Design Thinking

Design Thinking: manual de uso Si eres una persona que trabaja en innovación, lo más probable es que ya hayas oído habl

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Design Thinking: manual de uso

Si eres una persona que trabaja en innovación, lo más probable es que ya hayas oído hablar del Design Thinking, esa metodología que parece ser la panacea de la innovación y que mueve seguidores y detractores por igual. ¿Pero sabes realmente qué es y cuáles son sus pros y contras? ¿Sabes cómo puede ayudarte en el día a día de tu organización? Un proyecto de Design Thinking requiere del uso de numerosas herramientas que facilitan el desarrollo correcto del proceso. Conocer estas herramientas, aprenderlas e interiorizarlas lleva tiempo. Para facilitar su aprendizaje, una de las escuelas pioneras en esta disciplina, la d.school, el instituto de diseño de la Universidad de Standford, ha compilado algunas de las técnicas más habituales en un documento. En Lantern también empleamos herramientas de Design Thinking en nuestra metodología de innovación. Por eso, hemos traducido este documento y lo ponemos a vuestra disposición. Descárgalo y descubre las herramientas. Te animamos a ponerlas en práctica e incorporarlas a tus procesos de innovación. ¿Pero qué es exactamente el Design Thinking? El término lo acuñó David Kelley, fundador de IDEO, para referirse a la metodología que se sirve de la “sensibilidad” y métodos de trabajo de un diseñador para resolver problemas complejos. Permite casar las necesidades de las personas con lo que es tecnológicamente factible y con una estrategia de negocio viable para traducirlo en valor para el usuario y una oportunidad de mercado. El Design Thinking es



Humano, orientado al usuario y empático: la innovación a través de este método se activa a través del entendimiento meticuloso, a través de la observación directa. Para ello es necesario ponerse en el lugar de las personas a las que está dirigido el producto o servicio.



Estético: una disciplina que lleva la palabra “diseño” en su nomenclatura no puede más que promover el gusto por el buen diseño y la estético.



Co/creativo y participativo: es un proceso que se realiza en equipo, de manera colaborativa y participativa y donde cada miembro contribuye a dar el mayor y mejor número de ideas posible.



Multidisciplinar: un equipo de “Design Thinking” puede, y debe, estar formado por un conjunto de personas con diversos y variopintos perfiles, formación y experiencia. En la diversidad está la riqueza de opiniones y alternativas para solventar de la mejor manera posible el problema al que nos enfrentamos. Según el CEO de IDEO, Tim Brown, la diversidad es la “ruta, no el obstáculo, a la innovación”.



Tolerante: Ninguna idea es una “mala idea”, así que no se desechan a la primera de cambio. Se corre el riesgo de que se desperdicie una que podría haber llevado a una innovación rompedora.



Experiencial e iterativo: el Design Thinking es un proceso de “prueba y error”, donde, por supuesto, se aprende de los errores. Aceleramos un proceso de innovación al hacerlo tangible. Por eso, el Design Thinking promueve el uso de prototipos iterativos para testar con los usuarios/consumidores. De esta forma, se puede observar qué hacen con ello, cómo se sienten y recabar opiniones que permiten mejorar nuestro prototipo inicial. Una de las máximas del Design Thinking es “falla rápido, falla barato”. ¿Cómo se desarrolla? Algunas consultoras tienden a subdividir el proceso según su propia metodología, pero hay tres etapas comunes que son clave en todo proceso de innovación:

1.

Inspiración: es el problema u oportunidad que motiva la búsqueda de una solución o soluciones. En esta fase se requiere análisis en profundidad, dibujo de bocetos y la construcción de posibles escenarios.

2.

Ideación: es el proceso de generación, desarrollo y prueba de ideas. Implica construir y probar prototipos; también explorar el balance entre la conveniencia funcional y el reclamo emocional que pueda tener.

3.

Implementación: según Tim Brown, “es el camino desde el escenario del proyecto a la vida de las personas”. Dicho de una manera menos poética, es el camino que el producto o servicio diseñado recorre desde la habitación en la que se desarrolla el proyecto al mercado. Esta parte requiere, entre otros, un plan de comunicación de la idea desarrollada.

Es importante destacar que un proceso de Design Thinking no es lineal, no se siguen estas tres etapas paso a paso. Más bien es un proceso donde estas fases se solapan, se reanudan, se vuelve atrás a una de ellas… Este gráfico lo ilustra a la perfección.

¿Es el Design Thinking la panacea de la innovación? Los mayores detractores del Design Thinking creen que es solo la última palabra “buzz” de moda y que como toda moda pasajera, acabará. Sin embargo, las críticas dirigidas hacia esta metodología ponen de relieve que se hace excesivo hincapié en la parte creativa de la innovación y no tanto en la parte analítica y de negocio: “Design thinking se vende como la pócima mágica para aquellos negocios que necesitan ayuda con la innovación. La idea es que los ‘del hemisferio izquierdo’, los MBAs, los del ‘Excel’ han extraído todo el valor posible de sus métodos. Para arreglar las cosas, lo que necesitas es recurrir a los del ‘hemisferio derecho’, a esos creativos con cuellos de cisne que ‘idean’ un montón de conceptos y crean nuevas oportunidades que son un cuento chino”. Se puede rebatir este tipo de críticas con argumentos de los “padres” del Design Thinking. En este caso, Tim Brown, en su libro Change by Design, considera que es necesario un “balance entre los requisitos de estabilidad, eficiencia y predictibilidad de un gestor y la necesidad de espontaneidad, experimentación y ‘carambola’ del diseñador. Sin embargo, nuestra experiencia nos dice que el Design Thinking no consigue fácilmente este balance. Esta metodología funciona a la perfección en las etapas de inspiración/descubrimiento y de ideación dentro del embudo de la innovación. No así en el proceso de implementación y comercialización donde las herramientas no son tan

potentes. Llegado este momento, precisa de disciplinas adjuntas como el marketing y la consultoría estratégica de negocio. Y aquí es donde nos posicionamos nosotros. En Lantern creemos que, efectivamente, el Design Thinking no es la panacea de la innovación, pero sí una filosofía muy productiva y útil que aún precisa crecer y evolucionar. Opinamos que no hay que olvidar los números: el Design Thinking debe complementarse con un enfoque analítico, estrategia de marketing y consultoría estratégica de negocio. Sólo así conseguiremos un verdadero balance entre ambos hemisferios del cerebro. Imágenes: Lantern | dschool - See more at: http://www.lantern.es/2013/03/design-thinking-manual-deuso/#sthash.mmy9SJOi.dpuf