El Mensaje de Los Profetas

El mensaje de los profetas: El anuncio de los profetas se puede estructurar en torno a tres puntos: La relación del ser

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El mensaje de los profetas:

El anuncio de los profetas se puede estructurar en torno a tres puntos: La relación del ser humano con Dios La condición pecadora del ser humano, La fidelidad a la Alianza. La relación del ser humano con Dios El centro mismo del mensaje de los profetas es Dios, se destaca la defensa que ellos hacen del monoteísmo, Dios no hay más que uno, y ese Dios es Jehova, por eso los profetas atacan duramente a los falsos dioses, a los ídolos, a la absolutización de cualquier cosa que no sea Dios. Durante el exilio, cuando a través de tantos fracasos, el pueblo llega a dudar del poder de Jehova, este ataque profético contra los falsos dioses se hace más patente (Jer 10,1-16). Este Dios único es el absolutamente santo que merece, por eso, todo el respeto y veneración (Is 6,1 y ss. ) Pero, al mismo tiempo, es un Dios lleno de ternura y amor incansable para con su pueblo, como el esposo que ama a la esposa sin límites y se entrega a ella con pasión de enamorado. (Os2). La condición pecadora del ser humano A la santidad de Dios se contrapone la impureza del hombre, porque el pecado aleja al hombre de Dios. El pecado es, en efecto, un atentado contra el Dios de la justicia (Amos) contra el Dios del amor (Oseas), contra el Dios de la santidad (Isaías) . En consecuencia, el hombre debe "buscar a Dios", es decir, debe practicar la justicia, portarse honradamente con los demás, vivir en sencillez y humildad (Mi 6,8), lo que Dios quiere es la religión interior, la que brota del corazón del hombre. La verdadera relación con Dios exige y lleva consigo una relación coherente con los demás (Is 10,1-4; Ez 9,810). La fidelidad a la Alianza Los profetas veían cada situación y cada hecho a la luz de Dios. Y eso es lo que les daba la libertad y la valentía que demostraron ante los reyes y grandes del mundo. Los profetas se interesaron por la vida política y social de Israel, porque en ella estaban comprometidos la fidelidad a la Alianza y el bien del pueblo. Los profetas estaban persuadidos de que la seguridad de Israel dependía, no de los pactos internacionales con las potencias extranjeras, sino de la fidelidad del pueblo y sus gobernantes a la Alianza. Está claro que hombres que hablaban con esta libertad debían tener un mal destino: la cárcel, la condena y la muerte. En este sentido, los evangelios recogen unas palabras durísimas de Jesús.

Propósito del Profeta: El Profeta es una persona llamada y calificada en forma sobrenatural como portavoz de Dios. Mientras que en los tiempos del AT los sacerdotes eran los representantes del pueblo ante Dios -sus portavoces y mediadores-, el profeta, en un sentido especial, era el representante oficial de Dios entre su pueblo sobre la tierra. Mientras el oficio sacerdotal era hereditario, la designación de un Profeta provenía del llamado divino. El sacerdote, como mediador en el sistema de sacrificios, conducía a Israel en la adoración, aunque sus deberes secundarios incluían dedicar una parte de su tiempo a instruir al pueblo acerca de la voluntad de Dios como ya había sido revelada por los profetas, Moisés en particular. En cambio, la instrucción religiosa era tarea primordial del profeta. El sacerdote se ocupaba mayormente de la ceremonia y los ritos del santuario (que se centraban en la adoración pública), en la mediación para el perdón de los pecados, y en el mantenimiento ritual de las relaciones correctas entre Dios y su pueblo. El Profeta era principalmente un maestro de justicia, de espiritualidad y de conducta ética, un reformador moral con mensajes de instrucción, consejo, amonestación y advertencia, y su obra a menudo incluía la predicción de eventos futuros. En el caso de Moisés, uno de los mayores profetas (Dt. 18:15), la profecía fue una función comparativamente menor. Diversos hombres escogidos hablaron a la nación en nombre de Dios, interpretando el pasado y el presente, exhortando a la justicia, y siempre dirigiendo su vista al futuro glorioso que Dios les había señalado como pueblo. Samuel habría fundado lo que se conoce como "las escuelas de los profetas". Los jóvenes que recibían su educación en estas escuelas (19:20) eran conocidos como los "hijos de los profetas" (2 R. 2:3-5). La 1ª de tales escuelas que se mencionan estuvo en Ramá (1 S. 19:18, 20), la sede de Samuel (7:17). Los hijos de los profetas no eran necesariamente recipientes directos del don profético, pero eran divinamente llamados, como los ministros evangélicos de hoy, para instruir a la gente acerca de la voluntad y los caminos de Dios. Las escuelas de los profetas fueron una poderosa fuerza que limitó el avance de la marea del mal, que tan a menudo amenazó con sumergir al pueblo hebreo bajo una inundación de idolatría, materialismo e injusticia, y proporcionó una barrera contra la ola de corrupción que avanzaba con mucha rapidez. Estas escuelas proveyeron el adiestramiento mental y espiritual a jóvenes seleccionados que serían los maestros y dirigentes de la nación.

TAREA DEL PROFETA: La tarea primordial del profeta fue promover una reforma. Querían que el pueblo, se volviera de lo que estaban haciendo en sus prácticas pecaminosas, a las enseñanzas de la Ley. Los profetas escritores se dedicaron a esta tarea, principalmente hablando de grandes muchedumbres y poniendo después por escrito sus mensajes; los primeros profetas lo hicieron principalmente mediante contactos con individuos. Los profetas no pudieron ser instauradores de nuevas ideas, puesto que lo que el pueblo tenía que creer,

había sido ya revelado antes de entrar en la tierra prometida. La Ley de Dios había sido dada a Moisés en el monte Sinaí, y esta Ley había sido enseñada desde el principio por los Sacerdotes. Los profetas no se dedicaron a enseñar la Ley como tal. Esta era la tarea de los sacerdotes, como ya se dijo este tipo de enseñanza requería una situación parecida a la escolar, en continuo contacto con los estudiantes, y con residencia fija. Estas condiciones cuadraban bien a la situación a los sacerdotes no así a los profetas, que habían de moverse de un lado a otro. Además lo enseñado por los profetas, esta revelado en sus libros y aun cuando a veces hablen de la Ley, nunca lo hacen en forma de línea sobre línea. Como ya se ha dicho, la Tarea de los profetas consistió en urgir al pueblo a ajustar su conducta a la Ley esta urgencia abarcaba tanto al plano social como religioso y eclesiástico.

Autor: Ana Delina vega de Chacón.