El Comercio Internacional

ELHANAN HELPMAN (1943) es un prominente economista estadunidense de origen israelí. Es profesor de comercio internaciona

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ELHANAN HELPMAN (1943) es un prominente economista estadunidense de origen israelí. Es profesor de comercio internacional en Harvard, donde se doctoró en economía. En febrero de 2014 recibió el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento por sus contribuciones fundamentales a la comprensión de los mercados internacionales y el crecimiento económico. Ha colaborado en la edición de Journal of International Economics, The European Economic Review y Quarterly Journal of Economics. Es autor de The Mystery of Economic Growth (Belknap Press, 2004).

BREVIARIOS del FONDO DE CULTURA ECONÓMICA

587

Traducción ROBERTO R. REYES MAZZONI

Elhanan Helpman

El comercio internacional

Primera edición en inglés, 2011 Primera edición en español, 2014 Primera edición electrónica, 2014 Diseño de portada: Laura Esponda Aguilar Título original: Understanding Global Trade D. R. © 2011, President and Fellows of Harvard College D. R. © 2014, Fondo de Cultura Económica Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 México, D. F. Empresa certificada ISO 9001:2008

Comentarios: [email protected] Tel. (55) 5227-4672 Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc., son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicanas e internacionales del copyright o derecho de autor. ISBN 978-607-16-2427-7 (ePub) Hecho en México - Made in Mexico

SUMARIO Prefacio Introducción I.

Ventaja comparativa

II.

Ganadores y perdedores

III.

Escala y extensión

IV.

Las empresas dentro de las industrias

V.

Deslocalización y externalización

Epílogo Bibliografía Índice analítico Índice general

A Assaf, Nimrod y Yarden

PREFACIO Para entender la globalización es preciso conocer primero qué conforma al comercio internacional y cómo está organizada la producción a través de las fronteras nacionales. Aunque los escritos académicos sobre este tema —que han evolucionado a lo largo de los dos últimos siglos— son muy numerosos, muchos de ellos son demasiado técnicos para ser entendidos por quienes no son expertos. No obstante, contienen muchas intuiciones y resultados importantes que son de interés para un público más amplio, incluidos quienes elaboran las políticas, los científicos de la política y otros científicos sociales, así como personas sin ninguna experiencia científica que siguen con interés los acontecimientos mundiales. Mi finalidad al escribir este libro es contribuir a que esas personas desarrollen su comprensión sobre estos temas. Para lograrlo, este libro se escribió en un lenguaje sencillo utilizando lo menos posible los términos técnicos; pero cuando se usa un término técnico, se explica su significado. Tengo la esperanza de que los estudiantes de licenciatura y posgrado en economía, así como los economistas profesionales, encontrarán interesante este tratado, que proporciona una visión general del pensamiento que predomina sobre esta materia en la profesión. Nuestro entendimiento del comercio internacional ha mejorado inmensamente con el paso de las generaciones, como consecuencia de incontables esfuerzos de académicos que usaron la teoría y el análisis empírico para obtener percepciones intuitivas de las complejas fuerzas que moldean el comercio exterior y la inversión extranjera directa. Puesto que la palabra economía ha cambiado su sentido continuamente, los economistas han tenido que reexaminar repetidas veces las opiniones sobre estos temas, para modificar las estructuras analíticas en vista de los nuevos descubrimientos empíricos y para desarrollar nuevas formas de comprobar las propuestas que han surgido de la teoría. Este esfuerzo de investigación ha implicado una carrera continua entre una economía mundial cambiante y la adaptación que hacen los economistas de estructuras analíticas y empíricas para ajustarlas a las cambiantes circunstancias.

Para que el lector se ponga al día en lo que se refiere a la situación en este campo, concentro la discusión de los temas de las obras más antiguas en aquellos aspectos que son de importancia para entender los sucesos actuales, y dedico más espacio a las investigaciones recientes. Por lo tanto, se tratan con más detenimiento los estudios de las décadas recientes. Como consecuencia, algunos lectores conocedores podrían sentir que ciertas conclusiones no resisten la prueba del tiempo, y que por ello se les debería prestar menos atención, en tanto que otros lectores sentirán que se deberían haber tratado con más profundidad otros temas. Puedo entender por qué distintos autores pudieron hacer elecciones diferentes. Sin embargo, si bien este libro refleja mis preferencias, me esforcé por proporcionar un punto de vista equilibrado de las obras escritas sobre este campo. En otras palabras, ésta no es una reseña sin sesgos del tema: refleja mis juicios acerca de lo que es importante, informativo y (así lo espero) perdurable. Debo agradecer a varias personas que me dedicaron voluntariamente (¿bajo presión?) su tiempo para mejorar este manuscrito. Además de los estudiosos que generosamente proporcionaron los datos que se utilizan en el texto, y a los que se les reconoce explícitamente al tratar cada caso en que se emplean sus datos, recibí muchos comentarios útiles de Pol Antràs, Harry Flam, Adam Guren, Oleg Itskhoki, Kevin O’Rourke, Gianmarco Ottaviano, Stephen Redding y Daniel Trefler. Gene Grossman, mi colaborador desde hace mucho, hizo comentarios particularmente detallados y útiles que mejoraron en gran medida el manuscrito. Le agradezco a Jane Trahan su ayuda editorial; como es costumbre, me evitó muchas situaciones lingüísticas embarazosas. Finalmente, quiero agradecer al Canadian Institute for Advanced Research por darme la oportunidad de participar en sus programas, y a la National Science Foundation por su apoyo financiero.

INTRODUCCIÓN La interdependencia internacional es un rasgo central de la economía mundial. Las fortunas económicas de los países están interrelacionadas por medio del comercio, de la inversión extranjera directa y de las corrientes de capital financiero. Las redes de producción están esparcidas en varios países y continentes, lo que hace que la oferta de productos en un país dependa mucho de las actividades económicas que se llevan a cabo en múltiples países. La crisis global de 2008 mostró esta interdependencia de un modo muy vívido; llevó a que el comercio mundial se redujera en más de una cuarta parte, lo que tuvo un efecto negativo sobre países cuyos sistemas financieros seguían siendo sólidos. Además, los registros históricos muestran que el comercio de larga distancia interactuó de maneras muy complejas con el desarrollo económico, y que desempeñó un papel central en la evolución de la economía mundial. Por lo tanto, es importante entender qué es lo que impulsa al comercio internacional y de qué forma el comercio exterior afecta los resultados económicos. Aprovechando como base un número considerable de obras de investigación, este libro ofrece esta clase de entendimiento. A diferencia de las ciencias naturales, en las que los objetos que importan para la investigación no cambian mucho con el tiempo, en las ciencias sociales por lo general, y en la economía particularmente, los objetos de la investigación se modifican y se reconforman. En este respecto, el comercio internacional no es la excepción. Cuando los países y las regiones se transforman como resultado de los cambios tecnológicos, políticos o institucionales, la naturaleza del comercio exterior también cambia. Más aún, esos cambios no son raros desde el punto de vista histórico, sino que más bien ocurren frecuentemente. Una consecuencia es que lo que se piensa sobre el tema se ha adaptado repetidas veces a circunstancias variables. Esto sirve como principio organizador del presente libro, que explica la evolución de la investigación académica acerca de la estructura del comercio mundial desde su inicio hasta su forma presente.

Mientras que el comercio a larga distancia desempeña un papel esencial en las economías modernas, también fue una característica importante del desarrollo económico después de la Revolución neolítica, al evolucionar los cazadores recolectores hasta convertirse en sociedades sedentarias que se especializaron en el cultivo de alimentos. La importancia del comercio aumentó aún más al surgir las ciudades y las primeras civilizaciones. Las caravanas viajaban por todo el Fértil Creciente, comerciando entre Mesopotamia y el Levante, y las rutas comerciales se expandieron con el tiempo hasta partes lejanas de Asia y Europa. El Imperio romano sostuvo una extensa red de comercio, la que, según McCormick (2001, p. 778), vinculó a Europa, Asia occidental y el norte de África. Grandes volúmenes de bienes viajaron por mar y tierra, entre ellos el aceite y los granos, mientras que el imperio subsidiaba una gran parte del comercio. Las mercancías se transportaban por toda Europa, principalmente en rutas de norte a sur y a través del Mediterráneo. El colapso de la parte occidental del Imperio romano en el siglo v de nuestra era interrumpió muchos de esos desarrollos. Ward-Perkins (2005) documenta la disminución del nivel de vida en las regiones del imperio. Informa de investigaciones arqueológicas que muestran que los romanos vivían en un “mundo sofisticado, en el cual un campesino del norte de Italia en el periodo romano podía comer en vajillas procedentes de la región cercana a Nápoles, guardar líquidos en un ánfora procedente del norte de África y dormir bajo un techo de tejas” (pp. 87-88). El comercio de larga distancia fue necesario para la preservación de este patrón de vida, que no se limitaba a la élite sino que se filtraba hacia abajo, a las masas mediante la disponibilidad de productos funcionales de alta calidad. El mapa de WardPerkins en la figura 5-4 (2005, p. 98) muestra la amplia distribución, en toda Europa y el norte de África, de un tipo de cerámica producida en muy grandes cantidades en el sur de Francia. De acuerdo con una opinión que ha prevalecido durante mucho tiempo, al colapsarse el Imperio romano se presentaron las “edades oscuras”.1 McCormick (2001) documenta con mucho detalle la evolución de las comunicaciones y la movilidad de la gente a través de regiones distantes. Argumenta que a pesar de la falta de buena información sobre el comercio, estos desarrollos —que fueron particularmente notorios durante el Imperio carolingio en el siglo VIII— indican la presencia de un extenso comercio a largas distancias. Las importaciones europeas de especias fueron remplazadas

por importaciones de medicinas exóticas y nuevas drogas proporcionadas por la farmacología árabe, en tanto que la seda continuó llegando al noroeste de Europa. Para pagar por estas importaciones [escribe McCormick] Europa producía un rango relativamente limitado de bienes de alto valor y poco volumen. Parece posible que se tratara quizá de algunos textiles y un poco de estaño, aunque casi no están documentados. Probablemente algunas pieles, y con seguridad espadas producidas por los francos fueron exportadas al mundo musulmán [p. 791].

Pero la mayor exportación era, hacia el año 800, la de esclavos europeos, de los cuales existía una fuerte demanda en España y en las economías más avanzadas de África y Asia. Este comercio desempeñó un papel central en el avance de la economía europea. Findlay y O’Rourke proporcionan una matriz de productos comerciados entre ocho regiones aproximadamente en el año 1000 de nuestra era (2007, cuadro 2.1).2 Según estos datos, por ejemplo, la Europa occidental exportaba espadas a la Europa oriental y esclavos y espadas al mundo islámico, mientras que la Europa oriental exportaba esclavos, pieles y plata a la Europa occidental y al mundo islámico, y pieles y espadas al Asia central. El mundo islámico exportaba pimienta y otras especias, textiles, seda y plata a la Europa occidental, y textiles y plata a la Europa oriental. También exportaba textiles al Asia central, y textiles, espadas y caballos al África subsahariana. Como un ejemplo adicional final, el Asia oriental exportaba seda al mundo islámico, al Asia central, al sur de Asia y al sureste de Asia; exportaba porcelana al mundo islámico y al sur de Asia, té al Asia central y cobre al sureste asiático. En la Edad Media se dio una expansión del comercio con el ascenso de las ciudades-Estado, como Venecia y Génova, y la llegada de la revolución comercial (véase Findlay y O’Rourke, 2007, cap. 3). Aunque es difícil obtener datos cuantitativos, Findlay y O’Rourke (p. 140) informan de los hallazgos de Wake (1986) sobre el comercio de las especias. Las importaciones de pimienta aumentaron un modesto 20% entre 1400 y 1500, en tanto que las importaciones de otras especias (por ejemplo, clavo y nuez moscada) aumentaron a más del doble en este periodo. Venecia importaba cerca de 60% de la pimienta en los inicios del periodo y menos de la mitad de las otras especias. Aunque no hay duda de que el descubrimiento de América por Cristóbal Colón en 1492 y el paso a las Indias Orientales por la vía del Cabo de Buena

Esperanza por Vasco da Gama en 1498 tuvieron efectos monumentales sobre la historia mundial y el comercio a larga distancia, los historiadores no se ponen de acuerdo sobre el efecto inmediato de estos descubrimientos. Los estados iberos de Portugal, Castilla y Aragón fueron obviamente afectados, y el resto del mundo se vio influido por estos sucesos en los siglos siguientes. Pero ¿qué tan importantes fueron estos descubrimientos para la integración global de los mercados? Algunos historiadores afirman que los mercados mundiales estaban integrados antes de la Edad de los Descubrimientos, en tanto que otros argumentan que la integración sólo empezó de forma importante después de ésta. Ciertamente, el número de viajes a América y a las Indias aumentó mucho como consecuencia de estos descubrimientos, e igual ocurrió con el tonelaje de los embarques. A pesar de lo anterior, O’Rourke y Williamson (2002) muestran que la convergencia de los precios en todas las regiones —que es una importante medida de la integración del mercado— no se presentó antes del siglo XIX.3 GRÁFICA A. Número de barcos que zarparon para Asia, por décadas

FUENTE: Datos de Findlay y O’Rourke (2007, figura 4.5).

Findlay y O’Rourke (2007, figura 4.5) presentan datos por décadas, fundamentados en De Vries (1993), acerca del número de barcos que zarparon rumbo a Asia y el tonelaje con el que retornaron a Europa. En la gráfica A4 se reproduce el panel a de su figura 4.5. Es evidente que Portugal dominó esta ruta en el siglo XVI, y que después Holanda tomó la delantera. Además, el número de barcos que zarparon de Portugal se redujo en el transcurso del tiempo. No obstante, el tonelaje que traían de regreso a Portugal durante el siglo XVI no disminuyó, porque aumentó el tamaño de las embarcaciones y retornaba una mayor proporción de las que hacían el viaje (véase Findlay y O’Rourke, 2007, p. 185). Pese a lo anterior, el tonelaje de los embarques portugueses empezó a decrecer después de que aumentara la competencia de Holanda, Inglaterra y Francia. Aunque el descubrimiento del Nuevo Mundo y del paso a las Indias tuvo un papel prominente en la evolución de las economías europeas durante los siguientes siglos, el volumen del comercio exterior en relación con el ingreso continuó siendo muy pequeño hasta el siglo xix, de acuerdo con el argumento de la convergencia de los precios de O’Rourke y Williamson (2002). Según Estevadeordal, Frantz y Taylor (2003), las importaciones más las exportaciones llegaron a 2% del producto interno bruto (PIB) en 1800, y luego se incrementaron hasta llegar a un primer “máximo” de 21% en 1913 —justo antes de la primera Guerra Mundial—, aunque disminuyeron entre las dos guerras mundiales, como se muestra en la gráfica B.5 Después de la segunda Guerra Mundial, el comercio exterior aumentó con más rapidez que el ingreso, como aparece en la gráfica C, y el coeficiente del comercio exterior con respecto al ingreso se incrementó, superando el “pico” de 1913 a principios de la década de 1970. Actualmente el coeficiente del comercio exterior con respecto al ingreso es mucho más alto que en cualquier momento del pasado. GRÁFICA B. Importaciones más exportaciones mundiales como porcentaje del PIB mundial

FUENTE: Estevadeordal, Frantz y Taylor (2003). GRÁFICA C. Tasa de crecimiento promedio por década del monto de las exportaciones mundiales y el PIB

FUENTE: Organización Mundial del Comercio, International Trade Statistics, 2009 (se consultó en línea el 16 de abril de 2010). Según O’Rourke y Williamson (2002), el comercio a larga distancia en el periodo anterior al siglo XVIII consistía en su mayor parte en productos no competitivos, es decir, productos que no se producían en las regiones importadoras (por ejemplo, seda y tejidos de lana). A principios del siglo XIX también cubría importantes cantidades de bienes básicos, como el trigo, y manufacturas sencillas, entre ellas los textiles. Durante el siglo xix, el comercio exterior se amplió rápidamente, en parte debido a una sorprendente disminución en los costos del transporte y en parte como resultado del ascenso de las manufacturas. Una consecuencia fue que las brechas de los precios entre los mercados se redujeron considerablemente. El cambio a partir de los bienes básicos no competitivos también hizo posible que el comercio se expandiera muy rápidamente. La última fase, que consistió en el crecimiento y la diversificación adicionales de las industrias manufactureras y en el ascenso de la diferenciación de los productos, reforzó aún más el crecimiento del comercio mundial. Esto es, el bajo volumen inicial del comercio y su aumento posterior fueron influidos materialmente por la transformación de la producción y del consumo. Mientras la evolución del comercio a larga distancia estuvo relacionada con el desarrollo económico, la interdependencia entre ellos fue compleja. En particular, no se puede argumentar que los efectos fueran unidireccionales (esto es, que el desarrollo económico produjera la expansión del comercio exterior), porque el comercio a larga distancia afectó al desarrollo económico y el desarrollo económico afectó al comercio exterior. Además, la influencia de este último sobre el desarrollo económico operó mediante múltiples canales, incluyendo los medios institucionales y los políticos. El comercio a larga distancia que fue consecuencia del descubrimiento de América se menciona a menudo como un importante evento que contribuyó a la divergencia en las condiciones económicas entre Europa y China. Aunque en el siglo XVIII Europa y China tenían un avance similar, la Revolución industrial ocurrió en Europa, y como resultado Europa creció más rápidamente que China. Con el tiempo, esto condujo a grandes diferencias en el ingreso per cápita (véase Pomeranz, 2000). Por supuesto, la Revolución industrial no fue impulsada por el comercio exterior per se; más bien, éste fue un factor que contribuyó a la misma. De conformidad con Allen (2009),

la disponibilidad de carbón barato y de salarios altos en Inglaterra indujo el desarrollo de tecnologías que sustituían la mano de obra con máquinas, y estas tecnologías fueron las que impulsaron el crecimiento económico británico.6 A medida que las nuevas tecnologías se difundieron a la Europa continental, promovieron, primero, el crecimiento económico en Holanda y, después, en los demás países de la Europa occidental. Acemoglu, Johnson y Robinson (2005) muestran que el crecimiento europeo en el periodo que siguió al año 1500 se concentró en los países que tenían acceso al Océano Atlántico: Inglaterra, Francia, Holanda, Portugal y España, países que participaron en el comercio con el Nuevo Mundo y adquirieron colonias en ultramar. Estas oportunidades comerciales fortalecieron el poder político de los grupos de mercaderes y empresarios, y debilitaron el poder de los monarcas. Como resultado, se ampliaron las limitaciones sobre el Ejecutivo y los derechos de propiedad se volvieron más seguros para un segmento mayor de la sociedad. Estas consecuencias no intencionales del comercio con el Nuevo Mundo hicieron posible a los comerciantes del Atlántico adelantarse a otros países europeos.7 Sin embargo, el comercio con el Nuevo Mundo también tuvo efectos negativos en España, donde las instituciones castellanas demostraron ser inadecuadas para limitar el poder de Felipe II. El flujo de plata desde América alentó a este monarca a participar en guerras que resultaron demasiado costosas y requirieron de impuestos internos y grandes préstamos de banqueros extranjeros. De acuerdo con Drelichman (2005) y Drelichman y Voth (2008), las subsiguientes luchas entre la Corona y las Cortes debilitaron a las instituciones internas, y esto tuvo consecuencias infortunadas para el crecimiento económico de España.8 Aunque el comercio internacional y el comercio a larga distancia no son exactamente el mismo fenómeno, están estrechamente relacionados porque mucho del comercio a larga distancia es también comercio internacional. Ciertamente, el comercio entre California y Massachusetts (dos estados de la federación estadunidense) es a larga distancia, como lo es el comercio entre la Columbia Británica y Quebec (dos provincias de Canadá), pese a lo cual ninguno es también comercio internacional. Por otra parte, en comparación con lo anterior, el comercio entre Turquía y Siria o entre Israel y Jordania, que es internacional, es a corta distancia. Pese a todo, nuestra discusión se concentrará en el comercio internacional, haciendo hincapié en los movimientos de los productos a través de las fronteras nacionales.

Los países difieren en los rasgos nacionales que conforman la estructura de su comercio exterior, en tanto que los rasgos geográficos son más importantes en la conformación de los flujos comerciales entre las regiones de un país. Además, las regiones de un mismo país están más integradas que las regiones de diferentes países. No obstante, los campos del comercio internacional y de la economía regional comparten rasgos comunes en los que ya puso el acento Ohlin (1933), como los costos de transporte, la aglomeración de la actividad económica y la desvinculación de la producción y el consumo. Mi exposición sigue la evolución histórica del campo del comercio internacional, destacando la interacción recíproca entre la teoría y la evidencia. En particular, explico los argumentos teóricos en los contextos en que se les desarrolló; la evidencia que se acumuló para someterlos a prueba o desafiarlos, y las modificaciones de los argumentos teóricos que se desarrollaron para ajustarse a la nueva evidencia. Esta cadena de pensamientos teóricos, investigación empírica que confirma partes de la teoría y contradice otras, y la actualización de la teoría en vista de la nueva evidencia, ha servido como un patrón fructífero para entender el comercio internacional. Más aún, este patrón ha sido inevitable en vista de la cambiante naturaleza de las interacciones económicas internacionales. En otras palabras, teorías que fueron adecuadas en un tiempo, se hicieron menos adecuadas a medida que cambiaban las economías nacionales, y con ellas los patrones de la especialización internacional. En el capítulo I se discuten los dos paradigmas principales del comercio internacional que fueron desarrollados en los primeros años de los siglos XIX y XX, respectivamente, el primero por David Ricardo y el último por Eli Heckscher y Bertil Ohlin. Cada uno fue cultivado en el contexto de su tiempo; el primero explicó las corrientes de comercio por las diferencias en la productividad de la mano de obra entre los países, mientras que el segundo explicaba el comercio exterior por diferencias en la dotación de recursos (esto es, la disponibilidad de recursos productivos, como la mano de obra, el capital y la tierra). En cada caso, las causas subyacentes del comercio estaban diseñadas para enfrentar problemas específicos. Estos dos paradigmas fueron ampliamente estudiados durante la mayor parte del siglo XX, y luego se les aplicó a una variedad de temas, como las ganancias obtenidas del comercio exterior, los conflictos de intereses entre diferentes grupos en la sociedad en lo que se refería a lo deseable que serían los mercados abiertos, el efecto de

las políticas de comercio exterior —incluyendo los acuerdos de libre comercio y las negociaciones multilaterales de comercio— así como la relación entre el comercio internacional y el crecimiento económico. En el capítulo II se estudian los beneficios del comercio y los conflictos por la distribución. El efecto de las políticas de comercio exterior sobre las economías nacionales es un tema muy amplio que por sí solo merece ser tratado en un libro por separado, y elegí no cubrirlo en esta presentación deliberadamente breve. La relación entre el comercio y el crecimiento es un tema importante que se trata en detalle en Helpman (2004, capítulo 5), y como creo que no hay mucho nuevo que pueda añadirse a ese estudio, no he incluido el tema en este libro. Aunque es cierto que la teoría neoclásica, que dominó el pensamiento acerca del comercio exterior durante la mayor parte del siglo XX, tiene muchos méritos, demostró ser inadecuada para tratar varios fenómenos que se hicieron particularmente importantes en el periodo que siguió a la segunda Guerra Mundial. Esto condujo a la primera revolución importante en la teoría del comercio exterior —a principios de la década de 1980— y al desarrollo de lo que entonces se llamó la “nueva” teoría del comercio exterior, de la que trato en el capítulo III. El motivo de esta revolución fue empírico, y los “nuevos” modelos del comercio exterior —que hacen hincapié en las economías de escala y la competencia monopólica— originaron nuevos trabajos empíricos. A pesar de todo, a medida que el comercio mundial siguió cambiando y estuvieron disponibles nuevos conjuntos de datos en los años noventa, lo inadecuado de los modelos teóricos de la década de 1980 se hizo visible. Como consecuencia, a principios de la década de 2000 se presentó una segunda revolución, que en esta ocasión se enfocó en las características de las empresas individuales y en la forma en que participan en las transacciones internacionales. El capítulo IV trata de la primera etapa de esta revolución, concentrándose en el comercio de bienes. El capítulo v trata la segunda etapa, centrando la atención en la inversión directa (esto es, la propiedad de subsidiarias en tierras extranjeras), los procesos de producción realizados en otros países o deslocalización9 (offshoring) y las compras a proveedores no afiliados a la empresa ya sea en el propio país o en el extranjero, esto es, la externalización (outsourcing). Podría preguntarse por qué no se ha mencionado la inversión extranjera hasta ahora. ¿Careció de importancia en el pasado lejano y sólo la adquirió a partir de la década de 1990? La respuesta es, por supuesto, que los flujos

internacionales de capital, incluyendo la inversión extranjera directa (IED), desempeñaron un papel muy importante en la historia económica, especialmente después de la expansión de las colonias luego del descubrimiento del Nuevo Mundo. Las tenencias de activos extranjeros, en forma de IED y de activos financieros del extranjero, aumentaron con rapidez en el siglo XIX simultáneamente con el aumento del comercio exterior, y su tamaño relativo con respecto al PIB se incrementó a finales del siglo xix. Aunque la tenencia de activos extranjeros se colapsó después de la primera Guerra Mundial, igual que sucedió con el comercio exterior, aumentó de nuevo rápidamente después de la segunda Guerra Mundial (véase Obstfeld y Taylor, 2004, cuadro 2.1). Mucha de la expansión de las tenencias de activos extranjeros en el periodo de la posguerra ha sido mediante inversiones en cartera, de la que no se tratará en este libro. La discusión de la IED, que está estrechamente vinculada con el comercio exterior, se deja para el capítulo v, en el que es posible construir con base en el conocimiento adquirido en los capítulos previos. Los flujos o corrientes de la IED crecieron con rapidez después de la segunda Guerra Mundial, y alcanzaron un máximo antes del colapso de la burbuja punto com o burbuja de la tecnología informativa en 2001, que los arrastró en su caída. Se recuperaron y volvieron a alcanzar un máximo entre 2006 y 2007 (véase UNCTAD, 2009). Es importante saber que el surgimiento de redes de producción de amplitud mundial, en que varias corporaciones multinacionales juegan un papel central, sólo puede entenderse dentro de las estructuras más amplias de que se tratará en los capítulos III y IV. En el epílogo se proporciona una breve discusión de los programas de investigaciones en curso que no son tratados en los capítulos de este libro, junto con algunas reflexiones sobre las posibles direcciones a seguir en el futuro. En vista de que el estudio del comercio internacional y de la IED se ha vuelto sumamente especializado, tengo la esperanza de que esta exposición no técnica de lo que sabemos sobre este tema ayudará a que el lector entienda mejor el mundo que nos rodea.

1 Tanto McCormick (2001, capítulo 4) como Ward-Perkins (2005) hacen referencia a la evidencia arqueológica encontrada en los hallazgos cerámicos como medidas del nivel de vida y del comercio. Por ejemplo, McCormick hace la siguiente observación: “A partir del siglo III los bienes africanos prevalecen cada vez más entre las cerámicas identificables que llegaban a Ostia y a Roma. Lo más notable es que desplazaron a las importaciones de aceite de oliva de España, cuyos 53 millones (estimación) de recipientes rotos todavía forman una ‘montaña’ a lo largo del Tíber”. Ward-Perkins también comenta sobre esta “montaña”. 2 Las regiones son: la Europa occidental, la Europa oriental, el mundo islámico, el África subsahariana, el Asia central, el sur de Asia, el sureste asiático y el Asia oriental. 3 O’Rourke y Williamson (1999) proporcionan una discusión muy completa del proceso de “globalización” a finales del siglo XIX y principios del XX. 4 Agradezco a Kevin O’Rourke haberme facilitado los datos y permitirme usarlos para la elaboración de esta gráfica. 5 Agradezco a Alan Taylor haberme proporcionado los datos y permitirme usarlos para la elaboración de esta gráfica. 6 Pomeranz (2000) también hace hincapié en el papel del carbón. 7 La Gloriosa Revolución Británica de 1688 es considerada el primer ejemplo de esos cambios en las instituciones políticas. De acuerdo con North y Weingast (1989), también mejoró considerablemente las finanzas británicas, lo que tuvo una importancia principal en los desarrollos económicos subsecuentes. 8 En este caso, el monarca también se volvió un deudor cada vez más moroso, lo que influyó negativamente en el desarrollo económico español. 9 El término extraterritorialidad tiene connotaciones ya precisadas por la diplomacia que podrían crear aún más confusión, pues implican (simplificando) vigencia de las leyes del país de origen, aunque en las empresas ése no sea el caso. La extraterritorialidad en el trato de la inversión extranjera directa (IED) (vigencia de las leyes del país en que ésta se genera, sobre las del país que la recibe) es uno de los elementos que más reacciones negativas han provocado históricamente y en el presente contra la IED. Hoy en día, ésta, en la inmensa mayoría de los casos, no implica extraterritorialidad. Sin embargo, en algunas ocasiones empresarios asiáticos la han solicitado en ciertos países de América Latina. [T.]

I. VENTAJA COMPARATIVA LOS PAÍSES han comerciado entre sí desde los tiempos antiguos. El rey Salomón ordenó madera de cedro del Líbano al rey Hiram de Tiro para la construcción del templo de Jerusalén hace aproximadamente 3 000 años (véase Reyes 1, 5:9), en tanto que ahora muchos residentes del Jerusalén moderno construyen sus pisos con tejas italianas. Desde hace mucho los economistas han reflexionado sobre la pregunta ¿qué motiva al comercio internacional? En lo que se refiere al cedro de Líbano, la respuesta puede parecer simple: si uno insiste en construir un templo o un palacio en Jerusalén con esta madera aromática de alta calidad, la madera debe ser traída desde Líbano, porque ahí es donde crece. En forma parecida, si uno insiste en construir en Jerusalén pisos con baldosas italianas, tendrá que importarlas desde Italia. Sin embargo, las respuestas no son del todo satisfactorias. Es cierto que el cedro crece en Líbano porque las condiciones naturales del área favorecen el crecimiento de estos árboles, y por lo tanto quienes deseen usarlos deberán traerlos del Líbano. Pero ¿por qué se insiste en usar cedro del Líbano en vez de alguna otra madera? Puede suponerse que la razón es que el costo relativo de buenos sustitutos no es lo suficientemente bajo. Pero, de ser así, ¿por qué? El caso de las baldosas italianas es incluso más difícil, porque estas baldosas, que son hechas de piedra italiana, pueden hacerse en Jerusalén; se puede importar la piedra y cortar las baldosas en el país importador. Por lo tanto, ¿qué tienen de especial las baldosas hechas en Italia para justificar su compra en vez de sólo la piedra? Y en este caso se puede también preguntar ¿por qué usar baldosas italianas en lugar de baldosas manufacturadas en otro país, como Turquía, o baldosas hechas con piedras locales? Por supuesto, estas preguntas no tienen una sola respuesta; más bien, hay múltiples razones para el comercio internacional. Muchas de las respuestas están relacionadas con fuerzas que conforman los patrones de especialización: diferencias de carácter tecnológico entre los países, de dotación de recursos, de gustos, de instituciones o de estructuras del mercado, por mencionar algunas. Adam Smith, entre otros, observó hace más de 200

años en La riqueza de las naciones (publicada en 1776) una analogía entre la especialización dentro de los países y la especialización entre ellos: Es la máxima de todo prudente padre de familia, nunca intentar hacer en su casa lo que le costaría más hacer que comprar. El sastre por esta razón no intenta hacer sus propios zapatos, y en cambio prefiere comprárselos al zapatero. El zapatero no intenta hacer sus propios vestidos, sino que emplea al sastre. El granjero no intenta hacer ni uno ni el otro, sino que emplea a esos diferentes artífices. Todos ellos encuentran que es en su provecho emplear todo su esfuerzo de modo que tengan cierta ventaja sobre sus vecinos, y comprar con una parte de su producto, o lo que es lo mismo, con el precio de una parte de él, cualquier otra cosa que necesiten. Lo que es prudencia en la conducta de toda familia no puede ser necedad en el caso de un gran reino. Si un país extranjero nos puede proveer una mercancía más barata de lo que a nosotros nos cuesta hacerla, es mejor comprársela a ellos con una parte del producto de nuestra propia industria, empleada de modo que tengamos alguna ventaja [Smith, 1937, p. 424].

Pese a todo, esta analogía no es del todo satisfactoria. Primero, la especialización a nivel del trabajador o del artesano puede ser reproducida fácilmente en diferentes países. ¿Que existan sastres en Italia hará que no sea lucrativo o que sea indeseable la costura de vestimentas en Francia o Alemania? Si fuera así, Italia proveería todas las vestimentas usadas por los franceses y los alemanes. Esta conclusión se aleja mucho de la realidad, en que muchas veces un producto es manufacturado por un gran número de países. Es difícil que la especialización sea completa; incluso si un país sobresale en la manufactura de ciertos bienes, es poco probable que se convierta en el único productor de esos bienes. Segundo, ¿qué hace posible que un país extranjero nos abastezca con una mercancía más barata de lo que nos costaría hacerla a nosotros? Algunos países tienen ventajas naturales en determinados productos, así como Líbano tiene la madera de cedro o Italia baldosas, y para otros países puede resultar muy caro manufacturar estos productos. Como observó Adam Smith: Las ventajas naturales que un país tiene sobre otro en la producción de ciertas mercancías son a veces tan grandes, que todo el mundo reconoce que sería vano enfrentársele. Por medio de vidrios, suelos calientes y muros calientes pueden cultivarse muy buenas uvas en Escocia, y con ellas se pueden hacer muy buenos vinos con un gasto cerca de treinta veces lo que costaría traerlos de países extranjeros. ¿Sería razonable una ley que prohibiera la importación de todo vino extranjero, simplemente para propiciar la producción de clarete o borgoña en Escocia? Pero si fuera manifiestamente absurdo dirigir hacia cualquier empleo treinta veces más capital e industria del país de lo que sería necesario para comprar a países extranjeros una cantidad igual de las mercancías que se desean, esto tendría que ser un absurdo, aunque no tan marcado, pero de la misma clase, si se dirigiera a ese empleo una tercera parte o incluso una tricentésima parte de esos recursos [Smith, 1937, p. 425].

Es decir, no vale la pena hacer productos en un país que usará más recursos que los que se requieren para adquirir los mismos bienes en un país extranjero. Pero entonces surge una nueva pregunta: ¿qué determina los costos relativos de estos canales de abastecimiento alternos: nacional versus extranjero? Esos costos relativos no están determinados inexorablemente, al menos no en la mayoría de los productos, y no sólo dependen de lo que ocurra en el mercado de un producto en particular. Por lo general, también dependen de lo que ocurra en los mercados de otros productos, en los mercados de mano de obra, en los mercados de máquinas y equipo, y en otros elementos parecidos, porque el costo de la producción depende de la tecnología disponible, la disponibilidad de los varios insumos y la demanda de estos recursos generada por todas las fuentes. En otras palabras, los costos relativos están determinados por lo que los economistas llaman “el equilibrio general”, por medio de la interacción de muchos sectores y diferentes tipos de mercado. Las interdependencias de esta clase hacen que el estudio del comercio internacional y de la inversión extranjera directa sea todo un desafío. Las explicaciones tradicionales de la ventaja comparativa se concentran en los patrones de comercio sectoriales y hacen hincapié en las fuerzas que determinan las ofertas sectoriales, en que un sector está compuesto por productos similares, como carros o ropa. Los flujos comerciales entre los países dependen ciertamente de las características de los sistemas de oferta, pero no sólo de ellos. El comercio de un país está determinado por la diferencia entre su oferta sectorial y los niveles de la demanda. Un país que cosecha más trigo que el que consume exporta trigo, mientras que un país que cosecha menos, lo importa. Por esta razón, las fuerzas que conforman los patrones de la demanda también conforman la estructura del comercio exterior. Sin embargo, al papel de las consideraciones de la demanda se le ha restado importancia, primero por David Ricardo, el fundador de la teoría tecnológica de la ventaja comparativa, y posteriormente por Eli Heckscher y Bertil Ohlin, los fundadores de la teoría de las proporciones de los factores en la ventaja comparativa.

1. TECNOLOGÍA

David Ricardo desarrolló la primera teoría integral de la ventaja comparativa en el capítulo 7 de sus Principios de economía política y tributación (publicados en 1817). En el mismo capítulo aclara cuál es la causa de que la diferencia entre países no sea igual a la diferencia entre regiones del mismo país, en lo que se refiere a la actividad económica. Si la tasa de ganancia del capital fijo empleado en Yorkshire superara la tasa de ganancia del capital físico empleado en Londres, el capital se trasladaría rápidamente de Londres a Yorkshire. Algo parecido ocurre con la mano de obra: si el salario real de una región de un país excediera al salario real de otra región, los trabajadores de esta última región buscarían empleo en la primera. Pero las personas y el capital no se mueven con igual rapidez de un país a otro. Como resultado, los precios de los factores empleados en la producción, que no pueden diferir mucho entre las regiones del mismo país, sí pueden diferir, y así ocurre, entre los países. Esta premisa es central en la concepción de Ricardo de la ventaja comparativa, y ha sido adoptada por generaciones de estudiosos desde entonces. Considere el ejemplo que da Ricardo del comercio de vino y paños entre Inglaterra y Portugal, que está fundamentado en su teoría del valor basado en el trabajo, una teoría en que el valor relativo de los bienes está determinado por las cantidades relativas de trabajo que se han incorporado en su producción. Principiando con Portugal, observa que su tasa de cambio con Inglaterra del vino por el paño no está determinada por “las respectivas cantidades de trabajo dedicadas a la producción de cada uno, como debería ser si ambas mercancías fueran manufacturadas en Inglaterra o ambas lo fueran en Portugal” (Ricardo, 1971, p. 153). Expresado de otro modo, lo que determina los precios relativos dentro de un país no los determina en las relaciones de comercio exterior. Prosigue: Las circunstancias pueden ser tales en Inglaterra, que la producción del paño podría requerir el trabajo de 100 hombres durante un año; y si el país intentara producir vino, podría requerir el trabajo de 120 hombres durante el mismo tiempo. Entonces, Inglaterra encontraría que le convendría importar vino y comprarlo exportando paño. Producir vino en Portugal podría requerir sólo el trabajo de 80 hombres durante un año, mientras que producir paño en ese mismo país podría requerir el trabajo de 90 hombres durante el mismo tiempo. Por lo tanto, en ese caso le resultaría ventajoso exportar vino a cambio de paño. Este intercambio podría ocurrir, a pesar de que la mercancía importada por Portugal pueda producirse en ese país con menos trabajo que en Inglaterra. Aunque pueda producir paño con el trabajo de 90 hombres, lo importaría de un país en que su producción requiere el trabajo de 100 hombres, porque le sería más ventajoso emplear su capital en la producción de vino, con el que obtendría más paños de Inglaterra que los que podría producir desviando una parte de su capital del

cultivo de vino a la manufactura de paños. Así, Inglaterra daría el producto del trabajo de 100 hombres por el producto del trabajo de 80 hombres. Ese intercambio no puede ocurrir entre individuos del mismo país. El trabajo de 100 ingleses no puede ser entregado a cambio del de 80 ingleses, pero el producto del trabajo de 100 ingleses sí puede ser entregado por el producto del trabajo de 80 portugueses, 60 rusos o 120 trabajadores de la India. La diferencia en este respecto, entre un solo país y muchos, es fácilmente explicable, si se considera la dificultad con que el capital se traslada de un país a otro, en busca de un empleo más lucrativo, y la actividad con que invariablemente pasa de una provincia a otra dentro del mismo país [Ricardo, 1971, pp. 153-154].

Ricardo entonces indica que en estas circunstancias sería ventajoso trasladar a Portugal los recursos que Inglaterra emplea en la producción de paños para manufacturarlos en el país más eficiente (esto es, el país con la ventaja absoluta en la manufactura de paños). Pero en vista de la atadura de los recursos a los países, estas ganancias en la eficiencia no pueden realizarse. Esta discusión contiene uno de los resultados más célebres en la economía: los patrones de la especialización y el comercio están determinados por la ventaja comparativa y no por la ventaja absoluta.1 Inglaterra exporta paños a pesar del hecho de que se requieren más trabajadores ingleses que portugueses para producir la misma cantidad de paño, porque en Inglaterra el uso de la mano de obra en la producción de paño relativo al uso de la mano de obra en la producción de vino es 100/120 mientras que en Portugal es 90/80, y 90/80 es mayor que 100/120. Es decir, los trabajadores ingleses son relativamente más eficientes en la producción de paño, en tanto que los trabajadores portugueses son relativamente más eficientes en la producción de vino. ¿Cómo afectan estos dos datos tecnológicos a los salarios en los dos países? El salario de los trabajadores portugueses tiene que estar entre 100/90 y 120/80 multiplicado por el salario de los trabajadores ingleses, porque si fuera más alto sería más barato manufacturar tanto el vino como el paño en Inglaterra y si fuera más bajo sería más barato manufacturar tanto el paño como el vino en Portugal. En cada uno de estos casos no habría demanda de mano de obra en uno de los países, lo que haría que la tasa de salarios de ese país bajara.2 Dónde exactamente se fijará el salario relativo, y por consiguiente dónde se fijará exactamente el precio del paño relativo al precio del vino, dependerá de las condiciones de la demanda.3 Una demanda relativamente alta por el paño puede acercar el salario relativo de los trabajadores portugueses a 100/90, mientras que una demanda relativamente alta de vino lo acercaría a 120/80. A pesar de lo anterior, independientemente del salario relativo resultante,

Inglaterra exporta paños mientras que Portugal exporta vino. El sistema de Ricardo predice la dirección de los flujos del comercio exterior, un resultado cualitativo, pero no el volumen del comercio. No basta con el conocimiento de las características tecnológicas de Inglaterra y Portugal para predecir el volumen del comercio; también es necesario conocer sus preferencias por el paño y el vino.4 ¿Qué tan ampliamente se aplican las percepciones intuitivas de Ricardo? La respuesta dependerá de lo que uno considere que es el núcleo de su argumento. Si se acepta que el núcleo es que las diferencias en los niveles de la productividad sectorial entre los países son importantes determinantes de los flujos internacionales del comercio, y que las productividades relativas son una fuente importante de la ventaja comparativa, entonces sus entendimientos intuitivos son muy generales. Por otra parte, si uno considera que el núcleo del argumento es una predicción precisa de la dirección de los flujos del comercio, entonces las intuiciones de Ricardo no son muy generales, porque en un mundo complejo con muchos productos y muchos países, su tipo de análisis de los costos comparativos es insuficiente para esa finalidad. Para entender estos enunciados, imagine un mundo de muchos países y muchos productos en que todos los productos son bienes de consumo final.5 Cada país tiene su propia tecnología para manufacturar productos con servicios de mano de obra, y no se necesita ningún otro insumo para esta finalidad. Además, cada producto requiere una cantidad fija de trabajo por unidad producida, independientemente del nivel de la producción. Como en el ejemplo de Ricardo, los requerimientos de trabajo relativo difieren entre todos los países y los trabajadores no emigran al extranjero. Si conociéramos las tasas de salarios en todos los países, podríamos utilizar la información acerca de los requerimientos de trabajo para calcular el costo de producir cada producto en cada uno de ellos multiplicando la tasa de salario en él por los requerimientos de trabajo para cada unidad producida. Entonces se compararían estos costos unitarios de todos los países. De este modo podríamos identificar al de menor costo para cada producto. Si el que tiene el menor costo para un producto, digamos paño, resulta ser singular, entonces este país, digamos Inglaterra, tiene que ser el único productor de paño, lo que implica que exportará paño a todo otro país en el mundo que quiera consumir paño.6 Además, si sucede que el productor de menor costo es único en toda industria, entonces el razonamiento identifica al país de menor

costo en cada producto como el único exportador de éste. En el ejemplo de Ricardo, Inglaterra es el manufacturero de menor costo para el paño, por lo que exporta paño, en tanto que Portugal es el productor de menor costo del vino, por lo que exporta vino. Este razonamiento genera dos preguntas. Primero, ¿qué sucede cuando hay más de un país de menor costo para algunos productos? Segundo, ¿qué determina las tasas de salarios?, y en particular ¿son las tasas de salarios independientes de otros patrones de especialización? Considere, ante todo, muchos países con el mismo costo unitario más bajo. Para ser más concretos, suponga que Portugal y Francia tienen el mismo costo unitario para el vino, y que todos los otros países tienen costos unitarios más altos.7 Entonces podemos predecir que todos los países, con excepción de Francia y Portugal, importan vino y que ya sea Portugal o Francia, o ambos, exportan vino. Esto es, ambos, Portugal y Francia, pueden exportar vino; Francia puede exportar vino mientras que Portugal lo importa, o Francia puede importar vino en tanto que Portugal lo exporta. Para determinar la dirección del comercio portugués o francés, necesitamos información adicional sobre la producción y consumo de vino. Si, por ejemplo, Portugal sólo es un manufacturero con el menor costo para el vino, entonces Portugal tiene que exportar vino para poder pagar sus importaciones de otros bienes que no produce.8 Pero si Portugal es un productor de menor costo de varios bienes además del vino, entonces necesitamos saber cuánto vino produce y cuánto vino consume para poder calcular la diferencia entre su producción y su consumo de vino. Si la producción excede al consumo, Portugal exporta vino, pero si el consumo excede a la producción, importa vino. Está claro que la presencia de más de un país con el menor costo introduce la ambigüedad en la predicción de las corrientes comerciales con base puramente en las consideraciones ricardianas. Estas ambigüedades sólo pueden resolverse con la ayuda de información adicional sobre la producción y el consumo. A continuación, considere la relación entre los salarios y los patrones de especialización, suponiendo, para simplificar, que sólo hay dos países, Inglaterra y Portugal, cada uno con sólo cuatro industrias. La gráfica I.1 muestra los requerimientos de mano de obra relativos. En este ejemplo se necesita 50% más mano de obra en Inglaterra que en Portugal para manufacturar paño, y se requiere cuatro veces más mano de obra en Inglaterra que en Portugal para manufacturar vino. Entre estos extremos hay

dos sectores adicionales, los productos de madera y los de cuero. Inglaterra necesita el doble de trabajadores que Portugal para manufacturar los productos de madera y 2.5 veces el número de trabajadores para manufacturar productos de cuero. En la gráfica los sectores están dispuestos según el orden en que aumentan los requerimientos relativos de mano de obra en Inglaterra. GRÁFICA I.1. Requerimientos relativos de mano de obra en cuatro industrias

Como en el ejemplo de Ricardo, también en este caso Portugal es la economía más eficiente. Por consiguiente, su tasa de salarios tiene que ser más alta que la tasa de salarios inglesa. En particular, tiene que ser 1.5 veces y cuatro veces más alta, porque si el salario portugués fuera menos de 50% más alto resultaría más barato manufacturar todos los productos en Portugal, y si los salarios en Portugal fueran más de cuatro veces más altos resultaría más barato manufacturar todos los productos en Inglaterra. A continuación, observe que si el salario portugués fuera más de 50% más alto pero menos de 100% más alto, Inglaterra sería el productor de menor costo de paño y Portugal sería el productor de menor costo de los productos de madera y de cuero, y del vino. En estas circunstancias, la demanda mundial de paño se canalizaría hacia Inglaterra y la demanda mundial de los otros productos se

canalizaría hacia Portugal. Para satisfacer estas demandas, Inglaterra tendría que emplear cierta cantidad de mano de obra en la producción de paño a la vez que Portugal necesitaría emplear cierta cantidad de mano de obra en la producción de los otros productos. Podría ocurrir entonces que la mano de obra requerida para manufacturar el paño que se demanda fuera menor que la fuerza de trabajo de Inglaterra, mientras que la mano de obra requerida para manufacturar los otros productos fuera mayor que la fuerza de trabajo de Portugal.9 En este caso, el salario relativo de Portugal sería demasiado bajo. Por medio de un razonamiento similar concluimos que si el salario portugués aumentara hasta ser más del doble que el salario inglés pero menos de 2.5 veces más alto, Inglaterra sería el productor de menor costo de paño y de los productos de madera, y Portugal sería el productor de menor costo de vino y productos de cuero. Como resultado, la demanda mundial de paño y productos de madera generaría demanda de mano de obra en Inglaterra en tanto que la demanda mundial de vino y productos de cuero generaría demanda de mano de obra en Portugal. Entonces, pudiera existir un salario relativo en este rango a cuyo nivel la demanda de mano de obra inglesa sería igual a su oferta y la demanda de mano de obra portuguesa también sería igual a su oferta, en que la demanda de mano de obra de un país es la cantidad de mano de obra que necesitan sus manufactureros para producir los bienes que se demandan. Si no fuera así, y siguiéramos encontrando que a todos los salarios relativos dentro de este rango la demanda de mano de obra en Inglaterra es menor que la oferta y que la demanda de mano de obra en Portugal supera a su oferta, concluiríamos que el salario relativo de los portugueses tiene que ser mayor. En particular, concluiríamos que el salario en Portugal tiene que ser al menos 2.5 veces más alto que el inglés, pero sin llegar a ser más de cuatro veces mayor, caso en que Inglaterra sería el productor de menor costo de paño, productos de madera y productos de cuero, mientras que Portugal lo sería sólo en la producción de vino. Lo que muestra este ejemplo es que no es posible determinar los salarios independientemente de los patrones de especialización; cuál país produce cuál producto está determinado conjuntamente con la estructura de los salarios, y el resultado dependerá de las condiciones de la demanda, como lo observó Mill (1909), así como por las cantidades de mano de obra disponible en todo país. Dornbusch, Fischer y Samuelson (1977) desarrollaron una elegante estructura para estudiar el comercio entre dos países que tienen el

conocimiento técnico necesario para manufacturar un gran número de productos. Mostraron la forma en que los salarios relativos son determinados conjuntamente con los patrones de especialización cuando las proporciones de los gastos son las mismas en cada país y éstas son independientes de los precios y el ingreso (esto es, si la gente de un país gasta una tercera parte de su ingreso en paño, igual lo hacen las personas de todo otro país, y lo mismo sucede con los alimentos, vehículos y todos los demás productos).10 Para encontrar los salarios relativos, se empieza ordenando los requisitos de mano de obra en orden ascendente para uno de los países, en forma parecida al orden que se muestra en la gráfica I.1, pero teniendo en cuenta muchos productos. Entonces es posible identificar, para cada salario relativo, los productos que Inglaterra produce a menor costo y los productos que Portugal produce al menor costo. Con muchos productos puede ocurrir que un número insignificante pueda ser producido en ambos países con el mismo costo, y a éstos se les pueda descartar. Después se puede calcular la demanda de mano de obra en Inglaterra a partir del gasto mundial en productos para los cuales Inglaterra es el manufacturero de menor costo, y la demanda de mano de obra en Portugal a partir del gasto mundial en los productos para los cuales este país es el manufacturero de menor costo. Si estas demandas de mano de obra son iguales a sus ofertas, tenemos un salario relativo de equilibrio. Alternativamente, si la demanda de mano de obra en Inglaterra excede a su oferta, los salarios ingleses deben subir relativamente a los de Portugal para que los mercados alcancen el equilibrio. En ambos casos, sabemos en qué dirección deben ajustarse los salarios relativos. Si seguimos este procedimiento, encontraremos el salario relativo único que iguala la demanda de mano de obra con la oferta de mano de obra en cada país. Como es evidente por este análisis, el comercio exterior conduce hacia la especialización; cada país se especializa en un subconjunto de productos y depende de otros países para la oferta de los bienes y servicios que no produce. Aunque esta forma de especialización es demasiado extrema para el análisis aplicado, ejemplifica la ventaja comparativa de David Ricardo en forma penetrante. Además, en este caso el comercio llevará a la especialización y a la interdependencia. La interdependencia mutua implica que los eventos de un país afectarán a sus socios comerciales. A veces estos efectos son deseables, a veces no lo son. Por ejemplo, considere un mundo del tipo de Dornbusch, Fischer y Samuelson, en el que Inglaterra y Portugal son los dos países que comercian entre sí. Inicialmente hay un salario relativo

en el que cada país se especializa en un rango de productos según su ventaja comparativa y todos los mercados están en equilibrio. A partir de esta configuración, supongamos que en Inglaterra aumenta la oferta de trabajo como resultado de que, digamos, más mujeres ingresan a la fuerza de trabajo. ¿Cómo afecta esto a los salarios y a los patrones de especialización? Y ¿beneficia o perjudica a Portugal? Para entender el efecto del aumento en la mano de obra, observe primero que si los salarios relativos siguen en su nivel inicial, los patrones de especialización no cambiarán porque cada país seguirá siendo el oferente de menor costo del mismo conjunto de productos que antes. Pero en esas circunstancias, la oferta de mano de obra en Inglaterra excederá a la demanda. Por lo tanto, de esto se deduce que el equilibrio del mercado requiere ahora un mayor salario en Portugal en relación con el de Inglaterra. Pero con un menor salario relativo inglés es más barato producir más productos en Inglaterra y menos en Portugal. Naturalmente, cualesquiera que fueran los bienes y servicios que antes fueran producidos más baratos en Inglaterra también son producidos ahora incluso con menos gasto en este país. Pero también existen productos que Portugal manufacturaba a menor costo y en los cuales Inglaterra se ha convertido ahora en el productor de menor costo; su producción se traslada de Portugal a Inglaterra, lo que modifica los patrones de especialización. Esta reubicación requiere de tiempo porque los trabajadores portugueses que han estado empleados en las industrias desplazadas tienen que encontrar empleo en los sectores en los que Portugal sigue teniendo la ventaja en los costos, y los nuevos trabajadores ingleses deben encontrar empleo en las industrias recientemente adquiridas por Inglaterra así como en otros sectores en los que su país tiene la ventaja en los costos. Sin embargo, finalmente más productos serán manufacturados en Inglaterra y menos en Portugal. El beneficio para Portugal en los salarios relativos mejora el nivel de vida de los trabajadores portugueses después de que el ajuste se completa (pero no necesariamente antes de que esto ocurra). La razón es que con los nuevos salarios pueden comprar las mismas cantidades de bienes que se continúan produciendo en Portugal y también pueden comprar más productos ingleses, incluso aquellos cuya producción se desplazó de Portugal a Inglaterra. Expresado de otra manera, el poder de compra de los salarios portugueses se incrementó. A la vez, el poder de compra de los salarios ingleses ha disminuido. Un trabajador inglés puede comprar con sus nuevos salarios la

misma cantidad de productos ingleses que eran originalmente manufacturados en su país. No obstante, ahora sólo puede comprar menos productos de los que eran originalmente manufacturados en Portugal, incluyendo los que son ahora manufacturados en Inglaterra. Por supuesto, los nuevos trabajadores ingleses, los que ingresaron a la fuerza de trabajo, obtienen ingresos que antes no tenían. Pero los trabajadores ingleses que estaban empleados previamente pierden por el aumento de la fuerza de trabajo inglesa. Otra forma de entender los beneficios para Portugal de la expansión de la fuerza de trabajo inglesa es considerar la forma en que ese aumento afecta los precios relativos de los bienes manufacturados en los dos países. Como resultado del aumento de la tasa salarial de los trabajadores portugueses relativa a la tasa salarial de los trabajadores ingleses, los precios de las exportaciones de Portugal aumentan relativamente a los precios de sus importaciones, que es a lo que los economistas llaman una mejoría en los términos de intercambio.11 En esas circunstancias, Portugal paga menos “exportables” por cada unidad de “importables”, lo que hace posible a sus residentes adquirir más cantidades que beneficien su consumo. Entender que las exportaciones son valiosas porque con ellas se pagan las importaciones es un elemento importante en una amplia evaluación de las relaciones económicas internacionales. Es de observar que las exportaciones consisten en los bienes y servicios que un país “da” a otros países. Por esta razón, las exportaciones no son valiosas por sí mismas, sino que lo son más bien por medio del quid-proquo del intercambio con el que pagan sus importaciones.12 He descrito un acontecimiento en un país —un aumento de su fuerza de trabajo— que mejora el bienestar de su par en el comercio exterior. Además, este suceso reduce el nivel de vida de los trabajadores originales del país. Por supuesto, no todo acontecimiento en un país influye sobre su socio comercial de la misma manera, y no todo desarrollo tiene un efecto asimétrico sobre la prosperidad de los socios comerciales. Para ejemplificar este último punto, remplace el aumento de la mano de obra en el ejemplo previo con una mejora en la productividad de los trabajadores ingleses. En particular, suponga que esta mejora afectaba todos los sectores por igual, en el sentido de que si la cantidad de mano de obra inglesa que se requiere para manufacturar productos de cuero ha disminuido en 5%, igual ha ocurrido con la cantidad de mano de obra inglesa requerida para manufacturar productos de madera. En cierto nivel esto es parecido a la expansión de la oferta de mano de obra

inglesa, porque la mejora en la productividad puede considerarse como algo que dota a Inglaterra de más mano de obra efectiva. Como resultado, los trabajadores de Portugal se benefician otra vez, porque el poder de compra de sus salarios aumenta. A diferencia del ejemplo previo, sin embargo, la tasa salarial de Inglaterra por unidad de mano de obra efectiva disminuye, pero no el salario por trabajador. Como todo trabajador está dotado de más unidades efectivas de trabajo, lo que importa para el bienestar no es la tasa salarial del trabajador por unidad efectiva, sino más bien su compensación por todas las unidades efectivas que tiene. Este cálculo muestra que los trabajadores ingleses se benefician por la mejora en la productividad; sus salarios aumentan en términos reales. En este caso, lo que ocurre en Inglaterra beneficia a todos los trabajadores, ingleses y portugueses por igual. Es un buen ejemplo de un crecimiento impulsado por la productividad que beneficia al país que crece y a su socio comercial. Los beneficios para este último se transmiten mediante una mejora en los términos de intercambio del socio. Los costos de transporte y otros impedimentos para el comercio también tienen un papel importante en la conformación de los flujos comerciales mundiales. Por esta razón es importante tenerlos en cuenta en cualquier modelo que procura explicar los datos. Dornbusch, Fischer y Samuelson (1977) sugirieron una fórmula sencilla en que los costos de transporte son proporcionales a los costos de producción y el mismo factor de proporcionalidad se aplica a todos los productos.13 Bajo estas circunstancias, todo país se especializa en productos en los que tiene la mayor ventaja comparativa, en tanto que los productos en los que ningún país tiene una ventaja comparativa suficientemente grande no son objeto de comercio internacional; los productos que no se comercian son manufacturados en cada uno de los países para uso local solamente. Naturalmente, cuanto más altos sean los costos de transporte, menos serán los productos que se comercien internacionalmente. Varios estudios han intentado examinar el grado en que los entendimientos intuitivos de Ricardo son apoyados por los datos. La dificultad que enfrentan es la de hacer operativas las implicaciones empíricas de la teoría de Ricardo para un mundo en el cual hay muchos países que comercian entre sí. Eaton y Kortum (2002) desarrollaron el enfoque que ha tenido más éxito.14 Imaginan un mundo con fricciones comerciales (una analogía serían los factores que desgastan un témpano de hielo) que difieren

entre los distintos pares de socios comerciales (por ejemplo, enviar mercancías de Inglaterra a Francia puede resultar más caro que enviar mercancías de Portugal a Francia). Además, suponen una distribución específica de la productividad de la mano de obra en todos los productos, que tiene dos parámetros: uno que es específico a cada país, y otro compartido por todos los países.15 El componente específico de un país debe explicar las diferencias en la productividad de todos los factores (PTF) entre todos los países, y en este caso la PTF es una medida singular de qué tan eficientemente se combinan los insumos en la producción; es muy difícil ajustar los datos a un modelo que no dé cabida a la variación en la PTF. El componente específico de un país impone una dispersión similar de la productividad en todos los productos en cada uno de los países. Aunque ésta es una importante limitación, reduce el número de parámetros para los que hay que hacer estimaciones. Un supuesto importante es que los niveles de productividad obtenidos en un país son independientes de los niveles de productividad obtenidos en otro. Utilizando estos supuestos, es posible, con los costos comerciales del tipo que desgasta gradualmente, calcular para cada país la distribución del costo mínimo de abastecerse de productos teniendo en cuenta a todos los abastecedores potenciales. Este costo mínimo determina los precios internos y la proporción del gasto interno en la producción de cada país.16 Después se estiman las ecuaciones resultantes con datos provenientes de una muestra de 19 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), y los estimados se usan para medir cuantitativamente varias relaciones económicas. Para lograr algún conocimiento de una de esas relaciones, considere la simulación de Eaton y Kortum de una mejora proporcional en la tecnología de los Estados Unidos. Tratamos las implicaciones de esa mejora en un mundo con dos países y concluimos que ambos países se benefician —el ganador tecnológico y su socio comercial—. El mecanismo mediante el cual el socio comercial se beneficia es una mejora en sus términos de intercambio. Los mismos canales de transmisión operan en un mundo con muchos países, pero con muchos socios comerciales los beneficios de los mejores términos de intercambio varían según cada país, dependiendo de sus características y los impedimentos a su comercio con el país que mejoró su tecnología. La gráfica I.2 muestra los resultados de la simulación de Eaton-Kortum, representados como el porcentaje de los beneficios en el bienestar de un país con respecto al beneficio obtenido en el bienestar de los Estados Unidos.

Evidentemente, los beneficios en el bienestar no se distribuyen por igual. Canadá, país de economía pequeña que tiene pocos impedimentos para el comercio con los Estados Unidos, se beneficia más que cualquier otro país; el beneficio para su bienestar es 87.4% del beneficio para el bienestar de los Estados Unidos (ambos medidos proporcionalmente al nivel inicial de bienestar). Otro es el caso de Japón, cuyo bienestar sólo se beneficia 6.6% del beneficio en el bienestar de los Estados Unidos. Australia y Nueva Zelanda también se benefician considerablemente por las mejoras tecnológicas de los Estados Unidos, en tanto que otros países se benefician menos, pero no obstante derivan considerables beneficios de esas mejoras. GRÁFICA I.2. Fracción de los beneficios en el bienestar relativo a los Estados Unidos por una mejora en la productividad de los Estados Unidos

FUENTE: Eaton y Kortum (2002).

2. PROPORCIONES DE LOS FACTORES El punto de vista de David Ricardo sobre el comercio exterior dominó el

pensamiento económico durante un siglo. No fue hasta 1919 que surgió un importante desafío para su doctrina. El ataque fue encabezado por un historiador económico cuyo nombre era Eli Heckscher, seguido inmediatamente después por su estudiante más brillante, Bertil Ohlin.17 Heckscher y Ohlin propusieron remplazar la formulación clásica de la ventaja comparativa de David Ricardo, fundamentada en la teoría del valor del trabajo, con una formulación neoclásica basada en la teoría moderna de los precios, en la que el trabajo es considerado a la par con otros factores de la producción, como el capital y la tierra. En este enfoque, las proporciones de los factores tienen un papel central y las diferencias en la disponibilidad relativa de los factores de la producción en los diferentes países son importantes determinantes de los patrones de la especialización y del intercambio internacional. Heckscher se interesó en el efecto del comercio exterior sobre la distribución del ingreso entre los factores de la producción. Por lo tanto, desarrolló un modelo económico con la mano de obra, el capital y la tierra como los insumos (o factores) primarios y estudió la forma en que el intercambio entre dos países afecta las recompensas a estos insumos. En el proceso, derivó las implicaciones que para la estructura del comercio internacional tienen las diferencias en las disponibilidades de estos factores en los diferentes países. Aunque Heckscher no empleó ecuaciones, su análisis verbal es preciso. Ohlin fue un paso más allá. En palabras de Flam y Flanders (1991, p. 13), la contribución de Ohlin “fue combinar, creativamente, la teoría del comercio internacional de la famosa ponencia de Heckscher con la formalización de Walras, que aprendió de Cassel”.18 De hecho, en el capítulo 3 de su tesis, cuyo título fue “Ilustración matemática”, Ohlin presenta las ecuaciones que deben satisfacerse en todo país que participe en intercambios, teniendo en cuenta muchos factores de la producción y muchos sectores. Además, mejora la presentación de Heckscher al hacer posible que el uso de un factor por unidad de producción responda a los precios del factor, lo que no tuvo en cuenta Heckscher. La lógica básica del punto de vista de Heckscher-Ohlin sobre el comercio exterior puede presentarse estudiando nuevamente un mundo de dos países con muchos sectores, como el que se discutió en la sección previa. No obstante, para tener en cuenta las consideraciones sobre las proporciones de los factores, supóngase que hay dos insumos primarios, mano de obra y

capital, y no sólo mano de obra. Tanto Heckscher como Ohlin argumentan que las posibilidades tecnológicas son las mismas en todos los países. Con esto quieren decir que todos en todas partes tienen acceso a la misma selección de insumos por unidad de producción. En ausencia de las economías o deseconomías de escala,19 esto implica que el costo unitario de la manufactura depende de los precios de los factores, pero no de la ubicación de la producción. Ésta es una diferencia importante con el punto de vista de Ricardo según el cual los costos de los bienes varían entre los países por las diferencias entre los requerimientos relativos de mano de obra. Por el contrario, según la visión que tenían del mundo Heckscher y Ohlin, si dos países tienen los mismos precios de los factores también tienen el mismo costo unitario para todos y cada uno de los productos, y por lo tanto ningún país tiene una ventaja de costos relativa en cualquier producto. En estas circunstancias, para que haya intercambio deben satisfacerse dos condiciones, y las dos son claramente enunciadas por Heckscher:20 Una diferencia en la escasez relativa de los factores de la producción entre uno y otro país es, así, una condición necesaria para las diferencias en los costos comparativos y en consecuencia para el comercio internacional. Otra condición adicional es que las proporciones en que se combinan los factores de la producción no sean las mismas para una mercancía que para otra. Si no se presenta esta segunda condición, el precio de una mercancía relativamente al de otra sería el mismo en todos los países, sin importar las diferencias en los precios relativos de los factores [Heckscher, 1919, en Flam y Flanders, 1991, p. 48].

Esto es, los precios de los factores deben ser diferentes entre los países y la intensidad con que se usan los factores debe diferir en todos los sectores. Si los precios de los factores no fueran diferentes, los países tendrían los mismos costos en todas las industrias. Además, si los precios de los factores difieren pero todos los productos tienen la misma composición de insumos (es decir, la misma intensidad de los factores) entonces los dos países tienen los mismos costos relativos en todas las industrias. Cuando tratan de los precios relativos de los factores (escasez relativa), Heckscher y Ohlin mencionan las condiciones anteriores al intercambio internacional, cuando los países están aislados. Indican que el comercio exterior reduce las disparidades en los precios relativos de los factores entre los países, y que incluso podría eliminar todas las diferencias en los precios de los factores (cuando se les mide en unidades similares), lo que llevaría a la igualdad en los precios de los factores.21 Pero por ahora considere una situación en la que dos países, pongamos por caso Inglaterra y Portugal,

comercian entre sí sin que haya igualdad en los precios de los factores. Como antes, suponga que hay cuatro industrias: paño, madera, cuero y vino. Además, suponga que el paño es la industria que utiliza más intensivamente el capital (es decir, usa más capital por unidad de mano de obra que los otros tres sectores); la madera es la segunda industria que utiliza más intensivamente el capital, y el vino es la que lo usa menos intensivamente. También suponga que el capital es más barato en Inglaterra y que la mano de obra es más barata en Portugal. Entonces el costo relativo de manufacturar paño —el producto en que se emplea más intensivamente el capital— en Inglaterra, en comparación con Portugal, es menor que el costo relativo de manufacturar cualquiera de los otros tres bienes en Inglaterra. El costo relativo de manufacturar productos de madera en Inglaterra es menor que el costo relativo de manufacturar productos de cuero o vino en Inglaterra. Además, finalmente, el costo relativo de manufacturar productos de cuero en Inglaterra es menor que el costo relativo de manufacturar vino. En la gráfica 1.3 se muestran estos costos relativos. Cuál país tendrá una ventaja en los productos de madera o en los productos de cuero dependerá ahora de la posición del coeficiente de costo de equilibrio 1 en el eje vertical de la gráfica (es decir, el coeficiente de costo al que el costo de la unidad en Inglaterra es el mismo que el costo de la unidad en Portugal). Si resulta que “1” está entre las barras graficadas del paño y de la madera, entonces Inglaterra se especializa en el paño y Portugal se especializa en los productos de madera, los de cuero y en el vino. Si “1” está entre las barras de los productos de madera y los productos de cuero, entonces Inglaterra se especializa en el paño y los productos de madera, en tanto que Portugal se especializa en los productos de cuero y en el vino. Si “1” está entre las barras de cuero y vino, entonces Portugal se especializa en el vino e Inglaterra se especializa en los otros tres productos. Por supuesto, “1” no puede estar localizado bajo la barra de paño o arriba de la barra de vino, porque en cada uno de estos casos cada uno de estos países tiene una ventaja de costo en todos los productos, y el otro no puede emplear lucrativamente su mano de obra y su capital. En esas condiciones, los precios de los factores cambiarán, y la tasa de los salarios y la tasa de la renta del capital disminuirán en el país que tiene desventajas de costo en todos los productos. Por lo tanto, si la gráfica describe un resultado de equilibrio, “1” tiene que estar posicionado entre la barra de paño y la barra de vino.

GRÁFICA I.3. Costos relativos unitarios en cuatro industrias

Este análisis muestra que el país con el costo de capital relativamente más bajo se especializa en productos que emplean intensivamente el capital, y el país con el costo de mano de obra relativamente más bajo se especializa en productos que emplean más intensivamente la mano de obra (o productos que usan menos intensivamente el capital). La posición precisa en la cadena de los costos comparativos determina el patrón de especialización preciso, pero los rasgos cualitativos del patrón de especialización son independientes de la localización de este corte, en analogía con el modelo de intercambio ricardiano. De hecho, Dornbusch, Fischer y Samuelson (1980) analizan un modelo Heckscher-Ohlin con muchos bienes y proporciones de gasto fijas, mostrando cómo el corte en la cadena de costos comparativos está determinado en el equilibrio general. Más importante es que el corte es determinado simultáneamente con las recompensas relativas de los factores en los dos países. Esto supone que así sabemos qué país tiene el menor costo de capital. En ausencia de impedimentos al intercambio, el comercio internacional iguala

los precios de las mercancías en todos los países. Por lo tanto, debe ser cierto que el país con la mayor dotación de capital relativo a la mano de obra tiene una menor tasa de renta del capital y mayor tasa de salario, a menos que los precios de los factores se igualen. Combinando esta información con los argumentos previos, esto implica entonces que Inglaterra, que tiene un mayor coeficiente de capital con respecto a la mano de obra que Portugal, tiene una menor tasa de rendimiento sobre el capital y una mayor tasa de salarios. Como resultado, la predicción es que el país que tiene una abundancia relativa de capital exporta productos que usan el capital intensivamente, en tanto que el país que emplea relativamente más mano de obra exporta productos en los que se emplea intensivamente la mano de obra. A esto se le conoce como el teorema Heckscher-Ohlin. El enunciado que hizo Ohlin de este resultado no puede ser más claro: “En síntesis, las mercancías que incorporan grandes cantidades de factores particularmente escasos son importadas, y las mercancías que incorporan intensivamente factores relativamente abundantes se exportan” (Ohlin, 1924, p. 90, en Flam y Flanders, 1991).22 Si bien mi discusión estuvo centrada en la fijación de los precios de los bienes y los factores en el entorno del intercambio, Heckscher y Ohlin enfocaron su análisis en el establecimiento de los precios y los factores en una autarquía, cuando un país no participa en el comercio exterior. En particular observaron que un país que tiene un costo de capital relativamente bajo en una situación de autarquía, exportará productos que emplean intensivamente capital, y que un país que tiene un costo relativamente bajo de mano de obra en una situación de autarquía, exportará productos que incorporan intensivamente mano de obra. Aunque los dos tipos de predicción —una basada en los precios de los factores anteriores al intercambio, la otra en los precios de los factores después del intercambio— no siempre son iguales, coinciden en un amplio conjunto de circunstancias que han sido aclaradas en las obras sobre el tema.23 He tratado de la estructura del comercio internacional bajo el supuesto de que los precios de los factores difieren en los diferentes países y que estas diferencias generan un ordenamiento por rangos de los costos relativos. Con todo, Heckscher y Ohlin señalaron la tendencia de los precios de los factores a convergir en respuesta al comercio exterior. Esta tendencia ha sido estudiada después formalmente por otros académicos, empezando con la obra de Samuelson (1948). Su principal hallazgo es que el comercio internacional

sin impedimentos iguala los precios de los factores cuando las diferencias en la composición de los factores de los socios comerciales no son muy grandes. A esto se le conoce como el teorema de la equiparación de los precios de los factores. Además, cuando todos los países tienen las mismas preferencias homotéticas (esto es, sus proporciones de gasto en los varios bienes sólo dependen de los precios —que son los mismos cuando los países comercian entre sí— y no del ingreso), entonces cada país exporta bienes que por lo general utilizan intensivamente los factores de producción que tiene en abundancia, y cada país importa productos que utilizan intensivamente por lo general factores de producción que son escasos dentro de sus fronteras.24 La equiparación de los precios de los factores desempeñó un papel importante en el desarrollo de la teoría neoclásica del comercio internacional. Cierto es que los precios de los factores no son los mismos en todos los países, y que existen grandes diferencias en los precios de algunos factores, como los salarios. Por lo anterior es evidente que este modelo no puede describir adecuadamente todos los aspectos de la realidad. Sin embargo, lo más importante es saber si representa la estructura del comercio mundial razonablemente bien.25 Para formarnos un juicio, considere primero el estudio de Leamer (1984), que examina una implicación digna de mención de este modelo. Él parte de la observación de que siempre que todos los países puedan aprovechar el mismo fondo de tecnologías y los manufactureros en todas partes se encuentren con los mismos precios de los factores, entonces la composición empleada de insumos por unidad de producción en una determinada industria es la misma en cualquier país. En esas circunstancias, los niveles de producción sectorial de todo país son las mismas funciones lineales de sus dotaciones de factores, siempre que los niveles de producción que aseguren el empleo pleno de los factores de producción estén determinados en forma única.26 Es decir, los niveles de producción de un país están determinados por sus factores de producción, y el efecto marginal de un factor de producción sobre el producto de un sector en particular, digamos las manufacturas de cuero, es el mismo en todos los países. Esto último significa que si al añadir una unidad de mano de obra en Inglaterra aumenta la producción de manufacturas de cuero de ese país en cinco unidades, entonces añadir una unidad de mano de obra en Portugal aumentará la producción de manufacturas de cuero también en cinco unidades en este último país. Después Leamer combina esta especificación con el supuesto de que todos los países tienen proporciones de gasto idénticas

(es decir, si un país gasta 10 centavos de su ingreso en alimentos, igual ocurre en todos los otros países) para mostrar que esto implica que las exportaciones netas (la diferencia entre exportaciones e importaciones) de todo sector son una función lineal de las dotaciones de factores de cada país.27 Esta fuerte propiedad de las funciones de exportación netas hace posible una estimación fácil de sus coeficientes. Algunos de los efectos marginales estimados se presentan en el cuadro I.1.28 CUADRO I.1. Efectos marginales del capital, los minerales y el petróleo sobre las exportaciones netas, 1975

FUENTE: Leamer (1984, cuadro 6.1). El cuadro muestra que el capital tiene un efecto positivo sobre las

exportaciones netas de las cuatro industrias manufactureras: manufacturas que emplean mano de obra intensivamente, manufacturas que emplean capital intensivamente, maquinaria y químicos. A la vez, tienen un efecto negativo sobre las exportaciones netas de los otros sectores: petróleo, materias primas, productos forestales, productos tropicales y cereales.29 Los minerales tienen un efecto contrario sobre las exportaciones netas en todos los sectores, excepto en el caso del petróleo. Esto implica que países que tienen grandes existencias de capital exportan, neto, más manufacturas y menos petróleo, materias primas y agricultura, en tanto que los países con mayores yacimientos de minerales exportan más materias primas y agricultura, y menos petróleo y manufacturas. El cuadro también muestra que los países con los mayores yacimientos de petróleo exportan menos manufacturas y más materias primas y productos agrícolas, al igual que lo hacen los países con los mayores yacimientos de minerales. Sin embargo, los países con los mayores yacimientos de petróleo exportan, neto, más petróleo en tanto que los países con más minerales exportan menos petróleo.30 Como ya se explicó, la linealidad de las funciones de exportación netas se debe a una combinación de funciones de producción lineales y a las proporciones del gasto común. Ninguno de estos supuestos describe la realidad adecuadamente. Aunque los patrones de consumo son similares en muchos países, existen diferencias sustanciales entre los países ricos y los países pobres. Por ejemplo, en 1975 Austria y Suiza, dos países ricos, gastaron cerca de 20% de su ingreso en alimentos. En ese mismo año la India y Filipinas, que eran mucho más pobres, gastaron más de la mitad de su ingreso en alimentos (véase Leamer, 1984, cuadro 1.6). Estos números ilustran un fenómeno bien conocido: la proporción de los alimentos en el presupuesto disminuye con el ingreso, es decir, la gente rica gasta en alimentos una proporción menor que la gente pobre. Cuando las proporciones en el presupuesto varían de un país a otro como resultado de las diferencias en el ingreso per cápita, las preferencias de consumo se convierten en una fuente independiente de los flujos comerciales. Para saber la razón, observe que cuando un país pobre comercia con uno rico el país pobre tiene una demanda desproporcionadamente grande de alimentos, lo que orienta su comercio hacia las importaciones de alimentos independientemente de los factores de que esté dotado. Los mismos argumentos se aplican a otros productos cuyas proporciones en el presupuesto dependen del ingreso. Hunter (1991) estudió el efecto de esas preferencias sobre el comercio exterior y

encontró que pueden explicar una parte considerable del volumen del comercio.31 Aunque la derivación por Leamer de las funciones de exportación netas lineales requiere de la linealidad de otras funciones de producción, el teorema de Heckscher-Ohlin no necesita de esta limitación. No obstante, prevalecen las funciones de producción lineales.32 A los efectos marginales de las dotaciones de factores sobre los niveles de producción se les llama frecuentemente los coeficientes de Rybczynski, en honor del economista británico que por primera vez llamó la atención sobre esta relación en un caso sencillo de dos industrias y dos factores de producción (véase Rybczynski, 1955). Suponga que los dos factores de la producción son el capital y la mano de obra. En ese caso, el teorema de Rybczynski enuncia que un aumento en la dotación de capital, siempre que se mantenga constante el coeficiente capitalmano de obra en cada industria, aumentará la producción desproporcionadamente en el sector que emplea capital en forma intensiva y contraerá la producción en el sector que usa mano de obra intensivamente.33 En forma parecida, un aumento en la fuerza de trabajo aumentará desproporcionadamente la producción en el sector de mano de obra intensiva y contraerá la producción en el sector que emplea intensivamente el capital. En otras palabras, la composición de la producción de un país está sesgada hacia la industria que es relativamente intensiva en el uso del factor de producción de que esté relativamente bien dotado el país. Cuando los patrones de gasto son los mismos en todos los socios comerciales, esto indica que el comercio está impulsado por los sesgos en la composición de la producción y, en consecuencia, por las diferencias en las dotaciones relativas de factores, tal como lo sugiere el teorema de Heckscher-Ohlin.34 La idea de Rybczynski fue ampliada por Jones y Scheinkman (1977) para aplicarla al caso de muchos sectores y muchos factores de producción. El resultado principal es que el aumento en la dotación de un factor, siempre que las técnicas de producción se mantengan constantes en todos los sectores (esto es, la composición de los factores de producción por la unidad de producto), lleva a una expansión desproporcionada de algunas industrias y a la contracción de otras. A diferencia del sencillo caso de dos sectores y dos factores, no hay ningún ordenamiento satisfactorio de los sectores según la intensidad en el uso de los factores en el caso general, y por lo tanto no hay ninguna vinculación clara de los sectores con los factores de la producción que nos haga posible decir que un sector es el que usa más intensivamente el

capital, y otro sector el que usa más intensivamente la mano de obra no calificada, y un tercero el que utilizará más intensivamente la tierra arable. No obstante, todo factor está asociado con algún sector, cuya producción se amplía cuando aumenta el factor, y todo factor es el adversario de algún otro sector, que se ve obligado a contraerse cuando ese factor aumenta. La implicación empírica es que la estimación de los coeficientes de Rybczynski debe tener la siguiente propiedad: todo factor de producción debe tener efectos positivos en algunos niveles de producción y efectos negativos en otros, en forma similar a los efectos de los factores de la producción sobre los flujos del comercio exterior del cuadro 1.1. De hecho, este patrón ha sido encontrado en estudios empíricos. Por ejemplo, Fitzgerald y Hallak (2004) estiman coeficientes de Rybczynski para el capital, la mano de obra calificada, la mano de obra no calificada y la tierra cultivable. Encuentran que el capital favorece a los productos de madera pero es contrario a los textiles, en tanto que la tierra cultivable es compañera de los metales no ferrosos y contraria a la maquinaria (véase su cuadro 4).35 Aunque la investigación aquí descrita ha descubierto patrones interesantes de la especialización y el comercio internacionales, no ha sometido a prueba directamente el teorema de Heckscher-Ohlin. De conformidad con este teorema, un país debería exportar los productos en los que se emplean intensivamente los factores de producción relativamente abundantes en ese país e importar los productos que utilizan intensivamente los factores de producción que son relativamente escasos dentro de sus fronteras. Evidentemente, para comprobar esta predicción es necesario estudiar el efecto de los factores con que se cuenta sobre las corrientes del comercio exterior, teniendo en cuenta la intensidad del empleo de los factores en los sectores importador y exportador, pero este último elemento no se encuentra en los estudios que se acaban de mencionar. Fue difícil encontrar investigaciones que sometieran directamente a prueba la relación en tres sentidos entre la dotación de factores, la intensidad en el empleo de los factores y los patrones del comercio exterior. De aquí que se formulara un enfoque alternativo en el que se emplea la relación en tres sentidos indirectamente: el enfoque del contenido de factores. En vez de examinar directamente las importaciones y las exportaciones de productos, este enfoque —que tiene su origen en la tesis de Ohlin— examina las exportaciones e importaciones de los servicios factoriales incorporados en los productos comerciados. Ohlin expresó que “cada región se dedica a la

producción de los bienes que puede producir a menor costo que otras, esto es, aquellos bienes en los que se utilizan intensivamente sus factores de producción de bajo precio. De nuevo, aquellas mercancías que requieren grandes cantidades de factores relativamente escasos serán importadas de regiones en que esos factores son menos escasos. Por lo tanto, indirectamente los factores de producción abundantes son exportados y los factores escasos son importados” (Ohlin, 1924, p. 91, en Flam y Flanders, 1991). La clave se encuentra en la última frase, en la que Ohlin enuncia que el comercio internacional en productos sirve como un medio indirecto de intercambio de factores de la producción, o más precisamente, de los servicios de los factores de la producción. Cuando los factores de producción no tienen movilidad entre los países, mientras que las mercancías sí la tienen, el comercio en bienes permite a los países intercambiar indirectamente los servicios de los factores de la producción, y cada país importa los servicios de los factores que le son escasos y exporta los servicios de los factores que tiene en abundancia. Wassily Leontief, que desarrolló los cuadros de insumo-producto, fue el primero que observó el potencial empírico de lo que posteriormente se conoció como el punto de vista del “contenido de factores” de los flujos de comercio internacionales. Durante una conferencia ante la American Philosophical Society en 1953, examinó el contenido de mano de obra y de capital de las corrientes comerciales de los Estados Unidos en 1947 (véase Leontief, 1953). Mediante el empleo de sus cuadros de insumo-producto Leontief calculó que un millón de dólares de las exportaciones de los Estados Unidos incorporaba directa o indirectamente los servicios de 2 550 780 dólares de capital y 182.3 hombresaño de mano de obra. Es decir, el coeficiente del capital respecto a la mano de obra era aproximadamente de 14 000 dólares por hombre-año. Ese mismo año, fundamentándose en los cuadros de insumo-producto de los Estados Unidos, un millón de dólares de importaciones de este país incorporaba directa e indirectamente los servicios de 3 091 339 dólares de capital y 170 hombres-año de mano de obra. Como resultado, el coeficiente capital-mano de obra incorporado en las importaciones de los Estados Unidos era poco más de 18 000 dólares de capital por hombre-año, significativamente mayor que el coeficiente capitalmano de obra en las exportaciones estadunidenses. Puede considerarse que estos resultados contradicen la predicción de la proporción de los factores de la teoría de comercio exterior, porque los Estados Unidos tenían, por mucho,

el coeficiente más alto de capital respecto a la mano de obra en el periodo que siguió inmediatamente a la segunda Guerra Mundial y, por lo tanto, debía haber exportado productos que incorporaran intensivamente al capital y productos en los que se empleara intensivamente la mano de obra, pero los cálculos de Leontief mostraron lo contrario. A esto se le ha llegado a conocer como la paradoja de Leontief. Antes de tratar la paradoja de Leontief, es necesario tener una mejor comprensión del punto de vista del contenido de factores de los flujos internacionales, cuya formulación más clara es la de Vanek (1968). Vanek imagina un mundo con muchos países y muchos factores de producción. Todos los países tienen acceso a las mismas tecnologías con los mismos rendimientos de escala constantes (esto es, tecnología en que un incremento proporcional en todos los insumos aumenta la producción con la misma proporción de los factores) y todos eligen la misma composición del consumo cuando enfrentan los mismos precios relativos (es decir, todos tienen las mismas preferencias homotéticas). Los países comercian entre sí sin ningún impedimento, y en consecuencia los precios de los factores se igualan.36 Como resultado, el uso de insumos por unidad de producción es el mismo en todos los países. Esto significa que la composición de los insumos usados en los Estados Unidos para producir una unidad de paño es la misma que para producir una unidad de paño en Inglaterra, Portugal, Francia o cualquier otro país. Estos requerimientos de insumos son diferentes entre los sectores aunque en una misma industria no difieren entre los países. En estas circunstancias, todos los países tienen el mismo cuadro de insumo-producto. Naturalmente, los supuestos de cuadros de insumo-producto idénticos y de la igualdad de los precios de los factores contradicen los datos. Los salarios y las tasas de la renta del capital no sólo difieren entre los países, sino que también pasa lo mismo con los cuadros de insumo-producto de los países de la OCDE que tienen un nivel similar de desarrollo (véanse Trefler, 1993, y Hakura, 2001). Los cuadros de insumo producto son aún más diferentes entre los países desarrollados y los países en desarrollo. No obstante, el sistema de Vanek es útil porque tiene claras implicaciones que se pueden someter a prueba con los conjuntos de datos disponibles. En particular, predice singularmente el contenido de factores de los flujos comerciales.37 La razón es la siguiente. Puesto que cada país usa los mismos insumos para producir un determinado producto, es posible usar los coeficientes comunes del cuadro de

insumo-producto para calcular el contenido de factores de las importaciones y las exportaciones de un país. Considere, por ejemplo, el trigo y el paño, en cuya producción se usa tierra y capital. Podemos calcular la cantidad total de servicios de la tierra incorporados en las exportaciones estadunidenses de estos productos multiplicando la tierra utilizada por unidad de trigo por la cantidad de trigo exportada, y añadirle la tierra utilizada por unidad de paño multiplicada por la cantidad de paño exportado. De la misma forma, es posible calcular la cantidad total de capital incorporado en estas exportaciones multiplicando el capital usado por unidad de trigo por la cantidad de trigo exportado, y añadir el capital empleado por unidad de paño multiplicado por la cantidad de paño exportado. Más generalmente, es posible calcular la tierra total usada en las exportaciones de los Estados Unidos como la suma de la tierra usada en todos los sectores por unidad de producto multiplicada por el nivel de exportación, y podemos calcular el uso total de capital como la suma en todos los sectores del capital usado por unidad de producto multiplicada por el nivel de exportación. Pueden llevarse a cabo cálculos similares para cada factor de la producción para llegar a una estimación de su uso total en las exportaciones de la economía. Siguiendo un procedimiento similar también es posible calcular el contenido de factores de las importaciones de los Estados Unidos. La diferencia entre el contenido de factor en las exportaciones y el contenido de factor en las importaciones da una estimación del contenido de factor en las exportaciones netas de los Estados Unidos. Cuando un insumo tiene una diferencia positiva, por ejemplo el capital humano, esto implica que los Estados Unidos tienen exportaciones netas de este servicio. Cuando la diferencia es negativa, esto implica que los Estados Unidos tienen importaciones netas de los servicios de este insumo. Estos cálculos representan los flujos netos de los servicios de los factores incorporados en las exportaciones e importaciones de todos los productos. En los cálculos del contenido de factores de las exportaciones netas se encuentra información sobre los flujos de comercio y la tecnología, incluyendo las intensidades sectoriales en el uso de los factores. El gran logro de Vanek fue demostrar que, bajo los supuestos del modelo, el contenido de factores de las exportaciones netas tiene que ser igual a la diferencia entre las dotaciones de factores del país y su tasa proporcional de las dotaciones mundiales de los factores. Por ejemplo, para los Estados Unidos esto implica que si su gasto es igual a 25% del gasto mundial, entonces el contenido de tierra cultivable de sus exportaciones netas debe ser igual a la cantidad de

tierras cultivables que poseen menos un cuarto de la dotación de tierra cultivable del mundo; el contenido de mano de obra no calificada de sus exportaciones netas tiene que ser igual a su dotación de mano de obra no calificada menos un cuarto de la dotación del mismo tipo de mano de obra del mundo, y así sucesivamente. Además, este notable conjunto de relaciones debe ser satisfecho por cada dotación de factores en cada país. La lógica que subyace en las ecuaciones de Vanek es la siguiente. Las exportaciones netas de un producto son iguales a la producción interna menos el consumo interno.38 Por lo tanto, el contenido del factor de las exportaciones netas debe ser igual al contenido del factor en la producción interna menos el contenido del factor del consumo interno. En una economía con empleo pleno, el contenido de factor de la producción interna es igual a la dotación del factor que tiene la economía. En este caso, el contenido de factor de las exportaciones netas es igual a la dotación interna del factor menos el contenido del factor del consumo interno. Ahora bien, con preferencias homotéticas, el consumo de todos los países tiene la misma composición. Por lo tanto, dado un uso idéntico del factor por unidad de producción en todos los países, la composición de insumos incorporados en el consumo de un país es la misma en todas partes y las únicas diferencias surgen por la escala del consumo; algunos países gastan más que otros y por lo tanto incorporan más insumos en su consumo. En estas circunstancias, la cantidad total de los factores de la producción incorporados en el consumo mundial es igual a la dotación de factores de la producción mundial. Por lo anterior, el contenido de factor del consumo de todo país es una fracción de la dotación de factores de la producción mundial, y esta fracción es igual a la proporción del gasto del país en el gasto total mundial. De esto tratan las ecuaciones de Vanek. Las ecuaciones de Vanek relacionan a los tres elementos de la teoría de las proporciones de los factores: dotación de factores, intensidad de factores y flujos del comercio exterior. Por esta razón proporcionan una estructura conveniente para poner a prueba la teoría. Leamer (1980) utiliza estas ecuaciones para volver a estudiar los datos de Leontief. Indica que con un comercio equilibrado, o casi equilibrado, el contenido de factor de las exportaciones netas de algunos insumos tiene que ser positivo y el contenido de factor de otros tiene que ser negativo. Es decir, los servicios de algunos factores de la producción deben tener exportaciones netas mientras que los servicios de otros tienen que ser importados. En un mundo que sólo tiene dos

insumos, por ejemplo, mano de obra y capital, esto implica que si los servicios de mano de obra tienen exportaciones netas entonces se importan los servicios del capital, y si los servicios de la mano de obra son importados (neto) entonces se exportan los servicios del capital. En el primer caso, el coeficiente capital-mano de obra incorporado en las exportaciones es más pequeño que el coeficiente capital-mano de obra incorporado en las importaciones, mientras que en el segundo caso lo contrario es cierto. Como resultado, los cálculos de Leontief contradicen la suposición de que los Estados Unidos eran ricos en capitales en 1947 si la mano de obra y el capital eran los dos únicos factores de la producción. Por supuesto, la mano de obra y el capital no eran los únicos dos factores de la producción. Además de los diferentes tipos de tierra y de recursos naturales, hay diferentes tipos de mano de obra, no calificada y calificada, y diferentes tipos de capital, como maquinaria y estructuras. Por lo tanto, no es necesario que uno de estos dos insumos, mano de obra y capital, tenga exportaciones netas y que el otro sea importado. De hecho, en los datos de Leontief los Estados Unidos exportaron neto más de 23 000 millones de dólares y cerca de 2 000 millones de hombresaño neto. Es decir, los Estados Unidos exportaron a la vez servicios de capital y de mano de obra. Con exportaciones netas de capital y mano de obra, los Estados Unidos podían ser ricos en capitales incluso cuando su coeficiente capital-mano de obra en sus importaciones excediera a sus coeficientes de capital-mano de obra en sus exportaciones, si el coeficiente de sus exportaciones netas de capital relativamente a sus exportaciones netas de mano de obra excediera el coeficiente de capital a mano de obra incorporados en su consumo. Leamer calculó que el coeficiente de las exportaciones netas de capital relativo a las exportaciones netas de mano de obra se aproximaba a los 12 000 dólares por añohombre, en tanto que el coeficiente del capital a mano de obra en el consumo se aproximaba a los 7 000 dólares por año-hombre, caso en el que se satisface esta condición. Por lo tanto, no hay nada paradójico en el hallazgo de Leontief; los Estados Unidos pudieron ser ricos en capital en 1947 y no obstante tener en sus importaciones un coeficiente de capital-mano de obra mayor que en sus exportaciones.39 El análisis de Leamer indicó la forma en que se puede usar la teoría para interpretar evidencia, pero no propuso una forma de someter a prueba la teoría de las proporciones de los factores. Bajo la hipótesis de que la teoría es correcta, derivó condiciones en que la evidencia de Leontief se corresponde

con la noción de que los Estados Unidos eran ricos en capital en 1947. Para poner a prueba la teoría, sin embargo, es necesario equiparar la variación en las mediciones de abundancia de los factores de Vanek (esto es, las diferencias entre la dotación de factor de un país y su tasa proporcional en las dotaciones de factor mundiales) con la variación en el contenido de factor de las exportaciones netas. Para esto, es necesario contar con datos sobre los flujos de comercio y las dotaciones para una muestra suficientemente grande de países. Bowen, Leamer y Sveikauskas (1987) proporcionan una primera prueba de este tipo. Utilizan 12 factores y 24 países para calcular el contenido de factor de las exportaciones netas y las mediciones de la abundancia del factor en 1967, haciendo uso del cuadro de insumo-producto de los Estados Unidos como una matriz tecnológica común. Encuentran muy poco ajuste entre el contenido de factor de las exportaciones netas y las mediciones de abundancia del factor. Pruebas poco refinadas que examinan el grado en que los signos de las mediciones del contenido de factor y de la abundancia de factores concuerdan (es decir, si el contenido de factor es positivo [negativo] cuando la medición de abundancia del factor es positiva [negativa]), o que aunque tengan un rango similar, no se desempeñan bien; la prueba de los signos es violada en aproximadamente una tercera parte de los casos y la prueba del orden por rangos es violada en casi la mitad. Dicho de otro modo, las ecuaciones de Vanek no proporcionan una buena descripción de estos datos. Trefler (1995) repitió el análisis de Bowen, Leamer y Sveikauskas con un conjunto de datos que consistía en 33 países y nueve insumos en 1983, y llegó a una conclusión parecida. Sin embargo, él identificó las fuentes del desajuste entre las mediciones del contenido de factor y las de la abundancia del factor. Primero, las mediciones del contenido de factor son sistemáticamente demasiado pequeñas en valores absolutos en comparación con las mediciones de la abundancia del factor. Esto significa que el intercambio comercial que predicen las diferencias en las dotaciones de factor excede considerablemente al comercio exterior observado en los servicios factor, fenómeno al que se conoce como “el comercio perdido”. Segundo, para los países pobres, las mediciones de abundancia de factor resultan en una predicción mayor del contenido de factor de las exportaciones netas que en el caso de los países ricos. Por lo anterior, pareciera que los países pobres no exportan suficiente contenido de factor y que importan demasiado contenido de factor en comparación con los países ricos. Finalmente,

pareciera que los países pobres tienen abundancia en más insumos que los países ricos. Estos hallazgos sugieren que los niveles de productividad pueden diferir entre los diferentes países, lo que contradice el supuesto del modelo teórico. Si los países en desarrollo son menos productivos que los desarrollados, entonces las mediciones estándar de las dotaciones de factor exageran las cantidades efectivas de sus insumos en comparación con los países ricos. Este sesgo puede explicar la segunda y la tercera características de los datos. En otros términos, el supuesto de que todos los países pueden aprovechar el mismo fondo de existencias tecnológicas es demasiado fuerte. En verdad, mucha evidencia sugiere que la productividad de factor total (PFT) difiere mucho entre los diferentes países (véanse Dollar y Wolff, 1993, y Helpman, 2004), e incluso entre las siete economías más ricas —que tienen niveles de desarrollo parecidos— hay considerables diferencias en la PFT (véase Helpman, 2004). Para examinar el poder explicativo de las diferencias en la productividad, Trefler (1995) desarrolla dos versiones modificadas de las ecuaciones de Vanek. En una versión permite las diferencias neutrales de Hicks en las PFT en los países; esto es, hace posible que los países difieran de una manera proporcional en la eficiencia con que aprovechan sus insumos. Esto significa, digamos, que si los Estados Unidos son 20% más eficientes que Italia en el uso de una particular combinación de insumos, en el sentido de que los Estados Unidos producen 20% más producto con estos insumos, entonces también son 20% más eficientes que Italia en el uso de todas las otras posibles combinaciones de esos insumos. En la segunda versión, divide a los países en dos grupos: el Norte, que consiste en un grupo con un alto ingreso per cápita, y el Sur, integrado por los países más pobres. Se supone que los países ricos comparten la misma tecnología que los Estados Unidos. Los países pobres también comparten una tecnología común, excepto que la de ellos difiere de la tecnología de los Estados Unidos por un sesgo en los factores; en el Sur cada uno de los factores de producción puede ser menos productivo que en el Norte, pero en diferentes grados. Esto significa que si un egresado de nivel educativo medio en un país del Sur necesita dos horas para contribuir a la producción, lo mismo que le toma una hora a un egresado de la educación de nivel medio en los Estados Unidos, entonces este coeficiente de dos a uno también se aplica a todos los graduados de educación media de todos los demás países del Sur. Además, también significa que el coeficiente puede ser diferente para los graduados universitarios. Por ejemplo, puede ser

el caso que se requieran tres horas para que un graduado universitario de un país del Sur contribuya a la producción tanto como puede hacerlo en una hora un graduado universitario de los Estados Unidos. Aun así, se sigue manteniendo la igualdad de los precios de los factores, pero sólo si se aplica a las unidades efectivas de todo insumo. En los ejemplos de los graduados de las instituciones de educación media, la igualdad de los precios de factor de las unidades efectivas implica que un egresado del nivel medio gana en el Sur la mitad del salario de lo que un graduado de nivel medio obtiene en el Norte.40 Al hacer una estimación de las dos versiones del modelo, Trefler encuentra que la versión neutral de Hicks de las diferencias en la tecnología funciona mejor. Si se toma en cuenta esta modificación, el desajuste entre las mediciones del contenido de factor y de la abundancia de factor es mucho más pequeño, aunque a pesar de todo sigue siendo significativo. Es decir, las diferencias en la tecnología ayudan a explicar los datos, pero no lo suficiente para eliminar el “comercio perdido”. En el curso de esta investigación quedó claro que los supuestos incorporados en los modelos teóricos son demasiado “fuertes” para el análisis de datos. Trefler (1995) ha mostrado que por lo menos se deben tener en cuenta las diferencias proporcionales en la PFT entre todos los países. Hakura (2001), por su parte, ha mostrado que usar los cuadros de insumo-producto de países individuales para calcular el contenido de factor de las exportaciones (no de las exportaciones netas) mejora considerablemente el ajuste con los datos. Las diferencias entre todos los países en el uso de factores por unidad de producto puede originarse en dos fuentes: la variación en la tecnología y la variación en los precios de los factores. Ambos son potencialmente importantes. De hecho, no deja de ser cierto que las diferencias en los precios de los factores pueden sesgar el contenido de factor de las exportaciones netas hacia cero, como Trefler encontró en sus datos. Para saber la razón, considere a la mano de obra y al capital, y suponga que el capital es más barato y la mano de obra es más cara en los Estados Unidos que en otros países. Entonces, el cálculo del contenido de factor de las exportaciones de los Estados Unidos, usando su cuadro de insumo-producto, proporciona las mediciones correctas para este país. Pero calcular el contenido de factor de las importaciones de los Estados Unidos usando el cuadro de insumoproducto correspondiente proporciona una medición sesgada, porque como

un resultado de las diferencias de los precios de factor, los otros países usan menos capital y más mano de obra por unidad de producto que los Estados Unidos. Como resultado, las estimaciones del contenido de factor de las exportaciones netas estadunidenses que se obtienen del cuadro de insumoproducto respectivo subestiman el contenido del capital y sobrestiman el contenido de mano de obra de las exportaciones netas. En este caso parecerá que los Estados Unidos exportan muy poco capital e importan muy poca mano de obra en comparación con las mediciones de su abundancia de factor. Davis y Weinstein (2001) encontraron que corregir las mediciones de contenido de factor teniendo en cuenta el efecto de las diferencias entre los países en la disponibilidad de mano de obra y capital mejora significativamente su ajuste con las mediciones de la abundancia de factor. Más aún, tener en cuenta los insumos intermedios y la presencia de bienes que no son objeto de comercio exterior también mejora el ajuste. En resumen, tener en cuenta las diferencias tecnológicas neutrales que plantea Hicks, el efecto de las diferencias en las dotaciones de factores sobre los precios de factor y por lo tanto sobre los coeficientes de insumo-producto, los insumos intermedios y los bienes que no son objeto de comercio exterior, conjuntamente, ayuda a explicar los datos razonablemente bien.41

1 Este enunciado debe ser tomado con reservas porque el comercio exterior de servicios de los factores introduce consideraciones de ventaja absoluta en los determinantes de los flujos del comercio internacional; véase Jones (1980). 2 Este argumento supone que la mano de obra puede ser empleada ya sea en la producción de paño o en la producción de vino, y que no existen otras oportunidades de empleo. 3 El papel de las condiciones de la demanda en la determinación de los precios relativos fue discutido por Mill (1909) en 1848, en su capítulo “Sobre los valores internacionales”. 4 Aunque Ricardo no discute este tema explícitamente, se ha interpretado su ejemplo como una representación de las diferencias en las capacidades técnicas de Inglaterra y Portugal más que de las diferencias en la composición de las habilidades técnicas de sus trabajadores. Esta interpretación es congruente con la observación de Ricardo de que sería eficiente llevar a todos los trabajadores ingleses a Portugal si esto fuera posible. Lo que está implícito en este enunciado es que los trabajadores ingleses que residieran en Portugal pueden producir cantidades iguales a las de los trabajadores portugueses, porque al residir en Portugal pueden acceder a la tecnología portuguesa. 5 En McKenzie (1953-1954) puede encontrarse una discusión de los sistemas ricardianos con insumos intermedios. 6 Este argumento supone que no hay costos de transporte, aranceles u otros impedimentos al comercio, y que en todos los mercados hay competencia que conduce a que todos sean aceptadores de precios. Trataré de las desviaciones que se alejan de esta forma extrema de competencia en el capítulo III. 7 En esta discusión supongo que el vino es un producto homogéneo (es decir, diferentes productores de vino en Portugal o Francia ofrecen botellas de vino que son sustitutos perfectos entre sí). Obviamente esto no es cierto en el caso del vino y tampoco es cierto para muchos otros productos, como la vestimenta, las medicinas o los automóviles. Trataré de la diferenciación de los productos y de la proliferación de marcas en la sección 1 del capítulo III. 8 Supongo, como es común en este tipo de análisis, que cada país tiene un comercio exterior equilibrado. Las desviaciones del equilibrio comercial son importantes en la práctica. Pero lo característico es que tengan efectos menores sobre la dirección del comercio. 9 Por las limitaciones presupuestales no es posible que la demanda de mano de obra exceda a la oferta en ambos países, y también es imposible que la demanda sea menor que la oferta en ambos países. 10 Dornbush, Fischer y Samuelson (1977) incluyen muchos productos, cada uno representado por un punto en el intervalo de una línea. Esta representación es conveniente por razones técnicas, pero no afecta las percepciones económicas. También utilizan proporciones de gasto constantes para simplificar la demanda, por lo que el argumento de Ricardo sobre la oferta se torna más transparente. Wilson, (1980) presenta una generalización. Importantes contribuciones tempranas a estos temas son, entre otras, las de Graham (1948) y McKenzie (1954). 11 A una disminución en los precios de los bienes exportables relativamente a los precios de los bienes importables se le denomina “deterioro en los términos del intercambio”. 12 A veces un país conserva en forma de activos extranjeros parte del pago que recibe por sus exportaciones. Pero si estos activos extranjeros nunca se utilizan para pagar bienes extranjeros, obviamente no contribuyen al bienestar del país. Por lo tanto, de esto se deduce que incluso si esas ganancias por las exportaciones no se utilizan inmediatamente para pagar importaciones, finalmente se utilizarán. El punto de vista mercantilista de los siglos XVI y XVII de que la acumulación del oro o la plata (obtenida por medio de un exceso de las exportaciones sobre las importaciones) contribuye directamente a la prosperidad de la nación es refutado por los estudiosos modernos. 13 A esto se le conoce como la formulación del témpano que se derrite (the melting iceberg) de los costos de transporte, que originalmente fue propuesta por Samuelson (1954). (La analogía es con un témpano que parcialmente se derrite en el camino cuando se le transporta de su punto de origen a un

destino lejano.) Helpman (1976) desarrolla un modelo de comercio internacional en que a la tecnología de transporte se le trata de la misma manera que a la tecnología de la producción, y Matsuyama (2007) desarrolla un modelo, siguiendo a Dornbusch, Fischer y Samuelson (1977), en que la tecnología para abastecer a los mercados extranjeros es diferente de la tecnología para abastecer al mercado interno. 14 Varios estudios publicados en las décadas de 1950 y 1960 examinaron la relación entre los costos relativos y las exportaciones relativas a terceros mercados para poner a prueba la teoría de Ricardo (véase McDougall, 1951, 1951, y Stern, 1962). Sin embargo, sucede que la teoría no predice una relación clara entre estas variables en un mundo con muchos países. Por esta razón los hallazgos de estos estudios, aunque interesantes, son de valor limitado para comprobar la teoría. 15 Más precisamente, suponen que la productividad de la mano de obra sigue una distribución Frechét (o tipo II del valor extremo). 16 Eaton y Kortum (2002) no describen en detalle la estructura del equilibrio general de su modelo; solamente desarrollan las ecuaciones que se necesitan para predecir los flujos de comercio entre pares de países. Alvarez y Lucas (2007) desarrollan las implicaciones del equilibrio general pleno del modelo de Eaton-Kortum. 17 El artículo original de Heckscher fue publicado en 1919 en Economisk Tidskrift 21, pp. 497-512, una revista sueca de economía. Fue traducido por primera vez al inglés en una forma resumida en 1949. Una traducción actualizada de todo el artículo, con el título “The Effect of Foreign Trade in the Distribution of Income”, se incluyó en Flam y Flanders (1991). La contribución original de Ohlin fue publicada en sueco en 1924, como su tesis doctoral, presentada en la que actualmente es la Universidad de Estocolmo. Una traducción completa de esta tesis, intitulada “The Theory of Trade”, también se presenta en Flam y Flanders (1991). Una versión ampliada de esta tesis fue publicada como libro en 1933 con el título Interregional and International Trade; véase Ohlin (1933). 18 Después de estudiar con Eli Heckscher, Ohlin procedió a escribir una tesis con Guztav Cassel, que era el rival intelectual de Heckscher. El vínculo de Ohlin con Cassel fue causa de tensiones entre él y Heckscher. Véase Flam y Flanders (1991). 19 Una tecnología presenta economías de escala si una expansión proporcional de todos los insumos aumenta la producción más que proporcionalmente. Y una tecnología presenta deseconomías de escala si una expansión proporcional de todos los insumos aumenta la producción menos que proporcionalmente. Una tecnología no presenta ni economías de escala ni deseconomías de escala si una expansión proporcional de todos los insumos aumenta la producción por el mismo factor de proporcionalidad. Heckscher, y particularmente Ohlin, estudian las economías de escala como una fuente independiente de los costos comparativos. Se tratará del papel de las economías de escala en el capítulo III. 20 Ohlin hace un enunciado casi idéntico sobre el papel de la escasez relativa (esto es, los precios relativos de los factores de la producción): “Por lo tanto, puede concluirse que la causa del comercio interregional se encuentra en una diferencia en la escasez relativa de los factores productivos, que en cada región se manifiesta en precios absolutos menores de algunos factores y bienes, y precios mayores de otros factores y bienes relativamente a los del exterior. Es esta diferencia en los costos absolutos de la producción y en los precios la causa inmediata del comercio exterior y la que hace que cada región se especialice en la producción de los bienes que puede producir más baratos que otras” (Ohlin, 1924, p. 89, en Flam y Flanders, 1991). 21 Sin embargo, Ohlin no consideró que la igualación de los precios de los factores fuera un resultado probable. Véase la discusión adicional acerca de los efectos del comercio exterior sobre los precios de los factores más adelante en este capítulo y en el siguiente. 22 Ford (1982) indicó que siempre que los precios relativos del capital y de la mano de obra difieren entre los países, hay circunstancias (por ejemplo, cuando la elasticidad de sustitución entre la mano de obra y el capital es la misma en todas las industrias) en que el modelo Heckscher-Ohlin adquiere una propiedad clave del modelo ricardiano: el orden por rangos de la mano de obra relativa sectorial coincide con el orden por rangos de los costos relativos. En estas circunstancias, los

requerimientos de mano de obra relativa no son originados por las características geográficas o “naturales”, como sucede en el mundo de Ricardo, sino más bien por variaciones entre los sectores en la utilización de capital por unidad de producción. 23 Las predicciones ex-ante y ex-post pueden no coincidir si hay intensidad inversa en los factores, lo que significa que el ordenamiento de los sectores por la intensidad de los factores es susceptible de ser influido por los precios de los factores. En estas circunstancias, el ordenamiento de los sectores por la intensidad de los factores con un conjunto determinado de precios de los factores difiere del ordenamiento de los sectores según la intensidad de los factores con un diferente conjunto de los precios de los factores. Véase Chipman (1966) para una reseña de las obras sobre este tema. 24 Derivaciones sencillas de este importante resultado pueden encontrarse en Dixit y Norman (1980, cap. 4) y Helpman y Krugman (1985, cap. 1). 25 Como muchos modelos económicos, éste se concentra en un tema en particular y tiene implicaciones que no se ajustan a los hechos en otras “dimensiones”. Cuando éste es el caso, la pregunta que importa es qué tan sólidas son las predicciones del modelo en lo que se refiere al tema en el cual se concentra. Se trata de esto con más detalle posteriormente en este capítulo. 26 Esto requiere construir los datos de un modo que asegure que el número de sectores es el mismo que el número de factores de la producción, y que los requerimientos de insumo resultantes por unidad de producto satisfacen una condición técnica de independencia en los sectores. Leamer (1984), de hecho, construyó sus datos de este modo. 27 Utilizo las exportaciones netas como la variable que interesa porque a niveles de agregación comunes de los conjuntos de datos sectoriales, los países importan y exportan productos dentro de los sectores (a esto se le conoce como comercio intraindustrial), pero en cambio la teoría predice el comercio solamente en una dirección. Se tratará de este tema con más detalle en el capítulo III. Por ahora observe que si un país exporta más que lo que importa, sus exportaciones netas son positivas, y si un país importa más que lo que exporta, sus exportaciones netas son negativas. 28 Los datos de Leamer (1984) cubren 60 países y 11 factores de la producción: tres tipos de mano de obra, diferenciados por los niveles de capacitación; cuatro tipos de tierra, diferenciados por las cualidades climáticas; carbón; minerales, y petróleo. También cubre 11 sectores, 10 de los cuales se incluyen en el cuadro. El undécimo sector se define como la parte restante del producto nacional bruto (PNB). 29 No nos ocuparemos aquí del tamaño de estos coeficientes, los que se han estimado con diferentes grados de precisión, sino más bien solamente de sus signos (es decir, si son positivos o negativos). 30 Leamer (1984) encuentra que la relación lineal es una buena aproximación en todos los sectores excepto en la maquinaria y los productos químicos, en que los datos indican posibles no linealidades. 31 En Hunter (1991) se supone que prevalecen preferencias idénticas en todos los países, pero las proporciones del presupuesto dependen del ingreso per cápita (esto es, las preferencias no son homotéticas). Se estima un sistema de gasto lineal para 34 países en 11 agregados de mercancías. Se realiza un ejercicio contrario a los hechos para estimar el volumen del comercio causado por desviaciones homotéticas de las preferencias. Los resultados sugieren que las preferencias no homotéticas pueden explicar hasta una cuarta parte de los flujos del comercio interindustrial. 32 Siguiendo la idea de Leamer, un gran número de estudios examinó las relaciones lineales entre los insumos y los productos. Para ejemplos, véanse Harrigan (1995) y Reeve (2006). 33 La constancia de los niveles sectoriales de la intensidad de los factores frecuentemente se obtiene suponiendo que los precios de las mercancías no cambian, y como consecuencia tampoco cambian los precios de los factores. 34 El teorema de Rybczynski, el teorema de Heckscher-Ohlin y muchos otros resultados para el caso de dos sectores y dos factores de la producción son muy pulidamente derivados en Jones (1965). 35 Fitzgerald y Hallak (2004) muestran que las estimaciones acostumbradas de los coeficientes de

Rybczynski están sesgadas porque no tienen en cuenta las diferencias en la productividad entre los países. Este sesgo también explica el hallazgo común de que el capital tiene un efecto positivo sobre los niveles de producción de la mayoría de las industrias manufactureras. 36 El supuesto de la igualación de los precios de los factores es muy arriesgado; requiere que la composición de las dotaciones de factores no difiera mucho entre los países. Y, como se explicará más adelante, tiene implicaciones particularmente fuertes para el análisis del contenido de factores. 37 Estas predicciones no dependen del número de insumos primarios o del número de sectores, siempre que exista igualación en el precio de los factores. Sin embargo, esta última es más probable cuando hay más bienes que factores. 38 En vez del consumo, debiéramos usar la absorción interna, que consiste en el consumo, la inversión y el gasto del gobierno. Sin embargo, por la claridad de la exposición, haré referencia al consumo. 39 En el resultado, otras relaciones en los datos son inconsistentes con que los Estados Unidos sean ricos en capital; véanse Brecher y Choudhri (1982) y la siguiente discusión de las pruebas empíricas de las ecuaciones de Vanek. 40 Trefler (1993) estima las diferencias a nivel de los países en la tecnología sesgada de factor en un modelo en el que se supone que las ecuaciones de Vanek son válidas. Muestra que las medidas resultantes de la productividad de la mano de obra están muy correlacionadas con los salarios y que las resultantes medidas de la productividad del capital están correlacionadas con los costos de capital. 41 Davis, Weinstein, Bradford y Shimpo (1997) encuentran que no se necesita de las diferencias en los coeficientes de insumo-producto para explicar el contenido de factores del comercio entre las regiones japonesas. Esto es consistente con la opinión de que los precios de los factores son más similares entre las regiones de un país que entre los países.

II. GANADORES Y PERDEDORES SMITH y Ricardo creían que la especialización y el comercio benefician a todas las partes. Ricardo en particular amplió este punto de vista al aplicarlo a los países, argumentando que las restricciones al comercio son dañinas. Participó en un debate relacionado con las “Leyes de Granos”, una importante acción de legislación proteccionista que fue aprobada en el Parlamento británico por la aristocracia terrateniente en 1815, dos años antes de la publicación de su opus magnum, Los principios de economía política y tributación.1 De hecho, Ricardo desarrolló su teoría de la ventaja comparativa para ilustrar los beneficios del libre comercio. Recuerde el ejemplo de Ricardo del paño y el vino: Inglaterra requiere 100 hombres-año para producir una cierta cantidad de paño que a Portugal sólo le costaría la mano de obra de 90 hombres-año; Inglaterra requiere de 120 hombres-año para producir una cierta cantidad de vino que Portugal podría producir con sólo 80 hombres-año. Para ser más concretos, elijamos las unidades de medida de tal modo que la cantidad de paño producida en este ejemplo es 100 y la cantidad de vino es 120. Como la mano de obra que se utiliza por unidad de producto es constante en la producción de ambos bienes, esto implica que un trabajador inglés puede producir en un año una unidad de paño o una unidad de vino, en tanto que el trabajador portugués puede producir en un año 10/9 unidades de paño o 1.5 unidades de vino. Por consiguiente, Inglaterra puede convertir una unidad de paño en una unidad de vino trasladando a un trabajador durante un año de la producción de paño a la de vino, en tanto que Portugal puede convertir una unidad de paño en 1.5 unidades de vino trasladando a un trabajador de la producción de paño a la de vino durante 9/10 de un año. Bajo estas circunstancias, el precio del paño es el mismo que el precio del vino en Inglaterra y el precio del paño es mayor en 35% que el precio del vino en Portugal cuando ninguno de los dos países participa en el comercio exterior. Por otra parte, el precio del paño es por lo menos tan alto como el precio del vino pero no más de 35% cuando los dos países intercambian productos entre sí. Para ejemplificar, suponga que el precio del paño excede el precio del

vino en 20% cuando hay intercambio comercial entre los dos países. El razonamiento que apoya al comercio exterior puede ser expuesto de la siguiente manera. Cuando Inglaterra no comercia, produce ciertas cantidades de paño y vino, y este último costará igual que el paño. Al abrirse al comercio, Inglaterra puede especializarse en la producción de paño y comprar todo su vino a Portugal. En particular, suponga que Inglaterra conserva todo el paño que acostumbraba consumir en autarquía y vende a Portugal la producción restante. Como en el intercambio con Portugal el paño cuesta 20% más que el vino, Inglaterra obtiene de Portugal 1.2 más vino que el que producían sus trabajadores en autarquía. En este caso, los ingleses disfrutan de la misma cantidad de paño que consumían en condiciones de autarquía y beben más vino. Además, si venden a Portugal un poco menos de paño, los ingleses pueden tener a la vez más vino y más paño. Para decirlo de otra manera, comerciar con Portugal hace que se disponga de posibilidades de consumo que superan los niveles del consumo en la autarquía. La posibilidad de la expansión de las posibilidades de consumo próximas a la “canasta” de consumo de autarquía es la clave de los beneficios que se obtienen en el comercio exterior, y se generaliza a economías con estructuras de producción mucho más complejas. Un argumento similar se aplica a Portugal, que al especializarse en vino puede convertir en realidad posibilidades de consumo que rinden más paño y más vino que sus niveles de consumo en autarquía. Más generalmente, el comercio rinde mejores posibilidades de consumo cuando los países se especializan según su ventaja comparativa. Para completar el argumento, es necesario mostrar que las mejores posibilidades de consumo hacen que el comercio exterior sea beneficioso. En otras palabras, un país no pude tener menos bienestar cuando obtiene para sí mismo oportunidades de consumo que le dan mayores niveles de bienestar. Aunque esta parte de la argumentación puede ser percibida como trivial, porque no se puede imaginar que se dejarán pasar las buenas oportunidades, de hecho está lejos de ser algo obvio. Primero, el argumento requiere un enunciado claro de lo que se entiende por bienestar de un país. Segundo, se requiere percibir algunas comprensiones económicas profundas para probarlo, incluso en los casos más sencillos. La razón es que la asignación de recursos productivos, los niveles de ingresos y las oportunidades de consumo están regidos todos por las fuerzas del mercado. Por esta razón, la pregunta no es sólo si están disponibles resultados preferibles, sino también si los pueden producir las fuerzas del mercado (véase el capítulo III).

En el resto de este capítulo trato de estos temas con mayor detalle, haciendo hincapié en los conflictos distributivos entre los ganadores y los perdedores. No obstante, antes de analizar estos conflictos, explico los resultados generales de las ganancias por el comercio exterior para economías en que no se tienen consideraciones distributivas.

1. SIN CONFLICTOS DISTRIBUTIVOS Considere un país que opera en autarquía. Como resultado, el consumo interno es igual a la producción interna de cada bien. Los niveles de producción resultan de la asignación de los recursos productivos a las varias actividades y a su empleo con el conocimiento tecnológico del país. En este momento no establecemos restricciones sobre la naturaleza de los bienes, preferencias, insumos o tecnología. A continuación suponga que surge la oportunidad de comerciar con otros países. La primera pregunta es si esta oportunidad amplía las posibilidades de consumo en las proximidades de los niveles de consumo de la autarquía. Para esta finalidad, imagine que una autoridad central que tiene toda la información sobre las oportunidades productivas y las preferencias individuales toma el control de la economía del país. Entonces esta autoridad puede elegir no comerciar con otros países y asignar a cada individuo la canasta de consumo y las obligaciones de empleo que el individuo tenía en la autarquía. Obviamente, en estas circunstancias todo individuo está tan bien como estaba en la autarquía.2 En otros términos, las oportunidades de comerciar incluyen el resultado de la autarquía. A partir de este punto, la autoridad central puede explorar dos opciones. Primero, puede “congelar” los niveles de empleo y producción autárquicos mientras estudia las posibilidades de intercambio de bienes con otros países. Podría, entonces, encontrar comercios benéficos, en el sentido de que al vender a extranjeros ciertos productos a cambio de otros productos puede hacer que todos los individuos y la economía estén en una mejor situación. Como ejemplo, suponga que —entre muchos otros productos— todos los individuos en esta economía consumen pasta y queso, y que es posible cambiar una libra de pasta por una libra de queso con los países extranjeros. Entonces, si se reduce el consumo de pasta en una libra y se aumenta el

consumo de queso en una libra, la autoridad central puede encontrar una forma de hacer que todos los individuos estén mejor. Si esto no funciona, entonces puede estudiarse el comercio al contrario, es decir, reducir el consumo de queso en una libra y aumentar el consumo de pasta en una libra. Es muy probable que alguno de estos comercios demuestre resultar beneficioso. Naturalmente, también se pueden contemplar intercambios más benéficos con la expectativa de encontrar uno que pueda hacer que todos los individuos estén mejor. Segundo, la autoridad central puede reducir la producción de algunos productos y aumentar la producción de otros desplazando recursos de las primeras actividades hacia las segundas. Para ejemplificar, piense nuevamente en la pasta y el queso. La autoridad central puede tomar algunos de los factores de la producción empleados en la producción de pasta y asignarlos a la manufactura de queso. Para concretar, suponga que, reduciendo la producción de pasta en dos libras, la autoridad central puede aumentar la producción de queso en una libra. Naturalmente, si este queso puede cambiarse por pasta con los extranjeros libra por libra, esta clase de reasignación de recursos no es un buen negocio. Sin embargo, en este caso la reasignación contraria sí sería un buen trato. Es decir, trasladar los recursos de la producción de queso a la producción de pasta. Al pasar los recursos de la producción de queso a la de pasta, la autoridad central puede renunciar a una libra de queso y obtener dos libras de pasta.3 Entonces puede vender las dos libras de pasta a los extranjeros a cambio de dos libras de queso. Como resultado, tendrá las mismas cantidades de todos los bienes que tenía en la autarquía, excepto por el queso, del cual tendrá una libra de más. Luego, se podrá distribuir esa libra adicional de queso a cada individuo y beneficiarlos a todos. Además, queda en claro por este argumento no sólo que la autoridad central puede asegurar más consumo de los otros bienes intercambiando parte de la libra adicional de queso por otros productos. En estas condiciones, se pueden distribuir las mayores cantidades de bienes a los individuos de modo que todos estarán mejor que en la autarquía. Esto ejemplifica la forma en que pueden tenerse disponibles más bienes para el consumo cuando un país participa en el comercio internacional, y la forma en que se les puede emplear para aumentar el bienestar de todos.4 La pregunta importante es la siguiente: ¿asegura la disponibilidad de resultados en los que se mejora el bienestar la realización de esos efectos en una economía de mercado, en que la asignación de recursos está regida por el

mecanismo del mercado? Y ¿puede esto lograrse con o sin políticas mediadas por el gobierno, como los impuestos y los subsidios? Porque, después de todo, estamos interesados en las economías de mercado, que representan el modo organizacional de la actividad económica. La respuesta es sí, en ciertas circunstancias. Una economía neoclásica con individuos idénticos proporciona un buen punto de comparación. En este tipo de economía, las tecnologías presentan una productividad decreciente de los insumos (esto es, cuanto más disponible esté un insumo, tanto menos contribuirá la última unidad del insumo a la producción), los derechos de propiedad están bien definidos, no hay externalidades (esto es, ninguna empresa o individuo se beneficia directamente o es dañado por las actividades de otra empresa o individuo) y hay competencia en los mercados de productos y factores (es decir, todas las empresas e individuos aceptan los precios en el sentido de que los consideran determinados independientemente de sus propias actividades). Una economía como esa tiene un equilibrio competitivo, y por el primer teorema de la economía del bienestar este equilibrio es eficiente en el sentido de Pareto. Esto último significa que no hay forma viable de cambiar la asignación de recursos para hacer que todos estén mejor (véase Arrow y Hahn, 1971). En este tipo de economía todos los individuos están igual de bien, porque tienen las mismas preferencias y combinaciones idénticas de recursos productivos.5 Ahora imagine que todos los países tienen estas características. En particular, todo país está poblado por individuos con oferta de mano de obra, preferencias y propiedad de activos idénticas, aunque los individuos pueden ser diferentes de un país a otro. Además, el primer teorema de la economía del bienestar implica que todo individuo está por lo menos tan bien en una situación de equilibrio del comercio exterior como en la autarquía.6 La razón es la siguiente: cuando un país elige participar en el comercio internacional, aprovecha la opción de intercambiar productos a los precios internacionales que prevalecen. En el ejemplo de la pasta y el queso estos precios le posibilitan intercambiar una libra de pasta por una libra de queso. Más generalmente, el comercio exterior le permite a un país transformar un conjunto de bienes en otro conjunto, en forma análoga a un proceso de producción. Así, con los anteriores precios de la pasta y el queso, el país puede transformar una libra de pasta en una libra de queso, o viceversa. Esto es similar a un proceso de producción en que la pasta sea un insumo y el queso un producto, o en que el queso sea un insumo y la pasta un producto.

Por esta razón, puede pensarse en el comercio internacional como la expansión de las posibilidades de producción, en que los precios internacionales determinan las tasas en las que varios bienes pueden ser transformados en otros bienes.7 Visto de esta manera, el comercio internacional no puede reducir el bienestar. La razón es que cuando un país participa en el comercio internacional, su equilibrio competitivo es eficiente en el sentido de Pareto bajo el supuesto de que las tasas de conversión de los bienes por medio del intercambio son constantes, porque —dadas estas tasas de conversión (precios)— siempre es posible no comerciar y alcanzar el nivel de bienestar autárquico.8 Por lo tanto, el bienestar en el comercio internacional de equilibrio es por lo menos tan alto como en una autarquía. Además, el argumento de que, al utilizar el comercio exterior, una autoridad central puede hacer que se tenga disponible una mayor cantidad de cada bien implica que, de hecho, los individuos están estrictamente mejor en el comercio internacional de equilibrio que es eficiente en el sentido de Pareto para los precios internacionales dados. La conclusión de que todos se benefician por el comercio exterior sin ninguna intervención gubernamental se fundamenta esencialmente en el supuesto de que todos los individuos son iguales. Como se verá, cuando los individuos difieren entre sí, el comercio internacional puede ser perjudicial para algunos. A pesar de todo, siempre hay formas en que el gobierno puede intervenir para asegurar que el comercio exterior beneficie a todos.

2. DOS ESTUDIOS DE CASO Casi es imposible obtener datos de los regímenes autárquicos. Esto hace difícil estimar los beneficios provenientes del comercio exterior. Por esta razón, los economistas se concentran en cambio en los efectos de bienestar de las varias políticas de comercio exterior con restricciones cuyo grado varía pero que no se aproximan a la total eliminación de los flujos del comercio exterior. Sin embargo, no es posible usar las estimaciones de las pérdidas de bienestar por estas restricciones para proyectar con cierta seguridad los resultados de la exclusión total de los mercados internacionales. A pesar de lo anterior, existen dos episodios históricos que proporcionan buenas aproximaciones a situaciones en que se ha pasado del comercio exterior a la autarquía y de la autarquía al comercio exterior: el embargo comercial de los

Estados Unidos de 1807 a 1809 y la apertura de Japón en 1859, respectivamente. En ambos casos los datos son lo suficientemente buenos para medir los costos de bienestar de la autarquía o los beneficios derivados del comercio exterior.

a) Los Estados Unidos Después de un periodo de acoso británico a los barcos de los Estados Unidos en el mar durante las guerras napoleónicas —acoso que era parte de los esfuerzos ingleses por bloquear el continente e impedir los embarques a Francia desde países neutrales—, el presidente Jefferson convenció al Congreso de imponer un embargo sobre el comercio exterior de los Estados Unidos. Según Irwin (2005, p. 632), la armada británica patrulló la costa este de los Estados Unidos e interceptó regularmente a las embarcaciones estadunidenses, realizó registros e incautaciones, confiscó barcos, cargas y otras propiedades, e incluso enroló a marineros (a los que se consideraba súbditos británicos) que se decía estaban evadiendo el servicio militar.

El objetivo del embargo era castigar a la Gran Bretaña e inducirla a cambiar su política naval. El embargo, que empezó en diciembre de 1807, no logró su objetivo y fue abrogado después de 14 meses, en marzo de 1809. La evidencia histórica es que el embargo fue muy efectivo impidiendo los flujos de comercio, aunque no los eliminó por completo. Por ejemplo, el tonelaje de los embarques estadunidenses a los puertos británicos disminuyó 80%, las exportaciones de mercancías nacionales de los Estados Unidos disminuyeron de 48.7 millones de dólares en 1807 a 9.4 millones en 1808, y las importaciones de los Estados Unidos para el consumo interno se redujeron de 85.1 millones de dólares en 1807 a 45.1 millones en 1808 (véase Irwin, 2005). Las exportaciones de mercancías de los Estados Unidos eran en su mayor parte algodón sin procesar, harina, tabaco y arroz, en tanto que sus importaciones estaban mucho más diversificadas. El promedio de los precios internos ponderado por el de las exportaciones de estas cuatro principales mercancías de exportación disminuyó 27% en menos de un año, mientras que el índice de precios de las mercancías importadas aumentó hacia finales del periodo del embargo más de 30%. Evidentemente, el embargo empeoró

considerablemente los términos de intercambio de los Estados Unidos. Irwin (2005) calculó una medida, basada en la teoría, de las pérdidas de bienestar que produjo esta restricción del comercio, y encuentra que su mayor componente —el valor de las importaciones netas evaluadas a los precios posteriores al embargo— ascendió a 46.9 millones de dólares. Cuando se tienen en cuenta componentes adicionales del bienestar, esta cifra se ajusta reduciéndose a 33.1 millones, lo que representa 4.9% del producto nacional bruto (PNB). Ésta es la estimación más importante para Irwin.9 Como el embargo no fue total, 4.9% del PNB es un límite inferior para los beneficios derivados del comercio exterior. Sugiere que la política de Jefferson le costó mucho a la economía de los Estados Unidos. En vista de este elevado costo y de la falta de efectividad del embargo para cambiar la política británica, no es sorprendente que el embargo haya sido revocado poco tiempo después.

b) Japón Los gobernantes Tokugawa de Japón adoptaron una política de autarquía casi total en 1639, y esta política prevaleció por más de 200 años, hasta 1859. Después de un periodo de disturbios hasta la restauración Meiji de 1868, Japón aumentó su comercio exterior con los países extranjeros incluso más rápidamente. De conformidad con algunas estimaciones, sus importaciones per cápita aumentaron 100 veces a principios de la década de 1870 (véase Bernhofen y Brown, 2005). Durante esa década, la mayoría de las exportaciones de Japón, en términos de valor, fueron la seda y el té, en tanto que sus importaciones fueron más diversas e incluyeron hierro, vías y equipo ferroviario, maquinaria, productos de lana, productos de algodón, azúcar no refinada y varios más. Algunas de estas mercancías importadas no eran manufacturadas en Japón. Entre 1846-1855 y 1871-1879, los precios de los principales productos de exportación de Japón aumentaron considerablemente con respecto a los del mundo. En particular, el precio de su seda no trabajada aumentó 26%, el precio de su té barato aumentó 50% y el del caro 64%, lo que redujo considerablemente la brecha de precios que existía entre Japón y el resto del mundo (véase Huber, 1971). Por otra parte, los precios de los productos importados por Japón convergieron hacia los precios mundiales, y Huber

calcula que los términos de intercambio de Japón (esto es, el índice de precios de los productos de exportación relativos a los productos que competían con las importaciones) aumentó 3.5 veces, lo que fue realmente una gran mejora. Simultáneamente, la integración de Japón en el sistema comercial internacional tuvo poco efecto sobre los precios mundiales. Utilizando estos datos junto con datos sobre los salarios urbanos en Edo (el actual Tokio), Huber estima beneficios por el comercio exterior del orden de 65% del ingreso nacional real. Se ha criticado la estimación de Huber, tanto por su metodología como por la utilización de los datos de salarios de Edo.10 En comparación, Bernhofen y Brown (2005) proporcionan un análisis más satisfactorio, que se deriva de un límite superior (fundamentado en la teoría) de los beneficios de Japón por el comercio exterior. Muestran que los beneficios para el bienestar por la apertura al comercio exterior no pueden exceder el valor de las importaciones netas sectoriales (esto es, las importaciones menos las exportaciones), evaluadas con los precios autárquicos. El límite superior es más o menos rígido si el comercio no tiene mucho efecto sobre los niveles de producción sectoriales, o si —más generalmente— el PIB en la situación autárquica no excede por mucho el valor de la producción en condiciones de equilibrio del comercio exterior, cuando los niveles de producción sectorial en condiciones de equilibrio del comercio exterior se valúan con los precios autárquicos.11 La falta de datos sobre el PIB dificulta evaluar el valor de estos beneficios estimados relativamente al nivel de ingreso de Japón. No obstante, para un rango razonable de niveles de ingreso, Bernhofen y Brown encuentran que el límite superior sobre las ganancias derivadas del comercio exterior varía entre 4.5 y 9.1% del PIB. Es cierto que éstas son mucho más bajas que las estimaciones de Huber, pero a pesar de todo son grandes. El caso japonés es interesante porque los datos sobre los precios autárquicos son confiables, y la apertura al comercio fue rápida. En estas circunstancias, los cambios en los precios y en los volúmenes comerciados en la década de 1860 pueden atribuirse razonablemente al comercio a diferencia de otras causas, como los cambios en las tecnologías o en las dotaciones de factores. Los beneficios provenientes del comercio de que se trata en este capítulo emanan de la capacidad de las economías abiertas para exportar a precios más altos e importar a precios más bajos que en una autarquía. A pesar de que estas fuentes de beneficios provenientes del comercio se determinan

intuitivamente, la prueba de su potencia requiere de análisis complejos, porque no es obvia la forma en que las fuerzas del mercado —una vez liberadas— llegan a obtener los resultados deseados. No obstante, una vez que se entiende que el comercio exterior hace posible que los países compren barato y vendan caro, esta percepción intuitiva tiene una implicación inmediata para la estructura de los flujos comerciales: esperamos que los países compren productos cuya producción es cara en una autarquía en comparación con sus precios con el comercio exterior, y que exporten productos cuya producción es barata en una autarquía en comparación con sus precios en el comercio exterior. En economías con muchos sectores y tecnologías complicadas, esta producción no se aplica independientemente a cada producto, porque los costos unitarios de los diferentes bienes están interrelacionados de formas complejas. No obstante, Deardorff (1980) y Dixit y Norman (1980) muestran que en promedio esta relación se mantendrá. En particular, cuando un país pasa de la autarquía al comercio exterior, los cambios resultantes en los precios de las mercancías tienen que correlacionarse negativamente con las importaciones netas o, lo que equivale a lo mismo, los cambios resultantes en los precios de las mercancías tienen que correlacionarse positivamente con las exportaciones netas. Esto significa que, en promedio, el país importa productos cuyos precios disminuyen y exporta productos cuyos precios aumentan. Bernhofen y Brown (2004) pusieron a prueba esta predicción con los datos japoneses de mediados del siglo xix, cuando el país se abrió al comercio exterior. La gráfica II.1 reproduce su principal hallazgo; muestra una clara correlación positiva entre los incrementos de los precios y las exportaciones netas, como sugiere el resultado de Deardorff-Dixit-Norman.12 Por lo general, Japón exportó productos cuyos precios aumentaron cuando el país se abrió al comercio exterior e importó productos cuyos precios disminuyeron. GRÁFICA II.1. Cambios en los precios y exportaciones netas en Japón, 1869

FUENTE: Bernhofen y Brown (2004).

3. CONFLICTOS POR LA DISTRIBUCIÓN Característicamente, cuando los residentes de un país no son iguales, existen conflictos por la distribución que matizan las actitudes individuales hacia el comercio exterior. Estas actitudes varían entre los individuos según sea su estatus económico y las características de su empleo, y están relacionadas con el efecto del comercio exterior sobre sus ingresos (véanse O’Rourke y Sinnott, 2001; Scheve y Slaughter, 2001, y Mayda y Rodrik, 2005). Para entender las variaciones en estas actitudes, es necesario entender la forma en que el comercio exterior afecta la distribución del ingreso. En el mundo de Ricardo no existen conflictos por la distribución porque sus supuestos aseguran que todo el ingreso llega a los trabajadores y que a todos los trabajadores se les paga por igual. Como resultado, todos los trabajadores ganan por el comercio exterior, incluso si tienen diferentes preferencias de consumo.13 Evidentemente, para introducir un conflicto por la distribución es necesario distinguir entre diferentes tipos de trabajadores, o entre la mano de obra y los otros factores de la producción, como el capital y la tierra.

Para ejemplificar, considere una alternativa al ejemplo de Ricardo del comercio en paños y vino entre Inglaterra y Portugal, en el que los dos países tienen dos tipos de trabajadores: especialistas en la producción de paño y especialistas en la producción de vino. Los especialistas en la producción de paño no saben cómo producir vino y los especialistas en la producción de vino no saben cómo producir paño. Obviamente, éste es un supuesto extremo sobre la sustitución imperfecta entre los trabajadores, que es justo lo contrario del otro supuesto extremo de la perfecta sustitución entre los trabajadores que adoptó Ricardo. Sin embargo, en forma parecida a lo que ocurre en el mundo de Ricardo, suponga que la producción por trabajador es constante dentro de cada industria, aunque puede ser diferente entre las industrias y entre los países. En este mundo los niveles de producción de cada país están determinados por la oferta de trabajadores especializados y por su productividad. La tasa de salarios de los especialistas en paño está determinada por el valor de la producción de paño por trabajador en la industria del paño, y la tasa de salarios de los especializados en el vino está determinada por el valor de la producción de vino por trabajador en el vino. De la mayor importancia es que estos niveles de producción son los mismos en un régimen autárquico y en un régimen que participe en el comercio exterior. Concretamente, suponga que el precio del vino es 50% más alto que el precio del paño en Inglaterra y 35% en Portugal cuando los dos países no comercian entre sí. Los números exactos que se usan aquí no importan, lo importante es que el vino es relativamente más caro en Inglaterra. La prima de 50% en el precio del vino tiene que asegurar que la demanda de paño por los ingleses sea igual a la oferta de paño y que la demanda de vino sea igual a la oferta de vino, y la prima de 35% sobre el precio del vino en Portugal tiene que asegurar el equilibrio del mercado en Portugal. Considere después el comercio entre los dos países. Cuando intercambian bienes, el precio del vino tiene que ser entre 35 y 50% más alto que el precio del paño.14 Suponga que es 40% más alto. Bajo estas circunstancias, Inglaterra importa vino y exporta paño en tanto que Portugal exporta vino e importa paño. En este equilibrio, los ingleses que se especializan en el paño están mejor que en la autarquía mientras que los que se especializan en la producción de vino están peor; por su parte, los trabajadores portugueses que se especializan en la producción de paño están peor que en la autarquía mientras que los que se especializan en el vino están mejor. Dicho de otro

modo, en todos los países el factor de la producción que se especializa en la industria que compite con las importaciones pierde por el comercio exterior, mientras que el factor de la producción que se especializa en la exportación gana. En este ejemplo hay un conflicto por la distribución entre sus especialistas partidarios de la importación y los partidarios de la exportación. De hecho, en este ejemplo queda muy claro este conflicto. Para entender cómo surge el conflicto, considere el caso de Inglaterra; sus especialistas en paño ganan un salario cuyo poder de compra es fijo en términos de paño mientras que sus especialistas en vino ganan un salario cuyo poder de compra es fijo en términos de vino. El salario en paño de los especialistas en paño (esto es, la cantidad de paño que pueden comprar con sus salarios) es la misma en la autarquía que en el equilibrio con el comercio exterior, y el salario en vino de los especialistas en vino (esto es, la cantidad de vino que pueden comprar con sus salarios) es la misma en autarquía que en el equilibrio con el comercio exterior. Sin embargo, el salario en vino de los especialistas en paño es diferente entre la autarquía y la participación en el comercio exterior, y el salario en paño de los especializados en el vino también es diferente en cada uno de estos regímenes. Como en la autarquía el vino es 50% más caro que el paño mientras que con el comercio exterior sólo es 40% más caro, los especializados en el paño pueden comprar en el régimen con comercio exterior más de ambos bienes que en la autarquía. Por el mismo razonamiento puede verse que el poder de compra de los salarios de los especializados en el vino es menor con el comercio exterior, porque en este régimen sus salarios pueden comprar la misma cantidad de vino que bajo la autarquía, pero la cantidad de paño que pueden adquirir es menor. De aquí se concluye que los especialistas en paño se benefician del comercio exterior, en tanto que los especialistas en vino pierden. Un argumento análogo para Portugal muestra que sus especialistas en vino se benefician del comercio exterior en tanto que sus especialistas en paño pierden. En resumen, en cada país los especializados en la producción de artículos que ahora son exportados ganan por el intercambio internacional mientras que los especializados en la producción de artículos que ahora son importados pierden. Aunque es un ejemplo extremo, este caso aclara un punto más amplio: los factores de la producción que están en las industrias que compiten con las importaciones tienden a perder por el comercio exterior, en tanto que los que están en las industrias exportadoras tienden a ganar. Este ejemplo es un caso

extremo: un insumo está atrapado en el sector que compite con las exportaciones y otro insumo está atrapado en el sector exportador. El mecanismo mediante el cual se materializan estas ganancias y pérdidas es un cambio en los precios relativos, que influye sobre los ingresos reales de los insumos. La apertura al comercio internacional aumenta el precio relativo de los bienes de exportación y reduce los precios relativos de los productos que compiten con las importaciones. Estos cambios en los precios se traducen en cambios en las recompensas de los factores que benefician a los insumos del sector de exportaciones y perjudican a los insumos del sector de importaciones. Jones (1971) estudió el efecto del intercambio comercial sobre la distribución del ingreso en una estructura que refuerza las afinidades sectoriales de los insumos, pero que es más flexible que la de nuestro ejemplo. Imagine una economía que produce paño y vino con rendimientos a escala constantes (es decir, las tecnologías tienen la propiedad de que un incremento proporcional en todos los insumos aumenta la producción por el mismo factor de proporcionalidad), en la que el paño se produce con capital (máquinas) y mano de obra, mientras que el vino es producido con tierra y mano de obra. Como en el ejemplo de Ricardo, la mano de obra es homogénea (no hay especialistas en vino o en paño), y los trabajadores pueden pasar libremente de un sector a otro. Cuando este tipo de economía se abre al comercio exterior, puede terminar exportando paño o vino. Si exporta paño, los propietarios del capital se benefician por el intercambio pero lo propietarios de tierras pierden. Los trabajadores pueden ganar o perder en términos de bienestar, porque el intercambio aumenta los salarios sectoriales del vino y reduce los salarios en el sector de los paños. En estas circunstancias, los trabajadores se benefician si beben mucho vino y consumen poco paño, pero pierden si su patrón de gastos está sesgado hacia el paño. No obstante, a diferencia del ejemplo anterior, ahora el salario no está fijado en términos de vino o de paño; cambia en términos de ambos bienes cuando se inicia el comercio exterior. Lo mismo ocurre con las recompensas a los otros factores de la producción, que están atrapados en sus respectivos sectores. Surgen conclusiones similares cuando el país exporta vino, excepto que en este caso los propietarios de tierras se benefician mientras que los propietarios de capital pierden. La conclusión general es que el insumo específico a un sector que está aliado con el sector exportador se beneficia por el comercio exterior, mientras que el insumo específico a un

sector que está aliado con el sector que compite con las importaciones pierde. El factor que puede pasar de uno a otro sector, la mano de obra, puede ganar o puede perder. Hasta ahora he utilizado una noción extrema de alianzas sectoriales de los insumos; un insumo está aliado con un sector si puede emplearse en este sector pero no puede emplearse en ninguna otra industria. La ausencia de la posibilidad de emplearse en otros sectores puede deberse por lo menos a dos razones: primero, porque la tecnología en los otros sectores está diseñada para utilizar insumos diferentes, y, segundo, porque no es posible reasignar el insumo a otros usos. En ambos casos, el insumo es específico a un sector. Un punto de vista prevaleciente es que a corto plazo surge cierto carácter específico por la dificultad de reasignar insumos sin costos y rápidamente entre las industrias, pero a largo plazo los factores de la producción pueden reubicarse productivamente entre los diferentes sectores (véanse Mussa, 1974, y Neary, 1978). Por esta razón es interesante estudiar economías en que todos los factores de la producción pueden emplearse productivamente en todas las industrias. Las conclusiones de esa investigación pueden entonces interpretarse como resultados a largo plazo. Sea como fuere, ¿pierde su utilidad esta noción de la afinidad de los insumos cuando los factores de la producción se mueven libremente entre las industrias? La respuesta es no, pero la naturaleza de esta alianza es diferente. Para ejemplificar, considere una economía de dos sectores y dos factores del tipo que se estudió en el capítulo previo cuando se trató de la teoría de las proporciones de los factores. Para ser más concretos, suponga que el paño y el vino son producidos con mano de obra y capital en condiciones de rendimientos a escala constantes; que en el paño se utiliza intensivamente el capital y en el vino la mano de obra, y que tanto el capital como la mano de obra se mueven libremente entre estas industrias. Si Inglaterra exporta paño, esto significa que el precio relativo del paño es mayor en el régimen de comercio exterior de lo que era en Inglaterra en condiciones de autarquía. ¿Qué implica esto para los beneficios que obtienen del comercio exterior los propietarios de capital y los trabajadores? La respuesta la proporcionan Stolper y Samuelson (1941). Ellos muestran que un incremento en el precio de un producto aumenta en un mayor porcentaje la recompensa del insumo usado intensivamente en su producción, y reduce la recompensa del otro insumo. Como consecuencia, el ingreso real del primer insumo aumenta (porque este insumo puede ahora comprar más de ambos bienes) mientras

que el ingreso real del segundo insumo disminuye (porque el poder de compra de la recompensa de este factor es ahora más bajo en términos de ambos bienes). Lo anterior implica que en Inglaterra los propietarios de capital se benefician por el comercio exterior, en tanto que los trabajadores pierden. En términos de alianzas sectoriales, puede pensarse en el capital como un aliado de la industria exportadora —que utiliza capital intensivamente— y en la mano de obra como aliada con la industria que compite con las importaciones, que utiliza intensivamente la mano de obra. Mayda y Rodrik (2005) encontraron apoyo empírico para ambas nociones de alianzas sectoriales en su estudio de las actitudes individuales hacia el comercio exterior. Primero, los individuos con niveles altos de capital humano, medidos ya sea por la educación o por las categorías ocupacionales, propenden a oponerse a las restricciones del comercio exterior en los países con grandes dotaciones de capital humano, pero no en los países que tienen dotaciones pequeñas del mismo. Su interpretación es que, en países con grandes dotaciones de capital humano, se espera que los individuos con mucha educación y bien capacitados se beneficien con un comercio más libre, lo que aumenta los precios de las exportaciones en relación con los precios de las importaciones, porque las exportaciones de estos países usan intensivamente el capital humano. En comparación, los países con dotaciones bajas de capital humano, los individuos con mucha educación y bien capacitados se benefician de los altos precios de las importaciones, porque en estos países los sectores que compiten con las importaciones utilizan el capital humano intensivamente. Segundo, los individuos apoyan o se oponen a las restricciones al comercio según sean las afiliaciones sectoriales. En particular, los que trabajan en sectores que no participan en el comercio exterior tienen preferencias favorables al intercambio internacional, mientras que los que trabajan en los sectores que tienen una conocida desventaja comparativa son los que menos apoyan el comercio exterior. La interpretación es que las recompensas al factor son específicas al sector. Por una parte, el ingreso real de un factor es más alto cuando el sector en que se emplea vende productos a precios más altos, y por esta razón los individuos que trabajan en los sectores exportadores (con una ventaja comparativa conocida) —que tienen precios más altos en condiciones de comercio exterior— se oponen a las restricciones al intercambio internacional. Por otra parte, los individuos que trabajan en sectores que no participan en el comercio exterior se benefician de éste como consecuencia de los bajos

precios de las importaciones, y por lo tanto ellos también se oponen a las restricciones sobre ese comercio. Hemos estudiado con algún detalle el efecto del comercio exterior sobre las recompensas de los factores en modelos de pequeña escala (esto es, modelos con un pequeño número de industrias y un pequeño número de insumos), que muestran los mecanismos de transmisión desde los precios de las mercancías a las recompensas de los factores. Estos modelos de pequeña escala dan predicciones incisivas. Jones y Scheinkman (1977) dan una respuesta a la pregunta de cuál de estas predicciones puede generalizarse a ambientes más complejos, con muchos bienes y muchos factores de producción. Muestran que en una economía que produce todos los bienes con rendimientos constantes a escala, un aumento en el precio de un producto crece proporcionalmente más la recompensa de por lo menos un factor y reduce por lo menos la recompensa de un factor.15 Naturalmente, un factor de la producción cuya recompensa aumenta proporcionalmente más que el incremento en el precio será beneficiado por el aumento de éste, mientras que un factor cuya recompensa disminuye será perjudicado. Esto significa que todo incremento en el precio beneficia a algunos factores de la producción y perjudica a otros. Como el comercio internacional aumenta los precios de los bienes exportables en comparación con los productos que compiten con las importaciones, probablemente el comercio exterior influirá en la distribución funcional del ingreso (es decir, el ingreso de los diferentes factores de la producción). En este proceso algunos ganan y otros pierden. Cuando el intercambio internacional beneficia a algunos individuos y perjudica a otros, lo que interesa es saber si los ganadores pueden compensar a los perdedores. Mi discusión de este problema no tiene en cuenta la posibilidad de la redistribución obligatoria del ingreso por mandato del gobierno como una respuesta al comercio exterior. Pero sí es posible preguntarse: “¿pueden los gobiernos redistribuir el ingreso de manera que asegure que el comercio exterior beneficie a todos?” Ésta es la pregunta de la que se tratará en la sección siguiente.

4. LA COMPENSACIÓN A LOS PERDEDORES En las economías neoclásicas con productividad marginal decreciente y en

las que no se puede influir en los precios internacionales en todos los mercados, el comercio internacional amplía las oportunidades de consumo de todos los países. Esta observación se remonta a Samuelson (1939), que estudió a un pequeño país que no podía influir en los precios, y a Kemp (1962) y Samuelson (1962), que ampliaron las percepciones intuitivas originales de Samuelson y las aplicaron a países grandes.16 Pero, como se vio en la sección previa, las mejores oportunidades de consumo para un país no se traducen en mejores oportunidades de consumo para todos sus residentes. En estas circunstancias, un gobierno puede intervenir y usar sus poderes de tributación para desplazar el ingreso de los individuos que se benefician por el comercio exterior hacia los que podrían perder, con la finalidad de llevar a cabo una distribución más equitativa de estos beneficios. Ciertamente, que esa estrategia pueda obtener beneficios del comercio exterior para todos depende de los instrumentos de política disponibles para esta finalidad. El caso del mejor escenario para que se hagan realidad esos beneficios amplios del comercio exterior se tiene cuando el gobierno puede usar impuestos de suma alzada y subsidios de cantidades fijas dirigidos a los individuos o los hogares. Los fondos para estos impuestos y subsidios de una cantidad prefijada se pagan o entregan de una sola vez independientemente de las actividades de una persona, de modo que la persona no puede cambiar la obligación tributaria o el pago del subsidio cambiando su conducta. Esto es así porque, por una parte, los instrumentos redistributivos de cantidades que se pagan o entregan de una sola vez no imponen ineficiencias económicas, y por lo tanto no reducen el tamaño del “pastel” que está disponible para la redistribución, y, por otra parte, esos instrumentos no limitan la extensión de las redistribuciones posibles, porque permiten que el gobierno transfiera ingreso entre los individuos tanto o tan poco como lo desee. Es verdad que es muy difícil tener a disposición esos instrumentos (la excepción sería un impuesto de capitación), pero proporcionan un punto de referencia analítico importante para entender los temas que estamos tratando. Por lo tanto, empiezo la discusión con la redistribución mediante cantidades que se pagan de una sola vez y después procedo a estudiar otros tipos de impuestos y subsidios. CUADRO II.1. Equilibrio en una autarquía con una producción de 100 unidades de paño y 100 unidades de vino

El resultado general es que en las economías neoclásicas cada país puede encontrar un esquema de redistribución de este tipo que asegure que los beneficios del comercio exterior llegarán a todos sus residentes. Antes de explicar la lógica de este notable resultado, procederé a ilustrarlo con el ejemplo de los especialistas en paño y vino de la sección anterior. Suponga que en Inglaterra los especializados en el paño producen 100 unidades de paño y que los especializados en el vino producen 100 unidades de vino. En una autarquía una unidad de paño cuesta 50% más que una unidad de vino. El cuadro II.1 describe el comercio en condiciones autárquicas de los bienes entre estos dos grupos especializados; Los especialistas en paño venden 40 unidades de paño y compran 60 unidades de vino, en tanto que los especialistas en vino venden 60 unidades de vino y compran 40 unidades de paño. El precio relativo es 1.5 unidades de vino por una unidad de paño. En estas condiciones, los especialistas en paño consumen 40 unidades de paño y 60 unidades de vino, mientras que los especialistas en vino consumen 40 unidades de paño y 40 unidades de vino. A continuación considere un régimen de comercio en que el precio del paño es 40% más alto que el precio del vino. Como se explicó en la sección previa, bajo esta configuración de los precios y sin redistribución del ingreso, los especialistas en vino se benefician y los especialistas en paño pierden por el comercio exterior. Para ver cómo en un régimen de comercio exterior se puede estar mejor que en una autarquía, considere ahora la redistribución mediante el cobro y pago de una cantidad una sola vez. En particular considere un impuesto que se paga de una sola vez (no hay pagos parciales) sobre los especializados en el vino cuyo valor es igual a cuatro unidades de vino, y una transferencia que se hace de una sola vez (no hay entregas parciales) que se da a los especializados en el paño cuyo valor es de cuatro unidades de vino. Además, se aplica el mismo impuesto a todos los

especializados en vino y se entrega el mismo subsidio a todos los especializados en paño. Desde el punto de vista del gobierno, ésta es una política viable porque su presupuesto está equilibrado; el ingreso por el impuesto es justamente igual que lo que se paga por el subsidio. Con este esquema fiscal vigente, los especialistas en paño pueden seguir consumiendo 60 unidades de paño y 60 unidades de vino, y los especialistas en vino pueden consumir todavía 40 unidades de paño y 40 unidades de vino. La razón es que si los especializados en paño vendieran 40 unidades de paño, como lo hacían en la autarquía, pueden comprar por lo que obtienen de esta venta 1.4 × 40 = 56 unidades de vino, y pueden comprar cuatro unidades adicionales de vino con el subsidio que se entrega de una sola vez. Así es como pueden consumir 60 unidades de vino. Además, pueden consumir las 60 unidades de paño que continúan poseyendo. En lo que se refiere a los especialistas en vino, pueden vender cuatro unidades de vino para pagar el impuesto de una sola vez, y vender además 56 unidades de vino destinando la suma que obtienen por ellas a la compra de paño. Esto les deja 40 unidades de vino para su consumo. Lo que obtienen de las 56 unidades de vino pueden usarlo entonces para comprar 40 unidades de paño (56/1.4), lo que les permite a los especializados en vino consumir las cantidades de paño y vino que consumían en la autarquía. Evidentemente, si los especializados en el paño y los del vino respondieran al impuesto y a los subsidios que se pagan de una sola vez de tal modo que conservaran los niveles de consumo que tenían en la autarquía, estarían igual de bien en el equilibrio con comercio exterior que como estaban en la autarquía. Sin embargo, la clave de los beneficios por el comercio exterior es que ellos pueden tener un resultado mejor que el anterior. La razón es que al tener el precio relativo de la autarquía de 1.5 unidades de vino por unidad de paño, los especializados en paño y los especializados en vino han elegido consumir 60-60 y 40-40 unidades, respectivamente, y ésta es, en cada caso, la mejor combinación del consumo para el precio relativo dado. Por lo tanto, con el precio relativo del paño disminuyendo a 1.4 es poco probable que proporciones iguales sigan siendo las mejores combinaciones del consumo. En particular, en vista de que las composiciones 60-60 y 40-40 todavía son viables, toda persona debe preferir en rigor reducir su consumo de vino y aumentar el consumo de paño en lugar de la combinación que había elegido en condiciones de autarquía, porque ahora el paño es relativamente más barato. En otras palabras, aunque los

niveles de consumo que tenía en la autarquía todavía son posibles para todas las personas, los nuevos precios e ingresos le posibilitan seleccionar una mejor combinación de sus consumos. Como resultado, el esquema de redistribución propuesto asegura que todos se beneficien por el comercio exterior.17 La estructura del argumento en este ejemplo se aplica más generalmente cuando hay muchas personas diferentes con diferentes fuentes de ingreso, muchos tipos de insumos y productos finales, y tecnologías más complejas. El razonamiento es el siguiente. Suponga que el gobierno crea impuestos y subsidios que se pagan de una sola vez que aseguran que el ingreso de todos los individuos en el equilibrio con el comercio exterior es justo lo suficiente para comprar el “paquete de bienes” que compraba en condiciones de autarquía. Entonces, por el hecho de que los precios de los bienes de consumo en condiciones de autarquía son diferentes de los precios relativos en el equilibrio con comercio exterior, de esto se concluye que al pasar de la autarquía al régimen de libre comercio todo individuo puede reconfigurar sus patrones de gasto en su beneficio de modo que incremente el consumo de los bienes más baratos en el régimen de comercio exterior y reduzca el consumo de los bienes más caros. La única duda que surge es si el esquema de redistribución mediante el pago y cobro de una sola vez es viable, en el sentido de que no genera un déficit en el presupuesto. Porque si generara un déficit presupuestario, esto implicaría que el gasto agregado de la economía excede a sus ingresos agregados. Afortunadamente, esta política genera excedentes presupuestarios.18 Por esta razón, el gobierno puede en realidad utilizar mayores transferencias o menores impuestos para lograr el equilibrio del presupuesto, y en consecuencia beneficiar a algunos individuos todavía más. En otros términos, el gobierno puede asegurar que el comercio exterior beneficie a todos. Los impuestos y subsidios cuyos pagos y entregas se hacen de una sola vez son difíciles de utilizar, en especial cuando es necesario dirigirlos detalladamente a ciertos individuos, porque requieren enormes cantidades de información que es imposible obtener. Por ejemplo, en la política de redistribución que se acaba de proponer, es necesario que el gobierno sepa cuál es el valor del nivel de consumo de todos los individuos que viven en la autarquía, datos que muy difícilmente están disponibles. Por esta razón se podría preguntar si otros tipos de políticas, que no requieren información sobre los individuos sino más bien información sobre los resultados del

mercado, pueden usarse también para asegurar que todos se beneficien por el comercio exterior. La respuesta, proporcionada por Dixit y Norman, es que sí existen esas políticas. Ellos proponen el siguiente plan de políticas: suponga que el gobierno de un país establece impuestos o subsidios sobre los productos e insumos en el régimen de comercio exterior que sean tales que aseguren que los precios de los bienes y las recompensas de los factores que enfrentan los individuos que residen en el país son los mismos en el régimen de comercio exterior que los vigentes en la situación autárquica. Observe que esta política no requiere que el gobierno sepa quién consume qué o cuáles son las fuentes de los ingresos individuales; para diseñar esta política, es preciso que los expertos del gobierno utilicen solamente información generada por el mercado. En otros términos, el diseño de la política protege el anonimato individual, en el sentido de que trata igual a los individuos con variables impulsadas por el mercado. Cuando dicha política está vigente, en el comercio exterior de equilibrio todos los individuos tienen las mismas oportunidades e intercambios que en una autarquía y, en consecuencia, todos los individuos terminan eligiendo la combinación de consumo que produce el mismo nivel de bienestar que en la autarquía. Lo que muestran entonces Dixit y Norman es que esta política genera un excedente presupuestario. Por lo tanto, puede pensarse que el gobierno puede reducir los precios de algunos bienes que son consumidos por todas las personas, como ciertos alimentos, para lograr equilibrar el presupuesto. Estos precios más bajos harán que cada individuo reconfigure su consumo de tal modo que él esté mejor. Entonces, todos los individuos se benefician por el comercio exterior. El diseño de políticas que elaboran Dixit y Norman implica distorsiones considerables, que reducen el “pastel” que está disponible para la redistribución. No obstante, este menor “pastel” es suficientemente grande para dar a todos un pedazo más grande que en una autarquía. Lamentablemente, a pesar de lo maravilloso que puede parecer este resultado, no proporciona una forma práctica para diseñar políticas que aseguren beneficios generalizados por el comercio exterior. Además, aunque fuera posible identificar políticas prácticas de este tipo, sería difícil asegurar su ejecución en democracias representativas o regímenes autocráticos, pues en esos casos los grupos de presión desempeñan un papel importante en la formulación de las políticas (véase Grossman y Helpman, 2002b). Por esta razón, siguen presentándose los conflictos por los grupos de intereses que se manifiestan en las políticas de comercio exterior.

1 Estas leyes fueron revocadas en 1846, cuando el Reino Unido adoptó una política de libre comercio. 2 Esta afirmación supone que los individuos no tienen preferencias directas sobre los mecanismos que asignan los bienes en la economía, sólo las tienen por la asignación en sí. Por supuesto, es poco probable que éste sea el caso, ya que las personas pueden ser menos felices en una economía autoritaria que en una economía con libre elección. 3 El supuesto implícito en este argumento es que la tasa marginal de transformación entre la pasta y el queso no depende de la dirección de la transformación (esto es, de que aumentemos la producción de pasta o la producción de queso). Éste es un supuesto común en los modelos económicos, pero no es esencial para la argumentación acerca de las ganancias por el comercio exterior. 4 En este ejemplo, los recursos se desplazan sin costo de un sector al otro, lo que significa que no tiene en cuenta los posibles costos de ajuste por la apertura al comercio exterior. Estos costos pueden asumir la forma de insumos ociosos temporalmente o de costos reales por los cambios de ubicación, como los costos de traslado. 5 Como todo individuo tiene una combinación idéntica de recursos, cada uno tiene el mismo ingreso y por lo tanto se enfrenta a la misma limitación presupuestal. En estas circunstancias, todo individuo elige la misma “canasta” de consumo, porque todos tienen preferencias idénticas. 6 Véase Dixit y Norman (1980) para una demostración refinada. 7 Aquí es conveniente mencionar la limitación del saldo en la balanza del comercio exterior, como se hace por lo común en la teoría del comercio internacional. 8 Estas tasas de conversión no son constantes si los flujos del comercio exterior de un país son lo suficientemente grandes para tener un efecto en los precios. Sin embargo, esta posibilidad no afecta al argumento presentado en el texto. 9 La estimación baja de Irwin es 4.2% del PNB y su estimación alta es 5.5 por ciento. 10 Véase Bernhofen y Brown (2005). 11 La diferencia entre estas dos medidas de la producción es positiva en las economías neoclásicas. 12 Agradezco a John Brown que me haya proporcionado los datos para esta gráfica. 13 Este resultado se debe al hecho de que en el comercio exterior equilibrado, el poder de compra del salario de un trabajador es por lo menos tan alto en términos de todo bien que en la autarquía. La razón es que es el mismo en términos de los bienes que el país manufactura en la situación de equilibrio del comercio exterior, pero es más alto en términos de los productos importados que son más baratos en los países extranjeros. 14 Si el precio del vino es más de 50% mayor que el precio del paño, tanto Inglaterra como Portugal quieren exportar vino, y si es menos de 35% mayor que el precio del paño, entonces tanto Inglaterra como Portugal quieren importar vino. Ninguno de estos resultados es viable. Con precios del vino entre 35 y 50% mayores que el precio del paño, Inglaterra quiere importar vino mientras que Portugal prefiere exportarlo. Además, con los supuestos estándar acerca de las preferencias existe un precio en el que las importaciones inglesas de vino son justo iguales a las exportaciones portuguesas de esta mercancía. 15 El argumento es el siguiente. En una economía competitiva con rendimientos constantes a escala, el precio de los productos es igual a su costo unitario. Por lo tanto, cuando el precio de un producto aumenta, debe haber un aumento en el precio de por lo menos un insumo para asegurar un aumento igual en el costo unitario del producto. Pero otros costos unitarios no cambian porque los precios no cambian. Así, si la retribución de un factor aumenta, tiene que haber otros factores cuya recompensa disminuya. Esto establece que por lo menos la retribución de un factor debe disminuir. Si debe disminuir la retribución de por lo menos un factor y el costo unitario del producto cuyo precio ha aumentado crece proporcionalmente al aumento en el precio, tiene que haber un precio de insumo que aumente proporcionalmente más que el precio del producto. ¿Por qué? Porque el promedio ponderado de las retribuciones de todos los factores tiene que ser igual al aumento en el precio del producto y, por

lo tanto, debe compensarse la disminución en la retribución de un factor mediante un incremento más que proporcional en la retribución de otro factor. 16 Ohyama (1972) proporciona un análisis más general de este tema. 17 En un país grande, el esquema de la redistribución afecta los precios internacionales. Pero esto no cambia la naturaleza del argumento, mientras el coeficiente de precios considerado en el equilibrio del comercio exterior sea el coeficiente de precios que resulta en presencia de un esquema de redistribución. Lo imporante es que el argumento en el texto se aplica a toda estructura de precios concebible. 18 Para ver por qué sucede así, observe que el ingreso neto privado agregado es igual al PNB menos los impuestos que se pagan de una sola vez (lump-sum) más los subsidios que se pagan de una sola vez. Por la elección del esquema de redistribución, este ingreso privado neto es igual al valor del consumo en autarquía, evaluado con los precios internacionales. Pero el consumo de la autarquía es igual a la producción de la autarquía. Como resultado, el ingreso privado neto es igual al valor de la producción en autarquía, evaluada con los precios internacionales. Esto implica que la recaudación de impuestos neta del gobierno (impuestos menos subsidios) es igual al PIB menos lo que sería el PIB del país si en el equilibrio del comercio exterior produjera los niveles de producción de la autarquía. Como en una economía neoclásica la competencia asegura el PIB más alto a los precios prevalecientes, esta diferencia es positiva, y por lo tanto el gobierno tendrá un excedente presupuestario. Véase Dixit y Norman (1980) para una argumentación alternativa (aunque relacionada) que muestra que los impuestos y los subsidios que se pagan de una sola vez existen para asegurar que todos se beneficien por el comercio exterior.

III. ESCALA Y EXTENSIÓN1 LAS INVESTIGACIONES tradicionales sobre la ventaja comparativa se concentran en las industrias como unidades de observación, y en la práctica éstas están representadas por conjuntos de datos más o menos desagregados. Una de las razones que subyacen en este enfoque es que en toda industria los productos de las diferentes empresas son muy sustituibles entre sí, por lo que no causa ninguna dificultad suponer que un sector ofrece un producto homogéneo. Según este punto de vista, los azulejos de Módena, Italia, son sustitutos perfectos de los de Jerusalén, y las camisas Pierre Cardin para hombre son casi sustitutos perfectos de las camisas Van Heusen para hombre. Esto es, aunque los azulejos y las camisas provienen de diferentes marcas, es posible entender qué país tiene una ventaja comparativa en azulejos, y qué país tiene ventaja comparativa en las camisas sin considerar que son productos diferenciados dentro de los sectores. De hecho, hemos visto en el capítulo I que este enfoque puede llevarnos muy lejos cuando se trata de entender los patrones sectoriales de comercio exterior tal como resultan por las diferencias en la productividad y las diferencias en la composición de los factores en cada país. No obstante, algunas características de los datos del comercio exterior no concuerdan con esta opinión. Primero, si bien los modelos que hacen hincapié en las diferencias en las características de cada país como la fuente del comercio exterior predicen grandes flujos comerciales entre países con diferentes productividades y diferentes dotaciones de factores, y flujos comerciales pequeños entre países con productividades y dotaciones de factores similares, la información sobre el comercio exterior muestra grandes flujos comerciales entre países con características similares. Es decir, en vez de observar que un país exporta azulejos para importar camisas, observamos que un país que exporta azulejos también importa azulejos, y también observamos que el mismo país importa y exporta camisas. Aunque las diferencias en la productividad y en la dotación de factores pueden ayudar a explicar por qué un país tiene exportaciones netas de azulejos y por qué tiene importaciones netas de camisas, no pueden explicar por qué ese país también

importa azulejos y exporta camisas. Para dar un ejemplo de estas características, considere primero la estructura regional del comercio en manufacturas en 2005, tal como se muestra en el cuadro III.1. Las exportaciones totales fueron de más de 10 billones de dólares (10 159 billones). De éstos, cerca de 15% se originaron en la América del Norte y aproximadamente 43% se originaron en Europa. El resto, cerca de 42% de las exportaciones mundiales, se originó en otras regiones del mundo (América del Sur y Central, África, Asia, el Medio Oriente). Además, aproximadamente 21% de las exportaciones mundiales tuvieron como destino la América del Norte y 43% se dirigieron a Europa. Las restantes, cerca de 36%, se destinaron a otras regiones del mundo. Es importante que las exportaciones de los países ricos de Europa y la América del Norte a otros países ricos en América del Norte y Europa hayan representado aproximadamente 46% del comercio mundial. Si añadimos el comercio exterior japonés con Europa y la América del Norte, aumenta a 50% la proporción de los países ricos en el comercio mundial. Es decir, el comercio exterior entre unos cuantos de los países más ricos representa la mitad del volumen del comercio mundial. Esta concentración del comercio entre los países ricos que se parecen más entre sí en cuanto a productividad y dotación de factores de lo que se parecen a los países más pobres de África, Asia o Sudamérica no se ajusta bien a los puntos de vista tradicionales acerca de la ventaja comparativa. CUADRO III.1. Estructura regional de las exportaciones de manufacturas, 2005

FUENTE: Organización Mundial del Comercio (2006, cuadro 3.3 y cuadro 3.70), en miles de millones de dólares estadunidenses.

Considere a continuación el comercio exterior dentro de las industrias, o intraindustrial. Grubel y Lloyd (1975) desarrollaron un índice, al que se conoce como el índice Grubel-Lloyd para medir la fracción de los flujos comerciales que ocurre dentro de las industrias, a diferencia de los que se presentan entre los sectores. Utilizando esta separación, mostraron que en muchos países la mayoría del comercio es dentro de la industria más que intersectorial. El cuadro III.2 muestra las proporciones promedio del comercio intraindustrial en una muestra de países seleccionados para el periodo 19962000. Francia tiene la mayor proporción; más de tres cuartas partes de su comercio es intraindustrial y menos de una cuarta parte es intersectorial. Por otro lado, Australia tiene la menor proporción; menos de 30% de su comercio ocurre dentro de la industria y más de 70% es intersectorial. Este cuadro evidencia que países con diferentes niveles de desarrollo —como Canadá y el Reino Unido, por una parte, y la República Checa y Hungría, por la otra— tienen proporciones del comercio intraindustrial que en verdad son muy altas. CUADRO III.2. Proporciones del comercio intraindustrial (porcentaje promedio para los años 1996-2000) Francia República Checa Canadá Reino Unido México Hungría Alemania España Holanda Estados Unidos Suecia Italia Corea Japón Nueva Zelanda Noruega

77.5 77.4 76.2 73.7 73.4 72.1 72.0 71.2 68.9 68.5 66.6 64.7 57.5 47.6 40.6 37.1

Australia

29.8

FUENTE: Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) (2002, cuadro 6.1). Las proporciones del comercio intraindustrial no sólo varían entre los países, sino también entre las industrias. En los Estados Unidos, por ejemplo, en los químicos inorgánicos, la maquinaria generadora de energía y la maquinaria eléctrica las proporciones del comercio intraindustrial superaron 95% en 1993. Por otra parte, el hierro y el acero tenían una proporción de 43%, y la ropa y los accesorios una proporción de 27% (véase Krugman y Obstfeld, 2009, cuadro 6.3). ¿Cómo pueden explicarse estos patrones? Para este propósito es útil pensar sobre la diferenciación de los productos dentro de las industrias. Si los azulejos italianos de Módena no son sustitutos perfectos de los azulejos israelíes de Jerusalén, entonces Italia puede exportar azulejos a Israel e Israel exportar azulejos a Italia. Y si la maquinaria eléctrica manufacturada en los Estados Unidos difiere de la maquinaria eléctrica manufacturada en Alemania, entonces los Estados Unidos pueden importar maquinaria eléctrica de Alemania y Alemania puede importar maquinaria eléctrica de los Estados Unidos. Una vez que se reconoce la diferenciación de los productos como una causa de las corrientes comerciales, ayuda a explicar el hecho de que una gran parte de la variación observada en el comercio exterior representa una variación en el número de productos comerciados, más que en las cantidades por producto. Hummels y Klenow (2005) muestran que aproximadamente 60% de las diferencias en los valores del comercio entre países de diferente tamaño —en que los países grandes exportan más que los más pequeños— pueden explicarse por el margen extensivo del comercio. Esto es, un país grande exporta un rango más grande de productos que países más pequeños. La gráfica III.1 representa la relación entre el tamaño del país y el margen extensivo del comercio: muestra claramente que los países más grandes, en términos de PIB, exportan un rango más amplio de productos.2 GRÁFICA III.1. Variación en el rango de los productos comerciados de 126 países

FUENTE: Hummels y Klenow (2005). Aunque el comercio internacional de productos diferenciados ha sido un fenómeno importante durante muchos años, sólo se le integró a la teoría del comercio exterior en la década de 1980.3 Entonces fue cuando los economistas encontraron una forma de modelar mercados en los que las empresas operan bajo las economías de escala y se especializan en diferentes marcas de varios productos. Puesto que las economías de escala desempeñan un papel distinto al de la diferenciación del producto, me ocuparé del efecto de las economías de escala sobre el comercio sin diferenciación de productos en la siguiente sección y con diferenciación de productos en la sección 2 de este capítulo.

1. ECONOMÍAS DE ESCALA Las economías de escala pueden surgir de diferentes maneras, pero las

formas más comunes de encontrar se originan en la tecnología y en la aglomeración. En esta sección trataremos de las economías de escala producidas por la tecnología, considerando que algunos procesos de producción tienen la propiedad de que una expansión proporcional de todos los insumos aumenta la producción más que proporcionalmente. Como ejemplo, considere la manufactura de azulejos. Si al aumentar el uso de barro, de maquinaria y equipo, de las estructuras y de la mano de obra en, digamos, 10%, la producción de azulejos aumenta más de 10%; diríamos que la tecnología para manufacturar los azulejos muestra rendimientos crecientes de escala, o simplemente economías de escala. Si, por otra parte, el aumento de la utilización de insumos en 10% aumentara la producción en menos del 10%, diríamos que las tecnologías presentan rendimientos decrecientes de escala. Si el aumento de 10% en la utilización de insumos aumentara la producción exactamente en 10%, diríamos que la tecnología presenta rendimientos de escala constantes. Más exactamente, una tecnología presenta economías de escala si toda expansión proporcional en la expansión de insumos aumenta el producto más que proporcionalmente, y de manera similar para los rendimientos decrecientes y constantes de escala. Es decir, para calificar para una de las tres clasificaciones, debe satisfacerse esta propiedad para toda expansión proporcional de la utilización de insumos.4 Es importante que las economías de escala conduzcan a costos promedio decrecientes. Esto es, cuanto mayor sea el nivel de la producción menores serán los costos promedio, en tanto que los rendimientos decrecientes a escala conducen a costos promedio en aumento. Los costos promedio son constantes cuando los rendimientos de escala son constantes. Las economías de escala son comunes en sectores con costos fijos significativos, como la aeronáutica y la industria de productos farmacéuticos. Estos costos fijos pueden originarse ya sea por los costos de desarrollar el producto o por los costos de establecer las líneas de producción. En la aeronáutica, por ejemplo, el desarrollo de un modelo, como un avión a reacción de cuerpo ancho, resulta muy caro, y también lo es la construcción de una línea manufacturera para un modelo en particular. En la industria de productos farmacéuticos, el desarrollo de una medicina puede ser notoriamente caro y costar millones de dólares. En cualquiera de estos casos hay economías de escala. Para otros productos, los costos fijos pueden ser mucho más bajos, y no obstante se crean economías de escala. Para ejemplificar la forma en que los costos fijos generan economías de

escala, considere un ejemplo sencillo en que un carpintero manufactura mesas en su propio taller, de modo que todos los insumos consisten en los materiales y sus horas de trabajo.5 Para producir una mesa de cierta clase, pongamos por caso una mesa cuadrada de cocina cuyo tamaño es de 2 × 2 metros, el carpintero tiene que dedicar cuatro horas a pensar en el diseño y las etapas de la producción: qué partes preparar primero, en cuáles usar pegamento, en cuáles poner tornillos, y otras acciones consecuentes. Una vez que se han aclarado estos detalles, le toma dos horas producir una mesa. Por esto parecería que el proceso de producción del carpintero muestra rendimientos constantes de escala, porque duplicando sus horas de construcción y sus materiales —como madera, pegamento, tornillos— duplicará el número de mesas que produce. Sin embargo, esto no tiene en cuenta las cuatro horas que pasó reflexionando sobre el diseño y las etapas de la producción. Él requiere estas cuatro horas sólo una vez, independientemente del número de mesas que produzca. Por lo tanto, si duplica el número de horas de trabajo y los materiales, el carpintero más que duplicará el número de horas dedicado en realidad a la construcción de las mesas, y puede así más que duplicar el número de mesas que produce. Los principios incorporados en este ejemplo se aplican, naturalmente, a procesos de manufactura mucho más complejos. En mi discusión en los dos capítulos previos se supuso que las tecnologías muestran rendimientos constantes a escala. Bajo este supuesto, se estudió la estructura del comercio exterior y su efecto sobre la distribución del ingreso en economías con mercados competitivos. Los patrones de especialización resultantes fueron determinados por las tecnologías o por las diferencias en las dotaciones de factores en los países. Sin embargo, destacados académicos —como Graham (1923) y Ohlin (1933)— indicaron hace muchos años que las economías de escala pueden ser fuente independiente de especialización, y por lo tanto pueden tener un efecto sobre la estructura del comercio exterior. Un país que se las arregla para alcanzar la producción de gran escala en una industria con economías de escala manufactura su producto con costos unitarios bajos, y por lo tanto exporta este producto. Es decir, la escala de la producción es una fuente de ventaja comparativa. En estas circunstancias, la concentración de la producción en unos pocos países —o, aún mejor, en un solo país— hace que se obtenga la producción en gran escala y un costo unitario bajo, reduciendo así los precios para todos los compradores en todo el mundo. Como resultado, se crea la

presunción de que los rendimientos crecientes ofrecen una fuente independiente de los beneficios obtenidos por el comercio exterior, y de que esto se añade a los beneficios por las diferencias en los precios entre el comercio y la autarquía de los que se trató en el capítulo previo. Sin embargo, Graham (1923) se preocupó por la posibilidad de que un país fuera afectado por el comercio exterior cuando parte de sus actividades productivas estuvieran sujetas a rendimientos crecientes de escala, y sobre cómo ese país pudiera estar mucho mejor protegiendo sus sectores que compiten con las importaciones. Su razonamiento es el siguiente. Suponga que hay dos países: uno opera con rendimientos constantes de escala, el otro con rendimientos crecientes a escala, y suponga que cuando se inicia el intercambio comercial los recursos pasan del sector con rendimientos crecientes al sector con rendimientos constantes. En ese caso, la productividad (la producción por unidad de insumo) disminuye en el primer sector y permanece igual en el segundo, lo que lleva a una disminución en el PIB a precios constantes y posiblemente a una disminución en el bienestar. Si el sector con las economías de escala compite con las importaciones, la protección arancelaria puede prevenir la reasignación de insumos al sector de rendimientos constantes de escala e impedir así una contracción del PIB. Knight (1924) criticó el argumento de Graham indicando que no es posible aplicar el análisis competitivo estándar a situaciones con rendimientos crecientes. El debate entre estos dos académicos fue importante porque puso en evidencia valiosas consideraciones con respecto al funcionamiento de los mercados con rendimientos crecientes. ¿Son las economías de escala internas a la empresa? Es decir, ¿una expansión proporcional de los insumos de la empresa aumenta la producción de ésta más que proporcionalmente? ¿Son internas a la industria del país o a la industria mundial? Esto es, ¿la producción de un país, por ejemplo, de productos químicos, aumenta más que proporcionalmente cuando la industria química del país expande proporcionalmente todos sus insumos, o es la industria química del mundo la que expande su producto más que proporcionalmente cuando la industria química mundial expande sus insumos proporcionalmente? ¿Pueden esos mercados ser competitivos? Los precios de estas industrias ¿son impulsados por los costos marginales o por los costos promedio en estos tipos de industrias? Después de tratar del debate entre Graham y Knight en su reseña muy completa de los trabajos académicos sobre el comercio internacional, Jacob Viner resumió su posición como

sigue: Sólo puede defenderse un caso que favorezca al proteccionismo con base en la existencia de economías externas en una industria que desde el punto de vista del productor individual esté en desventaja comparativa en los costos cuando estas economías externas a) dependen del tamaño de la industria nacional y no del tamaño de la industria mundial, y b) son tecnológicas en vez de pecuniarias, o si son pecuniarias, no lo son a costa de los vendedores internos de servicios o materiales a la industria. El campo para la aplicación de este argumento es extremadamente limitado, en particular porque parece difícil incluso sugerir casos hipotéticos posibles de la existencia de genuinas economías tecnológicas externas. En vez de proporcionar una base “científica” significativa para la popularidad de la protección entre el común de la gente, como parece pensar Graham, su tesis se reduce a poco más que una curiosidad teórica [Viner, 1965, pp. 480-481; edición original, 1937].

En realidad, es más fácil apoyar la conjetura de Graham cuando las economías de escala son externas a la empresa e internas a la industria, en el sentido sugerido por Marshall (1920, Libro 4, capítulos 9-11). Esto es, la productividad de una empresa en el sector que compite con las importaciones depende de la producción interna del sector —cuanto más grande sea la industria, más eficiente será cada empresa— y, sin embargo, un solo manufacturero considera como dado el tamaño de la industria, y por lo tanto considera que su propia productividad es independiente de la forma en que asigna sus propios insumos. En estas circunstancias los manufactureros individuales operan bajo la percepción de rendimientos de escala constantes en tanto que su sector muestra rendimientos crecientes. En este caso, todos los manufactureros pueden no influir en los precios (son price-takers, aceptadores de precios) y puede preservarse el paradigma competitivo. Ethier (1982a) formalizó esta percepción intuitiva y mostró que Graham estaba en lo correcto, en el sentido de que en algunas circunstancias el comercio exterior lleva a la contracción del sector de un país que compite con las importaciones con rendimientos crecientes y, por consiguiente, a pérdidas de bienestar social por el comercio exterior, caso en que la protección será benéfica. Sin embargo, es importante señalar que la contracción del sector de un país que compite en condiciones de rendimientos crecientes con las importaciones no resulta necesariamente en pérdidas por el intercambio comercial, porque las fuentes de los beneficios por el comercio de que se trató en el capítulo II siguen operando. Dicho de otro modo, hay algunas fuerzas que hacen benéfico el comercio internacional en tanto que otras lo hacen perjudicial. A final de cuentas, puede haber beneficios o pérdidas por el comercio exterior.6

Las economías de escala introducen cierto grado de arbitrariedad en los patrones de comercio, porque un país que produce un gran volumen de productos en un sector con rendimientos crecientes obtiene una ventaja de costo en este sector, como resultado de la afinidad entre una producción alta y una productividad alta en esta clase de industria. Es decir, existe una interesante circularidad en este ambiente: mientras que la alta productividad lleva a una alta producción (como, por ejemplo, en el mundo imaginado por Ricardo), ahora la alta producción lleva también a una alta productividad. Como resultado, un país que produce un gran volumen de productos termina con una alta productividad y un bajo costo unitario, en tanto que un país que produce un pequeño volumen de productos termina con una baja productividad y un alto costo unitario. En estas circunstancias, el país que produce el volumen más grande se convierte en un exportador, mientras que el país que produce el volumen más pequeño se convierte en un importador. No obstante, los papeles de estos países pueden invertirse, y el primero puede terminar produciendo un volumen menor y el segundo produciendo un volumen mayor, porque tanto el volumen de producción grande como el pequeño son autosustentables. Como es lógico, invertir el patrón de especialización invierte la dirección del comercio exterior. Lo que esto significa es que un país no necesita tener características especiales para obtener una ventaja comparativa en un sector de este tipo, por lo que cualquiera de los dos países puede convertirse en el mayor productor y en consecuencia en el exportador del producto. Esta propiedad conduce a múltiples equilibrios y dificulta predecir los patrones de especialización y comercio. Un comentario interesante sobre esta falta de predictibilidad es el de Grossman y Rossi-Hansberg (2010). Hicieron ver que la multiplicidad de los equilibrios en un mundo como el de Graham-Ethier está motivada por la combinación de dos supuestos: las industrias son grandes en términos de utilización de recursos, y las empresas no influyen en los precios. En los casos en que las industrias son pequeñas, las empresas no consideran dada la productividad sino que reconocen que aumenta con el tamaño, reconocen su capacidad para ejercer poder en el mercado y toman como dadas las estrategias para decidir el precio que siguen los manufactureros rivales, y entonces los patrones de comercio predecibles son restaurados por las fuerzas ricardianas de la ventaja comparativa, como en el mundo de Dornbusch, Fischer y Samuelson (1977). En el mundo de Grossman-Rossi-Hansberg hay

muchas pequeñas industrias y dos países que comercian cuyos costos comparativos están determinados por diferencias relativas en la productividad, como en Dornbusch, Fischer y Samuelson. Sin embargo, a diferencia de Dornbusch, Fischer y Samuelson, los requerimientos de mano de obra por unidad de producto disminuyen con el nivel de producción de un país, y este efecto de escala —específico a un país— es el mismo en ambos países. Las empresas compiten mediante los precios: cada empresa elige su precio considerando como dados los precios de sus rivales, y se ajusta a la cantidad demandada de su producto a estos precios. Como los bienes son homogéneos, la demanda que enfrenta una empresa disminuye hasta llegar a cero si cobra un precio que excede al de cualquier otra empresa en la industria. Como resultado, sólo las empresas con los menores precios pueden vender sus productos. Además, las empresas activas tienen por lo menos que cubrir sus costos, por lo que su precio no puede ser menor que el costo promedio. De aquí que cada empresa activa cobra un precio que es justo igual que su costo promedio.7 En este tipo de mercado altamente competitivo, la especialización y el comercio exterior son regidos por las fuerzas ricardianas de la ventaja comparativa.8 Evidentemente, Grossman y Rossi-Hansberg se separan de la conducta competitiva de las empresas; sus empresas no consideran que los precios del mercado están dados. De hecho, no seguir una conducta competitiva es una característica necesaria de las industrias con economías de escala, en las que cada empresa reconoce que sus costos unitarios disminuyen con la expansión de su producción. La razón es que en esas industrias las empresas tienen poder de mercado, pueden ser grandes y se comportan estratégicamente, aprovechando su poder de mercado. La naturaleza precisa del resultado en el mercado depende entonces de esas estrategias, que asumen diferentes formas en diferentes industrias. Como resultado, un análisis de las industrias con rendimientos de escala no puede omitir la estructura de mercado de un sector y la conducta de sus empresas. ¿Son las economías de escala una mera curiosidad? O ¿se las puede encontrar en los sectores de mayor ponderación? Las estimaciones empíricas de las funciones de producción encuentran economías de escala significativas en algunos sectores, como los ferrocarriles y la generación de energía eléctrica.9 Otros sectores parecen tener rendimientos constantes de escala. Antweiler y Trefler (2002) utilizan la forma en que Vanek enfoca el contenido de factor de los flujos del comercio exterior (del que se trató en el

capítulo I) para calcular las economías sectoriales de escala a partir de los datos del comercio. En vez de considerar que la productividad difiere entre los países ya sea con la neutralidad que plantea Hicks o con el aumento de factores, como en Trefler (1993, 1995), suponen que la productividad varía con la escala de una industria y que es posible tener una idea de esta relación con una función de poder (es decir, la productividad es igual a la producción elevada a alguna potencia positiva). En este caso, es posible estimar el parámetro de la función de poder a partir de los datos. Si así sucede, el parámetro de la función de poder puede ser estimado a partir de los datos. Encuentran que muchos sectores tradicionales —como ropa, cuero, calzado y textiles— tienen rendimientos de escala constantes. Algunos de los sectores de recursos naturales —como la ganadería y la minería de carbón— presentan economías de escala pequeñas, mientras que la silvicultura tiene economías de escala más grandes. Entre las industrias manufactureras, el petróleo, los productos de carbón y los productos farmacéuticos muestran grandes economías de escala; la maquinaria eléctrica y electrónica y las refinerías de petróleo tienen economías de escala intermedias, de una magnitud parecida a la de la silvicultura; finalmente, los instrumentos y la maquinaria no eléctrica muestran economías de escala considerables, aunque más pequeñas.10 En vista de estos hallazgos, sería poco adecuado marginalizar las economías de escala en el análisis de las corrientes del comercio exterior; los países que pueden establecer actividades de gran escala en los sectores con rendimientos crecientes obtienen ventajas de costo en estas industrias y exportan sus productos.11 Sin embargo, en muchas industrias las economías de escala no son externas a la empresa. En este caso, si estas empresas no carecen de poder para influir en los precios (no aceptan pasivamente los precios), es necesario considerar explícitamente una conducta no competitiva. Por esta razón tratamos de la competencia monopólica en la siguiente sección.12

2. COMPETENCIA MONOPÓLICA La mayoría de los productos tienen varias presentaciones; hay muchas marcas de queso y de vino, camisas y trajes. Hay muchas variedades de

refrigeradores, máquinas lavadoras y aspiradoras, e igual sucede con los salones de belleza, los restaurantes y las clínicas dentales. Tanto en el sector manufacturero como en el de servicios, los proveedores ganan al diferenciar sus productos de los que ofrecen sus competidores y esto crea fuertes incentivos para invertir en las marcas. La inversión en la diferenciación del producto genera a su vez economías de escala a nivel de la empresa (o del producto). Una compañía que desarrolla en particular un tipo de producto, como un helado con un sabor especial o un singular teléfono celular, tiene que cubrir este costo independientemente de que sus ventas sean grandes o pequeñas. Naturalmente, la decisión de invertir depende de las ventas esperadas. Pero una vez que la inversión empieza a dar frutos, la compañía puede producir muchas o pocas unidades, independientemente de la inversión que ya se hizo. Estos costos fijos generan economías de escala.13 En sectores con diferenciación de productos y economías de escala específicas a la empresa, las empresas tienen que obtener ganancias después de que ingresan al negocio para cubrir sus costos de ingreso. Para esto, necesitan ejercer poder de mercado. Si, por ejemplo, el desarrollo del producto requiere inversión pero cualquier otra empresa puede, sin incurrir en costos, aprender la tecnología para manufacturar una marca desarrollada por una empresa rival y vende su producto como un sustituto perfecto para el producto de la que lo desarrolló inicialmente, entonces esto disminuiría el incentivo para desarrollar nuevos productos y posiblemente eliminaría del todo esos incentivos. Por esta razón, se requiere cierto grado de poder de mercado para alentar el ingreso de múltiples marcas. Este tipo de poder de mercado se adquiere naturalmente si se percibe la marca de un producto producido por una empresa como un sustituto imperfecto de otras marcas del mismo producto. Si la diferenciación de un producto no implicara costos fijos, entonces las empresas se asegurarían de ofrecer toda marca concebible que fuera demandada por los consumidores o empresas. En otros términos, los productos se personalizarían para satisfacer todo gusto y necesidad. Pero, obviamente, éste no es el caso en la práctica; hay una variedad limitada disponible en el mercado y los compradores eligen qué marcas se ajustan mejor a sus gustos a los precios vigentes. Las economías de escala al nivel de marcas aseguran una oferta limitada de estos productos diferenciados. El ingreso de nuevos manufactureros ejerce presiones competitivas sobre las empresas que ya están en la industria. Esto es lo que define a la competencia

monopólica. Aunque cada empresa tiene poder de mercado, en el sentido de que al reducir el precio de su marca puede vender más, en condiciones de equilibrio este poder de mercado no se traduce positivamente en ganancias porque el ingreso de empresas rivales asegura que las ganancias generales — teniendo en cuenta los costos fijos del desarrollo del producto y del establecimiento del taller o de la fábrica en la industria— sean iguales a cero. En muchos casos, el sistema legal protege a los desarrolladores de productos ya sea por medio de patentes o de nombres de marcas. Para ejemplificar el primer caso, considere los productos farmacéuticos. En los Estados Unidos las medicinas con nombres de marca están protegidas por una patente con vigencia de 20 años. Cuando termina ese periodo, otros manufactureros de medicinas pueden ser autorizados para fabricar productos que son sustitutos genéricos. En el sitio en la red de la Food and Drug Administration (Administración de Alimentos y Medicinas [FDA, por sus siglas en inglés]) se explica que “una medicina genérica es una copia que es igual a la medicina con nombre de marca en la dosis, seguridad, potencia, la forma en que se la toma, la calidad, su desempeño y el uso al que se destina”. También se explica que las medicinas genéricas son menos caras porque los manufactureros genéricos no tienen que invertir en los costos de desarrollo de una nueva medicina. Las nuevas medicinas se desarrollan bajo la protección de patentes. La patente protege la inversión —incluyendo la investigación, desarrollo, comercialización y promoción— concediéndole a la compañía el derecho único de vender la medicina mientras está vigente.14

No obstante, las medicinas genéricas coexisten con los productos de marca, a pesar de que las medicinas genéricas son mucho más baratas. Evidentemente, los consumidores no perciben que los genéricos sean sustitutos perfectos de los productos de marca. Para ejemplificar esto último, observe que los nombres de marcas registradas también están protegidos. Como consecuencia, ni los pantalones Levi’s ni los zapatos de marca Adidas pueden ser producidos y comercializados por compañías no autorizadas. Esto significa que el sistema legal les da poder monopólico a los nombres. También es posible conservar los nombres de marca con poca o ninguna protección legal. Si bien es cierto que no puedo abrir un puesto de ventas no autorizado de hamburguesas McDonald’s, sí puedo abrir mi propio puesto de hamburguesas utilizando mi propio nombre comercial y vender un producto

con características que aprecien quienes gustan de las hamburguesas. El éxito de mi empresa dependerá del número de personas que encuentren atractivas mis hamburguesas y sus precios. Mientras los productores de otras hamburguesas no puedan copiar las características de mi producto, puedo ejercer algún grado de poder monopólico en el sentido de que —dentro de ciertos rangos— mis ventas aumentan si disminuyo mis precios. Edward Chamberlin (1933) desarrolló una estructura analítica para tratar con este tipo de situaciones. Particularmente útil ha resultado su caso del “grupo grande”, que se aplica a una industria en que las economías de escala al nivel de la empresa son pequeñas en relación con la demanda de los productos del sector, por lo que muchas empresas con diferentes marcas pueden ingresar lucrativamente a la industria. Como resultado, las empresas entran hasta un punto en que las ganancias de las empresas que ya estaban operando se aproximan a cero y no existen incentivos para que otras empresas ingresen. Como todo manufacturero ejerce cierto poder monopólico, pues el poder está limitado por el número de competidores y el grado en que sus productos son buenos sustitutos de su propio producto, el manufacturero le da a su marca un precio por encima del costo marginal de la producción que le proporcione el máximo posible de ganancias. El resultante aumento de precio con una cantidad adicional al costo marginal de la producción genera ganancias operacionales, pero estas ganancias son sólo las suficientes para cubrir el costo de ingreso, y en ese caso las ganancias generales se aproximan a cero. GRÁFICA III.2. Competencia monopólica, producción y precio

Este resultado, que es un reflejo de la competencia monopólica en el estilo planteado por Chamberlin, se ejemplifica en la gráfica III.2. La producción de una empresa representativa se mide sobre el eje horizontal y su precio y costo promedio se miden en el eje vertical. La gráfica muestra la curva de demanda de la empresa y la curva del costo promedio, presentando la forma en que el precio y el costo promedio disminuyen con la producción. En el punto A, las dos curvas son tangentes entre sí. Esto significa que si la empresa manufactura la producción correspondiente al punto A, vende su producción a un precio que es igual al costo promedio y sus ganancias totales son igual a cero. Si, en cambio, la empresa produce menos que este nivel, los costos promedio exceden el precio, lo que significa que tendrá ganancias negativas. De forma similar, si la empresa produce más que este nivel de producción, el costo promedio también excede el precio, lo que asimismo resulta en ganancias negativas. Es decir, la empresa terminará en una situación en que sus ingresos son iguales a sus egresos cuando manufactura un nivel de producción que corresponde al punto A y perderá dinero en los otros niveles de producción. Por lo tanto, A es el punto de equilibrio. ¿Cómo se llega al punto de tangencia A? Un mecanismo importante que destaca Chamberlin es el ingreso y la salida de empresas. Si, por ejemplo, la

curva de la demanda de la gráfica III.2 fuera más alta, entonces en algunos niveles de producción el precio estaría por encima del costo medio, y en ese caso las ganancias serían positivas. Pero esas ganancias atraen a nuevas empresas que ingresan a la industria. A medida que ingresen nuevas empresas, la demanda que tienen las que ya estaban en la industria disminuye a causa de la disponibilidad de más sustitutos de sus marcas. Si, alternativamente, la curva de la demanda fuera menor en la gráfica III.2, las empresas que ya existen perderán dinero sin importar lo mucho que produzcan. Como consecuencia, habrá empresas que saldrán. La salida de las empresas induce un cambio hacia arriba en la curva de la demanda de todas las empresas que quedan en la industria. Al final, un punto de tangencia — similar al punto A— caracterizará a cada una de las empresas activas. La lógica de las empresas monopólicas funciona igual de bien en economías que tienen comercio exterior y en las que no participan en él. La diferencia es que si una economía está aislada del resto del mundo, un manufacturero de uno de sus productos diferenciados se asegurará de que su marca difiera de las otras marcas producidas en su economía, pero no le importará que su marca difiera de las marcas disponibles en otros países. Por otra parte, si la economía comercia con otros países, entonces cada uno de sus manufactureros se asegurará de que su marca difiera de todas las marcas que se ofrecen en la economía mundial, esto es, en su país y en todo otro país. Expresado esto de otro modo, el comercio lleva a la diferenciación de productos competitivos en todo el mundo y no sólo dentro de los países. Éstas son buenas noticias para los consumidores que aprecian la variedad, porque el comercio les permite acceder a una amplia gama de productos. Cuando mi país comercia con otros países, puedo elegir comprar una marca nacional de lavadora o una marca extranjera que se ajuste mejor a mis necesidades y a mi presupuesto. Además, esta variedad adicional en la elección demuestra ser una importante fuente de los beneficios del comercio exterior. Para tener una idea de la importancia de las variedades importadas, considere a la economía de los Estados Unidos. Entre 1972 y 1988 el número de marcas importadas creció 119%, mientras que entre 1990 y 2001 este número aumentó 42%. Esto significa que durante todo el periodo la variedad de las importaciones se incrementó en 212%.15 Como lo señalan Broda y Weinstein (2006, pp. 552-553), aproximadamente la mitad de este incremento se debió a un aumento en el número de bienes, en tanto que la

otra mitad fue generada por el aumento en el número de países que exportaban alguno de esos bienes a los Estados Unidos. Por lo tanto, entre 1972 y 2001 el aumento de las variedades ha contribuido a una disminución de 28% en el índice de precios de las importaciones ajustado conforme a las variedades y a un incremento de 2.6% en el ingreso real.16 Es evidente que el incremento en las variedades importadas ha tenido un efecto significativo sobre la economía de los Estados Unidos. El intercambio internacional de productos diferenciados predice corrientes comerciales que difieren en formas importantes del intercambio internacional de bienes homogéneos. Además de predecir el comercio intraindustrial, el comercio internacional en productos diferenciados predice volúmenes del comercio que responden de modo diferente a las características de cada país que en el caso del comercio de bienes homogéneos. Una diferencia clave es la relativa a las dotaciones de factores. Al igual que en el mundo que imaginan Heckscher y Ohlin, en el que las diferencias en la composición de los factores en los países propició el comercio exterior, esperamos que los volúmenes de comercio sean mayores en todos los países que tengan grandes diferencias en la composición de sus factores y pequeños en los países que tengan pequeñas diferencias en su composición de los factores. Sin embargo, los datos no respaldan esta idea. Como ya se ejemplificó, los mayores flujos comerciales se presentan entre los países industriales, que tienen composiciones de factores similares, y es poco el comercio que se da entre los países industriales y los menos desarrollados, cuya composición de factores es muy diferente. Esto no quiere decir que las diferencias en la composición de los factores no influyan en los flujos comerciales —sí influyen—, sino más bien que para entender el comercio es necesario entender determinantes adicionales de los flujos comerciales. Tinbergen (1962) sugirió un enfoque empírico de los flujos comerciales, utilizando lo que se conoce como “la ecuación de la gravedad”. En la física, el empuje gravitacional entre dos partículas de materia es directamente proporcional al producto de sus masas e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia entre ellas. En la especificación de Tinbergen, el volumen del comercio entre dos países es proporcional al producto del tamaño de sus mercados, medido por el PIB de cada país (el componente gravitacional, análogo al producto de las masas). El factor de proporcionalidad difiere en cada par de países según los impedimentos de sus

flujos de comercio bilateral (la medida de la resistencia al comercio, análoga al cuadrado de la distancia). Estos impedimentos se pueden deber a factores naturales, como la distancia entre los países, que influye en los costos de transporte, o pueden ser creados por el hombre, como los aranceles. Pero otros factores, como compartir el mismo lenguaje, pueden también influir en la medida de la resistencia al comercio exterior. El enfoque de Tinbergen ha sido aplicado a muchos conjuntos de datos y ha resistido la prueba del tiempo. Funciona sorprendentemente bien para explicar los flujos comerciales entre los países con diferentes niveles de desarrollo y en diferentes periodos. Aunque una ecuación del tipo de la gravitación propuesta por Tinbergen no se origina naturalmente del enfoque tradicional de las proporciones de los factores al comercio internacional, sí se origina naturalmente cuando a este enfoque se le complementa con la diferenciación de productos.17 Como lo señala Helpman, en el caso extremo de la diferenciación de los productos en todos los sectores, los flujos de comercio funcionan conforme una ecuación exacta gravitacional.18 La razón es que bajo estas circunstancias cada país se especializa en diferentes marcas de cada producto, por lo que los proveedores de un país ofrecen marcas diferentes de las de otros países. Como resultado, en cada país existen demandas para todas las marcas producidas en la economía mundial. En ausencia de impedimentos al comercio y con preferencias homotéticas similares en todos los países, la demanda de un país por cada marca es proporcional a su tamaño. Esto significa que si el tamaño de la economía de un país es de 5% de la economía mundial, demanda 5% de todas las marcas, caso en el cual importa 5% del PIB de cada uno de sus socios comerciales. De manera similar, un socio comercial cuya economía es, digamos, de 10% de la economía mundial, importa 10% del PIB de cada país. Por esta razón las corrientes comerciales entre los dos países consisten en 5% del PIB del segundo país más 10% del PIB del primer país. Pero como el PIB del primer país es de 5% del PIB del mundo, en tanto que el PIB del último país es de 10% del PIB mundial, el volumen del comercio internacional entre ellos es proporcional al producto de sus niveles del PIB.19 Es posible hacer un cálculo similar para los volúmenes comerciales dentro de grupos de países. Nos da la predicción de que el coeficiente del volumen de comercio dentro del grupo relativamente al nivel conjunto del PIB del grupo es mayor cuanto más parecido sea el tamaño de los países, midiéndose el tamaño del país por su PIB relativo al nivel del PIB conjunto del

grupo. Además, este cálculo da una medida precisa de la similitud de los tamaños de los países dentro del grupo (véase Helpman, 1987). La gráfica III.3 muestra esta relación para 14 países industriales según los datos de Helpman, para los años 1956-1981; un punto en la figura representa un determinado año. La gráfica muestra que en años en que estos países tuvieron un tamaño más similar comerciaron entre ellos partes mayores de su PIB. El caso es que con el transcurso del tiempo el tamaño de sus economías (respecto al PIB del grupo) se hizo más similar y la proporción de su comercio aumentó. GRÁFICA III.3. Similitud de las proporciones en el PIB respecto al coeficiente comercio / PIB: 14 países industriales, 1956-1981

FUENTE: Helpman (1987). En casos menos extremos, en los que algunos sectores manufacturan productos diferenciados en tanto que otros producen bienes homogéneos, la teoría predice un efecto positivo de la similitud en los tamaños de los países sobre el coeficiente del volumen de comercio con respecto al PIB, pero también predice que las diferencias en la composición de los factores aumentarán la participación en el comercio. En otros términos, tanto la similitud en el tamaño como las diferencias en la composición de los factores

influyen en los volúmenes del comercio. Debaere (2005) proporciona un análisis más complejo del efecto de la similitud en el tamaño de los países sobre el volumen de los flujos de comercio bilaterales, confirmando en una muestra de los países de la OCDE que los pares de países con los niveles más similares del PIB comercian mayores fracciones de su ingreso. Si bien esta relación es cierta para los países ricos en su muestra, Debaere no encuentra esa relación en una muestra más grande que incluye tanto países ricos como pobres. Este hallazgo es congruente con el punto de vista de que en un mundo en que hay sectores que producen productos diferenciados y otros sectores bienes homogéneos, los países ricos comercian entre sí una cantidad desproporcionada de productos diferenciados porque con ellos se especializan relativamente más en las industrias. Así, las diferencias en las proporciones de los factores son menos importantes y la especialización intraindustrial es más importante para el comercio entre los países ricos.20 Además de proporcionar una mejor explicación de los volúmenes comerciados, la diferenciación de productos es central para explicar los datos sobre el comercio intraindustrial. Helpman y Krugman (1985) indican que si todos los sectores manufacturan productos homogéneos, entonces la proporción del comercio intraindustrial es cero, y si algunos sectores manufacturan productos diferenciados, entonces la proporción del comercio intraindustrial es positiva. Los datos varían mucho respecto a la proporción del comercio intraindustrial, como vimos. Para explicarlo muestran que en un modelo sencillo del comercio internacional con dos países y dos factores en el cual sólo hay dos sectores, uno que provee bienes homogéneos y otro marcas de un producto diferenciado, la proporción del comercio intraindustrial es más pequeña cuanto mayor es la diferencia en la composición de los factores entre los países, suponiendo que se mantenga constante su tamaño relativo. Esto es, si los bienes se producen con capital y mano de obra, la proporción del comercio intraindustrial debería ser mayor cuanto más similares sean los coeficientes capital-mano de obra de los dos países. Además de los volúmenes del comercio, Helpman (1987) estudia empíricamente la relación entre la similitud de la composición de los factores y la proporción del comercio intraindustrial. Para su muestra de 14 países de la OCDE encuentra que la proporción del comercio intraindustrial es mayor en periodos en que las dotaciones de los factores de los países son más

parecidas, medidas por la similitud del PIB per cápita.21 Esto se muestra en la gráfica III.4, en que el eje horizontal mide la proporción del comercio intraindustrial dentro del grupo de 14 países industriales y el eje vertical mide el coeficiente de variación de su PIB per cápita, y cada punto representa un año diferente. La figura muestra claramente una correlación negativa entre la dispersión del ingreso per cápita y el comercio intraindustrial. GRÁFICA III.4. Dispersión del PIB per cápita comparado con la proporción del comercio intraindustrial: 14 países industriales, 1970-1981

FUENTE: Helpman (1987). Cieślik (2005) proporciona un análisis más detallado de esta relación para los flujos bilaterales de comercio en la muestra de países de la OCDE estudiados por Debaere (2005) y Hummels y Levinsohn (1995). Encuentra una fuerte correlación negativa entre la proporción del comercio intraindustrial y la diferencia entre los coeficientes capital-mano de obra de los dos países que comercian, cuando se “controla” por la suma de los dos coeficientes de capital-mano de obra. La necesidad de este último control se deriva del modelo teórico. Se tiene que las diferencias en la composición de

los factores aumentan el volumen general de comercio, pero reducen la proporción del comercio intraindustrial. La competencia monopólica entre empresas con economías de escala afecta la estructura del comercio por medio de un canal adicional, el denominado “efecto del mercado interno”, que fue identificado por primera vez por Krugman (1980). El efecto del mercado interno hace que los países con mayores mercados internos para las marcas de un producto en particular se especialicen en esas marcas relativamente a los países con mercados más pequeños. Este sesgo surge cuando se presentan costos del comercio, pero no aparece sin ellos. La lógica es la siguiente. En ausencia de los costos del comercio, a una empresa que manufactura una marca de un producto diferenciado le es indiferente ubicarse en un país pequeño, como Bélgica, o en un país grande, como los Estados Unidos, siempre que las condiciones de costo sean las mismas en los dos países. La razón es que independientemente de donde establezca su manufactura la empresa, puede vender a todos los países del mundo al mismo costo. Pero si existen impedimentos al comercio, entonces la empresa prefiere localizarse en los Estados Unidos, porque puede vender barato en el mercado más grande y enfrenta costos más altos al proveer solamente el mercado más pequeño. No obstante, a medida que más empresas se ubican en los Estados Unidos, se vuelve menos atractivo para una empresa adicional localizarse en ese país, porque la competencia en el mercado local será mayor. A final de cuentas, se localizan más empresas en el mercado grande que en el pequeño para que todas puedan ser igual de lucrativas. Lo que Krugman muestra, sin embargo, es que el número de empresas que se localizan en el mercado mayor tiene que ser desproporcionadamente grande; esto es, que el número de empresas dividido por el tamaño del mercado tiene que ser mayor en el mercado más grande. Como consecuencia, el país más grande tiene exportaciones netas de esta industria. Varios estudios identificaron los “efectos del mercado interno” estudiando el efecto de la variación en los niveles de la demanda en los diferentes países sobre los flujos netos del comercio exterior. Davis y Weinstein (1999, 2003) estudian las industrias manufactureras en los países de la OCDE y en las regiones japonesas. En ambos conjuntos de datos estiman un efecto positivo de la demanda local sobre la oferta local (esto es, un aumento de la demanda local induce un aumento de la oferta local), con el coeficiente mayor que 1 en varios sectores de productos diferenciados. El

hallazgo más importante es un coeficiente que excede 1, lo que es congruente con un efecto del mercado interno, pero no en ausencia de éste. Head y Ries (2001) informan de un hallazgo similar para el comercio entre Canadá y los Estados Unidos. Hanson y Xiang (2004) proporcionan el estudio más detallado del efecto del mercado interno. Clasifican las industrias por los costos del comercio y las elasticidades de sustitución, donde la elasticidad de sustitución mide en cuánto aumenta la demanda relativa de dos productos cuando su costo relativo disminuye en 1%. Si, digamos, su demanda relativa aumenta 5%, la elasticidad de sustitución es igual a 5, y si su demanda relativa aumenta en 2%, su elasticidad de sustitución será igual a 2. Los sectores con altos costos comerciales y elasticidades de sustitución bajas son más propensos a mostrar los efectos del mercado interno que los sectores con bajos costos comerciales y altas elasticidades de sustitución. Intuitivamente, los altos costos del transporte hacen que los mercados locales sean más importantes relativamente a los mercados de exportación, mientras que una baja elasticidad de sustitución entre todas las marcas hace que la variedad sea más importante para la demanda.22 En su clasificación industrial, el hierro en lingotes, los objetos de cristal, las llantas y los muebles pertenecen a sectores con tarifas altas de transporte y altas elasticidades de sustitución, mientras que las computadoras, las televisiones, las cámaras y la maquinaria para impresiones son sectores con bajas tarifas de transporte y altas elasticidades de sustitución. Usando un modelo estadístico que les permite estimar el efecto diferencial del tamaño del país sobre las diferencias en los flujos comerciales entre los dos tipos de industrias, encuentran que —de hecho—, como lo predice el efecto del mercado interno, los países más grandes tienden a exportar relativamente más que los países más pequeños en los sectores con altos costos de transporte y elasticidades de sustitución bajas. Aunque Krugman (1980) centró su análisis en los productos diferenciados horizontalmente (marcas de calidad similar con otras características variables), la lógica del efecto del mercado interno puede ampliarse para abarcar productos diferenciados verticalmente (marcas de diferente calidad).23 Esta ampliación ayuda a explicar características adicionales de los datos. En particular, los valores unitarios de las exportaciones difieren entre los países ricos y los países pobres, en el caso en que la unidad de valor se define como el ingreso dividido por una medida cuantitativa, como el número de unidades exportadas (por ejemplo, el número de laptops) o el peso de las exportaciones

(por ejemplo, toneladas de trigo). Dentro de la misma categoría de productos, los países ricos tienden a exportar bienes con mayores valores unitarios que los exportados por los países pobres (véase Schott, 2004). Este hallazgo concuerda con el hecho de que los países ricos exporten bienes de mayor calidad. Como los países ricos tienen relativamente más personas ricas, y éstas tienden a consumir más productos de alta calidad que las personas pobres, el efecto del mercado interior induce a los países ricos a exportar productos de mayor calidad. Esto es, el efecto del mercado interior proporciona una explicación de las razones por las que los países ricos pueden tener una ventaja comparativa en los productos de alta calidad incluso cuando no tienen ninguna ventaja tecnológica en la manufactura de estos bienes. Si bien la nueva teoría del comercio exterior racionaliza la “gravedad”, el comercio intraindustrial y los efectos del mercado interior, también racionaliza las estimaciones de los flujos comerciales que dependen de la interacción entre las intensidades sectoriales de los factores y la abundancia relativa de los factores en los países exportadores, que se encuentran en el centro de la teoría de las proporciones. En el capítulo previo se trató de la teoría de las proporciones de los factores de Heckscher-Ohlin y de los trabajos empíricos que se fundamentan en sus intuiciones. Recuerde que los trabajos empíricos se concentraron en las predicciones de la teoría sobre el contenido de factores de los flujos de comercio (es decir, los servicios de los varios insumos incorporados en las exportaciones e importaciones). La principal razón para que los trabajos empíricos hayan cambiado de las predicciones de la teoría sobre el comercio en bienes a las que se ocupan del contenido de los factores en el comercio, fue que en un mundo con igualdad en el precio de los factores, en que hay pocos insumos y muchos productos, la teoría no da resultados claros con respecto a los flujos sectoriales del comercio. No obstante, la teoría da predicciones muy precisas en lo que se refiere al contenido de factores en los flujos del comercio, predicciones que fueron primeramente elaboradas por Vanek (1968). La razón de las débiles predicciones sobre el comercio en bienes es que con pocos insumos y muchos productos las dotaciones de factores de un país no determinan singularmente su combinación sectorial de producción; en vista de los coeficientes de insumos por unidad de producción utilizados, hay muchas formas en que pueden configurarse los niveles de producción sectoriales para asegurar el empleo pleno de los recursos de un país. Esto implica que cuando los niveles

de producción no están determinados de una forma única, las exportaciones y las importaciones tampoco están determinadas de una forma única, porque las importaciones netas son iguales a la diferencia entre el consumo (absorción) y la producción local. A pesar de esta ambigüedad teórica, los estudios empíricos de los flujos comerciales sectoriales encontraron correlaciones sistemáticas entre las exportaciones netas y las intensidades de los factores. Por ejemplo, Baldwin (1971) descubrió que en 1962 las exportaciones netas sectoriales de los Estados Unidos estaban correlacionadas positivamente con la intensidad de la mano de obra calificada sectorial y correlacionadas negativamente con la intensidad del capital sectorial. Aunque estos tipos de correlaciones no constituyen una comprobación de la teoría de las proporciones de los factores, porque no construyen con base en la relación en tres sentidos entre las dotaciones de factores de los países, las intensidades de los factores al nivel de la industria y los flujos del comercio exterior (véase Leamer y Levinsohn, 1995) muestran relaciones interesantes que son congruentes con la teoría. En una importante contribución, Romalis (2004) muestra la forma de reconciliar estos elementos en conflicto integrando la diferenciación del producto en un modelo de las proporciones de los factores que admite diferencias en los precios de los factores en los países, del tipo estudiado por Dornbusch, Fischer y Samuelson (1980). Romalis utiliza el modelo para desarrollar una ecuación que vincula las exportaciones sectoriales de un país con la intensidad de los factores de la industria interrelacionados con la abundancia de insumos del país. Se espera que un país exporte más en una industria que utiliza intensivamente los insumos de que está relativamente bien dotado el país. Debido a la diferenciación de productos, el país también importa productos de la misma industria, y sus importaciones están formadas por las exportaciones de sus socios comerciales, las que están regidas por relaciones similares. Después estima estas relaciones con las importaciones de los Estados Unidos de más de 16000 mercancías provenientes de 200 socios comerciales, utilizando los datos de 1998 agregados en varios cientos de industrias, y encuentra un fuerte apoyo para las predicciones teóricas. GRÁFICA III.5. Intensidad de la mano de obra calificada y proporción en las importaciones de los Estados Unidos, 1998: Alemania y Bangladesh

FUENTE: Romalis (2004, figura 1). Las gráficas III.5 muestran las relaciones entre la intensidad de la mano de obra calificada de una industria y la proporción del país exportador en las importaciones de los Estados Unidos para Alemania y Bangladesh.24 Se muestra que aunque la proporción de Alemania es mayor cuanto más intensivo es el uso de mano de obra calificada en la industria, la proporción de Bangladesh disminuye con la intensidad de la mano de obra calificada en

un sector. Esto es exactamente lo que la teoría predice, pues Alemania tiene una dotación relativamente grande de mano de obra calificada en comparación con los trabajadores no calificados, mientras que Bangladesh tiene una pequeña dotación de trabajadores calificados en relación con los trabajadores no calificados. Nunn aplicó la metodología de Romalis al estudio del efecto de las instituciones que aplican la ley sobre las ventajas comparativas y las corrientes comerciales.25 El punto de partida de Nunn es la observación de que el grado en que los insumos intermedios son específicos varía entre todas las industrias: en algunos sectores una gran fracción de los insumos es específica al producto; en otros sectores sólo una pequeña fracción de los insumos es específica al producto. Si fuera posible redactar contratos muy completos en los que se especificaran detalladamente todas las características que debe tener un insumo, y hubiera seguridad de que estos contratos se cumplieran, entonces las especificaciones de los insumos no causarían dificultades en la organización de la producción. Una empresa todavía tendría que decidir si produce un insumo en sus instalaciones o recurre al montaje en el extranjero (outsourcing), fundamentándose en las varias consideraciones de costo de las que se tratará en el capítulo v; no obstante, no habría distorsiones en los incentivos debidas a consideraciones sobre las características específicas. Sin embargo, esto no es así en muchos casos; puede ser muy difícil, o imposible, redactar un contrato completo y hacer que se cumpla en un tribunal. Como consecuencia, en estos casos los contratos son incompletos.26 Cuando los contratos son incompletos, los países con malos sistemas legales se ven afectados por una desventaja de costos en sectores en que los contratos son importantes, como los sectores con grandes fracciones de insumos específicos al producto. En consecuencia, las diferencias entre los países en la calidad de las instituciones encargadas de hacer cumplir los contratos afecta sus costos relativos en todas las industrias. Como resultado de estos sesgos en los costos relativos, puede esperarse que los países con mejores instituciones para el cumplimiento de los contratos exporten relativamente más en los sectores con fracciones relativamente grandes de los insumos dependientes de contratos. Naturalmente, siguen funcionando otros determinantes de la ventaja comparativa, como los estudiados por Romalis (2004), pero la calidad del sistema jurídico añade una fuente adicional a la variación en los costos relativos.

Nunn (2007) desarrolla índices de la importancia de los insumos que dependen de contratos para un gran número de industrias. Utilizando esos índices estima después ecuaciones, parecidas a las de Romalis, de las exportaciones bilaterales relativas en cada industria para una muestra grande de países. Un coeficiente de exportaciones entre los dos países depende tanto de las diferencias en las instituciones jurídicas que existen como de las diferencias en su calidad, cada una interactuando con las medidas relevantes de la intensidad sectorial. En particular, se estudian las diferencias en la disponibilidad relativa de capital humano y su interacción con la intensidad en la utilización del capital humano sectorial, en tanto que las diferencias en la calidad de los sistemas jurídicos son estudiadas en su interacción con las mediciones sectoriales de la intensidad de los contratos. Según sus estimaciones, el procesado de aves, los molinos de arroz y las manufacturas de café y té son parte de las industrias que menos intensivamente utilizan los contratos, mientras que las industrias de compresores de aire y gas, de manufactura de aeroplanos y de computadoras electrónicas son de las industrias que más intensivamente utilizan los contratos. Uno de los principales hallazgos de esta investigación es que, tal como lo predice la teoría, de hecho, los países con las mejores instituciones para hacer cumplir los contratos exportan relativamente más en los sectores que utilizan intensivamente los contratos. Además, la magnitud de estos efectos es considerablemente mayor que el efecto de las dotaciones de capital y mano de obra combinadas.27

3. FUENTES ADICIONALES DE BENEFICIOS POR EL COMERCIO EXTERIOR En el capítulo previo discutimos sobre los beneficios del comercio exterior y los conflictos por la distribución en países con mercados competitivos y tecnologías con rendimientos de escala constantes. El argumento principal fue que estos tipos de países se benefician por el intercambio internacional en el sentido de que el comercio aumenta los beneficios de todos cuando los individuos se parecen entre sí, y que si los individuos no se parecen entre sí, entonces los ganadores pueden compensar a los perdedores de un modo que hace que todos estén mejor que antes. El mecanismo clave que lleva a este resultado opera por medio de los precios: en promedio, el intercambio internacional conduce a una expansión de los sectores cuyos precios son más

altos en un régimen de comercio exterior y a una contracción de los sectores cuyos precios son menores en un régimen de comercio exterior. Como resultado, el país puede darse el lujo de adquirir su “canasta de consumo en condiciones de autarquía” cuando comercia con otros países, y conseguir así un mayor bienestar. En presencia de las economías de escala externas, los movimientos de los precios relativos que se deben al comercio exterior también pueden ser benéficos en forma parecida, aunque en este caso los cambios en los niveles de producción sectoriales tienen un efecto sobre la productividad, como se vio en la sección 1 de este capítulo. En esas circunstancias, el comercio exterior es benéfico si no lleva a una disminución en la productividad total de los factores en la economía, o si, cuando la PTF disminuye, la disminución no es muy grande. Por lo tanto, una condición suficiente para que se obtengan beneficios del comercio exterior sería que en esta economía los sectores con rendimientos de escala crecientes se amplíen en promedio, o no requieran de muchos contratos (véase Helpman y Krugman, 1985, pp. 64-66). Pero como lo informó por primera vez Graham (1923), no es posible garantizar este resultado en todos los países, porque el comercio exterior puede hacer que algunos países se especialicen en sectores tradicionales que no tengan economías de escala. No obstante, este efecto negativo puede compensarse en cierta medida por el hecho de que en un mundo integrado, en que los países comercian entre sí, la concentración de la producción aumenta la productividad y reduce los costos de las manufacturas con tecnologías de rendimientos crecientes, porque en un mundo de intercambios comerciales hay muchas más ventas que en un solo país. Como resultado, incluso si una industria de rendimientos crecientes está localizada en un país extranjero, es posible adquirir sus bienes a bajo precio mediante las importaciones, precios potencialmente mucho más bajos que los pagados por los consumidores en una autarquía. En otras palabras, aunque en este tipo de mundo no es posible estar seguro de que todo país se beneficia del comercio exterior, sí existen fuerzas que hacen probable que se obtengan beneficios, y éstos son potencialmente más grandes que en un mundo sin economías de escala. Argumentos parecidos pueden aplicarse en el caso en que existen la diferenciación de productos y las economías de escala a nivel de la empresa, del tipo que fue discutido en la sección anterior, excepto que en este caso la medida relevante de la producción para los cambios en la productividad no se encuentra en el nivel sectorial, sino en el nivel de la empresa. Esto es, las

mejoras en la productividad total de los factores requieren una expansión de la producción por empresa más que por sector. Además, los cambios en la variedad disponible tienen efectos sobre el bienestar, porque elegir entre una mayor variedad contribuye al beneficio independientemente de los resultados en la productividad. Por estas razones, el efecto agregado del comercio exterior sobre el bienestar incluye el efecto tradicional de los precios relativos, el efecto de la productividad y el efecto de la variedad (véase Helpman y Krugman, 1985, capítulo 9). De nuevo, no es posible garantizar a todos los países beneficios por el comercio exterior, en particular si los países difieren mucho entre sí, pero existen fuerzas poderosas que presionan en ese sentido. Primero, ya que cada empresa sirve a toda la economía mundial, es muy probable que la producción en una empresa representativa de una industria sea mayor en un régimen de comercio exterior que en una autarquía; de ser así, el comercio exterior aumenta la PTF. Segundo, dado que en cada sector hay variedades disponibles para todos los productores de todo el mundo, es más probable con el comercio exterior que con la autarquía tener una variedad que esté disponible. Incluso si alguno de estos posibles elementos de influencias positivas no funciona (por ejemplo, el producto por empresa disminuye en algunas industrias), esta ausencia puede ser más que compensada por otras fuentes de los beneficios derivados del comercio exterior. La presencia de múltiples canales de los beneficios provenientes del comercio exterior puede silenciar los conflictos de interés entre las diferentes fuentes de ingreso, como, por ejemplo, por la propiedad de los diferentes factores de la producción. En el capítulo anterior se vio que en un mundo competitivo con tecnología de rendimientos de escala constantes los conflictos por la distribución son inevitables; en ausencia de mecanismos de compensación, algunos factores de la producción necesariamente son beneficiados por el comercio exterior, mientras que otros pierden. No es necesario que esto pase cuando hay diferenciación de los productos y economías de escala específicos a la empresa, como lo indicó Krugman (1981). En particular, el aumento en el número de las variedades puede compensar a los propietarios de factores por las disminuciones en su ingreso relativo. Como ejemplo, considere un mundo en que los bienes se producen con mano de obra y capital. Entonces, en ausencia de la diferenciación del producto y de las economías de escala, la apertura al comercio exterior aumenta el ingreso real de un factor de la producción relativamente

abundante en el país y reduce el ingreso real de un factor de producción relativamente escaso en el país. En estas circunstancias, en un país que es relativamente rico en capital habrá un aumento en el ingreso real de los propietarios de capital cuando se integra a la economía mundial. Pero si hay diferenciación del producto y el comercio exterior conduce a una expansión de la variedad, entonces también los trabajadores pueden beneficiarse por el comercio exterior, aunque proporcionalmente menos que los propietarios del capital. Esos beneficios son seguros cuando las dotaciones relativas de factores de los países no son demasiado diferentes entre ellas, pero no lo son si tienen cantidades muy diferentes de capital por trabajador. Los modelos de la competencia monopólica ayudan a superar la brecha entre la teoría y la evidencia en lo que se refiere a los amplios patrones del comercio internacional dentro y entre las industrias. En este capítulo se trató de estos patrones y de la teoría subyacente. En el siguiente capítulo se estudia con más detalle la estructura del comercio dentro de las industrias y la organización internacional de la producción.

1 Como se verá en el capítulo V, cuando una empresa extiende (scope) sus actividades horizontalmente ahorra costos fijos por actividad. 2 Agradezco a Peter Klenow por proporcionarme los datos para esta gráfica. Más adelante en este capítulo se tratará de las características adicionales que requieren consideraciones que van más allá de las ventajas comparativas tradicionales. 3 Krugman (1979) y Lancaster (1979, capítulo 10) desarrollaron los primeros modelos formales del comercio exterior con un sector en un producto diferenciado. Aunque sus modelos difieren en varios detalles, ambos fueron diseñados para mostrar la forma en que surge el comercio exterior en diferentes marcas del mismo producto dentro de una industria. Lancaster (1980), Dixit y Norman (1980, capítulo 9), y Helpman (1981) integraron la diferenciación del producto con las proporciones de los factores, mostrando la forma en que pueden coexistir el comercio exterior intraindustrial y el intersectorial. Helpman y Krugman (1985) desarrollaron un estudio muy completo de lo que después se conoció como “la nueva teoría del comercio exterior”. Todos estos estudios tuvieron como fundamento inicial el trabajo seminal de Chamberlin (1933). 4 Aunque en principio una economía puede presentar economías de escala para algunas combinaciones de insumos y rendimientos decrecientes para otras combinaciones de insumos, por lo general esas complicaciones no se consideran. 5 Por sencillez, no se tienen en cuenta las herramientas que él pueda utilizar. 6 Helpman y Krugman (1985, capítulo 3) proporcionan una discusión detallada de estos temas y ubican el argumento de Graham en un contexto más amplio. También tratan de las economías externas que no son específicas a un país (esto es, casos en que la productividad de una empresa depende de la producción mundial de la industria más que de la producción interna). En este último caso, como ha argumentado Viner, las conjeturas de Graham no se sostienen. 7 No puede cobrar un precio que exceda de su costo promedio porque entonces otra empresa podría vender por debajo de este precio y obtener ganancias positivas. 8 A diferencia de lo que ocurre en el mundo tradicional ricardiano, aquí existe la posibilidad de que un país pueda no beneficiarse por el comercio exterior. Grossman y Rossi-Hansberg (2010) muestran, sin embargo, que si las preferencias tienen una elasticidad constante de sustitución en todos los productos, entonces el patrón de especialización no sólo no es único, sino que además todos los países se benefician por el comercio. 9 Caves, Christensen y Swanson (1981) estiman grandes economías de escala (es decir, costos promedio en disminución) en los ferrocarriles de los Estados Unidos para el periodo entre 1955 y 1974, mientras que Christensen y Greene (1976) encuentran grandes economías de escala en la generación de energía eléctrica de los Estados Unidos en 1955, las que fueron desapareciendo en la década de 1970. 10 No obstante, las economías de escala de estos sectores son mayores que las economías de escala en las industrias de recursos naturales mencionadas, con la excepción de la silvicultura. Las estimaciones de la magnitud de las economías de escala en otros sectores —como la de productos químicos básicos, pulpa o papel, productos de vidrio y el tabaco— no son lo suficientemente claras para clasificar sus economías de escala. 11 Porter (1990) presenta muchos de esos ejemplos, aunque subraya que las economías de la aglomeración juegan un papel clave en la formación de la ventaja comparativa de las naciones. 12 Helpman y Krugman (1985) también tratan de las varias formas de competencia oligopólica que son adecuadas para las industrias con diferenciación limitada del producto. Sin embargo, estas estructuras del mercado son menos importantes para el tema principal de este libro. 13 Además de las economías de escala relacionadas con los costos fijos, el volumen de la producción también puede dar lugar a las economías de escala. Esto es, los costos variables unitarios de las manufacturas pueden disminuir al aumentar el nivel de producción. 14 Véase http://www.FDA.gov/buyonlineguide/generics_q&a.htm, consultada el 10 de marzo de 2009.

15 En este estudio, una variedad se define empíricamente como un producto importado de un país en particular. Por ejemplo, en 1988 había 12 822 categorías de productos, y cada uno se importaba, en promedio, de 12.2 países, lo que en total nos daba 156 669 marcas. Véase Broda y Weinstein (2006, cuadro 1). 16 El índice de precios ajustado por la variedad mide el costo de una unidad de importaciones, donde esta unidad se define en términos de su contribución al bienestar, teniendo en cuenta no sólo los precios de importación, sino también el rango de las variedades importadas. 17 A diferencia del enfoque de la proporción de los factores con productos homogéneos, el enfoque circadiano con productos homogéneos es consistente con la ecuación de la gravedad. 18 Véase también Helpman y Krugman (1985). 19 El factor de proporcionalidad en este caso es igual a 2 dividido por el nivel del PIB mundial, que es el mismo para cada par de países. Se aplica un cálculo similar al modelo ricardiano de Dornbusch, Fischer y Samuelson (1977) o de Eaton y Kortum (2002), porque también en estos casos cada país produce distintos productos. 20 Esta hipótesis sobre la proporción de los factores versus la especialización intraindustrial en el comercio exterior en los países ricos fue presentada por Hummels y Levinsohn (1995), que después argumentaron que es descartada por los datos. Pero Debaere (2005) muestra que este rechazo se debió a una especificación inapropiada de su ecuación del comercio exterior, en que el volumen del comercio se estima en niveles en vez de como una fracción del PIB. Además, Evenett y Keller (2002) muestran que la similitud en los niveles de ingreso proporciona una mayor explicación de los flujos de comercio bilaterales cuanto más grande sea la proporción del comercio intraindustrial entre el par de países que comercian. Es decir, las fuerzas de la gravedad son más pronunciadas cuanto más importante es el comercio en productos diferenciados, como lo sugiere la teoría. 21 Aunque una mayor similitud de los PIB per cápita puede deberse a factores diferentes a una estrecha similitud en los coeficientes capital-mano de obra, la correlación de las dos medidas de similitud es muy alta en los datos, y el PIB per cápita se mide con más exactitud que el coeficiente capital-mano de obra. 22 Hanson y Xiang (2004) extienden el modelo de Krugman para justificar estas afirmaciones. 23 Véase Fajgelbaum, Grossman y Helpman (2009). 24 Agradezco a John Romalis por proporcionarme los datos para estas gráficas. 25 Su estudio representa parte de una tendencia más amplia para investigar los papeles de las instituciones en la conformación de la actividad económica. 26 Grossman y Hart (1986) y Hart y Moore (1990) estuvieron en la vanguardia del análisis de las relaciones económicas en ambientes con contratos incompletos. Trataremos de este enfoque en el capítulo V. 27 Levchenko (2007) también encuentra apoyo para el impacto de las diferencias en los sistemas legales de los países sobre los flujos comerciales, aunque en su estimación emplea una medida de la complejidad sectorial en vez de la intensidad contractual. Costinot (2009) también estudia el papel de la complejidad sectorial en los flujos de comercio, pero él basa las diferencias en los sistemas legales a partir de estimaciones de los flujos del comercio. Su medición de la calidad institucional muestra una fuerte correlación con una medida denominada “la fuerza de la ley”, que también es usada por Nunn (2007); véase Costinot (2009, figura 4).

IV. LAS EMPRESAS DENTRO DE LAS INDUSTRIAS LA INTEGRACIÓN de las economías de escala y de la competencia monopólica en la teoría tradicional del comercio exterior fue uno de los principales éxitos intelectuales que proporcionaron un marco para entender mejor la estructura del comercio mundial. Como se vio en el capítulo previo, este enfoque hace hincapié en la importancia del rango de productos disponible en un país, sugiere nuevas fuentes de ventaja comparativa y sus predicciones empíricas han sido apoyadas por los datos. A pesar de las características convenientes de estos modelos del comercio exterior desarrollados en la década de 1980, demostraron ser inadecuados para explicar un rango de hallazgos empíricos que se obtuvieron en los años noventa con nuevos conjuntos de datos al nivel de las empresas. Estos hallazgos están relacionados con una propiedad clave de la estructura industrial, a saber, que dentro de un sector característico las empresas varían considerablemente en tamaño, productividad, composición de los insumos, salarios y participación en el comercio exterior. Además, las empresas que sí participan en el comercio exterior son sistemáticamente diferentes de las que no participan, y las corporaciones multinacionales —que tienen la propiedad de plantas de producción o puntos de ventas en múltiples países— son también sistemáticamente diferentes. En combinación con las tendencias cambiantes en los patrones del comercio exterior y de la inversión extranjera directa, estos hallazgos motivaron nuevas reflexiones sobre la teoría del comercio exterior.

1. EMPRESAS EXPORTADORAS Y EMPRESAS NO EXPORTADORAS En la década de 1990, en varios estudios se examinaron las características de las empresas dentro de las industrias para conocer la medida en que son diferentes por su situación respecto al comercio exterior. Bernard y Jensen

(1995, 1999) fueron los primeros que trataron de este tema con datos de los Estados Unidos; su trabajo fue seguido por estudios de otros países, entre ellos Canadá, Colombia, Francia, México, Marruecos, España y Taiwán.1 Estos estudios encontraron que sólo una pequeña fracción de las empresas exporta, que las empresas que exportan son más grandes y más productivas que las que no exportan, y que la condición de exportador tiende a persistir. Esta última característica fue interpretada en el sentido de que en ella se manifiestan los costos no recurrentes de capital (sunken costs, esto es, que una empresa que quiere penetrar en un mercado extranjero tiene que cubrir considerables costos específicos del mercado por establecerse para poder vender en ese mercado).2 Das, Roberts y Tybout (2007) calcularon que esos costos superan los 400 000 dólares para los pequeños productores colombianos y que son un poco más bajos para los grandes productores. CUADRO IV.1. Proporción de las empresas manufactureras que exportan País

Año Empresas exportadoras (%)

Estados Unidos 2002

18.0

Noruega

2003

39.2

Francia

1986

17.4

Japón

2000

20.0

Chile

1999

20.9

Colombia

1990

18.2

FUENTE: Organización Mundial del Comercio (2008, cuadro 5). En el cuadro IV.1 se presentan datos de las empresas exportadoras en el sector manufacturero. Muestra que en los Estados Unidos sólo 18% de las empresas exportan, y que algo parecido ocurre en Francia, Japón, Chile y Colombia. Sin embargo, esta fracción es considerablemente mayor en Noruega, donde casi 40% de las empresas exportan. Además la fracción de exportadores varía mucho entre las industrias; en algunos sectores esta fracción es mayor que el promedio reportado en el cuadro IV.1, mientras que en otros sectores es mucho más pequeño. En los Estados Unidos, por ejemplo, sólo exportan 5% de las empresas impresoras y actividades relacionadas, y 7% de las empresas de muebles y productos relacionados. Por

otra parte, 33% de las empresas que producen maquinaria exportan, e igual sucede con 38% de las que manufacturan computadoras y productos electrónicos.3 CUADRO IV.2. Proporción de las exportaciones de las empresas que exportan manufacturas, por el tamaño de la empresa (en porcentaje)

FUENTE: Organización Mundial del Comercio (2008, cuadro 6). Las empresas que exportan son más grandes y más productivas que las empresas que no exportan, por un margen considerable. En los Estados Unidos los exportadores emplean cerca del doble de trabajadores que las empresas no exportadoras, y el valor de sus ventas totales también es aproximadamente el doble. Además, el valor agregado por trabajador de los exportadores es 11% mayor que el valor agregado por los trabajadores de las empresas que no exportan, y la productividad total de los factores excede la PTF de los no exportadores en 3%.4 También, como puede verse en el cuadro IV.2, las exportaciones están muy sesgadas hacia las grandes empresas. En los Estados Unidos, 1% de los exportadores vende al extranjero 81% de las exportaciones de manufacturas mientras que 10% de los más grandes venden en el exterior 96%. En Bélgica, Francia, Alemania, Noruega y el Reino Unido, 1% de los exportadores más grandes exporta una menor proporción que las empresas estadunidenses, pero sus proporciones siguen siendo

considerables, entre 42 y 59%. Y 10% de las empresas exportadoras más grandes en estos países controlan entre 80 y 91% de las exportaciones. Realmente, son proporciones muy altas. Finalmente, los exportadores venden la mayoría de su producción en el mercado interior y exportan sólo una fracción de sus ventas totales. Por ejemplo, en 2002, las empresas exportadoras de los Estados Unidos en las manufacturas enviaron a países extranjeros en promedio 14% de sus embarques totales, y la fracción de estas exportaciones varió entre 7 y 21% entre las industrias.5 Para explicar este patrón de los datos, Melitz (2003) desarrolló un modelo teórico que cambió fundamentalmente la teoría del comercio exterior.6 En aras de la sencillez, presentaré una versión simplificada de su estructura que resalta las intuiciones económicas en que se fundamentan los principales argumentos. Considere un sector que produce productos diferenciados en condiciones de competencia monopólica, como se describió en el capítulo anterior. Sin embargo, a diferencia del capítulo anterior, ahora suponga que una empresa que entra en la industria enfrenta incertidumbre respecto a su PTF. Esto es, una empresa tiene la presión de un costo de entrada que cubre el desarrollo de su marca y la tecnología para manufacturarla, pero sólo descubre ex post —después de cubrir este costo— si su productividad es alta o baja. Como resultado, las empresas se forman expectativas sobre la rentabilidad de entrar, y entrarán mientras las ganancias esperadas sean lo suficientemente altas para cubrir el costo de la entrada. La entrada no se lleva a cabo hasta que las ganancias esperadas son iguales al costo de entrar. Evidentemente, esta condición se conforma con la condición de libre entrada (sin costo) que Chamberlin plantea para el caso del grupo grande, y tiene en cuenta el riesgo de la entrada. Para formarse expectativas sobre la rentabilidad de entrar, una empresa debe formar expectativas sobre sus ganancias en diferentes niveles de productividad, y para esto requiere tener estrategias de negocios para cada nivel de productividad. En particular, debe decidir a qué niveles de productividad es mejor perder el costo de entrada y salir del negocio, a qué niveles de productividad puede ganar dinero vendiendo a los clientes nacionales, y a qué niveles de productividad puede ganar dinero exportando.7 Melitz (2003) supone que una empresa debe tener un costo fijo de manufactura si permanece en la industria, y un costo fijo adicional por exportar si elige vender una parte de su producción en el extranjero, como lo sugiere la evidencia empírica. Además, exportar genera costos comerciales

variables; pueden aumentar por el transporte y las cuotas del seguro, por los aranceles del país destinatario o por otros obstáculos al comercio. En estas circunstancias es posible expresar la rentabilidad de permanecer en la industria, después de que se han cubierto los costos de la entrada, utilizando la gráfica IV.1. La curva superior en la gráfica describe las ganancias por las ventas internas (esto es, los ingresos menos los costos de producción variables menos el costo fijo de producción) como una función de la productividad de la empresa; las empresas que son más productivas son más rentables en el mercado interno. Una empresa con productividad cero no puede manufacturar, pero debe cubrir, a pesar de todo, el costo fijo de producción mientras permanezca en la industria. Por esta razón, con una productividad de cero, las utilidades son negativas en el punto d, por debajo del eje horizontal. La distancia entre el punto d y el eje horizontal representa el costo fijo de producción. A medida que la empresa se vuelve más productiva, estas utilidades aumentan, y en el punto D llegan al nivel cero. Las utilidades continúan aumentando con la productividad y son positivas para todos los niveles productivos que se encuentran a la derecha de D. GRÁFICA IV.1. Utilidades de las empresas con diferentes niveles de productividad

La curva inferior de la gráfica describe las utilidades por las ventas de exportación. También ellas son negativas para una empresa con productividad de cero, y la distancia entre el eje horizontal y el punto x representa el costo fijo por exportar que tiene que cubrir una empresa además del costo fijo de producción. Las utilidades por la venta de exportaciones aumentan al incrementarse la productividad, llegan a cero en el punto X y continúan aumentando más en los niveles de productividad que se encuentran a la derecha de X. Así puede verse que las empresas cuya productividad queda a la izquierda de X pierden dinero por exportar y que las empresas cuya productividad está a la derecha de X ganan dinero por las ventas de exportaciones. La ubicación de estas curvas de utilidades asegura que x quede a la derecha de D. Esto no es casual. La X a la derecha de D se ajusta a un patrón de estructura industrial que es congruente con la evidencia. En la gráfica IV.1, las empresas con la productividad a la izquierda de D no pueden ganar dinero ni por las ventas internas ni por las exportaciones; en cada una de estas actividades sus utilidades son negativas. Como resultado, su mejor estrategia es salir de la industria para evitar tener que pagar los costos fijos de la manufactura. Esta estrategia hace que sus utilidades sean de cero, aunque sólo después de sacrificar los costos de entrada. Las empresas

cuya productividad se encuentra entre los puntos D y X eligen una estrategia diferente; obtienen utilidades por sus ventas internas pero pierden dinero en sus ventas de exportaciones. Por lo tanto, maximizan sus ganancias atendiendo al mercado interno, pero no al extranjero. Esto es, eligen quedarse en la industria pero sin exportar. Finalmente, las empresas con su productividad a la derecha de X ganan dinero en las ventas internas y también en las exportaciones. Por lo tanto, su estrategia es servir tanto al mercado interno como al externo. Resumiendo, en este tipo de industria las empresas menos productivas eligen salir, las empresas con productividad intermedia eligen vender sólo a sus clientes internos y las empresas más productivas eligen vender tanto a sus clientes nacionales como a los extranjeros. Este patrón de selección es consistente con la evidencia de que sólo una fracción de las empresas exporta, de que los exportadores venden sólo una parte de su producción a los clientes extranjeros, de que los exportadores son más grandes y más productivos que los que no exportan (son más grandes porque las empresas con más productividad emplean más trabajadores, producen más bienes y así obtienen mayores ingresos), y que la distribución de las ventas de exportaciones está sesgada hacia las grandes empresas (porque las grandes empresas exportan más y por lo tanto obtienen mayores ingresos por sus ventas de exportación). Como queda claro por este análisis, Melitz ofreció una explicación sencilla y convincente de estos hechos. Además, aunque su modelo no explica por qué los exportadores pagan mayores salarios que los que no exportan (en esta estructuración teórica todas las empresas pagan los mismos salarios) veremos más adelante que una versión modificada del modelo genera también esta predicción sobre los salarios. Los estudios sobre la liberalización del comercio encuentran repetidamente que gran parte de la reasignación de los recursos como respuesta a la eliminación de las barreras al comercio ocurre dentro de las industrias, más que entre ellas. Balassa (1966, 1967) fue el primero en observar que la formación del Mercado Común Europeo, el predecesor de la ahora muy ampliada Unión Europea, no llevó a una importante reasignación de los recursos entre las industrias, como lo predecía la teoría del comercio internacional. Hizo la siguiente observación sagaz: En lo que se refiere al efecto de la reducción de los aranceles sobre la asignación de recursos, el predominio de la especialización intraindustrial, en comparación con la interindustrial, en los bienes manufacturados que se comercian entre los países industriales es una consideración importante. Con la diferenciación nacional de los productos de consumo, maquinaria y bienes

intermedios en los niveles más altos de fabricación, la liberalización del comercio exterior no implica cambios masivos en los recursos desde las industrias que compiten con las importaciones a las de exportación, como se supone en la explicación tradicional de los libros de texto, sino, por el contrario, lleva a cambios en la composición de la producción de las industrias individuales […]. Sin embargo, las reducciones en los aranceles resultarán en desplazamientos interindustriales de los recursos en el caso de productos estandarizados en los que el intercambio internacional está determinado en gran medida por las diferencias en los costos relativos de los países [Balassa, 1967, p. 93].

De mayor relación con este tema es que recientes estudios de la liberalización del comercio exterior, que utilizan datos detallados al nivel de la empresa, como los de Tybout y Westbrook (1995) para México, Pavcnik (2002) para Chile y Trefler (2004) para Canadá, encuentran grandes reasignaciones de las proporciones del mercado dentro de las industrias, de las empresas con baja productividad a las empresas con una alta productividad. ¿Pueden estos desplazamientos dentro de las industrias ser explicados por el modelo? La respuesta es sí. Considere una reducción en las barreras comerciales. Esto disminuye los costos variables de la exportación. Como resultado, las ganancias por las ventas de las exportaciones aumentan, y la curva más baja de la gráfica IV.1 se desplaza hacia arriba. El aumento en la productividad de las empresas exportadoras va acompañado de una expansión de su producción y de sus ventas de exportaciones, lo que lleva a un desplazamiento en la participación en el mercado, de las empresas internas que no exportan a las empresas exportadoras. Como la expansión de las empresas exportadoras aumenta la demanda de los factores de producción internos y, en el caso de la liberalización del comercio multilateral, también expone al mercado interno a más competencia extranjera, los costos de los insumos aumentan en el mercado interno y la demanda de producto disminuye. Estos cambios reducen las ganancias de todas las empresas, pero no compensan completamente el aumento en las ganancias de los exportadores. La disminución en las ganancias de las empresas internas reduce la curva superior de la gráfica, lo que implica que algunas de las empresas con baja productividad, cuya productividad se ubica a la derecha del punto D, pero cerca de él —esto es, que marginalmente eran lucrativas antes—, pierden dinero en las nuevas circunstancias. Por lo tanto, estas empresas cierran y salen de la industria. Evidentemente, la liberalización del comercio exterior conduce a la salida de las empresas menos productivas y a una reasignación de las proporciones del mercado, de las empresas internas con baja productividad a las empresas

exportadoras con alta productividad, lo que en conjunto aumenta la productividad promedio. Ésta es una observación importante porque sugiere que hay fuerzas poderosas que están reconfigurando las estructuras industriales de una manera que aumenta los niveles sectoriales de productividad. ¿Es posible medir estos efectos? El acuerdo de libre comercio entre Canadá y los Estados Unidos (FTA, por sus siglas en inglés) de 1989, que ha sido estudiado ampliamente por muchos académicos, proporciona un buen ejemplo. Según Trefler (2004), en 1988 el arancel promedio de Canadá sobre las importaciones que provenían de los Estados Unidos era de 8.1%. Además, se aplicaban aranceles mayores de 10% a una cuarta parte de las industrias canadienses. Del lado de los Estados Unidos, los aranceles eran mucho más bajos, promediando sólo 4%. Trefler tuvo acceso a datos al nivel de las plantas, lo que le posibilitó estudiar detalladamente el efecto del FTA sobre la productividad de la mano de obra. Encontró que el FTA aumentó la productividad de la mano de obra en las manufacturas canadienses en 7.4%, lo que en realidad es un porcentaje muy grande, y que los aumentos en la productividad en las industrias que compiten con las importaciones, que son las que más sintieron los efectos, llegaron a ser casi el doble. Como hubo pocos aumentos en la productividad al nivel de las plantas, la mayoría de esos aumentos se atribuyen a las reasignaciones de las proporciones del mercado que favorecieron a las plantas de alta productividad y a la salida de las plantas con baja productividad. Es decir, la experiencia canadiense se ajusta al análisis teórico. Es posible estudiar las reasignaciones dentro de los sectores conjuntamente con las fuerzas tradicionales de las ventajas comparativas. Bernard, Redding y Schott (2007) analizan un modelo de competencia monopólica con dos insumos, dos sectores y dos países, en que dentro de cada industria hay empresas heterogéneas y costos fijos y variables del comercio exterior. Para facilitar el análisis suponen que las proporciones de los factores son similares en todas las actividades dentro de un sector, pero que difieren entre los sectores.8 En estas circunstancias, el comercio exterior aumenta la productividad de los factores en todo sector y en todo país. Además, el aumento en la PTF es impulsado por la salida de las empresas menos productivas y las reasignaciones de las proporciones de las empresas menos productivas a las más productivas. Es interesante que el aumento de la productividad no sea igual en todos los sectores, y que presente diferentes

sesgos en cada uno de los países. En particular, la PTF aumenta proporcionalmente más en el sector que tiene más ventajas comparativas en cada país, esto es, el sector que utiliza más intensivamente el insumo de que está relativamente mejor dotado el país. Por implicación, el mayor aumento en la productividad ocurre en diferentes sectores en diferentes países. Además, este resultado implica que todo país hace exportaciones netas en un sector con aumentos relativamente más altos en la productividad, de modo que puede parecer que el comercio está impulsado por las fuerzas ricardianas de la ventaja comparativa. Sin embargo, en este caso, la ventaja ricardiana en la productividad está generada por las fuerzas de la ventaja comparativa de Heckscher y Ohlin, lo que significa que el país que tiene una dotación relativamente buena de un insumo en particular también tendrá una PTF relativamente más alta en la industria que utiliza este insumo intensivamente. Por lo anterior, puede decirse que en este mundo la ventaja comparativa del tipo de las proporciones de los factores es inseparable de la ventaja comparativa del tipo de la productividad relativa.

2. EVALUACIÓN CUANTITATIVA Se ha visto en el capítulo III que el reconocimiento explícito de la respuesta en la elección de la variedad al comercio exterior explica varios fenómenos empíricos y enriquece nuestro entendimiento de los ajustes económicos como respuesta al comercio exterior. Pero todavía no se responde a la pregunta de si estos ajustes son cuantitativamente importantes. En vista de que sólo unos cuantos estudios han medido explícitamente los ajustes que se deben al margen extensivo del comercio exterior (la parte del comercio que resulta de los cambios en el número de variedades de los productos comerciados), la evaluación de estos efectos sólo es tentativa. Como se discutió en el capítulo previo, la ecuación de la gravedad es el principal instrumento para la investigación empírica de los flujos del comercio internacional; se le utiliza para estimar el efecto sobre el comercio internacional de variables como la distancia, las zonas monetarias y los acuerdos de libre comercio. Cuando se aplica a muestras con muchos países, este enfoque no puede usar datos al nivel de las empresas (que no pueden agruparse a partir de los países individuales a causa de las restricciones por la confidencialidad) y es preciso depender en cambio de conjuntos de datos de

los niveles de la industria por país. En estas circunstancias, en el pasado los estudiosos se enfocaron en el refinamiento de sus técnicas de estimación para mejorar la exactitud de las estimaciones, pero prestaron poca atención a la separación de los márgenes extensivo e intensivo del comercio exterior.9 Helpman, Melitz y Rubinstein (2008) muestran, sin embargo, que es posible estimar por separado los márgenes intensivo y extensivo del comercio exterior a partir de datos agregados y utilizando parte de los datos que por lo general no habían sido utilizados antes, es decir, observaciones de los flujos del comercio exterior iguales a cero. Con esta finalidad, desarrollaron una versión con muchos países generalizada del modelo de Melitz (2003), que admite diferencias en los costos fijos y los costos variables del comercio exterior entre los distintos pares de países, y desarrollaron un procedimiento de estimación en dos etapas para los parámetros de este modelo. La principal idea que subyace en el enfoque de Helpman, Melitz y Rubinstein es que el volumen de exportaciones de una empresa a un país determinado no depende de su costo fijo de exportar. Sin embargo, la decisión de exportar sí depende de este costo fijo. Por esta razón, la falta de exportaciones de, por ejemplo, Alemania a Gabón, implica que incluso las más productivas de las empresas alemanas no pueden cubrir los costos fijos de exportar a Gabón con los ingresos provenientes de ventas en Gabón una vez deducidos los costos variables de la producción y de la exportación. Si se consideran todas las corrientes de exportaciones bilaterales entre pares de países, es posible por lo tanto utilizar la distinción entre los flujos que son positivos y los que son cero para estimar una ecuación que proporcione información sobre los puntos límites por la productividad, que hacen que las exportaciones sean rentables.10 Estos puntos límites de productividad a su vez proporcionan información sobre la fracción de empresas que encuentran lucrativo exportar. Entonces es posible utilizar esta ecuación de la primera etapa para predecir la fracción de exportadores, y utilizar esta proyección en una ecuación de la segunda etapa del tipo de gravedad estándar para estimar por separado el efecto de los varios impedimentos o favorecedores del comercio exterior sobre los márgenes intensivo y extensivo del comercio exterior. Helpman, Melitz y Rubinstein encuentran que el efecto de la distancia entre pares de países (un impedimento al comercio exterior) sobre el margen del comercio intensivo es aproximadamente dos terceras partes de lo estimado normalmente, lo que representa un sesgo considerable, y advierten un sesgo

similar en la estimación del efecto de una unión monetaria (que facilita el comercio exterior). Lo importante es que los sesgos varían considerablemente entre países con diferentes características, como los niveles de desarrollo, porque el efecto del margen extensivo del comercio varía considerablemente de un par de países a otro par. Por ejemplo, el efecto general de la distancia sobre los flujos comerciales tiende a ser menor entre pares de países con alto ingreso per cápita, y tiende a ser mayor para un par de países con bajos ingresos per cápita. Este efecto es intermedio para pares de países en que un país tiene un alto ingreso per cápita y el otro tiene un bajo ingreso per cápita. Más específicamente, el mayor efecto de la distancia sobre las exportaciones es casi tres veces más grande que el efecto más pequeño. Es decir, las estimaciones acostumbradas no sólo sobrestiman el papel del margen intensivo del comercio, sino que también dejan de captar una importante fuente de heterogeneidad en la sensibilidad del comercio a los impedimentos y favorecedores, que es impulsada por el margen extensivo del comercio. CUADRO IV.3. Ganancia en el bienestar por reducir a la mitad los aranceles sobre las manufacturas (en porcentaje)

FUENTE: Balistreri, Hillberry y Rutherford (2008, cuadro 8). Balistreri, Hillberry y Rutherford (2008) estimaron un complejo modelo del comercio internacional, que divide el mundo en nueve regiones y siete sectores. Las regiones son las que se presentan en el cuadro IV.3. Los sectores incluyen agricultura, manufacturas, energía y servicios, pero sólo las manufacturas son modeladas como un sector con competencia monopólica y empresas heterogéneas. Aparte de la inclusión de la heterogeneidad de las empresas y de la competencia monopólica en el sector manufacturero, este modelo es un modelo “estándar” utilizado comúnmente para el análisis de las políticas de comercio exterior, que supone mercados competitivos. Como resultado, Balistreri, Hillberry y Rutherford pueden comparar el efecto de las

políticas comerciales en dos situaciones alternativas: una sin heterogeneidad de empresas en las manufacturas (la formulación más usual) y otra con heterogeneidad de las empresas.11 Así, las diferencias en los resultados pueden atribuirse a la heterogeneidad de las empresas y al margen extensivo del comercio. En el cuadro IV.3 se informa sobre los beneficios obtenidos en el bienestar (la suma del obtenido por cada persona) en el caso de una reducción de 50% en los aranceles de las manufacturas. Los cambios en los precios de los productos exportados relativos a los de los importados (es decir, los términos del intercambio) son una fuente importante de pérdidas o ganancias del bienestar de un país, en especial en ausencia de heterogeneidad de las empresas. Cuando los precios relativos de los productos exportables aumentan, un país se beneficia; cuando bajan, el país pierde. Con la heterogeneidad de las empresas hay efectos adicionales sobre el bienestar por los cambios en la productividad promedio de las empresas en la industria manufacturera y en el número de marcas disponibles. Para medir el tamaño de estos cambios en el bienestar, es importante tener en cuenta que, en los datos, las manufacturas representan sólo 25% de la producción agregada, que sólo aproximadamente 15% de los productos manufacturados se comercian entre regiones, y que el arancel promedio sobre las manufacturas es de 9.3%. Por lo tanto, en el ejercicio que proporcionó la información para el cuadro, las reducciones en los aranceles son pequeñas, menos de 5% en promedio, y se aplican a una cuarta parte de la producción. En estas condiciones, los efectos de bienestar que muestra el cuadro IV.3 son considerables. Para empezar, la mayoría de las regiones se benefician por la liberalización del comercio exterior, aunque algunas pierden: en el marco del análisis establecido tradicionalmente, la Europa oriental pierde un décimo de 1% y el resto del mundo pierde dos décimos de 1%. En el mundo con empresas heterogéneas, estas regiones pierden aún más: la Europa oriental pierde tres décimos de 1%, mientras que el resto del mundo pierde siete décimos de 1%. No obstante, los aumentos en el simple beneficio promedio son aproximadamente cuatro veces más altos si se considera la heterogeneidad de las empresas: 0.422 de 1% en comparación con 0.111. La diferencia en el aumento de los beneficios es particularmente pronunciada para China, América Latina, el resto de Asia, y Australia y Nueva Zelanda. Para China, los aumentos son cuatro veces más grandes en presencia de la heterogeneidad de las empresas y de la competencia monopólica; para la

América Latina son cinco veces más; para el resto de Asia son casi cuatro veces más altas, y para Australia y Nueva Zelanda son casi más de tres veces. Aunque la diferenciación de productos y la heterogeneidad de las empresas introducen nuevos canales para los beneficios provenientes del comercio exterior y de su liberalización, la magnitud de estos beneficios es muy incierta.12 Según algunas mediciones, la penetración de las ofertas extranjeras en los mercados internos afecta los ingresos de las empresas nacionales de una forma que compensa completamente los cambios en el bienestar y hace que las ganancias dependan de la exposición al comercio en general, pero no del grado de diferenciación del producto. Arkolakis, Demidova, Klenow y Rodríguez-Clare (2008) presentan analíticamente este resultado para economías con un solo sector, y estiman beneficios pequeños por la liberalización del comercio exterior en Costa Rica.13 La estructura de su modelo que sólo considera un sector es muy restrictiva. Sin embargo, el modelo de Balistreri, Hillberry y Rutherford (2008) tiene múltiples sectores. Como resultado, la liberalización del comercio exterior en su sector manufacturero conduce a un aumento del empleo en esta industria, lo que no puede ocurrir en el mundo con un solo sector de Arkolakis, Demidova, Klenow y Rodríguez-Clare. A su vez, esto contribuye a los beneficios derivados de una diferenciación grande del producto que están relacionados con la liberalización del comercio exterior, los cuales también aparecen en sus propias simulaciones. Hasta ahora, el debate sobre estos temas sigue sin resolverse.

3. DESEMPLEO Y DESIGUALDAD En los capítulos anteriores y en este capítulo, he tratado de varios mecanismos por medio de los cuales el comercio exterior influye sobre los mercados de mano de obra, beneficiando o perjudicando a los trabajadores. En particular, se ha visto que el comercio internacional beneficia a los trabajadores si las exportaciones del país utilizan intensivamente la mano de obra, pero no si en las importaciones del país también se utiliza intensivamente la mano de obra. Se ha visto además que este tipo de conflicto entre la mano de obra y otros factores de la producción se amortigua cuando

la diferenciación de los productos contribuye a los beneficios por el comercio internacional. Finalmente, se ha visto que si además de la diferenciación de los productos existe heterogeneidad en las empresas, el comercio internacional aumenta la PTF a la vez en las industrias que compiten con las importaciones y en las que exportan (con un efecto desproporcionado sobre los sectores comparativamente más avanzados), introduciendo así un canal adicional para los beneficios en los salarios reales. Esas discusiones se enfocaron en economías con empleo pleno. No obstante, en muchos casos los cambios en los mercados mundiales ejercen presiones que conducen a cambios en las oportunidades de empleo y en la tasa de desempleo de un país. Esos cambios pueden ser temporales, limitados a un periodo de transición durante el cual la economía se ajusta a las nuevas condiciones externas, o bien pueden durar más tiempo como resultado de cambios estructurales a largo plazo. Si bien los aumentos repentinos temporales en el desempleo son una importante preocupación para las consideraciones de política, también lo son las características estructurales de los mercados de mano de obra. Para ejemplificar, en octubre de 1997 la Unión Europea modificó su acuerdo por medio del Tratado de Ámsterdam, el que incluye una sección sobre el desempleo, que da prioridad a las políticas de empleo. Un mes después, en noviembre de 1997, la Reunión Extraordinaria del Consejo Europeo en Luxemburgo puso en marcha la Estrategia Europea de Empleo [más recientemente se ha utilizado el nombre Estrategia Europea para el Empleo], “desarrollada para estimular el intercambio de información y las discusiones conjuntas por todos los Estados miembros, procurando así encontrar juntamente las mejores soluciones o las mejores prácticas que puedan ayudar creando (sic) más y mejores empleos en cada uno de los Estados miembros”.14 Dos y medio años después, durante la reunión del Consejo Europeo en Lisboa en marzo de 2000, los jefes de Estado pusieron en marcha la Agenda de Lisboa, diseñada para que la Unión Europea se convierta en la economía más competitiva y dinámica basada en el conocimiento en un mundo capaz del crecimiento económico sustentable con más y mejores empleos y una mayor cohesión social […] Esta estrategia está diseñada para posibilitar que la Unión Europea vuelva a obtener las condiciones para el empleo pleno, y para fortalecer la cohesión regional en la Unión Europea.15

¿Qué exactamente debe hacer la Unión Europea para que se cumplan estos objetivos? Por ejemplo, el Reino Unido ha mostrado preocupación por

la falta de flexibilidad en el mercado de mano de obra de Francia, Italia y España, y ha estado promoviendo reformas en el mercado de mano de obra. Para evaluar este tipo de políticas es necesario considerar en el análisis las fricciones en el mercado de mano de obra. Las fricciones en los mercados de mano de obra se presentan de muchas formas. En algunos casos, los salarios no disminuyen cuando se debilita la demanda de trabajadores. Esto puede deberse al poder de los sindicatos, que procuran impedir la flexibilidad para la disminución de los salarios, o por una “noción” de salarios justos que es parte integral de la percepción que tienen los trabajadores. En otros casos, la información disponible sobre los empleos o los trabajadores calificados es muy imperfecta, lo que lleva a la coexistencia de trabajadores desempleados, por una parte, y de plazas de empleos vacantes, por la otra. Con información imperfecta, los trabajadores pueden quedarse esperando mejores oportunidades de empleo y las empresas pueden quedarse esperando solicitantes mejor calificados para el empleo. La contratación tiene un costo para las empresas e igual ocurre con los despidos. Los costos por los despidos se deben a los procedimientos administrativos y a las indemnizaciones impuestas por los gobiernos o por los sindicatos. En resumen, existen múltiples razones para las fricciones en los mercados de trabajo. Las fricciones en los mercados de trabajo varían considerablemente entre los países, como puede verse en el cuadro IV.4 para los casos de tres medidas de la fricción: dificultades en la contratación, rigidez de las horas de trabajo y la dificultad de la redundancia.16 En el cuadro se ordenan los países según el índice promedio de estas rigideces.17 Según estos datos, los Estados Unidos y Uganda tienen los mercados de trabajo más flexibles, mientras que España y Marruecos tienen los más rígidos. Evidentemente, las rigideces en los mercados de trabajo son bajas en algunos países con bajos ingresos y en algunos países con ingresos altos, y también son altas en algunos países con ingresos bajos y en algunos países con ingresos altos. Entre los miembros de la Unión Europea, el Reino Unido tiene pocas fricciones en el mercado de mano de obra (significativamente por debajo del promedio de la OCDE), mientras que Alemania, Italia y España tienen más fricciones (significativamente por arriba del promedio de la OCDE). CUADRO IV.4. Índices de las fricciones de los mercados de mano de obra, de 0 a 100

FUENTE: Botero et al. (2004). Las cifras que se presentan en este cuadro son índices, y los índices más altos representan mayores rigideces. Se tomaron el 25 de septiembre de 2009 del sitio en la red del Banco Mundial: http://www.doingbusiness.org/ExploreTopics/EmployingWorkers/. La investigación empírica sugiere que las diferencias en las fricciones en el mercado de trabajo son determinantes sustanciales del desempleo. Blanchard y Wolfers (2000) muestran, por ejemplo, que las respuestas de los países europeos a los cambios en las condiciones económicas varían en formas que dependen de las características de sus mercados de mano de obra. Por su parte, Nickell, Nunziata, Ochel y Quintin (2002) muestran que los cambios en el transcurso del tiempo de las características de los mercados de trabajo son determinantes sustanciales de la evolución del desempleo en los países de la OCDE. Estos hallazgos sugieren que la liberalización del comercio

exterior puede afectar en forma diferente a los países, lo que dependerá de las condiciones del mercado de mano de obra. Además, los cambios en las condiciones de la mano de obra en un país pueden afectar a sus socios comerciales, y las formas en que se ve afectado un socio comercial dependerán de las fricciones en su propio mercado de trabajo. Es decir, las fricciones en los mercados de mano de obra tienen efectos sobre la interdependencia en los países que participan en el comercio exterior. En esta sección trato de la forma en que se manifiestan estas fricciones. Aunque existen numerosos escritos sobre el comercio exterior y los mercados de mano de obra, me concentro en la búsqueda y en la correspondencia, esto es, en las dificultades de los trabajadores para conseguir un empleo y en las dificultades de los empresarios para llenar una vacante (matching), tal como las desarrollaron Diamond (1982a, 1982b) y Mortensen y Pissarides (1994).18 Este enfoque ha resultado muy útil para explicar el desempleo estructural, y se ha demostrado que la búsqueda y la correspondencia influyen en la ventaja comparativa.19 En vista de que este enfoque fue diseñado para tratar el desempleo estructural, su punto de atención principal son los resultados a largo plazo, más que las fluctuaciones a corto plazo o los periodos de ajuste a los cambios en las condiciones económicas.20 El planteamiento que se enfoca en la búsqueda y la correspondencia en los mercados de mano de obra concibe una situación en que las empresas anuncian las vacantes y los trabajadores buscan empleo. Las fricciones en el mercado de mano de obra impiden que se llenen todas las vacantes y que todos los trabajadores encuentren empleo. En cambio, la fracción de vacantes que son ocupadas y la fracción de trabajadores que encuentran empleo están determinadas por una función de correspondencia (matching function) que resume las condiciones en el lugar del mercado, en la que el número agregado de correspondencias dependerá del número agregado de vacantes y del número agregado de trabajadores que buscan empleo. En julio de 2009 hubo 2.4 millones de oportunidades de trabajo en los Estados Unidos y 15.2 millones de trabajadores desempleados.21 Esto es, por una parte había vacantes que no eran ocupadas, y por la otra trabajadores en busca de empleo. Aunque el número de desempleados era grande en el verano de 2009 a causa de la recesión, la coexistencia de vacantes que no eran ocupadas y de trabajadores desempleados es una característica permanente del panorama económico.22

Helpman e Itskhoki (2010) estudian las formas en que las fricciones en el mercado de trabajo afectan la interdependencia entre los países. Presentan una estructura analítica que puede responder a preguntas como ¿cuáles son los efectos de las fricciones en el mercado de mano de obra de un país sobre sus socios comerciales?, y ¿cómo afecta la remoción de los impedimentos al comercio exterior a países con diferentes fricciones en los mercados de mano de obra? Para este fin desarrollan un modelo con dos economías que producen a la vez productos homogéneos y productos diferenciados, y en los que la búsqueda y la correspondencia ocurren en cada sector. Los trabajadores buscan empleos en el sector con el mayor ingreso esperado. Como los trabajadores son idénticos, esto explica que el ingreso esperado por buscar un empleo es el mismo en cada uno de los sectores. Las empresas entran en todas las industrias y en todas anuncian vacantes. El número de vacantes que anuncian las empresas y el número de trabajadores que buscan empleo determinan (por la función de correspondencia) el número de contrataciones. La probabilidad de que una vacante sea ocupada es igual a la tasa de contrataciones agregada en la industria, con respecto al número de trabajadores que buscan empleo. Esta última probabilidad proporciona una medida de la estrechez que hay en el mercado. El grado de estrechez en el mercado de mano de obra puede ser diferente en las dos industrias. Esas diferencias pueden ser resultado de distintos costos de anunciar las vacantes o diferentes niveles de eficiencia en el proceso de correspondencia,23 y llevan a diferencias en los costos de contratación y en las tasas de desempleo entre los sectores.24 Las diferencias en las tasas sectoriales de desempleo son un importante fenómeno empírico. Según la Oficina de Estadísticas del Trabajo de los Estados Unidos (Bureau of Labor Statistics [BLS]), en 2008 las tasas de desempleo de los Estados Unidos eran 3.1 en minería, 10.6% en construcción, 5.8% en manufacturas, 5.9% en comercio al menudeo y al mayoreo, 5.1% en transporte y otros servicios públicos, 3.9% en actividades financieras, 6.5% en servicios profesionales y de negocios, 3.5% en educación y servicios de la salud, 8.6% en recreación y hospitalidad, 5.3% en otros servicios, y 9.2% en la agricultura y en sueldos privados y salarios relacionados.25 Cuando difieren las tasas sectoriales de desempleo, los cambios en los patrones de búsqueda entre los sectores tienen efectos sobre la tasa agregada de desempleo. Después el proceso de correspondencia, cada empresa negocia los

salarios con sus trabajadores.26 Como el proceso de contratación y el de búsqueda tienen un costo, tanto los empresarios como sus trabajadores tienen poder de negociación. Esto conduce a una tasa salarial que es igual al costo de contratar un trabajador. Por lo tanto, debido a que el costo de contratación es el mismo para cada empresa en una determinada industria, cada empresa en esa industria paga la misma tasa de salarios. Esto implica que tanto las empresas con una productividad baja como las empresas con una productividad alta en el sector diferenciado pagan las mismas tasas de salarios. Como se plantea en Melitz (2003) (de lo que se trató en la sección 1 de este capítulo), una empresa paga un costo de entrada, después del cual descubre qué tan productiva es. Entonces puede elegir salir, quedarse y servir al mercado interno, o quedarse y servir tanto al mercado interno como al mercado extranjero. Dependiendo de su productividad y de su estrategia de negocios preferida, una empresa elige anunciar vacantes para contratar trabajadores. En este contexto, el resultado de que los salarios sean iguales a los salarios de contratación significa que todas las empresas — independientemente de lo productivas que son y de que elijan servir sólo al mercado interno o además exportar— terminan pagando la misma tasa salarial. En estas circunstancias, a un trabajador le es indiferente que le corresponda una empresa con alta productividad o una empresa con baja productividad, e igual con respecto a las empresas exportadoras y las no exportadoras. Además, hay un punto de productividad límite por debajo del cual las empresas encuentran más rentable salir, y un punto límite de productividad más alto por encima del cual las empresas encuentran que les es rentable exportar. Entre estos dos puntos límite, las empresas encuentran rentable permanecer en la industria pero servir sólo al mercado interno, como se muestra en la gráfica IV.1. En esta situación ambos países tienen el mismo costo de contratación en el sector del producto homogéneo, aunque pueden tener diferentes costos de contratación en el sector del producto diferenciado, dependiendo de los niveles relativos de las fricciones del mercado de mano de obra en los dos sectores. Si se supone que los países son idénticos, excepto posiblemente en términos de las fricciones en los mercados de mano de obra, entonces esto implica que el país con el mayor costo de contratación en el sector del producto diferenciado tiene importaciones netas de productos diferenciados y exporta bienes homogéneos. Un menor costo de contratación en el sector

diferenciado resulta en una ventaja comparativa en los productos diferenciados. Una reducción del costo variable del comercio exterior aumenta la PTF en los sectores de productos diferenciados en ambos países, de manera parecida a lo expuesto por Melitz (2003). No obstante, un país que logra reducir las fricciones en el mercado de mano de obra en su sector de productos diferenciados aumenta su PTF en este sector, pero reduce la PTF en el sector de productos diferenciados de su socio comercial. Intuitivamente, las menores fricciones en el mercado de la mano de obra del sector de productos diferenciados reducen el costo de contratación, lo que hace al sector más competitivo en los mercados mundiales. Por implicación, hacen que este sector sea menos competitivo en el país con el que se comercia. En consecuencia, los cambios en la competitividad se traducen en cambios en la productividad. Este último resultado arroja luz sobre un importante canal de la interdependencia entre los países a través de las fricciones en los mercados de mano de obra: las condiciones de los mercados de mano de obra en un país afectan el desempeño económico de su socio comercial. En el contexto de la estrategia de empleo de la Unión Europea, sugiere que las reformas al mercado de la mano de obra en un país como Francia pueden perjudicar a otros países, como España o el Reino Unido, incluso aunque estas reformas mejoren la productividad en Francia. Los efectos de reducir las fricciones en los mercados de mano de obra de un país no se limitan a la productividad: también se presentan en los niveles de bienestar. En este ambiente económico, el bienestar aumenta en el país que hace la reforma y disminuye en su socio comercial. Esto contrasta con las reducciones de los costos variables del comercio exterior en el sector diferenciado, que benefician a cada uno de los países.27 No obstante, las reducciones coordinadas —y a una tasa común— de las fricciones en el mercado de mano de obra en los sectores de productos diferenciados benefician a ambos. Las rigideces en el mercado de mano de obra tienen un papel central en la conformación del desempleo. Ya hicimos la observación de que la tasa de desempleo en una industria en particular está influida por la estrechez de su mercado de mano de obra, que depende a su vez de las fricciones en el mercado de mano de obra del sector. El desempleo de un sector es mayor cuanto más rígido sea su mercado de mano de obra. La tasa de desempleo en

toda la economía es igual al promedio ponderado de las tasas sectoriales de desempleo, y el número de trabajadores que buscan empleo en una industria sirve como la ponderación de esa industria. Como resultado, la tasa de desempleo de una economía puede cambiar ya sea porque sus tasas sectoriales de desempleo cambian o porque cambia la distribución de sus trabajadores entre las industrias. Esto último depende a su vez de las oportunidades de empleo disponibles para los trabajadores en las diferentes industrias. Una implicación de este razonamiento es que las reformas al comercio exterior que no influyen en las tasas sectoriales de desempleo pueden cambiar la tasa de desempleo de toda la economía sólo si conducen a cambios en la atracción relativa de los dos sectores para los trabajadores que buscan empleo. En particular, una reforma que reduce los costos variables del comercio exterior en el sector del producto diferenciado atrae más trabajadores a esta industria. Como resultado, en países que comercian entre sí y tienen fricciones similares en el mercado de mano de obra, la tasa de desempleo agregada de cada país aumenta si, y sólo si, el mercado de mano de obra del sector del producto diferenciado es menos “estrecho” que el mercado de mano de obra del sector del producto homogéneo. Los determinantes del desempleo son más “abundantes” en las economías con grandes asimetrías. En las gráficas IV.2 y IV.3 se muestran los cambios en las tasas de desempleo de dos países que comercian entre sí como respuesta a cambios en los costos variables del comercio y a los cambios en las fricciones de los mercados de mano de obra en uno de los países.28 En ambas gráficas la curva gruesa muestra los cambios en el país con fricciones más altas en el mercado de mano de obra en el sector de productos diferenciados, digamos, Francia, mientras que la curva delgada muestra los cambios en el país con menores fricciones en el mercado de mano de obra en el sector diferenciado, digamos, Reino Unido. La gráfica IV.2 muestra un caso en que la tasa de desempleo crece al aumentar los costos variables del comercio exterior en Francia en tanto que disminuyen en el Reino Unido. Además, muestra que el país con fricciones altas tiene mayor desempleo que su socio comercial cuando los costos variables del comercio exterior son altos (a la derecha del punto A), y un desempleo menor que su socio comercial cuando los costos variables del comercio son bajos (a la izquierda de A). Evidentemente, una tasa más alta de desempleo no necesariamente refleja fricciones más altas en el mercado de mano de obra.

GRÁFICA IV.2. Cambios en el desempleo agregado de un país como respuesta a costos variables en aumento

GRÁFICA IV.3. Cambios en el desempleo agregado de un país en respuesta a fricciones crecientes en el mercado de mano de obra del sector diferenciado del país con un nivel alto de fricciones

En la gráfica IV.3, en el eje horizontal se miden las fricciones en el mercado de mano de obra del sector de productos diferenciados del país en que estas fricciones son más altas. En el punto A, los países tienen las mismas fricciones en ambos sectores, mientras que a la derecha de A las fricciones aumentan en el sector de productos diferenciados en un país, que se convierte en el país con fricciones altas, y no cambian en su socio comercial. Evidentemente en A, donde los dos países tienen las mismas fricciones, también tienen las mismas tasas agregadas de desempleo. A medida que aumentan las fricciones en el país con fricciones altas, el desempleo crece inicialmente y luego disminuye; esto es, tiene una curva con joroba. En el Reino Unido la tasa de desempleo aumenta continuamente. Además, Francia tendrá una tasa de desempleo más alta que la del Reino Unido mientras las diferencias en las fricciones de sus mercados de mano de obra no sean demasiado grandes (se localizan a la izquierda del punto B). Sin embargo, para las diferencias grandes (a la derecha de B), Francia tiene una tasa de desempleo más bajo. Vemos que la tasa de desempleo no refleja las fricciones en el mercado de mano de obra de un país; la tasa de desempleo puede ser mayor o menor en el país con fricciones altas. La conformación de joroba de la tasa de desempleo en Francia se debe al hecho de que se supuso que este país tiene una tasa más elevada de

desempleo sectorial en el sector diferenciado que en el sector homogéneo. Como resultado, los aumentos en el mercado de la mano de obra del sector diferenciado en Francia aumentan la tasa de desempleo del sector, pero también reducen el número de trabajadores franceses que buscan empleo en esta industria. El primer efecto incrementa la tasa de desempleo de toda la economía, mientras que el segundo la reduce. A final de cuentas, el primer efecto domina inicialmente, mientras que el segundo domina por último, lo que produce la curva en forma de joroba. En el Reino Unido la tasa de desempleo está aumentando porque las tasas de desempleo sectoriales de este país no cambian, pero el aumento de las fricciones en el mercado de trabajo de Francia hace que el sector diferenciado en el Reino Unido sea más competitivo y, como consecuencia, más trabajadores buscan empleo en el sector diferenciado del Reino Unido. Pero como se supone que la tasa de desempleo sectorial en el Reino Unido es mayor en el sector diferenciado que en el sector homogéneo, la reasignación de la mano de obra aumenta la tasa de desempleo de la economía total del Reino Unido. De esta discusión surgen varias conclusiones. Primero, aunque el comercio o la liberalización del comercio pueden tener un efecto negativo en la tasa de desempleo de un país, el aumento en el desempleo no refleja pérdidas de bienestar; es decir, el bienestar agregado de un país puede aumentar a pesar del aumento en su desempleo. Segundo, en la comparación entre países, las tasas de desempleo no están necesariamente correlacionadas negativamente con el bienestar; un país con un mayor desempleo puede tener un mayor bienestar. Esta observación está relacionada con una tercera: las diferencias en las tasas de desempleo de los diferentes países no están siempre correlacionadas positivamente con las diferencias en las fricciones en los mercados de mano de obra; es posible que un país que tiene mayores fricciones en el mercado de mano de obra tenga menor desempleo. Esto queda en claro en la comparación que hacen Blanchar y Portugal (2001) entre los Estados Unidos y Portugal; aunque las fricciones en los mercados de mano de obra fueron sistemáticamente más bajas en los Estados Unidos que en Portugal, este último país tenía tasas de desempleo más altas que los Estados Unidos en algunos periodos y tasas más bajas de desempleo en otros periodos. Cuarta, aunque la disminución de las fricciones en los mercados de mano de obra aumente el bienestar de un país, esas disminuciones podrían aumentar o reducir su tasa de desempleo. Y, finalmente, las reducciones en las fricciones de la mano de obra de un país tienen un efecto negativo sobre

su socio comercial en términos de productividad y bienestar, pero las reducciones coordinadas de las fricciones en los mercados de mano de obra en los dos países pueden beneficiarlos a ambos. Esta última observación es de particular interés para evaluar las políticas, como los esfuerzos por mejorar la flexibilidad en los mercados de mano de obra en algunos países de la Unión Europea, pero no necesariamente en todos. Hasta ahora he supuesto que todos los trabajadores son idénticos, y esto ha llevado al pago de salarios iguales a los trabajadores en un sector determinado. En particular, en el sector de productos diferenciados, las empresas con diferentes niveles de productividad pagaban los mismos salarios. En lo que resta de este capítulo estudio el efecto del comercio exterior sobre la desigualdad cuando a los trabajadores se les pagan diferentes salarios en el mismo sector. En el capítulo II se trató del efecto del comercio exterior sobre diferentes factores de la producción, como capital y mano de obra, y trabajadores calificados y trabajadores no calificados. Ahora, en cambio, nos enfocamos en los diferentes efectos del comercio exterior sobre los trabajadores con características similares (esto es, sobre la desigualdad dentro del grupo). Esta discusión se fundamenta en el trabajo de Helpman, Itskhoki y Redding (2010a). El interés por los efectos del comercio exterior sobre la desigualdad en los salarios surge por dos razones principales: primero, los economistas especializados en el área del trabajo han documentado que la desigualdad en los salarios es grande entre trabajadores con características similares,29 y es de interés saber si el comercio exterior contribuye a este tipo de dispersión salarial. Segundo, el aumento en la desigualdad de los salarios que se observó en las décadas de 1980 y 1990 abarcó por igual a los países desarrollados y a los países en desarrollo.30 Como resultado, cuando se examina esta evidencia a través del lente de la teoría de las proporciones de los factores, es difícil darle una papel significativo a la liberalización del comercio exterior en el aumento en la desigualdad de los salarios, porque esta teoría predice desplazamientos opuestos en las desigualdades de los salarios en los países desarrollados y los que están en desarrollo en respuesta a la liberalización del comercio exterior. No obstante, si la liberalización del comercio exterior aumentara la desigualdad de los salarios dentro de grupos de trabajadores similares, potencialmente se podrían explicar estos datos.31 Helpman, Itskhoki y Redding (2010a) amplían la estructura analítica utilizada por Helpman e Itskhoki (2010) en varias direcciones para estudiar el

vínculo entre el comercio internacional y la desigualdad en los salarios dentro de grupos de trabajadores similares. En particular, introducen diferencias de ajustes específicos de productividad entre empresas y trabajadores. Ellos consideran una situación en la que los trabajadores son iguales ex-ante. Sin embargo, una vez que un trabajador se compromete con una empresa (hay correspondencia entre la búsqueda y la plaza vacante), el ajuste del trabajador al tipo de empleo es aleatorio, y este ajuste varía según sea el trabajador. Además, la calidad de esta relación del ajuste específico no es observable a menos que la empresa gaste recursos en investigar a sus empleados potenciales. El incentivo para cubrir el costo de esta investigación es particularmente fuerte cuando existen complementariedades entre las habilidades de los trabajadores. Esto es, la contribución marginal de un trabajador a la producción de la empresa es mayor cuanto mayor sea la capacidad promedio de toda la fuerza de trabajo de la empresa. En estas circunstancias, las empresas están dispuestas a invertir recursos en el proceso de selección, incluso si éste sólo proporciona información parcial sobre la correspondencia específica de la productividad del trabajador al empleo. Como resultado, las empresas que son más productivas invierten más en el proceso de selección, emplean trabajadores con una capacidad promedio superior y les pagan salarios más altos. Esta teoría predice la dispersión de salarios en el caso de trabajadores con características similares y lo que se conoce como “la prima salarial por el tamaño” (es decir, los salarios más altos que pagan las empresas más grandes y más productivas), lo que concuerda con la evidencia (véase Oi e Idson, 1999). Además, como las empresas más grandes y más productivas exportan, mientras que las más pequeñas y menos productivas no exportan, predice que los exportadores pagan mayores salarios que los no exportadores, lo que también es congruente con la evidencia (véanse Bernard y Jensen, 1995, 1999, y Bernard, Jensen, Redding y Schott, 2007). En este ambiente económico, el comercio exterior aumenta la desigualdad de los salarios dentro de todas las industrias. En términos más precisos, aumenta la desigualdad de los salarios si sólo una fracción de las empresas exportan cuando el país participa en el comercio exterior. Por otra parte, cuando se inicia un régimen con comercio exterior, las liberalizaciones parciales del comercio pueden incrementar o reducir la desigualdad de los salarios de una industria; la desigualdad de los salarios aumenta cuando sólo una fracción pequeña de las empresas exporta —que empíricamente es el

caso más importante—, y puede disminuir cuando una gran fracción de las empresas exporta. Aunque no necesariamente la relación entre la liberalización del comercio y la desigualdad salarial debe ser monotónica, sí puede serlo, en cuyo caso la liberalización del comercio exterior aumentará la desigualdad en los salarios en todos los países. Aún no sabemos si esto es sólo una posibilidad teórica o un hallazgo empírico relevante. Otra implicación interesante es que el comercio exterior afecta de manera diferente a los trabajadores con correspondencias de diferente calidad. Los salarios promedio dentro de un grupo de trabajadores cuyo ajuste al empleo es parecido, son más altos cuanto mayor es la calidad del ajuste.32 Además, el desempleo promedio dentro de un grupo de trabajadores con un ajuste al trabajo de similar calidad, es mayor cuanto menor sea la calidad de los ajustes. Como resultado, si la distribución de los salarios se utiliza para separar, según los quintiles, a los trabajadores en grupos cuyos integrantes reciben ingresos similares (cinco grupos de igual tamaño), y se ordena a los grupos según los salarios promedio, entonces la tasa promedio de desempleo disminuye en todos los quintiles, lo que se conforma a la evidencia (véase Juhn, Murphy y Topel, 1991). Este tipo de relación se sostiene tanto en la autarquía como en un régimen de comercio exterior. Sin embargo, en el régimen de comercio hay una mayor dispersión; el desempleo aumenta con mayor rapidez a medida que se pasa de un quintil de trabajadores con ingresos altos a un quintil de trabajadores con ingresos bajos, como se muestra en la gráfica IV.4.33 GRÁFICA IV.4. Desempleo en relación con los salarios en la autarquía y en el equilibrio con comercio exterior

En este capítulo se han estudiado los efectos del comercio exterior sobre las reasignaciones dentro de las industrias en las que hay empresas con diferentes productividades. Esta teoría ha sido diseñada para que corresponda a diferentes hallazgos en los estudios empíricos, y nos da nuevas visiones intuitivas del comercio exterior, de la productividad, del desempleo y de la desigualdad. Aunque abunda en datos, el análisis ha estado limitado hasta ahora a las empresas que eligen estratégicamente ya sea servir sólo al mercado interno o también exportar, pero no se les posibilita adquirir subsidiarias en países extranjeros. Puesto que la importancia de las actividades multinacionales de las empresas de negocios ha aumentado en las décadas recientes, no sólo en forma de comercio exterior sino también en forma de inversión extranjera directa o, más generalmente, mediante procesados en otro país (off-shoring), en el siguiente capítulo se trata del efecto sobre la especialización y la interdependencia de formas más complejas de la organización internacional de la producción.

1 Véanse Baldwin y Gu (2003) para Canadá; Clerides, Lach y Tybout (1998) para Colombia, México y Marruecos; Bernard, Eaton, Jensen y Kortum (2003), y Eaton, Kortum y Kramarz (2004) para Francia; Delgado, Fariñas y Ruano (2002) para España, y Aw, Chung y Roberts (2000) para Taiwán. 2 Véase Roberts y Tybout (1997) para Colombia y Bernard y Jensen (2004) para los Estados Unidos. 3 Véase Bernard, Jensen, Redding y Schott (2007, cuadro 2). 4 Véase Bernard, Jensen, Redding y Schott (2007, cuadro 3). 5 Véase Bernard, Jensen, Redding y Schott (2007, cuadro 2). 6 Bernard, Eaton, Jensen y Kortum (2003) desarrollaron un modelo alternativo para explicar los mismos hallazgos. No obstante, la estructura de Melitz se ha convertido en la norma de la profesión. 7 Por ahora no considero la opción de la inversión extranjera directa, de la cual se tratará en el capítulo V. 8 Lo primero significa, en particular, que la composición de los insumos en las actividades que generan costos variables, como las manufacturas, es la misma que en las actividades que generan costos fijos, como investigación y desarrollo. 9 Véase Anderson y Van Wincoop (2003) para una contribución reciente a las obras sobre este tema. 10 Helpman, Melitz y Rubinstein hacen un muestreo de 158 países, y aproximadamente la mitad de las observaciones reportan cero comercio. 11 Los dos modelos comparados por Balistreri, Hillberry y Rutherford tienen los mismos parámetros y la misma productividad promedio de las empresas en el sector manufacturero, que fueron estimadas o calibradas con los datos. En el modelo estándar, la productividad promedio de las empresas no cambia con la liberalización del comercio exterior, mientras que en el modelo con empresas heterogéneas sí cambia. 12 Las reducciones en los márgenes de utilidad (la diferencia entre el precio de un producto y su costo marginal de producción) puede ser también una fuente de ganancias por la liberalización del comercio. Para más información sobre este mecanismo, véanse Melitz y Ottaviano (2008) y Feenstra y Weinstein (2010). 13 Feenstra (2009) proporciona una explicación clara de este resultado analítico, mostrando que depende mucho del supuesto en el análisis de Arkolakis, Demidova, Klenow y Rodríguez-Clare de que la velocidad de sustitución es constante entre las variedades. Con una elasticidad de sustitución variable no hay una compensación perfecta de la entrada a los mercados en el exterior y la entrada en el mercado interno. 14 Véase de la Comisión Europea, http://ec.europa.eu/social/main.jsp?catId=101&langId=en, consultada el 25 de septiembre de 2009. 15 Véase Parlamento Europeo: http://www.europarl.europa.eu/summits/lis1_en.htm, consultada el 25 de septiembre de 2009. 16 Un puesto de trabajo es redundante cuando una serie de situaciones lo vuelven innecesario, entre otras: contratación excesiva de empleados, menor volumen de actividad de la empresa, eliminación de una línea de productos manufacturados previamente por la compañía y eliminación gradual de una actividad de servicio prestada por la compañía. 17 En el cuadro IV.4 se presenta información de estos índices para una pequeña muestra de países; el sitio en la red del Banco Mundial proporciona índices de más de 100 países. 18 Véase el libro de Pissarides (2000), que trata el tema como si fuera un libro de texto. Las obras sobre las fricciones en el comercio exterior y en la mano de obra incluyen estudios sobre el salario mínimo, como el de Brecher (1974); sobre los contratos implícitos, como Matusz (1986), y los salarios de eficiencia, como Copeland (1989). 19 Véase Pissarides (2000) para la primera y Davidson, Martin y Matusz (1999) para la última.

20 Más recientemente, la búsqueda y la correspondencia se han integrado al análisis de los ciclos de los negocios; véase Shimer (2005). 21 Véanse http://www.bls.gov/news.release/jolts.htm y http://www.bls. gov/news.release/empsit.to8.htm, consultadas el 29 de septiembre de 2009. 22 Aunque la mayor parte de la investigación sobre este tema considera situaciones dinámicas con flujos hacia dentro y fuera del empleo que conducen al desempleo a largo plazo, haré abstracción de la dinámica y simplificaré el análisis considerando ambientes estáticos, como se ha hecho hasta ahora en este libro. Para este propósito, es útil pensar en un proceso de correspondencia que lleva a un número de correspondencias que es más pequeño que el número de vacantes y que el número de individuos que buscan trabajo. En estas circunstancias, no todas las vacantes se llenan y no todos los trabajadores encuentran empleo. 23 No tomo en cuenta políticas como la del seguro de desempleo y el pago por despido. Sin embargo, véase la discusión en Helpman e Itskhoki (2010). 24 El costo de contratar a un trabajador es igual al costo de la vacante dividido por la probabilidad de llenar una vacante, y esta medida, que tiene un papel clave en el siguiente análisis, puede ser diferente en el sector homogéneo y en el diferenciado. 25 Véase http://www.bls.gov/cps/cpsaat26.pdf, consultada el 29 de septiembre de 2009. 26 En el sector homogéneo, la empresa y cada trabajador comparten por igual el excedente producido por su relación. En el sector de productos diferenciados, la negociación de los salarios es multilateral, en la forma propuesta por Stole y Zwiebel (1996a, 1996b). 27 Este resultado también implica que, a pesar de las fricciones en el mercado de trabajo, ambos países se benefician por el comercio. 28 Estas cifras muestran los patrones de los que informan Helpman e Itskhoki (2010), que fueron derivados de simulaciones numéricas en que no hay fricciones en el mercado de trabajo en el sector del producto homogéneo. 29 A este tipo de desigualdad en el salario se le llama frecuentemente “residual” o “desigualdad salarial dentro del grupo”; véanse Lemieux (2006) y Autor, Katz y Kearney (2008) para evidencias. 30 Véase Helpman (2004, capítulo 6) para un análisis de la evidencia y explicaciones alternativas. Véase también la discusión sobre la creciente desigualdad en Goldberg y Pavcnik (2007). 31 Véase Helpman, Itskhoki y Redding (2010b) para este resultado y la discusión subsecuente. 32 Hasta ahora, no se cuenta con evidencia cuantitativa para formarse un juicio sobre este tema. 33 Esta cifra está fundamentada en las simulaciones de las que se informa en Helpman, Itskhoki y Redding (2010b).

V. DESLOCALIZACIÓN Y EXTERNALIZACIÓN A PESAR de tener en cuenta muchos elementos, las estructuras analíticas de que se trató en capítulos previos no consideran elementos de la organización internacional de la producción, cuya prominencia ha aumentado en décadas recientes. En particular, la fragmentación de los procesos de producción en todas las empresas y países es más frecuente que nunca antes, lo que ha influido en las estrategias de externalización (outsourcing) de las empresas tanto internamente como en el extranjero. La causa inmediata de estos cambios han sido los desarrollos en la tecnología de la información (TI), que mejoró considerablemente las comunicaciones, los diseños mediante computadoras y las manufacturas en las que intervienen procesos computarizados. Estas mejoras hacen posible que los productores dividan el proceso de producción en etapas a las que es posible separar física y geográficamente, y así localizarlas en diferentes regiones del mismo país o en diferentes países. Para dar cabida a estas nuevas posibilidades tecnológicas de una manera que disminuya los costos, las empresas han cambiado sus formas de organización y sus prácticas gerenciales.1 En particular, la externalización de varias etapas de la producción, con oferentes tanto internos como externos, se ha incrementado mucho y estas prácticas se han difundido entre muchas industrias en los Estados Unidos.2 Para evitar confusiones, utilizo el término externalizaciones para hacer referencia a la adquisición de bienes o servicios de una parte no afiliada (por ejemplo, una compañía que no es ni propietaria ni propiedad del comprador de los bienes y servicios), e independientemente de que el proveedor no incorporado esté localizado en el interior del país o en el extranjero. Utilizo el término deslocalización (offshoring) para hacer referencia a la obtención de un bien o servicio en el extranjero, ya sea de un proveedor afiliado a la compañía o que no lo esté. De conformidad con esta definición, la deslocalización de varias etapas de la producción, y en particular la de los insumos intermedios, se ha incrementado rápidamente, ampliando considerablemente el mundo del comercio exterior. Feenstra y Hanson (1996b) encuentran, por ejemplo, que entre 1972 y 1990 la

proporción de las importaciones en las compras totales de insumos intermedios por las empresas de los Estados Unidos aumentó más del doble, de 5 a 11.6%, y Campa y Goldberg (1997) informan de tendencias similares en Canadá y el Reino Unido.3 La inversión extranjera directa (IED) por las compañías multinacionales ha crecido más que el comercio exterior mundial, y excedió de 1.8 billones de dólares en 2007.4 En forma parecida a los bienes y servicios, la IED fluye principalmente entre los países desarrollados. La salida total de la corriente de IED de las economías desarrolladas en 2007 ascendió a 85% de todas las salidas de IED mundiales, y más de 1.2 billones de dólares de estas inversiones se dirigieron a las economías desarrolladas.5 Pero la IED es una medida financiera que no necesariamente proporciona una buena aproximación a la participación de las multinacionales en la economía mundial.6 Otras mediciones, como las de la producción, el empleo y el comercio exterior, también muestran la importancia de las corporaciones multinacionales. De acuerdo con Bernard, Jensen y Schott (2009), en su muestreo de (aproximadamente) 5.5 millones de empresas en los Estados Unidos en el año 2000, cerca de 1.1% eran multinacionales que participaban en el comercio exterior. Estas empresas empleaban a más de 31 millones de trabajadores, lo que representaba 27.4% del empleo civil total en los Estados Unidos. Además, controlaban 90% de las importaciones de los Estados Unidos y una fracción ligeramente mayor de las exportaciones. Por el lado de las importaciones, cerca de la mitad del comercio exterior de los Estados Unidos ocurría dentro de la misma empresa (es decir, comercio entre partes incorporadas a una misma compañía, no necesariamente en el mismo país),7 mientras que en lo que se refiere a las exportaciones, el comercio dentro de la empresa era un poco menos que la tercera parte.8 Es evidente que las multinacionales estadunidenses juegan un gran papel en el empleo y en el comercio exterior. Para entender el complejo y cambiante patrón de los flujos del comercio exterior, es necesario entender la razón por la que algunas empresas exportan mientras que otras abastecen a los mercados extranjeros mediante subsidiarias; la razón por la que algunas empresas producen en el extranjero partes de su cadena de valor en tanto que otras no lo hacen así, y por qué, entre los que optan en parte por la deslocalización, algunos usan compañías independientes en tanto que otros utilizan proveedores incorporados a la empresa. Es decir, es necesario entender por qué algunas empresas eligen

producir fuera de su propio territorio parte de su producción mientras que otras prefieren la integración y, cuando algunas empresas eligen ya sea la extraterritorialidad o la integración, la razón por la que algunas eligen permanecer en su país y por qué otras se dirigen al extranjero. Cuando un manufacturero de automóviles externaliza dentro de su propio país la oferta de un componente, como el motor, esta decisión no afecta al comercio exterior directamente.9 Pero si el productor de automóviles externaliza el abastecimiento de motores en un país extranjero, esto influye directamente sobre el comercio exterior y a estas importaciones se las considera como un comercio exterior entre compañías independientes. Por una parte, si el productor de automóviles produce sus propios motores, entonces todavía debe decidir si producirlos en su propio país o en un país extranjero. Si produce los motores en su propio país, esto no tendrá ningún efecto directo sobre el comercio exterior. Pero si construye una planta propia en un país extranjero, fabrica ahí los motores y los importa de regreso a su planta de ensamblaje en su propio país, entonces tiene una influencia directa sobre las importaciones de su país. Además, a estas importaciones se las documenta como un comercio interior dentro de la empresa. El comercio exterior es influido de formas adicionales cuando el productor de automóviles que construye sus propios motores también vende algunos a otros fabricantes de automóviles. Cuando los motores son producidos internamente en el país y algunos son vendidos a productores de automóviles extranjeros, estas ventas contribuyen directamente a las exportaciones del país. Alternativamente, cuando los motores son producidos en un país extranjero y se les envía a la sede de la compañía madre para que ésta los utilice o los venda a otros productores de automóviles en su propio país, estos embarques aumentan las importaciones del país; en el primer caso aumenta el comercio dentro de la empresa en tanto que en el segundo lo que aumenta es el comercio entre empresas independientes. Además, la subsidiaria en el extranjero también puede exportar motores a manufactureros en terceros países (en los que la empresa madre no se ha posicionado), lo que contribuye al volumen de exportaciones del país huésped. Evidentemente, la IED puede aumentar el comercio exterior de muchas maneras complicadas, lo que hace que éste y la IED sean interdependientes. Por una parte, los patrones de la IED influyen en los patrones del comercio exterior. Por otra parte, la rentabilidad de las diferentes formas de inversión extranjera depende de la rentabilidad de las varias opciones de comercio

exterior. Como resultado, las elecciones de la empresa entre las estrategias para la integración multinacional dependen de las oportunidades que ofrezca el comercio exterior. En estas circunstancias, el comercio exterior y la IED son inseparables.

1. DESLOCALIZACIÓn El aumento secular en los salarios de los trabajadores calificados relativamente a los salarios de los no calificados, desde finales de los años setenta hasta mediados de la década de 1990, generó una polémica respecto a las causas de este cambio. Este salario relativo aumentó más notoriamente en los Estados Unidos, pero también aumentó en otros países de la OCDE, y en particular en el Reino Unido y Nueva Zelanda. No obstante, no fue un fenómeno que sólo ocurriera en los países ricos; el cambio también ocurrió en los países menos desarrollados. Como resultado, la disparidad en los ingresos se amplió en muchas partes del mundo. De un lado de la polémica estaban los académicos que argumentaban que la globalización en forma de una participación más amplia de los países menos desarrollados en el comercio exterior era la responsable de este resultado. Del otro, estaban los académicos que argumentaban que la globalización tuvo un papel limitado y que el cambio tecnológico era el principal responsable. El lector interesado en este tema puede encontrar en Helpman (2004, capítulo 6) una reseña de esta polémica. Como se sugirió que la deslocalización contribuyó a esta evolución de los salarios relativos, trato aquí de la forma en que la deslocalización puede influir en los salarios relativos. Feenstra y Hanson (1996a) sugieren que los flujos de IED de un país rico a un país pobre pueden contribuir a incrementar la desigualdad de los salarios en ambos. Hacen la observación de que los procesos de producción modernos requieren muchos insumos (o etapas) intermedios para manufacturar un bien final. Estos insumos intermedios tienen diferente intensidad de los factores. Algunos, como el diseño, requieren intensivamente mano de obra calificada; otros, como el ensamblaje, usan intensivamente mano de obra poco calificada. Cuando los precios de los factores difieren entre un país rico y uno pobre, el salario relativo de los trabajadores calificados es mayor en el país

rico. Como resultado, si conviene desplazar la producción de los insumos intermedios del país rico al país pobre, es particularmente más efectivo desde el punto de vista de los costos desplazar las partes de la cadena de valor que usan más intensivamente mano de obra poco calificada. Puesto que las actividades intensivas con mano de obra menos calificada en el país rico pueden ser más intensivas y tener mano de obra más calificada que las actividades intensivas con mano de obra calificada en el país pobre, la estrategia de las empresas del país rico de obtener sus productos intermedios que requieren intensivamente mano de obra menos calificada en el país pobre aumenta la demanda relativa de trabajadores calificados en ambos países, y esto incrementa a su vez el salario relativo de los trabajadores calificados en ambos países. Observe que este argumento no utiliza la IED; sólo requiere que las empresas del país rico adquieran productos intermedios que usan intensivamente mano de obra poco capacitada en el país pobre, ya sea de subsidiarias o de compañías independientes.10 Para estudiar la posibilidad empírica de este mecanismo, Feenstra y Hanson (1997) estudian el efecto de la inversión directa de los Estados Unidos en las maquiladoras mexicanas, que son plantas ensambladoras diseñadas para exportar. Lo característico es que esas plantas importen insumos de los Estados Unidos, los ensamblen para producir el producto final, y luego los envíen de nuevo a los Estados Unidos. Feenstra y Hanson encuentran que la IED de las empresas estadunidenses en las maquiladores muestra una correlación positiva con el aumento de la proporción de la mano de obra calificada en el total de los salarios de México. Además, en regiones que tienen la mayor concentración de IED, sus estimaciones explican aproximadamente la mitad del aumento de esta proporción del salario durante la década de 1980. Una teoría más refinada de la producción, fuera de las fronteras, de partes de la cadena de valor es la desarrollada por Grossman y Rossi-Hansberg (2008). Ellos consideran un proceso de producción que consiste de tareas, en el que deben llevarse a cabo varias tareas para manufacturar un producto final. Algunas de estas tareas utilizan intensivamente mano de obra calificada, mientras que otras utilizan intensivamente mano de obra no calificada. Toda tarea puede ser realizada tanto en el país de origen de la empresa como en el extranjero, pero debido a los costos de transporte y de comunicaciones —sin tener en cuenta las diferencias en los precios de los factores— resulta más caro enviar una tarea fuera del país. En estas

circunstancias, una empresa tiene que comparar el costo de la deslocalización con el ahorro potencial en el costo por llevar a cabo una tarea en un país extranjero en que los trabajadores no capacitados reciben salarios bajos (como China y la India). De particular interés es su análisis del caso en que resulta prohibitivamente caro realizar en otro país tareas que utilizan intensivamente mano de obra capacitada, y su afirmación de que el costo de efectuar en el extranjero tareas que utilizan intensivamente mano de obra poco capacitada varía en las diversas tareas; es decir, resulta más caro realizar algunas tareas que otras en territorios extranjeros. En estas circunstancias, la mejor estrategia es la de realizar fuera del país propio aquellas tareas cuyo costo está por debajo de un costo límite, y hacer en el país todas las tareas que estén por encima de ese límite. En el punto límite, a la empresa le es indiferente ubicar la tarea en su país o en el extranjero. Grossman y Rossi-Hansberg consideran el efecto de una disminución proporcional en el costo de la deslocalización de las tareas que usan intensivamente mano de obra poco calificada, y muestran que se le puede descomponer en tres efectos: un efecto sobre la productividad, un efecto sobre el precio relativo y un efecto sobre la mano de obra. Cuando el costo de la deslocalización baja, más tareas se envían al exterior, lo que resulta en una utilización más eficiente de los trabajadores poco calificados en el país. Esto crea un efecto nuevo que es similar a un incremento en la productividad de los trabajadores poco calificados (es decir, un efecto sobre la productividad). Los otros dos efectos son más convencionales. El efecto sobre el precio relativo se origina cuando los menores costos de la deslocalización producen un desajuste entre la demanda mundial y la oferta mundial a los precios originales, lo que hace que se ajusten los precios para equilibrar el mercado. El efecto sobre la mano de obra surge porque los costos más bajos de la deslocalización reducen la demanda de trabajadores poco calificados que llevan a cabo tareas en las que se emplea intensivamente mano de obra poco calificada en el país de la empresa, porque algunas tareas que originalmente se realizaban en él ahora se realizan en el extranjero. Como resultado, hay más mano de obra disponible para otros fines. En situaciones en que los precios relativos no cambian (por ejemplo, cuando el país en que se localiza la empresa es pequeño) y el efecto sobre la mano de obra no cambia los precios de los factores (por ejemplo, cuando la producción es similar a la situación que imaginan Heckscher y Ohlin de un

mundo con dos factores y dos sectores) sólo se conserva el efecto sobre la productividad. Como en este caso los menores costos de la deslocalización aumentan la productividad de los trabajadores no calificados y no existe ninguna otra presión sobre los precios de los factores, el resultado es que aumenta el salario de los trabajadores no calificados y que el salario de los trabajadores calificados no cambia, por lo que el salario relativo de los trabajadores no calificados aumenta. Evidentemente, hay circunstancias posibles en que la deslocalización de los empleos de los trabajadores no calificados los beneficia en vez de perjudicarlos. Este efecto de la deslocalización sobre los salarios relativos es justo el contrario del resultado obtenido por Feenstra y Hanson. Con este análisis queda claro que es preciso estudiar con mucho más detalle los procesos de deslocalización para evaluar su efecto sobre los salarios.

2. EL ENFOQUE TRADICIONAL Los estudios tradicionales sobre las corporaciones multinacionales utilizaban el enfoque ecléctico de Dunning (1977), en el que se argumenta que es necesario que una compañía tenga ventajas en tres áreas para poder establecer una subsidiaria en un país extranjero: propiedad, ubicación e internalización. A éste frecuentemente se le denomina el enfoque OLI, por las iniciales de estas tres ventajas en inglés (ownership, location, internalization). Según este punto de vista, una empresa puede lograr una ventaja de propiedad si tiene ciertos activos específicos, como la tecnología para producir un producto diferenciado, o cuando opera en una industria en que ciertos costos generales pueden compartirse entre la empresa matriz y la subsidiaria. También es necesario que tenga cierta ventaja en la localización de una planta o de una subsidiaria en un país extranjero, que puede originarse por los bajos costos de producción en el país huésped, ahorros en los costos de transporte o una ventaja competitiva por la comercialización o por vender el producto en el mercado de consumo del país huésped. Finalmente, tiene que haber una ventaja por retener el control de la subsidiaria en vez de utilizar acuerdos alternativos, como autorizar la producción o distribución del producto a otras empresas del país huésped. Por ejemplo, puede ser difícil ahorrar en los costos generales cuando el bien es producido por una empresa no afiliada, o cuando la empresa no puede asegurar la propiedad de su tecnología si permite

que la misma esté disponible para una empresa independiente. Como es evidente, el enfoque OLI da cabida a una amplia variedad de factores específicos para explicar los patrones de la IED. Pero es, en cierto sentido, demasiado amplio para la construcción de una teoría con predicciones definidas. Al responder a las críticas, Dunning (1988) reconoce el carácter poco preciso de su enfoque, al escribir que “se acepta que precisamente por su generalidad, el paradigma ecléctico tiene sólo un poder limitado para explicar o predecir clases particulares de la producción internacional, e incluso menos para predecir la conducta de empresas individuales” (p. 1). Prosigue comparando el enfoque OLI con la teoría neoclásica del comercio internacional, y en particular la teoría de las proporciones de los factores, sin fricciones comerciales. Dice: La diferencia entre la neotecnología y otras teorías modernas del comercio exterior y las de la producción internacional es que, en tanto que la primera supone implícitamente que todos los bienes se cambian entre compradores y vendedores individuales independientes a través de las fronteras nacionales, la última postula explícitamente que la transferencia de los productos intermedios se lleva a cabo dentro de la misma empresa. En otras palabras, sin la falla del mercado internacional, la raison d’être de la producción internacional desaparece. Pero cuando ya existe, se pueden considerar las explicaciones del comercio exterior y de la producción como parte de un paradigma general basado en la disposición internacional de las dotaciones de los factores, y los costos de modalidades alternativas para las transacciones de productos intermedios a través de las fronteras nacionales [p. 2].

Dunning (1988) también comenta positivamente los esfuerzos realizados en la década de 1980 por desarrollar modelos más detallados de comercio exterior y de la IED, como los estudios de Helpman (1984b) sobre la IED vertical, Markusen (1984) sobre la IED horizontal y Ethier (1986) sobre la IED tratando explícitamente sobre la internalización de las decisiones.11 La decisión entre IED vertical e IED horizontal se encuentra en el núcleo de la literatura tradicional, y es útil hasta cierto punto. Una subsidiaria en un país extranjero representa una IED vertical pura cuando se destina a actividades que difieren de las de la empresa matriz en su propio país, y representa una IED horizontal pura cuando se destina a las mismas actividades que las de la casa matriz. Un ejemplo de IED vertical pura sería la construcción de una planta para producir motores en un país extranjero, los que serán utilizados exclusivamente por la casa matriz manufacturera de automóviles. Un ejemplo de IED horizontal pura sería la construcción de una planta integrada para manufacturar carros en un país extranjero, cuya producción sería vendida

exclusivamente en el país huésped. Sin embargo, la distinción entre la IED horizontal y la vertical se ha hecho menos útil con el paso del tiempo porque ahora las multinacionales emplean patrones de la IED mucho más complicados que antes, como se ejemplifica en la discusión anterior. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés) las ha llamado “estrategias complejas de integración”. Muchas de las grandes multinacionales realizan inversiones extranjeras directas horizontales y verticales, así como IED para “plataformas” (esto es, inversiones en subsidiarias que producirán para la exportación).12 Además, las varias formas de la IED son interdependientes. Por ejemplo, a menudo la decisión de realizar una IED horizontal no puede separarse de la decisión de realizar una IED vertical. Por esta razón, trato de la IED horizontal en la siguiente sección; en la sección 4 trato de la IED vertical, y en la sección 5 me ocupo de la integración compleja.13 En la última sección de este capítulo discuto la decisión de internalizar con respecto a las varias etapas de la producción y la forma en que afecta al comercio internacional entre las entidades afiliadas a una misma empresa.

3. LA IED HORIZONTAL Considere la adquisición de una subsidiaria en un país extranjero, cuyo propósito es servir al mercado del país huésped (es decir, al país en que se establece la subsidiaria). En este caso, este tipo de IED está motivado por consideraciones de acceso al mercado y funciona como un sustituto de las exportaciones. Por ejemplo, un productor de automóviles japonés puede atender al mercado de los Estados Unidos con exportaciones desde Japón, o puede construir plantas en los Estados Unidos y manufacturar automóviles en estas plantas para su venta en los Estados Unidos. El modo de operación que sea más lucrativo dependerá de muchos factores, entre ellos el costo de enviar por barco los automóviles desde Japón a los Estados Unidos, el costo de construir plantas en los Estados Unidos y las ventas esperadas en este último mercado. Los dos primeros factores representan la compensación entre la cercanía y la concentración; esto es, la compensación entre el ahorro por evitar los costos de transporte al invertir en los Estados Unidos, y entre el ahorro por no construir plantas en los Estados Unidos y exportar. En otros términos, la cercanía a los clientes ahorra los costos de exportación, en tanto

que la concentración de la producción en el país de la empresa matriz ahorra los costos de inversión fijos. La gráfica V.1 muestra el intercambio entre cercanía y concentración para el producto de una empresa en particular.14 En el eje horizontal se mide el tamaño del mercado del país huésped para este producto, esto es, mostrará si su demanda es alta o baja. Tanto las ganancias por la exportación como las ganancias por la IED se incrementan al aumentar el tamaño del mercado, como lo muestran las curvas de ganancia. Cada punto sobre una curva de ganancia representa la máxima ganancia que la empresa puede obtener cuando elige el modo de servir al mercado exterior representado por esta curva (esto es, las exportaciones o las ventas de la subsidiaria). La gráfica se trazó bajo el supuesto de que no hay costos de exportación fijos, y por lo tanto la curva de ganancias por las exportaciones empieza en el punto de origen, mientras que sí hay costos fijos por las ventas de la subsidiaria, y por lo tanto la curva de las ganancias por las ventas de la subsidiaria empieza debajo del eje horizontal.15 La distancia del eje horizontal al punto s representa la magnitud de los costos fijos de las ventas de la subsidiaria. Este costo fijo representa el costo de adquirir plantas en el país huésped, más los costos adicionales por servir al mercado extranjero, como las licencias o la creación de una red de servicio. Por sencillez, se supone que el costo fijo de las exportaciones es igual a cero; lo que importa para los argumentos que se presentarán a continuación es que el costo fijo de la IED excede el costo fijo de la exportación, lo que da una ventaja a la concentración de la producción. GRÁFICA V.1. IED: la compensación entre la proximidad y la concentración

Un segundo rasgo de la gráfica es que la pendiente de la curva de ganancias de la IED es mayor que la pendiente de la curva de ganancias por las exportaciones. Esta diferencia en la pendiente de las curvas representa la ventaja de la proximidad al mercado de destino, y resulta por el hecho de que hay costos variables de exportación. Estos costos consisten en los cargos por el transporte, los seguros y los posibles impedimentos al comercio exterior en el país de destino, como los aranceles y los obstáculos no arancelarios al comercio exterior. Se aplican por unidad de las exportaciones, por lo que representan costos variables del comercio exterior. Naturalmente, los costos de manufactura en el país de la matriz y en el país huésped también influyen en la diferencia entre las pendientes de estas curvas de ganancia. Por ejemplo, cuanto mayores sean los salarios en el país huésped, más plana será la curva de ganancias por las ventas de la subsidiaria, y cuanto más altos sean los salarios en el país de la matriz, más plana será la curva de ganancias por las exportaciones. Se tratará de estas diferencias de costo en la siguiente sección y por el momento se supondrá que las diferencias en las pendientes de las curvas de ganancia se deben a diferencias en los costos variables del comercio exterior.

En esta gráfica puede verse que las exportaciones son más lucrativas que las ventas de la subsidiaria en los niveles de demanda que se encuentran a la izquierda del punto de intersección Y, mientras que las ventas de la subsidiaria son más lucrativas cuanto más altos son los niveles de demanda. Por lo tanto, podrían esperarse más ventas de la subsidiaria en países con mercados grandes para este producto. Además, en los sectores que tienen mayores costos fijos de la IED, la curva de ganancias por las ventas de la subsidiaria es más baja, caso en que el punto de intersección Y está a un nivel mayor de demanda, lo que implica que deben esperarse menos ventas de la subsidiaria en esos mercados. Finalmente, en sectores con mayores costos variables de exportación, la curva de ganancia por las exportaciones es más plana y, como resultado, el punto de intersección Y está en un punto menor de la demanda, lo que implica que pueden esperarse más ventas de la subsidiaria en estos sectores. En resumen, los mayores impedimentos al comercio exterior aumentan la rentabilidad por las ventas de la subsidiaria en comparación con la de las exportaciones, mientras que mayores costos fijos de la IED aumentan la rentabilidad de las exportaciones relativamente a las ventas de la subsidiaria. Esta compensación es ejemplificada claramente por los manufactureros de carros japoneses, como Toyota, que acostumbraban exportar automóviles a los Estados Unidos antes de la crisis petrolera de 1973, pero que invirtieron en instalaciones manufactureras en los Estados Unidos después de ese año en respuesta a las medidas proteccionistas que tomaron los Estados Unidos respecto al mercado de automóviles.16 Esta acción para “brincarse los aranceles” es una característica bien reconocida de la compensación proximidad-concentración. El conocimiento que es posible intuir con base en estos argumentos teóricos fue utilizado por Brainard (1997) para estudiar el efecto de los costos variables del comercio exterior y de los costos fijos de la IED sobre el nivel de las exportaciones, en comparación con las ventas de subsidiarias de compañías con sede en los Estados Unidos en 27 países extranjeros. Utilizando datos desagregados para 1989, Brainard muestra que las compañías estadunidenses exportan más relativamente a las ventas de las subsidiarias en las industrias con altos costos fijos, y que exportan menos relativamente a las ventas de las subsidiarias en industrias con altos costos de transporte y altos aranceles extranjeros. Aparentemente, las principales predicciones de los argumentos sobre el acceso de la IED horizontal a los mercados son apoyadas por estos datos. Aunque Brainard no estudió el efecto

del tamaño del mercado sobre las exportaciones relativamente a las ventas de las subsidiarias, Yeaple (2003b) estudió esta relación con datos similares. Además de confirmar los hallazgos de Brainard de que los mayores costos fijos de la IED y los menores impedimentos variables al comercio exterior aumentan las exportaciones relativamente a las ventas de las subsidiarias, Yeaple encuentra un efecto negativo del tamaño del mercado sobre este coeficiente; esto es, las exportaciones relativamente a las ventas de las subsidiarias son más bajas en los mercados grandes.17 Finalmente, Brainard estudia el efecto de las diferencias en el ingreso per cápita entre los países de destino y los Estados Unidos, y no encuentra ningún efecto significativo de estas diferencias sobre las exportaciones sectoriales relativamente a las ventas de las subsidiarias. Ella interpreta este hallazgo como evidencia contraria a la opinión de que las diferencias entre los países en las recompensas a los factores influyen en la elección entre las exportaciones y la IED. Se tratará de este hallazgo en la siguiente sección. El estudio de Brainard (1997) y el trabajo original de Markusen (1984) sobre la IED horizontal utilizan estructuras analíticas en las que no existe heterogeneidad en las empresas dentro de las industrias. Como resultado, todas las empresas hacen las mismas elecciones: o todas eligen exportar o todas eligen servir a un mercado extranjero con ventas por medio de subsidiarias. En estas circunstancias, la IED no puede coexistir con exportaciones en la misma industria. Naturalmente, al interpretar la evidencia o formular una ecuación con finalidades de estimación, este resultado extremo no se considera literalmente. En cambio, los efectos de las variables que determinan la compensación entre la proximidad y la concentración se interpretan como tendencias empíricas más que como predicciones rigurosas. Por ejemplo, un aumento en los costos de exportación variables es interpretado como algo que hará más probable la IED y menos probables las exportaciones, lo que hará que se tengan más ventas de subsidiarias relativamente a las exportaciones. Para que este enunciado sea rigurosamente cierto, sin embargo, se requiere cierta heterogeneidad para hacer posible que las diferencias en las características de las empresas induzcan a que algunos exporten y a que otros inviertan en el exterior. Con empresas heterogéneas, un aumento en el costo variable de las exportaciones puede hacer que más empresas inviertan en subsidiarias y menos empresas exporten. Helpman, Melitz y Yeaple (2004) desarrollan esta idea. En la estructura que proponen, la productividad entre las empresas es diferente, como lo

plantea Melitz (2003).18 Al hacer posible que las empresas atiendan los mercados extranjeros tanto con exportaciones como con ventas de subsidiarias, generan tres categorías de empresas: las que atienden sólo el mercado interno, las que exportan y las que invierten en subsidiarias. La gráfica V.2, que se deriva de la IV.1, ejemplifica la selección de las empresas entre estos modos organizativos. La productividad se mide en el eje horizontal en tanto que las ganancias se miden en el eje vertical. Además de las curvas de ganancias para las ventas internas y las exportaciones, que se tomaron de la gráfica IV.1, hemos añadido una curva de ganancias por las ventas de las subsidiarias. Esta última curva de ganancias tiene dos características notables cuando se la compara con la curva de ganancia de las exportaciones: tiene un punto de intercepción más bajo (el punto s está más abajo que el punto x) y su pendiente es mayor. La intersección en un punto más bajo refleja los mayores costos fijos de la IED que los de las exportaciones, y la pendiente más pronunciada refleja el hecho de que las exportaciones tienen costos variables de comercio exterior mientras que las ventas realizadas por las subsidiarias no los tienen. Por supuesto, las diferencias en estas pendientes también representan diferencias en los costos unitarios de las manufacturas en el país de la matriz y en el país huésped: si estos costos son iguales, o más bajos en el país huésped, la curva de ganancias por las ventas de las subsidiarias tiene necesariamente una pendiente mayor. Pero si, por ejemplo, los salarios son más altos en el país huésped, entonces la curva de ganancias para las ventas de las subsidiarias tendrá mayor pendiente sólo si el mayor costo unitario de las manufacturas en el país huésped no es demasiado grande relativamente a los costos variables de la exportación. Observe, sin embargo, que si el costo fijo de la IED es mayor que el costo fijo de exportar y la curva de ganancias de las exportaciones tiene una pendiente mayor, entonces la curva de ganancia por las ventas realizadas por las subsidiarias estará siempre por debajo de la curva de ganancias por las exportaciones, caso en el que todas las empresas, sin importar lo productivas que sean, obtendrán más dinero por exportar que vendiendo mediante subsidiarias, y por lo tanto no puede haber IED en esta industria. Es decir, para que haya IED, la curva de ganancias por las ventas de las subsidiarias debe tener mayor pendiente, como se muestra en la gráfica. GRÁFICA V.2. Selección entre ventas por exportaciones y ventas de las subsidiarias

En esta gráfica, las empresas que procuran maximizar sus ganancias se ordenan como sigue: las empresas con la menor productividad, que son aquellas cuya productividad está a la izquierda del punto D, salen de la industria porque pierden dinero; aquellas cuya productividad se encuentra entre los puntos D y X atienden sólo el mercado interior; las empresas cuya productividad está entre los puntos D y X exportan y atienden el mercado interno, y aquellas cuya productividad está a la derecha de S invierten en subsidiarias extranjeras y atienden el mercado interno. Evidentemente, esta clase de patrón genera una jerarquía de formas organizacionales en el que las empresas menos productivas se orientan al mercado interior; las empresas más productivas sirven al mercado extranjero mediante las ventas por medio de subsidiarias, y las empresas con niveles de productividad intermedios sirven a los mercados extranjeros mediante sus exportaciones. Esto implica que las empresas internas tienen la menor productividad promedio; que las exportadoras tienen una productividad promedio más alta, y que las empresas que han realizado inversiones exteriores directas tienen la mayor productividad. De hecho, este patrón es consistente con varios conjuntos de datos. Helpman, Melitz y Yeaple (2004) informan, por ejemplo, que la productividad promedio de la mano de obra (producción por trabajador) de

los exportadores estadunidenses excede la productividad promedio de la mano de obra de las empresas internas de los Estados Unidos (que ni exportan ni invierten en países extranjeros) casi en 40%, mientras que la productividad promedio de la mano de obra de las empresas que realizan IED excede la productividad de la mano de obra de los exportadores en 15%. Algo parecido se encuentra en los informes de Head y Ries (2003) y Tomiura (2007) para Japón; Girma, Görg y Strobl (2004) para Irlanda, y Girma, Kneller y Pisu (2005) para el Reino Unido.19 Como en este modelo analítico los exportadores coexisten con inversionistas que invierten directamente en el exterior en la misma industria, es posible calcular el coeficiente de las exportaciones relativo a las ventas de las subsidiarias agregando el valor de las exportaciones de todas las empresas con productividades en el rango de X a S y agregando el valor de las ventas de las subsidiarias de todas las empresas con los mayores niveles de productividad. Este coeficiente debe ser menor cuanto mayores sean los costos variables del comercio exterior y cuanto menores sean los costos fijos de la IED, de conformidad con la compensación entre la proximidad y la concentración. Además, el nivel de las exportaciones relativo a las ventas de las subsidiarias debe ser más bajo cuanto mayor sea la dispersión de la productividad de las empresas en la industria, una nueva predicción que resulta por la heterogeneidad de las empresas. Esto es, el grado de heterogeneidad de las empresas tiene implicaciones para la ventaja comparativa. Una pregunta lógica es si la predicción teórica es apoyada por los datos, y, si lo es, hay que preguntarse qué tan importante es cuantitativamente. Helpman, Melitz y Yeaple (2004) proporcionan estimaciones de estos efectos, en combinación con estimaciones de los efectos de los costos variables del comercio exterior y de los costos fijos de las plantas, sobre el coeficiente de las exportaciones respecto a las ventas de las subsidiarias. En el cuadro V.1 se muestra la información estándar de estas estimaciones, que se conocen como coeficientes “beta”, y que son comparables entre sí. Estas estimaciones se obtuvieron utilizando los datos de 1994 de las exportaciones estadunidenses y las ventas de subsidiarias en 52 sectores a los 17 países estudiados por Brainard (1997).20 Además de los costos de transporte, de los aranceles y de los costos fijos, que son sugeridos por la compensación entre proximidad-compensación, el cuadro informa del efecto de diferentes medidas de dispersión: la desviación estándar de la productividad de las empresas de los Estados Unidos (U.S. s.d.), la

desviación estándar de la productividad de las empresas europeas (Europa s.d.) y el parámetro estimado de la forma de una distribución del tipo de Pareto a partir de datos sobre las empresas europeas (Europa, forma).21 Se estimó cada una de estas medidas para cada uno de los 52 sectores, y revelaron considerables variaciones entre todos los sectores. El cuadro muestra que esta variación entre los sectores tiene un efecto mensurable sobre la variación entre todos los sectores del coeficiente de exportaciones con respecto a las ventas de las subsidiarias. En realidad, es evidente por el cuadro que el efecto cuantitativo de estas medidas de dispersión sobre el coeficiente de las exportaciones respecto a las ventas de las subsidiarias es comparable al de los costos de transporte, los aranceles y los costos fijos de las plantas. CUADRO V.1. Dispersión de la productividad y exportaciones relativamente a las ventas de las subsidiarias

NOTA: el cuadro presenta los coeficientes de regresión estándar (o “beta”), estimados mediante la regresión de la tasa de exportaciones en relación a las ventas de las subsidiarias con respecto a las variables incluidas en el cuadro, y controlando por los coefi cientes sectoriales capital / mano de obra y la intensidad de la investigación y el desarrollo. FUENTE: Helpman, Melitz y Yeaple (2004). Yeaple (2009) estudia implicaciones adicionales. Muestra que las multinacionales más productivas de los Estados Unidos son propietarias de empresas afiliadas en más países extranjeros y que tienen ingresos más altos en los países huéspedes cuanto mayor sea su productividad. Además, los países con mayor ingreso per cápita son sitios más atractivos para las multinacionales estadunidenses, pero esto no ocurre porque ellos ofrezcan menores costos para la IED, sino más bien porque ofrecen mercados más grandes (recuerde el análisis de la gráfica V.1, que muestra que los mercados más grandes hacen que la IED sea más atractiva en comparación con las exportaciones). Finalmente, Yeaple muestra que los países que son más

atractivos para la IED en el margen atraen a multinacionales estadunidenses más pequeñas y menos productivas, lo que reduce la productividad promedio de sus empresas matrices estadunidenses.

4. LA IED VERTICAL En la sección previa tratamos de las explicaciones de la IED horizontal y de la evidencia que las apoya. Estas explicaciones se concentran en la compensación proximidad-concentración que surge cuando una empresa busca acceso al mercado en un país extranjero ya sea por medio de las exportaciones o vendiendo a través de subsidiarias. En esa explicación se supuso que en el caso de las ventas mediante subsidiarias toda la cadena de valor está ubicada en el país huésped, y que en el caso de las exportaciones toda la cadena de valor está ubicada en el país de origen. Como lo describe Markusen (2002, p. 5): “La inversión directa horizontal se refiere a la producción en el exterior de productos y servicios más o menos similares a los que la empresa produce para su mercado interno”. Y diferencia esta forma de IED de la IED vertical: “Las inversiones verticales se refieren a las que fragmentan geográficamente el proceso de producción según las etapas de la producción”, con lo que quiere decir que algunas etapas de la producción se realizan en el país huésped, mientras que otras se llevan a cabo en el país de origen. Helpman (1984b) propuso una ampliación del modelo de comercio exterior Helpman-Krugman —que combina las proporciones de los factores con la diferenciación del producto— para dar cabida a la IED vertical. El proceso de producción en el sector diferenciado se divide en las manufacturas y los servicios en la sede de la empresa matriz, y en esta última se incluyen actividades como gerencia, diseño e investigación y desarrollo. La intensidad de los factores es diferente en estas actividades, pues los servicios en la sede utilizan más intensivamente la mano de obra calificada y el capital que los talleres de producción. Además, los servicios en la sede pueden ser compartidos por varias plantas manufactureras, incluso aunque estas plantas estén ubicadas en diferentes países. Como resultado, una empresa que esté localizada, digamos, en un país con abundancia de capital tiene un incentivo para ubicar la sede en el país de origen, y las manufacturas en un país con abundancia de mano de obra cuando los salarios de los trabajadores poco

calificados son más bajos en este último país. Este tipo de separación entre las manufacturas y la sede de la empresa matriz se ajusta a la definición de la IED vertical. Cuando las diferencias en la composición de los factores no son muy grandes, no hay incentivo para convertirse en una multinacional porque los precios de los factores son los mismos en todos los países. Sin embargo, cuando estas diferencias son grandes, hay presiones incipientes para que los precios de los factores difieran. Entonces las empresas basadas en el país con abundancia de capital construyen sus instalaciones para manufacturar los productos finales en el país con abundancia de mano de obra. Esta reubicación de la producción tiene implicaciones para la estructura del comercio exterior. Aunque no afecta las predicciones cualitativas del contenido de los flujos netos de comercio exterior,22 cambia la dirección de los flujos comerciales en bienes finales y la proporción del comercio intraindustrial. En particular, como las manufacturas se desplazan hacia el exterior, el país con abundancia de capital importa bienes que utilizan intensivamente el capital —y cuyo ensamblaje final se realiza en el país con abundancia de mano de obra— cuando es grande la brecha en los dos países entre los coeficientes capital-mano de obra. Además, aunque en ausencia de las empresas multinacionales la proporción del comercio intraindustrial es más pequeña cuanto más grande sea la diferencia en la composición de los factores entre los dos países, esta relación es más matizada cuando las diferencias en la composición de los factores son lo suficientemente grandes para que se formen las multinacionales. Con la IED vertical, la proporción del comercio intraindustrial es mayor cuanto más diferentes sean las dotaciones de factores de los países —si se supone constante el tamaño relativo de los países— siempre que el país con abundancia de capital tenga exportaciones netas de los productos diferenciados. No obstante, cuando la diferencia en la composición de factores es suficientemente grande, en el país con mano de obra abundante la producción de productos finales diferenciados se incrementa lo suficiente para convertir al país con abundancia de capital en un importador neto de los productos diferenciados. Una vez que se presenta este patrón de comercio exterior, la relación negativa entre las diferencias en la composición de los factores y la proporción del comercio intraindustrial se restablece. Evidentemente, la IED vertical lleva a una relación no “monotónica” (cambiante) entre la diferencia en la composición de los factores y la proporción del comercio intraindustrial. La aparición de la IED vertical también conduce al comercio dentro de la

empresa, como sucede cuando las empresas en el país de origen importan bienes finales de sus subsidiarias. La proporción de estas importaciones en el comercio exterior total aumenta con las diferencias en la composición de los factores entre los países, en tanto el tamaño relativo de los dos países no cambie. Es decir, el modelo predice una correlación positiva entre la proporción del comercio dentro de la empresa y las diferencias en la composición de los factores entre los países. En este modelo, las empresas matrices exportan los servicios de la oficina central a sus subsidiarias e importan los productos finales que producen éstas. Como es natural, las empresas matrices pueden exportar los servicios de la oficina central a las subsidiarias incluso si éstas producen bienes finales para venderlos por sí mismas (esto es, en su propio país huésped). Cuando esto sucede, las ventas de la subsidiaria reflejan la IED horizontal, mientras que la corriente de servicios desde las oficinas centrales indica la presencia de la IED vertical. En realidad, en muchos casos, las dos formas de IED están interrelacionadas. Por ahora, sin embargo, permaneceremos en el campo de la IED puramente vertical. En este contexto observe que las empresas matrices exportan insumos intermedios a sus subsidiarias, además de los servicios desde la sede, que las subsidiarias utilizan para producir los bienes finales. Esas importaciones ponen de manifiesto a la IED vertical (independientemente de dónde venden su producción las subsidiarias). La medida de estos flujos de comercio dentro de la empresa se utiliza frecuentemente para medir la importancia de la IED vertical. Hanson, Mataloni y Slaughter (2001, cuadro 6) muestran, por ejemplo, que entre la mayoría de las multinacionales propiedad de estadunidenses en el sector manufacturero, las importaciones de bienes que hacen las afiliadas para completar su procesamiento aumentó de aproximadamente 10% de las ventas de las afiliadas en 1982 a más de 12% en 1994, lo que interpretan como un aumento en la importancia relativa de la IED vertical. Este aumento fue particularmente importante en ciertos países huéspedes y en ciertas industrias. Para la inversión estadunidense en Canadá, esta proporción aumentó de 21.6% en 1982 a 33.5% en 1994, y para la inversión estadunidense en México, aumentó de 18.3% en 1982 a 22.2% en 1994 en la industria electrónica y de otro equipo eléctrico, y de 17.7 a 23.2% en la industria de equipo de transporte. Citando un estudio del Council on Foreign Relations (2002), Hanson, Mataloni y Slaughter (2005, p. 664) afirman que

las plantas automovilísticas canadienses y mexicanas tienen amplios vínculos dentro de la empresa con sus contrapartes estadunidenses, mediadas por las grandes corrientes de insumos a través de las fronteras. Se estima que cada día 250 millones de dólares en autos y autopartes cruzan el Puente Ambassador, que conecta Detroit, Michigan, con Windsor, Ontario. Cuando el gobierno de los Estados Unidos cerró el puente y otros puntos de cruce de la frontera después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, varias plantas de automóviles que se acogían al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) tuvieron que cerrar 48 horas después debido a la falta de insumos.

Continuaron para demostrar que la exportación de bienes intermedios de la matriz estadunidense a sus afiliadas en países extranjeros es sensitiva a los costos del comercio exterior y a los salarios en los países huéspedes. En particular, los mayores costos del comercio exterior y los mayores salarios de los trabajadores poco calificados reducen las importaciones de insumos intermedios provenientes de la casa matriz, mientras que los mayores salarios de los trabajadores calificados las aumentan. Los resultados de los efectos de los salarios son particularmente interesantes, porque sugieren que los trabajadores poco calificados complementan la utilización de los bienes intermedios empleados, en tanto que los trabajadores calificados son un sustituto de ellos. La IED horizontal y la vertical han sido ampliamente estudiadas porque ambas son importantes en los datos. El hallazgo empírico de Brainard (1997) de que los flujos de IED no están correlacionados con las diferencias en la abundancia relativa de los factores fue interpretado como evidencia de que la forma dominante de IED es la horizontal. Por otra parte, como ya se dijo, está aumentando la evidencia directa del papel cada vez más importante de la IED vertical. De modo que la pregunta es ¿cómo pueden reconciliarse estas diferentes evidencias? La mejor respuesta a esta pregunta es la que da Yeaple (2003b). Primero indica que Brainard estimó el efecto promedio de las diferencias entre los países de la composición de los factores sobre la estructura sectorial de la IED. Sin embargo, incluso si estos efectos promedio no fueran particularmente significativos, no proporcionan una buena prueba del papel de la conformación de los factores en el papel de la IED. La razón es que los sectores difieren en la intensidad con que utilizan los factores, y por lo tanto es preciso preguntarse si las multinacionales de los Estados Unidos invierten en industrias que usan intensivamente mano de obra altamente capacitada en países que tienen una gran abundancia de trabajadores muy capacitados, y en industrias que usan intensivamente mano de obra no calificada en países en los que abundan los trabajadores poco calificados. Si

así lo hacen, entonces esto proporciona evidencia de que las multinacionales de los Estados Unidos invierten según las ventajas comparativas de los países huéspedes, de conformidad con el motivo vertical para la IED. Esto es, para identificar el efecto de las dotaciones de los factores sobre los flujos de IED, es necesario estimar un modelo que haga interactuar las características de los países con las características de la industria, parecido a la metodología desarrollada por Romalis (2004) para estimar los flujos del comercio exterior. Las estimaciones de Yeaple confirman este patrón en los datos. También encuentra evidencia de que los costos variables y los costos fijos del comercio exterior influyen en la IED, lo que es conforme con la compensación entre la proximidad y la concentración, y que el tamaño del mercado influye en la IED, de conformidad con la hipótesis del acceso al mercado. Además, considera el efecto de estas variables sobre las exportaciones con respecto a las ventas de las subsidiarias. Conjuntamente, las variables que están relacionadas con las IED vertical y horizontal explican 22.3% de la varianza en este coeficiente.23 Cuando se utilizan sólo las variables relacionadas con la IED vertical para la estimación, explican 13.5% de la varianza, y cuando se utilizan sólo las variables relacionadas con la IED horizontal, incluyendo el efecto del tamaño del mercado, explican 14.9% de la varianza. A juzgar por estos resultados, ambas formas de IED son importantes para explicar los datos de los Estados Unidos.

5. INTEGRACIÓN COMPLEJA A medida que la organización de las empresas en la economía global se ha vuelto más compleja, las formas puras de IED horizontal o vertical no pueden proporcionar una explicación satisfactoria de los patrones de la inversión extranjera. Ciertamente, las subsidiarias de las compañías multinacionales venden sus productos en los países huéspedes e importan insumos intermedios de sus empresas matrices. Pero también exportan productos a sus países de origen y a terceros mercados, a partes afiliadas y no afiliadas por igual. Blonigen (2005, cuadro 1) informa que en 1999 las ventas en el país huésped de las subsidiarias de las multinacionales estadunidenses en los sectores manufacturero y no manufacturero del país huésped excedieron 67% de las ventas totales, y el resto se exportó. Poco más de 10% de las ventas totales de estas empresas eran ventas a los Estados Unidos, cerca de 10% a

partes no afiliadas en otros países extranjeros y 12.5% a partes relacionadas en otros países extranjeros. En las manufacturas la proporción de las ventas en el país huésped era más pequeña, menos de 60%, pero las ventas a los Estados Unidos eran de 15%, y las ventas a partes afiliadas en otros países extranjeros excedieron 16 por ciento. Aunque estas cifras sugieren que la IED y el comercio exterior están relacionados y que la relación varía según el sector, los datos también sugieren que esta relación varía según el país. Ekholm, Forslid y Markusen (2007, cuadro 1) separan las ventas en 2003 de las subsidiarias estadunidenses en el sector manufacturero en varios países. Encuentran que, aunque las subsidiarias que operan en la Unión Europea vendieron poco al país de origen, los Estados Unidos (entre 1 y 5% de las ventas totales), sus ventas a terceros mercados variaron considerablemente. Por ejemplo, las de Irlanda vendieron 69% a terceros mercados; las de Bélgica, a 56%; las de España, a 39%, y las de Grecia, sólo a 8%. Está claro que Irlanda y Bélgica sirvieron como una gran plataforma de exportación para las multinacionales estadunidenses, mientras que las subsidiarias griegas de empresas estadunidenses sirvieron mayormente a la comunidad local (IED horizontal). Las exportaciones a los Estados Unidos fueron mucho más grandes para algunos países asiáticos, e igual pasó con México y Canadá: fueron 39% para Malasia, 35% para las Filipinas y 15% para Hong Kong y Singapur. Para Canadá y México fueron 34 y 31%, respectivamente. Pero resultaron relativamente pequeñas para Indonesia (2%) y China (8%). Por otra parte, las exportaciones de los países asiáticos a terceros países fueron grandes: 43% para Singapur y 38% para las Filipinas, y las más pequeñas fueron las de Indonesia (13%). Para Canadá las exportaciones a terceros países fueron sólo 5% y para México 15 por ciento. Por estos datos queda en claro que hay más de un motivo detrás de la IED. Si bien las compañías estadunidenses que operaban en Grecia fueron motivadas principalmente por consideraciones de la IED horizontal, pues exportaron a los Estados Unidos sólo 1% y a terceros países sólo 8% de sus ventas totales. En Irlanda y Bélgica la inversión fue motivada principalmente por la obtención de una plataforma de exportación para la IED. En Malasia y las Filipinas tuvieron un papel importante tanto las consideraciones de la IED vertical como de la plataforma de exportación; aquí entendemos por “plataforma de exportación” el caso en que se adquieren subsidiarias cuya finalidad es exportar productos a terceros países (es decir, no al país en que

está ubicada la sede de la empresa).24 Para entender estos patrones es necesario pensar en la IED horizontal, la IED vertical y la IED para plataforma de exportación como estrategias interrelacionadas. Yeaple (2003a) proporciona una importante visión de las formas interrelacionadas de la IED. Considera un mundo de tres países: dos países desarrollados del Norte (pongamos por caso, los Estados Unidos y Francia) y un país del Sur menos desarrollado (por ejemplo, las Filipinas). Cada uno de los países del Norte consume un producto diferenciado que es manufacturado por una empresa cuya sede está en el Norte. Para manufacturar este bien, la empresa necesita dos insumos: uno de ellos se produce más barato en el Norte, en tanto que resulta más barato producir el otro en el Sur. Hay costos de transporte parecidos para los bienes finales e intermedios que son proporcionales al valor de los productos. En estas circunstancias es posible estudiar cuál de cuatro estrategias adoptará una empresa del Norte. Primero, la empresa en los Estados Unidos (por ejemplo) elige producir ambos insumos en su propio país y enviar los bienes ensamblados a Francia. Segundo, esa empresa puede elegir un insumo en su propio país y el otro en las Filipinas, y enviar los bienes ensamblados a Francia (IED vertical). Tercero, esa empresa puede establecer una subsidiaria en Francia y producir ambos bienes intermedios tanto en el propio país como en Francia, y atender el mercado de cada país del Norte mediante su productor local, la empresa matriz en los Estados Unidos y la subsidiaria en Francia (IED horizontal). Finalmente, esa empresa puede elegir producir un componente en las Filipinas y el otro en cada uno de los países del Norte y, como antes, servir a cada uno de los países del Norte con su propio productor (integración compleja). Yeaple muestra cómo la viabilidad de cada una de estas opciones dependerá del diferencial del costo de producción de los insumos intermedios en el Norte y en el Sur, del costo de transporte y de los costos fijos de las subsidiarias en el Norte y en el Sur. Indica que las estrategias de integración compleja crean dependencia entre el nivel de IED en un país y las características y políticas de sus vecinos […]. La naturaleza de esta dependencia puede asumir dos formas: dos localidades pueden ser o complementarias o sustitutas. Dos localidades son complementarias cuando los sucesos en un país que amplía (contrae) la actividad de las empresas multinacionales (EMN) en ese país también amplían (contraen) la actividad de las EMN en el otro, y son sustitutas cuando los sucesos en un país que amplía (contrae) la actividad de la EMN en ese país también contrae (expande) la actividad de las EMN en el otro [p. 295].

Que las

IED

en las dos localidades en el extranjero sean sustitutas o

complementarias dependerá en este caso del nivel de los costos de transporte. Si el costo de los transportes es bajo, las dos formas de IED tienden a ser complementarias entre sí. Una empresa cuya sede esté en los Estados Unidos y que tiene una planta en las Filipinas que produce insumos intermedios reduce así el costo unitario de su producto final. En estas circunstancias aumentar las ventas debe ser particularmente lucrativo. Una forma de aumentar las ventas es establecer una subsidiaria en Francia para que atienda el mercado francés. Por lo tanto, la subsidiaria en las Filipinas hace que la subsidiaria en Francia sea más rentable; y viceversa, una subsidiaria en Francia hace más rentable a la subsidiaria en las Filipinas. Grossman, Helpman y Szeidl (2006) modifican y amplían el análisis de Yeaple. En vez de dos insumos, consideran una tecnología en que hay un insumo intermediario y una actividad de ensamblaje, cada uno de los cuales está localizado en un país diferente (Estados Unidos, Francia y las Filipinas). Esta modificación añade la posibilidad de la IED en plataforma de exportación (por ejemplo, ensamblaje en las Filipinas con exportación al Norte). También hacen posible en su modelo que los bienes sean consumidos tanto en el Norte como en el Sur. Además, las empresas con productos diferenciados son heterogéneas, de modo que las compañías con diferentes niveles de productividad pueden elegir diferentes estrategias de integración, y los costos de transporte de los bienes finales pueden diferir de los costos de transporte de los bienes intermedios. En este caso, algunas empresas pueden elegir producir los bienes intermedios en su propio país, ensamblar ahí mismo los bienes finales y atender los mercados extranjeros mediante las exportaciones, mientras que otras empresas pueden elegir una o más formas de IED. Esta heterogeneidad en la forma de organización está presente en los datos. Esta estructura de análisis más compleja les permite a Grossman, Helpman y Szeidl estudiar tres formas diferentes de complementariedad entre las inversiones extranjeras directas, a las que denominan complementariedad del “costo unitario”, “de las fuentes de los componentes” y de la “aglomeración”, en donde la complementariedad del costo unitario es similar a la que identificó Yeaple. Ellos definen la complementariedad de la manera siguiente (p. 219): En general, decimos que la IED en ensamblaje es complementaria de la IED en componentes cuando un componente del costo fijo del ensamblaje en el exterior reduce la fracción de empresas que realiza inversión extranjera directa en componentes, y viceversa, cuando un aumento en el costo fijo de la IED en componentes reduce la fracción de empresas que llevan a cabo ensamblaje

en el extranjero.

Según esta definición, existe la complementariedad por el costo unitario incluso en ausencia de los costos de transporte de los insumos intermedios y de los productos finales. Para ver por qué es así, observe primero que, en ausencia de los costos de transporte, una empresa integrada en los Estados Unidos, que produce bienes intermedios localmente y que también ensambla los bienes finales ahí mismo, nunca invierte en Francia, porque la IED en Francia no ahorra costos y además implica costos fijos de la IED. Más generalmente, en este caso una empresa no tiene razón para realizar la misma actividad en múltiples ubicaciones, porque esto aumentaría los costos fijos sin ahorrar en los costos de transporte. Como resultado, los bienes intermedios son producidos en el país sede de la compañía o en las Filipinas, GRÁFICA V.3. Patrones de la IED: sin costos de transporte

Los patrones de IED resultantes se muestran en la gráfica V.3, para un costo fijo determinado de la IED en ensamblaje. Las empresas de baja productividad no realizan inversiones extranjeras directas porque no pueden

cubrir los costos fijos. Por otra parte, las empresas muy productivas establecen subsidiarias integradas en las Filipinas, que producen bienes intermedios y ensamblan los productos finales. Por lo tanto, las empresas con baja productividad exportan sus productos desde el país en que se encuentra su sede, mientras que las empresas con una alta productividad exportan sus productos desde las Filipinas. Evidentemente, las Filipinas son una plataforma de exportación para las empresas muy productivas; venden una fracción de su producto a quienes residen en las Filipinas y exportan el resto a los Estados Unidos y Francia. Las empresas moderadamente productivas no invierten directamente en el extranjero cuando el costo fijo de la IED en insumos intermedios es alto. Pero cuando este costo fijo es lo suficientemente bajo, establecen subsidiarias en las Filipinas para manufacturar los bienes intermedios. Luego exportan al país sede en el Norte estos bienes intermedios y se les ensambla ahí para obtener los productos finales. Los productos finales se venden internamente y son exportados a las Filipinas y al otro país del Norte. Algunas empresas muy productivas, que habrían adquirido instalaciones integradas para la producción de los bienes finales en las Filipinas si el costo fijo de la IED en insumos intermedios hubiera sido lo suficientemente bajo, optan por la IED en el ensamblaje solamente, cuando el costo fijo de la IED en bienes intermedios es alto. Estas empresas producen bienes intermedios en el país de la matriz y luego los exportan para el procesamiento adicional en las Filipinas. En las Filipinas, sus subsidiarias utilizan los insumos intermedios para ensamblar los productos finales, que entonces son exportados al país de la casa matriz así como al otro país del Norte. Evidentemente, estos patrones de la IED se parecen a los que hemos visto en los datos. Además, se advierte en la gráfica que a medida que aumentan los costos fijos de la IED en insumos intermedios, una pequeña fracción de las empresas realizan inversión extranjera directa, incluyendo IED en ensamblaje (porque aumenta el punto límite de productividad que hace que estas actividades sean rentables). De aquí la complementariedad del costo unitario entre las dos formas de IED: los menores costos de los insumos intermedios en las Filipinas propician la IED en el ensamblaje, y los menores costos unitarios del ensamblaje propician la IED en los bienes intermedios. Cuando el transporte de los bienes finales entre las fronteras tiene un costo (pero los bienes intermedios no lo tienen), los patrones de la IED que muestra la gráfica V.3 se siguen aplicando siempre que el costo de transporte

sea lo suficientemente bajo. Costos de transporte mayores conducen a patrones de integración más complejos. Esto se debe en parte a que se origina una nueva fuente de complementariedad entre los dos tipos de IED: complementariedad de las fuentes de los componentes. Surge porque los ahorros en el costo por realizar el ensamblaje en las Filipinas son relativamente más grandes cuando los insumos intermedios también se manufacturan en las Filipinas, lo que fortalece las consideraciones estratégicas que emanan de la complementariedad del costo unitario. Sin embargo, a diferencia del caso en que no había costos de transporte, ahora existe un incentivo para la IED en ensamblaje en el otro país del Norte, y este incentivo es mayor cuando los bienes intermedios se producen a bajo costo en las Filipinas. Cuando el costo de transporte de los bienes finales es alto y el mercado en las Filipinas es pequeño, surge un interesante patrón de la IED para los bajos costos fijos de la IED en los intermedios. Este patrón se muestra en la gráfica V.4. Las empresas con baja productividad operan instalaciones integradas en el país de la casa matriz y exportan sus bienes finales al otro país del Norte y a las Filipinas. Las empresas que tienen una productividad un poco más alta manufacturan los insumos intermedios en las Filipinas y los importan para retornarlos al país sede para ensamblar los bienes finales. En este caso se trata de la IED vertical pura, y toda empresa del Norte exporta bienes finales tanto al otro país del Norte como a las Filipinas. Además, las empresas que tienen una productividad aún mayor manufacturan los productos intermedios en las Filipinas (es decir, realizan IED vertical), excepto que también adquieren subsidiarias en el otro país del Norte. Estas subsidiarias ensamblan los bienes finales con los insumos intermedios que les son enviados por las empresas afiliadas en las Filipinas. Observe que en este caso la IED horizontal en el otro país del Norte es posible gracias a la IED vertical realizada en el Sur, por lo que estas dos formas de IED están interrelacionadas. Sin embargo, no hay ningún comercio de bienes finales entre los Estados Unidos y Francia, pero las empresas ubicadas en el Norte atienden el mercado filipino con exportaciones de bienes finales. Observe también que las Filipinas son una plataforma de exportación; los bienes intermedios que se producen ahí no se utilizan en las Filipinas, sino que se exportan a los Estados Unidos y a Francia. Finalmente, las empresas más productivas manufacturan insumos intermedios en las Filipinas y ensamblan productos finales en los tres países. Nuevamente, las Filipinas son una plataforma de exportación de insumos

intermedios, pero ahora una fracción de estos bienes intermedios se utiliza para el ensamble local y los bienes finales resultantes se venden en las Filipinas. GRÁFICA V.4. Patrones de la IED: costos de transporte altos de los bienes finales, costos fijos bajos de la IED en insumos intermedios, y mercado pequeño en el Sur

He demostrado en esta sección que es posible explicar los patrones complejos de la IED con sencillas compensaciones entre los costos variables, los costos fijos y los costos de transporte. Aunque esta teoría todavía no ha sido sometida a prueba, predice patrones de la IED que son consistentes a la luz de la evidencia con la operación de las afiliadas de empresas estadunidenses en los países extranjeros.

6. INTERNALIZACIÓN En las secciones previas, la discusión sobre las corporaciones multinacionales no se ocupó de la decisión acerca de la internalización; esto es, no se presentó un análisis explícito de las razones por las que una empresa decide servir a

un mercado extranjero mediante las ventas de una subsidiaria, o de por qué una empresa elije producir insumos intermedios en una subsidiaria en el extranjero. Por supuesto, en cada uno de estos casos la empresa puede utilizar a una empresa extranjera que no esté afiliada a ella. Por ejemplo, la empresa puede autorizar a una compañía extranjera a manufacturar bienes finales para venderlos localmente, utilizando el nombre de marca de la empresa, o puede dar licencia a una compañía extranjera para que manufacture bienes intermedios. Entonces, la pregunta es: ¿cuándo elige ser propietaria del productor extranjero? De modo parecido es posible preguntar: ¿cuándo elige una empresa ser propietaria de un proveedor de partes? Esas decisiones de integración son igual de importantes para el abastecimiento interno y el externo. Por lo tanto, hay múltiples formas organizacionales entre las cuales elegir, y cada empresa conforma su propia estrategia. Para investigar las decisiones organizacionales de las empresas de negocios y su implicación para el comercio exterior y la IED, los estudiosos han adoptado varios enfoques. Primero, está el análisis del costo de las transacciones para los límites de la empresa, implícito en el enfoque ecléctico de Dunning (1977).25 Segundo, está el análisis de los incentivos gerenciales de la internalización, utilizado por Grossman y Helpman (2004) y Marin y Verdier (2008a, b).26 Tercero, está el enfoque de los derechos de propiedad para la organización de las empresas que se fundamenta en la teoría de los contratos incompletos, utilizado por Grossman y Helpman (2002a), Antràs (2003), Antràs y Helpman (2004), y muchos otros estudios más recientes.27 A continuación me concentro en el tercer enfoque, porque proporciona predicciones que ya han sido estudiadas con buenos resultados aprovechando conjuntos diferentes de datos. Las compensaciones básicas de ventajas y desventajas incorporadas en estos estudios se refieren a los costos y a los beneficios de la internalización. En su forma más sencilla, podemos pensar en dos actividades que tienen que llevarse a cabo para manufacturar un producto final. Una parte, supongamos H, tiene la tecnología y el conocimiento para manufacturar el bien, y la manufactura requiere los servicios de una sede que sólo H puede proporcionar. La otra actividad tiene que ser realizada por una segunda parte, digamos S, pero S puede ser parte de la empresa de H o un proveedor independiente. Suponga que S tiene que proveer componentes. Es importante señalar que los componentes que requiere H son muy especializados, por lo que si S lo hace correctamente de acuerdo con las especificaciones, sólo H las

puede utilizar; los componentes no tienen ningún valor fuera de la relación entre H y S. Por esta razón, una vez que S manufactura los componentes, queda a merced de H. Pero si S es el único proveedor de estas partes, lo que por sencillez supondremos, H también queda sujeto a la voluntad de S, porque H no puede manufacturar los bienes finales sin el insumo de S. En estas circunstancias, H y S negocian ex-post por el pago que se recibirá de H a cambio de sus componentes. Para que éste sea el caso, se supone que las dos partes no pueden firmar un contrato detallado que especifique la naturaleza de estos componentes de un modo que pueda hacer que el cumplimiento del contrato sea obligatorio ante un tribunal, porque la especificación de las características requeridas es muy complicada y un juez o un jurado no podrán verificar si el insumo intermedio ha cumplido o no con ellas.28 ¿Cuál es el resultado de la negociación ex-post? En situaciones como ésta la respuesta depende del excedente que pueden generar H y S cooperando mutuamente y del valor que cada uno de ellos puede derivar de sus activos en caso de que la relación entre ellos se termine. Esto es, depende de sus opciones externas. Si S es un proveedor independiente, sus componentes no tienen valor fuera de esta relación, y por lo tanto su opción externa es cero. Algo parecido le pasa a H: si no puede manufacturar el bien final sin los componentes, su opción externa también es igual a cero. En vista del poder de negociación de cada una de las partes, cada una recibe su opción externa —en este caso, cero— más una proporción del excedente de acuerdo con su poder de negociación. Además, el excedente es igual al ingreso por las ventas de los bienes finales menos las opciones externas de H y S. En el caso de la externalización, esto implica que los ingresos se dividen proporcionalmente al poder de negociación de cada parte. En la forma organizacional alternativa, cuando S está integrado en la empresa de H, este último es propietario de los insumos intermedios manufacturados por S. En este caso S no se puede llevar los insumos intermedios con él si la relación entre H y él se termina, ya sea que renuncie o H lo despida. Por lo tanto, en este caso, como en el caso de la externalización, su opción externa es igual a cero. Pero para H la integración es diferente a la externalización, porque con la integración H es propietario de los insumos intermedios. Sin el proveedor, H probablemente no pueda convertir los insumos intermedios y los servicios generales en bienes finales tan eficientemente como lo hace con la cooperación de S. Como resultado,

obtiene un nivel de ingreso que es menor que el ingreso obtenido con la cooperación de S. No obstante, este menor ingreso es ahora la opción externa de H en el juego de la negociación, la cual es mayor que su opción externa igual a cero bajo condiciones de externalización. Por esta razón, H puede negociar una fracción mayor de los ingresos en condiciones de integración que en las de externalización. La mayor fracción es una ventaja clave de la integración para H. Pero ¿es así? Es fácil equivocarse pensando que H necesariamente prefiere una forma organizacional que le da una mayor fracción del ingreso periódico, porque pareciera que una fracción mayor del ingreso es preferible a una fracción menor. Por supuesto, así es si la forma organizacional no afecta los ingresos, suposición que pocas veces es cierta. La razón es que S tiene menos incentivo de trabajar intensamente para producir insumos intermedios de alta calidad si espera obtener una proporción menor del ingreso. En forma parecida, H tiene menos incentivos para trabajar intensamente en la producción de los servicios generales de la sede si obtiene una proporción menor del ingreso. Si alguna de las partes no asiste o invierte menos, esto reduce el ingreso disponible y hace que lo obtenido sea menor. Por esta razón, H no siempre opta por la integración para obtener una mayor proporción del ingreso. En particular, si los componentes tienen un papel importante relativamente a los servicios generales de la sede en la manufactura de los bienes finales, puede preferir externalizar para dar a S un fuerte incentivo para invertir y trabajar duro. Antràs (2003) muestra que existe un nivel límite de la importancia relativa de los niveles intermedios más allá del cual las compañías con una cantidad importante por encima del mismo prefieren la externalización y las que están por debajo prefieren la integración. Antràs (2003) incorpora esta estructura en un modelo de comercio internacional con dos países, dos sectores y dos insumos, en que la importancia relativa de los insumos intermedios se mide por la intensidad de la mano de obra de un sector. Como resultado, las empresas eligen la externalización en el sector que utiliza intensivamente la mano de obra, y la integración en el sector que utiliza el capital intensivamente. El modelo predice el comercio dentro de las empresas en el sector que utiliza intensivamente el capital y el comercio a distancia en el sector que utiliza intensivamente la mano de obra. En una interpretación aproximada, esto implica que las importaciones provenientes de un país en el que abunda el

capital deben representar una mayor proporción del comercio dentro de las empresas que sus importaciones de un país con menos capital. Al nivel sectorial, la proporción de las importaciones dentro de las empresas deberá ser mayor cuanto más intensivamente utilice al capital el sector. Empleando datos sobre las importaciones de los Estados Unidos procedentes de 18 países y 23 industrias, Antràs encontró que apoyaban ambas predicciones.29 En la gráfica V.5 se muestra la relación entre la proporción del comercio dentro de las empresas y el coeficiente capital-mano de obra del país exportador en 1992.30 La correlación positiva es aparente; la proporción de las importaciones dentro de las empresas es baja cuando provienen de países en que abunda la mano de obra, como Egipto e Indonesia, y alta cuando provienen de países en los que abunda el capital, como Alemania y Suiza. GRÁFICA V.5. Proporción en los Estados Unidos de las importaciones provenientes de 28 países dentro de las empresas, 1992

FUENTE: Antràs (2003). El modelo teórico de Antràs implica que las importaciones sectoriales son todas o dentro de las empresas o a distancia, mientras que en los datos se observa una mezcla de ambas. Además, la proporción del comercio dentro de las empresas varía en los diferentes sectores. Para ajustar por esta y otras características adicionales del comercio exterior y la IED, Antràs y Helpman (2004) introducen la heterogeneidad de las empresas en cada sector y los costos fijos que varían según sea la forma organizacional. Suponen que los

costos fijos son más altos para las operaciones en países extranjeros que para las actividades en el país de la casa matriz: la externalización afuera del país implica costos fijos más altos que la externalización en el propio país. También suponen que la integración es más cara que la externalización (esto es, el costo fijo de la integración en el propio país es más alto que el costo fijo de la externalización en el propio país, y el costo fijo de la IED es más alto que el costo fijo de la externalización en el extranjero). Aunque el primer conjunto de supuestos es muy razonable, es más difícil defender el segundo. La razón es que una empresa integrada puede ahorrar en los costos fijos si tiene economías de extensión. Esto es, la expansión horizontal de las actividades de una empresa ahorra costos fijos por actividad, y en cambio una empresa integrada impone una mayor carga sobre la gerencia que puede aumentar los costos fijos de la operación de una empresa. Es decir, el costo fijo de la integración no es necesariamente más alto que el costo fijo de la externalización.31 Por supuesto, este modelo teórico puede analizarse bajo cada uno de estos supuestos alternativos, y señalaré las diferencias en sus implicaciones. GRÁFICA V.6. Clasificación en el modelo Antràs-Helpman

El patrón de clasificación que predijeron Antràs y Helpman (2004) se

presenta en la gráfica V.6 para el caso en que los costos de las manufacturas son menores en el país extranjero. Como es común cuando hay costos fijos, las empresas menos productivas salen. Entre las empresas que sobreviven, las que tienen baja productividad obtienen sus insumos en el propio país y las que tienen alta productividad obtienen sus insumos en el exterior. Dentro del grupo de empresas que adquieren los insumos intermedios en su propio país, las menos productivas los adquieren mediante la externalización mientras que las más productivas los manufacturan en sus propias instalaciones. En cambio, dentro del grupo de empresas que adquieren los insumos intermedios en el extranjero, las menos productivas los externalizan en tanto que las más productivas los integran; las que los externalizan importan sus bienes intermedios de otras empresas, mientras que las que integran los importan de sus subsidiarias, es decir, realizan comercio dentro de la empresa. Como en el modelo de la IED horizontal, también en este caso las empresas más productivas se convierten en multinacionales. Invertir el orden de los costos fijos entre la integración y la externalización no cambia la predicción de que las empresas con baja productividad obtienen sus insumos en el propio país y de que las empresas con alta productividad obtienen sus insumos en el exterior. Sin embargo, cuando la integración tiene costos fijos menores que la externalización, las empresas con menor productividad optan por la integración y las empresas más productivas optan por la externalización tanto en el propio país como en el exterior. Es decir, entre las empresas que obtienen sus insumos en su propio país, las menos productivas integran y las más productivas externalizan, en tanto que entre las empresas que los obtienen en el exterior las menos productivas se convierten en multinacionales y las más productivas externalizan. Aunque la gráfica V.6 muestra las cuatro formas que pueden emanar de la estructura organizacional de 2 × 2 (en el propio país o en el extranjero, integración o externalización), es posible que algunos de esos espacios queden vacíos en algunos sectores. Por ejemplo, en un sector con muy poca intensidad en la sede, es probable que una empresa le dé a su proveedor incentivos poderosos, porque los componentes son particularmente importantes en el proceso de producción. Como consecuencia, optará por la externalización sin importar lo productiva que sea, porque esto le da al proveedor los mejores incentivos para invertir y esforzarse y porque el costo fijo es menor con la externalización. En estas condiciones, lo único que resta

saber es si la empresa resolverá deslocalizando la oferta de insumos intermedios. El resultado es que las empresas con baja productividad elegirán obtener sus insumos intermedios en el propio país (externalización en el país), lo que les ahorra costos fijos, mientras que las empresas con alta productividad elegirán la externalización en el extranjero, lo que les ahorra costos variables. Si se utiliza este patrón de clasificación, es posible caracterizar a la fracción de empresas que eligen cada forma organizacional y sus proporciones en el mercado. Antràs y Helpman muestran que la deslocalización es mayor en los sectores en los que la actividad en las oficinas centrales es menor y en los sectores con mayor dispersión de la productividad. Además, en los sectores con mayor intensidad en las oficinas centrales, en que el patrón de clasificación es el que se presenta en la gráfica V.6, hay más integración relativamente a la externalización —tanto en el propio país como en el exterior— cuanto más intensas sean las actividades en las oficinas centrales de un sector o cuanto mayor sea la dispersión de la productividad. Yeaple (2006) utiliza datos al nivel de las empresas para estudiar dos de estas implicaciones: el efecto de la intensidad en las oficinas centrales y la dispersión de la productividad sobre la proporción de las importaciones dentro de las empresas. Estos datos cubren importaciones provenientes de 58 países, a los que se clasifica conforme a 51 industrias manufactureras. Tomando la intensidad con que se utiliza el capital y la intensidad de las actividades de investigación y desarrollo (ID) como representativas de la intensidad en las oficinas centrales, encuentra que la proporción de las importaciones dentro de la empresa es mayor en los sectores con mayor intensidad de capital y de ID y en los sectores con más dispersión de la productividad. Ambos hallazgos están de acuerdo con las predicciones teóricas, y el primero se ajusta a lo sugerido por Antràs (2003). Evidencia adicional acerca de la correlación positiva entre la intensidad en las oficinas centrales y la proporción de importaciones dentro de la empresa es la proporcionada por Nunn y Trefler (2008), que usan datos diferentes —y mucho más detallados— del comercio de los Estados Unidos.32 Estos datos cubren más de 5 000 productos, a los que clasifican en 370 sectores, e importaciones provenientes de 210 países en los años 2000 y 2005. Nunn y Trefler encuentran que la proporción del comercio dentro de las empresas es mayor en los sectores con la mayor intensidad de capital y de

mano de obra calificada, a los que interpretan como sectores con mayor intensidad en las actividades de las oficinas centrales.33 Esta correlación positiva se mantiene cuando se consideran las características del país exportador. En forma parecida a lo que encontró Yeaple (2006), concluyen que la proporción de las importaciones dentro de la empresa es mayor en sectores con mayor dispersión de la productividad. Sin embargo, ellos crean cinco espacios o “casillas” para registrar la intensidad de las oficinas centrales, lo cual es importante, y estudian los efectos de la variación en la intensidad de las oficinas centrales en cada casilla por separado. La teoría predice que el efecto debe ser nulo en los sectores con poca intensidad en las oficinas centrales y positivo en los sectores con alta intensidad en las oficinas centrales, que es lo que Nunn y Trefler encuentran. Además, sus resultados son similares ya sea que se mida la intensidad de las oficinas centrales con la intensidad del capital o con la alta calificación del personal (skill).34 En nuestra discusión teórica se supuso que una empresa sólo necesita un tipo de componente. No obstante, en la práctica se requieren muchos insumos intermedios para ensamblar un producto final. Como resultado, una empresa puede elegir diferentes estrategias de integración para diferentes insumos intermedios. Por ejemplo, en el caso de un automóvil, el manufacturero puede elegir producir el motor en su propia fábrica en su propio país, externalizar los frenos a un productor local en su propio país, importar los asientos de un proveedor no afiliado en un país extranjero, y también importar los parabrisas de su subsidiaria en otro país. En este ejemplo, la empresa utiliza las cuatro formas organizacionales. Más generalmente, según sean los detalles de su tecnología, una empresa puede utilizar cualquier número de formas organizacionales. Este punto se muestra claramente en los datos españoles estudiados por Kohler y Smolka (2009). Ellos aprovechan datos detallados al nivel de las empresas basados en encuestas sobre las estrategias de los negocios recopilados por la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales. Una característica conveniente de este conjunto de datos es que informan de qué manera adquiere cada empresa sus insumos inmediatos: por medio de la externalización o la integración, por medio de la deslocalización o en su propio país. En el cuadro V.2 se muestra la fracción de grandes empresas (con más de 200 empleados) que adquieren insumos intermedios en cada uno de los modos organizacionales teóricos. De esas empresas, 34% producen sus propios insumos en España y 91% compran sus insumos a proveedores

españoles no afiliados, en tanto que 28% importan insumos de sus subsidiarias en el extranjero y 66% importan insumos procedentes de empresas extranjeras no afiliadas. La suma de los números en las cuatro celdas excede la unidad porque algunas empresas tienen estrategias múltiples de proveeduría.35 En España, entre estas empresas sólo 1.5% producen insumos intermedios exclusivamente en sus propias instalaciones, y sólo 17.7% externalizan sus insumos en España. Además, sólo 0.5% obtienen sus insumos exclusivamente de subsidiarias extranjeras, y sólo 2.6% los obtienen de empresas extranjeras no afiliadas. En conjunto, estas cifras implican que sólo 22.3% de las empresas utilizan una sola forma de organización para la adquisición de sus insumos. El resto utilizan múltiples formas organizacionales. Entre estas últimas, 9.1% utilizan las cuatro formas organizacionales, y la fracción más grande, 26.3%, utilizan exclusivamente la externalización ya sea nacional o extranjera. Entre las empresas más pequeñas, aquellas que tienen menos de 200 empleados, la mayoría, 56.3%, utilizan exclusivamente la externalización en el propio país, y 28.4% utilizan exclusivamente la externalización nacional y la extranjera (véase Kohler y Smolka, 2009, cuadro 1). CUADRO V.2. Fracción de las empresas españolas en cada modelo organizacional, 2007 En el propio país Deslocalización (off-shore) Integración

0.34

0.28

Externalización

0.91

0.66

NOTA: estos datos son para empresas con más de 200 empleados. FUENTE: Kohler y Smolka (2009, cuadro 2). Al asignar cada empresa exactamente a uno de los cuatro modos organizacionales que se describen en el cuadro V.2, sobre la base del modo organizacional con los costos fijos más altos entre los que practica la empresa, Kohler y Smolka (2009) estiman las premia en la productividad para cada forma organizacional relativamente a la externalización en el propio país. Los resultados se conforman al patrón de clasificación que se muestra en la gráfica V.6; la ventaja en la productividad es menor en las empresas que externalizan en el propio país y mayor en las multinacionales que importan insumos intermedios de sus subsidiarias en el exterior, en tanto

que las empresas españolas que importan insumos intermedios de empresas no afiliadas tienen una ventaja mediana en la productividad. Sin embargo, la ventaja en la productividad de las empresas integradas en el propio país no es significativamente diferente (en el sentido estadístico de las ventajas productivas de las empresas que importan bienes intermedios de proveedores distantes. Cuando se ha terminado de asignar las empresas a las cuatro casillas de una forma no exclusiva (una empresa puede pertenecer a más de una casilla), el rango de los premia en la productividad no es tan marcado. Aunque sigue siendo cierto que las empresas que participan en la externalización son menos productivas que las otras empresas, los premia estimados en la productividad de las tres restantes formas organizacionales no son significativamente diferentes unos de otros (en el sentido estadístico). Para interpretar este análisis se necesita un modelo más complejo de la adquisición de insumos, con el cual todavía no contamos. Apoyo para el modelo de Antràs y Helpman (2004), aunque con un ordenamiento diferente de los costos fijos entre la integración y la externalización, se encuentra en el estudio de Defever y Toubal (2010) de las multinacionales francesas en 1999. Estas compañías percibían que los costos fijos de integración eran menores que los costos fijos de la externalización. Con este orden de los costos fijos, la teoría predice que entre las empresas con actividades en el extranjero, las menos productivas deberían convertirse en multinacionales y producir sus bienes intermedios en compañías afiliadas ubicadas en el exterior, mientras que las más productivas deberían externalizar sus insumos intermedios. En este caso, el comercio exterior dentro de una misma empresa debería ocurrir entre las empresas de baja productividad. Como resultado, una mayor dispersión de la productividad debería reducir la proporción del comercio internacional dentro de una empresa. En los datos franceses, 21% de todas las transacciones corresponde a las importaciones provenientes sólo de sus afiliadas; 64% a las importaciones provenientes de empresas no afiliadas, y 15% representan importaciones de ambos tipos. Esto es, como sucede con los datos españoles, la división entre la externalización y la integración no es tan clara como lo sugiere la teoría. A pesar de todo, el orden según la productividad es consistente con la teoría: la productividad media total de los factores es 20% más alta entre las empresas que importan de proveedores no afiliados que entre las que importan de sus proveedores afiliados (véase Defever y Toubal, 2010, cuadro 1). Además, la

proporción de las importaciones dentro de las empresas es menor en sectores con una mayor dispersión de la productividad. Queda por considerar el papel del tamaño de las fricciones contractuales, esto es, el grado en que es difícil especificar un contrato detallado o hacer cumplir uno. En la discusión anterior supusimos que la oferta de insumos no puede ser objeto de contratos; esto es, ningún contrato significativo puede estipularse entre el vendedor y el comprador. Sin embargo, el grado en que pueden ser objeto de contratos puede variar entre los diferentes insumos. Por ejemplo, podrían ser diferentes para los componentes de lo que sería el caso para las oficinas centrales. Antràs y Helpman (2008) amplían la teoría para tener en cuenta este tipo de variación. Muestran que en este caso lo que importa no es tanto la importancia relativa de los servicios de las oficinas centrales, sino más bien la importancia relativa de la parte no contratable de los servicios de las oficinas generales. Es decir, debe estudiarse la fracción de los servicios no contratables de las oficinas centrales ponderada por la intensidad de los servicios de las oficinas centrales en el proceso de producción, relativamente a la fracción de componentes no contratables ponderada por la intensidad en los componentes del proceso de producción. Además, en los sectores con baja intensidad de las oficinas centrales, en los que la externalización domina sobre la integración, el grado de contratabilidad no debería afectar la proporción de las importaciones dentro de la empresa. Nunn y Trefler (2008) encuentran que los datos de los Estados Unidos apoyan estas predicciones. El enfoque en el nivel de comercio exterior al nivel de las empresas hace posible tener nuevas visiones acerca de la organización internacional de la producción y los patrones de obtención de insumos de las empresas. Por añadidura, ilumina de una nueva manera la estructura sectorial del comercio exterior, que va mucho más allá de los modelos de comercio exterior de Ricardo, Heckscher-Ohlin y Helpman-Krugman. Así como ha aumentado la complejidad de los patrones internacionales de especialización en el transcurso del tiempo, del mismo modo ha ocurrido con la teoría del comercio internacional y con la complejidad de los estudios empíricos sobre los flujos comerciales y las actividades de las corporaciones multinacionales. Actualmente, los temas que se trataron en este capítulo siguen estando entre las áreas de investigación más activas de la economía internacional.

1 Véase Rajan y Wulf (2006) para evidencia del allanamiento de la estructura jerárquica de la gerencia. 2 Para evidencias, véanse Bardi y Tracey (1991) sobre el transporte, Gardner (1991) sobre el cuidado de la salud, Helper (1991) sobre los automóviles, y Abraham y Taylor (1996), y Bartel, Lach y Sicherman (2005) acerca de otros sectores. 3 Además, Hummels, Ishii y Yi (2001) y Yeats (2001) encuentran que el comercio internacional en insumos intermedios aumentó más rápidamente que el comercio en bienes finales, y Yi (2003) desarrolla un modelo con producción por etapas para explicar esta tendencia. El comercio entre las afiliadas de multinacionales estadunidenses también creció rápidamente, aunque un poco más lento que la externalización en el extranjero por las empresas estadunidenses; véase Hanson, Mataloni y Slaughter (2005). Finalmente, Alfaro y Charlton (2009) argumentan que a la IED vertical a menudo se la clasifica equivocadamente como IED horizontal cuando el análisis se realiza con niveles de agregación de los conjuntos de datos, que son los utilizados comúnmente. De acuerdo con sus cálculos, en datos muy desagregados, las proporciones de las IED horizontal y vertical son muy similares. 4 Véase UNCTAD (2008). El máximo (“pico”) precedente de los flujos de la IED que ingresaban excedió de los 1.4 billones de dólares en 2000, pero la IED se colapsó al caer los precios de las acciones de las compañías de alta tecnología y disminuyó a 560 mil millones de dólares en 2003; véase UNCTAD (2004). A pesar de todo, el máximo del 2000 se recuperó en el 2006, y para el 2007 la IED había subido incluso a un mayor nivel; véase UNCTAD (2008, cuadro 2.1). 5 Véase UNCTAD (2008, cuadro 2.1). 6 Los informes de la UNCTAD sobre la inversión mundial proporcionan medidas de las existencias de IED además de los flujos, lo que refleja mejor la participación de las multinacionales en los países extranjeros. Por ejemplo, en 2007 la IED que ya se había hecho dentro de los países era de 15.2 billones de dólares, mientras que el flujo hacia el interior de esos países fue de 1.8 billones (UNCTAD, 2008, cuadro 1.4). Pero incluso el inventario de la IED no mide adecuadamente el grado de control que las multinacionales tienen en los países extranjeros, debido a que a menudo apalancan sus inversiones con préstamos de las instituciones financieras del país huésped, y estos préstamos pueden ser muy grandes relativamente a la inversión de la empresa matriz. Además, incluso corrigiendo el monto de las IED teniendo en cuenta el financiamiento local, no se correlacionarán adecuadamente con la inversión de capital, las ventas o el empleo de subsidiarias de las compañías multinacionales. 7 Las partes afiliadas son la matriz y las subsidiarias de una empresa multinacional. 8 Estas cifras son algo sensibles a las definiciones. En las estadísticas del Bureau of Economic Analysis (Oficina de Análisis Económico), se define a una afiliada como una entidad extranjera en que la empresa matriz tiene al menos 10% de la propiedad en el caso de las exportadoras, y 6% en el caso de las importadoras. Con esta definición, muchas empresas se cuentan como empresas multinacionales. Una definición más rigurosa contaría sólo a las afiliadas en las que se controla la mayoría de la propiedad. Según Bernard, Jensen, Redding y Schott (2010b), que usan datos de corporaciones multinacionales de propiedad mayoritaria, las importaciones dentro de las empresas representaban sólo 46% de las importaciones de las empresas estadunidenses en el año 2000. Esta proporción variaba considerablemente entre los exportadores extranjeros: cerca de 3.5% para las importaciones desde Pakistán, 18% para las importaciones desde China, 26.6% para las importaciones desde Rusia, cerca de 65% para las importaciones provenientes de Alemania, y 97% para las provenientes de Nueva Caledonia. 9 Podría tener un efecto indirecto sobre el comercio exterior porque el proveedor interno de motores puede necesitar importar acero y otros insumos para poder satisfacer la orden del productor de automóviles. 10 De hecho, Zhu y Trefler (2005) muestran que se obtiene un resultado similar cuando el país menos desarrollado comercia con el país desarrollado y no hay ninguna corriente de IED a través de sus fronteras, pero esto cuando el país menos desarrollado alcanza tecnológicamente al más desarrollado.

11 Helpman (1984b) y Markusen (1984) suponen que cuando una empresa encuentra lucrativo construir una planta en un país extranjero, también le será lucrativo retener el control de su subsidiaria. Ethier (1986) construye un modelo en que la decisión de control es analizada explícitamente. Volveré a ocuparme de la decisión de internalizar en la sección 5. 12 Véanse Grossman, Helpman y Szeidl (2006), y Ekholm, Forslid y Markusen (2007) para una discusión de este tipo de IED. 13 Aunque el enfoque ecléctico de Dunning puede no estar lo suficientemente estructurado para predicciones teóricas claras, muchas obras empíricas se han inspirado en él. Buena parte de esta literatura es reseñada por Caves (2007). De particular interés es que estos estudios han identificado características sectoriales que muestran correlación con la IED. 14 Lo mejor es pensar en esta empresa como proveedora de una marca de un producto diferenciado, aunque el mismo tipo de razonamiento se ha aplicado a bienes homogéneos. Para esto último, véase Markusen (1984). 15 En la gráfica, los perfiles de las curvas son rectos, aunque lo característico es que tengan alguna curvatura. El rasgo importante es que ambas curvas ascienden al aumentar el tamaño del mercado, aunque su curvatura no es importante para los argumentos que se presentarán. 16 También se argumentó en ese tiempo que los manufactureros de automóviles japoneses estaban priorizando la IED, anticipándose así a mayores aranceles de protección en los Estados Unidos. Véase la discusión en Grossman y Helpman (1996). 17 Carr, Markusen y Maskus (2001) destacan el papel del tamaño del mercado. 18 Véase la discusión del modelo de Melitz en el capítulo previo. 19 En algunos de estos estudios se informa del orden jerárquico para la productividad del trabajo y en otro para la PTF; Tomiura (2007) informa de ambos. 20 Helpman, Melitz y Yeaple (2004) informan de estimaciones similares para una gran muestra de 38 países de destino. 21 El parámetro de forma de una distribución del tipo de Pareto es una medida de dispersión donde los valores grandes representan una menor dispersión. 22 Recuerde que las predicciones del contenido de factor son que un país exporta el contenido de factor de todo insumo del cual está bien dotado relativamente a su existencia en el mundo, e importa el contenido de factor de todo insumo del cual está pobremente dotado en relación con el mundo. Las ecuaciones de Vanek (1968) proporcionan una formulación precisa de estas relaciones. 23 Más precisamente, Yeaple (2003b) estima la regresión de las exportaciones dividida entre las exportaciones más las ventas de las subsidiarias con relación a las variables asociadas con la IED horizontal y la vertical. 24 En Malasia, las exportaciones que retornan a los Estados Unidos fueron 39%, y las exportaciones a terceros países fueron 28% del total de ventas de las subsidiarias estadunidenses, mientras que en las Filipinas estas cifras fueron 35 y 38%, respectivamente. 25 Véase Williamson (1975) para el enfoque del costo de las transacciones en la teoría de la empresa. 26 La primera se desarrolla a partir de las ideas de Holmström y Milgrom (1991), mientras que la segunda se basa en Aghion y Tirole (1997). 27 Grossman y Hart (1986), y Hart y Moore (1990) desarrollaron el enfoque de los derechos de propiedad con contratos incompletos. 28 Como puede darse cuenta el lector, esto es una simplificación, pero capta la esencia del enfoque básico de los contratos incompletos. 29 Los datos corresponden a los años 1987, 1989, 1992 y 1994. 30 Agradezco a Pol Antràs haberme proporcionado los datos para esta gráfica, que en esencia reproduce la gráfica 2 de Antràs (2003). 31 Defever y Toubal (2010) informan que una encuesta de las multinacionales francesas realizada

por el Service des Études Statistiques Industrielles encontró que estas empresas perciben que el costo de la externalización es más alto que los costos fijos de la integración vertical. Trataré de los datos sobre Francia más adelante. 32 Yeaple (2006) utiliza los datos del U. S. Bureau of Economic Analysis, mientras que Nunn y Trefler (2008) utilizan los datos del U. S. Census Bureau. Los primeros datos son confidenciales y los segundos están abiertos al público. 33 Como a este nivel de desagregación no hay datos sobre la intensidad de la ID, Nunn y Trefler consideran la intensidad de la capacitación como un sustituto alternativo de la intensidad en las oficinas centrales. 34 Utilizando datos similares para 1997, Bernard, Jensen, Redding y Schott (2010a) informan también de una correlación positiva entre la intensidad de capital de un sector y su proporción de importaciones dentro de una empresa. Además, encuentran que esta proporción es relativamente más alta para las importaciones en los sectores de capital intensivo en los países con abundancia de capital. Sin embargo, aunque encuentran que una intensidad mayor en la mano de obra bien calificada aumenta la proporción de las importaciones dentro de la industria, de conformidad con Nunn y Trefler (2008), también encuentran que esta proporción es mayor para las importaciones provenientes de países con escasez de mano de obra calificada. En otras palabras, aunque las importaciones desde países con abundancia de capital tienen una proporción mayor de comercio dentro de la empresa, las importaciones desde países con abundancia de mano de obra calificada tienen una proporción menor del comercio dentro de las empresas. Esta diferencia entre capital y habilidad, que por lo general se considera que se complementan en la producción, es sorprendente, y todavía no tenemos disponible ninguna explicación. 35 Esto también es cierto para empresas más pequeñas, con menos de 200 empleados, las que externalizan relativamente más que las grandes empresas tanto internamente como en el extranjero; véase Kohler y Smolka (2009, cuadro 2).

EPÍLOGO Las medidas agregadas de la participación internacional, como los volúmenes del comercio y el capital en IED, no reflejan plenamente el grado de la interdependencia internacional. Desde siempre, los cambios en estos volúmenes han estado frecuentemente motivados por fuerzas económicas, tecnológicas y políticas que también han cambiado la naturaleza del comercio exterior y los flujos de inversión en todo el mundo, influyendo así en las formas y grados en que los países están relacionados entre sí. Estos desarrollos también resultaron en interconexiones más complejas entre los países y las empresas. Una consecuencia es que el estudio de la actividad económica internacional tuvo que enfocarse de nuevas formas una y otra vez para apreciar y entender mejor los cambiantes canales a través de los cuales los países influyen y son influidos por la economía de los demás. Para ayudar a formar ese entendimiento, en este libro se proporciona una visión general de lo que se puede aprender de los escritos académicos de los dos últimos siglos. El conjunto de los escritos sobre este tema es numeroso y variado, y consiste en estudios teóricos, empíricos e históricos que proporcionan un relato rico y fascinante del funcionamiento de la economía global. Sin embargo, muchos de estos estudios son de naturaleza técnica y emplean modelos matemáticos y técnicas estadísticas, por lo que sólo son accesibles a los expertos que han pasado años estudiando en los salones de los cursos de posgrado. A pesar de ello, es posible explicar importantes ideas utilizando esta literatura en lenguaje sencillo, como lo demuestran los capítulos de este libro. Por supuesto, dichas explicaciones carecen de muchos detalles, que a veces son importantes, pero se apegan a los hallazgos originales y cubren los principales temas que abarcan estos escritos. Las características de los flujos del comercio exterior pueden estudiarse al nivel sectorial, como lo vieron originalmente los pioneros de este campo, David Ricardo, Eli Heckscher y Bertil Ohlin, o al nivel de la empresa, como ha sido el caso más recientemente. Cada uno de estos enfoques es adecuado para tratar diferentes cuestiones. En realidad, la evolución de todo el campo fue impulsada por los esfuerzos para entender importantes características de

la economía mundial que o cambiaron con el transcurso del tiempo o pudieron percibirse como resultado de nueva evidencia. Los capítulos de este libro se organizaron teniendo en cuenta esta progresión histórica, haciendo hincapié en la respuesta de la profesión ante la nueva evidencia y las cambiantes circunstancias. En el curso de estos desarrollos, por ejemplo, la competencia monopólica fue introducida en la teoría del comercio exterior y en sus aplicaciones empíricas, y se añadió la heterogeneidad de las empresas para poder hacer frente a nuevos problemas. En forma parecida, el enfoque tradicional de la organización de la producción —en que los límites de las empresas no están bien definidos— fue remplazado por puntos de vista más complejos, que incluyen las decisiones para salir al exterior del país para deslocalizar (offshore) y externalizar (outsource) partes de la cadena de valor. Ahora contamos con una teoría compleja y con una gran cantidad de evidencia que identifican muchos de los canales de la interdependencia entre las economías nacionales, así como puntos de vista mucho más complejos y detallados de la estructura del comercio y la inversión extranjera directa en la economía global. Aunque la secuencia de temas de este libro ha cubierto mucho campo, hay algunos temas de los que no se trató. Dos de ellos han recibido mucha atención en los estudios recientes, en tanto que otros casi no han sido tocados. Me permitiré tratar brevemente cada uno de ellos. Uno de los temas se refiere al papel de las empresas con múltiples productos. No se trató de estas empresas en los capítulos previos; en ellos se trató a todas las empresas como si vendieran un solo producto o una sola marca de un producto diferenciado. Sin embargo, se sabe bien que muchas empresas manufacturan múltiples productos, y estas empresas son grandes e importantes. De acuerdo con la clasificación de Bernard, Redding y Schott (2010a, cuadro 1), en 1997, 39% de las empresas manufactureras de los Estados Unidos ofrecían múltiples productos y estas empresas representaban 78% de los envíos. Es decir, aunque las empresas que producían múltiples productos formaban una gran minoría del total de las empresas, controlaban una gran mayoría de la producción. Además, esas empresas figuran prominentemente en el comercio internacional. Bernard, Jensen, Redding y Schott (2007, cuadro 4) informan que, en el año 2000, los exportadores de un solo producto entre los manufactureros de los Estados Unidos eran 42.2% de las empresas manufactureras en esta industria, mientras que las que exportaban por lo menos cinco productos representaban 25.9% de los

exportadores. Por otra parte, las empresas con un solo producto sólo llegaban a 0.4% del valor de las exportaciones, mientras las que producían cinco o más productos representaron 98% de este valor. Es decir, aunque los exportadores que producían por los menos cinco productos constituían una gran minoría de las empresas, dominaban abrumadoramente las exportaciones de los Estados Unidos. En vista de esta evidencia, podemos preguntarnos cuánto potencial para el entendimiento de los flujos comerciales globales se pierde con la visión más sencilla del mundo, que no considera a las empresas con múltiples productos. La respuesta a esta pregunta no está clara. Por una parte, los estudios teóricos actuales del comercio exterior con empresas productoras de múltiples productos llaman la atención sobre un margen particularmente extenso (esto es, el número de productos por empresa), que responde al comercio exterior y a su liberalización.1 En realidad, los exportadores difieren de los no exportadores no sólo por su productividad y tamaño, sino que también manufacturan más productos y varían el número de productos exportados a los diferentes países. Por esta razón tiene sentido estudiar el papel de las empresas que manufacturan muchos productos en el comercio internacional. Por otra parte, estudios empíricos, como los de Bernard, Redding y Schott (2010b) y Arkolakis y Muendler (2008), no han mostrado todavía convincentemente que es necesario cambiar en forma importante nuestros puntos de vista sobre el comercio exterior que se debe a las empresas con múltiples productos. Sin embargo, el veredicto sobre esta línea de investigación no es final, y estudios más detallados que examinen las empresas multinacionales y el desarrollo económico pueden llevar a conclusiones diferentes. Un segundo tema se refiere a la calidad de los productos del comercio exterior, del cual se trató brevemente en el capítulo III. Con respecto a la calidad de los productos surgen problemas de medición, en particular cuando se estudia el comercio exterior a través de las fronteras de un gran número de países, porque los datos sobre la calidad no están disponibles fácilmente. Como consecuencia, los académicos tratan de inferir la calidad indirectamente mediante las observaciones de otras variables económicas. En estas circunstancias, la evidencia acumulada hasta ahora muestra una imagen incierta del papel de la calidad en el comercio exterior. Uno de los enfoques trata los valores por unidad de las exportaciones, que representan índices de precios de canastas de exportación, como medidas de

la calidad.2 Como los países más ricos exportan bienes con mayores valores unitarios, se interpreta que esto significa que el ingreso per cápita de un país está correlacionado positivamente con la calidad de sus exportaciones.3 Los investigadores, usando esta medida, también han encontrado que las exportaciones de más calidad de un país se dirigen desproporcionadamente a los países de alto ingreso (véase Hallak, 2006). No obstante, el problema es, en el mejor de los casos, que las unidades de valor son una medida imprecisa de la calidad, porque difieren entre los países por razones ajenas a la calidad. Por ejemplo, si además de la diferenciación vertical del producto (esto es, la diferenciación por la calidad) hay una diferenciación horizontal del producto del tipo que se discutió en los capítulos III a v, entonces los valores por unidad de las exportaciones pueden diferir entre los países cuando exportan un diferente número de marcas, incluso aunque la calidad de sus exportaciones sea la misma. En estas circunstancias, los países con exportaciones más diversificadas tienen valores unitarios menores. Hallak y Schott (2010) desarrollan una metodología para eliminar este elemento de los datos sectoriales con el fin de obtener una medida más confiable de la calidad de las exportaciones, y muestran que esta corrección tiene implicaciones importantes para la calidad de las exportaciones a los Estados Unidos desde 43 países entre 1989 y 2003.4 Siguen encontrando en las referencias cruzadas que la calidad de las exportaciones está positivamente correlacionada con el ingreso per cápita de los exportadores, pero también encontraron que durante esos años los niveles de calidad de las exportaciones de diferentes países convergieron, aunque no ocurrió lo mismo con sus ingresos per cápita. Hallak y Schott también encuentran que el ordenamiento por rangos basado en la calidad de las exportaciones ha cambiado significativamente en el transcurso del tiempo (véase Hallak y Schott, 2010, cuadro IV). Suiza tenía las exportaciones de mayor calidad en 1989 y pasó al cuarto lugar en 2003, mientras que Irlanda pasó del lugar 11 al primero. Singapur y Malasia fueron los que más avanzaron. El primero pasó del lugar 27 al segundo lugar, y el segundo pasó del rango 42 al séptimo. En sentido opuesto, Australia y Nueva Zelanda bajaron en el rango de la calidad, mientras que China se mantuvo bastante cerca de su posición inicial (pasó del rango 35 al 37). Todos estos hallazgos son interesantes, pero tienen incorporados errores de medición cuya importancia todavía se desconoce. También se han utilizado los datos de los precios de las exportaciones a

nivel de empresas para estudiar los patrones del comercio exterior en productos de calidad variable, teniendo en cuenta la heterogeneidad de las empresas dentro de las industrias.5 Lamentablemente, la inconformidad con la utilización del precio como medida de calidad al nivel sectorial se aplica también a esta investigación. Verhoogen (2008) es una excepción. En vez del precio, utiliza una certificación estándar como medida de la calidad para investigar las mejoras en la calidad por parte de las empresas mexicanas de sus exportaciones a los Estados Unidos después de una devaluación del tipo de cambio. Pero aun en este estudio la medida de calidad es burda. Otro de los problemas es el que se refiere a la metodología. Mientras que en la mayoría de los estudios se utilizan funciones con una elasticidad de sustitución constante para evaluar la diferenciación horizontal y vertical de productos, Khandelwal (2009) y Verhoogen (2008) utilizan variantes de un modelo logarítmico. Sheu (2010) muestra, sin embargo, que las estimaciones de ganancia por la variedad en el producto sí se ven influidas por el método de estimación. Ella utiliza datos de las importaciones de los impresores de la India, que incluyen características clave de estos productos, tales como la rapidez. A partir de estos datos estima las ganancias en bienestar provenientes del comercio exterior utilizando la metodología de Feenstra (1994) para dos versiones de una función de demanda con elasticidad de sustitución constante y un modelo de elección mediante un coeficiente discreto (no continuo) aleatorio del tipo de Berry, Levinsohn y Pakes (1995). Así muestra cómo las estimaciones resultantes varían con la metodología. Aunque utiliza un producto en particular para ejemplificar la dependencia de las estimaciones en la metodología —y los resultados pueden ser diferentes para otros productos—, sus hallazgos son una advertencia que induce a la prudencia en la interpretación de la evidencia. A pesar de estas dificultades, creo que los beneficios potenciales derivados de un mejor entendimiento del comercio exterior en productos de calidad variable son considerables. Un área en que la calidad demuestra ser particularmente importante es el análisis del crecimiento y desarrollo económicos, en el que el estudio de las empresas con múltiples productos también es importante. La razón de esta evaluación es que el crecimiento económico es impulsado por la acumulación de capital humano, el capital físico y el crecimiento de la productividad total de los factores. Esta última es de particular importancia, como ha sido resaltado por los cada vez más abundantes escritos sobre el tema en las últimas dos décadas y media.6 De

conformidad con esta opinión, la PTF puede aumentar como resultado de la innovación que, o reduce los costos y amplia el conjunto de bienes finales e intermedios, o aumenta la calidad de los insumos y de los productos de consumo. Estímulos adicionales incluyen el desarrollo de tecnologías e instituciones cuyos efectos sean generales, en los que estas últimas actúan como propiciadoras del cambio tecnológico. Sin embargo, para los propósitos actuales, el aumento en las variedades y la mejora de la calidad son de particular interés, y cada una de éstas puede alimentar al crecimiento y desarrollo a largo plazo. Como el comercio internacional crea incentivos para inventar productos enteramente nuevos y para mejorar la calidad de los productos que ya existen, influye en el crecimiento y en el desarrollo por medio de estos canales. Por esta razón, una mejor comprensión de la forma en que el comercio exterior influye en la diversidad y calidad de los productos puede llevar a un mejor entendimiento del crecimiento y el desarrollo y, por consiguiente, a políticas económicas más efectivas diseñadas para elevar los niveles de vida. Aunque el aumento en el número de escritos sobre el tema proporciona una apreciación de estos canales de influencia, sus percepciones se fundamentan en modelos de la década de 1990.7 En particular, estos modelos no tienen en cuenta los varios márgenes de ajuste para el comercio internacional que han sido identificados más recientemente, como el margen extensivo del comercio exterior y la calidad de los productos intercambiados.8 Si el margen extensivo del comercio internacional demuestra ser importante para el crecimiento, entonces las empresas con múltiples productos pueden también demostrar ser importantes, porque desempeñan un papel esencial en la determinación del rango de los productos que se intercambian. Además, la especialización según los niveles de calidad en las industrias con diferenciación vertical del producto puede afectar significativamente el crecimiento. Los modelos de graduación escalonada de la calidad de Grossman y Helpman (1991) y de Aghion y Howitt (1992) se ocupan de este tema de una manera rudimentaria, mientras que los avances recientes en el comercio internacional con calidad variable de los productos pueden proporcionar nuevas ideas sobre el funcionamiento de este mecanismo, lo que significativamente superará las versiones sencillas de los modelos de graduación en escalera. Además, en el contexto del crecimiento es posible incluir el cambio en la productividad de una empresa como resultado de las mejoras tecnológicas.

En estas circunstancias, la distribución de la productividad de la empresa es endógena y cambia en el transcurso del tiempo. Los incentivos de las empresas con diferentes niveles de productividad para mejorar sus tecnologías dependerán, sin embargo, del comercio exterior, lo que introduce un vínculo adicional entre el comercio exterior y el aumento de la productividad.9 En resumen, al integrar el nuevo punto de vista del comercio internacional en una estructura moderna de crecimiento-y-desarrollo, podemos obtener una mayor comprensión de la forma en que es posible aumentar los niveles de vida en un mundo globalizado.

1 Véanse Nocke y Yeaple (2006), Bernard, Redding y Schott (2006), Feenstra y Ma (2008), Arkolakis y Muendler (2008), y Eckel y Neary (2010). 2 Las unidades de valor se calculan dividiendo el valor de las exportaciones por una medida de cantidad. La cantidad puede ser el peso, como kilos de acero, o puede ser el número de unidades, como el número de aparatos de televisión. En este último ejemplo, el valor por unidad de las televisiones puede reflejar el precio promedio, que depende del número de televisores de pantalla grande y de televisores de pantalla chica que se exportan. 3 Véanse Schott (2004), Hummels y Klenow (2005), y Hallak y Schott (2010). 4 Khandelwal (2010) utiliza una metodología diferente para estimar la calidad de las importaciones de los Estados Unidos, que también tiene en cuenta la diferenciación horizontal de productos. 5 Véanse, por ejemplo, Johnson (2010) y Manova y Zhang (2009). 6 Véase Helpman (2004) para una reseña. 7 Véase Helpman (2004, capítulo 5). 8 Véase, sin embargo, Atkeson y Burstein (2010) para una excepción reciente. 9 Véanse Costantini y Melitz (2008) y Bustos (2009), que se esfuerzan por estudiar este vínculo. En trabajos más recientes que se están llevando a cabo, Burstein y Melitz han identificado interesantes dinámicas transicionales que resultan por la interacción entre las decisiones de las empresas para exportar y sus decisiones para invertir en tecnología.

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ÍNDICE ANALÍTICO Acemoglu, Daron: 24 Acuerdo de Libre comercio (Free Trade Agreement) (FTA): 177 aeronáutica, industria: 127–128, 161 Agenda de Lisboa: 187 Aghion, Philippe: 252n, 277 aglomeración complementariedad: 246 Alfaro, Laura: 209n alimentos, proporción de los, en el presupuesto: 68 Allen, Robert C.: 24 América Latina: 122, 184 del Norte: 121–122 Antràs, Pol: 252, 255–258, 260–261 Antràs-Helpman, modelo: 257–258, 265–266 Antweiler, Werner: 136 aranceles: 146, 171, 175, 177, 182, 183–184, 227, 232–233 “brincar los”: 226 Arkolakis, Costas: 185, 272 Asia, comercio y: 16, 18–20, 122, 242 Australia: 54, 123, 184, 274 Austria: 67 autarquía, niveles de consumo, apertura de Japón y: 95, 97–101 comercio exterior y expansión de la: 87–91, 95–101, 111–115, 162–164 embargo de los Estados Unidos 1807-1809 y: 95–97 impuestos redistributivos y: 112, 114–119

Balassa, Bela: 174–175 Baldwin, Robert E.: 156, 167n Balistreri, Edward J.: 182–183, 185 barreras al comercio, véase impedimentos al comercio/barreras Bélgica: 152, 170, 242–243 beneficios por el comercio: 86–119 compensación de los perdedores: 111–119, 162 conflictos distributivos y: 101–111 economías de escala y: 129–137 estudio de caso, los Estados Unidos: 95–97 estudio de caso, Japón: 97–101 fuentes adicionales de: 161–165 mecanismos del mercado y los: 92 sin conflictos distributivos: 89–101 variedad y: 144–145n Bernard, Andrew B.: 167, 168n-170n, 177, 205, 211, 262n, 271–272 Bernhofen, Daniel M.: 97–101 bienestar, economía del, beneficios por el comercio exterior: 26–27, 50, 144, 161–165, 185–186, 275–277 desempleo y: 201 fricciones en el mercado de mano de obra: 195–196 liberalización del comercio y: 92n, 182, 184–185 primer teorema de la: 92–93 Blanchard, Olivier J.: 190, 201 Blonigen, Bruce A.: 241 Bowen, Harry P.: 80 Bradford, Scott C.: 85n Brainard, Lael S.: 226–227, 239 Brecher, Richard: 79n, 191n Broda, Christian: 144 Brown, John C.: 97–101 Bureau of Economic Analysis (Oficina de Análisis Económico, Estados

Unidos): 211n Burstein, Ariel: 277n-278n búsqueda de empleo, contrataciones y: 204 búsqueda y correspondencia, enfoque de la: 191–195 Bustos, Paula: 278n calidad de los productos comerciados: 272–278 calidad, modelo de la graduación escalonada: 277–278 Campa, José: 209 Canadá: 54, 124, 153, 167, 175, 177, 209, 238, 242 capital, como factor de la producción: 27, 55–56, 59–62, 66–67, 70–71, 75– 76 beneficios por el comercio exterior y el: 109, 276 capital-mano de obra, coeficiente: 56, 69, 73, 78–79, 151n-152, 161, 236, 255–256, 261 Carr, David: 227n Cassel, Gustav: 56 Caves, Douglas W.: 136n, 222n Chamberlin, Edward H.: 126n, 141–143, 171 Charlton, Andrew: 209n China: 24, 184, 212n, 217, 242, 274 Christensen, Laurits R.: 136n Ciéslik, Andrzej: 151 ciudades y ciudades-Estado: 16, 19 Colón, Cristóbal: 19 comercio, a larga distancia vs. internacional: 25, 181 véase también comercio internacional; comercio dentro de la empresa; comercio dentro de la industria (o intraindustrial) comercio, de especias: 17, 19 medidas de resistencia al: 146 comercio dentro de las empresas: 211–213, 256–257, 261 coeficientes capital-mano de obra: 152, 256–257, 261

vertical y: 237–239 intensidad en las oficinas centrales y: 258–262 productividad y: 258–265 comercio dentro de las industrias: 149–150, 151–152, 155, 174–177, 237– 239 véase también empresas dentro de las industrias comercio exterior, coeficiente con respecto al ingreso: 55, 101, 116n véase también internacional comercio internacional, beneficios por el: 26–27, 50, 144, 161–165, 185–186, 275–277 los dos paradigmas principales: 26–27 economía regional y: 26, 57n empresas individuales y: 28 interacción entre la teoría y la evidencia: 26 inversión extranjera directa (IED) y: 28–29, 242–243, 257 “nuevos” modelos del comercio exterior/teoría y: 28, 126n, 155, 175, 182 teoría neoclásica del: 27, 55, 64 véase también beneficios por el comercio; deslocalización y externalización; empresas dentro de las industrias; escala y extensión; flujos comerciales; teoría de la ventaja comparativa comercio, liberalización: 92n, 174–177, 184–185, 272 condiciones mercado de mano de obra y: 190–191, 201 desigualdad salarial y: 202–205, 206–207 evaluaciones cuantitativas y: 179–186 competencia monopólica: 135, 137, 138–161, 166, 170, 177, 182, 270 comercio dentro de la industria y: 149–152 el efecto del mercado interno del país propio: 152–155 producción y precio y: 142–143 productos diferenciados y: 144–149, 184 conflictos distributivos, ganancias por el comercio sin: 89–101 ganancia por el comercio con: 88–89, 101–111 IED

consumo: 42, 67–68, 77, 88–91, 111–112, 115–117, 156, 162, 276 véase también autarquía, niveles de consumo contratos, instituciones para hacer cumplir los: 159–161n Copeland, Brian: 191n correspondencia, función de, desempleo y: 191, 193–194 correspondencia específica de la productividad: 204 Costantini, James A.: 278n Costinot, Arnaud: 161n costo unitario, complementariedad del: 245–246 costos, comercio: 152–153, 171, 177–178, 180, 194, 196–198, 225–233, 240 contratación y despido de empleados: 188, 193–196 de transporte: 23, 26, 51, 92n, 146, 154, 171, 216, 219, 223, 225, 227, 232–233, 243–246, 247, 249–250 costos fijos o de entrada, economías de escala y los: 57, 127–128, 138–139 de exportación y los: 167–168, 171–173, 177–178, 180, 223–225, 228–229 IED y: 223–227, 229–230, 232, 240, 246, 248–249, 250, 257 integración compleja y: 110, 244–251, 257 internalización y: 252, 257–259 crecimiento económico y desarrollo: 15–25, 276–278 crisis financiera del 2008: 15 cuadros de insumo producto (Leontief): 72–74, 83–84 Das, Mita: 167 Davis, Donald R.: 84–85n, 153 Deardorff, Alan V.: 100 Debaere, Peter: 149, 152 Defever, Fabrice: 258n, 265–266 demanda, condiciones de la: 34–35, 38–46, 134 curva de la: 142–143 Demidova, Svetlana: 185 deseconomías de escala: 57n desempleo: 186–207

desigualdad de los salarios y: 202–207 estrategia europea de empleo: 187–188, 190, 196 fricciones en el mercado de mano de obra o de trabajo y: 52, 188, 190–192, 195–196, 199–202 tasas de desempleo en la economía vs. tasas de desempleo sectoriales: 193–201 deslocalización (offshoring) y externalización (outsourcing): 208–267, 270 definición de los términos: 209 enfoque tradicional: 219–222 IED horizontal y: 222–234 IED vertical y: 209n, 219–241 integración compleja y: 224–246, 247, 248–251 internalización y: 251–267 salarios relativos y: 214–218 Diamond, Peter A.: 191 diferenciación del producto, véase productos diferenciados distancia, como un impedimento al comercio: 181 Dixit, Avinash K.: 64n, 93n, 100, 117n-119, 126n Dixit-Norman políticas: 118–119 Dornbusch, Rudiger: 45, 47, 51, 61, 134, 147n, 157 Drelichman, Mauricio: 25 Dunning, John H.: 219–220, 222n, 252 Eaton, Jonathan: 52–53, 148n, 167n, 170n economía europea: 16–25, 121–122 economías de extensión: 257 véase también escala y extensión economía regional: 25–26 economías de escala: 126–137, 162–164 conducta competitiva y: 135, 138–139, 141 definición: 126–128 diferenciación del producto y: 126, 138–139 falta de predicciones y: 134

producción y: 138n sectores y: 135–137 tecnología y: 57n, 127 economías neoclásicas: 55, 92, 99n, 111, 113 Edad Media, comercio: 19 efecto del mercado interno del país propio: 152–153, 155 Ekholm, Karolina: 222n, 242 elasticidad de sustitución: 135n, 153–154, 185n, 275 embargo de 1807-1809 (Estados Unidos): 95–97 empresas, heterogeneidad de las: 177, 181–182, 183–184, 227 228–229, 230– 232, 257–259, 270, 275 empresas, dentro de las industrias: 166–207 desempleo y desigualdad y: 186–207 evaluación cuantitativa y: 179–186 exportadoras vs. no exportadoras: 167–169, 170–179 productos múltiples: 271–272, 276 equilibrio/sin equilibrio, comercio exterior: 78, 93–94, 99, 102n, 104, 115– 116, 118 competencia monopólica y: 139, 143 competitivo: 92–94 economías de escala y múltiples: 134 eficiente de Pareto: 92, 94, 233 general: 34, 53n, 61 teoría del comercio internacional de Heckscher-Ohlin y el: 61, 63 teoría del comercio internacional de Ricardo y el: 47 escala y extensión: 120–165 competencia monopólica: 138–161 economías de escala y; 126–127 España: 17n-19, 24–25, 167, 188, 190, 196, 242, 263–266 especialización, Adam Smith sobre la: 32–34 comercio exterior lleva a la: 46–47, 51 economías de escala y: 129, 238

factores de la producción y: 55, 58n, 60–61 oferta de mano de obra y: 47–48 proporciones de los factores vs. el comercio dentro de la industria (intraindustrial): 149, 175 salarios y: 42–45, 47 ventaja comparativa vs. absoluta y: 36–45, 88 Estados Unidos, comercio entre las industrias y: 124 corporaciones multinacionales de: 209n, 211, 232–234, 238–242 deslocalización y salarios relativos en: 41, 214 embargo (1807-1809) de: 95–97 exportaciones e importaciones de: 73, 76, 79, 96, 144, 157–158, 169–170, 177, 209, 226–227, 231, 256, 261, 271–272, 274 mercado de mano de obra de: 169, 189, 192–193 Estevadeordal, Antoni: 21–22 estructura industrial, véase empresas dentro de las industrias Ethier, Wilfred J.: 132, 134, 221 Europa, véase economía europea; Mercado Común Europeo; Unión Europea Europa Oriental: 18, 184 Evenett, Simon J.: 150n exportaciones, conflictos distributivos y las: 88–89, 102, 104–106 consumo interno y exportaciones netas: 76–77, 100 deslocalización y externalización y las: 212–213, 226, 241 empresas dentro de las industrias y: 167–179 estructura regional de las manufacturas: 121–122 márgenes extensivos del comercio y: 125, 181 en el modelo de Heckscher-Ohlin: 63, 68, 156 como pago por las importaciones: 49 y el PIB: 21–22, 117n, 125 plataforma para las: 221–222, 242–243, 245, 247, 250–251 como porcentaje de las ventas por empresa: 168–170 unidades de valor de: 155, 273–274 externalización, véase deslocalización y externalización

factores, abundancia de los: 71–72, 78–85, 155–158, 159–161, 239 enfoque del contenido de: 72–85 IED vertical y composición de los: 236–237 de producción: 65, 67, 69–70, 104, 107 recompensas de los: 105–111 factores, intensidad de los, abundancia de los factores y sectorial: 155–157, 158–161 IED vertical y: 235–237, 240 insumos intermedios y: 209n, 215 en el modelo Heckscher-Ohlin: 55–56, 70–71, 145, 156 factores, precios de los: 36, 56–64, 69n, 74–75n, 83, 156–157, 215, 218, IED vertical y: 235 salarios relativos y: 216–217 teorema de la equiparación de los: 63, 156 factores de producción, comercio exterior y movimientos de los: 90–91 conflictos distributivos y: 104–111 factores, teoría de las proporciones de los factores: 55–85, 107, 155, 157, 178 comercio intraindustrial y: 149–151 escasez relativa y: 57n-58, 71 enfoque del contenido de factores y: 72–85 exportaciones netas y: 65–67, 78, 80, 100 igualdad en los salarios y: 202 niveles de producción como funciones lineales de los: 64–70 nueva teoría del comercio internacional: 145–146, 149, 155–161 proporciones del gasto y: 65, 68 farmacéutica, industria: 127–128, 137, 140 Feenstra, Robert C.: 185n, 209, 215–216, 218, 272n, 275 Felipe II, rey de España: 25 Filipinas: 68, 242–243, 251 Findlay, Ronald: 18–21 Fischer, Stanley: 45, 47, 51, 61, 134, 147n, 157 Fitzgerald, Doireann: 71

Flam, Harry: 55n-56, 58, 62, 72 Flanders, M. June: 56, 58, 62, 72 flujos de comercio, costos de transporte y: 51 dentro de las industria: 122–124, 155, 238 diferenciación de productos y: 144–150 embargo de 1807-1809 (Estados Unidos) y: 95–97 entre los países: 121–122 perspectiva del contenido de factores del: 72–85 predicción de la dirección: 39–45, 53n, 62, 133–135 Ford, John L.: 62n formulación del témpano que se derrite: 51n-52 Forslid, Rikard: 222n, 242 Francia: 17, 24, 41, 95, 123, 167–168, 170, 188, 196, 201, 243, 258n, 266 Frantz, Brian: 21–22 fricciones contractuales: 191n, 253–254, 266 fuentes de la complementariedad de los componentes: 246, 248–249 Gama, Vasco da: 19 ganancia, curvas de: 173, 176, 223, 225–226, 229–230 ganancias, en la competencia monopólica: 138–139, 141–142, 143 empresas exportadoras y la predicción de: 171–173, 223–224, 225 gerencia, prácticas de, tecnología y: 208 Girma, Sourafel: 231 global, crisis de 2008: 15 globalización, aumento de la desigualdad en los salarios y la: 214 proceso de: 19–20n véase también comercio internacional Gloriosa Revolución Británica: 25n Goldberg, Linda S.: 203n, 209 Graham, Frank D.: 46n, 129–133n, 134, 162 gravedad, ecuación de la: 146–147 Grecia: 242–243

Greene, William H.: 136n Grossman, Gene M.: 119, 134–135, 155n, 216–217, 222n, 226n, 245–246, 252, 277 Grossman, Sanford J.: 160n Grubel, Herbert G.: 122 Grubel-Lloyd, índice: 122 Hallak, Juan Carlos: 71, 273–274 Hanson, Gordon H.: 153, 209, 215–216, 218, 238 Hart, Oliver D.: 160n, 252n Head, Keith: 153, 231 Heckscher, Eli: 27, 35, 55–58, 62–63, 68, 71, 156, 178, 218, 267, 270 Heckscher-Ohlin, teorema: 62, 68, 70–71, 145, 156 Helpman, Elhanan: 27, 51n, 64n, 81, 119, 126n, 132n, 137n, 147–148, 150– 151, 155n, 162, 164, 180–181, 192–193n, 198n, 202–203, 206n, 214, 221–222n, 226n, 228, 231–233, 235, 245–246, 252, 257–258, 260, 266– 267, 276–277 Helpman-Krugman, modelo de comercio: 235 Hicks-PTF neutral: 82–83, 85 Hillberry, Russel H.: 182–183, 185 Holanda, comercio en los siglos xvi y xvii: 20–21, 24 Huber, J. Richard: 98–99 Hummels, David: 124–125, 149n, 152, 209n, 273n Hungría: 124 Hunter, Linda: 68 impedimentos/barreras al comercio: 51, 53–54, 63, 171, 174, 176, 181–182, 192, 225 competencia monopólica y: 146, 152 IED vs. exportaciones y: 226 Imperio Carolingio: 17 importaciones: 19, 21–22, 75, 96–98, 100, 109, 156, 158, 183, 209, 211, 237– 238, 256–257, 259–261, 263–267

impuestos: 92 redistributivos: 112–119 India: 68, 217, 275 Indias orientales, el paso a las: 21 Indonesia: 242, 257 información, tecnología de: 208 ingreso, coeficiente comercio/ingreso: 21–22 disparidad (1970 a 1990): 214 efecto del comercio sobre el: 55, 101, 105–111, 116n ingresos, IED y reparto de: 254–255 insumos, alianza sectorial de los: 105–109 insumos intermedios, en deslocalización y externalización: 209, 215–216, 254, 258, 264 IED vertical y los: 237–240 integración compleja y: 243–251 internalización y: 252–253, 257, 260–264 integración, estrategias complejas de: 221–222, 241–246, 247-249, 250-251 interdependencia: 15, 23, 34, 47, 192, 196, 207, 213, 222, 269–270 inversión extranjera directa (IED): 208–267 aumento de la desigualdad en los salarios y la: 214–216 crecimiento de la: 210–214 historia económica y la: 26–29 horizontal: 222–234, 237–240, 242–243 integración compleja y: 241–246, 247–249, 250–251 internalización: 221–222, 251–267 vertical: 234–241, 243 vertical vs. horizontal: 209n-210n, 221–222, 239–241 Irlanda: 231, 242–243, 274 Irvin, Douglas: 95–97 Ishii, Jun: 209n islámico, mundo, comercio y el: 18–19 Itskhoki, Oleg: 192–193n, 198n, 202–203, 206n

Japón: 54, 85n, 95, 97–101, 122, 153, 168, 231 Jefferson, Thomas: 95, 97 Jensen, J. Bradford: 167, 168n-170n, 205, 211, 262n, 271 Johnson, Simon: 24, 275n Jones, Ronald W.: 70, 106, 110 Keller, Wolfgang: 150n Kemp, Murray C.: 111 Khandelwal, Amit: 274n-275 Klenow, Peter J.: 124–125, 185, 273n Kneller, Richard: 231 Knight, Frank H.: 130–131 Kohler, Wilhelm K.: 263–264 Kortum, Samuel: 52–53, 148n, 167n, 170n Krugman, Paul R.: 64n, 124, 126n, 132n, 137n, 147n, 150, 152–154, 162, 164–165, 235, 267 La riqueza de las naciones (Smith): 32–34 Lancaster, Kelvin: 126n Leamer, Edward: 64–67n, 68–69n, 78–80, 157 Leontief, Wassily: 72–73, 78–80 Leontief, paradoja de: 73, 78 Levchenko, Andrei: 161n Levinsohn, James: 149n, 152, 157, 276 Leyes de Granos: 86 Lloyd, Peter J.: 122 Malasia: 242–243, 274 mano de obra, beneficios por el comercio y la: 109, 186, 218 como factor de producción: 27, 55–56, 60–63, 66n, 70–71 efecto sobre la oferta de: 215–216 oferta: 46–50

teoría del valor de la: 36–37 véase también desempleo manufacturas, comercio y: 23, 177, 226 estructura regional de las exportaciones de: 121–122 marcas, nombres de: 140–142, 144, 251 marginal, efectos marginales de las dotaciones de factores: 65–66 márgenes intensivo y extensivo del comercio exterior: 125, 179–182 Marin, Dalia: 252 margen de utilidad, reducciones del: 185n márgenes extensivos del comercio: 125, 179–180, 277 Markusen, James R.: 221, 222n-223n, 227, 234, 242 Marruecos: 167, 190 Marshall, Alfred: 131 Maskus, Keith: 227n Mataloni, Raymond H., Jr.: 209n, 238 Matsuyama, Kiminori: 51n Matusz, Steven: 191n Mayda, Anna Maria: 101, 108 McCormick, Michael: 16–18 McKenzie, Lionel W.: 40n, 46n Melitz, Marc J.: 170, 174, 180–181, 185n, 194, 196, 228, 231–233, 278n Mercado Común Europeo: 174 mercado(s) de mano de obra, estrechez: 193, 197–198 fricciones: 52, 188–192, 195–196, 199–202 rigideces: 197 mercado, economía de, y bienestar: 91–93, 100, 183 mercado, poder de: 134–135, 139 mercado, tamaño del mercado de los países: 227 comercio y: 145–148, 155 efecto sobre la IED: 224, 240 mercados mundiales, integración de los: 19 metodología, temas: 274–276

México: 167, 175, 216, 238, 242 Mill, John Stuart: 39n, 45 minerales, como factor de la producción: 66–67 monopolio, poder monopólico: 141 véase también competencia monopólica Moore, John: 160n, 252n Mortensen, Dale T.: 191 Muendler, Marc-Andreas: 272 multinacionales, empresas (corporaciones): 210–212, 234, 240 enfoque tradicional del estudio de las: 219–222 IED vertical: 236, 238–244 integración compleja y: 221, 241, 244, 251 productividad y: 233-235, 258–261, 265–266 múltiples productos, empresas con: 271–272, 276 negociación, poder de: 253–254 Nickell, Steven: 190 Norman, Victor: 64n, 93n, 100, 117n-119, 126n North, Douglas C.: 25n Nueva Zelanda: 54, 184, 214, 274 Nuevo Mundo, descubrimiento del: 19, 21, 24, 29 Nunn, Nathan: 159–161n, 261–262, 267 Nunziata, Luca: 190 O’Rourke, Kevin H.: 18–21, 23, 101 OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos): 53, 74, 149–150, 152–153, 190, 214 Ochel, Wolfgang: 190 oficinas centrales, servicios de las: 235–239, 255, 257, 259–262, 265 Ohlin, Bertil: 26–27, 35, 55–59n, 62–63, 71–72, 129, 145, 156, 178, 218, 267, 270 OLI, enfoque: 219–220

país de menor costo: 40–44 patentes: 140 Pavcnik, Nina: 175, 203n petróleo, como factor de producción: 66–67 Pissarides, Christopher A.: 191 Pisu, Mauro: 231 políticas, instrumentos de: 112–119 Pomeranz, Kenneth: 24 Porter, Michael E.: 137n Portugal: 201–202 comercio en el siglo xvi: 19–20, 21, 24 Portugal, Pedro: 201 poder, véase monopolio; negociación, poder de precio de los bienes, calidad y exportaciones: 272–274 cambios relativos importación/exportación: 52n, 183–185 conflictos distributivos y: 104–106, 109–111, 115–116 escala y extensión: 142–144, 162–163 oferta de mano de obra: 47–50 véase también costos; factores, precios de los precio relativo, efecto del: 115, 162, 164, 217–218 presupuesto déficit/superávit: 116–117n, 118 prima salarial por el tamaño: 204 producción, competencia monopólica y: 141–142 factores de la: 36, 63–69 productividad, beneficios o ganancias para el bienestar: 50, 53–54 correspondencia específica: 204–205 crecimiento impulsado por la: 51 efecto: 164, 258 punto límite para exportar y: 180–181 productividad total de los factores (PTF): 52, 81–82, 162, 164, 169–170, 178, 186, 196, 276 productividad, niveles, en los países: 71n, 80–84, 181

comercio dentro de la empresa y: 259–261, 265–266 economías de escala y: 133–134, 136–137, 162–163 exportadores vs. no exportadores y: 169–171-179, 181, 233-234, 247 producto, diferenciación del, comercio y: 23, 124–126, 144–150, 163–165, 184–185 competencia monopólica y: 138, 144 dentro de la industria: 124, 149–150, 152, 237, 277 economías de escala y: 126, 138–139, 163–164 sector: 194–198, 199-201, 235–237 valores unitarios y: 155, 273–274n propiedad, enfoque de los derechos de: 92, 251–252 proximidad-concentración compensación: 223–224, 225–226, 228–229, 232, 234, 240 Quintini, Glenda: 190 Rajan, Raghuram: 208n Redding, Stephen J.: 168n-170n, 177, 202–203, 205–206n, 211n, 262n, 271– 272 Reino Unido: 20-21, 24, 86, 95–97, 124, 170, 188, 190, 196, 201, 209, 214, 231 rendimientos constantes a escala: 74, 106, 108, 127–130, 132, 136, 162, 164 rendimientos crecientes a escala, véase economías de escala rendimientos decrecientes a escala: 127 República Checa: 124 Revolución industrial: 24 Ricardo, David: 27, 35–54, 55, 57, 61–62n, 86, 101–102, 106, 133, 135, 178, 267, 270 Ries, John: 153, 231 Roberts, Mark: 167 Robinson, James: 24 Rodríguez-Clare, Andrés: 185

Rodrik, Dani: 101, 108 Romalis, John: 157, 158–160, 240 Roma, Imperio Romano, comercio y el: 16–17 Rossi-Hansberg, Esteban: 134–135, 216–217 Rubinstein, Yona: 180–181 Rutherford, Thomas F.: 182–183, 185 Rybczynski, coeficientes de: 69–71 Rybczynski, teorema de: 70 salarios, crecimiento de la oferta de mano de obra y del salario relativos: 46– 50 desigualdad en los: 202–203, 205, 214 deslocalización y salarios relativos: 214–218 exportadores y: 174, 203–205 flexibilidad de la disminución de los: 188 tasas sectoriales de los: 193–194, 202 teoría de la ventaja comparativa de Ricardo: 38–47 Samuelson, Paul A.: 45, 47, 51, 61, 63, 108, 111, 134, 148n, 157 Scheinkman, José A.: 70, 110 Schott, Peter K.: 155, 168n-170n, 177, 205, 211, 262n, 271–272, 273n-274 sectorial, comercio: 35, 103–111, 135–136, 155–161, 182, 257 sectorial, tasas de desempleo: 191–201 Sheu, Gloria T.-S.: 275 Shimpo, Kazushige: 85n Singapur: 242, 274 Slaughter, Matthew J.: 101, 209n, 238 Smith, Adam: 86 La riqueza de las naciones: 32–34 Smolka, Marcel: 263–264 Stolper, Wolfgang W.: 108 subsidiarias en un país extranjero, costo fijo de las: 223–230, 240, 264 IED y: 219–222, 226, 242–243

horizontal y: 222–234 IED vertical vs. horizontal y: 221–222, 241 internalización y: 251–267 ventajas que se necesitan para: 219 Sveikauskas, Leo: 80 Swanson, Joseph A.: 136n Suiza: 68, 256–257, 274 Szeidl, Adam: 222n, 245–246 IED

Taylor, Alan M.: 21–22, 29, 209n tecnología/tecnologías, desigualdad y: 214, 216n economías y deseconomías de escala y: 57, 139 mejoras en la: 53–54, 278 rendimientos constantes de escala: 74, 106, 164 teoría del comercio exterior y: 35–54, 277 variaciones entre los países: 81–84 términos de intercambio: 49, 51, 53, 96, 98, 183 teoría de la ventaja comparativa: 31–85 comercio exterior y productividad: 51, 88, 178 demanda, condiciones y: 38–46, 191 economías de escala y la: 129 enfoque de Eaton y Kortum: 52–53 enfoques tradicionales de la: 120–123 estructura de Dornbusch, Fischer y Samuelson: 45, 47, 51 estudio de Leamer: 64–67 predicción de los flujos del comercio exterior y: 38–46, 53n, 62 proporciones de los factores Heckscher y Ohlin: 35, 55–85, 156, 178 requerimientos de mano de obra relativa: 42–43, 44 salarios y: 38–47 tecnología de Ricardo: 35–54, 55, 57, 86, 134, 178 teorías del comercio exterior, véase comercio internacional tierra, como factor de producción: 27, 55–56, 70–71, 75–76

Tinbergen, Jan: 146 Tirole, Jean: 252n Tomiura, Eiichi: 231 Toubal, Farid: 258n, 265–266 Tratado de Ámsterdam: 187 Trefler, Daniel: 75, 80, 82–84, 136, 175, 177, 216n, 261–262, 267 Tybout, James R.: 167, 175 Uganda: 189 UNCTAD, informes sobre la inversión mundial: 210n Unión Europea, estrategia de empleo: 187–188, 190, 196 unión monetaria: 181 valor de las exportaciones por unidad: 155, 274 Vanek, Jaroslav: 74–79n, 80, 82–83n, 136, 156, 236n variedad, ganancias por el comercio exterior y: 144–145, 163–165, 179 véase también producto, diferenciación del ventaja comparativa vs. absoluta: 36–46 Verdier, Thierry: 252 Verhoogen, Eric: 275 Viner, Jacob: 131, 133n Voth, Hans-Joachim: 25 Ward-Perkins, Bryan: 16–17 Weingast, Barry R.: 25n Weinstein, David E.: 84–85n, 144, 153, 185n Westbrook, M. Daniel: 175 Williamson, Jeffrey G.: 20–21, 23 Williamson, Oliver E.: 252n Wilson, Charles A.: 46n Wolfers, Justin: 190 Wulf, Julie: 208n

Xiang, Chong: 153 Yeaple, Stephen R.: 227–228, 231–234, 239–241, 243–246, 260–261, 272n Yeats, Alexander J.: 209n Yi, Kei-Mu: 209n Zhu, Susan Chun: 216n

ÍNDICE GENERAL Sumario Prefacio Introducción I. Ventaja comparativa 1. Tecnología 2. Proporciones de los factores II. Ganadores y perdedores 1. Sin conflictos distributivos 2. Dos estudios de caso a) Los Estados Unidos b) Japón 3. Conflictos por la distribución 4. La compensación a los perdedores III. Escala y extensión 1. Economías de escala 2. Competencia monopólica 3. Fuentes adicionales de beneficios por el comercio exterior IV. Las empresas dentro de las industrias 1. Empresas exportadoras y empresas no exportadoras 2. Evaluación cuantitativa 3. Desempleo y desigualdad V. Deslocalización y externalización 1. Deslocalización

2. El enfoque tradicional 3. La IED horizontal 4. La IED vertical 5. Integración compleja 6. Internalización Epílogo Bibliografía Índice analítico