El peor extranjero en Cuba

El peor extranjero en Cuba: Fabio Grobart. Por Esteban Fernández. Desde el mismo instante en que usted comience a leer

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El peor extranjero en Cuba: Fabio Grobart. Por Esteban Fernández.

Desde el mismo instante en que usted comience a leer este escrito discrepará de mí y pensará que fue el hijo de Celia de la Serna llamado Ernesto Guevara y conocido en su barrio como “Teté”. Porque sin lugar a dudas el argentino se encuentra en los primeros lugares de los desmadrados que nos han caído en la Isla. No está nada alejado de la verdad el que piense en el atorrante nacido en Rosario el jueves 14 de junio de 1928. Si hacemos una encuesta y le preguntamos a mil compatriotas ¿Quién es el extranjero que más daño le hizo a nuestra nación?  999 responderán sin pensarlo dos veces: ¡EL CHE! Pero yo opino  que fue Abraham Simjovitch, conocido (a.k.a.) como Antonio Blanco, o lo que es peor aun:  como el siniestro FABIO GROBART. El niño nació en Biolystok, Polonia, el 30 de agosto de 1905.  Siendo prácticamente un adolescente perteneció a la Juventud Comunista  Polaca. Por sus actividades ilícitas y criminales en su país de origen se vio obligado a salir como bola por tronera y para desgracia (ahí comienza la tragedia nuestra) este gargajo humano nos cayó en Cuba en el año 1922. Tres años más tarde, siendo casi un imberbe, funda en nuestra nación  con la anuencia de Julio Antonio Mella y Rubén Martínez Villena (creo que fue en Manzanillo) el primer Partido Comunista Cubano. Ya eso es suficiente para declararlo ENEMIGO PÚBLICO NÚMERO UNO de la  Isla. Mientras tanto, discreta  y  anónimamente trabajaba como sastre. A principios de los años 30, Gerardo Machado lo bota a cajas destempladas de Cuba. Pero, con lo desgraciados que somos los cubanos, regresa tras la caída del Machadato. Desde luego, y que quede claro, no digo que haya sido el primer comunista en Cuba, porque ya en 1847 había nacido en Santiago de Cuba Pablo Lafargue. Un tipejo que más tarde se fue para Europa, se hizo discípulo de Carlos Marx y ¡se casó con su hija!. Fue el fundador del Partido Comunista Francés en 1882. No todo el mundo sabe que el yerno de Carlos Marx era santiaguero. Pero volvamos a Fabio, el verdadero ideólogo del comunismo criollo. Históricamente este polaco tiene el desparpajo de ser el que introduce en las reuniones del Partido a un joven revoltoso, cruel, con ínfulas de líder y tendencias obviamente gansteriles llamado Fidel  Castro Ruz conocido como “Bola de churre” entre sus compañeros de clases. De nuevo es expulsado de nuestra nación por el Presidente Carlos Prío Socarrás en el año 48. Y tras el triunfo fidelista en Cuba en 1959 regresa a la Isla a apoyar y a encaminar hacia la satrapía a la incipiente revolución castrista. Fíjense quien era este tipo que a pesar de haber dedicado toda una vida al comunismo, cuando Fidel Castro le va  para arriba a los miembros del P.S.P., en el llamado juicio contra la Microfracción, él se “tira de barriga” defendiendo ardientemente al tirano y cooperando a pulverizar a sus ex compañeros de militancia. Todavía Edith García Buchaca se encuentra en prisión domiciliaria 50 años más tarde. Y de ahí en lo adelante se dedicó completamente a cooperar en la destrucción del sistema capitalista e implantar la más siniestra dictadura jamás conocida en nuestro Continente. Siempre, desde luego, en el anonimato, en el silencio, en el misterio. Si es posible que existiera en la historia cubana un solo hombre que Fidel Castro escuchaba y respetaba por sus conocimientos y su experiencia en la maldad, era Fabio Grobart. Su tutor predilecto.

Sí, el Che fue un tremendo asesino, un tipo repugnante y con un por ciento de culpabilidad gigantesco en el destrozo de nuestra nación, pero Fabio Grobart desde los años 20s, ya comenzó su labor de zapa,  su lento pero aplastante intento por encadenar a un país y a sus habitantes que ningún daño le habían hecho a él. Y fue el que tuvo el ojo avizor de notar y descubrir, entre miles de jóvenes cubanos, quien era el peor, el que tenía la mejor madera para llegar a ser el esclavizador de su pueblo. Grobart murió el 22 de octubre de 1994 a los 89 años, y a los cinco minutos ya estaba al lado de Satanás asesorándolo. En una reunión del P.C.C. en el año 2005 Raúl Castro se refirió a él como “Nuestro  Maestro” y como un “Santo del Marxismo”… De: https://zoevaldes.net/2010/12/16/el-peor-extranjero-en-cuba-fabio-grobart-por-estebanfernandez/

DE TRZCIANY A LA HABANA: LOS SENDEROS DE FABIO GROBART Daniel Kersffeld Abraham o Avreml Grobart (más tarde popularmente conocido con el seudónimo de “Fabio Grobart”) fue sin duda alguna una de las figuras centrales en el proceso de creación y de consolidación del Partido Comunista cubano (PCC), sobre todo, en el proceso que va desde su fundación en 1925 hasta fines de la década del '40.

Abraham o Avreml Grobart (más tarde popularmente conocido con el seudónimo de “Fabio Grobart”) fue sin duda alguna una de las figuras centrales en el proceso de creación y de consolidación del Partido Comunista cubano (PCC), sobre todo, en el proceso que va desde su fundación en 1925 hasta fines de la década del '40. Convertido en un personaje de leyenda, Grobart fue al momento de su muerte, en 1994, un verdadero puente histórico que unía dos épocas totalmente diferentes: la del primer y viejo Partido Comunista, con su enfrentamiento frontal a los regímenes de Gerardo Machado y Carlos Mendieta, y la del nuevo Partido, surgido especialmente luego del alineamiento soviético por parte del gobierno de Fidel Castro. Fue en todo momento un

hombre de acción y de consulta del Partido, especialista en el trabajo clandestino y en la labor organizativa de “agitación y propaganda”: mientras tanto, y en el exterior, fungió como su principal cuadro y representante en la Unión Soviética y frente a dirigentes tanto de Europa (principalmente de Alemania) como de la región caribeña y centroamericana. Habiendo sido secretario general de manera intermitente entre 1930 y 1932, y responsable de la organización partidaria entre 1936 y 1947, su figura fue no pocas veces discutida e incluso repelida por su alineamiento estalinista, por lo que sus enemigos llegarían a calificarlo de “tenebroso agente de Moscú”. En las páginas que siguen nos ceñiremos, sobre todo, a los orígenes de Fabio Grobart, centrándonos en el proceso de formación política que vivió este dirigente justo antes de su llegada a Cuba en 1924. Fabio Grobart nació el 30 de agosto de 1905 en Trzciany, un shtetl situado en Polonia, cerca de Bialystok y de la frontera con Lituania, que por aquella época pertenecía al imperio ruso. Se trataba de un pequeño y humilde pueblo de trabajadores cuya principal actividad económica era la elaboración de pelo de celo para fines industriales. Sin embargo, y más allá de su aparente calma, todavía podían sentirse en él los ecos de las fuertes movilizaciones que entre 1870 y 1871, y entre 1877 y 1878 habían surcado a Bialystok, principal polo industrial en la zona y en toda Polonia, por parte de un ascendente y combativo proletariado judío que, según datos de la época, era cercano a las tres cuartas partes del total de habitantes de dicha ciudad. Grobart creció así en un ambiente de agitación, en los alrededores de una localidad que conoció por primera vez (incluso a nivel regional) el recurso de la huelga como estrategia de lucha; que vio nacer en 1888, luego de otra huelga general, a la primera kassa, organización obrera profesional cuya posterior evolución llevaría a la creación de sindicatos clandestinos; y que asistió entre 1894 y 1897 a la formación del krujok (círculo obrero e intelectual de tendencia socialista) precediendo a la fundación de la sección local del Bund, en este caso, asociado a la difusión de la ideología sionista y a la aparición de ciertos grupos anarquistas, sobre todo, en los shtetls de los alrededores. Como era de esperar, las intensas actividades revolucionarias desarrolladas en esta ciudad finalmente terminaron provocando severos actos represivos por parte de las autoridades zaristas, sumiendo a Bialystok en una profunda crisis económica a partir de entonces.

Fue en este contexto que Fabio pasó sus primeros años de vida, en el seno de una familia muy pobre: mientras que su padre, Motel, trabajaba en una fábrica en la producción de cepillos, su madre, Raquel, era lavandera en una casa de ricos judíos de la zona. El estallido de la Primera Guerra Mundial, la búsqueda de mejores

oportunidades de vida y, sobre todo, el fortalecimiento de sentimientos xenófobos y antisemitas en la población no judía de Trzciany, determinarían el traslado de la familia de Grobart a la ciudad de Bialystok. Sin ser fanático, e incluso habiendo existido en él cierta influencia del Bund, Motel Simjovitch concurría todos los sábados a la sinagoga, en tanto que su hijo asistía a una escuela hebrea y sionista. Cuando Fabio tuvo nueve años quedó huérfano, por lo que no pudo concluir con sus estudios: junto con sus hermanos se mudó a lo de una tía materna radicada en Gonyodz, cerca de la fortaleza de Ossovietz. Para sobrevivir, y generalmente a cambio de un plato de lentejas, ayudaba a preparar a los hijos de algunas familias acomodadas de la zona en asignaturas como aritmética y religión judía. Mientras tanto, su tío le enseñó el oficio de sastre y, a los 15 años, abandonados ya sus estudios escolares, se convirtió en aprendiz en la confección de calzados. Al cabo de un tiempo, sin embargo, renunciaría a esta actividad dada la explotación a la que era sometido como principiante.

Su atracción por el comunismo fue de carácter vivencial, previa a sus lecturas sobre Marx, y proveniente en realidad del fuerte influjo irradiado por la Unión Soviética a pocos años de concretada la Revolución de Octubre. Como luego referiría en más de una oportunidad habría un hecho que resultaría determinante en la conformación ideológica del joven Fabio como militante comunista: la invasión al territorio soviético por parte del ejército polaco en 1920 y las consecuencias que tuvo este acontecimiento, sobre todo, en la región europeo-oriental. El plan de Polonia, lanzada a partir de abril por su líder, el mariscal Josef Pilsudski, fue conocido como la “Ofensiva de Kiev” y buscaba quebrar el frente ruso propiciando la liberación de Ucrania, su conversión en un país aliado y, con ello, la disolución del todavía inestable régimen soviético. Más allá de esto, empeoraba todavía más las características de este plan militar el hecho de que desde noviembre de 1917, en la “Declaración de los Derechos de los Pueblos de Rusia”, el gobierno revolucionario de Lenin, en una de sus primera medidas, había condenado la política de opresión y odio nacional del zarismo, proclamando en cambio la absoluta igualdad y soberanía de los pueblos del antiguo imperio ruso. Asimismo, en agosto del siguiente año se dio a conocer un decreto que anulaba todos los repartos de Polonia que el régimen zarista había concertado con los gobiernos de Austria y Prusia, reconociendo al mismo tiempo “el derecho de la nación polaca a la independencia y a la unidad”. Para un adolescente con crecientes inquietudes sociales y políticas como Fabio, la invasión polaca no podía entonces significar otra cosa que un intento

deliberado por derrocar un régimen altamente esperanzador para la liberación de las masas oprimidas europeas de las que él mismo se sentía parte.

Sin embargo, a principios de julio de 1920 las tropas soviéticas conducidas por el comandante Mijail Tujachevsky pasaron a la ofensiva y a fines de ese mismo mes se hallaban ya en Bialystok, llegando incluso hasta las puertas de Varsovia. Como lo describiría Grobart, “fue gracias a esa contraofensiva, en defensa del territorio soviético y de la Revolución socialista, que yo pude ver por primera vez al Ejército Rojo y vivir, también por primera vez, en un torbellino revolucionario como el que se formó en la ciudad de Bialystok con la entrada en ella de las tropas soviéticas”[nota]1[/nota]. Por parte de los trabajadores locales, pronto surgió una especie de encantamiento para con las tropas harapientas que entonaban La Marsellesa y La Internacional. El sentimiento expresado por Grobart en aquel momento y expuesto a continuación resumía también lo que por entonces comenzaron a vivir y a sentir otros tantos jóvenes de izquierda: “Mi corazón estaba conquistado plenamente por esas tropas soviéticas –entonces harapientas, descalzas y hambrientas-, las cuales, junto con los heroicos trabajadores y comunistas polacos, simbolizaban, con su acción y conducta humanas durante aquel verano, a los hombres y al anhelado sistema social del futuro”.[nota]2[/nota] A partir de ese decisivo momento, Fabio mismo llegaría a resumir sus pensamientos con la expresión “me siento comunista”. Como resultado de la invasión, fue prácticamente inevitable que se intensificara la lucha de los trabajadores polacos, organizados por el Partido Comunista, contra el gobierno de Pilsudski, de tendencia reaccionaria y antibolchevique y, por lo tanto, aliado a las potencias centrales de Alemania, Gran Bretaña, Estados Unidos y Francia. En la siempre movilizada ciudad de Bialystok se conformó el 30 de julio de 1920 un Comité Revolucionario Provisional. Al frente de dicha organización se encontraban destacados dirigentes marxistas polacos y judíos como lo era su jefe, el antiguo socialista y posterior espartaquista Julian Marchlewski. Junto a él, había otros cuadros de relieve como Feliks Dzerzhinski, natural de Minsk y fundador, tres años antes, de la Cheka, la primer policía secreta soviética; Feliks Kon, periodista e historiador a cargo del periódico oficial del Comité; y Edward Prochniak, más tarde, un relevante cuadro de actuación en la Comintern. Por su parte, y como una forma de apoyo directo al comité, los obreros de Bialystok dieron vida a un regimiento de voluntarios. En una de sus primeras medidas, el Comité Provisional lanzó un manifiesto en el que se daba a conocer la instauración de un poder revolucionario y socialista en Polonia: como efecto de este anuncio, surgieron otros tantos Comités en más de sesenta lugares distintos del

país, sobre todo, de su región oriental, más influenciada por los ecos revolucionarios de la Unión Soviética. Sin embargo, el clima fervoroso duró sólo unas pocas semanas cuando, como consecuencia de la derrota de los soviéticos, el ejército polaco comenzó a recuperar los territorios perdidos, empezando por Bialystok, con un especial ánimo represivo y particularmente violento en contra de la población judía local. Según expresaría su hijo, Fabio Grobart Sunshine, fue en estas difíciles circunstancias que el futuro dirigente del comunismo cubano finalmente consolidó su conciencia revolucionaria, comprendiendo que “la vía es por la unión de los humildes (no) para fomentar creencias religiosas, sino para crear un destino social”.[nota]3[/nota] Bajo el impulso de la fracasada invasión soviética, y gracias a sus contactos con obreros sindicalizados, Fabio Grobart se vinculó a distintas organizaciones revolucionarias, ingresando luego en la proscripta Liga Juvenil Comunista de Polonia. Los motivos para entrar en esta organización, según él mismo declararía más tarde, eran los mismos que impulsaron a hacerlo a miles de trabajadores de todo el mundo: “integrar las filas de combate por una vida mejor, por las libertades democráticas y por las gloriosas ideas de Lenin”[nota]4[/nota]. Gracias a  su creciente capacidad militante, no pasaría demasiado tiempo antes de que fuera designado secretario provincial de dicha entidad con sede en Bialystok. Como activista, y en la clandestinidad, Grobart debió cumplir peligrosas misiones, como la de repartir proclamas del Partido Comunista Polaco en la fortaleza militar de Ossovietz, fomentando la sedición en el ejército, en un operativo en el que varios de sus compañeros cayeron presos.

Las cada vez más intensas persecuciones policiales y la posibilidad certera de comparecer ante un tribunal que seguro lo condenaría a varios años de prisión llevaron a Grobart a tener que esconderse en la víspera del 1° de mayo de 1924. Su tío lo ayudó y, a través de algunos contactos políticos, le consiguió un pasaporte falso, por el cual a partir de entonces sería conocido como Avreml Simjovitch, con el que retornó a Bialystok como punto de paso para luego arrivar a Grodno, importante ciudad bielorrusa en el conflictivo límite con Polonia. En dicha localidad permaneció varios meses, vinculado a la juventud comunista local, con una alta participación de activistas judíos, dando clases y conferencias para la formación política de sus militantes. Sin embargo, y dado que la labor de Fabio había cobrado últimamente una mayor notoriedad, también en Grodno la policía comenzó a buscarlo por su participación en la organización clandestina de los comunistas.

El creciente acoso policial, y las amplias dificultades existentes para poder arribar a la Unión Soviética, hicieron necesaria la inmediata salida de Fabio del territorio polaco. Fue gracias a un tío del Bund, sobreviviente de la Revolución Rusa de 1905 y residente en Canadá, y a las gestiones de su hermano mayor, que Grobart pudo conseguir los papeles necesarios para cruzar la frontera de Polonia por la noche, en dirección a occidente. Una vez en Alemania, fue asistido por miembros del Partido Comunista local para poder arribar al puerto holandés de Rotterdam, en donde abordó un barco en dirección a Cuba, llegando primero a Haití y luego a La Habana en la segunda mitad de 1924. Fabio formó parte entonces de la red que a en los primeros años de la década del ’20, y con la ayuda de los comunista alemanes, también había favorecido el exilio en Cuba de otros militantes y dirigentes de Polonia, como habían sido los casos de Jone Jazan y Jaime Novomodni (originario de Bialystok), Lituania (Isaac Hurvitz y Pinjas Meshkop), Bielorrusia (Jacobo Bursztein, Abraham Shapiro y Noske Yalob), Rusia (Dora Vainstock), Ucrania (Boris Waxman) y Transilvania (Bernardo Reinerzt). Pese a ser breve, pues fueron tan sólo dos los años consagrados por entero a la militancia juvenil en Polonia, Grobart llegaría a confesar que “no puedo sino apreciar en todo su valor la influencia que este breve período inicial ejerció en mi vida y actuación revolucionaria posterior (pues) en las filas de los comunistas de mi país de origen aprendí las primeras lecciones que debe conocer todo marxista-leninista donde quiera que se encuentre: estar siempre del lado de los trabajadores y junto con ellos en el combate contra la explotación y los abusos capitalistas”.[nota]5[/nota] Fueron entonces lecciones como éstas, junto con la experiencia adquirida en la proscripta Liga Juvenil sobre las formas de organización y los métodos de trabajo bajo severas condiciones de clandestinidad, las que constituyeron el “modesto bagaje ideológico” con el que Grobart arribó a Cuba. En todo caso, su activismo en la Sección Hebrea ligada a la Agrupación Comunista de La Habana sería un paso fundamental para su participación en el proceso político que devendría en la creación del Partido Comunista en agosto de 1925 y para su ascenso y consolidación como uno de los principales dirigentes marxistas cubanos, aquel que Fidel Castro saludara en 1975 como “sastre de profesión, polaco de nacimiento y ciudadano del mundo, como todos los comunistas”, y el único de aquella primera generación de militantes que, con inocultable dolor, asistiría como testigo a la crisis terminal de la Unión Soviética.  

[notar]1[/notar] 1985: 252 [notar]2[/notar] 1985: 253 [notar]3[/notar] Corrales, 2007: 24-5 [notar]4[/notar] Grobart, 1985: 251 [notar]5[/notar] 1985: 253   Bibliografía

AA.VV. 1975 El movimiento obrero cubano: documentos y artículos (La Habana: Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución Socialista de Cuba) Tomo 1 1865-1925> CORRALES, Maritza 2007 La isla elegida: los judíos de Cuba (La Habana: Editorial de Ciencias Sociales). FARIÑAS, David 1998 “El judaísmo en Cuba” en Panorama de la religión en Cuba (La Habana: Editorial Política). FUENTES, Jorge 2005 El polaquito (La Habana: Editorial Gente Nueva). GROBART, Fabio 1985 “Entre los comunistas polacos aprendí las primeras lecciones que debe conocer todo marxista-leninista”, en Trabajos Escogidos (La Habana: Editorial de Ciencias Sociales). JAIFETS, Lazar, Víctor Jaifets y Peter Huber 2004 La Internacional Comunista y América Latina, 1919-1943. Diccionario Biográfico (Moscú: Instituto de Latinoamérica de la Academia de Ciencias/Ginebra: Institut pour l´Histoire du Communisme). ROJAS BLAQUIER, Angelina 2005 Primer Partido Comunista de Cuba (Santiago de Cuba: Editorial Oriente) Tomo 1. Entrevista a Fabio Grobart Sunshine en La Habana, Cuba, el 20 de noviembre de 2009.Fuente: Pacarina del Sur - http://pacarinadelsur.com/home/figuras-e-ideas/113-detrzciany-a-la-habana-los-senderos-de-fabio-grobart - Prohibida su reproducción sin citar el origen. De:

http://pacarinadelsur.com/home/figuras-e-ideas/113-de-trzciany-a-la-habana-lossenderos-de-fabio-grobart

Fabio Grobart Fabio Grobart (también Antonio Blanco) nació en Bialystok , Polonia el 30 de agosto de 1905 - 22 de octubre de 1994, su nombre de nacimiento era Abraham Grobart también conocido como Abraham Simjovitch. Cofundador del Partido Comunista de Cuba.[cita  requerida]

Biografía

Polonia Al parecer, siguiendo las órdenes de la Internacional Comunista , durante la década de 1920 se convirtió en miembro fundador del Partido Comunista de Cuba . Después, en 1922 entró en la Unión de Jóvenes Comunistas de Polonia , y otras actividades comunistas que pudo haber sido condenado a muerte y esto puede haber obligado a abandonar Polonia para instalarse en Cuba.

Cuba Jugó un papel importante, aunque por lo general los indocumentados, el papel en la orientación de la dirección política de la Revolución de 1959, Cuba a lo largo de un camino socialista. Fabio Grobart fue uno de los fundadores del Partido Comunista de Cuba en 1925, "y durante décadas fue un ideólogo del partido y el hombre que introdujo Castro en las reuniones del partido".1 Grobart era a la vez un miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y miembro del Parlamento. De acuerdo con Boris Kozolchyk2 Los errores de Grobart fueron , a lo menos parcialmente, responsables de la ilegalización del Partido Comunista de Cuba en 1948, y dio lugar a su deportación. En la década de 1960, dirigió Cuba Socialista y fue planificador guía ideologogía ortodoxa. A medida que crecía, era considerado el historiador del Partido.3 Abraham era un gran eminencia gris de la historia cubana y es más comúnmente conocido como Fabio Grobart, Fabio siendo una referencia para el cónsul romano y estratega de guerrilla Quinto Fabio Máximo llamado "Cunctator (el retardador)", y por lo tanto del socialismo fabiano.4 Microfracción[editar]

El trasfondo real de Grobart no se conoce claramente, y es objeto de controversia.2 Por ejemplo durante el frustrado llamado plan microfacción,56 en el que los "viejos" comunistas supuestamente trataron de derrocar o por lo menos el control de Castro, Grobart estuvo implicado necesariamente. Sin embargo, esta misma fuente no proporciona ninguna mención de Grobart las acciones a favor o en contra de este argumento muy importante.7 es más detallado, puesto que específica una fecha algo anterior, este autor afirma que Aníbal Escalante , el hijo de un luchador por la independencia cubana de alto rango que luchó bajo el mando de Calixto García , fue acusado de la trama. Raffe acreditó que Grobart apoyaba a Castro. Escalante fue exiliado a Praga y el embajador de la URSS Kondriatsev fue enviado a casa desde Cuba. Al parecer, este esfuerzo por salvar a Castro fue apoyado por el jefe de seguridad de Castro , el temido "Barba Roja" Manuel Piñeiro.8 Las personas acusadas de ser co-conspiradores fueron encarcelados.9

Importancia[editar] Fabio Grobart fue considerado durante mucho tiempo : "... tal vez el más alto representante de clasificación de la Tercera Internacional en Cuba en ese momento" 10

Sin embargo, la importancia Grobart en la fundación del partido comunista cubano fue reconocido por Fidel Castro,11 el think tank Rand,12 y los expertos en Historia de los judíos, como Moisés Asís, quien afirma que : "En 1925, había 8.000 judíos en Cuba (unos 2.700 sefardíes,5200  ashkenazis  , y 100 americanos ). Moisés Asís, Judaismo en Cuba13

Cuatro judíos Ashkenazi se encontraban en el pequeño grupo que fundó el primer Partido Comunista de Cuba en 1925: Grimberg, Vasserman, Simjovich alias Grobart, y Gurbich. Se opusieron a la vida religiosa y comunitaria de los

otros judíos ". Se ha afirmado que Grobart reclutó a Fidel Castro como un agente en 1948.1415Aunque el partido que Grobart ayudó a fundar, no fue el primer partido comunista cubano, se considera como tal por el actual gobierno cubano. El primer comunista cubano era bien conocido Pablo Lafargue , nacido en Santiago de Cuba en 1847. Lafargue fue a Europa, se convirtió en un discípulo de Carlos Marx, se casó con una de las hijas de Marx, se convirtió en un miembro muy importante de las Internacionales Socialistas, y ayudó a fundar el Partido de los Trabajadores de Francia en 1882. Lafargue y su esposa se suicidaron. El Partido Comunista original de Cuba parece haber surgido a principios del siglo 20 en la ciudad oriental de Manzanillo.

Eventos biográficos de la vida de Grobart[editar]            

Nació en Polonia el 30 de agosto de 1905 Huye de Polonia (circa 1922) Arriba a Cuba (circa 1922) Funda el Partido Comunista Cubano (1925) junto a Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena y otras 14 personas. Asesinan a Julio Antonio Mella el 10 de enero de 1929 Expulsado de Cuba por el gobierno de Gerardo Machado alrededor de 1926, nuevamente expulsado de Cuba en Cuba 1930 y en 1932) Regresa a Cuba con pasaporte falso en 1933 Alianza con el gobierno de Machado en agosto de 1933 Alianza con Fulgencio Batista (circa 1939-1940) Expulsado por el gobierno de Carlos Prio (1948–1950) Regresa a Cuba a apoyar a Fidel Castro (1959) Apoya a Castro en la Microfracción a mediados y a finales de , los 1960s.

Muerte[editar] Murió en Cuba el 22 de octubre de 1994.

Referencias[editar] 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14.

↑ Goering, 2001 ↑ Saltar a:a b The Political Biographies of Three Castro Officials ↑ Fabio Grobart, Veteran Cuban Communist, 89 ↑ Escuela de Economía ↑ alrededor del año 1966, Barron, 1974 pp 147-151 ↑ Elections and Events 1960-1975 Archivado el 11 de marzo de 2007 en la Wayback Machine. ↑ Raffy (2004 pp 383-385) ↑ La Nueva Cuba ↑ reporte de la situación de los Derechos Humanos en Cuba , 1983 ↑ Communist Threat to the United States Through the Caribbean ↑ Castro Refers To Cuban Refugees, Guevara ↑ Las vidas políticas de Tres oficiales de Fidel Castro ↑ Moisés Asís, Judaismo en Cuba ↑ Castro, el infiel

15.

↑ «Discusión al respecto». Archivado desde el original el 28 de septiembre de 2007. Consultado el 29 de abril de 2012.

Bibliografía  





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Enlaces externos[editar]    





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Asís, Moisés 2000 Judaism in Cuba 1959-1999 ICCAS Occasional Paper Series, Burgos, Elizabeth Castro, (accessed 1-13-07) Review of Serge Raffy’s Castro, el infiel Carta de Cuba, la escritura de la libertad Castro, F. 1965 Speech Pursc Central Committ Presentation, Havana's Chaplin Theater Havana Domestic Radio, Speech Report_1965-10-04 , Díaz Balart Rafael Lincoln 1960 (accessed 5-27-06) Testimony, Communist Threat to the United States Through the Caribbean U.S. Senate Subcommittee to Investigate the Administration of the Internal Security Act and Other Internal Security Laws, of the Committee on the Judiciary. Tuesday, May 3, 1960 Figueroa Enríquez, Walkiria 2005 (revisado 1-14-06) Rinden homenaje a Fabio Grobart. Granma (órgano oficial del Comité Centras del PCC) La Habana, miércoles 31 de agosto de 2005. Año 9 / Número 243 Goering, Laurie 2001 (revisado 1-13-07) Cuba's Jews Fight Isolation. The Baltimore Sun, August 5, 2001 Goering, Laurie 2001 Suárez Ramos, Felipa (accessed 1-13-07) Fabio Grobart en el movimiento sindical cubano, Suplemento Trabajadores 29 de agosto Zayas-Bazán, Eduardo 2006 (accessed 5-27-06) El Perfil Psicológico de Fidel Castro

De: https://es.wikipedia.org/wiki/Fabio_Grobart

El soviet caribeño o una lección de equitación César Reynel Aguilera narra en un libro la historia de la infiltración soviética en la historia republicana y revolucionaria de Cuba. FRANCISCO GARCÍA GONZÁLEZ Montreal 28 Abr 2018 - 15:08 CEST

César Reynel Aguilera ha escrito un libro. Un libro apasionante, polémico y brillante en exactas dosis. El grupo editorial Penguin Random House recién lo ha publicado con el sugestivo título de El soviet caribeño. La otra historia de la Revolución cubana. Si a usted, lector, de izquierda o derecha lo mismo da, que tiene un conocimiento rudimentario, leve o profundo de la historia de Cuba del siglo XX, incluyendo la etapa revolucionaria como plato fuerte, hasta más o menos la actualidad, usted, qué pensaría si le dijeran: Que antes de la fundación del Partido Comunista de Cuba en 1925 hubo una sección comunista en La Habana, a la que le fue rechazada su solicitud de ingreso a la Tercera Internacional o Comintern en 1919. Y que el milagro no sucedió hasta 1925, gracias no a un cubano, sino a un polaco agente del Comintern, de muchos nombres, pero que en Cuba desembarcó usando un nombre romano junto a un apellido polaco, Fabio Grobart; hecho que relega los nombres de Julio Antonio Mella y Carlos Baliño, auténticos protagonistas de la fundación del Partido Comunista de Cuba según la narrativa que recogen todos los libros de textos, desde preescolar a sexto, de séptimo al preuniversitario y a la universidad. Que Mella jamás llegó a nado al buque soviético Vastlav Vorovski, anclado en la bahía de Cárdenas —como tampoco dicen que Fidel Castro atravesó a nado la bahía de Nipe cuando el fracasado affaire de la expedición de Cayo Confite. ¡Esa pasión de los revolucionarios de acción por los deportes!—. Para la travesía de marras hasta el barco ruso, Mella y sus compañeros simplemente hicieron lo que cualquier ser humano hubiese hecho: alquilar un bote. Y si era de motor mejor. Del resto se encargaría una vez más la narrativa oficial. A fin de cuentas, las revoluciones también necesitan de la frivolidad de pasajes que parecen salidos de una novela de aventuras, seguro, eso engancha a los niños con el plot nacional. Que el "tipo duro", alma del Núcleo Central de Inteligencia Soviética (NCIS) —y esto sí no es frívolo—, en el periodo histórico antes mencionado, no es Fidel Castro, sino el polaco antes aludido, Fabio Grobart, Quo Vadis Fabio, suerte de demiurgo o gran arquitecto y hacedor de la voluntad del Kremlin en estos lares, y quien por supuesto no se llamaba así, pero a los revolucionarios de acción aparte de los deportes, según el autor de El soviet caribeño…, también le gustaban los nombre romanos hasta la adicción.

Que el Partido Comunista de Cuba operaba a través de una estructura de diferentes niveles que iban desde las organizaciones de base, sociales y sindicales, hasta su entramado financiero, y que pasaban por la comisión militar y el aparato de inteligencia y espionaje, hasta llegar al alma y razón de ser del partido, que simplemente era una pantalla para encubrir su NCIS, destinado a defender los intereses de la URSS por encima de cualquier otra razón o evento. Que el Partido Comunista de Cuba ejercía una política de penetración en todas las organizaciones, partido e instituciones de cualquier tipo siempre en interés del mencionado NCIS. A esta penetración o infiltración, que no discriminaba ninguna tendencia, no escaparon ni la policía, ni el BRAC, ni el ejército, ni partidos como el PAU de Batista, el Ortodoxo de Chibás, el Auténtico, el Directorio Revolucionario, el Movimiento 26 de Julio, sin dejar de mencionar a iglesias, logias masónicas, la radio, la televisión, orquestas de música bailable, el mundo de los guateques campesinos... Que la histórica y cruenta invasión de las columnas del Che y Camilo hasta Las Villas, en lugar de una suerte de Anábasis a la cubana, fue poco menos que una romería gracias a una operación a gran escala del partido organizada por agentes del NCIS como el inefable Osvaldo Sánchez, apodado por el autor como el delfín de Fabio Grobart. Que el tristemente célebre juicio de Marquitos no fue más que un ajuste de cuentas de lo más rancio y secreto del NCIS a otros comunistas, léase Joaquín Ordoqui y Edith García Buchaca, léase una ofrenda al NCIS, además de fusilar de paso al caído en desgracia y martirizado militante.   Y así sucesivamente. El soviet caribeño… es sin dudas un libro sorprendente en ese sentido revisionista, ¿refabulador?, especie de cuento al revés, en cuyas páginas el lector que sea (imaginemos que no se trate de un miembro del Instituto de Historia para evitarle el retortijón o el mal rato) se enterará que su autor ni es historiador, ni académico, ni cubanólogo, y ni siquiera estudió la carrera de Historia. Un libro donde pesa el testimonio César Reynel es no obstante alguien que proviene del mundo de las ciencias. A nuestra pregunta de cómo y de qué formas su background le permitió la concepción y escritura de El soviet caribeño…, el autor responde: Es muy difícil de saber, dado que el libro, más que un descubrimiento, es el análisis crítico de algo que yo escuché desde joven. Lo que sí te puedo decir es que en casi todos los cursos de doctorado en ciencias de este mundo una de las asignaturas obligatorias consiste en aprender a hacer una lectura crítica de los artículos científicos (…) Te enseñan a leer los artículos de una forma específica. Primero las conclusiones, después los materiales y métodos, seguido de los resultados y por último, si hace falta, el resto (…) El objetivo es

averiguar qué reclaman los autores del artículo, ver si los materiales y métodos permiten demostrar ese reclamo y si los resultados lo sustentan. Otro elemento que pudo haberme ayudado es el concepto de Modelo Científico, que en esencia no es más que una narrativa que intenta explicar, de una forma coherente, hechos que en apariencia no están relacionados o que han sido pobremente explicados con anterioridad. A lo explicado anteriormente, el autor agrega el peso que para la escritura del libro tuvo la búsqueda de pequeñas informaciones que, en muchas ocasiones, parecen insignificantes, pero que "encajan con otras pequeñas informaciones". Lo que citábamos al comienzo a modo de publicidad pudiera resumirse en lo que sin dudas es la tesis fundamental del texto de César Reynel, o sea, el rol protagónico del Partido Comunista de Cuba en el citado periodo histórico, ya que "no hay un solo evento de la historia de Cuba —incluida la guerra de Angola— que pueda ser explicado sin tener en cuenta a la organización política más importante del país (...), el viejo Partido Comunista de Cuba, (…) organización fundada en 1925 y que en 1944 —siguiendo órdenes de Stalin— cambió su nombre por el de Partido Socialista Popular". Y para redondear dicha tesis, el autor insiste en que, cuando se habla de eventos, debe contemplarse el más crucial de todos: la capacidad intelectual y organizativa capaz de capitalizar una revolución social y enyuntar los destinos de la Isla a los de la URSS, todo gracias al NCIS dentro del Partido.   También es importante señalar el peso que tiene el testimonio en el libro, algo que se redondea y se enriquece con su experiencia científica. César Reynel es, según sus propias palabras, "hijo de dos militantes del viejo Partido Comunista de Cuba". Su padre César Antonio Gómez fue secretario de la Juventud Comunista de la Universidad de La Habana desde 1957 hasta 1959; y su madre, Thais Orquídea Aguilera, "fue una de las pocas personas capaces de mostrar una doble militancia al triunfo de la revolución: en las células de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de Julio y en la Juventud Comunista". Una semblanza de Thais Aguilera como combatiente aparece recogida detalladamente en el libro La autobiografía de Fidel Castro, del escritor Norberto Fuentes. Este marco familiar le permitió a César Reynel conocer muchos testimonios e historias de muchísimos personajes, protagonistas en más de una ocasión, que casi a diario frecuentaban su casa. Todo un lujo sin dudas. Por eso son frecuentes los "una vez escuché" o los "en cierta ocasión alguien contó", recursos impensables para un historiador y ni que se diga de un académico, pero que le dan a El soviet caribeño… una curiosa cualidad heterodoxa que se integra de manera coherente. Gracias al estilo del autor y a las dotes de investigador, el resultado de la combinación de ambas cosas ha sido la creación de un texto de sumo interés. Algo que merece atención en El soviet caribeño… es el rol protagónico, desde los mismos comienzos de la Revolución, de los hombres del partido que trabajaban para el NCIS y que actuaban desde las sombras, detrás de figurones de dudosa o escasa valía intelectual para realizar las grandes tareas

organizativas, represivas, de difusión y exportación a gran escala de los logros revolucionarios. Al respecto Cesar Reynel nos informa en el capítulo XI, titulado "Amor a primera sombra": la escolta de Fidel Castro estaba a cargo de Florentino Aspillaga, padre, desde los primeros momentos del triunfo revolucionario, además de tener a Flavio Bravo, Aníbal Escalante y Carlos Rafael Rodríguez en calidad de consejeros. Ramón Nicolau fungía como segundo al mando de la fortaleza de La Cabaña, regenteada por el Che Guevara. Antonio Núñez Jiménez operaba en Columbia detrás de Camilo Cienfuegos. A Díaz Lanz, jefe de la Fuerza Aérea, Víctor Pina no le perdía ni pies ni pisada. "Al iletrado Ramiro Valdés lo nombraron al frente de la Seguridad del Estado, pero era Osvaldo Sánchez quien sabía exactamente lo que debía hacerse, y cuándo y cómo había que hacerlo." Andrés González Lines era encargado de la Oficina Nacional de Asuntos Marítimos. Marcos Behemaras dirigía la Televisión Cubana. Mientras que Alfredo Guevara, Oscar Pinos y Núñez Jiménez prepararon el programa de la Reforma Agraria y de las expropiaciones a las empresas norteamericanas en la Isla. Es, afirma César Reynel, gracias a estos hombres, y a otros, miembros todos del NCIS, que se "conjura el matrimonio secreto del castrismo con la URSS". A la vez que nada de esto sale de la nada, lo que demuestra la presencia del comunismo en los genomas del castrismo.   Respecto a las relaciones de Fidel Castro con el viejo Partido Comunista, el libro es sumamente profuso. El autor dedica páginas y páginas del capítulo VIII, titulado "El Caballo", a este baile de máscaras repleto de mutuas ofrendas, que casi siempre son cabezas de tronados o triste vodevil con taquilla garantizada en el Kremlin y en Washington, sobre quién usó a quién para sus fines. Para Cesar Reynel es asunto es claro: es el Partido —el NCIS o los hombres de Fabio Grobart, para ser más exactos—, quien doma y monta a "El Caballo". Pero también reconoce que dicho proceso de doma y monta fue algo complejo, un perfecto ejemplo de "estrategia fabiana", que pasa por una figura, también de nombre romano, Flavio Bravo, otro obrero de las tinieblas. No cabe duda de que el Partido conocía las limitaciones intelectuales de Fidel Castro, su escasa capacidad organizativa que no iban más allá de manejar a una partida de facinerosos, y supiera cómo hacer uso de ellas en su propio beneficio que no eran otros que velar por los intereses de Moscú en su recién adquirida geografía. Ahora, creer a ciegas en la doma y monta absolutas le resta, a nuestro modo de ver, voluntad y capacidad operativa al Líder Máximo o Guajiro Mínimo, según César Reynel. No obstante, el capítulo constituye uno de los más apasionantes del libro por la cantidad de información y por el talento del autor para llevarnos a través del pacto tácito lector-escritor hacia su firme convencimiento: luego de una paciente labor de domesticación, el NCIS iba a lomo del invencible comandante.  

Los lectores podrían estar de acuerdo o no con muchos de los presupuestos y aseveraciones de El soviet caribeño… Podrían tildar al autor de poseer una mente perversamente policiaca o de ferviente lector de novelas de detectives y manuales de química, para arreglárselas en las zonas en la que no alcanza el dato investigativo. Pero, las palabras finales del libro son de una dureza visceral a la hora de valorar el quehacer de la ya sabida organización política cubana más importante y exitosa de todos los tiempos: Uno no puede menos que sentir una especie de triste admiración por esas mujeres y esos hombres que le dedicaron su vida a una causa perdida. Es una lástima que no les hubiera dado por desarrollar a Cuba económicamente. Una verdadera pena que nunca alcanzaran a entender que la esencia del marxismo es un criterio objetivo, llamado desarrollo de las fuerzas productivas, y no las tonterías semirreligiosas de la justicia social, del futuro luminoso y el hombre nuevo. Creemos finalmente que estamos ante un libro sufrido y digno —mucho más que digno— de tomarse en cuenta más allá de cualquier etiqueta: reescritura o refabulación de lo que sabíamos o pensábamos que sabíamos o sospechábamos. Su gran virtud es el aporte de un nuevo ángulo para comprender el periodo histórico que nos ha conducido al laberinto dentro del que hoy se debate la nación.

César Reynel Aguilera, El soviet caribeño. La otra historia de la Revolución cubana (Penguin Random House, 2018) De: https://diariodecuba.com/de-leer/1524939966_38910.html