Felix Schlayer

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Información personal

Nacimiento

20 de noviembre de 1873  Reutlingen (Reich alemán) 

Fallecimiento

25 de noviembre de 1950 

 (77 años)

Madrid (España) 

Sepultura

cementerio civil de Madrid 

Información profesional

Ocupación

Empresario y diplomático 

Cargos Embajador  ocupados

[editar datos en Wikidata]

Felix Schlayer (Reutlingen, 20 de noviembre 1873-Madrid, 25 de noviembre 1950) fue un ingeniero y empresario alemán, que vivió alrededor de cincuenta años en España y fue cónsul de Noruega en Madrid durante el primer año de la guerra civil española. Prácticamente desconocido por el gran público hasta fechas recientes, de acuerdo con su testimonio, salvó la vida a más de novecientas personas en los primeros meses de la guerra en Madrid. Fue también el primero que relató las persecuciones, los asesinatos políticos masivos y las torturas de las checas en el Madrid republicano de 1936 en su obra Diplomat im roten Madrid, publicada en Berlín en alemán en pleno nazismo en 1938, y no traducida al español hasta 2005 con el título Matanzas en el Madrid republicano. Paseos, checas, Paracuellos..., y publicada con nueva traducción en 2008 con el título de Diplomático en el Madrid rojo.

Índice      

1Biografía 2Obra 3Ideología 4Repercusiones 5Véase también 6Referencias

o o  

6.1Notas 6.2Citas 7Bibliografía 8Enlaces externos

Biografía[editar] No hay muchos datos disponibles acerca de su biografía. La mayor parte de ellos son los extraídos de su libro. De acuerdo con éste, se habría establecido en España en 1895, a los veintidós años, como empresario de maquinaria agrícola. Fue el inventor del «Heliaks» (Helico Axial Machine), una máquina trilladora helicoaxial, si bien es por su papel como diplomático, ya pasados los 60 años de edad, por lo que se le recuerda. En julio de 1936, al estallar la guerra civil española, era el encargado de Negocios de la Embajada noruega en Madrid. Al encontrarse fuera de España el embajador noruego, ocupó el puesto de cónsul de Noruega. Durante el año que permaneció en su puesto como diplomático en la España republicana salvó la vida de unos novecientos refugiados, a los que acogió en la legación diplomática e intercedió ante el gobierno en varios casos, incluso facilitando en algún caso salvoconductos para escapar, por lo que José Manuel Ezpeleta — uno de los máximos especialistas en las matanzas de Paracuellos de Jarama (vocal de la Hermandad de Nuestra Señora de los Caídos de Paracuellos de Jarama), y prologuista de la edición de las memorias de Schlayer— le ha considerado como el Schindler español. En noviembre de 1936 descubrió y afirmó haber dado testimonio a las autoridades republicanas de la matanza en Paracuellos de Jarama y Torrejón de Ardoz de más de cuatro mil personas que estaban detenidas en las cárceles de Madrid. Permaneció en su puesto en Madrid hasta julio de 1937, en que abandonó la España republicana junto a su esposa, de forma precipitada, según su testimonio, cuando estaba a punto de ser detenido por las milicias republicanas. Según el secretario general del cuerpo diplomático en Madrid, Henry Helfant, Schlayer perdió su puesto diplomático noruego por sus simpatías pronazis. [cita  requerida]  Posteriormente estuvo en la zona sublevada en fecha indeterminada —Schlayer cita en su libro su presencia en Salamanca, cuartel general de Franco, durante la guerra, lo cual sólo pudo tener lugar tras su salida de la zona republicana y antes de la publicación de su libro—. Regresó a España al finalizar la guerra civil y, ya con casi 70 años, se quedó a vivir en Torrelodones, Madrid, donde ya había residido antes de la guerra. El 7 de marzo de 1940 testificó en la Causa General —un gran proceso judicial abierto por los vencedores de la guerra civil para informar «de los hechos delictivos y otros aspectos de la vida en zona roja desde el 18 de julio hasta la liberación»—1 y en 1946 se le concedido el ingreso en la Orden Civil de Beneficencia.2 Falleció en Madrid en 1950.

Obra[editar] Su testimonio lo recogió en un libro de memorias, Diplomat im roten Madrid («Un diplomático en el Madrid rojo»), publicado en alemán en Berlín en 1938. Narrado con un tono descriptivo, sin referencias históricas, Schlayer afirma que no tiene pretensiones literarias ni propagandísticas de ningún tipo y que narra exclusivamente lo que vio: «Lejos de mí cualquier intención

propagandística. Sólo espero que cada cual sepa extraer de mis escritos sus propias conclusiones».3 La obra, pese a su singular valor testimonial, cayó en el olvido y no se tradujo al español hasta 2005, casi setenta años después, con el título Matanzas en el Madrid republicano. El libro, que recoge de forma minuciosa y con numerosos detalles tanto los horrores que vio (los hacinamientos en las cárceles, los paseos y los cadáveres al borde de la carretera) como su labor humanitaria en el Cuerpo Diplomático, denuncia la pasividad o, en algunos casos, connivencia, de las autoridades de la Segunda República Española con las persecuciones y los asesinatos masivos. También recoge su versión de la entrevista que mantuvo con el nuevo delegado de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid, Santiago Carrillo, al que afirmó haber transmitido las informaciones de que disponía sobre los transportes de cientos de presos que en ese momento se estaban produciendo desde la cárcel Modelo y la de Porlier con destino incierto. Según su versión, Carrillo y el general Miaja afirmaron no saber nada al respecto. Pese a prometer investigarlo, dichas sacas se siguieron sucediendo en los días posteriores. El destino de las mismas fue descubierto por el propio Schlayer días después. Carrillo, que reconoce en sus memorias la entrevista con el diplomático (al que, sin embargo, confunde con el embajador de Finlandia, del que dice que era un "nazi" y que publicó un libro en Alemania tras la guerra, 4) y con el delegado de la Cruz Roja, afirma, sin embargo, que nada supo sobre los asesinatos masivos que se estaban produciendo en Paracuellos. Schlayer narra en su libro el descubrimiento de fosas comunes en los aledaños del río Henares, en Torrejón de Ardoz, y también más allá del Jarama, en Paracuellos, ambos en los alrededores de Madrid, al tratar de localizar el rastro de Ricardo de la Cierva Codorníu (hermano de Juan de la Cierva, el inventor del autogiro; hijo de Juan de la Cierva Peñafiel, varias veces ministro de Alfonso XIII; y padre del historiador Ricardo de la Cierva), joven abogado que trabajaba para la embajada noruega. Esta obra constituye el principal testimonio coetáneo y directo de la matanza de Paracuellos, la mayor masacre colectiva perpetrada en la zona republicana durante la guerra civil española. Asimismo, documenta sus entrevistas con diversas autoridades republicanas –desde varios miembros del Gobierno, a generales republicanos y jefes de policía–, a los que trató de persuadir de forma insistente para que impidieran los crímenes contra inocentes. Recoge también los esfuerzos humanitarios del conjunto del Cuerpo Diplomático presente en Madrid para proteger la vida de personas perseguidas, y sus numerosas visitas humanitarias a los hospitales y las cárceles madrileñas para proteger la vida de los presos, e incluso a algunas de las checas más temidas como la de la calle Fomento 9. También se ha publicado su autobiografía "Ein Schwabe in Spanien", Hohenheim 2006, no traducida al español, donde proporciona información de gran interés. Narra por ejemplo su entrevista con Franco por la que se establece un intercambio de prisioneros entre los dos bandos en lucha.

Ideología[editar] Schlayer no fue un político, sino un industrial que, circunstancialmente, se vio al frente de la embajada noruega al encontrarse ausente el embajador —muchos embajadores se encontraban de vacaciones cuando estalló la guerra civil

española—. El secretario general del Cuerpo Diplomático Extranjero en Madrid durante la guerra civil española, Henry Helfant5 lo consideró en su libro La doctrina Trujillo del asilo diplomático humanitario publicado en 1947 como pronazi y partidario de los rebeldes franquistas. 6 Santiago Carrillo va más lejos y lo califica llanamente como «nazi».7 Sin embargo, aunque sus ideas conservadoras y su simpatía por el bando  nacional quedan claras en su libro, y la lectura de éste transmite un latente antisemitismo nada extraño en la época en que fue escrito,8nota 1 no hay prueba alguna de que fuera nacionalsocialista.7 Por su parte, Ian Gibson menciona en un pasaje de su obra sobre Paracuellos la ideología derechista de Schlayer: Schlayer era hombre de ideas netamente derechistas y antimarxistas y, en los primeros meses de la contienda, adquirió la reputación entre los rojos de ser simpatizante y hasta colaborador de los sublevados. «Corrientemente se ha opinado que era un agente de la quinta columna -escribió Galíndez en 1945-, y su nacionalidad y actividades confirman esta creencia. En la Legación tenía unos dos mil asilados; pero su obsesión fue siempre el canje de Raimundo Fernández Cuesta.» Schlayer se interesó vivamente por la suerte de los presos políticos de Madrid, visitando con frecuencia las cárceles y llevando a cabo numerosas gestiones acerca de las autoridades republicanas. Finalmente, en el verano de 1937, surgió un grave enfrentamiento con dichas autoridades, y abandonó Madrid. Ian Gibson. Paracuellos cómo fue.

Según su propia declaración en la Causa General, sus simpatías le llevaron a proporcionar información secretamente al bando sublevado al menos en una ocasión: cuando Kléber se disponía a atacar el Cerro Garabitas.9 Sin embargo, resulta exagerado considerarlo como un espía. El Servicio de Información Militar (SIM) franquista carece de datos sobre él, y su única colaboración acreditada parece haber sido el responder a un interrogatorio al llegar a zona sublevada; algo habitual en quienes cambiaban de zona. 10 Schlayer afirma conocer muy bien España —llevaba más tiempo viviendo en España que en su Alemania natal— y a sus gentes, gracias a los viajes por los pueblos y ciudades españoles como representante de maquinaria. En su obra, Schlayer define explícitamente su ideología, si bien deja inequívoca constancia de sus simpatías por los sublevados, acusando al Frente Popular de haber amañado las elecciones,11 haber ordenado el asesinato de Calvo Sotelo.12 y encontrando justificada la sublevación militar13 En su libro no se refiere a la represión en el territorio controlado por los sublevados —denominado siempre «nacional»—, pero sí llega a imputar la ola de refugiados que llegó a Madrid huyendo del avance del ejército de África a la expulsión decretada por los «rojos».14 Schlayer defiende el orden social frente al desorden que, a su juicio, vivía España desde los primeros años de la República. 15 Aunque nada proclive a teorizaciones, a lo largo de la obra hace explícitas sus ideas anticomunistas, 1617 18 si bien omite su posible contacto con la quinta columna y su colaboración con los sublevados. Su toma de postura contraria al bando republicano se debe probablemente a sus ideas profundamente antimarxistas y se hace bien explícita en el final, al partir con su mujer desde el puerto de Valencia: «Finalizaba para nosotros la pesadilla roja». A pesar de ello, fue capaz de ponderar las diferencias personales y éticas entre cada uno de ellos e incluso ensalzar los méritos del anarquista Melchor Rodríguez, director de Prisiones de Madrid. Más difícil es determinar si era o no demócrata o si tenía simpatías filonazis, como Galíndez le atribuye debido a sus actividades y al hecho de ser alemán, o cómo le define Henry Helfant, diplomático en Madrid en las mismas fechas que Schlayer, como pro-nazi. Sin embargo, sus críticas al Frente Popular no le convierten automáticamente en fascista o filonazi: hubo republicanos y demócratas convencidos, como Manuel Chaves Nogales, que denunciaron las atrocidades del Frente Popular y de las milicias en parecidos

términos. En una época tan polarizada,19 Schlayer dejó escrito que la opción entre «"blanco" o "rojo" es mucho menos una cuestión política que una demanda moral». Sin embargo, de existir tal filiación, no ha podido comprobarse con hechos fehacientes. Sí son reconocidas por todos sus intervenciones humanitarias —que incluyen también la visita a hospitales con heridos del bando republicano, de lo cual hay constancia fotográfica— 20 y que actuó siempre coordinado con el delegado de la Cruz Roja y con el Cuerpo Diplomático —que en septiembre de 1936 amenazó con abandonar Madrid en bloque si no se les permitía continuar con su labor humanitaria—.

Repercusiones[editar] La obra de Schlayer se ha convertido, en manos de historiadores hostiles al bando republicano, como César Vidal o Pío Moa, en una de las principales piezas de cargo en contra de Santiago Carrillo, acusado de haber permitido los asesinatos masivos ocurridos en Madrid durante los primeros meses de la guerra. También ha servido, más allá de las disputas ideológicas, para documentar de primera mano la importante labor humanitaria que desempeñaron en Madrid numerosos diplomáticos extranjeros, que pusieron en riesgo su seguridad para auxiliar a un gran número de personas, que pudieron así salvar su vida. El libro, que a finales de 2006 iba por su cuarta edición, ha despertado el interés del público por la figura de Schlayer, lo que dio lugar a un homenaje público que se le tributó en Madrid el 9 de noviembre de 2006, coincidiendo con el 70 aniversario de las matanzas de Paracuellos. En el homenaje participaron personalidades diversas, en su gran mayoría en el entorno de la derecha española, como el escritor Fernando Sánchez Dragó, los periodistas César Alonso de los Ríos e Isabel Durán, el magistrado del Tribunal Supremo Adolfo Prego y el exjefe de la Casa Real española Sabino Fernández Campo. También se sumaron los historiadores Stanley Payne y Ricardo de la Cierva — hijo del abogado de la embajada noruega, asesinado en Paracuellos— y el periodista Alfonso Ussía —nieto del dramaturgo Pedro Muñoz Seca, igualmente muerto en Paracuellos—.21

Véase también[editar]       

Guerra civil española Víctimas de la guerra civil española Revolución social española de 1936 Quinta columna Embajadas y legaciones extranjeras (Guerra Civil Española) Matanza de Paracuellos Terror Rojo (España)

Referencias[editar] Notas[editar]

1.

↑ Schlayer hace tres comentarios sobre judíos en su libro. En la página 134 describe a Margarita Nelken como a "una diputada socialista, judía de origen alemán", lo que se ajusta a la realidad. En la página 185 dice que Julio Álvarez del Vayo y Luis Araquistáin "se habían casado con dos hermanas judías rusas". Ambos comentarios pueden parecer meramente informativos, pero deben ser situados en el contexto en el que se publica el libro: la Alemania nazi de 1938. Más claro es el comentario de la página 200, donde dice que "la judía Margarita Nelken estaba dando un mitin..." con una intención claramente peyorativa. No obstante, el antisemitismo estaba muy extendido en aquella época y no era patrimonio exclusivo de los nazis.

Citas[editar] 1.

↑ En La radio: un arma más de la Guerra Civil en Madrid, Javier Cervera, escribe que Felix Schlayer testificó en la Causa General (CAUSA: CAJA 1527 (EMBAJADAS). Declaración de Felix Schlayer).

2.

↑ Orden del Ministerio de la Gobernación concediendo el ingreso en la Orden Civil de Beneficencia, con distintivo negro y blanco y categoría de Cruz de primera clase, a doña Esther González, viuda de Pérez Treviño, y don Félix Schlayer, Encargado de Negocios de la Legación de Noruega en Madrid, publicada en el Boletín Oficial del Estado de 21 de noviembre de 1946.

3. 4. 5.

↑ Felix Schlayer, Matanzas en el Madrid republicano. Introducción de Felix Schlayer (pág. 18).

6. 7. 8. 9.

↑ Felix Schlayer and the Nazis

↑ Santiago Carrillo, Memorias, ISBN 84-08-07035-5, pg. 217. ↑ HELFANT, Henry (10 de abril de 1942). «Carta de Helfant al exgobernador civil de Madrid, Miguel Villalta Gisbert, en 1942». Consultado el 26 de noviembre de 2018.

↑ Saltar a:a b Cervera Gil, 2008, p. 17. ↑ Cervera Gil, 2008, p. 15. ↑ Cervera Gil, Javier (1998). «La radio: un arma más de la Guerra Civil en Madrid». Historia y comunicación social (3): 282. ISSN 1137-0734. Consultado el 25 de abril de 2013.

10. ↑ Cervera Gil, 2008, pp. 17-18. 11. ↑ Schlayer. Capítulo 1. Causas y telón de fondo de la guerra civil: «Al revelarse, ya en el primer escrutinio, el fracaso de este nuevo invento [de Alcalá-Zamora] y resultar por otra parte posible una mayoría renovada de la derecha tradicional, Portela dio por perdida la partida, se retiró y entregó el poder en favor del “Frente Popular” que amenazaba con la huelga general y el levantamiento del pueblo, sin estar en absoluto justificado para ello, pues todo era consecuencia del despecho que sentían, al haber resultado minoritarios, precisamente en esas mismas elecciones. El nuevo escrutinio al que se procedió, a los pocos días, se hizo ya bajo el signo del desconsiderado abuso de poder de los partidos de izquierda, que no contentos con monopolizar para sí los escaños discutidos, aprovecharon la mayoría así alcanzada para anular, en varias provincias, los resultados electorales favorables a la derecha y adjudicárselos, totalmente, a sus propios candidatos. Hubo provincias en las que se había votado a las derechas en un ochenta por ciento -y eso bajo un gobierno Portela, del que lo menos que se puede decir es que no tenía interés alguno en que así fuera- y en las que, un mes después, bajo la presión del Frente Popular, resultó que se había votado a la izquierda en un noventa por ciento; ¡pocas veces se habrá montado parodia mayor de la tan cacareada libertad de voto! Y, sobre tal base, se asienta ahora la “legitimidad” del Gobierno de la República Española, tan ofuscadamente puesta en primer término por franceses, ingleses y americanos»

12. ↑ Ibid. Capítulo 1. Causas y telón de fondo de la guerra civil: «A Calvo Sotelo, diputado sobresaliente que encabezaba esos partidos de derechas, le anunció la muerte que le esperaba el propio Casares Quiroga, Presidente del Consejo de Ministros, en plena sesión parlamentaria y tras un exaltado discurso de despedida. El asesinato se perpetró pocos días después, durante la noche, a manos de la policía estatal.»

13. ↑ Ibid. Capítulo 1. Causas y telón de fondo de la guerra civil: «La parte del pueblo español de orientación derechista, mayoría numérica indiscutible, se veía abocada a la elección entre dejarse aniquilar por las turbas incontroladas o lanzarse a la lucha. Tal fue el origen de la sublevación de los generales, como ejecutores de la voluntad de la mayoría de la población que no se quería dejar exterminar conscientemente.»

14. ↑ Ibid. Capítulo 2. El estallido de la Guerra Civil: «Se habían convertido en víctimas de la furia destructora roja, que quería dejar a los "otros" un país despoblado, sin tomar en consideración el hecho de que, al privar a sus conciudadanos de asentamiento, también les quitaban su resistencia moral. Tenían que convertirse en "rojos"; en parte, por el temor a los "nacionales", que se les infundía y, en parte precisamente por el desarraigo, la pérdida de tierras, casa y demás bienes. Este sistema lo aplicaron en todas partes y, más adelante, incluso en las provincias entre Badajoz y Madrid, que tomaron los nacionales. Estos encontraban a su paso, siempre pueblos vacíos: en todas partes la gente se había visto obligada a abandonarlos, juntamente con los rojos.|Ibid. Capítulo 2. El estallido de la Guerra Civil.»

15. ↑ Ibid. Capítulo 1. Causas y telón de fondo de la Guerra Civil. 16. ↑ Ibid. Capítulo 1. Causas y telón de fondo de la guerra civil: «¿Cómo hacerse con un pueblo así, al que “no hacer nada” le parece más tentador, que el bienestar adquirido mediante el trabajo? Presentándole, como señuelo, el “vivir bien” emparejado con el “no hacer nada”. Tal era la consigna tentadora con la que, con habilidad, el comunismo seducía a la masa inculta, carente hasta el presente de ambiciones y hecha ya a la mezquindad de su vida, empujándola a actuaciones fanáticas con un seguimiento ciego: “quitadles todo a los que lo tienen y así podréis ser tan gandules y vivir tan bien como ellos ahora”.»

17. ↑ Ibid. Capítulo 1. Causas y telón de fondo de la guerra civil: «En la amplia masa del pueblo español dominaba, desde siempre, en materia política, exclusivamente el sentimiento y nunca la razón. Pero en conflictos anteriores su fanatismo se apoyaba sobre bases idealistas... Esta vez, sin embargo, debido a la influencia de la progresiva materialización de las masas populares, como consecuencia de las teorías socialista y comunista, los motivos de fondo son principalmente de orden económico y la meta con la que se especula es el disfrutar de la vida con el mínimo esfuerzo.»

18. ↑ Ibid. Capítulo 4. Los presos, las cárceles y sus guardiantes: «Tal es, ahora como antes, el espíritu que domina en los dirigentes rojos españoles. La destrucción es, en todos los campos, parte importante de su programa y, la envidia, y el resentimiento su móvil esencial.»

19. ↑ Ibid. Capítulo 8. La liberación de los refugiados: «Hacia el final le pregunté a La Pasionaria cómo se imaginaba que las dos mitades de España, separadas entre sí por un odio tan abismal, pudieran vivir otra vez como un solo pueblo y soportarse mutuamente. Entonces estalló todo su apasionamiento: "¡Es simplemente imposible! ¡No cabe más solución que la de que una mitad de España extermine a la otra!".»

20. ↑ Imagen de Schlayer durante la guerra: en la fotografía aparece marcado con una equis, visitando a un famoso miliciano republicano en un puesto de socorro de la Cruz Roja cercano al frente de Madrid.

21. ↑ Noticia de Minuto Digital en la que se informa de la celebración de un homenaje a Felix Schlayer en Madrid, 10 de noviembre de 2006.

Bibliografía[editar]

    

CERVERA GIL, Javier (2008). «Introducción». Diplomático en el Madrid rojo. Sevilla: Ediciones Espuela de Plata. pp. 9-26. ISBN 978-84-96956-13-1. GIBSON, Ian (2005). «Schlayer, Henny y Pérez Quesada». Paracuellos, cómo fue: la verdad objetiva sobre la matanza de presos en Madrid en 1936. Madrid: Temas de Hoy. pp. 126-144. ISBN 8484604586. OCLC 63698338. SCHLAYER, Felix (1938). Diplomat im roten Madrid (en alemán). Berlín: Herbig. OCLC 882782124. —hay traducción española: Matanzas en el Madrid republicano (Barcelona, Áltera, 2005)—. VIDAL, César (2005). «Capítulo VII. Paracuellos (I): La odisea de Felix Schlayer». Paracuellos-Katyn. Madrid: LibrosLibres. pp. 150-163. ISBN 8496088-32-4. Consultado el 24 de abril de 2013. SCHLAYER, Félix; BRINKMANN, Sören (2007). Ein Schwabe in Spanien: Erinnerungen aus der ersten Hälfte des 20. Jahrhunderts (en alemán). Stuttgart: Hohenheim. ISBN 3898501507. OCLC 137248375.

Enlaces externos[editar]  

Un diplomático en el Madrid rojo. Traducción española de Carmen Wirth Lenaerts. Reseña de  Matanzas en el Madrid republicano.

Félix Schlayer, por José Manuel de Ezpeleta 14 de febrero de 2019 por Redacción FNFF    

Compartir en: Facebook   Whatsapp   Twitter   Mail Ante la noticia de que la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena y el PSOE votan en contra de una placa a Félix Schlayer, aprobada por el Comisionado de Sauquillo, traemos este artículo publicado en nuestro Boletín Informativo, de don José Manuel de Ezpeleta, acerca de la reedición del libro del diplomático don Félix Schlayer Gratwohl, para haceros a todos conocedores de lo que realizó Schlayer y por qué se merece esa placa:   José Manuel de Ezpeleta Boletín Informativo de la FNFF    

  Justo cuando se cumple el 75 aniversario de la proclamación de la II República, y el 70 aniversario del comienzo de la guerra civil, aún existen sentimientos polarizados y posturas radicales de lo que significaron aquellos los acontecimientos. Cuando al parecer, aún no tenemos cerradas aquellas viejas heridas, en el mundo literario un libro ha hecho su aparición con el título "Matanzas en el Madrid republicano, presos, secas, Paracuellos…", de la editorial Áltera. Aparentemente es un libro más dedicado al extenso tema de nuestra guerra civil, pero en seguida salta a la vista que no es así. Todo lo contrario, lo relatado por su autor, de forma serena y sencilla, nos toca de lleno a todos los españoles con respecto a nuestras virtudes y defectos, sin olvidar las luces y las miserias que afloraron bajo las peligrosas y extremas condiciones que el Asilo diplomático impuso dentro de aquel Madrid clandestino revolucionario. Con las elecciones generales en febrero de 1936 y la victoria del Frente Popular, España se dividió definitivamente en dos mitades antagónicas e irreconciliables, precipitándose ambas en una senda de convulsiones políticas y sociales sin remedio alguno que enseguida desembocó en una larvada guerra civil. Tras el Alzamiento militar del 18 de julio, en Madrid, rápidamente comenzaron las hostilidades de los frente populistas contra todas aquellas personas llamadas de derechas o contrarios al nuevo régimen establecido, viéndose obligadas miles de ellas a buscar desesperadamente un refugio en no pocas embajadas y legaciones diplomáticas, que bajo la responsabilidad de sus cónsules, algunos embajadores y demás agregados o compatriotas, éstos no dudaron en actuar de forma desinteresada y en ocasiones anónimamente para sacar de las represalias al mayor número de españoles. Actitudes

humanitarias.

El lector enseguida irá descubriendo desde la primera página, cómo fueron sucediéndose aquellos sucesos, incluso nos permitirá ir constatando las distintas actitudes humanitarias de terceros países, así como la extrema violencia desatada en el interior de la capital avalada por una impresionante cantidad de datos, sin olvidar la persecución y el asesinato sistemático de aquellos que eran considerados "fascistas" y más. Para entender algunas de las actitudes humanitarias llevadas acabo en el interior de Madrid por aquellas representaciones, hay que recordar que entre los años 1936 y 1940, poco más de treinta embajadas o legaciones extranjeras dieron Asilo diplomático a más de siete mil personas, lo que supuso un número sin precedentes hasta entonces, comenzando así una trágica supervivencia en medio de un ambiente hostil, llegándose incluso -dentro de la vida cotidiana de los refugiados- a celebrar, de manera clandestina, Misas y otros actos religiosos. Fue entonces cuando bajo aquel escenario y aquellas circunstancias, el vicecónsul honorario de Noruega en Madrid, don Félix Schlayer Gratwohl, supo dar la talla convirtiéndose en seguida en una figura mítica tratando de salvar vidas en la antesala de la muerte. Hombre de férreas convicciones humanitarias y hábil negociador, dejó para la posteridad sus vivencias personales y sus crudos testimonios de todo cuanto vio y vivió, en un libro publicado en Berlín en 1938, y titulado "Un diplomático en el Madrid rojo", con letra gótica y en alemán. Este libro desgrana en concreto la vida cotidiana de los refugiados en aquel edificio de la Legación de Noruega, el asalto que sufrieron algunas de ellas, las arriesgadas evacuaciones con destino a Valencia o Barcelona de mujeres, niños y personas mayores de cuarenta años principalmente, así como sus frecuentes visitas a

diferentes checas y cárceles con la misión de interceder por los allí detenidos sin justificación alguna y con el consentimiento del Gobierno republicano.  

Valiente

y

audaz.

La audacia del señor Schlayer y su personal valor, viene avalado y demostrado por sus relatos, justo cuando ahora se acaba de aprobar la Ley para la Memoria Histórica, intentando negar sesgadamente la veracidad de aquellos hechos a base de un relativismo historiográfico, y que su libro echa por tierra. Fue la verdad histórica de este ingeniero alemán y buen conocedor de España de los españoles -pues vivió en nuestro país 41 años-, la que ha sido sistemáticamente ocultada y olvidada, aunque bastantes años después se editaran interesantes trabajos al respecto. No hay que olvidar como muchos diplomáticos y honorarios no dudaron en arriesgar sus vidas con el único empeño de abrir las puertas de sus representaciones diplomáticas a todos los que allí acudieron. Basta recordar al decano del Cuerpo diplomático en España al comenzar la guerra, don Daniel García Mansilla; al ex embajador de Chile en Madrid, don Aurelio Núñez Morgado; al representante o encargado de negocios argentino, don Edgardo Pérez Quesada, que incluso llegó a obtener de la Consejería de Orden Público de Madrid cientos de salvaconductos para evacuar refugiados al puerto de Valencia, o al ingeniero británico don Edwin Christopher Lance -más conocido por el Pimpinela de la guerra española-, el cual y con la ayuda de otros compañeros logró salvar la vida numerosísimos perseguidos, justo cuando las posiciones del Reino Unido respecto al conflicto bélico se caracterizaron por su altivez, y otros tantos que la progresiva actual, así como la de entonces, han mantenido en un sospechoso silencio. Todos ellos, salvo alguna rara excepción, supieron soslayar las miles de dificultades impuestas por cualquiera de los tres gobiernos republicanos que les tocó vivir, viéndose incluso obligados en su mayoría a remitir largas y complicadas listas de refugiados al entonces criptocomunista y ministro de Estado, Julio Álvarez del Vayo. Solo la Legación de Noruega llegó a presentar una lista de 524 personas. Más concretamente, desde mediados de agosto hasta finales de diciembre de 1936, el número de solicitudes de ingreso comenzó aumentar de forma alarmante, coincidiendo con el cénit de la represión roja. A esta situación habría que sumar la de los cientos de rescatados de las cárceles y checas madrileñas hasta mediados de 1937, año en que los asilados e ingresos fueron decreciendo paulatinamente hasta el final de la guerra. En concreto, fue el edificio de la Legación que dirigió el Sr. Schlayer la que acogió el mayor número de laicos, aparte de sacerdotes y religiosos, lo mismo que los inmuebles que estuvieron bajo el Hogar Chileno o el Liceo Francés  de entre otros muchos. Cuántas lágrimas derramadas en las puertas de aquellas legaciones diplomáticas, cuántas

vidas salvadas en último extremo, cuánto le debemos a él los españoles y a su heroica actuación. La lista de nombres sería interminable. Descubridor de la matanza de Paracuellos.  

Pero de entre las arriesgadas actividades de don Félix Schlayer, una destaca por encima de todas las demás. Me refiero a su testimonio escrito, con respecto a las exterminadoras matanzas de presos preventivos llevadas a cabo por socialistas y comunistas, además de otros grupos de izquierdas, en diferentes lugares cercanos a la capital. Él, junto al argentino Dr. Pérez Quesada y el delegado de la Cruz Roja Internacional  Sr. Henry Henny, fueron los primeros que inspeccionaron la fosa común en Soto de Aldovea, cerca del pueblo de Torrejón de Ardoz, para albergar a los allí asesinados el 8 de noviembre de 1936, llegando incluso a entrevistar a uno de los testigos oculares, el cual les comentó que: "El día 6 vinieron unos milicianos de Madrid y escogieron a todos los hombres hábiles del pueblo; nos obligaron abrir una zanja ancha y larga…". Seguidamente, y no por casualidad, unos días después también descubrió el lugar de las matanzas en Paracuellos del Jarama de los días 7 y 8 del mismo mes, donde fueron traídos de las cárceles madrileñas las grandes sacas de presos, atados de dos en dos, y asesinados ante aquellas grandes fosas abiertas precipitadamente para tal misión. Tal vez por ello, el Sr. Schlayer fue tachado sistemáticamente de alemán reaccionario y nazi, por el que fuera Consejero de Orden Público durante los dos últimos meses de 1936 en Madrid, Santiago Carrillo, cuando éste fuera visitado en su despacho por el propio Schlayer y Henny -tras intentar sin éxito entrevistarse con Margarita Neken-, para denunciar la pasividad de éste y su implicación en la masacre de aquellos presos. Éstos y otros episodios del Cuerpo diplomático acreditado en Madrid y demás encargados de negocios, han quedado sepultados para siempre junto con una bibliografía esencial. Del mismo modo que hoy en día se olvida que aquella guerra civil no destruyó el régimen republicano, si no que éste fue destruido previamente por un Frente Popular de corte soviético y principal causante de la guerra civil. Resulta asombroso el silencio llevado a cabo por las izquierdas españolas, entonces en el exilio, al no mencionar al que fuera durante la guerra asesor del ministro de Estado Luis Jiménez de Asúa, cuando en su exilio argentino de 1948 escribió diferentes artículos sobre el asilo diplomático llevado acabo durante la contienda de forma ecuánime y veraz. Habría que esperar a los años setenta y ochenta, para que aparecieran diferentes títulos que desempolvaran lo que fueron aquellos asilos y canjes, poniendo de actualidad las verdaderas razones que lo promovieron, aunque últimamente una sesgada "Memoria Histórica" trate de borrar sus vestigios. Finalmente, nuestra protagonista y autor del mencionado libro, murió silenciado y sin una placa que recordase su nombre para la posteridad, siendo enterrado en el cementerio civil de Madrid. Nunca los españoles debieron tanto a unos pocos, y es en especial a don Félix Schlayer Gratwohl.  

Matanzas en el Madrid republicano. Traducción de la obra «Diplomat im roten Madrid», (Un diplomático en el Madrid rojo), Por Félix Schlayer, cónsul de Noruega en España.

"Iba a empezar enseguida una reunión con representantes de los partidos del Frente Popular, en el curso de la cual se iba a nombrar la nueva «Junta de Defensa» de Madrid. Inmediatamente después de su nombramiento nos presentaría al nuevo delegado de Orden Público [...] Pasado algún tiempo apareció el ayudante con un hombre joven que tendría de 25 a 30 años de edad, un «camarada» robusto con un rostro de expresión más bien brutal, y nos lo presentó como nuevo delegado de Orden Público. Pertenecía a las    Memoria histórica. Juventudes Comunistas, a la más encarnizada e    Un diplomático en el insensible de todas las organizaciones proletarias. Madrid rojo.     De venta en Librería Extremó su cortesía con los diplomáticos, con Hispania. quienes establecía contacto por primera vez en su vida y nos citó para celebrar una entrevista en su  Versión  Formato Imprimible PDF nuevo despacho a las siete de la tarde [...]. Dicha autoridad se llamaba Santiago Carrillo. Tuvimos con él una conversación muy larga, en la que recibimos toda clase de promesas de buena voluntad y de intenciones humanitarias respecto a la protección de los presos y al cese de la actividad asesina. Pero la impresión final que sacamos de la entrevista fue de una total inseguridad y falta de sinceridad. Le dije lo que acababa de oír en la Moncloa y le pedí explicaciones. Carrillo pretendía no saber nada de todo aquello, lo cual me parece totalmente inverosímil, como lo demuestra el hecho de que durante la noche y el día siguiente prosiguieron, pese a sus falsas promesas, los transportes de presos sacados de las cárceles.  Prosiguieron sin que Miaja ni Carrillo intervinieran para nada; y sobre todo, sin que pudieran seguir alegando desconocer unos hechos de los que les acabábamos de informar. [...] "Tal como pude sonsacarle al miliciano, aquello había transcurrido de la siguiente manera: los autobuses que llegaban se estacionaban arriba en la pradera. Cada 10 hombres atados entre sí, de dos en dos, eran desnudados -es decir, les robaban sus pertenencias- y enseguida les hacían bajar a la fosa, donde caían tan pronto como recibían los disparos, después de lo cual tenían que bajar los otros 10 siguientes, mientras los milicianos echaban tierra a los anteriores. No cabe duda alguna de que, con este bestial procedimiento asesino, quedaron sepultados gran número de heridos graves, que aún no estaban muertos, por más que en muchos casos les dieran el tiro de gracia". "Luego me dirigí al único que estaba de guardia -un miliciano-, y dando por sabido lo ocurrido, le pregunté sin rodeos dónde habían enterrado a los hombres que fusilaron el domingo. El hombre empezó a hacerme una descripción algo complicada del camino. Le dije que sería mucho más sencillo que nos acompañara y nos enseñara el lugar; me hizo caso, se colgó el fusil y nos condujo hasta ahí. A unos 150 metros del castillo se metió en una zanja profunda y seca que iba del castillo al río, y que llaman «Caz»; era una antigua acequia. Ahí empezaba, en el fondo de dicha zanja, un montón de unos dos

metros de alto de tierra recientemente removida. Lo señaló y dijo. «Aquí empieza». Reinaba un fuerte olor a putrefacción; por encima del suelo se veían desigualdades, como si emergieran miembros; en un lugar asomaban botas. No se había echado sobre los cadáveres más que una fina capa de tierra. Seguimos la zanja en dirección al río. La remoción reciente de tierra y la correspondiente elevación del nivel del fondo de la cacera tenía una longitud de unos 300 metros. ¡Se trataba, pues, de la tumba de 500 a 600 hombres!". Biografía. Félix Schlayer: Retlingen (Alemania) 1873, Madrid (?). Ingeniero, establecido en España desde 1895 y domiciliado en Torrelodones (Madrid), ocupa en 1936, a los 63 años de edad, el puesto de Cónsul de Noruega, país con el que había establecido, como empresario de maquinaria agrícola, intensas relaciones comerciales. Al encontrarse fuera de España el embajador de Noruega, el 18 de julio de 1936 se pone al frente de la legación de dicho país, cargo desde el cual salvó la vida de los más de mil refugiados acogidos en dicha embajada. En noviembre de 1936, descubrió y dio testimonio de la matanza, en Paracuellos de Jarama, de más de cuatro mil presos preventivos extraídos de las cárceles de Madrid. Habiendo regresado a España al finalizar la guerra, siguió viviendo en nuestro país, donde falleció en fecha desconocida, hallándose enterrado en el cementerio civil de Madrid. El primero que contó al mundo el horror de las persecuciones, de los asesinatos masivos, de las torturas de las checas en el Madrid de la revolución. El primero que descubrió la matanza de Paracuellos de Jarama: unos cinco mil presos de diversas cárceles de Madrid asesinados a sangre fría en la mayor matanza colectiva de toda la guerra civil. El primero también que probó la implicación directa de Santiago Carrillo en la masacre. Ni una maldita placa celebra su gesta en la desmemoriada España que se llena la boca de "Memoria histórica". Ni siquiera su  testimonio, editado en alemán en 1938,  había sido publicado nunca en español. Félix Schlayer, sea esta edición su homenaje.

MATANZAS EN EL MADRID REPUBLICANO: PASEOS, CHECAS, PARACUELLOS... FELIX SCHLAYER  57 opiniones Escribe tu opinión Historia Historia de España Historia de la II República y Guerra Civil española

Resumen Félix Schlayer: cónsul de Noruega en el Madrid dominado por la revolución, aplastado por el Terror: uno de esos hombres que, cuando la humanidad se hunde, la salvan un poco del deshonor. Félix Schlayer: uno de esos hombres que, así, nos salvan de algún modo a todos. No sólo a los cientos que salvó físicamente del Terror — jugándose la vida, como tantos otros diplomáticos extranjeros se la jugaron también. Félix Schlayer: el primero que contó al mundo el horror de las persecuciones, de los asesinatos masivos, de las torturas de las checas en el Madrid de la revolución. Félix Schlayer: el primero que descubrió la matanza de Paracuellos de Jarama: unos cinco mil presos de diversas cárceles de Madrid asesinados a sangre fría en la mayor matanza colectiva de toda la guerra civil. El primero también que probó la implicación directa de Santiago Carrillo en la masacre. Félix Schlayer: ni una maldita placa celebra su gesta en la desmemoriada España que se llena la boca de “Memoria histórica”. Su testimonio, editado en alemán en 1938, ni siquiera había sido publicado nunca en español.