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T o‘49 I 171ILLLIJ Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales

Programa Buenos Aires

Serie: Monografías e Informes de investigación Nro. 7

FUTBOL Y ETHOS •

Eduardo P. Archetti Octubre de 1984

Av. F. LI0r020 2097 Casilla 145 / Suo. 28 1428, Buenos Aires / Argentina Telélono: 771 - 0970 Télex: 18997 Flaca Av Cables: Flaceetwe.

Un viajero desapercibido y poco curioso no podría no dejar de percibir en ciudades como Río de Janeiro, San Paulo o Buenos Aires la presencia del fútbol. Los dia nos dedican páginas enteras cada día y se llega al paro-, xismo antes y un día después de los partidos del campeonato. Las radios compiten por quién obtiene la mejor información durante la semana, sobre quiénes jugarán, los conflictos internos en los clubes, el destino de las grandes estrellas y de los entrenadores. Equipos de quince o vein te personas cubren los partidos más importantes y compiten por las mejores horas de la tarde para enviar sus programas. Lo mismo ocurre con la televisión. Los comentaristas deportivos son estrellas casi tan conocidas y con tanto poder como los militares de más alta graduación o las estrellas de telenovela o los políticos populistas de ma-

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yor arrastre nacional. Alrededor del fútbol se mueven intereses económicos e industriales fabulosos y sus jugadores más conocidos se convierten en sujetos publicitarios a preciados. El interés de los medios informativos y de la prensa como de los grupos industriales que se benefician directa o indirectamente con la explotación del fútbol y sus héroes,se puede decir,que es similar al que se observa en otros países como Inglaterra, Alemania, Italia, Holanda, España, etc. Esto aparentemente no es particular de la Ar gentina o el Brasil. El fútbol es una suerte de locura co lectiva que trasciende fronteras, países, continentes, y genera un mundo uniforme, con sus propias leyes y sus acto res. El fútbol deja de ser, aparentemente, algo específi:o a un país o a una cultura y se convierte en un fenómeno de alcance universal. Esto significa que es altamente pro bable encontrar en Hannover o en Alicante o en Verona o en Buenos Aires o en Río de Janerio o en Seul o en El Cairo algo sobre lo que hablar de manera inmediata: qué ocurrió en el último campeonato mundial de fútbol, quién ganó, cuá les fueron los momentos más dramáticos y cuáles los héroes consagrados. Esto sería más difícil si uno tratara de hablar de cricket o de fútbol americano o de beisbol, deportes de indudable menor relevancia que el fútbol.

Incluso si tratáramos• de ver los aspectos "patológicos" del fútbol encontraríamos similaridades sorpren-

dentes en el comportamiento chovinista de los hinchas, en los estallidos de violencia en los estadios, en la búsqueda de chivos emisarios, en el odio ál árbitro y en las exa geraciones del lenguaje. El fútbol, aparentemente, tiene el privilegio de ser una suerte de gramática universal. Sin embargo, por debajo de esas similaridades existe un mundo de diferencias y variaciones que es necesario descri bir. Obviamente, las asociaciones inmediatas tienen que ver con el estilo de juego y con los estereotipos. De un jugador brasileño se espera el toque fino, el Juego de cmn tura, los movimientos gráciles, felinos y delicados, las variaciones bruscas, las explosiones y una técnica sin par. De un jugador inglés se espera un comportamiento no de aristócrata sino de obrero: constancia, honestidad, dureza, continuidad, rapidez, presión constante sobre el adversario , amor al juego aéreo y al contacto físico, pero nunca la jugada inpensada, el tociae genial o la irrupción de lo inesperado. Lo mismo val é para otros "estilos nacionales": es posible encontrar una manera de jugar que es más alemana y otra que es más francesa o española. Esto implica que en el deporte se pueden encontrar aspectos públicos de una cultura y fácilmente reconocibles por sus diferencias con otra. Es fácil pensar que la pérdida de un partido decisivo en el Brasil puede arrastrar a miles de gente a la desesperación ya una docena al suicidio. El fútbol como causa de suicidio o histeria colectiva parece no ser el ca

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so en otros países.

En este artículo me ocuparé de algunos aspectos sociológicos del fútbol en Brasil y la Argentina. Mi hipó tesis central es que una lectura de esas sociedades a partir del mundo simbólico del fútbol puede ilustrar algunos de los aspectos centrales de sus culturas y del H ethos" na cional. A través del fútbol no sólo es posible encontrar un conjunto de símbolos que ayudan a pensar y categorizar relaciones sociales y a reproducirlas sino que también esto tiene consecuencias sobre la manera cómo los actores sienten, ven y perciben el mundo que los rodea. El fútbol aparece como una "arena pública" en la que se desarrollan algunos de los dramas de una sociedad y es, por lo tanto, un vehículo de su cultura. En esa dirección es interesante preguntarse por la eficacia simbólica del fútbol, y ver las diferencias con otras sociedades y culturas en donde este deporte es tan importante como en la Argentina y el Brasil. Pero, desgraciadmente, esta comparación queda fue ra del alcance de este artículo.

Fútbol y ethos

, Si partimos del supuesto de que a través del fút bol podemos analizar y entender aspectos de cualquier so-

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ciedad esto implica que los diferentes actores que partici pan comunican a través de ciertas prácticas su visión del El fútbol está ins mundo y sus orientaciones valorativas. talado en la sociedad y en la cultura constituyendo un mun do que tiene sentido y significación. El fútbol sirve para transportar significados y, por lo tanto, para delimi.tar campos de acción y organización social. En este artículo estaré especialmente interesado en el modo como el fútbol es una operación práctica y es parte de un proceso social. Esto involucra distinguir contextos y actores sociales con la mayor claridad posible. El fútbol no termina ni acaba luego de los noventa minutos que dura un parti do, pero es precisamente allí en donde es posible observar a los actores principales del drama: técnicos, jugadores, árbitros y público. Dejaré de lado, en consecuencia, el resto: los clubes y sus intereses, sus dirigentes y sus vinculaciones con la sociedad, el periodismo y la prensa y el mundo intrincado de los intereses comerciales y la política en general.

Si aceptamos una distinción arbitraria entre visión del mundo y ethos, es decir ent're los aspectos cognitivos, por un lado, y afectivos y estilísticos, por el otro (el fútbol como vehículo de sentimientos y estilos),mi análisis tratará de vincular estas dos dimensiones. En esa dirección entender el fútbol como parte de una cultura

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implica que los actores sociales con su comportamiento con creto, sus discursos, sus gritos, sus indignaciones y sus muestras de satisfacción tratan de poner cierto orden, de reproducirlo o de cambiarlo. El fútbol no es algo que sólo existe en cada actor yen su subjetividad sino que aparece en el mundo (en el estadio) y adquiere contenidos y formas concretas.

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El fútbol es un ritual, es decir una se

cuencia que tiene cierta lógica y se repite, y adeMas puede tener un alto contenido dramático. El drama no sólo tiene que ver con un final en el que hay o puede haber ven cedores y vencidos sino con la constitución de "comunidades". El fútbol como drama social en el que se vehiculizan visión del mundo y ethos implica una polarización, por un lado, entre jugadores y técnicos rivales, pero, por otro lado, entre los hinchas rivales. La polarización no sólo es social sino también es posible observarla a nivel del significado para los actores y el modo como se representan y verbalizan las secuencias de las que son partes. En esa dirección podemos aceptar como hipótesis de trabajo que en el fútbol encontramos elementos de todo proceso de polarización de significados. Estos aspectos son, en primer lugar, los símbolos relacionados con los ciclos de reproducción de una sociedad: la sexualidad, el acto sexual, el nacimiento y la muerte, y en segundo lugar, la constitu ción de parcelas importantes de la identidad de un grupo social determinado o, incluso, si esto fuera posible, de

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toda una sociedad. Una parte importante del ethos tiene que ver, precisamente, con la constitución de la identidad posicional de los actores a dos niveles: a nivel existencial en lo que se relaciona con li individualidad, el sexo o la edad, y a nivel histórico con la construcción de esfe ras sociales asociadas a las pertenencias "tribales" en distintas escalas (hincha de un club determinado, de los e quipos nacionales). El fútbol en este artículo forma parte no sólo de las dimensiones más generales de una sociedad y su cultura sino que, paralelamente, se relaciona con la construcción de un orden y un mundo masculino, de una arena, en principio, reservada a los hombres. En América Latina el fútbol es un mundo de hombres, es un discurso masculino con sus reglas, estrategias y su "moral". Al mismo tiempo es una manera de reproducir ciertas lealtades primordiales que no sólo tienen que ver con el género. En mi caso particular a lo largo de mi vida he cambiado varias veces mis afiliaciones y simpatías políticas, mis "paradia mas" sociológicos han sufrido modificaciones, pero nunca se me hubiera ocurrido cambiar mi afiliación y pertenencia a un club, los colores de su camiseta (que todavía a los cuarenta años evocan mis fantasías, los éxitos y los sufri mientes) y su historia particular. A un argentino no sólo se le pregunta en dónde nació, en qué universidad estudió y en dónde trabaja, pero también se espera que sea hincha de un club. En esa dirección es probable que en tono joco



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so cuando se le pregunta qué es se le ocurra responder: "y soy hincha de River Mate" (esta respuesta es relevante só lo en determinados contextos que suponen por parte del interlocutor un conocimiento de lo que Rive'r Mate significa).

La parte empírica e ilustrativa de mi trabajo tiene que ver con esas dimensiones diferentes que acabo de mencionar y en ningún caso es el resultado de un proceso de investigación prolongado. A nivel teórico las influencias de los trabajos de Roberto Da Matta y otros antropólo gos brasileños es evidente. (Da Matta et alt., 1982). Es tas investigaciones tuvieron como eje central las dramátizaCiones del mundo social brasileño: oposición entre desti no y biografía y la relación entre reglas universales y re glas específicas de determinados grupos e individuos. Da Matta pretende decir que el fútbol como espectáculo ilustra o vehiculiza dimensiones centrales de los dramas de la sociedad y la cultura brasileña. La hipótesis central es la de una isomorfia entre fútbol y otras arenas dramáticas públicas como,por ejemplo,e1 carnaval. Lo interesante en este ejercicio es que el fútbol aparece como un drama totalizante y none cesariamente asociado a la reproducción de identidades par ciales ya la delimitación de arenas y contextos exclusivos en los que solamente algunos grupos son actores activos. Esta limitación que, seguramente, no escapa a los antropó-

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logos brasileños pienso ilustrarla con el estudio de caso de la Argentina. Para la Argentina me concentraré en el comportamiento y la verbal ización de las hinchadas militan tes compuestas, excepto muy pocas escepciones, por hombres y jóvenes de clase baja. El fútbol en este caso pone en juego las dimensiones de lo que anteriormente he llamado la identidad posicional de los actores sociales. Quizás como en ningún otro lado en los estadios de fútbol argenti nos el juego de los equipos se acompaña con los cantos y los duelos verbales entre las hinchadas. En la Argentina no sólo los jugadores son los que están en actividad tratando de probar quiénes son los mejores, los más inteligen tes, los más hábiles y los más oportunistas. Esto se reproduce a nivel de las hinchadas: los hinchas ponen en jue go no sólo el prestigio del L.ub sino partes de su identidad posicional. Los cantos son parte del elemento dramáti co asociado a la masculinidad y a las fronteras entre géneros. La sexualidad es lo que está en discusión, lo que se juega es la condición de macho, la virilidad y la conservación de ese espacio que distingue a los "verdaderos hombres" de los otros, "de los hombres disfrazados de hombres", de los homosexuales. En otros contextos y en otros países, incluido el Brasil, las hinchadas forman parte del espectáculo pero, diría sin temor a equivocarme, de otra manera que en la Argentina. Se compite por quién apoya más a su equipo, por quién canta y grita más fuerte, por

quién es más original en las formas (por ejemplo el uso del arroz o la harina en el gran clásico del fútbol de Río de Janeiro cuando juegan Flamengo contra Fluminense), por quién es más enérgico y consecuente, por quién usa los dis tintivos más bonitos y originales y por quién es más agresivo. Pero en ninguna de estas formas rituales aparece co mo elemento articulador de los discursos la identidad sexual. En la Argentina la construcción de esa subjetividad pasa por la sexualidad de manera explícita y no implícita como en otros países. Todo proceso constructivo de la identidad implica la definición de fronteras y territorios cada uno con sus símbolos y sus prácticas y, al mismo tiempo,con sus mecanismos de defensa. Por lo tanto, si se puede imaginar que la identidad es relacional, lo cual implica la presencia del otro, de lo diferente, no necesaria mente tiene que estar asociado a formas de destrucción, a invasiones, a ejercicios de poder y violencia altamente destructivos. Un grupo de hinchas puede alentar a su equi po y puede identificar elementos negativos y de fácil estil matización en el otro grupo. Esto obviamente ocurre en to das las culturas en donde el fútbol es parte del ethos, por ejemplo Italia, Inglaterra o Brasil, pero creo que lo que está en juego, lo que se discute y se afirma, de una manera u otra, no tiene que ver con la identidad sexual sino con otros aspectos de la identidad posicional (por ejemplo, evocaciones simbólicas relacionadas con la etnicidad, con

el status y con el prestigio relativo de los clubes). En la Argentina de las últimas décadas la condensación simbólica de los dramas en el fútbol tienen que ver con la sexualidad y con las expresiones más autoritarias de esto: ser hombre pasa por una práctica en la que para serio debe mos convertir a los otros en

" no-hombres",

en anomalías

del género y esto a partir de prácticas humillantes. Esto significa que lo que también está en juego son dimensiones asociadas al honor de ser lo que uno es. El insulto toman do como eje la identidad sexual es la manera de definir un campo simbólico y un campo de prácticas en donde se juega también un drama de honor. Ya no está en juego el honor de un club, de una historia, de un gran director técnico o de determinados jugadores. El fútbol en la Argentina es una ceremonia con alto contenido dramático y con un poder de condensación simbólica muy alta. Este poder de condensación alude a la evidente multivocalidad de los discursos que involucran distintos campos y definen diferentes arenas, superpuestas durante los noventa minutos que dura el espectáculo. La consecuencia más evidente de esto ha sido en los últimos dos años el pasaje de la violencia verbal a la violencia de hecho con muertos, heridos y agresiones a los jugadores, directores técnicos y árbitros.2 Ir a un es tadio, en especial algunos estadios, en la Argentina de 1984 es como ir a una aventura de caza en donde uno debe no sólo estar muy atento para no estar en plena vorágine

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sino que se debe ir provisto de las armas necesarias. La violencia en los estadios es en la actualidad un problema político y social. Como ejemplo vale la pena mencionar que durante el año 1984 la policía controla las entradas a los estadios revisando a todos los espectadores a los efectos de incautar armas. Además, yen gran número, está presente en las tribunas donde se sientan los hinchas mili tantes. Esta dimensión de la violencia es, obviamente, al go'que no es específicamente argentino. Lo específico en todos los casos tiene que ver con el modo como se desarrollan las ceremonias y los dramas. Este artículo tratará de presentar estos puntos.

El fútbol puede ser visto como un discurso públi co sobre un hecho deportivo. Por lo tanto, está provisto de ponderaciones, argumentos, polémicas y difamaciones que acompañan a todo ritual verbal. En ese sentido, la noción de practicar el deporte es reemplazada por el hecho de hablar de deporte; el que habla, el hincha, se considera a cierto nivel como un "deportista". El discurso futbolísti co no requiere de una competencia vaga, general, sino de una forma restringida y concentrada. El fútbol, con su arena y sus actores, permite asumir posiciones, expresar opiniones y proponer soluciones. El fútbol es como un discurso político. Es para el adulto masculino un juego pedagógico que enseña a mantener un lugar que le perteneces

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Los casos de Brasil y de Argentina, insisto, per miten analizar diferentes dimensiones que, de algún modo, son complementarias aunque aluden a esferas diferentes del mundo cultural y del ethos de los actores sociales del fút bol. Además hay otra dimensión en la que los dos casos son parte de una problemática más general. Da Matta y su equi po intentan demostrar, como ya dije anteriormente, que lo que está en juego en el fútbol son aspectos centrales de la sociedad y cultura brasileña. En el tratamiento del ca so argentino este es también el caso: la violencia, la arbitrariedad, las manifestaciones extremas de poder y el au toritarismo y machismo argentino son parte de nuestra historia más reciente. La entrada de la Argentina como sociedad en ese proceso de deltrucción de las reglas de convivencia, de la manera pacífica de resolver los conflictos y del triunfo del más fuerte o del que rompe más eficazmen te las normas establecidas, quedará ilustrada en el fútbol. El fútbol es siempre una ceremonia pública en donde las pa siones durante noventa minutos se condensan y estallan como en un gran juego de artificios. Pero por todos es sabi do que no es necesario que cada uno de estos juegos de artificio implique la destrucción del otro aunque esto no o curra sino verbalmente en la mayoría de los casos. El dis curso es sólo efectivo si se transforma en práctico y en cierto orden institucional. En la Argentina de los últi-

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mos quince años los discursos más violentos, de manera muy desgraciada, se transformaron en prácticas y,lo que es peor, en prácticas legítimas y protegidas.

Fútbol y ethos en el Brasil: el problema de las reglas

De manera intuitiva el fútbol brasileño se relaciona a varias dimensiones pero, fundamentalmente, a la im provisaCión, belleza y alto grado de individualización de sus jugadores. Para Da Matta el fútbol en el Brasil es una fuente de individualización y posibilidades de expresión individual más que un instrumento de colectivización. A través del fútbol el anonimato puede revertirse y se puede ser el centro de una historia y de un juego (1982:27). Los actores sociales adquieren posiciones a través de los recursos de los que disponen, esto es lo que Da Mana llama "destino" impersonal: un negro de clase baja que vive' en unalfavela tiene su destino marcado en términos de educación: recursos familiares y ocupación. El fútbol es, por otro lado, una manera de ir en contra de ese destino imprimiendo a las trayectorias de vida un sentido diferente. El fútbol es la posibilidad de ir en contra del "destino". Hay en el Brasil una expresión muy popular "ter jogo de cintura" (tener juego de cintura) que implica que una persona es capaz de doblar sin quebrarse mostrando el

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máximo de flexibilidad e inteligencia táctica como para re vertir situaciones desfavorables en favorables (Da Matta, 1982:28). "Ter jogo de cintura" es ir en contra del desti no y esto es posible a través de Jo inpensado, de la jugada improvisada. Para Da Matta esta metáfora futbolística trasciende sus fronteras específicas y se convierte en patrón de medida para el encuadre de comportamientos en otras arenas.

La lectura del fútbol como drama permite analizar situaciones de polarización tanto de significados como de comportamientos. En el caso brasileño para Da Matta el fútbol es la antinomia a un sistema social rígido y jerárquico con un conjunto de reglas y normas de muy difícil mo dificación. En ese contexto los actores sociales están en oposición aL sistema aunque esto no necesariamente genere conflictos abiertos. De manera concreta en el fútbol los jugadores enfrentan un sistema de reglas fijas y, por lo tanto, hay una oposición básica entre este tipo de constricciones y la voluntad individual (de cada jugador y de cada equipo). Los elementos presentes en el fútbol iluminan el conflicto básico de la sociedad brasileña, conflicto entre los hombres y las fuerzas impersonales que aparecen en su camino.

En la sociedad brasileña Da Matta observa la e-

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xistencia de una tensión entre un mundo social compuesto por jerarquías sociales y étnicas y un mundo jurídico-normativo que exige lo contrario, es decir que todos los ciudadanos brasileños son iguales y,por lo tanto, las diferen cias personales y de familia se anulan o desaparecen. El fútbol es una de las arenas de la sociedad brasileña en donde los actores pueden experimentar la igualdad ya que las posiciones y los prestigios están asociados a desempeños individuales. En el fútbol poco importa si Pelé o Garrincha o,Zico son el producto de un determinado grupo étnico o clase o familia ya que lo que cuenta son sus cualidades como futbolistas. Ninguna familia, ninguna clase y ningún grupo étnico puede producir por decreto y por adscripción grandes jugadores de fútbol. La praxis futbolís. tica pública permite romper una de las reglas principales de la sociedad jerárquica brasileña en donde todo tiene su lugar y en donde el que es bueno nace hecho (1982:39). El astro del fútbol brasileño debe demostrar lo que vale, su triunfo es el resultado de una praxis y de una experiencia empírica pública con jueces de todo tipo.

Paradojalmente, si existen caminos individuales, si determinados actores sociales pueden ascender al recono cimiento público luchando contra su destino, destino producto de las jerarquías, esto permite reproducir los elementos jerárquicos de la sociedad. El fútbol como arena

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en donde triunfan los individualistas, en donde los actores construyen su biografía, permite la existencia de un espacio democrático en una sociedad en donde hay otros espacios que se cierran. El fútbol aparece como el mundo de la igualdad y de la justicia y como tal ejerce una fascina ción especial en los sectores populares y subordinados. El fútbol como el carnaval son las arenas en donde estos rituales de igualdad se mantienen y se reproducen.

Para Neves Flores en el mundo ideológico del fút bol brasileño es posible encontrar dos aspectos: por un la do, un énfasis en la integración social, y, por el otro, e lementos transformativos (1982). A nivel de la integración social el fútbol en el Brasil corta las diferentes clases, grJpos étnicos y regiones; es un fenómeno nacional y democrático. El espacio del fútbol aparece integrado al nacio nalismo y al populismo. El fútbol brasileño representaría en sus momentos de éxito las cualidades intrínsecas del pueblo brasileño: garra, malicia, sentimiento, improvisación, plasticidad. Los elementos populistas aparecen en el hecho que las masas populares participan de un espectáculo y su participación es un aspecto importante del resul tado. El apoyo y la lealtad a sus equipos y a sus directi vos es un elemento positivo que puede cambiar o puede ayudar,a cambiar un resultado.

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Neves Flores ve, paralelamente, en el fútbol bra sileño rasgos de una ideología transformativa en tanto los espectadores de manera explícita construyen "modelos" para afirmar su identidad social. De esa manera, los clubesmás populares son vistos como aguerridos, valientes y decididos (Flamengo en Río y Corintians en San Pablo) los clubes de élite carecen de esos valores y aparecen como desprovis tos de machismo, con tonos afeminados (por ejemplo, Fluminense en Río). Esto es posible verlo a nivel de los símbo los que Flarrengo y Fluminense movilizan. El símbolo del Flamengo es el cuervo, un animal negro, sucio y flaco, el del Fluminense es la harina de arroz, producto superfluo que simboliza la riqueza, la limpieza y el elitismo blanco (1982:53). Asimismo, el sector de la hinchada se divide claramente del sector de las plateas: la hinchada va a las tribunas en donde no hay sillas numeradas como en las plateas. Las tribunas son ocupadas por las masas y las plateas por individuos. Las hinchadas valorizan el triunfo, la victoria, el dribling que desequilibra. El dribling en tanto victoria táctica y derrota psicológica del adversario es fundamental en la simbología del fútbol brasileño. Finalmente, el fútbol es un deporte masculino que envuelve el machismo y la utilización de la violencia, si es que es necesario, para defender o afirmar el honor de los clubes y de uno mismo.

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Para Neves Flores estos elementos que acabo de mencionar: posibilidad de organización de las masas, la va lorización social a través de la identidad del club, la di ✓ isión de clases en el estadio, el •sentido positivo de la victoria y la presencia de la ideología del machismo y la ✓ iolencia, apuntarían a una visión crítica de la sociedad. En esta visión lo que se afirma es la división, la ausencia de homogeneidad, el desequilibrio y la negación del poder. El fútbol tendría, por lo tanto, esas dos caras y en esa dirección es un campo en el que diferentes universos simbólicos actúan generando tensiones y conflictos a nivel de las representaciones y las prácticas sociales de los actores.

De todas maneras, me parece importante que el fútbol y el discurso del fútbol aparezca provisto de los e lementos de los discursos y prácticas políticas de la sociedad brasileña. A través del fútbol es posible acceder a estos significados intentando hacer una lectura más amplia que la habitual.

Fútbol y ethos en la Argentina: la afirmación masculina

Para quienes concurren por primera vez a un esta dio de fútbol en la Argentina no dejará de sorprenderle la

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incesante gritería de las tribunas. Prácticamente durante los noventa minutos las hinchadas, los militantes fanáticos que siguen a sus clubes a todos los estadios y por gran parte del país, gritarán diferentes "cantitos". Una de las artes es que estos cantos deben rimar y si no es así, la musical idad,los tonos y los acentos suplirán la au sencia de rima. Hay distintos tipos de cantos y estos son, evidentemente, situacionales, es decir dependen de lo que está pasando en el partido. Mi experiencia me indica que,

/ pese a toda la agresividad verbal que analizaré posteriormente, si las hinchadas enfrentan un partido excepcional de toque, gambeta, paredes, triangulaciones, goles y situa ciones cambiantes, el espectáculo triunfará antes que todo. Por suerte me tocó presenciar hace poco un partido entre Argentinos Juniors e Independiente, dos de los muy pocos equipos que intentan jugar el tipo de fútbol que los argen tions aprecian. Durante los noventa minutos ninguna de las dos hinchadas se agredieron verbalmente, como es común en la Ar gentina. De pronto había como un tácito acuerdo de que esos veintidós jugadores con lo que hacían no só lo reproducían la "esencia" del buen fútbol argentino, sino que además estaban demostrando que, de esa manera, el fútbol no puede morir nunca. Casualmente, en un diario de Buenos Aires al día siguiente había un gran titular: "Argentinos e Independiente jugaron para que el fútbol no se

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muera", Y el comentarista terminaba su nota: "Gran partido hasta para un profano", es decir hasta para alguien no iniciado en el mundo sagrado y ritual de ese deporte. (Tiempo Argentino: 23/10-84).

Esa energía verbal que se despliega se hace sin pensar en la ronquera del día siguiente y se distribuye de sigualmente. Las plateas son el lugar en donde se grita menos y, en general, está reservado para las clases medias. Los cantitos son del dominio creativo de las hinchadas de las tribunas o populares,como se dice en la Argentina. Quien va a un lugar no numerado va a un lugar "popular". Los cantitos en el fútbol son el territorio de las populares y de las hinchadas militantes. Intentar agotar las te máticas de los cantitos sería imposible en un artículo tan corto. De todos modos,antes de concentrarme en el problema de la afirmación masculina, ese terreno del machismo y la violencia, quisiera ilustrar con algunos ejemplos y variaciones, la riqueza de los temas que se crean en los estadios argentinos.

Uno de los temas de muchos cantitos es burlarse del otro: de un jugador, de un director técnico, de un equipo o de un dirigente. La burla es una manera efectiva de colocar al otro en una posición ridícula mostrando sus

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defectos y sus flaquezas. Roberto Santoro cuenta que Huracán (un cuadro argentino con tradición de jugar bien al fútbol) tenla en algún momento un jugador guatemalteco de apellido Clark . La hinchada gritaba:

ya lo ve Y ya lo ve es el hermano de Pelé"

Santoro agrega que "este jugador era negro y no tenía tantas condiciones como su hermano de color" (1971 : 319). Por ejemplo, este otro canto:

"Los de Huracán gastaron mucha plata para poder bailar el pata pata"

O para burlarse de un director técnico (Renato Cesarini de gran trayectoria en el fútbol argentino e italiano):

"Salió a la calle el gallo don Renato especialista en perder los campeonatos"

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La burla o la ironía suelen aparecer como réplica a cantos que la otra hinchada comienza. La hinchada de Racing Club es una de la más fieles y numerosas, temidas Y violentas del fútbol profesional argentino. Esa hinchada fue la que introdujo en sus cantos la música de la marcha peronista. Por su tradición el auto-título de Racing Club es el de Academia, academia de fútbol se entiende. En un partido esta hinchada cantaba:

"Los muchachos racinguistas todos unidos triunfaremos y como siempre daremos un grito de corazón: Racing campeón, Racing campeón.

Aunque nos lleven la contra todos los cuadros demás serás siempre la Academia del fútbol profesional"

La respuesta de la otra hinchada no se hace espe rar:

"Vaya,vaya,vaya, a Plaza Miserere

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a ver a la Academia la Academia de choferes"

Podría elaborar el tema de la burla pero no es mi propósito. Sin embargo, quisiera comentar dos cantos que me servirán de transición hacia la temática principal de este artículo. Como había dicho antes la identidad se construye a través de un conjunto de rituales y de símbolos rituales. El mundo masculino se opone no sólo al mundo femenino, sino que aparece asociado a la idea de madurez, autonomía, independencia y capacidad de ejercer su va luntad. Por lo tanto, lo masculino como el pasaje de la niñez a la adultez es algo central en la construcción de la identidad de género. Descalificar al otro es convertir lo en niño, es negarle su adultez y su autonomía.

"Vea, vea, vea, que cosa tan fulera ahora los de River toman leche y mamadera"

"River tenía un carrito Boca se lo quitó River. salió llorando, Boca salió campeón"

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Estos cantos fueron cantados por la hinchada de Boca a la de River, dos equipos tradicionalmente enfrentados que representan polos de la mitología futbolística argentina: Boca es popular, bravo y lleno de garra, River es de clase media (se llaman a sí mismos los "millonarios"), "cobarde" (esta categoría atribuida por los otros) y de un fútbol lleno de técnica y sutilezas. River tiene el apela tivo de "gallina" o sea cobardes. Uno de los rituales de la hinchada de Boca es poner en la cancha en un partido de En estos cantos aparece con clani River-Boca una gallina. dad el problema de la burla asociada al hecho de ser niños.

Desprestigiar al otro es transformarlo en niño o en hijo. Esto supone la pérdida de su autonomía y el hecho de no poder comportarse como verdaderos hombres, ya que los niños son los que toman leche en mamadera, tienen un carrito y cuando se lo quitan en vez de luchar para recuperarlo, se ponen a llorar tristemente. En la Argentina este tipo de subordinación es comprobable. Es común que se escuche que tal equipo no tiene valor, no es una amenaza porque son "hijos nuestros". No se espera de un hijo la rebelión o la victoria; el hijo debe aceptar la autoridad, el poder y las órdenes del padre. En muchas situacio nes, en las que alguien trata de engañar, de falsear infor mación, se contesta diciendo "a papá". Esto se puede leer de dos maneras;"papá" sabe todo y, por lo tanto, no se lo

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puede engañar.

En abril del año 1984 me tocó presenciar un partido entre Independiente y Olimpia del Paraguay. Partido importante ya que el triunfo de Independiente significaba el pasaje a las semifinales de la Copa Libertadores de Clu bes (similar a la Copa Europea de Campeones). En un estadio lleno uno podía registrar unos mil paraguayos que, incluso, en un gesto simpático habían concurrido con pancartas contra el Presidente Stroesner, afirmando el derecho a ✓ivir en democracia como la Argentina a partir de diciembre de 1983. El partido fue de igual a igual, limpio, sin ✓iolencias, y los jugadores paraguayos demostraron, en todo momento, hidalguía, buen manejo del balón, sentido táctico y temple. Primer gol paraguayo, empata Independiente, segundo gol paraguayo y segundo empate del cuadro local. Así se llega casi al final del segundo tiempo y a escasos cinco minutos llega, en gran jugada, el tercer gol de Inde pendiente, y, por lo tanto, la victoria tan esperada y ansiada, y el pasaje a las semifinales. Luego del grito uná nime de gol y mientras la pelota volvía al centro del campo para la reanudación, todos los argentinos presentes, sin excepciones entre platea y populares, dirigiéndose al lugar donde estaban los paraguayos, saltando y blandiendo el puño gritaron:

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"Y ahora, ahora me chupan bien las bolas"

Esta descarga habrá durado unos treinta segundos o un minuto como máximo. La pregunta que uno se hace ense guida es: ¿Era necesario ofender al que perdió?, 'era nece sano acordarse de él, más que tomar en cuenta su propia a legría? y, finalmente, era necesario apelar a la metáfora de que los vencidos deben pasar por el ritual de chupar las bolas a los que triunfan? Este elemento de convertir al otro en un ser humillado que hace "cosas" en contra de su "naturaleza" obligado por el fuerte, el victorioso, es uno de los temas de afirmación masculina que aparece permanentemente en los cantos de los hinchas argentinos. Vea mos ahora algunos de esos ejemplos:

"Huracán, Huracán por el culo te la dan"

o, "Hinchada, hinchada hay una sola Hinchada es la de Boca que le rompe /el culo a todas"

o, "Cordobés, cordobés (alusión a un club de Córdoba) limpiate bien el culo . que te vamos a coger"

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o, "Vea, vea, vea que equipo más boludo ahora, a la salida, le rompemos bien el culo"

o, "Despacito, despacito le rompemos el culito"

En todos estos cantos lo que aparece evidente es que los hinchas de un cuadro son los machos reales, los verdaderos hombres, que son capaces de forzar a los otros hinchas a convertirse en homosexuales. Aquí me importa me nos señalar los aspectos psicoanalíticos de ese tipo de verbal izaciones. Este tipo de análisis, obviamente, es po sible hacer y es la línea elegida por Suárez-Orozco (1982). Podemos aceptar como lo señala Suárez-Orozco, que en estos cantos existen elementos de inversión proyectiva, que en esto se manifiestan las fantasías sadistas del macho o incluso, las profundas dudas del macho acerca de su propia masculinidad. Sin embargo, creemos que estos cantos tienen otras propiedades simbólicas que se relacionan con la construcción de un campo metafórico y ritual en donde la i dentidad de género pasa por ese tipo de verbalizaciones en la arena concreta del fútbol. La dramatización en los ri-

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tuales y sus símbolos remiten, por un lado, a un polo sensorial, en este caso las relaciones sexuales, el ano, el pene, y, por el otro, remiten a un polo ideológico en donde se afirma la fuerza, la omnipotencia, la violencia y la ruptura de la identidad del otro como elementos centrales de la construcción de su propia identidad. El campo de la sexualidad es el campo simbólico y la arena es el fútbol, pero las arenas podrían ser diferentes, podrían ser las arenas donde se juega lo político (las calles en las que se organizan manifestaciones, o los estadios en donde se hacen demostraciones políticas, no es casual que en la Argen tina haya una tradición de organizar actos políticos en es tadios de fútbol). El campo metafórico se construye a par tir de lo que llamaré extensión analógica: los enemigos, los derrotados, que es el sujeto principal, se califican a partir de la condición de su homosexualidad, que es el sujeto subsidiario. Aquí entran en relación un conjunto de símbolos que remiten a campos diferentes y que permiten que las metáforas operen eficazmente cuando se aplican al sujeto principal características del sujeto subsidiario. Por ejemplo, cuando la hinchada argentina canta:

"Ya todos saben que Brasil está de luto son todos negros, son todos putos"

El sujeto principal, Brasil, se asocia a la cate

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goría de negros y putos. Los cantos funcionan como metáfo ras, seleccionando, enfatizando, suprimiendo y organizando aspectos del sujeto principal que sólo se aplican a la categoría de negros y de putos. Estas categorías se remiten a su vez, a un proceso en el que se dramatizan las identidades de género. La categoría de masculinidad, de los ver daderos hombres, no sólo es efectiva en relación a la cate goría mujer, femeneidad, sino que es un proceso a través del que deben eliminarse a los que pareciendo hombres no lo son. En este contexto los cantos tienen la virtud de poner en relación un conjunto de ideas, imágenes, sentimientos, valores y estereotipos. Paralelamente, el derrotado es despojado de su sexualidad, la sexualidad del victorioso debe ejercerse efectivamente a través de la violación y humillación del otro. Es interesante señalar que la peor imagen de un hombre verdadero es la de ser "hijo", "niño" o "homosexual". Un hombre debe afirmarse negando al otro las posibilidades de autonomía y ejercicio normal de su sexualidad.

El mundo del fútbol está reservado a los verdade ros hombres y esto alcanza su paroxismo en la victoria y en la afirmación de la identidad masculina. La presencia femenina es un elemento menos común y suele aparecer jocoso, excepcional y sensual. Las mujeres bellas tienen la cualidad de provocar a los hombres. El 20 de octubre de

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1984 se jugaba un partido importante de primera división de ascenso en la Argentina. Todo transcurría normalmente hasta que apareció una hermosa mujer "violentamente llamativa... a la que la naturaleza le dió todo, paseó su cuer•

po por la platea local a los cinco minutos del primer tiem po. No podía pasar otra cosa. El instinto de los hombres, ese acto reflejo que se origina en el cerebro y termina en la boca despertó el canto más cantado de las últimas manifestaciones:

"A ver, a ver, como mueve la col ita si no la mueve, la tiene paspadita"

Empezó la hinchada de Deportivo Italiano. La hermosa fue y se sentó agravando la situación muy cerca de la tribuna visitante. A escasos diez metros. Algunos se prendieron del alambrado. Y el canto-desafío seguía. Se unió la hinchada de Deportivo Español, se unió la platea. Todo un estadio pidiendo a los gritos a la amable dama que tuviera un gesto de colaboración para con los ojos de todos... Y lo que es más curioso, cuando se llegó a detener el juego por lesión de algún jugador o porque la pelota se iba del campo, varios jugadores a los que el himno erótico entonado por la gente había llamado la atención, se sumaron desde la cancha palmeando el reclamo. De pronto, la señorita se paró sobre su butaca, enfrentó la mejor parte

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de su anatomía a las tribunas, y se sacudió triunfalmente. Había quedado en el corazón de muchos". (El Clarín: 21/10 -84:43).



El hecho que podamos remitir a los polos padre/ /hijo y macho/homosexual (puto) una gran parte de los can tos de las tribunas nos indica la presencia de un código restringido en el sentido usado por Bernstein (1971). Este código restringido permite que un conjunto de supuestos salgan a la luz de manera más manifiesta, y sin tantas com plicaciones. La ventaja de este tipo de códigos es que los sentimientos de grupo se reafirmen de manera más o menos automática. Los códigos restringidos tienen la ventaja de la brevedad y de estar basados en un conjunto de valores y estereotipos que son fácilmente compartidos porlos actores. Nosotros podemos afirmar, siguiendo a Mary Douglas, que hay una relación estrecha entre ritual, códigos y soli daridad social (Douglas: 1973). Por lo tanto, la hipótesis que encontraremos un mayor ritualismo y mayor uso de códigos restringidos en situaciones de alto grado de solidaridad grupal nos parece evidente en el caso del fútbol.

En los estadios argentinos es importante tomar en cuenta no sólo lo qué se dice sino cómo se dice. El es tilo de, las hinchadas tiene que ver, en consecuencia, con el cómo: acompañamiento de bombo, el puño en alto, saltan-

J.

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do, gritando de manera estentórea y rápida. Es una acumulación de significado en el que la información no-verbal es también importante tomar en cuenta. Los cantos apare-



cen como una gran catarata, como explosiones, como movimientos contínuos en las tribunas (as avalanchas son un lugar común). La agresividad del qué se acompaña con al a gresividad del cómo. Los canales utilizados refuerzan el significado de los cantos.

A modo de conclusión

La lectura que hemos hecho de los cantos nos per mite reflexionar sobre aspectos más generales de los ritua les en las sociedades complejas. El ritual del fútbol per mite, fundamentalmente, marcar las fronteras y las diferen cias de status. El fútbol, en el caso argentino, es un reaseguro de las diferencias padre/hijo y macho/homosexual. El hecho de ser padre y macho nos remite a polos ideológicos en donde se enfatiza la autonomía, la fuerza, el poder, la autoridad y la madurez frente a la heteronomía, la debi lidad, la carencia de poder y autoridad y la falta de madu rez. Para el caso brasileño esto es, aparentemente, menos a

claro ya que lo que está en juego es el modo como se rompen ciertas reglas y se construyen otras. Sin embargo, Ne

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ves Flores afirma que en el machismo y la violencia en el fútbol hay elementos de crítica a la sociedad. Este tipo •

de interpretación nos parece que toca los elementos más evidentes y superficiales del fenómeno. El caso argentino ilustra el modo como a través del fútbol las fronteras sim bólicas que se construyen reproducen la "normalidad" ya que las situaciones de marginalidad (homosexualidad) o los status de transición (niño, adolescente, hijo) crean situa ciones "anómalas" que son propensas a producir anomia y crisis de identidad. El problema central es preguntarnos porque grupos subordinados, la clase baja que puebla las tribunas, participa de esos rituales en donde la reproducción de las diferencias es lo que está en juego.

Este tipo de reflexión nos debería llevar a otro aspecto importante de los rituales: el del poder. El fútbol debe poder verse como un ritual político en el que los actores ejercen o buscan ejercer el poder a nivel simbólico. Los actores reafirman las estructuras jerárquicas de la sociedad que, en este caso pertenecen al mundo del géne ro masculino. La identidad se construye, en parte, a través de esa praxis ritual. Los tipos de entretenimientos masivos como el fútbol pueden verse, incluso, como un modo en el que en las sociedades complejas se sustituyen otros rituales que teníancomo función principal generar el sentimiento de comunidad (Scheff; 1979,148). pe allí, quizás

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la especial fascinación y el poder del fútbol.

Finalmente, es obvio que sobre l masculinidad del fútbol hay diferentes enfoques al margen del propuesto en este artículo. 3

Para Suárez-Orozco los hinchas militan

tes van a los estadios como si fueran a encontrar una suer te de salida terapeútica a sus tabués relacionados al temor de dejar de ser "machos". Esto aparece, obviamente, en las fantasías de penetrar o ser penetrados analmente (1982:23). Para Vinnai el fútbol practicado por los niños es una manera eficaz de socialización masculina en donde se enfatizan aspectos como la virilidad, la rudeza y, por lo tanto, como un esfuerzo de represión de los rasgos que 4.

aparecen asociados al sexo opuesto. El fútbol es un ritual de iniciación adulta (1974: 90-101). Yo no pretendo negar que estas no sean interpretaciones adicionales a las que ofrezco pero mi énfasis ha estado puesto en la importancia del ritual para la reproducción de identidades sociales. El nivel terapeútico puede estar presente en cada uno de los participantes pero mi interés está centrado en como se establecen "fronteras" entre grupos y a partir de qué mecanismos se mantienen. El ritual del fútbol es un ritual de poder en tanto mantiene fronteras y tiende a expulsar a los "anómalos". 4

4

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Notas

1.

El enfoque de este artículo puede ser ubicado fácilmen te en el tipo de análisis desarroltado por Turner — (1974), Douglas (1973, 1978). La problemática del ritual, como una búsqueda o ejercicio de poder, aparece claramente planteada en los trabajos de Lukes (1977).

2.

Entre 1959 y septiembre de res muertos en diferentes sional argentino. Sólo en más de 300 heridos e igual 1984).

3.

El problema de la "exclusividad" y "masculinidad abso luta" del fútbol está cambiando con el desarrollo del — fútbol femenino,especialmente en Europa (fundamentalmente los países nórdicos, Inglaterra e incluso Italia en donde hay ya una liga profesional para las mujeres que practican este deporte). En Brasil también ha habido un desarrollo similar. El momento para que esto ocurra en la Argentina parece, por ahora, muy lejano.

4.

El problema de la identidad aparece tratado por otros autores como si fuera el establecimiento de lazos primarios, casi tribales (Verdú: 1980). Esto puede ser cierto para el caso del fenómeno más general del hincha y, especialmente, del hincha militante.

1984 ha habido 87 espectado estadios del fútbol profe1984 hubo cuatro muertos, número de detenidos (Romero:

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Bibliografía

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