Heimann - Textos Sobre El Revisionismo

Amigo de N(arx y de .Engels. que lo 'nombró su lúbacea testamentario~'· f?duard 'Bernstein fue un destacado teórico y ·

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Amigo de N(arx y de .Engels. que lo 'nombró su lúbacea testamentario~'· f?duard 'Bernstein fue un destacado teórico y · dirigente del ·movimiento obrero europef!. Sus reflex{ones políticas proponían un recuento,· . acucioso de las tesis centra/es del marxismo 'para "adecuarlas al de~ sarro/lo dé las condiciones reales-de la sociedad. La ·tarea· crítica· de · Ber.nstein chocó siempre con la visión estática de /Os.marxistas ortodoxos y durante. mucho tittmpo sus it;Jeas fU.eron excluidas del debate revolucionario. En Textos sobre el revis(oni~rno. Horst Heimann, recvpil,q.algunos de los escrittjs fundamentlúes ·d e.,Bern,t_ein'' que,.. en la. línea · por :buscar un sÓ e n el año 1802 al terror corno el imperio de las masas despose1d~s. Éste es ?robablemente un juicio exagerado, pero por mucha 1rnportanc1a que se asigne a este descubrimiento, el resulta~o d:l dominio de los desposeídos no sal e mejor parado en Saint S1mon que en Schiller, hoy desacreditado como un "mezquino burgués". Pero los desposeídos de l 793 sól o eran capaces de librar las batallas de otros. Sólo podían "gobernar" mientras durara el terror~ Cuando éste se agotó corno tenía que suceder, también concluyó totalmente su do~inio. Desde la perspectiva de Marx y Engels, este peligro no existiría e~ el caso del proletariado moderno. Pero, ¿qué es el proletariado moderno? Si incluirnos en é l a todas las personas que carecen de propiedad,.ª todos aquellos que no tienen ingresos provenientes de la prop1~dad o de una posición privilegiada, no hay duda de que constituye la mayoría de la población en los paises avanzados. Pero este "proletariado" sería una mezcla de e l ementos exn:aordinariarn:nte distintos, de capas sociales que se diferenc iarían entre s1 más de lo que ocurría en el "pueblo" de 1789 l~s que, ~ientras se mantengan las actuales relaciones de pro~ piedad, tienen más intereses comunes - o al menos sirnilares~ue opuestos, pero que tan pronto como los actuales propietarios _fuer~n desbancados de su posición tornarían conciencia de la disparidad de s u s necesidades e intereses. Aunque admitiéramos que esta diferenciación no existe entre l os obreros industriales o que no ejerce ninguna influencia e n el modo de pensar ~e esos ~abajadores, resulta que en todas partes los. obreros industriales constituyen una minoría de la pobla~1ón. En Alemania, contando los obreros industriales que traba1an en casa, son aproximadamente 7 de l os 19 millones q_ue gana? sueldos o salarios. Además, tenernos a l os funcionarios, técnicos, etc., a l os empleados de comercio y a los trabaja199

dores agrícolas. En el caso de estos últimos, la diferenciación es aún más marcada y su prueba más clara es la triste historia de la organización de estas categorías laborales en asociaciones s indicales. En general nada es más desorientador que deducir una identidad real del comportamiento partiendo de una cierta similitud formal de la situación. Formalmente, el empleado de comercio se encuentra ante su jefe en una posición similar a la del asalariado industrial ante su patrón y a pesar de ello -con la excepción de una parte del personal subordinado de los grandes establecimientos comerciales- se siente mucho más próximo a él socialmente que el obrero al patrón, aun cuando a menudo la diferencia en materia de ingresos sea mucho mayor . Por lo demás, el deseo de los trabajadores industriales de ver convertida en realidad la socialización de la producción, es en gran parte todavía más una hipótesis que una certeza. Del aumento de la votación socialista en las elecciones públicas puede deducirse naturalmente, un constante incremento de los partidarios de los anhelos socialistas, pero nadie querrá afirmar que todos los votos depositados por candidatos socialistas provienen de socialistas . Aún cuando consideramos a los electores no socialistas y no proletarios que votaron por la socialdemocracia como una compensación de aquellos trabajadores socialistas que aun no tenían derecho al voto, resulta que en Alemania, donde la socialdemocracia tiene más fuerza que en cualquier otro país, hay sólo 2.1 millones de electores socialistas en 4 .5 millones de obreros industriales mayores de edad, a los que hay que agregar, además, medio millón de adultos empleados en el comercio y el transporte. Así, más de l a mitad de los trabajadores alemanes mantiene en la actualidad una actitud de indiferencia e incomprensión, e inc luso a veces de oposición, ante la socialdemocracia. ¿Qué se puede decir, por ejemplo, sobre el cuadro sinópti?o de las fuerzas sociales, elaborado sobre l.a base de caractensticas superficiales que Parvus creyó poder utilizar en contra de mis argumentos en el séptimo de sus artículos, como si la gran superioridad numérica de los desposeidos sobre los propietarios que allí se despliega, fuera desconocida por alguien y , además, constituyera un novedoso hecho histórico? Y ·a pesar de ello, hay publicaciones socialistas que han deducido de este cuadro

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comparativo de Parvus la proximidad de la revolución social. Allí cuenta un "ejército del proletariado" de 15 millones de personas ante un "ejército del capital" de sólo 1.6 millones (junto a 3 millones de pequeños propietarios campesinos, " arruinados por e l capital", que aún no se han incorporado al proletariado , y 820 mil individuos relativamente independientes del capital). La tranquilidad de espíritu, realmente asiática, con que Parvus incorpora los 5.6 millones de empleados que trabajan en la agricultura al "ejé rcito del proletariado", sólo es superada por la intrepidez que le permite contar 2 millones de "proletarios del comercio" . Aunque supusiéramos que todos estos elementos saludaran con alegría una r evolución gue llevara a los socialistas al poder, poco se habría conseguido para la solución del principal probl~ma a que n os enfrentamos. Creo que nadie pondrá en duda que el Estado no tomará inmediata posesión del conjunto de la producción y distribución de los productos . El Estado ni siquiera podría hacerse cargo de la mayoría de las empresas grandes y medianas. Tampoco podrían ayudar mucho los municipios actuando como eslabones intermedios. A lo sumo, podrían municipalizar aquellos negocios cuya producción o prestación de servicios se realiza en y para la localidad. Con esto ya tendrían un e norme trabajo. Pero, ¿hay alguien que pueda imaginar la inmediata municipalización de todas aquellas empresas que trabajan para el gran mercado? Tomemos, por ejemplo, sólo una ciudad industrial de mediana importancia, como Augsburgo, Barmen, Dortmund, Hanau o Mannheim . ¿Hay alguien tan insensato que pueda creer que esos municipios serían capaces de tomar bajo su administración todos los establecimientos industriales o comerciales de aquellos lugares, y llevarlos adelante con éxito durante una crisis política o en cualquier otra época? No tendrían más remedio que dejarlos en manos de sus propietarios o, si desean expropiarlos a toda costa, entregarlos a cooperativas obreras bajo alguna forma de arrendamiento. Cuando la clase obrera no posee de ante=ano fuertes sus organizaciones económicas y no ha alcanzado, mediante la agrupación en organismos autónomos, un alto grado de. independenc ia intelectual, la dictadura del proletariado significa la dictadura d e literatos y oradores de club. No es mi deseo

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. . del arte de gobernar en la represión de que quienes ven la cima l lusión de los trabajadores de los organismos obreros? ~;; c'.'16~x~engan alguna vez que experila legislación y la a?m1rusl a iá ti :!l.1ucho menos lo desearía mentar la diferencia en a _pr e ca. para el mismo movimient~s~bi~;cl~ctual, político y económico A pesar de~ gran progr 1 obrera desde los días en que esque ha experimentado la, e ~se onsidero que no se ha desarrocribían Marx y Engels, aun oye . 1 monopolio exclusivo del Hado lo suficiente como para asáumir e_ ado a declararlo sin reaún m s prec1s , . M poder po1itico . e ve0 t este aspecto se introduce una ecisamen e .en . t ' . ·d ar d servas cuan o, pr que amenaza con hqu1 1 hipocresía en la literatu,ra socia is. a, na otra parte podría estar toda opinión sensata. Se que en n1n~u ·ón objetiva de mis argutan seguro de encontrar ~na oªJ:eer~:~ue forman la vanguardia mentos como entre aque os 1 se Sobre este punto no he en la lucha po~ l.a liberac~~~a~~~':i~e adiferentes de parte de los escuchado op1n1ones ese d obre problemas socialistas. · s he conversa o s obreros con qu1ene h n tenido una estrecha reSólo aquellos literatos, que nunca a d n opi·nar de manera · · to obrero pue e lación con el movimie:ri as er~ción -para no emplear una distinta. De allí la cóm1dca ePxl _P contra todos los socialistas e1anov lase obrera de acuerd o con expres1.ó n m á s d u r a - e 1 que no entienden de a~t~mahn? ~ :1 c que aún ven problemas lo que debe ser su m1s1ón. is nea, donde él ya tiene las s~lu~10~=~0 de la utopía mientras se siga No se habrá super_a o e p al resente aquello que corresasignando especulativamente l~ obreros tal como son. y ni pende al futuro. Debemos ver a. s dos como preveía el Maníestán tan absolutamente paup~nza . ·cios y debilidades como fiesto Comunista ni tan libres e ~r~~~~s. Tienen las virtudes y nos quieren hacer cr_e':r sus ~~~:ies econÓ-micas en que viven. los vicios de las cond1c1o~es s f t : pueden eliminarse de la y ni esas condiciones n1 sus e ec s nochel a lal ma~a~~~midable de las revoluciones sólo puede, mdolnc uso a m s . 1 eral de la gran mayona e dificar ~uy lentamente el m~~d~~na los opositores del socialisuna nación. Es correcto resf f mosos cálculos sobre qué poco mo - que argumentan con os a des masas con una disse modificarían los ingreso~ de las gra~ alando que una distritribución más justa de la riqueza- sen

bución de esta naturaleza sólo es una pequeña parte de aquello que busca realizar el socialismo. Pero no se debe olvidar que el otro punto, es decir, el aumento de la producción, no es algo que se improvise tan fácilmente. "Sólo con un determinado grado de desarrollo de las fuerzas sociales productivas, muy alto para las actuales circunstancias, será posible aumentar la producción en la medida necesaria para que la abolición de las diferencias de clase sea un progreso real, duradero, sin provocar una paralización o incluso un retroceso en los modos sociales de producción . " ¿Qué mezquino burgués, qué literato escribió esto? Ni más ni menos que Friedrich Engels. No es posible pensar en una reducción general del horario de trabajo a cinco, cuatro o incluso tres o dos horas diarias, como se supuso en otros tiempos, si no se desea reducir de manera significativa el nivel de vida general. Incluso con una organización laboral colectivista sería necesario empezar a trabajar en la primera juventud y sólo se podría abandonar el trabajo a edad muy avanzada para poder reducir de manera significativa la jornada de ocho horas, manteniendo el mismo volumen de producción y de prestación de servic ios . En resumen, en un par de años no es posible crear para la clase obrera condiciones que se diferencien sustancialmente de aquéllas en que vive en la actualidad. Esto deberían reconocerlo, en primer lugar, precisamente quienes alientan las mayores exageraciones en lo que se refiere a la relación numérica entre las clases desposeídas y las de los propietarios. Pero quien piensa irracionalmente en un punto lo hace por lo general, tambié n en otros. Por eso tampoco me sorprende que el mismo Plejanov quien se indigna cuando no se presenta a la situación de los obreros como absolutamente desesperada, sólo tiene el destructor calificativo de "mezquindad burguesa" para mis argumentos sobre la imposibilidad de renunciar, en el próximo tiempo, al principio de la autorresponsabilidad económica de los trabajadores. No podernos pedir a una clase, cuya mayoría vive en condiciones de hacinamiento, que ha recibido mala instrucción y tiene un trabajo inseguro y salarios insuficientes, el elevado nivel intelectual y moral que supone la organización y existencia de una comunidad socialista. Por eso tampoco queremos atribuírselo falsamente. Alegrémonos de la gran reserva de inteli-

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gencia, abnegación y energía que> en parte, ha revelado y, en parte, ha producido el moderno movimiento obrero, pero no atribuyamos sin discernimiento a millones lo que es válido para una élite de algunos cientos de miles. Un pensador que mostrara con convincente exactitud lo que es válido y debe subsistir, pero también lo que debe ser dejado de lado en la obra de nuestros grandes precursores, nos permitiría formarnos un juicio más imparcial también sobre aquellas obras que, aunque no partan de las mismas premisas que hoy nos parecen fundamentales, se orientan a los mismos objetivos por los que lucha la socialdemocracia. Ninguna persona imparcial negará que a veces la crítica socialista deja mucho que desear en este punto, descubriendo todos los puntos débiles de los epígonos. También yo he contribuido a estos errores. Por eso no tiro la primera piedra. Pero precisamente porque soy de la misma escuela, creo tener derecho a expresar la necesidad de reformas. Si no temiera ser malentendido (naturalmente, estoy preparado para ser malinterpretado) traduciría la frase "volvamos a Kant" por "volvamos a Lange" . Pues, así como para los filósofos e investigadores que sigan esta divisa no se trata de retornar a la letra de todo lo que escribió el filósofo de KOnigsberg, sino sólo al principio fundamental de su crítica, tampoco podría tratarse para la socialdemocracia de volver a todas las ideas y opiniones de un Friedrich Albert Lange. • Lo que tengo en mente es la unión que se da en Lange entre su leal y denodada defensa de la lucha de la clase obrera por su emancipación y su libertad científica exenta de prejuicios, siempre dispuesta a confesar los errores y reconocer nuevas verdades. Quizás una liberalidad como la que hallamos en los escritos de Lange sólo se puede encontrar en personas carentes de aquella penetrante agudeza, propia de los genios que marcan nuevos rumbos, como es el caso de Marx. Pero no todas las épocas producen un Marx e incluso para un hombre de igual genio, el movimiento obrero de • Friedrich Albert Lange (1828-1875), filósofo alemán, interesado por los problemas de los obreros, quien con s us reflexiones sobre un cambio evolutivo de l_a so ciedad influyó en Bernstein. La incidencia de Lange y también la de los fab1anos ingleses sobre Bernstein ha sido estudiada por Thomas Meyer: Bernstein konstrulctíver Sozialisrnus (El socialismo constructivo ele Bernstein), Bonn, 1977.

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nuestros días es demasiado grande como para que pueda ocupar una posición similar a la que Marx asumió en su historia. Hoy se requiere, junto a los espíritus luchadores, aquellos que son capaces de organizar y sintetizar, personas que se ubiquen en una posición que les permita separar el grano de la paja, reconocer la planta más humilde que ha crecido en el terreno ajeno; que quizá no sean reyes, pero sí fervientes republicanos en el campo del pensamiento socialista.

16. LA LABOR COTIDIANA DE LOS SOCIALISTAS" Pero si debemos desistir de la idea de la catástrofe, entonces lo que ha sido llamado labor socialista cotidiana adquiere naturalmente mayor valor, pues ésta ya no constituye sólo un paliativo válido en la medida en que es apropiado para mantener en condiciones de lucha a los obreros hasta la gran catástrofe, sino que pasa a ser un trabajo preliminar, importante y fundamental. Este es el elemento central que diferencia al revisionismo de la otra, es decir, de la antigua concepción de la socialdemocracia: es la mayor valoración de aquello que pertenece a la labor socialis ta cotidiana. Es la mayor valoración d e la labor parlamentaria, no tanto corno agitación -aun cuando también ésta tiene su justificación- sino en la perspectiva de resultados legislativos positivos, en la conquista de leyes que están orientadas a originar cambios tan profundos corno sean posibles en el derecho y en la economía. Es, además, una mayor valoración de la actividad socialista en los municipios, la que difícilmente puede ser sobrevalorada. Es un mayor reconocimiento de la importancia social de los sindicatos, desde la perspectiva de todas las funciones que pueden desarrollar en la vida económica; es un renovado interés en la ampliación sistemática de sus organizaciones, así corno un interés en la extensión de las cooperativas obreras de consumo. Cuando se abandona el esquema de la crisis y las especulaciones sobre el gran derrumbe económico, toda labor de este tipo tiene una signifi- · cación muy diferente, mucho mayor que la anterior, llegando • "Der Revisionismus in der .. ."", op. cit., pp. 38-41.

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a un conocimiento del desarrollo social tal corno este es en 1a realidad . Ahora bien, también se ha asegurado en contra de esta afirmación que lo que allí se plantea como labor cotidiana necesaria, ya se está realizando, ¡y lo está haciendo ya la socialdemocracia! Esto es correcto pero sólo hasta cierto punto . Las condiciones bajo las cuales se efectúa una labor no son indiferentes. Al aparecer mi libro sobre las premisas del socialismo y soportar los más duros ataques, un socialista polaco, el doctor Lad. Gwnplowicz en una reunión en Londres, afirmó algo que considero lo más Írnportante que se me podría haber dicho: "Lo que Bernstein recomienda ya l o hemos hecho con anterioridad, pero lo hemos realizado sin poner todo el corazón y con mala conciencia socialista. Bernstein nos ha puesto en condiciones de hacel;_l o con todo el alma y con buena conciencia socialista" . Si esto corresponde o no a la realidad, naturalmente no es algo que y~ .tenga que decidir, pero sí puedo asegurar que corresponde a m1 int«;mción. Para mí esas palabras de un compañero de lucha, a quien hasta entonces no conocía, fueron la más bella recompensa que puede merecer un escritor político. En efecto el movimiento socialista - corno se puede observar en su historia- ha sido condu c ido a abandonar, una por una, sus opiniones formadas aun sobre una base semiutópica a consecuencia de las condiciones reales en que se da su lucha y por su propio crecimiento. Originalmente, los socialistas opinaban que los parlamentos no interesaban para nada a l os trabajadores, que las cosas que allí se debatían carecían de significación, ¿qué tenían ellas que ver con los grandes obj etivos socialistas? Luego se ingresó a los parlamentos, pero declarando inútil, y hasta perjudicial, la participación en las comisiones parlamentarias. Pero ahora, cuando los socialistas han adquirido importancia en los parlamentos, se ha comprendido que la clase o brera debe trabajar con todas sus energías, en todos los cuerpos legislativos y administrativos, buscando llenarlos cada vez más con su espíritu. Así fue en relación a este punto y así seguirá siendo en relación a éste y a otros puntos. El revisionismo, derrotado en las convenciones por e l poder de la tradición, se abre paso victorioso en la práctica. Ahora bien, vienen algunos de mis compañeros de partido y dicen: hasta aquí todo parece muy bueno y bello, pero en este

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pequeño trabajo se pierde la perspectiva de l os grandes planteamientos y de las grandes ideas de síntesis, y si además le quitas a l os obreros l a gran meta final socialista, entonces l as cosas serán cada vez más difíciles en este punto. Mi respuesta a este reproche, escuchado tan a menudo, es que los obreros modernos no son niños a los que hay que mostrar la luna para estimularlos. La moderna clase obrera, que se encuentra en pleno proceso de maduración y que en grandes capas ya puede ser considerada madura, no requiere ninguna utopía y puede ser entusiasmada por la lucha socialista también sin la, a pesar de todo, vaga "meta final". Lo que es nece· sario mostrar a los obreros para infundirles entu siasmo e interés por los grandes objetivos es algo muy distinto. En primer lugar, es el h echo de su creciente importancia en la sociedad moderna, la misión histórica de su clase, que se expresa en e l hecho de ser la única c l ase libre de prejuicios ante todo progreso real en el conocimiento, la técnica, la cienci a, etc., cuyos intereses no se encuentran ligados a nada arcaico o que esté en proceso de serlo, corno l o tienen otras clases de la sociedad, que son en parte reaccionarias, que están sól o a medias con el progreso, porque con él pueden perder uno y otro privilegio como clase. Sólo los trabajadores están, tan pronto entran en escena corno clase, ligados al p r oceso social en todos los aspectos, son su vanguardia más segura, tal como lo expresara Lasalle con las bellas palabras que dedica a los obreros en su programa: "Son la roca sobre la que debe levantarse l a iglesia del presente". Cuando se dice esto a los trabajadores y además se les señala la posibilidad de un progreso constante, que quizá se efectúe lentamente, pero que debido a su c reciente importancia social resulta seguro en la medida en que ellos avancen unidos, se les muestra un gran objetivo que debe tener tanto mayor efecto por ser un objetivo en que también puede creer quien tenga un juicio desapasionado. Miremos una vez más el cuadro de la pirámide social tal como efectivamente se ha desarrollado. Arriba, e l cono presiona sobre el bloque de la clase obrera e impide su pleno desarrollo. Los parásitos contenidos en e l cono, en c reciente número, son e l peso que mantiene reprimido e l bloque. Pero el bloque aumenta cada vez más, la clase obrera crece relativamente más rápido que las otras clases, el bloque se aproxima progresivamente al cono en exten-

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sión y cada vez es mayor su capacidad de resistenc ia. Es necesario mostrar esto a los trabajadores. Con e llo no se les quita el entusiasmo por trabajar con nosotros , los socialistas; con ello rio se les priva de las grandes perspectivas, sólo se les indica cómo d eben luchar .realmente en la sociedad y se les despierta la confianza en sí mismos, que puede entusiasmar los espíritus hasta el máximo de tensión de las fuerzas, aun cuando e l avan-ce sea lento. La antigua perspectiva que nos guió a los socialdemócratas, las explicaciones de Marx sobre el derrumbe - todos somos discípulos de M arx y Engels- reflejan el cuadro de un ejército que se abre paso atravesando por muchos rodeos, por piedras y matorrales, que retrocede y vuelve a avanzar una y otra vez, hasta que finalmente llega a un gran abismo, más allá del cual, separado por un viole nto mar -según algunos un Mar Rojose encuentra el objetivo ambicionado: el Estado del futuro. Esta perspectiva ha cambiado mientras tanto. Se abre paso otro panorama. La perspectiva que ahora vernos ante nosotros nos muestra la lucha cotidiana de los trabajadores, que se efectúa y repite a pesar de todas las persecuciones; exhibe el crecimiento de los obreros e n número, en poder social en general , en influenc ia política, a la cual ya no se puede sustraer ningún partido. Esta perspectiva nos muestra el camino d e la clase obrera no sólo hacia adelante, sino tambié n su ascenso, no sólo un fortalecimiento en lo que a su número se refiere, sino también un mejoramiento económico, ético y político, una creciente capacid_a d y actividad como factor de cogobierno en el E s tado y la economía. Y en el sentido de esta perspectiva actúa y busca adeptos de la manera más decidida aque lla orientación de la socialdemocracia cuyos partidarios son llamados revisionistas.

VI. Socialismo, democracia, liberalismo

17. DEMOCRACIA, SOCIALISMO Y ORDEN ECONÓMICOº La práctica e nseña que mientras durante más tiempo subsisten las organizaciones democráticas en el Estado moderno, aumenta la atención y consideración de los derechos de las minorías y pierden hostilidad las luchas partidistas . Gente que no se puede imaginar la realización del socialismo sin actos de violencia·, podría encontrar ahí un argumento contra la democracia y, de hecho, tales voces no han faltado en la literatura socialista. P ero quien no se entrega a las ideas utópicas de que las naciones. modernas, por los efectos de una catástrofe revolucionaria prolongada, se desintegrarán en un sinnúmero de grupos totalm e nte independientes unos de otros, divisará en la democracia algo más que un medio político que sólo es bueno en la medida que sirve de instrumento a la clase obrera para darle el golpe de gracia al capital: La democracia es simultáneamente, medio y fin . Es el medio de lucha por el socialismo y la forma de realización del socialismo. No puede, eso es cierto, hacer milagros. No puede entregar la dominación política a un proletariado industrial como el suizo, que c ons tituye una minoría de la población (ni medio millón entre 2 millones de adultos). Tampoco puede en un país como Inglaterra, donde el proletariado representa la clase más numerosa, hacer que éste controle la industria, si el proletariado bien no se siente inclinado a ello, bien no se siente maduro o • Die Voraussetzungen ... , op. cit., pp. 178-188.

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suficientemente maduro para asumir la responsabilidad consecuencia de ello. En parte, además, no se siente maduro para las tareas relacionadas con ello . Pero en .Inglaterra como en Suiza, Francia, Estados Unidos, los países escandinavos, etc., el proletariado ha dado pruebas de ser una poderosa palanca del progreso social. Quien se atiene al contenido y no a la etiqueta, encontrará, si es que recorre la legislación inglesa desde la reforma electoral de 1867 -que otorgó derecho a voto a los trabajadores urbanos- , un significativo progreso en la dirección del socialismo, cuando no en el socialismo. La democracia es en principio la abolición de la dominación de clase, aun cuando no es de hecho la eliminación de las clases. Se habla del carácter conservador de la democracia y, en ~ierto sentido, con razón. -El absolutismo o el semiabsolutismo engañan tanto a sus sostenedores como a sus adversarios sobre el volumen de su poder . De ahí los planes superficiales, el lenguaje exagerado, la política zigzagueante, el temor de la caída y la esperanza de la opresión en los países donde aún reina o existen sus tradiciones . En la democracia, los partidos y las clas~ que están tras de ellos se enteran pronto de los límites de su poder y cada vez tratan de imponer sólo lo que razonablemente pueden esperar de las circunstancias. Incluso cuando exageran sus pretensiones, más allá de lo que realment"e buscan, para poder rebajarlas en la inevitable concertación - y la democracia es la universidad de la concertación- esto sucede con moderación . Así, en la democracia incluso la extrema izquierda aparece la mayoría de las veces con aspecto conservador y la reforma, porque es menos abrupta, más lenta de lo que realmente es. Sin embargo, su dirección es inequívoca. El derecho al voto en la democracia hace a su titular un virtual participante en la comunidad~· y esta virtual participación debe conducir a la larga a una real participación. Con una clase obrera subdesarrollada en cuanto a su número y preparación, el derecho general de sufragio puede aparecer largo tiempo incluso como el derecho de una vaca a elegir a su carnicero; sin embargo, con el número y conocimientos de los obreros será un instrumento para convertir a los representantes populares en auténticos servidores del pueblo. A pesar de que los obreros ingleses votan por miembros de los antiguos partidos en las elecciones parlamentarias y por lo mis-

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mo aparecen formalmente como la cola de los partidos burgueses, lo que sucede en los dis tritos electorales industriales es que esta "cola" mueve a la cabeza, y no al revés. Sin tomar en consideración que en Inglaterra la ampliación del derecho a v?to de 1884, unida a la reforma de las representaciones municipal~ ha hec~o ganar carta de ciudadanía corno partido politico a la socialdemocracia . r.~~o el derecho universal de sufragio es sólo una parte de la ~emocracia, si bien una parte que a la larga debe atraer hacia s1 a las otras, corno hace el imán con los trocitos de hierro dispersos. Es cierto que esto sucede más lentamente de lo que uno des~a, pero a pesar de todo se está trabajando en ello. y la ~ocialdernoc::racia no puede impulsar mejor esta obra que cuand? acepta sin ~eser~as, también doctrinariarnente, los principios del sufragio universal, de la democracia con todas las consecuencias resultantes para su táctica. ¿O acaso tiene sentido seguir aferrados a la frase de la dicta~ura _del proletariado en una época donde en todos los lugares imagina_bl«".s los representantes de la socialdemocracia se sitúan en la prac_tJca en el terreno del trabajo parlamentario, de la representación popular proporcional y de la legislación popular todo lo cual se opone a la dictadura? Esta frase hoy es tan anti~ c':1ada que sólo es posible vincularla a la realidad si a la palabra d1..ctadur_a se la desnuda de su significación real y se le añade alg~n sentido q~e la ~uavice . Toda la actividad práctica de la soc1aldern~cracia esta_ e?~arninada a lograr condiciones y requisitos previos que posibiliten y garanticen la transición libre sin rupturas co.nvulsivas, del.orden social moderno a uno supe;ior. De la concienci_a d~ ser pioneros de una civilización superior cobran sus partidarios nuevamente aliento y entusiasmo· también en _último t~rmino descansa en ella el derecho mori'u a la pretendida exp_r~~iaci?n s?cial. Pero la dictadura de clase per- . tenece a una c1v1hzación inferior y, prescindiendo de la utilidad Y viabilidad del asunto, debe considerarse como un retroceso a u.n .~tavismo político cuando se despierta la idea de que la transic1on de la sociedad capitalista a la socialista debe lle~arse a cabo necesariamente bajo formas de desarrollo de una. epoca, que no conocía para nada, o en forma muy incompleta, los rnetodos _actuales c;Ie propagación y consecución de las leyes Y que carec1a de los organos apropiados para ello.

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l~ p~áctica ~e. la socialdemocracia. Actualmente, algunos penód_icos sc:ic~alistas aislados se complacen en un inflamado lenguaje anhciudadano (antibürgerlich), que, en todo caso sería apropiado si viviéram~s sectariarnente corno anacoretas, pero que es absurdo en una epoca en que no es visto como un atenta~º contra la conciencia socialista organizar la vida privada burguesamente" (bourgeoisrna{3ig) del todo. Fi~almente, también sería recomendable mantener las proporciones en las declaraciones de guerra contra el "liberalismo"· Es cierto que el gran movimiento liberal contemporá~eo ha ven~do a favo~ecer a la burguesía (bourgeosie) capitalista, en pnn;ier término, y luego los partidos que se dieron el nombre de liberales eran o se convirtieron durante el proceso en nuevos guardian_es del capitalismo. Naturalmente entre esos _partidos y la socialdemocracia, sólo puede rein~r el antagonismo . Pero en lo que respecta al liberalismo corno movimiento histórico mundial, el socialismo no sólo es su sucesor en~! .tiempo, sino también el heredero legítimo de su contenido espir1tu~l, corno, por lo demás, se ve en la práctica frente a cad~ cuestión de principio ante la cual la socialdemocracia ha tenido que tornar posición. Donde alguna exigencia económica ~el progr~rna socialista debía realizarse en condiciones que pusieran seriamente en peligro el desarrollo liberal, la socialdernocr~cia nunca ha rehusado a tornar una posición en contra. Para esta, la seguridad de las libertades .ciudadanas ha tenido siempre mayor importancia que la realización de cualquier post~la?~ económico. educación y la seguridad de la libertad individual es el objetivo de todas las medidas socialistas también de aquellas que se presentan superficialmente coro~ medidas coactivas. Su examen más detallado mostrará siempre que se ha tratado de una coacción que aumenta la suma de libertad en la sociedad, que otorga más libertad a más amplios sec;t~res, en vez de quitárs~la. Por ejemplo: la jornada laboral m:ix~rna legal es en los hechos una disposición de libertad mirurna, una prohibición de vender la libertad por más de un de~er~~nado número de horas al día y corno tal se sitúa, en pnnc1p10, en el mismo terreno que la prohibición de venderse e_n servidumbre personal permanente, aprobada por todos los hber8;1:es. En _ese sentido, no es casualidad que el primer país que fijó una Jornada laboral máxima fuera Suiza, la comuni-

Digo expresamente la transición de la sociedad capitalista a la socialista y no de la "sociedad burguesa", como ocurre a menudo actualmente. Tal empleo de la palabra "burgués" es más bien otro atavismo o , en todo caso , una ambigüedad lingüística que debe ser señalada como un defecto de la fraseología de la socialdemocracia alemana, y que crea un excelente puente para falsas interpretaciones entre amigos y enemigos . La culpa de esto la tiene parcialmente la lengua alemana que no tiene una palabra propia para el concepto de ciudadano (Bürger) con iguales derechos, separado del concepto de ciudadano privilegiado. Considerando que hasta la fecha han fracasado todos los intentos por crear e introducir en el uso del idioma una expresión especial para uno de los dos conceptos, me parece mejor de todas maneras utilizar para el de ciudadano privilegiado (priviligierter Bilrger) y lo que a él se refiere, el galicismo bourgeois que abrir las puertas a todo tipo de malentendidos y ambigüedades mediante su traducción con la palabra "ciudadano" (bürger) o "burgués" (bürgerlich). Por último, hoy todos saben qué se quiere decir cuando se habla de combatir a la burguesía (Bourgeoísie) y suprimir a la sociedad burguesa (Bourgeoisgesellschaft) . Pero, ¿qué significa supresión de la sociedad ciudadana (bürgerlich)? ¿Qué significa, particularmente en Alemania, que el desarrollo de la sociedad ciudadana (bürgerlich) es un obstáculo, cuando en su Estado guía y de mayor tamaño - Prusia- se trata aún de terminar en primer lugar con grandes restos del feudalismo? Ahí nadie piensa en querer arremeter contra la sociedad ciudadana (bürgerlich), como orden social civil, al contrario, la socialdemocracia no quiere liquidar esa sociedad y proletarizar a todos sus miembros sin excepción; más bien, trabaja constantemente para llevar al obrero de su situación social de proletario a la de ciudadano (Bü.rger), y de esta manera generalizar la ciudadanía (Bürgerturn) o el ser ciudadano (Bürgersein). La socialdemocracia no quiere una sociedad proletaria en lugar de una sociedad ciudadana (bü.rgerlich), sino que quiere una sociedad socialista en lugar de la sociedad capitalista. Sería bueno si nos atuviéramos a esta última explicación inequívoca, en lugar de servirnos de aquellos giros ambiguos. Entonces, nos desembarazaríamos de una buena parte de otras contradicciones que no tan injustamente señalan sus adversarios entre la fraseología y

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