Eutanasia

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En la actualidad, se ha mencionado más de una vez la palabra EUTANASIA, pero ¿que significa? , generalmente se utiliza este término en los enfermos terminales y es considerada como una opción para acabar con el sufrimiento del enfermo. Antes de entrar al tema, se debe de saber que quiere decir dicha palabra y en que consiste. El término eutanasia se emplea normalmente como sinónimo del homicidio cometido a petición del paciente, también es utilizado en ocasiones en sentido amplio para significar el auxilio al suicidio producido en circunstancias análogas.. Quienes defienden la eutanasia sostienen que la finalidad del acto es evitarle sufrimientos insoportables o la prolongación artificial de la vida a un enfermo, presentando tales situaciones como «contrarias a la dignidad.

También sus defensores sostienen que para que la eutanasia sea considerada como tal, el enfermo ha de padecer, necesariamente, una enfermedad terminal o incurable, y en segundo lugar, el personal sanitario ha de contar expresamente con el consentimiento del enfermo.

Otros, creen que los programas de eutanasia están en contraposición con los ideales con que se defiende su implementación y que la eutanasia no es más que un eufemismo para el asesinato de pacientes por razones utilitaristas. Se cita por ejemplo el hecho de que tal como actualmente el Programa de Eutanasia Aktion T4 llevado a cabo por los médicos durante el régimen nazi, fue precedido por propaganda en favor de la eutanasia con argumentos tales como la indignidad de ciertas vidas que por tanto eran, según aquella propaganda, merecedoras de compasión, para conseguir así una opinión pública favorable a la eliminación que se estaba haciendo de enfermos, considerados minusválidos y débiles según criterios médicos.

Actualmente en muy pocos países (por ejemplo, Holanda y Bélgica) se ha despenalizado la eutanasia, y en ellos todavía permanece tipificado como homicidio, por ejemplo como homicidio pietístico o bien como asistencia al suicidio. Según los datos oficiales, los supuestos arriba mencionados no son cumplidos: en una tasa creciente, a miles de personas se les aplica la eutanasia en contra de su voluntad y las restricciones para aplicar la eutanasia han ido disminuyendo, por ejemplo actualmente existe el permiso legal para los médicos aplicar la eutanasia a niños recién nacidos por ende sin el consentimiento del paciente.

La eutanasia es un tema muy polémico si se analiza desde diferentes puntos de vista, esto es: médico, filosófico, político, ético, moral, religioso, económico, etcétera, por lo cual el enfoque puede ser muy variado, dependiendo de la perspectiva que se maneje. Por ejemplo, un médico que está relacionado con los diferentes tipos de enfermedades, principalmente terminales, sabe el curso que llevará equis padecimiento, y el grado de sufrimiento o dolor que le espera al paciente antes de llegar al desenlace final. Esto es difícil de percibir por el resto de la gente, y sólo el médico tiene esta visión y puede orientarse por optar por ayudar al bien morir, en lugar de un sufrimiento largo y prolongado.

En cambio, el religioso, por ejemplo un católico, se opondrá rotundamente debido a sus principios, que fueron recalcados por Santo Tomás de Aquino (“Dios da la vida y es el único que puede quitarla”, “el dolor humano es una oportunidad divina para aprender a purificarse”), lo que elimina cualquier posibilidad de eutanasia dentro de esta ideología.

Existen casos individuales, como el del inglés Bob Dent, de 66 años, que, después de haberle sido diagnosticado cáncer terminal, escribió una carta a la iglesia Episcopal Anglicana, donde manifestó su desilusión sobre la política dentro de la iglesia, diciendo: “Si usted difiere con la eutanasia voluntaria, entonces no la use, pero por favor no me niegue el derecho”.

Desde el punto de vista político, la situación es todavía más difícil y contradictoria, puesto que ahí intervienen varios factores en la toma de decisiones, entre los cuales están las leyes vigentes en tal o cual lugar (ciudad, país, etcétera), y se tiene que ajustar a éstas, debido a que las penalizaciones están muy claras y definidas.

Por ejemplo, en países como Canadá, algunos estados de los Estados Unidos (como Oregon), algunas áreas de Australia, Holanda y Japón, la eutanasia está aprobada legalmente.

Otros, como México, Camboya, Colombia, Nicaragua, algunos estados de los Estados Unidos y la mayoría de los países latinoamericanos, penalizan esta práctica.

Ahora, si nos enfocamos desde el punto de vista ético y moral, nos encontramos que las sociedades tienen costumbres, creencias y principios muy variados, que dependen de su historia, nivel cultural, etcétera.

Para algunas personas, estos principios son muy arraigados y se oponen ante cualquier situación que atente contra la vida humana. Existen grupos, como Pro Vida, que apoyan todo lo que se relacione con la vida, independientemente de su calidad. Ellos están en contra del aborto, los anticonceptivos, la eutanasia, etcétera.

En cambio, existen otras sociedades más relajadas, en donde inclusive se favorece la “cultura de la muerte”, y sus jóvenes la ven como algo muy natural y ligada a la vida misma, sin que les escandalicen estos temas.

En algunas sociedades el suicidio es un acto legal, y ha sido así por mucho tiempo, y ellos argumentan que se les debe dar esta capacidad de elección a las personas, para decidir cuándo terminar su propia vida. Además, existen algunos grupos de personas discapacitadas que tienen miedo de que la eutanasia sea el primer paso hacia la inclinación de terminar, sin su voluntad, con sus vidas.

Otro factor que tiene peso en la decisión de la eutanasia, es el aspecto económico. En una situación en la que la posibilidad de curación de un paciente es nula, y el esfuerzo económico puede resultar muy grande para poderle prolongar la vida, la balanza se inclina hacia la eutanasia, ya que ese dinero se puede invertir en otras situaciones donde las posibilidades de vida existen. Por ejemplo, utilizarlo en programas de cuidado prenatal y postnatal de infantes en situaciones de riesgo, o bien, apoyos nutricionales a poblaciones de bajos recursos.

Mucha gente argumenta que el dolor experimentado por los enfermos terminales puede controlarse a niveles tolerables, mediante el tratamiento adecuado. Sin embargo, diez millones de individuos en América del Norte no tienen acceso a la salud pública adecuada, y tal control del dolor no está disponible para todos los enfermos. Las reducciones previstas al financiamiento de salud aumentan la posibilidad de sufrimiento de enfermos terminales, y hará la asistencia más importante.

También, para algunos el dolor intratable no es la principal razón para que deseen morir, puede ser una pérdida de independencia, dignidad y capacidades. Otra situación es cuando el paciente cursa por una depresión clínica y desea morir; esto afecta las decisiones de eutanasia, puesto que esta situación no la justifica.

Alguna gente argumenta que los pacientes se asustarían porque sus médicos los podrían matar, pero al contrario, el doctor continuaría trabajando para mejorar la salud y calidad de vida del paciente.

Verdaderamente es un tema muy apasionante, y aún se le pueden dar más enfoques. Sin embargo, a final de cuentas dependerá del paciente, y de sus familiares cuando él no se encuentre en posibilidades de decidir.

En nuestro país aún no llegamos a un acuerdo general, todavía existe discusión cada vez que se toma el tema, y nuestras leyes no apoyan la eutanasia.

Los argumentos en pro de la eutanasia y el suicidio asistido explotan el miedo normal que todos le tenemos, no tanto a la muerte en sí, sino al sufrimiento y a la soledad ante ella. Este sufrimiento es causado muchas veces por el uso exagerado de "medios desproporcionados" de la medicina, es decir, medios que infligen cargas graves (dolores agudos, etc.) al enfermo y que son mayores que los beneficios que se suponían debían de ofrecerle. Como nadie quiere estar en esa situación, ni debe estarlo, los promotores de la eutanasia y del suicidio asistido se aprovechan de ese temor normal planteando una disyuntiva equivocada.

¿En qué consiste ese planteamiento equivocado de los promotores de la eutanasia y el suicidio asistido? Consiste en plantear dos alternativas extremas:

1) o le aplicamos la eutanasia al enfermo 2) o morirá irremediablemente lleno de dolor y sufrimiento. Lógicamente, este argumento suscitará la aceptación de muchos que creen equivocadamente que esas son las dos únicas opciones. La razón de ello es que mucha gente cree, equivocadamente también, que lo que enseña la religión o la medicina es que debemos mantener con vida al enfermo no importa los medios que se utilicen y que el no hacerlo constituye un acto de eutanasia. Entonces concluyen que ellos están también a favor de la eutanasia.

Esto es un lamentable error. En primer lugar no es un acto de eutanasia el retirar o el negarse a proporcionar "medios desproporcionados", siempre y cuando se respeten los legítimos deseos del enfermo. Por consiguiente no tenemos que mantener a un enfermo sufriendo grave e indefinidamente por causa del uso de unos "medios desproporcionados". Esto implica que el planteamiento de los promotores de la eutanasia y el suicidio asistido está equivocado. Existe una tercera vía: que no es ni la de matar al enfermo por medio de la eutanasia y el suicidio asistido, ni tampoco la de dejarlo sufrir indefinidamente por causa de unos medios desproporcionados.

Pero, ¿qué pasa cuando el enfermo sufre dolores intensos que no son el producto de unos "medios desproporcionados"? En esos casos podemos utilizar, de forma adecuada, los analgésicos o calmantes que la auténtica medicina proporcione. Puede ser que esos analgésicos tengan como efecto colateral la aproximación de la muerte o la pérdida de la consciencia, parcial o completa. Sin embargo, aún el uso de tales calmantes puede ser lícito si se cumplen las siguientes condiciones, las cuales son muy razonables y de sentido común:

1) no hay otra alternativa mejor (no hay disponibles otros analgésicos que no tengan estos efectos) 2) no hay más nada que se pueda hacer 3) se trata de un dolor grave que experimenta un paciente terminal, y 4) el enfermo ya cumplió o puede razonablemente cumplir con sus deberes graves: arreglar sus asuntos familiares, recibir los sacramentos, etc.

La intención aquí no es matar al enfermo por medio de fármacos para entonces aliviarle sus sufrimientos, sino la de aliviarle sus sufrimientos por medio de medicinas adecuadas, aún corriendo el riesgo de que la muerte se aproxime más rápidamente por ello o que pierda la consciencia, parcial o completamente, siempre y cuando haya graves motivos.

Muchos de los que están a favor de la eutanasia y del suicidio asistido, alegan falsamente de que este argumento sobre los analgésicos es hipócrita porque, dicen ellos, es el mismo acto de dar una medicina que en definitiva puede matar al enfermo y que lo único que cambia es la intención nuestra. A esos tales respondemos que no se trata sólo de la buena intención, sino de proporcionar al enfermo una dosis adecuada a su dolor. Muchas veces la eutanasia ocurre cuando los médicos partidarios de ella proporcionan dosis que ellos saben matarán de seguro al enfermo. Pero cuando un médico que respeta la vida proporciona un analgésico cuya dosis está encaminada a aliviar el dolor, pero que al mismo tiempo y lamentablemente puede tener un efecto ulterior no deseado de acelerar el proceso de la muerte y hay motivos serios de por medio para proporcionar dicha medicina (los que mencionamos antes), entonces no hay ninguna razón para llamarle a ese acto "eutanasia" ni "suicidio asistido". Está claro que no es un acto de hipocresía, sino que se hizo lo mejor que se pudo en una situación difícil.

Está claro también que si el médico pro vida tuviera a su disposición un analgésico mejor, uno que no tuviera los efectos mencionados, utilizara ése y no otro. El problema muchas veces es que muchos médicos no han sido entrenados adecuadamente en el tratamiento paliativo y por eso es que se cree que no hay alternativas.

Aquí amerita aclarar un punto muy importante: si bien estamos obligados moralmente a nunca matar directamente a un inocente, sino a respetar su vida siempre; esto no implica que debamos mantener su vida a toda costa y con cualquier medio. Recordemos que la vida corporal es un bien muy elevado, incluso es el más fundamental, la base y condición de todos los demás, pero no es el bien más grande que existe, la vida espiritual es más importante. Puede ser que la serenidad espiritual de un enfermo terminal peligre ante la experiencia de un dolor muy intenso, entonces, con el uso adecuado de analgésicos para calmar el dolor, y no para matar, tratamos de mitigárselo, aunque se corra el riesgo (de nuevo, por graves motivos), de que se aproxime la muerte o la pérdida de la consciencia. Resumiendo, ante el dolor de un enfermo terminal, no estamos obligados a utilizar o a mantener el uso de "medios desproporcionados". Sí estamos obligados a proporcionarle las curas necesarias al enfermo, como el agua, la alimentación (oral o médica), las medicinas, los calmantes, la ventilación adecuada, la atención higiénica y del confort y, por encima de todo, el amor y la solidaridad. No tenemos por qué ni debemos matar al enfermo ni dejarlo sufrir indefinidamente. La eutanasia y el suicidio asistido constituyen una hipocresía y una falsa "compasión" que buscan la vía fácil, egoísta y cómoda para resolver los problemas, en vez de sacrificarse por el enfermo y darle nuestro amor y compasión.

CONCLUSION

En mi opinión la eutanasia no es una buena en todos los sentidos ya que se puede prestar para hacer mal uso de ese recurso, pero además existen las siguientes razones que me hacen dudar de esta práctica:

1.- La vida como derecho personal, al optar por la eutanasia, estoy entregando mi derecho y libertad y acabando con ellos, cosa que no sé cómo explicarlo. 2.- ¿Como se aplica la eutanasia a los enfermos mentales, que no tienen noción de lo que están haciendo? 3.- ¿Como se hace con aquella persona que autorizó en vida la eutanasia y se arrepintió en el último momento? 4.- Podría aumentar el número de eliminaciones a débiles y personas anormales, en algunos casos aumentaría la presión a los médicos por parte de los familiares. 5.- Podría aumentar el número de homicidios con máscara de eutanasia a fin de cobrar herencias. 6.- Se podría usar la eutanasia para el negocio del tráfico de órganos. 7.- Podría disminuir los recursos destinados a la cura de una enfermedad, ya que podría salir más barato dejar morir a las personas y con ello se disminuye el esfuerzo investigador de la medicina.

Además de estos puntos que acabo de mostrar, creo que la eutanasia es, como el aborto, un asesinato en el cuál deciden los propios seres humanos sobre la vida, lo cual, creo, es una falta de respeto a Dios ya que es sólo el quién puede decidir eso ya que si el nos dio la vida sólo el nos la puede quitar.

VALORES APLICADOS

A mi parecer en la eutanasia se aplican los siguientes valores: *Amor – Porque al aplicar la eutanasia, no sabemos que tan doloroso será para los familiares y no conocemos el amor que le tienen a el paciente terminal en cuestión. *Comprensión – Debemos comprender que los familiares desean mantenerlo vivo esperando algún tipo de milagro o en el caso de los religiosos quieren que la muerte sea digna y natural.

*Libertad- Cada quien es libre de decidir en su vida y que se debe hacer con su cuerpo, nadie mas debe decidir sobre nosotros.

*Equidad- Porque todo ser humano tiene derecho a vivir no importa la raza, religión, enfermedad o estabilidad económica.

BIBLIOGRAFIA



http://www.buenastareas.com/ensayos/Eutanasia/3.html



http://tallereando.tripod.com/ensayo_eutanasia.html



http://www.aciprensa.com/eutanasia/argumentos.htm