Dossier Prensa Frutos Extranos PDF

LEILA GUERRIERO Frutos extraños (crónicas reunidas 2001-2008) 400 Páginas—18,50 Euros «El periodismo puede, y debe, echa

Views 121 Downloads 3 File size 155KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

LEILA GUERRIERO Frutos extraños (crónicas reunidas 2001-2008) 400 Páginas—18,50 Euros «El periodismo puede, y debe, echar mano de todos los recursos de la narrativa para crear un destilado, en lo posible, perfecto: la esencia de la esencia de la realidad.»

La autora Leila Guerriero llegó al periodismo casi de casualidad y lo hizo para contar historias. Comenzó en 1991, en la revista Página/30, del periódico Página/12. Es redactora de

LNR, la revista dominical del diario La Nación, publica en diversos medios como El País, y la revista Vanity Fair, de España, El Malpensante y SoHo, de Colombia, Gatopardo, Travesías y Letras Libres, de México, y Paula y El Mercurio, de Chile. Es autora de Los suicidas del fin del mundo (2005, Tusquets). En 2010 recibió el Premio Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano por su artículo «El rastro en los huesos», una crónica sobre el trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense publicada en El País Semanal y Gatopardo.

La obra

El movimiento del nuevo periodismo iberoamericano es ya tendencia editorial. Leila Guerriero es una de las mejores. ***

La primera antología que reúne lo esencial de una de las más destacadas cronistas de América Latina, pionera del nuevo periodismo en castellano. «El periodismo puede, y debe, echar mano de todos los recursos de la narrativa para crear un destilado, en lo posible, perfecto: la esencia de la esencia de la realidad.» Frutos extraños es una antología de crónicas de la periodista argentina Leila Guerriero, que se ajusta a la perfección a esta afirmación. Con una narrativa ágil y minuciosa, resulta inevitable evocar en estas piezas a los grandes maestros del periodismo norteamericano que supieron echar mano de las herramientas de la literatura para contar las historias de la realidad. Periodismo literario, nuevo periodismo, literatura de no ficción, cualquiera que sea el nombre que se le quiera dar, esta forma de contar historias ha alcanzado en Latinoamérica un notable desarrollo en los últimos años y estos Frutos extraños lo ratifican. Según la propia Guerriero, “la crónica es un género que necesita tiempo para producirse, tiempo para escribirse y mucho espacio para publicarse: ninguna crónica que lleva meses de trabajo puede publicarse en media página. La crónica es un formato poderoso y movedizo que requiere tenacidad para contar una historia y ponerla al servicio del lector”. Se narra usando recursos del relato de ficción, pero se atiene a las reglas de la investigación periodística. Para la cronista argentina también debe tener “la forma de la música, la lógica de un teorema, y la eficacia letal de un cuchillazo en la ingle”. Por eso este libro nos descubre la cara más sensible, vigorosa y palpitante de una profesión que atraviesa tiempos difíciles, y obra el milagro de hacernos creer de nuevo en el periodismo. Frutos extraños, son frutos con sustancia y al degustarlos dejan un sabor a veces amargo, o a veces dulce. Una colección de sus mejores crónicas y perfiles publicados en revistas de América Latina y España comunicación como El País Semanal, Gatopardo, La Nación Revista… entre 2001 y 2008. La antología se divide en el libro primero: Crónicas y perfiles, una recolección de 16 crónicas en los que se incluyen los títulos: “El gigante que quiso ser grande”, “Sueños de libertad”, “Vida del señor sombrero”, “La voz de los huesos”, “Pedro Henríquez Ureña: el eterno extranjero”, “El mundo feliz: venta directa”, “El amigo chino”, “La Patagonia”, “El rey de la carne”, “El clon de Freddie Mercury”, “Rock Down”, “La leyenda de Facundo Cabral”, “Lazos de sangre”, “René Lavand: mago de una mano sola”, “El hombre del telón”, “Tres tristes tazas de té”. En el segundo, Discusiones, reúne “Enfermos de salud. Diatribas contra los guerreros del mijo”, “Me gusta ser mujer…y odio a las histéricas”, “La pesadilla de los city tours”, “Él no es un peligro vivo”, en estas “discusiones” sobre el periodismo, la ficción, la realidad y las mujeres, encontramos finales, tan impresionantes y brillantes como: “Pero ahora, en el cementerio, la tarde es un velo celeste apenas roto por la brisa fina”.

Sobre el periodismo, son cuatro ensayos: “Sobre algunas mentiras del periodismo”, “Tan fantástico como la ficción”, “Dónde estaba yo cuando escribí esto?”, “ La imprescindible invisibilidad del ser, o la lección de Homero” y por último, esta compilación se cierra con “Música y periodismo”. Todos ellos son el reflejo de cómo el oficio del periodista conjuga la búsqueda de historias, con la mejor manera de contarlas. Si bien es cierto que la crónica latinoamericana se caracteriza por la narración de temas concretos como lo marginal, la pobreza, la violencia, el asesinato, la catástrofe, la tragedia… Frutos extraños, reúne historias, buenas historias, edificadas en una narración adjetivada, que incorporan el punto de vista de la autora, su voz, aunque en ocasiones resulte imperceptible, incluso subterránea. De la mano de Guerriero, podremos conocer al clon de Freddy Mercury, entender por qué Romina Tejerina mató a su hija después de alumbrarla, fascinarse con el mundo de la industria de la música desde un batería con Síndrome de Down, conocer al Pedro Henríquez Ureña y las deudas de la vida de un hombre al que Borges tuvo aprecio, aprender del tipo, Homero Alsina Thevenet, amigo personal de Onetti, que entendía la crítica de cine como un oficio de actores secundarios porque son personas indispensables, pero discretas, o leer la historia de un mago de una sola mano. La leyenda de Facundo Cabral con el fragmento del final, la mención que hace Cabral de Medellín y el dos ancianos cogidos de la mano, tomando el sol: “Qué imbécil, yo creí que sabía que era la felicidad. Y tengo razón, pero si sacan a estos dos de acá”. Podremos conocer también a una mujer capaz de asesinar a tres amigas aderezando con cianuro sus tazas de té; un gigante que pasó de la NBA, la lucha libre y de compartir escenas con Pamela Anderson al ostracismo, enfermo y sin poder andar… Como asegura Leila Guerriero, “no hay nada más feroz, desopilante, ambiguo, tétrico o hermoso que la realidad”. Así sucede con la crónica “La voz de los huesos”, publicado en El País Semanal, en España y también por la revista Gatopardo, en Colombia y México, bajo el título “El rastro en los huesos”, con la que ganó el Premio Nuevo Periodismo Cemex y la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), que fundó en Cartagena y preside Gabriel García Márquez. Es un relato frío, de pasión «necrofílica» sobre el Equipo Argentino de Antropología Forense, que nació en los años ochenta, para identificar a las víctimas de la dictadura y que luego exportó su oficio a otros países. Fueron contratados por el Tribunal Criminal Internacional para la ex Yugoslavia; la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas; las Comisiones de la Verdad de Filipinas; Perú; El Salvador y Sudáfrica; las fiscalías de Etiopía, México, Colombia… países donde la desaparición y el dolor familiar confluyen en fosas comunes o tumbas anónimas. Es una historia de muerte, duelo y cierre, donde los antropólogos, Morris Tidball Binz, Patricia Bernardi, Luis Fondebrider, Mercedes Doretti, hasta un total de treinta y siete miembros contratados por el Tribunal Criminal para la ex Yugoslavia; la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas; las Comisiones de la Verdad de Filipinas, Perú, El Salvador y Sudáfrica; las fiscalías de Etiopía, México, Colombia, Rumanía… —modernos apóstoles de la verdad— dejan de lado familia,

tiempo y bienestar para satisfacer la pérdida de aquellas personas que sólo quieren saber el destino de sus seres queridos.

“El gigante que quiso ser grande” publicada en El País Semanal en España y también en Gatopardo en Colombia y México con el título “El gigante que rozó el cielo”. Es la historia de un hombre alto, muy alto, de 2,31metros. El argentino Jorge González debió a esa altura su suerte, aunque también su desgracia. Pudo haber sido una estrella de la NBA, cuando aquella Navidad de 1987 Richard Kane le viera jugar en España y pensara que valdría la pena apostar por él. Compitió en lucha libre, rodó series de televisión y se convirtió en un juguete roto y enfermo. Volvió arruinado a su pueblo, El Colorado, en la provincia de Formosa, en el noreste argentino. “Sueños de libertad”, publicada en La Nación Revista de Argentina. Romina Anahí Tejerina fue la protagonista de uno de los casos más polémicos y escalofriantes de los últimos tiempos. Su caso estremeció al país. Ocultó su embarazo por vergüenza y a los siete meses de gestación dio a luz a una niña en el baño de su casa. La mató de 21 cuchilladas y la condenaron a 14 años. Cumplió dos tercios de su condena y recuperó su libertad el pasado mes de junio. A un mes de estar en la cárcel, denunció haber sido abusada sexualmente por un vecino, 21 años mayor, y que cuando parió a su hija “vio en la cara de la niña el rostro del violador”. Su historia reavivó los cuestionamientos sobre la penalización del aborto y la figura de infanticidio, derogada en 1995 que preveía una pena máxima de tres años de prisión para la madre que matara a su bebé durante el puerperio. Su caso se convertiría en un símbolo para miles de mujeres. El violador de Romina jamás fue condenado. El famoso cantante argentino León Gieco dedicó a Romina una canción, Santa Tejerina, tema incluido en su disco “Por favor, perdón y gracias”. “Vida del señor Sombrero”, publicada en El Malpensante, Colombia y también por el suplemento Cultural del diario El País, Uruguay, bajo el título “Últimas tardes con HAT”. Es la historia de Homero Alsina Thevenet, uruguayo, periodista, crítico de cine, descubridor de Bergman, autor de veinte libros, entre los cuales figuran una magistral Enciclopedia de datos inútiles. Fue amigo personal de Onetti, y fundador del suplemento cultural del diario El País de Montevideo. Un editor que tres generaciones de periodistas consideraron maestro de maestros, era conocido como HAT, siglas con las que siempre firmó sus notas, y por las que todos, antes o después, le llamaron “Señor Sombrero”. Considerado un maestro de la crítica cinematográfica. Publicó trabajos sobre la historia del cine mudo, las listas negras de Hollywood, la censura en el cine y sobre el actor Charles Chaplin . Junto a Emir Rodríguez Monegal escribió el primer libro escrito fuera de Suecia sobre el realizador Ingmar Bergman. Esta compilación es una apuesta por un periodismo profundo, con historias bien investigadas y con la mejor factura narrativa, se valida cuando los textos (crónicas, perfiles y reportajes) pasan de las páginas de las revistas al libro. Los lectores que se habían dejado cautivar por sus historias en las revistas, tienen ahora un panorama amplio

de los temas y los personajes que apasionan a Guerriero. Cada uno de estos personajes son explorados en su universo particular y cada una de sus historias se nos presentan como piezas narrativas que sobresalen por el estilo y la creatividad en el manejo de la información y los hechos. Sin asomo de amarillismo, ni apologías del crimen hay dos crónicas que sin duda sobresalen: “Lazos de sangre” y “Tres tristes tazas de té”. En ambas hay un hecho escandaloso y en ambas las protagonistas son mujeres. Para escribir las dos historias, la periodista tuvo que encontrarse con ellas en más de una ocasión y con muchas personas de su entorno. Los diálogos y los detalles en las descripciones de esos encuentros otorgan a los textos la fuerza de la mejor literatura. Y así encontramos otras historias que, sin partir de hechos que sean noticia o morbosos, cautivan por la agilidad de su prosa y la fuerza de sus personajes maravillosamente comunes como “El amigo chino”, Facundo Cabral y las mujeres que viven de la venta directa, y “El hombre del telón”, todos retratados con la misma pasión y descubiertos en su esencia humana por la aguda mirada de Leila Guerriero. Sobre el género que ha cultivado nos dice: “Yo no creo en las crónicas interesadas en el qué pero desentendidas del cómo. No creo en las crónicas cuyo lenguaje no abreve en la poesía, en el cine, en la música, en las novelas. En el cómic y en sor Juana Inés de la Cruz. En Cheever y en Quevedo, en David Lynch y en Won Kar Wai, en Koudelka y en Cartier-Bresson. No creo que valga la pena escribirlas, no creo que valga la pena leerlas y no creo que valga la pena publicarlas. Porque no creo en crónicas que no tengan fe en lo que son: una forma del arte.” Bajo esta premisa fueron concebidos cada uno de estos Frutos extraños y ahora que los encontramos reunidos, no podemos dejar de disfrutarlos con la atención que merece la buena literatura hecha de la realidad.