Heraclito y El Movimiento

HERACLITO Y EL MOVIMIENTO Heráclito (536 – 470 a.C.) Explica el logos como un cambio constante y porvenir. Propone como

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HERACLITO Y EL MOVIMIENTO Heráclito (536 – 470 a.C.) Explica el logos como un cambio constante y porvenir. Propone como arjé el fuego, pero, su concepción de éste es como elemento que provoca el cambio que según él es aquello que rige la naturaleza, y no como sustrato y origen material de todo. Heráclito se basa en los sentidos para explicarnos que nada es inmutable y todo es porvenir. El motor de este cambio, lo encuentra en la lucha entre contrarios, concluyendo que la realidad se muestra como un porvenir dialéctico, es decir, avanza y se transforma, pasando de una cosa a la contraria. Este acercamiento al concepto de logos en Heráclito y Parménides, intenta señalar en un primer momento las características más particulares de cada pensador, en torno al concepto de logos y el ser, para mostrar cómo sus postulados sobre la realidad están latentes, aun después del siglo XX. En lo que respecta al pensamiento de Heráclito, éste afirma que el fundamento de todo está en el cambio incesante, donde el ente deviene, y todo se transforma en un proceso de continuo nacimiento y destrucción ineludible. En lo que tiene que ver con el pensamiento de Parménides sobre el ser, éste sostiene que el cambio es imposible, porque todo es, y nunca dejó, ni dejará de ser, pues el ser es eterno, inmóvil y continuo. En un segundo momento se intentará señalar la relación

de

estos

dos

pensadores

y

sus

aportes

al

pensamiento

contemporáneo. Tabla de relación Cronológica entre Heráclito y Parménides.

Heráclito

Parménides

Heráclito de Efeso, conocido como el

Vivió aproximadamente entre los años

oscuro de efeso., nació en 550 a.C y

530 a.C y 444 a.C.

falleció 480 a.C, aproximadamente.

Para Heráclito, el principio del universo es el fuego, lo cual no debe leerse en un sentido literal, pues, el fuego en éste pensador se refiere a la permanente

movilidad que se funda en el logos. Este logos esta en continuo movimiento, en tanto, contiene y parte de la facticidad. Para Heráclito el ser auténtico, el ser en sí, es todo cuanto cae bajo nuestra percepción en cualquier momento. Es decir, en Heráclito se le da una solida importancia a la facticidad del hombre, Porque el ser en sí es, según Heráclito, sucesivamente, en una continuidad de fluencia, en un continuo cambio. Todas las cosas, tal como se nos ofrecen a la contemplación sensible, son el verdadero ser y están dejando de ser, para volver a ser, para devenir. El devenir, el cambio, el fluir, el modificarse continuamente de las cosas es, para Heráclito, la realidad fundamental.

Todo este fluir está regido por una ley que él denomina Λόγος (Logos). Este Logos no sólo rige el devenir del mundo, sino que le habla al hombre, aunque la mayoría de las personas no sabe escuchar ni hablar. Así: “aun siendo este logos real, siempre se muestran los hombres incapaces de comprenderlo, antes de haberlo oído, y después de haberlo oído por primera vez. Pues a pesar de que todo sucede conforme al logos, ellos seasemejan a carentes de experiencia, al experimentar palabras ya acciones como las que yo expongo, distinguiendo cada cosa de acuerdo con su naturaleza y explicando, cómo está. En cambio, a los demás hombres se les escapa cuanto hacen despiertos, al igual que olvidan cuando hacen dormidos”[1] El orden real coincide con el orden de la razón, una armonía invisible, mejor que la visible, aunque Heráclito se lamenta de que la mayoría de las personas, viva relegada a su propio mundo, incapaces de ver el mundo real. Si bien, Heráclito no relega a un segundo plano, el uso de los sentidos y los cree indispensables para comprender la realidad; sostiene que con ellos no basta y que es igualmente necesario el uso de la inteligencia. En lo que tiene que ver con el pensamiento de Parménides, se le otorga un merito innegable por haber sido el primero de los filósofos, que propuso un sistema racional de filosofía en su época. Una segunda valoración para este pensador, consiste en haber profundizado un análisis a fondo sobre el

concepto del “ser”, originando con ello, los primeros pasos de una verdadera Metafísica u Ontología. Parménides advierte en su análisis que dos conceptos se presentan a la mente de los filósofos como irreconciliables, dos conceptos en los cuales se resuelven todos los otros: “Parménides aporta una innovación importante: en lugar de las diversas oposiciones de húmedo y seco, caliente y frio, etcétera, pone un único par de opuestos, a saber la luz y las tinieblas. Precisamente en esta innovación es donde se encuentra la superioridad de Parménides, respecto a la tradición Jónica. En efecto, por eso el poema pone de relieve positivamente el hecho de que la luz no es un fuego destructor, sino un fuego manso, es decir, que ilumina y no es llameante”[2]. El concepto de “ser” y el concepto de “no ser”. Abre el camino de reflexión sobre la única realidad, que es el ser. Esta realidad se afirma en la solides de un análisis racional de lo real, relegando a un segundo plano, por consiguiente, todas las impresiones habidas por la experiencia. Parménides continúa sacando nuevas consecuencias para el ser o realidad,entre ellas se destaca la definición en la que “el ser existe desde siempre”, es eterno. Pues es el ser es en este momento, lo fue y será en el tiempo. Otra definición que se destaca es que: el ser es uno, indivisible, homogéneo. “No hay ni habrá nunca ninguna cosa fuera del ser, pues el destino lo ha encadenado a ser todo enteramente e inmóvil. Ni es divisible, porque es todo igual ni puede llegar a ser más, en ese lugar ni tampoco menos: sino que está todo pleno de ser. Y todo en el es continuo; porque el ser está en contacto con el ser. En resumen para Parménides, diremos que el ser único, eterno e inmóvil, es el universo, que es a la vez el Uno y el Todo, en el cual no hay generación, ni destrucción, ni movimiento, ni multiplicidad. Según Parménides, el “ser”, único, lo es todo. Sólo esta realidad existe. Ella es inmutable, eterna, indivisible, homogénea y perfecta. “No se puede dividir el ente, que es continuamente en sí mismo, es homogéneo e inmóvil”,” el ser no tiene ninguna finalidad externa: no carece de nada, si careciese de algo, carecería de todo”[3]

Con lo anterior, podemos abonar la necesidad de abandonar lo que los sentidos nos revelan, y acudir al pensamiento, pero no cualquier pensamiento, sino aquel que se basa en las premisas correctas, ya que sólo a partir de éstas es posible una aproximación a la verdad, en tanto cercanía al ser, al todo. Un aspecto importante de la teoría de Parménides es que proviene de analizar el sentido y significado de ciertos conceptos relacionados lógicamente. Al ser su teoría consecuencia del pensamiento racional, puede ser demostrada por cualquiera que haga valer tal razonamiento. Esto es muy importante, para el presente escrito ya que, a diferencia de Heráclito, sus conclusiones no se basaban en la experiencia. Ya que esta es sinónimo de opinión y falsedad. La doctrina de Parménides es una consecuencia neta de su método puramente racional. Parménides aparece, en efecto, como el primer filósofo racionalista. Al negar la pluralidad o multiplicidad y el cambio del ser, al negar su aparición y su destrucción, se nos muestra como el filósofo que para nada, tiene en cuenta los datos de su experiencia, que le muestran exactamente lo contrario de lo que afirma. Su pensamiento es exactamente lo contrario del pensamiento empirista. Desprecia los datos proporcionados por los sentidos, que para él son engañosos y sólo engendran la “opinión”, no la certeza. A cambio de todo ello, sólo cree verdadero aquello que su evidencia racional le muestra como tal. Ahora bien, después de señalar las posturas de Heráclito y Parménides, pasamos al segundo momento del planteamiento general, en el que es preciso, exponer la relación que los contiene ambos. La filosofía de Parménides está en estrecha relación con la filosofía de Heráclito. El pensamiento de Parménides parece hacerse madura, conforme a la crítica de Heráclito. Parménides se enfrenta con la solución que Heráclito da al problema metafísico. Analiza esta solución y encuentra que, según Heráclito, resulta que una cosa es y no es al mismo tiempo, puesto que el ser consiste en estar siendo,

en

fluir,

en

devenir.

Parménides,

analizando

la

idea misma de devenir, de fluir, de cambiar, encuentra en esa idea el elemento de que el ser deja de ser lo que es, para entrar a ser otra cosa; y al mismo tiempo que entra a ser otra cosa, deja de ser lo que es. Este pensador

encuentra, que dentro de la idea del devenir hay una contradicción lógica; en la que el ser no es; que el que es, no es; tal como lo desarrolla Platón en el Teeteto. Puesto que lo que es, en este momento, ya no es, en este momento, sino que pasa a ser otra cosa. Cualquier vista que tomemos sobre la realidad, nos pone frente a una contradicción lógica; nos pone frente a un ser que se caracteriza por no ser. Para Parménides esta apreciación resulta absurdo, y con esto la filosofía de Heráclito también resulta absurda. Sin embargo, esta postura de Heráclito debe tener un fundamento o principio para su filosofía. Esto se define como “el ser, es; el no ser, no es”. Y todo lo que sea salirse de eso, está por fuera de la realidad, es lanzarse, precipitarse en la cima del error. La Fijación del principio de identidad, establece la imposibilidad de que algo sea y no sea al mismo tiempo. Pero ¿cómo podemos afrontar entonces, que haya él no ser? Admitir que hay no ser, es admitir que él no ser, es. Y admitir que él no ser, es, es tan absurdo como admitir que este cristal es verde y no verde. El ser, es, y el no ser, no es. Por consiguiente, antes de que el ser fuese, había también el ser; es decir, que el ser no tiene principio. Por la misma razón no tiene fin; porque si tiene fin, es que llega un momento en que el ser deja de ser. Y después de haber dejado de ser el ser ¿qué hay? E1 no ser. Pero entonces tenemos que afirmar el ser del no ser, y esto es absurdo. Por consiguiente, el ser es, además de único, eterno. Pero no queda ahí. Además de eterno, el ser es inmutable. Para finalizar, Un punto de encuentro entre las dos posturas señaladas, tiene que

ver

con

que,

las

dos

posiciones

se

refieren

a

una

reflexión sobre lo real. Para Parménides es el ser, y para Heráclito el logos. Señalar en estricto cual es el mojón rector de cada noción sobre lo real, es un trabajo de gran densidad que desborda, el presente escrito. Sin embargo lo que no se puede perder de vista es que Heráclito y Parménides se encuentran en una estancia, donde todo es continuo y discontinuo, móvil e inmóvil, mutable e inmutable, pues el logos o el ser es mayor a todo límite. Heráclito agrega un factor interesante que Parménides desliza al utilizar en la palabra Continuo y ésta es el factor del tiempo.

El tiempo es lo que modifica las cosas aparentemente inmóviles y continuas y es lo que confirma el todo Fluye de Heráclito. Entonces las cosas y el orden real manifiesto e inmanifiesto, están regidos por el Ser en el tiempo, que se expresa continuamente en términos de oposición, ajuste de fuerzas entre opuestos tendientes a una armonía mayor a la visible, sin límites, tan profundo logos tiene, viene a afirmar. “En el mismo río entramos y no entramos, pues somos y no somos (los mismos)”[4] La postura de Heráclito, pone de relieve el lugar del hombre en su unidad, dándole su sentido concreto y factico, tal cual como es sus modos habituales. De ello que el tiempo esté presente en el gestarse del hombre, toda la comprensión del hombre está en su posibilidad de poder ser en el tiempo, ahora este acontecer en el tiempo, solo tiene dirección en el ámbito del lenguaje, en el mundo. El río que siempre parece estar ahí, está ahí, fluye, el agua es continua pero cada vez que el hombre se zambulle, el agua es distinta. El cauce aparentemente inmóvil, también está cambiando, por la erosión. A modo de conclusión se puede afirmar que los planteamientos de estos grandes

pensadores

como

los

son:

Heráclito

y

Parménides,

han afirmado posturas críticas en el estudio del hombre y su realidad, respecto a la pregunta por el sentido del ser del ente hombre, como es el caso del Filósofo alemán Martin Heidegger, insistiendo en la superación de comprender al hombre como un mero objeto. Bibliografía. • • •

Mondolfo.Rodolfo, Heraclito.Textos y problemas de su interpretación, SigloXXI, México, 1983. Gadamer.Hans-Georg, Inicio de la Filosofía Occidental, Paidos, Barcelona-España. 1995, pág. 118. Heidegger. Martin, Ser y Tiempo, Fondo de Cultura, Mexico, 1993, Pág39-45.

Mondolfo.Rodolfo, Heraclito.Textos y problemas de su interpretación, Sigloxxi, México, 1983, pág, 30. [1]

Gadamer.Hans-Georg, Inicio de la Filosofía Occidental, Paidos, BarcelonaEspaña. 1995, pág. 118. [2]

Gadamer.Hans-Georg, Inicio de la Filosofía Occidental, Paidos, BarcelonaEspaña. 1995, pág. 129. [3]

Mondolfo.Rodolfo, Heraclito.Textos y problemas de su interpretación, Sigloxxi, Mexico, 1983, pág, 41. [4]