El Proceso de Hominizacion

EL PROCESO DE HOMINIZACION El proceso de hominización es el conjunto de todos los cambios que sufrieron nuestros anteces

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EL PROCESO DE HOMINIZACION El proceso de hominización es el conjunto de todos los cambios que sufrieron nuestros antecesores, los primeros homínidos. Marcha bípeda Es el primer carácter que apareció en el proceso de hominización por influencia del medio y el clima por lo cual el pie se hace plantígrado (se apoya toda la planta). El dedo gordo se sitúa en el mismo plano que los otros cuatro dedos.    

Las extremidades superiores se acortan y quedan libres, favorece la manipulación de objetos y desarrolla la pinza del pulgar El cráneo se inserta por su base en la columna, la cual quiere formar ese para soportar el peso. La pelvis se acorta y se robustece, lo cual permite una mayor sujeción de los músculos glúteos, necesarios para caminar erguido. El canal del parto se curva y se estrecha,

Aumento de la capacidad craneal   

Los homínidos tenían una capacidad craneal de 500 cm³ mientras que el de ahora es de 1400 cm³. Nuestro cerebro tiene corteza cerebral donde radican las funciones de la conciencia e inteligencia y la voluntad. El cráneo sufre otros cambios por:

1. La mandíbula hace menos saliente. 2. Arcos superficiales menos marcados. 3. El hueso frontal se desarrolla haciéndose más vertical, con lo que aparece la frente. 4. Molares más pequeños lo que nos indica un cambio de alimentación. Pasa de herbívoro a omnívoro. Desarrollo del lenguaje Nos permite trasmitir conocimientos y evolución cultural 

 

El desarrollo progresivo del área de Broca: es una zona del cerebro relacionada con el habla, que posibilitó el lenguaje. Los Homo ergaster y Homo heidelbergensis usaban el lenguaje pero de forma diferente. La modificación en la posición de la laringe, la cual en el género Homo ocupó una posición más baja en el resto los primates. El descubrimiento del fuego actuó como elemento de integración peneial.

La prolongación del estreno duro de las crías Este hecho produce un período de aprendizaje muy largo.

La especie humana pertenece al orden de los Primates; a la superfamilia Hominoidea y a la familia de los Homínidos, junto a los Póngidos (Orangután, Gibón, Siamán, Chimpancé y Gorila) siendo en la actualidad la única especie representante del género Homo.. Las últimas investigaciones nos sitúan muy próximos a los gorilas y chimpancés, de los cuales nos separamos hace unos 10 millones de años. El nombre de Australopithecus, literalmente "mono del sur" es empleado para referirse a una familia de protohomínidos, que, más o menos contemporáneamente, vivieron en diferentes zonas de África en un periodo comprendido entre los 4,5 y los 1,5 millones de años. El fósil más famoso (y hasta la actualidad el más antiguo) de Australopithecus fue descubierto por Donald Johanson en 1974 en la región de Afar, situada en el valle del Rift, al que se denominó científicamente "Australopithecus Afariensis", y familiarmente Lucy , una hembra joven de la especie a la que se le ha atribuido una antigüedad de unos 3,25 millones de años. Unos años más tarde en 1978, Mary Leakey descubrió lo que constituye uno de los documentos mas interesantes e impactantes de la paleontología: las huellas dejadas por dos o tal vez tres Australopithecus hace aproximadamente 3,8 millones de años. Estas huellas demuestran que los Australopithecus eran perfectamente bípedos, y estaban adaptados a la vida permanente en tierra. Su tamaño corporal es pequeño, alzaban entre 1, 10 y 1,40 cms. , y su cerebro oscila entre los 400-550 cm. cúbicos, capacidad equivalente a la de los simios actuales, pero la proporción cerebro-cuerpo, es notablemente superior, lo que nos permite pensar que debían ser, en el peor de los casos, tan inteligentes y habilidosos como éstos. Con el Australopithecus ya se ha dado un paso esencial hacia la Hominización, de ahí su gran importancia e interés: la postura erguida, bipedismo, la liberación de las manos, que ya se han diferenciado funcionalmente de los pies, y han adquirido capacidad manipuladora, la posición erguida de la cabeza y el desarrollo del cerebro, la cooperación intergrupal, etc. Características esenciales de lo que con el tiempo será la humanidad. Pero un salto, si cabe, definitivo, para la evolución humana, habría de ser la aparición de la especie llamada Horno Habilis pues con ella aparece el "Género Homo". Fue identificada por primera vez por Louis Leakey en la famosa garganta de Olduvai (Tanzania) en 1965, y le dio el nombre de Homo Habilis (el hombre artesano), al llegar a la conclusión, no comparada por todos los paleontólogos, de que fue la primera especie en poseer la capacidad humana de fabricar instrumentos. Su datación se ha fijado entre unos 2,5 y algo menos de 2 millones de años, por lo que coexistió con el Australopithecus y el siguiente eslabón, el Horno Erectus. Su característica física más notable es el aumento del cerebro, que pasa de 450 a 600800 cms, siendo, además, su complejidad anatómica y funcional muy superiores. Su industria lítica es muy tosca, todos sus elementos pertenecen a la categoría de los "Chopers" (hachas de mano) y de la "Lascas". Muchos de estos instrumentos han sido encontrados junto a huesos de animales, lo que nos hace pensar que fueron utilizados para descamarlos, partirlos y extraer la médula, lo cual nos revela otras dos características esenciales, la primera es que eran habituales comedores de carne, y segundo que se comía en común, lo que significa un comportamiento cooperativo muy avanzado. La obtención de la carne, ya sea por el carroñeo, seguramente su principal fuente, ya sea por la caza, nos hace pensar que debían poseer una cierta estrategia, capacidad de

organización y flexibilidad en la acción para tener éxito frente a los competidores y mantenerse a salvo de los depredadores, lo que a su vez exige, por una parte, una más potente y refinada inteligencia, y por otra un cierto lenguaje, un nivel comunicativo mucho más complejo que el de los simios actuales. ¿Podemos hablar de cultura en este primitivo ancestro? La respuesta depende de cuan exigentes seamos en la definición de "Cultura". Lo más sensato tal vez sea considerar que nos encontramos ante una fase en la que se supera la proto-cultura de los simios actuales y los Afariensis, adquiriendo ya alguna de las características de lo que denominamos modernamente cultura: conductas aprendidas socialmente y que son esenciales para la supervivencia y el mantenimiento de grupo. Lo más trascendental del Horno Habilis es, posiblemente, que con él se cruza la frontera de la selección natural exclusivamente en las capacidades físicas a la selección basada en las capacidades cerebrales-cognitivas. A partir de Horno Habilis surgen el Homo Ergaster y, en el seno de éste, a su vez, el Homo Erectus, que representa un avance significativo, así como el “Homo antecesor” del que se piensa que proviene nuestra especie, como veremos más adelante. El Horno Erectus apareció hace 1.800.000 años aproximadamente, y se le calcula una existencia de 1.300.000 años. Su larga existencia, lo que significa un gran éxito evolutivo (pensemos que a los primeros ancestros de nuestra especie se les estima una antigüedad de sólo 175.000 años) le permitió ser el protagonista de la primera gran emigración de los homínidos que, partiendo de Africa, les llevó a Asia y a Europa. En el terreno físico dos características llaman la atención poderosamente. En primer lugar, su considerable altura, alcanzan los 1 80 cm. y posiblemente más. En segundo lugar, el volumen de su cerebro, que por término medio es un 33% superior al Habilis (existen, incluso, algunos cráneos que alcanzan el considerable volumen de 1200) Las herramientas del Erectus, cuya cultura denominamos Achelense, son mejores y más útiles y de una técnica mucho más depurada que la de los Habilis, e igual podemos decir de sus técnicas de caza, que debieron exigir una mayor capacidad de organización y cooperación. Ahora bien, su mejora tecnológica no es equiparable con el aumento de masa encefálica y la proporcional inteligencia que podría representar, pues sus herramientas permanecen invariables durante 1,3 millones de años, lo que indica un gran estancamiento cultural. Esto introduce un importante e interesante problema, porque siempre se ha considerado en paralelo el volumen cerebral con el desarrollo de la inteligencia, y esto se explicaba en un proceso de recíproca influencia cerebro-mano, que quedaba plasmado en útiles cada vez más variados, complejos y perfectos. La inteligencia era medida por la calidad de la producción técnica. El Horno Erectus representa un punto débil de esta hipótesis. Dos peculiaridades culturales importantes del Horno Erectus son, primero que establecieron asentamientos permanentes (campamentos), lo que significa una compleja vida social y, segundo, que en los últimos períodos y coincidiendo con una glaciación consiguieron controlar el fuego. No obstante, es necesario hacer la advertencia de que

dos cosas muy diferentes son el uso y control del fuego , que debió ser muy antiguo, y el saber producirlo y usarlo a voluntad, esto es, el descubrimiento del fuego, que es algo de significado técnico y cultural muy superior. En Atapuerca (burgos) los paleoantropólogos españoles (Juan Luis Arsuaga y su equipo) excavan año tras año fósiles humanos precursores del hombre de Neandertal, el último antepasado común que compartiríamos con esta especie de homínido, y los primeros pobladores conocidos de Europa. Este Homo antecesor fabricaba instrumentos, muchos menos perfeccionados que los de los neandertales y viene a apoyar la salida masiva de una especie masiva de una especie africana, y confirma que los neandertales fueron una especie completamente distinta a la nuestra. Pero lo más curioso es que tenía una peculiaridad notable: el rostro. Además, para los investigadores españoles, tenían una estructura fonética similar a la de los actuales humanos. Lo que más llama la atención de los Neandertal es su enorme capacidad craneana, que en algunos individuos supera los 1.600 centímetros cúbicos, mientras que el humano actual posee una media de 1.400. ¿Podemos pensar, en consecuencia, que su inteligencia también lo era? Para contestar a esta pregunta es necesario hacer primero algunas consideraciones sobre la inteligencia y, en segundo lugar, acudir a los restos de su cultura. Un cerebro más grande no significa necesariamente una mayor inteligencia. Podemos estar seguros de que eran más inteligentes que sus antecesores, pero también que distaban mucho de nosotros, tanto en cantidad como en calidad. Su cerebro era por término medio más voluminoso que el nuestro, pero esto no significa que su organización interna y la especialización de sus áreas fuera equivalente, y que por tanto sus capacidades cognitivas, de abstracción, perceptivas, de habla, etc. fueran las mismas. En cuanto a su cultura, que denominarnos "Musteriense", nos muestra una rica variedad de útiles muy perfeccionados respecto de los del Erectus y de uso más versátil, pero que curiosamente también permanecieron inmutables casi a lo largo de toda su existencia; sólo en los últimos tiempos de su existencia se observa un cierto progreso técnico, el cual pudo estar motivado por las mayores dificultades que encontraban para sobrevivir, o por la influencia de los Sapiens con lo que ya habían tenido sus primeros contactos. Sobre el hombre de Neanderthal quedan muchas incógnitas sin despejar todavía. Algunos hallazgos resultan sorprendentes, por ejemplo, el hecho de que se haya encontrado objetos que podemos calfflcar de inúties, objetos simplemente decorativos, lo que parece indicar el nacimiento del sentido estético, o el hecho de que enterraran a los muertos. Convivieron más de 10.000 años con el hombre de Cro-magnon (en la línea evolutiva del homo Sapìens) desarrollando su cuerpo y su encéfalo. Frente a ellos el Hombre de Cromagnon perdía fortaleza, adaptando su volumen físico a la estrechez de su pelvis. Pero, al mismo tiempo, eso les daba ventaja en cuanto a ahorro energético, y el desarrollo de su inteligencia seguía creciendo. ¿Qué ocurrió entonces para que nuestros antepasados aniquilaran a los neandertales? El equipo de investigación de Atapuierca mantiene la teoría de que una mayor cooperación social compensó la pérdida de fuerza individual. La táctica del hombre modeno, su organización, derrotó en el Pleistoceno medio al hombre de Neandertal.

Aunque compitieron durante miles de años, estas dos especies no se relacionaron lo suficiente para crear una especie nueva con genes comunes. La industria lítica del Sapiens es de una perfección admirable, hojas finas, largas y afiladas como cuchillo, realizadas con gran maestría y precisión. Utilizan propulsores, arpones de diferentes tipos, gran diversidad de puntas, etc. Inventan el vestido y la aguja de coser. Utilizan el hueso y el marfil, sobre el que realizan tallas en muchos casos decorativas, con gran sentido estético. Todo esto indica que la capacidad creativa, de acumulación de conocimientos, de aprendizaje, en definitiva, su cultura, no tenía parangón en ninguna época anterior. Hace 40 mil años nuestra especie ya está plenamente formada. Poseían todas las cualidades físicas y mentales que nos definen. Posesión del lenguaje, memoria, tradición, desarrollado aprendizaje, avanzada organización social, consciencia de la propia identidad y seguramente, digámoslo así, los atisbos de su propia posición en el mundo, como podemos deducir de su producción estética. Con la aparición del Horno Sapiens ha aparecido definitivamente el humano y la cultura. Con frecuencia la respuesta a esta pregunta es que "el hombre desciende del mono". Y no es del todo correcta. No es correcto decir que descendemos de los monos, como si ya no lo fuéramos. En efecto, nosotros pertenecemos al grupo de los primates, sin embargo no procedemos de ninguna especie actual de mono sino de especies ya desaparecidas. En la respuesta "el hombre desciende del mono", aparece la idea de la "evolución": el cambio gradual de las especies a partir de otras más simples. El evolucionismo fue la teoría expuesta por Charles Darwin (1809-1882), recogida en su obra "El origen de las especies" (1859). En esta obra, Darwin utiliza el concepto de "selección natural" para explicar cómo se produce la evolución de las especies. La teoría de la selección natural considera que los miembros de las distintas especies compiten intensamente por su supervivencia. Los individuos que sobreviven, que darán lugar a la siguiente generación, tienden a incorporar a sus características hereditarias aquellos rasgos que les han permitido adaptarse mejor al medio ambiente, sobrevivir y reproducirse. Sus descendientes heredarán estas características naturales más favorables para su adaptación al medio. Así, el ambiente va "seleccionando de forma natural" ciertos rasgos, que se hacen más frecuentes en cada generación. Con el paso del tiempo, los individuos van cambiando, y de un tronco común surgen varias ramas diferentes. Como consecuencia de todo esto, cada generación mejorará en términos adaptativos con respecto a las anteriores, y este proceso gradual y continuo es la causa de la evolución de las especies. Darwin afirmó también que todos los individuos emparentados descendían de un antepasado común. De esta manera, Darwin no pensaba que el ser humano descendiese del mono, sino que el hombre (un primate) y otros primates descendían todos de antepasados comunes. Llegamos así al concepto de "hominización", concepto utilizado para definir los cambios o transformaciones que ha sufrido el ser humano a lo largo del tiempo, es decir, la evolución humana desde una fisonomía parecida a los simios hasta el estado actual. En el proceso de hominización hay una serie de logros fundamentales que han permitido llegar hasta el ser humano actual. Estos logros son:

a) La marcha bípeda (poder caminar con dos pies). Esta forma de locomoción provocó una serie de modificaciones imprescindibles: una columna vertebral con cuatro curvaturas, que permite que el centro de gravedad del cuerpo describa al andar casi una recta, una pelvis ancha, una rodilla que puede doblarse en un solo sentido, un hueso del talón alargado y un pulgar del pie largo y alineado con el resto de los dedos de los pies. La marcha bípeda permitió liberar las manos, que se convirtieron en instrumentos muy sensibles, capaces de manipular los objetos de forma muy precisa. En la mano humana, destaca el pulgar, que es alargado, puede rotar con bastante libertad y puede oponerse al resto de los dedos de la mano. b) La cara y los dientes. El tercer logro del proceso de hominización es la disminución gradual del tamaño de la cara y de los dientes. Todos los grandes simios están dotados de enormes caninos (colmillos) que destacan del resto de los dientes. A medida que avanzamos en el proceso de hominización, observamos que los caninos van reduciéndose de tamaño. Además, los dientes que sirven para masticar -premolares y molares- han ido disminuyendo su tamaño progresivamente. Estos cambios provocan una disminución del tamaño de la cara y de las mandíbulas. La cara de los primeros antepasados del ser humano era grande y estaba situada al frente del cráneo. A medida que los dientes se redujeron y el cerebro aumentó, la cara disminuyó y varió su posición; así, la cara de los seres humanos actuales está situada debajo, no delante, del cerebro. Otros rasgos: en el ser humano actual destacan la nariz y el mentón en el perfil de la cara. c) Tamaño del cerebro. La marcha bípeda se adquirió mucho antes de que comenzara el aumento del volumen del cerebro. La mayoría de los seres humanos actuales tiene una capacidad craneal entre 1.300 y 1.500 cm3. En el transcurso del proceso de hominización, el volumen de la masa cerebral se ha multiplicado más de tres veces. El aumento del tamaño del cerebro y de su complejidad ha permitido la evolución cultural y técnica del ser humano. d) La adquisición del lenguaje articulado. Paralelamente al desarrollo del cerebro, el lenguaje articulado permitió transmitir información concreta de modo instantáneo. Fue un instrumento perfecto para la evolución cultural del ser humano, que le ha llevado a controlar el planeta, adaptando el entorno a sus necesidades.