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El mundo que nos rodea es estimado a través de nuestros órganos sensoriales, enviando múltiples estímulos que forjan un cambio y una respuesta a nivel físico y químico que es consecutivamente transmutado en impulsos eléctricos que se distribuyen por nuestro sistema nervioso, funcionando como un canal que lleva hacia el órgano más importante, el cerebro, que posteriormente genera la información que da lugar a la percepción sensorial, que nos permite interactuar con el mundo, conocerlo y movilizarnos en él; todo este proceso es posible gracias a las neuronas, ya que ellas, formando una cadena, se encargan de transportar dichos impulsos, es decir, son el puente, la conexión entre el estímulo, el cerebro y la respuesta a dicha persuasión, en el desempeño de esta función los neurotransmisores juegan un papel fundamental en la sinapsis realizada por las neuronas. En este orden de ideas, los neurotransmisores son concebidos cómo diversas sustancias químicas que son liberadas desde las vesículas sinápticas, que son pequeños sacos ubicados en el axón terminal que liberan dichas sustancias en la sinapsis, luego que son liberadas, viajan a través del espacio sináptico afectando a las neuronas adyacentes. Dada la diversidad de sustancias, se han establecido criterios para calificar una determinada sustancia como neurotransmisor o no, entre dichas características se encuentras las siguientes: En principio la sustancia debe ser sintetizada o en su defecto existir en la neurona, debe ser liberada en cantidades suficientes mediante estimulación eléctrica o espontáneamente y seguidamente que sea capaz de ejercer una acción bien definida en la célula objetivo, por último debe existir un mecanismo de recaptación una vez realizado el trabajo del neurotransmisor. En consecuencia, los criterios mencionados anteriormente son herramientas muy útiles para los investigadores, ya que actúan como embudo para determinar cuáles de las muchas moléculas químicas que existen en las neuronas merecen ser denominadas neurotransmisores, con base en esto se considera que existen cerca de cincuenta probables neurotransmisores, también es de suma importancia resaltar que la facilidad de la aplicación de este “embudo” va a depender de cuestiones como el sistema nervioso que actúe o el órgano y sus actividades; aquellas sustancias que no superan

la prueba, por no cumplir alguno de los criterios, se les denomina transmisores dudosos. En las décadas recientes, los psicobiólogos han identificado cientos de neurotransmisores que aún siguen estudiando y averiguando sus funciones exactas en el organismo. De acuerdo con los razonamientos que se han venido realizando es fácil deducir que así como hay criterios de identificación, también los hay para clasificar cada uno de los transmisores, a causa de las diversas investigaciones y según las características en la que los investigadores se han centrado; dentro de estas categorías se encuentra por ejemplo la clasificación en relación con la base de su composición, en este caso se dividen en transmisores de moléculas pequeñas (que actúan de forma relativamente rápida en comparación con los otros), peptídicos (son transmisores que no son reemplazados rápidamente) y gases transmisores (no se almacenan en las vesículas sinápticas, solo son sintetizados cuando se necesitan). Sin embargo la clasificación más importante sobre esto, se realiza en base a la función general de los neurotransmisores, según este criterio hay transmisores excitatorios e inhibitorios. Siguiendo con la última clasificación mencionada, la misma surgió de un planteamiento hecho por Otto Loewi y con el paso del tiempo se fue desarrollando más a fondo estableciendo que cada sustancia posee un sitio receptor que se encuentra al otro lado del espacio sináptico en el que encaja de forma exacta, algunos al hacer contacto con dicho lugar hacen que la siguiente neurona se “excite” haciéndola más propensa a descargar, pero otras sustancias tienen un efecto “inhibidor” haciendo que la neurona que prosigue tenga la sensación contraria, es decir, sea menos propensa a descargar. Entonces según la sensibilidad del neurotransmisor para intensificar o reducir el nivel de actividad es clasificado en excitatorio o inhibitorio. Resulta oportuno siguiendo el criterio de la clasificación según la función, mencionar algunos neurotransmisores que se ubiquen dentro de estos rangos ya delimitados y aquellos que de alguna forma encajen en los dos según la situación a la que se enfrente. Entre los neurotransmisores inhibitorios se encuentran:

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Serotonina: Su función inhibitoria consiste en el control del dolor, la regulación

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del sueño, el humor, la conducta agresiva y sus alteraciones. Dopamina: Se encarga de balancear la acetilcolina, además modula el afecto (participa en una amplia variedad de conductas y emociones) y aflige los procesos intelectuales, agregando que participa en la aparición de las

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sensaciones placenteras en condiciones normales. GABA: Posee una función reguladora de inhibición general de otros neurotransmisores, está implicado en los trastornos alimentarios y en la

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regulación de los estados de ansiedad. Endorfinas: Participan en la inhibición del dolor. Por otro lado, dentro de los neurotransmisores excitatorios más importantes

encontramos: 

Sustancia P: Tiene como funciones estimular la contracción de los músculos

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lisos, vasculares y extravasculares. Glutamato: Está relacionada con la memoria de largo plazo. Es probablemente en neurotransmisor excitatorio más importante del sistema ya que conecta las vías sensoriales, auditivas, visuales y olfativas con la corteza cerebral y los

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núcleos centrales. Adrenalina: Aumenta considerablemente la actividad cortical, interviene en las respuestas del organismo a los estados de emergencia. Por último, se presentan aquellas sustancias que según la situación pueden

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llegar a ser excitatorios o inhibitorios: Acetilcolina: Desempeña la función de balancear la dopamina, participa en la

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acción muscular con activación, atención, memoria, motivación y movimiento. Norepinefrina: Causa relajación en los músculos intestinales y contracción más rápida en el corazón, afecta la vigilia, el aprendizaje y la memoria. En la actualidad el estudio de los neurotransmisores ha llevado a nuevos

descubrimientos, planteamientos e hipótesis que han creado dilemas y han llevado a los investigadores a considerar ampliar las teorías ya concebidas y delimitadas de este tema, dentro de estas disyuntivas se puede mencionar que se ha descubierto que los neurotransmisores no solo se comunican de la forma anteriormente planteada, es decir,

transportando el mensaje del lado presináptico hasta el lado postsináptico en la sinapsis, sino que también a veces ocurre en dirección opuesta, además se ha notado que en una misma sinapsis pueden coexistir diferentes tipos de neurotransmisores, esto ha suscitado diferentes interrogantes sobre en que contribuye exactamente cada neurotransmisor que se ve envuelto en dicha mezcla, por qué sucede y cómo funciona; por todas estas razones los criterios de identificación cada vez son más amplios. Para finalizar, los neurotransmisores desempeñan funciones fundamentales en el desenvolvimiento del individuo segundo a segundo, por lo cual la carencia o sobreabundancia trae desequilibrios y repercusiones negativas para el organismo, pueden ocasionar hasta enfermedades mentales y fallas en el sistema, un claro ejemplo de esto es el consumo de sustancia psicotrópicas como la heroína que al entrar al cuerpo hace que la producción de los analgésico naturales sea más lenta y en consecuencia el sujeto necesitará más la heroína para sentirse en condiciones normales. Esto sucede porque los receptores de los neurotransmisores se adaptan activa y pasivamente a diferentes situaciones de manera que pueden modificar la respuesta neuronal desde la primera fase de reconocimiento del neurotransmisor, hormona o sustancia.

BIBLIOGRAFÍA Kolb, B., Whishaw I., (2006) Neuropsicología humana, Editorial Médica Panamericana. Maisto A., (2001) Introducción a la psicología, Editorial Pearson Educación.

Bustamante E, (2007) El sistema nervioso: desde las neuronas hasta el cerebro humano, Editorial Universidad de Antioquia.