Excremento y Codicia

1 . 2015 Juan Ballivián Noboa. Impresión portada: Cusco, Perú. Foto de la portada: Williams Gibbs, con dos de sus hi

Views 136 Downloads 1 File size 5MB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

1

.

2015 Juan Ballivián Noboa.

Impresión portada: Cusco, Perú.

Foto de la portada: Williams Gibbs, con dos de sus hijas mayores.

2

A mis padres Juan José y María Antonieta. A todos mis ancestros directos y sus descendientes.

3

ÍNDICE

Introducción Capítulo I La familia Gibbs II Orígenes de las familias Crawley y Crawley-Boevey III La familia de Noboa IV El Perú en el horizonte de la familia Gibbs V Los Noboa en el nuevo mundo VI La era del guano VII La era del salitre VIII Antecedentes de la guerra del Pacífico IX La guerra del Pacífico X Conclusiones sobre la invasión chilena XI Consecuencias de la guerra XII Epílogo XIII Generaciones actuales XIV Referencias, bibliográficas y fuentes

6 12 30 50 62 89 101 121 141 157 169 176 194 202 223

4

PRÓLOGO Se han tocado tres grandes áreas en el desarrollo del presente libro. Primeramente la genealogía familiar de los linajes protagónicos, que es amplia y fuertemente respaldada por grandes expertos en el tema como, así también, en documentación certificada. En segundo lugar se abarca brevemente su historia a través de continuas generaciones y, por último, en el caso de la famil ia Gibbs, se explica con mayor detalle su participación en los importantes hechos que sacudieron a tres naciones andinas, con amplias costas sobre el océano Pacífico, que se enfrentaron entre sí en la llamada “Guerra del Pacífico”. Aunque la guerra se inició en 1879, con la invasión por parte de Chile a toda la costa de su vecino Bolivia, las repercusiones continúan hasta nuestros días. Perú tuvo que recurrir en el siglo XXI a la Corte Internacional de Justicia de La Haya, para obtener una delimitación de s u espacio marítimo con su vecino Chile. El fallo ya se dio, estableciendo detalladamente la línea fronteriza y favoreciendo levemente al Perú, concediéndole aproximadamente 25 000 kilómetros cuadrados de la zona económica exclusiva y con ello acceder a otros 25 000 kilómetros cuadrado de su propia zona exclusiva. Bolivia también ha recurrido en años recientes a la mencionada Corte, para demandar a Chile, por el incumplimiento reiterado en el ofrecimiento de conceder una salida soberana al mar. Chile respondió con una acción de incompetencia de la Corte para tratar el asunto planteado por Bolivia, y ésta rechazó en 2015 el pedido chileno, declarando su competencia para tratar la demanda boliviana. El fallo definitivo tardará algunos años. Por lo expuesto, el contribuir con nuevas fuentes de información, para continuar esclareciendo los luctuosos acontecimientos que bañaron con sangre de sus hijos a tres naciones vecinas, no es cosa del pasado y que es mejor olvidar, al contrario, en la búsqueda de una solución justa y equilibrada, estamos todavía en el ojo de la tormenta mientras no se resuelva la situación del enclaustramiento de Bolivia. Esta publicación pretende contribuir a que triunfe la razón sin recurrir a la fuerza. Que las posiciones tozudas e intransigentes cedan paso a la inteligencia, creatividad y sinceros deseos de lograr la unión de nuestros pueblos. No es posible mantener la paz en la región, mientras a diez millones de personas se les prive beneficiarse con los ingentes recursos naturales que proporciona el océano, que se les impida tener acceso soberano a la cuenca del pacífico que representa más de la mitad del PIB de nuestro Planeta, lo que vulnera sus derechos humanos, por cuanto nacieron con cuatrocientos kilómetros de costa y que fueron arrebatados por la fuerza. En el capítulo referente a las nuevas generaciones de quien fuera descendiente de la familia Gibbs y que dejó su cuerpo y alma en estas tierras, nos referimos a Octavius Charles Crawley-Boevey, notamos la presencia de familiares que en la actualidad llevan con orgullo la nacionalidad peruana, chilena y boliviana. Son a ellos, sobre todo a los más jóve nes, que el actor de esta publicación apela para que sean los que patrocinen la paz y unión entre las tres naciones sacudidas por la sangrienta guerra. Que lleven la bandera de la hermandad de estos pueblos, que clamen por la justicia de los menos favorecidos, que se abran los horizontes de la equidad y que estas naciones andinas sean un referente para la humanidad del futuro, para la eternidad de nuestra especie.

5

Los descendientes de Octavius Charles Crawley-Boevey y María Francisca Murga y Murguía, son hoy en día muy numerosos y residen en muchos países de Europa y América, por ello en los temas tratados en este trabajo y en las numerosas fotografías y cuadros de la familia exhibidos, es imposible incluir a todos por la falta de material escénico de muchos de ellos. Sin embargo si se ingresa en la internet a: http://gw2.geneanet.org/jballivinoboa se tiene a la mano la genealogía de más de 40 000 familiares y que, en muchos casos, incluye material fotográfico.

6

INTRODUCCIÓN

7 Arequipa amaneció sacudida por una triste noticia y no por los acostumbrados temblores de tierra. La “ciudad blanca” como la llaman por el sillar de origen volcánico que domina sus construcciones, es la segunda urbe más poblada del país y el centro económico de la región sur. Al pie de tres enormes volcanes, apaciguados en los últimos siglos, este generoso valle que alberga a la ciudad, fue la cuna de hombres y mujeres que dieron lustre a la república peruana, que vio nacer y morir a no pocas culturas autóctonas y al virreinato español más importante en la época colonial.

Foto 1.Vista panorámica de la Plaza de Armas de Arequipa Un 22 de abril de 1935, fallece en Arequipa, doña María Francisca Murga viuda de Crawley-Boevey. La ilustre matrona descendía de familias prominentes españolas e irlandesas establecidas en el sur peruano desde los primeros años de la conquista. Por su lado materno estaban los Murgia, y los Kennedy de Irlanda, y las familias Ayala Loayza, el linaje Sousa de Portugal, los Noboa de la Casa de Maceda en Galicia y los Fernández de Córdoba de la gran casa de Córdoba en España. No podemos olvidar al Conquistador del Perú don Alonso de Loayza y García, Señor de la Casa Loayza en Trujillo de Extremadura, España, quien colocó la primera piedra de la Catedral del Cusco, la segunda más antigua en toda América y que también construyó la famosa casa de los “Cuatro Bustos” que en años recientes cobijó al Hotel Marriott y Libertador en la ciudad imperial. Es importante señalar su ascendencia con la familia real inca, pues su 14° bisabuelo don Pedro Ladrón de Guevara, Conquistador del Perú y uno de los primeros habitantes peninsulares de Arequipa, se casó con la Palla Catalina Sissa Chumpi Ocllo, nieta del Inca Túpac Yupanqui . María Francisca, contrajo matrimonio con Octavius Charles Crawley-Boevey, hijo de Sir Martin Hyde IV Baronet Barrow de Hygrove, Gloucester, UK. Bisnieto por parte materna, del Rev. Charles Crawley y de Mary Gibbs, hermana del destacado empresario Antony Gibbs, fundador de una de las casas comerciales más importantes a nivel mundial en el siglo XIX, nos referimos a Antony Gibbs & Sons, empresa que en 1822 fundó la primera filial en tierras americanas: Gibbs, Crawley, Moens & Co. en la ciudad de Lima. La firma se expande con la apertura de las sucursales en el puerto de Guayaquil y la ciudad peruana de Arequipa. Fue esta sucursal la que dirigió Octavius Charles entre los años 1870 hasta mayo de 1877 en que regresa a Inglaterra.

8

Foto 2 Octavius Charles Crawley-Boevey (1846-1897)

Foto 3 María Francisca de Murga y Murguía (1852-1935)

9 A finales de la década de 1870, los acontecimientos políticos en la región del pacífico sur estaban muy alterados temiéndose un eminente enfrentamiento bélico entre Bolivia y Chile, evento que arrastraría al Perú al tener firmado un Tratado de Alianza Defensiva con Bolivia que, aunque secreto, era de conocimiento de otros gobiernos sudamericanos y por supuesto de la Casa Gibbs. Esta situación y otros asuntos familiares, precipitó el viaje de Octavius Charles a su patria, que se cumplió en el mes de Mayo de 1877. Viajó acompañado por su esposa María Francisca, el mayor de sus dos hijos ya nacidos, Santiago Carlos y María Margarita Eliza. El menor Eduardo Máximo, quedó a cargo de sus dos abuelos maternos ya que padecía de los bronquios y al contar con solo un año y medio de nacido el duro y largo viaje podría afectarlo seriamente. Por otro lado, los esposos Crawley-Boevey, estimaban que su ausencia no se prolongaría por más de dos años. Sin embargo, los temores se hicieron realidad y a inicios del año 1879, concretamente el 14 de febrero, Chile invadió el puerto boliviano de Antofagasta para ocupar luego toda la costa marítima de su vecino. Chile obtuvo la confirmación por parte del gobierno peruano de su Tratado con Bolivia, lo cual provocó la declaratoria de guerra al Perú, invadiendo el departamento de Tarapacá y posteriormente ocupando la capital Lima. Los acontecimientos obligaron a Octavius Charles a enfrentar una prolongada estadía en Londres y no regresó a Arequipa hasta el año de 1884, siete años después de su apresurado viaje, tiempo en el cual se cerró la filial de la Casa Gibbs en Lima y, en consecuencia, la sucursal de Arequipa. La Casa Gibbs había trasladado sus negocios de Perú a su filial de Valparaíso en Chile. En consecuencia Octavius Charles fue destinado al puerto chileno para continuar prestando su apoyo a la firma que ahora dirigía desde Londres, su primo Henry Hucks Gibbs. Su hijo Eduardo Máximo que quedó al cuidado de sus abuelos maternos Bernardino de Murga y María Mercedes Murguía, contaba con nueve años de edad al momento del reencuentro, no conocía a sus hermanas que nacieron en Londres y su memoria no le alcanzaba para recordar a su hermano mayor del cual se separó cuando apenas era un bebe y, para sumar puntos al desconcierto, sus hermanos eran muy diferentes a él, no hablaban en español y tenían una educación sajona. Eduardo Máximo acostumbrado a ser el único niño engreído por sus abuelos ahora compartía a plenitud todo el enredo de la nueva situación que no asimilaba a cabalidad. Aunque no podemos ignorar la frondosa genealogía de Octavius Charles y María Francisca, el objetivo de esta publicación es sin duda destacar los acontecimientos históricos que marcaron un nuevo horizonte a por lo menos tres nacientes repúblicas ya independientes en el subcontinente sudamericano, nos referimos a Perú, Bolivia y Chile, en las cuales la participación importante de los ancestros y descendientes de los esposos Crawley-Boevey, tienen una ineludible presencia en la no agotada interpretación de los hechos sucedidos que ya forman parte de la historia republicana de estas tres naciones. La acción que compromete a estas familias como parte de los hechos ocurridos, abarca muchos campos tanto en lo social, económico, geopolítico y familiar. La unión de un caballero inglés con una dama criolla peruana, fortalecida por el amor sin lugar a dudas, estuvo también acompañada por las relaciones ya establecidas en años anteriores entre los señores Gibbs y los Murga, Murguía, Díez Canseco y otros familiares. No fue un acto puramente fortuito fruto del invisible destino, la trama del desarrollo de la amistad surgida entre los empresarios ingleses y políticos peruanos , se inicia verdaderamente en hechos puramente mercantiles y de política económica. Lo que vamos a narrar encierra muchas sorpresas que harán amena la lectura a pesar de que los temas son de por si áridos. El matrimonio de Octavius Charles y María Francisca, tiene un significado muy especial, por cuanto dejaron una vibrante descendencia en Perú y Chile. Por ellos, los apellidos Gibbs y Crawley-Boevey permanecen en las tierras sudamericanas, especialmente en el Perú donde se originó la inmensa fortuna de los Gibbs que favoreció a que la empresa Antony Gibbs & Sons llegará a ser la empresa comercial más exitosa operando en 56 países de todo el planeta y que a William Gibbs lo consideraran, a fines del siglo XIX, el súbdito no -noble más rico de Inglaterra. El apellido Crawley-Boevey está clavado en los andes mirando hacia el futuro con orgullo pero su pasado familiar no debe ignorarse porque está también incrustado en la historia de las nuevas repúblicas de este lado del nuevo mundo y en muchos episodios resaltantes del desarrollo empresarial de la Gran Bretaña. Al desarrollar todos los aspectos que envuelven la vida de Octavius Charles y María Francisca, nos encontraremos con innumerables hechos históricos de notable trascendencia en la vida de las repúblicas andinas del sur de Sudamérica, que ameritan ser conocidos y que en cierta medida, contribuyen al intento de continuar aclarando los hechos que sacudieron el destino de nuestras naciones. Continuando con el matrimonio Crawley-Boevey, durante su estadía en Arequipa, luego de su viaje a Inglaterra y antes de viajar a Valparaíso, María Francisca dio a luz una niña que nació en Arequipa el 1 de

10 Septiembre de 1884, siendo la segunda hija mujer que nació en el Perú y que fue bautizada con el nombre de Leonor Octavia Estefanía. Ella es la abuela del autor de esta publicación. Fue su padrino don Guillermo Ricketts Perry quien fue colaborador de Octavius Charles en la sucursal de Arequipa de la Casa Gibbs y quien se casó con Mercedes hermana de María Francisca. Don Guillermo fundó la Casa Ricketts que fue la más importante en el sur del Perú en el siglo XX.

Foto 4 Álvaro Javier Zalles Ballivián con su esposa María Isabel Tronco del árbol genealógico en esta publicación Los ancestros directos que forman el pedigree de Álvaro Javier Zalles Ballivián serán escritos con tinta intensa. Para consultar toda la genealogía con aproximadamente 40 000 familiares, solicitamos se visite el sitio web en los siguientes enlaces: http://gw2.geneanet.org/jballivinoboa Ballivián Web Site – MyHeritage Se ha usado las fuentes de datos más representativas y garantizadas para elaborar las genealogías detalladas, de todas maneras siempre se encuentran opiniones diversas entre los más renombrados expertos sobre estos temas pero que al final no rompen la orientación de lo fundamental en las sucesiones expuestas. Al final de este trabajo se incluye la extensa bibliografía utilizada que ampara las afirmaciones de todos los temas tratados y que muchas veces están sujetos a la más amplia polémica, ya que no intentamos entrar en el campo de rigurosas probanzas, más bien en la sana discusión de las repercusiones que la historia nos ha legado en nuestros días.

11 En cuanto al título de esta publicación hace referencia al excremento de las aves guaneras en las islas cercanas a la costa central del océano Pacífico en Sur América. Las escasas lluvias y vientos huracanados permitieron que durante un millón de años muchas islas atesoraran esta gran riqueza lo que le permitió en el siglo XIX a la joven república peruana, afirmar su independencia y enfrentar graves desafíos. Los intentos y pugnas en la explotación y comercialización de este recurso involucró a muchas empresas peruanas como extranjeras, una de ellas Antony Gibbs & Sons, que logró, en ese tiempo gracias a esta riqueza natural, posesionarse entre las cinco más importantes del planeta y convertir a su principal socio en el súbdito nonoble más acaudalado de la Gran Bretaña. Según el historiador Roberto Querejazu Calvo, el origen y la acumulación del guano en las costas del Pacífico Sur, especialmente en el Perú y algo en Bolivia, lo describe de la siguiente manera: “Tres aves marinas han sido las principales responsables de la inmensa acumulación de guano en la parte central de las costas de Sudamérica: el guanay, en un 85 por ciento, el piquero, en un 10 por ciento, y el pelicano, en un 5 por ciento. Dos factores contribuyeron a su multiplicación: la soledad de la región, que les permitió convertirla en un santuario en el que podían vivir sin peligro alguno, y el inagotable festín de anchoveta que la corriente Humboldt hacía flotar en miles y miles de toneladas. . Casi todos los promontorios de los desiertos de Tarapacá y Atacama y los islotes próximos se cubrieron con el excremento expelido por los hartados guanayes, que no tenían escrúpulos en defecar en sus propios nidos y sus alrededores. El guano fue formando capas sobrepuestas, blanqueadas al sol, libres de erosión pluvial por la ausencia de lluvias en la zona, ganando en espesor constantemente, hasta alcanzar en algunos lugares, como las islas Chincha del Perú, una altura hasta de 30 metros. Cada día, mediante un ciclo biológico muy complejo, a la vez que muy simple, toneladas y más toneladas de anchovetas flotantes en la corriente Humboldt, eran engullidas por las grandes bandadas de los voraces guanay y sus dos competidores, y en gran proporción, depositadas como estiércol en los bordes del océano. Se calcula que el proceso tuvo una duración de más de un millón de años, logrando una acumulación de guano realmente fabulosa”.

12

CAPÍTULO PRIMERO LA FAMILIA GIBBS

13

Foto 5 Escudo de la familia Gibbs

Se cree que la familia Gibbs fue originaria del condado de Devon ya que había una familia de ese nombre establecida en Darlington durante el reinado de Richard II, y que posiblemente son los antepasados que existieron en Clyst St George durante el reinado de Enrique VIII. Se identifica a George Gybbes como el iniciador del linaje. Posiblemente nacido el año de 1520, casado con la dama de nombre Welthean. Tuvieron como hijo a John Gibbe. El apellido Gybbes y después Gibbe, procede de la Bretaña francesa. John nació cerca del año 1565 y se conoce que residió en Pytt, lugar donde posiblemente nació. John tuvo al menos un hijo el cual ya usa el apellido definitivo. Su nombre fue George Gibbs. Nació el 3 de noviembre de 1604 en un lugar no precisado y se casó con una dama de nombre Alice, cuyos apellidos no son recordados y tuvieron como hijo a Abraham Gibbs, nacido el 18 de agosto de 1649 y que falleció en 1718. Se casó con Tryphaena Rowe y tuvieron, entre otros, un hijo al que pusieron también de nombre Abraham Gibbs, el cual nació en febrero de 1687 y se casó antes del año 1718 con Mary Monke.

14 De esta unión nace George Abraham Gibbs, con quien se inicia la era importante de la familia y su gigantesco avance social.

Foto 4 George Abraham Gibbs (1718-1794)

George Abraham Gibbs, fue un distinguido médico cirujano y también un empresario boticario, residente en Exeter, Devon. Nació en el año de 1718 en Topsham, Devon, murió el 10 de noviembre de 1794. Se casó con Anne Vicary, de familia propietaria de tierras. Anne nació el 4 de Noviembre de 1722 en Exeter, Devon y falleció el 11 de agosto de 1803. La pareja tuvo varios hijos de los cuales cinco llegaron a una edad adulta. El mayor de los sobrevivientes, con título de Caballero, fue Vicary Gibbs, nacido el 27 de Octubre de 1751. Ju ez y político, era conocido por su imaginación mordaz lo que le valió el apode de “vinagre Gibbs”. Asistió a Eton de 1764 a 1771 y obtuvo grado en el King College, Cambridge. Se casó con Frances Cerjat Mackenzie, hermana de Sir Seaforth. Su voz desagradable sumada a su temperamento agrio y un pedigree yeyuno (falto de nobleza), no fueron de mucha ayuda para él. Sin embargo, tuvo éxito como abogado por su escrupuloso tratamiento en las referencias a las pruebas. En 1804 obtuvo el cargo de Presidente del Tribunal Supremo de Chester. En 1805 fue nombrado Fiscal General y nombrado Caballero. En 1807 se convirtió en Procurador General. Fue el primer Gibbs en alcanzar gran notoriedad, distinguiéndose como un intelectual íntegro con una actividad brillante en su desempeño jurídico. Su salud no lo premió y tuvo que truncar su carrera de éxitos.

15

Foto 5 Sir Vicary Gibbs (1751-1820) Debido al quebranto de ella, murió el 8 de febrero de 1820 en su casa de Londres. El segundo de los hijos sobrevivientes fue George Gibbs. Nació en el año de 1753, en Exeter, Devon. Se casó con Esther Farr y tienen como primogénito a George. Funda con su hijo la firma George Gibbs & Son. Posteriormente George hijo se asocia con Robert Bright para constituir la sociedad Gibbs, Bright & Co, la cual deja en 1839 y muere soltero dejando Belmont House a su sobrino Joseph Gibbs, el hijo menor de su hermano Antony. La firma Gibbs, Bright & Co es absorbida completamente por Antony Gibbs & Sons. El siguiente hijo es Abraham Gibbs, que nació en 1754 en Exeter, Devon. Se dedicó por nueve años al negocio de los tejidos en Génova Italia. Se asoció con su hermano Antony, pero murió soltero en 1782 a los 28 años de edad. La única hija mujer sobreviviente fue Mary Gibbs, que se casa con el Bachiller en Leyes, Rev Charles Crawley, que son los bisabuelos por parte materna de Octavius Charles Crawley-Boevey. Con este matrimonio se inicia el entroncamiento de las familias Gibbs y Crawley-Boevey, y que continuará con otros matrimonios entre los hijos de ambos linajes. Ahora nos toca ocuparnos del menor de los sobrevivientes pero el más importante personaje de la presente publicación. Nos referimos a Antony Gibbs. (No es Anthony).

16

Foto 6 Antony Gibbs (1756-1815) Fundador de Antony Gibbs & Sons

17

Foto 7 William Gibbs con dos de sus hijas mayores

Antony Gibbs, nace el 3 de Marzo de 1756 en Mint, Exeter, Devon, fallece el 1º de Diciembre de 1815. Se casa el 3 de Octubre de 1784, con Dorothea Barnetta Hucks que heredó los bienes de Robert Hucks propietario de las fincas tanto de Aldenham en Hertfordshire y Clifton Hampden en Oxfordshire, nacida en Diciembre de 1760 en Knaresborough, Yorkshire, fallece el 24 de Febrero de 1820. Dorothea Barnetta, apodada “Dolly”, fue la novia de Abraham Gibbs, hermano mayor de Antony, que murió a los 28 años soltero. Antony y Dorotea tuvieron al menos tres hijos que los nombramos a continuación: George Henry Gibbs, nace el 24 de agosto de 1785 en Exeter, Devon, fallece el 21 de agosto de 1842 en Venecia, Italia. Se casa el 7 de julio de 1817 en Gloucestershire con su prima hermana Carolina Crawley, nacida en 1794 y fallecida en 1850. Hija del Bachiller en Leyes Rev. Charles Crawley y Mary Gibbs. Carolina es hermana de Charles Crawley, quien fuera socio de Antony Gibbs & Sons y el primero y único socio que llegó a Sudamérica y también es tía abuela de Octavius Charles.

18

Foto 8 George Henry Gibbs (1785-1842) George Henry junto a su padre, fue socio fundador de Antony Gibbs & Sons. Vivió en Clifden, Hampden, Oxfordshire y en Aldenham House en Aldenham, Hertfordshire, que heredó de su prima Sarah Noyes, una descendiente de Robert Hucks cuando murió en 1842, aunque él nunca vivió en ella. La propiedad pasó a su hijo Henry Hucks, quien ya era dueño de la casa en St Dunstan, en el parque Regent, donde continuó viviendo hasta que decide mudarse a Aldenham House una vez conocida la noticia de que la Reina Victoria le otorgó el título de primer Lord Aldenham en 1896. De inmediato se puso a trabajar en la transformación de la casa y la finca. Su hijo Vicary heredó la finca a su muerte ocurrida en 1932, pero la familia no podía mantener la mansión y a su personal de unas 100 personas. La propiedad entró en decadencia y por ello pasó a manos de la BBC (British Broadcasting Corporation), para sus transmisiones al exterior durante la II Guerra Mundial, permaneciendo después del conflicto por veinte años más. El Colegio de Elstree, Hertfordshire, compró la casa en 1959, reparándola por completo.

Foto 9 Mansión de Aldenham. Pasó a la BBC y luego a un colegio

19

El segundo hijo de Antony fue William, nació el 22 de mayo de 1790 en la Calle 6 Cantarranas, Madrid, España, falleció el 3 de abril de 1875 en Somerset, enterrado en All Sants, Wraxall. Se casó el 1 de agosto de 1839 en Gloucestershire, con Matilde Blanche Crawley-Boevey, fallecida el 22 de septiembre de 1887 y enterrada en All Sants, Wraxall, fue hija de Sir Thomas Crawley-Boevey, III Baronet y de Mary Albinia HydePage. Es tía carnal de Octavius Charles, por ser hermana de su padre Martin Hyde, IV Baronet. La infancia de William se dividió entre Gran Bretaña y España. Asistió por primera vez a una escuela dirigida por Charles Lloyd en Exeter y luego a partir de 1800 en la Escuela Blundell en Tiverton, Devon, antes de unirse al negocio de su padre en Cádiz en 1802. Tanto William como su hermano mayor fueron retirados prematuramente de sus escuelas y nunca asistieron a la universidad a consecuencia de las finanzas precarias de su padre. Se trasladó a Bristol en 1806 como secretario asistente de Gibbs, Bright & Co. en la que su tío y su primo e ran socios. William regresó a España en 1813 para administrar la sucursal de Cádiz que estaba comprometida por su compañero William Branscombe, un hombre honorable pero débil y complaciente en la tolerancia a la corrupción mostrada por los funcionarios de la Aduana de Cádiz, lo que originó que su hermano mayor le pidiera cerrar dicha sucursal, sugerencia que él rechazó. A través de la sucursal de Cádiz importaban productos británicos, especialmente tejidos y ropa, como también exportaban a la isla productos alimenticios, vino y vinagres, operaciones que habían sido mermadas a consecuencia de la guerra por la independencia del reino y el sistema franco céntrico impuesto por Napoleón aplicando aranceles discriminatorios para disminuir las importaciones británicas. La empresa familiar Gibbs, Bright & Co. de Bristol y Liverpool, que en 1818 contaba como socios a George Gibbs como Gerente, a William Gibbs y Robert Bright, participó en el África Occidental en el comercio de esclavos hacia el Caribe. Después de la jubilación de George Gibbs Jr. en 1839, Bright ocupó sus funciones como socio gerente, cesando las actividades en el comercio de esclavos el 10 de septiembre de 1841. En 1846, sucedió un lamentable naufragio que a la larga comprometió el futuro de esta empresa. El capitán del barco de pasajeros SS Great Britain encalló en la Bahía de Dundrum en la costa noreste de Irlanda. En 1847, a un costo de 34 000 libras es llevada de vuelta a Liverpool, donde permaneció lánguidamente por un año. La compró Gibbs, Bright & Co. por 25 000 libras, empresa que había sido la consignataria de la firma naviera cuando ellos estaban basados en Bristol. Gibbs, Bright & Co., hizo una reparación completa del barco y luego emprendió un viaje hasta Nueva York, bajo la bandera de la firma, antes que lo vendieran a Antony Gibbs & Sons. Gibbs, Bright & Co. se mantuvo como agente y operadores de buques hasta que fue absorbida íntegramente en 1881 por Antony Gibbs & Sons. En 1852, el SS Great Britain hizo su primer viaje a Melbourne, llevando 630 emigrantes atraídos por el descubrimiento de oro en 1851. Posteriormente se le hizo una gran reparación aumentando los camarotes para 360 personas a 730, se equipó la nave con una nueva hélice desmontable, para alternar su desplazamiento a velas y se le restituyó sus cuatro mástiles. Operó en esa ruta por casi 30 años, con dos cortas interrupciones cuando se empleó en el transporte de tropas en la Guerra de Crimea y durante el motín de la India. En 1882 se convirtió en un velero para transportar carbón. En 1886 estuvo en la ruta a Port Stanley en las Islas Malvinas, cuando sufrió graves averías. Fue vendido a la Falkland Islands Company. Se hundió en 1937 en las cercanías a las Islas Malvinas

Botadura del SS Great Britain en Bristol en 1843

20 En el año de 1818, William fundó una filial: Gibbs, Carson & Co., en Gibraltar, antes de regresar a Londres en 1822. La sucursal de Cádiz fue cerrada en el año de 1827 para que los hermanos Gibbs se concentraran en sus actividades en las nuevas repúblicas sudamericanas independizadas de España, como también en sus nuevas actividades en Londres como inversores en el Gran Ferrocarril del Oeste, en el cual participó su primo George Gibbs. En 1833 se celebraron las reuniones inaugurales de los comités del ferrocarril de Londres y Bristol. En esta etapa es que nació un verdadero espíritu de confianza y optimismo en el futuro de William y su hermano, que trajo como consecuencia para el primero, dar un paso significativo en su vida al contraer matrimonio a sus 49 años, el 1 de Agosto de 1839, en Santa María la Virgen, Flaxl ey, Gloucestershire, con su amada Matilda Blanche Crawley-Boevey. El padre de Matilda Blanche, era primo hermano de la esposa de George Henry, Caroline, y de su hermano Charles Crawley, socio de la firma principal Antony Gibbs & Sons. La visita de William y Matilda Blanche a Roma en 1840 refleja y confirma su compromiso con los asuntos religiosos, especialmente con la restauración de las prácticas católicas en la Iglesia Anglicana de Inglaterra, como lo hiciera el llamado Movimiento de Oxford. Cuando el hermano mayor de William falleció en 1842, éste tomó el control patrimonial de la firma Antony Gibbs & Sons, debido a la juventud de Henry Hucks, primogénito de su hermano George Henry, quedando como socio mayoritario hasta pocos meses antes de su muerte en que decidió ceder la participación mayoritaria a su sobrino. En el periodo que mantuvo el control societario, fue que la firma obtuvo las mayores ganancias beneficiándolo con una cuantiosa fortuna. Aunque en 1858 cedió la administració n a su sobrino Henry Hucks, porque al parecer su hijo mayor Antony tenía una personalidad algo excéntrica, preocupación que llevo a su padre a comprobar quién era la persona más idónea en su familia para encargarse de la administración de la Casa Gibbs, ya muy poderosa en esos años de pleno apogeo del negocio del guano. A William no se le ocurrió otra idea que la de exponer a pruebas de habilidad a su hijo y sobrino para calificar su inteligencia En una de las pruebas Antony falló rotundamente al no poder agregar cuatro columnas de cifras simultáneamente, entonces Henry Hucks fue el elegido, decisión muy acertada de William por cuanto su sobrino tenía una excelente educación y destacaba por su carácter sobrio, su inteligencia y su habilidad para los números. Antony desplazado por su padre del quehacer de su empresa, se convirtió en un consumado tallador de marfil y se entretenía con novedosos inventos, tales como la bicicleta que acumula energía en las bajadas, para luego utilizar esta energía acumulada en las subidas, pero el inventó no resultó, como que también no convenció a su padre de su capacidad para algún día estar a la cabeza de Antony Gibbs & Sons. William antes de morir traspasó el total de su participación patrimonial a su sobrino Henry Hucks, concediéndole un plazo de 20 años para cancelarle a un interés del 5% anual. William había acumulado una impresionante fortuna que su hijo y nieto la disfrutaron sin acrecentarla. La empresa que controlaba William y que desde 1858 administraba su sobrino Henry Hucks, continuó con su bonanza durante el boom del negocio monopólico del guano del Perú. Construyó a un costo de 70 000 libras el edificio Tyntesfield, cuyas obras empezaron el año de 1863. La residencia principal de William fue siempre su casa en Londres. Se trasladó de Hyde Park Street a Gloucester Place en 1849 y luego a su casa habitual de residencia en 16 Hyde Park Gardens en 1851. Sin embargo en 1843 había comprado Tyntes Place, cerca de Wraxall en Somerset, a pocos kilómetros al oeste de Bristol. La zona rural no estaba lejos del canal de Bristol y a pocas horas de Londres en tren. La casa había sido construida al menos treinta años antes y había sido remodelada por Robert Newton de Nailsea poco antes de que William la comprara. En la década de 1850 William había cambiado el nombre por Tyntesfield y empezó un proceso de remodelación que la acercó al estilo gótico victoriano. En las habitaciones principales se encuentran paneles de madera e incrustaciones de oro, con madera barnizada de aceite y molduras, con chimeneas góticas, entre las muchas otras adiciones en toda la casa. William comenzó a coleccionar pinturas de artistas británicos del siglo XIX y de épocas más antiguas sobre todo con temas devocionales. La casa se duplicó en tamaño con dos nuevas alas, una planta adicional, torres y otros elementos arquitectónicos como la remodelación drástica del techo. La casa contaba con 26 dormitorios principales y con los secundarios se llegaba a 49, incluyendo los de la servidumbre. La casa contaba en total con 106 habitaciones. William Gibbs, fue profundamente religioso, como también lo fue su bella esposa Doña Matilda. La piedad de William se expresa con mayor fuerza en su patrocinio en la construcción de una serie de iglesias en su condado ancestral de Devon, donde en 1859 compró Pytte, la casa en Clyst St George propiedad de la familia desde 1560 hasta 1789 y de hospicios en Exeter y Exwick, así como contribuir a la restauración de la catedral de Bristol y la catedral de Exeter. Adquirió varios patronatos incluyendo Otterbourne, Hampshire, asociada a la vida de Hursley de John Keble. Las obras piadosas de William son tan numerosas que su detalle

21 cansaría a nuestros lectores. Cuando murió William, su viuda heredó Tyntesfield y continuó la filantropía cristiana de su marido, pero no identificada con las construcciones sino más bien en proyectos socialmente activos. Ella construyó y dotó la casa de San Miguel de tísicos y compró el terreno para una clínica de reposo en Woking, ambas instituciones administradas por la hermandad anglicana de St Peter, Kilburn. Así mismo, añadió en Wraxall un club, una clínica de reposo y una posada. Dotó al colegio Keble con un fondo para becas a los estudiantes. Tyntesfield se mantuvo en poder de los descendientes de William y Matilda Blanche hasta la muerte como soltero de su biznieto George Richard Lawley Gibbs, II Barón Wraxall en el año 2001. George Richard, II Baron, vivió solo en esta mansión manteniendo cerradas la mayoría de sus más de 100 habitaciones hasta su muerte. En dicha época existía una fuerte tendencia por la clase noble de vender todo objeto que pudiera ser calificado como arte victoriano por los cuales se pagaba sumas cuantiosas por extranjeros adinerados que esperaban dar el mayor status posibles a sus enormes residencias e n sus países de origen. Tyntesfield se salvó de esta acción mercantil debido a la indiferencia de George Richard, II Baron y por ignorar supuestamente el caudal que poseía de esta riqueza. Una campaña dirigida por el Patrimonio de Save Bretaña, obtuvo importantes donaciones que permitieron la exitosa compra de la casa y sobre todo el abundante lote que albergaba en obras de arte. La compró la National Trust en Junio del 2002, por aproximadamente 25 millones de libras, suma que fue repartida entre los 19 herederos sobrevivientes a William Gibbs. Como uno de los hombres más influyentes y ricos de Inglaterra, William permanecía a menudo en Londres. Conservó su casa en Hyde Park Gardens, de donde partía para largas caminatas por la ciudad, siempre con su bastón en la mano y sus imborrables recuerdos de los días en que las aves guaneras durante un millón de años acumularon su excremento que luego cimentaron el imperio financiero de su familia.

Foto 10 William Gibbs (1790-1875)

22

Foto 11 Matilda Blanche Crawley-Boevey

Retrato de Matilda Blanche Crawley-Boevey

23

Foto 12 Familia de William Gibbs, su esposa y sus hijos De izquierda a derecha: William (2), George Abraham, Dorothea Harriet, Matilda Blanche, Antony, William Sr, Albinia, Rev Mr. Harche, Alice Blanche and Henry Martin

Foto 13 Mansión de Tyntesfield. Biblioteca

24

Foto 14 Mansión de Tyntesfield. Comedor principal

Foto 15 Mansión de Tyntesfield de William Gibbs con 106 habitaciones

25

LA ERA COMERCIAL DE LA FAMILIA GIBBS Antony a sus quince años era alto, delgado, seco, anglicano. Hijo de un padre conservador, honesto, formal y, sobre todo, un excelente médico cirujano jefe del hospital Royal Devon y Exeter, y que en su juventud se alejó de la tradición comercial que siempre acompañó a sus ancestros doscientos años atrás. Antony vuelve a sentirse atraído por la acostumbrada actividad familiar y convence a su padre de su verdadera vocación: la actividad empresarial, y empieza como aprendiz con el señor Brook, un comerciante de la ciudad especializado en la exportación de ropas de lana a España. Los conocimientos fueron rápidamente absorbidos llenando su mente de sueños que no tardarían en ejecutarse. Estuvo con el señor Brook hasta 1774, fueron cuatro años que él pensó eran suficientes para abrirse camino en el campo comercial tan competitivo como cruel, que exige decisiones que no toleran errores. Antony con su inquieta imaginación y la admiración a su maestro, ya había madurado planes inmediatos para ponerlos en ejecución apenas dejara su aprendizaje. Su capital no era más que su empuje y vehemencia en lograr el objetivo, pero las libras esterlinas lo esquivaban y por ello recurrió como primera instancia a su padre obteniendo un pequeño capital de arranque. En 1785 ubicó en Exwick Barton, un terreno de 100 acres y una casa llamada Exwick Manor, cerca de la parte de un molino no utilizado perteneciente a James Buller. Esta propiedad fue adquirida como un simple batan con el dinero que lo dio su padre y un préstamo de 10 000 libras de Edmund Granger quien entró con Antony en una asociación por diez años, Sin embargo, aún faltaba dinero para adquirir la parte del terreno de Barton, pero fue su hermano Abraham que trabajaba en Génova Italia, justamente en el mismo rubro de negocio, quien la adquirió y acordó cederla a su hermano pensando asociarse a su proyecto. Su hermano Abraham muere soltero a sus 28 años, duro golpe para Antony, que ahora siente el peso completo de la responsabilidad, pero ello no compromete su temida fuerza impulsora y su fe ciega en el proyecto. Al año siguiente, Antony empieza con la construcción de una nueva fábrica de tejidos de lana, creando la firma Gibbs, Granger y Banfill, la pionera. Las nítidas virtudes de este joven empresario no estuvieron acompañadas por los momentos propicios para este esfuerzo agotador, de constancia en la lucha e indudable carácter de éxito. Hacía amigos con facilidad, inspiraba confianza por su gran capacidad de trabajo, poseía un alegre optimismo acorde con su sólida integridad, ganó el respeto de sus principales clientes. Circunstancias ajenas a los méritos personales se asomaron por el horizonte. La historia en sus momentos más clamorosos arremete con su temible aguijón del destino y, con su enorme masa de acontecimientos, abruma el desenvolvimiento normal de la vida de los seres humanos. En 1780 era evidente la disminución de las exportaciones de tejidos hacia España e Italia, los dos mercados que atendía preponderantemente y, que gracias a la experiencia con su gestor señor Brooks, dominaba con especiales cualidades. La situación era de incertidumbre en Europa por la hostilidad ya manifiesta del pueblo francés hacia la irresponsable actitud de la monarquía. Antony se formalizó como miembro de la Sociedad de Tejedores de Fuller y Stearmen. Su padre murió en 1782 y se casó en 1784 e inició su vida matrimonial en casa de sus padres, pero su creciente familia le obligó a buscar un nuevo hogar. Él operaba en España y por ello obtuvo préstamos de familiares y amigos para cubrir la casa nueva y otros gastos. Los momentos difíciles continuaron y su error fue no prever que el declive de sus exportaciones a España e Italia, continuarían. No se buscó alternativas de emergencia para cubrir los gastos de su negocio y la amortización de sus préstamos para aliviar la falta de capital propio necesario para amortiguar los riesgos de posibles adversidades tal como ocurrió. Al estallar la Revolución francesa y, a sus 22 años, demostrando una brava determinación al montar un taller o fábrica de tejidos, a base de pulmón más que de capital, tuvo que tomar la decisión de declarar la quiebra de su empresa. Las deudas impagas quedaron grabadas en su mente, inquietud que siempre transmitió a sus dos hijos y cuya cancelación completa se pudo cumplir en el año de 1840, a los 25 años de su muerte, poco antes de que la firma se pusiera los pantalones largos al obtener participación en el comercio del “guano” peruano ya como Antony Gibbs & Sons y su subsidiaria de Lima. La Revolución Francesa fue el cambio más importante que se produjo en el mundo occidental a fines del siglo XVIII y que sacudió los cimientos del ordenamiento social de los gobiernos y los privilegios no solamente en Francia, nos atreveríamos a decir en todo nuestro planeta, cuya influencia llegó a impulsar la independencia de las repúblicas iberoamericanas.

26

La Revolución Francesa en 1789 La economía francesa estaba arruinada desde un siglo antes a la Revolución, a lo que se suma los gastos para asumir la defensa de sus territorios conquistados en América que agravaron la situaci ón. Si a todo ello agregamos el lujo derrochador que rodeaba a la monarquía absolutista, tornándose en una verdadera provocación al hambre y la miseria en que vivían las clases despreciadas que eran la mayoría del pueblo francés, la reacción violenta de los súbditos no debe llamar la atención. Las clases privilegiadas como el clero insensible y corrupto, que mordía la pobreza al cobrar diezmos, o el diez por ciento de lo que producían los campesinos empobrecidos, una nobleza derrochadora que continuamente sufría de dramas financieros, una burguesía que la pasaba bien sin alardear de un perfil social exuberante y que deseaba acceder firmemente a cargos públicos, en resumen una degradación ya sin control del status feudal que iba a generar un inicio violento, es decir una explosión, que cambiaría para siempre lo antes creado, los tres sectores sociales llamados estados. El primer estado era la Iglesia, que agrupaba a ciento veinte mil personas poseía el diez por ciento de las berras de Francia y no pagaba impuestos. Recibía de los campesinos el diezmo. Sólo la Iglesia podía legalizar matrimonios, nacimientos, defunciones y la educación estaba en sus manos. El segundo estado era la nobleza integrada por unos trecientos cincuenta mil personas. Dueños del 30% de las tierras, pero eximidos del pago de la mayoría de los impuestos y ocupaban todos los cargos públicos. Los campesinos les pagaban los tributos y sólo a ellos les debían vender el total de sus cosechas. Tenían sus propios tribunales, es decir se juzgaban a sí mismos. El tercer estado comprendía casi el 95% de la población y su composición era muy variada y desigual, no propia para encerrarla en una sola clasificación. Por un lado estaba la burguesía formada por los ricos financieros y banqueros, que hacían negocio con el Estado y salvaban a no pocos nobles arruinados; los artesanos; funcionarios menores y comerciantes. Por otra parte existían campesinos libres; muy pequeños propietarios; arrendatarios y jornaleros. El proletariado urbano vivía de trabajos artesanales y tareas domésticas. Finalmente estaban los siervos que debían trabajo y obediencia a sus señores. No contamos con el número de personas que conformaban estas subdivisiones de este tercer estado. Pero si se conoce el deseo de la burguesía para tener acceso al poder y manejar un estado centralizado que protegiera e impulsara sus actividades empresariales, tal como venía ocurriendo en la Inglaterra de los Gibbs. Fue así, que el 14 de Julio de 1789, el mismo año en que Antony declaraba la quiebra de su aún inmadura empresa, los acontecimientos en Francia se desbordaron sin sorpresa. La burguesía apoyada por un sector derrochador-arruinado de la nobleza y los campesinos que formaban la masa de la revuelta, se dirigieron directamente a La Bastilla, símbolo del régimen absolutista y la capturaron sin enorme resistencia, desplazando así del poder a los monárquicos y los nobles partidarios del statu quo. El tres de Septiembre de 1789, se proclama la Constitución de carácter moderado, en la cual la burgues ía logró prevalecer con sus ideas jacobinas, de negociar con el antiguo régimen, el cual conservó los atributos del poder a la cabeza de Luis XVI. El poder legislativo lo ejerció una Asamblea formada por la burguesía y, por último, el poder judicial compuesto por jueces electos.

27 Se estableció, que sólo podían votar aquellos que pagaban ciertos impuestos, obstaculizando los principios de igualdad de los ciudadanos, una de las banderas de la revolución. La nobleza, de esta manera, se encontró con sus poderes recortados después de siglos y ello no sería aceptado humildemente. Comenzaron las intrigas para buscar alianzas a fin de obtener apoyo de otras monarquías ya muy inquietas por los sucesos de Francia. Austria y Prusia, fueron los primeros en reaccionar y atacaron a los franceses en los límites de su territorio, pero los revolucionarios los rechazaron. Sin embargo, esta acción militar evidenció la empatía existente entre Luis XVI y sus colegas de las monarquías absolutistas que se mantenían incólumes en el resto de Europa. Era un riesgo permanente a las reformas impuestas, por ello, destronaron a Luis XVI y lo decapitaron poco después, la misma suerte corrió su esposa la Reina María Antonieta, de origen austriaco. La Asamblea Nacional fue dejada de lado y se instauró una Convención, que empezó a dirigir al nuevo gobierno republicano, liderado por la baja burguesía, dependiente del partido jacobino. Desde 1792, los jacobinos lograron el control de la Convención y sus principales activistas fueron Dantón, Robespierre, Marat y Saint Justi. La Revolución finalizó con el golpe de estado de Napoleón Bonaparte en 1798, cuyas consecuencias fueron las guerras e invasiones emprendidas por este genio militar que puso en jaque a toda Europa. Estos acontecimientos históricos iniciados por la revolución francesa, acompañaron, casi continuamente, ya sea para bien o para mal, la vida de Antony Gibbs. A finales de 1789, el joven Antony, con sus 33 años, su orgullo herido, decepcionado por su fracaso al inicio de su carrera empresarial, con su reputación ya seriamente marcada en su medio tradicional, conservador y hasta pueril, no le dejaban otra opción que la de emigrar de su patria y buscar nuevos rumbos para rehabilitar su vida. Algo no perdió, lo más valioso, su empuje y tesón para seguir adelante. España continuó siendo para él una segunda patria, que lo atraía y alentaba a continuar en su dura tarea de enfrentar la adversidad. Partieron con su esposa Dorothea Barnetta Hucks y su primogénito George Henry. No le faltaban algunos amigos por sus anteriores contactos comerciales y empezó a trabajar como agente comercial, vendiendo productos británicos, en España y Portugal. No tardó en obtener una posición financiera que le permitió independizarse y se asoció con el español Juan P omar, obteniendo una mejor situación para lograr que su negocio prosperara en sus 18 años de actividades en la península ibérica y sus conexiones en el nuevo continente americano. Antony, se debería sentir nuevamente realizado en España. Su segundo hijo William nació allá y conoció muy fuertemente el amor por una española que no pensaba dejar escapar de su vida. Pero al fin, triunfaron los perjuicios. La bella dama española era católica romana de convicción, tanto como lo era la familia Gibbs como anglicana conservadora. Nuevamente se interpone la historia, vientos de guerra se avecinan en un horizonte conocido, el de su patria Inglaterra, y esta vez golpearía más directamente la vida de Antony y su familia. La reciente alianza entre Carlos IV de España y Napoleón I de Francia, mediante los tratados de San Idelfonso en 1796 y los de Aranjuez en 1800, firmados con la anterior República de Francia y, por el interés de recuperar el peñón de Gibraltar, obligaron a España a contribuir económicamente en los gastos de las guerras de Napoleón, sino también, poner a su disposición la armada española, para combatir a la flota británica que amenazaba las posiciones francesas del Caribe. Una coalición de países liderada por el Reino Unido, Austria, Rusia, Nápoles y Sueci a, intentaban derrocar a Napoleón Bonaparte como monarca imperial y disolver su influencia militar en toda Europa. La intención de Napoleón era invadir las islas británicas, creando un plan sustentado en una hábil argucia táctica, mediante la cual la flota aliada franco-española, debía distraer a la flota británica para alejarla del Canal de La Mancha, hacía las posesiones españolas de las indias occidentales. El plan fracasó, agravando la situación de la alianza franco-española con la consiguiente derrota en la batalla de Finisterre el 22 de Julio de 1805, derrota que los obligó a retirarse al Puerto de Cádiz, para volver a zarpar el 19 de Octubre hacia Trafalgar, fecha en que el Vice-almirante Horatio Nelson, comandante de la flota británica, los bloque aba en el mismo Puerto de Cádiz. Ya anteriormente, en el mes de Septiembre, Napoleón ordenó a su Vice-almirante Pierre Villaneuve, a cuyo mando también se encontraba el General de Mar español Federico Gravina, despejar el Mediterráneo del hostigamiento de los buques británicos. Esta orden no fue cumplida y la flota permaneció en puerto. A mediados de Octubre, conociendo las intenciones de Napoleón de sustituirlo y regresarlo a París para pedirle cuentas por su desobediencia, se adelantó a la llegada de su reemplazo y partió de Cádiz con la flota combinada el 18 de Octubre.

28 Un total de 34 buques franco-españoles con 27 000 efectivos conjuntos, se encontraron con la flota de Nelson, compuesta por 27 navíos, 4 fragatas, dos buques auxiliares y 18 000 hombres. El 21 de Octubre tuvo lugar el mayor combate naval de la historia, en el cual la flota franco-española, fue definitiva y abrumadoramente derrotada por la superioridad técnica y táctica de la Armada Real Británica. La alianza franco-española, cargó con 3 240 muertos, 2 538 heridos, 7 000 prisioneros y 22 navíos destruidos o hundidos. Los británicos perdieron a 449 hombres y tuvieron 1 241 heridos. Una humillante derrota para los vencidos.

Batalla de Trafalgar Horatio Nelson, fue herido mortalmente en la batalla mediante un certero disparo, convirtiéndose en uno de los más grandes héroes de guerra de la Gran Bretaña. Villeneuve y su buque insignia el Becentaure, fueron capturados con otros buques más. Fue asesinado en un hotel de París a su regreso como p risionero. El Teniente General de la Mar español, Federico Gravina, logra escapar con parte de la flota, pero sucumbe meses después por las heridas recibidas durante el enfrentamiento. Esta batalla, inició el poderío naval británico que duraría un siglo, consecuencia por la cual obtuvo un absoluto dominio de los mares durante el siglo XIX. La derrota dejó en España un sentimiento antibritánico, muy arraigado, La flota isleña continuaba bloqueando las salidas marítimas españolas, no pudiendo operar con normalidad y si lo hacía se exponía a los embargos de su carga por parte del Reino Unido, con el objeto de cobrar las indemnizaciones de guerra. España no tardó en ejecutar medidas de represalia contra su tenaz enemigo decretando un embargo de todos los bienes en España, pertenecientes a súbditos británicos residentes. Antony, estaba en el inicio de enfrentar otro gran desafío en su vida. Sus casi quince años de residencia y trabajo en la península estaban en jaque. Tiene que actuar rápidamente para proteger su capital que acumuló con fervor y mucho esfuerzo. Los acontecimientos históricos volvían a enfrentarse con su actividad empresarial: perderlo todo de nuevo era inaceptable y lo hundiría para siempre. Antony, empieza su acción de protección, haciendo una ficticia transferencia de sus mercaderías; una suerte de consignación a una empresa local con el fin de que la empresa española pudiera comercializarlos por su cuenta. La situación en España era muy complicada sobre todo en el ámbito económico después de su enfrentamiento naval, consecuencia de ello fue que no hubo interesados en adquirir sus existencias. Nuevamente sale a relucir la fuerza impulsora de Antony. Bajar los brazos era una acción desconocida para él. Se traza un plan para trasladar sus existencias a Portugal que, en ese entonces, era simpatizante de Gran Bretaña, y lograr desde ese país sacarlas a Sur América, donde era más probable venderlas y en donde no le faltaron oportunidades de realizar exportaciones a muchas firmas establecidas allá. La operación no era sencilla. Se tenía que superar escollos difíciles. En primer lugar, obtener una nave autorizada por autoridad española, para realizar un viaje hasta Sur América, la cual pudiera atravesar la barrera del bloqueo naval británico. Mientras tanto, su hijo William, fue enviado en 1806 a Bristol a trabajar en la oficina de su tío George Gibbs, de Redland.

29 Es en estos momentos de preocupación para Antony es que entra en escena su hermano mayor Sir Vicary Gibbs, quien se convierte en su verdadero aliado en esta dura prueba. Sir Vicary ostentaba el alto cargo de Procurador General que le permitía tener acceso a muchas personalidades británicas y no estaba exento de mucha influencia política. Gracias a su posición obtiene una licencia garantizando a su hermano Antony la inmunidad sobre su carga declarada en un puerto español con destino al Puerto de Callao en el Virreinato del Perú y el regreso del navío a Inglaterra. El navío que Antony contrata tenía el sugestivo nombre de “Hermosa Mexicana” La carga sale consignada al señor Antonio Baras de Lima e inicia su travesía el 24 de Diciembre de 1806. Día de Navidad, un buen augurio para Antony. La “Hermosa Mexicana” llega sin novedad al Callao. Se inicia una nueva etapa que permite a Antony, la posibilidad de abrir una ruta llena de oportunidades en medio de la maraña complicada de las relaciones internacionales, las guerras, las rivalidades insuperables del momento, en resumen un mundo dominado por la irracionalidad y los caprichos. Perú le ofrece un futuro para continuar desarrollando su negocio. Antony Gibbs hace su último viaje a España en 1807. Debe regresar a Inglaterra sin otra opción viable en esa época. Dieciocho años de su etapa española son culminadas con un final no esperado ni planeado. El regreso es incierto pues ya había ordenado su vida en el extranjero, no contaba en su patria con amigos, conexiones y un ámbito social mínimo. En 1808 se presenta una oportunidad para Antony al ser nombrado por Decreto del Consejo, como uno de los comisionados en materia de propiedad portuguesa en Londres. Este nombramiento lo afianza a su país, y le permite continuar con la liquidación de sus asuntos pendientes en España. Por fin decide trasladar a toda su familia a Londres y radicar por primera vez en Dulwich comun. También le ayudó mucho su matrimonio con Dorothea Barnetta Hucks, heredera de los bienes de Robert Hucks, el propietario de las fincas tanto de Aldenham en Hertfordshire y Clifton Hampden en Oxfordshire. En el mismo año de 1808 Antony funda la firma Antony Gibbs & Son, en la cual se asocia su hijo mayor George Henry. Su segundo hijo William se une a ella en 1813, y la casa es en definitiva Antony Gibbs & Sons, y perduraría con esta razón social por los siguientes ciento setenta años. A la mue rte de Antony Gibbs en 1815, tanto George Henry como William, se convirtieron en propietarios de la empresa de su padre. Se comprometieron a pagar todas las deudas pendientes de su progenitor y la de su abuelo en sus respectivas quiebras. En 1840 lograron este objetivo. George Henry, murió en 1842 y William quedó al frente. En 1843, Henry Hucks, más tarde Lord Aldenham, sobrino de William, se unió al negocio y a la muerte de William el 3 de Abril de 1875, en Somerset, se hizo cargo de Antony Gibbs & Sons.

30

CAPÍTULO SEGUNDO LOS ORÍGENES DE LAS FAMILIAS CRAWLEY Y CRAWLEY-BOEVEY

31 No hay nada tan especial ni que aliente más a la imaginación, que la ambición y la pasión, por la adquisición y posesión de la propiedad, aún a costa de marginar a muchos otros. El apellido Crawley es toponímico, proviene del lugar llamado en un principio “Craulea”, convertido posteriormente en Crawley. Ya en el reinado de Ricardo I allá por el año 1196, existía esta localidad la cual fue una finca situada en Luton, en el condado de Bedfordshire, en Inglaterra. Luton fue una gran propiedad, la más extensa en Bedfordshire y fue excepcional comparada con la mayoría de fincas en el país, de tal manera que fue parte de la propiedad de los reyes de Inglaterra por quinientos años antes que la conquista normanda. La extensión del ayuntamiento es de 15 878 acres incluyendo caminos y la finca es contigua con el antiguo ayuntamiento de Luton que es decir el pueblo de Luton en sí mismo. En el siglo XVI estaba claramente dividido en dos sectores, el de Crawley Green que se ubica en una colina y fue un bosque, y el de Nether Crawley que corresponde a la parte baja de la misma. En tiempos más recientes, tanto Crawley Green como Nether Crawley, albergan granjas pertene cientes a familias con el apellido Crawley y también Crawlie, que se pueden rastrear hasta el año de 1400. Infortunadamente, muchos documentos de la finca de Dallow se encuentran muy dañados y los 78 volúmenes en los rollos de la finca Luton están perdidos, acontecimiento que dificulta obtener un mayor horizonte de los antepasados de los Crawley entre los siglos X al XVI, periodo en el que se supone tuvieron una vibrante presencia en la vida de esta región constituyéndose a sí mismos como un linaje preponde rante y respetado. El primer nombre que podemos alinear en la genealogía que nos ocupa es William Crawley, cuyo nacimiento está calculado entre los años 1400 al 1430, estableciendo este mismo periodo para el nacimiento de su esposa Alice Attewelle. Aunque la precisión del lugar de nacimiento de ambos y de sus próximos descendientes está por establecerse, se supone que la localidad de Luton y sus alrededores es muy certera. El hijo de William y Alice también se llamó William (ii) Crawley, pero no se sabe con quién se casó. Hay referencias que en el año de 1490, William (ii) avanzó a la posición de Señor Warden de la Guild. La hermandad de la Santísima Trinidad, fue algo parecido a una fraternidad auspiciada por la Parroquia de Luton, para incorporar en ella a los más ilustres e importantes hombres de la localidad relacionados principalmente a la tenencia de tierras agrícolas. William (ii) tuvo como hijo a Thomas Crawley. Tampoco conocemos el nombre de la esposa. Fue miembro de la hermandad en 1480 ascendiendo, igual que su padre, a Señor de Warden en 1492 y llegando a la posición de Master de la Fraternidad en 1502 convirtiéndolo en un envidiable “honorable” de gran posición, lo que evidencia que tanto él como su padre fueron en el siglo XV notorios hacendados de la región. Thomas tuvo cinco hijos y el primogénito se llamó John Crawley de Nether Crawley, casado con desconocida. Testamentó en el año de 1519. Su hermano Richard y sus hijos compraron importantes extensiones de terreno en varios lugares de las cercanías de Luton. Se dedicaban principalmente a la agricultura siendo por ello él y su familia clasificados en la clase de los “yeoman”. Los “yeoman” eran importantes latifundistas medianos dedicados exclusivamente a los quehaceres agrícolas y aunque gozaban de buena posición económica, no los atraía participar en la política u otras formas de negocio limitando su influencia social. Sin embargo, esta situación cambió debido a las disputas entre el Rey Charles y su parlamento que concluyeron en un rompimiento. La fidelidad de Richard y su familia al Rey fue recompensada y lograron salir del círculo de los “yeoman” para convertirse en caballeros “gentleman” bajo la bandera del monarca. Richard Crawley fue admitido en la hermandad de la Santísima Trinidad en 1521 cuando ya era un bachiller. Hizo testamento en 1551 pero su muerte no ocurrió hasta 1558. Tuvo ocho hijos, residentes en Plenties y Nether. Continuando con el primogénito John, tuvo seis hijos siendo el primero Thomas (iii) Crawley de Dunstable Lane, Luton, propietario de Townsend Luton y Dallow, casado con la viuda Elizabeth Parret, con seis hijos, siendo el primogénito el cuarto del nombre, Thomas (iv) Crawley, que vivió en Dunstable Lane, Luton, Bedfordshire, casado con Elizabeth Preston y tuvieron como hijo al quinto del nombre Thomas (v) Crawley de King’s Walden, casado el 28 de Junio de 1593 con Sara Basshope, con ocho hijos, el tercero de ellos fue Robert Crawley, nacido en 1601 en Enfield, Londres, Inglaterra, fallecido en la misma ciudad después de 1668. En 1665 se lo encuentra en Londres como tendero alejándose de las labores agrícolas a las que se dedicaron sus ancestros por siglos. Se casó con Elizabeth Shipton, nacida en Londres en 1613, fallecida en la misma ciudad el 15 de Julio de 1682. Esta pareja tuvo once hijos. El cuarto de ellos, Thomas (vi) Crawley, sexto del nombre, nació en Londres en 1638 y falleció en la misma ciudad en Marzo de 1714. Fue comerciante establecido en St. Dunstan’s in the East. Se casó con Mary Bonnell, nacida el tres de Marzo de

32 1645 en Londres y fallecida en esa ciudad el 25 de Octubre de 1721. Hija de David Bonnell y Anne Boeve, con la cual se establece el primer lazo familiar entre los Crawley y los Boeve hasta llegar a formar la rama de los Crawley-Boevey. La familia Bonnell al igual que Boeve, fueron refugiados hugonotes en la Gran Bretaña, tal como lo afirma el autor Agnew, David. Anne Boeve fue hija de Andrew Boeve, nacido alrededor de 1566 en Corthich, Flandes (ahora Courtray), Bélgica, fallecido en Septie mbre de 1625, fue residente en Londres dedicado a actividades comerciales y de Esther Fenne, nacida en Inglaterra. Andrew y Esther tuvieron nueve hijos, cinco de ellos llegaron a adultos: William comerciante en Londres, casado con Ann Lucie, nacida en 1614 en Londres y fallecida en Julio de 1698, en Flaxley Abbey, Gloucestershire; Anne, nacida en 1610 en Londres, casada con David Bonnell, nacido en 1608 y fallecido el 16 de Octubre de 1690 en Londres; Elizabeth, casada con N Lemott; Joanna, casada con Abraham Clerke y Mary, sin referencias. La segunda esposa de Andrew fue Joanna Der Wilde, quien muere en 1644, tuvieron dos hijos: James y el otro sin referencias. James Boeve nace en el año de 1622 y fallece en 1696. Se casa con Susanna van Der Meyer quien muere muy joven cuando residía con James en Middleburg, Zeeland, Holanda. Andrew (Andreas) llegó a Inglaterra a los siete años traído por sus padres hugonotes desde Courtrai, Flandes, los cuales huían de la persecución a los reformistas calvinistas que eran tenazmente amenazados y hasta victimados por el Duque de Alba en Flandes. Fue Gran Bretaña, que ya había logrado una profunda reforma religiosa, que no dudó en darles refugio. Es atinado suponer que el apellido Boeve haya sido en un principio de origen francés. Si recordamos a los llamados hugonotes nos preguntamos ¿Quiénes fueron y porqué pasaron a la posteridad? El llamado “Grupo de Meaux” con el apoyo del Obispo Guillermo Briconnet y la presencia de Jacques Lefèvre d’Etaples que afirmó, años antes que Lutero, el principio de “justificación por la fe” explicado en su “Comentario a las Epístolas de San Pablo”. Quizá este ensayo haya sido el hito más importante de los inicios de una Iglesia Reformada en Francia que tuvo gran poder pero al mismo tie mpo que sufrió una de las mayores persecuciones de nuestra historia por motivos religiosos. Por ello no es acertado pensar que a los hugonotes sólo se los recuerda por los sucesos de la noche de San Bartolomé, acaecidos el 23 de Agosto de 1572, cuando las calles de París se tiñeron de rojo por la sangre derramada por los protestantes franceses al ser degollados inmisericordemente. Los excesos se pueden explicar en gran medida por el odio irracional del pueblo católico contra la Iglesia Reformada, aunque algunos piensan que hubo razones de Estado, lo que podría ser valedero, por cuanto una persecución tan generalizada y ceñuda no puede nacer espontáneamente. En toda Francia, desde Francisco I hasta Luis XIV, las políticas anti protestantes siempre tuvieron u na definida importancia ya que ellas reafirmaban la autoridad monárquica siempre amenazada no sólo por reformistas sino también por los anárquicos, liberales y ambiciosos. Los primeros martirios de protestantes reformistas tuvieron lugar en el año de 1523 en Meaux y en Paris, generalizándose posteriormente en todo el país. El primer mártir francés fue Jean Vallière que murió en la hoguera en París en Agosto de 1523. En 1547 con Enrique II, la persecución se hizo más sistemática y violenta. Las sentencias contra los herejes se dictaban sin juicio previo. Un consejero del Rey, Anne dü Bourg, que había protestado contra estas medidas también fue llevado a la hoguera. Esta situación alarmó tanto a los hugonotes que bajo la desesperación prepararon dos sublevaciones sin éxito. Pensamos que fueron en estos años que el padre de Andrew Boeve emigró a Courtrai, Flandes. No sabemos si ya estuvo por allá. Lo presumible es que tuvo que volver a emigrar escapando nuevamente de una persecución religiosa y esta vez pudo establecerse junto a su familia de forma definitiva en Inglaterra. Volvemos a narrar algo de la vida de James Boeve el medio hermano de Anne. Su padre Andrew ya establecido en Londres como comerciante le proporcionó una esmerada educación. James asistió al Mercers’ School en Londres. En 1631 viaja a los Países Bajos (Holanda) a completar sus estudios de latín y griego. En 1636 se embarca en un gran tour por Europa para perfeccionar su cultura. James empieza su carrera mercantil trabajando para el financista de origen holandés Sir William Courten. El primero de Mayo de 1638 se casa en la Parroquia Santa María en Hill Londres con Susanna van Der Meyer, hija de André van Der Meyer y Susanna Monchy (o Money) sobrina de John Money socio de la gran firma comercial Courten & Money, con tres hijas, la menor Elizabeth se casa con el Capitán William Hinton. James Boeve, residió en Middleburg, Zeeland, Holanda, ciudad en la que falleció su esposa Susanna en 1649. Su yerno el Capitán William Hinton lo presentaba como el señor James Boeve, de Middleburg, que supervisaba los negocios del Rey Charles II, mientras estaba en el exilio en el continente. James cumplió esta misión a cabalidad, incluso, cubriendo los gastos con su propio peculio, egresos que casi lo llevan a l a ruina.

33 A pesar de ello, no pidió recompensa o devolución de los gastos. Simplemente solicitó que a su yerno lo nombraran Gobernador de Terranova, lo que se logró tiempo después. James sufrió en su vida un serio revés, cuando a resultas de un juicio por una herencia de dos mil libras que, al parecer administraba a la hermana de su esposa llamada Hester, casada con John White, y que lo llevó a cumplir una pena de tres años de prisión. La no existencia del recurso de apelación en los Estados de Zeeland, y la nada eficaz ayuda de la gente que él apoyó, ocasionaron un daño moral al perder su reputación, el crédito comercial y daños adicionales por más de veinte mil libras. Gente inescrupulosa que actuaron como albaceas, al parecer se apropiaron de la herencia y lograron obtener una sentencia ilegal en contra de James. James Boeve, se retiró del comercio y estudió derecho en la Inner Temple, a la que fue admitido el 10 de Junio de 1660. Su formación jurídica la aprovechó para enfrentar sus pleitos personales sob re las propiedades en Chelsea, Gloucestershire y en los Países Bajos. James también fue un filósofo que fundó lo que se llamó “La Filosofía Activa” y de cuyos libros quedan unos doce volúmenes en la actualidad. Escribió veinte tomos sobre diferentes temas pero que hoy en día se encuentran perdidos. Como hecho de singular importancia para este trabajo es la compra con su medio hermano William de la propiedad de Flaxley Abbey, en Gloucestershire, que pasó en las siguientes generaciones a los baronets Crawley-Boevey y se constituyó en el solar de este linaje por dos siglos.

Foto 16 Foto 17 Joanna Boevey y su hijo Abraham Clarke quien hereda Flaxley Abbey. En 1653 había comprado el “Bosque Real” de Exmoor, en Somerset y en 1654 fue el primero en construir una casa en el desolado páramo en Simonbath. James se casó en segundas nupcias, cerca del año 1653, con Isabel de Visscher falle cida antes del 21 de Agosto de 1669, hija de Guillermo Visscher, un comerciante emigrado de Emden. Tuvieron dos hijos: William y Cornelia. FLAXLEY ABBEY Flaxley se encuentra a 14.5 km de Gloucester, en el extremo norte -oriental del bosque de Dean. Antiguamente era ocupada por una abadía cisterciense y una antigua parroquia. Abarca 708 hectáreas. Esta tierra fue dada a los monjes en el siglo XII por el fundador de la abadía Roger Fitzmiles, 2do Earl de Hereford. Tuvo a muchos personajes donantes, entre ellos William de Mynors, Lord of Westbury Manor, William of Dean, Lord of Mitcheldean y Guillermo, hijo de Geoffrey Dean. En 1227 Enrique III, concedió a los monjes todos los bosques de los alrededores. Durante la Disolución de los Monasterios en 1536-37, la abadía se liquidó y sus propiedades como también las tierras fueron concedidas a Sir William Kingston y en 1543-44 fueron confirmadas a su hijo Sir Anthony. El

34 hijo de Sir Anthony, Edmund era al parecer ilegítimo, por ello él cede en 1565 la prop iedad a su cuñado Edward Barnard quien actúa en un cargo de confianza como administrador para Edmund. Por ello cede la propiedad nuevamente al hijo legítimo de éste, llamado Anthony que fallece en 1591, legando la propiedad a su hijo William, fallecido en 1614 y es sucedido por su tío Edmund Kingston, fallecido en 1623, quien cede la propiedad a su hijo William, quien la vende en 1648 a los comerciantes William y James Boeve (luego Boevey), hermanos de Anne Boeve, miembros de la Comunidad Holandesa de Londres. Posteriormente James manifiesta su interés por ceder su parte a William su medio hermano, pero éste asigna una porción de la propiedad a su hermana Joanna, ya viuda de Abraham Clerk. Joanna, que compró la otra mitad después de la muerte de su hermano William en 1661 y muere en 1664 legando Flaxley Abbey a su hijo Abraham (ii) Clerk (Boeve), fallecido en 1683, quien a su vez deja la propiedad a su primo William (iii) Boeve (Visscher) hijo de James. William (iii) muere en 1692 y bajo testamento la sucesión pasa a su esposa Catherine fallecida en 1727, no teniendo sucesión cede la propiedad a un primo en primer grado de su esposo William (iii), quien es Thomas (vii) Crawley, quien asume el apellido Boevey seguido al de Crawley. La casa solariega fue substancialmente reconstruida a finales del siglo XVIII, diseñada por el arquitecto Anthony Kick. La finca se amplía en 1760 cuando Thomas Crawley-Boevey (Lloyd) adquiere mediante compra las tierras en Westbury-on-Severn, contigua a la parte principal de Flaxley. La familia Crawley-Boevey tuvo este solar hasta principios del siglo XX en que es vendida. Ya en 1839 se desprenden de la parte correspondiente a Flaxley Meend. En 1952, quinientos acres de bosques son vendidos a la Comision Forestal. La casa y otras instalaciones se venden en 1910 por Sir Lancelot CrawleyBoevey. William (ii) Boeve murió antes que su padre. Se casó en 1686 con Catherine Riches nacida en 1671 y fallecida en 1727. Hija de John Riches. Quedó viuda a los 22 años y heredó por testamento todos los bienes de su viudo ya que no tuvieron sucesión

Foto 18 William Boevey Catherine bella y rica por su esposo y padre estuvo siempre asediada por muchos pretendientes pero a los que ella ignoraba. Se dedicó incansablemente a las obras de caridad, al punto de ser reconocida en toda Inglaterra por esta labor. Incluso se levantó un monumento a su memoria en la Abadia de Westminster. La historia también la recuerda por su sonoro apodo: “The Perverse Widow”.

35

Foto 19 Catherine Riches “The Perverse Widow” Antes de morir y cumpliendo con la voluntad de su esposo legó la propiedad de Flaxley Abbey a un primo en primer grado por parte de William, Thomas (vii) Crawley Bonnell, quien asume el nombre de Boevey (adaptado al inglés por Boeve), quien pasa a ser Thomas Crawley-Boevey (Bonnell), cuyo apellido deberán llevar todos los titulares o herederos de Flaxley Abbey.

Foto 20 La propiedad de Flaxley Abbey, residencia, bosques y área rural. Solar de los Crawley-Boevey por más de doscientos años, está ubicada en Gloucestershire, England, G.B. La capilla y cementerio se ve en primer plano. Muchos familiares se encuentran enterrados en este lugar.

36

Foto 21 Vista de la residencia en Flaxley Abbey

La cigüeña símbolo del escudo de la familia Crawley-Boevey

37

Foto 22 Foto 23 Susanna Hollier (l657-1726), casada con John Lloyd, fallecido en 1716, padres de John Lloyd (ii) casado con Susanna White, que a su vez son padres de Susanna Lloyd White.

Foto 24 Susanna White (1684-1762), casada con John Lloyd (ii) Thomas Crawley-Boevey (Bonnell) se casa con Susanna Lloyd Holier, y tienen como primogénito a Thomas (ii) Crawley-Boevey (Lloyd), que nace en Septiembre de 1709, muere el 28 de noviembre de 1769 y está enterrado en Flaxley Abbey. Se casa el 17 de mayo de 1743 con su prima en primer grado Susanna Lloyd White. Susanna es bisnieta de Anne Hastings, quien es a su vez bisnieta de George Hastings, IV Conde de Huntingdon, segundo bisnieto del Duque de Clarence George Plantagenet, y que éste viene a ser segundo bisnieto del Rey de Inglaterra Edward III Plantagenet. Con este matrimonio la familia Crawley-Boevey ya tiene gotas de sangre real en sus venas. Thomas (ii) y Susanna tienen como primogénito a Thomas (iii) Crawley-Boevey (Lloyd), nacido el 14 de Febrero de 1743 y fallecido el 11 de agosto de 1818, quien será el 2° Baronet Barrow of Hygrove co., Gloucester, GB.

38

Foto 25

Thomas (iii) Crawley-Boevey (Lloyd), se matriculó en el Pembroke College, de la Universidad de Oxford se casa con Ann Savage Barrow, prima en primer grado del primer Baronet, Sir Charles Barrow, brillante orador y parlamentario, quien murió sin descendencia legítima y cuyo título pasó, por una concesión muy especial, al esposo de su prima Ann. Con la heredad de la propiedad de Flaxley Abbey y un título de nobleza, la familia Crawley-Boevey empieza una nueva y esperanzadora etapa. Los Baronets Barrow of Hygrove, Gloucester, GB El 20 de febrero de 1769, el 2do Baronet, Sir Thomas Crawley-Boevey (Lloyd), se casa con Ann Savage (Barrow), nacida en 1745 en Standish, Gloucester, fallecida el 10 de septiembre en Flaxley Abbey. Hija del Rev Thomas Savage, nacido cerca de 1700, fallecido en 1760 y de Eleanor Barrow, nieta materna de Thomas Barrow, fallecido en 1738 y de Ann Hayward. Su abuelo Thomas Barrow, fue hermano de Charles Barrow, padre de Sir Charles Barrow, nacido en 1708 en St. Christopher, Awre, fallecido el 10 de enero de 1789 en Minsterworth, Gloucestershire. Se casó con Mary Randall, fallecida el 7 de abril de 1778 y no tuvieron sucesión legítima. Sir Charles Barrow, tuvo una hija ilegítima que fue Mary Caroline Barrow. Sir Charles fue graduado en la Universidad de Oxford el 2 de Julio de 1754, con el título de Doctor en Leyes Civiles. Fue miembro del Parlamento por Gloucester entre los años 1751 a 1789. Fogoso y brillante orador, que por su destacada labor fue nombrado 1er Baronet Barrow of Hygrove, co. Gl oucester, GB, el 22 de enero de 1784, con especial mención a Thomas Crawley-Boevey (Lloyd), esposo de su prima en primer grado Ann Savage, como primera opción para sucederle en el título, ya que no tuvo sucesión legítima de varón. Sir Charles padeció una grave enfermedad en las articulaciones de su cuerpo, padecimiento que supo llevar con altivez y valentía.

39

Foto 26 Reverendo Thomas Savage

Foto 27 Eleanor Barrow

40

Foto 28 Eleanor Barrow, madre de Ann Savage Eleanor fue prima hermana de Charles Barrow, 1er Baronet. El esposo de su hija Anne, Thomas CrawleyBoevey, hereda el título.

Foto 29 Sir Charles Barrow, 1° Baronet of Hygrove, 1708-1789

41

Foto 30 Sir Thomas Crawley-Boevey (Savage) 3° Baronet

Thomas (iv) Crawley-Boevey (Savage), 3° Baronet, tuvo a su cargo las funciones de Sheriff of Gloucestershire, entre los años de 1808 y 1809 y de 1831 y 1832. Asumió el título de 3rd Baronet Barrow, of Hygrove, co, Gloucester, GB, el 11 de agosto de 1818. Se casa con Mary Albinia Page, hija del notable miembro de la Real Sociedad de Ingenieros, Sir Thomas Hyde-Page, descendiente del antiguo y respetado linaje de la familia Hyde. Su madre Elizabeth, hija de Francis Morewood, es bisnieta materna de Sir George Devereux, Knight of Sheldon Hall, Warwick. La familia Devereux, está entroncada con numerosas familias nobles de la Gran Bretaña, como el linaje Bourchier, Woodville , De Luxembourg, De Chatillon, De Berkeley, De Mowbray, FitzAlan, De Bohun, Plantagenet, d’Artois y muchos otros. Thomas (iv) y Mary Albinia, tienen como primogénito a Thomas (v) Lloyd Crawley-Boevey, pero fallece a los nueve años de edad y lo sucede el hermano que le sigue Sir Martin Hyde Crawley-Boevey (Page).

Foto 31 Susanna Crawley (1748-1780). Primera esposa de Sir Thomas Hyde Page.

42

Foto 32 Sir Thomas Hyde-Page Sir Thomas Hyde-Page, hijo de Robert Hyde-Page y de Elizabeth Morewood. Es por descendencia de su madre Elizabeth, que se emparenta con Edward Devereux, 1er Baronet of Castle Bromwich, quien es su 3er bisabuelo y los siguientes ancestros de tan noble y antigua estirpe, que forman parte de la familia real británica. Sir Martin Hyde Crawley-Boevey (Hyde-Page) (tatarabuelo del autor), nació el 25 de Mayo de 1812 en Woot Lodge, Gloucestershire, falleció el 14 de Octubre de 1862 en Flaxley Abbey, en cuya capilla fue sepultado. Por la muerte, a los nueve años de edad, de su hermano primogénito Thomas, sucede en el título de 4° Baronet el 10 de enero de 1847. Se casó el 9 de Junio de 1836 con Elizabeth Daubeny, nacida el 6 de diciembre de 1814, fallecida el 9 de agosto de 1892 en Flaxley Abbey, hija del Rev. George William Daubeny y de Elizabeth Crawley.

Foto 33 Foto 34 Sir Martin Hyde Crawley-Boevey, 4° Baronet (1812-1862) al lado de su esposa Elizabeth Daubeny (18141892). Padres de Octavius Charles Crawley-Boevey

43 Sir Martin Hyde, se matriculó el 26 de Marzo de 1831 en el Trinity College de la Universidad de Oxford. Fue Juez de Paz y Protector del Bosque de Dean en 1847. Ganó el rango de Capitan al servicio del Gloucester Yeomanry Cavalry. Posteriormente ganó también en 1860 el rango de Capitan al servicio del 12avo Gloucester Rifle Volunteers. Vivió y murió en Flaxley Abbey. Sir Martin, se casó con su prima segunda Elizabeth Daubeny, generando el entroncamiento principal con la familia de Antony Gibbs. Tanto Sir Martin como Elizabeth, tienen como ancestros comunes a Sir Thomas Crawley-Boevey (Lloyd) y Susanna Lloyd White. La madre de Elizabeth, es Elizabeth Crawley-Boevey, hija del Bachiller en Leyes Rev Charles Crawley (Crawley-Boevey era obligatorio para los que heredaran la propiedad de Flaxley Abbey, los otros hermanos podían usar indistintamente Crawley o Crawley-Boevey), nació el 25 de abril de 1756 en Flaxley Abbey, fallecido el 4 de junio de 1849 en Stowe, Northampton, quien se casó con Mary Gibbs, nacida el 2 de junio de 1759 en Exeter, Devonshire, fallecida en Stowe, Northampton. Mary, es hermana de Antony Gibbs, el fundador de la Casa Antony Gibbs & Sons, e hija de George Abraham Gibbs y Ann Vicary.

Foto 35 Lápida de Elizabeth Crawley-Boevey. (Nació Daubeny)

Foto 36 Foto 37 Rev. Charles Crawley (1756-1849) al lado de su esposa Mary Gibbs

44

Foto 38 Rev. Charles Crawley (con más años)

Foto 39 Foto 40 Charles Crawley (Gibbs) con su esposa Eliza Katherine Grimes Charles Crawley, hijo del Rev. Charles Crawley y Mary Gibbs. Nació el 25 de septiembre de 1788 en Whitestone y falleció el 30 de septiembre de 1871. Se casó el 14 de Mayo de 1825 con Eliza Katherine Grimes, nacida el 24 de enero de 1795 en Londres y falleció el 12 de noviembre de 1881 en Littlemore. Fue el primer Crawley (Boevey) que llegó a Sudamérica. Vivió en las ciudades de Arequipa, Lima y Guayaquil, entre los años de 1829 a 1933. En 1814 ingresó como socio a la firma de su tío Antony Gibbs & Sons. La pareja tuvo un hijo Charles Edward, que naci ó en 1827 y a sus dos años acompañó a sus padres en su extenso viaje al Perú. A su regreso a Inglaterra en 1833, la esposa de Charles, Eliza, estaba embarazada con un niño que nació el 22 de Octubre de 1933, al cual bautizaron con el nombre de Francis Baden y luego llegó otro hermano, Thomas. Ambos murieron niños debido a una peste que se expandió por Inglaterra. Las actividades empresariales que cumplió Charles en Sudamérica, representando los intereses de la firma Antony Gibbs & Sons, son ampliamente expuestos en los capítulos posteriores. Sir Martin Hyde Crawley-Boevey y su esposa Elizabeth Daubeny, tuvieron doce hijos, los cuales vamos a enumerar por la importancia que tienen en el desarrollo de nuestra historia: 1. - Sir Thomas Hyde Crawley-Boevey (Daubeny), 5° Baronet. Continua más adelante, en la sucesión de los Baronets Barrow. 2.- John Crawley-Boevey, nació el 29 de julio de 1838 en Flaxley Abbey. Falleció soltero.

45 3.- Francis Gibbs Crawley-Boevey, nació el 15 de julio de 1839 en Flaxley-Abbey. Falleció soltera el 16 de diciembre de 1865. 4.- Walter Daubeny Crawley-Boevey, nació el 13 de abril de 1841 en Flaxley Abbey, falleció soltero el 1 de septiembre de 1896. 5.- Martina Elizabeth Crawley-Boevey, nació el 20 de agosto de 1842 en Hesdey, Gloucestershire. Falleci ó el 29 de mayo de 1891. Se casó con el Rev. William Cotton Risley, tuvieron cuatro hijos. 6.- Edward Barnston Crawley-Boevey, nació el 29 de marzo de 1844 en Flaxley Abbey. Falleció el 5 de mayo de 1888. Se casó en 1884 con Katherine Power, sin descendencia conocida. 7.- Arthur William Crawley-Boevey, nació el 12 de agosto de 1845 en Flaxley Abbey. Falleció el 8 de julio de 1913. Se casó en 1873 con Anna María Phayre y tuvieron como hijo al Capitan Martin Crawley-Boevey. 8.- Octavius Charles Crawley-Boevey, (bisabuelo del autor), nació el 24 de noviembre de 1846 en Flaxley Abbey. Falleció el 15 de febrero de 1897 en Arequipa, Perú. Se casó el 21 de septiembre de 1871, en Arequipa, Perú, con María Francisca de Murga y Murguía, nacida el 1852 en Arequipa, Perú y fallecida el 22 de abril de 1935 en Arequipa, Perú. Son los personajes principales de la presente historia.

Foto 41 Octavius Charles Crawley-Boevey (Daubeny) 1846-1897

46

Foto 42 María Francisca de Murga y Murguía, 1852-1936

Continuando con Octavius Charles, y su esposa María Francisca, trajeron a este mundo once hijos, todos ellos nacidos en Inglaterra, Perú y Chile. Ellos son: 8.1. Santiago Carlos Crawley Boevey y Murga, nacido en 1872 en Arequipa, fallecido en 1913. Se casó en Chile con Laura Álamos Cuadra, con sucesión. 8.2. María Margarita Eliza Crawley-Boevey y Murga, nacida en Arequipa el 20 de Febrero de 1874. 8.3. Alfredo Martin Crawley-Boevey y Murga, nacido en 1879 en Londres, fallecido antes de cumplir un año. 8.4. Eduardo Máximo Crawley-Boevey y Murga, nacido el 18 de Noviembre de 1875, en Tingo, Arequipa, fallecido en Valparaíso el 4 de Mayo de 1960. Fue un famoso sacerdote católico conocido mundialmente, fundador de la Universidad Católica de Valparaíso. Perteneció a la Orden de los Sagrados Corazones. Tomo el nombre religioso de Mateo. María Francisca tuvo un especial cariño por él.

47

También hay que destacar que los siete años que pasó con sus abuelos en un hogar cerradamente católico y practicante, despertaron en él las inquietudes religiosas que provocarían la decisión que tomó años después. Mateo alcanzó notoriedad mundial por su labor evangelizadora y por la entronización del Sagrado Corazón de Jesús en los hogares, apoyada calurosamente por el Gran Papa San Pío X. Hacia 1919 más de un millón de familias habían realizado en todo el mundo la entronización. Orgullo para el Perú ya que un hijo suyo que amó de veras a su patria y que nunca la olvidó fue el apóstol de este profundo acto de fe. No está de más señalar que la segunda diócesis en consagrarse al Corazón de Jesús fue la de Arequipa por iniciativa de su Obispo Monseñor Juan Ambrosio Huerta. Mateo tuvo una estrecha relación con los papas Pío X, Benedicto XV, Pío XI, Pío XII y, Juan XXIII quien seguía muy de cerca sus actividades. Fue propuesto por el gobierno peruano para ser nombrado Arzobispo de Lima y primado de la iglesia católica en el Perú pero él rechazó la oferta. Su misión no podía tener fronteras, mucho menos estar amarrado a funciones burocráticas en su apostolado. Hablaba correctamente el inglés, español, francés y portugués. Tenía estudios avanzados del idioma italiano y conocía levemente muchas lenguas del lejano oriente, entre ellas el japonés, chino, malasio. Viajó por casi todo el mundo conociendo ampliamente Europa, los Estados Unidos de América, Canadá, el lejano oriente y, por supuesto, muchas repúblicas sudamericanas. Su labor tan extensa lo convierte en un ser excepcional y conocido alrededor de nuestro planeta. Años más tarde su primo en primer grado Juan Landázuri Ricketts, fue el primer cardenal peruano, Arzobispo de Lima y Primado de la Iglesia Católica, el cargo que Mateo no aceptó en su oportunidad, pero si fue padrino de su primo cuando éste se ordenó de sacerdote en Perú.

Foto 43 Eduardo Máximo (Mateo) Crawley-Boevey, 1875-1960

48

8.5. Mary Isabel Crawley-Boevey y Murga, nacida en 1878 en Londres, Inglaterra, casada el 4 de Mayo de 1903 en Arequipa, con Federico De La Fuente Ordóñez, nacido y fallecido en Arequipa, con cuatro hijos. 8.6. Rosa Agnes Crawley-Boevey y Murga, nacida en 1880 en Londres, Inglaterra, fallecida en Arequipa, casada el 5 de Diciembre de 1900 en Arequipa, con Gerardo Vargas Murga, sin sucesión.

Foto 44 Rose Agnes y Lilian Maude Crawley-Boevey Murga en Valparaíso Chile 8.7. Lilian Maude Crawley-Boevey y Murga, nacida en 1882 en Londres, Inglaterra, fallecida en Arequipa, casada el 28 de Mayo de 1904, en Arequipa, con José De La Fuente Ordóñez, con cuatro hijos. 8.8. Leonor Octavia Estefanía Crawley-Boevey y Murga, (abuela del autor), nacida el 1 de Septiembre de 1884 en Arequipa, fallecida en 1960, casada el 20 de Febrero de 1902 con Arturo Noboa Velarde, nacido en 1870 en Islay, Mollendo, Arequipa, fallecido 1946 en Arequipa, con siete hijas.

Foto 45 Leonor Octavia Estefanía Crawley-Boevey y su hija Victoria

49 8.9. Blanche Josphita Crawley-Boevey y Murga, nacida el 14 de Abril de 1889 en Valparaíso, fallecida en Chile, casada el 27 de Julio de 1911 con Gerald Bingham Browne, nacido en Inglaterra, fallecido en Chile, con cuatro hijos. 8.10. Victoria Crawley-Boevey y Murga, fallecida al nacer. 8.11. Ella Margaret Crawley-Boevey y Murga, nacida en 1894 en Valparaíso, fallecida en Chile. Vivió muchos años en Cuba. Se casó con A. Bingham y no se ha ubicado a su descendenci a. 8.12. Hilda Inés Crawley-Boevey y Murga, nació en 1896 en Valparaíso, falleció en Santiago de Chile. Se casó con Jorge Prieto Castro, nacido en Viña del Mar, fallecido en Santiago de Chile. Tienen nueve hijos.

Foto 46 Blanche Josphita, Ella Margaret y Hilda Inés Crawley-Boevey Murga

9.- James Henry Crawley-Boevey, nació el 2 de julio de 1848 en Flaxley Abbey. Falleció el 18 de marzo de 1898 en Inglaterra. Se casó con Frances Georgina Hayes Hewington, fallecida en 1929. 10.- Sybella Mary Crawley-Boevey, nació el 25 de mayo de 1850 en Flaxley Abbey. Falleció soltera el 12 de agosto de 1911. 11.- Rev. Richard Lloyd Crawley-Boevey, nació el 22 de marzo de 1858 en Flaxley Abbey. Falleció soltero el 26 de abril de 1928. 12.- Antony Page Crawley-Boevey, nació el 26 de julio de 1855 en Flaxley Abbey. Falleció el 15 de Julio de 1924.

Los recientes Baronets Barrow: Sir Thomas Hyde Crawley-Boevey (Daubeny), nació el 2 de Julio de 1837 en Flaxley Abbey, falleció el 15 de Marzo de 1912 en Flaxley Abbey, 5° Baronet Barrow of Hygrove, co. Gloucester, GB. Se casó en 1865 con Frances Elizabeth Peter, con descendencia. Sir Francis Hyde Crawley-Boevey (Peter), nació en 1868 en Gloucester, falleció en 1928, 6° Baronet Barrow of Hygrove, co. Gloucester, GB. Se casó en 1895 con Barbara Blake Mc Grath, con descendencia. Sir Lancelot Valentine Hyde Crawley-Boevey (Mc Grath) nació en 1900 en Inglaterra, falleció en 1968, 7° s Baronet Barrow of Hygrove, co. Gloucester, GB. Se casó en 1927 con Elizabeth Goodith Innes, con descendencia. Sir Thomas Michael Blake Crawley-Boevey (Goodith Innes), nació en 1928, 8° Baronet Barrow of Hygrove, co. Gloucester, GB. Se casó en 1957 con Laura Coelingh, con descendencia.

50

CAPÍTULO TERCERO ORÍGENES DE LA FAMILIA DE NOBOA

51 Iohannes Arie o Juan Arias de Castela o Juan Gallego o Juan Arias de Noboa, es señalado como el tronco del linaje de Noboa a partir del segundo milenio de nuestra era. No está probado su nexo con la familia Yáñez de Noboa, quienes fueron los señores de las tierras de Noboa y su castillo desde mediados del primer milenio de la era cristiana. Su padre fue Arias Pérez de Deza o (de Saavedra) y su madre Ilduara Pérez de Traba, del poderoso linaje de los condes de Traba que dominaron Galicia desde el siglo XI. En 1177, él y su hermano Fernando Arias de Saavedra, figuran al frente de la gobernación de Castella de Bubal. Castella de Bubal fue uno de los cinco castillos orensanos con qué el Rey Alfonso IX dotó a su esposa Berenguela en 1199. Remontándonos unos años atrás, hacia el año 1060 la Condesa Odacia, su hija Elvira y su nieto Nuño Rodríguez, se levantaron contra Fernando I, apoderándose de varios fuertes entre ellos el de Monterroso en Lugo y el de Alba de Bubal, aunque finalmente fueron vencidos y confiscados sus tierras e inmuebles. Castella de Bubal, como ya lo dijimos pasó a ser administrado y gobernado por Juan Arias y su hermano, que figuran como Tenentes o Gobernadores, lo que sugiere que uno y otro, en realidad recibieron a mayores, la tenencia de San Paio de Toroño, en el caso de Juan Arias y la de Aguilar por Fernando. Juan Arias que fue Alférez Real de Fernando II, ocasionalmente recibía el tratamiento de Príncipe en 1179, esta vez en solitario, incluso parece haber estado al mando de toda Galicia en 1180, año en que debió fallecer, ya que a partir de esa fecha, su hermano Fernando es citado en compañía de los hijos de Juan Arias al frente de Bubal. Por el tratado de Cabreros en 1206, doña Berenguela adjudicó los castillos orensanos a su hijo, el ya rey de Castilla, Alfonso IX, y éste a su vez, cedió a Teresa Yáñez (¿de Noboa?), la villa realenga de Formigueiro “por los muchos y buenos y gratos servicios que me hicisteis”. La villa incluye el Castillo de Bubal, conocido luego como Castillo Formigueiro (Amoreiro según los portugueses), cabeza de la jurisdicción de Os Chaos de Amoreiro (Ourense), pertenece a la parroquia de Trasalba, topónimo procedente de la situación que ocupa respecto al Castillo. Los Yáñez y los Yáñez de Noboa Luis Vilar y Pascual y el archivo de los Condes de Maceda, nos describen a la antiquísima familia Yáñez. ”La casa solar de esta familia se halla en tierras de Bóveda, cerca del convento de San Miguel, a las inmediaciones del monte que los antiguos llamaban Toranzo, hoy Santa Agata, dos leguas distante de la ciudad de Orense, solar de bien asegurada nobleza en Galicia, (y antiguamente de muchos vasallos y grandes heredamientos), con suntuoso castillo, torre, fuerte, ermita de la advocación de San Miguel y a partir del siglo XIII, dos largos y especiosos cotos, el uno cerca de San Pedro de Bobadela de Trasalba, (Villa realenga de Formigueiro, incluye el Castillo de Alba de Bubal, conocido luego como Castillo Formigueiro o Amoreiro según los portugueses, y el otro con segundo y fuerte castillo cerca de la ciudad de Orense, frisando las márgenes del río Miño, que es lo que hoy llaman Bobadela de la Raza. Resultó el nombre a esta casa como a la tierra donde está situada, por unas bóvedas que se descubrieron muchos años antes de la fundación de dicho convento de San Miguel, y de la pérdida de España por Arias Fernández de Témez; pues ésta estaba ya situada en aquel terreno cuando se aportó a Galicia el cuerpo del glorioso patrón Santiago. Uno de los doce caballeros de linajes esclarecidos a quienes el Rey D. Alonso I el Católico, señaló para la guarda y hospicio de los que visitaban el santuario del glorioso Apóstol, fue Bernar Yáñez”, de quien desciende Pedro Yáñez de Noboa, el primero en incluir el apellido toponímico de Noboa, allá por los años 859, debido al nombre de la tierra donde se encontraba su castillo en San Esteban de Noboa o Novoa. Es por ello que podemos afirmar con cierto grado de certeza que Teresa Yánez (de Noboa) es descendiente de Bernar Yáñez y de Pedro Yáñez de Noboa, y heredera del cargo de Señora del Castillo y tierras de Noboa y posteriormente del Castillo Alva de Bubal, que le fue cedido por el Rey Alfonso IX de Castilla, con el cual parece hubo una estrecha relación no determinada. Pero mucho más intrigante sería la relación de Juan Arias con Teresa Yáñez. Ambos debieron tener una estrecha comunicación, pues Juan fue Gobernador del Castillo de Bubal antes de su traspaso a Teresa, y porque las dos propiedades eran vecinas, lo cual los acercaba a por los menos una gran amistad. Sabemos que Juan Arias se casó con Urraca Fernández de Traba, hija ilegítima del Conde de Traba y la proclamada Reina de Portugal Teresa Alfonso de Castilla, un matrimonio con visos más de conveniencia para ambas partes. ¿Fue Teresa Yáñez, compañera sentimental de Juan Arias? ¿Porque los hijos de Juan Arias se apellidan Yáñez de Noboa y son posteriormente los herederos del Castillo y tierras de Noboa? Y ninguno de ellos usa los apellidos Fernández o Traba, cuando la realidad imponía el gran peso, poder y prestigio del apellido Traba. Incluso el Castillo de Maceda fue cedido por esta familia a Juan Arias como dote al matrimonio con Urraca.

52 ¿Teresa Yáñez, cedió a Juan Arias sus propiedades ya que al parecer murió viuda y a condición de que los que heredaran sus propiedades llevaran el apellido Yáñez de Noboa? Se abre una esperanza para explicar el completo silencio manuscrito sobre los descendientes de Pedro Yáñez de Noboa, el primer Señor que lleva el apellido de Noboa, notable caballero al servicio del Rey Alfonso “El Magno” cuando conquistó a los moros Coimbra y Visco, en los años 860, según nos detalla Esteban de Garibay. Casi pasan trescientos años hasta que aparece Juan Arias que hasta hoy en día sigue figurando como cabeza del linaje de Noboa.

Foto 47 ESCUDO DE ARMAS DE LA FAMILIA DE NOBOA

53

Foto 48 Vista nocturna del Castillo y Fortaleza de Maceda, Solar de la familia De Noboa por muchos siglos

54

Foto 49 Escudo en piedra de la familia de Noboa en el Castillo de Maceda

Foto 50 Castillo del Conde de Traba Pedro Froilaz, abuelo de Urraca F. de Traba Juan Arias, al recordar su vida se encuentra con el año de su nacimiento en Ribadavia en 1130. Como olvidar que fue Alférez Real del Rey Fernando II, Rey de León. Ya en el año de 1173 se desempeña como Gobernado r de Castella Bubal, cuyo centro es la villa de Ribadavia, una rica y antigua comarca vitivinícola en un excepcional nudo de comunicaciones. Esta responsabilidad la comparte con su medio hermano Fernando Arias. Juan soportó los embates contra sus propiedades heredadas las cuales no estaban amparadas por concesiones reales, legitimando la posesión por su familia en la continua ocupación de las mismas a través de generaciones. Ello no era suficiente y la codicia de algunos poderosos vecinos se hacía presente de tanto en tanto. Ello ocasionó constantes roces entre los trabajadores de las tierras contiguas naciendo la hostilidad

55 de los agresores a los contrincantes, que usaban todos los medios posibles para defenderse. Los señores de Ambía eran uno de ellos, lo que condujo a Juan a buscar un matrimonio eficaz que pudiera apaciguar a sus enemigos. Se casó con su prima hermana Urraca Fernández de Traba, cerca al año de 1153, hija del hermano de su madre Fernando Pérez De Traba, fallecido en el año de 1161 y de la proclamada Reina de Portugal Teresa Alfonso De Castilla, nacida en el año de 1070 en Portugal y fallecida el 30 de Noviembre de 1130 en Saldaña, Palencia, Castilla, casada con el Conde de Portugal Henry I De Bourgogne, nacido en 1075 en Dijou, Côte d’Or, Bourgogne, Francia y fallecido el 1 de Noviembre de 1112, en Astorga-León, Castilla-León. Ya viuda entabló relaciones maritales con Fernando Pérez de Traba, su aliado en las luchas contra su media hermana Urraca por el trono de Portugal. Teresa fue hija natural de Alfonso VI Rey de León y Castilla nacido en Junio del año 1040 en Burgos, Burgos, Castilla-León, fallecido el 29 de Junio del año 1109 en Toledo, Toledo, Castilla La Mancha y de Jimena Núñez de Guzmán fallecida en el año de 1128, hija del Conde Nuño Rodríguez De Guzmán, nieto del Rey asturiano Ordoño I. Hay otros genealogistas que afirman que Urraca de Traba, fue hija legítima de Fernando Pérez de Traba y de su segunda esposa la Condesa Sancha González, hija del Conde Gonzalo Anzures y de Urraca Bermúdez. El autor ha tomado la versión basada en los Archivos Históricos Nacionales (Pares) y de los trabajos de José Luis López Sangil y de Margarita Torres Sevilla, publicados en las páginas XOR-Xenealogías de Ortegal, por las cuales se señala que la madre de Urraca fue la reina Teresa de Portugal que mantuvo relaciones extramatrimoniales con Fernando Pérez de Traba.

Retrato de Fernández Pérez de Traba

Teresa recibió como dote por su matrimonio con Henry I De Bourgogne el condado de Portugal (y el de Coímbra) que comprendía aproximadamente los territorios situados entre los ríos Miño y Duero y, que hasta entonces, habían sido administrados junto con Galicia por Raimundo de Bourgogne, primo de Henry I. Teresa

56 y su esposo gobernaron con gran autonomía encendiendo los deseos independentistas de los nobles portugueses, actitud que respaldó Teresa con su belleza, inteligencia y ambición y que a la muerte de su esposo la condujo a gobernar el Condado de Portugal en solitario, prosiguiendo con la misma política autonomista y expansionista que dio inicio a la verdadera independencia de Portugal del Reino de España. Hacia 1121 cedió el gobierno de las comarcas de Oporto y Coímbra al mencionado Fernando Pérez de Traba. Éste usó de su influencia en Galicia para atraerse a los descontentos de esta región, lo que ocasionó la reanudación de las luchas contra los castellanos al reaccionar Urraca invadiendo Portugal. El ejército de Teresa fue derrotado a orillas del Miño y ella misma debió retirarse al castillo de Lanhoso en 1121. Por segunda vez Teresa tuvo que reconocer la preeminencia de su hermanastra por más que a ella se le otorgase entonces el señorío de Tuy y Orense. A la muerte de Urraca en 1126 volvió a sublevarse al tiempo que lo hacían otras regiones del reino y, como otras veces, ocupó las tierras gallegas limítrofes con Portugal. Pero el nuevo rey Alfonso VII, antiguó aliado de Teresa, le impuso su vasallaje en 1127 por los territorios que ésta poseía en Galicia. Ello y el poder que había concedido al gallego Pérez de Traba (también le dio algunos señoríos en Extremadura) la hicieron muy impopular en el condado. Su propio hijo Alfonso Enríquez o Henríquez, luego Rey Alfonso I de Portugal, rebelándose, lideró a los nobles portugueses descontentos como Paio Soares, Egas Moniz, y otros como el arzobispo de Braga Paio Mendes. Ya en 1125 Alfonso se había nombrado a él mismo como caballero. El norte de Portugal apoyó al rebelde mientras que el sur permaneció fiel a Teresa, pero fue sitiada en Guimaraes y vencida en la batalla de San Mamede el 24 de Junio del año 1128 y cuya derrota significó en cierto modo la afirmación de la independencia portuguesa y su separación de Galicia. Refugiándose vivió en Limia donde murió dos años después. Fue enterrada en la Capil la Mayor de la Catedral de Braga junto a su primer esposo

Urraca Fernández de Traba, hija natural del Conde de Galicia Fernando Pérez de Traba y de la Reina Teresa Alfonso de Castilla (luego Condesa), al casarse con Juan Arias de Noboa, recibió de sus padres como dote el castillo y fortaleza de Maceda y sus cotos en tierras de Limia donde Teresa se refugió, iniciando lo que se llamaría una segunda época en la historia de la genealogía Noboa. Juan Arias de Noboa parece haber estado al mando de toda Galicia en 1180, año que debió fallecer, ya que a partir de esa fecha su medio hermano Fernando es citado en compañía de los hijos de Juan al frente de Bubal.

Territorio de los Condes de Traba Juan Arias de Noboa, tuvo como a hijos a: - Pedro Yáñez de Noboa, VI Señor del Castillo de Noboa y del Castillo-Fortaleza de Maceda. Vuelve a tomar el nombre y apellido de los ancestros que iniciaron el Señorío. Se casó con Urraca Páez De Maya, hija de Pedro Páez, Alférez Mayor del reino de León y luego de Portugal, del Rey Don Alonso I, estuvo en las batallas de Enrique, era tercer nieto del Infante Alboacer Ramírez, hijo del Rey Ramiro II de León, lo que constituye una nueva línea Real en la descendencia de los Noboa. - Gonzalo Yáñez de Noboa. Noveno Maestro de la Orden de Calatrava. Viudo tomó los hábitos de monje. - Suero Yáñez, casado con Sancha Ruíz, con Juan Suárez Yáñez de Orellón, Elvira Yáñez, casada con el Conde Real de Lamares y ya viuda con Gutiérrez Ruíz De Castro, por último, Gonzalo Suárez, casado con NN, con Martín González De Páramo tronco de la descendencia de los Páramo. - Fernando Yáñez De Noboa De Sobra no se conoce el nombre de la esposa pero tuvo dos hijos:

57 - Gonzalo Fernández casado con Elvira Ruíz - María Fernández De Noboa casada con Payo Gómez De Silva, matrimonio de donde descienden los Silva de Portugal. - Sancha Yáñez, no se conoce el nombre del esposo; con María López Mejía casada con desconocido; con Lope Sánchez De Ulloa casada con desconocido; con Mayor López De Ulloa casada con Alfonso Pérez De Saavedra, Señor de esta Casa, de la cual desciende Juan García de Saavedra, casado con Mayor Alonso, biznieta de Sancha Yáñez, padres de Elvira González De Saavedra casada con Pedro Yáñez De Noboa y Fernández De Limia, XI Señor de la Casa Y Castillo de Noboa, 4° biznieto de Juan Arias de Noboa. - María Yáñez De Noboa casada con Remón Pérez De Figueroa, VII Señor de la Casa de Figueroa; con Suero Remón De Figueroa VIII Señor de la Casa; esta sucesión continua hasta llegar al I Conde de Feria Lorenzo Suárez De Figueroa Lasso De La Vega, nacido el año de 1408, casado con María Manuel De Villena, Señora de Montealegre; con el II Conde de Feria, Gómez Suárez De Figueroa casado en segundas nupcias con María De Toledo; con el III Conde de Feria Lorenzo Suárez De Figueroa y Toledo casado con la II Marquesa de Priego Catalina Fernández De Córdoba; con el I Duque de Feria Gómez Suárez De Figueroa y Córdoba casado con Juana Dormer, nacida en Inglaterra; con II Duque de Feria Lorenzo Suárez de Figueroa casado en terceras nupcias con Isabel De Mendoza, hija del Duque del Infantado; con el III Duque de Feria Gómez Suárez De Figueroa y Córdoba casado en segundas nupcias con Ana Fernánde z De Córdoba y Figueroa; con el IV Duque de Feria, Gaspar Lorenzo Suárez De Figueroa y Córdoba que murió niño. El matrimonio de Juan Arias De Noboa con Urraca Fernández de Traba, así como la posesión del CastilloFortaleza de Maceda, dieron tranquilidad a los descendientes hasta principios del segundo siglo del segundo milenio cuando el biznieto de Juan Arias, Gonzalo Yáñez de Noboa, VIII Señor del Castillo de Noboa y Castillo-Fortaleza de Maceda, ejercía en plenitud su influencia amparada en su noble esti rpe. Casado con Mayor Ruiz Cabeza de Vaca tuvo a su heredero Nuño. Don Gonzalo era hermano del poderoso Obispo de Orense, Pedro Yáñez de Noboa. Este Obispo gobernó despóticamente desde su investidura el año de 1276 hasta 1308, aprovechando su relación con la influyente Casa de Maceda. Fue en el año de 1294 que llevó a cabo una descabellada acción criminal al incendiar el templo y convento de la orden mendicante de los franciscanos, situada en la plaza del Corregidor lugar situada dentro sus linderos, en una villa en Manzaneda de Limia (Maceda), concedida a su preceptor Garcí Fernández de Villadelmiro, el 18 de Agosto de 1232 por el Rey Fernando III, con todos sus términos y con los derechos fiscales del reino. Contó con la complicidad de sus subalternos Gonzalo Gómez y Gonzalo Núñez. El Obispo y sus cómplices fueron condenados por los tribunales reales. Es difícil pronosticar el motivo para tan cruel proceder pero según los historiadores el Obispo estaba obsesionado con la construcción de un nuevo convento de San Francisco en los mismos terrenos que ya ocupaban pero que los frailes franciscanos se negaban a abandonar actitud que les valió el anuncio de represalias y que finalmente se llevó a cabo. Otra versión es que un sobrino del Obispo fue asesinado y el culpable se asiló en el convento franciscano. Al parecer fue la combinación de ambos hechos lo que llevó a término la cruel decisión. A pesar de ello, y una vez fallecido el desquiciado religioso, se dejó un hermoso legado patrimonial a la ciudad: el nuevo convento y templo de San Francisco, esta vez en las afueras de la ciudad en Montealegre, construido entre los años 1330 a 1350 y que los Noboa señores hegemónicos de Maceda, se reservaron el derecho de sepultura. El Obispo solicitó varias veces perdón y fue indultado por el Rey Fernando IV. Pero a pesar del indulto real, varios papas empezando por Bonifacio VIII (1294-1303), reclamó a la curia pontificia una investigación de los hechos criminales pero no se adelantó en la investigación hasta 1308, año en que el Papa Clemente V (13051314) mandó instruir un nuevo sumario contra el prelado y sus cómplices. El Obispo Pedro Yáñez no dispuso ni un minuto de tranquilidad en los casi treinta años que estuvo en primera fila en las decisiones políticas religiosas de Ourense. Hubo quejas y denuncias reiteradas ante el Rey por parte del Concejo y de otras comunidades. Sus acciones lesionaron visiblemente a la familia Noboa, que sumó una vez más la antipatía de la población. La falta de criterio para llevar adelante sus relaciones con la comunidad, la tozudez en su arrogancia y conducta impetuosa de muchos de sus miembros, condujeron a que este linaje de los más antiguos de Galicia, no fuera agraciado, perjudicando a sus primogénitos por muchos siglos al no acceder a título nobiliario alguno, excepto los conseguidos colateralmente por los matrimonios de las hijas y, que como punto final, llegara el triste momento de la pérdida del patrimonio símbolo de su alcurnia longeva.

58 Nuño González Yáñez de Noboa, IX Señor del Castillo de Noboa y Castillo-Fortaleza de Maceda, nacido alrededor del año 1250 se casó dos veces: primero con Mayor Núñez Rodeiro que fue repudiada y en quien tuvo muy posiblemente a Mayor Yáñez De Noboa y a Gonzalo Núñez De Noboa. En segundas nupcias casó con Elvira Páez de Ambía, hija de Juan Aries De Meira y Marina María Fernández De Gundias De Limia, con cuatro hijos: el primogénito Juan Pérez De Noboa fallecido sin descendientes, Pedro Yáñez de Noboa que sucedió, y por último otro Gonzalo Yáñez de Noboa que murió sin sucesión. Antes de continuar con los herederos no podemos dejar de mencionar a Mayor Yáñez de Noboa, a quien muchos autores la dan como hija de Gonzalo Yáñez de Noboa, cuando en realidad es su nieta, hija de Don Nuño. Sin embargo no está muy claro si la madre fue Mayor Núñez Rodeiro o Elvira Páez de Ambía. Por su nombre de pila más nos inclinamos por Doña Mayor Núñez. Mayor Yáñez de Noboa se casó con Lope Pérez de Moscoso y Ulloa, constituyendo este matrimonio la cabeza de la descendencia de los Condes de Altamira, quienes se entroncaron con poderosas familias nobles españolas, como el matrimonio de Rodrigo De Moscoso y Limia con Juana De Castro; el de la II Condesa de Altamira Urraca De Moscoso y Castro con el Conde de Trastámara Pedro Álvarez Osorio; de Rodrigo De Moscoso y Osorio III Conde de Altamira con Teresa De Andrade y Haro; el de Lope De Moscoso Osorio IV Conde de Altamira con Ana De Toledo y Osorio; de Rodrigo De Moscoso Osorio y Toledo V Conde de Altamira con Isabel De Castro y Andrade; de Lope De Moscoso Osorio y Castro VI Conde de Altamira con Leonor De Sandoval y Borja, nieta del santo Francisco De Borja y Aragón, VI Duque de Gandía. La sucesión continúa manteniendo el esplendor de este linaje histórico en el reino de España. Juan Pérez de Noboa y Pérez de Ambía, X Señor del Castillo de Noboa y del Castillo-Fortaleza de Maceda. Hijo de Nuño, se casó en primeras nupcias con Beatriz González de Meneses hija de Gonzalo Yáñez De Meneses y de Elvira o Urraca Fernández De Limia, biznieta del Rey de Castilla Don Sancho “El Bravo”. Tuvieron como primogénito a Juan Alonso De Noboa que sucede en la Casa, XI Señor del Castillo de Noboa y del Castillo-Fortaleza de Maceda, no tuvo sucesión masculina y le sucedió su hermano Pedro Yáñez de Noboa nacido alrededor del año 1290, casado con Elvira González de Saavedra, hija de Juan García De Saavedra Señor de la antigua Casa de Saavedra, y de Mayor Alonso biznieta de Sancha Yáñez, hija de Juan Arias De Noboa, por lo tanto Pedro y Elvira eran primos segundos. Pedro tuvo como hermana a Mayor (ii) Yáñez De Noboa quien se casó con Fernando Yáñez De Sotomayor Señor de la Casa Sotomayor y Fornelos, antiguo linaje denominado inicialmente como Sorred y que se entroncaron con la Casa Saavedra. Fernando y María pueden considerarse como iniciadores de la amplísima descendencia de esta familia destacada en los inicios de la Galicia monárquica. Otra hermana de Pedro fue Teresa Yáñez de Noboa y Meneses, que se casó con Alonso del Sober y Lemos, hijo de Lope de Lemos y Sober, Señor de Lemos y Sober, y de María Fernández de Traba, hija de Fernán Pérez de Traba, Conde de Traba y Trastámara, de la Casa de Monterroso y Sirgal y de la Reina de Portugal Teresa de León. Este matrimonio es considerado también, como cabeza del respetado linaje de los Lemos, fueron padres del III Maestre de Santiago Sancho Fernández De Lemos. Por último tenemos a Elvira Yáñez de Noboa casada con Pedro Afonso De Souza, biznieto del Rey de Portugal Alfonso II y cuya descendencia es parte imprescindible en el desarrollo de la historia que se narra, ya que son ancestros directos de María Francisca de Murga y Murguía, esposa de Octavius Charles Crawley-Boevey (Daubeny). Matrimonio sobre el cual se inspira esta historia. También por el hecho de que la hija de Octavius Charles y María Francisca, Leonor Octavia Estefanía, se casa con Arturo Noboa Velarde (abuelo del autor), descendiente directo a través de la rama establecida en Guayaquil, de Juan Arias de Noboa, circunstancia por la cual nos extendemos en el detalle de la línea genealógica de la familia de Noboa en los ocho siglos siguientes. El detalle de la línea genealógica de Elvira Yáñez de Noboa, se detalla más adelante. Pedro y Elvira tuvieron como primogénito a Juan Pérez de Noboa y González Saavedra, XII Señor del Castillo de Noboa y Castillo-Fortaleza de Maceda. Nació alrededor del año 1320 en Maceda, fue quinto de este nombre y casó con Elvira Yáñez de Parada, hija de Suero Yáñez de Parada, Señor del Castillo de Parada y el De Guarda y de Mayor Sorred De Sotomayor. Juan también era propietario de los cotos de Sandias, Couso, Parada, Ciudadzoriz, Roncos, Melos, Rivela, San Juan de Coles y del Castillo de Alba, y era suyo el portazgo del puente de Orense, que llamaban Omaya. Fue gran servidor del Rey Pedro de Castilla y después pasó al servicio de Don Enrique y de su hijo Juan I, cuando los ingleses entraron por Galicia en pretensión de estas coronas. Valientemente defendió el puente de Orense y toda la ribera del Miño hasta los pilares donde confluye el río Sil, asumiendo con su propio peculio todos los gastos relacionados a esta defensa. Juan Pérez De Noboa tuvo pleitos con el Adelantado de Galicia Don Pedro Ruíz Sarmiento. Los vasallos de Juan y los de Sarmiento tuvieron serios enfrentamientos sobre los pastos de su ganado, porque al parecer

59 ambas propiedades se interponían, y los pleitos no tardaron en llegar hasta la Audiencia del Rey. Después de muchas instancias las influencias y gollerías de las que gozaba entonces Pedro Ruíz Sarmiento, inclinó la balanza a su favor en detrimento de un linaje tan decisivo en la formación del Re ino de Galicia y de la futura España. Los Noboa fueron progenitores de las más encumbradas familias nobles de Galicia y España, así como verdaderos soldados que defendieron la unidad y consolidación del reino. Mal trato a este linaje, una mancha oscura en la historia de la península. Se trató de compensar de alguna manera este despojo con otras tierras y lugares comarcanos al Castillo de Maceda. Estos lugares fueron Piñeira de Limia, San Martín de Predo, por la Omaya o portazgo del Puente de Orense y otros cércanos al Castillo de Maceda. Sin embargo, el Castillo de Noboa era tan significativo que por él se apellidaron los sucesores. El Castillo estaba en uno de los collados que rodean la villa de Ribadavia a media legua de distancia y fue ocupado por innumerables generaciones de Noboa hasta la época de Juan Pérez De Noboa en la que se consumó la usurpación sin justificación y menos de lealtad a esta familia cuyo apellido está casi desaparecido en España, pero que felizmente no faltaron descendientes que le dieron vibrante impulso en el nuevo mundo, en la bella tierra del Ecuador. Juan y Elvira tuvieron como primogénito a Juan de Noboa Parada XIII Señor del Castillo-Fortaleza de Maceda, se casó con Leonor Enríquez De Castro, hija natural de don Pedro Enríquez, Condestable de Castilla y Trastámara, Señor de Lemos, casado con Isabel De Castro, padres del Duque de Arjona don Fadrique De Castro, y con ello ya son cinco las líneas reales en la Casa de los Noboa, por ser don Pedro, padre de doña Leonor y ser hijo del Maestre de Santiago don Fadrique, hermano entero del Rey Enrique y nieto del Rey Alfonso XI. Leonor Enríquez De Castro se casó ya viuda con Juan Díaz De Cadórniga, y ambos se apoderaron del Estado de Maceda, ya que fallecieron sus hijos antes que ella en su primer matrimonio con Juan De Noboa. No se sabe lo qué pasó con el hermano de Juan, Pedro Yáñez De Noboa, que por mayorazgo estaba designado para suceder en la Casa de Maceda y sus propiedades. Leonor y su segundo marido vendieron ilegalmente varias posesiones de los Noboa a don Fadrique, Duque de Arjona, hermano de doña Leonor, debilitando el Mayorazgo de los Noboa. Un segundo golpe demoledor luego de la pérdida de su Castillo y tierras en Ribadavia. Tiempo después, don Fadrique patrocinó el matrimonio de doña Leonor de Noboa, hija de Pedro Yáñez de Noboa, con Fernando Enríquez, su sobrino, una vez que doña Leonor quedara viuda de Luis Villamarin. Posteriormente Fadrique les entregó en préstamo el Castillo de Allariz que le pertenecía hasta que murió asesinado en una prisión en el Castillo de Peñafiel en el año de 1430, luego de su caída en lides políticas. El daño que hizo el Duque de Arjona a los Noboa es incalculable, pero esto no evitó que a su fallecimiento, muy sentido por el Monarca, se plañía la siguiente copla:

“De vos el Duque de Arjona grandes querellas me dan Aquesto fue Don Fadrique de Casa y sangre real muy franco y muy liberal esforzado caballero. Después del Rey de Castilla ninguno tenía par.”

El hermano de Juan: Pedro Yáñez de Noboa, sexto del nombre, XIV Señor del Castillo-Fortaleza de Maceda, nacido alrededor de 1345 en Maceda, sucedió a su hermano cuyos hijos no lo sobrevivieron, hasta que su viuda falleciera luego de amputar la heredad del Mayorazgo de los Noboa. Pedro se casó con Guiomar Méndez de Ambía, Dama de la Reina Doña Constanza esposa del Rey Fernando IV, y Señora de la Torre y tierra de Armariz. Tuvieron una única hija: Leonor de Noboa y Ambía XV Señora del Castillo-Fortaleza de Maceda y Armariz, nacida alrededor del año 1380 en Maceda. Se casó en primeras nupcias con Luis de Villamarin, Señor de la Casa Villamarin, con el primogénito Suero De Villamarin, sucesor de los estados de Villamarin, no figura como sucesor de los Estados de Maceda y Armariz, ya que los cedió a sus hermanas tros,

60 quedándose únicamente con los de Villamarin que luego se fusionó con la Casa de Maceda. Se dice que fue de alguna manera forzado a hacerlo por medio de argucias y por el hecho de la larga existencia de Leonor de Noboa, que contrajo ya viuda, segundas nupcias con Fernando Enríquez, Señor de Celanova y Allariz, regiones colindantes con el Municipio de Maceda. Matrimonio patrocinado por su tío, el citado Duque de Arjona, quién al parecer continuaba ejerciendo a través de sus parientes una influencia malé vola sobre la Casa de Maceda. El mencionado don Fernando Enríquez, era hijo natural de Alonso Enríquez, I Almirante de Castilla, hermano del Conde Pedro, de la segunda rama de la Casa Real de Castilla, nacido en 1354. Alonso Enríquez, llegó a conocer cinco reyes de Castilla, gozando durante el reinado de los tres últimos gran autoridad, y en gratitud que guardaba a su tío carnal el Rey Enrique II, hermano gemelo de su padre, entonces decidió Alonso tomar el nombre del Monarca por apellido patronímico y se llamó Alonso Enríquez. Fue Adelantado Mayor de León, Señor de Medina del Río-Seco, Aguilar de Campos, Valdunquillo, Bolaños y otras villas; vigésimo cuarto Almirante Mayor de la Mar, y primero de los Almirantes de Castilla de su linaje. El Señorío de Medina del Río-Seco, se lo confirió su sobrino el Rey Juan II por privilegio otorgado en Arévalo el 4 de abril de 1421. Renunció a sus estados, títulos y dignidades y se retiró al Monasterio de Guadalupe donde murió a los 75 años de edad en 1429. Alfonso era hijo ilegítimo del Infante Fadrique, el famoso Maestre de Santiago y nieto del Rey Alonso XI, y de doña Leonor Núñez de Guzmán, Señora de Medina Sidonia, Cabra, Oropesa y Paredes de Navas; “dueña rica y muy fijadalga y en fermosura la más apuesta muger que havia en el Regno”; hija de Pedro Núñez de Guzmán y Girón, Rico-homo de Castilla, y de Beatriz o Juana Ponce de León y Gutiérrez de Meneses. Fue casado con Juana de Mendoza y Ayala, llamada la “Rica-hembra”, por su gran hermosura, noble estirpe e inmensas riquezas, viuda ya de Diego Gómez Manrique; Alonso y Juana tuvieron entre otros hijos a Isabel Enríquez, mujer de Juan III Ramírez de Arellano, Señor de Aguilar y de los Cameros, cuyos descendientes se vuelven a entroncar siglos después, con los Noboa de l a rama de Guayaquil, a través de María Jacinta De Noboa Almeida y Asambuja, casada con Cristóbal Ramírez de Arellano y Romero y de Ana Agustina De Noboa Feijóo y Meneses, casada con Juan Pacheco y Ramírez de Arellano, siendo los hijos de ambos matrimonios octavos biznietos de Juana De Mendoza y Ayala. Hermano de Isabel Enríquez, fue Fadrique Enríquez segundo Almirante de Castilla y primer Conde de Melgar, casado con Mariana de Córdoba y Toledo, tuvieron a Juana Enríquez de Córdoba, Reina de Aragón por su matrimonio con Juan II de Aragón, padres de Fernando, esposo de la Reina Isabel de Castilla y de León, conocidos en la historia como los Reyes Católicos. Fernando Enríquez se crió en casa de su sobrino, el que después fuera Rey Juan II de Castilla, y fue su vasallo y doncel, acompañándole en las jornadas de paz y guerra, y fue por su mandado a la de Granada; como consta de una provisión firmada por dicho Monarca el 22 de septiembre de 1448, documento que poseía Antonio Yáñez de Noboa. Parece también por otra provisión, dada a instancias de Fernando, en que el mismo Rey le llama su vasallo y doncel, y comenta a su Oidor Fernando de Toledo, le haga la información que pide en nombre de doña Leonor de Noboa, su mujer, acerca de los lugares y tierras que fueron de su tío Juan de Noboa, y que data de 1435”. (Seguramente en lo relacionado al despojo de las tierras del Mayorazgo a favor en acciones muy dudosas, del Duque de Arjona, de la familia de Fernando). Otro enlace que no podemos pasar es el entronque de la rama de Fernando Díaz De Mendoza, esposo de Sancha Manuel, biznieta de Fernando III de Castilla, Rey de Castilla y de León, cuyos descendientes se entroncan con Fernando Mathé de Luna hijo de Juan Mathé de Luna, Almirante Mayor de Castilla, ancestro común como octavo bisabuelo de Juan de Noboa y Téllez de Meneses y del Libertador de cinco naciones sudamericanas, Simón Bolívar y Palacios.

61

Foto 51 Juana Mendoza, esposa del I Almirante de Castilla Fernando y Leonor tuvieron como hijos a su primogénito Juan Pérez de Noboa, séptimo del nombre, XVI Señor del Castillo-Fortaleza de Maceda, nacido en 1410 en Maceda, se casó con Mencia López Mosquera, hija de Galor Mosquera, Señor de la Casa de Villar de Payo Muñíz, descendiente de Lope Pérez de Moscoso y Ulloa y de Mayor Yáñez de Noboa, tuvieron como sucesor entre nueve hermanos a Pedro Yáñez de Noboa, séptimo del nombre, XVII Señor del Castillo-Fortaleza de Maceda y Villamarin, nacido en 1440 en Maceda, quien se casó con Juana Díaz de Cadórniga , hija de Alonso Díaz De Cadórniga y nieta de Pedro Díaz De Cadórniga y Blanca Constanza de Castro. Pedro y Juana tuvieron dos hijas, la primogénita Elvira de Noboa y Cadórniga, XVIII Señora del Castillo-Fortaleza de Maceda, nacida en 1460 en Maceda. Se casó con Diego Alonso López de Lemos y Ulloa, Mayor de Laiosa. Su madre era hija primera de Lope Sánchez De Ulloa y de Inés de Castro, así como hermana de Sancho Ulloa, I Conde de Monterrey, quién la dotó en 1462 bajo condición de que sus hijos mayores sucesores de la Casa Maceda, llevaran el apellido Noboa. Elvira y Diego tuvieron cinco hijos siendo el heredero de la Casa, Juan de Noboa y Lemos XIX Señor del Castillo Fortaleza de Maceda. Se casó con María de Ulloa, hija de Lope de Taboada, Señor de la Casa y de Aldonsa Mosquera y Deza. Tuvieron como hijo a Antonio De Noboa y Lemos, casado con Inés De Villafuerte Guzmán, pero para infelicidad del apellido Noboa, no tuvieron sucesión. Su hermana Aldonsa de Noboa y Lemos, heredó el señorío de la Casa de Maceda y se casó con Juan de Lanzos y Andrade, Señor de la Casa y Solar de Lanzos, en el valle de Louriña, Fortaleza de Mestas, acabando la Casa Maceda fusionada a ella, sentenciando el dominio del apellido Noboa sobre sus tierras ancestrales luego de muchos siglos de permanencia importante en la vida histórica, social y política de Galicia y España. El terrible destino no les fue amistoso en la península, y los acontecimientos desfavorables se ensañaron con ella. Pero los Noboa continúan y continuaran.

62

CAPÍTULO CUARTO EL PERÚ EN EL HORIZONTE DE LOS GIBSS

63 Superado los problemas que enfrentó Antony Gibbs en España al poner su mercadería a buen recaudo en un barco mexicano que llegó sin novedades al puerto de Callao, fue sin duda una señal sobre el rumbo que debían tomar sus futuras acciones comerciales. Antony falleció en 1815 y sus dos hijos tomaron la conducción de la audaz y aventurera empresa que fundó su padre, sin abandonar la idea de que los países suramericanos de la costa del Pacífico continuaran siendo un gran soporte de las actividades de la empresa. Por ello decidieron que la intención de crear filiales propias en los principales países en que operaban, especialmente Perú, ya debía convertirse en una realidad. Contrataron al señor John Moens, con la finalidad de que iniciará los primeros pasos con tal fin, para lo cual era imprescindible su presencia en el mismo terreno de las futuras filiales a crearse. John Moens se embarca en el barco Baltic en Junio de 1820, vía Madeira y Cabo de Hornos. El 15 de Noviembre llega al puerto de Valparaíso. En este puerto se encuentran establecidas muchas firmas inglesas independientes como también en Santiago de Chile, debido a la debilidad de la presencia española en la región, a pesar de que Gran Bretaña no reconoció la independencia inicial de algunas repúblicas sudamericanas como Chile. Durante los ocho años previos a las proclamaciones independistas, España había enviado dieciséis expediciones a Sur América con unos 40 000 veteranos de guerra y gastado unos setenta y cinco millones de dólares en sus esfuerzos por derrotar a los revolucionarios americanos. Las dificultades económicas que ocasionaron los movimientos libertarios en América, provoca la indulgencia del Virrey en Lima para aceptar en algún grado el comercio con Gran Bretaña. Por 1818, los barcos de los comerciantes británicos entraban al puerto de Callao y descargaban su carga sin mayores tropiezos. Los años siguientes la situación fue derivando hacia un formal reconocimiento cuando el puerto de Callao fue oficialmente abierto al comercio británico permitiendo que un limitado grupo de comerciantes se instalaran all á.

Puerto de Liverpool en el siglo XIX Ya en Valparaíso, Moens entabla prontamente amistad con el Capitán Sherriff del HMS Andromanche y el 10 de Diciembre de 1820 se embarca rumbo al Callao, puerto que se encuentra bloqueado por los patriotas chilenos que apoyaban la independencia del Perú. Logran arribar al mismo el 20 de Diciembre, sin que faltara la cuota de suspenso, pues la nave es recibida con un cañonazo, disparado al parecer accidentalmente. No tardaron las disculpas del caso pero a pesar de ello la embarcación es minuciosamente revisada debido a las sospechas que causaba entre los españoles el apoyo que ingleses y norteamericanos daban a Lord Cochrane, comandante británico de las naves de los patriotas chilenos. Para empeorar las cosas el Capitán Sherrif tenía a bordo a Lady Cochrane como pasajera con rumbo a Inglaterra después de una visita a su esposo. La explosiva situación revolucionaria en Lima impedía que Moens desembarcara. Después de catorce días y con la influencia “de alguien” vinculado a Antony Gibbs & Sons, le fue concedido un permiso con el cual desembarcó el 4 de Enero de 1821, no sin antes poner en riesgo su vida a manos de los pobladores del Callao. Él fue llamado por el Virrey Pezuela, recibido cortésmente, pero también advertido de no dar la cara en las calles, lo cual limitó su tiempo para la atención de los asuntos del negocio. Entonces decidió viajar a Arequipa, ciudad importante del virreinato situada al sur de Lima, y donde la firma Antony Gibbs & Sons

64 mantenía contacto con muchos amigos realistas. Parte en Junio de l821 y es muy bien recibido en esta ciudad al pie del volcán Misti. Comentó: “I wonder much”. John Moens sintió una especial atracción por los realistas españoles y se puede afirmar que su viaje al Perú no obedecía en esos momentos a la apertura de una filial en Lima, más bien, obtener embarques de oro y plata hacia Europa de los funcionarios con fortuna que esperaban ponerla a buen resguardo dada la incertidumbre sobre el futuro de las colonias españolas. Aprovechando su facilidad para operar con buques de la armada británica se convertía en pieza clave para los realistas alarmados sobre el porvenir de su posición y estabilidad económica. En Arequipa destacaban tres familias criollas y realistas, con parentesco entre sí: Goyeneche, de La Barreda y Tristán. Existían muchas otras de iguales características pero no tan poderosas económicamente. Vamos a relatar la historia de la familia Goyeneche, por ser la más representativa en la sociedad arequipeña, criolla, realista, terrateniente y adinerada, y que a John Moens le atraía, con las que entabló relaciones financieras.

Foto 52 El Cabo de Hornos, uniendo el Atlántico con el Pacífico

65

Puerto de Valparaíso en Chile, en el siglo XIX

Santiago de Chile a mediados del siglo XIX

66

La ciudad de Arequipa el pie del volcán Misti, a mediados del siglo XIX LA FAMILIA GOYENECHE EN AREQUIPA. A fines del siglo XVIII, un hijodalgo del valle de Batzan en Navarra, nacido el 26 de Junio de 1741 en Irurit a, hijo de Pedro De Goyeneche y Gragitena y de María Bautista De Aguerrevere e Iturralde, se prestaba a dejar su familia, su solar, su patria y sus años juveniles ya vividos en su tierra preñada de tradición, portando sólo su nombre: Juan Crisóstomo De Goyeneche Aguerrevere y sus sueños de conquistar fortuna para dejar una descendencia libre de privaciones con futuro asegurado. Si nos explicamos el porqué del éxodo de Juan Crisóstomo, nos debemos detener en el rígido carácter de la legislación familiar sustentada por el Foro de Navarra en la designación de el “elegido para casa” que era lo mismo que designar al hijo o hija, no siempre los primogénitos, que se hará cargo de la explotación de la herencia paterna. Los hermanos no elegidos, que en el caso de no existir una herencia sólida económicamente, se obligaban a emigrar a otras tierras cercanas o lejanas, o casarse con la heredera rica de una casa vecina. Entre destinos preferidos por los navarros, estaban: Madrid, Cádiz y las nuevas colonias americanas . La burocracia real o el comercio o la milicia, fue el aliciente capaz de atraer a estos súbditos. Los navarros siempre se inclinaban por mantenerse agrupados entre si y de un modo más amplio con los vascos en general, en los nuevos destinos que elegían. Juan Crisóstomo, a sus veintisiete años de edad llegó al puerto de Callao en el Virreinato del Perú, y luego de tomar contacto con el Virrey Amat, fue destinado a Arequipa como Sargento Mayor de las Milicias Disciplinadas. Sin embargo nunca perdió su visión comercial, y se convirtió en un rico tendero que invertía sus ganancias en la compra de tierras en las cercanías a la ciudad, cuyo valor fue constantemente en aumento. Como comerciante de éxito y terrateniente, fijó sus ojos en una muchacha pertenecien te a la aristocracia local hija de acaudalada familia, María Josefa De La Barreda y Benavides, hija de Nicolás de La Barreda y Obando, nacido en 1692 en Arequipa, fallecido el 8 de Noviembre de 1779 en la misma ciudad, uno de los más grandes terratenientes de la ciudad, y de María Josefa de Benavides y Moscoso, nacida y fallecida en Arequipa. Tuvieron cinco hijos: 1.-Oidor de la Real Audiencia de Lima, Pedro Mariano De Goyeneche y De La Barreda, nacido el 22 de Enero de 1772 en Arequipa. 2.-I Conde de Guaqui, José Manuel de Goyeneche y De La Barreda, nacido el 13 de Junio de 1776 en Arequipa. Nos ocuparemos de él con mayor detenimiento. 3.-Arzobispo de Lima, José Sebastián De Goyeneche y De La Barreda, nació el 19 de Enero de 1784 en Arequipa.

67 4.-Caballero de Santiago, Juan Mariano de Goyeneche y De La Barreda, nació el 29 de Marzo de 1778 en Arequipa. Se casó con María Santos De Gamio y Aranibar, nacida en Arequipa y fallecida en Francia. 5.-María Presentación De Goyeneche y De La Barreda, nacida en Arequipa.

Foto 53 Mansión de la familia Goyeneche en Arequipa, Perú

Foto 54 Mansión del Fundador en Guasacache, Arequipa, Perú

68

Foto 55 Palacio de Goyeneche en Sachaca, Arequipa, Perú Arequipa era una ciudad estratégica en la colonia por su situación geográfica entre el eje Lima-Potosí con articulaciones importantes hacia Cusco, Puno, Moquegua, Tacna y Tarapacá, lo que le permitía desarrollar intercambios regionales con productos como el aguardiente, los tejidos y los panes de azúcar, a cambio de la plata alto peruana. Su talón de Aquiles, fue la falta de un puerto natural. Sus costas rocosas completamente áridas hacían muy difícil el fondeado de embarcaciones. Los puertos alternativos de Quillota y Arica, fueron de gran relevancia para toda la región arequipeña. Arequipa contaba con un singular predominio en la propiedad de la tierra. El minifundio es una característica en el agro, situación que se mantiene en la actualidad. La gran propiedad se ubica en los valles de Tambo, de Vítor y las tierras de la familia Goyeneche cercanas a la ciudad. Por lo general la gran propiedad se concentra en las alturas de Puno y Cusco. La clase dominante arequipeña la formaban los terratenientes, comerciantes, miembros de la iglesia católica y la burocracia, aunque era frecuente la superposición de roles y de familias. Pero, sin lugar a dudas, el grupo más numeroso y de mayor influencia lo constituían los terratenientes. Entre los miembros de la clase privilegiada, había estrechos lazos familiares, tendiéndose a una cierta endogamia. Tal el caso entre los Alvizuri, Mariano Arispe Alvizuri se casó con Carolina Bustamante Alvizuri; los Benavides, Mariano Landázuri Benavides con Catalina Llosa Benavides; los De La Fuente, Mariano Basilio De La Fuente con Tadea Errea De La Fuente; los Gamio, Mariano Alvizuri y Gamio con María del Carmen Bustamante y Gamio. Existen muchos casos más. Fueron precisamente estos mecanismos endogámicos los que brindaron una especie de protección contra la continua subdivisión de tierras, producto de herencias sucesivas, ya que lo que se dividía por un lado se juntaba por el otro. Sin embargo las alianzas matrimoniales no lograron evitar los conflictos entre ellos. En 1793, Domingo Tristán, en repre sentación de su hijastro Pedro de La Barreda y Bustamante, se enfrentó judicialmente a José Manuel De Goyeneche y de La Barreda, en torno a los derechos sucesorios de una capellanía fundada por la familia de La Barreda en una hacienda de Moquegua. Juan Crisóstomo Goyeneche, se convirtió prontamente en un rico hacendado, el principal propietario de las mayores tierras de cultivo cercanas a la ciudad, naciendo como el único latifundista del lugar. También incursionó, aunque con poco éxito, en la actividad minera. En 1780 junto con Mateo Cossio y Antonio Alvizuri, compró una mina de plata en Lampa, Puno. Pero a los dos años, abandonó a sus dos socios, cediéndoles su parte sin cobrarles ni un peso. Es su hijo Juan Mariano que entre los años 1810 a 1811 se apropió de una parte de una mina, precisamente en Lampa, sin pagar un solo peso por ella, probablemente fue el cobro de una deuda no correspondida. La hermandad que existía entre los navarros y más ampliamente entre los vascos, fue notoria en todas las actividades económicas que realizaba Juan Crisóstomo desde su llegada a Arequipa. Mateo de Cossio Pedrueza, nació en Castro Urdiales, Vizcaya, España, alrededor del año 1740. Se casó en Arequipa con María

69 Joaquina Urbicaín Carasa, nacida en 1753 en dicha ciudad. Fue un gran hacendado vitivinícola en Vitor y Majes, fundidor, ensayador, balanzario de las cajas reales de Puno, fundador y director de la Sociedad Mineralógica de Arequipa, diputado provincial del Tribunas del Consulado de Lima. En suma una personalidad con mucho éxito y dinero y que participó conjuntamente con Goyeneche en muchas actividades empresariales. Un notable genearca de muchas familias arequipeñas. No es para menos habl ar de Antonio Alvízuri Sagasti, nacido alrededor de 1740 en Vizcaya, España, hijo de Juan Alvízuri Guerediaga, bautizado el 2 de Octubre de 1705 en Durango, Vizcaya, España y de Teresa Sagasti Lastarria, nacida en 1704 en Vizcaya, España, casado en Perú, con María Josefa Fernández-Maldonado y Peralta, nacida en 1747, probablemente en Moquegua. Fue Alcalde de Arequipa en los años 1770 y 1771, comerciante, minero, impulsor de la caña de azúcar en el valle de Tambo, precursor del ingenio azucarero de Chucarapi. Otro gran genearca de notables familias arequipeñas.

Foto 56 Escudo de la familia Goyeneche del Valle del Batzan

La actividad comercial siempre estuvo presente en la vida de Juan Crisóstomo, era uno de los pocos comerciantes de Arequipa que podía disponer de un capital superior a los 800 000 reales de plata. Estaba a la altura de otros importantes empresarios de la península, como Mateo Cossio y José Díaz Barreda y los criollos Bernardo De Gamio, José Menaut y José Hurtado Villafuerte. Todos hombres de fortuna que fue producto de múltiples negocios en el comercio como en tierras y en la minería.

70

Foto 57 Juan Crisóstomo de Goyeneche y Aguerrevere (Señores de Indacochea) A principios de 1780, Goyeneche, Cossio y Antonio Alvizuri, fueron acusados de participar en los repartimientos que hacía el corregidor Sematnat, los tres eran españoles peninsulares. La respuesta de la clase dominante arequipeña no fue unánime, creando el patrón de conducta de los favorecidos por la fortuna ante las luchas independentistas. Evidentemente la postura de los miembros de la clase favorecida frente a las reformas borbónicas fue fragmentada. Esta afirmación se explica por el hecho de que el hacendado criollo Diego de Benavides y Espinoza, pariente de la mujer de Juan Crisóstomo, María Josefa De La Barreda y Benavides, fuera identificado como uno de los líderes del movimiento que saqueó la Aduana el 14 de Enero. También Nicolás de la Barreda, suegro de Juan Crisóstomo y uno de los más ricos terratenientes arequipeños, increpó a Sematnat por los falsos informes que enviaba a Lima. Sin embargo estas contradicciones entre criollos y peninsulares se vieran rápidamente superadas cuando a fines del año 1780, la sublevación de Túpac Amaru puso en peligro los intereses de unos y otros. La actividad de Goyeneche como comerciante tuvo dos frentes: por un lado era uno de los más grandes importadores de manufacturas europeas en Arequipa, actividades que continuarían sus herederos. Ya John Moens al hablar sobre sus amigos realistas en Arequipa, sin que nunca antes hubiera visitado la ciudad, suponía que la relación de los Goyeneche y otros comerciantes importadores como Marco del Pont, y los funcionarios de la firma Antony Gibbs & Sons, como exportadores, existía por buen tiempo, ya que esta firma operó con el virreinato del Perú desde 1806. Por el otro frente, estaba el hecho de ser Juan Crisóstomo, el principal vendedor de aguardiente en la región serrana, junto a Juan Errea y José Menaut, uno de los principales implicados en la trata de esclavos. Su papel como importador de manufacturas europeas estaba muy bien respaldada por la presencia en Cádiz de la firma Aguerrevere y Lostra. Aguerrevere era pariente por lado materno de Juan Crisóstomo y nacido como él en Irurita, como también su socio Lostra. Esta firma contaba con corresponsales en el Perú y el resto de Latinoamérica, lo que facilitaba enormemente las operaciones comerciales de los Goyeneche. Pero no todo se invertía en el Perú. La diversificación de la inversión familiar llega a la península. En 1782 Juan Crisóstomo adquirió 45 accione s del Banco de San Carlos por un valor nominal de 2 000 reales de vellón cada una y que sumaban 36 000 reales de a ocho. Más tarde estas acciones fueron cedidas por testamento a sus hermanos Juan y Domingo, ambos vecinos del valle de Batzan.

71 En 1796 ya ostentaba el grado de Sargento Mayor y participó activamente contra la rebelión indígena encabezada por Túpac Amaru, lo que marcó el comportamiento pro realista de la familia Goyeneche en los posteriores sucesos revolucionarios y que le permitió al virrey Abascal contar con un general criollo, como José Manuel para liderar los ejércitos del Alto Perú. Juan Crisóstomo, no solo participó en la vida militar y comercial en Arequipa. En lo social fue en 1786 Alcalde y luego Juez. También fue miembro de la cofradía Nuestra Señora del Rosario, vinculada al monasterio de Santo Domingo, el más prestigioso de Arequipa. En 1801 junto con Goyeneche había otros importantes hacendados y funcionarios locales vinculados a la cofradía hasta un número de veinte. Entre ellos se contaban los regidores Francisco Rivero Benavente y Lucas Ureta; los comerciantes Bernardo De Gamio, Bernardo Bustamante, José Felipe Gandarillas y Juan Fernando Pasqua; los mineros de Tarapacá, Francisco De La Fuente Loayza Calderón y Antonio Cuadros Coscueta; los abogados Nicolás Aranibar y Juan González Valdez y el hacendado de Moquegua Juan Piélago. Los hijos de Juan Crisóstomo fueron forjando su vida en diferentes actividades pero siempre manteniendo una especial unidad familiar entre los cinco hermanos. El mayor de ellos Pedro Mariano, fue nombrado Caballero de San Juan. Luego de realizar estudios en Lima fue designado en 1798 asesor del Tribunal del Consulado y de Minería de la capital. En 1807 se trasladó a Cusco como Oidor de la Audiencia, pe rmaneció hasta 1814, oportunidad en que se produjo su retorno a Lima, también como Oidor. En 1822 como consecuencia de la persecución a que fue sometido por Monteagudo, abandonó el Perú y se instaló en Burdeos. José Manuel, Caballero de Santiago y Cruz de Carlos III, es quizá el más conocido de los miembros de la familia por su accionar al frente del ejército realista y su resonante y significativa victoria frente a las tropas patriotas de Buenos Aires, en la localidad de Guaqui, a orillas del lago Titicaca. Su personalidad se acercaba más a lo pedante con cierto amaneramiento. Fidel López, lo describió colorida y burlonamente: “Era un hombre alto y delgado, perfectamente formado y de fisonomía petulante. Aspiraba a parecer magnífico en todo……………Natural de Arequipa, gran pedante y fantasmón”.

Foto 58 Placa conmemorativa en honor a José Manuel de Goyeneche I Conde de Guaqui

72

Foto 59 José Manuel de Goyeneche I Conde de Guaqui José Manuel, en el año de 1809, poseía una firme determinación de abandonar su ciudad o cualquier otro lugar de América. Decía en una carta a su socio Lostra: “Cada día confirmo más y más la resolución de emprender mi regreso si las circunstancias lo permiten. Esto no es para el que se ha educado en Europa como yo, y más después de haber corrido por todas las provincias con los aparatos y honores de virrey que voluntariamente me han dispensado. No hay lugar que yo pueda ocupar”. José Manuel recibió en Arequipa la educación elemental y realizó los primeros pasos de su carrera militar. En 1788 partió a España a completar sus estudios. Se instaló en Sevilla, residiendo en casa de su tío materno Francisco De La Barreda y Benavides, Administrador General de Aduanas y comerciante al por mayor. En 1795 completó sus estudios universitarios. Tras pagar 80 000 reales por derecho de inscripción, práctica frecuente en esa época, fue nombrado Capitán del Regimiento de Granaderos del Estado. En 1802 se lo nombró Caballero de la Orden de Santiago, siendo su padrino el marqués de la Casa Palacio, miembro destacado de la aristocracia potosina. Con él emprendió un viaje por Europa para observar la organización militar y las tácticas empleadas por diferentes ejércitos del continente. En 1806 en Sevilla, participó en la fundación de la compañía comercial “Sobrinos de Aguerrevere y Lostra” con una aportación inicial de 240 000 reales de plata. En 1808 José Manuel se movía en la órbita del príncipe de Castell Franco. El 24 de Julio, la Junta de Sevilla le confirió los despachos de brigadier y decidió enviarlo en misión especial, debido a su origen criollo, a los virreinatos del Río de la Plata y del Perú, a recabar fidelidad a Fernando VII y a La Junta, informar sobre el estado de la Península y recaudar fondos de la Real Audiencia y donativos para hacer frente a los gastos de guerra contra el invasor francés que tenía lugar en España. El 19 de Agosto llegó al puerto de Montevideo y cuatro días más tarde pasaba a Buenos Aires. Para historiadores como Gabriel René Moreno, en su obra “Últimos días coloniales del Alto Perú”, en la que se describe minuciosamente la actuación política de José Manuel Goyeneche hasta la represión del levantamiento de Chuquisaca, no hay duda alguna sobre la condición de doble agente de Goyeneche, a favor de Napoleón y de la Infanta Carlota del Brasil, que se asegura intentaba suplantar a su hermano Fernando VII en los dominios hispano americanos. Sin embargo para historiadores como Herreros De Tejada, afirma que el origen de estas “difamaciones”, se encuentran en las disidencias políticas producidas al arribo de Goyeneche al Río de la Plata, rumores propalados por los enemigos del Virrey Liniers. Determinar con

73 pruebas sólidas que Goyeneche, fue un doble agente o simplemente un agente de Napoleón, no está a nuestro alcance pero, su actuación, fue premiada en España tiempo después al otorgársele el título de Conde de Guaqui, Grande de España en primera clase, distinción que un español criollo jamás pensaría en obtener. De todas formas, hay hechos que podemos mencionar simplemente como curiosos o dudosos. Antes de salir Goyeneche de Madrid el 16 de Mayo de 1808, el marqués de Casa Palacio suscribió un poder a su favor, para la administración de sus asuntos en Potosí. En uso de ese poder José Manuel remitió desde La Paz un oficio a Cisneros, ya que el Virrey tenía orden de confiscar todos los bienes del Marqués por “haberse sometido al fingido Rey José”. Según Rada y Gamio en su obra escrita en 1818, se dice que antes de marchar a América, Goyeneche recibió instrucciones de Murat, general francés a cargo de las tropas en España, entregadas por el Marqués de Casa Palacio, aunque lo más concreto es que por su colaboración con los franceses, fue nombrado Caballero de la Nueva Orden de España, general y edecán del Rey José. (Gaceta de Gobierno de 1809, reproducida en el Diario Mercantil de Cádiz del 10 de Agosto de 1813, pág. 894).

Foto 60 Napoleón Bonaparte

74

Foto 61 Rey Fernando VII Secuestrado por Napoleón Bonaparte

Lo que podemos suponer es que José Manuel Goyeneche, se acomodaba donde más le convenía y antes que las lealtades estaba su personalidad egocéntrica, ambiciosa y oportunista. Luego de la Instalación de la Junta de Valencia, como ente gobernante de la España ocupada y con su rey preso en Francia, José Manuel vio que la causa francesa no estaba firme y nuevamente sus fingidos se ntimientos de lealtad a la corona española despertaron cínicamente, poniéndose a su disposición como criollo militar. El viento propicio que lo acompañaba siempre le forjó un sitio muy especial en la historia de España y los virreinatos en Sur América. Luego de permanecer tan sólo once días en Arequipa, Goyeneche se dirigió a Lima para entrar en contacto con el Virrey Abascal. Después de esta reunión elevó con fecha 28 de Mayo de 1809 un escrito dirigido al Conde de Floridablanca y a la Junta de Sevilla relatando el cumplimiento de su misión. Con el deber cumplido su intención era retornar a la península, pero nuevos acontecimientos afloraron de improviso con lo cual tuvo que modificar sus planes. El 1 de Junio de 1809, resultó electo candidato a diputado por Arequipa para las cortes de Cádiz, junto con su pariente y alcalde Domingo Tristán Moscoso y el Deán Saturnino García. A fines del mismo mes ante el pedido expreso del Virrey Abascal de nombrarlo Presidente de la Audiencia del Cusco, obligó a abandonar definitivamente sus intentos de regreso inmediato. Días después se informó que el Virrey de Buenos Aires le ofrecía el mismo cargo en la Audiencia de Charcas, pero se posesionó como Presidente de la Audiencia de Cusco. Después de iniciada la rebelión de La Paz y constituida la Junta Tuitiva, Abascal le encomendó la jefatura de las tropas que se encargarían de la represión de los rebeldes. Al partir hacia el sur llevó a su hermano Juan Mariano como edecán con el grado de Capitán. Completó su oficialidad con otros dos parientes suyos también arequipeños: Pio y Domingo Tristán y Moscoso. Un hecho importante que conviene recordar es que al igual que Goyeneche, los hermanos Tristán sirvieron en el ejército español en Europa. Comenzamos también a observar el alineamiento de la clase dominante arequipeña en defensa de los intereses de la corona durante las guerras de independencia.

75 En compañía del intendente de Potosí, De Paula Sanz, se dirigió a La Plata. Luego de la disolución de la Junta Tuitiva, el 30 de Septiembre, y luego de combatir en las afueras de La Paz, Goyeneche entró en la ciudad, sofocando duramente la rebelión. Una vez sofocada la rebelión en La Paz y Cochabamba, Goyeneche regresó al Cusco. Después del fusilamiento de Liniers, en Córdova, Abascal puso a José Manuel al frente del ejército español en el Alto Perú, para oponerse a las tropas de la Junta de Buenos Aires. Con tal fin el Virrey Abascal le envió a Zepita un batallón del Real de Lima, varias compañías disciplinadas de pardos y morenos limeños más abundante parque. Para completar sus fuerzas, Goyeneche reunió las milicias de Cusco, Arequipa y Puno, a las que entrenó durante siete meses con el fin de conseguir un ejército capaz de ser llamado tal. Abascal no sólo confiaba en Goyeneche como militar, sino también en las grandes posibilidades de su casa que podía servir con suplementos en caso apurado de la Tesorería, a lo que hay que sumar su origen criollo. El 20 de Junio de 1811, sus fuerzas derrotaban a las de Buenos Aires en Guaqui, con lo que terminaba para el ejército porteño los intentos de expansión hacia el Norte y de control del Alto Perú. Un mes más tarde, el Cabildo de Arequipa acordaba pedir al Rey que se le concediera a Goyeneche el título de Marqués de la Victoria de Guaqui, y el grado de Coronel para su padre; el 29 de Julio el ayuntamiento arequipeño lo eligió Regidor Perpetuo. Goyeneche va consolidando su posición en el Alto Perú, derrotando en una lenta guerra los focos de resistencia existentes en la región. Después de Guaqui se dirigió a La Paz y luego a Oruro. El ultimátum dirigido a los rebeldes de Cochabamba fue desoído y se produjo la batalla de Sipe-Sipe. Fue en estos momentos entre el 21 de Noviembre de 1812 y el 20 de Febrero de 1813, que Pío Tristán adelantó la vanguardia del ejército realista a las líneas defensivas rioplatenses y sufrió las derrotas de Tucumán y Salta. Conocidas estas noticias, Goyeneche determinó la inmediata retirada del grueso de las tropas de Potosí, donde tenía instalado su cuartel general, medida que por apresurada fue criticada en los medios limeños. Goyeneche volvió a presentar su renuncia a la que se opuso la mayor parte de la oficialidad de su ejército y algunos de sus partidarios en Lima. El Virrey Abascal convocó una junta militar, la que declaró indebida la evacuación de Potosí, ciudad que debería ser recuperada de inmediato y desechó el intento de Goyeneche de firmar un armisticio con los revolucionarios. Sin embargo, Goyeneche insistió en la dimisión con vehemencia. Abascal la aceptó condicionalmente, dejando a su arbitrio separarse o no, pero en el caso de que quisiese continuar en el mando, debía separar de su lado al Brigadier Tristán y al Dr. Pedro Vicente Cañete, Fiscal de la Audiencia de Charcas que hacía de su secretario. Goyeneche, finalmente entregó el mando a su segundo, el Brigadier Ramírez, mientras llegaba su sucesor, marchándose para Arequipa el 22 de Mayo. Ese mismo año Goyeneche fue nombrado Conde de Guaqui, y al año siguiente retornó definitivamente a Europa, obteniendo en España el grado de Teniente General de los Reales Ejércitos. Tras su relevo por el General Pezuela, se produjeron numerosas deserciones en el Ejército del Desaguadero. Juan Mariano, Caballero de Santiago y Comendador de la Real Orden Americana de Isabel La Católica, fue el comerciante de la familia y quien administraba los intereses de los restantes hermanos que tenían en Arequipa y otros lugares. En 1820 fue Segundo Jefe de Milicianos con el grado de Coronel. Al igual que su padre participó activamente en la vida pública local. Fue miembro de la Sala Capitular de Arequipa y en 1818 fue Síndico Procurador del Cabildo. Tuvo a su cargo los negocios de la empresa de su hermano “Sobrinos de Aguerrevere y Lostra, en la zona de la sierra y en Arequipa, a través de esta firma realizó numerosas operaciones comerciales. José Sebastián, Caballero de San Juan, Obispo de Arequipa y Arzobispo de Lima. Luego de recibir las primeras letras en Arequipa se educó en Lima, en el Convictorio Carolino y en la Universidad de San Marcos. En 1804 recibió el grado de Bachiller en Artes, Teología y Leyes. Luego fue nombrado asesor del Tribunal del Consulado y Minería y catedrático sustituto de Teología. En 1807 recibió las órdenes menores de manos del Obispo de Arequipa y un año más tarde el Obispo de Cusco, le confiaba el cargo de cura interino de Calca. En Diciembre de 1809 recibió en forma interina la Parroquia de Santa Marta en Arequipa, la que obtenía en propiedad dos años más tarde. En 1815 se lo nombró Inquisidor Apostólico Honorario del Santo Oficio de Lima y un año después fue elegido Obispo de Arequipa. Fue consagrado el 2 de Agosto de 1818 y ocupó la sede hasta 1860. Luego y hasta 1872 año en que falleció se desempeñó como Arzobispo de Lima. José Sebastián estuvo a punto de emigrar a la Península en varias oportunidades debido a las persecuciones políticas. En 1834 atentaron contra su vida, sin embargo, nunca concretó tal propósito, prefiriendo vivir en el Perú, en compañía de sus dos hermanos menores, reconociendo su independencia.

76 La única hermana, María Presentación, era la última de los cinco. Permaneció soltera viviendo en la casa paterna en compañía de Juan Mariano. Falleció de una afección cerebral el 26 de Julio de 1834. LA FORTUNA DE LA FAMILIA Nicolás de La Barreda y Obando, abuelo de los hermanos Goyeneche, poseía al momento de su muerte una fortuna estimada en 2 741 407 reales de plata. De ellos se entregaron en dote para el casamiento de su hija María Josefa, con Juan Crisóstomo, madre y padre de los hermanos Goyeneche, 253 074 reales de plata, que incluía una casa en Arequipa, joyas, muebles y otros. Su padre también le asignó la Hacienda de Pie de la Cuesta en el valle de Vítor, valuada en 380 111.5 reales de plata. Con esta dote gran parte de la fortuna de Nicolás se desprendía de la familia De La Barreda. Juan Crisóstomo De Goyeneche, se ligaba con su matrimonio a la aristocracia arequipeña y entregaba como arras solamente tres barras de plata valuadas en 32 020 reales. La dote de María Josefa se incrementaría posteriormente con la hacienda de Guachipa y Alpacato que ella heredó por un valor de 818 784 reales de plata, más la casa y tambo anexos con un valor de 90 363 reales de plata. Los bienes provenientes de la dote, sin embargo, sólo fue una etapa inicial en una larga trayectoria de acumulación de bienes raíces. El valor de las propiedades reunidas por Goyeneche hasta 1810, sin contar la hacienda de Guachipa y Alpacato, que no figuran en los documentos sucesorios, ascendía a 3 664 504.5 reales de plata, y que consistían en la hacienda de Guasacache de doscientas hectáreas, un tamaño considerable para Arequipa, donde las propiedades destacadas no pasaban de las cuarenta hectáreas. Esta hacienda poseía una amplia casa llamada “La Mansión del Fundador” por haber sido construida por el Conquistador Garcí de Carbajal fundador de Arequipa; la chacra de Tabaicani de 47 topos; la chacra de Sachaca de 68 topos; la chacra de Challapampa de 47.5 topos; la chacra de la Lloque Chiquita con 22.5 topos; la chacra de Paucarpata con 31 topos; la chacra de Socabaya de 31 topos; la chacra del Palomar; la hacienda de viña del Tocar del valle de Vítor, comprada a Francisca De La Barreda, residente en Sevilla; el tambo de Recogidos, en la calle arriba de Santo Domingo. Los hijos de Juan Crisóstomo, continuaron con el proceso de adquisiciones de propiedades iniciado por su padre. Quien más se distinguió en este empeño fue Juan Mariano, a tal punto que aparece como propietario de 30 chacras ubicadas en 11 de los 14 distritos de Arequipa, le sigue en la obtención de Renta Agraria anual Bernardo Gamio, quien era el suegro de Juan Mariano.

Foto 62 Conquistador Garcí de Carbajal, Fundador de la ciudad de Arequipa, y que construyó la hacienda de Guasacache, la más grande en los alrededores de la ciudad de Arequipa con 200 hectáreas.

77

LOS GOYENECHE EN EUROPA En 1814, José Manuel, luego de renunciar a la comandancia en jefe del Ejército del Alto Perú, se radicó en Madrid y años después en 1822, Pedro Mariano abandonó Lima en poder de los patriotas y se trasladó a Burdeos en 1826. En 1815 José Manuel ya estaba ubicado en Madrid, y el 12 de Marzo se lo nombró vocal de la Junta de Guerra, instituyéndosele doce días más tarde la Real Orden Americana de Isabel la Católica y en Agosto de le otorgó el título de Conde de Guaqui, con el correspondiente vizcondado del Alto Perú. Ni bien llegó a España retomó contacto con Juan Miguel Lostra para ponerse al día sobre los asuntos de “Sobrinos de Aguerrevere y Lostra”. Esta compañía tuvo como promotor a su tío Juan Miguel De Aguerrevere, que casó con María Ignacia Cadalso Garay, hija de un acaudalado comerciante vizcaíno, Diego De Cadalso, natural de Zamudio y que, a su vez, desde 1774 su sobrina Doña Mariana de Villanueva y Garay, que estaba bajo su tutela, se vincularía en matrimonio con Juan de Dios Landaburu, Vizconde de Biota y Bayo, Caballero de la Orden de Carlos III. Juan Miguel De Aguerrevere no tiene descendencia de su matrimonio y hace testamento favoreciendo, entre otros, a sus sobrinos, sembrando las bases de una nueva compañía familiar “Sobrinos De Aguerrevere y Lostra” en la cual José Manuel De Goyeneche, sobrino de Juan Miguel, aporta como capital la suma de doscientos cuarenta mil reales de plata. Esta firma fue muy operativa en América en las primeras décadas del siglo XIX, remesando a España alrededor de 6 000 000 de reales sobre un capital invertido de 3 860 000 reales, un beneficio de 64%, en pocos años. Esta compañía se disolvió en el año de 1828, por sus dos socios José Manuel Goyeneche y Juan Miguel De Lostra. En cuanto a Pedro Mariano el mayor de los hermanos, se sabe que en el año de 1825 abandonó España rumbo a Burdeos, ciudad en la que buscó mayor tranquilidad pero teniendo en cuenta que en dicha ciudad existía una nutrida e importante colonia española. El 27 de Noviembre fallece en Francia y dos años más tarde lo hacía José Manuel en Madrid el 10 de Octubre de 1846. Como lo detallamos, es muy difícil calcular la cantidad de dinero duro que exportó la familia Goyeneche hacia Europa y contar con datos sobre el destino y la forma en que circulaban. Ya en una carta escrita por el Obispo José Sebastián Goyeneche, este decía: “No piensan sino en hacer dinero a costa de la sangre y lágrimas de los hombres de bien, que están arruinados, para remesarlo luego en buques extranjeros: sé del primero que por mano de 6.39.86.2.70.4 (Código del comerciante Cotera, transcripto por José Manuel Goyeneche) puso en el Navío Americano Franklin, cantidad de ¿pesos? Les tiene en cuenta que jamás acabe la guerra, que les da la vida y a nosotros la muerte”. Está claro que en la condena del Obispo no entran los muchos, que como él, remitían parte de su capital al extranjero para ponerlo a buen recaudo. En 1824 Juan Mariano De Goyeneche formó una Sociedad con Lucas Cotera, para realizar “una especulación” dirigida a España. Se embarcó mercadería en el puesto de Quilca. Si analizamos el comportamiento de los hermanos Goyeneche a su regreso a España, se nota que no realizaron grandes inversiones en ella. Pedro Mariano se fue a Burdeos y allí invirtió en la compra de dos hoteles. José Manuel llevó una vida con un perfil muy bajo dado su status social y político, alegando pasar por momentos económicos muy difíciles, liquidando prontamente la compañía de “Sobrinos De Aguerrevere y Lostra” ¿Tenían temor a que el valor real de su fortuna, gran parte de ella no aclarada, pusiera en ri esgo sus posibles inversiones en su madre patria a la que siempre le fueron leales como súbditos ejemplares?

78

Foto 63 Duquesa de Goyeneche: María Josefa De Goyeneche y Gamio Foto dedicada a su sobrino Arturo Noboa Velarde en París en 1900

Foto 64 Juan Mariano de Goyeneche y Gamio, III Conde de Guaqui

79 La presencia de John Moens, apoderado de Antony Gibbs & Sons, en la ciudad de Arequipa y su acceso a los buques y navíos británicos, en la época de Lucas Cotera, de Juan Mariano de Goyeneche y otros comerciantes, que no se atrevían a correr riesgo al declarar sus embarques en buques españoles y buscaran los extranjeros, tal como lo afirma el Obispo José Sebastián De Goyeneche, confirma el porqué de la notable admiración de John por sus “amigos realistas de Arequipa”. Otro dato cierto son los testamentos dejados en Europa por los hermanos Goyeneche. Los fondos disponibles se encontraban en Inglaterra en libras esterlinas. El agente que los Goyeneche tenían en Londres para operar sus fondos era Pedro Casimir Timerman, del cual no queda testimonio de sus operaciones. Es importante señalar también que Antony Gibbs & Sons, actuaba como entidad bancaria, y brindaba servicios de custodia de dinero y valores. En esos años los bancos privados casi no existían y los que realizab an estas funciones en forma particular no estaban sujetos a controles o regulaciones estatales, y era la reputación y honorabilidad las que le permitían contar con clientes solventes. También lo era la discreción y el secreto de las operaciones. Las remesas declaradas por la familia Goyeneche enviadas a España entre los años 1809 a 1835, fueron al menos de ocho millones de reales, según el cuadro que se encuentra en los archivos del Conde de Guaqui en España. Pero esta es una cantidad que no incluye las remesas enviadas a Rio de Janeiro para ser reembarcadas a Londres en diferentes buques. Tampoco figuran las remesas de dinero embarcadas por José Manuel y Pedro Mariano cuando retornaron a España y las remesas que pudieron salir secretamente en navíos no españoles, especialmente los de Gran Bretaña. La cantidad declarada pudiera ser el doble lo que la convierte en una de las más grandes fortunas salidas de las tierras sudamericanas. Hemos resumido los antecedentes familiares, políticos y empresari ales de la familia Goyeneche, tanto por el hecho de vincularse a la familia Noboa mediante el matrimonio de Pedro Ignacio Noboa y Benavides con Clara Fernández de Arredondo y de la Barreda, con los entronques con las familias Díez Canseco, Bustamante, Moscoso, Tristán y otras, como también por el hecho de ser un fiel reflejo de la sociedad monárquica criolla de esa época y las probables vinculaciones con la Casa Antony Gibbs & Sons. JOHN MOENS EN EL PERU Volviendo a John Moens, que luego de su accidentado viaje a Lima y su posterior llegada a la ciudad de Arequipa, donde permanece un poco más de cinco meses, tuvo que regresar a Lima, arribando a ella el 28 de Junio de 1821. Unos días después, el 6 de Julio, el Virrey evacua la ciudad, y el 12 San Martín i ngresa a la ciudad de los reyes, que es el nombre con el cual se conocía a Lima, para ser designado “protector”. La independencia del Perú es proclamada el 28 de Julio de 1821, aunque todo el sur permanecía en poder de las fuerzas realistas y el Virrey se instaló en la ciudad del Cusco. Igualmente el puerto del Callao permanecía bajo el control de las fuerzas realistas. Moens aprovechó de su logística y envía un cargamento en barras de oro y plata, valuado en ciento cincuenta mil reales, consignado a Antony Gibbs & Sons y que pertenecían a sus amigos realistas españoles ¿?, luego se embarca en el HMS Conway. En agradecimiento a este gesto, Moens escribió que era asiduo visitante al Palacio (supuestamente la fortaleza del Real Felipe en Callao) ya que contaba con un ticket permanente de ingreso. Otros pocos ingleses son ocasionalmente invitados, comentó. El 21 de Septiembre, Callao finalmente se rindió a las fuerzas patriotas y el día 25, sesenta navíos aguardaban en Ancón para atracar en el Callao. La mayoría de ellos eran naves de la expedición patriótica chilena que traían suministros. Muchos barcos ingleses arribaron al puerto en el mismo mes. A los extranjeros se les permitía realizar negocios pero solo como consignatarios, como Moens lo hizo, pagando un 5% extra por derecho de importaciones y la obligación también de emplear a ciudadanos peruanos como trabajadores. Moens continúa aceptando trabajos para sus amigos realistas. En Noviembre embarca otro cargamento por ciento treinta mil reales en lingotes de oro y plata, como también en especies, en el HMS Superb consignada a Antony Gibbs & Sons. El siguiente mes realiza otro embarque en el buque HMS Creole. La habilidad de Moens, actuando en nombre de la casa Gibbs para usar los buques de la Armada Real, como también navíos mercantes, es notable y esta gran influencia debe originarse al hecho de que el hermano de Antony, Sir Vicary Gibbs, Ex Procurador General de Inglaterra, miembro del Parlamento, estaba muy decidido a prestar toda la ayuda posible a la empresa familiar. Fallecido en 1820, pero muy recordado en los centros de poder londinenses.

80 CONSTITUCION DE LA FILIAL: GIBBS, CRAWLEY, MOENS & COMPANY, EN LIMA, PERÚ La Casa Gibbs, Crawley, Moens & Company, fue formalmente establecida el Lima, el 1 de Enero de 1822. En realidad era filial de Antony Gibbs & Sons de Londres, los otros socios eran Charles Crawley, sobrino de Antony, hijo de su hermana Mary, y que se incorporó inicialmente como socio de la firma de su tío en 1820 y John Moens que participaba con el 25% en la empresa de Lima. John Moens manejó la empresa limeña desde sus inicios, mostrando siempre su simpatía con los realistas españoles que continuaban asentados en el virreinato peruano, afecto que le costó que fuera denunciado formalmente por contrabando y fuera encarcelado en Marzo de 1822 durante tres semanas. Las denuncias lo acusaban específicamente por realizar embarques en buques británicos sin realizar los pagos aduaneros correspondientes. En realidad los cargos no eran falsos ya que él realizó numerosos embarques que permitieron que cuantiosas fortunas de personalidades monárquicas españoles como destacados criollos americanos leales a España, exportaran a Europa cuantiosas riquezas originadas en la colonia. Muchos de estos embarques llegaron a Londres para ser depositadas en firmas comerciales financieras, como Antony Gibbs & Sons. Sus poderosos amigos no lo ignoraron y pronto aparecieron documentos que probarían que se había cumplido con los pagos aduaneros. Fue liberado prontamente y anulado los cargos contra él. John fue llamado en varias oportunidades para que visitara la casa matriz en Inglaterra. Al parecer los Gibbs no estaban muy conformes con el accionar de su empleado en Lima, que arriesgaba continuamente la reputación comercial de la firma en el Perú pero también la de Londres. Al fin Moens decidió regresar a Londres ya que no podía seguir desoyendo los llamados que le hacía la jerarquía gerencial de la casa matriz, aparentemente para realizar entrenamientos y perfeccionar su desempeño comercial. ¿Qué sucedió durante su estadía? Es difícil saberlo. Lo cierto es que Moens había concretado numerosos embarques de lingotes de oro y plata consignados a Antony Gibbs & Sons firma que se benefició ampliamente con las comisiones cobradas y la custodia de importantes sumas de dinero. Por otro lado Moens conocía a fondo tanto a los personajes involucrados como las sumas de dinero equivalente de cada operación a las cuales no las podemos beneficiar con las virtudes de la legalidad y la honorabilidad. Por ello era peligroso enfrentarse duramente a él. Se acordó que Moens regresará a Lima, pero se redujo su participación del 25% al 10% a partir del 24 de Julio y que su nombre sería anulado de la razón social de la firma en Lima, la cual pas ó a denominarse Gibbs, Crawley & Co. Seguramente este acuerdo fue pactado entre los Gibbs y Moens, bajo estrictas obligaciones de guardar confidencialidad por ambas partes en los asuntos privados de la empresa y como un intervalo de tiempo para no afectar su reputación.

Foto 65 Foto 66 Casa de la familia Tristán Poso. En ésta casona operó la sucursal de Arequipa de Gibbs. Luego fue adquirida por la familia Ricketts, donde operó su firma comercial. Moens fue acompañado en su viaje de retorno, por Heinrich Witt, que fue contratado en Londres como auxiliar de Samuel B Mardon Baufill, a cargo de la sucursal de Arequipa. Witt nació a fines del siglo XVIII en el seno de una familia de granjeros y comerciantes luteranos que alternaban etapas económicas de auge y crisis como consecuencia de las guerras entre los ducados alemanes y Dinamarca. Por supuesto la familia Witt también fue afectada por las guerras napoleónicas. Casi al final de estas, en 1814, Heinrich Witt concluye su instrucción escolar y es enviado a un internado en Inglaterra. Un año más tarde, en Diciembre de

81 1815, Witt retorna a Altona, donde a los 16 años inicia su carrera comercial como empleado en la oficina de contabilidad de Conrad Heinrich Donner. En Enero de 1823, huérfano de padre y madre, Witt reciba la recomendación de su tutor Lucas Willink de hacer un viaje a Londres y, gracias a los buenos oficios de su ex jefe Donner, ingresa como voluntario a la compañía Sadler Guest & Co. la que efectuaba pequeños negocios de comisión con Alemania. Pocos meses más tarde, su tío Diederick Willink, le consigue el puesto de corresponsal general en la Casa Antony Gibbs & Sons. En un principio Witt tuvo muchas dificultades para adaptarse al empleo y estaba a punto de perder su puesto cuando su antiguo jefe Conrad Heinrich Donner llegó de visita a Londres y lo recomendó de tal manera que los Gibbs decidieron darle otra oportunidad, pero esta vez a cargo de las facturas y los libros de cuentas. En ese entonces los socios principales de la Casa Antony Gibbs % Sons, eran George Henry Gibbs, William Gibbs y Charles Crawley. El fundador Antony Gibbs ya había fallecido. También en 1823 Witt conoció en Londres a John Moens. En ese entonces Moens tenía como asistente a Samuel B Mardon. Inicialmente Witt pudo ser enviado a la Casa Gibbs, Carson & Co. en Gibraltar, pero los Gibbs lo descartaron porque su letra no era lo suficientemente buena, así que le ofrecieron el puesto de asistente de Mardon en el Perú. Después de consultar con sus tutores Witt aceptó el ofrecimiento y se le informa que viajaría junto a John Moens en el navío “Wanderer” del capitán Warren, llevando además una importante carga de productos manufacturados. Los términos del compromi so contractual de Witt con sus empleadores, eran pasaje de ida gratis, así como cuarto y comida en Sudamérica. Su sueldo sería de 500 libras al año, pero se empezaría a pagar a partir del día de su llegada al Perú. Junto a John Moens y un amigo personal de éste el Dr. Francis Anderson, Witt partió de Liverpool el 26 de Febrero de 1824. Después de una recalada de tres días en Santa Cruz de Tenerife, el “Wanderer” navegó 168 días hasta llegar a Valparaíso el 16 de Agosto. En Valparaíso el barco permaneció 26 días y finalmente llegó a Quilca, su puerto de destino, el 24 de Septiembre. Witt señala que el viaje fue una odisea, especialmente durante los 55 días que el capitán Warren empleó en dar la vuelta al Cabo de Hornos, desde la altura de la entrada del estrecho de Magallanes en el Atlántico, hasta alcanzar la misma altura en grados de longitud en el Pacífico. En su segundo viaje de retorno al Perú, Moens arribó a Quilca el domingo 3 de Octubre de 1824. A los pocos días y luego de obtener su permiso de las autoridades españolas para viajar a Arequipa, tuvo que esperar un día más pues no obtuvo ni caballos ni mulas y guía porque hubo un matrimonio en el pueblo y todos los residentes estaban ebrios. A las 8 de la mañana en compañía del doctor Francis Anderson y un guía local partieron hacia Arequipa a caballo y lomo de mula. Ese primer vistazo al Perú no fue muy grato para Heinrich Witt, quien describió Quilca como una villa situada en un estrecho valle cubierto de maleza por el que un río baja hacia el océano. Escribió Witt que el pueblo consistía en unas cuantas casuchas que rodeaban una iglesia en ruinas y que en la boca del río se había formado un banco de arena sobre el cual rompía el oleaje con violencia. Sin embargo, ese era el único lugar donde se podía conseguir agua fresca. Cuando bajó a tierra con sus compañeros John Moens y el Dr. Francis Anderson, estos últimos con el fin de arreglar sus papeles para solicitar permiso para viajar a Arequipa, tal como lo exigían las autoridades coloniales españolas que aún controlaban el sur del Perú, Witt endureció sus críticas sobre Quilca. “Quilca me pareció el lugar más infeliz en el que haya puesto los ojos. Tiene 60 chozas miserables hechas de simple caña, sin cubierta de barro, sin color. Solo algunas de ellas tienen esteras sobre las cañas mientras que los techos tienen solamente esteras, lo cual ofrece poca protección frente a las lluvias. Se nos dijo que días atrás un toro y un caballo unidos por una correa, al tratar de ir violentamente en distintas direcciones, habían derrumbado varias chozas” Ese día y en una de las precarias viviendas Witt encontró al rico comerciante bonaerense Manuel Marco del Pont, quién acababa de llegar de Camaná. Marco del Pont junto al español Ambrosio Ibáñez habían obtenido una licencia especial del gobierno de Madrid para realizar actividades comerciales en los puertos intermedios de Sudamérica. Ellos tenían así mismo, un acuerdo comercial con Antony Gibbs & Sons de Londres. Cuenta Witt que la casa donde encontró a Marco del Pont no tenía ninguna ventana, siendo la puerta la única abertura que dejaba entrar la luz exterior. Sin embargo, el interior del lugar estaba forrado con tela de cáñamo y el suelo estaba entarimado. El mobiliario consistía en una cama envuelta en una piel, un baúl y un asiento hecho con dos palos y una tabla cruzada, donde se encontraba sentado Marco del Pont, quien sufriendo de escalofríos y cubierto por un manto, se veía miserablemente enfermo. Después de una visita formal a un notable allegado a la Casa Gibbs, Witt notó la presencia de algunas carpas dispersas por el vecindario y ocupadas por alrededor de 40 hombres y mujeres que habían llegado de

82 Camaná con el propósito de bañarse. Añade Witt, que fue la primera vez en su vida que vio a mujeres fumar y bañarse en el mar. Además, bajo una carpa abierta, estaba el comandante del puerto y varios españoles almorzando juntos. Los gastos corrían por cuenta de Lucas Cotera, un comerciante español establecido en Arequipa, a quien todos los extranjeros que llevaban carga a los puertos intermedios estaban obligados a encomendarse por su gran influencia con el gobernador español y su gran riqueza. En este punto cabe repetir que la Casa Gibbs era una de las pocas excepciones y no estaba enteramente encomendada a Lucas Cotera, sino también a Marco del Pont e Ibáñez. En 1824, Juan Mariano de Goyeneche, formó una Sociedad con Lucas Cotera para realizar una especulación dirigida a España, en la que intervino con 101.350 reales, para adquirir lana de vicuña, cacao, estaño, bálsamo entre otros, que se cargaron en un bergantín que salió del puerto de Quilca rumbo a Cádiz, donde fue recibido por el socio de Cotera, Francisco Luciano Murrieta, quien se encargó de su venta. A la vez, Juan Mariano Goyeneche, también realizó una serie de negocios asociado a Manuel Marco del Pont, tal como lo afirma el señor Wibel , en la pág. 280 de su obra “The Evolution of Regional Community. Con este dato se confirma el hecho de que al final todos los comerciantes e inversionistas adinerados de la época, formaban un círculo virtuoso, actuando entre ellos sin privilegios, con tal de llevar adelante sus negocios. Por ello los Goyeneche, Cotera, Marco del Pont, Gibbs, de La Barreda, Tristán, Cossio, Alvízuri, y tantos otros con importantes fortunas, se beneficiaron muy solidariamente. Manuel Marcó del Pont y Díaz de Vivar nació en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, hijo de Buenaventura Marcó del Pont y Francisca Díaz de Vivar. Se casó el 3 de Agosto de 1825 en Arequipa, Perú, con Petronila Roiz del Barrio y de La Llosa, hija de Manuel Roiz del Barrio y Manuela de La Llosa y de La Llosa. Procrearon a Manuel Enrique Marcó del Pont y Roiz del Barrio, nacido en Arequipa, Perú, se casó en Arequipa, el 23 de Octubre de 1869 con Rosaura Ranero y Roiz del Barrio (su prima hermana), hija de Manuel Ranero y Manuela Roiz del Barrio y de La Llosa. Tuvieron cuatro hijos: José Manuel Enrique, sin descendencia; Elvira que se casó con Salustiano Olivares y Ballivián, nacido el 28 de Abril de 1871 en Madrid, España, hermano del I Conde de Artaza Julián Olivares y Ballivián, nacido en La Paz, Bolivia el 8 de Junio de 1865, hijo de Salustiano Olivares y Surlin, Embajador del Reino de España en Perú y Bolivia y de Victoria Ballivián y Guerra, prima segunda del Co-fundador y Presidente de Bolivia, Mariscal José Agustín Ballivián y Segurola. Elvira y Salustiano tuvieron 18 hijos que se entroncaron con las más distinguidas familias arequipeñas de entonces, debiendo mencionar a las que se casaron con descendientes directos de ejecutivos ingleses que trabajaron en la sucursal de Arequipa, de la filial peruana de la Casa Gibbs de Londres. Tal el caso de María Teresa Olivares Marcó del Pont, casada con José Ricketts Murga, o de María Soledad Josefina Olivares Marcó del Pont, casada con Javier Landázuri Ricketts, hijo y nieto respectivamente de Guillermo Ri cketts Perry; el tercer hijo Manuel Guillermo Marcó del Pont Ranero se casó con Julia Santisteban Villaverde; con María Marcó del Pont Santisteban, casada con Óscar Mardon Barreda, nieto de Samuel Banfil Mardon y de John Moens Dunn; por último la cuarto hija fue María del Carmen Celia Marcó del Pont Ranero, casada con Manuel Zereceda Belaúnde. Heinrich Witt permaneció en Quilca y aprovechó el día para deambular por el pueblo. Cruzó a pie la desolada y desierta hilera de colinas que separaba el cabo del valle de Quilca. En el cabo se encontró con los capitanes Warren, London y Hamilton, quienes estaban tratando de conseguir mulas en una villa. Como no apareció ningún animal Witt y los capitanes se sentaron en una choza del lugar para tomar vino, pisco y chicha. Cuenta Witt que mientras pasaba el tiempo bebiendo se percataron de que se estaba organizando una pelea de gallos en el lugar. Cada gallo llevaba una pequeña y afilada navaja amarrada a una de las patas. Se formó un redondel pero los gallos mostraron tan poco valor que la pelea fue un fiasco. Witt y los tres capitanes cruzaron nuevamente las colinas y decidieron sentarse en una tienda de aguardiente atendida por dos mujeres que no se sonrojaban ante las bromas. Posteriormente fueron a bordo del “Alpha” donde se les unió el capitán Morley para pasar la tarde. Los siguientes días Witt los pasó también en compañía de los capitanes amigos. De acuerdo a sus apuntes, Hamilton era el más educado de todos con modales de caballero. Sobre los otros tres (Warre n, London y Morley) Witt no tenía una gran opinión. El miércoles 6 de Octubre Witt realizó una visita a Juan Elguera, empleado de Marco del Pont. Respecto a este hecho y para tener una idea clara de la perspectiva que tenían en aquella época los extranjeros sobre el comportamiento social de los lugareños, transcribimos a continuación parte del diario de Witt. “Mientras estaba con Elguera, tres mujeres de Arequipa, que decían ser damas, le hicieron una visita. Se sentaron confortablemente sobre el baúl y la banca de madera. No les incomodó para nada el bacín que se veía debajo de la cama de Elguera. La mayor fumaba y la menor, una

83 linda chica, se refugió sobre la cama al ser asustada por una rata. La vieja mujer de la tienda de aguardiente me ofreció un cigarro que ella había estado fumando el cual no me atreví a rechazar”. Por la tarde, el capitán Warren apareció en el “Wanderer” acompañado de un tal Dickson, tripulante del bergantín danés “Perle”, cuyo capitán Bruhn al no estar familiarizado con la posici ón de Quilca, había pasado este puerto por sotavento. Por ese motivo envió a Dickson y otros tripulantes en un bote a obtener información pero el bote se desfondó y el grupo tuvo que nadar hasta el límite de sus fuerzas para salvarse de morir ahogados. Finalmente llegaron a Quilca a lomo de mula y sin un centavo en el bolsillo. Al día siguiente sábado 16 el “Perle” pudo finalmente anclar fuera de la rada tras 84 días de travesía desde Rio de Janeiro. Ese día también ancló el bergantín “Bruce” del capitán Craig, que había partido del Callao hace 24 días. Witt estuvo muy ocupado como para ir a visitar tripulantes de alguno de los barcos pero conoció al capitán Craig en tierra, quien lo puso al tanto de las novedades políticas. El Callao continuaba bloqueado debido a la guerra de independencia mientras que en Lima, donde habían ingresado cien marinos del H.M.S. “Cambridge” para proteger la propiedad británica, el comercio estaba paralizado. Esas noticias Witt se las envió inmediatamente a Moens vía carta. En tanto, la descarga de la mercadería continuaba bajo supervisión de Witt y se enviaron otros tres botes a tierra. Por la noche Witt cenó a bordo del “Arab” y sintió cierta afinidad con el capitán Warren, de quién escribió lo siguiente: “aunque estaba algo alterado, resultó agradable, tal vez por primera vez desde que lo conocí. Contó varias historias graciosas y cantó una serie de canciones…Era la medianoche cuando regresamos a nuestro barco”. A pesar que Witt describió a Quilca como un lugar precario, ignorando que Arequipa no tenía un puerto propio por lo difícil del terreno en sus costas y que se usaba a Quillota y Arica como puertos principales, Quilca fue acondicionado para permitir el anclado de barcos y la posterior descarga de mercadería destinada a la ciudad de Arequipa, ahorrando muchísimos kilómetros de viaje de hacerlo por los puertos principales. A pesar de las incomodidades y la improvisación en su infraestructura, el mismo Witt reconoció la importancia del incómodo puerto, al consignar el nombre de los barcos y capitanes que se encontraban anclados en el puerto el martes 28 de Septiembre de 1824. Ahí estaban los barcos ingleses “Wanderer” del capitán Warren y “Egham” del capitán Turner; los bergantines ingleses “Shakespeare” del capitán Morley, “Al pha” del capitán London, “Arab” del capitán Hamilton y “Dolphin” un barco de Gibraltar consignado a Samuel B Mardon. La corbeta norteamericana “Peacock” del capitán Canning, la corbeta francesa “La Diligente” del capitán Villars, el barco norteamericano “Tartar” del capitán Gerry y los barcos franceses “Le Telegraphe” y “Ernestine”. Durante la estadía de Moens en Inglaterra se abrió la sucursal en Arequipa en 1822, la de Guayaquil en 1823 y le encomendaron establecer una sucursal en Valparaíso, Chile, que abrió en 1826. Dejó la firma en 1829, año en que arribó Charles Crawley a Perú, y traspasó su puesto a John Hayne como socio senior, el cual administró la empresa de Lima por cerca de 22 años en el periodo llamado pre -guano, generando utilidades por 16 000 libras esterlinas. John Moens Dunn nació en Dublín, Irlanda. Hijo de Adrianus Moens y Sara Dunn. Luego de su retiro de la firma Gibbs, Crawley & Co. de Lima, decidió continuar en el Perú, iniciando un negocio comercial. Se casó el 7 de Diciembre de 1827 con la señorita Paula Prado Zavalaga, hija de José María Prado Briceños, nacido en Chile, casado el 7 de Julio de 1804 en Arequipa, Perú y fallecido en la misma ciudad y de doña Cayetana Zavalaga Loayza, nacida y fallecida en Arequipa, Perú. El matrimonio tuvo cinco hijos: - Enriqueta Moens Prado, casada el 9 de Enero de 1857, en la parroquia El Sagrario de Arequipa, con Samuel Pedro Mardon García, nacido en 1827 en Arequipa, bautizado en la parroquia El Sagrario de Arequip a el 21 de Febrero de 1827. Con Samuel Mardon Moens, nacido en Arequipa. Casado el 29 de Enero de 1898 en Arequipa con María Natividad Díaz Barreda Vásquez Oricaín; María Enriqueta Mardon Moens, nacida en 1858 en Arequipa. Casada el 10 de Noviembre de 1881 en la parroquia Santa Marta de A requipa, con Guillermo Alexander Harmsen Averasturi, nacido en 1853, con Ernesto Harmsen Mardon, casado el 5 de Mayo de 1921 en Arequipa, con Carmen Mardon Barreda; María Juana Alicia Mardon Moens, nacida en 1859; María Julia Raquel Mardon Moens, nacida en 1867; Luis Carlos Enrique Mardon Moens, nacido en 1872; Sara Mardon Moens; Carlos Eduardo Mardon Moens, nacido en 1870. - Rafaela Gertrudis Moens Prado, nacida en 1840. Casada el 24 de Octubre de 1872, en la parroquia Sagrario de Arequipa, con Lizardo Tejeda Gallardo. - Adrián Moens Prado. - Juan Moens Prado.

84 - Francisca Emilia Moens Prado. El linaje continuó formando muchas familias peruanas que hoy sustentan con su civismo a la nación. John Moens emprendió por cuenta propia la actividad comercial después de su renuncia en Gibbs, Crawley & Co, falleció el 25 de Enero de 1914 en Cruces, Nicaragua. Una vez abierta la sucursal de Arequipa de la firma Gibbs, Crawley, & Co., su primer Gerente fue Samuel B Mardon Baufill, nacido en Neutonalbot, Inglaterra, hijo de Guillermo William Mardon y de Catalina Baufill. Se casó el 27 de Mayo de 1826 en la parroquia Sagrario de Arequipa, con María Candelaria García de Larrea Ureta, hija de Mariano José García de Larrea Rivero nacido en 1765 y de María Rosa De Ureta Rivero, nacida en 1777. Con Samuel Pedro Mardon García, nacido en 1827, bautizado el 21 de Febrero de 1827 en la parroquia Sagrario de Arequipa, y que como ya lo señalamos, se casó con Enriqueta Moens Prado, hij a de John Moens; María Dolores Vicenta Mardon García, nacida en 1829; María Enriqueta Mardon García, nacida en 1831; María Rosa Catalina Soila Mardon García, nacida en 1833; Mariano Guillermo Mardon García. Samuel B Mardon Baufill, falleció el 24 de Abril de 1842, en la ciudad de Arequipa, Perú. Fue el segundo ejecutivo europeo enviado a Sudamérica por la firma Antony Gibbs & Sons que forma familia y se radica permanentemente en la naciente república peruana. EL VIAJE DE CHARLES CRAWLEY Y ELIZA KATHERINE GRIMES Charles Crawley, nació el 25 de Septiembre de 1788 en Whitestone, Devonshire, Inglaterra. Su padre fue el Bachiller en Leyes Charles Crawley, nacido el 25 de Abril de 1756, en Flaxley Abbey, Gloucestershire, Inglaterra, hijo de Thomas Crawley-Boevey nacido el 11 de Septiembre de 1709 en Gloucestershire, Inglaterra y de Susanna Lloyd nacida en 1712 en Inglaterra; su madre Mary Gibbs, nacida el 2 de Enero de 1759 en Exeter, Devonshire, Inglaterra, hija del médico cirujano George Abraham Gibbs nacido en 1718 en Topsham, Devon, Inglaterra y de Anne Vicary nacida el 4 de Noviembre de 1722 en Exeter, Devon, Inglaterra. Charles se casó el 14 de Mayo de 1825 en Churchover nr Rugby, Warwickshire, Inglaterra, con Eliza Katherine Grimes, nacida el 24 de Enero de 1795 en Londres, Middlesex, Inglaterra. Tuvieron tres hijos: Charles Edward nacido en 1827, Francis Baden en 1833 y George Walter. Los dos menores murieron a causa de una peste que asoló a Inglaterra.

Foto 67 Charles Crawley of Littlemore 1788-1871 Charles Crawley después de dejar Oxford, tuvo la intención de estudiar leyes pero al parecer no le agradó la carrera y tuvo que tomar una decisión entre dos opciones que definiría el rumbo de su vida, consagrar su vida a Dios, o aceptar la oferta hecha por su tío para unirse a su empresa Antony Gibbs & S ons. No logra tomar en ese momento un rumbo definido pues las dudas lo acechaban pero admite poner a prueba sus habilidades comerciales ingresando a la empresa a sus 26 años en Septiembre de 1814 como oficinista. A fines del año siguiente fallece su tío Antony y la empresa queda en manos de sus hijos George Henry y William.

85 Estuvo en Cádiz con William Gibbs aprendiendo algo del negocio y perfeccionando el idioma castellano. Viajaba constantemente con William sufriendo terriblemente durante las travesías por mar. Regresa a casa desde España en Marzo de 1819. Durante la estadía en España los hermanos Gibbs estuvieron consultando por carta la conveniencia de ofrecer a su primo Charles su incorporación como socio, tal cual era el deseo de su padre. Charles se encontraba en Gibraltar cuando recibe la oferta de participar como socio en la empresa en la cual se encuentra trabajando. Esta vez la oferta es aceptada con la participación con un interés de one -ninth en Antony Gibbs & Sons y todas las subsidiarias extranjeras. A principios de 1828 la empresa decide enviar a Charles a las costas del Pacífico en Sudamérica. Al parecer se sospechaba que los negocios en Sudamérica no caminaban del todo bien por el desempeño pobre de algunos funcionarios. Por ello era imprescindible la presencia de un socio de la firma para constatar personalmente la evolución de los acontecimientos y corregir las deficiencias, tarea que era muy difícil diagnosticar desde la distancia y por cartas. Interesaba mucho conocer el desempeño de Samuel Mardon al frente de la sucursal de Arequipa de la filial de Lima, Gibbs, Crawley & Co. Mardon no se comunicaba con la casa matriz en Londres. Además por la percepción negativa hacia Moens, cuya presencia en la firma causaba temor. También existían dudas sobre la permanencia del señor Davy en la sucursal de Valparaíso el cual estaba empeñado en renunciar a pesar de ofrecerle una participación como socio en la subsidiaria de Lima. Charles Crawley con su esposa y su pequeño hijo, navegaron en el “Caroli na” desde Liverpool vía Madeira y arriban a Valparaíso el 3 de Enero de 1829. La primera labor que realizó en este puerto fue tratar de persuadir al señor Davy encargado de la sucursal de Valparaíso para que no renunciara debido a impases con el señor Hayne el cual no lo trató con cortesía. Charles comento del señor Davy, que era una persona que a pesar de su poca experiencia y sus pocos años, había manejado la sucursal con bastante acierto y una cordial relación con sus cinco empleados enviados desde Lima. Destacó sus virtudes para los negocios. Sin embargo, Davy persistía en sus deseos de renunciar lo antes posible a pesar de ofrecerle su participación como socio en la firma de Lima. En Febrero Charles Crawley visita Tacna, ciudad que le causó una mala impresión, donde se encontró con Samuel Mardon a cargo de la sucursal de Arequipa. En Tacna se encuentran también varios agentes para consignaciones de Gibbs, Crawley & Co. Luego va a Islay donde igualmente residen otros. Parte hacia Arequipa y llega a Lima el 1 de Abril para reunirse con Moens y Hayne. Charles Crawley confirma la mala impresión que tenían del señor Mardon en Inglaterra. Afirma que el señor Mardon era tonto e incapaz, duros términos raramente empleados por la caballerosidad inglesa, mientra s que Hayne y Moens eran aprobados. Inician las acciones para sustituir al señor Mardon. Hayne que ya estaba al tanto de las dificultades del señor Mardon con los ejecutivos de Londres, se pregunta si el señor Witt, asistente del gerente en Arequipa, sea trasladado a Lima para que realice un periodo de entrenamiento intensivo con la finalidad que en tiempo prudencial se haga cargo de dicha sucursal. Efectivamente Witt deja la oficina de Arequipa antes de que Hayne asumiera la gerencia en 1826. Ya con la presencia de Charles Crawley en Perú, Witt se hace cargo de la sucursal de Arequipa con poder de la firma en Diciembre de 1830. Mardon que ya se había casado con una dama arequipeña continuó residiendo en Arequipa hasta su fallecimiento. En cuanto a Moens, Charles tuvo que admitir que era “muy ignorante” en detalles del negocio y no prestaba atención a todas las cartas de los socios en Londres, y con mucha dificultad convenció a Hayne de que asumiera la gerencia de la firma de Lima. El camino se facilitó por la renuncia de Moens, quien dejó la firma en 1829. Hayne que poseía experiencia y estudios, y una excelente personalidad ejecutiva, puso en orden los desequilibrios causados por desaciertos comerciales en la compañía Maquinarias de Cerro de Pasco, la cual debía dinero a la firma de Lima, igualmente participó en la liquidación por la quiebra de Abadía & Arismendi, que también debía dinero más intereses. Ambas cuentas eran responsabilidad de Moens. Hayne se convirtió en la cabeza de la firma de Lima y junto a Davy, que al fin aceptó la oferta que le hicieron los socios de Londres, fueron los únicos socios locales de Gibbs, Crawley & Co. con poder general. Charles Crawley se queda en Lima hasta septiembre de 1831, cuando viaja a Guayaquil para visitar la sucursal y regresa a Lima en Enero de 1832. La sucursal de Guayaquil estaba a cargo de Charles Renardo Pflücker Schmiedel, nació en Gebora. Waldemburgo, Reino de Silesia, Alemania. Hijo de Bernardo Pflücker y de Federica Leonora Schmiedel. Se casó el 22 de Mayo de 1834 en Puerto Paita, Piura, Perú, con Gertrudis Rico y Rocafuerte, nacida en 1807 en Guayaquil, hoy Ecuador, hija de Luis Rico Pérez y María Francisca Rocafuerte y Rodríguez Bejarano. Con dos hijos Carlos M y Julio. Se casó en segundas nupcias el 14 de Septiembre de 1872 en la parroquia de El

86 Sagrario de Lima, Perú, sin haber renunciado a su fe protestante, con Paula Ampuero, con descendencia. Posteriormente llegó a ser socio de Gibbs, Crawley & Co y en Lima trabajó en ventas. Ya desligado a Gibbs se asoció con el señor Juan Francisco De Izcue y fundó la Compañía Peruana de Minas de Cobre. En 1842 se asoció con Frederick Schutte para criar gusanos de seda, negocio que no prosperó y a la larga fracasó. Sufrió serios reveses con las minas de cobre por la baja del precio del metal. Salió de sus deudas gracias a la explotación de las minas de plata de Tuctu. Es otro importante funcionario que se inició en Sudamérica en la empresa Gibbs y forma familia con esposa local, llegando con su hermano Julio Arnal do, a ser cabeza de importantes linajes que tienen notable prestigio hoy en día. Es de hacer notar que una mayoría de los funcionarios de la filial peruana de los Gibbs se casó con damas locales y formaron familias y negocios en esta república. Su descendencia forma parte de los ciudadanos notables que han contribuido a su desarrollo. No pasó lo mismo con los ingleses de la Casa Gibbs radicados en Chile, no conocemos a ninguno de ellos que haya formado familia con damas de esa nacionalidad. Charles Crawley, luego viaja a Arequipa donde permanece los meses de Marzo y Abril. A finales de 1832 Davy viene a Lima para reunirse con él y Hayne. En octubre de 1832 en compañía de Davy viajan a Valparaíso, donde se embarca hasta Inglaterra en Abril de 1833. Su esposa Eliza lo había hecho meses antes ya que se encontraba embarazada de su segundo hijo, Francis Baden que nació el 22 de Octubre de 1833. El segundo Crawley en llegar al Perú fue su sobrino nieto Octavius Charles Crawley-Boevey en el año de 1866, para asistir a la sucursal de Arequipa y posteriormente a la de Valparaíso. Octavius era biznieto de Mary Gibbs, hermana de Antony Gibbs. Entre los años 1832 a 1841, los socios de Londres se dividían entre ellos un promedio de ganancias anuales de 20 000 libras. El capital de los tres socios principales, George Henry, William y Charles, al final de 1822 fue de sólo 14 000 libras, pero cuando Charles Crawley se retira como socio en 1838, George Henry y William acumulaban juntos en 1841, 80 000 libras. El retiro de Charles como socio de Antony Gibbs & Sons, coincide con la muerte de sus dos hijos menores, Francis Baden y George Walter, probablemente debido a una epidemia desatada en Londres. Se ignora el porqué de la negación de la existencia de estos dos niños en los futuros pedigree de su familia. Charles continuó figurando como socio y recibiendo salario hasta fines de 1846. La firma en Lima, entonces cambió su razón social a William Gibbs & Co. Charles Crawley sucede a George Henry Gibbs en 1842 como director de l a London Assurance Corporation, cediendo la posta en 1865. Murió en 1871 a la edad de 82 años y su esposa Eliza en 1881. Sólo sobrevivió su hijo Charles Edwards, nacido en 1827 y fallecido en 1893, casado dos veces con descendencia en los dos matrimonios, John Hayne estuvo a cargo de la firma en Lima por los 22 años siguientes, es decir hasta 1852, trabajando con varios socios gerentes como: Charles R Pflücker, 1828-1847 Hugh Torrance, 1829-1832 Heinrich Witt, 1830-1842 Henry Reincke, 1832-1857 Samuel Went, 1833-1857 Frederick A Eck, 1836-1852 George Roder, 1836-1839 Thomas Gray, 1841-1856 George Garland, 1842-1857 En lo referente a Heinrich Witt Willinsk, nació el 11 de Mayo de 1799 en Altona Dinamarca. Hijo de Peter Witt y de Elizabeth Willinsk. Se casó el 10 de Octubre de 1831, en la parroquia Sagrario de Arequipa, con María Teodora del Patrocinio De Sierra Velarde, nacida en 1794. Ella estuvo casada anteriormente en dos oportunidades enviudando en ambos matrimonios. Su primer esposo fue Alejandro Díez De La Torre. El segundo cónyuge fue Antonio von Lotten Ellerschorst, con quien se casó el 22 de Julio de 1824, en la parroquia Sagrario de Arequipa. Heinrich Witt, fue gerente en la sucursal de Arequipa de Gibbs, Crawley & Co., de la cual se retiró en 1842. No se tiene antecedentes sobre su permanencia en Arequipa o retorno a Dinamarca antes de fallecer. Al parecer no tuvo descendencia. John Hayne nació en Londres donde se graduó como Bachiller. Se casó el 19 de Septiembre de 1835 con Jane Goodfellow Carew Baynton, nacida en las islas británicas de Guernsey. El matrimonio de realizó en la

87 residencia del Encargado de Negocios de los Estados Unidos de Norteamérica, a cargo del capellán del HMS “Blonde”. Fue testigo Frederick Pfeiffer. Todos sus hijos nacieron e n Lima pero fueron registrados y bautizados en la legación británica de Lima. Ellos fueron: Juanita Pauline Charlotte Hayne, nacida el 25 de Febrero de 1937 y bautizada el 6 de Mayo del mismo año; John Baynton Hayne, nacido el 10 de Junio de 1838 y bautizado el 27 de Octubre del mismo año; George William Hayne, nacido el 1 de Agosto de 1840 y bautizado el 13 de Marzo de 1841; Charles Frederick Hayne, bautizado el 28 de Junio de 1844. John Hayne renunció a la firma de Lima aproximadamente en 1851. Posiblemente regresó a Inglaterra con su familia, ya que eran todos ellos ciudadanos británicos y sus hijos aún menores de edad. Un caso curioso es el de Henry Dalton, que tuvo un fugaz paso por l a firma de Lima Gibbs, Crawley & Co. De acuerdo a su legado epistolar, cuenta que llegó a Callao a los 17 años y que fue acogido por la familia de Charles Crawley, socio de la firma Antony Gibbs % Sons de Londres que se encontraba en Lima realizando supervisión a la filial. Durante dos años los Crawley trataron a Dalton como un miembro más de la familia, enseñándole algunos secretos de las actividades comerciales, llevándolo a eventos sociales, al teatro de Lima y actividades recreacionales vinculadas a los juegos de azar. Dalton desarrolló una gran habilidad para esos juegos de azar y ganaba dinero con tanta frecuencia que le ocasionó reprimendas por los Crawley. Una mañana que Dalton llegó al muelle del Callao, donde acostumbraba reunirse con otros ingleses, uno de los barcos anclados le llamó la atención. Ese día Dalton tomó una decisión comercial sin consultar con sus superiores y adquirió todos los productos que cargaba la embarcación. Más tarde pudo vender esos productos y obtener un saldo a favor. Entusiasmado Dalton, le contó al señor Crawley su “hazaña”. Pero Charles Crawley consideró que el beneficio obtenido había sido muy bajo y harto del comportamiento de su joven protegido, decidió despedirlo con una paga que le alcanzara para volver a Inglaterra. Sin embargo, con ese pequeño capital, Dalton decidió abrir su propia tienda en el Callao. Así nació Enrique Dalton & Co, que se expandió a otros lugares de Sudamérica. Adquirió una serie de embarcaciones para movilizar sus productos. También fue el primer agente británico en el Callao y se convirtió en banquero informal, honrando pagarés y otros medios de crédito y pago. Trabajó con empresas como la Dickson Price & Co, Taylor Read & Co, Ll Alsop & Co y Land Pearce & Co. La inestabilidad política en el Perú, el declive de sus negocios y una enfermedad desconocida, empujaron a Dalton a irse del país. Partió del Callao en 1841 rumbo a México en la única embarcación que le quedaba y llevó consigo una importante cantidad de mercadería. Endeudado con otros comerciantes ingleses y abandonando todo, incluyendo a su compañera con la que nunca se casó y a sus hijos, Dalton dejó atrás veinte años de estadía en el Perú. No hemos podido ubicar con claridad a sus descendientes en el Perú, aunque existe muy limitadamente el apellido Dalton, no podemos asegurar que los hijos de Henry fueron reconocidos. Otro paso efímero por Gibbs, Crawley & Co, fue la de Norman Evans, hijo del Reverendo T.S. Evans, rector de Shoreditch. Nació en Kensington. Inglaterra en 1834, llegó al Perú en 1859, como empleado de la casa Gibbs. Prontamente al parecer se separó de ella y se convirtió en comerciante, así como activo agente de seguros y de compañías de navegación a vapor en el Pacífico. Fue uno de los fundadores del Club Lima Cricket. Se casó el 7 de diciembre de 1865 en la legación británica de Lima con Isabella Mary Gallagher, hija mayor del Dr John Gallagher. Tuvo cuatro hijos. Se presume que regresó a Inglaterra con su familia antes de fallecer. Geraldo Garland Myers nació el 3 de Septiembre de 1811 en York Inglaterra. Casado el 21 de Julio de 1848 en Lima con Enriqueta Fanl von Lotten Sierra, nacida el 17 de Septiembre de 1826 en Arequipa, Perú y fallecida el 5 de Septiembre de 1896 en Lima. Tuvieron 10 hijos: Alejandro, Juan, Geraldo, María Rosa, Guillermo, Juan Díez, Ricardo Tomás, Antonio, Corina y María Luisa. Geraldo llegó a Valparaíso en 1828 y luego pasó a Arequipa en 1832 para hacerse cargo de una jefatura en la sucursal de Gibbs, Crawley & Co. Cargo que desempeñó hasta 1847. Sus herederos adquirieron numerosas propiedades agrícolas en el norte peruano. Falleció el 26 de Noviembre de 1898 en Lima. Está enterrado en el Cuartel San Eleodoro letra C N 71 en el cementerio Presbítero Maestro de Lima, Perú. La década de los 30 continuó sin mayores novedades para la filial de Lima. Se pudiera destacar el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación, entre los dominios de su Majestad la Reyna y los estados que conforman la Confederación Perú Boliviana, firmado en Lima el 5 de Junio de 1837 entre Belford Hinton Wilson, Consul General y Lorenzo Bazo, Inspector General de Finanzas del Perú. Este Tratado no fue ratificado por el Congreso Peruano, que desconocía a Santa Cruz y lo trataba de “invasor”. Uno similar (copia fiel) fue nuevamente firmado y éste fue ratificado en el año de 1851, cuando ya se habían firmado y llevado a cabo

88 los contratos del Guano. Tratado refrendado el 1 de Diciembre de 1851 por el Presidente José Rufino Echenique y Bartolomé Herrera. Este Tratado podría considerarse hoy en día como el primero que firmó el Perú en lo relativo al Libre Comercio, con un estado como el de Gran Bretaña, la primera potencia a nivel mundial en dichos años. Este acuerdo también fortaleció los ánimos a los inversionistas ingleses que abrieron las puertas a la famosa era del guano, que permitió una relativa prosperidad a la nación peruana. Entre los artículos destacados de este Tratado, está el segundo que a letra dice “Habrá en todo el territorio peruano y los territorios de su Majestad Británica en Europa, una recíproca libertad de comercio. Los ciudadanos y súbditos de los dos países respectivamente, tendrán libertad para ir libre y seguramente con sus buques y cargamentos a todos los parajes, puertos y ríos en los territorios antedichos a los cuales se permite o permitiere ir a otros extranjeros y residir en cualquier parte de los dichos territorios respectivamente; también para alquilar y ocupar casas y almacenes para los objetos de su comercio, estando siempre sujetos a las leyes y estatutos de los países respectivamente. Del mismo modo los respectivos buques de guerra y paquetes de correo de los dos países, tendrán libertad para llegar franca y seguramente a todos los puertos, ríos y lugares a que se permite o se permitiera buque s de guerra y paquetes de correo de otras naciones. En el Art. IV, se dice textualmente: No se impondrán otros o más altos derechos a la importación en el territorio peruano de cualquiera artículos de producto natural, producciones o manufacturas de los dominios de su Majestad Británica, ni se impondrán otros o más altos derechos a la importación en los territorios de su Majestad Británica, de cualquiera artículos de productos naturales, producciones o manufacturas de la República del Perú, que los se paguen o pagaren por semejantes artículos de cualquier otro país extranjero, ni se impondrán otros o más altos derechos e impuestos en los territorios o dominios de las partes contratantes . Ni se impondrán prohibición alguna a la exportación o importación de cualquier artículo que no se extiendan igualmente a todas las otras naciones. Art. VIII Todo comerciante, comandante de buque y, otros ciudadanos de la República del Perú, gozaran de libertad completa en todos los dominios de su Majestad Británica, para manejar por sí, sus propios negocios o para encargar su manejo a quien mejor le parezca, sea corredor, factor, agente o intérprete, y no se le obligará a emplear para estos objetos a ninguna otra persona más que las que se emplean por los británicos, ni estarán obligados a pagarles más salarios o remuneraciones que, en semejantes casos por los británicos y se concederá libertad absoluta en todos los casos al comprador y vendedor para ajustar y fijar el precio de cualesquiera efectos, mercaderías y géneros importados o exportados de la República Peruana como crean conveniente, conformándose con las leyes y costumbres establecidas en el país. Los mismos privilegios disfrutaran en los territorios de la República del Perú, los súbditos de su Majestad Británica y sujetos a las mismas condiciones. Sin lugar a dudas, hoy en día sería imposible igualar los alcances de este Tratado, que no sólo contempla la libertad de comercio, sino también, la libre residencia en ambos territorios. Fue muy alentadora la gran visión de Andrés de Santa Cruz y que felizmente el Perú no desechó. Se habían puesto los cimientos de una nueva época intensa en la participación de inversionistas británicos, los cuales salieron, por lo general, más beneficiados en estas relaciones. La corrupción, siempre presente en nuestras repúblicas, impidió que los grandes recursos naturales en esta parte del planeta beneficiaran a todos los ciudadanos, y no sólo a los eternos asaltantes del futuro.

89

CAPÍTULO QUINTO EL LINAJE NOBOA EN EL NUEVO MUNDO

90

1.- LA DESCENDENCIA DE ELVIRA YÁÑEZ DE NOBOA Elvira Yáñez de Noboa, cuarta biznieta de Juan Arias de Noboa, hija de Juan Pérez de Noboa y Pérez de Ambía y de Beatriz González de Meneses, se casó con Pedro Afonso de Souza nacido en 1305, hijo del Infante Don Alonso Denis y de la XV Señora de la Casa de Souza María Páez Ribeira, nieto del Rey de Portugal Alfonso II y de Doña Urraca de Castilla. Tuvieron como hijo a Vasco Afonso de Sousa nacido en 1330, casado con María Gómez Carrillo. Vasco y María tuvieron como hija a Leonor Alfonso de Souza nacida en 1365, que se casa con Diego Fernández de Córdoba, con lo que inicia el entronque de la Casa Souza con la Gran Casa de Córdoba. Su hijo: Vasco (ii) Alfonso de Souza XXIV De Córdoba, de la Gran Casa de Córdoba y Aguilar, se casa con Beatriz Venegas, Señora de Alcarecejos, nacida en 1390 y tienen como hija a Juana de Souza y de los Ríos, nacida en 1410, quién se casa con Gonzalo Fernández de Córdoba y Fernández de Córdoba, Señor de Temple y Rodrigálvez, nacido aproximadamente en el año 1400, fallecido en 1480. Fue Alcalde de Almodóvar del Río. Gonzalo y Juana tienen como hijo a Diego Fernández de Córdoba II, Señor de la Villa Estrella la Alta, nacido cerca al año de 1440, fallecido el 5 de Junio de 1507. Se casa con Beatriz Monsalve Henestroza y tienen como hija a Mayor Fernández de Córdoba y Monsalve, que se casa con Antonio González de Aguilar Henestrosa Ponce de León y Venegas, II Señor del Pilar, descendiente de la familia Ponce de León entroncada con la familia real de los reyes de Aragón, mencionando al Rey Pedro II casado con María de Montpelier, descendiente directa del linaje de la familia Champagne, Martel, hasta llegar directamente al Emperador Carlos Magno, nacido el 2 de Abril del año 742 en Bélgica. Antonio y Mayor tienen cinco hijos, el primogénito Tello González De Aguilar III Señor del Pilar, casado con Juana Manuel; Juan de Monsalve y Aguilar Fernández de Córdoba nacido en 1525 en Écija, Valencia, España, fallecido en 1574, en la misma ciudad, casado con Luisa de la Cueva Negrón, nacida en Jerez de la Frontera, España y fallecida en 1582, con Bernabé de Córdoba, nacido alrededor de 1560 en Sevilla, Sevilla, fallecido en el Perú y el que nos ocupa, Diego de Fernández de Córdoba y Aguilar de la Cueva, Teniente General de la ciudad de Moquegua, nacido cerca de 1555 en Ecija, Sevilla, Andalucía, fallecido en 1606 en Perú, casado con Clara Bueno de Arana, nacida y fallecida en el Perú, hija del Conquistador y Alcalde de la ciudad de Arequipa, Hernán Bueno y García Zea y Jerónima de Cárdenas y Arana Carabantes. Diego Fernández de Córdoba y Aguilar de la Cueva fue el primero en llegar al sur del Perú, y ser tronco de la rama de los Fernández De Córdoba establecidos en esta región. Es por la línea materna de Jerónima, que Clara desciende de Iñigo López de Mendoza I Marqués de Santillana, que es su quinto bisabuelo, y de Juana de Mendoza y Fernández de Ayala “la rica-hembra”, esposa del I Almirante de Castilla Alfonso Enríquez, nieto del Rey de Castilla y de León Alfonso XI y de Leonor Núñez de Guzmán y Ponce de León que es su sexta tía bisabuela. Diego y Clara tienen cuatro hijos: Mayor Fernández De Córdoba y Bueno de Arana, casada con Fernando De Peralta Valenzuela, nacido en 1560 y fallecido en 1658, en Arequipa; Diego Fernández De Córdoba y Bueno de Arana, nacido y fallecido en Perú, casado con Ana María Jaraba Castro; Jorge Fernández De Córdoba y Bueno de Arana, sin referencias; por último el de la línea, José Fernández de Córdoba y Bueno de Arana, nacido en 1590 en Moquegua Perú, casado con Ana Morales Uzabal Reinoso, nacida en 1615 en Pica, Tarapacá, Perú, con una hija: Mayor Fernández de Córdoba Aguilar Morales, nacida en 1640 en San Andrés de Pica, Tarapacá, Perú, fallecida en la misma ciudad. Dueña de propiedades agrícolas en su ciudad natal, y que su esposo agrandó, mediante compras de tierras y puquios (manantiales), aumentando el patrimonio de la familia hasta que llegó a fundar una hacienda a la que denominó “Matilla” en recuerdo del lugar principal de la Dehesa de la Umbría en España, la que pertenecía al Señorío y Mayorazgo de su Casa, dotándola de una casa-habitación de lujo y otras dependencias y anexos que con el tiempo y su crecimiento constituyeron el pueblo de Matilla. Se casó el 1 de Agosto de 1657 con Gaspar Jacinto de Ayala Loayza Valdéz de Ondegardo III Señor del Mayorazgo de Umbría De Ayala, en Valencia, España, nacido cerca al año de 1641 en La Plata, Chuquisaca, (Hoy Bolivia) y fallecido el 7 de Febrero de 1702 en San Andrés de Pica, Tarapacá, Perú. Hijo de Juan de Loayza y Salas Valdéz, nacido en la ciudad del Cusco, de donde partió junto a sus padres a Trujillo de Extremadura en España, para visitar el Mayorazgo de la Casa Loayza, antiguo e importante linaje. Retornó al poco tiempo al Perú instalándose en la ciudad de La Plata en Charcas, Alto Perú. Allí contrajo matrimonio el 27 de Abril de 1619 con Doña María Zárate Ondegardo y Saldaña, natural de La Plata, sobrina nieta del conocido jurista e historiador, Conquistador Licenciado Polo De Ondegardo, Corregidor y Justicia Mayor de Charcas, el cual falleció en La Plata el 4 de Noviembre de 1575, con sucesión.

91 El bisabuelo de Gaspar Jacinto, fue Alonso de Loayza y García, nació en Trujillo de Extremadura en España. Pasó al Perú por 1536, cuando contaba con 18 años de edad, sobresaliendo como Conquistador y Pacificador de estas nuevas tierras para España. En Lima en 1538, hace donación a los jesuitas, para la compra del terreno en que se construiría la Iglesia de San Pablo (hoy San Pedro y San Pablo) de Lima de la Compañía de Jesús. Pasa luego a la ciudad del Cuzco donde se instala, edificando su casa solar sobre las ruinas existentes de los Incas, en la actual calle Pampa del Castillo N° 405, cuadra siguiente a la del Monasterio de Santa Catalina de dicha ciudad Imperial del Cusco, conocida también como "la Casa de los Cuatro Bustos" por las cuatro figuras labradas en piedra que adornan en lo alto la portada principal de dicha casa señorial (hoy convertida en el Hotel Libertador del Cuzco). El capitán Loayza intervino en la batalla de las Salinas el 26 de Abril de 1538 en contra de la sublevación de Almagro, quien fue vencido y luego ejecutado por sus compatriotas. Posteriormente mereció una pausa a sus actividades guerreras para intervenir en la fundación de la ciudad de La Plata en el Alto Perú, lugar que conquistó y sojuzgó. En premio a este logro el entonces Marqués Francisco Pizarro, le concedió una encomienda de indígenas en esa localidad. Combatió también en la Batalla de Chupas en 1542, contra Diego de Almagro “el mozo” que se sublevó luego del asesinato de Francisco Pizarro, saliendo don Alonso gravemente herido pues le fracturaron la mandíbula y para aliviar el malestar le realizaron una prótesis de plata por lo que le apodaron "el de la Quijada de Plata". También participó en la Batalla de Jaquijahuana contra Gonzalo Pizarro y en favor del Rey y su representante el Licenciado La Gasca. En recompensa de estos servicios a la corona, La Gasca le hace entrega de la Encomienda de Chinchero en el Cusco que fue de Luis de Céspedes. Don Alonso de Loayza, contrajo matrimonio el 13 de noviembre de 1553 con doña María de Ayala y Castilla, nieta del Conde de la Gomera, Guillen Peraza Bobadilla, Señor de las islas de la Gomera y del Hierro, en las Canarias, quinta bisnieta por línea ilegítima de Pedro I Rey de Castilla y León, e hija del capitán de la Conquista don Lorenzo de Mejía de Figueroa, al cual degollaron los pizarristas en 1544. Ni en el día de su matrimonio Don Alonso pudo disfrutar de unas horas apacibles, pues tuvo que enfrentar otro conato de rebelión esa misma noche, cuando gente alzada encabezada por Francisco Hernández Girón, penetró en su vivienda para tomar prisionero al Corregidor Baltazar de Castilla, tío de la novia doña María. Fue testigo de este acontecimiento el Inca Garcilaso de la Vega, que aún adolescente, acompañó a su padre a las celebraciones de la boda y enfrentó la situación ayudando a su noble progenitor a huir por los tejados. Días después Baltazar de Castilla, fue encontrado por el maestre de campo del rebelde Girón, apellidado Alvarado y dio muerte al Corregidor. Este asesinato trajo conmoción en todo el Perú y obligó al rebelde Girón a manifestar su indignación echando toda la culpa al cruel Alvarado, quién actuó por orden suya. Esta ofensa no fue olvidada y menos perdonada por Don Alonso, que reingresó a las filas del ejército real a fin de participar en la persecución del agresor hasta que tuvo la oportunidad de enfrentarlo en la batalla de Pucará, el 6 de diciembre de 1554, en la cual Francisco Hernández Girón fue derrotado y por cierto muerto. Fue Alcalde del Cabildo de Cuzco y como tal celebra la Juramentaci ón del Cusco al Rey Don Felipe II de España en 1557. Y como Regidor pone la primera piedra de la Catedral del Cusco en 1559, la segunda más antigua de América, acompañado de su futuro consuegro el Factor Juan de Salas Valdés, entonces Alcalde Ordinario del Cabildo de esa ciudad. Ya cansado de vivir al lado de la violencia y mojarse con la sangre de sus adversarios, tanto españoles como originarios, Don Alonso regresó a España con su mujer y sus hijos, para tomar posesión de los bienes vinculados a su Casa en Extremadura, la cual heredó. Ya en Trujillo de Extremadura funda junto a su mujer, el 20 de Enero de 1574, dos mayorazgos con el tercio y el quinto de sus bienes, uno en cabeza de su segundo hijo Don Jerónimo y el otro en favor de su tercer hijo Don Gaspar, ambos con licencia de S. M. otorgada en San Lorenzo del Escorial el 1° de Octubre de 1572. Al primer Mayorazgo se le denominó de la Casa de Loayza de Extremadura y sus poseedores, tiempo después (siglo XVIII), fueron agraciados con el Título de Castilla de Marqueses de la Matilla. Al segundo Mayorazgo se le denominó de la Umbría de Ayala nombre que tomó de la Dehesa de la Umbría, situada a cuatro leguas de Toro, que estaba vinculada a dicho señorío, al igual que dos casas en Trujillo de Extremadura y un juro de heredad sobre las Alcabalas de Sevilla que producían 4,367 maravedís de renta anual, y le había sido concedido al Conquistador del Perú D. Alonso de Loayza en premio de sus muchos merecimientos, por Real Privilegio del Rey Don Felipe II, concedido en Toledo el 8 de Junio de 1564. Este segundo mayorazgo y sus poseedores legítimos los señores de la Umbría de Ayala, son los que siguen la descendencia de esta rama de los de Loayza establecidos en el Perú, (los que heredaban este señorío deben llevar el apellido Ayala). Los del

92 primer Mayorazgo, los señores de la Casa de Loayza de Extremadura, continuaron la descendencia de los Loayza en Extremadura (España). Don Alonso fue Conquistador del Perú, Señor de la Casa Loayza.

Foto 68 Casa de los cuatro bustos, construida por el Conquistador Alonso de Loayza en la ciudad de Cusco. Hoy funciona como hotel.

Foto 69 Portón principal de la casa de los cuatro bustos, que figuran en la parte superior de la puerta. No se han identificado a las personalidades talladas. Volviendo a sus bisnietos Gaspar y Mayor, tuvieron siete hijos y nos ocuparemos de los cuatro primeros. El IV Señor del Mayorazgo de Umbría de Ayala, es Juan Loayza Valdéz Fernández De Córdoba, casado con Catalina Quiroga, matrimonio del que descienden la familia tarapaqueña De La Fuente, tronco de distinguidas familias peruanas en la colonia y en la república; Teresa Loayza Valdéz Fernández De Córdoba, nacida el 13 de Julio de 1674 en San Andrés de Pica, Tarapacá Perú y fallecida el 7 de Diciembre de 1708, casada con Juan Basilio De La Fuente Haro López De Aller, hermano de José que forma parte de la descendencia del IV Señor

93 de Umbría; Melchora Loayza Valdéz Fernández De Córdoba, nacida en 1680 en San Andrés de Pica, Tarapacá, Perú, casada con Benito López-Dávalos; y el que sigue nuestra línea, Gervasio Marcelino Loayza Valdéz Fernández de Córdoba, nacido en 1699 en San Andrés de Pica, Tarapacá, Perú, casado con María Rosa Morales Uzabal y Robles, nacida en Pica, Tarapacá, Perú. Gervasio Marcelino y María Rosa, tienen como hijo al Maestre de Campo Andrés Loayza Valdéz Morales Uzabal, nacido en San Andrés de Pica, Tarapacá Perú, fallecido el 4 de Septiembre de 1764. Se casa con Catalina Soto Alciato y Soto, nacida en 1715 en San Andrés de Pica, Tarapacá, Perú, hija de Julián Soto Alciato y de Teresa Soto de la Fuente, hija de Juana de la Fuente Aller y nieta de Juan de la Fuente Haro; Juana es hermana de Juan Basilio De La Fuente Haro López de Aller, casada con la segunda hija de Gaspar Jacinto de Ayala Loayza, Teresa Loayza Valdéz Fernández De Córdoba, fortaleciendo el entronque de estas familias. Andrés y Catalina, tienen como primogénita a Gabriela Loayza y Soto, nacida en San Andrés de Pica, se casó con Antonio Cuadros Coscueta, nacido en Santiago de Chile, prominente industrial minero en la zona de Tarapacá, quién falleció el 28 de Marzo de 1797 en Arequipa, Perú. Antonio y Gabriela tienen cuatro hijas, la mayor María Carmen Cuadros Loayza, nacida en Arequipa, se casa el 23 de Noviembre de 1819, en Arequipa, con José Murguía Rodríguez, nacido alrededor de 1792 en Vítor, Arequipa, con dos hijos, siendo la primogénita María Mercedes Murguía Cuadros, nacida el 26 de Septiembre de 1820 en Arequipa, Perú, que se casa con su primo hermano Bernardino de Murga Cuadros, Presidente de la Corte Superior de Justicia de Arequipa. La otra hija es: Segunda Cuadros Loayza, nacida en Iquique, Tarapacá, Perú, se casa con el Capitán Pedro de Murga González (padre de Bernardino), nacido en Burgos, Castilla La Vieja, España, fallecido el 12 de Diciembre de 1841, en Arequipa, Perú. María Mercedes y Bernardino, tienen cinco hijos: María Francisca de Murga y Murguía, nacida en 1852 en Arequipa y fallecida en la misma ciudad el 22 de Abril de 1935. Se casa el 21 de Septiembre de 1871 en Arequipa, con Octavius Charles Crawley-Boevey (Daubeny), nacido el 24 de Noviembre de 1846 en Flaxley Abbey, Gloucestershire, Inglaterra, fallecido el 15 de Febrero de 1897 en Arequipa, Perú, tienen once hijos; María Mercedes De Murga y Murguía, se casa con Guillermo Ricketts Perry, nacido en Inglaterra, con diez hijos; Teodoro Millán De Murga y Murguía, casado con Rosalía Quimper Caballero; Guillermo de Murga y Murguía, casado con María Velarde Reynoso, tía de Arturo Noboa Velarde, casado con Octavia Leonor Crawley-Boevey y Murga, hija de Octavius Charles y María Francisca, con sucesión; Manuela Consuelo Jesusa De Murga y Murguía casada el 27 de Agosto de 1870 en Arequipa, con Gerardo Vargas Maldonado, con Gerardo Vargas y Murga, que se casa con Rose Agnes Crawley-Boevey y Murga, su prima hermana, sin sucesión, hija de Octavius Charles y María Francisca.

94

95

2. LA SUCESIÓN DE MARÍA SANCHA DE ULLOA Y NOBOA Como ya lo detallamos, María Sancha hija de Diego Alfonso López de Lemos y de Elvira de Noboa y Cadórniga, es hermana de Juan De Noboa y Lemos, XIX Señor del Castillo-Fortaleza de Maceda y en cuya descendencia continúa el mayorazgo de los Noboa hasta que por falta de sucesión de varón, su hija Aldonza De Noboa y Lemos, se casa en segundas nupcias con Juan De Lanzos y Andrade, Señor de las Casas de Louriña y Lanzos y tienen como primogénito a Alonso De Lanzos y Noboa, nombrado I Conde de Maceda, Vizconde de Laiosa, llevando el apellido Lanzos en primer lugar. Su hijo es Bernardino De Lanzos Ávalos y Ayala, II Conde de Maceda, Vizconde de Laiosa, y con él se extingue prácticamente el apellido Noboa en la representatividad de la Casa de Maceda, que a su vez es fusionada a la Casa de Lanzos. Hijo de Bernardino es José Benito de Lanzos y Noboa, que accede a la Grandeza de España como III Conde de Maceda. Volviendo a María Sancha de Ulloa y Noboa, Señora de Guamil, se casa con Lope Feijóo de Abreu y tienen dos hijos: Marina De Noboa y Ulloa, quién se casa en primeras nupcias con Rodrigo Vásquez Sotelo, de la Casa de Caluelo, con una hija: Ana de Ulloa; en segundas nupcias se casa con Esteban Ozores Feijóo De Sandias, con una hija: Catalina De Noboa Ulloa y Ozores, Señora del Coto de Leixo. El otro hijo es Diego de Noboa Feijóo Abreu quién se identifica como cabeza de los Noboa de la línea de los mayorazgos, instalados en el Nuevo Mundo. La historia de Diego de Noboa Feijóo Abreu, es un tanto misteriosa, pues la mayoría de los genealogistas de la familia Noboa lo ignoran. Se cuentan muchas leyendas sobre su vida agitada y aventurera, que no están plenamente probadas. No se sabe con certeza el nombre de su esposa, algunos presumen que se llama Inés o Ana De Ulloa, otros la dan como desconocida. Lo cierto es que nació por el año de 1560, y basados en lo que obtuvimos en el Archivo General de las Indias, le fue concedida el 6 de Octubre de 1617, la Encomienda de Caquiabiri (Qaqayawiri en aimara) pasando el río Desaguadero en territorio de Charcas, hoy Bolivia. En el expediente se menciona a Diego De Noboa, hijo segundo de L Feijoo y S de Ulloa. Con esta documentación obtenemos que el primer miembro de descendencia directa de la Casa de Maceda que hubiera llegado al nuevo mundo es Don Diego, sin embargo, antes de que ocurriera este posible viaje, tuvo un hijo que nació en Santiago de Compostela, Galicia, España, en 1580 que, al parecer, no llegó a las Indias. Tanto Marina como su hermano Diego, no heredaron las haciendas y señoríos de sus padres, porque ellos los vendieron o empeñaron. No conocemos aún los motivos que impulsaron a sus padres para tomar estas medidas tan radicales, incluso las propiedades de Guamil de las que María Sancha de Ulloa y Noboa era Señora fueron devueltas a la Casa de Maceda. Esta triste situación de sus padres y el desamparo que sintió seguramente Diego, lo decepcionaron tanto, que se entregó a una vida tormentosa. Esperamos que en el futuro nos enteremos de los detalles de esta triste situación. Pedro de Noboa Feijóo y Ulloa el único hijo conocido de Diego, nació en el año de 1580 en Santiago de Compostela, La Coruña, España, se casó con Inés Castro Sotomayor y Feijóo, de familia de gran alcurnia en Galicia. No se ha comprobado que hubiera llegado a las Indias, que si lo hizo su hijo Diego (ii) de Noboa y Feijóo, Señor de Negreiros y de Constenla, nacido cerca al año de 1610, fallecido el 14 de Abril de 1661, en Quito, Pichincha, Ecuador. Capitán de Milicias, pasó a América en 1632 sirviendo en Cartagena durante ocho años y luego dos en la plaza del Callao en el Perú. Desde 1640 se incorporó a los Reales Ejércitos. Diego de Noboa y Feijoo fue soldado en el Callao (Perú), del 14 de Septiembre de 1640 al 31 de Enero de 1642. Sirvió ocho años en el presidio de Cartagena de Indias y dos en el del Callao. Fue a Chile y regresó con licencia en 1646. Fue comisario de caballería en Saña (Perú) y protector y Juez de aguas en ese mismo distrito en 1647. Después pasó a Guayaquil Ecuador donde fue Comisario General de Caballería en1654 y alcalde provincial de la santa hermandad. Posteriormente fue tesorero de las reales cajas de Piura (Perú) y, en consideración a su calidad, mérito y servicios y a los de sus antecesores, el Virrey Pedro de Toledo y Leyva, marqués de Mancera lo honró el 22 de febrero de 1642 con los despachos de Alférez de los Campos y Ejércitos de Su Majestad, luego Capitán de Infantería y con fechas 2 y 6 de marzo de 1647 Juez de Aguas, Juez del Hierro, Protector de Naturales y Comisario de la Caballería. Tras el juicio de residencia que se instruyó al dejar su cargo, en la sentencia dictada el 25 de abril de 1651, se declaró que Don Diego usó sus oficios conforme era obligado y que se lo consideraba digno "... de que Su Majestad le honre y ocupe un puesto y oficio conforme su calidad, méritos y partes". Se avecindó en Guayaquil. En 1654 el Virrey García Sarmiento de Sotomayor, Conde de Salvatierra, lo nombró Comisario General de la Caballería, el 23 de julio de 1654, como consta en las Actas del Cabildo de Guayaquil tomo III, folio 215.

96 Alcalde Mayor Provincial de la Santa Hermandad desde 1655 hasta 1661 y Alcalde ordinario de Guayaquil en 1672. Se casó ya viudo de Francisca Porras, con Inés Josefa de Castro Guzmán y Mestanza, nacida en Guayaquil en 1654, con una dote de 1000 pesos. Doña Josefa era hija del General José Toribio de Castro y Guzmán nacido en Guayaquil en 1581, II Patrón del vínculo de Punta Arenas fundado por su padre en la isla Puná (Guayaquil), Comandante General de la Mar del Sur, Maestre de Campo, Capitán del Ejército de Chile, Alférez Real de Guayaquil, donde el 14 Agosto de 1624 estuvo al mando de las tropas que rechazaron la invasión de los corsarios holandeses a la ciudad. Fue también el General, Alcalde Ordinario, Juez de bienes de difuntos en 1636, Procurador de menores en 1638 y Alguacil Mayor de la ciudad. Contrajo segundas nupcias, una vez que enviudó de Mariana Ponce De León, con Ana Mestanza y Valenzuela. Fueron los padres de José Toribio (ii): Toribio de Castro y Grijuela fundador del vínculo de Punta Arenas, considerado el hombre más poderoso de Guayaquil en ese entonces, y Leonor Ramírez de Guzmán de Vargas y Robles. Diego (ii) e Inés Josefa, tuvieron como primogénito a José Antonio de Noboa Feijóo y Castro, que nació en Guayaquil, Ecuador, sucedió en el Mayorazgo de su Casa, fue Capitán de Milicias Reales, Procurador General de la ciudad en 1682, Alcalde de Primer Voto en 1684 y Alcalde Mayor Provincial de la Santa Hermandad el 17 de Agosto de 1689. Contrajo matrimonio en la Villa de San Francisco de Baba con su sobrina doña María de Castro y Téllez de Meneses, hija legítima del Capitán don Esteban de Castro y Téllez de Meneses, III Patrón de Punta Arenas, Alférez Real de la Ciudad de Santiago de Guayaquil, Ecuador y Alcalde Provincial de la Santa Hermandad en 1682 y de Ana Vargas Machuca. Su tío abuelo José de Castro Guzmán y Vargas fue Sargento Mayor y fue considerado el hombre más rico y poderoso de Guayaquil por los años de 1621. Tuvieron el cuasi monopolio del comercio de la sal y porque heredaron por mayorazgo establecido testamentariamente, las propiedades de Isla Puná, Punta Arenas. Tuvieron dos hijos: Juan de Noboa y Téllez de Meneses que sigue y Ana Agustina De Noboa Feijóo y Meneses, casada con Juan Pacheco R Ramírez De Arellano nacido en 1689 en Guayaquil, descendiente del I Almirante de Castilla Alonso Enríquez de Castilla y de Juana De Mendoza y Aliaga, la “ricahembra”, Alonso era nieto del Rey de Castilla y de León, Alfonso XI. Juan de Noboa y Téllez de Meneses que continúa con el mayorazgo de su familia, IV Patrón del Vínculo de Punta Arenas, nació en 1685 en Guayaquil, Guayas, Ecuador y falleció el 1 de Octubre de 1721, en Babas, Los Ríos, Ecuador. Se casó aproximadamente en el año de 1709 con Tomasa Almeida y Asambuja Ruíz de Palma, nacida en 1682 en Baba, Los Ríos, Ecuador, hija de Antonio Almeida Asambuja, nacido en Latacunga, Ecuador y de Úrsula Ruíz de Palma y del Castillo, descendiente del Capitán Conquistador Pedro del Castillo Perea, nacido en 1639 en Cali, Valle del Cauca, Colombia, fallecido en 1697 en Baba, Los Ríos, Ecuador, biznieto del Alférez Real Diego del Castillo Ramírez de Arellano, nacido en 1580 en Cali, Valle del Cauca, Colombia, que se casó con Francisca Rengifo y Vásquez, nacida en Antema, Colombia, fallecida en Cali, Valle del Cauca, Colombia, hija de Vicente Henao Tamayo Castillo y de la Coya (perteneciente a la familia real inca) María Rengifo Sandoval, bisnieta del XI Inca Huayna Cápac. Tomasa Almeida desciende por su madre Úrsula Ruíz de Palma y del Castillo, de Catalina Carranza Contero, del ilustre linaje de los Mendoza, siendo tercera bisnieta de Juan Fernández de Mendoza y Manuel, hijo de Sancha Manuel, que a su vez es hija de Sancho Díaz Manuel, Señor del Infantado de Carrión, hijo natural de Manuel de Borgoña, Señor de Escalona, nieto del Rey de Castilla y León, Fernando III y de la Condesa de Panthieu, Jeanne D’aumale, que son los padres de Eleanor de Castilla, Reina Consorte de Inglaterra, casada con Edward I Plantagenet Rey de Inglaterra, padres de Edward II Plantagenet, Rey de Inglaterra, casado con Isabelle II, padres de Edward III Plantagenet Rey de Inglaterra, casado con Philippa de Hainault. Los ancestros y descendientes de Eleanor de Castilla y Edward I Plantagenet lo son también de Octavius Charles Crawley-Boevey (Daubeny), realidad que confirma el parentesco de Octavius Charles con su yerno Arturo Noboa Velarde, como 16° primos. Otra descendencia notable de doña Tomasa Almeida por su línea materna de los Ruíz Palma, es la que llega por Catalina Carranza y sus ancestros, los Mendoza, los Mathé de Luna, los Ceballos, los Ponce de Minerva, los Montpelier, hasta alcanzar en ascendencia directa, al Emperador Carlos Magno, nacido en el año 742 en Bélgica. Juan y Tomasa, tienen como primogénito a: Diego Tomás Cayetano de Noboa Feijóo y Almeida que continúa en el mayorazgo de los Noboa, V Patrón del Vínculo de Punta Arenas, nació el 3 de Diciembre de 1713, en Baba, Los Ríos, Ecuador, bautizado el 1 de Enero de 1714, en Baba, fallecido el 22 de Abril de 1753 también en Baba y enterrado en la Iglesia Parroquial de la localidad. Capitán de Milicias Reales, Alcalde del Cabildo de Guayaquil en 1780, Procurador General en 1771 hasta 1782, Administrador provincial de la real renta de aguardientes en 1796, Teniente Coronel de Infantería. Se casó el 10 de Enero de 1742, en San Francisco de Baba, Entre Ríos, Ecuador, con Manuela

97 Francisca Juliana de Unzueta y Álvarez de Avilés, nacida el 27 de Febrero de 1719, en Trujillo, La Libertad, Perú, de prominente familia del norte peruano, falleció en la ciudad de Guayaquil. Tuvo como hijo primogénito a: Ramón Ignacio Egidio de Noboa y Unzueta, del mayorazgo de su Casa, VI Patrón del Vínculo de Punta Arenas, nació el 1 de Septiembre de 1746 en Guayaquil, Guayas, Ecuador, fue bautizado el 8 de Septiembre del mismo año, en la Iglesia Matriz de Guayaquil, Guayas. Falleció el 8 de Diciembre de 1799 en Guayaquil, Guayas y enterrado en la Iglesia Matriz en Guayaquil. Teniente Coronel de los Reales Ejércitos, Procurador General de la ciudad de Guayaquil, Alcalde, y Administrador de la Real Renta de Aguardientes. Se casó con Ana Arteta de Larrabeytía Zabalgoytía Gómez Cornejo, nacida el 14 de Mayo de 1753, en Guayaquil, Guayas, Ecuador, bautizada el 12 de Junio del mismo año, en la Iglesia Matriz de Guayaquil y enterrado el 14 de Julio de 1843 en su ciudad natal. Descendiente directa por la familia de su madre del I Almirante de Castilla, Alfonso Enríquez de Castilla, que ya estuvo emparentado con la Casa de Maceda, mediante el matrimonio de su hijo natural Fernando Enríquez con Leonor de Noboa, XV Señora. Esta vez lo hace con su hija legítima Isabel Enríquez de Mendoza casada con Juan Ramírez De Arellano, padres del I Conde de Aguilar, en cuya descendencia se llega a los Larrabeytía Zabalgoytía, mediante el matrimonio de Ana de Larrabeytía Zabalgoytía, con Juan Lorenzo Ramírez de Arellano Salavarria. Ramón Ignacio y Ana, tuvieron quince hijos, aunque Diego María De Noboa y Arteta, fue el undécimo en nacer y el último en llevar el mayorazgo de su Casa y también el último que ejerció de manera compartida con otro familiar el cargo de Patrón del Vínculo de Punta Arenas. Diego María Noboa y Arteta fue Presidente de la República del Ecuador del 29 de Febrero de 1851 a Julio del mismo año que fue derrotado por un golpe militar encabezado por el General Robles. Don Diego fue el undécimo de una larga familia compuesta por 15 hijos, pero él logró superar este record llegando a tener 16 hijos antes de llegar a la Presidencia de su país a los 63 años. Se graduó como Bachiller en Filosofía, estudiando en Quito. A su regreso a Guayaquil, empezó a manejar el negocio de sales que heredó de su padre y hacía las veces de jefe de familia para su madre viuda y cuatro hermanas. En 1813 fue electo Regidor Alcalde de la Santa Hermandad y administraba las haciendas cacaoteras en Baba. Se casó con Manuela Baquerizo Coto, con la cual tuvo once hijos. Tras la anexión de Guayaquil a la Gran Colombia, separándola del Perú en Febrero de 1822, Simón Bolívar lo nombró Tesorero Departamental y poco después Administrador Principal de la Renta de Tabaco. El 6 de Agosto de 1826 recibió del Congreso peruano la Medalla del Busto del Libertador. Era un decidido partidario de la constitución boliviana tildada de documento retrógrado. El año de 1832 fue a Lima como Ministro Plenipotenciario y Enviado Extraordinario del Ecuador a conseguir el reconocimiento a la soberanía del Ecuador que en 1830 se constituyó en República independiente. Su gestión tuvo éxito y suscribió dos tratados, uno de Paz y otro de Comercio, con el canciller José María Pando. Por esos años era rematista del ramo de sales y administraba las haciendas cacaoteras "El Retiro" y "Boca de Baba" que heredó de su padre. Al fallecimiento de su esposa contrajo en 1838 segundas nupcias con su sobrina Tomasa Carbo Noboa y tuvieron cuatro hijos. En 1839 fue electo Senador y Presidente de esa Cámara. En 1842 figuró entre los promotores del primer Banco que se pensó fundar. Vivió como asilado en Lima cinco largos años, alojándose primeramente en casa de su hermana Ignacia, viuda del Coronel Manuel De Arredondo y Mioño, la cual inició juicio contra el estado peruano por la expropiación de la hacienda Ocucaje, que heredó su esposo de su tío Manuel De Arredondo y Pelegrin I Marqués de San Juan de Nepomuceno. El séptimo hijo en nacer de Ramón Ignacio y Ana, que continúa con nuestra línea es: Ignacio Andrés de Noboa y Arteta, diplomático e intelectual al servicio del Perú, nació el 3 de Febrero de 1784 en Guayaquil, Guayas, Virreinato del Perú, (hoy Ecuador), falleció el 30 de Mayo de 1845 en Arequipa, Perú. Se casó el 3 de Marzo de 1809 en Lima Perú, con Juana Rosa Benavides y Vizcardo Guzmán, nacida el 24 de Junio de 1780 en Arequipa y fallecida en la misma ciudad el 11 de Diciembre de 1811, luego de dar a luz su segundo hijo. La hija mayor María Dolores Noboa y Benavides, se casó con Ignacio Antonio Marcelo Santisteban y Noboa, su primo hermano, nacido el 6 de Enero de 1800 en Guayaquil, Guayas, Ecuador. El segundo hijo sigue nuestra línea: Pedro Ignacio Noboa y Benavides, escritor y diplomático, nació el 5 de Diciembre de 1811 en Arequipa, Perú, falleció el 21 de Octubre de 1875 en Valparaíso Chile cumpliendo funciones diplomáticas.

98 Muy joven fue enviado por su padre a Europa y all í permaneció 9 años. Primero estuvo en el Colegio de Francia en París y luego en varios centros madrileños, donde hizo amistad con muchos poetas. Brilló como abogado y traductor. Pedro Ignacio era de cepa gallega, más concretamente compostelana, pues provenía de la rama de los Noboa de la Casa de Maceda en Galicia, que se establecieron en Guayaquil, por muchas generaciones y cuyas ramificaciones actuales abarcan a Ecuador, Perú y Colombia. A los 15 años de edad fue enviado a Francia para cursar sus estudios secundarios y lo hizo en el famoso plantel del liberal español Manuel Silvela, que lo llevó también a realizar numerosas giras de estudio en España. Su formación superior la emprendió en el prestigioso Colegio de Francia, en el cual recibe una sólida formación no solo en Derecho, sino también en Ciencias Económicas, nada menos que con Jean Baptiste Say, discípulo de Adam Smith y padre de la escuela económica francesa. Pedro Ignacio retorna al Perú en 1835 y se establece en su ciudad natal. En 1837 fue Diputado ante el Congreso peruano. En las décadas de 1850 y 1860, lo vemos como diputado y como periodista pol ítico adverso al Presidente peruano Ramón Castilla. Cultiva también las letras a través de trabajos de derecho, economía y literatura que los publica en la Revista de Lima, La Lira Arequipeña, y la Gaceta Judicial. Realizó varias traducciones del francés de las obras de Víctor Hugo, Berenguer y Lamartine. Se casó con Doña Clara Fernández Arredondo y de la Barreda, nacida en 1810 en Arequipa, Perú y fallecida en la misma ciudad. Tuvieron un hijo varón que fue el prestigioso poeta arequipeño Ernesto Noboa y Arredondo. Fue tío también de la poetisa Leonor Sauri Santisteban. En su condición de parlamentario, Noboa integra la comisión codificadora encargada en 1853 de preparar el Código Penal, junto a Manuel Toribio Ureta, Santiago Távara y Carlos Pacheco. Conforma también en 1853 la comisión revisora de dicho código e integra la comisión que confeccionó el Código de Enjuiciamiento en Materia Criminal. Asumió la cartera de Hacienda en los gobiernos de Díez Canseco y Pezet. Fue Ministro del Perú en Chile de 1869 a 1874. En otra misión diplomática en dicho país, fallece en Valparaíso el 21 de Octubre 1875. Sus dos hijos fueron Ernesto que sigue, y María Dolores. Ernesto Noboa y Arredondo, nacido el 5 de Junio de 1838 en Arequipa, Perú, fallecido el 23 de Juli o de 1873 en su ciudad natal. A lo largo del siglo XIX, la poesía arequipeña se remite reiteradamente al tributo legado por la poesía revolucionaria y romántica de Mariano Melgar, quien se puso al frente del centralismo brutal de la capital de la República del Perú. Sin embargo, estos trabajos estuvieron alejados de una visible innovación, continuando casi repetidamente con los patronos ya establecidos dentro del cauce de romanticismo liberal imperante. Gracias a la "lira arequipeña", compilada por Manuel Pio Chávez y Rafael Valdivia, en 1889 se rescata un grueso volumen de la obra, de variable calidad, de numerosos intelectuales arequipe ños, muchos de ellos notables personajes del quehacer público y cultural de la capital. “Entre ellos resalta nítidamente el poeta Ernesto Noboa y Arredondo, hijo del destacado hombre público, diplomático y escritor Ignacio Noboa y Benavides, que tampoco estuvo alejado de crear obras literarias y poesía. Padre e hijo sumidos en el encanto del arte de la pluma, sin alejarse de sus compromisos asumidos por la influencia histórica de sus apellidos y linaje”. Ernesto Noboa y Arredondo se casa el 3 de Julio de 1862 en Arequipa, con María Elena Emperatriz Velarde Reynoso, nacida en 1846 en Arequipa, con cuatro hijos; Octavia Noboa Velarde, nacida en 1864 en Arequipa, fallecida en la ciudad de París, Francia, casada el 7 de Agosto de 1884 con Guillermo Bell Cabello; Arturo Noboa Velarde, que sigue; Ignacio Noboa Velarde, nacido el 13 de Octubre de 1872 en Lima, Perú, casado el 20 de Febrero de 1900 con Jesús Doria Tapia, nacida el 13 de Enero de 1878 en Arequipa, en segundas nupcias se casa con Carlota Arredondo Tapia, nacida en Arequipa, ambos matrimonios con descendencia; Ernesto Noboa Velarde, nacido en Arequipa, casado con María Ele na Doria Tapia, hermana de Jesús, nacida en 1876 en Arequipa, en segundas nupcias se casa con Encarnación Bernal, ambos matrimonios con descendencia. José Melchor Arturo Noboa Velarde, nacido en 1870 en Islay, Arequipa, Perú, fallecido en la ciudad de Arequipa en 1946. Casado el 20 de Febrero de 1902 con Leonor Octavia Estefanía Crawley-Boevey y Murga, nacida el 1 de Septiembre de 1884 en Arequipa, Perú, falleció en la misma ciudad en 1960, hija de Octavius Charles Crawley-Boevey y María Francisca de Murga y Murguía. Arturo y Leonor tienen un hijo varón fallecido párvulo y siete hijas. Con este matrimonio se unen siglos después, las descendencias de Elvira Yáñez de Noboa, 15° bisabuela de Leonor Octavia Crawley-Boevey y 16° tía bisabuela de Arturo Noboa y la de su hermano Pedro Yáñez de Noboa (v), 16° bisabuelo de Arturo Noboa, y 15° tío bisabuelo de Leonor Octavia Crawley-Boevey. Ambos, Elvira y Pedro (v) son hijos de Juan Pérez de Noboa y Pérez de Ambía,

99 nacido alrededor del año 1250 en Maceda, Galicia, España y de Beatriz González de Meneses, nacida en Galicia, España, por ello Arturo y Octavia Leonor son primos, además de ser esposos.

Foto 70 Leonor Octavia Estefanía Crawley-Boevey con sus hijas Victoria, Lily y Doris

Foto 71 María Antonieta Noboa Crawley-Boevey con su hijo Juan Francisco Antonio, en la ciudad de Arequipa, Perú.

100

Foto 72 De izq. a der., Victoria, Doris, Norah, Lily, Carmela Noboa Crawley- Boevey, rodeando a Luis Arturo Ballivián Noboa (con disfraz).

101

CAPÍTULO SEXTO LA ERA DEL GUANO

102 La economía peruana entre 1825 a 1840 mostraba evidentes síntomas de estancamiento y el nivel de vida de los peruanos era mediocre. No era posible la formación de capital ni había ahorro bancario, ni crédito interno. La única salida era el crédito usurero de algunos comerciantes que a la postre arruinaban más a las familias y pequeños negocios. En medio de este panorama aparece el guano de las islas como un recurso exportable a Europa y Norteamérica. Era preciso en el viejo mundo incrementar la producción agrícola para una población que ya llegaba en 1850 a los 266 millones de habitantes. A partir de 1840 hasta el estallido de la guerra del Pacífico en 1879, el Perú exportó entre 11 a 12 millones de toneladas de guano que le generaron una ganancia bruta de 750 millones de pesos, de l os cuales el estado recibió el 60%, es decir un ingreso considerable como para convertirse a través de inversiones productivas en el principal agente del desarrollo nacional. Cuando Ramón Castilla estableció el primer presupuesto para el bienio 1846-1847, los ingresos por la venta del abono representaban el 5 por ciento del total nacional; años más tarde entre 1869 y 1875, el guano contribuía con un 80% al presupuesto nacional. Se deduce pues, que la historia política, social y económica del Perú, giraba hasta 1879, en lo que podía rendir el guano.

Henry Hucks Gibbs, I Baron de Aldenham. Gobernador del Banco de Inglaterra. Socio-Gerente de la Casa Antony Gibbs & Sons

103

Guano acumulado en la Isla de Chincha por un millón de años

Extracción del guano en la Isla de Chincha en la costa del pacífico del Perú La Casa Gibbs estuvo involucrada con el gobierno peruano a partir de la firma del primer contrato Gibbs & Myers en 1842, hasta el último y exclusivo contrato que expiró en 1861. Según el investigador José Arnaldo Márquez, la Casa Gibbs adquirió mayor influencia durante el primer gobierno constitucional de Ramón Castilla Marquesado, lo que le permitió salir de “una situación tan comprometida que llegó a resolver su liquidación”. Fueron los funcionarios de la filial Gibbs, Crawley & Co. de Lima, especialmente el señor Charles Edward Stubbs, que preocupados por la situación de su empresa lograron entablar gestiones con el gobierno de Castilla y obtuvieron un cupo para convertirse e n consignatarios del guano para Europa al ofrecer dinero en letras sobre Londres. Este fue un paso transcendental en la historia de la Casa Gibbs, pues no sólo salvó del cierre a la filial peruana sino que fue el inicio de lo que sería el éxito y la riqueza para la familia Gibbs, que a la larga los ubicó en un sitial de respeto y admiración en la Gran Bretaña y no menor reconocimiento a su gran fortuna alcanzada. La filial peruana a

104 partir de entonces obtuvo una gravitante influencia por los suministros fre cuentes de fondos al caprichoso gobierno personal de Castilla. Pero las influencias no quedaron limitadas a los factores financieros, en el aspecto familiar nació una sólida amistad entre los ejecutivos de la Casa y la familia Castilla Díez Canseco. Charles Edward Stubbs, nació alrededor del año 1821 en Escocia, provenía de los estratos plebeyos de la sociedad británica, su padre fue un sastre de la ciudad de Manchester en Inglaterra. Llegó al Perú portando una carta de recomendación, que no se sabe de quién, para el señor John Wayne, gerente de la filial Gibbs, Crawley & Co en Lima. Hayne aceptó la recomendación e envió a Charles Edward a la sucursal de Arequipa, donde trabajó a las órdenes del señor Samuel Went. Su trabajo fue excelente, así mismo s us cualidades personales lo identificaban como una persona responsable, muy disciplinada y con muchos deseos de prosperar en la vida. Pero las malas horas siempre acechan, y Charles Edward tuvo una discusión con Samuel Went, antes de su segundo matrimonio con Mery Ann Robertson, sobre lograr apoyo para su cuñado Patrick para obtener un cargo importante en la sucursal Gibbs de Arequipa. La áspera conversación llevó a Stubbs a renunciar a su cargo para luego unirse a los negocios del comerciante alemán Christopher William Schutte. Pasaron algunos años en los cuales posiblemente el señor Stubbs residió en Arequipa, gozando de una excelente posición social y como soltero era el infaltable invitado en las reuniones de las jovencitas. No faltaron otras reuniones en que era inevitable el encuentro con el señor Went, acortando la enemistad nacida luego del incidente en las oficinas de la sucursal de Gibbs. Lo cierto es que el señor Stubbs continuó unas muy cordiales y fructíferas relaciones con familias prominentes de Arequipa como la Díez Canseco, Murguía, Basagoitía y otras, que lo condujo a conocer a Ramón Castilla, casado con Francisca Díez Canseco Corbacho. A modo de recordar, el señor John Moens, admiraba mucho a los realistas de Arequipa, por ello no es difícil afirmar que conoció estrechamente a los hijos de Juan Crisóstomo de Goyeneche, quien fuera el más grande productor de aguardiente en el sur peruano y que abastecía muy especialmente a la ciudad de Potosí, el más importante centro minero de la colonia, como también a la ciudad de La Paz, Cusco y otras. Esto debido a que llegó a poseer dos grandes haciendas vitivinícolas en el valle de Vitor, la hacienda “Pie de la Cuesta” de propiedad de Nicolás de La Barreda y Obando, y que la legó como dote matrimonial a su hija María Josefa de La Barreda y Benavides, y la compra de la hacienda de viña “del Tocar”, a su pariente Francisca de La Barreda. Antes de los Goyeneche, la familia de La Barreda, era la más grande poseedora de tierras en Arequipa. Después de estas adquisiciones, el Valle de Vitor poseía haciendas de mediana extensión, una tras otra, pero en su mayoría propiedad de familias de ascendencia navarra o más ampliamente vasca. Sumadas a la de los Goyeneche, (del Valle de Batzan, en Navarra), se encontraban las haciendas de Mateo de Cossio Pedrueza, (vizcaíno), Bernardo de Gamio (su padre de Gastelu Navarra), la de los Murguía (apellido originario de Navarra, aunque los que llegaron a Arequipa emigraron inicialmente a Irlanda), y algunas otras familias no recordadas. En el caso de Lorenzo Murguía (o Murgia) Jiménez Lancho, nacido en Arequipa en 1765, hijo de Miguel Murguía Kennedy, nacido en Irlanda, se casó o tuvo relaciones con Martina Rodríguez Gutiérrez, (partidas religiosas de esa época de Vitor, están desaparecidas) y tuvo tres hijos: José María, Juana Ventura y José Gregorio. Al parecer Martina falleció a finales del siglo XVIII, y José María quedó al cuidado de su padre Lorenzo. Los otros niños pasaron al cuidado de su abuela María Gutiérrez. A inicios del siglo XIX (15 Junio de 1801), Lorenzo Murguía se casó en Vitor, con doña Petronila Díez Canseco Nieto, pariente de Juan Crisóstomo de Goyeneche, por el hermano de su esposa, casado con Clemencia Josepha María Cathalina de Bustamante y Díez Canseco. Este matrimonio tuvo siete hijos, los seis primeros fallecieron párvulos, la que sobrevivió María Antonieta, nació el 13 de Junio de 1809. El bautizo fue todo un acontecimiento social. La bautizó el mismo Obispo de Arequipa Sebastián de Goyeneche, y actuando como padrinos Juan Crisóstomo de Goyeneche y su esposa María Josepha de La Barreda y Benavides. Igual acontecimiento sucedió en el bautismo de Francisco Javier, nacido año y medio antes que María Antonieta, también fue bautizado por el Obispo de Goyeneche y actuaron como padrinos Juan Mariano de Goyeneche y su hermana María Presentación por sí y en representación de la Marquesa de Casa de la Moneda, amiga muy cercana a José Manuel de Goyeneche. María Antonieta se casó muy joven con Manuel de Basagoitía Lugarte, hijo del que fuera edecán de José Manuel de Goyeneche, Narciso Basagoitía que participó en la batalla de Guaqui, y a quien se le encomendó actuar como promotor fiscal en el juicio contra los alzados de La Paz. En 48 horas formalizó la acusación con extremada perfidia y mala fe, lo que originó muchas sentencias a la pena capital en la horca. Años más tarde, Manuel de Basagoitía, jugaría un rol fundamental, a favor de la Casa Gibbs de Inglaterra.

105 En la década de los años de 1840, la situación de la filial de Gibbs, Crawley & Co., estaba lejos de ser aceptable en lo comercial generando escasas utilidades a los socios de Londres, ya comprometidos en negocios de mayor envergadura que generaban utilidades más atrayentes. Los rumores no tardaron en llegar al señor Stubbs quien poseía un enorme talento para detectar las grandes oportunidades en el futuro inmediato. Seguramente trató el tema con el señor Went, con el que ciertamente superó cualquier mal entendido llegando incluso a cultivar una visible amistad. Stubbs ya tenía en mente el negocio del guano y sabía que entraría en una nueva etapa de explotación a través de consignaciones concedidas a una o dos empresas de probada capacidad financiera. Stubbs conocía que la empresa indicada era la casa Gibbs y propuso a Went intentar obtener el negocio. Went lo comunicó a la filial de Lima, y John Wayne como los otros ejecutivos vieron la oportunidad de salvar a la filial de un cierre inminente. Se iniciaron las tratativas sin el conocimiento de los socios de Londres. El distinguido dramaturgo, poeta, escritor e historiador peruano, Don José Arnaldo Márquez, hombre rebosante de prestigio y estima no sólo en el Perú sino también en el extranjero como los EE. UU y Europa, confirmó esta situación tal como la detallamos párrafos arriba. Lo cierto es que en el año de 1849, durante el primer periodo constitucional de Ramón Castilla se firmó el contrato de las consignaciones con la filial peruana de la Casa Gibbs. Aunque inicialmente el socio principal William Gibbs no se entusiasmó con el convenio, al final lo respetó porque se había comprometido su plana ejecutiva en Perú, actitud que arrastraba el prestigio de toda la firma. Por cierto que al pasar los meses la figura de Charles Edward Stubbs se fortaleció notoriamente afectando la figura de John Wayne, quien decidió anunciar su intención de regresar a Inglaterra. Fue la oportunidad para que Went recurriera a Stubbs para solicitarle que regresara a trabajar en la filial de Gibbs, haciéndose cargo de la sucursal de Arequipa, ya que él debía viajar a Lima para desempeñar la gerencia de la filial. En 1856, el gerente de la filial de la Casa Gibbs en Perú, señor Went, renuncio y volvió a Inglaterra con su familia. El camino estaba despejado para que Charles Edward Stubbs, asumiera la gerencia de la filial. Nadie podría merecerlo más que aquel ejecutivo que trazó una línea muy definida entre el ayer pálido y el presente de horizontes ilimitados para la familia Gibbs. Heinrich Witt escribió en su diario “Stubbs era un hombre de origen plebeyo, pero de fuerte juicio y sentido mercantil” Stubbs siempre fue muy bien considerado en Inglaterra. En el censo de 1860 realizado en el Perú, está registrado como Carlos Eduardo Stubbs, como era la costumbre entonces de castellanizar los nombre extranjeros. Stubbs residía en el número 302 de una casa grande en la calle Melchor Malo. Él vivía junto a su joven esposa María Manuela Rey de Castro Lascano, nacida el 2 de junio de 1831, en Arequipa, y bautizada el mismo día en la parroquia El Sagrario, hija de José María Rey de Castro Arce, casado el 2 de marzo de 1851, en la parroquia El Sagrario de Arequipa con Carmen Lascano Gil Larreátegui, nacida en 1800 en La Plata, Chuquisaca, Charcas (hoy Bolivia), descendiente de la aristocrática y rica familia de los Larreátegui Su primera hija, Manuela Georgina Alice Stubbs Rey de Castro, nació el 14 de Mayo de 1853 en Arequipa, la segunda ya nació en Lima a los pocos meses de que Charles Edward asumiera la gerencia de la filial, fue bautizada el 29 de octubre de 1856 con el nombre de Isabel María del Carmen Stubbs Rey de Castro, en la parroquia de El Sagrario de Lima. El hijo varón nació en Lima el 2 de febrero de 1861, un año antes del retorno definitivo de la familia a Inglaterra, con el nombre de Stanley John Stubbs Rey de Castro, y lo más probable es que ya no regresaron al Perú. En la casa censada de la familia Stubbs, también ocupaban habitaciones un portero francés, un cochero irlandés y un cochero inglés, y un séquito de diez sirvientes. Parece obvio que Stubbs poseía por lo menos un carruaje, lo que era todo un símbolo de riqueza, status y poder en aquella época. En esa misma calle se encontraba ubicado el establecimiento de la filial de la Casa Gibbs. Por lo detallado no es difícil suponer que el señor Stubbs merecía todo el aprecio y agradecimiento de la familia Gibbs, a quienes los hizo, gracias a su inteligencia y virtudes personales, la familia no noble más rica de Inglaterra. Stubbs permaneció en Lima hasta 1862, una vez finalizado el convenio de la consignación del guano, y luego se trasladó a Londres, donde se incorporó a la Casa Gibbs y llegó a ocupar una alta posición. Fue el único ejecutivo que trabajó en Perú que llegó a ocupar un alto cargo en la matriz londinense ¿Quién podría merecerlo más? Ramón Castilla Marquesado nació en el poblado de San Lorenzo de Tarapacá el 31 de agosto de 1797 durante el virreinato del Perú. Fue hijo de Pedro De Castilla y Manzano, nacido en Buenos Aires, Argentina y de Juana Marquesado Romero, nacida en Tarapacá, hija del Coronel realista, el genovés Giovanni Batistta Marchese y de Magdalena Romero. Su abuelo fue Pedro Pablo De Castilla, nacido en Santander, España, casado en Buenos Aires con Paula del Manzano. Para algunos fue un humil de empleado de hacienda, para otros era descendiente del rey Pedro I de Castilla.

106 Ramón trabajó como leñador ayudando a su padre, hasta que luego de ser confiado a la custodia de su hermano Leandro se trasladó a Lima en 1810 y luego a la ciudad chilena de Concepción. Se casó el 2 de Mayo de 1835 con Francisca Díez Canseco y Corbacho de familia de abolengo de Arequipa. Francisca es hermana de Pedro Nolasco y de Francisco de Paula. Pedro Nolasco se casó con Francisca Xaviera Vargas y Maldonado, hermana de Gerardo Santiago, que se casó con Manuela Jesusa de Murga y Murguía, hermana de María Francisca. Pedro Nolasco Díez Canseco Corbacho, fue presidente interino del Perú en tres ocasiones, la primera en 1863, luego en 1865 y finalmente en 1868. Francisco de Paula se casó con Francisca Coloma y Salazar, al igual que su hermano Pedro Nolasco, ocupó interinamente la presidencia del Perú , el 27 y 28 de junio de 1871 por enfermedad del presidente Balta, de quien era su segundo vicepresidente y un mes más tarde, el 26 y 27 de julio, debido a su asesinato, con la misión de entregar el mando al primer vicepresidente. Francisca Díez Canseco Corbacho no tuvo descendencia con el Presidente Ramón Castilla, sin embargo se hizo cargo del hijo natural de Ramón, Juan Castilla, desde que cumpliera cuatro años de edad. Este niño vivió en casa de Francisca quien lo crió como si fuera un hijo. Siendo Juan ya adolescente, viajó a Londres, Paris y Madrid a estudiar y se graduó como contador. Cuando el Mariscal Castilla falleció en 1867, Juan se hallaba en Londres pero Francisca continuó apoyándolo haciendo un enorme esfuerzo dada la fragilidad económica que heredó como viuda, hasta llegar al sacrificio de vender una de sus dos residencias que poseía en Lima y así permitir que Juan Castilla continuara con sus estudios. Así mismo Francisca y Ramón, criaron a dos sobrinas como hijas adoptivas, sus nombres: María Mercedes y María de los Ángeles, hijas de Manuel Díez Canseco Corbacho y María Gabina de Olazábal y Abril. El Presidente Castilla las desposó con dos altos funcionarios de su gobierno, a María Mercedes con Manuel Yrigoyen Arias, brillante diplomático, con una descendencia notable, a María Ángela con el capitán Manuel Velarde Seoane. La familia Díez Canseco se estableció en el sur peruano con la llegada de Francisco Díez Fernández, hijo de los españoles Gonzalo Díez y Ana Fernández de Canseco, casado en España con María Tejedor Abantes. Tuvieron como primogénito al Maestre de Campo Francisco Díez Canseco y Tejedor, nació en 1643 en Castilla la Vieja, España, quien usa el apellido compuesto Díez Canseco por su abuela materna. Se casa en segundas nupcias con Juana Gómez de Butrón Mujica y su hijo varón es el Sargento Mayor Francisco Díez Canseco y Gómez Butrón quien se casa con María Josefa de Moscoso y Cegarra de la Cuba, su pariente por la rama de su madre. Sus dos hijos mayores son Petronila Díez Canseco y Moscoso, nació en 1733 y el Capitán José Antonio Salvador Díez Canseco y Moscoso, que nació en 1736, ambos oriundos de Arequipa, Arequipa, Perú. Petronila Díez Canseco y Moscoso se casa con el General y Alcalde de Arequipa, Domingo Manuel de Bustamante y Benavides, nació el 30 de Junio de 1716 en Arequipa. Tienen 10 hijos, la tercera es Catalina de Bustamante y Díez Canseco, quien sigue más adelante. El Capitán José Antonio Salvador Díez Canseco y Moscoso, se casa en Moquegua, Perú en 1768 con Manuela Nieto Hurtado de Mendoza Zapata. Tienen 14 hijos. El mayor es el militar del ejército realista Manuel Joseph Díez Canseco y Nieto, nació en 1769 en Arequipa, se casa en 1810 con María de las Mercedes Corbacho y Abril y son los padres de Francisca Díez Canseco y Corbacho casada con el que fue presidente del Perú Ramón Castilla y Marquesado, tal como lo señalamos en párrafos anteriores. El sexto hijo del capitán José Antonio Salvador es Petronila Díez Canseco y Nieto, que se casa con Lorenzo Murguía y Jiménez Lancho, nacido en Arequipa. Lorenzo tiene como primogénito a José María Murguía, nacido en Vítor, Arequipa, Perú, fruto de un matrimonio o relación anterior con Martina Rodríguez Gutiérrez. José María se casa con María Carmen Cuadros Loayza, nacida en Arequipa, hija del industrial minero, miembro de la exclusiva Cofradía de Nuestra Señora de las Mercedes adscrita a la parroquia de Santo Domingo, Antonio Cuadros Coscueta y Gabriela Loayza Soto, tienen como hija a María Mercedes Murguía Cuadros, que es la madre de María Francisca de Murga y Murguía y otros ocho hijos. Catalina de Bustamante y Díez Canseco, nació en 1758 en Arequipa, se casó el 3 de Noviembre de 1776 con el Mariscal de Campo y Alcalde de Arequipa, Nicolás de la Barreda y Benavides, nació en 1732 en Arequipa. Su hermana María Josefa De La Barreda y Benavides contrae nupcias con Juan Crisóstomo De Goyeneche y Aguerrevere, matrimonio que es el tronco de la familia Goyeneche en Arequipa, cuyo linaje ya lo detallamos. Catalina y Nicolás tienen al menos seis hijos y la tercera María Josefa de la Barreda y Bustamante, nace en 1784 en Arequipa, se casa el 22 de Enero de 1810 con Manuel Fernández de Arredondo y Ruíz, nace en 1773 en Villa de Huesca, Montañas de Santander, España. Su hija Clara Fernández de Arredondo y Barreda, nace en 1812 en Arequipa, contrae matrimonio el 8 de Diciembre de 1837 con el Escritor y Diplomático Pedro Ignacio Noboa y Benavides, nace en 1811 en Arequipa, su hijo varón es el poeta Manuel José Ernesto

107 Noboa y Arredondo, que se casa el 3 de Julio de 1862 con María Elena Emperatriz Velarde Reynoso, nace en 1846 en Arequipa. Tienen cuatro hijos, el segundo es José Melchor Arturo Noboa Velarde, nace en 1869 en Islay, Arequipa, contrae matrimonio el 20 de Febrero de 1902 en Arequipa con Leonor Octavia Estefanía Crawley-Boevey y Murga, nace en 1884 en Arequipa. María Mercedes Murguía Cuadros, se casa el 23 de Febrero de 1838, con Bernardino de Murga Cuadros, su primo hermano, nace en 1811 en Arequipa. Tienen nueve hijos, seis de ellos llegan al matrimonio: Manuela Consuelo Jesusa De Murga y Murguía, casada con Gerardo Santiago Vargas Maldonado, su hijo Ángel Gerardo Francisco Vargas Murga, nace en 1877, se casa con su prima hermana Rose Agnes Crawley-Boevey y Murga; -Pedro Guillermo De Murga y Murguía, nace en 1843 en Arequipa, se casa el 16 de Enero de 1876, con María Velarde Reynoso, tía carnal de José Melchor Arturo Noboa Velarde; -Teodoro Millán De Murga y Murguía, nace en 1845 en Arequipa, se casa el 4 de Sept de 1889 con Rosalía Quimper Caballero De Las Llamosas, hermana de José María Quimper De Las Llamosas, ex Ministro de Hacienda en el gobierno de Mariano Ignacio Prado entre los años 1877 a 1879, periodo en que se discutía el negocio del monopolio del salitre a favor de Antony Gibbs &Sons, la hermana de Rosalía y José María, Clara Elisa Quimper Caballero de las Llamosas, se casó con Bruno Murga Cuadros, hermano de Pedro quien es el abuelo de María Francisca de Murga y Murguía; -María Mercedes De Murga y de Murguía, nace en 1847 en Arequipa, se casa el 16 de Enero de 1866 con William (Guillermo) Ricketts Perry, nace en 1841 en Inglaterra; por último, María Francisca de Murga y Murguía, nace en 1852 en Arequipa, contrae nupcias el 21 de Septiembre de 1871 con Octavius Charles Crawley-Boevey, nace en 1846 en Inglaterra, tienen once hijos, la octava, Leonor Octavia. Las relaciones de parentesco entre los Gibbs, los Crawley-Boevey, los Murgia, los Murga, los Basagoitía, los Quimper, los Díez Canseco, permanecieron mucho tiempo a través de sus familias, formando un estrecho y extraño círculo alrededor de los miembros de la familia Gibbs. Esta relación quedó consolidada con el entroncamiento de estas familias, por el matrimonio de un legítimo descendiente directo de las familias Crawley-Boevey y Gibbs, nos referimos a Octavius Charles Crawley-Boevey (Daubeny) con María Francisca de Murga y Murguía, otra ejemplar descendiente de las familias Murga, Murguía, Fernández de Córdoba, Loayza, de la Fuente, y otras. Leonor Octavia Estefanía Crawley-Boevey y Murga, nacida en 1884 en Arequipa, y casada el 20 de Febrero de 1902 con José Melchor Arturo Noboa y Velarde, el cual nace en 1869 en Islay, Arequipa. Tienen siete hijas y un varón que falleció párvulo. Con este matrimonio se unen dos ramas de hermanos Noboa de la Casa de Maceda nacidos hace ochocientos años.

108

Foto 73 Ramón Castilla Marquesado, Presidente del Perú

Foto 74 Francisca Díez Canseco Corbacho, esposa del Presidente Ramón Castilla

109 En las décadas de 1840 y 1850, la Casa Gibbs llegó a ser un importante establecimiento en Perú, así como también tuvo el recurso de un gran capital en la ciudad de Londres. Las relaciones entre Perú y el tremendo poder del capitalismo británico fueron cercanas y equilibradas. Ciertamente que para ambas partes era de especial importancia el éxito de esta aventura comercial, que dominó por décadas la política económica y los destinos de esta nueva nación. Aparte de estas consideraciones acerca de poder y control, una cosa es clara, la Casa Gibbs fue prontamente excepcionalmente rica, debido a los negocios del guano en el Perú. En el siglo XIX, los señores de An tony Gibbs & Sons fueron imponiendo su meta de un continuado ascenso con encanto y elegancia, en todos los ámbitos del refinado mundo de comerciantes y banqueros. Al mismo tiempo, crearon la leyenda hecha realidad, que la fortuna fue puesta en sus manos vendiendo excremento de aves marinas extranjeras. Mientras la casa Gibbs emergía como una de las principales firmas comerciales en Londres, los problemas administrativos en su empresa subsidiaria en Lima y sus sucursales presentaban un desenvolvimiento no encomiable lejos de ser elogiado, según la opinión de los socios principales en Londres, hasta que fue un ejecutivo de la empresa limeña, el señor Charles Edward Stubbs, quien por su habilidad abrió las puertas a los señores Gibbs hacia el comercio del guano, paso insustituible para el logro que alcanzó en pocos años la firma Antony Gibbs & Sons de Londres, convirtiendo al hijo del fundador, William, en el cuarto hombre más rico del Reino Unido de la Gran Bretaña a finales del siglo XIX. En un principio William no estuvo entusiasmado con esta actividad relacionada al guano en el Perú, y que la calificó de “una locura”. Sin embargo era una decisión en firme de su filial en Lima y no le quedó otra opción que aceptarla, pero inmediatamente logró un acertado diagnóstico sobre el negocio que se le venía encima y brilló en su conclusión de que era un negocio de volumen y para ello era necesario emprender un marketing audaz con la finalidad de hacer conocer a los agricultores de su nación de las bondades de este fertilizante novedoso para los británicos pero conocido y usado por culturas ancestrales desde tiempos previos a la era cristiana. Se llevó a cabo su recomendación lo que ayudó significativamente al éxito posterior.

Foto 75 Barcos cargando el guano frente a las islas guaneras en el Perú La moneda tiene dos caras y al éxito siempre se le enfrenta el temido egoísmo o la envidia al éxito ajeno. No pocos ciudadanos adoptaron en esa época la convicción de que todos los problemas en el ámbito comercial como político, eran atribuibles a la firma londinense. Autores como Carlos Barroilhet, Luis Mesones y José Casimiro Ulloa, no solo pensaban que la firma Antony Gibbs & Sons, había arruinado la salud de los peruanos, sino que crearon un sentimiento anti-capitalista, forzando la ruptura del contrato en 1861. Afirmaciones como la de Carlos Barroilhet, que decía que la firma había sido un completo desastre para el Perú, una pública calamidad, la de Mesones que consideraba la exportación como viciosa, originando un verdadero daño al tesoro nacional. De acuerdo a Ulloa, se heredó un especial despotismo que persona o familia alguna pudiera ejercer sobre una nación. Puede ser que algunas de esas críticas obedecieran a la razón o a los hechos palpables, pero no se debe olvidar que la década de 1850, fue la época de oro para el Perú, que logró refinanciar totalmente su deuda externa y en algunos años obtener por primera vez en su historia superávit fiscal. Al forzar los criticones el rompimiento del contrato de la consignación del guano con

110 la Casa Gibbs, no se repitió en lo posterior otra época dorada, más aún la situación del Perú fue de mal en peor hasta llegar a una cesación total de pago de su deuda meses después del fracaso del famoso contrato con la Casa Dreyfus, que establecía un monopolio en la comercialización del guano. No vamos a calificar como santos empresarios a los señores Gibbs, que llegaron a los límites que separan la ética y la moral de la codicia y el abuso. Sin embargo si el negocio de la consignación del guano no fue más rentable y provechoso para el Perú, fue por la mediocridad de los gobernantes y sobre todo por la plaga de la corrupción que se apoderaba de la mayoría de los funcionarios de esta nueva República. El clima templado y la ausencia de lluvias en el litoral, hicieron posible que el excremento depositado durante un millón de años por las aves marinas quedara acumulado en los diversos islotes de la costa. Prácticamente se trataba de montañas de guano que comenzaron a ser utilizadas en los sembríos costeros desde la época prehispánica, remontándonos entre el año 200 al 600 d.C. En ningún momento se pensó que el guano era un recurso capaz de ser comercializado internacionalmente, hasta que Alexander Humboldt envío muestras de este abono a los laboratorios alemanes en 1802, lo cual dio como resultado el alto valor del guano como fertilizante, por su gran contenido en nitratos y fósforos, además de poseer amoniaco, ácido úrico y sub carbonato de sodio. El británico Tomas Way, consultor de la Real Sociedad de Agricultura de Londres, recomendó al guano como abono eficaz y calculó su precio en 32 libras esterlinas por tonelada. En 1841, en el buque “Bonanza”, se envió el primer cargamento hacia Gran Bretaña y, poco después, fue necesario despachar 22 barcos más con el mismo destino y hacia Francia, Alemania y Bélgica, con más de mil toneladas de registro. Hasta 1849, el precio del guano en el mercado de Londres osciló entre 25 y 28 libras esterlinas por tonelada. Sólo se vivió un breve paréntesis en 1842, cuando el precio cayó a 12 libras por tonelada, debido a la competencia ofrecida por el guano africano. A partir de 1850 el precio promedio fue de 12 libras hasta producirse su descenso durante la década de 1860, cuando se inició la comercialización del fertilizante artificial, recientemente descubierto. Entre 1841 y 1849, los contratistas del guano, con la colaboración del Estado, consiguieron reos penados y desertores del ejército chileno y peruano para el laboreo en las islas como también unos pocos es clavos y peones peruanos a sueldo. El trato a esta inmensa masa laboral era cruel y se les aplicaba azotes sin misericordia. Fue una bárbara explotación que costó la vida a muchos trabajadores.

IMPORTACION DEL GUANO DEL PERU POR LA GRAN BRETAÑA ENTRE LOS AÑOS 1841 A 1869 AÑO 1841 1842 1843 1844 1845 1846 1847 1848 1849 1850 1851 1852 1853 1854

TONELADAS AÑO TONELADAS 2 062 14 123 1 589 16 475 14 101 22 410 57 762 61 055 73 567 95 083 199 732 86 293 106 312 221 747

1855 1856 1857 1858 1859 1860 1861 1862 1863 1864 1865 1866 1867 1868 1869

255 535 177 016 264 230 302 207 49 064 122 459 161 566 69 390 196 704 113 086 210 784 109 142 164 112 155 760 199 122

Fuente: Documentos del Parlamento Británico

111 Durante el periodo de explotación del guano se utilizaron tres modalidades de venta, explotación y transporte: 1.- La venta directa. 2.- Las consignaciones. 3.- El monopolio. La venta directa estuvo vigente en el periodo comprendido entre los años 1841 a 1847. El estado peruano firmó siete contratos de venta directa en 1842, con los siguientes beneficiados: - Los acaudalados comerciantes, Francisco Quiróz y Pedro González. - Gibbs & Myers Co. - Aquiles Allier. - Empresa Montané. - Empresa Paumaroux. - La Empresa Puimirol. Bajo los términos del contrato celebrado entre los señores Myers y Gibbs, lograron, según lo declarado, y que consta en archivos del Parlamento Británico, una venta al Reino Unido consistente en la cantidad de 68 698 toneladas de guano, entre los años 1842 a 1846. Algunos estudiosos afirman que este volumen fue mayor. El total exportado por los siete signatarios a diferentes países entre 1841 a 1 846 fue de 295 000 toneladas y el estado recibió como promedio 15 libras esterlinas por tonelada lo que significó 870 000 libras equivalentes a 5 millones de pesos de ingreso por año. Es difícil un cálculo adecuado de las utilidades percibidas por cada comprador tanto por el hecho de existir una escala de precios ajustada al volumen de la compra y obtener el volumen exacto de las compras efectuadas por cada contratante pero en conjunto obtuvieron alrededor de 500 000 libras por año que en buena parte, quizá un 20% beneficiaron a Gibbs Myers o sea 100 000 libras anuales. Aunque este ingreso para el estado no era óptimo, permitió restablecer un crédito externo a través de la conversión de las deudas anteriores en una nueva. Gibbs & Myers pronosticando el futuro de lo que sucedería, fueron de la opinión que este negocio no podía ser de volumen sino más bien de precio. Por lo tanto en Agosto de 1842, Gibbs y Myers, alcanzaron un entendimiento basado en la demanda del mercado. Lo que no se analizó por parte del gobierno peruano es el margen bruto de utilidad que obtenían los compradores, el cual tenía efecto inmediato en la demanda vía precio al consumidor, y dejando atrás el año 1842 en el que el precio se derrumbó hasta las 12 libras por tonelada, los siguientes años de este primer periodo, inclusive hasta 1849, el precio por tonelada osciló entre 25 a 28 libras y no se modificaron las escales de precios por volumen de compra, lo cual innegablemente fortaleció a partir de 1843 el margen bruto de ganancia de los compradores pudiendo llegar sin dificultad al 100% sobre el precio de compra. El acuerdo consistía en una escala de precios para la compra: Por la compra de 1 a 5 toneladas se pagaría un precio de 15 libras esterlinas la tonelada; por la compra de 5 a 24 toneladas, 14 libras; por más de 24 toneladas, 13 libras y por todo el stock disponible, 12 libras. Pero en Enero de 1843, se implementó una nueva escala de precios más “realistas”, partiendo de 12 libras por 1 a 5 toneladas; por más de 30 toneladas, 10 libras y por más de 30 toneladas no se menciona el precio aunque se calcula que fue de 9 libras esterlinas por tonelada, precio que prevaleció hasta 1851 en la nueva modalidad de las consignaciones. Costos, equipos e instalaciones fueron requeridos para trabajar en las islas de Chincha, pago de salarios y avances de dinero al gobierno. Además del capital de operación necesario para embarcar, almacenar y los otros gastos del día a día y por el periodo extenso que se necesitó antes de recibir pagos por la ve nta del producto. Sin embargo, todos estos esfuerzos contribuyeron a que los agricultores del Reino Unido recibieran un excelente servicio, con los componentes indispensables que todo buen abono natural debía poseer como el fosfato de cal, amoniaco y los demás requeridos. Se había sembrado la semilla del boom exportador de los años siguientes y cuyos beneficios los acaparó Antony Gibbs & Sons. La deuda nominal peruana era de 1 816 000 libras esterlinas y los intereses ascendían a 2 564 532 libras. Un nuevo préstamo fue pactado en Londres por 3 734 000 libras esterlinas, con lo cual se cancela lo substancial del préstamo negociado en 1822 y 1825 para cubrir el costo de la guerra de independencia contra España. En el primer año y por primera vez toda la deuda pública fue liquidada y consolidada en bonos ganando un 3% de interés, este monto excede los 5 000 000 de pesos.

112 El enviado peruano José Joaquín De Osma, firmó en Londres un convenio con el Comité de Tenedores de Bonos, en el cual quedó estipulado que la mitad del ingreso neto del guano exportado a Gran Bretaña que recibía el Perú, estaría destinado al pago de los bonos y dividendos de los acreedores británicos, además la firma contratista debía ser preferentemente británica. Por ello en 1849 durante el primer gobierno constitucional de Ramón Castilla, se firma el convenio con la Casa Antony Gibbs & Sons, dando inicio al sistema de consignaciones. Como consecuencia de estos convenios el valor de los títulos peruanos en el mercado de Londres subió de 54 en 1849 a 103 libras en 1852, ascenso que refleja el restablecimiento del crédito externo del estado peruano. Antony Gibbs & Sons, en el periodo entre 1849 a 1861 se convirtió, no solo en el mayor agente del Reino Unido, sino en uno de los más grandes proveedores de fondos para el Tesoro Público del Perú. Quizá pequemos de reiterativos, pero este convenio con la Casa Gibbs, fue directamente elaborado por el gobierno británico a fin de precautelar los intereses de los acreedores súbditos de su Majestad. No es difícil concluir que las actividades privadas estaban estrechamente ligadas a los intereses del Reino Unido. El sistema de consignaciones que se empleó en este periodo, consistía en que el Estado conservaba la propiedad sobre el recurso y el consignatario (Gibbs) aportaba capital para la explotación y venta del producto a cambio de una comisión sobre la venta; los contratos eran firmados por el Estado y podían ser prorrogables. Entre 1847 a 1861, Gibbs había exportado a Gran Bretaña, 2 233 628 toneladas de guano que, según sus propias declaraciones, le produjeron un beneficio de 800 000 libras esterlinas, o sea £66 667 por año. Estos beneficios son ridículos frente a las sumas de dinero que se movieron en los años dorados del auge guanero. El precio de venta promedio en la década de 1850 a 1860 era de 12 libras por tonelada, según muchos estudios, sin embargo, W.M. Mathew considera 9 libras según lo expresado en su trabajo “La Casa Gibbs”. Estas discrepancias entre estudiosos del tema se deben a lo no existencia de cifras oficiales claras y contundentes. El velo del misterio cubría la eterna corrupción de la que fue víctima la república desde temprana edad En primer lugar se atribuye que el 90% de las ventas de Antony Gibbs % Sons en Gran Bretaña, se realizaban a sus propios agentes que hacían el simple papel de testaferros, los cuales realizaban las supuestas ventas al “minoreo” pero a un precio de 50 libras la tonelada. Estas operaciones ya no figuraban en los libros contables de la firma Gibbs, registrando legalmente la venta a las empresas de sus agentes al precio establecido en el mercado al por mayor, que se supone estaba manipulado por cuanto era cuatro veces mayor el precio que realmente pagaba el consumidor final. Como el producto era de propiedad del estado peruano y lo entregaba en consignación pagando al vendedor una comisión, el precio de venta en el mercado exterior era de vital importancia para los ingresos del estado. El puente establecido con sus agentes para obtener un mayor beneficio sin que participe el dueño del producto era una típica elusión de los compromisos asumidos. Una falta negligente del estado peruano al no supervisar estrechamente con gente capacitada, el desarrollo de lo convenido contractualmente, asunto de vital importancia dado que estaba en juego también sus obligaciones con sus acreedores. Parece que después de muchos años de inocente inactividad, llegó a oídos de los gobernantes la conducta nada ética de la empresa británica. Esta situación fue en realidad la que animó al gobierno peruano a no renovar el contrato firmado con Antony Gibbs & Sons, a finales del año 1861. Vamos a intentar mostrar un posible escenario, nada alejado de la realidad, para establecer el caudal de dinero que significó para la firma Gibbs, la modalidad de su negocio en el asunto del guano: Venta total de toneladas de guano entre 1847 a finales de 1861. Valor total de la venta a 12 £ ton. Comisión obtenida por la firma Gibbs según sus declaraciones en £.

2 233 628 26 803 536 800 000

Esta comisión representa el 3% del valor de la venta total, monto absolutamente insuficiente para cualquier comerciante. Repetimos, lo serio del asunto está en que el 90% del total de toneladas del guano se vendían a los propios agentes de la firma Gibbs, en las principales ciudades de Gran Bretaña, que hacían el típico papel de “testaferros”. Compraban el abono al precio establecido en el mercado mayorista, que por la década de los años 1850 se promediaba a 12 libras esterlinas la tonelada, pero ellos en una supuesta operación al por

113 menor vendían al consumidor a 50 libras la tonelada. La diferencia de 38 libras por tonelada no ingresaba a la contabilidad de la firma Gibbs, o si lo hacía, era por el rubro de intereses ganados por operaciones desvinculadas aparentemente de la consignación del guano, provenientes seguramente por la entrega con cobro a plazos de las existencias del fertilizante a los agentes, intereses que no estaban considerados al utilizar el sistema de la consignación, que establece que se liquida cuando se vende. Sin embargo Gibbs podía hacerlo con sus propios agentes sin considerar estos ingresos como vinculados al contrato con el gobierno peruano.

Total de toneladas vendidas por Gibbs A sus propios agentes (82%)

1 837 120 =========

Valor total de la venta a £ 50 ton. Menos: Pago a Gibbs a £ 12 ton.

91 855 980 22 045 440

Margen bruto de utilidad de los agentes

69 810 540

Menos: Gastos promocionales. £ Utilidad neta de los agentes de Gibbs £ (Por los años 1847 a 1861)

15 000 000 54 810 540 =============

Elaborado por el autor

Nota del autor: Es muy posible que al operar con promedios de precios por muchos años, estos no sean precisos pero asumiendo como exagerada una diferencia de hasta un 20% por debajo de estos promedios, el resultado final nos arroja beneficios por muchos millones de libras esterlinas, muy lejos de las 800 000 libras declaradas por Gibbs. Esto sin tomar en cuenta de que los barcos llevaban hasta un 20% más de carga de guano de lo declarado. Esta utilidad bruta adicional o marginal, ya descontando los gastos de los agentes en las operaciones de venta, promoción, derechos aduaneros, traslados, personal etc., que no excederían el 20% del total de su utilidad bruta, aproximadamente unos 15 000 000 de libras, lo que establecería una utilidad neta de cerca a los 55 millones de libras esterlinas a favor del consolidado de los Gibbs. Esta utilidad marginal dividida en los 15 años de vigencia del Contrato da una utilidad adicional de 3 654 036 libras esterlinas anuales, lo que cancelería en pocos años el casi total de la deuda consolidada del estado peruano y en los siguientes, el país se hubiera beneficiado con el 100% de los ingresos por la comercialización normal a su cargo del guano, siempre que hubiera realizado la exportación directamente amparada por el Tratado de Libre Comercio suscrito con la Gran Bretaña, y establecido una red propia de comercialización que abarcara las principales ciudades de la isla, tarea que creemos estaba fuera del alcance de las posibilidades del gobierno peruano. De todas maneras, con otra propuesta que estableciera un porcentaje sobre el precio que pagaban los consumidores finales, para fijar el precio que debía entregar el consignatario al estado peruano, se hubiera experimentado otra realidad que hubiera colocado a la nación incaica entre los países más avanzados en el continente americano. La pregunta inmediata es: ¿Dónde estaba el gobierno peruano? Sin esta hábil maniobra de elusión, no habría otra explicación de la fortuna de la familia Gibbs, y que uno de sus herederos a fines del siglo XIX fuera uno de los cuatro hombres más ricos de la Gran Bretaña, compitiendo con familias tan significativas como los Rothschild. Esta fortuna ingeniosamente ganada a costa de la mediocridad de los gobiernos y la siempre corruptela de sus funcionarios en la joven república peruana, fue el inicio de la proyección mundial que alcanzó la casa británica Gibbs. Richard Cowen, profesor de la UC Davis en EE.UU., en su artículo titulado “Potencia de fuego y ferlizantes” Capítulo XVI, afirma que “Gibbs maximiza sus ganancias mediante la venta del 90% de su guano a través de

114 sus propios agentes en Londres, Liverpool o Bristol o donde operan los agentes de Gibbs”. Esta afirmación contundente no puede sino referirse a la época de las consi gnaciones, donde el estado peruano era dueño de la mercadería y los consignatarios sólo cumplían el rol de operadores en la extracción, embarque y comercialización a cambio de una comisión sobre el monto de la venta bruta obtenida por el consignatario. En la obra, “EL Guano en la economía peruana e internacional” de Raiza Barrios Peña y Ángel Caycho Mendoza, expresan “”Los consignatarios elevan el precio de intermediación al no satisfacerles la comisión del 3% sobre las ventas brutas y el bajo precio del abono”. ¿Era posible que Antony Gibbs & Sons, a través de sus agentes pudiera vender al consumidor a un precio cuatro veces mayor al que le asignaba la consignación? Tomando en cuenta el escenario económico y financiero que enfrentaba el guano, podemos afirmar que: -En la época de la década de los años 1850, la demanda superaba ampliamente la oferta. -El panorama del mercado era firme, ya que Europa, en especial Gran Bretaña, había experimentado un fuerte crecimiento de su población lo cual exigía mayor producción agrícola. -El guano logró imponerse como el más apropiado abono por sus notables cualidades de composición no igualada, en ese entonces, por otro similar. Además del hecho de que Perú era el único exportador masivo, perturbado levemente por la explotación exigua de algunas otras islas del Pacífico y la efímera extracción del guano africano, además de ser de menor calidad. -Los picos en la importación de este abono experimentados en los años 1857 y 1858, confirman que en dicha época se vivió la “era de oro” para este producto peruano, con un consumo sin precedentes a pesar de los altos precios pagados por el consumidor agrícola. La política de la firma Gibbs de fijar el menor precio posible para su venta al por mayor, a fin de no lastimar la demanda según la Casa, es una posición interesada, ya que ello le permitía obtener un mayor margen a sus agentes del cual no participaba el estado peruano, a pesar de causar a la firma una menor comisión que no era tomada en cuenta frente al enorme margen marginal que obtenían sus testaferros. Por ello el consignatario francés, la Casa Montané, elevo en el año 1855 el precio por tonelada de once libras a trece, tal como lo exigía el Contrato de Consignación, de obtener el mayor precio posible. Gibbs no lo hizo, causando con esta negativa una investigación ordenada por el Parlamento peruano. El señor Luis Mesones, en su publicación de 1859, titulada “Ministerio de Hacienda del Perú, en sus relaciones con los administradores del guano en Europa” cuestiona irreversiblemente la actuación de los señores José Santos Castañeda, Director de Crédito Público y José Flavio Melgar, Presidente del Tribunal de Cuentas, sobre los procedimientos de los consignatarios en Londres, como también a los de la Comisión Fiscal en el Reino Unido. En los informes del señor Mesones al Ministro de Hacienda del Perú señor Zevallos, se precisa que el precio que el Perú deseaba nivelar en todos los mercados de Europa a trece libras esterlinas la tonelada, era el precio que estaba vigente en el mercado francés desde 1855, fijado por la Casa Montané y que en 1857 dicha Casa pensaba elevarlo un poco más, esperando instrucciones o coordinaciones para actuar en ese sentido. Por lo tanto, se hizo creer al Ministro Zevallos que el precio en Londres y demás puntos de la consignación que operaba Gibbs, también era de trece libras esterlinas, cuando en realidad no era así. El señor Mesones entra a los análisis de las diferentes unidades de medida en el peso y su correspondiente precio, indicando los precios que, por ejemplo, en las islas Mauricio pudo llegar hasta 133 pesos la tonelada en remate público. Jamás el señor Mesones llegó a indagar el precio de doscientos cincuenta pesos la tonelada, que vendía la Casa Gibbs, a través de sus propios age ntes en todo el Reino Unido de la Gran Bretaña y en algunos otros mercados y que los agentes llegaron a practicar inclusive el contrabando cuando ingresaron guano a territorio francés cuya consignación estaba en manos de la casa francesa Montané. El señor Mesones en otra opinión sobre el señor Basagoitía Sagasti, afirma “El señor Basagoitía fue enviado a Inglaterra, España, Italia y a las islas Mauricio y ha vuelto al Perú sin conocer ni España, ni Italia, ni las islas Mauricio; no ha visitado siquiera todos nuestros depósitos de guano en la Gran Bretaña; no ha podido pues, apoyar sus informes en observaciones propias sino en noticias privadas, parciales o dudosas; y como los juicios que ha emitido en su célebre memoria, son incompletos en una parte, inexactos en otra y además las demostraciones numéricas se hallan enteramente equivocadas, resulta que el Decreto de 5 de Agosto al declarar satisfactoriamente fenecida la comisión fiscal enviada a Inglaterra, ha aprobado una pieza oficial que es inaceptable bajo muchos aspectos. Esa pieza oficial manifiesta los procedimientos del señor Basagoitía”. Otro punto interesante expuesto por el señor Mesones, es el referente a que Gibbs, aplicaba las ventas al fiado. O sea que vendía a sus agentes a plazos sin exponer capital de operación ni intereses.

115 El señor Manuel Mariano Basagoitía Lugarte, apoderado fiscal del Perú en el Reino Unido, ha publicado un folleto dando respaldo al informe publicado en el diario El Peruano, por los ya citados señores Castañeda y Melgar a manera de disminuir el impacto de las notas del señor Mesones que en ese entonces tenía a su cargo la legación diplomática del Perú en Francia. El señor Mesones afirma: “…..tendré entonces el derecho de poder decir que el excelentísimo Consejo ha procedido sobre bases equivocadas, que los señores Melgar y Castañeda no han sido muy exactos en sus informes, que el señor Basagoitía no ha desempeñado como debiera la delicada misión que se le confió y que los juicios del señor Ministro Rivero (residente en Londres) se resienten o de impremeditación o de una confianza ciega en los consignatarios” Resumiendo el trabajo del señor Mesones que no guardaba simpatía alguna por la Casa Antony Gibbs & Sons, se puede afirmar que a los señores Gibbs no les importaba sugerir aumento alguno en el precio fijado por el gobierno peruano a los consignatarios, precio que al ser mayor aumentaba su comisión a cambio de no disminuir la demanda. Pero para la casa Gibbs ese no era el camino, por el contrario a menor precio en las liquidaciones al gobierno, el margen que obtenían sus agentes propios era mayor, monto del cual no participaba el gobierno. Esta típica figura de elusión contractual, no era en sí un delito, en cuanto eran firmas “independientes” compradoras del abono a la Casa Gibbs y podían ejecutar la política más conveniente a sus intereses al no poseer vinculación alguna con el gobierno peruano, ni estar sujetas a regulaciones de precios. Lo que si llama la atención, es la inocente actuación del gobierno peruano al no estudiar o al menos indagar, la fijación de un precio de acuerdo a la demanda y la oferta y fue la llave para abrir el camino que permitió a un consignatario lograr un beneficio exuberante que lo colocó entre las más importantes firmas comerciales en Londres, que le permitió ingresar al campo financiero y de seguros y que a finales del siglo XIX el hijo del fundador de Antony Gibbs & Sons, William Gibbs era el cuarto hombre más rico del Reino Unido, superando a personalidades del mundo financiero con fortunas de varios millones de libras esterlinas. El señor Mesones nos explica en su trabajo ya citado, la política improvisada, mediocre, llena de contraindicaciones, la falta de funcionarios preparados y la infaltable corrupción de muchos funcionarios, que dan como resultado que el gobierno peruano era el ratón impotente de contener la avalancha oportunista de consignatarios como Antony Gibbs & Sons, experimentados comerciantes y audaces emprendedores visionarios, como también agresivos con sus débiles presas. En cuanto al señor Manuel Mariano Basagoitia Lugarte, Apoderado Fiscal del Perú ante el Reino Unido de la Gran Bretaña, tuvo una actuación muy condescendiente con la Casa Gibbs, no imparcial y estuvo siempre a su lado. Por otro lado era imposible que pudiera revisar los libros contables de la firma Antony Gibbs & Sons sin que le tomara años hacerlo dado lo voluminoso de los documentos a examinar y por el hecho de no comprender el idioma inglés. Lo poco que informó, al parecer, era orientado por la casa consign ataria, ni siquiera realizó inspecciones a los depósitos en otras ciudades que poseía la Casa Gibbs y menos realizar viajes previstos a España, Francia y las islas Mauricio, pues el gobierno dio por terminada la misión de los Fiscales Adjuntos antes de lo previsto y aún sin que ellos pudieran preparar sus informes finales. De todas formas la firma Antony Gibbs & Sons, salió bien librada de cargo alguno que afectara su desenvolvimiento. Lo que se puede suponer es que el señor Basagoitia continuó una relación de estupenda amistad con la familia Gibbs. Manuel Mariano Basagoitia Lugarte, nació alrededor del año 1803 en la localidad de Lampa, en el departamento de Puno en Perú, hijo de Narciso Basagoitía, nacido en Santander, España, que llegó al Perú en 1801, fue edecán del General José Manuel Goyeneche y participó en la batalla de Guaqui contra las fuerzas revolucionarias argentinas. Narciso Basagoitía se casó en segundas nupcias con Francisca Lugarte Foronda, que falleció en Perú en 1803. Manuel Mariano, se casó el 29 de Octubre de 1822 en Arequipa, Perú, con Antonia Murguía Díez Canseco, hija de Lorenzo Murgia Jiménez Lancho de origen vasco-irlandés por su apellido paterno Murguía Kennedy, y de Petronila Díez Canseco Nieto, nacida cerca al año 1790, dama de la aristocracia local. EL PROBLEMA DE LA ABULTADA DEUDA EXTERNA PERUANA El valor de las exportaciones peruanas de guano a Gran Bretaña, que fue el destino entre la mitad y dos tercios de la misma, se incrementó dramáticamente entre 1846 a 1860 (Era Gibbs), cuando excedió rutinariamente los dos millones de libras esterlinas por año. Los precios del guano no fluctuaron demasiado. El gobierno del Perú fijó un precio mínimo de venta que usualmente fue equivocado. Dado que el Perú no publicó estadísticas de comercio entre 1847 a 1877, el valor de la importancia relativa de las exportaciones de guano sólo son aproximaciones. Charles Fenn estimó que las exportaciones totales

116 del Perú alcanzaron anualmente como promedio 2.92 millones de libras esterlinas de las cuales 1.56 millones corresponden al guano. Los estimados basados en las estadísticas de comercio de la Gran Bretaña, indican que entre 1854 a 1871, durante el apogeo del guano, éste constituyó en promedio un 60% del valor de las exportaciones peruanas a este reino. Durante la mayor parte del periodo el precio del guano se fijó en alrededor de 12 libras por tonelada. (Mathew). A mediados de 1850 cuando el ingreso del guano excedió los dos millones de libras esterlinas, el Perú redujo sus aranceles de importación y abolió el tributo indígena. Los ingresos gubernamentales prácticamente se duplicaron entre 1847 y 1852 y se duplicaron nuevamente a principios de los años 60. Durante la segunda mitad del siglo XIX, el Perú incurrió en un fuerte endeudamiento a partir del crecimiento de la demanda internacional de fertilizantes, en este caso, el guano y posteriormente el salitre, que lo llevó a prescindir de la tributación interna como fuente principal de financiamiento para los gastos públicos. Valor nominal en préstamos externos en América Latina 1850-1875 (En miles de libras esterlinas) Argentina 13 488 (9%) Brasil 23 647 (17%) México 16 960 (12%) Perú 51 840 (37%) Otros 35 131 (25%) El Perú fue el país de mayor deuda en todo Latinoamérica, cuya justificación fue la construcción de una red ferroviaria para impulsar el desarrollo de la nación. Para cuyo fin se invirtió una parte no significativa de los fondos, que en realidad fueron usados para cubrir los abultados déficits en la balanza de pagos originados en los desequilibrios fiscales. Solamente entre los años de 1849 a 1861 en que se aplicó el sistema de las consignaciones a cargo casi monopólicamente de la Casa Gibbs, el estado peruano obtuvo un pequeño déficit en la balanza de pagos en los primeros años hasta alcanzar entre 1861 y 1862 un significativo superávit de 4 307 000 pesos de a ocho. En efecto, hacia 1868-1869, la deuda externa acumulada era de alrededor de 8 millones de libras esterlinas, cuando el promedio de las exportaciones peruanas de guano en el periodo de 1846 a 1868 era de 1.6 millones de libras anuales y el servicio estimado de la deuda externa era de aproximadamente 800 000 libras (50% del monto de las exportaciones de guano). El Contrato Dreyfus y los empréstitos celebrados en 1870 y 1872 fueron claves en el empeoramiento de la situación. El primero de los empréstitos citados fue destinado a financiamiento de los ferrocarriles, cuyo constructor era Enrique Meiggs. Este empresario había pactado inicialmente cobrar la obra en bonos, pero al asumir el Ministro Piérola, se renegoció el contrato, ofreciendo el Estado pagar en efectivo al contratista a cambio de un descuento del 20%, sin embargo la colocación posterior del empréstito por intermedio del Contrato Dreyfus, se realizó al 80% del valor nominal más comisiones y además con la garantía del guano. Pero ese empréstito de 11 920 000 libras esterlinas representaba un servicio anual del 8%, esto es, 953 200 libras, que sumado al servicio vigente de la deuda anterior de 800 000 libras, la suma de ambos concept os superaba el promedio histórico de exportaciones anuales del guano de 1.6 millones de libras, todo esto suponiendo que el Estado asumiera el resto de sus obligaciones internas, como los gastos corrientes y servicio de la deuda interna con otros recursos con recaudación nacional, este supuesto meramente simplificado muestra a “prima facie” que la situación financiera ejecutada por Piérola, tenía fallas de base. Hacia comienzos de 1871, la percepción de los mercados financieros se aprecia en el crecimien to de la prima real de riesgo operada desde la consolidación de 1865, al rescate de 1870 para poder colocar la emisión de 1872. Esta nueva emisión de bonos inicialmente por 15 000 000 de libras esterlinas, representa un servicio adicional anual de 1 000 000 de libras. Esto parece una broma pero es ridículamente cierto. El empréstito de 1872 tuvo una lenta trayectoria en su colocación al tiempo de asumir el presidente Prado en 1872, la colocación no alcanzaba el 20% de la emisión original. Por ello Prado, enemigo de Piérola, expresó con claridad la situación financiera y propuso la creación de recursos ordinarios locales con impuestos directos o indirectos, prefiriendo el impuesto a los predios rústicos y urbanos, industriales y de patentes.

117 La propuesta no prosperó al menos en la amplitud expresada y tuvo que recurrirse a la nacionalización del salitre como último recurso y que a la postre “fue el principal detonante de la Guerra del Pacífico” en 1879. El empréstito de 1872 fue elevado de 15 000 000 de libras esterlinas a 36 800 000 por Ley del 25 de Enero de 1873, año en que el Perú y Bolivia firmaban una Alianza secreta en caso de agresión de Chile a cualquiera de los dos países o a ambos tal como ocurrió en la realidad. Esta ampliación del empréstito trajo como consecuencia un nuevo arreglo con Dreyfus el 5 de Mayo de 1873. Este empréstito debió haberse colocado en tramos durante tres años en medio de una relación política tirante entre Pardo, ex consignatario del guano, y Dreyfus, beneficiado por Piérola, quien a su vez era enemigo de Pardo. Catalina Vizcarra en su estudio “Guano, compromisos creíbles y el pago de la deuda externa peruana del siglo XIX” afirma: “El origen de la deuda peruana se remonta a la guerra de independencia. Como muchos otros gobiernos revolucionarios de América Latina, el Perú emitió bonos en Londres para financiar sus gastos militares. Virtualmente todos los gobiernos latinoamericanos se declararon en moratoria en 1826, con la excepción de Brasil”. “En el caso del Perú se emitieron dos préstamos, uno en 1822 por 1.2 millones de libras esterlinas y otro en 1825 por un monto adicional de 616 000 libras. La cesación de pagos se mantuvo hasta 1849. Durante ese tiempo los valores peruanos se comercializaban a precios extremadamente bajos, frecuentemente por debajo del 20% del valor nominal”. “Bajo el acuerdo de consolidación de la deuda externa del Perú con Gran Bretaña, luego que se firmara con la Casa Gibbs, el Contrato de la Consignación del Guano, el monto principal de los préstamos antiguos se convirtieron en nuevos bonos “activos” por un total de 1 759 100 libras, el 25% de los intereses fueron perdonados y por el monto restante del interés acumulado de 1 854 700 libras se emitieron bonos “pasivos” que no empezarían a pagar intereses hasta el mes de Abril del año 1852”. A fines de la década de 1860, debido a la guerra con España de 1865 y la construcción de ferrocarriles, se emitieron entonces tres préstamos que expandieron dramáticamente la deuda externa del Perú de cerca de 10 000 000 de libras esterlinas a 33 000 000. Finalmente en diciembre de 1875, el Perú se declaró en moratoria de pagos sobre el íntegro de la deuda externa y no pagó ni el principal de los intereses ni los intereses por 15 años, cuando los ferrocarri les y otros activos fueron puestos en las manos de los tenedores de bonos a través de la creación de la Peruvian Corporation en 1890. Al problema de la deuda externa, se suma lo relativo de la deuda interna. Como ya lo señalamos, se originó en los años de la guerra por la independencia del Perú. Esta deuda se sumó a la deuda externa y formó parte de la consolidación establecida en el año de 1847. Se estableció que se reconocerían como créditos contra el Estado, todos los préstamos voluntarios o forzados, en dinero o en especies, levantados desde 1820 por cualquier autoridad del gobierno para los fines que la guerra de la independencia reclamará. En virtud de esta decisión, por ejemplo, fueron declarados con derecho a indemnización los dueños de esclavos enrolados en el ejército, los propietarios de ganado y sementeras que sirvieron para sostener a las tropas, los plantadores de azúcar, productores de chancaca y aquellos productos destruidos o confiscados en beneficio de la causa de la independencia, así como los propietarios de fundos rústicos y bienes urbanos a los que se infligió daños. Esta ley comprendió también “todo lo gastado en el sostenimiento de las tropas patriotas, sueldos, descuentos, pensiones, asignaciones, créditos líquidos arrendamientos, al cances de cuentas, gratificaciones, billetes, cédulas, reconocimientos, parte de presas, acciones pendientes, cargos por contrata, libramientos no cubiertos por la Tesorería y capitales que gravaban tanto el Ramo de Arbitrios como las Aduanas y la Casa de la Moneda”. Al terminar Castilla su primer gobierno en 1851, la deuda interna consolidada ascendía ya a 4 879 607 pesos. El monto total de la deuda según declara Castilla, no podía sobrepasar a más de seis o siete millones de pesos. Pero en 1858 bajo el gobierno de Echenique la deuda interna reconocida llegaba a 23 211 400 pesos. El informe de 1856 de la Casa de Consolidación, señalaba que los créditos reconocidos durante el gobierno de Echenique ascendían a 19 154 200 pesos de a 8, cuatro veces más que la deuda dejada por Castilla. Tal como afirma la Comisión Investigadora sobre los 19 154 200 pesos de a ocho reconocidos por el gobierno de Echenique, más de doce millones eran fraudulentos o sea 1 920 000 libras esterlinas se entregaron a gente amoral, de conciencia corrupta. En Gran Bretaña una familia que pudiera poseer un activo de 50 000 libras esterlinas o más era considerada como rica. Toda esta estafa fue posible por la complicidad criminal de los funcionarios que admitieron burdas maniobras en la falsificación de documentos que incluían aquellos que ostentaban engañosamente las firmas de los Libertadores San Martín y Bolívar, como la de otros insignes patriotas. Todos los testimonios

118 contemporáneos concuerdan en señalar la profunda crisis moral del régimen y la gran imaginación desplegada por los acreedores para adulterar el monto de la deuda. Sumando a todo ello, el hecho de que trece millones en bonos de la deuda interna pasaran a la deuda exterior o sea a ser pagados en Londres en libras esterlinas con la garantía del capital inglés del consignatario y el de las exportaciones guaneras. Nunca se aclaró a quien pertenecían estos bonos beneficiados. Fueron precisamente estos delitos los que suministraron el pretexto para el estallido de la rebelión de Castilla en 1854 ¿Cómo es que el Perú con su inestabilidad política, su largo historial de irresponsabilidad fiscal, logró persuadir a los tenedores de bonos que su promesa de pago era firme y que sería respetada no sólo por el gobierno de turno sino por todos los gobiernos siguientes hasta su eventual cancelación? En 1862 el contrato sobre venta y comercialización del guano fue entregado a un grupo de peruanos asociados bajo el nombre de Consignatarios Nacionales, que pasó a proveer con este abono al mercado británico y otros países El saldo de esta etapa con los consignatarios nacionales no pudo ser más desalentador para el Estado. Según las fuentes disponibles, parece que la venta del guano en Europa ya no era muy rentable, el precio por tonelada había bajado considerablemente debido a los fertilizantes químicos que fueron descubiertos y, por lo tanto, los consignatarios peruanos no pudieron cumplir con sus obligaciones. Al momento en que Piérola asciende al Ministerio de Hacienda en 1868, la situación financiera del Perú era desastrosa. Desde los comienzos de la explotación del guano hasta 1868 más de siete millones de toneladas de este abono se habían vendido, cantidad que según las estimaciones de los funcionarios del gobierno produjo más de 218 693 625 soles equivalente a 43 738 725 libras esterlinas. Pero esta suma fue disipada rápidamente dejando más bien como resultado una deuda de 45 000 000 de soles y un déficit fiscal de 17 000 000 de soles. La imprevisión de no contar con una política financiera, la expoliación ejercida por los consignatarios, aparecen como los responsables más inmediatos de esta catástrofe. Sin olvidarnos de los que robaron a la joven república sus escasos recursos necesarios para emprender su vida republicana, y constituirse en suerte de una clase dominante que legó la corrupción, el cinismo y el uso de su mafioso poder tan palpables en nuestros días bicentenarios. Hasta hoy en día, no sabemos los nombres de los que se beneficiaron con los bonos sobre Londres, por las supuestas deudas de la República a causa de su independencia.

EL CONTRATO DREYFUS Auguste Dreyfus Marx, nació el 28 de Junio de 1827 en Wisembürg Bas Rhin Francia. Hijo de Edouard Dreyfus nacido en 1788 en Francia, casado el 5 de Agosto de 1809 en Francia con Sara Marx, también nacida en Francia. Auguste se casó en primeras nupcias en Lima Perú, el 18 de Agosto de 1862 con Sofía Bergman Rubio, nacida en Lima Perú y fallecida en 1871 en París Francia. Fue enterrada en Lima, sin sucesión. En segundas nupcias se casó el 10 de Enero de 1873 en Lima, Perú con Luisa María González De Orbegoso, nacida el 5 de Noviembre de 1847 en Trujillo, La Libertad, Perú. Falleció en 1924 en Lima, Perú. En este segundo matrimonio tuvo como hijo a Eduardo Dreyfus González, posesionado como Conde de Premio Real, nacido el 10 de Marzo de 1876 en París, Francia, casado el 16 de Marzo de 1907 con Ana Tayllerand Perigord Gontant, nacida en 1877, con sucesión. Los hermanos de Auguste: Prospère, Jerome e Isidore, habían creado en París en 1852 la casa comercial bajo el nombre de “Dreyfus frères et Cie”. Prospère e Isidore eran comerciantes establecidos en París, mientras que Jérome se dedicaba a la enseñanza de lenguas en Fráncfort. Fue Jérome como socio comanditario quien aporta los capitales a la sociedad en la cantidad de 10 000 francos al momento de constituirse y posteriormente en función a las necesidades entrega giros sucesivos hasta el monto de sesenta mil francos, primero en 1856 como mandatario de Isidore y más tarde en 1858 como nuevo socio. El ingreso de Auguste Dreyfus modifica el carácter de esta Sociedad. Su presencia en Lima determina que en adelante esta casa se orientará al comercio de exportación e importación con el Perú. Por otra parte, el capital social se eleva a 606 000 francos, suma que debía producir anualmente un interés de 6%. Así quedan los socios y el capital: -Prospère Dreyfus, siempre como comanditario, con un aporte de 366 000 francos.

119 -Jérome Dreyfus, con 120 000 francos. -Isidore Dreyfus con 65 000 francos. -Auguste Dreyfus con 55 000 francos. La sociedad se establece por cuatro años (1859-1863), de los cuales poco se sabe. Al vencer el plazo estipulado se renueva el contrato de asociación por otros cuatro años hasta 1867, pero esta vez desaparecen Prospère y Jérome de la gestión directa aunque mantienen sus capitales de los que siguen percibiendo el interés del 6% anual. León Dreyfus, otro de los hermanos, reemplazó a los salientes. En 1866 Isidore se retira de la Sociedad cediendo todos sus derechos a León y Auguste, previa indemnización de 500 000 francos. Auguste y León quedan entonces solos al frente de la Maison Dreyfus frères y Cie y deciden extender su contrato de asociación hasta el 31 de Diciembre de 1869. Pero desde Enero de ese último año, 1869, Auguste se convierte en el amo absoluto de la Casa, al obtener que el Tribunal de Comercio de París, declare a su hermano y socio León en estado de incapacidad físi ca y mental. El Estado tuvo que recurrir a los préstamos y sólo obtuvo siete millones de libras esterlinas. Esto explica la audaz medida aplicada en 1869 por el joven ministro de Hacienda Nicolás de Piérola, para la firma del famoso contrato Dreyfus. Piérola entendió que para salvar el déficit fiscal de 17 millones de soles había que quitar el negocio a los consignatarios y organizar un monopolio. El acuerdo con Dreyfus se firmó el 5 de Julio de 1869, por el cual se comprometía a comprar al Perú dos millones de toneladas de guano, adelantando 2’400,000 de soles en dos mensualidades. Asumió además el compromiso de entregar cada mes hasta Marzo de 1871, la suma de setecientos mil soles, que más tarde fue subida a un millón. Dreyfus se haría cargo de todo el negocio del guano a medida que el plazo de vencimiento de los contratos firmados por los consignatarios nacionales fuesen llegando a su fin. También se comprometió a pagar la deuda externa haciendo uso de las ganancias obtenidas por la venta del fertilizante, cuyo precio se fijó en s/ 36.50 por tonelada tomadas en las islas guaneras; s/. 35.50 en los buques fletados por los consignatarios y s/. 60 por tonelada existente en los depósitos de estos. También debe amortizar la deuda que el Gobierno contrajo con los consignatarios del guano por aproximadamente 16 millones de soles. El precio de venta en el mercado, fijado de mutuo acuerdo, fue de catorce libras y 10 chelines por tonelada, aproximadamente 78 soles, precio que Dreyfus no podía modificar sin el previo acuerdo del gobierno. Cualquier incremento que no modificara la demanda permitiría a Dreyfus un beneficio suplementario del 25% del incremento, recíprocamente el gobierno peruano debería bajar el precio estipulado en caso de un descenso en el nivel de precio en el mercado internacional. El precio de compra FOB Isla, que Dreyfus reconocería al gobierno se fijó en 5 libras, 9 chelines, 6 peniques, con ello obtenía un margen bruto de 8 libras por tonelada y neto de dos libras por tonelada, ya que aproximadamente los gastos por fletes, seguros, carguío, de embarque, almacenaje y otros eran de aproximadamente 6 libras por tonelada. Sumado a ello obtenía un interés de 5% y 4% de prima inicial, por los desembolsos anticipados y préstamos varios. Si al término del Contrato, Dreyfus fuera todavía acreedor del gobierno se le permitiría continuar la exportación de guano, hasta obtener el reembolso de sus créditos. A este respecto Shane Hunt, indica que durante el periodo del contrato, los pagos de Dreyfus al estado peruano fueron cerca de 143 106 000 soles, equivalentes a 28 millones de libras esterlinas aproximadamente (s/. 5 por libra esterlina) correspondiente a 2 336 633 toneladas de guano embarcadas y vendidas durante la vigencia efectiva del monopolio ejercido por Auguste Dreyfus, estableciendo entre los años 1870-1877 un precio promedio por tonelada de 12 libras esterlinas o sea 61.24 soles. Estas cifras son muy aproximadas a las establecidas por la Casa Dreyfus en sus estados anuales y dividendos pagados. Al día siguiente de la firma del contrato de compra-venta de guano con los enviados del gobierno peruano, Auguste Dreyfus firmó un nuevo contrato con la “Societé Générale pour Favoriser le Developpment du Comerce et l’Industrie en France” y “Leiden Premsel e Cie”, por la cual estas casas bancarias formaron un Acuerdo de Asociación y Participación con Auguste Dreyfus, en el cual se comprometían a prestarle su concurso financiero en la explotación del guano. La Societé Générale, fue creada en 1864 por hombres como Paulin Talabot el de los primeros ferrocarriles franceses; Joseph Eugéne Scneider ministro de la Segunda República; Edward Heutsch banquero genovés; Jean Francoise Barthelony genovés; L.F. Bischoffsheim banquero y accionista importante; Edward Blount banquero francés. Muchos de estos fundadores estuvieron ya reunidos una década anterior alrededor de James Rothschild, el principal representante de la “Haute Banque”, con el fin de crear un organismo financiero capaz de competir con el Credit Mobilier.

120 Leiden Premsel, por otra parte, era una Casa de origen alemán que tenía establecida una agencia en París desde 1856. El señor Premsel fue ejecutivo de la Societé Générale. Las dificultades en sus negocios lo llevaron al suicidio en 1863. Por el Contrato de Asociación que firmaron con Dreyfus, ellos se comprometían a entregar la suma de sesenta millones de francos en letras giradas sobre Londres y París. La mitad de ese monto debía ser aportado por la Societé Générale y la otra mitad por Leiden Premsel. En garantía de estos capitales Dreyfus les cede las hipotecas que le fueron concedidas por el gobierno peruano. También Dreyfus cede el 40% del total de los beneficios netos de la operación del guano, además de un interés equivalente al 5% anual o d e la tasa de la Banca de Inglaterra, si el interés fuera mayor. Dreyfus por otra parte, haciendo uso de la facultad que le fue reservada por el contrato, suscribe 15 millones de francos es decir el 25% del capital de la participación. Posteriormente estas participaciones fueron reducidas por estos socios fundadores mediante la fragmentación del aporte distribuido a nuevos y más pequeños suscriptores secundarios. En la parte correspondiente al aporte de Dreyfus, éste lo fragmentó a inversionistas peruanos p ara no contradecir lo dispuesto por la ley peruana sobre la preferencia a los inversores nacionales en la explotación de recursos naturales. Entre ellos figuraban como los principales Juan Díaz De La Torre, Manuel Basagoitía Lugarte, Vicente González Pinillos y otros 27 ciudadanos peruanos. En 1874, Dreyfus anunció que sólo cumpliría sus obligaciones hasta el año siguiente. El gobierno peruano se declaró en bancarrota financiera ante la imposibilidad de obtener nuevos préstamos en Londres para financiar sus gastos. Esta situación llevó al civilismo a monopolizar y nacionalizar el salitre de Tarapacá, sin ningún resultado positivo. Este sombrío panorama no sólo originó la quiebra de los bancos de la época, sino la virtual ruina de la agricultura, la minería y el comercio. La creación de nuevos impuestos y la emisión monetaria no pudieron maquillar una crisis que hacia 1879, año que estalló la guerra del Pacífico, se volvía cada vez más agobiante. Resumiendo: Dreyfus y sus socios obtuvieron 5 983 349 libras esterlinas de beneficios netos declarados en una década por la venta del guano. Cabe la pregunta a destacarse: ¿si no hubo alguna intermediación en la comercialización a sub-distribuidores que beneficiase a Dreyfus? Se puede suponer también que por lo di fícil de controlar el peso en el carguío de los barcos, muchas más toneladas de guano no declarado pudieron embarcarse, pero lo imposible sería determinar una cantidad aún aproximada. El precio mínimo fijado por el gobierno peruano fue de 14 libras esterli nas la tonelada en los primeros años del contrato. Pero la baja de los precios en los últimos años hizo que el gobierno bajara el precio a 13 libras y luego a 12 libras. Estableciendo un promedio en la década del monopolio un precio de 12.5 libras esterlin as.

121

CAPÍTULO SÉPTIMO LA ERA DEL SALITRE

122 Con respecto al salitre, este fertilizante provenía principalmente de la zona de Tarapacá, se explotaba desde 1826 y su comercialización en buques nacionales estaba exonerada de impuestos. Inicialmente el recurso fue empleado en la fabricación de explosivos y más tarde para la agricultura lo cual afectó el precio del guano en el exterior. Entre los primeros salitreros se encontraban Atanasio Tlanoxas, la familia Vernal y Federico Bockenham. En 1831 se habilitan los puertos de Pisagua y Mejillones para el embarque del salitre y para 1834 las exportaciones acumularon una cantidad por encima de 50 000 quintales, por un valor de 35 000 libras esterlinas. Hasta la vigencia del fin de la Confederación Perú-Boliviana (1836-1839), su comercialización se desarrollaba a través del Callao, con un impuesto del 4%, el cual fue derogado en 1839, restablecido en 1840 y vuelto a derogar en 1849. Paralelamente la población de Iquique aumentaba a más de dos mil habitantes, no sólo peruanos sino también chilenos y europeos. A partir de la década de 1850 la explotación del salitre se tornó más dinámica. Implicó la presencia de nuevos empresarios, básicamente extranjeros, quienes aportaron más capitales, renovaron la técnica para mejorar la calidad, aligerar su extracción y purificación, así como también, facilitar la obtención de otros productos como el yodo y el bórax. El chileno Pedro Gamboni introdujo el método de calentamiento por carbón y vapor. Hacia 1855 muchas compañías salitreras se habían instalado en Tarapacá: los peruanos Manuel Almonte Vigueras, Venancio Guacusano, José Quiroga, Manuel Silvestre Orcay, Juan Morales, Lucía Pérez Obligado, Blas Morales y Miguel Quisucata, ubicándose al norte, los británicos al sur, mientras que los chilenos Tomás y Ángel Custodio Gallo, Pedro Gamboni, Jorge Smith, Matías Cousiño y Garland, se distribuyeron indistintamente. Por otro lado, el precio del salitre en Europa oscilaba entre 10 y 15 chelines por quintal. En la década de 1860 el interés por el salitre atrajo a más empresarios extranjeros y las compañías más fuertes y con modernas técnicas absorben a los pequeños y medianos. Esta es la época de Williams Gibbs & Co, Miguel Grace y Melbourne Clark, todos británicos; Juan Gildemeister y Otto Hernecker, alemanes; Manuel Antonio Prieto chileno; Guillermo Billinghurst, Ossio y Devéscovi, peruanos. En 1872 se funda el Banco Nacional del Perú abriendo una sucursal en Iquique. En 1875 surgió el proyecto de expropiar las salitreras con un préstamo de 7 millones de libras esterlinas, de los cuales 4 millones se usarían para indemnizar a todos los propietarios. La operación del préstamo no se concretó lo que condujo a una expropiación dura casi violenta, disfrazada en una inexistente autorización al Estado para que adquiriese en forma gradual los bienes salitreros. Esta política de estatización se completó durante el gobierno de Mariano Ignacio Prado cuando en 1878 dio el último plazo para que los dueños de las salitreras vendan su negocio, iniciando de esta forma la toma por el Estado de todos los recursos salitreros ubicados en el Perú que se completaría con el arriendo de todas las salitreras ubicadas en el desierto de Atacama bajo soberanía de Bolivia. Esta estrategia que escogió el Perú, que se ahogaba financieramente, como el único camino viable para solucionar sus problemas, siguiendo las políticas empleadas en el guano cuya explotación siempre salvó de milagro al país, fue madurando hasta explotar en una guerra cruenta que diezmó a tres países, dos de ellos no sólo perdieron enorme capital humano sino también enormes territorios muy ricos en recursos e incluso uno de ellos, Bolivia, se vio enclaustrada perdiendo el acceso a su mar, perdiendo su alma. En 1865 William Gibbs & Co, Jorge Smith y Melbourne Clark, fundaron la “Compañía de Salitres de Tarapacá” para explotar inicialmente las oficinas (yacimientos) de la “Limeña” y “Carolina”. En 1872 todas las acciones quedaron en manos de la firma Gibbs que en años posteriores compró 9 oficinas más, además de grandes concesiones sin explotar. En total se hizo de una superficie equivalente a 2 000 estacas (cada una de ellas era de 100 Ha), quedando la empresa Gibbs como el principal explotador del salitre de Tarapacá. En esa época el gobierno peruano veía la explotación del salitre como un problema ya que al reducirse su precio pasó a competir con el guano propiedad total del Estado. Por ello intentó regular el salitre y finalmente se planeó una política, primero de “estancos” que no obtuvo resultados positivos y luego de nacionalización “consensuada” con propietarios de salitreras, incluso beneficiosa para buena parte de ellos. La tal llamada venta “consensuada” era sólo una consideración artificial pues al que no vendía se le imponía un elevado arancel de 1.60 soles por quintal, gravamen imposible de afrontar, poniendo al producto en un knock-out competitivo frente a otros productos especialmente los del litoral boliviano, los de Antofagasta específicamente. El gobierno entregó a los ex propietarios bonos para ser cancelados en un futuro estimado en dos años, mientras tanto las salitreras quedaban en manos de sus antiguos propietarios, en actividad y gestionadas por ellos mismos, recibiendo sus intereses del 8% sobre el capital de los bonos y pagando a cambio un arriendo

123 de 10 centavos de sol por quintal más el impuesto de exportación, o bien vendiendo el salitre a la Compañía Salitrera del Perú por un precio en estanco de 1.45 soles por quintal. El organismo encargado de la Administración fue un consorcio de bancos que se obligaba a un anticipo de 40 000 libras esterlinas. Contactó en 1876 con la firma Antony Gibbs & Sons para la exclusividad en la comercialización del salitre peruano. Posteriormente la administración pasaría al Banco de Providencia que en Julio de 1878 formó la Compañía Nacional del Salitre, luego llamada Compañía Salitrera del Perú. La consignación pasó por varias empresas hasta quedar en manos de Gibbs. Mientras tanto en Antofagasta, Bolivia, no existieron múltiples exportadores, sino solamente uno, la Compañía del Salitre y Ferrocarril de Antofagasta, de la cual William (Guillermo) Gibbs & Co. fue socio fundador aunque no mayoritario. Los yacimientos del salitre del Solar del Carmen en Antofagasta en ese entonces territorio soberano de Bolivia, fueron descubiertos en 1857 por los hermanos Latrille, empresarios franceses que no obtuvieron el permiso del gobierno boliviano para explotarlos. En 1866 José Santos Ossa redescubrió el yacimiento y obtuvo para su empresa, la Sociedad Explotadora del Desierto de Atacama, la concesión del gobierno de Bolivia para explotar durante 15 años todos los yacimientos que se descubrieran en Atacama. Para llevar a cabo la explotación se constituyó una nueva sociedad Melbourne Clark y Cía., formada por Ossa y otros cinco accionistas incluida la empresa William (Guillermo) Gibbs & Co. En realidad Melbourne Clark era funcio nario de la firma Gibbs de Valparaíso. Su banquero era Agustín Edwards, de padre inglés y madre chilena. Era el empresario más próspero de su época, fundando su propio banco y comerciando exitosamente el cobre. Edwards estaba plenamente consciente que en la provincia peruana de Tarapacá existía una industria salitrera ya establecida con la cual la flamante compañía que pensaba construir su planta en el puerto boliviano de Antofagasta debía competir. En consecuencia Edwards insistió que se aplicara allí la experiencia adquirida en el Perú y de este modo, prepara el terreno para el ingreso de la casa comisionista británica William (Guillermo) Gibbs & Co, subsidiaria de la firma londinense Antony Gibbs & Sons, en la industria salitrera de Bolivia.

Foto 76 Puerto de Antofagasta en el siglo XIX en Bolivia Para la Casa Gibbs, las inversiones en salitreras bolivianas era un asunto distinto. No solamente no tenía allí intereses para proteger, sino que además estaría compitiendo con su propia producción en Tarapacá. La firma en consecuencia hizo un cuidadoso examen de las perspectivas antes de participar en el negocio y fijó condiciones. Se formó una nueva sociedad Melbourne Clark & Co en la cual los ingleses controlaban alrededor de un 43.3% de las acciones y los chilenos (los antiguos intereses de Ossa y Puelma) aproximadamente un 56.6%. Gibbs quedaba como administrador de la compañía, sería su agente exclusivo en toda la costa del Pacífico como en Europa y Estados Unidos y le adelantaría hasta 150 000 pesos con el 8% de interés anual. George Hicks que había trabajado en la Compañía de Salitres de Tarapacá fue nombrado Gerente. La reorganización de Melbourne Clark & Co en 1872 dio origen a la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta ya citada. El capital era ahora de 2 500 000 pesos, en vez de 450 000 anteriores dividido en acciones de 1 000 pesos cada una, de las cuales Gibbs era dueña de 804, Puelma de 848 y Edwards de 848.

124 Edwards era el presidente de la compañía cargo que detentó hasta su muerte y un miembro de la Casa Gibbs ocupaba la vice presidencia. La compañía reorganizada quedaba exenta de impuestas o derechos sobre sus productos de parte del gobierno boliviano. La compañía comenzó a construir un ferrocarril y a extender sus operaciones. En 1874 su posición de privilegio se vio fortalecida aún más por el Tratado entre Chile y Bolivia que estipulaba que no se aplicarían nuevos derechos por un periodo de veinte años. En Marzo de ese año Hicks resumía los privilegios y perspectivas de la compañía en un Memorándum a Thomas Comber socio de William Gibbs & Co y representante de la firma en el directorio de la Compañía de Salitres de Antofagasta. La compañía tenía derecho de exportar su producción a través del puerto de Antofagasta libre de derechos y cualquier otro gravamen por un periodo de quince años a partir del 1 de Enero de 1874 y de importar libre de derechos la maquinaria y herramientas que se necesitaba para su trabajo. Podía utilizar sin cargo, cualquier terreno fiscal que necesitara y se reconocían sus derechos sobre 5 leguas cuadradas en el Salar del Carmen y cincuenta millas cuadradas en Salinas y sobre el salitre que allí hubiera. Así es como Bolivia había permitido la creación de una compañía extranjera con amplios derechos, protegida por un tratado y cuya planta y yacimientos mineros eran más accesibles desde Chile que desde el corazón de Bolivia. Virtualmente toda la obra de mano, además de sus alimentos y capitales venían desde Chile y sus oficinas principales estaban en Valparaíso. Por un buen tiempo no hubo problemas. Bolivia y Perú ya habían firmado un tratado secreto de alianza en 1873, ambos países tenían en mente a Chile. Bolivia con su Presiente Adolfo Ballivián Coll, hijo del Mariscal José María Agustín Ballivián Segurola, quien también ocupó la Presidencia de Bolivia, estaba muy consciente de los peligros que ofrecían sus riquezas desprotegidas. Sin embargo este tratado era de carácter defensivo y secreto y, externamente, no afectó las relaciones entre los tres países, aunque internamente Chile estaba al acecho. EL ROMPECABEZAS DE LOS 10 CENTAVOS Es a partir de la fecha en que se conoce la posibilidad de que Bolivia aplicará un impuesto de 10 centavos a cada quintal de salitre a ser exportado, se pierde el rastro a una explicación lógica en el proceder. En primer lugar de la Casa Gibbs, en segundo lugar del gobierno boliviano y, por último, cerrando la trilogía, del gobierno peruano. ¿Qué pretendía la Casa Gibbs, al apoyar decididamente el plan de expropiación de las salitreras peruanas y extranjeras ubicadas en Tarapacá, financiar el arrendamiento de las salitreras estatales en Antofagasta, Bolivia y afectar la producción de su propia empresa la Compañía del Salitre y Ferrocarril de Antofagasta (CSFA), de la cual era importante socio? ¿Cómo se explica de que el socio principal Henry Hucks Gibbs, presionara sin pausa a los ejecutivos de sus filiales para lograr que se apruebe en directorio de la CSFA, un límite máximo de producción para llevar a cabo el monopolio mundial en la comercialización del salitre, patrocinado por el gobierno peruano, a lo que se oponía cerradamente el señor Edwards y los socios chilenos y, por otro lado, el gerente de la CSFA señor Hicks nombrado por la Casa Gibbs, y otros funcionarios de la filial de Valparaíso que actuaban cerradamente a favor del señor Edwards en su rechazo al posible impuesto, que en el fondo favorecía al proyecto del monopolio impulsado por la oficina matriz de Londres? ¿Gibbs vs Gibbs? ¿Es posible que Bolivia luego de firmar un Tratado de Límites con Chile, en el que se reconocía la casi totalidad de su costa , pero cediendo temporalmente soberanía sobre asuntos fiscales que le eran propios y otros de orden administrativo, reconociendo su inferioridad militar, la inexistencia de una fuerza naval y las tremendas dificultades en la comunicación por su geografía caprichosa, se aventurara a un enfrentamiento frontal contra su vecino al provocarlo con la imposición de un impuesto que a todas luces iba a ser rechazado porque violaba el Tratado vigente entre las dos naciones? El Perú que atravesaba una de sus peores crisis económicas, habiendo declarado una cesación total de pagos de su deuda externa, la más alta de Latinoamérica, disminuido militarmente frente a Chile, y comprometido con un Tratado Defensivo con Bolivia, ¿Por qué no evitó la guerra, si en la cláusula tercera del mismo Tratado, existía la suficiente salvaguarda para no honrarlo, debido a que su aliado estaba actuando irresponsablemente en el asunto del famoso impuesto de los 10 centavos lo que provocaría una posible conflagración, tal como sucedió? Gracias a los archivos de la Casa Antony Gibbs & Sons, recientemente adquiridos por una librería londinense, y puestos al alcance de los interesados, existen muchos detalles expuestos en los documentos aludidos que pueden dar respuesta a muchas interrogantes, por ello los vamos a transcribir parcialmente de acuerdo a su importancia, acompañados de algunas reflexiones de este autor.

125

Cuando ya se conocía que Bolivia iba a ejecutar el cobro del impuesto de los 10 centavos por quintal de salitre a la Compañía del Salitre y Ferrocarril de Antofagasta (CSFA) bajo la administración de los Gibbs, ésta estaba muy inquieta. La filial chilena William (Guillermo) Gibbs & Cía. afirmaba: “Afortunadamente tenemos varios chilenos muy influyentes entre nuestros accionistas y si el Gobierno no cumple su promesa de tomar acción inmediata en el asunto, se ejercerá una fuerte presión sobre ellos en el Congreso y sin duda se varan obligados a actuar y a actuar con energía”. La revisión de la lista de accionistas confirma este hecho. José Francisco Vergara, Ministro del Interior en 1881-1882 tenía acciones desde 1875, al igual que Rafael Sotomayor, Ministro de Guerra y miembros del congreso pasado, o actuales tales como Julio Zegaers y Francisco Puelma. Mientras tanto Gibbs informaba a Londres que el directorio de la Compañía no imprimiría su informe semestral debido a la situación conflictiva. Las utilidades brutas en los ocho meses hasta diciembre de 1877 eran de 674 060.73 pesos. En Antofagasta, George Hicks recibió con satisfacción la noticia que Chile iba a protestar y esperaba que con este acto culmine el asunto. Comentaba que los bolivianos de la costa y del interior eran diferentes: en la costa aprendían a ser prudentes mientras que en el interior como “águilas” desafiaban al mundo entero: posiblemente su apreciación del carácter boliviano sea exacta, pero se equivocó al pensar que el asunto terminaría. No obstante, siguió un periodo de calma el cual creía Hicks, se debía a que el gobierno de Bolivia estaba estudiando nuevamente el asunto a la luz de la determinaci ón de la compañía a resistir. Mientras tanto se preocupó de despachar los barcos lo más rápidamente posible, además de prestarle 1 000 pesos al Prefecto General Joffre “ya que había trabajado bien con la compañía aunque creo que no con absoluta sinceridad”- y para crear un ambiente favorable en el futuro. En realidad Hicks siempre se esforzaba para estar en buenas relaciones con el General Joffre, el prefecto, creyéndolo sincero en su deseo de evitar problemas aunque “esta gente sabe disimular tan bien que es difícil saber lo que quieren decir”. En julio, Hicks informó que había escuchado que los bolivianos habían resuelto nuevamente en cobrar el impuesto y agregó: “Es de esperar que Chile utilice esta oportunidad para liberar la costa del Pacífico de esta plaga de bolivianos” Al parecer Hicks a sabiendas o no que su empresa actuaba a favor de los planes expansionistas de Chile, promovió una política de enfrentamiento y hasta provocación a las autoridades bolivianas creando un clima enardecido pronto a explotar. Hicks siempre tuvo una opinión desfavorable de los bolivianos y cuando Belisario Peró, un empleado boliviano publicó las instrucciones reservadas dadas a él por la compañía relativa a servicios por los cuales fue bien pagado, quedó muy deprimido. Con Soublette meditaba sobre las ventajas de una guerra, porque con el apoyo de Chile a la compañía sería fácil obligar a los bolivianos a respetarlos. Escribió a James Hayne: “hemos estado contemporizando demasiado con esta gente y creo que ahora conviene seguir el camino opuesto. Indios que son. Creo que se someterán y será más fácil trabajar con ellos teniéndolos cortos”. Incluso la visita del H.M.S. Pelican, solo ofrecía un tibio consuelo: “por cierto que nuestro viejo salvaje de prefecto no le importaba un comino la ley, la diplomacia, la etiqueta o los usos de las naciones civilizadas y contestó en forma algo insolente……” y Hicks estaba de acuerdo con Miller que la visita podría haber exacerbado aún más la situación, pero esperaba que desalentaría a los bolivianos de copiar a los peruanos en “aprisionar, expropiar, y repudiar”. Hicks, entonces llegó a considerar la guerra como el único medio para resolver los problemas. Su aislamiento en Antofagasta y el estar expuesto a las presiones bolivianas, parecen haberlo hecho confiar menos en la diplomacia que sus superiores de Valparaíso. Antony Gibbs & Sons en Londres y lejos del teatro de operaciones, adoptó una posición menos extrema ante la actitud de Bolivia. Uno de los socios George Gibbs escribió a James Hayne en Valparaíso que el relato de las aventuras de Hicks para evadir los impuestos hubiera sido divertido a no ser por el temor de que Bolivia podría tratar de emular al Perú y apropiarse de las empresas extranjeras. Pensaba que la esperanza de la compañía era el apoyo continuo de Chile. A decir verdad la casa de Londres estaba dispuesta por un momento a considerar un arreglo con Bolivia, pensando que era razonable que la compañía contribuyera al pago del gas para el alumbrado, aunque consideraba que el derecho sobre el salitre debía ser resistido hasta el final. Sin embargo, aún antes de terminar con la carta, Antony Gibbs & Sons endureció su actitud,

126 considerando que la posición del Gobierno de Chile en apoyo de la compañía era altamente satisfactorio y debía prolongar considerablemente la inmunidad de la compañía a los impuestos. El 3 de enero de 1879 el Gobierno de Chile “comenzó una nota a Bolivia ofreciendo arbitraje sobre la base que el impuesto no se cobraría en el intertanto”. Esta proposición fue sobrepasada por los acontecimientos. Uno de estos fue la llegada del blindado chileno Blanco Encalada frente a Antofagasta. Hicks que acababa de recibir la demanda por los noventa mil pesos que Bolivia intentaba cobrar por el impuesto al salitre, a pagarse dentro de tres días bajo amenaza de embargo de los bienes de la compañía, cobró ánimo esperando que los bolivianos quizás estuvieran comenzando a darse cuenta de la gravedad de la situación. Las autoridades de La Paz por su parte, pidieron una explicación por la presencia de la nave y manifestaron que no era posible continuar la búsqueda de una solución pacífica frente a una presión semejante; la declaración de Videla negando cualquier intención de presionar fue recibida con escepticismo. Hicks, sin embargo, no habría pensado lo mismo. El 11 de Enero de 1879 el prefecto había ordenado el arresto de Hicks y el embargo de suficiente propiedad de la compañía para cancelar la deuda. Hicks aceptó esto de buen humor; en esos momentos se encontraba en el Salar del Carmen y en consecuencia se libró de ser arrestado, mientras que el embargo mismo fue llevado a cabo “de la manera más informal”. No obstante el capitán del Blanco Encalada, había recibido órdenes de no desembarcar ningún hombre salvo para auxiliar a las autoridades lo que llevó a Hicks en pensar “que Chile está echando pie para atrás” y desea una solución pacífica. A comienzos de febrero se quejaba de las vacilaciones y criticaba al ministro de Chile en La Paz, (quien en realidad esperaba pacientemente que Bolivia actuara) “está enamorado de una niña boliviana y no quiere perder su plaza, que de otro modo los asuntos se habrían arreglado antes; aunque si no fuera por su imbecilidad nunca habría ocurrido”. Dos días más tarde vaticinaba que los bolivianos seguirían ignorando “nuestras amenazas” y tomarían posesión de la compañía tal como los peruanos habían tomado posesión de las “otras compañías” salitreras chilenas. Manifestó su admiración por los bolivianos “por sus agallas y tenacidad”. Hemos expuesto las dudas y temores de Hicks con cierta extensión con el fin de demostrar que, al menos en el terreno, los personeros de la Compañía de Salitres de Antofagasta, estaban completamente convencidos de la justicia de su causa, pero que al mismo tiempo, tenían dudas acerca de las posibilidades de éxito en rechazar las pretensiones bolivianas en vista de lo incierto del apoyo chileno. Se sentían muy solos, a merced de un estado veleidoso e imprevisible que parecía estar a punto de expropiar los frutos de su esfuerzo e inversiones, justo cuando se vislumbraba que éstas darían mayores beneficios. En realidad Chile esperaba ansioso que el impuesto se cobrara, no para expropiar sino usurpar territorio soberano ajeno. En estas circunstancias es comprensible que Hicks llegara a propiciar una guerra, si bien no estaba decidido si debía llevarse a cabo con el fin de anexar territorio, o de hacer cumplir el tratado, quizá ambas a la vez. Estaba muy identificado con las ambiciones chilenas. El señor Manuel Ravest Mora y un equipo de colaboradores, todos ellos chilenos, investigaron durante breves semanas del invierno londinenses de 1981 los archivos de la Casa Gibbs, depositados en la Guildhall Library, hurgando en la correspondencia sobre la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta sobre el asunto de la colaboración prestada por la Casa Gibbs al proyecto peruano de controlar la industria salitrera proyecto que iba más allá de sus empeños por limitar la producción de la compañía antof agastina. La intuición se hizo más patente al ordenar las notas; “pero, con cautela, nos limitamos en el libro a advertir la importancia de no perder de vista los intereses privados ligados al proyecto monopólico del Perú”. “Esas lejanas inquietudes habrían permanecido inertes a no haber mediado una coincidencia”. “Hallamos en una monografía de Ronald Crozier el hilo no encontrado en los archivos: un manuscrito que vincula financieramente a la Casa Gibbs con el arrendamiento por parte del Perú de las salitreras del Departamento Litoral de Bolivia (Atacama). Y días más tarde vimos el programa en torno a la guerra del Pacífico difundido en Mayo del 2007 por el canal de televisión estatal chileno, en el que historiadores de los tres países beligerantes fueron consultados por las causas del conflicto. Matices más, matices menos, los entrevistados coincidieron en apuntar al salitre como detonante” (¿El salitre o el mal nacido impuesto?) Sin embargo el diputado chileno Zorobabel Rodríguez, resumió diciendo: “….el Perú comenzó la guerra… porque empezó estableciendo el monopolio del salitre e indujo a Bolivia primero a arrendarle sus salitreras y enseguida a desconocer los tratados con Chile a fin de redondear su negocio del monopolio”.

127 En el contra alegato de 1924 ante el árbitro en la cuestión del plebiscito de Tacna y Arica, las autoridades chilenas afirman: “La causa verdadera (de la guerra) fue la determinación del Perú de organizar un monopolio gubernativo sobre la producción del salitre en la costa del Pacífi co……el impuesto de diez centavos fue autorizado por Bolivia a instancia del Perú que estaba deseoso de completar su monopolio….” La coincidencia del hallazgo de Crozier con el recordado programa de televisión, sugirió a los investigadores chilenos el propósito de sistematizar los antecedentes recogidos en Londres acerca de la ayuda brindada por Antony Gibbs & Sons, y sus filiales en Lima y Valparaíso, al legítimo proyecto monopólico salitrero del Perú, no como una explicación más sino por tratarse de un hecho poco investigado en torno a los móviles atribuidos al enfrentamiento. En cuanto a las relaciones de William Gibbs & Co., con la industria salitrera en 1876, el señor Ravest Mora, nos dice: “Siendo las actuaciones de La Casa en pro del monopolio salitrero, nos remontaremos a la Ley de 1875 que autorizó al gobierno peruano a comprar todas las oficinas salitreras de Tarapacá, no obligaba a enajenarlas , pero fijaba a la exportación de fertilizantes derechos aduaneros tales que en la práctica forzaba a hacerlo. La Tarapacá Nitrate Company, controlada por la filial limeña de la Casa Gibbs y propietaria de las oficinas Carolina y Limeña, había perdido 484 524 soles entre 1873 y 1875, en circunstancias de que la inversión llegaba en ese último año a 1 274 524 soles. De manera que la posibilidad de abandonar un negocio en declinación vendiendo las oficinas al Estado y celebrando con su representante, el Consorcio de los Bancos Asociados, contratos de elaboración para operarlas era obviamente atractiva. Más todavía si su precio estimado en 1 250 000 soles era aceptado, como en definitiva lo fue tras una negociación que, además significó a Williams Gibbs & Co suscribir contratos de elaboración por 500 000 quintales anuales pagaderos al razonable precio de 1.70 sol por quintal español de 46 kilos. Paradas y oficinas fueron pagadas con certificados, suerte de pagarés o bonos que el gobierno se comprometió a rescatar a un tipo de cambio prefijado dentro de dos años durante los que ganaría el 8% de interés anual. En el caso de la oficina de Gibbs el cierre de negocio fue considerado tan exitoso por la matriz londinense, que escribió a su filial felicitándola y manifestándose dispuesta a apoyar el éxito de la nacionalización a la que colaboraba financieramente desde el mes de Mayo, según se verá”. A través de William (Guillermo) Gibbs & Cía., la filial chilena era accionista de la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta, sociedad anónima constituida en Valparaíso y controlada por Agustín Edwards Ossandón, el acaudalado banquero chileno. En 1876 esta compañía era dueña de la única oficina en territorio boliviano; su nuevo establecimiento elaborador construido en el mismo puerto de Antofagasta, estaba próximo a entrar en producción y el ferrocarril de su propiedad, que bajaría caliches de buena ley desde los depósitos recién descubiertos a 150 kilómetros del puerto, acababa de ser autorizado para portear cobrando por el servicio con los minerales argentíferos de Caracoles y los cupríferos del interior del desierto de Atacama. Hasta entonces el negocio no había sido exitoso del todo pero se abrían buenas perspectivas a pesar de la no siempre cómoda relación societaria entre Edwards y sus socios ingleses. Los roces se derivaban principalmente de la resistencia de don Agustín a nombrar a William (Guillermo) Gibbs & Cía. agente para la venta en Europa. Tras un aumento de capital, no suscrito por Gibbs, don Agustín pasó a controlar el 42% del capital accionario versus 25% de “La Casa”, lo que evaluaba su inversión en Bolivi a en 141 804 libras esterlinas, monto bastante inferior a las 228 757 en que estimaba los activos transferidos al gobierno del Perú. Según el investigador Manuel Ravest Mora, hubo coincidencia entre los intereses de Gibbs y los del estado peruano. Con arreglo a la citada ley de 1875 el Presidente Manuel Pardo encargó al consorcio integrado por cuatro bancos, Bancos Asociados de Lima, gestionar y administrar la nacionalización de la industria salitrera facultándole para realizar las operaciones destinadas a transformar al Estado en el único productor y comercializador del fertilizante. “La Casa” obtuvo del consorcio en Mayo de 1876, la exclusividad de la consignación del nitrato proveniente de la elaboración de los ex dueños de las oficinas y, a cambio, recibió de Gibbs un anticipo de 40,000 libras esterlinas. Los intereses del Estado, de los Bancos Asociados y de William Gibbs & Co., confluían armónicamente en dos puntos fundamentales: el volumen de producción y el de exportación del salitre. El consorcio controlaría la primera a través de la cuota acordada con cada elaborador en el respectivo convenio o los tributos a la exportación a los productores renuentes a vender sus oficinas para desalentarlos. En los archivos de Gibbs en Londres existen varias constancias de lo anterior, incluso de acuerdos tripartitos, Gobierno, Bancos Asociados y Gibbs, para restringir la exportación durante algunos periodos y mantener elevado el precio. Del

128 tonelaje exportado dependía en definitiva la comisión que William Gibbs & Co. percibiría por la venta del producto, sin competencia alguna en el mercado europeo, y también la utilidad de los bancos tras el depósito de las arcas fiscales de determinadas sumas mensuales, de servir la deuda externa e interna y el empréstito nunca colocado para el rescate de los certificados o bonos emitidos en pago de las oficinas tarapaqueñas. La nacionalización buscaba copar recursos para sacar al país de la bancarrota en que se debatía agudizada por la crisis mundial y la consecuente dificultad de contratar empréstitos que, con garantías hipotecarias sobre las covaderas, habían permitido al Perú vivir durante décadas y emprender su costosa e inadecuada política ferroviaria, causa principal del crónico déficit presupuestario que el partido civilista desde Agosto de 1872 en el poder, se empeñaba superar. Con la producción salitrera en sus manos y habiendo renegociado con Dreyfus su exclusividad para la venta del guano siempre de propiedad del Estado y cuya tendencia a la baja era manifiesta, el gobierno quedaría en situación de regular la ruinosa competencia que hacia el salitre al llamado guano. Podría controlar los precios de los fertilizantes nitrogenados procurando paliar los efectos recesivos de la crisis sobre los mercados internacionales de materias primas. Fuera de los yacimientos de Tarapacá no existían más depósitos salitrales que los ubicados en los sectores bolivianos y chileno del desierto de Atacama. El único riesgo para el control del negocio provenía de los yacimientos bolivianos en manos del Estado y de algunos particulares entre ellos la Compañía del Salitre y Ferrocarril de Antofagasta. Salvo los explotados por ésta, el resto permanecía ocioso; pero existía el riesgo de que puestos en actividad entregaran al mercado seis millones de quintales anuales. A evitar esa contingencia se encaminaron los coincidentes intereses de “La Casa”, del gobierno limeño y el consorcio bancario. En la época que nos ocupa del año 1876, además de los depósitos en el Salar del Carmen y Salinas, pertenecientes a la Compañía del Salitre y Ferrocarril de Antofagasta, había muchos denunciados, muy pocos adjudicados y ninguno trabajando en las vecindades del río Loa, en la pampa de Toco al interior de Tocopilla. Por Decreto de 13 de Enero de 1876 el gobierno de Bolivia convocó a licitación pública para entregar en arrendamiento todas las calicheras no adjudicadas. Dos proponentes presentaron ofertas, triunfando la de Juan Gilberto Meiggs, empresario estadounidense hermano de Enrique, el constructor de líneas férreas en el Perú y Chile, que ofreció arrendarlas por veinte años pagando el canon de 120 000 bolivianos anuales en cuotas mensuales de 10 000, y quedando en libertad para ceder el contrato a terceros de cualquier nacionalidad. El oferente y sus eventuales cesionarios podrían: “….elevar y exportar la cantidad de caliche y salitre que se halle por conveniente y de los depósitos que le plazca sin que esté obligado a trabajar en otros puntos que los que le convenga, debiendo entenderse que los demás depósitos que adquiera según la contrata y los no explotados, quedan amparados por el término de este contrato (20 años)” “Gozando de las mismas garantías tributarias que el Tratado de Límites de 1874, celebrado entre Bolivia y Chile, confería a las empresas de sus nacionales radicados en el departamento del Litoral. Así mismo el gobierno de Bolivia quedaba impedido de producir y exportar salitre por sí o por interpósita persona durante el lapso del arrendamiento”. El negocio fue cerrado y firmado el 18 de Marzo de 1876 mediante escritura pública. La intervención de Gibbs en el arrendamiento de las salitreras bolivianas las podemos resumir en los siguientes hechos: Antes de convenir con los Bancos Asociados la comercialización del salitre, el gobierno peruano dis cutió con Gibbs la opción de entregarle directamente la consignación del producto, función que por décadas ejerció respecto del guano. Los borradores del abortado contrato forman parte del legajo GMS 11.132. Anexado a uno de ellos halló Ronald Crozier el manuscrito sin firma ni fecha, que trascribió en la monografía publicada por la revista “Historia” de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Su texto es el siguiente: “Artículos reservados: Queda estipulado reservadamente, aunque con la misma fuerza legal, que la contrata por escritura pública: 1.- Que la subvención de 10 000 bolivianos al mes que el gobierno del Perú tiene que pagar al de Bolivia por el arrendamiento del Toco, se adelantará al gobierno de Bolivia por la Casa Gibbs, la que se reembolsará de estos adelantos (interés está escrito al margen) de los productos líquidos del salitre, lo mismo que hace con los gastos naturales del negocio en la costa. 2.- El gobierno del Perú se compromete a que todo el salitre que por su cuenta se elabore en Bolivia, sea entregado a la Casa Gibbs en los mismos términos que prescribe la contrata por escritura pública para el salitre que por cuenta del Estado se produzca en el Perú”

129 “En las microfichas del archivo Gibbs, en posesión de la Biblioteca de Humanidades de la mencionada Universidad, pudimos observar el eslabón perdido no descubierto en nuestra investigación de 1981. El manuscrito es un testimonio indubitable de la disposición de la Casa Gibbs a colaborar financieramente para que el gobierno del Perú tomara en arriendo los yacimientos bolivianos y suprimiera su amenaza”. “¿Porque se hizo este intento de triangulación entre Bolivia, Meiggs y Perú”? Existen solo meras hipótesis que luego abordaremos. ¿Porque la Casa Gibbs estuvo de acuerdo en meterse al medio del intrincado juego, cuando sus propiedades salitreras en Tarapacá fueron nacionalizadas? Y aún más no le renovaron en 1861 el contrato de consignación para la comercialización del guano y se lo dieron a comerciantes peruanos. Según el señor Ravest Mora, hubo varias gestiones por parte de William (Guillermo) Gibbs & Co., a fin de restringir la producción de la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta durante 1876 y 1877. “El riesgo concreto para el proyecto peruano era la producción de l a Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta (CSFA) empresa de la que William (Guillermo) Gibbs & Cía. era segundo mayor accionista. Se estimaba en 7 000 toneladas mensuales la capacidad instalada de la nueva planta en suelo boliviano, en Antofagasta, en circunstancias que los Bancos Asociados contemplaban poner alrededor de 26 000 toneladas mensuales en el mercado. Varios archivos de Gibbs acreditan los esfuerzos de la matriz londinense y de su filial en Valparaíso y Lima para obtener que la compañía chilena constriñera su elaboración y restituyera a la filial porteña la exclusividad de la venta del nitrato. Al autor O’Brien se debe el hallazgo de documentos que respaldan su afirmación de haber sido el presidente Pardo, en persona, quien urgió a Gibbs a garantizar el éxito del proyecto limitando la producción de Antofagasta para asegurar el precio del salitre y el resultado financiero necesario para dar término a la expropiación, sin embargo la irreductibilidad de Agustín Edwards les hizo escribir a Londres que procurar alinearlo con las políticas de la Casa “era igual que tratar de casar dos personas a la fuerza”. “La tozudez de Edwards debía corresponder a que no estaba dispuesto a restringir las posibilidades de comercializar el nitrato en momentos en que el volumen de venta y el precio del cobre, mineral del que era el mayor exportador, seguían bajando en los mercados externos”. (Una cómoda explicación a su verdadera intención de ayudar a Chile en sus planes belicistas.) A comienzos de 1878 los hombres de Gibbs en la CSFA reforzaron sus intentos debido a que William Gibbs & Co. estaba entonces empeñada en asumir la gestión dejada por el consorcio de bancos, lo cual le permitiría recobrar la exclusividad de la comercialización del nitrato de sodio. El Presidente Mariano Ignacio Prado había desahuciado el convenio con los Bancos Asociados y por consiguiente la filial de Gibbs en Lima había perdido su condición de agente de ventas. Es indudable que el uso de la triangulación para el establecimiento del monopolio en la comercialización del salitre fue un procedimiento usado para disfrazar la conducta de la Casa Gibbs que pudiera ser considerada no ética por cuanto por un lado a través de Hicks se oponía tenazmente al gobierno de Bolivia en su intento de i mplantar el famoso impuesto de los 10 centavos y en el lado opuesto al mismo tiempo, apoyaba al gobierno peruano en su afán de controlar toda la producción del salitre ubicado en las costas bolivianas, para lo cual era indispensable ponerse en contra de los intereses en su propia empresa antofagastina al limitarla en su producción. Actitud que sería muy descalificada en la Gran Bretaña. Las negociaciones entre Gibbs y el gobierno peruano para renovar el contrato de envío y comercialización del salitre no llegaron a buen puerto y se rompieron en Marzo de 1878. La principal discrepancia fue que el gobierno peruano deseaba en 1878 un acuerdo que abarcara mucho más que considerar solamente el envío y la comercialización por una parte y el servicio del pago de los certificados emitidos por la otra, los dos pilares del primer contrato. La posición impredecible de la Casa Gibbs en cuanto a su posición ante el gobierno peruano apoyando decididamente la expropiación de las minas de salitre en Tarapacá para llegar a un monopolio estatal de la propiedad que obligara a establecer otro monopolio mundial en la comercialización de este recurso y la posición asumida por esta Casa en la empresa del Salitre y Ferrocarril de Antofagasta de la cual era dueño del casi 25% del capital, podemos explicarla en gran parte conociendo los antecedentes de Sir Henry Hucks Gibbs, ya socio mayoritario y máxima autoridad de la Casa Gibbs, a continuación notas sobresalientes de la biografía de este importante y singular hombre de negocios. Sir Henry Hucks Gibbs, nacido el 31 de Agosto de 1819 en Poxis Place, St. George the Martys, Londres, fallecido el 13 de Septiembre de 1907, en Aldenham House, Aldenham, Hertfordshire. Fue enterrado el 18 de Septiembre de 1907 en Aldenham House. Fue elevado a 1er Baron Aldenham, of Aldenham, Hertfordshire, Great Britain el 31 de Enero de 1896 Fue educado en el Rugby School, en Rugby, Warwickshire. También en el Colegio Exeter de la Universidad de Oxford, de donde se graduó en 1841 con el grado de Bachiller en Artes. Se graduó de la Universidad de Oxford en 1844 con el grado de Master en Artes. Fue socio de la firma

130 Antony Gibbs & Sons. Fue Director del Banco de Inglaterra entre 1853 a 1901. En 1875 llegó a Socio Senior en Antony Gibbs. Ocupó la oficina de Gobernador del Banco de Inglaterra de 1875 a 1877, contando con el apoyo del grupo Rothschild, los mayores aportantes de oro a este Banco tutelar. Perteneció a varias sociedades de arte como de ciencias. Fue Miembro del Parlamento por el Partido Conservado r de la ciudad de Londres entre 1891 y 1892. Se casó el 6 de Mayo de 1845, en Thorpe, Surrey, con Louisa Anne Adams, nacida en esa región. Cuando su tío William se retiró de la administración de Antony Gibbs & Sons en 1858, Henry Hucks se hizo cargo de la misma. Su tío William mantenía a modo de capital un depósito de un millón doscientas mil libras que generaba un interés anual que pesaba fuertemente en la liquidez de la firma, Henry Hucks pidió que su tío bajara el depósito a un millón de libras y decidió re direccionar el negocio hacia el campo de la banca comercial y los seguros, una vez que el contrato de consignación del guano no fuera renovado por el gobierno peruano en 1861. Se atribuye a la política extremadamente cautelosa que ejerció William lo que permitió que se perdiera la opción de continuar con el negocio más rentable que haya acometido la casa londinense. Henry Hucks intentó reasumir otro liderazgo en el monopolio de la comercialización del salitre ubicado también en el Perú como en Bolivia, pero esta vez los acontecimientos propios de las repúblicas de Suramérica lo impidieron. A finales de 1880, el Banco Barings tuvo serios problemas por la excesiva exposición de la deuda argentina y la uruguaya. En 1890 el presidente argentino Miguel Juárez Celman, se vio obligado a dimitir después de la Revolución del Parque, cuando Argentina estaba cerca de incumplir con su deuda. El Barings tuvo que ser rescatado por un consorcio organizado por el entonces gobernador del Banco de Inglaterra, William Lidderdale, con los consorcios comerciales encabezados por Henry Hucks Gibbs, ex gobernador y director por muchos años del Banco mencionado, y con toda su familia inmediata. Esta crisis se conoció como el PÁNICO de 1890. Otra acción destacada de Henry Hucks Gibbs en 1901, en las postrimerías de su vida, fue cuando Chile y Argentina estaban al borde de una guerra. Chile estaba muy preocupado por la capacidad de su armada para contrarrestar a los cruceros acorazados argentinos, Rivadavia y Moreno en construcció n en Italia. Chile se inclinó por construir dos buques bajo diseño pedidos a la Gran Bretaña, su antiguo aliado en la Guerra del Pacífico. Los buques serían el Constitución a fabricarse en Elswick y el Libertad en Barrow-in-Turness. Los británicos los consideraban acorazados de segunda clase por cuanto eran más largos y estrechos, para que sean capaces de encajar en el dique seco en Talcahuano. Como resultado del Pacto de Mayo, que terminó con las tensiones entre ambas naciones, Argentina vendió sus dos cruceros acorazados que estaban en construcción en Italia, al Japón. También Chile puso sus acorazados en construcción a la venta, pero Gran Bretaña no estaba interesada, pero sí el Imperio Ruso que podía usar los mismos contra Japón con el cual litigaba por el dominio de algunas islas. En esos momentos interviene Antony Gibbs & Sons al mando de Henry Hucks, operación en que intervienen sus hijos Alban y Vicary, parlamentarios por la ciudad de Londres, debido al delicado estado de salud que enfrentaba su padre. A consecuencia de ello ambos pierden sus escaños al estar prohibidos como parlamentarios en intervenir en asuntos de negocios que los involucran. En conclusión Antony Gibbs & Sons, ofrece financiar la compra de los dos buques chilenos al Ministerio de Marina Británico, operación que se concluye el 3 de diciembre de 1903 por la suma de 2 432 000 libras esterlinas. El Constitución se convirtió en 1904 en el “Swiffsure” y el Libertad en el HMS “Triumph”. Como corolario de esta operación, tanto Alban como Vicary, los hijos de Henry Hucks, intervienen en nuevas elecciones en que Alban recupera su escaño mientras que Vicary pierde las elecciones. A pesar que Henry Hucks tuvo una gran educación y un brillante papel en las finanzas de su nación, la suerte que tuvieron su padre y su tío no se le presentó y al final tuvo que llevar a cabo un papel prudente no lejano al de su tío William al que tanto criticó. Pero tuvo que enfrentar una dura prueba personal al momento de decidir entre los intereses de su reino, seriamente afectados por las políticas estatistas del gobierno del Perú, que tenía entre sus planes expropiar todas las minas de salitre en Tarapacá, y crear monopolios que controlaran el precio de estos recursos, abandonando el sagrado principio de la oferta y la demanda, actitud de la cual podría contagiarse el gobierno de Bolivia, ya comprometido en esta alianza con el arrendamiento de sus yacimientos no explotados en el desierto de Atacama que pasarían prácticamente a control del gobierno peruano y, más aun, que esta situación podría a llegar a ser una plaga mundial, alentada por las nacientes ideologías marxistas de la época. En realidad había una seria amenaza a los intereses imperiales de la Gran Bretaña. Por otro lado Henry Hucks, que fue en parte artífice del boom del guano y espectador del fantástico crecimiento de la fortuna de su tío William, veía la oportunidad de crear una segunda era de

131 fortuna y poder mediante el monopolio en la comercialización del salitre recurso natural que le iba ganando terreno al guano en cuanto a posibilidades de éxito en el futuro, y cuyos beneficios fortalecerían en esta ocasión la posición económica, social y política de Henry Hucks y su familia, la cual no fue gran beneficia da del mágico manto de riqueza que dejó el acumulado excremento que aportaron las aves guaneras peruanas. El I Barón Aldenham Henry Hucks Gibbs y su esposa Louisa Anne Adams, tuvieron siete hijos: El primogénito II Barón de Aldenham, Hon Alban George Gibbs, nacido el 23 de Abril de 1846 en Aldenham, Hertfordshire, Inglaterra y fallecido en 1936 en la misma localidad. Asume como socio gerente en Antony Gibbs & Sons. Parlamentario por la ciudad de Londres. Fue Director del Bank of Australasia, de la Compañía de Seguros The Guardian y de la Eastern and Australia Steamship Co. Se casó con Bridget Beresford-Hope y tuvieron como primogénito al III Barón de Aldenham, Gerald Henry B Gibbs, socio de Antony Gibbs & Sons. LA DECISIÓN DE GIBBS El nuevo acuerdo propuesto por el gobierno peruano consideraba que la casa Gibbs se hiciera cargo de la emisión de bonos por seis millones de libras esterlinas, de los cuales cuatro millones se destinarían para pagar por las plantas de nitrato de sodio nacionalizadas, un millón para trabajos públicos de inversión y el otro millón quedaría en manos de Gibbs como garantía de los adelantos de dinero que hiciera. Gibbs quedaría a cargo del 100% de la comercialización del nitrato producido y se establecería un límite a la producción del mismo entre 5 y 5.5 millones de qq. al año (entre 227 273 a 250 000 toneladas). Se concluye proponiendo de que en caso que los ingresos por ventas del nitrato por Gibbs, no cubrieran sus adelantos, el gobierno peruano reembolsaría a la firma con otras fuentes de ingresos, pero solo como resultado que el consumo fuera más bajo que la producción. Esta nueva proposición resultó inaceptable para los Gibbs. Era imposible manejar una nueva emisión de bonos por parte de los Gibbs, cuando el estado peruano estaba totalmente desacreditado por la cesación de pagos de su deuda y por los tropiezos sufridos en el contrato Dreyfus y en cuanto al fracaso de Meiggs en la construcción de los ferrocarriles. No había garantías en cuanto al precio del nitrato y una v aga promesa de utilizar fuentes alternas de ingresos, que en la realidad no existían. La fe terminó por perderse cuando se firmaron una gran cantidad de acuerdos con contratistas de producción y para rematar el hecho del gran éxito alcanzado por la Compañía del Salitre y Ferrocarriles de Antofagasta manejada por sus socios chilenos. Pero muy en el fondo se despertaba el temor de una guerra por la posesión del salitre y que los siempre bien informados Gibbs ya sabían de las intenciones oscuras de los chilenos lo que constituía un riesgo imposible de afrontar para aceptar las frágiles promesas peruanas. Tanto para el gobierno peruano como para Gibbs, quedó en claro que las anheladas épocas de la consignación del guano en el periodo del boom de este fertilizante, que generó la cuantiosa fortuna de Antony Gibbs & Sons y los superávits fiscales alcanzados al final de esa década dorada, que permitieron una economía floreciente y segura al estado peruano, eran cosa del pasado y que la historia impediría su repetición. Había llegado el momento de que la familia Gibbs, rediseñara su estrategia en la convulsionada zona del pacífico sur de Sudamérica donde aparecían los vientos de guerra, situación de la que estaban muy bien informadas las filiales de los Gibbs, tal como lo declaró Henry Hucks Gibbs, socio principal de la matriz londinense. Es momento de destacar que los Gibbs lograron poner a gente de su entorno y de plena confianza al frente del manejo financiero como económico de la república peruana, pues el Ministro de Hacienda en los años 1977 a 1979 en el gobierno de Mariano Ignacio Prado Ochoa, era nada menos que José María Quimper Caballero de las Llamosas, cuñado de Teodoro Millán Murga Murguía, hermano de María Francisca la esposa de Octavius Charles Crawley-Boevey, primo en primer grado de Henry Hucks Gibbs, al mando de Antony Gibbs & Sons. Para completar el “team” estaba como Tesorero de la Nación, Julio Pflücker Rico, hijo de Carlos Reinardo Pflücker Schmiedel, que fue el primer gerente en la sucursal de Guayaquil de la filial de Gibbs, Crawley, Moens & Co., con sede en Lima, en la que posteriormente Carlos Reinardo fue socio, trabajando en ventas. ¿Quién dirigía la economía peruana, los Gibbs o el gobierno de Prado? Por ello era manifiesta la perseverancia de Henry Hucks Gibbs en continuar sus esfuerzos para obtener el monopolio en la comercialización del salitre peruano-boliviano, que se consideraría una operación semejante a la de la consignación del guano que cambió la historia y la fortuna de la Casa Gibbs, pero que esta vez beneficiaría a los descendientes del hermano mayor de William, que poco recibieron de las ganancias obtenidas con el guano peruano, a lo que se sumó que su tío William cedió en el año de 1875 todo su capital en Anthony Gibbs & Sons a su sobrino Henry Hucks, quien ya administraba el negocio desde al año 1858. La venta se hizo

132 a un plazo de veinte años con un interés del 5% anual. No contamos con la cifra exacta de la operación pero de todas manera era una gran carga para Henry Hucks. Con el apoyo de su gente infiltrada en el gobierno en Lima, las posibilidades de alcanzar el éxito en esta titánica tarea de obtener el monopolio en la comercialización de todo el salitre del Perú y Bolivia, no estaban lejanas. Pero es también muy importante resaltar que los empresarios londinenses gozaron de información tan privilegiada que el jefe de la Casa Gibbs advirtiera al Foreign Office en Londres, “que no sucede nada en el Pacífico Sur sin que su firma no esté al tanto”. Sin embargo esta insustituible información que recibían fue la fuente garantizada que los llevó a tomar decisiones drásticas ante el inicio de la llamada Guerra del Pacífico, virando su rumbo hacia el sur. Mas, no era Antony Gibbs & Sons, la única aspirante a adjudicarse el contrato fiscal que permitiría manejar el universo de la industria salitrera; la Peruvian Guano Co. Limited, integrada por inversionistas europeos y peruanos también pugnaba por lograrlo, a la par que competía con Dreyfus en la venta del guano en Europa y Norteamérica. Los rivales llegaron a un acuerdo confidencial cuyas bases están entre los archivos GMS 11.471/5. “La Casa retiraba su postulación dejando a su ex antagonista el camino libre a trueque de ciertas condiciones, la principal de las cuales era ser la única consignataria del nitrato”. Lo que viene a continuación es una serie de referencias de la correspondencia entre la matriz y sus filiales, extractadas por los investigadores chilenos que revisaron los archivos de Gibbs en Londres, los cuales confirman que la filial peruana mantenía su férrea intención de intentar obtener el monopolio mundial en la comercialización del nitrato producido en las costas peruanas y bolivianas, aún a través de la empresa adjudicataria por el gobierno peruano. Gibbs al no haber conseguido la buena pro directamente del gobierno al no aceptar los términos impuestos por Lima en la última negociación directa, necesariamente enfrió el entusiasmo inicial hasta llegar a una posible decepción, sin embargo, el recuerdo de lo logrado co n el guano y la consignación en sus manos, aconsejó mantener siempre una ventana abierta que pudiera conducir a la firma a una nueva época dorada que la favoreciera nuevamente con beneficios enormes capaces de acrecentar su capital en millones de libras. Pero estos últimos esfuerzos, un tanto desesperados, no borraban las serias dudas que ya aparecían en el entorno que obligó a concentrar los esfuerzos en la estrategia a seguir para proteger los intereses de la casa Gibbs en la región y casi olvidar los sue ños de metas ambiciosas a considerar. Los párrafos citados de numerosas cartas enviadas por la matriz a sus filiales sobre el intento de poner tope a la producción de salitre en la empresa antofagastina de la cual era aún importante socio minoritario, a fi n de obtener tristemente un acuerdo de comercialización de la empresa adjudicataria, en realidad no trasuntaba las verdaderas intenciones de la casa Gibbs, en cambio en el fondo se percibía una débil postura que se asemejaba a una posición de seguir actuando sin llegar a tomar acciones definitivas a la espera que los desenlaces políticos, económicos, empresariales y principalmente militares, maduraran. “Hemos llegado a un acuerdo con el grupo J.T. Canevaro (Peruvian Guano Co.). Convinimos provisoriamente suspender acciones tendientes a obtener del Gobierno Peruano la consignación del nitrato de soda, recibiéndola permanentemente de ellos.” Henry Hucks Gibbs, el jefe de la matriz londinense de Gibbs, por carta del 16 de Abril de 1878, informa a la rama chilena que en reunión celebrada con el representante de la Peruvian Guano (De Laski), había aquel demostrado: “gran preocupación por la posición que como competidora podría tener la Compañía de Antofagasta. Inclusive intentó colocar como intención que nosotros (Gibbs), de alguna manera y a cualquier precio, asumiéramos el control de la Compañía para los efectos de limitar su producción a una determinada cantidad”. Henry Hucks Gibbs le había explicado que la participación accionaria de su Casa en la empresa chilena (25%) no le permitía imponer decisiones, pero que pensaba en que “sería una sabia medida de parte de la Compañía de Antofagasta allanarse a algún arreglo”. Y prosiguiendo con la información a sus subordinados razonó diciéndoles que el negocio a emprenderse en Perú: “permitirá a la Compañía de Antofagasta obtener condiciones muy favorables a cambio de su cooperación. Por otra parte, la Compañía no

133 debería olvidar que si estira demasiado la cuerda terminará indefectiblemente por cortarla. Y esto sucederá si incrementa su producción a un extremo en que haga imposible, para quienes lleguen a manejar el negocio del salitre peruano mantener los precios en un nivel tan satisfactorio como el actual.” Pero el más poderoso argumento que veladamente les sugirió esgrimir para doblegar a la mayoría en el directorio de CFSA fue: “la hostilidad que la Compañía se acarrearía de parte del Gobierno peruano, susceptible de traducirse en intrigas interminables entre ese Gobierno y el de Bolivia, a menos de allanarse a algún acuerdo”. “Sabemos ya que el Congreso boliviano ha autorizado al Ejecutivo a imponer un impuesto de 10 centavos por quintal al nitrato de Antofagasta, y pensamos en que el peligro de que los privilegios de la Compañía sean violados con mayor intensidad, aumentará en la proporción en que aumente el interés de un gobierno vecino porque deban serlo” Estos párrafos hacen ocioso todo comentario; mas no lo es rememorar lo que doce años más tarde dijo su autor al Foreign Office, molesto por el apoyo brindado en Chile a John North, “el Rey del Salitre”: “Espero que el Foreign Office no olvidará que mi Casa sabe realmente todo lo que puede saberse acerca de la costa occidental de S. América”. ¿Qué sabía “el jefe de la Casa” en 1878 sobre el origen del tributo y los intentos belicistas de Chile? ¿Debe suponérsele mejor informado que Thomas Comber, presidente de la CFSA tras el fallecimiento de Edwards, y de George Hicks, el administrador de la oficina de Antofagasta, quienes presumían que el impuesto era el resultado de intrigas del gobierno peruano? En el párrafo siguiente Henry Hucks Gibbs continuó señalando: “que siendo importante para la Compañía de Antofagasta llegar a un acuerdo equitativo para los tenedores de bonos del salitre peruano, dijimos al señor de Laski que sin embargo de que no podíamos pretender controlar las decisiones de la Compañía, él y sus amigos (la Peruvian) deberían asumir y confiar en que ejerceríamos nuestros mejores oficios y toda la influencia que pudiéramos, en orden a procurar, si fuese posible, lograr un acuerdo satisfactorio para ellos”. Henry Hucks Gibbs escribió una carta para explicar el telegrama urgente que envió a su filial William (Guillermo) Gibbs y Cía., telegrama que debió llegar en clave dada la confidencialidad del texto: “Estamos en negociaciones por todo el nitrato de sodio a nuestra consignación Europa. Tal monopolio en nuestras manos muy importante para Compañía de Antofagasta, pero negociaciones en peligro de quiebre si Compañía Antofagasta no accede limitar producción a 5 000 toneladas mensuales. Estamos de acuerdo condiciones que consideran interés accionistas. Siguen palabras ilegibles aparentemente relativas a los directores por la parte de Edwards en la CFSA). Respondan de inmediato por telégrafo su decisión o condiciones. Lo siguiente es privado y confidencial. Hemos llegado a acuerdo con el grupo Canevaro. Convenimos provisoriamente suspender acciones relativas competencia consignación del salitre del Gobierno, recibiéndola permanentemente de ellos”. El directorio en mayoría decidió rechazar la solicitud de fijar en 5000 toneladas el máximo de la producción mensual. Henry Hucks Gibbs no desesperó. Entregó a De Lasky un contraproyecto que responsabilizaba a su Casa de la producción antofagastina. En reemplazo se obligaba: “hacer sus mayores esfuerzos para procurar, durante la vigencia del acuerdo con la Peruvian Guano Co., que la exportación del salitre por la Compañía de Antofagasta no exceda, en ningún año, de un quinto de la cantidad consumida mundialmente en el año anterior, y a empeñarse en

134 inducirla a limitar su producción a 5 000 toneladas mensuales durante los primeros doce meses del citado acuerdo”. La Peruvian Guano Co. aceptó esta transacción; el directorio de la CFSA debió pronunciarse en mayo sobre la solicitud de reconsideración del acuerdo anterior pedida por William (Guillermo) Gibbs & Co. En nota separada “el jefe” le escribió estas frases demostrativas de su pragmatismo: “Pensamos en que lo anterior (la base entregada a De Lasky) es todo cuanto podemos hacer teniendo en consideración nuestro relativo interés en la Compañía de Antofagasta. En otras palabras, si así lo dispusiéramos, mañana podríamos vender nuestras acciones y lavarnos las manos de toda obligación bajo esta cláusula”. En realidad en 1879, William (Guillermo) Gibbs y Cía., apenas contaba con el 6.38% del capital de la Compañía del Salitre y Ferrocarriles de Antofagasta, cuando en 1876 ese porcentaje llegaba al 37.56% de dicha empresa. En consecuencia a Gibbs no le interesaba participar asociado a Edwards. Pero, la gran pregunta es que si en 1876 con un porcentaje algo inferior que el de Edwards ¿pudo obtener el control y consolidar rápidamente la nacionalización por parte del gobierno peruano de la industria salitrera con la consiguiente obtención del monopolio mundial del nitrato de sodio? Si lo hubiera hecho, el gobierno chileno se despojaba de su gran y único pretexto para justificar la invasión a Antofagasta, el renombrado impuestillo de los diez centavos por quintal a la producción del salitre, que muy fácilmente el gobierno peruano hubiera evitado dada su condición de aliado con Bolivia. ¿Fue que Gibbs evitó mover esta ficha que aseguraba el jaque mate o fue Edwards el obstáculo infranqueable por ser más un agente del gobierno chileno que un empresario en la CSFA? El Directorio reiteró una negativa, incluyendo la de entregar a Gibbs la consignación del nitrato antofagastino. En la sesión de Junio el director Brice Miller volvió a la carga aduciendo que para el negocio en Perú la “limitación era esencial” porque debían adelantarse grandes sumas de dinero al gobierno. Expresó que no se trataba solamente de un negocio de Gibbs sino de varias firmas inglesas, añadiendo que: “que si bien para Antony Gibbs & Sons era suficiente garantía la disposición demostrada por el Directorio de la Compañía de Antofagasta, los asociados de aquella exigen que esa buena disposición conste de un acto oficial. Propuso, por tanto, aclarar los acuerdos de 15 de Abril y 13 de Mayo”. Por unanimidad el directorio adoptó este acuerdo, cuya redacción propuso Miguel Saldías: “Que el límite de producción en 7 000 toneladas mensuales fijado por los acuerdos de 15 de Abril y 13 de Mayo para asociarse al monopolio no se entiende de una manera de finitiva sino que podría reducirse esa limitación a 5 000 toneladas mensuales cuando se haya de fijar las demás condiciones del arreglo y se conozca las bases según las cuales se establece el monopolio y aun cuando no se pueda contraer por ahora obligación determinada, se halla, sin embargo (el directorio), en el caso de manifestar que la Compañía propenderá al establecimiento del monopolio limitando su producción en proporción equitativa”. “La Casa” felicitó a su filial porteña de haber logrado convencer al resto de los directores de la CFSA que “no pueden comerse su pastel y conservarlo”. En realidad ni siquiera lo habían mordido: estaban conscientes de que el establecimiento elaborador era incapaz de producir 7 000 toneladas mensuales. En ese año 1878, lo mismo que en los seis siguientes lograrían un promedio mensual de 4,780 toneladas. Por lo demás, a esas alturas el pastel era incomible para todos; el Presidente peruano Prado había adjudicado el negocio al Banco La Providencia y este lo había transferido de inmediato a la sociedad creada para tal efecto, La Compañía Nacional del Salitre, más tarde Compañía Salitrera del Perú. La consignación fue entregada a James Sawers & Co. y, tras su quiebra, a Graham Rowe & Co. que llegó a un acuerdo con Antony Gibbs & Sons. Según manifestó a Londres un miembro de William (Guillermo) Gibbs & Co.: “Los directores (de la CFSA) están plenamente conscientes del hecho que su negativa a colaborar en llevar adelante el monopolio peruano puede atraerles las hostilidad del Gobierno y nosotros pensamos que, hasta cierto punto, ellos atribuyen a intrigas del gobierno peruano el último atentado del gobierno boliviano de imponer un gravamen de exportación de 10 centavos por quintal. Pero aparentemente sienten que esos o similares atentados, no se llevaran a efecto en la medida en que puedan contar a través del partido de Edwards (el Nacional o Montt-varista). Por tanto, al no temer esta posible hostilidad no están llanos a variar sus tácticas”.

135 Es evidente el beneficio que para el joint venture Peruvian Guano, Antony Gibbs & Sons, reportaría el que Bolivia incrementara a la CFSA el costo de su salitre puesto a bordo. De ahí las dudas sobre la sinceridad de las expresiones epistolares de “la Casa” acerca del abominable atentado del Gobierno de Bolivia en contra de los privilegios de la empresa chilena”. ¿Fue el impuesto de los diez centavos una determinación del gobierno boliviano o peruano? Su aplicación rebasa las consideraciones de la mediocridad de sus gobernantes o la inmadurez de los legisladores, o cualquier otra calificación sobre el aspecto humano de los que tuvieron a cargo la aplicación de esta medida tan absurda. Bolivia dentro de sus agudas limitaciones estructurales obtuvo un resonante éxito al negociar con Chile un Tratado de Límites en 1874, que definitivamente garantizaba su salida al océano pacífico, aunque tuviera que ceder abundante soberanía en aspectos tributarios y administrativos y compartir los beneficios que se obtenían por la explotación de sus legítimos recursos. Si accedió a estas limitaciones era porque estaba consciente de su debilidad militar y naval frente a Chile. Es inexplicable la actitud posterior de buscar una colisión frontal, arrogantemente impuesta a la empresa que sin duda estaba directamente amparada por las regulaciones aceptadas en el Tratado. Por otro lado el Perú pudo actuar para frenar esta intención irrazonable de los bolivianos, advirtiendo que de exponerse Bolivia a un enfrentamiento armado con Chile, el Perú actuaría en lo referente al Tratado Defensivo, aplicando el artículo III del mismo que a letra dice: “Reconociendo ambas partes contratantes que todo acto legítimo de Alianza se basa en la justicia, se establece para cada uno de ellos respectivamente, el derecho de decidir si la ofensa recibida por la otra esté comprendida entre las designadas en el artículo anterior”. De hecho el provocar abiertamente por una parte a un tercero para iniciar un conflicto bélico no obliga a la otra al cumplimiento de lo acordado, más precisamente si la parte que provoca es advertida formalmente por su aliado que no se vería obligado a honrar el compromiso. Bolivia se vería sola en su aventura y ello hubiera impedido su precipitación en la ejecución del cobro del impuesto. Sin embargo Perú actuó después de que Chile invadió Antofagasta, enviando a su ministro señor Lavalle a Santiago para tratar de parar la continuación de hostilidades y que Chile devolviera Antofagasta. Era demasiado tarde para Bolivia, y Perú cayó en la trampa, pues cuando el Perú le informó oficialmente sobre el Tratado con Bolivia, Chile le declaró la guerra. ¿Puede haber coherencia en el proceder de ambas repúblicas? Ninguna. La explicación más acertada es la de suponer de que el impuesto fue fabricado por el agresor seguramente muy bien asesorados por la inteligencia británica, pues debía encontrar la forma de justificar romper el Tratado de Límites con Bolivia de 1874 y proceder a invadir su territorio que le ofrecía las riquezas necesarias para prevalecer como un estado independiente, y acercarse al Reino Unido, debilitando la actitud pro estatista del gobierno peruano que además patrocinaba el enfrentamiento contra el libre comercio y la ley de la oferta y la demanda mediante el establecimiento de monopolios que controlarían el precio mundial por la vía de limitar la producción. Pero la realidad era que los temores de la primera potencia económica de la época sobre la actitud del gobierno peruano de poner en práctica políticas sostenidas por la más radicales teorías socialistas o comunistas, y que no se habían consumado en esa época previa a la revolución marxista en Rusia, ponían en grave riesgo el panorama mundial dominado por las practicas del capitalismo sostén de los imperios establecidos que debían enfrentar estas amenazas con la mayor rudeza y firmeza posible. Hilarión Groselle Daza, nació en la ciudad de Sucre, Bolivia, un 14 de Enero de 1840. Su padre era italiano de familia humilde originario de Piemonte, pero su hijo Hilarión adoptó el apellido materno Daza. Gracias a los esfuerzos económicos de su padre ingresó muy joven a las filas del ejército donde realizó una labor aceptable. En 1870 inició su carrera política sublevándose contra su protector el demente mandatario Mariano Melgarejo. A consecuencia del asesinato del presidente Agustín Morales en 1876, asumió el poder. Fue confirmado como Presidente Constitucional, gracias a la dación de una nueva Constitución en 1878 que le amparaba para ejercer durante un periodo de cuatro años. Fue precisamente en el desarrollo de la Asamblea Constituyente que preparaba la nueva Constitución de 1878, es que por una ley de dicho cuerpo legislativo se aprobó recién el acuerdo firmado en 1874 con la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta, que aún no estaba vigente porque no fue ratificada por el congreso boliviano. Pero esta ratificación traía una condición la de hacer efectivo como mínimo un impuesto de diez centavos por quintal de salitre exportado. Es pues muy llamativo que la Asamblea Constituyente que

136 preparaba una constitución hecha a la medida del general Hilarión Daza que usurpaba el poder desde 1876, creará dicho impuesto que colisionaba con el Tratado de Límites con Chile de 1874 y que Bolivia no tomara en cuenta el gran riesgo que corría con esta medida. El impuesto en realidad favorecía nítidamente a los planes expansionistas de Chile, pues le daba la llave para justificar su futura agresión. No es posible que el presidente Daza que ya llevaba casi dos años en el gobierno y tuvo que afrontar las presiones del vecino que incluso manifestaba su intención de comprar todo el desierto de Atacama a cambio de unas monedas y que practicaba una política armamentista importante, no pudiera rechazar las intenciones de la Asamblea Constituyente. Su silencio al respecto podría ser la afirmación que en realidad patrocinó la medida impositiva en colusión con el gobierno chileno. Si unimos este hecho a toda la actuación que le cupo desempeñar al presidente Daza durante el desarrollo de los inicios de la llamada guerra del Pacífico, y las conclusiones de grandes investigadores como historiadores bolivianos que lo señalaron como un vil desleal que se vendió por dinero, tal como lo explicamos en el capítulo correspondiente al desenvolvimiento de la guerra, no es aventurado afirmar que el impuesto famoso de los diez centavos fue creado a instancias de Chile, utilizando a personajes de primer nivel en la política pero permeables al soborno y dispuestos a la traición. No es de extrañar tampoco, la actuación del presidente peruano Prado que no intervino para parar las acciones temerarias de la Asamblea Constituyente de Bolivia, cuyas consecuencias podrían acarrear un conflicto armado con Chile que comprometiera al Perú debido a su alianza secreta con su vecino , La actuación del Presidente Prado es tan cuestionable como la de Daza. Figura en el testamento del notable empresario chileno Agustín Edwards Ossandón, como deudor de un a importante suma de dinero y ,al inicio del conflicto armado con Chile, abandonó su patria en el momento que más lo necesitaba con un pretexto banal y acusado de llevarse consigo objetos de valor que muchos ciudadanos angustiados por la situación se desprendieron ejemplarmente. No utilizó las cláusulas de salvaguarda que el Tratado Defensivo firmado con Bolivia consideraban y que eran, en el caso del impuesto al salitre, aplicables por el Perú. Ello posiblemente no hubiera detenido a Chile, pero le hacía casi imposible justificar la agresión contra Perú. Ambos presidentes más que aliados entre sí lo eran de Chile, facilitando sus planes tenebrosos.

LA FAMILIA EDWARDS OSSANDON La familia Edwards es una reconocida familia chilena de origen inglés que ha dado numerosas personalidades en el ámbito político, empresarial y cultural de Chile. Fue fundada por el marino inglés George Edwards Brown, quien llegó a La Serena Chile en 1804 desertando del buque pirata inglés Blackhouse, donde se desempañaba como aviador y barbero. Según la historia familiar la tripulación del barco se encontraba en pleno saqueo de La Serena cuando George Edwards conoce a Isabel Ossandón de quien quedó enamorado. Así decide desertar junto a otros tres compañeros piratas escondiéndose en tinajas de vino en casa de Diego De Ossandón soldado español, padre de la joven. Los piratas estuvieron buscándolos durante tres días pero al no encontrarlos y ante la llegada de refuerzos de tropas españolas huyeron hacia el norte siguiendo con sus tropelías. Una vez que se fueron los piratas ingleses, George Edwards fue detenido por las autoridades españolas y enviado al Callao donde estuvo preso por dos años. Una vez libre volvió a La Serena donde se casó con Isabel Ossandón Iribarren en 1806. Radicado en Chile se dedicó a apoyar la causa patriota razón por la cual se le dio la ciudadanía chilena. Se dedicó a diversas actividades ligadas al financiamiento de pequeños mineros en la zona de Coquimbo y Vallenar. De su matrimonio tuvo los siguientes hijos: 1.- Joaquín Edwards Ossandón. Nació en La Serena el 23 de Agosto de 1808 y falleció en la misma ciudad el 7 de Noviembre de 1869. Casó en 1842 con Margarita Garriga Argandoña, con quien tuvo doce hijos, uno de ellos fue Joaquín Edwards Garriga padre del escritor Joaquín Edwards Bello. 2.- Teresa Edwards Ossandón, nacida en La Serena el 1 de Junio de 1810, fallecida en 1844. En segundas nupcias, ya viuda se casa con el marino estadounidense Paul Hinckley Délano con quien tuvo 14 hijos. 3.- Juan Bautista Edwards Ossandón, nació en La Serena el 23 de Junio de 1811, casó en 1845 con Josefa Argandoña Shee y tuvieron ocho hijos. 4.- Santiago Edwards Ossandón, nació en La Serena el 6 de Septiembre de 1812, casó en 1835 con Jesús Garriga Argandoña, con ocho hijos.

137 5.- Carmen Edwards Ossandón nació en 1813, se casó en 1829 con el come rciante escocés David Ross. 6.- Agustín Edwards Ossandón, de quien continuaremos ocupándonos, fue banquero y político, su hijo hereda su imperio económico y el diario El Mercurio. 7.- José María Edwards Ossandón, nació en La Serena, el 15 de Septiembre de 1815, se casó en 1839 con Mercedes Amenábar, sin sucesión. 8.- Jacoba Edwards Ossandón, nacida el 17 de Enero de 1818. En 1832, a los catorce años se casa con el estadounidense Tomás Farleton Smith, con quien tuvo ocho hijos. En cuanto a José Agustín de Dios Edwards Ossandón, de quien nos ocuparemos con mayor detalle, nació en La Serena el 2 de Abril de 1815 y falleció en Klimache el 2 de Enero de 1878. Se casó con Juana Ross Edwards, su sobrina carnal, hija de su hermana Carmen, con quien tuvo siete hijos, entre ellos Agustín Edwards Ross. Solo llegaron a edad adulta tres de ellos

Foto 77

Foto 78

Agustín Edwards Ossandón. Principal empresario y banquero de Chile en su época A partir de 1837 traslada su residencia y centro de operaciones a la ciudad de Copiapó, capital del mundo minero en ese entonces. Amplía sus negocios a realizar avances y préstamos no solo a mineros sino también a comerciantes navieros, a la compra-venta y metalurgia de minerales, tanto de plata como de cobre. Rápidamente Agustín Edwards se convirtió en el principal financista del mundo mercantil y minero de Copiapó, llegando a punto de evitar que algunos comerciantes pudiesen aumentar sus ganancias negándoles créditos que les permitiesen realizar aumentos de capital o contratar fletes para traer mercancías. Funda la Casa Edwards y Cía. con sede en Copiapó con un capital de 300 000 pesos, dedicada a los préstamos. En 1851 se radica en el puerto de Valparaíso, en ese entonces el principal puerto chileno y del Pacífico Sur, donde establece una filial de su casa y la Casa Comercial Thomas Smith propiedad de su cuñado, casado con Jacoba Edwards Ossandón. El 1 de Enero de 1867 Agustín Edwards constituyó oficialmente el banco, organizando la Casa Bancaria Agustín Edwards y Cía., o Banco Agustín Edwards y Cía., siendo sus principales socios parientes cercanos. El Banco Edwards en ese entonces se situó en el tercer lugar de los bancos más importantes de Chile. Según el estudio de Ricardo Nazer Ahumada, sustentado por documentos legales depositados en el Archivo Nacional de Chile, explica lo relacionado a la fortuna y testamentos de Agustín Edwards de forma minuciosa. Tomaremos las partes destacadas para nuestro trabajo. El 2 de Enero de 1878, a los 63 años de edad, fallecía en la Quinta de los Sauces en San Francisco de Limache, Don Agustín víctima de una enfermedad al corazón que había disminuido su salud en sus últimos años. Dos años más tarde, en Noviembre de 1880, el notario y conservador de Valparaíso Joaquín Segundo Iglesias señalaba en una escritura pública que: “a cinco días del mes de noviembre de mil ochocientos ochenta………a fin de dar cumplimiento a los ordenado en el decreto de quince de septiembre del año en curso y que en copia testimonial precede, me dirigí al escritorio del finado Señor Agustín Edwards, para hacer el inventario solemne de todos los bienes quedados a su fallecimiento y hallándose presentes los señores Jorge Ross, curador especial del menor Don Arturo M. Edwards Ross, Roberto Délano apoderado especial de Don Agustín R. Edwards y los testigos Don Francisco Batías y Don Máximo Ramírez recibí juramento en la forma legal al Señor Agustín Ross, apoderado

138 de la señora viuda Juana Ross de Edwards, por sí como albacea testamentaria del finado señor Edwards y prometió hacer cumplida manifestación de todos los bienes pertenecientes a dicho señor”. “Sin duda no se trataba de un inventario de bienes cualquiera. Estamos hablando del inventario de bienes de uno de los hombres más ricos de nuestra historia. Casi 120 años después tuve ocasión de encontrarme con el documento en el Archivo Judicial de Valparaíso, ubicado en el Archivo Nacional en Santiago”. Según el autor la fortuna de Agustín Edwards Ossandón, alcanzaba aproximadamente a 23 156 205.52 pesos de 1880. Luego se hace la pregunta ¿Qué alcance tendría esta fortuna en el Chile actual? Para responderla se procedió a estudiar un método que permitiera hacer tal comparación. A pesar de todas las objeciones que obviamente pueden sostenerse al realizar este tipo de comparaciones, se escogió relacionar la fortuna de Edwards con el Producto Interno Bruto de Chile en esa época. El resultado permitió establecer que la fortuna de Agustín Edwards Ossandón era equivalente al 4.78% del PIB nacional en 1880; por lo tanto calculamos el 4.78% del PIB de 1999 y se llega a la sombrosa suma de tres mil doscientos cuarentidos millones de dólares, superando en ese año y según publicación de la revista Forbes, a los millonarios Anacleto Angelini y Andrónico Luksic Abaroa, bisnieto del héroe boliviano Eduardo Abaroa, quienes contaban con aproximadamente la mitad de esa cifra en uno de los periodos de mayor crecimiento económico y desigual distribución de ingresos de nuestra historia, afirma el autor. En 1880, cuando se procedió a la elaboración de inventario de bienes de Agustín Edwards Ossandón, los hombres que realizaron tal operación debieron quedar impresionados con el nivel de la fortuna acumulada. El análisis del extraordinario documento sirve de base para realizar una tasación de su fortuna y hacer un recorrido por sus negocios e inversiones a lo largo de su vida empresarial. Agustín Edwards Ossandón fue en esencia un hombre dedicado al préstamo de dinero con interés. En sus orígenes fue prestamista, luego levantó la Casa Edwards y Cía. con el mismo fin, y finalmente el Banco de A. Edwards y Cía. La evolución de prestamista a banquero no impidió que hasta los últimos días de su vida Agustín Edwards tuviera en sus cuadernos de cuentas una larga lista de deudores. Su inventario de bienes, realizado revisando sus libros, da cuenta de una larga lista de deudores registrados en distintas categorías: deudores en cuenta corriente, deudores con escrituras públicas y deudores con pagaré. Una considerable suma de dinero cuyos deudores correspondían a diferentes personajes, tanto de su entorno familiar como de la vida nacional.

139

Nombre

A la fecha Deuda en $ 1880

Francisco Puelma

44 539.90

Cía. Ferrocarril de Copiapó

30 000.00

Enrique Mac-Iver

1 388.25

Guillermo G Délano y Cía.

507 537.69

Agustín R Edwards Ross

607 768.57

Julio A Lynch Carlos F Hillman Mariano Ignacio Prado Testamentaría Gómez Carmen F Renner

14 378.86 9 308.63 158 788.95 450.00 72.50

Juana Ross de Edwards

68 295.53

Arturo M Edwards Ross

16 948.51

Josefa A de Edwards

175.80

Mónica Goñi de Castillo

9 477.47

Ana D de Plummer

4 080.20

Javier Iglesias B

2 800.00

TOTAL $

1 476 010.86

Este tipo de cuenta corriente corresponde a personas o empresas de confianza del banquero. Podemos observar a su esposa Juana Ross y sus hijos Agustín y Arturo, que aparecen como los principales deudores; parientes como Josefa Argandoña o la sociedad Guillermo G. Délano y Cía.; empresas de su propiedad como la Cía. de Ferrocarril de Copiapó, a la cual tiende una mano. Sorprende la presencia del empresario y político peruano Mariano Ignacio Prado. Otro tipo de deudores son aquellos que firmaban pagarés para garantizar el monto de su crédito Es inquietante que el presidente peruano Manuel Ignacio Prado, figure en la lista de “deudores” de Agustín Edwards Ossandón con 20 436 libras esterlinas. ¿Cuál es el motivo de esta deuda sabiendo que Prado fue un decidido actor en presionar a la Compañía del Salitre y Ferrocarril de Antofagasta, en el cual Agustín Edwards era el mayor accionista seguido por William (Guillermo) Gibbs y Cía., además Prado se puso al frente de las tropas peruanas en la guerra contra Chile?”. También es necesario aclarar que Prado estuvo exiliado muchos años en Chile y que se dedicó al negocio del carbón donde acumuló una cierta fortuna que la dedicó para realizar un viaje a Europa. Es muy posible que como hombre de negocios hubiera tenido un nexo con Agustín Edwards, quien se dedicaba a prestar dinero. Lo curioso del hecho es que esta deuda se mantenía impaga hasta el año 1880 después de la muerte del señor Edwards, sin embargo puede ser que eventualmente

140 fuera cancelada y dicho pago no considerado en el testamento. Este es un punto muy importante que lo consideramos en nuestro trabajo y que merecerá mucha atención. Es también intrigante el “préstamo” otorgado a un José Pardo nombre del hijo del Presidente Manuel Pardo y Lavalle, quien fuera en 1865 Ministro de la dictadura de Mariano Ignacio Prado y fundador del Partido Civil en 1871 con el que postuló y ganó la Presidencia de la República en 1872. Manuel Pardo firmó el Tratado Secreto Defensivo con Bolivia de 1873, que luego serviría de pretexto a Chile para desencadenar la Guerra del Pacífico, descuidando la defensa nacional, cancelando la construcción de dos navíos blindados, mientras que Chile se armaba con prontitud y gran esmero. Terminado su mandato pasó a Chile de donde retornó al ser elegido Senador por Junín ante el Congreso de la República del Perú. Nombrado Presidente de la Cámara de Senadores murió asesinado de un balazo en la espalda, cuando apenas contaba con 44 años de edad. Su hijo José Pardo y Barreda llegó a ser dos veces Presidente del Perú (1904-08 y 1915-19). En el testamento de Agustín Edwards Ossandón, en el detalle de préstamos irrecuperables figura una “deuda” a nombre de José Pardo de 80 000 pesos equivalente 10 296 libras esterlinas: ¿Sería por el asesinato de Manuel Pardo que Agustín Edwards Ossandón lo puso como “Incobrable”? ¿Cuál fue el motivo de este desembolso tan importante? En Chile no hemos podido detectar el apellido Pardo entre la gente empresarial o de poder económico. Serían dos ex presidentes del Perú que estarían amarrados a las finanzas del gran financista chileno, abanderado de las políticas expansionistas de su país.

141

CAPÍTULO OCTAVO ANTECEDENTES DE LA GUERRA DEL PACÍFICO

142

ANDRÉS SANTA CRUZ El Mariscal Santa Cruz era oriundo de un pueblecillo a las orillas del lago Titicaca, llamado Huarina. Desde muy pequeño abrazó la carrera militar, enrolándose primero en las filas reales, donde por nueve años libró con éxito muchas batallas contra los independentistas, hasta el año de 1820 que cae prisionero y es atraído definitivamente a las filas republicanas. Su carácter insinuante, audaz y sobre todo su inteligencia, le abrieron paso a ser reconocido como un líder ambicioso de poder, gloria y honores. Sus dotes personales fueron reconocidos incluso por funcionarios chilenos como el señor Joaquín Tocornal, Ministro de Relaciones Exteriores, quien afirmó que: “La República de Bolivia llama particularmente la atención de todo el que se interese en la suerte de América”. Es verdaderamente admirable el orden que allí se observa y los progresos de toda especie que se hacen en su carrera política, a pesar de todos los trastornos que han agitado a sus vecinos. El nombre de Santa Cruz, a quien en la mayor parte, se deben tantos bienes reales, se va haciendo hasta cierto punto tan célebre en su patria, como el de Washington en los Estados Unidos. Quiera el cielo conservar, un ciudadano tan interesante y proficuo”….

Foto 79 Mariscal Andrés de Santa Cruz Presidente de la Confederación Perú-boliviana

143

Foto 80 Mariscal José Andrés de Santa Cruz Creador de la Confederación Perú-boliviana En la década de los 30, la visión de Santa Cruz anticipó que una buena relación con la primera potencia económica del siglo XIX era importante para consolidar la proyección de afianzamiento de la confederación. Se pudiera destacar el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación, entre los dominios de su Majestad la Reyna y los estados que conforman la Confederación Perú Boliviana, firmado en Lima el 5 de Junio de 1837 entre Belford Hinton Wilson, Consul General y Lorenzo Bazo, Inspector General de Finanzas del Perú. Este Tratado no fue ratificado por el Congreso Peruano, que desconocía a Santa Cruz y lo trataba de “invasor”. Uno similar (copia fiel) fue nuevamente firmado y éste fue ratificado en el año de 1851, cuando ya se habían firmado y llevado a cabo los contratos del guano. Tratado refrendado el 1 de Diciembre de 1851 por el Presidente José Rufino Echenique y Bartolomé Herrera. Este Tratado podría considerarse hoy en día como el primero que firmó el Perú en lo relativo al libre comercio, con un estado como el de Gran Bretaña, la primera potencia a nivel mundial en dichos años. Este acuerdo también fortaleció los ánimos a los inversionistas ingleses que abrieron las puertas a la famosa era del guano, que permitió una relativa prosperidad a la nación peruana. Entre los artículos destacados de este Tratado, está el segundo que a letra dice “Habrá en todo el territorio peruano y los territorios de su Majestad Británica en Europa, una recíproca libertad de comercio. Los ciudadanos y súbditos de los dos países respectivamente, tendrán libertad para ir libre y seguramente con sus buques y cargamentos a todos los parajes, puertos y ríos en los territorios antedichos a los cuales se permite o permitiere ir a otros extranjeros y residir en cualquier parte de los dichos territorio s respectivamente; también para alquilar y ocupar casas y almacenes para los objetos de su comercio, estando siempre sujetos a las leyes y estatutos de los países respectivamente”. Del mismo modo los respectivos buques de guerra y paquetes de correo de los dos países, tendrán libertad para llegar franca y seguramente a todos los puertos, ríos y lugares a que se permite o se permitiera buques de guerra y paquetes de correo de otras naciones. En el Art. IV, se dice textualmente: “No se impondrán otros o más altos derechos a la importación en el territorio peruano de cualquiera artículos de producto natural, producciones o manufacturas de los dominios de su Majestad Británica, ni se impondrán otros o más altos derechos a la importación en los territorios de su Majestad Británica, de cualquiera artículos de productos naturales, producciones o manufacturas de la República del Perú, que los se paguen o pagaren por semejantes artículos de cualquier otro país extranjero, ni se impondrán otros o más altos derechos e impuestos en los territorios o dominios de las partes contratantes . Ni se impondrán prohibición alguna a la exportación o importación de cualquier artículo que no se extiendan igualmente a todas las otras naciones”. Art. VIII “Todo comerciante, comandante de buque y, otros ciudadanos de la República del Perú, gozaran de libertad completa en todos los dominios de su Majestad Británica, para manejar por sí, sus propios negocios o para encargar su manejo a quien mejor le parezca, sea corredor, factor, agente o intérprete, y no se le obligará a emplear para estos objetos a ninguna otra persona más que las que se emplean por los británicos, ni estarán obligados a pagarles más salarios o remuneraciones que, en semejantes casos por los británicos y

144 se concederá libertad absoluta en todos los casos al comprador y vendedor para ajustar y fijar el precio de cualesquiera efectos, mercaderías y géneros importados o exportados de la República Peruana como crean conveniente, conformándose con las leyes y costumbres e stablecidas en el país. Los mismos privilegios disfrutaran en los territorios de la República del Perú, los súbditos de su Majestad Británica y sujetos a las mismas condiciones”. Sin lugar a dudas, hoy en día sería imposible igualar los alcances de este Tratado, que no sólo contempla la libertad de comercio, sino también, la libre residencia en ambos territorios. Fue muy alentadora la gran visión de Andrés de Santa Cruz y que felizmente el Perú no desechó. Se habían puesto los cimientos de una nueva época intensa en la participación de inversionistas británicos, los cuales salieron, por lo general, más beneficiados en estas relaciones. La corrupción, siempre presente en nuestras repúblicas, impidió que los grandes recursos naturales en esta parte del planeta beneficiaran a todos los ciudadanos, y no sólo a los eternos asaltantes del futuro. El talante de Santa Cruz, residía preponderantemente en su visión del futuro y su concepción de un destino de grandeza para dos pueblos que llevaron casi idéntico nombre durante unos siglos: El Bajo y Alto Perú. Sin embargo era también un imán para atraer las suspicacias de otras repúblicas como Argentina y Chile, “que vieron con desagrado la erección de un nuevo estado que más tarde o más temprano había de pretender la preponderancia en los destinos de la América del Sur”, tal como lo afirma el historiador chileno Sotomayor Valdés. Santa Cruz al tener conocimiento de estas opiniones enraizadas visitó rápidamente Bolivia y luego se dirigió a Tacna donde debía sellarse el pacto de la Confederación y sancionarse la nueva constitución, acontecimientos que se lograron el primero de Mayo de 1837, tras lo cual Santa Cruz sólo pensó en sostener por medio de las armas este su proyecto amenazado desde su inicio por el recelo de países vecinos. En realidad el nacimiento de esta Confederación pretendía en el futuro la unión sólida y permanente de tres países bañados por el océano Pacífico: Perú, Bolivia y Chile. Tan difícil de pensar en ello hoy en día, luego del ultraje que infringió Chile a los otros dos países considerados. El recelo nacía en el hecho de que todos querían ser locomotoras y rechazaban la idea del vagón, actitud fomentada siempre por los intereses de grupos pequeños en número pero fuertes en la capacidad económica y poder de decisión. Actitudes miserables ante la inmensidad de la proyección hacia el futuro que planteaba Santa Cruz. En conclusión, la actitud de Chile desde el año de 1837, fue la de cubrirse las espaldas pero aguardar el momento de acertar un garrotazo a traición a los que ya nunca dejaron de ser sus enemigos potenciales a su subsistencia. Santa Cruz tuvo que enfrentar a las provocaciones del Ministro chileno Portales, , envío una expedición militar dirigida por el general Blanco Encalada, que llegó a Arequipa luego de internarse en lo profundo de la serranía sur peruana, pero h ubo de claudicar en sus propósitos ante la superioridad del ejército confederado, y humillado tuvo que firmar el 17 de Noviembre de 1837, la llamada Paz de Paucarpata, gran victoria de las fuerzas confederadas ante la prepotencia del ejército chileno. Por otra parte Santa Cruz le obligó la devolución de los barcos peruanos apresados por Chile y el compromiso por parte de este país de no intervenir más en los negocios internos de la confederación bajo ningún pretexto. Una segunda confrontación se presentó cuando Argentina, secundando la política recelosa de Chile, envió un ejército de cuatro mil hombres al sur de Bolivia, bajo el comando del general Alejandro Heredia. En ese entonces lo mejor de las tropas confederadas se hallaban en el Perú a las órdenes de Santa Cruz, el cual, sin desdeñar al nuevo adversario encomendó al bravo y hábil general Braun, al frente de una fuerza de dos mil hombres integrada por soldados bolivianos en su mayoría, expulsar a los invasores, orden que fue cumplida batiendo en los campos de Humahuaca, Montenegro e Iruya, al ejército argentino, consiguiendo una de las acciones más brillantes de las armas bolivianas. ¡Cuánta falta hizo Santa Cruz en 1879! No era que el ejército boliviano era cobarde o genéticamente inaceptable. Fueron las cabezas traidoras y vendidas que impidieron que las armas de la alianza obtuvieran la victoria o impidieran su derrota. La confederación entró en agonía cuando el presidente del estado Nor-Peruano, Orbegoso, defeccionó con sus tropas asestando un duro golpe a los planes de Santa Cruz. Se alió con las tropas chilenas, que enviaron una segunda expedición al mando de Bulnes que entraron en Lima, pero el Protector con sus fuerzas reorganizadas en Cusco, ingresó en la capital el 9 de Noviembre de 1838 en medio de las simpatías de la mayor parte del pueblo, pero cometió la imprudencia de no actuar inmediatamente contra las fuerzas sublevadas lo que permitió que ellos reforzaran su ejército con dos mil hombres que el general Gamarra

145 había logrado reunir. La batalla decisiva se dio en el pueblita de Yungay donde el general Santa Cruz fue doblegado, logrando huir hacia Lima. Sin embargo, Santa Cruz no se desanimó y abrigó la esperanza de recomponer sus fuerzas. El golpe definitivo llegó cuando se enteró que e l presidente del Congreso boliviano, José María Serrano, había proclamado con sus tropas la nulidad de su gobierno. Santa Cruz actuó como un gran visionario, estadista y organizador, pero lamentablemente sus ideales se basaban más en sueños que en hechos pragmáticos, al no tomar en cuenta la inmadurez de las nuevas repúblicas sur americanas, las terribles ambiciones de sus políticos, los grandes intereses económicos en juego y los temores que el futuro deparaba a los nuevos estados que ya cargaban con la in dependencia a cuestas. Santa Cruz se alejó voluntariamente proscrito rumbo a las lejanas playas de Guayaquil, como lo afirma el historiador Alcides Arguedas. Su actuar con visión de futuro, no puede ser ignorado cuando ciento setenta y cinco años después los pueblos confederados desunidos y casi antagónicos recurren al Tribunal de Justicia de La Haya, con la esperanza de recuperar algunas migajas de lo que les fue usurpado por un vecino que supo hacerse de amigos poderosos.

JOSÉ BALLIVIÁN SEGUROLA ADOLFO BALLIVIÁN COLL Disuelta la confederación, los caminos de las dos repúblicas ya separadas no estuvieron lejanos a las controversias y enfrentamientos armados entre ellas, mucho antes de que firmaran un tratado de alianza ante las amenazas que se cernían en el horizonte. Según el estudio de la genealogía de la familia Ballivián hecho por Don Emilio Olivares Valle Riestra, descendiente de la misma, nos dice: “Siguiendo la orilla nor-oeste, de la ría de Bilbao, pasando por Barracaldo, al partido judicial de Balmaceda, llegamos a la villa de Portugalete, caminando poco más de un kilómetro, zigzagueando entre las varada barcas de los pescadores y los dorados campos sembrados de centeno, divisamos de pronto gruesos vacunos pasteando en las verdosas faldas del monte Serantes. Dentro de este contraste de azur, oro y sinople y al pie del citado montesurgen las blancas paredes de las pintorescas casas de una pequeña población. Es el lugar de Santurce Antiguo, uno de los tres concejos del valle de Somorrostro en las Encartaciones del muy noble y muy leal Señorío de Vizcaya. Paseando por sus estrechas calles pletóricas de antiguas construcciones, encontramos una Iglesia de planta romántica y tradicional levantada allá por los siglos X u Xi, es la Iglesia parroquial de Santurce dedicada a San Jorge Mártir: en ella antaño existió una Capilla de la advocación de San Ramón y San Pedro y era propiedad de los señores de Ballibian. La rama troncal de los Ballibian procedía de la casa de Sancho de Ballibian, varón que vivió en el siglo IX y se distinguió por sus hazañas y valor. Del dicho Don Sancho, descendió don Juan De Ballibian, que por su comportamiento singular en la batalla de las Navas de Tolosa el año 1212 y en el combate contra los moros en Baeza, el año 1227, ganó el escudo de armas que hasta hoy ostenta el linaje De Ballibian, que es como sigue: "En campo de plata una encina de sinople, a cuyo tronco un lobo con sable andante; bordadura de sable con ocho astas de oro". Estas armas coronaban la pétrea portada de la Casa Solar infanzona del apellido De Ballibian, radicada en el barrio de este nombre (Ballibian) en el Concejo de San Juli án de Musquez del Valle de Somorrostro, en la costa oriental del mar Cantábrico o Golfo de Vizcaya. A mediados del siglo XVI fue trasladado el dicho infanzonazgo al lugar de Santurce Antiguo en el Consejo de San Jorge de Santurce, cercano a la ría de Somorrostro, siendo descendientes de dicho notorio Solar, grandes y preclaros caballeros que en virtud de sus fueros, exenciones y privilegios, fueron reputados como Nobles Hijosdalgo, Vizcaínos Originarios, Cristianos viejos de limpia y notoria sangre”. Es de parecer de muchos investigadores que han estudiado la influencia de la gran civilización armenia en el país vasco, que el apellido Ballivián procede de esta cultura precisando al sitio geográfico de Valli, hoy situado en la nación turca y por la terminación en “an” de casi todos sus apellidos. A mediados del primer milenio se habría producido una fuerte emigración de esta antiquísima cultura hacia el país vasco, pues ya en los años del siglo IX se tiene referencia de Sancho De Ballibián, el primero que se conoce de la rama troncal. El apellido se escribió con la doble “B” labial por cuento en el idioma vasco no existe la “V” dentolabial.

146

Foto 81 Escudo de la familia Ballivián otorgado a Juan de Ballibián por la batalla de las Navas de Tolosa en el año de 1212 (Copia Notarial) Podemos rastrear a este linaje a partir de Pedro De Ballibián, nacido aproximadamente en el año de 1595, en San Jorge de Santurce, Santander, España. El incendio de la parroquia de Santurce en el Golfo de Vizcaya, quemó los libros parroquiales, privándonos de las partidas de nacimiento de los descendientes de Juan De Ballibián por un periodo de trescientos años. Pedro de Ballibián se casó con María de la Calleja, nacida en Murieres, Camargo, Santander, su primogénito fue Juan de Ballibián y de la Calleja, nacido el 20 de Mayo de 1623, en San Jorge de Santurce, Santander, casado en el año de 1646 con María de la Pucheta y de la Cuesta, nacida alrededor del año 1625, en Santander. Su primer hijo fue Juan de Dios de Ballibián y de la Pucheta, nacido en diciembre de 1649, en Santurce, Santander. Se casó con Ana de Puerto y Pedregal en el año de 1669 y su hijo mayor fue Jorge de Ballibián y de Puerto, nacido el 24 DE Mayo de 1689 en San Jorge de Santurce, Santander, casado en 1713

147 con María Teresa Higareda y Nocedal, nacida el 23 de Septiembre de 1687 en San Jorge de Santurce, Santander. Tuvieron como hijos a Manuel de Ballibián e Higareda, que sigue y a Francisco De Ballibián e Higareda, casado con Josefa De Casuso, con Jorge De Ballivián y Casuso, casado con Sebastiana De Ballibián y De Zuazo, con Matías De Ballibián y Ballivián. Manuel de Ballibián e Higareda, nació el 1 de Enero de 1714 en Santurce, Santander, se casó el 10 de Mayo de 1739 con María Antonieta Higareda y del Balle, nacida el 7 de Abril de 1713, en Santurce, Santander, con seis hijos. Citamos a los dos con matrimonios conocidos: Bernardo Matías de Ballibián e Higareda, que sigue y Nicolás Francisco Ramón De Ballibián e Higareda, bautizado el 3 de Enero de 1752, en la Parroquia del Consejo de San Jorge de Santurce. Con Real Provisión Vizcaína de la Real Cancillería de Valladolid, casado el 5 de Agosto de 1778 con Francisca De Los Barrios y Salgado, nacida el 4 de Octubre de 1776 en Santander, con seis hijos, de los cuales están casados: Manuel Primo Feliciano De Ballivián y De Los Barrios, nacido el 9 de Junio de 1788 en La Paz, Murillo, Bolivia, (los nacidos en tierras americanas llevan el apellido paterno como Ballivián) con su sobrina carnal María Juana Josefa De Ballivián y Segurola, nacida el 25 de Enero de 1801 en La Paz, Murillo, Bolivia, con tres hijos. El otro hermano es José María de Ballivián y de los Barrios, nacido el 24 de Octubre de 1796, en La Paz, Murillo, Bolivia, casado el 18 de Octubre de 1822 con María Josefa Victoria de Guerra y Bustamante, nacida el 2 de Noviembre de 1808 en La Paz, Murillo, Bolivia, con diez hijos. Bernardo Matías de Ballibián e Higareda, nacido el 21 de Agosto de 1742 en San Jorge de Santurce, Santander, Regidor Capitular del Concejo de Santurce, se casa en el año de 1763, con María Felipa de Zuazo y del Mello, nacida el 22 de Agosto de 1741 en Santurce, Santander. Tienen dos hijos: Jorge Blas de Ballibián y de Zuazo, que sigue y Sebastiana De Ballibián y De Zuazo, casada con Jorge De Ballibián y Casuso al cual ya lo nombramos anteriormente. Jorge Blas de Ballibián y de Zuazo, nace el 3 de Febrero de 1774 en San Jorge de Santurce, Santander, se casa el 27 de Marzo de 1800 con Isidora Josefa Camila de Segurola y de Roxas, nacida el 16 de Mayo de 1787 en La Paz, Murillo, Bolivia, con seis hijos que nombramos: - María Juana Josefa De Ballivián y Segurola, nacida el 25 de Enero de 1801 en La Paz, Murillo, Bolivia, casada con Manuel Primo Feliciano De Ballivián y De Los Barrios, ya nombrado anteriormente. Con tres hijos. - María de la Paz De Ballivián y Segurola, nacida en La Paz, Murillo, Bolivia, casada con Jorge De Iriondo y Pinedo, con un hijo. - José María Agustín de Ballivián y Segurola, que sigue. - José Luis De Ballivián y Segurola, muere soltero. - Vicente De Ballivián y Segurola, nace el 22 de Enero de 1810. Muere soltero. - Mariano De Ballivián y Segurola, nace el 21 de Agosto de 1812, en Cochabamba, Bolivia, casado el 1 de Noviembre de 1835, con Petrona De Guerra y Bustamante, nacida el 3 de Mayo de 1814 en Cochabamba, Bolivia, con dos hijos. José María Agustín de Ballivián y Segurola, nació el 5 de Mayo de 1804, en La Paz, Murillo, Bolivia, se casó en enero de 1831 con María de las Mercedes Nicolasa Coll Thames, nacida el 10 de Septiembre de 1812 en La Paz, Murillo, Bolivia, con siete hijos que nombramos:

148

Foto 82 Mariscal José María Agustín De Ballivián y Segurola 1804-1852 Cofundador y Presidente de la República de Bolivia - Adolfo De Ballivián y Coll, el primogénito, nació el 15 de Noviembre de 1831 en La Paz, Murillo, Bolivia, se casó en 1851 con Carmen Grimwood Allende, nacida alrededor de 1828 en Quillota, Chile, con nueve hijos. -José De Ballivián y Coll, nacido en 1832, en La Paz, Murillo, casado en 1862 con Paula Benavides.

Foto 83 Presidente Constitucional de Bolivia Adolfo de Ballivián y Coll 1831-1874

149

- Adelaida de Ballivián y Coll, nacida alrededor de 1833 en La Paz, Murillo, casada el 12 de Agosto de 1854, con Mariano Vicente Zalles Iriondo, nacido el 26 de Octubre de 1826 en La Paz, Murillo, con siete hijos siendo el primogénito Julio Zalles Ballivián, nacido alrededor de 1850 en La Paz, Murillo, casado el 29 de Noviembre de 1881 con Rosa del Valle Zavala, nacida en 1859 en La Paz, Murillo, con cuatro hijos siendo el primogénito Alfonso Ignacio Zalles del Valle, nacido en La Paz, Murillo, casado con Aída Álvarez y Peñaranda, nacida en La Paz, Murillo, con nueve hijos, entre ellos Mario Zalles Álvarez, nacido en La Paz, Bolivia, casado el 2 de Febrero de 1974 con Lourdes Marta Eugenia Ballivián Noboa, nacida el 20 de Noviembre de 1947 en Arequipa, Perú, teniendo a su primogénito Álvaro Javier Zalles Ballivián, tronco del árbol familiar que sustenta la presente publicación. -María Benigna Mercedes Guadalupe De Ballivián y Coll, nacida el 13 de Febrero de 1834, en La Paz, Murillo, casada con José María Santiváñez, nacido en Barcelona, España, sin hijos. Matrimonio anulado. - Luis De Ballivián y Coll, murió soltero. - María Josefa De Ballivián y Coll, nacida en 1835 en La Paz, Murillo, casada el 29 de Marzo de 1856 con Francisco De Ballivián y Ballivián, Nacido en La Paz, Murillo.

LA BATALLA DE INGAVI Agustín Gamarra, cusqueño de nacimiento, fue siempre un enemigo acérrimo de Bolivia. Su participación en el fracaso de la confederación fue activo y también tenía un sueño: anexar a Bolivia al Perú. El nuevo caudillo boliviano el general José María Agustín Ballivián y Segurola, hijo de militar realista y nieto del famoso brigadier español Sebastián Segurola Oliden, aparecía en la escena política de Bolivia, luego que desde muy joven abrazó la causa independentista a pesar de su linaje notoriamente anclado a la corona española. A fin de consolidar su presencia en Bolivia y al no contar con el apoyo decidido de los ciudadanos y el ejército, no tuvo reparos, según el historiador Alcides Arguedas, “en entrar en acuerdos con Gamarra, sin sospechar de pronto que la intención de Gamarra no se limitaba solamente a la fácil empresa de hacer fracasar los planes de un grupo político…y menos saber que el general peruano no tomaba en serio al joven caudillo con “cabeza de chorlito”, según su propia opinión. No esperó Gamarra e invadió Bolivia prometiendo en una proclama a los bolivianos: “redimirlos de esa vergonzosa servidumbre que con tanta justicia deploráis y para devolverlos esas garantías de que tan cruelmente habéis sido despojados…” El 22 de septiembre de 1841, se consumó la revuelta militar en una localidad paceña a favor del joven caudillo José de Ballivián y se lo proclamó como presidente el día 25 del mismo mes. Pero no estuvo solo, en otra parte Velasco era igualmente declarado presidente legal de Bolivia. Dos presidentes para una nación que apenas pasaba del millón de habitantes, pero este no era el problema, la patria de los dos presidentes cobijaba a un lobo disfrazado, que pretendía aprovechar el sentimiento debilitado de la nacionalid ad en el país altiplánico para destruirla y borrarla del mapa como república independiente con sólo tres lustros de haberlo logrado. No era al pueblo ajena la intención malévola de Gamarra, por ello milagrosamente cesaron las disputas internas y las confrontaciones dieron paso a una singular unidad de propósitos para desterrar de Bolivia a quienes amenazaban su futuro. Sin patria, el limbo de la desorientación daba paso al infierno definitivo de la destrucción de todo signo reivindicativo. Todos, empezando por el general Velasco, fueron a engrosar las filas de Ballivián para hacer frente a la segunda intervención en Bolivia del general Gamarra. El general Ballivián, al percatarse de que Gamarra no dio el menor signo de abandonar el país y que sus preparativos bélicos se incrementaban, le dirigió una nota el día cuatro de octubre para recordarle que los motivos de su intervención eran los partidarios crucistas, pero ellos ya habían sido prácticamente disueltos no constituyendo, en ese entonces, una amenaza a sus opositores, y le instaba a desocupar el territorio nacional. Gamarra respondió dos días después: “debido a que la situación del presidente Ballivián era precaria, tenía conocimiento que los partidarios y amigos de Santa Cruz, estaban tramando ocultamente derrocarlo”. Luego afirmó que el avance del ejército peruano a Bolivia había obedecido a los planes

150 acordados con el mismo Ballivián y que, dicho ejército "no le sería honroso retroceder sin haber alcanzado para su patria las seguridades que venía a buscarle….”. Los planes de Gamarra estaban sobre la mesa. La misiva de Gamarra dejó al descubierto la complicidad del mandatario en permitir su presencia en Bolivia, aunque para lograr objetivos lejanos a la real pretensión del ocupante ya convertido en i nvasor. A Ballivián no le quedó otro camino que prepararse para enfrentar una guerra contra el ejército peruano que comandaba Gamarra.

Foto 84 Mariscal Agustín Gamarra

151

Batalla de Ingavi. Muerte del presidente peruano Agustín Gamarra El choque entre las fuerzas de los dos países que estuvieron unidos en un ambicioso proyecto se dio en la localidad de Viacha, en pleno altiplano a cuatro mil metros de altura, con la lamentable pérdida de muchas vidas de hermanos y en la cual pereció el General Gamarra, en la tierra del país que odiaba verlo separado del Perú. Ballivián marchó sobre el Perú, ocupando Puno y otras ciudades del sur peruano. Firmó el tratado de paz el día 7 de junio sin reclamar indemnización alguna al Perú. Una victoria cl ara para Chile en su política de Estado que veía siempre con buenos ojos el debilitamiento físico de sus adversarios pero con mayor interés la ruptura del fraterno sentimiento que siempre ha unido a estos dos pueblos. Hablar de José María Agustín Ballivián Segurola, es recordar inmediatamente a su hijo Adolfo Ballivián Coll, por la importancia de su breve pero significativo papel en los años previos a la invasión chilena en la llamada guerra del pacífico. Adolfo llegó también a la presidencia de Bolivia, ll amado por su pueblo cuando se encontraba en Europa, y elegido mediante las elecciones más limpias en la historia de ese país. De particularidades diferentes en cuanto a personalidad que la de su padre, tuvo una esmerada educación en Europa y amó las artes y la música por encima de la espada y el cuartel, situación que no lo apartó de su vocación de estadista y visionario de los grandes retos que debía enfrentar su joven patria. Llegó a La Paz como candidato elegido por una coalición de partidos, acto que le valió muchos enconos de otros grupos políticos, lo cual ya era habitual en la vida política siempre alborotada de esta república. El 28 de Abril de 1873 en asamblea extraordinaria del cuerpo legislativo escuchó serenamente la lectura del mensaje en que el presidente Frías daba cuenta de sus actos de gobierno, en el corto periodo en que había dirigido la marcha del Estado, en que predominó el relato de los inconvenientes surgidos con el vecino Chile para la aplicación del tratado de 1866 y el protocolo Lindsay-Corral suscrito meses antes. Adolfo Ballivián era una figura extraña al común de sus compatriotas. Bien parecido, de porte gallardo, de piel muy blanca y rasgos bien definidos. Muy introvertido. De carácter suave lo que daba la impresión de falta de energía en sus decisiones. Su cultura enciclopédica muy amplia no daba lugar a que destacase nítidamente en algún campo en particular. En cambio, sus convicciones espirituales le daban su tarjeta de presentación, amaba la libertad, la democracia republicana, no menos que el apego a la ética y la ejemplaridad moral en cada instante de su vida. Durante sus estadías en la patria que lo vio nacer, se enfrentó con regularidad a los gobiernos militares autoritarios, por lo cual fue perseguido asiduamente lo que ocasionó que pasara gran parte de su existencia en el exilio. La fortuna familiar de la que gozó su familia prontamente se vería afectada por el mayorazgo

152 establecido por su tatarabuelo materno, el Teniente Coronel realista Ramón de Roxas y Orueta, con las propiedades de la hacienda de Cebobullo, Uchiguaya, Cupi y otras, el cual heredaría su bisabuela María Josefa Úrsula de Roxas y Foronda, esposa del Brigadier General Sebastián de Segurola Oliden, que resistió heroicamente el cruel cerco impuesto por setenta y cinco días a la ciudad de La Paz por Julián Apaza, un sacristán que interceptó unas cartas de Túpac Amaru, jefe de la rebelión indígena en el Cusco, dirigidas a Tomás Katari, persona que suplantó Apaza cambiando su nombre y apellido por Túpac Katari, para luego encabezar la masiva rebelión que en sus inicios contó con unos ochenta mil sublevados y que al final luego de dos enfrentamientos fue definitivamente derrotado por un ejército realista de siete mil hombres encabezado por el general Reseguin. Túpac Katari fue horrorosamente ejecutado. La hija del Brigadier y de María Josefa, bautizada como Isidora María Camila de Segurola y Roxas, hereda el mayorazgo. Se casa con el militar realista Jorge Blas Ballivián Zuazo, y tienen seis hijos entre ellos José María Agustín Ballivián y Segurola, padre de Adolfo. Jorge Blas Ballivián Zuazo, tuvo una muerte violenta mientras se encontraba preso por una fuerza de independentistas criollos que llegó a La Paz desde el Cusco. Al parecer en la prisión donde estaba detenido, hubo una explosión fortuita pero que la población la percibió como un ataque de los realistas. La muchedumbre enfurecida se dirigió a la prisión y dieron muerta a palos a todos los prisioneros. Fueron arrastrados por las calles hasta el nuevo cementerio de La Paz ubicado en Potopoto. Isidora María Camila de Segurola y Roxas, tiene seis hijos y la primogénita Juana Josefa, casada con Manuel Primo Ballivián y De Los Barrios, hereda el mayorazgo, en una sucesión detalladamente dispuesta por su fundador. Juana y Manuel tienen como primogénito a Vicente Ballivián y Roxas que hereda, casado con la arequipeña Josefa James y Errea, el cual tiene que litigar con su tío Mariano Ballivián Segurola, el único varón sobreviviente a su madre y el menor de ellos, quien reclama la sucesión del mayorazgo sin mayor éxito. Esto explica que la vida acomodada que tuvo la familia de Adolfo y él mismo, llegara a tornarse en una vida difícil llena de privaciones y estrecheces. Sin embargo esta situación nunca quebró su altivez y menos el tener que mendigar favores. Su integridad lo llevo a los actos más respetados de honorabilidad con dignidad. Rechazó ofrecimientos que sólo buscaban ayudarlo pero que lamentablemente chocaban con su línea de valores. Le dijo no al presidente Melgarejo, que no ocultaba cierta simpatía por él, como dicen los polos opuestos se atraen no sólo en el odio sino también en el respeto, cuando le ofreció un cargo diplomático en la Gran Bretaña. Si Bolivia hubiera contado con diez hombres con semejante integridad, su destino sería otro. Adolfo Ballivián, en su viaje de retorno como firme candidato presidencial, adelantó conversaciones con funcionarios peruanos que incubaron el deseo de firmar un tratado de defensa que pudiera hacer frente a la siempre amenaza de Chile de agredir a sus vecinos. Lo extraño del momento y la ocasión es que Bolivia supuestamente no buscaba este tratado, ya que la simple posición de candidato sin contar con atributos de poder de decisión o persuasión no lo presentaban como un interlocutor válido para acometer este serio asunto. Más parece un apresuramiento de la Cancillería peruana por adelantar esta posibilidad. De todas maneras el 6 de febrero de 1873, ya como presidente Adolfo Ballivián firmó y ratificó el Tratado de Alianza entre las repúblicas del Perú y Bolivia. Temores sobre Chile no le faltaban al presidente Ballivián, a pesar de estar casado con una ciudadana de ese país. Le angustiaba el abandono en que se encontraba esa parte del territorio, sin vías de comunicación alguna, incluso sin contar siquiera con telégrafo. Pero lo más preocupante para él era la falta de una fuerza marítima capaz de defender las costas de su litoral. El presidente Adolfo de Ballivián, fue bloqueado arteramente por su Congreso en sus intentos p or sanear las finanzas públicas que permitieran al país acceder a nuevas fuentes de financiamiento, incluso advirtiendo que este esfuerzo que debía hacerse estaba íntimamente relacionado a la adquisición de dos modernos blindados para iniciar el desarrollo de una marina de guerra imprescindible para garantizar la soberanía de su territorio costero y su acceso al océano Pacífico. La mediocridad ostentosa de que hacían gala los legisladores que coqueteaban con la ignorancia y la falta mínima de formación para ejercer las funciones que la constitución les exigía, volvieron a truncar los medidos esfuerzos que debía hacer esta república para defender los pilares de su viabilidad. Absurda ceguera, la completa falta de nacionalidad, la carencia del mínimo razonamiento para prever los peligros inminentes, convirtieron a esa masa amorfa de oportunistas en los primeros agresores a la soberanía de su patria. ¡Que daño el que causaron! Estos imberbes llegaron a apodar a su presidente “el sonso Cayetano”, atrevidos aventureros que deben ser juzgados en sus tumbas si hay alguna que en el tiempo vil que acompañó a su patria, no desapareció.

153 El destino enojado con la hija predilecta del Libertador Simón Bolívar, arrancó de su seno a un ilustre patriota. Al año de ser elegido y cuando más se lo necesitaba, un cáncer al estómago lo llevó al descanso eterno. Adolfo Ballivián Coll, descansa en paz.

ASESINATO DEL PRESIDENTE MANUEL PARDO Y LAVALLE . El ex presidente Manuel Pardo luego de cumplir su mandato estuvo en Chile en 1876 de donde retornó al ser elegido senador por Junín ante el Congreso de la República del Perú, luego nombrado Presidente de la Cámara de Senadores. Murió asesinado el 16 de Noviembre de 1878 de un balazo en la espalda, cuando contaba apenas con 44 años de edad.

Asesinato del Ex Presidente del Perú Manuel Pardo y Lavalle

Manuel Pardo Lavalle nació en Lima el 9 de agosto de 1834 y falleció en la misma ciudad el 16 de Noviembre de 1878. Fue hijo del político y escritor Felipe Pardo y Aliaga nacido en 1806 y de Petronila De Lavalle y Cabero. Su abuelo paterno fue Manuel José Pardo Rivadeneira González Bañón, casado con Mariana de Aliaga y Borda, segunda hija de los Marqueses de Fuente Hermosa de Miranda, descendiente de los Peralta y el linaje de los Señores de Valenzuela. Por el lado materno, el bisabuelo de Pardo era el Co ronel José Antonio De Lavalle y Cortés, Primer Conde de Premio Real, Vizconde de Lavalle, fiel representante de la aristocracia mercantil del siglo XVIII. Manuel Pardo era pariente de María Francisca de Murga y Murguía

154 por ser ambos descendientes de Diego de Peralta y Cabeza de Vaca y de María Alfonsa de Robles y Solier Dávalos de Valenzuela. Se casó con María Ignacia Barreda De Osma, nacida en 1838, nieta de Gaspar Antonio De Osma y Tricio y de María Josefa Ramírez de Arellano Baquíjano, de familias establecidas en Ecuador pero de una línea paralela a la de los descendientes de Isabel Enríquez de Mendoza, hija legítima del I Almirante de Castilla, rama también establecida en Guayaquil, entroncada con la familia Noboa y Larrabeytía- Zabalgoytía. El hijo primogénito de Gaspar Antonio y María Josefa fue Ignacio De Osma y Ramírez de Arellano, nacido en 1822, casado con Carmen Sancho-Dávila y Mendoza y tuvieron a su hija Dolores de Osma y Sancho-Dávila, casada con José De La Riva Agüero Riglos, nieto del Mariscal José De La Riva Agüero Sánchez-Boquete, primer presidente del Perú nacido en su territorio, casado con Carolina Arnoldina Looz-Corswaren. Los padres del Mariscal y Presidente fueron José De La Riva Agüero y Basso Della Rovere y María Josefa Sánchez-Boquete y Román Aulestía, descendiente de los Marqueses de Montealegre de Aulestía, título que llevaron los descendientes establecidos en el Perú. Manuel Pardo y Lavalle y María Ignacia Barreda De Osma, nacida en 1838, procrearon varios hijos de los cuales señalamos a tres: José Pardo Barreda nacido en 1864. Fue Presidente Constitucional del Perú por dos periodos, en los años de 1904-1908 y 1915-1919; María Pardo Barreda casada con Ernesto Ayulo Mendívil y Luis Víctor Pardo Barreda, nacido en 1869, casado con María Cecilia De Althaus Dartnell. Manuel Pardo pertenecía a la clase dominante, se educó en Chile y Europa, sobre todo en Barcelona y París, demostrando su preferencia por la disciplina económica, por la cual estudió en el famoso Colegio de Francia donde fuera su profesor Michael Chavalier que lo formó en el ideal sansimonismo. Con apenas un año de edad viajó en 1835 a Chile, país en el cual su padre desempeñó funciones de ministro plenipotenciario en el gobierno de Felipe Santiago Salaverry. Retornaron al Perú en 1839, para volver nuevamente a Chile en las mismas funciones pero esta vez representando al presidente Ramón Castilla en 1846. Por este motivo Manuel inició sus estudios en la Escuela Comercial de Valparaíso y después en el Instituto Nacional de Santiago de Chile. De regresó a Lima completó sus estudios secundarios en el Colegio Nuestra Señora de Guadalupe pasando luego al Convictorio de San Carlos. Incursionó en el comercio como consignatario del guano luego de ejercer presiones para que no se renov ara el contrato con la Casa Gibbs. Fue gerente de la Compañía de Consignación del Guano para la Gran Bretaña, director del Banco del Perú, presidente de la Compañía de Seguros La Paternal y director de la Compañía Sur-Americana de Seguros Marítimos e Incendios. En 1865 asumió la cartera del Ministerio de Hacienda durante el gobierno de su amigo Mariano Ignacio Prado y de esta manera integró el famoso “Gabinete de los Talentos”

Foto 85 Manuel Pardo y Lavalle 1834-1878 Primer Presidente Civil del Perú

155 Fue fundador en 1871 del partido político Civil con el que postuló a la primera magistratura en 1872 ganando las elecciones, convirtiéndose en el primer presidente civil en la república peruana. Tuvo que enfrentar muy pronto la reacción de los militares que no deseaban perder su supremacía en la vida política al estallar un intento de golpe militar encabezado por los hermanos coroneles Gutiérrez, rebelión que le costó la vida al presidente Balta, pero la reacción popular fue valiente y el golpe militar fracasó. Ya en el poder se encontró con un enorme déficit fiscal al cual intentó combatir con las acostumbradas recomendaciones académicas como subir los impuestos, establecer un estanco para el salitre, e intentar revisar los contratos vigentes en la explotación del guano. Todo ello no fue suficiente y la crisis económica se agravó hasta el punto de dejar al país al borde de la bancarrota. El 28 de Mayo de 1875 se autorizó al ejecutivo la expropiación de las salitreras para obtener su completa nacionalización. Extraña medida para un gobierno conservador integrado por empresarios y destacados burgueses. Gran Bretaña, la primera potencia económica del planeta en esos años, empezó a mirar de reojo al Perú por esta política anti-libre mercado, contraria a los intereses privados empresariales y una posible amenaza a los intereses imperiales en todo el globo terráqueo. En reemplazo del fracasado Contrato Dreyfus, se firmó en Londres el 7 de Junio de 1876, un nuevo contrato con la compañía The Peruvian Guano, formada por destacados personajes del ámbito empresarial local, para la venta de cerca de dos millones de toneladas de guano, volviendo de esta manera al régimen de las consignaciones. Esta compañía estuvo también sobre los pasos para adjudicarse el contrato de expl otación y comercialización del salitre, luego que el estado no llegó a formalizar un contrato con la Casa Gibbs, al romperse el acuerdo con el consorcio de bancos limeños. A todo ello se debe sumar el inicio de la crisis capitalista mundial en el año de 1873 y cuyos efectos se sintieron hasta finales de siglo afectando notablemente el precio internacional de las materias primas como el guano y el salitre, consecuencia que originó la pérdida de acceder a nuevas fuentes de financiamiento externo. La economía nacional se encaminaba a la bancarrota y sus efectos no se hacían esperar pues el alza en los precios y la desocupación traen de inmediato el descontento popular debilitando a los gobiernos elegidos democráticamente. En nuestros días no estamos lejos de revivir estos acontecimientos. Firmó el Tratado Secreto Defensivo con Bolivia el 6 de febrero de 1873, entre el ministro plenipotenciario boliviano Juan De La Cruz Benavente y el ministro de Relaciones Exteriores del Perú, José De La Riva Agüero y Looz Corswaren (hijo del prócer de la independencia), que luego serviría de pretexto para Chile para declarar la guerra al Perú. Se le critica mucho su actitud para precautelar la defensa del país al cancelar los contratos para la construcción de dos naves acorazadas mientras Chile aumentaba sus arsenales y equipos militares. Después de conocer esta breve biografía de Don Manuel Pardo y Lavalle, hombre con sangre noble por todos sus ancestros, educado en prestigiosos centros de enseñanza en Europa, de sólida fortuna personal y familiar, patriota cabal al servicio de su patria, no es admisible que su apellido se vea involucrado en un testamento del acaudalado hombre de negocios chileno Agustín Edwards Ossandón, sin explicaciones al respecto. Conociendo la pulcritud exagerada con la que llevaba el señor Edwards sus registros patrimoniales, es mucho más razonable suponer que pudo tener desembolsos por asuntos oscuros quizá sujetos a posterior devolución. Conocida su participación vehemente en las causas por el interés de su patria, su colaboración para llevar adelante “ciertos asuntos” sin poner e n riesgo alguno al estado chileno, es muy probable. El asesinato del ex presidente Manuel Pardo y Lavalle es también muy oscuro y se han dado explicaciones simplistas para explicarlo. Sucedió entre las 2 a tres de la tarde del sábado 16 de noviembre de 1878. Tres meses antes de que Chile invadiera Antofagasta, puerto boliviano, iniciando la llamada “Guerra del Pacífico”. A las dos de la tarde Pardo llegó en coche a la puerta del Congreso, lo acompañaban los señores Manuel María Rivas y Adán Melgar. Al ingresar, el batallón Pichincha le presentó armas. Luego continuó hasta el primer patio, en el instante que uno de los integrantes de dicho batallón, el sargento Melchor Montoya, que aún mantenía su arma alzada, le disparó a la espalda. La bala rozó la mano iz quierda del señor Rivas para penetrar en el pulmón izquierdo de Pardo y salió a la altura de la clavícula. Melchor Montoya huye hacia la Plaza de la Inquisición pero fue apresado por el sargento Juan Vellods. La herida era mortal y nada pudieron hacer los doce médicos que acudieron al lugar. El padre dominico Caballero fue su último confesor. A las tres de la tarde exhaló su último suspiro. No le faltó razón al historiador italiano Tomás Caivano cuando escribió:

156 “El asesinato de Manuel Pardo, podemos decirlo con toda seguridad, sobre todo en consideración a las circunstancias y en el momento que tuvo lugar, fue algo más que el asesinato de un hombre: fue el asesinato del Perú”. Este asesinato efectivamente debilitaba al Perú. Pardo ya estaba convertido en un gran caudillo, poseía un carisma excepcional. A pesar de su elevada alcurnia, de pertenecer a las clases privilegiadas, de ser un próspero empresario, tenía un gran apoyo popular que se pudiera convertir en un estado de fanatismo del pueblo por su líder. Era voceado como el seguro sucesor de su amigo el presidente Mariano Ignacio Prado, ambos del partido Civil. Era un hombre muy incómodo para los que llevarían a cabo en pocos meses una agresión brutal contra el Perú con una guerra de conquista. El simplón sargento Melchor Montoya solo apretó el gatillo y por ello estuvo muy bien pagado. ¡Cuenta incobrable, pavadas!

157

CAPÍTULO NOVENO LA GUERRA DEL PACÍFICO

158 No es descabellado ni mucho menos absurdo, volver a traer a la memoria los acontecimientos de la guerra que enfrentó a Bolivia y Perú contra Chile. Sí, muchos años han transcurrido. Hablar del siglo XIX, para algunos, es retroceder sin merecimientos ni justificaciones a épocas pasadas que deben ser sepultadas. Sin embargo, los años nacidos después de la tragedia nos trajeron muchas evidencias para analizar, al contar con las nuevas fuentes de la información escondidas que salieron a engrosar muchas bibliotecas, archivos nacionales y colecciones privadas, que plantean una nueva visión de los hechos cercana a la verdad de lo sucedido. Aquellos que alguna vez defendieron al General Daza, transfiriendo toda la responsabilidad de la pérdida del litoral boliviano al estado chileno, los otros que siempre lo calificaron de traidor a su patria y, los recientes, que hablan sin tapujos que dicho general ítalo-boliviano aceptó un vil soborno para sabotear a su patria, calificativos que en nada alivian el brutal despojo a Bolivia, de una parte insustituible de su territorio, que le daba acceso a un derecho universal para cualquier ser humano, condenando a toda su población a vivir encerrada entre montañas inaccesibles, valles caprichosos y una selva inhóspita. Este General, al cual la historia no lo podrá borrar nunca, llegó a la presidencia de Bolivia con pésimos antecedentes. Citando al historiador Alcides Arguedas, este Daza, traicionó al demente Melgarejo por diez mil pesos de entonces, fue protagonista de los ultrajes ordenados por Morales contra su Congreso, culminando sus brillantes proezas pre-presidenciables, dando un golpe de estado contra el presidente Frías, interrumpiendo el proceso democrático para evadir la sentencia de las urnas.

Foto 86 Hilarión Daza Presidente de Bolivia 1840-1894 Una vez presidente de facto, festejó su cumpleaños en 1879, con ocho días de asiduas borracheras, desfiles militares, cabalgatas, corrida de toros y un baile “versallesco” en un teatro. Tal era su sed de pasar gran parte de su existencia entre jolgorios, bailes y consumo de alcohol, que conociendo la invasión de las tropas chilenas a Antofagasta, prefirió continuar con su mal vivir, prefiriendo la valiosa agenda de invitaciones carnavalescas a los salones más apetecidos por los criollos más acomodados.

159 Según el investigador Juan Siles Guevara, en su discurso de i ngreso a la Academia Boliviana de Historia, publicado en el diario Presencia de La Paz, enumera una serie de pruebas, que van desde el viaje del señor Serapio Reyes Ortiz a Lima para pedir al gobierno peruano el cumplimiento del tratado de alianza, que evidencia que Daza y sus colaboradores ya suponían una acción de fuerza de parte de Chile. El viaje del señor Ortiz se realizó el 9 de Febrero, días antes del inicio de la invasión. El 15 de Febrero, el presidente Daza y el señor Doria Medina, leyeron un aviso del Cónsul de Bolivia en Valparaíso, coronel Juan Granier, retransmitido por el Cónsul de Bolivia en Tacna, señor Miguel Granier, que decía que “Gobierno chileno ha ordenado a fuerzas reunidas en Caldera, ir a Antofagasta y ocupar litoral en forma definitiva”. El día 22 de Febrero, aprovechando la “solemne víspera del acontecimiento del carnaval” a la cual se entregaban los mediocres gobernantes, el representante de Chile en La Paz, quería abandonar la sede de gobierno, lo cual fue advertido por el señor Doria Medina, concluyendo que el representante Pedro Nolasco Videla, conocía de que Antofagasta había sido tomada por la fuerza. Sin embargo el borracho bailarín, no movió un dedo para afrontar esta delicada situación para su patria. ¿Era realmente porque estaba interesado en conocer el lugar del próximo bailongo, o es que, ya estaba comprado y comprometido en traicionar a Bolivia? Esta segunda suposición parece más convincente, pues la insolente traición acompañada de una absurda mediocridad que era más impuesta que natural, no podían tener otro motivo que una fuerte recompensa por entregar a un futuro tenebroso a todos los bolivianos que no merecían este final. En el Perú, las aguas no estaban tranquilas. El señor Lavalle comunicó a sus autoridades: “El verdadero objetivo de los preparativos bélicos de Chile es el Perú y no Bolivia”. En un siguiente mensaje comentó: “La perspectiva de una complicación con el Perú aterra a unos, por las terribles consecuencias que pudiera traerle a Chile. Alienta a otros, con la exagerada idea que abrigan de las fuerzas de la nación, estiman más fecunda en glorias y en provechos, una guerra con el Perú que una guerra con Bolivia”. El Cónsul peruano en Valparaíso, señor Luis E Marques, escribió: “El anhelo de la guerra con el Perú es vehemente en todos los círculos sociales de Chile…….Cinco años de permanencia en Chile me han enseñado a conocer el espíritu del país y su política externa”. Lo cierto que son comentarios un poco antojadizos, pues si el objetivo era el Perú y no Bolivia, para obtener este objetivo ineludiblemente debían arrasar primero con el territorio boliviano que lo separaba del Perú. De todas maneras se ve, aunque no tan agudamente, una reacción un tanto débil por el Perú ante la invasión de que fue objeto todo el desierto de Atacama en Bolivia, convirtiendo a Chile en su nuevo vecino. Posiblemente el gobierno peruano pensó que el real interés de Chile eran los territorios y puertos bolivianos y que los chilenos una vez conseguido este objetivo no se aventurarían a más. El gobierno peruano deseaba ganar tiempo. Habían convocado al Congreso a reunirse a partir del 24 de Abril, un mes más tarde, de que el representante chileno en Lima, señor Joaquín Godoy, advirtiera: “Al Perú le conviene aplazar el momento de tomar una decisión, porque ella tendrá que ser de intervención armada”. Se suponía que Chile no mencionaba el tratado de alianza y que la convocatoria al Congreso era para tratar la neutralidad del Perú en el conflicto chileno-boliviano, lo que hacía suponer que el tratado firmado con Bolivia no era prioridad para el Perú. Pero el Presidente Prado, en una conversación con el señor Godoy, representante de la cancillería de La Moneda, que exigía que el Perú declarara su neutralidad, Prado le contesto citando al tratado defensivo con Bolivia. Chile obtuvo lo que quería, no la declaración de neutralidad del Perú, sino la confirmación del pacto firmado con su vecino, lo cual aprovechó inmediatamente para declararle la guerra, ratificando los temores del representante peruano en Chile de que el objetivo principal de la guerra era el Perú.

LA CONTRAMARCHA DE CAMARONES En realidad no fue una retirada de un campo de batalla, o que las tropas bolivianas abandonaran el Perú. Más se puede identificarla como “un retroceso” hacia un punto fijado en la estrategia militar. Para algunos historiadores esta acción es considerada como uno de los episodios más extraños en la historia militar. Sin embargo, no llama la atención si nos atenemos a lo expuesto sobre el general Daza. Fueron acciones intencionalmente ejecutadas en su plan de saboteo a las fuerzas aliadas. Como se explica que este general que mantuvo a parte de su ejército en una desesperada espera en Tacna, mientras que el resto había sido movilizado a reforzar a los efectivos peruanos con la misión de defender el departamento peruano de Tarapacá.

160 De acuerdo a lo planificado por los presidentes de la alianza, Daza debió sacar de Tacna sólo mil combatientes, pero el hecho es que se presentó en Arica con dos mil trescie ntos cincuenta, dejando en el punto de salida a sólo cien reclutas de la Legión Boliviana, esta decisión dejó muy contrariado al mandatario peruano que no deseaba que Arica y Tacna quedasen desguarnecidos. Los chilenos en ese entonces ya dominaban el mar luego del hundimiento del Huáscar que ocasionó la muerte del Almirante Grau, y podían tomar fácilmente esas ciudades peruanas. La salida de Arica comenzó el día 11 de noviembre y, de acuerdo a los principios más elementales de la logística, la marcha debía hacerse por las noches, evitando el calor agobiante de los días soleados de estas regiones desérticas, pero el maléfico Daza, empezó el desplazamiento a las nueve de la mañana, desoyendo todos los consejos en contrario. Sumando a su interesada terquedad su mala intención de emborrachar a toda la tropa que la mantuvo tres días en Arica bebiendo vino, permitiendo que llenaran sus cantimploras con esta espirituosa bebida y no con agua. Para rematar su mala fe, rechazó al señor Pedro Melgar, proveedor general por la parte peruana, de doscientos odres de agua para la escala entre Chaca y Camarones, quedándose sólo con once, insuficientes para sus hombres que morían de sed y hambre. Más tarde se consiguieron ocho odres de agua pero ordenó que esa agua se repartiera entre los caballos postergando a sus hombres de los cuales era responsable. El día 14 al medio día llegó a Camarones donde existía un río con abundante caudal, fruta y otros elementos comestibles. Como Camarones era la mitad del camino que le quedaba re correr para encontrarse con el General Buendía y su tropa, supo que ya había logrado diezmar y debilitar a su tropa, como para pensar que pudieran continuar la marcha y no pensó dos veces en dejar disminuido al general peruano que se aprestaba a combatir a los chilenos, para lo cual telegrafió a Arica al presidente Prado, con un mensaje que, según el Coronel boliviano Eliodoro Camacho, decía más o menos lo siguiente: “Desierto abruma. Ejército se resiste a continuar. No hay víveres”. Muchos de sus oficiales, entre ellos el General Carlos Arguedas, Jefe de Estado Mayor, en declaraciones posteriores, afirmó, que la decisión de no continuar la tomó en forma exclusiva, sin analizar con su comando otras posibilidades, que no hubo negativa en la gran mayoría de lo s oficiales, en continuar, pero si amenazó a los que manifestaron oposición a sus decisiones. El mandatario peruano respondió: “Habiendo recibido su mensaje de ayer en el que manifiesta la resistencia del ejército a continuar la marcha, convoqué anoche a una junta de guerra que ha resuelto se ordene al General Buendía que ataque inmediatamente. Por consiguiente, no sólo es peligroso sino inútil la marcha personal de usted al sur”. Continuando con la versión de Camacho, citando al General Arguedas, sobre declaraciones posteriores de algunos de sus oficiales: “Los más de los jefes rogamos al General Daza proseguir la marcha. Unos pocos opinaron por la retirada. El General Daza se limitó a escucharnos. No dio ningún dictamen, ofreciendo únicamente, de un modo impreciso, decirle al General Prado que telegrafíe a Pozo Almonte para que se suspenda el ataque ordenado a Buendía. A poco de retirarme del alojamiento del General Daza, escuché dianas en el campamento ejecutadas por las bandas de música. Cuando pregunté e l motivo se me avisó que se había dado la orden de la contramarcha”. La acción del mandatario comprado, manchó tristemente a los que siempre sirvieron con heroísmo y amor a su patria, bajo las órdenes de los mariscales Sucre, Santa Cruz, Ballivián y que alguna vez fuese considerado el ejército más disciplinado y aguerrido de la América del Sur. La maldita corrupción llegaba a sus extremos, mala enfermedad que causa hasta hoy el terror a que llegue la hora en que se lo considere como país definitivamente desahuciado. Un antecedente del comportamiento de Daza, lo tenemos en la carta enviada en Mayo de 1879 por el Cónsul De Bolivia en Valparaíso al señor Domingo Santa María, el más influyente miembro del gobierno chileno y el más vehemente en buscar la forma de separar a los aliados. La carta afirmaba sobre la posibilidad de “entenderse con el General Daza y conseguir por dinero y algunas concesiones, que éste volviese las espaldas a los peruanos”. El mes siguiente, el señor Santa María recibió otra carta desde Arica, firmada bajo un seudónimo: Eustaquio Sierra, en que se refería a que se tenía un medio seguro de reducir al General Daza a los deseos del gobierno chileno, con tal que se le dé medio millón de pesos”. Se había fijado el precio de la traición. En diciembre de 1880, cuando el Coronel Eliodoro Camacho estaba prisionero en Chile, el señor Santa María le dijo que el arreglo con el General Daza para que el retiro del ejército boliviano de la alianza se cumpla, “dándole las garantías necesarias respecto a la firma comercial de donde podía recoger los fondos con que Chile remuneraba su conducta”. DERROCAMIENTO DEL PRESIDENTE DAZA La traición de Daza a la alianza se cumplió parcialmente con la contramarcha de Camarones. Sin embargo no llegó a consumarse por la actitud de los oficiales en el momento de que el cobarde preparaba en secreto su retirada de territorio peruano, y lo despojaron de sus responsabilidades de Capitán General del Ejército y de

161 Presidente de la República. Lamentablemente no fue inmediatamente hecho prisionero para someterlo a un juicio marcial y ejecutarlo en la horca. Años más tarde, en 1894, solicitó permiso al presidente Mariano Baptista para regresar a Bolivia para defenderse de las acusaciones que sus enemigos lanzaban desde el Congreso. Según la versión de José V Ochoa: “Llegado a Uyuni el 27 de Febrero de 1894, fue hostilizado por grupos que le calificaban de traidor, por lo que se le asignó una escolta militar para dirigirse a un hotel, pero en el trayecto fue asesinado con una descarga de fusilería por la espalda. La orden fue dada, según los informes, por el Capitán José María Mangudo y el Teniente Manuel Castillo. Nunca se han establecido los móviles del crimen y, lamentablemente, por determinar dicha causa, que seguramente hubiera señalado a los responsables de la pérdida de la guerra y por lo tanto del litoral” Su muerte dio origen a especulaciones y revelaciones, como la de los historiadores José Mesa, Teresa Gisbert y Carlos Mesa Gisbert, que consideran que Narciso Campero evitó el accionar de sus fuerzas en Atacama, en la segunda mitad de 1879, por estar en colusión con los empresarios mineros encabezados por Aniceto Arce, quienes poseían intereses comerciales en sociedad con inversionistas chilenos en el litoral del Pacífico que había sido invadido por Chile. Sin embargo, es necesario tomar en cuenta también a la inteligencia chilena deseosa de callar denuncias que pudieran comprometer al gobierno chileno y dificultar la firma del “Tratado del Despojo”. El asesinato del presidente peruano Manuel Pardo tuvo características similares en la ejecución del crimen y hay sólidas sospechas de la intervención chilena a través de militares corruptos. No fue sorpresa la derrota peruana en la batalla de San Francisco. El General Buendía fue arrollado por un ejército superior en número, armas y preparación. La pérdida del departamento peruano de Tarapacá atribuido al desastre de San Francisco, tuvo serias consecuencias. El Presidente Prado, ante el temor de una insurrección popular contra su gobierno, dejó Arica y volvió a la capital peruana. Pero la decisión que tomó es tan sorpresiva e inesperada como la que tomó Daza en Camarones. DEFECCIÓN DEL PRESIDENTE PRADO Prado decidió abandonar el Perú con el pretexto de ir a Europa a obtener créditos y hacer importantes adquisiciones de armamento de todo tipo. ¿Era una huida? ¿Porque no delegaba ple nos poderes a uno de sus colaboradores, entre los cuales los había muy capaces y él permanecer en el puesto del deber? Salir del Perú en una guerra de agresión en pleno desarrollo, no lo diferenciaba de Daza. Escribió a su aliado: “Querido compañero y amigo: Hay absoluta necesidad de procurarnos a todo trance elementos de mar, por lo menos un poderoso buque que sea capaz de hacer frente a la escuadra enemiga…..Después de pensar con madurez y obedeciendo a un sentimiento altamente patriótico, he tomado la resolución de marchar hoy a Europa en demanda de los mencionados elementos….Mi presencia aquí no es indispensable, al paso que mi viaje a Europa será, tengo fe, de provechosos resultados…Las fuerzas del ejército aliado del sur están encomendadas a usted y a nuestros distinguidos jefes, quienes sabrán responder a su honra….Sólo pido que se tenga fe en mi patriotismo y contestaré con hechos. Calculo que el viaje demorará cuatro meses a lo sumo. Con el tiempo muy estrecho, sólo me resta saludarle y despedirme”. El cinismo de Prado es desesperante. Se lo acusa de robarse algunas joyas maltrechas de comadronas enriquecidas. ¿Ello era suficiente para emprender tan vergonzosa huida? Otro asunto impensable es que deja al traidor Daza al frente de las fuerzas aliadas en el sur, luego de su cobarde comportamiento en Camarones, que a lo cerca contribuyó a la pérdida de Tarapacá. Una pregunta que seguramente fue expresada y mantenida en la oscuridad ¿Prado siguió los pasos de Daza y sucumbió a las tentaciones ofrecidas por los chilenos? Fatalmente esta pregunta no ha sido confrontada abiertamente y no se ha explicado satisfactoriamente la enorme fortuna que amasó uno de sus hijos, aunque la misma se explicaría por los bienes heredados en el matrimonio de su hija, María Prado Ugarteche con Juan Manuel Peña y Costas, heredero de la fortuna de José María Peña oriundo de Argentina y Manuela Costas nacida en Puno Perú, hija del presidente interino peruano Manuel Costas Arce. José María Peña huyó al Perú para alejarse de la dictadura de Rosas, trayendo consigo su riqueza, que invirtió en haciendas en Puno, lugar de residencia de la familia de su esposa y un almacén comercial en Arequipa. La muerte inesperada del heredero casado con María Prado, abrió el camino para que la viuda encargara a su hermano Mariano la administración de sus bienes. Mariano Prado Ugarteche, de profesión abogado logró ser un próspero empresario, fundador del Banco Popular, de la fábrica de tejidos Santa Catalina, de las Empresas Eléctricas Asociadas. Logró mover el capital inmovilizado que tenía su hermana María al vender la media docena de haciendas que poseía en Puno haciendo circular provechosamente el capital. Es una explicación coherente que despeja dudas. Sin embargo, hasta el momento no se ex plica que el nombre del presidente

162 Prado apareciese en un listado de deudores al banquero chileno Edwards, el mayor accionista de la Compañía del Salitre y Ferrocarril de Antofagasta que fue la punta de lanza del estallido de la guerra. El listado está detallado y expuesto por el señor Edwards en su testamento minucioso, documento que fue extraído por el investigador Ricardo Nazer Ahumada, el cual lo mostramos en capítulo VII. Por ultimo lo que está lejano de toda explicación, es la negativa a enfrentar la responsabilidad de Jefe de Estado y Comandante de las Fuerzas Armadas, huyendo del Perú, con el agravante pétreo de que su patria enfrentaba una guerra sangrienta de imprevisibles consecuencias. Mariano Ignacio Prado Ochoa, nació el 18 de diciembre de 1826 en la ciudad de Huánuco en el centro del país. Su padre fue Ignacio Prado, ex alcalde de Huánuco y su madre Francisca Ochoa Tafur. La familia Prado poseía algunas propiedades agrícolas pequeñas y su fortuna no era significativa.

Foto 87 Mariano Ignacio Prado Presidente del Perú 1826-1901

Batalla Naval en la Guerra del Pacífico

163

Batalla de Tarapacá Guerra del Pacífico

Batalla de Tarapacá Guerra del Pacífico Mariano Ignacio fue enviado a Lima para que estudiase en el Colegio San Carlos pero a la muerte de su hermano mayor regresó a Huánuco para ocuparse de los negocios familiares. Su familia siempre mantuvo la protección y amistad de la familia Durand lo que le permitió ocupar el cargo de capataz en su hacienda. Tuvo relaciones extramaritales con María Avelina Gutiérrez con la cual tuvo dos hijos, siendo el más destacado Leoncio que llegó a ser héroe de la batalla de Huamachuco a la cual sobrevivió con graves heridas pero que posteriormente fue brutalmente fusilado por el ejército invasor de Chile. Otro de sus hermanos también murió durante la guerra contra el usurpador. En otra relación sentimental en su juventud con Casilda Linares, tuvo otro hijo natural de nombre Crocio.

164 En 1853 a sus 27 años se trasladó a Lima en busca de nuevos horizontes dada la postración económica y el debilitamiento de la minería en Pasco, que afectaban su región. Ya en la capital participó en los encendidos debates sobre la consolidación de la deuda interna, uno de los más graves escándalos de corrupción, en la que estuvieron involucradas muchas familias importantes de la élite republicana. Su actuación al respecto le valió ser desterrado a Chile. La revolución de Castilla contra Echenique, el principal cómplice en la estafa de la deuda interna, lo trajo de vuelta al Perú, al tiempo que ganaba sus grados militares que se estilaban en la época. Fue elegido diputado por Huánuco a la Convención Nacional, un año después, fue nombrado prefecto de Arequipa y luego en Tacna, para regresar a Arequipa con el mismo cargo. En 1864 contrajo matrimonio con la dama arequipeña Magdalena Ugarteche Gutiérrez del Cossío. Esta señorita dieciséis años menor que él, pertenecía a una acaudalada familia. En Arequipa se inició la revolución contra el Presidente Pezet, acusado de firmar en 1864 el tratado VivancoPareja, a raíz de la ocupación española de la isla guanera de Chincha y otras menores, provocación que causó gran indignación en la república, a lo que se sumó las críticas políticas que tildaron de humillante el tratado firmado. Pezet fue derrocado y Mariano Ignacio Prado asumió el poder. Aunque este periodo fue muy breve, destaca la formación del llamado “gabinete de los cerebros”, en el que figuraban Manuel Pardo como Ministro de Hacienda, futuro presidente, José Gálvez, Toribio Pacheco, José Simeón Tejada y José María Quimper, ligado a familiares de los Gibbs, que sería Ministro de Hacienda en su segundo periodo. Manuel Ignacio Prado fue derrocado a inicios de 1867, por Pedro Nolasco Díez Canseco Corbacho, enviándolo al exilio en Chile. El arequipeño tres veces presidente interino del Perú, Pedro Nolasco Díez Canseco Corbacho, casado con Francisca Xaviera Vargas y Maldonado, hermana de Gerardo Santiago, que se casó con Manuela Consuelo Jesusa De Murga y Murguía, hermana de María Francisca casada con Octavius Charles Crawley-Boevey. Pedro Nolasco Díez Canseco Corbacho fue también cuñado del presidente Ramón Castilla Marquesado; su hija Mercedes Díez Canseco y Vargas, contrae nupcias con Mariano Andrés Belaúnde De La Torre, matrimonio que es el tronco de la ilustre descendencia de notables políticos peruanos como Víctor Andrés Belaunde Díez Canseco, Fernando Belaúnde Terry, que ejerció la presidencia constitucional del Perú en dos periodos; la descendencia de su hermano Manuel Díez Canseco Corbacho, con Raúl Díez Canseco Terry, vice-presidente del Perú, Javier Díez Canseco, congresista, Francisco Díez Canseco Távara, Anel Townse d Díez Canseco, congresista, y muchos otros. Mariano Ignacio Prado permaneció varios años en Chile, tiempo en el cual se dedicó al negocio del carbón logrando fortalecer su fortuna que le permitió realizar el ineludible viaje a Europa codiciado po r las esferas de la sociedad que deseaban sobresalir en su medio. Es probable que en estos años haya tenido relaciones financieras con el acaudalado hombre de negocios chileno Agustín Edwards Ossandón, ya que Mariano Ignacio figura como deudor en el testamento de Agustín Edwards por una suma importante. Pero también es intrigante que esta deuda originada posiblemente entre los años de 1868 a 1873 en que residió en Chile, se mantuviera impaga por muchos años y por ello figurará en el testamento de Edwards redactado posiblemente antes de su muerte ocurrida en Septiembre de 1878. Es indudable que los estrategas chilenos de los cuales Edwards era figura importante, desearan mantener una buena relación con un político ex presidente del Perú. Chile mantenía una política constante que apuntaba a sus fines geopolíticos de expansión desde los años de Diego Portales, artífice de esta visión de futuro a costa de sus vecinos. Es también interesante destacar la deuda incobrable por 80 000 pesos detallada en el mismo testamento del señor Edwards a nombre de José Pardo. ¿Hijo de Manuel Pardo? ¿O un pago ilegal con un nombre ficticio? NICOLÁS DE PIÉROLA ASUME LA PRESIDENCIA DE PERÚ Una vez concretado el viaje del presidente Prado, el gobierno peruano quedó en manos del vicepresidente el octogenario general Luis De La Puerta. La opinión pública peruana calificó el viaje del general Prado: “como una fuga o deserción, que provocaba profundo despecho y cólera hasta en sus más íntimos amigos personales y políticos”. Malestar que cosechó el señor Nicolás De Piérola, que incansablemente buscaba el mando supremo de la república. El 23 de diciembre de 1879, sacó a las calles de Lima, la Guardia Peruana que él tenía organizada como contribución al esfuerzo bélico, con otras unidades militares y se declaró dictador. No es difícil afirmar que Chile guardaba en lo más profundo de sus convicciones, la idea que no era viable como país con el territorio heredado de la colonia y que era imprescindible anexar mediante la fuerza la propiedad soberana de su vecino más débil y todo lo que se pueda más allá en el norte.

165 En reemplazo del general Hilarión Daza, fue proclamado como presidente provisional de la república de Bolivia el general Narciso Campero Leyes, descendiente de la poderosa familia de los marqueses de Tojo. Era una elección visible por sus antecedentes de educación y formación profesional alcanzada en Europa y por ejercer al momento de su elección la comandancia de la quinta división de ejército que era la única fuerza organizada que permanecía al interior de la república boliviana, sin embargo, la joven oficialidad hubiera preferido que el designado fuera el coronel Eliodoro Camacho, principal ejecutor de la destitución de Daza, pero la natural modestia de su carácter, su grado militar inferior y su inclinación a las ideas liberales no bien vistas por los sectores conservadores, conspiraron en su contra. No faltaron los predestinados por el destino a ser presidentes y el coronel Uladislao Silva, nombrado Inspector General del Ejército, se levantó en armas contra Campero, exponiendo a los pocos recursos militares con que contaba la nación, a un enfrentamiento entre hermanos en pleno desarrollo del conflicto por la invasión de fuerzas extranjeras al territorio. El levantamiento fracasó pero no la angustia de los ciudadanos que contemplaban estos tristes episodios tan repugnantes y primitivos.

Foto 88 Narciso Campero Leyes Presidente de Bolivia 1813-1896 El general Narciso Campero, ha sido cuestionado en años recientes por los historiadores José Mesa, su esposa Teresa Gisbert y su hijo Carlos Mesa Gisbert, ex presidente constitucional de Bolivia. Ellos investigaron también la extraña conducta que mostró el general Campero durante el desarrollo del conflicto, especialmente en eludir la orden del presidente Daza de atacar en el segundo semestre de 1879 con la quinta división de ejército que estaba a su mando, la población de Calama a fin de recuperar Antofagasta. Campero se limitó a pasear por la cordillera sin rumbo determinado ni objetivo señalado. Echó la culpa a Daza por no transmitir con precisión las órdenes y recibir constantemente de él destinos contradictorios. Incluso luego de vencer en la batalla de Tambillo a una avanzada del ejército chileno, se presentó el momento propicio para tomar Calama pero ello fue evitado, según Campero, porque Daza le ordenó regresar a la ciudad de Oruro. Acusaciones mutuas de quienes dejaron la interrogante a su conducta sospechosa o vil.

166 La verdad, según los historiadores de la familia Mesa Gisbert, es que el general Campero estaba en colusión con los empresarios encabezados por Aniceto Arce, el más rico minero boliviano en esos años cuya esposa heredó las minas de plata de Huanchaca en Potosí, y que ambos poseían intereses comerciales en sociedad con inversores chilenos en el litoral boliviano, que había sido invadido por Chile luego de las acciones militares de Marzo de 1879.

Foto 89 Aniceto Arce Tanto Daza como su camarada Campero, tuvieron la manía de las marchas y contramarchas con las tropas que tenían bajo su mando. La división que comandaba Campero fue llamada como “la errante o israelita” pues vagaba sin rumbo y sin objetivo militar preciso. Que infortunio para Bolivia que tuvo una convención de incompetentes dirigiendo sus destinos en los momentos más difíciles que tuvo que afrontar en su hasta ahora vida independiente como república. Tanto el general Hilarión Daza, el general Narciso Campero y el empresario pro chileno Aniceto Arce, fueron presidentes de la República de Bolivia en los años del inicio y posterior desarrollo de la invasión de su vecino a su territorio soberano. La decisión de Chile de apoderarse definitivamente del departamento peruano de Tarapacá, debía enfrentar un último escollo. Las fuerzas aliadas aún se encontraban en buen número en Tacna, dispuestas a continuar luchando contra la invasión. Era inevitable que se diera el último enfrentamiento decisivo que marcaría la definición del curso de los acontecimientos. En Arica se encontraban los efectivos peruanos que abandonaron Tarapacá y en Tacna los batallones bolivianos que, desde el derrocamiento de Daza se encontraban en esa ciudad peruana ahora a las órdenes del coronel Eli odoro Camacho. Según el historiador Roberto Querejazu Calvo, el ejército chileno tenía dos alternativas para actuar. La primera por tierra avanzando hasta Tarapacá, pasando por Camarones y la segunda, hacerlo por mar desembarcando en el norte de Tacna en el departamento de Moquegua. Eligieron la segunda alternativa y, el 29 de diciembre de 1879, se embarcaron en Pisagua y a los pocos días desembarcaron en Ilo sin encontrar resistencia alguna. Su caballería penetró hasta la misma ciudad de Moquegua donde se cometieron muchos abusos contra la población civil en medio de borracheras extensas. El único intento posterior de resistencia la dio el coronel Andrés Gamarra, hijo del General Agustín Gamarra que fue muerto en la batalla de Ingavi al intentar invadir Bolivia. Con tropas bajo su mando se enfrentó a los chilenos el 22 de Marzo de 1880 en la cuesta de los Ángeles, pero tuvo que replegarse ante la superioridad numérica del invasor. Mientras tanto, en el comando aliado se disputaban las estrategias a seguir. El contralmirante Lizardo Montero que comandaba las fuerzas peruanas del sur, obedecía las órdenes terminantes del presidente Piérola de no abandonar las plazas de Arica y Tacna, mientras que el Coronel Eliodoro Camacho al frente del ejército boliviano, pedía que se avanzase hasta el valle de Sama, rico en productos a orillas del río del mismo

167 nombre, pero para cumplir esta proposición el ejército aliado debía cruzar un desierto lo cual originó ásperas discusiones en el comando aliado. Enterado de ello el Presidente Campero y aconsejado por el embajador peruano en La Paz, José Enrique Bustamante y Salazar, se presentó sorpresivamente en Tacna y tomó el comando de todas las fuerzas aliadas. El contraalmirante Montero lo hizo responsable de la conducción de todas las operaciones militares y se puso a sus órdenes. El presidente Campero luego de evaluar las dos opciones de desplazamiento optó por la propuesta peruana al no contar el ejército aliado con los medios de transporte para desplazarse hacia Sama, fijando la meseta de Intiorco a ocho kilómetros al norte de la ciudad de Tacna que se bautizó como “Alto de la Alianza”, como el lugar de la batalla suprema que, en la práctica, sellaría el destino de la guerra. La batalla se inició entre dos fuerzas dispuestas a todo sacrificio, con heroísmo y arrojo. Sin embargo, muy dispares en número y equipamiento, los chilenos contaban con diecinueve mil hombres, con abundantes pertrechos, cañones Krupp, caballería, fusilería más avanzada, mientras los aliados sólo llegaban a doce mil combatientes, con escasa artillería, fusiles antiguos y mínima caballería. La batalla fue feroz y al principio de difícil pronóstico. El resultado no fue imprevisible. Las unidades frescas de reserva del ejército chileno inclinaron la victoria a su favor. Las tropas aliadas que quedaban vivas empezaron la huida y Tacna quedó a merced del enemigo. Las fuerzas que quedaron en Arica para defenderla que no se unieron a la batalla de Alto de la Alianza, sucumbieron no sin antes dar muestras de heroísmo. La guerra se había perdido.

Batalla del Alto de la Alianza en Tacna Perú El historiador Roberto Querejazu Calvo, afirma que desde comienzos de la guerra el gobierno de Santiago no cesó en hacer proposiciones al de La Paz, ofreciendo su ayuda para que Bolivia se quedara con los territorios de Arica, Tacna y aún Moquegua, a cambio de que Atacama y Tarapacá se anexaran definitivamente a Chile. Esta proposición fue hecha anteriormente durante el gobierno de Melgarejo, y la reiteró a los dos meses de iniciado el conflicto en el mes de Abril de 1879 mediante dos sendas cartas redactadas por el señor Domingo Santa María, principal colaborador del presidente chileno Aníbal Pinto y aprobadas por su gabinete y que las firmó el ciudadano Justiniano Sotomayor, amigo de Hilarión Daza. Esta proposición se repitió con el envío de bases formales para una alianza chileno-bolivianas de las que se hizo portador el intelectual boliviano Gabriel René Moreno que residía en la capital chilena y se la reforzó con un mensaje verbal del embajador de los Estados Unidos de América en La Paz, que efectuó un viaje a Santiago en un intento ingenuo y personal de detener la guerra. Se afirma que Daza puso al tanto de estas proposiciones al presidente Mariano Ignacio Prado, advirtiéndole de los esfuerzos chilenos por destruir la alianza. Dado el comportamiento de Daza, de Prado y el gobierno chileno durante el conflicto en el Pacífico, habría que poner en duda la sinceridad de los agresores, que hubiera causado que Bolivia reemplazara a Chile como enemigo del Perú originando en este caso una mega-traición. Felizmente esta maligna intención no se dio.

168 La Convención Nacional, reunida en el edificio Loreto de la ciudad de La Paz, eligió como presidente de la república al General Narciso Campero Leyes e inmediatamente después surgieron las discusiones sobre el camino más apropiado a seguir en las futuras relaciones con su enemigo. Por supuesto se contemplaba continuar con la guerra, postura encabezada por el insigne ciudadano Nataniel Aguirre. De otra parte se escuchaba a Mariano Baptista en una propuesta pacifista de emplear métodos diplomáticos para llegar a una paz digna con participación del Perú. Bolivia no quiso dejar solo a su aliado, envió al señor Melchor Terrazas para proponer que ambos países se uniesen de manera más categórica que la confederación que cuarenta años antes fue descartada por sectores privados de Lima, unidos a la clase política establecida en la ciudad de los reyes que finalmente prefirieron unirse a los deseos estratégicos de los gobernantes chilenos lo que causó la derrota del ejército confederado. La llegada a Lima del señor Terrazas, fue bien vista, aun por el presidente Piérola, que no tenía simpatías con Bolivia, luego que el general Daza le negó un asilo político, obligándolo a dirigirse a Chile. Ya como presidente las pocas simpatías se convirtieron en desprecio. Omitía mencionar el nombre del aliado y su posición se endureció luego de la batalla de Tacna o Alto de la Alianza y con su silencio avaló a sus compatriotas en el fácil camino de echar la culpa de todo lo sucedido a los bolivianos. Sin embargo, su actitud cambió radicalmente cuando el señor Terrazas le presentó sus credenciales y le propuso el pacto de unión federal que daría origen a los Estados Unidos Perú-Bolivianos, idea que fue acogida con mucho entusiasmo. Bolivia se mantuvo firme en no aceptar el cambio de Atacama por una costa que le sería más conveniente, “quería unir su suerte a la del Perú, constituyendo con él una sola república”. El 11 de junio de 1880, a las dos semanas de la batalla de Tacna, el canciller peruano, señor Pedro José Calderón y el señor Terrazas, firmaron un protocolo sentando las bases de lo que sería esta unión federal de dos pueblos arrinconados por una brutal agresión. Entre lo más destacado de este protocolo era que mientras se realizaran los comicios para elegir al presidente y vice-presidente, el primer cargo lo ocuparía el actual presidente peruano y a cargo del segundo, lo haría el actual presidente boliviano. Se elegiría posteriormente el lugar donde se construyera la nueva capital del flamante estado. Tan contento quedó Piérola con los protocolos firmados que hizo un rápido viaje a La Paz, donde obtuvo mayores seguridades de ayuda del gobierno del General Campero para la continuación de la acción bélica aliada contra la invasión chilena. Pero el proyecto que nació de la gigante adversidad que enfrentaban estos países hermanos, fue más una ilusión que un camino sinuoso a seguir, y duró poco tiempo. Las tropas chilenas inexorablemente ingresaban a Lima, acontecimiento que modificó las realidades políticas y militares. Se dice que en la vida pasa sólo una vez el tren que llama en silencio a los que se les debe dar una segunda oportunidad. Perú y Bolivia estuvieron en la estación de la esperanza, cuando un hombre mestizo, visionario y comprometido, creó la Confederación Perú Boliviana, cuarenta años atrás de la embestida de un vecino arrogante, que odió profundamente a los que se le oponían. Si todos se hubieran subido al tren, jamás hubieran perdido ni un metro cuadrado de su heredad y, hoy en día, estaríamos ante un estado poderoso y respetado. No intentamos llorar frente al futuro derramado, pero la idea de los estados unidos, que esta vez nació en un hondo deseo, pedía la presencia de un segundo tren que no llegó nunca porque así lo dispone el destino.

169

CAPÍTULO DÉCIMO CONCLUSIONES SOBRE LA INVASIÓN CHILENA

170 CAUSAS Volvemos a reiterar que Chile no tenía viabilidad como estado con sólo los territorios heredados de la colonia. Esta afirmación se fue fortaleciendo a medida que transcurrían los primeros años de su independencia. Se empezaron a explorar las posibilidades empezando por la Patagonia argentina, vislumbrando una condición bioceánica que fortalecería enormemente su poder estratégico. Era lejana la posibilidad hacia el norte donde continuos desiertos quemados por el sol y la ausencia de lluvias los hacían despreciables, hasta que llegó la inesperada presencia del guano acumulado en un millón de años en las costas del Pacífico. Ya mermada esta reserva se miró con detenimiento los yacimientos salitreros como alternativa del guano, como elemento importante en la fabricación de munición y el yodo, apareciendo luego la plata en la costa boliviana y los yacimientos de cobre que en unos pocos años más albergarían a las minas de Chuquicamata, el más grande yacimiento de cobre del mundo. Chile fue debilitando su interés por el territorio argentino para concentrar sus esfuerzos en el norte, cuyo vecino no presentaba demasiados obstáculos y muchas desventajas geográficas para oponer una eficaz resistencia a sus planes. En realidad Chile no se equivocó, el territorio de Atacama le aseguró su futuro, en primer lugar el salitre y el yodo, luego el cobre, fueron como se dijo el sueldo de Chile y continúa siéndolo en el presente de manera significativa. ¿Qué hubiera sido de Chile sin estas riquezas bolivianas? Al poco tiempo de que Perú iniciará la explotación del guano de las islas de Chincha, enviando sus primeros envíos importantes hacia Europa, Chile no tardó en manifestarse cumpliendo su estrategia expansionista dando su primer paso el 31 de octubre de 1842 cuando su Congreso dictó una ley “declarando propiedad nacional las guaneras de Coquimbo, del desierto de Atacama y “de las islas adyacentes” que estaban en territorio boliviano, ya tenían algo con que llenar la olla. Ya iniciada su ofensiva contra Bolivia, continuaron con sus planes contra la Argentina. Fundaron el fuerte Bulnes sobre una de las márgenes del estrecho de Magallanes, iniciándose los roces diplomáticos entre ambas naciones. Los reclamos bolivianos de nada sirvieron y el ejecutivo se lavaba las manos aduciendo que no podía interferir con las decisiones de su poder legislativo. En el año de 1843 el señor Larrazábal, alegaba que a pesar que Chile está en condiciones de reclamar todo el desierto, por lo menos podría dividirse en dos partes iguales. Estas declaraciones descubrieron las intenciones de Chile de apropiarse de la mitad de Atacama, a pesar que sus constituciones de 1822 y 1828 describían el extremo norte de su territori o hasta el despoblado de Atacama, sin incluirlo. En ese entonces ni sospechaban que este desierto boliviano representaría para ellos su viabilidad como nación y el sostén de su población. Los pasos siguientes que dio Chile en su programada expansión que ciertamente incluían al Perú, desembocaron en la invasión de Antofagasta que dio origen a la guerra del Pacífico, con la pérdida total de Atacama para Bolivia y de Tarapacá y Arica para el Perú. Usurpación planeada por años, acompañada por una disimulada carrera armamentista que arrolló las defensas que pobremente opusieron los aliados. La Casa Gibbs acompañó al gobierno del Perú desde los inicios de la explotación del guano. Llegó a ser una de las empresas comerciales más importantes del país a los pocos años de la fundación de su filial en Lima. Contribuyó exitosamente a las buenas relaciones con la primera potencia económica de la época y aprovechó la fortaleza del capitalismo británico para impulsar un equilibrado desarrollo entre ambos estados. En especial para la firma británica el negocio del guano le trajo un crecimiento impensable, convirtiendo al hijo del fundador a finales del siglo XIX, en el cuarto hombre más rico del imperio. A pesar que el gobierno peruano mantuvo en su propiedad y soberanía l os depósitos del guano depositados en las islas peruanas del Pacífico y que los explotaba preferentemente en la forma de consignaciones, el gobierno británico recibió indudables beneficios en su agricultura, comercio y finanzas, que hacían al Perú un aliado en sus negocios, sumados a los buenos antecedentes que se generaron cuando la Confederación Perú Boliviana firmó un Tratado de Libre Comercio que apuntalaba las políticas liberales del comercio propugnadas como imprescindibles para el desenvolvimiento del imperio. En suma Gran Bretaña era un gran amigo del Perú y podríamos llamarlo aliado en los destinos por conquistar. Pero esta importante amistad se fue debilitando con el tiempo. En 1861 no se renovó el contrato de consignación con la Casa Gibbs, finalizando una década de asociación que llevó a que el Perú disfrutara de una era económica dorada de estabilidad, obteniendo el anhelado superávit fiscal, la cancelación programada de la deuda externa y la tranquilidad en los hogares. El convenio firmado con la Casa Gibbs, fue directamente elaborado por el gobierno británico a fin de precautelar los intereses de los acreedores súbditos de su Majestad y demuestra claramente que las actividades privadas estaban estrechamente ligadas a los intereses del imperio. El hecho de la no renovación obedece a circunstancias propias al estado peruano y a la empresa favorecida. Por una parte el estado sintió la fuerte

171 presión de inversionistas nacionales que alegaban discriminación en su propia patria y que también acusaban a la Casa Gibbs de atentar contra los intereses peruanos al vender el guano al menudeo a un precio cuatro veces mayor al fijado en el convenio o aceptado por ambas partes. En realidad la Casa Gibbs no violó lo acordado sino que muy hábilmente integró todo el circuito de la comercialización al percibir que la demanda por el guano aumentaba y que la oferta era menor, por lo cual los agricultores isleños estaban dispuestos a pagar precios muy superiores, realidad que el estado peruano no previó al ignorar la situación de este mercado de ultramar. Como el gobierno británico no tenía quejas en cuanto a la amortización de la deuda y la londinense Casa Gibbs no acudió a manifestar un enojo decidido, actitud que fue reiteradamente criticada por Henry Hucks Gibbs a su tío William que controlaba la firma, por su actitud resignada al no mostrar mayor fuerza en la defensa de los intereses familiares, conducta que ocasionó que la explotación del fertilizante pasara sin mayores contratiempos a los inversionistas nacionales, sin causar daños en las relaciones diplomáticas. El crecimiento de las exportaciones peruanas de fertilizantes, primero con el guano y luego con el salitre, llevó a que se prescindiera de la tributación interna como fuente principal de los ingresos pa ra cubrir los gastos ordinarios del presupuesto del estado. En 1875, el Perú era el país más endeudado de Latinoamérica con cincuenta y dos millones de libras esterlinas que equivalía al 37% de toda la región. Le seguía Brasil con veinticuatro millones de libras equivalente a un 17%. La justificación de esta enorme deuda fue la ambiciosa construcción de una red ferroviaria para impulsar el desarrollo de la nación, sin embargo, la mayor parte de los fondos obtenidos fueron usados para cubrir constantemente abultados déficits en la balanza de pagos originados en los desequilibrios fiscales. Hasta 1869, la situación no era tan desesperante ya que la deuda llegaba a los ocho millones de libras esterlinas y el servicio de la deuda era de aproximadamente el 50% del valor de las exportaciones de guano. Fueron los años 1870 a 1872, fue que se dispara la deuda, con una nueva emisión de bonos inicialmente por quince millones de libras esterlinas que representaba un servicio adicional anual de un millón de libras esterlinas. Para rematar la situación, mediante Ley del 25 de Enero de 1873, año en que Perú y Bolivia firmaban una “Alianza Defensiva” secreta en caso de una agresión por parte de Chile a cualquiera de los dos países o ambos, el empréstito de 1872 de quince millones de libras fue aumentado a treinta y seis millones ochocientos mil libras esterlinas, cifra impagable. Los consignatarios nacionales del guano habían fracasado en su intento de reemplazar a la Casa Gibbs por lo que el estado peruano tuvo que buscar una nueva alternativa en la comercialización, y encontrar una forma de asegurar precios y mercados. Se llegó a la conclusión que se debía implantar un monopolio global en la exportación del guano y el control de la explotación y comercialización del salitre . Ambos recursos naturales estaban concentrados en Perú y Bolivia. Naturalmente el viraje que daba Perú para oponerse a las normas del libre comercio que combatía todo monopolio respetando la inversión privada de toda confiscación o expropiación, se manife staba en las prácticas de la nacionalización obligada de empresas salitreras en Tarapacá, muchas de ellas británicas, y la búsqueda de alquilar estatalmente todos los yacimientos salitreros de Bolivia en Atacama. Estas pretensiones alarmaron a la Gran Bretaña y sus aliados, que ya no verían al Perú como país amigo y, más aún, como un potencial riesgo a sus intereses mundiales, pues esta actitud asumida por el gobierno de Lima pudiera contagiar a otros estados. No dejó otro camino de que Gran Bretaña se ace rcara a Chile con el ánimo de apoyarlo si la situación lo requería, a fin de parar las provocaciones peruanas. Fue más en este sentido, el acercamiento británico que el de apoyar la política expansionista de su nuevo amigo. El contrato Dreyfus, en el que Perú depositó todas sus esperanzas, poniendo su futuro en manos de un oscuro comerciante francés, muy hábil en buscar socios, pujante y decidido a enfrentar l os retos, aptitudes que no fueron suficientes. El peso de la irresponsabilidad de los gobernantes que generó una deuda amenazante, evitó que los intentos del empresario francés por cumplir con lo acordado tuvieran éxito y lo forzaran a desistir, truncando la única posibilidad que le quedaba al Perú para salir del atolladero . Finalmente en diciembre de 1875, el país se declaró en moratoria de pagos por el íntegro de la deuda externa y no pagó ni el principal ni los intereses por quince años. Tres años más tarde de la moratoria, se iniciaba la invasión de Chile a Antofagasta.

El PRETEXTO Si hubo motivo para que siempre Chile se enfureciese, este fue el acercamiento formal entre Perú y Bolivia. Combatió acérrimamente a la Confederación hasta lograr desintegrarla. Al ser confirmado por el presidente

172 Prado, el acuerdo de la Alianza Defensiva entre su país y Bolivia, le bastó a Chile para declararle la guerra, luego de su invasión a Antofagasta. En 1874 Chile y Bolivia firmaron un Tratado de Límites, que estipulaba que no se aplicarían nuevos impuestos a las empresas extranjeras que operaban en territorio costero boliviano previamente fijado, por el lapso de veinte años. Sin embargo, Bolivia que ya contaba con este Tratado de límites con Chile, con algunas estipulaciones momentáneas en cuanto a exoneraciones fiscales, a concesiones en puertos y de importación de todo tipo de bienes relacionados a la explotación de los recursos salitreros en las áreas designadas, y conociendo sus agudas debilidades para proteger su soberanía marítima, decidiese de pronto poner en riesgo su territorio costero acordando cobrar un impuesto de diez centavos por quintal de salitre extraído. Historiadores chilenos afirman que hubo presión del Perú que buscaba el establecimiento de un monopolio sobre el salitre en su salida desesperada de hacer frente a su enorme deuda externa. También estaría la excesiva confianza que le aportaba a Bolivia su tratado defensivo con el Perú. Había un desconocimiento amplio de la realidad militar de Chile y se sobre estimaron las capacidades reales de los aliados. Lo cierto que la aplicación de e ste tributo fue la bandera que se izó para justificar la agresión chilena en el Pacífico. LA POLÍTICA DE LA CASA GIBBS ANTES DEL CONFLICTO La Tarapacá Nitrate Company, era una empresa controlada por la filial peruana de la Casa Gibbs, con la razón social de Williams Gibbs & Co. Esta empresa había acumulado una pérdida de 484,524 soles entre 1873 a 1875, un 38% de su inversión inicial de 1’274,524 soles. La decisión del gobierno peruano de nacionalizarla pagando por ella la suma de 1’250,000 soles, no le caía nada mal, además del hecho de que Williams Gibbs, suscribió un contrato de elaboración de 500,000 quintales anuales de salitre. La compra se efectuó mediante la emisión de certificados, una suerte de pagarés o bonos, a ser rescatados en dos años con un interés del 8%. La operación era tan favorable a los vendedores que la casa matriz felicitó a su filial y le manifestó el deseo de continuar apoyando la nueva y precipitada maniobra que ejecutaba el gobierno peruano en su empeño de controlar toda la actividad salitrera del Perú y Bolivia, a fin de que no desbaratará el precio y mercado del guano, recurso al cual continuaba amarrado después del contrato firmado con la empresa Dreyfus y hermanos, con el cual pretendía afrontar la gigantesca deuda externa. Williams Gibbs & Co. no solo apoyaba con palabras de aliento sino que colaboró financieramente desde el mes de Mayo de 1876, fecha en que obtuvo la exclusividad de la consignación del nitrato manejado por el consorcio Bancos Asociados de Lima, el cual recibió de Williams Gibbs & Co. un anticipo de 40,000 libras esterlinas. Al parecer, los Gibbs entraron con alma, entusiasmo y dinero en el ruedo, desafiando todo pronóstico por muy difícil que fuera. El primer gran reto surgió ante la contingencia de que la producción boliviana se elevara repentinamente con sus yacimientos, muchos más ricos que los ubicados en el Perú, y que no estaban explotados aún y que pudieran fácilmente alcanzar una producción de seis millones de quintales anuales. Los esfuerzos para eliminar esta contingencia absolvieron los esfuerzos de Gibbs, el gobierno limeño y el consorcio de bancos, que lograron obtener del gobierno boliviano el visto bueno para alquilar los yacimientos no explotados o concesionados a Juan Gilberto Meiggs por un pago mensual de diez mil pesos y que al ceder la concesión, el pago del alquiler los proporcionaría como adelanto la Casa Gibbs y se reembolsaría de las futuras liquidaciones de la consignación. Quedaba por resolver otro reto de menor importancia pero que fue el que más dolores de cabeza le dio a la firma londinense. En Antofagasta Bolivia, no existían múltiples empresas explotadoras del salitre, la más importante la sociedad Melbourne Clark y Cía., formada por cinco accionistas entre ellos la filial chilena William (Guillermo) Gibbs & Co. En realidad Melbourne Clark era funcionario de la firma Gibbs de Valparaíso. El banquero era Agustín Edwards Ossandón, el empresario más próspero de su época con actividades en la banca y en la explotación y comercialización del cobre. La participación en el capital de la empresa inglesa llegaba al 43.3% y los chilenos poseían el resto. Gibbs quedaba como administrador de la compañía y sería su agente exclusivo en toda la costa del Pacífico, como en Europa y Estados Unidos, para lo cual adelantaría hasta 150,000 pesos con el 8% de interés anual. George Hicks, que había trabajado en la Compañía de Salitres de Tarapacá fue nombrado Gerente. Posteriormente se reorganizó Melbourne Clark en 1872 dando origen a la “Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta con un capital de 2’500,000 pesos de los cuales Gibbs poseía 804,000, Puelma 848,000 y Agustín Edwards con otros 848,000 pesos. Edwards era el presidente de la compañía y un miembro de la Casa Gibbs, ocupaba la vicepreside ncia. Tras un aumento de capital no suscrito por Gibbs, seguramente por las ásperas relaciones que mantenían con Edwards, éste pasó

173 a obtener el 42% del capital frente a un 25% de Gibbs, con lo cual los ingleses perdían fuerza en las decisiones. Pero aún se mantenía el obstáculo de la producción de la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta de la cual era accionista minoritario William (Guillermo) Gibbs & Cía., que en este caso estaba en oposición de intereses a la filial peruana Williams Gibbs & Co. La tozudez de Edwards, al cual no le simpatizaba para nada los Gibbs, para impedir un límite a la producción de salitre, que era la última condición a subsanar impuesta por el gobierno peruano a fin de llevar a cabo su plan de la nacionalización de su salitre y el arrendamiento de la gran parte de las salitreras bolivianas, puso en riesgo todo el proyecto que indudablemente favorecía a los Gibbs, ya que tendrían el monopolio mundial en la comercialización del salitre a producir. Ni que decir de la actitud de George Hicks tenazmente opuesto a la ejecución del impuesto de los diez centavos, que de manera decidida ayudaba a doblegar a Edwards, y a pesar de ser ejecutivo y hombre de confianza de los Gibbs. Las verdaderas interrogantes sobre el papel de la casa matriz en Londres sobre el rol que jugaron sus filiales en Perú y Chile, nos conducen a suponer que ya reinaba en el ambiente el natural nerviosismo que pronosticaba la llegada de grandes acontecimientos en la costa del Pacífico de Sudamérica. Si no s preguntamos por las razones por las cuales Henry Hucks se empeñó en llevar adelante el monopolio en la comercialización del salitre peruano y boliviano a pesar de que tuvo que afrontar una expropiación en Tarapacá, no nos equivocaríamos en señalar de que el éxito alcanzado por su firma en la etapa de la denominada consignación del guano, que permitió a su tío William amasar una cuantiosa fortuna, fue el motivo que lo emuló a lograr otra gran empresa que lo llevara también a la fama y gran riqueza. Pero el destino es caprichoso y las dificultades que fueron surgiendo en el camino fueron demasiado desafío para su voluntad decidida a enfrentar los riesgos aceptables. Una vez que el presidente Mariano Ignacio Prado, hubiera desahuciado el convenio con los Bancos Asociados de Lima y, que como consecuencia de esta decisión Williams Gibbs & Co perdió su condición de agente exclusivo de ventas, los hombres de Gibbs reforzaron sus intentos para asumir la función que el Consorcio de Bancos había dejado y así recuperar la exclusividad de la comercialización del nitrato de sodio. Pero no estaban solos en este intento, tenían como rival a la Peruvian Guano Co. integrada por inversionistas europeos y peruanos. De pronto llega una sorprendente decisión: Gibbs retiraba su postulación dejando a su ex antagonista el camino libre a cambio de ser la única consignataria del nitrato. El acuerdo ya no era con el gobierno peruano sino con otra empresa privada. En realidad era un retroceso para Gibbs en sus aspiraciones o quizá una decisión meditada. Cabe recordar que a partir de 1858 William Gibbs, al dejar sus funciones de socio ejecutivo, lo sucede en el cargo su sobrino, hijo mayor de su hermano George, Henry Hucks Gibbs, director del Banco de Inglaterra desde el año 1853 y del cual fue su Gobernador entre los años 1875 a 1877. Fue también miembro del Parlamento en la ciudad de Londres. Fue uno de los personajes más influyentes con una de las mayores fortunas en la Gran Bretaña, y sin duda, formaba parte de la clase dirigente defensora de los intereses del imperio. Fue Henry Hucks quien mediante carta fechada el 16 de Abril de 1878, mostraba una firme posición de limitar a cualquier precio la producción de la Compañía Salitrera de Antofagasta, manifestando su intención de asumir el control de dicha Compañía si era necesario. Las cartas estaban echadas y la posición de Gibbs era firme al apoyo a la nacionalización del salitre peruano, el arrendamiento de las salitreras bolivianas, y manejar monopólicamente la comercialización del salitre con la esperanza de repetir lo sucedido con la consignación del guano que fue el origen del poderío económico y financiero que alcanzó la casa Antony Gibbs & Sons. Podemos asegurar que si Gibbs hubiera tomado el control de la Compañía del Salitre y Ferrocarriles de Antofagasta en el año de 1878, se hubiera impedido que Bolivia impusiera grotescamente el impuesto de los diez centavos, quitándole a Chile el principal pretexto para desencadenar la guerra, además el hecho de que una importante compañía británica tuviera en sus manos la explotación de una parte significativa de los recursos y la comercialización exclusiva de toda la producción del salitre ubicado en Atacama, formaría una fuerte disuasión a una agresión abierta por parte de Chile. Hubiera sido un “jaque mate” geopolítico más que económico o financiero. ¿Fue el repentino fallecimiento de Edwards, el 2 de Enero de 1878, que inclinó la balanza a favor de Chile, o las presiones que recibió Gibbs para actuar dubitativamente? Henry Hucks Gibbs al expresar sus intenciones de tomar el control de la Compañía de Antofagasta, lo hacía porque su casa tenía la capacidad de lograrlo, y sabía que al hacerlo solucionaba los problemas no resueltos

174 y consolidaba su proyecto del monopolio en la comercialización. En realidad se mataban varios patos de un solo tiro. Para Bolivia hubiera sido un milagro y para el Perú una esperanza. Gibbs se mantuvo en el lado peruano, no olvidando al país que le dio mucho y aunque Bolivia fue borrada del mapa por la Reina Victo ria al ser insultado y ultrajado su embajador por un presidente demente, era una ficha importante para Gibbs, no para la corona, en el ajedrez que se jugaba en esos años decisivos. La posición de Agustín Edwards fue inflexible. Estaba muy atado a los pl anes de su patria como para desprenderse de su paquete accionario en Antofagasta y dejar sin argumentos a su gobierno para emprender su expansión territorial. No por nada el gobierno chileno era su aval en caso de ser acorralado con nuevos impuestos o amenazado con acciones confiscatorias por parte de Bolivia, tal como se expresaba en lo estipulado por el Tratado de Límites de 1874. No le quedaba otro camino viable a Gibbs que continuar con las negociaciones a fin de comprometer de alguna manera a la Compañía Salitrera a poner un tope a su producción. Pero es indudable de que Gran Bretaña, que seguramente ya conocía las intenciones expansionistas de Chile, por cuanto fue un seguro proveedor de armas y pertrechos, fortalecía su acercamiento a la nación que asechaba a sus vecinos, a la vez que aumentaba su recelo contra Perú y Bolivia, aliados secretos formalmente y que impulsaban, especialmente el primero, políticas estatistas, de control de precios, establecimiento de monopolios y todo aquello que era aborrecido por los países hegemónicos amantes del libre comercio, la libre empresa y el abandono de las políticas proteccionistas, como formas ineludibles para alcanzar metas de dominación a través de la apropiación de los mercados y riquezas de los países má s vulnerables e indefensos. Conocedor seguramente el gobierno británico de los afanes de la familia Gibbs por alcanzar el monopolio en la comercialización del nitrato de sodio y las presiones que ejercía sobre los accionistas mayoritarios de la Compañía del Salitre y Ferrocarriles de Antofagasta para lograr influir en su producción, no le fue difícil convencer a Henry Hucks, director del Banco de Inglaterra y su ex gobernador, de que apoyar al gobierno peruano en sus afanes de expropiación o nacionalización del salitre era a futuro poner en riesgo al capital británico, ya que nada aseguraba que Bolivia pudiera hacer lo mismo en Atacama y que otros países los imitaran en otras latitudes. Las consecuencias podían ser muy graves para la Gran Bretaña, primera potencia económica mundial en aquellos años. Difícil coyuntura para la Casa Gibbs y, más difícil aún, tomar una decisión. Según los archivos de Antony Gibbs & Sons, muchos años después del inicio de las hostilidades en el Pacífico, Henry Hucks Gibbs, dijo a su Cancillería, molesto por el apoyo brindado en Chile a John North, “El Rey del Salitre”: “Espero que el Foreign Office no olvidará que mi Casa sabe realmente todo lo que pueda saberse acerca de la costa occidental de Sur América”. Era muy cierto que conocían sobre los preparativos bélicos de Chile y el apoyo que le brindaba el Reino Unido, lo que hacía presumir una eminente confrontación. También un cuidadoso análisis de las posibilidades de éxito que pudieran contar los países involucrados, era evidente que las ventajas las llevaba Chile, sobre todo en el aspecto de equipamiento militar y entrenamiento de la tropa. Ante una ineludible invasión chilena a territorio boliviano, con todas las posibilidades de extenderse al Perú, especialmente a la provincia de Tarapacá, debido a su Tratado Defensivo, que sin duda, estaban al tanto los Gibbs, llegaron a la conclusión de que lo que ellos supusieron como meras posibilidades a fines del año 1878 se convertía en una cruel realidad. Si continuaban apoyando al gobierno peruano no habría ninguna posibilidad de acercamiento a Chile, es más aún, este país podría ejercitar represalias contra sus intereses. Gibbs tenía en juego los bonos que entregó el Perú a cambio de su inversión en la Nitrate Company que fue nacionalizada, también estaban su inversión en la Compañía del Salitre y Ferrocarriles de Antofagasta y lo más serio: la oportunidad de participar en la comercialización del salitre que estaría en manos chilenas. No había razones empresariales para seguir apoyando al Perú, quizá solo se guardaba una pizca de solidaridad para con el país que les dio poder y riqueza. Y la orden llegó: Cerrar lo antes posible la filial peruana Williams Gibbs & Co en Lima y su oficina en Arequipa. Quedaban atrás casi sesenta años de actividades en el Perú de los descendientes de un comerciante inglés que tuvo una vida de lucha contra muchas adversidades pero que se aferró al nuevo mundo, hasta encontrar para su familia y sus deudas un mejor destino. Y no se equivocó.

175 Otro dato importante a tomar en cuenta y que confirma las dudas que tenía Gibbs sobre un posible conflicto bélico en la zona que involucraría a los tres países en los cuales desarrollaba sus principales actividades, fue el hecho de que pidió, a comienzos de 1877, a su primo Octavius Charles Crawley-Boevey, que se desempeñaba como Jefe de la oficina de Arequipa, de su filial peruana William Gibbs & Co., viajara lo antes posible de regreso a Londres. Tan contundente sería la premura de que su primo tuvo que dejar en manos de sus abuelos maternos a su hijo menor de apenas dieciocho meses de nacido el cual sufría de constantes bronquitis y faringitis las cuales pudieran acarrearle problemas por el extenso viaje. No volvió a ver a su pequeño Eduardo hasta dentro de siete años cuando regreso a Arequipa para arreglar su viaje definitivo a Valparaíso donde emigraría para cumplir funciones en la filial chilena de los Gibbs. Al parecer Henry Hucks Gibbs se negó a tomar una decisión firme sobre el camino que debía seguir su casa en el complicado escenario que se presentaba en la región sudamericana del Pacífico. Era difícil pronosticar el desenlace de los acontecimientos, por ello era imposible tomar una posición clara que traería graves problemas económicos a su firma. Jugó hábilmente acercándose al uso de la hipocresía, para mantener las buenas relaciones y las expectativas de sus promesas. Lo que es seguro, es que precauteló los intereses de la firma sobre cualquier otra consideración. Al final obtuvo salir casi indemne del embrollo, qu e de ninguna manera lo patrocinó deliberadamente, quizá pudo haberlo evitado, el tiempo lo dirá ¿Cuando? Posiblemente nunca.

176

CAPÍTULO DÉCIMO-PRIMERO CONSECUENCIAS DE LA GUERRA

177 CHILE Y SU COROLARIO DE LA GUERRA EL REY DEL SALITRE: JOHN THOMAS NORTH GIBBS Y CIA (FILIAL DE VALPARAÍSO) Sin podernos alejar del ámbito de los aventureros ingleses, también los hubo los que no estuvieron relacionados a la tradicional piratería pero si cubiertos por la simpatía de la corona británica. Vamos a narrar las aventuras del británico John Thomas North, quien llegó a las costas peruanas por el año de 1870, y al inicio de la Guerra con el Perú, trabajaba en las pampas de caliche de la provi ncia peruana de Tarapacá. Un salitrero peruano experto en la extracción y explotación del salitre, ayudó a John North y éste se acostumbró rápidamente al duro clima desértico lo que le permitió aprender todo lo relacionado a la formación del mineral y que pronto sustituiría al guano como fertilizante, sumando a sus bondades ser componente en la producción de la pólvora, logrando el calificativo de material estratégico para la fabricación de munición de guerra. Empezada las hostilidades y fallecido el gran almirante Miguel Grau con sus heroicos comandantes del Huáscar, las costas peruanas quedaron desguarnecidas invitando al inevitable desembarco de las tropas chilenas en Pisagua. La primera batalla terrestre que tuvo lugar en San Francisco, a la cual no lle garon las tropas bolivianas, fue un descalabro para los aliados, que permitió la ocupación chilena de la rica provincia costera de Tarapacá. Muy solícito North se puso al servicio del jefe chileno de las fuerzas expedicionarias, Patricio Lynch y obtuvo de este militar la comisión para el suministro de transportes para el equipo, parque y vituallas de las fuerzas combatientes, por las que recibió entonces como pago 40 000 quintales de guano peruano cuyo valor fue el inicio de su enorme fortuna que formó en los inicios y desarrollo de la cruenta guerra de conquista que inició Chile. Los acontecimientos posteriores fueron duros golpes para las fuerzas aliadas que no pudieron formar una fuerte línea de contención al agresor y fue suficiente motivo para que los tenedores de los bonos peruanos emitidos para cancelar la obligada “nacionalización” de los depósitos salitreros ubicados en Tarapacá, sufrieran una caída catastrófica de su valor. Cual buitre hambriento, North con la ayuda de su compatriota Jeffrey Harvey, convertido en banquero, usando dinero de influyentes financistas de Valparaíso, adquirió a precio de regalo los bonos de los salitreros peruanos, quienes acorralados por el inescrupuloso inglés, no les quedó otra opción que ceder ante esta maniobra abierta de chantaje. North de esta manera, se transformó prontamente en el tenedor exclusivo de los derechos salitreros adquiriendo el manejo total de la lucrativa industria. Una vez que el gobierno chileno dispuso la entrega de las oficinas salitreras a los tenedores de los respectivos títulos, el afortunado especulador se quedó con casi todo. Los miles de soldados chilenos muertos se sacrificaron por un tenebroso extranjero que fue por muchos años el único beneficiario de la riqueza usurpada a dos naciones que aportaron también otros miles de muertos por su soberanía, no por el beneficio de un oscuro iletrado sin vergüenza. En cuanto a los bonos que recibió la empresa de los Gibbs, Tarapacá Nitrate Company, en pago por su venta al estado peruano de sus yacimientos de nitrato en Tarapacá, podemos afirmar que estos bonos no pasaron a poder de North. No creemos que la firma Gibbs fuera presionada por el especulador británico a quien aborrecían. Lo cierto es que William (Guillermo) Gibbs y Cía. recuperó todas sus propiedades en Tarapacá después de la invasión chilena y se allanó a lo dispuesto por el gobierno chileno de que las propiedades salitreras serán devueltas a los que poseen los certificados de pago que emitió el gobierno peruano para concretar su nacionalización. Gibbs poseía un monto en certificados en soles fuertes de un 1 250 000, el 23% del total emitido por este concepto y que estaban en su poder desde el 20 de Noviembre de 1876, títulos que nunca fueron colocados en el mercado de valores y que canjearon por la devolución de sus oficinas salitreras que conformaban la Tarapacá Nitrate Company. La Compañía Alianza, empresa peruana organizada en 1871 y Sociedad Anónima en 1874, se vendió al gobierno peruano en 1876 y en 1882 el Gobierno de Chile la enajenó a Gibbs y Cía., ¿a cambio de qué? En 1883 las acciones que poseía Guillermo Gibbs & Cía. en la compañía de Salitres de Antofagasta (ex C.S.F.A) fueron vendidas debido a la decisión por parte de la matriz en Londres de reorientar sus inversiones salitreras hacia la ocupada provincia de Tarapacá. En realidad era muy incómoda su presencia en esta firma por los ásperos roces que se tuvieron con los socios chilenos encabezados por Agustín Edwards Ossandón, en las gestiones por limitar la producción de salitre de esta empresa a fin de que Gibbs obtuviera el monopolio de la comercialización de este mineral explotado en los yacimientos existentes en Perú y Bolivia. En efecto

178 hacia 1890 Gibbs y Cía. tenía ocho oficinas salitreras propias en Tarapacá y muchos yacimientos aún no explotados, lo que le permitió controlar gran parte de la exportación del salitre hasta mediados del siglo XX. En realidad al momento de decidir la venta de su participación en la Compañía de Salitres de Antofagasta, Gibbs poseía sólo el 6.38% de participación con 638 acciones lo que demuestra que ya había vendido con anterioridad unas 300 acciones de las que poseía. El pronunciado descenso de su participación se debe a la no suscripción de nuevos aportes en los aumentos de capital autorizados en directorio y que el más importante se realizó luego de iniciada la invasión a territorio boliviano en 1879, al acordarse un aumento de 7 500 000 de pesos hasta alcanzar un nuevo capital de 10 000 000 de pesos, distribuido entre los siguientes accionistas:

Total acciones Porcentaje del Capital

Año 1879 Agustín Edwards Francisco Puelma William Gibbs y Cía. Santiago Huayne Federico Varela Luis Pereira Alejandro Fierro Domingo Santa María Antonio Varas Julio Zegers Rafael Sotomayor Enrique Cood Eugenio Vergara Francisco Vergara Jorge Hunneeus Miguel José Urmeneta Cornelio Saavedra Máximo del Campo Miguel Subercaseaux

4 194 909 638 614 400 300 20 20 15 15 12 10 10 10 10 10 8 5 5 _________ 10 000 =========

41.94 9.09 6.38 6.14 4.00 3.00 0.20 0.20 0.15 0.15 0.12 0.10 0.10 0.10 0.10 0.10 0.08 0.05 0.05

Fuente: C.S.A Memorias 1880

En el año de 1876 el capital era de 2 500 acciones de las cuales 1066 pertenecían a Agustín Edwards con un 42.64%; Guillermo Gibbs y Cía., 939 acciones con un 37.56%; Uldarico Prado 200 acciones 8.00%; Federico Varela 100 acciones con el 4.00% y Luis Pereira con 75 acciones con el 3.00%. (Fuente: C.S.F.A. Memorias año de 1878). Esta participación tan reducida a la que llegó Gibbs en los comienzos de la guerra, demostraría que Gibbs tomaba precauciones ante la evidencia de los hostilidades y que el gobierno chileno estaba interesado en que la Compañía del Salitre y Ferrocarriles de Antofagasta, fuera dominada ampliamente por capital y socios de connacionales a fin de que no hubiera dudas en la aplicación del Tratado de 1874 con Bolivia, y que no se entendiera que Chile estaba amparando a una compañía con fuerte capital extranjero que actuaba en territorio de su vecino. El pretexto de la invasión debía estar fuera de toda duda ética al respecto. El gobierno chileno con la ayuda británica, aparentemente presionaran a Gibbs para que aceptara tan importante reducción de su capital o que al menos transfiriera a ciudadanos chilenos de su confianza una gran parte de sus acciones. La duda de si la “enajenación” a su favor en el año de 1882 de la Alianza Nitrate Company Ltd., compañía de origen peruano, fue una forma de compensación a la firma británica por su aceptación a una participación mínima en la Compañía del Salitre y Ferrocarriles de Antofagasta, la cual

179 estaba siendo presionada por el gobierno boliviano para la imposición de un impuesto de diez centavos por quintal de salitre y que fue el pretexto fabricado para desencadenar la agresión, pues ese impuesto violaba lo acordado por el Tratado de 1874. Esto acompaña al cambio drástico en la conducta de Gibbs al inicio de la guerra y su determinación de proteger decididamente su futuro al lado de Chile, notoriamente apoyado por la corona británica de la cual los Gibbs eran leales súbditos e importantes hombres públicos en el quehacer empresarial del reino. No está demás reiterar que Gibbs decidió abandonar el Perú a inicios de la contienda y cambiar su sede principal a Valparaíso luego de cerrar la filial de Lima la más antigua de Sudamérica y la sucursal de Arequipa abierta en el año de 1823. En los años siguientes a la contienda bélica, los Gibbs se consolidaban en Tarapacá, luego de recuperar la Tarapacá Nitrate Company, de beneficiarse con la Alianza Nitrate Company Ltd., de tomar posesión de ocho oficinas salitreras de importancia y adjudicarse muchos cientos de hectáreas de yacimientos salitreros no explotados. En el territorio de Antofagasta se consolidó fuertemente John Thomas North, el llamado por los británicos el “rey del salitre”. Un mecánico aventurero que llegó al puerto peruano de Iquique con diez libras esterlinas en el bolsillo y que rindió culto a la especulación mostrando la completa falta de escrúpulos. En realidad un pirata modernizado que no cambió su conducta tradicional en cuanto a la lealtad a su soberano y, por lo cual, fue ampliamente apoyado por el Foreign office británico, actitud que fue muy criticada por Henry Hucks Gibbs

Foto 90 John Thomas North, “El Rey del Salitre”

La inesperada invasión de Antofagasta y Tarapacá, trajo como consecuencia la explotación del salitre por cuenta de Chile. El ocupante cobra los derechos de exportación a todas las oficinas chilenas y extranjeras provenientes principalmente de intereses ingleses. Hace trabajar la de los peruanos mediante concesiones lo que les resultó fatal, especialmente a quienes, que bajo el peso de los acontecimientos decidieron vender

180 sus derechos en la bolsa internacional a precios miserables. Fuera de las ofertas directas de los peruanos en ruina, hecha a los industriales británicos, el resto de las acciones cayeron en poder de la bolsa de Londres. Desde 1882 John Thomas North, asociado con Jeffrey Harvey y con la garantía del Banco de Valparaíso, adquirió las acciones peruanas en Londres. Para 1886 North poseía el 40% de los títulos peruanos puestos a la venta. Compró luego todos los aportes iniciales, incluyendo las de su socio Harvey, constituyéndose desde entonces en el principal árbitro salitrero. Chile no mostró interés inicialmente en la adquisición del rico patrimonio, no tanto por carecer de una política hacendaria sagaz, como insinúan algunos investigadores chilenos, sino por no afectar la susceptibilidad de sus aliados británicos ya muy molestos por las políticas peruanas de expropiaciones estatales en la industria salitrera de Tarapacá y que fue el justificativo de mayor peso en la decisión de apoyar a Chile en sus planes belicistas. Con el fin de proteger el patrimonio acumulado y dotarlo de la mayor agilidad financiera posible, John Thomas North, viajó a Inglaterra y en Londres formó una docena de compañías subsidiarias unas de otras, con un capital declarado en 1890 de doce millones de libras esterlinas, lo que da a conocer la enorme fortuna obtenida por el mecánico que solo contaba con diez libras esterlinas a su llegada a Iquique. “Aquellas empresas controlaron la fuerza eléctrica, los comestibles, el aprovisionamiento, los repuestos, los transportes marítimos, los seguros, las agencias de embarque, las faenas portuarias, el agua potable, los ferrocarriles de la pampa, el carbón, los textiles. Con estas empresas no sólo dominó la industria salitrera sino todo Antofagasta y su vecina Tarapacá. En 1888, estas compañías dirigidas por North crearon el Banco de Londres y Tarapacá, independizando el salitre de la tutela bursátil y económica, que aunque disminuida, ejercían los bancos de Valparaíso”. “La central del Banco estaba en Inglaterra, su principal agencia en Chile quedó instalada en Iquique. El gerente general de esa entidad en el nortino puerto, capital de Tarapacá, había de ser el señor Dawson, quien en la práctica pasó a ser una especie de embajador plenipotenciario de North ante el gobierno chileno”. La Compañía de Nitratos de Liverpool, otra de las empresas de North, empezó un auge sorprendente debido a que los abonos nitrogenados alcanzaban una gran demanda en Europa, continente con suelos muy empobrecidos después de siglos de cultivo. Otra causa del auge es sin duda la fabricación de la pólvora, insumo estratégico para la industria de munición de guerra. North convirtió los ricos territorios de Antofagasta y Taltal en un estado dentro de otro estado. Al norte del paralelo 27, era el amo.

Don José Manuel Balmaceda Fernández, miembro de la poderosa clase aristocrática, que aunque liberal en sus propósitos, seguía con molestia y ostensible desagrado el destino y suerte del magnate del Norte, para quien la compañía del nitrato y sus múltiples negocios afines afectaban, además del lucro, un poder creciente sobre los hombres de gobierno al igual que sobre sus numerosos peones y empleados. Desde la más simple gestión administrativa hasta el nombramiento o reemplazo de funcionarios propios o del gobierno en el Norte, requería de la inexcusable venia del acaudalado, representado por Dawson.

181

Foto 91 José Manuel Balmaceda Fernández, Presidente de Chile Se glosan los elocuentes créditos que sobre estos extremos ha escrito don Mario Barros van Buren, del servicio diplomático de Chile, en su libro Historia Diplomática de Chile [6]: "Para mover un empleado público, para empedrar una calle, para decir un discurso, para dictar un reglamento de aduanas, había que consultarle. Los grandes magnates chilenos lo elevaron a su nivel sin la menor dificultad. North se siguió encumbrando por encima de esa aristocracia monetizada que tan humillada se le ofrecía. Su abogado en Santiago, don Julio Zegers, se convirtió en el árbitro de la política chilena. De su "carta blanca" salían los fondos para de las elecciones, las coimas para los empleados difíciles, los regalos para los incorruptibles, los grandes bailes para la sociedad. Las listas de diputados y senadores solían pasar por sus manos, porque los partidarios requerían el "consejo y la colaboración" del gran hombre de la City. Los documentos han echado luz sobre la enorme corrupción que North sembró sobre una clase social que, cegada por el oro, torció una de las tradiciones más nobles de la historia chilena: Su austeridad. Si bien la profecía de don Manuel Montt de que el salitre pudriría las riquezas morales del pueblo chileno no se cumplió en toda su extensión, podemos decir que engendró a una capa social sobre la que descansaba, precisamente, la estabilidad institucional de un régimen y una tradición de mando." En consecuencia Chile no ejercía control en los territorios ocupados a sus vecinos, la voluntad de North era lo que se imponía. Balmaceda, consciente de esta realidad decidió revertir de alguna forma esta situación incómoda para su país que luego de perder a miles de sus ciudadanos en la guerra de agresión que preparó durante años, sirviera únicamente para someterse a un empresario ególatra enriquecido de caprichos y vanidades. Balmaceda trató de promover un trato igualitario al capital chileno con el inglés sin abordar jamás la idea de nacionalizar, por ser un liberal y por temor a enojar a su aliado británico. Tímidamente inició su política salitrera con la explotación chilena de los yacimientos no denunciados. Subió moderadamente los impuestos de exportación para afrontar obras públicas. Si a Bolivia se lo invadió por un impuesto de diez centavos por quintal, Chile decuplicó este monto en pocos años sin atisbos de rabietas por los inversores tanto ingleses como chilenos. El guión para el teatro de la invasión estaba gastado y en desuso. Balmaceda rompió su timidez para con los asuntos relacionados al salitre al decretar en 1887 para poner fin a los certificados salitreros que se subastaban en Londres, reivindi cándolos para el estado chileno. Compró

182 bonos salitreros en poder de inversionistas europeos por un valor de 1 114 000 libras esterlinas al 65% de su valor nominal. Para 1890 Balmaceda había rescatado para el estado chileno 60 oficinas salitreras perteneci entes al gobierno peruano y que una vez más, para no asustar al poderoso aliado, afirmaron que el estado peruano “había declarado en abandono”. No hay documento alguno que confirme lo expresado graciosamente. En realidad fue un despojo que nada añadía a la usurpación de toda la provincia de Atacama en Bolivia y la de Tarapacá en Perú, y de lo cual los sensibles británicos opuestos a las expropiaciones obligadas con el uso del poder o la fuerza y que los indigna tanto, no mostraron su rechazo, al contrario l as apoyaron. Otros 11 yacimientos potenciales de denuncio, descubiertos y no explotados, también fueron rescatados para el estado. Aunque el patrimonio rescatado por el presidente Balmaceda no podía competir con las 21 oficinas de North o las 12 de los Gibbs, apoyadas por excelente maquinaria industrial y una sólida estructura financiera, al menos permitía un trato más igualitario. Enterado el poderoso North en su palacio londinense de las maniobras de Balmaceda, alquiló un lujoso navío de pasajeros e invitó a los más conspicuos periodistas europeos y después de muchos años sin tocar las costas sudamericanas, emprendió el largo retorno a la fuente de su riqueza inicial. Con un gran despliegue de publicidad propio de su figura megalómana llegó a Iquique donde fue recibido por sus trabajadores y las dóciles autoridades chilenas, quienes veían en él nada más o nada menos al patrón propietario que retornaba a sus tierras. Días y días de fiestas y borracheras siguieron al acontecimiento cuyos gastos fueron enteramente cubiertos por North. Sin embargo, al final decidió negociar directamente con Balmaceda., en términos pacíficos. Con las bodegas cargadas por un significativo obsequio, el mascaron de proa de la corbeta Esmeralda, hundida por el acorazado Huáscar el 21 de Mayo de 1879 y que causó la muerte del Capitán Prats, reconstruida y bañada por un manto de plata, llegó a Valparaíso al mes de su arribo al continente. La entrevista del “rey del salitre” con el presidente de Chile, fue fría y estrictamente protocolar como era de esperarse dado el temperamento adusto del mandatario y la soberbia del minero inglés. Balmaceda agradeció los obsequios y ordenó que el mascaron de proa del Esmeralda fuera depositado en el Museo Militar. Balmaceda dio muestras inequívocas que estaba dispuesto a que Chile retomará las riquezas del salitre que había arrancado a Bolivia y Perú. North advirtió que la actitud del mandatario era inflexible por lo cual abandonó el palacio de La Moneda y se embarcó en Valparaíso para no regresar jamás. El gobierno británico tomó nota de esta situación que, sin duda, no le agradaba. Los vientos de las nacionalizaciones inquietaban al león británico. Poco tiempo después de la partida de North, la armada chilena se rebeló contra Balmaceda, levó anclas y se hizo a la mar rumbo a Iquique donde esperaba Jorge Montt, jefe de la insurrección que fue investido en dicho puerto como Jefe de la Junta Revolucionaria y que se estableció en el antiguo puerto peruano. En respuesta Balmaceda ordenó que los cuerpos leales del ejército marchasen contra los rebeldes. Un verdadero inicio de insurrección y el enfrentamiento de dos cuerpos de las fuerzas armadas. Así se inició la guerra civil de 1891, una guerra entre chilenos más cruenta que la que causaro n contra sus vecinos. Miles de chilenos perdieron la vida y los daños materiales fueron considerables. ¿Fue la actitud de Balmaceda de frenar al protegido North lo que originó el conflicto? Las batallas de Concón y Placilla pusieron fin al conflicto y la derrota de las fuerzas leales al gobierno constituido. Balmaceda abandonado a su suerte, traspasó el mando al veterano general Manuel Baquedano González y se asiló en la delegación de la Argentina en Santiago, donde días después se suicidó con un disparo en la cabeza, en el día de la Independencia de su patria, 18 de Septiembre de 1892, fecha en que también concluía su periodo constitucional. Lo que vino a continuación fue el desmontaje total de la política llevada a cabo por Balmaceda por recuperar para Chile las riquezas de las que se había apoderado por la fuerza. La Junta Revolucionaria vendió cuanta oficina salitrera quedó en sus manos durante la guerra civil y posteriormente el gobierno de Jorge Montt, dominado por el pensamiento de los defensores del libre cambio y un Congreso perteneciente a la banca especulativa, terminó por sepultar las acciones atrevidas de Balmaceda. En realidad la posición del presidente depuesto de intentar iniciar políticas ya iniciadas por los presidentes Pardo y Prado en el Perú, trajo como respuesta fulminante el desagrado del aliado engreído de Chile, la Gran Bretaña, por la cual los militares serviles a la corona imperial se alzaron.

183 A los finales del siglo XIX, el desierto de Tarapacá y Antofagasta, estaban ocupados por Chile por el solo hecho de izar su bandera en los edificios públicos y, ser sus habitantes endeudados a North, de dicha nacionalidad. Pero ni un gramo de su riqueza pertenecía al país invasor, que para usurpar dichas riquezas había entregado la sangre de miles de soldados. El gato jugó muy bonito con su ratón, pues invadió dos países sin usar uno solo de sus soldados.

A partir de 1880, la filial chilena de Antony Gibbs & Sons, toma el nombre de Gibbs y Cía. y, en el siglo XX, en el año de 1948, se transforma en Sociedad Anónima Comercial. En 1879 absorbe lo que queda de la filial peruana una vez que ésta es cerrada por determinación de la casa matriz de Londres, en cuanto se inicia la confrontación bélica entre Chile y Perú. Octavius Charles Crawley-Boevey, que tenía a su cargo la sucursal de Arequipa de la filial peruana entre 1870 a 1877, es trasladado a Valparaíso en 1885, luego de una estadía de siete años en Londres. Según el investigador chileno Gonzalo Rojas Flores: la firma en Chile, tenía a comienzos de la década de 1860 agencias en Buenos Aires, Argentina; Cobija, Bolivia; Tacna, Perú; Ecuador; Centroamérica y Baltimore en los Estados Unidos. En Perú mantenía relaciones con la filial decana de Sudamérica y otras establecidas por la casa matriz. En el siglo XIX su radio de negocios en Chile se extendía desde Valparaíso y Santiago a todos los distritos mineros del norte incluyendo a los ubicados en Bolivia y Perú y a las principales áreas agrícolas y urbanas del sur. Tenía sucursales en Iquique, Perú; Antofagasta, Bolivia; Mejillones; Concepción; Talcahuano y otras ciudades del sur. En 1871 era la única propietaria de la Compañía de Salitres de Tarapacá, la cual fue vendida en 1875 al gobierno peruano que decidió nacionalizar toda la industria salitrera en su territorio. También participó en la explotación del salitre boliviano y en 1868 adquirió el 50% de la Sociedad Explotadora del Desierto de Atacama, tomando el control de la misma. En 1869 se funda en Valparaíso, Melbourne Clark y Cía. que se fusiona con la Sociedad Explotadora y los socios son: José Santos Ossa, Francisco Puelma, Agustín Edwards Ossandón, Melbourne Clark, George Smith y William (Guillermo) Gibbs y Cía. En 1872 el patrimonio de esta sociedad fue adquirido por la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta, que había sido fundada ese año en Valparaíso. Estaba constituida por Agustín Edwards, Francisco Puelma, ambos con 848 acciones cada uno y William (Guillermo) Gibbs y Cía. con 804, estas últimas vendidas en 1883, (no se nombra a los compradores) por decisión de la casa matriz a fin de reorientar sus inversiones salitreras hacia la provincia de Tarapacá, ya entonces invadida por Chile. Hacia 1890, Gibbs ya contaba en esa provincia, con ocho oficinas salitreras propias, incluyendo a la Compañía de Salitres de Tarapacá la cual fue recuperada al canjear a ésta con los bonos emitidos por el gobierno peruano con los cuales canceló la expropiación de dicha empresa y al no ser honrados debido a la guerra, Chile se comprometió a reconocerlos. En el campo de las finanzas, Gibbs y Cía. siempre tuvo un lugar importante como casa de descuentos. En 1871, en base a la existencia del Banco de Cobija, que cambió su nombre por el de Banco Nacional de Bolivia, se autorizó su funcionamiento con los privilegios de emisión, descuento, depósito y préstamo, con domicilio legal en el departamento de Cobija en Bolivia y Valparaíso en Chile, con un capital inicial de tres millones de bolivianos. Una vez establecida la correlación paritaria entre los socios chilenos y bolivianos, al igual que a todos los bancos de la época, el gobierno boliviano le otorgó la facultad de emitir billetes en una proporción al 150% de su capital efectivo. La dirección del Banco estaría a cargo del Consejo General de Administración, residente en la ciudad y puerto de Valparaíso, elegidos por los accionistas chilenos. Las sucursales, incluida la de Sucre, estarían regidas por un Administrador que sería al mismo tiempo Secretario del Consejo. El 29 de Agosto de 1872 abre sus puertas la oficina de Valparaíso. (El Banco Nacional de Bolivia, 130 años) El Consejo General de Administración en Valparaíso quedó conformado por Agustín Edwards Ossandón como Presidente, Joaquín Dorado como Vicepresidente. Entre los socios fundadores principale s del Banco Nacional de Bolivia suscritos en Chile, estaban Agustín Edwards Ossandón, Calvary y Cía., Emilio Saniter, William (Guillermo) Gibbs y Co, Sim S.P. y Soruco y Co, con cien acciones cada uno. En cuanto a los socios fundadores principales suscritos en Bolivia, se encuentran a Mamerto Urriolagoitia, con 200 acciones; Boeto Hermanos, con 83; Dorado Hermanos, con 75; Víctor Arana, con 60; Arturo Arana, con 60 y Anacleta Vega, con 50. El doble domicilio del Banco Nacional de Bolivia, es decir uno en Valparaíso y otro en Sucre, fue debatido en la prensa boliviana y aunque aparentemente esto no significaba ningún impedimento para su desarrollo, ya que cada uno contaba con la Junta General o Local, sí se confrontaba el problema de que cada uno debía responder a las leyes de sus respectivos países. En 1876 la Asamblea General del Banco Nacional de Bolivia

184 en Valparaíso hizo conocer a la Junta Local de Sucre, un plan para separar el banco en dos sociedades anónimas distintas, una formada por el grupo de accionistas chilenos y otra con sede en Sucre, que estaría conformada por las oficinas del interior de Bolivia (Banco Nacional de Bolivia, 130 años). Esta figura tan forzada en la constitución del Banco Nacional de Bolivia, se explica por la enorme influencia que adquirió Valparaíso como centro financiero, un Wall Street del siglo XIX en las costas del Pacífico en Sudamérica. No es de extrañar porqué Antony Gibbs & Sons trasladó a Valparaíso la sede central de sus negocios, quitando a Lima, sede de su filial decana en América, su merecida importancia, porqué fue esta filial la que obtuvo el negocio de la consignación del guano y que a la postre marcó un antes y un después en la historia y fortuna de la familia Gibbs. Producida la reforma de estatutos, el Banco Nacional de Bolivia conformado por los accionistas chilenos pasó a llamarse Banco Consolidado de Chile a partir del año 1876 hasta el año de 1880 que entró en liquidación por efectos de la guerra. Sin embargo James Hayne, que fuera el Gerente General de Wi lliam Gibbs y Cía., tuvo fuertes intereses en el Banco de Valparaíso del cual llegó a ser su Presidente. Las inversiones de Gibbs y Cía. de Valparaíso, continuaron intensamente en Chile durante el siglo XX. En el sur se centró en la actividad agrícola, comprando y exportando trigo, cebada, avena y otros productos agrícolas. Anticipaba dinero y proveía de maquinaria a los agricultores, recibiendo cosechas en forma de pago, lo que le permitía asegurar trigo para sus molinos en Temuco y Tomé. En 1919 la firma construyó un moderno molino en Talcahuano. En 1912 Gibbs adquirió la firma Guillermo W. MacKay y Cía., la cual tenía sucursales en Concepción, Talcahuano y otras ciudades del sur. En la ciudad de Concepción, la casa Gibbs estableció como su subsidiaria a la firma MacDonalds, Gibbs y Cía. (Ingenieros) Ltda. Hacia 1930 esta firma contrató con el gobierno la construcción del camino carretero entre Concepción y Bulnes. En el periodo inmediatamente anterior a la primera guerra mundial, la firma en Chile era agen te de tres compañías de seguros británicas, una línea británica de vapores (Gulf Line) y varias otras importantes compañías, entre las que se contaba la Ford Motor Co, de la cual era único agente en Chile. Hacia 1925 era, además, representante de la Studebaker Corporation of America y de la New York and South American Steamship Co, creada en 1915. Con respecto al ramo de seguros, la casa Gibbs en Chile comenzó sus actividades en esa área en 1911. Ese año recibió la agencia general para Chile de la compañía inglesa The Phoenix Assurance Co Ltd., que ya en 1920 figuraba entre las primeras compañías extranjeras en el ramo de seguros contra incendios. En 1917 Gibbs y Cía. fundó tres compañías nacionales de seguros contra incendios, de las cuales fue importante accionista y agente general. El Balance General Consolidado de Gibbs y Cía. al 31 de Diciembre de 1926, correspondiente a todas sus inversiones en Chile, el activo total ascendió a £ 2 173 524, su pasivo estaba compuesto por sus acreencias a la matriz de Londres por £ 1 673 510, a bancos por £ 131 588 y acreedores varios por £ 356 950 siendo sus utilidades £ 11 476. Esta pequeña utilidad no representa su verdadero potencial económico y financiero del cual gozaba en ese año y debe ser tomado con reparos, como lo hizo la propia Dirección General del Trabajo al manifestar sus dudas sobre esta irrisoria utilidad. Si analizamos el balance podemos establecer que la filial de Gibbs en Chile no contaba con capital propio, en cambio, la casa matriz mantenía depósitos como un pasivo corriente más seguramente sujetos a pago de intereses, los cuales ocultaban dividendos adelantados en base a una utilidad pronosticada. En realidad los intereses que generaban estas fuertes sumas depositadas por la Casa matriz, absorbían gran parte del margen bruto de utilidad dejando una pobre utilidad contable a la filial. En noviembre de 1947 la sociedad colectiva se constituyó en sociedad anónima con un capital de $ 40 000 000, aportado por la anterior sociedad con & 20 600 000 que constituía todo su activo y la firma Antony Gibbs & Sons que aportó los restantes $ 19 400 000 que eran parte de un crédito que tenía contra Gibbs y Cía. No tenemos el tipo de cambio en dicho año para mostrar las cifran en libras esterlinas. En abril de 1920, los socios de la matriz Antony Gibbs & Sons eran los siguientes: - Alban George Henry Gibbs, Lord Aldenham. - Hon Vicary Gibbs. - Hon Herbert Cockayne Gibbs, Lord Hunsdon - John Arthur Gibbs. - Sir Brian Cockayne, Lord Cullen of Ashbourne. - Hon Gerald Beresford Gibbs. - Walter Durant Gibbs.

185 -

Nota: La mayoría de ellos, descendientes de Henry Hucks Gibbs por cuanto William Gibbs transfirió antes de morir toda su participación en Antony Gibbs & Sons a su sobrino, hijo de su hermano mayor George Henry. En Chile, casi todos los miembros de jerarquía de este grupo eran británicos, nacidos en Inglaterra, Escocia e India, o descendientes de británicos nacidos en Chile o Perú. Otra característica que los unía era la temprana edad con la que habían ingresado a la firma, entre los 17 a 21 años, con algunas excepciones. Algunos de ellos llegaron a Chile, al parecer ya contratados por la firma en Inglaterra. La integración con la sociedad chilena se redujo a ser socios de los clubes más importantes tanto de Valparaíso como de Santiago. Ninguno contrajo matrimonio con chilena, o si lo hizo, fue con descendiente de inmigrantes. Todo lo contrario a lo que ocurrió en Perú a inicios de las actividades de la filial en Lima y su sucursal de Arequipa. La mayoría de los altos ejecutivos llegados de Gran Bretaña y otros países y reinos europeos, se casaron con damas peruanas criollas, formando el tronco familiar de linajes muy respetados e importantes. Fue al Perú que llegó el primer miembro de la familia Gibbs, socio de la matriz londinense, nos referimos a Charles Crawley hijo de Mary Gibbs hermana del fundador de Antony Gibbs & Sons. El siguiente fue Octavius Charles CrawleyBoevey, biznieto de Mary y sobrino biznieto de su hermano Antony Gibbs, que se casó con María Francisca Murga y Murguía, descendiente de muy respetables familias criollas peruanas, con una nutrida descendencia que abarca también a Chile. Estas genealogías ya las comentamos ampliamente en los capítulos anteriores. No podemos evitar que el matrimonio de Octavius Charles, con una peruana criolla pero de notable descendencia noble de las familias españolas Noboa de la Casa de Maceda, de los Souza y de los Fernández de Córdoba, no estuviera alejado de permanentes conflictos familiares. Como antecedente podemos recordar a William Gibbs, hijo de Antony, el cual nació en 1790 en Madrid, España. Hablaba perfectamente el español que lo llevó a asimilar preferentemente la cultura hispana a punto de enamorarse profundamente de una dama española cuyo nombre siempre fue mantenido en reserva. Sin embargo las cerradas creencias religiosas hacían casi imposible un entendimiento entre anglicanos y católicos y esto llevó a que el amor fuera dejado de lado para recompensar los gallardos orgullos familiares. William no olvidó fácilmente a su amada y recién a los 49 años se casó con Matilda Crawley-Boevey No distante de estas posiciones debió estar Octavius Charles y María Francisca, que para empezar uno de ellos debió ceder a las creencias del otro. Octavius Charles, sin conocimiento de su familia, se bautizó en el rito católico el 27 de Agosto de 1871, en la parroquia El Sagrario de Arequipa, para permitir la ceremonia del matrimonio que se realizó también en la parroquia de El Sagrario, seis días después, el 2 de Septiembre de 1871. Adoptó los nombres de Agustín Octavio Carlos. Esta decisión de Octavius Charles estaría alejada de un reproche solo si se tratara de su tío William Gibbs que buscaba un mayor acercamiento de la iglesia evangélica a los ritos de la iglesia católica. Similar acontecimiento ocurrió con William Ricketts Perry, de la sucursal de Arequipa de Williams Gibbs & Co., que se bautizó el 5 de Febrero de 1866 en la parroquia El Sagrario con el nombre de José Guillermo, a fin de casarse meses después el 16 de Junio de 1866, con María Mercedes De Murga y Murguía, hermana de María Francisca. Cabe recordar la especial relación amistosa que nació entre la familia Gibbs y Manuel Mariano Basagoitía y Sagasti, casado con María Antonia De Murguía y Díez Canseco, tía abuela de María Mercedes y María Francisca. Manuel Mariano Basagoitía fue nombrado por el gobierno peruano para realizar una revisión del movimiento del contrato de consignación que obtuvo Antony Gibbs & Sons en la explotación y comercialización de los yacimientos de guano de sus costas, debido a las denuncias por el sobreprecio no declarado que obtuvo la firma londinense en la comercialización del abono. El señor Basagoitía estuvo al lado de los intereses de la firma inglesa amparándola de cualquier acto irregular lo que permitió que los Gibbs salvaran un incómodo escollo que pudiera haber dañado su reputación. Esta conducta tan benévola del señor Basagoitía, fue un paso más en la sólida amistad y solidaridad que mostraron los Gib bs hacia la familia Murguía, emparentada con el señor Basagoitía. Por ello no es de extrañar que tanto un descendiente directo de los Gibbs como un alto funcionario de su empresa llegaran a unirse en matrimonio con damas emparentadas a esta familia. Los dos primeros hijos varones de Octavius Charles, los bautizaron con nombres españoles: Carlos Santiago y Eduardo Máximo. Su repentino viaje a Londres en 1877 y su estadía continuada de siete años en esta ciudad, ocasionó que sus tres siguientes hijas nacidas en Inglaterra, llevaran nombres ingleses: Mary Elizabeth, Rose Agnes y Lilian Maude, muy posiblemente bautizadas en el rito anglicano por influencia familiar a la que cedió con malestar su madre. Si a esta situación de orden estrictamente religioso se suma la

186 nacionalidad peruana de María Francisca que tuvo que residir en Valparaíso después de la invasión chilena a su país, guardando en lo íntimo de su ser la pena por el desarrollo de los acontecimientos crueles que azotaron a sus compatriotas y, que seguramente eran objeto de alabanzas por parte de muchos ciudadanos chilenos con los cuales debía compartir el día a día en su fatigada vida en tierras del usurpador. Ya nos imaginamos la difícil situación que debía enfrentar con su compañero de vida un poco más alejado de los intensos sentimientos que la agobiaban. Es de suponer que los Gibbs, luego de soportar los inconvenientes matrimoniales que afectaron a su primo, no estuvieran de acuerdo con los matrimonios de sus ejecutivos ingleses y europeos con damas de la localidad, sugerencia que seguramente llegaba a sus subordinados con la clásica elegancia y prudencia inglesa. De acuerdo al investigador Gonzalo Rojas Flores, las principales características del grupo económico constituido por la Casa Gibbs en Chile podemos resumirlas así: 1.- Este grupo tuvo tendencia a ejercer sobre las empresas en que invertía un control que muchas veces era mayoritario, especialmente en la década del veinte. El modo en que el grupo invertía era variado. En algunos ocasiones era la firma Gibbs y Cía. quien poseía la mayoría de las acciones (especialmente en las empresas de mayor tamaño); en otras oportunidades la firma encargada de invertir era Agencias Graham, en paquetes pequeños de acciones y, aunque menos frecuente, a veces los inversionistas eran directamente algunos miembros del grupo empresarial. En la década de 1920, parte importante de las actividades de Gibbs y Cía. se centraban en la industria salitrera, cumpliendo algunas de sus compañías industriales una función de apoyo y quedando otras en segundo plano. Aunque también presentaba características de inversión diversificada, la tónica era de concentración e integración funcional. Después de la crisis de 1929, aunque esa concentración se mantuvo se aprecia un cambio en el tipo de inversiones del seguro. En las décadas 40 sus nuevas inversiones en la minería fueron de menor cuantía. Como contrapartida el grupo fortaleció sus intereses en el sector manufacturero, además de mantener sus antiguas inversiones en ese sector. Entró a participar en varias otras compañías industriales, algunas de ellas de bastante importancia. Su posición en ellas, sin embargo, fue relativamente minoritaria. 2.- En algunas ocasiones las inversiones del grupo tuvieron claramente el objetivo de conseguir para la casa comercial tan sólo la agencia de las compañías en que se invertía (caso de Sociedad Industrial Pizarreño). Otras inversiones, en cambio, correspondían al objetivo de lograr controlar el total de la producción de la compañía. 3.- El centro de este grupo era la Casa Gibbs. Era esta firma la que tenía, en la generalidad de los casos, el control patrimonial de las empresas. Mantenía una estrecha relación con ellas, producto de una clara política de integración funcional. Los ejecutivos de la firma eran los encargados de representarl a en las distintas empresas en que invertía. 4.- La gestión de este grupo fue, al parecer, bastante centralizada, a juzgar por el alto grado de integración entre sus empresas, incluso a nivel productivo. Esto es especialmente claro en la década de 1920, periodo en el cual este grupo tendió a controlar los directorios de un número importante de empresas en que invertía. Después de la crisis de 1930, aunque mantiene el control de esas compañías, el grupo aparece ocupando posiciones minoritarias en un número i mportante de otras sociedades. 5.- Si bien la composición de los socios residentes en Londres presenta rasgos fuertemente familiares, los socios y ejecutivos que dirigen la firma en Chile, tenían una organización de tipo tecnocrático. Casi todos ellos habían ingresado tempranamente a la firma y constituían un equipo empresarial altamente cohesionado y estable. 6.-El hecho de que la Casa Gibbs haya constituido un grupo económico en la primera mitad del siglo XX, no parece haber sido un caso aislado. Lo más probable es que esta realidad haya sido compartida por una buena parte de las más importantes casas comerciales, especialmente extranjeras y también algunas chilenas. El interés de las casas comerciales en transar todo tipo de productos asegurando en lo pos ible la exclusividad de su comercialización, hizo que estas estuvieran inclinadas a participar activamente en la dirección de las empresas en que invertían. Niveles y calidad de la producción, abastecimiento de materias primas, importación de maquinarias, acceso al crédito, nada era ajeno a la firma comercial Gibbs. Esto podría explicar el mayor grado de concentración e integración funcional que presentaba este grupo en relación a otros

187 Es por lo menos hasta el inicio de la década de los 30 en el siglo XX, que el negoció de la minería fue el principal rubro de las actividades desarrolladas por el grupo de Gibbs y Cía. en Chile. Sin lugar a duda, el proyecto de manejar la comercialización monopólica del salitre peruano como boliviano no salió fácil mente de la mente de los señores Gibbs, ya que ellos esperaban repetir la oportunidad que les brindó la consignación del guano que los puso en el primer nivel de las firmas poderosas de la Gran Bretaña. Los acontecimientos inevitables que se avecinaban los forzaron a tomar una posición frente a los hechos que ya no controlaban. Escogieron cómodamente al bando que tenía las mayores aptitudes para posesionarse como ganador, para posteriormente acometer con toda su fuerza para dominar el mercado salitrero, tanto en su explotación como en lograr una monopólica comercialización a nivel mundial. Esta vez haciendo a un lado al estado intervencionista en la dinámica empresarial privada, se organizaría el monopolio dentro la hipócrita suposición de la libertad del comercio en los mercados abiertos, mandamiento ineludible en el pensamiento liberal que inspiraba a los gobernantes imperiales de la Gran Bretaña. Finalizada la guerra los hechos cambiaron totalmente las suposiciones afiebradas de la firma Gibbs. Les salió al frente un apasionado competidor que sepultó rápidamente los sueños de la casa londinense. John Thomas North, el humilde trabajador inglés que llegó al puerto de Iquique en Tarapacá, con sólo diez libras esterlinas, había copado rápidamente la mayoría de los yacimientos salitreros en Antofagasta y Tarapacá, mediante la compra a precios ridículos de los bonos emitidos por el gobierno peruano como pago por la nacionalización de toda la riqueza salitrera en la provincia de Tarapacá y que los desesperados po seedores, tanto peruanos como extranjeros, trataban de salvar una migaja de su valor. Con el apoyo de influyentes financistas chilenos en Valparaíso, para 1886 North poseía el 40% de los títulos peruanos. En 1888 las empresas dirigidas por North crean el Banco de Londres y Tarapacá, con sede central en Inglaterra y con su principal agencia en Iquique, desligándose de los tentáculos de los financistas de Valparaíso. En 1890 North había creado un poderoso grupo empresarial en Londres. El capital de todas estas empresas consolidadas alcanzaba a £ 12 000 000, suma impresionante en dicha época. Fue llamado con toda razón “El Rey del Salitre”. El presidente chileno Balmaceda, liberal por convicción, veía el poder e influencia que obtuvo el señor North en los territorios salitreros, poniendo en duda aún más la cuestionada soberanía chilena sobre esos territorios. Por momentos se hablaba de un posible plan de nacionalizar los yacimientos salitreros en los territorios invadidos a Bolivia y Perú. La duda nos acecha sobre la influencia que los Gibbs hubieran ejercido. Balmaceda no rompió sus convicciones liberales pero también no le faltaron argumentos para descartar una nacionalización que a la postre le traería un serio enfrentamiento no sólo con el gran aliado de Chile, la Gran Bretaña, sino también con los poderosos grupos económicos criollos, alineados con las políticas de la libre empresa privada no molestada por el Estado. Balmaceda tomó otro rumbo pero no cambió la dirección en el enfrentamiento con North. Tomó posesión de todos los denuncios salitreros no reclamados por el estado peruano y dispuso la nacionalización de todos los títulos salitreros que aún quedaban en la Bolsa de Valores de Londres, comprándolos para el estado. Con ello logró adueñarse de unas sesenta o setenta oficinas salitreras, contra las veinte que poseía North, pero ciertamente las más importantes. La actitud de Balmaceda selló su suerte. La alarma de las empresas extranjeras sobre todo británicas, y los capitales nacionales, activaron el plan de la conspiración para ejecutar el golpe de estado militar. Esta salida tan conocida en las nacientes repúblicas sudamericanas, estuvieron casi siempre respaldadas por los grandes intereses de países dominantes, pero también por los grupos capitalistas locales. Muy pocas veces había fracasado esta conocida sublevación que al parecer ya contada con un manual internacional de procedimientos. Sin embargo, esta vez los acontecimientos se escaparon del control de los conspiradores y este golpe llevó a Chile a una guerra civil que ocasionó más víctimas que las que se tuvo en la guerra del pacífico, apenas unos años antes, empezando por el suicidio del presidente Balmaceda. La nueva Junta Militar, deshizo todo lo obtenido por Balmaceda, limitando a Chile a obtener un impuesto por cada saco de salitre exportado, tributo que sustentó el grueso del ingreso fiscal mediante el cual el país andino-costero subsistió por muchos años. El país que agredió a sus vecinos invadiendo sus territorios, causando miles de muertos e incalculables daños materiales, no era el beneficiario de las riquezas usurpadas, un aventurero inglés, empresas multinacionales, y corruptos funcionarios públicos se apoderaron de estos enormes recursos que, aun siendo saqueados por decenas de años, continúan brindando los principales ingresos al fisco. Gibbs y Cía., con sus ocho o nueves oficinas salitreras, todas ellas ubicadas en Tarapacá, luego de concentrar sus esfuerzos en aquella región, fue un pálido reflejo del poder irradiado por North, inclus o no fue hasta la

188 década de 1920 que llevó a cabo exportaciones de salitre por su propia cuenta lo que hace suponer que antes los hacía a través del grupo de North ¡Qué lejos quedó de su ambición de manejar monopólicamente el comercio mundial del salitre! Los impuestos que se pagaba entonces al estado chileno eran diez veces más del simbólico gravamen de los 10 centavos por quintal que intentó cobrar el gobierno boliviano, y que Gibbs no aceptó jamás denunciando este intento de barbarie. Y si le asustaba la inestable Bolivia, una cruenta guerra civil desgarró a Chile a los pocos años de finalizar las hostilidades de la guerra poniéndola al filo del descalabro económico. No sorprende en los Gibbs su predisposición inamistosa contra North, al cual los jefes de la matriz en Londres aborrecían. Fue la cabeza de la firma Henry Hucks Gibbs que expresó al Foreign Office, su extrañeza por el decidido apoyo que brindó el gobierno británico al aventurero. Es que North se acercó al perfil del pirata encubierto, personalidad que caía siempre bien al Reino, pues muchos de ellos fueron muy admirados y protegidos cumpliendo misiones infames necesarias para preservar sus intereses imperiales. Creemos que la Casa Gibbs se acomodó en Chile para llevar a cabo un papel más modesto, lejos de su audacia y arrojo que siempre mostró. De los monopolios y consignaciones de importancia mundial, pasó a ser vendedora en Chile, de vehículos Ford o Studebaker, dos o tres marcas de whisky escocés, maquinaria y artículos de construcción. No faltaron las utilidades para continuar sus actividades, pero quedó muy atrás la fuerza indomable y la visión certera del futuro con la que sus fundadores fueron dotados en su vida plagada de intensos desafíos como también de éxitos indiscutibles. En la Gran Bretaña la casa Antony Gibbs & Sons, se orientó al desarrollo bancario y de los seguros, guiada por Henry Hucks Gibbs que hizo una brillante carrera financiera como Director y Gobernador del Banco de Inglaterra. En el año de 1973 la Casa empezó a cotizar en la Bolsa de Londres. En 1983 fue comprada por el grupo del HSBC para su división de corretaje de seguros. Posteriormente esta División del HSCB, la segunda más grande institución bancaria del mundo, fue vendida a la compañía global de seguros Mars & McLennan, que firmó un contrato de asistencia con el HSCB. Así terminó la existencia de la legendaria casa comercial Antony Gibbs & Sons después de 175 años de actividades ininterrumpidas. En cuanto a la nación peruana, la situación no podía ser más complicada. Ya desde 1875 se había declarado la cesación de pagos tanto del principal como de los intereses. Los pocos recursos que le quedaban al Perú estaban intervenidos por Chile para asegurar el pago de las indemnizaciones de guerra que le imponía a su contendor. En dichas condiciones era impensable que el país arrasado por una guerra de saqueo pudiera hacer frente a sus obligaciones. Se debieron extremar el ingenio y creatividad de los acreedores para permitir una salida viable. Fue así que se llegó a firmar el famoso Contrato Grace, llamado así por Michael P Grace, empresario irlandés, hermano de William Russell Grace, que obtuvo la nacionalidad norteamericana, fundó la firma Bryce, Grace & Co., luego rebautizada como Grace Brothers Ltd., fue alcalde de la ciudad de Nueva York e importante hombre público y empresario de los EE. UU. Es curioso destacar que la fortuna de William Russell Grace se originó también en las islas guaneras peruanas donde el barco de su propiedad anclaba frente a las islas en espera de carga del abono para llevarla tanto a Gran Bretaña como a los Estados Unidos de Norteamérica. Fue en estas largas esperas que conoció a su futura esposa, hija de otro capitán sometido a los tediosos turnos para cargar. Michael P. Grace representó a los tenedores de bonos, en el llamado también contrato Aspíllaga-Donouhmore, por el apellido de los firmantes, el 25 de Octubre de 1888, entre el gobierno peruano y el Comité británico de Tenedores de Bonos de la Deuda Externa del Perú. En este contrato se establecía la exoneración al gobierno del pago de la deuda a cambio de la administración de sus ferrocarriles por un periodo de 66 años; el derecho de exportación del guano existente en el territorio nacional hasta tres millones de toneladas inglesas, así como el sobrante que quedaba del 50% del guano de las islas de Lobos y que le correspondía al Perú según el Tratado de Ancón, una vez saldadas las deudas con Chile; la libre navegación en el lago Titicaca con naves con bandera peruana; el libre uso de los pue rtos marítimos a excepción del Callao; el pago de 33 anualidades de 80 000 libras esterlinas cada una; formar una compañía en Londres a las que serían transferidas las concesiones, propiedades y obligaciones impuestas al comité. Por la contraparte, ésta se comprometía a concluir varios tramos de ferrocarril en las redes del centro y del sur.

189

Foto 92 Michael P Grace Aprobado el contrato, los bonistas ingleses crearon la compañía The Peruvian Corporation y cambiaron sus bonos que fueron anulados por su propia gestión. En Julio de 1890 los ferrocarriles del estado pasaron a dicha compañía. El debate en el Congreso para su aprobación fue duro, tedioso, culminando en una ilegal vacancia de los curules de los parlamentarios opositores. Líder de la oposición fue José María Quimper, ex ministro del gabinete de los talentos en el primer gobierno de Mariano Ignacio Prado, ex ministro de Hacienda en el segundo periodo, en el que le tocó afrontar la actitud de la fuga de Prado y dar la cara posteriormente sobre el movimiento de los fondos recaudados para continuar con la guerra y que fueron enviados al presidente Prado. Salió absuelto de esta investigación junto con el Tesorero de la nación señor Julio Pflücker, hijo de un alto funcionario de la casa Gibbs, Crawley & Co. Es oportuno recordar que el señor José María Quimper fue cuñado del señor Teodoro Millán De Murga y De Murguía, hermano de María Francisca, esposa de Octavius Charles Crawley-Boevey sobrino biznieto de Antony Gibbs. José María Quimper inició durante el segundo Congreso Extraordinario de enero de 1889, una firme oposición en contra del contrato Grace, apoyado por un buen número de parlamentarios que prolongaban indefinidamente los debates. Para Quimper y sus colegas que lo apoyaban, afirmaban que el Perú iba a pagar mucho más de lo que en realidad era el valor de los títulos en el mercado y por el hecho de que la deuda debía ser asumida por Chile. Las tácticas empleadas iban desde forzar el ausentismo para frustrar el quórum legal hasta emplear largas horas en las intervenciones, como la de Quimper que en una ocasión le tomó seis horas su exposición. La mayoría reaccionó con una declaración dando cuenta a la Nación y al poder ejecutivo de la situación y determinando que los diputados disidentes al negarse a contribuir con su voto y su presencia, habían cesado en el ejercicio de sus cargos a partir del 14 de febrero de 1889, fecha que recordaba que exactamente hace diez años Chile invadía Antofagasta. El diputado por Camaná, su ciudad natal, José María Quimper había escrito en el año de 1886 un folleto titulado “Las propuestas de los tenedores de bonos”, en el cual acusó al gobierno de Chile de ser el inspirador del contrato y de buscar de que el Perú quedara atado de manos y pies a los intereses del imperialismo británico. Sostuvo que la cesión de los ferrocarriles era excesivamente entreguista, pues se otorgaba más de que se recibía a cambio. Para Quimper era Chile quien debía asumir la responsabilidad de la deuda peruana por haberse apoderado de los yacimientos guaneros que fueron siempre la garantía de la deuda. Esta posición fue inmediatamente apoyada por la mayoría de la población. Fue esta valiente defensa de los intereses del Perú, que contrastaba con las fáciles actitudes de los grupo de poder entreguistas que seguramente buscaban repetir el vergonzoso asalto que cometieron contra el tesoro nacional al inventar

190 deudas originadas durante el proceso de la independencia de la república que ocasionó que la deuda interna se triplicará y buena parte de ella se transformara en bonos en libras sobre Londres. No estuvo lejos de la verdad el señor Quimper. Años después el presidente Guillermo Billinghurst en su mensaje al Congreso en el año de 1913, aportó cifras asombrosamente reveladoras que indicaban que el valor de los bonos de la deuda externa peruana al momento de celebrarse el contrato Grace, sol o llegaba a la cifra de 2 368 832 libras esterlinas, este monto fue cancelado concediéndoles a los bonistas bienes cuyo valor superaba ese adeudo en más o menos seis veces llegando a la suma de 18 204 628 libras que detallamos a continuación: - 17 013 680 libras que era el precio de los ferrocarriles. 650 948 libras en dinero efectivo. 630 000 libras pagados a los acreedores de la deuda externa chilena. Es incomprensible la abismal diferencia entre los que aseguraban que la deuda peruana llegaba a los 51 millones de libras esterlina y la que afirma el presidente Billinghurst. ¿Es que no existía un Ministerio de Hacienda que conociera la cifra de la deuda? Quizá los conceptos no estén claros, como el caso de los ferrocarriles que no se vendieron pero si fueron concesionados, por tanto su valor no debió ser incluido y solamente las utilidades que generarían su explotación por 66 años. También no sabemos si se calculó el monto de los intereses acumulados por quince años y que seguramente fueron capitalizados. Lo cierto es que no se conocía con precisión las cifras y ello siempre da lugar a sospechar de la más abominable corrupción. Lo que debemos reconocer ahora es la actuación del señor José María Quimper en defensa de los intereses del Perú y creemos que es justo premiarlo recordándolo con aprecio. No con buenos augurios llegó el siglo XX. El Perú luego de enfrentar una cruenta co mo destructora guerra, con sus riquezas naturales capturadas, con una gran deuda externa y amarrado de manos y pies a la segunda potencia económica de la época, arrancaba a caminar por el sinuoso camino cuesta arriba que solo le permitía soñar con acabar el día a día.

Foto 93 José María Quimper, ex Ministro de Hacienda y diputado por Camaná

Bolivia, quizá no tan castigado como el Perú durante los enfrentamientos y la ocupación de Lima, es el país que fue amputado de su futuro al perder su costa de cuatrocientos kilómetros y tres puertos marítimos. Pero

191 no solo el hecho de quedar enclaustrado entre sus montañas y selva agreste, es lo más doloroso, debemos considerar también la usurpación de sus ingentes recursos naturales como la plata, el salitre y el más importante, el cobre, que le dio a Chile la capacidad de convertirse en el primer productos de este mineral a nivel mundial. Bolivia es un país discapacitado que deambula en su historia arrastrando la intolerancia y cinismo de un vecino que lo prostró al enclaustramiento y a la pobreza. Esta situación atenta permanentemente a la paz en nuestra región y alienta con justificación un continuo clima de incertidumbre e inseguridad. Chile no imaginó dejar a Bolivia sin salida al mar. La actuación de cierta clase política boliviana ligada a intereses empresariales, y que controló el poder en los años de la post guerra, le abrió los ojos al invasor para taparse los ojos y concebir la idea de un despojo total. Sin embargo esta actitud fomentada indirectamente por el desempeño hostil a su patria de los que prefirieron su bienestar personal a costa de la mutilación de la nación que les confió su futuro, es un error del cual Chile debe recapacitar hondamente. Bolivia es un país inviable sin una salida útil y soberana al Pacífico. Pero a pesar de su encierro actual es un país todavía muy rico en recursos y geopolíticamente estratégico por su ubicación en el centro de sur américa. El avance tecnológico es tan rápido e imprevisible que países que puedan estar a décadas de atraso en relación a otros intenten nivelar y aun superar en poco tiempo, algunos años posiblemente, a los que en la actualidad les lleva la delantera. Esto se aplica muy bien al terreno militar y por ello es muy preocupante si hablamos de armamento mucho más evolucionado que el actual en un futuro previsible. Bolivia sin un futuro asegurado no tiene mucho que perder si no adquiere nuevamente su condición de país oceánico. Han pasado ciento treinticinco años desde su enclaustramiento, pero los años no significan el olvido en este asunto tan injusto e inhumano, que afecta a diez millones de personas privados por la fuerza de un derecho con el que nacieron. La confirmación de ello está en los diferendos que tanto Perú como Bolivia han interpuesto ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, cuyo primer fallo en lo referente al Perú está por emitirse al cierre de esta publicación. De todas maneras el Perú tiene dos mil kilómetros de costa y su conformidad a los actuales límites terrestres se han admitido dolorosamente en aras de evitar más guerras. El diferendo está relacionado a la demarcación marítima no establecida aún a partir del Tratado de Ancón del año 1929. En cuanto a Bolivia y dado el hecho de que el Tribunal de La Haya, no se pronuncia sobre documentos firmados antes del año 1948, la demanda es contra la no concreción hasta el momento de otorgar una salida al mar para Bolivia a pesar que hubo propuestas serias por parte de Chile de acceder a ello. Es un asunto un tanto subjetivo muy difícil de pronosticar. Sin la buena fe de Chile el problema subsistirá ¿Hasta cuándo?

ANEXO EL FALLO DE LA CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA DE LA HAYA ANTE LA DEMANDA PERUANA CONTRA CHILE Al coincidir la terminación de esta publicación, se conoció el fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, por la demanda del Perú contra el Estado de Chile, sobre la fijación del límite marítimo entre los dos países sobre el cual no existía Tratado. Tomar el camino de que a grandes males grandes soluciones y tocar las puertas de la Corte Internacional de Justicia, llevando bajo el brazo los documentos vergonzantes elaborados años atrás por la incipiente e inexperta burocracia y con muchas explicaciones fabulescas para justificar el tremendo error cometido . El autor de este trabajo publicó en el periódico “El Comercio”, Sub Decano de la prensa nacional de la ciudad del Cusco, un artículo al respecto del mencionado fallo. Lo reproducimos íntegramente, asumiendo el autor la responsabilidad de las opiniones vertidas.

LA HAYA: ¿PERÚ CONTRA PERÚ? Firmado el Tratado de Ancón en 1929, el Perú y por tanto Tacna, poseía tres millas marítimas de mar soberano, de acuerdo a la tesis del cañón de Galiani, y que todos los países la adoptaban en ese entonces. De acuerdo a esos usos universales del derecho marítimo la delimitación de las aguas se entendía como una línea paralela que partía del punto en la orilla que separaba los territorios terrestres de ambos estados. Con sólo tres millas de mar soberano tenía poca importancia pensar en formas más elaboradas en la delimitación. Es por ello que tanto los pescadores de Tacna y Arica, poseían el amplio océano para realizar sus labores, una vez recorrido las tres millas del estado vecino.

192 Fue el año siguiente, en la Conferencia de La Haya sobre Codificación del Derecho Internacional de 1930, que se cuestionó la anchura soberana del mar territorial. No se logró acuerdo alguno al respecto aunque se reconoció la existencia de una zona contigua de una extensión máxima de doce millas marinas. No se precisa si esa zona contigua se establecía continuando con la línea de separación del mar territorial de cada estado. En el ámbito latinoamericano, surge la tesis de las doscientas millas marítimas que se vio precedida, entre otras, por la Declaración de Panamá de 1939, que establece un mar territorial de trescientas millas marítimas de extensión. La recomendación del Comité Jurídico Interamericano de 1941, de extender el mar territorial hasta las doce millas marinas. La II Reunión de Consulta de los Ministros de Relaciones Exteriores de La Habana de 1940. Las declaraciones de 1945 del Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica señor Harry Truman, quizá fueron las que tuvieron mayor resonancia, y constituyeron el detonante para diversas declaraciones unilaterales latinoamericanas emitidas al concluir la II Guerra Mundial. Por ellas, el Presidente Constitucional del Perú, José Luis Bustamante y Rivero, emitió una declaración el 1 de Agosto de 1947 sobre las doscientas millas marinas. Años después entre 1967 a 1969 fue Presidente de la Corte Internacional de Justicia de La Haya. El Comité Jurídico Interamericano, en fecha 30 de Julio de 1952, presentó un Proyecto de Convención sobre el Mar Territorial y Cuestiones Afines, basado en la tesis de las doscientas millas marinas. Durante ese mismo año Chile, Ecuador y Perú, celebraron una Conferencia sobre Explotación y Conservación de las Riquezas Marítimas del Pacífico Sur, que se realizó en Santiago de Chile, suscribiendo la “Declaración sobre Zona Marítima o distancia mínima de doscientas millas marinas desde las referidas costas”. Dos años después, en Lima, el 4 de Diciembre de 1954, estos tres países firman el “Convenio sobre Zona Especial Fronteriza Marítima”, sobre este Convenio nos ocuparemos con mayor detenimiento por las consecuencias que provocó en los años subsiguientes. El Convenio sobre Zona Especial Fronteriza Marítima, es un complemento a la Declaración sobre Zona Marítima o distancia mínima de doscientas millas marinas desde las referidas costas firmada en 1952, a l a cual no la modifica. Este Convenio se aprueba con la intención de flexibilizar las violaciones de la frontera marítima de los estados vecinos por sus pescadores artesanales. Por lo tanto está vinculado a temas fronterizos más que a las labores de la pesca. En consecuencia establece una Zona Especial a partir de las doce millas marinas de la costa de diez millas marinas de ancho a cada lado del paralelo que “constituye el límite marítimo entre los dos países”. Al no incluir una “aclaración” por parte del delegado peruano, el Ministro de RR.EE señor David Aguilar Cornejo, de que el paralelo es provisional y sólo tiene efecto a las labores de pesca, el Perú se compromete fuertemente con este documento. Para su suerte, el documento no precisa la longitud mar adentro de este paralelo. Sin embargo, en 1955 se emite unilateralmente una Resolución Suprema en Lima, la No. 23, con fecha 12 de Enero de 1955, que a la letra dice: CONSIDERANDO: Que es menester precisar en los trabajos cartográficos y de geodesia la manera de determinar la zona marítima peruana de 200 millas a que se refiere el D.S. del 1 de Agosto de 1947 y la Declaración Conjunta suscrita en Santiago el 18 de Agosto de 1952 por el Perú, Chile y Ecuador: SE RESUELVE: 1.- La indicada zona está limitada en el mar por una línea paralela a la costa peruana y a una distancia constante de ésta de 200 millas náuticas. 2.- De conformidad con el inciso IV de la Declaración de Santiago, dicha línea no podría sobrepasar a la del paralelo correspondiente del punto en que llega al mar la frontera del Perú. Firmado: Manuel A Odría, Presidente del Perú David Aguilar Cornejo, Ministro de RR.EE. Tanto la “Declaración sobre Zona Marítima o distancia mínima de 200 millas marinas desde las referidas costas”, como el Convenio sobre Zona Especial Fronteriza Marítima, fueron ratificados por el Congreso Peruano y se emitió la Resolución Legislativa No. 12.305 de 6 de Mayo de 1955, con el “cúmplase” por Decreto Supremo de 10 de Mayo de 1955 (publicado en el diario oficial El Peruano el 12 de Mayo de 1955). Estos documentos con total respaldo jurídico y tramitación completa con la respectiva ratificación congresal, expresan la voluntad de las partes al momento de la firma y no puede excluirse el hecho de que son acuerdos tácitos aceptados con libre voluntad. Por ello son recogidos por la Corte Internacional de Justicia de La Haya en su fallo del 27 de Enero del 2014, en que reconoce a favor de Chile la línea paralela hasta la distancia de 80 millas marinas de su costa.

193 Ahora es inevitable preguntarnos ¿Porque Perú los firmó? A mi modesto entender creo que fue por desconocimiento del concepto de la línea equidistante, que recién fue formulado en 1982 durante la III Conferencia sobre Derecho del Mar, organizada por las Naciones Unidas, en la cual se aprobó la Convención sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR), en la que establece consideraciones sobre la anchura del Mar Territorial (12 millas marinas), Zona Contigua (24 millas marinas) y Zona Exclusiva Económica (hasta el límite de 200 millas marinas), todas calculadas a partir de las líneas de base. En cuanto a lo que nos interesa, acuerda respecto a situaciones en la que las costas de los Estados son adyacentes, en su artículo 15 señala “la posibilidad de delimitar el mar territorial de 12 millas marinas, mediante una línea media cuyos puntos sean equidistantes de los puntos más próximos de las líneas de base a partir de las cuales se mide la anchura del mar territorial de cada uno de los estados”. En cuanto a la delimitaci ón de la Zona Exclusiva, entre estados con costas adyacentes o situadas frente a frente, “ésta se efectuara por acuerdo entre ellos sobre la base del Derecho Internacional a que hace referencia en el art 38 del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia, a fin de llegar a una solución equitativa”. En el punto 3 aclara: “En tanto que no se haya llegado a un acuerdo conforme a lo previsto en el párrafo 1, los Estados interesados con espíritu de comprensión y cooperación, harán todo lo posible por concertar arreglos provisionales de carácter práctico y, durante ese periodo de transición no harán nada que pueda poner en peligro u obstaculizar la delimitación definitiva” Como Chile estableció reservas explícitas sobre los procedimientos conducentes a decisi ones obligatorias, no aceptando los medios de solución previstos en la Convención referidos a la delimitación marítima, en ese caso, el único organismo que tendría atribuciones para resolver este tipo de situaciones sería la Corte Internacional de Justicia, ya que tanto Perú como Chile suscribieron el Pacto de Bogotá, reconociendo la jurisdicción de dicha Corte y tal como ocurrió culminando con el fallo del 27 de Enero del 2014 que emitió dicho tribunal. Las conclusiones a las que podemos llegar nos señalan en primer lugar, que el gobierno del Perú de aquella época, actuó precipitadamente al firmar con Chile y Ecuador convenios que tocaban asuntos limítrofes muy delicados y con dos países a los cuales enfrentó con las armas y la sangre de sus ciudadanos. En cuanto a Chile, país que lo invadió llegando hasta Lima, amputando su territorio en forma considerable, se le entrega ya no como consecuencia de una guerra sino ingenuamente, miles de kilómetros cuadrados de mar territorial y de la zona exclusiva, amen que le impide tomar posesión de otros veinticinco mil kilómetros cuadrados en dicha zona exclusiva. Todo esto caló muy hondo cuando la burocracia inmadura, mediocre e insensible tomó conocimiento de que existía una forma profesional de precisar los límites marítimos entre estados con costa adyacente y que se interponen entre sí. El Perú tuvo que tomar un gran riesgo. Dios le dio una manito al Perú y la Corte mostró mucha comprensión sobre su suerte. Aunque no se comió el cuento de que todo se trataba de simples acuerdos pesqueros, se buscó la equidad y quitó a Chile veintidós mil kilómetros cuadrados de su zona exclusiva con lo cual permitió que el Perú accediera a otros veinticinco mil kilómetros cuadrados de mar en la zona exclusiva que le correspondía por estar dentro sus 200 millas. Los que no comprenden son los heroicos tacneños. Al final ellos pagaron por las culpas ajenas. Este pueblo maravilloso que custodió el orgullo nacional e hizo posible con su ejemplo y patriotismo que el Perú siga caminando entre las ruinas que le dejó la invasión chilena, permanecerá encajonado por el dominio marítimo soberano de su vecino. Si después de la firma del Tratado de Ancón en el cual perdió a su hermana Arica, podía contemplar y usufructuar la inmensidad del mar después de las tres millas, ahora, sin una invasión militar de por medio, tiene que navegar ochenta millas mar adentro para aliviar su claustrofobia. Pero es más, se pretende arrebatarle 37 500 metros cuadrados de su territorio. Esto jamás ocurrirá porque ahora si sabemos que ellos y todos los peruanos auténticos que los acompañaran, no permitirán que este triángulo que ahora es el verdadero escudo nacional sea mancillado. Anhelamos la paz con dignidad. Hace unos días escuché al ex embajador del Perú en Chile, en una entrevista que le hizo el señor Althaus. El señor Otero decía: que para recuperar algo de la confianza entre los dos pueblos enfrentados, se debía recurrir al perdón. Efectivamente el primer gran paso debe ser que Chile pida perdón por haber agredido a un país con el cual no tenía frontera y que no le causó ningún daño. Es el primer paso para lograr que estos dos pueblos se concentren en mejorar su nivel de vida, tanto espiritual como material. Se puede perdonar al que lo solicita pero es muy difícil olvidar y esto es bueno porque el recuerdo de los días aciagos permitirá que no se repita la historia. Juan Francisco Ballivián Noboa

194

CAPÍTULO DÉCIMO-SEGUNDO EPÍLOGO

195 Fue justamente en el año que se inició la revolución francesa, que Antony Gibbs, a sus 22 años, tuvo que declarar la quiebra de la empresa que estableció con el nombre de Gibbs, Granger y Banfill. Las deudas y la baja en las ventas en sus principales mercados que eran Italia y España, precipitaron la medida que quebró su espíritu audaz y emprendedor. Esta quiebra también arrastró a su padre el cual le prestó a su hijo los ahorros ganados en su vida profesional como médico y boticario, lo que debilitó sus finanzas. Sin embargo, las deudas impagas como las de su padre, quedaron grabadas en la conciencia de Antony, e inculcó a sus hijos el deber de honrarlas en el transcurrir de sus vidas. Tal como lo hicieron en el año de 1841, a los 26 años de la muerte de su progenitor y 59 años de la de su abuelo. Con su prestigio mellado y aislado en un medio conservador como hostil, no le quedó otra opción que la de emigrar con la convicción de no volver a su patria. Escogió al reino de España por contar allá con amistades cultivadas durante su breve periodo como comerciante. Su hijo William nació en la península y estuvo a punto de casarse con una dama española. Antony logró establecer un nivel de vida suficiente como para afrontar una subsistencia decorosa para su familia. Pero esos quince años de residencia en la península que le dieron cierto sosiego y esperanzas, estaban en riesgo, pues horizontes de nubarrones oscuros se apreciaban a la distancia. El nombre de Napoleón Bonaparte, emperador francés, sonaba más a menu do en las calles. La famosa batalla naval de Trafalgar, entre la flota franco-española y la armada británica, ocasionó una aplastante derrota a los franceses y españoles, lo que permitió que Gran Bretaña dominará los mares y estableciera un férreo bloqueo marítimo a las naves enemigas. Esto trajo como consecuencia una abierta hostilidad contra todo lo relacionado al imperio británico, y no tardó en llegar como represalia, que el reino de España confiscara todos los bienes pertenecientes a súbditos británicos radicados en la península española. Llega la hora más difícil para Antony Gibbs, pero el reto no lo desanima e inmediatamente traza un plan para sacar su mercadería hacia Portugal, reino simpatizante con la Gran Bretaña, para luego trasladarla a Sur América, donde su venta sería más factible. Fue en esos momentos preocupantes que entra en escena el hermano mayor de Antony, Sir Vicary Gibbs quien ocupara el cargo de Procurador General lo que le permitió contar con la amistad e influencia de muchas personal idades británicas con excelente influencia política. Vicary obtiene una licencia que permitía a su hermano Antony contratar un navío con inmunidad sobre su carga declarada en puerto español con destino al puerto de Callao en el Perú. El navío que contrata lleva el sugestivo nombre de “Hermosa Mexicana”, y zarpa al Callao el día de Navidad del 24 de Diciembre de 1806. El capital de Antony estaba a salvo. Sin otro camino que decidir, Antony regresa a Inglaterra en 1807. Tras su larga ausencia, su lugar de origen le era extraño, pero el destino empieza a favorecerlo y obtiene un cargo burocrático, como comisionado en materia de propiedad portuguesa en Londres. Esto le permite afianzarse en la ciudad capital y continuar con la liquidación de sus asuntos en España. Durante este periodo ayudó mucho su matrimonio con Dorothea Barnetta Hucks, heredera de fincas. En 1808 Antony, con la misma tenacidad de siempre funda la casa Antony Gibbs & Son, en la cual se asocia su hijo mayor George Henry. Su segundo hijo William se asocia posteriormente en 1813 y la casa en definitiva toma la razón social de Antony Gibbs & Sons. Antony Gibbs fallece en 1815 y George Henry toma las riendas del negocio compartiendo el capital con su hermano William. George Henry fallece en 1842, su hijo mayor Henry Hucks era aún muy joven (23 años) y seguramente por ello su hermano William toma a su cargo la firma como socio mayoritario. Ignoramos como fue el arreglo con los herederos de su hermano mayor. William muere el 3 de abril de 1875, luego de traspasar el íntegro de su participación en Antony Gibbs a su sobrino Henry Hucks. Esta transferencia se llevaría a cabo en un plazo máximo de 20 años para cancelarla a un interés del 5% anual. Henry Hucks toma el control pleno de la firma luego que su tío William fue el mayor beneficiado con las ganancias que dejó el negocio del guano en el Perú. Los años más difíciles tuvo que enfrentarlos Henry Hucks quien es nombrado por la Reina Victoria Lord Aldenham, por sus brillantes servicios a la Corona como Director y luego Gobernador por dos años, del Banco de Inglaterra, símbolo del poder logrado por el imperio británico. George Henry y William, cuando asumen el manejo de la firma a la muerte de su padre, tienen como objetivo establecer empresas filiales en Sur América, especialmente Perú, pues en este continente es que desean lograr una gran expansión en sus operaciones mercantiles y financieras. El 1 de enero de 1822 es formalmente establecida en Lima por John Moens, la filial GIBBS, CRAWLEY, MOENS & COMPANY. El otro socio fue Charles Crawley, sobrino carnal de Antony, hijo de su hermana Mary, que se incorporó en 1820 como socio minoritario en Antony Gibbs & Sons y John Moens quien fue su primer Gerente y tenía una fuerte participación en la filial del 25%. En 1823 se abre la sucursal de Arequipa y la de Guayaquil. John Moens recibe el encargo de abrir una nueva filial en Valparaíso, Chile, la cual operó desde 1826.

196 Nos imaginamos las dificultades que tuvieron afrontar los hermanos Gibbs luego de su firme de cisión de abrir filiales en Sur América. Las travesías por barco desde Liverpool hasta Callao, atravesando el Cabo de Hornos, duraban en algunos casos hasta tres meses. Los telégrafos eran rudimentarios y las cartas no escapaban a la lentitud de los viajes por mar. Podemos recordar que el primer ferrocarril de América del Sur, que unía el puerto del Callao con la ciudad de Lima, empezó a operar el 3 de enero de 1851. Se importaron dos locomotoras de Inglaterra, que se bautizaron con los nombres de “Lima” y Callao”, para recorrer los 14 kilómetros de la vía. Fue el único medio que compitió con el transporte con la fuerza animal. Por otra parte recién en 1837, es que el cónsul británico Belford Hinton Wilson, que fue además edecán de Simón Bolivar, envió una serie de cartas a Inglaterra pidiendo mejorar las rutas de transporte marítimo a Sur América. Obtuvo el apoyo de muchos súbditos británicos que residían en Lima y Callao, entre ellos nuestros conocidos Charles R. Pflucker y Heinrich Witt, aunque alemanes muy vinculados a intereses ingleses. Las cartas apoyaban la iniciativa del ciudadano estadounidense William Wheelwright, quien proponía establecer una compañía de vapores para navegar más rápidamente desde la Gran Bretaña, cubriendo el espacio comercial de la costa atlántica suramericana, o sea desde Panamá hasta el Cabo de Hornos y la costa del Pacífico que incluía Chile, Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia. O sea la “West Coast” como le decían los británicos, reconociendo a Callao y Valparaíso como sus principales puertos. La propuesta llegó a buen puerto y Wheelwright, logró conseguir financiamiento británico para fundar la famosa compañía de vapores Pacific Steam Navigation Company (PSNC). El 17 de febrero de 1840 la firma obtuvo la autorización británica p ara operar y ese mismo año arribaron a las costas suramericanas los dos primeros vapores a paletas, el “Perú” y el “Chile”. En algo se alivió el tortuoso viaje entre las islas británicas y las costas suramericanas, pero esto sucedió muchos años después de que las filiales suramericanas de la Casa Gibbs, ya funcionaban en el nuevo mundo. La Casa Gibbs y John Moens, aparentemente vivían en mundos separados y la comunicación era extremadamente ocasional. Las pocas veces que sucedía los funcionarios de Gibbs re querían de muchas respuestas a sus innumerables inquietudes sobre la marcha de las filiales. Por otro lado Moens no mostraba muchos deseos de mantener una pesada supervisión de sus superiores y muchas veces ignoró muchos requerimientos. La insistencia de la matriz londinense de exigir a Moens su presencia en Londres, enfrió definitivamente las normales relaciones entre los principales socios y su empleado en Lima. Lo sucedido en Londres entre Moens y sus empleadores ya fue explicado, pero es importante resaltar que a consecuencia de estos acontecimientos y otros problemas surgidos con otros funcionarios de la filial suramericana apresuraron la llegada de Charles Crawley. Charles Crawley (Gibbs), fue el primer miembro de la familia Gibbs, que viaja a Sur América. Hijo del Rev. Charles Crawley y Mary Gibbs, (hermana de Antony Gibbs), nieto de Thomas Crawley -Boevey, (el apellido Boevey lo debía llevar el heredero de la propiedad de Flaxley Abbey, añadiéndolo al de Crawley, para los otros hermanos era opcional, pero en las generaciones posteriores se uniformizó para todos el apellido compuesto). Charles era socio de la matriz Antony Gibbs & Sons y también de la filial peruana Gibbs, Crawley & Co. Su viaje despejó muchas incógnitas o apreciaciones infundadas que pudieran tener los hermanos Gibbs, sobre sus negocios en Sur América. En primer lugar comprobaron de las enormes diferencias que existían en cuanto a desarrollo económico, humano y político entre las nacientes repúblicas americanas y la vieja Europa. Las ciudades apenas salidas del colonialismo, tenían un pobre desarrollo, se carecía de muchos servicios e infraestructura y por tanto acostumbrarse a vivir en ellas no era tarea fácil. A pesar de ello la gran mayoría de sus ejecutivos de origen europeo, casi todos solteros, formaron sus familias con damas criollas, nacidas en el Perú, y se quedaron a vivir en esta naciente república, sus hijos nacieron en ella y, muchos de ellos, fueron notables ciudadanos. En ese sentido la familia Gibbs fue ampliamente recompe nsada, pues el factor humano fue de primerísima calidad y las observaciones a los errores cometidos por algunos funcionarios en el desempeño de sus funciones, que en limitados casos les costó su puesto, no fueron impedimento para que la filial continuara su marcha ascendente. Charles Crawley, en sus tres años de estadía entre las ciudades de Lima, Arequipa, Guayaquil y Valparaíso, recompuso la plana ejecutiva. Moens que estaba muy presionado y cuestionado renunció voluntariamente. Al señor Mardon no lo ratificaron en su puesto, y se consolidó la posición del señor John Hayne, como gerente de la filial en Lima, Heinrich Witt, como jefe de la sucursal de Arequipa, y el señor Davy como gerente en la filial de Valparaíso. Charles Crawley, debió regresar a Inglaterra, ya que su esposa Eliza Katherine Grimes, lo había hecho meses antes por estar embarazada de su segundo hijo. Ya no regresó al Perú. Es muy posible que sus tíos George y William, pensaran que Charles podía ser la cabeza de los negocios en Sur América, y en el futuro contar con

197 mayor tranquilidad sobre la suerte de las inversiones realizadas a veinte mil kilómetros de distancia de Londres. A Charles le costó mucho la decisión de aceptar ser socio en Antony Gibbs & Sons, creemos que la posibilidad de un largo traslado no estaba presente en sus aspiraciones. Con las aguas tranquilas, terminó la década de 1830, en la que la filial de Lima continuó con un aceptable crecimiento, logrando fortalecer su imagen como una de las mayores casas comerciales del Perú. A comienzos de la década de los 40, se asoció con la firma Myers, y dio sus primeros pasos en el negocio del guano aunque en pequeños volúmenes en la exportación a Inglaterra. Sin embargo a medida que transcurría la década ocurrieron acontecimientos importantes que cambiaron para siempre el futuro de la familia Gibbs. El 21 de agosto de 1842, fallecía en Venecia, Italia, George Henry Gibbs, socio principal, a cargo desde 1815, de la firma que fundara su padre. Casado con Caroline Crawley, su prima hermana, fueron padres del primogénito Henry Hucks Gibbs. Posiblemente debido a la juventud de Henry Hucks, es que el hermano de George Henry, William Gibbs, tomó el control patrimonial y la administración de Antony Gibbs & Sons, periodo en el cual transcurrió el llamado “boom del guano”, que colocó a William entre los súbditos más acaudalados de la Gran Bretaña. Fue también en el año de 1842, que ingresaba como empleado en la sucursal de Arequipa, de la filial peruana, el señor Charles Edward Stubbs, a quien señalan como el principal artífice para que la Casa Gibbs, obtuviera el negocio de la consignación exclusiva del guano peruano para su comercialización en todos los mercados, excepto el francés. En su desempeño como gerente de la filial peruana de la Casa Gibbs, Charles Edward Stubbs manejó las situaciones más delicadas de la época dorada del llamado boom del guano. Pero así como él lideró los esfuerzos para obtener para la Casa Gibbs, el negocio de la consignación, también tuvo que afrontar el final de dicho contrato cuando a finales del segundo periodo constitucional de Castilla, su gobierno lo rescindió. Las causas ya las explicamos y están fuera de toda responsabilidad del señor Stubbs. Es notoria la falta de interés mostrada por la casa matriz, que en ese entonces ya se encontraba administrada por el señor Henry Hucks Gibbs, en presionar por mantener la vigencia del contrato, sabiendo que contaba con el respaldo del gobierno británico que apoyaba a los súbditos poseedores de los bonos emitidos por la refinanciación de la deuda peruana. Lo cierto es que la Casa Gibbs al comercializar el guano a través de sus propios agentes a un precio cuatro veces mayor al que reconocía al estado peruano para la liquidación de las consignaciones, aunque no entraba al campo de lo ilegal, este comportamiento elusivo podía ser cuestionado éticamente en las esferas conservadoras del Reino Unido dañando la reputación de los socios y el prestigio de la firma, asuntos que podían causar efectos irreparables. No todos l os días se puede contar con amigos incondicionales como el señor Manuel Mariano Basagoitía Sagasti, Apoderado Fiscal del Perú en el Reino Unido, cargo en el que fue nombrado muy posiblemente por las influencias del señor Stubbs , y que gracias a la amistad familiar, se puso parcialmente siempre al lado de la Casa Gibbs, evitando que una fiscalización seria la dañara. Terminado el contrato de las consignaciones, el señor Stubbs regresó a Inglaterra para trabajar en la matriz, y vivir con mayor tranquilidad y sosiego. Sin embargo, la Casa Gibbs perdía a su hombre de confianza en Perú, a quien le tenían gran respeto y por supuesto agradecimiento. Era el momento de tener por esos territorios a un miembro de la familia que fuera ojos y oídos. Seguro que no era una elección rápida ni fácil. Pasaron unos años y un joven biznieto de Mary Gibbs, hermana de Antony, estuvo dispuesto al reto. Era Octavius Charles Crawley-Boevey, hijo del IV Baronet Barrow, que había fallecido años antes del viaje de Octavius. En consecuencia, por el año 1868, llega al Perú el segundo Crawley-Boevey descendiente de la familia Gibbs, ya en 1830 lo había hecho su tío abuelo Charles Crawley, hijo de Mary Gibbs. Destinan a Octavius Charles a la sucursal de Arequipa de la filial de Lima. Era lo más conveniente para él, dado de que existía un grupo social selecto en torno a los ejecutivos de su firma, gracias al carisma y don de gentes del señor Stubbs, durante su anterior estadía en Arequipa. A los pocos años de su llegada, el 21 de septiembre de 1871 se casó con una jovencita arequipeña, María Francisca de Murga y Murguía, sobrina nieta de Antonia Murguía Díez Canseco, esposa de Manuel Mariano Basagoitía Sagasti, quien como apoderado fiscal del Perú en el Reino Unido, apoyó decididamente a la Casa Gibbs, en un grave problema con el gobierno peruano, del cual salió indemne garantizando su buena imagen tanto local como internacionalmente. Con este matrimonio muchas familias que siempre ofrecieron una amistad sincera a los ejecutivos de Antony Gibbs & Sons, lograron emparentarse con los socios de la misma, hecho significativo en la vida de todos los involucrados por lo relevante en el aspecto histórico, cultural, como social y económico que trasciende todo lo imaginable de una mente febril. Anteriormente ya se había concretado una situación parecida, cuando William (Guillermo) Ricketts Perry se casó en Junio de 1866, con la hermana de María Francisca, doña María Mercedes de Murga y Murguía. William (Guillermo) también era colaborador

198 de la sucursal de Arequipa, de la filial Gibbs de Lima y se emparentaba con Antonia Murguía Díez Canseco y Manuel Mariano Basagoitía Sagasti, pero sin alcanzar la trascendencia que tuvo el matrimonio posterior por cuanto Octavius Charles llevaba la sangre de los Gibbs. Octavius Charles y María Francisca, tuvieron a su primogénito Santiago Carlos, nacido en Arequipa en el año 1872. El tercero fue Eduardo Máximo que también nació en Tingo Arequipa, en 1875. Llegaría a ser un famoso sacerdote católico que tomó el nombre de Mateo, conoció a tres papas y fue gestor de la Universidad Católica de Valparaíso. Obligado a vivir una infancia alejada de sus padres a consecuencia de un viaje inesperado y el estallido de la llamada guerra del pacífico. En el año de 1877 Octavius Charles y María Francisca, tuvieron que hacer un viaje apresurado a Londres, llamados por su primo Henry Hucks Gibbs. Los motivos del viaje no están bien aclarados hasta el momento, pero debieron dejar al cuidado de sus abuelos maternos, a su tercer hijo Eduardo Máximo, por ser muy delicado de los bronquios y el largo viaje por mar lo afectaría. Esta decisión hace presumir que la ausencia de los esposos Crawley-Boevey no tardaría más de uno o dos años. Sin embargo los acontecimientos en el Pacífico sur se precipitaron y en 1879, Chile invadía la costa boliviana y luego de declarar la guerra al Perú se apoderaba del departamento de Tarapacá. La Casa Gibbs cerró la filial de Lima y en consecuencia la sucursal de Arequipa, trasladando su administración a Valparaíso. Henry Hucks Gibbs tomó la decisión de no ponerse en contra de Chile, a fin de salvaguardar sus inversiones en Perú y posesionarse con mayor estabilidad para afrontar el futuro de sus actividades en Sur América. En 1884, después de siete años de su partida del Perú, los esposos Crawley-Boevey, regresan por breve tiempo a Arequipa con el fin de arreglar sus asuntos familiares pendientes. Octavius Charles debía hacerse cargo de sus nuevas funciones en la filial Gibbs de Valparaíso. Su hijo al que dejaron de año y ocho meses al cuidado de sus abuelos maternos, ahora tenía nueve años. María Francisca que estaba embarazada dio a luz a la segunda hija mujer que nació en Arequipa el 1 de septiembre de 1884, Leonor Octavia Estefanía. Durante su estadía de siete años en Londres, de los esposos Crawley-Boevey, tuvieron un hijo varón que lamentablemente murió antes de cumplir un año de vida, su nombre Alfredo y nació el 26 de abril de 1879 y falleció el 3 de marzo de 1880. Mary Isabel que nació en 1878, Rose Agnes en 1880, Lilian Maude en 1882, y Victoria que falleció al nacer en 1883. Ya instalados en Valparaíso, nacieron Blanche Josphita el 14 de abril de 1889, Ella Margaret en 1894 y Hilda Inés en 1896. La salud de Octavius Charles empezó a deteriorarse, que sumado a la natural nostalgia de María Francisca, contribuyeron para que el matrimonio decidiera regresar al Perú. Al poco tiempo de su retorno la salud de Octavius empeoró y falleció en Arequipa el 15 de Febrero de 1897 a los cincuenta años de edad. Su hija menor apenas había cumplido un año. Reiteramos que los acontecimientos históricos que afectaron la vida de los esposos Crawley-Boevey y sus ancestros, atraen nuestra mayor atención, es también importante destacar los aspectos colaterales para obtener una explicación más profunda de nuestra narración, tal como lo hicimos al ubicar a nuestros personajes en el ámbito social, político y militar que les corre sponde en la fecha de su existencia. No es menos importante destacar los factores económicos que enfrentaron muchos familiares al ser sometidos a los injustos mayorazgos que los sojuzgaban por su alta posición social. Pocos de ellos pudieron superar esta pesada carga con matrimonios ventajosos, carreras exitosas en el campo militar y religioso o tener éxito en otras tierras amasando significativas fortunas. Sin embargo, la mayoría de ellos lograron una subsistencia esforzada y hasta penosa que los sepultó en el olvido y la indiferencia, pero lo más aterrador es que esta situación arrastró a sus descendientes a una vida pálida, casi incógnita. Fueron maltratados por la historia. Sobre este particular deseamos ocuparnos sobre los esposos Crawley-Boevey y sus más inmediatos ancestros. Octavius Charles fue el octavo hijo de Sir Martin Hyde Crawley-Boevey, 4to Baronet, quien falleció cuando Octavius contaba con sólo dieciséis años. Las rígidas normas establecidas para los mayorazgos, premiaban al primogénito con la herencia de la totalidad de las propiedades inmobiliarias y de los títulos nobiliarios de la familia. En realidad la vida no era fácil para los “segundones” tal como llamaban a los hermanos menores del nuevo señor de la casa, y a pesar de su status social relevante, ellos debían buscar solución a sus expectativas económicas, ya sea buscando una pretendiente herede ra que por lo general se casaba con uno similar y muy adinerado, entrar a las fuerzas armadas o emigrar a tierras lejanas en busca de fortuna. Octavio Charles tuvo que abandonar sus estudios en el Marlborough College en las navidades de 1864, a los dos años del fallecimiento de su padre y con sólo 17 años recién cumplidos. Seguramente su hermano mayor que asumía el cargo de 5to Baronet, no podía asumir los gastos de educación de sus otros hermanos. Dejó

199 establecida la dirección de Flaxley Abbey, pero no se sabe cuánto tiempo más permaneció en su residencia familiar, pues al año siguiente, el 5° Baronet se casó con Frances Elizabeth Peter. Presionado por la situación, no lo pensó dos veces para aceptar el ofrecimiento de su rico primo Henry Hucks Gibbs, para trabajar en Sur América. A sus 22 años ya estaba en Arequipa, al pie de tres enormes volcanes y con la mente y el espíritu llenos de optimismo y confianza en el futuro. Era el porvenir que las circunstancias le eligieron y no dudo en entregar todo el entusiasmo de su juventud para arraigar su vida en esta parte del nuevo mundo. Al año y medio del nacimiento de su segundo hijo Eduardo Máximo, fue llamado por su primo Henry Hucks, a visitar en 1877 la sede de la casa matriz en Londres. No se conocen los reales motivos de este viaje. Podían ser familiares a fin de conocer a su esposa descendiente de la familia Murguía, con la cual existían excelentes vínculos. También existe la posibilidad de que el primo de Octavius Charles, cabeza de la casa matriz, Henry Hucks, lo hiciera retornar ante el temor de que las tirantes relaciones entre Chile, Bolivia y Perú, se agravaran con consecuencias lamentables, tal como ocurrió en 1879. Por último de que sólo se tratara de asuntos administrativos de la firma que requerían de la presencia de Octavius Charles. Lo cierto es que el viaje se realizó con premura pues debieron dejar a su tercer hijo en manos de sus abuelos maternos porque estaba delicado de los bronquios y el largo viaje no era recomendable para él. Las consecuencias de este viaje fueron nefastas para el matrimonio de Octavius Charles y María Francisca. Su retorno tuvo que ser aplazado ante el empeoramiento de las relaciones entre Chile y Bolivia, que desató posteriormente la invasión de Chile a la costa boliviana y la declaratoria de guerra al Perú. El retorno, ocurrió siete años más tarde, en 1884, pero por breve tiempo, pues debido al cierre de la filial peruana de la Casa Gibbs, Octavius Charles, fue asignado a la oficina de Valparaíso. Todos sus planes y metas señaladas para su futuro se esfumaban irremediablemente. Siete años de esfuerzo en Arequipa, sumados a otros siete años de una estadía improvisada en Londres, quebraron su entusiasmo inicial. Sin embargo no se podían despreciar las oportunidades del momento, pues con dos hijos varones, y cuatro niñas, que proteger, Octavius Charles se refugió en el triste consuelo de ser sostén asalariado de su familia. María Francisca de Murga y Murguía, fue la última de los nueve hijos que procrearon Bernardino de Murga y Cuadros y María Mercedes Murgia y Cuadros (eran primos hermanos). Bernardino fue un destacado abogado que llegó a ser vocal y luego presidente de la Corte Superior de Justicia de Arequipa. María Mercedes, desciende por sus abuelos, de la familia de la Casa Loayza de Extremadura en España, de la familia Fernández de Córdoba, de la familia Sousa, de la familia Noboa, entre las destacadas. En el capítulo cinco, nos hemos referido al capitán conquistador y pacificador del Perú, Alonso de Loayza y García, Señor de la Casa Loayza en Extremadura, Trujillo, España, 7to bisabuelo de María Francisca, beneficiado con al menos dos encomiendas de indígenas, la de Chincheros en Cusco y otra en La Plata, en el Alto Perú, (hoy Bolivia) que seguramente lo beneficiaron con buenas rentas económicas por los años que estuvo en el virreinato del Perú. A la muerte de su padre, tuvo que regresar a España para tomar posesión de los bienes de la Casa de Loayza, de la cual era su nuevo Señor. Allá en su señorío, creo dos mayorazgos a favor de su segundo hijo Jerónimo, y del tercero Gaspar. El mayorazgo de Jerónimo estaba constituido en base a los bienes ubicados en Extremadura y los de Gaspar con los correspondientes a la Deheza de Umbría a cuatro leguas de Toro... Con esta decisión, uno de los favorecidos con un mayorazgo fue Gaspar de Ayala y Loayza, 6to bisabuelo de María Francisca, que fue el primer Señor de Umbría de Ayala (quien debe llevar el apellido de Ayala, por disposiciones del Mayorazgo), que incluía la Deheza de Umbría a cuatro leguas de Toro, dos casas en Trujillo y un derecho sobre las alcabalas de Sevilla, que generaban como renta unos 4 267 maravedíes al año, y que fue concedida por el Rey Felipe II por Real Decreto del 8 de junio de 1564. El segundo Señor de Umbria de Ayala fue su 5to bisabuelo Juan de Ayala Loayza y Salas Valdéz, que se trasladó a la ciudad de La Plata, ciudad en la que intervino su abuelo en su fundación, y en la cual se casó con María Zárate Ondegardo y Saldaña, sobrina nieta del Licenciado Polo de Ondegardo, destacado jurista que destacó por su excelente conocimiento de la civilización incaica. El tercer heredero del mayorazgo fue su 4to bisabuelo Gaspar de Ayala Loayza Valdéz Ondegardo, nacido en la ciudad de La Plata, de la cual partió para residir en el poblado de Pica, en Tarapacá, Perú, donde se casó con Mayor Fernández de Córdoba Aguilar Morales, de noble linaje español y también propietaria de tierras en la zona. Fue su esposo Gaspar, el que acrecentó la superficie de las tierras del matrimonio, destacando la creación de la Hacienda “Matilla”, nombrada así en recuerdo del lugar principal de la Dehesa de la Umbría en España, que pertenecía al Señorío y Mayorazgo del cual era el heredero. La hacienda fue dotada de una casa-habitación de lujo y otras dependencias y anexos que con el tiempo y su crecimiento constituyeron el pueblo de Matilla de dicha

200 localidad en el departamento de Tarapacá. Es el segundo ancestro de María Francisca que se establece en el Perú, acumulando una significativa fortuna familiar. Continuando con todo lo referente al mayorazgo, el hijo primogénito de don Gaspar, Juan Loayza Valdéz Fernández de Córdoba, se convierte en el cuarto Seño r de Umbría de Ayala, y continúan con el señorío los primogénitos descendientes. Sin embargo debido a que ninguno de ellos residía en España, y al parecer habían abandonado sus pertenencias, sus parientes que eran los señores de la Casa Loayza de Extremadura, el primer mayorazgo que estableció Alonso de Loayza y García, en favor de su segundo hijo Jerónimo de Loayza y Ayala, se apropiaron de la Dehesa de Umbría, y fueron elevados ilegalmente al rango de Marqueses de la Matilla, Título de Castilla. Posteriormente los legítimos pretendientes al mayorazgo de Umbría y Ayala, iniciaron acciones legales para recuperar sus propiedades, al parecer sin éxito. Juan Loayza Valdéz Fernández de Córdoba, cuarto Señor de Umbría de Ayala, era hermano de Gervasio Marcelino, 3er bisabuelo de María Francisca, casado con María Rosa de Morales Uzabal y Robles, pariente suyo, por ser prima hermana de su madre. Don Gervasio heredó algunas propiedades de sus padres que no pertenecían al mayorazgo, a lo que se sumó otras tierras de su esposa. Don Gervasio hombre esforzado y trabajador adquirió otras extensiones de terreno, con lo que se convirtió en un importante hacendado en Tarapacá. Sin llegar a igualar la fortuna de su padre o hermano mayor, es sin duda el tercer ancestro directo de María Francisca, residente en el Perú, que obtiene una importante fortuna. Estas riquezas la heredó su hijo el capitán de milicias de Tarapacá Andrés Loayza Valdéz Morales Usábal, 2do bisabuelo de María Francisca, quien al parecer tuvo dos hermanos que fallecieron tempranamente. El capitán Andrés estaba casado con Catalina de Soto Alciato y Soto de la Fuente. Este matrimonio tuvo diecisiete hijos legítimos. Ya nos podemos imaginar la pequeña herencia que recibió cada hijo. Una de las hijas es Gabriela Loayza Soto, bisabuela de María Francisca. Ella se casa con un industrial minero radicado en Iquique, Tarapacá, Antonio Cuadros Coscueta, a quien podemos señalar como el último ancestro directo radicado en el Perú, que acumuló riqueza. Antonio era el único propietario que poseía una casa edificada con materiales sólidos en la entonces pequeña villa de Iquique en Tarapacá. Antonio nació en Santiago de Chile, hijo de Miguel Cuadros, nacido en España y de Mariana Coscueta, nacida probablemente en Arequipa. Antonio tuvo un hijo varón y tres niñas, que seguramente se repartie ron la herencia no cuantiosa que les dejó su padre. La hija mayor María Carmen Cuadros Loayza, abuela de María Francisca, se casó con José Murgia Rodríguez. La madrasta de José, Petronila Díez Canseco, era sobrina de Antonio Nieto y Roa, II Conde de Alastaya, Teniente Coronel de los Reales Ejércitos, que heredó el título de su hermano Ignacio, a quien le fue concedido por Real Cédula firmada por su Majestad Carlos III en 4 de Junio de 1772. El capitán de caballería y alcalde de la Santa Hermandad de Potosí, Ignacio Nieto y Roa, era dueño de la hacienda de olivares llamada Alastaya en las cercanías de Moquegua. Importante predio que fue la base del condado que fue creado. La 3ra condesa fue la hija primogénita de Antonio, María Gregoria Nieto y Nieto, que se casó en el Alto Perú, para luego residir en la ciudad de La Paz, donde nacieron sus herederos. Es difícil imaginar a María Francisca como viuda. Con siete hijos menores de edad a su cuidado. Los dos varones eran los mayores con un poco más de veinte años, uno de ellos estudiando para sacerdote. No fueron el apoyo vigoroso que necesitaba, en un mundo donde las mujeres estaban sentenciadas a una vida sometida a las labores del hogar, sin mayor educación superior y por supuesto casi impedidas de obtener un trabajo remunerado. No hemos podido establecer la verdadera función que cumplía Octavius Charles en la filial chilena de Gibbs, pero por los documentos revisados creemos que no era un cargo jerárquico, por ello su remuneración era modesta con la cual vivía con decoro. No pudo ahorrar una suma significativa. Sin embargo, la familia Gibbs entregó a María Francisca lo que le correspondía por sus años de servicio en la firma. Con ese dinero tuvo que afrontar los desafíos para sacar adelante a sus hijas, las cuales se casaron muy jóvenes y las tres nacidas en Chile, regresaron adolescentes a la patria que las vio nacer y allá formaron ejemplares familias. En cuanto a los descendientes del matrimonio Crawley-Boevey, con la excepción de Mateo (Eduardo Máximo), no encontramos hasta el día de hoy a otra figura prominente en alguna actividad destacable que la vida nos pone en el camino. La posición social quedó muy debilitada por la falta de oportunidades que son más frecuentes cuando se cuenta con los medios económicos necesarios, trayendo como consecuencia matrimonios con parejas que padecen las mismas consecuencias adversas o de menor alcance social y económico. Es una etapa con un panorama descolorido que está a la espera de una figura descollante que volverá a traer al presente, el ayer espléndido de los innumerables ancestros directos que destacaron nítidamente en la historia de la evolución humana, como en el liderazgo social y económico. No podemos dejar de rendir un homenaje a todos los ascendientes y descendientes que vivieron y viven en la isla de la Gran Bretaña. Lamentablemente la distancia, la barrera del idioma y quizá la indiferencia de las

201 nuevas generaciones por el pasado, hayan destruido las intenciones de un acercamiento entre familiares. Rogamos para que en un pronto día en el futuro se estrechen en un abrazo unos y otros, dejen de ser incógnitos y comprendan que en todas las venas presentes corren gotas de la misma sangre.

202

CAPÍTULO DÉCIMO TERCERO LAS ACTUALES GENERACIONES Nota del autor: Los descendientes actuales del matrimonio Crawley-Boevey Murga, son numerosos y residen en muchas naciones. Por ello, los que se presentan en las siguientes páginas, obedecen a la casualidad de disponer de sus fotografías.

203

Marta Ballivián Noboa junto a su hija Jimena Zalles Ballivián en Toronto Canadá (Nieta y bisnieta de Leonor Octavia).

Ashley Turley Ballivián (bisnieta de Leonor Octavia)

204

Ramiro Ballivián Cáceres (bisnieto de Leonor Octavia)

Jimena Zalles Ballivián de Linares (bisnieta de Leonor Octavia)

205

Alejandra Soto Ballivián de Vera y su hijo Stefano (bisnieta y tataranieto de Leonor Octavia).

206

Familia Soto Ballivián: de izquierda a derecha: Gonzalo Soto Ballivián (bisnieto); Antonieta Ballivián Noboa (nieta); Stefano Vera Soto (tataranieto); Paula Soto Hermosa (tataranieta); Luciana Vera Soto (tataranieta); Alejandra Soto Ballivián (bisnieta) y Pablo Soto Ballivián (bisnieto). Todos descendientes de Leonor Octavia Crawley-Boevey)

207

Luis Ballivián Noboa (nieto) y Juan Ballivián Noboa (nieto) de Leonor Octavia Crawley-Boevey

Niños Larraín Prieto en Chile (bisnietos de Hilda Inés Crawley-Boevey)

208

Juan Ballivián Noboa (nieto de Leonor Octavia) con Alice Roden Searles en Arequipa.

209

Pablo Soto Ballivián (bisnieto); Paula Soto Hermosa (tataranieta) y Paola Hermosa. Descendientes de Leonor Octavia Crawley-Boevey).

Stefano Vera Soto (tataranieto) y Luciana Vera Soto (tataranieta) de Leonor Octavia, en Lima Perú.

210

Andrea Lucía Ordóñez Zalles (tataranieta de Leonor Octavia)

A la derecha Eduardo Prieto Crawley-Boevey (hijo de Hilda Inés)

211

Hilda Inés Crawley-Boevey con su hijo Eduardo

Andrea Zalles Ballivián (bisnieta) Andrea Lucía Ordóñez Zalles (tataranieta) de Leonor Octavia

212

Antonieta Ballivián Noboa (nieta) y Marta Ballivián Noboa (nieta) de Leonor Octavia

Hilda Inés Crawley-Boevey junto a su hija María Teresa en Santiago de Chile

213

Marta Ballivián Noboa (nieta) con Antonieta Ballivián Noboa (nieta) de Leonor Octavia Crawley-Boevey, en Canadá

María Teresa Prieto Crawley-Boevey, hija de Hilda Inés

214

Teresa Prieto Crawley-Boevey junto a su madre Hilda Inés y su hija Teresa Salvo Prieto, en Santiago de Chile

Catalina Salvo Balmaceda, (bisnieta de Hilda Inés) en Santiago de Chile

215

Familia Prieto Crawley-Boevey: 1 Hilda Inés Crawley-Boevey 2 Jorge Prieto Castro 3 Teresa Prieto Crawley-Boevey 4 Sergio Salvo Valenzuela 5 Margot Prieto Crawley-Boevey 6 Octavio Prieto Crawley-Boevey 7 Jorge Prieto Crawley-Boevey 8 Eduardo Prieto Crawley Boevey 9 Marta Prieto Crawley-Boevey 10 María Angélica Prieto Crawley-Boevey 11 Hilda Prieto Crawley-Boevey 12 Enrique Prieto Crawley-Boevey

216

Jorge Prieto Castro, esposo de Hilda Inés, con sus hijos: Jorge, Eduardo y Octavio Prieto Crawley-Boevey

217

Catalina Salvo Balmaceda (bisnieta de Hilda Inés) con sus padres en Santiago de Chile

Eduardo y Octavio Prieto Crawley-Boevey, hijos de Hilda Inés

218

Fernando Vera Quevedo, con su hijo Stefano (tataranieto de Leonor Octavia)

Sofía Catalina Linares Zalles (tataranieta de Leonor Octavia) nacida en Toronto, Canadá

219

José Alberto Ordóñez Jara con su hija Andrea Lucía Ordóñez Zalles (tataranieta de Leonor Octavia) en Cusco, Perú

Álvaro Zalles Ballivián (bisnieto de Leonor Octavia) con su esposa María Isabel e invitado en Lima

220

Ramiro Ballivián Cáceres y Mauricio Ballivián Cáceres (bisnietos de Leonor Octavia) en Arequipa

221

Javier y Diego Zalles Delgado (tataranietos de Leonor Octavia) en Bogotá Colombia

222

Álvaro Javier Zalles Ballivián (bisnieto de Leonor Octavia) con su esposa María Isabel Delgado Vaca-Guzmán, después de su matrimonio en la ciudad de Sucre, Bolivia. Álvaro Javier es el tronco del árbol genealógico que ha guiado esta publicación.

223

CAPÍTULO DÉCIMO CUARTO FUENTES CONSULTADAS

224 ASPECTOS HIS TÓRICOS:

1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13.

14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24. 25. 26. 27.

28. 29. 30. 31. 32. 33. 34. 35. 36. 37. 38. 39. 40. 41. 42. 43. 44. 45. 46. 47.

A PROPÓSITO DE LAS RELACIONES CHILE-BOLIVIA-PERÚ. PERCEPCIONES, EXPERIENCIAS Y PROPUESTAS. Patricio Valdivieso. Pontificia Universidad Católica de Chile. ACLARACIONES HISTÓRICAS SOBRE LA GUERRA DEL PACÍFICO. Roberto Querejazu Calvo, preparado por Patricio Barros. ACTA DE CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA DE BOLIVIA: DOCUMENTOS ANEXOS VARIOS. Ciro Félix Trigo. Derecho Constitucional Boliviano. Incluye otros autores. ALFONSO IX, “ EL JUSTICIERO”. Grupo Hispavista. ANDEAN TRAGEDY: FIGHTING THE WAR OF THE PECIFIC 1879-1884. William F Seter. ANNALES, ECONOMIES, SOCIÉTÉS, CIV ILISATIONS. Année 1983, Vol. 38, No. 3. BOLETIN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA. Tomo 8, Año 1886. Juan De La Torre. Por Cesáreo Fernández Duro. BUSCANDO A UN INCA, LA CRIPTA DE TOPA AMARO. Mar ía del Car men Martín Rubio, Doctora en Historia de América. CHARLES CRAWLEY AT ANTONY GIBBS & SONS. Word Press. Com. CIENTO CINCUENTA AÑOS DE HISTORIA DE ANTONY GIBBS & SONS. Club Gibbs Bright. CONQUISTA Y COLONIZACIÓN DEL PERÚ. Emilio Soler, Manuel Burillo y Luciano Rincón. CONTRIBUCIÓN HISTÓRICA A LOS BICENTENARIOS DE BOLIVIA: Cochabamba, Santa Cruz, Potosí. Fundappac, Diciembre del 2010. Enrique Rocha Monroy. CRAWLEY FAMILY HISTORY, EXTRACTO DEL LIBRO “THE HISTORY OF ANTONY AND DOROTHEA GIBBS y el de sus familiares contemporáneos, incluyendo la historia de los orígenes de la Casa Antony Gibbs & Sons”. John Arthur Gibbs. London: St. Catherine P., 1922. DIARIO DE ELIZA CRAWLEY. CRAWLEY FAMILY HISTORY. WordPress.com Web blog. DIARIO DE UN COMANDANTE DE LA INDEPENDENCIA AMERICANA, 1814-1815. José Santos Vargas. DIARIO DEL CERCO DE LA PAZ, 1781. Francisco Tadeo Díez de Medina. DICCIONARIO HISTÓRICO DEL DEPARTAMENTO DE LA PAZ. Nicanor Aranzáes. La Paz, Bolivia, año 1915. EL COMERCIO EN AREQUIPA. Mario Rommel Arce. Historia de Arequipa 7 Septiembre del 2009. EL MINISTERIO DE HACIENDA DEL PERÚ EN SUS RELACIONES CON LOS ADMINISTRADORES DEL HUANO EN EUROPA. Luis Mesones. Encargado de Negocios de la República del Perú en Roma. Besanzon. Imprenta José Joaquín 1859. EN TORNO A LOS ORÍGENES DE LA GUERRA DEL PACÍFICO. Luis Ortega (HjungHee University, GSP). ESTADO Y TERRITORIO EN IBEROAMÉRICA. CONFLICTOS INTERREGIONALES. UN MODELO ANALÍT ICO: LA GUERRA DEL PECÍFICO 1879-1883. Ascensión Martínez Riaza. Universidad Complutense, Madrid. FAMILIA EDWARDS. Wilkipedia, La Enciclopedia Libre. FLAXLEY ABBEY HISTORY ONLINE. FRAY DIEGO DE DEZA, ENSAYO BIOGRÁFICO. Armando Cotalero y Valledor. Doctor en Filosofía y letras. Madrid 1902. GOBERNADORES, VIRREYES DE PERÚ. Portal Fuenterrebollo. GUERRA DE LA INDEPENDENCIA ESPAÑOLA: INVASIÓN NA POLEÓNICA A ESPAÑA. Internet. GUERRA Y ECONOMÍA EN AREQUIPA: LAS ACTIVIDADES DEL ESPAÑOL LUCAS DE LA COTERA EN UNA COYUNTURA DE CRÍSIS, 1821-1824. José Víctor Condori. Universidad Católica San Pablo. Revista de Indias 2011, Vol. 71 No. 253. GUIA MONUMENTAL DE ARREDONDO. Blog Cantabria Joven. HISTORIA DE GALICIA. Joaquín Argamasilla De La Cerda. Revista Histórica y Genealogía Española. HISTORIA DE LA CULTURA BOLIVIANA, FUNDAMENTOS SOCIO- POLÍTICOS. José Fellman Velarde. Biblioteca Digital Andina. HISTORIA DEL PAPA ALEJANDRO VI, 1431-1503 Seres México CFDI. HISTORIA FAMILIAR DE BRISTOL, BRISTOL FAMILY HISTORY. Blog de dplindegard. HISTORIA GENERAL DE BOLIV IA. Alc ides Arguedas. Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia. HISTORY OF THE HOUSE AND FAMILY: TYNTESFIELD. Terry Steven. 17 de Enero del 2011. JOSÉ SEBASTIÁN GOY ENECHE Y BARREDA. UN OBISPO DE DOS MUNDOS. Óscar González Málaga. LA BATALLA DE HUARINA. Blog Internet. LA COLECTIVIDAD BRITÁNICA EN VALPARAÍSO DURANTE LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX. Baldomero Estrada Turra. LA CONSOLIDACION DE UNA FAMILIA DE LA OLIGARQUÍA AREQUIPEÑA: LOS GOYENECHE. Carlos D Malamud. Universidad Complutense de Madrid. LA CUESTIÓN DEL MAYORAZGO DE CEBOLLULO. Harvard Law School Library. José Ramón Mas. La Paz 1868. Imprenta El Pueblo. LA ENTRONIZACIÓN, COMIENZOS E HISTORIA, LA HISTORIA DEL PADRE MATEO, Columban Crotty SS.CC. LAS CUATRO CAMPAÑAS DE LA GUERRA DEL PACÍFICO. Francisco Machuca, Tomo I. LAS ÉLITES: FAMILIAS, GRUPOS, TERRITORIOS. Jean Pierre Dedieu. LLALLAGUA HISTORIA DE UNA MONTAÑA. Roberto Querejazu Calvo. LONDON METROPOLITAN ARCHIVES. Antony Gibbs & Sons Limited. LOS BORGIA: LA TRINIDAD MALDITA Luis Alcalde, Revista Buran No. 11, Mayo 2011. LOS Pflücker Y MOROCOCHA. 10 de Noviembre del 2008. Blog Inmigración en el Siglo XIX. MATEO CRAWLEY-BOEVEY ss.cc. FUNDADOR Y APOSTOL DE LA ENTRONIZACIÓN DEL SAGRADO CORAZÓN 1907. CENTENIAL TRIBUTE 2007.

225 48. MEMORIAS. Luis E Valc árcel. Editado por José Matos Mar, José Deustua C, José Luis Rénique. Instituto de Estudios Peruanos 1981. IEP Ediciones. 49. NOBLEZA, IDENTIDAD Y REBELIÓN: LOS INCAS NOBLES DEL CUSCO FRENTE A TÚPAC AMARU (1778 -1782). David Cahill. Universidad de New South Wales 50. PIRÁMIDE DE INGAVI. Hugo René Únzaga Guachalla, Fernando Royuela. 51. RAMON CASTILLA Y MARQUESADO 1797-1867. Página Web. 52. SAN FRANCISCO DE BORJA 1510-1572. Las siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María. 53. SECRETOS DE FAMILIA, LA PRESENCIA BRITÁNICA EN LA SOCIEDAD PERUANA DEL SIGLO XIX. Blog de Lizzie Alvarado, Historiadora y genealogis ta. Lima, Perú. 54. LEJANÍAS Y CERCANÍAS. Por Mario Paz Zamora. La Paz, Bolivia, año 2007. 55. BURKE’S PEERAGE AND BARONETAGE. Por Charles Mosley, Edición No. 116 y No. 117. Great Bretain. 56. HISTORIA DEL APELLIDO VALDÉS. Por Don Cayetano Valdés, extraído del blog “Guardia Salinera Isleña”. Rama Segunda pág. 8.

ENSAYOS ECONÓMICOS: 1.

EXPANSIÓN DEL CAPITALISMO PERIFÉRICO EN EL PACÍFICO SUR, SIGLO XIX. CRECIMIENTO ECONÓMICO DEPENDIENTE. Eduardo Cavieres. 2. LA CASA GIBBS Y EL MONOPOLIO SALITRERO PERUANO: 1876-1878. Manuel Ravest Mora. 3. ANTIVIDADES DE ANTONY GIBBS EN ANTOFAGASTA Y TARAPACÁ. Miguel Calvo Reboller. Universidad de Zaragoza. 4. GUANO, COMPROMISOS CREÍBLES Y EL PAGO DE LA DEUDA EXTERNA PERUANA DEL SIGLO XIX. Catalina Vizcarra. 5. INVERSIONISTAS E INVERSIONES EXTRANJERAS EN CHILE: 1860-1930. Eduardo F Cavieres. Marichal 1996. 6. LA TEORÍA DE LA DEPENDENCIA EN LA HISTORIA ECONÓMICA SOBRE LA REPÚBLICA. Carlos Contreras, Enero 2003. Pontificia Universidad Católica del Perú. 7. TODOS LOS GOBERNADORES DEL BANCO DE INGLATERRA DESDE 1694 AL 2009. 8. THE CRISIS IN SILVER. Henry Hucks Gibbs. 9. LA RESISTENCIA DE LOS TARAPAQUEÑOS AL MONOPOLIO SALITRERO PERUANO DURANTE EL GOBIERNO DE MANUEL PARDO, DESDE EL ESTANCO A LA EXPROPIACIÓN (1872-1876). Sergio González Miranda. Chungara Revista de Antropología Chilena, volumen 44 No. 1, Año 2012. 10. LA CASA COMERCIAL GIBBS & Co. Y SUS INVERSIONES EN CHILE ENTRE LAS DÉCADAS DE 1920 Y 1940. Gonzalo Rojas Flores. Historia, Vol. 26, 1991-1992. 11. INVESTIGACIÓN: LA INDUSTRIA PERUANA DURANTE EL SIGLO XIX. Idel Vexler Tello. Mayo del 2004. 12. MORE PRECIOUS THAN GOLD: THE STORY OF THE PERUVIAN GUANO TRADE. Dave Hollett. 13. EL NUEVO ORDEN MUNDIAL Y EL SAQUEO DE BOLIVIA. Colectivo Sur. 14. MODERNIZARSE O DESCENTRALIZAR: LA DIFICIL DISYUNTIVA DE LAS FINANZAS PÚBLICAS DURANTE LA ERA DEL GUANO. Carlos Contreras. 15. GUANO Y BURGUESÍA EN EL PERÚ. Heraclio Bonilla. Perú Problemas II. Instituto de Estudios Peruanos, 2da edición. 16. LA REPÚBLICA OLIGÁRQUICA 1850-1950. Juan Luis Orrego. Numis ma.org- 2009. Profesor Pontifica Universidad Católica del Perú. Miembro del Instituto Riva-Agüero. 17. GUANO SALITRE Y FINANZAS PÚBLICAS: EL PACÍFICO EN EL SIGLO XIX. Héctor Omar Noejovich y Alf redo Vent o. Enero 2009. Pontificia Universidad Católica del Perú. Documento de Trabajo No. 273. 18. EL ALTO COMERCIO DE VALPARAÍSO Y LAS GRANDES CASAS EXTRANJERAS 1880-1930. UNA APROXIMACIÓN. Versión on-line. Historia (Santiago) vol. 33, Santiago 2000. 19. HISTORIA ECONÓMICA DEL PERÚ. Emilio Romero y Carlos Contreras. Universidad Mayor de San Marcos. 20. LA COMPAÑÍA DE SALITRES DE ANTOFAGASTA Y LA GUERRA DEL PACÍFICO. John Mayo, Profesor de Historia en la Universidad de West Indies, Barbados. 21. EXPORTACIÓN DE LANAS Y MOVIMIENTOS CAMPESINOS EN PUNO 1895-1925. Grimaldo Antonio Rengifo Balarezo. Tesis de Licenciatura. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Facultad de Ciencias Sociales. 22. GROWTH AND GUANO IN NINETEENTH CENTURY PERÚ. Shane J. Hunt. Woodrow Wilson School. Princeton Un iversity, New Jersey, February 1973. LA POLÍTICA FISCAL EN BOLIVIA Y SU RELACIÓN EN LA POLÍTICA ECONÓMICA. Javier Comboni y Mar ía Félix Delgadillo.

ESTUDIOS GE NEALÓGICOS: 1.

ASOCIACIÓN NOBILIARIA VÍNCULO Y MAYORAZGO DE LEMAVIA, ESTUDIOS DEL LINAJE DE LAS SIG UIENTES FAMILIAS: ANDRADE CASTRO ENRÍQUEZ LOS MOSCOSO OSORIO U OSSORIO

226 SARMIENTO SOTOMAYOR. ULLOA VELASCO O BELASCO O FERNÁNDEZ DE V ELASCO 2.

ÁRBOLES DE FAMILIAS DEL PROGRAMA GENEANET, ELABORADO POR DESTACADOS ESTUDIOSOS DE LA GENEALOGÍA A LOS CUALES AGRADECEMOS SU INFORMACIÓN: Enrique Pareja Mejía. Ernesto Álvarez Uriondo. Fernando Echeverría. Francisco Javier Carbone Montes. Guillaume De Tournemire. Javier Sánchis Ruíz. Julio Palacios Azero. Manuela Muguerza y García-Moreno. Marcos Juan Belgrano Lagache. Mauricio Alvarado Dávila. Mercedes Sardá Rospigliosi. Miguel Mendoza Del Solar. Paulo Barraza Varos. Rafael Cáceres Benites. Raúl Antonio Alvistur Trigo.

DEL PROGRAMA GENY: Philip Decker Edw ards. Rolando Rivero Lavayen. Archivo consolidado de Geny. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11.

12. 13. 14. 15.

PERSONAL ANCESTRAL FILE. PAF. A GENERAL AND HERALDIC DICTIONARY OF THE PEERAGE AND BARONETAGE OF THE BRITISH EMPIRE. Vol 1. John Burque, Esq. Forth Editión, II Volumes. London, Henry Colburn and Richard Bentley. ACADEMIA COSTARRICENSE DE CIENCIAS GENEALÓGICAS. Descendencia del Cacique Hacho de Velasco. Ives Nicolás De La Goublaye de Monorval y Rodas. ACUMULACIÓN DE POSESIONES Y TÍTULOS NOBILIARIOS DE LA CASA DE HIJAR (TERUEL), SIGLOS XII – XVIII. M José Casaus Ballester, Doctora en Historia. ANALES DE LA REAL ACADEMIA MATRITENSE DE HERÁLDICA. Internet. APUNTES DE LOS AMBÍA. LINAJE Y PARENTELAS (SIGLOS XII – XVI). Pablo S Otero Pineyro Maseda, Xosé Antón García G. Ledo. Xunta de Galicia. Instituto de Estudios gallego “P Sar miento”. CSIC Santiago de Compostela. ÁRBOLES DE COSTADO. De gran parte de las primeras casas de estos reinos, cuyos dueños viv ían en el año de 1683. Obra Póstuma: Luis de Salazar y Castro. Caballero de la Orden de Calatrava. Imprenta Antonio Cruzado 1795. ARREDONDO EN AMÉRICA. Untitled Documents. BLASÓN DE ESPAÑA, LIBRO DE ORO DE SU NOBLEZA. Reseña Genealógica y Descriptiva de la Casa Real, La Grandeza de España y los Títulos de Castilla. A De Burgos. Tomo IV. Madrid 1859. Imprenta de Don Pedro Montero. Condes de Maceda: Noboa, Lanzos, Losada. BOLETÍN DE GENEALOGÍA HERÁLDICA Y NOBILIARIA DE GALICIA. No. 1, Año 2002. CALDERON DE LA BARCA Y SAN GINES EN AMÉRICA. Rolando Rivero Lavayen. CASA DE ENRÍQUEZ. Wilkipedia, la enciclopedia libre. CLARENCE 25. Genealogía Craw ley-Boevey. Página Web.

227 16. CLARENCE 26. Genealogía Gibbs. Página Web 17. CURIOSOS ENTRONQUES GENEALÓGICOS ENTRE ARGENTINA, PARAGUAY Y BOLIVIA. Rolando Rivero Lavayen. Instituto Boliviano de Genealogía. 18. DE LAS VIEJAS ESTÍRPES A LAS NUEVAS HIDALGUÍAS. El entramado nobiliario gallego al fin de la Edad Media. Eduardo Pardo De Guevara y Valdés. Nolgueres Tomo III Año 2006. 19. DEBRETT’S BARONETAGE OF ENGLAND. 20. DESCENDIENTES DE GUILLERMO (WILLIAM) EL CONQUISTADOR. Internet. 21. DESCENDIENTES DE JUAN DE LIZÁRRAGA Y MORCILLLA EN ESPAÑA. Los Linares en Bolivia. Rolando Rivero Lavayen. Instituto Boliviano de Genealogía. 22. DESCENDIENTES DEL CNEL FRANCISCO RIV ERO GUERRA EN AMÉRICA. Carlos Rivero Lavayen. Instituto Boliviano de Genealogía. 23. DIARIO LA RAZÓN, del 20 de octubre de 1948: “Los Ballivián “. 24. DICCIONARIO HISTÓRICO, GENEALÓGICO Y HERÁLDICO DE LAS FAMILIAS ILUSTRES. Luis Vilar y Pascual. DF Sánchez, 1859. 25. DICCIONARIO HISTÓRICO, GENEALÓGICO Y HERÁLDICO DE LAS FAMILIAS ILUSTRES DE LA MONARQUÍA ESPAÑOLA. Luis Vilar y Pascual. Tomo II-Madrid 1859. Imprenta D.V. Sánchez. 26. EL LINAJE DE LOS ARREDONDO EN LA SANTOÑA DE LOS SIGLOS XVIII Y XIX. Florentino Antón Reglero. 27. FAMILIA VARGAS MACHUCA EN PERÚ Y ECUADOR. Genealogía y Familia: misantepasados.com. 28. FERNÁN PÉREZ DE ANDRADE O BOO Y SUS VÍNCULOS CON LA NOBLEZA LUCENSE A TRA VÉS DE TRES NUEVOS DOCUMENTOS. Dr. Carmen Manso Porto 29. FERNÁN PÉREZ DE ANDRADE O BOO Y SUS VÍNCULOS CON LA NOBLEZA LUCENSE A TRAVÉS DE TRES NUEVOS DOCUMENTOS. Carmen Manso Porto. 30. GALICIA, HERÁLDICA, GENEALOGÍA Y NOBILIARIA. Proyecto Editorial Creado y Dirigido por Francisco Rodríguez Iglesias. Hércules de Ediciones. 31. GENEALOGÍA DE LA FAMILIA BACA, CABEZA DE BACA, CABEZA DE VACA. Luis Vilar y Pascual. Parte I y II. Madrid 1862. Imprenta de D.F. Sánchez. 32. GENEALOGÍA DE LOS ANDRADE. Castro Álv arez y López Sangil. 33. GENEALOGÍA DEL APELLIDO ONDEGARDO, ORÍGEN, ESCUDO Y PROCEDENCIA. Página Web. 34. GENEALOGÍA PONCE DE LEÓN. Cifuentes. Ancestry. Com. 35. GENEALOGÍA SANDOVAL Y ROJAS. Biblioteca Valenciana. 36. GENEALOGÍA Y HERÁLDICA DE LA FAMILIA FERNÁNDEZ DE CÓRDOBA/VA. 11 de Febrer o 2009. Página Web. Genealogía completa. 37. GENEALOGÍAS MEDIEVALES, HERÁLDICA Y EMBLEMÁTICA Y ENTRONQUES CON FAMILIAS AMERICANAS. Academia Costarricense de Ciencias Genealógicas. Revis ta Electrónica. Federico Mata Herrera. 38. HIJOS DE MADRID. Diccionario Histórico. Joseph Antonio Álvarez y Baena. Tomo II. Madrid 1790. 39. HISTORIA DE LA MUY ILUSTRE CASA DE SOUSA. Copilado de un Manuscrito muy antiguo y corregido y añadido hasta el presente. 1770 Madrid. Imprenta de Francisco Xavier García. 40. HISTORIA Y GENEALOGÍA: LA DESCENDENCIA DE LOS GOYENECHE EN EUROPA. Blog de Paloma Torrijos. 41. IDENTIDAD Y MEMORIA GENEALÓGICA. Una aportación al estudio de la Antroponimia medieval gallega. Eduardo Pardo De Guevara y Valdés. Instituto de Estudios gallego “Padre Sarmiento”. CSIC Santiago de Compostela. 42. LINAJES DE PROCEDENCIA: RAMÍREZ DE ARELLANO. Juan Carlos González Ternero, Página Web. 43. LINAJES HARO, OSORIO. Internet. 44. LOS CONDES DE ALASTAYA: FAMILIA NIETO. Rolando Rivero Lavayen. 45. LOS ENRÍQUEZ. ALMIRANTES DE CASTILLA. Esteban Ortega Gato. Historia de los primeros almirantes. 46. LOS ULLOA, SEÑORES DE CASTILLEJO. SU DESCENDENCIA EN AMÉRICA. Rolando Rivero Lavayen. Junio 2009, Austin, Texas, USA 47. MOSENS PIERRÉS DE PERALTA Y EL MARQUESADO DE FALCES. Jaime Sánchez Oses y Máximo Gil Azparren. Gráficas Azkoyen. Ayuntamiento de Peralta (Navarra, España). 48. NOBILARIO DE LOS REINOS Y SEÑORÍOS DE ESPAÑA. Francisco Piferrer. Madrid Tomo V 1859. Revisado por Antonio Rujula y Busel. 49. PASEO GENEALÓGICO POR LA ARGENTINA Y BOLIVIA. Juan Isidro Quesada. 50. PEDIGREE OF CRAWLEY-BOEVEY. Página Web. 51. RAICES. Instituto Boliviano de Genealogía: Familia Zalles y familia Ondegardo. 52. RAÍCES. REV ISTA DEL INSTITUTO BOLIVIANO DE GENEALOGÍA. Año 2002 Nos. 2 y 3. 53. REVISTA DE HISTORIA Y DE GENEALOGÍA ESPAÑOLA. Año 11, Nos. 1 y 2. Madrid, 15 de Febrero de 1913. Director: Joaquín Argamasilla De La Cerda. 54. REVISTA DEL MUSEO HISTÓRICO REGIONAL. Internet. 55. REVISTA No. 11 DEL INSTITUTO PERUANO DE GENEALOGÍA: LOS BALLIVIÁN. Emilio Olivares Valle Riestra. 56. REVISTAS DEL INSTITUTO PERUANO DE GENEALOGÍA. Lima. Perú. 57. ROOTS WEB’s WORLD CONNECT PROJECT. Descendants William the Conqueror. 58. SECRETOS DE FAMILIA. La presencia británic a en la Sociedad Peruana del Siglo XIX. Blog de Lizzie Alvarado. Historiadora y Genealogista. Lima, Perú. 59. THE BARONETAGE OF ENGLAND. Internet. 60. THE NATIONAL ARCHIVES. National Register of Archiv es. 61. THE PEERAGE. The Peerage.com 62. THE PLATAGENET ROLL OF THE BLOOD. Internet. 63. THE ROYAL LINEAGE OF OUR NOBLE AND GENTLE FAMILIES, TOGETHER WITH THEIR PATERNAL ANCESTRY. Joseph Foster. Member of the “New England Historie Genealogical Society. Printed for the author. 1886. 64. TRIUNFOS: Hechos Heroicos de los Hijos de Galicia. Maestro Fray Felipe De La Gándara de la orden de San Agustín. Cronista General del mis mo Reino. Madrid 1662.

228 65. 66. 67. 68.

XENEALOGÍAS DO ORTEGAL. José Luis Lamigueiro. Fuentes: Pedro de Barcelos, Tumbo de Oseira. GENEALOGY. The William the Conqueror Date base. By Alan Freer. Society of Genealogists, London, England, GB. NOBLEZA ESPAÑOLA, GRANDEZA INMEMORIAL. Por Juan Miguel Soler Salcedo. MIS ANTEPASADOS. Manuel Bustamante de la Fuente.

229

Este libro fue distribuido por cortesía de:

Para obtener tu propio acceso a lecturas y libros electrónicos ilimitados GRATIS hoy mismo, visita: http://espanol.Free-eBooks.net

Comparte este libro con todos y cada uno de tus amigos de forma automática, mediante la selección de cualquiera de las opciones de abajo:

Para mostrar tu agradecimiento al autor y ayudar a otros para tener agradables experiencias de lectura y encontrar información valiosa, estaremos muy agradecidos si "publicas un comentario para este libro aquí".

INFORMACIÓN DE LOS DERECHOS DEL AUTOR Free-eBooks.net respeta la propiedad intelectual de otros. Cuando los propietarios de los derechos de un libro envían su trabajo a Free-eBooks.net, nos están dando permiso para distribuir dicho material. A menos que se indique lo contrario en este libro, este permiso no se transmite a los demás. Por lo tanto, la redistribución de este libro sín el permiso del propietario de los derechos, puede constituir una infracción a las leyes de propiedad intelectual. Si usted cree que su trabajo se ha utilizado de una manera que constituya una violación a los derechos de autor, por favor, siga nuestras Recomendaciones y Procedimiento de Reclamos de Violación a Derechos de Autor como se ve en nuestras Condiciones de Servicio aquí:

http://espanol.free-ebooks.net/tos.html