El Sindicalismo

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EL SINDICALISMO El sindicalismo se entiende como una organización de diversas categorías socioprofesionales de obreros y de empleados, que se agrupan con el propósito de defender sus derechos e intereses comunes inmediatos: salarios, horarios, condiciones de trabajo, de seguridad, etc. por medio del sindicato el cual es una asociación de trabajadores que tiene como objetivo mirar por la acción reivindicativa de los obreros. EL sindicalismo es el sistema de organización obrera por medio del sindicato. En su sentido más amplio, el sindicato es una asociación formada para la defensa de intereses comunes de todos sus asociados. Pero en su acepción más generalizada, el vocablo sindicato se emplea para designar especialmente a las asociaciones obreras organizadas en defensa de sus intereses económicos y mejora en sus condiciones de trabajo. Los sindicatos son, efectivamente, instrumentos de incorporación de los trabajadores en la lucha por la defensa de sus intereses y la elevación de sus condiciones de vida, al tiempo que ayudan a la formación de una clase obrera organizada y combativa. El movimiento sindical surge con el fin de destinar el desarrollo de la historia y la organización colectiva de los trabajadores, en dirección a la defensa de sus intereses y de mejores condiciones de trabajo, frente a los empleadores, las organizaciones empresariales y los gobiernos. Sindicato y gremio son palabras habituales para designar las organizaciones de los trabajadores que tienen como fin representar colectivamente los intereses de la clase obrera. La acción conjunta de los sindicatos obreros a favor de sus asociados constituye el sindicalismo lo que, en la práctica, trasciende el área de las relaciones entre obreros y patrones y se extiende a esferas sociales y políticas. Por lo tanto, el sindicalismo influye, aunque en distintos grados, sobre la legislación social y obrera y la orientación política de cada nación. DESARROLLO HISTÓRICO El nacimiento y desarrollo del movimiento sindical está unido al nacimiento y desarrollo del modo de producción capitalista. Es, por tanto, un movimiento que da sus primeros pasos a finales del siglo XVIII, se va configurando a lo largo del siglo XIX, y alcanza su madurez a finales de ese siglo, continuando posteriormente su evolución y modificación, para ir respondiendo adecuadamente a las sucesivas transformaciones del sistema social, económico y político. En los primeros decenios de las revoluciones burguesas, posiblemente hasta poco después de la Revolución Francesa, las reivindicaciones de los trabajadores no se diferencian demasiado de las de la burguesía ilustrada, aunque ya se notan las divergencias

en cuestiones de fondo, como la constitución de ' democracias censitarias o en episodios más concretos y luctuosos como la ejecución de Babeuf. No obstante, será a lo largo del siglo XIX cuando se vaya produciendo un progresivo distanciamiento, que terminará en una clara ruptura en las revoluciones de 1848. Es entonces cuando autores como Marx, Engels o Proudhon se dan cuenta de que el movimiento obrero debe tener una organización autónoma enfrentada con la burguesía. En 1864 se funda la Internacional, dando cumplida cuenta de una de las aspiraciones que ha animado siempre el movimiento obrero: el internacionalismo; pues sólo con la unión de los trabajadores de todo el mundo se lograría hacer frente al capitalismo y a la burguesía. En 1871 se produce en las calles de París el primer enfrentamiento realmente serio y radical entre la burguesía y el proletariado, al intentar este construir una sociedad sin explotadores ni explotados, en lo que ha pasado a la historia con el nombre de la Comuna. El enfrentamiento no puede tener peor final para los trabajadores, con un saldo enorme de muertos y detenidos en la durísima represión posterior. A partir de ese acontecimiento, los intereses de los trabajadores serán defendidos de forma clara en dos ámbitos diferentes; por una parte, en algunos países se van constituyendo partidos políticos que buscan una estrecha relación con los sindicatos, y que llevan al parlamento las propuestas de estos. Así sucede, por ejemplo, en Alemania e Inglaterra. En otros casos, los sindicatos se limitan a su propio ámbito de trabajo, bien porque consideran que no deben incidir en temas que no son de su competencia, bien porque, por el contrario, rechazan frontalmente las posibilidades de los sistemas parlamentarios, que consideran indisolublemente vinculados a los intereses de la burguesía. El hecho es que, en los últimos decenios del siglo XIX y primeros del siglo XX, las luchas sindicales alcanzan una enorme fuerza y virulencia. En algunos casos se trata simplemente de ser reconocidos legalmente por las leyes; en otros casos, las reivindicaciones van más allá, y se lucha en cada fábrica o en sectores de la producción, e incluso a nivel de todo un Estado, por la mejora de las condiciones de existencia, recurriendo a diversos procedimientos de lucha, desde el boicot y el label hasta la huelga general. Se logra un enorme poder de convocatoria, con una gran carga simbólica, con las movilizaciones exigiendo la jornada de ocho horas que aglutinan al movimiento obrero, con el 1 de mayo como fecha significativa del enfrentamiento con la burguesía. Pero el sindicalismo experimenta su primer gran fracaso en la I Guerra Mundial, cuando, a pesar de haber propuesto hacer frente a una guerra que sólo interesaba a los capitalistas y estaba en contra de las aspiraciones internacionalistas y pacifistas de los trabajadores, no puede impedir que los trabajadores terminen acudiendo al frente de combate, para matarse entre ellos en defensa de intereses patrióticos. No obstante, en medio de ese enfrentamiento, se consigue una importante victoria, la Revolución Rusa, con la implantación del primer Estado obrero en la historia, por más que desde un primer momento se vieran algunos

problemas que indicaban que el modelo estaba muy lejos de lo que proclamaba defender. Ya antes, en México, se había conseguido igualmente el reconocimiento constitucional de muchas de las aspiraciones de los trabajadores. Tras la I Guerra Mundial, en el marco de enormes convulsiones sociales, se van agudizando las revueltas proletarias, que se agravan con la gran depresión de los años 30. Una vez más, el movimiento obrero es derrotado en diversos países de Europa, en especial en aquellos en los que el fascismo o el nazismo consiguen imponerse. La última batalla importante entre el movimiento obrero y la burguesía capitalista se libra en España. Es aquí donde, liderado por un sindicato y con la colaboración de otro, se va a intentar el último gran experimento de una organización social basada en los principios solidarios del sindicalismo; sin embargo, el enorme y sugerente esfuerzo no logra subsistir más de un año y es derrotado, primero por sus supuestos aliados, y posteriormente por la gran derecha de siempre. Ante los excesos desmesurados del fascismo y el nazismo, se desencadena una nueva Guerra Mundial, que contribuye a resolver los problemas generados por la gran depresión. Después de la guerra, comienza en Europa un pacto tácito entre la burguesía y los sindicatos, que permite en unos pocos años sentar las bases de lo que ha venido a llamarse Estado del Bienestar o Estado Social de Derecho. Los sindicatos logran ver reconocidas muchas de las aspiraciones que habían animado sus luchas: mejores condiciones laborales, accediendo a parte de la plusvalía generada por su propio trabajo; vacaciones pagadas; sanidad y enseñanza gratuitas; prestaciones sociales para la enfermedad y la vejez... El sindicalismo se convierte en un interlocutor válido del sistema, lo que en gran parte permite alcanzar un notable avance económico y social, al menos en los países altamente desarrollados. Más duras son las condiciones de los sindicatos y los sindicalistas en otros países, en los que siguen sufriendo duras persecuciones, y en los que no se reconocen prácticamente ninguna de las conquistas conseguidas. Al menos en una parte no despreciable de la humanidad, más de cien años de duras luchas han ayudado a mejorar sustancialmente las condiciones de vida de la clase trabajadora, aunque no hayan permitido alterar radicalmente los fundamentos del sistema capitalista. En su concepto actual, puede considerarse que el sindicalismo tiene su origen en la segunda mitad del siglo XIX. Se distinguen en él dos tendencias principales: la extremista o revolucionaria, y la moderada o evolucionista. La extremista o revolucionaria tiene puntos de contacto con doctrinas socialistas, comunistas y anarquistas, en las que se apoyan sus diversas tendencias. La moderada o evolucionista, como indica su nombre, tiende a conseguir, progresivamente, por medios conciliadores, mejores condiciones de trabajo para el obrero, y prefiere el arbitraje, el convenio y la conciliación, a la violencia y a la huelga, a la que se apela en el último recurso.

SINDICALISMO EN GUATEMALA En Guatemala, actualmente, el índice de sindicalización no sobrepasa el 3 por ciento de la masa laboral, y atraviesa por una de sus etapas más precarias. La historia del movimiento sindical en el país se remonta a 1877 cuando se reporta la creación de la Sociedad Central de Artesanos. En 1892 se crea la Sociedad "El Porvenir de los Obreros", de larga tradición. En 1913 los obreros ferroviarios formularon la primera reivindicación salarial, acompañada de una huelga. En 1914 se funda la primera "Federación de Sociedades Obreras", que representa el primer intento de unir las diferentes sociedades individuales. En 1918 se crea la Federación Obrera de Guatemala (FOG). A mediados de 1919 se crea la "Liga Obrera", compuesta por artesanos. En 1922 estalla una huelga en el puerto de Champérico. Los obreros exigen la jornada de ocho horas. Un año más tarde se funda el primer sindicato de trabajadores tipógrafos. Este mismo año los muelleros de Puerto Barrios van a la huelga demandando un aumento salarial de "medio centavo oro por racimo (de banano) embarcado". En 1927 se crea el Comité Pro Acción Sindical (CPAS), de tendencia anarquista. En 1931 asume el poder el dictador Jorge Ubico, que gobernó al país despóticamente hasta 1944. El 11 de marzo de 1945 la Constitución Política incluye un capítulo dedicado a las "Garantías Sociales" . El 10 de mayo de 1947 entró en vigor el Código de Trabajo. En la etapa que va de 1944 a 1954 se acelera la la industrialización de nuestro país, En 1946 se funda el Comité Nacional de Unidad Sindical (CNUS), y 19471949 La lucha por la emisión del Código de Trabajo primero, y las tareas para la inscripción de las centrales y los sindicatos a ellas afiliados después de promulgado el Código de Trabajo (1947), distraen a las organizaciones obreras de las tareas de unificación. En los años 50 algunas organizaciones se disuelven después de haber perdido a casi todos a sus cuadros dirigentes y a partir de 1955 las organizaciones se rehacen. Aparecen el despido masivo y las listas negras, el secuestro, la tortura y la muerte de dirigentes, por organizaciones paramilitares. Posiblemente como consecuencia también de las circunstancias anteriores, se advierte el fenómeno de muchos sindicatos que no se encuentran afiliados a ninguna central y que no tienen relación alguna con otras organizaciones sindicales. Son pequeños islotes que se preocupan únicamente de los problemas de su empresa. En 1974, se registran 20 sindicatos llamados “independientes”, que afilian a 3854 trabajadores. El sindicalismo guatemalteco es un movimiento social vigente, con una historia de altibajos, de obstáculos constantes, e incluso de persecución por parte de gobiernos militares y sectores políticos que promueven una intensa política antisindical. Sin embargo, en la coyuntura actual el principal problema al que se

enfrenta es a la pobreza de sus agremiados y al largo camino que tiene que recorrer para modificar esa condición. Nuestro país tiene una población de alrededor de 15 millones de habitantes y, según estimaciones del Instituto Nacional de Estadística (INE), la Población Económicamente Activa (PEA) es de cinco millones de personas y sólo un millón tiene empleo formal y está afiliado al Seguro Social. El resto trabaja en el sector informal, y cerca del 12 por ciento está desempleado. Etapa de las mutualidades Durante la etapa comprendida de 1821 a 1920 aún no existe el sindicalismo propiamente dicho; las asociaciones existentes eran denominadas mutualistas. Así lo corrobora López Larrave. Entre las características de las organizaciones obreras de este período se cuenta que eran de composición artesanal; no perseguían fines reivindicativos, y se limitaban al socorro y auxilio mutuo. El laboralista Chicas Hernández indica que: “El sindicalismo en nuestro país, al igual que en el resto de América Latina, comenzó con las organizaciones llamadas mutualistas, que se organizaron con fundamento en el derecho genérico de asociación, que se encontraba regulado en el derecho común (derecho civil), las que se caracterizaban por ser agrupaciones de artesanos, o sea que sus miembros eran obreros que laboraban por cuenta propia en pequeños talleres o bien como dependientes; sus fines se limitaban al socorro y auxilio mutuo de sus miembros en casos de enfermedad, a programas de capacitación, creación de cajas de ahorro, por lo que sus actividades no tenían fines reivindicativos; no tenían trascendencia social e ideológica capaces de superar a la clase trabajadora; sin embargo, hay que reconocer que fueron tales agrupaciones las que ayudaron a formar una conciencia obrera, la que más tarde se convirtió en una verdadera tendencia sindical.” Entre las Constituciones que se consideran como modelos paradigmáticos del constitucionalismo social podemos mencionar:   

La Constitución de Querétaro (México, 1917), concreción de la revolución de 1910. La Constitución de la República Socialista Federativa de los Soviets (Rusia, 1918), concreción de la Revolución de Octubre de 1917. La Constitución de Weimar (Alemania, 1919), concreción de la Revolución de 1918.

Para el caso guatemalteco merece especial mención la Constitución Federal de 1921, que si bien no cobró vigencia, garantizaba a los habitantes la vida, la honra, seguridad individual, libertad, propiedad, igualdad y el derecho de defensa. Además, abolió la pena de muerte en uno de sus Artículos. Lo avanzado de la misma permitió establecer derechos sociales, ya que en el Título VIII contempló lo referente al trabajo y cooperación social. Estos derechos sociales lograrían materializarse a través de la Constitución de 1945.

Entre las principales organizaciones de carácter mutualista podemos mencionar: El Porvenir de los Obreros; maternidad obrera; sociedad Joaquina; gremial de albañiles; sociedad de tipógrafos de Gutenberg; central de artesanos y albañiles; Fraternidad de barberos. Todas las anteriores, posteriormente, se agrupan en la Federación de Sociedades Obreras. Además, se constituye la Federación Obrera de Guatemala. Primera época La primera época del sindicalismo guatemalteco comprende de 1920 a 1930, y los catorce años posteriores de 1930 a 1944, denominados por López Larrave como un paréntesis en el sindicalismo guatemalteco, que fue consecuencia de una represión encarnizada. Debe hacerse la salvedad que, durante la década comprendida entre la caída de la dictadura de Manuel Estrada Cabrera (1920) y el advenimiento de la dictadura de Jorge Ubico (1931), década que comprende los gobiernos de Carlos Herrera (1920–1921), General José María Orellana (1921–1926) y General Lázaro Chacón (1926–1930), se fortaleció el movimiento sindical guatemalteco con la constitución de numerosos sindicatos y las primeras centrales obreras, con diferentes lineamientos ideológicos. Como consecuencia de ello, se plantearon los primeros conflictos colectivos de carácter económico y social en Guatemala, ejerciéndose por primera vez derechos laborales. Evidenciamos, con base en lo expuesto, que es la década comprendida de 1920 a 1930 en la cual se da el surgimiento del movimiento sindicalista en Guatemala, como producto del fuerte influjo ideológico internacional, en el cual, como ya se mencionó, revisten especial importancia la Revolución mexicana y la Revolución rusa. Luego, de 1931 a 1944, se produce un vacío casi total relativo al movimiento sindical en Guatemala; ello, producto de la represión a que fue sometida la población guatemalteca, en especial la clase obrera. Durante el gobierno del General Jorge Ubico (1931–1944) el Departamento Nacional de Trabajo pasó a ser anexo de la Dirección General de la Policía Nacional, organismo de represión que durante casi catorce años que duró la dictadura, blandiendo el fantasma del comunismo, persiguió a los dirigentes obreros y ahogó todo atisbo de la legislación social. El movimiento obrero o sindicalismo no pudo prosperar, pues es de todos conocida la represión existente durante dicho gobierno, pero ello no obsta a que se reconozca que en dicho período hubo ciertos elementos que se significaron por sus ideales en el campo laboral, y es así como, en junio de 1944, los movimientos populares de profesionales, universitarios, maestros, estudiantes, trabajadores, campesinos y demás sectores de la patria, se rebelaron contra el tirano y lo hicieron renunciar, el 1 de julio de 1944. Esta época se caracterizó por la ausencia de leyes laborales, la inaplicabilidad real de las existentes, la identificación de los gobiernos de turno con los intereses oligárquicos y de los grandes monopolios extranjeros establecidos en el país,

reprimiendo o ignorando a los trabajadores de la ciudad y del campo, así como a los artesanos y empleados pertenecientes a las capas inferiores de la clase media. Las características de las organizaciones obreras de la década de 1920 a 1930 se resume en las siguientes:  Estas organizaciones superan el carácter mutualista, constituyendo los primeros sindicatos. Consecuentemente, los fines que se proponen ya son claramente reivindicativos, planteando con toda firmeza la lucha de clases;  Sin embargo, en sus objetivos estatutarios y en sus programas de acción suelen mezclarse las reivindicaciones laborales con los planteamientos de política radical, lo que dificulta o impide su reconocimiento legal y el de sus actividades;  La vehemencia y el emotismo, la espontaneidad y la imprevisión en el planteamiento de los conflictos, son características de esta breve etapa, muy explicables si se toma en cuenta la inexperiencia de los dirigentes y el afán de emular movimientos del exterior;  La organización sindical es predominantemente urbana y concentrada en la capital, no es sino hasta 1930 cuando se intenta incursionar en el campo; Dentro de las organizaciones que se conforman en este período se encuentra la más grande que ha tenido Guatemala: la Confederación de Trabajadores de Guatemala. Ésta reunía, entre otras agrupaciones, al Centro Obrero de Albañiles; el Gremio de Barberos; la Unión Nacional de Panificadores; la Unión Social de Trabajadores en Hechuras y Confección de Ropa; la Sociedad de Artes Gráficas; la Asociación de Trabajadores en Calzado; la Sociedad de Empleados en Hoteles, Cantinas y Restaurantes; la Unión de Pilotos Automovilistas; la Sociedad de Auxilios Mutuos Ferrocarrileros, y la Unión de Trabajadores Sastres. Respecto de las principales demandas y conquistas logradas durante el período comprendido de 1920 a 1930 se ha indicado que: La jornada ordinaria de ocho horas, los derechos de sindicación y de huelga –con restricciones–. En cambio se desconoció la contratación colectiva. Quedó dicho que el sindicalismo de la época no se circunscribió a programas meramente reivindicativos y economicistas, sino que tuvo claridad también sobre la necesidad de participar en la política nacional y en las luchas del movimiento obrero internacional. Las manifestaciones para salvar la vida de Nicolás Sacco y Bartolomé Vanzzetti y las jornadas de solidaridad con la heroica lucha de Liberación de Augusto Sandino, son muestras de la conciencia internacionalista señalada. En materia laboral y sindical, reviste de especial importancia la Constitución Política de la República de Centroamérica, decretada el 9 de septiembre de 1921, que, aunque no cobró vigencia, ya denotaba una fuerte influencia de la corriente del constitucionalismo social. Así, dentro de sus principales regulaciones podemos mencionar:



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Limitación a la jornada de trabajo, descansos y responsabilidades de los patronos: Artículo 163. La jornada máxima obligatoria de trabajo asalariado será de ocho horas diarias. Por cada seis días de trabajo habrá uno de descanso. El patrono es responsable de los accidentes ocurridos a sus operarios con motivo y en ejercicio de la profesión o trabajo que realicen, a menos que el accidente sea debido a fuerza mayor o caso fortuito extraño al trabajo en que se produzca el accidente, o que éste se haya verificado por notable descuido o grave imprudencia del operario. Protección a mujeres y menores trabajadores Artículo 165. El trabajo de las mujeres y el de los hombres menores de catorce años merece protección especial. La ley deberá reglamentarlo. Derecho a la huelga Artículo 166. Los trabajadores están facultados, individual y colectivamente, para suspender su trabajo siempre que no empleen coacción, ni medios ilícitos o violentos, ni contravengan lo estipulado legalmente en los contratos. No es lícita la suspensión del trabajo que altere el orden o interrumpa cualquier servicio público. Seguridad Social Artículo 167. Instituciones especiales deben amparar la maternidad y a los niños desvalidos. Artículo 171. Se establecerá un Centro Técnico bajo el nombre de "Instituto de Reformas Sociales", cuyas atribuciones y deberes serán los siguientes: o Armonizar las relaciones entre el capital y el trabajo; o Promover y estimular la fundación de sociedades de producción, ahorro y consumo, así como las de seguros contra accidentes y sobre la vida. Especialmente atenderá a la fundación de cooperativas para la construcción de casas higiénicas y baratas. o Proteger el matrimonio y la familia, como base y fundamento de la sociedad, y organizar el patrimonio de familia (Homestead).

Objetivos del Sindicalismo Un salario justo: Los sindicatos buscan que quienes trabajan tengan un salario adecuado y digno, que les permita cubrir sus necesidades y las de sus familias en alimentación, salud, vivienda, educación, vestido y recreacin Mejores condiciones de trabajo: las condiciones de trabajo son un complemento indispensable del salario. Las trabajadoras y trabajadores tienen derecho a que las condiciones en que laboran no les afecten ni física ni mentalmente. Empleo estable para toda persona: no basta con tener trabajo; es importante que el empleo sea estable, regulado por leyes que protejan contra despidos injustos, principalmente cuando el trabajador han entregado lo mejor de sus años y toda su experiencia para el desarrollo de su empresa y de su país. Mejoramiento de las reivindicaciones sociales y económicas: para proteger y garantizar el mejoramiento de los sectores laborales, es necesario crear leyes y

luchar para que estas se cumplan. Por esta razón el sindicalismo constantemente busca que el Estado promulguen leyes y decretos que garanticen la continuidad de sus conquistas, y el mejoramiento social y económico de las personas trabajadoras. La permanente democratización de la sociedad: el respeto a los derechos humanos es una de las luchas mas importantes de los trabajadores pueden realizar desde sus organizaciones sindicales. El reconocimiento de los derechos de libre asociación, de pensamiento y de expresión implica luchar or la democratización de sus países. También es importante que los sindicatos participen en la vida política de las naciones, para vigilar y supervisar que los gobiernos sean justos en sus políticas económicas y sociales. SOLIDARIDAD Antes de definir el término es necesario establecer su origen. Este concepto proviene del término del latín soliditas que hacía referencia a una realidad homogénea, entera y unida donde los elementos que conformaban ese todo eran de igual naturaleza. De este modo, el concepto de solidaridad describe la adhesión de modo circunstancial a una causa o a proyectos de terceros. El término se utiliza en forma habitual para denominar una acción de perfil dadivoso o bienintencionado. De todas maneras, su raíz etimológica hace referencia a un comportamiento in-solidum, es decir, que se enlazan los destinos de dos o más personas. Por lo tanto, ser una persona solidaria no se limita al ofrecimiento de ayuda, sino que implica un compromiso con aquel al que se intenta ayudar. El sentido más básico de la solidaridad supone que se desarrolla sin distinción, límites o condicionamientos de sexo, raza, nacionalidad, religión ni de afiliación política. La única finalidad de la solidaridad puede apuntar al ser humano en estado de necesidad. De todas formas, el uso del término ha quedado desvirtuado ante el abuso del discurso político y el denominado marketing solidario. La verdadera solidaridad es ayudar a alguien sin recibir nada a cambio y sin que nadie se entere. Ser solidario es, en su esencia, ser desinteresado. La solidaridad se mueve sólo por la convicción de justicia e igualdad. Desde el punto de vista filosófico la solidaridad es la forma en la que debe organizarse

política y socialmente un grupo, donde el fin principal es el bienestar de todos y cada uno de los individuos que lo conforman. La solidaridad es el elemento fundamental para conseguir un desarrollo de la doctrina social sana, y debe ocupar siempre un espacio especial. Por su parte, la ciencia del Derecho utiliza este término para referirse a un individuo enmarcado en un grupo jurídicamente homogéneo, con bienes y derechos unívocos. En este caso la solidaridad incluye una alta responsabilidad de cada individuo con respecto al todo. El Derecho considera que la solidaridad también es fundamental para que una

sociedad pueda progresar, pues es el modo en el que derechos y obligaciones se equilibran y se encuentra la armonía.