Generacion Decapitada

Generación Decapitada En el transcurso del siglo XX en Ecuador surge un movimiento literario que siguiendo los pasos de

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Generación Decapitada En el transcurso del siglo XX en Ecuador surge un movimiento literario que siguiendo los pasos de la literatura europea del siglo XIX. Este movimiento se llamó “La Generación Decapitada”. Los 4 escritores más reconocidos como: Medardo Ángel Silva, Ernesto Noboa y Caamaño, Arturo Borja y Humberto Fierro. Lo curioso de este nombre, es el trágico desenlace de la historia de estos 4 escritores, todos se suicidan a muy temprana edad, siendo el más joven de estos Silva cuando solo tenía 21 años, y Noboa a los 38. Medardo Ángel Silva La obra de Silva se contiene en dos volúmenes: El Árbol del Bien y del Mal, que él mismo editó en 1917, y Poesías escogidas, una selección que Gonzalo Zaldumbide publicó en 1926, en París. Silva era el menor, y acaso el más importante poeta de la generación del novecientos que introdujo el modernismo en la literatura ecuatoriana. Medardo Ángel Silva, de origen humilde, padeció el "mal del tedio", y toda su obra, de gran pureza formal, es un canto de amor a la muerte. Poeta del dolor, del "spleen", del amor imposible, del hastío de vivir, ha dejado algunas de las más bellas páginas de la literatura ecuatoriana. Estuvo, como sus compañeros de generación (Arturo Borja, Humberto Fierro, Ernesto Noboa y Caamaño) bajo la influencia directa de los simbolistas franceses, especialmente de Verlaine y Baudelaire. Era un adolescente cuando escribió "Libro de Amor", "Las Voces Inefables", "Estancias", "Estampas Románticas". Es también autor de prosas poéticas y de una pequeña novela titulada María Jesús. Un gran dominio estrófico y un muy hábil uso de la metáfora caracterizan sus composiciones de El árbol del bien y del mal, donde con tonos desesperados y melancólicos transmite vivencias ligadas a la expiación amorosa. Medardo Ángel Silva se suicidó el 10 de junio de 1919 en Guayaquil (dos días después de haber cumplido 21 años). Según publicaciones de Adolfo Simmons, aquel día asistió a la casa de Rosa Amada Villegas, entonces ex-pareja del escritor, quien contó su versión de los hechos. Silva pidió hablar a solas con ella, y luego insistiendo en la cercanía de ambos al estar en un salón privado, saca un revólver de su propiedad para dispararse en la sien.

Ernesto Noboa y Caamaño

Poeta ecuatoriano. Junto a Arturo Borja, Humberto Fierro y, según una parte de la crítica, Medardo Ángel Silva, Ernesto Noboa formó parte del grupo de poetas que supuso la irrupción y apogeo del modernismo en Ecuador y que es conocido como Generación Decapitada, llamada así por el prematuro fallecimiento de sus miembros.

Hijo de una familia acomodada que había participado activamente en la política nacional (los presidentes José María Plácido Caamaño y Diego Noboa figuran entre sus antepasados), cursó estudios primarios en Guayaquil. Se trasladó después a Quito, donde prosiguió sus estudios e inició una estrecha amistad con Arturo Borja. Ambos poetas constituirían luego el núcleo del grupo de Quito. Ernesto Noboa Caamaño se vio siempre acosado por la neurosis que sólo la morfina lograba calmarle. Buscó fortalecer su mente viajando por Europa, pero en el fondo se sentía irremediablemente perdido, y sin ánimo para sobreponerse a la soledad de su mundo.

En su poesía, revestida de inigualable delicadeza y perfección, se nota la influencia de Samain, Verlaine y Baudelaire; de los simbolistas franceses recuperó la potencia de las formas y de las imágenes. Casi toda su obra, marcada por la angustia y el hastío, se halla recogida en el libro Romanza de las Horas, publicado en 1922. Para algunos, su poema Emoción vesperal marcó toda una época. Es uno de los poetas ecuatorianos más difundidos, y muchos de sus poemas son repetidos y cantados por el pueblo. También escribió algunas obras de crítica.

Arturo Borja

Poeta ecuatoriano, perteneciente a la llamada Generación decapitada, compuesta por poetas de la aristocracia criolla. En 1907 viajó a París para curarse de una lesión sufrida en un ojo. Allí aprovechó para seguir un curso de Literatura, y leer y establecer contacto con los simbolistas Mallarmé, Baudelaire y Rimbaud, aunque su poeta preferido era Verlaine.

A su regreso a Quito se puso a la cabeza de toda aquella juventud que se sentía atraída por la literatura. Formó grupo con Humberto Fierro, Ernesto Noboa y Caamaño y Francisco Guarderas, y vivió una etapa bohemia. En 1910 tradujo Les chants de Maldoror del Conde de Lautreamont, que publicó en la revista Letras. Sus expresiones literarias siempre tenían un fuerte dejo de tristeza. Ninguno de sus amigos tomaba en serio su amenaza de que cuando se le acabara el dinero de la herencia de su padre se suicidaría. Sin embargo, pocos días después de terminar su luna de miel con su esposa Carmen Roza Sánchez, con quien se había casado el 15 de octubre de 1912, murió de una sobredosis de morfina.

Su vida, breve y precoz, se había hundido en profundo pesimismo, nostalgia y tristeza, ya que anhelaba el ambiente intelectual de una Francia a la que, bien sabía, no le sería dado volver. Su escasa producción fue recogida y publicada por sus amigos en el libro titulado La flauta de Ónix (1960). Es recordado en Ecuador como el primer poeta que agitó en los albores del siglo XX la bandera de un nuevo estilo de hacer poesía.

Humberto Fierro

Poeta ecuatoriano perteneciente a la llamada Generación decapitada, compuesta por poetas de la aristocracia criolla. Hijo de una familia acomodada, adquirió esmerada educación, y en las propiedades de sus padres dedicó buena parte de su tiempo a la lectura de sus autores preferidos.

De una sensibilidad exasperada, introvertido, sencillo y modesto, se desempeñó toda su vida como amanuense en una oficina del Ministerio Público, sin preocuparse por mejorar su situación económica. Centró toda su dedicación en la poesía, la música y la pintura, y sobresalió principalmente en el primero de estos campos.

Junto con Arturo Borja, Ernesto Noboa Caamaño y Medardo Ángel Silva, Humberto Fierro conforma el grupo de modernistas denominado la Generación decapitada. Siguiendo los pasos del nicaragüense Rubén Darío, los modernistas ecuatorianos rompen con las formas tradicionales de la poesía, renuncian a la rigidez del verso medido y dan preferencia al ritmo interior; pero, sobre todo, reivindican el ensueño, la fabulación y el entusiasmo como pilares de la creación literaria.

El laúd del valle (1919), que fue publicado en vida del autor, y Velada palatina, editado en 1949, son los títulos que firmó Fierro, cuyo propósito fue elaborar un sistema estético culto alejado de los referentes nacionales, del prosaísmo de un país sumido en la pobreza y la corrupción política. Como la de Borja y Noboa, la poética de Fierro es la del desencuentro de clase, la de la escisión entre su ensoñación aristocrática y su ciudadanía mestiza.