El autoconepto revisado

El auto-concepto revisitado O una teoría de una teoría Seymour Epstein. Universidad de Massachussets1 Seymour Epstein.

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El auto-concepto revisitado O una teoría de una teoría Seymour Epstein. Universidad de Massachussets1

Seymour Epstein. Universidad de Massachussets1

¿Existe la necesidad de un auto-concepto en psicología? Casi desde el principio, el campo ha estado dividido en esta cuestión. Desde un punto de vista conductista, el auto-concepto tiene un aura de misticismo, y parece no muy alejado del concepto de alma. Uno no puede ver un autoconcepto, ni tocarlo, y nadie hasta ahora ha logrado definirlo adecuadamente como un constructo hipotético. Las definiciones ofrecidas tienden a carecer de referentes significativos o a ser circulares. Así, el self ha sido definido en términos del «yo», o del «mí», o de ambos, o como las reacciones de un individuo hacia sí mismo. Algunos autores, aparentemente desesperados por proveer una definición adecuada, dejan de lado el asunto apelando al sentido común, y afirmando que cada uno sabe que tiene un self, así como sabe qué le pertenece y qué no. Allport (1955), en un 1

Discurso invitado presentado en la reunión de la Asociación Canadiense de Psicología, Montreal, junio de 1972. La preparación de este artículo fue subvencionada por el Instituto Nacional de Salud Mental, Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos. Subvención MH-01293. El autor desea reconocer su aprecio hacia James Averill y Ervin Staub por sus útiles comentarios al leer una versión anterior de este artículo. Las solicitudes de reimpresiones deben enviarse a Seymour Epstein, Departamento de Psicología, Universidad de Massachusetts, Amherst, Massachusetts 01002.

intento por empezar de nuevo, acuñó una nueva palabra, el «proprium», que definió como «todos los ámbitos de nuestra vida que consideramos como particularmente nuestros» (p. 40). La dificultad aquí es que no se puede identificar el proprium hasta que se identifica lo que las personas consideran esencialmente suyo, lo cual, en efecto, requiere la identificación del self. Ocasionalmente, se detecta una nota de autoritaria seguridad en lugar de un análisis lógico, cuando un autor se siente seguro de que sabe lo que es el self, pero encuentra que es un concepto escurridizo, cuya adecuada definición es irritantemente esquiva. Así, Sullivan (1953) declaró: Cuando hablo sobre el sistema del self, quiero que se entienda claramente que estoy hablando de un dinamismo, que cobra gran importancia para entender las relaciones interpersonales. Este dinamismo es una concepción explicativa; no es una cosa, una tópica o algo así, como superyoes, yoes, ellos, etc. (p. 167).

Es alentador saber que un dinamismo, a diferencia de un yo, es un concepto que puede ser entendido sin especificar sus referentes. Si el self no es una cosa y no puede definirse como un concepto, entonces tal vez se pueda prescindir de él por completo. Cabe destacar que Allport, uno de los proponentes del auto-concepto, básicamente está de acuerdo con esta conclusión. Señaló que todo lo que se ha explicado en referencia al autoconcepto también puede explicarse sin él, y la única ventaja de retener esta palabra es que lleva la atención hacia ámbitos relevantes de la psicología que de otra manera serían ignorados. Afirmó: Si los horizontes de la psicología fueran más amplios de lo que son, me atrevo a sugerir que las teorías de la personalidad no necesitarían el concepto de self o de yo, excepto en ciertas formas compuestas, como el auto-conocimiento, la auto-imagen, el mejoramiento del yo, la extensión del yo (Allport, 1955, p. 56).

cosas más interesantes, esos teóricos del self, identificados como fenomenólogos, consideran al auto-concepto como el concepto más central de toda la psicología, ya que proporciona la única perspectiva desde la cual se puede entender la conducta de un individuo. Desde esa posición, los intentos conductistas de desarrollar una psicología objetiva y científica que no incluya el auto-concepto no representan nada más que un inútil ejercicio para imitar las ciencias físicas. Aunque existe desacuerdo sobre el valor del auto-concepto como concepto explicativo, no puede haber discusión respecto a que el estado de sentimiento subjetivo de tener un self es un importante fenómeno empírico que por sí solo demanda estudio. Como muchos otros fenómenos, el sentimiento subjetivo del self tiende a darse por sentado hasta que está ausente. Cuando esto último ocurre involuntariamente, el individuo reporta un abrumador sentimiento de terror. Esto está bien ilustrado en la siguiente descripción de Lauretta Bender (1950) de las reacciones de una niña esquizofrénica al conocer a su psiquiatra:

A pesar de los argumentos anteriores, hay varios científicos de la conducta, que representan una variedad de líneas de pensamiento, que creen que el auto-concepto no sólo es un constructo explicativo útil, sino también necesario. Entre ellos se incluyen James, Cooley, Mead, Lecky, Sullivan, Hilgard, Snygg y Combs, y Rogers. Para hacer las

Ruth, una niña de cinco años, se acercó al psiquiatra y le preguntó: « ¿eres el hombre fantasma? ¿Vas a pelear con mi madre? ¿Eres la misma madre? ¿Eres el mismo padre? ¿Serás otra madre?». Y, finalmente, gritando de terror, «me temo que me convertiré en otra persona» (p. 135).

Dado que no es necesario que exista ninguna discusión sobre la existencia de un de sentimiento de tener un self, el problema sigue siendo si debe haber puntos de vista divergentes sobre el valor del auto-concepto como un constructo explicativo. ¿Está la psicología destinada a permanecer con dos escuelas de pensamiento, una subjetiva en la que el autoconcepto es central y otra objetiva en la que es superfluo? Con suerte, es posible integrar los dos enfoques dentro de un marco más amplio. El objetivo de este artículo es hacer esto. Afirmo que la dificultad ha sido que el autoconcepto no es en realidad un auto-concepto, sino algo similar. Cuando se sustituya el autoconcepto por el concepto correcto, se encontrará que las piezas del rompecabezas que hasta ahora no encajaban encajarán perfectamente en su lugar, y formarán una imagen que debería ser satisfactoria, tanto para los conductistas como para los fenomenólogos. Permítame anticipar que, como ocurre con muchas integraciones de material familiar, probablemente reaccionará a la solución, una vez presentada, como absurdamente evidente.

La concepto

naturaleza

del

auto-

EL AUTOCONCEPTO POR OTROS

VISTO

Como forma de empezar, será útil considerar los puntos de vista de los demás sobre la

naturaleza del auto-concepto. Quizás su identidad pueda determinarse entonces al establecer una fotografía compuesta. William James (1910), uno de los primeros psicólogos en escribir largamente sobre el self, identificó dos enfoques fundamentalmente diferentes, uno en el que el self es considerado como un conocedor, o tiene una función ejecutiva, y el otro en el que es considerado como un objeto de conocimiento. James no veía ningún valor en el self como conocedor para comprender la conducta, y sintió que debía ser desterrado al reino de la filosofía. Identificó al self como objeto de conocimiento como compuesto de lo que sea que el individuo cree que le pertenece a sí mismo. Esto incluye un self material, un self social y un self espiritual. El self material es un self extendido que contiene, además del propio cuerpo del individuo, a su familia y sus posesiones. El self social incluye los puntos de vista que otros tienen del individuo. El self espiritual incluye las emociones y deseos del individuo. Todos los aspectos del self son capaces de evocar sentimientos de mayor autoestima y bienestar, o de disminuir la autoestima y la insatisfacción. Al parecer, James consideraba que el self tiene una unidad, al mismo tiempo que está diferenciado, y que está íntimamente asociado con las emociones, y mediado por la autoestima. Cooley (1902) definió al self como «aquello que se designa en el habla común por los pronombres

de la primera persona del singular, “yo”, mí”, “mío” y “yo mismo”» (p. 136). Señaló que lo que el individuo etiqueta como self produce emociones más fuertes que lo que se designa como noself, y que sólo a través de los sentimientos subjetivos se puede identificar al self. Él creía que ese estado de sentimiento se produce por la creencia de que uno tiene control sobre los eventos, o por la discriminación cognitiva, como al notar que el propio cuerpo es diferente del cuerpo de otras personas. Introdujo el concepto de «espejo del self», que se refiere al individuo percibiéndose a sí mismo de la manera que los demás lo perciben. Al parecer, Cooley atribuyó una mayor prevalencia a este proceso que el poeta Robert Burns (1897, p. 43), quien, al observar a una mujer gentil sacudirse y retorcerse por un piojo oculto que trepaba sobre ella en la iglesia, escribió: ¡Preciado don sería conocernos con los ojos con que otros suelen vernos! Sabríamos de yerros protegernos y de necias nociones: en ropa, en el afán de embellecernos e incluso en orgullosas devociones.2

George Mead (1934) amplió el concepto de espejo del self de Cooley. Señaló que el concepto de sí mismo surge en la interacción 2

Traducción extraída de https://core.ac.uk/download/pdf/16359104.pdf (N de la T)

social como fruto de la preocupación del individuo acerca de cómo otros reaccionan a él. A fin de anticipar las reacciones de otras personas para que así pueda comportarse adecuadamente, el individuo aprende a percibir el mundo como los demás lo hacen. Al incorporar estimaciones de cómo el «otro generalizado» respondería a ciertas acciones, el individuo adquiere una fuente de regulación interna que le sirve para guiar y estabilizar su comportamiento en ausencia de presiones externas. Según Mead, hay tantos selves como roles sociales. Algunos de los roles son relativamente amplios y de considerable importancia para el individuo, mientras que otros son específicos de situaciones particulares, y de poca importancia como variables de personalidad. Para Sullivan (1953), así como para Cooley y Mead, el self surge de la interacción social. Sin embargo, a diferencia de Cooley y Mead, Sullivan enfatizó la interacción del niño con otros significativos, particularmente con la figura materna, en lugar de con la sociedad en general. Sullivan identificó el sistema del self como «una organización de la experiencia educativa creada por la necesidad de evitar o reducir las situaciones de ansiedad» (p. 165). Al elaborar sobre esto, señaló que el niño internaliza esos valores y prohibiciones que facilitan el logro de la satisfacción en formas que son aprobadas por los otros significativos. Los subsistemas de tendencias de aprobación y desaprobación se organizan dentro de los marcos de «el buen yo» y

«el mal yo». Es evidente que, para Sullivan, la necesidad de evitar los sentimientos displacenteros es una función importante del sistema del self. Lecky (1945) identificó el auto-concepto como el núcleo de la personalidad. A su vez, definió la personalidad como una «organización de valores que son coherentes entre sí» (p. 160). La organización de la personalidad se considera dinámica, ya que implica una asimilación continua de nuevas ideas y el rechazo o modificación de ideas antiguas. Se da por hecho que todos los conceptos están organizados dentro de un sistema unificado, cuya preservación es esencial. El auto-concepto, como núcleo de la personalidad, desempeña un papel clave en determinar qué conceptos son aceptables para la asimilación en la organización general de la personalidad. Hay un motivo principal, la búsqueda de la unidad. Una amenaza a la organización de la personalidad produce sentimientos de distress. Las ideas de Snygg y Combs (1949) son similares a las de Lecky. Definieron el autoconcepto como «aquellas partes del campo fenoménico que el individuo ha diferenciado como características de sí mismo definidas y bastante estables» (p. 112). Por lo tanto, consideraron al auto-concepto como el núcleo de una organización más amplia que contiene características de personalidad, tanto estables como incidentales y cambiantes. Hilgard (1949), en un discurso presidencial ante la APA, identificó tres tipos de evidencia

que respaldan el concepto de un self inferido. Éstas son la continuidad de los patrones motivacionales, el modelado genotípico de las motivaciones, y la naturaleza interpersonal de las motivaciones humanas fundamentales. La continuidad de los patrones motivacionales se refiere a que las personas se consideran a sí mismas como esencialmente las mismas personas que eran hace un año, a pesar de cambios superficiales. El modelado genotípico de las motivaciones se refiere a la observación de que diferentes acciones pueden satisfacer la misma motivación, y que ciertas motivaciones pueden sustituirse por otras. Hilgard también notó que la existencia de mecanismos de defensa proporciona evidencia sólida para la formulación de un auto-concepto, ya que para que exista un mecanismo de defensa tiene que haber algún aspecto del self que requiera ser defendido. Desafortunadamente, a pesar de haber presentado evidencia interesante para la formulación de un auto-concepto, Hilgard no intentó identificarlo. Rogers (1951) definió al self como «un patrón conceptual organizado, fluido pero consistente de percepciones de las características y relaciones del “yo” o del “mí”, junto con los valores unidos a estos conceptos» (p. 498). Afirmó que el auto-concepto incluye sólo aquellas características del individuo que él conoce y sobre las que cree que ejerce el control. Hay una necesidad básica de mantener y mejorar el self. La amenaza a la

organización del auto-concepto produce ansiedad. Si no puede defenderse de la amenaza, se produce una desorganización catastrófica. Sus puntos de vista tienen, obviamente, mucho en común con los de Lecky, Snygg y Combs. Allport (1955), como ya se señaló, prefería el término proprium al de self. El proprium consiste en aquellos aspectos del individuo que él considera de importancia central, y que contribuyen a un sentido de unidad interna. El proprium, por lo tanto, llama la atención sobre la importancia de lo que otros consideran la involucración del yo. En consecuencia, no es sorprendente que un tema en los trabajos de Allport sea que la investigación en psicología a menudo es trivial porque los sujetos no están suficientemente involucrados desde su yo. El proprium tiene los siguientes ocho atributos: (a) conciencia de un self corporal; (b) un sentido de continuidad a lo largo del tiempo; (c) mejora del yo, o una necesidad de autoestima; (d) extensión del yo, o la identificación del self más allá de las fronteras del cuerpo; (e) proceso racional, o la síntesis de necesidades internas con la realidad externa; (f) autoimagen, o la percepción y evaluación que la persona tiene de sí misma como un objeto de conocimiento; (g) el self como conocedor, o como agente ejecutivo; (h) «esfuerzo o lucha propia», o la motivación para aumentar en lugar de disminuir la tensión, y para incrementar la conciencia y buscar desafíos. En un trabajo posterior, Allport (1961),

en aparente acuerdo con James, decidió que el self como conocedor no pertenecía al ámbito de la psicología. Sarbin (1952) observó que la conducta está organizada en torno a estructuras cognitivas. Una importante estructura es la estructura del self. Al igual que otras estructuras, el self está organizado jerárquicamente y está sujeto a cambios, que generalmente van en dirección de constructos de orden inferior a constructos de orden superior. Entre las subestructuras del self se encuentran los selves empíricos, que incluyen un self somático y un self social. Un «yo» o «puro yo» es representado como la sección transversal de la organización cognitiva total del individuo, incluidos sus diferentes selves empíricos, en un momento determinado. Habiendo revisado una variedad de posiciones sobre la naturaleza del auto-concepto, estamos ahora en posición de resumir las características que otros le han atribuido. Éstas incluyen las siguientes: 1. Es un subsistema de conceptos organizados jerárquicamente, internamente consistentes, y contenidos dentro de un sistema conceptual más amplio. 2. Contiene diferentes selves empíricos, como un self corporal, un self espiritual y un self social. 3. Es una organización dinámica que cambia con la experiencia. Parece buscar un cambio y muestra una tendencia a asimilar cantidades crecientes de

información, manifestando así algo como un principio de crecimiento. Como señaló Hilgard (1949), se caracteriza mejor como integrativo que como integrado. 4. Se desarrolla a partir de la experiencia, particularmente a partir de la interacción social con otros significativos. 5. Es esencial para el funcionamiento del individuo que se mantenga la organización del auto-concepto. Cuando la organización del auto-concepto se ve amenazada, el individuo experimenta ansiedad e intenta defenderse contra la amenaza. Si la defensa no tiene éxito, el estrés aumenta y conlleva en última instancia a una desorganización total. 6. Existe una necesidad básica de autoestima que se relaciona con todos los aspectos del sistema del self y, en comparación con la cual, casi todas las demás necesidades están subordinadas. 7. El auto-concepto tiene al menos dos funciones básicas. Primero, organiza la información proveniente de la experiencia, (particularmente la experiencia que involucra la interacción social) en secuencias predecibles de acción y reacción. En segundo lugar, el auto-concepto facilita los intentos de satisfacer necesidades mientras se evita la desaprobación y la ansiedad. IDENTIFICACIÓN DEL AUTOCONCEPTO COMO UNA TEORÍA DEL SELF

Habiendo expuesto las piezas del rompecabezas, ahora

debería ser posible determinar la naturaleza de la imagen completa. O, para aquellos que prefieran acertijos, el problema se puede presentar de la siguiente manera: ¿Qué es eso que consiste en conceptos que están organizados jerárquicamente y tienen consistencia interna? ¿Qué asimila el conocimiento, y, sin embargo, es en sí mismo un objeto de conocimiento? ¿Qué es dinámico, pero debe mantener un grado de estabilidad? ¿Que está unificado y diferenciado al mismo tiempo? ¿Qué es necesario para resolver problemas en el mundo real? ¿Y qué puede sucumbir a un colapso repentino y producir una completa desorganización? La respuesta, a estas alturas, debe ser evidente. En caso de que no lo sea, sostengo que el auto-concepto es en sí mismo una teoría del self. Es una teoría que el individuo, sin saberlo, ha construido sobre sí mismo como un individuo funcional que vive experiencias; y es parte de una teoría más amplia que él sostiene con respecto a su rango completo de experiencias significativas. En esta línea, existen sistemas de postulados centrales sobre la naturaleza del mundo, la naturaleza del self y su interacción. Como la mayoría de las teorías, la teoría del self es una herramienta conceptual para lograr un propósito. El propósito fundamental de la teoría del self es optimizar el equilibrio placer/dolor del individuo a lo largo de toda la vida. Otras dos funciones básicas, relacionadas con la primera, son facilitar el mantenimiento de la autoestima y organizar la información proveniente de la

experiencia de una manera que se pueda afrontar de manera efectiva. Estas funciones se derivan del supuesto de que, en su nivel más básico, la conducta humana está organizada biológicamente de acuerdo con el principio de placer / dolor, y de un análisis de las condiciones que producen una desorganización total y repentina de la personalidad, como en la esquizofrenia aguda. La posición que estoy defendiendo obviamente tiene mucho en común con la visión de Kelley (1955) de que el individuo, en su tarea de tratar de resolver los problemas de la vida cotidiana, procede de una manera similar a la del científico que intenta resolver problemas más impersonales. Ambos continuamente elaboran y ponen a prueba hipótesis, en base a ello revisan sus conceptos. Ambos organizan sus observaciones en esquemas, que luego se organizan en una red de esquemas más amplios llamados teorías. Si la experiencia no estuviera tan organizada, sería imposible comportarse de manera efectiva en un mundo complejo con innumerables demandas contradictorias. Además, sin un sistema así, el individuo se vería abrumado por innumerables detalles aislados que debería recordar para guiar su comportamiento. Si bien Kelley no postula un auto-concepto, dado el valor de la distinción entre self y no-self, puede conjeturarse que un postulado universal, de orden superior, en el sistema conceptual general de un individuo es que la información de la experiencia

puede organizarse en un sistema del self y en un sistema del mundo. Las señales para diferenciar entre el self y el no-self no sólo son ubicuas y prominentes hasta el punto de que normalmente son imposibles de ignorar, sino que hay ventajas abrumadoras en realizar tal distinción. En primer lugar, para actuar dentro de un mundo de realidad compartida, es necesario diferenciar entre lo subjetivo y la experiencia común. Segundo, la distinción entre el self y el no-self es útil para que el individuo ejerza el control de su conducta. Tercero, para que los seres humanos puedan vivir en armonía en comunidades con otros, es necesario tener un concepto de responsabilidad, y tal concepto no tendría sentido sin una distinción entre el self y el no-self. Por lo tanto, es evidente que en la vida cotidiana, así como en la ciencia, es importante distinguir entre el mundo subjetivo del self y el mundo objetivo del no-self. Sin embargo, mientras que el hombre, científico, necesita esta distinción para estudiar el mundo objetivo por sí mismo, para el hombre, el ser humano, la distinción es relevante sólo en la medida en que contribuye a la satisfacción de sus necesidades personales y de su felicidad. Por lo tanto, la teoría que propongo difiere de la teoría de Kelly, puesto que mientras Kelly asigna poca importancia a la emoción, en la presente teoría la emoción ocupa una posición central.

Estructura en la teoría del self ATRIBUTOS EN COMÚN CON TODAS LAS TEORÍAS

Todas las teorías pueden evaluarse según el grado en que sean amplias, parsimoniosas, empíricamente válidas, internamente consistentes, verificables y útiles. Por consiguiente, podría ser de interés examinar las teorías del self de los individuos con respecto a cada uno de estos atributos. Amplitud

En igualdad de condiciones, cuanto más amplia sea una teoría, mejor. Esto es válido tanto para la teoría del self de un individuo como para otras teorías. Un individuo con una amplia teoría de su self tendrá conceptos disponibles para afrontar una gran variedad de situaciones. Estará consciente de más facetas de sus sentimientos, habilidades y características de personalidad que un individuo con una teoría del self estrecha. En consecuencia, puede ser más flexible y abierto a nuevas experiencias. Una persona con una teoría del self estrecha experimentará la vida de una manera relativamente simplificada. Exhibirá como características la represión y la rigidez, y tenderá a ver todo en blanco o negro. Las buenas teorías son expansivas. Se vuelven más amplias y diferenciadas a medida que el individuo dispone de más información adicional. Las teorías pobres no sólo están restringidas,

sino que además son restrictivas. Dicho de otro modo, un individuo con una teoría del self estrecha tenderá a evitar inferencias que perturben la estabilidad que ha logrado al limitar sus maneras de interpretar al mundo y a sí mismo. Hay al menos tres razones por las cuales los individuos pueden haber restringido excesivamente sus teorías del self. Una es que el individuo carece de la capacidad cognitiva para diferenciar y generalizar adecuadamente, como en el caso de los niños y los deficientes mentales. Una segunda es que, en condiciones estresantes, todas las teorías tienden a restringirse, ya que esto protege la teoría contra la desorganización. Por lo tanto, se puede esperar que los individuos que se vean altamente amenazados, particularmente si tienen un umbral bajo para la desorganización, tengan teorías del self restringidas. Cabe destacar que las personas que, en algún momento, estuvieron muy ansiosas y aprendieron a reaccionar ante la amenaza restringiendo sus teorías del self pueden seguir reaccionando a amenazas menores con constricción, aunque ya no presenten un elevado nivel de ansiedad. Dado que la teoría del self se deriva de la experiencia, se deduce que la diversidad de experiencias a las que un individuo está expuesto es un factor crítico para determinar la complejidad y el rango de su teoría del self. Se puede esperar que la persona cuya teoría del self es estrecha debido a exposición limitada no sea tan resistente al cambio como la persona que se está defendiendo

de la ansiedad desorganización.

y

la

Parsimonia

Manteniendo constantes otros factores, mientras más parsimoniosa sea una teoría, mejor. La parsimonia se logra cuando una teoría cuenta tanto con postulados amplios e integradores como con un conjunto de subpostulados organizados eficientemente. Una teoría que carezca totalmente de parsimonia requeriría un postulado separado para predecir cada ítem de la conducta. Una teoría así sería, de hecho, una ausencia de teoría. Dentro del ámbito de la personalidad, un individuo con una teoría del self baja en parsimonia carecería de estabilidad. Como resultado de la ausencia de principios rectores generales, o valores, su conducta estaría completamente determinada por la situación. Lo contrario ocurriría en un individuo con una teoría del self parsimoniosa. Éste exhibiría estabilidad como consecuencia de la presencia de valores básicos, o postulados altamente generales, y, al mismo tiempo, mostraría flexibilidad y diferenciación gracias a la contribución de los postulados de orden inferior. De considerable interés es la situación en la que se alcanza la parsimonia al sacrificar otros requisitos, como la validez empírica o la verificabilidad. Esto está bien ilustrado en los casos de paranoia, donde se usa un solo postulado no comprobable para explicar una gran variedad de evidencia conflictiva. Así, un

individuo paranoico con delirios de persecución puede ver en un gesto amistoso un intento de engañarlo. Obviamente, un postulado incompetente que intente explicar demasiado es un mal postulado. Validez empírica

Los postulados de orden superior asimilan constructos de orden inferior que son generalizaciones derivadas de la experiencia. Dado que la teoría es esencialmente inductiva, ¿cómo es posible que no logre representar la realidad? Por un lado, las inferencias se extienden más allá de los datos empíricos, y el proceso de inferencia puede ser incorrecto. En segundo lugar, gran parte del aprendizaje humano se basa en experiencias vicarias, en lugar de directas. Es decir, al niño se le enseñan valores, actitudes y consecuencias de acciones, independientes de sus experiencias directas. Cuando la experiencia vicaria entra en conflicto con la experiencia directa, es esta última la que puede perder, dependiendo de las circunstancias. Sullivan (1953) y Rogers (1951) enfatizaron la manera en que los otros significativos utilizan la dependencia del niño para enseñarle a tergiversar su propia experiencia. Por lo tanto, si se reacciona al etiquetar la ira hacia una madre o un hermano con el retiro del afecto, el niño puede aprender a no etiquetar la emoción por lo que es, e incluso puede aprender a sustituir la palabra odio por amor, si esta es una condición previa para la aceptación. Finalmente, debe notarse que la

experiencia, ya sea directa o vicaria, no es el único factor que determina si un concepto se asimilará en la teoría del self de un individuo. Entre otros factores que deben tenerse en cuenta están la necesidad de coherencia interna y la necesidad de mantener la organización del sistema del self. Para satisfacer estas otras condiciones, a veces es necesario sacrificar la validez empírica. Ninguna teoría, ya sea una teoría científica o una teoría del self, es completamente válida. Lo más que se puede esperar es que se autocorrija. En consecuencia, una pregunta más importante que por qué algunas teorías del self tienen poca validez es por qué algunas teorías no se autocorrigen. Una razón es que cuando la organización de una teoría del self está bajo amenaza, es importante para el individuo defender cualquier organización que tenga y evitar ponerla en peligro al intentar asimilar nueva información. Por lo tanto, se puede esperar que los individuos que presentan altos niveles de estrés o ansiedad eviten asimilar nueva información. En segundo lugar, una teoría del self puede no autocorregirse debido a la represión. Si un individuo ha aprendido a reducir la ansiedad al evitar hacer ciertas observaciones o usar ciertas etiquetas, en efecto, se ha cerrado a la posibilidad de tener experiencias que podrían corregir sus conceptos erróneos. Es decir, la represión aísla al individuo de las experiencias correctivas necesarias para que cambie sus conceptos inválidos. He notado en otra parte, en una discusión de una investigación

sobre ansiedad en paracaidismo realizada por Fenz y yo (Epstein, 1967), que la máxima conciencia de la realidad no siempre es deseable. Para que el dominio de la ansiedad se desarrolle a un ritmo óptimo, es necesario que la conciencia de la amenaza se desarrolle a un ritmo adecuado. Al atender a los nuevos aspectos de una situación estresante mientras los aspectos antiguos fueron dominados es que el individuo eventualmente domina toda la situación. Si no existe un bloqueo selectivo al comienzo, el individuo puede sentirse abrumado por la ansiedad, y se puede producir la desorganización. Esta observación es coherente con la conclusión de que la teoría del self puede asimilar información sólo hasta un cierto punto sin provocar una ansiedad excesiva. En la misma línea, un sistema de defensa efectivo es aquel que permite que la conciencia de la realidad progrese de acuerdo con el ritmo al que se la puede asimilar. Esto contrasta con un sistema de defensa inadecuado, que funciona con la lógica de todo o nada, ya sea bloqueando completamente la conciencia de la realidad, o permitiendo que el individuo se sienta abrumado. Consistencia interna

La forma más efectiva de destruir una teoría es demostrar que tiene contradicciones dentro de su propio sistema de postulados. Las historias de casos de esquizofrénicos demuestran que la desorganización total de la teoría del self puede ser provocada

por la aparición en la conciencia de algún aspecto del self previamente negado, como los impulsos homosexuales o sentimientos de hostilidad hacia un ser querido (cf. Kaplan, 1964). Aparentemente, no es la inconsistencia en sí misma lo que produce la desorganización, sino la conciencia de la inconsistencia. La teoría del self de un individuo puede contener inconsistencias considerables, incluso con respecto a postulados relativamente básicos, sin que el individuo experimente estrés, siempre que sea capaz de negar las inconsistencias. Por supuesto, tal inconsistencia representa una fuente potencial de estrés y desorganización, ya que siempre existe la posibilidad de que surjan condiciones donde la negación ya no sea posible. Verificabilidad

Una teoría del self, si ha de ser útil para afrontar eventos reales, debe, como cualquier teoría científica, ser comprobable. Como se señaló anteriormente, una buena teoría del self aumenta su validez a medida que aumenta la experiencia. Es evidente que los conceptos que no pueden verificarse no pueden mejorarse con la experiencia. La pregunta puede plantearse entonces como por qué las personas debieran conservar conceptos que no pueden ser puestos a prueba. La respuesta es que esos conceptos están protegidos contra la invalidación. Se considera que la desconfirmación de un concepto en la teoría del self produce ansiedad; cuanto más significativo

es el concepto para mantener la teoría del self, mayor es la ansiedad. Los individuos que tengan razones para sospechar que la realidad puede invalidar un postulado importante para su teoría del self tendrán una fuerte motivación para aislar ese concepto del juicio de la realidad. Dicho de otro modo, bajo ciertas circunstancias, la ilusión puede ser preferible a la realidad, y cuando esto sea así, el individuo evitará poner sus conceptos a prueba. De una manera menos dramática, todas las personas, hasta cierto punto, protegen sus conceptos significativos para que no sean invalidados, ya que todas las personas están motivadas a evitar la ansiedad. Utilidad

Una teoría del self no existe por sí misma, sino que, al igual que otras teorías, se desarrolla con el propósito de resolver problemas. Ya se ha señalado que las funciones básicas de la teoría del self son mantener un equilibrio favorable entre placer y dolor, mantener la autoestima y asimilar la información proveniente de la experiencia. Una buena teoría del self realiza estas funciones de manera efectiva, mientras que una teoría pobre lo hace inadecuadamente. Una falla en la teoría del self para llevar a cabo cualquiera de sus funciones la pone bajo tensión, y si el estrés es lo suficientemente elevado, la teoría eventualmente colapsa. La experiencia subjetiva consiguiente es un estado de desorganización. Las historias de casos de

esquizofrénicos (cf. Kaplan, 1964) respaldan el análisis anterior, al indicar que los estados de estrés creciente y desorganización eventual a menudo están precedidos por experiencias no asimilables, sentimientos de fracaso e inadecuación, o por un período prolongado de infelicidad, sin esperanza para el futuro. El colapso de una teoría del self por el estrés, aunque consecuencia de una mala adaptación, puede, en sí mismo, ser algo adaptativo, ya que brinda la oportunidad de lograr una reorganización más efectiva. El terror y la incapacidad que siguen al colapso de la auto-estructura en la esquizofrenia, así como la desesperada necesidad que los esquizofrénicos manifiestan por establecer una nueva estructura, aunque no sea realista, proporciona una fuerte evidencia de la importancia de la teoría del self en la conducta humana

LA NATURALEZA POSTULADOS

DE

LOS

Postulados inferidos de la estructura de la teoría del self Dado el supuesto de que los individuos tienen teorías del self que contienen postulados que dirigen su conducta, se deduce entonces que para entender la conducta de un individuo, es necesario reconstruir su sistema de postulados. ¿Cómo se debe emprender esta tarea? Se da por supuesto que hay ciertos dominios en los que todas las personas tienen postulados y otros dominios en los que algunas personas tienen postulados. Algunos de los

dominios más generales se pueden identificar mediante un análisis de las funciones de la teoría del self, a saber, el mantenimiento de un equilibrio favorable entre placer y dolor, la asimilación de la información proveniente de la experiencia y el mantenimiento de la autoestima. En consecuencia, se puede considerar que cada individuo tendrá postulados que son evaluaciones de su posición en cada una de estas variables. Una jerarquía de postulados de menor grado de generalidad estará organizada bajo esos postulados. Por ejemplo, bajo un postulado que evalúa la autoestima general, habrá postulados de segundo orden relacionados con la competencia en general, la autoaprobación moral, el poder y el ser digno de ser amado. Estos postulados son presumiblemente comunes a todas las personas, al menos en la sociedad occidental. Los postulados de orden inferior organizados bajo la competencia incluyen evaluaciones de la capacidad mental y física en general. Los postulados de orden más bajo respecto a la competencia incluyen evaluaciones de habilidades específicas. A medida que se asciende desde los postulados de orden inferior a los de orden superior, los postulados se vuelven cada vez más importantes para el mantenimiento de la teoría del self del individuo. Se considera que la suma de las valoraciones de la capacidad del individuo para obtener placer de la vida, para asimilar la experiencia y para mantener la autoestima determina la estabilidad general de

su teoría del self. Por lo tanto, se esperaría que una teoría del self, bajo mínima presión, contenga postulados de orden superior como los siguientes: «soy básicamente un ser humano que vale la pena»; «sé a dónde voy y qué se espera de mí»; «espero llevar una vida feliz»; «soy una persona altamente competente»; «me quiero y me considero una persona decente»; «las personas que me importan se preocupan mucho por mí». El sistema de postulados correspondiente para alguien con una teoría del self, bajo mucha presión, y por lo tanto sujeto a desorganización, puede ser el siguiente: «soy un ser humano sin valor»; «la vida no tiene sentido, y no tiene nada que ofrecerme»; «nunca conoceré la felicidad»; «soy incompetente, un fracaso total»; «soy un ser humano despreciable»; «nadie a quien respeto pueda cuidarme nunca». Postulados inferidos de las emociones

Un enfoque para identificar los conceptos que organizan la experiencia de un individuo es preguntarle sobre ellos. Rogers y colaboradores (cf. Rogers y Dymond, 1954) han utilizado una técnica de clasificación Q en la que los individuos se clasifican a sí mismos en afirmaciones autodescriptivas, al distribuirlas en una distribución cuasi normal. Kelley (1955) analizó los conceptos que emplean los individuos para identificar las semejanzas y las diferencias entre las tríadas de personas a las que se les pide que comparen, como madre, maestro y

amigo cercano. Ambos enfoques requieren que el individuo sea capaz de identificar conscientemente los conceptos que usa. Ningún enfoque es satisfactorio desde el punto de vista propuesto aquí, que considera que los individuos no son necesariamente conscientes de los postulados significativos de sus teorías del self. Afortunadamente, la relación entre emoción y cognición proporciona un medio indirecto para identificar los conceptos significativos de un individuo. Hay dos formas en las que las emociones pueden usarse para inferir cogniciones. Una parte del supuesto de que las emociones humanas, al menos en su mayor parte, dependen de la interpretación de los acontecimientos (cf. Arnold, 1960; Epstein, 1967, 1972; Lazarus, 1966; Schachter, 1964). Por lo tanto, si hago la interpretación de que alguien me ha hecho daño y merece ser castigado, siento enojo. Si interpreto una situación como amenazante y de la que me gustaría escapar, siento miedo. Si hago la interpretación de que estoy privado de amor o de la satisfacción de alguna otra necesidad que sea vital para mi felicidad y no tengo la esperanza de que alguna vez se cumpla, me siento deprimido. Si hago la interpretación de que el amor, o alguna otra cosa importante para mí, se está dando a alguien más en lugar de a mí, siento celos. El punto que deseo señalar es que, como cada emoción implica una cognición subyacente, al conocer las disposiciones emocionales de una persona, debería ser posible

reconstruir algunos de sus postulados principales. Esto, por supuesto, presupone un conocimiento suficientemente detallado sobre la relación de la cognición con la emoción, un área que ha estado recibiendo una atención creciente. La segunda, y probablemente más fructífera manera de usar las emociones para inferir postulados, deriva del supuesto de que para que ocurra una emoción, debe implicarse un postulado de importancia para el individuo. Se da por supuesto, entonces, que las emociones negativas surgen cuando alguna de las funciones de la teoría del self se ve entorpecida o amenazada. Se incluyen amenazas a la capacidad de asimilación del sistema del self, a la autoestima y al equilibrio favorable entre placer y dolor. Las emociones positivas ocurren cuando cualquiera de estas funciones se ve facilitada o se anticipa que lo será. Se considera que, cuanto más fuerte sea la emoción positiva o negativa, más significativo es el postulado implicado para mantener una función de la teoría del self del individuo. Por lo tanto, si se encuentra que una mujer registra una fuerte ansiedad anticipatoria antes de un concurso de belleza y una considerable infelicidad después de no haberlo ganado, pero una escasa reacción antes y después de reprobar un examen importante, se puede inferir que, dentro de su sistema del self, la belleza es más importante que el logro académico. Esto, por supuesto, puede parecer

evidente, pero el punto es que si alguien le preguntara, ella bien podría informar que tiene los valores opuestos. Considero que un estudio sistemático de las emociones en la vida cotidiana, incluidas las situaciones que las producen, proporciona un enfoque prometedor para mejorar el conocimiento de la conducta humana en general, y los individuos pueden utilizarlo de manera efectiva para avanzar en su propio autoconocimiento. Mis estudiantes y yo iniciamos hace poco un programa de investigación en el que las personas mantienen registros de sus emociones diariamente, en formatos especialmente diseñados, durante un período prolongado de tiempo. Aunque los datos aún no se han analizado formalmente, los resultados preliminares son muy emocionantes. La técnica no sólo proporciona información nueva e interesante sobre la relación entre las emociones y las cogniciones implícitas subyacentes, en general, sino que también hemos observado que la conciencia de tales relaciones por sí misma puede ser altamente terapéutica para los individuos. LOS SELVES EMPÍRICOS

Al considerar la estructura del sistema de postulados de un individuo, hasta ahora he discutido la naturaleza de algunos postulados generales que se relacionan con el sistema del self en su conjunto. Sin embargo, como se señaló anteriormente, el sistema del self está diferenciado a la vez que integrado. De ello se

deduce que, al considerar la estructura, es necesario considerar los subsistemas, o los diferentes selves empíricos, que conservan un cierto grado de independencia a pesar de estar influenciados por el sistema del self, a la vez que influyen en él. Por lo tanto, el mismo nivel general de autoestima se puede lograr mediante una alta valoración del self corporal y una baja valoración del self interior inferido, como viceversa. Además, para examinar el desarrollo del sistema del self, es necesario considerar la emergencia secuencial de los subsistemas de un self corporal, un self interno inferido y un self moral. Por el self corporal, me refiero al self biológico del individuo, sus posesiones y aquellos individuos, grupos y símbolos con los que se identifica. El self interior inferido se refiere a todos los aspectos del self psicológico del individuo, o de la personalidad. Incluye las cogniciones del individuo, conscientes e inconscientes, que se relacionan con sus habilidades, rasgos, deseos, miedos y otras disposiciones motivacionales y emocionales. Expresado de otro modo, el self interior inferido representa la mayor parte de la teoría del self. Incluye el self moral, que es una subdivisión que contiene las reacciones de autoevaluación del individuo, incluyendo una valoración general de sí mismo como un ser humano valioso, así como sus reacciones evaluativas a aspectos individuales del sí mismo. El tiempo no permitirá una discusión sistemática de los

postulados con referencia a los diferentes subsistemas del self. Mi objetivo, por el momento, es simplemente señalar una de las direcciones en las que tendría que proceder un análisis más extenso.

Aspectos del desarrollo de la teoría del self DESARROLLO CORPORAL

DEL

SELF

Para que el niño aprenda que tiene un self corporal, se requiere un acto de formación de conceptos relativamente simple, en el que debe reconocer que su propio cuerpo es un subconjunto de uno, en el set más amplio de todos los cuerpos humanos. El nivel de pensamiento abstracto requerido pareciera entrar dentro de la capacidad del chimpancé. En una serie de experimentos interesantes, Gallup (1968) demostró que, después de algunas exposiciones a un espejo, un chimpancé mostraba un comportamiento auto-dirigido, en oposición a un comportamiento dirigido por otro, frente al espejo. Es decir, el chimpancé reaccionó como si reconociera que la imagen del espejo era una representación de sí mismo, y que no era otro chimpancé. Los animales de orden inferior, los niños menores de 10 meses y los deficientes mentales muestran un comportamiento dirigido a otro frente a un espejo (Gallup, 1968). Un ejemplo de cuán directo puede ser el entrenamiento de que uno tiene un self corporal, al igual que otros que también tienen

selves corporales, lo brinda una visita reciente a mi sobrina de dos años. Donna estaba sentada a la mesa del comedor con toda la familia. Para mantenerla ocupada, su madre decía algo así como «¿dónde está la tía Alice? Señala a la tía Alice», después de lo cual Donna señalaba y todos aplaudían. Después de haber hecho varias rondas, y que todos los errores fueran eliminados hace bastante tiempo, para animar las cosas, alguien dijo: «Señala a Donna; ¿dónde está Donna?» Esto resultó no ser una tarea tan simple. Donna miró alrededor de la mesa, no pudo encontrar a Donna y comenzó a señalar azarosamente. En este punto, la madre dijo: «sabes quién es Donna. Señala a la niña pequeña que todos llaman Donna», a lo que Donna, al parecer en un insight repentino, se señaló a sí misma sin vacilar. Tal tarea es tan claramente un ejemplo de entrenamiento en formación de conceptos, como si uno usara bloques con etiquetas. El self corporal, por supuesto, no se aprende sólo por entrenamiento directo. Se puede considerar que se deduce de una variedad de señales que pueden indicar que uno tiene características en común con otras personas, pero difiere de ellas, tal como difieren entre sí. Por lo tanto, es evidente para el niño que tiene manos y pies que se parecen más a los de otras personas más que a los del perro o gato que habitan en la misma casa. Aunque hay partes que no se pueden ver, como los ojos y la nariz, hay espejos, e incluso sin los espejos, no se necesita una gran inferencia para

reconocer que si uno se corresponde con otras personas en todas las cosas que puede ver, probablemente también se corresponde en cosas que no puede ver. Además, lo que no se puede ver puede ser detectado por otros sentidos, o inferido de otra manera. Así, uno puede identificar la nariz con el tacto, y la presencia de dos ojos puede inferirse abriendo y cerrando uno a la vez. Además de que hay evidencia de que uno tiene un cuerpo como el de otras personas, también hay evidencia de que el cuerpo de uno es único y propio. Entre los factores que contribuyen a esta conclusión se encuentran: (a) prominencia: duele más cuando el brazo de uno es pellizcado que cuando es pellizcado el de otra persona; (b) continuidad: ningún cuerpo está con uno tanto como el propio; (c) control: uno puede hacer que las propias extremidades respondan a los deseos de uno de manera más fácil y confiable que las de otro; y (d) doble sensación: cuando uno se toca a sí mismo, tanto la parte que hace el contacto como la parte que es tocada reciben la sensación, mientras que cuando uno toca a otra persona, sólo la parte que hace el contacto recibe la sensación. No sólo hay una multitud de señales disponibles para respaldar la inferencia de un self corporal, sino que también hay un gran refuerzo para formular el concepto. Por un lado, se debe considerar la aprobación y desaprobación social. Un niño que piensa que es algo que no es, como un niño que piensa que es un perro, sería

objeto de un ridículo indecible. Segundo, la distinción entre self y no self es necesaria para que la experiencia se organice en un sistema estable y predecible. En tercer lugar, la distinción es necesaria para ejercer un control efectivo. DESARROLLO INTERIOR INFERIDO

DE

UN

SELF

Una vez desarrollado un self corporal, esto facilita el desarrollo de un self interior inferido, que se considera que procede de manera análoga. Si bien se puede considerar que el nivel de habilidad conceptual requerido para el desarrollo del self interior inferido es mayor que el del self corporal, ya que los elementos son más abstractos, el nivel de inferencia no es aún muy grande. Así como es evidente que algunas personas son bajas y otras son altas, que algunas tienen voces fuertes y otras voces suaves, y que algunas llevan el cabello corto y otras largo, es evidente que las personas difieren en características de comportamiento, tales como la simpatía, la agresividad y la buena voluntad. Al identificar a las personas físicamente, uno no suma sus características separadas, sino que reconoce una configuración. Se considera que lo mismo ocurre al identificar las personalidades de los individuos. Ahora, si uno reconoce que las personas tienen patrones estables de atributos de personalidad subyacentes inferidos de la repetición de sus conductas, entonces hay razones para

suponer que las personas tienen tanto una identidad de personalidad como una identidad corporal. De ello se deduce que, si otros tienen identidades de personalidad, y si uno es una persona, también uno debe tener una identidad de personalidad. Otras fuentes para inferir un self interior incluyen un sentimiento de continuidad de la experiencia, la involucración del yo, la conciencia de la necesidad de defender algún aspecto interno del ser de amenazas, la conciencia de motivos subyacentes que no necesitan expresarse, la conciencia de una tendencia a automáticamente evaluarse a sí mismo, y la conciencia de las emociones asociadas a la autoestima. Todo esto implica la existencia de un self interior que es diferente del self corporal, invisible a la percepción de los demás, pero muy real. Considere la experiencia que tiene un individuo cuando su autoestima es gravemente herida, como cuando se siente humillado en presencia de personas que desea impresionar. Tal experiencia puede ser sumamente angustiante, evitar que el individuo duerma por las noches y reverberar durante meses, años, y posiblemente toda la vida. ¿En qué parte del cuerpo reside ese dolor? Dado que no se puede ubicar en el self corporal, tales experiencias sugieren la existencia de algún aspecto no físico del self, que es más significativo que el self corporal. El mismo argumento se puede aplicar para las experiencias positivas. Cuando un individuo tiene un sentimiento de alegría porque ha

logrado algo que es importante para él, ¿en qué parte del cuerpo reside el sentimiento placentero? A diferencia de la estimulación física placentera, no se puede atribuir al self corporal. En consecuencia, esto sugiere la existencia de un self no físico. Dada la existencia de una imagen corporal, la tendencia de las personas a pensar en imágenes concretas, y la observación de que hay algo dentro del cuerpo que parece tener una identidad propia, no es sorprendente que sea conceptualizado como un homúnculo espiritual, en vez de como una organización jerárquica de conceptos que asimila la experiencia y guía la conducta. Esto explica por qué la creencia en un alma ha prevalecido tanto a lo largo de la historia humana. La pregunta puede plantearse sobre qué condiciones impiden el desarrollo de un self interior inferido. Se puede considerar que una de esas condiciones es la ausencia de un sentimiento de control, ya que ese sentimiento proporciona una de las fuentes más importantes para inferir un self interior. Además, dado que el self interior inferido tiene como funciones asimilar la información proveniente de la experiencia, mantener un equilibrio favorable entre placer y dolor y mantener la autoestima, se deduce que cualquier condición que impida que el individuo logre estas funciones podría impedir el desarrollo de self interior inferido. Bajo ciertas circunstancias, un self interior inferido podría constituir un perjuicio para el individuo, ya que podría contribuir a un equilibrio

desfavorable entre placer y dolor. Considere el caso de un niño que inconscientemente (si no conscientemente), es odiado y que, si tuviera que interiorizar los valores de otros significativos, se odiaría a sí mismo. Considere, además, que la única atención que podría esperar obtener es cuando fracasara en algo. Estamos considerando una situación en la que el sistema del self, si se desarrollara, se volvería en contra del bienestar del individuo, contribuyendo a una baja autoestima y a un equilibrio desfavorable entre placer y dolor. Se plantea la hipótesis de que, en tales circunstancias, si llegaran a cierto extremo, el sistema del self no se desarrollaría en absoluto, mientras que en circunstancias menos extremas, se produciría el desarrollo de un sistema del self restringido o distorsionado. DESARROLLO

DE

UN

SELF

MORAL

El self corporal y el self interior inferido se desarrollaron debido a su utilidad como herramientas conceptuales para organizar los datos de la experiencia. Tendrían valor incluso en un mundo en el que los individuos no se juzgaran entre sí, y en el que no hubiera razón para buscar la aprobación y evitar la desaprobación. Por otra parte, se considera que el self moral se desarrolló sólo por la necesidad de obtener aprobación y evitar la desaprobación. Al principio, el niño clasifica una conducta que le agrada como buena y una conducta que le desagrada como

mala, de la misma manera en que clasifica los alimentos de sabor dulce como buenos y los de sabor amargo como malos. En este punto, no tiene un self moral; su única preocupación es su propio placer. Este estado de cosas, obviamente, no dura mucho tiempo. Para encajar en una sociedad, se le debe enseñar a tener en cuenta los deseos de los demás. Los padres, como portadores de la cultura, tienen la tarea de redefinir lo que es bueno y lo que es malo, para que el niño sienta que es bueno cuando su conducta coincide con las costumbres socialmente aceptadas, y que es malo cuando no lo hace. Ya sea que lo hagan de manera consciente o inconsciente, directa o indirectamente, los padres tienden a negar el afecto luego de que el niño presenta una conducta que ellos desaprueban, y a otorgarlo luego de una conducta que aprueban. En poco tiempo, el niño recibe el mensaje de que, definido operacionalmente, bueno significa aquello que los padres aprueban, y malo significa aquello que los padres desaprueban. Además, lo bueno se asocia con un sentimiento de ser amado, y lo malo con un sentimiento de no ser digno de ser amado. El niño ahora puede evitar el conflicto abierto y la desaprobación de los demás, ya que ha internalizado los valores de los padres y puede corregirse a sí mismo. Se ha convertido en su propio evaluador, se siente satisfecho de sí mismo y digno de amor cuando se comporta de acuerdo con sus estándares internalizados, y se siente culpable

e indigno de amor cuando viola estos estándares. Por lo tanto, ha desarrollado un self moral, el cual siente que tiene una identidad propia, ya que no está bajo su control consciente. Un problema que merece una consideración especial en cualquier desarrollo del self moral es la existencia de un intenso e irracional menosprecio u odio hacia sí mismo. Se sabe, por ejemplo, de personas que confiesan delitos graves que no pueden haber cometido, y que en cada hospital psiquiátrico hay pacientes que se quejan de ser las personas más despreciables que han existido y que no merecen vivir. Freud tuvo en cuenta este fenómeno al atribuirlo a la hostilidad que vuelta hacia adentro. Más específicamente, creía que la persona deprimida tiene sentimientos hostiles e inaceptables hacia una figura que le negó el amor, ya sea a propósito o sin intención. Al identificarse con, o interiorizar a, este objeto de amor perdido, el individuo mantiene la relación, en cierto sentido, y puede entonces expresar aceptablemente su hostilidad hacia la otra persona dirigiéndola hacia sí misma. Su propia complejidad me hace dudar de la generalidad de esta explicación. Me gustaría sugerir una más simple, que se basa en el supuesto de que una caída repentina en la autoestima es más angustiante que un nivel crónicamente bajo de autoestima. Si esto es cierto, entonces los individuos que anticipan que otros disminuirán su autoestima tenderán a devaluarse

crónicamente para prevenir un malestar mayor. En casos más graves, como en la depresión psicótica, creo que Freud tiene razón al suponer que también está involucrado un componente inconsciente. Mi explicación, sin embargo, es que los sentimientos inaceptables, que no necesariamente deben ser hostiles, producen una anticipación de la desaprobación o la pérdida de amor por parte de un otro significativo. Sin embargo, los valores internalizados del otro significativo definen los propios valores del individuo. En consecuencia, el individuo se retira la aprobación de sí mismo y se trata a sí mismo como indigno de amor. Además, al mantener su autoevaluación en un nivel bajo, se ahorra la preocupación sobre el dolor de que baje aún más. Esto puede explicar por qué las personas deprimidas resisten los esfuerzos por aumentar su autoestima. Creo que el mecanismo que se acaba de describir tiene un alcance general elevado, y puede explicar la estabilidad relativa de la autoestima de las personas si se tiene en cuenta la existencia de dos tendencias fundamentales que funcionan oponiéndose entre ellas, en consecuencia afectando al equilibrio. Una tendencia es el deseo del individuo de elevar su autoestima, ya que la autoestima elevada se siente bien. La otra es el deseo del individuo de evitar una caída en la autoestima, ya que una caída en la autoestima se siente particularmente mal. En consecuencia, el individuo evita evaluarse a sí mismo con

parámetros irrealistamente elevados, ya que esto lo expondría a una disminución en la autoestima. Como resultado, se puede esperar que, incluso en las circunstancias más favorables, la autoestima tienda a aumentar sólo gradualmente.

Implicaciones ¿Qué se logra con la afirmación de que el auto-concepto se identifica más adecuadamente como una teoría del self? ¿Contribuye algo más que la afirmación de Sullivan de que el self no es un yo o un ello, sino un dinamismo? Creo que resuelve una serie de problemas que no pudieron ser resueltos por teorías anteriores sobre el self, y que también tiene otras implicaciones importantes. 1. Al reconocer que los individuos tienen teorías implícitas sobre sí mismos como individuos funcionales, es posible asimilar la visión de los fenomenólogos sobre la naturaleza del auto-concepto dentro un marco más amplio que podría ser aceptado por todos los psicólogos. Cuando el autoconcepto se redefine como una teoría del self, ya no puede ser descartado como no científico, o como una reencarnación del alma, a menos que uno también esté dispuesto a descartar las teorías, en general, como no científicas. 2. El reconocimiento de que la teoría del self es una teoría resuelve el problema de cómo el self puede ser tanto sujeto como objeto de conocimiento. Todas las teorías contienen conocimiento,

pero influyen en la adquisición de nuevos conocimientos. Expresado de otro modo, las teorías influyen, así como también son influidas por, la adquisición de información. En consecuencia, no hay necesidad de desterrar la función ejecutiva del self a la filosofía, como James y Allport nos han exhortado a hacer. El self ejecutivo puede vivir cómodamente dentro de la psicología, e incluso hacer contribuciones muy respetables a ella, siempre que esté dispuesto a renunciar a sus nociones confusas anteriores acerca de ser un autoconcepto y reconocer que es, de hecho, un atributo importante de una teoría del self. 3. El concepto de un principio de crecimiento inherente, postulado por actos de fe y buena voluntad por los fenomenólogos y humanistas, se vuelve comprensible una vez que se reconoce que los individuos tienen teorías del self, ya que es una característica de las teorías (al menos de las buenas) incrementar su alcance con la exposición a nuevos datos. 4. La relación de la emoción con el sistema del self, identificada como una estructura cognitiva, es dilucidada cuando se reconoce que la teoría del self es una teoría de trabajo cuya función más general es hacer que la vida sea vivible, es decir, emocionalmente satisfactoria. Por lo tanto, la teoría del self, tal como se la describe, no existe por fuera de las emociones y, en gran medida, lo inverso también es cierto. 5. El reconocimiento de que la teoría del self de un individuo, como cualquier otra teoría, es un

sistema conceptual jerárquicamente organizado para resolver problemas, puede explicar su desorganización total cuando se invalida un postulado básico, o cuando, por alguna otra razón, la teoría es incapaz de cumplir con sus funciones. También indica que la desorganización drástica puede cumplir una función constructiva, ya que permite una reorganización drástica. 6. La necesidad de las personas de defender desesperadamente ciertos conceptos o valores, sin importar lo poco realistas que sean, puede comprenderse fácilmente una vez que se reconoce que una teoría del self es necesaria para funcionar, y que cualquier teoría es mejor que ninguna. En conclusión, presenté una teoría que intenta incorporar los puntos de vista fenomenológicos sobre el auto-concepto dentro de un marco objetivo. Suponiendo que lo que he dicho es esencialmente cierto, tiene vastas implicaciones para la comprensión de la conducta humana. Si la teoría de una teoría que he presentado no califica elevadamente, a su juicio, en los atributos por los que se pueden juzgar todas las teorías, es decir, la amplitud, la parsimonia, la validez empírica, la consistencia interna, la verificabilidad y la utilidad, sólo espero que al menos haya tenido un valor heurístico, y que haya estimulado su forma de pensar acerca de sus propios supuestos.

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