El Movimiento Obrero Argentino

EL MOVIMIENTO OBRERO ARGENTINO Su influencia en la historia Argentina (1900-2000) Profesor: Levoratti, Jorge. Alumno: A

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EL MOVIMIENTO OBRERO ARGENTINO Su influencia en la historia Argentina (1900-2000)

Profesor: Levoratti, Jorge. Alumno: Alvarado, Sebastián

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Índice

Introducción ----------------------------------------------------------------------------- 3 Capítulo I: Principio de siglo, comienzo de la influencia (1900-1922) ------------------------------- 4

Capítulo II: Entre La Democracia Y El Golpe De Estado (1922-1943) -------------------------------- 9

Capítulo III: El Movimiento Obrero en el Peronismo (1943-1955) ------------------------------------ 12

Capítulo IV: La resistencia del movimiento obrero (1955-1973) -------------------------------------- 16

Capítulo V: Del regreso de Perón al golpe de Estado (1973-1976) ---------------------------------- 21

Capítulo VI El movimiento obrero en la dictadura (1976-1983) ------------------------------------- 23

Capítulo VII La vuelta a la democracia y el movimiento obrero (1983-2000) ----------------------- 25

Conclusión general-------------------------------------------------------------------- 30 Bibliografía ---------------------------------------------------------------------------- 31

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Introducción El Movimiento Obrero Argentino durante todo el siglo XX ha ocupado un lugar principal en los procesos políticos y sociales de nuestro país. Por lo tanto, el propósito de este estudio consistió en el análisis de esta institución, teniendo en cuenta los fundamentos doctrinarios y las prácticas socio-políticas de las grandes corrientes sindicales, (anarquismo, socialismo, sindicalismo, comunismo y peronismo entre 1900-2000) y su relación con los diferentes gobiernos durante el siglo XX; pretendiéndose mediante dicho estudio, llegar a analizar y comprender el papel cumplido por aquél actor. Se intentará hacer una descripción de los principales acontecimientos ocurridos durante el siglo XX, se hará mención de las instituciones que se conformaron junto con el desarrollo el movimiento obrero, también de las corrientes ideológicas que lo influenciaron y los factores de poder que rigieron la política nacional, las leyes que se sancionaron para regular, condicionar o favorecer al movimiento, la metodología utilizada para realizar los reclamos inherentes a las condiciones laborales y de salario. Para mayor organización del trabajo se ha periodizado al mismo de la siguiente manera: 1900-1922: abarcará los años y acontecimientos que dieron lugar al ascenso del movimiento debido a la formación de diversos sindicatos, la represión del gobierno, la reforma de 1912, la 1º Guerra Mundial, la llegada de Yrigoyen al Gobierno (su política emprendida frente al movimiento obrero), la reducción de la influencia de la F.O.R.A V y la formación de una nueva central: la USA (Unión Sindical de la Argentina). 1922-1943: Este período se caracterizó por el fortalecimiento de las concepciones, sindicalistas, socialistas y comunistas. Algunos sucesos sustanciales, fueron la llegada de Alvear al poder en 1922, el inicio de la Confederación General del Trabajo (CGT) en 1930 y el Golpe de Estado del mismo año, que tuvieron injerencia en el seno del movimiento. Este período termina con un nuevo Golpe de Estado. 1943-1955: el Golpe militar liderado por el GOU de 1943, desembocó en el nacimiento del peronismo, liderado por el General Juan Domingo Perón, él cual dio lugar a que el sindicalismo se organicé como su “columna vertebral”. Este ciclo se caracterizó por las grandes reivindicaciones laborales que lograron los trabajadores y el desarrollo de los sindicatos. Esta etapa finalizó en septiembre de 1955 con el Golpe Militar denominado “Revolución Liberadora”. 1955-1973: Este capítulo mostrará las dificultades y persecuciones que enfrentó el movimiento sindical de la mano de los gobiernos militares y democráticos, ya que ambos sistemas querían “desperonizar” al sindicalismo argentino, por ello surge la denominada “resistencia peronista”. 1973-1976: Esta parte pronunciara la recuperación del gobierno por el peronismo en 1973, Perón en su regreso encontró a una Argentina con una gran crisis económica y política, además de las organizaciones guerrilleras, pero el caos institucional se agravo con la muerte del caudillo, ante lo cual asumió Isabel de Perón que encontró una CGT en pie de guerra. Pero el punto final de su gobierno lo puso el Golpe Militar del año 1976. 1976-1983: el Golpe Militar comienza este capítulo, el cual provocó que el sindicalismo se repliegue, iniciando una travesía en la que coexistían sectores sindicales que negociaron con la dictadura con sectores que fueron reorganizándose para combatirla. 1983-2000: Con la vuelta de la democracia de la mano de Raúl Alfonsin trajo para el movimiento obrero el anhelo de recuperar la libertad de acción tras años de sometimiento por parte del régimen militar; en 1989 las elecciones llevaron a Carlos Menem a la presidencia, en cuyo mandato se produjeron cambios sustanciales en la economía, la política y el sistema de relaciones laborales, los cuales impactaron y desarticularon al movimiento sindical peronista.

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CAPÍTULO I Principio de siglo, comienzo de la influencia 1900-1922 Resulta de suma importancia realizar una breve exposición de los orígenes del Movimiento Obrero Argentino, ya que una rápida contextualización, ayudará comprender el surgimiento de este movimiento político que marcará profundamente, hasta la actualidad, la historia de la Argentina. Podemos afirmar que la explotación ejercida por los gobernantes hacia los trabajadores, resultó ser lo suficientemente fuerte, para que actuará como base para la formación del movimiento obrero. En este primer capítulo, nos encontraremos nuevamente con medidas represivas, pero a su vez con un mayor avance en la organización del movimiento. Sus bases ideológicas, estarán impregnadas por las ideas impuestas por el anarquismo, el socialismo y por último el sindicalismo. Los inicios del movimiento obrero: En el último tercio del siglo XIX, se registro en la Argentina un acelerado crecimiento económico que produjo profundas transformaciones en sus estructuras productivas, demográficas y sociales. Éste proceso estuvo basado en la puesta en producción de enormes superficies de tierras muy fértiles hasta entonces inexplotadas. En pocos años el país se integraría al mercado mundial de exportadores de productos agrícolas a gran escala. El extraordinario desarrollo del sector exportador provoco una activa demanda de mano de obra que, dada la población nacional, derivó en una urgente necesidad de recurrir a trabajadores extranjeros. El país creció entonces en forma rápida, pero deformada e inarmónica, como apéndice agropecuario de las metrópolis industrializadas y financieras europeas. Además, el auge agropecuario impulso el crecimiento de las ciudades-puertos; todo esto fue ensanchando un mercado interno que permitió el desarrollo de la producción manufacturera. El desarrollo dependiente dio lugar así a la formación de una clase obrera moderna en la Argentina. En esa argentina finisecular, prospera y progresista los asalariados afrontaban las más penosas condiciones de existencia. La relativa abundancia de brazos permitió extremar la explotación de los trabajadores. El gobierno oligárquico, se presento al principio indiferente ante los conflictos que enfrentaban a los obreros con sus patrones industriales, pero comenzó a inquietarse cuando las huelgas afectaron al transporte y la exportación, centros básicos de su poder económico. A medida que el movimiento obrero se fue radicalizando, la policía y las fuerzas armadas comenzaron a ser cada vez mas utilizadas como elementos de represión y se dictaron y pusieron en práctica las primeras leyes represivas. El estado fue percibido entonces por los trabajadores como una fuerza hostil, totalmente identificada con explotadores. Estos intentaron organizar las primeras sociedades gremiales; pero las barreras lingüísticas, la dispersión y la desorganización de la clase trabajadora y la mentalidad individualista de la mayoría de los inmigrantes limitaron las posibilidades de su acción. Esta fue sin embargo, lo suficientemente intensa como para inquietar a las autoridades. Ella preparo sin duda, la aparición efectiva del movimiento obrero de la década siguiente. El nuevo siglo y las nuevas formas de lucha 1900-1922: En 1900, coincidiendo con la nueva oleada de prosperidad que inundaba al país, el movimiento obrero1 inicio otra etapa ascendente. Surgieron nuevos sindicatos, se fortalecieron los antiguos y fue sobre esa base que varias sociedades gremiales comenzaron a promover la reunión de un Congreso con vistas a la formación de una nueva federación obrera. Finalmente el 25 de mayo de 1

En este periodo se mantiene como tendencia principal: la lucha por la jornada de trabajo, lo nuevo es la incorporación a las movilizaciones obreras de una nueva exigencia, el reconocimiento patronal de las asociaciones obreras y el derecho al descanso el 1º de Mayo.

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1901, se constituyo la Federación Obrera Argentina, de la que formaban parte los socialistas y anarquistas. Este nuevo impulso del movimiento sindical, no supone la supresión de los antagonismos entre las corrientes sino que las exacerba. Los anarquistas, no estaban dispuestos a restringir su programa a lo aprobado por el Congreso, ellos deseaban una FOA anarco-sindicalista opuesta al socialismo. Los gremialistas consideraban que, si bien los anarquistas han hecho concesiones, han logrado imprimir al Congreso un curso sindicalista que sirve a sus posturas básicas al tiempo que cierra la posibilidad de formación de una central obrera que opere como base de apoyo a la política del socialismo 2 En estas condiciones en abril de 1902 se celebra el 2º Congreso de la FOA, fecha en la que se produce la escisión. Los socialistas que eran minoría, se separaron y crearon una nueva central la Unión General de Trabajadores (UGT). Entonces la FOA quedó bajo el dominio de los anarquistas, quienes logran éxitos doctrinarios; y se convertirán durante la primera década en la tendencia predominante hasta 1910. Siendo que también en este periodo, se comienzan a organizar, las primeras federaciones de oficio y las federaciones locales, que agrupaban a todos los gremios de una localidad. En esta coyuntura, la economía exportadora Argentina logra su cenit y pasa a ocupar uno de los primeros lugares entre los países capitalistas por sus índices de crecimiento. Esta situación no hace aquietar los ánimos de los obreros, sino que más bien favorece el recrudecimiento del movimiento huelguístico. Pero este ascenso de la clase obrera no tardaría en encontrar su réplica. La represión, se hizo más dura y permanente. En noviembre de 1902, la magnitud del movimiento provoco la alarma general del gobierno, que decidió actuar con energía. Declaró el estado de sitio y procedió a allanar los locales sindicales, deteniendo a los dirigentes y prohibiendo la circulación de la prensa revolucionaria. En esas circunstancias, el Congreso votó apresuradamente la primera ley especialmente destinada a la represión del movimiento obrero: la Ley de Residencia. De este modo, la envergadura alcanzada por este sector se había convertido por fin en una preocupación seria para la clase dominante y sus representantes en el gobierno. Frente al ascenso del movimiento obrero, el estado oligárquico respondió con una doble maniobra, la primera era la represión sistemática de los sectores más radicalizados, la segunda el intento de asimilar a los mas reformistas, abriéndoles las puertas al parlamento y recogiendo sus proyectos de legislación social. El gobierno de Roca, preocupado por la cuestión obrera; presentó para 1904 un proyecto de ley sobre el Código Nacional del Trabajo. Se basaba en el "Informe sobre el estado de las clases obreras en el Interior de la República" realizado por Bialet Massé a pedido del gobierno. En dicho informe habían colaborado Storni, Lugones, y los socialistas Bunge, del Valle Iberlucea, Manuel Ugarte y José Ingenieros. Sin embargo, tanto los socialistas y anarquistas como la oligarquía lo atacaron, los primeros por reaccionario, los segundos por revolucionario. En medio de esta intensificación de la lucha, la FOA (ya convertida en FORA por el agregado de regional) y la UGT3 se fortalecieron. Al mismo tiempo, la diferenciación ideológica se hizo mas marcada. Mientras la UGT recalcaba su intención de “recabar, gestionar o tramitar a los poderes públicos, por los medios al alcance de la clase trabajadora leyes que favorezcan los intereses del trabajo”, la FORA declaraba que no elevaría “jamás petición alguna a los poderes”.4 Frente a estas posiciones inconciliables, que impedían la unidad de la clase obrera, apareció entonces en 1905 una tercera tendencia para la cual ese objetivo resulto fundamental, que se 2

Godio, Julio. Historia del Movimiento argentino (1870-2000) ,2 tomos. Buenos Aires, Corregidor, 2000. pp.140 El 7,8 y 15 de marzo de 1903, a iniciativa del Comité de Propaganda gremial, se reúnen 22 organizaciones de la Capital y 19 del Interior. De este congreso nace la Unión General de Trabajadores dirigida por los socialistas. 4 Del Campo, Hugo. “Los orígenes del movimiento obrero”, en Historia del movimiento obrero, Volumen 2. Buenos Aires, CEAL ,1984. pp.312 3

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expreso a través del Sindicalismo, cuyo principio fundamental fue: "Los sindicatos y no el partido político son el arma principal de la lucha proletaria.". En nuestro país buscaron convertir al partido socialista en apéndice de los sindicatos, por eso en 1906 fueron expulsados del partido. En ese mismo año los sindicalistas coparon la dirección de la UGT. Sin embargo, pese al enfrentamiento existente entre socialistas y anarquistas, la política represiva acentuada durante la presidencia de Quintana, unió a la clase obrera en la protesta. Las huelgas sostenidas por las centrales, FORA y UGT, estimularon las tendencias a la unidad sindical; pero al triunfar las propuestas impuestas por la FORA, las sociedades que no eran controladas por los anarquistas se retiraron del congreso y éste fracasó; actitud que perjudico a la FORA. Sólo las grandes luchas entabladas durante 1909, hicieron reaparecer los esfuerzos por la unificación. En la celebración del 1º de mayo, los obreros reunidos en la Plaza Lorea son reprimidos, y deja un saldo de ocho muertos y 40 heridos. Ante esta situación, el partido socialista, la FORA y la UGT convocan, la realización de una huelga general, que dura ocho días y se extiende a otras ciudades del interior. A raíz de estos hechos algunas de las sociedades autónomas que se mantenían al margen de las dos centrales convocaron a un nuevo congreso. En el mismo, la fusión de la UGT con las sociedades autónomas y algunas que se desprendieron de la FORA, dio lugar a la constitución de una nueva central, la Confederación Obrera Regional Argentina (CORA). En ocasión de los festejos del centenario la recién constituida CORA decide proclamar en esa fecha una huelga general contra la Ley de Residencia. La FORA anticipa su adhesión, lo cual indica que fue el momento más alto de movilización obrera impulsada por los anarquistas; la de 1910 fue la más importante de las huelgas generales, pero también la última por muchos años. No solamente debido a la represión ejercida a través de la ley de Defensa Social, sino también a la acción de grupos de choque, integrados por jóvenes de clase alta protegidos por la policía. La explicación de este reflujo probablemente tenga sus raíces en ciertos cambios que comenzaron a producirse en las aspiraciones de los trabajadores. Hacia 1910, éstos dejaron de ser una masa inorgánica para alcanzar una cierta estructura y conformación interna. La intensidad y la sistematización de la represión eran el más claro síntoma de la importancia que había alcanzado el movimiento obrero en la Argentina al cumplir la primera etapa de su historia.5 Después de las grandes movilizaciones de 1909 y 1910, el movimiento obrero argentino entró en un periodo de pronunciado reflujo provocado por la combinación de dos factores, la represión y la crisis económica. En realidad, el movimiento obrero no había sido derrotado en 1910; había sido derrotado el mesianismo insurreccionalista anarco-sindicalista, obstinado en utilizar al movimiento huelguístico como palanca de la revolución social antiestatista6. Armado con la Ley de Defensa Social, el Estado oligárquico descargó sobre el movimiento obrero todo el peso de su poder. Si bien fue un elemento contundente, no sólo la represión contribuyó a resquebrajar la hegemonía anarquista en el movimiento obrero argentino. El dinámico crecimiento económico estaba opacando la importancia de los sectores artesanales en los cuales el anarquismo prevalecía. Asimismo, las profundas transformaciones derivadas del rápido desarrollo económico, alentaba las posibilidades de un eventual ascenso social por los canales tradicionales del sistema, tornando más creíbles las propuestas moderadas y reformistas. Estas corrientes también se vieron favorecidas por el comienzo de apertura del sistema político que representó la aprobación, en 1912, de la Ley de Reforma Electoral que implantaba el voto secreto y obligatorio. Pese a que la ley tenia un cauce de apertura democrática, el movimiento obrero no estaba en condiciones de buscar un acercamiento con la UCR, el Partido Socialista continuaba caracterizando a la UCR como un partido “inorgánico”, en tanto que los anarcosindicalistas, consideraban a la nueva ley como un nuevo artilugio estatista que buscaba diluir el subersionismo espontáneo de los trabajadores. 5 6

Del Campo, op, Cit. 1984, p.320 Godio, op. Cit. 2000, p.229

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Pese a la nueva politica implementada, el movimiento obrero seguía dividido en tres sectores: la FORA, anarquista; la CORA, integrada por sindicalistas y socialistas, y los gremios, que no adherían a ninguna de las dos. La lucha común contra las leyes represivas y la protesta frente a los desbordes policiales, impulsaron a ambas centrales a coordinar su acción. Con ese fin se formó, en 1912, un comité mixto mediante el cual se mantuvieron en contacto. Finalmente, por iniciativa de la Confederación Sudamericana de Picapedreros, se convocó a un Congreso de Unidad Sindical. En el mismo se repitieron posiciones conocidas: mientras sindicalistas y socialistas intentaban constituir una central única buscando las coincidencias mínimas en que podría basarse, los anarquistas insistían en el mantenimiento del nombre de la FORA y de su Pacto de Solidaridad, invitando a los demás sindicatos a incorporarse a esa institución. Si en el Congreso se impusieron los primeros, aprobando unas Bases de Unificación que pasaron a referéndum de los gremios, los anarquistas tuvieron la última palabra cuando, por no considerar "suficientemente amplias" esas bases, aconsejaron a las entidades federadas mantenerse al margen del intento fusionista. Fue evidente entonces para todos los partidarios de la unidad sindical que ésta sólo podría realizarse dentro de los marcos de la FORA. La central anarquista mantenía abiertas sus puertas a los gremios que se quisieran incorporar, de acuerdo con la invitación formulada por su Octavo Congreso, y les reservaba, además, tres puestos en el Consejo Federal. Agotadas las otras posibilidades y disponiendo en los gremios de una mayoría que les permitiría copar por dentro la organización, los sindicalistas se decidieron por fin a la maniobra. El Congreso de la CORA, celebrado en 1914, se transformó, con la asistencia de los sindicatos autónomos, en Congreso de Concentración. Después de largos y complicados trámites, éste resolvió finalmente recomendar a todos los gremios confederados y autónomos el ingreso a la FORA. En 1915 se reúne el IX Congreso de la FORA, de gran importancia, porque provoca una nueva división en el movimiento obrero. La FORA del V Congreso que reúne a los anarquistas defensores del comunismo anárquico, y la FORA del IX Congreso, donde se vuelca el grueso de los trabajadores organizados, con el predominio de los sindicalistas, que perderá su carácter revolucionario para elegir la vía de negociación con el gobierno en "un regateo reformista y economista apolítico".7 Mientras el movimiento obrero seguía debilitado y dividido, tres importantes acontecimientos transformaban el panorama político nacional e internacional. El 2 de agosto de 1914, tuvo inicio la Primera Guerra Mundial. Se trato de una guerra interimperialista, iniciada por Alemania y Austria. El desarrollo de la guerra tendrá consecuencias sobre el movimiento obrero argentino, porque primeramente termino por obligar a sus corrientes a tomar posición sobre los efectos económicos y políticos de la guerra sobre el país; por la incidencia del comportamiento del movimiento obrero europeo sobre las corrientes ideológico-políticas obreras en el país; y por la influencia que sobre esas corrientes tuvo el triunfo de 1917 de los bolcheviques en el imperio Zarista y la instauración de un estado socialista de obreros y campesinos. El otro suceso de gran importancia para las tendencias revolucionarias, estaría vinculado con el triunfo del movimiento bolchevique en 1917.Los sucesos acaecidos en Rusia, demostraban que los sueños de los revolucionarios no eran utópicos, en tanto que la clase obrera podía mediante la insurrección armada, adueñarse del poder. De este modo, la coyuntura internacional multiplicaba las tensiones internas, llevando a violentos extremos la dialéctica entre rebelión y represión.8 Por ultimo, el tercer acontecimiento estaría signado por la asunción, el 12 de octubre de 1916, de Hipólito Yrigoyen. El partido radical, se presentaba como un vasto movimiento de reparación universal, pero sus reivindicaciones no atraían a los obreros. Anarquistas y sindicalistas 7

Belloni, Alberto. Del Anarquismo al peronismo. Buenos Aires, Coiyoacán, 1962, p.28 Del Campo, Hugo. “De la Fora a la CGT”, en Historia del movimiento obrero, volumen 3.Buenos Aires, CEAL 1985, p. 84 8

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despreciaban las posibilidades abiertas por la limpieza electoral y no esperaban demasiado de las leyes protectoras que el nuevo gobierno prometía.9 El gobierno radical se mostrará dispuesto a abandonar la política de represión y adoptar una posición de arbitraje social. Esto coincidía, en parte, con la estrategia más propensa a la negociación que impulsaba la FORA sindicalista que aparecía como la central obrera más representativa. De este modo, el gobierno se convirtió en árbitro en las disputas entre patrones y trabajadores, protegió los derechos de sindicalización y de huelga, promulgó leyes laborales como la del salario mínimo y otros proyectos boicoteados por los conservadores. Intervino a favor de los intereses obreros en la importante huelga marítima de 1916 y en la huelga ferroviaria de 1917. Sin embargo, el gobierno se vera enfrentado, tanto por los anarquistas, los socialistas y el Partido Socialista Internacional. Quienes combatirán a Yrigoyen, por su cerrado sectarismo, contrario a todo gobierno, y por su incomprensión de los problemas nacionales y su actitud peyorativa, hacia lo que despectivamente llamaban "política criolla". El punto de inflexión en la politica obrera de Yrigoyen, se producirá en el año 1919, cuando en ocasión de una huelga en un establecimiento metalúrgico, se declarará una huelga general que en un primer momento, estará bajo la dirección de la FORA sindicalista, quien horas más tarde iniciaría gestiones con el gobierno para ponerle fin. Pero el movimiento, mantenido por la FORA anarquista y otros gremios, no sólo se prolongó durante días sino que se extendió también a muchas ciudades. En esta huelga, se registraran graves enfrentamientos entre policías y militantes obreros con gran cantidad de víctimas fatales, en su casi totalidad pertenecientes a este último sector. El episodio, que pasará a la historia con la denominación de Semana Trágica, será finalmente controlado con la intervención del ejército nacional y grupos civiles como la Liga Patriótica, presidida por Manuel Carlés, y la Asociación del Trabajo por Joaquín Anchorena. La oposición conservadora, vinculada a los círculos patronales, atribuirá a la tolerancia radical el peligroso resurgimiento de la conflictividad sindical, en un momento en que las noticias del triunfo de la revolución bolchevique en Rusia, acrecentaban los motivos de alarma. A partir de entonces, el gobierno de Yrigoyen, sin abandonar su estilo popular, se mostrará más firme frente a los conflictos obreros y, en adelante, reprimirá con firmeza cuando las circunstancias lo exijan. Así lo hizo en los movimientos huelguísticos de la Patagonia y en la provincia de Santa Fe, que culminarán en verdaderas tragedias. Mientras el auge de la movilización obrera y la violencia de la represión despertaban nuevamente las aspiraciones de lograr la unidad sindical, viejas y nuevas diferencias ideológicas mantenían la división. La FORA V, seguía intransigente a los principios del “comunismo anárquico”, pero su influencia se iba reduciendo. La FORA IX, en su décimo congreso se incorporaron nuevos sindicatos, en el mismo, estos conservaron la mayoría, imponiéndose a los socialistas y a los internacionalitas (disidentes del Partido Socialista que luego formarían el partido Comunista). Los sindicalistas mantenían su posición antipolítico, criticando la intromisión del Partido Socialista en el movimiento sindical y su pretensión de dirigirlo. Los socialistas, por su parte, acusaban a la dirección sindicalista de connivencia con el gobierno radical. La puja de estas tres tendencias se complicaba, a raíz de los intentos de insertar a la FORA en algunos de los organismos internacionales que se habían constituido después de la guerra. A pesar de sus disensiones internas, la FORA sindicalista seguía propugnando la unidad. En 1921, el XI Congreso de la FORA va a dar origen en 1922 a una nueva central obrera, la USA, Unión Sindical Argentina integrada por sindicalistas, socialistas y comunistas. Fuera de ella quedaban los anarquistas antifusionistas y algunos sindicatos autónomos. El anarcosindicalismo se vio así, acosado por todos lados, un gobierno de amplia base social popular le era hostil y las otras tres corrientes obreras se unían en la central sindical adversa. Conclusión: 9

Del Campo, op. Cit. 1985, p.80

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A lo largo del presente capítulo, hemos intentado mostrar como tuvieron lugar las primeras sociedades gremiales, y como más allá de haber compartido objetivos destinados a la mejora de las condiciones del trabajador, las diferencias ideológicas resultaron ser el factor determinante de su posterior escisión. También se logro hacer un recorrido por los diferentes gobiernos, expresando de este modo la política emprendida y ejercida hacia el movimiento obrero, el cual al verse acorralado por las huelgas, decide aplicar mano dura y establecer una legislación tendiente a acorralarla. Si bien, esta política restrictiva logro aquietar el accionar no pudo debilitarlo; produciendo en contrapartida una maduración de la clase obrera, como fuerza eminente destinada a cumplir un rol de actor en la historia Argentina.

Capítulo II: Entre La Democracia Y El Golpe De Estado 1922-1943 En el presente capítulo, nos destinaremos a mostrará la situación de la clase obrera en la segunda década del siglo XX. De este modo, consideraremos al año 1922, como una etapa de división en el sindicalismo argentino, debido a las crisis que se desatan en el mismo, y que confluyen en la desaparición, división y pérdidas de afiliados. Luego se tendrá en cuenta la crisis económica existente en 1929, la destitución de Yrigoyen producida por el Golpe de Estado de 1930; en donde se observará como las condiciones existentes en la economía resultaron ser el factor elemental para que la actitud obrera sea de indiferencia o aceptación de la nueva realidad. Transición política y comportamiento sindical En 1922, con la finalización del primer gobierno constitucional radical, llegaba al poder el doctor Marcelo Torcuato de Alvear, se trataría a diferencia del anterior, de un régimen político liberal. El periodo que comenzaba, fue un tiempo en donde pasada la crisis de posguerra, la regularización del comercio internacional y del flujo de capitales, mejoró el desempeño de la economía argentina y alejó el peligro de crisis sociales más agudas. Esta nueva realidad irá originando cambios cualitativos en las características de la clase obrera. La bonanza económica coyuntural terminó por confundir a los partidos obreros y al movimiento sindical: ninguna de las fuerzas obreras había elaborado una estrategia capaz de instalar estratégicamente al movimiento obrero en esa larga etapa de transición entre la recuperación iniciada en 1922 y la irrupción devastadora de la crisis mundial de 1929-30 en la economía argentina.10 De este modo, ante esa coyuntura, el Partido Socialista Argentino, liderado por A. Palacios, se extingue dentro del Partido Comunista Argentino. Entre 1922-1928 se sucederán diversas luchas internas que terminarán con la derrota de "frentistas", "chispistas" y "penelonistas", pero que por el estilo de confrontación demostraban que se estaba constituyendo un partido sectario y "rusófilo", incapaz de transformarse en un partido de voluntad nacional popular. Por último, el movimiento sindical continúa en su estado de división y pérdida de afiliados: la USA, la primera central sindical por su importancia numérica, que alegaba tener cien mil afiliados en 1920 (como FORA 9°), sólo registra 15.000 afiliados en 1926 y 10.400 en 1927. Entre 1923 y 1927 se separan de la USA 117 sindicatos. Sólo se destaca en ese período, la fundación en 1922 de la Unión Ferroviaria, sucesora de la FOF, que decía en 1926 contar con 70.000 afiliados. Esta adoptó un sistema de organización diferente, al ser unión y no federación tendrá una estructura vertical centralizada. No adherirá a la 10

Godio, op. Cit. 2000, p.312

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USA sino que sobre su base se organizará una nueva central, en 1926, la COA, Confederación Obrera Argentina. Por lo tanto en 1926, existían tres centrales obreras: la FORA anarquista, la USA sindicalista y la COA socialista. En 1929, los comunistas crearon su propia central con el nombre de Comité de Unidad Sindical Clasista (CUSC), "Sobre la base de comités de fábrica y de lucha para romper con el legalismo sindical"11Esto agravaba aun más la división del movimiento obrero, coexistiendo en esta época cuatro centrales: FORA, COA, USA, y CUSC, más los sindicatos autónomos. En un ambiente de transición de gobierno (Hipólito Yrigoyen era destituido por un golpe militar encabezado por Uriburu) y de inestabilidad económica producto de la terrible crisis provocada por la quiebra de la bolsa de Nueva York, se reorganiza el movimiento obrero. Cuando ocurrió la revolución del 6 de septiembre, las organizaciones obreras, en general, no estaban ni en pro ni en contra de la misma. Esto es plausible si se tiene en cuenta la actitud de los sindicatos frente al gobierno de Yrigoyen, pues si bien es cierto que algunos sindicalistas lo apoyaban, la mayoría de los miembros de ese movimiento y los socialistas no veían una diferencia notable entre el gobierno radical yrigoyenista y el de los conservadores.12 Si bien, se puede hablar de que hubo algunos obreros que reaccionaron a favor del gobierno radical, estos casos fueron muy excepcionales. Debido a que muchos gremios no se animaron a enfrentarse contra el gobierno militar, sino que trataron de defender sus organizaciones de posibles represiones gubernamentales, declarando su carácter apolítico. El gobierno de Uriburu, con el sentido de controlar el movimiento obrero, impulso una politica restrictiva. Las medidas contra los anarquistas y sindicatos anarquistas se llevaron a cabo de manera muy severa; estas medidas afectaron tanto al movimiento anarquista que la F.O.R.A. perdió definitivamente su influencia dentro del movimiento obrero y los anarquistas acudieron cada vez más a la acción violenta, lo cual los hizo alejarse de la masa de los trabajadores.13 En esta politica también se vieron afectados los sindicatos socialistas y sindicalistas, las acciones de control fueron mucho más moderadas, pero las reuniones sindicales eran mucho más restringidas bajo el estado de sitio declarado el 5 de septiembre y la ley marcial, puesta en vigencia el 8 del mismo mes, conservándola hasta el 5 de junio del año siguiente.14 De este modo, a partir de las acciones emprendidas por el gobierno, la clase obrera comprendió que el golpe militar acaecido el 6 de septiembre de 1930 significaba: represión gubernamental, ofensiva capitalista y creciente desocupación. La CGT, que nació poco después del golpe militar, fue creada como consecuencia de la fusión de la Unión Sindical Argentina (USA) y la Confederación Obrera Argentina (COA) que congrega a sindicalistas y socialistas; tenía la misión de salvar a los obreros de tales dificultades. Sin embargo, frente a la represión gubernamental la recién creada CGT era tan impotente que terminó por elegir el camino de evitar el enfrentamiento frontal con el gobierno, declarando su carácter no político La creación de la central única no consigue poner fin a las disidencias internas existentes en la clase obrera y que en pocos años provocan un nuevo cisma en el movimiento organizado. (Rapoport, 1986, p.434). En la dirección de la CGT prevalecerán los sindicatos del sector servicios, en especial los ferroviarios (Unión Ferroviaria), con una participación subordinada de los gremios industriales. Ideológicamente, hasta mediados de la década, se mantendrá cierto predominio del sindicalismo, aunque ya habían dejado de ser mayoritarios dentro del movimiento obrero. Las pocas luchas que se desatan en ese periodo, entre las que se destacan las de los trabajadores rurales, calzado, telefónicos, empleados de comercio fueron impulsadas desde sus respectivos

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Belloni, op. Cit. 1962, p.39 Matsushita, Hiroshi. Movimiento Obrero Argentino 1930-1945. Buenos Aires, Hyspamerica, 1986. p.77 13 Idem. 1986, p.79 14 Ibidem, 12

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gremios, mientras la CGT asumía un papel prescindente, de espectadora del proceso, sin proponerse en ningún momento conducirlo.15 Este periodo tal como lo expresábamos mas arriba, se inicia con una gran desocupación, baja de salarios, y carestía de la vida, pero debido a la crisis mundial comienza un proceso denominado de sustitución de importaciones por el cual se busca fabricar en el país los productos que no se pueden importar. Esto trae como consecuencia un desarrollo de la actividad industrial y la aparición de los primeros sindicatos de industria. Concatenado a ello la migración europea que había caracterizado las primeras décadas del siglo, y que aportó la mano de obra por oficios, fue reemplazada por las migraciones internas, que se vuelca como mano de obra en las incipientes industrias localizadas en los grandes centros urbanos. Ello supuso, como sostiene Godio: "una nacionalización de la base social de los sectores populares."16 La prédica de los dirigentes obreros de esta época, está marcada por la lucha antifascista. La alternativa que presentan es democracia versus fascismo. Y en ese aspecto vienen a coincidir con el régimen oligárquico. Dice Belloni: "La CGT, que se había estructurado desde arriba, había nacido corrompida por la dirección amarilla. Socialistas y comunistas, se pelearán por sus huesos."17 (Belloni, 1962, p.41). En una primera etapa predomino en la CGT, la tendencia sindicalista, que seguía sosteniendo el gremialismo apolítico, ocupado sólo en las reivindicaciones económicas. Pero este apoliticismo ante un régimen reaccionario, de entrega de los recursos del país a manos extranjeras, de persecución al movimiento obrero, era considerado como un apoyo tácito al gobierno. La postura de las organizaciones de tendencia socialistas en cambio consideraban legítimo la participación política de los gremios, en apoyo de las fuerzas democráticas, y contra el fascismo, pero respondiendo a las directivas del partido Socialista. La persistencia de la CGT, en apoyar al gobierno, despertará resistencias cada vez más agresivas. A partir de 1932 y hasta 1935 la pugna entre sindicalistas y socialistas se transfiere al Comité Confederal. En diciembre de 1935, la organización obrera pasa a manos de los socialistas. La fraternidad, los Obreros Municipales, los Empleados de Comercio y la Unión Ferroviaria (el sindicato más fuerte del país) desconocen a las autoridades de la CGT y provocan la división gremial. Se produce así la primera división de la CGT. La encabezada por los sindicatos socialistas o CGT Independencia (sede de la Unión Ferroviaria) y la CGT Catamarca, (local del sindicato de telefónicos). La CGT Independencia contaba con los gremios más importantes numéricamente, que eran gremios del sector terciario, transporte, empleados de comercio, del estado. Recibió además el aporte de los gremios bajo control comunista, que eran sindicatos por industria, como la Federación de Industria de la Carne, el de Obreros Metalúrgicos, la Federación Obrera Nacional de la Construcción, y la Federación Obreros de la Madera (por corto tiempo). Su influencia creciente en el movimiento obrero se reflejó en los 19 representantes que obtuvo en el Congreso de la CGT de 1939, sobre un total de 138. El ingreso de los gremios comunistas a la CGT Independencia en 1936 se debió al cambio de política del KOMINTERN que ordenó a los comunistas locales disolver el Comité de Unidad Sindical Clasista creado en 1929, y cooperar con la izquierda democrática. Así los comunistas trabajaron junto a los socialistas en la campaña antifascista y en la formación de Frentes Populares. En 1937, la CGT Catamarca, de postura sindicalista, adoptó el antiguo nombre de Unión Sindical Argentina (USA), a ella se adhirieron la Federación de Obreros Marítimos, los telefónicos, y sindicatos autónomos. Creada la USA, quedó una sola CGT, que será la central obrera más importante, y de mayor número de afiliados. Su secretario general fue José Domenech, socialista de la Unión Ferroviaria. 15

Rapoport, Hugo. “El movimiento obrero en la Década Infame”, en Historia del movimiento obrero, volumen 4. Buenos Aires, CEAL, 1986, p.435 16 Godio, Julio. El movimiento obrero y la cuestión nacional. Buenos Aires, Erasmo, 1972. p. 36 17 Belloni, op. Cit. 1962, p.41

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En diciembre de 1942, las discusiones en el Congreso de la CGT plantean una nueva escisión a causa del enfrentamiento entre los socialistas. Mientras el secretario general de la CGT, José Domenech, propone la prescindencia política, el secretario general de los Obreros Municipales, Francisco Pérez Leirós, y el similar de Empleados de Comercio, Ángel Borlenghi, proponen el acercamiento socialista-comunista. La CGT vuelve a dividirse. La número 1 congrega a los trabajadores de los ramos de comercio, municipales, gráficos, de la construcción, estatales, metalúrgicos. La número 2 reúne a la Unión Ferroviaria, tranviarios, textiles, de la industria del calzado, cerveceros, entre otros. En 1943, al producirse el golpe militar que depone al presidente Ramón Castillo; concluye un período importante del sindicalismo argentino. Estamos ante la antesala de nueva época en la historia argentina, la época peronista. Antes del golpe militar del 4 de junio de 1943, el movimiento obrero estaba dividido en CGT Nº 1, CGT Nº 2, la USA, la FORA y los sindicatos autónomos. Tampoco se había logrado el reconocimiento e institucionalización de las organizaciones obreras. Conclusión: El período estudiado en este capítulo se trató de la llegada de un gobierno militar que supuso restringir el accionar del movimiento, pero no su extinción. De este modo, la crisis de legitimidad política y la injusta distribución de los ingresos que estuvieron vigentes durante la década de 1930, fueron acumulando tensiones que conducirán a la quiebra del sistema institucional en 1943. La irrupción del peronismo transformará el escenario político-social; salvo pocas excepciones, la mayor parte de las relaciones sociales sufrieron profundas transformaciones. Es en esas circunstancias que Perón, en un proceso que seguramente desbordó sus intenciones originarias, asumirá las reivindicaciones de los sectores populares e impulsará enérgicamente la organización sindical. CAPÍTULO III El Movimiento Obrero en el Peronismo 1943-1955 Se describe en este capitulo la relación del movimiento obrero con Perón. A través de la secretaría de previsión social este establece una relación con los trabajadores como nunca antes se había dado entre los trabajadores y algún funcionario del gobierno, estos no solo que son recibidos, son escuchados y a la vez estimulados, se da una situación única que no volverá a repetirse al menos en el siglo XX. Una ves en la presidencia se encarga de la reestructuración del movimiento obrero, surgen de sus filas elementos que pasan a formar parte del gobierno, estamos viendo la etapa de mayor auge del sindicalismo en la argentina. La relación con Perón: El nuevo gobierno implementó desde 1943 una política de captación y coerción sobre el movimiento sindical, por ejemplo, otorgó aumentos para los trabajadores públicos, pero el mismo tiempo dictó un decreto que establecía que los sindicatos para actuar debían tener personería jurídica y que ésta sólo sería otorgaba si los sindicatos se abstenían de participar en la acción política y se oponían al comunismo18.Simultáneamente el gobierno militar informaba a los trabajadores que las huelgas no serian permitidas y que el Departamento Nacional del Trabajo (DNT) asumía la función de órgano de conciliación obligatoria en las huelgas19. Al mismo tiempo que se iba definiendo el apoyo de los trabajadores al gobierno, también iba creciendo la resistencia de los sectores patronales a su política social. En junio de 1945, 321 18 19

La Nación, 21/7/1943 La Nación, 24/8/1943

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entidades empresarias de todo el país, representativas de la industria y del comercio, elevaban un memorándum al Presidente y publicaban un Manifiesto del sector. Señalaban la alarma producida por el proyecto salarial mínimo, vital y móvil, aumento de salarios y participación en las ganancias; preocupadas también por "la intranquilidad creciente de un ambiente de agitación social, que venía a malograr la disciplina y pujante eficiencia del esfuerzo productor y cuya gravedad hallaba origen en el constante impulso que se deparaba desde dependencias oficiales". Este documento significaba una virtual declaración de guerra contra el gobierno y, en particular, contra Perón y la Secretaría de Trabajo y Previsión. A esta ofensiva, se sumarían vastos sectores de la clase media, principalmente estudiantes y profesionales; las organizaciones sindicales aún controladas por socialistas y comunistas, partidos políticos; casi toda la prensa; sectores del Poder Judicial y de las Fuerzas Armadas y, finalmente, desempeñando un activo papel en la coordinación de todos estos elementos, el recién llegado embajador norteamericano Spruille Braden Para la oposición, Braden era un aliado que recalaba en la Argentina para dirigir la operación definitiva contra el "totalitarismo" y el "nazismo vernáculo". Pero, detrás de sus invocaciones a la "democracia", el representante norteamericano no ocultaba su propósito de tutelar determinados intereses, buscando imponer un gobierno dócil a los negocios planeados por Estados Unidos para la posguerra, tales como la posibilidad de que las líneas aéreas norteamericanas pudieran explotar comercialmente el mercado interno argentino. Evidentemente, Estados Unidos, que emergía de la Segunda Guerra El 8 de octubre, el general Eduardo Avalos, jefe de la guarnición militar Campo de Mayo, notificaba a Perón que había renunciado a sus cargos ya que no contaba con el apoyo de las fuerzas armadas. La rebelión militar triunfante decidió la detención de Perón y su internación en la Isla Martín García, mientras una junta de militares se apersonaba a Farrell para la formación de un nuevo gabinete. Por su parte, los cuadros sindicales adictos a Perón y la propia masa de trabajadores, se movilizaron agrupándose, el 17 de Octubre de 1945, en la Plaza de Mayo, luego de converger desde los suburbios capitalinos y de las zonas aledañas a la provincia de Buenos Aires. Allí, por medio de una huelga general que se extendía por todas partes, reclamaban la presencia de Perón. Lograda ese mismo día la liberación de Perón, el discurso de éste pronunciado por la noche desde los balcones de la Casa Rosada, preanunciaba su plan electoral, que contemplaba la renuncia a los cargos en el gobierno para aspirar a la candidatura presidencial. La convocatoria a elecciones cerraba la última etapa de la revolución de junio. El 17 de Octubre señalaba, a su vez, el hecho que, por vez primera en nuestra historia, una movilización de la clase obrera determinaba un cambio sustancial en la situación política nacional. Este acontecimiento significaba, también, la iniciación de una nueva etapa en el movimiento obrero, cuyo peso político sería, desde entonces, imposible de ignorar (Pigna 2005) Las elecciones dieron la victoria a la fórmula Perón-Quijano, obteniendo mayoría absoluta en las Cámaras Legislativas y gobiernos provinciales. El 4 de junio de 1946 se inauguraba la primera presidencia de Perón, reelegido a fines de 1951 para un nuevo período, que no llegó a completar. La política del gobierno peronista tuvo relevante importancia en el campo social y económico. Las medidas introducidas en la legislación y en la práctica laboral, llevaron a la dignificación del trabajo y del trabajador en una forma que, hasta entonces, había sido negada. Mundial como potencia hegemónica dentro del bloque occidental, disputaba, a la ya declinante Inglaterra, la influencia que, hasta entonces, ésta había mantenido en el Cono Sur. En setiembre de 1945, la oposición organizaba la “Marcha de la Constitución y la Libertad", reclamando el fin del gobierno militar y su manejo provisional por la Corte Suprema. La acometida de la oposición ganó cuerpo en un sector de los cuadros militares que, por otra parte, estaban descontentos con el grado de poder alcanzado por Perón. La nueva dirigencia sindical no conformaba, pues, una corriente de hombres sin antecedentes, que negaran o repudiaran todo lo hecho hasta ese momento dentro del movimiento obrero. Estos dirigentes habían militado, fundamentalmente, en las filas del socialismo y del sindicalismo puro.. 13

Estos dirigentes fueron redefiniendo, con apoyo estatal, la organización gremial y el nuevo papel que ésta jugaría. La intervención en los gremios ferroviarios había decidido mantener relaciones con la C.G.T La comisión llevó a cabo una tarea de organización sindical por distintos lugares del interior, que fortaleció el frente sindical. Del naciente movimiento sólo quedaban excluidos los comunistas, más disciplinados que otros grupos y convencidos del carácter "fascista" del régimen, rechazaban en forma terminante todo intento de acercamiento. En algunos casos de sindicatos controlados por ellos, desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, se apoyó e impulsó la creación de sindicatos paralelos con conducciones contrarias y excluyentes a la comunista: la creación, en 1943, de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) y de la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (UOCRA), fueron ejemplo de ello. Asimismo, se organizaron nuevos sindicatos en gremios donde, hasta entonces no existían y, a fines de 1944, más de 40 organizaciones habían ingresado en la C.G.T., entre las que se destacaban, además de las dos anteriormente señaladas: la Sociedad Obrera de la Industria Vitivinícola de Buenos Aires y la de San Juan, el Sindicato de Obreros Fideeros de la Capital Federal, el Sindicato Obrero del Papel, de Obreros Peleteros, de la Industria del Vidrio y la Federación Obrera Tucumana de la Industria Azucarera. En el campo económico, bajo el impulso de la Segunda Guerra Mundial, la política sustitutiva de importaciones, adquirió otro nuevo empuje. En 1944, por primera vez en la historia de la economía argentina, la industria manufacturera participó en la formación del Producto Bruto Interno (PBI), con un porcentaje superior (22,8%) al que correspondía a la agricultura y ganadería juntas (20,1%) 20 La industrialización se aceleró y se convirtió en un proceso impulsado, deliberadamente, desde el aparato estatal, acompañado por el continuo crecimiento de los saldos migratorios internos. Si habíamos señalado, para el período 1936/1943, 72.000 migrantes anuales, esta cifra subió a 117.000 en los años 1943/194721 Estos trabajadores venidos del interior del país, conformarían la base de sustentación de la política peronista y les cabría un papel protagónico en los sucesos del 17 de Octubre. En este período creció, asimismo, el número de establecimientos industriales y el personal en ellos ocupado. Por su parte, los cuadros sindicales adictos a Perón y la propia masa de trabajadores, se movilizaron agrupándose, el 17 de Octubre de 1945, en la Plaza de Mayo, luego de converger desde los suburbios capitalinos y de las zonas aledañas a la provincia de Buenos Aires. Allí, por medio de una huelga general que se extendía por todas partes, reclamaban la presencia de Perón. Lograda ese mismo día la liberación de Perón, el discurso de éste pronunciado por la noche desde los balcones de la Casa Rosada, preanunciaba su plan electoral, que contemplaba la renuncia a los cargos en el gobierno para aspirar a la candidatura presidencial. La convocatoria a elecciones cerraba la última etapa de la revolución de junio. El 17 de Octubre señalaba, a su vez, el hecho que, por vez primera en nuestra historia, una movilización de la clase obrera determinaba un cambio sustancial en la situación política nacional. Este acontecimiento significaba, también, la iniciación de una nueva etapa en el movimiento obrero, cuyo peso político sería, desde entonces, imposible de ignorar22 (Pigna 2005). Las elecciones dieron la victoria a la fórmula Perón-Quijano, obteniendo mayoría absoluta en las Cámaras Legislativas y gobiernos provinciales. El 4 de junio de 1946 se inauguraba la primera presidencia de Perón, reelegido a fines de 1951 para un nuevo período, que no llegó a completar. La política desplegada por la Secretaría de Trabajo y Previsión se concentró en dos frentes: Sobre los dirigentes y sobre la masa trabajadora. La captación de dirigentes sindicales de antecedentes socialistas y sindicalistas pudo lograrse por medio del cambio de status que experimentaron. Cansados de golpear las puertas de las antesalas oficiales durante el período conservador, se vieron, de pronto, ante un gobierno que atendía sus reclamos y que tenía una 20

Pigna, Felipe. “Los mitos de la historia Argentina Vol. IV” Grupo Editorial Planeta. 2008, p. 123 Rotandaro, Rubén en Pigna, Felipe, op. Cit. 2008, p. 130 22 Pigna, op. Cit. 2008, p. 131 21

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política programática que les permitía un alto grado de flexibilidad. El dirigente gremial pasó, de ser un individuo indeseable a participar en las decisiones, o, al menos, a estar presente en el momento en que se adoptaran. En lo que respecta a los trabajadores, las sucesivas medidas que se fueron tomando, significaron abrir los ojos a una nueva realidad que les dio la sensación de convertirse de simples convidados de piedra en actores principales del proceso de renovación. Su lealtad política, salvo con Yrigoyen, nunca había sido muy firme y los socialistas no habían podido convencerlos lo suficiente como para darles las posibilidades de formar un partido obrero. Cuando el gobierno comenzó a hablarles en un lenguaje que comprendían, lejos de las complicaciones internacionales, cerca de los valores tradicionales, a los cuales permanecían afectos, su lealtad se inclinó hacia los protagonistas de esa política y, particularmente, a la persona del titular de la Secretaría de Trabajo y Previsión. (Pigna, 2005) A este desarrollo contribuyó la Ley de Asociaciones Profesionales de 1945, que fue el instrumento para realizar la integración sindical. Dicha ley conoció a los sindicatos como asociaciones de derecho público y estableció el control del Estado sobre los ingresos y gastos de la organización, pudiendo el Ministerio de Trabajo adjudicar o retirar personerías gremiales que, por otra parte, eran otorgadas al sindicato mayoritario por la rama de actividad. Se reconocía también al sindicalismo el derecho a participar en política, con lo cual el Estado asumía, por vez primera, el contenido político de las luchas gremiales y afirmaba la voluntad de estructurar un movimiento sindical unido. Durante este gobierno, los trabajadores y el movimiento obrero organizado, fueron parte integrante y activa del desarrollo nacional. Dirigentes y militantes sindicales se incorporaron a la estructura institucional del país, ocupando funciones públicas. Dos ministros de la Nación surgieron de filas obreras: Ángel G. Borlenghi, Secretario General de la Confederación de Empleados de Comercio, quien ocupó la cartera del Interior y José M. Freire, del Sindicato de Obreros de la Industria del Vidrio, ocupó el cargo del Ministerio de Trabajo y Previsión. Organismos públicos y comisiones de estudio incorporaron directores y representantes sindicales. En el ámbito internacional, la tarea desplegada por la C.G.T. se concretó en la creación de la Agrupación de Trabajadores Latinoamericanos Sindicalistas (ATLAS), en noviembre de 1952. Esta central contó con el apoyo de sectores gremiales latinoamericanos y tenía su basamento en la Tercera Posición, doctrina que Perón postulaba en el plano internacional y que propiciaba una equidistancia de los centros hegemónicos de poder, tanto de Oriente como de Occidente. La acción de ATLAS, que se presentaba como una fuerte competidora de la Organización Regional Interamericana de Trabajadores (ORIT), central impulsada por EE. UU. Para controlar el movimiento latinoamericano de trabajadores, fue breve. El golpe militar de 1955, alcanzó la sede, los bienes y la biblioteca especializada de ATLAS; se eliminaba así a los que desde el escenario sindical continental, hubieran podido desarrollar una propuesta de unión latinoamericana.

Conclusión La etapa que hemos visto, de vital importancia para el sindicalismo argentino, culminaría en 1955. En esta ocasión, como contrapartida de la centralización y verticalización que se había operado en la conducción cegetista, ésta se mostró sin elasticidad suficiente para superar una crisis de tamaña envergadura. Las conducciones que se habían ido sucediendo, marcaron una progresiva integración en el aparato estatal y una creciente desmovilización, que le restaría efectividad para enfrentar situaciones críticas. El movimiento obrero, sin embargo, resurgiría, lenta y trabajosamente, después de 1955, "a pesar de las persecuciones y de la represión, a través de las alternativas de una larga proscripción; los hechos demostrarían que el vínculo establecido entre el movimiento obrero y el peronismo, era un vínculo perdurable" (Del Campo Hugo, 1983)

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CAPÍTULO IV La resistencia del movimiento obrero 1955-1973 Este capítulo se desenvolverá entre el período que abarca de 1955 a 1973, durante el cual el movimiento sindical tuvo que enfrentar dificultades y persecuciones, a partir de la decisión del gobierno militar-liberal que derrocó al presidente Perón en 1955 y de desterrar al peronismo por todos los medios a su alcance de la escena política argentina. Sin embargo, el proceso de cristalización del peronismo como cultura y organización obrera que había marcado al sindicalismo argentino era profundo. Los sindicatos dieron la batalla a la “Revolución Libertadora”: surgió así la “resistencia peronista”. Esta fue simultáneamente política y sindical. Durante este ciclo también nació por parte del movimiento una doctrina denominada “vandorismo”, que estableció al sindicalismo como “factor de poder”. En tanto nuestro país era testigo del surgimiento de grupos guerrilleros izquierdistas que para los militares simbolizaban la inestabilidad política y social del país, por eso había que buscar una salida, el regreso de Perón. El movimiento obrero sin Perón Como ya se mencionó en el anterior capítulo el nuevo gobierno de facto estuvo dirigido por el General Eduardo Lonardi, el cual agrupaba a dos corrientes políticos-militares: los nacionalistas (de la cual formaba parte el mismo) y los liberales. Los militares nacionalistas "inauguraron" en la historia política Argentina desde 1955 una relación de diálogo entre las FFAA y el peronismo excluido del poder23. Con la finalidad de llevar a cabo una relación de diálogo entre ambas fuerzas, los nacionalistas emprendieron una política de conciliación y de negociación con la CGT, a quien aseguraban la vigencia de la legislación social existente y el respeto de las organizaciones sindicales. Pese a los logros obtenidos por la CGT, el gobierno no pudo controlar que comandos civiles coparan los locales gremiales, y que recuperen su dirección sindicalistas antiperonistas que antes habían sido desplazados de sus cargos (socialistas, radicales, sindicalistas, anarquistas, independientes). Entretanto, comenzaba a desarrollarse los primeros síntomas de resistencia por parte de las bases peronistas24, la CGT amenazaba al gobierno con realizar una huelga general el 1º de noviembre, con la finalidad de impedir la implementación de las nuevas normas electorales, que le resultaban negativas, ya que implicaba la sumisión total. Tal actitud aceleró en el gobierno el desenlace del conflicto latente entre nacionalistas y liberales sobre la política a seguir frente al movimiento sindical peronista. Esto produjo malestar en las Fuerzas Armadas, que decidieron desplazar a Lonardi por el general Pedro E. Aramburu, quien junto con el almirante Isaac Rojas, se propusieron proscribir a los sindicatos peronistas y al mismo Partido Justicialista, intervenir a la CGT, y que los gremios de la central mencionada sean controlados por interventores militares; también se derogó la Ley de Asociaciones Profesionales quedando eliminado el sindicato único por rama de actividad, permitiéndose la dispersión de gremios en una misma actividad, estas medidas vinieron a favorecer a los patrones, que tuvieron las manos libres para revertir las conquistas logradas con Perón. La situación de los trabajadores empeoró con la caída de los salarios reales y la inflación, aparte de la declaración de ilegalidad por parte del gobierno, de las huelgas que participaran los obreros. El movimiento obrero, contaba con una estructura organizativa, bajo la dirección de comités de militantes de base. Las organizaciones sindicales, habían logrado durante 1956 resistir el intento desarticulado de la CGT y restablecer sus vínculos con los trabajadores (a través de paritarias, 23 24

Godio, Julio. Historia del movimiento obrero argentino: 1870-2000. pp.962 James Daniel Op. Cit pp 48

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huelgas, etc.) y generar rápidamente una generación de dirigentes de relevo proscriptos. Para fines de 1956 y principios de 1957 los sindicalistas peronistas volvían a reagruparse y para ello habían creado distintos nucleamientos de activistas (CGT única e intransigente, Comando Sindical, CGT Auténtica y otros). Tanta actividad exitosa en un tiempo tan corto y tan difícil, indicaba que el sindicalismo peronista sería un duro adversario para las ilusiones liberales de "desperonizar" a los trabajadores25. A principio de 1957 algunos sindicatos “normalizados” fueron conquistados por alianzas entre peronistas, comunistas e independientes. Esta formación, actuó como base para la constitución de la Comisión Coordinadora Intersindical de Gremios Normalizados (IS). El IS convocó y apoyó una serie de huelgas, principalmente las que fueron efectuadas por el sector ferroviario y de municipales. En este contexto de resistencia sindical al gobierno, se produjo el 1° de marzo de 1957 la convocatoria oficial al Congreso Normalizador de la CGT. El fracaso del Congreso, fue la frustración del gobierno y del sindicalismo "democrático". Como consecuencia inmediata emergieron tres grandes grupos sindicales: las 62 Organizaciones peronistas, los 32 Gremios Democráticos y las organizaciones compuestas por comunistas e independientes. Con la creación de las 62 organizaciones se quiebra el intento del gobierno cívico-militar de reducir al sindicalismo peronista a pura acción gremial26. El bloque militar-civil comenzó a entender que era una tarea difícil lograr desarticular política e ideológicamente al peronismo, se lo podía desalojar temporalmente de la sociedad política, pero era imposible desarraigarlo culturalmente de la conciencia obrera y popular. En enero de 1958 se firmó el pacto Perón-Frondizi. El peronismo decide apoyar a la UCRI en las elecciones, y a cambio el partido se compromete a legalizar al peronismo, entregar la CGT a los sindicatos y terminar con las persecuciones a dirigentes políticos y sindicales de esa fuerza política. Frondizi era un candidato no militar quien representaba para los gremialistas el retorno de la CGT y de las negociaciones colectivas. El 1 de mayo, el general Pedro Eugenio Aramburu entregó el mando al presidente elegido por sufragio el 23 de febrero de 1958, al Dr. Arturo Frondizi. El nuevo mandatario alentado por el respeto a la palabra empeñada, y por la necesidad de ampliar su base política intentando capturar la voluntad del movimiento obrero, pareció dispuesto a cumplir el pacto. Meses después de asumir la presidencia, fue promulgada la Ley 14.455 de Asociaciones Profesionales, modelada con arreglo al código laboral peronista, que estipulaba el reconocimiento de una sola unidad negociadora en cada industria. La realidad que imponía la Ley, tanto para los afiliados gremiales, como para sus dirigentes sindicales, se tradujo en el apoyo de amplios sectores obreros a la administración; también se comprometió a devolver la CGT. En realidad, tales consideraciones teóricas no se llevaron a la práctica, pues Frondizi le dio prioridad al desarrollo industrial; dicho paradigma fue llamado “desarrollista” que consideraba en primer plano la producción petrolera, la industria pesada y los bienes de consumo de alta tecnología. Pero esta “tregua” con los trabajadores entra en tensión cuando Frondizi propone la privatización de empresas estatales fundadas durante el peronismo, el gobierno abre otro frente de batalla, con el sindicalismo27 . El movimiento sindical inició una huelga general al enterarse a principios de enero de la privatización de un frigorífico Lisandro de la Torre a manos extranjeras que contó con la complicidad del mismo Frondizi. La intervención policial en el frigorífico, movilizó a todas las organizaciones sindicales, sin diferenciar ideologías. Muchos de los dirigentes de las 62 Organizaciones fueron arrestados como Vandor, Alonso, Mena, y Acosta. Los delegados que aún estaban libres suspendieron la huelga. A pesar del fracaso y de la obstinación de Frondizi por concretar su plan económico (aparte de no tener la intención de crear una alianza “multiclasista” con las 62), los trabajadores no se dejaron vencer. Dentro de las 62 organizaciones, se formó un comité coordinador, integrado por todos los sindicatos que habían participado en la huelga. Con el 25

Godio. op. cit pp. 973. Godio Op. cit pp. 978. 27 Ídem Op. cit. pp.980 26

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tiempo, fue notándose no solo la crítica hacia Frondizi; las organizaciones de base también cuestionaron a los dirigentes sindicales por aceptar el plan de estabilización del gobierno. Aún así, la derrota fue inevitable pues el plan económico del presidente obtuvo el respaldo de los militares que su vez intervinieron los sindicatos peronistas y no peronistas, haciendo uso del Plan Conintes (Conmoción Interna del Estado), y por los empresarios. Dichos signos mermaron la militancia y la participación política, sumado al desgaste del sector combativo de la Resistencia. A éstas complicaciones para el movimiento obrero, se le sumaron la limitación de los sindicatos para organizar a los trabajadores; dentro de este clima surgieron grupos comandos que no incluyó a los militantes de base, sino más bien integró a jóvenes y estudiantes peronistas, provenientes de sectores universitarios y terciarios. La actividad clandestina se desarrolló en el contexto de la Revolución Cubana, que fue la inspiración para el surgimiento de grupos guerrilleros, y para la impregnación de la izquierda en activistas tanto peronistas como no peronistas. Mientras tanto en 1960 se constituyó la Comisión de los 20, compuesta por peronistas e independientes para reclamar la devolución de la CGT que seguía intervenida. En 1961, se firma un acuerdo definitivo entre el gobierno y la Comisión de los 20, por la que CGT era entregada a la Comisión. En esta misma figuraban dirigentes como Framini (Textil), Vandor (metalúrgico), Alonso (Vestido), Rachini (Aguas Gaseosas) entre los peronistas, y Staffolani (La Fraternidad), Riego Ribas (Federación Gráfica), Manuel Carullas (UTA) y Francisco Pérez Leirós (Municipales), entre los independientes. El gobierno de Frondizi, había reconocido dicha Comisión para que asumiera la dirección provisoria de la CGT, con el compromiso de normalizarla antes de 31 de diciembre de 1961, previa reforma del Estatuto. Pero la CGT no logró normalizarse en la fecha prevista, y aun seguía en manos de la Comisión provisoria cuando fue destituido Frondizi. Paradoja de la historia: el anhelado Congreso Normalizador de la CGT se celebro en enero/febrero de 1963 permitido por un nuevo gobierno militar28 precedido por el Dr. Guido. En el Congreso Normalizador de la CGT participaron 818 delegados de aproximadamente 100 organizaciones; en la que fue elegido como secretario general José Alonso. En dicho Congreso se aprobó un Plan de Lucha que propuso el cambio total de las estructuras económicas. Sus objetivos no se limitaban a la defensa de los intereses económicos comunes sino "a gravitar como fuerza social en todos los grandes problemas del país para darle soluciones acordes". "La CGT debía criticar, oponerse a lo que creía incorrecto, y enfrentarlo para corregir el rumbo. Para ello implementó el Plan de Lucha”29. En las elecciones de 1963 el Frente Nacional y Popular Peronista, tuvo como candidato a Vicente Solano Lima, que competía en su llegada a la presidencia con el aspirante radical (de la UCR del Pueblo) Arturo Illia. Éste último resultó ser el vencedor de los comicios. Al iniciarse su mandato el Plan de Lucha siguió en pie, se tomaron fábricas, desde de mayo de 1964 al 26 de junio. Fueron operativos, en los que hubo 11.000 establecimientos ocupados se involucraron 3.913.000 trabajadores; una vez insertado en poder Illia, puso en práctica su línea económica; para él era importante un Estado intervencionista en el control y la planificación económica. En plena recuperación industrial, hizo que el Congreso sancionara una ley de Salario Mínimo. Frente al capital extranjero, trató de depender menos de aquel. Al intentar llevar a la práctica la Ley de Asociaciones Profesionales, que implicaba el manejo de los fondos (pues las centrales obreras ya no podían disponer del depósito de las cuotas sindicales) y las elecciones internas, pero sólo encontró oposición en la cúpula sindical. De los delegados sindicales se puede decir que luego de 1958 aumentaron su poder al establecer relaciones más cercanas con funcionarios políticos. No solo velaban por los intereses de los trabajadores en general, sino también les interesaba escalar posiciones en el Estado. En éste último punto llegaron a enfrentarse con el mismo Perón. Hasta ese entonces el dirigente sindical que llegó más lejos fue el dirigente metalúrgico Augusto Vandor, que dejó su insignia dentro del movimiento. 28 29

Godio. op. cit. pp.993 Memoria y Balance de la CGT. pp. 25

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Mientras tanto comenzaba el “Operativo Retorno” de Perón. Este operativo tuvo como uno de los gestores principales, a Vandor, pero el operativo fracasó porque al llegar a Río de Janeiro el gobierno brasileño impidió a Perón continuara el viaje hasta Argentina. En enero de 1965, es reeligido José Alonso como secretario de la CGT; produciéndose luego una crisis interna, en la lucha por la conducción del peronismo sindical y político. El primer efecto fue la separación de José Alonso de su cargo en la CGT y su reemplazo por Fernando Donaires de Papeleros (muy vinculado a Vandor).El dilema se dio entre los que debido a la ausencia y lejanía de Perón, actuaban con autonomía respecto de su liderazgo, entre los que estaban Vandor, y los partidos neoperonistas como la Unión Popular de Bramuglia; y los que acataban de manera incondicional al líder (Alonso). Esta situación, condujo a que en los primeros meses de 1966, las 62 organizaciones se dividieran, y quedaran dos sectores: el sector de Alonso denominado las 62 "De Pie Junto a Perón", y las 62 "Leales a Perón" conducidas por Vandor. En junio de 1966, se produjo una huelga general con gran acatamiento, en protesta contra el veto presidencial a las reformas introducidas por el Congreso a la Ley de Despidos. Pocas semanas después, el 28 de junio, se produjo un nuevo golpe de estado. Se iniciaba una larga dictadura militar, autocalificada como la “Revolución Argentina”, que se encontraba encabezada por el General Juan Carlos Ongania, el cual fue el primero de la serie de militares que se hicieron cargo del gobierno hasta 1973, este tenía dos objetivos claros: intentar restaurar la confianza del sector empresarial y rebasar por el flanco a Perón ofreciendo participación a los sectores “colaboracionistas” de los sindicatos peronistas. La primera medida adoptada por el régimen militar, con respecto al gremialismo fue devolver la personería gremial a varias organizaciones intervenidas en el gobierno radical. Sin embargo, el acercamiento de Ongania a la CGT no tenía como interés promover el poder sindical, sino solamente señalar que los sindicatos tendrían un lugar en el nuevo orden estatal si aceptaban las reglas de juego del gran capital y las FFAA30. En agosto el gobierno firmo la ley 16.936 que establecía el arbitraje obligatorio, pero a pesar de ello la CGT intentaba tener una buena relación con la nueva admistración. El nuevo régimen formuló en noviembre el programa económico de la “Revolución Argentina”, de orientación monetarista; en esta estrategia de economía de exportación, la estabilización de precios internos y salarios era esencial. Para esto fueron congelados los segundos y controlados los primeros. La respuesta de la CGT, fue la realización de una huelga, que dio como resultado el desplazamiento del Ministro de Economía Salimei y su reemplazo por Vasena quien revocó las medidas de nacionalización y control de capitales del gobierno de Illia. Además aplicó un plan de estabilización para controlar la inflación y reducir los costos de las empresas, mediante el control de los salarios y la reducción de las negociaciones colectivas. La respuesta de la CGT, fue la realización de una huelga, que dio como resultado el desplazamiento del Ministro de Economía Salimei y su reemplazo por Vasena, quien puso en práctica una política monetarista y de desnacionalización de la economía que trajo recesión. Política que favoreció a poderosos sectores extranjeros y que buscó limitar el poder de los sindicatos. La CGT decidió, entonces, enfrentar al gobierno y lanzar un Plan de Acción con movilizaciones y medidas de acción directa. El gobierno para contrarrestarla, tomó medidas drásticas, intervino numerosos gremios y dejó cesantes de sus trabajos a directivos metalúrgicos, químicos, azucareros, telefónicos y de la Unión Ferroviaria. Sin embargo, el gobierno llego a relacionarse con un grupo de sindicalistas encabezados por Juan José Taccone (Luz y Fuerza) y Rogelio Coria (Construcción) quienes fueron llamados participacionistas, ya que rechazaron la lucha frontal y evitaron que sus gremios fueran intervenidos. El Plan de Acción fue un fracaso. La CGT quedó en manos de una nueva Comisión Provisoria creada el 24 de mayo de 1967, que será la que convoque a un Congreso Normalizador a fines de marzo de 1968. En ese acontecimiento se designó como secretario generar a Raymundo Ongaro, dirigente de los sindicatos gráficos de Buenos Aires. El motivo de la elección se vinculó a la nula participación de éstos sindicatos en los conflictos, lo cual hizo que no fueran intervenidos. Al estar en desacuerdo con el electo, Vandor se alejó de la central, 30

Godio. op. cit. pp. 1035

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denominada CGT Paseo Colón o de los argentinos, y formó junto con sus seguidores, una central rival, la CGT Azopardo. Ésta corriente, denominada participacionistas, concibió la necesidad de que los sindicatos establecieran una alianza con el Estado. Así mismo, el surgimiento de nuevos dirigentes combativos, de origen trotskista, que rechazaban todo tipo de acuerdo, como Agustín Tosco, de la seccional Córdoba de Luz y Fuerza. Esto dio origen al llamado "sindicalismo de liberación". Sus propuestas lo alejaban del peronismo al que muchos consideraban burgués y burocrático. Daniel James postuló que la división del movimiento sindical ayudó a Onganía a instaurar la paz social, que se mantuvo a través de la aplicación de los recursos represivos del Estado, como la reforma del código penal y la prohibición de ejercer la militancia. Sin embargo, a partir de 1969 la paz social dejó de funcionar al crecer un clima de oposición de todos los sectores de la sociedad (agregando a los universitarios) que habían sido perjudicados por el plan de Krieguer Vasena. La dirección del movimiento obrero fuertemente concentrado en Buenos Aires, sufrió un proceso de descentralización, adquiriendo mayor importancia las regionales del interior del país. Fruto de estos cambios fue un acontecimiento inesperado, el Cordobazo, en donde obreros y estudiantes de la ciudad de Córdoba, en mayo de 1969, ocuparon la ciudad durante varias jornadas, en protesta por las políticas represivas de Onganía. Allí tuvieron destacada actuación los sindicalistas Tosco, Elpidio Torres de SMATA, y Atilio López de UTA. Los actos de violencia originaron 14 muertes, más de 100 heridos y elevados daños económicos. El 20 de junio, se produjo el asesinato de Vandor. Onganía, ante la gravedad de la situación, estableció el estado de sitio, e intervino la CGT pero ya se había perdido la paz interior, las huelgas, y los actos terroristas crecieron de forma considerable. El presidente, tratando de acercarse a la dirigencia sindical, dictó la ley 18.610, mediante la cual se le otorgaba a los sindicatos el control de los recursos derivados de los servicios sociales., la CGT fue normalizada, eligiendo en esa ocasión a nuevas autoridades. Se constituyó la Comisión de los 20. Estas medidas resultaron en vano, el secuestro y muerte del General Pedro E. Aramburu, por Montoneros31, el 8 de junio de 1970, puso fin al gobierno de Ongania, que fue reemplazado por el general Levingston, él cual en 1971 tuvo que enfrentarse a una nueva rebelión en Córdoba, denominada Vivorazo, conformada por la alianza de estudiantes y obreros, a las que se sumaban los gremios más combativos como SITRAC-SITRAM y grupos guerrilleros. Al verse debilitado la posición militar, fue inevitable que ésta destituyera a Levingston de su cargo, siendo reemplazado por el jefe de la Junta de Comandantes, general Alejandro Lanusse. El gobierno concedió a los sindicatos ciertas mejoras: aumento salarial del 6% sobre los "salarios reales" (es decir los realmente percibidos y no los de convenio); elevación del salario mínimo y convocatoria a comisiones paritarias. La CGT abre una etapa de expectativas, pese a que son intervenidos dos sindicatos importantes de las 62’ por desarrollar movimientos de fuerza. En ese período, los comandantes militares comenzaron a elaborar estrategias para dar el paso a un gobierno democrático. A partir de allí comenzó la intriga política entre Lanusse y Perón (que estaba preparando su regreso definitivo al país) dentro del marco del Gran Acuerdo Nacional (GAN) cuyo objetivo central era llegar a un compromiso entre partidos políticos, organizaciones empresarias y las FFAA para una candidatura común. La sociedad enardecida por los hechos de violencia ocurrida en 1969, se impregnó de las ideologías de izquierda, que simbolizaban su oposición a un régimen capitalista e imperialista que no le brindaba oportunidades. Dicha conciencia alcanzó a los sectores medios, dando así a la formación de grupos guerrilleros tales como las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y los Montoneros, simbolizando a la acción armada. Éstos eran grupos que adherían al peronismo siendo que para los militares los grupos guerrilleros simbolizaban la inestabilidad política y social del país, vieron en Perón la solución para frenar lo que ellos consideraban subversión. Es en este clima el cual el peronismo resurgió de las cenizas, como así también sectores medios y populares; en cambio el declive en el seno de las Fuerzas Armadas, provocó 31

Grupo armado de la resistencia peronista de izquierda

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inseguridad en los grupos empresariales, quienes durante el gobierno de Onganía, violaron los derechos obtenidos de los trabajadores. Conclusión: Durante estos años (1955-1973) se pudo ver la intención de los gobiernos de “desperonizar” al movimiento obrero, tal propósito fue imposible de cumplir , ya que los trabajadores en vez de desdoblarse por el sometimiento de las diferentes gestiones dejaron de lado los miedos y tomaron una actitud combativa , haciéndose valer de todos los medios que estuvieron a su alcance, para lograr sus intenciones , siempre bajo la presencia simbólica de Perón desde el exilio y con la esperanza intacta de que vuelva a la presidencia de la Nación. Pero asimismo se evidenció en el transcurso de este período la confrontación y la negociación por parte del sindicalismo frente a los distintos gobiernos que pasaron en estos años. Además vale la pena aludir que el viejo caudillo no solo era símbolo de confianza para los trabajadores sino para los sectores medios que consideraba que Perón era el único que podía controlar a los grupos guerrilleros que iban ganando espacio en la sociedad Argentina. CAPÍTULO V Del regreso de Perón al golpe de Estado 1973-1976 Este capítulo comprenderá entre los años 1973-1976, los cuales se caracterizaron con la vuelta de Perón no solo a nuestro país, sino a la presidencia, además Argentina estaba viviendo una crisis política y económica, lo que se le sumó un violento enfrentamiento armados entre el Gobierno y organizaciones guerrilleras ( Montoneros y el ERP). Durante estos años surgieron corrientes sindicales opositoras al sindicalismo peronista. En este contexto de desorden político (acrecentado por la muerte de Perón) la CGT jugó un papel fundamental en la desestabilización del gobierno peronista de Isabel de Perón, que llegó al fin con el Golpe de Estado terrorista de marzo de 1976. El retorno Como se dijo en el anterior capítulo en peronismo estaba resurgiendo; Perón estimuló desde el exilio la formación de su propia fuerza, el “Frente Justicialista de Liberación Nacional” (FREJULI), que frente a las elecciones fijadas por el gobierno militar para el 11 de marzo de 1973, obtuvo el 49,5 % de los votos. La campaña electoral del FREJULI se realizó bajo el lema de “Cámpora al gobierno, Perón al poder”, lo cual significaba que si bien Cámpora era el presidente, el control real del gobierno residía en Perón. Durante su corta presidencia, Cámpora, logró poner en marcha el “Pacto Social”, elaborado por el Ministro de Economía José Gelbard, que obtuvo el compromiso del Estado, la CGE y la CGT, con el objetivo de compatibilizar la necesidad de mejorar la distribución del ingreso con la necesidad de frenar la inflación con la reactivación económica. Sin embargo pese a esta nueva estrategia, la economía del país no era favorable, la CGT aceptó la política coyuntural del gobierno: suspensión de las negociaciones colectivas y congelación de precios, para salvaguardar el salario real. El 20 de junio retornó al país Juan Domingo Perón. Ese día, en Ezeiza había una multitud esperando al ex presidente, pero existió un enfrentamiento entre grupos armados de distintas tendencias del peronismo que provocó una masacre, acerca de este hecho el periodista Horacio Verbitsky, afirmó que "Es uno de los momentos estelares de una tentativa inteligente y osada para aislar a las organizaciones revolucionarias del conjunto del pueblo, neutralizar al peronismo por medio de la confusión ideológica y el terror y destruir toda forma de organización política de la clase obrera"32. Meses después ante un aplastante triunfo electoral, el 23 de septiembre la fórmula 32

Verbitsky, Horacio. Ezeiza, Ed. Contrapunto, 1985, pp. 9

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Perón- Perón33, llega a la gobernación del país, Perón es elegido presidente por tercera vez. Mes antes de que asumiera fue asesinado el secretario general de la CGT, José Ignacio Rucci, pieza importante en la estrategia de Perón con los sindicalistas, hecho realizado presuntamente por los Montoneros (muchos de ellos lo niegan), contra ellos se constituyó otro terrorismo, con aparatos parapoliciales-nutridos de matones sindicales, cuadros de grupos fascistas del peronismo y empleados a sueldo del Ministerio de Bienestar Social- que operaban con el rótulo de Alianza Anticomunista Argentina, o más sencillamente Triple A. Los asesinatos se fueron multiplicando y cobrando victimas en personas relativamente ajenas al combate, pero que servían para demostrar el poder de cada organización (Romero, 2001, pp. 203). Frente a esta organización estaba el secretario privado de Perón, José López Rega. La CGT, ahora dirigida por Adelino Romero, si bien estaba dispuesta a apoyar al Pacto Social, reclamó mejoras en los congelados convenios colectivos y el desplazamiento de Gelbard de su cargo de Ministro de Economía. Pero, para Perón era imposible acceder a esta ultima demanda, ya que compartía el programa estatal-industrialista modernizante del ministro; lo único que consideró posible fue ayudar a la CGT a fortalecerse, pero para dar sustento firme al Pacto Social. En 1974, tuvo lugar la sanción de la Ley 20.615 de Asociaciones Profesionales, que si bien permitía mayor concentración de poder en las direcciones sindicales, fortalecía el rol tutelar del Estado sobre las mismas. En este mismo año, comenzó a desarrollarse el descontento empresario derivado de la política económica emprendida por Gelbard, que exigía la liberación de precios. La CGT, se opuso a la actitud empresarial y reclamó el derecho de controlar los balances de las empresas. Mientras ésta, trataba de defender el nivel de salarios, se desarrollaron conflictos, con el objetivo de obtener mejoras en las comisiones de trabajo. El gobierno con la finalidad de aplacar las huelgas, y dar apoyo a los actores del Pacto Social, convocó a la CGE y CGT a discutir reajustes salariales. Si bien las discusiones fueron conflictivas entre la CGT y el gobierno, ésta terminó por ceder. Situación que produjo, que empresarios no se sintieran conformes y comenzaran a tacar el Pacto Social, el cual comenzó un proceso de crisis. El 1º junio de 1974, Perón fallece. Su muerte, tal como lo explica Godio34 constituyó un hecho gravísimo, sencillamente él era el único que podía garantizar cierta estabilidad democrática, a través del equilibrio inestable entre trabajadores, empresarios y el Estado. Isabel Perón, la nueva mandataria se propuso realizar alianzas con militares y empresarios, la presidenta llegó a coincidir con los sindicalistas, que habían cambiado sus estrategias, dirigiéndose a líneas de negociaciones duras, inspiradas en el vandorismo, representada por Lorenzo Miguel. Éste pretendía recuperar la CGT (custodiada por Adelino Romero) para las 62 Organizaciones. Gracias al sostén de la Ley de Asociaciones y de la Ley de Seguridad (elaboradas con el fin de combatir la guerrilla), Miguel logró desplazar a los dirigentes del sindicalismo opositor como Raymundo Ongaro, Agustín Tosco y Renée Salamanca. La situación de Gelbard empeoró con la muerte de Perón, la alianza entre Isabel Perón y los sindicatos aceleró su destitución, siendo reemplazado por Alberto Gómez Morales. Éste reestableció las negociaciones colectivas entre los sindicatos y el Estado, además de reivindicar el Pacto Social. Sin embargo, no cumplió con las expectativas de los trabajadores respecto a la cuestión del salario sumada a la creciente inflación, produciendo así su debilitamiento y posterior renuncia. Al final Gómez Morales; en su lugar fue designado Celestino Rodrigo como nuevo titular de economía. El nuevo ministro, realizó cambios bruscos en el sector financiero: devaluación del cambio; incrementos del combustible, de la electricidad y de otros servicios públicos. Como era de esperarse, la recesión en la economía provocó, la incertidumbre de los trabajadores (y de sus delegados sindicales), la paralización de las negociaciones colectivas y también la oposición de los sindicatos, que reclamaba al gobierno que respetara la ley 14.250 33 34

La fórmula fue Juan Domingo Perón y su mujer Isabel de Perón Godio op. cit. pp.2000

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(vinculada a las negociaciones libres).Ante la posición que fueron cobrando los dirigentes sindicales, los ministros López Rega y Rodrigo presentaron sus renuncias. El gobierno se encontró atrapado en una situación cada vez más difícil. La cúspide estaba dividida entre el grupo más moderado y el ala derecha. Los sindicatos se enfrentaron a la Presidenta. Las esperanzas suscitadas al principio por el nuevo programa económico se transformaron en decepción. Déficit fiscal, inflación, crecimiento de la deuda externa, caída de la productividad, vacío de poder, esto caracterizó el final del mandato de Isabel. Por esto se decidió, entonces, la convocatoria anticipada a elecciones nacionales. Pero no hubo tiempo de esperar, el 24 de marzo de 1976, se produjo un golpe militar dando inicio al Proceso de Reorganización Nacional. Conclusión: En 1973 el peronismo recuperó el gobierno, pero Perón encontró al retornar al país que el movimiento político que le daba el sustento estaba dividido por montoneros y por el sindicalismo. El caudillo no pudo controlar la confrontación violenta entre ambos grupos, motivo que debilitó su tercera presidencia. Pero lo central de este ciclo fue que la “columna vertebral” especuló que no solo Perón sino la FFAA necesitarían el apoyo sindical para apaciguar la “actividad” de los montoneros. Los sindicalistas estaban en lo cierto, pero no captaron la verdadera intención de las FFAA que no solo querían eliminar la subversión, sino desarticular el sistema democrático y reducir a los revoltosos sindicatos peronistas. Con la muerte de Perón, el movimiento quedó marginada del centro de decisiones y por eso se vio obligada a realizar acciones masivas en contra del propio gobierno peronista liderado por Isabel de Perón. El final fue el Golpe de Estado de 1976, que provocó que el sindicalismo peronista se repliegue. CAPÍTULO VI El movimiento obrero en la dictadura 1976-1983 El presente capitulo, esta destinado hacer un recorrido por una etapa crucial en la historia Argentina. Puntualizado principalmente en el estudio de la conflictividad obrera y comportamiento del movimiento sindical durante el Proceso de Reorganización Nacional El gobierno de Facto provocó que el sindicalismo peronista se repliegue, iniciando un recorrido de negociaciones con la dictadura, pero también hubo sectores que fueron reorganizándose para combatir al nuevo régimen. Asimismo a pesar de la resistencia sindical este ciclo se identificó por una limitada reflexión político-sindical. Pero igual ambas líneas se encuadraron dentro de la concepción de la columna vertebral. Proceso de Reorganización Nacional El 24 de marzo de 1976 la Junta de Comandantes en Jefe, integrada por el general Jorge Rafael Videla, el almirante Emilio E. Massera y el brigadier Orlando Agosti, se hacen cargo del poder, dictan los instrumentos legales del llamado Proceso de Reorganización Nacional y designaron presidente de la Nación a Videla. Comienza una etapa política sangrienta y oscura para la historia Argentina. Con la excusa de la guerra contra la subversión, el nuevo régimen, implementó una política de terrorismo de Estado, que buscó eliminar toda oposición al régimen. Casi todos los sindicatos fueron intervenidos. Se disolvió la CGT. Se obligó a los sindicatos a separarse de sus obras sociales. Se anuló la representación sindical en los organismos previsionales, bancarios y de seguridad social. La huelga fue penada criminalmente con 6 años de prisión para los trabajadores que simplemente participaran en una huelga y 10 años para los dirigentes sindicales que la organizaran. Se llegó hasta fusilar a trabajadores en huelga: "El 23

Comando de la Zona I informa a la población que el 2 de noviembre, en horas de la noche, en las proximidades de Plaza Constitución, una patrulla de las fuerzas leales sorprendió a un activista que incitaba al cese de actividades y trataba de impedir la concurrencia al trabajo de algunos operarios, siendo abatido por el fuego. Se procura su identificación. Las fuerzas legales cumplieron con su misión impuesta tendiente a asegurar la libertad de trabajo"35. Se anularon decenas de conquistas establecidas en la Ley de Contrato de Trabajo (ley 21.297) en los que se impone disciplina, fin de las disposiciones marcadas en los convenios de trabajo, disposiciones para el aumento automático de salarios (siempre y cuando se de la modificación el salario vital y móvil). A éstas se sumaron ese año, la ley 21.400 de Seguridad Industrial (que suspendió medidas de fuerza de los trabajadores como acción directa o paro), y la modificación de los convenios colectivos de trabajo (ley 21.476). Es de ésta manera que el gobierno militar comenzó a someter bajo medidas coactivas al movimiento obrero. En este contexto de represión masiva, el movimiento sindical quedó desarticulado e impotente. Recién en enero de 1977 se observa un intento de reagrupamiento sindical, la llamada “Comisión de los Siete” lo cual indicaba que comenzaba un lento proceso de reorganización de la “columna vertebral” a través de los sindicatos no intervenidos, pero esta táctica para recuperar el espacio sindical resultaba difícil. Con la CGT intervenida y luego disuelta, el movimiento obrero argentino se organiza en varios grupos, como la Comisión de los 25, la Comisión de Gestión y Trabajo, la Comisión de los 20 y otros. La Comisión de los 25 era reconocida por la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL) de orientación socialdemócrata. La Comisión de los 25, fue el primer agrupamiento de la oposición al gobierno. Pero en abril de 1978, emerge un agrupamiento sindical con compromisos con el régimen, conocidos bajo el nombre de Comisión Nacional de Trabajo (CNT). Al tiempo que la CNT acentuaba su perfil gremial y no partidista, los 25 comenzaban a diseñar un proyecto sindical político y equitativo de oposición a la dictadura. En los marcos de los 25 se forma en agosto de 1978 el Movimiento sindical Peronista (MSP)36. Por esos años el movimiento obrero argentino empieza a aceptar la importancia de vincularse a los demás movimientos obreros del mundo. Ya en 1975 la CGT se había afiliado a la CIOSL. El sindicalismo peronista siempre había sido muy reacio a impulsar las relaciones internacionales (con excepción de un fallido intento en la década de 1950, llamado ATLAS). Durante el régimen militar tanto la CIOSL, y las Federaciones Sindicales Internacionales (FSI) vinculadas a ella, como la CMT (Confederación Mundial del Trabajo) de orientación socialcristiana, desarrollaron una fuerte acción de solidaridad con el sindicalismo argentino, que se convirtió en un serio problema para la Junta Militar. Solo la FSM (Federación Sindical Mundial) que agrupaba a los sindicatos comunistas, se negó a criticar a la dictadura argentina, en línea con la posición de la Unión Soviética, de entonces, que vetaba sistemáticamente las condenas por violación de los derechos humanos en nuestro país. A partir de 1979, se dieron los primeros intentos de acercamiento entre los 25 y la CNT, debido a las necesidades que tenían en común respecto a la defensa de las obras sociales, la libertad sindical y de las industrias nacionales, y la demanda por la libertad sindical de los sindicalistas detenidos y el reclamo de justicia por los que estaban desaparecidos. La alianza (temporaria) se concretó bajo la forma de Conducción Única de los Trabajadores Argentinos (CUTA), en la quedaron excluidos 20 gremios pertenecientes de los 25. La CUTA, ya como una organización unida, repudiaría la ley sindical 20.615, que implicó la prohibición de la CGT. Una vez disuelta la CUTA, la CNT acentuó su estrategia dialoguista con el gobierno, pero no obtuvo rectificaciones de ningún tipo, ya que el régimen no tenía interés en retroceder en materia laboral. Una vez que llegó al gobierno el General Viola, este implementó la sanción de la Ley 22.105, que pretendía instaurar un verdadero sindicalismo de abierta colaboración con el régimen. La sanción, de dicha Ley supone un duro golpe a la estrategia de la CNT y en cambio fortalecía la 35

Abós. Álvaro. Las organizaciones sindicales y el poder militar (1976-1983) pp.36

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Godio. op. cit pp.1114

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postura de los 25; en noviembre de 1980, obtenía mediante su iniciativa, que la CGT se reconstituya, pese a la prohibición de la Ley 20.105. La reconstitución de la CGT (de la calle Brasil) demostraba que todo el siniestro operativo de represión ilegal ejecutado por la dictadura militar durante 1976-1980 para eliminar a un sindicalismo contestatario había fracasado37. Dicha CGT se propuso canalizar la creciente protesta sociallaboral, convocando para la realización de huelgas; el éxito obtenido impulsó a sus dirigentes a profundizar la acción de oposición a la política de la dictadura. Frente a los altos índices de desocupación, la CGT convocó a una movilización a la Plaza de Mayo el 30 de marzo de 1982, citaron “al pueblo”, decir no sólo a la clase obrera, “Concurramos en paz con firmeza a la Plaza de Mayo, reclamando que se revierta este proceso de agresión que vive nuestro pueblo y en defensa de la soberanía de es mismo pueblo”38.Pero el gobierno no la autorizó y ante la severa represión la concentración se vio frustrada, resultando mil personas detenidas. Eran ya los últimos días del régimen, y como una huída hacia adelante, se lanzaron el 2 de abril, a la toma de las Islas Malvinas. Necesitaban el apoyo de todos los sectores, por lo tanto liberaron a las pocas horas a todos los presos gremiales. El movimiento obrero hizo una pausa en su enfrentamiento con los militares y se sumó a la reivindicación por las Malvinas, pero permaneció dividido durante el conflicto bélico. Por un lado la CNT se transforma en CGT Azopardo, especulando con que luego de un triunfo "histórico" la Junta Militar se decidirá a buscar el apoyo sindical para consolidar una nueva fase del Proceso. La CGT Brasil, en cambio, mantuvo la postura inicial del Documento "Primero la Patria". La derrota apresuró el final de tan nefasto período y el retorno al sistema democrático. Y contrariamente a lo esperado, fue derrotado por primera vez en elecciones libres, el partido peronista. Triunfó el candidato de la Unión Cívica Radical, Raúl Alfonsín. Conclusión: La cúpula militar, al tomar el poder, y utilizar el terrorismo de Estado contra los sindicatos (la disolución de la CGT, asesinatos a los altos dirigentes etc.) creyeron que iban a poder convertir al movimiento sindical en una institución secundaria dentro del sistema sociopolítico argentino, haciéndolo retrotraer a su estado anterior de 1946 es decir a un sindicalismo débil y marginado de la sociedad política; pero tal concepción fue errónea ya que el movimiento obrero como ya lo había hecho en 1955 y 1958, se recuperó y durante los últimos tiempos del régimen fueron años de resistencia sindical. Tal reparación creció conjuntamente con la vuelta de la democracia al país. CAPÍTULO VII La vuelta a la democracia y el movimiento obrero 1983-2000 La vuelta de la democracia luego de la larga y sangrienta dictadura que se autodenominó proceso de reorganización nacional, es el último capitulo de este trabajo, haré aquí una descripción breve de la situación y accionar del movimiento obrero, que jugó un papel importante en el transcurso de este período, una coyuntura muy difícil para el gobierno de Raúl Alfonsín, tuvo su gobierno por enemigos a los militares, que recibieron el juicio a las juntas militares que participaron del proceso, a su vez realizaron sublevaciones en contra del gobiernos (los movimientos carapintadas), por otro lado el gremialismo que realizó 13 paros generales durante su mandato, también la sociedad rural argentina se oponía a las políticas del gobierno radical. El menemismo recibió en forma anticipada el mando, ante la ingobernabilidad del momento para Raúl Alfonsín. Llevó a cabo una política liberal a ultranza con las privatizaciones de empresas 37 38

Ídem pp.1121 Clarín, Buenos Aires, 29-3.1982 en Historia del movimiento obrero argentino: 1870-2000. Godio, Julio

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estatales, se contuvo la inflación a un alto costo a futuro, creció la deuda externa y aumentó el desempleo por los fuertes despidos y cesantías que se dieron en las empresas privatizadas todas cuestiones que no afectaron en forma inmediata pero si lo hicieron en un corto plazo (crisis de 2001). La relación con los gobiernos democráticos Fue muy conflictiva desde el comienzo la relación entre el gobierno de Alfonsin y el sindicalismo peronista que había resistido la represión del Proceso, el primer signo de oposición política del sindicalismo fue la reunificación de la CGT el 25 de enero de 1984, se reunieron 107 organizaciones sindicales de ambas CGTs y resolvieron restablecer una sola CGT39. La reunión tuvo una fuerte tónica antigubernamental, principalmente contra el proyecto radical de Reordenamiento Sindical, presentado por el gobierno al Congreso Nacional. La nueva conducción sindical era provisoria hasta que se normalizaran todos los sindicatos, pero lo principal era que el movimiento sindical recuperaba su capacidad de confrontación / negociación con el Estado y los empresarios, bajo la dirección de la CGT. El 17 de diciembre de 1983 el gobierno radical envió al Parlamento Nacional, el Proyecto de ley de Reordenamiento Sindical y Regimiento Electoral, (ley Mucci). El gobierno pretendía con este proyecto demostrar su poder político y dar un golpe de gracia al sindicalismo. El proyecto de ley convocaba a elecciones sindicales con un régimen electoral especial y con el control del Ministerio de Trabajo. El gobierno logró aprobar la “ley Mucci” en la Cámara de Diputados. Pero la UCR no contaba con mayoría propia en el Senado y la ley no prosperó fue derrotada en abril de 1984. Esta situación llevó al gobierno, a negociar con la CGT. La estrategia era reglamentar la ley 22.105 para convocar a elecciones sindicales de acuerdo con el sindicalismo peronista tradicional y sectores independientes. En mayo se conoció el proyecto de reglamento electoral consensuado entre el gobierno y la CGT; pero el conflicto no se agotaba en la ley sindical. Fue así que el 3 de septiembre de 1984 la CGT declaró el primer paro general contra el gobierno radical. Desde esa fecha, la CGT comenzó a jugar un doble rol: como entidad representativa de los trabajadores y como “sustitutivo” del desarticulado y en crisis Partido Justicialista. La CGT se apoyo en una reivindicación básica: aumento del salario mínimo .Frente a este paro la UCR reaccionó denunciando a los sindicalistas de contraponer sus intereses corporativos a las instituciones democráticas, pero la CGT alegaba que la única razón del paro era que no había democracia sin justicia social, y que “democracia con hambre no es democracia”. (Villanueva, 1994,47). La táctica vandorista de “golpear para negociar” fue implementada por la CGT; luego del paro la central sindical aceptó participar en la primera ronda de concentración social entre el Estado, empresarios y sindicatos. En febrero de 1985 el ministro Juan Sourrouille tenía un nuevo objetivo, frenar la inflación, en oposición a las nuevas medidas económicas tomadas por el gobierno, la CGT elaboró un plan de lucha, la primera etapa se desarrolló durante el mes de mayo con actos y manifestaciones en el interior del país que terminó en un paro general. La CGT y el gobierno volvieron a reunirse, Alfonsin solicitó una tregua, y les anunció la inmediata normalización de la central obrera y la restitución de su local. La CGT aceptó la propuesta del gobierno, pero quince días después exigieron aumentos salariales. A mediados de 1985, el gobierno abandonó la política de concertación con empresarios y sindicalistas; optó por la aplicación de un nuevo plan económico el Plan Austral40 , que tuvo un 39

Se formó una dirección compuesta por 35 sindicatos, de los cuales 18 pertenecían al sector azorpardista y 17 al de Brasil, designándose cuatro Secretarios Generales, dos por cada organización. Estos cuatro secretarios fueron: Saúl Ubaldini (cerveceros), Osvaldo Borda (caucho) por la CGT Brasil, y Antonio Baldassini (telepostales) y Jorge Triaca (plásticos) por la CGT Azopardo. 40 Este Plan se trataba de un shock antiinflacionario con tres ejes centrales a) renegociación de la deuda externa; b) política de ingresos a través de congelamiento de precios, salarios , tarifas y tipo de cambio y c)ajuste fiscal y reforma monetaria

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fugaz éxito inicial, pero al no contar con un fuerte apoyo terminó fracazando, derivando en plan similar de auxilio que terminó en una hiperinflación que precipitó la entrega del poder al electo menemismo. El 7 de noviembre de 1987 se realizó el Congreso Normalizador. Era el primero que se celebrada desde 1975. Participaron 1.478 delegados, que representaban a unos 4 millones de trabajadores sindicalizados y 156 sindicatos. Este nuevo Congreso despertó muchas expectativas en torno a un debate de análisis y balance de ese largo periodo y la elaboración de la estrategia de la CGT. Pero, nada de eso sucedió: el Congreso duró solo unas épocas horas y se limitó a consagrar a sus autoridades. Dentro de las 62', los 25' y no alineados, se fue perfilando un grupo de grandes sindicatos (SMATA, Luz y fuerza, FOECYT,etc) que constituyeron el llamado "Grupo de los 15” En este contexto de heterogeneidad en el comportamiento sindical peronista, aunque dentro de los límites de la unidad en la CGT, el gobierno se decidió a incorporar a los 15', en el Consejo del Trabajo y la Producción, nombrando a Carlos Alderete, como ministro de Trabajo del gobierno radical. Como resultado de este acuerdo, se elaboró una nueva Ley Sindical que fue aprobada en 1988, con el apoyo unánime de todos los sindicatos y parlamentarios de todos los partidos políticos, pero fue cuestionada ante la OIT por la UIA, principal organización empresaria de Argentina. El año 1988 comenzó con una tasa de inflación descontrolada que llevó al gobierno de Alfonsin al colapso. En las elecciones presidenciales, el radicalismo es vencido por el peronismo menemista. En los primeros días de la estancia en el poder del nuevo gobierno, surge el primer conflicto en el interior del sindicalismo peronista, Ubaldini, todavía Secretario General de la CGT unida, afirmaba que la CGT “es soporte de un nuevo gobierno, pero que no resignará su autonomía y el derecho a la huelga”41, lo que Triaca (el nuevo Ministro de Trabajo y Seguridad Social, MTSS) respondió que “las huelgas son políticas. Nosotros le hicimos 13 paros al gobierno radical porque eran circunstancias políticas que nos levaban a tomar esa determinación” y que ahora eran circunstancias diferentes, dada la existencia de un gobierno justicialista y la necesidad de superar la hiperinflación42 .Triacca afirmaba que era necesario la formación de un nuevo “bloque de poder” y agregaba que “Ubaldini es un hombre querido y respetado por muchos, pero por un hombre no se puede fracasar un plan”43 . Las promesas del salariazo pronto quedaron en el olvido; se sancionaron varias leyes con respecto al régimen laboral vigente: La ley 23.696 introduce el “programa de propiedad participada” que le permitía a los trabajadores y empleados a participar en el 10% del paquete accionario de la empresas privatizadas, también se sancionó la ley 23.697 la cual congelaba los nombramientos de personal en la administración pública. Dentro de este contexto inflacionario surgieron varios paros, lo cual comenzaba a preocupar al flamante gobierno. Menem necesitaba una CGT alineada con su política de estabilidad y reformas. El liderazgo de Ubaldini comenzó a ser cuestionado por el presidente de la Nación que busco la forma de sacarlo de la escena, la Mesa de Enlace (sindicalismo menemista y ex renovadores) solicitó un Congreso Extraordinario para desplazar a Ubaldini. Este Congreso Extraordinario se realizó el 10 de octubre, el cual arrojó: 644 congresales que votaron a la dupla Ubaldini- Miguel y 719 a favor de la Mesa de Enlace. Se produce entonces la ruptura del Congreso dando lugar a la CGT Azopardo, con Ubaldini como Secretario General, y la CGT San Martín, con Guerino Andreoni como Secretario General. A partir de 1991 la CGT Azopardo queda marginada, y los acuerdos se realizan entre el gobierno y el sindicalismo adicto al menemismo que necesitaba de su apoyo para poder llevar adelante el plan trazado para el proceso de privatizaciones que de no contar con el apoyo del sindicalismo se tornaría mas dificultoso ya que era necesario realizar despidos de las empresas del estado, se hizo evidente que el proceso de privatizaciones y de desregulaciones de la economía eran irreversibles. El proceso de privatizaciones y desregulaciones generó los temidos despidos. En 41

Godio, ídem Clarín, 18/6/89 en Godio ,2000 43 Ídem 42

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junio la CGT Azopardo, con el apoyo de Lorenzo Miguel y Luís Barrionuevo, abrieron un nuevo frente de batalla a Menen anunciando movilizaciones contra las reformas a la legislación laboral y por el pago único del aguinaldo. La CGT Azopardo intentó quebrar políticamente al menemismo, postulando como candidato a Gobernador de la Provincia de Buenos Aires a Ubaldini, pero fue un gran fracaso en los sufragios, lo que significó el final político del dirigente sindical y la descomposición de la CGT Azopardo. En diciembre se fundó el Congreso de los Trabajadores Argentinos (CTA), a partir de 1995, Central de los Trabajadores Argentinos (CTA). Los sindicatos que fundaron la nueva central fueron la CTERA y ATE, ese este mismo año nació un agrupamiento sindical peronista que pretendía construir una identidad propia frente al menemismo, conocidos como los “gordos”, un tipo de sindicalismo peronista pragmático y de negociación, una nueva versión del anterior “vandorismo”. Este sector terminó por hegemonizar a la CGT, desplazando en 1996 al sindicalismo “ultramenemista”44 . En 1997 la oposición conformada por UCR y el Prepaso formaron La Alianza, la cual derrotó a Menem en las elecciones parlamentarias de ese año, fue este un punto de inflexión en la relación del gobierno menemista y el conjunto del movimiento obrero. La CGT se sumó al MTA, la CTA y la Corriente Clasista y Combativa (CCC), en las movilizaciones producidas en 1997 contra la política económica, que fueron radicalizando sus objetivos hasta convertirse en acciones colectivas de crítica al propio presidente Menem. También la CTA organizó la "Carpa Blanca Docente", instalada frente al Congreso Nacional para exigir aumentos salariales y manifestar su oposición a la reforma educativa impulsada por el gobierno menemista. La "Carpa Blanca" se convertirá en un centro de convocatoria de rechazo a las políticas educativas y laborales del gobierno menemista, fue un lugar de convocatoria amplia a los partidos de oposición, movimientos de derechos humanos, organizaciones estudiantiles y culturales, etc. Las elecciones presidenciales de 1999, marcaron la ruptura de la Mesa de Enlace. La CTA apoyó a La Alianza, que tenía como candidato a Fernando de la Rúa que ganó las elecciones con un programa de centro-izquierda, pero continuó aplicando las políticas que venía aplicando el gobierno de Menem. Conclusión: Alfonsín al asumir su mandato se encontró con un movimiento obrero debilitado por los años vividos durante el Proceso pero que había comenzado a recuperarse en el ultimo tiempo de la dictadura y se consolidó durante el gobierno de Alfonsín; realizando medidas de fuerza con gran adhesión en la mayoría de los casos, convirtiéndose en el principal opositor al gobierno hasta sus últimos días; Durante los dos gobiernos menemistas se sancionaron numerosas leyes y decretos con el fin de desarticular el antiguo sistema protección de las relaciones laborales, lo cual como se expresó anteriormente debilitó el poder sindical, con el objetivo de limitar su poder de acción en un sector del mismo y cooptando al otro de manera tal de no tener oposición de trabajadores organizados y con capacidad de convocatoria para oponerse a los despidos que requería la privatización. Frente a esta realidad el movimiento obrero sintió una gran decepción ya que estos creyeron que la llegada al poder de un peronista iba a facilitar la recuperación del espacio perdido en tiempos anteriores.

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Palomino, Héctor. Cambios organizativos en los sindicatos en CIAS nº 433.

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CONCLUSIÓN GENERAL A lo largo del presente trabajo, se ha iniciado un estudio en base a la consideración de sus orígenes y se ha podido comprender que la llegada masiva de inmigrantes, fue determinante para la constitución de la clase obrera. La realidad indica, que si bien estos habían traído con ellos ideas revolucionarios e ideologías que resultaban nuevas para la sociedad Argentina, lo que los impulsó a actuar fue la situación existente que choco con lo que ellos habían anhelado alcanzar. La sobreexplotación y los sueldos magros impulsaron a que los diferentes hombres, se unan en la defensa de sus derechos; las huelgas y las protestas fueron utilizadas como las herramientas esenciales para obtener las reivindicaciones necesarias. El paso de los años, no implicó cambios directos en los objetivos de la clase obrera, pero si requirió mayor organización, debido principalmente a que los gobernantes habían comprendido que el avance de tal fuerza podía significar la perdida del poder; entonces para contrarrestarla estos se dispusieron a implementar una legislación tendiente a aniquilarlos. Si bien hubo etapas en donde descendió fervientemente el nivel de protesta, esto no implicó que la clase obrera se vuelva inactiva, sino que influyó a que ésta implemente la necesidad de alcanzar mayor nivel de combatividad mediante la formación de centrales o gremios de gran amplitud. Unión que en muchos casos resulto ser efímera, debido a la existencia de ideologías discordantes. En la historia Argentina, las etapas que fueron estudiadas a lo largo del escrito, implican la existencia de gobiernos democráticos, con la alternancia a partir de 1930, con gobiernos de facto, esta situación nos permite comprender los escenarios en los que se ha movido el sindicalismo argentino. Resulta entonces sorprendente y atractivo, estudiar la etapa peronista, porque significa un corte en la historia del movimiento obrero. 29

La consideración y el otorgamiento de ciertos derechos y mejoras laborales, implicó la adhesión directa hacia el peronismo, que aparecía en escena en la historia Argentina. Por fin, se había comprendido el poder alcanzado por el sindicalismo, y que era mejor tenerlo de aliado y no como opositor. Esta experiencia vivida durante la etapa peronista, en los períodos posteriores solo se mantendrá en el recuerdo; ninguno de los gobernantes que lo sucedieron (ni siquiera la etapa democrática iniciada en 1983) supo manipular a los obreros de forma adecuada para obtener su apoyo, más bien buscaron desgastarlo y convertirlo en una fuerza débil; pero serán las circunstancias las que despertarán nuevamente su accionar.

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