El Mexicano

EL MEXICANO, PSICOLOGÍA DE SUS MOTIVACIONES. SANTIAGO RAMÍREZ. Santiago Ramírez describe muy acertadamente en su libro

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EL MEXICANO, PSICOLOGÍA DE SUS MOTIVACIONES. SANTIAGO RAMÍREZ.

Santiago Ramírez describe muy acertadamente en su libro las motivaciones que “el mexicano” ha adquirido a lo largo de la historia, para formar su identidad y su cultura. De manera muy explícita cuenta cómo el mexicano tiene una herida o un vacío que viene cargando desde la conquista española, en donde le fue despojado de su tierra, de sus costumbres y hasta de su religión para adoptar una nueva, que lo hacía traicionar a su pueblo y a sí mismo. Hubo un intercambio cultural, donde quedaron huecos que no pudieron llenar, hay un sentimiento de abandono hacia la cultura natal, y un sentimiento de ambivalencia hacia “el conquistador”, el cual trajo novedad pero también le despojó de su identidad. En este sentido el autor hace la analogía del padre autoritario y que castiga, y por el otro lado, el sentimiento de abandono por parte de la madre. Así explica el porqué el mexicano es muy devoto a la virgen de Guadalupe, todo lo bueno de la cultura tiene que ver con la madre y también todo lo malo. Explica también que a partir de la relación que se da con el conquistador, el mestizo repite este patrón de comportamiento con los hijos y los hijos a su vez con sus hijos. Este comportamiento de ambivalencia hacia la mujer y agresividad hacia el hombre, tiene que ver con el sentimiento de haber sufrido el rechazo o desprecio del conquistador como su padre, y de haber vivido las injusticias y violencia en contra de su madre indígena, este odio y rencor se fue arraigando inconscientemente en la cultura. Entonces de ahí surge la explicación del por qué el hombre mexicano prefiere no mostrar sus afectos y estar distante en la relación con los hijos. Pero dentro de todos estos sentimientos de abandono y angustia, el mexicano tiene un mecanismo de defensa predilecto: la negación. Y lo expresa de manera muy folklórica, dentro del lenguaje crea frases que se resumen en el “valemadrismo”. El mexicano ha tratado de recuperar todo lo que le fue arrebatado, llenando los huecos de su cultura con la mezcla racial tan variada que ha tenido. Este sentimiento de haber sido abandonado se traslada también en el ámbito político, es un trauma al cual el mexicano sigue atado al creer que los políticos lo traicionan y le roban su patria, sus derechos. Se olvida del poder que tiene el pueblo, porque además de que guarda el rencor, no hace algo por cambiar su realidad. Se aferra al abandono, al desamor, y al verse en esa realidad tan pobre, intenta olvidarlo con sus fiestas, colores fuertes y llamativos, con su música y bailes. Se envuelve en el círculo vicioso, en donde quiere olvidar escuchando canciones rancheras que hablan de traición, tristes en la cantina y con alcohol.

Han pasado ya casi 500 años de la conquista, parecería que es mucho tiempo, pero el sentido de las motivaciones del mexicano sigue siendo vigente hasta hoy, como nación hay muchas razones por las cuales se pudiera evolucionar hacia un desarrollo individual y cortar esa sensación de haber sido robados, dejar de actuar siendo dependientes de lo que pasó hace tanto tiempo. Que tal como están, a continuación les dejo un pequeño ensayo que hice hace algún tiempo, de un libro que a mi particular punto de vista nos describe muy bien culturalmente hablando, espero también tengan oportunidad de leer el libro, ahí les dejo la bibliografía: En este libro se abarcan todas las motivaciones que el mexicano tiene para ser de la manera que es, la forma en que le fue arrebatada su identidad, como intentaron implantarle una y como ha ido perdiendo está quedando al descubierto. En la primera parte del libro, el autor nos describe la situación en la cual se desarrolló la perdida de la identidad mexicana, cómo la conquista hispana trato de intercambiar nuestra cultura por la suya, pero en vez de esto dejo un vacío el cual el mexicano, el mestizo y el criollo no pudieron llenar. De aquí que se presente el sentimiento de abandono de cual habla el autor, comparándolo con el abandono o la separación de una madre a un hijo, dándole la figura maternal, a la cultura que nos vio nacer. Otra analogía que hace el autor es con respecto al padre comparándolo con el conquistador. Al cual el mestizo odia por no haber estado al lado de él, por las vejaciones que comete hacia su madre indígena y a su persona, por el abandono, por la humillación que le hace pasar en el caso de que viva con ellos. Todo este rencor inconscientemente lo transforma en una forma de ser cuando crece, lo que el padre español era para con su madre (la imagen indígena), él lo va a ser para con su esposa, aun así esta sea mestiza también. Esa discriminación indígena de los españoles, el mestizo la convierte en una discriminación total hacia las mujeres, de aquí parte el machismo mexicano. En la actualidad del autor cabe aclarar, las cosas no han cambiado mucho, el mexicano lleva una cercanía muy cálida y placentera con la madre durante los primeros años de vida, pero esto cambia cuando llega otro hermano y sustituye ese lugar, de aquí el sentimiento de abandono. Parte la necesidad de cubrir ese descobijo formando pandillas y desarrollando un sentimiento machista, ya que la figura del padre tampoco existe, fue criado de la misma forma y el solo acercamiento hacia un hijo es impensable, sería una conducta de “maricones”. Ya en la actualidad podemos observar los mismos patrones conductuales, creo que la prevalencia de esto es a partir de la clase media baja hacia los más

pobres. En la ciudad podemos observar este fenómeno en una forma muy clara, existen grupos de individuos que sustituyen el abandono de la madre hacia un alabamiento hacia la figura maternal de la virgen de Guadalupe. En otros casos esta figura es sustituida por la de la santa muerte. El amor y devoción que el mexicano tiene hacia la madre en realidad se encuentra disfrazado por un sentimiento ambivalente dice Santiago Ramírez: “Por un lado se le adora tanto en lo particular, como en las formas de lenguaje y religiosidad; por otro se le hostiliza y odia, en virtud de un doble tipo de hechos. Se le acusa por no haber dado un padre fuerte y por haber colocado al hijo ante la terrible situación de pasar del paraíso del afecto al infierno del abandono. La situación básica es el terrible anhelo de la madre, que hace emergencia a través de la conducta cotidiana y religiosa del mexicano. Alcoholismo y guadalupanismo son dos formas de expresión, la una psicopatía y la otra sublimada, que acercan al mexicano a su madre.” Otra parte fundamental de la psicología del mexicano es la negación. Es un mecanismo de defensa que utiliza para ocultar sus deseos o lo que en realidad le importa. Lo convierte en un “importamadrismo”, con el cual tapa a los ojos de su conciencia el dolor del abandono, la angustia o la depresión. En el lenguaje se expresa el sentimiento ambivalente hacia la madre en donde en un “me vale madre” niega su realidad, en cambio en un “me dieron en la madre” la acepta. De aquí que también los insultos de una persona hacia la otra sean refiriéndose a la figura materna, aunque si el caso es hacia la figura paterna como por ejemplo “yo soy tu padre”, esto despierta un sentimiento de frustración y de odio hacia la persona que lo dijo, pudiendo ser motivo suficiente para cometer un homicidio. Para terminar este análisis podemos concluir que el mexicano ha tratado de encontrar a toda costa su identidad que alguna vez le fue arrebatada, aunque con esto haya creado una identidad bizarra y caricaturesca, siempre tomando elementos de otras culturas, los cuales terminan siendo demasiado exagerados. Pienso que el mexicano debería de dejar de tratar de recuperar lo perdido y poner más atención en crear una identidad que le permita superar su situación, aunque con esto se pierda algún vestigio de su cultura. El origen actual surge de una ruptura. La llegada de los españoles escinde la consciencia del mexicano. Le siembra una nueva cultura a la fuerza y lo mantiene mediante un sistema conductual hacia un fuerte arraigo espiritual. El mexicano producto del choque de culturas es el mestizo. Allí se encuentra un origen y causa. El padre español es irresponsable, pues tan sólo utiliza a la india para su placer. Él tiene que importar una mujer peninsular que se mantenga dentro de su canon social y cultural; alguien verdaderamente espiritual. El niño mestizo forma inconscientemente un odio latente hacia la imagen paterna, quien distingue como un objeto total de agresión. Se apega entonces a la madre, objeto total a la que desarrolla una ambivalencia crucial. Se le ama por otorgarle amor al alimentarlo con sus

pechos, pero su se le odia también, por no ser fuerte, por dejarse dominar por el padre. Entonces se hace uso de varios mecanismos de defensa: la negación (niega su pasado para protegerse de recordar); la compensación (mantiene una imagen de violencia heredada del padre para ocultar su flaqueza); la proyección (ve en los demás los defectos que no quiere ver sí mismo); la identificación (no encuentra identidad original e imita). El mestizo mantiene otro mecanismo de defensa que lo estigmatiza fuerte. El de aislamiento. Sabe que nunca llegará a ser español; pero, también niega su parte indígena. Así le es recíproco por parte de los españoles y los naturales. El sólo tiene un camino, el progreso; y el progreso es ser como el padre aunque lo odie. Aprende a ser como él, lo imita. La imagen del padre ha de ser fundamental durante toda su historia. Tratará de repararse con una máscara, el machismo. Aunque el machismo es de carácter meramente varonil y con esto se crea que se excluye a la mujer de la historia, no es así, ya que el machismo lo juegan los dos sexos. El macho necesita de una mujer sumisa, abnegada; estereotipo por demás cansino de la ambigua madre mexicana. La mexicana, esa mujer minimizada en las canciones populares, la ingrata que siempre abandona al ausente, al mexicano y que por tanto este se cansa de rogarle; la flor silvestre que no es ni rosa y mucho menos flor de liz, solo flor de campo que crece junto al nopal, que descarga todos sus sentimientos afectivos a través del ser madre, con sus muñecas, sus hermanos, sus hijos, sus nietos. La expresión de su sexualidad solo acarrea desprestigio, esterilidad y satanización. El mexicano es ese pueblo gordo por los cuidados excesivos de su madre, con su horizonte adornado y limitado por los cerros, el autonombrado, dramáticamente el pueblo del sol. Pero México (metl-luna; xi-ombligo; co lugar), el lugar del ombligo de la luna, es el seno de esa madre protectora que lo amamanta con su leche aguamiel. La conquista, con su nueva figura paterna, la pérdida de la identidad, la presencia de Estados Unidos que remplaza a la España en la idealización paternal, la mujer extranjera que es la mujer deseada, la mujer nacional que es la madre querida y todo ese ramillete de cualidades que estereotipan a lo mexicano, es a lo que Santiago Ramírez le preocupa por saber su origen. Propone, la teoría de reparación. El mexicano estigmatizado por el mestizaje, moldea su incosciente colectivo. El padre, clave medular, aparece con diferentes significantes. Primero es dios, dador de vida, de amor; pero, a cambio, pide sacrificios, cuando llegan los españoles encuentran que su dios –al contrario del suyo- se sacrificó por los hombres. Este detalle significativo, hace que encuentren afable el nuevo dios y lo adopten a la par. Pero, es a la vez símbolo de la conquista y provoca conflicto espiritual, el único refugio o salida alternativa, es la madre, la virgen de Guadalupe. La imagen de padre que prevalece, es la del español. Padre sin calor. Se le odia, al no querer recordarlo, se trata de ser como él. Santiago Ramírez menciona a los franceses como símbolo posterior del padre; símbolo de carencia cultural. Ellos son la parte refinada de Europa, que sí se quiere. Después los Estados Unidos, aunque, ellos primero pasan por el rol de hermanos al ser a la par de nosotros, emancipados del yugo europeo; después, se convierten en ideal, en estereotipo. Se les ataca como a todos los padres con el mecanismo de reacción-formación.

Somos la parte baja lumbar de su anatomía. Así nos consideramos y deseamos emigrar hacia la cabeza. No encontramos satisfacción a lo primario, el comer. Escalamos hacia el sueño esperanzador, la frontera. La odiamos, pero una vez cruzada, ser vuelve fuerza que impele y niega lo que está detrás. El mexicano, entonces, repara con agresión y repite su más temible máscara para no ser víctima, otra vez. Niega, con su valemadrismo, las partes oscuras de su pasado y así, introyecta sufrimiento a su inconsciente colectivo. Al aplicar las teorías clásicas de la psicología –como el magistral trabajo de Santiago Ramírez- podemos encontrar formas de explicación al origen y conducta psicológica del mexicano.

La teoría de Jung sobre los arquetipos, encaja perfectamente en la creación de símbolos que proyectan la personalidad colectiva del mexicano. La virgen de Guadalupe, que no es sino la continuación españolizada de la madre Tonantzín. Se continúa así la satisfacción de símbolo materno deificado. El chauvinismo que sembró Porfirio Díaz en su afán de unidad nacional. Y en la actualidad, la creación indiscriminada a corto plazo de estos arquetipos es asombrosa. Alfred Adler nos habla del complejo de inferioridad natural en el ser humano. El mexicano trata de compensar, de sobrecompensar al crear arte y entonces sublima. A parte de la posición general de la inferioridad, el mexicano tiene inculcado el complejo en la sociedad. Tanto se lo dijeron que pasó a formar parte del ideario colectivo. Su estado tiende a la neurosis y fantasea con logros, los cuales, no trata con empeño de alcanzarlos. B.F. Skinner nos dice que la conducta del ser humano puede estar condicionada por el estímulos y reforzadores. El mexicano ha sido condicionado por la opresión, la manipulación, el engaño. El ambiente le ha propiciado ostracismo. Se le imponen religión y cultura, que tiene que acatar a base de estímulos económicos que le permitan sobrevivir. Se le inculcan ideas independentistas y revolucionarias que son estimuladas por el sentimiento de envidia y reivindicación. Actualmente, no sólo en el país, el consumismo condiciona al

ser humano a ser egocéntrico y materialista. El mexicano ha sido moldeado por la historia y ésta ha sido manipulada por intereses individuales.

BIBLIOGRAFÍA. Ramírez S. (2004). El mexicano, psicología de sus motivaciones. Primera edición. De bolsillo, Random House Mondadori. México.