El Barrio. Lo Social Hecho Espacio

El barrio, lo social hecho espacio. - 1a ed. - Villa María : Eduvim, 2012. (Poliedros; 0) 2 E-Book. ISBN 978-987-1868-

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El barrio, lo social hecho espacio. - 1a ed. - Villa María : Eduvim, 2012. (Poliedros; 0) 2

E-Book. ISBN 978-987-1868-81-0 1. Sociología. 2. Pobreza. CDD 301 Fecha de catalogación: 22/08/2012 Editor ©Ingrid Salinas Rovasio Corrección Lucía Pruneda Paz Queda hecho el Depósito que establece la Ley 11.723 La responsabilidad por las opiniones expresadas en los libros, artículos, estudios y otras colaboraciones publicadas por EDUVIM incumbe exclusivamente a los autores firmantes y su publicación no necesariamente refleja los puntos de vista ni del Director Editorial, ni del Consejo Editor u otra autoridad de la UNVM. No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su almacenamiento en un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio electrónico, mecánico, fotocopia u otros métodos, sin el permiso previo y expreso del Editor.

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Índice Prefacio Prólogo Capítulo I - Desestructuraciones Capítulo II - La ciudad y el barrio Capítulo III - Clases y enclasamientos Capítulo IV - Modalidades de reproducción social: precisiones conceptuales Capítulo V - Lo público estatal Capítulo VI - Espacio público no-estatal Capítulo VII - Un Espacio Público Mixto Capítulo VIII - El campo religioso A modo de conclusión Anexo I Anexo II Anexo III Anexo IV Anexo V Bibliografía

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Prefacio Este libro reúne un conjunto de trabajos producidos en el marco del proyecto de investigación “Estrategias de reproducción social en la pobreza. Redes y capital social”1. El relevamiento de datos se llevo a cabo durante el año 2004. En los primeros meses de la investigación el acento estuvo puesto en el trabajo con fuentes secundarias, la segunda mitad del año se dedicó a la realización de entrevistas y encuestas. En esta etapa colaboraron con nosotros el Mgter. Marcelo Panero, Paula De Büren, Martín Apaz y Alicia Oliva. Los objetivos de este proyecto se plantearon analizar las estrategias de reproducción social en la pobreza movilizadas en los intercambios que vehiculizan las redes sociales con otros agentes –pobres y no-pobres– para la superación o reproducción de sus condiciones de vida. Los objetivos subsidiarios se orientaron a: 1) determinar las posiciones sociales de los vecinos del barrio, identificando la disponibilidad –en volumen y estructura– de diferentes tipos de capitales; 2) dilucidar los tipos de recursos y agentes institucionales estatales y no estatales existentes en el espacio social delimitado en referencia al grupo tomado como análisis; 3) identificar y caracterizar las tipologías existentes de redes sociales. Este libro se divide dos partes. La primera hace referencia a la situación estructural del territorio y de los agentes que viven allí. Desde este punto de vista en el capítulo I Paula Pavcovich dibuja un mapa de la geografía que este texto explora. Las principales líneas conceptuales que lo trazan y circunscriben se encuentran aquí definidas y se abordarán con mayor profundidad en los capítulos subsiguientes. Damián Truccone, Marilina González y Pablo Ghione examinan en el Capítulo II la trayectoria histórica del barrio objeto de estudio. Las vinculaciones entre lo social y lo territorial quedan aquí expuestas de manera clara con especial acento en aquellos procesos relacionados con la segregación territorial que envía a diferentes grupos sociales a territorios en donde las posibilidades de apropiación de bienes y servicios son muy escasas. En el capítulo III Paula Pavcovich, Carlos Varetto, Graciela Guerrero y Damián Truccone profundizan el análisis sobre los capitales de los que 5

disponen los vecinos, valiéndose de las herramientas de la estadística, fundamentalmente del Análisis de Correspondencias Múltiples. En la segunda parte Paula Pavcovich pone su acento en el estudio de las instituciones que intercambian recursos mediante relaciones de reciprocidad con la población pobre y empobrecida del vecindario y de otros sectores pobres de la ciudad. Los resultados fueron profundizados fundamentalmente en torno a dos ejes de análisis, la “cosmovisión” y el “trabajo social” de cada una, ya que ambas categorías suponen 1) discursos (en plural) que legitiman prácticas sociales y 2) prácticas sociales que muestran los usos sociales de los discursos en la resolución de formas de relacionamiento concreto entre los agentes involucrados. Los sucesivos capítulos profundizan en esta temática desde la mirada diferenciada de tres grupos de agentes: los del espacio público estatal, los del espacio público no estatal y los del campo religioso, en este último el análisis es abordado con la colaboración de Damián Truccone. En diferentes anexos se presentan los planos del barrio elaborados por Marilina González y Pablo Ghione; Graciela Guerrero agrega precisiones sobre el análisis estadístico de los datos utilizados; Damián Truccone y Pablo Sahaspe aportan sobre la organización interna de las instituciones analizadas; asimismo, Damián Truccone propone un análisis estructural del campo religioso en el barrio; por último, Matilde Ambort y Erika Decándido profundizan sobre las percepciones de los agentes sobre el territorio en el que viven. 1 Coordinado por la Dra. Dora Celton y co-dirigido por la Mgter. Paula Pavcovich y el Mgter. Adrián Carbonetti llevado a cabo mediante el financiamiento del Instituto de Investigación de la Universidad Nacional de Villa María (UNVM) durante los años 2004 y 2005. El proyecto contó además con la tutoría de la Dra. Alicia Gutiérrez financiada por la Agencia Córdoba Ciencia (ACC).

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Prólogo Alicia B. Gutiérrez Este libro se inscribe en el marco de un análisis relacional de la pobreza. Se trata de una perspectiva fructífera, en la medida en que posibilita la construcción de herramientas de abordaje del problema en todas sus dimensiones, en el contexto de la reproducción de la sociedad en su conjunto y de sus mecanismos de dominación. En primer lugar, supone no considerar la pobreza como un concepto fundamentalmente descriptivo, que alude a privación, a carencias (mensurables a partir de los ingresos de los hogares o de sus necesidades básicas insatisfechas, o de una combinación de ambos tipos de indicadores). Así, es posible describir una situación objetiva, pero no problematizar el origen de la misma, ni avanzar en la búsqueda de elementos explicativos y comprensivos que permitan dar cuenta de sus causas, ni de la manera como los pobres estructuran un conjunto de prácticas que les permiten reproducirse socialmente en tales condiciones, ni de los lazos estructurales que ligan a pobres y ricos de una determinada sociedad, es decir, de las relaciones que existen en todo espacio social, entre la reproducción de las condiciones de pobreza y la de las no-pobreza. En segundo lugar, implica asumir las críticas a las distintas aproximaciones del fenómeno en términos de marginalidad, perspectiva analítica ampliamente dominante en los estudios latinoamericanos desarrollados especialmente en las décadas de 1960 y 1970. O por considerar a los pobres “al margen” de la sociedad o por no definir suficientemente la “manera de ser marginal”, es decir, la posición ocupada en el sistema social, según las diferentes distribuciones desiguales de los distintos recursos en juego, desde estas aproximaciones no puede hacerse una verdadera construcción relacional de la problemática. Pasando revista al enfoque estratégico de la pobreza y a su vinculación con el análisis de las redes sociales, los autores de este libro toman centralmente el concepto bourdieusiano de “estrategias de reproducción social”: el mismo constituye una herramienta fundamental para analizar la dinámica de las clases en su conjunto, y, con ello, los mecanismos de 7

perpetuación del orden social. En efecto, a partir de lo que las diferentes familias ponen en marcha para reproducirse socialmente, este concepto muestra claramente una dimensión teórica central: la concepción relacional de lo social, herencia estructuralista de Bourdieu que queda demostrada en la manera como se construyen los conceptos claves y en el modo como se articulan. Así, las diferentes estrategias de reproducción social se explican sólo relacionalmente, en un doble sentido: en el contexto del sistema que constituyen (en una familia o en un grupo de familias pertenecientes a una clase o fracción de clase) y en el marco más amplio del espacio social global, donde las prácticas que forman parte de ese sistema se relacionan con las prácticas que son constitutivas de los otros, articulando de esa manera modos de reproducción sociales diferenciales. En el caso específico de los análisis de situaciones de pobreza, ello implica considerar que la pobreza no se reproduce aisladamente y que es posible identificar mecanismos que articulan el espacio de reproducción de los pobres, con el de la reproducción de los no-pobres. Por otro lado, este enfoque supone analizar las estrategias que ponen en marcha las familias pobres a partir de lo que tienen y no tanto de lo que les falta, desde los recursos, más que desde las carencias. Y uno de esos recursos está constituido fundamentalmente por el capital social (entendido aquí también como relación y no como sustancia) que, unida a la noción de red, permite la construcción de herramientas analíticas claves para el análisis relacional de la pobreza, como demuestran los autores de este libro. El estudio realizado aquí se ubica temporalmente a comienzos del actual milenio, cuando nuestro país muestra claramente las gravísimas consecuencias de un prolongado y sostenido proceso de empobrecimiento, junto a los demás países de la Región. En efecto, en un marco más general de crisis del capitalismo, durante la década de 1980 –la llamada “década perdida”–, gran parte de los países de América Latina sufrieron una aguda contracción económica, una disminución de los ingresos provenientes de la actividad productiva y una mayor inequidad en el reparto de los mismos. La concentración del ingreso en manos de los sectores más ricos resultó mayor en América Latina que en cualquier otra región del mundo, como lo han señalado ya muchos autores. En ese contexto, también en Argentina, la cadena que se inicia con la crisis y continúa con la aplicación de severas políticas de ajuste tendientes a una superación del período recesivo, ha tenido gravísimas consecuencias sobre las condiciones de vida de amplios 8

sectores de la población, desencadenando un proceso cuyos signos principales fueron: concentración económica, contracción del Estado y retiro de sus funciones distributivas, modificaciones en el mercado de trabajo con aumento de la precarización y el desempleo, caída del ingreso y aumento de la pobreza con la incorporación de sectores medios o “nuevos pobres”. Ese proceso continuó luego a lo largo de toda la década de 1990 y tuvo su punto de inflexión con la aguda crisis económica, social y política que estalló en diciembre de 2001. En términos espaciales, el estudio se ubica en un barrio “popular” de la ciudad de Villa María, en la provincia de Córdoba. Los habitantes de este barrio presentan una característica importante para la investigación: en un marco general de escasa acumulación de capital económico y cultural, es posible identificar un panorama de relativa heterogeneidad en las situaciones de pobreza. De este modo, y a partir de un análisis de correspondencias múltiples (único modo de representar el análisis relacional), se identifican claramente tres zonas diferentes: zonas geográficas que muestran la incidencia de las relaciones sociales. Así, considerando el barrio como una construcción en la que el espacio social se retraduce, de manera más o menos visible, en el espacio físico, y teniendo en cuenta que las posiciones y las oposiciones sociales objetivadas en el espacio físico se inscriben además en los cuerpos de los agentes, bajo la forma de disposiciones, aquí se muestra cómo las estrategias de reproducción de los agentes sociales que participan en este espacio (con sus apuestas y sus capitales), suponen experiencias de intercambio de recursos sociales que circulan en diferentes tipos de redes. Además, los autores muestran cómo la ruta de tránsito pesado constituye una frontera tanto física como simbólica, en la medida en que se erige como un límite que permite a los agentes percibir sus diferentes posiciones relacionales (es decir, respecto a la de los otros agentes que conforman este espacio social), percepciones que son también el resultado de la acumulación de los capitales propios y de los otros (bienes y servicios disponibles en el espacio geográfico en que se encuentran situados los agentes). De esta manera, El Barrio, como espacio territorial, asume una forma social que puede hacerse comprensible a partir de la reconstrucción analítica de las redes en las que circula capital social –formal o informal–, y en las que confluyen distintas disposiciones a actuar, a percibir y a 9

evaluar, vinculadas a lo que los autores llaman: i) intereses asociados a la intervención del Estado desde las políticas públicas, ii) la acción de instituciones del espacio religioso y iii) estrategias relacionadas a lo que se identifica con un espacio público no-estatal, analíticamente cercano al “asociativismo”. Y es precisamente el análisis de la red institucional del barrio, a través de las prácticas y de los discursos de sus principales protagonistas, lo que constituye el objeto central de este libro: reconstruir los lazos que unen a las familias de El Barrio con la escuela provincial, con el centro de salud municipal, con la Subsecretaría de Acción Comunitaria de la Municipalidad, con una Congregación Religiosa, con la Parroquia, con Caritas parroquial, con el Centro Vecinal, con un comedor comunitario, con un microemprendimiento y con una ONG. Utilizando como herramientas analíticas claves las de “instrumentos de reproducción social” y “estado de la relación de fuerzas entre las clases” (ambos factores explicativos de las estrategias de reproducción social), y tomando como ejes de análisis la “cosmovisión” y el “trabajo social” de cada una, se analizan aquí instituciones que intercambian recursos mediante relaciones de reciprocidad con la población pobre y empobrecida del vecindario y de otros sectores pobres de la ciudad de Villa María. Recordando permanentemente que detrás de las prácticas, de las percepciones y de los discursos están las disposiciones asociadas a las posiciones (es decir, las condiciones objetivas incorporadas ligadas a las condiciones objetivas externas) y que los vínculos y las interacciones siempre son posibles en los límites definidos por las estructuras, los autores de este libro nos muestran un aspecto fundamental del análisis relacional de la pobreza: aquél que echa luz sobre las relaciones entre pobres y no-pobres, incluyendo también a quienes trabajan para los pobres.

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Capítulo I - Desestructuraciones Paula I. Pavcovich La Argentina de principios de los ‘90 del siglo XX pone en evidencia las transformaciones de su estructura social, mostrando la tendencia hacia su “latinoamericanización”1, alejándola del camino por el que había transitado su fórmula de integración social en tendencias inclusivas (...) asistimos al final de la “excepcionalidad argentina” en el contexto latinoamericano. Más allá de las asimetrías regionales y de las jerarquías sociales, esta “excepcionalidad” consistía en la presencia de una lógica igualitaria en la matriz social, la que iba adquiriendo diferentes registros de significación e inclusión a lo largo del tiempo. Así en términos generales, esto aparecía ilustrado por la confianza en el progreso social indefinido, asociado a la fuerte movilidad social ascendente; en términos más específicos, la “excepcionalidad” fue incluyendo fuertes referencias a un modelo de integración, favorecido por la existencia de un Estado Social, más allá de sus imperfecciones o disfuncionamientos (modelo nacionalpopular); por último, la “excepcionalidad“ involucraba tanto a las clases medias, consideradas como el “agente integrador” por excelencia, como a un sector significativo de las clases populares, cuya incorporación en términos de derechos sociales se había realizado durante el primer peronismo2. Producto de la aplicación de las políticas neoliberales, la transformación social puede ser comprendida en cuatro dimensiones fundamentales: polarización social, segmentación social3, fragmentación social y exclusión social4. Las dos últimas categorías se vinculan directamente con las modificaciones de la estructura productiva, la caída del empleo industrial y del trabajo asalariado que se desplazan, por un lado, hacia estrategias laborales cuentapropistas y, por otro, hacia “la marginación de un amplio sector de la sociedad, que no tiene ni tendrá posibilidad de obtener empleo remunerado en ningún sector de la economía”5. En este contexto, el país define un mapa de “extensión y recomposición de la pobreza” con nuevas características, producto de un doble proceso de 11

polarización y heterogeneidad. Se reafirman los pobres estructurales (aquellos que presentan una larga historia de pobreza) que sufren carencias básicas de infraestructura sanitaria y de vivienda a los que se suma la novedad de un grupo que va pauperizándose a medida que avanza la implementación de las políticas mencionadas. De tal manera, se profundizan las privaciones de los que menos tienen (con un fuerte deterioro en sus condiciones de vida) y se incorporan los “nuevos pobres” –aquellos individuos y familias que habían logrado superar su pobreza pasada y caen nuevamente–, junto a quienes nunca habían estado en una situación similar y provienen mayoritariamente de la clase media, el grupo más representativo del nuevo fenómeno social6. Los signos principales del proceso: concentración económica; contracción del Estado y retiro de sus funciones redistributivas; modificaciones en el mercado de trabajo con aumento de la precarización y el desempleo; caída del ingreso; aumento de la pobreza con la incorporación de sectores medios o ‘nuevos pobres’, configuran un panorama que afecta profundamente las condiciones de vida de la población y que ha producido, seguramente, fundamentales modificaciones en la estructura social de la Argentina7. El mercado del trabajo urbano se caracteriza por altas tasas de desempleo y subempleo, así como un elevado grado de informalidad y precariedad que asocia a sus trabajadores a problemas relacionados a una fuerte baja en sus ingresos reales. Esto se reafirma en situaciones de empobrecimiento difícilmente recuperables por la dinámica de precarización, pérdida del poder adquisitivo en base a los salarios, desempleo, etc., situaciones que por otra parte provienen de inserciones económicas múltiples –de servicio o productivas8. Como afirma Castel, se va manifestando una transformación en el papel del trabajo como el gran integrador, de manera que en este contexto el “trabajo [...] es más que trabajo, y por lo tanto el no-trabajo es más que el desempleo”9.

La pobreza La problemática de las prácticas sociales asociadas a la resolución de problemas en condiciones de privación material, social y simbólica ha sido analizada desde diferentes marcos analíticos. Se utilizan conceptos 12

como los de exclusión social, vulnerabilidad, marginalidad, inequidad, desigualdad, desafiliación, etc. Nociones todas que responden a diferentes perspectivas teóricas que construyen el problema para su investigación empírica, pero que también inciden en diagnósticos que tienen como objetivo la elaboración de políticas para enfrentarlo. En ese sentido, resulta clásico el trabajo de Robert Castel “La metamorfosis de la cuestión social”, que si bien analiza el caso francés, propone herramientas aplicables a otros contextos de investigación a partir de la relativización del concepto de exclusión social por el de desafiliación en el marco de las transformaciones de la sociedad salarial: Las ideas que trato de elaborar (la desconversión social, el individualismo negativo, la vulnerabilidad de masas, la handicapología, la invalidación social, la desafiliación...) adquieren sentido en el marco de una problemática de la integración o de la anomia; de hecho, se trata de una reflexión sobre las condiciones de la cohesión social a partir del análisis de situaciones de disociación. De modo que el objetivo era (y sigue siendo) calibrar este nuevo dato contemporáneo: la presencia, se diría cada vez más insistente, de individuos ubicados como en situación de flotación en la estructura social, que pueblan sus intersticios sin encontrar allí un lugar asignado. [...] preferiría el de la desafiliación, para designar el desenlace de este proceso. [...] La exclusión es inmóvil. Designa un estado o, más bien, estados de privación. Pero la simple constatación de las carencias no permite captar los procesos que la generan10. En América Latina, el problema de la pobreza ha sido uno de los temas centrales en el análisis de las Ciencias Sociales y en ese sentido resulta interesante recuperar el recorrido realizado por Alicia Gutierrez en su libro “Pobre’ como siempre... Estrategias de reproducción social en la pobreza”. La autora abre las puertas a la siguiente síntesis: 1) La perspectiva de la marginalidad, en la que podemos identificar:

i) el enfoque ecológico: relacionado con la aparición de asentamientos poblacionales periféricos11 en las grandes ciudades de América Latina. El problema define entonces un mal a ser erradicado por el abordaje técnico (arquitectos, trabajadores sociales, etc.) para solucionar un desajuste del 13

proceso de desarrollo. ii) el enfoque cultural, el cual presenta una tendencia que supone una diferenciación cultural entre las poblaciones de pobres y el resto de la sociedad identificable a través de una serie de rasgos12 vinculados al individuo, a las familias y a las comunidades “marginales” (la clásica noción de cultura de la pobreza, de Oscar Lewis). iii) el enfoque económico: que envía al paradigma del materialismo histórico. La dimensión central del análisis tiene que ver con la situación en el mercado de trabajo y con la función que cumpliría la masa marginal en la economía general (al tema de la superpoblación relativa, en la actualidad se suma el de la desigual distribución del ingreso). Tal como afirma Gutiérrez13, la cuestión de la marginalidad se torna discutible si se desentrañan las consecuencias derivadas de la consideración de las personas que viven en situación de pobreza como “marginales”, “no integradas” a la sociedad global, planteando una dualidad entre marginalidad-integración. Una consecuencia práctica de estas perspectivas llevaría, por ejemplo, a plantear soluciones por la vía de la integración casi automática de estas poblaciones marginales a partir de un proceso de desarrollo analizado desde el paradigma de la modernización, así, (...) una vez establecido [...] un polo moderno de acumulación, sus efectos positivos empezarían a difundirse rápidamente, como si fueran una mancha de aceite. Se iría monetizando por completo la economía, se expandiría la educación y la movilidad social, se ampliarían las comunicaciones, circularía cada vez más la información, y en una palabra se modernizarían la producción, el consumo y los valores14. Otra salida, en este caso ligada a la cuestión de los rasgos culturales, pasaría por reforzar los mecanismos de socialización, que tendrían como finalidad controlar las “desviaciones” producidas por la cultura de la pobreza – obviamente desde los contenidos de la cultura hegemónica. En ese sentido la responsabilidad recae en las víctimas. La principal dificultad de estas perspectivas reside en que se consideran “al margen” de la sociedad a aquellos individuos y familias que no lo están, ya que de lo que sí se trata es de su localización en posiciones de 14

subordinación a causa de la desigual distribución de recursos socialmente valorados. Tenemos así que la pobreza urbana reconoce en estos enfoques la dimensión de “privación, de ausencia, de carencia que definen situaciones de marginalidad […] como defecto de integración”, dificultando la comprensión acerca de cómo las clases posicionadas en estos espacios de privación relativa, se reproducen a pesar de las restricciones estructurales derivadas del capitalismo15. En el marco de esta discusión, hablar de marginalidad como una manera de estar ubicado en el sistema productivo–perspectiva económica supone la diferenciación de relaciones de producción en la participación del mismo, con lo que se estaría reconociendo que esos individuos y familias no están en realidad “al margen” de la sociedad, sino que, como consecuencia de esas relaciones, ocupan una posición completamente desfavorable. 2) El enfoque estratégico y de redes sociales.

Ahora bien, a partir de las limitaciones que provienen de aquellos análisis, resulta fundamental apelar a otro tipo de explicaciones, que si bien rescatan al actor social lo hacen en el marco de determinados condicionamientos. En ese sentido es importante apelar a la noción de “estrategia”, concepto que –más allá de las particularidades que puede suponer– (...) reserva un margen de opción a los agentes sociales con lo que sus estrategias no están completamente determinadas por factores estructurales ni son el mero resultado de una libre elección individual16. Este es precisamente, el horizonte que asumimos: ya que la dimensión estratégica abre las puertas a la comprensión de las prácticas sociales, en el intento por superar los modelos que ponen el acento en abordajes normativos (culturales), como en aquellos que remiten a un actor racional que al reflexionar sobre su cotidianeidad actúa de manera instrumental; en ese sentido tomamos la dirección de Auyero “las prácticas [son] aprendidas en el tiempo y experimentadas en la vida cotidiana como resolución de problemas”.17 En ese sentido, se van construyendo conceptos tales como: estrategias de existencia (Saenz y Di Paula), estrategias adaptativas o estrategias de 15

supervivencia (Bartolomé) y estrategias familiares de vida (Torrado). Nociones todas, que si bien mantienen sus diferencias, salvaguardan rasgos comunes que abren la puerta a los desafíos pendientes en las anteriores construcciones teóricas18. El nivel de la estrategia permite vincular lo micro y lo macro, lo estructural y la acción social. Fundamentalmente, admite responder a la pregunta: ¿cómo a pesar de los condicionamientos estructurales, los agentes sociales posicionados en el lugar de las privaciones pueden reproducirse a través de los márgenes de libertad que las mismas restricciones posibilitan?19 Este marco analítico se complementa con las ventajas del uso de la noción de red social. Este concepto remite a un espacio de circulación de bienes y servicios que posibilitan visualizar aquellos mecanismos de supervivencia20 que ponen en juego quienes viven en situaciones desfavorables. En ese sentido, nos llegan desde la Antropología, los análisis de Larissa Lomnitz, que si bien hace uso del término marginación, lo realiza en el contexto de las redes de intercambio recíproco, como recursos alternativos (información, asistencia laboral, préstamos, servicios, apoyo moral) para enfrentar las limitaciones derivadas de la situación de pobreza: [las] redes sociales de asistencia mutua representan parte de un sistema económico informal, paralelo a la economía de mercado, que se caracteriza por el aprovechamiento de los recursos sociales y que opera en base al intercambio recíproco entre iguales21.

Estrategias de reproducción social Nuestro punto de partida intenta complementar aquella dimensión descriptiva de “la pobreza” que, a partir de determinados indicadores de carencias de bienes y servicios indispensables para una sociedad determinada, en cierta forma califica “las condiciones de existencia concretas de determinados grupos sociales, por comparación con otros grupos de la misma sociedad que no son pobres”22. En razón de esto, y siguiendo la línea de discusión “estratégica”, tomamos – desde la perspectiva sociológica fundada en la teoría estructural genética 16

de Pierre Bourdieu– la propuesta de Gutiérrez en torno al concepto de “estrategias de reproducción social en la pobreza”, herramienta teórica que afirma su fuerza en (...) suponer y demostrar que las prácticas que despliegan los pobres para vivir y sobrevivir, se pueden comprender y explicar en primer lugar, a partir de lo que tienen y no únicamente de lo que les falta, de lo que poseen y no sólo de lo que carecen, y que ello constituye una gama de recursos económicos, culturales, sociales y simbólicos, en diferente grado, y que tienen diferentes posibilidades de inversión y de reconversión según los distintos momentos históricos en que se realizan las apuestas23. Son estas apuestas las que se ponen en juego en las estrategias de reproducción social desde la concepción abordada como (...) conjunto de prácticas fenomenalmente muy diferentes, por medio de las cuales los individuos y las familias tienden, de manera conciente o inconsciente, a conservar o a aumentar su patrimonio, y correlativamente a mantener o mejorar su posición en la estructura de las relaciones de clase24. Esto nos lleva a considerar un abordaje en el que los principios, que estructuran las acciones en el espacio de la pobreza, necesariamente deben ser puestos en su relación con aquellos del espacio de la no pobreza. En ese sentido, consideramos que las clases sociales deben ser “construidas” como clases de condiciones de existencia25 producto de la desigual distribución de recursos –tanto materiales como simbólicos– que da origen al “enclasamiento” de grupos poblacionales que comparten similares condiciones objetivas de vida. Al ser nuestro planteo relacional y al remitir nuestro problema a la pobreza, la construcción conceptual que sostiene el análisis, permite que abordemos esta cuestión desde las estrategias que despliegan aquellos que se relacionan con los “pobres” a partir de un diagnóstico que supone “la carencia”. Por otra parte, debemos recordar que las estrategias de reproducción social constituyen un sistema que se relaciona con: i) el volumen y estructura de capital (y trayectoria) que posibilita acceder 17

al cuadro de disponibilidad de recursos con los que cuentan los vecinos; ii) el estado de los instrumentos de reproducción que abre diferentes posibilidades de acceso –o no– a determinados beneficios, por ejemplo: el estado del mercado de trabajo, del mercado inmobiliario, las políticas públicas en relación al barrio, el trabajo social proveniente del espacio asociativo, el acceso a bienes y servicios urbanos, etc. iii) el estado de relación de fuerzas entre las clases, en nuestro caso remite a las posibilidades de intercambio entre quienes ocupan posiciones dominantes y dominadas en el espacio social general y homólogas en campos particulares: “quienes viven en situaciones de pobreza despliegan una serie de estrategias que se entrelazan con las estrategias de otros agentes o grupos sociales que tienen sus apuestas en otros juegos y en ese entrelazamiento construyen espacios de articulación de uno y otro modo de reproducirse socialmente”.26 iv) los habitus que lleva a la comprensión de la “razonabilidad” de determinadas prácticas, “de lo posible y de lo imposible, de lo pensable y de lo impensable, de lo que es para nosotros y de lo que no es para nosotros”27. v) el modo de reconversión de las diferentes especies de capital, relacionado con la diversificación de las estrategias de reproducción que depende de las inversiones condicionadas por “una estructura del capital [que] tiende a imponer un modo de reproducción particular”28. En ese sentido, las estrategias sólo pueden ser explicadas desde el doble juego en que se producen a partir de: i) las condiciones estructurales objetivas que operan como límite y ii) las condiciones estructurales subjetivas como margen de posibilidad en el que los agentes sociales evalúan inversiones prácticas en sus vidas cotidianas: (...) al rescatar la dimensión activa e inventiva de la práctica, y las capacidades generadoras del habitus, esta perspectiva de análisis recupera al agente social productor de las prácticas y su capacidad de invención e improvisación ante situaciones nuevas29. Nuestro punto de partida se sostiene sobre una concepción que supera la visión de “marginalidad” por dos motivos: a) las respuestas deben fundarse en una dimensión relacional: hay pobreza porque hay no-pobreza y b) como consecuencia de lo anterior, la pobreza es un estado presente de la desigual distribución social de los recursos que posiciona a los agentes en relaciones de dominación- dependencia (justificadas desde una ortodoxia 18

que naturaliza el estado actual de situación). Esto supone que podemos analizar dos maneras o modalidades de reproducción social conectadas entre sí, la de los pobres y la de los nopobres. De tal manera, la construcción conceptual que sostiene el análisis de esta publicación permite que abordemos esta cuestión desde las estrategias que despliegan aquellos que se relacionan con los pobres a partir de un diagnóstico y trabajo social que supone la dimensión de las privaciones.

Redes Sociales y Capital Social Como decíamos, analizar estrategias de reproducción social en situaciones de pobreza no implica situarse sólo desde el espacio de los sectores en condición de vulnerabilidad material y simbólica. Por otra parte, (...) si se sostiene que los pobres no están al margen de la sociedad sino que forman parte de ella, ocupando las posiciones dominadas del sistema y, que, por lo tanto, no pueden estudiarse sus estrategias de manera aislada sino intentando analizar las relaciones que ellas mantienen con los sectores dominantes, es importante construir un concepto de estrategias de reproducción que sea susceptible de ser extendido a todos los grupos sociales30. La noción de “red” como vimos permite abordar el problema de la pobreza no sólo desde la dimensión de la carencia económica, ya que supone que los sectores pobres movilizan otros recursos (capital social y simbólico) de interés para los sectores que desde la posición de la no-pobreza trabajan con la pobreza (instituciones estatales, no estatales, religiosas, militantes sociales, políticos, etc.), a partir del establecimiento de redes de intercambio. De esta manera, si consideramos que las familias e individuos pobres se sitúan en una posición dominada en el espacio social fundamentalmente por el escaso capital económico y cultural del que disponen, el problema entonces remite a indagar sobre aquellos recursos sociales “alternativos” a los que pueden acceder, es decir al (...) capital social individual, familiar o colectivo más amplio, como suerte de poder que puede acumularse y movilizarse y que [...] constituye la base 19

de la conformación de diferentes tipo de redes de intercambio de distintas especies de bienes y servicios, que entrelazan las estrategias de las familias pobres entre sí y de ellas con otros agentes e instituciones que ocupan otras posiciones en el espacio social y que también se reproducen socialmente31. Las redes sociales constituyen, entonces, los espacios por excelencia donde circulan bienes y servicios de diferente tipo, espacios donde se establecen lazos sociales particulares que pueden ser comprendidos a partir de la interacción que constituye la vida diaria de quienes participan de estos vínculos. Tenemos así que el capital social es una especie particular de riqueza que como tal se produce, se distribuye, se consume, se invierte, se acumula o se pierde. Es el capital que representa la red de vínculos en la que se sostienen los agentes, más allá del campo donde inviertan sus apuestas específicas, y que al posibilitar la movilización de otros recursos sociales (información, préstamos, alojamiento, alimentos, ropa, gestión de trámites, bienes materiales pero también “espirituales”, reconocimiento como “representación”, etc.), posibilita llevar a buen puerto las estrategias individuales y/o colectivas para la obtención de aquello que se necesita, permitiendo mejorar la posición relativa en la estructura de las clases sociales en el espacio de la pobreza, como en el de la no-pobreza considerando sus modalidades de reproducción particulares. Supone vinculaciones, como una especie de patrimonio que permite a quienes lo acumulan, actuar por delegación del grupo de pertenencia aquí se asocia o se reconvierte en capital simbólico, porque actuar por “mandato”, supone el “reconocimiento de los mandantes”. Bourdieu en, “El capital social. Notas provisorias”, remite a: la acción de las “relaciones”, [que] son particularmente visibles en todos los casos donde diferentes individuos obtienen un rendimiento muy desigual de un capital (económico o cultural) casi equivalente según el grado en el cual pueden movilizar por procuración el capital de un grupo...32 La existencia de una red de vínculos [es] producto del trabajo de instauración y de mantenimiento que es necesario para producir y reproducir vínculos durables y útiles, adecuados para procurar beneficios materiales o simbólicos. Dicho de otro modo, la red de vínculos es el producto de estrategias de inversión social consciente o inconscientemente orientadas hacia la institución o la reproducción de relaciones sociales directamente utilizables, a corto o a largo plazo33. [un] intercambio [que] transforma las cosas intercambiadas en signos de 20

reconocimiento y, a través del reconocimiento mutuo y del reconocimiento de la pertenencia al grupo que él implica, produce el grupo y determina al mismo tiempo los límites del grupo, es decir, los límites más allá de los cuales el intercambio constitutivo, comercio, comensalidad, matrimonio, no puede tener lugar34. Abordamos este estudio desde la noción de capital social (y simbólico) acumulado por los agentes –individuales o colectivos– en el desenvolvimiento de sus estrategias de reproducción, pero analizando en esta etapa, las distintas estrategias de los agentes posicionados (objetiva y/o subjetivamente) en el espacio de la no-pobreza. De tal manera, podemos postular que estos intercambios suponen a su vez, reciprocidades que “compensan” la desposesión en una especie de canje con lo que el otro posee, como don que se ofrece a cambio de un contradon. Sin embargo, debemos ser cuidadosos al identificar intencionalidades conscientes e instrumentales, ya que los mismos son producto de estrategias “razonables” a partir de los esquemas de percepción y evaluación generados por los límites y posibilidades generados en determinadas condiciones objetivas de vida.

El barrio: lo social hecho espacio En la exposición de los siguientes capítulos nos detendremos en el análisis de un barrio de la ciudad de Villa María, provincia de Córdoba, durante los años 2004 y 2005. Este territorio vecinal asume características particulares como representación de los lazos que vinculan a sus habitantes en relación con el espacio social global, puede ser considerado como un “barrio popular” cuyos habitantes, en términos generales, poseen un cuadro de disponibilidad patrimonial caracterizado por una escasa acumulación de capital cultural y de capital económico que los sitúan en una posición dominada en relación al espacio social global, pero que a su vez presenta un panorama de relativa heterogeneidad en las situaciones de pobreza. Las estrategias de reproducción de los agentes sociales que participan de este espacio suponen experiencias de intercambio de recursos sociales que circulan en diferentes tipos de redes. El barrio como espacio territorial asume entonces –en este primer acercamiento empírico– una forma social comprensible a partir de la 21

reconstrucción analítica de algunos modos institucionales de las redes en las que circula capital social –formal o informal35–, y en las que confluyen distintas disposiciones a actuar vinculadas a: i) intereses asociados a la intervención del Estado desde las políticas públicas, ii) la acción de instituciones del espacio religioso, y iii) estrategias relacionadas a lo que podríamos identificar con un espacio público no-estatal, analíticamente cercano al “asociativismo”. Analizaremos, entonces, estas redes institucionales desde dos de las dimensiones conceptuales que remiten a la noción de estrategias de reproducción social: a) como parte del sistema de instrumentos de reproducción a los que pueden acceder las unidades familiares de la vecindad. b) en el marco del estado de las relaciones de clases entre estos hogares en situación de pobreza o empobrecimiento y las instituciones que representan –en su mayoría– al espacio de la no pobreza. Dijimos que recortamos nuestra escena social en un espacio “físico” particular, pero teniendo presente que los vínculos y lazos que lo constituyen sobrepasan sus límites específicamente geográficos. Por ello, El Barrio36, es construido desde nuestro enfoque como una configuración social (lo que permite considerar también la intervención de algunas instituciones que no residen allí). En este trabajo, el tipo relaciones que estudiamos admite abordar la vinculación entre dos modos de reproducción: el de los vecinos en condiciones de pobreza y el de los no-pobres materializados en instituciones que despliegan acciones particulares desde sus prácticas políticas, religiosas, voluntarias y/o “técnicas” en el intercambio que realizan a partir de la intervención con poblaciones que viven en situación de (o cercanas a la) vulnerabilidad social. 1 SVAMPA, M., La sociedad excluyente. La Argentina bajo el signo del neoliberalismo, Buenos Aires, Taurus, 2005. 2 Ibídem, pág. 47. 3 “[...] las fronteras entre clases se ensanchan y adquieren un carácter 22

abismal”, lo que genera “una profunda transformación de los ámbitos sociales y de las reglas de convivencia y una progresiva extinción y subdivisión de los espacios físicos y simbólicos de interacción entre clases”, Pucciarelli, A., “¿Crisis o decadencia? Hipótesis sobre el significado de algunas transformaciones de la sociedad argentina”, Revista Sociedad, N° 12-13, noviembre, 1998, pág. 22. 4 Ibídem 5 LO VUOLO, R., “La economía política del ingreso ciudadano”, en Contra la Exclusión. La propuesta del ingreso ciudadano, Buenos Aires, Ciepp/Miño y Dávila, 1995. 6 MINUJIN, A. (et. al), Cuesta Abajo. Los nuevos pobres efectos de la crisis en la sociedad argentina. Buenos Aires, Losada, 1997. 7 Ibídem, pág. 18. 8 En 1996, un estudio de la CTA afirmaba que el 70% de la pobreza en Argentina, era pobre por ingresos y no de carácter estructural, es decir que iba más allá de aquel sector que no cubría las necesidades básicas. 9 “No encaro aquí el trabajo en tanto que relación técnica de producción, sino como un soporte privilegiado de inscripción en la estructura social. Existe, en efecto [...] una fuerte correlación entre el lugar que se ocupa en la división social del trabajo y la participación en las redes de sociabilidad y en los sistemas de protección que “cubren” a un individuo ante los riesgos de la existencia. De allí la posibilidad de construir lo que yo llamaría metafóricamente “zonas” de cohesión social. Entonces, la asociación “trabajo estable/inserción relacional sólida” caracteriza una zona de integración. A la inversa, la ausencia de participación en alguna actividad productiva y el aislamiento relacional conjugan sus efectos negativos para producir la exclusión, o más bien, como trataré de demostrarlo, la desafiliación. La vulnerabilidad social es una zona intermedia, inestable, que conjuga la precariedad del trabajo y la fragilidad de los soportes de proximidad”. CASTEL, R., La metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del salariado, Buenos Aires, Paidós, 1997, pág. 390. 10 Ibídem, págs. 15-16.

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11 Luego se incorporan los “albergues no periféricos”, como los conventillos. NUN, J., Marginalidad y exclusión social, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2001, pág. 20. 12 Daniel Bertaux sostiene justamente que los procesos que sitúan a la gente en la pobreza, son transculturales: “Las comparaciones interculturales van a servirnos para dejar de lado las explicaciones falsas en términos de subcultura étnica y mostrar el corazón sociológico del fenómeno de la pobreza; sólo debe recurrirse a las interpretaciones subculturales después de que otras explicaciones sociológicas hayan fracaso, y sólo si ninguna de ellas sirve para dar cuenta de los hechos y conductas que se hayan observado”. BERTAUX, D., “Historias de casos de familias como método para la investigación de la pobreza”, Revista de Sociedad, Cultura y Política, Vol. I, Nª 1, Julio, Buenos Aires, 1996, pág. 8. 13 GUTIÉRREZ, A., Pobre’ como siempre. Estrategias de reproducción social en la pobreza, Córdoba, Ferreyra Editor, 2004. 14 NUN, J., Marginalidad y exclusión social, Op. cit., pág. 13. 15 GUTIÉRREZ, A., Pobre’ como siempre…, Op. Cit. 16 Ibídem, pág. 50 17 AUYERO, J., La política de los pobres. Las prácticas clienterales del peronismo, Manantial, Buenos Aires, 2001 citado en PAVCOVICH, P., “Pobreza urbana y participación: estrategias, redes, experiencias”, X Jornadas Internacionales Interdisciplinares de la Fundación ICALA: Desarrollo social y equidad, 2005. 18 GUTIÉRREZ, A., Pobre’ como siempre…, Op. Cit. 19 En esta dirección, un estudio de R. Parikka sobre la situación de la clase obrera de Helsinki cuyos ingresos no lograban superar la línea de la pobreza realizado, se preguntaba “¿Cómo se las arregló la gente por sobrevivir debajo de la línea de pobreza, antes de que el Estado y su Bienestar Social, empezara a funcionar, es decir antes de 1945?”. La respuesta lleva a cinco formas de manejar la situación: “asistencia comunal”, “caridad y ayuda de amigos y parientes”, “tener una deuda en el almacén, empeñar todo lo empeñable” y “vender alcohol hecho en casa, 24

robar, asaltar y hasta prostituirse”. (citado por BERTAUX, P., “Historias de casos...”, Op. Cit. 20 LOMNITZ, L., Cómo sobreviven los marginados, México, Siglo XXI, 1978, págs. 11-12 21 Ibídem, págs. 11-12 22 GUTIÉRREZ, A., Pobre’ como siempre…, Op. Cit., pág.26. 23 Ibídem, pág. 394 (cursiva de la autora). 24 BOURDIEU, P., La distinción, Taurus, Madrid, 1999, pág.122. 25 BOURDIEU, P., La miseria del mundo, FCE, Buenos Aires, 1999 26 GUTIÉRREZ, A., Pobre’ como siempre…, Op. Cit., pág. 399. 27 Ibídem. 28 Ibídem. 29 Ibídem, pág. 52. 30 Ibídem, pág. 51. La cursiva es nuestra. 31 Ibídem, pág. 395. La cursiva es nuestra. 32 BOURDIEU, P., “Capital social. Notas provisorias”, Campo del poder y reproducción social. Elementos para un análisis de la dinámica de las clases, Córdoba, Ferreyra, 2007, pág. 203. 33 Ibídem, pág. 204. La cursiva es nuestra 34 Ibídem, pág. 204. La cursiva es nuestra 35 El capital social informal está compuesto de vínculos basados en redes personales de intercambio, confianza y obligaciones recíprocas. El capital social formal está compuesto por lazos anclados en organizaciones formales en las que uno participa como miembro o cliente, en Loiqc Wacquant (1998); “Negative Social Capital: State Breakdwon and Social destitution in América´s Urban Core”; Netherlands Journal of Housing and 25

the Built Environment. Vol. 13:1. Citado por Auyero (1998). 36 A lo largo de la exposición designaremos como El Barrio al espacio que investigamos.

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Capítulo II - La ciudad y el barrio Damián Truccone - Marilina González - Pablo Ghione La Ciudad de Villa María es la tercera Ciudad en importancia poblacional y socioeconómica de la Provincia de Córdoba -después de la Capital y la Ciudad de Río Cuarto. Se encuentra en el centro-este de la provincia de Córdoba, a 130 km. de la capital provincial y a 260 km. de la ciudad de Rosario. Posee una población de más de 90 mil habitantes. El área de influencia del polo urbano Villa María-Villa Nueva no sólo comprende el departamento Gral. San Martín, sino que se extiende sobre parte de los departamentos Tercero Arriba y Unión. La ciudad debe entenderse cabalmente como un conglomerado urbano que aglutina dos ciudades -Villa María y Villa Nueva-, sólo separadas por el río Ctalamochita. En los hechos, Villa Nueva se ha ido transformando en una suerte de ciudad dormitorio de la primera. Se trata de una ciudad que reconoce tres hitos de poblamiento. En primer lugar, el paso del ferrocarril, hacia comienzos de siglo, que la convierte en una ciudad de paso obligado para el comercio hacia y desde Buenos Aires al norte argentino; en segundo lugar, en 1937 se establece la Fábrica Militar productora de explosivos y, finalmente, hacia los ‘80 se consolida como una ciudad clave en el corredor bi-oceánico -Chile-Argentina-Brasil- y como punto de apoyo a la producción agroindustrial. Entre las actividades económicas más importantes se encuentran la agricultura, ganadería, la agroindustria y los servicios. Con relación a su tradición sociocultural, la ciudad –poblada con inmigración de origen italiana y en menor medida española– reconoce una tensión interna. Se trata, por un lado, de la cuna del laicismo cordobés, esencialmente en lo educativo, que proveyó a la escena política de la provincia de importantes dirigentes. Pero al mismo tiempo, contó con un activo obispado, ahora arzobispado, y una importante dirigencia católica. En síntesis, se trata de una ciudad que registra las diversas modalidades asumidas por la economía argentina y que cuenta con una fuerte tradición 27

dirigencial.

El barrio, aproximaciones teóricas1 Una somera descripción histórica de este espacio sociogeográfico nos acerca a una trayectoria que lo caracteriza como antiguo barrio de carácter marginal. Así, entender su configuración actual requiere de un acercamiento diacrónico que preste relevancia y articule en un todo significativo ciertos acontecimientos y prácticas que prefiguraron, constituyeron y consolidaron el actual escenario donde tienen lugar nuestros interrogantes. Puede argumentarse que la noción de barrio no sería apropiada en cuanto categoría analítica, pues forma parte de aquellas palabras cuyo uso coloquial a-crítico se sitúan en las peligrosas fronteras del sentido común. No obstante, en los últimos años se ha desarrollado un corpus de conocimiento2 que sirve de umbral para adentrarnos en este concepto, sin temor a caer en tierras cenagosas. En su estudio sobre las clases populares en la Argentina, Merklen define al barrio como el “...espacio de la inscripción territorial [de los agentes sociales] entendida como una forma de inscripción social a través de la ciudad”3. Por un lado, nos recuerda nuestro autor, las regulaciones de la vida en este espacio se realizan en gran medida por fuera, correspondiendo por lo general al dominio institucional, fundamentalmente al del Estado; por el otro, la participación de los individuos en la sociedad no se efectúa solamente desde lo local: si bien puede constituir un territorio en el cual los sujetos inscriben sus prácticas, éste no alcanza para estructurar por entero la vida de los agentes sociales, pues nunca disponen de la totalidad de los recursos que necesitan para su reproducción. Es por ello que debe ser entendido en su relación con la ciudad/sociedad, es decir en el marco de un territorio más amplio que lo local. A su vez, Merklen plantea que el barrio, en cuanto inscripción territorial, es plausible de pensarse a partir de cuatro dimensiones teóricas. Como primera dimensión de análisis, se piensa al territorio como fuente de poder, ya que posee propiedades susceptibles de ser tratadas como 28

recursos por los que los agentes sociales disputan y luchan. Es en este punto, donde el autor coincide con Bourdieu4 quien sostiene que la distribución desigual de los diferentes bienes en el espacio físico, por los cuales los grupos sociales entran en pugna, genera, por un lado, diferentes modalidades de apropiación y, por el otro, agrupaciones más o menos concentradas de recursos que, situadas en el espacio físico, distinguen a los que poseen de los des-poseídos. Tenemos entonces que, Los diferentes campos o, si se prefiere, los diferentes espacios sociales físicamente objetivados, tienden a superponerse, al menos de manera aproximada: resulta de ello concentraciones de los bienes más escasos en ciertos lugares del espacio físico (...) que se oponen así en todos los aspectos a los lugares que reagrupan principal y a veces exclusivamente a los más indigentes (suburbios pobres, guetos)5. La segunda dimensión de análisis es la cohesión. Ser de un determinado barrio define tanto una identidad territorial como la pertenencia a un grupo, es decir a una identidad social. Pero para que esta cohesión sea posible, es necesario que el barrio se convierta en una razón de prestigio del grupo, y a la vez sea capaz de crear normas comunes que organicen el sentido de pertenencia al lugar. La tercera dimensión está conformada por el prestigio, las normas, el estilo. Aquí Merklen vuelve a coincidir con Pierre Bourdieu en cuanto que la disposición de un determinado espacio social tiene su correlato más o menos fiel en la estructura espacial-geográfica en la cual se desarrollan las relaciones sociales que constituyen dicho espacio. A partir de cómo se estructura éste –y es sentido común académico argumentar que en nuestras sociedades el modo de producción capitalista recrea jerárquicamente a la sociedad, ya sea económica como socialmente– podemos sostener que el espacio geográfico va a respetar estas diferencias-jerarquías y, fundamentalmente, las va a hacer visibles, pues si bien las jerarquías se expresan en la totalidad de las relaciones sociales, es en lo material, donde éstas cristalizan como una de las más significativas marcas de distinción de aquellos grupos que tienen una posición prevaleciente en el espacio social general: El espacio social reificado (vale decir, físicamente realizado u objetivado) 29

se presenta en consecuencia, como la distribución en el espacio físico de diferentes especies de bienes y servicios y también de agentes individuales y grupos localizados físicamente (en tanto cuerpos vinculados a un lugar permanente) y provistos de oportunidades más o menos importantes de apropiación de esos bienes y servicios (en función de su capital y también de la distancia física con respecto a esos bienes que depende igualmente de aquel). En la relación entre la distribución de los agentes y la distribución de los bienes en el espacio se define el valor de las diferentes regiones del espacio social reificado6. Si en la primera dimensión mencionamos que el territorio es fuente de poder, a partir de que en él existen propiedades intrínsecas por las cuales los individuos disputan, en esta nueva dimensión las marcas de distinción que un grupo posee, a partir de la apropiación diferencial de los capitales existentes en el barrio, sirven para que el grupo social invista al territorio de un poder cuyo control es una objetivación social del grupo. En definitiva, esta dimensión es la que permite a los grupos sociales segregar, separar, clasificar, estratificar social y territorialmente a los nuevos habitantes del barrio como a viejos habitantes que por uno u otro motivo han visto degradada su dotación de capitales. La cuarta dimensión entiende al barrio como una vía de integración a partir de cuatro aspectos: i) como espacio de solidaridades locales organizadas, a veces en relación con otras fuentes de cooperación, como la familia, los partidos políticos o las instituciones religiosas, ii) como espacio de formas específicas de acción colectiva y de articulación en la relación con lo político: es el lugar de las organizaciones barriales, el lugar de la política de base. El barrio suele servir de base a la articulación de conductas que tienen por objeto manifestar en la vía pública; iii) como una forma de lazo entre los individuos y la sociedad: las organizaciones barriales interpelan al Estado e instituciones reclamando su presencia en este territorio condensado en dispensarios, escuelas, seccionales de policía, etc. Así las instituciones, sostiene el autor, no son únicamente recursos movilizables por los individuos, sino que marcan las presencia de la sociedad en el barrio; iv) por último, como soporte a la formación de una identidad. Pertenecer o no pertenecer a determinado barrio puede ser una fuente de orgullo o de vergüenza, puede ser una marca de distinción, tal como mencionamos en los párrafos precedentes.

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El barrio, aproximaciones empíricas A modo descriptivo7 y para situarnos en este espacio recordemos que los primeros datos acerca del asentamiento y afianzamiento del posteriormente llamado El Barrio, se remontan al mes de mayo de 1905; en esa fecha la Compañía Argentina de Seguros contra granizos envió a especialistas a la ciudad de Villa María a mensurar y subdividir un terreno cuya superficie total era de 844 hectáreas y pertenecía a una Compañía de Seguros con domicilio en la ciudad de Rosario. Este terreno se configuraba como una zona densamente boscosa, al menos hasta bien entrado el siglo XX, y en sus principios era conocido como Villa La Barriada. Se extendía hacia el noroeste del casco céntrico de la ciudad8 para quedar delimitado con el paso de los años por la línea demarcatoria imaginaria en forma de triángulo comprendida por la Prolongación Bulevar Rodríguez, Bulevar Francia y calle Castro. Este área, que como mencionábamos tenía características boscosas, contribuyó a abastecer de leña al ferrocarril, y se convirtió en el escenario de uno de los primeros intentos, en el siglo XX, de urbanización de la periferia del casco céntrico de la ciudad. Esta experiencia, según palabras de historiadores locales, sirvió para “...desnudar las contradicciones profundas de una comunidad que, en pleno proceso de crecimiento económico, comenzaba a expulsar hacia la periferia urbana a densos núcleos poblacionales”9, afirmación ésta, en cierto modo inexacta, pues como sostiene Pedernera10, en realidad la mayor proporción de la población que se asentaba en ese predio provenía tanto de la inmigración rural, como de la inmigración extranjera, y eran escasos los que provenían desde el casco céntrico de la ciudad. Aún en la actualidad, nos cuenta una trabajadora social del dispensario municipal, la composición social del asentamiento poblacional es profundamente heterogénea, y sus características marginales se mantienen: (...) la mayoría es gente que siempre vivió acá, pero obviamente siempre hay gente que viene de otros lados... vienen de otros barrios, la mayoría de otros barrios, a veces viene gente de otros lados, de otros pueblos, por ahí viene,... o sea... nosotras... pensá que tenemos la ruta pesada de por medio, donde todo lo que es prostitución está en el Barrio, y el tema prostitución sabe venir gente de otras ciudades... y otra gente que a veces viene, de la 31

zona rural...11 Como ejemplo de este proceso tenemos que en 1911 la Municipalidad tomó la decisión de instalar, en este nuevo sector a los prostíbulos existentes en la ciudad prohibiéndolos en el resto del ejido municipal, lo cual dio lugar a diversas medidas de resistencia vecinales fundadas en lo inapropiado del emplazamiento de los burdeles en esa área debido a la presencia de una escuela en las inmediaciones. Al cabo de varios años de disputas en torno de la instalación, la Municipalidad no dio lugar a los reclamos arguyendo que la escuela se encontraba lejos del sector en el cual se habían instalado, las llamadas por esa época, casas de tolerancia. Identificamos, por primera vez en la trayectoria histórica del barrio, la materialización de una situación que pone de manifiesto cómo una oposición social (que más tarde atravesaría toda la historia de la ciudad) es objetivada en el espacio físico. Las clases acomodadas, que vivían en el casco céntrico de la ciudad, desplazaron hacia la periferia a diversos grupos poblacionales: por un lado, las mujeres en situación de prostitución y, por el otro, a los sectores más pobres, o de inmigración reciente empobrecida. A la vez se apropian del territorio céntrico y de la variedad de recursos ya sean físicos, como institucionales o sociales que en él se inscriben y que de esta manera distinguen a los que viven allí, de los que viven en la periferia, y, consecuentemente, a los que poseen de los que no poseen. La prostitución y la pobreza, actividad y condición históricamente estigmatizadas, reciben una nueva marca, una nueva segregación: la separación territorial que envía a estos grupos sociales a territorios en donde las posibilidades de apropiación de bienes y servicios son muy escasas, a la vez que los circunscribe, separándolos. Por la misma época se produce uno de los primeros reclamos documentados que reflejan las persistentes carencias de esta población. Al encontrarse por fuera de la zona del centro de la ciudad, los vecinos solicitan la prolongación de las vías del tranvía para comunicarse con el casco céntrico, solicitud que fue denegada durante varios años. Ya para el año 1912 el barrio estaba (...) relativamente poblado, prevaleciendo las moradas humildes, de modestos trabajadores, muchos extranjeros y no pocos colonos procedentes del contorno rural de Villa María, que llegaban en procura de trabajo, y 32

apenas si podían subsistir en precarias viviendas caracterizadas por el hacinamiento12. Parte de este proceso migratorio encontraba su causa en la existencia de la denominada feria de Lanusse, que le imprimía al lugar una idiosincrasia propia. Allí arribaban troperos de toda la provincia arreando animales desde o hacia distintos puntos, incluso de la zona serrana. Los habitantes del sector estaban estrechamente relacionados con la actividad de la gente “de a caballo”. Estamos en presencia de un barrio de peones y gente relacionada con el trabajo rural. Por lo demás, la actividad comercial, que en general se encontraba supeditada a la feria, estaba representada por los almacenes de ramos generales, las fondas y bares donde solían descansar los arrieros13. Esta separación de ciertos sectores subordinados14 de población hacia el barrio recientemente conformado, a la vez que es un elemento de distinción para este territorio (distinción positiva para los que viven en el centro; negativa para los que viven en la nueva periferia), se transforma en un importante elemento de cohesión. Inmigrantes, peones de feria rural, algunos comerciantes y prostitutas, paulatinamente constituyen y consolidan una identidad tanto territorial como social en la cual elementos relacionados a la marginalidad, la pobreza y al abandono de parte del Estado cobran una relevancia que marcará para toda su historia a este espacio territorial-social: Las calles anchas donde la arena aún es una charla cotidiana con el trote del caballo, que se recuesta en un paisaje por sectores arbolado, de pronto árido, que tira una jardinera, un alegre arenero y algún que otro sodero, que se resiste a la modernidad, llevando su tracción a sangre. (...) Sólo dos o tres calles asfaltadas en sus comienzos, y luego, la recortada estampa que deja muchos sitios baldíos (...) [El Barrio] es un pueblo aparte...15 Esa idea de pueblo aparte es la que constituyó y aún actualmente organiza la vida y las referencias socio-territoriales de sus habitantes. Se cuela por esta semblanza la idea de desposesión, de desprotección por parte del Estado. No sólo calles sin asfalto y tracción a sangre son la muestra de su identidad, también lo es el hecho de ser pueblo aparte. Pueblo apartado del centro de la ciudad y por consiguiente del centro de acumulación de capitales, porque vale recordar que

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Las grandes oposiciones sociales objetivadas en el espacio físico (por ejemplo capital/provincia) [centro-periferia] tienden a reproducirse en los espíritus y el lenguaje en forma de oposiciones constitutivas de un principio de visión y división, vale decir, en tanto categorías de percepción o evaluación o de estructuras mentales (...)16. Es en este sentido, que la identidad se constituye y refleja en este territorio a partir de la oposición casco céntrico/El Barrio. Este antagonismo funda y organiza las percepciones acerca de la realidad en el vecindario. Alrededor del año 1915 la compañía de seguros La Rural, dueña de la mayoría de los terrenos, llevó a cabo un loteo vendiendo predios de terreno a bajo costo, los cuales fueron adquiridos por algunos vecinos residentes en el hinterland de la ciudad y por inmigrantes recién llegados, en su mayoría italianos. A partir de este loteo el barrio recibió una oleada que en cierta manera configuró su modalidad de crecimiento, caracterizada a partir de sucesivos parcelamientos a bajo costo y las consiguientes migraciones, desde el campo o desde otros sectores de los suburbios, más allá de las ocupaciones irregulares de terrenos17. Ya en el temprano año de 1920, se instaló en la incipiente barriada la Escuela Municipal Mixta Nº 1 que se trasladó con ‘sus muebles y útiles’ desde otro barrio, que contó en sus inicios con una importante afluencia de alumnos, por lo general de bajos recursos y provenientes de El Barrio y de zonas aledañas. Es destacable que la zona mantuvo su aspecto sociogeográfico durante varios años, lo que acentuaba sus rasgos de periferia; en términos generales era una (...) Zona de exuberante vegetación, y manchones boscosos, (que) mantuvo esas características durante muchos años, a pesar de que fuera asiento de numerosas familias de trabajadores que ocupaban terrenos y levantaban precarias viviendas, sin que mediaran, generalmente, protestas de los propietarios que habían dejado poco menos que libradas a su propia suerte estas tierras de escaso valor, caracterizadas como colonia rural para evitar el pago de impuestos municipales, pero que, tampoco recibían ningún servicio18. Este escenario se desarrollaba en un contexto en el que las autoridades 34

municipales no tenían un conocimiento acabado de la situación legal de la tenencia de la tierra, de los planos del lugar, ni de la situación de los pobladores, lo que permitía que las ocupaciones de tierras se sucedieran sin demasiados problemas para sus ocupantes. Es notable como una barriada que se encontrara relativamente cercana al centro de la ciudad y ya tenía más de treinta años, aún no contaba con los mínimos servicios que la municipalidad podía y debía prestar por esa época. Es recién a partir de la década del ‘30 del siglo pasado que el Estado comienza a prestar algunos servicios al barrio, luego de ejecutar el trazado de calles y algunos desagües, fundamentalmente en la zona más cercana al casco céntrico. En este sector la edificación se encontraba más cohesionada, “...frente al desperdigado caserío que se levantaba a sus espaldas entre montes, baldíos y manchones de árboles talados”19. En ésta década también se crea la primera Comisión Vecinal Municipal, similar en sus funciones a los actuales ‘centros vecinales’. Simultáneamente con esta creación surgen en el barrio diversas instituciones, fundamentalmente clubes20. Esta etapa puede ser denominada como de consolidación comunitaria; a partir de los aportes municipales en materia de servicios y de la mayor organización vecinal, sea en términos de clubes, sociedades de fomento, o diversas agrupaciones sociales y según archivos de la época, ya contaba con transporte colectivo diario que lo vinculaba por primera vez y de manera constante y sistemática con el centro y otros barrios de la ciudad; también por esta época la municipalidad instala los primeros focos del alumbrado público, cambiando un poco el aspecto del barrio. A fines de los ‘40 también surge un club: el Club Vecinal Juan Domingo Perón, que como su nombre lo indica, reunía a grupos de seguidores del entonces presidente. Si en un principio el territorio hizo las veces de ligazón para la cohesión interna de ese grupo social, con el correr de los años se constituyó en una vía de integración local de los sujetos a partir de dos aspectos: por un lado, a partir de la creación de instituciones comunitarias como clubes o asociaciones, el barrio deviene en el espacio de ciertas formas específicas de acción colectiva: peticiones al municipio, protestas, marchas, solicitadas demandando mejoras en los servicios públicos. Es en definitiva el lugar de las organizaciones barriales. Por otro lado, este espacio favorece la consolidación de una forma de lazo entre los individuos y la sociedad. El reclamo por la escuela, por la pavimentación, por el alumbrado o por el 35

transporte público de pasajeros es una manera de interpelar al Estado y su presencia en lugares en donde éste no llega. Como sostiene Merklen, las instituciones no pueden ser consideradas sólo como recursos que los habitantes tienen a su disposición, también cristalizan la presencia de la sociedad en el barrio, del espacio social general en un espacio social determinado. En esta etapa, el territorio logra consolidar una densidad institucional importante que lo independiza relativamente de la pugna por recursos existentes en el centro –más allá de los reclamos constantes al municipio en pos de mejoras en los servicios públicos. Esta situación ayudó a consolidar cierta identidad que, como decíamos antes se desarrolló por esta época, pero, paradójicamente, la organización barrial que derivó con el tiempo en la mayor fortaleza y consistencia de las demandas ante el Estado, devino en una mayor integración con el resto de la ciudad. El perfil cambia cuando, entre los ‘50s y ‘60s, se producen nuevos loteos que culminan dando al barrio sus características actuales. En este loteo se congregan sectores de clase media baja y baja, quienes llegan motivados por tres factores: el precio accesible de los predios, su cercanía al centro y una pequeña disponibilidad de infraestructura. A partir de los años ‘60 cobra cierta relevancia el accionar del recién constituido Centro Vecinal que moviliza las constantes e históricas demandas de los vecinos acerca de la pavimentación de las calles, alumbrado público, sitios baldíos, red de agua, entre las múltiples deficiencias que el sector tenía. A principios de los años ‘70 se construyó la ruta de tránsito pesado, habitualmente denominada ‘ruta pesada’ que une las rutas nacionales número 9 y 158 y atraviesa el territorio de El Barrio. Este nodo vial se constituyó en el centro de una importante afluencia de vehículos, principalmente camiones, y con el paso de los años la mayoría de los prostíbulos de la ciudad fueron afincándose sobre uno u otro costado de la ruta, en terrenos del barrio, lo que terminó de delimitar ciertos rasgos característicos y contribuyó a afirmar una identidad de barrio marginal. El paso de la ruta y el posterior afincamiento de la mayoría de los burdeles de la ciudad agregan una nueva marca, que funciona como signo de distinción negativa generando una fractura dentro de la ciudad. Si bien el barrio se extiende dos cuadras más allá de la frontera establecida por la 36

ruta pesada, los vecinos no lo reconocen como perteneciente al mismo espacio social; y separan en su imaginario lo que cristalizan en la realidad. (...) la gente que está allá es muy numerosa, es donde hay muchísimos chicos y un poco también que ellos se aíslan un poco, ellos mismos se aíslan, pero….Es decir, de haber problemas, no. Peleas, todo eso, no hay. Pero, ellos están, como decir, se encierran ellos21. Se reproduce el proceso que en un principio segregó a las prostitutas a los confines de El Barrio y actualmente las sitúa a lo largo de la ruta pesada. Esta situación genera a su vez la desvalorización de los capitales infraestructurales de esta área urbana. A la vez la estructura de los capitales del espacio social que diferenciaba al centro respecto de este territorio, se reproduce también hacia el interior del mismo: la ruta pesada oficia de límite en el cual ‘los del otro lado de la ruta’ poseen menos servicios públicos, menos acumulación de capitales, menos infraestructura en general: El espacio social tiende a reproducirse, de manera más o menos deformada, en el espacio físico, en forma de una determinada combinación de los agentes y las propiedades. De lo que resulta que todas las divisiones y las distinciones del espacio social (arriba/abajo, derecha/izquierda, etcétera) se expresan real y simbólicamente en el espacio físico apropiado como espacio social codificado (...)22. Durante los años ‘80 resurgen el vecinalismo y las pujas políticas por la presidencia del Centro Vecinal, en consonancia con el nuevo proceso de apertura democrática que envolvía a nuestro país. Esta situación moldeó la vida barrial hasta entrados los años noventa, sin embargo a pesar de que por el Centro Vecinal transitaron dirigentes de diferente sesgo ideológico, el carácter carenciado no cambia. Los servicios públicos fueron proporcionados por la municipalidad en cuentagotas, ya sea alumbrado, agua potable o pavimentación. Lo mismo sucedió con las líneas de transporte urbano de pasajeros que con una frecuencia intermitente provocaban las quejas de los vecinos. Aproximadamente entre 1983 y principios de los ‘90, el barrio se constituye como un punto de apoyo para la estructuración de solidaridades locales y para la movilización colectiva. La acción de las organizaciones 37

vecinales fue muy intensa por esta época y las demandas al Estado fueron constantes. Es en esta etapa, donde en cierto modo culmina el proceso de integración al resto de la ciudad, en tanto que las instituciones estatales presentes terminan de consolidarse y sus límites comienzan a hacerse más difusos. En los años ‘90 se produce una pequeña oleada inmigratoria, situación producida por diferentes motivos, entre los cuales se destaca la depreciación del valor del suelo, en ese sector y en general, como la devaluación del costo de los alquileres, lo que permitió que familias de bajos recursos se asentaran en el lugar consolidando nuevamente las características sociodemográficas del territorio local, como las de un barrio pobre. Sostenemos junto con Merklen que en este momento de la historia, frente a los procesos de empobrecimiento y de desafiliación en términos de trabajo, muchos de los habitantes encontraron su principal refugio en esta área; es decir, se convirtió en un lugar de repliegue. Este proceso se desarrolla y consolida como parte de una estrategia de los sectores populares frente al vacío dejado por las instituciones y la falta de trabajo.

La cosificación de lo social23 Actualmente, a partir de un análisis de documentos y de datos provistos por el Estado Municipal y diversos entes que prestan servicios públicos en la ciudad y en el barrio, identificamos tres zonas diferentes (Ver Anexo I). Estas observaciones fueron completadas con los datos proporcionados por diferentes instituciones de la ciudad respecto a aquellos servicios que no estaban disponibles directamente a la observación. Las zonas que construimos se definen geográficamente como: Zona A: está ubicada al Suroeste de la calle Pájaros y al Noreste de Bv. Madrid Zona B: está ubicada al Suroeste de la calle Intendente Barros y al Noreste de la calle Pájaros. Zona C: está ubicada al Suroeste de la calle Intendente Castro y al Noreste de la calle intendente Barros. 38

En el Cuadro Nº 1, se resumen las características de cada una de estas zonas en base a tres variables: instituciones, servicios y características de las viviendas.

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Se suman los criterios que se establecieron para delimitar las zonas A, B y C: la distribución de los servicios y bienes públicos y su disposición en el espacio físico, las características de las viviendas, y la concentración de instituciones sociales. Es notable que la zona A cuenta con el acceso a todos los bienes y servicios públicos, a la vez que sus viviendas tienen una infraestructura de bienes que son más costosos y con una mayor densidad comercial. Esto pone de manifiesto, por su ubicación, otra de sus características que es la cercanía al centro y la posibilidad de comunicación con el resto de la ciudad y otras ciudades por ser un cruce de rutas. Por el contrario, en la zona C se percibe la ausencia de la mayor parte de los servicios públicos; sólo está pavimentada la ruta de transito pesado y únicamente tiene acceso toda la zona al servicio de gas. Las casas son de planes habitacionales públicos y en general de materiales de bajo costo. La ruta pesada funciona como frontera de diferenciación física y simbólica en el sector. La zona B tiene características de transición de ambas zonas. Su particularidad es que se encuentran en ella la mayor parte de las instituciones de base barrial. Asimismo, esta área es similar a la de la zona C en cuanto que las calles no se encuentran asfaltadas. La acumulación de bienes y servicios en un espacio geográfico determinado supone, como regla general, la concentración de capital económico de la población que allí se sitúa. En el caso de El Barrio, y entendiendo la correspondencia existente entre el espacio físico y el espacio social, se entiende que la posición socio-económica de los agentes tenderá a descender desde el vértice formado por el Bv. Sur y el Bv. Rodríguez hacia la frontera con el barrio VM24. En palabras de Bourdieu (...) El poder sobre el espacio que da la posesión de capital en sus diversas especies se manifiesta en el espacio físico apropiado en la forma de determinada relación entre la estructura espacial de la distribución de los agentes y la estructura espacial de la distribución de los bienes o servicios, privados o públicos25. En tanto cuerpos, los agentes, al igual que las cosas, están situados en un lugar y ocupan un sitio. El lugar es definido como el espacio físico en el que están situados un agente o una cosa, ya sea como localización, ya sea 40

como posición. El sitio es definido como la extensión, la superficie y el volumen que un agente o cosa ocupa en un espacio físico. Los agentes sociales, en cuanto se apropian de las cosas, están posicionados en el espacio social, posición relativa que se define en relación a las otras posiciones. Así, el espacio apropiado funciona como una especie de simbolización del espacio social. Como planteamos previamente, una de las particularidades distintivas de El Barrio es que por ecuador tiene a la ruta de tránsito pesado. Este mojón marca una división dentro del vecindario; ya que las características visibles del espacio físico de uno y otro lado, son dispares. Es decir que los bienes y servicios que se encuentran en juego son distribuidos y acumulados de diferente manera. Este sector se caracteriza por ser el nodo donde se nuclean las mujeres que entre sus estrategias de sobrevivencia incluyen actividades relacionadas con la prostitución. Esta situación actúa como determinante, en las propias percepciones de los agentes, de lo que está incluido y lo que no; de lo que forma parte del barrio y lo que se encuentra fuera de sus límites. Esto se debe a que se ubica a la ruta, en su integridad y a las cuadras que están al Noreste de esta, como pertenecientes a un barrio con otras características de pobreza más marcadas, como lo es el VM. Ahora bien, el espacio físico, en cuanto espacio social objetivado, se reproduce subjetivamente en los habitus, en forma de categorías de percepción y evaluación. En palabras de Bourdieu: (...) La incorporación insensible de las estructuras del orden social se cumple, en buena medida, a través de la experiencia prolongada e indefinidamente repetida de las distancias espaciales en que se afirman determinadas distancias sociales, y también, más concretamente, a través de los desplazamientos y movimientos del cuerpo que estas estructuras sociales convertidas en estructuras espaciales, y con ello naturalizadas, organizan y califican socialmente como ascensión o declinación, (...) entrada (...) o salida (...), acercamiento o alejamiento con respecto a un lugar central y valorizado26. Es en este sentido, que la ruta de tránsito pesado es una frontera tanto física como simbólica que constituye un límite que condiciona a los agentes a percibir sus diferentes posiciones respecto a otros agentes que conforman 41

este vecindario, percepciones éstas íntimamente relacionadas con los capitales propios y de los otros (bienes y servicios disponibles en el espacio geográfico en que se encuentran situados). 1 Esta sección del capítulo es parte del Trabajo Final de Grado: Religiosas y Prostitutas: Redes, Estrategias y Reconocimiento. Autor: Damián P. Truccone 2 Ejemplos de estos estudios se encuentran en Seman, P., Bajo Continuo. Exploraciones Descentradas sobre Cultura Popular y Masiva. Buenos Aires, Gorla; Catullo, M., Ciudades Relocalizadas. Una Mirada desde al Antropología Social. Buenos Aires, Biblos, 2006; Merklen, D., Pobres Ciudadanos. Las clases populares en la era democrática (Argentina, 1983 – 2003), Buenos Aires, Gorla, 2005; Kessler, G., Sociología del delito amateur, Buenos Aires, Paidos, 2004; entre otros. 3 MERKLEN, D., Pobres ciudadanos..., Op. Cit., pág. 164. 4 BOURDIEU, P., La miseria del mundo, Op. Cit. 5 Ibídem, págs. 120-121. 6 Ibídem, pág. 120. 7 Las referencias empíricas relacionadas a calles, nombres propios, etc. han sido modificadas. 8 La extensión geográfica de la ciudad desde su fundación en 1867, hasta bien entrado el siglo XX se mantuvo en los límites fijados en su fundación; es decir el espacio existente dentro del cuadrilátero formado por los actuales bulevares Sarmiento / Cárcano - Italia / Vélez Sarsfield / EspañaAlvear. 9 CALVO, B., Historia de Villa María y sus barrios, Legislatura provincial de Córdoba, 1989, pág. 1999 10 PEDERNERA, J., Historia de la ciudad de Villa María, Centro de Investigaciones Históricas Ramón J. Cárcano de la Escuela Normal Víctor Mercante en Villa María, 1970, Argentina. 11 Entrevista grabada realizada por el grupo de investigación a la 42

Trabajadora Social del Centro de Salud, año 2005. 12 CALVO, B., Historia de Villa María y sus barrios, Op. Cit., pág. 200. 13 Diario Noticias del Centro de la República, sábado 14 de enero de 1989, pág. 17. 14 Desde la visión de los sectores dominantes a la hora de la apropiación de los recursos socialmente producidos. 15 El Diario del Sur de Córdoba, Edición del viernes 24 de julio de 1987. 16 BOURDIEU, P., La miseria del mundo, Op. Cit., pág. 121. 17 Era común por esa época que familias llegadas desde otros sectores de la provincia o de otras provincias se instalaran en terrenos del barrio en calidad de ocupadores ilegales, sin que ello les generare mayores reclamos por partes de sus propietarios legales, o por parte de las autoridades municipales. 18 CALVO, B., Historia de Villa María y sus barrios, Op. Cit., pág. 200 19 Ibídem, pág. 201 20 En el año 1933 se fundó el Club Peñarol, en 1934 el Club Belgrano y unos años después se fundó el Club Boca Juniors. 21 Entrevista al Presidente del Centro Vecinal de el Barrio, 2005 22 BOURDIEU, P., La miseria del mundo, Op. Cit., 1999, pág. 178. 23 Este apartado se trabajó en base a la ponencia presentada en el VIII Congreso Argentino de Antropología Social, Salta, 2006: Espacio Social y espacio físico: el caso de un barrio de la ciudad de Villa María. González, Marilina; Ghione Pablo y Apaz Martín. 24 Nota: nombre ficticio. 25 BOURDIEU, P., La miseria del mundo, Op.Cit., pág. 120. 26 Ibídem, pág. 120.

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Capítulo III - Clases y enclasamientos Paula Pavcovich - Graciela Guerrero - Carlos Varetto - Damián Truccone La tipología “pobres, no-pobres”, lejos está de homogeneizar situaciones objetivas de vida; contrariamente, al ser confrontada con los datos empíricos desde la teoría de los campos, evidencia las situaciones de heterogeneidad y la consecuente necesidad de particularizar determinadas experiencias que remiten a la comprensión de un sentido práctico, el cual si bien se sostiene en una lógica estructural, no deja de contemplar posibilidades abiertas por las estrategias de reproducción social en espacios singulares. Los principios que estructuran las acciones en el espacio de la pobreza necesariamente deben ser puestos en relación con el espacio de la no pobreza, si consideramos que las clases sociales deben ser “construidas” como clases de condiciones de existencia producto de la desigual distribución de recursos valorados1 –tanto material como simbólicamente. De tal manera, resulta fundamental recuperar el concepto de campo social de la teoría bourdieuana, como “espacios de juego históricamente constituidos con sus instituciones específicas y sus leyes de funcionamiento propias”2, espacios que relacionan a los agentes sociales, “sede de la coexistencia de posiciones sociales, de puntos mutuamente exclusivos que, para sus ocupantes, originan puntos de vista”3. Existen campos sociales diversos según los capitales fundantes que en ellos se ponen en juego: campo económico, campo cultural, campo religioso, campo político, etc. Tal como reconstruye el concepto Gutiérrez4, todo campo: i) se presenta como sistema de posiciones y relaciones entre posiciones; ii) se define por aquello que está en juego, generando intereses propios de ese campo y no de otro; iii) representa un estado de la distribución del capital que allí se valoriza; 44

iv) se estructura a partir del estado presente de esas relaciones de fuerza; v) es el espacio de las luchas sociales destinadas a conservar o transformar la estructura de la distribución del capital; vi) los agentes sociales que participan en el campo, coinciden en el valor que dan al objeto de lucha (al capital), así como al juego, las apuestas, los compromisos; vii) su dinámica es la de las luchas en torno a la posibilidad de acumular el capital específico, por la que se producen constantes definiciones y redefiniciones y viii) los límites que especifican la autonomía relativa de los campos, pueden redefinirse como resultado de la dinámica explicitada en los ítems anteriores. Los campos configuran escenarios singulares a partir de las formas que asumen las relaciones de clase hacia el interior de cada uno y en el marco del espacio social general, en virtud de lo cual se estructuran las interacciones particulares que fenoménicamente asumen la forma de “redes”, las cuales vehiculizan los intercambios entre clases pobres y entre clases pobres y clases no-pobres. Recordemos que desde ésta perspectiva es fundamental considerar la composición patrimonial que da origen al enclasamiento que, en nuestras sociedades, corresponde a la posesión de dos tipos de bienes fundamentalmente valorados: el capital económico y el capital cultural (a los que pueden dar un rendimiento diferencial el capital social y el capital simbólico). A su vez: (...) Las diferencias que tienen como base el volumen global del capital disimulan casi siempre, tanto para el conocimiento común como para el conocimiento “erudito”, las diferencias secundarias que, dentro de cada una de las clases definidas por el volumen global de su capital, separan distintas fracciones de clase, definidas por unas estructuras patrimoniales diferentes, es decir, por unas formas diferentes de distribución de su capital global entre las distintas especies de capital. Tomar en cuenta la estructura del patrimonio [...] es conseguir el medio de proceder a unas divisiones más precisas(…)5. Del mismo modo, no deben dejar de considerarse aquellas propiedades auxiliares relacionadas con la distribución de los agentes sociales en el espacio geográfico, como el sexo, la edad, la nacionalidad, etc. 45

Así tenemos que las relaciones sociales no son relaciones personales, sino relaciones entre posiciones, las cuales se definen a partir de los capitales acumulados por agentes (individuales, familiares o colectivos)6. El campo, entonces, como representación del espacio social permite recortar sectores que comparten situaciones objetivas de vida y que por ello probablemente comparten intereses similares y en virtud de ello disposiciones a actuar equivalentes7. La construcción teórica de las clases sociales no sólo evidencia un espacio social multidimensional, sino también un espacio atravesado por dos temporalidades que deben ser pensadas a fin de explicitar los condicionamientos (como límite y como posibilidad) de las prácticas sociales. Estas dimensiones abren las puertas a la sociologización de la clasificación, pues habilita la construcción de (...) un conjunto de rasgos comunes y distintivos [que permiten] luego extraer de ellos mas allá de los atributos más comunes y de las diferencias más sutiles, aquellos que justifiquen la construcción de […] tipos sociales, de prácticas, de actitudes, de estrategias, de representaciones8, que nos posibilitan comprender y explicar si las prácticas sociales individuales remiten a uniformidades o si presentan discontinuidades en relación a las trayectorias sociales colectivas a la que pertenecen por su origen común.

El Barrio: volumen de capital y posición en el espacio social global En una primera aproximación analizamos los recursos sociales disponibles, fundamentalmente en términos de capital económico y cultural, para establecer el volumen y estructura de éstos, teniendo en cuenta que son dimensiones básicas para explicar las prácticas de los agentes en las estrategias de reproducción social de este espacio socio-geográfico. Consideramos las variables que informan sobre capital económico (vivienda: propiedad y calidad de su construcción, acceso a servicios 46

públicos, ingresos monetarios, ingresos no monetarios) y capital cultural (educación formal e informal), para construir los grupos -clases de grupossegún la estructura patrimonial poseida. La “clasificación”9 por clases de condiciones de existencia permite, por una parte, conocer tanto los niveles de pobreza en la que viven estas familias, como los condicionamientos que operan en las interpretaciones sobre el barrio como espacio de vida y la intervención institucional. Por otra parte, posibilita enmarcar a esta población dentro de las situaciones que caracterizan a amplios sectores de la población argentina afectada por las políticas características de la década del ‘90 que profundizan las privaciones de los que menos tienen e incorporan a los nuevos pobres.10 En nuestro recorte empírico este fenómeno se reafirma si consideramos que las tres cuartas partes de las viviendas de El Barrio pertenecen a sus habitantes (el resto está distribuido entre alquiladas, prestadas y ocupadas)11. En este sentido, tanto las variables de propiedad de la vivienda como las condiciones materiales de las mismas nos podrían conducir a la errónea impresión de que las condiciones socioeconómicas de esta población no se corresponden con las carencias asociadas a la pobreza. Sin embargo, el acceso a servicios públicos revela situaciones que relativizan la propiedad de la vivienda como indicador de “no – pobreza”. El 40% de la población no está conectada a la red de gas y utiliza gas envasado, si bien la misma llega a todo el barrio. El 55% de los vecinos no posee agua de red, ni cloacas (utilizan bombeador y pozo negro), aunque en este caso la red no está disponible para todo el asentamiento. En el mismo sentido, llama la atención que el 30% de las unidades domésticas analizadas recibe ayuda social alimentaria (bolsones y leche). No casualmente el 5% del total de estas familias presentan situación de indigencia o muy cercanas a ésta, y un 50% vive con ingresos inferiores a $850 lo que nos acercaría a la categoría de pobreza definida por el INDEC.12 De tal modo, este grupo poblacional que integra El Barrio se ubica en una posición desventajosa en la acumulación de capital económico dentro del espacio social global. Asimismo, se encuentra en posición subordinada con respecto a las posibilidades objetivas de acumulación de capital cultural. Esto es posible observarlo a través de los datos que muestran los niveles de escolarización alcanzados. 47

Tabla Nº 1: Nivel de escolarización alcanzado por los habitantes del barrio

De las 141 unidades domésticas analizadas, casi el 70% del grupo de padres y madres no finalizó el nivel secundario y de este grupo, más del 27% ni siquiera concluyó el primario. Por otra parte, quienes pudieron continuar el camino en la educación formal (universitario o terciario – completo o incompleto–) representan sólo el 10,5% del total del grupo de responsables de la reproducción de las unidades domésticas. Estos porcentajes se encuentran por debajo de la media de escolarización de la ciudad, poniendo en relieve la posición de subordinación de los habitantes de este espacio socio-territorial en el campo donde prima la lucha por la acumulación de los bienes culturales. Al observar estos valores de manera desagregada según sexo, pudimos comprobar que no afecta de la misma manera a las mujeres que a los hombres, siendo estos últimos los menos dotados de capital cultural acreditado por la educación formal. Hasta el nivel primario incompleto, los valores de ambos permanecen bastante parejos, pero a partir de este nivel, la mujer llega a registrar mayores niveles en total alcanzados. Esta brecha entre los niveles de educación se amplía aún más a partir del secundario completo. Gráfico Nº 1

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Nota: la población objeto corresponde solamente a aquellos hombres y mujeres adultos que en pareja o en forma individual se responsabilizan por la reproducción de la unidad familiar. De lo anterior podemos inferir, de acuerdo a nuestro posicionamiento teórico, que esta cristalización de la diferente apropiación de capital cultural entre hombres y mujeres responde a prácticas derivadas de trayectorias objetivas que limitan las estrategias de reproducción de los miembros de las unidades domésticas: ante la escasez de capitales económicos en los ámbitos familiares en situación de pobreza, es el hombre el que debe abandonar los estudios para parar la olla.

Análisis de Correspondencias Múltiples (HOMALS)13 Para llevar a cabo un análisis complejo de nuestros datos, recurrimos a la estadística y elaboramos un Análisis de Correspondencias Múltiples. Las variables que incluimos son: i) Cantidad de Habitantes del Hogar, ii) Servicios de la Vivienda, iii) Nivel de Ingresos del Hogar, iv) Propiedad de la Unidad Habitacional, v) Equipamiento Doméstico, vi) Ingresos no Monetarios, vii) Acceso a Mecanismos Formales de Crédito, viii) Nivel de Escolarización del Hombre, y ix) Nivel de escolarización de la Mujer. 49

Se predeterminó una solución con dos dimensiones para poder facilitar la interpretación gráfica del análisis. En total, se trataron 141 casos. El porcentaje de ajuste del modelo es del 58,50%14. Este valor indica el porcentaje de la variabilidad total de los datos que explica el modelo. Las dos dimensiones propuestas explican bajas proporciones de información categórica, una de ellas, la primera, el 34,8% y la segunda 23,7%. Esto indica que la separación en dos grupos (dimensiones) no es lo suficientemente clara, es decir que comparten prácticamente la misma importancia. Lo que significa que en realidad no hay variables que alcancen a discriminar bien en un grupo y en el otro no (resultado esperado). Podemos afirmar que las variables Nivel de ingresos, Equipamiento doméstico, Ingresos no monetarios, Acceso a mecanismos formales de crédito y Nivel de escolarización del hombre discriminan en la primera dimensión. Las variables Nivel de escolarización del hombre y Nivel de escolarización de la mujer tienen valores similares en ambas dimensiones y, por lo tanto, son bien explicadas en las dos dimensiones. Las tres variables restantes -Cantidad de habitantes, Propiedad de la unidad doméstica y Servicios- aportan poco a la separación de los grupos porque prácticamente sus inercias son las mismas en ambas dimensiones. Más allá de los resultados estadísticos obtenidos, es menester recordar que el ACM, como sostiene Baranger15, brinda una representación del tipo de relaciones en las que Bourdieu ha elegido centrarse16. Las posiciones de los individuos –o de categorías de individuos– en un plano factorial sólo expresan las relaciones que mantienen estos con el conjunto de modalidades que componen las variables que se han utilizado para realizar el ACM. El campo, entonces, como representación del espacio social, permite recortar sectores que comparten situaciones objetivas de vida y que por ello probablemente comparten intereses similares y en virtud de ello disposiciones a actuar equivalentes. Como afirmáramos precedentemente, las relaciones sociales no son relaciones personales, sino relaciones entre posiciones, que se definen a partir de los capitales acumulados por agentes (individuales, familiares o colectivos). Así, las relaciones de proximidad-alejamiento en el plano no representan relaciones interpersonales entre los individuos, sino que se 50

trata efectivamente de relaciones objetivas, en el sentido de Bourdieu. Desde esta perspectiva, nos situamos para llevar a cabo el análisis de los resultados del ACM. El Cuadro 1 nos muestra un espacio social, en un primer abordaje, homogéneo. En nuestro caso, homogéneo en la pobreza. Las categorías de las variables analizadas se agrupan en una especie de óvalo apretado que da cuenta de esta homogeneidad. Cuadro Nº 1

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Sin embargo, dentro de estas situaciones de pobreza, es posible distinguir dos sub-grupos (cuadro 2), en los que de alguna manera se describen las posiciones objetivas de las unidades familiares del barrio.

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Cuadro Nº 2

Hemos resaltado las categorías relacionadas con el ingreso ya que como hipotetiza Alicia Gutiérrez17, un mínimo umbral de capital económico es necesario para desarrollar estrategias de acumulación de capital en diferentes campos. Observamos que las categorías que agrupan las unidades familiares según ingresos por sobre el umbral de capital económico muestran, en el plano factorial, una importante cercanía a categorías relacionadas con dotaciones mayores de capital cultural. A la inversa, aquellas categorías que poseen valores menores al umbral mínimo de capital económico (y de posesión de bienes y servicios) tienen cercanía a 53

aquellas relacionadas con escasa dotación de capital cultural. Las categorías se agrupan de esta manera: Tabla Nº 3:

Y la distribución en el plano factorial toma la siguiente forma (Cuadro 3). Cuadro Nº 3

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Ahora bien, en el nivel estadístico el ACM no explica, sólo describe relaciones entre categorías pero para Bourdieu describe las posiciones y relaciones objetivas de los agentes en un espacio social determinado. Queda a la teoría social el explicar cuáles son los causales de esta particular disposición espacial de las categorías; y análogamente de la configuración del espacio social. Continuando con lo propuesto por Gutiérrez18 comprobamos que mientras el volumen de capital económico que se posee es menor, habría una mayor tendencia a la diversificación de estrategias en el campo económico, al menos hasta un nivel que asegure la subsistencia de la familia. Esta hipótesis es una herramienta que nos permite comprender la cercanía de las categorías relacionadas con la recepción de leche y/o bolsón alimentario respecto a aquellas que hacen referencia a ingresos inferiores a la línea de pobreza. Es decir, las unidades domésticas con escaso capital económico tienden a aumentarlo mediante transferencias formales no monetarias, la leche y el bolsón mencionado arriba. Dada la gran cantidad de variables incluidas en el primer ACM, decidimos realizar una nueva configuración centrándonos sólo en aquellas que hemos considerado más significativas. Las variables que incluimos en este nuevo análisis son: i) Nivel de Ingresos del Hogar, ii) Ingresos no Monetarios, iii) Nivel de Escolarización del Hombre y iv) Nivel de escolarización de la Mujer. Al igual que en el anterior plano factorial se predeterminó una solución con dos dimensiones para poder facilitar la interpretación gráfica del análisis. En total se trataron 141 casos. El porcentaje de ajuste del modelo es muy bueno y mayor a la anterior elaboración, el 96%. Las dos dimensiones propuestas para el modelo explican bajas proporciones de información categórica, una de ellas, la primera, el 34,8% y la segunda 23,7%. Esto indica que la separación en dos grupos (dimensiones) no es lo suficientemente clara, es decir ambas dimensiones comparten prácticamente la misma importancia. Lo cual confirma la homogeneidad existente dentro del barrio que analizamos. En el Cuadro 3 se puede observar a un pequeño grupo que reúne a los que 56

ganan hasta $400 y reciben como ingreso no monetario la leche, además tanto en el hombre, como en la mujer, no se registran datos de escolaridad (recordemos que nos referimos a hombres y mujeres adultos que en pareja o en forma individual se responsabilizan por la reproducción de la unidad familiar). El grupo central se mantiene, más o menos como ocurrió antes. Permanece la cercanía de quienes ganan menos de $850 con el nivel primario incompleto (tanto hombres como mujeres) y con “sin estudios” (no se registran casos con estudios universitarios, ni terciarios). A su vez, este grupo refuerza sus estrategias de acumulación de capital económico con dos tipos de ingresos no monetarios: bolsones alimentarios y/o leche. El subconjunto que obtiene como ingreso más de $850, se encuentra relacionado a estudios de nivel terciario y universitario, nivel medio completo y sólo algunos que pertenecen a niveles educativos menores. Por otra parte, las estrategias económicas de este grupo no están asociadas a la obtención de ingresos no monetarios. De tal modo, hemos corroborado de manera más precisa, cómo la posibilidad de la superación de cierto umbral económico permite a los agentes implementar estrategias en otros campos (principalmente el cultural o de educación formal), a la vez que mantienen prácticas no diversificadas en el campo económico. A la inversa, aquellos que no han podido superar el ya nombrado umbral se orientan a obtener ingresos no monetarios, diversificando su actuación en el campo económico y no participan diversificando sus estrategias en otros campos. 1 En este sentido, se debe construir “un espacio cuyas tres dimensiones fundamentales estarían definidas por el volumen del capital, la estructura del capital y la evolución en el tiempo de estas dos propiedades (puesta de manifiesto por la trayectoria pasada y potencial en el espacio social), obedeciendo así a la preocupación por recomponer las unidades más homogéneas desde el punto de vista de las condiciones de producción de los habitus, es decir, bajo el aspecto de las condiciones elementales de existencia y de los condicionamientos que éstas imponen.” BOURDIEU, P., La distinción, Op. cit, pág. 103. 2 GUTIÉRREZ, A., Pierre Bourdieu. Las prácticas sociales, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1994, pág. 31.

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3 Ibídem, pág. 31. 4 Ibídem, pág. 31. 5 BOURDIEU, P., La distinción, Op. Cit., pág. 104. La cursiva es nuestra 6 En ese sentido, los capitales no deben ser considerados como “una cosa”, sino como “relaciones sociales”, desde este marco Bourdieu, “continúa basándose en una característica definitoria de la concepción marxista: el hecho, evidente para cualquier lector no desprevenido de Marx, de que el capital, antes que como una cosa, debe ser considerado como una relación social. Así Marx afirmaba en Trabajo asalariado y capital: «Una máquina de hilar algodón es una máquina para hilar algodón. Sólo en determinadas condiciones se convierte en capital (...) el capital es una relación social de producción» (1974: 162-3)”, BARANGER, D., “Sobre estructuras y capitales: Bourdieu, el análisis de redes y la noción de capital social”, Ava N° 2, Universidad Nacional de Misiones, Misiones, 2000. 7 Sin embargo, en este nivel, debemos cuidarnos de confundir “clase teórica” con grupo movilizado en defensa de sus intereses, como afirma Bourdieu: la clase teórica es una clase probable. 8 COMBESSIE J., El método en Sociología, Córdoba, Ferreyra Editor, 2005, pág. 96. 9 Baranger aclara que el término classement no puede traducirse literalmente del francés al español “en tanto su sentido excede el de una simple “clasificación” (classification). Classement implica también la idea de una posición dentro de un orden, de un ordenamiento jerárquico, o sea la atribución de un rango según el mérito o el valor del individuo. 10 Seguimos en esto a MINUJIN, A. (et. al.), Cuesta Abajo. Los nuevos pobres efectos de la crisis en la sociedad argentina, Buenos Aires, Losada, 1997. 11 Situación que como explicitamos en el Capítulo II se vio favorecida por loteos de bajo costo. No pudimos constatar la posesión efectiva de títulos de propiedad. 12 De todas formas, las unidades que obtienen un ingreso superior a los $850 presentan características que desde un análisis sociológico resultan 58

difíciles de encuadrar en una “categoría estadística” (los “pobres” según el INDEC). En ese sentido el abordaje cualitativo permite completar el posicionamiento de estas clases y su relación con el espacio social global, fundamentalmente, de la misma ciudad de Villa María, año 2005. 13 Nos valemos de la asistencia del programa SPSS para su realización. 14 Los valores normales en estudios sociales oscilan entre el 60 y 70%, pero podría considerarse en el límite inferior. 15 BARANGER, D., Epistemología y Metodología en la obra de Pierre Bourdieu, Buenos Aires, Prometeo Libros, 2005. 16 Es una técnica relacional de análisis de datos cuya filosofía corresponde exactamente a lo que es, en mi opinión, la realidad del mundo social. Es una técnica que piensa en términos de relaciones, como precisamente intento hacerlo con la noción de campo, BARANGER, D., Epistemología y ..., Op. Cit. 17 GUTIÉRREZ, A.,“Vivir y sobrevivir en Altos de Yapeyú, acerca de la diversificación de las estratégias de reproducción social”, en Estudios, revista del CEA, Nº 78, junio 1996-junio 1997 18 Ibídem.

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Capítulo IV - Modalidades de reproducción social: precisiones conceptuales Paula Pavcovich Si consideramos que la mayoría de las unidades domésticas de este barrio desarrollan estrategias cotidianas que parten de situaciones de pobreza por el escaso capital económico y cultural del que disponen1, el problema entonces remite a indagar sobre aquellas prácticas asociadas a la posibilidad de acceder a recursos sociales alternativos. Es por ello que tomamos el concepto de capital social, para explicar prácticas individuales, familiares o colectivas que constituyen la base de la conformación de diferentes tipos de redes de intercambio de distintas especies de bienes y servicios, que entrelazan las estrategias de las familias pobres entre sí y de ellas con otros agentes e instituciones2. En este sentido el capital social, entendido como recurso que puede acumularse y movilizarse, debe ser explicitado como una relación social en la que quien mayores posibilidades tengan de acumularlo, mayores probabilidades tendrán de incidir en los intercambios en relación directa al poder de movilización que su acumulación provee. Siguiendo a Gutiérrez, las familias pobres enlazan sus estrategias entre sí, pero también lo hacen con agentes e instituciones, “que ocupan otras posiciones en el espacio social y que también se reproducen socialmente”3. Por ello, hemos abordado a las instituciones del barrio, desde la articulación que se materializa en el trabajo social que allí desarrollan. Analizaremos, entonces, la red institucional de este territorio desde dos de las dimensiones conceptuales que remiten a la noción de estrategias de reproducción social4: 60

a) el estado de los instrumentos de reproducción que abre diferentes oportunidades de acceso –o no– a determinados bienes, por ejemplo: el estado del mercado de trabajo, del mercado inmobiliario, las políticas públicas, el trabajo proveniente del espacio asociativo, el acceso a bienes y servicios urbanos, etc. En este sentido, las instituciones del barrio ponen a disposición de los destinatarios recursos que se incluyen dentro de las estrategias de las unidades familiares de la vecindad. b) el estado de relación de fuerzas entre las clases, que en este estudio remite a las posibilidades de intercambio entre quienes ocupan posiciones dominantes y posiciones dominadas en el espacio social general y homólogas en campos particulares: (...) quienes viven en situaciones de pobreza despliegan una serie de estrategias que se entrelazan con las estrategias de otros agentes o grupos sociales que tienen sus apuestas en otros juegos y en ese entrelazamiento construyen espacios de articulación de uno y otro modo de reproducirse socialmente5. Relaciones de clases que se dan entre estos hogares en situación de pobreza o empobrecimiento y las instituciones. Estas representan –en su mayoría– al espacio de la no pobreza y necesitan vincularse con los sectores vulnerables para ser reconocidas y por ello legitimadas socialmente desde las estrategias desplegadas en sus espacios particulares (asociativo, estatal, religioso y/o político) y en relación al espacio social general. Como decíamos, las redes sociales constituyen los espacios por excelencia donde circulan bienes y servicios (materiales o simbólicos), espacios donde se establecen lazos sociales particulares que pueden ser comprendidos a partir de la interacción que constituye la vida diaria de quienes participan de estos vínculos. Sin embargo, para explicar estas prácticas y la posibilidad o imposibilidad de que los intercambios expresados en las redes se concreten efectivamente y con ciertas particularidades, se hace necesario abordar el nivel estructural6 en el que esas interacciones se sostienen, ya que la circulación está mediada por relaciones sociales. En ese sentido, es necesario entender: 1) que los capitales no deben ser considerados como “una cosa”, sino como “relaciones sociales”7 61

2) que las relaciones no son relaciones personales, sino relaciones entre posiciones, las cuales se definen a partir de los capitales acumulados por agentes (individuales, familiares, colectivos, institucionales, comunitarios). 3) que la red no es más que un modo en que se estructura la interacción como el resultado de las estrategias de los agentes, que son a su vez el resultado de los habitus de éstos. Esta estructura emergente de la red no se confunde con la estructura del espacio social ni con la de un campo en particular. Simplemente, esta otra estructura reticular que se sitúa en el nivel de la interacción, forma parte del conjunto de condiciones de todo tipo dentro de las cuales los agentes van creando y recreando sus cursos de acción8. Por ello, el capital social debe ser entendido como una especie particular de capital, que como tal se produce, se distribuye, se consume, se invierte, se acumula o se pierde. Es un capital que se juega en todos los campos9, pero que no es privativo de ninguno (al igual que el capital simbólico). Es el capital que representa una red de vínculos en la que se sostienen los agentes, más allá del campo donde inviertan sus apuestas específicas, pero que al ser un bien que posibilita la movilización de otros capitales particulares, da un rendimiento diferencial a las posibilidades de llevar a buen puerto las estrategias individuales y colectivas y así obtener –en el caso de los pobres– aquellos recursos de los que fueron privados total o parcialmente permitiendo mejorar su posición relativa en la estructura de las clases sociales. Pero también, admite vinculaciones, como una especie de patrimonio que permite a quienes lo acumulan, actuar por mandato del grupo de pertenencia. Delegación que puede recaer también en los no-pobres que se erigen en portavoces de los pobres, de manera que el bien del que disponen éstos últimos se cristaliza en el reconocimiento de la “representación” de sus intereses. Aquí es justamente donde posicionamos a nuestros agentes institucionales o comunitarios, pues sostenemos que la inversión de capital económico o cultural bajo diversas formas que ponen a disposición de los pobres, suponen una apuesta mayor en el fortalecimiento de la red y en el fortalecimiento de la posición que ocupan en el juego particular de sus campos de pertenencia. Una inversión en capital social que supone relaciones sociales basadas en el reconocimiento del vínculo que los une.

Lazos, redes y estructuras 62

Los mecanismos que movilizan diferentes estrategias de reproducción social permiten analizar las experiencias de intercambio de recursos sociales (materiales y simbólicos) que circulan en diferentes tipos de redes. El tipo de red que estamos estudiando permite abordar la vinculación entre las organizaciones públicas –estatales y no estatales– y los vecinos. Decíamos que este territorio puede ser considerado como un barrio popular cuyos habitantes, en términos generales, poseen un cuadro patrimonial caracterizado por una escasa acumulación de capital cultural y de capital económico, situándolos en una posición dominada en relación al espacio social global, pero que a su vez presentan un panorama de relativa heterogeneidad en las situaciones de pobreza. Ese es el sentido que toman las primeras informaciones que obtuvimos de funcionarios y técnicos vinculados a las políticas sociales del Estado Municipal, que fueron confirmando nuestros supuestos iniciales sobre la particularidad de la estructura de clases de esta jurisdicción vecinal (ver capítulos 2 y 3)10. Retomando el planteo del primer capítulo, las respuestas al estudio de la pobreza admiten la puesta en juego de una dimensión relacional: hay pobreza porque hay no-pobreza. Una y otra representan posiciones de subordinación o de dominación, como consecuencia de una situación que actualiza la desigual distribución de los recursos socialmente producidos y valorados. En este sentido, las estrategias de reproducción social en condiciones de vulnerabilidad material y/o simbólica pueden ser analizadas desde la presunción de una de las modalidades de reproducción: la de los no pobres que se conecta con la de los pobres, lo que nos permite abordar uno de los perfiles de la problemática, el que se define desde las prácticas que despliegan quienes se relacionan con los sectores empobrecidos, a partir de un diagnóstico que se funda en “la carencia” o en “la privación”. Es por ello que –en este acercamiento empírico– el barrio, como espacio territorial, asume una forma social, la cual es comprensible a partir de la reconstrucción analítica de las redes conformadas por capital social – formal o informal11– y en las que confluyen distintas disposiciones a actuar vinculadas a los actores institucionales posicionados (objetiva y/o subjetivamente) en el espacio de la no-pobreza. Instituciones éstas que despliegan acciones a partir de la intervención con poblaciones que viven en situación de (o cercanas a) la vulnerabilidad social. 63

Para ello construimos tres tipologías, que nos facilitan la descripción del juego implícito en los intercambios: i) intereses asociados a la intervención del Estado desde las políticas públicas (Escuela Provincial, Centro de Salud Municipal, Subsecretaría de Acción Comunitaria de la Municipalidad). ii) estrategias relacionadas a lo que podríamos identificar con un espacio público no-estatal, analíticamente cercano al “asociativismo”, (el Centro Vecinal, un comedor comunitario, un microemprendimiento y una ONG). iii) acciones de instituciones propias del espacio religioso (Congregación Religiosas, Parroquia, Caritas parroquial).

Espacios construidos Este barrio fue construido metodológicamente como una escena social que permite reconocer a los diferentes actores no-pobres como pasaportes de acceso a bienes y servicios de los vecinos carenciados, en virtud de su estructura patrimonial. Como resultado del trabajo de campo, el análisis nos lleva a ampliar el recorte sobre un espacio físico particular cuyos vínculos superan sus límites específicamente geográficos conformando una configuración social, que puede ser definida “como el conjunto de lazos sociales que constituyen una ‘parte’ (más o menos grande) de la realidad social concebida como una red de relaciones de interdependencia humana”12. De tal manera, (...) se puede hablar de configuración social respecto a una interacción cara a cara, una sala de clase, una red de vecinazgo, una familia, un equipo deportivo, un pueblo, una ciudad, etc. Ahora bien, al contrario de una interacción cara a cara, una configuración social no implica necesariamente que los seres sociales estén en presencia en el mismo espacio y en el mismo momento. Además es posible imaginar la construcción de configuraciones que no tienen un nombre en el leguaje de los seres sociales: el corte sociológico no sigue forzosamente los cortes sociales endógenos (administrativos, jurídicos, económicos, políticos, religiosos, morales)…13. Este “corte” nos permite identificar lazos a partir de la intervención de 64

algunas instituciones que no “residen” en el vecindario: desde el espacio religioso: la Parroquia y su sección de Cáritas (se localizan territorialmente en un barrio vecino). desde el Estado la intervención –a través de programas y subsidios– de la Subsecretaría de Acción Comunitaria de la Municipalidad de Villa María (que incluye programas sociales nacionales y/o provinciales) de la Justicia, o de la Asistencia Pública. Sin embargo, estos referentes se vinculan con las que tienen asentamiento barrial y que son objeto de nuestro estudio: desde el espacio estatal, el Dispensario Municipal; desde el religioso: la congregación de Religiosas; desde el asociativo: el Hogar de Día (en realidad depende del estado provincial, pero es administrado por una ONG), el Centro Vecinal, el microemprendimiento de mermeladas, y el Comedor Comunitario (que no se declara confesional, pero en algún punto se vincula al cristianismo evangélico)14. Desde unas y otras, intentamos abordar la cristalización de los intercambios con los habitantes de éste y de otros barrios. La configuración social remite en este trabajo, a una red de interdependencia, que toma como núcleo al territorio estudiado. Como decíamos, la noción de red hace comprensibles ciertos contactos que establecen estos espacios con los vecinos. Permite abordar la problemática de la pobreza no sólo desde la dimensión económica, ya que supone que quienes viven estas situaciones movilizan otros recursos (capital social, capital simbólico), a partir del establecimiento de vínculos de intercambio con los sectores posicionados en la “no-pobreza”.

Relaciones, intercambios y cosmovisiones En este estudio, el tratamiento de las instituciones, que intercambian recursos mediante relaciones de reciprocidad con la población pobre y empobrecida del vecindario y con otros sectores pobres de la ciudad, han sido trabajadas a partir de entrevistas realizadas a los responsables de las mismas. Los resultados fueron profundizados fundamentalmente en torno a dos ejes 65

de análisis, la “cosmovisión” y el “trabajo social” de cada una, ya que ambas categorías suponen: i) discursos (en plural) que legitiman prácticas sociales ii) prácticas sociales que evidencian los usos sociales de los discursos en la resolución de formas de relacionamiento concreto entre los agentes involucrados. En ese sentido, las prácticas y los discursos, fundamentalmente consideradas desde la visión del mundo de los actores, remiten en cierta manera a la noción de “representaciones sociales”15. Estas pueden ser analizadas en el marco de los sistemas simbólicos que ayudan a constituir relaciones sociales desde una percepción particular del mundo, por ello es necesario reconstruir (...) las visiones del mundo que contribuyen [...] a la construcción de ese mundo. Pero [...] estos puntos de vista, la palabra misma lo dice, son vistas tomadas a partir de un punto, es decir de una posición determinada en el espacio social. [lo que significa] que habrá puntos de vista diferentes o aún antagónicos, puesto que los puntos de vista dependen del punto del cual son tomados, puesto que la visión que cada agente tiene del espacio depende de su posición en ese espacio16. El capital social, al ser analizado en el marco de las redes donde circula, debe ser considerado no sólo desde las prácticas existentes y observables entre actores sociales que interactúan, sino también desde las relaciones estructurales que posibilitan esas acciones fundadas en el intercambio y la reciprocidad. Es por ello que tomamos los discursos de los agentes ya que son configurados por el habitus y por lo tanto dan cuenta de la posición social objetiva (subjetiva) de las instituciones o iniciativas comunitarias del juego que disputan en el campo social general. Nos interesan porque las visiones muestran cierta disposición al intercambio en relación a una percepción particular desde la que se explican las causas de la pobreza y, en consecuencia, la manera de abordar la intervención social. Como decíamos anteriormente, diferenciamos tres grupos de agentes: los del espacio público estatal, los del espacio público no estatal y los del 66

campo religioso. Hablamos de espacio público, en la medida que nos permite pensar la actuación de distintos agentes sociales en la mediación entre Estado y Sociedad, y en este caso particular con los actores que se encuentran en situación de pobreza, lo que supone considerar diferentes modos de gestión de la cosa pública como resultado de la correlación de fuerzas emergentes de esta relación. Los modos de gestión y de prestaciones precisan tipos particulares de ciudadanía según como se conceptualice la construcción de la solidaridad17, posicionando a los agentes sociales: i) “en el lugar de la dádiva, a partir de una relación basada en el clientelismo político –y/o la focalización de la asistencia a los más pobres entre los pobres– donde los agentes son receptores pasivos; ii) en el lugar de la promoción presumiendo sujetos de derecho, activos y propositivos”18. Estas visiones sobre el ciudadano beneficiario de las prestaciones marcan diferentes formas de legitimar el vínculo, o intercambio entre el sector pobre y el no pobre. Al campo religioso lo trabajamos por separado, no porque lo consideremos por fuera de las disputas por la definición de lo digno de ser incluido en la agenda del trabajo social, sino porque los resultados del trabajo empírico en ese sentido muestran particularidades dentro del mismo catolicismo, en la definición de lo que es digno de ser agendado y de la forma de intervención que deriva de la definición de aquello que se agenda. 1 Lo que incluye –tal como apuntamos en el capítulo II– la posibilidad de acceder efectivamente a bienes y servicios públicos. 2 GUTIÉRREZ, A., Pobre’ como siempre...,Op. Cit., pág. 395. La cursiva es nuestra. 3 Ibídem. 4 Debemos recordar (capítulo I) que las estrategias de reproducción social constituyen un sistema que se relaciona con: i) el volumen y estructura de 67

capital; ii) el estado de los instrumentos de reproducción; iii) el estado de relación de fuerzas entre las clases; iv) los habitus que lleva a la comprensión de la “razonabilidad” de determinadas prácticas, “de lo posible y de lo imposible, de lo pensable y de lo impensable, de lo que es para nosotros y de lo que no es para nosotros”, (Gutiérrez, ibidem) y v) el modo de reconversión de las diferentes especies de capital, relacionado con la diversificación de las estrategias de reproducción. Las cinco dimensiones precedentes conforman un sistema, de manera tal que el cambio en una de ellas, lleva necesariamente a la transformación de los otros cuatro. Interrelación que retomaremos oportunamente. 5 GUTIÉRREZ, A., Pobre’ como siempre..., Op. Cit., pág. 399. 6 “[…] la interacción misma debe su forma a las estructuras objetivas que han producido las disposiciones de los agentes en interacción y que les asignan además sus posiciones relativas tanto en la interacción como en otras partes” (BOURDIEU, P., “Le capital social. Notes provisoires”, Op. Cit., pág. 98). 7 “Sin embargo, a nuestro entender, lo decisivo en la presentación de las diferentes especies de capital que realiza Bourdieu es que, aún alejándose de cualquier ortodoxia, continúa basándose en una característica definitoria de la concepción marxista: el hecho, evidente para cualquier lector no desprevenido de Marx, de que el capital, antes que como una cosa, debe ser considerado como una relación social. Así Marx afirmaba en Trabajo asalariado y capital: «Una máquina de hilar algodón es una máquina para hilar algodón. Sólo en determinadas condiciones se convierte en capital (...) el capital es una relación social de producción» (1974: 162-3)”, en BARANGER, D., “Sobre estructuras y capitales...”, Op. Cit., pág. 59-60. 8 Ibídem 9 Recordemos que los campos sociales son “espacios de juego históricamente constituidos con sus instituciones específicas y sus leyes de funcionamiento propias” y que existen campos sociales diversos, según los capitales fundantes que en ellos se pone en juego, campo económico, campo cultural, campo religioso, campo político, etc; GUTIÉRREZ, A., “Acerca de la noción de capital social como herramienta de análisis. Reflexiones teóricas en torno a un caso empírico”, en Perspectivas. Sobre la administración, las políticas públicas y el Estado, Nº 2, revista del Centro de Estudios en Administración, Políticas Públicas y el Estado, Universidad 68

Nacional del Comahue, en prensa, pág. 31. 10 “[...] son sectores medios bien empobrecidos, me parece que esa es la… en cuanto a las características de la población. Creo que hay mucha diferencia. El barrio es bien interesante porque tiene determinados bolsones diferenciados. La parte de adelante que tiene pavimento y que tiene otro nivel. Después tenés lo que está del otro lado de la ruta, que se va empobreciendo un poco la cosa y después el barrio también tiene el rincón que está por detrás de la EG3 [unión de ruta 158 y ruta pesada], que esa es una zona crítica del barrio. Ahí hay usurpaciones, hay viviendas bastante precarias, utilizando desechos, chapas. Inclusive había viejas construcciones que la gente lo ha ocupado. Nosotros en su momento [para el PROMEBA – Programa de Mejoramiento de Barrios-] nosotros hicimos el relevamiento y en ese momento todas esas casitas que estaban ocupadas irregularmente, estaban ocupadas por viejos, viejos cirujas. Y me parece que actualmente esa composición ha cambiado, porque el otro día, haciendo un recorrido por otros temas, vemos en estas viviendas están viviendo matrimonios, matrimonios con hijos, hay colgada ropa de niños, como que ha ido cambiando un poco la cosa”. Entrevista del grupo de investigación a funcionario de la Secretaría de Integración Comunitaria de la Municipalidad, Año 2005. 11 El capital social informal está compuesto de vínculos basados en redes personales de intercambio, confianza y obligaciones recíprocas. El capital social formal está compuesto por lazos anclados en organizaciones formales en las que se participa como miembro o cliente, en WACQUANT, L., “Negative Social Capital: State Breakdwon and Social destitution in América’s Urban Core”; Netherlands Journal of Housing and the Built Environment, Vol. 13:1, Citado por AUYERO, (1998). 12 Lahire, en GUTIÉRREZ, A., Pobre’ ..., Op. Cit., pág. 340. 13 Ibídem. La cursiva es nuestra 14 Identificamos también al club de fútbol infantil y a la Sociedad Protectora de Animales, pero ninguno de estos espacios fue analizado en la presente etapa de la investigación. 15 “Los sistemas de clasificación, las formas simbólicas, las representaciones constituyen un “enjeu” de las luchas que oponen a los individuos y a los grupos en las interacciones rutinarias de la vida 69

cotidiana, tanto como en los combates individuales y colectivos que se libran en el campo de la política y de la producción cultural es decir dónde se juega el poder simbólico” (Gutierrez A, inédito) 16 BOURDIEU, P., Cosas Dichas, Barcelona, Gedisa, 1993, pág. 133. 17 BUSTELO, E., “Expansión de la ciudadanía y construcción democrática, en todos entran. Propuestas para sociedades incluyentes”, Bogotá, UNICEF, Santillana, 1998 18 Ibídem

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Capítulo V - Lo público estatal Paula Pavcovich La gestión de lo público remite a posiciones sobre el deber ser del trabajo social, y ese deber ser se asienta en una particular cosmovisión del mundo. En este sentido, incluimos como trasfondo de nuestro análisis a las políticas sociales que presumen espacios de solidaridad en “la resolución” del problema particular de la pobreza. Sin embargo, como consecuencia de la aplicación de programas de ajuste estructural, las mismas –en particular las asistenciales– asumieron [...] criterios y valores propios del mercado, del individualismo y la competencia, contrarios a la cultura de los derechos universales propia de la utopía del capitalismo industrial, imponiéndoles restricciones presupuestarias en nombre de equilibrios macroeconómicos, y reduciéndolos justamente cuanto más necesarios resultan ser1. Por otra parte, recordemos que el poder del Estado incumbe a la producción e imposición de formas de clasificación social2 y que este poder a nivel de las interacciones sociales se reconoce en la existencia de un punto de vista oficial personalizado en funcionarios y técnicos que expresan discursos oficiales los cuales “insinúan” valores a través de diagnósticos –y acciones derivadas de los mismos–, como actos de conocimiento que afirman la identidad social de los ciudadanos como objetos de su práctica. Reconociendo este hecho, es necesario resaltar que el Estado no puede ser considerado como un espacio homogéneo y en equilibrio en torno a la reflexión sobre su intervención en materia social, por este motivo es que la percepción de la pobreza y de las prácticas destinadas a esta problemática resultan diversas y a veces hasta contradictorias. Esto se profundiza si consideramos el impacto que los dictados de las políticas neoliberales ejercieron sobre los habitus estatizados –según un modelo cercano al “bienestarismo”– que implicaron desajustes a prácticas ancladas en una evaluación del mundo social casi antagónica, donde la lógica del Mercado pasa a articular la relación entre Estado y Sociedad. 71

No casualmente cuando analizamos el discurso de la directora de la Escuela primaria (dependiente del Estado provincial), observamos que paradójicamente enuncia como uno de los principales objetivos de las prácticas escolares al asistencialismo, dejando en segundo plano lo pedagógico. Recordemos que en este establecimiento funciona un comedor Paicor (Programa de Asistencia Integral de Córdoba), y es precisamente cuando la funcionaria relata esta presencia, que produce en su narración un entrecruzamiento del deber ser de un proyecto educativo tradicionalmente vinculado a políticas universales, con el ser de una escuela que cumple un papel asistencialista derivado de la cuña que introduce la visión neoliberal3. Curiosamente, la responsable de la institución llega a decir que el comedor “tendría que ser un espacio pedagógico”4, tratando de refuncionalizar la educación en el marco de esta respuesta de asistencia social focalizada. “D: […] el tema del Paicor es una… se incorporó el comedor, es una gran ayuda para las familias pero por otro lado es una gran recarga para la escuela, te va quitando tiempo, te va cambiando las actividades y la organización, y cómo esa te puedo decir mucho más… E: ¿por qué?... ¿ya no pasa a ser un espacio para educarse..? D: claro, por ejemplo nosotros desde la inspección… tendría que ser un espacio pedagógico, pero vos no le encontrás el cómo, es muy difícil hacerlo pedagógico, si... Vos podés trabajar el tema de la nutrición, de que el chico entienda cuáles son sus comidas o sus alimentos principales. Le podés enseñar hábitos a la hora de comer, pero es muy difícil, vos imaginate que acá hay más de 100 chicos en cada turno. ¿Cómo haces para ponerte a decirles: tenés que tomar el tenedor de esta manera, no tenés que tirar el pan? O sea, hay cosas que en la teoría se dan, pero en la práctica son muy difíciles de hacer. Y después uno termina haciendo el trabajo de asistencialismo hacia la familia, y empieza a quedar lo de enseñar medio lejos y es lo que ha estado pasando todo este tiempo”5. Debemos tener presente que la escuela con sus autoridades y docentes representan al Estado, asumen la autoridad de oficializar determinadas prácticas y discursos como si fueran naturales. En ese sentido, advertimos la presencia del relato de la “cultura de la pobreza” que posiciona a sus interlocutores en un lugar simbólico negativo, construido desde criterios sociocéntricos. Así, la evaluación que se hace de los alumnos y sus 72

familias, parten de definiciones legales6 de la familia nuclear como célula básica de la sociedad: “D: ¿no es cierto M [se dirige a la vicedirectora que tiene conocimiento de la institución a partir de su trayectoria laboral en la misma] en el tema familiar de los chicos, no siempre está constituida por mamá, papá…? VD: y…. hay un porcentaje de familias bien constituidas y otras que el papá los abandonó, han hecho nueva pareja, pero bueno hay un porcentaje que sí”7. En otro tramo de la entrevista vuelve sobre el tema: “D: la preparación que nosotros tenemos no está para saber psicológicamente como tratar a un niño donde su mamá se dedica a la prostitución, o tiene un papá golpeador o hay mucha violencia en el hogar. Sí, hacemos cursos, nos preparamos pero la realidad te supera. Y tampoco es fácil entrar a los hogares, por ejemplo tener la ayuda de una asistente social que pueda entrar en el hogar para nosotras es una gran ventaja. Porque yo ayer le decía a la asistente social, por ahí podemos ir al hogar pero o te pueden hacer pasar y te atienden o te atienden en la vereda, entonces vos nunca llegás a conocer la realidad que ese chico tiene y es muy importante. Porque ya ha pasado, por ejemplo, en nenes que todo su hogar es una habitación de 2 metros por 3, por decir, donde muchísimos hermanos duermen todos juntos, donde no tienen baño, donde la cocina es a la vez cocina y dormitorio y son realidades muy duras para ese chico, después viene a lo mejor a la escuela y vos le empezás a hablar de otros conocimientos, de otras cosas que para él está todo muy lejano de una familia”8. Incluimos a la Escuela, como uno de los instrumentos de reproducción valorado en las estrategias de los sectores pobres (de este y otros barrios). Los recursos culturales a los que acceden en este espacio no sólo provienen del currículum que despliegan los programas de las asignaturas, sino también de la evaluación que sobre sus prácticas proponen los funcionarios escolares (directivos, maestras y personal de apoyo). Por esta razón, los habitus de los destinatarios reciben como insumo de evaluación del mundo social. Una percepción prejuiciosa del lugar ocupado que acaba por internalizar en ellos los sentidos de los límites que remiten a la idea de marginalidad, como si la posición ocupada no fuera producto de 73

una lógica de dominación asentada en la desigual distribución de los recursos sociales. Reafirmamos entonces que esta institución puede ser considerada como constitutiva de las redes de las que participan estos vecinos en situación de vulnerabilidad, pero desde una concepción particular de la pobreza reforzada por la asistencia focalizada, lo que constituye una paradoja, teniendo en cuenta que es la oferta de una institución que debe garantizar el acceso a un derecho universal: la educación. La escuela se incluye en la red de relaciones de estas familias en vistas del uso del comedor, permitiéndoles invertir en un mejor rendimiento de su escaso capital económico. Pero la inversión en capital cultural no tendrá los réditos esperados si se considera la preconcepción que de sus prácticas evalúa el mismo sistema educativo, lo que refuerza la aceptación dóxica en los niños y sus familias de la posición ocupada en la estructura de dominación que produce este intercambio. En ese sentido, las estrategias familiares terminan siendo estrategias de sobrevivencia9, aquellas que terminan por reproducir la estructura de clases que las produce, incluso desde una aceptación del límite que se levanta desde un habitus enclasado por las condiciones del discurso que sostienen estos lazos. Como dice Bourdieu en La Distinción, “el orden social se inscribe progresivamente en las mentes”10. Por ello, tomamos al capital social, en este caso particular desde los intercambios sostenidos por las redes, noción que nos permite hacer visible de qué modo quienes viven en situación de pobreza no están al margen de la sociedad, sino que, ocupando la posición más desfavorable en el espacio social, se encuentran inmersos en estructuras que, la más de las veces, tienden a reforzar los mecanismos de dominación11. Decíamos que dentro del Estado (nacional, provincial y/o municipal) observamos diferentes apuestas que sostienen particulares nociones de ciudadanía, las cuales disputan las prácticas del trabajo social estatal desde una heterogeneidad de concepciones. Esto es comprensible si consideramos que las políticas sociales están atravesadas por condicionamientos socio-económicos y por otros simbólicos que producen luchas de legitimación plasmadas en una competencia de discursos performativos. En este sentido, debemos 74

considerar la dinámica en los que se fortalecen, debilitan o rompen los significados legitimados vigentes, a partir de las cosmovisiones que luchan dentro de los mismos espacios estatales. Vimos que según sea la forma que asuman las políticas, se van definiendo distintas tipos de ciudadanos; debemos tener claro que estas nociones son partes constitutivas de lo que se juega dentro del Estado. La entrevista a una de las trabajadoras sociales del centro de salud remite – desde su especificidad profesional– a una posición clara del deber ser de las políticas sociales, rescatando la participación comunitaria en torno a la promoción de prácticas que, en este relato, presumen sujetos de derecho, activos y propositivos. (...) por ahí trabajamos mucho lo que es prevención, o sea acá también estamos haciendo prevención, pero por ahí lo que es más prevención y promoción a nivel de comunidad […] Por eso por ahí, se trabaja mucho esto de prevención y promoción, tratando de hacerle ver a la gente o tratar de que puedan modificar un poco esto, pero no es fácil. De todas formas hace muchos años que estamos, hay cosas que se han ido cambiando, que se han ido modificando. Pero cuesta trabajo, es como un trabajo de hormiga, de mucho trabajo, de llegar a la casa a ver que está pasando, de tratar aunque sea mínimamente modificar algunas cosas: que se hagan cargo de su salud… bueno por ahí, en alguna forma eso lo hemos logrado12. Encontramos así, una clara intencionalidad en superar –desde esta mirada particular– prácticas asistencialitas: (...) el abordaje va más a generar un cambio de conducta, es decir que la gente venga a control porque así lo crea necesario, porque sino, cada vez viene le resolvés todos los problemas y cuando vos te vas, cuando vos no estás vuelven a la misma situación. O sea, no son autogestionarios de su problema de salud, de su modificación. Me parece que sirve el abordaje cuando no es asistencialista, cuando uno va un poco más allá va a la educación13. Por otra parte, el supuesto de esa mirada remite a la legitimación de los derechos universales como base de la implementación de las políticas sociales. Esta evaluación del trabajo permite un abordaje que si bien se da en relación a una población heterogénea –en el caso concreto del barrio–, al universalizarse permite identificar criterios de homogeneidad sobre los 75

cuales trabajar. La homogeneidad, nuevamente remite a una “cultura de la pobreza” que organiza la percepción que el trabajo tiene de la población destinataria. Sin embargo, notamos diferencias en esta construcción, en relación a la que se sostenía en el espacio escolar. Aquí estamos más cercanos a las definiciones socialmente legítimas de las que nos habla Combessie; aquellas que recuperan lo “que es tolerado, no reprochado, hasta llegar a lo que es socialmente valorado y/o considerado natural”14. El barrio tiene mucha pobreza estructural, es un barrio de muchos años, es un barrio viejo, con una franja que es sobre todo la que va desde esta calle llegando a aquélla [calle] hacia atrás con pobreza estructural, estamos hablando de pobres de toda la vida, vienen de familia de pobres, con ingresos bajos y sobre todo hablo de pobreza estructural porque tiene que ver con lo cultural. Si hablamos de nuevos pobres decimos: sí, comparte con esta gente todo lo que es pobreza, pero lo cultural es diferente, por ahí este barrio tiene mucha pobreza estructural. Las formas de abordajes son diferentes, si tiene una franja que es la más cercana al dispensario que por ahí estamos hablando de gente con otro poder adquisitivo, que sé yo que tiene obra social, pero culturalmente las características son similares, de todas formas si bien vienen todo lo que es pobreza estructural al dispensario, también viene mucha gente, toda la población, porque si no vienen a controles vienen, pero bueno en cuanto a las características del Barrio diría que es un barrio con mucha pobreza estructural, que se ve sobre todo en lo que es cultural. […] la forma de vida de la gente, el bagaje de cultura que tienen, lo que piensan, lo que vienen interiorizando como salud, como familia como sujeto. O sea, si estábamos hablando antes de la violencia, esta gente todo lo que es violencia familiar la tiene naturalizada, esta gente no puede ver al maltrato como algo que está mal, lo tienen como muy naturalizado y tiene que ver con lo cultural. Entonces, esto de desnaturalizar hace que el abordaje sea diferente si estamos hablando de familias con otro nivel cultural, entonces para romper con estas cosas culturales hace que el abordaje tengas que pensarlos de otra forma. Por eso, se trabaja mucho esto de prevención y promoción tratando de hacerle ver a la gente o tratar de que puedan modificar un poco esto, pero no es fácil15. Resulta interesante la concepción del trabajo en red que explicita, ya que el pre-supuesto de la intervención desde el que evalúa el trabajo del dispensario, supone una integralidad, que contempla las diferentes problemáticas generadas por las condiciones objetivas que “limitan” las estrategias de las familias abordadas: 76

(...) trabajamos con todas las instituciones del Barrio, o con gran parte de las instituciones del barrio [...] con la escuela, en este caso con el jardín porque nos dirigimos más a los chicos chiquitos de la escuela, a chicos de jardín de infantes, con la guardería [de un barrio vecino], pero que van muchos chicos del barrio, la mayoría de los chicos del barrio van a esa institución, con las Hermanas y nosotros, porque decidimos trabajar con niños, por eso por ahí no trabajamos con otras instituciones. Por ahí se trabaja mucho con el Hogar de Día que está ahí a la vuelta. Esto por ahora fue más dirigido a niños y padres, y lo trabajamos con talleres dirigido a niños y con charlas en sala de espera, hicimos algo acá, y después trabajamos en el mes de junio –porque eso empezó a principios de año– una primera parte de prevención de accidentes en el hogar. Después en julio abordamos todo lo que era relevamiento familiar: hicimos una primera selección por familia de riesgo e hicimos visitas domiciliarias para detectar accidentes y ver cuales son las familias de riesgo16. Este posicionamiento particular es contradictorio con el fundamento hegemónico del discurso neoliberal en materia de políticas sociales que construye técnicamente a la pobreza (...) como una agregación de individuos en función de sus posiciones homólogas en las distribuciones de una serie de propiedades que se consideran pertinentes, cuando se constituye en un factor determinante del acceso a bienes y servicios públicos, supone una asignación de identidad […] El efecto social de una estrategia de este tipo pasa por la legalización e institucionalización de las desigualdades sociales17. Sin embargo, en este caso, creemos estar en presencia de una definición conceptualmente dominante18 de la Atención Primaria de la Salud (APS)19, rescatada por un agente cuya trayectoria profesional y académica le permite visualizar los márgenes de maniobra ya que la APS está delineada discursivamente en la documentación oficial del Consejo Municipal de la Salud, que coordina las políticas en los Centros de Atención Primaria de la Salud (CAPS). Asimismo, pesa la trayectoria de trabajo en equipo dentro de este dispensario, que posibilita articular una mirada comunitaria basada en prácticas interdisciplinarias a pesar de las necesidades impuestas por la falta de recursos y las condiciones de trabajo en el mismo centro. Ahora bien, ésta no es la concepción que sostienen las políticas de los programas sociales de la Municipalidad, ya que en éstas se confirma la 77

inercia de las visiones focalizadas y desarticuladas propias de los ‘90 (en las que se superponen programas nacionales, provinciales y municipales, y hasta los de la misma jurisdicción estatal de la ciudad). Explicamos este tipo de convivencia contradictoria desde la consideración del Estado –nacional, provincial o municipal–, como un campo de luchas que más allá de las uniformidades discursivas –o no–, evidencia una heterogeneidad de prácticas que deben ser interpretadas desde los puntos de vistas que se ponen en juego: es decir, desde la cosmovisión que construye los problemas sociales, lo que incluye: “el modo como se interroga, interpreta, resuelve, ordena y canaliza [la cuestión social]”20. Desde este lugar se hace comprensible, el relato de presentación de nuestra interlocutora que refiere al dispensario como cuerpo, como una suerte de agente social colectivo que referencia su lugar en la comunidad a partir del reconocimiento del trabajo del equipo técnico. Se alude a una movilización de programas de salud en redes formales, pero formalizadas fundamentalmente a partir del capital simbólico acumulado por el conocimiento y reconocimiento que la comunidad deposita en un recorrido fundado en el trabajo de los profesionales. Si, en realidad nosotros ayer hemos estado evaluando cómo el dispensario es referente de la comunidad, como que la gente está conforme con el dispensario, es el lugar donde viene, donde cuenta sus problemas, donde se siente contenida de alguna forma, que por ahí es lo importante cuando hacés atención primaria de salud, que es lo que la gente necesita […] es que el dispensario es contenedor, es referente en la comunidad, y que tiene que ver un poco con la continuidad del equipo, hace alrededor de 10 años que trabajamos juntos, algunos más otros menos, el equipo se mantiene, eso es importante para el trabajo en la comunidad. Conocemos a la familia y la familia nos conoce, bueno tenemos buena llegada a la comunidad, a la gente. De esta manera, encontramos, en el discurso de la trabajadora social del centro de salud una postura que se centra en un deber ser de las políticas sociales diferente a la de la directora de la Escuela. Promueve una participación comunitaria, en dónde los agentes se asuman como sujetos de derecho, activos y propositivos y fomenta un tipo de ciudadanía, basada en derechos universales y en la cosmovisión de la APS.

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Sin embargo, podemos incluir como contexto de ambas trabajadoras estatales, el análisis de Bourdieu en La Miseria del Mundo, cuando advierte que: (...) se comprende que los pequeños funcionarios, y entre ellos muy especialmente los encargados de cumplir las funciones llamadas “sociales”” –es decir, de compensar sin disponer de todos los medios necesarios, los efectos y las carencias más intolerables de la lógica del mercado […]– tengan la sensación de ser abandonados, sino desautorizados en sus esfuerzos por afrontar la miseria material y moral que es la única consecuencia de la Realpolitik económicamente legitimada. Todos ellos viven las contradicciones de un Estado cuya mano derecha ya no sabe o – aún peor– ya no quiere lo que hace la mano izquierda, en la forma de “dobles vínculos” cada vez más dolorosos…21. 1 BODEMER, K., CORAGGIO, J. y ZICCARDI, A., Las Políticas sociales urbanas en el inicio del nuevo siglo, Documento Base Lanzamiento Red URBA-AL No. 5, Montevideo, 1999, pág. 51. 2 BOURDIEU, P., Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción, Anagrama, Barcelona, 1997. 3 La asistencia no puede fundar un proyecto de políticas sociales integradoras, ya que: “por definición la asistencia no atiende prioritariamente a las potencialidades productivas y creativas del sujeto, en tanto es un “salvataje” frente a situaciones que ponen a éste en condiciones de labilidad” (GRASSI, E., “Políticas y problemáticas sociales” en La sociedad neoliberal. La otra década infame I, Espacios, Buenos Aires, 2003, pág. 301). 4 Entrevista grabada por el grupo de investigación a Directora de Escuela Primaria, Abril del 2005. 5 Entrevista grabada por el grupo de investigación a Directora de Escuela Primaria, Abril del 2005. 6 Combessie sostiene que es necesario diferenciar en el análisis diferentes tipos de definiciones: las socialmente dominantes que deben ser confrontadas con: a) “las legales que se refieren a las misiones y funciones de las instituciones [...] a las condiciones de acceso a la institución y a los derechos y deberes que regulan su funcionamiento; b) las socialmente 79

legítimas, “desde lo que es tolerado, no reprochado, hasta llegar a lo que es socialmente valorado y/o considerado natural”; y las que conciernen a la investigación, las definiciones conceptualmente dominantes. La investigación sociológica “supone que la elaboración de las definiciones sociales se construye en primer lugar contra las definiciones dominantes y contra lo que estas tienden a ocultar”, de manera que si bien estas últimas se integran en la investigación, el análisis debe dotarse “de los medios para oponerles puntos de vista distintos”. (COMBESSIE, J., El Método en Sociología, Op. Cit., pág. 84). 7 Entrevista grabada por el grupo de investigación a Directora de Escuela Primaria, Abril del 2005. Las cursivas son nuestras. 8 Entrevista grabada por el grupo de investigación a Directora de Escuela Primaria, Abril del 2005. Las cursivas son nuestras 9 GUTIÉRREZ, A., Pobre’ como siempre…, Op. Cit. 10 “La percepción primera del mundo social es siempre un acto de conocimiento que [...] constituye un desconocimiento que implica la forma más absoluta de reconocimiento del orden social [...] los dominados tienden de entrada a atribuirse lo que la distinción les atribuye, rechazando lo que les es negado (“eso no es para nosotros”), contentándose con lo que se les otorga, midiendo sus esperanzas por sus posibilidades, definiéndose como los define el orden establecido, reproduciendo en el veredicto que hacen sobre sí mismos el veredicto que sobre ellos hace la economía, destinándose, en una palabra, a lo que en todo caso les pertenece –ta heautou como decía Platón–, aceptando ser lo que tienen que ser “modestos”, “humildes” y “oscuros” ”. Bourdieu, P., La distinción, Op. Cit., pág. 482. 11 GUTIÉRREZ, A., ‘Acerca del capital social como herramienta de análisis. Reflexiones teóricas en torno a un análisis de caso’. Ponencia presentada en el II Congreso nacional de Sociología. Taller: “Redes y capital social”, 2004, pág. 12. 12 Entrevista grabada realizada por el grupo de investigación a la Trabajadora Social del dispensario barrial, Marzo 2005. 13 Entrevista grabada realizada por el grupo de investigación a la Trabajadora Social del dispensario barrial, Marzo 2005. Las cursivas son 80

nuestras. 14 COMBESSIE, J., El método..., Op. Cit., pág. 10. 15 Entrevista grabada realizada por el grupo de investigación a la Trabajadora Social del dispensario barrial, Marzo 2005. 16 Entrevista grabada realizada por el grupo de investigación a la Trabajadora Social del dispensario barrial, Marzo 2005. 17 TENTI, E. citado por GRASSI, E., “Condiciones de trabajo y exclusión social. Más allá del empleo y la sobreviviencia”, Socialis N° 7, Revista Latinoamericana de Política Social, FCS (UBA)/FCPRI (UNR)/FLACSO/HomoSapiens, Buenos Aires, Julio 2003, pág. 225. 18 “Bien mirado, el sujeto de tantas intervenciones estatales era uno, aunque fragmentado según la condición de pobre (nuevo, estructural, con empleo, sin empleo, protegido o informal, jubilado o menor; ocupado pobre, no pobre, protegido, precario); desocupado (sin experiencia, no calificado, calificado devenido obsoleto, reconvertido). La dispersión de planes y programas sociales, a la vez superpuestos, reproducían y producían la fragmentación del sujeto, tanto en un sentido pasivo, porque expresaron categorizaciones que funcionaban prácticamente, como activamente, al categorizar teóricamente la población objeto de intervención (Dañan: 1996). Las políticas sociales [en los 90] asumieron la heterogeneidad social y la “devolvieron” como fragmentos individualizables” (GRASSI, E., “Condiciones de trabajo y...”, Op. Cit., pág. 29). 19 Recordemos que los cuatro principios de la APS son universalidad, equidad, integralidad y continuidad. 20 GRASSI, E., “Condiciones de trabajo y...”, Op. Cit., pág. 22. 21 BOURDIEU, P., La Miseria del Mundo, Op. Cit., pág. 163.

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Capítulo VI - Espacio público noestatal Paula Pavcovich Al espacio público no estatal lo trabajamos desde el concepto de “asociación” entendida como: (...) la convención, tácita o explícita, conforme o no a una ley, escrita o no escrita por la cual dos personas ponen en común, de una manera más o menos permanente, sus recursos materiales, sus conocimientos o su actividad, en un objetivo que no es principalmente aquel de participar de beneficios materiales1. Dentro de este marco encontramos tres instituciones, el Centro Vecinal y el Hogar de Día, que podrían también definirse como “mixtas”, ya que son reguladas por el Estado, pero desde el lugar que ocupan en el espacio asociativo. A su vez, participan en el campo de la política partidaria en una articulación con diferentes actores del partido Justicialista, específicamente en la lucha por reconvertir el capital social –obtenido en las redes con los vecinos– por capital político valorado en el campo político. La tercera, es un comedor comunitario, organizado por una vecina. Este comedor comunitario representa la iniciativa de una vecina del barrio, a quien llamaremos con el nombre ficticio de Cora –responsable del emprendimiento. Trabaja con voluntarias (al momento de la entrevista una “asistente social” y otra vecina), obteniedo aportes de una red conformada por la Municipalidad, comerciantes, de una iglesia evangélica, vecinos, y en algún momento, de la Universidad Nacional de Villa María. Además de la comida, ha generado otro tipo de actividades: huerta, panadería, incluso tiene previsto organizar un taller de costura. “y ya me dan, ya saben los puesteros que yo voy a jetear, no si, ya me conocen, yo me paro en el puesto, espero que el que está jugando a las cartas en la cantina se desocupe…” “yo les daba la dirección, que vinieran acá, viste yo los busqué, los 82

convoqué, con lo único que hicimos en cambio, es con el reparto de ropa, porque nosotros pusimos un día para el reparto de ropa, pero se me venían 20 mamás, 50 chicos, 80 perros, no... mi mamá se volvió loca... entonces no, íbamos llamando por familia, y en aquel tiempo inclusive no teníamos leche, así que les dábamos el mate cocido y la ropa jeteada como hasta el día de hoy vivimos jeteando, vos sabes que la palabra de dios dice “que te pondría tu rostro como pedernal” no... pedernal es la roca más dura..... Eh... realmente tenemos la cara así.... “empezamos con mate cocido, después con la leche que nos donaban los vecinos la que venía en la cajas del PAMI, pero no todos pueden tomar la leche entera, los vecinos hasta el día de hoy vienen y nos dejan la cajita de leche, después había una mamá que recibía dos cajas por mes de esa azucarada así que me la traía, no y así hasta que Dios ahora nos da la leche todos los días. E: ¿Cómo accedieron a la donación de la universidad? O: la Universidad nos convocó, no sabíamos de que se trataba, y después nos encontramos de que era una donación, maravilloso, lo primero que vi yo es el freezer, y la municipalidad tiene el compromiso de revocarnos el comedor y ponerle llave porque no tiene llave...”2 La definición primera que Cora nos hizo de este emprendimiento nos remitía a una experiencia de tipo confesional; sin embargo, a lo largo de la entrevista, se visualiza una estrategia de vinculación con el espacio religioso de raigambre evangelista en lo que hace particularmente al intercambio de recursos económicos. Lo confesional aparece también en la presentación que realiza de sí misma, pero las prácticas de intervención social no remiten a una intencionalidad evangelizadora. “E: ¿esta vocación de servicio la tenés por tu religión? C: no, no siempre la tuvimos, es familiar, lo que pasa es que, cuando Dios llega a tu vida es como que afirma lo bueno que tenés y quiere usar eso, porque son potenciales que tenes ahí, que dios los quiere usar y bueno, es justamente eso es lo que Dios permitió, lo que teníamos de antes”. […] E: ¿me decía que es protestante el comedor? Asistente social: el hogar no, la señora, no el hogar E: ah... usted es.... C: evangélica 83

E: evangélica C: y los que trabajamos y los que viven en esta casa son evangélicos, pero el hogar no tiene denominación, ni color político tampoco. E: ¿y reciben alguna ayuda de la iglesia o no? C: no, no, no, esto es privado esto es un emprendimiento familiar, por decirlo así, no cierto, esto es una inquietud que nació en un día “X” y bueno y mis padres estuvieron de acuerdo y... hemos sido los tres los fundadores y bueno, mi mamá ya hace tres años que falleció”3. Tampoco se plantea una competencia hacia el interior del campo religioso con la congregación de Religiosas Católicas que trabajan con mujeres en situación de prostitución. Sólo se marcan diferencias que tienen que ver con la población objetivo y la forma de abordaje de la misma, marcando fronteras claras de una división del trabajo social en el territorio. “C: y nosotros lo que quisiéramos hacer, yo acá en el barrio estoy limitada porque no puedo pasar por encima de las Hermanas, porque yo respeto, porque yo quiero ser respetada, entonces ellas a mí no me molestan y yo no las molesto a ellas. E: ¿pero por qué vos decís que las molestarías si sería digamos.... una ayuda más no viene mal?! C: no, no, no porque tenemos este... como sería, estamos en otro lado ¿me entendes....? AS: ella [Cora] habla del interior de esa mujer, mientras que la otra ideología, apunta a suplir las necesidades materiales, ella habla de lo simbólico, entonces es como que sería invadido el terreno abstracto, no tiene participación no tiene participación por la ideología, por el cristianismo que práctica.... C: solamente apuntaría a trabajar con la parte espiritual de estas mujeres, a trabajar con lo simbólico con lo emocional de estas mujeres, y como están contenidas por este régimen de religión, [se refiere al catolicismo] y eso es casi impenetrable: la frontera, a menos que ellas vinieran a pedirle ayuda”4. El trabajo social de esta iniciativa comunitaria va y viene a partir de una actividad de tipo asistencial, que se complementa con la de la Municipalidad en la obtención de recursos: […] tenemos un arreglo con las mamás desde el comienzo de que toda mamá que tenga una necesidad… se llegue al hogar, no cierto, ya sea para 84

la comida diaria, cierto, yo digo, ellas quizá se vengan con la idea de conseguir tal mercadería, y no la tengamos nosotros, pero no se van a ir con las manos vacías seguro, seguro que no se van a ir con las manos vacías, nadie que venga con una necesidad se va a ir con las manos vacías, y siempre les digo esto, porque yo digo, bueno tenemos más de cuarenta módulos alimentarios que da el municipio, pero gestionado a través de nosotros5. A su vez, podemos visualizar la reconversión en capital social individual de Cora, en lo que hace a los conocimientos y habilidades que maneja en la gestión de trámites ante organismos gubernamentales: “[…] y el trabajo es amplio, empezamos con la copa de leche de lunes a viernes, y tenemos el comedor de los sábados al mediodía, eh… además hacemos trámites de todo tipo gestiones o sea un puente entre las personas que no conocen sus derechos, los ancianos principalmente, vamos al municipio para las pensiones graciables, con la ANSES, con las AFJP, pagamos luz, un impuesto cosas así, eximiciones de impuesto que ellos tampoco sabían que tenían ese derecho, de tener ese derecho de eximición de impuestos por ser ancianos, por ser jubilados, este... tenemos también el ropero comunitario, eh… no sé el reparto de verdura de mercadería, tenemos muchas actividades”. “C: no, no, o sea... nosotros lo gestionamos, son de estas familias que justamente no conocen el derecho, el gobierno tiene la obligación de hacer estudiar a los niños, cuando los padres no tienen esa capacidad, y de darle el alimento, entonces estas familias no tenían esa... no conocían eso, entonces nosotros se lo gestionamos, como documento, todos esos detalles como cambio de domicilio, un montón de cosas que porque “no me sale tanto”. Pero si no lo tienen y sabemos que no lo tienen le gestionamos, entonces ellos ya están asentados en el municipio, entonces según el barrio es la zona de donde lo tienen que retirar, que son los centros de apoyo que el municipio tiene. E: ¿este sería un centro de apoyo? C: no, no, no, nosotros nada que ver con el municipio, nosotros solamente somos un puente, ¿entendes?”6 En ese sentido, se reafirma en la descripción de su labor, una posición légitimada en un nosotros que construye desde una pertenencia común de clase; es un nosotros construido a partir de su iniciativa personal con la ayuda de un par de voluntarias que pretenden “asistir” las situaciones en las 85

que intervienen. Sin embargo, asume una posición paternalista que la sitúa por encima de las escasas competencias sociales de esta población emprobrecida. “C: hay que ponerse en la piel de esas mamás, hay que ponerse, hay que ponerse, no, no, no le podes decir a esas mamás… pero pongan un poquito de educación, como van a tener tantos chicos, si es una mamá que ni siquiera ha podido terminar su colegio, su primaria... E: es bastante general en las madres de esos chicos que no tienen... C: escuchame, el que te venga a pedir ayuda a una obra solidaria de este tipo, no va a ser una instruida, una que termino la secundaria va a tratar de seguir adelantando, porque sí, llegó a terminar la secundaria. AS: se autogestiona... C: claro, ¿me entendes..? AS: las personas que tienen un grado intelectual, se autogestionan. C: estas son las mujeres que no han llegado a nada, y que les espera a esas nenitas de quince años que tienen una chorrera de hermanitos que ya están hartas de ser madres de sus propios hermanos..? ¿Entendes que le espera el día de mañana?7 Es notoria la aceptación de lógica de la dádiva (en el sentido de la tipificación de Bustelo) argumentada desde una racionalidad anclada en valores que niega una mercantilización de vínculos sociales con el afuera y con el adentro. “C: no, no, siempre sin dinero, o sea acá todo lo que hay acá es todo voluntario”. AS: ella maneja todo con donaciones, entonces es como que redes no se tienden”8. El tema de la focalización del uso de recursos aparece cuando se diferencia de otras instituciones del barrio (como el Hogar de Día). La asistencia se focaliza en los más necesitados. La dádiva se convierte en asistencia: “no sabían esto de los impuestos, no sabían ellos que pueden tener la comida en el Hogar de Día, eh, no sabían que tienen un montón de derechos que pueden hacerlos ejercer […], Si , es una de las cosas con las que vengo peleando con la gente que estaba a cargo del Hogar de Día con los asistentes sociales del barrio porque hay ancianos este... personas mayores que son jubiladas que tienen su auto propio, su moto. Además tienen... uno 86

en particular tiene siete casas alquiladas y va a comer ahí, entonces yo digo no es justo. Hay otro que tiene un cero kilómetro, una casa preciosa y son dos, ellos dos, los dos ancianos van a comer ahí, entonces digo porque no le dejan lugar a los otros, yo hace más de un año y medio que quiero ingresar un anciano que no tiene ni siquiera casa, que se maneja con la bicicleta como bastón, porque no tiene siquiera una pensión graciable”9. Como decíamos, la interpretación de las necesidades se legitima a partir de una trayectoria social que: i) reafirma la pertenencia de clase que une a ese “pueblo” (los destinatarios de su trabajo) en una red informal de resolución de problemas (se referencia una trayectoria social colectiva), pero desde ii) un lugar de capacidades adquiridas en la misma que la posiciona en el lugar de la mediación y la de la gestión (se referencia una trayectoria social individual, que parte de la colectiva, pero que es superada en virtud del capital social individual acumulado). No se acepta la evaluación desde otra posición social, que no sea la propia: […] “hay una chica que es empresaria, que colabora con nosotros, dice... “yo voy trabajar tanto como usted” y yo la asistía, pero… si es una pobre ignorante!!!, ella se ha criado en una cuna de oro, hoy es creo que es contadora, porque está a la par del padre que es contador y lleva toda la contabilidad, debe ser contadora, pero ella se crió hasta era menor todavía y tenía su autito para ir al colegio… que me viene a poner en tela de juicio esta clase de mamá […] entonces yo digo no, hay que ponerse en la piel de esas mamás, hay que ponerse, hay que ponerse, no, no, no le podes decir a esas mamás... pero pongan un poquito de educación, como van a tener tantos chicos, si es una mamá que ni siquiera ha podido terminar su colegio, su primaria...”10. Diferente es el lugar que desde una empatía de clase legitima su competencia para emitir juicios sobre quienes reciben su trabajo social: “C: yo veo que las madres no hacen nada hoy, viene A y me trae la noticia que una de las madres de los chiquitos que están ahí, vive en el casino, eso no lo sabía [...] entonces yo como te crees que yo no voy a tratar de hacer..... sabés hasta que he llegado a conseguir, hasta ropita interior […], pero la madre ve no baja del casino, yo no voy a ir a darle de todo. 87

AS: estábamos observando el domingo del día de la madre... casi todas fumaban. C: todas, todas fuman todas, y así mismo eran cincuenta mamás invitadas y solamente éramos veinticinco mujeres, éramos porque con las que trabajamos, porque no les importa, porque mientras yo le tenía los chicos acá, como ahora que hasta un nietito hay ahí, ellas están mirando la novela, fumando, con su porroncito, cuando no están ahí con sus amiguitos... pero es por ellos, es por ellos [por los niños]”11. Resulta interesante interpretar la presentación que hace de “sí misma”, fundamentalmente porque las condiciones de producción de este discurso nos llevan a un nosotros cuya comprensión deriva del conocimiento de los destinatarios de su accionar en la institución, un ‘nosotros’ que en definitiva nos remite, como decíamos, a una pertenencia de clase común. En ese sentido, centramos el análisis en torno a la categoría de “performance”, tomando a Goffman desde su idea de escenario como posibilidad de interpretación de las interacciones sociales, de manera tal que “cuando un individuo aparece ante otros, proyecta consciente o inconscientemente, una definición de la situación en la cual el concepto de sí mismo constituye una parte esencial”12. El relato de Cora se presenta como una luchadora que revierte una demanda manifiesta negativamente hacia una resolución positiva “Para empezar tenemos un NO, y ya lo tenemos nosotros a ese NO, ya lo agarramos nuestro a ese NO, cierto…? entonces como NO ya lo tenemos, vamos a pelear por un SI”13. Por momentos asume la defensa de los “derechos del pueblo” ante las instituciones estatales (Municipalidad Hogar de Día, Dispensario). “Me ven a mí, ven una bruja, pero yo tengo la plena seguridad que a mí, a la persona que llevo, me la van a atender, porque ellos son empleados del pueblo y al pueblo se deben”14. En este sentido refuerza su papel como figura pública: “nos invitan a que usemos los medios, pero no… los chicos del canal ya nos conocen. El otro día me encontraron frente a la Municipalidad y me 88

hicieron una nota, pero no lo usamos nosotras… podríamos hacer un montón de bochinche”15. Asume una mirada personalista de la política (apartidaria) en la que mezcla ingredientes propios de su cosmovisión religiosa, con sus atributos como defensora de los pobres y su particular relación con el actual gobierno municipal “… yo quiero hacer que haya un cambio, que haya un cambio […] nunca permito que se use el hogar para fines políticos, si bien eh… yo estoy en la política, me gusta la política, es como que la miro de afuera y por ahí meto algún pasito ¿viste?... y hago para atrás… adonde me conviene […] en este gobierno me encontré con gente muy buena […] esa gente es la que Dios ha puesto delante de mí, dónde yo puedo contar con ellos en cualquier necesidad del hogar”.16 En todo momento aparece su rol ejemplar de “madre protectora proveniente de un hogar humilde”, reconformando su posición a partir del relato de la historia familiar: …pero cuando yo tuve que enfrentar la situación con mis hijos, yo por mis hijos voy a hacer lo que tenga que hacer, porque yo tengo que darles una mejor calidad de vida, entonces yo veo que mis hijos hoy, tengo la satisfacción que mis hijos hoy son hermosos, sanos, son trabajadores, responsables, están estudiando eh… yo ahora tengo la posibilidad de dedicarme a ellos, que veo que las madres no hacen nada. Hoy viene María y me trae la noticia de que una de las madres de los chiquitos están ahí, vive en el casino y eso no lo sabía […] como te crees que yo no voy a tratar de hacer… [a la gente que pasaba siempre, el padre] lo invitaba a comer a la mesa nuestra y había gente que tenía vergüenza de sentarse a la mesa nuestra, siendo que nosotros siempre fuimos humildes, porque en el verano sacábamos la mesa de madera al patio, abajo del árbol, como mi viejo se acostaba afuera… o sea que la necesidad de ayudar de, inclusive te digo que mi papá se ha venido muchas veces del puente andino donde trabajaba, y se encontraba con gente y los cobijaba y le hacía una cama enseguida… hasta gente del Uruguay ha albergado mi viejo…17 Como decíamos, la re-presentación se complementa resaltando la comprensión que tiene en la resolución de los problemas de la pobreza –de 89

sus pares– por pertenecer a la misma clase social. En realidad, pone en evidencia cómo los contenidos de su propia cultura asumen mayor competencia que los del capital cultural proveniente del acceso a la cultura legítima (estudios superiores derivados de la pertenencia a una clase social alta): (…) hay una chica que es empresaria, que colabora con nosotros, [me] dice… “yo voy a… tanto como usted”, y yo la asistía, pero si es una pobre ignorante!!! Ella se ha criado en una cuna de oro, hoy es creo que es contadora18. 1 CAILLE, A., Antropologia do Dom. O Terceiro Paradigma, Vozes, Petropolis, Brasil, 2000. 2 Entrevista grabada realizada por el grupo de investigación a la Responsable del comedor comunitario, 2005. Las cursivas son nuestras. 3 Entrevista grabada realizada por el grupo de investigación a la Responsable del comedor comunitario, 2005. 4 Ibídem. 5 Ibídem. 6 Ibídem. 7 Ibídem. 8 Ibídem 9 Ibídem 10 Ibídem 11 Ibídem 12 GOFFMAN, E., La presentación de la persona en la vida cotidiana, Amorrortu, Buenos Aires, 2001, pág. 258. 13 Entrevista grabada realizada por el grupo de investigación a la Responsable del comedor comunitario, 2005. 90

14 Ibídem. 15 Ibídem. 16 Ibídem. 17 Ibídem. 18 Ibídem.

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Capítulo VII - Un Espacio Público Mixto Paula Pavcovich En lo que sigue encontramos dos instituciones, que se vinculan y son reguladas por el Estado, pero desde el lugar que ocupan en el espacio asociativo. Una es el Centro Vecinal, la otra, el Hogar de Día. Ambas participan del campo de la política en una articulación de tinte clientelar en el juego de la interna del Partido Justicialista local, relación que adquiere forma cuando analizamos la categoría de capital social. En esta entrevista, realizada al Presidente del Centro Vecinal (CV), resulta sumamente sugerente la imposibilidad de encontrar referencias a una visión del mundo particular que sustente las acciones del CV en el espacio barrial –fundamentalmente en lo que hace a la relación entre una intervención vecinalista y el barrio que la recibe. Si bien la Comisión Directiva al momento de esta investigación lleva cuatro meses de gestión (el mandato es dos años), el análisis que el Presidente hace del trabajo realizado y a realizar aparece desarticulado y sin referencia a una planificación propia de una institución de este tipo. Paradójicamente, cabe destacar que cuando reconstruimos la trayectoria histórica del Centro Vecinal, aparece una “visión vecinalista” que supone no solamente un proyecto para este espacio barrial, sino que incluye la articulación con los otros CV de la ciudad, para un mejor posicionamiento en su relación con el Municipio1. En la entrevista (semiestructurada pero con gran apertura en los ejes que la guiaron) no aparece ninguna mención a esta trayectoria que se inicia en el año 1967, ni al reconocimiento que el mismo supuso durante décadas para este territorio. En este sentido, creemos que la dimensión histórica resulta central para nuestra hipótesis: ausencia, en la actualidad, de un proyecto vecinalista para el barrio. Desde este punto de partida, decidimos –para una mayor comprensión– 92

incluir en este estudio, referencias de diversos medios periodísticos de la ciudad en la década de los ‘802. En 1985 (...) el primer paso que dieron [sus] autoridades fue el de reforzar la ayuda a diferentes instituciones que en este barrio trabajaban por el bienestar de sus habitantes”, colaborando con el dispensario e inaugurando un comedor para niños en edad escolar “que reciben una mini-cena3. En 1987, El Diario informa que en la Comisión Directiva, “si bien se notan algunas ausencias de titulares, la cantidad de vecinos que participan es mayor que la de cualquier otro barrio”4. Otro dato a destacar es la aparición del Número 1 de la publicación de “La Voz Vecinal”, periódico editado por la Secretaría de Prensa del Centro Vecinal (abril, 1988), en cuya editorial destaca: “nuestro periódico […] se debe a la gentil colaboración de dirigentes de otros centros…” Sin embargo, en el año 2006, el presidente nos habla de la escasa colaboración e involucramiento de los vecinos, en temas que define como centrales, por ejemplo, el problema de la seguridad o el del transporte: “Para integrar al centro vecinal, es decir, ya más … difícil es decir para … una reunión, tuvimos reuniones de seguridad que citamos a la policía, al Jefe de policía para que viniera, para tratar el tema de seguridad en el barrio y, bueno, había poca gente , ¿entendés? no es mucha la gente del barrio. Y, bueno, para el transporte, cuando empezó el transporte para… inclusive porque había una línea que la habían sacado que era del colegio y del hogar de día que era una fundamental para…, bueno, habían sacado, reunimos la gente, todo, para que apoyara el… para que siguiera la misma línea que había antes, no es cierto, por el colegio porque, bueno, vienen muchos chicos de… de otro barrio también, así que hicimos esa reunión y… eh, también, no había mucha gente”5. Rescata la participación en casos excepcionales que tienen que ver con ofertas de esparcimiento y/o recreación: la cena anual (para juntar fondos) o la asistencia a “clases de folklore y tango, gimnasia”. En cierta manera esto se reafirma, en los datos que obtuvimos de la encuesta que aplicamos 93

en este sector de la ciudad (capítulo III), que nos hablan de un 60% de vecinos que “no saben” que hace esta institución, un 13% que dice conocer lo que debe hacer un Centro Vecinal pero que en este caso, asevera que no hace “nada” o muestran su descontento por el accionar del mismo, y sólo un 10% que en términos generales habla sobre lo que hace (más relacionado a un “deber ser” por el tipo de respuestas agrupadas en esta categoría, del tipo “hacen cosas por el barrio”). El resto de las respuestas se dispersa, en fiestas, cenas6, algún tipo de actividad muy puntual, así como en falta de interés en lo que hace o debe hacer el CV. Por otra parte, sólo el 1,4% respondió que “colabora” (en relación a la pregunta: ¿Qué hace en esta institución?) No casualmente nuestro interlocutor habla de muchísima dificultad en lograr la participación de los vecinos, afirmación que contrasta con una nota periodística que se titula “Un pueblo aparte”, en la que se hace una evaluación sumamente positiva de este barrio como espacio ejemplar de ejercicio de la ciudadanía en los ‘80: “Es uno de los pocos centros [refiere al Centro Vecinal], sino el único en que desde el año pasado y metódicamente, se pone en práctica el sistema de compras comunitarias, de las que han llegado a participar 120 familias, teniendo que recurrir a la contratación de un camión que les transportara la mercadería: participan y colaboran en el cuidado y crecimiento de la Escuela […] y están llevando a cabo la organización de múltiples recursos (cenas, rifas, campeonatos), con el propósito de juntar fondos e instalar la luz en grandes fracciones del barrio que carecen hasta de este servicio primario. En las instalaciones del Centro Vecinal funciona, diariamente, un bufé que alberga a parroquianos del lugar y a trabajadores de la zona, en su patio, muy amplio, hay juegos para los chicos y un salón para reuniones en la parte trasera…” El dispensario que también funciona en el centro vecinal, ejerce, luego de muchas luchas por parte de los vecinos, una tarea regular, continua y gratificante. También en el centro vecinal, en su faz cultural y educativa, se dictan clases de Folclore, Dibujo, Pintura, Manualidades, Costura, entre otras dentro del plan que ofrece la Dirección de Cultura de la Municipalidad. También funciona en el centro el Plan de Alfabetización […] acuden a estos talleres una cantidad aproximada de 80 personas. El hecho de que se esté construyendo el Centro Comunitario y capilla por 94

impulso de algunos vecinos del barrio y que en la escuela […], con todo el esfuerzo de la cooperadora, se llevan a cabo tareas de reacondicionamiento en las instalaciones, habla a las claras de que también en participación, [este] barrio es un pueblo aparte y que los que declaman participación, tienen en este sector un semillero de ejemplo”7. Días antes, el mismo diario publica un proyecto de la Mesa Coordinadora de Centros Vecinales (de la cual participa este CV), que se levanta desde una concepción militante del vecinalismo, en la que se definen los objetivos de toda comisión vecinal en torno a contribuir, con los organismos gubernamentales, a elevar la calidad de vida de los habitantes del barrio, promoviendo una participación activa de todos sus vecinos con miras a la solución de sus propios problemas, utilizando preferentemente sus propios recursos y recibiendo del gobierno comunal asesoría técnica necesaria, así como aquellos recursos que la propia vecindad no pueda aportar. Esta autonomía relativa de los Centros Vecinales en relación a la Municipalidad está ausente en el discurso de nuestro entrevistado, más aún, lo está la posibilidad de articular con pares de otros barrios. Nuestro interlocutor se para desde una dependencia (y una relación casi personal) en relación al Estado local: “Eh… con la Municipalidad hay una buena relación, es decir, cuando nosotros vamos allá a pedir algo ellos siempre están dispuestos a escucharnos y… por lo menos siempre nos atienden bien, siempre cuando… Inclusive yo tengo el teléfono de ¿viste?, el que está en Participación Vecinal, tengo el teléfono de él. Le digo: ‘mirá tengo un problema’, en seguida él me dice, me contesta, sino ‘venite, hablamos, lo charlamos bien’, siempre me atendieron muy, muy bien”. En otro segmento, refiere al presidente de la anterior Comisión Directiva: “Pregunta: ¿la anterior gestión tenía la misma relación que ustedes con la Municipalidad? P: yo a este señor no lo conocía, no he hablado nunca con él… o sea, no se daba él también, el hombre, como para tener en cuenta la relación con la… Y, pero lo que yo veo es que está trabajando muy bien el municipio acá, en conjunto, siempre hay reuniones con la intendenta para tratar los temas del barrio, las necesidades del barrio. Eso es muy positivo porque es la única 95

manera de saber qué es lo que necesita la gente”. Cuando le preguntamos por los partidos políticos, nos contestó que su gestión trata de no llevar la política al centro vecinal. Sin embargo, del contenido de este relato tampoco aparece una “política vecinal”, o si se quiere, la referencia a lo que debería considerarse como parte de una militancia barrial, al menos en lo que hace a la propia historia de este espacio en la ciudad de Villa María. Para graficar este problema, transcribimos a continuación algunos de los puntos que la Coordinadora de Centros Vecinales, delimitaba como específicos de estas instituciones, y que sin embargo no aparecen en la exposición de nuestro entrevistado: “a) Estudiar, elaborar, peticionar y concretar planes de trabajo de infraestructura y equipamiento comunitario, así como analizar y evaluar los proyectos, previsiones, planes de obras y servicios públicos que sustente o ponga en marcha la Municipalidad en el barrio; b) Participar cómo órgano de consulta en problemas o realizaciones que encare la Municipalidad en sus respectivas jurisdicciones o que tengan relación directa con todo el municipio; c) Colaborar con la Municipalidad en la estricta observancia de las ordenanzas, especialmente en las referidas a las normas de convivencia, salubridad y servicios públicos, difundiendo su contenido entre el vecindario; d) Estimular y participar en la realización de programas de desarrollo social basado principalmente en el esfuerzo propio de los beneficiarios (planes de vivienda por esfuerzo propio y ayuda mutua, recreación, actividades sociales y culturales, control de menores en lugares públicos nocturnos, parquización y embellecimiento de calles, veredas y espacios verde, etc.); e) Colaborar en las campañas de educación sanitaria y prevención de la salud; f)Propender a la ayuda y protección mutua y a la defensa económica de los sectores más carenciados, creando cooperativas propias de producción y de consumo; g) Transmitir a la Municipalidad las necesidades y problemas del vecindario, así como las medidas que tiendan a su rápida y adecuada solución, comunicando tras un ordenado relevamiento, los recursos con que cuentan y pueden ser volcados a tal cometido”8. Una explicación plausible, de la ausencia de un programa vecinal, quizás pueda remitirse a cómo llega a la gestión de esta institución la actual Comisión Directiva: Pregunta: ¿Y cómo llega usted a ser presidente?, ¿tuvo algún tipo de 96

participación anterior, en alguna lista? P: No, me invitaron, una que está en la comisión que es madre de mi cuñado… y ella siempre estuvo en la Municipalidad. Pregunta: ¿trabaja en la Municipalidad? P: ella está trabajando… sí, en el Departamento… ella le maneja, el gobierno le manda cajas, así de leche, ella las distribuye. Pregunta: ¿una asistente social? P: claro una… no, no es asistente social, sino una… tiene más o menos así en el barrio como hace muchísimo que ella vive y conoce bien. Pregunta: ¿acá, en el barrio este? P: sí […] así que…, ella vino, me hablo, me dice….primero me dice del bufete, porque había quedado, no había nadie ahí. Y, no, yo no tengo tiempo para…., “bueno –me dice– mirá que ahora vienen las elecciones, te vas a postular para presidente”. “Bueno, -le digo yo- vamos a hacer bailes” y ya le decía algunos proyectos… pero yo le decía en broma, como en… y ya faltaba poco para el 12 y dice “busca la gente porque ya está, mirá que...”, “no –le digo yo– si lo decía en broma” –le digo– y… “No, no –dice– probá, mirá, a ver que dice la gente”. Pregunta: Claro. P: y bueno ya faltaba poquito ya para las elecciones, ya era “seria” la cosa. Así que, bueno, empecé a buscar gente…, los que más o menos conocía y, este, sabía que estaban trabajando, que conocían más o menos a la gente también y bueno, eh llegamos... el otro, el presidente que había estado en la otra gestión… también el buscó, bueno, la gente y… en ese momento éramos dos listas y en ese momento…. faltando, 3 días antes, quedamos nosotros solos. (No se entiende) P: Pero, bueno, nosotros veníamos juntando las firmas, ya todos nos… teníamos aval para la lista y todo. Y bué, llego ese día y, bué, ganamos. Así que… esas fueron las, las…. Porque nosotros ni pensábamos cuando empezamos, para mí, pensar que era un compromiso también, pero a mí me gustaba porque decía: bueno… que gente confiable, que… algo que… si la gente confía en mí, yo tengo que hacer algo por eso, no sé. Y bué, una cosa que lleva tiempo, hay que estar...” Concluimos entonces que en el relato es clara la ausencia de un programa sistematizado para el barrio9. En ese sentido, podemos sostener una correspondencia con la forma en que la nueva comisión llega a hacerse responsable del Centro Vecinal, a partir de un capital social acumulado desde una red de vinculación con lo que parecería ser “una mediadora” 97

entre la gestión municipal y el barrio (repartiendo cajas de leche), es decir un capital social sumamente frágil –al menos para el presidente de la comisión directiva– construido desde el campo político. Pararse desde el espacio vecinal habría supuesto un trabajo de acumulación a partir de redes construidas en referencia a los vecinos del barrio, lo que supone la defensa de un interés propio del campo asociativo. El caso del responsable (R) del Hogar de Día-ONG (mantendremos en reserva el nombre de la ONG) es paradigmático, sólo puede comprenderse a partir del juego propio del campo político partidario, a tal punto que hasta la definición misma de la asociación se constituye en referencia al mismo. “R: ONG es una asociación que tenemos nosotros, un grupo de amigos. Es una creación entre gente que estamos…. Hay una porción que se dedica, está inserta dentro de la política. Pregunta: ¿política partidaria? R: si, si. Y de ahí, con otro grupo de amigos, se venía diciendo de trabajar a nivel social, más allá de hacer la política, que es algo a lo que uno se tiene que dedicar. La idea es brindar espacios a la gente, no hay tantos espacios dentro de la política que dependan de los gobiernos, como para un esparcimiento”. Desde esta identificación con el campo político, aparece muy confusamente la pertenencia del Hogar al espacio estatal y a la lógica que implica manejar un establecimiento de este tipo, lo que supondría el manejo de competencias cuasi técnicas y una modalidad burocrática que haga como mínimo, un uso racional de los recursos (siguiendo el tipo ideal weberiano como referencia metodológica): “[…] no está en mí, no me corresponde hacer un relevamiento del barrio para saber que cantidad de abuelos puede concurrir al comedor, más allá de si cumplen o no el requisito. Que es lo que yo les digo a los abuelos, yo estoy siempre hablándoles, ya somos amigos, si Uds. conocen a un abuelo o abuela tráiganlo. Son cuatro realidades diferentes en los cuatro comedores. Yo lo único que puedo lograr hacer es, a través de ellos mismos, que traigan a su vecino, su amigo/a, que los arrime al comedor. Lo único que necesitan llevar es la fotocopia del DNI, para saber donde vive, quien es, un TEL si tiene algún pariente. Pero yo no puedo hacer ese trabajo, yo creo que ese trabajo [refiriéndose al tema de conocer el porcentaje de abuelos que hay en el barrio] dependería de otro ente, yo en eso no tengo nada que ver. La invitación yo se las hago a los propios abuelos/as que están 98

concurriendo al comedor para que le avisen a los vecinos. Ellos se conocen en el barrio. Porque sino sería un trabajo y yo no puedo ni debo hacerlo, no es mi área, no es mi función recorrer el barrio y decir quien vive acá, en qué condiciones vive”. Así, cuando intentamos explicar la dependencia jerárquica de la institución con el Estado Provincial y la resolución particular con el Estado Municipal, queda al descubierto que ONG es parte de un vínculo asentado en relaciones que se conforman por fuera del propio espacio asociativo: “Acá esto no sé por qué no se habrá hecho cargo la Municipalidad. Es más, yo no tengo ingreso ni relación con esta Municipalidad, así que no sé cual habrá sido el motivo. Cuando asumió [el intendente] tampoco se hizo cargo. Entonces ahí es cuando les digo que hablaron a esta Dra. [una diputada nacional del PJ] y nos dio este trabajo, que lo bajamos a través de ONG, fue el encuadre que le dieron, como a pedido de ONG de hacerse cargo de los cuatro comedores. Y bueno, “yo te hago responsable a vos me dijo”. “Sí, yo no tengo drama”. “Vos los conoces porque ya hiciste ese trabajo”. “Sí, yo no tengo drama”. Y por eso estamos acá. Pero ONG, o yo, es el nexo entre el comedor y el ministerio. Es una cuestión de control neto, nada más. Pero los comedores pertenecen a la provincia y paga la provincia. ONG es una asociación sin fines de lucro. Cuando vinimos esto era una tapera. […] ONG funciona desde el año ‘90 más o menos. Empezamos con una venta comunitaria de verduras. Íbamos al mercado de abasto y traíamos, por ahí nos regalaban, la verdura. Armábamos el bolsoncito […] Con esa recaudación íbamos aumentando el bolsón, le metíamos una harina por ej. Y así empezó ONG. Después la Dra. también a través de ONG se bajó una campaña de documentación, que fue cuando nos criticaron en el diario porque decían que habíamos formado una municipalidad paralela en Villa María. Y era un trabajo en el que no le estábamos quitando nada a nadie. […] Pregunta: ¿Por qué este problema con la municipalidad? R: pasa que la Dra. es delasotista10, y la familia del [ex intendente] nunca lo fue y es un poco la sombra en el departamento, más allá de que ahora el [ex intendente] tenga un poder grande que se lo ha dado De La Sota, son amigos ahora. Esas cosas pasan dentro de la interna de un partido. Y por ahí queda como trofeo de guerra la gente, me gano esta porción, aquello es mío, a vos te dejé uno solo. Y son mezquindades que yo…, yo hace muchos años que hago política, tengo 50 y empecé a los 13…”

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Retomamos la categoría de performance, tal como lo hicimos en el caso de Cora (Comedor Comunitario), pues la narración paulatinamente va corriéndose en torno al “personaje” que de sí va construyendo el responsable de este espacio. Su presentación constantemente remite a su experiencia política partidaria, la cual es puesta entre comillas por la actual posición desfavorable que ocupa en el espacio partidario a nivel municipal. De allí que su discurso remite al Estado Provincial ya que el Hogar es una dependencia provincial, al Nacional, por su relación directa con una diputada y su participación en una Organización Civil sin Fines de Lucro, que legitima su lugar y articulación con los dos espacios estatales ocupados por su partido (PJ). Este discurso habla de: a) una trayectoria fundada en la preocupación “por la gente”, en la que curiosamente disocia su propio vínculo con el del espacio político: “Y de ahí, con otro grupo de amigos, se venía diciendo de trabajar a nivel social, más allá de hacer la política que es algo a lo que uno se tiene que dedicar. La idea es brindar espacios a la gente, no hay tantos espacios dentro de la política que dependa de los gobiernos, como para un esparcimiento […] Esto es una asociación sin fines de lucro y así poniendo el pecho y el corazón bien alegre, es vocación de servicio […] Pero esto va un poco más allá y no quiero hablar de esto porque me pongo mal, pero acá el cambio tendría que ser político para que esa gente no esté… Tendrían que tener un espacio, un lugar o alguien que les preste la atención necesaria para que ellos no estén renegando de esa manera a esta edad. Pero no está al alcance mío hacer los cambios, deberían venir los que tienen los cargos políticos que si tienen la posibilidad de hacerlo […] ¿Quiénes pagan? … por ahí la gente es como un trofeo de guerra y a mí me choca, me pega, no me gusta” “… ojo que no soy Dios ahí, pero me ven como autoridad. Yo les quiero hacer entender, yo no soy autoridad, soy compañero de trabajo de las chicas de la cocina, soy amigo de ustedes, yo voy a estar siempre acá en Villa María…” b) y un lugar paternalista en su relación con quienes asisten al Hogar, que reconoce su vínculo con la política:

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“… mis viejos me dicen: vos te quedaste en el tiempo, ya eso no existe más lo que vos pretendés. Y es cierto, es cierto. Yo no entiendo que ahora sea Unión por Córdoba, no entiendo que sea el Partido Justicialista, para mí es el Partido Peronista y yo tenía un líder que era Juan Domingo y ese líder me dejó a mí una doctrina escrita. Unión por Córdoba, ¿quiénes son UPC?, El Frente para la Victoria, yo lo escucho al presidente y a la mujer hablar del peronismo y se llaman Frente para la Victoria y enfrentaron al PJ en Buenos Aires”. Concluyendo decíamos que en estas dos últimas instituciones observamos vínculos con una lógica que se va definiendo por fuera de cada uno de estos espacios. En el Centro Vecinal, se observa que no hay una cosmovisión clara de los destinatarios de sus prácticas, no hay referencias a una visión del mundo particular que sustente las acciones del mismo en el barrio. En ese sentido el trabajo realizado aparece desarticulado y sin referencia a un “proyecto” propio de una institución de este tipo. Estas características podrían estar asociadas al hecho de que a pesar que la institución presenta una estructura formal, la lógica con la que fue conformada la Comisión Directiva muestra pautas alejadas del vecinalismo y cercanas al relacionamiento con punteros. A su vez tiene una gran dependencia con la municipalidad, lo que limita el establecimiento de redes de intercambio con el sector pobre del vecindario para legitimarse. Discursivamente no se asume como brazo político del gobierno municipal en el barrio. En el segundo caso, pudimos construir un posicionamiento del representante de la institución, que no se identifica con el espacio estatal ni asume las funciones que debería cumplir como institución vinculada al Estado, a la vez que legitima su accionar desde otro ámbito –que no es el político–, como lo es la asociación sin fines de lucro de la que participa. Sin embargo, el capital social acumulado por ONG –que es el que la lleva a administrar el Hogar de Día– responde claramente al juego del campo político, cercano a una concepción clientelar que si bien puede ser asimilado a un uso instrumental derivado de estrategias de los partidos políticos –provenientes desde el Estado–, también pueden ser analizado como parte de un acto simbólico de intercambio de obsequios. Desde esta mirada, se hace comprensible la naturalización de estas relaciones políticas fundadas en una reciprocidad que se ha internalizado desde una historia política singular en la que su explicitación discursiva obliga a un argumento 101

normativo que, justamente, normaliza tales prácticas. La única institución que podemos situar en la categoría de espacio público no-estatal es el comedor comunitario de Cora. Éste está vinculado al espacio evangélico, estableciendo con este campo religioso redes hacia “arriba”, para conseguir recursos, pero no tiene intenciones evangelizadoras hacia la población pobre del barrio. A medida que explicita su forma de trabajar y la visión del mundo que sostiene esa intervención, va delineándose su figura como “mediadora” entre el gobierno (identifica constantemente al Estado con las gestiones partidarias del Ejecutivo Municipal) y los beneficiarios dando lugar a una forma de trabajo asistencial. Cora moviliza su capital social por “procuración” de aquellos a los que representa, a las familias pobres que “delegan” en el Comedor la resolución de necesidades provenientes de su situación de vulnerabilidad social. Este mandato proviene de la movilización de una especie de capital público, una capacidad de “hacer ver” a través de un “saber hacer” que permite producir un rendimiento diferencial del escaso capital económico (y cultural) de las familias en situación de vulnerabilidad social. Es ella quien cumple este rol ya que se presenta como quien mejor puede “traducir” las necesidades a superar según la misma cosmovisión compartida, una cosmovisión “enclasada” –incluso desde su concepción a partir de su pertenencia de clase que “comprende” a sus pares y en función de su trayectoria individual en experiencias que le permiten acumular otros tipos de recursos como el manejo de información. 1 El CV participa de la Mesa Coordinadora de los Centro Vecinales. Sobre la actuación de la misma El Diario del sur de Córdoba, realiza un balance en el que destacan “los beneficios obtenidos de la tarea realizada en conjunto, con los representantes de todos los centros vecinales, que no han cumplido, en ningún momento, un rol opositor, sino mediador, dialogante, con las autoridades oficiales, sin que en ningún momento hayan primado intereses partidarios, sino fines estrictamente comunitarios” (24/8/87). 2 Cabe aclarar que, en la reconstrucción histórica, también analizamos actas de la Comisión Directiva durante la última dictadura militar. 3 Diario Nuevo Noticias del Centro de la República, 30/12/88 102

4 El Diario. El Sur de Córdoba (Villa María, 24/7/1987). La cursiva es nuestra. 5 Entrevista grabada realizada por el grupo de investigación al Presidente del Centro Vecinal, 2005. 6 “Nosotros tratamos de hacer, por ejemplo en las cenas que… de invitar a todos para poder integrar más a la gente ¿Vio? tamos de cobrando una tarjeta mínima. No es que es mucho el trabajo que tenemos pero tampoco lo que queda; pero, es decir, tratamos de integrar a la familias, es decir, mantener ese ritmo. Pero, nosotros queremos que la gente se llegue para el centro vecinal.” Entrevista grabada realizada por el grupo de investigación al Presidente del Centro Vecinal, 2005. 7 Diario El Sur de Córdoba, Villa María, 24 de Agosto de 1987. 8 Ibídem. 9 Lo que surge es tan sólo una descripción coyuntural y desarticulada de problemas a enfrentar (cunetas, pavimento, servicios, transporte, la prostitución en la ruta, etc., que por otro lado son históricos en este rincón de la ciudad). 10 Se refiere al gobernador de entonces de la provincia de Córdoba, José Manuel de la Sota.

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Capítulo VIII - El campo religioso Paula Pavcovich - Damián Truccone No puede entenderse el espacio religioso y las estrategias que en él se desarrollan si no se lo construye en el entramado de relaciones dispuestas en el espacio social general. Los especialistas y los laicos establecen vínculos que son, en última instancia, la manifestación de las relaciones entre las posiciones ocupadas a partir de la apropiación de los recursos socialmente producidos. Para los diferentes agentes religiosos el establecimiento de vínculos (la acumulación de capital social), no es un hecho fortuito, sino que genera un proceso en el cual, a la vez que se intercambian bienes sociales, se delimitan los alcances y fronteras de la red de la cual forman parte. Los recursos que intercambian inmersos en esta red de relaciones, se constituyen en signos de reconocimiento e inter-reconocimiento que posibilitan la delimitación de las fronteras de la red. Esta red es también fuente capaz de generar capital simbólico pues este agrupa en términos genéricos a La red de alianzas y de relaciones que se tiene (y a los que se mantiene) a través del conjunto de compromisos y deudas de honor, derechos y deberes acumulados a lo largo de las generaciones sucesivas y que puede ser movilizado en las circunstancias extraordinaria.1 Es decir que el capital social en tanto red de relaciones es fungible en capital simbólico y deviene en sustrato fundamental de las estrategias llevadas a cabo por los agentes especializados en la lucha por la justificación y legitimación, en nuestro caso dentro del campo religioso y más aún dentro del espacio social general. Por último, la red es un vehículo importante a la hora de la resolución de problemas, ya que permite agilizar trámites relacionados con permisos municipales, cuestiones judiciales, a la vez que es una fuente de recursos materiales fundamental para el trabajo social realizado.

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Desde el campo del catolicismo en El Barrio abordamos dos núcleos de redes. Por una parte, el que se organiza desde una posición expresada en los representantes de la Parroquia y Cáritas Parroquial sobre las prácticas que consideran necesarias para encarar las problemáticas de los sectores que viven en situación de pobreza. Por otra, el que se conforma en torno a una Congregación de Religiosas que trabaja con una población atravesada por una triple relación de dominación: mujeres-pobres-en situación de prostitución. Los discursos de los representantes de la primera red parten de una noción que presenta a la caridad espiritual y la transmisión de valores cristianos como el principal objetivo de la Iglesia en su relación con los laicos. Es una forma de construir la noción de solidaridad anclada en una percepción de las diferencias sociales como producto del pecado. Resulta interesante recoger este discurso más cercano a la ortodoxia del catolicismo ya que nos permite comprender lo que analizaremos, particularmente en el caso de las religiosas, a quienes posicionamos en una dimensión discursiva -y práctica- heterodoxa de la Iglesia Católica.

Disputando valores El cura párroco hace hincapié en una dimensión fundamental del trabajo de la Iglesia: la transmisión de los valores cristianos, y para ello rescata el papel de la familia y desde allí el rol de la mujer –madre- como garante de la distribución de los valores religiosos desde la cotidianeidad del hogar o del deber ser del hogar cristiano. En ese sentido nos dice: Estamos haciendo un trabajo para revalorizar la familia, que la mamá, o el papá, o un familiar digamos que sea el que nuclee, esté presente en la mesa, ya que no pueden estar reunidos en su propia casa, que por lo menos en el ámbito del Centro parroquial, cada familia tiene su mesa, donde cada mamá o quien sea el responsable atiende a sus chicos, creando un poco la conciencia de familia, de comunidad, un poco trabajar con la mamá para que ella sea quien le transmita valores, que le enseñe a agarrar el tenedor, que le enseñe a limpiarse la boca, que le enseña a como tomar el vaso; cuando la mamá no sabe, bueno allí nosotros formamos a los padres para que los padres sean quienes cumplan la tarea que deben cumplir, ¿no?”2 El sacerdote hace referencia al trabajo desarrollado en el comedor parroquial, naturalizando una idea de hogar asistido para familias pobres en consonancia con una concepción de vida total que oculta tras la noción 105

de comunidad las diferencias y jerarquías sociales, poniendo en igualdad de condiciones necesidades espirituales y necesidades materiales. Es justamente esta homologación de necesidades la que hace evidente una referencia no clasista de las demandas, tal como vemos a continuación: No sólo vienen las personas que están necesitadas, sino que también viene parte de la comunidad, que no necesitan de la comida pero si necesita formarse, si necesitan otros aspectos, ¿no? Así es la amplitud que tienen los centros parroquiales […] Entonces, toda la expresión de la caridad surge de la comunidad, todo tiene, pertenece digamos, la iglesia, madre si uno quiere decirle así, es la parroquia, y acá hay toda una comunidad de vida, en torno a cada uno de ellos se arma una comunidad, o sea acá celebramos la misa, damos la comunión, la confirmación, los talleres, los cursos de formación, todo y, otra de las áreas que justamente uno, que hay la necesidad concreta de la comunidad de comida para los chicos, entonces funciona un comedor acá.3 Esta construcción particular incluye una mirada acorde a un proceso de secularización inacabado que continúa planteando la competencia de visiones del mundo antagónicas. La comunidad cristiana remitiría entonces a una sociedad tradicional atravesada por prácticas caritativas superando axiológicamente a la sociedad moderna y sus prácticas filantrópicas. Lo que nosotros procuramos [es] que cuando la persona reciba el plato de comida, sepa que no lo estamos haciendo simplemente por una filantropía, lo estamos haciendo por un acto de caridad, es decir: lo vemos a Cristo presente en la persona necesitada y allí servimos, ¿no?... proponiendo siempre la presencia y la verdad de Jesucristo como Cristo da dignidad y plenitud a la vida, sin embargo se da una propuesta […] Pregunta: ¿cómo diferencian esto de la caridad de la filantropía? La filantropía es […] una expresión de un amor meramente humano, la caridad traspasa, eleva esa expresión de amor humano a un amor cristiano, digamos ya no es la expresión mía de porque me hace bien ayudar al pobre y por eso lo ayudo, no, aunque no me haga bien lo tengo que ayudar, o sea es una caridad, es una expresión del amor de Dios [...], tal vez el que más se ve es el término de la caridad material, la que no se ve, la caridad espiritual, informar, estar acompañando, como te decía a lo mejor hay familias que no necesitan económicamente, porque a lo mejor tienen económicamente todo, pero le falta todo, o sea aconsejar, son todas expresiones de la misma vida de la Iglesia, […] por ahí la comunidad va 106

dando respuestas de acuerdo a la geografía y a los barrios que tiene.4 En la práctica, la comunidad se convierte en sociedad y por ello debe asumir respuestas concretas en torno a las llamadas demandas de compensación y a las demandas de legitimación ya que, en definitiva, el espacio religioso no escapa a las divisiones propias del espacio social pues (…) las demandas religiosas tienden a organizarse alrededor de dos grandes tipos, que corresponden a los dos grandes tipos de situaciones sociales: las demandas de legitimación del orden establecido propias de las clases privilegiadas, y las demandas de compensación de las clases desfavorecidas…5 Este discurso ortodoxo también define la pobreza, pero desde una situación total de la persona: Yo no puedo suponer que tengo gente económicamente de un nivel alto, porque no tengo, sobre todo hacés dos cuadras y te metes en los barrios y vas a ver un montón de miserias, humanas, espirituales, morales y económicas, encima, ¿no? La pobreza ha llegado a todos los estratos de la persona. Pregunta: y ustedes ¿qué diagnóstico hacen de las causas de la pobreza? La primera causa de la pobreza es el pecado, ¿no? El egoísmo del corazón del hombre, allí radica todo, el querer para mí y no compartir con el otro, ¿no? Allí se encuentra, todos sabemos que la mezquindad del corazón del hombre es la que provoca después todos los desequilibrios que hay en la sociedad. Esa mezquindad llevó a una sociedad bastante compleja.6 Dijimos que la concepción total de la sociedad según esta cosmovisión lleva a una concepción total de la pobreza, que no sólo oculta la dimensión estructural de la misma sino que, además, es utilizada para contraponerla a la identificación de los intereses socio-económicos implicados en su reproducción. En este sentido se hace comprensible la oposición a una resolución política de sus causas reales desde la intervención del Estado7. Se ha llegado hasta a politizar la pobreza. Hubo un tiempo atrás que se decía: eliminemos al pobre, ¿no? eliminemos la pobreza eliminando al pobre; a través de cómo eliminarlo al pobre: que no tengan hijos, así no tienen hijos los pobres, se mueren los que los producen, y así nos quedamos 107

sin pobres, es decir eso es imposible, las grandes campañas de planificación familiar entendida como repartir preservativos, pastillas, el DIU, anticonceptivos, y todo la otra yerba, entonces cuál es la intención: eliminemos el pobre, la pobreza eliminando al pobre. Hoy día no, hoy día ese discurso cambió, porque al poder le conviene que haya pobres, ¿por qué le conviene?: un día antes de las elecciones empiezan a repartir bolsones a todo el mundo.8 Resulta interesante que la solución política tampoco puede ser reivindicada por los grupos sociales en condición de pobreza, lo que se evidencia en la crítica que el sacerdote hace a los grupos piqueteros a quienes, además, homogeneiza en una sola experiencia de acción colectiva: Entonces, bueno, en ese sentido uno advierte lamentablemente eso, si, bueno, que falta la educación y tenemos gran cantidad de personas, llamales si querés piqueteros, lo que sea, que están gobernando el país, en cierta forma, no puede ser que todo se canalice por ellos. Personas que prefieren ganar $150 y no hacer nada, sabiendo que el Estado le da una caja de mercadería, sabiendo que el dispensario del frente le da otra caja de mercadería, y cuando vos les proponés un trabajo serio, de formación, que nos ha pasado, cuantas veces hemos preparado proyectos concretos, decir bueno, de cursos, de talleres, con posibilidades concretas de ámbito laboral, que puedan ganar su propio dinero con su propio esfuerzo, no, prefieren estar sentados tomando mate, sabiendo que van a tener $150, como todas esas otras cosas, ¿no?. Que pedían un aumento de $150 a $300, que pedían aguinaldo, que pedían obra social, ¡estamos todos locos! Estamos en el país de la anarquía, ¿no? Entonces después ¿qué le va a enseñar ese papá o esa mamá a su hijo? ¿cómo le va a enseñar la cultura del trabajo? 9 Aquí nos encontramos claramente, con una de las perspectivas que mencionáramos en el primer capítulo, aquella que parte de un diagnóstico de la cultura de la pobreza: de una diferenciación cultural entre las poblaciones de pobres y el resto de la sociedad, identificable a través de una serie de rasgos y normas vinculados al individuo, a las familias y a las comunidades marginales: El esfuerzo que tenemos que hacer es el esfuerzo educativo, el esfuerzo de la dignidad humana que pasa por el trabajo, no sólo el trabajo me da la posibilidad de percibir un haber económico, sino el trabajo dignifica a la 108

persona, el trabajo te hace digno. Saber que vos estás comiendo el pan que ganaste con tu propio esfuerzo, y eso te lleva a que cuides, te lleva a que seas responsable, te lleva a… ¿no? No todas las cosas necesitan ser dadas desde arriba, ¡pucha!, hay que hacer algo, ¿no? Porque eso se sumerge después en una gran miseria moral, ¡eh!, la persona que se acostumbra a que todo le den, se cree incapaz, se cree que: -yo no sé hacer nada, no sirvo para nada, nadie me tiene en cuenta- , o la expresión contraria: -yo soy pobre, ustedes me tienen que dar-. ¡Te voy a dar una pala, para que después trabajes! Si tenés hambre, sí, te voy a ayudar, pero vos también andá haciendo algo, esa es, ¿no? Una de las grandes propuestas. Mientras haya necesidad nadie, vamos a hacer lo posible, para que nadie se quede sin un plato de comida, pero bueno, a ver, ¿qué haces vos?, mirá, yo te brindo bueno, el curso, el taller, una posibilidad económica, esto… pero, ¿saliste a buscar trabajo? ¿te propusiste? ¿terminaste, vos que sos adolescente, joven, terminaste tu escuela, terminaste tu secundario? Vos mamá que tenés los chicos, ¿qué preferís? ¿Salir a buscar cartones con tus hijos o mandar los chicos a la escuela?”10 Desde esta mirada, la salida se vincula con reforzar los mecanismos de socialización que controlan las desviaciones producidas por la cultura de la pobreza. El argumento encuentra soluciones para la superación de la pobreza centradas en torno a una racionalidad normativa que supone la responsabilidad de los pobres en la reproducción de su situación social. Convierte a una problemática pública en un problema pasible de ser resuelto desde una cosmovisión religiosa. Si bien la Iglesia disputa con el Estado el monopolio de hacer públicos y legítimos los problemas y las soluciones relativos al orden social, lo que reclama es la no intromisión del mismo en los vínculos que esta mantiene con los laicos. No casualmente el paradigma neoliberal critica la intervención estatal en problemáticas sociales como una manera de despolitizar el rol del Estado en las sociedades modernas, rememorando con nostalgia el tratamiento de las mismas a cargo de estructuras tradicionales, entre las que se incluye a las instituciones religiosas.

“El Vaticano será otra cosa…” La parroquia restringe su trabajo social sobre la pobreza en el barrio a las intervenciones puntuales de Cáritas parroquial. La definición oficial de estas prácticas se centra en la caridad, que articula la asistencia social con 109

la asistencia espiritual.11 Sara: Sí, sí. Aparte te esperan con alegría y qué sé yo... esa gente necesitada, y bueno nosotros... vos sentís... Yo no vine porque no tengo nada que hacer, yo vine porque sería realmente que necesitaba, que Dios me llamaba para hacer esto...”12 A partir de este pensamiento religioso la entrevistada va mostrando una interpretación que deja, sin embargo, traslucir la superposición en las ofertas del espacio territorial de la parroquia con las desigualdades de clase propias del campo social. Incluso desde el propio lugar ocupado en esta jurisdicción institucional, cuando hablan de los laicos que trabajan en el comedor comunitario para niños de la parroquia, aclaran la diferencia entre la labor de estos con ellas legitimando sus prácticas desde la cosmovisión cristiana de la caridad: Teresa: Los comedores sí. Esos están atendidos por gente que cobra su sueldo, ¿no? Ellas [Laicos] cobran su sueldo. Nosotras… lo nuestro es caridad, nada más. La gente ésta que está trabajando en el comedor tiene su sueldo.13 Desde una organización parroquial que reproduce la desigual distribución de recursos del campo social las entrevistadas van elaborando un relato de limitaciones para acceder a bienes que puedan sostener su labor con la población con la cual trabajan. Desde este punto de vista14, se construye la narración que va explicitando el carácter subordinado de estas voluntarias dentro del campo religioso: Sara: [con relación al presupuesto que manejan para su trabajo]…y bueno, tiene poco y nada. Porque te imaginas que la Iglesia no tiene recursos como para abastecer a toda esa cantidad de gente, o sea no, no… vos viste. Teresa: sobre todo nuestra iglesia, el Vaticano será otra cosa… S: la Catedral o el Trinitarios tienen otra realidad. Pero acá esta no es una parroquia que tenga para… o sea la contribución de la gente es muy poca, los socios son pocos, o sea que tampoco hay tanto como para poder dar y dar. Pregunta: ¿ustedes están en Caritas? T: Si Caritas Pregunta: pero Caritas, uno tiene la idea de que maneja… S: ¡no! 110

T: yo te voy a decir: porque está la Caritas nacional, esa es una cosa distinta. Nosotros somos Caritas parroquial, así que nuestro límite es la parroquia, y nos movemos con la gente que nos subvenciona de la parroquia. S: Lo único que baja es para las reuniones informativas, para las reuniones de reflexión y cuando hay alguna colecta, viste las colectas estas del Más por menos, colectas anuales, esas sí. O cuando llega algún cargamento por ejemplo como aquella vez que llegó del exterior que reparten un poco en cada parroquia, pero nada más. Después los recursos y todo eso lo maneja cada parroquia. Cada una es… y los problemas de cada uno de la comunidad también es de la parroquia. No podés ir a Caritas diocesana porque… bueno a mí me pasó que pedí y directamente me dijeron que no… T: no, si por eso cada uno tiene su autonomía… digamos así… Pregunta: pero ¿Por ejemplo la colecta Más por menos, eso lo comparten? T: Sí, sí. Por ejemplo si sacamos $100, yo creo, que nosotros nos quedamos con $30, y $70 ellos. S: se divide en tres partes. No es la Más por menos es la colecta anual de Caritas. Son tres partes: una parte va a la parroquia, la segunda parte a la diocesana, y la tercera parte va a lo nacional. Se divide en tres partes iguales. Pero claro, eso también depende de la parroquia. Yo me acuerdo cuando nos pasaron el resumen, por ejemplo Catedral había recolectado suponte 2600 pesos y nosotros 900 pesos. Porque en realidad es así, siempre lo que queda para la parroquia también es menos que en otras parroquias que tienen…15 Estas palabras muestran una situación de malestar que es pensada desde las mismas limitaciones que se imponen a la consideración de su trabajo, percibido desde la realidad heterogénea de la Iglesia Católica. Así, por ejemplo, se diferencian del trabajo de la Congregación que se ocupa de las mujeres en situación de prostitución (la cual, como veremos más adelante, ocupa un lugar dominante en el campo religioso de El Barrio –en virtud de la autonomía de su accionar- en el espacio dominado de la burocracia eclesiástica). Pregunta: nosotros vinimos acá porque vimos la capillita y ahí surgió y dijimos -vamos a ver-. Ya sabemos que están las religiosas [de la congregación] que trabajan con una población particular. T: Sí, sí. Pero yo creo que con la población en particular y con toda la población… me parece a mí. A lo mejor ellas tienen una realidad más del barrio que nosotras. Porque nosotras ¿Qué querés que te diga…? siempre 111

decimos con Sara, deberíamos darle otro sentido a lo nuestro. Porque nosotros, por ejemplo, los primeros días que estábamos armando las cajas: llegamos, –que tal, doña María, ¿cómo le va?… qué sé yo, que tanto, como anda, le duele la pierna… bueno acá tiene los remedios, chau doña María. Nos vamos–. Porque tenemos, es decir aparte de tener nuestras ocupaciones. Entonces digo, de pronto me parece que nos hemos convertido en almaceneras, que llevamos las cajas y venimos. S: la función nuestra tiene que ser más espiritual. O sea, más vale que las necesidades básicas hay que satisfacerlas. Pero lo espiritual también. Y muchas veces como son tantas las casas y tanto lo que tenemos que andar, la parte espiritual queda postergada. T: claro, porque siempre pensamos que vos cuando llega la hora de comer no podés poner la Biblia arriba de la mesa, tenés que poner la olla. S: a veces una palabra… T: si, si, o escucharlos, viste que hay gente que necesita que la escuchen. S: eso es lo que más uno se plantea a veces. Pero bueno se hace lo que se puede, viste… que sé yo muchas veces uno…yo personalmente, Teresa también, decimos –pucha tendríamos que hacer esto…– T: aparte digamos que tampoco estamos tan capacitadas...16 Las respuestas que deben dar ante las demandas de compensación propias del campo religioso son desbordadas por la realidad de las demandas sociales de la gente con la que trabajan y en relación inversamente proporcional a los recursos con los que cuentan y que incluye una deficiencia de capital cultural en lo que hace a las competencias técnicas de estas voluntarias (socias) para abordar una realidad de pobreza extrema: Pregunta: ¿Cómo se contactan? S: Y ellos generalmente vienen a la Parroquia y dejan sus datos... le toma los datos la secretaria, y después nosotros tomamos esos datos… Pregunta: ¿Son ustedes dos nada más? S: y si… no…está la otra señora, pero bueno las que estamos más. Pregunta: las que más pilas ponen son ustedes. S: (risas) si… cuando hay algún evento o algo se ven más las personas viste pero…Eh… bueno como te decía, ellos toman nota, nos dan los datos a nosotros, ellos no les dan nada si nosotros no visitamos antes. Por eso nosotros vamos, visitamos, hablamos con la gente, medio que… viste, les preguntamos a ver cuantos son, esos datos. Y decidimos, bueno a ver, un poco como dice Teresa siempre, tenemos que ser jueces… S: ¡Ay! es lo peor que hay, así que a vos te doy… 112

T: no sabés, claro Pregunta: y ¿Qué tipo de cosas evalúan ustedes para ver si les dan o no les dan? S: con la entrada en la casa nomás… T: ¡el ojo clínico!… (risas), nosotros entramos y vemos que… pobre, que… a lo mejor están… si hace frío están sin medias, muy pobremente… la casa que vos ves que a lo mejor tiene la cocinita, el baño no sabés donde está y la pieza al lado que se les viene abajo, que bueno que sé yo… S: y después todo lo que se puede, ¿viste…? La angustia se estructura desde la escasa disponibilidad de recursos (económicos y culturales), que no admite la objetivación de la homología entre la misma parroquia y el espacio social general y que se verifica en la reproducción de la desigual distribución de capitales en uno y otro espacio. Desde esta percepción, es posible preguntarse si, en definitiva, lo que aparece en la complejidad del espacio organizativo de Caritas17, no es “una Caritas pobre para los más pobres”. Desde la evaluación que las entrevistadas hacen de sus acciones en la institución, aparecen las representaciones que dejan traslucir - como en el caso del sacerdote - el pre-juicio en torno a las estrategias de vida en contextos de pobreza. T: Vos sabes que nosotros acá cuando estaba el otro sacerdote, este… hicimos un… así como una campaña por las huertas. Se le daban las semillas, se los orientaba, les dábamos una vuelta cada diez días para ver… y no, no, nadie quiere hacer nada, todos quieren servido, viste. Y pareciera que uno tiene la obligación de dárselo. ¿Te acordás aquella vez que vino una mujer? Quería pedir, entonces nosotros dijimos, no somos gobierno, somos iglesia… así que la iglesia da en la medida que tiene, que tampoco tiene porque dar […] yo digo… lo que es la necesidad, a veces… Vos le das un poquito “así”, entonces la próxima vez es el gas… la próxima vez son los remedios, el otro, la silla de ruedas…tampoco tenemos la máquina de hacer plata… S: De todos los pedidos de la comunidad de la parroquia hay que responderlo desde la Caritas de la parroquia. Entonces es difícil hacer frente a todo… una garrafa, te imaginas… y ya si uno le dice al otro, bueno pero me la dio Caritas…al otro día te piden la garrafa. T: ¡Ah! Es increíble chicas, claro, yo te mando una garrafa a vos, y después vienen cinco a buscar garrafas… “si… porque fulanito me dijo…” claro… 113

a los viejos pobrecitos porque no se pueden ni mover les mandamos la garrafa porque vos le veías que tenían un ladrillo… mmm que no sé con que lo calentaban… S: Refractarios… T: y ahí ponían la olla para calentar… Por supuesto todo el mundo colgado de la luz, ¿no?… más vale… S: y bueno…se responde mientras que se puede… T: Igual que la caja de mercadería, vienen todos a pedirla… y vos decís… ¡tampoco somos el Disco como para darles la caja de mercadería! 18 Estas apreciaciones sobre quienes viven en la pobreza revelan algunas de las estrategias que ponen en marcha los pobres en el marco de su relación con el espacio religioso. Los recursos que desde el mismo se ponen a disposición remiten a la competencia por la acumulación de capital social y simbólico dentro del cristianismo: el capital económico puesto en juego se constituye en la apuesta del reconocimiento de la cosmovisión religiosa que respalda “la dádiva” o el intercambio: T: Sí… a veces te salen con el pastor… ¿cómo es,… el pastor…? S: Cabrera… T: No, no otro pastor cerca de la Terminal… el pastor…bueno no sé… S: Sí, te salen con otras cosas, “el pastor tanto me dio tal cosa”. Pregunta: ah, ¿Se vinculan con otras iglesias? T: ¡Ah sí!, con todas!… ellos tiran las líneas. Ellos quieren las cajas, las buscan en el centro, van a la Catedral. Recogen todas las cajas que les pueden dar... Por ejemplo, está La Horita Feliz, que no sé si son de los evangélicos, allá van con los evangélicos… dónde haya quien le dé, allá van.”19 Vislumbramos cómo las estrategias de supervivencia posibilitan el intercambio con diversas ofertas dentro del cristianismo, y como el mismo intercambio permite visualizar las estrategias de los no-pobres (en este caso las diferentes Iglesias) hacia los pobres para reforzar su posición en la disputa religiosa.

Religiosas y Prostitutas Tal como dijimos en la introducción a este capítulo la otra red nos lleva a la Congregación de las religiosas, cuyo trabajo social se centra en una 114

población particular: las mujeres en situación de prostitución del barrio20. En el marco de la Congregación a nivel nacional se definen como Centro de Promoción y Capacitación de la Mujer21. El trabajo religioso con las mujeres en situación de prostitución es singular y consiste en que acentúa aquellos aspectos característicos de lo que comúnmente se denomina trabajo social; complementando el componente religioso con nociones tales como ciudadanía, intervención del Estado, lo laboral, etc. Entendemos el trabajo social como un “Conjunto de estrategias más o menos consolidadas que las Hermanas […] desarrollan a través del trabajo de los laicos y que tiene como objetivo la consecución de su carisma”22. Los laicos son incorporados en este trabajo que lleva a cabo la Congregación de las Religiosas colaborando con la capacitación de las mujeres en situación de prostitución en cuanto agentes con algún capital cultural específico y trabajando de manera gratuita generalmente: Todos los días funcionan los talleres de martes a viernes, y el lunes tenemos, este, tenemos formación para los laicos que colaboran en la obra, son laicos que colaboran en la obra, personas que vienen así, ad honorem.23 Una idea de solidaridad atraviesa estas concepciones del trabajo de los laicos: la gratuidad es parte fundamental de la colaboración con la Congregación. Por un lado, refuerza el precepto cristiano de dar al que no tiene; por el otro, ahorra capital económico por la gratuidad del trabajo y provee capital cultural para la formación de las mujeres en situación de prostitución. La Congregación tiene en claro que el trabajo social es parte fundamental de su relación con las mujeres en situación de prostitución. En este punto no hay eufemismos: se desarrolla un abordaje que es imprescindible para poder generar y mantener en el tiempo relaciones con aquellas a los fines del trabajo religioso. Nos dice la Madre superiora: [Lo que hacemos] es más bien un trabajo social en el acercamiento a sus necesidades básicas, por que vos podes ir a hablarle de Dios y las chicas 115

no tienen para comer, vos no podes ir a hablarle de Dios y que venga a esto y hablarle de lo otro si primero no vas subsanándole medianamente porque tampoco uno no puede con todo las necesidades básicas insatisfechas de ellas y de sus hijos, de su grupo familiar. O sea, no es que “vení mañana, vení a hacer el...” ¡No! Hay que hacer un proceso primero de acercamiento, de empatía hacia ellas de meterse dentro de ellas, ir hablándoles, después irán saliendo otras cosas, por una decisión personal también, de acercamiento y de querer salir de esa realidad.24 Si bien la dimensión estrictamente religiosa-espiritual es tomada en cuenta, la Institución deja en claro que no existen ámbitos separados y que lo material, en cuanto a necesidades básicas está primero que lo espiritual en su escala de valores. El trabajo social, en cuanto conjunto de estrategias, toma diversas modalidades que, a la sazón, hemos identificado en las dimensiones o tipos siguientes: i) Capacitación laboral; ii) Asistencia material directa mediante alimentos, vestimenta, etc.; iii) Asesoría y acompañamiento judicial, iv) Ayuda psicosocial y ‘cuidado de la persona’, dimensión que incorpora desde educación sexual hasta talleres de “formación familiar”, v) Guardería de niños para aquellas mujeres en situación de prostitución que participen de alguna actividad dentro de la institución; y por último vi) una dimensión de carácter recreacional-festiva que se lleva a cabo en ciertas fechas particulares como el Día de la madre, Día del niño, etc. Se pueden diferenciar dos tipos de definiciones hacia los sujetos de intervención de la institución: A- La definición oficial de la Congregación a partir de su pertenencia al campo del catolicismo, la cual surge en el relato histórico que rescata la trayectoria y las tareas de los Grupos que integran el Programa de trabajo “Santa María Micaela”, que contempla un Grupo de Misioneras. (Folleto institucional) Pregunta: ¿y cómo, cómo sale esto, cómo se construye este carisma… digo, por qué el interés en…? Religiosa: ah, ¡bueno…! Porque la fundadora pertenecía a la nobleza española, ella es vizcondesa… entonces en España en ese siglo, en esa época había mucha, eh prostitución. Pregunta: ¿cómo se llamaba? 116

R: Santa María Micaela… había mucha prostitución en España […] en ese tiempo las mujeres que ejercían la prostitución caminaban por una vereda y las otras mujeres que eran de vida digna, por otra, entonces ahí se las distinguía mucho. Y un día ella va al hospital San Juan de Dios y encuentra a una de estas mujeres que estaba enferma, que estaba internada, que era hija de un banquero rico, pero que se había juntado con esta gente así de prostíbulos, los que manejaban los prostíbulos y estaba enferma, y entonces y ahí ella empieza a darse cuenta que tiene que aportar algo, que tiene que hacer algo con estas mujeres… Dios la llama desde que ve esa chica ahí, la llama a fundar la congregación […] Dios la inspira [a la fundadora] para que funde la Congregación para liberara a estas mujeres de la prostitución, educarlas [...] ellas piensan, algunas piensan que es un trabajo como cualquier otro… nosotras queremos que ellas se den cuenta que son personas, que valen, que son creadas a la imagen de Dios entonces [...] entonces se da mucha formación humana, cristiana... tienen la misa viste, porque somos católicas y siempre inculcamos valores cristianos...”25 El fin específico que dice sostener26 la Congregación es doble: por un lado, la adoración continua del Santísimo Sacramento, por otro, educar a las jóvenes inadaptadas por medio de la formación religiosa, moral y social y la capacitación profesional en colegios con régimen de hogar. Secundariamente, la fundadora dejó establecido que puedan abrirse escuelas para niñas pobres y señoras que pudieran hacer ejercicios espirituales en las casas de la Congregación. Hoy se ha ampliado el campo de apostolado a otras obras afines a su fin específico: residencias, comedores y dormitorios, enseñanzas y talleres profesionales. De acuerdo con los documentos de la institución el carisma actualizado de la Congregación consiste en ‘Ser Eucaristía: pan que se parte y reparte y vino que sabe a presencia. De esta vivencia eucarística germina y crece nuestra misión, la misión adoratriz: ADORAR a Jesús Eucaristía continuamente, en Espíritu y verdad y LIBERAR y promover a la mujer explotada por la prostitución o victima de otras situaciones que la esclavizan, “tratándola con benevolencia y verdadera caridad27. En definitiva, para las mujeres en situación de prostitución con las interactúan las Hermanas la misión religiosa se constituye en una opción más que se incluye en el repertorio de sus estrategias de reproducción 117

social: Hay algunas que no han tomado la comunión o que no se han confirmado, todo eso se les va diciendo: quién quiere o quién está dispuesta a hacerlo […] pero así, despacito, vamos sacándola [se refiere a sacarlas de la situación de prostitución: de la calle] […] aunque ellas no sean católicas. Hemos tenido chicas evangelistas, bueno tienen un montón de mezcla y después ellas mismas se van dando cuenta y bueno si quieren seguir con su religión ellas siguen, nosotras, nuestro objetivo es sacarlas de la calle, más allá de la religión [lo remarca], si es evangelista o católica o si están en sectas… bueno. Ellas después van aprendiendo porque les vamos dando catequesis, les vamos dando charlas… acá vienen muchos profesionales a darles charlas.28 B- La definición que se va legitimando desde la práctica concreta que las religiosas realizan con las mujeres amplía el límite de la evangelización: el programa define cuatro etapas: 1) Sensibilización: i) En los barrios (“Conocimiento de la realidad/ Visitas a las chicas en sus ambientes/ Buscando juntas respuestas a sus necesidades/ Apoyo a sus necesidades básicas/ Estímulo para lograr metas personales y familiares/ Propuestas para lograr su participación en eventos ocasionales ); ii) Grupo Crecer que contempla reuniones periódicas que incluyen el “compartir el mate”, hasta “charlas con profesionales”, pasando por “formación humana y cristiana” y “nuevamente apoyo a sus necesidades básicas” (folleto institucional). 2) Etapa de Capacitación laboral y formación: i) talleres de Capacitación con cursos de corte y confección, costura industrial, cocina y repostería, peluquería. ii) Formación Humana y Cristiana: también incluye charlas con profesionales, apoyo psicológico, apoyo grupal, danzas folklóricas, taller de teatro, alfabetización personalizada y guardería en horario de clases para los niños de las alumnas. Se suman la formación cristiana (grupos de oración, catequesis, convivencias, etc.). 3) La etapa de Afianzamiento y Estabilidad refuerza el trabajo de la segunda. 4) Esta etapa es la de Inserción Social, que supone la participación en ámbitos sociales y eclesiales logrando su propia libertad. La resolución del abordaje del problema social de las destinatarias del carisma incluye discursos, prácticas e interacciones estratégicas con 118

diferente tipo de agentes sociales en el accionar cotidiano del que participan aún quienes no comulgan con esta cosmovisión religiosa29: R: Vamos armando durante el año…eh, viene la doctora del dispensario, viene un muchacho del hospital con un equipo de doctores también a hablarles del SIDA, enfermedades venéreas… la doctora del dispensario las conoce muchísimo porque ellas van al dispensario entonces [no se entiende] entonces la doctora también viene a dar charlas o ellas piden que venga la doctora. Pregunta: ¿y charlas sobre educación sexual? R: sobre educación sexual Pregunta: ¿y cómo lo toman los dueños de los prostíbulos…? ¿Las dejan entrar…? R: Ellos nos respetan muchísimo. Será por Dios, porque como una obra de Dios, qué sé yo… ellos no nos dicen nada a nosotros, ellos tienen las chicas tienen cuidadoras y algunas cuidadoras eran chicas nuestras digamos, que dejaron la prostitución y como no tienen trabajo son algo así como las porteras ¿no? Están en la entrada de las visitas. Pregunta: ¿Ellas? R: las cuidadoras […].Pero la gente que sabe que cuida, sabe que estamos trabajando. Esos nos dejan y algunos son homosexuales los que cuidan, los que cuidan a las chicas y eh… nos dejan hablar con las chicas “Y… sí, hermanitas cómo no” y ellos nos llaman a las chicas. Pregunta: ¿y estas cuidadoras son chicas que antes ejercían la prostitución y ahora no? R: antes ejercían y ahora no ejercen la prostitución y ahora… Pregunta: ¿cómo otro nivel…? R: otro nivel, pero nosotras decimos que es lo mismo casi, claro porque ahora están haciendo que otras trabajen, lo que tienen que hacer es que otras de ahí salgan, que nos conozcan y que vengan a los talleres, a ellas les cuesta mucho eso…30 En este sentido el trabajo de promoción excede a las mujeres en situación de prostitución incluyendo la problemática de sus hijos: R: quieren mucho a los chicos, no quieren que se los saquen, entonces por medio de los chicos les agarramos el punto flojo, los chicos ya, a partir de los 6, 7 años ya preguntan adónde van , ya en la escuela algunos les dicen “tu mamá está en la ruta ahí trabaja, tu mamá es esto, tu mamá lo otro... y por medio de los chicos vamos cambiando muchas cosas […] las maestras 119

jardineras [se refiere a las de la guardería de ellas], los chicos vienen ya con muchos problemas porque en la casa ven muchas cosas, ya el año pasado, estuvieron dando a los chiquitos un curso que se llama… qué es de una organización que trabaja[…] que trabaja con los menores en riesgo y los menores abusados. Pregunta: tienen problemas con la justicia, las mamás... ¿con relación a los chicos, no...? R: sí algunas sí, entonces empezamos a interceder nosotros para que bueno, para que no se los saquen las asistentes sociales... y bueno y apoyarlas mucho a ellas para que cambien muchas cosas, ¿no? muchos hábitos, ¿no? muchas les pegan, no los cuidan, no les dan bien de comer entonces hay que apoyar mucho eso... bueno, hay algunas que los cuidan bien, ¿no? y hay otras como que no le dan tanta importancia”31 Si bien el objetivo remite al “rescate” de estas situaciones, el trabajo no prevé limitaciones que impliquen el abandono de las mujeres contactadas si no se ven los resultados esperados ya que su labor se fortalece en una práctica de acompañamiento: Se las respeta también porque no… de la mañana a la noche no salen de esto, entonces bueno… vamos haciendo un camino despacito, despacito, porque no se saca a una mujer de la vida de la noche a la mañana, ¿no? Cuesta muchísimo y ese es nuestro objetivo, que se valoren, de cambiarles la vida que ellas tienen por otra vida mejor […] de sacarlas de esa esclavitud, que ellas… la mayoría dice que es una esclavitud y grande. Uno piensa por ahí que ellas trabajan porque quieren o porque les gusta, ¿no? Pero la mayoría tienen historia familiares, algunas ya viene de familia, ¿no? Y otras personas… por ejemplo: hay algunas chicas […], que lo hacen sí porque les gusta, pero son de otros niveles, nosotros con los niveles alto, con el nivel alto, no nos podemos manejar […] ¿no? porque están o lo hacen por ambición o por tener una casa más, o un auto más y entonces con esas no podemos trabajar.32 Para la Congregación la prostitución no es, entonces, una cuestión natural ni se encuentra anclada en alguna esencia, ni es hereditaria en términos genéticos. Es un emergente de una trayectoria en la cual una situación de subordinación material se ve continuamente reforzada con violencia material y simbólica. Pero, desde su condición de portavoz especializado de un discurso inscrito en el campo religioso católico, la Madre Superiora da una vuelta más de tuerca a aquella visión más secular que propone a la 120

prostitución como un trabajo con características diferenciales, pero trabajo al fin, sosteniendo que de ningún modo la prostitución puede ser considerada como un trabajo y realizando una descripción de la misma como esclavitud, concepto aquí de carácter valorativo, contrario al de trabajo tal como se lo entiende en la contemporaneidad Ahora bien, en esta especialización las Hermanas Adoratrices direccionan su trabajo hacia la satisfacción de las demandas de compensación de las Mujeres en situación de prostitución. Las demandas, que denominamos de ‘compensación’, tienen su origen en aquellos sectores de la sociedad cuya posición en el espacio social los sitúa de manera diferencialmente negativa con relación al resto de la sociedad. La relación que se lleva a cabo entre las Hermanas y las mujeres en situación de prostitución se produce en tanto las primeras se constituyen en portavoces especializados que desarrollan trabajo religioso-social, es decir dan respuesta con un determinado tipo de prácticas o de discurso a ciertas necesidades particulares de grupos o de agentes sociales del espacio social general. Las demandas son procesadas desde una visión en la cual las religiosas son mediadoras entre aquellas y una espiritualidad trascendental. Nos dice la Hermana: Nosotras estamos convencidas que nosotras somos instrumentos. También el que va curando y acercando a las mujeres y haciéndoles el cambio de vida es Dios, eso también lo tenemos bien claro. (…) somos como quien dice, el nexo, somos los agentes pero el que primero va calando y trabajando en el corazón de cada mujer es Dios. Y mientras Dios no toque el corazón también los procesos son más largos. Tiene que haber una respuesta y tiene que haber una apertura del corazón, del querer, ¿no? la voluntad también de las personas.33 Sin embargo, las Religiosas no sólo orientan su trabajo a una satisfacción de las demandas espirituales de un grupo a quien sólo le queda “…una promesa de redención del sufrimiento y (…) un llamado de la providencia de dar sentido a lo que son a partir de lo que han de ser”34 sino que llevan a cabo un trabajo social de carácter secularizado. La intervención en la realidad concreta y habitual de cada una de las mujeres que se prostituyen trasciende lo espiritual o el apoyo anímico. El intento de modificación de las condiciones materiales de existencia es parte 121

fundamental del trabajo cotidiano de la Congregación y es el principal argumento que se esgrime a la hora de explicar la existencia y persistencia de mujeres en situación de prostitución. La pobreza, la miseria extrema, la violencia doméstica, son dimensiones que continuamente se enuncian a la hora de describir las causas de la prostitución dejando continuamente en un segundo lugar el discurso eclesiástico más tradicional que relaciona este fenómeno social con cuestiones teológicas, fundamentando la existencia de la prostitución en el hecho de que son mujeres pecadoras. En cuanto ya tienen contacto con nosotras ellas ya cuentan, ya saben que pueden contar con nosotras y que nosotras las vamos a acompañar a cualquier problema que ellas tengan, si tienen problemas con la policía, si están detenidas, si tienen un hijo detenido, si tienen problemas en el juzgado, si el juez les quitó algún chiquito o si nosotros vemos que tienen los chicos descuidados o no le llevan el apunte, bueno también [la asistente social que trabaja con la Congregación] está para eso… no para quitarles ni nada [lo remarca]… para que pongan las cosas en orden… entonces vamos ayudando… A hacer trámites también, enseñarles. Después ellas ya van solas, entienden solas, porque ellas no tiene voz… Ellas están como sin voz, entonces nosotras somos las que tenemos que hablar con ellas, hasta que ellas aprendan a defender sus derechos… porque acá las tratan como cualquier cosa, ¿no? Ya las conocen en el hospital, ya las conocen… [No se entiende] son prostitutas, entonces no les llevan el apunte, Villa María es chico ¿viste?35 En este sentido este trabajo de acompañamiento supone poner al alcance de estas mujeres una serie de recursos sociales que puedan reconvertir en niveles de autonomía personal, reposicionándolas como agentes sociales competentes (incluso cuando no logren sacarlas definitivamente de la prostitución). Uno de los fundamentos del Programa nos lleva en esta dirección: “En las posibilidades de la niña y la mujer para lograr su propia Dignidad y llegar a ser agentes transformadores de sus ambientes”. Esta visión se refuerza en el objetivo general: Acompañar a la niña y mujer en el proceso de Liberación para lograr su propia Dignidad e inserción social. Y… hay casos de chicas que ya están trabajando en fábricas [se refiere a las que hicieron el taller de costura industrial] en la fábrica de [no se entiende] ahí conseguimos trabajo, es una fábrica grande ahí hay 5 o 6 chicas nuestras que trabajan, se han preparado bien en los talleres de corte 122

industrial y… ya saben en la fábrica porque nosotros teníamos contacto […] No, nos va bien siempre con lo mismo... aunque tenemos todos los talleres instalados ¿no? Cuesta mucho conseguir otras cosas, ahora está dando mucho la costura industrial porque como ya no traen cosas de afuera, entonces se están abriendo mucho los talleres de costura entonces la idea nuestra para el año que viene es hacer un micro-emprendimiento de costura industrial y hacer sábanas y toallas y cosas así que ellas puedan vender después o podamos contactar … y les prestamos el taller hay máquinas industriales que ellas necesitan, trabajo hay [enumera herramientas] y la cocina también la pusimos a nivel industrial y el grupo de chicas el año que viene vamos a hacer un micro-emprendimiento de pizzas … se puede montar el taller para eso y bueno.... es un trabajo de locos porque tenemos que ver quienes son las responsables ¿no?, porque están... hasta que adquieren la responsabilidad y el hábito de llegar temprano todas.... ¿no?, cuesta mucho.36 Hacer visibles e importantes ciertas problemáticas es objeto de luchas simbólicas que procuran darles entidad, hacerlas formar parte del mundo legítimo. En términos de BOURDIEU37 la lucha puede tomar la forma de “acciones de representaciones, individuales o colectivas, destinadas a hacer ver y a hacer valer ciertas realidades (…) manifestar a un grupo, su número, su fuerza, hacerlo existir visiblemente”. Nos cuenta una laica que trabaja en la Institución: Lo que buscamos es justicia, y estas mujeres no han tenido justicia nunca, ni cuando eran niñas, ni adolescentes, ni ahora de adultas, nunca se le han reconocido derechos, entonces cuando hablamos de la constitución, que estamos en un país justo, un país soberano, que reconoce sus derechos a sus ciudadanos, no es real. Eso si tratamos de que se visibilice en la sociedad, que el estado está faltando a su palabra, que el estado está ausente y que el estado es responsable de esas vidas.38 Es decir, orientan su trabajo a hacer visibles a las mujeres en situación de prostitución, a redefinir su posición en el espacio de las clases sociales constituyéndolas en agentes pasibles de derechos sociales y políticos. En este sentido su trabajo es en realidad político por antonomasia. Transformar la realidad haciendo emerger a un grupo social profundamente subordinado reconstruyendo sus posibilidades de demandar. En definitiva intentan imponer una visión de este grupo que las defina como ciudadanas antes que como putas. 123

Esta definición tolerada39 en el campo del catolicismo y que se ha legitimado en las estrategias de la congregación hacia el grupo social objeto/sujeto de su trabajo, refleja un relato heterodoxo con relación al discurso oficial de la Iglesia Católica sobre la vida sexual de los feligreses. En ese sentido, podemos visualizar como las demandas de compensación provenientes de las clases desfavorecidas van delimitando diferentes posiciones entre quienes distribuyen el mensaje religioso acorde a la heterogeneidad de la población destinataria de la acción evangelizadora. La tolerancia de la ortodoxia sugiere la puesta en práctica de diferentes estrategias que pueden explicarse a través de la homología de posiciones40 entre quienes ocupan posiciones dominadas en el espacio dominante de la burocracia eclesiástica (doble en este caso, si consideramos la dimensión de género que supone la Congregación) y quienes ocupan posiciones dominadas en el espacio del catolicismo – los laicos, que “reciben” los bienes de salvación- y por la situación de dominación material y simbólica de las destinatarias de la acción de las religiosas: mujeres pobres en situación de prostitución. Esta hipótesis permite explicar el nivel de autonomía del trabajo social de las Hermanas pues no sólo dan respuesta a las demandas de compensación sino que también posibilitan a la jerarquía descomprimir las demandas de legitimación de los laicos de las clases privilegiadas: Acá en Villa María estamos, estamos desde mil, 1992, eh, que estamos trabajando, hemos venido porque el Obispo de acá de Villa María nos ha pedido a la Congregación que… bueno que acá había mucha prostitución, había mucha demanda, entonces como el carisma nuestro es la regeneración de la mujer, la rehabilitación de la mujer en prostitución, entonces por esto el Obispo pidió si las hermanas podían venir “[…] la, la mayoría de la gente que lo tiene muy marcado [a la estigmatización de las prostitutas], son las esposas, las mismas señoras de los que van a [al prostíbulo]. Ellas mismas [las “destinatarias”] dicen, yo conozco a fulano de tal, al empresario tal, al diputado tal, al concejal tal […]. Y bué, y ellas [las mujeres que discriminan] se enojan muchísimo cuando la gente las toma para trabajar, no? … y ellas no saben que sus maridos van a los prostíbulos y tienen tanto miedo […], así que bueno hasta que la sociedad cambie un poco eh… Si les cuesta mucho conseguir [trabajo] pero como nosotras estamos en contacto con la parroquia, con la liga de madres] y sobre todo con la gente de la parroquia: va gente bien, bah, gente que va a la parroquia y que, no son bien porque van a la parroquia, pero por lo menos ya saben la 124

obra nuestra y... La parroquia de Lourdes o de Los Trinitarios, le decimos al padre: si hay alguna persona que necesite para trabajar, o una chica, una mujer, nosotras la vamos a mandar y hay gente que nos llaman […]41 Se tiene en claro que el abordaje incluye también la posibilidad de no vivir estigmatizado socialmente, no sólo por las condiciones materiales de vida, sino fundamentalmente por las simbólicas –que refuerzan la desposesión material-: R: porque ellas se sienten discriminadas de todos lados, a ellas les parece que se va a la Iglesia cuando [no se entiende] entonces las tenemos que acompañar,viste? En todo […] ellas mismas no quieren ir a la Iglesia porque la gente las conoce o la gente que va a la iglesia y... bueno ellas piensan que las van a señalar, piensan ellas [lo remarca] por ahí sí, algunas veces alguna mujer sí… pero ellas están tan dañadas ya que piensan que PREGUNTA: se auto discriminan R: claro, entonces bueno, hay que acompañarlas...42

Reflexiones Como podemos notar, en el espacio religioso del barrio hay dos formas en que los agentes institucionales religiosos representan su trabajo social. Entender estas percepciones nos permite comprender los habitus que se construyen desde posiciones objetivas en el campo del catolicismo, para así explicar las prácticas de los agentes que se derivan de esta forma particular de entender el mundo. Una de las visiones, entonces, representa la mirada ortodoxa que se deriva de una posición estructural de dominación en este campo y que da lugar a prácticas del tipo caritativo y asistencialista en el trabajo con el sector pobre. La otra posición discursiva deja ver una cosmovisión católica heterodoxa sobre la intervención social y los destinatarios de la misma.43 Esta disputa por nominar, por definir, por construir maneras de ver el mundo, es fundamental dentro de la lógica de funcionamiento del campo religioso. En la lucha por mejorar la posición relativa dentro del campo “El poder de nombrar, significar, legitimar o poner a Dios en tal o cual disputa es construir poder político desde el campo religioso…”44. Más posibilidades de estructurar la realidad de acuerdo a su visión del mundo 125

tendrá aquel cuya posición sea más fuerte y favorable en el campo en el que se encuentre apostando. Finalmente, no debemos olvidar que Las relaciones objetivas de poder [dentro de un campo] tienden a reproducirse en las relaciones de poder simbólico. En la lucha simbólica por la producción del sentido común o, más precisamente, por el monopolio de la nominación legítima los agentes empeñan el capital simbólico que adquirieron en luchas anteriores.45 1 BOURDIEU, P., El sentido práctico, Taurus, Madrid, 1991, Pág. 200. 2 Entrevista realizada por el Grupo de Investigación al Cura Párroco Parroquia de El Barrio Abril de 2005. La cursiva es nuestra. 3 Ibídem. 4 Ibídem. 5 BOURDIEU, P., “Génesis y estructura del campo religioso”, en Revista Relaciones Nº108, Otoño de 2006, Vol XXVII, Pág. 51. México. 6 Entrevista realizada por el Grupo de Investigación al Cura Párroco Parroquia de El Barrio Abril de 2005. Las cursivas son nuestras 7 Recordemos que: “La concurrencia por el poder religioso debe su especificidad (respecto a la competencia que se establece en el campo político, por ejemplo) al hecho de que pone en juego el monopolio del ejercicio legítimo del poder de modificar en forma durable y profunda la práctica y la visión del mundo de los laicos, imponiéndoles e inculcándoles un habitus religioso particular: es decir una disposición durable, generalizada y transferible para actuar y para pensar conforme a los principios de una visión (cuasi) sistemática del mundo y de la existencia” BOURDIEU, P., Génesis y estructura del campo religioso, Op. Cit., Pág. 52. 8 Entrevista realizada por el Grupo de Investigación al Cura Párroco Parroquia de El Barrio Abril de 2005. Las cursivas son nuestras. 9 Ibídem. 10 Entrevista realizada por el Grupo de Investigación al Cura Párroco 126

Parroquia de El Barrio Abril de 2005.Las cursivas son nuestras. 11 La entrevista fue realizada a dos referentes de Caritas parroquial, quienes llevan sobre sí prácticamente todo el peso del trabajo voluntario. Sus nombres fueron cambiados para la publicación. 12 Entrevista realizada por el Grupo de Investigación a dos integrantes de Caritas Parroquial de El Barrio Año 2005. 13 Ibídem. Las cursivas son nuestras. 14 Debe tenerse en cuenta la advertencia de Combessie: “Analizar las posiciones sociales de [los] informantes para situar, objetivar el punto de vista a partir del cual se elaboran sus informaciones y representaciones” COMBESSIE, J., El método en sociología, Op. Cit., pág. 30. 15 Entrevista realizada por el Grupo de Investigación a dos integrantes de Caritas Parroquial de El Barrio. Año 2005. 16 Ibídem. 17 Cáritas Internacional es creada en 1951 por el Papa Pío XIII. En 1956 Cáritas Argentina plasma en el artículo 3 de su Estatuto fundacional ser “[...] el organismo de la Iglesia Católica que anima y coordina la obra caritativa oficial y organizada de la misma, inserta en su pastoral, a través de formas adaptadas al tiempo y circunstancias para lograr el desarrollo integral de todo hombre y de todos los hombres con especial preferencia por las personas y por las comunidades mas marginadas”. Respondiendo a los intereses propios de una década posterior, Cáritas Diocesana Córdoba y las Cáritas Parroquiales, nacen así, a partir del año 1969, teñidas por el espíritu de su fundador Pablo VI.[…] En el año 2000, esta “red social territorial de la caridad” se concretaba “en 63 centros diocesanos, unos dos mil parroquiales y otros mil en capillas y misionales, Cáritas moviliza 25 mil voluntarios, ejecuta más de 200 proyectos con aportes privados para infancia, familia y empleo y alimenta a 100 mil niños en 2 mil comedores [...] en una red operada por sacerdotes, religiosos y laicos [Suplemento Zona, Clarín, 12 de noviembre de 2000]”. (Alarcón – Pavcovich, 2003) 18 Entrevista realizada por el Grupo de Investigación a dos integrantes de Caritas Parroquial de El Barrio. Año 2005.

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19 Ibídem. 20 Recordemos que este espacio geográfico está atravesado por la ruta pesada en la que se sitúan una seguidilla de prostíbulos. 21 Las definiciones del trabajo que llevan adelante es particular según la Casa (y la localidad (Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Buenos Aires, Córdoba, Villa María, Rosario, Tucumán y Santa Rosa de La Pampa): Casa Provincial, Casa Malvinas 2: Centro de Día para la mujer, Casa Dávila: Hogar de Acogida para Niñas y Adolescentes, Casa Villa Progreso: Casa de Hermanas Mayores, Casa Pergamino: Hogar para Madres Adolescentes y sus Hijos. Casa Villa Eucarística: Casa de Formación y Trabajo en Medios Populares. Casa Prenoviciado: Casa de Formación y Centro de Capacitación a la Mujer, Casa Belgrano: Casa de Hermanas Mayores y Hogar de Madres en Riesgo, Casa Villa María: Centro de Promoción y Capacitación a la Mujer, Casa Rosario: Casa de Familia para Adolescentes en riesgo, Casa Tucumán 1: Casa de Familia para Adolescentes en riesgo, Casa Tucumán 2: Hogar de Menores Madres, Casa Santa Rosa: Centro de Capacitación y Formación a la Mujer, Colegio San José: Pre-escolar, primario y secundario. (En María Micaela. Una larga Canción de Amor, Hermanas Adoratrices. Fundación Española. Juntas para liberar a la niña y a la mujer en situación de prostitución) En Villa María la consigna del trabajo (al momento de esta investigación) se explicita como: Un camino recorrido con amor y esperanza, en acompañamiento personalizado a la niña y mujer, que posibilita una formación integral. 22 TRUCCONE, D. Religiosas y Prostitutas: Redes, estrategias y Reconocimiento. Trabajo Final de Grado, Licenciatura en Sociología, MIMEO. 23 Entrevista a Madre Superiora de la Congregación Abril 2005. 24 Ibídem. 25 Ibídem. 26 “Con Él” Historia y Carisma. 2005. Pág. 2. Folleto de la Congregación de las Hermanas Adoratrices. Conferencia Española de Religiosos. Madrid. 27 Sumario de las Constituciones de la Congregación Religiosa de 128

Hermanas Adoratrices y Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad, Pág. 2. Madrid 1972. 28 Entrevista a Madre Superiora de la Congregación – Abril 2005. Las cursivas son nuestras. 29 “Pregunta: ¿y cómo es el contacto? R: el contacto eh… las hermanas cuando llegaron acá eh… empezaron a recorrer la ruta pesada y a conocer todos los prostíbulos de entrada hablaban con los dueños, hablaban con las chicas, les contaban quienes eran ellas, que estábamos para ayudarlas a ellas y que es una congregación que se dedica exclusivamente a trabajar con chicas que se dedican a la prostitución y bueno les empezábamos a contar de la vida de la fundadora, se les deja algún material [no se entiende] algunas de nosotras, entonces se les deja una tarjeta y después bueno, uno se hace amiga y va pasando todos los días así a visitarlas … y si alguna vez se sienten en peligro o bueno … que sepan que con nosotras pueden contar para cualquier situación no, que les pasa, entonces ellas, cuando están internas en los prostíbulos no pueden salir, porque son chicas que son de Santa Fe, son de Córdoba, son de Buenos Aires, vienen a trabajar acá, entonces con ellas mucho no podemos hacer, pero si son de Villa María y están trabajando sí podemos hacer algo… Ya sabemos después, ya empezamos a… pedir la dirección dónde viven, cuando estés en tu casa te vamos a ir a visitar, de tanto visitar, de tanto ir [lo remarca], vienen después a preguntar si pueden hacer un curso, si pueden dejar los chicos en la guardería o si por ahí el fiolo, el fiolo ahí capaz que les pegó o las destrozó, las mató, vienen acá a pedir ayuda. Entrevista a Madre Superiora de la Congregación– Abril 2005. 30 Ibídem. 31 Ibídem. 32 Ibídem. 33 Ibídem. 34 BOURDIEU, P., Intelectuales, política y poder, Eudeba, Buenos Aires, 2005, Pág. 51 35 Entrevista a Madre Superiora de la Congregación– Abril 2005.

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36 Ibídem. 37 BOURDIEU, P., Cosas Dichas, Gedisa, Barcelona España. 2007a. 38 Entrevista a Psicóloga Social que trabaja con la Congregación– Abril 2005. 39 La definición tolerada es aquella que construimos a partir de las prácticas que llevan adelante las religiosas y que se legitima en el trabajo social cotidiano. 40 “[...] los elementos (grupos, clases...) deben algunas de sus características a la posición que ocupan en un conjunto estructurado. De aquí se deduce que los elementos que ocupan posiciones homólogas en el interior de dos conjuntos deben sus características comunes a dicha posición. Por una parte, la condición social de un grupo (condición de clase, de sexo, de edad, de trabajo...) no agota el análisis del mismo: su posición (de clase, de sexo, de edad, de trabajo...) se define en y por su relación con los otros grupos que constituyen el conjunto de referencia” COMBESSIE, J., El método en sociología, Op. Cit., Pág. 11. 41 Entrevista a Madre Superiora de la Congregación Abril 2005. 42 Ibídem. 43 Una de las publicaciones de la Congregación a la que pudimos acceder, presenta un apartado titulado Algunos gestos de la mística de las Religiosas, en el que se enumeran “gestos” que hacen a la misión liberadora: i) Conciencia y responsabilidad de ser instrumentos de Dios para que las destinatarias encuentren alivio, levanten la cabeza y entren en el país de la Vida; ii) Creer en la mujer “nueva”, creer que el cambio es posible; iii)Considerarla, saberlas hermanas, por tanto [sostener] relaciones justa, de paridad, recíprocas; iv) Escuchar , pronunciarse y también hacer silencio. Orar por ellas. Orar con ellas v) Perdonar y hacerse perdonar por ellas. Una comunidad apostólica Adoratriz, no puede ser tal sino intenta “hacer” y “estar” al estilo de Jesús en su trato con las mujeres, particularmente con Magdalena, la samaritana, la adúltera (Folletos con Él. Historia y Carisma, nº 253. Marzo de 2005) 44 Nueva Tierra, El conflictivo cruce entre lo político y lo religioso, Año 21, Nº 69. Editada por la Asociación Civil Centro Nueva Tierra para la 130

promoción social y pastoral, Buenos Aires, 2009, Pág. 3 45 BOURDIEU, P., Cosas Dichas, Op. cit., Pág. 138.

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A modo de conclusión En síntesis, la relación Sociedad-Estado no es otra cosa que una relación política, que trata de estructurar, conformar y legitimar relaciones de poder que “publican” una forma de abordar y regular las visiones y divisiones del mundo social. Denis Merklen se pregunta “¿en qué medida y bajo que condiciones puede el barrio […] sólo ofrecer “soportes” al individuo y la familia, y desde allí hacerlos partícipes de la cohesión social?”1. Nuestra hipótesis sostiene que efectivamente el barrio ofrece soportes a los vecinos “pobres”, y que los mismos pueden ser observados a partir de la identificación de las redes sociales existentes que vehiculizan diferentes tipos de intercambios, pero no en el marco de la cohesión social, sino en el de la reproducción de las desigualdades, considerando que los vínculos que se generan forman parte de estrategias que terminan por mantener la posición de clase dominada. Los pobres si bien ocupan posiciones de dominación, son parte de esta sociedad en virtud de lo cual sus estrategias acceden a nuestra comprensión desde un abordaje relacional que los vincula con los sectores dominantes –mediado por diferentes redes– entre los que situamos estas instituciones, que directa o indirectamente, participan de la división del trabajo de dominación. Lejos estamos de idealizar la “solidaridad” que supondría abordar las redes que parten de las instituciones analizadas como una “salida-a-laprecariedad-local-del-barrio-organizado” que puede superar los defectos de la integración social. En ese sentido, es fundamental tener presente que en estos espacios se juegan relaciones de poder, y por ello nos paramos desde la hipótesis que nos lleva a considerar este tipo de vínculos, como producto de (...) una distribución desigual de capital social [de relaciones, que] implica, en efecto una revisión de la noción de reciprocidad: no es lo mismo movilizar asiduamente la red o de manera puntual, no es lo mismo tener o no tener relaciones con agentes que ocupan otras posiciones sociales en otras estructuras de sostenimiento y de apoyo, de dominar o no las informaciones útiles para acceder a diferentes mecanismos de obtención de 132

recursos. Todos estos elementos constituyen fuentes desiguales de poder que deben ser tomadas en consideración en el momento de analizar la diversidad de las estrategias de reproducción de las unidades domésticas2. El capital social, entonces, es una especie particular que se juega en todos los campos, pero que no es privativo de ninguno (al igual que el capital simbólico). Es el capital que representa una red de vínculos en la que se sostienen los agentes, más allá del campo donde inviertan sus apuestas específicas, pero que al ser un “bien” que facilita la movilización de recursos particulares da un rendimiento diferencial a las posibilidades de llevar a buen puerto las estrategias individuales y colectivas y así obtener aquellos bienes o servicios de los que los agentes sociales fueron privados total o parcialmente, permitiéndoles mejorar su posición relativa en la estructura de las clases sociales. Su acumulación en manos de un individuo o de un círculo estrecho, supone una especie de patrimonio que permite a quienes lo detentan dentro de un grupo particular, actuar hacia afuera por delegación o por mandato, aquí se reconvierte en capital simbólico, por que el actuar por “mandato”presume el “reconocimiento de los mandantes”. El caso del Comedor parte del mismo contexto de la pobreza que lo produce, pero las otras instituciones son analizables como iniciativas propias del espacio de la no-pobreza, y en ese marco remiten al análisis de los campos a los que hacíamos referencia, en los que a la vinculación con los pobres, la reconvierten en capital social y capital simbólico. De tal manera, refuerzan las estrategias en el espacio particular en el que se desenvuelve su interés asociado a las apuestas vitales que en ellos se juegan: campo religioso (Religiosas, Caritas, Parroquia), y campo político (Hogar de Día, Centro Vecinal). En esta dirección, podemos postular que los intercambios suponen, a su vez, reciprocidades que “compensan” la desposesión, en una especie de canje con lo que el otro posee, como don que se ofrece a cambio de un contra-don. Sin embargo, debemos ser cuidadosos, y no identificar intencionalidades conscientes e instrumentales, ya que los mismos son producto de estrategias “razonables” a partir de los esquemas de percepción y evaluación3 generados por los límites y posibilidades forjados en determinadas condiciones de existencia. El don desde la pobreza se acerca a la disponibilidad de capital simbólico que provee el “reconocimiento” del trabajo social como contra-don que 133

pone a disposición formas de capital económico o cultural necesario para la reproducción de las estrategias de sobrevivencia de los vecinos empobrecidos. Desde allí podemos situar el interés4 del trabajo social hacia los pobres, que hace visibles estrategias de reconversión del “reconocimiento”, entendido como capital simbólico cuya acumulación se refuerza por los intercambios en los que circula el capital social hacia el interior de cada campo: el estatal, el político, el religioso, el asociativo. La lucha por el reconocimiento puede ser incluido en un campo más amplio, al que Bourdieu menciona como el campo de la manipulación simbólica. Esta operación enfrenta visiones del mundo “rivales”, en nuestro caso visibles desde la forma de enunciar el problema de las privaciones de los pobladores, desde diagnósticos que llevan a abordajes particulares con consecuencias prácticas desde el lugar dónde se pone a los “otros”: las víctimas, los ciudadanos, los protegidos, los laicos, los “clientes”: Los agentes que están en competencia [...] tienen en común ejercer una acción simbólica: son personas que se esfuerzan por manipular las visiones del mundo (y, por allí, transformar las prácticas), manipulando la estructura de la percepción del mundo (natural y social), manipulando las palabras y, a través de ellas, los principios de la construcción de la realidad social5. Esta manipulación debe ser comprendida en el marco del sentido razonable que organiza las acciones e interacciones de los agentes estudiados en su relación con los vecinos destinatarios de sus intervenciones (religiosas, políticas, técnicas, carismáticas, etc.) y en la que en definitiva está presente la lucha por el prestigio, el honor o la reputación fundada en el conocimiento que se tiene del espacio y de los agentes con los que se actúa. Implica hablar de intencionalidades calculadas, sino de un “sentido del honor” puesto en juego, de allí que el conocimiento debe reconvertirse en reconocimiento. En definitiva, creemos que las instituciones estudiadas, que se levantan como recursos alternativos en el contexto de situaciones de vulnerabilidad terminan reproduciendo prácticas y visiones sobre estas prácticas que lejos están de poner en cuestionamiento las causas que producen la desigual distribución de los capitales socialmente producidos y valorados en nuestra 134

sociedad. En ese sentido, podemos decir que se naturaliza un estado de pobreza, que en realidad es una relación (hay pobreza porque hay riqueza) ya sea por una visión voluntarista como la de Cora y su comedor; o desde una mirada condicionada por los intereses del campo político en la que los pobres se constituyen en recursos dentro de un juego costo-beneficio. Otras por la misma definición de las políticas estatales que plantean los problemas desde los “defectos de la integración” y no desde las causas estructurales de un modo de producción y reproducción de las desigualdades, y por último desde la consideración hegemónica de la iglesia católica, que en el mejor de los casos plantea la humanización del capitalismo, pero que aborda el tema como problema moral y cultural en un círculo en el que la víctima termina siendo la responsable. La excepción creemos encontrarla en el caso de las Religiosas, espacio en el que observamos una visión heterodoxa que posibilita evaluar a la prostitución como una estrategia de sobrevivencia a causa de la pobreza, y en la que reconocen el mecanismo perverso de transmutar la victimización en el marco de un orden social –material y simbólicamente– injusto. 1 MERKLEN, D., Pobres ciudadanos. La clases populares en la era democrática (Argentina, 1983 – 2003), Buenos Aires, Gorla, 2005. 2 GUTIÉRREZ, A., Pobre’ como siempre..., Op. Cit., pág. 62. La cursiva es nuestra. 3 Estas percepciones remiten a esquemas de conocimiento asentados en la experiencia primera o dóxica con el mundo social. En ese sentido Bourdieu afirma que el conocimiento dóxico que del mundo social tienen los agentes, constituye “un desconocimiento que implica la forma más absoluta de reconocimiento del orden social” (BOURDIEU, P., “Le capital social...”, Op. Cit., pág. 482) 4 “A diferencia del interés natural, ahistórico y genérico de los economistas, el interés está para mí en la inversión en un juego, cualquiera que sea, que es la condición de la entrada en este juego y que es a la vez recreada y reforzada por el juego. Hay por lo tanto tantas formas de interés como campos [...] Es necesario determinar en cada caso empíricamente las condiciones sociales de producción de ese interés, su contenido específico, etc.” BOURDIEU, P., Cosas Dichas, Barcelona, Gedisa, 1993, págs. 56-57 135

5 Ibídem, pág. 104. La cursiva es nuestra.

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Anexo I Marilina González y Pablo Ghione

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Anexo II Graciela Guerrero

Muestra cuantitativa y técnica de análisis de datos empleada a) La Base de datos empleada

Para la realización de este estudio se utilizó una encuesta aplicada a una muestra representativa de El Barrio de la ciudad de Villa María. Este barrio se encuentra ubicado en la zona norte de la ciudad. No se consideraron estratificaciones demográficas de ningún tipo ya que el objetivo, entre otras cuestiones, es detectar la composición de estos grupos sociales. El barrio está compuesto por un total de 560 casas distribuidas en 45 manzanas. El tamaño de la muestra se determinó haciendo uso de una fórmula especialmente usada en el ámbito de las investigaciones sociales, especialmente teniendo en cuenta que los datos son de tipo cualitativos. Se consideró un nivel de confianza del 95% y un error estándar menor a 0,016. De esta manera, el resultado encontrado muestra que es necesario entrevistar una cantidad de 140 casas. La forma de seleccionar estos 140 hogares, del total de 560, fue utilizando un muestreo probabilístico de tipo sistemático. Las entrevistas se llevaron a cabo en forma personal durante el mes de junio de 2006. b) Análisis de la información cuantitativa

El primer procedimiento de análisis cuantitativo utilizado es un Análisis de Correspondencias Múltiple. El nombre de análisis de correspondencia proviene del francés “Analyse des correspondances”, el cual fue propuesto 141

en los años ‘60 por el físico-matemático francés Benzécri, con el fin de definir, describir e interpretar el análisis a través de un gráfico geométrico. Este es un tipo de análisis multivariable exploratorio especialmente aplicable a modelos constituido por variables nominales. Dentro de la amplia variedad de análisis de correspondencias se aplicó el método denominado Análisis de homogeneidad (HOMALS) que se encuentra disponible en el paquete informático SPSS. Este análisis permite estudiar simultáneamente las relaciones entre un gran número de variables cualitativas o categóricas, y reducir la dimensión original del problema – que usualmente involucra un gran número de variables– a unas pocas dimensiones representativas, minimizando la pérdida de información. Tiene la particularidad de favorecer el análisis de las variables sin hipótesis previas, es decir sin definir a priori variables dependientes y variables independientes. Como resultado del análisis se obtienen una representación gráfica de las dimensiones que mejor resumen la estructura del problema y que se denominan ejes factoriales. Los ejes factoriales o dimensiones pueden pensarse como ‘nuevas variables’ numéricas construidas como combinación de las variables originales. Si bien el grado de asociación entre dos variables categóricas se puede verificar mediante la aplicación de tablas de contingencia, su interpretación cuando existen más de dos variables en el estudio se hace dificultosa. Mediante este procedimiento, resulta en cierta manera más evidente el grado real de relación no sólo entre las variables sino entre las categorías de cada una de las variables involucradas en el análisis. Estas relaciones se reflejan en los mapas perceptuales. Como típica técnica de composición, para la elaboración de los mapas perceptuales se basa en la asociación entre objetos y características especificadas por el investigador. Cuando el grado de asociación es alto, las categorías de las variables aparecerán relativamente próximas en el diagrama. Estas distancias son distancias ponderadas y basadas en el concepto de masa, es decir manifestando la importancia de una categoría en términos de su frecuencia marginal. Como es sabido este procedimiento utiliza para la estimación de sus parámetros el método Alternating Least Squared ó alternancia de mínimos cuadrados. Esta estimación se lleva a cabo en dos fases, una de estimación 142

del modelo propiamente dicho y otra de escalamiento óptimo. Estas dos fases se van alternando iterativamente hasta conseguir una convergencia determinada. En la fase del escalamiento óptimo las variables son analizadas de acuerdo a una escala de medida especificada previamente. La finalidad del análisis de homogeneidades HOMALS es conseguir cuantificar los casos, y por lo tanto las categorías de las variables de manera que ellas estén separadas en dimensiones. Dentro de cada dimensión los casos estarán lo más próximos posibles, lo que implica que deberían tener puntuaciones lo más homogéneas posibles.

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Anexo III Pablo Sahaspe – Damián Truccone

¿Por qué es importante estudiar la burocracia1 de las instituciones existentes en el Barrio? La importancia de desmenuzar las lógicas de funcionamiento burocrático de las instituciones existentes en el barrio se torna significativa si se toman en cuenta dos puntos básicos: por un lado, a la hora de abordar el estudio de los agentes sociales en situación de pobreza a partir “...de lo que tienen, no únicamente de lo que les falta, de lo que poseen y no sólo de lo que carecen”2. En ese sentido determinamos los tipos de recursos y agentes institucionales ya sean estatales o no estatales con los que cuenta la comunidad, puesto que las instituciones en sí mismas son parte de los recursos con los que cuentan los vecinos de manera individual y la comunidad en su totalidad. A priori, un territorio institucionalmente denso brinda a sus habitantes mayores posibilidades de incrementar sus dotaciones de capital (ya sea en volumen como en estructura) que un barrio cuya vida institucional pueda ser calificada como pobre. Por otro lado, la mirada del investigador no debe obviar “el adentro” de las organizaciones, teniendo en cuenta que la manera cómo se estructura su burocracia interna, la manera en que toman las decisiones, el tipo de inserción y consolidación de la institución en el barrio son elementos determinantes en la organización, selección, elección y distribución de los recursos que disponen para intercambiar con los habitantes del barrio. Para este segundo apartado y a los fines de llevar a cabo un análisis preliminar de las entrevistas estructuramos una tabla de doble entrada cuyos cruces derivan en conceptualizaciones cuya misión es la de, en palabras de Weber “...acentuar unilateralmente uno o más puntos de vista y conectar [esa multitud de fenómenos] que se ordena de acuerdo con los anteriores puntos de vista seleccionados unilateralmente para formar un cuadro de 144

pensamiento homogéneo”3. Intentamos ver aquí cuales son los principales aspectos para lo cual hemos tomado en cuenta tres características: por un lado, la formalidad/informalidad en la organización interna, definiendo a las Instituciones Formales como aquellas organizaciones que, cumpliendo con las características que les son propias, distribuyen entre sus miembros las actividades, responsabilidades y autoridad de una forma precisa, explicita y relativamente permanente4. Por otro, definimos como Instituciones Informales a aquellas que (...) no tienen una distribución de actividades, responsabilidades y autoridad de una forma explícitamente definida, se caracterizan además porque las relaciones entre sus integrantes son muy dinámicas, el número de sus integrantes y el liderazgo entre ellos varían constantemente y hay un continuo proceso de formación y disolución de grupos5. Asimismo, hemos acentuado nuestra búsqueda en las características de la toma de decisiones por lo que identificamos Instituciones Jerárquicas/Instituciones Horizontales. Las primeras son aquellas donde se da (...) una relación de autoridad superior-subordinado que se extiende de la cima de la organización al escalón más bajo, siguiendo la llamada cadena de mando. Un concepto muy ligado al de estructura burocrática es el de la racionalidad, la cual implica adecuación de los medios a los fines, es decir eficiencia (logro de los fines con la menor cantidad de recursos)6. De esta manera, la racionalidad predominante en la estructura burocrática es la eficiencia en términos de relaciones interpersonales, pues estas se dan de una manera formal, la cual permite, en teoría, mayor productividad y mayor ahorro de recursos. En cuanto a las Instituciones Horizontales, son definidas como aquellas en las cuales la toma de decisiones está sujeta a la participación de todos o de la amplia mayoría de sus miembros. El tercer par de tipos ideales hace referencia a la inserción y 145

consolidación de la institución en el barrio. Aquí la tipificación es, no está de más recordar, arbitraria. Todo tipo ideal es arbitrario, pues siempre se resalta de la infinita constelación de características de un fenómeno, una o algunas de ellas. La consolidación de la institución tendría muy probablemente una relación positiva con su estructura formal pero en esta etapa de la investigación no fue analizada. Lo mismo sucede con la inserción de ésta en el barrio. Si bien en el discurso de los entrevistados emerge una visión consolidada acerca de la inserción de las instituciones en la comunidad, consideramos que esta visión debe ser contrastada con la de aquellos que son los vecinos beneficiarios de las mismas. Cuadro 1

Entrevista representante: Comedor Comunitario

Del análisis de la entrevista, se desprende que la estructura organizacional de esta institución sólo dos personas se ocupan de la toma de decisiones y del trabajo, existe además una fuerte cuota de informalidad y horizontalidad así como una incipiente división del trabajo: “...[Estela se hace] cargo de lo que es la proveeduría, de ir a la panadería, a los supermercados... [Yo me hago] de todos los otros trámites...” nos cuenta Cora, una de las encargadas del Comedor Comunitario. Entrevista representante: Centro Vecinal

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La ordenanza que rige los centros vecinales establece estructuras formales, como comisiones, etc. lo que haría presuponer formalidad y jerarquía en la burocracia institucional; sin embargo, de la entrevista se desprende que desde la conformación de la lista para las elecciones de la Comisión Directiva analizada en la investigación, este fue pensado desde parámetros no relacionados con el vecinalismo. La presencia de una puntera zonal atraviesa la vida institucional: “Me invitaron... una que está en la comisión anterior, que es madre de mi cuñado... me dice ‘mirá que ahora vienen las elecciones, te vas a postular para presidente’ yo creía que era broma, ‘no, no –dice– probá, si mirá a ver que dice la gente...’ y bueno, ya faltaba poquito para las elecciones (...) Así que bueno, empecé a buscar gente... los que más o menos conocía y (...) sabía que estaban trabajando, que conocían más o menos a la gente también y bueno (...)”. Entrevista representante: Congregación de Religiosas

Del discurso de la religiosa, se desprende la existencia de una estructura burocrática relativamente rígida que suele ser característica del espacio religioso; no obstante, existe también un margen de libertad de acción, fundamentalmente en lo que hace a la práctica concreta, a los efectos de conseguir los “objetivos” de la institución que trasciende las estructuras formales. La movilidad de las hermanas entre una casa y otra puede llegar a conspirar contra los objetivos de la organización (en lo que hace al fortalecimiento vincular con las destinatarias de su acción). La responsable nos cuenta: “...nos cambian cada tres años, pero por ahí hay veces que necesitan cambiar una hermana que las chicas de otro lado y te cambian a alguna de las hermanas que nos están ayudando”. Entrevista representante: Hogar de Día

El representante del Hogar lidera una aceitada organización no estatal de ayuda social a nivel provincial pero con fuerte dependencia del Estado: “El comedor antiguamente era PAICOR. Los comedores provinciales se crearon cuando estaba en el gobierno provincial del Dr. Angeloz y De la Sota lo continuo. Luego a los comedores se los municipaliza, dejan de ser de Paicor para que se hagan cargo las municipalidades. Esto ocurre más 147

o menos a mediados del 2002. La única ciudad que no se hizo cargo de los comedores fue Villa María...” Esta organización aparece además en este discurso como parte de una red de operadores del peronismo provincial, cuya estructura es muy compleja con diferentes jerarquías y niveles de organización: “Cuando asumió el gobernador De La Sota nos pidió que hiciéramos un relevamiento a nivel departamental de Paicor, que allí pertenecían los comedores de niños de los colegios y los hogares de adultos mayores (...) el gobernador nos pide a través de la Diputada de que nos hiciéramos cargo y que hiciéramos el relevamiento ese a nivel departamental”. Entrevista representante: Microemprendimiento Mermeladas

La estructura organizacional de este microemprendimiento es muy simple y horizontal: “... nosotras hace tres años que estamos en esto, pero realmente uno con la fabrica, sino dos años antes estuvimos con una ollita. Antes teníamos que estar cocinando siempre porque se vendía un montón y ahora que hacemos en cantidad no sale”. Existe también una cierta resistencia a la incorporación de nuevos miembros al microempredimiento “...porque en realidad en esto seriamos tres compañeras, pero no da para tres. Cuando hay una más se arma lío...”. Entrevista representante: Escuela

La escuela presenta una estructura burocrática formal característica de los centros educativos. Se percibe una gran importancia de la dirección a la hora de la toma de decisiones. En la entrevista surgen algunos indicios de que la Institución actúa de manera relevante como parte de cierto tramado interinstitucional en el barrio, pero en la actualidad esta situación ya no aparenta ser tal, en palabras de la directora: “...hace unos años, cinco, hace bastante, la directora que estaba organizaba charlas con las familias, ‘sábados en familia’, entonces se invitaban especialistas y a las mamás...”, frases que narran un quiebre en la manera de relacionarse con la comunidad por parte de la Institución. 148

Entrevista representantes: Cáritas Parroquial

Aquí se desprende una estructura jerárquica rígida característica de ciertas organizaciones intermedias de la Iglesia Católica. Sin embargo, por los datos obtenidos esta estructura se encuentra relativamente sin liderazgo tanto a nivel interno como a nivel parroquial y con cierta escasez de recursos. Entrevista representantes: Dispensario Municipal

Se observa una estructura horizontal y democrática, aunque informal, apreciada como muy positiva: “Todas las formas de abordaje como nosotros manejamos es en equipo, o sea, acá se prioriza todo lo que es trabajo en equipo, todas las formas de trabajo están planteadas así, se ingresa a la familia y el equipo por ahí empieza a trabajar con esa familia, por ahí, siempre cuando se hace trabajo en equipo en algún momento es más importante el trabajo del médico, o del trabajador social o a veces de la enfermera por ahí, los abordajes son siempre en equipo...”. Entrevista representantes: Parroquia

El cura párroco se asume como parte de una estructura burocrática jerárquica centralizada y rígida: “la obra de caridad pertenece a toda la comunidad de la parroquia, es la obra de toda la iglesia, pero cada parroquia tiene su estructura. Hay estructuras diocesanas, estructuras nacionales (...) y estructuras parroquiales...” –cuenta el sacerdote–. Dependen a su vez de la Parroquia los comedores y demás entes dedicados a la asistencia de los habitantes del barrio y barrios vecinos que reflejan una extendida red de asistencia. Nos cuenta nuestro entrevistado: “...nosotros como tenemos dos grandes barrios donde está la comunidad hemos creado una estructura dentro de Caritas, una estructura que se llama el ámbito de los comedores (...), [denominados] Centros parroquiales abocados especialmente a la alimentación de los chicos, la formación de los apoyos escolares, talleres y microemprendimiento de los 149

padres, cursos de formación cristiana y formación humana con los padres...”. 1 La burocracia es entendida de manera somera como la organización interna de las Instituciones. El concepto centra su atención en la dimensión horizontal o jerárquica en la toma de decisiones y en la dimensión formal o informal de estas instituciones. 2 GUTIÉRREZ, A., Pobre’ como siempre..., Op. Cit., pág. 54 3 COMBESSIE, J., El método en Sociología, Op. Cit., pág. 81-82. 4 Gallagher, T., Métodos cuantitativos para la toma de decisiones, McGraw Hill, Méjico, 1990. 5 Ibídem. 6 Ibídem.

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Anexo IV Damián Truccone A continuación mostramos la constelación de relaciones -capital socialque la Congregación sostiene con diferentes agentes sociales. Recordamos que La (…) interacción debe su forma a las estructuras objetivas que han producido las disposiciones de los agentes en interacción y que a través de ellas les asignan además sus posiciones relativas en la interacción y fuera de ella1. Esta idea es la que nos guía a la hora de reconstruir las estructuras que configuran las interacciones de la Congregación con los otros agentes sociales y que nos permite generar el siguiente esquema (página 154). Consideramos el espacio de las clases sociales como un espacio en el que los agentes sociales ocupan diferentes posiciones. La posición ocupada se encuentra determinada por el volumen y estructura de capitales que los agentes poseen. Estos capitales son puestos en juego en los diferentes campos en los cuales los agentes se encuentran inmersos. En orden a esto tenemos que la Congregación se encuentra incluida en el campo religioso católico. En este campo las disputas por una mejor posición en su interior generan una serie de relaciones estructurales que determinan las acciones posteriores de los agentes. Desde el punto de vista de la Institución, ésta se encuentra subordinada con relación al Obispado de la ciudad y a la Parroquia. La posición dominante de estos reconoce su origen en la organización burocrática de la Iglesia Católica, esto es la preeminencia del clero secular por sobre el clero regular; no obstante, existen otros elementos que contribuyen a reforzar esta situación: no podemos olvidar aquí la dominación de género y la posición particularmente subordinada en el espacio social general, de las Mujeres en situación de prostitución, que son el objeto del carisma de las Hermanas. Sin embargo, a pesar de la posición subordinada, el reconocimiento del Obispado y de la Parroquia a la labor de la Congregación es fuente para esta de capital simbólico, siempre fungible en otros capitales si se generan 151

las circunstancias adecuadas, pero está claro que la relación es bilateral y el obispado y la parroquia al legitimar la tarea de la Congregación legitima también el propio discurso acerca de las mujeres en situación de prostitución mostrando su preocupación por este sector subordinado de la sociedad.

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De igual modo, la relación con la Congregación de los Hermanos Trinitarios reconoce una lógica similar pero podemos esbozar aquí un principio de similitud o igualdad en las posiciones ocupadas en el campo religioso católico sea por el hecho de la pertenecía de ambas al clero regular, como por el carisma que ambas desarrollan: mujeres en situación de prostitución las Religiosas, personas en situación de cárcel los Trinitarios. Precisamente por causa de esas lógicas similares, los Trinitarios son fuente de capital social y luego económico para las Hermanas. Los intercambios que se producen entre ambas Congregaciones son posibles en tanto la existencia de una estructura que las contiene y las posiciona en lugares similares. Finalmente, dentro del campo religioso católico las Hermanas sostienen relaciones con Caritas Parroquial quien a la vez que capital social es, eventualmente, fuente de capital económico para aquella. Caritas y otros Agentes laicos que colaboran con las Hermanas se encuentran inscriptos en el mismo espacio territorial que estas, lo que permite una mayor circulación de las relaciones, sea en términos de interacciones como de capitales. Nos recuerda Bourdieu: “La proximidad en el espacio físico le permite a la proximidad en el espacio social producir todos sus efectos al facilitar y favorecer la acumulación de capital social (conexiones, vínculos)”2. Pero el volumen de capital social que la institución posee no solamente depende de la red de vínculos, de su extensión y de que pueda movilizarlos. La posición en los campos, las situaciones de homología estructural, la trayectoria habilitan o no a la posesión de estos vínculos y a la posibilidad de activarlos. Además, los vínculos deben ser reconocidos como tales por todos los miembros de la red por lo que no cualquier agente puede aprovechar el capital social acumulado para reconvertirlo en otro tipo de capital. Sólo pueden reinvertirlo allí o en otros campos aquellos agentes que comparten una misma red, sea en posiciones dominantes o subordinadas.3 Los agentes laicos con competencias educativas altas son fuente de capital cultural que las Adoratrices direccionan, aprovechando su posición en el campo religioso católico, hacia las mujeres en situación de prostitución. Estas son parte de los sectores que viven en condiciones de subordinación intensa en el espacio de las clases sociales, lo que las dispone en una situación de homología estructural de posiciones con la Congregación, quienes, como ya hemos visto, forman parte de los sectores subordinados del campo religioso católico por sus condiciones objetivas. 154

Por los tipos de intercambios que realiza, la Congregación es fuente de capital cultural, económico y social para las mujeres en situación de prostitución, a la vez que por medio de su relación con ellas obtienen su capital más valioso: el capital simbólico, que le permite el reconocimiento intra-campo religioso católico como por fuera en el espacio de las clases sociales. Este capital les permite posicionarse de manera diferencial en los diferentes campos en los cuales ellas se encuentran. Su posesión la habilita a disputar en la lucha de las clasificaciones simbólicas inherentes a la estructura del campo religioso católico y a mantener la posición en la que se encuentran. Este carisma habilita a una relación con los agentes insertos en el Estado que a veces deviene conflictiva y otras, complementaria. Con aquellos agentes estatales con los cuales participa en el mismo espacio socioterritorial y, por lo tanto, comparte las mismas condiciones objetivas, las Hermanas realizan tareas complementarias por lo que podríamos hablar aquí también de una situación de homología estructural. Estas agencias del Estado son las más frágiles por estar ubicadas territorialmente en zonas alejadas, por trabajar con población en condiciones de pobreza y con fuertes características de vulnerabilidad. De este modo, la interacción entre ambas y el capital social que poseen les permite el trabajo conjunto y la resolución de problemas de manera perentoria y eficiente ello porque el Hospital, el Dispensario, la Escuela son parte de la cotidianeidad de las tareas que las Hermanas llevan a cabo en pos de la consecución de su carisma. Por otro lado, las Hermanas se relacionan también con otras agencias estatales que no ocupan posiciones dominadas sino dominantes dentro del campo estatal y con las cuales eventualmente mantiene puntos de conflicto sobre las visiones y las maneras de abordar la problemática de la prostitución, no obstante lo cual mantiene relaciones fluidas por la constancia y la permanencia de actividades relacionadas con esta. Tenemos así entonces que la Congregación se encuentra en homología de posiciones con las mujeres en situación de prostitución y con ciertas agencias estatales que se encuentran subordinadas dentro del propio campo estatal. Esta homología estructural habilita a las Hermanas a desarrollar relaciones con ciertos niveles de horizontalidad en el cual la circulación de capitales se produce con fluidez. Por fuera de estos campos, en el espacio de las clases sociales, basado en la posesión de capital simbólico, la institución desarrolla relaciones 155

estables con empresas y fundaciones. El reconocimiento de la tarea de la Congregación por parte de estas empresas y fundaciones, que deviene en capital simbólico para ellas, es fuente a su vez de capital económico en términos de donaciones y otras modalidades. Este capital simbólico, este prestigio permite también que la institución desarrolle capital social con otros ‘agentes solidarios’, sean colectivos o individuales. Esta situación genera posicionamientos diferenciales de la Congregación en el espacio de las clases sociales en el cual se reconoce como valiosa la tarea que realizan. El capital simbólico que las Hermanas poseen y por el cual luchan obtiene un rendimiento diferencial a partir de la relación que estas sostienen con un medio de comunicación: El Diario de Villa María. Este medio de circulación masiva en la ciudad a partir del apoyo explicito a las acciones de la Congregación legitima, difunde y potencia sus prácticas multiplicando el prestigio institucional y constituyéndose en un aliado imprescindible en la lucha por posicionar una visión del mundo acorde a la que las Hermanas sostienen y difunden. 1 BOURDIEU, P., Cosas dichas, Op. Cit., pág. 95 2 BOURDIEU, 1977, citado en BARANGER, D., Epistemología y Metodología en la obra de Pierre Bourdieu, Prometeo, Buenos Aires, 2006, pág. 218 3 A modo de ejemplo podría darse el caso de que cuando la Policía, agente social perteneciente al campo estatal, detiene a una mujer en situación de prostitución, y esta pertenece a la red de las Hermanas el trato es diferente, sin abusos y restricción de garantías, por que la policía reconoce el trabajo de la Congregación y sabe que la MESP puede usar su contacto con la Congregación, y esta movilizar los suyos con el Inadi, con algún Juez de Familia, con un medio de comunicación o incluso, dado el caso con el Obispo de la Diócesis.

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Anexo V Erika Decándido y Matilde Ambort

Percepciones sobre el barrio y su población Abordamos y sistematizamos a continuación ciertas percepciones y apreciaciones que los agentes institucionales que conforman las redes analizadas, construyen sobre las características de la población y del barrio en general. Desde los discursos institucionales estudiados surgen categorizaciones que se nos presentan como relevantes a la hora de referir al territorio dónde evalúan su trabajo social. Los mismos giran en torno a dos ejes: la “situación social” de la población del barrio y una caracterización de éste que resalta a la “ruta pesada” y la “prostitución” como un límite físico y simbólico que divide espacial y socialmente. El interés sociológico sobre el análisis de las “percepciones” y “apreciaciones” de estos agentes radica en que tales esquemas simbólicos son principios a partir de los cuales se estructura, desde una posición particular, el mundo social. Se trata de formas de clasificación que orientan la práctica y los discursos, cuya génesis remite a determinadas condiciones sociales. Las estructuras cognitivas son, de tal manera, estructuras sociales incorporadas en tanto que (...) todo conocimiento, y en particular todo conocimiento del mundo social, es un acto de construcción que elabora unos esquemas de pensamiento y de expresión, y que entre las condiciones de existencia y las prácticas o las representaciones se interpone la actividad estructurante de los agentes que, lejos de reaccionar mecánicamente a unos estímulos mecánicos, responden a los llamamientos o a las amenazas de un mundo cuyo sentido ellos mismos han contribuido a producir. Sin embargo, el principio de esta actividad estructurante no es (…) sino un sistema de esquemas incorporados que, constituidos en el curso de la historia colectiva, son adquiridos en el curso de la historia individual, y funcionan en la práctica y para la práctica1.

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Entre los principios que operan en la construcción de las características de la población del barrio, aparecen referencias sobre la situación socioeconómica de los vecinos. Si bien las visiones identificadas reconocen una población en condiciones de pobreza, la caracterización es “pensada” de diferentes maneras. Las miradas que describen a este sector de la ciudad como pobre en su generalidad provienen de la trabajadora social del Centro de Salud, y de la responsable de la congregación religiosa. En el discurso de la primera se pone énfasis en “situaciones de riesgo social”: “Nosotros acá tenemos muchas familias con alto riesgo social, por ahí hay distintos indicadores o factores para decir que una familia puede estar en riesgo, por ahí diciéndote algunos te puedo decir familia numerosa, padres inestables, bajos ingresos, algún hijo discapacitado, o sea, más factores, más indicadores sumaste va dando una familia de mayor riesgo, que se yo, por ejemplo: si hay un chico discapacitado en una familia donde hay bajos ingresos y una madre, eh… abandónica, diferentes cosas, diferentes factores van sumando riesgo y por ahí te va dando mayor o menor riesgo de una familia […] La gente trabaja... son changarines, los hombres la mayoría son changarines, trabajan en el cortadero de ladrillo, en el mercado, en todo lo que es changas, y las mujeres, bueno ahora la mayoría están muy ocupadas en lo que es el Plan de Jefes y Jefas de hogar, la mayoría ahora están en lo que es plan, la mayoría de las mujeres nunca había salido a trabajar, nunca había tenido un trabajo formal y ahora se encuentra con un trabajo y el resto bueno, la mayoría de las mujeres están en su casa cuidando sus hijos, gran parte tienen familia numerosa...” Por su parte, la representante de las religiosas se refiere a las características de la población con la que ellas trabajan diciendo que: “... nosotros con los niveles alto, con el nivel alto no nos podemos manejar […] la mayoría están sin trabajo, bueno ellas trabajan por eso y tienen muchos chiquitos y no tienen para darles de comer”. La alusión al tipo de problemáticas a las cuales intentan dar respuestas lleva implícito el reconocimiento de situaciones de vulnerabilidad. Cuando refiere al barrio en general, también reconoce esta situación: “…el barrio es acá… el barrio también es medio pobre”. 158

Otros representantes institucionales explicitan principios de categorización diferentes. Si bien se asume la problemática de la pobreza, se lo hace específicamente en referencia a una población carenciada desde el cruce de la ruta de tránsito pensado como límite que separaría la pobreza de la nopobreza. La ruta se presenta operando física y simbólicamente como frontera social, a partir de la cual se diferenciarían la población, sus posesiones materiales y su identidad cultural. Este esquema de percepción nos muestra cómo la estructura social objetiva que remite a diferentes condiciones de existencia, se inscribe en las percepciones por medio de un conocimiento práctico: Las divisiones sociales se convierten en principios de división que organizan la visión del mundo social. Los límites objetivos se convierten en sentido de los límites, anticipación práctica de los límites objetivos adquirida mediante la experiencia de los límites objetivos…2. La división simbólica no es totalmente arbitraria, y en cierta medida se asienta sobre la división objetiva de las diferentes zonas construidas en esta investigación: El conocimiento práctico del mundo social que supone la conducta ‘razonable’ en ese mundo elabora unos esquemas clasificadores […], unas ‘formas simbólicas’ […] esquemas simbólicos de percepción y apreciación que son producto de la división objetiva en clases […] producto de la incorporación de las estructuras fundamentales de una sociedad […] y hacen posible la producción de un mundo común y sensato, de un mundo de sentido común3. Estas percepciones enclasadas de los agentes se asientan sobre condiciones materiales enclasantes que marcan –en nuestro caso– una topografía diferencial y jerarquizante en el espacio físico. Se trata de cualidades visibles que aportan una caracterización social del territorio como la pavimentación o no de las calles, el alumbrado público, el acceso a los servicios como gas, agua, cloacas, características de las viviendas, espacios baldíos, etc. Estos criterios son tomados, por ejemplo, por el presidente del Centro Vecinal para dividir el barrio: “…y gas hay hasta la ruta, hasta la ruta… esa. Pero, por ejemplo hay gente que no puede tampoco, a lo mejor pasa al frente de las casas pero 159

no pueden instalarlo porque cuesta dinero, cuesta para el hogar”. Esta línea divisoria física y simbólica, se asocia también con la problemática de las mujeres en situación de prostitución las cuales, si bien trabajan y viven en este espacio, no son consideradas como pertenecientes al mismo. Desde el discurso del presidente del Centro Vecinal la presencia de la prostitución termina “desvalorizando” a este sector, en el sentido de que esta zona es ocupada por un sector social estigmatizado. Estigma que se transfiere al espacio físico, el cual pasa a tener connotaciones negativas, incluso en la devaluación de su precio de mercado: “hay algunos de los que viven al frente, por ejemplo, que… hay terrenos que por ejemplo están ahí arriba de la ruta, no los pueden vender tampoco porque dicen ¡No, mirá, por el tema de la prostitución! (Presidente del Centro Vecinal). Como vimos en el Capítulo II, el barrio puede dividirse en tres zonas pero si tomamos el relato del presidente vecinal, su percepción distingue tan sólo dos, con la ruta como frontera que excluye a la fracción más vulnerable como no perteneciente al vecindario: “la mayoría de los alumnos que vienen a esta escuela son de la ruta para allá [la escuela está en la zona B], y de este barrio también, pero muchos de los chicos de este barrio se van a otras escuelas” (Directora de la Escuela). La ruta posibilita establecer un límite preciso y a la vez arbitrario, separando espacios sociales cuyas divisiones no se corresponden estrictamente con el físico. “Villa María es diferente de la ruta para acá, y de la ruta para allá… Todo lo que implica y marca la ruta...”4. Objetivamente existen estas diferencias, pero los contornos son graduales y en ocasiones difusos. Una manera diferente de entender esta división –que pone en tela de juicio su carácter “unívoco”– es la de la asistente social del dispensario: “El barrio tiene mucha pobreza estructural, es un barrio de muchos años, es un barrio viejo, con una franja que es sobre todo la que va desde la calle aquella llegando a la [ruta pesada] hacia atrás con pobreza estructural, 160

estamos hablando de pobres de toda la vida, vienen de familia de pobres, con ingresos bajos y sobre todo hablo de pobreza estructural por que tiene que ver con lo cultural (…) por ahí sí, tiene una franja que es la más cercana al dispensario que por ahí estamos hablando de gente con otro poder adquisitivo, que sé yo que tiene obra social…” . En este sentido la ruta ayuda a construir sistemas enclasantes, a definir límites cuyo fundamento remite a un conocimiento dóxico de la realidad que propone una división social como si fuera natural: El sentido de las distinción, discretio que lleva a separar y reunir lo que debe ser separado y reunido, a excluir (…) todas las uniones contra natura, esto es, contrarias al enclasamiento común, a la diacrisis que se encuentra en la base de la identidad colectiva e individual (…) todo lo que exceda al entendimiento, es decir al enclasamiento incorporado y que, al poner en tela de juicio los principios del orden social hecho cuerpo (…) atenta contra el orden mental a título de desafío al sentido común, de escándalo5. Se trata entonces de desvanecer la convivencia de clases sociales en un mismo barrio. Los sistemas de percepción de estos agentes se están manejando con polaridades que terminan definiendo identidades y principios de pertenencia opuestos: “nosotros-ellos”; “pobres-no pobres”; “los de más allá-los de este lado”. Nuevamente el presidente del Centro Vecinal expresa: “Sí, sí es distinta por la gente, la gente que está allá es muy numerosa, es donde hay muchísimos chicos y un poco también ellos se aíslan un poco, ellos mismos se aíslan”. Otra forma de entender las características del barrio, es la que se inscribe en el discurso de la encargada del comedor, quien parte de principios de construcción diferente sobre “cómo” es la población: “Son todas [las familias que asisten al comedor] de barrios de afuera, todos, ¿sabés qué pasa?, que acá el nuestro es un barrio donde no hay muchos niños, y no hay mucha carencia tampoco”. Como sabemos –a partir del análisis sobre el trabajo social y las cosmovisiones que lo fundamentan (capítulo 4)– el punto de vista de este 161

agente es particular, ya que su trayectoria social personal se inscribe dentro del espacio de la pobreza. Se trata de una vecina, que se reconoce como “parte” del barrio, dándonos pistas sobre la similitud entre su posición y la de aquellos a quienes asiste. Su percepción se explicita en “no hay mucha pobreza”, asociando la pobreza a condiciones de extrema carencia. Por otra parte, la evaluación de la vecindad como “no- pobre”, proviene de su comparación con otros barrios, en los cuales sí estarían presentes situaciones de carencia. Esta diferenciación funciona como mecanismo de distinción y de revalorización de su actual situación social, al compararla con casos aún más desfavorables. 1 BOURDIEU, P., La distinción, Op. Cit., pág. 478. La cursiva es nuestra. 2 BOURDIEU, P., La distinción, Op. Cit., pág. 482. 3 Ibídem, pág. 479 4 Subsecretario de Acción Comunitaria 5 BOURDIEU, P., La distinción, Op. Cit., pág. 485.

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Índice Prefacio Prólogo Capítulo I - Desestructuraciones Capítulo II - La ciudad y el barrio Capítulo III - Clases y enclasamientos Capítulo IV - Modalidades de reproducción social: precisiones conceptuales Capítulo V - Lo público estatal Capítulo VI - Espacio público no-estatal Capítulo VII - Un Espacio Público Mixto Capítulo VIII - El campo religioso A modo de conclusión Anexo I Anexo II Anexo III Anexo IV Anexo V Bibliografía

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