Dio Bleichmar-manual de Psicoterapia

Emilce Dio Bleichmar MANUAL DE PSICOTERAPIA DE LA RELACIÓN PADRES E HIJOS PAIDÓS Barcelona Buenos Aíres México PREFA

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Emilce Dio Bleichmar

MANUAL DE PSICOTERAPIA DE LA RELACIÓN PADRES E HIJOS

PAIDÓS Barcelona Buenos Aíres México

PREFACIO

¿Está vivo el psicoanálisis? Después de un siglo desde el descubrimiento del inconsciente, el psicoanálisis ha experimentado un profundo cambio: principios mantenidos como dogmas durante muchos años van siendo reemplazados. Lo central a remarcar es que la transformación no resulta de la obra de un autor, no se trata ni de Klein ni de los neokleinianos, ni de Lacan ni del psicoanálisis francés, ni de los relacionistas de Estados Unidos. Se trata de un cambio de pa­ radigmas, .que va generando una renovación.de la forma de pensar v de proce­ sar JgJnfoTO^cióik.elínica, y la teoría del de^irollo.-.e§.rfflip. dp lffi.piiar$g con­ movido desde los cimientos mismos. El pensamiento que ha prevalecido en las distintas teorías sobre el desarrollo en psicoanálisis ha sido guiado por principios patomór&CQS. Las fases de la libido no se refieren sólo a la progresión de la pulsión, sino al origen de entidades psicopatológicas definidas—lo anal y la neurosis obsesiva-—; la progresión en la or­ ganización psíquica durante el primer año de vida se concibe desde una óptica psiquiátrica; Melanie Klein sostiene la etapa esquizoparanoide y depresiva, y Mahler la autística y simbiótica. Y este tipo de pensamiento tiene una explicación lógica: los psicoanalistas fueron los primeros que se animaron a tratar a niños e infantes y eran los que reconocían la depresión cuando la psiquiatría desmentía su presencia en la infancia. Los psicoanalistas se veían acuciados por problemas clínicos urgentes y leían el desarrollo desde la patología y la reconstrucción de re­ latos de pacientes adultos, o sea, desde una perspectiva retrospectiva. Las inves­ tigaciones en psicología del desarrollo aportaron la observación empírica y expe­ rimental del niño en contextos naturalistas de interacción social, permitiendo en la actualidad poner en relación a un infante clínico con un infante observado, como subraya Daniel Stem, así como sentar las bases para una teoría evolutiva prospectiva desde la normalidad de las distintas dimensiones de la subjetividad. Éste es uno de los principios que guían este texto, partiendo de las propues­ tas clásicas del psicoanálisis que provienen de contextos clínicos: poner a traba­ jarlos fundamentos en que descansan tales propuestas y confrontarlas con los hallazgos de las investigaciones empíricas. .. . . '•. ; .......... El estudio del niño en desarrollo en contextos naturalistas condujo a no po­ der dejar de tener en cuenta a los padres y adultos que hacen posible la vida

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humana, de modo que las teorías fueron incorporando una concepción relacional del desarrollo humano, poniendo de relieve 1a.lntersubie.tiyidad..com.QÍu,ente v trama básica de la subjetividad intrapsíquica. Por otra parte, los impresio­ nantes descubrimientos en neurociencia y la expectativa creada por el avance en el conocimiento del genoma humano parecieron en algún momento crear un potente contrapeso a las corrientes constructivistas del desarrollo, lo que hizo suponer que la parentalidad apenas importaba. No obstante, las investigaciones actuales muestran al cerebro como operando de forma plástica, y al parecer se encuentra menos constreñido por límites predeterminados de lo que se había pensado previamente. La información en el cerebro es representada y procesa­ da por sistemas neurobiológicos que mantienen una interconexión funcional, basada en mayor proporción en las exigencias de la: experiencia que en estric­ tos esquemas genéticamente determinados. : : : : :: : ::: : La comprensión de ios fenómenos del desarrollo requiere conceptos rela­ ciónales o coactivos de la causalidad, en oposición a causas únicas que operan en un supuesto aislamiento” !! concepto clave es entender que lo que impulsa el desarrollo es la relación entre dos componentes, y no la progresión de un componente en sí mismo. Cuando se habla de coacción como el corazón de la causalidad evolutiva, lo que se quiere enfatizar es que necesitamos especificar alguna relación entre, al menos dos componentes del sistema en desarrollo (gengen, persona-persona, organismo-organismo, organismo-ambiente, actividadconducta motriz). El concepto usado más frecuentemente para designar la co­ acción es el relativo a la experiencia.1 De modo que los modelos de desarrollo se van haciendo más complejos, la oposición natura-nurtura estalla en el cam­ po mismo de la biología y a su vez, como ya lo planteaba Piaget, recurrir al con­ cepto de vida social parece inadmisible en psicología: ''La sociedad no es ni. una cosa ni una causa, sino un sistema de relaciones que el psicólogo debe analizar y distinguir separadamente en sus efectos respectivos-,- : : :. .. . ; I Éste es otro principio que-guía nuestro trabajo, una reformulación del objej to de estudio: del niño a la relación, de la búsqueda exclusiva de procesos de | cambio en la subjetividad del niño al intento de conseguir cambios en las capa­ cidades de los padres para la tarea de parentalización, i I i : : ^ *. A su vez, el principio de la medularidad ha dinamitado la, idea de la exis­ tencia de un centrolntegrador de la experiencia. El psiquismo humano depen­ de de varios sistemas que trabajan al.unísono a través de muchos niveles de or-12 1. Gottlieb, G. y Tucker Halpern, C., «A relational view of causalíty in normal and abnor­ mal development*, Development a n d Psichopatbology, n° 14, 2000, págs. 421-435. Para mayor información véase Dio Bleichmar (2004), «Modelos interactivos en la genética de la conducta y la parentalización*. AperturasPsicoanalíticas, n° 1 ? (). :: ■ :v : 2. Piaget, J. , La form ación del símbolo en él niño, México, Fondo de Cultura Económica, 1961, pág. 93. : : ■ ■

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ganización y no de un único sistema, y a partir de este conocimiento se ha. im­ puesto la necesidad en el psicoanálisis de concebir sistemas dinámicos comple­ jos, no lineales, sino paralelos en su desarrollo y operatividad. De modo que modelos que se centran en la libido, la agresividad, el falo, el complejo de Edipo o la separación/individuación, o sea, en una sola línea de desarrollo, quedan superados por sistemas más complejos y abarcativos de motivaciones y estruc­ turas múltiples que funcionan en forma simultánea, aunque con períodos de do­ minancias y otros de desactivación. :: El tercer principio que. guia nuestra concepción del desarrollo es una am ­ pliación del punto de vista económico en psicoanálisis, es decir, del campo di­ námico de fuerzas o motivos que organizan el psiquismo. Dar cabida a diversos centros motivacionales —autoconservación, apego, sensual-sexual, narcisista, re­ gulación emocional-— que pueden entrar en conflicto y oposición entre ellos o con los sistemas motivacionales del adulto, dando lugar a estructuras psíquicas diversas y sufriendo una evolución y una transformación durante el ciclo vital. La propuesta de que el psicoanálisis es la disciplina que estudia las motivacio­ nes estructuradas34ha sido un impulsor de nuestro trabajo en el diseño del en­ foque modídar-transforntacionetl como cuerpo teórico-ciínico. ' Ante tal cambio de paradigmas no podía ser que la técnica y la acción tera­ péutica no se vieran profundamente conmovidas y transformadas. Técnica acti­ va, participativa, que hunde sus raíces en la escucha pero que propone formas múltiples dé intervención que no se reducen a la comprensión de un sentido oculto. Los cuadros psicopatológicos agrupados en base a diagnósticos categoriales pasan a ser deconstruidos para indagar en cada uno de ellos el estado del vínculo de apego, el balance de la representación del sí mismo, los mecanis­ mos de regulación emocional, las formas de placer sensual/sexual, cuáles tienen preeminencia y cuáles y por qué han quedado desactivados. La acción transfor­ madora tiene que incorporar a los adultos, pieza clave en una concepción mo­ derna del desarrollo, en el punto específico de sus capacidades para tal función vital: la parentalización. De modo que tendríamos que intentar abarcar, en al­ gún grado, el lugar que ocupa la maternidad y la paternidad en sus vidas y di­ señar propuestas de trabajo para optimizar sus capacidades. Nos guía un profundo respeto por la tradición, por el conocimiento aquila­ tado, por lo que el psicoanálisis ha permitido conocer de la mente humana, jun­ to a la voluntad de no ceder ni dejar de problematizarnos por las zonas oscuras, por propuestas que se repiten sin demasiada reflexión ni interés en el diálogo y la convergencia con disciplinas afines. Pensamos que esta dirección de la acción teórico-clínica, lejos de entrañar un peligro para el psicoanálisis, es una forma 3. lichtenberg,P s y c b o a n a ly s is andM otivation, Hillsdale, NJ., The Analytic Press, 1989­ 4. Bleichmar, H., Avances en psicoterapia psicoanaiítica, Barcelona, Paidós, 1967.

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de mantenerlo Vivo y al frente de la profundización del conocimiento. Y por úl­ timo y no menos importante, una vía de superación del eterno obstáculo que ha regado de tinta la literatura psicoanalítica y ha dado:argumentos para todo tipo de cuestionamientos y críticas por parte de antagonistas o desconocedores de la bondad de nuestro instrumento; me refiero a la disociación entre teoría y prác­ tica. Disociación que conozco no sólo por hacerme eco de las críticas, sino por haberla vivido en mi experiencia como psicoanalista. Una situación que siem­ pre viene a mi mente y que repito en mi enseñanza es que ya no tengo ún do­ ble discurso, uno entre colegas y otro con los padres de los niños, que subje­ tivamente ya me siento distinta cuando ejerzo mi labor e interpretando de cuando hablo con los padres sobre lo que sienten con sus hijos, que ahora pue­ do compartir con los colegas o con los padres lo que pienso y digo en el con­ texto de una sesión, siempre que ello no lesione la confidencialidad del víncu­ lo con el niño. •••'• ■: Creo que la escritura de este texto es un vivido ejemplo de un intentó de pensar, trabajar y enseñar con menor grado de disociación.

INTRODUCCIÓN

La com pleja unidad de la experiencia tem prana E l ENCUENTRO CREADOR

:

El avance del conocimiento científico en tomo al genoma humano nos deja maravillados ante la magnitud de la información allí acumulada, contenida y lis­ ta para el despliegue descomunal que comprende la formación del embrión y del feto. Del mismo modo, los investigadores del desarrollo y los clínicos tam­ bién nos hallamos fascinados ante la potencialidad que encierra la relación de la madre con su bebé, verdadera matriz extrauterina creadora del universo psí­ quico del futuro ser humano. El bebé nace dotado por la biología para el de­ sarrollo, pero necesita encontrar un adulto mejor dotado para la adaptación que se haga cargo de la conservación de su cuerpo. La madre lo ha dado a luz, aho­ ra tiene que mantenerlo con vida y permitir su desarrollo. Cada vez tenemos mayor conocimiento sobre la complejidad, la interrelactón y la importancia del universo interpersonai que se pone en marcha durante la crianza y sabemos que la mente emerge a partir de esta relación. ; : La madre aporta los cuidados, y a través de la interacción inherente a los mismos se activarán diversos centros funcionales innatos en el bebé que irán configurando los distintos sistemas motivacionales, es decir, las estructuras que gobernarán la afectividad, ia cognición v la acción. A su vez, tamóién en ia ma­ dre, los cuidados serán portadores de estímulos, señales y mensajes de sus pro­ pios sistemas motivacionales que irán imprimiendo modalidades de desarrollo en el bebé. De modo que para comprender la vida subjetiva de los bebés o ni­ ños pequeños no podemos sino describir las condiciones de partida de los mis­ mos, y estas condiciones se asientan en la subjetividad del adulto. Todo emerge y todo ocurre a través de la experiencia de los cuidados víta­ les, se trata de una única y sola experiencia —tanto para el bebé como para la madre—, pero sabemos que esta unidad de experiencia, aparentemente senci­ lla, constituyey^fuentec^^ bebé. Freud concibió el deseo como motoFde^E“suB]eHvídaS y encontró su

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fuente en la experiencia de satisfacción1 a partir del amamantamiento; las in­ vestigaciones en neurobiologia y los estudios sobre el desarrollo han aportado suficiente base empírica que muestran la existencia de múltiples sistemas de or­ ganización con los que el bebé viene dotado y que encuentran en el conjunto de las experiencias de la relación temprana, no sólo en el erotismo, las condi­ ciones para su activación.

U nidad , modularidad y

procesamiento en paralelo

Si nos sumergimos en la subjetividad de la madre que amamanta podemos describir el siguiente escenario de corrientes simultáneas y paralelas. En primer lugar, se halla ante el reto de comprobar si su organismo es capaz de responder a su ser deseante y si es realmente capaz de hacer realidad el proyecto larga­ mente acariciado de dar vida a su bebé con su propia leche. De modo que si se ha sosegado suficientemente de la experiencia del parto y ya sabe que ha con­ seguido —como hembra de la especie— generar vida, ahora quiere comprobar que puede mantenerla. O sea, que se halla, prioritariamente, ante preocupacio­ nes vitales, heteroconservativas, la vida del bebé está en juego, A esta motiva­ ción heteroconservaíiva de la madre, Stern (1995) la denomina «la madre en tan­ to hembra», para recalcar que, efectivamente, por más alejada que ¡se halle una mujer del siglo xxi de vivir la maternidad exclusivamente como un hecho fisio­ lógico, no debemos olvidarnos de que la mayor parte de las parturientas quie­ ren sentirse capaces de garantizar la vida de su bebé después de dar a luz. Un recién nacido llorando es la imagen de la indefensión, no obstante, una madre que se siente insegura de poder responder a las demandas de cuidados vitales puede albergar hondos sentimientos de indefensión inconscientes que la hagan sentirse tan indefensa como su bebé ante la aventura de la maternidad, y esta ansiedad puede llegar a malograrle la capacidad de darle el pecho (la de­ presión posparto puede tener este subtexto). Sin embargo, si todo va bien, el llanto del bebé es el gatillo que activará la receptividad y disponibilidad mater­ na, respuesta impulsada por su propio sistema motivacional de apego/cuidados. Mantendrá el máximo de proximidad física con su bebé y su capacidad de aten­ ción estará dirigida, privilegiadamente, hacia el recién nacido. : En el primer periodo, aproximadamente hasta los dos meses, el desafío se centrará en su capacidad para atender y regular el cuerpo del bebé y las fun­ ciones básicas deí mismo: hambre, sed, excreción, excitabilidad, ritmo de vigi1. La evocación de la experiencia de satisfacción deí amamantamiento es el modelo y ta expresión que usó Freud para concebir el deseo humano, o sea, el movimiento psíquico que anticipa la cualidad sensorial del próximo encuentro con el pecho. . :

INTRODUCCIÓN

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lia y sueño. Será la incesante tarea de aprovisionamiento y regulación de las funciones vitales la que contribuirá a establecer modalidades de contacto atencional, tono vital e intensidad emocional que se inscribirán en la memoria del bebé como representaciones interactivas de estar-con (Stern, 1999), o represen­ taciones relaciónales actuadas (Lyons-Ruth, 2000), que crearán expectativas de repetición más y más específicas y diferenciales, organizando de esta forma el sistema de apego del bebé. : r : : A su vez, el funcionamiento vital de la madre— el organismo recibiendo las órdenes del hipotálamo para que las glándulas mamarias produzcan le­ che— tendrá que hallarse en armonía con un sentimiento de seguridad afecti­ va que le permita la hiperconcentración en la tarea de la crianza. De modo que sus propias necesidades de apego se van a ver activadas y reforzadas en esos momentos, necesitando ella a su vez «alguna madre», algún otro ser que le brin­ de unos mínimos de presencia afectiva y protección que ie permitan alejar otras preocupaciones, ai menos durante el tiempo que pasa con su bebé. Si el padre posee suficientes motivaciones de apego que lo lleven a asumir la pa­ ternidad compartida puede participar precozmente en las tareas de cuidado, tradícionalmente tan ajenas y rechazadas por la masculinidad, y no limitarse a ser «un continente para la madre». ........... Si todo marcha bien, el encuentro con el cuerpo del niño puede activar el placer sensorial materno; sensaciones de ternura ante la fragilidad y el tamaño, la dulzura del contacto táctil, hasta llegar al punto en que la madre supere la re­ presión conseguida durante su propio desarrollo y vuelva a tener una extrema tolerancia con las sensaciones olfatorias provenientes de la caca y el pis de su cría. Es decir, la madre activa sus circuitos sensoriales y transmite un placer en el contacto físico que el bebé recibirá y percibirá a través de las cualidades ge­ nerales de la experiencia sensorial: intensidad, ritmo, pausa temporal (Stern, 1985), y comenzará a erogenizar no sólo la boca, el ano y los genitales—zonas erógenas predeterminadas—, sino a dotar a su cuerpo con experiencias sensoria­ les de tal intensidad placentera que buscará activamente reproducirlas,, activan­ do el sistema motivacional sensual/sexual y desplegando conductas autoeróticas. A sujtfiZiJ3-££üSualidad de la diada jugará un papel central en la constitución del vínculo..x¡e_apego, ya que sumará ai cuidado de las necesidades vitales el placer erógeno temprano, lo que constituye un componente del apego humano no descrito en el animal. . . . :. En la medida en que la crianza se despliega en un creciente intercambio en que los llantos, la irritación, los gestos de rechazo, el malestar o las sonrisas y el bienestar corporal se constituyen en señales que la madre logra codificar ade­ cuadamente, la ansiedad disminuirá en ambos miembros de la diada y se irán La secuencia de hue­ llas de memoria de experiencias de displacer rápidamente seguidas de una dis-

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minudón de la tensión y el restabledmiento del bienestar corporal y psíquico le permitirá al bebé esperar más pacientemente y aliviarse más rápido, es decir, desarrollar su sistema dejtutoapaciguamiento, La Madona y el Niño, la imagen de la virgen con un pecho total o parcialmente descubierto y con Jesús en sus brazos, es el icono paradigmáti£9,,,quej;gn^ ntyo duela mayorfa de las.mujeres hanconstrul