa buitre, respectivamente) y sus monarcas lucían atributos de diferentes colores: rojos, en Buto, y blancos, en Hieracómpolis. Precisamente de este último reino surgió, hacia el año 3100 antes de la era cristiana, la figura de Narmer (identificado con el rey Menes), que conquistó la región del delta, unió los emblemas y atributos de ambos reinos y fundó la primera dinastía del Egipto unificado.

Imperio antiguo El imperio antiguo abarca de la I a la XI dinastías, y se extiende en el tiempo desde el 3100 hasta el 2160 antes de nuestra era, aproximadamente. El primer monarca, Menes, estableció la capital del nuevo reino unificado en Tinis, dando de este modo ini-

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HISTORIA: EDAD ANTIGUA

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Arriba, singular panorámica de la Esfinge de Gizeh, tomada con los efectos luminosos creados para una representación de la ópera Aida junto a las pirámides. La esfinge egipcia encarnaba la figura defensora de las tumbas de los faraones. A la izquierda, la imagen del Escriba sentado (Museo de El Cairo) representa a un funcionario de la época de la V dinastía.

vio reflejada en la proliferación de monumentos funerarios, antes reservados a la realeza y ahora dedicados a personajes ajenos a la misma. Esta fase de decadencia y desorganización fue magníficamente reflejada por Manetón, quien en su obra afirma –aunque lo más probable es que no sea cierto– que durante la VII dinastía se sucedieron en el trono setenta faraones que sólo consiguieron gobernar un día cada uno. Apartir del año 2100 comienza el llamado primer período intermedio, caracterizado por las luchas entre dinastías rivales (VII y VIII, de Menfis; IX y X de Heracleópolis –Fayum– y XI de Tebas). Finalmente, los príncipes tebanos lograron imponerse a los demás y, con Mentuhotep II, quinto gobernante de la XI dinastía, Egipto se reunificó.

Imperio medio cio al período dinástico conocido como tinita, que abarca las dos primeras dinastías. Estos primeros soberanos sentaron las bases políticas y administrativas de lo que posteriormente caracterizaría al imperio egipcio; así, establecieron una monarquía fuerte y teocrática, en la que el rey era considerado de origen divino, y pusieron en marcha un sistema administrativo centralizado, según el cual todo el poder y el control quedaban en manos del faraón. Además de los logros organizativos, los egipcios consiguieron también en esta primera época un notable desarrollo económico, gracias sobre todo al perfeccionamiento de las técnicas agrícolas. Con la III dinastía, la capital se trasladó a Menfis. Este hecho inauguró el período menfita y, con él, la construcción de las grandes pirámides. A Imhotep, médico y arquitecto de la corte del faraón Zoser, se debe la edificación de la pirámide escalonada de Saqara. Años más tarde, hacia el 2600, en tiempos de los faraones Keops, Kefrén y Micerinos (IV dinastía), se construyeron las magníficas pirámides de Gizeh que llevan sus respectivos nombres. Esta fase de tan espectacular auge artístico se caracterizó también por la consolidación del poder monárquico y por la ampliación de los límites

territoriales del imperio; así mismo, se realizaron importantes intercambios comerciales con Fenicia, Chipre, y otros pueblos del Mediterráneo y se iniciaron avanzadas exploratorias por el interior del continente africano (Libia, Nubia), que habrían de redundar en la consecución de importantes fuentes de riqueza para el reino (trigo, ganado, minerales, etc.). La llegada de la V dinastía coincidió con el declive de la autoridad faraónica, debido al acceso al poder de los influyentes sacerdotes de Heliópolis; el culto al dios solar Ra se impuso en todo el imperio, los faraones asumieron la dignidad de “hijos de Ra” y se construyeron templos y obeliscos consagrados a esta divinidad por todo el territorio. La decadencia faraónica se incrementó aún más durante la sexta dinastía (2300-2170, aproximadamente), en especial bajo el reinado de Pepi II, quien subió al trono siendo niño, lo que propició la creciente influencia de una oligarquía, compuesta sobre todo por altos funcionarios provinciales (los nomarcas o gobernadores de los nomos, especie de provincias). Ello, unido al descontento creciente de las clases populares, dio como resultado, en el ámbito político y social, un período de inestabilidad y de desorden; en el terreno artístico, la autoridad de la citada oligarquía se

El imperio medio abarca desde el reinado de la XII dinastía hasta el de la XVII y se desarrolló en el tiempo entre 2040 y 1786 antes de Cristo, fecha esta última en la que comienza el segundo período intermedio. El decidido apoyo que el clero tebano prestó a la monarquía fue la causa determinante de que los faraones de la XII dinastía recuperaran la autoridad perdida.

Sarcófago dorado de la tumba de Tutankamón, faraón de la XVIII dinastía.

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Los sucesivos faraones de esta dinastía (Amenemes y Sesostris), una vez consolidado su poder, se ocuparon de crear un Egipto fuerte, próspero y estable. Emprendieron campañas bélicas contra los pueblos próximos (Nubia, Palestina, etc.), reforzaron militarmente las fronteras fortificándolas e impulsaron el comercio. En el reinado de Amenemes III, la prosperidad egipcia alcanzó su apogeo. Se perfeccionaron las técnicas de regadío, con el consiguiente desarrollo de la agricultura, y se impulsó la minería y la ganadería. En el ámbito social, el imperio medio se caracteriza por el surgimiento de una nueva y próspera clase media, compuesta por artesanos, comerciantes y escribas, entre otros; en el terreno religioso destaca el desarrollo del culto a Osiris, esposo de Isis y padre de Horus, cuya mítica muerte y resurrección garantizaban la vida eterna a todos los egipcios, lo que hasta entonces había constituido un privilegio exclusivo de los faraones. El auge cultural y literario de este período fue también notable. Desde las primeras décadas del siglo XVIII hasta comienzos del XVI antes de nuestra era se produjo una nueva fase de decadencia del poder real y de desintegración del estado, conocida como segundo período intermedio. La invasión de los hicsos (pueblos semitas) y el gobierno simultáneo de diferentes dinastías fueron las características dominantes de esta época, que finalizó con la entronización de Ahmés I, hacia el año 1570.

Imperio nuevo La victoria de los tebanos frente a los hicsos marca el inicio del imperio nuevo, que duró aproximadamente cinco siglos (1570-1085 a.C.), hasta que finalizó el reinado de la XX dinastía. Durante este período aparece ya en los jerogíficos egipcios la figura de Amón-Ra, lo que supone la fusión de ambos dioses en uno solo. Los faraones de la XVIII dinastía impulsaron el renacimiento del imperio egipcio, cuya capital se estableció en Tebas. Amenofis I inició una política de expansión territorial, continuada por sus sucesores Tutmosis I y II, expan-

La civilización egipcia

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Hitos principales de la civilización egipcia Acontecimientos importantes Imperio antiguo (3100-2160 a.C.) Dinastías: I-XI Principales faraones: • Menes • Zoser • Keops • Kefrén • Micerinos

– Unificación del bajo y alto Egipto. – Período tinita (dinastías I y II). – Traslado de la capital a Menfis. Período menfita. – Construcción de las pirámides de Saqara y Gizeh. – Influencia de los sacerdotes de Heliópolis. Culto a Ra en todo el imperio. – Declive de la autoridad faraónica y auge de los nomarcas.

Primer período intermedio (2160-2040 a.C.)

– Rivalidad entre Menfis, Heracleópolis y Tebas. – Reunificación de Egipto con Mentuhotep II.

Imperio medio (2040-1786 a.C.)

Principales faraones: • Amenemes I, II, III y IV • Sesostris I y II

– Amenemes I reorganiza el imperio. – Período de prosperidad, en especial con Amenemes III. – Desarrollo de la agricultura y de la minería. – Surgimiento de una clase social intermedia (artesanos, escribas, etc.) – Desarrollo del culto a Osiris.

Segundo período intermedio (1786-1570 a.C.)

– Invasión de los hicsos. – Gobierno simultáneo de varias dinastías.

Imperio nuevo (1570-1085 a.C.)

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Dinastías: XII-XVII

Dinastías: XVIII-XX

Principales faraones: – • Tutmosis III – • Amenofis III • Amenofis IV (Akenatón) – • Tutankamón • Ramsés II – • Ramsés III – Decadencia y dominaciones (1085-30 a.C.) Dinastías: XX-XXX Principales faraones: • Tolomeo I • Cleopatra VII

Establecimiento de la capital en Tebas. Identificación de Amón con Ra (Amón-Ra). Gran expansión territorial. Auge artístico y cultural (colosos de Memnón). Cisma religioso con la instauración del culto a Atón (Amenofis IV). Victoria de Ramsés II frente a los hititas. Esplendor de la arquitectura (Abu Simbel, Karnak, etc.). Éxodo de los hebreos, acaudillados por Moisés. Invasión de los pueblos del mar. Comienzo del declive.

– División de Egipto en reinos rivales. – Dominación persa (Asurbanipal, Artajerjes III) – Victoria de Alejandro Magno y dominación macedónica. Fundación de Alejandría. – Dinastía griega independiente tolemaica. – Suicidio de Marco Antonio y de Cleopatra. – Incorporación de Egipto al imperio romano por un decreto de Octavio.

sión que llegó a su máxima amplitud en tiempos de Tutmosis III (entre 1500 y 1450), quien, tras diversas operaciones militares en Asia, llegó a extender los límites imperiales hasta el Éufrates.

De arriba abajo, bajorrelieve de Sobek, sarcófago en miniatura de Tutankamón e imagen de la tumba de Nefertari.

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HISTORIA: EDAD ANTIGUA

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Durante el Imperio nuevo, Egipto sufrió numerosas transformaciones bajo el mandato de Ramsés II, que aparece en la imagen en una representación escultórica del templo de Luxor.

Durante el reinado de Amenofis III, Egipto vivió un período de paz que favoreció el florecimiento de la cultura y de las artes; de esta época data la construcción inicial del templo de Amón en Luxor (posteriormente ampliado por Ramsés II) y la realización de las monumentales estatuas conocidas como los colosos de Memnón. Su sucesor, Amenofis IV, centró su interés más en las innovaciones religiosas que en las conquistas territoriales o la consolidación de éstas; consecuencias de ello fueron, por un

lado, la pérdida de algunos territorios y, por otro, la instauración de una religión monoteísta, basada en el culto al dios solar Atón (de ahí que a este monarca se lo conozca también con el nombre de Akenatón). La reforma religiosa de este faraón provocó graves conflictos con los defensores del dios Amón, pero a la larga las ideas de estos últimos prevalecieron y, bajo el reinado de Tutankamón, yerno y sucesor del anterior faraón, se restablecieron las antiguas tradiciones.

La XIX dinastía se inauguró con la entronización de Ramsés I, cuyo hijo, Seti I, inició la reconquista de los territorios asiáticos perdidos en tiempos de Akenatón. Seti obtuvo diversas victorias que consolidaron las posesiones egipcias en Siria meridional y Palestina. A su muerte, le sucedió su hijo, Ramsés II el Grande. Ramsés II heredó un imperio bien organizado, pero tuvo que superar graves dificultades para conservarlo. De sus operaciones militares cabe destacar su campaña contra los hititas, iniciada en el quinto año de su reinado y cuyo objetivo primordial era la obtención del control de los territorios sirios. Durante dicha campaña obtuvo un decisivo éxito en la batalla de Kadesh, al escapar a la emboscada que le tendieron sus enemigos; sin embargo, éstos se atribuyeron la victoria, probablemente con mayor motivo, ya que de hecho el control de la disputada Siria pasó a sus manos. Al éxito de las campañas bélicas de Ramsés II hay que añadir, en otro orden de cosas, el notable impulso que este faraón dio a las artes y que tuvo su reflejo en la construcción de magníficos edificios desde Abu Simbel hasta el delta del Nilo; en la ampliación del templo de Amón, en Luxor, y en la terminación de la sala hipóstila (de columnas) del templo de Karnak, entre otras obras. Finalmente, cabe destacar que los historiadores fechan en el reinado de este faraón la sublevación de los hebreos, que desembocaría en el éxodo de éstos hacia Palestina, acaudillados por Moisés. Con Ramsés III (XX dinastía), el imperio egipcio vivió sus últimos momentos de esplendor, gracias a la victoriosa resistencia que este monarca logró frente a las invasiones procedentes de Asiria y Libia y a las protagonizadas por la confederación de los llamados “pueblos del mar” (filisteos, griegos dánaos y sardos, entre otros).

Período de decadencia La detención de las invasiones conseguida por Ramsés III mantuvo la integridad del imperio egipcio, pero

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por muy poco tiempo. En efecto, tanto durante el reinado de sus sucesores directos (hasta Ramsés XI; ss. XIIXI), como durante los de las dinastías XXI a XXV, el declive de Egipto avanzó de forma imparable y entre los siglos IX y VIII se plasmó en la desmembración del imperio en numerosos reinos y principados independientes. Esta descomposición favoreció más tarde (hacia el 660) la invasión de Asurbanipal, quien saqueó Tebas e incorporó los territorios egipcios al imperio asirio, consiguiendo de este modo hacer realidad una antigua ambición de sus antecesores. La victoria asiria inauguró para Egipto un largo período de sucesivas dominaciones. Así, tras la breve independencia lograda por Psamético I (XXVI dinastía), con Psamético III Egipto se convirtió en provincia persa, como consecuencia de la derrota sufrida frente a las tropas de Cambises II (525). Con la XXIX dinastía (s. IV), integrada sólo por tres reyes, la esperanza de autonomía resurgió de nuevo, pero en el 373 el persa Artajerjes III terminó definitivamente con ella.

Del Egipto helenístico a la dominación musulmana Pocos años después del triunfo de Artajerjes, la victoria de Alejandro Magno sobre el aqueménida Darío III (del 334 a 331) daría un vuelco a la situación: el dominio persa sucumbió y el territorio egipcio pasó a formar parte de la hegemonía macedónica. Cabe resaltar que de esta época data precisamente la fundación de Alejandría, notable centro artístico y cultural del Mediterráneo oriental y uno de los focos principales del helenismo. Transcurridas casi dos décadas desde la muerte de Alejandro Magno, Tolomeo I, hijo de Lagos, se proclamó rey de Egipto, inaugurando de este modo la dinastía independiente griega de los lágidas o tolemaica, cuyos monarcas se vieron envueltos en numerosas ocasiones en acciones militares contra los sirios. A esta dinastía perteneció Cleopatra VII, que gobernó junto a su esposo y hermano, Tolomeo XIV. La política de acercamiento a Roma mantenida por esta reina, amada por César y por Marco Antonio, fracasó definitiva-

La civilización egipcia

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mente cuando Marco Antonio se suicidó, tras su derrota en la batalla de Accio (Actium). Este hecho motivó, a su vez, el suicidio de Cleopatra, la posterior incorporación de Egipto al imperio romano por un edicto de Octavio (30 a.C.) y la desaparición definitiva del antiguo país del Nilo como entidad política independiente. En tiempos del emperador Teodosio I (s. IV d.C.), Egipto se convirtió en una diócesis del imperio romano de Oriente, y a mediados del siglo VII pasó definitivamente a manos musulmanas.

_ Preguntas de repaso 1. ¿Qué acontecimiento da inicio al imperio antiguo egipcio? 2. ¿A qué período corresponde el faraón Akenatón y por qué fue importante? 3. ¿Qué descubrimiento sentó las bases del estudio moderno de la civilización egipcia?

LAS CIVILIZACIONES DEL LEJANO ORIENTE

China Las excavaciones arqueológicas realizadas en China a lo largo del siglo XX demuestran la existencia de vida humana primitiva en esta zona del mundo desde el pleistoceno medio (unos 600000 años a.C.). Se han encontrado, así mismo, numerosos yacimientos que datan del paleolítico inferior

(Shanxi), medio (Dingun) y superior (Gobi). Se sabe que en el período posglacial, las zonas de Mongolia y Manchuria vieron florecer una cultura mesolítica de primitivos cazadores y agricultores, y también que los primeros asentamientos de población, característicos de la revolución neolítica, tuvieron lugar en las zonas de Chihfeng y Linxi.

Cántaro de barro de la cultura Kan-su (III-II milenio). Las excavaciones arqueológicas realizadas en China demuestran la existencia de restos de industria neolítica que se remontan al tercer y cuarto milenio antes de la era cristiana. Fotografías de cabecera: Templo de la colina de los mil budas en China (izq.) y cabeza india de Buda (der.).

Como en el caso de las culturas de Mesopotamia y Egipto, los orígenes de la civilización china se localizan en torno a un gran sistema fluvial, en este caso el del río Huanghe (Amarillo), según demuestran los abundantes restos de industria neolítica encontrados en la estación arqueológica de Yangshao (descubierta en 1920), algunos de los cuales se remontan al cuarto milenio antes de la era cristiana. Sin embargo, y pese a los espectaculares avances de los estudios arqueológicos en esta zona del extremo Oriente, muchos aspectos de los orígenes de la milenaria civilización china permanecen aún en la oscuridad o pertenecen al ámbito de la leyenda. Así, los antiguos historiadores chinos hacen referencia a una serie de legendarios monarcas, como Fuxi, Yao, Shun, Shennong o Yu, a los que consideran modelo de sabiduría y a los que atribuyen la invención de todos los saberes y técnicas hasta entonces conocidos, además de encarnar el ideal del buen gobernante. La tradición atribuye a Yu la fundación de la primera dinastía china, la Xia, cuyo hipotético origen se remonta a fines del III milenio antes de nuestra era. Según la leyenda, esta dinastía, integrada por diecisiete reyes, habría dado lugar a una civilización de tipo patriarcal, cuyas características básicas habrían de mantenerse ulteriormente a lo largo de los siglos. El último gobernante de esta dinastía fue supuestamente tan odiado por su pueblo, que terminó por ser derrocado, lo que supuso el acceso al trono de los Shang (o Yin), y con él la instauración de la primera monarquía perteneciente a la historia.

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Las civilizaciones del lejano Oriente

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La dinastía Shang La época Shang (ss. XVIII a XII a.C.) coincide con el inicio y desarrollo de la metalurgia del bronce. Durante el reinado de esta dinastía, integrada por cerca de una treintena de monarcas, se empleó ya una versión primitiva pero bastante perfecta de lenguaje escrito (escritura pictográfica e ideográfica), y las abundantes inscripciones, talladas en hueso y en caparazones de animales, halladas en las excavaciones de Anyang (región donde se emplazó la capital del reino) han aportado numerosos datos sobre este período. Parece universalmente aceptado que hacia el 1500 a.C., el pueblo Shang había desarrollado una civilización bastante avanzada; se edificaron ciudades-palacio, en las que trabajaban artesanos, maestros en el tratamiento del bronce y del jade; la economía agrícola estaba muy desarrollada, y la sociedad se estratificó en diversos estamentos (básicamente, nobleza, campesinado y habitantes de la ciudades), en la cima de los cuales se encontraba el rey, cuya autoridad era fundamentalmente religiosa. Se practicaba la adivinación y el culto a los antepasados, característico de la cultura china, como demuestran las urnas encontradas en los enterramientos de este período.

La dinastía Zhou Hacia finales del siglo XII antes de la era cristiana, los Shang fueron dominados por los Zhou (o Chou), procedentes del valle del Wei, en las regiones occidentales. El rey Wu Wang fue el fundador de esta dinastía, que más que innovar procuró consolidar la cultura de sus antecesores, que fue rápidamente asimilada. Continuaron los magníficos trabajos en bronce y la cerámica, se desarrolló la industria de la seda y se perfeccionó el lenguaje escrito. En el transcurso de los siglos, el hierro fue sustituyendo al bronce, lo que repercutió en el perfeccionamiento de los instrumentos bélicos. Desde el punto de vista político, el período Zhou se caracterizó por la consolidación de un cierto tipo de feudalismo, ya insinuado en la época anterior, y por la división del territorio

Porcelana que representa al filósofo Laozi (o Lao-tsé), fundador del taoísmo. La compleja situación política vivida durante la dinastía Zhou (ss. XII-VIII a.C.) favoreció la aparición de distintas escuelas de pensamiento, que sentaron las bases de la gran tradición filosófica china.

en una serie de feudos en los que trabajaba un campesinado dependiente de la clase noble. Se estableció un sistema tributario y se pusieron en práctica muchas de las costumbres que habrían de perdurar en China hasta épocas recientes, como la gran preocupación por el ceremonial. El poder de los monarcas, muy limitado por la aristocracia, fue en muchos casos meramente nominal. Los jefes locales gozaron de una gran independencia y con frecuencia rivalizaron por conseguir la hegemonía, lo que a la larga acabó por debilitar el poder central. A partir del siglo VIII, los anales antiguos distinguen dos períodos (el primero, del 780 al 480, y el segundo, del 480 al 250, aproximadamente), el último de los cuales, conocido como el de “los estados guerreros”, se caracterizó por los continuos enfrentamientos de los distintos jefes locales, prácticamente independientes, por

conseguir la hegemonía, lo que a la larga facilitó el dominio de los estados más grandes sobre los pequeños y provocó el debilitamiento del poder central de los reyes. El período Zhou constituyó, por otra parte, una fase de importantes avances intelectuales, que crearon los cimientos de la gran tradición filosófica de China. La compleja situación política favoreció la aparición de distintas escuelas de pensamiento, que entraron en controversia, y que habrían de tener una enorme trascendencia en los siglos ulteriores. Así, de esta época datan los célebres pensadores Confucio, defensor de los principios morales y creador del confucianismo; Laozi (o Lao-tsé), fundador del taoísmo, quien abogaba por vivir en armonía con la naturaleza, y Mencio (Mengzi o Mengtsé), defensor de la importancia de la educación.

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HISTORIA: EDAD ANTIGUA

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La dinastía Qin La debilidad de los últimos reyes Zhou, restringidos en Luoyang, la antigua capital del reino, facilitó su definitivo destronamiento por el príncipe de Qin, el estado más fuerte de todos los rivales, y que hacia el 220 a.C. se había hecho con el control de todos los demás. El nuevo monarca abolió el sistema feudal, impuso un gobierno férreamente centralizado y dictatorial y se proclamó emperador con el nombre de Shi Huangdi, fundando así el primer gran imperio chino. La dinastía Qin, aunque duró menos de dos décadas, tuvo una enorme trascendencia en la historia de China. El nuevo emperador, abandonando los principios de moderación defendidos por Confucio, impuso un centralismo despótico e introdujo un sistema tributario y legislativo que habría de influir poderosamente a lo largo de los siglos posteriores. El establecimiento del régimen de trabajos forzados permitió la realización de un avanzado sistema de regadío y de una extensa red de carreteras, que mejoraron ostensiblemente las comunicaciones; pero, dentro de este ámbito, sin duda, la obra de mayor relevancia del período Qin fue la construcción de la Gran Muralla, cuyo principal objetivo fue reforzar las fronteras que separaban los campos de cultivo, es decir, la fuente de alimentos del imperio, de las tribus bárbaras circundantes. Sin embargo, los Qin no pudieron comprobar la eficacia de este ingente amurallamiento. Los trabajos forzados, el

sucesivos emperadores tuvo que dirigirse a reforzar el poder central, en detrimento del de los nuevos príncipes feudales. El proceso de centralización, iniciado en el siglo II antes de nuestra era, fue simultáneo al de expansión territorial, que se plasmó en la ocupación de la rePlaca de oro y piedras preciosas gión de Ordos y incrustadas, ejemplo del arte chino de la la conquista del época de la dinastía Ming (Museo Británico, Londres). norte de Corea y, por el sur, en el sometimiento de los pueblos y territorios cantoneses. Por otro lado, China vivió en estos momentos un importante desarrollo La dinastía Han comercial y agrícola, así como el surEl triunfador de la revolución que gimiento de una nueva clase social de derrocó a los Qin, el terrateniente Liu terratenientes adinerados, que fue Pang, impuso su autoridad y fundó poco a poco sustituyendo a la nola dinastía Han, que habría de perdu- bleza. rar cuatro siglos (206 a.C.- 220 d.C.). Como ya se ha señalado, los empeLos emperadores Han adoptaron radores Han restablecieron los prinlos principios del confucianismo, abo- cipios de Confucio y las enseñanzas lieron las tiránicas leyes de sus prede- clásicas y, basado en ambos, crearon cesores y durante el primer período un sistema de exámenes para los carde reinado instituyeron un sistema gos públicos, sistema que, modificaparticipativo de consultas, en las que do ulteriormente, prevaleció en la se dirimían los asuntos más impor- educación y gobierno de China dutantes del imperio. Posteriormente, rante siglos. Durante esta época se una vez ganado el apoyo popular, la produjo también un importante flop o l í t i c a recimiento del budismo. de los Desde finales del siglo II de la era cristiana, las invasiones y las luchas civiles proliferaron, el imperio se fragmentó y se sucedieron diversas y efímeras dinastías hasta finales del siglo VI. despotismo de las leyes, la dura represión ejercida contra toda tendencia intelectual considerada sospechosa y la continua leva impuesta para poner en práctica la política expansionista del emperador crearon una situación de descontento generalizado entre el pueblo, que estalló durante el reinado del hijo de Shi Huangdi, dando paso a la segunda gran dinastía de la historia de China: la Han.

La reunificación

Uno de los antiguos palacios imperiales de Pekín, en la Ciudad Prohibida, construido durante la dinastía Ming.

A partir del año 581, la dinastía Shui, que sólo tuvo dos emperadores y fue fundada por Yang Jian, reunificó de nuevo el país, reorganizó la maltrecha administración y fortificó el terri-

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Las civilizaciones del lejano Oriente

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Principales hitos de la historia primitiva del lejano Oriente 3000 a.C. 2500-1500 1700-1100 1500 1100 800 560-480 480 371-289 327-325 320 269 250 220 206 185

Primeras culturas neolíticas en el valle del Indo. Culturas de Harappa y Mohenjo-daro en la India. Aglomeraciones urbanas regidas por reyes o rajás. Agricultura evolucionada y escritura no descifrada. Dinastía Shang en China; economía agrícola avanzada y estratificación social. En la India, primer período védico. Inmigración escalonada de los arios –tribus indoeuropeas– a la zona del Ganges, en la India. Se inicia la dinastía Zhou en China. Estado típicamente feudal, con un soberano absoluto. Asentamientos arios en la zona de Benarés e India central. Viven en China Confucio y Laozi, fundadores del confucianismo y el taoísmo, respectivamente. En la India vive y predica Buda. Comienza el período llamado de los “estados guerreros” en la China Zhou. Vive en China el filósofo Mencio, defensor de la importancia de la educación. Invasión de las tropas macedónicas de Alejandro Magno en la India. Chandragupta funda en la India oriental la dinastía de los Maurya. El monarca maurya Asoka inicia su reinado y defiende los principios del budismo. Inicio de la cultura Yayoi en Japón, que perduraría hasta el siglo II d.C. Supremacía de los Qin en China; el país es gobernado despóticamente durante dos décadas. Liu Pang derroca a los Qin en China e inaugura la dinastía Han, que habría de perdurar cuatro siglos. Fin de la dinastía Maurya en la India.

torio, reparando parte de la Gran Muralla. Durante esta dinastía tuvo lugar también la construcción del canal que unió los cursos del Huanghe y el Yangzi. Pero este breve período dinástico se vio azotado también por cruentas guerras contra los coreanos y los turcos, que levantaron una fortísima oposición popular. Como consecuencia de ella, Li Yuan, un oficial de los ejércitos del norte, apoyado por su hijo, impuso por la fuerza el mandato de la dinastía Tang. Durante el período Tang (618-907), China vivió una de las etapas de máximo esplendor; una serie continuada de gobernantes competentes consolidó el poder central y favoreció el auge de las artes (literatura y pintura) y de las ciencias (matemáticas y cartografía), al tiempo que eran sometidos sistemáticamente los pueblos fronterizos. Se incrementó el comercio, y la ancestralmente aislada China entró en contacto con otras civilizaciones, como la árabe, la india y la japonesa. Pero esta espectacular progresión quedó detenida en el año 751, con la derrota china frente a los árabes, que supuso la pérdida definitiva de las posesiones imperiales en Asia central. Este acontecimiento constituyó

el punto de inflexión a partir del cual China entró en una progresiva fase de decadencia, que acabó con la caída de los Tang y la atomización del imperio en numerosos pequeños reinos. Pese a la anarquía política reinante, en este período de disgregación vio la luz una importante invención: la imprenta. En la segunda mitad del siglo X, los Song consiguieron reunificar de nuevo el país. A partir de entonces, el sistema imperial creado por estas antiguas dinastías se prolongó durante siglos, con los mandatos sucesivos de los Yuang (1280-1368), los Ming (1368-1644) y los Qing (1644- 1911), continuidad sin duda favorecida por el tradicional aislamiento que esta zona del mundo mantuvo respecto de otras civilizaciones y, en especial, de la occidental, con la que hasta bien entrado el siglo XIV no se produjeron los primeros contactos comerciales.

India En el subcontinente indio, la sedentarización y la economía de poblado, típicos del neolítico, se produjeron en el III milenio antes de nuestra era. Entre el 2500 y el 1500 se desarrolló en el

valle del Indo una de las civilizaciones más antiguas del mundo, que desapareció probablemente antes de la invasión de los arios, por causas no del todo conocidas. Esta civilización se extendió por una zona de unos 1.500 kilómetros de largo y casi otro tanto de ancho, a partir del curso alto del Indo, hasta la costa del mar Arábigo (desde Irán a Bombay, aproximadamente). La población de la región se agrupaba comunitariamente en ciudades, cuyo diseño urbanístico respondía a un perfecto trazado geométrico, en contraste con el laberíntico que caracterizó las urbes mesopotámicas, y entre las que destacan Harappa y Mohenjo-daro. Las investigaciones arqueológicas llevadas a cabo en estas antiguas concentraciones urbanas han revelado la presencia de una serie de viviendas más lujosas y con mejores instalaciones que otras, lo que permite suponer que en esta primitiva sociedad existía ya un cierto grado de estratificación. Así mismo, el complejo sistema de desagües y pozos negros y los depósitos de agua potable encontrados indican el elevado grado de higiene alcanzado por esta cultura urbana. Los habitantes del valle del Indo cultivaron el trigo y el algo-

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Vista del gran stupa de Sanci, monumento funerario budista del arte sungga. El origen del budismo, religión cuyo objetivo principal es la consecución de un estado mental de paz completa o nirvana, se remonta al siglo V a.C.

dón, establecieron relaciones comerciales con los pueblos vecinos e incluso con los mesopotámicos, conocieron la técnica alfarera del torno, así como también la metalurgia de diversos metales (como el oro, la plata, el bronce y el cobre); practicaron así mismo un primitivo lenguaje escrito, que aún permanece sin descifrar, posiblemente emparentado con las lenguas dravídicas. A partir del 1500 a.C. comenzaron las invasiones de los pueblos arios, que, procedentes del norte, fueron penetrando en el subcontinente a lo largo del Indo, para extenderse más tarde hasta la región de Delhi, en la zona del Ganges y por la llanura central. Con el transcurso del tiempo, su dominio llegó hasta el Decán y las zonas meridionales. Los arios hablaban una forma arcaica del sánscrito, lengua de la familia indoeuropea a la que también pertenecen, entre otras, el griego, el latín, el celta, el germano y el persa. En esta lengua escribieron uno de los legados religiosos más importantes de la humanidad, los Veda, textos sagrados compuestos de cuatro libros (Rigveda, Yajurveda, Samaveda y Atharvaveda). Estos textos, atribuidos a la revelación de Brahma, recogen toda la mi-

tología y los rituales de la religión védica, que se impuso durante siglos, hasta que el jainismo y el budismo entraron en conflicto con ella. Con el tiempo surgieron colecciones de comentarios sobre estos textos, de entre las cuales destacan los Brahmanas, centrados en las técnicas de los rituales religiosos, y los Upanishads, de contenido místico-filosófico. En el siglo VII antes de la era cristiana, la sociedad de la India ya se hallaba claramente jerarquizada, según un primitivo sistema védico de castas hereditarias, que posteriormente habría de complicarse mucho más. En este sistema inicial se distinguían, en primer lugar, los sacerdotes o brahmanes, encargados de los rituales religiosos; los nobles guerreros o ksatriya, que desde la infancia recibían una educación militar especial, basada en estrictos principios de honor y fidelidad, y que gozaban de una serie de privilegios, como la posesión de tierras y animales; el pueblo o vaishya, en el que estaban incluidos tanto los campesinos como los artesanos y los comerciantes de las ciudades y del que dependía, en definitiva, la economía, y, por último, la población no aria o shudra, formada por lo general por indígenas sometidos a servi-

dumbre con la que las demás clases no tenían comunidad ritual. Esta primitiva escala social se diversificó de forma notable en los siglos siguientes, tal vez por el deseo de los sacerdotes y de los nobles de perpetuar su supremacía y también debido a la progresiva especialización de las funciones artesanales, dando lugar a múltiples castas intermedias y, en los estamentos inferiores, a los parias y los intocables. A lo largo de los siglos VI y V antes de nuestra era, los arios se fueron asentando en el subcontinente y formando pequeños estados independientes que dieron origen a distintas repúblicas y monarquías, gobernadas por la casta de los ksatriya. Estos estados perduraron en el Punjab hasta que, en las últimas décadas del siglo IV, sufrieron la invasión de las tropas macedónicas de Alejandro Magno (327-325). Entre tanto, en el este destacaba la dinastía de los Maurya (320185 a.C.), fundada por Chandragupta I, quien ocupó el trono de Magadha tras dar muerte al último soberano de los Nanda; bajo su reinado se unificó todo el norte de la India y se estableció la capital en Pataliputra; la retirada de Alejandro facilitó, sin duda, el imparable avance de Chandragupta

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sobre los anteriores dominios macedónicos y la fundación del primer imperio de la India. Por aquel entonces habían surgido ya diversos movimientos religiosos contrarios al brahmanismo, de los cuales merecen especial mención por su enorme influencia el jainismo, fundado por Mahavira, y el budismo de Siddhartha Gautama especialmente (Buda). El budismo fue defendido por el rey maurya Asoka (269-232 a.C.), quien heredó un vasto imperio, cuyos límites se extendían prácticamente hasta el extremo meridional del subcontinente. Impresionado por el sufrimiento y la desolación que ocasionaban las guerras, Asoka renunció a las campañas militares y gobernó conforme a los principios del budismo: procuró el máximo bienestar para sus súbditos, defendió la tolerancia y el pacifismo y sostuvo siempre la primacía de las conquistas derivadas de la justicia y la equidad sobre las conseguidas por la fuerza de las armas. Llevado por su celo religioso, Asoka envió misioneros budistas a Siria, Egipto, Macedonia, Birmania y Ceilán (Sri Lanka). La dinastía de los Maurya no so-

Las civilizaciones del lejano Oriente

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La desaparición del brevivió a la muerte de Asoka. imperio de los Gupta, En el largo período comprendebida en parte a la indido entre los siglos II a.C y II d.C. sobresalieron las divasión de los hunos, connastías Sunga y de Kusdujo a un localismo sujeto han, en una fase de la hisa interminables guerras ditoria de la India caractenásticas y a la aparición de rizada por la división numerosos estados indepeninterna y las sucesidientes. En esta situación, los vas invasiones de brahmanes recuperaron su anotros pueblos. Fiterior poder y se impuso el hinnalmente, durante duismo, religión sincrética que los siglos III a V de desde la racionalidad trató de nuestra era, los aunar elementos védicos con primeros reprejainistas, budistas y otros musentantes de la chos tomados de creencias y dinastía Gupta rituales particulares de di(Chandragupta I, versos pueblos. La tríada Samudragupta de dioses principales de y Chandragupesta religión, que tanta ta II) consiguierepercusión tendría ron unificar en la India a lo largo de nuevo de los siglos postegran parte riores y hasta la acdel subcontualidad, era BrahMiroku en meditación, escultura de bronce tinente. ma, creador del unirealizada durante el período asuka. El reinaverso; Siva, dios de do de los la destrucción, y Gupta fue Visnú, que encarna probablemente el más brillante de la el principio de conservación del antigua India. Desde finales del si- mundo. glo IV hasta el VI florecieA partir del siglo XI comenzó el doron diversas escuelas de minio musulmán en la India y con él filosofía, proliferaron los la amplia difusión del islam ya introestudios literarios y la ducido en siglos anteriores, dominio poesía y el drama alcan- que habría de prevalecer prácticazaron su máximo esplen- mente hasta la ocupación portuguesa dor, este último con figu- y británica. ras de la talla de Kalidasa (s. V). El sánscrito se Japón generalizó en la corte como lengua oficial, se construyeron magnífi- Los pobladores de Japón, procedencos templos, de estilo tes del continente asiático, desarrollasobrio y austero, y las cien- ron dos culturas neolíticas destacacias (medicina, astro- bles: la de Jomon, cuyos orígenes se nomía, matemáticas) al- remontan hasta el VIII milenio antes canzaron un nivel com- de nuestra era y que se mantuvo hasparable al de las griegas. ta el siglo III a.C. aproximadamente, En este punto merece es- y la Yayoi, cuyo desarrollo fue muy pecial mención la inven- posterior (entre mediados del sición de la notación nu- glo III a.C. a mediados del III d.C.), y mérica decimal y la in- cuyo fin coincide con el inicio del corporación del cero al período antiguo de la historia japosistema numérico que nesa. Hacia el año 250 de nuestra era, Jamás tarde sería introducido en Europa por los pón fue invadido por tribus de origen Representación escultórica de Ashura, divinidad de tres árabes a través de la pe- mongol, que se asentaron en sus terricabezas y seis brazos, durante el período Nara (Templo torios. El Kojiki y el Nihongi (712 y 720, nínsula ibérica. Kofuku-ji, Nara).

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que extendió su ámbito de influencia hasta la llanura de Yamato. De este primer período destaca la invasión de Corea, llevada a cabo durante el siglo IV por la emperatriz Yingo (o Jingo), en nombre de su difunto esposo y de su hijo, gracias a la cual Japón pudo conocer y asimilar profundamente la cultura china. La organización social japonesa por aquel entonces se basaba en los clanes, controlados por un jefe militar (omi) y otro que asumía funciones de ordenamiento y sacerdotales (muraji). Inicialmente, el imperial sólo fue el clan hegemónico sobre los demás, pero con el paso del tiempo, y debido sobre todo a la influencia de la cultura china, el poder del emperador y de sus ministros (muchos de ellos murajis y omis) fue en aumento, con lo que la organización política y la administración se centralizaron. En el ámbito religioso destaca la introducción del budismo en el siglo VI desde Corea, religión que fue ampliamente difundida en tiempos del clan imperial Soga y que vino a competir con el primitivo sintoísmo japonés. Tras esta época primera, y hasta la llegada de los europeos en el siglo XVI, se sucedieron en Japón diversos períodos. Durante el período Nara (710-784), la cultuArriba, retrato de Wou Kiun, de autor anónimo, perteneciente al período Kamakura. Abajo, retrato del ra china y el budismo alcansiglo XII de Yoritomo, iniciador del período zaron una amplia difusión, anteriormente citado. en especial durante el mandato del emperador Shomu. respectivamente), obras que recogen En el período Heian (794-1185) impede forma alegórica la historia japone- ró la paz, floreció una auténtica culsa de este período, relatan cómo tura japonesa y surgió una clase de Amaterasu Okimani, diosa del sol y policía militar cortesana, integrada reina del más fuerte de estos pueblos por los samurai, que en los siglos siemigrantes, envió a su nieto para es- guientes habrían de hacerse con el potablecer el orden e imponer la paz. der. El período Kamakura (1192-1333) De él habría de descender Jimmu Ten- se caracterizó por la desaparición del no, el primer emperador del Japón, antiguo sistema monárquico, que dio

paso a un tipo de feudalismo controlado por los samurais y por la imposición del gobierno de los shogun (dictadores militares); durante este período tuvo lugar también la detención por parte de los japoneses de la invasión mongola, lo que sentó las bases del profundo sentimiento de orgullo nacional que caracterizaría a este pueblo en el futuro. Al período Kamakura le sucedió el shogunato de Muromachi o Ashikaga (1338-1573), durante el cual los japoneses llegaron a sufrir cruentas guerras civiles que mermaron el poder de los shogun en favor de la emergente clase social de los daimio, señores feudales de base campesina. Ya en la segunda mitad del siglo XVI, el daimio Oda Nobunaga consiguió imponer la paz y unificar el estado. La influencia europea, que a través del comercio y de la misión evangelizadora de los católicos había penetrado en Japón, como lo atestigua, entre otras cosas, el uso de armas de fuego, introducidas por los portugueses y utilizadas en las guerras civiles mencionadas, se vio drásticamente restringida a partir de la instauración del shogunato de Tokugawa (1603-1867), fundado por Ieyasu. La hermética actitud de este último ante cualquier tipo de penetración extranjera prevaleció durante más de dos siglos, durante los cuales Japón vivió encerrado en sí mismo, económicamente autosuficiente y regido por un férreo sistema feudal, hasta que con la entronización de Mutsuhito, ya en la segunda mitad del siglo XIX, se iniciara la modernización del país.

_ Preguntas de repaso 1. ¿Durante qué dinastía china aparecieron las figuras de Confucio, Laozi y Mencio? 2. ¿Qué castas sociales establecía el primitivo sistema védico de la India? 3. ¿A quién se atribuye la fundación del imperio japonés?

LA CIVILIZACIÓN GRIEGA

L

a parte continental de Grecia constituye la extensión meridional de la península balcánica y coincide con el término de varias cadenas montañosas dispuestas de norte a sur. Por esta razón, la mayor parte del país está compartimentada en espacios de terreno delimitados por montañas, lo que antaño facilitó el desarrollo natural de las ciudades-estado (polis) separadas, características de la civilización antigua griega. Por otro lado, el golfo de Corinto divide casi por completo esta parte continental en dos mitades, unidas por un estrecho istmo: la meridional, formada básicamente por el Peloponeso, donde se desarrollaron las ciudades principales de Corinto y Esparta, y la septentrional, que incluía las antiguas regiones de Beocia, Tesalia, Epiro y Macedonia, entre otras. Situada al este del Peloponeso y bañada por el mar Egeo, se hallaba la región de Ática, cuya capital fue Atenas. Rodeada de mares, Grecia consta además de una importante parte insular, compuesta fundamentalmente por dos grandes grupos de islas: las jónicas, en el oeste, y las del mar Egeo, en el este y el sur. La mayor y más meridional de estas últimas es la isla de Creta, en la cual se desarrolló la civilización más característica de todo el ámbito egeo prehelénico, la cretense, llamada también minoica en honor del legendario rey Minos de Cnosos (o Knosos). El mayor o menor contacto de las distintas zonas continentales con las culturas del Egeo, y en especial con la minoica, determinó en gran medida su distinto grado de desarrollo y evolución posteriores, que fue superior y

más rápido en las regiones meridionales que en las noroccidentales.

La cultura cretense Los primitivos habitantes de la isla de Creta entraron de lleno en la edad de los metales (metalurgia del bronce) antes que ningún otro pueblo de Europa (III milenio a.C., no después del año 2700). Al legendario rey Minos se atribuye la formación del imperio marítimo cretense (talasocracia), que per-

mitió a su pueblo el establecimiento de relaciones comerciales con las restantes islas del Egeo y otras partes del mundo conocido, entre ellas Egipto. La prosperidad, lograda en parte gracias a esta intensa actividad mercantil, permitió a los cretenses desarrollar una civilización refinada y relativamente pacífica, en la que proliferaron populosas ciudades, nunca amuralladas, reflejo de la actitud confiada de sus moradores, más dados a las fiestas, los deportes y los juegos –incluido el peligroso del toro– que a

La civilización minoica o cretense se caracterizó por sus ciudades populosas con grandes edificios y palacios, como el de Cnosos, que aparece en la imagen, por su sentido comercial, por sus conquistas artísticas y por la forma de gobierno. Fotografías de cabecera: ánfora ática del siglo VI a.C. (izq.) y puente romano sobre el Gard, en Francia (der.).

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las campañas militares. En estas ciudades destacaron los vastos conjuntos palaciegos, como el de Cnosos, cuyas instalaciones y servicios superaron con mucho a los de cualquier otra civilización occidental coetánea. La forma de gobierno minoica fue la monarquía, al frente de la cual se hallaba el rey, en quien confluía todo el poder político, así como la administración de los recursos, y que era objeto también de culto religioso. Los cretenses desarrollaron una importante artesanía y desde el 1700 a.C. conocieron la escritura, si bien casi todas sus tradiciones se transmitieron por vía oral. Aunque hacia el 1400 antes de nuestra era esta civilización se sumió en la oscuridad, posiblemente debido, entre otras causas, a las invasiones de los dorios, pueblo de origen indoeuropeo, la influencia minoica se dejó sentir con fuerza en el modo de vida de gran parte de la Grecia continental y, en especial, en las regiones meridionales del Peloponeso y Ática, así como en parte de Beocia y, en menor medida, en Tesalia.

El auge de Micenas Entre el III y el II milenio antes de la era cristiana, los aqueos llegaron a la cuenca del Egeo, donde se establecieron y desarrollaron una brillante civilización propia, cuyos centros fueron Tirinto y, sobre todo, Micenas, ciudad que ejerció la hegemonía sobre las demás. El origen de los aqueos, identificados durante varios siglos con los griegos porque ejercieron su hegemonía sobre todo el país, es discutido. Según algunas teorías fueron sólo una de las muchas tribus locales de raza pelásgica que habitaban el territorio griego y que, en un momento de su evolución, se lanzaron desde su tierra de origen, Tesalia, hacia el Peloponeso, donde asimilaron y continuaron la cultura minoica. Sin embargo, existen sustanciales diferencias entre la civilización aquea y la minoica que ponen en tela de juicio esta hipótesis. En efecto, a diferencia de la cretense, la micénica fue una sociedad belicosa, como lo atestiguan las grandes murallas que datan de ese período y su conocimiento de los carros tirados por caballos. Ade-

Máscara de oro del rey Agamenón, procedente de una tumba de Micenas conservada en el Museo Nacional de Atenas. La civilización micénica se desarrolló en la península del Peloponeso entre los años 1700 y 1200 a.C.

más, la cultura minoica no conoció el hierro, y la micénica sí. Por último, otra diferencia significativa es la relativa a los rituales funerarios: los cretenses enterraban a sus muertos y los aqueos los incineraban. Por todo ello parece más verosímil la hipótesis que defiende el origen centroeuropeo de estos últimos, que habrían llegado a la cuenca del Egeo atravesando Tesalia y no desde dicha región. Seguros en el interior, los aqueos extendieron su dominio también por parte del litoral asiático; de esta época data la famosa guerra de Troya, tan magníficamente cantada por Homero en su Ilíada. Pero la civilización micénica sucumbió, como la cretense, ante el avance de los dorios, cuyo dominio supuso el estancamiento del desarrollo político, social y cultural de Grecia durante casi cuatro siglos.

El dominio dorio La invasión de los dorios (hacia el 1100 a.C.), identificados con los míticos “heráclidas” (descendientes de Heracles, el Hércules romano), supuso, en efecto, un paso atrás en la civilización de esta parte del mundo. Este pueblo tosco, belicoso e inculto, originario del norte, se estableció en primer lugar en Corinto, desde donde pronto dominó toda Grecia, con excepción del Ática, que logró resistir a sus ataques, y de la Arcadia, reducto alpino del Peloponeso adonde no llegaron. Poco proclives a fusionarse con los autóctonos ni a asimilar las culturas preexistentes, los dorios impusieron su dominio por la fuerza, creando la inseguridad y el caos por donde pasaban. Este hecho tuvo importantes consecuencias posteriores; entre ellas destacan la huida masiva de la población autóctona (pelasgos) y de los aqueos hacia otras zonas más seguras, como el litoral de Asia menor, donde habrían de entrar en contacto con las culturas orientales, cuya influencia propiciaría siglos más tarde el renacimiento de la cultura griega. Otra consecuencia no menos notable fue la formación de una fuerza de resistencia aqueo-pelásgica, que tuvo su principal foco en el Ática y en las

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Cabeza femenina policromada, realizada en mármol, esculpida durante la Grecia arcaica.

islas Jónicas (de ahí que se les llamara jonios) y que defendió la supremacía de los atenienses sobre los intrusos. Por último, la inseguridad creada por las invasiones propició el progresivo agrupamiento de los aislados pobladores del campo en las cimas de las colinas (acrópolis), más inaccesibles, lo que dio origen a las características polis griegas. El período de las invasiones se conoce como “la edad media” de Grecia y finalizó en el siglo VIII antes de la era cristiana, momento en el que los antiguos griegos iniciaron de nuevo el desarrollo de lo que habría de convertirse en una de las culturas más influyentes de toda la civilización occidental.

Grecia arcaica

pio solían constar sólo de un centro fortificado, un conjunto de edificaciones residenciales y comerciales y una extensión de terreno circundante donde se practicaba la agricultura y la ganadería. En estas ciudades, la población se agrupaba inicialmente en tribus, dentro de las cuales se distinguían las fratrías o hermandades, integradas exclusivamente por miembros de acreditado parentesco, y las gene, unidades menores compuestas por nobles. De estas gene procedían los altos funcionarios y el rey. En la vida política de estas ciudades participaban todos los ciudadanos salvo los siervos y los esclavos. El rey y los altos funcionarios constituían un consejo rector, cuyas decisiones eran ratificadas por la asamblea de los representantes del pueblo llano (artesanos, campesinos, comerciantes, etc.). Con el transcurso del tiempo, la primitiva monarquía dio paso paulatinamente al gobierno de la aristocracia: los reyes desaparecieron o

La civilización griega

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se vieron reducidos a un cargo honorífico (salvo en Esparta y en Macedonia) y los nobles, cada vez más fuertes, se hicieron con el poder en detrimento de la asamblea del pueblo. A partir de la segunda mitad del siglo VIII, el crecimiento demográfico, el amor a la aventura, el desarrollo del comercio interior y la escasez de recursos por parte del pueblo, provocada por los latifundios de la nobleza, propiciaron un fenómeno que habría de tener importantes repercusiones ulteriores: la colonización. En efecto, las principales polis (Mileto, Focea, Rodas, Megara, Esparta y, sobre todo, Atenas) fundaron numerosas colonias en todo el Mediterráneo y Asia menor, lo que contribuyó a la difusión de la civilización griega, posibilitó el intercambio entre diversas culturas y desarrolló de forma notable la economía helena, en especial la ateniense. En este punto merece la pena resaltar que del mismo modo que faltaba una ligazón nacional entre las diversas ciudades-estado, que eran absolutamente independientes entre sí, la relación entre las colonias y la ciudadmadre tampoco fue de dominio o dependencia, como en otros imperios coloniales. Por el contrario, el vínculo que las unía era exclusivamente de carácter moral o sentimental y ni siquiera existía una servidumbre económica entre la una y las otras. Pese a todo, la actividad colonizadora dio un impulso notable a la economía griega, lo cual repercutió en el ámbito social y en el político. Así, el surgi-

El período arcaico de la historia de Grecia comprende desde finales del siglo VIII hasta comienzos del V antes de la era cristiana, momento a partir del cual se inicia la llamada “edad de oro” griega o “siglo de Pericles”. Asolados por las invasiones, divididos e inseguros, los griegos primitivos se agruparon en unas unidades de convivencia, que habrían de constituir el eje del posterior período clásico: las polis. Las polis eran ciudades-estado soberanas, aisladas entre sí y constituidas en las El Tesêion de Atenas es uno de los templos griegos de la época dórica mejor conservados. acrópolis; al princi-

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HISTORIA: EDAD ANTIGUA

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miento de una nueva clase de comerciantes enriquecidos, ambiciosos de poder, unido al descontento del pueblo llano por los excesos de la aristocracia mermaron la autoridad de esta última, que se enzarzó en rivalidades internas, y originaron diversas revueltas sociales. Los intentos reformadores de algunos legisladores y estadistas, como los atenienses Dracón (s. VII) o Solón (uno de los siete sabios

de Grecia; ss. VII-VI), cuyas reformas sentaron las bases de lo que posteriormente sería la democracia de Atenas, no impidieron que la tiranía se impusiera como forma de gobierno. La tentación de interpretar los hechos acontecidos en otras épocas desde una óptica moderna hace incurrir con frecuencia en graves errores. Por ello es importante aclarar que en el contexto de la antigua Grecia la tira-

nía no tuvo el matiz opresor y despótico que suele asociarse a esta forma de gobierno en la actualidad. Por el contrario, se llamaba tirano, simplemente, a la persona que ejercía el poder sin gozar de ningún derecho hereditario para ello. De hecho, algunos tiranos griegos, como el ateniense Pisístrato (h. 600-527), fueron muy populares y eficaces, defendieron la igualdad política de los comerciantes

La religión en Grecia Dos fueron los elementos integradores de la atomizada Grecia antigua: por un lado, la lengua, común a todas las ciudadesestado, y por otro, la religión. Los dioses de los primitivos pelasgos estaban íntimamente asociados a las fuerzas terrestres, como lo demuestra el hecho de que oraran mirando hacia el suelo y de que dos de sus divinidades principales fueran precisamente la diosa Gea, la Tierra, madre universal que aseguraba la continuidad de la vida, y Deméter, que encarnaba el ciclo de la vegetación. Parece ser que la creencia de que las divinidades residían en la morada celestial del Olimpo, tan magníficamente difundida por Homero, fue una aportación de los aqueos. En efecto, a lo largo de los siglos, los sucesivos invasores que poblaron esta parte del mundo trajeron consigo sus respectivas creencias y panteones y, mientras que en el ámbito militar sometían a la población, en el religioso se mostraron mucho más respetuosos, permitiendo la supervivencia y la mezcla de diversas mitologías; ello, unido al sincretismo que caracterizó el período helenístico en todos los aspectos y que, como era de esperar, abarcó también al religioso, dio como resultado la coexistencia e incluso la superposición de un sinfín de cultos, creencias y divinidades, muchas de las cuales pasaron, con distintos nombres, a Roma. Los dioses olímpicos eran antropomórficos, vulnerables y estaban sujetos a las mismas pasiones que los humanos. El principal fue Zeus, el rector de todos ellos, hijo de Cronos (el Tiempo) y de Gea. Hacía reinar la justicia en la tierra y regía los fenómenos atmosféricos, por lo que su atributo era el rayo. Tutelaba las instituciones humanas, protegía a las familias, al Estado y la libertad del pueblo, y velaba por el cumplimiento de los pactos. Fruto de los apasionados amores de Zeus con diversas diosas nacieron, entre otros muchos, Hermes, mensajero de los dioses y patrón de los viajeros, los comerciantes y los ladrones; Apolo, ideal del joven héroe, dios de la belleza y de la adivinación (fueron célebres durante siglos los oráculos de este dios en Delfos); Atenea, diosa de la sabiduría, las ciencias y las artes; Dionisos, dios de la vegetación y de la vid y el vino, en cuyo honor se dedicaron las célebres fiestas dionisíacas, donde se encuentra el origen de la dramaturgia y la lírica griegas, y Artemisa, protectora de los animales salvajes y de la caza. Zeus, que pasó a Roma con el nombre de Júpiter, fue muy venerado en toda Grecia, pero especialmente en Dodona, Olimpia y Creta. Los hermanos de Zeus, Poseidón y Hades, eran, respectivamente, los señores del mar y de los infiernos. La esposa de Zeus, Hera, protegía el matrimonio, y la primitiva Deméter se constituía en la diosa de la fecundidad y de la fertilidad de la tierra. Otras divinidades olímpicas importantes fueron Ares, dios de la guerra; Hefesto o Hefaistos, dios del fuego y de la forja; Asclepio, dios de la medicina; Afrodita, diosa de la belleza y del amor, y Eros, dios-niño, protector del amor carnal. Como ya se ha comentado antes, prácticamente todas las divinidades olímpicas pasaron posteriormente a Roma. Para mayor claridad, a continuación se especifica la equivalencia entre unas y otras. Panteón olímpico

Panteón romano

Zeus Hermes Atenea Dionisos Artemisa Poseidón Hades Hera Deméter Ares Hefesto o Hefaistos Asclepio Afrodita Eros

Júpiter Mercurio Minerva Baco Diana Neptuno Plutón Juno Ceres Marte Vulcano Esculapio Venus Cupido

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Resumen cronológico de la antigua Grecia 2700-1400 a.C. 1600-1100 1100 900 850 708 657-580 624 600-522 594 550 537 527-514 510 495 492 490 481 479 440 431 429 404 356 338 337 336 335 334-333 332 330 327-325 323

Desarrollo de la civilización cretense o minoica. Desarrollo de la cultura micénica. Comienza la invasión de los dorios. Fundación de Esparta. Fecha en que, según Herodoto, vivió Homero en Asia menor. Fundación de Tarento, en la península italiana. Tiranía de Corinto. La época de mayor esplendor de esta ciudad, que se convierte en la primera potencia marítima de Grecia. Legislación de Dracón para Atenas, con severos castigos a los delincuentes. Tiranía de Pisístrato en Atenas. Creso de Lidia somete a los jonios. En Atenas, Solón democratiza las instituciones políticas. Fundación de la liga del Peloponeso, liderada por Esparta. Tiranía de Polícrates en la isla de Samos. Hipias e Hiparco suceden como tiranos de Atenas a su padre, Pisístrato. En Atenas, Clístenes profundiza en la democratización de las instituciones políticas. Nace Pericles. Los persas, mandados por Mardonio, conquistan Tracia y Macedonia. Primera guerra médica. Victoria ateniense en la batalla de Maratón. Atenas se convierte en la potencia hegemónica de Grecia. Formación de una liga militar griega, dirigida por Esparta. Segunda guerra médica. Paso de las Termópilas. Los persas invaden Beocia y el Ática. Jerjes saquea Atenas, cuya población huye a las islas cercanas. Fundación de la liga de Delos. Batalla de Platea y victoria de la armada griega en la batalla naval de Micala. Rebelión de la isla de Samos contra la hegemonía ateniense de Pericles. Se inicia la guerra del Peloponeso entre Esparta y Atenas. Pericles contrae la peste y muere. Asedio y capitulación de Atenas y fin de la guerra del Peloponeso. El auténtico vencedor de esta guerra no fue Esparta, sino el imperio persa. Filipo II se convierte en rey de Macedonia. Batalla de Queronea: la victoria de Filipo de Macedonia sobre los griegos la decide la caballería, mandada por su hijo Alejandro. Duro castigo a Tebas y paz generosa para Atenas. Liga de Corinto bajo la hegemonía de Macedonia, formada por todas las ciudades griegas, excepto Esparta. Filipo de Macedonia muere asesinado a los 47 años y le sucede su hijo, Alejandro Magno. Alejandro Magno destruye Tebas. Alejandro Magno cruza el Helesponto y conquista Asia menor. Alejandro Magno ocupa Tiro. Persépolis es incendiada por las tropas de Alejandro Magno. Finaliza la hegemonía persa. Expedición de Alejandro Magno a la India. Alejandro Magno muere de paludismo en Babilonia a los 33 años de edad, y su imperio se disgrega.

y artesanos, disminuyeron el poder de la nobleza y minimizaron las diferencias entre las distintas clases y razas. Además, su defensa de un poder público fuerte fue una de las bases que facilitó el establecimiento de la democracia en Atenas, instaurada por Clístenes (segunda mitad del siglo VI). Clístenes se hizo con el poder de Atenas tras el derrocamiento del tirano Hipias. A partir de este momento comenzó una profunda reforma política, que presentó dos rasgos fundamentales. Por un lado, se crearon más de 140 circunscripciones territoriales

(demos) y el derecho de ciudadanía pasó a depender de la pertenencia a estos demos, en lugar de serlo de las fratría o de las gene, con lo que el poder político del pueblo creció. Por otro, Ática quedó fragmentada en tres regiones –Atenas y sus alrededores, la costa y el interior–, que a su vez se subdividieron en distintas circunscripciones, de las cuales, mediante un complejo sistema de sucesivos agrupamientos selectivos, saldrían elegidos por sorteo los integrantes del nuevo consejo, en el que todos los demos estaban proporcionalmente representados. Además de las reformas

políticas, Clístenes reorganizó también el ejército ateniense, que se agrupó en regimientos al frente de los cuales se puso a un general elegido (strategos). La labor de este estadista ateniense supuso el antecedente inmediato del desarrollo de la democracia que se alcanzaría durante el siglo siguiente, en tiempos de Pericles. Mientras que en Atenas la sociedad y la política evolucionaban de la forma hasta aquí comentada, Esparta, la otra gran potencia hegemónica de la antigua Grecia, mantuvo la institución monárquica hereditaria; en ella, los monarcas compartían el poder

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con un consejo de ancianos, cinco magistrados supremos (éforos) y una asamblea popular en la que estaban representados los ciudadanos espartanos; éstos, en realidad, constituían una clase privilegiada (conquistadores dorios), diferente de la de los ilotas (población indígena sometida) y de la de los periecos (ciudadanos libres pero privados de derechos políticos). Esta situación de dominio propició el hecho de que Esparta se centrara sobre todo en reforzar su poderío militar en detrimento de otros aspectos, como los sociales, los artísticos o los económicos. Algunos autores comentan con acierto que Esparta no tenía un ejército: era un ejército. Las severas instituciones, cuyo origen se atribuye al mítico Licurgo, imponían a los espartanos una férrea disciplina que anulaba toda individualidad en favor del Estado. La formación militar iniciada en la temprana infancia, la ausencia de todo tipo de comodidad, incluida la más elemen-

La vida pública en las ciudades y colonias griegas se desarrollaba en el ágora o plaza. En la imagen, ruinas del ágora de Tíndaro, colonia de la Magna Grecia, en Sicilia.

tal, y la supeditación en general de todos los aspectos de la vida y de la vida misma a la constitución de un ejército sano, disciplinado y fuerte convirtieron a Esparta en la potencia militar de Grecia, sólo eclipsa-

da por el poderío naval de los atenienses.

El siglo V: la plenitud de Grecia El siglo V antes de nuestra era estuvo marcado, desde el punto de vista militar, por grandes contiendas bélicas: por un lado, las mantenidas entre los griegos y los persas, conocidas con el nombre de guerras médicas, y por otro la que tuvo lugar entre Atenas y Esparta, llamada la guerra del Peloponeso. La primera guerra méVista lateral del templo de Atenea Niké, de orden jónico, dica se originó cuando en situado en la Acrópolis de Atenas. el año 499 los jonios se rebelaron contra el dominio persa, acaudillados por Aristágoras de Mileto. En su enfren- derrotar a sus enemigos en la batalla tamiento contra los dominadores, de Platea (479); ante el éxito obtenido, Aristágoras pidió ayuda a las demás los jonios, aliados en la liga de Delos, potencias griegas, y Atenas y Eritrea liderados por Atenas, decidieron prose la prestaron. El levantamiento jo- seguir la contienda en tierras asiátinio fue el motivo de que Darío el cas, donde obtuvieron las victorias de Grande dirigiera su primera expedi- Micala (479) y Eurimedonte (468), ción contra Grecia, durante la cual so- que a la postre propiciarían la definimetió Tracia y Macedonia. A conti- tiva libertad de las ciudades griegas nuación emprendió una segunda ex- de Asia (paz de Calias, 449). pedición, esta vez de castigo contra Si el siglo V se había iniciado con Atenas y Eritrea por haber prestado guerras, el fin de la centuria también su apoyo a los jonios, que se saldó en fue testigo de otro importante enfrencambio con la total victoria ateniense tamiento, esta vez entre griegos. La en la batalla de Maratón (490), la cual alianza mantenida entre Atenas y Esmotivó la retirada de los persas a parta en contra de los persas desapareció de inmediato al finalizar la ameAsia. Años después, cuando Jerjes suce- naza invasora y la prosperidad atedió a Darío, el nuevo monarca persa niense recrudeció aún más la antigua exigió la sumisión de todos los esta- rivalidad entre ambas potencias y sus dos griegos, los cuales se negaron y respectivos aliados. Así la situación, el conflicto entre juntaron sus fuerzas contra el invasor; la amenaza común logró unir Corcira y Corinto por una cuestión temporalmente a las rivales Atenas colonial y la ayuda prestada por Atey Esparta. Se inició así la segunda nas a Corcira provocaron la alianza guerra médica (481), en la que inicial- de los estados del Peloponeso (Tebas, mente los griegos fueron derrotados Corinto y Esparta, entre otros) contra en el desfiladero de las Termópilas y los atenienses y el estallido de la los persas ocuparon Ática y destruye- guerra, desarrollada en dos fases ron Atenas. Pero poco después, la flo- (431-421 y 414-404) y cerrada con la ta persa fue destruida ante la isla de victoria militar de los lacedemonios Salamina (480), Jerjes abandonó a sus (espartanos) gracias a la ayuda persa tropas y los griegos consiguieron (batalla de Egospótamos, 405) y la

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rendición de Atenas (404), la supresión de la democracia y la definitiva escisión del mundo griego. En los años que siguieron, Esparta intentó con distintos resultados imponer su hegemonía sobre el resto de los estados griegos, pero el resultado fue el efímero auge de Tesalia y de Tebas y el debilitamiento general de todos ellos, que propició su caída bajo el poder de Macedonia.

La figura de Pericles Las diversas contiendas bélicas internas y externas no impidieron que, durante el mandato de Pericles, Atenas viviera una época de esplendor político, artístico y cultural incomparables. Este gran estadista, hijo de Jantipo, uno de los oficiales que consiguieron la victoria de Micala frente a los persas, nació en el 495 y al parecer estudió con Zenón de Elea y con Anaxágoras. Reelegido como estratega (jefe militar) durante treinta años, alentó la política expansionista ateniense y el panhelenismo (unión de toda Grecia) y, cuando se convirtió en el máximo dirigente de Atenas, llevó a la democracia griega a su más alta expresión; dirigente del partido democrático, contrario a la aristocracia, despojó a ésta de casi todos sus privilegios, mientras que conseguía que a través de la asamblea se expresara la voluntad ciudadana; instituyó una paga a los magistrados de los tribunales populares, que facilitó el acceso a éstos a los ciudadanos más pobres, y consiguió que la bulé, o consejo de los 500, controlara el poder ejecutivo. Estas medidas democratizadoras quedaron, no obstante, limitadas, con la restricción de la ciudadanía ateniense a las personas cuyos progenitores hubieran nacido en la polis, limitación que a la larga se volvió contra su creador. Pero además de los logros políticos, bajo la autoridad de Pericles, Atenas alcanzó un nivel artístico y cultural sin parangón. Las obras públicas proliferaron y se construyeron magníficos edificios, entre los que cabe destacar el Partenón, cuyas obras dirigió Fidias. Los filósofos Protágoras y Sócrates, los

Bajo el gobierno de Pericles, Atenas alcanzó el apogeo de su civilización.

dramaturgos Esquilo, Sófocles y Eurípides, el comediógrafo Aristófanes, los escultores Mirón y Policleto, además del ya citado Fidias, el historiador Tucídides y otras muchas figuras de las artes, las letras y el pensamiento convivieron en esta ciudad, que así se convirtió en el foco cultural más importante del mundo conocido. Sin embargo, el deseo de Pericles de consolidar un espíritu nacional capaz de aglutinar a toda Grecia se esfumó al rebelarse la isla de Samos contra el dominio ateniense (440), lo que supuso el inicio de las tensiones que más tarde habrían de desembocar en la guerra del Peloponeso, en una de cuyas primeras operaciones Pericles contrajo la peste y murió en el 429.

El auge de Macedonia La grave crisis interna que afectó a los estados griegos desde finales del siglo V facilitó su caída en manos del nuevo poder hegemónico de la región: Macedonia. Cuando Filipo II accedió al trono macedónico (356) reunificó el país, reforzó la autoridad real e impulsó

la formación de un ejército fuerte, basado en la caballería y en la falange de infantería, con el objetivo de poner en marcha una agresiva y ambiciosa política de expansión territorial. Pese a las reiteradas advertencias del brillante orador Demóstenes sobre el peligro que la ascensión macedónica suponía para las polis, sus palabras cayeron durante tiempo en el vacío y, cuando los griegos quisieron reaccionar, ya era tarde. Aprovechando las disensiones internas helenas, Filipo II penetró en territorio griego y en el 338, tras su victoria en la batalla de Queronea, prácticamente se hizo con el control de casi toda Grecia. Tras la ulterior conquista de Esparta, Filipo formó una liga panhelénica (liga de Corinto) para unificar los ancestralmente dispersos estados griegos y, en su afán de crear un gran imperio, se dispuso a conquistar Persia. La muerte de Filipo, que fue asesinado en el 336, interrumpió de forma momentánea el expansionismo macedónico, que sin embargo habría de alcanzar su máximo apogeo durante el reinado de Alejandro Magno, hijo y sucesor del monarca fallecido, educado en su juventud por Aristóteles y

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Detalle del sarcófago de Alejandro, conservado en el Museo Arqueológico de Estambul. La política de expansión territorial iniciada por Alejandro Magno le llevó a crear un imperio que se extendió desde Grecia hasta la India.

preparado por su progenitor para continuar su obra. Alejandro hizo realidad el deseo paterno de crear un gran imperio, casi en la misma época en la que el poder de Roma se consolidaba en Italia. Tras aplastar diversas sublevaciones, como las de Tebas, Atenas y Arcadia, entre otras, y consolidar su dominio sobre Grecia, Alejandro nombró a Antípater (o Antipatro) regente de Macedonia y gobernador de los helenos y partió a la conquista de Persia. En el 334 cruzó el Helesponto y un año después le exigió la rendición sin condiciones a Darío III, tras la victoria macedónica en la batalla de Iso. Poco más tarde sometió toda Fenicia, salvo Tiro, que fue finalmente conquistada en el 332. La ocupación de Egipto no encontró apenas oposición y desde allí las tropas alejandrinas prosiguieron su avance sobre Asia. Babilonia, Susa y Persépolis cayeron y, hacia el 327, Alejandro penetró en la India. Cuatro años después moría en Babilonia y el imperio que había creado desaparecía con él, repartido entre sus generales. La gloria del “rey de reyes” fue tal que su figura llegó a divinizarse y fue tomada como modelo por todos los grandes conquistadores posteriores,

desde César a Napoleón. La política alejandrina de integración entre vencedores y vencidos y el deseo de Alejandro de fusionar las culturas orientales con la griega fueron el origen de las civilizaciones helenísticas, que florecieron en Asia menor, Egipto e India y gracias a las cuales el influjo cultural de la política y militarmente decadente Grecia se universalizó.

Del dominio macedónico al romano Al conocerse la noticia de la muerte de Alejandro Magno, Atenas, influi-

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da por los argumentos del orador Hipérides, organizó una nueva liga de estados helénicos y se levantó contra el dominio macedónico, en la llamada guerra lamíaca (323-322), durante la cual Antípater se vio obligado a retirarse a Macedonia. Posteriormente, la crisis sucesoria planteada por la desaparición de Alejandro y los intentos de los estados griegos por mantener su independencia provocaron diversas alianzas y nuevos enfrentamientos, que terminaron con la definitiva ocupación de Grecia por parte de los romanos a mediados del siglo II antes de la era cristiana. Si la decadencia de las polis y del poder político y militar de Grecia fue un hecho incontestable a partir del siglo IV, su influencia espiritual y artística se mantuvo a lo largo del tiempo en todo el mundo occidental. El estudio detallado de los legados griegos en el ámbito del pensamiento y de las artes trasciende el objetivo del presente capítulo (v. artículos correspondientes en las secciones de literatura y filosofía –tomo 1– y arte –tomo 2–); no obstante, merece la pena recordar que, pese a la crisis en que se vio inmersa desde la muerte de Pericles, Grecia dejó a la posteridad el pensamiento de Platón y de Aristóteles, la escultura de Scopas, Praxíteles y Lisipo, la oratoria de Lisias y Demóstenes, las comedias de Menandro y la recopilación histórica de Jenofonte, entre otras muchas aportaciones pertenecientes al patrimonio de la humanidad.

Preguntas de repaso

1. ¿Qué dos culturas se consideran antecedentes directos de la griega propiamente dicha? 2. ¿Quiénes fueron los dorios? 3. ¿Cuáles fueron las polis más notables de la antigua Grecia? 4. ¿Cuál fue la personalidad política y militar más relevante del siglo V griego? 5. ¿A qué se llama “guerras médicas”? 6. ¿Quién fue el protagonista del expansionismo macedónico?

LA CIVILIZACIÓN ROMANA

Los orígenes de la cultura latina Los restos neolíticos más antiguos hallados en la península itálica se localizan en el sur de la misma (Molfetta y Stentinello, entre otros). Hacia el 3000 antes de la era cristiana se inicia en Sicilia la edad del cobre y, un milenio más tarde, el valle del Po conoce ya la metalurgia del bronce, como lo demuestra la cultura de Remedello; a esta última le siguió la de Terramare, con sus característicos palafitos, que perduró hasta las invasiones de pueblos centroeuropeos, acaecidas durante los siglos XIII y XII antes de nuestra era. A fines del segundo milenio surgió en la región toscana la cultura de Villanova, inmersa en la edad del hierro. Los numerosos pueblos que ocuparon los territorios de la actual Italia reciben el nombre genérico de itálicos o italiotas. Algunos destacados entre ellos fueron los latinos, que se asentaron en la región del actual Lacio;

los umbros, que se instalaron en Umbría, Campania y el sur de Italia; los ilirios, de la región montañosa del litoral septentrional adriático; los samnitas, de las montañas centrales; los sabinos del alto Anio, y los volscos de la región sudoriental del Lacio. Probablemente hacia el 900 a.C. llegaron a la península los etruscos, pueblo de origen controvertido, que se asentó en lo que posteriormente sería Toscana, donde desarrolló una importante civilización urbana, basada en la agricultura y el comercio, y en cuyo arte se distinguen elementos orientales y griegos. Con el tiempo, los etruscos llegaron hasta Campania y el Lacio, región esta última donde se encuentran los orígenes de la ciudad de Roma, a la que amurallaron (murallas de la colina Capitolina). A

Los etruscos se establecieron en el noroeste de Italia en el siglo VIII a.C. procedentes, según algunos historiadores, de Anatolia. En la imagen, sarcófago etrusco conservado en el museo parisiense del Louvre. Fotografías de cabecera: ánfora ática del siglo VI a.C. (izq.) y puente romano sobre el Gard, en Francia (der.).

Cántaro de cobre decorado con una cabeza humana, muestra del arte etrusco.

lo largo del siglo VI, el dominio etrusco se imponía en el norte de la península, mientras que en el sur florecían las colonias griegas de Tarento y Siracusa. En la región del Lacio, avenada por el Tíber, siete colinas cubiertas de bosques ofrecieron sus cimientos a la ciudad de Roma. El origen de la misma fue un poblado sobre el monte Palatino, habitado desde antaño por pastores y agricultores procedentes de las regiones latinas. La población de la futura capital del imperio se incrementó con sucesivas migraciones de

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Cuenta la leyenda que fue Rómulo, uno de los gemelos amamantados por una loba tras ser abandonados por sus padres, quien fundó Roma en el año 753 a.C. En la fotografía, estatua de la loba Capitolina, símbolo de la ciudad.

otros pueblos y, como ya se ha insinuado, vivió un importante desarrollo con los etruscos, quienes iniciaron su esplendor y le legaron construcciones como la cloaca Máxima.

La monarquía Cuenta la leyenda que Rómulo, descendiente de Eneas, héroe de la guerra de Troya, fue el fundador y primer gobernante de Roma. A su legendario reinado (h. 753 a.C.) se han atribuido también la extensión de la urbe a otras colinas cercanas, en especial la Capitolina, la formación del Senado, la aceptación de los sabinos como ciudadanos romanos y las primeras luchas contra las ciudades vecinas. Los mitos y leyendas relativos a la primera época de la historia de Roma son muy numerosos. Quizá el más conocido de ellos sea el que afirma que Rómulo y su hermano Remo fueron abandonados por sus padres y amamantados en su niñez por una loba, que se convirtió desde entonces en el símbolo de la ciudad. Por su parte, las fuentes tradicionales hablan de que durante dos siglos y medio (753-510) se sucedieron en Roma los reinados de siete monarcas, muchas de cuyas

hazañas probablemente sean más legendarias que reales. Según dichas fuentes, el segundo rey romano, después de Rómulo, fue Numa Pompilio (h. 715-h. 673), a quien se atribuye la creación de las instituciones religiosas que sustituyeron a los cultos primitivos. A su sucesor, Tulio Hostilio (h. 673-h. 640), se debería la destrucción de Alba Longa, la ciudad más antigua del Lacio, y la inclusión de Roma como miembro de la liga Latina. Al cuarto rey, Anco Marcio (h. 640-h. 616), se le atribuye la incorporación del monte Aventino a la ciudad, la construcción del primer puente sobre el Tíber y la fundación de la primera colonia romana, Ostia. A partir de entonces, es probable que los etruscos adquirieran mayor poder en la zona, ya que los tres últimos reyes, cuya existencia está más documentada que la de sus predecesores, pertenecieron a ese pueblo. Tarquino el Viejo (616-578) amplió los límites territoriales romanos, aumentó el número de senadores, fortificó la ciudad y acometió en ella importantes obras públicas, como la ya citada cloaca Máxima y el templo de Júpiter Capitolino. Servio Tulio (578-534) construyó la primera muralla que rodeaba las siete colinas. Con

fines militares dividió al pueblo de Roma en casi dos centenares de centurias, firmó tratados con otros miembros de la liga Latina y centralizó el culto religioso en el templo de Diana, en el Aventino. Finalmente, Tarquino el Soberbio (534-509) extendió el poder romano más allá del Lacio, se enfrentó a los volscos y estableció diversas colonias por la península. Sin embargo, perdió el favor popular a causa de su despotismo y, tras una sublevación popular, fue desterrado, lo que puso fin al régimen monárquico y dio paso a la instauración de la república. En la primitiva monarquía romana, el rey tenía carácter electivo y no hereditario, y su poder se hallaba en cierto modo limitado por el Senado y por una asamblea popular (comitia curiata), en la que los ciudadanos romanos expresaban su voluntad. Desde el punto de vista social, la población pertenecía básicamente a dos clases: la de los patricios o nobles, los únicos que podían formar parte del Senado, y la de los plebeyos, que carecieron de derechos políticos hasta que los conquistaron en la época republicana. La revolución republicana supuso la sustitución de la figura del rey por la de dos pretores, posteriormente llamados cónsules, elegidos cada año por el Senado. Junto a ellos se nombraban también a dos cuestores o administradores del erario público. El poder de los cónsules estaba limitado por el derecho de veto que cada uno tenía sobre las acciones del otro, por el peso del Senado y por la limitación de su período de mandato. En tiempos de crisis, la autoridad consular se suspendía y se nombraba un dictador por seis meses.

La república Desde la caída de la monarquía, la historia interna de Roma se caracterizó durante más de dos siglos por los graves enfrentamientos entre patricios y plebeyos. En la primera época republicana, los patricios, pertenecientes a las familias principales, eran los únicos facultados para intervenir en el gobierno y acceder a la dignidad

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de senadores, que ostentaban con carácter vitalicio. La exclusión de la plebe en los asuntos del Estado y sus desfavorables condiciones de vida provocaron crecientes tensiones, que en dos ocasiones desembocaron en la salida de la ciudad por parte de los plebeyos, que se establecieron sucesivamente en el monte Aventino y en el Janículo, desde donde amenazaron con crear urbes independientes y rivales de Roma. Estas y otras medidas de presión arrancaron al Senado progresivas concesiones, como el derecho a nombrar tribunos de la plebe, con facultades para defender los intereses de esta clase, o la autorización de que se celebraran matrimonios entre patricios y plebeyos. A mediados del siglo V se codificó el derecho consuetudinario, lo que supuso la base del cuerpo jurídico de Roma, que tanta trascendencia habría de tener en lo sucesivo en el mundo occidental. Con el transcurso del tiempo se reconoció el derecho de los plebeyos a ser elegidos senadores, cuestores, cónsules y sacerdotes, con lo que culminó el proceso de consecución de igualdad jurídica para todos los ciudadanos romanos. Mientras que en el orden interno se producían estos acontecimientos, en el exterior Roma iniciaba la conquista de Italia. La caída del régimen monárquico supuso un momentáneo declive de Roma, aprovechado por los etruscos, que obligaron a los romanos a cederles el territorio de la ribera derecha del Tíber. Sin embargo, la reconstrucción de la liga Latina bajo control de Roma reforzó su poder y a partir de ese momento se lanzó a una política expansionista, que comenzó con los pueblos vecinos y desembocó

La civilización romana

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La puerta del Arco, parte de las murallas etruscas de la ciudad de Volterra, en la región italiana de Toscana.

en el dominio de toda la península. Etruria, debilitada tras la destrucción de su flota en el 479 por Hierón I, tirano de Siracusa, y por el acoso de los samnitas, perdió frente a los romanos la ciudad de Veyes (rival de Roma) y sucumbió ante la invasión de los galos, celtas originarios de Europa central. Estos últimos avanzaron desde el norte de la península hasta Roma, consiguieron entrar en ella y la saquearon. Pero los romanos se repusieron pronto de esta derrota y en las sucesivas operaciones militares contra los galos demostraron su supremacía y se hicieron con el control de toda la región central. En el período comprendido entre el 343 y el 270, la expansión de los romanos se dirigió hacia el sur; después de vencer a los samnitas, llegaron a la Magna Grecia (nombre dado a las colonias griegas del sur de Italia), cuya hegemonía ostentaba Tarento. Tras diez años de duros enfrentamientos, la decisiva batalla de Benevento (275) sobre Tarento y su aliado, Pirro, rey de Epiro, confirmó la supremacía romana; poco después, los tarentinos se rindieron y la península quedó prácticamente bajo dominio de Roma. El control de las regiones septentrionales y meridionales quedó asegurado mediante el establecimiento de colonias y de pactos con algunas ciudades o tribus que, manteniendo su libertad interna, se veían obligadas

Vista de los foros de Roma. Desde aquí, y durante mil años, se rigieron los destinos de todo el mundo civilizado.

a prestar determinados servicios militares o financieros a la potencia dominante. La anexión y la confederación fueron los dos procedimientos que Roma utilizó habitualmente para imponer su hegemonía. A mediados del siglo III antes de nuestra era, la autoridad romana se extendía desde el Rubicón hasta Calabria.

La expansión por el Mediterráneo Consolidado su poderío en la península itálica, Roma se lanzó a la conquista del resto del Mediterráneo. En occidente, su principal rival fue Cartago, potencia fenicia que controlaba un vasto imperio comercial, cuyos límites se extendían por el litoral norteafricano, parte de la península ibérica y las islas de Baleares, Córcega, Cerdeña y parte de Sicilia. La primera confrontación bélica entre Cartago y Roma (primera guerra púnica; 264-241) surgió porque los mamertinos, mercenarios que se hallaban defendiendo Mesina contra los ataques de Siracusa, solicitaron ayuda a los romanos, mientras que otros sicilianos apelaron a Cartago. La intervención de Roma fue aprovechada para derrotar a los cartagineses y ocupar la isla (salvo el reino de Siracusa), la cual quedó convertida en provincia romana.

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A esta conquista siguió la de mercenarios. Surgió una claanexión de Córcega y de Cerse adinerada de comerciantes y deña. Los cartagineses Amílbanqueros y proliferaron los car Barca y Asdrúbal trataron prisioneros de guerra que, esentonces de hacerse fuertes en clavizados, trabajaban gratuiel sur de la península ibérica, a tamente en las tierras y en las lo que Roma respondió reformanufacturas, lo que a su vez zando su protección a las coloprovocó la ruina de los antinias griegas del litoral norguos campesinos y artesanos. oriental ibérico. La segunda De la antigua sobriedad, que guerra púnica (218-201) estalló caracterizó los primeros tiemcomo consecuencia de la ocupos de la república, Roma pasó pación de Sagunto, ciudad de así a una ociosidad carente de influencia romana, por las troideales y amante del lujo, que pas cartaginesas. Al mando de dio origen a un período de graAníbal, los cartagineses atrave inestabilidad política y sovesaron los Pirineos y los Alcial, lo que a la larga propiciapes y llegaron hasta el norte de ría la concentración del poder la península itálica, donde en una sola persona y, con ello, derrotaron a los romanos en las la llegada del imperio. batallas de Tesino, Trebia, Trasimeno y Cannas, tras lo cual Las dictaduras acamparon en Capua y permay los triunviratos necieron en la península duDesde finales del siglo II y durante trece años. Entre tanto, Pintura mural en la catacumba de la Via Latina, en Roma, muestra del arte de la época del bajo imperio romano. rante el siglo I antes de la era los romanos conseguían notacristiana, Roma se vio convulbles victorias en Iberia, al tomar Cartago Nova (Cartagena) y Ga- después con la destrucción de Carta- sionada por una fuerte agitación sodir o Gades (Cádiz). Tras la reorgani- go, la conversión de su territorio en cial, protagonizada por las protestas zación del ejército romano de Italia provincia romana y el total someti- del pueblo contra la oligarquía y, muy tuvo lugar el enfrentamiento defini- miento de los supervivientes, que especialmente, contra los senadores que acaparaban gran parte de las tivo en la batalla de Zama (año fueron vendidos como esclavos. 202 a.C.) ya en tierras africanas. La En el frente oriental, a mediados tierras. Por otra parte, el poder y la poguerra terminó con la rendición y del siglo II los romanos consiguieron pularidad alcanzados por algunos posterior suicidio de Aníbal y la ex- la anexión de Macedonia y ocuparon generales victoriosos amenazaban sepulsión de los cartagineses de sus an- Grecia, a la que convirtieron en pro- riamente la supervivencia de las instectorado. Durante el siglo siguiente, tituciones republicanas. tiguos dominios. Así la situación, en el año 88 a.C. el Roma continuó su expansión some- la expansión prosiguió por Asia meSenado encargó al general Lucio Cortiendo a Siracusa, que fue anexiona- nor, Judea y Siria. La principal consecuencia nelio Sila que aplastara la rebelión da a la provincia romana de de todas estas conquistas surgida en Asia menor; por su parte, Sicilia. En Iberia formó fue una acumulación el pueblo, descontento con esta desigdos provincias y, en de riqueza tal, que nación, destituyó a Sila y nombró en su avance hacia el se forjaron inmensas su lugar a Mario. El enfrentamiento norte, sometió a fortunas, se eximió a entre ambos generales se saldó con la los galos establelos ciudadanos de victoria de Sila, quien sometió a los cidos entre los Alpagar impuestos y el rebeldes asiáticos, derrotó a los partipes y los Apeniservicio militar obli- darios de su rival y estableció una nos, tras lo cual la gatorio fue sustitui- férrea dictadura en Roma hasta su reregión quedó condo por la captación tirada en el año 80. vertida en la proPoco después, Cneo Pompeyo alvincia de Galia Cicanzó una gran popularidad por sus salpina (181). En el campañas en Siria, Judea y Creta y, año 149, los romanos sobre todo, por haber conseguido soiniciaron una nueva focar una grave rebelión de esclavos, contienda contra que, dirigidos por el gladiador Esparlos cartagineses taco, habían amenazado la estabili(tercera guerra Julio César (Museo dad del régimen durante cerca de dos púnica), que fiArqueológico años. Tales éxitos facilitaron su subinalizó tres años Nacional, Nápoles).

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da al poder, pese a la oposición del Senado, a la que Pompeyo respondió aliándose con otros dos generales, Julio César y Marco Licinio Craso, con los que, en el año 60, se constituyó el primer triunvirato. Los triunviros se repartieron el poder, de forma que Pompeyo quedó al frente del gobierno de Roma, César asumió el mando de las provincias de Galia e Iliria y Craso se quedó con el control de las provincias orientales. Pero los triunfos militares de Julio César en las Galias alarmaron al Senado, que temía su ambición, y para contrarrestar el creciente poder de aquél, los senadores decidieron utilizar a Pompeyo como contrapeso y le concedieron el gobierno de Hispania, aunque ejercido por medio de legados, ya que interesaba la presencia del cónsul en Roma para mantener el orden. Al morir Craso en Asia menor (53 a.C.), la rivalidad entre Julio César y Pompeyo fue en aumento. Este último intentó privar al primero del gobierno de las Galias, lo que motivó la vuelta de César a Roma: cruzó el Rubicón (río que marcaba el límite de la Galia Cisalpina) sin autorización del Senado y entró triunfante en la capital. Esta actuación provocó el inicio de una guerra civil en la que Pompeyo fue derrotado (batalla de Farsalia) y sus partidarios aniquilados. Pompeyo huyó a Egipto y allí murió asesinado. Julio César se convirtió entonces en dictador de Roma hasta que, en marzo del año 44, corrió la misma suerte que Pompeyo: murió también asesinado, debido a una conjura de senadores en la que participaron Casio y Bruto. Tras la muerte de Julio César se formó un segundo triunvirato, integrado esta vez por Marco Antonio, lugarteniente de César en la Galia; Octavio, sobrino nieto de aquél y heredero suyo, y Marco Emilio Lépido. Como en el caso anterior, las rivalidades entre los triunviros afloraron pronto. Lépido fue progresivamente anulado y Marco Antonio, que en el reparto del poder había recibido los dominios orientales, cayó en desgracia debido a su vinculación con la reina egipcia Cleopatra VII, a la que se unió repudiando a Octavia, hermana de Octavio. Pronto estalló la guerra

entre Marco Antonio y Octavio, confrontación que en realidad enfrentaba a Oriente y Occidente, ya que el primero se había aliado con los persas y había conseguido el apoyo de varios reinos asociados. Derrotado en la batalla de Accio (Actium) en el año 31, Marco Antonio se suicidó. Octavio entonces ocupó Alejandría y el suicidio de Cleopatra facilitó la anexión de Egipto a Roma. A su vuelta a la ciudad, Octavio recibió del Senado plenos poderes, lo que supuso el inicio del imperio romano.

El imperio Cayo Octavio recibió el título de Augusto y acumuló el poder de todas las magistraturas: el Senado, el ejército e incluso los sacerdotes le debían obediencia, situación que caracterizó el mandato de todos los emperadores posteriores. Con él se inició un período de paz (pax romana) y de prosperidad, sólo interrumpido por algunas contiendas esporádicas.

Augusto (Museo Nacional de Arte Romano, Mérida, España).

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Octavio realizó diversas reformas, entre las que destacaron las tributarias y la nueva organización territorial del imperio en dos tipos de provincias: las pacíficas, gobernadas por procónsules, elegidos anualmente por el Senado, y las problemáticas, gobernadas durante un tiempo indefinido por legados imperiales, que respondían de sus acciones directamente ante el emperador. Durante el mandato de Octavio, los dominios romanos en la Galia, Hispania y Germania se consolidaron y Armenia quedó anexionada al imperio. La paz favoreció la revitalización de la economía y las ciudades romanas se embellecieron con magníficos monumentos y obras públicas. A la muerte de Octavio Augusto, le sucedió su hijo adoptivo, Tiberio, quien gobernó en el período comprendido entre el año 14 y el 37 de nuestra era. Durante su mandato se estabilizaron las fronteras romanas del Rin y del Danubio y se sofocaron diversas revueltas en África, Galia y Tracia. A partir del 27, receloso y en-

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fermo, se retiró a Capri e inició una feroz represión contra sus enemigos en Roma, lo que le hizo pasar a la historia como un gobernante desalmado y cruel. Uno de los acontecimientos de mayor trascendencia durante el mandato de Tiberio fue la crucifixión de Jesucristo (33) en Jerusalén, capital de la provincia romana de Judea. Tiberio murió en el año 37, dejando el imperio en manos de Calígula. Cayo César Augusto Germánico Calígula, hijo de Germánico (sobrino nieto de Augusto, adoptado por Tiberio), convirtió su mandato en una monarquía teocrática, al estilo oriental. Aquejado de una enfermedad mental, gobernó de forma arbitraria, cruel y tiránica (37-41), hasta que murió asesinado. Bajo el mandato de Claudio (41-54), su sucesor, Roma remontó la grave crisis generada por Calígula, se reforzó el orden político y administrativo, centralizados, y Tracia y Britania fueron declaradas provincias romanas. Prudente y sensato, pero de carácter débil, Claudio se dejó dominar por su segunda esposa,

Agripina, quien acabó envenenándolo y logrando que subiera al trono Nerón, en detrimento del legítimo heredero, Británico. Nerón (54-68) fue célebre por sus excentricidades, que dejaron exhausto al erario público; entre ellas destaca el incendio de Roma (64), que destruyó gran parte de la ciudad y que fue atribuido a los cristianos, lo que desencadenó la primera gran persecución contra este grupo religioso. A la muerte de Nerón, y durante un año, se sucedieron los emperadores Galba, Otón y Vitelio, hasta que al fin accedió al trono del imperio Vespasiano, con el que se inicia en Roma la dinastía de los Flavios, compuesta, además de por el ya citado Vespasiano (69-79), por Tito (79-81) y por Domiciano (81-96). La mayoría de los historiadores consideran que el imperio romano alcanzó su máximo esplendor durante el mandato de los Antoninos, iniciado en el año 96 con el emperador Nerva, a quien se debe el restablecimiento de la autoridad senatorial, y al que dos años más tarde le

sucedió Trajano (98-117), primer emperador no italiano (era originario de Itálica, municipio hispanorromano próximo a la actual Sevilla), que luchó contra los dacios, los armenios y los partos, y logró ampliar los límites territoriales del imperio conquistando Arabia, Armenia y Mesopotamia. A Trajano le sucedieron Adriano (117-138), también de origen hispano, quien procuró unificar la legislación y defendió el imperio de los ataques de los bárbaros; Antonino Pío (138-161), que logró un período estable de prosperidad y recrudeció la persecución contra los cristianos, iniciada con sus antecesores inmediatos, y Marco Aurelio (161-180), gran amante de la filosofía y de la paz, que sin embargo se vio obligado a vivir casi en continua lucha contra los bárbaros de la zona del Danubio, lucha que anunciaba ya la decadencia de Roma.

La decadencia del imperio Desde el mandato de Marco Aurelio hasta la segunda mitad del siglo III el

Cronología de los emperadores romanos hasta el siglo IV Período de gobierno 27 a.C.-14 d.C. 14-37 37-41 41-54 54-68 68-69 69 69 69-79 79-81 81-96 96-98 98-117 117-138 138-161 161-180 180-192 193 193 193-211 211-217

Emperador Augusto Tiberio Calígula Claudio Nerón Galba Otón Vitelio Vespasiano Tito Domiciano Nerva Trajano Adriano Antonino Pío Marco Aurelio Cómodo Pértinax Didio Juliano Septimio Severo Caracala

Período de gobierno

Emperador

217 218-222 222-235 235-238 238

juntos

238-244 244-249 249-251 251-253 253 253-260 253-268 268-270 270-275 275 276-282 282-283

juntos

{ {

Macrino Heliogábalo Alejandro Severo Maximino Gordiano I Gordiano II Pupieno Balbino Gordiano III Felipe el Árabe Decio Galo Emiliano Valeriano Galieno Claudio II Aureliano Tácito Probo Caro

Período de gobierno 284 284-305 286-305 305-306

Emperador juntos juntos

307-323 337-361 337-340 337-350 361-363 363-364 364-375 364-378 375-383 375-392 379-395

{ { {

Constancio Cloro Galerio Magencio Constantino I juntos el Grande Licinio Constancio juntos Constantino II Constante Juliano Joviano Valentiniano I Valente Graciano Valentiniano II Teodosio I juntos

305-311 306-312 306-337

Carino { Numeriano { Diocleciano Maximiano

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La civilización romana

Principales hitos de la historia de Roma 1000 a.C. 900 753 715-673 673-640 640-616 616-578 578-534 509 479 400 396 387 380 343 290 285 275 264 241 221 218 217 216 212 207 200 168 149 146 88 80 60 53 49 43 31 27 14 d.C. 33 41 64 79 98 117 211 284 306 313 379 395

Cultura de Villanova, inmersa ya en la edad del hierro. Inmigración de los etruscos y asentamiento en la actual Toscana. Fundación de Roma con el legendario reinado de Rómulo. Numa Pompilio, segundo rey de Roma, crea las primeras instituciones religiosas de la ciudad. Reinado de Tulio Hostilio, quien destruye Alba Longa. Reinado de Anco Marcio, quien incorpora el Aventino a la ciudad y funda la colonia romana de Ostia, a pocos kilómetros de la metrópoli. Reinado de Tarquino el Viejo. Construcción de la cloaca Máxima. Reinado de Servio Tulio, quien construye la primera muralla de las siete colinas. Tarquinio el Soberbio, último rey de Roma, es depuesto por su conducta tiránica. Revolución republicana en Roma: el poder del rey pasa a dos cónsules, nombrados por el Senado. Destrucción de la flota etrusca por Hierón I de Siracusa. Los galos invaden la península itálica y se establecen en el valle del Po. Roma conquista Veyes. Los romanos se anexionan la Etruria meridional. Se inicia la restauración de Roma y la construcción de defensas alrededor de las siete colinas. Inicio de las guerras contra los samnitas. Paz con los samnitas, que se ven obligados a proporcionar tropas auxiliares a Roma en caso de guerra. Se inicia la guerra contra Tarento. Victoria de Benevento. Las colonias griegas del sur de Italia se federan con Roma y queda afianzado el poder de Roma en esa zona. Se inicia la primera guerra púnica: los romanos derrotan a la armada cartaginesa. Concluye la primera guerra púnica y Sicilia pasa a ser provincia romana. Como pretexto para enfrentarse de nuevo con Cartago, Roma exige a Aníbal que no tome Sagunto. La negativa del militar cartaginés da lugar a la segunda guerra púnica. Batalla de Trebia: los galos se alían con Cartago y se levantan contra Roma. Aníbal cruza los Alpes y los Apeninos y derrota a los romanos a orillas del lago Trasimeno. Batalla de Cannas. Es la mayor derrota sufrida por Roma en su historia. Conquista de Tarento y Capua por Aníbal. Separación de las ciudades griegas de la costa meridional italiana. Roma expulsa a los cartagineses de Hispania y la convierte en provincia romana. Guerra contra los galos en la Galia Cisalpina. Macedonia pasa a ser provincia romana. Tercera guerra púnica. Conquista de Cartago, que es destruida. Los cartagineses son vendidos como esclavos y el territorio cartaginés queda convertido en la provincia romana de África. Sila emprende una expedición para reprimir una rebelión en Asia menor. Retirada del dictador Sila. Constitución del primer triunvirato, formado por Julio César, Pompeyo y Craso. Muere Craso en Asia menor. Julio César cruza el Rubicón y llega triunfante a Roma. Tras la muerte de César se forma el segundo triunvirato, con Marco Antonio, Lépido y Octavio. Batalla de Accio (Actium), en la que Marco Antonio es derrotado. Octavio recibe el título de Augusto y se convierte en el primer emperador de Roma. Tiberio sucede a Augusto. Estabilización de las fronteras en el Rin y el Danubio. Muere Jesucristo, crucificado en Jerusalén. Calígula es asesinado. Gran incendio de Roma bajo el reinado de Nerón. Primera persecución contra los cristianos. La erupción del volcán Vesubio destruye Pompeya y Herculano. Trajano, nacido en Itálica (sur de Hispania), es el primer emperador no romano. Adriano sucede a Trajano. Primera codificación del derecho civil romano bajo su reinado. Caracala inicia su reinado, durante el cual se amplía la ciudadanía romana a todos los habitantes libres del imperio. Con Diocleciano se instaura la tetrarquía y, con ella, la progresiva división del imperio romano. Sube al trono de Occidente Constantino el Grande. Edicto de Milán, que permite la rápida difusión del cristianismo en el imperio unificado de nuevo. Se inicia el mandato de Teodosio el Grande, último emperador del imperio unificado. Muere Teodosio y el imperio se divide entre sus hijos Honorio (Occidente) y Arcadio (Oriente).

Fotografía de fondo: arco de Septimio Severo, en Roma.

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La catástrofe de Pompeya y Herculano En el año 79 de nuestra era, durante el mandato del emperador Tito, tuvo lugar una de las erupciones periódicas del Vesubio, como resultado de la cual las prósperas ciudades romanas de Pompeya y Herculano, situadas en las cercanías de la actual Nápoles, quedaron totalmente sepultadas. La ceniza y la lava arrojadas por el volcán ocasionaron uno de los mayores desastres de la época, pero, paradójicamente, dejaron un importante legado a la humanidad. En efecto, la catástrofe se produjo con tal rapidez que toda la región, que se encontraba en plena actividad, se detuvo en ese instante para la posteridad. Al solidificarse el manto eruptivo preservó durante siglos, y hasta en los más mínimos detalles, todo ese universo que de otra forma no habría llegado hasta nosotros. Así, a partir del descubrimiento de ambas ciudades sepultadas –hecho que se produjo en el siglo XVIII–, la arqueología tuvo a su disposición, paralizadas en el tiempo, a dos urbes imperiales del siglo I de nuestra era. Muchos de los datos que hoy se conocen sobre los romanos, y en especial los relativos a su vida cotidiana, proceden de las ruinas de Pompeya y Herculano, cuyo descubrimiento fue uno de los factores que más influyó en el auge del neoclasicismo.

imperio romano entró en una fase de profunda crisis, motivada por diversas causas, entre las que cabe destacar el estancamiento económico; el descenso demográfico; la dispersión de la población, que abandonó las grandes urbes para establecerse en zonas rurales, que con el paso del tiempo fueron haciéndose cada vez más autónomas, con el consiguiente deterioro del poder estatal central; la pérdida de importantes plazas fronterizas a manos de los pueblos bárbaros, cuya fuerza crecía de forma progresiva; la anarquía militar; las plagas y la hambruna, y la inestabilidad política.

De los numerosos emperadores que se sucedieron durante este período, muchos de ellos coronados y depuestos según el capricho de la soldadesca o muertos a manos de sus rivales, destacan Septimio Severo (193-211), quien sustituyó la guardia pretoriana por cincuenta mil hombres elegidos entre las fuerzas fronterizas, cuyo poder se hizo tan grande

que sus prefectos se convirtieron en los ministros más importantes, y Caracala (211-217), que amplió la ciudadanía romana a todos los habitantes libres del imperio. A las primeras invasiones importantes de los bárbaros, acaecidas durante los mandatos de Valeriano y Galieno (253-268), siguió una época de relativa paz, desde Claudio II hasta Diocleciano. Diocleciano (284-305) reorganizó administrativamente el imperio agrupando las provincias en diócesis y asoció al trono a Maximiano en calidad de augusto, confiándolo el mandato de Occidente. Ambos augustos nombraron un césar cada uno, Constancio y Galerio, y los cuatro se repartieron el control de las diócesis en un sistema de gobierno tetrárquico. Esta división del imperio desapareció en tiempos de Constantino I el Grande (306-337), quien venció a Licinio, que reinaba en Oriente, y restableció la unidad imperial. Constantino fundó una nueva capital en Constantinopla (Bizancio), se convirtió al cristianismo, puso fin a las persecuciones religiosas (edicto de Milán, 313), prohibió los combates entre gladiadores y resistió con éxito los ataques de los francos, los alamanes y los godos. Sin embargo, la división diocleciana a la larga habría de prosperar y a la muerte de Teodosio I (379-395), último emperador que consiguió frenar la disgregación del imperio, éste se dividió definitivamente entre sus hijos: Honorio quedó al frente del imperio romano de Occidente, el cual sucumbió ante las masivas invasiones bárbaras, y Arcadio heredó el imperio romano de Oriente, conocido también como imperio bizantino. A partir del siglo IV, el imperio romano de Occidente sufrió la constante avalancha de las invasiones bárbaras. Los godos invadieron los Balca-

Arriba, moneda de oro con la efigie del emperador Diocleciano (Museos Capitolinos, Roma). Abajo, ruinas de la ciudad de Pompeya, urbe romana que quedó sepultada tras la erupción del Vesubio en el 79 d.C.

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nes y Asia menor, llegaron hasta la península itálica y, luego, hasta la ibérica, donde se asentaron. Los alanos, los suevos y los vándalos ocuparon Galia e Hispania, mientras que los hunos, liderados por Atila, llegaron hasta las puertas de Roma. Occidente se sumió así en la edad media durante siglos.

Las aportaciones de Roma La antigua Roma creó hace más de dos milenios el imperio más poderoso de la época. Aunque su civilización en muchos aspectos fue poco original, ya que incorporó a ella muchos elementos de la griega y de las de otros pueblos conquistados, legó sin embargo dos importantes aportaciones propias a la humanidad, cuya influencia en toda la cultura occidental es indiscutible. La primera de ellas fue el latín, lengua común hablada en todo el imperio, de la que posteriormente derivarían todas las lenguas romances, origen a su vez de muchos de los idiomas hablados en la Europa meridional actual y en Latinoamérica (español, francés, portugués, rumano, catalán, etc.) y cuya influencia se observa también en el inglés y en el alemán. La segunda aportación de los romanos, en el orden expositivo, que no en importancia, fue el derecho, codificado en el siglo VI en tiempos del emperador bizantino Justiniano, base de la legislación de la Europa medieval, y cuya influencia en muchas legislaciones occidentales ha llegado casi hasta nuestros días. En otro orden de cosas, también fueron aportaciones romanas importantes las vías y las calzadas, cuyo trazado y sólida construcción facilitó en su momento la comunicación entre las distintas partes del imperio, y que a lo largo de los siglos fueron aprovechadas por los pueblos bárbaros con el mismo fin; el trazado urbanístico, patente aún en muchas ciudades actuales, y las obras públicas (acueductos, viaductos, presas, etc.), cuya solidez y perfección técnica han permitido su supervivencia

La civilización romana

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en muchos casos y aún sorprenden. Por último, cabe atribuir a los romanos el mérito de haber conservado para la historia las aportaciones de los pueblos conquistados y en especial las de los griegos, gracias a lo cual aún se puede hablar de una cultura “grecolatina”, que marcó el desarrollo posterior de Occidente y cuya recuperación favoreció la aparición y el desarrollo de épocas de auge cultural tan impresionantes como la del Renacimiento.

El arte romano halló una de sus más brillantes expresiones en la pintura al fresco. En la imagen, Mujeres jugando con un cervatillo, fresco conservado en la ciudad de Pompeya.

La expansión de Roma alcanzó a casi toda Europa, Asia Menor y el norte de África. En la fotografía, la Porta Nigra de la ciudad alemana de Tréveris.

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Preguntas de repaso

1. Citar los siete monarcas que reinaron antes de la instauración de la república romana. 2. ¿Qué acontecimientos bélicos reciben el nombre de guerras púnicas? 3. Citar los integrantes del primer y del segundo triunvirato romanos. ¿Bajo qué tipo de régimen político se dieron? 4. ¿Cuál fue el primer emperador de Roma? ¿Y el último?

LAS CIVILIZACIONES PREHISPÁNICAS EN AMÉRICA

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esde finales del segundo milenio antes de Cristo hasta la llegada de los españoles ya casi en el siglo XVI se desarrollaron en América una serie de civilizaciones indígenas, a lo largo de diversos períodos de tiempo, algunas de las cuales, como la de los mayas o la de los incas, llegaron a convertirse en verdaderos imperios. Los focos culturales más importantes y los que mayor desarrollo alcanzaron se localizaron en Mesoamérica (norte y oeste de México, valle de Oaxaca, altiplano central y costa del golfo

de México, principalmente) y en la región andina, tanto costera como montañosa. En el resto del continente, los pueblos avanzaron con mucha mayor lentitud y en la mayoría de los casos permanecieron en estadios culturales poco desarrollados hasta la era colonizadora. Para la sistematización del estudio de esta larga época, los historiadores y antropólogos suelen recurrir a la agrupación de las diferentes civilizaciones en los llamados horizontes culturales, concepto con el que se alude a períodos o fases de la evolución histórica y cultural de una región específica, durante los cuales predominan formas de vida (sociales, económicas, políticas, religiosas, etc.) características, así como determinados estilos artísticos; el concepto de horizonte, aunque en muchos casos va ligado a una etapa cronológica determinada, hace referencia en ocasiones a los aspectos comunes de cultivos de épocas diferentes. De este modo, puede darse el caso de que se consideren agrupadas en un mismo horizonte cultural civili-

Las diversas civilizaciones precolombinas dejaron para la posteridad manifestaciones multiformes de sus respectivas culturas. A la izquierda, representación de una figura mitológica perteneciente a la cultura chimú (Fundación Mújica Gallo, Lima). En el centro, pectoral de concha, también de estilo chimú (Museo Americano de Historia Natural, Nueva York). A la derecha, máscara de ónice de estilo teotihuacano (Museo Arqueológico de Florencia). Fotografías de cabecera: escalera central de la ciudad de Machu Picchu (izq.) y representación de la diosa azteca Coatlicue (der.).

zaciones que se han desarrollado en épocas muy distintas, siempre y cuando los estilos de los materiales arqueológicos y sus formas económicas y sociales predominantes coincidan. El número y la denominación de los horizontes considerados varían mucho según las escuelas y la zona geográfica de estudio. No obstante, la mayoría de los historiadores coinciden en aceptar el llamado horizonte formativo, que en algunas civilizaciones evoluciona hacia formas socioculturales más complejas, mientras que en otras (como las de los pueblos indígenas norteamericanos o las de los de la cuenca del Amazonas, entre otros) se mantiene hasta la época de la colonización. Las características generales de este horizonte formativo son: – El definitivo asentamiento de la población y el aumento de la misma, que origina, por un lado, el desarrollo de centros urbanos en sustitución de las pequeñas aldeas iniciales y, por otro, la progresiva diferenciación de grupos sociales con categorías y de-

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dicación diversificadas (sacerdotes, artesanos, comerciantes, campesinos, siervos, esclavos, etc.), en lugar de la primitiva estructuración en clanes. – La consolidación de la actividad agrícola y el perfeccionamiento de sus técnicas (sistemas de terrazas, irrigación, fertilización, etc.), lo que en muchos casos dará lugar a una economía excedentaria, administrada por el grupo dirigente. – La importancia de la religión como factor aglutinador y organizador. En efecto, la religiosidad de los grupos indígenas amerindios influyó de forma determinante en todos los aspectos de la vida, y su evolución ha servido en muchos casos para diferenciar distintos períodos de desarrollo dentro de un mismo horizonte o incluso distintos horizontes. Así, el culto a la naturaleza y a la fertilidad es propio del formativo temprano, mientras que la aparición de las primeras deidades con nombres y atributos específicos es característica del formativo medio, y el fortalecimiento del grupo sacerdotal, con la consiguiente institucionalización de la religión, es propia del tardío (clásico y posclásico, según las escuelas y regiones). – El desarrollo de una incipiente actividad comercial local y regional, que dará lugar con el tiempo a la creación de rutas y a la difusión de las culturas más importantes. – El perfeccionamiento técnico de las artes y de la artesanía, que se observa en la cerámica, la arquitectura, la escultura y en la fabricación de tejidos (en la fase última del formativo hace su aparición el telar). Del mayor o menor grado de desarrollo de los aspectos principales hasta aquí expuestos (existencia de verdaderas ciudades, ampliación de la red comercial y presencia de mercados regionales, aparición de nuevas técnicas artísticas y perfeccionamiento de las ya existentes, mayor complejidad de la estructura social, política, religiosa, etc.) dependerá el estadio de civilización que alcancen los diferentes pueblos y su inclusión o no en los distintos horizontes culturales, cuya clasificación responde en esencia a estos criterios, aunque, como ya

Las civilizaciones prehispánicas en América

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Bajorrelieve de una estela chavín que representa a una divinidad con máscara de jaguar (Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia, Lima).

se ha comentado, difieran en número y nombre, según las escuelas y las regiones estudiadas. Entre las categorizaciones más aceptadas está la que considera en la región andina los horizontes formativo, intermedio temprano, medio, intermedio tardío y tardío, y en Mesoamérica, los horizontes formativo (arcaico o preclásico), clásico e histórico o posclásico. A esta clasificación se atiene la exposición que sigue.

Culturas del área andina A pesar de tratarse de una región de características ambientales y climáticas adversas, en la zona andina se localiza uno de los focos culturales más extraordinarios e influyentes de todo el continente americano. Magníficas edificaciones civiles, religiosas y militares, bellas muestras de artesanía, diversas técnicas agrícolas y un rico compendio de saberes matemáticos y

astronómicos son algunas de las herencias que esta área del continente americano ha dejado a la humanidad. De las diferentes culturas que surgieron y evolucionaron en esta parte del planeta, cabe resaltar las siguientes: chavín, paracas, mochica, nazca, de Tiahuanaco, huari, chimú e inca, cuyas particularidades se estudian a continuación.

Cultura chavín El conjunto de ruinas monumentales de Chavín de Huántar, lugar que se halla en la cordillera Occidental de los Andes, pone de manifiesto la existencia de una civilización, que se encuadra en el horizonte formativo y cuyo desarrollo se sitúa cronológicamente entre el 900 y el 200 a.C. Según algunos estudiosos, se trata de la cultura madre de Perú (algunas de sus aportaciones artísticas influirían posteriormente en toda la región, como, por ejemplo, el templo

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península de Paracas, en la costa meridional peruana. Se sitúa cronológicamente entre el 1000 a.C y el 400 d.C. y en su evolución cabe distinguir dos períodos: el Cavernas, el más antiguo (1000-400 a.C.), correspondiente al horizonte formativo, en el que destaca la cerámica de influencia chavín (motivos geométricos y felinos), y el Necrópolis, encuadrado en el horizonte intermedio temprano, que se desarrolló en los cuatro primeros siglos de nuestra era; en este último resalta la artesanía textil (ponchos y mortajas bellamente decorados) y la cerámica de influencia nazca. En ambas fases son notables los enterramientos, que ponen de manifiesto la existencia de complejos ritos funerarios (mortajas de momias, ajuares de difuntos) y la estratificación de las categorías sociales. Figura mitológica bordada con lanas de colores, procedente de Paracas (Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia, Lima).

escalonado) y su influjo se extendió hasta Ayacucho e Ica, por el sur, y hasta Piura, en el norte. Aparte de las ya citadas ruinas de Chavín, se han encontrado también muestras importantes de esta cultura (cerámicas, casas de adobe, esculturas, etc.) en los valles de Nepeña, Chicama y Casma, en el litoral, y en Cunturhuasi y Kotosh. El centro ceremonial de Chavín consta de varias edificaciones dispuestas en torno a una plaza rectangular que realza el conjunto. La construcción más importante es el templo piramidal del Castillo, construido con bloques de piedra tallados, que se alza sobre una estructura aterrazada y cuyo interior lo recorren numerosas galerías laberínticas. Por otra parte, el rasgo más característico de la escultura, de la artesanía textil y de la cerámica chavín es su abigarrada decoración, en la que predominan los motivos animales (felinos sobre todo) y de seres antropomorfos, con valor religioso y simbólico. Entre sus muestras escultóricas más representativas

cabe citar la estela Raimondi, el Lanzón (representación de un dios) y el obelisco Tello. La base de la economía chavín era la agricultura, en especial el cultivo del maíz, y su principal aportación a la misma fue la implantación de sistemas de regadío, posteriormente extendidos por Perú. La clase sacerdotal alcanzó un gran prestigio y poder y, como en otras culturas, los puntos de relación se aglutinaban en los centros ceremoniales. Aunque perduró hasta más tarde, hacia el 400 a.C. se inició la decadencia de esta cultura, con la pérdida de su influjo unificador en la región y la aparición de estilos zonales con características propias.

Cultura paracas El desarrollo de esta cultura, que alcanzó un alto nivel (entre sus restos se ha encontrado instrumental quirúrgico y cadáveres que demuestran que sus hombres conocían la técnica de la trepanación), se produjo en la

Cultura mochica La cultura mochica se desarrolló en los valles de Moche (que da nombre a la civilización), Pacasmayo, Virú, Santa y Chicama, del litoral septentrional peruano. Se encuadra en el horizonte intermedio temprano y su desarrollo abarcó el amplio período comprendido entre el 300 y el 800 d.C., aproximadamente. Los conocimientos que se tienen de esta civilización se han obtenido fundamentalmente a partir de la decoración de su cerámica, sumamente realista, que reproduce con exactitud numerosas escenas cotidianas. Se sabe que la base de su economía se hallaba en la agricultura de regadío y en la pesca, cuyos frutos comercializaban tanto en la zona costera como en el interior. Existía así mismo una clara estratificación social, en cuya cumbre se hallaban la clase sacerdotal, que asumía también el poder político, y el estamento militar. La importancia de este último radicaba en la belicosidad de los mochica, que no sólo rivalizaban con los pueblos vecinos, sino también entre sí, lo que facilitó la invasión de los huari, a finales del siglo IX. En las prácticas religiosas, cruentas en general, parece que se realizaban sacrificios humanos. Tuvieron avanzados conocimientos de medicina y cirugía, pero

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Orejeras de oro y un collar pertenecientes a la cultura mochica, desarrollada en los valles de Moche (Fundación Mújica Gallo, Lima).

sus mejores aportaciones se encuentran en el campo de la ingeniería hidráulica (construcción de canales y acueductos), en la que fueron verdaderos maestros. Entre los restos que han llegado hasta nosotros, destacan la pirámide escalonada Huaca del Sol y la amplia plataforma conocida como Huaca de la Luna (es probable que la luna estuviera deificada entre ellos), así como diversas y numerosas piezas de cerámica, de técnica muy perfeccionada. Se sabe también que eran buenos tejedores y hábiles orfebres.

Cultura nazca En una zona de clima desértico, donde sólo hay posibilidad de supervivencia razonable cerca de los valles fluviales, se desarrolló entre el 400 a.C. y el 600 de nuestra era la cultura nazca. Encuadrada como la anterior en el horizonte intermedio temprano, su ámbito de influencia abarcó los valles de Ica, Acarí, Chincha, Pisco y Nazca, del que recibe el nombre. La base de la economía de este pueblo era la pesca marítima y la agricultura, en la que aplicaban avanzadas técnicas de regadío; al parecer, la necesidad de conseguir nuevos territorios para ampliar las zonas de cultivo, agotadas por la explotación intensiva, fue una de las causas del incremento de la belicosidad de sus gentes. Los elementos de esta cultura más característicos son las edificaciones de adobe y forma piramidal; su rica y variada cerámica policromada, cu-

yos motivos evolucionan del naturalismo inicial a un complejo simbolismo; su artesanía textil, y sus famosos dibujos trazados en el desierto. Se han barajado múltiples hipótesis acerca de la finalidad de estos dibujos (algunos de los cuales alcanzan varios kilómetros de longitud), sin que se haya llegado a ninguna conclusión al respecto; dos de las hipótesis más aceptadas son la de que podrían tener relación con la astronomía y la que defiende su posible carácter mágico-religioso. Se trata de figuras geométricas y zoomorfas descomunales, que sólo son visibles desde el aire, trazadas mediante la excavación de las capas superficiales del terreno, oscuras, que deja al descubierto las más profundas, de color más claro.

Máscara de oro de la cultura nazca, cuyo asentamiento se produjo en el sur del actual Perú (Museo del Oro, Lima).

Cultura de Tiahuanaco En la altiplanicie peruano-boliviana, a una altitud cercana a los 4.000 metros y en las cercanías del lago Titicaca, se encuentra uno de los conjuntos arqueológicos más importantes del subcontinente sur: los yacimientos de Tiahuanaco. Contienen estos yacimientos los restos de una gran ciudad, organizada en torno a un centro ceremonial, cuyas edificaciones más destacables son la pirámide de Acapana (montículo rematado por un templo) y el santuario de Calasasaya. En este último se halla la famosa puerta del Sol, monumento tallado sobre un bloque de traquita, que presenta un vano central adintelado y que está rematado por un friso decorado con relieves; la figura central del friso es un personaje con atributos reales y la cabeza aureolada de rayos. En el mismo centro se han hallado también esculturas monolíticas que representan distintos personajes, como el Frailecillo o el monolito de Ponce, así como importantes muestras de cerámica. La datación de los restos que han llegado hasta nosotros hace pensar que el esplendor de esta cultura tuvo lugar entre los siglos III y VII de nuestra era, si bien la zona estuvo poblada cinco siglos más; por el desarrollo alcanzado, esta cultura se encuadra entre los horizontes intermedio temprano (fase antigua) y medio. La cultura de Tiahuanaco del horizonte medio (ss. VII al XI) corresponde a un período de nuevo esplendor que la del horizonte intermedio temprano. La economía de los primitivos ha-

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Principales culturas andinas Horizonte cultural

Cronología

Formativo Chavín Paracas (Cavernas)

1200 a 200 a.C. 1000 a 400 a.C.

Intermedio temprano Paracas (Necrópolis) Mochica Nazca Tiahuanaco Huari

0 a 400 d.C. 300 a 800 d.C. 400 a.C. a 600 d.C. 200 a 600 d.C. 200 a 550 d.C.

Medio Tiahuanaco Huari

600 a 1100 d.C. 550 a 1000 d.C.

Intermedio tardío Chimú

1300 a 1470 d.C.

Tardío Inca (período histórico)

bitantes de Tiahuanaco, probables antecesores de los actuales aimaras, se basaba, como la de otras civilizaciones de la zona, en la agricultura (papas o patatas, en este caso) y en la pesca en el lago, aunque también fueron importantes la caza y el pastoreo. Al parecer rendían culto al sol; el estamento sacerdotal debió ser muy poderoso y la influencia religiosa de esta ciudad en toda la zona central andina, muy grande, a juzgar por la difusión que tuvieron los motivos centrales de su iconografía (figura aureolada antes descrita y otras) en otras culturas, como la del valle del Nazca. Por último, hay que destacar la influencia enorme que la cultura de Tiahuanaco ejerció sobre la huari, a la que transmitió sus leyes, el panteón de divinidades, su mitología y algunas técnicas artesanales.

Cultura huari Cerca de Ayacucho, entre los siglos III y VI de nuestra era se inició el desarrollo de lo que más tarde habría de convertirse en el imperio huari, cuyos orígenes se encuadran en el horizon-

c. 1438 a 1572 d.C.

te intermedio temprano, si bien su época de máximo esplendor (ss. VI a X) pertenece al medio. Los datos aportados por los conquistadores españoles y los numerosos restos encontrados han posibilitado conocer con bastante exactitud las características de esta civilización. Así, se sabe que su sociedad estaba muy organizada y jerarquizada y que el estamento militar (los guerreros) gozaba de gran importancia, debido a la política expansionista de este pueblo, cuyo territorio llegó a comprender desde Chicama y Cajamarca al norte hasta Cusco (Cuzco) por el sur. Esta necesidad de expansión se debió sin duda al aumento progresivo de la población, ocasionado por las favorables condiciones climáticas y el perfeccionamiento de las técnicas agrícolas (cultivos en terraza, sistemas de irrigación, etc.). En la primera época de esplendor, a comienzos del siglo VIII, los huari habían llegado hasta la zona de Nazca, según atestiguan los restos allí encontrados. A mediados de siglo, su imperio se extendía ya a los confines antes comentados. La capital se estableció en Huari

(cerca de Ayacucho), desde donde se controlaba todo el imperio; se estima que la población de esta ciudad pudo alcanzar en la fase de máximo apogeo alrededor de cuarenta mil habitantes. Otros centros importantes fueron Cajamarquilla y Pachacamac. A principios del siglo IX, la política centralista comenzó a perder fuerza; algunas ciudades se independizaron y los núcleos urbanos del interior comenzaron a despoblarse, al tiempo que crecían los costeros, como, por ejemplo, el de Chanchán, en el valle del Moche, que posteriormente sería la cuna del imperio chimú. La civilización huari asimiló muchos elementos de las culturas de otros pueblos, en especial de las de Tiahuanaco y Nazca. De la producción artística propia destaca la cerámica de Pachacamac.

Cultura chimú A principios del siglo XIV, tras la decadencia del imperio huari, comienza en el litoral septentrional peruano el desarrollo de la cultura chimú, heredera en parte de la mochica y a la que también se incorporaron elementos de la huari. Su cronología abarca hasta mediados del siglo XV, época en la que se produjo su caída frente a los incas, y se encuadra en el horizonte intermedio tardío. Su historia se conoce tanto por los restos arqueológicos como por las tradiciones orales recogidas por los cronistas. Originaria de la antigua ciudad huari de Chanchán, llegó a constituir un verdadero imperio, cuya expansión se inició en la segunda mitad del siglo XIV, bajo el reinado de Ñançen Pinco. Más tarde, cuando cayó bajo el dominio inca en tiempos de Minchançaman (1470), sus límites llegaban hasta Lima, por el sur, y Piura, en la zona septentrional. La base de la economía chimú fue la agricultura, que alcanzó un notable desarrollo gracias a las importantes obras de canalización de aguas realizadas, que permitieron el regadío de amplias zonas. También fue notable la actividad pesquera. La capital, sede de los reyes y centro administrativo y político, fue Chanchán; su diseño urbanístico, si-

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milar al de las principales ciudades huaris, comprendía diversos sectores amurallados, calles anchas y plazas rectangulares. El yacimiento arqueológico de la ciudad, declarado bien cultural de la humanidad por la UNESCO en 1986, conserva aún casas, santuarios y muros de adobe decorados. Lo más destacado de la producción artesanal chimú fue la cerámica, elaborada con molde y de color negro brillante; también fue notable la orfebrería de oro, plata y cobre (platos, cuchillos ceremoniales, alfileres, máscaras, etc.), la joyería y la artesanía textil. El imperio chimú fue sometido por el inca Pachacútec y su hijo Túpac Yupanqui, pese a lo cual sus dinastías continuaron hasta después de la dominación española.

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Los incas

metros cuadrados) se logró en tiempos de Huayna Cápac, sucesor de Túpac Inca Yupanqui. El fallecimiento de Huayna Cápac provocó el enfrentamiento entre sus hijos, Huáscar y Atahualpa, el primero apoyado por los habitantes de la región de Cusco, y el segundo por los de Quito. La victoria de Atahualpa sobre su hermano no evitó que poco después fuera apresado por los conquistadores españoles, que al mando de Francisco Pizarro habían ocupado Cajamarca. Pese a pagar un importante rescate por su liberación, Atahualpa fue ejecutado en 1533 por orden de Pizarro, bajo la acusación de haber mandado matar a su hermano Huáscar. En la misma fecha, los españoles conquistaron Cusco y reconocieron como emperador a Manco Inca, aunque el nombramiento fue más bien nominal, ya que, de hecho, el control del incario pasó a manos españolas, sin demasiada re-

Según la leyenda, los orígenes remotos del imperio inca, encuadrado en el horizonte tardío y también llamado de Tahuantinsuyo, se remontan al siglo XII, cuando Manco Cápac I, descendiente del sol y primer emperador, se estableció con su familia en el valle de Cusco (Cuzco). El período histórico, en cambio, coincidente con el de apogeo, se inicia en el siglo XV, con el reinado de Pachacútec Inca Yupanqui. El poderoso imperio teocrático y militar que encontraron los españoles a su llegada abarcaba entonces los territorios de lo que posteriormente serían los Estados de Perú, Ecuador y la mitad norte de Chile, hasta el río Maule. Sus fronteras naturales por el este fueron las selvas amazónicas y por el oeste, el océano Pacífico. La expansión territorial la inició en el siglo XIV el cuarto emperador, Mayta Cápac, y sus sucesores, entre los que destaca Viracocha, supieron consolidarla mediante el asentamiento permanente de tropas en las zonas conquistadas. A la muerte de Viracocha subió al trono Pachacútec (1438), quien amplió los confines del imperio hasta Huánuco, al norte, y el lago Titicaca, en la región meridional. Sin embargo, la mayor amplitud territorial (algo más de un millón de kiló-

Las construcciones incas, generalmente de piedra de granito, destacaron por su grandiosidad y solidez. En la imagen, Kero o vasija de madera pintada en forma de cabeza humana que representa a un guerrero.

sistencia por parte de las provincias. En 1541, Manco Inca apoyó la conspiración que culminó con el asesinato de Pizarro y tres años después moría él mismo asesinado. El postrer intento de resistencia lo protagonizó Tupac Amaru I, quien en 1572 murió decapitado por orden de Martín Hurtado de Arbieto, lo que puso fin a la dinastía imperial. Organización social. En la sociedad inca, la propiedad y el trabajo eran colectivos. La unidad social y administrativa básica del incario era el clan (ayllu), de extensión variable, constituido por varias familias y gobernado por los más ancianos. La agrupación de varios clanes constituía un distrito y varios de éstos, una provincia. A su vez, la unión de varias provincias constituía una región. Este sistema de sucesivos agrupamientos regía también la organización del trabajo y el pago de los impuestos en ser-

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vicios (puesto que no existía la moneda), que podían prestarse en las tierras del inca o de los sacerdotes, en las minas o en obras públicas. Cada clan aportaba diez hombres capacitados para trabajar, que formaban grupos jerarquizados, cada vez más numerosos, al mando de un solo jefe, hasta constituir una tribu (10.000 hombres). En caso de estallar una guerra, todos los hombres estaban obligados a prestar sus servicios si la contienda lo requería. Organización jerárquica. La cabeza del imperio era el inca (emperador), al que se consideraba descendiente del sol y, por tanto, de origen divino y digno de veneración. Su poder era absoluto y estaba por encima de la ley. Solía casarse con su hermana mayor, aunque con frecuencia tenía numerosas concubinas seleccionadas entre las muchachas más bellas de los ayllu. Podía sucederle cualquiera de sus hijos legítimos. La aristocracia estaba constituida por los clanes familiares de los distintos emperadores; el orden jerárquico continuaba con la clase sacerdotal, los curacas (nobles locales), los artesanos, los agricultores y, en el último eslabón, los siervos y los prisioneros de guerra.

Organización económica. La base de la economía del incario era la agricultura y la ganadería. Las tierras, pertenecientes al Estado, se repartían todos los años entre los distintos estamentos y, aunque las más fértiles se reservaban para la aristocracia y la nobleza, los campesinos recibían las suficientes para poder subsistir. Estos últimos estaban obligados a cultivar las tierras del inca, de los sacerdotes y de los nobles como tributo. El principal cultivo era el de la papa o patata, aunque también eran importantes los del maíz, el algodón, el cacao, el tomate y las alubias. Las técnicas agrícolas no eran demasiado avanzadas, aunque conocieron el empleo de fertilizantes, el cultivo en terraza y los sistemas de riego artificiales. La cabaña ganadera la integraban la llama, la alpaca y la vicuña, apreciadas sobre todo por su lana, aunque también proporcionaban carne y leche y se aprovechaban como animales de carga. Los rebaños eran, como la tierra, de propiedad estatal, pero cada comunidad debía cuidar un número determinado de animales. La parte de lana correspondiente a las clases bajas se les entregaba ya tejida.

Poncho inca procedente de la isla Titicaca en el lago homónimo (Museo Americano de Historia Natural, Nueva York).

Religión. Los incas practicaban una religión animista y rendían culto a la naturaleza, cuyos elementos terminaron por deificar. Así, Inti era el sol; Apu Illapu, el rayo; Pacha Mama, la tierra, y Mamaquilla, la luna. Se atribuía a Viracocha la creación del universo, y el emperador, como ya se ha comentado, estaba divinizado por ser descendiente directo de Inti. A la cabeza de la poderosa jerarquía sacerdotal estaba el sumo sacerdote. El culto al sol adquirió una enorme importancia, como demuestran los templos a él consagrados, entre los que destaca el de Coricancha, en Cusco. Se le ofrecían numerosos sacrificios, casi siempre de animales, y se lo representaba mediante esferas de oro macizo. Entre el pueblo eran frecuentes las prácticas fetichistas. Arte y cultura. Los incas brillaron especialmente en sus obras de arquitectura y de ingeniería (acueductos, calzadas, canales, etc.), que aún sorprenden por su envergadura y solidez. El hábil uso de la piedra permitió a sus arquitectos suplir el desconocimiento que tenían del uso de la bóveda, la columna y el arco, y dotar a sus estructuras de una firmeza extraordinaria, tanto en los templos como en las casas y fortalezas. Ejemplos notables se encuentran en Machu Picchu, cuyo conjunto arqueológico fue declarado patrimonio cultural de la humanidad por la Unesco en 1983; en Pisac, y en las fortalezas de Sacsahuamán y Ollantaytambo. De su cerámica, muy sencilla, fue característico el aríbalo, recipiente utilizado para transportar líquidos. Destacan, así mismo, los trabajos de orfebrería en oro y plata y las artesanías textil y plumaria (adornos y prendas de vestir elaborados con vistosas plumas de colores). Aunque desconocían la escritura, mantuvieron una importante tradición oral, facilitada por la adopción oficial, a mediados del siglo XV, de la lengua quechua, originaria de una tribu que ocupaba el valle del Apurímac; el uso unificado de esta lengua constituyó, además, uno de los elementos de cohesión del imperio más importantes.

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Culturas mesoamericanas En la amplia región conocida por los historiadores y arqueólogos con el nombre de Mesoamérica, que desde el punto de vista geográfico abarca aproximadamente desde la península de Nicoya (Costa Rica), al sur, hasta los ríos Pánuco, Lerma y Sinaloa, al norte, se localiza otro de los grandes focos culturales de las civilizaciones prehispánicas. Poblada desde el neolítico por numerosos grupos étnicos, entre el 1500 a.C. y el 1500 d.C. esta región vio florecer y extinguirse en ella diversas culturas, cada una con características propias, pero muchas de ellas vinculadas a su vez por una serie de elementos comunes, entre los que cabe destacar: el cultivo de maíz, cacao, magüey y chía; la edificación de pirámides escalonadas; la existencia de mercados especializados; la realización de sacrificios humanos y autosacrificios; la presencia de escritura jeroglífica; el conocimiento de los números y del calendario; el uso de pelo de conejo para adornar los tejidos; la práctica del juego de pelota, y la realización de campañas bélicas para conseguir víctimas a las que sacrificar. Como en otros casos, la clasificación de estas culturas en diversos horizontes culturales difiere según los autores y las escuelas, si bien la más aceptada y difundida es la que establece tres diferenciados: el formativo, arcaico o preclásico; el clásico, y el histórico o posclásico. En el primero se encuadra la cultura olmeca; en el segundo, las de Teotihuacan, Monte Albán (zapoteca) y maya, y en el tercero, la azteca y la tolteca.

Cultura olmeca Bajo la denominación común de olmeca se conoce a la cultura desarrollada, en épocas muy diferentes, por diversos pueblos que sucesivamente se asentaron en la zona costera del golfo de México, en lo que después serían los territorios de Veracruz y de Tabasco. Considerada como la cultura madre del área mesoamericana, su de-

El arte de los olmecas alcanzó su expresión máxima en la escultura. En la imagen, Sacerdote oficiando, protegido por una serpiente, estela de piedra de Izapa, Chiapas, México.

sarrollo se remonta al siglo XII a.C., fecha de la que data el asentamiento posiblemente más antiguo de los conocidos, el de San Lorenzo Tenochtitlan, cuya destrucción se fecha en torno al comienzo del siglo X a.C. Tanto éste como el centro ceremonial de La Venta y los yacimientos de Tres Zapotes, Cerro de las Mesas, Izúcar, Tlatilco, Gualupita y otros muestran la existencia de una sociedad desarrollada y jerarquizada, en la que se realizaban complejos ceremoniales religiosos en torno a una divinidad principal, asociada a la lluvia y representada en forma de jaguar (presente en muchas de las civilizaciones mesoamericanas posteriores). A lo largo de los siglos, esta cultura experimentó una amplia difusión, llegando hasta las regiones de las actuales Guatemala y Costa Rica y dejando su sello en muchas de las civilizaciones posteriores (como demuestran, por ejemplo, los danzantes de Monte Albán, centro religioso de los zapotecas, de clara influencia olmeca). Sin embargo, poco a poco, su influjo fue

perdiendo fuerza en favor de otras culturas en auge, como la maya, la de Teotihuacan o la misma zapoteca, hasta prácticamente desaparecer hacia el 300 d.C. Pese a que los historiadores hacen referencia a diversos pueblos olmecas de fechas muy posteriores (ss. IX al XVI d.C.), como los olmeca-uixtotin o los olmeca-xilanca, aún no se ha encontrado el nexo entre éstos y los primitivos. Entre las manifestaciones artísticas más interesantes de los olmecas se encuentran las colosales cabezas humanas esculpidas en bloques de basalto, cubiertas con una especie de casco y de rasgos faciales característicos (nariz ancha y aplastada y labios gruesos, curvados hacia abajo). Otros legados notables son las pequeñas figuras antropomorfas, casi siempre asexuadas, de arcilla (San Lorenzo) o jade (La Venta), así como las estelas, las lápidas con relieves, los sarcófagos y las máscaras, todo ello de piedra. Por último, merece resaltarse también la construcción de pirámides escalonadas, como la de Cuicuilco.

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Teotihuacan

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Oaxaca, en la región sudoccidental de México. Desde el punto de vista croSobre una extensión algo superior a nológico, esta civilización vivió su los veinte kilómetros cuadrados se apogeo desde finales del siglo II hasta el siglo VIII de nuestra era (horizonextienden las ruinas de Teotihuacan te clásico). Su primer y principal (o Teotihuacán), la concentración urasentamiento fue la ciudad de Monte bana prehispánica más importante de Albán, situada en la Sierra Madre meMesoamérica. ridional y antiguo núcleo urbano de Sus restos se descubrielos olmecas, aunque también fundaron otros centros importantes como Quiotepec y Cuilapan. La organización social, política, religiosa y económica de los zapotecas coincide en general con el modelo común de las restantes culturas mesoamericanas. Así, la base de la economía era la agriculImagen de la pirámide de la Luna, en Teotihuacan, la ciudad precolombina más importante de Mesoamérica. tura, en especial el cultivo del maíz, que se realizaba ron a mediados del siglo XIX y, pese a zalcóatl) y las cabezas de Tlalóc, dios con técnicas avanzadas de regadío y las numerosas excavaciones realiza- de la lluvia y símbolo de la fertilidad escalonamiento en terrazas. Por otra das desde entonces, aún quedan mu- agrícola. También es frecuente la ima- parte, la religión condicionó todos chas incógnitas por resolver sobre los gen del jaguar. los ámbitos de la vida, como atestipobladores y organizadores de esta Otros legados imporgran urbe. Se sabe, no obstante, que tantes son el templo de su influjo en la zona fue enorme, po- la Agricultura y las siblemente más debido a la fuerte in- construcciones de Atefluencia de la religión que a la impo- telco, Barrios y Tepantisición bélica, y que su esplendor de- tla, entre otras; las desbió producirse entre el siglo II y el IV comunales esculturas de nuestra era, si bien las primeras megalíticas de Tlalóc y construcciones son mucho más anti- de la diosa de las aguas, guas. Hacia el año 650, la ciudad fue y los característicos vadestruida casi por completo por los sos de tres patas, politoltecas y, al principio del siglo IX, su cromados, con decoraactividad había prácticamente des- ción de escenas mitolóaparecido. gicas. En el diseño urbanístico de TeoAún se desconoce el tihuacan se distingue una gran ave- origen exacto de los hanida central, llamada Camino de los bitantes de Teotihuacan, Muertos o Micaotli, flanqueada por pero, a juzgar por los jepalacios y presidida en su extremo roglíficos hallados en norte por una gran plaza en la que, sus ruinas, cabe pensar entre otras menores, se encuentra la que hablaban una lengran pirámide de la Luna, de casi cin- gua cercana al náhuatl. cuenta metros de altura. En la zona oriental de dicha avenida se eleva la Cultura zapoteca pirámide del Sol, de 64 metros de altura, y al sur se localiza el conjunto de La cultura zapoteca se Representación de Tlalóc, dios de la lluvia de los aztecas (Museo Nacional de Antropología, Ciudad de México). la Ciudadela, recinto que contiene di- desarrolló en el valle de versos edificios consagrados a los dioses, entre los que destaca la pirámide escalonada del templo de Quetzalcóatl. En la iconografía de las manifestaciones escultóricas y de los frescos que han llegado hasta nosotros se repite la serpiente (representación de Quet-

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gua la importancia de sus centros ceremoniales, y dentro de ella los ritos funerarios alcanzaron una enorme importancia, fruto de la cual son las urnas de cerámica, uno de los máximos exponentes del arte zapoteca. Entre las divinidades que integraban su panteón destaca Xochipilli, dios de la primavera y de la vegetación, y Xipe Totec, venerado posteriormente por los aztecas como dios de la primavera. En la cima de la organización social se hallaba la clase sacerdotal, que ejercía también la autoridad política. La ciudad de Monte Albán se construyó sobre el cerro del Tigre y su principal eje urbanístico fue, como en otros casos, el centro ceremonial, integrado por diversas edificaciones (templos, patios, cámaras funerarias, palacios, juegos de pelota, etc.). Parecida configuración presentan las ciudades fundadas a partir del siglo XI, a raíz del progresivo abandono de Monte Albán, como Zaachila y Mitla, núcleo urbano este último que aloja también importantes construcciones de la cultura mixteca. En las postrimerías del siglo XV, el dominio zapoteca sucumbió frente a los aztecas; mediante una política de enlaces matrimoniales consiguieron mantener durante algún tiempo su independencia, pero finalmente fueron sometidos del todo por los conquistadores españoles. Pese a ello, su influencia se ha seguido manteniendo durante siglos, gracias al uso del zapoteca, idioma materno de numerosos pobladores actuales de la zona de Oaxaca.

Cultura maya Esta cultura, una de las más avanzadas de la historia de la América prehispánica, se desarrolló en el amplio territorio que abarca la península de Yucatán y parte de los estados actuales de Belice, Guatemala y Honduras. Debido a las características orográficas de la región, los asentamientos de la población se produjeron en tres zonas diferenciadas: la septentrional, que corresponde a la citada península; la central, correspondiente al Petén guatemalteco, el oeste de Honduras y parte de los terri-

Las civilizaciones prehispánicas en América

torios de Chiapas y Tabasco, y la meridional, que comprendía las zonas altas guatemaltecas y el sur de Chiapas. Por otra parte, desde el punto de vista cronológico, el desarrollo de esta cultura se suele dividir en tres períodos: el arcaico o protoclásico, que abarca desde los primeros asentamientos realizados en torno al 1500 a.C. hasta el 300 de nuestra era, y cuyos principales núcleos fueron Tikal, Uaxactún y La Victoria; el clásico o viejo imperio, que se desarrolló entre los años 200 y 800 d.C., y en el que además de las ciudades antes citadas destacaron las de Palenque, Copán y Piedras Negras, y el posclásico o nuevo imperio, cuyo esplendor se sitúa entre los siglos X y XVI, y en el que destacan las ciudades de Uxmal, Mayapán y Chichén Itzá. Desde el siglo IV d.C. hasta bien avanzado el período clásico, los mayas pusieron en práctica una política belicosa de constante expansión territorial, posiblemente motivada por el crecimiento demográfico experimentado en una fase de economía agrícola excedentaria. A partir del siglo VII se produjo, en cambio, un proceso de consolidación de las posesiones conquistadas y un notable auge cultural, que se puso de manifiesto en la rica actividad artística que floreció entonces, de las que son algunas muestras

destacables la cerámica y los templos de Palenque, Copán y Tikal, entre otros. Tal vez debido al agotamiento del suelo y al afán de buscar nuevas tierras de cultivo, a finales del siglo VIII y comienzos del siguiente los principales núcleos urbanos comenzaron a despoblarse, iniciándose así un período de decadencia cultural y de desorganización de las ciudadesestado, que se mantendría hasta el renacimiento cultural vivido durante el nuevo imperio. A partir del siglo X, momento en el que se fecha el inicio del período posclásico, los mayas pudieron recuperar de nuevo la tradición y la organización perdidas, pero entraron en una fase de constantes enfrentamientos bélicos, contra los invasores toltecas y entre las distintas ciudadesestado que pugnaban por imponer su hegemonía sobre las demás, contiendas que se prolongaron hasta bien entrado el siglo XV y que, junto a las catástrofes naturales acaecidas por entonces, facilitaron la posterior victoria de los conquistadores españoles. Así, en la primera mitad del siglo XVI, casi todos los territorios mayas se hallaban ya bajo dominio español. El último reducto de resistencia, localizado en la zona central, sucumbió ante las tropas de Martín de Ursúa en 1697.

Principales culturas mesoamericanas

Horizonte cultural

Cronología

Arcaico o preclásico Olmeca Maya (arcaica)

s. XII a.C - s. IV d.C. 1500 a.C. - s. II d.C.

Clásico Teotihuacan (esplendor) Zapoteca (Monte Albán) Maya (viejo imperio)

ss. II - IV d.C. ss. II - VIII d.C. ss. III - IX d.C.

Posclásico Tolteca (Tula) Azteca Maya (nuevo imperio)

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ss. X - XII ss. XIV - XVI (1525) ss. X - XVI

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Organización social y política. En la cumbre de la jerarquizada sociedad maya se hallaban los llamados hombres verdaderos, que detentaban la máxima autoridad política de las ciudades-estado y cuya dignidad era hereditaria. A continuación estaban los miembros de la nobleza (consejeros, autoridades militares, sacerdotes, guerreros, mercaderes, etc.), seguidos de los artesanos y de los campesinos y, en el último eslabón, los esclavos. Las diferentes ciudades-estado se mantenían vinculadas entre sí por la religión, la lengua –quiché–, las tradiciones y el arte, pero eran independientes políticamente, salvo durante la efímera hegemonía de Mayapán durante el período posclásico. La clase sacerdotal era muy poderosa, ya que, además de los secretos religiosos, el saber médico y el domi-

nio de la escritura, era la única que poseía los conocimientos de astronomía que tanta trascendencia tuvieron en la agricultura maya. La dignidad de sumo sacerdote era hereditaria. Economía. La economía de los mayas se sustentaba en la agricultura, íntimamente apoyada a su vez por las matemáticas y la astronomía. Desde los tiempos más remotos, los mayas dirigieron su atención al estudio de los cuerpos celestes y a la exacta medición del tiempo, para saber cuando recolectar, cuando sembrar y cuando talar. El principal cultivo fue el del maíz, que en la épocas excedentarias se comercializaba por el sistema de trueque. Otros cultivos importantes fueron los de la calabaza, los frijoles y el algodón. También conocieron la domesticación de animales para alimento y practicaron la caza y la pesca.

Religión. La principal característica que distingue la religión maya de las restantes de Mesoamérica es la fusión de los profundos conocimientos científicos que poseían (sobre todo los relacionados con el tiempo y la astronomía) con la mitología. En su complejo panteón se encontraban, entre otros, Hunab Ku, creador del mundo; su hijo Itzamná, que gobernaba a todos los dioses; Ixchel, diosa de la luna; Ah Puch, dios del infierno; Kinich Ahau, dios del sol; Chaac, dios de la lluvia, y Kukulcán, dios serpiente emparentado con el Quetzalcóatl de Teotihuacan y de los aztecas y toltecas. En las ceremonias de culto se ofrecían sacrificios animales y humanos, aunque estos últimos con menor profusión que en la civilización azteca. Los difuntos eran enterrados bajo sus casas o en criptas.

Cronología de las civilizaciones prehispánicas 1200 a.C. 1100-1000 a.C. 1000 a.C. 900-800 a.C. 400 a.C. 100 a.C-100 d.C. 100 - 500 300 550 600 650 800-900 987 1000-1100 1160 1290 1325 1370 1376 1396 1430 1470 1502 1520 1525 1533 1536 1572 1697

Inicio de la cultura chavín. Nacimiento de la cultura olmeca. San Lorenzo es el centro más importante. Inicio del período paracas (Cavernas). Esplendor de la cultura olmeca (Tres Zapotes, La Venta). Comienza la decadencia chavín y se inicia el desarrollo de la cultura nazca. Continúa la expansión de la cultura nazca. Apogeo de los estados teocráticos de Teotihuacan y Monte Albán. Inicio de la cultura mochica. Empieza el esplendor de Tiahuanaco. Comienza el esplendor de la cultura huari. La cultura nazca inicia su decadencia. Destrucción de Teotihuacan. Decadencia de la cultura mochica. Fin del viejo imperio maya. El monarca tolteca Topiltzin es expulsado de Tula. Progresivo abandono de Monte Albán y comienzo de la decadencia zapoteca. Despoblamiento casi total de la ciudad tolteca de Tula. Los toltecas ocupan Cholula. Los aztecas fundan Tenochtitlan. Ñançen Pinco inicia la expansión territorial del imperio chimú. El azteca Acamapichtli se convierte en monarca. Huitzilihitl sucede a Acamapichtli en el gobierno de los aztecas. Pachacútec Inca Yupanqui accede al trono del incario. El monarca chimú Minchançaman es derrotado por los incas. Moctezuma II sucede a Ahuízotl en el reino azteca. Triunfo azteca sobre los españoles en la “noche triste”. Poco después, muere Moctezuma. Fin del imperio azteca con la muerte de Cuauhtémoc. Fallece Huayna Cápac y el imperio inca se escinde entre Huáscar y Atahualpa. Pedro de Alvarado conquista el territorio maya de Guatemala. Atahualpa muere ejecutado por orden de Pizarro. Francisco de Montejo domina a los mayas. Muere ejecutado Tupac Amaru I y el imperio inca llega a su fin. Martín de Ursúa sofoca el último intento de rebelión maya.

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Las civilizaciones prehispánicas en América

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Cultura y arte. Los conocimientos to históricos como legendarios, el astronómicos de los mayas fueron caudillo Mixcóatl fue el primero en muy superiores a los de los egipcios arribar con sus gentes al valle de Méde los tiempos pretolemaicos. Deterxico; pero el monarca bajo cuyo reinaminaron con extraordinaria precisión do el imperio alcanzó su máximo esel año solar de 365 días, el año lunar plendor fue Topiltzin (finales del siy la trayectoria de Venus. Diseñaron glo X), sacerdote de Quetzalcóatl, divinidad con la que posteriormenademás un complejo calendario y un te fue identificado. Con la llegada sistema de datación cronológica, a Tula de un nuevo pueblo adoque les permitía poner fecha a rador de Tezcatlipoca surgielos principales acontecimientos ron rivalidades entre los seguide su historia. Los mayas fuedores de ambos dioses y Toron, así mismo, el primer pueblo piltzin, derrotado, tuvo que que desarrolló las matemáticas emigrar junto con sus partidade posición y el concepto de rios a Yucatán, estableciéndocero (logro que escapó al alse en Chichén Itzá y Mayapán, cance de griegos y romadonde entró en contacto con nos) y que ideó un sistema la civilización maya del pede numeración vigesimal, ríodo posclásico. Entre los mucho antes de que los sucesores de Topiltzin se hindúes concibieran el de Templo del Sol, en Palenque, ciudad destacada de la cultura maya. encuentran Matlacxóchitl, notación decimal utilizado Nauhyotzin, Tlicohuatzin y en Occidente en la actuaTezcatlipoca Huémac. En lidad. En arte, destacan las manifestacio- rales y las tradiciones de cada uno de tiempos de este último (hacia 1160), nes arquitectónicas (grandes templos ellos y crear una sociedad unitaria las adversas condiciones climáticas y piramidales, como el de las Inscrip- de carácter marcadamente militarista, la invasión de los chichimecas provociones, en Palenque; edificios civiles, cuya expansión territorial dio origen caron el abandono de Tula, cuyos haobservatorios astronómicos, juegos a uno de los mayores imperios meso- bitantes partieron hacia otros lugares de pelota, etc.); la escultura, supedi- americanos. A los toltecas se los rela- y fundaron Culhuacan, en la región tada a la arquitectura (estatuas y re- ciona con la fase final de Teotihuacan, de los lagos del valle de México, y lieves ornamentales de frisos, escali- civilización de la que heredaron im- Cholula, más al sur, donde se establecieron hasta mediados del siglo XIV. natas, etc.) y las pinturas murales de portantes elementos culturales. La organización social y política de Según cuentan las crónicas postetemática histórica o religiosa. Por último, es importante destacar riores, en las que se recogen datos tan- los toltecas se caracterizó por la sustiel Popol Vuh, la obra de mayor relieve de la literatura maya, destruida durante la conquista y posteriormente reproducida en caracteres latinos por los indígenas; esta obra, cuyo manuscrito original se supone escrito en lengua maya-quiché por el indio Diego Reinoso, aunque no hay pruebas contundentes de ello, es un compendio de las tradiciones, creencias e historia del pueblo maya y un relato épico sobre el origen del hombre.

Cultura tolteca Se denominan toltecas a un conjunto de pueblos originarios de las regiones noroccidentales de México, que terminaron fusionándose y asentándose en la ciudad de Tollan Xicocotitlan (actual Tula) a principios del siglo X de nuestra era. A lo largo de tres centurias, estos pueblos, aunque diferentes, supieron integrar los elementos cultu-

Localizado en una amplia región que comprende el sudeste de México, Yucatán y Guatemala, el pueblo maya desarrolló una de las más altas civilizaciones de la América prehispánica. En la fotografía, monumento de Uxmal, centro cultural de los mayas.

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Ruinas de la antigua ciudad de Tula, centro de la cultura tolteca, situada en el actual estado mexicano de Hidalgo.

tución de las tradicionales teocracias religiosas que imperaron en otras culturas por un sistema mítico-militarista, en el que los guerreros suplieron en importancia a la clase sacerdotal. Para facilitar las comunicaciones a través de su vasto imperio, crearon un primitivo sistema de correos mediante mensajeros. La base de su economía fue la agricultura. Desde el punto de vista artístico y cultural, los toltecas tomaron muchos elementos de Teotihuacan (el calendario y los signos gráficos, entre otros) y, a su vez, influyeron de forma notable en la civilización maya del nuevo imperio. En arquitectura destacan las pirámides, los templos (Quetzalcóatl), los palacios (Quemado), las tumbas y los recintos de juego de pelota; por su parte, en escultura son dignas de mención las columnas serpentiformes, las estatuas de guerreros (como los famosos atlantes) y las re-

presentaciones del dios Chac Mool, características estatuas semiyacentes.

La civilización azteca La historia de este pueblo, que dominó política y culturalmente una amplia región de Mesoamérica a lo largo del siglo XV y primer cuarto del XVI, se conoce gracias a los restos arqueológicos y, sobre todo, a través de los códices aztecas (Codex Mendoza, Anales de Cuauhtitlan, Codex Borbonicus, entre otros) y de la labor investigadora y compiladora de historiadores españoles, como fray Bernardino de Sahagún (s. XVI).

Cronología de los reinados aztecas Período

Fundada entre los siglos IX y X, Tula fue la capital del reino tolteca. En la imagen, atlantes del templo de Tlahuizcalpantecuhtli o de la Estrella Matutina.

La tradición sitúa el origen de los aztecas en Chicomoztoc, lugar de la región noroccidental de México. De allí, en la segunda mitad del siglo XII, partieron las siete tribus aztecas primitivas hacia el valle de México, dirigidas por varios caudillos y sacerdotes adoradores del dios Huitzilopochtli, y en su éxodo parece que se asentaron sucesivamente en la región del lago Páztcuaro y en Coatepec. En 1276, bajo el mandato de Hutzilihuitl el Viejo, se asentaron en Chapultepec, de donde fueron expulsados medio siglo más tarde por diversos pueblos de la zona, quedando confinados en Tizapán. Aliados por algún tiempo con los culhuas, el sacrificio ritual de la hija del señor de Culhuacan motivó la expulsión de los aztecas del territorio y su huida a través del lago Texcoco, donde, según la tradición, encontraron en un islote a un águila comiéndose a una serpiente, escena que interpretaron como una indicación divina del lugar donde habían de fundar su capital, Tenochtitlan. En tiempos de Acamapichtli (13761396), los aztecas se convirtieron en tributarios de los soberanos tepanecas de Azcapotzalco, situación que terminó durante el reinado de Chimalpopoca (1417-1427). A la muerte de éste, le sucedió en el trono Itzcóatl, bajo cuyo gobierno se asentaron las bases del imperio azteca y se constituyó la Cuádruple Alianza entre Te-

1376-1396 1396-1417 1417-1427 1427-1440 1440-1469 1469-1481 1481-1486 1486-1502 1502-1520 1520 1520-1521

Rey Acamapichtli Huitzilihuitl II Chimalpopoca Itzcóatl Moctezuma I Axayácatl Tizoc Ahuízotl Moctezuma II Cuitláhuac Cuauhtémoc

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nochtitlan, Texcoco, Cuautitlan y Huexotzinco, que terminaría con la definitiva derrota del tirano Maxtla y la destrucción del imperio tepaneca. Años más tarde, durante el reinado de Moctezuma I, sucesor de Itzcóatl, se formó una nueva coalición entre los pueblos de la zona, la Triple Alianza, integrada por Tenochtitlan, Texcoco y Tlacopan, con fines tanto ofensivos como defensivos, que perduraría hasta la llegada de los conquistadores españoles. Con Moctezuma I, los confines del imperio se ampliaron notablemente, se iniciaron las llamadas “guerras floridas” contra Tlaxcala y Huejotzingo, ciudades independientes en las que capturaban prisioneros para los sacrificios religiosos, y la ciudad de Chalco alcanzó un gran apogeo. La expansión territorial siguió en tiempos de Axayácatl, sucesor del anterior, y, tras el breve reinado de Tizoc, que murió asesinado, alcanzó su máxima extensión con Ahuízotl (1486-1502), que amplió los límites imperiales hasta Oaxaca, Tehuantepec y parte de la actual Guatemala. A la muerte de Ahuízotl le sucedió Moctezuma II (1502-1520); este monarca, famoso por su sabiduría, capacidad militar y gran religiosidad, tuvo que enfrentarse al primer ataque de los españoles al mando de Hernán Cortés, a quien consideró como la prometida reencarnación de Quetzalcóatl, lo que posiblemente explica su escasa resistencia inicial frente a los conquistadores. Sin embargo, el apresamiento de Moctezuma y la notable imposición española despertó la abierta hostilidad de los aztecas, quienes expulsaron a los españoles tras el levantamiento de la “noche triste” (1520). No obstante, un año más tarde, tras la batalla de Otumba, Cortés conquistó de nuevo la capital azteca y, con el apresamiento y muerte del Cuauhtémoc (1525), puso fin al imperio azteca. En 1534, los antiguos territorios aztecas entraban a formar parte del Virreinato de Nueva España. Organización social y política. El núcleo social básico de los aztecas era la familia patriarcal, normalmente monogámica. La agrupación de varias familias formaba los calpulli, unidades regidas por un jefe, que era elegido por el consejo de los cabezas de

Las civilizaciones prehispánicas en América

familia; estas unidades tenían, entre otras funciones, la de organizar las labores del campo, educar a los jóvenes y recaudar los tributos, y disponían de una serie de tierras comunales que repartían y entregaban en usufructo a cada familia. La clase dirigente la componían, en primer lugar, el monarca (tlatoani) y su consejero (cihuacoatl), además de los nobles por nacimiento (miembros de la familia real), los nobles por méritos, los jefes de los calpulli, los sacerdotes y los jefes militares. La clase plebeya la integraban los artesanos, los campesinos y los comerciantes. El estamento inferior lo constituían los siervos y los esclavos, estos últimos normalmente destinados a los sacrificios religiosos. Los distintos estados que componían el imperio gozaban de una gran autonomía, pero estaban obligados al pago de impuestos y a prestar ayuda militar en las contiendas bélicas. Desde Tenochtitlan se arbitraron, no obstante, diversas medidas no belicistas, de

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carácter integrador, como la introducción del culto unificado a Huitzilopochtli. Economía. La base de la economía azteca era la agricultura, en especial el cultivo del maíz, aunque también destacaron los de tomates, frijoles, calabaza y chile. Debido a la abundancia de zonas lacustres y pantanosas, los aztecas tuvieron que diseñar ingeniosos sistemas de colonización agrícola, entre los que destaca el de las chinampas, especie de plataformas flotantes de ramas, limo y barro, sobre las que se cultivaba. También practicaron la ganadería y la pesca, pero su desarrollo fue muy escaso. El comercio sí tuvo, en cambio, una gran importancia, y era controlado por los mercaderes, que con sus caravanas conseguían en los pueblos vecinos preciados productos como cacao, algodón, miel o piedras preciosas. Religión. La religión azteca era politeísta y su complejo panteón estaba integrado por numerosas divinida-

La cultura azteca desarrolló un elaborado sistema de computar el tiempo que conjugaba el uso de conocimientos matemáticos y astronómicos. En la imagen, reproducción moderna de la Piedra del Sol.

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conocimientos matemáticos escultura, por su parte, se observan (aplicación de un sistema vi- dos corrientes, la naturalista, reflejagesimal) y los astronómicos. da en numerosas figuras de divinidaConfiguraron dos calendarios des, animales, seres humanos y fruprincipales, de los cuales el tos (cabeza del caballero águila), y la ceremonial constaba de 260 esquemática y simbólica, de las que días y el solar, de 365 días constituyen excelentes muestras la (dieciocho períodos de veinte Piedra del Sol y la representación días, más cinco días conside- de la diosa de la tierra, Coatlicue. De rados nefastos), y de la com- la producción cerámica, variada y binación de ambos obtuvie- abundante, destaca la de Chalco, beron una nueva unidad o “si- llamante policromada. Por último, glo”, que comenzaba de cabe mencionar las pinturas murales nuevo cada 52 años solares o de los palacios, de las que se consercada 73 años ceremoniales. van pocas muestras; los trabajos de Por otro lado, los aztecas orfebrería, los tejidos y la artesanía conocían un tipo de escritura plumaria. pictográfica, cercana al fonetismo, que realizaban sobre piel de venado o sobre papel de amate, con la que escribieron sus obras literarias; estos manuscritos o códices, perdidos durante la conquista, pudieron más tarde ser reproduMáscara multicolor, realizada con piedras de cidos en caractepequeño tamaño, muestra del arte precolombino res latinos por alazteca. gunos indígenas, gracias a la importancia que la tradición oral, en lengua des, procedentes de diversas cultu- náhuatl, tuvo en la transras; en él se hallaban, entre otros mu- misión de la cultura. chos, Quetzalcóatl, dios benefactor, En arte, la arquitectura creador del hombre y de la civili- recibió la influencia de Teozación; Tezcatlipoca, dios de los tihuacan y de los toltecas hechiceros y de los jóvenes; Huitzilo- (templo piramidal de Chopochtli, dios de la guerra, del sol y de lula o templo doble de TlaFigura de un coyote, realizada con plumas, en un la cosecha; Tlalóc, dios de la lluvia; lóc, en Tenochtitlan); en la escudo azteca (Museo Etnológico de Viena). Coatlicue, diosa madre o de la tierra; Chalchiuhtlicue, una de las diosas de las aguas; Tlazoltéotl, diosa del amor carnal; Xipe Totec, dios de la primaPreguntas de repaso vera, y Mictlantecuhtli, dios de la muerte. 1. ¿Qué se entiende por horizonte cultural? La concepción fatalista que los az2. Citar las culturas andinas más importantes de los horizontes intermetecas tenían del mundo y su constandio tardío y tardío. te temor a las catástrofes les llevó a instaurar un culto propiciatorio, ca3. ¿Por qué razón se produjo la escisión del imperio inca? paz de aplacar a los dioses y de evitar 4. ¿A qué área pertenece la cultura zapoteca y cuál fue su centro prinque el sol se apagara, en el que los sacipal? crificios cruentos fueron la nota dominante. 5. ¿Dónde y cuándo entran en contacto las culturas tolteca y maya? Cultura y arte. Uno de los logros culturales más importantes de los az6. Además de los aztecas, ¿quienes integraron la Triple Alianza y qué fitecas fue su sistema de cómputo del nes perseguía la misma? tiempo, en el que se mezclaban los

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LOS PUEBLOS GERMÁNICOS

Asentamientos y rasgos generales de los pueblos germánicos Asentamientos previos a las invasiones La raza germana estaba establecida en Escandinavia, en la actual Dinamarca y entre los ríos Elba y Oder en el segundo milenio a.C. Hacia el este estaban asentados los baltos (letts) y hacia el oeste del Elba, los celtas. Los germanos occidentales desplazaron a los celtas hacia el 1000 a.C. en su avance hacia el Elba y el Rin. Germania meridional fue ocupada y la Galia, amenazada. Entre los germanos occidentales surgieron cuatro nuevos grupos: los alamanes (del tronco suevo), en el alto Rin; los sajones, entre el Weser y el Elba, y los turingios, al sur de los sajones. Los orientales (escandinavos) atravesaron el Báltico y remontaron el Vístula hasta los Cárpatos en el 600-300 a.C. Más adelante, los bastarnos, burgundios, gépidos, godos, hérulos, rugios y skiros (también germanos orientales) se desplazaron hacia el mar Negro, donde llegaron hacia el 214 a.C. La división en visigodos (godos del oeste) y ostrogodos (godos del este) es probable que se produjera después de su llegada al mar Negro. Los germanos del norte permanecieron en Escandinavia. Hacia el siglo IV, poco antes de comenzar las grandes invasiones, algunos de los principales pueblos germánicos estaban distribuidos tal como sigue:

Los vándalos: entre el Oder y el Vístula. Los lombardos y los sajones: en el curso bajo del Elba. Los suevos: entre el Elba y el Oder. Los alamanes: en los cursos altos del Rin y del Danubio. Los burgundios: en el alto Oder. Los gépidos: en el bajo Vístula. Los visigodos: entre el Danubio y el Dniéster. Los ostrogodos: entre el Dniéster y el Dniéper.

Estos pueblos, a los que los latinos llamaron bárbaros, estaban constituidos por pastores y agricultores y tendían al asentamiento estable. De hecho, la penetración pacífica en el imperio fue considerable en una primera etapa. Roma los iba incorporando como colonos, como siervos y como soldados. Sin embargo, la presión de otros pueblos menos civilizados (p. ej., los hunos) y el empeoramiento del clima en el norte de Europa hizo que los germanos iniciaran

Eminentemente agricultores y pastores, los germanos fueron penetrando en el territorio del imperio romano como colonos, siervos y soldados. En la fotografía, placa de un escudo merovingio que representa a un caballero. Fotografías de cabecera: fíbula visigótica (izq.) y escultura en bronce de Carlomagno (der.).

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HISTORIA: EDAD MEDIA

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Algunos de los principales pueblos germánicos y sus asentamientos iniciales

GERMANOS OCCIDENTALES: pasaron de tierras escandinavas a las cuencas del Rin, el Weser y el Elba

Frisones, camavos y batavios (cuenca baja y desembocadura del Rin) Anglos, sajones y lombardos (curso del Elba) Alamanes (cuencas altas del Rin y el Danubio) Suevos (regiones comprendidas entre el Elba y el Oder).

GERMANOS ORIENTALES: pasaron de tierras escandinavas a las cuencas del Oder y el Vístula

Burgundios (cuenca alta del Oder) Vándalos (regiones comprendidas entre el Oder y el Vístula) Visigodos (cuenca baja del Danubio hasta el Dniéster). Ostrogodos (cuenca del Dniéster hasta el Dniéper) Gépìdos, bastarnos y hérulos (cuenca alta del Vístula)

GERMANOS DEL NORTE: permanecieron en tierras escandinavas

Suiones, normandos y noruegos

En los reinos germanos se mantuvieron tras las invasiones el sistema económico y las estructuras administrativas del imperio de Roma. Sin embargo, el grado de «romanización» de los reinos germanos fue diferente en cada uno de ellos. Estas diferencias marcaron las relaciones, pacíficas o no, con los pueblos conquistados, así como las instituciones, las leyes y las posesiones de cada reino.

Los hunos

hacia el siglo V una auténtica invasión del mundo romano.

Rasgos generales de los pueblos germánicos Todos los pueblos germánicos vivieron en poblados dedicados a la agricultura y a la ganadería. Algunos estaban gobernados por reyes, otros por grafs (condes), pero en cualquier caso la cabeza del Estado era elegida por la asamblea de hombres libres o asamblea general. Ésta era la principal institución y entre sus funciones estaban decidir si se declaraba o no la guerra a otros pueblos, otorgar la ciudadanía a cualquier miembro de la comunidad y juzgar. La base de la sociedad estaba constituida por la familia, donde el padre tenía poder ilimitado sobre la mujer y los hijos. El conjunto de todas las familias que poseían un parentesco común formaban la sippe, encargada de la protección de sus miembros. La unidad política era la civitas (nación), que estaba dividida en gawen o pagi (distritos regidos por un gobernante). En la asamblea general se decidía el nú-

mero de guerreros que acompañarían al monarca en sus contiendas. Más tarde, estos guerreros pasaron a configurar la guardia real, que se hallaba bajo la protección del monarca. Los títulos nobiliarios se otorgaban por méritos de guerra. Los nobles adquirieron tierras donde levantaron sus castillos. Ellos protegían a los colonos, sobre los que tenían dominio absoluto, y acataban el poder del rey. Desde el punto de vista religioso, los germanos creían que el alma y el cuerpo sobrevivían a la muerte y que podían favorecer o perjudicar a los vivos. De ahí la costumbre de incinerar los cadáveres de las personas consideradas en vida como peligrosas. Entre las divinidades de su panteón, la tríada principal la constituían Tor, Odín y Frey. El primero se identificó posteriormente con el Júpiter romano, y Odín, con Mercurio. Odín era un dios guerrero y su hijo, Balder, el dios de la elocuencia. Por su parte, Frey era el dios de la fecundidad masculina y Freya, su esposa, la diosa de la tierra y de la fertilidad, equivalente a la Venus romana.

Los hunos eran mongoles nómadas del grupo étnico uralo-altaico. No obstante, se suelen encuadrar en el mismo ámbito que los germánicos, debido a que ocuparon su mismo contexto histórico. Emigraron hacia Europa en el siglo IV y permanecieron alrededor de medio siglo en el valle del Danubio y del Theiss. Expertos jinetes, derrotaron a los hérulos y al ostrogodo Hermanarico. También vencieron a los visigodos mandados por Atanarico a orillas del Dniéster, y luego comenzaron la invasión de Occidente. El apogeo de los hunos se dio bajo el mandato de Atila, que llegó al poder en el 434. En aquella época, Genserico, rey de los vándalos, pretendía convencer a Atila para que atacara a los visigodos. Pero fingiendo amistad hacia ambos pueblos, Atila se liberó de los romanos y los visigodos y se dirigió hacia el oeste, conquistando Wetz y las provincias belgas. Más tarde se volvió hacia Italia y continuó hasta Roma, donde lo esperaba el papa León I el Grande, uno de los tres miembros de la comisión enviada por el emperador. Tal vez por la mediación papal o por haberse propagado una epidemia en su ejército y por la llegada de refuerzos romanos, Atila se retiró. Su muerte (453) fue seguida de la derrota de los hunos en el Nedao (454).

Los godos Los godos eran germanos originarios del sur de Escandinavia. A mediados del siglo VI, capitaneados por

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el rey Berig, llegaron con sus naves al sur del mar Báltico, donde se establecieron tras derrotar a los vándalos. A mediados del siglo II, el pueblo godo abandonó la región del Vístula y, al mando del rey Filimer, llegaron hasta el mar Negro. Durante el siglo siguiente realizaron numerosas penetraciones en los territorios romanos de Asia Menor y de la península balcánica. Llegaron a invadir Atenas y más tarde pasaron a Rodas y Creta. Durante el reinado de Aureliano (270275) obligaron a los romanos a abandonar la Dacia. Los godos que vivían entre el Danubio y el Dniéster se llamaron visigodos, mientras que los que se habían establecido durante el siglo IV en la zona oriental de los Cárpatos recibieron el nombre de ostrogodos.

Los visigodos En el siglo IV, vencidos por los hunos, los visigodos pidieron refugio al imperio romano y el emperador Valente les permitió asentarse en las regiones meridionales del Danubio. Pero poco después se levantaron en armas y Roma tuvo que enfrentarse a ellos en una contienda que duró aproximadamente dos años. Acaudillados por Frigiterno, los visigodos vencieron a Valente y lo mataron. Tras la muerte del caudillo visigodo, el emperador Teodosio consiguió pacificar la situación atrayendo a algunos jefes, como Alarico, el cual fue posteriormente elegido rey de los visigodos. A la muerte de Teodosio, Alarico asoló la Tracia, llegando hasta las puertas de Constantinopla. Arcadio, emperador de Oriente (395-408), tuvo que esperar a la llegada de Estilicón, general romano de sangre vándala, que se enfrentó a Alarico en Tesalia y en el Peloponeso. En el año 401, Alarico invadió Italia y devastó Venecia. Un año después, en Pollentia, en una reñida batalla, Estilicón derrotó a Alarico, quien dos años más tarde fue detenido en Verona, lo que hizo que los visigodos se retiraran al Epiro. Tras alternar los asedios con los pactos, Alarico se adueñó de Roma en el año 410. La saqueó durante tres

días y luego se dirigió hacia el sur en dirección a África, pero perdió su flota y murió. Le sucedió Ataúlfo, quien supo fusionar a los visigodos con los romanos. Ataúlfo condujo a los visigodos hacia el norte, saqueó Etruria, cruzó los Alpes, arrasó la Galia y contrajo matrimonio con Gala Placidia (hermana de Honorio). Más tarde fue obligado a entrar en la Hispania, donde sería asesinado. Le sucedió Valia, tras el corto reinado de Sigerico, en el 418. El bloqueo romano hacía que los alimentos fueran difíciles de conseguir en Hispania, por lo que Valia decidió cruzar a África; pero, perdidos sus barcos, se vio obligado a llegar a un acuerdo con Constancio y a devolver a Gala Placidia a Honorio. Aceptó desalojar de la Hispania a los bárbaros. Al conseguirlo recibió en recompensa la región entre el Loira y el Garona, con Tolosa (Toulouse) como capital; comenzó así, en el 419, el reino de Tolosa, cuyos reyes más destacados fueron Teodorico I, que reinó hasta el 451 y murió en la batalla de Chalons, y Eurico, cuyo reinado (466-484) marcó el esplendor del reino. Continuó la

Página de un ejemplar del Codex Eurici, primer código legal de los visigodos, conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid.

Los pueblos germánicos

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presión de los visigodos sobre la Galia y la Hispania y, desde el 481, extendió su dominio desde los Pirineos hasta el Ródano por el este, y conquistó Provenza a Odoacro. Sin embargo, la población y el clero cristianos eran hostiles a los visigodos por ser arrianos, lo que facilitó la conquista de los francos (507), que obligaron a los visigodos a confinarse en Hispania. Los visigodos fueron uno de los pueblos germánicos más civilizados a causa de su estrecha y larga relación con Roma. A ellos se debió la creación de nuevas formas artísticas, como el arco de herradura; también realizaron una importante labor de recopilación cultural y jurídica. Destacaron figuras como Ulfilas (311-381), un obispo godo de credo arriano que creó el alfabeto gótico para su traducción de la Biblia. Esta traducción, el primer gran monumento literario de los invasores germanos, tuvo una considerable influencia en la época. Dio a la herejía arriana un desarrollo de importantes consecuencias políticas, ya que los países en los que se asentaron los germanos estaban poblados por cristianos ortodoxos.

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HISTORIA: EDAD MEDIA

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Eurico fue el primero que codificó el derecho visigótico en el Codex Eurici y, en su época, el Breviario de Alarico (506), codificación del derecho romano para uso visigodo, ejerció una enorme influencia en la época. A pesar del desarrollo cultural alcanzado por los gobiernos visigodos, la administración siguió, en general, siendo romana y la lengua oficial continuó siendo el latín.

cruzado desde África, iniciando así la invasión musulmana de la península.

Los ostrogodos

camiento con otros pueblos mediante alianzas matrimoniales (casó a una de sus hijas con Alarico II –visigodo– y él mismo contrajo matrimonio con la hermana del franco Clodoveo). A su muerte, le sucedieron Atalarico y Teodato, bajo cuyos reinados la idea de unión y convivencia pacífica se fue debilitando y crecieron las disensiones internas, lo que aprovechó el emperador bizantino Justiniano para invadir de nuevo Italia y comenzar la reconstrucción del imperio.

Coincidiendo con la derrota de los hunos (454), los ostrogodos se asentaron en Panonia, como federados del imperio romano de Oriente. Su monarca, Teodorico, llamado el Joven o el Grande (454-526), que había El reino visigodo en Hispania estudiado en Constantinopla en Tras la desaparición del reino de To- tiempos de la dominación de los hulosa en el 507, los visigodos tuvieron nos, se enemistó con el emperador Suevos, vándalos que confinarse en los territobizantino Zenón y lanzó a sus rios de Hispania. Se contropas contra la citada y alanos centraron en las regiociudad. Zenón, para lines centrales de la berarse del inminente península ibérica y peligro, convenció a Los suevos pronto se romanizaTeodorico de que se ron, como demuestra adentrara en Italia y Empujados por los ataques de los hula progresiva deexpulsara de allí al nos, los suevos abandonaron sus asensaparición de la hérulo Odoacro. tamientos en Europa central y se deslengua visigoConseguido su plazaron hacia el sur. En el 409 peda, que fue susobjetivo, Teodo- netraron en Hispania y se asentaron en tituida por la rico quedó como el noroeste, en la provincia de Gallaepopular de orimonarca de Ita- cia. Durante el siglo V llegaron a forgen latino. Tras lia, establecien- mar en la península ibérica un florelos reinados de do la sede de la ciente imperio, que sucumbió un siglo Amalarico, Teucorte en Rávena. más tarde ante la invasión visigoda. Tumba de Teodorico el Grande, rey de los El emperador romano Honorio y el dis y Agila, en A partir de entiempos de Leo- ostrogodos, en Rávena, Italia. tonces, y con la rey suevo Hermerico firmaron en vigildo (573-586) ayuda de bri- el 411 un pacto en el que se asignaban se estableció la capital en Toledo. llantes colaboradores, como Casio- a los suevos los territorios de lo que Este monarca consiguió expulsar a doro y Boecio, impulsó una política hoy sería el sur de Galicia y parte de los suevos de la península y con su integradora y pacificadora, movido León, Zamora, Salamanca y el norte enfervorecida defensa del arrianis- por el sueño de crear un gran impe- de Portugal. Durante el reinado de Requila, hijo mo provocó una guerra civil, en la rio, a imagen y semejanza del romaque se enfrentaron los católicos con no. Se mostró tolerante con las dife- de Hermerico, los suevos vivieron los arrianos y que terminó con el rencias religiosas y fomentó el acer- momentos de gran esplendor, llegantriunfo de estos últimos. Sin embargo, años después, la conversión al catolicismo de su hijo y sucesor, Recaredo (586-601), puso fin a la separación religiosa. Entre los sucesivos reyes visigodos merecen especial mención Suintila (621-631), que eliminó la presencia bizantina en las regiones meridionales de la península; Recesvinto (649-672), que promulgó el Fuero Juzgo, código legal en el que se recogían las tradiciones romanas, visigodas y eclesiásticas, y Rodrigo, último rey visigodo, que en el año 711 fue derrotado en la batalla de Guadalete por las tropas bereReproducción del palacio de Teodorico en un mosaico de la iglesia de San Apolinar Nuevo, en Rávena, Italia. beres que al mando de Tariq habían

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Los anglosajones fueron pueblos germánicos procedentes de la península de Jutlandia que invadieron la actual Inglaterra desde principios del siglo V. En la imagen, tapiz de la época que representa una batalla del ejército inglés.

do a incorporar las provincias romanas de Lusitania y Bética (447). A la muerte de Requila en el 448, le sucedió su hijo Requiario, que se había convertido al catolicismo antes de subir al trono. Tras saquear Zaragoza y apoderarse de Lérida durante una brillante campaña bélica, los suevos fueron considerados por Roma como una amenaza, lo que provocó el envío de tropas aliadas, al mando del monarca visigodo Teodorico II, quien en el 456 derrotó a Requiario en León y llegó hasta el reino suevo de Galicia, destruyendo su capital, Braga. Tras esta terrible derrota, el imperio suevo sobrevivió con grandes dificultades hasta el 585, año en que su último rey, Andeca, fue vencido en Oporto y Braga por el ejército visigodo del rey Leovigildo. Esta derrota marcó el fin del reino suevo y la anexión de sus territorios al reino visigodo.

se dirigieron a Aquitania y atravesaron los Pirineos, penetrando en Hispania en tiempos de Gunderico (429). A éste le sucedió Genserico, quien amplió el dominio vándalo hasta el continente africano, si bien los nuevos territorios conquistados se integraron al imperio romano como federados. Pero una vez en África, los vándalos no respetaron el tratado firmado con los romanos y se enfrentaron a ellos. Como resultado de la contienda recibieron la mayor parte del territorio romano, excepto la región circundante a Cartago. En el año 439, Genseri-

Los vándalos y los alanos Los vándalos eran considerados como uno de los pueblos germánicos más crueles y devastadores. Aliados con los alanos y otros pueblos, cruzaron el Rin cerca del Main, siguieron el Mosela y el Aisne, saqueando y destruyendo todas las poblaciones que encontraron a su paso, y después

Fachada principal de la iglesia palentina de San Juan de Baños, muestra de la arquitectura visigoda en España.

Los pueblos germánicos

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co arrebató también esta ciudad a los romanos y la convirtió en su capital. En el 455 atacó Roma, la tomó fácilmente y la saqueó durante dos semanas. Cuando Genserico regresó a Cartago, su reino se extendía desde Trípoli hasta Ceuta. Sin embargo, los vándalos eran odiados en África por ser arrianos y tuvieron que afrontar serias revueltas internas, pese a lo cual su poder no desapareció hasta el 533, año en el que el emperador Justiniano envió a su general Belisario a combatir contra Gelimero. Belisario venció rápidamente a los vándalos y, después de un año, en el 534, su reino se anexionó al imperio romano de Oriente, desapareciendo como reino independiente.

Los burgundios En el año 411, los burgundios, originarios de la cuenca alta del Oder, penetraron en la Galia, dirigidos por el rey Gundicar. Con el transcurso del tiempo, se establecieron en la alta Borgoña, en régimen de federación con el imperio romano.

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Entre sus monarcas destacó Gundebaldo o Gundobado, quien codificó el derecho burgundio en la Lex Gundobada. Los burgundios fueron finalmente sometidos por los hijos del rey franco Clodoveo (hacia el 532), pero el reino burgundio permaneció independiente, bajo control franco, con reyes merovingios, hasta el 613. Después del año 613 se convirtió en una provincia del imperio franco.

Los anglosajones Anglosajones fue el nombre genérico que se dio a una serie de pueblos germánicos procedentes de Schleswig, Frisia y Jutlandia, que invadieron a principios del siglo V lo que hoy es InImagen de la corona que fue entregada por el papa León III a Carlomagno y que glaterra. Los jutos, anglos y sajones posteriormente fue utilizada por Napoleón. compartieron la isla hasta el siglo XI, cuando fueron expulsados por los normandos. Hacia el 615, los anglos y jutos habían llegado al mar de Irlan- cepto de monarquía. Su episcopado da y eran dueños de la práctica tota- estuvo caracterizado por la reintrolidad del territorio inglés. ducción de la cultura grecorromana De la primitiva colonización sur- y logró crear una nueva tradición gieron los siete reinos anglosajones cultural, de la que surgió Beda el Ve(heptarquía de Essex, Wessex, Kent, nerable (673-735), padre de la literaAnglia Oriental, Mercia, Northum- tura inglesa. bria y Sussex). En el año 787 se produjo la primera Durante varias décadas, la hegeinvasión danesa en Irlanda, a la que monía dentro de la heptarquía sucedieron numerosos ataques fue alternando en el poder a vikingos. Alfredo el Grande cristianos (Etelberto de (871-901) consiguió la paz, Kent) y paganos (paganos derrotó finalmente a los dade Mercia) hasta el año neses y les impuso la paz de 664, en el que el sínodo de Wedmore, por la cual InglaWhilby hizo entrar de nueterra quedó dividida en dos vo a Britania en la órbita de regiones: la septentrional le la Iglesia romana y del conticorrespondió a Guthrum y la merinente. Así mismo, preparó el dional, a Alfredo. camino para la acción decisiA raíz de entonces, Alfredo va de Teodoprocedió a ro de Tarso, organizar la arzobispo de defensa de su Canterbury. reino. ConsTe o d o r o truyó fortiintrodujo un ficaciones de sistema epishierro procopal innotegidas convador, que lleguarniciones gó a ser un y reorganizó y modelo para amplió el ejérel Estado e cito. influyó en el Durante Empuñadura de una espada atribuida a nuevo conesa época, la Carlomagno, artífice de la unidad de Francia.

cultura experimentó un gran auge. Alfredo fundó escuelas; también ordenó comenzar la redacción de la Crónica Anglosajona, colección en verso y prosa de sucesos históricos de Inglaterra hasta el siglo XII, y acogió en la corte a numerosos sabios extranjeros. En el año 901, Eduardo, hijo de Alfredo, accedió al trono y comenzó en seguida la labor de reconquista del territorio del norte, que fue concluida en el año 924 por Etelstán, hijo de Eduardo. Durante el reinado de Etelredo II (978-1016) se produjo un nuevo ataque vikingo acaudillado por Svend I, rey de Dinamarca. Éste logró acabar con el reino anglodanés y fue reconocido como rey por los ingleses en el año 1013.

Los francos La primera dinastía de los francos, la merovingia, se inició con Clodoveo (465-511). Hijo de Childerico, estuvo al servicio del emperador bizantino Zenón. Se casó con Clotilde, una borgoñona de religión católica, y él mismo se convirtió al catolicismo en el 496, lo que le procuró el apoyo de la Iglesia y le facilitó la conquista de los pueblos arrianos (tomó Borgoña y venció a los visigodos en Vouillé en el 507). Tras fundar la iglesia de los Santos Apóstoles (Santa Genoveva) en París, trasladó allí la capital del reino. Fue nombrado cónsul honorario por el emperador Anastasio, lo que hizo que los francos se integraran técnicamente dentro del imperio romano de Oriente. A la muerte de Clodoveo, el reino franco se dividió entre sus cuatro hijos, que establecieron otras tantas capitales: Metz (Teo), Orleáns (Clodomero), París (Childeberto) y Soissons (Clotario). Tras un período de guerras civiles, sólo Clotario sobrevivió y durante un breve período (558-561) el reino franco estuvo de nuevo bajo un mando único. La nueva disgregación del reino entre los cuatro hijos de Clotario dio como resultado la aparición de los reinos de

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Relicario de oro, plata y piedras preciosas, muestra del arte carolingio, que tuvo en la orfebrería una de sus máximas expresiones (Museo de Berlín).

Austrasia (capital Metz), Neustria (capital Soissons) y Borgoña, que en tiempos de Clotario II (613) se unieron de nuevo bajo un único gobernante. Dagoberto, hijo de Clotario II, fue el último rey poderoso de la dinastía merovingia (629-639), que finalizó en tiempos de Childerico III, quien resultó destronado en el 751 por Pipino el Breve, iniciándose de esta manera la dinastía de los carolingios.

nación por la que se creaban los Estados Pontificios. A su muerte, se distribuyeron sus tierras entre sus dos

Los carolingios. Restauración del imperio romano de Occidente Los artífices de la grandeza de los francos fueron los carolingios, en especial Pipino el Breve y Carlomagno. Pipino fue elegido rey en el 752 y durante su reinado trató de ganarse a la Iglesia, garantizándole la reconquista de sus tierras. Los papas tenían necesidad inmediata de protección frente al avance de la monarquía lombarda, que se había apoderado de Rávena y había sitiado Roma. El papa León II dio a Pipino el título de Patricius, designándolo como una especie de regente y protector de Italia. Pipino derrotó a los lombardos, devolvió a Italia sus tierras e hizo la famosa do-

Talla en bronce que representa a Carlomagno, fundador del sacro imperio romano-germánico (abadía de Aquisgrán).

Los pueblos germánicos

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hijos: Carlos recibió Austrasia, Neustria y el norte de Aquitania, y Carlomán, el sur de Aquitania, Borgoña, Provenza y Septimania. Carlos, que pasaría a la historia con el nombre de Carlomagno (742-814), fue uno de los más grandes monarcas europeos. En general, continuó con la política expansionista de los francos, estrechó la colaboración con el papado y apoyó la reforma eclesiástica, en la que se basaría la unidad cristiana medieval. En el año 799, el papa León III fue expulsado de Roma por una conspiración y buscó refugio y protección en la corte de Carlomagno. En el otoño del año siguiente, Carlomagno viajó a Italia, llegó a Roma y consiguió librar al papa de una serie de acusaciones que le hubieran llevado a juicio. Restablecido el orden, el pontífice, rodeado de todo el clero, coronó emperador a Carlomagno en la noche de Navidad (del año 800). Occidente, después de muchos siglos, volvía a tener emperador, pero esta coronación supuso la ruptura entre Roma y Constantinopla.

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renacimiento cultural, de manera que en los siglos sucesivos fuera recordado no sólo como un guerrero invencible, sino como un difusor de la cultura y de los principios del cristianismo y la romanización.

Los lombardos

El pueblo lombardo se asentó en Italia a mediados del siglo VI, donde dejó muestras de su arte, como esta fíbula de oro y pedrería de forma redondeada (Museo del Bargello, Florencia).

Estructuras del nuevo imperio El nuevo imperio fue llamado “sacro” y “romano”: sacro porque así lo había querido el pontífice y romano porque el emperador se consideraba legítimo descendiente de los antiguos césares. Gobierno. El gobierno de Carlomagno fue una teocracia. El nuevo imperio resultó muy diferente del antiguo, ya que más que una monarquía unitaria, el Estado carolingio fue una confederación de reinos con un mismo soberano. No hubo una capital estable; donde estaba Carlomagno y sus condes palatinos, allí estaba la corte, el gobierno central y la capital. Carlomagno sólo residió permanentemente en Aquisgrán durante los últimos años de su reinado. El emperador promulgaba las leyes después de haber reunido y consultado a la asamblea de los grandes dignatarios (obispos, condes y marqueses). Administración. Carlomagno dividió sus dominios en trescientos condados y marquesados. El gobierno central controlaba a condes y marqueses, impidiendo que abusaran de las amplias autonomías de que gozaban, por medio de los missi

dominici (pareja de inspectores formada generalmente por un obispo y un laico), que actuaban como funcionarios volantes en una zona determinada y que se encargaban de supervisar la administración judicial, financiera y eclesiástica. Por debajo de los condes se hallaban los vizcondes y los vicarios (centenarii). La administración local de justicia estaba a cargo de los scabini, terratenientes locales nombrados por los condes para actuar como jueces permanentes. Cultura. Carlomagno organizó una escuela palatina, bajo la dirección de Alcuino de York, más tarde abad de Tours, de la que formaron parte los más doctos e ilustres hombres de la época: Eginardo, que escribió la biografía de Carlomagno; Pablo Diácono, que escribió la Historia de los Lombardos; Pedro de Pisa, gramático, y Teodulfo, poeta visigodo, entre otros. El emperador hizo también generosas donaciones al clero para impulsar la creación de escuelas locales. Durante el imperio carolingio florecieron también las artes menores, como la miniatura de manuscritos, la escultura de marfil y la orfebrería. Carlomagno quiso protagonizar un

En las primeras décadas de nuestra era, los lombardos, asentados en las regiones del bajo Elba, fueron derrotados por los romanos. Posteriormente, y a lo largo de una historia no del todo conocida, fueron sometidos por los hunos y por los hérulos. A mediados del siglo VI comenzaron su avance sobre Italia, capitaneados por Alboíno, y pronto ocuparon el territorio italiano, cuyos habitantes ofrecieron poca resistencia, agotados ya por campañas anteriores. A la muerte de Alboíno, hacia el 573, el norte de la península itálica quedó dividido en numerosos ducados lombardos independientes. Esta dispersión, que favoreció la irrupción de los francos, terminó con Autari o Autario, que paulatinamente consiguió reunificar los ducados entre el 584 y el 590. A principios del siglo VII, el Estado lombardo se configuró definitivamente, con la figura del duque Agilulfo, y en especial durante el reinado de Rotario (636-652), que se convirtió al cristianismo y logró el apoyo de la Iglesia, el poder lombardo se consolidó. No obstante, desde el punto de vista legislativo, las leyes lombardas quedaron reducidas al ámbito de la enseñanza en las escuelas, ya que se mantuvo siempre en vigencia el derecho romano.

_ Preguntas de repaso 1. ¿Quién fue el caudillo más destacado de los hunos? 2. ¿Cuándo terminó y por qué el reinado visigodo en Hispania? 3. ¿En qué año fue coronado Carlomagno emperador del imperio romano de Occidente?

EL IMPERIO BIZANTINO

E

l imperio bizantino, o imperio romano de Oriente, subsistió mil años tras la caída del imperio de Occidente. La civilización bizantina, que supo integrar elementos latinos, griegos, orientales y cristianos, fue el baluarte de la cristiandad en Europa frente a la invasión musulmana. Gracias a dicho baluarte, que logró conservar el patrimonio cultural de la antigüedad, han llegado hasta nosotros legados tan importantes como el derecho romano o la literatura griega. Teodosio había trasladado ya en el año 380 su residencia a Constantino-

pla (antigua Bizancio, de donde recibe el nombre el imperio), ciudad fundada por Constantino en el 330 para defender sus fronteras orientales frente al ataque de los persas y eslavos. Desde el siglo V, Constantinopla, por su situación estratégica entre Europa y Asia, se convirtió en el centro político y administrativo del imperio. A la muerte de Teodosio (395), el mundo romano se dividió entre sus hijos Honorio y Arcadio. Este último obtuvo la zona oriental, cuyos territorios se extendían entre el Danubio, el imperio persa, Dalmacia (Europa) y Cirenaica (África), iniciándose así la historia del imperio bizantino. Arcadio fue sucedido por Teodosio II (408450), que creó la Cabeza del emperador Arcadio, que heredó la parte oriental de los territorios romanos dominados por su Escuela Superior padre, Teodosio. de Constantinopla en el año 425. Fotografías de cabecera: mosaico bizantino de Santa Sofía En este centro (izq.) y representación de los cruzados frente a los muros de la cultura se de Jerusalén (der.). realizó la mayor compilación de leyes conocidas hasta el momento: el Codex Theodosianus. Teodosio II amuralló Constantinopla, con lo cual la

Interior de la basílica de Santa Sofía de Constantinopla, que constituye una de las más brillantes manifestaciones de la arquitectura bizantina.

Plato decorado con un pavo real, muestra de la cerámica bizantina encontrada en Nicea (Museo del Louvre, París).

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capital adquirió una gran capacidad defensiva. Tras su muerte, lo sucedió en el trono Marciano, que tuvo que enfrentarse durante su reinado (450457) a numerosos problemas religiosos. Su sucesor, el emperador León I (457-474), fue derrotado por los vándalos en el norte de África; tras el breve reinado de León II subió al trono Zenón (474-491). Anastasio I (491518) hizo grandes reformas en política religiosa (apoyó a los monofisitas, que defendían la naturaleza única de Cristo) y también en políti-

ca fiscal, logrando en este aspecto un gran enriquecimiento de las arcas imperiales. Tras el reinado de Justino I (518-527) comenzó una de las épocas de mayor auge del imperio bizantino, bajo el gobierno de Justiniano (527-565).

La primera edad de oro bizantina: Justiniano Consejero de su tío Justino I desde el 518, por lo que ya tenía experiencia

política cuando accedió al trono en el año 527, Justiniano intentó restablecer el poder absoluto del emperador e instaurar un imperio romano cristiano universal. Todo su reinado estuvo marcado por contiendas bélicas entre Oriente y Occidente y contra los invasores. Con la ayuda de sus dos grandes generales, Belisario y Narsés, logró restablecer el poder imperial en el área mediterránea, recuperó toda Italia y firmó la paz con Persia en el año 562. En el aspecto religioso, aun-

Dinastías del imperio bizantino Dinastía

Emperadores

Teodosiana (379-457)

Teodosio I Arcadio Teodosio II Marciano

Tracia (457-518)

León I León II Zenón Anastasio I

Justinianea (518-602)

Justino I Justiniano I Justino II Tiberio II Mauricio Tiberio

Focas (602-610)

Focas

Dinastía de los Heráclidas (610-695)

Heraclio I Constantino II Heraclio II Constantino III Constantino IV Justiniano II

Período de crisis (695-717)

Isáurica (717-802)

Leoncio Tiberio III Filípico Bardanes Anastasio II Teodosio III León III Constantino V

Dinastía

Emperadores

Isáurica (cont.)

León IV Constantino VI Irene

Período de crisis (802-820)

Nicéforo I Estauracio Miguel I León v

Frigia o amoriana (820-867)

Macedónica (867-1057)

Miguel II Teófilo Miguel III Basilio I León VI Alejandro Constantino VII Romano I Romano II Basilio II Nicéforo II Juan I Basilio II Constantino VIII Romano III Miguel IV Miguel V Constantino IX Teodora Miguel VI

Primer período Comneno (1057-1059)

Isaac I

Ducas (1059-1081)

Constantino X Romano IV Miguel VII Nicéforo III

Dinastía Segundo período Comneno (1081-1185)

Emperadores Alejo I Juan II Manuel I Alejo II Andrónico I

Dinastía de los Isaac II Ángelo (1185-1204) Alejo III Alejo IV Alejo V Lascáridas de Nicea (1204-1261)

Constantino XI Teodoro I Juan III Teodoro II Juan IV

Primer período Paleólogo (1258-1341)

Miguel VIII Andrónico II Miguel IX Andrónico III

Cantacucenos (1341-1357)

Juan VI Mateo Cantacuceno

Segundo período Paleólogo (alternando en ocasiones con el anterior (1341-1453)

Juan V Andrónico IV Manuel II Juan VII Juan VIII Constantino XII

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El imperio bizantino

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El imperio bizantino surgió de la necesidad en que se vieron los romanos de asegurar la defensa de sus posesiones orientales contra la presión que ejercían los bárbaros y los persas. En la imagen, mosaico de la iglesia de San Vital, en Ravena, Italia, que representa al emperador Justiniano y su corte.

que realizó un gran esfuerzo por conservar la unidad de las iglesias occidental y oriental, no lo consiguió plenamente, y la separación entre la cristiandad griega y la latina fue acentuándose con el tiempo. Por otra parte, durante su reinado se dio una actividad constructora sin precedentes, que comprendió desde ciudades enteras hasta baños públicos, palacios y puentes, así como innumerables iglesias y claustros, de variados estilos, pero todos marcados por la grandeza y el esplendor. La iglesia de Santa Sofía, construida entre 532-537 por Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto, es el monumento más notable de los muchos que se edificaron entonces. Desde el punto de vista financiero, el imperio se vio muy perjudicado por las grandes operaciones militares de este período y por la gran actividad constructora de la corte. En el aspecto legal, en cambio, el período fue brillante. Una comisión presidida por el jurista Triboniano recopiló y ordenó todas las leyes promulgadas desde los tiempos de Adriano y las publicó con el nombre de Codex Justinianus (529). Más tarde vieron la luz una colección de opi-

niones de los juristas, el Digesto o Pandectas (533), y un libro general sobre derecho, las Instituta (Instituciones). La propia legislación de Justiniano fue codificada con el nombre de Novellae (Novelas, 565) y todo el conjunto se agrupó bajo el título de Corpus Iuris Civilis. En la literatura también se dio una época de gran esplendor y resurgimiento, con obras como la Anekdota (Historia secreta) de Procopio; con el renacimiento de la poesía clásica griega y la aparición de la poesía religiosa, y con las figuras de los historiadores Agalias y Juan de Éfeso.

Dinastía de los Heráclidas Muerto Justiniano en el año 565, los emperadores que le sucedieron tuvieron que enfrentarse a Persia y a los bárbaros, perdiendo gran parte de los territorios que éste había conquistado. Heraclio, gobernador general de África, fue elegido emperador en el 610, fundando la dinastía heráclida. Durante su reinado (610-641) encontró un imperio debilitado y amenazado, pero demostró ser un gran

organizador y estadista, que contó con el valioso apoyo del patriarca Sergio. A pesar de derrotar a los persas, Heraclio no pudo evitar el avance de los eslavos y los árabes, que ocuparon Siria, Palestina, Armenia, Egipto, la Mesopotamia bizantina y el norte de África. También se perdieron las posesiones en las penínsulas ibérica e itálica. Heraclio Constantino, hijo de Heraclio, sucedió a su padre, pero murió a los pocos meses en circunstancias no aclaradas. Finalmente, Constante II, nieto de Heraclio, fue elegido emperador en el año 641. Constante fue un gobernante enérgico, que hizo lo posible por detener el avance árabe, reorganizando la administración y reforzando el poder de los militares. Pese a ello, los árabes conquistaron Alejandría en el año 643. Su avance continuó por el norte de África y la flota islámica derrotó, en el año 655, a la armada imperial mandada por el emperador en persona. Constante intentó bloquear la conquista árabe de Sicilia e Italia, pero no pudo lograrlo y fue asesinado en el 668, durante un motín en Siracusa. Lo sucedió Constantino IV (668685), su hijo, llegado a Sicilia para

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Cristo entre Constantino IX y Zoe, mosaico de la basílica de Santa Sofía, en Estambul. Constantino monarca de la dinastía macedónica.

aplastar la revuelta que acabó con la muerte de su padre. Durante su reinado, el ataque de los árabes llegó a su punto álgido. En el año 673 comenzaron a atacar Constantinopla, que resistió durante un lustro; la ciudad se salvó gracias, sobre todo, a la fortaleza de sus muros. Cuatro años después, con la victoria de Syllaeum, se inició un período de paz que duraría treinta años. El imperio bizantino se convirtió así en la fortaleza de Europa. Constantino IV convocó en el 680 el sexto concilio ecuménico de Constantinopla, en el que se condenó la herejía monoteísta. Justiniano II (685-695) fue el último miembro reinante de la dinastía heráclida. En el 695 se inició un período de anarquía que duró veinte años. Justiniano fue depuesto y exiliado a Crimea. Entre el 695 y el 717 se sucedieron diversos emperadores, hasta que con León III se inauguró la dinastía isáurica.

Los isaurios: León III y Constantino V En el año 716, la invasión árabe parecía imparable; de hecho, había llegado hasta el mismo Pérgamo. El estratega de Anatolia, León, logró rechazar a los invasores y más tarde obligó a abdicar al emperador Teodosio III. El año 717 fue entusiásticamente proclamado emperador por el clero y el pueblo de la capital, con el nombre de León III (717-741). Fundador de la dinastía isáurica, León III fue un destacado militar y un notable organizador. Suprimió la indisciplina de las tropas, saneó la hacienda sistematizando los impuestos y promulgó un código legal (Ecloga) en el 739, notable por su espíritu caritativo. Así mismo, supo contener a las tropas islámicas, cuando en el año 717 asediaron Constantinopla. El sitio, llevado a cabo por tierra y mar, duró un año y terminó en un fracaso, gra-

IX,

tercer esposo de Zoe, fue el último

cias al valiente comportamiento de sus defensores. En el ámbito religioso, León III desaprobó el culto a las imágenes y lo acabó prohibiendo en el año 730. Esta medida provocó el descontento de los iconófilos (partidarios de las imágenes) y favoreció el surgimiento de numerosas revueltas. Cuando finalmente el papa Gregorio III se declaró en contra de los iconoclastas (destructores de imágenes), castigándolos con la excomunión, las relaciones entre el imperio y el papado se enfriaron, hasta romperse definitivamente en el año 731. Constantino V (741-775), hijo y sucesor de León, mantuvo la política religiosa de su padre. En el año 753, el concilio eclesiástico de Hieria aprobó la política iconoclasta, comenzando con ello la fase más dura de la polémica. Los monjes y demás partidarios de las imágenes fueron apresados, deportados y algunos incluso ejecutados; los monasterios se clausuraron

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y las imágenes se sustituyeron por una representación del emperador. En el ámbito militar, Constantino V llevó a cabo una victoriosa campaña contra los árabes en Armenia y Mesopotamia en el año 751, favorecido, probablemente, por la caída del califato de Omeya y el traslado de la capital desde Damasco a Bagdad. En el año 772 reanudó la guerra contra los búlgaros, marcada por nuevas victorias del emperador. Tras el reinado de León IV, entre los años 780 y 797 ocupó el trono Constantino VI, bajo cuyo mandato se celebró el concilio de Nicea (787), que restauró el culto a las imágenes. La controversia religiosa, no obstante, perduró durante los siguientes reinados, y el distanciamiento de Roma culminó en el 867, con el cisma encabezado por el patriarca griego Focio.

La dinastía macedónica Con Basilio I (867-886) se inicia la dinastía macedónica y se inaugura uno de los períodos más notables de la historia bizantina. El reinado de Basilio se caracterizó por los triunfos militares, el florecimiento de la vida cultural y la prosperidad económica. En el terreno legislativo, compiló lo fundamental de las leyes de Justiniano y elaboró un manual de derecho consuetudinario. Otros monarcas destacados de esta dinastía, que finalizó con Miguel VI en 1057, fueron León VI (886-912), que depuso a Focio y estableció de nuevo relaciones con Roma; Constantino VII, bajo cuyo reinado (912-959) se infligió una notable derrota a los musulmanes en Garellano (915); Nicéforo II

Focas, que entre 963 y 969 llevó al imperio a su máxima gloria con sus victorias bélicas, y Basilio II, que se enfrentó a los búlgaros entre 996 y 1014 y consiguió vencerlos finalmente en 1018. En tiempos de Constantino IX se produjo la definitiva separación de las iglesias oriental y occidental, con el cisma de Miguel Cerulario, quien se negó a reconocer la autoridad papal y fue excomulgado (1054). Durante el reinado de los emperadores macedonios (sobre todo durante el siglo X y parte del XI, antes de su decadencia) se realizaron grandes conquistas. El imperio recuperó gran parte de sus posesiones en Italia, añadiendo Bari, Tarento y Calabria. Se arrebataron a los árabes los territorios del alto Éufrates y Samosata y se llevaron a cabo victoriosas campañas en Capadocia, Sicilia, Chipre, Siria y Bulgaria.

El imperio bizantino entre los siglos XI y XV A la dinastía macedónica siguió el breve primer período Comneno, que sólo duró dos años (1057-1059), y que coincidió con el reinado de Isaac I. Desde este momento y hasta la entronización de Isaac II, en 1185, que dio inicio a la dinastía de los Ángel, el imperio vivió un período de intensas campañas bélicas, en especial contra los normandos y contra los turcos selyúcidas. En 1071, la batalla de Manzikert supuso una importante derrota frente a los turcos, y el emperador Romano IV (Ducas) perdió entonces casi todo su poder en Asia menor. Con Isaac II y sus sucesores, el imperio vivió una progresiva decadencia,

El imperio bizantino

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de la que no se recuperaría; la grave crisis económica, la presión turca y la toma de Constantinopla por parte de los cruzados en 1204 provocaron una fuerte crisis que dio lugar al inicio del llamado período latino, durante el cual el imperio se escindió en diferentes reinos, gobernados por jefes de los cruzados. Con la toma de Constantinopla por parte de Miguel VIII en 1258, se inició la dinastía de los Paleólogos, bajo la cual el imperio vivió un período de auge artístico y cultural, si bien sus territorios fueron cada vez más reducidos y la desintegración, más irreversible. El último emperador del imperio bizantino fue Constantino XI Paleólogo, quien, pese a sus desesperados intentos de alianzas con Occidente y de resistencia, no logró evitar la toma de Constantinopla por los turcos en 1453. A partir de ese momento, el imperio que tantas y tan importantes aportaciones legó a la humanidad pasó a manos turcas y su capital comenzó a llamarse Estambul.

_ Preguntas de repaso 1. ¿Cuándo se inició la primera edad de oro en el imperio bizantino? 2. ¿Quién fue el fundador de la dinastía macedonia? 3. ¿Cuál fue la gran aportación del imperio bizantino a la cultura universal?

EL ISLAM

El Islam y Mahoma El Islam, que en árabe significa “sumisión a la voluntad de Dios”, llegó a ser, además de una doctrina religiosa, un sistema político que constituyó un gran imperio entre los siglos VI y X. La península arábiga estaba poblada por tribus de raza semítica. Las condiciones geográficas, de gran dureza, impusieron a la población una adaptación muy diferente según las regiones, lo que dificultó la asunción de una identidad nacional. Las zonas desérticas de norte estaban ocupadas por tribus (beduinos) de costumbres nómadas y pastoriles, mientras que en los valles costeros, a lo largo del Mar Rojo, se establecieron grupos mucho más sedentarios, dedicados a las actividades agrícolas y comerciales. Algunos oasis dieron origen al surgimiento de ciudades como Medina y La Meca, centros de notable desarrollo comercial y cultural, en

Sala de oración en el interior de la mezquita del sultán Hasán, en El Cairo, Egipto.

su tío Abu Talib. Trabajó al servicio de Jadiya, una rica viuda con la que más tarde se casaría, y hacia los veinticinco años había logrado ya una cierta independencia. Sobre los cuarenta años, según cuenta la tradición, recibió la revelación de Alá y el mensaje de que predicara su palabra. Comenzó entonces su misión profética hacia el 612, predicando un Dios único (Islam). Contaba con algunos adeptos, pero, dado que sus conciudadanos eran en su mayoría paganos, fue rechazado y perseguido, por lo que tuvo que huir junto a sus seguidores hacia Medina. La huida de Mahoma o hégira se fecha tradicionalmente en el año 622, momento que marca el comienzo de la era musulmana. En Medina, Mahoma organizó una comunidad islámica, sobre la que ejerció el poder político, además del religioso. Unió a los fugitivos de La Meca con las tribus de Medina en esta ciudad y comenzó a enfrentarse a los judíos y a las tribus de La Meca. La comunidad de creyentes o uma se regía por una serie de leyes comu-

los que se apreciaba una importante influencia griega y judía. Tanto la población del norte como la del sur fue dividiéndose en numerosas ramas, pero mantuvieron siempre una fuerte rivalidad entre ellas. Mahoma (570632), hijo póstumo de Abdallah, era miembro de la familia Hashim (hachemita) de La Meca. Al quedar Mahoma y el arcángel Gabriel, en una pintura huérfano hacia los musulmana del siglo XIV (Museo de Tapkapu, Irán). seis años, fue eduFotografías de cabecera: mosaico bizantino de Santa Sofía cado por su abuelo Columnata del patio de la mezquita del Profeta, en (izq.) y representación de los cruzados frente a los muros Abd al Muttalib y Medina, importante centro de peregrinación musulmana. de Jerusalén (der.).

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nes, basadas en las siguientes creencias: la existencia de un solo Dios, Alá, del cual Mahoma es su profeta; la fuente de revelación divina son los libros sagrados, de los cuales el Corán es el último y el único necesario; tras la muerte vendrá el día de la resurrección, y el destino y las acciones humanas obedecen a la predestinación divina. Por otra parte, los seis deberes islámicos fundamentales son: la plegaria con ablución (cinco veces al día), la profesión de fe (afirmación de la unidad de Dios y de la misión de Mahoma), el ayuno en el mes de Ramadán, la peregrinación a La Meca (por lo menos una vez en la vida) y la guerra santa.

La expansión del Islam: los primeros califas El prestigio de Mahoma en Medina fue en progresivo aumento y, tras la expulsión de los judíos, se convirtió en el jefe teocrático de la ciudad. Tras una serie de enfrentamientos con los habitantes de La Meca, Mahoma logró apoderarse de esta ciudad en el 630. Antes de su muerte (632) fueron sometidas muchas tribus árabes, empezando así la gran expansión del Islam. Mahoma murió sin haber tenido descendientes ni haber designado sucesor. Esto dio origen a una crisis que acabó con el nombramiento de Abú Bakr, suegro y amigo del profeta. Abú Bakr fue el primero de los cuatro califas electivos (632-634) y derrotó a los llamados falsos profetas, Tulayha y Musaylima. Abú Bakr, antes de su muerte (634), designó como sucesor a Omar o Umar, que fue el primero en asumir la dignidad de Amir al-Muminin (señor de los creyentes), y que transformó el sistema árabe en un imperio teocrático: así, en los territorios conquistados el jefe del ejército era al mismo tiempo delegado del califa, cabeza del islamismo y juez. Durante su mandato (634-644) se realizaron las conquistas de Siria, Persia y Egipto. Omar murió asesinado y en el año 644 fue elegido como tercer califa Osmán o Uthmán, miembro de la familia omeya de La Meca y famoso por su nepotismo. Durante su reinado (644656) se realizó la redacción oficial del

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Principales califas musulmanes Abú Bakr Omar o Umar Osmán o Uthmán Alí

632-634 634-644 644-656 656-661

Primeros califas

Muhawiya I Yazid I Muhawiya II Marwán I Abd al-Malik Walid I Sulaymán Omar II Yazid II Hisham (Hixem) Yazid III Marwán II

661-680 680-683 683-684 684-685 685-705 705-715 715-717 717-720 720-724 724-743 744 744-750

Califato omeya

Abú Abás al-Safah al-Mansur al-Mahdi al-Hadi Harún al-Rashid al-Amín al-Mamún (el Grande) al-Mutasim al-Watuq al-Mustafki al-Mustasim

750-754 754-775 775-785 785-786 786-809 809-813 813-833 833-842 842-847 944-946 1242-1258

Califato abasí

Corán. Osmán continuó la política expansionista por el norte de África, atacó Constantinopla (655) y conquistó las islas de Chipre y Rodas en el Mediterráneo. Murió asesinado en el año 656. A Osmán le sucedió Alí (656-661), primo y yerno del profeta, que trasladó la capital a Kufá, perdiendo así Medina toda su importancia política. Pero Muhawiya, gobernador omeya de Siria, se negó a reconocerlo como califa y reclamó venganza por el asesinato de Osmán, lo que dio origen a una serie de enfrentamientos civiles que culminaron con el asesinato de Alí en el año 661.

El califato omeya (661-750) Tras la muerte de Alí, fue proclamado califa Muhawiya I, quien trasladó la sede del gobierno a Damasco y fundó la dinastía omeya. Al introducir el principio por el que cada califa designaba como heredero a su hijo, el cali-

fato dejó de ser electivo y se inició una monarquía dinástica, que ejerció un poder centralizado. Bajo el reinado de Muhawiya, el imperio islámico extendió sus fronteras de forma considerable. Se ocupó el Magreb, y por el este se llegó hasta el valle inferior del Indo, Afganistán oriental y Samarcanda (674). La flota musulmana bloqueó Constantinopla durante cinco años (673-678), pero fracasó en su intento de ocupar la ciudad y se firmó una paz de treinta años con Bizancio. En esta época, Medina y La Meca se convirtieron en dos grandes centros de cultura; la dinastía omeya dio un gran impulso a la arquitectura, creando un estilo propio que tendría como principal manifestación las mezquitas. Gracias a una innovación en el sistema fiscal por la que los pueblos conquistados no musulmanes tenían que pagar más impuestos que los convertidos, el imperio vivió una época de gran esplendor económico y también territorial (muchos pueblos se “con-

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Cronología de la edad media y el Renacimiento: el mundo musulmán 570 612 622 632 634 643 644 655 656 661 673 680 685 711 717 750 756 762 813 929 1031 1086 1099 1144 1193 1258 1492

Nace Mahoma. Mahoma inicia su misión profética predicando el Islam. La era musulmana se inicia con la hégira, la huida de Mahoma y sus seguidores a Medina. A la muerte del profeta, Abú Bakr se convierte en el primer califa ortodoxo. Omar sucede a Abú Bakr y asume el título de Amir al-Muminin (“príncipe de los creyentes”). Los árabes conquistan Alejandría, último baluarte griego en Egipto. Omar es asesinado y le sucede Osmán. Ataque árabe a Constantinopla. El califa Osmán es asesinado en Medina; le sucede Alí. Muhawiya I es proclamado califa en Jerusalén y traslada la sede del gobierno a Damasco, fundando la dinastía omeya. Los árabes atacan Constantinopla, sitiándola durante cinco años. Muere el califa Muhawiya I y le sucede Yazid I. Husáyn es derrotado en Karbala. Abdal-Malik I sucede a Marwán I como califa. El beréber Tariq derrota al rey Rodrigo, último de los visigodos, en la batalla de Guadalete. A partir de ese acontecimiento, los musulmanes inician la conquista de la península ibérica. Los árabes vuelven a asediar Constantinopla y la sitian durante un año. Se produce la matanza de los príncipes omeyas. Abú al-Abás al-Safah se convierte en el primer califa abasí. Abderramán I funda el emirato de Córdoba (España). El califa al-Mansur funda Bagdad y la convierte en la capital del imperio abasí. Es proclamado califa al-Mamún. Abderramán III funda el califato de Córdoba (España). Hisham III, último califa omeya de España, es destituido y suplantado por un Consejo de Notables. Ibn Yusuf desembarca en Algeciras (España) e inicia el contraataque contra las tropas cristianas de Alfonso VI. A la muerte de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, Valencia se abandona a los almorávides. Los turcos toman la ciudad de Edesa, baluarte de la cristiandad en Siria. Muere el sultán Saladino, bajo cuyo mandato los musulmanes habían retomado el control de Jerusalén. Fin del mandato del califa abasí al-Mustasim. Cae Granada, el último reducto musulmán en España, en manos de los Reyes Católicos.

virtieron” para evitar el pago de tributos). A la muerte de Muhawiya, le sucedió Yazid I (680-683), que tuvo que enfrentarse a numerosas dificultades internas. Los conflictos que afectaron en mayor intensidad al califato omeya se derivaban del enfrentamiento con las tendencias conservadoras que cuestionaban el alejamiento de las primitivas tradiciones del Islam. El grupo chiíta creó una fuerte oposición contra el poder omeya, al que no reconocía como legítimo. Yazid I logró detener la rebelión de Husáyn, segundo hijo de Alí, que había sido elegido califa por los chiítas iraquíes. Husáyn, derrotado y muerto en la famosa batalla de Karbala (680), llegó a convertirse en mártir para los chiítas. Con el califa Abd al-Malik (685-705) se vivió un período de paz interna y

se restableció la unidad del imperio. Bajo el reinado de su hijo Walid I (705715), los omeyas alcanzaron su máximo poderío; se inició la conquista de la península ibérica con las tropas al mando de Tariq (711) y, en poco tiempo, se apoderaron de gran parte del territorio hispano. En esta época se construyó la mezquita de Damasco. Los sucesores de Walid reinaron durantes períodos cortos y tuvieron que enfrentarse a continuas rebeliones y revueltas. En el 750 tuvo lugar una matanza de príncipes omeyas por parte de los abasíes, de la que sólo escaparon unos pocos. Entre ellos estaba Abd al-Rahman (Abderramán I), que huyó a la península ibérica y proclamó un emirato independiente en Córdoba, en el año 756. Dos siglos después, este emirato se convertiría en califato con Abderramán III.

El califato abasí (750-c. 1100) El primer califa abasí Abú al-Abás alSafah (750-754) tuvo aún que enfrentarse a rebeliones internas e incursiones bizantinas en las provincias del norte del imperio. Su sucesor, al-Mansur (754-775), puede considerarse como el auténtico fundador de la dinastía abasí. Restableció el orden interior y dominó las incursiones bizantinas. Durante su mandato, muchas ciudades fueron reedificadas y fortificadas para hacer frente a las incursiones bizantinas. En el 762 fundó Bagdad y la convirtió en capital del imperio. La ciudad fue un importante centro de actividad artística y cultural, además de un decisivo núcleo comercial, lo que llevó a un

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desarrollo pleno de la civilización islámica. Al-Mansur fue sucedido por su hijo Al-Mahdi (775-785), quien mejoró las comunicaciones del imperio, fortificó las principales ciudades y fundó nuevos centros urbanos y escuelas. Durante el siglo VIII se vivió una época de importante auge cultural; se tradujeron al árabe destacadas obras científicas hindúes, y el alquimista Yabir (también conocido como Geber) realizó notables descubrimientos, como el del ácido sulfúrico. Entre los siguientes califas abasíes destacó Harún Al-Rashid (786809), legendario personaje de Las mil y una noches, que tuvo que enfrentarse a una nueva guerra con los bizantinos y a diferentes rebeliones internas. En el año 813 fue proclamado califa al-Mamún (Mamún el Grande) y durante su reinado, que se prolongó hasta el 833, se inició probablemente la época más floreciente del califato, que habría de extenderse hasta varios siglos después. En Bagdad se fundó una Casa de la Sabiduría, donde se realizaron traducciones eruditas de obras filosóficas, literarias y científicas del griego, sirio, persa y sánscrito, entre las que destacan las de Galeno, algunas de Tolomeo y las de Hipócrates, y las de textos matemáticos y físicos (Apolonio, Tolomeo, Euclides). También en este período se introdujo en el mundo musulmán la numeración y los métodos de cálculo hindú, se avanzó en el conocimiento de la astronomía y de la física y se contribuyó al desarrollo de la ginecología, la obstetricia y la cirugía oftálmica. Entre los nombres de esta época de esplendor destaca el de Avicena (980-1037), autor de una obra general sobre medicina. Gracias a la labor de los estudiosos y eruditos de este período, el conocimiento griego se preservó y pudo ser transmitido a Occidente. Desde el punto de vista político, en cambio, el imperio comenzó paulatinamente a dividirse y la influencia turca cada vez fue mayor. A este avance del poder turco se sumó el enorme descontento social de las clases más desfavorecidas, que se adhi-

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Vista de la mezquita de Bagdad, ciudad creada en el 762 por al-Mansur, fundador de la dinastía abasí.

rieron a los programas extremistas de las sectas chiítas, provocando numerosas revueltas en los últimos años del siglo IX y principios del X. Los sucesores de al-Mamún intentaron en vano contener esta disgregación y pérdida de poder de la dinastía, que cayó definitivamente a mediados del siglo XIII, con la capi-

tulación de al-Mustasim ante el mongol Hulagu.

El califato omeya de Córdoba (756-1031) Uno de los supervivientes omeyas de la matanza abasí, Abderramán I, emir, nieto del califa omeya de Damasco,

Principales omeyas en la península ibérica Abd al-Rahmán (Abderramán I) Hisham (Hixem) I Hakam I Abderramán II

756-788 788-796 796-822 822-852

Emirato de Córdoba

Abderramán III Hakam II Hisham II Hisham III

912-961 961-976 976-1013 1027-1031

Califato de Córdoba

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fue el fundador del estado mucho, tras su muerte, los enfren- filosofía, poesía y música) y se realisulmán en tierras hispánicas. tamientos internos dieron lugar zaron numerosas traducciones del Se refugió en la península en a una guerra civil y en 1031 fue griego y del latín. Una de las figuras el verano del 755, tras destituido el último califa más destacables de la ciencia hispanola larga huida desde omeya (Hisham III) y el an- árabe fue Averroes (1126-1198), filósotiguo imperio musulmán fo y físico nacido en Córdoba, comenDamasco, se alió con hispánico quedó dividi- tador de Platón y Aristóteles y maeslos bereberes y árabes do en una serie de pe- tro de los eruditos cristianos de Siria y se lanzó a queños reinos (taifas), contemporáneos y posteriores. Córla lucha contra los lo que facilitó la Re- doba fue también la cuna de una rica abasíes. En el año conquista cristiana. clase de artesanos y comerciantes y en 756 venció en la bataDurante los siglos XI ella los cristianos y judíos gozaron de lla de al-Musara y XII, algunos pue- una amplia tolerancia y convivieron y se declaró primer blos del norte de pacíficamente durante siglos. emir independiente África, como los alde al-Andalus. Aceptó morávides y al- La civilización islámica de buen grado a judíos y mohades, acudieron cristianos, gracias al en ayuda de estos La actividad económica. La activipago de tributos al que reinos de tai- dad económica era muy intensa en el fueron sometidos, pero fas, pero no mundo islámico. Los árabes fueron se encontró con una lograron frenar grandes agricultores, a pesar de que poderosa oposiel avance de la sus territorios eran en general muy ción por parte de Averroes se convirtió en Reconquista. áridos. La producción agrícola estala nobleza árabe, uno de los más notables representantes de Los Reyes Ca- ba estrechamente ligada, en todos ayudada desde el la ciencia hispanoárabe. tólicos, en 1492, los países musulmanes, a la posibiliexterior por Pipiacabaron con el dad de un total y racional aproveno el Breve y Carúltimo reducto chamiento de la escasa agua dispolomagno. Sus sucesores lograron someter a musulmán de la península, al expul- nible. Perfeccionaron las antiguas la mayor parte del país, aunque tu- sar al rey nazarí Boabdil del reino de técnicas de riego que habían desarrollado con éxito egipcios y babilonios. vieron que seguir enfrentándose a Granada. Desde Abderramán II (822-852), y Las secas tierras del Mediterráneo rebeliones internas y a invasiones normandas en Cádiz y Sevilla. La pa- durante siglos, Córdoba fue el centro fueron transformadas en fértiles cificación llegó con Abderramán III intelectual más importante de Europa, campos de cereales, vid y olivo, y de (912-961), quien en el 929 convirtió rivalizando con éxito con el esplendor otros cultivos procedentes de India el emirato en califato. El reinado de de Bagdad; el comercio se favoreció, y África, como espárragos, alcachoeste califa se caracterizó por el de- se crearon grandes bibliotecas y famo- fas, judías, frutales, arroz y algodón, sarrollo completo de la centralización sas escuelas (medicina, matemáticas, entre otros. gubernamental, el impulso a la actividad naval, el desarrollo de la agricultura y el progreso industrial. Abderramán III continuó las campañas de invasión territorial iniciadas por sus antecesores, ampliando sus dominios por el norte peninsular y conquistando Ceuta y Melilla en el litoral septentrional de África. Durante su reinado se amplió la mezquita de Córdoba y se inició la construcción de la ciudad de Medina Azara. Los sucesores de Abderramán fueron fieles continuadores de su política y en tiempos de Almanzor, tutor de Hisham (Hixem) II, los ataques musulmanes llegaron a las ciudades de Barcelona (985) y Santiago de Compostela (997). Sin embargo, el reinado del citado monarca (976-1013) marcó el inicio del La mezquita de Córdoba, construida por Abderramán I en el siglo VIII, fue ampliada bajo el declive de la dinastía omeya. De he- mandato de Abderramán III.

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La economía árabe no tenía, sin embargo, una base simplemente agrícola y rural, sino que estaba fundamentada sobre todo en la producción artesanal, el comercio y la vida de las grandes ciudades. Los comerciantes musulmanes llegaban a todos los puertos y compraban y vendían en todos los países, desde el norte de África hasta Asia. Importaban oro, especies, piedras preciosas, seda, algodón, lana y ámbar y exportaban los productos ya manufacturados por los artesanos. Entre estas labores alcanzaron fama, por su elegancia y calidad, las armas blancas y joyas de Toledo y Damasco, el cristal, la cerámica y los tapices sirios y los trabajos en cuero (repujados) y en madera (taracea). El arte y la cultura. Entre las artes, los árabes cultivaron, sobre todo, la arquitectura; construyeron grandes mezquitas y palacios con jardines en los que destacaron sus fuentes y juegos de agua. Ejemplos admirables de estas edificaciones son los alcázares de Sevilla, la Alhambra de Granada y la Mezquita de Córdoba. Su creación más importante sin duda fue la mezquita (edificio de planta rectangular con varias naves, columnas, arcos de herradura y una torre o minarete). La prohibición de representar figuras humanas, tanto en la escultura como en la pintura, para impedir la idolatría, condicionó fuertemente la decoración. Ésta era muy recargada, con fantásticos mosaicos y motivos ornamentales constituidos por formas geométricas, florales y caracteres de la escritura árabe entrelazados (arabescos). La cultura islámica asumió y fusionó las de los países ocupados, logrando unir la ciencia puramente teórica de los griegos con el legado de las civilizaciones orientales (india y china).

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La entrada al Salón de Embajadores del palacio del rey Pedro I, en el Alcázar de Sevilla, constituye un magnífico ejemplo de arte mudéjar.

La aritmética, la geometría y el álgebra vivieron un enorme progreso, debido, sobre todo, a la introducción del cálculo decimal, usado en la actualidad, y de las cifras llamadas arábigas (del cero al diez). Los árabes se distinguieron además en medicina y alquimia. Fueron también grandes filósofos, influidos, sobre todo, por Aristóteles. En el siglo XII, la Escuela de traductores de Toledo fue un importante nexo cultural entre la cultura oriental y occidental.

_ Preguntas de repaso 1. ¿Cuándo se fecha el inicio de la era musulmana? 2. ¿En qué momento dejó de ser electivo el califato? 3. ¿Quiénes fueron el primer y el último rey de la dinastía abasí?

LA ÉPOCA DE LAS CRUZADAS

El feudalismo Orígenes del feudalismo Uno de los antecedentes inmediatos del sistema feudal que se impuso en Europa entre los siglos IX al XII fue el de la tradicional institución franca del vassaticum, utilizada por Carlomagno para controlar de forma eficaz los territorios conquistados y tranquilizar de algún modo a su nobleza. Según dicha institución, se establecía una relación especial entre el señor y sus vasallos, por la cual estos últimos proporcionaban servicios de defensa militar al primero, a cambio de un beneficio que normalmente consistía en una posesión territorial. Carlomagno

extendió esta relación a los funcionarios del imperio, de forma que condes, duques y marqueses eran, a la vez, vasallos, ligados al monarca por una relación personal de fidelidad, a cambio de la cual recibían “en beneficio” territorios más o menos amplios, de los que obtenían rentas inmunes al poder real. El “beneficio” fue llamado más tarde feudo, y esta organización, sistema feudal o feudalismo.

La sociedad feudal La característica más definitoria de este nuevo ordenamiento social fue el debilitamiento del poder del monarca, que llegó a ser meramente teórico,

dando paso a la fuerza y el prestigio de los señores locales, propietarios de las riquezas y las tierras. El soberano concedía a los nobles el usufructo (es decir, el derecho de poder gozar del rédito) de grandes territorios llamados feudos. La concesión de la tierra constituía el beneficio (beneficium), que era entregado por el rey o el señor a cambio de cierta ayuda. En principio, el beneficio se concedía por un cierto número de años o, como mucho, hasta la muerte del señor, pero con el paso del tiempo se fue haciendo hereditario, es decir, fue pasando de generación en generación a través del primogénito. La relación entre el rey y sus nobles, así como la del señor con sus vasallos, estableci-

El surgimiento de la sociedad feudal y el gran papel que en ella desempeñó la nobleza fueron los motivos principales del debilitamiento de las monarquías medievales. En la imagen, el castillo Olanvinlinna, en Finlandia. Fotografías de cabecera: mosaico bizantino de Santa Sofía (izq.) y representación de los cruzados frente a los muros de Jerusalén (der.).

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da mediante una ceremonia solemne llamada investidura, estaba basada en la absoluta fidelidad. El vasallaje era el conjunto de obligaciones y deberes que la persona beneficiada (vasallo) tenía con el señor. Éste, a su vez, se comprometía a proteger a sus vasallos en cualquier circunstancia. El feudatario gozaba, además, de un privilegio especial llamado inmunidad; los feudos eran autónomos y, consecuentemente, en ellos no regía la ley real. De esta manera, el señor podía establecer las normas que considerara oportunas. La sociedad feudal poseía una estructura piramidal estanca y jerarquizada, que prácticamente impedía el paso de un estamento social a otro. Así, en el vértice de la escala estaba el soberano, que reinaba por gracia de Dios y del que descendía y dependía, en teoría, todo el poder; en la base estaban los siervos y campesinos libres, sobre los que recaía toda la carga tributaria, y los estratos intermedios estaban ocupados por el clero, que predicaba, asistía e instruía, y por los nobles, que combatían y defendían los territorios. El deseo de poseer más beneficios llevó a algunos a convertirse en vasallos de varios señores, cediendo en usufructo una parte de sus tierras a vasallos menores . Éstos, a su vez, hacían lo mismo con otros, dando vida así a una compleja escala de jerarquías y títulos. Esta multiplicación de relaciones entre señores y vasallos modificó sus respectivos derechos y obligaciones y con el tiempo supuso la caída del sistema feudal.

La Iglesia y la sociedad feudal La Iglesia desarrolló en el mundo feudal una actividad muy importante: con las treguas y las paces de Dios trató de poner límite al uso de las armas y mitigó la aspereza de una sociedad basada en el derecho del más fuerte; con la prohibición de los trabajos serviles los días de fiesta redujo la explotación de los siervos de la gleba a formas más tolerables, y con la actividad de los monasterios contribuyó al desarrollo de la economía y a mantener viva la tradición cultural. Sin embargo, la Iglesia de Occidente no pudo

La época de las cruzadas

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Ilustración en una miniatura medieval en la que se intentan visualizar la jerarquía social de aquella época y la gran importancia que en ella tenía la Iglesia.

sustraerse a la feudalización, al ser propietaria de numerosos bienes y tierras. Durante los siglos X y XI, la autoridad política intervino directamente en los asuntos eclesiásticos, eligiendo obispos y papas, que, con frecuencia, eran segundones de casas nobles. La simonía (término que deriva de Simón Mago, judío que pretendió comprar a los apóstoles la capacidad de hacer milagros) se difundió por la institución eclesiástica y fue muy frecuente el disfrute y ocupación de los laicos de los bienes de la Iglesia. En esos tiempos, muchos obispos y abades eran hijos no primogénitos de señores feudales, que al no poder heredar los bienes paternos se dedicaban al sacerdocio, movidos no por vocación religiosa, sino por alcanzar una posición privilegiada que les permitiera gozar de las rentas de los latifundios eclesiásticos.

Esta decadencia y corrupción llevó a la Iglesia a una grave crisis que no logró superar hasta la segunda mitad del siglo XI. En esta época, una gran parte del monacato comenzó a dar vida a un movimiento reformador, cuyo objetivo era la liberación y total independencia de la Iglesia. En Francia, El monasterio benedictino de Cluny, fue el centro del movimiento reformador que se difundió por Europa entre los siglos X y XIII y que pronto se vio respaldado por numerosos ciudadanos y sacerdotes que, tanto por motivos espirituales como por razones económico-sociales, deseaban un profundo cambio en el sistema feudal.

La querella de las investiduras Entre los reformadores destacó Hildebrando (1029-1085), un monje italiano que llegó a ser nombrado con-

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sejero por dos papas, Nicolás II y Alejandro II. Nicolás II, empujado por las exhortaciones de Hildebrando, promulgó en el sínodo de Letrán (1059) un importantísimo decreto: la elección del pontífice quedaba fuera de cualquier autoridad no eclesiástica y reservada al Colegio de Cardenales. A la muerte de Alejandro II, Hildebrando fue elegido papa con el nombre de Gregorio VII (1073-1085). Procedió entonces a aplicar un programa de reforma (reforma gregoriana) enunciado en los veintisiete puntos de su famoso Dictatus Papae. Convocó dos concilios en Roma, en los que condenó la simonía y amenazó con la excomunión tanto a los laicos que nombraran obispos, como a los eclesiásticos que aceptaran títulos y ofi-

gran parte de los obispos alemanes abandonaron a Enrique IV y éste tuvo que ir a Italia e implorar perdón al pontífice. Gregorio VII le retiró la excomunión, pero esta aparente paz resultó ser efímera, y en 1080, Enrique eligió un antipapa (Clemente III), reunió un poderoso ejército y fue hacia Italia. Llegó hasta Roma y se hizo coronar, mientras el pontífice se refugiaba en Castel Sant’Angelo (1084). Gregorio VII pidió ayuda al rey normando Roberto Guiscardo, asentado en el sur de Italia; éste expulsó al ejército imperial y liberó al Papa, pero saqueó terriblemente la ciudad. Gregorio VII, cuya autoridad se había visto seriamente perjudicada por el saqueo de Roma, tuvo que exiliarse en Salerno, donde murió en 1085.

Jerusalén, ciudad que durante la edad media encarnó la salvación espiritual para los creyentes, se convirtió en meta de millones de peregrinos.

cios religiosos por parte de laicos; afirmó también que nadie podía juzgar a los pontífices excepto Dios y reservó al Papa el derecho de deponer a los emperadores y liberar a sus súbditos del juramento de fidelidad (teocracia). Con estas medidas, Hildebrando desafió abiertamente a la autoridad política, y la reacción imperial no se hizo esperar. Mientras que Inglaterra, Hungría, Croacia, Serbia y los reinos hispánicos aceptaron la doctrina papal, el emperador de Alemania, Enrique IV (1056-1106), se opuso frontalmente a ella. Convocó una dieta de prelados en Worms (1076) declarando ante ellos su negación de obediencia al papa. Entonces Gregorio VII respondió excomulgándolo y desvinculando a sus súbditos del juramento de fidelidad. La enorme fuerza de la Iglesia se impuso: una

El concordato de Worms La lucha por las investiduras duró todavía algunos decenios. Finalmente, el emperador Enrique V (1111-1125) y el papa Calixto II (1119-1124) llegaron a un acuerdo en el concordato de Worms (1122), con las siguientes condiciones: – la elección de los obispos era competencia exclusiva del papa; – el papa confería la autoridad espiritual, de la que eran símbolos la cruz pectoral y el anillo; – el emperador concedía el poder temporal, con la entrega del báculo y el cetro; – en Italia y Borgoña, la investidura espiritual debía preceder a la temporal; en Alemania, por el contrario, la investidura temporal era anterior.

Este acuerdo pudo parecer, en principio, un compromiso por ambas partes; sin embargo, lo que en realidad hizo fue sancionar la victoria de la Iglesia, al quedar la elección de los obispos como materia exclusiva de la autoridad eclesiástica.

Las cruzadas Antecedentes y razones históricas de las cruzadas En el siglo XI, el gran poderío islámico, que se había desarrollado rápidamente en el curso de las centurias anteriores, se encontraba en profunda crisis y su unidad aparecía amenazada continuamente por la enorme extensión de los territorios ocupados, el descontento social, los enfrentamientos entre las sectas y los conflictos dinásticos. Por el contrario, en Europa, precisamente en la misma época, se asistía a una general recuperación demográfica, religiosa, institucional y económica. Bajo el empuje de los reinos que se estaban formando en ese período, además del de las ciudades y el de los mercaderes y nobles en busca de riqueza, las fronteras de la cristiandad se abrían en varias direcciones. En el imperio bizantino, por el contrario, tras el período de dominación de la dinastía macedónica, caracterizado por una notable estabilidad institucional y una cierta prosperidad económica, la situación se presentaba muy grave a causa del avance en los territorios islámicos de los turcos selyúcidas, que habían logrado apoderarse del califato abasí de Bagdad, adentrándose después en los territorios de Palestina, Siria y Anatolia. Esta fuerte expansión musulmana llegó a preocupar también a las potencias europeas, que empezaron a considerar la posibilidad de prestar ayuda al emperador de Oriente. Sin embargo, estas razones de carácter político y militar no bastan para explicar el complejo fenómeno de las cruzadas. Junto a ellas debe subrayarse la costumbre tan difundida en la edad media del peregrinaje, una de cuyas metas era, precisamente, Jerusalén, ciudad que representaba

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Miniatura que representa la toma de Antioquía, durante la primera cruzada, procedente de la Historia de los emperadores.

para el creyente la salvación espiritual. No faltaron tampoco motivos sociales y económicos que empujaron hacia Oriente a numerosos grupos de las más variadas ascendencias: grandes señores feudales que carecían ya de perspectivas institucionales y la pequeña y media nobleza, a menudo motivada por la búsqueda de fortunas. La Iglesia, por su parte, trataba de encauzar la violencia de este mundo de caballeros, identificándolos cada vez con mayor frecuencia como guerreros de Cristo, cuya principal tarea consistía en defender al clero y a la cristiandad en general. Las cruzadas aseguraban tierras y poder a la nobleza, mercados y comercio a las ciudades, prestigio al papado –entonces en lucha con el emperador por la cuestión de las investiduras– y, a la vez, representaban una grande y concreta manifestación de profunda y desinteresada religiosidad. Todos estos motivos –políticos, religiosos, institucionales, sociales y económicos– dieron lugar al gran fenómeno conocido con el nombre de cruzadas.

La primera cruzada (1096-1099) En la primavera de 1096, cinco migraciones populares (siervos, campesi-

nos, mendigos) se lanzaron hacia Constantinopla, guiadas por un jefe improvisado, el caballero Gualterio Sin Haber, y Pedro el Ermitaño. Estos peregrinos-cruzados, sin medios, rebeldes a la más mínima disciplina, atravesaron Europa central y la península balcánica, provocando desórdenes, dejando pueblos enteros completamente vacíos y a menudo acompañados de pillaje y motines. Diezmados por el hambre, las enfermedades y las luchas, llegaron hasta Asia Menor,

Ilustración del siglo XIV sobre las cruzadas, que condujeron a la Europa cristiana a sangrientos enfrentamientos.

La época de las cruzadas

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donde fueron aniquilados por los turcos. El primer auténtico ejército cruzado se agrupó en torno a la cruz y convirgió en Constantinopla en la primavera de 1097, desde donde emprendió la gran marcha; por encima de las banderas de las diferentes naciones llevaban un emblema común: la cruz que figuraba en sus ropas y escudos. Entre los jefes de las diferentes tropas estaban Godofredo de Bouillon, señor de la baja Lorena; Raimundo de Tolosa, y Bohemundo de Tarento, este último al mando de los cruzados normandos de Sicilia. El emperador bizantino, Alejo I Comneno, los proporcionó sustento y escolta y consiguió un juramento de fidelidad de los jefes (excepto de Raimundo), a fin de asegurar su dominio sobre cualquiera de los territorios bizantinos que fuera reconquistado. Los cruzados pasaron el Bósforo, avanzaron y tomaron Nicea (1097), capital selyúcida en Asia Menor, reconquistaron Antioquía y llegaron a Jerusalén (1099). Iniciaron el asedio y, tras un furioso asalto, las tropas de Godofredo de Bouillon lograron penetrar en la ciudad el 15 de julio de 1099. Pocas semanas después, en Ascalón, los cruzados derrotaron a un ejército egipcio que trataba de ayudar a los infieles. Tras el éxito militar de esta primera cruzada, Godofredo de Bouillon permaneció en Palestina como gober-

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nante y a su muerte le sucedió su hermano Balduino, con el título de rey (1100).

La segunda cruzada (1147-1149) La segunda cruzada fue predicada por Bernardo de Claraval, monje cisterciense, a instancias del pontífice Eugenio III. Participaron en ella Luis VII de Francia y el emperador Conrado III de Hohenstaufen, con el objetivo de reconquistar el condado de Edesa, perdido por los cristianos en el año 1144. La expedición, tras una clamorosa derrota en Damasco, se disolvió sin haber logrado ningún resultado positivo.

La tercera cruzada (1189-1192) La tercera cruzada, conducida por el emperador germánico Federico I Barbarroja –que perdió la vida en ella– y luego por Felipe Augusto II de Francia y Enrique II de Inglaterra (sustituido a su muerte por Ricardo I Corazón de León), se organizó porque Jerusalén había caído de nuevo en manos de los turcos en el año 1187. Éstos habían pasado definitivamente a la ofensiva bajo el mando del gran sultán Saladino (1177-1193), quien había reunificado los territorios islámicos de Egipto y Siria. A pesar de las victorias cristianas, la tercera cruzada no logró recuperar Jerusalén y tuvo como único resultado el fortalecimiento de los reinos cristianos orientales y la posterior creación del Reino de Chipre (1197), ya que las rivalidades entre el soberano francés y el inglés impidieron la realización del plan de acción unitario.

La cuarta cruzada (1202-1204) Tras el fracaso de la tercera cruzada, el papa Inocencio III alentó la cuarta, con el objetivo de recuperar Jerusalén. El proyecto, sin embargo, adoptó una dirección totalmente imprevista. Dado que los cruzados no tenían medios económicos suficientes para la empresa, llegaron a un acuerdo con el dux veneciano Enrico Dandolo, político de gran astucia y habilidad, por el cual los venecianos ponían su gran flota a disposición de los cruzados a

cambio de la conquista de Zara, una ciudad clave en el Adriático, entonces en posesión del rey de Hungría. Los cruzados tomaron Zara, pero no llegaron nunca a Tierra Santa; se dejaron arrastrar por los venecianos en los conflictos dinásticos que en aquel momento laceraban al imperio bizantino. Apoyaron a uno de los aspirantes al trono y para ello asediaron Constantinopla. La ciudad cayó definitivamente en el año 1204; los habitantes fueron exterminados; las iglesias y las bibliotecas, destruidas, y se perdieron espléndidos tesoros artísticos y culturales. En Constantinopla se instauró entonces un débil imperio latino de Oriente, ligado religiosamente a Roma, mientras que en Epiro se establecía un reino bizantino y el resto del imperio se disgregaba. Los mercaderes venecianos obtuvieron todos los puertos, adquiriendo así el control de las principales vías de tráfico marítimo. El imperio latino de Oriente no duró muchos años (hasta 1261), pero las consecuencias del saqueo de Constantinopla permanecieron: los bizantinos no olvidaron nunca la violencia de los cruzados y esto marcó la definitiva escisión del mundo cristiano.

Otras cruzadas El desastre de la cuarta cruzada no impidió que surgieran otras cuatro más, todas ellas con el objetivo de recuperar Jerusalén. Este objetivo se logró en la quinta (1228-1229) y durante quince años la ciudad volvió a ser cristiana. De nuevo los turcos lograron recuperarla y las dos últimas cruzadas, promovidas por el rey de Francia Luis IX el Santo, fueron un rotundo fracaso.

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Importancia y consecuencias de las cruzadas Las cruzadas tuvieron una gran importancia a pesar de no haber logrado su objetivo fundamental. A través de las expediciones a Palestina, los caballeros, feudatarios, burgueses y el pueblo establecieron contacto con Oriente, conocieron nuevos sistemas de organización política y social y adquirieron elementos de la cultura islámica. En el ámbito económico, Occidente obtuvo grandes beneficios: se conocieron productos hasta entonces ignorados como el algodón, la caña de azúcar y el arroz y se perfeccionaron técnicas artesanales como el tinte de telas y los trabajos con vidrio. Las cruzadas, en definitiva, marcaron el comienzo de la expansión europea en el mundo. Las cruzadas dieron vida también a grandes órdenes de caballería que combinaban las acciones bélicas con la vida monástica. Los caballeros tenían la tarea de defender los lugares santos y proteger a los peregrinos que acudían a visitarlos. Las órdenes internacionales que adquirieron mayor importancia fueron la de los Templarios y la de los Hospitalarios. Otras grandes órdenes nacionales fueron la de los Teutones en Jerusalén; la de la Jarretera, inglesa; la de la Estrella, francesa; la del Toisón de Oro, borgoñona, y las españolas de Calatrava, Avis, Santiago de Compostela y Alcántara. Las cruzadas tuvieron también consecuencias fuertemente negativas, como la difusión del espíritu de intolerancia y la rígida hostilidad posterior de los musulmanes en sus relaciones con Europa.

Preguntas de repaso

1. ¿Cómo era la estructura de la sociedad feudal? 2. ¿Por qué fue importante el concordato de Worms y cuándo se celebró? 3. ¿En qué cruzada lograron mayores éxitos los cristianos?

OCCIDENTE ENTRE LOS SIGLOS XI A XIV

Principales monarquías de la Europa medieval El sacro imperio romano germánico Con la coronación en Roma de Carlomagno por el papa León III, en el año 800, se intentó resucitar la idea de un imperio único y universal, a imagen y semejanza del antiguo imperio romano, ya desaparecido en Occidente siglos atrás. Pero este intento fue un tanto efímero y, durante el mandato de los sucesores de Carlomagno, la pretendida unidad territorial se diluyó, dando lugar en Europa a numerosos reinos y poderosos principados feudales independientes. Aunque el papado intentó defender los intereses imperiales, los débiles pontífices que se sucedieron durante el siglo X no lograron sustraerse al poder de los grandes señores feudales. Sin embargo, la llegada al trono de Otón I el Grande de Sajonia resucitó de nuevo la idea (y el contenido jurídico) de la institución imperial, razón por la que tradicionalmente se considera a este monarca como el fundador del imperio romano germánico –el título de sacro fue posterior (1157)–, cuya base territorial, cambiante a lo largo de los siglos, se extendió sobre todo por tierra alemana, aunque llegó a abarcar gran parte de Europa (Italia central y septentrional, Bohemia, Moravia, etc.). La coronación de Otón I en Roma en el año 962 por el pontífice León XII inaugura el imperio, al frente del cual se sucedieron la dinastía Liudolfinger (962-1024); la salia (1027-1125); la de los Hohenstaufen (1138-1254), y, por último, la de los Habsburgo, cuyos emperadores se alternaron en el poder con algunos de Luxemburgo y que perduró como dinastía reinante hasta el siglo XX, aunque el título imperial del Sacro Imperio se Busto del emperador Carlos V, integrante abandonó por Francisco II en 1806. de la dinastía de los Habsburgo.

El emperador Maximiliano de Austria, retratado por Alberto Durero (Museo de Viena).

Sarcófago de Otón I el Grande, considerado el fundador del imperio romanogermánico, conservado en la catedral de Aquisgrán. Fotografías de cabecera: mosaico bizantino de Santa Sofía (izq.) y representación de los cruzados frente a los muros de Jerusalén (der.).

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Cronología del imperio germánico Emperadores

Mandato imperial*

Liudolfinger

Otón I el Grande Otón II Otón III Enrique II

962-973 973-983 996-1002 1014-1024

Salia

Conrado II Enrique III Enrique IV Enrique V

1027-1039 1046-1056 1084-1106 1111-1125

Liudolfinger

Lotario II

1125-1137

Hoenstaufen

Conrado III Federico I Barbarroja Enrique VI Federico II Conrado IV

1138-1152 1155-1190 1191-1197 1220-1250 1250-1254

Habsburgo

Rodolfo I

1273-1291

Luxemburgo

Enrique VII Carlos IV Wenceslao IV Segismundo

1312-1313 1355-1378 1378-1400 1433-1437

Dinastía

Dinastía Habsburgo

Emperadores Federico III Maximiliano de Austria Carlos V Fernando I Maximiliano II Rodolfo II Matías (archiduque de Austria) Fernando II Fernando III Leopoldo I José I Carlos VI (archiduque de Austria) Carlos VII Francisco I José II Leopoldo II (archiduque de Austria) Francisco II

Mandato imperial* 1452-1493 1508-1519 1519-1556 1556-1564 1564-1576 1576-1612 1612-1619 1616-1637 1637-1657 1657-1705 1705-1711 1711-1740 1742-1745 1745-1765 1765-1790 1790-1792 1792-1806

* Hasta que el título de emperador pasó a ser hereditario, la sucesión de mandatos imperiales no fue exactamente correlativa.

Durante la dinastía Liudolfinger, conocida también como casa de Sajonia, el poder papal se hallaba supeditado al del emperador, que era considerado como la cabeza de la cristiandad y el máximo defensor de sus intereses. En tiempos de la dinastía salia, o casa de Franconia, tuvo lugar la querella de las investiduras y el concordato de Worms (1122), por el cual los poderes papal e imperial se separaban y los pontífices dejaban de estar sujetos al emperador en cuestiones espirituales. Sin embargo, durante el mandato de los Hohenstaufen, esta tregua entre el pontificado y el imperio se rompió cuando Federico I Barbarroja (1155-1190) indujo al antipapa Pascual III a elevar a la dignidad de santo a Carlomagno, en un intento de demostrar la supremacía de la voluntad imperial. Los enfrentamientos entre el imperio y el papado se recrudecieron, circunstancia

que aprovecharon las ciudades italianas para desligarse del primero, con lo que al fin de esta dinastía los dominios imperiales se reducían prácticamente a Alemania. En 1356, bajo la casa de Luxemburgo, se promulgó la Bula de oro, por la cual la responsabilidad de elegir emperador recaía sobre siete electores alemanes fijos, independizándose así de la influencia del papa; posteriormente, ya en el siglo XVI, el título de emperador pasó a ser hereditario. La última ceremonia de coronación se dio en la persona de Carlos V de Alemania y I de España, en 1530.

Francia. Dinastía de los Capeto Fundada por Hugo Capeto, esta dinastía reinó en Francia desde el 987 hasta 1792. El sobrenombre Capeto –cuya etimología se remonta a “capa”, aludiendo quizás a la capa de

abad que tanto Hugo como su padre usaron al ser abades de San Martín de Tours– apareció hacia el año 1030 en la Crónica de Ademaro de Chabannes. La familia era originaria de Neustria y el primer miembro del que se tienen noticias, hacia la mitad del siglo IX, fue Roberto el Fuerte, conde de Anjou y Blois y vasallo del emperador carolingio Carlos II el Calvo. Los hijos de Roberto el Fuerte, Eudes y Roberto I, fueron reyes de los francos. Pero sólo con Hugo Capeto (987-996) la dinastía se independizó definitivamente de los carolingios y se convirtió en una monarquía hereditaria hasta 1328 (Carlos IV). De ella descienden las dinastías de Valois y de los Borbones, que posteriormente ocuparían el trono francés. Al subir al trono Hugo, la realeza se hallaba en plena decadencia frente al poder feudal y el título de rey ape-

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Occidente entre los siglos XI a XIV

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Guillermo II el nas otorgaba alRojo, Enrique I y guna autoridad Esteban), la disobre los grannastía angevina des señores. De (de Anjou) Planhecho, los barotagenet ocupó nes de los llamael trono inglés dos feudos reaRey Período de reinado desde 1154 hasta les reconocieron Hugo Capeto 987-996 1485. a Hugo como su 996-1031 Roberto II El origen de soberano, pero Enrique I 1031-1060 esta familia se renunca le presta1060-1108 Felipe I monta al matriron homenaje ni 1108-1137 Luis VI monio de Matilservicio. El obje1137-1180 Luis VII de, hija de Enritivo prioritario Felipe II Augusto 1180-1223 Luis VIII 1223-1226 que I, último rey de Hugo fue 1226-1270 Luis IX normando, con conservar el conFelipe III 1270-1285 el conde de Antrol sobre sus te1285-1314 Felipe IV jou, Godofredo, rritorios y preLuis X 1314-1316 unión de la que servar la parte Felipe V 1316-1322 nació el que hanororiental fran1322-1328 Carlos IV bría de ser Enricesa de los in1328-1350 Felipe VI que II de Inglatetereses carolinrra, primer rey gios e imperiales. de la nueva esAunque se vio presionado por la Iglesia, nunca acep- el reino en el plano político-territorial, tirpe (1154-1189). Este monarca contó someterse a la soberanía imperial, extendiéndolo hasta el sur de Francia; siguió pacificar las luchas internas lo que facilitó la separación entre los a defenderlo de sus enemigos (sobre que habían precedido a su nombraterritorios de Francia y Alemania. todo Inglaterra), y a consolidarlo en el miento e imponer una fuerte autoriHugo coronó a su propio hijo y co- plano económico-administrativo. Desmenzó una práctica por la cual el he- de comienzos del siglo XIII, el soberaredero al trono era nombrado por un no se definió no ya como rex Francoconjunto de miembros del gabinete rum, sino como rex Franciae, testimoreal (cooptación), que continuaron los nio del iniciado proceso de unificación primeros Capeto, hasta Felipe II, ga- del reino. rantizando así la sucesión y debilitando el principio de la monarquía electi- Inglaterra. Dinastía Plantagenet va, que favorecía el poder feudal. La acción desarrollada por los Cape- Tras los normandos que reinaron en tos a lo largo de cuatro siglos y medio Inglaterra en el siglo XI y comienzos de reinado estuvo dirigida a ampliar del XII (Guillermo I el Conquistador,

Cronología de la dinastía de los Capeto (987-1350)

Episodios de la vida de Luis IX, rey francés de la dinastía Capeto, según una ilustración del siglo XIII.

Luis VI, monarca francés de la dinastía de los Capeto, según una miniatura del siglo XIV.

dad con la que supo doblegar a la nobleza y al clero. No obstante, durante su reinado tuvo que enfrentarse al levantamiento popular ocasionado con motivo del asesinato de Thomas Beckett, arzobispo de Canterbury. Entre sus sucesores más destacados se encuentran Ricardo I Corazón de León (1189-1199), quien desempeñó un im-

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Cronología de los reyes de Inglaterra (1066-1377) Dinastía Normanda

Plantagenet

Reyes

Período de reinado

Guillermo I el Conquistador Guillermo II el Rojo Enrique I Esteban Enrique II Ricardo I Corazón de León Juan Sin Tierra Enrique III Eduardo I Eduardo II Eduardo III

portante papel en la tercera cruzada; Juan Sin Tierra (1199-1216), que vivió una aguda crisis ocasionada por sus fracasos, de los que destaca el enfeudamiento del reino al papa; Enrique III (1216-1272), bajo cuyo reinado Inglaterra vivió una cruenta guerra civil, y Eduardo III (1327-1377), cuyos sucesores dieron lugar a las ramas de Lancaster y de York, que más tarde protagonizarían la guerra de las dos rosas. El resultado de esta contienda, que enfrentó a las dos ramas por una cuestión de derechos sucesorios, fue el fin de la dinastía Plantagenet (Ricardo III) y la entronización de la Tudor, con Enrique VII. Debido a la política matrimonial de los sucesivos Plantagenet, esta familia, además del trono inglés, tenía también vastas posesiones en territorio francés.

La guerra de los cien años Las posesiones inglesas en Francia provocaron una marcada y tradicional enemistad entre ambos países. Esta enemistad se tradujo en un conflicto bélico que, aunque con pausas y suspensiones, se prolongó durante más de un siglo, desde 1337 hasta 1453. La guerra de los cien años fue la consecuencia de conflictos entre los soberanos ingleses, señores de numerosos territorios en Francia, y por tanto vasallos de los monarcas Capeto, y

1066-1087 1087-1100 1100-1135 1135-1154 1154-1189 1189-1199 1199-1216 1216-1272 1272-1307 1307-1327 1327-1377

estos últimos. Otra importante causa fue el proceso de unificación de Francia bajo una monarquía ya consolidada por entonces, que tendía al expansionismo y a eliminar cualquier obstáculo presente en territorio francés. La tensión se agravó, además, por la rivalidad entre franceses e ingleses en Escocia, ya que los escoceses gozaban del apoyo diplomático, e incluso militar, francés en su lucha por la autonomía. Así mismo, los territorios de Bretaña y, sobre todo, de Flandes fueron motivo de litigio. Flandes era un feudo de la Corona francesa, ligado por estrechas relaciones comerciales a Inglaterra, que proporcionaba la materia prima para la floreciente industria textil flamenca. Por último, un importante motivo que contribuyó a desencadenar esta guerra fue la crisis del feudalismo en ambos países, que impulsó la búsqueda de renovadas soluciones y equilibrios. Los conflictos de naturaleza feudal entre Francia e Inglaterra se remontaban al siglo XI, pero la causa inmediata de la guerra de los cien años fue la crisis dinástica que siguió a la muerte de Carlos IV (1328), con la que se extinguió la rama principal de la dinastía de los Capeto, a falta de herederos varones. De los dos posibles herederos al trono francés, Eduardo III, rey de Inglaterra (hijo de la hermana del rey, Isabel), y Felipe de Valois (primo

de Carlos), salió elegido este último, porque había nacido en Francia, y fue proclamado rey con el nombre de Felipe VI. Esta elección fue sintomática del sentimiento nacional, que en el curso de la guerra se fue radicalizando cada vez más entre los franceses. El conflicto estalló abiertamente en 1337, cuando Felipe VI declaró confiscada la posesión inglesa de Aquitania; por toda respuesta, Eduardo reivindicó la Corona francesa y asumió el título de rey de Francia e Inglaterra. La guerra, que comenzó al año siguiente, enfrentó a las dos monarquías más importantes de Occidente. La primera fase, hasta 1360, fue netamente favorable a los ingleses, gracias sobre todo al apoyo de las ciudades flamencas. En 1346, Eduardo III logró una importante victoria contra los franceses en Crécy, que marcó la afirmación de la táctica militar inglesa, basada en los arqueros y la artillería. Un año después, tras un largo asedio, tomó Calais, que durante más de dos siglos fue cabeza de puente de los ingleses en el continente. Las dificultades y devastaciones producidas por la peste negra a partir de 1348, tanto en Francia como en Inglaterra, determinaron una pausa en las operaciones militares hasta 1355, cuando el hijo de Eduardo III, Eduardo, príncipe de Gales, efectuó una serie de campañas en Artois, Languedoc y Limousin; en Poitiers fue atacado por el rey de Francia, Juan II el Bueno, que sufrió una desastrosa derrota y fue hecho prisionero. La paz acordada en Brétigny y firmada en Calais en 1360 preveía la liberación de Juan II, después del pago de un enorme rescate, y la renuncia por parte de Eduardo a la Corona de Francia. A este último se le reconocía, sin embargo, la soberanía sobre un tercio aproximadamente del territorio francés. Juan II fue liberado, pero al no poder pagar la totalidad del rescate, fue encarcelado nuevamente en Londres, donde murió en 1364. El regente Carlos le sucedió con el nombre de Carlos V, llamado después el Sabio. Los enfrentamientos continuaron, y al final del reinado de Carlos el Sabio (1380) a los ingleses sólo les quedaba en territorio francés Calais, Bayona, Burdeos y Brest.

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La guerra quedó suspendida hasta principios del siglo siguiente; esta larga tregua estuvo favorecida por las dificultades internas que atravesaron ambos países en aquellos años. En Inglaterra estalló una gran revuelta campesina (1380), mientras Francia se hallaba sacudida por diversos levantamientos urbanos. Pero con la ascensión al trono inglés de Enrique V de Lancaster, las hostilidades se reanudaron. La alianza ofrecida por Juan Sin Miedo, duque de Borgoña, al rey de Inglaterra procuró a los ingleses una victoria decisiva en Azincourt (1415) y el control de la parte nororiental del reino de Francia, tras la conquista de Normandía (1417-1419) y la ocupación de París por parte del duque de Borgoña. Con el tratado de Troyes (1420), el delfín de Francia fue desheredado en favor de Enrique V, que se convirtió en regente del reino y se casó con Catalina, hija del rey. En 1422, tras la muerte de Enrique V y de Carlos VI, fue proclamado rey en París Enrique VI de Inglaterra, mientras en Bourges el delfín se le oponía con el nombre de Carlos VII. Éste afianzó definitivamente su posición en el encuentro con los ingleses que asediaban Orléans. Gracias a la intervención de Juana de Arco, figura que representó el espíritu nacional, Orléans fue liberada y Carlos consagrado solemnemente rey de Francia en Reims (1429). Los ingleses, a pesar de la ejecución en la hoguera de Juana de Arco (1431), no lograron minar el prestigio del soberano francés ni reconquistar sus posiciones; ade-

Occidente entre los siglos XI a XIV

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más, la paz de Arras (1435), firmada entre Carlos VII y el duque de Borgoña, les quitó un aliado decisivo. París fue recuperada por el rey en 1436. Ocho años después se estipuló una nueva tregua. Carlos VII, después de una eficaz reorganización de las fuerzas militares, condujo algunas brillantes campañas que le valieron la conLa crisis dinástica que originó la guerra de los cien años y quista de Normandía enfrentó a Francia e Inglaterra durante los siglos XIV y XV marcó la pauta de futuros enfrentamientos entre las (victoria de Formigny, monarquías europeas. En la imagen, escena de la batalla de 1450), de Aquitania (vicSluis, cerca de Brujas. toria de Castillon, 1453) y de Burdeos (1453). La guerra acabó de hecho, sin dos situados al sur de los Pirineos cenacuerdos formales, mientras los in- trales, que más tarde se unieron y forgleses estaban ocupados ya con otros maron el reino de Aragón. En tiempos problemas de orden interno. Con el de Fernán González (mediados del sitratado de Picquigny, firmado en 1475 entre Eduardo IV y Luis XI, a Inglaterra le quedó sólo Calais (ciudad que conservó hasta 1558).

Los reinos cristianos en la península ibérica

Tras la invasión de la península ibérica por las tropas musulmanas, los núcleos de resistencia cristiana que habían quedado iniciaron una política de expansión y recuperación territorial, que se llamó reconquista, y cuyo comienzo tradicionalmente se fecha en el año 722, con la victoria en la legendaria batalla de Covadonga del rey visigodo asturiano Pelayo. A comienzos del siglo X, la invasión musulmana había llegado hasta las vertientes meridionales del Duero y del Ebro. Los únicos reductos cristianos de entonces eran el reino asturleonés, en la zona noroccidental de la península, al que rendía vasallaje el condado de Castilla; el pequeño reino de Pamplona (más tarde llamado de Navarra), asentado en los Pirineos occidentales; la zona de la Marca La corte de Enrique VI de Lancaster, uno de los Hispánica (condado de Barceloprotagonistas de la guerra de las dos rosas, na), que ocupaba parte de la acrepresentada en un grabado conservado en la tual Cataluña, y algunos condaBiblioteca Británica de Londres.

Juan sin Tierra reinó en Inglaterra durante el período comprendido entre 1199 y 1216.

glo X), el condado de Castilla se proclamó independiente del reino de León y, tras un período breve de autonomía, fue anexionado al reino de Navarra por obra de Sancho III el Mayor (1000-1035). Bajo el mandato de este rey, Navarra alcanzó su máxima extensión (incorporó también el reino de Aragón) y, lo que fue más trascendente, mantuvo una estrecha relación con el resto de Europa, lo que facilitó la entrada a nuevas tendencias religiosas, políticas y culturales y reforzó el espíritu “occidental” frente a la influencia islámica. A la muerte de Sancho III, el reino navarro se repartió entre sus tres hijos, lo que dio lugar a los reinos de Castilla, Aragón y Navarra. Alfonso VI de Castilla logró ocupar Toledo en el año 1085, eligiéndola ca-

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pital del reino por ser una ciudad de gran valor estratégico. Esto supuso un importante golpe para los musulmanes y permitió la conquista inmediata de muchas otras ciudades de la región. Los siete reinos árabes de taifas (Sevilla, Granada, Toledo, Murcia, Badajoz, Zaragoza y Valencia), al no poder frenar el avance cristiano, pidieron ayuda a los almorávides (árabes del Magreb). Su jefe, Yusuf, derrotó al ejército cristiano de Alfonso VI en la batalla de Sagrajas o Zalaca, en el año 1086. Alfonso fue también derrotado en la batalla de Uclés y poco después murió (1108), pero ni los almorávides ni los almohades, que se habían unido a los primeros, lograron frenar la progresiva reconquista cristiana. En este tiempo adquirió gran fama el caballero cristiano Rodrigo Díaz de Vivar, al servicio del reino

aragonés, conocido con el nombre de Cid Campeador, que con sus conquistas en tierras valencianas puso en extrema evidencia la fragilidad de los reinos de taifas. El avance de la reconquista era consecuencia, por un lado, de la debilidad militar y las luchas civiles entre los musulmanes de España y África, y por otro, del creciente poder de los reinos cristianos y del agrupamiento de sus fuerzas. En tiempos de Ramiro II de Aragón, el reino aragonés se unió a Cataluña; en 1212, la batalla de las Navas de Tolosa, en la que participaron Navarra, Castilla y Aragón, infligió una grave derrota a los musulmanes; en 1230 se dio la unión definitiva de León y Castilla con Fernando III el Santo, lo que puso fin a un largo período de guerras civiles entre ambos reinos. Este rey reconquistó,

La victoria de Pelayo, rey visigodo asturiano, sobre las tropas musulmanas en la batalla de Covadonga (722) dio inicio a la reconquista de los territorios de la península Ibérica ocupados por los invasores árabes.

además, el norte y oeste de Andalucía, estableciéndose en Córdoba (1236), Sevilla (1248) y Cartagena (1248). Así, en el siglo XIII la situación territorial había cambiado por completo: la hegemonía de la península ibérica era prácticamente cristiana y a los musulmanes sólo les quedaba un reducto de territorio al sur de Portugal (Algarve) y el reino de Granada. En este punto, la reconquista cristiana se vio frenada a causa de las guerras civiles entre los reinos de Castilla y Aragón. En Castilla, había heredado el trono de Fernando III su hijo Alfonso X el Sabio (1252-1284), hombre más de estudio que de acción. De elevada cultura, fue un gran literato y poeta (Cantigas de Santa María), además de un gran historiador (Crónica general e grand estoria) y jurista (Código de las Siete Partidas). Tuvo que enfrentarse a numerosas rebeliones internas de la nobleza, tratando de frenar inútilmente la guerra civil. Tampoco frente a los musulmanes tuvo gran éxito, aunque logró ocupar gran parte de la región de Cádiz y el Algarve, restringiendo el territorio musulmán a Granada. Desde entonces y hasta el final del siglo XV, la historia de Castilla ofreció un triste cuadro de luchas intestinas, mientras que el reino aragonés, perdido su interés en la lucha contra los árabes, se volcaba en una política expansionista por el Mediterráneo. En 1479, Fernando II sucedió a su padre, Juan II, en el trono de Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca. Al contraer matrimonio con Isabel, reina de Castilla, las dos monarquías más poderosas de la península se unieron bajo el mandato de ambos reyes, conocidos después como Reyes Católicos, lo que supuso el preludio inmediato de la unificación de España. Fue precisamente bajo el reinado de los Reyes Católicos cuando se dio fin a la reconquista, con la toma de Granada en 1492.

La crisis de la Iglesia. El cisma de Occidente La situación de anarquía en la que vivía Italia había motivado el traslado

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El concilio de Constanza, representado en la imagen según una crónica del siglo XV, puso fin al cisma de Occidente al ser elegido papa Martín V.

de la sede papal a Aviñón en tiempos de Clemente V. Tras casi siete décadas de permanencia en esta ciudad francesa (de 1309 a 1376), finalmente Gregorio XI trasladó de nuevo la sede pontificia a Roma. A su muerte, acaecida en 1378, la elección del sucesor se presentó muy laboriosa a causa de las disensiones entre los cardenales, en su mayoría franceses, y las presiones del pueblo romano, que quería un papa italiano. Fue elegido el arzobispo de Bari, con el nombre de Urbano VI. Pronto, sin embargo, el nuevo papa desagradó a varios cardenales, debido a su carácter duro e independiente. Con el apoyo de Carlos V de Francia y Juana de Anjou, reina de Nápoles, los cardenales eligieron en Fondi a un nuevo papa, Roberto de Ginebra, que adoptó el nombre de

Clemente VII ; poco tiempo después, el papa Clemente se trasladó a Aviñón, iniciándose así el llamado cisma de Occidente. La fidelidad a uno u otro papa dependió a partir de en-

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Occidente entre los siglos XI a XIV

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tonces de consideraciones de tipo político. A la muerte de los dos protagonistas del conflicto, la situación se prolongó, con el nombramiento en Roma y en Aviñón de distintos sucesores, que se fueron excomulgando sucesivamente durante años. Por fin, en 1409, el concilio de Pisa depuso a Benedicto XIII (Aviñón) y a Gregorio XII (Roma) y eligió como único pontífice a Alejandro V; pero esta medida, en lugar de resolver la situación, la complicó aún más, ya que Alejandro V no fue apoyado por todos, por lo que, en vez de uno, hubo tres papas. La reunificación definitiva del pontificado tuvo que esperar hasta el concilio de Constanza (1414-1418), que depuso al antipapa Juan XXIII (sucesor de Alejandro V), aceptó la abdicación de Gregorio XII y nombró a Martín V. La única disidencia a esta medida la protagonizó Benedicto XIII, también conocido como el Papa Luna, quien se retiró a la costa del levante español (Peñíscola), sin haber renunciado a su dignidad papal, pese a carecer de apoyo alguno. El desprestigio que este cisma causó en la institución pontificia fue uno de los motivos que favorecieron la negación de la autoridad papal por parte de los protestantes.

Preguntas de repaso

1. ¿A quién se considera fundador del imperio germánico? 2. Citar los emperadores germánicos de la dinastía salia. 3. ¿Qué dos potencias protagonizaron la guerra de los cien años y cuál fue la causa inmediata de la misma? 4. ¿Quiénes pusieron fin a la reconquista española? 5. ¿Cuándo finalizó el cisma de Occidente?

EL RENACIMIENTO

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e conoce por Renacimiento el período histórico que se extiende, aproximadamente, desde el siglo XIV al XVI de la era actual. Sin embargo, el nombre “Renacimiento”, derivado del francés Renaissance, empezó a utilizarse en la segunda mitad del siglo XIX, cuando la obra de J. Burckhardt (1860) y la tendencia de la cultura europea hicieron que se reavivara el interés de los estudiosos, y más tarde de la sociedad en general, por ese período histórico. El movimiento, que arrojaría a la historia nombres tan fundamentales como los de Leonardo da Vinci, Erasmo de Rotterdam, Maquiavelo y Giordano Bruno, y cuyo impacto se vería reflejado en acontecimientos tan importantes y dispares como el descubrimiento de América, la invención de la imprenta por Gutenberg y la Reforma religiosa de Lutero, surgió en Italia, debido sobre todo al deseo de recuperar el patrimonio literario y artístico de la antigua Roma y los restos de la civilización clásica, casi extinguida en los siglos V y VI tras las invasiones y dominaciones bárbaras. De hecho, la civilización clásica no podía considerarse como totalmente acabada, ya que había sobrevivido en parte en los monumentos, en la ininterrumpida tradición histórica y legendaria y en el idioma, el latín, lengua de la religión, del derecho, de la ciencia y del comercio. El propósito, a simple vista temerario y anacrónico, de devolver

Arriba, panorámica de la ciudad de Florencia, cuna de grandes artistas del renacimiento italiano. Abajo, la iglesia florentina de Santa Maria Novella, cuya fachada es obra de Leon Battista Alberti. Fotografías de cabecera: Retrato de mujer con un armiño, de Leonardo da Vinci (izq.), y regata de época en el Canal Grande de Venecia (der.).

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vigencia a la civilización clásica en el ámbito de una sociedad cristiana maduró durante el siglo XIV, sobre todo gracias a la iniciativa y la obra de Francesco Petrarca. En el siglo XV, cuando el Renacimiento se consolidó y triunfó como una civilización nueva, clásica y cristiana, no sólo italiana, sino también europea, los siete siglos considerados como incivilizados e indignos de nombre propio asumieron el título que aún conservan: edad media, es decir, edad intermedia entre la edad clásica y su renovación o renacimiento. La supervivencia que ha demostrado esta simple denominación histórica –que aún es vigente–, legítima y válida sólo en su originario y polémico contexto histórico, basta para demostrar la importancia que tuvo el Renacimiento en la historia de la Europa moderna.

Orígenes del Renacimiento Es evidente que al Renacimiento se lo debe considerar como un período de cambios políticos, sociales y económicos, y no sólo artísticos. Sin embargo, sus orígenes no fueron tan claros. Italia, afectada en el siglo XIII por la crisis política general de Europa, adquirió gradualmente una enorme independencia, que logró mantener durante más de dos siglos. Entre tanto, las grandes potencias de la época, y en especial las dos instituciones supremas de la Europa medieval, la Iglesia y el Imperio, sucumbieron a la crisis política y entraron en una franca decadencia. El declive de Francia durante el siglo XIII no fue sólo político, sino que supuso también el ocaso de una cultura filosófica y literaria que había florecido en toda Europa durante más de dos siglos. En definitiva, el cansancio y neutralización de Europa y la rapidez y habilidad de Italia para asumir la iniciativa en el momento adecuado explican el cambio que en el siglo XIV dio origen a una nueva época. Un factor decisivo en este cambio fue la crisis de la Iglesia; el traslado de los papas a Aviñón y su subordinación al poder de Francia empuja-

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El inicio de la nueva ciencia La ciencia moderna tuvo sus primeras manifestaciones en el Renacimiento italiano. Las universidades italianas atrajeron a eruditos y hombres de ciencia de toda Europa, entre los que destacó especialmente Copérnico. Llegado del área del Báltico, Copérnico revolucionó la mentalidad medieval al establecer que la Tierra giraba alrededor del Sol; poco antes de su muerte publicó su obra maestra, En torno a la revolución de las esferas celestes, en la que no sólo afirmaba la nueva hipótesis sobre la posición de la Tierra, sino también que las estrellas fijas estaban a gran distancia de ella. Sus trabajos de observación del universo fueron continuados por astrónomos que, a partir de esta época, contaron con el invento holandés del telescopio. Leonardo da Vinci, ejemplo por excelencia del hombre renacentista, revolucionó e impulsó todas las ciencias con sus estudios de arquitectura, medicina, ingeniería, astronomía y pintura. Todos estos avances en las artes y las ciencias consiguieron amplia repercusión y difusión gracias a una nueva tecnología de influencia incalculable: la imprenta. Apareció a mediados del siglo XV en las villas del Rin y fue puesta a punto por Johannes Gensfleish zur Laden (cuyo sobrenombre era Gutenberg), orfebre que trabajaba financiado por el banquero Johannes Fust. Los progresos de este método tipográfico fueron muy rápidos y a mediados de siglo la técnica estaba depurada en lo más esencial. En Europa había más de doscientas ciudades que contaban con imprentas, que sustituyeron prácticamente a los talleres de copistas. El primer libro se imprimió en Venecia en 1470.

ron a Italia a prescindir de la moderna Roma papal y a reivindicar como propia la Roma clásica. El fracaso de Cola di Rienzo en Roma –quien pretendió restaurar la República, fundando un imperio popular y proclamándose tribuno– demostró que el Renacimiento no nació ni se desarrolló en el campo de la política, aunque se dieran circunstancias favorables en ese terreno. Tampoco se produjo, en una primera época, en las áreas de la cultura, la teología y la filosofía, del derecho y de la ciencia, en las que la iniciativa italiana ya dejaba sentir su peso, sin que por ello se produjera ninguna ruptura con la tradición. Las áreas elegidas fueron la literatura y la lengua; no las italianas, donde la renovación se hubiera limitado inevitablemente a Italia, sino las latinas, comunes a toda Europa. Al proponer una nueva lengua, con la renovación de la de los clásicos, se criticaba en cierto modo la tradicional lengua latina utilizada por la clase dirigente en el culto religioso, en las relaciones internacionales y jurídicas, en la enseñanza y en la discusión académica. Naturalmente, la nueva lengua era tan artificial y aristocrática como la tradicional, e incluso más, razón por la cual no resultó

sospechosa de inducir una subversión desde abajo. Instituida en apariencia para decorar y ennoblecer el orden vigente, la nueva lengua impuso gradualmente nuevos conceptos, diferentes formas de vivir y, en definitiva, un ejercicio del pensamiento completamente distinto.

Situación política en Europa: las guerras Durante el siglo XV se sucedieron en Europa frecuentes guerras entre la nobleza y la monarquía, que marcaron el comienzo de un cambio en los sistemas políticos. Así, las luchas en Francia provocaron la creación y posterior desintegración del estado borgoñón, en una serie de episodios que culminaron con la derrota y muerte de Carlos VII en Nancy (1477), mientras que en Italia, y con un marco de intrigas y luchas internas que enfrentaban a los representantes de los diversos condados y ducados de la península, la posesión del reino de Nápoles ocasionó tres guerras entre Fernando el Católico de Aragón, apoyado por sus aliados –Venecia, Milán, el Papa y Maximiliano de Habsburgo–, y los sucesores de Carlos VII el Temerario: Carlos VIII y Luis XII; esta si-

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tuación culminó con el tratado de Notástrofe, del juicio final y el reiyon (1516), en el que el emperano de Dios. Estas característidor Carlos V aseguraba el cas, típicas de la cultura territorio napolitano para cristiana, permanecieron la Corona española, Ludoen el Renacimiento, pero vico Sforza se hacía fuerte en con un trasfondo diferente Milán y los Médicis recupey, por tanto, con distintas raban Florencia. implicaciones. Sin embargo, la más sigAsí, entre el triunnificativa de estas guefo de la muerte por un rras se produjo en Inlado y el triunfo del glaterra. A este contiempo y la eternidad flicto bélico se le llamó por otro, destino ineviguerra de las Dos Rosas table al que el hombre (1455-1485) y fue un debía resignarse, se triste episodio entre las abrió un espacio incasas de Lancaster y comparablemente Monumento en Varsovia a Nicolás Copérnico, cuya York (los York se identimás amplio y, a la vez, teoría heliocéntrica ficaban con una rosa más accesible: el triunrevolucionó los blanca, y los Lancasfo de la fama, de la conocimientos astronómicos y científicos de su época. ter con una roja), desvida y de la acción hucendientes ambas de mana. Al mirar hacia Eduardo III de Inglateatrás y encontrar viva rra, que se enfrentaron y aún urgente una por la posesión del trono inglés, a par- parte tan significativa del pasado, tir del levantamiento de Ricardo de el hombre renacentista revalorizó el York contra Enrique VI de Lancaster. sentido de su existencia y su capaciLa guerra civil continuó intermiten- dad de recuperar lo perdido, disfrutemente hasta que en 1485 el matri- tar el presente y pasar a la posteridad. monio de Isabel de York, hija de En el terreno artístico, este cambio Eduardo IV de York, y Enrique Tudor, de mentalidad se plasma, por ejempariente de los Lancaster, puso fin a plo, en la aparición de las primeras la contienda. Las dos casas se unieron obras firmadas y en la importancia y a favor de Enrique, que derrotó a Ri- protagonismo alcanzado por las figucardo de York en la batalla de Bos- ras del momento, frente al anonimaworth Field. to en que vivieron la mayoría de los artistas medievales. Por otro lado, la cultura y el pensamiento teocéntricos Aspectos significativos (centrados en Dios) tradicionales dieron paso al antropocentrismo (el del pensamiento y la cultura hombre como centro) renacentistas característico de este La resurrección de la ciperíodo. El interés por vilización clásica incorel ser humano en toporaba en el Renacidos sus aspectos, la miento una dimensión confianza en sus posimás amplia y una consibilidades, la curiosideración diferente del dad por cuanto rodea tiempo. En la mente su existencia y el afán del hombre medieval no de gloria se impusieexistía ninguna duda de ron. Pero del mismo que la efímera vida del modo que estos camser humano, tanto del bios no provocaron grande como del humiluna revolución polítide, estaba destinada a ca en sentido estricto, El francés Pierre Corneille perderse en el tiempo y tampoco lo hicieron fue uno de los autores la eternidad. De ahí el en el ámbito religioso. franceses más fuertemente apremio de la muerte y Se dieron enfrentainfluenciados por el Renacimiento. la expectativa de la camientos con la Iglesia

e indicios individuales de una restauración pagana, pero fueron incomparables con las prepotentes fuerzas destructivas desarrolladas en Italia y el resto de Europa en los siglos anteriores. Por otra parte, cuando se pasó de las instituciones políticas y religiosas a las universitarias, a la alta escuela de derecho, de filosofía y de ciencia, el cambio tampoco fue violento. En este ámbito, los enfrentamientos fueron más frecuentes y duros, pero quedaron, hasta la primera mitad del siglo XVI, sofocados por la pacífica con-

Petrarca, destacado representante del humanismo, según un retrato de Andrea del Castagno (Museo de Santa Apolonia, Florencia).

vivencia y colaboración de la nueva cultura con la preexistente institución escolástica. La absoluta supremacía que la universidad italiana adquirió en Europa se basa en el hecho de que el Renacimiento atrajo estudiantes de todo el continente. La preeminencia de esta universidad se ha identificado también con la importancia que el Renacimiento italiano confirió a la sociedad civil, con la disminución de la tensión y el ritmo de vida y con una más amplia dimensión del tiempo.

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La recuperación literaria y artística de la antigüedad clásica produjo, difundió y finalmente impuso una capacidad más intensa y variada de apreciar todas las cosas y mayor discreción y tolerancia en las relaciones humanas, en definitiva, una cultura respetuosa hacia el poder, pero admiradora sobre todo de la capacidad intelectual.

La expansión del Renacimiento en Europa No hay duda de que la civilización renacentista fue superior en muchos aspectos a la medieval y como tal fue reconocida. El éxito inmediato de Petrarca, demostrado por su fama en toda Europa, venció cualquier resto de oposición por parte de la cultura anterior. Sin embargo, el Renacimiento encontró límites en su desarrollo que no logró superar. Fue una cultura básicamente italiana, no sólo por la mayor facilidad para recuperar el legado de la Roma clásica, sino también porque en una región como la italiana de entonces, económicamente fuerte y en expansión, aunque política y militarmente débil, resultaba mucho más fácil el éxito de una civilización pacífica, basada en la alianza entre el ingenio y el dinero. Por otro lado, frente a las poderosas tradiciones religiosas e instituciones feudales y militares del resto de Europa, el éxito de esta cultura fuera de Italia fue mucho más arduo y lento. De hecho, la ruptura con gran parte de la tradición cristiana y la introducción de la cultura pagana se manifestó fundamentalmente a través de la arquitectura y de las artes figurativas, y mucho menos en la literatura y la filosofía. Fuera de Italia, el pensamiento y la literatura renacentistas tuvieron su eco en los poetas franceses de la Pléiade y, en el siglo XVII, en Boileau y en los dos grandes trágicos de la época, Corneille y Racine. En España, la influencia italiana se observó sobre todo en la lírica de Garcilaso de la Vega y en el género pastoril, en el que se basaron Lope de Vega y Cervantes. Sin embargo, el testimonio por excelencia del Renacimiento, no ya sólo

italiano, sino europeo, se dio con la obra del inglés Tomás Moro Utopía.

Trascendencia del Renacimiento En la crisis establecida durante el siglo XVII y que comenzó a dar paso a una nueva Europa, dividida y templada por una intransigente reforma religiosa, las conquistas sociales, objetivo prioritario de la cultura renacentista, no llegaron a perderse. La autoridad de la Biblia y el Catecismo luterano, la violencia de los contrastes políticos y religiosos y el desarrollo de lenguas y literaturas independentistas no lograron erradicar la tradición clásica, recuperada y renovada por el Renacimiento y fundamento de una civilización común a Europa. Tampoco consiguieron abatir la posición de privilegio asumida en la sociedad, cualquiera que fuese su estructura y gobierno, por la libre e individual actividad del ingenio, es-

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pecialmente en la actividad literaria y artística. Lo mismo ocurrió con el concepto de civilización que el Renacimiento impuso y transmitió a la edad moderna. Incluso en la actualidad es válido el concepto renacentista de civilización, como una afirmación expansiva pero no agresiva de la vida humana, derivada de una elección intelectual y de una reflexión crítica del pasado, no determinada ni contenida en el poder económico y político, ni en la observación religiosa y moral.

La transformación de la cultura occidental: el humanismo El término humanismo deriva de la expresión studia humanitatis, con la que se indicaba en la literatura latina la educación de tipo literario y filosófico dirigida a la formación completa

Hombres ilustres del humanismo Petrarca fue el primer escritor con clara conciencia de que los textos clásicos proponían una concepción diferente no sólo de la literatura, sino también de la historia y la civilización. Siguiendo su ejemplo, surgió en Italia una serie de eminentes filólogos, entre los que sobresalieron durante el siglo XV L. Bruni, P. Bracciolini, L. Valla y F. Filelfo, que se sucedieron en la cátedra de latín de la Universidad de Pavía entre 1429 y 1439. Gracias a las misiones diplomáticas del papa Pío II en Alemania, el humanismo empezó a extenderse también por este país. Se fundaron importantes escuelas en Estrasburgo, Münster y Nuremberg. El enciclopedista Ricardo Agrícola, Juan Müller y Juan Reuchlin fueron los antecedentes directos del humanismo en los Países Bajos y constituyeron algo así como una anticipación de Erasmo. El más brillante difusor del humanismo fue el fraile agustino Desiderio Erasmo, nacido en Rotterdam en 1469 y conocido por el nombre de Erasmo de Rotterdam. Su aportación más importante a la nueva “civilización” fue el intento de conciliar el Evangelio con la cultura clásica. Este esfuerzo quedó patente en su obra Nuevo Testamento, en la que la tendencia de renovación cristiana preparó el terreno a la Reforma protestante. Entre sus seguidores destacó Tomás Moro (1478-1535), quien, además de continuar con la obra de reconciliación de la tradición cristiana y la antigüedad clásica iniciada por Erasmo, publicó un auténtico tratado de crítica social: Utopía (1516), que, como ya se ha indicado, fue la primera obra europea con un carácter marcadamente renacentista. Tanto Erasmo de Rotterdam como Tomás Moro mantuvieron sus críticas dentro de una absoluta fidelidad a la Iglesia. De hecho, con sus obras buscaron una renovación, pero mostrándose abiertamente contrarios a la Reforma y a Lutero. Junto a ellos destacó, como introductor del humanismo en Francia, D’Etaples, así como Jacques Lefévre, Guillaume Budé y Rabelais. En España sobresalió Juan de Valdés, aunque gran parte de su vida transcurrió en Flandes.

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Cronología de la edad media y el Renacimiento: el mundo cristiano 401 409 410 411 419 434 439 455 507 527 533 562 565 585 610 639 664 695 751 752 772 800 867 900 962 987 1054 1085 1097 1099 1122 1147 1155 1189 1202 1204 1212 1252 1272 1337 1453 1455 1470 1475 1485 1492

Alarico, rey de los visigodos, invade Italia y devasta la ciudad de Venecia. Los suevos penetran en Hispania, asentándose en la provincia de Gallaecia (actual Galicia). Alarico toma la ciudad de Roma. El emperador romano Honorio asigna a los suevos territorios en el noroeste de la península ibérica (en las actuales regiones de Galicia, León, Salamanca y norte de Portugal). El rey godo Valia funda el reino de Tolosa. Atila se hace con el poder del reino huno. El rey vándalo Genserico arrebata Cartago a los romanos y la convierte en su capital. Los vándalos atacan Roma y extienden su reino desde Trípoli hasta Ceuta. Los francos dominan a los godos, obligándolos a limitar sus dominios a Hispania. Justiniano accede al trono de Bizancio. Belisario vence a los vándalos y anexiona su reino al imperio romano de Oriente. Justiniano firma la paz con los persas. Muere Justiniano. Fin del imperio suevo con las derrotas del rey Adeca en Braga y Oporto por las tropas visigodas. Heraclio, gobernador general del África, es proclamado emperador de Bizancio. Muere Clotario II, último rey poderoso de la dinastía merovingia. Con el sínodo de Whilby, Britania regresa a la órbita de la Iglesia romana. Justiniano II es depuesto del trono bizantino. Constantino V lleva a cabo una victoriosa campaña contra los árabes en Armenia y Mesopotamia. Pipino I (el Breve), rey de los francos, funda la dinastía carolingia. Constantino V reanuda la guerra contra los búlgaros. Carlomagno es coronado emperador de los romanos por el papa León III. Basilio I inaugura la dinastía bizantina macedónica. Se impone el feudalismo en Europa. Otón I el Grande inicia la dinastía germánica Liudolfinger. Hugo Capeto es nombrado rey de Francia. La disputa entre Roma y Miguel Cerulario, patriarca oriental, provoca la excomunión de éste y desencadena el cisma de Oriente. Alfonso VI de Castilla conquista Toledo a los moros. Se inicia la primera cruzada. Las tropas cruzadas de Godofredo de Bouillon toman Jerusalén. El concordato de Worms pone fin a la lucha de investiduras. Bernardo de Claraval, persuadido por el papa Eugenio III, llama a la segunda cruzada. Federico I Barbarroja es coronado emperador de Alemania. Parte la tercera cruzada, comandada por Federico Barbarroja. Se organiza la cuarta cruzada. Los cruzados conquistan Constantinopla. Batalla de las Navas de Tolosa, durante la Reconquista. Se inicia en Castilla (España) el reinado de Alfonso X el Sabio. Eduardo I Plantagenet accede al trono de Inglaterra. Inicio de la guerra de los cien años. Fin de la guerra de los cien años. Se inicia la guerra de las dos rosas en Inglaterra. Se imprime en Venecia el primer libro, a partir de la imprenta perfeccionada por Johannes Gutenberg. Se inicia en España el reinado de los Reyes Católicos, que fusiona las coronas de Aragón (Fernando) y Castilla (Isabel). Fin de la guerra de las dos rosas. Descubrimiento de América.

del hombre. Esta expresión y otras similares, en latín, se usaron a lo largo de los siglos XIII y XIV para definir nuevos intereses literarios, filológicos y pedagógicos, así como el estudio de la antigüedad clásica por parte de los intelectuales de la época, entre los que destacó Petrarca.

El término humanista, destinado a contar con una gran difusión y gloria en la historia de la cultura, tuvo en realidad un origen específicamente técnico-escolástico; de hecho entró a formar parte del léxico de uso a finales del siglo XIV para denominar a los profesores y maestros de disciplinas

literarias. La palabra humanismo, sin embargo, no empezó a utilizarse hasta comienzos del siglo XIX gracias al pedagogo alemán Niethammer, que la empleó en la forma alemana humanismus para valorizar la importancia de los estudios clásicos, contrapuestos a los científicos de la instrucción

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secundaria. En la actualidad, los términos humanismo y humanista se han difundido ampliamente para designar la civilización del siglo XV, en estrecha conexión con el término Renacimiento.

Características del humanismo Este concepto, ampliamente empleado en la literatura filosófica e histórica, es susceptible de dos acepciones con significado muy distinto. Desde un punto de vista más amplio y genérico, ha sido designada con el término humanismo cualquier tendencia de pensamiento, doctrina, ideología o actitud espiritual que afirme la exaltación del valor y la dignidad del hombre, y la realización integral de su “auténtica” naturaleza. Bajo esta acepción, susceptible de las más diversas interpretaciones, el humanismo ha sido adoptado por muchas filosofías que se han definido como las genuinas representantes de las exigencias “perennes” de la humanidad. De esta manera, un concepto que tiene un origen histórico concreto se ha transformado en un recurrente tema de disputa por parte de los que deseaban atribuirle calificaciones y características estrechamente ligadas a una determinada línea ideológica. Así, los seguidores de un humanismo cristiano, un humanismo existencialista o un humanismo marxista han renovado una polémica que tiene sus raíces en los orígenes de la cultura moderna. Desde otro punto de vista, ciertamente más limitado, pero más exacto y concreto desde una perspectiva histórica, el concepto de humanismo ha sido y es utilizado para definir el gran proceso de transformación de la cultura occidental que comenzó en Italia entre finales del siglo XIV y principios del XV, y que dominó por completo la vida intelectual europea en la siguiente centuria, prolongando después su influencia durante todo el siglo XVII y buena parte del XVIII, hasta la crisis revolucionaria. La característica fundamental de este movimiento fue el proponerse como objetivo la formación del hombre “completo” y la certeza de que tal objetivo sólo podía alcanzarse mediante el estudio de

Erasmo de Rotterdam, retratado aquí por Hans Holbein el Joven, fue uno de los más brillantes difusores del humanismo.

las humanae litterae y el conocimiento integral de los grandes mitos y monumentos literarios, filosóficos y artísticos de las civilizaciones clásicas. Sin embargo, se trata de un movimiento que, sin restar nada de la eficacia y resonancia que tuvo en toda Europa, estuvo circunscrito a una pequeña comunidad de hombres cultos, que actuaron en un contexto histórico afectado por enormes problemas, como la peste, las guerras y el estancamiento demográfico y económico. Los humanistas reivindicaron con

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fuerza los valores de la individualidad y dignidad del hombre, y constituyeron una élite cultural capaz de dar vida a un movimiento de características extremadamente complejas, que fue literario además de filosófico, político y religioso. Desde el principio influyó en todos los ámbitos de la vida intelectual, inaugurando la positiva tendencia a superar la división entre los campos del saber, típica de la edad media, para entrar en una viva recuperación de la antigüedad clásica.

Preguntas de repaso

1. ¿Por qué se denomina como “guerra de las Dos Rosas” al conflicto entre las casas de York y Lancaster? 2. ¿Cuándo se empezó a utilizar el término Renacimiento? 3. ¿Cuál fue el mayor invento que se produjo durante el Renacimiento? 4. ¿Cuál es la característica principal del humanismo? 5. ¿Quién fue la personalidad más eminente del humanismo?

LOS GRANDES DESCUBRIMIENTOS

A

partir de la segunda mimercio con los persas en las costad del siglo XV, los eutas del mar Negro. ropeos descubrieron que los líEl interés de los comerciantes mites del mundo conocidos haseuropeos por proveerse de las esta entonces eran muy distintos y pecias procedentes de las entonsuperiores a los que imaginaces llamadas Indias Orientales ban, que había otras tierras, y era un motivo más que suficienotros continentes, cuyas costas te para tratar de encontrar rutas bañaban otros mares que se coseguras en los mares. Los marimunicaban entre sí. El conocinos portugueses y españoles, hamiento de la geografía de la Tiebituados al comercio marítimo, rra supuso un espectacular imla pesca, el transporte de esclapulso. En épocas anteriores, el vos y las batallas navales en las interés por conocer mundos disislas del Atlántico, eran sin duda tintos había tenido un marcado los más adecuados para descucarácter de curiosidad intelecbrir nuevas vías marítimas que tual; en cambio, ahora tenía un permitiesen estas exploraciones. propósito mucho más práctico: Así, en 1492, Cristóbal Colón descubrir nuevas rutas para acdescubría tierra en las costas ceder a tierras ya descubiertas, del Caribe; seis años más tarde, como África, China, Japón Vasco de Gama llegaba o la India, es decir, nuea Calicut, en tanto que vos caminos para ir haMagallanes se abría cacia Oriente. mino hacia el oeste y suLa peste negra que se deste de Asia, el sur de propagó por Asia y EuroChina y Japón. En la sepa a mediados del siglo gunda mitad del siglo XIV, junto con la frontera XVI, la ruta marítima de que habían establecido las Indias contaba ya con los otomanos entre Occiun intenso tráfico codente y Oriente, obstacumercial. Las islas Canalizaron el comercio que rias, las Azores y Madeihabían iniciado los merra se convirtieron en imcaderes europeos. La diportantes puertos para nastía Ming se había helos buques que navegacho con el poder en Chiban por los océanos. na y la ruta hacia Pekín se había convertido en un Los navegantes camino peligroso. El conArriba, ilustración de la Santa María, una de las tres carabelas capitaneadas por Cristóbal Colón en el descubrimiento de América. tacto mercantil de Europortugueses Abajo, representación del navegante portugués, al servicio de la corona pa con Asia sólo se realiespañola, Fernando de Magallanes. A finales del siglo XIV, la zaba a través de los áraFotografías de cabecera: grabado que representa la partida de una expedición Corona de Portugal conbes en los puertos de desde el puerto de Lisboa (izq.) y partida de Cristóbal Colón de Palos de Moguer solidó su independencia Levante o mediante el co(der.).

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Los grandes descubrimientos

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Florida Bahamas

OCÉANO ATLÁNTICO

Cuba La Española

Puerto Rico

Jamaica

Guadalupe

Mar Caribe Honduras Trinidad

Pan

am

Venezuela

á

Primer viaje: Palos (1492)-Palos (1493)

Cuarto viaje: Sanlúcar (1498)-La Española (1500) Colón regresa a España como prisionero

Segundo viaje: Cádiz (1493)-Cádiz (1496)

Cuarto viaje: Cádiz (1502)-Sanlúcar (1504)

Mapa de los cuatro viajes de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo.

del reino de Castilla. Fue el origen de su despegue económico y del relanzamiento del comercio marítimo con los Países Bajos e Inglaterra, así como el inicio de la aventura del descubrimiento de nuevos mares y tierras, impulsada por el tercer hijo del rey Juan I de Portugal, Enrique el Navegante. Primero fueron las islas de Porto Santo y Madeira, frente a las costas africanas del Atlántico; luego, al norte del Trópico de Cáncer, el cabo Bojador y el golfo del Río Oro, descubiertos por Gil Eanes de Lagos en 1434; más tarde, tras la muerte de Enrique el Navegante, en 1460, el rey Juan II impulsó también las exploraciones y Diogo Cão llegó hasta la desembocadura del río Congo en 1483 y, cinco años más tarde, Bartolomeu Días dobló el cabo de Buena Esperanza.

Entre tanto, las técnicas de navegación, los útiles de cartografía e incluso el diseño y la construcción de los barcos habían alcanzado un gran desarrollo y progreso. La brújula fue mejorada; un astrolabio perfeccionado permitía establecer la latitud mediante el cálculo de la altura de la estrella polar, y los cascos de los buques se redondearon, desechando los viejos diseños alargados y permitiendo transportar a bordo más de doscientas personas. El 20 de mayo de 1498, el navegante Vasco da Gama desembarcó en el litoral de Calicut, en la costa sudoccidental de la India, mientras que Pedro Álvares Cabral divisaba en 1500 la tierra que más tarde sería llamada Brasil. En el siglo XVI, navegantes portugueses descubrieron las islas Molucas, Indonesia y Malasia.

Los viajes de Colón Primer viaje El 3 de agosto de 1492 partieron del puerto de Palos tres carabelas, rumbo hacia lo desconocido: la Santa María, al mando del almirante Cristóbal Colón; la Pinta, mandada por Martín Alonso Pinzón, y la Niña, capitaneada por su hermano Vicente Yáñez Pinzón. El almirante puso proa hacia las Canarias y, pasada la isla del Hierro, tomó rumbo hacia el oeste. Tras días de navegación y de desánimo, en la madrugada del 12 de octubre, Juan Rodríguez, el vigía de la Pinta, conocido también como Rodrigo de Triana, dio la voz de “¡tierra!”. Habían llegado a Guanahaní, una de

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Instituciones y política administrativa en América La Corona española creó dos grandes instituciones durante la época de la conquista de América: la Casa de Contratación, con sede en Sevilla, que sancionaba y controlaba el comercio, que entonces era monopolio del Estado, y el Consejo de Indias, que decidía sobre todas las cuestiones de orden político, administrativo, social o religioso. Las leyes que promulgó el Consejo fueron recopiladas en 1596 y se publicaron en 1630 con el nombre de Leyes de Indias. En 1542 fue suprimido el sistema de encomiendas, que otorgaba a los conquistadores numerosos privilegios, sobre todo de orden económico, en detrimento de los nativos, y en su lugar se dictaron las Leyes Nuevas. No obstante, esta nueva legislación fue rechazada por los colonos, que conservaron en muchos territorios formas encubiertas de represión y de mantenimiento de la explotación. En algunas ocasiones, las misiones de franciscanos y dominicos, órdenes a quienes estaba encomendada la cristianización, se enfrentaron a esta forma de poder. En la primera mitad del siglo XVI se crearon en Panamá dos demarcaciones presididas por un virrey, perteneciente a la nobleza española. Al norte, Nueva España, y al sur, Perú. Antonio de Mendoza y su sucesor como virrey de México, Luis de Velasco, crearon en sus dominios municipios, escuelas e incluso una universidad. Mendoza fue trasladado a Lima para sustituir a Pedro de la Gasca, y a partir de 1554 ocupó el virreinato Andrés Hurtado de Mendoza. Pero fue el virrey Francisco de Toledo quien, después de someter la rebelión encabezada por el inca Túpac Amaru, dispuso una serie de leyes reguladoras del trabajo de los indios y reactivó la economía del virreinato tras los hallazgos de las minas de plata de Potosí, en 1545, y de los yacimientos de mercurio en Huancavelica. Cada virreinato podía disponer de varias audiencias, que actuaban como tribunales de justicia y como órganos de consulta para los virreyes, y que podían paralizar cualquier acción oficial, incluso la del virrey, hasta que no hubiese sido sancionada por la metrópoli.

las 36 islas de las Lucayas, o Bahamas. Colón bautizó la isla con el nombre de San Salvador. El almirante estaba convencido de que aquellas islas pertenecían a Asia, convicción que mantuvo hasta su muerte. Colón puso rumbo entonces hacia el sudoeste y llegó a Cuba, que llamó isla Juana en honor de la princesa Juana, heredera de los Reyes Católicos y futura Juana I la Loca. Luego siguió su ruta hasta alcanzar las costas de Haití, que bautizó con el nombre de La Española. Pero una de las carabelas, la Santa María, encalló en unos arrecifes, y con sus restos mandó construir un fuerte al que llamó La Navidad, y en el que dejó un pequeño retén de hombres, al mando de Diego de Arana, cuando partió en la Niña de nuevo hacia España el 4 de enero de 1493. Martín Alonso Pinzón se hizo también a la mar a bordo de la Pinta, pero una fuerte tempestad separó a las dos naves antes de avistar la costa. Pinzón llegó a Bayona, en Galicia, mientras Colón llegaba a las Azores, después a Lisboa y, finalmente, desembarcaba en Palos de Moguer. Tras el descubrimiento, los Reyes Católicos pidieron al papa Alejandro VI que reconociese para el Reino

de España la posesión de las tierras descubiertas, ya que Juan II de Portugal reclamaba su dominio, en virtud de unas bulas que Eugenio IV y Martín V le habían otorgado, por las que se concedía a la Corona portuguesa las regiones que faltasen por descubrir hasta la India. El papa accedió a las pretensiones de los reyes españoles y extendió una bula en la que se repartían los territorios entre las dos naciones, aunque esta decisión no complació a la Corona portuguesa.

Segundo viaje Temerosos de perder sus nuevos dominios, los reyes de España ordenaron a Colón que volviese a La Española para afianzar las posesiones y con el mandato de evangelizar y colonizar a los indígenas. Así, en septiembre de 1493, Cristóbal Colón se hizo a la mar desde el puerto de Cádiz, con diecisiete embarcaciones, más de mil quinientos hombres y un sacerdote, fray Bernardo Boil. A principios de noviembre llegaron a las islas de las Pequeñas Antillas (Dominica, Deseada, María Galante, Guadalupe, Antigua, Montserrat, las islas Vírgenes) y, por fin, descubrieron la isla Borinquen, a la que llamaron San Juan Bautista, hoy Puerto Rico. A con-

tinuación volvieron a La Española y encontraron el fuerte destruido por los nativos y sin su guarnición. Entonces fundaron la que sería la primera ciudad española del Nuevo Mundo: La Isabela. Tras enviar a Antonio Torres a España, con el encargo de que comunicara a los Reyes Católicos lo sucedido, y de dejar a su propio hermano, Diego, al mando de La Isabela, Colón continuó explorando el sur de Cuba y descubrió Santiago –hoy Jamaica– y Evangelista –hoy isla de Pinos o de la Juventud–; pero cuando regresó a La Española, la situación en La Isabela era caótica. Los españoles estaban actuando de forma arbitraria, saqueando y esclavizando a los nativos, quienes acabaron por rebelarse. Las quejas por estos hechos fueron transmitidas a los reyes españoles, quienes enviaron a Juan de Aguado para que estudiara la situación y realizase un informe. Colón finalmente dominó la rebelión y regresó al Viejo Continente en 1496. El almirante fue recibido por los Reyes Católicos, quienes le ratificaron lo acordado en las Capitulaciones de Santa Fe (según las cuales, se le concedía el título de virrey de los nuevos territorios, entre otros privilegios) y le autorizaron a emprender su tercer viaje.

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Tercer viaje Con seis naves y más de doscientos hombres, Colón partió del puerto de Sanlúcar de Barrameda el 30 de mayo de 1498. Cuando llegó a las islas Canarias, la expedición se dividió: tres de las naves partieron con auxilios hacia La Española, y las restantes, al mando de Colón, se dirigieron hacia el sur con el propósito de explorar las posibles tierras que existiesen en la zona ecuatorial. Pero el sofocante calor le hizo desistir de su propósito, y puso de nuevo rumbo a La Española. Hacia finales de julio llegó a la isla Trinidad, descubriendo a continuación las costas del continente sudamericano, que llamó Tierra de Gracia. Después de navegar cerca de la boca del río Orinoco, salió del golfo de Paria y descubrió la isla Margarita o de las Perlas. Tras estos nuevos descubrimientos, puso proa de nuevo hacia La Española. En La Española, Colón sofocó la rebelión que su alcalde mayor, Francisco Roldán, nombrado por el almirante, había encabezado en La Isabela contra sus hermanos. Mientras tanto, alarmados los reyes por las noticias que recibían de la isla, enviaron desde España al comendador de la orden de Calatrava Francisco de Bo-

badilla para que administrara justicia. Pero Colón se le resistió, y Bobadilla lo hizo apresar junto a sus hermanos y los embarcó encadenados hacia España, a la que llegaron en noviembre de 1500. Los reyes devolvieron a Colón las propiedades que Bobadilla le había confiscado, lo desautorizaron para regresar a La Española como gobernador, pero le permitieron una nueva expedición que trataría de llegar a China y las islas de las especias por un paso entre las tierras descubiertas y los mares de Asia.

Cuarto viaje Con este propósito, Colón emprendió su último viaje a principios de mayo de 1502. Descubrió Martinica y, aunque avistó La Española, continuó su ruta, ya que el nuevo gobernador, fray Nicolás de Ovando, que había llegado a la isla para sustituir a Bobadilla, le tenía prohibido desembarcar. Costeó Centroamérica, donde fracasó en su intento de establecerse. Al no hallar el paso que le permitiese llegar hasta Asia, después de padecer tormentas y amotinamientos de la tripulación, puso rumbo hacia Jamaica, donde, por fin, recaló. Envió entonces a Diego Méndez a La Española en busca de ayuda, y embarcado de nue-

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vo, y enfermo de artritis, partió hacia España, arribando el 7 de noviembre de 1504. Unos días después moría su protectora, la reina Isabel. En sus últimos años, Colón intentó sin éxito recuperar los privilegios sobre las tierras que había descubierto. El día 21 de mayo de 1506, el almirante murió en Valladolid, entre fuertes padecimientos de artritis. Fue enterrado en la Cartuja de las Cuevas, en Sevilla, y trasladado posteriormente a la catedral de Santo Domingo, en la isla de La Española.

Las expediciones posteriores Cuando los reyes de España se dieron cuenta de lo beneficiosa que podía ser para la Corona la realización de nuevas expediciones, decidieron confiar las siguientes a diversos marinos con experiencia en el descubrimiento de tierras, aunque con algunas condiciones. Los gastos de la empresa expedicionaria correrían a cargo del promotor, mientras que la Corona otorgaría las capitulaciones que permitieran a los descubridores hacerse con la propiedad de las joyas o metales preciosos que pudieran conseguir, así como la facultad de venderlos en España, pagan-

La primera vuelta al mundo El ventajoso comercio que realizaban los navegantes portugueses transportando especias, joyas y telas preciosas desde Oriente hizo que Carlos V, emperador de España y Austria, se empeñara en encontrar un camino para acceder a las islas de las especias a través del océano Pacífico. Así, el portugués Fernando de Magallanes, al servicio de la Corona de España, emprendió el 20 de septiembre de 1519 una ruta que debería llevarle, bordeando el continente americano, hacia los mares del sur que bañaban las costas del istmo de Panamá. En noviembre de 1520 avistó el Pacífico y, tras un duro viaje, sobrepasó el archipiélago de la Polinesia. Cuando el 16 de marzo de 1521 llegó a las islas Filipinas, denominadas así en honor del futuro rey de España, el príncipe Felipe, Magallanes debió enfrentarse a los nativos de la isla de Mactan, donde fue asesinado durante una batalla el 27 de abril de 1521. La expedición, al mando de Juan Sebastián Elcano, partió hacia las islas Molucas, pero los portugueses capturaron uno de sus buques, el Trinidad, y asesinaron o hicieron prisioneros a sus tripulantes. Con los supervivientes, Elcano emprendió rumbo hacia el océano Índico y cuando avistó las costas de Mozambique puso proa al sur, hacia el cabo de Buena Esperanza y, desde allí, por la costa oeste de África, hacia España, arribando el 8 de septiembre de 1522 al puerto de Sanlúcar de Barrameda, después de casi tres años de navegar circunvalando el mundo. Otros descubrimientos Las noticias que llegaron a otros países europeos sobre el viaje de Colón y el descubrimiento de nuevas tierras provocaron nuevas expediciones. El veneciano Juan Caboto descubrió en 1497 la isla de Cabo Bretón y los caladeros de Terranova; Juan Verrazano, con el mecenazgo del rey francés Francisco I, descubrió la bahía de Hudson y la isla de Terranova en 1524, y Jacques Cartier exploró el río San Lorenzo, estableciéndose en los territorios que luego serían llamados Canadá.

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las heridas recibidas durante un ataque de los indios.

La conquista de México

Cuadro anónimo que representa a Hernán Cortés en la batalla de Otumba (Museo del Ejército, Madrid).

do un impuesto equivalente a la quinta parte del dinero obtenido. El primer marino que partió hacia América bajo estas condiciones fue Alonso de Ojeda. En mayo de 1499, junto a Juan de la Cosa y Américo Vespucio, Ojeda puso rumbo hacia la costa de Paria, donde, según decían algunos marinos que habían estado en un viaje con Cristóbal Colón, existían riquezas suficientes, y fondeó en la desembocadura del río Demerara, en Guyana. Después volvió hasta Trinidad y la isla Margarita o de las Perlas, donde obtuvo algunas valiosas muestras, y llegó hasta el golfo de Maracaibo, donde las cabañas sostenidas sobre troncos le recordaron a Venecia, por lo que dio a esas tierras el nombre de Venezuela. Puso rumbo a La Española, y después de recorrer algunas islas y el norte de Cuba regresó de nuevo a España en diciembre de ese mismo año. Casi al mismo tiempo que Alonso de Ojeda, salió de Sanlúcar de Barrameda el navegante Alonso Niño, quien, tras hacer un recorrido semejante al de Ojeda, desembarcó en la isla Margarita, desde donde regresó a España en 1500 cargado de perlas. También en 1499 partió desde Sevilla Vicente Yáñez Pinzón, que, junto

con su hermano Martín, había acompañado a Colón en su primer viaje. Llegó al cabo de la Consolación, en las costas brasileñas, y descubrió los ríos Amazonas y Orinoco. Se hizo con un notable cargamento de perlas y regresó a España. El mismo año, y aproximadamente por las mismas fechas, Diego de Lepe, que también había participado en el primer viaje de Cristóbal Colón, partió hacia la misma ruta que Pinzón, siguiéndole los pasos, aunque regresó antes que éste a España. En 1513, Vasco Núñez de Balboa, gobernador del Darién, descubrió el oceano Pacífico, al que llamó mar del Sur.

El descubrimiento de Florida El capitán Juan Ponce de León organizó en 1513 una expedición desde La Española que le llevaría hasta las tierras al norte de la isla de Cuba, las costas de Florida. Una vez explorados los territorios, confirmó sus posesiones en España y obtuvo nuevas capitulaciones por parte de la Corona para establecerse en Florida. Sin embargo, murió en 1521 a causa de

Tras algunos intentos exploratorios llevados a cabo en 1517 y 1518 por varias expediciones, por ejemplo la de Juan de Grijalva, que bordeó la península de Yucatán, partió de Cuba en 1519 hacia México un capitán extremeño llamado Hernán Cortés. Hijo de hidalgos, nacido en Medellín en 1485, Cortés había ejercido como escribano en La Española y en Santiago de Cuba debido a sus amplios conocimientos sobre asuntos judiciales. Así, tras algunos años como funcionario, el gobernador de Cuba, Diego Velázquez, le encargó colocarse al frente de una expedición para poner las tierras mexicanas bajo el dominio español. Cortés ultimó los preparativos y con un ejército de cerca de seiscientos hombres, algunos caballos y cañones, embarcados en un total de once naves, puso rumbo hacia las costas de México. Ya en tierra firme, y tras vencer a los indios en batalla, fundó la ciudad de Villa Rica de la Vera Cruz (Veracruz) el 21 de abril de 1519. Firmada la paz con los indios, recibió como regalo a una noble azteca, Malinche, a la que bautizó con el nombre de Marina y que se convirtió en su amante y fiel consejera. En agosto de 1519, Cortés inició la expedición hacia Tenochtitlan, la capital azteca, venciendo en su camino la resistencia que le opusieron los indios de Tlaxcala, que después se convirtieron en aliados de los españoles. Tras abortar una emboscada que le tendió el caudillo azteca Moctezuma, Cortés llegó a la capital y lo apresó, convirtiéndose en gobernador de México. Diego Velázquez envió una numerosa expedición al mando de Pánfilo de Narváez con orden de apresar a Cortés, pero éste lo venció y convenció a sus hombres para que se le uniesen a cambio de repartirse el botín. Cuando Cortés regresó a la capital azteca, se encontró con una revuelta de los indígenas, al tiempo que se celebraban las honras fúnebres de Moc-

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tezuma. Después de librar una cruenta batalla, las tropas españolas se retiraron hacia Tlaxcala, en la llamada Noche triste (30-6-1520), tras sufrir un considerable número de bajas. Allí se reorganizaron y se les unieron refuerzos llegados de las islas de Jamaica y Cuba. Antes de finalizar el año de 1520, Cortés inició el asedio de la ciudad de Tenochtitlan, que recuperó en sangriento combate el 13 de agosto de 1521, tras la rendición de Cuauhtémoc, el sucesor de Moctezuma. Hernán Cortés volvió a España, y aunque el emperador Carlos V le otorgó el título de marqués del Valle de Oaxaca, el monarca nombró otro virrey en 1535 para gobernar en México.

La conquista de Perú Cuando Francisco Pizarro, Diego de Almagro y el eclesiástico Hernando de Luque oyeron las noticias que llegaban a Panamá acerca de las riquezas de un país situado más al sur, en la costa occidental del continente, decidieron asociarse e iniciar los preparativos para explorar Perú. Tras unas primeras incursiones (1524-1525), no pudieron reunir suficientes medios, y Pizarro acudió a España en busca del apoyo y la financiación necesarios. Tras conseguir del emperador Carlos V unas capitulaciones y obtener del favor real que le nombrasen gobernador, capitán general y adelantado, Pizarro partió a la conquista de las nuevas tierras (1531). La primera ciudad fundada por los conquistadores fue San Miguel, y allí iniciaron los contactos con los seguidores de Atahualpa. Luego prosiguieron su exploración, hasta llegar a Cajamarca, donde se encontraba el emperador inca. En aquel momento, los incas se hallaban en plena guerra civil; Atahualpa había accedido al trono tras derrotar a su hermano Huáscar. Confiado por el éxito, no se alarmó ante la presencia de los españoles, pero éstos lo hicieron prisionero y, después de obligarlo a pagar un considerable rescate por su liberación, acabaron por ahorcarlo, so pretexto de haber intervenido en la muerte de su hermano.

En 1533, Francisco Pizarro designó a Manco Inca, hermano de Huáscar y de Atahualpa, legítimo heredero de los incas, y le hizo establecerse en Cusco (Cuzco), custodiado por tropas españolas, en un intento de consolidar su posición fingiendo respeto a las instituciones incaicas. Dos años más tarde, Pizarro fundó la ciudad de Lima, próxima al litoral, para facilitar la comunicación con la metrópoli. Después de la conquista, Pizarro y Almagro se distanciaron y este último, tras partir a la conquista de Chile, volvió a Perú e intentó apoderarse de Cusco, con la ayuda de Manco Inca. Fracasó y, en 1538, fue ejecutado. Tres años después, sus seguidores consiguieron dar muerte a Pizarro, a quien sucedió en el poder su hermano Gonzalo hasta 1548. Alarmado por las noticias que se recibían de Perú, Carlos V envió a Blasco Núñez Vela con el nombramiento de primer virrey y el objetivo de poner orden y justicia, pero éste murió asesinado en 1543. El siguiente comisionado de la Corona, Pedro de la Gasca, al mando de la tropa que había traído consigo, logró poner fin a los desmanes y ejecutó a Gonzalo Pizarro en 1548.

Exploración del Río de la Plata Desde 1515, año en el que se realizaron las primeras exploraciones en el Río de la Plata, las noticias que se propagaban sobre esas tierras aseguraban que se trataba de unos lugares que atesoraban un incalculable número de riquezas. Sin embargo, hasta 1535 no se organizó la primera expedición con ánimo colonizador. Así, Pedro de Mendoza fundó, en 1536, Santa María del Buen Aire, conocida hoy como Buenos Aires. La colonia sería luego abandonada y reconstruida en 1580 por Juan de Garay, quien la convirtió en un gran puerto. Otros capitanes, como Domingo Martínez de Irala, se establecieron en Asunción y, con ayuda de los indios guaraníes, explotaron la riqueza agrícola y ganadera de las nuevas tierras.

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Chile Pedro de Valdivia prosiguió la labor que Diego de Almagro había iniciado para la conquista de Chile. El 12 de febrero de 1541 fundó la ciudad de Santiago tras tomar posesión del territorio de Nueva Extremadura (Copiapó) y durante más de una década batalló contra los indios, extendiendo sus dominios por toda la costa chilena. Valdivia murió el 25 de diciembre de 1553 en la batalla de Tucapel, que libraba contra los araucanos. Cuatro años más tarde, García Hurtado de Mendoza fue nombrado gobernador de Chile.

Nueva Granada En 1538 partieron dos expediciones hacia tierras de Bogotá. Gonzalo Jiménez de Quesada salió de Santa Marta y Sebastián de Belalcázar lo hizo desde Quito. Después de batallar con los indios chibchas, que ofrecieron escasa resistencia, se apoderaron de sus riquezas y fundaron la ciudad de Santa Fe, en un territorio que denominaron Nueva Granada.

_ Preguntas de repaso 1. ¿Qué factores impulsaron a los europeos a investigar nuevas rutas hacia Oriente a través de los océanos? 2. ¿Qué avances en las técnicas de navegación permitieron a los marinos aventurarse a la exploración de nuevas rutas? 3. Resumir brevemente el primer viaje de Cristóbal Colón. 4. Después de los viajes que realizó Colón se hicieron nuevas expediciones. ¿Por qué y en qué condiciones? 5. ¿Qué instituciones creó la Corona de España para ocuparse de los asuntos del nuevo mundo?

LA REFORMA RELIGIOSA

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e denomina Reforma al movimiento que se produjo en el seno de la Iglesia occidental durante el siglo XVI, en el que se plantearon problemas de tipo doctrinal que dieron lugar a la separación de una parte de los fieles y de sus iglesias hacia una nueva orientación religiosa, conocida con el nombre genérico de protestantismo. Las principales causas que desencadenaron la Reforma fueron la paulatina secularización de la vida social que imprimió la filosofía humanística durante el Renacimiento, la escasa cultura de los clérigos y el progresivo enriquecimiento material de la Iglesia, en detrimento de la dedicación espiritual a sus fieles. Estos hechos comenzaron a produ-

cirse a partir del siglo XIV, cuando la decadencia de la Iglesia precipitó el denominado cisma de Occidente, que tuvo su origen en el traslado de la sede de los papas desde Roma a Aviñón entre 1309 y 1378, y que desencadenó la elección de hasta tres pontífices a la vez como máximas autoridades eclesiásticas. Esta desconcertante situación, unida a la inmoralidad y al nepotismo de algunos papas, motivó la aparición de una doctrina que propugnaba la sumisión del papa a la autoridad de la comunidad de fieles y la conveniencia de realizar una reforma radical en la Iglesia. Los conflictos de la Iglesia fueron paralelos a las nuevas crisis que padecía el poder real. Mientras que los soberanos de Europa pretendían do-

minar absolutamente sus estados y controlar las vidas y fortunas de sus súbditos, la unión legal y fiscal de la Iglesia a esos estados impedía a las monarquías centralizar su administración. De ahí que la Reforma se apoyara en el movimiento nacionalista de los gobernantes para alcanzar la independencia respecto de la Iglesia. Ya desde el siglo XII habían surgido algunos movimientos enfrentados a la jerarquía eclesiástica, como los valdenses, denominados también los “pobres de Cristo”, que ponían en duda la autoridad de la Iglesia, las indulgencias o el purgatorio; los albigenses y los cátaros, que mantenían una vida ascética tan extrema que los condujo a considerarse como seres puros y perfectos, o los reformistas,

El movimiento reformista dentro de la Iglesia occidental dio lugar, durante el siglo XVI, a la creación de una nueva orientación religiosa, el protestantismo. En la imagen, Muro de la Reforma, en Ginebra. Fotografías de cabecera: Procesión de la Santa Liga (izq.) y El banquete de los oficiales de San Jorge, de Frans Hals (der.).

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que trataban de adecuar más su vida a los principios del evangelio cristiano, como fue el caso de las órdenes mendicantes, una de cuyas principales figuras fue san Francisco de Asís. En el siglo XIV, el inglés John Wycliffe propuso algunas orientaciones que los protestantes incorporarían después a su doctrina: secularización de los bienes materiales de la Iglesia, mayor asunción de poderes temporales por parte de los monarcas como vicarios de Dios en la tierra, negación de la presencia del cuerpo de Cristo en la eucaristía y pertenencia del mundo a Dios. Estas propuestas marcaron notablemente al reformador checo Jan Hus y a sus discípulos, los taboritas y los husitas. Erasmo de Rotterdam adoptó una posición intermedia entre la crítica a la Iglesia de Roma y su fidelidad a la misma, traduciendo al latín el Nuevo Testamento de un modo diferente a como estaba recogido en la Vulgata o versión oficial y elaborando en 1513 una sátira contra el papa Julio II. Este acercamiento a las ideas de la Reforma hizo que Lutero le invitara a sumarse a las filas de los reformistas, pero Erasmo escribió entonces un tratado en el que defendía la libertad humana, que llevó a Lutero a redactar otro en el que expuso su teoría del albedrío esclavizado.

Las ideas de Lutero Martín Lutero, fraile agustino alemán, fue excomulgado en 1521 por el papa León X por criticar la manera que tenía la Iglesia romana de obtener recursos económicos mediante la concesión de indulgencias. Mantenía que el hombre sólo podía salvarse a través de la fe en Cristo, al margen de sus actos, y elaboró una doctrina que propugnaba la interpretación libre de la Biblia y la supresión del culto a la Virgen y los santos, y en la que sólo se aceptaban tres sacramentos: la eucaristía, la penitencia y el bautismo; rechazó también el dogma de la transustanciación –según el cual el vino y el pan, tras la consagración, se convierten en la sangre y el cuerpo de Cristo, aunque conserven la forma y

La reforma religiosa

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La doctrina de Lutero Salvación mediante la fe, y no a través de los actos. Interpretación libre de la Biblia. Supresión del culto a la Virgen y los santos. Aceptación de tres únicos sacramentos: – la eucaristía, – el bautismo, – la penitencia. Rechazo de los dogmas de la transustanciación y de la existencia del purgatorio. Rechazo de: – el celibato obligatorio, – la ostentación en los templos. Cuestionamiento de las indulgencias.

el sabor originales– y suprimió la creencia en el purgatorio, la obligación de los sacerdotes de guardar el celibato y la ostentación en los templos. También a partir de entonces, el latín dejó de utilizarse en el culto reformista y comenzó a emplearse el lenguaje popular. El momento que escogió para plasmar lo sustancial de su doctrina en un escrito fue cuando los dominicos comenzaron a predicar en Alemania la concesión de una indulgencia que la Iglesia otorgaba a los que ofreciesen una ayuda económica para edificar la basílica de San Pedro. Fue entonces cuando Lutero clavó en las puertas de la iglesia de Wittemberg, en 1517, un escrito en el que animaba a los dominicos a discutir con él noventa y cinco tesis que había elaborado en contra de las indulgencias y en las que cuestionaba la autoridad del papa y la santidad de la Iglesia. A pesar de que, más adelante, y por recomendación de su superior en la orden de los agustinos, Lutero escribió una carta al papa en un vano intento de conciliación, el acto de rebeldía ya estaba consumado, y sólo restó un enfrentamiento con el teólogo Juan Eck, en Leipzig, al que acudió Lutero con algunos estudiantes armados, para que finalmente abjurase de la autoridad papal, e incluso de la

de los concilios. Mientras que Lutero publicaba un injurioso librito titulado Sobre el papa de Roma, el papa mandaba publicar una bula –la Exurge Domine–, en la que se condenaban las ideas de Lutero, aunque sin mencionarlo expresamente, y donde se amenazaba con la excomunión a los seguidores de sus doctrinas. La reacción de Lutero no se hizo esperar: quemó esta bula, públicamente, como expresión manifiesta de su ruptura con Roma. Pese a todo, la doctrina religiosa de Lutero se extendió rápidamente por los estados alemanes, debido en parte al desarrollo de la imprenta y, sobre todo, porque la secularización de las tierras de la Iglesia beneficiaba a los príncipes, que podían así aumentar su riqueza, y suponía una actitud favorable en su enfrentamiento contra el emperador Carlos V. Sin embargo, la doctrina luterana no defendía adecuadamente las pretensiones de los campesinos alemanes y, en 1542, estalló una revuelta en la Selva Negra liderada por Thomas Münzer, un discípulo de Lutero de ideas revolucionarias y radicales, que defendía la creación de comunidades sin sacerdotes ni culto. Pero la rebelión de los campesinos fracasó frente a la caballería real y Münzer fue torturado y decapitado, con la aquiescencia de Lutero.

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Esta derrota supuso un alejamiento de los campesinos de la doctrina luterana y su conversión al anabaptismo, un movimiento más radical, que se oponía, en el orden doctrinal, al bautismo de los recién nacidos, y en el temporal, a servir al Estado, lo que les llevó a ser perseguidos por las autoridades civiles y también por las católicas y las protestantes. Entre sus miembros se produjeron diversas tendencias: los que preferían la vida contemplativa, llamados quietistas, o los que intentaban promover el reino de Cristo en la tierra, que fueron conocidos con el nombre de quiliastas o milenaristas. Por su parte, el reformador suizo Ulrico Zwinglio fundó en Zürich, hacia 1526, una doctrina en la que se rechazaba el ayuno, el celibato de los sacerdotes, el culto a

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las imágenes religiosas y la música sacra, y se negaba la presencia de Cristo en la eucaristía. La tarea de unificar bajo una sola doctrina a los diversos grupos protestantes fue realizada por el teólogo francés Juan Calvino. Muchos seguidores de Zwinglio se le unieron, pero esta unión supuso el alejamiento de los luteranos. Calvino publicó a sus veintisiete años el texto que está considerado como primer catecismo de la Reforma, Instituciones de la religión cristiana, en el que se defendía la soberanía absoluta de Dios y la predestinada corrupción del hombre a causa del pecado original. En su doctrina defendía también la autoridad de las Sagradas Escrituras y la idea de la predestinación del hombre con respecto a la salvación y la condenación.

Enrique VIII, retratado aquí por Hans Holbein el Joven, provocó la ruptura de Inglaterra con la Iglesia católica al no concederle el papa el divorcio de su primera esposa, Catalina de Aragón.

El cisma anglicano La reforma de la Iglesia en Inglaterra se originó por un asunto político, que posteriormente fue utilizado para llevar a cabo la reforma religiosa. Cuando el papa Clemente VII rechazó conceder el divorcio a Enrique VIII de su esposa Catalina de Aragón para que se casara con Ana Bolena, el rey consiguió que el Parlamento votara una ley –el Acta de Supremacía– por la que la Iglesia debía someterse a la autoridad de la Corona, y en la que se concedía al monarca el derecho a nombrar obispos. Fue el inicio del cisma anglicano. Se exaltaron los sentimientos de afirmación nacional para justificar el cisma, y se denominó papistas a los católicos, quienes tuvieron que padecer una sangrienta persecución que acabó con la vida de muchos de ellos –como la del obispo Fischer o la del antiguo canciller Tomás Moro– y con la destrucción de sus monasterios. Enrique VIII nombró entonces obispos a sacerdotes luteranos moderados, pero el obispo protestante Tomás Cranmer desvió la doctrina luterana hacia las ideas calvinistas y, cuando murió el rey, asumió personalmente la dirección de la Iglesia durante el reinado de Eduardo VI y mantuvo, mediante el Common Prayer Book (Libro común de las oraciones), la supresión del carácter de sacrificio que tenía la misa, reduciéndola a una simple conmemoración, y rechazando por tanto la presencia de Jesucristo en la eucaristía. Así mismo, declaró obligatoria la utilización del libro de Homilías, que admitía el matrimonio de los clérigos, y la comunión, simbólica, bajo las dos especies, y aceptó también la doctrina de la predestinación. Cuando murió Eduardo VI, accedió al trono la hija de Catalina de Aragón, la católica María Tudor. Aunque Cranmer intentó abjurar de sus errores para salvar la vida, murió ejecutado, y la reina expulsó a todos los protestantes extranjeros. Nombró legado al cardenal Pole para que restableciera la obediencia a Roma, con la condición de que la Iglesia no reclamara los bienes que le habían sido expropiados y secularizados. Sin embargo, Paulo IV se opuso a estas condiciones y destituyó a Pole.

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La reforma religiosa

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La Contrarreforma La Iglesia romana intentó detener la propagación de la Reforma, aunque, en un principio, de un modo lento y desorganizado, ya que la rivalidad que existía entre la monarquía francesa y la española –ambas de obediencia católica– impedía coordinar sus fuerzas para luchar contra la semilla del protestantismo. No obstante, la convocatoria del concilio de Trento, que fue la decimonovena reunión ecuménica de la Iglesia, tuvo una gran importancia, tanto desde el punto de vista político, como en el de replanteamiento y consolidación de la doctrina teológica católica. El concilio de Trento se desarrolló en tres fases, entre los años 1545 y 1563, y puso fin a un período de irregularidades en la gestión de los bienes temporales de la Iglesia. Fue el inicio de una etapa de disciplina y de claridad doctrinal. La primera convocatoria del concilio fue realizada por el papa Paulo III, que impulsó la creación de algunas órdenes religiosas, como las ursulinas o la Compañía de Jesús, al tiempo que reinstauraba el tribunal de la Inquisición. En el orden doctrinal, se establecieron como fuentes de la revelación las Sagradas Escrituras y la tradición, se definió la libertad del hombre, no destruida por el pecado original, y se asignó un canon a los textos de la Biblia. Su labor sería continuada por Julio III, quien fijó definitivamente la doctrina católica relativa a los sacramentos de la ordenación sacerdotal y de la confesión, al dogma de la transustanciación en la eucaristía y a la justificación por la fe y las buenas obras. Su sucesor, Paulo IV, puso en marcha una reforma en la disciplina de la Iglesia, obligando a los obispos a

Las medidas del concilio de Trento Creación de órdenes religiosas: – la Compañía de Jesús, – los teatinos, – las ursulinas. Nuevo impulso a la Inquisición. Elaboración del índice de los libros prohibidos. Confirmación de conceptos doctrinales: – la transustanciación, – el matrimonio, – la misa, – la comunión.

renunciar a sus prebendas y volver a sus diócesis, aunque no pudo reanudar las sesiones conciliares por problemas de índole militar y política. Finalmente, Pío IV convocó la tercera fase del Concilio, en la que se promulgaron las doctrinas sobre la misa, la comunión y el matrimonio, y se elaboró un índice de los libros que los católicos no podían leer. Los papas sucesivos –Pío V, Gregorio XIII y Sixto V– impulsaron las ideas elaboradas en el concilio mediante la

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renovación de la enseñanza, la práctica de la nueva doctrina religiosa y los seminarios. En esa época destacaron por su labor teologal el jesuita Roberto Belarmino, que criticó la doctrina reformista, y Carlos Borromeo, que realizó una importante reforma en la curia romana, junto a Pío V. Los centros de enseñanza, los misioneros y los teólogos de la Compañía de Jesús también tuvieron una gran influencia en el establecimiento de la Contrarreforma.

Preguntas de repaso

1. ¿Por qué se inició la Reforma contra la Iglesia católica? 2. ¿Cuál es la doctrina de Martín Lutero? 3. ¿Por qué se produjo el cisma anglicano? 4. ¿De qué forma reaccionó la Iglesia para contrarrestar las ideas protestantes?

EUROPA EN EL SIGLO XVII

La guerra de los treinta años La guerra de los treinta años, primera contienda bélica de ámbito europeo, enfrentó desde 1618 a 1648 al emperador germánico, las diferentes ciudades imperiales, la dinastía Habsburgo y sus aliados, y la monarquía francesa. Se desarrolló en diversas fases y sus causas hay que buscarlas más allá de la mera confrontación entre las creencias religiosas de católicos y protestantes. Al conflicto religioso se unió, por

un lado, la rivalidad política existente entre las diferentes potencias, que pugnaban por imponerse a las restantes o al menos por impedir la hegemonía de una sola de ellas; por otro lado, también desempeñó un papel decisivo la opuesta evolución económica y social de los países contendientes: así, mientras que la católica casa de los Habsburgo representaba la defensa del sistema feudal, la creciente burguesía y el descontento campesinado protestante de los Países Bajos y de algunos principados alemanes vieron en la lucha la vía de defensa de sus intereses.

Diego Velázquez inmortalizó en el cuadro popularmente conocido como Las lanzas (Museo del Prado, Madrid) el momento de la rendición de la ciudad holandesa de Breda ante las tropas españolas dirigidas por Ambrosio de Spínola. Fotografías de cabecera: Procesión de la Santa Liga (izq.) y El banquete de los oficiales de San Jorge, de Frans Hals (der.).

El conflicto se inició en 1617, cuando el reino de Bohemia designó a Fernando II como futuro sucesor del emperador Matías, hijo de Maximiliano II de Habsburgo. Fernando, católico, impuso una dura política en contra de los intereses de la nobleza y de los protestantes, que provocó un grave descontento. La crisis así iniciada tuvo su punto álgido en la rebelión de los protestantes del 23 de mayo de 1618, durante la cual dos funcionarios imperiales fueron defenestrados (defenestración de Praga) en el castillo de esta ciudad. Cuando un año después moría Matías, los rebeldes desestimaron el anterior nombramiento de Fernando y proclamaron nuevo emperador al calvinista Federico V. Entonces, Fernando pidió ayuda a la casa de Habsburgo española, a Baviera, a Sajonia y al papa y, con un ejército bien organizado, derrotó a los bohemios rebeldes en Praga; los españoles, por su parte, al mando de Ambrosio de Spínola, ocuparon el Palatinado y en 1622 las tropas fernandinas derrotaban a los rebeldes húngaros. Todas estas victorias reforzaron notablemente el poder de los Habsburgo (españoles y austríacos) en Europa, hecho que intranquilizó a la monarquía francesa y, sobre todo, al joven Armand-Jean du Plessis, duque de Richelieu, que había sido nombrado cardenal en 1622 y que dos años después llegaría a presidir el Consejo, bajo el reinado de Luis XIII. No obstante esta inquietud, la intervención de Francia en este momento se limitó a la creación de alianzas contra los Habsburgo, ya que no participó directamente en la contienda hasta unos años más tarde.

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Período danés En 1625, las tropas españolas al mando de Spínola tomaron Breda (hecho inmortalizado por Velázquez en el cuadro de Las lanzas). Sintiéndose amenazados, los Países Bajos solicitaron entonces la ayuda de Dinamarca, los protestantes alemanes e Inglaterra; el ejército conjunto, al mando del rey danés Cristian IV, líder de los protestantes, se enfrentó a las tropas de Maximiliano de Baviera, Felipe IV de España y Fernando II, en un período de contiendas que habría de durar hasta 1629. Tres años después de la toma de Breda, el conde de Tilly, general valón al servicio del imperio, logró derrotar a Cristian IV en Lutter; por su parte, Alberto de Wallenstein, general de origen checo que obedecía órdenes de Fernando II, sometió con las fuerzas imperiales el norte de Alemania. La supremacía de las fuerzas católicas obligó al rey danés a retirarse de la lucha y a firmar el tratado de Lübeck (1629), por el que recuperó los territorios perdidos a cambio de no intervenir en la guerra. La derrota de Dinamarca fue considerada como un éxito personal de Fernando II, quien aprovechó el reforzamiento de su poder para imponer

Retrato ecuestre, realizado por Diego Velázquez, del conde-duque de Olivares, apartado del gobierno español en 1645. (Museo del Prado, Madrid).

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el edicto de Restitución, por el cual se devolvían a la Iglesia católica todos los bienes anteriormente confiscados y se disolvían las “sectas” religiosas.

Período sueco Gustavo II Adolfo de Suecia heredó de su padre, Carlos IX, un ejército fuerte, con el que había vencido a Segismundo III de Polonia y a Fernando II, en una guerra que le proporcionó el control sobre el mar Báltico, con ayuda de las intrigas de la diplomacia francesa. El cardenal Richelieu concertó entonces una alianza con el rey sueco, por la que se le garantizaban fondos para una campaña de cinco años de duración, en defensa de los protestantes, con la condición Desde su posición como primer ministro de Luis XIII de Francia, el cardenal Richelieu dirigió de que respetase a los católicos sus esfuerzos a acabar con la hegemonía de los en los estados en que estuvieran Habsburgo en Europa. En la imagen, retrato de reconocidos. No obstante, el Richelieu, por Philippe de Champagne (Museo del Louvre, París). monarca no respetó los acuerdos, se alió con los alemanes y derrotó a los católicos en Breitenfeld, el 17 de septiembre de 1631. (batalla naval de las Dunas, en 1639; Un año más tarde, los suecos obtenían batalla de Leipzig, en 1642; batalla de otra victoria en Lützen, batalla en la Rocroi, en 1643, entre otras). La graque murió Gustavo II Adolfo, dejando ve crisis interna de España en esos como heredera a su hija Cristina. momentos, motivada por la sublevaEl regente de la Corona sueca, Axel ción de Cataluña en 1640 y la sepaGreve Oxenstierna, continuó la con- ración de Portugal, en donde el dutienda, pero la reacción de los espa- que de Braganza fue proclamado rey ñoles no se hizo esperar. El cardenal- con el nombre de Juan IV, unida a las infante Fernando, hermano de Feli- serias derrotas de las tropas obligape IV, y el duque de Lorena vencieron ron a la firma de diversos tratados a los suecos en Nördlingen, el 6 de de paz. septiembre de 1634; a raíz de entonces, la penetración del ejército impe- Paz de Westfalia rial en territorio alemán avanzó con rapidez, los protestantes se vieron A mediados del siglo XVII, los ejérciderrotados y en mayo del año si- tos que representaban a las monarguiente, el emperador y el elector de quías católicas habían sido derrotados, Centroeuropa se hallaba devasSajonia firmaron el tratado de Praga. tada por las guerras y el pillaje y los principales protagonistas del conflicPeríodo francés to ya no estaban: Richelieu, muerto en En mayo de 1635, Francia entró en la 1642, había sido sustituido por el carcontienda. El cardenal Richelieu, denal Mazarino; en 1645 había sido ante el creciente poder de los Habs- apartado del gobierno español el conburgo, se alió con Saboya, Suecia, los de-duque de Olivares y Fernando III Países Bajos y el principado de Sajo- había sucedido a Fernando II al frennia-Weimar para combatir a las fuer- te del imperio. El deseo de paz se impuso y, tras zas imperiales y españolas, que esta vez sufrieron importantes derrotas una fase de complejas negociaciones

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Monarcas europeos del siglo Francia (Borbones) Enrique IV Luis XIII Luis XIV

Inglaterra (Estuardo) Jacobo I (VI de Escocia) Carlos I Carlos II Jacobo II

entre los diversos contendientes, se firmó la paz de Westfalia en 1648, como resultado de la cual se modificó el mapa europeo. Francia salió ganadora, con la adquisición de diversos territorios en Lorena, Alsacia y junto al Rin. Por su parte, Suecia, además de los logros territoriales (Pomerania occidental, los estuarios del Weser, Elba y Oder y los obispados de Bremen y Werden, entre otras concesiones), se integró en la Dieta (asamblea deliberativa del imperio germánico) alemana; Suiza y los Países Bajos se declararon independientes del imperio y neutrales, y España, que firmó también diversos tratados unilaterales, inició la pérdida de su hegemonía en el continente, con la cesión de varios territorios europeos y el reconocimiento de la independencia de las Provincias Unidas (equivalentes a la actual Holanda). La posterior paz de los Pirineos (1659), en la que España se vio obligada a ceder a Francia el Rosellón y la Cerdaña, además de las plazas fronterizas que tenía en Flandes y Artois, supuso la definitiva renuncia española a la hegemonía en Europa. Además de las indemnizaciones territoriales, el tratado contemplaba una amnistía general y reconocía la soberanía de los distintos estados del imperio y su derecho a aliarse entre sí y con extranjeros, siempre que estas alianzas no atentasen contra el propio imperio o el emperador. Por último, en el terreno religioso, entre otras medidas se reconoció la igualdad en los asuntos del imperio de los estados católicos y protestantes.

XVII

España (Habsburgo)

Suecia (Vasa)

Carlos I (V de Alemania) Felipe II Felipe III Felipe IV Carlos II

Carlos IX Gustavo II Adolfo Cristina Carlos X Gustavo Carlos XI Carlos XII

El absolutismo Tras la paz de Westfalia se impuso en Europa el absolutismo, forma de gobierno según la cual el poder confluye en una sola persona, por lo general el soberano, quien lo ejerce con carácter absoluto, por encima de la ley y sin límites de ninguna naturaleza. Los referentes intelectuales de este nuevo orden político se encuentran ya en el siglo XVI en la obra De la República, de Juan Bodino (1576), en donde se defiende la figura de un monarca paternalista, capaz de garantizar la estabilidad social por encima

Portada del Leviathan (1651), de Thomas Hobbes, en la que el filósofo británico sentó las bases teóricas del absolutismo.

Rusia (Románov) Miguel III Fiódorovich Alejo Mijáilovich Pedro I el Grande

de las luchas e intereses de los distintos grupos que conforman la “gran familia” de la sociedad. No obstante, las exposiciones doctrinales más claras e inmediatas se hallan en la obra de Jacques-Benigne Bossuet, autor de la Política extraída de las propias palabras de la Sagrada Escritura, quien acuñó la frase de “un solo rey, una sola fe, una sola ley”, y que mantuvo que sin autoridad era imposible salvaguardar el orden, y sobre todo en la de Thomas Hobbes (Leviathan, 1651). Para Hobbes, el ser humano en su estado natural es una criatura insociable y belicosa, que trata de dominar y destruir a su prójimo (homo hominis lupus –el hombre es un lobo para el hombre–); únicamente la cesión de todo el poder en manos de uno solo puede garantizar la supervivencia, la estabilidad y poner fin al estado, fáctico o latente, de continuo enfrentamiento. Desde el punto de vista institucional, el absolutismo supuso el recorte drástico de las atribuciones de los parlamentos medievales (cuando no su disolución) y la concentración del poder en manos del soberano y de sus validos. Los intereses estatales se identificaron con los del monarca, como bien ilustra la célebre frase atribuida a Luis XIV de Francia: “¿El Estado? El Estado soy yo”, y se produjo una inteligente instrumentalización de los mecanismos del poder (gobierno por decreto y estructuración de una magistratura y un funcionariado muy operativos), que prácticamente impedía escapar al mismo. Apoyado en cierta medida por la nobleza, que nutrió la nueva clase

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funcionarial y vio garantizadas sus posesiones territoriales y la exención de impuestos, y también en un primer momento por la creciente burguesía –que, aunque soportaba una fuerte presión impositiva, tuvo la posibilidad de enriquecerse y prosperar en el floreciente comercio de la época–, la actividad colonialista y la incipiente industrialización, el absolutismo perduró en Europa hasta mediados del siglo XVIII, fecha en la que dieron comienzo las grandes revoluciones.

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defensa de sus libertades. El alzamiento, conocido con el nombre de Fronda, se produjo en dos fases. En la primera, los protagonistas fueron los altos funcionarios de París, quienes reivindicaron mejoras económicas y sociales y, después de apoderarse de la ciudad, obligaron finalmente al gobierno a pactar con ellos. La segunda tuvo su origen en la detención del príncipe Condé (Luis II, llamado el Gran Condé), que apoyaba las Francia bajo el reinado pretensiones del pueblo llano. La presión popular hizo de Luis XIV que el príncipe fuera puesto A la dinastía Valois, que reinó en Fran- en libertad y que Mazarino cia desde Felipe VI (rey desde 1328) tuviera que huir, pero la dehasta Enrique III (muerto en 1589), le sunión de las fuerzas popuLuis XIV, también llamado el Rey Sol, fue el prototipo sucedió la borbónica, en la persona lares propició la vuelta del de monarca absolutista. del monarca Enrique IV. Tras su muer- cardenal y su victoria sobre te, el trono pasó a Luis XIII, quien fa- el alzamiento. Estos acontelleció en 1643, cuando su hijo y here- cimientos impresionaron videro sólo contaba con cinco años de vamente al joven Luis XIV y segura- to de España; los Alpes, con Suiza, y edad. De ahí que la madre del delfín, mente contribuyeron a perfilar su fu- el Rin, con Alemania. Por otra parte, Ana de Austria, y el cardenal Mazari- tura decisión de gobernar de forma pero siguiendo también la línea de afianzamiento del poder francés, conno asumieran el auténtico control de autoritaria. Hasta su muerte, acaecida en 1661, certó el matrimonio de Luis XIV con la la nación pese a ser extranjeros (Mael cardenal Mazarino impuso una po- infanta María Teresa, hija del rey eszarino era de origen italiano). El pueblo francés, sometido a una lítica territorial consistente en consi- pañol Felipe IV, con el esperanzado fuerte opresión, se opuso al gobierno derar fronteras de Francia las divisio- propósito de contribuir a la unión de del cardenal y se alzó contra él y en nes naturales de los Pirineos, respec- ambas potencias. Cuando, después de años de paciente espera y simple contemplación de los acontecimientos, Luis XIV pudo por fin acceder al trono (1661), asumió personalmente las funciones de primer ministro y acumuló un poder sin límite, convencido de que sólo una monarquía fuerte sería capaz de estabilizar el reino frente a las revueltas protagonizadas por el pueblo. La política que impuso y la identificación de sus intereses con los del Estado lo convirtieron en el paradigma de los monarcas absolutistas. El primer gobierno de Luis XIV se compuso exclusivamente de miembros de la burguesía o de la pequeña nobleza, en detrimento de la aristocracia, preferida por Mazarino. Entre sus ministros Imagen de los jardines del palacio de Versalles, residencia de los monarcas franceses desde que destacó la figura de Jean Baptiste Luis XIV trasladó allí su corte.

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tensiones y el Rey Sol le declaró dido su influencia política. Esta acla guerra (guerra de devolución), ción tuvo consecuencias en la polítiinvadió los territorios flamencos ca exterior de aquellos países –priny se apoderó del Franco Conda- cipalmente Inglaterra– donde se do. Temerosas del avance francés, refugiaron los hugonotes, quienes España, Holanda e Inglaterra fir- propiciaron posteriormente poderomaron la Triple Alianza, ante lo sas coaliciones contra Francia. cual Luis XIV renunció a parte de A la muerte de Luis XIV, le sucedió sus pretensiones y firmó en 1668 en el trono su biznieto Luis XV, bajo cuyo reinado comenzó a gestarse una la paz de Aquisgrán. Debido a la política expansio- fuerte oposición contraria al absolunista del monarca, Francia se vio tismo, que en tiempos de Luis XVI deinmersa también en otras gue- sembocó en la revolución francesa. rras, como la mantenida contra Holanda entre 1672 y 1678, que fiLa revolución en nalizó con la paz de Nimega, por la que el Franco Condado pasaba Inglaterra a ser dominio francés; la que se produjo contra la Liga de Augs- Jacobo VI de Escocia, hijo de María Esburgo (España, el imperio, Sabo- tuardo, sucedió en 1603 a la reina Isaya, Suecia, Inglaterra y Holanda), bel en el trono de Inglaterra e Irlanda, que concluyó con la paz de Rys- donde reinó como Jacobo I. Partidario wick (1697) y la devolución por del episcopalismo anglicano, mantuLa política absolutista de Carlos I de Inglaterra, parte de Francia de parte de los vo una dura política contraria a los caretratado aquí por Antoon van Dyck (Museo del Louvre, París), provocó graves enfrentamientos territorios conquistados anterior- tólicos y a los calvinistas, también llaentre el Parlamento y la Corona, que acabaron mente, y la guerra de sucesión es- mados puritanos, lo que provocó la con la ejecución del monarca en 1649 y la pañola, provocada por la crisis di- masiva emigración de estos últimos instauración de un régimen republicano. nástica acaecida a la muerte del hacia Norteamérica. Esta situación, monarca español Carlos II, que unida a la confianza que depositó en concluyó con los tratados de George Villiers, duque de BuckingColbert (1619-1683), quien se ocupó Utrecht y de Rastadt (1713-1714) y ham, provocó un grave descontento de las finanzas y asentó las bases del con la entronización en España del social y la hostilidad de los parlamenmercantilismo francés (colbertismo). nieto de Luis XIV, Felipe V de Borbón. tarios ingleses. Luis XIV fue muy presionado para Trató de limitar las importaciones A su muerte, acaecida en 1625, le sumediante la elevación del régimen que expulsara de Francia a los protes- cedió Carlos I como rey de Inglaterra, arancelario aduanero y fomentó el tantes hugonotes, que gozaban de li- de Escocia y de Irlanda, cuya mala comercio colonial con la creación de bertad religiosa pero que habían per- gestión agudizó el descontento de sus súbditos y provocó el enfrentagrandes compañías estatales, como miento abierto del Parlamento, la Compañía francesa de las Indias que pidió una drástica dismiOrientales y la de las Indias Occidennución de las atribuciones reatales. Así mismo, creó las manufactules, a lo que el monarca responras reales (fábricas protegidas por el dió disolviéndolo en 1629. Estado mediante subvenciones y la Tras la disolución del Parlaexención de impuestos) y diversos mento, Carlos I inició un períomonopolios estatales, a la vez que do de once años de gobierno aumentaba la presión fiscal medianabsolutista, durante el cual te los impuestos indirectos, si bien no tuvo que enfrentarse al levanlogró acabar con los tradicionales tamiento independentista de privilegios tributarios del clero y de Escocia. Abandonado en su lula nobleza. En otro ámbito de actuacha por los ingleses y con escación, se preocupó también de crear sos recursos económicos, el una flota de buques de guerra equimonarca no tuvo otra opción parable a la de los holandeses o los que convocar el llamado Parlaingleses. mento corto (1640), en busca de Cuando murió Felipe IV de España, Luis XIV reclamó la anexión a Francia financiación para su campaña de los Países Bajos, alegando los deen Escocia. Pero ésta le fue derechos de su esposa, hija del rey fallenegada, el Parlamento fue diAlegoría de Carlos V, dominador del mundo, obra cido. España se negó a tales presuelto y los parlamentarios indel pintor barroco Pedro Pablo Rubens.

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licio del Estado y bles éxitos (victoria contra los francede las fuerzas ar- ses en San Quintín, en 1557, y contra madas y su ré- los turcos en Lepanto, en 1571), no fue gimen adquirió tan bien aceptado en los Países Bajos. cada vez con ma- La actuación de la Inquisición y la yor nitidez un constante permanencia del ejército esperfil dictatorial. pañol en tierras flamencas provocaron Bajo su mandato, graves revueltas y el saqueo de las igleInglaterra derrotó sias por parte de los protestantes, ena Holanda, victo- cabezados por el príncipe Guillermo ria a partir de la de Orange y los condes de Horn y Egcual se estableció mont. Para sofocar la rebelión, Felipe II un acta de nave- envió al duque de Alba (Fernando gación que permi- Álvarez de Toledo), famoso por su duImagen del monasterio de El Escorial, mandado construir por el monarca español Felipe II. tió a los ingleses reza, quien logró someter a los rebelejercer la libre des y ejecutó a Horn y Egmont, miencompetencia en el tras el príncipe Guillermo huía y orgagleses se unieron a los independen- comercio marítimo. También se ocu- nizaba la resistencia en territorio tistas escoceses, que continuaron sus pó Jamaica, en 1654. alemán. Desde allí se lanzó a la convictorias. Ante esta situación, el moTras la muerte de Cromwell, la di- quista de Holanda, salió victorioso, fue narca convocó un nuevo Parlamento, misión de su hijo en 1659 posibilitó la elegido gobernador, con el nombre de llamado largo (1640-1653), cuyas exi- restauración de la monarquía al año Guillermo I, y consiguió que se sumaran a sus tropas las de Zelanda. Dado gencias no tuvo más remedio que siguiente, en la persona de Carlos II. el cariz que tomaban los acontecimienaceptar. Poco después, el levantatos y el escaso apoyo con que contaba miento de los católicos de Irlanda, suEspaña y los Países el duque de Alba incluso entre los capuestamente apoyado por Carlos I, acabó de agravar la situación, produtólicos, Felipe II le relevó en el mando, Bajos con la esperanza de contener la rebeciéndose la definitiva ruptura entre el Parlamento y la Corona y la primera Los territorios flamencos estaban bajo lión; pero sus esfuerzos fueron inútiles guerra civil entre los partidarios de el dominio de Carlos V (I de España, y las provincias septentrionales (Prouno y otra, que acabó con la derrota de la dinastía de los Habsburgo) y sus vincias Unidas) terminaron proclade los realistas y la rendición del rey sucesores desde el siglo XV. Su zona mándose independientes. En tiempos a los escoceses. Aunque fue entrega- más meridional, lo que hoy es Bélgi- de Felipe III se firmó la tregua de los do al Parlamento inglés, el monarca ca, era mayoritariamente católica; la doce años (1609-1621), tras la cual se logró escapar, reunir un ejército y le- septentrional, en cambio, era funda- reanudaron las hostilidades, ya en el marco general de la guerra de los vantarse de nuevo en armas. Pero en mentalmente protestante. En la tercera década del siglo XVI, treinta años. Con Felipe IV, España reeste segundo enfrentamiento civil fue derrotado por el ejército de Oliver Amsterdam era ya una Cromwell, parlamentario puritano ciudad de considerable que se había convertido en el jefe de importancia comercial e la oposición al rey. Tras el nuevo fra- incluso disponía de un caso, Carlos I fue condenado a muer- centro bursátil, el primete y ejecutado en 1649. El estado in- ro de Europa. glés adoptó entonces el nombre de Carlos V, natural de Commonwealth y Cromwell accedió Flandes, pese a que peral poder, imponiendo un gobierno siguió con dureza el autoritario, que habría de durar has- protestantismo en las regiones del norte, supo ta su muerte (1658). Aunque de ideas conservadoras, ganarse una notable Cromwell era partidario de mantener aceptación popular, enla tolerancia religiosa siempre que no tre otras causas, por su perturbase la seguridad del Estado. distribución del país en El modelo de sociedad que propug- una serie de provincias a naba se basaba en un orden fuerte- las que otorgó amplia mente jerarquizado y alejado de las autonomía y cuya capiideas democráticas, que se asentaba tal fue Bruselas. Bajo el reinado de Felipe IV, España reconoció la Por el contrario, su hijo, en la propiedad privada como base independencia de las Provincias Unidas. En la imagen, el Felipe II, que en otros ámsocial y económica. monarca en un retrato ecuestre realizado por Diego Cromwell fue nombrado jefe vita- bitos supo obtener notaVelázquez (Museo del Prado, Madrid).

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conoció la independencia de las Provincias Unidas en el acuerdo bilateral de Münster, encuadrado globalmente en la llamada paz de Westfalia.

La amenaza sueca Mientras que en la Europa meridional el poder de Francia era indiscutible, favorecido por la decadencia de España y las luchas internas de Inglaterra, la hegemonía de la Europa del norte estaba en manos de Suecia, cuyo poder se extendía por todo el área del mar Báltico, gracias a la política expansionista que había seguido el monarca Gustavo II Adolfo. Sin embargo, los suecos necesitaban dominar también Dinamarca para tener así una salida al océano Atlántico y poder participar en el negocio colonial, ambición que provocó constantes enfrentamientos entre suecos y daneses durante años. La pretensión sueca, además, era contemplada con intranquilidad por parte de las demás potencias coloniales –España, Francia, Inglaterra, Portugal y Holanda–, que veían peligrar sus intereses económicos. Por esta razón decidieron apoyar a Dinamarca y favorecer las pretensiones de Polonia sobre el mar Báltico. Pero Carlos X Gustavo de Suecia, nieto de Gustavo II y sucesor de la reina Cristina,

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invadió Polonia. Con el apoyo de Federico III de Dinamarca se logró detener el avance de los suecos, que finalmente fueron expulsados del territorio polaco. Este hecho no arredró a Carlos X Gustavo, que por dos veces intentó tomar Copenhague, pero la valiente defensa de la ciudad salvó a la monarquía danesa y, en 1660, los tratados de Oliva y Copenhague, seguidos en 1661 por el de Kardis, conseguían restablecer la paz en la zona. Aunque Dinamarca también salió perjudicada (tuvo que ceder Escania a Suecia), la verdadera víctima de esta confrontación fue sin duda Polonia, que tuvo que renunciar a sus pretensiones y quedó en un estado de notable disgregación nacional. El absolutismo llegó a Suecia con el sucesor de Carlos X Gustavo, Carlos XI, durante cuyo reinado (16601697) se promulgó la Lex Regia, por la que el soberano podía ejercer una autoridad total en la sanción de leyes y en la imposición y recaudación de tributos. En Dinamarca, la monarquía absolutista estuvo encarnada por Cristian V (1670-1699).

Rusia La tarea unificadora de Rusia, dividida en diversos principados durante toda la edad media, se inició en el

siglo XV, en tiempos de Iván III e Iván IV, quienes organizaron un poderoso Estado centralizado y ampliaron los límites territoriales de la nación. Pero el inicio del imperio que posteriormente habría de convertirse en una de las grandes potencias de la Europa nororiental coincide, durante la primera mitad del siglo XVII, con la entronización de la dinastía Románov. El fundador de dicha dinastía fue Miguel III Fiódorovich (1613-1645), a quien sucedió en el trono Alejo Mijáilovich (1645-1676), durante cuyo reinado se produjo la anexión a Rusia de la Ucrania oriental. Sin embargo, la figura sin duda de mayor relevancia de la época fue la de Pedro I el Grande (1682-1725), verdadero creador del imperio y artífice de la modernización y occidentalización de su país. El reinado de este zar estuvo dominado por las guerras; se enfrentó a los turcos y a los persas y, durante más de veinte años (1700-1721), mantuvo constantes enfrentamientos contra los suecos por la posesión de territorios en el Báltico que le permitieran una salida hacia el oeste europeo. Su victoria frente a Carlos XII de Suecia en Poltava y la posterior firma del tratado de Nystadt (1721) lograron consolidar sus conquistas en el norte de Europa, con la cesión por parte de Suecia de Livonia, Estonia, Ingria y

Vista aérea de San Petersburgo, con el Palacio de Invierno en primer término. Fundada por el zar Pedro I el Grande, la ciudad se convirtió en capital de Rusia en 1712.

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parte de Carelia. La contrapartida a estos logros de expansión territorial fueron las permanentes revueltas internas a las que tuvo que hacer frente, motivadas por el descontento del pueblo, que veía cómo aumentaban sus impuestos constantemente para sufragar el enorme gasto que suponían el mantenimiento y la modernización de las tropas, a la vez que sufría la sangría del reclutamiento de hombres que el ejército realizaba sobre todo entre los campesinos. Movido siempre por el objetivo de constituir unas fuerzas armadas potentes que le apoyaran en la realización de sus planes, Pedro el Grande realizó una serie de reformas, las más importantes de las cuales fueron la concentración de todo el poder (incluido el legislativo y el judicial) en manos del zar, la centralización de la administración estatal (para garantizar el cumplimiento de la dura política fiscal impuesta y la recaudación

El zar Pedro I el Grande levantó en Rusia un gran imperio, que heredó su esposa Catalina I.

de fondos), la concesión a la nobleza de un mayor dominio sobre los siervos a cambio de crecientes deberes militares y el definitivo sometimiento de la Iglesia al Estado, con la creación del Santo Sínodo. Por otro lado, sus frecuentes viajes a Europa occidental (Inglaterra, Austria, Países Bajos,

Brandemburgo) lo llevaron a impulsar un proceso de modernización y occidentalización de Rusia, que se vería muy favorecido por el traslado de la capital a San Petersburgo en 1712. A su muerte (1725), Pedro el Grande dejó un fuerte imperio, dividido internamente entre la nobleza y el resto de la población, cuyo gobierno confió a su esposa Catalina I.

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Ilustración china del siglo XIX en la que se representa el sentimiento de hostilidad contra los extranjeros.

Las potencias coloniales Uno de los fenómenos que caracterizó al siglo XVII y que tendría repercusiones hasta el siglo XX es la enorme expansión colonialista, movida fundamentalmente por intereses económicos y realizada por las principales potencias europeas tanto en la recién descubierta América, como en Asia y en África. Aparte del imperio colonial hispano-lusitano, cuyo estudio se aborda en detalle en otra parte de la presente obra (v. Los grandes descubrimientos y América en la época colonial), destacaron también, a menudo en pugna con el primero, los imperios holandés, francés e inglés. Con la creación de la Compañía de las Indias Orientales, los holandeses unificaron todas las demás compañías comerciales preexistentes y se lanzaron al control de la ruta de las especias. Además de conquistar Indonesia y las Molucas, establecieron una amplia red de comunicaciones desde Batavia con Siam, China y Japón, exploraron las costa occidental de Australia, Tasmania, Nueva Zelanda, Tonga, Fidji y las islas Salomón y sometieron a su control todo el litoral occidental africano. La Compañía de las Indias Occidentales se encontró con la resistencia española, por lo que sólo pudo conseguir al-

gunos territorios que constituirían la base de la posterior Guayana holandesa y establecer una factoría comercial (Nueva Amsterdam) en la isla de Manhattan, tomada posteriormente por los ingleses, que la convirtieron en Nueva York. Francia, por su parte, consiguió menor penetración en la ruta oriental, pero logró hacerse con importantes dominios en el Caribe (Martinica, Guadalupe, la mitad oriental de Santo Domingo, entre otros) y fundó una colonia en Canadá (Nueva Francia), con capital en Quebec. Por último, el primer imperio colonial inglés empezó a extenderse por la India y parte del Caribe (Montserrat, Tabago, Jamaica, etc.), y sobre todo por Norteamérica (Nueva Inglaterra).

_ Preguntas de repaso 1. ¿Con qué tratado finalizó la guerra de los treinta años y cuándo se firmó? 2. ¿Qué rasgos caracterizan a los regímenes absolutistas? 3. ¿Bajo el reinado de qué soberano español se independizaron las Provincias Unidas? 4. ¿Cómo llegó al poder Cromwell?

SOCIEDAD Y ECONOMÍA EN EL SIGLO XVIII

D

urante el siglo XVIII, la influencia del movimiento conocido con el nombre de Ilustración produjo importantes cambios, tanto en el orden político como en lo referente a la vida cotidiana. Desde el punto de vista intelectual, supuso la búsqueda de la verdad de un modo racional. Las ideas

de la Ilustración consiguieron producir un notable avance en el campo de las ciencias, y una exaltada defensa de los derechos y obligaciones del hombre para con la sociedad, contribuyendo también a desacreditar los movimientos religiosos, calificados como contrarios al racionalismo.

La decadencia de España como nación dominante hasta la segunda mitad del siglo XVII propició la ascensión de Francia como centro de referencia cultural, político y económico. París se convirtió en la capital de la Ilustración. Quienes aspiraban a ser reconocidos como ilustrados aprendían francés. Cualquier actividad humana donde se utilizase lo francés adquiría de inmediato la etiqueta de distinción. Los gobiernos regidos por la aristocracia, en régimen casi feudal, dejaron paso a un sistema más racional de concebir la administración. Fue la época del despotismo ilustrado, de los orígenes del Estado moderno, en el que comenzaron a abolirse los privilegios que detentaban las clases altas de la sociedad, así como el poder de los clérigos y de la Iglesia.

El espíritu de la Ilustración A la izquierda, Voltaire, escritor francés de ideas liberales, racionalistas y anticlericales. A la derecha, Thomas Hobbes, cuyos pensamientos fueron recogidos por aquél.

Retrato de la zarina Catalina la Grande, figura del despotismo ilustrado, conservado en el pequeño Ermitage de San Petersburgo. Fotografías de cabecera: Procesión de la Santa Liga (izq.) y El banquete de los oficiales de San Jorge, de Frans Hals (der.).

Montesquieu, Rousseau, Diderot y Voltaire recogieron y ampliaron las enseñanzas de los pensadores políticos ingleses del siglo XVII, herederos a su vez de Bacon y Descartes. Las ideas de los ingleses Hobbes y Locke, que formulaban la conveniencia de un control del Estado por parte de la sociedad, fueron recogidas en los escritos de Montesquieu y también por Voltaire, en su novela de carácter filosófico Cándido (1759), o en sus combativos escritos de tipo político, donde se enfrentó a la Iglesia católica y al poder de la monarquía absoluta. En El espíritu de las leyes (1748), Montesquieu aconsejaba modificar

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las leyes para que la humanidad pudiera progresar. Propugnaba la separación de los tres poderes: el legislativo, donde los nobles tuvieran primacía; el ejecutivo, representado por el rey, y el judicial, con la creación de tribunales y jueces independientes, a la manera del sistema de justicia establecido por los ingleses. Voltaire, por su parte, en el Ensayo sobre las costumbres y el espíritu de las naciones (1756), se mostraba convencido de que el progreso era un acto natural, proveniente del desarrollo de la razón. El compendio de todas las ideas filosóficas y científicas de los intelectuales de la Ilustración se recogió en la Enciclopedia de Diderot y D’Alembert. Este trabajo, en el que colaboraron los principales pensadores de la época, fue un intento de contrarrestar la influencia que la Iglesia católica ejercía sobre la moral y la cultura en la sociedad y de difundir los nuevos conocimientos. Su publicación se inició en 1751, en forma de diccionario y con prólogo de D´Alembert. Rousseau, por su parte, se ocupó en sus escritos de profundizar en el conocimiento de la sociedad civil, más que de estudiar o proponer fórmulas para delimitar el poder del Estado. Su pensamiento podría simplificarse afirmando que culpaba a la sociedad de la corrupción del hombre, al que creía portador de una innata bondad natural. Los gobernantes no permanecieron ajenos a las nuevas ideas aportadas por los ilustrados y asumieron algunas de ellas, como la tolerancia religiosa, la libertad de expresión o la necesidad de materializar un código en el que se basase la legalidad, si bien,

Sociedad y economía en el siglo XVIII

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El comercio con las colonias fue una fuente de enormes riquezas para las metrópolis. En la imagen, el edificio de la contaduría de la Compañía de Indias en Londres.

en muchas ocasiones, estos principios sólo se aceptaron para poder mantenerse en el poder.

La economía En la segunda mitad del siglo XVIII, la afluencia de metales preciosos desde las colonias se tradujo en un gran desarrollo del capitalismo en las metrópolis. Por otra parte, las sociedades por acciones, como la Compañía de las Indias Orientales, o la banca estatal, como el Banco de Inglaterra, tuvieron un cierto auge y a la vez proporcionaron a los inversores constantes dividendos. No obstante, muchos particulares comenzaban a depositar sus inversiones en los bancos sui-

la propuesta de Montesquieu en el Espíritu de las Leyes Separación de los tres poderes: – Legislativo (nobles). – Ejecutivo (el rey). – Judicial (tribunales y jueces independientes).

zos, ajenos a las fluctuaciones de las guerras. El comercio con las colonias fue la principal fuente de riqueza, pese a lo cual la economía basada en él tuvo sus detractores, sobre todo en la figura del médico de Luis XV, François Quesnay, quien en sus obras Cuaderno económico y Fisiocracia o gobierno de la naturaleza criticó el concepto de riqueza basado en la acumulación de metales preciosos y propugnó la agricultura como fuente de riqueza productiva. Debido o no a la influencia de Quesnay, de hecho la agricultura comenzó a cobrar importancia, sobre todo en los Países Bajos, Inglaterra, Francia y España. El aumento de la producción agrícola favoreció la movilización de las mercancías, hecho que propició a su vez la construcción de vías de comunicación para facilitar el transporte. El auge de la técnica fue beneficioso para la industria y las fábricas de manufacturas, sobre todo para las del textil, donde aparecieron nuevas máquinas, fáciles de usar y más productivas. En la industria minera del carbón se empezó a utilizar el vapor de agua para conseguir el movimiento rotatorio en las máquinas, que hasta

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HISTORIA: EDAD MODERNA

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cios, eran situaciones comunes para todos los asalariados industriales de la época.

Las ideas de la Ilustración

La religión

Racionalización de las funciones administrativas. Exaltación de los derechos y obligaciones del hombre. Abolición de los privilegios de los clérigos y de las clases altas. Apoyo a los avances científicos.

entonces había sido sólo lineal, y que proporcionó las bases para el transporte por medios mecánicos.

La sociedad El aumento de la población europea fue espectacular, sobre todo en Inglaterra y España, donde el número de personas se duplicó con respecto al siglo anterior. Se estima que Francia, la gran potencia demográfica, tenía en 1789 casi veinticinco millones de habitantes y que en París vivían más de medio millón de personas. El poder de la nobleza aumentó de forma notable en el siglo XVIII. Dominaba las tierras y ejercía su influencia en el ámbito político y militar. El acceso a la condición de noble estaba reservado a los que pudiesen demostrar su alcurnia, o bien a quienes el rey concedía tal distinción. Sin embargo, en el ámbito de los negocios, la administración o la justicia, una clase emergente y enriquecida, la alta burguesía, empezaba a acceder a los privilegios de los nobles. La expansión de las ciudades y la consolidación de la burguesía y de sus privilegios, adquiridos por herencia, favoritismo o mediante la acumu-

lación de riqueza, constituyeron las dos notas características del crecimiento económico, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XVIII. En 1800, la burguesía alcanzaba en Europa occidental la décima parte de la población. El comercio, las actividades industriales y las inversiones fueron la fuente de riqueza de la élite burguesa. El auge de estos dos sectores de la sociedad –nobleza y alta burguesía– estaba cimentado sobre la pobreza de las capas más humildes, sobre todo en el este de Europa. No obstante, en Bélgica y en Holanda, o en los países latinos, se creó la figura del arrendatario libre; y en Inglaterra los campos de cultivo los trabajaban campesinos a sueldo de granjeros arrendatarios. Si los campesinos sufrían padecimientos y hambre, los trabajadores de la industria no disfrutaban de mejores condiciones de vida. La ausencia de una legislación apropiada; las jornadas de trabajo, que sobrepasaban las dieciséis o incluso las dieciocho horas; la contratación abusiva de niños de seis y siete años, en condiciones infrahumanas, y los escasos salarios, siempre por debajo de los pre-

Fachada norte del Palacio Real de Madrid, construido por Carlos III, el más destacado monarca español representante del despotismo ilustrado.

Las cuestiones relacionadas con la oposición a la religión establecida y la tolerancia con respecto a las minorías fueron dos de los asuntos abordados por los pensadores ilustrados. En este contexto, es de destacar, por la influencia que tuvo en el pensamiento de la época, la expulsión de los je-

El auge de la técnica benefició a las industrias y a las fábricas manufactureras, propiciando el abandono de los trabajos artesanales. La imagen muestra un taller de elaboración de campanas en el siglo XVIII.

suitas, que tuvo lugar en distintos países. Tradicionales consejeros y confesores de príncipes, los jesuitas eran envidiados por su poder y su riqueza. En 1759 fueron expulsados de Portugal, bajo la acusación de haber participado en un intento de regicidio. En Francia, la quiebra de un negocio que regentaba el jesuita La Valette en América provocó su expulsión del país en 1764. A partir de 1767 se prohibió su permanencia en las colonias españolas, a raíz de la acusación de haber participado en el motín de Esquilache. Fueron expulsados también de Nápoles y Parma. Y los Borbones, finalmente, consiguieron que

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el papa Clemente XIV prohibiera la Orden en 1773. Sin embargo, las minorías religiosas, de acuerdo con las ideas de los ilustrados, comenzaron a ser toleradas. Así, desde 1787, los hugonotes serían legalizados en Francia, y el establecimiento de los judíos sería permitido en Austria. En 1717 se fundó la Gran Logia de la masonería inglesa, que desde muy temprano tomaría una actitud contraria a la Iglesia. En 1737 se crearon Grandes Logias en París, en Viena y en Hamburgo, e ingresaron en ellas políticos, músicos, por ejemplo Mozart, científicos y aristócratas a los que una iglesia oficial no ofrecía demasiados atractivos. Por otra parte, las disensiones religiosas provocaron un distanciamiento del antiguo régimen; así, los cuáqueros y baptistas, en Gran Bretaña; los protestantes, en Montpellier y Nimes, y los judíos, en Berlín o Hamburgo, serían un caldo de cultivo propicio para los futuros líderes políticos en la época de las revoluciones.

El despotismo ilustrado La conducta de los gobernantes influidos por la Ilustración, aunque con matices diferentes según los países, presenta una serie de puntos comunes que caracterizan el llamado despotismo ilustrado. Entre esos puntos, a menudo fruto del arbitrio de gobernantes absolutistas y rara vez contrastados con la realidad del pueblo, se encuentran la marcada centralización administrativa, cuyo objetivo principal era racionalizar las relaciones entre el monarca y sus súbditos; el fomento de la riqueza, que tendrá su correlato económico en el incipiente auge del capitalismo y en la política mercantilista aplicada a la relación de los estados con sus colonias, y, finalmente, el interés por la educación, si bien reservada a una clase minoritaria y centrada en los saberes “científicos” –es decir, prácticos–, en detrimento de los humanísticos. Dentro de este contexto se entiende, por ejemplo, la supresión del latín o de las humanidades como disciplinas universitarias y la introducción en su lugar de las matemáticas o la física.

Sociedad y economía en el siglo XVIII

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Los fundamentos del despotismo ilustrado

Centralización administrativa. Fomento de la riqueza. Menosprecio de los estudios clásicos en beneficio de las ciencias técnicas.

Salvo en Inglaterra y en los Países Bajos, las restantes monarquías europeas trataron de poner en práctica las ideas “ilustradas”, aunque debieron contar siempre con el apoyo de la poderosa nobleza y de la creciente alta burguesía, lo que en parte impidió el recorte efectivo de los privilegios de estas clases. En Prusia, Federico II el Grande, amigo de Voltaire, estableció la igualdad legal y la autonomía del poder judicial, estimuló la economía y sentó las bases del moderno sistema educacional, con distintos grados de enseñanza escalonados, hasta llegar a la universidad. Prusia contó por entonces con dos universidades, la de Halle y la de Königsberg, en la última de las cuales estudió Kant. A Federico II se debe también el impulso de la colonización agraria, que convirtió en cultivos las tierras desecadas del bajo Oder. En Austria, José II estimuló una política extremadamente centralizadora y, mediante la equiparación de la fe católica a las restantes confesiones cristianas, intentó someter la Iglesia al Estado. La zarina Catalina II de Rusia, una de las figuras más cultas del momento, impulsó así mismo reformas en la educación y en la administración territorial, activó la colonización agrícola, facilitando la emigración de alemanes y eslavos, y europeizó la corte. En España, aunque ya se habían introducido ciertas reformas durante los reinados de Felipe V y de Fernando VI, el verdadero representante del despotismo ilustrado fue Carlos III. Ayudado en el gobierno por el marqués de Esquilache y los condes de Aranda, Floridablanca y Campomanes, entre otros, promulgó los decre-

tos de libertad de comercio con América, impulsó la agricultura, repobló Sierra Morena y recortó las atribuciones tanto de los gremios como de la Mesta (asociación de ganaderos). También bajo su reinado se produjo la expulsión de los jesuitas de España (1767). En Italia, el despotismo ilustrado se dio sobre todo con los gobiernos de Tanucci en Nápoles (ministro de Carlos VII, III de España), que trató de imponer la desamortización de los bienes eclesiásticos, y con Leopoldo II, duque de Toscana, quien también atacó de forma solapada los intereses de la Iglesia. En Francia, por último, donde el absolutismo y el sistema estamental estaban fuertemente arraigados, los intentos reformistas de Turgot, controlador de Finanzas de Luis XVI desde 1774, suscitaron la oposición de la Iglesia y de las clases privilegiadas y provocaron numerosas revueltas, que finalmente ocasionaron su destitución. Tres años después de la misma, el descontento de la burguesía se plasmó en el estallido de la revolu-

_ Preguntas de repaso 1. ¿Cuál es la principal aportación de Montesquieu al espíritu de la Ilustración? 2. ¿A qué se llama despotismo ilustrado? 3. Citar los representantes del despotismo ilustrado en Rusia, Prusia, España y Austria.

AMÉRICA EN LA ÉPOCA COLONIAL

A

unque la Corona española no supo instaurar una administración estable y una sólida infraestructura económica en el Nuevo Mundo, las bases de su recién creado imperio perduraron, a pesar de la agresiva política colonial mantenida por otras potencias interesadas en las nuevas tierras. Probablemente, la pervivencia de esta situación se debió en parte a la lejanía de América central y del sur de la zona objeto de competencia entre las potencias colonizadoras, que se había desplazado, a mediados del siglo XVII, hacia el norte del mar Caribe. España pretendió controlar política y comercialmente sus colonias, com-

batiendo, incluso por medio de la fuerza, las actitudes hostiles de los colonos establecidos en los asentamientos y en las ciudades. Pero, en muchas ocasiones, fueron los propios administradores enviados por la metrópoli quienes entorpecieron la voluntad de ordenamiento social y político que animó a los sucesivos gobiernos españoles. Otro tanto cabe decir del rechazo que siempre manifestaron los nativos de aquellas tierras hacia los colonizadores. En cualquier caso, la Corona española, en su esfuerzo por controlar los abusos y regular las relaciones de los colonos con los indígenas, las

transacciones comerciales y el ordenamiento político, administrativo y judicial de las colonias, creó diversas instituciones, entre las que cabe destacar las audiencias, las encomiendas y los virreinatos. Las audiencias, compuestas por lo general por un presidente y un número variable de oidores y de fiscales, desempeñaron un importante papel, tanto judicial (tribunales) como gubernativo, ya que les fueron delegadas muchas de las funciones del Consejo de Indias. La primera se creó en Santo Domingo, en 1511, y a ella le siguieron otras, como las de Lima, México, Quito, Guatemala, Guadalajara, La Plata, Santa Fe, Chile, Panamá y La Trinidad.

Las encomiendas

Representación alegórica, según un manuscrito del siglo XVI, de las encomiendas de la Nueva España. Fotografías de cabecera: Entrada del virrey en Potosí, de Pérez Holguín (izq.), y plaza de Armas de Cuzco (der.).

El régimen de repartimiento –mita, en Perú, y cuatequil, en Nueva España– por el que los indios realizaban trabajos forzados para los colonizadores, fue reemplazado a partir de 1503 por el sistema de encomiendas. Según dicho sistema, implantado por primera vez en La Española, la Corona cedía al encomendero (colono) el derecho a percibir los tributos o la labor de los indígenas (encomendados), a cambio de que estos últimos recibieran de aquél sustento y protección, y de que fueran evangelizados. Sin embargo, lo que en la teoría era un claro intento de evitar la explotación de la población nativa, se reveló en la práctica como una forma encubierta de esclavitud o, en el mejor de los casos, de servidumbre. Aunque la Corona ejerció su control sobre esta institución, se produjeron frecuentes

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Página de la Brevísima relación de la destrucción de las Indias, obra de Bartolomé de Las Casas, gran detractor de los abusos que se ejercieron en su época contra los indios.

siguiente desaparecieron, si bien la explotación de los indígenas perduró en muchas zonas a través del régimen de haciendas.

Los virreinatos

casos de abusos, hasta que se prohibió al encomendero recaudar los tributos directamente y fue sustituido por un corregidor. Las primeras protestas sobre el uso, o más bien el abuso, que se ejercía sobre los indios surgieron en 1510 de los religiosos dominicos, entre ellos fray Bartolomé de las Casas. Por su parte, el rey Fernando el Católico promulgó en 1512 las leyes de Burgos, que trataban de favorecer a la población india, pero sólo cuando entraron en vigor las Leyes Nuevas de Indias se estableció la prohibición expresa de los trabajos forzados y de la esclavitud. Por otra parte, a partir del siglo XVI se comenzó a introducir en las colonias americanas mano de obra que provenía del África negra. Se calcula que a mediados del siglo XVIII los españoles y portugueses de América habían importado más de medio millón de esclavos negros. A partir del siglo XVII, el interés económico que las encomiendas tenían para los colonos comenzó a decrecer, debido a la exigencia de mayores ingresos por parte del gobierno, y a fines del siglo

América en la época colonial

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solía concederse a un personaje de la alta aristocracia, aunque a partir del siglo XVIII también ocuparon este cargo miembros de la baja nobleza o altos funcionarios que gozaban de la confianza real. El Virreinato, institución impulsada por Carlos V, fue el centro administrativo y político de la organización colonial española, la representación de la autoridad real en las tierras del Nuevo Mundo. Las atribuciones y privilegios que disfrutaban los virreyes jamás habían sido alcanzadas por un funcionario real. Desempeñaban los cargos de capitán general, gobernador de su provincia y presidente de la Audiencia situada en su propia capital; podían tomar decisiones sin consulta previa a los monarcas y gozaban de una amplia libertad para interpretar las leyes. No obstante, tenían prohibido intervenir personalmente en la administración de justicia de otras audiencias y debían redactar una amplia memoria sobre sus actuaciones cuando dejaban el cargo.

Ante la magnitud de los descubrimientos realizados y la complejidad de los problemas que comenzaron a surgir para controlar eficazmente desde la lejanía las nuevas tierras americanas, los reyes españoles comprendieron pronto la necesidad de poner en manos de funcionarios la administración de las colonias, en lugar de otorgar el poder a los aventureros y navegantes que ha- El Virreinato de Nueva España bían descubierto las nuevas tierras. Así, los monarcas nombraron El primer Virreinato se instauró en gobernadores a funcionarios de su 1535 en Nueva España, con capital elección, otorgándoles amplios pode- en México; tenía una jurisdicción que res en el orden judicial y administrativo. Como ya se ha comentado, impulsaron también la creación de las audiencias, que tenían incluso la facultad de procesar a los gobernadores, además de poder fiscalizar las haciendas locales. No obstante, a pesar de todas las cautelas, las noticias que provenían de las colonias acerca de los desmanes y abusos de los representantes de la autoridad real hicieron que se instaurara en tierras americanas una antigua institución: el Virreinato. El virrey ostentaba la represenRetrato ecuestre de Carlos V, impulsor de los virreinatos en tación delegada del el Nuevo Mundo, realizado por Tiziano (Museo del Prado, mismo rey, y tal título Madrid).

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HISTORIA: EDAD MODERNA

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Virreinato de Nueva España Período 1535-50 1550-64 1564-66 1566-68 1568-80 1580-83 1583-85 1585-90 1590-95 1595-1603 1603-07 1607-11 1611-12 1612 1612-21 1621-24 1624-35 1635-40 1640-42 1642 1642-48 1648-49 1649-50 1650-53 1653-60 1660-64 1664 1664-73 1673-80 1680-86 1686-88

Virreyes

Período

Antonio de Mendoza Luis de Velasco Audiencia Gastón de Peralta (marqués de Falces) Martín Enríquez de Almansa Lorenzo Suárez de Mendoza Arzobispo Pedro Moya y Contreras. Audiencia Álvaro Manrique de Zúñiga Luis de Velasco (hijo) Gaspar de Zúñiga y Acevedo Juan de Mendoza y Luna Luis de Velasco (hijo) Francisco García Guerra (arzobispo de México) Audiencia Diego Fernández de Córdoba (marqués de Guadalcázar) Diego Carrillo de Mendoza (marqués de Güelves) Rodrigo Pacheco y Osorio (marqués de Cerralbo) López Díaz de Armendáriz (marqués de Cadereyta) Diego López de Pacheco (duque de Escalona y marqués de Villena) Juan de Palafox y Mendoza García Sarmiento y Sotomayor (conde de Salvatierra) Marcos de Torres y Rueda Audiencia Luis Enríquez de Guzmán (conde de Alba de Liste) Francisco Fernández de la Cueva (duque de Alburquerque) Juan de Leyva y de la Cerda Diego Osorio de Escobar Antonio Sebastián de Toledo (marqués de Mancera) Fray Payo Enríquez de Rivera (arzobispo de México) Tomás Antonio de la Cerda (conde de Paredes y marqués de La Laguna) Melchor Portocarrero (conde de la Monclova)

abarcaba el sur de Norteamérica y América central, excepto las Antillas, Panamá y el litoral venezolano. Posteriormente, en 1565, con la conquista de las islas Filipinas, llevada a cabo desde Nueva España, se puso también a esta nueva colonia bajo su mandato. Carlos V había establecido ya en México una audiencia en 1527, pero los abusos cometidos por su primer administrador, Nuño Beltrán de Guzmán, hicieron que el rey buscase una solución para que la representa-

Virreyes

1688-96 Gaspar de Sandoval Silva 1696 Juan de Ortega Montañés 1696-1701 José Sarmiento Valladares (conde de Moctezuma y Tula) 1701 Juan de Ortega Montañés 1702-11 Francisco Fernández de la Cueva (duque de Alburquerque) 1711-16 Fernando de Alencastre (duque de Linares) 1716-22 Baltasar de Zúñiga (duque de Arión) 1722-34 Juan de Acuña (marqués de Escalona y Casafuerte) 1734-40 Juan Antonio Vizarrón (arzobispo de México) 1740-42 Duque de la Conquista 1742-46 Pedro Cebrián y Agustín (conde de Fuenclara) 1746-55 Francisco de Güemes y Horcasitas (conde de Revillagigedo) 1755-60 Agustín de Ahumada y Villalón (marqués de las Amarillas) 1760-66 Joaquín de Montserrat (marqués de Cruillas) 1766-71 Carlos Francisco de Croix (marqués de Croix) 1771-79 Antonio María de Bucareli y Ursúa 1779-83 Martín de Mayorga 1783-84 Matías de Gálvez 1784-86 Bernardo de Gálvez 1786 Alonso Núñez de Haro 1787-89 Manuel Antonio Flórez 1789-94 Juan Vicente de Güemes (conde de Revillagigedo) 1794-98 Miguel de la Grúa Talamanca (marqués de Brandifort) 1798-1800 Miguel José de Azanza 1800-03 Félix Berenguer de Marquina 1803-08 José de Iturrigaray 1808-09 Pedro Garibay 1809-10 Francisco Javier de Lizana (arzobispo de México) 1810-13 Francisco Javier Venegas 1813-16 Francisco María Calleja del Rey 1816-21 Juan Ruiz de Apodaca 1821 Juan O’Donojú

ción de la Corona quedase en manos de un solo administrador y representante. Antonio de Mendoza fue el primer virrey de Nueva España. Aplicó las Leyes Nuevas para paliar el abuso y sometimiento que habían padecido los nativos hasta su llegada, amplió los límites territoriales y fundó varias ciudades. Su sucesor en el cargo, Luis de Velasco, fundó la Universidad de México, impulsó la colonización de las islas Filipinas y propi-

ció una explotación más racional y lucrativa de las minas de plata. En el siglo XVII destacó la obra del virrey Juan de Palafox y Mendoza, que fomentó la construcción de diversos edificios civiles y religiosos (catedral de Puebla), al tiempo que los misioneros franciscanos y jesuitas evangelizaban y ponían bajo el control del Virreinato a los indios. Un siglo más tarde, durante el reinado de los Borbones, se introdujeron amplias reformas en la administración de los

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Virreinatos, como la sustitución de los nobles que ocupaban cargos públicos por funcionarios o militares. Las misiones se extendieron a la provincia de California (gracias a la obra de fray Junípero Serra) y a las tierras de Texas. El virrey Juan de Acuña mandó construir la Casa de la Moneda en la ciudad de México, y Juan Francisco Güemes liberalizó el comercio y reformó la hacienda, obra que luego continuaron José de Gálvez y el marqués de Croix, a quienes, por otra parte, se debe la expulsión de los jesuitas de las tierras americanas en 1767. Sin embargo, las sucesivas reformas que introdujeron los virreyes no siempre fueron aplicadas con rigor, hecho que provocó que los criollos bien instalados socialmente comenzaran a plantearse la independencia como una causa por la que luchar. En 1810, el cura Miguel Hidalgo comenzó la insurrección y, en 1821, el jefe del ejército realista, Agustín de Iturbide, negoció con los insurgentes el establecimiento de una monarquía en México. El último virrey fue Juan O’Donojú. La época de los Virreinatos en Nueva España proporcionó a esta colonia un gran auge económico –debido fundamentalmente a su riqueza minera– y unas notables rentas a la Corona española, que eran obtenidas mediante el pago de impuestos. San Luis de Potosí o Guanajuato se convirtieron en poblaciones mineras, y la extracción de plata de sus yacimientos propició el establecimiento de poblados de colonos y el desarrollo agrícola y ganadero para su mantenimiento y posterior exportación, así

América en la época colonial

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Fachada de la iglesia de Santa Prisca, en Taxco, México, ejemplo de arquitectura colonial durante el Virreinato de Nueva España.

como la creación de una estructura viaria que facilitaba las comunicaciones. El desarrollo de las poblaciones configuró un entramado social muy estratificado. Las clases sociales altas, minoritarias, formaban compartimentos cerrados. Herederos de los privilegios adquiridos por los conquistadores, los aristócratas terratenientes disfrutaban de un poder casi feudal. Por su parte, los indios y mestizos, que suponían el noventa por ciento de la población, desempeñaban labores agrícolas, y los negros eran empleados como esclavos en las plantaciones costeras, aunque muchos de ellos fueron luego liberados. Según iba tomando auge la actividad económica, emergió una nueva clase compuesta por comerciantes y artesanos blancos nacidos en Nueva España (criollos), que, como ya se ha dicho, fueron los principales propagadores de las ideas revolucionarias y los impulsores de las insurgencias independentistas.

El Virreinato del Perú

Centro de una rica región minera, los yacimientos de plata de Potosí, en la actual Bolivia, proporcionaron a la Corona española cuantiosos ingresos.

El Virreinato del Perú se estableció en 1542 con capital en Lima y abarcó toda América del sur, excepto Brasil, ocupado por los portugueses. Su creación respondió a la necesidad de terminar con los conatos de guerra civil que se producían entre los conquistadores y restaurar la autoridad de la Corona española. La explotación de los yacimientos mineros

hizo del Perú una de las posesiones españolas más preciadas. Las luchas que se produjeron entre los seguidores del descubridor del Perú, Francisco Pizarro, y los fieles del gobernador, Diego de Almagro, fueron una de las causas principales de que el rey enviara a Lima, con el título de virrey, a Blasco Núñez Vela para que implantase las Leyes Nuevas y requisase las tierras y los bienes de todos los implicados en esta guerra civil. Pero Gonzalo Pizarro, hermano de Francisco, se rebeló contra Núñez Vela y lo asesinó. La Corona de España envió entonces a Pedro de la Gasca, que sofocó la insurrección de los rebeldes, cuyos líderes fueron juzgados, condenados y ajusticiados. Antonio de Mendoza, segundo virrey del Perú, derrotó a Francisco Hernández Girón, cabecilla de los últimos rebeldes, que fue ahorcado en 1554. El quinto virrey del Perú fue Francisco de Toledo. Durante su mandato (1569-1581) se reorganizó la administración y se iniciaron una serie de reformas, que serían recopiladas en las Ordenanzas de Toledo, e implantó el tribunal de la Inquisición. Reguló así

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HISTORIA: EDAD MODERNA

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mismo los derechos de los indios, a los que obligó a integrarse en las reducciones, unas poblaciones donde podían ser controlados e iniciados en el modo de vida y de cultura español, y mejoró las técnicas de explotación de los yacimientos mineros. Durante el siglo XVII, pese a los graves problemas que tuvieron que afrontar los virreyes (lucha contra el contrabando y los piratas, rebeliones internas, epidemias, catástrofes naturales, etc.), el Virreinato peruano experimentó un extraordinario desarrollo económico y cultural. Algunos virreyes destacables de este período fueron Juan de Mendoza y Luna, Francisco de Borja y Aragón, Pedro Antonio Fernández de Castro y Melchor de Portocarrero Lasso de la Vega, ya al final del siglo. En la siguiente centuria, las ideas de la Ilustración trajeron aires nuevos al Virrei-

nato, con figuras como Manso de Velasco, su sucesor Amat y Junient y Gil de Taboada y Lemus. Durante este período se desgajaron del Virreinato del Perú el de Nueva Granada y el del Río de la Plata. Ya en las últimas décadas del siglo, el descontento frente a los colonizadores se puso de manifiesto en la rebelión encabezada por el jefe indio Túpac Amaru (José Gabriel Condorcanqui) y, en 1821, José de San Martín proclamó en Lima la independencia del Perú. La principal riqueza del Virreinato fue la minería. Los yacimientos de plata de Potosí y las minas de mercurio de Huancavelica, entre otros recursos, permitieron a la Corona española ingresar notables tributos por estas propiedades, que fueron explotadas por particulares y trabajadas por los indios. Desde el punto de vista del desarrollo cultural, cabe desta-

car la fundación de la Universidad de San Marcos, en Lima, en 1551, y la de San Antonio Abad, en Cusco (Cuzco), siete años más tarde, así como la creación de numerosos centros de estudios, muchos de ellos dirigidos por los jesuitas. Fue notable también el desarrollo de la arquitectura civil y religiosa.

El Virreinato de Nueva Granada El desarrollo alcanzado en el siglo XVII por el Virreinato del Perú y la necesidad de organizar de una forma más eficaz la defensa militar y la represión del contrabando en su amplio territorio jurisdiccional, llevó a la Corona española a crear en 1717 el Virreinato de Nueva Granada, cuya capital se estableció en Santa Fe de Bogotá, y que comprendía las audiencias de Bogotá, Quito y Venezuela. Tuvo como primer

Virreinato del Perú Período 1544-46 1546-48 1548-51 1551-52 1552-56 1556-61 1561-64 1564-69 1569-81 1581-83 1583-86 1586-89 1589-96 1596-1604 1604-05 1605-07 1607-15 1615-21 1621 1621-29 1629-39 1639-48 1648-55 1655-61

Virreyes Blasco Núñez Vela Gonzalo Pizarro/Pedro de la Gasca Audiencia Antonio de Mendoza Real Audiencia Andrés Hurtado de Mendoza (marqués de Cañete) Diego López de Zúñiga y Velasco (conde de Nieva) Lope García de Castro (gobernador) Francisco de Toledo Martín Enríquez Audiencia Fernando Torres y Portugal (conde de Villardompardo) García Hurtado de Mendoza Luis de Velasco Gaspar Zúñiga y Acevedo (conde de Monterrey) Audiencia Juan de Mendoza y Luna (marqués de Montesclaros) Francisco de Borja y Aragón (príncipe de Esquilache) Audiencia Diego Fernández de Córdoba (marqués de Guadalcázar) Luis Fernández de Cabrera (conde de Chinchón) Pedro de Toledo y Leiva (marqués de Mancera) García de Sarmiento (conde de Santisteban) Luis Enríquez de Guzmán (conde de Alba de Liste)

Período 1661-66 1666-67 1667-72 1672-78 1678-81 1681-89 1689-1705 1705-10 1710-16 1716 1716-20 1720-24 1724-36 1736-45 1745-61 1761-76 1776-80 1780-84 1784-90 1790-96 1796-1800 1800-06 1806-16 1816-21 1821-24

Virreyes Diego de Benavides (conde de Santisteban) Audiencia Pedro Antonio Fernández de Castro (conde de Lemos) Baltazar de la Cueva (conde de Castellar) Melchor de Liñán y Cisneros Melchor de Navarra y Rocafull (duque de la Palata) Melchor de Portocarrero Lasso de la Vega (conde de la Monclova) Manuel de Oms (marqués de Castelldosrius) Diego Ladrón de Guevara Diego Morcillo Nicolás Caracciolo (príncipe de Santo Buono) Diego Morcillo Rubio de Auñón José Armendáriz (marqués de Castelfuerte) José Antonio de Mendoza (marqués de Villa García) José Antonio Manso de Velasco Manuel Amat y Junient Manuel de Guirior Agustín de Jáuregui Teodoro de Croix Francisco Gil de Taboada y Lemus Ambrosio O’Higgins Gabriel Avilés José Fernando de Abascal (marqués de la Concordia) Joaquín de la Pezuela José de la Serna

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virrey a Antonio de Pedrosa y Guerrero, a quien sucedió en 1718 Jorge de Villalonga, que aconsejó a la Corona que suprimiese el Virreinato. Tres décadas después fue restablecido y se nombró virrey al general Sebastián de Eslava. Por entonces, el Virreinato comprendía las audiencias de Santa Fe, Panamá y Quito y los territorios de Venezuela y Guayana, que se separarían posteriormente. Las tropas británicas, al mando del almirante Edward Vernon, asaltaron Portobelo, en Panamá, en noviembre de 1739. Dos años más tarde, los británicos atacaron la ciudad de Cartagena de Indias, pero sus gentes resistieron y las tropas tuvieron que retirarse el 20 de mayo de 1741. Tras el mandato de algunos virreyes, como José Solís Folch de Cardona, que fundó la Casa de la Moneda de Bogotá, o Manuel de Guirior, bajo cuyo gobierno se creó la primera biblioteca pública, el siguiente virrey, Manuel Antonio Flórez, puso en vigor la Pragmática de Libre Comercio de 1778, dictada por Carlos III, que acabó con el monopolio que habían mantenido Portobelo y Cartagena de Indias. Cuando la Corona española decidió aumentar los tributos sobre algunos productos, entre ellos el tabaco y las bebidas alcohólicas, las protestas de la población provocaron una sublevación en las ciudades de Mérida y Socorro. Se rebelaron veinte mil hombres, entre blancos, criollos, mestizos y negros, y el arzobispo Antonio Caballero y Góngora, en ausencia del virrey, no tuvo más remedio que pactar con los sublevados la amnistía y la posibilidad de que los criollos tuvieran preferencia para acceder a los cargos públicos. Pero cuando el virrey regresó de su viaje a Cartagena desautorizó el acuerdo, persiguió a los comuneros rebeldes y ejecutó a uno de sus cabecillas, José Antonio Galán. En 1782 fue nombrado virrey el arzobispo Antonio Caballero y Góngora, que pacificó el país con una amnistía otorgada a los comuneros supervivientes de las persecuciones y, entre otras actividades de su gobierno, impulsó la creación de la Escuela de Minas y favoreció con su ayuda a José Celestino Mutis, un reputado naturalista que estaba preparando una ex-

América en la época colonial

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pedición botánica. Durante el virreinato de José de Ezpeleta se produjo la rebelión de los esclavos de Coro, que fue aplastada por las tropas realistas, así como la detención, confiscación de bienes y posterior expatriación de Antonio Nariño, cuyo delito había consistido en publicar clandestinamente en 1794 la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano. Estos dos hechos fueron el origen del incipiente movimiento independentista. Durante el mandato del virrey Antonio de Amar y Borbón se proclamó en 1811 la Federa-

Mapa del territorio del Río de la Plata, región que formó parte del Virreinato del Perú hasta 1776.

Mapa del Virreinato de Nueva España, instaurado en 1535.

ción de las Provincias Unidas de Nueva Granada, después de que la junta de gobierno que se había formado en Santa Fe expulsase al virrey. Estos hechos provocaron que el general Pablo Morillo, al mando del ejército español, iniciase una lucha contra los patriotas sublevados, hasta que, finalmente, las tropas realistas fueron vencidas y expulsadas y el virrey Juan de Sámano abandonó Bogotá (1819). Los independentistas llamaron al territorio República de la Gran Colombia.

El Virreinato del Río de la Plata El territorio del Río de la Plata formó parte del Virreinato del Perú hasta 1776. Desde esa fecha, el nuevo Virreinato quedó constituido por las que más tarde serían las repúblicas de la Argentina, Paraguay y Uruguay, así como una parte importante de Bolivia. Los motivos que llevaron a la formación de este Virreinato fueron los fre-

cuentes conflictos fronterizos que se producían con las tropas portuguesas establecidas en Brasil, así como los repetidos ataques por mar de los navíos de los Países Bajos y Gran Bretaña. Estas circunstancias, unidas al contrabando que los comerciantes británicos llevaban a cabo a través de la colonia de Sacramento, aconsejaron al rey español Carlos III la segregación de algunos territorios del Virreinato del Perú en esta nueva configuración territorial. Además, el incremento de la población y el consiguiente desarrollo económico a partir de 1750, sobre todo en el territorio de Buenos Aires, eran motivos suficientes para que se descentralizase el poder y se proporcionase a esta sociedad emergente instituciones acordes a las nuevas realidades. Así, en agosto de 1776, se emitió de forma oficial la orden por la que se creaba el Virreinato del Río de la Plata, que comprendía los territorios de Buenos Aires, Tucumán, Cuyo, Poto-

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HISTORIA: EDAD MODERNA

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Cronología de la edad moderna: Europa, América y los territorios de ultramar 1492 1500 1504 1513 1519 1521 1522 1524 1530 1531 1535 1542 1543 1545 1567 1589 1603 1610 1617 1618 1621 1625 1629 1635 1640 1642 1643 1648 1649 1659 1661 1668 1674 1680 1682 1687 1693 1717 1721 1759 1776

Cristóbal Colón llega a las islas Antillas. El navegante portugués Pedro Álvares Cabral desembarca en Brasil. Comienzan a enviarse esclavos negros de África a las colonias de España y Portugal en América. Vasco de Gama llega a Calicut, en la India. Muere Isabel la Católica, dejando el trono a su hija Juana. Juan Ponce de León descubre Florida y Vasco Núñez de Balboa, el océano Pacífico. Hernán Cortés desembarca en México y apresa a Moctezuma en Tenochtitlan. Fernando de Magallanes descubre las islas Filipinas. Lutero es excomulgado por el papa León X. Elcano completa la primera vuelta al mundo. Primera expedición de Francisco Pizarro a Perú. El rey Carlos I de España es coronado emperador. Francisco Pizarro inicia la conquista del Perú. Instauración del Virreinato de Nueva España. Se promulgan las Nuevas Leyes de Indias. Establecimiento del Virreinato del Perú. Se inicia la primera fase del concilio de Trento. Mem de Sá funda la ciudad de Río de Janeiro. Enrique IV de Borbón es nombrado rey de Francia. Jacobo VI de Escocia sucede a la reina Isabel en el trono de Inglaterra. Asesinato de Enrique IV. Luis XIII es proclamado rey de Francia. Comienzo del absolutismo. El reino de Bohemia reconoce como emperador a Fernando II, defensor de los derechos de los católicos. Se inicia la guerra de los treinta años, en la que España apoya al emperador Fernando II. Felipe IV accede al trono de España y nombra jefe de gobierno a su valido, el conde duque de Olivares. Carlos I es proclamado rey de Inglaterra, Escocia e Irlanda. Toma de Breda por los españoles al mando de Spínola. Fin del período danés de la guerra de los treinta años (tratado de Lübeck). Francia interviene en la guerra de los treinta años. Sublevación de Cataluña y separación de Portugal. Guerra civil en Inglaterra entre Carlos I y los parlamentarios, liderados por Oliver Cromwell. La derrota del ejército español en la batalla de Rocroi constituye el inicio del declive del dominio español en Europa. La paz de Westfalia pone fin a la guerra de los treinta años. España reconoce la independencia de las Provincias Unidas. Francia obtiene la Alsacia meridional, el control de la frontera del Rin y Lorena. Carlos I de Inglaterra es juzgado, sentenciado a muerte y ejecutado. Dictadura de Oliver Cromwell. Se firma la paz de los Pirineos, por la que España cede a Francia el Rosellón y la Cerdaña, además de diversas plazas en Artois y Flandes. Tras la muerte de Mazarino, Luis XIV asume el poder absoluto en Francia. Luis XIV de Francia firma la paz de Aquisgrán y renuncia a sus pretensiones en España. El rey de Portugal, Pedro II, disuelve las Cortes de Lisboa, iniciándose así un período de monarquía absolutista. Se promulgan en España las Leyes de Indias. Pedro I el Grande se convierte en zar de Rusia. Un terremoto asola la ciudad de Lima. Descubrimiento de yacimientos de oro en Brasil. Creación del Virreinato de Nueva Granada. Carlos XII de Suecia firma la paz de Nystadt con Rusia. Aparece el Cándido de Voltaire. Constitución del Virreinato de Río de la Plata.

sí, Paraguay y Santa Cruz de Sierra. El primer virrey, Pedro de Cevallos, al frente de un ejército de casi 20.000 hombres, venció a los portugueses en combate, cerca de Sacramento. En 1778 tomó posesión de su cargo el virrey José de Vértiz y Salcedo, que creó un régimen de intendencias, facilitó la libertad en el comer-

cio, creó gobiernos militares en algunas ciudades, como Montevideo, y fundó la Audiencia de Buenos Aires. El virrey Rafael de Sobremonte fue vencido por los británicos en 1806, y los ingleses tomaron la ciudad de Buenos Aires. Sobremonte huyó y el alcalde de la ciudad, Martín de Alzaga, y el capitán de navío Santiago de

Liniers organizaron la defensa de Buenos Aires y derrotaron a las tropas británicas. Después de sustituir a Sobremonte, Liniers fue nombrado virrey por el cabildo y tuvo que organizar otra vez la defensa de la ciudad en 1807 ante el nuevo ataque de los ingleses, que ya habían tomado la ciudad de Montevideo. Pero los riopla-

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tenses, al mando de Liniers y con el apoyo de Martín de Alzaga, consiguieron vencer otra vez a los soldados británicos y expulsarlos de la ciudad. En 1809, durante el reinado en España de José Bonaparte, hermano de Napoleón, Alzaga intentó instaurar una junta de gobierno en Buenos Aires, iniciativa que reflejaba fielmente el deseo de autogobierno de gran parte de la sociedad rioplatense. En mayo de 1810 se creó por fin dicha junta y se inició el proceso de independencia que pondría fin al Virreinato.

Brasil Los portugueses establecieron su dominio colonial en las costas de Brasil, territorio que les correspondía según el tratado de Tordesillas. La colonia se denominó Vera Cruz, y luego Brasil. Entre 1533 y 1549, Brasil se dividió en quince capitanías, al mando de donatáiros, que gozaban de numerosos privilegios. Sin embargo, esta fórmula de autoridad dio resultados desiguales, lo que obligó al rey Juan III a nombrar a un gobernador general con amplios poderes para sus colonias americanas. Los donatáiros perdieron sus capacidades de actuación en temas judiciales y políticos en favor de funcionarios que debían rendir cuentas ante el gobernador. La capital se estableció en Bahía y gran número de colonos comenzaron a fundar ciudades por todo Brasil. Tomé de Sousa, primer gobernador de Brasil, llegó a la colonia con un grupo de clérigos que iniciaron una labor evangelizadora entre los indios, agrupándolos en aldeias y protegiéndolos de los colonos, que sólo veían en ellos una mano de obra esclava para trabajar en las plantaciones. La actitud de los religiosos (jesuitas) provocó enfrentamientos con los colonos y la Corona portuguesa tuvo que promulgar un decreto en 1574 por el que se otorgaba a los religiosos el control de las aldeias y se permitía que los colonos pudieran tener como esclavos sólo a los indios que hubiesen capturado en acciones bélicas. La escasez de mano de obra que trajo consigo

esta medida fue solventada con la adquisición de esclavos negros por parte de los colonos. Los franceses intentaron obtener alguna posesión en Brasil, y mandaron a Nicolás de Villegagnon, que tomó el puerto de Río de Janeiro, pero el gobernador Mem de Sá expulsó a los súbditos de Enrique II de Francia y fundó la ciudad de Río de Janeiro en 1567. Otro intento de conquista por parte de ejércitos extranjeros se produjo en el período en el que Brasil estuvo bajo el mandato de la Corona española, entre los años 1580 y 1640, cuando las tropas holandesas ocuparon Pernambuco y Bahía, ciudades de las que más tarde fueron desalojadas. Mientras los misioneros, en su tarea evangelizadora, establecían diversas misiones en el curso del río Amazonas, la búsqueda de nuevos pastos llevó a los ganaderos a colonizar las regiones de Goiás y Maranhão, al nordeste del país. Por su parte, los colonos de São Paulo iniciaron expediciones, bandeiras, hacia los territorios occidentales con el fin de capturar indios y tratar de encontrar oro, llegando hasta tierras cercanas a Bogotá o explorando el Mato Grosso. Estos grupos atacaron algunas reducciones, o centros de población indígena organizados por los jesuitas y bajo su protección, que se encontraban en el sur del Brasil en lo que hoy es la provincia argentina de Misiones.

América en la época colonial

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A partir de 1750, el marqués de Pombal, primer ministro de José I de Portugal, dictó una serie de reformas por las que los derechos que detentaban los donatáiros pasaban a la Corona; trasladó la capital a Río de Janeiro; decidió que los indios tuvieran los mismos derechos legales que los blancos, y dispuso que los yacimientos de diamantes se explotaran en régimen de monopolio. Así mismo, ordenó la expulsión de los jesuitas, que se habían granjeado la enemistad de los colonos por su actividad comercial y su protección y defensa de los indios. Entre las actividades económicas de la colonia destacaron la explotación del palo brasil, el cultivo del azúcar y del tabaco, y la ganadería, así como, más adelante, el cultivo de las plantaciones de algodón y de café. En 1693 se descubrieron yacimientos de oro, hallazgo que impulsó la creación de ciudades a orillas del São Francisco, en lo que después se conocería como el Estado de Minas Gerais. El proceso de independencia brasileño se llevó a cabo de forma pacífica, con la ayuda del regente Pedro, quien se rebeló contra la Corona portuguesa y se proclamó emperador en 1822.

Las colonias británicas Desde 1584, sir Walter Raleigh exploró las costas de Virginia, y fue preci-

Fundada en 1567 por el gobernador portugués de Brasil, Mem de Sá, la ciudad de Río de Janeiro se erigió en núcleo del comercio de esclavos y azúcar de las plantaciones de caña que se establecían a su alrededor.

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HISTORIA: EDAD MODERNA

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va Orleans en 1718. No obstante, la guerra de los Siete Años (1756-1763) obligó a los franceses a abandonar los territorios de Canadá y Louisiana, cuya parte oriental pasó a manos de los ingleses y la occidental a la Corona de España. Los inmigrantes holandeses y los protestantes franceses, o hugonotes, así como algunos grupos de judíos que habían sido expulsados de sus respectivos países, se establecieron en Manhattan (Nueva Amsterdam) y en el valle del Hudson. Las relaciones con los indios indígenas fueron casi siempre hostiles, y los nuevos colonos provocaron guerras para exterminar a las razas aborígenes.

Grabado que representa una escena de caza de los indios mandan de América del norte.

samente en este territorio donde, en 1607, se fundó la primera ciudad británica en el continente americano, Jamestown, que pronto se convirtió en una región productora de tabaco, con el concurso de mano de obra esclava de raza negra. Hacia 1620, un grupo de puritanos religiosos expulsados de Inglaterra que habían llegado a bordo del buque Mayflower desembarcó en las costas americanas y fundó la ciudad de Plymouth, en un territorio que luego sería el Estado de Massachusetts. Estos puritanos, denominados pilgrims o peregrinos, eran una secta religiosa que había abandonado su país a causa de una legislación que no los toleraba. Fueron ellos, precisamente, los que crearon la primera constitución escrita y su modelo de ciudad sirvió para la posterior fundación de otros asentamientos. En 1632, algunos católicos inmigrantes se establecieron en Maryland, mientras que William Penn y un grupo de cuáqueros fundaron la ciudad de Filadelfia en 1682. A principios del siglo XVIII, la población de las colonias era muy escasa; sin embargo, hacia mediados del siglo alcanzaba cerca de los dos millones y medio de habitantes. Ello obligó a los colonos a ganar territorios hacia el interior (con el exterminio consiguiente de los nativos). El

rasgo más distintivo de estas colonias, aparte de la nula integración con la población indígena, fue la ausencia de una nobleza al estilo europeo y el amplio margen de autogobierno, base de la democracia estadounidense moderna.

Holanda y Francia A partir del siglo XVII, buques holandeses, franceses e ingleses comenzaron a atacar a la flota española para apoderarse de la plata que transportaba a la metrópoli, y empezaron a fundar colonias en los territorios donde los portugueses o los españoles no se habían establecido. Los holandeses ocuparon las Antillas Menores y la Guayana, mientras que Inglaterra y Francia se disputaron los territorios del norte de América. Finalmente, vencieron los ingleses, debido a su mayor fuerza militar y a su capacidad de inmigración de colonos provenientes de las islas británicas. Los colonos franceses se establecieron en las orillas del río San Lorenzo, en un territorio que luego sería Canadá. Los traficantes de pieles construyeron factorías cerca de los grandes lagos y abrieron una ruta de comunicaciones que llevaba desde el lago Michigan hasta la desembocadura del río Mississippi, donde fundaron Nue-

Los indios de América del norte Los colonos de Virginia combatieron contra los indios en guerras fronterizas, después de un período de paz que habían mantenido con los Pocahontas y su pueblo. Los indios de América del norte, o pieles rojas, se dedicaban sobre todo a la pesca o a la caza. Aunque eran un pueblo de buenos guerreros, los colonos eran superiores en número, y los indios pronto fueron vencidos y obligados a dejar sus tierras. Los que estaban asentados en las zonas más meridionales formaron una confederación, llamada la Liga de las Cinco Naciones, que fue conocida por los franceses como las tribus iroquesas.

_ Preguntas de repaso 1. ¿En qué consistía una encomienda? 2. ¿Qué funciones desempeñaban las audiencias? 3. ¿Qué problemas principales debieron resolver los virreyes del Perú? 4. ¿Qué eran las bandeiras brasileñas?

LA ERA DE LAS REVOLUCIONES

L

a segunda mitad del siglo XVIII está considerada como la era de las revoluciones. Las nuevas ideas que, en el plano político, incidían en la autosuficiencia de los pueblos para gobernarse se difundieron por toda Europa y América. Factor fundamental para la propagación de esas ideas fue la influencia cada vez mayor de la burguesía, cuyos miembros ya no sólo ansiaban acrecentar sus riquezas, sino también detentar el poder político.

que, forzosamente, las colonias debían comprar a la metrópoli. Un año más tarde se aprobó la Stamp Act, por la que se obligaba a pagar un derecho especial sobre el papel sellado. Apoyados por el partido whig (parlamentarista y protestante), los colonos se

negaron a pagar un impuesto para cuya aprobación no habían sido consultados. La decidida oposición de las colonias, encarnada en Benjamin Franklin, provocó dos sucesos: la retirada de la ley y la vuelta al poder del whig William Pitt. Sin embargo, uno

La revolución estadounidense En Norteamérica, las colonias septentrionales habían desarrollado un comercio y una industria locales bastante prósperos y relativamente autónomos. En las colonias del sur, en cambio, se dependía económicamente de las grandes explotaciones de algodón y de tabaco, en las cuales se utilizaba mano de obra esclava. En el norte predominaba la burguesía y en el sur una aristocracia que carecía de títulos nobiliarios. En general, las relaciones comerciales con la metrópoli se basaban en la exportación por parte de las colonias de materias primas y en la importación de manufacturas generadas en el país colonizador, con los medios de transporte bajo control de este último. A fin de paliar el déficit que había sufrido Inglaterra tras la guerra de los siete años, en la que se enfrentó con Francia por el dominio de las colonias de América del norte y de la India, el gobierno tory (monárquico y anglicano) de George Grenville decidió en 1764 ampliar la lista de los artículos

Cuadro de Benjamin West que reproduce la batalla de La Hague, acción bélica ocurrida en 1778 entre británicos y franceses con ocasión de la guerra de la independencia de Estados Unidos (National Gallery, Washington). Fotografías de cabecera: reunión del Comité de Salvación Pública, durante la revolución francesa (izq.), y grabado que reproduce una manifestación en Florencia a favor de la constitución de 1847 (der.).

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HISTORIA: EDAD CONTEMPORÁNEA

Marat fue uno de los miembros jacobinos de la Convención. En la imagen, Marat asesinado, por el pintor francés JacquesLouis David.

de los ministros de Pitt, Charles Townshend, tuvo la ocurrencia de gravar las importaciones de plomo, papel, cristal y té, como medio alternativo para recaudar el dinero perdido con la derogación de la Stamp Act. La reiterada oposición de los colonos, encabezada por Benjamin Franklin, John Adams y Thomas Jefferson, indujo al rey Jorge III a devolver el poder a los tories en 1770. El nuevo gobierno tory de Frederick North derogó todas las medidas impositivas de Townshend, pero concedió el monopolio de la exportación del té a la Compañía de Indias Orientales. En protesta por esta medida, el día 2 de octubre de 1773, varios cargamentos de té fueron quemados o arrojados al mar en el puerto de Boston; North declaró en rebeldía a los colonos y ordenó cerrar la bahía de Boston. Estos acontecimientos determinaron la convocatoria del primer congreso de los trece estados norteamericanos en Filadelfia en octubre de 1774, con el propósito de reclamar la posibilidad de intervenir directamente en los tributos y de votar una “Declaración de derechos”. No se declaró entonces la independencia, pero quedó establecida la unión de las colonias. En mayo de 1775 se reunió en Filadelfia el segundo congreso continental, a raíz del cual se organizaría un ejército insurgente al mando de George Washington. Pronto estalló la guerra. Washington convirtió a las milicias de colonos, inferiores en número al ejército británico, en auténticos

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combatientes, capaces de derrotar a generales de acreditada experiencia. Además, al proceder Washington de Virginia, los estados sudistas también se implicaron en la lucha. El segundo congreso declaró el 4 de julio de 1776 la independencia de los Estados Unidos de América. En el curso de la guerra, el ejército de la metrópoli dominaba inicialmente el mar, lo que le permitía un cómodo transporte de tropas. Por otra parte, muchos habitantes de las colonias se mantuvieron fieles a la Corona. Tras ser expulsados de la ciudad de Boston, los británicos se retiraron a Halifax, en Nueva Escocia. En septiembre de 1777 tomaron Filadelfia, pero poco después se vieron obligados a capitular en Saratoga (14 de octubre de 1777). Este hecho varió decisivamente el rumbo de la contienda. Francia y España, deseosas de acabar con el poder británico, entraron en guerra con Inglaterra y, el 19 de octubre de 1781, el ejército inglés capituló en Yorktown. Un nuevo gobierno whig, que sustituyó al encabezado por North, firmó en París en 1783 el tratado de paz por el que se consagraba la independencia americana, y dos meses más tarde, Washington entraba triunfante en Nueva York.

ladelfia de 1787 Washington y otros diputados presentaron un programa federalista, según el cual cada estado tendría autonomía legislativa y administrativa, si bien las relaciones internacionales, las declaraciones de guerra, la emisión de moneda y el establecimiento de impuestos corresponderían a un Congreso común, compuesto por un número de diputados proporcional al de los habitantes de los estados. La potestad legislativa federal la compartiría el Congreso con un Senado formado por dos senadores de cada estado. Un presidente elegido cada cuatro años ejercería el poder ejecutivo, en tanto que el poder judicial correspondería a un organismo denominado Corte Suprema. La propuesta triunfó y la Unión nació de hecho en 1789, tras ser aprobada la Constitución con dos enmiendas: una para garantizar los derechos individuales de los estados y otra para que éstos se pudieran atribuir todos los poderes que no hubiesen sido expresamente encomendados al gobierno federal. El 30 de abril de 1789, George Washington tomó posesión de la presidencia.

La Constitución de los Estados Unidos

La revolución francesa de 1789 constituyó una ruptura de larguísimo alcance con el orden político y social tradicional. A partir de esa fecha se interrumpiría el movimiento ascendente de las aristocracias, debilitándose así la forma monárquica del Estado. A mediados del siglo XVIII, los nobles franceses se habían convertido

Tras la firma de la Paz de París, que puso fin a la contienda, se produjeron recelos y enfrentamientos entre los estados grandes (Virginia, Pensilvania, Nueva York y Massachusetts) y los pequeños. En el Congreso de Fi-

La revolución francesa

El asalto a la prisión real de la Bastilla, el 14 de julio de 1789, dio inicio a la revolución francesa, que significó el fin de la política opresiva de la monarquía absoluta. En la imagen, La Bastilla, obra de Hubert Robert (Museo Carnavalet, París).

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en los grandes beneficiarios del alza de los precios agrícolas, acaparando tierras y aumentando el importe de las rentas. Además, controlaban las administraciones, reforzaban indecorosamente sus privilegios e imponían su modelo social y cultural. Por su parte, el clero, formado por unas 120.000 personas, percibía el diezmo (entre la doceava y la quinceava parte de la cosecha), cuyo valor había aumentado con la subida de los precios; también poseía inmuebles en las ciudades y no pagaba impuestos. Con todo, estas riquezas eran disfrutadas exclusivamente por el alto clero –obispos, abades y canónigos–, en tanto que el bajo clero –curas y vicarios– vivía miserablemente en muchas áreas del país. Al igual que la industrialización sólo podía encontrar su adecuado sustrato en Gran Bretaña, la revolución de 1789 únicamente pudo germinar en Francia. La burguesía francesa era la más poderosa de Europa. Contaba con amplias bases territoriales, detentaba gran número de importantes cargos, tenía mayor capacidad intelectual que la decadente nobleza y, sobre todo, poseía un considerable patrimonio. En 1789, los burgueses de Francia se encontraron frente a una situación táctica muy difícil: enfrentados a las ambiciones de las clases más privilegiadas, por un lado aceptaron la alianza con las capas populares (campesinos y proletariado urbano), y por otro recibieron el apoyo de algunos elementos de una aristocracia dividida. Ello se debió a que si bien es cierto que la masa de pequeños campesinos, cada vez más numerosa, se encontraba en una situación dramática, no es menos cierto que una parte de la aristocracia francesa no sólo se declaraba antiabsolutista, sino abiertamente partidaria de la igualdad civil. Por tanto, el proceso revolucionario francés debe entenderse como el resultado de una sociedad en ebullición, en la que la mayoría de los campesinos, las masas urbanas, la burguesía, una parte de la nobleza y el bajo clero exigían reformas políticas y sociales. La grave crisis económica y financiera en la que se hallaba el país des-

La era de las revoluciones

141

Cronología de la revolución francesa

Año

Principales sucesos

1789

Convocatoria de los Estados Generales. Constitución de una Asamblea Nacional. Formación de la Asamblea Constituyente. Toma de la Bastilla. Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano.

1791

Proclamación de una nueva Constitución. Se reúne por primera vez la Asamblea Legislativa.

1792

Asalto a las Tullerías y destitución de la monarquía. Creación de la Convención Nacional y escisión entre los jacobinos y los girondinos.

1793

Decapitación de Luis XVI. Supresión de la Constitución y comienzo del Terror.

1794

Dictadura de Maximilien de Robespierre. Derrocamiento y ejecución de Robespierre.

1795

Constitución del año III y separación de los poderes ejecutivo y legislativo. Primera sesión del Directorio.

1799

El Directorio solicita la ayuda de Napoleón Bonaparte. Golpe de Estado bonapartista e inicio del Consulado.

de hacía tiempo terminó por mover a la Asamblea de notables a convocar los Estados Generales, asamblea en la que estaban representados los tres estados o estamentos sociales (nobleza, clero y resto de la población o “tercer estado”) y que no se reunía desde hacía más de un siglo. Convocados los Estados Generales el 24 de enero de 1789, se reunieron en Versalles el 5 de mayo de ese mismo año. Se suscitó allí una cuestión de procedimiento: la nobleza y el clero deseaban que se votara por estamentos, con lo que tendrían dos votos frente a uno del tercer estado, mientras que los representantes de este último defendían el voto individual. Como no se llegó a un acuerdo, los miembros del tercer estado se retiraron para reunirse en París, en el Juego de Pelota. Fue allí donde se formó la Asamblea Constituyente, inicio de la revolución. Una parte del clero y los nobles, encabezados por el duque de Orleáns, se incorporaron a la Asamblea. El rey no quiso aceptar la situación. Ordenó al mariscal De Broglie que concentrara sus tropas en Versalles y entregó el poder al barón De Breteuil.

Al difundirse rumores sobre la disolución por la fuerza de la Asamblea, el duque de Orleáns organizó la revuelta, que culminó con el asalto a la cárcel real de la Bastilla (14 de julio de 1789). Tras estos acontecimientos, Luis XVI optó por retirar sus tropas de Versalles con el fin de tranquilizar a los revolucionarios. Por su parte, éstos crearon la Guardia nacional, bajo el mando del marqués de La Fayette (Marie Joseph Gilbert Motier), héroe de la guerra americana. La Asamblea comenzó a trabajar en la Constitución, aboliendo todos los privilegios y aprobando el 26 de agosto de 1789 la Declaración de derechos del hombre y del ciudadano. En este punto, hay que tener en cuenta que los revolucionarios concebían la transformación de Francia de muy diferentes maneras: los constitucionales (Victor Riqueti, marqués de Mirabeau, y La Fayette) eran partidarios de una monarquía moderada por una Constitución; los girondinos (Jacques-Pierre Brissot) representaban el sector moderado de los republicanos; los jacobinos (Maximilien de Robespierre), cuya base social la componían una

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Las razones fundamentales de la revolución francesa 1) Las ideas. El factor intelectual, como en cualquier otra revolución, representó un importante papel. Los filósofos ilustrados franceses, con su crítica a las instituciones (Voltaire), su doctrina de la soberanía nacional (Rousseau) y la separación de poderes, que postulaba Montesquieu, alimentaron el motor intelectual del proceso revolucionario. 2) Los desajustes sociales. La rígida sociedad estamental que abundaba en privilegios para la nobleza y el clero, aparecía ya en el siglo XVIII como una estructura anacrónica. 3) Los problemas económicos. En 1788, el precio del trigo alcanzaba su máximo del siglo. Las masas hambrientas se vieron empujadas a adoptar posturas desesperadas. La nobleza y el clero estaban exentos del pago de impuestos y poseían del 30 al 40% del suelo cultivado; el resto era propiedad de los burgueses que vivían en las grandes ciudades. Los gastos de la Corte eran excesivos y la guerra de independencia americana había provocado una fuerte sangría en las finanzas estatales francesas. 4) La crisis política. El rey gobernaba sin parlamento (Estados Generales), al modo de la pasada centuria. La doctrina de Montesquieu le parecía un atentado contra sus derechos, que consideraba de origen divino.

burguesía media y las clases populares, eran centralistas y opinaban que la revolución debía llevarse a cabo sin reparar en medios; un núcleo de estos jacobinos, de posiciones moderadas se formó en torno a Georges-Jacques Danton y Camille Desmoulins; los demócratas (Lazaré Carnot) defendían el sufragio universal y la asunción de la soberanía por el pueblo; por último, relacionada con todos estos grupos, pero ajena a la Asamblea, actuaba en las calles la facción de Jean Paul Marat. La Constitución de 1791 establecía la división de poderes, la descentralización de la administración inspirada por los girondinos, la constitución civil del clero, la propiedad como derecho fundamental y la división de los ciudadanos en activos (propietarios con derecho a voto) y pasivos (trabajadores). A raíz de aquello, muchos aristócratas huyeron del país y el rey también lo intentó, aunque sin conseguirlo. Finalizada su tarea, la Asamblea Constituyente se disolvió y se convocaron elecciones para una nueva asamblea. La Asamblea Legislativa (octubre de 1791-agosto de 1792) estaba formada por cuatro tendencias políticas: la derecha, partidaria de una monarquía limitada; la izquierda, girondinos en su mayor parte, dirigida por Brissot y

el marqués de Condorcet (Marie Jean Antoine Caritat); la extrema izquierda, liderada por Carnot, que exigía el sufragio universal, y el centro, mayoritario, pero sin una opinión conjunta y precisa, basculante entre los conservadores y los exaltados. El choque entre la Asamblea y el rey fue inmediato. Las potencias europeas, presas de gran nerviosismo a causa de los sucesos que acaecían en Francia, decidieron declararle la guerra, con el apoyo del monarca francés, quien veía en ella la esperanza de volver a la situación previa a la revolución. Pero esta nueva crisis exacerbó aún más los ánimos de los revolucionarios, quienes el 10 de agosto de 1792 asaltaron el palacio de las Tullerías, hecho que definitivamente derribó a la monarquía. Esta fecha señaló también la entrada en escena de los sans-culottes, que buscaban desesperadamente un remedio a sus problemas económicos. No sólo consideraban enemigos a los aristócratas, sino también a los burgueses ricos. Liderados por JacquesRené Hébert, consiguieron armas y forzaron la convocatoria de elecciones por sufragio universal. La nueva Asamblea surgida de estas elecciones se denominó Convención Nacional y, en ella, los girondinos (Brissot, entre

otros) constituían la derecha, al tiempo que los montañeses o jacobinos (Robespierre, Marat, Danton, Louis Antoine Saint-Just, Carnot) se apoyaban en los sans-culottes y formaban la izquierda. Mientras que la guerra continuaba, la crisis económica se agravó, aumentando peligrosamente la tensión política. Se impusieron los montañeses a las tesis girondinas, que propugnaban la adopción de medidas para evitar un desplazamiento de la revolución hacia la izquierda. Se crearon tribunales extraordinarios, el más importante de los cuales fue el Comité de la Salvación Pública, y dieron comienzo los grandes procesos. Luis XVI y los miembros de su familia fueron condenados a muerte. El 10 de octubre de 1793 se suspendió la Constitución, iniciándose así el período del Terror. El Comité de Salvación se hizo con el poder fáctico y se comenzó una dura represión, tanto de aristócratas y monárquicos como de cualquiera considerado como contrarrevolucionario; se realizaron ejecuciones masivas, incluso de girondinos miembros de la Convención. Maximilien de Robespierre, que dirigía dictatorialmente la política del Comité, se opuso a la anarquía creada por la acción de los sans-culottes de Hébert y en marzo de 1794 ordenó guillotinar a los revolucionarios más radicales, junto a algunos jacobinos moderados como Danton, y a todos los que pusieran en peligro o pretendieran poner fin al régimen del Terror. Cuatro meses más tarde (27 de julio o 9 de termidor, según el nuevo calendario revolucionario), sus enemigos consiguieron derrocarlo y ejecutarlo, junto a sus partidarios, lo que dio inicio al período termidoriano, en el que la Convención prevaleció de nuevo frente al Comité de Salvación. La Convención termidoriana supuso una reacción contra la política del anterior gobierno revolucionario. Las prisiones se vaciaron y muchos exiliados regresaron a Francia. En la nueva Constitución de 1795 (Constitución del año III), los poderes ejecutivo y legislativo, separados, actuaron como un contrapeso para evitar radicalismos revolucionarios.

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El régimen napoleónico El Directorio, órgano encargado del poder ejecutivo, constituido después del golpe termidoriano de 1794, tuvo que enfrentarse a la oposición de los realistas, que opinaban que la revolución había terminado, y a la de los jacobinos, que creían que la revolución estaba siendo traicionada y era necesario salir en su defensa. Los realistas se apoyaron en un levantamiento en la Vendée, mientras que los jacobinos obtuvieron favorables resultados en las elecciones. Sin embargo, el Directorio sometió militarmente el levantamiento y anuló los resultados electorales. En junio de 1799, ante la amenaza de los moderados, que preparaban una restauración, el Directorio solicitó la ayuda del general Napoleón Bonaparte, el cual descollaba ya por sus éxitos en las campañas internacionales. Cinco meses después (18 de brumario, 9 de noviembre) Napoleón protagonizó un golpe de estado que colocó al frente del poder ejecutivo a tres cónsules: Bonaparte, Emmanuel Joseph Sieyés y Roger Ducos. La carrera política de Napoleón, después de haber sido designado cónsul vitalicio, culminó con su coronación como emperador. Se convirtió, así, en un peligro para todos: para los monárquicos y para los revolucionarios, para muchos franceses y para las otras potencias europeas. La Constitución del año XII (1804) consagró a Napoleón como emperador de Francia, reguló la transmisión hereditaria del título y redujo el poder de las asambleas, al tiempo que aumentaba el del emperador. Aunque se mantuvo el sufragio universal, en la práctica predominaba la designación sobre la elección; el cuerpo legislativo vio cómo se reducía su papel y la justicia quedó también en manos de Napoleón. En 1810 se restableció la censura y tanto el clero como la nobleza recuperaron sus privilegios perdidos con la revolución. Por su parte, la burguesía consolidó sus beneficios comerciales e industriales. La política exterior de Napoleón se desarrolló en una triple dirección: la rivalidad con Inglaterra, el deseo de entendimiento con Rusia y la alianza con Austria. El imperio napoleónico se inició con las campañas bélicas con-

tra la tercera coalición de potencias extranjeras (la primera, formada por Austria, Prusia, Gran Bretaña, España y los Países Bajos había terminado, en 1797, con el triunfo de Francia, y la segunda, contra Austria y sus aliados, había finalizado también con la victoria francesa en 1801). La campaña de 1805 señaló la preponderancia marítima de Gran Bretaña tras la batalla de Trafalgar, y contempló las grandes victorias continentales francesas en Ulm y Austerlitz. En 1806 comenzó la guerra contra la cuarta coalición, formada por Rusia y Prusia. La batalla de Jena destrozó al ejército prusiano; Napoleón declaró el bloqueo sobre Gran Bretaña y, tras vencer a los rusos en 1807, en Friedland, firmó con el zar Alejandro I la paz de Tilsit. Fue la cima del poderío napoleónico. Un año más tarde, en 1808, la campaña contra España provocó los primeros fracasos napoleónicos. En las siguientes campañas Napoleón tuvo que improvisar un nuevo ejército con soldados demasiado jóvenes. Entre 1809 y 1810 Napoleón obtuvo todavía importantes éxitos militares, como el de la batalla de Wagram, frente a los austríacos, pero el fin de la alianza con

La era de las revoluciones

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Rusia señaló el comienzo del declive de su imperio. Ante la hostilidad del zar, Napoleón invadió Rusia con un ejército de 700.000 hombres en junio de 1812. El emperador llegó a pisar la ciudad de Moscú envuelta en llamas, pero el frío transformó la retirada de su ejército en un auténtico desastre: perdió más de la mitad de sus tropas. Se formó, entonces, una nueva coalición antifrancesa: Prusia y Austria declararon la guerra a Napoleón. La derrota de Leipzig (1813) confirmó el agotamiento de Francia. Napoleón abdicó y la dinastía borbónica volvió a París. En marzo de 1815, Napoleón se hizo de nuevo con el poder. Las potencias europeas lo declararon enemigo de la paz internacional y el llamado “imperio de los cien días” murió con la derrota napoleónica en la batalla de Waterloo (8 de junio de 1815). Napoleón fue entonces deportado a la isla de Santa Elena, donde murió en 1821.

El congreso de Viena y la Santa Alianza Entre mayo de 1814 y noviembre de 1815, las potencias vencedoras se reu-

Advenimiento y ocaso de Napoleón Bonaparte – Tras una brillante carrera militar, Napoleón fue nombrado comandante de las tropas parisinas por el Directorio en 1796. – El golpe de estado del 18 de brumario (9 de noviembre de 1799) colocó al frente del ejecutivo francés a tres cónsules: Bonaparte, Sieyés y Ducos. – La Constitución del año XII (1804) consagró a Napoleón Bonaparte como emperador de Francia, regulando a la vez la transmisión hereditaria del título y reduciendo el papel de las asambleas. – En 1805, Napoleón venció a los ingleses en las grandes batallas de Ulm y Austerlitz. – En 1806, el emperador inició la guerra contra la cuarta coalición, derrotando al ejército prusiano en Jena. – En España, en 1808, tuvieron lugar los primeros fracasos de las campañas napoleónicas. – Tras la ruptura del pacto con el zar Alejandro I, Napoleón invadió Rusia en 1812, perdiendo 450.000 hombres en la retirada. La derrota dio lugar a la creación de una nueva coalición antifrancesa. – En 1813, Napoleón fue derrotado por los austriacos y prusianos en Leipzig. Tras la batalla, el emperador abdicó, lo que dio lugar al regreso de la dinastía borbónica. – Bonaparte recuperó el trono en 1815, pero, tras ser declarado por las potencias europeas “enemigo de la paz internacional”, volvió a caer, esta vez definitivamente, en la batalla de Waterloo (8 de junio). – Confinado en la isla de Santa Elena, murió en 1821.

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Las campañas emprendidas por Napoleón Bonaparte lograron para Francia un vasto imperio que se extendió desde Moscú hasta Lisboa. En la imagen, Napoleón en el campo de batalla de Eylau, de Antoine Gros (Museo del Louvre, París).

nieron en varias ocasiones para analizar las inmediatas cuestiones suscitadas por la paz y para instaurar un nuevo sistema de ordenación internacional de carácter conservador. Tres figuras dominaron estas reuniones: el zar de Rusia Alejandro I, el canciller austríaco Metternich y el ministro francés Charles Maurice de Talleyrand. El congreso de Viena, celebrado entre 1814 y 1815 y en el que participaron las principales potencias europeas, supuso la remodelación del mapa del Viejo Continente en función de los intereses de los grandes estados del momento (Austria, Rusia, Prusia, Francia y Gran Bretaña), en perjuicio de los pequeños, y también el apoyo a la restauración política del antiguo régimen (en Francia se había restaurado ya la monarquía con la figura de Luis XVIII). Por su parte, el conservadurismo de Austria, Prusia y Rusia se plasmó en la creación de la Santa Alianza (septiembre de 1815), a la que se unió posteriormente Gran Bretaña (Cuádruple Alianza), por la cual los respectivos soberanos se comprometían a defender los principios del cristianismo, a prestarse ayuda mutua y a renunciar a la guerra como forma de dirimir los conflictos, los cuales se-

rían abordados en lo sucesivo en congresos y conferencias. Con estas alianzas y acuerdos, las grandes potencias, además de cumplir con el objetivo de apoyar la restauración borbónica en Francia y de equilibrar las fuerzas de los estados de forma que no pudiera repetirse fácilmente la expansión y hegemonía de uno solo, lograron definir los principios conservadores que en adelante pretendían imponer para establecer el orden, frente a los excesos de la anterior etapa revolucionaria. Según tales principios, al frente del Estado sólo podían estar los soberanos legítimos, legitimidad que, según Talleyrand, venía refrendada por la historia y se asentaba en el derecho; en consecuencia, si un soberano era ilícitamente despojado de sus derechos, las demás potencias podían y debían intervenir para restaurarlo en el poder. Así mismo, el poder del rey legítimo se consideraba de origen divino, por lo que ningún monarca debía supeditarse a Constitución alguna. Por otro lado, la vida internacional a partir de entonces debería ser dirigida por las grandes potencias, las cuales (como ya se ha comentado) se comprometían a dirimir sus conflictos en congresos, para evitar en lo sucesivo nuevas guerras.

Hasta la tercera década del siglo XIX, este conservadurismo se impuso en Europa: en España se restauró el absolutismo en la persona de Fernando VII; la intervención austríaca permitió así mismo el restablecimiento en Italia del antiguo régimen y los movimientos insurgentes alemanes fueron rápidamente sofocados por una bien organizada represión. Sin embargo, las revoluciones independentistas latinoamericanas supusieron un auténtico revulsivo y dieron al traste con esta situación, que comenzó a perder fuerza frente a las nuevas tendencias liberales.

_ Preguntas de repaso 1. ¿Qué supuso la revolución francesa? 2. ¿Cómo se produce en Francia el advenimiento del régimen napoleónico tras la revolución? 3. ¿Por qué se reunió el Congreso de Viena?

LA INDEPENDENCIA DE LATINOAMÉRICA

B

ajo el dominio de España y Portugal, las colonias americanas formaban un grupo de tierras y población muy heterogéneo, unidas sólo por su dependencia de la península. Excepto Brasil, que era territorio portugués, el resto de los actuales países latinoamericanos pertenecían a la Corona española y estaban divididos en cuatro virreinatos. A su vez, estos virreinatos se componían de diferentes capitanías generales. Durante casi tres siglos, las colonias se desarrollaron económica y políticamente bajo la tutela de España. Pero las vías que en esa época comunicaban a la península con las colonias eran pocas, inseguras y lentas. Las decisiones de la metrópoli llegaban con retraso, con lo cual los virreinatos, y en especial las capitanías generales (aún más relegadas), se resentían cada vez más de esta lejanía. Por otra parte, la sociedad latinoamericana se transformaba y desarrollaba a pasos agigantados, con lo que las viejas estructuras del poder colonial ya no servían para gobernarla. Esta situación propició que en el período comprendido entre 1808 y 1814 se iniciaran movimientos políticos en las colonias, todos ellos encaminados a lograr la independencia en la zona. Este proceso se consolidó entre 1820 y 1824, cuando tuvieron lugar las últimas batallas entre los independentistas, o patriotas, y las fuerzas españolas, también denominadas realistas.

rica era efervescente. Una suma de diversos factores externos e internos propiciaron que en cada uno de los países se comenzara a sentir la necesidad de independizarse de la tutela de las metrópolis peninsulares. Las colonias dependientes de la Corona española estaban divididas en los virreinatos de México, Nueva Granada, Perú y Río de la Plata. En esos años, la población total rondaba los quince millones de habitantes, de los cuales casi la mitad era población indígena, el 20 por ciento blanca, el 8 por ciento negra y el 26 por ciento mestiza. De la población blanca, la inmensa mayoría era criolla, es decir,

descendientes de españoles nacidos ya en América. Esta oligarquía criolla representaba las clases más cultas y ricas del continente. Sin embargo, estaba sujeta a las órdenes de una minoría blanca española, enviada directamente de España y que detentaba el poder político, por delegación del rey. Los desacuerdos entre ambos grupos eran patentes. Los criollos no podían aceptar las estructuras políticas y económicas establecidas por la Corona española, que los marginaba del poder y ponía trabas a su desarrollo social. A esta situación interna de descontento social se sumaba la especial situación política internacional de una

Causas y antecedentes de la emancipación A principios del siglo XIX, la situación de las colonias lusohispanas de Amé-

Durante la primera mitad del siglo XIX, la mayor parte de las naciones de Latinoamérica obtuvieron la independencia. En la imagen, firma del Acta de Independencia de El Salvador. Fotografías de cabecera: Simón Bolívar (izq.) y José de San Martín (der.).

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Causas y antecedentes de la independencia de Latinoamérica Causas externas

El enciclopedismo del siglo XVIII, que consagró los ideales de libertad e independencia. La declaración de independencia de los Estados Unidos en 1776, cuyo ejemplo despertó el afán de emancipación y el sentimiento nacional en los restantes países de América. La revolución francesa de 1789, que por primera vez despojó a la monarquía del poder y llevó al mando a la clase burguesa bajo el lema de “libertad, fraternidad e igualdad”. La crisis y el vacío de poder que se creó en la península ibérica cuando las tropas de Napoleón Bonaparte invadieron España y Fernando VII fue enviado a Bayona. Esta situación fue aprovechada en los virreinatos y los criollos hicieron dimitir a los virreyes españoles, supuestamente traidores al rey.

Causas internas

El descontento social de la clase burguesa y criolla que emergía en Latinoamérica. A pesar de que el 95 por ciento de la población blanca era criolla, el poder estaba en manos de la minoría española.

Antecedentes

El primer intento de Francisco de Miranda al desembarcar en 1806 en las costas venezolanas.

época en la que se asentarían las bases de la configuración política del mundo moderno. A finales del siglo XVIII, diversos movimientos revolucionarios, como la independencia de los Estados Unidos y la revolución francesa, así como la influencia de las ideas enciclopedistas, sembraron una conciencia revolucionaria e independentista entre los criollos. Esta nueva manera de pensar y de ver el mundo propiciaría la posterior sublevación. Sin embargo, no todos los criollos estaban a favor de la independencia total; algunos sólo aspiraban a ciertas modificaciones en las leyes que les otorgaran una mayor libertad económica. Por ello, entre 1765 y 1778, durante el reinado en España de Carlos III, se emprendieron reformas liberalizadoras del comercio para incrementar el poder de los criollos. Sin embargo, entre los grupos que estaban a favor de la independencia, estas libertades sólo hicieron que los deseos de ser totalmente libres se

exaltaran aún más. Algunos políticos españoles, más conscientes de la transformación que vivía el mundo, percibieron esta situación y trataron de idear fórmulas intermedias que sustituyeran el centralismo. Bajo el reinado de Carlos IV, el conde de Aranda elaboró un proyecto para iniciar un proceso de relativa emancipación supervisada por la metrópoli. El proyecto proponía la creación de tres reinos independientes (México, Perú y Costa Firme) para que fueran gobernados por tres infantes de la Corona española, pero preservando la conexión económica y de política exterior con la península. Sin embargo, el proyecto nunca se llevó a cabo, ya que cuando se quiso poner en práctica, en 1807, España estaba en guerra con Inglaterra y Carlos IV no se arriesgó a que sus hijos cayeran en manos de los ingleses si pasaban a regir tales reinos. Mientras Inglaterra luchaba contra España, en las colonias se aprovechó esta situación de crisis del go-

bierno central y algunos revolucionarios iniciaron movimientos cuyo objetivo era la independencia. Aunque todos ellos fracasaron, estos intentos sirvieron como antecedentes para la posterior guerra de emancipación. Uno de los más importantes fue el protagonizado por Francisco de Miranda, un venezolano considerado como el precursor de la independencia americana. Nacido en Caracas en 1750, Miranda luchó bajo las órdenes de George Washington en la guerra de independencia estadounidense y después tomó parte en la revolución francesa bajo el mando de Dumouriez. Cuando se estableció en Francia la época del Terror, tuvo que huir a Inglaterra y en 1797 creó en Londres una comisión de independentistas. Desde allí buscó la ayuda británica para emprender un primer intento de liberar a Venezuela de la Corona española. Desembarcó en las costas venezolanas en 1806, pero fue rápidamente rechazado por el ejército español. Muchos atribuyen este fracaso a la impopularidad de Miranda entre los criollos, que lo consideraban casi como un extranjero, por lo que le negaron su apoyo. Los españoles supieron sacar ventaja de ello y presentaron a Miranda como un colaborador de las potencias extranjeras (Inglaterra y Francia). A pesar de este intento fallido, Miranda prosiguió difundiendo ampliamente sus ideas de libertad, que calaron entre los jóvenes que luego serían los líderes de la independencia. Años más tarde, reconocerían su labor y lo investirían con el título de “El Precursor”. Simón Bolívar fue uno de los líderes que más se vio influido por las ideas de Miranda. El colombiano Antonio Nariño también protagonizó un intento independentista en Santa Fe, que fue igualmente sofocado. Años atrás, a finales del siglo XVIII, habían tenido lugar algunos movimientos armados. El más importante fue el del cacique Túpac-Amaru II en Perú en 1780, que tampoco logró triunfar. Túpac-Amaru II lideraba una revuelta en pro de los derechos de los indígenas, con un carácter social muy distinto al que tendría la guerra de independencia de principios del siglo XIX.

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Fase inicial de las guerras de independencia Cuando se produjo la invasión napoleónica de España y los reyes fueron confinados en la localidad francesa de Bayona, se originó en las colonias un levantamiento en contra de la usurpación de la Corona por parte de José Bonaparte. En la península, diversos movimientos luchaban por restablecer en el trono a Fernando VII, lo que dio lugar a la guerra de independencia española (1808-1814). Mientras tanto, trató de llenarse el vacío de poder con la creación de unas juntas constituidas en España a la espera de crear una junta central suprema. Ésta se disolvió también y dio paso a un Consejo de regencia, que entró en funciones en enero de 1810. Esta situación se agravó en las colonias americanas, al generarse una gran desconfianza hacia los gobernantes, ya que los virreyes y capita-

nes generales que ejercían el mando habían sido nombrados en la época de Godoy, regente de Fernando VII que traicionó a su rey. Además, los virreyes habían participado en la lucha contra Inglaterra, de acuerdo con la política de alianzas con Francia. A ojos de los criollos, estos virreyes podrían haber sido tan traidores como Godoy, que permitió el paso a la tropa francesa por territorio español en su camino hacia Portugal, momento que aprovecharon los franceses para hacerse con el poder en España. Así pues, la desconfianza hacia los gobernantes se tradujo en movimientos con un cariz revolucionario que expresaban un deseo de regirse por sus propios hombres, máxime teniendo en cuenta que achacaban sus males a la desatención de los virreyes. Aun cuando las protestas se amparaban en su fidelidad al rey español, en el fondo muchos de los criollos radicalmente independientes aprovecharon esta situación para desprenderse del poder central.

La independencia de Latinoamérica

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“El grito de Dolores” en México Cuando en 1810 se sabía que los franceses iban a llegar a Cádiz, los barcos españoles dejaron de zarpar hacia América. Los más exaltados y los más preocupados, especialmente los comerciantes que cosechaban y exportaban productos, decidieron tomar la iniciativa. Caracas, Buenos Aires, Cartagena de Indias, Bogotá, Quito, Santiago de Chile y finalmente México se alzaron contra el poder establecido, en revueltas siempre encabezadas por criollos desde los respectivos cabildos. Sólo en México la iniciativa de la insurrección no fue de los criollos, sino de un párroco del pueblo de Dolores llamado Miguel Hidalgo, que se puso al frente de los indígenas. José María Morelos se uniría luego a Hidalgo. Su levantamiento, conocido como “El grito de Dolores”, se extendió como la pólvora y llegó a amenazar incluso a la propia capital del Virreinato, dado que en un momento fue secundado por las tropas y por los propios crio-

Al contrario que en el resto de las colonias españolas, en México la insurrección no fue dirigida por criollos, sino por grupos mestizos e indígenas. En la imagen, alegoría de la revuelta mexicana por Diego Rivera.

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llos. A pesar de todo, Miguel Hidalgo fue finalmente vencido y fusilado en 1811. José María Morelos corrió la misma suerte. Tras celebrar un congreso independentista en Chilpancingo en 1813, fue derrotado por el virrey Félix María Calleja en la batalla de Tezmalaca y ejecutado en 1815.

Las luchas internas en el Río de la Plata Cronológicamente, el primer Virreinato en declararse independiente fue el del Río de la Plata, en mayo de 1810. Liniers, el virrey, se convirtió en sospechoso de apoyar a Napoleón Bonaparte a ojos de un general llamado Elío, partidario de la monarquía. Elío creó una junta en Montevideo, que desconocía la investidura de Liniers. Paralelamente, los criollos formaron en Buenos Aires, a través del cabildo abierto, otra junta de gobierno que rechazó el nombramiento del nuevo virrey español, Hidalgo de Cisneros, e inmediatamente lo depusieron del poder. Los independentistas argentinos crearon un gobierno liderado por Cornelio Saavedra, que pretendía imponer la autoridad en un área que se extendía hasta regiones tan lejanas como el Alto Perú (actual Bolivia), Paraguay y la Banda Oriental (Uruguay). Comenzó una crisis en el seno de la junta, que dividió a sus miembros en porteños y provinciales. Los porteños, representados por Mariano Moreno, querían que todo el territorio estuviese dominado desde

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contra del gobernaBuenos Aires y que dor español, Frandesde allí se ejerciecisco Carrasco. Éste ra la hegemonía ecose vio obligado a dinómica del mercado mitir y fue sustituide exportación. Los do por una junta provinciales, por su presidida por el conparte, proponían de de la Conquista, que en la junta huquien tenía como biera delegados del su mano derecha a interior y defendían Martínez de Rozas. una economía más En aquella época, en diversificada. En diel cuadro político ciembre de 1810 se chileno existían tres integraron en la junopciones: los realista algunos delegatas, partidarios de dos provinciales y La figura de Bernardo O´Higgins España; los patriocomenzó una aperresultó de vital relevancia para la tas, que pretendían tura marcadamente emancipación chilena. establecer reformas federalista, que mesin desligarse por ses más tarde fue sustituida por un triunvirato presidi- completo del gobierno central, y los rado por Saavedra, Manuel Belgrano y dicales, que querían la independencia. Moreno, que regresó a la política cen- Martínez de Rozas y Bernardo O’Higtralista. La emancipación, que había gins eran los líderes de esta última sido acogida con vítores en casi todo corriente. Muchos de los que optaban el territorio, comenzó a resquebrajar- por la independencia total con respecse. En Uruguay y Paraguay apareció to a España fueron detenidos en 1810, un foco de resistencia a Buenos Aires. lo que contribuyó a desatar el primer José Gervasio Artigas, de corriente fe- movimiento de emancipación, conocideralista, se oponía a la junta creada do como la “Patria Vieja”. Aunque la en la capital. Al no aceptarse su pro- junta sostenía que eran fieles a Fernanpuesta de instaurar un régimen repu- do VII, el carácter emancipador era en blicano y federal, Artigas decretó la el fondo el que había impulsado las desecesión de la Banda Oriental (Uru- cisiones. Pero, igual que en Río de la guay). Estas divisiones internas entre Plata, las divisiones internas entre los los criollos retrasaron el movimiento revolucionarios llevaron a que el moemancipador y frustraron las conti- vimiento no triunfara del todo. José nuas iniciativas de crear una asam- Miguel Carrera, caudillo del partido blea constituyente. No obstante, en el Radical Patriota, dio un golpe de estaCongreso de Tucumán de 1816 se pro- do en septiembre de 1811 que terminó clamó la independencia por fraccionar al bloque patriota. de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Los patriotas de Nueva Granada

El movimiento de emancipación en Chile

Declaración de la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, cuadro de Francisco Fortuny que representa la emancipación de Argentina en 1816.

La iniciativa del Río de la Plata se contagió rápidamente a Chile. Allí, una parte de la población de Santiago simpatizaba con las ideas revolucionarias y de emancipación, de modo que cuando llegaron las noticias de Buenos Aires surgieron varios motines en

Unos meses más tarde de que el Virreinato del Río de la Plata iniciara el levantamiento, la crisis y el vacío de poder se dejaron sentir en el de Nueva Granada y comenzó la insurrección. Caracas, la capital de la capitanía general de Venezuela, creada en 1777 y dependiente de Nueva Granada, fue una de las primeras en levantarse. El 19 de abril de 1810 se había constituido una junta suprema para preservar los derechos de Fernando VII. Pero cuando la junta asumió el poder, dejó paso inmediatamente a la insurrección en contra de España. No hay que olvi-

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Estados Unidos e Inglaterra para avalar su intención de ser independientes. El 5 de julio de 1811, un congreso nacional proclama la independencia venezolana. Por su parte, en el resto de Nueva Granada estallaron insurrecciones paralelas en varios puntos. Durante 1810 se constituyeron juntas de goEntrada de Diego Morcillo, virrey del Perú, en Potosí, obra bierno autónomas en dide Melchor Pérez de Holguín (Museo de América, Madrid). ferentes provincias del territorio. El 30 de marzo de 1811 se reunió en Bogodar que Caracas siempre había sido tá un congreso supremo, que daría luuno de los focos más rebeldes del con- gar a la constitución de la Federación tinente. Ya a finales del siglo XVIII se ha- de las Provincias Unidas de Nueva bían producido dos revueltas en con- Granada. Pero pronto surgieron rivalitra del dominio español. En 1795, los dades entre las juntas provinciales y la negros, mestizos e indígenas de Coro central, con sede en Santa Fe, y, al igual se alzaron contra los blancos y fueron que en otros puntos del continente, coderrotados en sangrientos combates. menzaron los enfrentamientos entre En 1797, un grupo de criollos encabe- centralistas y federalistas, que, gracias zados por José María España y Manuel a la intervención de Bolívar, no termiGual se proponían proclamar la inde- naron en guerra civil. El 16 de julio de pendencia y fundar una nación en la 1813, la citada Federación declaró su que no existieran las diferencias de cla- independencia y, seis años más tarde, se o de carácter étnico; la conjura fue con la definitiva derrota española, se descubierta por el gobierno español y proclamó la República de la Gran Cosus líderes, ejecutados. Por otra parte, lombia, integrada por Colombia, Venefiguras como Francisco de Miranda ha- zuela, Ecuador y Panamá. bían sembrado en las mentes de los criollos venezolanos la idea de liber- El foco realista: el Virreinato tad. Cuando se creó la junta de gobier- del Perú no, Francisco de Miranda regresó a Venezuela desde Inglaterra. La aristocra- El único Virreinato que permaneció cia caraqueña buscó apoyo en los fiel a España fue el del Perú, que era

Vista de la catedral de Lima, en Perú, Virreinato que constituyó el baluarte más sólido de la Corona española hasta que en 1821 consiguió independizarse de la metrópoli.

La independencia de Latinoamérica

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Monumento a Francisco de Miranda, precursor de la independencia de América.

el baluarte más sólido de la monarquía española en Latinoamérica a principios del siglo XIX. Esto se debía a que Perú siempre había sido uno de los virreinatos más apreciados por la Corona y España se cuidó de mantener su hegemonía y su presencia a lo largo de tres siglos. La metrópoli mantuvo en Perú tropas numerosas y virreyes de mano dura porque la resistencia del pueblo inca no había dejado de latir, como se comprobó con la sangrienta sublevación de TúpacAmaru en 1780. Por otra parte, la clase criolla se había enriquecido mucho con el comercio y, en cierto sentido, disfrutaba de mayores privilegios que otros criollos del continente; socialmente, estaban menos discriminados con respecto a los españoles peninsulares y tenían mayor libertad de acción. El virrey Fernando de Abascal no sólo se mantuvo firme en el poder, sino que desde allí inició campañas para reconquistar las zonas rebeldes. A partir de la liberación chilena por el general San Martín (1818), la lucha independentista alcanzó especial virulencia. San Martín atacó Pisco en septiembre de 1820 y en julio del año siguiente tomó Lima, proclamando la independencia y reduciendo a las tropas realistas, que se refugiaron en las tierras del interior. En 1822 tomó la iniciativa Bolívar y se estableció oficialmente la República del Perú.

La reacción española Sin embargo, la reacción española no tardó en hacerse sentir. Fernando VII,

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HISTORIA: EDAD CONTEMPORÁNEA

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La independencia de las naciones latinoamericanas Países

Libertador

Declaración de independencia

Batallas importantes

Argentina

Manuel Belgrano / José de San Martín

9 de julio de 1816. Congreso de Tucumán. Declaración de independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata

Batalla de Tucumán, en 1812, y batalla de Salta, en 1813, ganadas por Manuel Belgrano

Bolivia (Alto Perú)

Simón Bolívar / Antonio José de Sucre

6 de agosto de 1825. Congreso de Chuquisaca

Batalla de Junín, en agosto de 1824, y batalla de Ayacucho, en diciembre de 1824

Brasil

Príncipe Pedro

7 de septiembre de 1822

Proceso de independencia pacífico

Centroamérica

——

En 1823, las Provincias Unidas de Centroamérica se declararon independientes de México

Proceso pacífico

Chile

Bernardo O’Higgins / José de San Martín

12 de febrero de 1818

Batalla de Chacabuco, el 12 de febrero de 1817, y batalla de Maipú, el 5 de abril de 1818

Colombia

Simón Bolívar

30 de marzo de 1811, en Cundinamarca

Batalla de Boyacá, en agosto de 1819

Ecuador

Antonio José de Sucre

10 de agosto de 1809

Batalla de Pichincha, el 24 de mayo de 1822

México

Agustín de Iturbide

6 de noviembre de 1813

Oaxaca (1812) y Acapulco (1813)

Paraguay

Gaspar Rodríguez Francia

17 de octubre de 1813; se declaró independiente con respecto a España y al Virreinato del Río de la Plata

Batalla de Tacuarí, en 1811

Perú

José de San Martín / Simón Bolívar

28 de julio de 1821

Asalto naval a Lima y batalla de Ayacucho, en 1824

Uruguay

José Gervasio Artigas

25 de agosto de 1825

Batalla de Ituzaingó, en 1827

Venezuela

Simón Bolívar

5 de julio de 1811, en Caracas

Batalla de Carabobo, en junio de 1821

al ser restaurado en el trono, no consideró la posibilidad de iniciar un entendimiento con los criollos, sino que optó por declararles la guerra e inmediatamente envió tropas a América para reinstaurar su soberanía. En ese momento, los focos de resistencia más importantes eran Nueva Granada y Río de la Plata, así que proyectó enviar dos ejércitos expedicionarios contra cada uno de los gobiernos patriotas. Además, Fernando VII sabía que las revueltas emancipadoras habían tenido lugar en el seno de la clase burguesa y confiaba en que las capas sociales inferiores le apoyaran, tal como sucedió en algunos países. Antes de

enviar las tropas desde la península, España inició las campañas de reconquista desde Perú, con Fernando de Abascal al frente del ejército realista, quien restituyó el gobierno realista en Quito e inició una estrategia para destruir el Estado de Cundinamarca. En octubre de 1814 recuperó Santiago de Chile al derrotar a Bernardo O’Higgins en la batalla de Rancagua. Abascal también logró rechazar al ejército patriota argentino, que quería penetrar hacia Cusco, en la batalla de Huaqui (1811) y, tras su victoria sobre José Rondeau en Sipe-Sipe en noviembre de 1815, intentó desarticular la rebelión platense.

En Caracas, apenas un año después de la declaración de la independencia, el ejército realista dio al traste con el proceso emancipador. En 1812 desembarcó el general Monteverde en Coro e inició el avance sobre Caracas. En julio de ese año, Monteverde venció a Francisco de Miranda en San Mateo. Como había previsto Fernando VII, los españoles aprovecharon el descontento social de las capas más empobrecidas, quienes no pensaban que su situación fuese a cambiar con un gobierno de blancos criollos. Así, formaron tropas con campesinos y las enviaron en contra de los patriotas. El ejemplo más claro fue el del español

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José Tomás Boves, quien reunió un ejército de campesinos llaneros con los que derrotó en varias oportunidades a Bolívar y a Miranda. Este último fue detenido y murió en 1816. Por su parte, Bolívar, investido en 1813 con los títulos de Dictador y Libertador de la República, debió salir de Venezuela en 1814, refugiándose en Haití. En febrero de 1815, España había enviado como refuerzo un ejército de diez mil hombres a América bajo las órdenes de Pablo Morillo. Desembarcaron para recuperar primero Nueva Granada, objetivo que Morillo logró tras librar cruentas batallas. Mientras tanto, Bolívar se replegó a Guayana, obligando al ejército español a volver a Venezuela. Las instrucciones dadas por Fernando VII eran las de sofocar la insurrección, sin llegar a la represión absoluta. Sin embargo, Morillo, tras pacificar Venezuela y Nueva Granada, instauró un régimen cruel de castigos y represión que desató las protestas e inspiró nuevos sentimientos independentistas en los patriotas. En 1816, la insurrección en las colonias de América latina estaba completamente controlada por los realistas, a excepción de Buenos Aires, que continuaba bajo el gobierno de la junta patriota. Aunque estaba proyectado por la Corona, al Río de la Plata nunca llegó el ejército expedicionario realista. Sólo el virrey Abascal logró entrar en Tucumán tras vencer a Belgrano, pero su avance se paralizó cuando las tropas españolas de Montevideo, con las que debía conectar, se rindieron ante el ejército de Buenos Aires. Manuel Belgrano expulsó definitivamente a las tropas realistas del territorio argentino tras las batallas de Tucumán (1812) y de Salta (1813). En 1815 se reunió un Consejo Nacional en la ciudad de Tucumán para crear un acta de declaración de la independencia, emitida el 9 de julio de 1816.

ladó a Europa para estudiar, y allí tuvo oportunidad de presenciar el ocaso de la revolución francesa. También pudo asistir a la ascensión de Napoleón Bonaparte, que, en cierta medida, significó un modelo para él. Muy pronto, los ideales de libertad calaron en Bolívar y comenzó a elucubrar sobre la idea de independizar a su país. Cuando regresó a Venezuela, se unió a los criollos que buscaban la emancipación y rápidamente se convirtió en su líder. Durante más de diez años, Bolívar luchó por la libertad de Latinoamérica, cruzando el continente de Venezuela a Perú al mando de su ejército. Cuando las tropas realistas entraron en Venezuela para desarmar el levantamiento patriota de 1810-1811, Bolívar reunió a su ejército y, con ayuda inglesa y estadounidense, inició

Las campañas de Bolívar y San Martín Simón Bolívar (1783-1830), también llamado “El Libertador”, nació en Caracas en el seno de una familia de criollos pudientes. Muy joven, se tras-

Simón Bolívar, “El Libertador”, dedicó su vida a luchar por la libertad de Latinoamérica.

La independencia de Latinoamérica

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un plan para liberar a toda Nueva Granada. En 1813, desde Santa Fe partió hacia Venezuela, realizando la llamada Campaña Admirable. Logró llegar a Caracas y reinstaurar la República, pero fue derrotado por Boves al poco tiempo. Los primeros años de batalla fueron contrarios a los patriotas, que terminaron siendo vencidos en diversas ocasiones por Morillo y por Boves, con lo que Bolívar se vio obligado a huir del país, aunque no tardó mucho en reunir a su ejército de nuevo y contraatacar. Bolívar logró atravesar los llanos venezolanos cuando el general Morillo estaba cerca de Caracas. Cruzó los Andes y venció a las diezmadas tropas realistas que quedaban en Nueva Granada en la batalla de Boyacá en agosto de 1819, con lo que liberó Colombia. Luego partió a Caracas. Bolívar trató de iniciar un acuerdo con Morillo, como el que se había dado en México entre los patriotas y los realistas para poner fin a la guerra (el llamado pacto de Iguala que impulsó el líder realista Iturbide). Pero entre Bolívar y Morillo sólo se dio un armisticio temporal. Cuando Morillo se retiró a España, dejó las tropas al mando de De la Torre. En junio de 1821, Bolívar derrotó a los españoles en la batalla de Carabobo, con lo que terminaba la resistencia española en Venezuela. De la Torre tuvo que refugiarse en la ciudad de Puerto Cabello. Con anterioridad, en febrero de 1819, se había reunido un congreso en Angostura en el que Bolívar había propuesto unir los territorios de Venezuela, Nueva Granada (posterior Colombia) y Quito (Ecuador) en una sola República que recibiría el nombre de Gran Colombia. Tras el triunfo patriota, Bolívar se convirtió en el primer presidente de la República de Colombia, a la que después se anexionó Ecuador al independizarse de la Corona en la batalla de Pichincha en 1822, cuya victoria logró Antonio José de Sucre, uno de los lugartenientes de Bolívar. Apenas triunfó en Carabobo, Bolívar envió un ejército al mando de Sucre para que ayudara a los independentistas ecuatorianos. Los criollos del Alto Perú llamaron a Bolívar para que les ayudara en su lucha independentista. En esa zona,

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HISTORIA: EDAD CONTEMPORÁNEA

los realistas resistían todavía al mando del general De la Serna, pero Bolívar los venció en Junín en agosto de 1824, y Sucre en Ayacucho en diciembre de ese mismo año. El congreso de Chuquisaca (1825) proclamó entonces la República de Bolívar, separada definitivamente del Río de la Plata, y cuyo nombre sería después Bolivia. En 1826, convocó un congreso panamericanista en Bogotá y un año más tarde era proclamado presidente de la República de la Gran Colombia. La vida de José de San Martín (1778-1850), el otro gran artífice de la independencia sudamericana, nacido en el Yapeyú, actual territorio argentino, tiene algunas coincidencias con la de Simón Bolívar. Igual que éste, San Martín había pasado su juventud realizando la carrera militar en España; no obstante, a diferencia de Bolívar, su formación era monárquica y absolutista. Cuando retornó de Europa tenía claro que quería emancipar a su patria, por lo que se unió a las revueltas. Cuando el Congreso de Tucumán declaró la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata en 1817, San Martín comenzó a preparar un ejército para liberar Chile, apoyado con material y dinero estadounidense e inglés. Al final de la contienda europea, a Inglaterra no le interesaba que España reconstruyera

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su imperio en América y continuara con el monopolio comercial de las Indias Occidentales; por ello, de una forma abierta o con subterfugios, colaboró con las tropas patriotas en diversas ocasiones. El ejército de San Martín, conocido como el ejército de los Andes, emprendió su campaña en 1817. Tras cruzar los Andes en precarias condiciones, logró vencer a las tropas realistas en la batalla de Chacabuco y se apoderó de Santiago. Allí proclamó la independencia de Chile, anuncio que fue confirmado el 12 de febrero de 1818 por Bernardo O’Higgins, antiguo lugarteniente de San Martín y recién nombrado director supremo del país. San Martín, igual que Bolívar, no se conformaba con haber logrado liberar un país. Creía firmemente que su misión era colaborar con la independencia de todo el continente. Por ello, tras liberar Chile partió hacia Perú. En una

En 1817, al frente de su ejército, José de San Martín cruzó los Andes, momento que recoge el cuadro, obra de Augusto Ballerini, y, tras vencer a las tropas realistas en Chacabuco, proclamó la independencia de Chile (Museo Histórico Nacional de Buenos Aires).

José de San Martín (izquierda) y Antonio José de Sucre (abajo), artífices de la independencia latinoamericana.

arriesgada operación naval, San Martín desembarcó en Pisco en septiembre de 1820 e inició el avance hacia Lima. Contaba con que no llegarían refuerzos realistas porque las tropas habían sido retenidas en España a causa de la sublevación de Rafael Riego. El cambio de régimen en la península, donde habían triunfado los liberales, favoreció la causa emancipadora. Una de las medidas fue suspender el envío de tropas a América. Muchos políticos liberales españoles que estaban en el gobierno veían con cierto beneplácito la rebelión de las colonias. Cuando Sucre derrotó a los realistas en Pichincha, San Martín se adueñó de Lima y proclamó la independencia del Perú el 28 de julio de 1821. Tres años más tarde, tras la victoria de Ayacucho, De la Serna capituló definitivamente frente a José de Sucre. Los dos próceres de la independencia latinoamericana se entrevistaron en Guayaquil en julio de 1822, en un encuentro histórico cuyo contenido aún se discute y a raíz del cual Bolívar tomó la iniciativa y San Martín se retiró, renunciando a su título de “Protector” del Perú.

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La proclamación de la independencia en los distintos países

La independencia de Latinoamérica

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fugaz imperio de Agustín I, con excepción de El Salvador, que se unió en un principio a los Estados Unidos. En 1823 se proclamó la independencia de las Provincias Unidas de CenEn los restantes países latitroamérica, formadas por noamericanos, más tarde o Guatemala, El Salvador, más temprano se consoliNicaragua, Honduras y daron los movimientos de Costa Rica. Sin embargo, emancipación que habían las naciones abandonaron comenzado en la primera el federalismo y se constituy segunda décadas del siyeron cada una como país glo XIX. En México, el virrey independiente entre 1838 Juan Ruiz de Apodaca hay 1839. bía logrado someter todos El proceso de emancipalos levantamientos indeción brasileño fue pacífico. pendentistas y restablecer Cuando en Portugal se prola autoridad española desdujo la invasión napoleónide 1816. Pero uno de los ca, el rey y su familia se rehombres que le apoyaba, el fugiaron en Brasil y traslalatifundista Agustín de daron la corte a Río de Iturbide, se alió con el gueJaneiro. A su regreso a Lisrrillero Vicente Guerrero. boa, dejó como regente a su Durante las primeras décadas del siglo XIX surgieron distintos En mayo de 1821, cuando hijo Pedro. Años más tarde, movimientos emancipatorios en Latinoamérica, que Iturbide debía atacar a la cuando el rey Juan VI intendesembocaron en las sucesivas declaraciones de independencia tó restablecer y reorganizar guerrilla de Guerrero, no de los países que la conformaban. En la imagen, monumento conmemorativo a la libertad, en San Salvador. su imperio en América, las sólo no avanzó contra él, fuerzas independentistas sino que se puso de acuerdo se alzaron en Ipiranga y el con éste para firmar un tratado de paz, el plan de Iguala. En este asumió el poder Guadalupe Victoria mismo Pedro declaró la independendocumento se establecía que México como presidente de un gobierno re- cia de Brasil, proclamándose empesería una monarquía católica e inde- publicano que declaró a México rador el 7 de septiembre de 1822. En 1824, tras la derrota en Ayacupendiente de España, basada en una como República federal en octubre cho del ejército realista, sólo Cuba y constitución que daría iguales dere- de 1824. Centroamérica estuvo unida a Mé- Puerto Rico permanecían como colochos a mexicanos y españoles. El virrey Apodaca aceptó el plan, pero fue xico e incluso llegó a formar parte del nias españolas en América. destituido por los oficiales del ejército realista. Sin embargo, no se pudo contener el avance de Iturbide, que ocupó la capital y se declaró emperador del país bajo el nombre de AgusPreguntas de repaso tín I. Inicialmente, ofrecieron la corona a Fernando VII, pero éste denegó la petición porque estaba en contra 1. ¿Qué patriota venezolano se puede considerar como el precursor en la del proceso independentista que se lucha por la independencia de Latinoamérica? había llevado a cabo. Cuando Iturbi2. ¿Cuál fue el primer virreinato en declararse independiente de la Corode disolvió el Congreso, se desataron na española? numerosas protestas y sublevaciones republicanas, entre las que destacó la 3. ¿A qué se debió que la resistencia española se estableciera sobre todo en el del general López de Santa Anna en Virreinato del Perú? diciembre de 1822. En marzo del año 4. ¿En qué consistió el encuentro entre Simón Bolívar y José de San siguiente, Iturbide abdicó y marchó Martín? a Europa, siendo ejecutado a su regreso a México en 1824. A raíz de ello,

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LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

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urante la segunda mitad del siglo XVIII se inició en Gran Bretaña, para difundirse más tarde a otras naciones europeas, un profundo e importantísimo proceso que culminó con la sustitución de la producción artesanal por otra masiva e industrial. Esta transformación desplazó hacia las fábricas y las ciudades industriales a los trabajadores, y trasladó así mismo el capital que, a partir de en-

tonces, empezó a ser invertido en fábricas y maquinaria. Adquirió preponderancia la figura del industrial, surgió una nueva clase de profesionales, y en las grandes concentraciones industriales apareció el proletariado urbano, una masa de jornaleros en gran medida procedentes del campo, que ahora trabajaba en las fábricas. A este complejo proceso, decisivo para la conformación del mundo contemLa revolución industrial produjo una nueva clase social, el proletariado, constituida por una masa de jornaleros procedentes en su mayoría del campo que acudían a las grandes urbes a trabajar en las fábricas. En la imagen, fábrica parisiense según un grabado del siglo XIX.

Iniciada en Gran Bretaña a mediados del siglo XVIII, la revolución industrial significó una profunda transformación de las estructuras sociales y económicas del mundo occidental vigentes hasta entonces.

Fotografías de cabecera: reunión del Comité de Salvación Pública, durante la revolución francesa (izq.) y grabado que reproduce una manifestación en Florencia a favor de la constitución de 1847 (der.).

poráneo, se le denomina revolución industrial. El término fue acuñado por Arnold Toynbee en el siglo XX.

Factores que favorecieron el desarrollo de la industrialización Como ya se ha comentado, la revolución industrial comenzó en Gran Bretaña, con características propias y únicas. Entre las causas que motivaron esta gran transformación económica, laboral y social se encuentran la introducción de nuevas técnicas agropecuarias, que mejoraron de forma notable la productividad agrícola; el llamativo crecimiento demográfico, que trajo consigo un aumento de la demanda y del consumo internos, con el consiguiente incremento del capital; el desarrollo del comercio internacional; el avance de la ciencia y de la tecnología, y el espíritu emprendedor e innovador de los primeros empresarios británicos. La amenaza que había pesado sobre los beneficios agrícolas, tras la depresión acaecida años atrás, fue probablemente una de las causas que a principios del siglo XVIII impulsaron a los propietarios de tierras ingleses a buscar nuevas técnicas capaces de mejorar y racionalizar la productividad. Teniendo en cuenta que en aquel momento cerca del 80% de la pobla-

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Modelo de martillo a vapor de 1846, expuesto en el Conservatorio Nacional de Artes y Oficios de París.

ción trabajadora se ocupaba en el campo, es fácil comprender la trascendencia social que tuvieron las innovaciones introducidas. El sistema de cultivos intensivos sobre grandes superficies, la mejora de los aperos de labranza, la introducción de la sembradora mecánica de Jethro Tull, el empleo de fertilizantes y, desde otro punto de vista, la aplicación del criterio capitalista de rentabilidad, provocaron en conjunto un aumento de la productividad, que permitió las exportaciones y la acumulación de capital disponible para nuevas inversiones, al mismo tiempo que hacía desaparecer a los pequeños campesinos que carecían de recursos para modernizarse y aumentaba la oferta de mano de obra para la industria, procedente del agro y desplazada por la implantación de las nuevas tecnologías. En paralelo, este aumento de la productividad agrícola, unido a la mejora de la sanidad y los avances médicos, entre los que destaca el descubrimiento de la vacuna contra la viruela por Edward Jenner, provocó un ascenso de la tasa de natalidad y un descenso de la de mortalidad notables, que desembocaron en el espectacular crecimiento demográfico que se produjo desde mediados hasta finales del siglo (en cincuenta años, la población aumentó en siete millones de personas, algo impensable en otras épocas). Por otro lado, hacia 1750 el comercio ultramarino británico había duplicado su actividad con el desarrollo del tráfico marítimo intercontinental y en 1800 ya se había construido una red de canales internos que unía los puertos principales, como Bristol, Londres y Liverpool. Así mismo, el transporte por carretera se perfeccionó y las comunicaciones avanzaron de forma notable con el advenimiento del ferrocarril.

Finalmente, si a todos estos factores se une el descubrimiento de nuevas fuentes de energía (vapor y electricidad), el desarrollo tecnológico en distintas áreas, el espíritu inversor de los nuevos capitalistas y el auge de las tendencias liberales y nacionalistas, que apoyaban el desarrollo de una industria nacional competitiva, se puede entender el rápido proceso de industrialización que tanto habría de modificar la vida de las generaciones posteriores.

Revolución industrial y desarrollo tecnológico Desde tiempos inmemoriales, la invención de mecanismos destinados a economizar y simplificar el trabajo humano se había debido a la creatividad de inteligentes e ingeniosos artesanos, a menudo desprovistos de conocimientos científicos, aunque perfectos conocedores de la práctica de su oficio. Sin embargo, los avances que posibilitaron los progresos de la industria textil o la construcción de la máquina de vapor, se basaron en la estrecha re-

La revolución industrial

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lación existente en el siglo XVIII, especialmente en Gran Bretaña, entre la ciencia y la técnica. Fueron hombres de ciencia, interesados en la aplicación práctica de sus experimentos, quienes hicieron factible el proceso de industrialización. La calidad de la formación impartida en las universidades británicas, por un lado, y la actividad de sociedades culturales como la Lunar Society de Birmingham, donde la investigación pura y la aplicación práctica se fusionaron perfectamente, ilustran bien el ámbito de donde surgieron las nuevas tecnologías que habrían de revolucionar el mundo industrial. En 1763, el físico británico Joseph Black estableció por primera vez la diferencia entre calor y temperatura; poco después, en 1769, el ingeniero y mecánico James Watt, basándose en el descubrimiento del francés Denis Papin de que la energía generada por el vapor puede ser transformada en movimiento, inventó un condensador que mantenía el agua a una temperatura constantemente elevada, lo que limitaba la pérdida de energía. Las sucesivas investigaciones de Watt en esta línea darían lugar al desarrollo y perfeccionamiento de la máquina de vapor, cuya aplicación en el mundo del transporte y de la industria fue de enorme trascendencia. El sector industrial pionero en renovar su tecnología fue el textil; la maquinaria nueva en él introducida (lan-

Locomotora de vapor fabricada por George Stephenson para cubrir el trayecto entre Liverpool y Manchester.

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HISTORIA: EDAD CONTEMPORÁNEA

Alexander Graham Bell, inventor del teléfono.

zaderas volantes, hiladoras continua e intermitente, máquinas cardadoras y el telar mecánico, entre otras) incrementó sobremanera la capacidad productiva y abrió a los británicos los mercados europeos y americanos. Por otra parte, la renovación de la industria siderúrgica se centró en disminuir los costos derivados de la carestía del combustible y en mejorar la baja calidad del hierro. La utilización del coque en los altos hornos, propuesta por Abraham Darby (hijo), y el nuevo procedimiento de forja inventado por Henry Cort hicieron posible la consecución de ambos objetivos, por lo que se inició una producción de hierro de buena calidad a muy bajo costo. Ello, unido a la fuerte demanda de este material desde otros sectores (armamentístico, naval y, especialmente, el ferroviario), explica el gran crecimiento experimentado por la siderurgia, que hacia 1850 desbordaba la capacidad de consumo nacional, lo que posibilitó la exportación de la producción excedentaria a Estados Unidos, India y algunos países europeos. La industria del acero también vivió un notable auge, gracias sobre todo al procedimiento de obtención de dicho metal, ideado por Henry Bessemer en 1855 y que lleva su nombre, mediante el cual se abarataron sobremanera los costos productivos,

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lo que a su vez incidió en la mayor competitividad de los precios del acero en el mercado. Parejo al aumento de la productividad industrial y agrícola y al del consumo se produjo el desarrollo del comercio, interno y exterior, de los transportes y de las comunicaciones. El perfeccionamiento de la máquina de vapor revolucionó definitivamente el mundo del transporte: en el mar, los veleros fueron sustituidos por barcos de vapor, y en tierra apareció el ferrocarril. El ingeniero británico William Hedley, en 1813, fue el primero en utilizar una locomotora para arrastrar una serie de vagones de mercancías por unos raíles; George Stephenson, también ingeniero, construyó en 1822 el primer tren minero, que cubrió una distancia de 13 km, entre Stockton y Darlington; ocho años más tarde circuló el primer tren de pasajeros entre Manchester y Liverpool. A partir de entonces, Gran Bretaña comenzó a desarrollar su red ferroviaria y una década después, en torno a 1840, Francia, Bélgica, Alemania y España siguieron su ejemplo. Pero si el descubrimiento del vapor como fuente de energía fue importante, no lo fue menos el de la electrici-

dad. Alessandro Volta, Luigi Galvani y Michel Faraday descubrieron sus secretos. En 1836, Samuel Morse la aplicó al telégrafo y, en 1876, Graham Bell, al teléfono. Por otro lado, en 1851 se fundó la agencia de noticias Reuter. Había nacido el moderno mundo de las comunicaciones.

Las transformaciones sociales Con la industrialización aparecieron nuevos grupos sociales. Por un lado, empresarios y banqueros que representaban la innovación; por otro, obreros industriales que encarnaban la mano de obra. Surgió así una sociedad diferente, más dinámica y compleja que la preindustrial, que estaba formada por estamentos, es decir, por grupos cerrados, cuya composición venía determinada en gran medida por el nacimiento. Dos de estos grupos, la nobleza y el clero, disfrutaban de numerosos privilegios, como la exención de impuestos y el monopolio de ciertas funciones tales como el gobierno o la administración de justicia. Así concebida, la sociedad era un organismo en el que cada estamento cumplía una función determinada.

Imagen de un vehículo de vapor con tres ruedas, diseñado por Nicolas Joseph Cugnot en 1769, que se exhibe en el Conservatorio Nacional de Artes y Oficios de París.

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La revolución industrial

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del campo o cambiaba con guados que los de los hombres. Los enorme facilidad de una fábri- estragos que las condiciones laboraca a otra. Esta situación acabó les causaron en las poblaciones fedando origen a una serie de menina e infantil fueron una de las medidas fuertemente represo- causas que alentó la formación de ras por parte de los patronos, las primeras asociaciones obreras, anque crearon disposiciones dis- tecedentes de los sindicatos, y gracias ciplinarias orientadas a envol- a cuya presión se consiguió acabar ver al obrero en una tupida red con muchos abusos desde el marco de prohibiciones e infracciones de la legalidad. Los horarios, contiinconcebibles en una empresa nuados y excesivos, resultaron un actual y que dieron lugar a si- problema mayor aún que los salatuaciones en las que se multi- rios. Si bien en teoría el trabajo con plicaron los abusos. Se impu- máquinas debía de resultar más cósieron multas muy severas que modo, las jornadas laborales de 16 y reducían drásticamente la re- 17 horas extenuaban a los obreros. Dos de las principales manifestaciones que trajo tribución de los obreros y, Éste es uno de los aspectos más consigo la revolución industrial fueron el como no existían salarios fijos, controvertidos del gran cambio soespectacular crecimiento de la población y la éstos se elevaban o reducían cial que generó la revolución indusmejora del bienestar material. caprichosamente. Junto a estas trial. Resulta evidente que la adaptaactitudes también se dieron las ción a la nueva sociedad se realizó en En cambio, la nueva sociedad in- contrarias, a veces rayanas en el pa- condiciones muy negativas para los dustrial estaba compuesta por gru- ternalismo, por parte de empresarios trabajadores del sector. La inmigrapos abiertos, determinados en gran que preferían estimular a los obreros ción del campo a la ciudad señaló el medida por su capacidad económica. con el fin de incrementar su rendi- inicio de un amplio movimiento El dinero era fuente de poder y el as- miento. Entre otras ventajas, les ofre- de degradación de las condiciones de censo en la escala social dependía de cían el pago por piezas, gratificacio- vida, y ciudades que no estaban prela consecución de una mayor fortuna. nes, vivienda y educación. paradas para ello aumentaron brusLas leyes y oportunidades en la nueTampoco se puede ignorar que en- camente su población (en 1880, va sociedad eran en teoría iguales tre las nuevas empresas se suscitó la Londres tenía cuatro millones de hapara todos, de modo que cualquier competencia por los mercados. Por bitantes y París, dos millones). El hahombre capacitado podía acceder a tanto, había que abaratar la produc- cinamiento supuso peor alimentacualquier cargo o asumir responsabi- ción, renovar la maquinaria o am- ción, menos higiene y, en la fábrica, lidades concretas. pliar la capacidad productiva de las malas condiciones sanitarias laboraNo obstante, la igualdad entre los fábricas. Y como para alcanzar tales les. También se trastocaron las bases hombres fue más teórica que real, objetivos resultaba imprescindible tradicionales de la vida familiar, sopues subsistieron grandes diferencias acumular capital, los bajos salarios bre todo a causa de la ya apuntada inde fortuna y cultura entre las clases se impusieron. En este contexto, se corporación de las mujeres y los nimedias y altas (empresarios, univer- multiplicaron los abusos: en la bús- ños al mundo sitarios, comerciantes, funcionarios) queda desesperada de mano de obra del trabajo. y las bajas (campesinado y obreros). barata se llegó a emplear a mujeres y En el siglo XVIII, la principal dificul- a niños, que percibían unos satad de las empresas equipadas con larios mucho más maquinaria moderna fue encontrar menmano de obra capaz de realizar el nuevo tipo de trabajo originado por la revolución tecnológica. Por otro lado, el contraste entre el trabajo del campo o del taller artesanal, más flexible y libre, con la rigidez impuesta por la exigencia de productividad provocó las diversas formas de reacción defensiva del obrero contra su trabajo y, como consecuencia, del empresario contra el obrero. Los domingos y días de fiesta desorganizaban la producción. AdeEl desarrollo y perfeccionamiento de la máquina de vapor revolucionó el mundo del más, la mano de obra se ausentaba de transporte: en el mar, con los barcos de vapor, y en tierra, con locomotoras de ferrocarril, la fábrica durante las grandes faenas como la que muestra la imagen.

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La revolución industrial trajo consigo la aparición de un gran contraste entre clases sociales, lo que originó el surgimiento de movimientos socialistas-marxistas y anarquistas. En la imagen, primera edición de El Capital, de Karl Marx.

por provocar el rechazo del capitalismo y la aparición de los movimientos socialistas-marxistas y anarquistas y, con ellos, las revoluciones obreras.

Difusión de la revolución industrial Por otra parte, la revolución industrial propició, así mismo, la aparición de una nueva burguesía, formada por los grandes industriales, los banqueros y los comerciantes importantes, que, favorecidos por el incipiente capitalismo y por el liberalismo económico, acumularon grandes fortunas en apenas una generación. Entre éstos y los asalariados de la industria crecía cada vez más una clase media, dedicada fundamentalmente a actividades profesionales y al pequeño y mediano comercio. El grave contraste entre los dos extremos de esta nueva escala social generó tensiones cada vez mayores y más frecuentes, que terminaron

El belga de origen británico John Cockerill fue el introductor de la revolución industrial en Bélgica, al fundar en 1817 en Seraing una de las mayores factorías europeas para la construcción de máquinas de vapor. Por su parte, Francia, tras la modernización de sus estructuras jurídicas y políticas, logró también un importante desarrollo industrial en la primera mitad del siglo XIX. En el resto del continente, en cambio, la industrialización no se produjo hasta bastante más tarde. Con una economía basada en la agricultura, un mercado interior pobre y anclada aún en sistemas económicos en los que la nobleza detentaba el control de los medios de producción y se mos-

traba muy poco proclive a las inversiones y a las novedades, gran parte de Europa vivió ajena a la industrialización hasta casi finales del siglo. En los llamados países del este, la revolución industrial propiamente dicha no se produjo hasta el período stalinista (1929) de la Unión Soviética y el establecimiento del primer plan quinquenal, que dio prioridad al desarrollo de la industria pesada. A partir de la segunda mitad del siglo XIX, en Alemania, ya unificada, Japón y Estados Unidos, el proceso industrializador avanzó con rapidez; el capitalismo se consolidó, aparecieron los grandes monopolios, la producción aumentó y, en consecuencia, surgió la necesidad de buscar mercados cada vez más amplios. La conjunción de todos estos factores dio lugar a un nuevo imperialismo colonial, que tuvo numerosos detractores (entre ellos, Adam Smith y Lenin), retrasó el desarrollo de los países colonizados y estuvo en la base de las conflagraciones mundiales de la primera mitad del siglo XX.

_ Preguntas de repaso 1. ¿Qué nuevas clases sociales aparecieron como consecuencia de la revolución industrial? 2. ¿Cuál fue la aportación científico-tecnológica que dio mayor impulso a la revolución industrial? 3. ¿En qué países se produjo antes esta revolución?

EL AUGE DE LOS NACIONALISMOS

N

acionalismo y liberalismo fueron los factores dinámicos de la vida política del siglo XIX. Si bien es cierto que el período comprendido entre 1850 y 1880 se caracterizó económicamente por la industrialización, la urbanización y el crecimiento exponencial del número de asalariados, políticamente estuvo marcado por la aparición del sentimiento nacionalista y de la democracia liberal. Este sistema excluía a los gobiernos cuya autoridad provenía de una tradición o de un golpe de fuerza. Por tanto, excluía a la mayor parte de los regímenes políticos anteriores a 1848. Pero el surgimiento de la burguesía trajo también consigo la aparición del nacionalismo. Basado en el honor y en una exaltación del sentimiento de comunidad, el nacionalismo comenzó siendo una poderosa corriente romántica y cultural, para transformarse en un movimiento militar impregnado de dureza y violencia. Lo cierto es que existía un consenso generalizado en la crítica de la superioridad del estado unitario sobre la división territorial, crítica en la que coincidieron nacionalismo y liberalismo.

eran los más poderosos. Otros cuatro reinos, Baviera, Württemberg, Hannover y Sajonia, les seguían en importancia. La Dieta Federal, que presidía el emperador de Austria, era el único órgano comunitario. En 1834 se creó el Zollverein, unión aduanera de los estados del norte, que está considerada como el primer paso dado hacia la unificación territorial. Gracias al Zollverein, la hegemonía pasó a manos de Prusia y la población de la zona aumentó rápidamente. Austria, por

Alemania

Otto von Bismarck fue el principal artífice de la unificación de Alemania y de su desarrollo económico durante la segunda mitad del siglo XIX.

La Confederación Germánica, formada en 1815 tras el congreso de Viena, en sustitución del sacro imperio, constaba de cuatro unidades libres y 35 estados, de los cuales Austria y Prusia

Fotografías de cabecera: reunión del Comité de Salvación Pública, durante la revolución francesa (izq.) y grabado que reproduce una manifestación en Florencia a favor de la constitución de 1847 (der.).

Las unificaciones de Alemania e Italia

su parte, auspició la Unión Tributaria, que no llegó a convertirse en auténtica competencia para los mercados del Zollverein. En 1835 se inauguró el ferrocarril Nuremberg-Fürth y, pocos años más tarde, una completa red ferroviaria unía los territorios del norte alemán. Factor fundamental para la unificación alemana fue también la propagación de obras en las que se reflexionaba acerca del concepto de nación. Fichte, con sus Discursos a la nación alemana, y los jóvenes filósofos

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El liberalismo en España Durante el siglo XIX, el campesinado continuó siendo el sector mayoritario de la población española. Junto a él subsistía una nobleza que había ido perdiendo importancia, y empezó a adquirir protagonismo la burguesía, que defendía el carácter sagrado de la propiedad y el orden como supremo valor. Por otra parte, España acometió tardíamente su proceso de industrialización, razón por la cual el proletariado español tenía un menor desarrollo y cohesión que el de las grandes potencias industriales. Con el régimen liberal, inspirado en la Constitución de 1812, suspendida durante el reinado absolutista de Fernando VII, se inició en España una época de expansión económica caracterizada por el paso de una agricultura de subsistencia a una agricultura comercial; un relativo desarrollo de la industria, sobre todo de la textil; la articulación de una red comercial gracias al ferrocarril y al telégrafo, y la aparición de los bancos modernos y de las sociedades de crédito. Uno de los procesos más interesantes acaecidos en la España liberal fue la desamortización del ministro de Hacienda y presidente del Gobierno Mendizábal (Juan Álvarez y Méndez) en 1836. Los bienes puestos a la venta por el Estado pertenecían a órdenes religiosas suprimidas y el proyecto de Mendizábal pretendió que las tierras pasaran a manos de capitalistas o de la burguesía provinciana. Dichas ventas se paralizaron cuando los moderados accedieron al poder. Con el posterior gobierno progresista, Pascual Madoz inició una nueva oleada desamortizadora (1855), que no sólo contemplaba la venta de los bienes del clero, sino también los de los ayuntamientos. Este proceso afectó profundamente a la vida española: en el orden político, porque el liberalismo isabelino se vio apoyado por la burguesía compradora; en el económico, porque, si bien el Estado no obtuvo los ingresos que esperaba, se produjo un gran volumen de ventas; en el social, porque los campesinos salieron perjudicados ante los nuevos señores y la propiedad siguió concentrada en unas pocas manos, y, por último, en el ámbito artístico, porque muchos tesoros se perdieron al quedar abandonados los monasterios. Políticamente, el liberalismo en España estuvo marcado por las regencias de María Cristina y Espartero, y por el reinado de Isabel II, época que se caracterizó por las alternancias en el poder y por las tensiones entre los partidos políticos. Antes de la mayoría de edad de la reina se produjo la regencia de María Cristina, durante la cual se alternaron en el poder moderados y progresistas. Finalizada la guerra carlista (entre los partidarios de la futura reina Isabel y los del infante Carlos), comenzó la regencia de Espartero, en la que el poder estuvo en manos de un sector del progresismo. Bajo el reinado de Isabel II tuvo lugar la llamada década moderada (1843-1854), cuyo hombre fuerte fue el general Ramón María Narváez, así como el bienio progresista (1854-1856), producto de un alzamiento militar encabezado por el general Leopoldo O’Donnell. En 1868, una sublevación militar destronó a Isabel II y, hasta 1874, España soportó una serie de sacudidas revolucionarias bajo el reinado de Amadeo de Saboya, que desembocaron en la implantación de la primera República (1873) y el posterior golpe militar de Pavía (enero de 1874), que puso fin al experimento republicano y proclamó rey al hijo de Isabel II, Alfonso XII.

hegelianos abogaron encendidamente por la unidad de la patria. A partir de 1851, Prusia estuvo representada en la Dieta de la Confederación por Otto von Bismarck. La figura de Bismarck llena por sí sola un largo período de la historia alemana y europea. Al servicio de Prusia y desde su cargo en la Confederación, Bismarck comprobó que cada vez se extendía más el anhelo de unidad, al tiempo que crecía la animadversión hacia Francia. Ambos sentimientos lo

impulsaron a emprender la unificación alemana y a implantar un sistema de equilibrio europeo diferente del surgido tras el congreso de Viena, basado en la existencia de grandes bloques que actuaban como contrapeso.

La guerra de los ducados y la guerra franco-prusiana Schleswig, Holstein y Lauenburg eran tres ducados de población alemana, pero situados al sur de Dina-

marca y gobernados por príncipes daneses. Al ser designado Cristián de Gluksburgo, primo del rey por línea femenina, como heredero de Federico VII, estalló una crisis dinástica. La vigencia en los ducados de la ley sálica impedía a aquél acceder al trono y traspasaba los derechos a un príncipe alemán. Así planteada, la situación se presentaba inmejorable para los partidarios de la anexión de los ducados a Alemania. En 1861, Guillermo I heredó la Corona de Prusia y entregó a Bismarck el poder. Éste encargó la organización de su ejército al mariscal Helmuth, conde de Moltke, y se procuró la amistad de Rusia tras su apoyo al zar en la revolución polaca de 1863. No obstante, la incorporación de los ducados a Alemania suponía una sustancial alteración del mapa elaborado en el congreso de Viena, de manera que Bismarck optó por buscar el apoyo de Austria para invadirlos. Una guerra relámpago (febrero-octubre de 1864) otorgó Schleswig a Prusia y Holstein a Austria. Pero la rivalidad entre ambas potencias se evidenció rápidamente. El canciller prusiano utilizó la prensa como vehículo propagandístico contra Austria. La acusación de mala administración de Holstein y a la propuesta prusiana de instalar un Parlamento alemán al que se accediera mediante sufragio universal (propuesta que Austria, imperial y aristocrática, jamás podría compartir) fueron los detonantes de la guerra de 1866. Gracias al apoyo de Rusia y Francia, al desarrollo de la red de comunicaciones y a la superioridad de su armamento, Prusia acabó derrotando al ejército austríaco en la batalla de Sadowa. Hannover fue anexionado y los demás estados, entre los que se incluían los poderosos Baviera y Württemberg, suscribieron acuerdos que les situaban en manos de Prusia. La guerra franco-prusiana de 1870 permitió la consumación de la unificación alemana. El nuevo emperador francés, Napoleón III, carecía por entonces de aliados y debía enfrentarse a una creciente oposición interna. El pretexto para el conflicto bélico fue la candidatura de Leopoldo de Hohenzollern al trono de España. La diplomacia francesa no estaba dispuesta a

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que su país sufriera semejante cerco político y, aunque se retiró dicha candidatura, el duque de Gramont (Antoine Agénor), ministro de Asuntos Exteriores francés, cometió la torpeza de insistir en que Prusia se comprometiera a no proponer en el futuro a ningún otro candidato alemán. Fue entonces cuando Guillermo I, desde el balneario de Ems, envió un telegrama a Bismarck, notificándole la exigencia francesa. Hábilmente manipulado, el canciller lo entregó a la prensa. Aquel telegrama de Ems provocó la guerra de 1870. Prusia destrozó a los ejércitos franceses de Mac Mahon y Achille Bazaine, derrota que tuvo dos consecuencias inmediatas: el segundo imperio francés se hundió definitivamente y se consumó la unidad política de todos los estados alemanes. En enero de 1871, Guillermo I era coronado emperador del segundo Reich (imperio) alemán.

Italia El congreso de Viena había dividido Italia en una serie de pequeños estados: el Piamonte y Lombardía-Véneto, bajo dominio austríaco, en el norte; Parma, Módena y Toscana, también gobernados por príncipes austríacos, así como los Estados Pontificios y las Marcas, en el centro, y el reino de las Dos Sicilias, gobernado por los borbones, en el sur. Eran áreas muy distintas, tanto política como económicamente. Como en otros países, el sentimiento nacionalista italiano estuvo promovido por un movimiento intelectual (Leopardi, Manzoni, Gioberti) e impulsado por las necesidades económicas y por la actividad política y militar de relevantes figuras (Máximo d’Azzeglio, Mazzini, Cavour, Garibaldi). En 1848, los milaneses se levantaron contra los austríacos. El ejército piamontés, dirigido por Carlos Alberto de Saboya, acudió en ayuda de sus compatriotas. Rápidamente consiguió la unión del Piamonte, Lombardía y Venecia. No obstante, los rebeldes fueron derrotados por el general austríaco Joseph Radetzky en Custozza y en Novara. Entre tanto, en Roma se había producido otra revolución que obligó a huir al papa Pío IX

y permitió a Mazzini proclamar la república. Francia ocupó la capital y su intervención posibilitó el retorno del pontífice en 1850. A partir de entonces, la política papal fue netamente conservadora, negando a Víctor Manuel II, hijo de Carlos Alberto y heredero del trono piamontés, el gobierno efectivo de las Marcas. Camilo Benso, conde de Cavour, a quien Víctor Manuel había encargado el gobierno en 1852, decidió acordar con Napoleón III el apoyo francés a la causa de la unificación italiana a cambio de la intervención del Piamonte en la guerra de Crimea (conflicto que enfrentó a Rusia con Francia, el imperio otomano, Gran Bretaña y el Piamonte entre 1854 y 1855 y que acabó con la derrota rusa). Después de la firma del tratado de París, que puso fin a dicha guerra, Napoleón III y Cavour se entrevistaron en Plombières el 20 de julio de 1858. Ambos convinieron en crear cuatro reinos en Italia: el del Norte (surgido de la anexión de Lombardía, Venecia, Parma, Módena y las legaciones pontificias al Piamonte); el de Toscana, con las Marcas y Umbría; el del papa, con Roma, y el de Nápoles. Estos reinos formarían una Confederación presidida por el papa.

El auge de los nacionalismos

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El 29 de abril de 1859, Austria invadió el Piamonte. Pero en esta ocasión los ejércitos franco-piamonteses derrotaron a los austríacos en Magenta y Solferino, si bien no hubo tiempo material de ocupar el Véneto, ya que Napoleón III se apresuró a firmar con Austria el armisticio de Villafranca, lo que provocó la desesperación de Cavour y el odio de los italianos hacia un aliado que los abandonaba en un momento tan crítico. A partir de 1860, Cavour promovió en la Romaña y en las Marcas y Umbría movimientos populares con el fin de conseguir su incorporación al nuevo reino del Piamonte-Lombardía. Algunos plebiscitos en Parma, Módena y Toscana demostraron la pérdida de la influencia austríaca en la península. La unificación del sur de Italia tuvo como principal protagonista a Giuseppe Garibaldi, quien, al mando de los “mil camisas rojas”, ocupó Nápoles y Palermo. Cavour murió en 1861 sin haber podido expulsar a los austríacos de Venecia, ni incorporar tampoco los Estados Pontificios. La guerra de 1866 entre Prusia y Austria, y el consiguiente triunfo prusiano, provocó la entrega de Venecia al reino de Italia. Del mismo modo, al estallar la guerra entre Francia y Prusia

Al mando de los “camisas rojas”, Giuseppe Garibaldi llevó a cabo la unificación del sur de Italia. En la imagen, Batalla de Calatafini, de R. Legat (Museo del Risorgimento, Milán).

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en 1870, la derrota francesa dejó a Roma desguarnecida y los italianos pudieron finalmente entrar en ella y anexionarla al reino de Italia.

El segundo imperio y la tercera república en Francia Tras el reinado de Luis XVIII y sus sucesores, en 1848 un nuevo movimiento revolucionario proclamó en Francia la segunda república, cuya presidencia fue encomendada a Luis Napoleón Bonaparte. Éste, cuatro años más tarde, restableció el imperio, adoptando el nombre de Napoleón III. Acumuló para sí atribuciones militares, diplomáticas y legislativas; controló los ministerios; nombró personalmente a los miembros del Consejo de Estado y, relegó a un papel secundario las funciones de la cámara baja. El imperio llevó a cabo una política interior apoyada en la represión, acentuada tras el atentado de Felipe de Orsini del 14 de enero de 1858, en el que se arrojó una bomba al paso de la carroza real. Con todo, al año si-

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guiente se decretó una amnistía y el régimen pareció evolucionar hacia postulados más liberales. Por el contrario, la política exterior de Napoleón III estuvo mucho más en consonancia con los tiempos revoLa guerra franco-prusiana de 1870-1871 se saldó con la lucionarios que hegemonía en el continente europeo de Prusia en detrimento de le tocó vivir. Por Francia. La imagen representa el asedio de París por tropas prusianas. un lado, el emperador auspició e impulsó las expediciones coloniales so de la dinastía de Orleáns. Pero, dien África, extremo Oriente y el sudes- vididos entre legitimistas y orleaniste asiático; por otro, apoyó los tas, los monárquicos no pudiemovimientos nacionales y ron impedir el triunfo de los combatió a las potencias republicanos en las elecde la Santa Alianza (gueciones de 1875. Cuatro rra de Crimea entre años más tarde, Jules 1854-1856 e intervenGrévy accedió a la preción contra Austria en sidencia y gobernó la guerra de unificadurante un período ción italiana en 1859). de gran inestabilidad. Estos enfrentamienLa crisis económica de tos provocaron el ais1882 y los grandes eslamiento internacional cándalos, entre los que de Napoleón III, que destacó el denominado Bismarck supo affaire Dreyfus (en el explotar en su que Angel Dreyfus, miEl zar Alejandro II provecho: al eslitar francés judío, fue de Rusia murió en un atentado en 1881. tallar la guerra condenado por espiofranco-prunaje al servicio de Alesiana de 1870, mania, en circunstanFrancia no obcias políticas y judiciatuvo apoyo de ninguna otra les confusas), llevaron al gobierno a potencia. La capitulación fran- la izquierda radical a partir de 1889. cesa en Sedán supuso la caída del segundo imperio.

La tercera república

La reina Victoria I, que ocupó el trono entre 1837 y 1901, retratada con los futuros reyes Eduardo VII, Jorge V y Eduardo VIII.

El gobierno de defensa nacional presidido por Louis Gambetta, que se constituyó durante los últimos meses de la guerra franco-prusiana, cedió a Thiers los poderes tras el armisticio. Thiers, que vivió el levantamiento revolucionario de la Comuna (1871), dimitió en 1873. Elegido Marie-Edme-Patrice-Maurice de Mac Mahon presidente de la república, algunos monárquicos pugnaron por el regre-

El período victoriano en Gran Bretaña

Tras los reinados de Jorge IV y Guillermo IV, la reina Victoria I ocupó el trono de Gran Bretaña entre 1837 y 1901, una prolongada época de expansión y prosperidad para la que ya era por entonces la primera potencia mundial. Causas fundamentales de este esplendor fueron la prosperidad económica, sustentada en el imperio colonial extendido por todo el mundo, y la regulación parlamentaria de la vida política. Desde mediados de siglo, Gran Bretaña adoptó el librecambio, abolió

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aranceles y suprimió las actas de navegación. Todo ello le permitió importar trigo a bajo precio y colocar sus productos textiles y metalúrgicos en el extranjero. La década de 1850 constituyó su auténtica época dorada. En 1860, Gran Bretaña poseía la mayor red ferroviaria y una flota mercante que suponía el 75% del tonelaje mundial. La vida política se caracterizó por la alternancia en el poder de conservadores y liberales, los viejos partidos tory y whig, liderados, respectivamente, por Benjamin Disraeli y William E. Gladstone. El problema más grave al que debieron enfrentarse los sucesivos gobiernos fue la cuestión de Irlanda, en la que confluían motivos sociales, religiosos y políticos.

El imperio austrohúngaro La revolución de 1848 obligó a huir a Metternich y otorgó el trono de Austria a Francisco José I (1848-1916), quien intentó restablecer el absolutismo y el centralismo con el apoyo del ejército y de la Iglesia católica. Entre 1849 y 1860 se impuso la política germanizante de Alexander Bach, que, entre otras cosas, acabó con la individualidad de Hungría, dividiéndola en cinco gobiernos administrativos. Sin embargo, el régimen del monarca no tuvo nunca el apoyo del conjunto de la aristocracia ni de la alta burguesía, de manera que la base social con la que contaba era muy exigua. Además, el imperio austríaco tampoco se benefició de la expansión económica de los años 1850-1860. Con la amenaza de Francia y de Prusia, el gobierno austríaco buscó el apoyo de los húngaros y, obligado por los acontecimientos, el emperador intentó con la Patente (constitución) de 1861 liberalizar en parte el régimen político y otorgar mayor autonomía a Hungría; pero los húngaros se negaron a participar en la Dieta del imperio y exigieron recobrar sus antiguos derechos.

La respuesta del emperador fue restablecer el estado de sitio en Hungría y disolver la Dieta húngara. En 1865, Francisco José levantó el estado de sitio y entabló negociaciones con la Dieta a fin de alcanzar un nuevo estatuto que reconociera la constitución húngara de 1848. Tras la derrota austríaca en Sadowa, el emperador no tuvo más remedio que reconocer a Hungría como reino dentro del imperio, accediendo, al mismo tiempo, al trono del mismo; nació así el imperio austrohúngaro.

El imperio ruso El imperio ruso era gobernado autocráticamente por los zares, que concentraban todos los poderes. Durante la primera mitad del siglo XIX permaneció ajeno a los cambios sociales y económicos derivados de la revolución industrial. Alejandro II (18551881) inició un proceso liberalizador que, entre otros avances, consagró en 1861 la emancipación de los siervos de la gleba. Pero un atentado (1866) paralizó sus reformas, iniciándose una época de represión que culminaría con el atentado de 1881, en el que el zar perdió la vida. El nuevo zar, Alejandro III, recrudeció entonces la represión. Adoptó medidas como el reforzamiento de la censura y un rígido control sobre la judicatura, la prensa y la universidad, además de imponer la lengua rusa a todo el imperio. Su sucesor, Nicolás II (18941917), continuó la misma política, pero la fuerte inestabilidad social terminó desembocando en la revolución que daría paso a la Unión Soviética.

Turquía y los Balcanes El imperio turco otomano, que en el siglo XVI había alcanzado su máximo poderío, extendiéndose por Asia, parte de África y la Europa balcánica, lo mantuvo durante la centuria si-

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guiente, pero comenzó a perderlo en los albores del XVIII, incapaz de competir con Europa occidental y de integrar la imparable modernización. Sumido en graves problemas religiosos, geográficos, étnicos, políticos y económicos, empezó a desmoronarse a causa del nacionalismo fomentado por las grandes potencias europeas entre los distintos pueblos de los Balcanes. Las diversas reformas políticas, jurídicas y administrativas efectuadas por los sultanes que gobernaron durante el siglo XIX no pudieron impedir la definitiva disgregación del imperio. Así, en 1830, Grecia ya había alcanzado la independencia. En 1861 se formó el nuevo estado de Rumania, integrado por los principados de Valaquia y Moldavia. Tras la guerra ruso-turca de 1877-1878 y por el tratado de San Estéfano, el sultán Abdülhamid II (1876-1909) se vio forzado a conceder la independencia de Serbia y Montenegro y a reconocer al nuevo estado rumano y la autonomía de Bulgaria. Besarabia y parte de Armenia pasaron a manos de Rusia, Gran Bretaña obtuvo Chipre y Austria el derecho a administrar Bosnia y Herzegovina. Posteriormente, las guerras balcánicas que tuvieron lugar entre 1912 y 1913 redujeron la Turquía europea a una pequeña zona próxima a Estambul.

_ Preguntas de repaso 1. ¿Qué es el nacionalismo? 2. ¿Cuáles fueron las raíces de la unificación alemana? 3. ¿Qué caracterizó el liberalismo en España? 4. ¿Cuándo se hundió el segundo imperio francés?

LA CONFIGURACIÓN DE LOS ESTADOS AMERICANOS

La guerra de secesión estadounidense Los estados del norte de Nueva Inglaterra operaban con un modelo económico diametralmente opuesto al de los del sur. Nueva Inglaterra y los estados del Atlántico se estaban industrializando a un ritmo acelerado. En cambio, el sur estaba aún en manos de los aristócratas y su principal riqueza se basaba en la explotación de las plantaciones de algodón, tabaco y

azúcar por mano de obra esclava. Esta economía esclavista concentró en los estados sureños una gran población negra, menos numerosa en el norte, pese a que muchos esclavos huían hacia allí para escapar de la situación. La esclavitud contradecía los principios de la Declaración de Independencia, que proclamaba la igualdad y libertad de todos los estadounidenses; pero en un principio, los dirigentes norteños cerraron los ojos ante el

problema con la esperanza de que fuera desapareciendo con el tiempo. Además, con anterioridad a 1830, los negros de las plantaciones no recibían un trato demasiado duro; sin embargo, la demanda de algodón fue cada vez mayor y ese incremento provocó una sobreexplotación de los braceros de raza negra para incrementar la productividad. Ante esta situación, se sucedieron las protestas norteñas por lo que consideraban una crueldad y opresión

La batalla de Gettysburg, Pensilvania, en la que las tropas sudistas al mando del general Lee fueron derrotadas, fue uno de los momentos cruciales de la guerra civil estadounidense. Fotografías de cabecera: reunión del Comité de Salvación Pública, durante la revolución francesa (izq.) y grabado que reproduce una manifestación en Florencia a favor de la constitución de 1847 (der.).

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inadmisibles. No obstante, el esclavo no padecía tantas torturas físicas como se ha llegado a decir, y se lo cuidaba como a una preciada posesión, ya que su precio podía alcanzar cifras importantes. Pese a ello, la publicación en 1851 del libro La cabaña del Tío Tom, de Harriett Beecher-Stowe, donde se denunciaba la esclavitud, fue un éxito de ventas y se convirtió en un fuerte revulsivo. Por otro lado, en 1849 se descubrió oro en California y miles de americanos emprendieron rumbo hacia el oeste. Tres años antes, el Estado de Texas había pasado a formar parte de la Unión, lo que facilitaba el paso desde el sur hacia la zona occidental, que se poblaba cada vez más con ciudadanos procedentes de ambas latitudes. Los sureños intentaron introducir el régimen esclavista en estos nuevos territorios, pero los norteños se opusieron a que la esclavitud se extendiera. La tensión llegó a tal extremo que tras la elección en 1860 del republicano Abraham Lincoln como presidente de la Unión, varios estados sudistas (Carolina del Sur, Florida, Texas, Georgia, Louisiana, Alabama y Mississippi, entre otros) la abandonaron y formaron los Estados Confederados de América, bajo la presidencia de Jefferson Davis. Los modelos políticos y económicos de ambos bandos eran muy diferentes y la única manera que se encontró para unificarlos fue acudir a las armas. Se declaró entonces la guerra que, en contra de todas las previsiones, se prolongó durante cuatro años (1861-1865).

La superioridad de la Unión Desde un principio, la superioridad de la Unión fue manifiesta. Se enfrentaban veintidós millones de habitantes que poblaban los veintitrés estados nordistas contra nueve millones de personas que vivían en los once estados sudistas. Además, el Norte tenía capacidad para fabricar su propio armamento (los sudistas debían importarlo) y poseía una magnífica fuerza naval. Pese a ello, la contienda la iniciaron los sudistas el 12 de abril de 1861, con el bombardeo de Fort Sumter. En 1862 se pro-

La configuración de los estados americanos

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La guerra mexicano-estadounidense

Desde principios del siglo XIX, el territorio mexicano de Texas estaba siendo ocupado por un número cada vez mayor de colonos estadounidenses que, descontentos con el régimen centralista impuesto por el general López de Santa Anna en 1835, provocaron una sublevación independentista y expulsaron al ejército mexicano del territorio. Pese a la victoria de López de Santa Anna en El Álamo (1836), las posteriores derrotas lo obligaron a firmar los convenios de Velasco, por los cuales se reconocía la independencia de Texas. En 1845, con la aquiescencia de los texanos y de un sector importante estadounidense, la República de Texas fue anexionada a Estados Unidos, lo que provocó la ruptura de relaciones entre México y dicho país. Un año más tarde, la negativa de México a negociar las propuestas expansionistas del presidente estadounidense James K. Polk (compra de Nuevo México y de California y anexión de los territorios situados al norte del río Bravo) provocó el estallido de la contienda (13 de mayo de 1846). La fase militar del enfrentamiento finalizó el 14 de septiembre de 1847, con el desembarco del general estadounidense Winfield Scott en Veracruz, pero las negociaciones políticas se alargaron hasta la firma del tratado de Guadalupe Hidalgo (2 de febrero de 1848), por el que México perdía la soberanía de la mayoría de los territorios que posteriormente ocuparían los estados de Utah, Nevada, Nuevo México, California y Arizona y a cambio recibía una indemnización económica. La venta posterior de nuevos territorios a Estados Unidos provocó en México una fuerte reacción nacionalista que obligó a López de Santa Anna a abandonar el país en 1855.

dujeron intensos enfrentamientos en los que las fuerzas parecían equilibradas; los abolicionistas con, entre otros, el general Ulysses S. Grant al frente, y los confederados, al mando de Robert E. Lee como figura más destacada, obtenían victorias parciales, capaces de animar a ambos bandos por igual. Pero en los años sucesivos la supremacía militar de la Unión se fue imponiendo y, tras la captura de Richmond por el general Grant el 3 de abril de 1865, el gobierno de Jefferson Davis huyó y el general Lee capituló seis días más tarde en Appomatox. El 14 de abril de ese mismo año, Lincoln moría asesinado por un sudista fanático. Poco después de acabada la guerra, se introdujo en la Constitución la enmienda que abolía la esclavitud. Los estados sudistas quedaron integrados en la Unión y diez de ellos fueron ocupados militarmente para imponer la ciudadanía y el derecho de voto de la población negra. Los términos en los que se firmó la paz no fueron excesivamente duros para los antiguos confederados, si bien la supremacía y el control del gobierno quedaban en la Unión.

La República de la Gran Colombia Tras la victoria de los patriotas en Boyacá (agosto de 1819) en diciembre de ese mismo año, el Congreso, reunido en Angostura, proclamó la República de la Gran Colombia, integrada inicialmente por Venezuela, Colombia y Ecuador, y a la que se uniría poco después (1822) Panamá. La capitalidad de la nueva República se estableció en Cúcuta y la presidencia la ostentó Simón Bolívar, ayudado en su tarea de gobierno por Francisco Antonio Zea (vicepresidente) y por Francisco de Paula Santander. En 1821 se promulgó una constitución de carácter liberal, se trasladó la capital a Bogotá y accedió a la vicepresidencia Santander. Entre 1823 y 1826, la ausencia de Bolívar, que continuaba su campaña libertadora en Bolivia y en Perú, unida al marcado centralismo del gobierno de Santander, despertó el descontento entre las autoridades ecuatorianas y venezolanas, hasta el punto de provocar la sublevación del general José Antonio Páez (1826) en Venezuela.

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El retorno de Bolívar y sus iniciales intentos liberalizadores pacificaron momentáneamente la situación, pero tres años más tarde (1829), Páez se alzó de nuevo y Bolívar acabó dimitiendo y renunciando a su ideal de panamericanismo y de unión. En 1830 se descompuso la República de la Gran Colombia: en mayo se separó Venezuela; en agosto, Ecuador, y algo más tarde se proclamó la República de Nueva Granada (Colombia). Panamá, por su parte, consiguió una efímera independencia en 1840 (trece meses) para incorporarse después a Colombia como departamento.

Los enfrentamientos civiles en Nueva Granada (Colombia) Tras el mandato presidencial del general Santander, se desencadenó una guerra civil en los territorios colombianos. Se enfrentaban las fuerzas conservadoras, lideradas por Miguel Antonio Márquez, contra los liberales, dirigidos por José María Obando. La guerra concluyó con la victoria de los conservadores, que mantuvieron

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las estructuras sociales y económicas heredadas de las colonias. En 1849 hubo un breve intervalo de paz con la llegada a la presidencia de José Hilario López. Apoyado por estudiantes y artesanos, consiguió sacar adelante importantes reformas económicas, que fueron frenadas por la oligarquía y la burguesía mercantil. En 1857 estalló una nueva guerra civil, que dio el poder al general Mosquera. Bajo su mandato, se redactó la Constitución de Rionegro (1863), de corte progresista. Este documento fue el marco que permitió la modernización del país y el mantenimiento de las libertades públicas durante veinte años. Los intereses de los latifundistas, así como la presión británica para recuperar la deuda que la República tenía con ellos, acabaron con el progreso. Los conservadores retomaron el poder de la mano de Rafael Núñez. En 1886, una constitución unitaria centralizó el poder y otorgó a la Iglesia mayor presencia en las decisiones gubernamentales. Esta constitución dio lugar a numerosos enfrentamien-

Mapa francés que reproduce el litoral atlántico comprendido entre el río de la Plata y el estrecho de Magallanes.

tos con los liberales. La guerra de los Mil Días, que opuso en acciones bélicas abiertas a conservadores y liberales (1899-1903), dejó al país en la ruina. Los estadounidenses aprovecharon la crítica coyuntura por la que pasaba el país para alentar los movimientos independentistas del istmo de Panamá, que se emancipó en 1903, sin que Colombia pudiera hacer nada para evitarlo.

Las Provincias Unidas del Río de la Plata El régimen imperialista napoleónico constituyó una sutil inspiración para los nuevos países latinoamericanos. Los países que llegaban a la independencia no se conformaban con sus fronteras históricas y deseaban extenderlas. En el Congreso de Tucumán de 1816 se proclamó la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, proclamación que no logró el objetivo pretendido: mantener unidas a regiones muy dispares tanto desde el punto de vista económico, como demográfico y social. En efecto, en su seno las disputas entre los porteños y los provinciales fueron una constante. Los porteños eran partidarios de que el poder se concentrase por completo en Buenos Aires, dotando así de hegemonía económica a toda el área del Río de la Plata. Los provinciales, por su parte, pedían la entrada en la junta de gobierno de delegados procedentes del interior para que defendiesen sus intereses económicos. En 1810, el ingreso en la junta de delegados provinciales había dotado a ésta de un tinte federalista, que no duró mucho, ya que unos meses después dicha junta fue sustituida por un triunvirato de marcado corte unitario. El Estado recién creado duró muy poco. La promulgación de la constitución unitaria de 1819 fue un rotundo fracaso. Varias provincias se declararon autónomas (Tucumán, Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos, entre otras), y la Banda Oriental (Uruguay) pasó a ser parte del imperio portugués, lo que sería la semilla de una futura guerra con Brasil (1825).

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La configuración de los estados americanos

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El siglo XIX se caracterizó, en general, en los nuevos países latinoamericanos por su inestabilidad política y social. En la imagen, grabado que representa la ciudad de Valparaíso en los primeros años del siglo XIX.

El período comprendido entre 1819 y 1825 estuvo marcado por un constante enfrentamiento entre federalistas y unitarios. En 1824 se reunió en Buenos Aires un congreso constituyente, que daría lugar al nombramiento de Bernardino Rivadavia como presidente de la República. Rivadavia se vio obligado a enfrentarse de nuevo con los federalistas, al negarse éstos a reconocer la constitución unitaria de 1826. Estalló entonces la guerra civil entre ambos bandos y surgieron dos centros de poder: uno en Santa Fe, que controlaba la política exterior, y otro en Buenos Aires, que gestionaba los asuntos bélicos. El enfrentamiento propiciaría, en 1829, la llegada al poder del federalista Juan Manuel de Rosas, quien restablecería el orden con métodos férreos.

Las Provincias Unidas de Centroamérica Tras el nacimiento en 1823 de las Provincias Unidas de Centroamérica, se promulgó una constitución federal que permitía a cada país la elección de un presidente propio. Manuel José Arce, presidente de las Provincias, de marcado talante liberal, pronto entró en conflicto con Juan Barrundia (presidente guatemalteco), conflicto que

alcanzó su máxima crisis con el alzamiento de Cirilo Flores en Quezaltenango. A raíz de entonces, Arce dio un marcado giro a su política y progresivamente fue asumiendo poderes dictatoriales, enfrentado con el Congreso federal. A la disolución de éste por Arce, estalló la guerra civil y, aunque los salvadoreños fueron derrotados, el foco rebelde se mantuvo. El hondureño Francisco Morazán, que consiguió derrotar a Arce, fue elegido nuevo presidente de las Provincias en 1830, tras el período presidencial de José Francisco Barrundia, hermano de Juan. Aunque Morazán tuvo que sofocar diversos intentos de sublevación, su mandato logró el prestigio suficiente para que las Provincias fueran reconocidas internacionalmente. A partir de 1837, el proyecto de unión centroamericana comenzó a fracasar. Guatemala registró una grave crisis interna, que culminaría con la sublevación de Rafael Carrera; por otra parte, la hostilidad hacia Morazán de los gobiernos nicaragüense y hondureño, unida al golpe de estado de Costa Rica, terminaron de agravar la situación. En 1838, Nicaragua se declara independiente de la federación, con José Núñez como presidente, y Costa Rica se separa; en 1840 se independiza Honduras y al año si-

guiente sale elegido presidente del país Francisco Ferrera; en 1841 se independiza El Salvador; en 1847, Rafael Carrera reconoce la disolución de la federación y proclama la independencia de Guatemala, y al año siguiente, Costa Rica proclama su independencia absoluta y desaparecen las Provincias.

El reajuste político en Latinoamérica La recién alcanzada independencia obligó a los nuevos países latinoamericanos a buscar fórmulas que garantizaran la buena marcha política de todos y cada uno de ellos. El siglo XIX fue, por lo general, de una gran inestabilidad política y social, y los ejemplos de Francia y los Estados Unidos sirvieron de poco a la hora de llevar a la práctica las ideas que inspiraron las revoluciones en estos países. Latinoamérica prestó especial atención a la identificación que se hacía en los Estados Unidos entre el poder ejecutivo y la presidencia de la nación, y de Francia se tuvo muy en cuenta el régimen parlamentario. Los países latinoamericanos también tuvieron muy presente, aunque de manera menos consciente, la política expansionista de Napoleón y

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nuevos gobiernos con frecuencia intentaron exceder las fronteras históricas que les correspondían. Las Provincias Unidas del Río de la Plata y la Gran Colombia constituyen un buen ejemplo. El hundimiento de los regímenes de inspiración bonapartista trajo un ajuste de fronteras de cada Estado a su realidad histórica. Los líderes políticos dejaron de ser los grandes libertadores y luchadores de la independencia y pasaron a ser presidentes, con una autoridad circunscrita a su país, que a menudo debían compartir con otro rival político. Los sueños integradores se esfumaron y se impuso la política cotidiana. Durante todo el siglo, los vaivenes y cambios de fronteras se sucedieron, hasta que, con el paso del tiempo, se fueron configurando los distintos países que han llegado hasta nuestros días. En Bolivia, Andrés de Santa Cruz, uno de los llamados “mariscales de Ayacucho”, dio un golpe de estado, invadió el sur de Perú y creó la federación peruano-boliviana en 1836. Sin embargo, esta federación tuvo una existencia muy efímera, pues, mal recibida por Chile y Argentina, que temían el surgimiento de una nueva potencia, tuvo que enfrentarse al ataque de las fuerzas chilenas, que se apoderaron de Lima en 1838. Al año siguiente, Santa Cruz fue

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derrotado y la confederación se disolvió. Por otra parte, Juan José Flores, presidente de Ecuador, debió hacer frente a la separación que existía entre los habitantes de la costa y los del interior. Los primeros eran comerciantes y liberales, en tanto que los de la sierra eran hacendados que cultivaban sus tierras gracias a la mano de obra de los indígenas. Flores fue apoyado por los hacendados, mientras que Vicente Rocafuerte lo fue por los costeros. Se alternaron en el poder hasta 1845. Entre 1845 y 1860 se sucedieron los gobiernos débiles (Manuel Ascásubi y Diego Noboa) y los levantamientos, hasta que accedió al poder Gabriel García Moreno, que consiguió dotar de cierta estabilidad al nuevo Estado; murió asesinado en 1875. México siempre tuvo intereses sobre Centroamérica, que se esfumaron cuando, a partir de 1837, la Confederación que formaban Guatemala, Honduras, Nicaragua, El Salvador y Costa Rica se fragmentó. Algo muy similar sucedió con la Gran Colombia, que se dividió en Colombia, Venezuela y Ecuador, acabando con el sueño del libertador Simón Bolívar. Colombia pasó por una etapa de desestabilización y enfrentamientos políticos hasta la llegada de Rafael Núñez en 1886, que impuso un período de orden, con una constitución centra-

lista y conservadora. El período de Núñez fue un oasis de paz y estabilidad, ya que tras su muerte se reanudaron las guerras civiles y las divisiones. Los Estados Unidos aprovecharon esta coyuntura para propiciar en 1903 la independencia de Panamá. Por otra parte, la amplitud territorial de Brasil condicionó mucho la organización social y política del país. Se crearon extensos latifundios y sus propietarios, los caciques, ejercieron una gran influencia sobre todos los procesos electorales. En 1871 se abolía la esclavitud, reforma que fue mal recibida por los latifundistas, que acabaron en 1889 con la monarquía de Pedro II mediante un golpe militar. En 1891 se aprobó una constitución que tomó como modelo la estadounidense, laica y de carácter presidencialista. Se prohibió la enseñanza de la religión católica y el voto a todos los religiosos. Los latifundistas, conocidos como los “paulistas”, salieron beneficiados de todo este período. La que no resultó tan beneficiada fue la deuda exterior del país, que creció de manera extraordinaria y trajo numerosos problemas de índole económica a los gobernantes. Santo Domingo, por su parte, alcanzó su independencia en 1844, pero volvió a la tutela de la Corona española en 1861, de la mano del general Pedro de Santana. El gobierno español encontró numerosas dificultades para sostener la isla y pronto le devolvió la independencia. Los desórdenes se sucedieron en el país hasta que fue invadida por Estados Unidos en 1916.

De las dictaduras en adelante Desde López de Santa Anna, en México

Porfirio Díaz mantuvo en México un régimen autoritario durante más de tres décadas.

En 1832, el general López de Santa Anna fue elegido presidente de México. Impuso una constitución centralista, que provocó numerosas sublevaciones, y llevó al país a una situación de estancamiento social y económico. Además, durante su mandato estalló la guerra mexicano-estadounidense, que se saldó con la cesión a Estados

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Defensor de los indios y de las clases más pobres, el gobierno de Benito Juárez, retratado en la imagen por José Clemente Orozco, tuvo como principal objetivo la modernización del país.

Unidos de los territorios de Texas, Alta California y Nuevo México. La caída de López de Santa Anna en 1855 trajo consigo un enfrentamiento entre federalistas y centralistas que se zanjó en 1861 y que se conoce como la guerra de reforma. Los centralistas eran conservadores y esperaban la restauración de la monarquía y la ayuda europea. Los federalistas eran republicanos y liberales, confiaban en un Estado fuerte y una Iglesia debilitada, que tuviese una mínima influencia en el gobierno, y creían contar con el apoyo de los Estados Unidos. El vencedor de la contienda fue el federalista Benito Juárez. Éste inició una política económica que puso en peligro los intereses de los españoles, ingleses y franceses residentes en el país, lo que sirvió de pretexto a estas tres naciones para enviar sus tropas a México. Las españolas e inglesas se retiraron, pero Napoleón III instauró como jefe del Estado a un emperador, Maximiliano de Habsburgo (1864). A pesar de ser apoyado por los conservadores, Maximiliano aprobó varias

de las reformas liberales introducidas por Juárez. En 1866, la guerra civil contra el ocupante extranjero y las presiones estadounidenses obligaron a Francia a retirar el ejército que tenía destacado en México, lo que fue el preámbulo de la caída del emperador. En 1867, Juárez lo apresó en Querétaro y lo fusiló un mes más tarde. El régimen de Juárez se sustentaba en las masas populares y era de orientación federalista. Su gobierno (18671872), al igual que el de Lerdo de Tejada (1872-1876), tenía como objetivo modernizar el país. Durante este período se dio un gran impulso a la enseñanza elemental, que se hizo gratuita y obligatoria, se mejoró la situación de los agricultores y se promovieron las asociaciones de trabajadores. En el terreno económico no se alcanzaron todos los objetivos propuestos, pero se desarrollaron de forma notable las comunicaciones (ferrocarril). El levantamiento de Porfirio Díaz en 1877 puso punto y final a esta etapa liberal. Su régimen fue autoritario y reprimió las libertades políticas.

Porfirio Díaz protegió a los grandes propietarios que Juárez había descuidado. La extensión de los grandes latifundios dejó al pequeño campesinado sin tierras, aunque la mejora de las comunicaciones contribuyó a la unidad del país. La llegada de capitales extranjeros –que se invirtieron sobre todo en las explotaciones petrolíferas– fue masiva. Sin embargo, Díaz no combatió los problemas sociales; el analfabetismo y el subdesarrollo se mantuvieron en cotas muy altas. Porfirio Díaz incluyó en la constitución de 1890 una enmienda que garantizaba su permanencia indefinida en el poder; además, para garantizar su gobierno, vació de poder a las autoridades locales y lo centralizó todo en su persona. El “porfiriato” combatió la libertad de prensa y las asociaciones de trabajadores, mientras que el peonaje rural, que había disminuido durante la etapa de Juárez, volvió a generalizarse. Díaz se mantuvo en el gobierno durante treinta años, hasta la llegada en 1911 de Francisco Ignacio Madero.

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Desde José Antonio Páez, en Venezuela José Antonio Páez, jefe militar de Venezuela con Bolívar, era un excelente general, pero un hombre con escasa formación. Separó a Venezuela de la Gran Colombia en 1830 y dominó la vida del país en diversos mandatos (1831-1835, 1839-1844 y 1861-1863). Alternó el poder con los hermanos José Gregorio y José Tadeo Moragas, y con el general Soublette. Páez apoyó a los lugartenientes y comerciantes que concentraban en sus manos todo el poder. Desde 1857, el país vivió graves enfrentamientos políticos y bélicos entre federalistas y conservadores, que terminaron con la victoria de los primeros en 1863. Un año después, la constitución recogía los principios federales y el país pasó a llamarse Estados Unidos de Venezuela. Entre 1863 y 1868 desempeñó la presidencia el general Juan Falcón. Poco después, un golpe de estado elevaba al poder al general Antonio Guzmán Blanco. Antonio Guzmán Blanco (18701877, 1879-1884 y 1886-1888) fue un liberal convencido que encarnó las aspiraciones de los campesinos durante la denominada revolución amarilla. Durante el “guzmanato”, las comunicaciones mejoraron, se permitió el matrimonio civil, se suprimieron las órdenes religiosas y llegó la inversión extranjera. La cultura recibió un fuerte impulso y se combatió la corrupción. Su posicionamiento liberal lo llevó a

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enfrentamientos con la Iglesia católica. El régimen guzmancista se divide en tres períodos, llamados el septenio (1870-1877), el quinquenio (1879-1884) y el bienio (1886-1887). Fue sucedido por J. Pablo Rojas Paúl, Raimundo Andueza Palacio, Joaquín Crespo, Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez.

Desde Rodríguez de Francia, en Paraguay Tras la declaración de independencia (1813), el doctor Gaspar Rodríguez de Francia (1766-1840) fue nombrado dictador y en 1816 dio a su mandato carácter vitalicio. Rodríguez de Francia fue acérrimo enemigo del capital extranjero y basó su política en la defensa de la independencia política y militar. Carlos A. López lo sucedió en 1840. Su mandato se caracterizó por la apertura a todo lo exterior, lo cual se tradujo en un desarrollo del comercio y la industria. Presidente desde 1862, Francisco Solano López tuvo que gobernar en el período más difícil de Paraguay desde la independencia. Gran Bretaña nunca había visto con buenos ojos la independencia de este país, por lo que propició la guerra de la Triple Alianza (Argentina, Brasil y Uruguay) contra Paraguay. Esta guerra, que diezmó la población, finalizó con la derrota de Paraguay, cuyos territorios estuvieron ocupados por los brasileños durante seis años, hasta 1876. Posteriormente, el país se fue recuperando poco a poco y durante casi

medio siglo se sucedieron en paz los gobiernos de colorados y de liberales.

Desde Ramón Castilla, en Perú Tras la efímera unión de Perú y Bolivia, Perú vivió una etapa de desórdenes civiles provocados por los enfrentamientos entre liberales y conservadores. Esta fase terminó cuando accedió a la presidencia el general Ramón Castilla (1845). El general ostentó el cargo durante dos períodos (1845-1851 y 1855-1862), durante los cuales el país experimentó un notable auge económico, un también notable reforzamiento militar y una mejora ostensible de las comunicaciones (primeras líneas telegráficas y primeros ferrocarriles). En 1864, España intentó por última vez controlar el país, lo que dio lugar a un enfrentamiento bélico que se saldó con la definitiva derrota española. Cinco años más tarde, España reconocía oficialmente la independencia peruana. En esta contienda, Ecuador, Bolivia y Chile participaron como aliados de Perú; sin embargo, cuando se descubrió la riqueza potencial de los yacimientos de salitre del desierto de Atacama, Bolivia y Chile rivalizaron por la posesión de este territorio, y Perú se enfrentó a las fuerzas chilenas en apoyo de Bolivia, en la que se llamó guerra del Pacífico. El tratado de Ancón (20 de octubre de 1883) puso fin a la contienda, con resultados desfavorables para Perú, que tuvo que ceder a Chile la provincia de Tarapacá y la administración de las de Arica y Tacna durante un decenio. En la siguiente década se sucedieron en Perú gobiernos militares, hasta el acceso a la presidencia de Nicolás de Piérola, que inauguró un período de casi cinco lustros de gobiernos civiles.

Escenificación de una batalla de la guerra de Paraguay, durante 1868, en un cuadro de Pedro Américo, conservado en el Museo Nacional de Bellas Artes de Río de Janeiro.

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La configuración de los estados americanos

Desde Juan Manuel de Rosas, en Argentina A la independencia de Uruguay, siguió una etapa de enfrentamientos civiles entre unitarios y federalistas, que terminó con el acceso al poder, en 1829, del gobernador bonaerense Juan Manuel de Rosas, quien impuso una férrea dictadura de carácter federalista. Durante su mandato logró importantes victorias contra los indios, y sufrió el bloqueo de Buenos Aires por franceses y británicos, a los que venció. Derrotado en la batalla de Caseros (1852) por el ejército de José Justo de Urquiza, gobernador de Entre Ríos, se exilió a Gran Bretaña. A la derrota de Rosas, sucedió un nuevo período de enfrentamientos civiles y la fundación de la Confederación argentina, que eligió a Urquiza presidente, con el rechazo de los bonaerenses, por lo que las luchas continuaron. Con la presidencia de Bartolomé Mitre (1862-1868), Argentina vivió una etapa de auge económico y de desarrollo de las comunicaciones; al tercer año de su mandato firmó la Triple Alianza con Brasil y Uruguay, en contra de Paraguay, lo que llevó a su país a una sangrienta guerra de cinco años de duración, que se saldó, durante el gobierno de Domingo Faustino Sarmiento, con la victoria de los aliados, lo que supuso para Argentina la recuperación de los territorios del Chaco y la adquisición del de Misiones. Tras el mandato de Nicolás Avellaneda, sucesor de Sarmiento, ocupó la presidencia el general Julio Argentino Roca (1880-1886), con el que Argentina comenzó una etapa de prosperidad y estabilidad.

Desde Diego Portales, en Chile La independencia chilena se inauguró con una constitución que restó

Juan Manuel de Rosas impuso, a lo largo de más de veinte años de gobierno, una dictadura de corte federalista (Biblioteca del Instituto de Cooperación Iberoamericana de Madrid).

mucha popularidad al líder independentista Bernardo O´Higgins, quien acabó por abandonar el poder en 1823. Tras unos años convulsos, los conservadores nombraron en 1829 una junta que presidió José Tomás de Ovalle, si bien el poder estuvo siempre en manos del ministro Diego Portales. En 1833, y promovida por Portales, se promulgó una

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constitución centralista, con la que se inició un período de casi tres décadas de tinte marcadamente conservador (Joaquín Prieto, Manuel Bulnes, Manuel Montt), durante el cual el país vivió en la estabilidad política y la prosperidad económica, si bien sufrió una importante desnacionalización de los recursos. Con el acceso a la presidencia de José Joaquín Pérez en 1861, se inauguró la etapa de gobiernos liberales, durante la cual se impulsó la apertura del país al exterior y la secularización de la enseñanza, y se inició la llamada guerra del Pacífico (1879-1883), que culminó con la victoria chilena frente a la coalición peruano-boliviana y con la anexión a territorio chileno de las provincias de Antofagasta (Bolivia) y de Tarapacá y Arica (Perú). Después del gobierno de José Manuel Balmaceda (1886-1891), Chile pasó de ser una república presidencialista a ser una república parlamentaria. Esta nueva situación posibilitó el surgimiento de partidos políticos (Socialista, Radical, etc.) e inauguró el período democrático chileno, en el que se sucedieron diversos gobiernos civiles, interrumpidos por ocasionales intervenciones militares, como la del coronel Carlos Ibáñez del Campo.

_ Preguntas de repaso 1. ¿Quiénes iniciaron la guerra de secesión estadounidense? 2. ¿En qué consistía el sueño político de Bolívar? 3. ¿En qué momento desaparecen definitivamente las Provincias Unidas de Centroamérica? 4. ¿Cuándo se conformó la confederación peruano-boliviana y hasta cuándo duró la unión entre ambos países?

LAS REVOLUCIONES OBRERAS

Los primeros movimientos obreros Gran Bretaña fue el país pionero de los movimientos obreros, que surgieron íntimamente ligados al desarrollo de la revolución industrial. Las misérrimas condiciones de vida de la población proletaria y la ausencia de una legislación reguladora de las nuevas relaciones laborales provocaron ya en el siglo XVIII las primeras revueltas y huelgas y la creación de las trade-union, asociaciones obreras clandestinas, cuya finalidad prioritaria era socorrer a los huelguistas y a sus familias. En 1824, el político radical Francis Place consiguió del Parlamento británico la aprobación de una ley que otorgaba la libertad de asociación a los trabajadores. A partir de 1825 se multiplicaron los sindicatos locales por oficios, pero sin que hubiera relación alguna entre ellos. Siete años después se constituyó la Asociación nacional para la protección del trabajo, que contaba con 100.000 miembros y editaba un semanario con una tirada de 30.000 ejemplares.

Pero, posiblemendas de fuerza (huelte, el movimiento de gas, manifestaciomayor trascendencia nes, etc.) en apoyo de estos momentos de sus reivindicafue el encabezado ciones; pero el gopor William Lovett, bierno detuvo a sus quien en 1836 fundó líderes y, como conla Asociación de trasecuencia de este bajadores londinenfracaso, se produjo ses, en cuyo seno se un enfrentamiento redactó el documenentre las tendencias to conocido como la moderada y violen“Carta del pueblo”, ta del cartismo, que en el que se reivindia la larga desemcaban una serie de bocó en la pérdida cambios políticos y de fuerza del mosociales (entre ellos, vimiento y en su el sufragio universumisión a las presal), cuya defensa dasiones gubernamenPortada de un libro de Mijaíl ría lugar al cartismo. tales. Bakunin, considerado como el En este movimiento Pese a que no principal teórico del anarquismo. destacaron, además supo consolidarse de su fundador y Roen el tiempo, el bert Owen, de tendencia moderada, cartismo ha pasado a la historia como otros líderes más radicales, como Fer- uno de los primeros y más significagus E. O´Connor y William S. O´Brien. tivos movimientos obreros coordinaLa primera convención cartista, que dos para lograr un objetivo común. tuvo lugar en Londres en 1839, termi- En su lucha por la ampliación de las nó por aprobar la adopción de medi- bases de la democracia política y su búsqueda de un espacio propio para la clase obrera dentro del Estado está Las pésimas condiciones de vida de el fundamento del moderno socialisla clase proletaria, mo democrático británico. producto de la revolución industrial, y la ausencia de una legislación laboral dieron origen, ya desde finales del siglo XVIII, a los movimientos obreros.

Fotografías de cabecera: manifestación obrera en Rusia antes de la revolución (izq.) e imagen de una trinchera en la primera guerra mundial (der.).

El socialismo Como reacción a la creciente degradación de las condiciones de vida de la clase proletaria y a su enorme desigualdad económica y social respecto de la burguesía, comenzaron a surgir en toda Europa diferentes teorías socioeconómicas y movimientos políti-

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cos que, desde puntos de vista diferentes y con estrategias distintas, aspiraban a un mismo objetivo: eliminar la desigualdad entre las clases sociales y conseguir que los medios de producción, en manos de la burguesía, se transfirieran al pueblo. Al conjunto de todas estas doctrinas y tendencias, que abarcan desde las utopías de Saint Simon hasta el anarquismo de Bakunin, se lo denomina en general socialismo. De todas ellas, el anarquismo representó el rechazo más visceral al proceso de industrialización y a sus consecuencias. No fue un movimiento de sólida coherencia doctrinal, pero sí tuvo una enorme influencia en momentos concretos de la historia de algunos países, como Rusia y España. Entre sus representantes más destacados puede citarse a Pierre Joseph Proudhon y a Bakunin. El ruso Mijaíl Bakunin estudió a Fichte y a Hegel en Berlín. Detenido por los austríacos, fue enviado a su país y desterrado a Siberia, de donde huyó para vivir primero en Londres y, más tarde, en Italia, Lyon y Ginebra. Protagonizó encendidos debates con Marx en la Primera Internacional, donde ambos expusieron sus irreconciliables diferencias ideológicas. En su obra, como en la de otros pensadores anarquistas, se desarrollan conceptos morales bajo el común denominador de la exaltación de la libertad individual. Bakunin propugnó un ateísmo radical, aunque admitía la pluralidad de cultos por considerar que la religión pertenecía a la conciencia individual. Aseguraba que la educación popular era el instrumento imprescindible para cambiar la sociedad. Son destacables tres ideas fundamentales de su pensamiento político: la abolición del Estado, el desmantelamiento de los ejércitos y la necesidad de una revolución espontánea de las masas campesinas. Estos postulados se resumían en el rechazo de toda clase de poder y de autoridad. La sociedad, en su opinión, debería formarse en torno a pequeñas comunas autosuficientes, que elegirían mediante sufragio universal a sus representantes y que serían libres de asociarse o no a otras comunas similares.

Las revoluciones obreras

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Puntos principales de las doctrinas socialistas Marxismo – – – – –

materialismo dialéctico lucha por la abolición de la burguesía y la diferencia de clases defensa de la fuerza del proletariado industrial unido dictadura del proletariado aceptación del juego político

Anarquismo – exaltación de la libertad individual – defensa del potencial revolucionario de las masas campesinas – lucha por la abolición de toda forma de autoridad y poder (Estado, ejército) – rechazo del juego político Socialismo utópico – defensa de la evolución frente a la revolución – rechazo de los métodos violentos – defensa de la propiedad común de los medios de producción y de la propiedad privada

La propiedad debería ser colectiva y, en la nueva sociedad, los hombres no obedecerían más que a su razón. Otros anarquistas fueron más allá y no sólo preconizaron la colectivización del trabajo, el capital y la tierra, sino también la de los frutos del trabajo. Este anarco-comunismo se apoyaba en el argumento de que, al ser imposible determinar en una economía industrial la parte de trabajo de cada uno, la riqueza acumulada debería pertenecer a todos. En Francia, a diferencia del pragmatismo que caracterizó a los movimientos británicos, surgieron una serie de pensadores que formularon soluciones ideales a los problemas derivados de la industrialización, entre ellos Claude Henry Saint-Simon, Charles Fourier, Louis Blanc, Louis Auguste Blanqui y Etienne Cabet. Se los llamó socialistas utópicos. Por lo general, preferían la evolución a la revolución y desechaban los métodos violentos que adoptarían los anarquistas años más tarde. Fourier, por ejemplo, propuso el modelo de los falansterios, según el cual pequeñas poblaciones se distribuirían, de forma rotatoria, todas las funciones para evitar una excesiva especialización.

Los socialistas utópicos coincidían en mantener la propiedad privada, pero propugnaban la propiedad común de los instrumentos de producción. Los falansterios llegaron a organizarse en Francia, Estados Unidos, Rusia y Gran Bretaña, aunque la mayoría fracasaron. Por su parte, Cabet publicó en 1842 Viaje a Icaria, obra en la que describía otro modelo utópico basado en Platón y Tomás Moro. Las ideas y los modelos presentados por los utópicos recibieron duras críticas por parte de otros socialistas, ya que los acusaban de sustituir la realidad por creaciones fantásticas. Karl Marx es el más señalado representante del socialismo. En 1845 formuló sus Tesis sobre Feuerbach, donde afirmaba que en lugar de seguir interpretando los diversos modelos de mundo, éste debería ser transformado. Enunció sus ideas claves, junto con Engels, en el Manifiesto comunista (1848) y las desarrolló en su obra más importante, El capital. Inspirándose en el concepto de dialéctica hegeliano (oposición de contrarios que en su lucha progresan hacia formas más perfectas), Marx sostuvo que la realidad económica, social y “supraestructural” de la so-

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HISTORIA: EDAD CONTEMPORÁNEA

ciedad capitalista se concreta en dos clases: burguesía y proletariado. El capital burgués engendra a su contrario, el proletariado, la clase sometida por excelencia. Para eliminar la explotación de la que es víctima, el proletariado mundial debe unirse y enfrentarse a la burguesía, en una lucha encaminada a hacerse con el poder (dictadura del proletariado) para, una vez alcanzado, abolir el capitalismo y las diferencias entre clases. Como consecuencia de la rápida difusión y aceptación de las teorías socialistas, se fundó en Londres en 1864 la primera organización supraestatal de la clase obrera, conocida como la Primera Internacional, a la que acudieron representantes políticos y sindicales de los trabajadores británicos, alemanes y franceses, así como exiliados políticos de otros países. El fracaso de esta primera organización, que desapareció en 1876, se debió en gran parte a los interminables enfrentamientos entre marxistas y anarquistas, basados en las diferencias de actitud e ideológicas de sus respectivos líderes. Así, mientras que Marx concebía la historia como un proceso de fuerzas cuyo protagonismo recaía en las clases, Bakunin defendía la capacidad individual del ser humano para vencer a la historia; si, para Marx, la revolución social debía estar protagonizada por la clase obrera industrial unida, para Bakunin, la masa revolu-

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cionaria potencial era la campesina y la eficacia se basaba en la acción individual; mientras que Marx postulaba la dictadura del proletariado, Bakunin rechazaba de plano toda forma de poder. El marxismo, por último, aceptaba las reglas del juego político (elecciones, parlamentarismo, etc.), en tanto que el anarquismo abominaba de la política y no creía en la vida parlamentaria. Sin embargo, y al margen de estos enfrentamientos, la Internacional apoyó eficazmente algunas huelgas de la época, como la de los obreros del bronce en París (1867) o la de los obreros de la construcción en Ginebra (1868) y en la década de 1870 contaba ya con decenas de miles de afiliados en Gran Bretaña y en Francia y ejercía una enorme influencia en Alemania. No obstante, el fracaso de la Comuna de París influyó decisivamente en su disolución. En la década de 1880 empezaron a formarse en Europa occidental los distintos partidos socialistas modernos. Así, en Gran Bretaña apareció la Federación Democrática, fundada por Stephen Herbert Hyndman, inicialmente cartista, pero que posteriormente evolucionó hacia la socialdemocracia (Federación Social Demócrata), y la Sociedad Fabiana, que agrupaba a socialistas no marxistas y a filósofos positivistas. En Francia aparecieron los partidos de Jules Guesde (marxista revolucionario) y de Jean Jaurés

Dibujo que representa los conflictos sociales en San Petersburgo a principios del siglo XX. El marxismo configuró en Rusia la doctrina revolucionaria capaz de organizar un nuevo Estado tras derribar el régimen autocrático del zarismo.

(idealista radical, no marxista). En España, Pablo Iglesias fundó en la clandestinidad el Partido Socialista Obrero Español, y Ferdinand Lasalle organizó en Alemania el Partido Social Democrático, uno de los que mayor influencia posterior tuvieron y que, cuando en 1890 pudo concurrir a las elecciones, consiguió un sonado éxito, con más de un millón de votos. En 1889 se fundó en París la Segunda Internacional, fiel a la socialdemocracia, de la que ya en el siglo XX surgirían la Internacional Obrera socialista, que en Francia unificó a las tendencias opuestas antes comentadas, y la Internacional socialista. La primera guerra mundial dio al traste con los intentos de unión de esta Segunda Internacional, que obtuvo sin embargo importantes logros en otros ámbitos, entre los que destaca la aceptación del sufragio universal en una gran parte de los países europeos. Por su parte, en Rusia, el Partido Social Democrático, fundado en 1898, todavía en época zarista, se escindió posteriormente en el bolchevique –marxista revolucionario– y el menchevique –menos radical–. En 1919 se fundó en Moscú el Komintern o Internacional Comunista, que aglutinó a la mayoría de los partidos comunistas y que fue suprimido bajo el régimen estalinista en 1943.

La comuna de París La guerra franco-prusiana (18701871) dividió profundamente a los círculos de la Internacional y fue seguida por un acontecimiento muy importante en la historia del socialismo, la instauración del breve gobierno revolucionario de la Comuna de París (marzo-mayo de 1871). Con el tiempo, ha llegado a adquirir el valor de símbolo, ya que se trata del episodio más espectacular de la lucha de clases en la Europa liberal y uno de los movimientos sociales más originales del siglo XIX. Durante todo el invierno, París estuvo sitiada por las tropas de Bismarck. Reunidos en un comité militantes de la Internacional y otros socialistas o republicanos patriotas, alentaron los ataques contra las tro-

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pas alemanas, rechazando la autoridad del gobierno de Thiers, instalado a la sazón en Versalles. En febrero fue elegida una nueva Asamblea Nacional, dominada por los monárquicos, en tanto que París votaba republicanos. Entre tanto, Thiers y la Asamblea adoptaban algunas medidas ciertamente impopulares, entre ellas la supresión del sueldo de los miembros de la guardia nacional, cuerpo que por entonces empezaba a cobrar bastante importancia. Pese a ello, el levantamiento popular no se produjo hasta que la Asamblea mandó incautar unas armas que eran propiedad del pueblo, entre las que se hallaban los cañones de Montmatre y Belleville. El 18 de marzo, Thiers envió tropas con la orden de retirar esos cañones y una muchedumbre furiosa mató a dos generales. Thiers huyó a Versalles y retiró todas las tropas de París. Entonces, la guardia nacional eligió un comité general, y el 26 de marzo se proclamó la Comuna de París; el día 3 de abril se desencadenó una ofensiva contra las tropas del gobierno legal y quince días después se proclamó un manifiesto en el que se ratificaba el republicanismo del movimiento, se estipulaba la separación entre la Iglesia y el Estado, se abolían los privilegios de aquélla y se fijaba la jornada laboral en diez horas diarias. La respuesta de Thiers no se hizo esperar y durante un mes París fue el escenario de cruentos enfrentamientos entre las fuerzas gubernamentales y las insurrectas, que culminaron en la “semana sangrienta”, del 21 al 28 de mayo, con la derrota de los comuneros. La dura represión sufrida por los revolucionarios durante los años siguientes, hasta la proclamación de una amnistía en 1880, acabó prácticamente con el movimiento. Aunque la Comuna no fue exactamente un movimiento obrero, su fracaso repercutió negativamente en el avance socialista en Francia y fue una de las causas que incidieron en la disolución de la Primera Internacional.

La revolución rusa El imperio zarista fue derribado en 1917 por un movimiento revoluciona-

Las revoluciones obreras

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Grabado que representa una reunión de la Comuna de París, nombre con el que se conoce el breve gobierno revolucionario que de marzo a mayo de 1871 dirigió los destinos de la nación francesa.

Bolchevique, ilustración de la revolución rusa de 1917 por el pintor ruso Boris Kustodiev.

rio, pero ya desde los primeros años del siglo XX se había generalizado el descontento contra la autocracia de los zares. Entre 1901 y 1903 se vivió una gran crisis económica internacional que afectó a una Rusia moderadamente industrializada. Obreros y campesinos empezaron a movilizarse. Por otra parte, la impopular guerra contra Japón (1904-1905) se saldó con una derrota, ante la indiferencia del pueblo ruso, que contemplaba con hostilidad manifiesta la subida de los impuestos y la leva de tropas. En diciembre de 1904 estallaron huelgas violentas en Bakú, Moscú y San Petersburgo, que propiciaron la unión meramente táctica de la burguesía y el proletariado. En 1905, el zar anunció la concesión de libertades cívicas, la extensión del derecho de voto y la creación de una Duma (asamblea) legislativa, todo lo cual satisfizo a la burguesía, pero no a los socialistas, para quienes esas reformas no suponían sino el primer paso hacia la revolución. La revolución rusa de 1917 no hubiera sido posible sin la aportación teórica de Lenin. Vladímir Ilich Uliánov estimaba que el capitalismo había sufrido una transformación, pasando de ser industrial a financiero. En consecuencia, a la lucha de clases se había añadido la lucha política

entre los estados. Para Lenin, la base revolucionaria ya no estaba formada por el proletariado de los países ricos, sino por el de los países atrasados, y la revolución debería llevarse a cabo en estos últimos. El 23 de febrero de 1917, el desabastecimiento de pan en Petrogrado (antigua San Petersburgo) provocó el estallido de un gigantesco movimiento de huelga que desembocó el 27 de febrero en una insurrección abierta. Abandonado por sus soldados, que se amotinaron y confraternizaron con los obreros, Nicolás II carecía de toda autoridad. Se estableció entonces un doble gobierno: el provisional, constituido por los diputados de la Duma, y el de los soviets (comités formados por obreros y soldados que se habían constituido en 1905 durante un congreso bolchevique). El gobierno provisional decidió convocar una Asamblea constituyente, conceder una amnistía y continuar la guerra con Alemania. Nicolás II abdicó en el gran duque Miguel, quien también renunció. Lenin llegó desde su exilio en Suiza a Petrogrado en abril y en seguida triunfó su tesis de que era preciso rechazar el gobierno provisional. Se adoptó así el lema de “todo el poder para los soviets”. El gobierno, por su parte, modificó su composición y permitió la entrada en él de socialistas,

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La revolución rusa de 1917 tuvo en Lenin a su principal teórico. En la imagen, Lenin se dirige a un grupo de revolucionarios.

que representaban a los soviets. En junio, inspirado por los bolcheviques, el congreso de los soviets rechazó la gestión gubernamental. En julio se inició en Petrogrado una insurrección popular. Las tropas del gobierno acabaron con las manifestaciones y prendieron a los dirigentes bolcheviques. Lenin huyó. Kerenski fue nombrado primer ministro del gobierno provisional y promovió en Moscú una conferencia estatal a la que acudieron antiguos diputados de las cuatro Dumas que se habían constituido en Rusia entre 1906 y 1912. En septiembre, Kornílov, un general zarista, proclamó la ley marcial en Petrogrado, pero la población se sublevó y Kerenski colocó al general fuera de la ley.

Lenin llegó a Petrogrado de nuevo a principios de octubre. Poco después se creó en el soviet un comité militar revolucionario dirigido por Trotski. El 24 de octubre, las fuerzas bolcheviques entraron en acción, ocupando los puntos estratégicos de la capital sin derramamiento de sangre. Kerenski huyó y otros miembros del gobierno fueron detenidos. El poder iba a ser controlado por los bolcheviques. Ese mismo día, Lenin esbozó una serie de decretos para dar satisfacción a soldados, campesinos y obreros. El 26 de octubre se decretó la abolición de las grandes propiedades agrícolas, que pasaron a manos de los soviets. Cuatro días más tarde se publicó el decreto que daba el control de las fábricas a los trabajadores. A continua-

ción se nacionalizaron los bancos, el último sector aún controlado por la burguesía. En 1918 se aprobó una nueva Constitución. La nueva forma de Estado la constituían los soviets, y se acordó una estructura federal (URSS) para responder a la multiplicidad étnica. Los bolcheviques enunciaron los “Derechos del pueblo” y se decidió la no separación de los poderes ejecutivo y legislativo. En el campo político, se procedió a suprimir a la oposición. Mencheviques y anarquistas fueron perseguidos y arrestados. La familia imperial fue ejecutada en Yekaterinburg el 17 de julio de 1918. La formación de varios centros de resistencia frente al régimen bolchevique desembocó en la guerra civil. Los ejércitos blancos ocuparon las zonas del sur, en tanto que los bolcheviques organizaron el ejército rojo. A pesar de la intervención de Gran Bretaña y Francia, el régimen bolchevique consiguió controlar todo el territorio de la URSS en 1921.

_ Preguntas de repaso 1. ¿Qué se entiende por doctrinas socialistas? 2. ¿Cuáles fueron las principales ideas políticas del anarquismo? 3. ¿Qué defendía Marx? 4. ¿Qué significó la Primera Internacional en la historia de los movimientos obreros?

LA EXPANSIÓN COLONIAL

Causas del imperialismo Tras la crisis de los antiguos imperios coloniales, que se saldó con el nacimiento de los Estados Unidos y la independencia de los países latinoamericanos, en la segunda mitad del siglo XIX resurgió con fuerza el deseo de expansión colonialista entre los países europeos. Ello daría lugar al imperialismo de la época contemporánea, como consecuencia del cual el mundo quedó repartido entre las principales potencias del momento, en especial Francia y Gran Bretaña, y, en menor medida, Bélgica, Portugal, España, Estados Unidos y Japón. Las diferencias surgidas entre los países

colonialistas en su expansión fueron una de las causas que motivaron el estallido de la primera guerra mundial. Entre las razones que explican este nuevo movimiento expansionista, tan denostado por el liberalismo imperante en la Europa de principios y mediados del XIX, se encuentran el notable crecimiento demográfico vivido por los países industrializados, que los obligó a buscar nuevas tierras en las que asentar sus “excedentes poblacionales” –de hecho, las oleadas de emigrantes hacia las colonias fueron en muchos casos masivas–; la búsqueda de materias primas para la industria, y el afán de poder y de fuerza, reforzado por el nacionalismo de los

respectivos países. Por otra parte, la voluntad civilizadora de los europeos, basada en la creencia de su superioridad étnica y cultural y en la consiguiente obligación de transmitir a los pueblos subdesarrollados los avances de su civilización (sentimiento propagado por diversos teóricos y por el poeta Kipling, con su idea del white man´s burden o “responsabilidad del hombre blanco”), fue uno de los factores determinantes del creciente entusiasmo que la aventura imperialista despertó, incluso entre los sectores liberales inicialmente más reacios. Por último, el afán de las respectivas naciones de convertirse en grandes potencias mundiales, aprovechando

El notable crecimiento demográfico originado por la revolución industrial propició la nueva oleada expansionista que resurgió con fuerza en los países europeos durante la segunda mitad del siglo XIX. En la imagen, edificaciones coloniales en La Serena, Chile. Fotografías de cabecera: manifestación obrera en Rusia antes de la revolución (izq.) e imagen de una trinchera en la primera guerra mundial (der.).

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HISTORIA: EDAD CONTEMPORÁNEA

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Islandia Alaska

Dinamarca P. Bajos R. Unido

Canadá

Bélgica

Francia

Portugal

Estados Unidos

N or u Su ega ec ia

Groenlandia

Imperio ruso

Alemania Mongolia

Austro-húngaro

Ita

lia

Imperio otomano

Afganistán

España Corea Japón China Túnez Persia Marruecos Formosa Libia R. de Oro Bahamas Egipto India Birmania Cuba Áfr. occ. Arabia México Hong Kong francesa P. Rico Eritrea Gambia Indochina francesa Siam Honduras Sudán Venezuela Somalia Guinea Nigeria Abisinia británica Borneo Panamá Sierra Leona Ceilán Sarawak Camerún Liberia Colombia Kaiser Uganda Congo Malasia Antillas Guyanas C. de Oro Ecuador Wilhelmland belga holandesas Áfr. or. brit. Togo Perú Brasil Papúa Congo francés Áfr. or. alem. Bolivia Angola Madagascar Paraguay Australia Sudoeste africano Mozambique Uruguay Chile Rhodesia del Tasmania Argentina Bechuanalandia Sur y Norte Nueva Unión Zelanda Sudafricana

Británicas

Belgas

Francesas

Rusas

Alemanas

Holandesas

Italianas Españolas

Portuguesas

Japonesas

Danesas

Otomanas

Estadounidenses

Países independientes

Mapa de los países imperialistas y sus posesiones en vísperas de la primera guerra mundial.

las posibilidades económicas (materias primas y mano de obra indígena) y estratégicas de las colonias, y la generalización de la idea de que sólo sobrevivirían en el futuro las naciones capaces de convertirse en imperios impulsaron el nuevo imperialismo colonial que, en menos de tres décadas, llegó a todos los confines de la tierra.

El reparto de África Aunque, como ya se ha comentado, la expansión territorial se realizó por todo el mundo, sin duda el principal objeto de mira de todas las potencias coloniales del momento fue el continente africano. En efecto, África, prácticamente descolonizada hasta las últimas décadas del siglo XIX, si se exceptúan los enclaves portugueses de Angola y Mozambique, en 1914 se hallaba repartida por completo entre los diferentes países europeos, repar-

to que se confirmó formalmente en la conferencia celebrada en Berlín entre 1884 y 1885. En ella se consolidó el principio de que fuera la ocupación efectiva, y no el mero descubrimiento o exploración, la que otorgara el derecho de explotación de un determinado territorio. En la ocupación del continente africano participaron, en primer lugar, Gran Bretaña y Francia, y en menor medida la Alemania de Bismarck, Portugal, Italia, España y Bélgica. Los británicos, en continua rivalidad con los franceses, consiguieron ocupar una ancha franja territorial, que abarcaba desde el norte hasta Sudáfrica y que comprendía Egipto, Sudán, Kenia, Uganda, parte de Somalia, Zanzíbar, Nyasalandia (actual Malawi), Rhodesia del Norte (posterior Zambia) y Rhodesia del Sur (Zimbabwe), la antigua Natal, el Estado Libre de Orange, el Transvaal y la colonia de El Cabo, territorios estos últimos

incluidos en la actualidad en la República de Sudáfrica. La posesión de los citados territorios australes obligó a los británicos a enfrentarse a los colonos neerlandeses (bóers), en la llamada guerra de los bóers, que se desarrolló entre 1889 y 1902 y que finalizó con la paz de Pretoria. Con esta paz, los territorios en litigio se anexionaron a la Corona británica, y los bóers perdieron así la independencia, si bien mantuvieron su lengua y una cierta autonomía política. Por su parte, Francia se asentó predominantemente en la zonas noroccidental (Argelia, Túnez y parte de Marruecos) y ecuatorial (Senegal, Costa del Marfil, Gabón, parte del Congo, Ubangui-Chari –actual República Centroafricana– y Chad), así como en la isla de Madagascar, y creó dos grandes agrupaciones territoriales: la del África occidental francesa, con capital en Dakar, y la del África ecuatorial francesa, con capital en Brazzaville.

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El resto del continente se lo repartieron entre Bélgica, que ocupó parte del Congo; España, que se quedó con parte de Marruecos, Sahara occidental y la Guinea española (actual Guinea Ecuatorial); Portugal, que consolidó su ocupación de Angola y Mozambique, y que se asentó también en parte de Guinea y en diversas islas, y, finalmente, Italia, a la que le correspondió Eritrea, Libia, Etiopía y Somalia.

Los nuevos imperios coloniales Gran Bretaña

gobiernos británicos, forzaron a estos últimos a abandonar los antiguos métodos de control de las colonias y a adoptar políticas administrativas más modernas y eficaces, basadas en la idea de la autosuficiencia de muchas de estas posesiones para gobernarse. Así, poco antes de que estallara la primera conflagración mundial, las confederaciones de colonias de Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica obtuvieron el estatuto de dominios británicos, por el cual gozaban de una autonomía casi total, si bien se comprometían a mantenerse fieles a la Corona británica en caso de conflicto. La participación junto a Gran Bretaña de estos dominios durante la primera guerra mundial hizo que al término de la misma quedaran como estados independientes dentro de la Comunidad Británica de Naciones, reconocida por el estatuto de Westminster en 1931. Por su parte, Egipto, cuya ocupación supuso un foco de tensiones per-

A finales del siglo XIX, tras la emancipación de la América española, Gran Bretaña se erigió en el gran imperio colonial europeo. Disponía de territorios –en su mayoría conquistados a franceses, españoles y neerlandeses– en el Mediterráneo (Malta, Corfú, islas jónicas), en la ruta de las Indias (Gibraltar, El Cabo, Mauricio, Adén, Ceilán), en la ruta de China (Singapur y Hong Kong) y en el Caribe (Antillas, Guayana), además de los ya mencionados territorios africanos. Contaba, así mismo, con la India –a la que se añadieron los territorios de Birmania, el Punjab y el Beluchistán británico, que desempeñaban un papel cada vez más importante en la economía británica como proveedora de algodón– y con una serie de posesiones de población predominantemente blanca, como Canadá, Australia y Nueva Zelanda. A comienzos del siglo XX, el imperio británico abarcaba una extensión de 33 millones de kilómetros cuadrados en los que vivían alrededor de 450 millones de habitantes. La diversidad y amplitud de las vastísimas posesiones ultramarinas, unidas a los crecientes conflictos surgidos en el seno de Europa, que reclaPuerto de Hong Kong, ciudad que fue hasta 1997 maban cada vez más la atenuno de los territorios británicos en la llamada ruta ción de la diplomacia y de los china.

La expansión colonial

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En 1877, Victoria I se proclamó emperatriz de la India. En la imagen, la reina junto a su secretario indio.

manentes –hábilmente atizadas por Bismarck– entre Francia y Gran Bretaña, se convirtió finalmente en protectorado británico hasta 1922 (aunque la presencia de tropas británicas en territorio egipcio se prolongó de hecho hasta mucho más tarde), mientras el resto de los territorios africanos y la India se mantuvieron en régimen de colonias, con distintos grados de autonomía y de participación de los nativos en el gobierno y en la legislación. Tras la segunda guerra mundial y, más concretamente, a raíz de la disgregación del antiguo imperio indio (establecido en 1876 por la reina Victoria, quien se proclamó emperatriz del mismo) en los estados de Pakistán, Ceilán (Sri Lanka) e India, y de la independencia en 1947, de esta última, el proceso de emancipación de las colonias resultó imparable y el imperio británico se desmembró definitivamente. No obstante, la flexible actitud de Gran Bretaña ante estos acontecimientos favoreció la integración de la mayoría de los antiguos territorios coloniales en la Comunidad de Naciones (Commonwealth), sólida institución que ha sabido perdurar a través del tiempo.

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HISTORIA: EDAD CONTEMPORÁNEA

Francia Tras las campañas coloniales realizadas en el continente africano en las últimas décadas del siglo XIX, en la primera mitad de la centuria siguiente el imperio colonial francés alcanzó su máxima amplitud. Abarcaba por entonces una extensión superior a los doce millones de kilómetros cuadrados y albergaba una población próxima a los setenta millones de habitantes. Sus posesiones, repartidas por los cinco continentes, incluían, entre otros, los territorios de Nueva Caledonia y Nuevas Hébridas, en Oceanía; Siria, Líbano y diversos establecimientos en la India y en Indochina (Camboya, Laos, Tonkín, Cochinchina, etc.), en Asia; Saint Pierre y Miquelon, Guadalupe, Martinica y la Guayana, en América, y en tierras africanas, los territorios agrupados en

Arriba, playa de la isla de Martinica, y abajo, una imagen de la isla de Guadalupe, ambas pertenecientes al grupo de colonias francesas.

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el África occidental francesa (Mauritania, Guinea, Costa del Marfil, Senegal, Alto Volta, Nigeria, Dahomey y Sudán francés) y en el África ecuatorial francesa (Chad, Gabón, parte del Congo y Ubangui-Chari), así como parte de Somalia, Togo, Camerún, Madagascar y las Comores, la Reunión y una gran zona de la región septentrional (Argelia, Túnez y parte de Marruecos). Este imperio, que salió indemne de la primera guerra mundial, experimentó tras la segunda gran conflagración –y, en especial, entre la década de 1950 y la de 1960– un importante desmembramiento, motivado por el estallido de diversos y sangrientos movimientos independentistas (Argelia, Marruecos, Túnez, Indochina), que Francia, a diferencia de Gran Bretaña, intentó sofocar violentamente, sin lograrlo. Ante lo irreversible de la situación e inspirándose en el modelo británico de la Commonwealth, Francia creó la Unión francesa (1946) y posteriormente, en 1958, la Communnauté, con la intención de reorganizar lo aún rescatable del antiguo imperio. Pero esta última asociación sólo duró dos años, y Francia se vio obligada a la firma de diversos pactos bilaterales, que si bien aseguraban el dominio neocolonial francés en algunos territorios, acababan definitivamente con las aspiraciones imperiales. A partir de 1980, a las posesiones aún no independizadas se les concedió mayor autonomía y pasaron a considerarse territorios de ultramar (con una Asamblea territorial), como es el caso de la Polinesia francesa o Nueva Caledonia, o departamentos de

ultramar (con representación en el Parlamento francés), como Guadalupe, Martinica o la Guayana francesa.

Otras potencias coloniales Otra gran potencia colonial, tras la británica y la francesa, era la neerlandesa, cuyo imperio, formado por las posesiones en Insulindia (Indias orientales) y en las Antillas, abarcaba cerca de los dos mil kilómetros cuadrados y albergaba a casi sesenta millones de habitantes. En las primeras décadas del siglo XIX, este imperio colonial sufrió en varias ocasiones la ocupación de los británicos (Insulindia en 1801 y Batavia en 1811), los cuales durante su estancia en las colonias emprendieron diversas reformas liberalizadoras, tanto económicas como políticas. Estos antecedentes, unidos a los levantamientos acaecidos en Java y en Sumatra poco después de que el imperio fuera de nuevo restituido a los Países Bajos en 1814, obligaron al gobierno neerlandés a renunciar a su tradicional política colonial y a dotar de una mayor autonomía a los colonos. No obstante, los movimientos anticolonialistas fueron progresivamente en aumento y culminaron a mediados del siglo siguiente con la independencia de Indonesia y la reducción del imperio neerlandés a sus colonias americanas. Con la ulterior emancipación de Suriname (1975), el que había sido uno de los mayores imperios coloniales del mundo quedaba reducido a las posesiones de las Antillas. La aventura colonial de las restantes potencias europeas, centradas en la preocupante situación de los Balcanes y en sus propios problemas internos, fue mucho menos espectacular que las anteriores. Italia, que se incorporó tardíamente a la expansión colonialista, consiguió Eritrea, Somalia, las islas del Dodecaneso, Libia y, ya en 1935, Etiopía. Por su parte, Rusia logró la anexión del Turquestán y a finales del siglo XIX completó el dominio de Siberia.

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En el resto del mundo destacaron las actividades expansionistas de Japón y de Estados Unidos. Japón, que con el emperador Mutsuhito (18521912) iniciaba la llamada era Meiji, vivió el afán imperialista con el mismo entusiasmo que los europeos, debido, entre otras causas, al extraordinario crecimiento demográfico que había experimentado en menos de medio siglo (la población japonesa se duplicó). El afán expansionista nipón, centrado en la península coreana y en Formosa (Taiwán), llevó al emperador Mutsuhito a declarar sucesivamente la guerra a China (1895) y a Rusia (1904). Ambas contiendas se saldaron con la victoria de Japón, que consiguió así anexionarse Corea, Formosa, Manchuria y parte de la isla de Sajalín. Este imperio colonial, no obstante, tuvo una efímera vida y terminó desapareciendo tras la derrota nipona en la segunda guerra mundial. Finalmente, la expansión territorial de Estados Unidos se logró, por un lado, mediante la compra de Alaska a los rusos en 1867 y, por otro, gracias a la derrota del decadente ejército colonial español, que en la guerra hispano-estadounidense de 1898 perdió Cuba, Filipinas, Puerto Rico y Guam. Tras la contienda, Cuba fue oficialmente declarada independiente, aunque, de hecho, la fuerte influencia estadounidense en la isla se mantuvo hasta la revolución castrista

(1953-1959). Por su parte, Filipinas proclamó su independencia en 1946. Durante el mandato del presidente Theodore Roosevelt, la política expansionista prosiguió, y el apoyo norteamericano a la secesión de Panamá respecto de Colombia tuvo como efecto inmediato la concesión de la franja de terreno panameño donde se construyó el canal, y el consiguiente control del tráfico naval entre el Pacífico y el Atlántico. El imperialismo estadounidense de las décadas posteriores adquirió matices diferenciales característicos, cuyo rasgo predominante fue la adopción por los sucesivos gobiernos de una marcada política intervencionista, especialmente dirigida contra la difusión de la ideología comunista.

Descolonización y neocolonialismo La descolonización adquirió carta de naturaleza una vez finalizada la segunda guerra mundial. La independencia política de las nuevas naciones, conseguida por la fuerza de las armas o mediante procesos negociadores, comenzó a desfigurar y recomponer el mapa mundial que se había perfilado a lo largo del siglo XIX. El mundo antes colonizado reaccionó en general con la recuperación de sus tradiciones culturales y renegando,

La expansión colonial

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en ciertos casos con acentuado fanatismo, de la herencia colonizadora. Sin embargo, la escasa o nula industrialización de los nuevos países (una de las consecuencias negativas de la colonización) y la situación de privilegio político y social que siguieron ocupando en muchos casos las minorías de origen extranjero dieron lugar a nuevas formas de dominio, denominadas neocolonialistas, caracterizadas por la injerencia de las antiguas potencias coloniales en los asuntos internos de sus ex colonias y por la absoluta dependencia económica de éstas hacia sus metrópolis.

_ Preguntas de repaso 1. ¿Qué factor ideológico estimuló el desarrollo imperialista? 2. ¿Hacia qué continente se dirigieron los afanes expansionistas de las potencias coloniales? 3. ¿Cuál fue el principal foco de tensión colonial entre los británicos y los franceses? 4. ¿Qué territorios logró Italia en su aventura colonial?

LA RUPTURA DEL EQUILIBRIO EN EUROPA

L

os últimos treinta años del siglo XIX fueron para Europa una época de paz no exenta de tensiones. Este período ha sido bautizado por los historiadores como el de la “paz armada” y su protagonista indiscutible fue Bismarck, figura de gran talla diplomática, que intentó afirmar la hegemonía alemana sobre el resto del continente.

Bismarck: la paz armada El resultado de la guerra franco-prusiana de 1870 desplazó el centro político europeo de París a Berlín. Es preciso recordar que, bajo el segundo imperio francés, todos los conflictos europeos se habían solucionado con la participación o mediación de Francia. Así sucedió en la guerra ruso-turca, en la que intervinieron los ejércitos francés, británico y piamontés, y que tuvo como inmediata consecuencia la reordenación de la Europa sudoriental tras el congreso de París de 1856. Lo mismo ocurrió en los procesos de unificación alemán e ita-

liano, donde destacó el papel representado por Napoleón III. Sin embargo, tras la derrota francesa en 1870, Alemania empezó a intervenir en Europa como potencia dominante y mediadora. El congreso de Berlín de 1876, que reunió a todas las potencias bajo la presidencia de Bismarck, trató, entre otros asuntos, de solucionar la crisis oriental, posible origen de una nueva guerra ruso-turca. Los nuevos reinos de los Balcanes carecían de las condiciones básicas para subsistir y sus soberanos eran extranjeros impuestos por intereses diplomáticos. El rey de Bulgaria, Alejandro de Battenberg, no colmaba los deseos de Rusia; Napoleón III representó un destacado papel en los procesos de unificación de Alemania e Italia. el monarca de Rumania, Carlos de Hohenzollern, reclamaba Transilvania; Serbia exigía la incorporación de Bosnia y con la liga albanesa, protegida por los Herzegovina, ocupadas por Austria; turcos, y Grecia reclamaba Creta, EpiNicolás de Montenegro se enfrentó ro y Macedonia. El objetivo de la política exterior alemana era mantener un estado siDurante los últimos treinta años del siglo XIX, llamados milar al de 1871, es decir, una situade “paz armada”, las ción basada en un sistema de alianmonarquías europeas zas con las dos monarquías más convivieron en un delicado equilibrio de fuerzas. En la servadoras de Europa, la rusa y la imagen, cartel de la austro-húngara, alianza que protegeExposición Universal de París ría a Alemania de cualquier intento de 1867, en el que se de desquite por parte de Francia. Esta representan los principales monarcas europeos de la nueva alianza tomó, en 1873, una priépoca. mera forma denominada Liga de los tres emperadores (Guillermo I, el zar Fotografías de cabecera: manifestación obrera en Rusia Alejandro II y Francisco José de Ausantes de la revolución (izq.) e tria), a la que muy pronto se unió Itaimagen de una trinchera en la primera guerra mundial (der.). lia, recelosa de las buenas relaciones

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que Francia mantenía con el papa. La crisis oriental que enfrentó a Rusia con Austria-Hungría motivó la ruptura de esta delicada construcción diplomática. No obstante, Bismarck la reconstruyó de una manera más sólida al firmar en 1879 con Austria-Hungría un pacto defensivo contra Rusia y al renovar en 1881 la liga de los tres emperadores, mediante la cual se garantizaba la neutralidad de las otras dos potencias cuando cualquiera de las tres entrara en guerra con otro país. Por este acuerdo, Alemania se aseguraba la imposibilidad de una alianza entre Rusia y Francia en el caso de un conflicto bélico franco-alemán, y Rusia de que Austria no se aliaría con Gran Bretaña si estallaba una guerra anglo-rusa. Por otra parte, en 1882 se formó la Triple Alianza entre Italia, AustriaHungría y Alemania, por la que se obligaba a intervenir a Austria y Alemania en el caso de que Francia agrediese a Italia (por entonces ambos países estaban enfrentados a propósito de la cuestión tunecina), y a Italia si se producía un ataque de Francia a Alemania. Entre 1885 y 1890, este sistema sufrió algunas modificaciones, si bien siguió fundamentándose en la Triple Alianza, a la que se incorporaría Gran Bretaña en 1887, confirmando así la ayuda de Italia ante un hipotético intento francés de modificar la situación en Egipto, y asegurando, en contrapartida, la ayuda británica a Italia si Francia intentaba invadir Tripolitania, una posesión turca por la que Italia se mostraba interesada. Este sólido y complejo entramado impedía en teoría todo tipo de cambio en Europa, pero esa misma solidez y complejidad incapacitaban al sistema para funcionar correctamente: no podía encubrir las contradicciones internas. Por ejemplo, el tratado de 1887 prometía el apoyo diplomático de Alemania a Rusia en los Dardanelos, pero, al mismo tiempo, el acuerdo mediterráneo que sujetaba a Italia, aliada de Alemania, iba dirigido en parte contra Rusia a propósito de la misma cuestión de los Dardanelos. El acercamiento entre Rusia y Francia tras la destitución de Bismarck

(1890) derrumbaría estrepitosamente esta construcción diplomática. De hecho, estaba abocada al fracaso desde el mismo momento en que contemplaba las relaciones internacionales bajo la óptica del equilibrio, en una época en la que las distintas potencias europeas estaban enfrascadas en una lucha por el reparto de Asia y África, reparto al que Bismarck apenas si había concedido importancia. La política alemana, tanto interior como exterior, no llegó a asimilar las transformaciones políticas, económicas y sociales que se estaban produciendo en Europa entre 1850 y 1890.

La decadencia de los imperios europeos A partir del año 1906, las pasiones imperialistas empezaron a remitir en Europa. Los temas de política interna volvieron a acaparar todo el interés. Mientras que en Gran Bretaña el gobierno liberal de Henry CampbellBannerman se ocupaba de los graves y acuciantes problemas sociales, a los que no se había prestado atención durante el anterior período imperialista, la izquierda republicana francesa se mostraba mucho más interesada en eliminar la influencia de la Iglesia católica sobre la sociedad que en las cuestiones de política internacional.

La ruptura del equilibrio en Europa

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Por su parte, el príncipe Bernhard von Büllow, canciller del Reich alemán, optó por encarar los problemas internos una vez que hubo fracasado la acción alemana en Marruecos. Rusia también moderó sus ambiciones imperialistas, en gran parte debido a la derrota sufrida en la guerra contra Japón. Sin embargo, estos cambios de actitud no trajeron para Europa un período de paz y tranquilidad; al contrario, el desarrollo de las fuerzas democráticas supuso el recrudecimiento del espíritu nacionalista y, como consecuencia, se introdujo en las relaciones internacionales un peligroso factor de hostilidad. Ejemplo ilustrativo de ello fue la rivalidad naval entre Alemania y Gran Bretaña, que mantuvo en vilo a la opinión pública británica durante tres años, hasta el punto de llegarse a temer un ataque por parte del Reich alemán.

La cuestión bosnia Las fricciones motivadas por la rivalidad naval anglo-alemana pronto dejaron paso a la preocupante evolución de los acontecimientos en la Europa sudoriental. En junio de 1908 estalló una revolución en el seno del imperio otomano. El movimiento de los “jóvenes turcos” obligó al sultán Abdülha-

Soldados franceses custodiando a un grupo de prisioneros prusianos durante el conflicto bélico que enfrentó a estas dos naciones durante el bienio 1870-1871.

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tión bosnia, y dado que otras, como Alemania, se alinearon incondicionalmente al lado de Austria-Hungría, a la diplomacia rusa no le quedó otra posibilidad que declararse de acuerdo con la anexión de Bosnia y Herzegovina, y convencer a Serbia de que debía ceder en sus pretensiones. Las consecuencias de la crisis fueron muy importantes: en Rusia quedó la certeza de que en la política balcánica su gran adversario sería siempre Alemania, y el movimiento nacional-revolucionario radical en Serbia y en Bosnia iba a ser en adelante enemigo irreconciliable de Austria-Hungría. Además, Italia, que se sentía relegada, firmó en 1909 un tratado secreto con Rusia. Ambos países estaban decididos a fomentar las aspiraciones nacionales de los pueblos sudeslavos.

La crisis marroquí Retrato de Francisco José I, emperador de Austria y rey de Hungría.

mid a proclamar una constitución más democrática. El ya de por sí precario poder turco en los territorios europeos entró en una crisis definitiva, ya que en un estado nacional unitario de carácter moderno no había sitio para estos territorios que poseían regímenes jurídicos particulares y distintos. Este asunto alarmó a AustriaHungría, bajo cuya administración se encontraban Bosnia y Herzegovina. Ante el peligro que la situación representaba para sus intereses, AustriaHungría decidió anexionarse ambas regiones. Para ello, el ministro del Exterior austríaco, Aloys Aehrenthal, contaba con el apoyo de Alemania, aunque había de salvar el difícil escollo que representaba el acuerdo austro-ruso de los Balcanes firmado en 1897. Según este acuerdo, AustriaHungría estaba obligada a convenir con Rusia cualquier cambio en la situación de los Balcanes. Todavía más, de acuerdo con la Triple Alianza, Italia también tenía derecho a ser consultada y a recibir, en su caso, una compensación. Por último, la proyectada anexión de Bosnia y Herzegovina debería ser refrendada por todas las po-

tencias que firmaron el tratado de Berlín de 1878. A cambio de apoyo diplomático, Aehrenthal consiguió que Rusia no se opusiera a sus planes, aunque ésta exigió que una conferencia de las grandes potencias sancionase la decisión austríaca. Pero Austria-Hungría burló a la diplomacia rusa, pasando sin previo aviso a la acción. Entre tanto, el príncipe Fernando de Bulgaria, alertado ante la situación, proclamó la plena soberanía del estado búlgaro. Al mismo tiempo se desencadenó en Serbia una violenta ola de protestas contra la anexión. Belgrado se preparó para la guerra, exigiendo importantes compensaciones territoriales si las grandes potencias decidían apoyar a Austria-Hungría. Rusia se encontró, entonces, ante un grave dilema: por un lado, no podía abandonar a Serbia en tan difíciles momentos; por otro, la crítica situación interna rusa y la precariedad de su armamento aconsejaban no embarcarse en una guerra de imprevisibles consecuencias. Dado que las grandes potencias, como Francia, se manifestaron poco dispuestas a verse envueltas en una guerra mundial por la cues-

Marruecos fue el otro espacio que provocó fricciones entre las potencias imperialistas. Francia había penetrado en Marruecos mediante la clásica fórmula de ofrecer al sultán ayuda técnica y militar. Estos movimientos franceses fueron contemplados con suspicacia por Gran Bretaña y España. La diplomacia francesa consiguió en 1904 el alejamiento de los británicos a cambio de reconocerles absoluta libertad en Egipto, y reservó también una pequeña parte de Marruecos para España. No obstante, el kaiser Guillermo II se declaró defensor de la independencia marroquí en 1905. La conferencia internacional de Algeciras de 1906 acordó mantener la independencia de Marruecos y también la presencia de Francia en la zona. Esta primera crisis marroquí tuvo importantes repercusiones internacionales. Conviene tener en cuenta que Francia y Gran Bretaña habían firmado en 1904 un tratado de amistad, la Entente cordiale, que obligaba a esta última a implicarse en los asuntos continentales. Además, ante la agresividad de la política exterior alemana, se firmó en 1907 la Triple Entente entre Gran Bretaña, Francia y Rusia. En 1911 tuvo lugar la segunda crisis marroquí. Alemania acusó a Francia de haber sobrepasado los límites

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que le imponía el acta de Algeciras y envió un buque de guerra, el acorazado Panther, al puerto de Agadir, exigiendo ciertas compensaciones. Francia aceptó finalmente ceder una parte del Congo francés a cambio de tener absoluta libertad en Marruecos. Este acuerdo no satisfizo ni a la opinión pública francesa ni tampoco a la alemana, y el resultado fue que una gran excitación nacionalista se extendió por ambos países.

Los preámbulos del conflicto La situación se agravó peligrosamente cuando, en el otoño de 1911, Italia declaró la guerra al imperio turco con el fin de instalarse en la actual Libia. Las grandes potencias europeas se vieron forzadas a quedar al margen del conflicto en virtud de los acuerdos secretos con Italia. Mientras tanto, los estados balcánicos decidieron que había llegado su hora. Bulgaria y Serbia, y en menor medida Grecia y Montenegro, se aprestaron a modificar la insostenible situación de sus territorios. Rusia prometió a los estados balcánicos apoyo en sus aspiraciones nacionales. El 13 de marzo de 1912, Serbia y Bulgaria constituyeron la Liga balcánica, que equivalía, en la práctica, a un pacto de agresión contra Turquía. Como consecuencia de todos estos hechos se reanudó la carrera armamentística. En abril de 1912, el Reichstag (parlamento) alemán aprobó un nuevo proyecto militar. Alertadas las otras potencias, se esforzaron por

mejorar su armamento marítimo y terrestre. Francia y Gran Bretaña concluyeron en el mes de julio un pacto naval que vinculaba a los británicos en caso de guerra. En el último momento, Rusia y Austria-Hungría presentaron una nota a los países balcánicos, exigiendo el mantenimiento del statu quo territorial. Desestimada tal orden, los estados balcánicos iniciaron en octubre de 1912 las acciones militares contra Turquía. Las derrotas turcas reiteradas indujeron al gobierno ruso a sopesar la posibilidad de enviar tropas en su auxilio, dado que las conquistas búlgaras ponían en peligro el paso por los estrechos. Finalmente, los propios turcos contuvieron a los búlgaros, pero perdieron las regiones europeas irremediablemente. Por la paz de Londres, firmada en mayo de 1913, Turquía reconoció la independencia de Albania, quedando reducida su influencia a la región de Constantinopla y los estrechos. A pesar de todo, la cuestión no podía considerarse resuelta bajo ningún concepto. En junio de 1913, Bulgaria atacó a Serbia y a Grecia, que hasta ese momento habían sido sus aliadas, pero los búlgaros sobrevaloraron sus fuerzas. La segunda guerra balcánica supuso para ellos una gran catástrofe, sobre todo porque también intervinieron en el conflicto Rumania y Turquía. Rumania consiguió la Dobrudja, Turquía reconquistó Adrianópolis y entre Serbia y Grecia se repartieron la mayoría de los territorios conquistados en la primera guerra balcánica.

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En definitiva, la situación quedó como sigue: – Serbia, auténtica vencedora de la segunda guerra balcánica, al engrandecerse se había convertido en un obstáculo para Austria-Hungría, que temía por sus comunicaciones en la ruta de Salónica. – Italia y Austria-Hungría, al margen de su unión en la Triple Alianza, rivalizaban por el control de Albania. – Rusia miraba con recelo la eventualidad de que Austria-Hungría pudiera vencer a Serbia y convertirse en la gran potencia balcánica. Ante ello, no dudaría en ayudar a Serbia, lo que provocó la guerra europea de 1914.

La primera guerra mundial Si bien los Balcanes constituían la zona más conflictiva de un mundo dividido en bloques y en el que se multiplicaban las fricciones entre las grandes potencias, los motivos que condujeron a éstas a la guerra fueron de índole muy diversa: – Ambiciones territoriales: Alemania y Francia seguían enfrentadas a propósito de Alsacia y Lorena, dos territorios que nunca dejaron de ser reclamados por el nacionalismo francés. Por otra parte, en Polonia, dividida y bajo la administración austríaca, se alentaba un nacionalismo que Rusia temía. En los Balcanes, Albania y Grecia pugnaban por el Epiro norte, cuya población era griega en su mayoría, pero que había sido adjudica-

La población civil sufrió muy de cerca las duras consecuencias de la primera guerra mundial. A la izquierda, dos ancianos son atendidos por una pareja de soldados. A la derecha, imagen de un tanque perteneciente al ejército británico, encabezando una columna de infantería.

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do a Albania. Las islas turcas del mar Egeo, que se disputaban Grecia y Turquía y que Italia también anhelaba, así como la cuestión de los estrechos, vital para la salida al mar de Rusia, fueron otros factores de índole territorial que coadyuvaron a un aumento de la tensión internacional. – Hostilidades económicas: aunque hasta finales del siglo XIX la supremacía económica de Gran Bretaña era incontestable, a principios del siglo XX, Alemania, gracias a un rápido desarrollo industrial, se había convertido en un antagonista temible y conquistaba grandes mercados, aprovechándose de su envidiable situación geoestratégica en el continente europeo. Sin embargo, los mercados financieros seguían dominados por Londres y París, los dos centros mundiales de distribución de capitales, y las finanzas influyen decisivamente en la política. – Desafíos psicológicos: el aumento de los ejércitos de todas las potencias arrastró a los gobiernos a insistir en el peligro de guerra, con su evidente corolario de un atizamiento de las brasas patrióticas. El 28 de junio de 1914, el archiduque Francisco Fernando, heredero de Austria-Hungría, y su mujer fueron asesinados en Sarajevo por el estu-

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diante bosnio Gavrilo Princip durante un solemne desfile. El atentado fue la culminación de una serie de acciones terroristas con las que se pretendió demostrar al mundo entero la ilegitimidad del dominio de los Habsburgo sobre Bosnia y Herzegovina. Desde un primer momento existió en Viena la convicción de que Serbia había tomado parte en el atentado. En realidad, éste fue obra de una organización secreta nacionalista radical, Mano Negra. A raíz de tal hecho luctuoso, la opinión pública, sobre todo en los países alemanes, exigió que se tomaran medidas contra Serbia. Viena pensaba que si conseguía el respaldo de Alemania, en el caso de emprender acciones militares contra Serbia, Rusia se contentaría con adoptar una actitud amenazadora, como ya sucediera en 1908. La estrategia austro-húngara no tuvo en cuenta en ningún momento la posibilidad de desencadenar un gran conflicto europeo. Pero en Berlín sí se temía que un ataque de Austria-Hungría contra Serbia pudiera provocar una guerra entre las potencias europeas. A pesar de este temor, Alemania decidió finalmente no oponerse a la acción militar austro-húngara. El 23 de julio, Viena envió un ultimátum a Serbia y el 28 le declaró la

Ofensiva del ejército aliado en Argonne, Francia, en septiembre de 1918.

guerra. Para entonces, Rusia ya había declarado que no permanecería neutral. La misma advertencia llegó de Londres y de París. El 29 de julio, los austro-húngaros bombardearon Belgrado. Al día siguiente, Rusia movilizó sus tropas contra Austria-Hungría y Alemania. A primeros de agosto, el kaiser Guillermo II declaró la guerra a Rusia y a Francia, las tropas alemanas invadieron Bélgica y Gran Bretaña entró en el conflicto. Los primeros días de agosto de 1914 contemplaron cómo los pueblos europeos partían a la guerra llenos de entusiasmo. Como era de esperar, se exacerbaron de nuevo los sentimientos nacionalistas, que llegaron a calar tan hondo en todas las clases que hasta los partidos socialistas apoyaron la causa de sus respectivos gobiernos, a pesar de hechos como el asesinato en Francia del líder del socialismo democrático y defensor de la paz europea, Jean Jaurès. Todos se consideraban víctimas de la agresión: las potencias centrales y las de la Entente no dudaron en manipular hábil y cuidadosamente a sus pueblos, de manera que en todos los estados se produjeron entusiastas manifestaciones de solidaridad con los respectivos gobiernos. Quizá el único país en que la población se mostró inicialmente contraria a la intervención fue Gran Bretaña, pero en cuanto Alemania invadió Bélgica, la opinión pública británica cambió radicalmente de actitud. En un principio, la guerra enfrentaba a Rusia, Francia, Gran Bretaña, Serbia y Bélgica contra Alemania y Austria-Hungría. Italia se proclamó neutral. Rumania, Bulgaria y Grecia recibieron solicitudes por parte de ambos bloques, pero prefirieron esperar el momento más apropiado para decantarse por uno o por otro. Turquía, plenamente identificada con Alemania, no se atrevió a implicarse de forma inmediata. En su conjunto, las potencias de la Entente aventajaban en contingentes humanos a sus adversarios, además de contar con mayores facilidades de acceso a las grandes rutas marítimas y con una superior cantidad de materias primas que los imperios centrales. Pero éstos se habían preparado mucho mejor para la guerra.

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El plan alemán para el frente occidental lo diseñó Alfred von Schlieffen y lo llevó a cabo, con ligeras modificaciones, el mariscal Helmuth von Moltke. Este plan preveía una importante ofensiva envolvente de los ejércitos alemanes, dirigida contra Francia, pasando por Bélgica y Luxemburgo, razón por la que rompieron la neutralidad mantenida por ambos países. Francia, por su parte, siguió confiando en su propio plan de guerra, al mando del general Joseph-Jacques-Césaire Joffre, que anunciaba una ofensiva en Lorena para aislar a las fuerzas alemanas que invadieron Bélgica. Allí, en Lorena, tuvieron lugar enconadas batallas que, si bien proporcionaron a Francia apreciables conquistas territoriales, no consiguieron romper el frente enemigo. En el este, entre tanto, AustriaHungría fracasaba en su ofensiva contra Serbia, mientras que un ejército ruso había penetrado en la Prusia oriental. Hubo de ser el nuevo comandante de las fuerzas alemanas del frente oriental, el general Erich Ludendorff, quien detuviera al ejército ruso en la batalla de Tannenberg, entre el 26 y el 30 de agosto de 1914. En el frente occidental, las tropas alemanas avanzaban rápidamente. Pero, a pesar de las sucesivas retiradas de los franceses y los británicos, se estaba poniendo de manifiesto que el ejército alemán era demasiado débil para efectuar una operación envolvente que incluyese París, tal como concebía el plan Schlieffen. En consecuencia, Moltke decidió apuntar directamente a la capital, abandonando en parte la estrategia del primitivo plan. La situación de los ejércitos franceses se tornó extremadamente crítica y el gobierno decidió el 2 de septiembre abandonar París. Pero los franceses de Joffre contraatacaron en el Marne y Moltke tuvo que ordenar a sus ejércitos interrumpir el avance y replegarse hacia el este. El fracaso del plan alemán tuvo una importancia decisiva para el curso de la guerra. Tras el desastre del Marne, el general Erich von Falkenhayn sustituyó a Moltke y los alemanes ocuparon Yprés, Gante y Brujas, asegurando así sus comunicaciones a través de las lla-

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El empleo de trincheras fue la táctica defensiva más eficaz y habitual en los frentes europeos a partir de 1915.

nuras belgas, aun a costa de renunciar al hundimiento de Francia. En el este, entre tanto, los austríacos habían sido vencidos en Galitzia por el ejército ruso, que avanzó hasta los pasos de los Cárpatos. Durante el mes de agosto, Japón había declarado la guerra a Alemania y ocupado sus posesiones en China y en el Pacífico. En noviembre era Turquía la que se aliaba con Alemania, bombardeando los puertos de Odessa y Sebastopol. En 1915 el enfrentamiento pasó a convertirse en una guerra de trincheras. Los ejércitos iniciaron una especie de guerra subterránea, que ni los gases asfixiantes, ni los lanzallamas, ni tampoco los primeros tanques, que aparecieron en 1916, fueron capaces de anular. En ese año, los alemanes llevaron a cabo varias ofensivas en Lituania, Galitzia y el Vístula, forzando a los rusos a replegarse hasta el Beresina. En mayo de 1915, Italia entró en la guerra en apoyo de los aliados y un año más tarde Bulgaria se alineaba con los imperios centrales y Rumania con las potencias de la Entente. A finales de 1915 parecía imposible romper los frentes: era una guerra de posiciones inalterables y estancamiento político. Falkenhayn ordenó una ofensiva sobre Verdún que se ini-

ció en febrero de 1916. Los franceses de Philippe Pétain resistieron tenazmente; las bajas en ambos bandos fueron muy numerosas. A partir de julio, el mariscal francés Ferdinand Foch emprendió varias ofensivas sobre el Somme, que obligaron a los alemanes a retirar tropas de Verdún. Tras diez meses de encarnizados combates se podía considerar que el plan de Falkenhayn había fracasado. El año 1917 se caracterizó por la entrada de Estados Unidos en el conflicto, la retirada de Rusia después de la revolución y una crisis profunda que afectaba a todos los contendientes. En abril, el Congreso de Estados Unidos declaró la guerra a Alemania. Esta declaración estuvo motivada por el bloqueo que Alemania mantenía desde el mes de enero sobre las costas británicas y francesas, incluyendo la amenaza de hundir cualquier barco neutral que transportara mercancías con ese destino. El comercio con Gran Bretaña y Francia era muy importante para Estados Unidos y este bloqueo suponía un peligro para muchas empresas americanas de exportación. Con la intervención de Estados Unidos terminaron los ahogos financieros de Gran Bretaña y Francia. El cansancio de los combatientes

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empezaba a dejarse notar en todos los países. En Francia, para anular la propaganda de los grupos pacifistas, accedió al poder Georges Clemenceau, decidido a desarrollar una política beligerante a ultranza y reprimiendo cualquier iniciativa pacifista. La derrota italiana en Caporetto, tras la ofensiva austro-alemana, sirvió también para reavivar un nacionalismo belicista que había empezado a volverse hacia el pacifismo. En diciembre de 1917 se iniciaron en Brest-Litovsk negociaciones de paz entre la Rusia revolucionaria y los imperios centrales, paz que se firmó el día 15 de dicho mes. Una vez más, Alemania optó por resolver el conflicto con una gran ofensiva hacia el oeste, antes de que las tropas estadounidenses pudieran intervenir eficazmente. En marzo de 1918, tras atacar entre Arras y Saint-Quentin, las tropas germanas, comandadas por Erich Ludendorff, consiguieron abrir una amplia brecha entre los ejércitos británicos y franceses, lo que puso de nuevo a París en peligro. Los aliados decidieron entonces crear un mando único, a cuyo frente se colocó el general francés Foch. Una semana después del comienzo de la ofensiva, ya estaba claro que los ejércitos alemanes no tenían la suficiente fuerza como para obtener resultados decisivos. Por su parte, Foch inició en junio una serie de ofensivas que confirmaron la debilidad de las líneas alemanas. En septiembre, Paul Hindenburg y Ludendorff declararon imposible la resistencia. El 11 de noviembre cesaron las hostilidades en el frente occidental.

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Una guerra tan larga provocó enormes pérdidas humanas. Murieron más de diez millones de hombres; Alemania perdió 1.800.000, el 12% de su población entre los 15 y los 50 años; Francia, 1.400.000; Gran Bretaña, 950.000; Rusia, cerca de 2 millones. También se produjeron graves destrucciones materiales. El coste de la guerra supuso para Francia el 30% de su riqueza nacional, para Alemania el 22% y para Gran Bretaña el 32%. Además, de las pérdidas demográficas se derivaron profundas transformaciones. Así, la mujer se incorporó a puestos de trabajo tradicionalmente ocupados por los hombres, se aceleró el éxodo rural hacia las ciudades y, junto a familias empobrecidas, aparecieron los especuladores que habían amasado grandes fortunas. Por último, la figura del antiguo combatiente, incapaz de reintegrarse en la sociedad, constituiría en adelante el fermento de los nuevos movimientos nacionalistas y revanchistas.

Acuerdos de paz El 18 de enero de 1919 se inauguró oficialmente la conferencia de paz en París y unos meses más tarde, el 28 de junio, se firmó en Versalles el tratado que fijaba las condiciones impuestas a la derrotada Alemania. Las figuras clave del tratado de Versalles fueron el primer ministro británico, David Lloyd George; el francés George Clemenceau; el italiano Vittorio Orlando, y el presidente estadounidense Woodrow Wilson. A instancias de este último, el tratado recogía

Las consecuencias de la primera guerra mundial – Enormes pérdidas humanas (más de diez millones de personas, mayoritariamente distribuidas entre Alemania, Rusia, Francia y Gran Bretaña). – Incorporación de la mujer a los puestos de trabajo tradicionalmente ocupados por los hombres. – Nacimiento de nuevos movimientos populares nacionalistas y revanchistas, nutridos con antiguos combatientes incapaces de reintegrarse a la sociedad y por las capas más pobres, resentidas por la economía de guerra.

en sus primeros artículos el estatuto fundacional de la Sociedad de Naciones, organismo internacional que en adelante habría de ocuparse, entre otros, de los problemas de desarme, legislación laboral, salud, etc., de los estados signatarios y de los que en el futuro fueran admitidos; entre los compromisos adquiridos por sus miembros estaban prestarse ayuda mutua en caso de ataques externos y someter a arbitraje sus disputas. Se fijó la sede permanente del secretariado de esta nueva sociedad en Ginebra y se estableció, así mismo, que todos los estados miembros estarían representados en una Asamblea general y que las funciones ejecutivas serían desempeñadas por un Consejo. El tratado continuaba con la delimitación de las nuevas fronteras germanas, para lo cual determinaba, entre otras, la cesión territorial de AlsaciaLorena a Francia y de Memel, Prusia occidental, Poznan y Hlucin a Polonia. Danzig (posterior Gdansk) era proclamada ciudad libre dentro de la unión aduanera polaca. Por su parte, las zonas de Prusia oriental y Alta Silesia, Eupen-Malmédy y Schleswig quedaban pendientes de anexionarse o no a Polonia, Bélgica y Dinamarca, respectivamente, en función de los resultados de los plebiscitos que habrían de celebrarse. Las colonias germanas de ultramar pasaban a manos de Gran Bretaña, Francia y Japón, para ser organizadas como mandatos bajo la supervisión de la Sociedad de Naciones. Renania permanecería ocupada por los aliados al menos durante quince años y el área del Sarre quedaría también bajo la administración de la Sociedad de Naciones, si bien se concedía a Francia el derecho de explotación de sus recursos carboníferos. En relación con el desarme, el tratado prohibía a Alemania la posesión de submarinos y de aviación militar, así como disponer de un ejército superior a cien mil hombres, y limitaba la marina de guerra germana a seis barcos. Otros puntos del tratado estipulaban la apertura del canal de Kiel a las flotas de guerra y mercantes de todas las naciones, así como la internacionalización de todos los ríos alemanes.

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Principales consecuencias de los acuerdos de paz Para Alemania – Fijación de nuevas fronteras; importantes cesiones territoriales; pérdida de las colonias de ultramar. – Desarme casi total. – Obligación de reparar las pérdidas ocasionadas por la guerra y de soportar la ocupación de los aliados en sus territorios. – Prohibición de cualquier alianza con Austria. Otras consecuencias – Creación de la Sociedad de Naciones. – Nacimiento de nuevos estados (Polonia, Hungría, Checoslovaquia, Yugoslavia). – Renuncia de los turcos a todas sus aspiraciones sobre territorios europeos. Desaparición definitiva del imperio turco.

Por último, para la reparación de los daños ocasionados por la guerra y hasta la valoración definitiva de los mismos (estimada posteriormente en 33.000 millones de dólares), se establecieron una serie de medidas provisionales de pago de la deuda, como la entrega por parte de Alemania de casi toda su flota mercante y pesquera y de su producción de carbón a las potencias vencedoras. Alemania se vio obligada también a so-

portar el coste de los ejércitos de ocupación. Tan durísimas condiciones fueron, a juicio de muchos historiadores, el origen de la situación de resentimiento y descontento que proliferó entre los alemanes en los años sucesivos y que favorecería posteriormente la aparición del régimen nacionalsocialista y el estallido de la segunda guerra mundial. El mismo año de 1919 se firmaron además los tratados de Saint-Ger-

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main (10 de septiembre), por el que Austria reconocía la independencia de Checoslovaquia, Yugoslavia, Polonia y Hungría, y se prohibía la unión entre Alemania y Austria; de Neully (27 de noviembre), por el que los búlgaros se veían privados de la salida al Egeo y reconocían la independencia de Yugoslavia; de Trianon (21 de marzo), por el que la antigua Hungría tuvo que ceder casi tres cuartas partes de su territoro a Checoslovaquia, Austria, Rumania y Yugoslavia, y de Sèvres, por el que los turcos renunciaron a todas sus aspiraciones en Europa, al tiempo que Siria se transformaba en un mandato francés, Mesopotamia y Palestina en mandatos británicos y Esmirna pasaba a ser administrada por Grecia durante cinco años.

_ Preguntas de repaso 1. ¿En qué consistió la “paz armada” y qué características tuvo? 2. ¿Cuáles fueron las causas de la primera guerra mundial? 3. ¿Qué consecuencias tuvo el tratado de Versalles?

EL PERÍODO DE ENTREGUERRAS Y LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

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na vez finalizada la primera guerra mundial, Europa se encontró en una situación económica crítica. Síntoma de las graves dificultades por las que atravesaba la economía europea fue el descenso de la participación del continente en el comercio internacional. Los mercados tradicionales de la industria europea ya no estaban tan dispuestos como en años anteriores a 1914 a comprar sus productos y, al mismo tiempo, los países productores de materias primas se toparon con un descenso de los precios de sus propias exportaciones, en especial de los alimentos, motivado por el restablecimiento de la agricultura europea. Esta caída de los precios de los alimentos alentó en algunos países un desarrollo industrial autárquico, en el que se imponía el proteccionismo

arancelario, debilitando la situación de los productos manufacturados europeos. Así, el crecimiento de la producción industrial que experimentaron los países europeos durante los años anteriores a la guerra decayó hasta el punto de generar desempleo, tanto de mano de obra como de recursos. El esquema de la economía mundial durante el período de entreguerras podría ser el siguiente: 1919-1920 rápido desarrollo 1921-1922 crisis 1922-1929 progreso mantenido, excepción hecha de los años 1924 y 1927 1929-1932 crisis absoluta 1932-1937 lenta recuperación económica A partir inicio de los preparativos de 1937 para la guerra

Ahora bien, la situación económica de la posguerra también presenta algunos aspectos difícilmente explicables. La crisis de 1921 afectó más a los países vencedores que a la derrotada Alemania, un país debilitado por los destrozos causados durante la guerra y por el pago de las indemnizaciones a las potencias aliadas. Un comportamiento tan paradójico de la economía convenció a políticos y economistas de la necesidad de establecer el consenso y sentar unas bases de colaboración entre los diferentes países. Por esta razón, en 1925, tras los acuerdos de Locarno, firmados por Gran Bretaña, Italia, Francia, Bélgica y Alemania, esta última fue admitida en la Sociedad de Naciones y se revisó a la baja la cuantía de las indemnizaciones. Dio comienzo así una etapa de crecimiento sostenido que llenó al mundo industrializado de esperanza.

La gran depresión

La creación de la Sociedad de Naciones, predecesora de la Organización de las Naciones Unidas, respondió al deseo de establecer un nuevo orden internacional tras la primera guerra mundial. En la imagen, miembros de la delegación francesa durante una reunión de la Sociedad en 1922. Fotografías de cabecera: manifestación obrera en Rusia antes de la revolución (izq.) e imagen de una trinchera en la primera guerra mundial (der.).

La gran depresión comenzó en Estados Unidos. Los agentes desencadenantes de esta crisis económica fueron dos procesos que no podían mantenerse indefinidamente: la superproducción y la especulación. El estancamiento del consumo y el desarrollo de ciertos sectores industriales en los países de ultramar provocaron un continuo aumento de los stocks. Por otro lado, las cotizaciones de los valores bursátiles continuaban subiendo: los inversores, obsesionados por conseguir ganancias en un corto plazo de tiempo, colocaban su dinero en sectores antes deprimidos, confiando en que, durante el período de

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expansión económica, rindiesen elevados beneficios. Gran parte de estas compras se efectuó con dinero conseguido mediante préstamos bancarios. El dinero de los bancos respaldaba a los corredores de Bolsa. La primera señal de la crisis se detectó en el sector de la construcción. Paralelamente, descendía el nivel de consumo, frenando las inversiones. En julio de 1929 comenzó a decrecer el total de la producción industrial. Con todo, continuaba la euforia alcista en la Bolsa. No obstante, esta corriente alcista de la Bolsa de Nueva York se estabilizó en el mes de septiembre e incluso pareció tender a la baja, reflejo del descenso de los precios del cobre y del acero y de la reducción de los beneficios de algunas empresas. Aunque se realizaron órdenes de venta, los especuladores todavía compraban. Inopinadamente, el mercado de valores se hundió en el mes de octubre, quebrantando la confianza en el mundo de los negocios y reduciendo drásticamente las inversiones. A partir del día 21 de octubre, la acumulación de órdenes de venta estaba produciendo el descenso de los valores, una tendencia frenada por las órdenes de compra de la Banca Morgan. Pero el 24 de octubre, el “viernes negro”, trece millones de títulos aparecieron en el mercado a bajo precio y no encontraron comprador. El 29 de octubre ya eran dieciséis millones los valores que afluían al mercado. El pánico provocó un aluvión de ventas. En pocos días, las cotizaciones perdieron tantos puntos que se anularon las ganancias de los doce meses precedentes. En la primavera de 1930, la Banca Morgan decidió vender las acciones que tenía acaparadas, lo que causó un exceso de oferta y la repetición del pánico experimentado unos meses antes. El hundimiento de la Bolsa determinó la ruina de millares de pequeños inversores, y a las grandes empresas no les quedó otro remedio que contemplar con impotencia cómo la cotización de sus valores descendía sin solución de continuidad. El desastre puede tal vez explicarse por el crecimiento sostenido de las empresas durante varios años basado en los fáciles créditos bancarios. Cuando se inició el pánico, los bancos

El período de entreguerras y la segunda guerra mundial

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El hundimiento de la Bolsa de Nueva York en 1929 dio inicio a un período de crisis económica que desde los Estados Unidos no tardó en extenderse a los países europeos.

necesitaron aumentar su liquidez y, para ello, vender sus títulos, lo que aceleró la caída. La crisis repercutió en toda la economía estadounidense. Las empresas que atravesaban una situación delicada se arruinaron por culpa de la restricción de créditos. Además, el crack de 1929 tuvo su prolongación en la crisis agrícola de 1930-1933. Los precios agrícolas se desplomaron a causa de la crisis industrial, y los agricultores se vieron en grandes dificultades para pagar a la Banca los intereses de sus préstamos. El resultado fue una sucesión de quiebras bancarias que llegó a amenazar a los bancos más importantes. Para paliar esta nueva crisis, los bancos americanos repatriaron capitales. Muchas instituciones de crédito austríacas y alemanas se hundieron por ello. El economista y financiero británico John Maynard Keynes escribía en agosto de 1931: «Nunca se había producido un hundimiento semejante en todo lo ancho del mundo y sobre la casi totalidad del campo de los valores monetarios de los activos reales, como el que hemos experimentado los dos últimos años.» Consecuencias del hundimiento de los valores monetarios en el sistema bancario

La crisis comenzó afectando a los países industrializados, pero pronto se extendió también a los agrícolas. En Alemania, entre otras cosas, provocó el ascenso electoral del partido nacionalsocialista de Hitler. Francia fue tal vez el país menos afectado por la depresión, aunque pasó también por grandes dificultades, sobre todo con la devaluación de la libra, que convirtió a los productos franceses en caros y poco competitivos. Gran Bretaña, por su parte, contaba con las ventajas de disponer en sus dominios de oro, de un imperio que le permitía desarrollar un comercio interior independientemente de la situación internacional y, por último, de la posibilidad de beneficiarse del descenso de los precios en las materias primas y en los alimentos, ya que se trataba de un país que vendía productos industriales y compraba los que se habían abaratado con la depresión. Estas ventajas tampoco le libraron de tener que adoptar ciertas medidas económicas, como la de volver al proteccionismo. En 1933 fracasó una reunión de las grandes potencias para buscar soluciones a la crisis. El presidente Roosevelt se negó a aceptar una tregua monetaria y emprendió una nueva política económica denominada el New Deal, que atacaba de forma directa las

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causas de la depresión, elevando los salarios y los precios, y estimulando el consumo.

El ascenso de los fascismos La gran depresión económica también tuvo consecuencias en el ámbito político. En la vida política internacional se recrudecieron los nacionalismos, de los que fueron claros exponentes el fascismo italiano y el nazismo alemán, y en la política interior se produjo el descrédito de la democracia parlamentaria. El nombre del movimiento que se hizo con el poder en Italia (fascismo) se aplicó en seguida a la mayor parte de las corrientes políticas hostiles al liberalismo y a la democracia parlamentaria. Estos movimientos fascistas acabaron triunfando en Italia y Alemania y afectaron a varios países europeos. Sus principales características eran las siguientes: – Supeditación absoluta del individuo al Estado. – Gobierno de una minoría elitista.

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– Desigualdad entre los hombres. Racismo. – Exaltación del jefe carismático. – Imperialismo. Rechazo del derecho internacional. – Rechazo de la tradición racionalista.

Benito Mussolini en Italia Mussolini (1883-1945) empezó a descollar en su país gracias a su defensa de la intervención de Italia en la primera guerra mundial, defensa que se apoyaba más en la oportunidad que la contienda ofrecía de aumentar el poder y la grandeza italianos, que en el deseo efectivo de tomar partido por alguno de los bandos contendientes. Comenzó su vida política como socialista, pero sus posturas, claramente favorables a la guerra, agresivas, nacionalistas y exaltadas, provocaron su expulsión del Partido Socialista. Al término de la conflagración, Mussolini comenzó a defender la instauración en Italia de un régimen dictatorial y fundó los fascios de combate, grupos de carácter violento que dieron origen al nombre de fascismo. El fascismo se convirtió en el único

cauce de expresión para algunas fuerzas económicas y sociales temerosas de una revolución o de una guerra civil y llegó al poder porque la crisis económica de la posguerra propició la agitación de las clases trabajadoras en demanda de salarios más elevados. Ante esta situación, todos los que temían la revolución, el bolchevismo, el socialismo o la sociedad sin clases apoyaron sin reservas a Mussolini. Por otro lado, el hecho de incorporar a su proyecto a ciertos sectores de la clase media rural y urbana, que veían cómo descendía su posición social en comparación con el relativo ascenso del proletariado organizado, fue otro de los factores que explican la consolidación del fascismo como fuerza política de importancia. En octubre de 1922, los fascistas amenazaron con dirigir su violencia contra el Estado (marcha sobre Roma). El rey Víctor Manuel III accedió a nombrar primer ministro a Mussolini, quien, con gran habilidad política, formó un gobierno que sólo contaba con cuatro ministros; a raíz de entonces, los fascios se convirtieron en una milicia voluntaria para garantizar la seguridad. En las elecciones

El descrédito de las democracias parlamentarias y el auge de los nacionalismos tras la primera guerra mundial propició el surgimiento del fascismo, sistema político de carácter totalitario que triunfó en varios países europeos en las décadas de 1920 y 1930. En la imagen, Benito Mussolini en la llamada Marcha sobre Roma, en 1922.

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de 1924, los fascistas obtuvieron cinco de los siete millones de votos, y Mussolini se consolidó como duce. Tras el asesinato a manos de los fascistas del dirigente del Partido Socialista, Giacomo Matteotti, la oposición abandonó el Parlamento y Mussolini acabó por concentrar en sus manos toda la autoridad del Estado y del partido. En el ámbito económico, el fascismo se presentó como una alternativa al socialismo y al liberalismo. Apoyó a la empresa privada, pero con intervención directa del Estado. Los planes de aumento de la producción fueron bautizados con denominaciones de resonancias bélicas, así la “batalla del trigo” o la “la batalla de la lira”, la primera de ellas iniciada en 1925 con el objetivo de lograr el autoabastecimiento y frenar la pérdida de divisas que conllevaba la importación, en tanto que la segunda consistía en establecer una elevada cotización para la moneda italiana, que provocó la quiebra de numerosas pequeñas empresas.

Adolf Hitler en Alemania Entre las razones que explican el éxito del nazismo en Alemania están, en primer lugar, las fluctuaciones económicas acaecidas en el país entre 1919 y 1933. En general, la oposición a la democracia crece en época de crisis y desciende en época de prosperidad, y Alemania soportó dos grandes desastres económicos durante el citado período: la inflación galopante de 1923 y la depresión de 1930. La inflación benefició a los productores y a los propietarios de los medios de producción, pero los que dependían de salarios o poseían bienes con un valor monetario fijo sufrieron graves quebrantos. Consecuentemente, el país hubo de soportar frecuentes huelgas y la pérdida de millones de horas de trabajo. Además, los que habían prestado dinero a interés fijo quedaron arruinados. A finales de 1923 se puso fin a la inflación con la creación del nuevo marco, pero en 1929 comenzó la depresión, al decrecer la inversión. La fuga de capitales, la crisis económica mundial y la política gubernamental redujeron la demanda de productos industriales. En

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La humillación que supuso para Alemania el tratado de Versalles tras su derrota en la primera guerra mundial y la crisis económica y social que experimentó el país en la década de 1930 favorecieron el ascenso del partido nazi y de su líder, Adolf Hitler, en la imagen, en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Berlín, en 1936.

consecuencia, descendió la producción y el paro afectó a más de seis millones de trabajadores. Mientras tanto, la agricultura se hallaba próxima al desplome y los agricultores, endeudados, pasaban grandes dificultades para devolver los préstamos. Pero, además de la situación económica, existen otras causas que pueden aclarar la cuestión del ascenso del nazismo en Alemania. Son las siguientes: – La humillación que supuso para el país el tratado de Versalles. La república democrática de Weimar, instituida en 1919, no se había ganado el respeto de la opinión pública. Se la asociaba con un período de depresión económica y, sobre todo, con la derrota en la guerra. Para la derecha, las penalidades de Alemania se debían a los extranjeros, a las infamias del tratado de Versalles y, especialmente, a las reparaciones que el país debía pagar. Los únicos partidarios de la república democrática eran los socialdemócratas (SDP) y los intelectuales burgueses del Partido Democrático Alemán (DDP).

– El militarismo. El papel que representó el ejército en la llegada del III Reich ha suscitado controvertidos debates entre los historiadores. El tratado de Versalles ordenaba que el ejército alemán estuviera compuesto sólo por cien mil soldados. El resultado de esta disposición fue el nuevo Reichswehr, un cuerpo elitista cuyos oficiales pertenecían a las capas altas de la sociedad. El creador del Reichswehr, el general Hans von Seeckt, despreciaba el parlamentarismo y su empeño era formar unas fuerzas armadas alejadas de los partidos políticos, cuya exclusiva finalidad fuera actuar en pro de los intereses nacionales, interpretados por el propio ejército, y no supeditarse a las órdenes de los políticos de turno. En 1920, con ocasión del putsch de Kapp (golpe monárquico), se puso claramente de manifiesto que si bien el gobierno apoyaba al ejército, este apoyo no era correspondido. – El patrocinio del comercio y de la industria. Gustav Stresemann era el hombre de mayor talla política que defendía la república. Miembro del

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Partido Alemán del Pueblo (DVP), que era el partido que representaba los intereses del comercio y de la industria, Stresemann influía en un amplio sector de la clase media. Sin embargo, a su muerte el partido viró hacia un antirrepublicanismo derechista. Con el tiempo, la relación entre el nazismo y la gran industria adquirió gran importancia. – La figura de Adolf Hitler. En Viena, capital del imperio austro-húngaro, Hitler (1889-1945) desarrolló sus primeras ideas políticas, entre las que destacaban su repulsa hacia la socialdemocracia y su feroz antisemitismo. Aunque se le declaró no apto para entrar en filas, al estallar la primera guerra mundial pudo alistarse como voluntario en el ejército alemán. Acabada la guerra, Hitler entró en contacto con el Partido Alemán de los Trabajadores (DAP), que siempre se había distinguido por su antisemitismo y pangermanismo. En 1920 se publicaron los veinticinco puntos del DAP, en los que se exigía la revisión del tratado de Versalles y la unión con Austria, al igual que otras medidas, como el rearme, la limitación de la libertad de prensa o la participación de los trabajadores en los beneficios de las empresas. No cabe ninguna duda de que Hitler participó en la elaboración y re-

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dacción del manifiesto. En septiembre de ese mismo año, dicho partido se transformó en el NSDAP o Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores (nazi), cuya jefatura ostentó Hitler a partir de julio de 1921. En noviembre de 1923 tuvo lugar en Munich el fracasado golpe de estado conocido como el putsch “de la cervecería”, dirigido por Hitler, Ludendorff y Ernst Röhm. Los tres cabecillas fueron sometidos a juicio e ingresaron en prisión. Allí, tras los muros del castillo de Landsberg, Hitler dictó su autobiografía, Mein Kampf (Mi lucha), que sería el documento fundamental del nazismo. En sus páginas se recogen los pilares en que se sustentaba la ideología de Hitler: odio a los judíos y superioridad de la raza aria, rechazo de la lucha de clases, oposición a la democracia liberal y el recurso a la fuerza como única solución posible a los problemas. Hitler fue liberado en diciembre de 1924 y se encontró con un partido profundamente dividido. En los congresos de Weimar y Nuremberg (1926 y 1927, respectivamente) se hizo con el control del mismo. A partir de entonces se organizaron las “juventudes hitlerianas” y se fomentaron las concentraciones multitudinarias cargadas de

aparato. La crisis económica de 1929 supuso el espaldarazo definitivo del nazismo. En las elecciones presidenciales de 1932, Hitler presentó su candidatura a la presidencia de la República, enfrentado a Paul von Hindenburg, y perdió en la segunda vuelta, a causa del apoyo que los socialistas terminaron por prestar a su rival. Sin embargo, un año después Hindenburg nombró a Hitler canciller y le encargó la formación de un nuevo gobierno. Desde la cancillería, y con la inestimable ayuda de Hermann Göring, Hitler empezó a controlar todos los resortes del poder. Creó la Gestapo, policía secreta del Estado, y promovió el establecimiento de campos de concentración hacia donde eran enviados, en un principio, miembros de los partidos socialista y comunista. El proceso de eliminación de enemigos del nazismo siguió unas pautas determinadas: en primer lugar, el incendio del Reichstag (27 de febrero de 1933), del que fue acusado el holandés Marinus van der Lubbe y que sirvió de excusa para proclamar fuera de la ley a comunistas y socialistas y para que Hitler asumiera poderes absolutos; en segundo lugar, la noche de los cuchillos largos (30 de junio de 1934), en la que fueron ejecutados sumariamente muchos altos dirigentes del partido, entre ellos Röhm, acusados de traición, y, en tercer lugar, la noche de los cristales rotos (9 a 10 de noviembre de 1938), durante la cual se destruyeron las sinagogas y fueron arrestados y deportados más de veinte mil judíos. A la muerte de Hindenburg (1934), Hitler se proclamó presidente, sin renunciar por ello a la cancillería, y un plebiscito refrendó el autonombramiento. Se convertía así en Führer del III Reich. A partir de ese momento, el régimen nazi puso todo su empeño en preparar psicológicamente al pueblo alemán para la guerra.

La guerra civil española

El III Reich, sistema político de corte totalitario instaurado por Hitler, se apoyó en un opresivo aparato policial y en la supeditación absoluta del pueblo alemán a los designios del Estado.

Tras la dimisión del general Miguel Primo de Rivera (1930), quien había dado un golpe de estado años antes (1923) y había impuesto una dictadura en España con la aquiescencia de Al-

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El período de entreguerras y la segunda guerra mundial

La proclamación en España de la II República el 14 de abril de 1931 dio paso a un gobierno democrático, laico y descentralizado, de régimen parlamentario.

fonso XIII, en abril de 1931, las fuerzas nacionalistas, republicanas y socialistas unidas consiguieron un notable triunfo en las elecciones municipales, lo que las puso al frente de las principales ciudades españolas. Ante este resonante triunfo de la izquierda, Alfonso XIII optó por partir al exilio y el 14 de abril de 1931 se proclamó la II República. En sus comienzos estuvo regida por un grupo de intelectuales de oratoria brillante, pero difícil de comprender para el pueblo llano. Este régimen de clara vocación intelectual intentó establecer nuevas bases ideológicas que suponían la ruptura con las tradiciones españolas. La principal figura de este proyecto fue Manuel Azaña, quien, no obstante, concitó en su persona la animadversión de la derecha, que se sentía perjudicada, y la de la izquierda, que aspiraba a consumar la revolución. Éste fue el motivo de que se abriera una profunda división entre dos campos hostiles: el del orden y el revolucionario. Después de aprobada una nueva Constitución, laica y progresista, las Cortes eligieron presidente de la república a Niceto Alcalá Zamora, y se constituyó un gobierno de izquierdas, republicano-socialista, bajo la presidencia de Manuel Azaña. El nuevo gobierno se propuso desmontar la estructura social tradicional, reformando para ello los pilares en que se había apoyado la monarquía. Así, empezaron a aplicarse la ley de Reforma Agraria, los artículos constitucionales que permitieron la disolución de la Compañía de Jesús y la ley de reforma del ejército. El 10 de agosto de 1932, el general Sanjurjo intentó sin éxito levantarse

en armas contra la república. El 12 de enero de 1933, un alzamiento anarquista en Casas Viejas desembocó en el asesinato de varios prisioneros desarmados. La indignación popular por las frecuentes y sucesivas alteraciones del orden público inclinó el resultado de las elecciones de noviembre hacia la derecha: ganaron los radicales y la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas). La CEDA entró en el gobierno en octubre de 1933. Apenas un año después, en octubre de 1934, se produjo el levantamiento en armas de los mineros y obreros asturianos, conocido como revolución de octubre, y que sería sofocado por la fuerza por el ejército. El fracaso de la revolución trajo consigo un aumento de la represión política y el hundimiento de los socialistas. En las elecciones de 1936 concurrió la izquierda unida en el Frente Popular. La división de la derecha le perjudicó en el reparto de escaños según la ley electoral vigente. Las discusiones que se produjeron alrededor de la interpretación que debía darse a las cifras de votos dieron lugar a un enfrentamiento cada vez más enconado, que desembocaría en la guerra civil (1936-1939). La guerra civil española tuvo unas características específicas que la convirtieron en algo más que una lucha fratricida. En primer lugar, el componente ideológico que enfrentaba a dos formas antagónicas de concebir la política y la sociedad y que promovieron apasionados apoyos internacionales a una y otra causa. En segundo lugar, fue la primera contienda bélica en la que la aviación desempeñó un

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papel fundamental, lo que fue determinante para el posterior desarrollo de la segunda guerra mundial. El 18 de julio de 1936, el general Francisco Franco encabezó desde África la rebelión. Al mismo tiempo, otro general, Emilio Mola, consiguió en Navarra que se alzaran millares de carlistas que iban a formar el núcleo del ejército del norte. Gonzalo Queipo de Llano logró que Sevilla se uniera a la sublevación y, más tarde, se sumarían Granada, Cádiz y Córdoba. Además, los generales sublevados controlaron inmediatamente Zaragoza y Galicia. Por el contrario, en las ciudades en las que había concentraciones de masas obreras, como Barcelona, Bilbao y Madrid, el movimiento fracasó. El ejército quedó dividido y el gobierno republicano mantuvo la autoridad sobre aproximadamente la mitad de las fuerzas militares españolas. Las principales áreas industriales quedaron en manos republicanas, mientras que los sublevados (nacionales) se hicieron con las principales zonas agrícolas. Franco consiguió atravesar el estrecho de Gibraltar gracias a la ayuda alemana e italiana y, durante los primeros meses de la guerra, la batalla fundamental se libró por la conquista de Madrid. En septiembre de 1936, los nacionales tomaron Toledo, ciudad distante setenta kilómetros de la capital. En noviembre, las tropas del general Varela llegaron hasta Getafe,

El general Francisco Franco, líder del bando nacional, se erigió en jefe del estado español tras la guerra civil.

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abundante material de guerra. También fue muy importante el apoyo de las Brigadas Internacionales, en las que se integraban militantes de los partidos comunistas y socialistas de diferentes países de Europa y América. Tras la victoria, el general Franco asumió todo el poder e implantó una dictadura que habría de durar hasta su muerte en 1975, fecha en la que se restauró la monarquía con la figura de Juan Carlos I.

Los antecedentes de la segunda guerra mundial

Cartel de propaganda del bando nacional durante la guerra civil española.

lo que provocó el traslado del gobierno republicano a Valencia, y se inició el asalto a Madrid por la Ciudad Universitaria; pero los nacionales se encontraron con la enconada resistencia de la XI Brigada Internacional y de las tropas de Buenaventura Durruti y otros dirigentes comunistas y anarquistas. Tras dos semanas de lucha, el frente se estabilizó en la Ciudad Universitaria y en el parque del Oeste. A partir del mes de enero de 1937 se intentaron otros asaltos a Madrid, que también fracasaron. Durante el año 1937, Franco concentró sus esfuerzos en conquistar la región industrial cantábrica. La aviación se convirtió en el arma decisiva: entre marzo y abril, los aviones alemanes de la Legión Cóndor bombardearon Durango, para abrir el camino hacia Bilbao, y Guernica. A los pocos días de la muerte del general Mola, acaecida en junio en un accidente de aviación, los nacionales entraron en Bilbao. En el mes de agosto fueron los italianos quienes conquistaron Santander, y en octubre cayó Gijón. Se completaba así la campaña del norte.

En el año 1938 se produjo la campaña de Aragón. En febrero, los nacionales recuperaron la ciudad de Teruel y en julio se inició la batalla del Ebro, una de las más decisivas de la guerra. Las tropas republicanas resistieron durante más de un mes, pero los nacionales llegaron a la desembocadura del Ebro, aislando Cataluña de Valencia y del centro peninsular. En enero de 1939, los nacionales entraron en Barcelona y el 1 de abril Franco firmó el parte de la victoria. La intervención internacional en la guerra civil española fue concluyente para el desarrollo y finalización de la misma. Los nacionales recibieron el apoyo de Alemania, Italia y Portugal. Hitler aportó, sobre todo, la Legión Cóndor; la ayuda italiana, más abundante en tropas y equipamiento, consistió en varias divisiones que intervinieron, con desiguales resultados, en diferentes batallas; por último, diez mil voluntarios y apoyo logístico fue la ayuda que prestó Portugal a los ejércitos de Franco. La ayuda más importante a las tropas republicanas llegó de Rusia, con

En la primavera de 1933, Alemania y Japón se habían encargado de disipar definitivamente las ilusiones de paz que el mundo había mantenido hasta la gran depresión de 1929. En 1932, Alemania exigió abiertamente el derecho al rearme y dejó de pagar las reparaciones de guerra a que le obligaba el tratado de Versalles. Coincidió con la época en que los nazis se convirtieron en el mayor partido político alemán. En febrero de ese mismo año, el canciller alemán Heinrich Brüning reclamó en la conferencia sobre desarme la igualdad de derechos con los demás países de la Sociedad de Naciones, negándose a cualquier posibilidad de acuerdo si no se hacía previamente efectiva la igualdad. En julio, los alemanes declararon que si se les seguía negando la igualdad reclamada, aumentarían su poder militar. Era un desafío frontal al equilibrio de fuerzas imperante en Europa. En enero de 1933, Adolf Hitler era ya canciller de Alemania. Mientras tanto, nacía otro foco de conflicto en extremo Oriente. Surgió un Japón agresivo y militarista, dispuesto a alcanzar por la fuerza sus pretensiones en China. El crecimiento económico japonés se había visto amenazado por la crisis económica internacional, y en este entorno los nacionalistas chinos representaban una seria amenaza para la prosperidad económica de Japón, amenaza cuyo mayor exponente era el problema de Manchuria. Allí, aunque China conservaba legalmente la soberanía, Japón, mediante el control del

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ferrocarril del sur de Manchuria, era quien gobernaba de facto el territorio. En abril de 1931 se celebró en Mukden una conferencia durante la cual se planteó la posibilidad de expulsar a los japoneses de Manchuria y de que el ferrocarril del sur pasase a manos chinas. En respuesta, los japoneses decidieron imponer por la fuerza su política, conquistaron Mukden y, un año más tarde, controlaron las tres provincias de Manchuria. Como consecuencia, comenzó un boicot a los productos nipones en Shanghai, uno de los más importantes mercados de Japón. En los primeros meses de 1932, las tropas japonesas atacaron Shanghai, que era, en aquel tiempo, una colonia internacional ocupada por Estados Unidos, Gran Bretaña e Italia. La resistencia china permitió mantener el statu quo de la colonia, pero, con todo, es indudable que la crisis del extremo Oriente terminó con las últimas esperanzas de mantener en el mundo una paz duradera. Durante el período comprendido entre 1933 y 1938, Alemania invirtió en gastos militares más que Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos juntos. El último año de ese quinquenio el país utilizaba con fines militares una proporción de sus recursos superior a la de cualquier otra potencia, si se exceptúa Japón. Por supuesto que en la base de esta política subsistía el antiguo deseo de convertir al país en una potencia mundial, pero también influía la amplia difusión alcanzada por la teoría racial que proclamaba que Alemania tenía derecho a más ventajas y privilegios que los pueblos del este. Hitler se limitó a poner en práctica estas ideas. Tras el asesinato del canciller austríaco Engelbert Dollfuss (1934) por los nazis, en marzo de 1938 Hitler ocupó Austria. A Dollfuss le sucedieron Kurt von Schuschnigg, que se declaró impotente para frenar a los alemanes, y Arthur Seyss Inquart, de ideología nazi. Se consumaba así el Anschluss (la anexión), el viejo sueño del Führer de incorporar a su régimen la tierra donde nació. El silencio del resto de las potencias europeas animó al canciller alemán a plantearse la adhesión de los Sudetes, territorios checoslovacos de mayoritaria pobla-

El período de entreguerras y la segunda guerra mundial

ción alemana. Francia y Gran Bretaña aceptaron la anexión tras la firma del pacto de Munich. Pero en marzo de 1939, las tropas alemanas entraron en Praga y, al día siguiente, Hitler anunció el protectorado alemán sobre Bohemia y Moravia. Poco después, Eslovaquia se colocó bajo la protección de Alemania y permitió que tropas germanas se establecieran en determinadas zonas del país. En octubre de 1938, Joachim von Ribbentrop, ministro de Asuntos Exteriores alemán, comenzó las negociaciones con Polonia para conseguir que Danzig volviera a formar parte de Alemania y dominar el corredor que le permitiera acceder a Prusia oriental. El embajador polaco contestó que su país no podía aceptar la anexión de Danzig a Alemania, si bien aseguró que estaba dispuesto a considerar la cuestión de las comunicaciones alemanas a través del corredor. En marzo de 1939, el ministro de Asuntos Exteriores polaco, Joseph Beck, comunicó al embajador alemán en Varsovia que cualquier intento de anexión de Danzig equivaldría a declarar a Polonia la guerra. A principios de abril, y tras conocer la respuesta de Beck y el apoyo del gobierno británico a Polo-

La bandera nazi ondea en el Arco del Triunfo de la capital francesa, ocupada por las tropas alemanas el 14 de junio de 1940.

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nia, Hitler ordenó comenzar los preparativos de un ataque que tendría lugar en cualquier momento a partir del 1 de septiembre de 1939. Pero antes, en agosto, Alemania firmó un pacto de no agresión con la Unión Soviética, en uno de cuyos protocolos secretos se reconocían como zonas de influencia rusa Finlandia, Estonia, Lituania y gran parte de Polonia.

La segunda guerra mundial En septiembre de 1939, con el ataque de Hitler a Polonia y la declaración de guerra de Francia y Gran Bretaña, dio comienzo la segunda guerra mundial. En 1941, Alemania atacó a la Unión Soviética; en diciembre de ese mismo año, tras el ataque de Japón a Estados Unidos, el conflicto se generalizó y se formaron las llamadas potencias del Eje (Alemania, Italia y Japón) y las aliadas (Francia, Gran Bretaña, Estados Unidos, la Unión Soviética y, en menor medida, China). Durante los dos primeros años, la técnica de Blitzkrieg alemana dominó por completo la guerra en Europa. Esta técnica de “guerra relámpago”

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consistía en desbordar con unidades motorizadas al ejército enemigo, envolverlo y luego destrozarlo con la aviación. Gracias a esta estrategia, Hitler consiguió conquistar Polonia, Dinamarca, Noruega, Países Bajos, Bélgica, Francia, Yugoslavia, Grecia y una gran parte de la Rusia europea. También controló Hungría, Rumania y Bulgaria. En febrero de 1940, el Führer ordenó la ocupación de Noruega; los alemanes establecieron las bases de Narvik, Trondheim, Bergen, Stavanger y Kristiansand, y los aliados sólo consiguieron expulsarlos de Narvik en mayo, cuando ya estaban en marcha las invasiones de Bélgica y Francia. El flanco derecho del ejército alemán llegó rápidamente hasta La Haya y Rotterdam, provocando la capitulación de los neerlandeses. Luego, los panzers germanos avanzaron a través de Bélgica y otra formación de tanques alcanzó Sedán. Ocupados Bélgica y los Países Bajos, Francia se vio amenazada por incontenibles oleadas de unidades acorazadas, que ya habían desbordado la línea Maginot (un sistema de fortificaciones que delimitaba el NE del territorio francés). Los británicos resistieron en Dunquerque y consiguieron evacuar con éxito a gran parte de sus hom-

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bres, lo que permitió la salvación del único ejército que resistía a los alemanes. La derrota francesa se consumó en sólo quince días. Alemania era mucho más fuerte que Francia. Al comenzar la batalla había en suelo francés más de cuatrocientos aviones británicos, pero la escasez de tripulaciones bien adiestradas redujo el número de aparatos utilizables a una cifra muy inferior. En junio, el gobierno francés abandonó París e Italia entró en la guerra. El ejecutivo galo solicitó el armisticio, a lo que se avino el gobierno alemán, y, tras las conversaciones de paz, un gobierno francés presidido por Philippe Pétain se estableció en Vichy, en tanto que el norte del país quedaba en manos de la administración alemana. Otros franceses, alentados por Charles de Gaulle desde Londres, iniciaron la resistencia. En julio de 1940, Winston Churchill fue nombrado primer ministro de Gran Bretaña y ese mismo verano se inició la batalla de Inglaterra, en la que Hitler intentó destruir la potencia aérea británica bombardeando masivamente algunas poblaciones, como Coventry. Al no conseguirlo optó por concentrarse en Rusia. Entre tanto, nuevos frentes se estaban abriendo. En el norte de África,

Marines estadounidenses desembarcan en Kwaejelin, la mayor de las Islas Marshall, en poder del ejército japonés.

los británicos contaban con la ventaja de las bases y de una poderosa flota: derrotaron a los italianos en Tobruk. También se produjo un desembarco británico en Grecia y avances alemanes en Yugoslavia que, al igual que en Dunquerque, provocaron la retirada inglesa hacia el mar. En junio de 1941, Hitler aprobó el plan de invasión de la Unión Soviética, rompiendo así el anterior pacto de no agresión. El teniente general de las fuerzas motorizadas, Heinz Guderian, avanzó rápidamente con sus tanques por el centro. Mientras tanto, el grueso del ejército alemán se dirigía hacia Moscú. Sin embargo, las unidades motorizadas alemanas quedaron inmovilizadas en el barro y la nieve y los rusos contraatacaron delante de Moscú, lo que supuso el final de la guerra relámpago de Hitler. En 1942, bajo mejores condiciones meteorológicas, el ejército alemán emprendió una doble ofensiva sobre Stalingrado y el Cáucaso.

Estados Unidos entra en el conflicto El 7 de diciembre de 1941, la aviación japonesa atacó con éxito la flota de Estados Unidos (excepto los poderosos portaaviones) en el Pacífico, que se encontraba en Pearl Harbor (Hawai). Japón pretendía hacerse en Asia oriental con una gran zona de influencia, que comprendiera la Indochina francesa, la Malasia británica, las Indias orientales holandesas, Manchuria y otras áreas de China. Por su parte, Hitler deseaba ardientemente que Japón entrara en la guerra, distrajera la atención de Estados Unidos y, de esta forma, debilitara a Gran Bretaña. Tras el bombardeo nipón, Estados Unidos declaró la guerra a Japón y, tres días después (11 de diciembre), Alemania e Italia se la declararon a Estados Unidos. La aparición de los estadounidenses cambió el signo de la lucha, pero en 1942 Alemania aún mantenía una constante ofensiva en varios frentes. En el norte de África, las tropas alemanas de Erwin Rommel, evidentemente inferiores en número y material, fueron derrotadas por el mariscal inglés Bernard Law Montgomery, en

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El período de entreguerras y la segunda guerra mundial

Las principales batallas durante la segunda guerra mundial 1939-1941 Batalla de Inglaterra (verano de 1940) Primeros ataques aéreos contra la capital británica. Ataques sucesivos de la aviación alemana contra puertos, aeródromos y población civil. Finalizó en octubre. Invasión de la URSS (22 de junio de 1941) Las tropas alemanas invadieron la URSS sin previa declaración de guerra. A finales de octubre pusieron cerco a Moscú. El protocolo firmado por la URSS, Gran Bretaña y Estados Unidos el 1 de octubre y la llegada del invierno frenan el ataque alemán. Pearl Harbor (7 de diciembre de 1941) La aviación japonesa inició a las 8 horas un intenso ataque sobre las fuerzas aeronavales estadounidenses en la isla de Hawai (Pearl Harbor). En poco más de una hora fueron destruidos 188 aviones de combate, tres cruceros y cuatro destructores. Murieron más de 4.000 personas. Estados Unidos declaró la guerra a Japón. 1942-1943 Stalingrado (3 de septiembre de 1942) Tras un intenso bombardeo que provocó 40.000 muertos, las tropas alemanas llegaron a los suburbios de la ciudad de Stalingrado. Ante la carencia de suministros, el general Von Paulus propuso a Hitler un repliegue estratégico que el Führer no quiso tomar en consideración. En febrero de 1943, las tropas de Von Paulus, compuestas por 100.000 hombres, cercadas y hambrientas, capitularon. El Alamein (23 de octubre de 1942) Al mando del general Montgomery, el ejército aliado emprendió una ofensiva que obligó a las tropas del Eje a retroceder hasta Túnez. A pesar de todo, el general alemán Rommel, conocido como el “zorro del desierto”, mantuvo en jaque a los aliados mediante hábiles maniobras tácticas. En mayo de 1943, todo el norte de África quedaba de nuevo en poder de los aliados. La batalla del Atlántico Durante todo el año 1942 se intensificó la guerra en el mar, utilizándose masivamente los submarinos. El ejército alemán pretendía bloquear a Gran Bretaña por mar. Las innovaciones técnicas de los aliados, como el aparato de detección ultrasónico de submarinos y la incorporación de portaaviones y destructores, decantaron la guerra marítima de su lado. 1944-1945 Leningrado (13-21 de enero de 1944) El Ejército Rojo consiguió por fin romper el cerco que las tropas alemanas mantenían sobre Leningrado desde mediados de 1941. La ciudad vivió durante ese tiempo una espantosa penuria y más de un millón de habitantes murieron de hambre y frío. Montecassino (18 de mayo de 1944) Tras realizar constantes ataques, las tropas aliadas ocuparon el monasterio italiano de Montecassino, donde los alemanes habían instalado un centro de comunicaciones. Durante más de dos meses había sido objeto de durísimos bombardeos que, si no lograron la rendición alemana de una forma inmediata, sí destruyeron la vieja abadía medieval fundada por San Benito. Esta conquista permitió a los aliados continuar su avance hacia el norte de la península italiana. El desembarco de Normandía (6 de junio de 1944) Un gran contingente de tropas aliadas, apoyadas por casi siete mil navíos y más de catorce mil bombarderos y cazas, desembarcó en las costas de Normandía. Rápidamente establecieron una cabeza de puente de 130 km de longitud. La previa destrucción de las refinerías alemanas de petróleo hizo que las divisiones motorizadas alemanas no pudieran desplazarse por falta de carburante. Los aliados destruyeron todas las vías de comunicación germanas. Las Ardenas (16 de diciembre de 1944) Una inesperada ofensiva del ejército alemán puso en peligro los flancos de las tropas estadounidenses desplegadas por el norte de Francia. Tras la sorpresa inicial, los aliados se rehicieron y abortaron la última oportunidad alemana de reconducir el curso de la guerra. Dresde (14 de febrero de 1945) La ciudad alemana de Dresde fue totalmente arrasada por la aviación aliada. El bombardeo, que se repitió en tres oleadas consecutivas, se había iniciado a petición de la URSS, que necesitaba debilitar la resistencia alemana que entorpecía su marcha sobre Berlín. Iwo-Jima y Okinawa (febrero-marzo de 1945 y abril-junio de 1945) La batalla de Iwo-Jima representó el inicio de los ataques de las tropas estadounidenses, al mando del general Mac Arthur y del almirante William Nimitz, contra el territorio del Japón imperial. La batalla de Okinawa se saldó con más de cien mil bajas japonesas.

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Consecuencias de la guerra

Los efectos de la segunda guerra mundial – Entre 35 y 45 millones de muertos. – Éxodo masivo (16 millones de personas abandonaron sus hogares). – División de Alemania en cuatro zonas controladas por estadounidenses, soviéticos, franceses e ingleses. – Incorporación de territorios polacos, finlandeses y los estados bálticos a la Unión Soviética. – Desintegración del imperio japonés. – Destrucción de la red de comunicaciones en Europa. – Escasez de alimentos y combustibles en el Viejo Continente y descenso de la producción industrial a la quinta parte de lo que era antes de la guerra.

la batalla de El Alamein. Entre tanto, en el frente oriental se producía el acoso de Stalingrado, que resultaría decisivo. Más de doscientos mil hombres al mando del general Friedrich von Paulus quedaron aislados y cercados en la ribera derecha del Volga. Hitler negó la autorización para una retirada y, en febrero de 1943, Von Paulus se rindió al ejército soviético. Este desastre permitió el avance de los rusos. Mientras, en el Pacífico, el ejército estadounidense, conducido por el general Douglas Mac Arthur, venció en las batallas del mar del Coral, de Midway y, sobre todo, en la terrible batalla de Guadalcanal, que se prolongó durante más de seis meses. En julio de 1943 se produjo el desembarco aliado en Sicilia que provocó la caída de Mussolini, aunque los nazis consiguieron rescatarle y entorpecer así el avance enemigo por Italia. En 1944 parecía inminente el hundimiento alemán. Con una gran cobertura aérea, tres formidables ejércitos aliados avanzaron hacia Alemania: un ejército angloamericano desde el sur; desde Francia, tras el desembarco de Normandía, la mayor parte de las fuerzas estadounidenses, británicas y francesas, y, desde el este, el llamado “rodillo ruso”. El desembarco de Normandía fue la operación militar de mayores proporciones de toda la guerra. Las fuerzas aliadas se habían preparado en las costas británicas a las órdenes del general estadounidense Dwight David Eisenhower. La maniobra comen-

zó el 6 de junio de 1944. Ayudados por su gran superioridad aérea, las tropas desembarcadas consiguieron establecer una cabeza de puente de más de un centenar de kilómetros de longitud y avanzar junto a las fuerzas del también general estadounidense Georges Patton. El 25 de agosto, los aliados entraron en París. Una semana más tarde, los tanques de Patton rompieron el frente alemán y cruzaron el Mosa por Verdún. El 2 de septiembre, los británicos llegaron a Bruselas. Entre tanto, los soviéticos habían alcanzado las afueras de Varsovia, pero fueron obligados a detenerse durante seis meses junto al Vístula. En enero de 1945 pudieron comenzar la ofensiva final. El 1 de mayo, los aliados entraron en Berlín. Hitler se suicidó y el 7 de mayo se produjo la rendición de Alemania. Al día siguiente, Estados Unidos y Gran Bretaña anunciaban el fin de la guerra en Europa.

Hiroshima y Nagasaki En el Pacífico, el ejército estadounidense desembarcó en Okinawa el 1 de abril de 1945. El 6 de agosto, el presidente Harry Truman ordenó el lanzamiento sobre la ciudad japonesa de Hiroshima de una nueva arma, la bomba atómica, que provocó más de 80.000 muertos. Tres días más tarde ordenó un segundo lanzamiento sobre Nagasaki. Japón se rindió sin condiciones, sellando el fin de la segunda guerra mundial.

La guerra dejó una terrible destrucción a su paso. Se calcula que resultaron muertos entre 35 y 45 millones de personas. La crueldad de la contienda quedó constatada cuando se supo que unos dos millones y medio de prisioneros rusos fueron asesinados o murieron de hambre. Pero lo más sorprendente fue que durante los años de guerra en Europa se produjeron más muertos civiles que militares. Los bombardeos aéreos, los trabajos forzados, la resistencia y las grandes matanzas, sobre todo de judíos, produjeron un número estremecedor de pérdidas humanas. En Europa occidental, los cambios de frontera fueron pequeños. Sin embargo, en el este europeo, la Unión Soviética incorporó zonas de Polonia, los estados bálticos y buena parte del territorio finlandés. Alemania quedó totalmente ocupada y dividida en cuatro partes, administradas por estadounidenses, soviéticos, ingleses y franceses. Japón perdió su imperio y sufrió la presencia de un ejército norteamericano de ocupación. Europa padeció un gran déficit de alimentos. El eje de su economía, la red de comunicaciones, había quedado destruido. Escaseaba la gasolina y el petróleo, y la producción industrial descendió a la quinta parte de lo producido durante los años anteriores a la guerra.

_ Preguntas de repaso 1. ¿Cuáles fueron los desencadenantes de la gran depresión de 1929? 2. ¿Por qué llegó Hitler al poder en Alemania? 3. ¿Qué caracterizó a la guerra civil española? 4. ¿Qué etapas jalonaron el curso de la segunda guerra mundial?

LA DISTRIBUCIÓN DEL PODER TRAS LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL La revolución china La proclamación de la República Popular China el 1 de octubre de 1949 representó uno de los hechos capitales de la historia del siglo xx, ya que permitió la incorporación de este país milenario, superpoblado y feudal, no sólo al entonces naciente bloque de países comunistas liderados por la Unión Soviética, sino también, en un plazo muy breve, al reducido grupo de naciones con poder de decisión a escala mundial. Esto último se vería corroborado de un modo definitivo por la iniciación del programa atómico chino en 1959, por su primer ensayo nuclear en 1964 y por el lanzamiento de un satélite artificial en 1969. Sin embargo, el dato que mejor ha medido la repentina transformación de China en una potencia de primer orden fue el liderazgo que casi de inmediato empezó a ejercer entre los países asiáticos de su entorno y también entre algunos países africanos. Estos países constituyeron, a partir de la conferencia afroasiática de Bandung (Indonesia, 18 al 24 de abril de 1955), lo que posteriormente vendría a conocerse como el Tercer Mundo. Todo ello fue el resultado de un agitado proceso histórico nacional que cubrió íntegramente la primera mitad del siglo XX y durante el cual China se vio abocada a una guerra civil sangrienta, interrumpida por la invasión japonesa de 1937-1945 –preludio y configuración específica en Oriente de la segunda guerra mundial– y reanudada al cabo de ésta, con la victoria final del ejército rojo de Mao Zedong, comunistas, sobre las

tropas nacionalistas comandadas por Chang Kai-shek. Así, en menos de cuatro décadas, el país pasó de la república de corte clásico fundada por el líder nacionalista Sun-Yat-sen (12 de febrero de 1912) a otra que pretendía construir una sociedad inspirada en las teorías e ideales marxistas.

Comunistas y nacionalistas La avalancha de hechos que se desataron durante ese período, con la correspondiente movilización y desplazamiento de gigantescas masas humanas

(sobre todo campesinas, en un territorio donde éstas constituían el 85 por ciento de la población), fue la respuesta del pueblo chino a un triple orden de causas, todas interrelacionadas: 1) la explotación secular a la que había estado sometido por los terratenientes, amparados por las distintas dinastías que gobernaron el país; 2) el sometimiento, desde mediados del siglo XIX, a las potencias imperialistas (Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos, Alemania y la Rusia zarista, entre otras), que impusieron a

El dirigente revolucionario Mao Zedong, en la imagen en una fotografía tomada en 1939, fue el artífice de la nueva China que, desde mediados del siglo XX, ocupó un papel protagonista entre las naciones con poder de decisión a escala mundial. Fotografías de cabecera: manifestación obrera en Rusia antes de la revolución (izq.) e imagen de una trinchera en la primera guerra mundial (der.).

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te para instalarse, con la ayuda de la flota estadounidense del Pacífico, en la isla de Taiwán (Formosa). Esta isla estuvo en manos de los japoneses desde la guerra chino-japonesa de 18941895, pero con su derrota de 1945 volvió, teóricamente, a manos de China. Sin embargo, a partir del triunfo del comunismo, China no fue para las potencias occidentales el país de Mao (con sus entonces cerca de mil millones de habitantes y su gigantesca extensión: unos diez millones de kilómetros cuadrados), sino precisamente la pequeña isla recién recuperada y bautizada como China nacionalista. Ello dio lugar a un constante litigio internacional, que pudo traducirse en una guerra de incalculables consecuencias con el cañoneo por parte Chang Kai-shek y su esposa, en 1925, época en la que el dirigente chino asumió de la República Popular China, en el mando del Kuomintang. 1957, de la isla de Quemoy (integrante de Taiwán). A raíz de ese bombardeo, la intervención de Estados UniLas dos Chinas sangre y fuego su necesidad de condos estuvo a punto de producirse, tar con un mercado enorme y sin ex- Diez años después (1946-1947), Yenan pero lo impidió la oportuna mediafue ocupada también por el ejército ción de la Unión Soviética. plotar; 3) la revolución rusa de 1917, la de Chang Kai-shek, una vez finalizaDurante más de dos décadas, Taicual, aparte de precipitar la fundación da la guerra común –llena de suspi- wán, con alrededor de veinte millones del Partido Comunista Chino por Mao cacias por ambas partes– contra el in- de habitantes, representó a China en Zedong en 1921, ejerció una enorme vasor japonés. No obstante, los comu- las Naciones Unidas y en su Consejo influencia sobre el propio Sun-Yat-sen nistas ya dominaban en ese momento de Seguridad. Pero en 1971 la Repúy sus seguidores del Kuomintang (Par- una gran parte del país, por lo que no blica Popular desalojó a Taiwán del les fue difícil organizar la ofensiva fi- asiento que ocupaba en la sede de la tido Nacional del Pueblo). nal contra sus antiguos aliados. Por ONU, hecho que constituyó el anteceFue justamente con ocasión del pri- último, tras proclamarse la Repúbli- dente inmediato de tres importantes mer congreso de este partido (1924) ca Popular China y ser restituida Pe- acontecimientos: la visita a Pekín, en cuando se decidió la alianza con los co- kín como capital, Chang Kai-shek y 1972, del presidente de Estados Unimunistas para emprender la lucha final su ejército abandonaron el continen- dos, Richard Nixon; la apertura ese contra el poder feudal, y cuando éstos, mismo año de delegaciones mutuas a su vez, ingresaron masivaen ambos países, y el pleno restablemente en el Kuomintang. cimiento de relaciones diCon todo, la unión enplomáticas chino-estadotre ambos grupos fue unidenses en 1979 (algo que breve: empezaría a Mao, muerto tres años anresquebrajarse a la tes, no pudo llegar a muerte de Sun-Yatver). Para entonces, sen en 1925, para estala República Popullar durante 1927, al lar China, más que romper su heredero, enemiga, era aliada Chang Kai-shek, con de Estados Unidos el partido de Mao y en el enfrentamiento ordenar ese mismo que este país y el año una matanza de mundo capitalista comunistas en la ciuen su conjunto mandad de Shanghai, dotenían con la Unión Declarada capital de la República Popular de China en 1949, Pekín ha sido desde minada por los britáSoviética y los países entonces el centro político y económico más importante del país. En la imagen, nicos. de Europa oriental. vista de la Ciudad Prohibida. Desde entonces, salvo la pausa introducida por la invasión japonesa y la segunda guerra mundial, el país estuvo prácticamente dividido en dos zonas enemigas: una, en el norte, nacionalista, con su capital en Nankín (1927); la otra, en el sur, comunista, con Kiang-si (Jiangxi) como capital de la República Soviética China creada por Mao en 1931. Los reiterados ataques de las tropas nacionalistas contra esta última dieron lugar a que los resistentes, con Mao Zedong a la cabeza, evacuaran la ciudad, y se iniciara un éxodo que se conocería como la «larga marcha». Ésta –el gran episodio épico de la revolución china– consistió en un recorrido durante dos años (1934-1936) de diez mil kilómetros entre Kiang-si y Shensi. En la ciudad de Yenan, Mao y sus hombres refundaron la república comunista.

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Efectivamente, chinos y soviéticos hacía tiempo que habían roto su alianza natural, sobre la base de las distintas interpretaciones de unos y otros con respecto al papel que el comunismo debía desempeñar en su confrontación con Occidente en la era nuclear. El debate ideológico chinosoviético ocupó el período comprendido entre los años 1959 y 1965, pero en 1969 desbordó el marco meramente argumental para entrar en el terreno de los hechos, cuando ambos países protagonizaron graves incidentes fronterizos por la soberanía de la isla de Damaski, en el río Amur.

Coexistencia pacífica con el capitalismo En esencia, se trataba de establecer hasta qué punto debía llegar el compromiso con la revolución mundial por parte de los estados que, como la URSS y China, habían nacido de procesos revolucionarios. Las ideas soviéticas se resumían en la tesis de la coexistencia pacífica con el capitalismo: se debía apoyar a los movimientos de liberación de otros países, pero evitando el peligro de una guerra internacional. Además, era preciso instaurar las relaciones más amplias posibles con las naciones occidentales, sin que ello implicara coexistencia ideológica. Gracias a dicho acercamiento, las poblaciones de esos países deberían llegar a la conclusión de la innegable superioridad moral y material del comunismo. En este último sentido, la competencia económica entre los dos sistemas era fundamental, por lo que el comunismo soviético pasaba a primar los mismos valores que las sociedades capitalistas desarrolladas: crecimiento a ultranza, tecnologización, consumo, etc. En suma, la postura soviética postulaba más repliegue conservador hacia el interior y menos despliegue revolucionario hacia el exterior. La postura china, por el contrario, sostenía la teoría estalinista de los dos campos (comunismo y capitalismo) enfrentados de manera irreconciliable. El enfrentamiento debía llevarse hasta el final, más allá de la existencia de armas nucleares, puesto que, en célebre frase de Mao, el

La capitulación japonesa al término de la segunda guerra mundial alentó el espíritu de independencia de los territorios del sudeste asiático, Asia meridional y Oceanía bajo el yugo del imperio nipón. En la imagen, firma de la rendición japonesa ante fuerzas británicas en Rangún (Birmania) en agosto de 1945.

imperialismo era “un tigre de papel”. Siete días de octubre de 1962 –cuando se produjo la crisis cubana y la URSS aceptó desmantelar las bases de misiles que había instalado en la isla– bastaron para que las propuestas soviéticas fueran puestas a prueba por la realidad. Aprobaron el examen: al borde de una guerra con Estados Unidos, los dirigentes soviéticos prefirieron reducir el apoyo a la Cuba revolucionaria de Fidel Castro antes que exponer al mundo a una temible apuesta. China acusó a la Unión Soviética de traición. Sin embargo, menos de una década más tarde, el estrechamiento de las relaciones chino-estadounidenses (convertidas en seguida en alianza para resolver determinados conflictos internacionales) revelaría que, bajo su aspecto doctrinal, el debate ocultaba y repetía el enfrentamiento de las antiguas potencias por imponer su supremacía. En el fondo, la China de Mao –tan nacionalista como la Unión Soviética de Stalin, aunque éste hubiera muerto en 1953– se negaba a seguir cumpliendo el papel secundario que le habían adjudicado las naciones colonialistas en el siglo XIX. Ahora que se había convertido en una potencia más, también ella podía dictar su vo-

luntad en el mundo sin necesidad de ampararse –como los países comunistas de Europa oriental– bajo el ala protectora de la Unión Soviética.

La independencia de los países asiáticos y de Oceanía Tras la capitulación de Japón en 1945, el fin de la segunda guerra mundial abría perspectivas radicalmente nuevas para las vastas regiones del sudeste asiático, Asia meridional y Oceanía, que habían caído casi en su totalidad en manos del imperio nipón (el límite infranqueable fueron Australia, en el sur, y la India, en el oeste). Por un lado, allí adonde habían llegado, los japoneses alentaron el espíritu de independencia contra las potencias coloniales dominantes: Gran Bretaña, Francia, Países Bajos y Estados Unidos. De hecho, aparte de crear un gobierno filojaponés en Filipinas, el invasor reconoció la independencia formal de Birmania en 1943 y de Vietnam e Indonesia en 1945. Por otra parte, el proceso revolucionario que se estaba desarrollando en China no dejaba de ejercer una poderosa influencia sobre los movimientos nacionales. Éstos, en la mayoría

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de los casos, representaban una fusión de ideales democráticos y socialistas al estilo del movimiento nacionalista chino en su primera fase, el inspirado por su fundador, Sun-Yatsen. En las colonias neerlandesas (Indias holandesas, posteriormente República de Indonesia), por ejemplo, Achmed Sukarno había fundado en 1927 el Partido Nacional Indonesio, con un ideario parecido al de los nacionalistas chinos. Así, durante la guerra de guerrillas que emprendió contra las tropas neerlandesas (19451948), Sukarno acuñó los Cinco principios de la lucha nacional, similares, salvo en su contenido religioso, a los formulados por Sun-Yat-sen: fe en Alá, humanitarismo, nacionalismo, democracia y justicia social. De todos modos, como ilustraría el caso indonesio, este impulso progresista se vio frustrado a corto plazo por las necesidades económicas y geoestratégicas de las antiguas metrópolis, sobre todo de Estados Unidos, que emergían de la guerra como las nuevas potencias hegemónicas a escala mundial. De ahora en adelante, los países a los que en el siglo XIX habían

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reducido a la condición de colonias no sólo debían seguir sirviendo como fuente de materias primas y mercados seguros, sino también como dique para contener la expansión del comunismo chino. Japón había desaparecido como amenaza, pero China ocupaba su lugar. Sobre todo, era esencial que la experiencia china no se contagiase a países como Tailandia, Birmania, Filipinas, Indonesia o Malasia, que se encontraban en su área de influencia inmediata. Así pues, apareció en aquellos años un fenómeno nuevo, el neocolonialismo, fórmula por la cual, más allá de las formalidades jurídicas y políticas de rigor (soberanía, gobierno propio, autodeterminación, etc.), las antiguas colonias siguieron manteniendo una estrecha dependencia, sobre todo económica, pero también política, de sus ex metrópolis. Éstas, como antaño, regirían sus destinos, valiéndose para ello de sólidas alianzas con las clases dominantes nativas y los ejércitos respectivos. Si las tropas resultaran desbordadas, las potencias podrían intervenir directamente, tal como ocurrió en Malasia en 1954,

cuando la guerrilla prochina fue neutralizada con la ayuda del ejército británico. Con variantes más o menos sangrientas, el problema de las guerrillas o, simplemente, de la oposición fue resuelto en el resto de los países citados de una manera drástica. Tailandia: golpe de estado de 1957, que anuló la Constitución, prohibió los partidos políticos y reprimió a las organizaciones comunistas. Birmania: guerra civil de 1948-1954, seguida de golpes y dictaduras. Filipinas: gobiernos autoritarios entre 1946 y 1953, y lucha, con el apoyo de Estados Unidos, contra la guerrilla comunista de los huks (1949-1952), que había combatido contra la ocupación japonesa. Por último, Indonesia: golpe de estado del general Suharto contra el presidente Sukarno (1966), al que siguió una feroz represión anticomunista que causó setecientos mil muertos. Todo ello en el marco de los conflictos interétnicos que tuvieron lugar en algunos de los nuevos países y que acabaron con los últimos restos de nacionalismo (como ocurrió en Malasia, con su población de 50 por ciento de malayos, 40 por ciento de chinos y 10 por ciento de indios), o de conflictos entre soberanías (amenaza de guerra malayo-indonesia en 1964 por el territorio de Borneo del norte).

India y Pakistán

Los vizcondes Mountbatten, virreyes de la India, con Mohandas Karamchad Gandhi, artífice del proceso de independencia de este país asiático.

Otro tipo de diferencias, esta vez religiosas, frustraron el proceso de independencia nacional indio, por el que tan denodadamente había luchado una de las grandes personalidades políticas del siglo XX: Mohandas Karamchand Gandhi, el Mahatma “magnánimo”. Obtenida la independencia en 1947, la antigua India se desangró inmediatamente en un violento enfrentamiento entre hindúes y musulmanes –las religiones mayoritarias–, que dio lugar al nacimiento de un segundo estado, Pakistán, de población musulmana. Éste estaba integrado por dos territorios separados: uno en el extremo noroeste y el otro en el extremo este –sobre el golfo de Bengala– del viejo dominio colonial británico. La rivalidad entre ambas naciones desembocó en la guerra indopaquis-

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taní de 1965, mientras que la propia división geográfica de Pakistán llevaría en 1971 a la creación de un tercer estado, Bangladesh (ex Pakistán oriental), gracias al apoyo indio. Al revés que los países del sudeste asiático mencionados, la India mantuvo una neutralidad permanente en el conflicto que enfrentó a Oriente y Occidente después de la segunda guerra mundial. Ello se debió, entre otras razones, al poderoso nacionalismo pacifista de raíz gandhiana que sobrevivió a la muerte de su líder (asesinado en 1948 por un fanático hindú que le recriminaba la no utilización de la violencia contra los musulmanes), a su estrecha vecindad con la Unión Soviética y China y a su relativa distancia respecto a los dos grandes escenarios de la guerra fría: Corea y Vietnam. Por último, en Oceanía, donde la segunda guerra mundial empezó realmente para Estados Unidos al atacar Japón la base naval de Pearl Harbor, uno de los acontecimientos políticos más significativos de la posguerra fue la incorporación de Hawai como estado número cincuenta de la Unión. Fue en 1959, alrededor de sesenta años después de que se produjera la anexión. En cuanto a los dos grandes territorios de Oceanía, Australia (independiente desde 1901) y Nueva Zelanda (1931) formaron en 1954 la Organización del Tratado del Sudeste Asiático (SEATO), junto a Filipinas, Tailandia, Pakistán y las antiguas potencias colonialistas: Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia.

La independencia de los países africanos Durante la segunda guerra mundial, las colonias africanas proporcionaron abundantes recursos materiales y humanos a la causa de los aliados. Se crearon industrias y surgieron reducidos grupos nativos dirigentes. Esta relativa modernización del continente trajo consigo crecientes demandas independentistas, a las que contribuyeron de manera indirecta la creación de la Organización de las Naciones Unidas (1945) y su declaración uni-

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Aspecto de Leopoldville (hoy Kinshasa), capital del antiguo Congo belga (actual Zaire), durante la celebración del primer aniversario de la independencia del país en 1961.

versal de los derechos del hombre y, de manera más contundente, el apoyo de las nuevas naciones anticolonialistas (China y la Unión Soviética sobre todo). A ello había que sumar, por el lado de las potencias dominantes (Francia, Países Bajos, Bélgica, Gran Bretaña), sus promesas de independencia como recompensa a la contribución africana durante la guerra, y el hecho añadido del posterior debilitamiento de esas mismas potencias al terminar el conflicto. Por lo que respecta a los pueblos sometidos, éstos tuvieron en el movimiento panafricano, creado en los años 20 por un destacado grupo de intelectuales residentes en Estados Unidos (Jomo Kenyatta, Kwane Nkrumah), un elemento clave para el impulso emancipador. Dentro de la oleada independentista que sacudió África en la posguerra, hay que distinguir dos corrientes fundamentales: la de los países árabes de la zona septentrional o Magreb (Marruecos, Argelia, Túnez, Libia, Mauritania) y la de las poblaciones negras del resto del continente. A ambas se opuso, en casos muy concretos e incluso contra la propia voluntad de las metrópolis, una tendencia interna representada por los colonos europeos que habían hecho de los respectivos países africanos en los que se habían afincado una especie de propiedad

particular, más allá de los intereses y deseos de las poblaciones nativas.

La resistencia colonial desde dentro Rhodesia y Sudáfrica, colonias cuyo nacimiento estuvo ligado a grandes intereses económicos de británicos y neerlandeses, constituyeron la contrapartida a los movimientos democráticos e independentistas negros. En 1964, sin la autorización del gobierno inglés, el primer ministro Ian Smith proclamó la independencia de Rhodesia del Sur (Zimbabwe), que adoptó una Constitución que excluía del poder a la población de color (cinco millones, contra 250.000 blancos). Seguía el ejemplo de Daniel Malan, primer ministro sudafricano, quien en 1948 había inaugurado la política de segregación racial, según la cual once millones de bantúes (frente a tres millones de blancos) quedaban al margen de toda decisión política sobre sus vidas y el destino de su país. Rhodesia tuvo que esperar hasta el inicio de la década de 1980 (pero entonces ya se había convertido en República de Zimbawbe, con un negro, Robert Mugabe, en el poder) y Sudáfrica hasta mediados de la de 1990 para que se admitiera la plena igualdad jurídica entre africanos, independientemente del color de su piel.

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Los colonos franceses en Argelia también manifestaron un gran desprecio hacia la población árabe del país, pero al contrario que los sudafricanos y los rhodesianos, que pretendían –y lo consiguieron– unas repúblicas independientes bajo su poder omnímodo, el objetivo de aquéllos era mantener a toda costa una Argelia francesa. Entre 1954 y 1962 libraron contra el Frente de Liberación Nacional (FLN, creado en 1946, entre otros, por Ahmed Ben Bella y Krim Belkacem) una cruel lucha durante la cual se valieron de las deportaciones masivas, la tortura y las acciones terroristas de la OAS (Organización del Ejército Secreto). Pese a todo, los nacionalistas lograron finalmente su objetivo, y tras firmarse el armisticio de Évian (1962, con el general Charles de Gaulle en la presidencia de Francia), fue proclamada la República Democrática Popular de Argelia.

El África negra La segunda corriente independentista, la que tuvo como protagonista al África no musulmana, encontró también en el Congo belga una respuesta brutal. No ya por parte de la población blanca, que huyó en masa cuando el Movimiento Nacional Congoleño (MNC), liderado por Patrice Lumumba, desencadenó una

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insurrección popular en 1959, sino directamente por las tropas de represión enviadas por Bélgica y los soldados mercenarios pagados por el gobernador de la provincia minera secesionista de Katanga, Moïsé Tshombé. En junio de 1960, Lumumba fue designado primer ministro, pero en septiembre de ese mismo año fue derrocado por un golpe militar encabezado por el coronel Mobutu Sese Seko (Lumumba sería asesinado en 1961, a los 36 años). Cinco años más tarde, y tras una guerra en cuya primera fase intervinieron incluso contingentes de la ONU, Mobutu se convirtió en presidente de lo que se llamó República Democrática del Congo (posteriormente, Congo-Kinshasa y, por último, Zaire). Como en el caso del sudeste asiático, el trágico episodio congoleño señaló los límites del proyecto independentista africano. En la década de 1960 se produjo un resurgir continuo de nuevos estados, muchas veces creados sobre la base de las artificiales fronteras que en su momento establecieron las potencias imperiales. Algunos de ellos intentaron impulsar –con las limitaciones propias de los escasos recursos materiales disponibles y el secular atraso cultural– auténticos proyectos nacionalistas independientes, como lo ejemplificó Ghana, bajo la dirección de su primer ministro y fundador, el intelectual

El presidente estadounidense Harry Truman lideró el bloque occidental frente al avance internacional del comunismo durante el período que siguió a la segunda guerra mundial denominado “guerra fría”.

Kwane Nkrumah. Este país de la costa occidental de África (antiguo Costa de Oro) surgió en 1957 como el primer estado negro independiente (seguido de Guinea, antigua Guinea francesa, en 1958, bajo el liderazgo de otra destacada personalidad, Sékou Touré) y desempeñó un papel esencial en la creación de la progresista OUA (Organización para la Unidad de África, 1963). Sin embargo, en su condición de aliado potencial de China, Nkrumah fue derrocado en 1966 (como lo había sido Sukarno en Indonesia un año antes).

La bipolaridad La segunda guerra mundial tuvo como principal efecto la decadencia de las potencias tradicionales (Gran Bretaña, Francia, Países Bajos), el aniquilamiento del poder alemán, italiano y japonés y la consolidación de Estados Unidos y de la Unión Soviética como las potencias dominantes. Estos dos gigantes no tenían ningún contrapoder a la vista, lo que llevó, forzosamente, a un sistema internacional bipolar, en el cual los antiguos países imperialistas, si querían sobrevivir, estaban obligados a aceptar la tutela y dirección de la nación de mayor potencial, es decir, Estados Unidos. De otra parte, se constituyó un grupo de naciones en las que los gobiernos eran opuestos a la economía de mercado libre. Tales países se ajustaban a los principios políticos y económicos propugnados por Karl Marx, por Lenin y se aglutinaban formando el bloque comunista, liderado por la Unión Soviética. Esta naciente bipolaridad se manifestó de inmediato en el plano internacional (guerra fría) y también en el interno de las propias potencias hegemónicas. En el caso de Estados Unidos, la doctrina Truman de 1947 (preconizada por el presidente Harry Truman, 1945-1953) aseguraba la “contención del comunismo” mediante una amplia ayuda económica y militar a los países occidentales. Esto se ejemplificó en los primeros años de la posguerra con las aportaciones masivas en dólares para la reconstrucción de Europa (plan Mar-

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La guerra fría Entre el fin de la primera guerra mundial y el comienzo de la segunda sólo transcurrieron veinte años. En cambio, desde esta última el mundo no conoció un conflicto de semejantes proporciones. Lo que sí hubo fue una serie interminable de confrontaciones y guerras locales, todas ellas derivaciones secundarias del antagonismo central: el que enfrentó al bloque comunista, encabezado por la URSS, con el bloque occidental, liderado por Estados Unidos. Estas guerras fueron la versión remozada de las dos guerras mundiales anteriores y, con toda la carga de muerte y destrucción que acarrearon, significaron no obstante para la humanidad en su conjunto librarse de una tercera confrontación a escala planetaria. A este período histórico, en el que nunca se llegó a una guerra de alcance internacional como las dos precedentes –aunque se rozó muchas veces–, se lo llamó “guerra fría”. Una guerra real, es decir, “caliente”, hubiera acabado probablemente con todo vestigio de vida humana sobre la tierra. La novedad estaba en la aparición de unas armas letales cuyo poder de destrucción multiplicaba en mucho el de todas las anteriores: primero la bomba atómica, después la de hidrógeno, la de neutrones, los misiles con cabezas nucleares y, por fin, el proyecto de utilizar el espacio con fines bélicos, mediante satélites y plataformas espaciales (la iniciativa de Defensa Estratégica conocida popularmente como “guerra de las galaxias”, diseñada y luego abandonada por Estados Unidos en la década de 1980, durante el gobierno de Ronald Reagan).

Zonas de influencia El ingente desarrollo armamentístico supuso lo que se denominó el “equilibrio del terror”. Nadie estaba dispuesto a morir matando. La solución que se impuso fue la asignación para cada bloque – a veces tácita, a veces explícita– de zonas de influencia, en las que la potencia dominante, hasta cierto punto, podía hacer y deshacer. Ejemplos típicos de estas áreas de influencia, en el caso de la URSS, fueron los países comunistas de Europa oriental: Polonia (insurrección de Poznan, junio de 1956, reprimida por las tropas soviéticas), Hungría (derrocamiento por el ejército rojo del gobierno disidente de Imre Nagy –posteriormente ejecutado–, en noviembre de ese mismo año) o Checoslovaquia (invasión del 21 de agosto de 1968, sustitución del reformista secretario general del partido, Alexander Dubc˘ek, en abril de 1969, y expulsión definitiva en 1970). No obstante, las zonas realmente peligrosas fueron aquellas otras donde los intereses de los dos bloques coincidían irremisiblemente, bien por razones estratégicas o económicas. Éste fue el caso de Oriente medio, donde a partir de la creación del estado de Israel en 1948, la Unión Soviética y los Estados Unidos mantuvieron un enfrentamiento metódico, bien a través de terceros países (invasión de Egipto en 1956 por tropas británicas, francesas e israelíes, como represalia ante la nacionalización del canal de Suez por el presidente Gamal Abdel Nasser, aunque los Estados Unidos condenaran formalmente el operativo en las Naciones Unidas), bien de una manera directa, a través del desembarco de marines en el Líbano en 1958, donde permanecerían hasta 1964, para apoyar al presidente cristiano Camille Chamoun contra el partido musulmán. En este último caso, la URSS se limitó a protestar, pero en lo referente a Egipto amenazó con intervenir militarmente, lo que determinó la retirada de los invasores. Este éxito aumentó su prestigio y contribuyó a extender la influencia soviética hacia Siria e Irak.

La OTAN y el Pacto de Varsovia La guerra fría se inició en Alemania y terminó, también, en este país. Al cesar la segunda conflagración mundial, los entonces cuatro grandes –Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos y la Unión Soviética– dividieron Alemania en cuatro, y en la parte correspondiente a la URSS nació la República Democrática Alemana (RDA, 1949), como contrapartida a la decisión de las potencias occidentales de autorizar, en 1948, la formación de un gobierno de Alemania occidental (RFA, República Federal Alemana). La RDA incluía la antigua capital, Berlín, también dividida entre los cuatro vencedores, cuya parte oriental, bajo dominio soviético, volvió a ser capital, pero ahora del nuevo estado comunista. Así pues, tanto en Berlín como en la frontera que separaba a las dos Alemanias, comunismo y capitalismo estaban cara a cara. La zona se convirtió en escenario de infinitas tensiones y en el símbolo por excelencia de la guerra fría. Fundamentalmente, fue la manzana de la discordia: Estados Unidos quería rearmar a una Alemania que hasta la víspera había sido el enemigo e integrarla en la nueva alianza anticomunista surgida bajo su inspiración: la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte, fundada en Washington en 1949). Lo consiguió: en 1955 la RFA fue admitida en esta alianza y en otra paralela, la Unión Europea Occidental (UEO, sin participación estadounidense). La respuesta de la URSS no se hizo esperar: ese mismo año firmó con sus países satélites el Pacto de Varsovia, con el que trató de equilibrar el fiel de una balanza en uno de cuyos platillos estaba aquella misma Alemania que, poco tiempo atrás, había devastado su territorio, sembrándolo de millones de muertos. Seis años más tarde, en 1961, se alzó el muro de Berlín. Pero, como se demostró en su caída en 1989, el muro cumplió la función exactamente contraria para la que había sido construido: en vez de robustecer el comunismo, lo debilitó. De hecho, fue el gran escándalo que supo explotar hábilmente la propaganda occidental.

shall, 1947) o en el auxilio prestado al ejército griego –pertrechos y asesores militares– en su lucha contra la guerrilla comunista entre 1947 y 1949. Grecia se mantuvo dentro del mundo capitalista merced a la intervención estadounidense. A la “contención” exterior corres-

pondió otra interior, cuyos extremos más elocuentes fueron: en el campo sindical, la ley Taft-Hartley (1947), por la cual, entre otras cosas, se declaraban ilegales ciertas formas de huelga y se eliminaba el monopolio de los sindicatos en la representación de los trabajadores; y en el ám-

bito político, la “caza de brujas”, desencadenada por el senador Joseph McCarthy, quien al frente de una denominada comisión de actividades antinorteamericanas sembró el terror entre los funcionarios del Departamento de Estado (Asuntos Exteriores), sospechosos en principio de co-

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La guerra de Corea fue el escenario para el enfrentamiento entre las dos grandes potencias mundiales surgidas tras la segunda guerra mundial, los Estados Unidos y la Unión Soviética.

laborar con el “enemigo”, y entre los intelectuales de izquierda o que aparentaran serlo (escritores, actores, guionistas y directores de cine, científicos, etc.).

URSS: teoría y práctica En cuanto a la Unión Soviética –reforzado su poder por la incorporación al campo comunista de los países que había ocupado militarmente durante la guerra–, la doctrina oficial cifraba en tres factores su capacidad de intervención (pacífica) en los asuntos mundiales: 1) poder de veto, como miembro del Consejo de Seguridad de la recién creada Organización de las Naciones Unidas (26 de junio de 1945); 2) aglutinamiento a su alrededor del movimiento pacifista internacional surgido contra las aventuras militares de las potencias imperialistas; 3) penetración y confrontación ideológica con los países de Occidente. Todo ello, sin embargo, respaldado por una enorme fuerza militar que

permitiese la subsistencia del comunismo en medio del cerco capitalista hostil (teoría de Stalin del “socialismo en un solo país”). Como en el caso de Estados Unidos, esta asunción del papel de superpotencia mundial tendría también para la URSS una serie de graves consecuencias internas, sólo que mucho más dilatadas en el tiempo y, en última instancia, fatales para la propia supervivencia del comunismo soviético y de los regímenes construidos sobre su base. En efecto, la Unión Soviética, con sus veinte millones de muertos y veinticinco millones de personas sin hogar como consecuencia de la guerra que había padecido en su propio territorio (contra sólo 300.000 bajas por parte de Estados Unidos), no sólo tuvo que empezar de nuevo prácticamente desde cero, sino que además se vio obligada a hacer un titánico esfuerzo para ponerse a la altura de su nueva responsabilidad. Esencialmente, ello significó dar prioridad a la industria pesada sobre la ligera, así como des-

viar ingentes sumas de capital hacia la fabricación de armamentos y el desarrollo de una sofisticada tecnología militar (satélites, misiles, bomba atómica). La consecuencia inmediata fue la grave restricción del consumo y la disminución del nivel de vida de la población, circunstancia que, con diversos matices, se repitió en los restantes países del este. Ahora bien, en un régimen en el cual la consolidación del poder autocrático de Stalin determinó desde 1925 la exclusión del pueblo de la gestión de los asuntos públicos, delegándola en una nueva clase de funcionarios privilegiados (la burocracia denunciada por Trotsky, el antiguo camarada revolucionario y uno de los fundadores del estado soviético, asesinado en México por orden de aquél), era forzoso que la represión económica se completara con la política y con la eliminación de cualquier forma de oposición. Y, simultáneamente, por la represión militar en los países del área de influencia soviética, donde los gobernantes locales no se bastaban por sí mismos. En el fondo, Lenin y Trotsky habían tenido razón en sus alegatos contra Stalin: lo único que podía garantizar la existencia de la URSS era la revolución mundial, y ésta estaba en manos del proletariado de las naciones avanzadas. El “socialismo en un solo país” –por lo demás atrasado, como lo era Rusia a principios del siglo XX– no podía ser centro de irradiación revolucionaria, salvo por la fuerza militar. Y en esto la URSS quedaba empatada con Estados Unidos. Finalmente, el comienzo de la década de 1990 señaló el cumplimiento del objetivo que se trazó el secretario de Estado norteamericano John Foster Dulles bajo la presidencia del general Eisenhower (1953-1961): lograr la disgregación y el hundimiento del bloque comunista partiendo de la bipolaridad, es decir, del enfrentamiento permanente entre soviéticos y estadounidenses.

La guerra de Corea La península de Corea, situada entre Japón y China en el continente asiáti-

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co, pertenecía a Japón desde 1910. Este país se la había anexionado tras su triunfo en la guerra ruso-japonesa de 1904-1905, desatada como consecuencia de la expansión imperialista de Rusia en la región (y en Manchuria) y de los intereses económicos contrapuestos del imperialismo nipón. Finalizada la contienda, Japón estableció un protectorado sobre Corea, que acabó cinco años más tarde con la incorporación total del país al imperio. A partir de entonces, los dirigentes nacionalistas coreanos formaron un gobierno provisional en Shanghai, China, a la que Corea estaba vinculada históricamente desde hacía más de diez siglos. Desde allí organizaron la resistencia interna contra los japoneses. Ésta se vería coronada por el éxito durante la segunda guerra mundial, gracias a la invasión de la península, en 1945, de tropas estadounidenses y soviéticas. Sin embargo, la derrota de Japón no significó la paz para Corea. Cinco años después del fin de aquel conflicto, la región se veía envuelta en una nueva guerra (1950-1953), esta vez ya no como reflejo del antagonismo fascismo-democracia, sino de la creciente oposición entre los bloques capitalista y comunista que dividía al mundo. De hecho, la guerra de Corea fue el primer enfrentamiento armado entre ambos, y colocó la guerra fría ante la perspectiva nada improbable de una “guerra caliente”.

La distribución del poder tras la segunda guerra mundial

disputas entre los vencedores encontraban en el organismo internacional una auténtica caja de resonancia. Las Naciones Unidas pronto se hicieron sospechosas de partidismo desde el punto de vista de la Unión Soviética (que era miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU junto a las potencias rivales: Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y, más adelante, la China nacionalista de Chang Kai-shek). Ello trajo como resultado el rechazo, por parte de Corea del norte, de la comisión que la ONU había creado en 1947 para el control de los comicios. Se prohibió directamente su entrada en la zona,

lo que sería el primer antecedente de la próxima guerra. A corto plazo, dicha negativa indujo a Estados Unidos a promover elecciones por separado en su propia área, Corea del sur (agosto de 1948). En la práctica, esto significaba la creación de una república surcoreana, con su Asamblea nacional y su presidente elegido por la mayoría de sus miembros. La reacción soviética era previsible: un acto equivalente en la zona septentrional, que se tradujo en la fundación, un mes más tarde, de la República Popular Democrática de Corea. Consumada así la división del país y frustrado el anhelo de unidad nacional de los coreanos, ambas potencias se retiraron de la península, dejando establecidas sólidamente sus respectivas alianzas: la URSS, con el líder de la resistencia antijaponesa, Kim Il Sung, secretario general del Partido Comunista y primer ministro de la flamante república norteña, y Estados Unidos, con el presidente de Corea del sur, Syngman Rhee, quien poco después empezaría a administrar el país de manera dictatorial.

La intervención china

Dos repúblicas Tras su arrolladora ofensiva de 1945, Estados Unidos y la URSS dividieron el país en dos zonas, al norte y al sur del paralelo 38o, cada una de ellas bajo su respectiva administración: la septentrional, soviética, y la meridional, estadounidense. Según se acordó en una conferencia de ministros de Asuntos Exteriores que se celebró en Moscú en diciembre de ese mismo año, ambas potencias se retirarían de Corea después de la formación de un gobierno único surgido de elecciones democráticas, recuperando de este modo los coreanos su independencia. Mientras tanto, en junio había sido fundada la ONU, y las incipientes

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Estatua de Kim Il Sung, secretario general del Partido Comunista y primer ministro de la República Popular Democrática de Corea.

Los conflictos fronterizos entre ambas Coreas, como era de prever, no tardaron en estallar. Se agravaron hasta tal punto en junio de 1950, que Corea del sur acusó a Corea del norte de invasión y pidió la intervención norteamericana. El Consejo de Seguridad de la ONU, a su vez, pasando por alto las protestas de la Unión Soviética, declaró a Corea del norte país agresor y envió tropas de quince países, incluidos Estados Unidos. Al frente de este ejército fue nombrado el general estadounidense Douglas MacArthur, antiguo jefe de las tropas aliadas durante la guerra en el Pacífico y posteriormente, tras la capitulación de Japón, máximo responsable de las fuerzas de ocupación en dicho país. Sería justamente MacArthur quien protagonizaría el episodio más delicado de la guerra, cuando en 1951 exigió plenos poderes al presidente Truman para actuar contra la República Popular China. En el intermedio, las tropas occidentales, tras ser rechazadas en un principio hasta la

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La guerra de Vietnam El colonialismo francés había iniciado su lenta penetración en el sudeste asiático a principios del siglo XIX. En 1887, con los territorios que constituirían el futuro Vietnam (Tonkín, Annam y Cochinchina) y los de Camboya y partes de Siam (desde 1939, Tailandia), formó la Unión Indochina. El dominio de Francia sobre la región se completó en 1893, al convertirse Laos en un protectorado. Éste es el primer antecedente del que hay que partir para entender el largo conflicto de Vietnam, que perduró durante casi dos décadas. El Vietminh, partido político fundado por Ho Chi Minh en 1941, inició la doble lucha contra los dominadores franceses y los invasores japoneses que, durante la segunda guerra mundial, habían ocupado el norte de Indochina a finales de 1940. Cinco años más tarde, y ya próxima a definirse la guerra, las tropas de Japón lograron desarmar a las del ejército colonial, y este país reconoció formalmente la independencia de Vietnam y de Camboya. Tras la derrota japonesa por las tropas aliadas, ese mismo año, la situación en Vietnam era la siguiente: al norte del paralelo 16°, ocupado por el ejército chino, el Vietminh proclamó la república democrática (1945); al sur, las tropas de ocupación británicas devolvieron en 1946 el control de la región a las autoridades coloniales francesas. De hecho, existían dos Vietnam. Para poder dedicarse a la industrialización y socialización del país, Ho Chi Minh ofreció a Francia el regreso de sus fuerzas militares a Tonkín, a condición de que aquel país reconociera a la nueva república. Pero los franceses quisieron resolver militarmente el problema y presionaron hasta que estalló un nuevo conflicto armado, lo que se conoce como la primera guerra de Indochina. Ésta se prolongó por espacio de casi diez años (1946-1954) y culminó con el espectacular triunfo vietnamita de DienBien-Phu, una localidad de Vietnam del norte en la que, desde diciembre de 1953 hasta el 7 de mayo de 1954, se enfrentaron las tropas independentistas al mando del general Giap y las colonialistas del general De Castries. La rendición francesa aceleró la convocatoria de la Conferencia de ministros de Asuntos Exteriores de Ginebra (1954), en la que se reconoció, aparte de la independencia de Vietnam como un todo, la de Laos y Camboya. Con la siguiente salvedad en el caso de Vietnam: que hasta tanto se celebrasen elecciones libres –fijadas para 1956–, el paralelo 17° serviría como línea de demarcación provisional entre la república de Ho Chi Minh y el resto del territorio, en el sur, que los británicos habían devuelto a Francia. De esta estipulación –incumplida– arrancaría la segunda guerra de Indochina, o de Vietnam, que tuvo mucha más repercusión sobre la opinión pública mundial que la primera, a causa de la disparidad de las fuerzas que se enfrentaron en ella y la dureza de los métodos empleados a raíz de la intervención directa de Estados Unidos como potencia hegemónica en la zona, una vez eclipsado el poderío del imperialismo francés. De Kennedy a Nixon Cabe señalar que, durante la primera guerra de Indochina, cuando hacia 1953 la victoria del Vietminh parecía inminente, el general Eisenhower, entonces presidente de Estados Unidos, se negó a intervenir directamente en favor de su aliado occidental, Francia. Esta actitud seguía, en cierto modo, los pasos del anterior presidente, Truman, quien rehusó llevar la ofensiva aliada al interior de las fonteras chinas con ocasión de la guerra de Corea. Sin embargo, toda prudencia sería abandonada durante las administraciones de los presidentes John F. Kennedy (1960-1963), Lyndon B. Johnson (1963-1968) y Richard Nixon (1968-1974), en una época en que la guerra fría alcanzaba sus cotas de tensión más altas. Obedeciendo a los esquemas de la misma, para la potencia que lideraba el mundo capitalista se trataba de evitar que una pequeña nación campesina pudiera dar un ejemplo de desarrollo independiente al resto de la región y, al mismo tiempo, que el comunismo chino y soviético se expandieran por el sudeste asiático. La semilla de la guerra se sembró en 1955, cuando Vietnam del sur abolió la monarquía y eligió como presidente de la república al hasta entonces primer ministro, Ngo Dinh Diem. Éste instauró una férrea dictadura, persiguió a la oposición política y religiosa (budistas) y se negó a convocar las elecciones prescritas por los acuerdos de Ginebra. Dos años más tarde, cuando quedó claro que la unificación de Vietnam por medios pacíficos sería imposible, el conjunto de fuerzas revolucionarias, que pronto serían conocidas como Frente de Liberación Nacional (Vietcong), tomó las armas, iniciándose así una guerra que en seguida se internacionalizaría con la intervención directa de Vietnam del norte (y el apoyo de la URSS y China), por un lado, y por otro la de Estados Unidos, con fuerzas suplementarias de Filipinas, Corea del sur, Australia y otros países del bloque occidental. La escalada militar En 1958, visto que el régimen de Vietnam del sur sería incapaz por sí solo de neutralizar a las tropas revolucionarias, Estados Unidos envió tres mil asesores militares, lo que encajaba de alguna manera con la posición de Eisenhower de no implicación directa a gran escala, como en el caso de Corea, experiencia que aún estaba fresca en la memoria del pueblo norteamericano. Sin embargo, los círculos dirigentes de aquel país comprendieron pronto que ello no sería suficiente para detener a un pueblo con una profunda voluntad de unidad e independencia nacionales y que contaba con una gran experiencia acumulada en las luchas contra los imperialismos francés y japonés. Así pues, la escalada era inevitable, y en pocos años el número de soldados estadounidenses ascendió a 12.000 (1962, época Kennedy), 270.000 en 1966, 425.000 en 1967 y 550.000 en 1968 (época Johnson). El año de 1964, poco después de que Johnson se hiciera cargo de la presidencia del país tras el asesinato de John F. Kennedy, fue precisamente el de la intervención masiva en Vietnam –y el de la extensión de la guerra a Vietnam del norte– como consecuencia de los incidentes del golfo de Tonkín, cuando los norteamericanos afirmaron que lanchas torpederas de este último país habían atacado al destructor estadounidense Maddox. La opinión pública empezó a ver con malos ojos la intervención de la primera potencia mundial contra uno de los países más pobres de la tierra. La gente se preguntaba por qué sus hijos tenían que morir ahí y en nombre de qué. Se suscitó así un potente movimiento pacifista que desbordó incluso las fronteras nacionales y llegó a otras partes del mundo, sobre todo a Francia, donde la protesta contra la guerra de Vietnam fue una de las mechas que encendió el polvorín de la revolución de mayo de 1968.

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La distribución del poder tras la segunda guerra mundial

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La guerra de Vietnam (cont.) La retirada de Estados Unidos A esta oposición interna se sumó la propia situación en el campo de batalla, donde dos grandes ofensivas del Vietcong –en 1968 y 1972– acabaron por poner en duda la capacidad de los invasores estadounidenses de lograr su propósito de mantener un Vietnam del sur prooccidental y, si fuera posible, acabar con la experiencia socialista en el norte. La primera de estas ofensivas decidió a Johnson suspender los bombardeos aéreos sobre Vietnam del norte y forzó, a iniciativa de Ho Chi Minh, la convocatoria de una conferencia de paz en París (1968), que llevaría a la firma, en 1973, de la paz entre Vietnam del norte –el Vietcong–, Vietnam del sur y Estados Unidos. Una vez que este último país decidió abandonar el campo de batalla, dejando que los vietnamitas resolvieran sus diferencias por sí solos, una gran ofensiva del Vietcong, dirigida por el general Giap, acabó rápidamente con el poder del régimen del sur (1975), reunificándose finalmente el país con el nombre de República Socialista de Vietnam en julio de 1976. La presunta derrota militar de la primera potencia mundial en esta guerra significó, en realidad, su victoria sobre el proyecto revolucionario vietnamita. Tanto el norte como el sur del país asiático quedaron devastados, haciendo imposible una recuperación a corto o medio plazo que permitiera establecer los fundamentos de una nueva sociedad. Lo mismo ocurrió con las vecinas Camboya y Laos, invadidas y bombardeadas a principios de la década de 1970 por Estados Unidos y Vietnam del sur con el objetivo explícito de cortar la ruta Ho Chi Minh –de abastecimiento al Vietcong–, que pasaba por dichos países, y aplastar los movimientos revolucionarios autóctonos. Testimonios de la crueldad con que se libró esta guerra y de sus terribles efectos sobre el hombre y la naturaleza fueron las bombas incendiarias de napalm (que se pulverizan en gotas incandescentes que se adhieren a la piel) y los defoliantes químicos empleados por Estados Unidos, con los que se destruyeron inmensas cantidades de bosques.

cabeza de puente de Pusan, en el extremo meridional de Corea del sur, contraatacaron en profundidad, penetrando en Corea del norte y llegando hasta la frontera de China (septiembre de 1950). Ello provocó la respuesta de este país, que en noviembre envió columnas de voluntarios a luchar contra los invasores. Las tropas de la ONU no tuvieron más remedio que retroceder, y entonces las acciones militares se estabilizaron en las proximidades del paralelo 38º. Para romper el equilibrio en su favor, MacArthur se proponía bombardear las bases aéreas y de abastecimiento chinas, lo que fue tajantemente desautorizado por Truman. Ante el evidente riesgo de una nueva guerra mundial, MacArthur fue destituido y su lugar lo ocupó un militar más moderado. La guerra concluyó finalmente el 27 de julio de 1953, con la firma del armisticio de Panmunjon (Corea del sur). Cuantiosas pérdidas por ambos bandos no impidieron acabar con el hecho desencadenante de la misma: la división de Corea. La conferencia de ministros de Asuntos Exteriores celebrada al año siguiente en Ginebra se mostró impotente para lograr la reunificación. Corea del norte tuvo el respaldo de la URSS y de China para la reconstrucción del país (desde

1962, a raíz del conflicto chino-soviético, se inclinó hacia Pekín), y Corea del sur el de Estados Unidos, con el que el mismo año del armisticio firmó un pacto de seguridad. Como suele ocurrir, la guerra había servido para el florecimiento de terceros países. El principal beneficiario fue Japón, la antigua potencia oriental, que gracias al comercio estimulado por las necesidades bélicas recibió el primer gran impulso para su resurgimiento de las cenizas. El segundo se lo daría la guerra de Vietnam de las décadas de 1960 y 1970, mucho más poderoso en razón de su larga duración y de la amplia zona geográfica comprometida directa o indirectamente en ella.

El conflicto árabe-israelí La proclamación del estado de Israel, el 14 de mayo de 1948, más allá de constituir una justa reparación histórica –la devolución de su tierra a un pueblo que había sido expulsado de ella hacía siglos, condenándolo a la peregrinación y la persecución en todo el mundo–, se revelaría a la larga como un hecho que desempeñó un importante papel en el enfrentamiento Este-Oeste. A partir sobre todo de la década de 1960, la joven nación se

alinearía incondicionalmente con la política estadounidense en el cercano Oriente, dirigida a controlar las fuentes de energía mayores y más baratas del mundo. Estas fuentes no debían caer en manos de la Unión Soviética o de un país nacionalista árabe radical que, de la noche a la mañana, pudiera convertirse en el árbitro de la prosperidad y el poder económicos occidentales. De este modo, la decisión de la Asamblea General de la ONU de 1947 de dividir Palestina en dos estados independientes –uno judío y otro árabe–, que debían vivir en paz cada uno dentro de sus fronteras, dio pie, de hecho, al establecimiento de uno de los grandes focos de conflicto de la segunda mitad del siglo XX, que puso al mundo una y otra vez al borde de la guerra. Si Israel hizo causa común con Estados Unidos, otros países de la zona lo hicieron con la URSS, mientras que las monarquías árabes aprovecharon la existencia del nuevo estado para exacerbar los sentimientos antisemitas de las masas pobres y explotadas, como modo de reencauzar la protesta interna hacia el exterior. En lo esencial, mientras Israel actuaba como poder local al servicio de la política global de Estados Unidos en la zona, la Unión Soviética se valía de sus ve-

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zar este entorno para justificar una política eminentemente belicosa, apoyada a su vez en una apabullante superioridad militar. Situación bien distinta de los comienzos del estado judío, cuando Egipto, Siria, Irak, Jordania y Líbano lo atacaron en forma conjunta como respuesta a su instauración en territorio palestino (primera guerra árabe-israelí, 1947-1949). Por aquel entonces predominaban tres supuestos:

El general Yitzhak Rabin (izq.) conversa con sus oficiales durante la ofensiva, desencadenada por Israel contra territorios sirios y egipcios en junio de 1967, conocida como “guerra de los seis días”.

cinos árabes para contrarrestar ese poder.

La guerra de los seis días A partir del tercer enfrentamiento bélico árabe-israelí (la guerra de los seis días, 5-10 de junio de 1967), quedó claro que las perspectivas de una paz inmediata en el cercano Oriente estaban supeditadas al juego de las grandes potencias y a sus intereses estratégicos en la región. Incluso tras la desaparición de la Unión Soviética a principios de la década de 1990 –y con ella la guerra fría–, continuó siendo relevante el papel de Israel como potencia regional, que no era otro que el de proteger los intereses occidentales. El enemigo seguían siendo los nacionalismos árabes. Después de la fulminante guerra, en la que Israel se apoderó del Sinaí egipcio, la Cisjordania y los altos del Golán, pertenecientes a Siria, la política exterior estadounidense se volcó decididamente en favor de Israel, al igual que lo venía haciendo con el Irán del sha Reza Pahlawi, hasta entonces el único poder regional pro-

occidental. Con la demostración de semejante poderío, Israel se hizo acreedor a una fuerte ayuda económica norteamericana, pasando a convertirse en una sociedad tecnológicamente avanzada y en extremo militarizada. Cabe señalar que, en esa ocasión, el principal enemigo era el Egipto del presidente nacionalista Gamal Abdel Nasser, el mismo que en 1956 había nacionalizado el canal de Suez, provocando la triple invasión por parte de Gran Bretaña, Francia e Israel, en lo que se conoce como segunda guerra árabe-israelí. Sin embargo, en aquel momento –en el que aún no estaba tan claro el sistema de alianzas en Oriente medio– los Estados Unidos coincidieron con la URSS en la actitud de rechazo al acto de fuerza, por lo que ambos países exigieron y obtuvieron desde las Naciones Unidas el mandato para que las potencias agresoras abandonaran Egipto. Sin embargo, a partir de 1967 el papel de Israel ya no sería el mismo. Entonces, no se trataba tanto de una actitud de legítima defensa frente a un entorno hostil, sino más bien de utili-

– que la creación del Estado de Israel tenía una irrecusable justificación histórica en el holocausto sufrido por el pueblo judío durante la segunda guerra mundial (y así lo entendieron las grandes potencias, incluidas Estados Unidos y la URSS, que dieron su voto favorable en la ONU); – que un pueblo que había carecido durante siglos de un estado constituido sería el primero en reconocer los derechos de otro pueblo en igualdad de condiciones: el palestino; – que las eventuales dificultades que pudieran presentarse para la implantación simultánea (y la coexistencia) de ambos estados se superarían por la vía de la negociación y la diplomacia. No obstante, la división del mundo en dos bloques antagónicos, por un lado, y por otro la ubicación de Israel en una zona de crucial importancia estratégica, no tardarían en demostrar la irrelevancia de estos supuestos. A finales del siglo XX no había estado palestino ni prevalecía el recurso diplomático, sino una situación de tensión y guerra permanentes. Y cuando la diplomacia se impuso (en virtud de los acuerdos de Camp David de 1978, firmados entre Egipto e Israel a instancias del presidente estadounidense James Carter), la situación general del cercano Oriente no mejoró. Medio siglo después de su fundación, Israel, con sus veinte mil kilómetros cuadrados de superficie y sus cuatro millones de habitantes, se erguía como la gran potencia regional de Oriente medio, plenamente identificada con los ideales y el modo de vida occidentales. La pregunta era entonces hasta cuándo podría resistir a la demanda palestina de un destino

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compartido, es decir, a la exigencia que estaba implícita en el mismo acto de creación del estado israelí. La situación en el cercano Oriente dio un giro espectacular cuando el 13 de septiembre de 1993, el primer ministro israelí, Yitzhak Rabin, firmó en Washington un acuerdo histórico con Yasser Arafat, líder de la OLP (Organización para la Liberación de Palestina), en un clima de cordialidad propiciado por el presidente estadounidense Bill Clinton. El acuerdo, en el que se perfilaban las grandes líneas del proceso de autodeterminación palestina, contemplaba la creación de dos regiones de autodeterminación en Gaza y Jericó (Cisjordania). En los primeros meses del año siguiente (1994) se celebró una cumbre política en El Cairo entre los representantes israelíes y los de la OLP, en la que se plantearon los procedimientos del traspaso de poderes de Israel a la Autoridad Nacional Palestina en los citados territorios de Gaza y Jericó; el 4 de mayo, Rabin y Arafat firmaban

La distribución del poder tras la segunda guerra mundial

en la capital egipcia el acuerdo final que permitía a las autoridades palestinas el autogobierno. El año se cerró con dos acontecimientos favorables a la pacificación de la zona: la concesión del Premio Nobel de la Paz a Rabin, Shimon Peres (ministro de Asuntos Exteriores israelí) y Arafat, y las conversaciones para la mutua cooperación entre los estados vecinos de Israel y Siria.

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Sin embargo, el asesinato de Rabin el 4 de noviembre de 1995 por Ygal Amir, un joven judío de ideología ultraconservadora, y el consiguiente acceso al poder del conservador Benjamín Netanyahu interrumpieron momentáneamente el proceso de paz, que no obstante pareció consolidarse en 1997 con la concesión de la autodeterminación al territorio palestino de Hebrón.

Preguntas de repaso

1. ¿A qué se debió la ruptura entre los regímenes comunistas de la URSS y la República Popular China? 2. ¿Qué dos corrientes protagonizaron la independencia de los países africanos y en qué zonas se localizaron? 3. ¿A qué se denomina “la guerra fría”? 4. ¿Cuáles fueron las consecuencias directas de la guerra de Vietnam?

LATINOAMÉRICA EN EL SIGLO XX

Argentina En 1881, la Unión Cívica Radical, que agrupaba a los sectores urbanos, luchaba por conseguir el sufragio universal para contrarrestar la influencia de la oligarquía agraria. Alcanzó este objetivo en 1912, cuando el presidente conservador Roque Sáenz Peña promulgó el sufragio universal secreto. Ello permitió que los radicales ganasen las elecciones en 1916 con su candidato Hipólito Yrigoyen (19161922). Yrigoyen no atacó la propiedad de los latifundistas, aunque nacionalizó la explotación petrolera. Sustituido por Marcelo T. de Alvear entre 1922 y 1928, este último año Yrigoyen regresó a la presidencia, aunque se vio desbordado por la crisis de 1929. El pronunciamiento militar de 1930, que definiría por más de medio siglo las líneas maestras de los gobiernos militares, fue encabezado por el general José Félix Uriburu. Tras una sucesión de gobiernos de carácter marcadamente autoritario, Argentina se declaró neutral en la segunda guerra mundial, aunque, presionado por los Estados Unidos, el presidente Pedro P. Ramírez hubo de declarar la guerra a las potencias del Eje en 1944. Como consecuencia de la hegemonía militar, en las elecciones de 1946 se alzó con la victoria el coronel Juan Domingo Perón, que ganó el apoyo El primer año de gobierno del presidente argentino Fernando de la Rúa estuvo signado por graves conflictos laborales y económicos. Fotografías de cabecera: Retrato de Emiliano Zapata, por José Clemente Orozco (izq.), y plaza Mayor de Lima (der.).

masivo de los obreros al permitir la organización de los sindicatos. La presencia y actividad política de su carismática mujer, Eva Duarte, conocida como “Evita”, con la que se casó en octubre de 1945, fue otro de los factores decisivos para consolidar el gran respaldo popular que, especialmente en sus primeros años Juan Domingo Perón venció en las elecciones argentinas de de gobierno, tuvo el co1946 al contar con el mayoritario apoyo de las masas obreras. ronel. Perón instauró un régimen de corte La muerte de Eva Perón en 1952 y nacionalista y populista, conocido la enemistad frontal y declarada de la como justicialismo o “peronismo”. Su Iglesia y el Ejército debilitaron al ideología estaba sustentada por las régimen de Perón y provocaron su clases medias urbanas y por los obre- caída el 16 de septiembre de 1955, ros, procedentes en su mayoría del dando paso a una alternancia de regícampo y que eran defensores a ultran- menes civiles y militares –presididos za de los nacionalismos y partidarios por personalidades como Pedro Eude un líder fuerte. genio Aramburu, Arturo Frondizi, José María Guido y Arturo Illia–, sobre los que siempre planeó la figura de Perón desde el exilio. La falta de orden político y el escaso desarrollo económico precipitaron la intervención del general Juan Carlos Onganía (1966-1970). La rebelión obrera y estudiantil de 1969, conocida como “el cordobazo”, puso en jaque al régimen militar, que acabó cediendo el paso a otros generales. Pero tanto Roberto Levingston (1970-1971) como Alejandro Lanusse (1971-1973) no pusieron fin al desorden económico y social, lo que dio lugar a la convocatoria a elecciones libres que ganó el Partido Nacional Justicialista y que llevó finalmente al regreso de Juan Domingo Perón y de su nueva esposa, Ma-

Latinoamérica en el siglo xx

ría Estela Martínez. Perón se mantendría en el poder de 1973 hasta su muerte el año siguiente, luego de la cual tomó las riendas del país su viuda, quien no consiguió controlar la situación económica y política. El ministro de Bienestar Social y antiguo secretario de Perón, José López Rega, se hizo con el poder e inició una represión indiscriminada, lo que desembocó en el golpe militar de 1976. Tras éste se constituyó una Junta Militar de gobierno, compuesta por Jorge Videla, jefe del Ejército; el almirante Emilio Massera, jefe de la Marina, y el brigadier Orlando Agosti, jefe de la Fuerza Aérea. La junta nombró al general Videla como nuevo presidente de la República y los partidos políticos y los sindicatos fueron ilegalizados, al tiempo que se disolvía el Congreso. El aspecto más negativo de este período fue la lucha de los militares, que en un primer momento se lanzó contra los movimientos subversivos, pero que terminó volviéndose contra toda forma de oposición. El general Viola sucedió a Videla en 1981, siendo a su vez sucedido ese mismo año por el general Leopoldo F. Galtieri. En 1982, el nuevo gobierno militar ocupó las islas Malvinas, un territorio tradicionalmente reclamado a Gran Bretaña. Un nuevo general, Reynaldo Bignone, asumió el poder, pero el resultado de las operaciones militares y la deteriorada situación económica movilizaron a la población a reclamar libertades democráticas. Raúl Alfonsín, candidato del partido Unión Cívica Radical, inauguró la nueva democracia argentina en 1983, tras ser elegido presidente. Alfonsín heredó un país sumido en una profunda crisis económica y social. La crítica situación económica obligó a Alfonsín a adoptar medidas impopulares para combatir la deuda externa. No obstante, la crisis persistió y la Unión Cívica Radical perdió las elecciones generales de 1989, que otorgaron el poder a la nueva figura del justicialismo, Carlos Saúl Menem, reelegido en 1995 en la primera vuelta. En las elecciones de 1999 el radical Fernando de la Rúa obtuvo el 49% de los votos representando a una coalición integrada por la Unión Cívica Radical y el Frente País Solidario.

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Bolivia La guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia (que duró oficialmente entre 1932-1935, pero cuyas operaciones reales se extendieron de 1928 a 1938), convulsionó a este último país, ya que perdió parte de su territorio, aunque obtuvo la anhelada salida al mar a través de un corredor al río Paraguay. Desde el fin del conflicto se sucedieron en el poder una serie de regímenes militares, algunos de los cuales, como los de David Toro y Germán Busch, fueron de inspiración socialista. La matanza de mineros de Catavi, en 1942, causó la caída de los generales Quintanilla y Peñaranda, derrocados por el coronel Gualberto Villarroel. Sin embargo, éste no corrió mejor fortuna, ya que fue violentamente derribado porque las grandes empresas mineras no aceptaban su política social. En 1952 fue nombrado presidente un hombre que canalizaba las aspiraciones de los mineros y campesinos, Víctor Paz Estenssoro, del Movimiento Nacional Revolucionario (MNR). El enfrentamiento con los sindicatos debilitó su autoridad y poco después, tras un golpe de estado, llegó al poder el general René Barrientos, célebre porque bajo su mandato el Ejército dio muerte al mítico guerrillero argentino Ernesto “Che” Guevara (1967). Después del fallecimiento de Barrientos, en 1969, se sucedieron numerosos golpes de estado hasta la llegada de la democracia en 1982. En la etapa en la que el país estuvo dirigido por militares destaca el nombre del coronel Hugo Bánzer (1971-1977), que perdió el poder tras convocar unas elecciones que el tribunal electoral declaró nulas. Tras el pronunciamiento militar de Luis García Meza, en 1982 llegó a la presidencia Hernán Siles Zuazo, quien ya había sido presidente con anterioridad (1956-1960) y que debió enfrentarse a una grave situación económica. El regreso a la normalidad democrática se consolidó en 1985 con la llegada al poder de Víctor Paz Estenssoro, quien ya había ejercido la presidencia en 1952 y había sido derrocado. En 1989 le sucedió su sobrino Jaime Paz Zamora, quien lideraba hasta entonces la oposición al

Por razones de salud, el presidente boliviano Hugo Bánzer se vio obligado a renunciar al cargo en agosto del 2001. Lo reemplazó el vicepresidente Jorge Quiroga.

frente del Movimiento de Izquierda Revolucionaria. Gonzalo Sánchez de Lozada llegó al poder tras las elecciones de 1993. De las elecciones de 1997 salió vencedor Hugo Bánzer, quien ya había presidido el país entre 1971 y 1977, pero tuvo que dimitir en agosto del 2001, por razones de salud, siendo reemplazado por su vicepresidente Jorge Quiroga, quien gobernará por un año.

Brasil Después de las cuatro décadas transcurridas desde la proclamación de la república en 1889, la crisis de 1929 acabó con una prolongada etapa de prosperidad económica, al hundirse los precios del caucho y el café, los dos pilares de la economía brasileña. Varios estados del sur no aceptaron el resultado de las elecciones de 1930 y proclamaron vencedor al derrotado Getulio Vargas, que anuló la constitución. El régimen de Vargas fue endureciéndose gradualmente hasta que se produjo la prohibición de los partidos políticos en 1937. Depuesto en 1945, Vargas regresó al poder en 1950 y permaneció cuatro años más. En 1955 ascendió a la presidencia Juscelino Kubitschek, quien trasladó el gobierno a la nueva capital, Brasilia. Las décadas de

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HISTORIA: EDAD CONTEMPORÁNEA

1960 y 1970 asistieron a la sucesión de varios gobiernos militares, que dieron paso en 1985 al régimen, ya civil, de José Sarney. En 1992, el presidente Fernando Collor de Mello fue juzgado por corrupción, destituido y reemplazado por su vicepresidente, Itamar Franco. Se convocó entonces un referéndum en el que los brasileños debieron elegir qué tipo de gobierno querían y luego se celebraron elecciones, en las que resultó ganador el socialdemócrata Fernando Henrique Cardoso, que asumió el poder en 1994 y que inició la recuperación económica del país, estableciendo el real como nueva moneda. La crisis asiática de 1997 repercutió negativamente en la bolsa brasileña, provocando graves dificultades financieras al gobierno de Cardoso quien, no obstante, consiguió su reelección al año siguiente. La celebración en el 2000 del quinto centenario de su descubrimiento encontró al Brasil apenas recuperado del denominado “efecto samba”, causante de una severa devaluación económica en 1999.

Chile Con ocasional intervención de militares como el coronel Carlos Ibáñez del Campo, gobiernos civiles y democráticos como los de Arturo Alessandri, Pedro Aguirre Cerda o Gabriel González Videla se sucedieron entre 1920 y 1952. También fueron democráticamente elegidos Jorge Alessandri, Eduardo Frei y Salvador Allende. El general Augusto Pinochet derrocó en 1973 al gobierno de Allende, elegido en 1970, dando fin a la tradición democrática que había caracterizado a Chile a lo largo del siglo. La Junta Militar asumió el poder y abolió la constitución, los partidos políticos, los sindicatos y las libertades democráticas fundamentales. Tras casi dos décadas en el poder, Pinochet cedió el gobierno, después de lo cual se celebraron unas elecciones que, en 1990, llevarían a Patricio Aylwin a la presidencia del país. La democracia se consolidaría con la asunción al poder en 1994 de Eduardo Frei Ruiz Tagle, representando a los sectores socialistas

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Lagos Escobar ganó las elecciones en segunda vuelta realizada en enero del 2000, asumiendo su cargo dos meses más tarde.

Colombia

Ricardo Lagos asumió la presidencia de Chile en marzo del 2000, respaldado por la coalición Concertación por la Democracia.

y democratacristianos. En 1998 Augusto Pinochet cesó en su cargo castrense y asumió una senaduría vitalicia. Encontrándose en Londres por razones de salud fue detenido en octubre de ese año, a solicitud de España, responsabilizándolo de diversos delitos contra los derechos humanos, durante su dictadura. Liberado por la Cámara Británica de los Lores, Pinochet retornó a Chile en el 2000, en donde se le ha retirado la inmunidad parlamentaria. El socialista Ricardo

La alternancia de gobiernos liberales y conservadores caracterizó la primera mitad del siglo XX en Colombia, con presidencias de figuras como el liberal Enrique Olaya Herrera o los conservadores Manuel Ospina Pérez y Laureano Gómez. En 1953 se produjo un pronunciamiento militar encabezado por Gustavo Rojas Pinilla, que abandonó el poder en 1957. Se inició entonces una etapa democrática que tuvo que superar numerosos escollos. El más importante fue el de la guerrilla, representada por grupos como el marxista M-19, que en 1985 llegó a asaltar el Palacio de Justicia de Bogotá para pedir la liberación de varios de sus miembros, con un saldo de más de cien muertos, o las Fuerzas Revolucionarias Armadas de Colombia (FARC). Otro problema que hubieron de enfrentar los distintos gobiernos de Colombia fue el narcotráfico, cuyas operaciones sumieron al país en la violencia. Agrupados en cárteles de distintas ciudades –de los cuales los más poderosos se encuentran en Cali y Medellín–, los narcotraficantes marcaron la vida social, política y económica colombiana de las últimas décadas. Incluso el presidente Ernesto Samper, elegido en 1994, fue acusado en 1995 de recibir dinero del narcotráfico para financiar su campaña electoral, aunque fue posteriormente exculpado. Tras las elecciones de 1998 accedió a la presidencia el conservador Andrés Pastrana, quien ha dedicado sus mejores esfuerzos a posibilitar la pacificación del país manteniendo el diálogo con las FARC.

Costa Rica

Andrés Pastrana accedió a la presidencia de Colombia tras las elecciones de 1998.

A lo largo del siglo XX, Costa Rica ha mantenido la mayor y más sólida tradición democrática. Son dos los partidos que tienen protagonismo en Costa Rica: el Partido de Liberación Nacional (PLN), de corte socialdemócrata, y el Partido de la Unificación Nacional (PUN), de ideario social-

Latinoamérica en el siglo xx

Miguel Ángel Rodríguez Echeverría del Partido de Unidad Social Cristiana (PUSC) fue elegido presidente de Costa Rica en 1998.

cristiano. De ambos surgieron notables figuras políticas, como José Figueres, presidente por tres mandatos entre 1948 y 1974; Óscar Arias (19861990), ganador del Nobel de la Paz en 1987, o José Figueres Olsen, elegido en 1994 e hijo del primero. Su sucesor, Miguel Ángel Rodríguez Echeverría, del Partido de Unidad Social Cristiana (PUSC), ganó las elecciones en 1998.

Cuba Después de que los Estados Unidos asumieran el gobierno de Cuba en 1899, el orden constitucional se fue consolidando en las primeras décadas del siglo. En la década de 1930 comenzó a afianzarse la figura política que dominaría la isla hasta la revolución, Fulgencio Batista, presidente en dos mandatos (1940-1944 y 1954-1958), cuyo gobierno se vio marcado por la fuerte dependencia de los Estados Unidos y por unas elevadas cuotas de corrupción y desigualdad social. El descontento popular lo canalizó un movimiento guerrillero que lideró Fidel Castro. El 26 de julio de 1953, el grupo guerrillero intentó asaltar el cuartel de Moncada, pero fracasó. Fue procesado y condenado a prisión, donde estuvo hasta 1955, año en el que se exilió en México. Se preparó su regreso en 1956, a bordo de una embarcación bautizada Granma, que llegó

a la provincia de Oriente, desde donde la guerrilla se reagrupó, dirigiéndose a la Sierra Maestra. En México se les había unido el revolucionario argentino Ernesto “Che” Guevara, que luego sería célebre en toda Latinoamérica. Fidel Castro contó con el apoyo de las clases medias y del proletariado rural. La retirada del apoyo de los Estados Unidos a Batista fue decisiva y el 1 de enero de 1959 Castro entró victorioso en La Habana. Bajo el castrismo se incrementó sustanciosamente la alfabetización del país y se extendió de forma considerable la red hospitalaria. El precio a pagar fue la instauración de un régimen férreo y autoritario que no permitió la pluralidad de partidos ni la disidencia ideológica, lo que causó la actitud hostil de los Estados Unidos. Tal enfrentamiento movió a Cuba a acogerse a la protección de la Unión Soviética, que en 1962 se dispuso a instalar en la isla misiles con cabeza nuclear capaces de alcanzar las ciudades norteamericanas. Ello motivó un conflicto entre ambas superpotencias que estuvo a punto de desencadenar una guerra atómica. Posteriormente, el gobierno de los Estados Unidos instauró un bloqueo comercial que, a pesar de mantenerse durante la década de 1990, no consiguió su objetivo de derribar al régimen castrista, aunque causó un gran debilitamiento de la

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economía cubana después de la caída del bloque soviético. En 1998 se produjo un acontecimiento que inició una leve apertura del régimen castrista al resto del mundo: la visita a Cuba del papa Juan Pablo II. El caso de Elián González, niño cubano sobreviviente de un grupo de “balseros” que pretendía llegar a Estados Unidos, concitó la atención mundial durante más de medio año, centrándose en la disputa sobre su permanencia en suelo norteamericano. Finalmente, en junio del 2000, Elián regresó a Cuba junto con su padre.

Ecuador Tras la estabilidad de principios del siglo XX, desde la década de 1920 se fue acentuando una crisis económica y política que desembocaría en la guerra con Perú, en 1941. Desde 1944 se sucedieron golpes militares y elecciones democráticas. Ese año, José María Velasco Ibarra llegó al poder mediante un movimiento revolucionario. Desde 1944 a 1972 fue elegido cinco veces, pero sólo una pudo completar su mandato. El Ejército influyó en las sucesivas presidencias de Jaime Roldós (1979-1981) y León Febres Cordero (1984-1988). Ya en la década de 1990, Rodrigo Borja y Sixto Durán consolidaron el poder civil. En 1995 se produjo un breve enfrentamiento bélico con Perú por una disputa fronteriza en la cordillera del Cóndor. En 1996 resultó elegido presidente Abdalá Bucaram que, en febrero de 1997, fue depuesto por el Congreso, que nombró presidente a Fabián Alarcón. Tras el mandato interino de Alarcón, la presidencia fue ocupada por Jamil Mahuad en 1998. Ese mismo año se firmó la paz definitiva entre Ecuador y Perú. En enero del 2000 Mahuad fue destituido y reemplazado en el gobierno por el vicepresidente Gustavo Noboa.

El Salvador Gustavo Noboa, quien gobernará hasta enero del 2003, ocupaba la vicepresidencia de Ecuador cuando se produjo el derrocamiento de Jamil Mahuad por una sublevación indígena y militar.

El Salvador progresó económicamente hasta que subió al poder en 1931 el general Maximiliano Hernández

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Alfonso Portillo Cabrera asumió la presidencia de Guatemala en el 2000, luego de triunfar en las primeras elecciones realizadas en el país tras la firma de paz con la guerrilla izquierdista en 1996.

Martínez, quien gobernó hasta 1944, aunque su caída no privó a las clases privilegiadas de seguir ostentando la propiedad de las plantaciones de café. El continuo enfrentamiento entre la oligarquía y el campesinado desembocó en la década de 1970 en una guerra que se prolongaría durante casi dos decenios. La mediación de José Napoleón Duarte dio paso a la firma en 1992 de la paz entre el gobierno de Alfredo Cristiani y la guerrilla del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional. En 1994 resultó elegido presidente Armando Calderón Sol, a quien sucede en 1999 Francisco Flores Pérez. En las elecciones municipales y legislativas de marzo del 2000 el partido de gobierno tuvo que ceder posiciones ante el FMLN que obtuvo el triunfo en numerosas alcaldías y 31 diputaciones ante la Asamblea Legislativa.

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comunista, lo que en plena guerra fría provocó la inmediata invasión del país por el ejército estadounidense, que instauró en el poder al coronel Castillo Armas. Éste acabó con la reforma agraria mediante el golpe de estado de junio de 1954 y gobernó hasta 1957, en que murió asesinado por un miembro de su propia guardia. Los sucesivos regímenes militares llevaron al país a tener la estructura económica más desigual de Latinoamérica. En 1985 se inició un período de presidencias civiles con la elección de Vinicio Cerezo, que sería sucedido por Jorge Serrano en 1991, por Ramiro de León Carpio en 1993 y por Álvaro Arzú en 1996, quien consiguió a fines de ese año un acuerdo de paz definitivo con la guerrilla izquierdista de la Unión Revolucionaria Nacional Guatemalteca. En 1998 el asesinato de monseñor Juan Gerardi, activista por los derechos humanos, causó consternación general. Al año siguiente los guatemaltecos rechazaron en referéndum una reforma de la Constitución. En las primeras elecciones realizadas en el país luego de la firma de paz de 1996, Alfonso Portillo Cabrera del Frente Republicano Guatemalteco, consiguió el triunfo en segunda vuelta realizada en diciembre de 1999, asumiendo la presidencia al año siguiente.

Guatemala Durante la primera mitad del siglo XX predominaron en Guatemala los gobiernos liberales, como el de Manuel Estrada Cabrera (1898-1920). Más adelante, Jacobo Arbenz (1951-1954) intentó instaurar en Guatemala una economía capitalista moderna basada en el reparto de las tierras y la planificación de los cultivos. Arbenz fue acusado de

El presidente hondureño Carlos Flores, que tomó posesión de su cargo en 1998, en el curso de una rueda de prensa.

Honduras La evolución política de Honduras a lo largo del siglo XX se caracterizó por la inestabilidad de los sucesivos gobiernos y por los enfrentamientos fronterizos con Nicaragua y El Salvador. Excepción al primer rasgo fue el régimen autoritario del general Tiburcio Carías Andino (1933-1949). Por cuanto se refiere al segundo aspecto cabe destacar la llamada guerra del fútbol, que enfrentó a Honduras y El Salvador en 1969. Modernamente, los gobiernos se estabilizaron con las sucesivas elecciones de Rafael Leonardo Callejas en 1989, Carlos Roberto Reina en 1994 y Carlos Flores Facussé en 1998. A fines de ese año un huracán causó miles de víctimas y afectó gravemente la economía hondureña.

México México entró en el siglo XX bajo la dictadura del general Porfirio Díaz (1877-1880 y 1884-1911). A partir de 1900, la explotación de la plata, el cobre, el oro y el petróleo vertebró la mejora económica del país, aunque políticamente se experimentó un retroceso al ser recortada drásticamente la libertad de expresión y combatidas las asociaciones de trabajadores, con lo que el régimen comenzó a desestabilizarse. La semilla de la revolución comenzó a fraguarse cuando las clases medias se agruparon en torno a la figura del latifundista Francisco I. Madero, que se levantó en armas contra Porfirio Díaz en 1910, tras ganar éste las elecciones por octava vez en un proceso fraudulento en el que Madero era candidato opositor. Porfirio Díaz no pudo contener a las tropas de Madero y optó finalmente por abandonar el país. Madero encarnaba la corriente económica del liberalismo del siglo XIX, por lo que las rebeliones, más radicales, se extendieron por todo el país. Emiliano Zapata, en el sur, y Pascual Orozco, en el norte, agruparon a los campesinos, que recorrían el país al grito de “Tierra y libertad”. En un principio, Madero consiguió conte-

Latinoamérica en el siglo xx

nerlos, pero poco pudo hacer cuando a estas revueltas se sumó una parte del ejército porfirista, liderado por Victoriano Huerta, que ordenó el asesinato de Madero y se nombró luego presidente. Diversos jefes revolucionarios comenzaron a conspirar contra Huerta y unieron sus fuerzas bajo el mando de Venustiano Carranza, gobernador maderista de Coahuila. Tras dieciocho meses de guerra, Huerta tuvo que ceder el poder a Carranza en julio de 1914. Bajo el régimen de Carranza, las demandas de los campesinos y obreros no se vieron satisfechas, por lo que las revueltas y motines tardaron poco tiempo en reaparecer. Carranza perdió a Pancho Villa, uno de sus hombres más emblemáticos, que optó por unirse a Zapata y junto a él conquistó la capital y obligó a Carranza a retirarse a Veracruz. Desde Veracruz, Carranza preparó su regreso al poder tras hacerse eco de las exigencias de los campesinos. En una rápida campaña militar, las tropas de Carranza derrotaron a Pancho Villa y posibilitaron así su regreso a la presidencia. La prioridad de su nuevo mandato fue restablecer el orden y eliminar a Zapata, que era el último caudillo revolucionario que podía ponerlo en peligro. Bajo el nuevo régimen de Venustiano Carranza se instauró la constitución de 1917, que recogía las conquistas sociales de la revolución, llevadas a la práctica por el presidente Álvaro Obregón (19201924). Su sucesor, Plutarco Elías Calles (1924-1928), fundó en 1929 el Partido Nacional Revolucionario, que pasaría a ser más tarde el Partido de la Revolución Mexicana y finalmente, en 1946, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que dominó la vida política mexicana de la segunda mitad del siglo. En esta etapa sobresalieron presidentes como José López Portillo y Miguel de la Madrid (1982-1988). Durante el mandato de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), México pareció vivir un acelerado auge económico que se selló con el ingreso del país al Tratado de Libre Comercio, junto a los Estados Unidos y Canadá. Pero el descontento político y social se mos-

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ves problemas: la crisis económica y la guerrilla zapatista, liderada por el enigmático subcomandante Marcos. En 1996 se firmó un primer acuerdo de paz con el EZLN y al año siguiente, en lo que significó una derrota sorprendente del PRI, el izquierdista Partido de la Revolución Democrática, liderado por Cuauhtémoc Cárdenas, se impuso en las elecciones para el gobierno del distrito federal y para la Asamblea Legislativa. La tendencia de este resultado se confirmó en las elecciones del 2000, en las que triunfó Vicente Fox Quesada, candidato del partido Alianza por el Cambio, rompiendo el predominio político de más de setenta años del PRI. El triunfo de Vicente Fox en las elecciones del 2000 en México, puso fin al predominio político del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernaba desde 1929.

tró en toda su crudeza con el levantamiento popular e indígena de Chiapas en enero de 1994, que dio lugar a la formación del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), inspirado en la mítica figura de Zapata. En 1994 Ernesto Zedillo reemplazó a Luis Donaldo Colosio, candidato presidencial del PRI, que fue asesinado, consiguiendo el triunfo en elecciones posteriores. Al asumir la presidencia, Zedillo debió enfrentarse a dos gra-

Arnoldo Alemán, presidente de Nicaragua desde 1996, deja la posta al liberal Enrique Bolaños a partir de enero del 2002.

Nicaragua Las primeras décadas del siglo XX se caracterizaron en Nicaragua por los continuos enfrentamientos entre liberales y conservadores. En 1933 se creó, con el apoyo de los Estados Unidos, la Guardia Nacional, a la cabeza de la cual se puso a Anastasio Somoza García. En 1934, Somoza convocó a una reunión al jefe del partido liberal, Augusto César Sandino, en la que este último resultó asesinado. Somoza fue elegido presidente en 1936 y gobernó hasta 1956, año en el que fue también asesinado. No obstante, su régimen tuvo continuidad con sus dos hijos, Luis y Anastasio Somoza Debayle. En 1960, los opositores a los regímenes somocistas se reunieron en torno al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), que combatió el régimen hasta derrocarlo en 1979. El nuevo gobierno, encabezado por Daniel Ortega, debió luchar contra la guerrilla antisandinista (la “contra”) en una guerra que se prolongaría hasta 1986. En 1990 accedió a la presidencia Violeta Barrios de Chamorro, quien fue sucedida en 1996 por Arnoldo Alemán. En elecciones realizadas el 4 de noviembre del 2001 resultó ganador el liberal Enrique Bolaños, candidato del oficialista Partido Liberal Constitucional (PLC, derecha), derrotando a Daniel Ortega del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN, izquierda).

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HISTORIA: EDAD CONTEMPORÁNEA

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Panamá Desde su independencia en 1903 la vida política de Panamá estuvo marcada por las tensiones con los Estados Unidos, motivadas por la explotación del canal de Panamá, cuya concesión se le había concedido por 99 años. El 11 de octubre de 1968, el coronel Omar Torrijos dio un golpe de estado y provocó un giro trascendental de la política panameña. Torrijos apartó del poder a la oligarquía partidaria de la influencia estadounidense, encarnando una política nacionalista que se sustentó en su fuerte carisma. A su vez, los Estados Unidos vieron en el liderazgo de Torrijos la semilla de una incipiente revolución, por lo que se negoció un nuevo tratado, por el cual Panamá obtendría el control pleno del canal en el año 2000, aunque los Estados Unidos se reservaban el derecho a intervenir si consideraban que sus intereses peligraban. Un referéndum dio el visto bueno al tratado y Torrijos consideró su misión cumplida, por lo que cedió su puesto a Arístides Royo. Después de la intervención militar estadounidense de 1990, que puso fin al gobierno de Manuel Antonio Noriega, vinculado con las redes del narcotráfico, fueron convocadas elecciones a raíz de las cuales se eligieron para la presidencia a Guillermo Endara, en ese mismo año, y a Ernesto Pérez Balladares, en 1994. En 1999 Mireya Moscoso, viuda del ex presidente Arnulfo Arias, accedió a la presidencia del país, en cuya condición le tocó asistir a la histórica devolución del canal de Panamá por Estados Unidos, luego de casi un siglo.

zación del país y tuvo que afrontar la sublevación del general Lino César Oviedo en 1996, consiguiendo debelarla. En 1998 fue elegido presidente Raúl Cubas, quien amnistió a Oviedo, a la sazón en prisión. Luego del asesinato del vicepresidente Luis María Argaña, atribuido a Oviedo, el presidente Cubas fue obligado a renunciar, siendo reemplazado por el presidente del Senado Luis González Macchi, quien está autorizado a gobernar hasta el 2003. En setiembre del 2000 Paraguay solicitó la extradición del general Oviedo, arrestado en Brasil.

Perú El 30 de diciembre de 1999 la presidenta Mireya Moscoso asistió a la devolución del canal de Panamá por parte de Estados Unidos, acto con el cual los panameños lograron su total soberanía nacional.

taduras hasta que en 1954 se hizo con el poder Alfredo Stroessner, que se mantuvo como dictador hasta el golpe militar de 1989, encabezado por el general Andrés Rodríguez. En 1993, luego de casi cuarenta años de gobiernos militares, llegó al poder un civil, Juan Carlos Wasmosy, del Partido Colorado, que abordó la democrati-

Paraguay El resultado satisfactorio para Paraguay de la delimitación de fronteras con Bolivia en 1938, después de la guerra del Chaco que enfrentó a ambos países, proporcionó un gran prestigio a los militares. En 1936 se hizo con el poder el coronel Rafael Franco y en 1939 fue elegido el general José Félix Estigarribia, héroe de la guerra del Chaco, que murió repentinamente en 1940. El país pasó por varias dic-

En mayo del 2000 el presidente paraguayo Luis González Macchi consiguió debelar un alzamiento de militares leales al general Lino César Oviedo.

En los primeros años del siglo XX se sucedió en Perú una serie de gobiernos civiles, tras de la cual accedió al poder el general Augusto B. Leguía, quien gobernó de 1919 a 1930. El período siguiente estuvo caracterizado por enfrentamientos entre presidentes militares, como Luis M. Sánchez Cerro (1931-1933), Óscar R. Benavides (1933-1939) o Manuel Odría (1948-1956), y corrientes progresistas como la representada por la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), fundada por Víctor Raúl Haya de la Torre, que apoyó al presidente Manuel Prado Ugarteche (1939-1945), bajo cuyo mandato fue firmado el tratado de límites con Ecuador. En 1963 la presidencia correspondió a Fernando Belaunde Terry, quien no pudo culminar su mandato al ser derrocado en 1968 por un golpe militar encabezado por el general Juan Velasco Alvarado, quien a su vez fue depuesto en 1975 por el general Francisco Morales Bermúdez, quien devolvió el poder a la sociedad civil. Fernando Belaunde gobierna por segunda vez (1980-1985), produciéndose al inicio de su gestión los primeros ataques de la guerrilla maoísta de Sendero Luminoso, responsable en los siguientes diez años de más de veinte mil muertes y pérdidas millonarias en daños materiales. Luego de un triunfo arrollador en las elecciones de 1985, el líder aprista Alan García –quien fracasó en su intento de nacio-

Latinoamérica en el siglo xx

Cronología de la edad contemporánea: Latinoamérica 1780 1810 1811 1816 1817 1818 1819 1821 1822

1823 1824 1825 1828 1829 1836 1839 1845 1848 1855 1864 1867 1869 1877 1879 1883 1898 1903 1914 1924 1946 1959 1967 1973 1974 1976

Movimiento armado del cacique Túpac-Amaru en Perú. El “grito de Dolores”, en México. El párroco del pueblo de Dolores, Miguel Hidalgo, realiza un llamado a la población indígena para declararse independiente. Los criollos se alían con los españoles para sofocar la revuelta popular e Hidalgo es fusilado. El Congreso General de Caracas proclama la independencia de Venezuela. Congreso de Tucumán. Las Provincias Unidas del Río de la Plata (Argentina, Uruguay y Paraguay) se declaran independientes. José de San Martín inicia una campaña para liberar Chile y Perú al mando del ejército de los Andes. Gana la batalla de Chacabuco, recupera Santiago y proclama la independencia de Chile. Victoria de José de San Martín en la batalla de Maipú, con lo que se consagra la independencia chilena. Congreso de Angostura. Simón Bolívar y sus aliados acuerdan crear un estado confederado, la Gran Colombia, formado por Venezuela, Colombia y Ecuador. Victoria de Bolívar en la batalla de Carabobo. Liberación de Caracas. “El Libertador” se convierte en el primer presidente de la República de Venezuela. Tras arribar a Lima en barco, José de San Martín proclama la independencia del Perú. Agustín de Iturbide ocupa la capital de México y se proclama emperador, con el nombre de Agustín I. Antonio José de Sucre, enviado por Simón Bolívar, libera Quito al ganar la batalla de Pichincha. Ecuador se une a la Gran Colombia, presidida por Bolívar. José de San Martín y Simón Bolívar se entrevistan en Guayaquil. El príncipe Pedro de Portugal, hijo del rey Juan VI, proclama la independencia de Brasil y se corona emperador. Las naciones de Centroamérica se separan de México y se proclaman como las Provincias Unidas de Centroamérica, integradas por Guatemala, Nicaragua, El Salvador, Costa Rica y Honduras. Tras la dimisión de Iturbide en el mes de marzo, se proclama la República federal de México. Bolívar vence a los realistas en la batalla de Junín y Antonio José de Sucre gana la batalla de Ayacucho. Es liberada la zona del Alto Perú (Bolivia). Esta victoria pone fin a la guerra de emancipación de las colonias. Declaración de independencia de Bolivia. Se proclama la independencia de la República Autónoma del Uruguay. Llegada al poder del federalista argentino Juan Manuel de Rosas. Creación de la federación peruano-boliviana. Disolución de la federación peruano-boliviana. Texas pasa a ser un estado más de la Unión. Desaparición definitiva de las Provincias Unidas de Centroamérica con la declaración de independencia de Costa Rica. Firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo por el que México pierde la guerra frente a Estados Unidos. Fin de la dictadura de A. López de Santa Anna en México. En México, Napoleón III instala en el poder al emperador Maximiliano de Habsburgo. Maximiliano I de México es fusilado por orden del presidente Benito Juárez. España reconoce oficialmente la independencia del Perú. Llegada de Porfirio Díaz al poder en México. Inicio de la guerra del Pacífico, entre Chile, Perú y Bolivia. Fin de la guerra del Pacífico. Guerra hispano-estadounidense, en la que España pierde la isla de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam, últimos territorios de su imperio. El 3 de noviembre, Panamá declara su independencia. Tres días después, Estados Unidos firma el tratado de Hay-Bunau-Varilla, por el que se le cede una franja de terreno donde se construiría el canal de Panamá. El 15 de agosto se inaugura el canal de Panamá. Llega al gobierno de México Plutarco Elías Calles, que fundaría el Partido Nacional Revolucionario, llamado más tarde Partido de la Revolución Mexicana (1929), origen del Partido Revolucionario Institucional (1946). Juan Domingo Perón es elegido presidente de Argentina, la cual gobernará hasta 1955. Cae en Cuba el gobierno de Fulgencio Batista y entra en La Habana el dirigente del movimiento guerrillero, Fidel Castro. En octubre es hecho prisionero y ejecutado en el poblado de Camirí (Bolivia) el famoso guerrillero argentino-cubano Ernesto “Che” Guevara. En septiembre, el presidente chileno Salvador Allende Gossens es derrocado violentamente por el general Augusto Pinochet Ugarte. En octubre fallece el general Juan Domingo Perón, quien desde octubre de 1973 era nuevamente presidente electo de su país, Argentina. Le sucede su viuda, María Estela Martínez, que ocupaba el cargo de vicepresidenta. El gobierno de Venezuela, bajo la presidencia de Carlos Andrés Pérez, nacionaliza toda la industria petrolífera de ese país.

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HISTORIA: EDAD CONTEMPORÁNEA

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Cronología de la edad contemporánea: Latinoamérica (cont.) 1979 1989 1990 1992 1993 1994 1995 1996

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En julio, el ejército de Somoza, en Nicaragua, es derrotado por el Frente Sandinista de Liberación Nacional. A continuación, los comandantes sandinistas pasan a presidir el país. Carlos Menem es elegido presidente de Argentina, y en Paraguay el general Andrés Rodríguez derroca a Alfredo Stroessner, dando fin al régimen autocrático más largo en Latinoamérica. En Chile, el general Augusto Pinochet es derrotado en un referéndum. Resulta elegido presidente el democristiano Patricio Aylwin. En Perú, el presidente Alberto Fujimori disuelve el Congreso. En mayo es elegido primer presidente civil de Paraguay Juan Carlos Wasmosy, miembro del Partido Colorado. El 1 de enero, con una revuelta en el estado mexicano de Chiapas, se da a conocer el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que reivindica los derechos de los pueblos indígenas de la zona. El presidente de Venezuela, Carlos Andrés Pérez, es destituido acusado de corrupción. Carlos Menem en Argentina y Alberto Fujimori en Perú son reelegidos presidentes. Son elegidos presidentes Leonel Fernández en República Dominicana, Abdalá Bucaram en Ecuador y Arnoldo Alemán en Nicaragua. Accede a la presidencia chilena Eduardo Frei. En diciembre es asaltada por miembros del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) la embajada de Japón en Lima produciéndose la retención de numerosas personalidades políticas y diplomáticas. En febrero se desencadena en Ecuador la denominada “crisis de los tres presidentes”, tras la cual el Parlamento otorga la presidencia a Fabián Alarcón. El 22 de abril comandos de elite de las fuerzas armadas peruanas rescatan a 72 personas que permanecían como rehenes del MRTA en embajada de Japón en Lima. En agosto Hugo Bánzer jura como presidente de Bolivia. En enero visita Cuba el papa Juan Pablo II, en un periplo pastoral que estableece un marco de apertura del régimen de Fidel Castro. En octubre, a solicitud de un juez español, el ex dictador chileno Augusto Pinochet es detenido en Londres acusado de crímenes contra los derechos humanos durante su gobierno. El 26 de octubre se firma un acuerdo definitivo de paz entre Perú y Ecuador, poniendo fin a más de medio siglo de conflictos fronterizos. En enero accede a la presidencia de Honduras Carlos Flores. En mayo es elegido el nuevo presidente paraguayo Raúl Cubas; en junio lo es el colombiano Andrés Pastrana; en julio vence en las elecciones presidenciales de Ecuador Jamil Mahuad; y en Costa Rica Miguel Ángel Rodríguez Echeverría es elegido nuevo presidente. En Brasil, Fernando Henrique Cardoso inicia en enero su segundo mandato enfrentando una traumática devaluación del real. Raúl Cubas, presidente de Paraguay, es obligado a renunciar luego del asesinato en marzo del vicepresidente Luis María Argaña. Lo reemplaza el presidente del senado Luis González Macchi. En noviembre se realiza la novena cumbre de países iberoamericanos en La Habana, Cuba. El 25 del mismo mes, el niño cubano Elián González de cinco años de edad es rescatado en aguas de Florida como único sobreviviente de un grupo de once “balseros” que pretendían huir de Cuba, entre los que se hallaba su madre, iniciándose uno de los episodios más tensos entre Estados Unidos y el gobierno de Fidel Castro, que culminaría en junio del 2000, con el regreso del niño cubano a su patria. El 30 de diciembre Estados Unidos devuelve el canal de Panamá, luego de casi un siglo. Asumen la presidencia en Venezuela el ex comandante Hugo Chávez y en El Salvador Francisco Flores Pérez. Son elegidos presidentes de sus respectivos países: Mireya Moscoso (Panamá) en mayo, Fernando de la Rúa (Argentina) en octubre, Jorge Batlle (Uruguay) en noviembre y Alfonso Portillo (Guatemala) en diciembre. Una sublevación indígena y militar derroca en enero al presidente ecuatoriano Jamil Mahuad, quien es reemplazado por el vicepresidente Gustavo Noboa. El presidente peruano Alberto Fujimori tras ganar cuestionadas elecciones presidenciales en mayo, se ve obligado en setiembre a acortar su período presidencial y convocar a nuevas elecciones por escándalo de soborno en el que se halló involucrado su principal asesor, de quien más adelante se descubren millonarias cuentas en Suiza. Fujimori viaja a una cita económica en Brunei, pero se traslada luego a Japón desde donde renuncia a su cargo, siendo destituido por el Congreso, cuyo presidente Valentín Paniagua encabeza un gobierno de transición hasta el 28 de julio del 2001. Brasil celebra 500 años de su descubrimiento por los portugueses. En enero el socialista Ricardo Lagos es elegido presidente de Chile y en mayo triunfa Hipólito Mejía en comicios de la República Dominicana. En julio es reelegido Hugo Chávez en Venezuela y en históricos comicios Vicente Fox gana las elecciones presidenciales en México, poniendo fin a 71 años de hegemonía política del PRI. Julio César Franco es elegido en agosto vicepresidente de Paraguay, luego de vencer al candidato oficialista Félix Argaña, en lo que significa el fin del predominio del Partido Colorado por más de cincuenta años. Franco ocupará el cargo vacante dejado por Luis María Argaña, asesinado en 1999. A mediados de diciembre el ministro de Justicia de Japón Yohei Kono confirma que ex presidente peruano Alberto Fujimori es ciudadano japonés, por lo que no procede su extraditación.

Latinoamérica en el siglo xx

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Cronología de la edad contemporánea: Latinoamérica (cont.) 2001

Las fuerzas armadas chilenas reconocen públicamente en enero el asesinato de cientos de opositores durante la dictadura de Pinochet, algunos de los cuales fueron arrojados al mar. Un terremoto de más de siete grados en la escala de Richter produce graves daños en El Salvador, el 13 de enero. El 18 de febrero en 23 cárceles de Sao Paulo, Brasil, se produce un motín simultáneo de alrededor de 15 mil presos, quienes toman como rehenes a casi 8 mil personas. Unas 100 mil personas reunidas en la plaza del Zócalo de la capital mexicana dan la bienvenida el 11 de marzo al subcomandante Marcos, líder del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, luego de haber recorrido 3 mil km en una prolongada marcha de dieciséis días, a través de doce estados del país. En Chile, el ex presidente Augusto Pinochet accede en marzo a la libertad bajo fianza. Posteriormente, en julio, la Corte de Apelaciones declararía el “sobreseimiento temporal” de su proceso por sufrir de “demencia vascular subcortical”, lo que produce una protesta masiva. El 11 de marzo Ecuador adopta el dólar estadounidense como moneda nacional. La Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima celebra el 12 de mayo su 450 aniversario de fundación. Carlos Menem sufre arresto domiciliario por presunto delito de tráfico de armas el 27 de mayo, un día después de su boda con la animadora de televisión chilena Cecilia Bolocco. El 23 de junio, durante un discurso televisado a nivel nacional, el gobernante cubano Fidel Castro sufre un desmayo. Vladimiro Montesinos, el prófugo asesor del ex presidente peruano Alberto Fujimori, llega al Perú el 25 de junio, tras ocho meses en la clandestinidad, luego de ser capturado en Venezuela. Enfrentará acusaciones, entre otros delitos, por narcotráfico y corrupción. El 28 de julio, Alejandro Toledo asume el cargo de presidente constitucional del Perú, luego de resultar ganador de las elecciones en segunda vuelta. La nota singular de su asunción al mando la dio al juramentar simbólicamente en Machu Picchu, luego de su proclamación formal. El 7 de agosto en la Casa de La Libertad de Sucre, el vicepresidente Jorge Quiroga asume la presidencia de Bolivia en reemplazo de Hugo Bánzer, quien renunció por motivos de salud. El oficialista Enrique Bolaños venció en las elecciones del 4 de noviembre en Nicaragua, para el mandato presidencial que se iniciará en enero del 2002.

Alejandro Toledo Manrique, el más encarnizado opositor del cuestionado ex mandatario Alberto Fujimori, fue proclamado presidente del Perú el 28 de julio del 2001.

nalizar la banca– culminó su mandato en medio de graves acusaciones de corrupción. La década de 1990 estuvo marcada por la figura política del presidente Alberto Fujimori. En 1992 disolvió el Congreso y convocó a un referéndum para aprobar una nueva constitución. En 1995 Fujimori fue reelegido en mérito a su éxito en la lucha contra el terrorismo, elevando sus bonos con el espectacular rescate de 72 rehenes que habían sido retenidos durante cuatro meses en la residencia del embajador de Japón en Lima por un comando del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA). El 26 de octubre de 1998, Perú y Ecuador suscribieron un acuerdo global y definitivo de paz (Acta de Brasilia) que puso fin a medio siglo de conflictos territoriales. Tras postular a una tercera reelección en abril del 2000, Fuji-

mori consiguió un triunfo empañado por acusaciones de graves irregularidades en los comicios. La exhibición de un video que mostraba al asesor presidencial Vladimiro Montesinos pagando un soborno a un virtual congresista para plegarse a las filas del oficialismo, desató un escándalo político de graves proporciones que culminó con la reducción del período de

gobierno a un año y la convocatoria a nuevas elecciones fijadas para abril del 2001. Luego de hacerse pública la existencia de fondos en Suiza por 48 millones de dólares a nombre de Montesinos, la situación de Fujimori se hace crítica y el 13 de noviembre abandona el país con el pretexto de asistir a una cita económica en Brunei. Seis días después, desde Tokio, renuncia a su cargo. El Congreso peruano declara su incapacidad moral para gobernar y, en cumplimiento de la Constitución, su presidente Valentín Paniagua asumió la presidencia de la República hasta el 28 de julio del 2001, cuando transfirió el mando al economista Alejandro Toledo Manrique, elegido presidente para el período 2001-2006.

República Dominicana El general Rafael Leónidas Trujillo se hizo con el poder en la República Dominicana en 1934 e instauró un régimen autoritario que se prolongó has-

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ta su asesinato en 1961. Desde entonces la República Dominicana se encaminó hacia la democracia, aunque antes tuvo que sortear multitud de dificultades. Desde ese período cabe destacar la importancia de Joaquín Balaguer, presidente en cinco legislaturas. Tras su retirada, en julio de 1996 resultó elegido presidente Leonel Fernández. El socialdemócrata Hipólito Mejía fue proclamado presidente en mayo del 2000, luego de obtener en primera vuelta el 49,87 de los votos y de la declinación a una segunda vuelta por parte del candidato oficialista.

Uruguay El progresismo del presidente José Battle y Ordóñez marcó la política uruguaya de principios del siglo XX. Sus sucesores siguieron la misma línea, lo que convirtió a Uruguay en un país evolucionado y políticamente consolidado. No obstante, la crisis económica de la década de 1950 dio pasó a alteraciones del orden por parte de los guerrilleros tupamaros, que fueron combatidos por el régimen de Juan María Bordaberry (1972-1976). Tras una década de gobierno militar, en 1984 fue recuperada la normalidad democrática con la elección de Julio María Sanguinetti, del Partido Colorado, quien, tras la presidencia de

El 28 de noviembre de 1999 Jorge Luis Batlle, del Partido Colorado, venció en la segunda ronda de las elecciones presidenciales uruguayas con el 51,59% de los votos.

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Luis Alberto Lacalle, del Partido Blanco, que accedió al poder en 1990, sería reelegido en 1994. El Partido Colorado conserva su hegemonía con la asunción a la presidencia de su candidato Jorge Batlle Ibáñez en el 2000.

Venezuela Desde principios del siglo XX destacó en la política venezolana la figura de Juan Vicente Gómez, quien tras un pronunciamiento militar gobernó personalmente o a través de otros presidentes provisionales, hasta su muerte en 1935. En la década de 1940 se produjo un intervalo democrático, en el curso del cual Rómulo Betancourt y Rómulo Gallegos fueron presidentes. La etapa que va desde 1952 hasta 1958 estuvo marcada por la presidencia del general Marcos Pérez Jiménez, quien persiguió a los opositores, ilegalizó los partidos y atrajo hacia el país masivas inversiones de capital extranjero que dieron lugar a un período de bonanza económica y modernización de las ciudades. Venezuela reinició su andadura democrática en 1958, tras la caída de Pérez Jiménez. El Partido Acción Democrática (AD), liderado por Rómulo Betancourt, nacionalizó gran parte de la producción de petróleo e inició la reforma agraria. En las elecciones de 1969 llegó a la presidencia Rafael Caldera, político de larga trayectoria y fundador del partido COPEI (Comité de Organización Política Independiente). Las nacionalizaciones continuaron bajo el gobierno de Carlos Andrés Pérez (1974-1979), también miembro de AD. Le sucedieron Luis Herrera Campins (1979-1984), miembro de COPEI, y Jaime Lusinchi (1984-1989), de AD. Durante este último mandato, la crisis económica producida por la baja de los precios del petróleo, el pilar más importante de la economía venezolana, y las acusaciones de corrupción política comenzaron a sumir al país en una crisis económica y social, que se agravó durante el segundo mandato de Pérez, quien ganó las elecciones de 1988. Apenas asumió la presidencia tuvo que enfrentar una revuelta popular conocida como “el caracazo” (27 de febrero de 1989). Carlos Andrés Pérez

Hugo Chávez Frías, ex militar y abanderado del cambio constitucional y la lucha contra la corrupción y la pobreza, fue reelegido presidente de Venezuela en julio del 2000 con más del 50% de los votos.

fue destituido en 1994, el último año de su mandato, acusado de corrupción. Las elecciones de ese año fueron vencidas por una coalición multipartidista encabezada por Rafael Caldera, quien pocos meses antes había abandonado su partido, COPEI. Caldera instauró una política de corte populista, con la que afrontó los graves problemas de índole económica que aquejaban a su país. En las elecciones de 1998 venció el ex militar Hugo Chávez Frías, candidato por la coalición Polo Patriótico, que al año siguiente copó los escaños de la Asamblea Nacional Constituyente, encargada de redactar una nueva constitución. En julio del 2000 Chávez fue reelegido con más de la mitad de los votos, consiguiendo también abrumadora mayoría en la Asamblea Nacional.

_ Preguntas de repaso 1. ¿Cuáles fueron las personalidades más relevantes de la revolución mexicana? 2. ¿Cómo se produjo la llegada al poder en Argentina de Juan Domingo Perón? 3. ¿Cuándo se firmó la paz definitiva entre Perú y Ecuador?

EL FINAL DEL SIGLO XX

La crisis económica internacional A principios de la década de 1970 se produjo un cambio sustancial en la situación económica mundial. El poderío económico de Estados Unidos dejó de ser exclusivo al entrar en juego dos nuevas potencias industriales y tecnológicas, Japón y los países integrados en la Comunidad Europea. Entre otros factores, uno que determinó la relativa decadencia económica estadounidense fue la guerra de Vietnam, que devoró ingentes recursos materiales y ocasionó serios desequilibrios en el presupuesto na-

La compañía americana General Motors trasladó, tras la caída del comunismo, parte de su producción a algunos de los estados germanos que formaron parte de la Alemania oriental.

cional. Por el contrario, el conflicto benefició a sus nuevos competidores, sobre todo a Japón, que dio un salto

cualitativo en su crecimiento. A partir de entonces, las grandes decisiones económicas que regirían el destino del mundo serían tomadas a tres bandas. Al menos en Occidente, había nacido un poder trilateral. El capital debía invertirse y los ámbitos nacionales no eran lo bastante importantes como para asumir esas inversiones. Fue así como se inició un proceso de desregularización, por el cual un gran volumen de capitales procedentes de estos tres grandes centros de decisión quedó libre de todo control estatal y pasó a engrosar una masa internacional fluctuante, que buscaba su colocación en los más diversos puntos del planeta.

La globalización de la economía Desde la década de 1960, las decisiones de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) poseen una amplia repercusión internacional. En la imagen, pozos petrolíferos en Kuwait. Fotografías de cabecera: Bolsa de Nueva York (izq.) y Asamblea General de las Naciones Unidas (der.).

En el mismo período, el aumento de los precios de las materias primas (sobre todo, el petróleo) había reducido considerablemente los márge-

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Bolsa de México. Las bolsas de valores funcionan como el termómetro de la situación social, política y económica de un país.

nes de beneficios de las grandes empresas de los países desarrollados. Ello forzó a una salida masiva hacia otros mercados que ofrecieran condiciones menos gravosas para la industria que las existentes en sus propios países. En éstos había empezado a imponerse el llamado “estado de bienestar”, gracias al cual se extendieron con carácter universal una serie de prestaciones sociales, fundamentalmente en materia de salud, educación y vivienda. Todo esto, unido a los elevados salarios, mejoró decisivamente la calidad de vida de los trabajadores. Obviamente, esta serie de mejoras resultaba onerosa para los inversores. Aparte de la necesidad de ensanchar el mercado para los crecientes recursos monetarios, había que conseguir que dicho mercado ofreciera unas condiciones más ventajosas desde el punto de vista del rendimiento del capital. Todo ello significaba: salarios más bajos, impuestos reducidos o quizá exenciones impositivas, bajo nivel o inexistencia de organización sindical, escasa o nula aportación a la seguridad social, normas mínimas o carencia absoluta de ellas en materia de protección del medio ambiente, etc., algo imposible de encontrar en los países industrializados de los que el capital era originario o en los que se había radicado. Así

pues, la salida al exterior debía ser, ante todo, hacia países en vías de industrialización. En segundo término, aunque esta alternativa consiguió nivelar la tasa de beneficios de las grandes empresas, e incluso aumentarla notablemente, a la larga se demostraría nefasta para los propios países industrializados, que en lo sucesivo deberían enfrentarse a un problema creciente y de difícil solución, el paro, que automáticamente empezó a asolar a Occidente. Fue el precio que hubo que pagar por la internacionalización del capital. De este modo, la crisis de comienzos de la década de 1970 llevó directamente a la que se produjo a mediados de la de 1980, que se incrementó, tras un breve declive, a partir de 1991. Debido a la globalización de la economía, el desempleo dejó de ser coyuntural (es decir, ligado a determinados ciclos económicos y, por tanto, pasajero) y se convirtió en estructural (inherente al sistema económico vigente). Con el paro masivo, tanto en la Europa comunitaria y Japón como en Estados Unidos, llegó la recesión, el estancamiento de la economía, producto de la debilidad de un mercado interno donde millones de potenciales consumidores carecían de empleo y por tanto de capacidad adquisitiva. Esta circunstancia no hizo más que introducir una nueva dimensión en

la crisis, dado que a partir de ella se incrementó el número de empresas dispuestas a trasladar su producción al exterior (un caso notorio fue el de General Motors, la primera compañía industrial de Estados Unidos, que tras la caída del comunismo trasladó varias de sus fábricas a los estados alemanes que habían formado parte de Alemania oriental) y dispuestas también a producir para los sectores pudientes de esos países, aparte de los propios. Pero en esta crisis, además de las causas descritas, intervinieron al menos otras dos, cuya huella se puede también rastrear hacia el inicio de los años 70. La primera de ellas, estrechamente vinculada al fenómeno del crecimiento de la masa de capital internacional, fue la enorme riqueza que se incorporó a dicho flujo, proveniente de los «petrodólares», o beneficios acumulados por los países productores de petróleo y organizados todos ellos en la OPEP (Organización de los Países Exportadores de Petróleo). La segunda guarda relación con la revolución tecnológica habida en el último cuarto del siglo XX. En efecto, los avances acaecidos en este período en el campo de las telecomunicaciones fueron condición indispensable para la movilidad del capital internacional. Cualquier operación inversora, especulativa o financiera podía hacerse

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desde un punto a otro del planeta con sólo manipular un sencillo dispositivo electrónico. Esto, aparte de representar la base material de la globalización, significaba la posibilidad de estabilizar o desestabilizar en cuestión de horas la economía de un país, por alejado que estuviese de los centros de poder económico. Hacia finales del siglo XX, tal circunstancia sometió a la economía mundial a unas presiones uniformadoras como nunca antes se habían registrado. El proceso ha sido adecuadamente definido como nuevo orden económico internacional. La enorme concentración de capital antes comentada produjo en los países subdesarrollados y en vías de desarrollo, durante la siguiente década, lo que se denominó la “crisis de la deuda externa”. Las grandes instituciones financieras internacionales tenían interés en prestar ese dinero a estos países; pero las naciones deudoras, débilmente industrializadas, cuando hubieron de empezar a pagar la deuda se encontraron con que tenían que hacerlo con

los recursos provenientes de sus exportaciones, en la mayoría de los casos de materias primas, cuyos precios, al contrario que los de los productos elaborados, tienden normalmente a la baja en el mercado mundial. Esta situación tuvo varias consecuencias. Una de las principales fue la cada vez mayor exportación de recursos básicos, necesarios para el desarrollo interno. No obstante, los efectos más devastadores fueron, sin duda, los derivados de las devaluaciones de las respectivas monedas, puestas en marcha para asegurar la competitividad de dichos productos, y del inexorable resultado de este procedimiento: la inflación. Las medidas antiinflacionarias puestas en práctica en muchos países (subida de los tipos de interés para desalentar el crédito y el consumo, ambos generadores de inflación) tuvieron efectos contradictorios sobre la economía, ya que, si bien estabilizaron la moneda, ahondaron más aún la crisis de las pequeñas y medianas em-

El final del siglo XX

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presas que dependían del mercado interior, con lo que el paro aumentó. De este modo, hacia mediados de la década de 1980 muchos de los países menos desarrollados del mundo se convirtieron más que nunca en suministradores de mano de obra barata para los inversores extranjeros, en exportadores de materias primas para los países industrializados y en importadores de bienes de producción para las grandes empresas nacionales o extranjeras radicadas en el país. En este contexto socioeconómico se producirían en las décadas de 1980 y 1990 una serie de episodios que vendrían a modificar la tendencia de los acontecimientos políticos que se habían sucedido desde el final de la segunda guerra mundial.

La caída del comunismo El 9 de noviembre de 1989, el mundo amaneció con una sorpresa: la destrucción del muro de Berlín por or-

El 3 de octubre de 1990, casi un año después de la destrucción del muro de Berlín –símbolo de la desaparición de los regímenes dictatoriales impuestos por la Unión Soviética en los países del este de Europa–, tuvo lugar la reunificación de las dos Alemanias.

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Bosnia se convirtió en centro del conflicto bélico que enfrentó a serbios y croatas hasta finales de 1995. En la imagen, un grupo de habitantes bosnios en un campo de refugiados.

den de las mismas autoridades cola revolución de octubre de 1917. munistas de Alemania oriental que lo habían mandado construir casi treinLa fase de distensión Reaganta años antes. A este hecho sucedió, Gorbachov de manera vertiginosa, la desapariEl objetivo prioritario de Gorbachov ción de los regímenes dictatoriales al asumir el poder fue conseguir una impuestos en Europa del Este por normalización de las relaciones con la Unión Soviética tras la segunda Estados Unidos que permitiera un guerra mundial. Y, como último acto, respiro a la economía del país. Fue así la extinción de la propia URSS, un como se inició un período de entenproceso que se había iniciado a medimiento Gorbachov-Reagan y, posdiados de la década de 1980 con el asteriormente, Gorbachov-Bush, el precenso de Míjail Gorbachov a la secresidente que sucedió a Retaría general del Partido Comunista agan, lo que en soviético. Fue inútil que un grupo de burócratas del partido y de jerarcas militares intentaran desviar el curso de los acontecimientos mediante un intento de golpe que tuvo lugar en el verano de 1991. Las fuerzas desatadas por la política de Gorbachov –y simbolizadas por dos vocablos rusos que pronto se harían célebres: perestroika (reestructuración) y glasnost (transparencia)– se habían convertido ya en un volcán, que acabó muy pronto destruyendo a su propio artífice para colocar en su lugar a Boris Yeltsin. Con éste como presidente de la Federación Rusa, surgió en cuestión de meses una nueva realidad política: la Comunidad de Estados Independientes (CEI), que borraría La reestructuración política y económica emprendida por del mapa a la hasta entonces Mijáil Gorbachov, secretario general del Partido Comunista Unión de Repúblicas Sociasoviético, condujo a la normalización de las relaciones con listas Soviéticas (URSS) crelos Estados Unidos. En la imagen, Gorbachov junto al ada por Lenin y Trotsky tras presidente estadounidense Ronald Reagan.

1990-1991 daría lugar a un hecho insólito en la historia de las décadas precedentes: el aval soviético a una intervención militar estadounidense, que se dio en el caso de la invasión y bombardeo de Irak, en la denominada guerra del Golfo, que se produjo en 1991 tras la invasión iraquí de Kuwait, y que dio lugar a la formación de una alianza internacional en contra de Irak. Esta circunstancia marcaría, de hecho, el nacimiento del “nuevo orden mundial”, cuyas características se explican más adelante.

El resurgimiento de las guerras nacionalistas Si los comienzos del siglo XX asignaron a Bosnia, en el centro de Europa, el papel trágicamente preeminente de ser el escenario del asesinato del heredero al trono del imperio austro-húngaro –lo que actuaría como detonante de la primera guerra mundial–, el final del siglo volvería a situar a esta región en el centro de la atención internacional, convirtiéndola en la principal víctima del proceso de desintegración de la antigua república de Yugoslavia. La república yugoslava nació al término de la segunda guerra mundial merced a la enérgica conducción política del croata Josip Broz (Tito), quien había encabezado la resistencia guerrillera frente a la ocupación nazi. Tras la derrota de Alemania, Tito unió a croatas, serbios, bosnios, eslovenos, montenegrinos y macedonios en una nueva unidad política, Yugoslavia, integrada por seis repúblicas federadas, cada una de ellas correspondiente a una nacionalidad. Tras la muerte de Tito, en 1980, empezaron a aflorar las viejas rivalidades étnicas reprimidas durante todos esos años, reflejo a su vez de otras seculares (Bosnia, p. ej., había sido invadida por los croatas en el siglo VI y por los serbios un siglo más tarde). Sin embargo, hasta la disolución del comunismo, entre finales de la década de 1980 y principios de la de 1990, no llegó a desatarse la guerra abierta. El conflicto estalló en junio

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de 1991, con la declaración unilateral de independencia por parte de Eslovenia, a la que siguió poco después la de Croacia. El poder central, residente en Belgrado y con mando al mismo tiempo sobre el poderoso ejército federal, decidió sofocar por la fuerza ambos intentos, con distintos resultados. En el caso de Eslovenia desistió al cabo de poco tiempo; en el de Croacia, la guerra se prolongó y produjo millares de víctimas. No obstante, también esta república, como Eslovenia, obtuvo al fin su independencia y el reconocimiento internacional (1992).

La ocupación de

Bosnia-Herzegovina Mientras Montenegro permanecía unido a Serbia, y a Macedonia le era negado un reconocimiento similar por los temores de Grecia a que ello alentase la sublevación de su propia región macedónica en el norte del país, Bosnia-Herzegovina, de población mayoritariamente musulmana, pero con un 32 por ciento de serbios y un 13 por ciento de croatas, fue ocupada al principio del conflicto por las tropas del ejército federal yugoslavo como trampolín para su ofensiva contra Croacia. Sin embargo, pronto se vio que esto era una excusa y que de lo que verdaderamente se trataba era de proceder a una

La revolución iraní y el nacimiento del fundamentalismo islámico Irán, un país de economía fundamentalmente agrícola y con casi una sola materia prima exportable, el petróleo, vivió en 1979 una revolución política de grandes consecuencias para el mundo, sobre todo para los países dependientes de Asia y África. Merced a ella, caía Muhammad Reza (o Rida) Pahlawi, el sha (emperador), que gobernaba el país junto a su esposa, Farah Diba, desde 1967. En su lugar se instauró un gobierno a cuyo frente se encontraban dignatarios eclesiásticos del Islam, la religión introducida por los árabes cuando en el año 650 invadieron Persia (desde el primer tercio del siglo XX, Irán). El máximo líder entre éstos era el ayatollah (jefe religioso) Jomeini. Con una revolución nacida desde abajo y con líderes que no eran políticos, sino jefes eclesiásticos, el proceso no se planteó en los mismos términos en que lo venían haciendo la inmensa mayoría de movimientos y contramovimientos políticos y sociales surgidos al calor de la guerra fría. La revolución se había proclamado ajena al comunismo y al capitalismo por igual y, consecuentemente, cosechaba tanto las antipatías del bloque soviético como las del mundo occidental. Tal como temía la Unión Soviética, la influencia de Irán -con quien tenía fronteras comunes- se extendió rápidamente a otros países vecinos y también fronterizos con la superpotencia comunista, entre ellos Afganistán -donde los musulmanes venían luchando contra el Partido Comunista, en el poder desde 1977- y Pakistán. La revolución iraní atizó esta lucha en Afganistán hasta el punto de provocar la invasión soviética de 1979 para prevenir el acceso al poder del Islam en un segundo país limítrofe con su frontera meridional. El ascenso del fundamentalismo produjo en otra nación de mayoría musulmana, Argelia, en el norte de África, una situación política grave e intrincada a comienzos de la década de 1990. El Frente de Liberación Nacional (FLN), partido único que gobernaba el país desde la independencia en 1962, y de tintes socializantes, ante el doble hundimiento de su propia política económica y del bloque del Este, se vio obligado a dar un golpe de timón para transformar el país en una democracia de tipo occidental. El resultado fue que en las elecciones que siguieron a continuación -las primeras con intervención de distintos partidos- resultó vencedor el representante de las nuevas tendencias, el Frente Islámico de Salvación (FIS). Para evitar el ascenso de los musulmanes al poder, los militares argelinos dieron un golpe de estado, a consecuencia del cual se instauró una dura represión y se originó una respuesta terrorista de los grupos fundamentalistas armados, con lo que se desencadenó una guerra civil no declarada, que en 1996 había originado más de 40.000 muertos.

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anexión en beneficio del proyecto nacionalista de una Gran Serbia. Los croatas tenían un proyecto similar, con lo cual Bosnia se vio rápidamente envuelta en un conflicto bélico, en el que pasó a ser el botín de las minorías serbias y croatas incluso una vez que el ejército federal se hubo retirado. Como consecuencia de esta situación, Bosnia –donde la convivencia étnica había sido posible gracias, entre otras cosas, al hecho de que la presidencia de la república venía rotando entre serbios, croatas y bosnios– se declaró también independiente, lo que acrecentó el nivel de agresión. Desde que comenzara la ocupación serbia hasta finales de 1995, ni la intervención de los cascos azules de las Naciones Unidas, ni los bombardeos de la OTAN, consiguieron detener la sangrienta guerra en esta pequeña república de poco más de 50.000 km2. Finalmente, en noviembre de 1995 se firmó en Dayton –Ohio– el preacuerdo de paz entre Bosnia, Croacia y Yugoslavia, y en diciembre de ese mismo año, en París, el tratado de paz que sentaba las bases para la finalización del conflicto. No obstante, los conflictos nacionalistas en los Balcanes continuaron y, en 1998, en la región de Kosovo, integrada en Yugoslavia pero de población mayoritariamente albanesa, se produjeron enfrentamientos armados que volvieron a llevar la tensión bélica a la zona.

El nuevo orden mundial En 1990, la denominada Comisión Sur, formada por ministros, economistas y miembros de diversas iglesias, entre otras personalidades, publicó un documento en el que se exigía un nuevo orden mundial que diera respuesta a los reclamos de justicia, equidad y democracia del Sur, es decir, de los países con escaso o ningún grado de desarrollo, sometidos históricamente a la dominación económica del Norte industrial. No sin cierta paradoja, la expresión fue retomada por el presidente de Estados Unidos, George Bush, en el momento en que este país y sus aliados se embarcaban, a principios de enero de 1991, en la guerra contra Irak, estado árabe sometido a la dictadura

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HISTORIA: EDAD CONTEMPORÁNEA

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La guerra del Golfo El conflicto conocido como guerra del Golfo se produjo como consecuencia de la negativa de Irak a retirarse del vecino reino de Kuwait, al que había invadido el 1 de agosto de 1990 y donde permaneció durante cinco meses, hasta el estallido de las hostilidades, con la pretensión declarada, y formalmente cumplida, de anexionárselo por presuntas razones históricas. En la raíz del conflicto existían cuestiones fronterizas y problemas relacionados con las cuotas de producción asignadas por la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) a Kuwait -que el reino sobrepasaba, perjudicando así los precios del crudo de Irak-, aunque lo crucial eran los riquísimos yacimientos petrolíferos kuwaitíes, de los que el presidente iraquí, Sadam Hussein, pretendía apoderarse por la fuerza. Ante esta ruptura de la legalidad internacional, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas dictó una resolución, la número 660, por la que exhortaba a Irak a retirarse de Kuwait, tras lo cual ambos países deberían resolver sus diferencias a través de negociaciones. Sin embargo, ni Irak abandonó Kuwait, ni Estados Unidos insistió en esta vía negociadora señalada por la ONU. Al contrario, declaró que la retirada de Irak debía ser incondicional, y en este sentido lanzó un ultimátum. Cumplido el plazo, atacaría a Irak. En una campaña que se desarrolló entre el 17 de enero y el 28 de febrero de 1991, las fuerzas occidentales, provistas de una tecnología abrumadoramente superior, obtuvieron la rendición de Irak.

del general Sadam Hussein.

El conflicto Norte-Sur

El fin de la bipolaridad

Desde finales de la década de 1980 empezó a ser cada vez más frecuente el uso en los foros internacionales de la expresión enfrentamiento Norte-

En este nuevo orden mundial, la antigua relación bipolar de enfrentamiento Este-Oeste había desaparecido. La situación interna de la Unión Soviética había llevado, por medio de la política de distensión impulsada por Gorbachov, a un grado de entendimiento soviético-estadounidense cada vez mayor, y lo que durante casi cincuenta años había sido para Estados Unidos “agresión comunista” a la que había que enfrentarse en cualquier punto del globo, se transformó bruscamente en “cooperación” de unos comunistas que derivaban, quizá, hacia una reconciliación con los viejos adversarios occidentales para el mantenimiento de la paz en el mundo. En la práctica, este nuevo orden dio lugar a un auge del capitalismo, con varias potencias económicas emergentes –Japón, Alemania y el bloque asiático constituido por países como Taiwán, Corea del sur o Singapur– y una potencia militar, Estados Unidos, garante de su mantenimiento y continuidad.

Sur para describir la relación que une a los países económicamente poderosos con los países subdesarrollados. En lo esencial, el origen del conflicto Norte-Sur se puede reducir, por un lado, al hecho cuantificable de la transferencia de riquezas, que se produjo de manera incesante y en constante aumento a lo largo de la historia, desde los países pobres a los ricos. Dicho de otra manera, los primeros financiaron el desarrollo de los segundos, a expensas de su propio desarrollo y del bienestar de su población. Por otra parte, dicha situación provocaría el reclamo cada vez más insistente y organizado de estos países en el sentido de obtener un trato más equitativo. Entre la multitud de causas económicas que al concluir el siglo contribuían a mantener esta segmentación del mundo en dos sectores bien diferenciados, cabe citar: a) Los préstamos de la gran Banca internacional. b) Los elevados intereses bancarios, que debían ser pagados en dólares, habitualmente revaluados por la depreciación de las monedas nacionales de los países del Sur.

Vista de Singapur, que junto con países como Taiwán y Corea del sur, constituye una de las potencias económicas del sudeste asiático, a pesar de su reducida extensión.

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c) El intercambio desigual, es decir, la constante tendencia a la baja del precio de las materias primas –principales bienes de exportación de estos países– frente a la tendencia al alza de los bienes manufacturados, que eran los que en su gran mayoría exportaba el Norte al Sur. d) El proteccionismo que las naciones industrializadas aplicaban en sus relaciones comerciales con las no industrializadas, y que se traducía en barreras aduaneras para evitar la entrada de los productos de los países del Sur, o bien en subsidios estatales a determinados productos propios con el fin de que pudieran competir ventajosamente con los primeros. e) El monopolio de las altas tecnologías, que aumentaba aún más la dependencia del Sur con respecto al Norte de cara a su propio desarrollo. Como un intento de paliar mínimamente esta situación, los organismos internacionales recomendaron, y los países industriales aplicaron, políticas de ayuda al desarrollo, que en la enorme mayoría de los casos se revelaron absolutamente insuficientes. De hecho, era como dar con una mano lo que se quitaba con la otra. No habría solución mientras subsistiesen las causas estructurales. Una de ellas, el proteccionismo tradicional del Norte, reducía –según estimaciones del Banco Mundial– el ingreso nacional del Sur en una cantidad que representaba el doble de dicha ayuda. Por otro lado, esta ayuda solía ser una manera de promover las propias exportaciones que, al llegar a destino, eran consumidas por los sectores más pudientes del país receptor.

La formación de los grandes bloques económicos internacionales Después de la segunda guerra mundial, Estados Unidos se propuso –por dos motivos fundamentalmente: asegurar mercados para sus productos e inversiones, y levantar una sólida muralla contra la expansión del comunismo– reconstruir las economías devastadas de los países eu-

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La transición en España Con la muerte del general Franco (20 de noviembre de 1975) concluyeron en España cuatro décadas de dictadura y se inició el llamado proceso de transición, que daría como resultado la democratización del país y la homologación de su sistema político con los de su entorno europeo. Este proceso hacia las libertades democráticas tuvo inicialmente dos claros protagonistas: Juan Carlos de Borbón, nieto de Alfonso XIII, proclamado rey (Juan Carlos I) automáticamente al fallecer Franco, según los mecanismos sucesorios previstos por el anterior régimen, y Adolfo Suárez, sucesor del último jefe de gobierno franquista y primero de la monarquía, Carlos Arias Navarro. La voluntad democratizadora de la mayoría de las fuerzas políticas y la madurez del pueblo español terminaron de apoyar el cambio que, pese a las graves tensiones internas, se llevó a cabo de forma ejemplarmente pacífica. En 1976 se celebró el referéndum que sancionó públicamente el inicio del proceso liberalizador y, un año más tarde, la legalización de todos los partidos políticos, incluido el PCE (Partido Comunista de España), puso de manifiesto la clara voluntad conciliadora e integradora de los gobernantes. En junio de 1977 se celebraron las primeras elecciones libres constituyentes, que dieron el triunfo a la formación política de Unión de Centro Democrático (UCD), liderada por Suárez, y en menos de dos años se elaboró la nueva Constitución, que sería aprobada por las Cortes en octubre de 1978 y ratificada por referéndum popular dos meses después. Cerrado así el primer período de la transición, nuevas elecciones (marzo de 1979) dieron el poder de nuevo a la UCD, si bien se perfilaba ya el PSOE (Partido Socialista Obrero Español) como primera fuerza de la oposición. La dimisión de Suárez en 1981 dio paso a la investidura de Leopoldo Calvo Sotelo como nuevo jefe de gobierno, circunstancia que fue aprovechada por un grupo de militares y guardias civiles de extrema derecha para intentar un golpe de estado, mediante el secuestro del gobierno y de los diputados; pero la actitud del rey, decididamente constitucional, hizo fracasar el intento. El triunfo del PSOE en las elecciones de 1982 inauguró la etapa de gobierno socialista de Felipe González, que habría de durar hasta 1996 y durante el cual España ingresó como miembro de pleno derecho en la Comunidad Económica Europea (1986) y en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN, 1986), salvo en la estructura militar. Tras catorce años de gobierno socialista, el éxito electoral del Partido Popular (PP), liderado por Jose M.ª Aznar, completó el ciclo de alternancia en el poder de distintas fuerzas políticas, característico de los sistemas democráticos.

ropeos, sobre todo de Alemania, que hasta entonces había sido la primera potencia industrial del continente, y, en Asia, la de Japón, el otro gran coloso regional. Paradójicamente, ambos habían sido los principales enemigos de los estadounidenses durante el conflicto armado. A partir de ese momento, sin embargo, deberían ser los socios político-económicos de la superpotencia de Occidente. Si bien los años inmediatamente posteriores a la guerra demostraron la solidez política de esta alianza, en cambio no puede decirse lo mismo desde el punto de vista económico, al menos en lo que se refiere a Japón. Este país experimentó muy pronto

un espectacular desarrollo de su economía –mucho más allá de los esquemas estadounidenses previstos–, lo que lo convertiría gradualmente en un peligroso competidor comercial.

El renacimiento japonés Entre las causas del renacimiento económico japonés, aparte del poderoso flujo de dólares proveniente de aquel país, conviene señalar: a) La férrea disciplina interna, que hizo posibles los altos índices de producción y productividad que, a la inversa que en los países capitalistas europeos o en Estados Unidos, no redundó en un aumento sensible del

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Gobernantes destacados de final del siglo XX (1975-2001) OCCIDENTE EUROPA Alemania Erich Honecker (RDA) Helmut Schmidt (RFA) Helmut Kohl (RFA) Gerhard Schröder España Adolfo Suárez Felipe González José M.ª Aznar Francia Valéry Giscard d’Estaing François Mitterrand Jacques Chirac Gran Bretaña Harold Wilson James Callaghan Margaret Thatcher John Major Tony Blair Grecia Kostantinos Karamanlís Andreas Papandreu Costa Simitis Italia Aldo Moro Bettino Craxi Giulio Andreotti Silvio Berlusconi Romano Prodi Silvio Berlusconi Portugal Francisco Sá Carneiro Francisco Pinto Balsemão Mario Soares Aníbal Cavaço Silva Jorge Sampaio Antonio Guterres Rusia (URSS) Leonid Brézhnev (URSS) Míjail Gorbachov (URSS) Boris Yeltsin (Rusia) Vladimir Putin Yugoslavia Josip Broz (Tito) Slovodan Milosevic (presidente de la república de Serbia) Vojislav Kostunica

Raúl Alfonsín Carlos Saúl Menem Fernando de la Rúa

Ramiro de León Carpio Álvaro Arzú Alfonso Portillo

Bolivia Hernán Siles Suazo Víctor Paz Estenssoro Jaime Paz Zamora Gonzalo Sánchez de Lozada Hugo Bánzer Jorge Quiroga

Honduras

Brasil José Sarney Fernando Collor de Mello Itamar Franco Fernando Henrique Cardoso Chile Augusto Pinochet Patricio Aylwin Eduardo Frei Ruiz Tagle Ricardo Lagos Colombia Julio César Gaviria Ernesto Samper Andrés Pastrana Costa Rica Óscar Arias José Figueres Olsen Miguel Angel Rodriguez Echeverría Cuba Fidel Castro Ecuador Jaime Roldós León Febres Cordero Rodrigo Borja Sixto Durán Abdalá Bucaram Fabián Alarcón Jamil Mahuad Gustavo Noboa El Salvador José Napoleón Duarte Alfredo Cristiani Armando Calderón Sol Francisco Flores Pérez

AMÉRICA

Estados Unidos Richard Nixon James Carter Ronald Reagan George Bush Bill Clinton George W. Bush

Argentina Jorge Rafael Videla Leopoldo Galtieri

Guatemala Vinicio Cerezo Jorge Serrano

Rafael Leonardo Callejas Carlos Roberto Reina Carlos Flores Facussé México José López Portillo Miguel de la Madrid Carlos Salinas de Gortari Ernesto Zedillo Vicente Fox Nicaragua Daniel Ortega Violeta Barrios de Chamorro Arnoldo Alemán Enrique Bolaños Panamá Omar Torrijos Arístides Royo Manuel Antonio Noriega Guillermo Endara Ernesto Pérez Balladares Mireya Moscoso Paraguay Alfredo Stroessner Andrés Rodríguez Juan Carlos Wasmosy Raúl Cubas Luis Gonzales Macchi Perú Francisco Morales Bermúdez Alan García Alberto Fujimori Valentín Paniagua Alejandro Toledo República Dominicana Joaquín Balaguer Leonel Fernández Hipólito Mejía Uruguay Luis Alberto Lacalle Julio María Sanguinetti Jorge Luis Batlle Venezuela Carlos Andrés Pérez Luis Herrera Campins Jaime Lusinchi Rafael Caldera Hugo Chávez

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Gobernantes destacados de final del siglo XX (1975-2001) (cont.) ORIENTE MEDIO Egipto

Irán

Gamal Abdel Nasser Anuar al Sadat Hosni Mubarak

Ruhollah Jomeini Alí Akbar Hashemi Rafsanyani Mohamed Jatami

Irak

Israel

Sadam Hussein

Yitzhak Rabin Benjamín Netanyahu

Ehud Barak Ariel Sharon

Libia

Líbano

Palestina (OLP - ANP)

Amín Gemayel Elias Hrawi Rafik al Hariri

Yasser Arafat

Muammar el Gadaffi

Siria Hafez al-Asad

LEJANO ORIENTE China

India

Japón

Hua Guofeng Deng Xiaoping Yang Zemin

Indira Gandhi V. Pratap Singh P. V. Narasimha Rao H. D. Deve Gowda Inder Kumar Gujral Atal Bihari Vajpayee

Yasuhiro Nakasone Noboru Takeshita Tomiichi Murayama Ryutaro Hashimoto Yoshiro Mori Junichiro Koizumi

consumo y el bienestar de los trabajadores, sino, sobre todo, en altas tasas de acumulación de capital. b) La prohibición, impuesta por los vencedores finalizada la segunda guerra mundial, del rearme japonés, lo que redundaría en pujanza económica debida a la ausencia de gastos militares. c) La estabilidad de los mercados y las Bolsas en el interior de Japón, que propiciaba la competitividad de los productos japoneses en el extranjero. La estabilidad de la economía japonesa experimentaría, no obstante, cierta alteración a raíz de la crisis financiera que tuvo lugar en 1998, en el marco de una regresión que afectó a de manera notable a otros países asiáticos, como Corea del Sur, Tailandia, Indonesia y Filipinas.

firma en 1993 del tratado de Maastricht. Los primeros seis países que la formaron, Alemania, Francia, Italia, Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo, veían con preocupación lo que entonces sólo era una tendencia que se insinuaba: la decidida penetración de Japón en el mercado internacional. Por lo que respecta a Estados Uni-

dos, también durante las décadas de 1970 y 1980 la balanza comercial se había inclinado extraordinariamente del lado japonés, lo que no hacía otra cosa que inscribirse dentro del déficit general de los intercambios estadounidenses, intensificado durante los mandatos presidenciales de Ronald Reagan y George Bush.

La Unión Europea y el Tratado de Libre Comercio El impetuoso desarrollo japonés estuvo ya en los orígenes del primer bloque económico internacional del siglo XX: la Comunidad Económica Europea (CEE, en 1957), posteriormente Unión Europea (UE) desde la

Sede en Bruselas de la Unión Europea (UE), organismo creado tras la firma del tratado de Maastricht en noviembre de 1993, como entidad reguladora de los indicadores sociales, económicos y políticos de los quince países de la Europa occidental que lo integran.

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HISTORIA: EDAD CONTEMPORÁNEA

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Nueva distribución geopolítica tras la caída del muro de Berlín Antiguos países

Nuevos estados

Capital

URSS

Rusia Estonia Letonia Lituania Bielorrusia (Belarrús) Ucrania Moldova (Moldavia) Georgia Armenia Azerbaiyán Kazajstán Uzbekistán Turkmenistán Tadzhikistán Kirguizistán

Moscú Tallinn Riga Vilnius Minsk Kiev Chisinau Tbilisi (Tiflis) Yereván Bakú Almati Tashkent Ashgabat Dushambe Bishkek

RDA (Rep. Dem. Alemana) RFA (Rep. Fed. Alemana)

Alemania (RFA) unificada

Bonn (Berlín, capital designada)

Checoslovaquia

República Checa Eslovaquia

Praga Bratislava

Yugoslavia

Eslovenia Croacia Bosnia-Herzegovina Yugoslavia Macedonia

Ljubljana Zagreb Sarajevo Belgrado Skopje

Bajo la gestión del sucesor de este último, Bill Clinton, el país, casi cuarenta años después de la constitución del bloque europeo, emprendería un camino similar, constituyendo a partir del 1 de enero de 1994 una unión económica con Canadá, al norte, y México, al sur, unión que sería conocida con el nombre de NAFTA (North American Free Trade Agreement, Tratado Norteamericano de Libre Comercio, TLC). Mientras tanto, la Unión Europea –liderada por Alemania– incluía ya a quince países y actuaba de manera cada vez más monolítica e integrada no sólo frente a Japón, sino también frente a Estados Unidos, cuyo poderío económico se había incrementado notablemente. Japón, por su parte, no estaba aislado. Aunque formalmente no integrase bloque alguno, a la manera de sus grandes competidores –NAFTAy UE–, en realidad encabezaba el conjunto de países del este asiático (Indonesia, Tailandia, Taiwán, Corea del sur, Filipinas, Malasia, Singapur...), tal como Alemania lo hacía en Europa y Estados Unidos en América septentrional. Especial mención merece en este contexto el caso de Hong Kong, que, manteniendo las directrices de la economía de libre mercado, recupe-

Cronología de la edad contemporánea: Europa, Asia, África y Oceanía 1789 1795 1796 1799 1804 1813 1815 1821 1830 1848 1852 1864 1866 1870 1871

Revolución francesa. Toma de la Bastilla. Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano. Establecimiento en Francia del Directorio. Constitución del año III y separación de los poderes legislativo y ejecutivo. Muere Catalina la Grande, emperatriz de Rusia. Napoleón se hace con el poder mediante un golpe de estado. Napoleón es ungido emperador por el papa Pío VII. El ejército francés es expulsado de España. Napoleón es derrotado por la coalición de rusos, prusianos y austríacos en la batalla de Leipzig. A su vuelta del exilio, Napoleón es derrotado de forma definitiva en Waterloo. Muere Napoleón Bonaparte. Con la inauguración de la línea ferroviaria Manchester-Liverpool se inicia en Gran Bretaña la era del ferrocarril. Karl Marx y Federico Engels redactan y publican el Manifiesto comunista. Luis Napoleón Bonaparte es elegido presidente de la segunda República francesa por un período de cuatro años. Nace el segundo imperio en Francia. Se funda la Primera (I) Internacional en Londres. Se firma el compromiso austro-húngaro, del que surge la doble monarquía austro-húngara. Francia declara la guerra a Prusia. Prusia derrota a Francia en la decisiva batalla de Sedán. El rey Guillermo I de Prusia es proclamado emperador de Alemania (II Reich). Se proclama oficialmente la Comuna de París.

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El final del siglo XX

Cronología de la edad contemporánea: Europa, Asia, África y Oceanía (cont.) 1875 1881 1889 1898 1901 1914 1917 1918 1919 1925 1929 1933 1936 1938 1939 1945 1947 1948 1949 1950 1953 1955 1960 1961 1962 1963 1967 1968 1971 1973 1975 1979

1981 1988 1989

1990

Tras dos años de transición se proclama la tercera República francesa. El zar Alejandro II muere asesinado. Comienzo de la guerra de los bóers. Guerra hispano-estadounidense. Fin del imperio colonial español, que pierde Cuba, Filipinas, Puerto Rico y Guam. En Rusia se funda el Partido Social Democrático, que posteriormente se escindiría en el bolchevique (radical) y el menchevique (moderado). Muere la reina Victoria de Inglaterra. El archiduque Francisco Fernando, heredero del trono austro-húngaro, es asesinado en Sarajevo, capital de Bosnia. El gobierno alemán declara la guerra a Francia. Inicio de la primera guerra mundial. Revolución de octubre en Rusia. La guardia roja ejecuta al zar Nicolás II. Se derrumba el imperio alemán y finaliza la primera guerra mundial. Las potencias vencedoras en la guerra mundial apoyan la creación de una supraentidad universal que se llamaría Sociedad de Naciones. Los representantes de Alemania aceptan el tratado de Versalles, impuesto por las potencias vencedoras. Adolf Hitler publica Mi lucha, la obra que contiene la ideología del nacionalsocialismo. Jueves negro de Wall Street. Adolf Hitler es nombrado canciller por el presidente de Alemania Paul von Hindenburg. Inicio de la guerra civil en España. Francisco Franco es elegido generalísimo y jefe del gobierno del Estado español en el territorio ocupado por el ejército sublevado. Anexión de Austria al III Reich. Finaliza la guerra civil española. Se inicia en Polonia la segunda guerra mundial, tras la invasión de los ejércitos alemanes. Fin de la segunda guerra mundial. Fundación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Independencia de la India. Proclamación del Estado de Israel. Proclamación de la comunista República Popular China. Fundación en Washington de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte). Estalla la guerra de Corea. Fin de la guerra de Corea. La URSS y sus países satélites del Este de Europa (Albania, Bulgaria, Checoslovaquia, Polonia, Rumania, Hungría y, posteriormente, la República Democrática Alemana) firman el Pacto de Varsovia, como reacción contra la OTAN. En Vietnam del sur se constituye formalmente el Vietcong (Frente de Liberación Nacional), el movimiento guerrillero comunista que luchará por la reunificación del país. Tropas mercenarias desembarcan en Playa Girón, Cuba, y son derrotadas por el ejército de Fidel Castro. En Alemania oriental, las autoridades comunistas levantan el muro de Berlín. Tras casi diez años de cruenta lucha contra Francia, se proclama la República Democrática Popular de Argelia. Crisis de los misiles entre Estados Unidos y la URSS. Asesinato del presidente estadounidense John Fitzgerald Kennedy. Israel inicia la guerra de los seis días. La Unión Soviética invade Checoslovaquia y pone fin a la “primavera de Praga”, experiencia reformista encabezada por Alexander Dubcek, secretario general del Partido Comunista checo. Se admite a la República Popular China en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en lugar de Taiwán (China nacionalista). Creación de Bangladesh (ex Paquistán oriental), con el apoyo de la India. Acuerdo de paz en Vietnam. Retirada de las tropas estadounidenses. Muerte de Francisco Franco e inicio de la transición en España. Triunfa la revolución en Irán: expulsión del sha Reza Pahlawi y proclamación de la república islámica; el ayatollah Jomeini se instala en el poder. Margaret Thatcher se convierte en primera ministra de Gran Bretaña. Golpe de estado en Afganistán, patrocinado por la URSS, al que siguió la invasión soviética a este país. Ronald Reagan es elegido presidente de los Estados Unidos, en representación del Partido Republicano. Mijail Gorbachov ocupa el poder supremo en la Unión Soviética. Violenta represión por parte de las autoridades chinas de las manifestaciones estudiantiles en la plaza de Tiananmen (“Paz Celestial”), en Pekín, con centenares de víctimas mortales. Caída en cadena de los gobiernos comunistas de Europa del Este. El candidato republicano George Bush, hasta entonces vicepresidente, asume la presidencia de los Estados Unidos. Las autoridades comunistas de Alemania oriental deciden demoler el muro de Berlín. Irak invade el reino árabe de Kuwait, anexionándoselo.

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Cronología de la edad contemporánea: Europa, Asia, África y Oceanía (cont.) 1991

1992 1993

1994 1995

1996 1997 1998 1999

2000

2001

Estalla la guerra del Golfo. La guerra civil en Yugoslavia produce paulatinamente el surgimiento de los nuevos estados de Eslovenia, Croacia y Bosnia-Herzegovina en el corazón de Europa. Victoria del Frente Islámico de Salvación (FIS) en Argelia e inicio de una guerra civil no declarada. Tras la dimisión de Gorbachov, la Unión Soviética se desintegra y es reemplazada por la Comunidad de Estados Independientes (CEI), bajo el liderazgo del presidente de Rusia, Boris Yeltsin. El primer ministro israelí, Isaac Rabin, y el jefe de la OLP (Organización para la Liberación de Palestina), Yassir Arafat, firman en Washington los acuerdos de paz que oficialmente ponen fin a la guerra entre judíos y árabes en Palestina. Firma del tratado de Maastricht. El demócrata Bill Clinton asume la presidencia de los Estados Unidos. Entra en vigor el Tratado Norteamericano de Libre Comercio entre Canadá, Estados Unidos y México. Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay se integran en el Mercado Común del Sur (Mercosur). Declaración del alto al fuego en la antigua Yugoslavia. El 21 de noviembre, los presidentes de Bosnia-Herzegovina, Serbia y Croacia firman un preacuerdo de paz en Dayton (Estados Unidos), y en diciembre el acuerdo definitivo en París. Un militante judío de extrema derecha asesina en Tel Aviv, capital de Israel, al primer ministro, Isaac Rabin. Estalla una cruenta guerra entre Zaire, Ruanda y Burundi. Éxodo masivo de refugiados. Bill Clinton y Boris Yeltsin son reelegidos en sus cargos. La colonia británica de Hong Kong vuelve a quedar bajo soberanía de la República Popular China, aun manteniendo su régimen de economía de libre mercado. La violencia étnica en los Balcanes se recrudece al producirse enfrentamientos en la región yugoslava de Kosovo, entre kosovares de etnia albanesa y tropas del ejército de Yugoslavia. Boris Yeltsin destituye en agosto al primer ministro Serguei Stepashin y nombra en su lugar a Vladimir Putin, jefe de los servicios secretos rusos. El 17 de agosto un terremoto de 7,4 grados en la escala de Richter ocasiona más de 20 mil muertos en Izmit, al noroeste de Turquía. A fines de agosto una masiva asistencia de votantes respalda referéndum en Timor Oriental, rechazando la autonomía ofrecida por Indonesia. Sin embargo, milicias pro-indonesias continúan sembrando el terror. En setiembre el Consejo de Seguridad de la ONU aprueba el envío de una fuerza multinacional para restablecer el orden. El 19 de octubre la Asamblea Consultiva Popular aprueba la independencia de Timor Oriental. Más de cien bombardeos sobre Chechenia realizan fuerzas federales rusas en noviembre. En medio de nutridas manifestaciones de oposición se inicia el 29 de noviembre en Seattle la conferencia anual de la Organización Mundial de Comercio. La isla de Macao es devuelta por Portugal a China en diciembre, poniendo fin a la presencia colonial europea en Asia. Con la apertura de la Puerta Santa de la basílica de San Pedro en Roma, el Papa Juan Pablo II da inicio al Gran Jubileo del 2000 el 25 de diciembre. Vladimir Putin asume interinamente la presidencia de Rusia el primer día del año, luego de la dimisión de Boris Yeltsin por razones de salud. En febrero el alto mando ruso informa que tropas federales han ocupado Grozny, la capital de Chechenia. La clonación de embriones humanos es una realidad en base a tecnología desarrollada por científicos de la Universidad Médica Hunan (China) y hecha pública en marzo. En Uganda, cerca de mil miembros del Movimiento para la Restauración de los Diez Mandamientos, una secta religiosa apocalíptica, se suicidan en incendio provocado el 18 de marzo. En elecciones realizadas a fines de marzo Vladimir Putin es elegido presidente de la Federación Rusa, cargo que desempeñaba interinamente. En abril se completa en Estados Unidos la secuencia del código genético humano. El 24 de junio la Santa Sede hace público el “tercer secreto de Fátima”, que anunciaba el atentado contra el Papa Juan Pablo II. El 4 de agosto la Reina Madre de Inglaterra festeja su cumpleaños número cien. Dan por muertos a 116 tripulantes atrapados desde el 15 de agosto en el fondo del mar de Barents dentro del submarino nuclear ruso “Kursk”. Vojislav Kostunica es proclamado presidente de Yugoslavia, a pesar de las protestas del derrotado Slobodan Milosevic. El 20 de enero George W. Bush toma posesión de la presidencia de los Estados Unidos, luego de haber sido declarado ganador por una mínima diferencia en las elecciones más disputadas de la historia del país. Gloria Arroyo asume el 22 de enero el gobierno de Filipinas, en reemplazo de Joseph Estrada, quien enfrenta graves acusaciones por corrupción. Ariel Sharon es elegido primer ministro de Israel el 7 de febrero, en triunfo que se considera como un retroceso en el proceso de paz con los palestinos. El 9 de marzo fundamentalistas talibanes destruyen en Bamiyán una de las dos colosales estatuas de Buda, cuya antigüedad se remonta a mil quinientos años.

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Cronología de la edad contemporánea: Europa, Asia, África y Oceanía (cont.) 2001

La fiebre aftosa o enfermedad de las “vacas locas” se extiende por toda Inglaterra, originando el sacrificio de miles de animales infectados en marzo. El 10 de abril se aprueba en Holanda ley que legaliza la eutanasia. A fines de abril, Junichiro Koizumi reemplaza a Yoshiro Mori como primer ministro de Japón, y en Italia, Silvio Berlusconi gana las elecciones en mayo. El 3 de julio se realiza en Kentucky primer implante de un corazón totalmente artificial, hecho de titanio y plástico y activado con pilas. El 11 de setiembre una cadena de atentados terroristas en contra de Estados Unidos destruye las dos torres gemelas del Worl Trade Center en Nueva York y el ala occidental del Pentágono en Washington. Se atribuye la autoría intelectual del ataque a Osama Bin Laden, líder de la organización terrorista Al Qaeda, refugiado en Afganistán. Ante la negativa del gobierno taliban afgano de extraditar a Osama Bin Laden, Estados Unidos inicia el 7 de octubre una operación militar denominada “Libertad Duradera”, bombardeando objetivos militares y campamentos guerrilleros islámicos, en un conflicto que se ha dado en llamar la primera gran guerra del tercer milenio y cuyas repercusiones son impredecibles.

Violencia terrorista marca inicio de nuevo milenio Estados Unidos fue el blanco de una ola de atentados terroristas simultáneos que se produjo el 11 de setiembre del 2001, cuando tres aviones de pasajeros, secuestrados en pleno vuelo, embistieron las Torres Gemelas del Centro Mundial de Comercio en Nueva York y el Pentágono en Washington, provocando el colapso del centro financiero estadounidense y el desconcierto en todo el país. Minutos después, ambas torres de 110 pisos, símbolos emblemáticos de la ciudad de Nueva York, se derrumbaron sepultando a quienes aún no habían podido escapar, así como a 250 bomberos y 78 policías que participaban en las operaciones iniciales de rescate. Los daños en el ala occidental del Pentágono fueron también de consideración. Un cuarto avión, presumiblemente también secuestrado, se estrelló en Pensilvania. Estados Unidos acusó de la autoría intelectual de este acto de barbarie sin precedentes a la organización terrorista Al Qaeda, que dirige desde Afganistán el exiliado saudita Osama Bin Laden, quien ya había atentado anteriormente contra embajadas norteamericanas en África. En respuesta al violento ataque –el mayor sufrido por Estados Unidos en toda su historia– y ante la negativa del régimen talibán afgano de extraditar al terrorista, Estados Unidos –apoyado por efectivos militares británicos– inició el 7 de octubre una acción bélica de represalia denominada operación “Libertad Duradera”, buscando destruir, con bombas y misiles de largo alcance, objetivos militares y campamentos de guerrilleros islámicos. En un mensaje televisado, Bin Laden invocó a los musulmanes a unirse a su causa y juró que Estados Unidos no tendría “nunca más seguridad hasta que no la haya en Palestina”. La detección de algunos casos de infección por ántrax desató paralelamente una alarma generalizada, no sólo en los Estados Unidos, sino a nivel mundial, ante la posibilidad de una ofensiva química o bacteriológica por parte de los terroristas islámicos, como represalia por el inicio de las operaciones militares estadounidenses. Este grave conflicto –que cuenta con el respaldo explícito de Francia, Alemania, Canadá y Australia y la solidaridad de la comunidad internacional occidental– ha sido ya calificado por algunos analistas como la primera gran guerra del tercer milenio. Sus repercusiones y duración son impredecibles, pero es innegable el peligro que implica a mediano y largo plazo para la paz y la seguridad mundiales.

ró el 1 de julio de 1997 la soberanía de la República Popular China, tras 156 años de colonización británica. Se producía de esta manera un singular ejemplo de régimen económico capitalista, bajo un gobierno comunista.

El Mercado Común del Sur (Mercosur) Cabe consignar aquí que, a diferencia de México, otros países latinoamericanos –Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, a los que posteriormente se uniría Chile (1996)– optaron en agosto de 1994 por un acuerdo regional, el Mercado Común del Sur, o Mercosur, que excluía la apertura de sus economías a países industrializados. Ampliaban, de este modo, la lista de tratados similares existentes en el área: de los países caribeños y de los centroamericanos.

_ Preguntas de repaso

1. ¿Qué acontecimiento político de relevancia internacional se produjo al final del siglo XX? 2. ¿Qué se entiende por nuevo orden mundial? 3. ¿Cuál fue el acontecimiento que condujo al estallido de la guerra del Golfo?

PROTAGONISTAS DE LA HISTORIA

Alejandro Magno (356-323 a.C.): Hijo y sucesor del soberano macedónico Filipo II. Heredó de su padre un vasto imperio, acrecentado a expensas de la debilitada Grecia, imperio que supo agrandar y consolidar. Tras someter las rebeliones griegas (Tebas, Atenas y otras), dejó a un regente en Macedonia y partió hacia Persia, donde logró vencer a Darío III. Sus campañas continuaron hasta conseguir el dominio sobre toda Mesopotamia y Egipto, donde fundó Alejandría. Su política de tolerancia con los pueblos conquistados facilitó la fusión de las culturas griegas y orientales y dio origen al helenismo. Alfonsín, Raúl (1926): Político argentino. Diputado por la Unión Cívica Radical en 1963 y 1973. Tras el mandato de la Junta militar, en 1983 ganó las elecciones presidenciales. Adoptó medidas encaminadas a restablecer la normalidad democrática y la primacía del poder civil. Su mandato se vio empañado por una grave crisis económica caracterizada por una gran inflación. En 1989 perdió las elecciones ante el candidato peronista Carlos Menem. Alfonso X el Sabio (1221-1284): Rey de Castilla y León. Impulsor de las artes y la cultura, fue autor del código de las Siete Partidas, recopilación legislativa inspirada en el derecho romano. A él se debe la creación de la escuela de traductores de Toledo. Allende, Salvador (1908-1973): Político chileno. Fue uno de los fundadores del Partido Socialista Chileno. Derrotado en las elecciones presidenciales de 1952, 1958 y 1964, en 1970 resultó elegido al frente de la Unidad Popular. Su política se vio truncada en 1973

por un golpe de estado dirigido por el general Pinochet. Almagro, Diego de (1475-1538): Conquistador español, acompañante de los hermanos Pizarro en la conquista de Perú. Tras tomar el Cusco, en 1535 realizó un viaje de expedición por tierras de Chile hasta el valle del Aconcagua. Enfrentado con Gonzalo Pizarro por el gobierno del Cusco, fue derrotado por él en la batalla de Salinas, y posteriormente juzgado y ejecutado. Arafat, Yasser (o Yasir) (1929): Político palestino. Dirigente del movimiento político y guerrillero Al Fatah, fue elegido en 1969 presidente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Su liderazgo ha sido reconocido por las instancias internacionales, consiguiendo hablar en la Asamblea General de la ONU en 1974. Apoyó la “intifada”, o levantamiento popular en los territorios ocupados (1984-1988), y en la década de 1990 inició conversaciones con Israel, que llevaron a la instauración en 1994 en Gaza y Cisjordania de la Autoridad Nacional Palestina en Gaza y Cisjordania, la cual presidió. Atahualpa (1500-1533): Último soberano inca de Perú. Se enzarzó en una guerra civil con su hermano Huáscar por la herencia de la totalidad del territorio dominado por los incas. Consiguió derrotarlo pero, debilitado su ejército a causa de la guerra, fue apresado por los españoles, al mando de Pizarro. Ofreció por su libertad una gran cantidad de oro, pero, una vez obtenido el rescate, fue ejecutado por los españoles. A su muerte se descompuso el imperio inca.

Atila (?-453): Rey de los hunos. Fue llamado por su belicosidad “el azote de Dios”. Apoyándose, además de en su tribu, en los escitas, ostrogodos y gépidos, fundó un imperio que se extendió del mar Caspio al río Rin y del mar Báltico al Negro. Hizo pagar tributo a los emperadores romanos de Oriente y Occidente. Asoló la Galia, hasta que fue vencido por el general romano Aecio en la batalla de los Campos Cataláunicos. Tras este revés se dirigió a Italia, devastando varias ciudades hasta llegar a Roma, donde diversas circunstancias adversas, unidas a la acción del papa León I, lograron detenerlo. Se retiró a las orillas del Danubio, donde murió. Bakunin, Míjail (1814-1876): Político y revolucionario ruso. Su trayectoria política le llevó de un socialismo romántico a convertirse en el apóstol del anarquismo. Sus actividades dentro de la I Internacional le enemistaron con Marx. En 1872 se separó de esta organización y creó la Federación Jurasiana. Fundó además la Alianza de la Democracia Socialista, organización internacional de tendencia libertaria. Tras la guerra franco-prusiana participó en un intento revolucionario fracasado en Lyon. Entre sus escritos destacan: El catecismo revolucionario y Los principios de la revolución. Bismarck, Otto von (1815-1898): Conocido como “el Canciller de hierro”, se convirtió tras la guerra franco-prusiana en el artífice de la hegemonía de Prusia. Enemigo de los principios liberales, defendió los valores y privilegios de la milicia, la nobleza y la Corona. En 1862 fue nombrado por el rey de Prusia presidente del Consejo

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de Ministros. Preocupado por la paz social, fue el primer estadista que introdujo los seguros sociales para la población (1880). Manejó con habilidad los sistemas de alianzas, siendo reconocido como un genio de la diplomacia. Sus diferencias con Guillermo II le hicieron renunciar a su cargo, retirándose a sus posesiones. Bolívar, Simón (1783-1830): General y político venezolano. Tuvo que huir al fracasar la primera sublevación criolla de 1810. Regresó en 1813, siendo aclamado como “Libertador” en Caracas, pero fue derrotado en Aragua por los realistas. Retirado a Panamá, redactó allí su manifiesto político. En 1816 volvió a Venezuela, convocando en 1819 el congreso de Angostura, de donde surgió la República de la Gran Colombia, de la que sería dictador hasta que renunció en 1830. En 1826 Bolívar convocó el congreso de Panamá, para crear una unión política latinoamericana. La oposición de Estados Unidos y Gran Bretaña hizo fracasar el proyecto. Brandt, Willy (1913-1992): Político alemán. Se refugió en Noruega a la llegada de Hitler al poder. Fue alcalde de Berlín occidental en 1957. Afiliado al SPD (partido socialdemócrata), fue nombrado ministro de Asuntos Exteriores en 1960 y en 1969 alcanzó la cancillería de la República Federal alemana, siendo reelegido en 1972. Su responsabilidad política en un caso de espionaje le llevó a dimitir en 1974. Su contribución a la reconciliación con los países del Este le hizo acreedor del premio Nobel de la paz en 1971. Brézhnev, Leonid (1906-1982): Político soviético. Fue designado en 1955 miembro del comité central del partido comunista. En 1964 sustituyó a Jruschev como secretario general del PCUS y en 1977 sucedió a Podgorny en el cargo de presidente del Presidium del Soviet Supremo. Su mandato se caracterizó por la distensión en política internacional y por la doctrina de soberanía limitada puesta en práctica con la invasión de Checoslovaquia en 1968 y con la guerra de Afganistán en 1979. Buda, Sidharta Gautama (h. 560-h. 480 a.C.): Filósofo y reformador religioso indio. Abandonó su familia a

los 29 años en busca de la sabiduría y pasó seis años de vida errante y ascética. Un día recibió la iluminación y a partir de entonces dedicó su vida a difundir su doctrina. Consideraba la filosofía como el arte de vivir. Para Buda, la causa del sufrimiento era la pasión y predicó la renuncia del yo para llegar así al nirvana o estado contemplativo y fundirse con el universo. Su doctrina ejerció una notable influencia en la historia del lejano Oriente. Calígula (Cayo César Augusto Germánico) (12-41): Emperador romano. Hijo de Agripina y de Germánico, fue el tercer emperador de Roma. Sucedió a Tiberio. Permaneció en el poder desde el año 37 al 41. Pronto mostró síntomas de locura, comportándose de un modo cruel y excéntrico. Contemplar decapitaciones era una de sus diversiones favoritas durante las comidas. Se burló de las instituciones, llegando a nombrar cónsul a su caballo. Víctima de una conspiración, murió apuñalado. Calvino, Juan (1509-1564): Teólogo y reformador religioso francés. Extendió las enseñanzas de Lutero a Francia. Como conductor de la reforma en Ginebra condenó a la hoguera al teólogo español Miguel Servet. Su doctrina, basada en el luteranismo, se encuentra en la obra Institución de la religión cristiana, considerada como la suma teológica del protestantismo francés. Carlomagno (742-814): Rey de los francos, primogénito de Pipino el Breve. El papa León III le concedió en el 800 el título de emperador de Occidente. Durante su reinado luchó contra los sajones, lombardos, daneses, bizantinos y musulmanes. Publicó las llamadas leyes Capitulares, reformó la justicia y protegió la cultura fundando varias escuelas. Carlos V (1500-1558): Rey de España (Carlos I) y de Sicilia (Carlos IV) y emperador del sacro imperio romano germánico. Heredó la Corona de España en 1516, a la muerte de Fernando el Católico, y fue proclamado emperador tres años después, tras la muerte de Maximiliano I. Esta herencia le convirtió en el monarca más poderoso de Europa. Se enfrentó a comienzos de su reinado a los comune-

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ros de Castilla, a los que derrotó en 1521. Luchó durante todo su reinado contra Francia. Continuó la expansión por ultramar en América y África, y en Alemania combatió el protestantismo. Abdicó la Corona de España en su hijo Felipe II, muriendo poco después. Castro, Fidel (1926): Político cubano. Participó en 1956 en un levantamiento contra el régimen de Batista y se refugió en Sierra Maestra. En 1959 tomó el poder. La caída de los regímenes comunistas del Este europeo y el aislamiento económico propiciado por Estados Unidos le obligaron a emprender en los últimos años una política liberalizadora. César, Cayo Julio (101-44 a.C.): Político y general romano. Conquistó la Galia y compartió el poder con Pompeyo y Craso en el primer triunvirato. Muerto Craso, se enfrentó a Pompeyo, al que derrotó. Instaló en el trono de Egipto a Cleopatra VII. En el 44 a.C. volvió a Roma, convirtiéndose en dictador. Fue asesinado en una conspiración. Escritor notable, entre sus obras destacan: Comentarios de la guerra de las Galias y Comentarios de la guerra civil. Churchill, Winston (1874-1965): Político británico. Combatió en el ejército en la India y Sudán. Asistió como corresponsal a la guerra de los bóers en Sudáfrica. Fue ministro de Hacienda del gobierno conservador en el período 1924-1929. Fue nombrado primer ministro en 1940, ante la renuncia de Chamberlain, e hizo frente con éxito a los intentos de invasión alemana. Terminada la segunda guerra mundial, perdió las elecciones frente al Partido Laborista. En 1951 volvió a ser elegido, renunciando a su cargo en 1955. Escribió varios libros, entre los que destacan sus Memorias. En 1953 recibió el premio Nobel de literatura. Cleopatra VII (69-30 a.C.): Reina de Egipto. Famosa por su belleza, se enemistó con los nobles y tuvo que exiliarse a Siria. Fue repuesta en el trono por Julio César, con quien tuvo un hijo: Cesarión. Una vez muerto César, se alió con Marco Antonio y se enfrentó a Octavio. La derrota en la batalla de Accio condujo a Marco Antonio al suicidio. Al conocer la noti-

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cia, Cleopatra se dejó morder por un áspid y murió por el efecto del veneno. Colón, Cristóbal (h. 1451-1506): Navegante genovés, Colón tuvo su primer contacto con el mar a la edad de 14 años. Tras haber leído el relato de los viajes realizados por el navegante Marco Polo, Cristóbal Colón creía que el camino que había seguido para llegar a China, Japón o las Indias podía hacerse también por Occidente. Esta creencia le sería confirmada por el cosmógrafo florentino Paolo Toscanelli, quien aseguraba que la distancia por mar entre el extremo occidental de Europa y el oriental de Asia era pequeña. En 1484, Colón presentó a Juan II, monarca de Portugal, un plan de navegación en el que se defendía la idea de llegar a la tierra de las especias por una nueva ruta que se dirigía hacia el oeste, pero el proyecto fue rechazado. Decidió entonces someterlo al criterio de los reyes de España, Isabel y Fernando, pero el proyecto fue considerado de nuevo como una aventura descabellada. Decepcionado, se refugió en el monasterio de La Rábida, en Huelva, donde los frailes Antonio de Marchena y Juan Pérez le animaron para que lo intentara nuevamente. A finales de 1491, por intercesión de Hernando de Talavera, confesor de la reina Isabel, fue recibido por los Reyes Católicos, quienes esta vez accedieron a sus pretensiones. Colón pidió que se le nombrara almirante, virrey y gobernador de todas las tierras que pudiera descubrir y la décima parte de las rentas que se obtuvieran de su explotación. A pesar de lo exorbitante de sus demandas, los reyes firmaron las Capitulaciones de Santa Fe, en Granada, el 17 de abril de 1492, por las que se le concedieron todas sus peticiones para comenzar el viaje que le llevaría a descubrir América. No obstante, Colón murió sin saber el alcance de su descubrimiento. Confucio (551-479 a.C.): Filósofo chino. Vivió en la época de la decadencia de la dinastía Zhou. De familia noble, dedicó su vida a la enseñanza y al servicio de las instituciones públicas. Su filosofía se caracterizó por la defensa de las antiguas tradiciones y la veneración de los antepasados. Predicó la

existencia de un solo Dios y un emperador al que todos los demás príncipes debían vasallaje. Considerado como uno de los hombres más cultos de su tiempo, sus enseñanzas tuvieron una gran influencia en China y en los países limítrofes. Constantino I el Grande (h. 270-337): Emperador romano. Comenzó su reinado en 306. Obtuvo grandes éxitos militares. En 313 promulgó el Edicto de Milán, en el que se favorecía a los cristianos. En 323 se convirtió al cristianismo y combatió a partir de entonces las demás religiones. Estableció una nueva organización en el imperio romano al separar la administración civil de la militar. En 330 trasladó su capital de Roma a Constantinopla (Bizancio). Murió en combate contra los persas. Cortés, Hernán (1485-1547): Conquistador español, recibió una formación en leyes en la universidad de Salamanca, pero a los 16 años de edad abandonó sus estudios para dedicarse a la vida aventurera. Un accidente ocurrido en Sevilla le impidió embarcarse para América en 1501, pero una vez restablecido se alistó en el ejército que había formado Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, para hacer la campaña de Italia. De nuevo, una enfermedad le retuvo en España, hasta que en 1504 se embarcó por fin hacia América. Ya en la isla de La Española, el gobernador Diego Velázquez le nombró notario y, en 1511, después de una expedición a Cuba, se le concedieron tierras y esclavos indios, otorgándosele el nombramiento de alcalde de Santiago de Baracoa. Así, el gobernador Velázquez le encomendó realizar una expedición a México, hacia donde partió en 1519. Después de múltiples batallas con los indígenas, el 13 de agosto de 1521 conquistó Tenochtitlan y, con el sometimiento de la ciudad y la denominación de Nueva España de las tierras conquistadas, puso fin al imperio de la dinastía de los aztecas. Fue acusado de cometer desmanes y crueldades en sus conquistas, además de apropiarse de cuantas riquezas cayeron en sus manos. Cromwell, Oliver (1599-1658): Político inglés. Tomó partido por el Parla-

mento y al frente de un ejército de puritanos derrotó al ejército realista. En 1649 hizo condenar a muerte al rey Carlos I, proclamó la república (Commonwealth) y asumió todos los poderes. Rechazó el título de rey y se hizo proclamar Lord Protector de Inglaterra, Escocia e Irlanda. Reprimió una rebelión católico-realista en Irlanda. En su dictatorial mandato reorganizó la Iglesia nacional y dio un fuerte impulso al comercio. Danton, Georges-Jacques (1759-1794): Revolucionario francés. Fundó el club de los Cordeliers en 1790. En 1791, tras la huida del rey, fue nombrado ministro de Justicia. Fue uno de los promotores de la formación del tribunal revolucionario y miembro del Comité de Salvación Pública, en el que se encargó de la política exterior. Por su política moderada, fue acusado por Robespierre de traicionar a la república y ejecutado en la guillotina. Darío I (?-486 a.C.): Rey de Persia. Sucesor de Cambises II y padre de Jerjes. Fundó Persépolis y la convirtió en capital de su reino. Sus conquistas llegaron hasta el Indo y a la región de Tracia, en Grecia. Sofocó una rebelión de las ciudades jónicas de Asia menor apoyada por Atenas y en 499 a.C. destruyó Mileto. En 490 a.C. su ejército fue derrotado en Maratón por la escuadra ateniense cuando trataba de pasar a Grecia. Elcano, Juan Sebastián (1476-1526): Navegante español. Elcano se enroló como contramaestre en la expedición de Magallanes y llegó hasta las islas Marianas, conocidas más tarde como Filipinas. Pero en una batalla que tuvieron que librar contra los nativos murió el jefe de la expedición, Magallanes, y Elcano continuó el viaje al mando de la única nave superviviente, la Victoria, que regresó a Sevilla, cargada de especias, el 8 de septiembre de 1522, después de abrir una nueva ruta hacia Oriente y de haber dado la vuelta al mundo. En España, el rey Carlos I lo recibió en Valladolid, concediéndole un escudo de armas. Tres años después, Elcano se embarcó de nuevo en una expedición al mando del comendador García Jofre de Loaisa, que pretendía llegar a las islas Molucas por la misma ruta

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que había descubierto Magallanes. Pero a la mitad del viaje, el día 4 de agosto de 1526, Juan Sebastián Elcano moría en el barco que los conducía al Pacífico. Enrique II Plantagenet (1135-1189): Rey de Inglaterra. Fue además duque de Normandía, conde de Anjou y duque de Aquitania. En 1154 fue proclamado rey de Inglaterra, iniciándose la dinastía de los Plantagenet. Su matrimonio con Leonor de Aquitania le hizo mantener posesiones en Francia, lo que le llevó a enfrentarse al rey francés Luis VII. Centralizó el poder y limitó las prerrogativas de nobles y clérigos. Hizo ejecutar a Tomás Becket, arzobispo de Canterbury, que se había enfrentado a su autoridad. En 1171 conquistó Irlanda y obligó a Escocia y Gales a reconocer su autoridad. Federico I Barbarroja (1122-1190): Emperador de Alemania. En 1155 fue proclamado por el papa Adriano IV emperador del sacro imperio romano germánico. Durante su reinado se sucedieron las luchas entre partidarios del papado (güelfos) y del imperio (gibelinos). Extendió a Italia el dominio germánico, enfrentándose al papado. En 1189 dirigió a los príncipes cristianos en una cruzada contra el sultán turco Saladino I. Murió ahogado al cruzar un río cuando marchaba hacia Jerusalén. Felipe II (1527-1598): Rey de España y Portugal. En 1556 recibió de su padre, Carlos V, la Corona de España, junto a todas sus posesiones de ultramar. Llevó el imperio español a su máximo poder. Sus ejércitos tuvieron que luchar contra Francia, los turcos y los protestantes. En 1588, alegando derechos sucesorios, se anexionó el reino de Portugal. Amplió las posesiones españolas en América y conquistó Filipinas. En 1567 reprimió la rebelión de los moriscos en Granada, decretando su expulsión. Fracasó en su intento de invadir Inglaterra y de sustraer a los Países Bajos de la influencia protestante. Franco, Francisco (1892-1975): Militar y político español. Intervino en la guerra de Marruecos y dirigió en 1934 la represión del movimiento revolucionario de Asturias. Tras el triunfo del Frente Popular en 1936 se

unió al levantamiento que derrocó a la República. Después de tres años de guerra civil asumió todos los poderes del Estado e instauró un régimen autoritario que acabó con las libertades políticas. Sometido a bloqueo por su apoyo a los países del Eje, su régimen logró a partir de la década de 1960 una cierta recuperación económica. En 1969 nombró sucesor al príncipe Juan Carlos de Borbón, con título de rey. Murió en 1975 cuando su régimen mostraba claros síntomas de descomposición. Franklin, Benjamin (1706-1790): Científico, filósofo y político estadounidense. Elegido diputado en el primer Congreso de los Estados Unidos, participó en las negociaciones para la alianza con Francia y la paz con Inglaterra. Junto con Jefferson y Adams redactó la declaración de independencia (1776). Como científico hizo numerosos estudios y fue el inventor del pararrayos. Sus escritos más conocidos son: La ciencia del tío Ricardo y El camino de la riqueza. Adoptó y popularizó la frase “time is money” como lema de su filosofía de la vida. Fujimori, Alberto (1938): Político peruano, fundador de la agrupación política Cambio 90. En 1990 sucedió a Alan García en la presidencia de su país, al lograr imponerse en la segunda vuelta electoral al novelista Mario Vargas Llosa, candidato por el conservador Frente Democrático; dos años más tarde disolvió el Congreso y convocó a un referéndum. A partir de entonces impulsó una serie de reformas, entre las que destaca la de la Constitución, y se enfrentó con éxito a las acciones del grupo guerrillero Sendero Luminoso. Gadaffi, Muammar el (1942): Político libio. Participó en el golpe de estado que derrocó al rey Idris de Libia en 1969. Asumió a partir de entonces los cargos de presidente del consejo revolucionario y de jefe del gobierno. Preconizó una tercera vía de desarrollo frente al comunismo y al capitalismo. Se opuso a la paz con Israel y se enfrentó a Occidente y a los países árabes moderados. Acusado de proteger el terrorismo, su país fue bombardeado por Estados Unidos en 1986. En 1989 integró a Libia en la Unión del Magreb.

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Gandhi, Mahatma (1869-1948): Nacionalista indio. Estudió derecho en Londres y ejerció la abogacía en Bombay. En 1893 encabezó la lucha contra la discriminación de los asiáticos en África del Sur. En 1920 inició una campaña contra el imperialismo británico y por la independencia, empleando métodos de resistencia pasiva, el ayuno y la desobediencia civil, acciones que le reportaron un gran apoyo popular. Fue detenido en varias ocasiones, pero, debido en gran parte a su labor, en 1947 Gran Bretaña reconoció la independencia de la India. Gandhi fue víctima de un atentado mortal en 1948. Garibaldi, Giuseppe (1807-1882): Político y militar italiano. Huyó a Brasil perseguido por sus acciones en el movimiento Joven Italia. Tras luchar en este país con los republicanos volvió a su patria para dirigir en 1849 las fuerzas republicanas de Mazzini, pero fue derrotado y huyó a Estados Unidos. Diez años después regresó y luchó en Lombardía al frente de los “camisas rojas”. En 1860 derrocó al rey de Nápoles y se hizo nombrar dictador del reino de las Dos Sicilias. Persiguiendo su ideal de la unidad italiana ofreció sus posesiones a Víctor Manuel y se retiró de la política. Gaulle, Charles de (1890-1970): Militar y político francés. En 1940, tras la derrota del ejército francés en plena segunda guerra mundial, se refugió en Londres, donde fundó el Movimiento pro Francia Libre. Una vez liberada Francia, se hizo cargo del gobierno provisional. Ante las disensiones partidarias renunció a su cargo, retirándose a escribir sus memorias. En 1959 fue llamado para solucionar la crisis de Argelia y posteriormente fue elegido presidente de la V República. Reelegido en 1965, hizo frente con éxito a la crisis de mayo del 68, pero dimitió al año siguiente al perder en el referéndum sobre su proyecto de regionalización y reforma del Senado. Gorbachov, Míjail (1931): Político soviético. Miembro del comité central del PCUS desde 1971 y del Politburó desde 1980. En 1985 fue elegido secretario general del Partido Comunista. Partidario de la liberalización y de la transparencia, firmó en 1987

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el primer tratado de desarme nuclear con Estados Unidos. Recibió en 1990 el premio Nobel de la paz por sus actividades encaminadas a la distensión. Tras el intento de golpe de estado de 1991 disolvió el PCUS. En 1991, debilitado por el desmembramiento de la Unión Soviética, dimitió de sus cargos. Guevara, Ernesto “Che” (1928-1967): Político cubano de origen argentino. En México conoció a Fidel Castro y se unió a la campaña de Sierra Maestra contra Batista. Tras el triunfo de la revolución, desempeñó importantes responsabilidades en Cuba (Ministerio de Economía y ministro de Industria). En 1965 cesó de todos los cargos y se incorporó a la lucha guerrillera. Murió en 1967 como consecuencia de un enfrentamiento con el ejército boliviano. Hiro-Hito (1901-1989): Emperador de Japón, padre de Aki-Hito. Accedió al trono en 1926. Su política militarista y expansionista llevó a su país a entrar en la segunda guerra mundial, tras el bombardeo de la aviación japonesa a Pearl Harbor en 1941. Después de la victoria aliada, el emperador tuvo que renunciar a su mandato absoluto y teocrático y aceptar el régimen de monarquía constitucional. Hitler, Adolf (1889-1945): Político alemán. Originario de Austria. Fundó el NSDAP (Partido Nacional Socialista Alemán) en Munich. En 1925 publicó Mein Kampf (Mi lucha), donde sentó las bases de su doctrina. Su creciente influencia culminó al ser nombrado canciller por el presidente Hindenburg. A partir de 1934 asumió las funciones presidenciales, disolvió el Parlamento y acabó con las libertades políticas y civiles. Su política racista lo llevó a crear campos de concentración para el exterminio de los judíos y otras minorías. En 1937 denunció el tratado de Versalles e inició una política expansionista que lo llevaría a la guerra. En 1945, ante la derrota de Alemania por los aliados, se suicidó en un búnker de Berlín. Ho Chi-Minh (1890-1969): Político vietnamita. Fundó el Partido Comunista Indochino en 1930 y en 1941 el Vietminh. Una vez terminada la segunda guerra mundial continuó la lucha contra los franceses, a los que expul-

só del norte del país. Al comenzar la guerra en Vietnam del sur brindó su apoyo al Frente de Liberación Nacional (FLN) y condenó la intervención de Estados Unidos. Fue elegido presidente de Vietnam del norte en 1951, cargo que revalidaría en 1960. Hugo Capeto (h. 941-996): Rey de Francia. Sucedió en 987 a Luis V, último rey de la dinastía carolingia. Tuvo que defender su trono de las intrigas del sacro imperio y de los pretendientes carolingios. Para congraciarse con los nobles y el clero se vio obligado a concederles extensos feudos. Transmitió el trono a su hijo Roberto (Roberto II), consolidando así la dinastía de los Capetos. Hussein, Sadam (1935): Político iraquí. Secretario general del partido Ba’at a partir del golpe de 1968, desempeñó importantes cargos en el Estado. En 1979 sucedió a Hassan alBakr en el poder. En 1980 atacó a Irán, iniciando una guerra que duraría hasta 1988. En 1990 invadió Kuwait, siendo obligado a abandonarlo al ser derrotado su ejército por una fuerza multinacional dirigida por Estados Unidos (guerra del Golfo). Posteriormente tuvo que hacer frente a rebeliones kurdas y chiítas en el interior del país y a un bloqueo internacional. Inocencio III (1160-1216): Papa. Fue elegido en 1198. Tomó parte en la lucha de las investiduras, coronando primero (1209) y excomulgando después (1210) a Otón IV. Intentó acabar con la influencia de los reyes sobre la Iglesia. Dio su apoyo a las órdenes mendicantes fundadas por san Francisco de Asís y por santo Domingo Guzmán. Organizó tres cruzadas: la IV a Tierra Santa, la cruzada contra los musulmanes en España (batalla de las Navas de Tolosa) y la cruzada contra los albigenses. En 1215 convocó el IV Concilio de Letrán, cumbre de la teocracia papal. Jomeini, Ruhollah (1900-1989): Dirigente político y religioso iraní. Ayatollah de la doctrina musulmana chiíta, a partir de 1978 se convirtió en dirigente político y líder espiritual de su pueblo y pasó a dirigir desde el exilio un movimiento revolucionario que acabaría con el derrocamiento de la monarquía Pahlawi. Retornó a Irán

en 1979, donde impuso un régimen fundamentalista, basado en la estricta observancia de los preceptos islámicos. Jruschov, Nikita (1894-1971): Político soviético. Dirigió la guerra de guerrillas en Ucrania durante la invasión alemana. Miembro del presidium del Soviet supremo desde 1952, se convirtió al año siguiente, al morir Stalin y renunciar Malenkov, en primer secretario del comité central del Partido Comunista de la URSS. En 1958 fue designado jefe de gobierno. Su condena al culto de la personalidad de Stalin creó una fuerte convulsión en el movimiento comunista. En 1962 tomó la decisión de retirar las bases de misiles en Cuba, evitando así una peligrosa confrontación con Estados Unidos. Juan XXIII (Angelo Giuseppe Roncali) (1881-1963): Papa. Tras diversas misiones diplomáticas en Bulgaria, Grecia, Turquía y París, fue elegido pontífice de la Iglesia católica en 1958. Persona de talante sereno y bondadoso, durante su breve pontificado, que tan sólo duró cinco años, convocó el concilio Vaticano II y puso en marcha una notable labor reformadora y actualizadora de la Iglesia, conocida con el nombre de aggiornamento. Mantuvo una constante actitud de acercamiento hacia los cristianos no católicos y favoreció la independencia de la Iglesia frente a la política. Entre sus encíclicas, que lograron una gran acogida en todos los ámbitos, destacan Mater et magistra y Pacem in terris. Juan Carlos I (1938): Monarca español. Hijo de don Juan de Borbón y nieto del rey Alfonso XIII, se educó en España durante la dictadura franquista. En 1962 contrajo matrimonio con la princesa Sofía de Grecia. En 1969 fue designado como sucesor en la jefatura del Estado. Tras la muerte del general Franco fue proclamado rey en 1975. A partir de esa fecha, y tras la renuncia de su padre a los derechos sucesorios, impulsó la transición del régimen a la normalidad democrática. Dicho proceso culminó con la Constitución de 1978, que consolidó la monarquía parlamentaria como forma de Estado. En 1981 contribuyó a desbaratar un golpe de estado en-

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caminado a alterar la normalidad democrática. Juan Pablo II (Carol Wojtila) (1920): Papa. Impartió magisterio en la facultad de teología de Cracovia. Con posterioridad fue nombrado arzobispo (1964) y cardenal (1967) de la misma ciudad. En 1978 fue elegido para el solio pontificio. Su papado se ha caracterizado por una postura conservadora en la moral individual y por una posición más abierta en las cuestiones sociales. En 1981 sufrió un grave atentado, que no le impidió su posterior actividad pastoral. Gran viajero, ha publicado varias encíclicas con sus enseñanzas doctrinales. Juárez, Benito Pablo (1806-1872): Político mexicano, considerado como el artífice del moderno estado de México. Licenciado en leyes en 1834, fue miembro del Congreso (1846) y gobernador de Oaxaca, su estado natal. Tras un destierro de dos años en Cuba volvió a su país y ocupó, por designio de Comonfort, el ministerio de Justicia desde el cual emprendió una labor legislativa que culminó en la Constitución liberal de 1857. Retirado el apoyo de Comonfort, Juárez fue encarcelado, lo que provocó graves revueltas que culminaron en una guerra civil. Finalizada ésta, Juárez asumió la presidencia de su país (1858), con el reconocimiento posterior de Estados Unidos, e inició su política reformista. La oposición conservadora facilitó entonces la invasión de México por parte de Francia. Napoleón III pretendía instaurar en México una monarquía y entronizar en ella al archiduque austríaco Maximiliano, pero las presiones europea y estadounidense forzaron la retirada de las tropas francesas. Maximiliano fue fusilado y Juárez fue reelegido presidente de la república en 1871. Tras contener diversos pronunciamientos, entre ellos uno de Porfirio Díaz, Juárez murió repentinamente, sin poder concluir su mandato. Justiniano (482-565): Emperador de Bizancio. Sucedió a Justino I en 527. Se apoyó en su esposa, Teodora, para el gobierno interno del imperio y su política exterior fue encomendada a los generales Belisario y Narsés. Sus victoriosos ejércitos rechazaron a los persas, acabaron con el reino vánda-

lo del norte de África (535), conquistaron Italia (553) y se establecieron en la zona sudoriental de Hispania (554). Destaca su labor legislativa, recopilada en el Corpus Iuris Civilis, cuya influencia en los ordenamientos jurídicos de Occidente fue enorme. Kennedy, John Fitzgerald (1917-1963): Político estadounidense. Diputado (1947) y senador (1952) por el Partido Demócrata, resultó elegido en las elecciones presidenciales de 1960 frente al candidato republicano Richard Nixon. En 1962 provocó una crisis internacional con el bloqueo de Cuba ante el intento por parte de la URSS de introducir en la isla armas nucleares. Murió en Dallas en 1963 víctima de un atentado. Lenin, Vladímir Ilich Uliánov (18701924): Político y revolucionario ruso. Fue desterrado a Siberia en 1891 por sus actividades contra el zar. Liberado un año después, tomó el camino del exilio y se convirtió en dirigente de la tendencia socialista radical. En 1917 regresó a Rusia y al frente del partido bolchevique derrocó al gobierno de Kerensky. Nombrado presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo, negoció con Alemania la paz. Entre 1919 y 1920 tuvo que hacer frente a los intentos contrarrevolucionarios del ejército blanco. Se mantuvo en el poder hasta su muerte. Sus libros más notables son: Materialismo y criticismo empírico, El imperialismo, Fase superior del capitalismo y El estado y la revolución. Luis XIV (1638-1715): Rey de Francia. Conocido como el Rey Sol, personificó el apogeo del absolutismo. Heredó el trono a los cinco años, por lo que su madre, Ana de Austria, con el apoyo del cardenal Mazarino, desempeñó la regencia durante la minoría de edad del joven monarca. Mayor de edad en 1661, tuvo que luchar durante su reinado contra Inglaterra, Suecia y los Países Bajos. Se apoderó de Flandes y de Alsacia, y participó en la guerra de sucesión española para apoyar la instauración de la casa de Borbón en España. Luis XVI (1754-1793): Rey francés. Nieto de Luis XV, al que sucedió en el trono en 1774. Contrajo matrimonio con María Antonieta. Durante su reinado, muy impopular, ya que buscó apoyo

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sólo en las clases altas, el pueblo se levantó y tomó la Bastilla en 1789 (revolución francesa). Trató de abandonar París para, apoyado por el ejército, dirigir la contrarrevolución, pero fue detenido. En 1792, la Convención, tras abolir la monarquía, lo condenó a muerte por medio de un tribunal revolucionario. Fue guillotinado al año siguiente. Lutero, Martín (1483-1546): Reformador religioso alemán. Inició la Reforma protestante. Denunció los abusos de la Iglesia de su tiempo (la autoridad del Papa, el valor de las indulgencias y demás prerrogativas eclesiásticas), y en 1520 publicó De la libertad del cristiano, donde defendía la salvación por la fe. Fue excomulgado y comenzó a organizar su propia Iglesia. Tradujo la Biblia al alemán (15211534). Madero, Francisco Ignacio (1873-1913): Político mexicano. Tras la revolución de 1910 y el posterior exilio de su principal oponente, Porfirio Díaz, Madero accedió a la presidencia de la república en noviembre de 1911. Apoyado inicialmente por Zapata, fue acusado por éste de no cumplir los compromisos contraídos con anterioridad a su acceso al poder y de poner en práctica una política demasiado conciliatoria. Traicionado por Victoriano Huerta, futuro presidente de la nación, Madero fue asesinado. Magallanes, Fernando de (h. 14801521): Navegante portugués. En 1505 partió en una expedición, al mando de Francisco de Almeida, virrey del lejano Oriente, para frenar el avance musulmán en África y en la India. En 1508 intervino en la batalla de Diu, en la India, y en 1511 luchó, junto al nuevo virrey Alfonso de Albuquerque, en la toma de Malaca. En 1512 se alistó en el ejército y combatió contra los moros en la ciudad de Azamor, en cuya batalla resultó herido en una pierna, quedando cojo para siempre. El rey de Portugal, Manuel I, se negó a aumentarle su pensión y, por tanto, el ascenso de grado, por lo que Magallanes decidió marcharse a España y ofrecer sus servicios al rey Carlos I. Los españoles querían encontrar un canal que uniese los océanos Atlántico y Pacífico para poder dirigirse a la India sin necesidad de cru-

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zar el cabo de Buena Esperanza, que estaba bajo el dominio de los portugueses. Magallanes se ofreció a realizar la expedición. El 20 de septiembre de 1519 partió de Sanlúcar de Barrameda con cinco naves y 270 hombres. Después de padecer muchas calamidades, motines de la tripulación y diversas enfermedades, que fueron rebajando los ánimos y diezmando a los tripulantes, en el mes de marzo de 1521 desembarcó en Guam, una de las islas Marianas. Murió el 27 de abril de 1521 en el transcurso de una batalla contra los nativos. Mahoma (h. 570-632): Fundador de la religión musulmana. A los 40 años creyó ver la aparición del arcángel Gabriel, del que recibió la orden de luchar contra la idolatría. Su doctrina, basada en tradiciones judaicas y cristianas, afirmaba la existencia de un solo dios, Alah, considerándose a sí mismo como su profeta en la Tierra. En 622, perseguido por sus enseñanzas, huyó de La Meca a Medina. Ese año se ha tomado como referencia para el comienzo del calendario musulmán. En 630 tomó La Meca, la declaró ciudad santa e inició un proceso de expansión predicando la guerra santa (yihad). Manco Inca (h. 1500-1544): Rey inca. Hermano de Huáscar y Atahualpa, fue nombrado legítimo heredero de los incas por Pizarro a la muerte de este último. Se alió con los españoles, a los que en un principio acogió como libertadores. Al darse cuenta de la intención de Pizarro de quedarse en el Cusco encabezó una rebelión que fue sofocada con dificultades por Almagro. Tras la derrota se refugió en la zona de Vilcabamba, donde trató de reconstruir el estado inca. Murió asesinado por un español en 1544. Mandela, Nelson (1918): Político sudafricano. Fue uno de los fundadores del Congreso Nacional Africano, creado para luchar contra la política discriminatoria de apartheid. En 1964, como consecuencia de sus acciones de resistencia pacífica, fue condenado a cadena perpetua. Su condena desencadenó protestas en todo el mundo y le hizo acreedor de diversos premios de los organismos internacionales. Fue liberado en 1990, tras

pasar 28 años en prisión. En 1993 recibió el premio Nobel de la paz, conjuntamente con De Clerk, antiguo presidente sudafricano. Mandela fue elegido presidente por amplia mayoría en las elecciones libres de 1994. Mao Zedong (1893-1976): Político chino. Fue uno de los fundadores del Partido Comunista Chino en 1921. Se unió con Chang Kai-shek en la lucha contra la invasión japonesa de 1937. Tras tres años de guerra civil, en 1949 consiguió ocupar toda la China continental, obligando a Chang Kai-shek a recluirse en Taiwán. Elegido en 1954 presidente de la República Popular, se hizo cargo también de la dirección del partido y del ejército. A partir de 1966 impuso la llamada revolución cultural, que fue muy criticada a su muerte. Marco Antonio (82-30 a.C.): General romano. Le correspondió el gobierno de la Galia en el segundo triunvirato que formó junto a Octavio y Lépido para gobernar Roma. En un primer momento se alió con Octavio para derrotar a Lépido. Seducido por Cleopatra, con la que tuvo tres hijos, se unió a ella desoyendo la orden de combatirla. El Senado romano lo destituyó y envió un ejército contra él dirigido por Octavio. Derrotado en la batalla de Accio, se suicidó. A su muerte, Octavio se convirtió en el primer emperador romano. Marx, Karl (1818-1883): Filósofo, economista y político alemán. En 1844 conoció a Engels, con el que mantuvo una provechosa colaboración. Juntos redactaron el Manifiesto comunista (1848). En 1849, Marx se exilió en Londres, donde produjo la mayor parte de su obra teórica. Es el creador del materialismo dialéctico y padre del marxismo. Los economistas clásicos, como Adam Smith y Ricardo, por una parte, y los socialistas utópicos, como Feuerbach y Saint-Simon, por otra, influyeron en su pensamiento. Entre sus escritos destaca El capital (1876). Mazarino (1602-1661): Cardenal italiano y estadista francés. Estudió en España en las universidades de Alcalá y Salamanca. Fue nuncio en París de 1634 a 1636. Entró al servicio de la diplomacia francesa de la mano del cardenal Richelieu, que le designó su su-

cesor. Trabajó al servicio de la reina regente Ana de Austria y posteriormente de Luis XIV. Diplomático hábil, pero impopular, fue uno de los artífices del tratado de Westfalia, que puso fin a la guerra de los treinta años. Meir, Golda (1898-1978): Política israelí. De ascendencia rusa, emigró a Estados Unidos a los ocho años. Fue una de las promotoras del movimiento sionista y pronto marchó a Israel. Allí participó en el gobierno, en el que desempeñó los cargos de ministra de Trabajo (1949) y de Asuntos Exteriores (1956). En 1965 se convirtió en primera ministra, tras suceder a David Ben Gurión. Después de la guerra árabe-israelí de 1973, por la que fue blanco de las críticas de la oposición y de su ministro de Defensa, Moshe Dayan, dimitió de su cargo y se retiró de la vida pública. Mussolini, Benito (1883-1945): Político italiano. Fundó en Milán los primeros grupos de choque fascistas en 1919. En 1922 organizó la marcha de sus partidarios sobre Roma y el rey le encargó formar gobierno. A partir de 1925, ya en el poder, disolvió los partidos políticos. Adoptó una política exterior imperialista e hizo frente común con Alemania en la segunda guerra mundial. Destituido por el rey tras la invasión de Sicilia por los aliados, proclamó en el norte del país, apoyándose en Alemania, la República Social Fascista Italiana. En 1945 fue capturado y ejecutado por la guerrilla cuando intentaba huir del país. Nabucodonosor II (h. 630-562 a.C.): Rey babilónico desde el 604 a.C. Destacó por sus conquistas guerreras y por el fomento de las obras públicas. Llevó a cabo una política de expansión por Siria y Palestina. Sus ejércitos entraron en Jerusalén, destruyeron el templo y llevaron a miles de judíos cautivos a Babilonia. Mandó reconstruir los templos de Babilonia y canalizar el Éufrates. A su reinado se atribuye la creación de los famosos jardines colgantes, considerados por los griegos como una de las maravillas del mundo. Napoleón Bonaparte (1769-1821): Emperador de Francia. Fue nombrado general de división y jefe del ejército de Italia en 1796. Amparándose en su prestigio militar derrocó al Directo-

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rio en 1799, instaurando el Consulado dirigido por él. En 1804, el papa Pío VII le nombró emperador. Se casó en segundas nupcias con María Luisa de Austria, con la que tuvo un hijo. Quiso formar un imperio continental unificado, lo que le enfrentó a las demás potencias europeas. En un principio, los resultados militares le fueron favorables, pero debilitado por la campaña en Rusia, terminó siendo derrotado y en 1815 fue obligado a abdicar y se retiró a Elba. Un intento postrero de reverdecer su gloria –los llamados cien días– acabó en la derrota de Waterloo, esta vez definitiva. Fue desterrado a la isla de Santa Elena, donde murió. Nerón (Lucio Domicio Enobarbo) (3768): Emperador romano. Hijo de Agripina. Al morir Claudio en el año 45 fue proclamado emperador por el Senado y los pretorianos. Tuvo como preceptor a Séneca, pero, desoyendo sus enseñanzas, gobernó con crueldad y arbitrariedad. Hizo asesinar a su madre y a su esposa e invitó al suicidio a Séneca. Incendió Roma y acusó de ello a los cristianos, que sufrieron la primera persecución de su historia. Se dio muerte en el año 68 cuando iba a ser capturado por Galba. Nixon, Richard (1913-1994): Político estadounidense. Hizo su carrera política en el Partido Republicano. Fue vicepresidente con Eisenhower (19531961) y perdió las elecciones presidenciales de 1960 contra Kennedy. Fue elegido presidente en 1968, mandato que renovó en 1972. Su política se caracterizó por una gran labor en pos de la distensión, fruto de sus dos viajes a Moscú y a Pekín. Puso fin a la guerra de Vietnam. En 1974 dimitió a raíz de su implicación en el “caso Watergate”, un intento de espionaje al Partido Demócrata. Octavio Augusto (63 a.C.-14 d.C.): Sobrino nieto de Julio César, fue el primer emperador de Roma, tras la disolución del triunvirato formado por él, junto con Lépido y Marco Antonio. Durante su mandato se inició un período de prosperidad y de paz (pax romana) y se llevó a cabo una importante reforma administrativa territorial del imperio. A su muerte fue venerado como un dios.

O’Higgins, Bernardo (1778-1842): General y político chileno. Participó en la junta que gobernó Chile en 1810 durante el cautiverio de Fernando VII. En 1814 fue nombrado jefe de los ejércitos. Se incorporó a las tropas de San Martín en los Andes, que llevarían a cabo la liberación del país, y, por sugerencia de éste, fue nombrado director supremo de la nación chilena. En 1818 proclamó la independencia de Chile. Con motivo del levantamiento de Freire de 1822 renunció al poder y se exilió en Perú. Paz Estenssoro, Víctor (1907): Político boliviano. En 1941 fundó el Movimiento Nacionalista Revolucionario, cuya presidencia ostentó hasta 1990. En 1943 fue ministro de Hacienda y nueve años después, presidente de la República. Al término de su mandato, durante el cual se aprobó el sufragio universal en el país, fue embajador en el Reino Unido. Reelegido en 1960, fue derrocado cuatro años más tarde y elegido de nuevo en 1985. Pericles (495-429 a.C.): Estadista y estratega ateniense. Alentó el panhelenismo bajo la autoridad de Atenas y se enfrentó a los persas y a la hegemonía espartana. Llevó la democracia griega a su máxima expresión. Defensor de las artes y las letras, durante su mandato Atenas vivió un período de esplendor cultural inigualable, que fue conocido como “el siglo de Pericles”. Perón, Juan Domingo (1895-1974): Político y militar argentino, fundador del justicialismo, programa económico, político y social de carácter populista, implantado en Argentina desde el acceso de su creador a la presidencia del país (1946). Perón fue ministro de la Guerra y vicepresidente del gobierno (1944), cargos de los que fue destituido poco antes de las elecciones presidenciales que le otorgarían el mando de la nación. Durante su mandato luchó contra las oligarquías y contra las potencias exteriores, trató de fomentar la industria y nacionalizó diversos sectores. A partir de la década de los 50, la crisis económica provocó una creciente oposición al régimen, que fue derrocado en 1955. Tras un período de exilio en España, el triunfo del Frente Justicialista de

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Liberación, dirigido por Héctor Cámpora, permitió el regreso de Perón a su país y su reelección como presidente (1973). A su muerte (1974) le sucedió al frente de la nación su viuda, María Estela Martínez, hasta que en 1976 se estableció un gobierno militar. Pinochet, Augusto (1915): Militar y político chileno. Graduado en la Academia Militar de Chile, en 1970 fue ascendido a general. Ocupó la jefatura del Estado Mayor del ejército y en 1973 encabezó un golpe de estado que derrocó al presidente Salvador Allende. A partir de entonces tomó el mando del país, revalidando su autoridad mediante un plebiscito en 1981. En 1989 perdió la consulta electoral que decidiría su continuidad y fue sustituido en la presidencia por Patricio Alwyn. Siguió conservando a partir de entonces el mando de las fuerzas armadas. Pizarro, Francisco (1478-1541): Conquistador español, en 1502 partió rumbo a La Española. Entre 1519 y 1523 desempeñó los cargos de regidor, encomendero y alcalde de la ciudad de Panamá. A los 46 años de edad, en 1523, junto con Diego de Almagro y el clérigo Hernando de Luque, comenzó a preparar una expedición por la costa oeste de Sudamérica, que se iniciaría un año más tarde. Después de padecer numerosas penalidades y perder muchos hombres, el nuevo gobernador de Panamá le ordenó que abandonase la empresa. Pero Pizarro, trazando una línea con su espada en el suelo, invitó a cruzarla a los hombres que desearan la fortuna y la gloria. Sólo trece cruzaron la raya, y con ellos y con el apoyo de Carlos I (V de Alemania) llegó a unas nuevas tierras que bautizó con el nombre de Perú. Tras enfrentarse con el emperador de los incas, Atahualpa, hacerlo prisionero y ejecutarlo, Pizarro se ocupó de consolidar su poder en el Perú. Pero se enfrentó a Diego de Almagro, y le ordenó que partiera a la conquista de Chile. A su regreso, Almagro quiso apoderarse de Cusco, pero fue derrotado y ejecutado. Entonces, los partidarios de Diego de Almagro se agruparon en torno a su hijo y dieron muerte a Francisco Pizarro.

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Rabín, Isaac (1922-1995): Político y militar israelí. Fue ministro de Defensa (1984-1990) y primer ministro de su país, al frente del Partido Laborista, en dos ocasiones (1974-1977; 19921995). Su labor de acercamiento a la OLP y en favor de la pacificación de Oriente próximo llevó a la firma en Washington en 1993 de los acuerdos de paz que oficialmente ponían fin al conflicto entre judíos y árabes en Palestina. En 1994 le fue concedido el premio Nobel de la paz, junto a Yasser Arafat y Shimon Peres. Murió asesinado en Tel Aviv por un extremista judío. Ramses II (?-1233 a.C.): Faraón de Egipto de la XIX dinastía. Hijo de Seti I. Llamado Sesostris por los griegos. Su reinado estuvo jalonado por hechos guerreros y por la construcción de grandes obras públicas. Rechazó una invasión de los pueblos del mar en el delta del Nilo. Se enfrentó a los hititas, a los que venció en el 1294 a.C. en la batalla de Kadesh, sometiendo después las regiones de Palestina y Siria. Oprimió al pueblo judío, lo que determinó su éxodo en el reinado de su sucesor. Reagan, Ronald (1911): Político estadounidense. Actor de cine de 1937 a 1964. Miembro del Partido Republicano, fue elegido gobernador de California durante dos mandatos consecutivos (1966 a 1974). Fue nominado candidato para las elecciones presidenciales en 1980, en las que se apoyó en los sectores más conservadores del partido. Derrotó al candidato demócrata Jimmy Carter e inició una presidencia caracterizada por el liberalismo económico, el rearme y la intransigencia frente a la Unión Soviética. Fue reelegido en 1984. Moderó su política internacional en su segundo mandato y firmó con Gorbachov el primer tratado sobre desarme nuclear. Reyes Católicos (Isabel –1451-1504– y Fernando –1452-1516–): Isabel era hija de Juan II, rey de Castilla. Al morir éste se proclamó reina de Castilla después de derrotar a los partidarios de Juana la Beltraneja, hija de Enrique IV. Contrajo matrimonio con Fernando, futuro rey de Aragón, y su unión posibilitó la unificación de ambos reinos y, en consecuencia, de casi

toda España. Gobernaron juntos y lucharon contra el poder de la nobleza. Isabel dio su apoyo a la expedición de Cristóbal Colón, que llegó a América en 1492. En las mismas fechas, los Reyes Católicos expulsaron a los judíos y acabaron con la presencia musulmana en España al conquistar el reino de Granada. El papa Inocencio VIII les concedió el título de católicos. Richelieu, cardenal de (1585-1642): Estadista francés, obispo de Luçon en 1607. En 1614 fue elegido representante eclesiástico ante los Estados Generales, y posteriormente consejero de la reina regente, miembro del Consejo Real y secretario de Estado para la Guerra, en 1616. En 1622 fue nombrado cardenal, y dos años más tarde secretario de Estado y presidente del Consejo Real. Fue designado primer ministro en 1628. Richelieu impulsó la producción, el comercio y las colonias que Francia poseía en ultramar, y procuró consolidar el poder de la monarquía francesa frente a la pujante dinastía de los Habsburgo (Austria, en España). Fue uno de los protagonistas de la guerra de los treinta años. Robespierre, Maximilien de (17581794): Revolucionario francés. Representante del tercer estado en los Estados Generales de 1789, fue diputado de la Convención en representación de París y obtuvo una gran popularidad como representante del ala extremista o “de la montaña”, lo que le permitió derrotar al sector moderado de los girondinos. Dirigió el Comité de Salvación Pública y, tras hacer ejecutar a los contrarios a su política, se convirtió en el jefe único del gobierno revolucionario, conocido como “el Terror”. La unión de toda la oposición consiguió vencerlo y fue guillotinado en 1794. Roosevelt, Franklin Delano (18821945): Político estadounidense. Gobernador de Nueva York en 1929. Fue elegido presidente de la nación en 1933, siendo reelegido en otras tres ocasiones (1936, 1940 y 1944). Tuvo que hacer frente a un país sumido en la depresión, al que intentó levantar apoyándose en la doctrina del New Deal. Su política exterior se caracterizó por la cooperación internacional. Abandonó la política aislacionista y

se sumó a la segunda guerra mundial tras el ataque japonés a Pearl Harbor. Salomón (1032-975 a.C.): Rey de Israel. Hijo y sucesor de David. Durante su reinado, Israel llegó a su máximo esplendor. Hizo construir el templo de Jerusalén. Conocido por su sabiduría, impulsó el comercio, conservó la paz y su reino llegó a acumular gran cantidad de riqueza. Entre las obras que se le atribuyen destacan: El Eclesiastés y El cantar de los cantares. San Martín, José Francisco de (17781850): Héroe de la liberación latinoamericana, nacido en Corrientes (Argentina). Combatiente en la guerra de independencia española, regresó al Virreinato del Río de la Plata para luchar por la emancipación. En 1813 se hizo con el mando del ejército del norte, que luchaba por la liberación del Virreinato del Perú, acogió en su seno a los restos de las tropas chilenas de O’Higgins, derrotado en Rancagua, y organizó el ejército de los Andes. Tras la proclamación de la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata (1816) se dirigió a Chile. Venció en la batalla de Maipú y poco después consagró la independencia del Perú, donde adoptó el título de Protector. Se entrevistó con Bolívar en Guayaquil, sin conseguir, al parecer, acuerdo alguno. A su vuelta a Lima renunció al título de Protector y abandonó la actividad política. Somoza Debayle, Anastasio (19251980): Conocido como “Tachito”, era hijo y hermano, respectivamente, de los ex presidentes Anastasio Somoza y Luis A. Somoza Debayle. Elegido presidente para el período 1967 a 1972, ocupó de nuevo la presidencia desde 1974 hasta 1979. Su impopular política propició su derrocamiento por la guerrilla sandinista del FSLN. Exiliado en Miami, Bahamas y Paraguay, un atentado acabó con su vida en este último país. Stalin, Josif (1879-1953): Político soviético. Fue comisario del pueblo para Nacionalidades entre 1917 y 1922 y formó parte de la secretaría del comité central del PCUS. Una vez muerto Lenin, se hizo con el poder dentro del partido. Su política económica se caracterizó por el impulso a la industria pesada mediante los Planes Quin-

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quenales. En 1939 se repartió Polonia tras firmar un pacto con la Alemania de Hitler. Sin embargo, en 1941 hizo frente con éxito a la invasión alemana. Durante la posguerra desempeñó un importante papel en la consolidación de la Unión Soviética como potencia mundial. Stroessner, Alfredo (1912): Militar y político paraguayo. Fue nombrado jefe de las fuerzas armadas en 1951. Desempeñó un papel relevante en la rebelión contra Federico Chávez en 1954. Tras el derrocamiento de éste, Stroessner fue nombrado presidente en representación del Partido Colorado. A partir de entonces fue reelegido en siete ocasiones, la última en 1983. En 1989, tras un golpe de estado, fue sustituido por Andrés Rodríguez. Sucre, Antonio José de (1795-1830): General venezolano, héroe de la independencia latinoamericana. Tomó parte en la lucha por la liberación de Venezuela y Colombia. Fue lugarteniente de Bolívar, con el que compartió el destierro en las Antillas. En 1822 derrotó a los realistas en Pichincha, victoria que supuso la liberación de Ecuador. En 1824 obtuvo la victoria de Ayacucho, que marcó el final de la dominación española en el continente americano. Proclamó la independencia de Bolivia, como estado diferenciado de Perú y de las Provincias Unidas del Río de la Plata, siendo elegido presidente vitalicio en 1826. Dimitió de su cargo al año y medio y se retiró a Ecuador, donde tuvo que hacer frente a la invasión peruana. Murió asesinado cuando intentaba evitar la secesión de Ecuador de la República de la Gran Colombia. Teodosio I (347-395): Último emperador del imperio romano unificado. Adoptó el cristianismo como religión oficial y consiguió detener el avance de los bárbaros. A su muerte, el imperio quedó dividido entre sus hijos Honorio (Occidente) y Arcadio (Oriente). Thatcher, Margaret (1925): Política británica. En 1969 se convirtió en portavoz del Partido Conservador en asuntos de enseñanza y en el período 1970-1974 fue titular de la cartera de Educación. En 1979 ganó las eleccio-

nes como líder del Partido Conservador, convirtiéndose en jefe de gobierno. A partir de entonces gozó de tres mandatos consecutivos. Su política económica, basada en el liberalismo a ultranza, la llevó al enfrentamiento con los sindicatos. La firmeza con que gobernó le valió la denominación de la “dama de hierro”. En 1990 dimitió tras un resultado adverso en las elecciones municipales. Tito (Josip Broz) (1892-1980): Político yugoslavo. Dirigió la guerrilla comunista contra la ocupación alemana. Al término de la contienda desplazó al general Mijailovich y se hizo con las riendas del poder. Adoptó una política exterior de independencia respecto a Moscú, lo que le valió la enemistad de Stalin y la expulsión del Kominform en 1948. En política económica adoptó el sistema de autogestión obrera. La reforma constitucional de 1974 le concedió poder vitalicio. Torrijos, Omar (1929-1981): Militar y político panameño. En 1968 dirigió un levantamiento que derrocó de manera incruenta a Arnulfo Arias. La Asamblea Nacional Constituyente le invistió en 1972 de poderes extraordinarios. Impulsó una política de progreso social y nacionalista, cuyo principal fruto fue la firma en 1977 del Acuerdo Torrijos-Carter, por el que Estados Unidos se comprometía a devolver el canal a Panamá en 1999. En 1978 renunció a la presidencia y entregó el poder a Arístides Royo. Murió tres años más tarde en accidente de aviación. Trotsky, León Davídovich (1879-1940): Político soviético. Deportado a Siberia en 1900 por sus actividades revolucionarias, abandonó Rusia y tomó contacto en el exilio con Lenin. Fue uno de los organizadores de la revolución de octubre de 1917. Comisario de Guerra durante el período de 1918 a 1925, dirigió el ejército rojo que consiguió derrotar a los generales zaristas. Muerto Lenin, se enfrentó a Stalin y, acusado de traición, tuvo que salir del país. Se exilió en México, desde donde organizó la IV Internacional. En 1940 murió asesinado por un agente estalinista. Fue también escritor; entre sus obras destacan: La revolución permanente, Historia de la

Protagonistas de la historia

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revolución rusa y La revolución traicionada. Truman, Harry S. (1884-1972): Político estadounidense, presidente demócrata de Estados Unidos desde 1945 hasta 1953. Provocó el fin de la segunda guerra mundial al autorizar el lanzamiento de la bomba atómica sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Tras la conflagración inició una política de ayuda a las potencias europeas aliadas, conocida como plan Marshall, integrada dentro del plan general de contención del expansionismo y poderío soviéticos. Fue uno de los protagonistas de la llamada “guerra fría”. Tupac Amaru I (?-1572): Rey inca. Sucedió a su hermano Titu Cusi Yupanqui al frente de los incas de Vilcabamba, sometidos al poder colonial. Se sublevó contra los españoles, pero fue vencido, hecho prisionero y ejecutado. Con él se extinguió la dinastía legítima de los reyes incas. Urbano II (1042-1099): Papa. Fue arzobispo de Reims y de Ostia. Se proclamó Papa y entró en Roma una vez solucionada la disputa con el antipapa Clemente III. Inició una reforma de las estructuras de la iglesia mediante sínodos. En 1098 convocó en Bari un concilio en un vano intento de unificar la Iglesia oriental y la occidental. Fue el organizador de la primera cruzada y murió antes de ser informado de su éxito. Vargas, Getúlio (1883-1954): Político brasileño. Fue ministro de Hacienda en el período 1925-1927 y, más tarde, gobernador del estado de Río Grande. Candidato de la Alianza Liberal a las elecciones presidenciales de 1930 frente al conservador Julio Prestes, se levantó contra la elección de éste y apoyándose en un movimiento revolucionario ocupó la presidencia durante quince años. (1930-1945). En 1937 implantó un nuevo régimen, en el que introdujo importantes reformas económicas y sociales. Derrotado en 1945, volvió al poder en 1950 hasta que en 1954, obligado a dejar el poder, decidió quitarse la vida. Velasco Alvarado, Juan (1910-1977): Político y militar peruano. Participó en 1968 en el golpe militar que derrocó a Fernando Belaunde Terry. Nombrado presidente de la nación, inter-

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HISTORIA

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vino los sectores claves de la economía e impulsó la reforma agraria. En política exterior se enfrentó con Estados Unidos al nacionalizar las empresas petrolíferas y ampliar las aguas jurisdiccionales. Las disensiones en el seno del ejército propiciaron en 1975 su destitución en un golpe de estado incruento dirigido por el general Morales Bermúdez. Velasco Ibarra, José María (18931979): Político ecuatoriano. Fue presidente del país en cinco ocasiones. Definió su política como neoliberal, equidistante del capitalismo y del comunismo. Elegido por vez primera como candidato conservador en 1934, fue derrocado al año siguiente. Volvió a triunfar en coalición con socialistas y comunistas, pero, enfrentado a los liberales, tuvo que abandonar el país en 1947. Pudo terminar su tercer mandato (1952-1956) y en 1960 triunfó de nuevo, pero al año fue obligado a abandonar el poder. En 1968 tomó por última vez las riendas del poder, que ejerció hasta que fue derrocado por un golpe militar en 1978. Victoria I (Victoria de Kent) (18191901): Reina de Gran Bretaña e Irlanda y emperatriz de la India. Fue coro-

nada a la muerte de su tío Guillermo en 1830. Sus primeras decisiones fueron favorables a los liberales, lo que la enemistó con los sectores más tradicionalistas. Posteriormente, con la llegada al poder del conservador Disraeli, su actitud cambió y se inhibió de cualquier interferencia en el gobierno. En 1876 fue proclamada emperatriz de la India en una ceremonia con gran fasto. Fue artífice de una nueva concepción monárquica, en la que la institución real se convirtió en un símbolo de la unidad del imperio. Esto hizo que la popularidad de la Corona se acrecentara durante su reinado. Washington, George (1732-1799): Político y militar estadounidense. Defensor de la independencia de las colonias contra la metrópoli británica, fue nombrado general en jefe del ejército por el congreso de Filadelfia y derrotó a los británicos en sucesivas batallas. Reconocida la independencia de Estados Unidos por el tratado de Versalles, fue nombrado en 1789 presidente de la Unión. Reelegido en 1793, acabó su mandato y se retiró de la vida política. Su presidencia puso los cimientos políticos y jurídicos del país. IV

Yeltsin, Boris (1931): Político soviético. Su carrera política transcurrió en el Partido Comunista. En 1985 fue nombrado jefe del PCUS en Moscú e ingresó en la secretaría del comité central. En el proceso de liberalización iniciado por Gorbachov adoptó una postura reformista radical y preconizó el cambio global del sistema. En 1991, como presidente de Rusia, se enfrentó a la política de Gorbachov, aunque desempeñó un papel destacado en el fracaso del golpe de estado contra aquél. Asumió la desaparición de la Unión Soviética, convirtiéndose en presidente de la Federación de Rusia. Zapata, Emiliano (1879-1919): Político mexicano. Acaudilló la insurrección de Morelos, apoyando a Madero frente a los partidarios de Porfirio Díaz. En 1911 elaboró el plan de Ayala, que defendía la reforma agraria. Su figura simbolizó la rebelión indígena contra los abusos de los terratenientes. Una vez muerto Madero, se enfrentó, junto a Pancho Villa y Carranza, al general Victoriano Huerta, que tuvo que abandonar el país. Siendo Carranza presidente, Zapata se distanció de su política, lo que motivó su asesinato a manos de los carrancistas.

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Protagonistas de la historia

Premios Nobel de la paz Desde 1901, la Academia sueca distingue a las personas e instituciones que más se han destacado en pro de la paz mundial y en la defensa de los derechos humanos. El premio no se ha entregado en los periodos de guerra o crisis internacional. Los ganadores del premio Nobel de la paz en los años en los que se ha concedido han sido los siguientes: 1901 1902 1903 1904 1905 1906 1907 1908 1909

1910 1911 1912 1913 1917 1919 1920 1921 1922 1925 1926 1927 1928 1929 1930 1931 1933 1934 1935 1936 1937 1938 1944 1945 1946 1947

1949 1950

H. Dunant (Suiza) F. Passy (Francia) E. Ducommun (Suiza) A. Gobat (Suiza) W. R. Cremer (Gran Bretaña) Instituto de derecho internacional de Gante B. von Stuttner (Austria) Th. Roosevelt (Estados Unidos) E. T. Moneta (Italia) J. L. Renault (Francia) K. P. Amoldson (Suecia) F. Bajer (Dinamarca) A. M. F. Beemaert (Bélgica) P. Baalluat (barón de Constant de Rebecque d’Estoumelles) (Francia) Oficina internacional de la paz, en Berna T. M. C. Asser (Países Bajos) A. H. Fried (Austria) E. Root (Estados Unidos) H. Lafontaine (Bélgica) Comité internacional de la Cruz Roja, en Ginebra T. W. Wilson (Estados Unidos) L. Bourgeois (Francia) K. H. Branting (Suecia) C. L. Lange (Noruega) F. Nansen (Noruega) J. A. Chamberlain (Gran Bretaña) Ch. G. Dawes (Estados Unidos) A. Briand (Francia) G. Stresemann (Alemania) F. Buisson (Francia) L. Quidde (Alemania) Sin atribuir F. B. Kellogg (Estados Unidos) N. Söderblom (Suecia) J. Addams (Estados Unidos) N. M. Butler (Estados Unidos) N. Angell (Gran Bretaña) A. Henderson (Gran Bretaña) C. von Ossietzky (Alemania) C. Saaavedra Lamas (Argentina) E. Cecil of Chelwood (Gran Bretaña) Oficina internacional Nansen para los refugiados Comité internacional de la Cruz Roja, en Ginebra C. Hull (Estados Unidos) E. G. Balch (Estados Unidos) J. R. Mott (Estados Unidos) The American Friends Service Committee (Estados Unidos) The Friends Service Council, en Londres J. Boyd-Orr (Gran Bretaña) R. J. Bunche (Estados Unidos)

1951 1952 1953 1954 1957 1958 1959 1960 1961 1962 1963 1964 1965 1968 1969 1970 1971 1973 1974 1975 1976 1977 1978 1979 1980 1981 1982 1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994

1995 1996 1997

1998 1999 2000

L. Jouhaux (Francia) A. Schweitzer (Francia) G. C. Marshall (Estados Unidos) Alto comisariado de las Naciones Unidas para los refugiados, en Ginebra L. B. Pearson (Canadá) D. G. Pire (Bélgica) Ph. J. Noel-Baker (Gran Bretaña) A. J. Luthuli (Sudáfrica) D. Hammarskjöld (Suecia) L. C. Pauling (Estados Unidos) Comité internacional de la Cruz Roja Liga de las sociedades de la Cruz Roja M. L. King (Estados Unidos) Unicef R. Cassin (Francia) Organización internacional del trabajo N. E. Borlaug (Estados Unidos) W. Brandt (Rep. Fed. de Alemania) H. Kissinger (Estados Unidos) Lê Duc Tho (Vietnam) (declinó el premio) S. MacBride (Irlanda) Sato¯ Eisaku (Japón) A. Sajárov (Rusia) M. Corrigan (Irlanda) B. Williams (Irlanda) Amnistía internacional M. Begin (Israel) A. al-Sa¯da¯t (Egipto) Madre Teresa de Calcuta (India) A. Pérez Esquivel (Argentina) Alto comisariado de las Naciones Unidas para los refugiados, en Ginebra A. Myrdal (Suecia) A. García Robles (México) L. Wale¸sa (Polonia) D. M. Tutu (Sudáfrica) Asociación internacional de médicos para la prevención de la guerra nuclear E. Wiesel (Estados Unidos) Ó. Arias (Costa Rica) Fuerzas de pacificación de la ONU El dalai-lama Tenzin Gyatso (China) M. S. Gorbachov (URSS) Aung San Suu Kyi (Birmania) R. Menchú (Guatemala) F. W. de Klerk (Sudáfrica) N. Mandela (Sudáfrica) I. Rabin (Israel) Sh. Peres (Israel) Y. Arafat (Palestina) Joseph Rotblat (Gran Bretaña) Carlos Ximenes Belo (Timor oriental) José Ramos Horta (Timor oriental) Jody Williams (Estados Unidos), como representante de la Campaña Internacional para la Prohibición de las Minas Terrestres. John Hume y David Trimble (Irlanda del Norte) Médicos sin Fronteras KimDae-Jung (Corea del Sur)

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RESPUESTAS A LAS PREGUNTAS DE REPASO

La civilización primitiva 1. La edad de piedra se divide tradicionalmente en tres grandes períodos. El primero es el paleolítico, que abarca desde la aparición de los primeros homínidos hasta el año 10000 a.C., aproximadamente, y que se subdivide a su vez en inferior, medio y superior. El segundo es el mesolítico, período de transición que no se dio en todo el mundo, pero que se extendió hasta el 9000 a.C. El tercero es el neolítico, que llegó hasta el 4000 a.C. 2. La cultura magdaleniense pertenece al paleolítico superior. Es importante porque en ella aparecieron las primeras manifestaciones artísticas de la humanidad, representadas en el arte parietal o rupestre y en el arte mobiliario (venus). 3. Desde el punto de vista puramente tecnológico, el neolítico supone la aparición de la piedra pulimentada en vez de sólo tallada. No obstante, los cambios que verdaderamente indican el paso a este trascendental período son la práctica sistemática de la agricultura y de la ganadería (economía de producción) y la sedentarización.

La prehistoria en América

el continente) y los Folsom (todo el continente, pero especialmente en los valles fluviales del SE de Estados Unidos). 3. La cultura Valdivia (neolítico ecuatoriano) es importante porque en ella aparece la cerámica más antigua del continente (hacia el 3200 a.C.), muy variada y bella, cuya similitud con la japonesa de Jomon apoya la hipótesis de que durante este período se produjeron contactos intercontinentales entre Asia y América.

Civilizaciones de Mesopotamia y Asia menor 1. En la civilización sumeria se sucedieron tres dinastías: la de los acadios, la de los gúteos y la dinastía de Ur. 2. Los aqueménidas reinaron en Persia entre los siglos VI a IV a.C., y sus principales representantes fueron: Ciro II el Grande, Cambises II, Darío I el Grande, Jerjes I, Artajerjes I, Darío II, Artajerjes II, Artajerjes III y Darío III. 3. La principal aportación cultural de los fenicios fue la invención de un alfabeto consonántico de 22 letras, del que posteriormente derivaron el griego y el latino.

1. La hipótesis más aceptada sobre el origen de los primeros pobladores americanos es la que defiende que provenían de Asia y que llegaron al Nuevo Continente por el estrecho de Bering, desde donde se desplazaron hacia el sur.

4. La batalla de Kadesh la libraron los egipcios contra los hititas, por el control de Siria. El resultado fue que el faraón Ramsés II se proclamó victorioso, pero el dominio efectivo de la zona quedó en manos de los hititas.

2. Los tipos de puntas característicos del paleolítico superior son los Sandía (Nuevo México), los Clovis (todo

5. Los principales reyes caldeos de Babilonia fueron Nabopolasar, Nabucodonosor II y Nabónides.

La civilización egipcia 1. El imperio antiguo egicio se inició a raíz de la unificación del alto y bajo Egipto llevada a cabo por el rey Menes, fundador de la I dinastía. 2. El faraón Akenatón reinó durante el imperio nuevo. Conocido también como Amenofis IV, su importancia histórica radica en que fue quien impuso la religión monoteísta basada en el culto al dios Atón, lo que supuso una ruptura con las tradiciones religiosas anteriores y generó graves conflictos con los defensores del dios Amón. 3. El descubrimiento de la piedra Rosetta y la investigación, llevada a cabo por Jean-François Champollion, de las claves que permitieron descifrar los jeroglíficos egipcios fueron los hechos que fundamentaron el estudio moderno de la civilización egipcia.

Las civilizaciones del lejano Oriente 1. Los grandes pensadores Confucio, Laozi y Mencio vivieron en tiempos de la dinastía china Zhou. 2. El primitivo sistema védico establecía, en primer lugar, la casta de los brahmanes o sacerdotes; a ella le seguía en importancia la de la aristocracia guerrera o de los ksatriya; a esta última le sucedía la de los vaishya, integrada por el pueblo llano (campesinos, artesanos, comerciantes, etc.), y en último lugar se encontraban los shudra, o indígenas sometidos a servidumbre. Posteriormente, el último eslabón lo ocuparon los parias y los intocables. 3. La fundación del primitivo imperio japonés se atribuye a Jimmu Tenno,

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supuesto descendiente del nieto de Amaterasu, diosa del sol.

La civilización griega 1. Los antecedentes directos de la cultura griega fueron la civilización cretense o minoica y la civilización micénica. 2. Los dorios fueron un pueblo originario del norte de Grecia, que dominó todo el territorio griego por la fuerza, salvo la región de Ática y la de Arcadia. Su carácter rudo y belicoso y su rechazo a fusionarse con la población que habitaba los territorios conquistados (pelasgos y aqueos, fundamentalmente) puso fin al desarrollo cultural durante un largo período y sumió a Grecia en una etapa de inseguridad, disgregación y desorden, conocida como “edad media”. 3. Las polis que alcanzaron mayor protagonismo en la historia de Grecia fueron la militarizada Esparta y Atenas, foco cultural de Occidente. 4. La figura política y militar más relevante del siglo V de Grecia fue Pericles. 5. Reciben el nombre de guerras médicas las confrontaciones bélicas mantenidas entre los griegos y los persas (Darío el Grande y Jerjes) en el siglo V antes de nuestra era. 6. El auge de Macedonia se inició con Filipo II, quien consiguió dominar toda Grecia. No obstante, la máxima expansión del imperio la logró su hijo y sucesor, Alejandro Magno.

La civilización romana 1. Los siete monarcas que reinaron antes de la instauración de la república en Roma fueron: Rómulo, Numa Pompilio, Tulio Hostilio, Anco Marcio, Tarquino el Viejo, Servio Tulio y Tarquino el Soberbio, cuyo derrocamiento dio fin a la monarquía. 2. Se llama guerras púnicas a las confrontaciones bélicas mantenidas por los romanos contra los cartagineses y como resultado de las cuales Cartago perdió su hegemonía en el Mediterráneo. Tuvieron lugar en tres fases: 264241, la primera; 218-201, la segunda, y 149-146, la tercera. Después de la úl-

tima, Cartago resultó totalmente destruida y sus habitantes se convirtieron en esclavos de los romanos. 3. Los triunviratos se dieron durante el período republicano. En el primero participaron Julio César, Craso y Pompeyo; en el segundo, Marco Antonio, Lépido y Octavio. 4. El fundador del imperio romano fue Octavio, antiguo integrante del segundo triunvirato y que pasó a la historia con el nombre de Octavio Augusto. El último emperador que consiguió mantener el imperio unido fue Teodosio I. A su muerte, los dominios imperiales occidentales quedaron en manos de Honorio y los orientales fueron para Arcadio, ambos hijos de Teodosio.

Las civilizaciones prehispánicas en América 1. Por horizonte cultural se entiende el período o fase de la evolución histórica y cultural de una región específica, durante el cual predominan determinadas formas de vida características, así como ciertos estilos artísticos típicos. Normalmente va ligado a una etapa cronológica, aunque no necesariamente. 2. La cultura andina más importante del horizonte intermedio tardío es la chimú; del tardío, la inca. 3. El imperio inca se escindió en 1525, cuando a la muerte de Huayna Cápac se enfrentaron por el poder sus hijos Atahualpa, apoyado por la población de Quito, y Huáscar, apoyado por la de Cusco. Este enfrentamiento facilitó la conquista de los españoles. 4. La cultura zapoteca pertenece al área de Mesoamérica y su principal asentamiento fue la ciudad de Monte Albán. 5. Las culturas tolteca y maya entran en contacto cuando el monarca tolteca Topiltzin tuvo que emigrar a Yucatán, estableciéndose con sus partidarios en Chichén Itzá y Mayapán, dos de los centros principales del período maya posclásico. 6. Además de los aztecas, integraron la Triple Alianza Texcoco y Tlacopan.

Respuestas a las preguntas de repaso

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Esta unión tenía fines tanto defensivos como ofensivos y perduró prácticamente hasta la llegada de los españoles.

Los pueblos germánicos 1. El caudillo más famoso de los hunos fue Atila. 2. El reinado visigodo en la península ibérica terminó en el 711, tras la derrota del último rey, Rodrigo, frente a las tropas musulmanas de Tariq. 3. Carlomagno fue coronado emperador en el año 800.

El imperio bizantino 1. Bajo el reinado de Justiniano (527565), el imperio bizantino vivió su primera gran época de esplendor o edad de oro. 2. Basilio I (867-886) fundó la dinastía macedónica con la que se inicia un segundo período de auge del imperio bizantino. 3. La gran aportación de la civilización bizantina fue su asimilación e integración de elementos culturales griegos, latinos, orientales y cristianos y su resistencia a la fuerza invasora islámica, gracias a lo cual hoy conocemos importantes legados de la antigüedad clásica.

El Islam 1. El comienzo de la era musulmana se fecha en el año 622, con la hégira o huida de Mahoma a Medina. 2. El califato dejó de ser electivo con Muhawiya I, fundador de la dinastía omeya e iniciador de una monarquía dinástica en la que la dignidad de califa se hizo hereditaria. 3. El primer califa abasí fue Abú alAbás al-Safah (750-754) y el último, al Mustasim (1242-1258).

La época de las cruzadas 1. La estructura de la sociedad feudal era muy jerarquizada y cerrada. En

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HISTORIA

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la cima de la pirámide se hallaba el soberano, en el que confluía todo el poder; en los estamentos intermedios se encontraban el clero y los nobles, exentos de tributos, y en el inferior estaban los siervos y campesinos, sobre los que recaía toda la carga fiscal. 2. El concordato de Worms se celebró en el año 1122 y fue importante porque puso fin a la lucha de las investiduras. 3. Los mayores éxitos de los cristianos se consiguieron en la primera cruzada, que se realizó entre 1096 y 1099; en este último año se logró la reconquista de Jerusalén, objetivo fallido en todas las demás cruzadas.

Occidente entre los siglos XI y XIV 1. Se considera fundador del imperio germánico a Otón I el Grande de Sajonia. 2. Los emperadores germánicos de la dinastía salia son: Conrado II, Enrique III, Enrique IV y Enrique V. 3. Las potencias que protagonizaron la guerra de los cien años fueron Francia e Inglaterra. La causa inmediata de la contienda fue la crisis dinástica que siguió a la muerte de Carlos IV Capeto, que hizo enfrentarse a sus dos posibles herederos: Eduardo III de Inglaterra y Felipe de Valois (Felipe VI de Francia). 4. Los Reyes Católicos pusieron fin a la reconquista española en 1492, con la expulsión del último reducto musulmán de Granada. 5. El cisma de Occidente finalizó con el concilio de Constanza (1414-1418), en el que salió elegido Martín V.

El Renacimiento 1. Porque ambas casas tenían como emblema una rosa; la de York era blanca y la de Lancaster roja. 2. Aunque se entiende por Renacimiento el período histórico que va desde el siglo XIV al XVI, el término empezó a utilizarse en la segunda mitad del siglo XIX.

3. Posiblemente, el invento que mayor repercusión y difusión tuvo en el Renacimiento fue la imprenta, ya que gracias a ella la nueva “civilización” pudo difundirse con mayor rapidez.

dores vender las joyas o los metales preciosos en España, pagando un impuesto al Estado equivalente a la quinta parte del dinero obtenido en la transacción.

4. La característica que define al humanismo y que fue la base ideológica del Renacimiento es la recuperación de los valores literarios y filosóficos de la antigüedad clásica.

5. La Casa de Contratación, con sede en Sevilla, que sancionaba y controlaba el comercio, entonces monopolio del Estado, y el Consejo de Indias, que decidía sobre las cuestiones de orden político, administrativo, social o religioso. Todas las leyes que promulgó el Consejo fueron recopiladas y se publicaron con el nombre de Leyes de Indias.

5. El humanista europeo más brillante fue Erasmo de Rotterdam.

Los grandes descubrimientos 1. La peste negra propagada por Asia y Europa a mediados del siglo XIV y la frontera que habían establecido los turcos entre Occidente y Oriente impedían el comercio de las especias y otras materias primas que habían iniciado los mercaderes europeos. Por otra parte, la dinastía de los Ming se había hecho con el poder en China y la ruta hacia Pekín se había convertido en un camino peligroso. 2. La brújula había sido mejorada y el astrolabio permitía establecer la latitud de una forma más fiable mediante el cálculo de la altura de la estrella polar. Los cascos de los buques habían desechado el diseño alargado y se habían redondeado, permitiendo transportar a bordo a más de doscientas personas. 3. El 3 de agosto de 1492 partieron del puerto de Palos tres naves: la Santa María, al mando del almirante Cristóbal Colón, y las carabelas Pinta, mandada por Martín Alonso Pinzón, y Niña, capitaneada por su hermano Vicente Yáñez Pinzón. En la madrugada del 12 de octubre, Juan Rodríguez, conocido como Rodrigo de Triana, avistó tierra. Era la isla de Guanahaní, que Colón bautizó con el nombre de San Salvador. 4. Los reyes de España se dieron cuenta de lo beneficioso que era para la Corona la propiedad y el comercio con las nuevas tierras, aunque impusieron a los navegantes unas condiciones más estrictas que las acordadas con Colón. Así, los gastos de la empresa expedicionaria correrían a cargo del promotor, mientras que la Corona otorgaría unas capitulaciones que permitirían a los descubri-

La reforma religiosa 1. Fundamentalmente, por dos causas: la primera, el traslado en el siglo XIV de la sede de los papas desde Roma a Aviñón, lo que provocaría un conflicto denominado cisma de Occidente, que se saldó con la elección de hasta tres pontífices simultáneamente como máximas autoridades eclesiásticas; la segunda, la inmoralidad y el nepotismo de algunos papas. 2. Martín Lutero defendía que el hombre podía conseguir su salvación mediante su fe en Cristo, al margen de sus actos. Propugnó la libre interpretación de la Biblia. Suprimió el culto a la Virgen y a los santos. Aceptó sólo tres sacramentos: la eucaristía, el bautismo y la penitencia. Rechazó la doctrina de la transustanciación, por la que se cree que el vino y el pan se convierten en la sangre y el cuerpo de Jesucristo, aun conservando la forma y el sabor originales. Así mismo, negó la existencia del purgatorio y la obligación de los sacerdotes de guardar el celibato y rechazó la ostentación en los templos. Cuestionó las indulgencias, considerándolas como una manera que tenía la Iglesia de procurarse recursos económicos. 3. El cisma anglicano se produjo porque el papa Clemente VII rechazó conceder el divorcio a Enrique VIII de su esposa Catalina, para que se pudiera casar con Ana Bolena. Entonces, el rey consiguió que el Parlamento votara una ley –el Acta de Supremacía–, por la que la Iglesia debía someterse a la autoridad de la Corona, y en la que se concedía al monarca la facultad y el derecho de nombrar obispos.

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4. El papa Paulo III convocó el concilio de Trento, que se desarrolló en tres fases, desde el año 1545 hasta 1563. Entre las medidas más importantes que se tomaron destacan la creación de órdenes religiosas, como la Compañía de Jesús; la restauración del tribunal de la Inquisición; la elaboración de un índice de libros prohibidos, y la fijación de algunos preceptos doctrinales, como el de la transustanciación, o los del matrimonio, la misa y la comunión.

Europa en el siglo XVII 1. La guerra de los treinta años finalizó con el tratado de Westfalia, firmado en el año 1648. 2. El absolutismo es una forma de gobierno en la que el poder confluye en manos de una sola persona, por lo general el soberano, quien lo ejerce con carácter absoluto, por encima de la ley y sin límites de ninguna naturaleza. 3. Tras años de luchas, las Provincias Unidas se independizaron bajo el reinado del monarca español Felipe IV, según se reconoció en el tratado de Münster, acuerdo bilateral encuadrado globalmente en la paz de Westfalia. 4. Tras la derrota de las tropas de Carlos I, en la segunda guerra civil entre parlamentaristas y realistas, el soberano fue ejecutado (1649) y Cromwell accedió al poder e impuso un régimen autoritario hasta su muerte.

Sociedad y economía en el siglo XVIII 1. La principal aportación de Montesquieu es su propuesta de separación de los tres poderes: el legislativo, el ejecutivo y el judicial, expuesta en El espíritu de las leyes. 2. Se llama despotismo ilustrado a la forma de gobierno influida por los principios de la Ilustración y ejercida por lo general de forma arbitraria y ajena a la realidad de los gobernados. Se caracteriza en general por el centralismo administrativo, la preocupación por la educación, con primacía de las ciencias empíricas y

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“prácticas” sobre las humanísticas, y el fomento de la riqueza.

litamiento de la monarquía como forma de Estado.

3. Los representantes del despotismo ilustrado son: en Rusia, Catalina II; en Prusia, Federico II el Grande; en España, Carlos III, y en Austria, José II.

2. Después del golpe termidoriano de 1794 se produjo el enfrentamiento entre realistas, cuyos miembros daban por terminada la revolución, y jacobinos, que consideraban que la revolución había sido traicionada. Ante la creciente inestabilidad de la situación, el Directorio, nuevo órgano encargado del poder ejecutivo, solicitó la ayuda de Napoleón Bonaparte, quien el 18 de brumario protagonizó el golpe de estado que daría paso al Consulado y, posteriormente, al imperio.

América en la época colonial 1. Las encomiendas fueron una institución instaurada por los españoles en la América colonial para regular la relación entre los indios y los colonos. Consistían, básicamente, en que los indios rendían su trabajo o un tributo al encomendero, quien a cambio debía darles protección y sustento, y evangelizarlos. 2. Las audiencias se constituyeron con el propósito de proteger a los indios nativos de los excesos y abusos que pudieran cometer los colonizadores. Los presidentes tenían incluso la potestad de procesar a los gobernadores y virreyes. Así mismo, podían fiscalizar las haciendas locales. 3. Tuvieron que luchar contra los contrabandistas, que trataban de comerciar al margen del monopolio del Estado; pacificar las luchas internas; tratar de erradicar las epidemias; reconstruir las ciudades tras los terremotos, y enfrentarse a las incursiones y a los ataques que se producían en los puertos del Caribe. 4. Eran expediciones que realizaban los colonos portugueses para capturar indios que pudieran trabajar en sus plantaciones o para buscar yacimientos de oro. En algunas ocasiones, las bandeiras atacaron reducciones, que eran unos centros de población indígena organizados por los religiosos jesuitas y bajo su protección, que se encontraban al sur del Brasil y en el territorio de la actual provincia argentina de Misiones.

La era de las revoluciones 1. La revolución francesa constituyó una ruptura de muy largo alcance con el orden político y social tradicional. Supuso el triunfo de la burguesía sobre la aristocracia y el debi-

3. En el lapso de un año y medio, las potencias europeas se reunieron en varias ocasiones para tratar las cuestiones de la paz, una vez derrotados los ejércitos de Napoleón. Las reuniones de Viena estuvieron protagonizadas por el zar Alejandro I, el canciller austríaco Metternich y el ministro francés Talleyrand. Se estudió la remodelación del mapa europeo y se firmó, por iniciativa del zar, la Santa Alianza, un compromiso de los soberanos en defensa de los principios cristianos y una explícita renuncia a la guerra como modo de solucionar los conflictos. A partir de ese momento y durante algunos años imperaron en Europa los principios absolutistas.

La independencia de Latinoamérica 1. El precursor de los movimientos independentistas entre los criollos fue Francisco Miranda, que desembarcó en las costas venezolanas en 1806 y fue rápidamente rechazado por las tropas españolas. 2. El Virreinato del Río de la Plata fue el primero en declararse independiente tras las sospechas de colaborar con Napoleón Bonaparte que recayeron sobre el virrey Liniers y después de que los patriotas argentinos rechazaran la investidura de Hidalgo de Cisneros como nuevo virrey. Finalmente, éstos constituirían una junta presidida por Cornelio Saavedra. 3. El Virreinato del Perú era el más apreciado por la Corona, y la metrópoli se cuidó de mantener su hege-

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monía en la zona enviando tropas numerosas y virreyes de mano dura temiendo la resistencia del pueblo inca, sobre todo después de producirse el levantamiento de TúpacAmaru II en 1780. 4. El encuentro entre los dos próceres consistió en una entrevista que tuvo lugar en la ciudad ecuatoriana de Guayaquil en julio de 1822. Presumiblemente, en dicho encuentro los líderes de la independencia no llegaron a ponerse de acuerdo, ya que tras éste San Martín decidió retirarse.

La revolución industrial 1. Con la revolución industrial aparecieron, por un lado, una nueva burguesía adinerada, formada por banqueros, grandes comerciantes e industriales importantes; por otro, una clase media, en constante crecimiento, integrada sobre todo por pequeños y medianos comerciantes y profesionales, y, en el último lugar de la escala, una masiva clase obrera, proveniente en su mayor parte del sector agrario, que no tuvo más remedio que adaptarse a la nueva situación y que, en muchas ocasiones, fue objeto de graves abusos. Las tensiones que se generaron dieron origen a las primeras asociaciones obreras, antecesoras de los sindicatos. 2. Aunque fueron muchas las aportaciones científicas y tecnológicas que posibilitaron el proceso de industrialización conocido como revolución industrial, sin duda la de mayor relevancia fue el descubrimiento del vapor como fuente de energía y la construcción de la máquina de vapor, que posibilitó, entre otras cosas, la renovación de los sistemas de transportes y la aparición del ferrocarril. 3. La revolución industrial comenzó en Gran Bretaña y de ahí pasó a Bélgica, a principios del siglo XIX. En la primera mitad del mismo siglo se incorporó a ella Francia; ya en la segunda mitad, Alemania, Japón y Estados Unidos vivieron un fuerte desarrollo que tendría como consecuencia el surgimiento de un nuevo imperialismo colonial. En el resto de Europa no se produjo hasta finales del siglo y en los países del Este, hasta la llegada de Stalin al poder.

El auge de los nacionalismos 1. Nacionalismo es un concepto confuso, basado más en el sentimiento que en la razón. Surgió cuando se desarrolló en los pueblos europeos la conciencia de pertenecer a una comunidad cuyo vínculo entre los diferentes miembros era la herencia lingüística y cultural. En la idea de nación confluían la cultura, la raza y el territorio compartido. El nacionalismo comenzó siendo una poderosa corriente romántica y acabó transformándose en un movimiento militar. Junto con el liberalismo, la aparición del nacionalismo sentó las bases de las revoluciones del siglo XIX. 2. El proceso de unificación alemán tiene sus causas principales en factores económicos, en factores políticos y en factores intelectuales. La creación del Zollverein, la unión aduanera de los estados del norte, por un lado, y la rivalidad entre Austria y Prusia, además del enfrentamiento entre conservadores y liberales y la propagación de la idea de la unidad de la nación alemana, por otro, crearon el ambiente propicio para que Bismarck acometiera el proceso unificador. 3. En España, el liberalismo se caracterizó por una época de expansión económica y por la modernización del sistema financiero. Políticamente estuvo marcado por las tensiones entre los diversos partidos. La desamortización iniciada por Mendizábal fue el proceso que más afectó a la vida española. 4. El segundo imperio francés (Napoleón III) se hundió definitivamente tras la derrota en la guerra con Prusia de 1870. Tanto la superioridad militar de los prusianos como la oposición interna y el aislamiento externo del emperador condujeron a los desastres bélicos de Sedán que, por otra parte, sirvieron para que Prusia completara la unificación alemana.

La configuración de los estados americanos 1. Pese a la superioridad de la Unión desde todos los puntos de vista, la guerra de secesión la iniciaron los su-

distas, el 12 de abril de 1861, con el bombardeo de Fort Sumpter. 2. El ideal de Simón Bolívar era el panamericanismo: una Sudamérica unida que caminara hacia el progreso y así pudiera hacer frente al poderío norteamericano, que ya comenzaba a perfilarse. 3. Las Provincias Unidas de Centroamérica desaparecen definitivamente con la proclamación de la independencia absoluta de Costa Rica en 1848. 4. La confederación peruano-boliviana fue creada en 1836 por Andrés de Santa Cruz; no obstante, éste sería derrotado por los chilenos y tres años después la unión entre ambos países llegaba a su fin.

Las revoluciones obreras 1. Se denominan socialistas todas las teorías socioeconómicas y los movimientos políticos que comparten el ideal de abolir las diferencias entre las clases sociales; entre otras, el socialismo utópico, el marxismo y el anarquismo. 2. Las ideas políticas fundamentales del anarquismo eran tres: la abolición del Estado, el desmantelamiento de los ejércitos y la necesidad de una revolución de las masas campesinas. El anarquismo rechazaba todo tipo de poder o autoridad. 3. En síntesis, Marx defendía la lucha de clases y la dictadura del proletariado como medio para abolir el capitalismo y crear una sociedad más igualitaria, sin clases. 4. La Primera Internacional, a pesar de los enfrentamientos entre Marx y Bakunin, llegó a contar con miles de afiliados y tuvo una gran influencia, sobre todo en Alemania. Apoyó eficazmente las huelgas en diferentes países y en su debilitamiento y disolución influyeron las disensiones internas y el fracaso de la Comuna de París.

La expansión colonial 1. El sustrato ideológico que justificó y alentó la expansión colonialista fue la creencia en la superioridad étnica

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y cultural de los europeos y el consiguiente sentimiento de estar obligados a transmitir los logros de su civilización a los países menos desarrollados. 2. El continente hacia el que se dirigieron las miras expansionistas fue África, que entre finales del siglo XIX y mediados del XX quedó casi totalmente repartida entre las potencias coloniales. 3. El principal foco de fricción durante la expansión colonial entre británicos y franceses fue Egipto. 4. Italia logró Eritrea, las islas del Dodecaneso, Somalia, Libia y Etiopía.

La ruptura del equilibrio en Europa 1. Recibe el nombre de “paz armada” el período de la historia europea que se inició en 1870, tras la derrota francesa en la guerra franco-prusiana, y que se prolongó a lo largo de treinta años. Este período se debió al genio de Bismarck y se caracterizó por mantener una situación de política internacional basada en un sistema de alianzas capaz de defender a Alemania de un posible desquite de Francia. 2. Las causas de la primera guerra mundial fueron las rivalidades que surgieron en los ámbitos territorial, económico y psicológico entre las potencias imperialistas que dominaban un mundo separado en bloques. Las reivindicaciones territoriales francesas, las guerras balcánicas, las tensiones coloniales, el desarrollo industrial de Alemania y la política armamentística llevada a cabo por las grandes potencias contribuyeron a crear la tensa situación internacional que desembocaría en la guerra de 1914. 3. El tratado de Versalles afrontó el problema alemán y los asuntos concernientes a la reconstrucción de Europa. Las cuestiones más importantes que se plantearon fueron el trazado de las fronteras de Alemania, el desarme del ejército alemán y el pago por parte de Alemania de las pérdidas ocasionadas por la guerra. En otro ámbito destaca la fundación de la Sociedad de Naciones.

El período de entreguerras y la segunda guerra mundial 1. La crisis económica del año 1929 tuvo dos causas fundamentales: la superproducción y la especulación. Debido al estancamiento del consumo en los países industrialmente más desarrollados se generaron grandes stocks de ciertos productos industriales. Los países que tradicionalmente habían sido exportadores de materia prima comenzaron un desarrollo industrial autárquico, que debilitó la situación de los productos manufacturados europeos. Por otro lado, se invirtió mucho dinero, conseguido mediante préstamos bancarios, en sectores antes deprimidos, confiando en un período de expansión económica. La Bolsa de Nueva York se derrumbó cuando trece millones de títulos aparecieron en el mercado a bajo precio sin encontrar comprador. Millares de pequeños inversores se arruinaron al descender la cotización de sus valores. 2. La razón fundamental hay que buscarla en la crisis económica que se asociaba con la nueva y poco aceptada república de Weimar. Pero también hay que tener en cuenta las consecuencias de las –para el pueblo alemán– humillantes imposiciones del tratado de Versalles, la creación de un ejército elitista que despreciaba el régimen parlamentario y el apoyo de la gran industria bélica armamentística. 3. La guerra civil española tuvo algunas características específicas que la convirtieron en algo más que una lucha entre españoles: en primer lugar, el componente ideológico que enfrentaba a dos concepciones antagónicas de entender la sociedad y la política y que promovió apasionados apoyos internacionales a una u otra causa; en segundo lugar, fue el primer conflicto bélico en el que la aviación desempeñó un papel fundamental, lo que sería determinante para el posterior desarrollo de la segunda guerra mundial. 4. 1. La guerra europea entre 1939 y 1941, caracterizada por las campañas relámpago del ejército alemán (Blitzkrieg).

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2. La entrada de Estados Unidos en la guerra (1942). 3. La recuperación de la iniciativa estratégica por parte de los aliados y el cambio de signo en la lucha (1942-1943). 4. El desembarco de las tropas aliadas en Normandía (1944), que preludió el fin de la guerra en Europa y la completa derrota de Alemania. 5. La utilización de la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki, que propició la inmediata rendición de Japón.

La distribución del poder tras la segunda guerra mundial 1. La ruptura entre los comunistas de la URSS y de China se debió, fundamentalmente, a las discrepancias con respecto al papel que debía jugar el comunismo en su confrontación con Occidente en la era nuclear. Mientras que los soviéticos apostaban por la tesis de la coexistencia pacífica, apoyando los movimientos de liberación que se producían en otros países, pero evitando una guerra internacional a gran escala, los chinos sostenían la teoría estalinista de los dos campos enfrentados de manera directa e irreconciliable, apoyando el enfrentamiento total, más allá de las armas nucleares. 2. Las dos corrientes más importantes fueron la de los países de la zona del Magreb (Marruecos, Argelia, Túnez, Libia y Mauritania) y la del África negra. Como contrapartida debe citarse el caso de Rhodesia y Sudáfrica, países cuyas independencias estuvieron ligadas claramente a intereses económicos de las antiguas metrópolis: Gran Bretaña y Países Bajos. 3. Se conoce como “guerra fría” al enfrentamiento sostenido por los Estados Unidos y la URSS desde el final de la segunda guerra mundial hasta la caída del bloque comunista. En síntesis, consistió en la distribución de respectivas zonas de influencia, cuya seguridad se veía resguardada por una carrera armamentista que incorporaba los grandes avances tecnológicos, y en el mantenimiento, a

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través de la disuasión, de la seguridad mundial. 4. A pesar de su presunta derrota en el campo militar, Estados Unidos alcanzó la victoria sobre el proyecto revolucionario vietnamita, ya que tanto el sur como el norte del país asiático quedaron tan devastados que se hizo imposible una recuperación que permitiera establecer los fundamentos de una nueva sociedad.

Latinoamérica en el siglo xx 1. Las figuras de mayor relieve de la revolución mexicana fueron Porfirio Díaz, Francisco I. Madero, Victoriano Huerta, Venustiano Carranza, Pancho Villa y Emiliano Zapata. 2. Tras permitir la reorganización de los sindicatos y enfrentarse con sus colegas militares, el coronel Perón

contó con el apoyo de la Confederación General de Trabajadores y de la Iglesia y fue elegido presidente en las elecciones del 24 de febrero de 1946. 3. La paz definitiva entre Perú y Ecuador se firmó el 26 de octubre de 1998, en virtud de la denominada Acta Presidencial de Brasilia, suscrita por los presidentes de ambos países Alberto Fujimori y Jamil Mahuad. El acuerdo, logrado en base a la propuesta vinculante de los países garantes del Protocolo de Río de Janeiro de 1942, ratificó la demarcación establecida por éste.

El final del siglo xx 1. El principal acontecimiento político de finales del siglo XX fue la caída del comunismo, con la consiguiente desaparición de la antigua URSS, la unificación de Alemania y el fin de la bipolaridad Este-Oeste.

2. El nuevo orden mundial puede definirse como una situación en la que desapareció la bipolaridad Este-Oeste, quedando Estados Unidos, desde el punto de vista militar, como la única potencia dominante y, desde una óptica económica, los bloques liderados por Alemania y Japón como emergentes. Mientras tanto, el Este, empobrecido, pasó a convertirse en un apéndice de las economías desarrolladas del Norte (los 24 países industrializados del planeta) y en tal sentido se incorporó al Sur, entendido sobre todo como un concepto económico, político y social. Nuevas polaridades se reforzaron o surgieron, pues, de la ruptura de la antigua bipolaridad: la del Norte frente al Sur y, dentro del Norte, la tripolaridad representada por Japón, Estados Unidos y la Unión Europea. 3. La invasión y posterior anexión del reino de Kuwait por parte de Irak.