Etica de Heraclito

“Año de la Diversificación Productiva y del Fortalecimiento de la Educación” UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN MARTÍN FACUL

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“Año de la Diversificación Productiva y del Fortalecimiento de la Educación”

UNIVERSIDAD

NACIONAL DE SAN MARTÍN

FACULTAD DE ECOLOGÍA E. A. P. INGENIERÍA AMBIENTAL

CÁTEDRA

:

TEMA

:

CICLO

:

INTEGRANTES

ÉTICA Y DEONTOLOGÍA PROFESIONAL

HERÁCLITO DE ÉFESO

VI

:

LIZANA CARRASCO JEAN ANTHONY

CARRASCO GUERRA JHONATAN ALBERT

2015 – MOYOBAMBA

I.

INTRODUCCIÓN: El siguiente trabajo es sobre la política y ética de Heráclito, que fue un enigmático personaje que vivió en el siglo VI antes de C. en la Grecia Antigua. Su labor filosófica se extiende en primer lugar en el intento de encontrar el arjé, esto es, la sustancia primera de todo. Por otra parte, también es conocido por la formulación de su teoría de los opuestos y del Logos, entendido éste como centro ordenador de todo y considerado como muy importante hasta el punto de igualarlo con la propia naturaleza (physis), con el universo (cosmos) y por extensión con el propio Dios. A este respecto son de destacar también sus teorías sobre teología y espiritualidad y sobre política. No obstante, una de sus características es su oscuridad expresiva, lo que ha llevado a malentender su “obra". Y, además, su “obra” es muy breve, con lo que no es posible elaborar un estudio tan completo como el que se podría haber realizado caso de tener más datos escritos sobre su pensamiento. Sobre su producción el dato más curioso es el complicado estilo que utiliza. Es un filósofo mayor, ya que profundiza mucho más en la realidad, pero es el gran olvidado, puesto que no se ha estudiado como se debiera todo su pensamiento. Se ha de indicar que lo expuesto en este trabajo ha sido extraído a partir de citas y de lecturas de los textos recogidos al final de la bibliografía. Por tanto, en lugar de indicar en cada punto la fuente exacta se ha optado por no hacerlo así y remitir desde estas líneas introductoras a la bibliografía.

II.

MARCO TEÓRICO: HERÁCLITO Fue un Filósofo griego. Muy poco se sabe de la biografía de Heráclito de Éfeso, apodado el Oscuro por el carácter enigmático que revistió a menudo su estilo, como testimonia un buen número de los fragmentos conservados de sus enseñanzas. Heráclito, hijo de Blosón (o, según algunos, de Heraclón) de Éfeso. Tuvo su acmé (en su máximo esplendor) En la Olimpíada 69 (504-501 a.C). Llegó a hacerse sumamente altanero y desdeñoso, como se deduce también con claridad de su libro, en el que dice: «El conocimiento de muchas cosas no enseña a tener inteligencia, pues, de ser así, hubiera enseñado a Hesíodo, a Pitágoras y hasta a Jeno-janes y Hecateo»... acabó por convertirse en un misántropo(una persona que muestra antipatía por los seres humanos y la humanidad como entes); se retiró del mundo y vivió en los montes, alimentándose de hierbas y plantas. Convertido por esta causa en un hidrópico, bajó a la ciudad y en enigmas les preguntaba a los médicos si ellos serían capaces de convertir en seco el tiempo lluvioso. Como éstos no le entendían, se enterro en un estercolero, en la esperanza de que, con el calor del estiércol, se iba a evaporar la hidropesía. Como ni aun así lo consiguió, murió a la edad de sesenta años. Las enseñanzas de Heráclito, según Diógenes Laercio, quedaron recogidas en una obra titulada “De la naturaleza”, que trataba del universo, la política y la teología -aunque probablemente esta subdivisión la introdujera una compilación alejandrina de los textos de Heráclito-, pero lo que ha llegado hasta nosotros de su doctrina se encuentra en forma fragmentaria y sus fuentes son citas, referencias y comentarios de otros autores. El libro a él atribuido se titula, por su contenido principal, De la naturaleza, y está dividido en tres secciones: sobre el universo, la política y la teología. Se lo dedico al templo de Ártemis e intencionadamente lo escribió, como algunos dicen, de un modo un tanto oscuro para que sólo tuvieran acceso a él los influyentes y no

fuera fácilmente despreciado por el pueblo. Su escrito gozó de tanta reputación que, por este motivo, le asignaron incluso discípulos, los llamados heraclíteos. Como ya hemos observado, Heráclito tenía fama en la antigüedad por su oscuridad; no cabe duda de que sus declaraciones eran, con frecuencia, crípticas, probablemente intencionadas, y parece que Platón y Aristóteles pusieron escaso empeño por penetrar en su real significación. Teofrasto, de quien depende la tradición doxográfica posterior, basó, por desgracia, su interpretación en Aristóteles. No parece que tuviera acceso a un libro completo suyo, ni siquiera a una colección completamente representativa de sus aisladas declaraciones y se quejó, de hecho, de que o estaban incompletas o eran incompatibles. Los estoicos deformaron aún más la versión. Le adoptaron como su máxima autoridad entre los antiguos, en cuestiones físicas sobre todo, y, en algunos aspectos, desarrollaron con precisión sus ideas, en lo referente a su ideal del vivir de acuerdo con la naturaleza. En otras cuestiones, en cambio, readaptaron radicalmente sus opiniones a sus propias y especiales exigencias, cuando le atribuyeron la idea de la ecpyrosis, la consunción periódica de todo el mundo mediante el fuego. La importancia que concedió a la afirmación de que todo está expuesto a un cambio y un flujo incesantes, seguramente fue exagerada por Platón, quien contribuyó de manera decisiva a perpetuar la imagen del filósofo efesio como exponente de un relativismo radical. El universo de Heráclito está, ciertamente, formado por contrarios en perpetua oposición, lo cual es condición del devenir de las cosas y, al mismo tiempo, su ley y principio; pero los contrarios se ven conducidos a síntesis armónicas por el logos, proporción o medida común a todo, principio normativo del universo y del hombre que, en varios aspectos, resulta coextensivo con el elemento cósmico primordial, el fuego, por lo que algunas interpretaciones los identifican. Cada par de opuestos es una pluralidad y, a la vez, una unidad que depende de la reacción equilibrada entre ambos; el equilibrio total del cosmos se mantiene merced a la interacción sin fin entre los opuestos, garantía de que el cambio en una dirección acabará por conducir a otro cambio en la dirección contraria. El logos expresa la coherencia subyacente de las cosas, que los hombres deben tratar de comprender, ya que la sabiduría consiste en entender cómo se conduce el mundo, y ese entendimiento ha de ser

la base de la moderación y el autoconocimiento, que Heráclito postuló como ideales éticos del hombre.

Ética Y Política De Heráclito Lo que, a partir del testimonio de Aristóteles, pasa por ser el comienzo del libro que Heráclito depositó en el templo de Artemisa, ya contiene todo lo necesario para deducir su ética y su política, es decir, su pensamiento acerca de qué es lo bueno y lo justo, y cómo es mejor que se gobiernen los hombres. Hay una ley (logos) única para toda la realidad, según la cual es y sucede cada cosa, pero la mayoría de los hombres no la comprenden, ni siquiera cuando se la enseñas las primeras veces. Son muy pocos los que viven despiertos. La mayoría vive como en un mundo propio, soñando, en el parecer o la apariencia. Como dice: “Presentes, están ausentes”. Todos los hombres están “destinados” al pensamiento, a la razón. Pero, aunque el Logos es común a todos, la mayoría no lo sigue ni parece capaz de seguirlo, y vive en un mundo propio. La mayoría, pues, “vive” (sueña) de manera enajenada, privada, “idiota”, no bajo la universalidad y comunidad de la razón. La enajenación lo es respecto del Logos, porque la realidad es según el Logos. La razón única dicta qué es cada cosa y qué le corresponde. También las leyes humanas: solo son adecuadas (buenas y legítimas) si se atienen a la ley única de la razón. Si la realidad es lo que dice razón (Logos), lo bueno es seguir a la Razón, o sea, pensar, lo que es lo mismo que hacer o actuar según la naturaleza. Heráclito también dice que pensar es la virtud más grande, y la sabiduría consiste en decir la verdad y hacer según la naturaleza. Pero si la mayoría de los hombres viven enajenados respecto de la razón (soñando), la mayoría no sabe vivir conforme a la naturaleza, porque carecen de la principal virtud de pensar o reflexionar. Las maneras de vivir que prefieren unos y otros, sabios e ignorantes, son

muy diferentes. Los mejores no quieren vivir y actuar como dormidos, sino de acuerdo con lo común y eterno, la razón. La verdad es, para los sabios, lo único que merece ser guardado: “El más digno de creer conoce y guarda lo digno de creer”. En cambio, los que sueñan(los más), aprecian lo inferior, lo material: “Los cerdos se divierten más en el barro que en agua limpia”. Creen que hay, para el hombre, felicidad en vivir como los otros animales: “Si la felicidad estuviese en los placeres del cuerpo, llamaríamos felices a los bueyes, cuando encuentran algo que comer. O, más claramente, viven y mueren, y dejan hijos para que vivan y mueran. No se acuerdan de la inmortalidad, de la verdad, de la razón. Por eso, porque los más no saben vivir, el mejor gobierno no es el de la mayoría, sino el de los mejores. Y no es más legítimo que los hombres se gobiernen por la ignorante opinión de todos o la mayoría que por la de uno solo que se ha acercado a la razón común de acuerdo con la cual es la naturaleza de las cosas. Esta ley no es, por cierto, como en la mayor parte de las “aristocracias”, la de la tradición: al contrario, la tradición nos trasmite la ignorancia de los rituales populares, “no hay que ser como los niños, que siguen a sus papás”, según nos han enseñado por tradición. El de Heráclito, es un aristocratismo aristocrático, y no un aristocratismo vulgar, como el que es propio de todos los aristocratismos de que tenemos noticia (tales como los fascismos, las teocracias y las oligarquías, incluido el aristocratismo de un Nietzsche, que no se apoya en el Logos sino en la voluntad de voluntad (pero qué es una voluntad sin conocimiento). Es muy fácil para la ignorancia confundir una cosa con la otra. El ignorante cree que los mejores son los que “triunfan”, los “ricos”, y los herederos de las grandes familias. Pero es justo a estos a los que un pensamiento como el de Heráclito considera más vulgares. Ahora bien, el resto del vulgo, los “pobres”, están en el mismo bando que los “ricos”. Ambos “partidos” populares creen que la riqueza lo es en bienes materiales, por tanto, ambos son auténticamente pobres. Heráclito, se cuenta, no quiso dar una Constitución al corrompido pueblo de sus vecinos, y se marchó a vivir al monte. La única lección cívica explícita que se le atribuye es haber mostrado a sus conciudadanos que se puede vivir austeramente: según la leyenda, una vez que Éfeso estaba asediada y los ciudadanos requirieron la opinión de todos los ciudadanos, incluido Heráclito, este, sin decir una palabra, vertió sémola de centeno en el agua, la removió y se la tomó. En general, su actitud hacia sus conciudadanos no fue muy halagüeña ya que el dijo: “¡Qué

no os falte la riqueza, efesios, para que se muestre vuestra mala conducta!” Por lo mismo, Heráclito rechaza los ritos tradicionales: “Se purifican manchándose de sangre, como si alguien hundido en el barro con barro se lavase. Por loco le tomaría cualquier hombre que le viese actuar así. Y a tales imágenes hacen plegarias, como si alguien hablase con las casas, sin saber qué son los dioses ni los héroes”. Y cree que hay que expulsar a los poetas: “Homero es dignos de que se le expulse de las discusiones de las asambleas y se le apalee, y lo mismo Arquíloco” Pero el aristocratismo de Heráclito es parte de su intelectualismo: los hombres son “malos” por su ignorancia. Y esto implica que la política tiene que apoyarse en la pedagogía: Hay que acordarse “de aquel que olvida por donde lleva el camino”.

La antigüedad llamó “oscuro” a Heráclito. Basta leer a la mayoría de los filólogos y hermeneutas (que le han tomado por un “físico” o “cosmólogo”, o por la cruz del eleatismo) para comprobar que Heráclito sigue estando demasiado por encima de la mayoría. Su pensamiento, la identidad de los contrarios, jamás será un pensamiento popular, aunque sea el pensamiento propio de lo que es común a todos: de la razón. Su oscuridad, obviamente, no es suya, es nuestra oscuridad. Heráclito habita una luminosidad aristocrática, casi inaccesible, por desgracia, para la mayoría de nosotros. Desde esa altura, la “democracia” es, como la “aristocracia” corriente, solo parte de la simpleza y la soberbia de la mayoría. Sus consejos éticos (comparables a las máximas délficas del conócete a ti mismo) tienen una significación clara: se fundamentan en sus teorías físicas ya que, según Heráclito, solo entendiendo la norma central del mundo puede un hombre llegar a ser sabio. Es la primera vez que encontramos, en la historia de la filosofía, enlazadas ética y física. Por otro lado, Heráclito, niega tajantemente la opinión - generalizada desde Homero - de que al individuo no se le puede imputar responsabilidad por sus actos. Heráclito afirma que el hombre debe buscarse a sí mismo y que su destino está determinado únicamente por su carácter, lo que implica que es el propio responsable de sus actos y no el producto de poderes caprichosos (destino, dioses).

III.

CONCLUSIÓN: Sobre Heráclito y su doctrina hay que hacer notar que la interpretación más adecuada es aquella que tiene como eje central de su teoría lo referido al Logos, y no lo referido al movimiento, como se dio a entender en otros tiempos. Aunque parece que se trata de un autor que se mueve en la metafísica, esta afirmación sería algo exagerada, ya que en el momento en el que vive este autor ni tan siquiera se había dado ningún tipo de paso sobre la diferenciación entre lo material y lo inmaterial. Por lo demás, toda su postulación sobre el movimiento y los opuestos, vista desde la época actual, con todo el avance físico, tiende a ser tomada como una investigación un tanto ingenua e idealista, debido a que no parte de ninguna base anterior, al no haber ningún antecesor a él que se hubiera ocupado del tema del movimiento; de ahí que busque una Razón divina (Logos) como causa de éste. No obstante, hay que reconocer su valía por el monumental esfuerzo que debió de suponer ser el primero en preocuparse por este aspecto que posteriormente ha sido profundamente estudiado.

IV.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS: 

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/h/heraclito.htm



http://filosofia11-4.wikispaces.com/Heraclito



http://www.paginasobrefilosofia.com/html/bachi2/presocraticos/ apuntes%20presocraticos/Heraclito/heracli.html



http://biendeverdad.blogspot.com/2012/10/etica-y-politica-deheraclito-la.html