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Colección El tiempo de la política Director J ose Aricó

· Discutir el estaau Posiciones frente a una tesis de Louis Althusser

Livro doado pelo PROF. JORGE RUBEN B. TAPIA

Althusser, Yacca, Menapace, Campagnano, D.e forman los hombres, y en especial los comunistas, no es ajena a su manera de concebir la sociedad actual y sus luchas inmediatas y próximas. La imagen del comunismo no es ino; c.ente: · puede alimentar ilusiones mesiánicas que garantizan las formas y el porvenir de la acción presente, desviarlas del materialismo práctico del "análisis concreto de la situación concreta", alimentar la idea vacía de "universalidad" que se encuentra en algunos equívocos sucedáneos, como el "momento general", donde una cierta "comunidad" de intereses gtneraleg h::i de ser satisfecha como esbozo lejano de aquella que un día podrá srr Ja universalidad del "pacto social" en una "sociedad regulada". Esta imagen alimenta, en fin, la vida (o la supervivencia) de conceptos dudosos en los cuales, sobre el modelo inmediato de la religión, de la cual no ha pro/Jorcionado ninguna teoría, Marx ha pensado el fetichismo y la alienación, conceptos que, después de haber ocupado todo el espacio de los Manuscritos de 1844, regresan con fuerza en los Grunárisse y dejan inclusive su marca en El capital. Para superar su enigma es necesario volver a la imagen que Marx tenía del comunismo: se puede comenzar a descifrarlo superponiendo a esta imagen problemática una orítica materialista. Es a través de esta crítica que se puede encaminar la individualización de lo que en Marx queda de inspiración idealista del Sentido de la historia. Teórica y políticamente vale la pena hacerlo.

pe

4) Me resulta bastante· difícil entrar en la interesante' discusión que se está desarrollando en Italia (Ama to, Ingrao, De Giovanni) , aunque no fuese más que por razones de semántica política. . . estos compañeros

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LOUIS ALTHUSSE!\ f.I. ~

piensan con una terminología muy elaborada y abstracta, a partir de algunas indicaciones conceptuales de Gramsci, cosa que nos plantea a nosotros, provincianos franceses, temibles problemas de comunicación. Diré sin embargo que me siento muy próximo a Ingrao cuando subraya la necesidad de tener en cuenta lo más posible los movimientos originales que se desarrollan fuera de los partidos, cuando muestra el cambio de actitud de los partidos (rechazando toda visión totalizante) y cuando declara que la cuestión del partido político es planteada en términos nuevos. Me convence menos (tal vez lo he entendido mal ) cuando, por ,ejemplo, parece hablar del estado y de Ja esfera política como constitutivos, en cierto modo, de toda política; cuando habla de "socialización de la política" ,1 como si no se tratara sobre todo (en otra parte lo dice) de "poli tización de lo social". Puesto que "socialización de la política" supone la preexistencia de una política que debe "socializarse", y esta política que va a "socializarse" corre el fuerte riesgo de ser la política en sus formas dominantes. Lo que me parece interesante en los ejemplos citados por Ingrao es que las cüSas, de hecho, se desarrollan en el sentirlo opuesto: no de la política a las masas sino de las masas a la política y, lo que es fundamental, "a una práctica distinta de Ja política" (Balibar). Ingrao no me dice lo suficiente cuando declara que para la conflictualidad y la diversidad de los movimien. tos "asume. aún mayor importancia el momento de la mediación política general''. 2 Hablando en términos tan abstractos, puede dar la impresión de hacer énfasis en el estado en general, sin poner en primer plano su transformación. Es tal vez una desviación que le viene de Gramsci, que tenía la tendencia a confundir el aparate:> del estado con sus funciones, sin asumir suficientemente su materialidad. Aun planteando las mismas reservas respecto a fórmulas parecidas que encuentro en De Giovanni ("socializar la polític;a", "difusividad de la política" en lo "particular", "difusión molecular de la política", etcétera ), y también a sus tesis sobre la "difusión del estado'', que puede constituir motivo el e equívocos in,duciendo a confundir estado y política (como se decía antes ) , me siento más próximo a él cuando evoca "la crisis de la autonomía de )a política". y sobre todo cuando define l'sta política: "la forma teórica y práctica de organización del antiguo estado", 3 puesto que entonces la llama con su verdadero nombre: for1 P. Ingrao, "Parlamento, partiti e societa civile'', ent revista a G. Amato, en M on doperaio , · xxxr, 1, 1978, p. 65. " Op. clt., p . 63. . :< B. De Giovanni, "Difus-ión de la política y crisis d t> l e~tado" t>n La teoría marxista del estado, México, · D. F., Folios, 1982. !bid . las demás citas.

íARXJSMO COMO TEORÍA "FINITA"

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de hegemonía en acción. Y estoy de acuerdo con él c~ando señala

rna · stamente que "la exaltación de la mediación política surge de rnuy ·JU os de · debilidad imphc1tos , . · ¡e d'f .. ' " É te 1 en su s1mp t uswn . s es e los nesg · d l 1 e o a to, t de cisivo : la /1olítica no se difunde (en .el sentido:'d des puno ) . tir de las formas del estadq_ e inclusive de los parti os sm correr ael par · · · ' " que c.h oca co n el riesgo de un tecnicismo o de una " partlClpac10n

" uro" del poder de estado ( ¡ ya que puede ser el estado mismo el que 1:1organiza!). "No parece que sea suficiente respond_er al~ general del poder históricamente existente [también aquí De G1ovanm llama a lo aeneral con su verdadero nombre] con la autogestión de las autonomías. punto decisivo es siempre la hegemonía, que está dada por la forma global en que se debe expresar la constru~cióp. del es~~do." No me agrada lo de "fom1a global" . Pero hegemo~1a, ?ons~ru~?1on del est~~o (si es que construcción del estado revoluc1onano s1gnif1ca destrucc1on del estado burgués ) , he aquí palabras que nos hablan -a su ~odo, porque todo el artículo de De Giovanni está cifrado y es necesano decodificarlo- de cosas sabidas desde hace tiempo .. .

El

Forma-estado y forma-valor Giuseppe V acca

1. Althusser ante la "crisis del marxismo". Puntos de consenso :~nte todo declaro algunos motivos de adhesión política y de interés teórico por las posiciones más recientes de Althusser: tanto las enunciadas en su. intervención en la reunión veneciana sobre "Poder y oposición en l~ soCieda~es psrevolucionarias",1 co¡:no las expuestas en el artículo publicado aqui. Me parece que forman parte de una única reflexión, nueva en algunos puntos significativos, que Althusser está esbozando. En el plano político: comparto la exigencia de que los marxistas asuman la categoría de la "crisis del marxismo" puesto que es hermen~uticamente útil para impulsar a fondo la búsqueda de los graves lím1t~ de t°,'1? el movimiento obrero internacional, tanto desde el punto de vista teonco como desde ~l punto de vista estratégico, que se pro-. longan ya desde hace tanto tiempo. . Comparto asimismo la afirmación central de Althusser: la crisis nace de las carencias del marxismo en lo que respecta a la concepción del estado y de la política. En el plano teórico: aprecio en particular el hecho de que Althus~er. se de~ba~~ fin~ente -al me~os ~í me par.ece- del "matenahsmo d1alect1co , o bien de su antenor mterpretación de · fa fundac~ó~ filosófica del marxismo, y busque, en lugar de ella, una conexión d1stmta entre historia y teoría, entre teoría y movimiento. De .hecho, .L. Althusser, "¡Por fin [ ... J algo vítal puede liberarse de esta crisis [del marxismo] Y en e~ta c~isis!", en Vari0s autores, Poder y oposición en las socie. dades postrevoluc1onarzas, Barcelona, Laia, 1980, pp. 223·224. [22'J

FOID!A·ESTADO y

FOR}.lA·VALOR

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· impresión es que, si la reflexión althusseriana no fue más allá del mi ayo de 1968 sobre los aparatos ideológicos de estado y, después de ens 1 ., d 1 , haber contribuido gran~emente a a reconstrucc1~n e. a autonom~a epistemológica del marxismo, n? pud?. dar aportac1on;s igu~lmente ~a­ lidas a la renovación de la teona poht1ca. y de la teona soCial marxista (antes bien, en .estos planos la cont~ib~ci.ó? de Alth1;1sser" ha sido ,;n mi opinión ambigua y trabada por mh1b1c10nes de tipo ortodoxo ) , ello se debe sobre todo a la cárcel del "materialismo dialéctico'', dentro de la cual Althusser constriñe las prometedoras investigaciones de Pour Marx y de Para leer El capital. 2 En cambio, me parece que ahora Althusser procura abrirse un nuevo camino, el de una conexión entre teoría y movimiento tal que, para ella, sea constitutiva de la eficacia hermenéutica del marxismo su criticidad y no su "ortodoxia". La conexión teoría-movimiento es esencial porque los cambios morfológicos de las luchas constituyen el punto de partida obligado del movimiento, para ascender después al análisis de las nuevas formas de la contradicción y de la crisis. Dando por descontada la inercia de la teoría respecto del movimiento, del nivel actual de constitución histórica de la clase obrera en el plano mundial, la teoría no podría proceder de otra manera que mediante "autocríticas". Me parece, en fin, que ésta es la única manera determinada para historizar las formas teóricas, salvando así la exigencia constitutiva del marxismo.

2. Generalidad y análisis diferenciado. Puntos de disenso

Una vez .dicho lo anterior, siento la exigencia de declarar, en forma igualmente preliminar, mi desacuerdo con la manera en que Althusser plantea su reflexión. Esquemáticamente: me parece que reduce el movimiento a la fenomenología de las luchas. Esto se puede advertir ante todo en la crítica de las categorías de "globalidad" y "generalidad" que, polemizando con Ingrao y De Giovanni, Althusser considera ni ~~s ni menos que corno un residuo filosófico, indicio de indetermina~ cion de los análisis y límite para una especificación ulterior. Esto se advierte también en la tendencia a agotar la conexión entre teoría y movimiento en la posición de la teoría como identificación de términos y elaboración rigurosa de las tendencias al comunismo a medida que ést~ se forman en la sociedad capitalista. El empirismo, que Alt~ L. Althusser, L. Althussrr-E. Balibar, Para leer El capital, México, D. F .. Sigh XXI, 1969.

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GIUSEPPE VACCA

husser -había combatido tenazmente en los años 60 encontrando su forma más persistente e insidiosa en la conexión expresiva entre movimiento y teoría, constitutiva de formas diferentes del historicismo marxista, efectúa ahora sus más recientes desplazamientos, haciendo inútiles sus esfuerzos. Tanto es así que después, en mérito de la reflexión sobre el marxismo y el estado -volveremos sobre esto más adelanteAlthusser parece oscilar entre movimientismo y neoleninismo, según un~ polaridad inclusive demasiado conocida, procedente por entero de la congelación empírico-historicista de la teoría marxista, tanto en la tradición "ortodoxa" como en la "marxista-leninista". Es posible que yo lea mal. Si es así, a un teórico marxista del vigor lógico y epistemológico de Althusser le pediría, entonces, que nos dé en forma elaborada el itinerario de sus desplazamientos, para bien de todos. A la espera de que lo haga -lo digo sin ninguna intención polémica-, es útil aceptar la discusión sobre la base de las sugestiones y "provocaciones" que A!thusser plantea. Comenzaré rechazando las categorías de. "globalidad" y "generalidad", que en mi opinión sostienen el discurso entero. · En los casos en cuestión (In grao, De Giovanni) , la presencia de esas cate~orías es tal vez un poco redundante. Sin embargo, no tienen nada que ver, creo, con la categoría filosófica de la totalidad, de cuya crítica toma oportunamente el impulso, en su momento, la revisión althusseriana de la fagocitación hegeliana del marxismq. Por el contrario, tales categorías me parecen indicar la exigencia de abarcar en un nexo unitario la trama actual de las relaciones entre política y economía. ¿De dónde se debería partir, si no, para volver a pensar la crisis d:I marxismo? ¿Cómo proponer, de otra manera, el análisis diferenciado de los procesos, según la perspectiva que también Althusser comparte a: fin de superar el punto muerto en el cual el marxismo se estanca desd~ hace tiempo, tanto más cuanto que .dicho punto muerto. conGieme precisamente a la teoría marxista del estado y de la política? Opino, por el contrario, que el rechazo de aquellas categorías no sólo ofrece un punto débil a un deslizamiento movimientista en la te. matización de los caminos de superación de la crisis del marxismo (y Althusser, como veremos, cae en ello de lleno) , sino que también vuelve indeterminado el concepto mismo de "crisis del marxismo" .. Althusser comparte la tesis según la cual la crisis del marxismc, derivaría de la falta de una teoría de la política y del estado en el marxismo. La responsabilidad de esta falta sería enteramente del stalinismo. De modo que ubica la crisis en los años 30 y saluda su recfrnte explosión como un hecho liberador y progresista.

FORMA-ESTADO Y

FOR~1A - \'AJ.OR

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Yo creo, en cambio, que hemos tenido varias crisis del marxismo, si bieb todas se anudan al tema del estado y de la política. Que provienen no ya de la falta de una teoría marxista de la política o del estado, o bien de la imposibilidad de elaborarlas sobre la base del marxismo, sino del hecho de que hasta ahora en el movimiento obrero, aun allí donde éste ha dado vida a exp~riencias estatales nuevas, ha funcionado y funciona prevalentemente la teoría del estado y de la política del adversario. Creo, sin embargo, que esta "dominación" ha tenido incidencias y modos diversos en las distintas coyunturas. Aun cuando su permanencia puede advertirse en el hecho de que las emergencias fundamentales de la crisis del marxismo surgen al abrigo de las diversas etapas y los diversos modos en que el movimiento obrero encontró y afrontó el tema del estado en la Bernstein-Debatte de los años 19201930 y, en fin, en fos años 1960-1970. Estas· determinaciones esenciales me parecen indispensables para evitar que, tanto la reflexión sobre la crisis del marxismo como el ·problema de sus límites dentro de la teoría del estado y de la política, se planteen en forma teoricista, como aparentemente ocurre en Althusser. Éste considera que el marxismo carece de una teoría del estado y de la política porque ha aceptado la ecuación burguesa de política y estado, así como la distinción entre estado y sociedad civil que la sustenta, dando base a la constitución, típicamente burguesa, del estado a través de lo jurídico. Partiendo de aquí, se trataría en cambio de elaborar una concepción alternativa de lo político. De esta concepción Althusscr no dice más que lo siguiente: rechazar el "punto de vista" burgués, que desemboca en las ecuaciones y distinciones que acabamos de mencionar; sustituirlo por el "punto de vista" de la clase obrera. No es grato recordarle a Althusser, que en el pasado nos lo ha enseñado, cuán indeterminado y "peligroso" es hoy el discurso sobre el "punto de vista de clase", donde se va más allá del horizonte signado por la conexión histórica entre emergencia del conflicto de clase moderno y constitución epistemológica y metodológica de la crítica de la economía política. De todos modos, en esta cuestión puede observarse que: a) la distinción entre estado y sociedad civil, tanto en los teóricos burgueses (Smith Y Hegel sobre todo) como en Marx y el marxismo, es una distinción metodológica y no ontológica; b) resulta indispensable cuando ~e. de.s~e plantear el problema de la forma de estado, lo mismo que la distmcJOn entre valor de uso y valor de cambio, propedéutica, a su ~ez, de .la te. matización de la farma de valor; c) por eso no tiene sentido decir que el fundamento de dicha distinción reside en el "punto de vista de cla~e de la burguesía"; por el contrario, es siempre indispensable para el ana-

26 G!L"SEPPE VACCA

lisis diferenciado y Ja crítica de las actuales form:is del estado; d) por último, no me parece que la forma burguesa del estado se explique exhaustivamente a través de lo jurídico. Este es válido si acaso para las formas fenoménicas del estado liberal clásico, pero no para otras. Por el contrario, es Ja articulación capitalista del nexo entre producción y reproducción Ja que determina Ja aparente ecuación política-estado; En cambio, en Ja coordinación real de la hegemonía, el poder político de la clase dominante se ha difundido siempre más allá de los Júnites de la esfera del estado.

3. Formas y fases de la crisis del marxismo Una vez expresadas estas observaciones, es posible quizá alguna determina~ión .ulterior respecto de los períodos esenciales de Ja crisis del marxismo. En su primer surgimiento, cuando a fines del siglo pasado Jos principales partidos obreros europeos afrontaron por primera vez los problemas de la dirección política, la razón fundamental del frustrado desarrollo de una teoría marxista de la política y del estado, y la consiguiente asunción subrepticia de la concepción del adversario, derivaron probablemente del hecho de que la organización del movimiento obrero, en las primeras décadas de su constitución, había ocurrido fuera del estado en sentido estricto. De ese modo, en el interior del movimiento obrero se reproducía especularmente Ja descomposición de economía y política, reflejada en las primeras formas de organización de los sindicatos y de los partidos de clase. De aquí Ja concepción del estado como conjunto de aparatos y máquina para el ejercicio del poder, según la apariencia real del estado burgués que se contraponía al movimiento obrero, recibiendo el núcleo de la teoría burguesa de la política. Esta concepción termina por penetrar inclusive la reflexión de Lenin, por Ja manera inadecuada en que éste recupera · Ja probJemáticá marxi~na de la extinción del estada. De hecho, inclusive en El estado y la revolución Lenin no va más allá de una conexión instrumenta], exógena y decisionista entre clase y estado, confiando a Ja forma proletaria del estado-clase (el estado de los soviets ) Ja función de] deterioro del estado luego de destruida y sustituida la maquinaria estatal la burguesía. de

o~anización

Es cierto que ya en respuesta a la del movimiento obrero la burguesía da vida, hacia fines del siglo, a las primeras formas de "revolución pasiva", poniendo en marcha la ampliación del

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FOR)fA· ESTADO · y FORMA-VALOR

·' d e las for11 terreno de prodi¡ccion estado y comenzando a des~ ~~~ e rocede a una extensión desde ahora mas separadas del estado politic p . ' descendiendo al terreno de la inédita de los aparatos de rep;o lucC!l~n, dentro del estado. Es ciert~ lo organización de las masaJ des e o a :endencia del estado a "ampharque afirma Althusser, a saber que, la r de lo "social" es connatuse" incluyendo esferas cada vez ma~.t~mp i : puede encontrar ya en el ral a la constitución del estado· poi icol y 1 teórico pueda hablarse ano a partir' de las ultimas ' . . ide que absolutismo. Esto no imp . ~ en . . ,e p 'lo del estado con suficiente determmac10n so

d

décadas del siglo pasado. . lamente Gramsci percibió este proCreo que, entre los marx.istasd, son marcha una investigación de las 20 pomen o e ·a ceso desde los anos ' la revolución socialista en Occi. ente. razones profundas de!, fracas~ d~RSS desde la época del primer plan En cambio la evoluc1on de a d. 'z· ., de la forma burguesa de . . d de una ra tea zzacton quinquenal, proce e. ya 11 f a que Gramsci considera pnmorla política, d~ndo VIda ª. aq~e 1a ~: obrero: el estado-plan integral, dial económico-corporativa e les l rera He aquí entonces que, ' . r - de a. e. ase odb.sarrolla . d el estado-partido . tota itano una fonna nueva e ta la gran crisis se e . . do" ' e1 cuando en respues a · a1· t ¡ c•tado de 1 capi.ta 1 monopolista "plamfica · · estado caplt is a, e - . artir de su propia experiencia, pamovimiento obrero_, p~o;ed1endo ~nos as ectos de aquél. No está por rece anticipar, rad1cahzandolos, aº p . las formas estatales . . d ·(car de manera sena , cierto en cond1c1ones , e en i . do la dominación capitalista. En e bo v ampliando de manera1 nuevas en que se esta .reorganizan d el estado-máquina se difunde, ll~~an bo :~:sa ¿riuinaria de política y . . eva la ecuacion u o o• . b cualitativamente nu d O ·dente el movimiento o rero, g ,. Se estado. Desde entonces en ran . parte e cci . d autonomía pohtica. rop1as formas, p1er e tod incapaz de pensar sus p d t. ada a prolongarse durante a · ., funda es m · · Produce una esclS!on pro ' . 1·smo entre movuruento · · t obrero y socia 1 , una época, entre movmuen º1 d v más arave surgimiento de la · Éste es. e. . 'segun 1o . - · 30 o . , en obrero y marxismo. se refleja tam bi en S bicac1on en os anos . . desarrollan en tomo a 1a crisis del marxismo. u u ., · mente por entonces, , . d la reflexion que, precisa . K h tal vez los dos teoncos e historia de] marxismo Gramsci y orsc ' 1 marxismo más lúcidos de la ent.reguerrta .11 después en los últimos años · · d ¡ arxismo es a a ¿Por qué la cns1s e m ' 1 ue determina su proceso y espede manera tan confusa? ¿Que es o q d be hablarse de crisis del mar"f. "? Nuevamente e . 1 · cifica su nueva .6 igura el · tema de1 es tado . Porque ' por el contrario, et . xismo en conexi n con d !to en la influencia imnterrum. - ¡ n verda ero sa . · último deceruo sena a u . . 1 cultura filosófica, en la mvestigapida y creciente del marxismo en a

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cwn histórica y en las ciencias humanas en general. Un salto que ha vuelto a poner en circulación la obra de Marx con resultados fecuridos y ha difundido su conocimiento de manera .inaudita en todo Occidente. Pero los años 60 y 70 son sobre tocio años en que madura una nueva forma de la crisis general del capitalismo: procediendo de las razones de intercambio entre el conjunto de países atrasados y el conjunto de países desarrollados, dicha crisis pone en cuestión todos los tipos de estado-plan, el ordenamiento entero de los sectores desarrollados del mundo. Una respuesta unitaria del movimiento obrero a esta crisis sólo podría provenir probablemente de la crítica radical de la ecuación socialismo-estado-plan integral. Y en cambio la re8puesta no existe porque toda la experiencia estatal de la clase obrera está implicada también en la crisis. Hasta el punto de que el movimiento comunista interna. cional se ha ido desmenuzando cada vez más en estos años y, con la intervención soviética en Checoslovaquia en 1968, la hipótesis de una reunificación de estados socialistas y clase obrera occidental, esbozada en el XX Congreso del Pcus, P::trece cancelada por un largo período, El movimiento obrero, que es ya un factor determinante de la política mundial, parece destinado a sufrir hasta el fondo las consecuencias d¡i la progresiva asunción de la forma burguesa de la política en los modos de su organización y en sus experiencias estatales.

4. Acerca de la autonomía del partido frente al estado ¿ De dónde partir para buscar una respuesta a la crisiS' del marxismg? De la elaboración de una teoría de la política y del estado alternativa a la de la burguesía, y de la individualización de los nudos esenciales que, en las experiencias estatales de la clase obrera, han bloqueado todo posible desarrollo de la teoría marxista sobre el tema del estado, Estas indicaciones de Althusser pueden compartirse en su abstracta g¡;i, neralidad, pero el desacuerdo comienza pronto, no bien se ingresa en el campo de las exploraciones que él pone en consideración. Althusser afirma que el bloque de la teoría marxista de la política deriva de la identificaaión del partido con el estado en la construcción de la URSS staliniana. Dicha identificación constituiríá siempre el eje del moclelo soviético, la razón de su carácter despótico inaudito, el 'uello de botella que bloquea en el marxismo el conocimiento de los mecanismos del estado. En el plano político, Althusser considera que 'e trata ante todo de restablecer la distinción entre partido y estado: .-.! partido la gestión de los movimientos, al estado la mediación insti-

FORM A - ES TADO y

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FORMA- VALOR

, ma de volver a plantear el núcleo de la tucional:, Se t~a~ana, e~ s~rtido ue no puede hacerse esta~o sin poconcepc10n lemmana d.e p 1, q La teoría revolucionana, que lo · u propia natura eza. · ner en s reducirse . . 1uego ede a a lgunos principios esenciales: la· necesi· constituye, pu. d b , . 1 orientación de los mov1m1entos, dad de destruir el esta o l urgu:-5' . ~ del ~stado Con ropaJ· e "leninis. d d . r t a a extznczon " . en la soc1e 1a soCia is a, . · , demasiado simplificada de · eahdad una noc1on en r ' a concepción de la sociedad ta" .se rep q.ntea, · · t que presupone un . . regu· /Hirtido-movimzen o, . . . . Ad , la teoría revolucionaria · d d sin instituciones. emas, .d lada como soez.e a. . , . de la mediación institucional ( ev1 enteaparece como c1enc1~ pauperr;a 1 " de las masas v órgano de la "nemente de las "ne~es1d~des. r~. ica;:thusser no "nombra" estas "cosas" ) . cesidad de comunismo ' s1 . ~edn l i'onario derivaría de la tentación r ara el partl o revo uc , El mayor pe igro p " "d d O' b'erno" de transformarse en partl ~ e ~º. 1 ' dejándose capturar as1 por " " d 1 aparatos ideolog1cos del estado. la ptrampa e os . 'derac10 . nes sobre dichos conceptos. , hacer a]Q"Unas cons1 . dónde en dicho contexto teórico, puede apoEn pnmer ugar, ' nodelveo '. t o del estado · A menos que se di] partz'd o respec . yarse a autonomia . · ientos la síntesis revoluc101 solviese totalmente el part1?odenl ost.md ov1mo pued: ser detf!rmtnada más . 1 b a a partir e par 1 o n nana que se e a or . , del poder del estado y de su transformaque en ba~e a Ja concepczon entran. :n estrechísima relación entre sí . ción. Partido y estado sedenf.c~ 1. tonomía del partido respecto del N la anera de e mir a au ., . ' o dseo v_e de . modo esta sm quem e'ste sea definido · · · , distinto 1 a la ecuac10n cap1· • d 1 dommac1on de c ase. talista estado-maqumana e . ·¿ d d marxismo elabore una · • 1 ncces1 a e que e1 ' · Althusser ms1ste en ª d l'tº a Pero de manera simplif1, , d l stado y e 1a po 1 te . . teona autonoma .· e 1 e f ustrada e1a borac10 . 'n de una teoría marxista del d cada parece re uc1r ~, r -. . f ta de los mecanismos del poder por ..·estado a la p:n~trac1on b~~!er {~ autonomía de lo f1olítico, . que es la criticada Por el contrar10, Ja conparte del mov1m1ento o , . . forma burguesa de Ja pol.1t1c~, no es t . lm. ente adoptada y simple., d aq mana es sus anCia , 1 cepc1on deb. esta o-n~ u f' d 1 ]'imite que viciaba ya la teona , ¡ d d signo rea 1rman o e mente cam ' , . del estado ' el punto mas . ia da 1e · ratos 1.d eo1og1cos , . a to althus.senana· e ., os ªPª. p afraseando al Marx teonco ¿,, , . ' ar 0 po 11tica de su invest1gac10n teon~ . lantea así el problema de la "granla forma-valor, puede decme que : p el problema -decisivo- d1· deza" y de la "medida" esta o, y no P la determina en el mod11 su ''. forma" y· de la conexwn estructural qu de producción capitalista. Así planteadas !as cosas, se trataría de lPPr a Weber, Parsons y e a1:,1 Schmitt antes que a Smith y Ricardo, Kau l ,. Hegel, para "reronocrr .

e?mta~eme

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31 30

GIUSEPPE VACCA

las forz:ias fenoménicas actuales del estado-aparato, dando or descontado, sm. e.mbargo, que desde el punto de vista sabemos ya lo , . " N suficiente: se trata de "destru1'r" estas "maqumas. ber~ oats que y~ no vea. de qué manera por este camino, lejos de li.. tampo el marx1~mo de la teoría burguesa de la política que siempre o ocupa, se reafmna la subordinación d 1 . ' pec,t~ a ella. Subordinado también él a la conce;ci:iª~~~moes~º~;e~~ pohtica, Althusser, en su intento de escapar de ella recae gu . ., "dem ' " d , ' en una vis1on . om~ca e esta, tot::11mente emotiva y fundamentalmente anárquica. S1~ ~bar~o, precisamente de la cultura francesa con la cual parece mas smtomzado han venido en los últimos años contribuciones impo~tantes para un reconocimiento dialéctico del "poder" .Q ., con.tribuye más que el ú.l:imo Foucault a reconocer la j1le¡a del poder, su func1on constitutiva de la productiv1'dad d 1 1 , e aa mácu tura . ' de 1~ neces1·da d e~, d e.l deseo, etcétera; su irreductibilidad quinas mediante la racionalización?

revoluciona~o

naturaie~ c~~~

5. Formalismo y valorización. Para la crítica del estado político ( 0 separado)

Por .lo tanto, si se quiere plantear en terreno sólido la autonomía del d . partido respecto del estado en la sociedad de transición correr otro camino. Me parece que el quid del asunto es' sle . e~e re] d ·¡ · ' e · s1gu1ente · a z uszon d~ la política es ya un rasgo dominante de la sociedad d~ ~asa. El caracter ~ob~e y productivo del poder es cada vez más intrínseco a su extraordmaria difusión. . No o~sta?te, e,~ta duplicidad es resuelta constantemente en el contumo rec1cl~Je y ampliación" del estado separado: en los modos en que a partir d~l poder difuso resurge una síntesis estatal, un estado aparat~ tendenc1almente cada vez más autoritario que prove end determmada reproducción de las relaciones de domin' 10, . repy] antea o una fo · en rm~s siempre nuevas la ecuación poder-estado-aparato La ree t · ructurac1ón in7;san t: d. ~,l ''bl .. d :, oque histórico" capitalista procede así as partl11 e. una redef1mc~on burguesa de la política, logrando hasta ahora t ecap1tar al adversario. · La autonomía. del partido respecto del estado podrá fundarse solall~~nte en la medida en que el movimientó obrero elabore una forma t L . d1lerente de la política v del estado Como ya Jo sabía en · · . lm · par e enm h part'd .' i .ª se 1uega esencia ente en el terreno del estad . 1 ' rntroduciendo en las " maquinarias" del es t ad o 1a ten d enc1a º: soal amente "dete-

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oKMA·ESTADO Y FOR:.1A·VALOR

rioro" radicalizando la difusión democrática del poder y prom'.>viendo forma~ no estatales de síntesis política es posible desarrollar los fundamentos de la distinción entre partido y estado. Esta distinción depende en definitiva, de la multiplicación de los sujetos políticos, de la exte~sión de su capacidad de acción política general, de una potenciación inaudita de la política como síntesis; como voluntad y conciencia co·1ectivas organizadas (en oposición a la "voluntad de poder" y a la otupación decisionista del estado-m(lquina que caracterizan, en cambio, la continuidad de la forma burguesa de la política). Tanto más podrá distinguirse el anti-estado del estado-máquina cuanto más se difunda en los procedimientos que presiden los aparatos del estado el principio de la superación de su separación. Por lo tanto, el punto de partida de una teoría autónoma del estado y de la política debe encontrarse en la crítica de la economía política. Se debe partir del problema de la forma-estado y ver en qué medida la crítica de la economía política, en cuanto teoría del proceso social capitalista, permite elaborar una crítica de la forma burguesa de la política y no solamente denunciar sus efectos negativos. El análisis de clase de la forma-estado debe todavía elaborarse por completo. La naturaleza de clase del estado capitalista, ¿se encuentra en la conexión decisionista y extrínseca entre la voluntad de la clase dominante y las funciones del estado-aparato? Si así fuera, se trataría sola7 mente de propagandear un programa por-la conquista del poder y plantear el objetivo de sustituir un decisionismo por otro, voluntad de clase burguesa por voluntad de clase proletaria en el manejo de la máquina. Siguiendo esta línea, sin embargo, no se logra indicar de qué manera ni dónde puede ponerse en marcha el "deterioro" del estado, que sin embargo es connatural con la realización del socialismo. La experiencia histórica documenta puntualmente las derrotas de esta posición. · Intentemos entonces recorrer un terreno distinto. Si es cierto que ,en la crítica de la economía pÜlítica se encuentra el núcleo de una teoría global de la formaci6n social capitalista, también para el análisis de la forma-estado se debe partir de la célula de la relación de producción dominante: la valorización del capital. No por la "voluntad de clase" que recorrería sus máquinas, sino por la conexión que abarca forma-estado y forma-valor, son determinados los principios, los fines y las prácticas que caracterizan .a los aparatos de la reproducci6n y la hegemonía. Individualizarlos específicamente ·es el primer acto de la crítica de clase del estado político moderno. No se trata de determinar la dependencia mecánica de una valorización respecto de la otra, antropomorfizando la relación de produc-

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GIUSEPPE VACCA

FORMA-ESTADO Y FORMA-VALOR

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ción capitalista ("determinación en última instancia" del "factor económico"); ni. tampoco de reconstruir una presunta geometría de las correspondencias ez:tre política y economía (estructura-superestru¡:tura). Se tr~ta, . ;n cambio, de captar la unidad de la lógica que preside la coordmac1?n de la. reproclucción social global. No son lo mismo. Para pla:i,tear solo un. e1emplo: los procedimientos que presiden la organizac1on del trabajo están destinados directamente a la valorización del capital . (repro~ucción en escala ampliada de la relación · de producción en s:nt1do estricto Y, de Ja si;paración de los productores respecto de los medios. de pr,?ducc1?n, no solo en la esfera de lo que tradicionalmente s: considera t~bajo productivo", sino en todo el abanico de las relaCJones trabajo); los que presiden la determinación de los papeles cogno~1tivos del control social, de las formas de conciencia de ·los me~msmos de identificación, están destinados en cambio a l~ repro~ucción de la composición de clase global, .la cual procede de todo el s~s.tema de l;is "superestructuras complejas" y se define, en último anáhs1s, a traves de las luchas políticas y de clase (en sentido estricto. luchas de hegemonía). Se trata entonces de comprender Ja conexió~ e~tre lo.s dos procesos, a partir de los cuales tiene origen de maneras d1f:renc1adas, la difusión de la forma-valor en el cuerpo' entero de la soCJedad. Se trata de comprender que no es posible poner en cuestión la n~turaleza de clase de la forma-estado sin atacar el núcleo de la relación de. producción, destinado a la generalización del trabajo abs~ tracto, o bien que no es posible determinar un terreno de desarrollo de las fuerzas pr?ductivas más allá de los límites impuestos a ellas por la fo~a v~!or, s1 no se descomponen las. "máquinas" que presiden Ja det,:rm~i:ac!?n de la_ composición de clase global (las "máquinas" de lo poht1co en senado propio). Elaborar la teoría m~rxista de la política y del estado significa, por lo tanto, algo muy !)r~1so : la naturaleza de clase de la política y del estado burgueses es mtrmseca a las formas de racionalidad inscritas en la trama de la división social del trabajo y no sólo en los contenidos de la voluntad que atraviesa sus papeles. La crítica de clase del estado capitalista procede de la puesta en cuestión de las formas de racionalidad específicas que d~terminan las funciones , los procedimientos, las normas, los comportamientos inscritos en sus instituciones. Y no a través de un reduccionismo sociológico simplificado sino elaborando formá~ d~ r~cionalidad ~nt~gonistas y funciones, p~ocedimientos, papeles y finalidades para sust1tmr a los actuales. El "drterioro" del estado no puede d~rivar . de una simplificación mítica dP sus ··máquinas"; deriva rn cambio de una reversión de los principios rrg1iladores de las rela-

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ciones entre gobernantes y gobernados. Se trat~ en este punto de no recaer en el formalismo: de no limitar Ja conexión dominantes-dominados a las formas fenoménicas que ella tiene en lo jurídico y en lo político tal como son en la sociedad c;apitalista, en la cual lo jurídico y lo político son las únicas ~sferas en las cuales las relaciones · sociales e interpersonales aparecen explícitamente como relaciones de subordinaeión y de coordinación voluntarias y conscientes. Se trata, en cambio, de hacer surgir aquella conexión en todo el abanico de relaciones que presiden las acciones de nuestros cuerpos. Se trata entonces de proceder ante todo a la crítica de aquellas "máquinas" que, para empezar, presiden la definición del cuerpo, o bien a la descomposición de todos Jos acaeceres "corporales" de la sociedad en naturaleza e historia. Se deberá retroceder a la célula de la relaeión de producción, la cual, puesta en marcha por el presupuesto del trabajo abstracto y dirigida a su generalización, obra en lo profundo la trama entera de la reduplicación capitalista del género, conformándola a un determinado apa· rato de dominación. En este camino se encuentra uno con la subsunción capitalista de la razón occidental y de su milenaria elaboración. El modo de producción capitalista no habría podido surgir si, entre los "factores" prePxistentes que el capital ha refundido y combinado desde la fase de ,Ja "acumulación primitiva", no hubiese encontrado ya molecularmente elaborada una forma determinada de racionalidad científica; si no hubiese encontrado "ya dada", suficientemente elaborada, la forma más des.' !TO·· liada de productividad. Por esta razón la transición -en sentido estricto- se entrelaza, en definitiva, con la elaboración de un nuevo principio de productividad, de una forma nueva de racionalidad. En el plano más estrictamente político, esto significa que los modos de pasaje a la sociedad comunista deben todavía pensarse todos, en concreto. La cuestión del estado no es más que la cuestión más eminente de un proceso general de reclasificación de las formas. Éste es, quizá, un concepto posible de la forma socialista de la transición. La autonomía del partido respecto del estado, en lapsos menos prolongados, podrá encontrar un fundamento determinado sólo en la medida que se logre hacer del partido el lugar de sedimentación y el agente de una nueva forma general de racionalidad: el concentrado del "cerebro. social y político" necesario para dar formas al proceso de transición, interviniendo en un complejo de instituciones molecularmente dirigidas a la producción de una historia nueva de nuestro cuerpo.

Estado Y masas en Italia Lidia !11ena pare

Creo que es necesari t d . o es ar e acuerdo acerca de la "finitud" del xismo i'nc] . us1ve mientras se f , . rnarticulannente de una . , rea irm:=i- 1a totalidad de la política, arcierto dogmatismo o i~cegr107smre~ol~c1~f~aria. Totalidad no significa ppor . · . o, s1gm ica que una 0 · , nana no es mtercambiable , d pc10n revo 1uc1onaasimi.lada a otras alternati~a;ue pue e ser derrotada y dégradada, no Sm embargo, más que de "finitud" ( ., preferiría hablar de un cará t "' yero es cuest1on de entenderse ) · . . c er incoativo" del rn una capacidad suya para 11 a J .' arxisrno, es decir, de datos históricos y las formaseg r :1 Ja comprens1on, .ªl conocimiento de los para modificarse mientra< m:~~ es,] que~? capacitan (también lo creo) menos a través de los pr~uct icad 1ª ~~ idad ~ para asumir los fenóe ¡ · · os e a tendencia" al · , n e capitalismo como dice Alth comunismo msita usser (aun cuando d . ' con su d escnpción de 1 "' . . no estoy e acuerdo os intersticios" com · t . ums as en el capitalismo pe ligrosamente similares a lo " 1 s e ementos de soc · r ,, d B . ' y ~a.ra traducirlos en concienci . . , ia ismo e erlmguer)' poht1ca. a, orgamzac1on, lucha de clases, lucha , . . Por eso sigo pensado que no se deb b x1smo algo con que :afrontar J e us~. en los .clas1cos .del marestos años, puesto que nada se~ nu;vas tematicas salidas a Ja luz en podd'.~1a encontrar en la biblia marxista que ilumine, por e1'emp]o la . . ,. con 1c1on de la mu' ( · d ic10 de la "cuestión femenina" 3er s1 acaso, algún incambio, una teoría de Ja J h ' dque les algo totalmente distinto) . en t'd ' uc a e cases co masa y contradicción abierta y conscient: nver i a en memoria de puede contribuir (y de ahí [34]

f.!'T .-\00 Y ~1 -~SAS

el carácter "incoativo") a la comprensión de otra contradicción no de clase (la de hombre-mujer), que también se ha abierto, que comienza a asumir conciencia y memoria. no todavía organización de masa, y que m~ificará profundamente el marxismo, ayudándolo a convertirse en aquelloque todavía no es, es decir, una teoría general de la socir:dad y del estado (esta exigencia de "completud" o globalidad histárica, no metafísica, la comparto con la tradición del marxismo italiano, aun cuando me fastidie un poco la orgía de "globalidad" un tanto apriorística en Ja cual incurrimos a menudo) . La "finitud" del marxismo, su carácter "incoativo", por consiguiente, es para mí igual al riesgo y a la riqueza de ser marxista en una época de crisis, : de crisis general de la referencia (el capitalismo) , en relación con el cual el marxismo se ha venido definiendo como momento dialéctico contrapuesto. Como he dicho ya en otras ocasiones, puesto que aquel polo dialéctico esencial se disuelve y se disgrega, no es ya hegemónico; el propio marxismo descubre dentro de sí el complejo de contradicciones sociales y políticas, y debe equiparse y dialectizarse a sí mismo; no es ya (si es que alguna vez lo ha sido) un cuerpo compactQ y orgánico, sino un momento que. se divide, un uno que se convierte en dos. Me parece que este procese) es el signo más cierto de lo que llamamos "crisis del marxismo", y es lo mismo que señalar los "agujeros" teóricos o ·las subordinaciones prácticas en terrenos decisivos como el del eitado. Si bien no comparto en realidad la forma en que Alt~ husser plantea la cuestión, y sobre todo las deducciones políticas que extrae de ello y que me parecen muy abstractas, me alegra encontrarme en compañía tan autorizada al decir, como alguna vez he dicho, que no existe una teoría del estado que pueda considerarse marxista : de hecho, el estado-plan no hace más que reproducir el marxismo como teoría de las relaciones de producción y no modifica -antes bien lo agrava y restringe- el carácter normativo-jurídico del estado burgués. Y en cuanto a la más reciente reflexión marxista sobre el estado, de origen PCI en Italia, el añadido de las temáticas de las autonomías locales, de la descentralización, del pluralismo y la participación, no hace más que subrayar la subordinación inclusive respecto de la concepción del estado por cuerpos intermedios, forma más moderna de la vieja concepción católica, corporativa siempre y fundada sobre el llamado principio de "subsidiaridad1 ' . Pero entonces, ¿debernos arrojar por la borda toda esta parte de reflexión y de práctica política en torno al estado y adoptar una óptica de d~sasimiento, adju_dirar a otros el terreno del estado, pensar en un deterioro que no tenga una larga fase de transición? A mí me pare-

36 LIDIA MENAPACE

cería absurd r . . . o, po it1camente impracticabl me parece que estas teoriza . e y avent1.1Eado. En cambio no p . .d ' de su balternas) tienen hoy. c10nesf (que ., or casua1I ad he calificado una unc10n supleto . d l .. , b na e a cns1s de hegemoma urguesa y como tal d b es e en ser asu ·d , racter de "duplicidad" m1 as, con un fuerte cal . ' para entendernos Es d h h . . y as propias masas organizad . e ec o md1spensable a d as parecen tener d ¡¡ . .' gu .a y preocupada, mantener las form e e o .una conc1enc1a crac1a burguesa y de s . . . . as Y la sustancia de la demoJ b , us mst1tuc1ones frent 1 . a urgues1a en crisis a mod·f· 1 ' e a . a tendencia ínsita en · l icar as de maner · cuenc1a, para utilizar una anti f -" a .regresiva y, en consederas que Ja burguesía h d . gud .:'-:Alll

vastedad y su cultura, están en condiciones de medirse con toda la articulación y la riqueza de la "civilización" producida por las actuales clases dominantes, en siglos de historia. ¿Nos ayudan, en esta perspectiva, el "sistema de partidos" y la búsqueda de relaciones políticas nuevas y originales? Yo considero que sí. Es decir, considero que es la propia búsqueda de relaciones unitarias la que admite aquella difusión de la política, de los momentos decisionales (y no del estado tal como es) que, por un lado, obligue a los partidos mismos a encontrar motivacion_es no corporativas a sus acciones y, por otro, l~s aproxime a las masas. Es en esta dirección que puede desarrollarse una crítica constante del partido-aparato, que no sea qualunquista * y regresiva, y buscarse en los propios partid es e1 instrumento de una autocrítica de ta· política, de su cristalización den, tro de formas profesionales y autoritarias. Si todo esto es exacto, podemos encontrar aquí la respuesta a los interrogantes . actuales en el artículo de Althusser sobre cómo producir un "control" de los procesos sociales, que no recaiga ni en el partidismo propio de la III Internacional, ni en la aceptación subordinada de las presentes formas institucionales. Althusser no percibe que precisamente Ja idea de un ''partido de gobierno" posee e!1 su centro la búsqueda de un nuevo nexo entre masas-saber-política, que alude a la generalización de la "forma-trabajo". Y tocamos aquí un último punto del artículo de Althusser sobre el cual vale Ja pena detenerse a manera de conclusión, porque en él es posible encontrar el lugar de "unificación" de todo el proceso. Althusser echa una mirada a Ja teoría marxiana del letirhismo y la interpreta como un residuo hegeliano en Marx. Ahora birn, yo considero que esta observación puede ser justa si quiere indicar que los conceptos de "trabajo concreto" y de "valor de uso". son en Marx solamente términos de comparación, o bien meros indicadores para visualizar las formas de la moderna sociedad capitalista. Por eso, tales conceptos no pueden individualizar fuerzas o sujetos realmente presentes y en condiciones de desfetichizar el mundo. Dicha o~servación althusscriana corre sin embargo el riesgo de negar la propia contradictoriedad de la sociedad capitalista y de relegar el socialismo a la utopía, si es que no se explica de qué manera en Marx el tema de la revolución se desarrolla desde el lado de ·las formas abstractas y, en particular, del

* Qualunquismo : movimiento político fundado en 1946 por Guglielmo Liannini y que originó el ptriódico L'Uomo Q ualunquc (El hombre común ) . Consistía en una crítica d esvalorizadora de los sistemas democráticos y en una 1·scéptica oposición programática a las democracias de posguerra. [T.]

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ÍTICA

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REFOR,IA DE J.()~ PARTIDOS

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trabajo abstracto. :Marx sabe perfectamente qur d proceso de acumulación sólo es posible mientras el capital pueda conjugarse cmo capital variable, o bien como trabajo. Pero es prec isamente esto lo que hace que el único garante real de la acumulación - una vez liquidado todo residuo marginal "precapitalista" de rentabilidad- sea tendencialmente el trabajo abstracto. Y esto no puede significar otra cosa que una reconversión y recentralización de las instituciones en torno al "trabajo": la formación de una relación trabajo-saber-instituciones signada por la hegem onía drl primer término.

No tas políticas sobre intelectuales y estado

INTELECTUALES Y ESTADO

.Vicola Badaloni

De la contribución de Althusser aprecio y comparto algunos aspectos: el marxismo i'To es u'ha llave que sirva para abrir todas las puertas; cualquier teoría de la transición es indicación de una tendencia que, sin e~bargo, sólo se impone a través de la realización de ~na intervención activa ; la política es definida de manera correspondiente a la situación actual. Precisamente sobre este terreno quisiera plantear algunas objeciones.

Aoerca de la función del partido

Althusser señala un peligro. Si el partido pierde su autonomía, servirá a cualquier interés · distinto de los de las masas populares. Señala una posible solución: la política tiene P?r objet~v? el estado,. pero ?º define en relación con éste; el partido part1C1pa del gobierno, Jamas puede ser partido de· gobierno. Esta définición pennite mantener el carácter antagónico del partido respecto del estado y, al mismo tiempo, justificar el pluralismo dentro del gobierno. . . Situación paradójica: la posición más típicamente sectaria convertida en teoría de la fundación de la posibilidad del pluralismo. Esta reversión no es nueva. La 'III Internacional pedía la formación de partidos comunista5, al menos en Italia, sobre la doble vía de un.a perspectiva revolucionaria y ele una liberación de fuerzas (reformistas) que per~itiera al estado burgués-democrático resistir el asalto fascista. Lo

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nuevo está en el hecho de que hoy la perspectiva de la doble vía pasaría dentro del partido mismo. De hecho, los compañeros se dividirían en dos categorías: aquellos que participarían en el gobierno (en su significado más difuso, incluyendo también la vertiente obrera y por lo tanto los sindicatos) , y aquellos que custodiarían la perspectiva de la revolución y que permanecerían a la espera de lo nuevo. "Lotta conti¡zua" (lucha continua) ha teorizado hace algunos años en ltalia la necesidad de impulsar al PCI al gobierno para reservarse la hegemonía en el terreno social. Razonando políticamente, no veo la posibilidad de esta escisión o, si acaso, le atribuyo una validez bastante menor. Todos los militantes, donde quiera que estén, deben advertir los límites dentro de los cuales actúan y la historicidad de dichos límites. Éste es el modo correcto y público en que se presenta una fuerza que procura cambiar la sociedad. La indicación de Althusser transformaría el partido en un lugar místico y los hipotéticos gobernantes en observadores en tierra infiel. La determinación del terreno y de los límites de la acción implica decisiones que deben conquistar a todos (en primer lugar a las masas populares), inclusive si se admite que los cambios de estrategia deben condensarse en órganos particulares, receptivos y decisionales, en cuyo centro están los partidos. Althusser sostiene que para definir hoy correctamente la tarea de una política en la perspectiva del comunismo no se debe "reflejar lo existente", sino "saber estar a la espera de la política allí donde nace y se hace". Le parece que el signo positivo es la tendencia que hace salir a la política de su estatuto jurídico burgués. Lo nuevo está dado por el feminismo, por las formas del movimiento juvenil, por las temáticas ecol\)gicas que se presentan "en gran confusión [... ] pero que puede ser fecunda". Y, al hablar de Italia,1 continúa: "Yo tendería a interpretar las dificultades del PCI para integrar, o inclusive tomar contacto con algunos movimientos nuevos, como el signo de que se cuestiona la concepción clásiéa de la política y de los partidos." Existe algo de verdad en lo que dice Althusser. Pero también se toma en consideración otro aspecto de la cuestión. Comencemos por la situación italiana. En el 1'movimiento" no existe hoy solamente confusión sino un enfrentamiento de clases. Si se interpreta el "movimiento" como una expresión de esas tendencias de la sociedad burguesa que producen una escisión entre trabajo productivo e improductivo, existe hoy lucha entre aquellos que quieren tener parte en la produc· 1

Cfr. supra, p. 16.

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:S!C:Ol.A BADALO!'>i

c10n ( co~borando con la clase obrera a redefinir sus términos ,l y aquellos que dirigen su lucha exclusivamente a tener parte en la subdivisión de la renta nacional aceptando sin lucha la propia condición de trabajadores improductivos. Ambos sectores son expresión de la sociedad burguesa y de sus contradiociones. Pero el primero se alinea de alguna manera en la lucha de clases, mientras que el otro lo hace de una manera opuesta. Es aquí donde se plantea la cuestión del terrorismo. Aquel que lo practica y apoya considera posible imponer su propia estrategia sin pasar a través de las masas; interpreta su propia situación social como legitimación para actu¡ir fuera y por encima de las masas. El efecto de todo esto no es el de destruir el estado burgu~s sino de reforzarlo, así como la destrucción de aquellos intersticios de libertad y de nuevas formas de asociación que son consecuencia directa de la incidencia de la lucha obrera. Si no se capta esta contradicción, si el enfrentamiento de hecho no es entendido como una contradicción, si se lo atribuye a la categoría descriptiva de la "confusión", resultará imposible liberar lo nuevo que fermenta dentro de él. Existen dos maneras de desarrollar la lucha en ·el estado burgués. La primera es la que tiende a sobrepasarlo, reconociendo claramente que existe una especificidad histórica en sus formas de dominación e intersticios de libertad que son ampliados. Otra manera es la que anula las diferencias y percibe únicamente la continuidad. Cualesquiera que sean las dificultades actuales del PCI, la realidad es que desde 1968 hasta hoy, debido a Ja acción de la crisis económica, el "movimiento" se ha escindido. Por una parte, es todavía un lugar de fermento de lo nuevo; por otra, se ha convertido en posible base operativa de una inrnlución autoritaria y fascista. Rechazando u oscureciendo la distinción entre estado democrático (dentro de los límites del predominio del modo de producción burgués) y estado de tipo fascista, resulta difícil captar la contradicción de clase dentro del movimiento y se elude un punto central de la situación italiana.

T esis sobre el estado, sobre la sociedad civil y so bre la transición

Sostiene Althusser c¡ue la ampliación del estado no es un hecho reciente. Era ya \·isible en las monarquías absolutas (para no remontarnos más atrás ) y en el estado del capitalismo imperialista. Esta idea del continuum histórico del estado es muy extraña en Althusser. Es una idea comprensible en relación con la historia francesa. Por un lado, la re\·aluación di" la función de las profesiones t'n las filosofías de los

J:STELECTUALFS Y EST,\llO

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ideólogos y doctrinarios : por otro, · las tesis de Tocqueville según las cuales el período posrevolucionario no había hecho más que restablecer el estado del ancien r/gime. Me parece que aquí se le escapa a Althusser un punto importante : que con Destutt de Tracy y los intelectuales ele la burguesía no. se limitan ya a expresar las ideas (y a recoger la compensación que se les atribuye) sino que llevan a cabo una lucha, desarrollan una contradicción para obtener el reconocimiento de la importancia, del carácter insustituible y de la productividad del trabajo intelectual. Existe un pasaje y un cambio entre el estado de los nobles de la época prerrevolucionaria, burgués ya en su naturaleza (y cuyos intelectuales, como en el caso de la escuela fisiocrática, envían sus cuentas a los nobles porque se esfuerzan en hacer aparecer su función también como decisiva ) , y el estado del siglo xrx, cuando el trabajo productivo es capitalista, la propiedad es burguesa y la función de los intelectuales es presentada como esencial para ese modo de producción y para las formas de propiedad. que le corresponden. Gramsci ha pereibido bien el nexo entre intelectuales, estado y movimiento histórico. También Althusser, por lo demás, ha percibido con justeza la condensación de la función intelectual en el estado burgués. Sin embargo, el hecho es que, con el marxismo y con el avance de la clase obrera, se ha creado una nueva situación histórica, en virtud de la cual el intelectual critica ·el poder burgués para hacer visible la posibilidad de una nueva orga,nización de la sociedad, cuyo núcleo está representado por la politicidad de los productores directos. En otras palabras: el movimiento obrero y sus intelectuales responden· al poder burgués que se disloca en la fábrica, en la sociedad, en el estado. O se logra dar unidad y eficacia a esta respuesta, o el estado burgués acrecentará su capacidad de integración. ¿Pero cómo es posible desarrollar la estrategia si se presupone que ésta ya está derrotada, es decir, que el poder ya condensado en las instituciones tiene suficiente capacidad de "integración" como para hacer insignifjcante tanto el antagonismo como el cambio? Todo el conjunto de la contradicción está construido débilmente por Althusser debido a que da por descontado que la contradicción obrera está ya integrada. Y sin embargo el antagonismo obrero tiene abundantes flechas en su carcaj: tiene una concepción no utilitaria del arte y de la ciencia ; no procura la ganancia sino un desarrollo de las fuerzas productivas que no está necesariamente destinado a producir la ruina ecológi ca: reconduce las fuerzas productivas acumuladas no según la categoría jurídica de la propiedad sino según la del trabajo objetivo socialmente disponible; no tiene interés en derrochar la energía vital de hombres

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NICOLA BADALO N J

Y mujeres. Es cierto que estos proyectos no son todavía dominantes y que, en la fase actual de la lucha de clases, pueden pasar solamente por líneas internas. Pero también es cierto que es su presencia dentro del movimiento real de los trabajadores la que determina la posibilid;t~ de los fenómenos intersticiales y. deja abierta la perspectiva histonca. ¿Por qué entonces renunciar a .Ja distinción gramsciana entre socie?ad económ~ca, sociedad civil y sociedad política si éstas sirven para art_1cular los. mveles del proyecto antagónico? Es posible que esta pluralidad de mveles sea un expediente provisorio, un límite impuesto por la situación a la politización de lo social. Ahora bien, o se da a Ja tr~sformación el carácter de un proyecto de largo aliento, o se permite que en torno a las fuerzas dominantes se agreguen todas las restantes manifestaciones -de lo social condenando a aquél a la derrota.

Acerca de lá crítica de la imagen edénica del comunismo Es algo ya suficientemente admitido en Italia el hecho de que se ha tomado distancia respecto a aquella forma de historicismo que consideraba realizado en la URSS un modelo universal de socialismo. Ha seguido a ello una indagación sobre la manera en que Marx leía en su época la formación del comunismo. Me parece que debe reconocerse que Althusser ha proporcionado valiosas indicaciones para esta relectura. También en este escrito hay elementos sugestivos. Nuevas relaciones de producción, permanencia· de la política sin el estado: éstas son indicaciones importantes y fecundas. Las tendencias que Marx reconocía en los antagonismos estructurales de su época surgen de la base de la crítica de la economía política, lo cual ·también implica debilidades. El descubrimiento de los aparatos productivos como acumulación de trabajo-inteligencia, objetivados y socialmente reapropiables (como alternativa a su regulación a través del valor), debía ser integrado con el descubrimiento de los aparatos de dominación como condensación separada de inteligencia-fuerza, también ellos socialmente reapropiables. Pero precisamente el tema de la rcapropiación debe seguir siendo esencial. Dicha reapropiación no puede ser sino procesual. Foucault hace la crítica del "poder", pero no cree en su transformación. ¿No. ha sido liquidada demasiado rápidamente la perspectiva del comunismo como avanzada histórica de un/ movimiento real y como superación progresiva del modo de produc¿ión hurgués y de las formas de dominación que le corresponden? Algunos· de los vacíos adYer-

INTELECTUALES Y ESTA!IO

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tidos por Marx se han llenado actualmente de contenidos nuevos, además de conciencia, e inclusive de poder (piénsese en los sindicatos). Pero el problema consiste en saber advertir el nexo entre estas nuevas condensaciones y la crítica global del modo de producción, las necesidades que éste ya no puede satisfacer y el movimiento que se afirma lenta y dolorosamente. Althusser no cubre un frente único de lucha teórica. En esto se hace explícita la complejidad de su planteamiento intelectual. Mucho más modestamente, el punto que me importa subrayar es que los diversos frentes de lucha deben unificarse políticamente en la perspectiva de una sociedad posburguesa. El peligro es que el comunismo sea desplazado a un terreno estatista o comunitario de implantación prehurguesa. La crítica de la política y la crítica de la economía política (es decir, la crítica de la sociedad burguesa, del capitalismo y del capitalismo tardío) deben reconquistar este gran tema de Marx. En Italia la democracia cristiana ha desarrollado una política capitalista tardía en formas a menudo preburguesas ( clientelismo, antidivorcismo, antiabortismo, etcétera). El "movimiento", que tenía la posibilidad de hacer visible el "después" en los intersticios de la sociedad, reaparece en formas preburguesas de corporativismo y de violencia. No sé hasta qué punto" esto esté claro en otras partes. Aquí es actualmente un problema esencial. Tal vez sea necesario poner en guardia a nuestros compañeros franceses respecto al peligro de pensar de manera demasiado simplista que la defensa de la democracia en sus formas actuales y el problema de su desarrollo sea un retroceso. El que vive desde dentro el proceso italiano puede advertir que esta lucha es ya una "formación", que por algunas de sus características sale del estatuto jurídico burgués de la política. En todo caso, hablar de Italia sin aludir siquiera a la trampa sudamericana que se ha tratado de activar, y a la respuesta obrera, me parece una evidente carencia polítíca.

Nuevas dimensiones de la dominación capitalista ,¡ urelio Campi

Comparto, desde el punto de vista político, di\ersas observaciones de Althusser. En cambio, encuentro más bien discutib le el planteamiento teórico de su discurso. Expreso ante todo una reserva sobre el largo preámbulo epistemológico acerca de la "finitud" del marxismo..Mediante él, Althusser quiere justificadamente polemizar con el uso del marxismo como filosofía de Ja historia (antiguo vicio que a veces provoca graves errores políticos e implica descrédito teórico ) , peró también trata de erigir una valla de ortodoxia, precisamente en el momento en que se apresta a afrontar "libremente" el tema de la crisis del marxismo. Es decir, Althusser supone la existencia de un núc-leo científico del marxismo, dida en que avanza este proyecto, su conciencia política y su autonomía cultural, es decir, su capacidad para diferenciarse de las formas políticas y culturales que han concurrido para separar lo social, socializando en la crisis el efecto de separación de una falsa generalidad, el efecto corporativo del estado. l:n Ja medida en que avanza nuestra capacidad crítica y proyectual: no el lamento por nuestros retardos, sino el análisis de nuestras autonomías y .de nuestras separaciones. Si el marxismo crece realmente -y no metafóricamente- como forma teórica de Ja lucha de clase, cada día más su desarrollo no puede dejar de ser el desarrollo de su criticidad, es decir, de una racionalidad que es positiva en cuanto es crítica, porque la necesidad cognosritiva que la suscita es la necesidad de una subjetividad real que es en sí, históricamente, la contradicción de la historia burguesa. Es por entero obvio, como se sabe. Pero implica que, si es el desarrollo de la lucha de clase el que proporciona el terreno para el crecimiento de las formas institucionales de. organización de la sociedad, su positividad, lítica el desa . ¡¡ d f noce1 en ~ procesos de socialización de cre~s de alab/ro o . e ~n es ue~? comun para dar posibilidades con. exclJidas d~ la h~ / .·de ~nte7enaon a masa~ que hasta hoy fuer:m "rec>m . . , " is oua, sm p antearse preventivamente la tarea de su lo ri. poslClon en las formas institucionales de la política No t d -ue se expresa en l · · · o o mene traducible en os mo~im.1en~os ?e masa me parece inmediatatido d una praxis mstitucwnal. Por estas razones el p el ,,..~ºd pue e menos ~ue definirse a través de una dobk re!acÍón. ar0 Y con la sociedad civil · con . .

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Senderos interrumpidos y no interrumpidos en el último Althusser Cesare Luporini

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bd1eelnpeodl haberse plaadnteado la tarea de modificar desde dentro la . er orgamz o del estad · nahlítico-jurídico"; e) la cuestión del comunismo. A estos temas son referidos, según Althusser, los problemas prácticos y de perspectiva que parecen resumirse en su pregunta sobre la naturaleza y las tareas del partido revolucionario de clase, no sólo en general sino en la actualidad, en la sociedad en que vivimos (y · también en los países .del Este). Todo ello sobre el fondo, o entrelazado, con las dificultades teóricas específicas (o que parecen tales) del llamado "caso italiano" . No es poco, por lo tanto, lo que hay que tratar de desentrañar. Rossana Rossanda ha hablado de "fragmentos" a propósito de la teoría marxiana del estado. No creo que la expresión sea justa para Marx (trataré de demostrarlo) , pero temo que es justa para nosotros. Actualmente, en las discusiones entre marxistas acerca del estado, puede ocurrir -mejor dicho: ocurre- que cada quien privilegie su "fragmento'', sin confrontarlo verdaderamente, lo cual es una dificultad. Existe el riesgo de una discusión un tanto nigromántica (no sería la primera vez). Para tratar de evitarlo me veo obligado a cierta pedantería. Pido disculpas, pero no sé hacerlo de otra manera. A pocas cosas, me parece, se aplica mejor la distinción hegeliana entre lo sabido y lo conocido (o "reconocido" : conceptualmente) que al estado. Para todos es sabido, más o menos y en la práctica (tanto más, por lo tanto, en la práctica militante), qué es el estado, pero éste es débilmente conocido, precisamente a través de "fragmentos" (muy adecuada la palabra) .

EL ÚLTIMO ALTHUSSER

. ué es el estado porque, entre otras Creo que no conocernos bien q M, de estado Marx pl'efel poder ( as que ' ' cosas no sabemos que es e " lt es (admirablemente ) sagaz ría hablar de "poder de estado .) loucau (1972). "ignoramos todavía ndo con De euze · . d' en esto: d ice, ia1oga . h tilizado en su discurso aque, od ,, 1 Lástima que no aya u . , si·¿o u, tºl qu e es e1 p er . . 1 le hab na i · Pero existe una cueslla distinción hegeliana; ta vez h impresionado el hecho de tión de fondo. La recuerdo porqu,e md.e a se replantee la pregunta spectivas mas iversas, 1es y, . n términos crenera que hoy, d esde 1as perl "poder" casi. siempre 0 e d • • sobre la naturaleza de ', . p trata de una mquietu . poco metahs1cos. ero se , O . en consecuenc1a, un . ( robablernente no solo cClintelectual que recorre todo Occidente y pt esencial de la actual crisis . pande a un aspee o · dente) . P1enso que con:es . ' . de la alabra "mundo") . del mundo ( ei: el sentido ~~to~~~ se e. er~e" . Esto lo sabemos. De_sde Foucault anade que el po . ~d t l trata de conceptuahzar 'ento político occi en a . M . . . d l poder y sus territorios. arx hace siglos e1 pensarn1 el e¡ercicw, e f da del problema cuando ( también lo hacía Marx) 1 naturaleza mas pro un " roza verdad erarnen t e a bl , tica el concepto de auto. d dentro de su pro ema ' recupera y extien e, . 'd por el capitalista en cuanto per'd d" " La autoridad asumi a b 1 pron a : ... . [ ] 1 toridad que tiene como ase a sonificación del capital . ·: a a; la leba etcétera ... ".2 ducción con esclavos, con sierv.os e g. ; , " (en la producción, en y acerca del nex~ "autondad:i:gam~=~~::ndo en italiano ( 1874) la fábrica, en la sociedad)' Eng ' po que todavía hoy pueden con los anarquistas, ha dicho al~n~~ cosocsa~1al restrincrirá en el porvenir ·, ("l rgamzacion t>. •' dar lugar a la reí lex1on ao l 1 condiciones de la producc1on la autoridad a los límites en los cua els .ªs .os también Gramsci se ha . . bl ") Entre los revo uc10nan ' 'd d ( t · d d y libertad auton a Y la hacen mevita e · de este concepto au on a ' ) . . r autoridad y grupos sociales . ocupado no poc? exacta~ente lo mismo. Los cametlucación, autoridad y discip ma, · · Es cierto, auton'd ad y poder no. son superponen. Pueden existir f necesariamente se . . 1 1 ocurre en la esfera er6tica, pos a que se re ieren no poderes sin autoridad (por e3emplo ofque oral) Pero el poder busca .d d in poder (en a es era m . sexual) y autori a 5 "público" 0 de alguna ma. d 1 os en todo 1o que es , . . t estos elementos advertimos sin la autonda ' a mei: . . . . 1 Si tenemos presen es . , b' , nera mstituc1ona . . 'd t el último ( ¿ quiza taro ien 1 pensamiento occi en a1, de ensar conceptualmente el nex? autoembargo que, _en e el primero?) que ha tratado d' p , de estos términos generales, pero ridad-poder, aun cuando no . ispoma

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. f' . del poder Madrid, L a Piqueta, 1978, p. 83 . M Foucault M icro wca - , K...Marx, El' c11pital, m / 8, p. 1118.

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de manera diferenciada, según las relaciones de la sociedad ("civil" y política) de su época, se llama Aristóteles. Es una comprobación un tanto humillante para nosotros, los modernos. Disponemos de muchas más experiencias, nociones, inclusive campos antes inexplorados (como el del inconsciente), y sin embargo algo ha bloqueado la búsqueda (¿quizá la forma asumida en los últimos siglos por la dominación de clase y la embarazosa presencia del estado?) en su nivel más envolvente y profundo, impidiéndonos comprender muchas cosas que ocurren o surgen actualmente a nuestro alrededor . .Sin embargo, hay algo que mientras tanto se ha añadido: en la autoridad hay implícita siempre una fuerza simbólica, sin la cual aqt•clla ..no existiría (y el ejercicio del poder sería puramente mecáp;co, coerción como aplicación exclusiv:i. de fuerza física: un punto Iú.áte). La discusión, tanto si es en torno a la ideología como al par "racionalirracional", es enriquecida por este elemento. _E l hombre, animal simbólico... ¿Son consideraciones demasiado sutilmente teóricas, abstractas respecto a la realidad que nos rodea y nos apremia? No lo creo. Cuando cierta izquierda proclama: "Ni con las Brigadas Rojas, ni con el estado", sigue estando subordinada sin saberlo, y sin análisis, a la fuerza simbólica atribuida . por el adversario de clase al estado (sin el cual su poder no existiría) . Pero también cuando por parte de algunos dirigentes de mi partido, o bien en las columnas de Il Manifesto, nos apropiamos de la noción germano-burguesa de estado de derecho, más allá e independientemente de una discusión crítico-teórica, y la usamos como si formara parte del sentido común y, por consiguiente, confornie a un lenguaje de masa (¡por fortuna no es así!), se realiza un poco neciamente (en mi opinión), y subordinadamente, una operación simbólica. Cuánto más hábil, entonces, es 1inazo ª, l~ dial~ctica revolucionaria, porque hace 1mpos1ble todo diseno estrateg1co cre1ble (la dialéctica está fuera de moda, .se dice) . El organicismo contrapuesto corre continuamente, por cierto, el riesgo ~el emp~b~ecimiento y la dogmaticidad. En el pasado Althusser ha temdo el mento de tratar de pensar diferentemente fa "totalidad marx~sta", y plante~rla en consecuencia como problema. Si se la profund1~, _la suge~enoa de la teoría "finita-abierta" también puede servir de objetivo. Abierta a la "integración", lo cual presupone su sistematicidad ~hoy pues.ta en ,disc~sión). O al menos abierta a la compatibilidad. Un, a:abe amigo mio dice provocativamente que Marx no puede ser e'., um::> pr~~eta. así es. Pero él h_a descubierto el terreno principal ( continente , decia Althusser). Es cierto también que las "inteQTacio. "' tales nes" no pueden ser apresuradas. Y debemJs saber que pueden ser co~o para llevar modificaciones -topográficas y estratigráfiq1s, por así decirlo-- a aquel terreno principal. No me extiendo sobre esto así en abstrac~o. (Cualquiera puede pensar en ejemplos y exigencias.)' ¿Tiene que ver todo esto con la cuestión del universalismo burg~és, a la. cual :Aithusser es justamente tan sensible? En mi opinión sí. Dic~o _umv;rsahsmo es sbbX: todo "ideología jurídica". En el mundo cap1tah:~a esa .~s la~base, evidente y oculta, de toda la ideología. (La misma m_oral" moderna, al menos de Kant en adelante, es un trans(ert t~~nsfigur~nte de términos jurídicos: persona, ley, responsabilidad, 1~tencion: etcetera.) "Para la hegemonía burguesa es la ideología jurí~ic~, -dice Althusser (y por lo ~anto la "ilusión jurídica de la política ) - la que c;umple esta funoón de agregación y síntesis." 6 Induda?le~ente es así. Pero Althusser parece olvidar un a~pecto esencial, o mas bien el. fundamento, que. hace imposible dicha proyección universal (en el s1stem.~ burgués-capitalista) de la "región" jurídica, fundamento que t~_bien Marx ha . puesto en descubierto, si bien no lo ha subrayado suficientemente. Es decir, es el hecho de que el derecho es n~ sólo ~deológica sino téc~icamente función integránte de la rep~oduc­ cion. social en t~as ~as sociedades de clase. (A partir de los derechos de propiedad, patrimomales, personales, etcétera.) No basta. Precisamente dicha función ha plante"-do desde siempre a la reflexión humana (en la~ _grandes civilizaciones) toda esa serie de cuestiones inevitables contemdas en el p~r "i~aldad-desigualdad". También para esto el comunismo es una mstanc1a presente o latente desde que existen las

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Cfr. supra, p . H.

sociedades de clase. En formas ideológicas, por cierto. Pero no es casualidad que los movimientos revolucionarios (dentro de iímites df" clase) hayan sido obligados , a expresar siempre, en diversas formas, una ideología de la igualdad. Y que haya sido sobre la base de la crítica del contcn:do ideológico de ésta que Marx preconizó en forma hipotéticocrítica las fases del comunismo. Una "imagen" de éste que no es de ningún modo "vacía", o sólo negativa (o directamente ironizable: el "reino de la libertad"), como le parece a Althusser. Lo contrario, diría yo: una imagen cada vez más enriquecible (e inclusive modificable, respecto a ciertos residuos idealistas de Marx) a través de la lectura de las contradicciones presentes y a partir de ellas, sin que desaparezca toda t_ensión de la lucha actual (excepto por espíritu subjetivo kantiano de deber, difícilII_lentc comunicable a nivel de masa). En otras palaLras, la pregunta es ésta: ¿puede transferirse y definirse en un terreno crítico-científico la problemática comprendida en los términos (de origen jurídico) de "igualdad-desigualdad"? Si no lo es, podemos cerrar la tienda, porque se derrumba la posibilidad de construir una prospectiva (teoría revolucionaria) que constituya el horizonte de las prospectivas parciales y estratégicas. ¿Pero qué sentido puede tener entonces que Althusser, desdichadamente sin mediaciones; la coloque directamente (reductivamente) en la "extinción del estado"? De esta manera, a Althusser le ha ocurrido retroceder a una posición de la Ideología alemana, al comunismo como movimiento; tomo "tendencia" (existente entre otras, en las contradicciones presentes), que subjetivamente debemos apoyar (¡es evidente, porque somos hombres de buepa voluntad!); como realidad "intersticial" (y cuán frágiles son estos elt:mentos lo ha mostrado ya De Giovanni) que debe cultivarse para que érezca. ¿Es posible hoy, a cambio de ello, una representación más rica, más próxima, articulada y positiva, que proporcione un sentido no arbitrario a lo que ha sido denominado "necesidad de comunismo" (o que pueda suscitarl0) ? Creo que ·será nuevamente aquella representación qu!'! permita leer en el fondo del cual surgen las contradicciones actuales, discriminando su naturaleza. Me sirvo de un ejemplo doble. Althusser, como se ha visto, habla de los "movimientos nuevos" con los cuales a los comunistas no les sería fácil aliarse. Me ha chocado un poco, sin embargo, que los meta a todos juntos en un montón (aunque sea momentáneamente). La primera pregunta que ante ellos debe hacerse un marx:sta me parece que debe ser ésta : ¿son problemas primarios los que aquellos movimientos plantean o reflejan?; ¿cuáles?; ¿cómo y dónde pueden solucionarse? (Es una pregunta . única.) Pero entonces vemos que

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aquellos movimientos se ubican, en su prolongación pensable, en esferas prob!emáticas distintas. Tomemos los movimientos ecologista (todavía poco importante en 1talia, pero no en otras partes) y feminista. Al menos en principio, no existen razones para excluir que también los trágicos problemas de po..: lución de la biosfera y de destrucción ambiental puedan ser resueltos (políticamente y por consiguiente técnicamente) al nivel del modo de producción capitalista o, a escala mundial, a través de la coexistencia de "sistemas" distintos. ¿Pero puede decirse otro tanto de los problemas planteados por el feminismo, en su raíz última? Es probable que las feministas adviertan un riesgo, y sientan en consecuencia repulsa ante una demanda similar. El riesgo de una postergación ( ¡ a tiempos mejores!) de algo que para ellas es una lucha actual, que se de5arrolla entre dificultades y contradicciones. (Pero que parece incontenible, por más reflujos que pueda tener, si es que una catástrofe de la civilización no nos devora a todos.) Es una lucha por la autonomía, la autodeterminación, la no dependencia {también interior, y emotiva) de la mujer respecto de una pesada tradición. En último análisis, diría,· una lucha por la reestructuración de la personalidad de la mujer, llevada a cabo junto con la lucha por una ubicación distinta en la vida asociada. Esto estimula hoy las actitudes (defensivas-agresivas) de autoseparaci6n, y el rechazo de problemáticas limitadas como la de la "emancipación", de la "paridad", etcétera, por las cuales las feministas creen encontrarse enfrentadas con el marxismo. Pero cuando se llega a la raíz .última o, mejor, al horizonte último de esa lucha, implícito en ella, ¿puede pensarse yue la contradicción hombre-mujer puede, no digo ser superada (no es posible y sería absurdo pronosticarlo), sino ser asumida íntegramente, como recíprocamente liberadora de potencialidades inmanentes, si no es en una sociedad comunista? No me parece posible. Comoquiera que sea, el problema existe y replantea, también él, el de una imagen positiva de comunismo, no entrevista a través de los "intersticios", sino captada en todo el abanico de las contradicciones, y de las "necesidades radicales'', que surgen en la sociedad actual.

¡.;¡ interrogante actual: e" cri.1is irreversible del .,,e.rtado asistencial"?

En Venecia Althusser reconoció que "el problema del estado se ha vuelto vital" -para las "fuerzas populares". Vital 'el problema "de su trans·formación democrática revolucionaria". Y se ha ocupado nuevamente

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de ello en su última intervenc1on. Pero parece interesarle poco (¿un efecto de su purismo, y también de su inmovilidad e~ la concepción de la política "burguesa"?) la pre~nt~ concret~ de .que es eso en que se ha convertido el estado en el capitalismo tard10. Sm embargo es una pregunta decisiva. Si falta la respuesta, y s~, c~rrespondie_nte análisis, ¿cómo podremos actuar para la transformac10~' El propio Althusser ha dicho que es a partir de la fase actual que debe. l?ensarse la transición. ·Pero acaso no ha ocurrido, a partir de la pr1mera posguerra y sobre· t~do del período de la "gran crisis", una profunda "revolución pasiva" en la relación entre :eonomía ~ :stado, ~n~r: masas y ,estado, Jq cual implica todos los demas acontec1m1entos h1stor1cos (y que a~~­ tecimientos) de un período ta:i !argo, hasta n~tros, hasta la cns1s actual? Es precisamente el surg1m1ento de .esta ~~1s1s ~l ~~e hoy ha ~e­ planteado toda la temática de esa recons1dera:ion histor1ca. Inclusive Ja de Jos límites teóricos y prácticos del marxismo de la 111 Internacional; que hemos heredado. , . . . Simétricamente respecto a esos limites --y por co~s1gmente a las orientaciones que fueron impartidas a las clases trabajadoras- pudo desarrollarse, y mantenerse, aquella "revolución pasiva". En consecue~­ cia, es de ese análisis que debemos partir. ¿Cuál es el estado de la cnsis actual 0 bien el estado que expresa, y en el cual se expresa, la totalidad d~ la crisis? Es el que se denomina (denomin~ión que no es nuestra) Welfare State, el estado asistencial, que en esto_s a~os ha comenzado a analizarse también en Italia, dentro de la izquierda. Por mi parte creo que Cacciari tiene razón cuando escribe: "Se habla demasiad~ de 'estado a~istencial" sin darse cuenta de la 'grandiosidad' de una concepción semejante." Ahora bien, Cacciari --que refuta con eficacia el libro de Alain Touraine sobre el 68-- considera que "la 'crisis' del keynesianismo o la 'imp~bá~i~idad' , ~e su er:~acia futura, impEcan amplios procesos de desestab1hzac10~ _poli tica [ ... ] (de las cua. les el 68 habría sido una escaramuza manifiesta) . El punto clave de su discurso se encuentra en la siguiente afirmación: "[. • .J el proceso de desestabilización involucra no solamente a la relación entre estado y movimiento obrero y estratos marginales del me.rca~o ,,d;l trabaj.o, sirio también a la relación entre estado y clase capitalista . Es decir, involucra (si entiendo bien) todo el mecanismo de intervención económica. ¿Es válida esta tesis? ¿Existe, y en qué medida, esa fisura, que la ; ~L Cacciari. "68 e centralita opcraia: rispos ta a Tourainc", en .M onio/1eraio , xx1x, 4. 1978, p. 75.

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cnsis estaría destinada fatalmente a profundizar, así como a abrir un nuevo camino para un nuevo "bloque histórico"? ·Cómo están las cosas. específicamente en Italia? Aquí podría remiti~e a algunos agudos mterrogantes que Cerutti le plantea a Ingrao en la mencionada intervención. ("¿No es acaso el estado asistencial, en su versión italian.~, el pode~ d~mocristiano, más esencial para la forma de organizacion de! capita'.ismo. de madurez precoz y de la propia democracia formal, mas esencial, digo, que lo que Ingrao parece a veces admitir?" ·y en l~ ~risis del estado asistencial "una crisis final e irreversible [ .. . ]"?) .s I?ec1dir acerca de estos puntos significa decidir sobre todo lo demás. Por c1er~o que no ~s. ~ácil. Una vez más los hechos se han anticipado a la teona y al ana!is1s, como dice De Giovanni. Pero mientras tanto las c~estiones están circunscritas. Es posible que sea necesaria una estrategia basada en algunas hipótesis alternativas. Aparte de estos temas sin embargo, ¿qué sentido tiene hablar de "transformación" y de "t~nsi., "~y b' . cion · ien, son cuestiones esenciales que, me parece escapan por completo a la fo1mulación ele Althusser, a lo tomado por' ella.

(·Qu.edarse "fuera del estado"? La cuestión de la estrategia. "Partido de gobierno" y "participación en el gobierno"

Según Althusser, el partido revolucionario de clase debe mantenerse "fuera del estado", siempre. Comprendo la exigencia que lo mueve y qu~ ~or lo demás Althusser expresa bien. Es la de que también en el soci~~1smo per;manezca .abierto un ~ampo de tensión entre estado (y su ge~tl~n), p~ti~o (partidos) , orgamzaciones sociales de todo género (in prmzts los smd1catos) . La experiencia de la URSS enseña a contrario ~ también yo es~,ºY de acuerdo en que la fó.rmula "partid~ que se con~ vi~r.te en estado. debe. ser tomada con pmzas y sometida a atenta c:1t1ca. (En Italia s; ~zo de este concepto una versión gentiliana origmal.) Por lo ciernas, Justamente en este treintenio italiano han ocurrido cosas que pueden aleccionarnos. El partido dominante de la democracia cristiana no ha caído jamás en la tentación de considerarse -ni en la práctica ni en la teoría- como "partido que se convierte en esu:do" (se ha cont,entado con ocuparlo, y no es poco, adaptándolo a los mtereses heterogeneos que :expresaba, y llevándolo continuamente a u~ equilibrio político general). Ha rechazado la tentación integrista, es .decir, si: ha negado a presentarse como "partido católico" (existía quien quena hacerlo) para decirse y ser "partido de los. católicos" (y 8

Cerutti, art. cit.

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de otros .•. ) Esto ha facilitado enormemente la compenetración capitalista tardía entre lo político y · lo económico, dentro del dinamismo de la situación italiana que tenemos detrás. (Se ha hablado de "desarrollo distorsionado", pero ésta es la apertura de un problema de análisis a la luz de la crisis, no su conclusión. ) Pero todas las enseñanzas que se pueden extraer, tanto del Este romo de Occidente, tienen poco que ver con la premisa althusseriana (dirigida al partido de clase)- de permanecer "fuera del estado" . T odo lo que hemos planteado hasta aquí sirve para desmentirla. Por más amplia que sea la esfera de lo "político" (recubra o no eternamente la esfera de lo "social"), en todo futuro previsible deberá "tener que \·er siempre con el estado. No parece que le faltara razón a M arx al plantear, más allá de las fórmulas, dicho problema también para el comunismo maduro (en la Crítica del programa de Gotha) . (Aun cuando no se considerara en condiciones de responder. ) Aparte de ese enfrentamiento con el estado -y no se ve por ahora qué otra mediación principal pueda ejercerse, si no es la de la forma p:irtídica--, la "politización de lo social" se convierte en una "politización m istificada (y fatalmente caduca), _que corre hacia el infierno de la disgregación corporativa. De esto sabemos algo en Italia. Es la cuestión que plantea Ingrao. (El tema es precisamente "masas y poder". La "restitución del partido a · las masas", como dice enérgicamente Althusser -una exigencia permanente, por cierto--, no puede plantearse como alternativa a la relación con el estado.) Ver así las cosas, ¿es subordinación a una concepción burguesa de la política? No lo creo en absoluto, y no me parece que pueda demostrarse, aparte de la denuncia de los riesgos degenerativos que siempre existen (por ejemplo, la tendencia a reducir el sistema de los partidos a mediación desde el vértice, a separar las masas de las decisiones, a ponerlas siempre ante el hecho consumado). Por el contrario, es den~ro y no fuera de este horizonte que se desarrolla la lucha contra la subordinación. Althusser --que tiene el gran mérito de ser un fuer te incitador a · precisar las cosas- es en este punto --en las consecuencias que sacatotalmente coherente consigo mismo. Refiere que, precisamente a "amigos italianos", les ha escrito que "nunca jamás, por principio, el partido debe considerarse como 'partido de gobierno', aun cuando en ciertas circunstancias pueda participar en el gobierno". 9 ( Althusser parece admitir algo como las "emergencias" .) ll

Cfr. supra, p . 17.

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Ahora bien, yo acepto la distinción que es,. diría, casi categorial, ep el sentido de que pueden presentarse situaciones en las cuales se participa más (directa o indirectamente) en el gobierno y se es menos, de hecho, "partido de gobierno", debido a la manera. en que los poderes reales, y sus mecanismos, están dislocados en la sociedad burguesa. Éste es el interrogante, o el dilema, efectual; práctico (y dramático), ante el que se encuentran los comunistas en Italia. Pero esto implica exactamen.te lo contrario de lo que sostiene Althusser. De ser siempre y comoquiera que sea "partido de gobierno", y no secta de propagandistas del comunismo (no veo un tercer camino) , . es decir, de tener siempre propuestas creíbles y una perspectiva positiva también inmediata, que incida sobre toda el área de la sociedad, o al menos lo más extensamente posible. En Italia este modo de ser lo hemos tomado con d biberón: con el "partido nuevo" de Togliatti. Naturalmente, esa tarea puede ser cumplida bien o mal, o más o menos bien, de manera aparente o sustancial, y a través de diversas fases de maduración. Al cen·arse toda fase histórica, y al abrirse una nueva, se trata, evidentemente, de hacer el balance crítico: a ello está dirigida la única "mem1•ri..1 histórica" útil, y no retórica o mistificatoria, del partido. Lo cuai uv siempre es fácil. En ciertos momentos, en ciertos "recodos del camino'', se demuestra que es particularmente difícil ser herederos de sí mismos. . Saber ser ')lartido de gobierno" significa también otra cosa, esencial y concomitante: no ideologizar jamás las tareas inmediatas y lejanas de la clase obrera (por ejemplo no ideologizar la cuestión de la hegemonía). La llamada "batalla ideal" debe (o debería) tener siempre en cuenta esta exigencia. (La "cl~e obrera no tiene ideales que realizar -decía Marx-, sino que debe liberar los elementos nuevos de la sociedad .. .!' Este punto debería ser entendido hasti el fondo, y es más actual que nunca.) Todo esto tiene que ver también con la "transición" y con la "transformación del estado". "Centralidad de la transición", aice De Giov.anni. Me parece muy bien (sin embargo hablarnos ele demasiadas "centralidades": de la clase obrera, del parlamento, del problema de los jóvenes y ahora de la "transición". No r.staría mal decidirse, y contenerse, acerca del uso de esta palabra. ) ,'. Pero de _qué transición se trata? Si no. es todavb. (y parece que no lo es) la transición al socialismo, es deber (de cbse) precisar sus té!'minos. ¿Se ofrece cierto modus vivendi al capitalismo?; ¿cuál?; ¿dentro de qué límites (precisamente de transición ) ? : ¿dónde se ubica el desafío? La presente discusión ha tenido como preccdmte un artículo de

De Giovanni, sobre el cual llamó Ja atención Rossanda. De Giovanni concluye ahora su intervención diciendo: "el esfuerzo ~eórico debe s~r enorme como para exigir que se desarrolle el lugar colectivo donde teona v política puedan encontrar entre sí una dialéct~ca que. hoy se está. disrersando". Las últimas palabras, me parece, estan matizadas por cierto pesimismo y contienen, de todos modos, una alarma. Comparto la alarma.

I" B. De Giovanni .. Difusión de la política y crisis del estado", en 1'eo~í .. rnarxiJta del estado, ci;.; R . Rossanda, "Crisi e agonia dello 'Stato come med1aton:'. Una discussione su 'Riuascita' " , en ll Maní/esto, 5 de marzo de 1978.

La "utopía real" del socialismo lring Fetscher

En la presente discusión est' · . . ticas En' l ., , an en Juego cuestiones smgularmente prác. conc us1on ·como d b , · . ' e e er1a ser una sociedad socialista , . y comumsta, en la cual los hombres vivan d , más capaces de real1ºzarse , . • ., ca a vez mas hbres, cada vez a s1 mismos: Responder a preguntas como ésta im r las razones por las c~ales en la ' un · , sp l~~ _comprender, entre otras, . . ' 10n ov1et1ca y en las dem · popu lares mflmdas por la URSS l0 d h . oc:ac1as ' .s erec os del hombre siguen siendo violados y no se como u~ camb· prol~u~ven la literatura, la ciencia y el arte así IO cua itativo de la vida cofd" ' 1 iana Y de las relaciones entre los hombres Esta 1 •, . ac arac10n es necesaria sobre t d 1 adversarios de todo cambio o o porque os . 1 .

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occi dental:s se d:n porque 1os apologos conservadores d 1 . d ., . . ' que lo que allí s 1 d e a soc1e ad sov1etica sostienen e 1a crea o corresponde " 1 . . ob3· eti vos de Ma " . . as rea1izac1ones de los rx ,, constituye la " · b d 1 del marxismo" (Ieni~ismo) . prue a e a verdad y del poder Con esta aclaración ante t d h · , · hecha por nadie de o is~onca que hasta ahora no ha sido de las tareas má . manera e austiva, aun cuando debería ser una . s importantes para un historiógraf · c1ona otra cuestión la c e t", d o marxista, se rela. . . 1 fundamentales del ' .u s wnM. e a remterpretación de los conceptos · marxismo. ientras tanto los conceptos fundamentales d M me pare~e evidente que do en el momento en ue e no po i~ c_ambiar de significarato ideológico de esta¿/' se ~on~er_t~an ~en. p~rte integrante del "apaen a mon Sov1etica. Por ejemplo, el con~

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cepto. de "dictadura del proletariado" ha sido convertido, de un concepto que describe una condición social en el período de transición entre el capitalismo y el socialismo, en una categoría de "técnica del podc;r". Rosa Luxemburg, quizá por primera vez, ha subrayado que ésta es una transferencia acrítica de las concepciones políticas burguesas a las proletarias y socialistas. Por otra parte, la tesis defendida por Marx y Engels, según la cual la dictadura de una clase -sobre todo cuando esta clase logra presentarse de manera creíble como representante de la sociedad entera- puede comenzar de una forma (política) democrática, ha sido suprimida u olvidada. Solamente cuando no lo logra, o cuando le ha resultado imposible postularse como representante de toda la sociedad (es decir, de los intereses de la mayoría), se hacen necesarias formas de poder dictatorial (como en el bonapartismo) . Sin em. bargo, cuando la democracia se vuelve menos útil a la burguesía para mantener su propia . dominación -Rosa Luxemburg- la democracia depende de la clase obrera, que por su parte debe tener un interés vital en su mantenimiento (o en su restablecimiento) . No obstante, si partimos del concepto real de "dictadura de clase" (y no de su reducción técnica a uso del poder) , surge inmediatamente el interrogante de si tenía sentido y era justo hablar, d,espués de · la vicforia de la revolución . de octubre, de "dictadura del proletáriado" en Rusia, cuando de hecho el poder era ejercido solamente- por un aparato de partido, en nombre de un proletariado casi no presente, diezmado además por la guerra civil. De todos modos, la exigencia de Althusser de que el partido permanezca a cualquier precio fuera del estado para funcionar como instrumento primario "de la · destrucción del estado burgués" y, más tarde, para ser "uno de los instrumentos del desgaste del estado", habría por cierto significado en 1917-1920 que los bolcheviques renunciaran totalmente a la dominación política sobre el estado posrevolucionario y cedieran a socialistas rernlucionarios y mencheviques -tal vez en una coalición- el poder de gobierno. Es un hecho que las "masas", a cuya cabeza pudo ponerse un partido obrero, formaban en realidad una pequeña minoría de la población, y que un partido genuina y primari¡unente apoyado . por las masas campesinas (como los socialistas revolucionarios) habría tenido eri elecciones libres las mayores posibilidades. · Por consiguiente, si se acepta la crítica de Althusser, y varios elementos impulsan en esa dirección, es necesario poner en duda también el carácter proletario-socialista de la revolución de octubre (o por lo menos del nuevo sistema social y político construido en la URSS después de la NEP) . La sociedad rusa no sólo estaba "políticamente inmadura", sino que estaba inmadura

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IRING •'t::TSC.: 11 ~- R

desde el punto de vista social y econom1co para una transformación El "convertirse en estado" por parte del partido no correspo~d1a PºX: e:'º a una necesidad teórica del marxismo, sino a una ne~es1dad practica (pragmática) : la acelerada industrialización un. pa1s agrario atrasado no podía ser realizada sin una élite que 1mpus1ese la "acumulación originaria". Que esta acumulación haya s· d llamad . ris t a " , cuan do en definitiva era un fenómeno de capil o . a " socia talismo de estado, es otra cuestión. Al~husser roza sólo bre,·emente el fondo de otro problema: si a una ¡~h~rahdad ~e. clases. y capas .sociales debe corresponder también una p!u1~hdad yohtica. Si ~e a~h~a el concepto de hegemonía de Antonio ( 1 ramsc1 a la lucha 1deolog1ca entre partidos competidores, resulta cvident~ que esta lucha exige esfuerzos reales por parte de sus exponentes solo ~n el momento rn que no es determinada a priori a través d la de las competidora.-,. Gramsci opinaba que nuevos intelectuales orgamcos del proletariado debían conquistar para sí parte importante de los "antiguos" intelectuales. Este esfuerzo tendrá tanto. mayor cuanto mas ' mc1sivos · · . un éxito , sean sus argumentos, e uanto mas se articulen de manera evidente 1~ intereses conscientes ?e ..º~ras .p~rtes de la P?blación. S~lamente si en la esfera prepolítico.J~111d1ra tx1stc esa pluralidad --no solo de partidos sino también de todo lll~º. de grupos Y. or~aniza~iones, como en la actualidad los grupos fen!m_1~tas, los 1~?v1m1e~tos . Juveniles, l~ "iniciativas civiles" [Bürgerinit1atwen]-, la· estatahzac1on de la sociedad" puesta de reliev~ por Althusser puede hacerse retroceder rrracias a una uradual "soc· ¡· ·' del estado". "' ,,, 1a 1zanon proletario-soci~ista.

?e

repr~1ón

ide~lo?ías

lo~

¿Qué rf'glas del juego entre partido y estado? ~:r~o que la distinción e~tre política msis~~ tanto ~s de ~r~n importancia.

y estado sobre Ja que Althw;ser Su crítica de Ja tradicional concepc1on marx1sta-lemmsta del partido (que reproduce dentro de sí 1 ef_structuras de un estado más o menos burocra' t1ºco) t amb', as . 1en me parece ecun~a . Con cst~'. sm embargo, surge el problema de qué aspecto debe asumir la transm1s!6n de Ja influencia hegemónica del partido sobre el estado (el _que rruentras tanto seguirá existiendo) durante un período no premado. Althusser habla aquí de las reglas jurídicas del juego c¡ue, protegen tanto a las personas corno a los opositores. Me parece qu~ aqm -como .en . el ~aso de la democracia- se debe tener por cierto que algunas mstltur 10nes y conquistas se originaron en Ja revolución

143 t:TOPÍA RE .-\L DEL SO

burguesa p~ro que no Pstán necesariamente limitadas en su significado a la época burguesa . Por ejemplo, cuando los socialistas plantean en Checoslovaquia, en Ja Carta J97i , rci,·indi caciones que casi doscientos años ant2s habían sido formuladas por la burguesía francesa, esto puede ser interpretado como indicio de una enorme regresión, pero sin embargo. se puede también deducir de ello que los derechos fundamentales (derechos del hombre y derechos civiles ) constituyen siempre medios de defensa indispensables contra un estado omnipotente. A estas "reglas del juego político" pertenece ' tamhién toda una serie de "máximas de procedimiento" o leyes y decretos pragmáticos (por ejemplo, la forma de las elecciones) , que habitualmente son modeladas por las respectivas clases dominantes de modo de dejar a las clases dominadas poquísimas posibilidades de conquistar la mayoría. Sin embargo, es característico de estas reglas (por ejemplo la ley electoral de tipo mayoritario) que sigan siendo eficaces sólo mientras permanezca intacta Ja supuesta hegemonía ideológica de la clase dominante sobre una mayoría apenas suficiente de la población (o sobre una mayoría, por Jo menos, bien distribuida) . LTna vez superado este límite, una ley electoral semejante puede tener también efectos inversos (como en las elecciones comunales francesas, donde en algunas localidades los dos partidos de izquierda detentan, con el 51 % de los yo tos, la totalidad de las curules) . De. todos modos, Althusser tiene razón al subrayar que no es posible esperar que la. acción de las masas populares se pueda expresar "a tra\·és de la limitación o la supresión", como en la URSS. En este caso, se llegaría solamente a aquellas formas trágicas de. la insurrección salvaje que son ahogadas en sangre. De la misma manera sigue siendo única, aunque irrenun-. ciable, y debe ser defendida si es necesario con la mifitancia, la exigencia al estado burgués de que éste no limite el libre juego de los grupos que luchan por la hegemonía ideológica y que sea el primero ~: .­ respetar las reglas del juego, formuladas en Ja constituciówi ~ ,.~ lllS leyes. .. · . ., En esta teoría advierto solamente la ausencia de una referencia .. la actividad práctica del partido o de las personas influida;; por él (porque también éstas deberían permanecer "fuera" del ~stado) en los organismos "estatales", es decir, en el parlamento, en las administraciones locales, etcéteFa .. Puesto que obviamente al partido le son prohibidJ.s las coaliciones, ¿pueden formarlas las personas inspiradas por él, es decir, sometidas a su hegemonía ideológica? Y estos grupos de personas, ¿no serán organizados para nada? ¿No habrá, por ejemplo, ningím "grupo parlamentario"? Me parece -tal vez no comprendo exac-

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!RlNG FETSCllER

tamente a Althusser- que su demznda de "abstinencia" total respecto del estado es difícilmente realizable. Admitimos sin embargo que exista junto al partido una organización -de cualquier tipo-- de aquellas personas que son activas en las instituciones política5 (del estado). ¿De qué manera debe conformarse entonces la relación de esta organización con el partido? ¿Deberá haber tal vez un "mandato imperativo" del partido para sus miembros en los organismos públicos? Por cierto que no. Pero si no es así, ¿cómo se desarrolla entonces su influencia? ¿Sólo a través del traba jo ideológico del partido? Necesariamente, entonces, vuelven a p~antearse todos aquellos problemas que casi todos los partidos socialistas y socialdemócratas han vivido en los últimos ochenta años. Lo que Althusser _dice acerca del "comunism~" (estadio superior de la sociedad posrevolucionaria) tiene un tono de notable incredulidad. Y trae un poco a la mente la casi resignada referencia: ·de Mao Tsetung a los siglos que todavía deberán pasar antes de que el "hombre nuevo" se imponga en una nueva sociedad. Califica a las fórmulas marxianas del "reino de la 'libertad;, (¿también la de El capital?) de "idealistas", y polemiza sobre todo contra la demanda d~ Marx de una transparencia de las relaciones sociales, afirmando qüe con ello se entiende, en últiina instancia, ·"una sociedad de individuos sin relaciones sociales". Me ·parece que éste es un error decisivo de interpretación_ de Marx.. Por "transparencia" Marx entiende no la Jaita de relaciones sino su plena cognoscibilidad. Un niño reconoce su dependenci~ respecto de la madre, y sabe también acerca de la dependencia (en la familia patriarcal) de la madre respecto del padre, ·pero no alcanza ,a descifrar -aunque con los años se convierta él también en trabajador asalariado-- la dependencia de los individuos en una sociedad capitalista; no la entiende porque está encubierta por el fetichismo de las mercancías y por la cosificación de las relaciones sociales. Se tiene la impresión de que la máquina produce riqueza y. que, por eso, el propietario de la máquina se apodera con todo derecho de una parte de la cobranza realizada mediante la venta. Acerca de la magnitud del salario se puede discutir, pero la legitimidad de la ganancia parece admisible. Hasta la propia ciencia, cuyos resultados son utilizados por los empresarios para la producción, se le aparece al simple trabajador como parte del capital. En la medida en que aquélla es aplicada para la racionaJizac1011 y le quita su puesto de trabajo, el trabajador tiene inclusive la p~-u~ba tangible de que tecnología y ciencia natural son "parte" del capital. Esta no "transparencia" y distorsión desaparecería en una asóc:iación libre de productores, que decida_por sí misma qué debe ser pro-

l'Tül"Í."> }{EAL DEL o; fl d.el pensamiento de Gramsci en el coloquio de Florencia: ~na relac1~n mmcdiata con el proceso político). . Por cons1gu1e~ti:, el tip? de objeción que Althusser ha expresado más propia' del "caso 1ºtal"1ano" h a enacerca el de la temat1ca . . poht1ca ., con~r~ o, en la d1s~os1c1on a reconocer la existencia de una crisis cstrat~g1ca de los partidos del eurocomunismo, un presupuesto para. converti~se en e~tímulo a fa cr.ítica de las recomposiciones apresuradas de conflictos sociales y antagomsmos, y para precisar y profundi"zar 1 d d d ·· · as vera eras a qu1Slc1ones, .traducibles en otros lenguajes. Sin embargo pa~ecc que ha tenido una influ:~cia negativa la sustancial ev:uiva: ; ; Í1~ 1 te _cf e Al!~usser,, de la cues!ion central sobre la cual versa nuestra discuswn teonco-polztzca más stgriificativa es decir del tema q e - l d L · · ' , u , como h ~ sc11 a. a o up?nm.' d~ide sobre todo lo demás: la crisis del estado asistencial Y sus tmplzca~tones. Para explicar este vacío no es suficiente la transpa~en te desconfianza de Althusser hacia el significado m · de la cu.estión de la relación entre movimiento y crisis institucional'.smo ~s cierto, este debate ha registrado la crisis del filósofo tradicional fu~, de una función resolutiva de la síntesis individual en la reco'n~ cihacio~ d~ teoría Y política, que sólo puede ser el fruto de un intelectual co.ect1vo, de ~~_proceso, que en la actualidad está en peligro. Pero una .espec1f1c1dad acerca de aquel nudo esencial no puede dejar de plantear mte:rogantes de distinta naturaleza. Por un lado sn tesis central del marxismo como teoría abierta resulta li~itada e i:nprec 1sa puesto que n? se . ~lant:a. la cuestión ele los instrumentos conceptualc~ p~ra una :ediscus1on cnt1ca de los resultados de la moderna politolog~a (~Jor e1emplo, de los interrogantes planteados por co~ponentes que P oceJcn de la escuela de Frankfurt). Por otra parte .Ja def" · ·' d l estad0 d h . , m1c1on e m~ erno que se a propuesto parece abrir contradicciones dentro ele! mismo planteamiento de Althusser.

e! .

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A~IPLIADO

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La cuestión decisiua es el análisis de las farmas y de las contradicciones del estado ampliado

La afirmación decisiva de que "todo es política" y que por consiguiente ésta no se reduce a su objetivo inmediato, el poder político en sentido estricto, no es acompañada por una verdadera profundización de las formas de difusión de la política, de la ampliación del estado. El estado ha estado siempre ampliado, ha intervenido siempre en todos los niveles de la sociedad civil, la cual, en consecuencia, no puede menos que ser considerada metodológicamente como distinta, so pena de caer en la "ideología jurídica burguesa"; desde siempre el estado ha estado en condiciones de integrar en sus aparatos ideológicos la totalidad de las formas de hegemonía, de volverlas funcionales para la ideolo·· gía dominante: el concepto marxiano de reproducción social es decisivo para explicar "lo esencial" de las llamadas superestructuras. En sustancia, Althusser retoma, rigidizándola (como han observado Altvater y Kallscheuer), su posición de hace cerca de diez años (el conocido artículo publicado en La Pensée en 1970 y Philosophie et philosophie spontanée des savants, por ejemplo) ; pero es difícil reconocer hoy en estas tesis la actitud de oponerse al funcionalismo, como entonces, eficazmente y en su propio terreno, Es indudable que en la· posición defensiva de Althusser, que liquida d.e un golpe diez años de discusión de la teoría política de Gramsci, pueden individualizarse JJ menos dos razones, la advertencia de riesgos teóricos y políticos di::: propuestas replanteadas recientemente. Por un lado, la configuracióu de antiguas y nuevas formas de historicismo puede inducir .a no considerar agotada su polémica de los años 60 contra cierto "gramscismo", hasta el punto de desconfiar de los mismos instrumentos conceptuales cuya reelaboración ha sido estimulada por su crítica en estos últimos años en Italia y Francia (crisis orgánica, revolución pasiva, estado ampliado). Por otro lado, es innegable que · el debate ideológico sobre d "estado ampliado" se ha convertido en oportunidad para retomar, a través de diversas tradiciones y culturas, formas de evolucionismo : sobre la ideología italiana de la "primacía de la política" ha pesado, por cierto, la efectiva contradicción existe~te en el sistema político entre estado .democrático y continuidad de los aparatos; pero de su relación con una enfatización de las m(;dificaciones de la relación entre estado y economía posteriores a la crisis dr

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as acta~ del coloquio acaban de ser publicadas en Vari~s autore• l'o~~ft~r~ ~~~~t~~ ~;ª;'.llci, edición a cargo del Instituto Gramsci, 2 vols., R oJll,t, ..

FORMAS DEL ESTADO

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Véase Althusser, "-Ideología y aparatos ideológicos del estado'', cit. ;Id.,

Filosojia e filosofía spontanea degli scienziati, Bari, De Donato, 1976.

r'ORMAS DEL ESTADO AMPLIADO

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MARIO TELO

1929 ha resultado una hipostatación de la autonomía del momento de la política por las clases dominantes, en élave a veces neohilferdinguiana, a veces neerooseveltiana, pero siempre con una elusión de la crítica marxista del estado, del análisis, inclusive en el plano nacional, de las diversas o más mediadas formas asumidas por la dominación de clase, dentro del estado ampliado. Sigue siendo infundado, en consecuencia, confundir la problemática ·de la ampliación del estado con su subordinación a la ideología de la autonomía de lo político. Se trata de experiencias históricas y de hipótesis teóricas bastante diversas, de las cuales no pueden ignorarse los aspectos decisivos de contemporaneidad, el vínculo con problemas del presente. No es útil asimilar en la categoría genérica e indistinta de "revisionismo" fenómenos que tienen su origen en una efectiva crisis del marxismo (que el propio Althusser hace remontar a los años 30) . La profundidad y el carácter general de esa crisis teórica es confirmada, por otra parte, por ·el hecho de que su primera manifestación se sitúa en Jos años 20, en el momento en que se hace evidente Ja contradicción entre el significado periodizante representado por 1917, como verificación y al mismo tiempo refundación de la teoría, y · la fallida recomposición de revolución rusa y revolución mundial (aspecto ciertamente no secundario -el de la traducibilidad- para una teoría que quiere ser universal). El stalinismo cubre y oculta la crisis de la universalidad del pensamiento de Lenin, que es crisis política, pero también crisis de la actitud de interpretar y referirse a una modificación de la estructura del mundo y a las nuevas formas de reordenamiento capitalista (el fascismo, la nueva relación entre desarrollo y crisis, etcétera), que la propia revolución de octubre y el nacimiento del movimiento comunista han contribuido decisivamente a determinar. De estas exigencias parte la nueva fase de investigación sobre la teoría política de Gramsci. no orientada ni en sentido historicista ni evolucionista; la hipótesis es que el nexo entre crisis del marxismo 'Y cr,isis de la capacidad de análisis y de conceptualización de las formas que poco a poco asume la relación entre política y economía es bastante más apremiante de lo que opina Althusser. Lo que es cierto es que quien parte de una crisis teórica (la ·cuest~ón de . la previsión) y política (éxito y bloqueo de la revolución rusa, derrota en .Occidente; pro-· blerha de Ja formación de un movimiento histórico sobre la base de presupuestos estructurales) no puede ser reducido, como ha ocurrido en el abrazo. mortal de algunos intérpretes, a "sociólogo de la superestructura". El uso metodológico del par estado-sociedad civil en el análisis de una formación social nacional (uso procedente de Lenin y

de Trotsky -1905- más que de filiación hegeliana .?irec~a) permite, más que una indagación realizada mediante deducc10~ ~irecta ~e la rítica de Ja. economía política, referirse a las cont:ad1cc10nes ev1den~es respecto del orden lógico, del esquema de El capit~l: el nuev? .n~xo entre desarrollo de las fuerzas productivas X tend.enc~as ª}ª crlSls, la expansión del estado y en general ~e las. orgaru~c1ones , ,¡~ forma'ón de nuevas estratificaciones sociales mtermed1as, la persistente o ~~entuada vitalidad de las ideologías de masa. El prograr:ia es, por ·erto el de una reformulación de la teoría general del marx1smo, pe~~· • ' • " ¡Cl mi' 'IDO que en el Marx de las obras "h1stoncas , me d'1ant e la. U t1h ·· z~ció~ controlada de categorías que permitan no sólo evaluar la d1m~n· ' d 1 sociedad civil a la estructura, smo .,.·'. '.; · "• >::/!>';~· . •• l .d I . .. ºfi~ sión procesual de la a d ecuac10n e a también afrontar en el nivel adecuado la'_ ·cuest1on esenc1~ e s1gm cado teórico de aquellos que a los ortodoxos le~ han. parecido ~ les p~­ . " " "residuos del pasado", "particularidades nac10nales . 1 ecen errores , . d ¡ "' 1 al .Es cierto, no descubrimos en Gramsci (teórico e m:e ec.tu .colectivo") "la ciencia política marxist~", sino elementos de ciencia abierta: un análisis de los datos nuevos como producto Y. ,momento d~ la dialéctica inmanente entre la tendencia a la superacw.n del modo de producción y la expresión de las reservas vitales .co~te~idas en las re~a. · les "'..,,.., #V;•,tentes y, en el centro de esta dialectica, de .la, ampliaciones socia cion del estado; y al mismo tiempo el esfuerw de elaboracm~ ,?e. un concepto (revolución pasiva) que permita ~omprender la ~ultipncidad de las situaciones y de las fases coyuntural:s en que se articula un período de transformación. Considerar conquistada (:~1;1º de. e~a manera innegablemente se hace) Ja supér~ci~1: de. la prevlSlon lemmana·' sobr~ la crisis general del capitalismo, significa mvolucrar toda la teon~ P~ Íítica de Lenin, pero no para suprimirla sino para reformular de la .constitución de la clase obrera como las ra '1ces· la cuesti-On · · · d 1917 transpordiri ente. El giro constituido por el acontecimiento e . ' tad~ al terreno nuevo de la lucha dentro del est.ado ~1:1phado, /ª~1:ma contra el evolucionismo, produce una extrema d1.l~tancabalgarse de las tesis de Marx acerca de la, transi1

Cfr. los artículos aparecidos en abril último y traducidos al español en L.

Althusser, Lo que no puede durar tn el Partido Comunista, Madrid, Siglo' xXÍ, 1978.

EL PARTIDO DEL

'.W9

~STADO

. . e centren (como en el Manifiesfo o ción revoluc10nana: ya sea ~~e.\· de una clase directamente "orgaen los textos de 1848) la m1c1~ iva la cuestión de las transfonna' ) nizada en partI"do por~ tico" ' pero ignoren l ' l. . de la Comuna de Par1s d 0 b e (como en os ana isis "d ciones del esta o; i n al del funcionamiento e1 q ue planteen el problema de la n~tur ezalayfuncióri del .partido revolase b " n°ro sm que · . "'obiemo de la e o 'rera ' r- . d Es como si estos dos probleb • • o mas que exanuna a. . ' 1 lucionario sea poc . . n nin ún espacio en comun en . a mas (el estado, el partido). no tuvi~se " gtos de vista" incompatibles teoría, como si correspond~e=i: ;sco= si el concepto de "ra:tidó acerca del proceso revoluoo d . 1 tan"o" representaran dos soluciones · · " Y el de "esta o pro · ·6n " al revoluc10nario . e · blema el de la "trans1ci ' · 00 y nusmo pro ' concurrentes para un um , d la hegemonía histórica de los ~comunismo (o de la autononu¡¡ª y . e p .de más a~nque la experiencia ta d 0 una de e as siem re ha 1 . ) . . otra fm"asse que se Panba1adores , es n . h d 1 unponga una y 1a · 11' p , de las luc as e c ase 1 " od 1 " de la Comuna de ans d ez que e m e 0 · teado nuevamente ca a v d d 1 d' especialmente en la Rusia se ha vuelto a presentar en el or en¡ ~, :~ltural china en 1966-1967. ., . 1917 1918 v en la revo ucion sov1etlca en - . ' , · t de este problema. Algunas observac10nes a propos1 o

:n

Partido y "aparato"

M~strar

. b " e ueños aparatos de estado"' consen, los partidos oelre;~~d: b~rgués y, en consecuencia, potentrmdos segun el modelo d f . . . nto o comoquiera que sea, des. · t ados en su uncionarme ' c1almente m egr d . . ' (t mbién más allá de una ruptura . d ar su repro uccion a . , b tma os a asegur , revolucionaria) : ¿no es este un 1ugar común de la soc10log1a . urguesa (después de Michels al menos) ? , haya sido tomado en préstamo No es, ?1sual que . este. lu~,::~i:u:esde luego por los fundadores. de por la critica anar~msta, y .. 1 funcionamiento de la sooal.d mstas para criticar e , .. d los part1 os comu d· otra parte toda su practica e · · ente cuan o por ' democracia, dirigente d e 1a . . , prec1sam de las luchas y su ' coneepción - del papel . orgamzac10n , e!ase obrera. ~. les opoma. 1 seno del propio movimiento obrero, e~ta Que penodicamente, ~n e, . bios es sin duda síntoma de un . · por decir as1 sm cam ' , ., l eba de que dicha crítica reposa aun crítica resurgiera problema real.. Es taro.bien a p~~ lo que es el estado, como- de lo que sobre nuestra ignorancia, tanto .d breros como formas y productos . t nuestros partl os o . d son efectlvamen e . d no menos que sentirse unpacta o históricos. En particular, no pue e u

..

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ETIENNE BALIBAR

por el hecho de qué Althusser, qué expHcitrunente se ha levantado contra la insuficienciá de la metáfora tíe la "máquina'; á propósito del estado, la teproduzca a propósito del partido tuitndo Se trata de explicitar la dependencia del partido respecto del estado. En realidad, ¿no es simplemertte esta crítica iá invetsa: de la: pretensión evidenciada por el propio ápatato de los partidos? En Francia existen lás condiciones para v~rificat todo esto: dado que el punto de vista oficial de la ditección del PCF a prc>posito dei centralismo democrático (punto de vista que se reafirma pe manera pupzante en el 22° Congreso, acetca de lo cual Paul .Lauterit acaba de public:;at un libro) es que el ~stado es un11 cosa y el pattido otra; qtie por esta razón sus "reglas de funcionamiento" spn qpqestas y requierep por µi:lfi parte el pluralismo y por otra el centra:HSI11o; q* en el "sociaiisrpo qué queremos" ( distintó del de- la URSS) hal:>r4 indep~dencia del esté!.dO y del partido, de manera que cada' quien sea "libre" pata reaiizar pleqamefite su finalipad propia, etcétera. Supongo que la especificidad instítucional de la situación italiana, en la cual la ct>nstitución surgida de la resistencia permite pr~e4tar corpo conquista popular ( adquitidá, o al menos recuperable) el reconocimiento ideológico de los partidos antifas. cistas como "trama asociativa" del estado, produce un discurso diferente: en particul~f, ta idea tJe qqe el pluralismo (de los grupos sociales y tamhi~n de las Glases) penetre cada uno de los grandes partidos de masa. ~n consecuencia, ep. lugar de oponer mecánicamente el funcionamiento del partido al funcionamiento del estado, la democratización del pa,rtiqp a la democratización del estado, habrá más bien la tendencia identific¡irlos en u¡:i proceso de acción recíproca: el partido es .el instr~ento de una d~mocratización del estado · en la medida misma en que progresivamente se convierte en est¡ldo, es decir, se democratiza él µlÍSJno ~plia.ndo ~u base de masa y su capacidad de mediación políüca entl'll lo~ intereses qe los s~ctores ·populares. Pero, en qefin¡tivª, ¿esta variante no . lleva nuevamente al mismo punto? ¿No se limita a -desplazar a la coQfrontación entre los partidos que están uQides y compiten en el seno del estado la diferencia que en la icleolog~a qel fCF conduce a la relación entre el partido y el estado, ~ c;ledr, de hecho el gobierno (véase esta tesis· significativa: "el estado de los monopoliós funciona como un partido único de la burguesía") ? O m¡Ís aún: · ¿no se contenta con recrear de manera distinta la oposición entre "estado bueno" (democrático) y "estado malo" (corporativo) o entre "partido bueno" (aquel que permite la iniciativa .histórica de .las masas~ y "partido malo'' (el que la reprime y manipula)? Oposición abs~ta y moral que muest,ra suficientemente en todos los

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l,l. pARTIDO DEL E STADO

. . d ara analizar la génesis y los efectos rasos considerados la mc~p~cida p 1 ue "trabajan" actualmente a }listórii.:os de las contradicciones rea es. q 'ltimo análisis también . . b. en consecuencia, en u ' d b Jos partidos o reros, y b' t' fundamental el que se e e · 1 ·No es este o Je ivo ·d b a 1a propia c ase o rera. e ' . " d 1 de estado" de los part1 os ' d la critica del mo e o 1 d 1 idealismo? plantear a traves e romunistas, y que sólo puede arrancar o e ' ya " e.,... el estado" Las masas estan

. , caso "fuera del estado". Por el t' nunca en mngun ' ' d . ' d de "relaciones estatales' ' es ec_1r, Las masas no es an t, a presas en una re . " f o rontrar.i~, es ª? Y. . códi 0 de las "calificaciones P~~ esi de div1S1ones mst1tuc10nales (el g . nacionales) en func1on de . el de las pertenencias . hi , . nales, lo mismo que . . ideoló ico que en e