Ella Quince - Horas de Visita

Horas de visita – Ella Quince Traducción: Gixane ¿Qué no haría Gabrielle para ayudar y motivar a Xena para escapar de

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Horas de visita – Ella Quince

Traducción: Gixane

¿Qué no haría Gabrielle para ayudar y motivar a Xena para escapar de la prisión?

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Horas de visita – Ella Quince

Traducción: Gixane

Horas de Visita de Ella Quince

Categoría: Clásico XWP Clasificación: X&G, Alt, Hum

AVISOS Mea Culpa: Esta historia usa personajes registrados que pertenecen a MCA/Universal y Renaissance Pictures. Contenido sexual adulto: Esta ficción contiene alusiones de naturaleza sexual consentida entre dos adultas. Si este tipo de escenario te inquieta, es ilegal donde vives, o si eres menor de edad, por favor no leas más. Grado de violencia - Muy suave: Aunque hay alusiones ocasionales a violencia física, no figuran de forma prominente en esta historia.

Visiting

Hours (Horas

de

visita). Traducción

de Gixane,

revisada

por

la

autora, Ella Quince. Publicación autorizada por la autora. Toda su obra, en inglés, puede ser encontrada en su propio website Altered Stories. También puedes leer las críticas de Lunacy a sus fanfics.

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Horas de visita – Ella Quince

Traducción: Gixane

Al despertar, Xena valoró su situación inmediatamente. Estaba sentada sobre un suelo de piedra cubierto de paja, sus alzados brazos fuertemente encadenados al muro de ladrillo tras su espalda. Ninguno de los otros prisioneros de la celda estaba atado como ella, pero nadie parecía dispuesto a ayudarla. De hecho, todos mantenían la distancia. Evidentemente habían oído cuantos hombres había costado dejarla inconsciente… y cómo muchos habían muerto en el intento. Nada sorprendente, sus armas estaban desaparecidas, como lo estaba su armadura. Solo Hades sabía dónde estaba todo ahora, lejos de su alcance, de eso estaba segura. Escuchó a los guardas charlando en algún lugar fuera de vista. Contó al menos cinco voces y había probablemente tres veces ese número de hombres armados en la prisión; su pelea había atraído a casi una multitud. Probó la resistencia de las cadenas. No cedieron. Y juzgando por la luminosidad que se filtraba desde la única y elevada ventana, estaba programado que su ejecución

tuviese lugar bastante

pronto. En otras palabras, su situación era desesperada. Esto

va

a

ser

divertido,

decidió

Xena,

y

un

familiar

estremecimiento de excitación latió a la vida en sus venas, esa sacudida de energía y conciencia intensificada que siempre acompañaba a una escaramuza con la violencia y la muerte.

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Horas de visita – Ella Quince

Traducción: Gixane

Los sentidos conscientes a todo en su alrededor, oyó el distante apresuramiento de pisadas y ahogados sollozos. Los revoltosos sonidos estaban acercándose. Bien. Cualquier ruptura en el patrón de la rutina de los guardas proporcionaría oportunidades que podría explotar. Xena confiaba plenamente que escaparía de su encierro y evitaría la ejecución; la única pregunta era cómo. Con aparente indiferencia, Xena alzó la cabeza para estudiar al grupo de mujeres algunas de las cuales habían ido del sollozo al llanto,

mientras se aproximaban a la celda. Sus ojos se

estrecharon cuando captó un vistazo de un familiar color oro rojizo al otro lado de las rejas. —Mantened todas las manos donde pueda verlas, —gruñó el guarda que estaba abriendo la puerta de la celda—. Tenéis quince minutos… para aquellos que necesiten tanto. Los otros guardas rieron a carcajadas esta agudeza y se burlaron mientras las mujeres entraban precipitadamente en la celda. Una esbelta figura se separó de la multitud y se dirigió hacia la esquina donde Xena estaba encadenada. —Hola, —dijo Gabrielle con una alegre sonrisa. Se colocó sobre las estiradas piernas de Xena y se sentó en el regazo de la guerrera—. ¿Me echaste de menos? La sardónica expresión de Xena casi, pero no del todo, enmascaró el destello de diversión en sus ojos azul cristal. —No es que me queje, pero ¿cómo lograste esta visita? 5

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—Fácil. El rey Phrates es un déspota sentimental. Todos los condenados consiguen una última visita de sus familias. —¿Convenciste a los guardas de que estamos emparentadas? — dijo Xena incrédulamente, entonces se rió—. Me gustaría haber oído esa historia. —Oh, no declaré que fuese una relación sanguínea. —Gabrielle inclinó su cabeza hacia los hombres y las mujeres que se habían, bastante rápidamente, unido en abrazadas parejas—. Está más en la naturaleza de una… visita… conyugal. —¡Qué! —gritó Xena en un ultrajado susurro—. ¡Les dijiste que somos amantes! Gabrielle se encogió de hombros. —¿Por qué no? —Graduando el tono de su voz lo suficientemente bajo para eludir la escucha, dijo—, Tan pronto como escapes, creerán que estaba mintiendo para ayudarte, y… bueno… Con una torva sonrisa, Xena concluyó, —Y si no escapo, realmente no importará. —Algo así, —murmuró Gabrielle mientras bregaba con las cintas de su top verde. Xena miró fijamente al bardo. —Gabrielle, ¿qué estás haciendo? —¿Qué parece que esté haciendo? —Parece que estás quitándote la ropa. 6

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—Sabía que podrías imaginártelo tú solita. —¡Para, Gabrielle! Gabrielle… —Xena se detuvo, tragando con dificultad mientras la parte delantera del corpiño de la bardo se abría,

para

revelar

dos

muy

firmes

y

llenos

senos.

Afortunadamente, al menos parte de la mente de la guerrera estaba lo suficientemente serena para advertir la daga colocada entre ellos—. Muy inteligente. —También lo creo así. En caso de que te lo estés preguntando, usé cera de abejas para mantenerlo en su sitio. —Ah, —dijo Xena. Con esfuerzo, volvió a dirigir su concentración hacia su actual dilema—. Pero hay un ligero problema. —Agitó sus alzados brazos; las cadenas sonaron suavemente—. Mis manos son un poco demasiado visibles para aprovechar tu… obsequio. Con una perversa sonrisa, Gabrielle dijo, —Entonces tendremos que improvisar. —Colocó sus manos tras el cuello de Xena y atrajo la cabeza de Xena hasta que pudo sentir el cálido aliento entre sus senos. Tras de un largo instante, la bardo dijo, —¿Xena? —¿Ummm? —El cuchillo, Xena. Una voz apagada respondió, —Oh, de acuerdo.

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Gabrielle sintió una leve sensación de tirón cuando los dientes de Xena asieron la empuñadura de la daga y la retiraron de su piel. Se carcajeó suavemente. —Eso pica. La réplica de Xena fue ininteligible. —¿Qué dijiste? —preguntó Gabrielle, incorporándose. —Ahora… ¿qué? —dijo Xena, pronunciando cuidadosamente alrededor del mango entre sus dientes. —Déjalo caer en tu escote. Las cejas de Xena se dispararon hacia arriba con alarma. Sacudió la cabeza. —Uh uh. —Cobardica. La guerrera simplemente miró con furia. —Vale, vale. ¿Está alguno de los guardas vigilándonos? Xena cautelosamente estiró la cabeza para atisbar sobre el hombro de la bardo, entonces se agachó con un intenso suspiro. —Todos ellos, lo capto. —Gabrielle ponderó otra táctica, pero era difícil concentrarse con todos los, bastante vulgares, gruñidos y gemidos viniendo de alrededor—… ¡Eso es! Haremos justo lo que están haciendo todos los demás. Un espectáculo debiera distraer a los guardias de notar lo que realmente estoy haciendo.

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—¡Uh uh! —protestó Xena, pero el cuchillo entre sus dientes atenuó la fuerza de su argumento. —Hagamos que esto parezca real. —Gabrielle curvó sus manos alrededor del cuero negro que recubría los senos de Xena y comenzó a masajear. El cuero era maravillosamente suave y flexible, como lo era la piel bajo él—. Intenta algo más sonoro que un jadeo… sí, esos gemidos son mucho más convincentes. Colocando su cuerpo de forma que su espalda momentáneamente escudase sus movimientos, Gabrielle deslizó una mano entre los senos de Xena. —Vale, suéltalo. Con un respingo de aprensión Xena separó los dientes, liberando la daga. Para su alivio, Gabrielle cogió la hoja y rápidamente la introdujo en el corpiño de cuero de Xena. El metal estaba aún cálido, calentado por su contacto con la piel desnuda de la joven bardo, piel que estaba atormentadoramente cerca, como lo estaban esos dos deliciosos… Moviéndose de nuevo, Gabrielle devolvió su mano al pecho de Xena, permitiendo a los guardias ver lo suficiente de lo que sus dedos estaban haciendo para alejar sus sospechas. —Xena, ¿estás bien? Pareces un poco… sonrojada. —Sí… sí… estoy muy bien. Es que hace un poco de… calor aquí, eso es todo. —En realidad, hace más bien frío y humedad. —Por primera vez Gabrielle prestó atención a lo que estaba ocurriendo bajo sus 9

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palmas. Frotó un pulgar sobre el bulto en el cuero que parecía ser un endurecido pezón de Xena—. Si no lo supiese bien habría creído que estabas realmente disfrutándolo… —Ojeó el leve brillo de

transpiración

en

el

labio

superior

de

Xena—.

…realmente, realmente disfrutándolo. —Tonterías,

—dijo

Xena

roncamente—.

Simplemente

estoy

concentrándome en mi apuro. —¿Así que es eso? —Gabrielle apretó sus rodillas contra los muslos de Xena, entonces sonrió maliciosamente ante el sordo gemido que resultó de la presión—. Caramba Xena, ¿cómo es que nunca me dijiste que te gustaban las ataduras? La guerrera rechinó los dientes para evitar suplicar a Gabrielle que hiciese eso otra vez. Cuando pudo confiar en sí misma para hablar, dijo, —No es divertido. Me has cogido en un… momento... difícil. —¿Qué? —A la bardo eso la dejó perpleja—. Oh, lo capto. Quieres decir que se te está calentando la sangre. —Sí. —Xena pudo sentir sus caderas esforzándose por empujarse contra la bardo; por pura fuerza de voluntad consiguió que no se moviesen. Desgraciadamente, Gabrielle no estaba para nada aliviando la situación al deslizar sus manos arriba y abajo sobre el torso de Xena—. Desearía… que dejases de… hacer eso. —Era absolutamente demasiado bueno.

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—Pero Xena, si dejo de tocarte, los guardas se preguntarán por qué estoy aquí. Así que, sólo para prevenirlo… —Inclinándose, la bardo rozó sus labios sobre la prominente clavícula, después trazó un recorrido ascendente al costado del cuello de Xena. El latido del pulso de Xena estaba convirtiéndose en bastante fuerte—. A propósito, —susurró en la oreja de Xena—. Vi tu armadura y chakram en la antesala fuera de esta celda. —Gracias… oh, diosa… —El áspero, húmedo toque de la lengua de Gabrielle perfilando el borde de su oreja estaba enviando escalofríos por la columna vertebral de Xena—. Los recogeré… luego. —Mmmmm, —dijo Gabrielle. Mordió levísimamente el carnoso lóbulo y fue recompensada con el sonido del gutural gruñido de Xena. La bardo se asentó un poco más enérgicamente en el regazo de la guerrera. —¡Sí, oh, sí! —Con consternación, Xena reconoció esa frenética y jadeante voz como propia. De hecho, todo su traidor cuerpo había dejado de escuchar sus órdenes de comportarse. Su espalda se arqueó, moviendo sus caderas contra los musculosos muslos de Gabrielle y empujando su pecho contra el suave cojín de los desnudos senos de Gabrielle. Confusamente percibió la voz del guarda gritando en la celda, pero estaba por completo demasiado aturdida para encontrarle sentido a sus palabras. —Uups, —dijo Gabrielle—. Parece que se nos acabó el tiempo. —Y abruptamente la bardo se retiró. 11

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—¡Qué! —siseó Xena, la conmoción sacándola del aturdimiento sensorial—. ¡Gabrielle! No te atrevas a dejarme en… —Lo siento, pero así están las cosas, —dijo la bardo con un encogimiento de hombros. Alivió al cuerpo de Xena de su peso y sonrió ampliamente ante el profundo gruñido de frustración de la guerrera—. Simplemente, esto tendrá que esperar hasta luego. —¡Ahora! —insistió Xena, mientras los tensos músculos de sus brazos se esforzaban contra las cadenas. Con un jadeo, se colapsó contra el muro, pero no antes de sentir los eslabones metálicos empezando a ceder—. … o… te… mataré, —resolló. —Primero tendrás que cogerme, —dijo Gabrielle con suficiencia, mientras se ponía en pie—. Te veo en el campamento… pronto, espero. —Hábilmente anudó su top—. Oh, y trae las cadenas. Parece que te gustan. Retrocedió de un salto, sobresaltada por la repentina embestida de Xena; el incoherente gruñido resultó también un poco intimidante. Por otra parte, notó la bardo, con un tirón más a esos grilletes e iban a saltar en pedazos. —Llevaré las cadenas, de acuerdo, —dijo Xena con torvo ceño—. Sólo que esta noche las usarás tú, no yo. —Promesas, promesas, —dijo Gabrielle muy a la ligera. Mientras salía de la celda, agitó los dedos en un adiós final a Xena. La guerrera parecía lo suficientemente enfurecida para 12

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mandarla de una patada a través de cada puerta del complejo carcelario. Pasando junto a los guardas que llenaban el corredor, Gabrielle se permitió un silencioso suspiro de alivio. Al principio de entrar en la prisión había estado bastante preocupada acerca de las probabilidades en contra de Xena. Afortunadamente, sin embargo, se las había arreglado para volver esas probabilidades a favor de la guerrera. Concedido, la tarea había implicado esta vez un comportamiento un poco no ortodoxo, pero estaba dispuesta a aprovechar cualquier cosa que funcionase. De hecho, meditó la bardo mientras salía de la fortaleza carcelaria, sentía bastante lástima por el escuadrón de guardas que pronto enfrentaría la ira de Xena. No tenían ni una oportunidad. Gabrielle le alargó un dinar al golfillo callejero que le había guardado su bastón. Después con una fingida mirada de indecisión, se apoyó en su arma, intentando con intensidad parecer una fatigada viajera decidiendo dónde ir a continuación. Mientras aguardaba, consideró las palabras de despedida de Xena. Aunque la princesa guerrera había estado bajo considerable tensión en ese momento, rara vez profería amenazas en vano. Así que, sin duda, esta tarde prometía ser muy interesante... sus desquites siempre lo eran. La bardo sonrió ampliamente ante el súbito estallido de gritos procedentes de detrás del muro de la prisión. Xena estaba en camino. 13

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—Espero que recuerde traer la llave, —murmuró Gabrielle mientras alzaba su bastón a una posición de combate y se precipitaba hacia la puerta de la prisión.

FIN

Puedes mandar tus comentarios, también en español, a Ella Quince: [email protected]

Para descargar está historia y otras más, lo pueden hacer en:

J7 y XWP (Traducciones al español y demás) https://j7yxwp.wordpress.com

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