Guerra Comercial Entre Eeuu y China

UNIVERSIDAD NACIONAL DE CALLAO ESCUELA DE ECONOMIA FACULTAD DE CIENCIAS ECONOMICAS GUERRA COMERCIAL ENTRE ESTADOS UNIDO

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE CALLAO ESCUELA DE ECONOMIA FACULTAD DE CIENCIAS ECONOMICAS

GUERRA COMERCIAL ENTRE ESTADOS UNIDOS Y CHINA

GUERRA COMERCIAL ENTRE ESTADOS UNIDOS Y CHINA Los pretextos de Estados Unidos i) El saldo comercial. La parte más evidente en la agenda norteamericana es la magnitud del déficit comercial y la alta presencia china en el mismo. Aquí aparece el discurso mercantilista que lee poder económico como sinónimo de superávit comercial. Ya explicamos como el desequilibrio comercial corresponde a un desequilibrio macroeconómico, esto es, la diferencia entre ahorro e inversión. En lo estrictamente comercial, esta política es una reminiscencia de los mercaderes del siglo XVI y XVII, quienes se enriquecían con el exceso de sus ventas por sobre sus compras, saldo que acumulaban en oro y plata. Adam Smith cuestionó la proyección de esta situación individual a la de los países, proyección que llevaba a privilegiar las exportaciones y penalizar las importaciones. Fue Smith quien justamente la denominó “mercantilismo”. Con este criterio, como ya se ha indicado, el comercio es visto como un ejercicio de suma-cero, es decir, donde lo que un país gana, lo pierde otro. No cabe en este enfoque la posibilidad del beneficio mutuo, ni las ventajas de la especialización ni la lógica de la ventaja comparativa. En el límite, este argumento mercantilista enlaza bien con un intervencionismo que favorezca a las empresas domésticas en comercio e inversión, apelando a aranceles, subsidios, ventajas tributarias y administrativas. Esto es exactamente lo que pretende hacer Trump y por ello es que Trump está inaugurando una nueva fase de la globalización, una fase donde la principal economía del planeta gradualmente va abandonando los ejes liberales que promovió desde la posguerra. Como USA enfrenta déficits comerciales con 102 países, el desafío es arduo y habla de la necesidad de considerar esta política con seriedad pues de continuar, significaría destruir todo el edificio multilateral construido a partir del GATT y lueg0 con la OMC. ii) Sobre-oferta y subsidios chinos en sectores claves. En el plano internacional existe bastante consenso respecto de la veracidad de esta denuncia. Un conjunto de antecedentes asociados a las características del modelo chino de crecimiento16 han conducido a una sostenida y amplia sobre-oferta en sectores manufactiureros claves, tales como acero, aluminio, cemento y vidrios, entre otros. Esto ha sido recogido en el alegato norteamericano. A continuación, un par de párrafos de la presentación del representante de USA en la OMC en julio 2018, emitida bajo el título de «China ´s Trade-Disruptive Economic Model» El desafío, por tanto, es buscar la mejor estrategia para lidiar con este tema. Vale la pena subrayar que este no es un tema que desconozcan las autoridades chinas. Al contrario, es uno en el cual dicen estar trabajando y donde muestran algunos logros. El avance en el desmonte de la capacidad excedente que puede significar fusiones y/o cierre de empresas no es fácil pues ello puede significar lanzar miles de trabajadores a la calle, sin una alternativa ocupacional a la vista. De allí que uno de los principales obstáculos en estas reformas sea la resistencia de los administradores de esas empresas

estatales, por un lado, y la de las autoridades locales o provinciales que deben dar la cara ante su comunidad ante el desempleo resultante, por otra. iii) Baja observancia de los derechos de propiedad intelectual. El argumento norteamericano es que sus empresas en China estarían obligadas a establecer jointventures con empresas locales, con lo cual se ven presionadas a compartir sus innovaciones y su know- tecnológico. De este modo, las empresas chinas se apropiarían indebidamente de los méritos tecnológicos de las empresas norteamericanas, sin cancelar los respectivos derechos de propiedad intelectual. iv) Compras públicas. El alegato norteamericano señala las dificultades de las empresas norteamericanas para acceder a las compras públicas del gobierno central y de los gobiernos regionales y locales de China. En cualquier caso, en este tema, el alegato chino reproduce textualmente los argumentos norteamericanos pues ellos encuentran similares restricciones para acceder al mercado de compras públicas del gobierno central y de los estados de USA. Considerando la mayor relevancia del sector estatal en la economía china, es claro que el alegato norteamericano apunta a un objetivo económico de billones de dólares. Más bien estas empresas norteamericanas estarían más interesadas en flexibilizar el aparataje regulatorio en China, eliminando o reduciendo lo que algunas de ellas denuncian como sesgo en contra de las empresas extranjeras. b) Los pretextos chinos i) “Economía de mercado”. Cuando China ingresó a la OMC en 2001, se le impuso el status especial de “economía en transición”, aludiendo a que no contaba con una economía de mercado, otorgándosele un trato similar al que se concedió a las economías europeas previamente vinculadas al CAME, en el bloque soviético. Este dato fue crucial para las acusaciones antidumping (AD) que los socios de la OMC pudieran establecer en contra de productos chinos pues los precios de éstos no estarían respondiendo a condiciones de mercado. Siendo así, en las acusaciones AD, el país afectado podría usar los precios de un tercer país para calcular la magnitud del daño a su producción local. Esto abría la posibilidad de tomar el dato del país más ineficiente en ese producto, el de mayor costo, de modo de amplificar la diferencia con el valor del producto chino y aplicar el antidumping por esa diferencia. Este status especial concluyó el 11 de diciembre de 2016 y China esperaba que, de ahí en adelante no se le aplicase ese trato discriminatorio. Sin embargo, el propio 12 de diciembre de 2016, el Secretario de Comercio de USA señaló que no veía motivos para cambiar su política en este ámbito ni tampoco detecta reglas internacionales que lo fuercen a ello. La UE se manifestó en la misma dirección. China estima que el apartado a-ii del artículo 15 de su ingreso a la OMC es claro y su aplicación debiera ser automática. Hay cierta ambigüedad, sin embargo, en ese apartado pues indica que el criterio del país sustituto dejará de aplicarse en acusaciones AD en contra de productos chinos, previa demostración de la existencia clara de condiciones de mercado en la rama de producción respectiva.17 Como es evidente, esa “existencia clara” es un argumento jurídico clave que estará presente en las acusaciones AD de los próximos años.

El mismo 12 de diciembre 2016, China solicitó consultas con Estados Unidos y con la UE en la OMC respecto de la forma de utilizar el AD. Las consultas en OMC son el inicio formal de una controversia. Si pasados 60 días de esa consulta, no se resuelve la diferencia, el reclamante, China, puede solicitar un grupo especial que aborde la discrepancia. La disputa comercial ya está abierta y forma parte del debate comercial entre China, USA y la UE. En noviembre 2017, USA explicitó su postura en la OMC, negándose a reconocerle el status de economía de mercado a China (Reuters, 2017). Vale la pena destacar que cualquier negociación comercial de China tendiente a un acuerdo de libre comercio o a un esquema especial de cooperación económica y de inversiones tiene como requisito previo que la contraparte le reconozca el “Status de economía de mercado” y, por ende, renuncie a este trato discriminatorio en eventuales denuncias de AD a exportaciones chinas. Vale decir, la estrategia china opera en este plano sobre dos líneas: una, hacer valer sus derechos en la OMC y la otra, sumar reconocimientos unilaterales a su condición de “economía de mercado” a través de acuerdos comerciales o de cooperación económica. El tema en la OMC sigue en el plano de las disputas comerciales. Si los medios académicos y políticos chinos más informados siguen considerando que China fue maltratada en el proceso de ingreso a la OMC, es bastante obvio suponer que estarán pensando ahora frente a este incumplimiento de las principales potencias occidentales en este acuerdo que impusieron a China. ii) Archivar el tema de “manipulación cambiaria”. Este es un tema muy presente en el debate norteamericano pero, en rigor, en lo que respecta a la evolución del RMB, es un fenómeno que dejó de acontecer hace ya varios años. De hecho, cuando en octubre 2016 el FMI incorporó el renmimbi (RMB) en la cesta de monedas que componen los Derechos Especiales de Giro, ratificó que la cotización del RMB respondía a fuerzas de mercado. Con esta medida, se avalaba el proceso gradual de liberalización de los movimientos financieros y cambiarios. En abril 2017, el Tesoro emitió su informe sobre la política cambiaria china donde se especificaba que China no calificaba como una economía “manipuladora de su tipo de cambio”. En cualquier caso, hemos aprendido que la evidencia y el rigor empírico no son rasgos definitorios de Trump y sus asesores. iii) Importaciones de tecnologías avanzadas y bloqueo a inversiones chinas en USA. Más allá de la guerra e los aranceles, el objetivo básico de Trump apunta a dificultar el avance chino en materia de ciencia y tecnología. En particular, esta inquietud ha surgido después de conocer la iniciativa Made in China 2025, en la cual China busca construir liderazgo global en 10 áreas criticas, incluyendo tecnologías de información, robótica, aeroespacio, vehículos eléctricos, biotecnologías e inteligencia artificial. Para ello, la administración Trump propuso actuar en dos ámbitos: i) barreras a la inversión china en empresas norteamericanas de tecnología; ii) bloqueo a las exportaciones norteamericanas de alta tecnología dirigidas a China. Para lo primero, el Departamento del Tesoro aplicaría una normativa que prohíbe compra de empresas tecnológicas e impone un techo de 25% a la propiedad de inversionistas chinos en empresas norteamericanas de “tecnologías industrialmente significativas” y ese techo

puede variar, en función de consideraciones especiales. A su vez, el National Security Council y el Departamento del Comercio están desarrollando programas para reforzar el control de estas exportaciones, particularmente las dirigidas a China. Como es comprensible, la postura china alega el derecho a poder invertir libremente, sin restricciones administrativas o de índole política. El argumento norteamericano alude al hecho que la frontera entre la inversión privada y el estado en China sería demasiado tenue y, por ende, cualquier inversión china en USA tendría detrás al estado. De allí que bloquearle el acceso a las tecnologías de punta desarrolladas en USA limitaría el avance de la iniciativa Made in China 2025. Es interesante reseñar que, ante esta escalada, la reacción de Wall Street fue una brusca reacción a la baja, seguida por caídas similares en las principales bolsas internacionales. Esto obligó a que el Secretario del Tesoro y Navarro salieran a calmar los mercados. Navarro y Lightizer querían ir más lejos: invocar un estatuto de los 70`s utilizado contra Irán y Corea del Norte que permite declarar “emergencia económica nacional”. Trump estaba de su lado pero la reacción de Wall Street hizo que Trump cambiara de opinión. El gobierno hubo de retroceder y anunció que sólo reforzaría la legislación vigente. Esta legislación permite bloquear adquisiciones pero no las joint-ventures. La nueva legislación sí lo permitiría, junto con permitir monitorear inversiones minoritarias en start-ups en sectores tecnológicos claves y exportaciones en tecnologías con potencial de uso militar. Lo que objetivamente asoma como un logro de Trump – imponerle una severa multa a la empresa china, forzarla a cambiar su directorio e incluso a aceptar la intromisión de enviados del gobierno norteamericano en el seno de la empresa- no fue leído de esa forma. La razón es que el enfoque inicial, bastante más radical en el bloqueo a inversiones chinas, recibió un amplio y variado respaldo en la opinión pública y en el Congreso norteamericanos, de modo que el acuerdo final, bastante inducido por la reacción de los mercados financieros, fue interpretado como una muestra de debilidad de Trump frente a los negociadores chinos. El tema, sin embargo, más allá de la empresa ZTE, sigue activo en la sociedad norteamericana. c) Respuestas comerciales En respuesta al alza de aranceles que USA ha puesto sobre productos chinos, la respuesta china ha sido retaliar las exportaciones de USA en montos cuidadosamente proporcionales a los aranceles impuestos por USA en monto y focalizada en pocos rubros, básicamente agrícolas y en condados que más favorecieron electoralmente a Trump En la primera retaliación ejercida por China, se vieron afectados 2.783 condados y 2.279 (82%) de ellos fueron condados donde Trump venció en las elecciones. Entre otros, Wisconsin, estado de Paul Ryan, speaker de la Cámara y Kentucky, estado de McConell, líder republicano del Senado Adicionalmente China ha rebajado aranceles a la soja proveniente de países vecinos: Corea del Sur, India, Bangladesh, Laos y Sri Lanka. Levantó las prohibiciones sobre importaciones de carne de cerdo de Francia y R. Unido, restricción que venía del tema de las “vacas locas” de los años 90`s.. También China rebajó aranceles en químicos, agropecuarios, ropa, metales no ferrosos, gas licuado y redujo la lista negativa para el ingreso a la IED de 63 a 48 subsectores, eliminando o reduciendo el límite a la propiedad

extranjera en sectores como la construcción aeronáutica y naval, redes eléctricas, infraestructuras, minería, gasolineras, comercio de cereales. Es cierto que aquí hay una combinación de medidas probablemente inducidas por las medidas coercitivas de Trump y otras que se relacionan con el ritmo de las reformas económicas en China. En cualquier caso, también parece probable que dicho ritmo haya recibido un estímulo especial en el marco del conflicto comercial con USA, buscando ganar aliados europeos y asiáticos, por un lado, y por otro, dando muestras de apertura comercial y de inversiones en contraposición al discurso proteccionista de Trump. Una guerra comercial se produce cuando un país decide imponer aranceles, cuotas a la importación o cualquier otro tipo barrera arancelaria, o no arancelaria en algunos casos, a un producto o a un grupo determinado de productos para proteger y desarrollar la industria nacional. La guerra toma poder cuando el país que se ve más afectado por estas medidas responde con acciones en represalia a las mismas, que van desde la veda total o parcial de los principales productos exportados por el primer país, que usualmente son los más importados por el segundo, hasta subsidios en sectores específicos de su economía. Estas barreras comerciales suelen ser muy poco productivas y más costosas que su antónimo, el libre comercio, debido a que como resultado de aplicación de estas medidas lo que resulta entre los países partícipes de las mismas es un ejemplo vivo de la frase “ojo por ojo y diente por diente”, de modo que el objetivo principal se convierte en causarle al otro un daño igual o peor que él te está causando a ti. Por ello, un déficit global en la balanza comercial estadounidense fue la principal razón que llevó a tomar al presidente Donald Trump algunas de las medidas proteccionistas capaces de desatar una guerra comercial con algunos de los principales socios económicos de los Estados Unidos incluyendo a la República democrática de China

De acuerdo a los datos presentados en la tabla 1, el saldo comercial de Estados Unidos, de los últimos cinco años es negativo, con un total de US$ 7,696,366,236,000 en exportaciones y US$ 11,708,559,394,000 en importaciones, dando como resultado un déficit de US$ 4,012,193,158,000. Los principales productos exportados por Estados

Unidos son petróleo refinado, vehículos, partes de vehículos, circuitos integrados y medicamentos. Del mismo modo, vehículos, petróleo. Asimismo, para determinar porque China es el país más afectado por estas medidas primero hay que ver cómo anda la balanza comercial de Estados Unidos con este país en los últimos cinco años. En la tabla 2 es posible observar el saldo comercial estadounidense con el gigante asiático del 2013 al 2017.

Al observar detenidamente la tabla 2, el dato más impactante es que China tiene una participación en promedio de 46.09%, en los últimos cinco años, en el déficit total de Estados Unidos, esto es debido a que China tiene incidencia en el 21% de las importaciones estadounidenses totales, pero solo en el 7.9% de las exportaciones totales, lo que resulta en un déficit comercial para Estados Unidos de US$ 1, 849, 696, 741,000. Los principales productos comercializados entre estos países son soyas, aeroplanos, helicópteros o astronaves, vehículos, computadoras, equipos de radiodifusión y teléfonos. Con el argumento de que afectan a la seguridad nacional, y cumpliendo su medida de que “protegerá no solo a los trabajos en EE.UU. sino la tecnología y la innovación”, el presidente Trump estableció un arancel del 25% al acero y un 10% al aluminio, que da como resultado aranceles sobre la importación de 1.300 productos chinos por valor de 50.000 millones de dólares, además de que cree que una de las principales razones del déficit comercial que existe con china es debido al robo de tecnología del cual acusa al gigante asiático, “…se está produciendo un tremendo robo de propiedad intelectual, cientos de miles de millones de dólares cada año”, denuncio el primer mandatario estadounidense3 , luego de acusar a empresas del país asiático de realizar copias a ideas y productos estadounidenses para vendérselas de vuelta a un precio más bajo o reducir la entrada de productos estadounidenses al mercado chino. De igual modo, la respuesta de China no se hizo esperar al imponer aranceles de 15% a 120 artículos de importación como frutas y ocho artículos que incluyen carne de cerdo y productos alimenticios serán sometidos a aranceles de 25%, por valor de unos

US$3,000 millones. Esto es debido que las medidas tomadas primero por Estados Unidos podrían producir grandes pérdidas para china en productos de acero y plástico que el país exporta, entonces este debe buscar la manera de equilibrar este déficit y responder al camino proteccionista que Estados Unidos ha decidido tomar. Por otro lado, es importante destacar a los afectados por esta confrontación de protección de intereses que se ha producido entre los Estados Unidos de América y la República democrática de China. Los aranceles, las cuotas a la importación y demás medidas proteccionistas indicen directamente en el aumento de precios de los productos a los que fueron aplicados dichas medidas, por ende los consumidores tendrán que pagar más para obtener el producto o el servicio, pero más específicamente productos agrícolas como la soya, el maíz, el algodón y el tabaco serán impactados por los aranceles impuesto por china. Así como también carnes, productos químicos y plásticos y sectores como el aeroespacial y el manufacturero. Por el contrario, países de Latinoamérica como Brasil y Argentina pueden salir muy beneficiados de esta disputa y volverse más competitivos en el mercado al acaparar la atención del gigante asiático en la búsqueda de otros socios productores de soya, de hecho el 10% de las exportaciones totales de Brasil se compone de soya y el 74% de esta soya es exportado hacia China. De igual modo, la carne de cerdo mexicana podría presentar un incremento sustancial en las exportaciones hacia el gigante asiático. Con la entrada en funcionamiento de la empresa de Kingtom Aluminio SRL, la nueva zona franca de capital chino en República Dominicana, y siendo sus principales mercados de exportación Estados Unidos y Puerto Rico, se perfila un crecimiento sustancial para RD en las exportaciones de aluminio hacia el mercado estadounidense. De esto se puede inferir que, la República Democrática de China, a través del tratado de libre comercio DR-CAFTA y los incentivos legales y fiscales que posee República Dominicana en materia de inversión extranjera directa y zonas francas, aprovechará las facilidades que el país ofrece a los extranjeros para establecer empresas de capital foráneo y al mismo tiempo que el aluminio exportado desde aquí hacia Estados Unidos no paga impuestos, Xi Jinping 1-Trump 0. Además, esto podría resultar en un mejor posicionamiento para las exportaciones dominicanas. De todos modos, las guerras comerciales no se pierden ni se ganan, los países se mantienen colocando más y más aranceles con el objetivo de compensar el daño causado por la otra nación en vez de consensuar una solución que les favorezca a ambos, al final del día van a ocasionar que el intercambio comercial que se produce entre ellos quede parcial o, en ocasiones peores, totalmente deteriorado. Por lo tanto, esta situación crea un rebalanceo del comercio internacional bajo estos regímenes arancelarios causando colaterales por los que otros mercados mejoran o empeoran su situación según la cuota del mercado que tenga por país.

Los efectos que genera esta guerra comercial: 1.. Caída del precio de las materias primas Hasta el momento China se ha mantenido como el principal consumidor de metales, lo que le ha valido a los países de la región obtener beneficios en los últimos meses. Sin embargo, reportes de una desaceleración de la economía china mantiene preocupados a los inversores en este tipo de materias. Así, productos como los minerales peruanos se desplomaron en las últimas semanas, lo que reduce las ganancias exportadoras y la recaudación del gobierno. La probable etapa de recesión económica en la que se encontraría el país asiático hace peligrar también a la soja argentina o el cobre chileno, que no registran desembarques a gran escala. De tal modo, la idea de cubrir la demanda de productos que pretenden comprar tanto Estados Unidos como China se va desvaneciendo a medida que aumentan las tensiones.

2. Subida del dólar El precio del billete verde, ha registrado subidas durante las jornadas de los últimos meses en los distintos mercados de la región. Un dólar más caro significa un debilitamiento de las monedas locales. Esto puede traducirse en una posterior inflación, como la situación que afronta actualmente Argentina, cuya divisa ha perdido gran parte de su valor (se cotizó hasta a 46 pesos argentinos por dólar en la semana). En la misma línea vienen operando los mercados bursátiles latinoamericanos, que no escapan de registrar caídas, especialmente en los sectores mineros en economías dependientes de los metales como Perú.

3. Fábricas prefieren operar en México Tanto las multinacionales chinas como estadounidenses han encontrado en México la solución a los problemas arancelarios. Como se recuerda, Donald Trump impuso una ronda de aranceles a diversos bienes chinos valorizados en US$ 200,000 millones. La medida del mandatario estadounidense provocó, según las compañías que operan en China, que el costo de producción de sus productos se eleve, así como el precio de venta final a los usuarios. El fabricante chino de utensilios desechables de plástico y papel, Fulling Global así como el fabricante de cámaras de acción, GoPro han anunciado en los últimos días su intención de trasladar sus fábricas a estados mexicanos como Monterrey y Guadalajara

4. Exportaciones mexicanas se elevan México se perfila como uno de los mayores ganadores con el conflicto comercial no solo al recibir más empresas sino también al elevar su cuota de exportaciones. Según cifras del Departamento de Comercio de Estados Unidos, las exportaciones e importaciones entre ambos países sumaron US$ 97,400 millones en el primer bimestre de este año. El gobierno mexicano prevé que las cifras continúen al alza, especialmente luego de que Trump eliminara los aranceles que había impuesto a las importaciones de acero y aluminio de México y Canadá, en el mercado del tratado de libre comercio que esperan ratificar las tres naciones a la brevedad.