El Fruto Del Espiritu

El Fruto del Espíritu Lección 1: El Amor Gálatas 5:22-23: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, beni

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El Fruto del Espíritu Lección 1: El Amor Gálatas 5:22-23: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.” Versículo de Memoria: Gálatas 5:22 y 23 Introducción

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no de los aspectos más impresionantes de la Biblia es cómo Dios puede impartir tanta información en muy pocas palabras. En nueve palabras, Dios nos comunica si no la totalidad, cuando menos un “bosquejo” de lo que Él espera que el Espíritu Santo produzca en nuestras vidas. Esta tal vez no es la única forma de interpretar este pasaje, pero creo que merece algo de consideración. Algunos comentaristas hablan de los “frutos” del Espíritu. Pero no es casualidad que Dios usa el término “fruto” – singular – y no “frutos” – plural. No es error hablar de estas nueve características como “frutos”, pero eso no es lo que la Biblia dice. Dice “fruto”. Consider lo siguiente: que el “fruto” del Espíritu es amor, y que las otras cosas en esta lista son el resultado del amor. Después de todo, Dios es amor. Y todo lo que Dios es mana de ese atributo. Y si nosotros vamos a llevar el fruto del su Espíritu, será porque imitamos a Dios en esto: el amor. En 1a de Corintios 13, quien Dios usó para escribir Gálatas 5:22 y 23, el Apóstol Pablo, dijo que si no tengo amor, nada soy. Así que cuando menos podemos suponer que el amor es la base de lo que Dios quiere producir en nuestras vidas. El fruto del Espíritu es lo que el Espíritu Santo produce a través de nuestras vidas. No es lo que nosotros producimos. Es lo que Dios hace a través de nosotros. El fruto del Espíritu no se produce por esfuerzo humano. El fruto del Espíritu se compone de nueve diferentes características o actitudes que son necesarias para vivir en la plenitud y la bendición que Dios quiere para el creyente. La obra principal del Espíritu Santo en la vida del creyente es transformarnos para ser hechos conformes a la imagen de su Hijo, Cristo. En la vida cristiana, cómo pensamos es de igual importancia que lo que hacemos. Estas nueve características nos ayudan a desarrollar el proceso 1-A

El Fruto del Espíritu de pensamiento que permite que el Espíritu Santo obre en nosotros. El Espíritu Santo es el que produce este fruto, pero tenemos que participar activamente en el proceso. No somos máquinas que el Espíritu prende o apaga. No puedo amar como debo amar sin la obra del Espíritu Santo, pero el Espíritu Santo no producirá amor en mí para otro sin mi colaboración. Contemplar cada una de estas cosas debe hacernos querer meternos en la Palabra de Dios para descubrir qué es en cada uno de nosotros que Dios quiere cambiar. ¿Cuáles son las cualidades que necesito adquirir? ¿Cuáles los atributos de mi personalidad que debo eliminar y los que debo desarrollar? No creo que Dios solo pudo pensar en nueve cosas que el Espíritu Santo quiere desarrollar en nosotros. Eso enfatiza la importancia de estas nueve cosas. Son cosas positivas. Son cosas que enriquecen nuestras propias vidas personales. Son cosas que nos convierten en bendición para las vidas de otros. Estas son nueve cualidades importantísimas que vienen directamente de Dios mismo. Todo cristiano debe hacer su mejor para colaborar con el Espíritu Santo para introducir todos estos atributos a su personalidad. Queremos impresionar en las mentes de nuestros oyentes lo que dice II Pedro 1:10, acerca de otra “lista” de cosas importantes: “...haciendo estas cosas, no caeréis jamás.” La palabra “Espíritu” es con “E” mayúscula y significa que estos atributos vienen directamente del Espíritu Santo, y no de nosotros mismos. Esto significa que es el amor de Dios, la paz de Dios, el gozo y la bondad de Dios transmitidas a nuestra personalidad. ¡Piense en eso! Dios el Padre comparte sus propios atributos con nosotros! Cristo ya nos dijo que Él es la vid y nosotros los pámpanos. Así como los pámpanos o las ramas reciben vida de la vid, nosotros recibimos nuestra vida directamente de Cristo. Cristo envía su vida a nuestras vidas a través del Espíritu Santo de la misma manera. En unas cuantas palabras, en estos dos poderosos versículos, Dios el Padre nos da una increíble revelación de lo que puede suceder en nuestros seres si estamos dispuestos a colaborar con su Espíritu. Ahora, daremos una descripción de cada una de estas cosas, con definiciones, para que el cristiano pueda más fácilmente comenzar a trabajar con el Espíritu Santo para hacer de estos atributos divinos parte integral de su personalidad.

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Lección 1: El Amor 1. Amor. Si tuviéramos que categorizar estas cosas en orden de su importancia, el amor, como en esta lista, tendría que ser el primero. Dada la gran importancia de esta cualidad es imposible ignorar. El amor no es un sentimiento. Es una acción. El amor no solo habla, no solo siente, hace. El amor que no hace nada no es verdadero amor. Hay unos versículos poderosos y profundos en la Biblia acerca de esta cualidad. Es la base de todas las demás cualidades. Aquí hay algunas definiciones de lo que el amor es, y lo que hace. Solicitud benevolente y desinteresada por otro; afecto fraternal; cuidado por otro. El amor cristiano se niega y se sacrifica a sí mismo. Es el fundamento de todas las demás gracias cristianas. El amor es la búsqueda activa del bienestar de otro. El problema es que como pecadores caídos, nuestro amor desinteresado para otros es muy limitado. Es más, es imposible que el cristiano ame como debe amar sin la obra del Espíritu Santo en su vida. Sólo cuando rendimos nuestras voluntades al Espíritu Santo, y el Espíritu Santo ame a través de mí, que en verdad puedo amar como debo amar. Cristo pide que hagamos lo imposible: amar a nuestros enemigos. Eso contradice todo lo que me dice mi naturaleza humana. No está en mí amar a mis enemigos. La única forma en que puedo obedecer a Cristo en esto es que Él lo haga. Si amo a mis enemigos, es a pesar de mí mismo. Es imposible fingir el verdadero amor. Puedo “pretender” tener gozo, luciendo feliz. Puedo pretender tener paz, simplemente resignándome. La tolerancia puede parecerse a la paciencia, y así las demás de estas características. Pero el amor no se puede imitar. El verdadero amor viene desde adentro, y viene del Espíritu Santo. Aunque uno manifieste todos los demás dones del Espíritu, si no adquiere un espíritu de amor, todo será en vano.

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El Fruto del Espíritu Lección 2: Gozo Gálatas 5:22-23: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.” Versículo de Memoria: Salmos 16:11 Introducción

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ué es “GOZO? Definición: El diccionario secular dice que gozo es “alegría, placer, emoción por lo que es favorable o apetecible; deleite, felicidad.” La Biblia tiene otra perspectiva del concepto del gozo. Toda las definiciones del gozo que el mundo ofrece tienen que ver con las circunstancias y las condiciones externas – lo que sucede, con lo que puede cambiar, y ¡sí cambia! Y ¡seguirá cambiando! El gozo de que habla la Biblia – el “fruto del Espíritu” – depende de lo que no cambia. Se basa en lo eterno, en el interior. El gozo que es el fruto del Espíritu - el gozo que Dios da - no depende de un mundo que está en constante turbulencia. Depende de lo que Dios hace en el interior del creyente. La diferencia entre el “gozo” que el mundo da - la felicidad, la alegría, el placer, etc. - y lo que Dios da es que el gozo que Dios da perdura en las circunstancias más difíciles y dolorosas de la vida. Proverbios 10:22 dice: “La bendición de Jehová es la que enriquece; y no añade tristeza con ella.” En el mundo violento en que vivimos, con todo el crimen, el desorden y lo negativo que le puede suceder a cualquier persona, y en cualquier momento, muchos cristianos han perdido mucho de su gozo en el Señor como resultado de los “golpes” que han recibido. La gente que trabaja en público (como los cajeros en los bancos y otros negocios) comentan que es raro en estos días ver a una persona sonriendo. Dicen que casi nadie parece ser feliz, y que muchos dan la impresión de que están llevando la carga de todo el mundo en sus propios hombros. Tomando en cuenta las imperfecciones de nuestra propia naturaleza caída, combinada con la forma en que algunos cristianos responden a la adversidad, muchos cristianos o han perdido el gozo de vivir, o no lo demuestran como el Señor espera que lo hagamos. 2-A

El Fruto del Espíritu Por esa, y otras razones, este pasaje de Gálatas es tan poderoso y necesitado por todo cristiano en la actualidad. En este versículo Dios nos está diciendo que Él puede transmitir algo de sus propias cualidades divinas al interior de nuestro ser. Este gozo no solo no depende de lo que sucede en la vida, no es “a pesar” de lo difícil de la vida, sino que se manifiesta precisamente DURANTE esas situaciones, porque es cuando más lo necesitamos. 1. El propósito del gozo. Como el fruto del Espíritu, el propósito de Dios en darnos de su gozo no es sólo para que nos sintamos bien. Ese es el resultado secundario del gozo. Hebreos 12:2 dice: “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.” ¿Cuál fue el “gozo puesto delante de él”? Nuestra salvación. Nuestra redención. En otras palabras, el gozo de Cristo fue sufrir la cruz para que nosotros podamos ser salvos. ¿Cuál debe ser el gozo del cristiano? Debe ser sufrir para que otros se beneficien. Vivimos en una época en que el “yo” siempre está al centro de todos los intereses. Demasiada gente - inclusos cristianos - pasan demasiado tiempo buscando satisfacer sus propios gustos, pensando que eso es lo que les va a producir gozo en sus vidas. Eso nunca sucede. La gente más miserable del mundo es la que busca su propia felicidad. En Eclesiastés 2:17 y 18, el “Predicador” - Salomón - que tenía todo lo que era posible que un hombre deseara, comentó acerca de su vida suntuosa: “Aborrecí, por tanto, la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu. Asimismo aborrecí todo mi trabajo que había hecho debajo del sol, el cual tendré que dejar a otro que vendrá después de mí.” El comentario de Salomón aquí describe el problema de la persona promedio. Está tan concentrada en sus propios gustos, su propio deleite, que no soporta el pensamiento de que lo que está haciendo va a beneficiar a otro. En otras palabras, lo que es fastidioso para el mundano es lo que debe ser gozoso para un cristiano – servir a otros. Hacer por otros. Dejar algo para otros. El gozo es lo que nos ayuda a tratar las dificultades y las tragedias y las pérdidas de la vida para que podamos vivir vidas productivas y útiles. No hay persona más triste que el que se da cuenta de que todo su trabajo, todo su esfuerzo y sobre todo, lo que ha sufrido, es en vano. Esa es la bendición de servir a Dios – nuestras vidas pueden hacer una diferencia. I Corintios 15:58: “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro 2-B

Lección 2: Gozo trabajo en el Señor no es en vano.” Otro propósito del gozo como fruto del Espíritu es que nos ayuda a mantener nuestros testimonios cristianos delante de un mundo que no conoce a Dios. El cristiano no está exento a la pérdidas. La muerte visita a la familia cristiana así como a la mundana. Pero si el cristiano tiene el gozo del Señor, puede mantener su testimonio cristiano, y puede desplegar la gracia de Dios a un mundo inconverso. I Testalonicenses 4:13: “Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza.” No dice que no nos entristezcamos. Dice que no nos entristezcamos como los otros que “no tienen esperanza.” El cristiano sufre. Al cristiano le duele la pérdida de un ser querido así como al inconverso. La diferencia es que el cristiano se entristece, pero su tristeza es amortiguada por el gozo del Señor, sabiendo que tiene esperanza. Sin el gozo del Señor, la vida se vuelve insípida, aburrida y el espíritu se amarga. 2. ¿Cómo se obtiene el gozo del Señor.” Mire otra vez I Corintios 15:58: “...sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.” Romanos 5:3-5 “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.” Tal vez esto parezca demasiado sencillo, pero el gozo simplemente viene cuando recordamos – sabemos – primero, que Dios nos ama, que nada sucede sin un propósito, y que “...esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.” Todo este “conocimiento” – lo que “sabemos” viene ¿de dónde? de la Palabra de Dios. El cristiano que más gozo tiene es el que más vive en y por la Palabra de Dios. Es muy fácil olvidar quiénes somos, cómo es Dios, si no nos mantenemos en su Palabra, que constantemente nos recuerda de esas benditas verdades. ¿Cómo está tu gozo? La pregunta no es “¿Cómo te sientes?” Tus sentimientos no deben afectar tu gozo, pero tu gozo debe afectar tus sentimientos.

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El Fruto del Espítitu Lección 3: Paz Gálatas 5:22-23: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.” Versículo de Memoria: Filipenses 4:7 Repaso

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l fruto del Espíritu está compuesto por cualidades y características que produce el Espíritu Santo de Dios a través de las vidas de los creyentes. El que ha sido redimido por fe en Cristo debe demostrar al mundo inconverso lo que no se puede duplicar por medio del esfuerzo humano y manipulaciones sicológicas. Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza - no se producen en la vida del creyente por su propio esfuerzo personal. Se manifiestan porque ha sometido su voluntad al Espíritu de Dios que está morando en él. El amor de Dios nos hace capaces amar al que normalmente no amaríamos. El gozo del Señor es una confianza en el poder y el amor de Dios para hacer que aun en las circunstancias más contrarias y tristes el cristiano mantenga una estabilidad y equilibrio, tanto así que al mundo le asombra. Ahora tratamos el asunto de la paz. 1. Definición: El diccionario define la palabra “paz” como tranquilidad, calma, sosiego de espíritu. Para el mundo, la paz es cesación de actividad bélica. Es ausencia de conflicto. Pero en cierto sentido, esa es una definición negativa. 2. El propósito de la paz. Así como el propósito del gozo no es solo que nos sintamos bien, tampoco es el propósito de la paz solo darnos una vida tranquila y pacífica. Muy pocos cristianos que viven vidas efectivas viven en total “tranquilidad”. Pablo no vivió una vida “pacífica”. Los apóstoles no vivieron vidas “pacíficas”. Los héroes del Antiguo Testamento vivieron vidas muy conflictivas. La mayoría de nuestros “héroes” contemporáneos experimentan muchos conflictos y oposición. Esa es precisamente la clase de gente que necesita la paz de Dios. Es en la incertidumbre de la vida, nunca sabiendo qué es lo que sigue, que Dios imparte al creyente la medida de paz que necesita para mantener su curso y realizar el propósito de Dios en su vida. 3-A

El Fruto del Espíritu Pero la paz de Dios no es sólo para el “héroe”. ¡Gracias a Dios! Es para cualquier cristiano que encara dificultades en el transcurso de su vida diaria. Parece que cada vez más vivimos en un mundo inseguro. Muchas personas viven sin saber si su trabajo se desaparecerá de un día para otro. Una gran proporción de los matrimonios terminan en el divorcio. Y se añade a esto la constante corriente de noticias negativas acerca del terrorismo, la economía, nuevas enfermedades catastróficas, y un sin fin de cosas que tienen la capacidad de inquietar al más valiente. El propósito de la paz en la vida del cristiano es, en parte, disminuir el efecto de las distracciones para que podamos servir a Dios de manera efectiva. La Biblia habla mucho acerca de la paz. La palabra “paz” aparece cuando menos 379 veces en la Biblia. Cristo habló mucho acerca de la paz. De lo que Cristo dice, podemos deducir lo que Dios tiene en mente cuando habla de la paz y cuando nos promete paz. Una de las cosas más penetrantes que Cristo dice acerca de la paz está en Juan 16:33: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” Dice algo semejante en Juan 14:27: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.” Filipenses 4:6 y 7 describe en términos inconfundibles la paz que Dios da: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” Estos versículos nos ayudan a entender la naturaleza de la paz que Dios da. Primer, es paz que “sobrepasa todo entendimiento.” Es una paz que desafía nuestra comprensión, porque es paz que viene en tiempos y bajo circunstancias cuando es ilógico que uno tenga paz. Es paz en medio de la tempestad. Es paz en medio del dolor que el hombre sin Dios no soporta. Estos versículos hablan de la paz DE Dios. Romanos 5:1 habla de paz CON Dios: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo.” La paz DE Dios es para que vivamos bien en medio de la tempestad. La paz CON Dios es lo que produce la salvación: la justificación. El pecado del hombre puso una barrera entre Dios y el hombre. Isaías 59:1-2 dice: “He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová 3-B

Lección 3: Paz para salvar, ni se ha agravado su oído para oir; pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oir.” Romanos 8:7-8: “Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.” Romanos 5:10 “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.” La reconciliación con Dios produce paz con Dios. La manera en que vivimos después de esa reconciliación - de ser salvos - en conformidad al Espíritu Santo - es lo que produce la paz de Dios. Demasiados cristianos viven vidas sin paz. Es triste cuántos cristianos complican sus vidas buscando paz donde no hay paz. Cuántos cristianos vivimos perseguidos por afanes y preocupaciones simplemente porque no estamos dispuestos a echar toda nuestra ansiedad sobre él porque él tiene cuidado de nosotros. Un gran barco de pasajeros navegaba en medio de una tempestad. Las olas crecían y los vientos atacaban la nave. La mayoría de los pasajeros estaban en temor de perder sus vidas, tan fuerte fue la tormenta. Una niña de ocho años se extravió momentáneamente de su familia por unos minutos. Cuando regresó estaba obviamente contenta. Su padre le preguntó: “Mi hija, ¿cómo puedes estar tan feliz en medio de tanto problema?” La niña le contestó: “Acabo de venir de ver al capitán. Le miré en los ojos y vi que él estaba totalmente calmado. No vi nada de pánico ni temor en sus ojos.” Nuestro “capitán” está en control de todo lo que podría sucedernos. No hay indicación alguna de que Cristo está intranquilo. El que conoce el fin desde antes del principio ofrece e imparte paz que sobre pasa todo entendimiento. ¡Gracias a Dios por la paz que Cristo da!

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El Fruto del Espíritu Lección 4: Paciencia Gálatas 5:22-23: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.” Versículo de Memoria: Hebreos 10:36 Introducción

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efinición: f. Capacidad para soportar con resignación desgracias,trabajos,ofensas,etc, Tranquilidad para esperar. Calma para hacer trabajos minuciosos o entretenidos. Lentitud excesiva. Una de las cualidades más importantes de la vida es la paciencia. Vivimos en un mundo muy apresurado. Es difícil a veces mantener el paso necesario para no ser “atropellado” por la vida, por las circunstancias, Sólo observe a la gente haciendo fila en el supermercado o el banco y verá la poca paciencia que tiene la gente de hoy en día. En “enojo carretero” es un problema para los automovilistas. Un solo error que uno comete en tráfico puede provocar un “incidente internacional”. Con el paso apresurado de nuestra época, mucha gente tiene la mecha muy corta, y se necesita muy poco para provocarlos. Como resultado, mucha gente tiene muy poca paciencia operando en sus personalidades. Para el cristiano, esto presenta un dilema importante. Uno de los atributos de nuestro Dios es que es muy paciente. Dios no es como nosotros. Y una de las grandes diferencias entre nosotros y Dios es que Dios procede a un paso mucho más lento que el de nosotros. Y si uno no aprende a ajustarse a la “lentitud” con que Dios hace las cosas, perderá la paciencia hasta con Dios mismo, y con la manera en que Él quiere elaborar las cosas en nuestras vidas. En Lucas 21:19, Cristo dice: “Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas.” Cristo dice esto en medio de sus profecías acerca de los fines de los tiempos. Está diciendo que en medio de las condiciones más difíciles que los creyentes jamás podrían ver, la cualidad que más necesitan es la paciencia. De nuevo, debemos recordar que igual que con los otros “frutos” del

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El Fruto del Espíritu Espíritu, la paciencia no es algo que nosotros producimos. Es lo que el Espíritu Santo produce cuando nosotros nos rendimos a El y a su insistencia. ¿Cómo obtenemos la paciencia? Romanos 5:3-4: “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza;” La paciencia es producida. Es producida por la tribulación. Así como necesitamos la paz en medio de la tempestad, necesitamos paciencia en medio de la tribulación. Casi todas las cosas en esta lista del fruto del Espíritu son cosas que necesitamos para ayudarnos en las dificultades de la vida. Hay varias maneras en que es necesario ejercer paciencia. 1. Necesitamos tener paciencia los unos con los otros. Es fácil perder la paciencia con otro cristiano. Somos carne. Somos polvo. NADIE es perfecto. Vamos a probar la paciencia el uno del otro. En el matrimonio, el hombre necesita tener paciencia con su esposa, y vice versa. El hombre necesita recordar que él también comete errores, y que deja algo qué desear. La mujer necesita tomar en cuanta las ocasiones en que ella ha sido menos que perfecta, y que ella en alguna ocasión necesitará de la paciencia de su esposo. “Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.” Si sembramos paciencia en la vida de otro, ciertamente segaremos paciencia de parte de otro. Los líderes necesitamos tener paciencia con nuestros seguidores. Es fácil perder la paciencia con alguien que o no entiende o rehusar intentar entender lo que el líder está intentando. Los padres necesitan tener paciencia con nuestros hijos. Un hijo necesita el ánimo que viene de un padre que recuerda que él también fue joven o niño, inmaduro, caprichoso, y alguien tuvo paciencia con él. 2. Necesitamos tener paciencia con nosotros mismos. Necesitamos evitar ceder a la tentación de fijar metas irrazonables que no podemos alcanzar. Debemos evitar ceder a la tentación de compararnos a nosotros mismos con otros que están haciendo u obteniendo lo que nosotros no. 2a de Corintios 10:12: “Porque no nos atrevemos a contarnos ni a compararnos con algunos que se alaban a sí mismos; pero ellos, midiéndose a sí mismos por sí mismos, y comparándose consigo mismos, no son juiciosos.” 3. Necesitamos tener paciencia con Dios. ¿Con Dios? ¡Sí! Dios es eterno. Vive en el eterno “hoy”. Para nosotros, el tiempo vuela. Queremos todo de inmediato. Se cuenta de una joven madre que estaba orando. Le dijo al Señor: “Señor, dame paciencia. Y ¡dámela ahora mismo!”. Así vemos nosotros lo que sucede en nuestras vidas. Queremos que Dios obre según nuestro horario, y Dios simplemente no va a hacer eso. Dios tiene su tiempo. Dios tiene su horario y su agenda, y no importa cuánto le 4-B

Lección 4: Paciencia insistimos, no vamos a apresurar a Dios. Gálatas 4:4: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley,” Las primeras palabras de Eclesiastés 3:1 lo dice todo: “Todo tiene su tiempo...” Una de mis historias favoritas de toda la Biblia acerca de esto es la de Zacarías y Elizabeth, los padres de Juan el Bautista. Juan el Bautista nació en la familia de esta pareja cuando ya están muy avanzados de edad. Ciertamente cuando estaban recién casados esperaban tener familia. Tal vez, después de un tiempo razonable, comenzaron a orar y pedirle a Dios que les diera un hijo. En esos días la esterilidad dejaba la impresión de que la mujer o el matrimonio había desagradado a Dios. Sabemos que este no fue el caso de Zacarías y Elizabeth. Tal vez hasta ellos mismos se preguntaban qué habían hecho para que Dios no les diera un hijo. Un día Zacarías estaba en el templo - era sacerdote. Estaba llevando a cabo sus quehaceres. De pronto un ángel se le apareció y le dio la noticia de que su esposa, Elizabeth, daría a luz un hijo, y que será llamado Juan. Zacarías no podía creerlo. Expresó duda. Como consecuencia, quedó mudo hasta que le niño naciera. Nació el niño, Zacarías anunció que su nombre sería Juan, y le volvió la capacidad de hablar. La lección es que en todo esto, Zacarías y Elizabeth mostraron paciencia. Zacarías mostró paciencia con Elizabeth, no poniéndola a parte, que era el derecho legal en esos días de un hombre cuya esposa no podía tener hijos. Elizabeth mostró paciencia, siendo fiel a su esposo. Los dos mostraron paciencia porque Zacarías, a pesar de que Dios no les contestó su oración, siguió fiel en sus deberes de sacerdote. Y ¡piense en la recompensa de su paciencia! En lugar de un niño judío cualquiera, Dios les dio a Juan el Bautista. Cristo dijo de este hombre: “Os digo que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan el Bautista...” Como en el caso de Zacarías y Elizabeth, a veces Dios “tarda” en contestar nuestras oraciones o en hacer lo que pensamos que debe porque quiere darnos algo MEJOR que lo que esperamos. Juan el Bautista fue el único profeta del Antiguo Testamento que vio el cumplimiento de su profecía - la venida de Mesías. La próximo vez que eres tentado a dejar que tu paciencia se agote, piensa en esta historia. Tal vez Dios está preparando algo mejor que lo que esperabas. Efesios 3:20-21: “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.”

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El Fruto del Espíritu Lección 5: Benignidad Gálatas 5:22-23: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.” Versículo de Memoria: Efesios 4:32 Introducción

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efinición: La “benignidad” y la “bondad” son muy parecidas, pero hay una diferencia. La benignidad es amabilidad. Tiene que ver con nuestro trato a los demás. La bondad tiene que ver con la calidad de nuestra integridad. Estudiaremos la bondad en la próxima lección. Benignidad es tratar a los demás con agrado y delicadez. Es cortesía. Es consideración. Hebreos 10:24 dice: “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras.” Como resultado de la impaciencia, mucha gente tiene una “mecha muy corta” con los demás. Nuestra prisa nos hace perder la costumbre de tratar a otros con benignidad y respeto. Una palabra amable, una acción considerada hacia otra persona puede hacer mucha diferencia en su día y en su vida. Al estudiar la vida de Jesucristo en el Nuevo Testamento, es fácil detectar lo benigno que siempre fue con otras personas al tratar con ellos. Jesús, sin duda, es el máximo ejemplo para todos nosotros del que siempre operaba en total demostración de las manifestaciones del fruto del Espíritu. La cualidad de benignidad es compañera del amor. Una vez que el Espíritu Santo comience a transmitir su amor en nosotros, la cualidad de la benignidad seguirá sin falta. Será más fácil ser amable con otros una vez que el amor de Dios comience a fluir en la personalidad de un cristiano. Es imposible ser más amable con otros si el amor de Dios fluye en ti. Esto es porque la cualidad del amor tiene que ser la tiene que ser la que más nos concentramos en recibir del Espíritu Santo. Una vez que el amor de Dios comience a operar y fluir a través de ti y a tocar a otros, los otros frutos del Espíritu Santo comenzarán a seguir. El efecto natural de la influencia del Espíritu Santo en la vida de un cristiano es buscar el bienestar de otros. La benignidad es una cualidad necesaria para el ganador de almas. El que gana almas no recibe ningún beneficio inmediato. El ganar almas es una obra totalmente desinteresada.

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El Fruto del Espíritu Pero la benignidad no es algo que uno “siente”. No busco el bienestar de otros porque “siento” compasión. No gano almas porque “siento” compasión por las almas. Salgo a ganar almas, encuentro a personas afligidas, en dificultades, sufriendo como consecuencia de su pecado, le doy la solución de su problema más grande - el evangelio - y Dios me da la compasión por esa persona. Si espero hasta “sentir” compasión, nunca saldré a ganar almas. Efesios 4:32 dice: “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo Jesús.” Dios nos manda que seamos benignos unos con otros. Dios nos manda que tratemos los unos a los otros con consideración, amabilidad, discreción. Se cuenta la historia de un joven de secundaria que iba rumbo a casa un día después de clases. Vio a un compañero cargando muchos libros y materiales escolares. Unos muchos rudos y crueles tumbaron al joven que llevaba las cosas. Este joven no era muy guapo, usaba lentes, tenía fachadas de muy estudioso, no era muy atlético, no participaba en el deporte. No tenía muchos amigos. El otro joven que lo vio cuenta su historia: “Vi a este joven, tirado en el suelo por estos muchachos rudos, sus libros y útiles esparcidos en la tierra. Me dio lástima. Me acerqué a él y le pregunté si quería que le ayudara. Me dijo que sí, y le levanté algunos de los libros. Lo acompañé a su casa, y platicando con él en el camino, descubrí que mientras era algo melancólico, era un muchacho muy inteligente e interesante. “Desarrollamos una amistad muy estrecha a través del resto de nuestros días de secundaria. El joven se convirtió en un muchacho popular y muy buscado. “Al terminar nuestros estudios en el programa de graduación, mi amigo ganó el premio de las calificaciones más altas, y le pidieron que hiciera un discurso en la ceremonia de graduación. Bromeé con él, y le dije que prefería que él diera el discurso, y no yo, porque yo tenía un pavor de hablar en público. “Mi amigo comenzó su pequeño discurso hablando de la importancia de la amistad. Habló de la gran diferencia que un acto de bondad podría hacer en la vida de una persona. Contó la historia del primer día que nos conocimos. Pero dijo algo que yo nunca había sabido. Dijo que él estaba tan deprimido, se sentía tan sólo y excluido del grupo de estudiantes en la escuela, no tenía amigos, que había limpiado su “locker”, y que había llevado todas sus pertenencias a casa. Pensaba suicidarse esa noche, y no quería que su madre tuviera que ir a buscar sus cosas. “Dijo lo que había sucedido con los otros jóvenes. Mi miró a mí, y describió nuestro primer encuentro, y cómo yo le había ofrecido mi ayuda y mi amistad. Dijo que yo nunca me había dado cuenta de que yo le había 5-B

Lección 5: Benignidad salvado la vida con un sólo acto de bondad”. “Después de la ceremonia, sus padres me buscaron, me abrazaron, me dieron las gracias y me dijeron también fue la primera vez que ellos habían escuchado esa historia.” Es maravilloso lo poco que se necesita para animar y hasta salvar la vida de otra persona. Debemos ser benignos unos con otros. Claro que debemos ser benignos con nuestros familiares cercanos. Es triste que a veces las personas con quien más tenemos relación son los que menos consideramos. Debemos ser benignos con el extraño en la calle, con el compañero de trabajo. Gálatas 6:7: ‘No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.’

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El Fruto del Espíritu Lección 6: Bondad Gálatas 5:22-23: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.” Versículo de Memoria: Efesios 2:7 Introducción

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efinición: Integridad personal. Genuinidad. Rectitud de carácter. Desinterés. La calidad de buscar el bien de otros. Consideración. La benignidad, que estudiamos en la lección pasada, tiene que ver con nuestro trato para con los demás. La benignidad se ve por fuera. La bondad tiene que ver con lo que somos por dentro. No siempre vemos la bondad de otra persona. La Biblia dice que es la bondad de Dios que dirige a los pecadores al arrepentimiento y la salvación: Romanos 11:22: “Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado.” Pero porque es fruto del Espíritu, esta es otra cualidad poderosa que puede operar a través de nosotros, los creyentes. Esta cualidad tiene una poderosa capacidad de atraer. No sólo es la bondad de Dios que atrae a la gente, sino este fruto de bondad operando en el creyente puede atraer a la gente a Dios a través de nuestras vidas. El creyente lleno del Espíritu Santo, manifestando este fruto atrae a la gente como el imán al hierro. Mucha gente ha sido salva por medio de un creyente que atrajo a la persona por el amor y la bondad que vio en ellos. Esto no es “evangelismo estilo de vida”. Es un estilo de vida que PROMUEVE el evangelismo. Jesús dice que debemos llevar su luz, y que debemos permitir que esa luz resplandezca delante de los hombres, y que no debemos esconderla. Parte de llevar esa luz tiene que ver con las nueve manifestaciones del fruto del Espíritu Santo en nuestras vidas. Los inconvesos son atraídos a alguien que tiene algún grado de manifestación de estos nuevo frutos en ellos. Sin embargo, hay algo especial acerca del fruto de la bondad. Muchos cristianos puede testificar más efectivamente a otros porque viven una vida ejemplar delante de otros. Todos nosotros somos vistos y observados cuidadosamente por los inconversos. Alguien te está viendo. ¿Qué está 6-A

El Fruto del Espíritu viendo en ti? ¿Ve bondad, o ve aspereza? ¿Ve amor, o ve odio o pero que eso - indiferencia? ¿Ve gozo, o ve amargura? ¿Ve paz, o ve incertidumbre? ¿Ve benignidad, o ve egoísmo? Esta cualidad de bondad es imposible falsificar. Esta es una cualidad que penetra hasta lo más interior de la vida de un creyente. Forma parte de su personalidad. No es algo que tiene que ser provocado, o insistido. Es una respuesta natural a cualquier situación. La bondad - la verdadera bondad - es genuina y es consistente. El que manifiesta la bondad no lo hace un día y al siguiente día no. Se ve y se siente en estas personas. No puedes estar cerca de esta clase de creyente sin saber que es algo diferente. Hay un sentimiento de seguridad alrededor del que es bueno, porque se sabe que es totalmente confiable. Se sabe que esa persona nunca lastimaría a nadie a propósito. Los niños son muy prontos en detectar esta cualidad en la gente que la tiene. Atraen a los niños y a los adultos como un imán. Por eso es importante que el maestro de Escuela Dominical desarrolle esta cualidad. Por eso en algunos casos, una clase de Escuela Dominical crece y otra no. Hay más factores que la bondad que entran en el asunto, pero la bondad ciertamente compensa la falta de muchas cosas como talento, personalidad atractiva, facilidad de palabra, etc. Si la bondad de Dios atrae a la gente al arrepentimiento y la salvación, entonces la bondad de Dios mostrada a través de un creyente también tendrá la capacidad de atraer a los inconversos a la salvación. Y la bondad de Dios puede se producido en tu personalidad SOLO a través del poder del Espíritu Santo. El creyente puede tener la misma bondad de Dios resplandeciendo en él si está dispuesto a colaborar con el Espíritu Santo. La bondad es virtud en acción. Es una propensidad tanto para hacer lo que es bueno. Es una cualidad que naturalmente produce la generosidad en el que la tiene. El que es verdaderamente bueno jamás intentaría manipular a otro para su propia ganancia, porque ni siquiera piensa en esos términos. No está buscando lo suyo. Busca el bien de los demás. Filipenses 2:4-5 “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús...” Filipenses 2:21: “Porque todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús.”

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Lección 6: Bondad Hechos 4:32: “Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común.” 2a de Corintios 8:9: “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.” Esa es la esencia de la bondad. El “bueno” o el “bondadoso” está dispuesto a empobrecer para poder enriquecer a otro. Está dispuesto a perder para que otro gane. Es más, prefiere que otro gane. Se deleita en que otro gane. Su gozo está en ver que otro gane más que en que él mismo gane. ¡Cómo necesitamos permitir que el Espíritu Santo produzca este fruto en nuestras vidas! La verdad es que esto no es natural. Nuestra naturaleza es buscar nuestro propio bien, nuestra propia ganancia. Pero el cristiano que quiere vivir su vida para Cristo permitirá que el Espíritu Santo desarrolle esta cualidad en su vida, y lo disfrutará.

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El Fruto del Espíritu Lección 7: Fe Gálatas 5:22-23: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.” Versículo de Memoria: Hebreos 11:6

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in duda, la mejor definición de “fe” se encuentra en la Biblia. Hebreos 11:1 dice: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” Se podría decir que fe es certeza, esperanza y convicción. Se usan estas tres palabras en la definición bíblica de fe. Pero esta es más que una definición - es una descripción. En este capítulo 11 de Hebreos, hay una larga lista de personas que lograron grandes cosas principalmente porque pusieron su fe en Dios. Hay varias maneras de entender el asunto de la fe. Hay diferentes clases de fe. 1. Fe que salva. Esta es la aplicación más importante de la fe. Efesios 2:8-9 dice: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.” La mentira más cruel que Satanás, el enemigo del alma del hombre, ha intentado perpetrar es que la salvación es el resultado de lo que el pecador hace. Miles de millones han salido a la eternidad pensando que estaban bien porque se portaron bien, fueron nobles, hicieron buenas obras humanitarias, fueron dadivosos, y hasta “creyeron” en Dios. Mucha gente está confiando en su sinceridad. Piensa que su religión les va a salvar. ¡Qué tragedia! La sinceridad es muy importante. Debemos ser sinceros. Pero no es la sinceridad la que salva. Es la fe. Pero no solo fe. Fe en Cristo. El carcelero filipense preguntó a Pablo y Silas: “Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?” Esta es la única vez en la Biblia en que esta pregunta se hace. La respuesta fue muy sencilla: “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo, tú y tu casa.” No mencionó religión. No mencionó iglesia. No mencionó sinceridad. Ahora, se supone que su creer fue sincero. Se supone que creyó sinceramente. Pero la sinceridad no salva. Sin la FE sincera. 2. Fe que guarda. I Pedro 1:5 dice: “que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.” La misma fe que nos salva es la fe 7-A

El Fruto del Espíritu que guarda. Una de las doctrinas más preciosas de toda la Biblia es la de la seguridad eterna del creyente. La seguridad de nuestra salvación depende NO de NUESTRA bondad, sino de la bondad de Dios. La salvación del creyente está segura no por la grandeza de su fe, sino por el objeto de su fe: Cristo. No es quién estamos creyendo, sino en quién estamos creyendo. II Timoteo 1:12: “Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día.” La seguridad que expresa aquí el Apóstol Pablo es por “quién” ha creído. La fe que agrada a Dios es una fe que honra su Hijo, Jesucristo. Esa fe es una fe “pura” en el sentido de que no necesita ser “mezclada” con nada - como las obras, o la religión, o mi justicia personal. 3. La fe como doctrina. Cuando el Apóstol Pablo dice en II Timoteo 4:7 “He guardado la fe...” está hablando de ese conjunto de doctrinas y creencias que componen la base del cristianismo bíblico.

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El Fruto del Espíritu Lección 8: Mansedumbre Gálatas 5:22-23: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.” Versículo de Memoria: Santiago 3:13

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efinición: La definición exacta de “mansedumbre”, y la forma en que la Biblia la usa, es “poder bajo control”. El manso no es débil. Puede dar la impresión de debilidad, pero no es débil. Cristo fue manso, pero no fue débil. Algunos hombres resistirían ser descritos como “mansos”. Cristo fue hombre - hombre fuerte, masculino, pero fue manso, gentil. Mansedumbre es gentileza. Es ternura. Es consideración. Es poder decir “No” sin tener que insultar. Tenemos que recordar que Jesucristo fue encarnado al cuerpo de hombre. Siempre fue Dios. Siempre ha sido Dios. Sigue siendo Dios. Pero cuando vivió en este mundo, vivió como hombre: hombre perfecto, hombre justo, hombre lleno del Espíritu Santo. Lo hizo, en parte, para que pudiéramos estudiar sus acciones y sus reacciones. Todo eso se encuentra en los evangelios. Nos enseña cómo Él manejó sus encuentros con diferentes clases de personas. Había ocasiones en que tenía enfrentamientos con personas y les trataba directa y bruscamente, como con los escribas y fariseos. Pero había otro momentos en que trataba a personas con gran ternura y gentileza. Su manera tan cuidadosa de manejar algunos de estos encuentros nos da grandes lecciones en cómo tratar a diferentes tipos de personas. La manera en que Jesús trataba a la gente debe ser un estudio importante, especialmente para los hombres. Los hombres podemos ser tan insensibles a los sentimientos de otros. Cristo no fue así. Tomaba en cuenta cómo lo que Él decía y hacía afectaría a otros. Y una de las cualidades que sobresale en su trato con otros es su mansedumbre - su gentileza. Esta cualidad de mansedumbre es otro fruto del Espíritu tan importante en nuestras vidas. Muchas personas han sido “golpeadas” por su trato con otros. A veces sólo una palabra amable - un toque de ternura de parte de un verdadero cristiano - puede abrir la puerta para que esa persona reciba a Cristo, y comience un proceso de sanidad emocional y personal. Tenemos que recordar lo que el Dr. Mike Cox dice: “Una persona no es sólo un alma con oídos”. Es persona. Tiene sentimientos. Tiene quebrantos de corazón. Está viviendo con sus propias decepciones y frustraciones. Una vez que un cristiano comience a andar en el Espíritu Santo, y que

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El Fruto del Espíritu el fruto del Espíritu opere y fluya a través de él, obtiene un sentido de cómo debe manejar su encuentro con cierta persona o con cierto tipo de persona. Un toque de mansedumbre o gentileza, en lugar de una reprensión dura, o una palabra de condenación siempre mejora la situación. Siempre hay tiempo para el amor. Pero hay situaciones que requieren un toque de gentileza para darle a la persona lo que necesita. El amor a veces tiene que expresarse en términos directos e inequívocos. Pero Efesios 4:15 habla de seguir la verdad en amor. En otras palabras, di la verdad, pero sazona la entrega de la verdad en expresiones de amor. La clave es permitir que el Espíritu Santo te guíe en todo esto. Sólo sé consciente de que la mansedumbre es uno de los nueve frutos del Espíritu, y este es una de esas cualidades que el Espíritu Santo desea integrar a nuestras personalidades, especialmente en nuestro trato con los demás, y en nuestros intentos de ayudar a otros. Un aspecto en que necesitamos la manifestación de la mansedumbre es en la relación entre padres e hijos. Es muy fácil perder el equilibrio cuando estamos corrigiendo a nuestros hijos. A veces se necesita un trato directo, inflexible cuando estamos enseñando principios a nuestros hijos que les van a afectar el resto de sus vidas. Pero en nuestro afán de instruir a nuestros hijos bien, no lo debemos hacer en un espíritu áspero. Nuestros hijos necesitan ver nuestro lado tierno y gentil. Si lo único que escuchan nuestros hijos de nosotros son palabras de reprensión y crítica, y no se compensa con palabras y acciones de amor, gentileza y ternura, después de un tiempo, el hijo comienza a retirarse del padre y perderá el deseo de tener una relación personal con el padre. Efesios 6:4 dice que debemos criar a nuestros hijos en disciplina y amonestación. Esa no es una repetición poética del mismo concepto. Son dos cosas complementarias. La disciplina es necesaria. Pero también hay tiempo para la amonestación. La disciplina corrige lo que ya ha sucedido. La amonestación advierte del peligro o la imprudencia de lo que está por suceder. La disciplina corrige y la amonestación previene. La disciplina dice: “Hiciste mal. Ahora tienes que pagar las consecuencias.” La amonestación dice: “Estás por tomar una decisión. Esta es la manera de hacerlo.” La amonestación es una excelente oportunidad de mostrar mansedumbre, ternura y gentileza. La mansedumbre es suavidad combinada con ternura. Es una posición fuerte, bien definida, y hasta cierto punto inflexible, pero una disposición atenta, considerada y sobre todo, controlada. Es un temperamento parejo, tranquilo, equilibrado, sin pretensión. Es la pasión controlada. Es un carácter equitativo, razonable, paciente, moderado, justo y considerado.

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Lección 8: Mansedumbre De nuevo, es poder y fuerza bajo control. El manso está dispuesto a perdonar las heridas y corregir sus propias faltas. El manso es el que tiene sujeto su propio espíritu. La gente es atraída a un cristiano con esa clase de espíritu. Entre más aprendemos a andar en esta cualidad, más vamos a estar en paz con nosotros mismos, y con otros. En lugar de estar en conflicto con otros, tendremos la oportunidad de ayudarles en una manera significante. Todo líder necesita esta cualidad. David mostró esta cualidad. Y claro, el Señor Jesucristo la mostró. Cualquier cristiano la puede adquirir, simplemente rindiendo su espíritu y su temperamento al Espíritu Santo que vive y mora dentro de él.

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El Fruto del Espíritu Lección 9: Templanza Gálatas 5:22-23: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.” Versículo de Memoria: II Timoteo 1:7

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sta es la última lección en esta serie. Hemos estudiado ocho de las nueve características espirituales que Dios quiere desarrollar en sus hijos a través de la morada en ellos por el Espíritu Santo. Todas estas cosas están disponibles a cada cristiano. No hay nada que un cristiano no puede lograr si lo hace en dependencia total del Espíritu Santo de Dios. La templanza aparece en el último lugar en la lista, pero no porque es la cualidad menos importante de todas. Tal vez es por su gran importancia, y porque Dios quiere que la recordemos, que la menciona al último. Esta es la cualidad sin la cual no podemos experimentar ni obtener ninguna de las otras cualidades. La definición de la Real Academia Español de templanza es: “Auto control; Moderación, sobriedad y continencia; Rel. (religión): Una de las cuatro virtudes cardenales, que consiste en moderar los apetitos y el uso excesivo de los apetitos, sujetándolos a la razón.” Estas definiciones están bien hasta donde llegan. Pero para el cristiano, y en el contexto bíblico de la vida cristiana, va más allá de esto. Para el cristiano, la templanza es algo que él sólo no puede obtener. Es más que autocontrol. Es más que controlarse a sí mismo. Es más que la abstención de lo que no conviene. Es más que una vida monástica en que uno se priva de los placeres físicos y materiales. Tal vez algo de eso resulte de la templanza, pero no es templanza. Templanza para el cristiano es ser controlado NO por mí mismo, sino por el Espíritu Santo. Es vivir de tal forma que su vida entera está bajo la dirección y el dominio del Espíritu Santo de Dios. La templanza no es algo que se obtiene en un momento dado, con una decisión o una determinación. No es ponerse a “dieta” ni seguir los doce pasos de “Alcohólicos Anónimos”. No es decidir dejar de hacer lo que uno sabe que no le conviene. Es entrar en compañerismo con el Espíritu Santo de tal forma que se desarrolla un deseo de ser controlado en todo lo que se hace por Él. Es llegar a cansarse de los fracasos de “voltear una hoja

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El Fruto del Espíritu nueva”, “comenzar de nuevo”, y comenzar a sujetar y someter los deseos, los apetitos, y las decisiones a Aquél que todo lo sabe. La Biblia nos dice que el espíritu y la carne luchan entre sí en el ser del creyente. La carne quiere gratificación inmediata, no le importa lo que le cuesta, y no será detenida en su intento de obtenerla. El espíritu (del creyente) sabe que nuestros deseos carnales no nos convienen, y como resultado, hay una guerra entre el espíritu y la carne, y a veces es una guerra que consume todas nuestras energías. Lo único que puede controlar y anular esos deseos carnales es la templanza. Pero mi experiencia ya me ha comprobado que no puedo controlar mis deseos. Entonces necesito más que una decisión. Necesito ayuda. Y esa ayuda viene del Espíritu Santo. Gálatas 5:17 dice: “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.” Si puedo involucrar al Espíritu Santo en esta guerra, puedo ganar. Mientras lucho sólo en mi propia fuerza, perderé la batalla cada vez. La templanza es más que “auto-control” es “Espíritu-control”. Vivimos en un mundo materialista y auto-céntrico. Todo está diseñado alrededor del impulso inmediato. El mundo comercial hace todo lo que puede para que la gente consiga lo que quiere inmediatamente. Y hace toda clase de maniobras para obtener lo que quiere. “Sin enganche”, “facilidades”, “crédito fácil”, “pagos bajos”. El que es débil, o el que es gobernado por su carne en lugar del Espíritu Santo, cae víctima de toda clase de trampa. Gálatas 5:16: “Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.” A causa de nuestra naturaleza caída, pecaminosa, todos somos débiles o incapaces de controlar nuestros apetitos carnales. Por eso Dios el Padre se encargó de incluir la templanza en la lista del fruto del Espíritu. Todos necesitamos que Dios controles nuestras vidas y nuestras personalidades si tenemos cualquier esperanza de vivir una vida limpia y pura al punto que Él pueda bendecirnos y usarnos como Él quiere. El cristiano que no rinde su espíritu al Espíritu Santo tendrá muy poca victoria sobre cosas como el enojo, un espíritu crítico, falta de perdón, y vicios como el uso del tabaco, el alcohol, las drogas y el sexo ilícito. Una vez que el Espíritu Santo comience Su proceso de santificación, prepárate para para las batallas y guerras más grandes de tu vida. Cuando Él comienza a atacar esas cualidades negativas operando en tu personalidad, vas a encontrar una resistencia que nunca habías sentido. Pero si estás dispuesto a rendir tu espíritu a el, para que Él pueda 9-B

Lección 9: Templanza producir todos estos “frutos” en tu personalidad, entonces descubrirás que crecerás en maneras y áreas que nunca pensabas que fuera posible en esta vida. Su poder sobrenatural en esa área en que más estás luchando te sorprenderá una vez que descubres qué clase de persona puedes llegar a ser. Cualquier cristiano puede llegar a ser todo lo que Dios quiere que sea si sólo rinde su espíritu al control del Espíritu Santo. Un cristiano que ejerce la templanza no sólo la manifiesta en sus apetitos. Lo demuestra en su actitud y su trato con los demás. No responde con aspereza, a menos de que la situación demande tal respuesta. Considera cómo sus acciones, decisiones y palabras afectarían a otros. Piensa antes de hablar. Piensa antes de decidir. La clave de la templanza es la misma que todas las otras cualidades en esta lista del Fruto del Espíritu: sumisión. Yo no puedo controlarme. Yo no puedo amar como debo amar. No puedo tener gozo en medio de la pérdida o la decepción. No puedo producir la paz que sobrepasa todo entendimiento. EL único que puede producir esto en mí es el Espíritu Santo de Dios. Pero para que Él obre en todo esto, tengo que someterme a Él. Dios me da a escoger: puedo luchar y batallar en la fuerza de mi poder, y fracasar. O puedo rendirme al Espíritu Santo, privarme de controlar mi propia vida, ponerme bajo su dominio, solar las riendas de mi vida, de mi futuro y de mis decisiones a El, y triunfar. La carne nunca triunfará. La anotación es final: Espíritu 1; Carne 0. La carne nunca gana, y el Espíritu nunca pierde, si es que Él en verdad está en control. Para entender por completo esta lucha entre la carne y el Espíritu, es maravilloso hacer un estudio de los capítulos 6, 7 y 8 del libro de Romanos. Nos enseña que es inútil intentar “enseñar” a nuestra naturaleza carnal a “portarse bien”, o a ser espiritual. Es contra la naturaleza carnal disfrutar o siquiera tolerar lo espiritual. La carne y el espíritu son enemigos mortales, y el que domina aniquila lo que hace el otro. Y no se necesita mucha inteligencia discernir cuál nos conviene que domine.

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