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De la historia de las lenguas a la historia de las tradiciones discursivas. Para una historia de la comunicación lingüísticamente fundamentada Raymund Wilhelm (Heidelberg) Traducción de Bernardo E. Pérez Álvarez

Es tiempo preciso para una historia social del lenguaje, una historia social del habla, una historia social de la comunicación. (Burke 1987: 1) 1. Perspectivas de la historia de la lingüística románica En las últimas dos décadas es posible observar un interés histórico-lingüístico renovado, justo también en la lingüística románica. Deslindándose de los trabajos clásicos de Ferdinand Brunot (1905ss./21966ss.), Rafael Lapesa (1942/91981) y Bruno Migliorini (1960/1994) utilizan nuevos fundamentos metódicos de manera cada vez más notoria, tal como provienen por ejemplo de la sociolingüística, la pragmalingüísica o la lingüística del texto. De esta manera, se abren nuevas perspectivas para la historiografía lingüística, que en parte implican también la incorporación de nuevos campos de estudio. Aún no es posible hablar de una auténtica discusión metodológica de carácter histórico lingüístico. La historiografía de la lingüística románica parece continuar entendiéndose como una disciplina que puede trabajar sin una reflexión teórica profunda. Justo en la lingüística histórica —y esto se puede registrar absolutamente como positivo — los trabajos tradicionalmente filológicos han podido mantener su lugar. Los principios innovadores tratan, con ello, sólo áreas parciales en la mayoría de las ocasiones, pero no los principios ordenadores de la historiografía lingüística misma. Esto tiene también como consecuencia, que la lingüística histórica ha podido contribuir sólo muy poco en el actual reposicionamiento de las ciencias humanas1.

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Es de mencionar particularmente la discusión aún abierta en torno a una refundación desde las ciencias de la cultura de las ciencias humanas tradicionales, tal como se discute sobre todo en la teoría literaria; cfr. Por ejemplo Nünning 22001.

A partir de este panorama, aparece como apremiante someter nuevamente a discusión la pregunta acerca de los terrenos de trabajo de la historiografía lingüística románica: ¿dónde radica el interés de conocimientos de la investigación histórico lingüística hoy? ¿Qué cuestionamientos deben tomarse en cuenta con mayor énfasis? ¿qué categorías primarias requieren de una mayor atención? En la investigación actual parecen dibujarse fundamentalmente dos direcciones, que de distinta manera pueden apelar a un carácter innovador: en una primera aproximación quisiera aquí distinguir entre una ampliación de la historia lingüística en el sentido de una lingüística variacional histórica (v. adelante 1.1.) y su apertura a una historia de la comunicación (v. abajo 1.2.). La discusión de estos diferentes principios me permitirá así acentuar de manera más clara el papel de las tradiciones discursivas para la investigación lingüístico-histórica actual.

1.1 Historia lingüística como lingüística variacional histórica La incorporación de principios sociolingüísticos y de variación lingüística en general son requeridos por la mayoría de las nuevas historias de la lengua. Es posible así distinguir de manera un tanto esquemática tres direcciones. Por un lado, numerosos historiadores de la lengua han volteado, impulsados por el dominio de planteamientos sociolingüísticos en los años setenta y ochenta, a la lengua de los menos estudiados, la así llamada ―lengua de los hombres pequeños‖. La pregunta por el uso de la lengua de los semicultos constituye ya, sobre todo en la historiografía lingüística italiana, un campo de estudio perfectamente establecido2. En segundo lugar, la historia del francés o español o italiano hablado han despertado nuevamente el interés del historiador de la lengua. En vista de un uso en parte inflacionario del término lengua de la inmediatez, debe ser sin embargo recordado que una historia de la lengua hablada en lo esencial no puede ser otra cosa que el estudio lingüístico histórico de elementos marcados diafásicamente, los cuales se supone que aparecen de manera semejante a lo hablado3.

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Cfr. De manera representativa D‘achille 1994. Los términos ‗lengua de la inmediatez‘ y ‗lengua de la distancia‘ fueron introducidos en 1985 por Peter Koch y Wulf Österreicher y aplicados por ambos autores en la historia de la lengua misma. — Que el 3

En general da la impresión que, al recurrir a la dimensión diastrática y diafásica de la variación lingüística, no se trata de una nueva orientación fundamental, sino más bien de una complementación y precisión de la historiografía lingüística tradicional. Con seguridad el interés por la lengua de los semicultos o la historia de lo hablado condujo a la incorporación de nuevas fuentes histórico lingüísticas. Empero, las historias de la lengua tradicionales habían ya tomado en cuenta formas textuales no literarias. Con toda razón señala por ejemplo Anthony Lodge (1997: 10), en su historia de la lengua francesa sociolingüísticamente orientada, que no puede proporcionar nuevos datos sino únicamente una nueva interpretación de los datos ya conocidos. La historiografía lingüística regional aparece, sin embargo, como mucho más innovadora —como tercer principio lingüístico variacional—. La reconstrucción histórico lingüística de pequeños espacios lingüísticos regionales es de hecho hasta ahora estudiada sólo en artículos. Así fue siempre impulsada una y otra vez la superación de una orientación tradicional y teleológica que conllevaba la imposición de la lengua nacional, pues sólo de esa manera podía ser tomada en cuenta la poliglosia4. Este nuevo punto de partida ha sido sin embargo poco desarrollado. Incluso el trabajo monumental dirigido por Francesco Bruni, L’italiano nelle regioni (1992/1994) ofrece no una historia lingüística de los espacios comunicativos regionales, sino más bien –muy tradicional- una historia de la expansión del italiano en cada una de las regiones de Italia. Por el contrario, una historia de la lengua regional ‗no teleológica‘ debería tomar en cuenta, entre otros, los siguientes ámbitos de investigación: la historia de los dialectos, por ejemplo en la pregunta sobre su constitución y la consolidación de normas de escritura dialectales;5 la historia de espacios geográficos poliglósicos, donde el centro de atención debería estar

‗continuo inmediatez – distancia‘ verdaderamente se trata de la dimensión diafásica de la variación lingüística ha sido aclarado en varias ocasiones; cfr. entre otros Schreiber 1999: 69-75 4 V. entre otros Nadal 1995: 49. 5 Como un ejemplo entre muchos se puede nombrar aquí la tradición de la lengua poética milanesa, que puede ser seguida desde el Duecento hasta la actualidad, aunque con una interrupción en el Quattro-Cinquecento; cfr. entre otros Stella 1996.

no en la expansión de la lengua nacional sino en la historia de la poliglosia social;6 la historia de las variedades no europeas del francés, del español, etc.7 La historia lingüística regional esbozada aquí sólo a partir de pocos puntos contiene en tanto un gran potencial innovador, por cuanto presenta la tradicional, incluso nombrada ideológica unión de la historia de la lengua a los pensamientos de la nación.8 En cuanto se libera del derecho de legitimación nacional, la historiografía lingüística puede mirar de manera mucho más realista que antes las diferentes correlaciones entre varias lenguas y variedades lingüísticas. En este sentido, la historiografía lingüística regional parece la apropiada para superar la organización teleológica de la historiografía lingüística, que actualmente tiene un papel rector. En su preocupación por los espacios comunicativos mayormente locales y definidos, la historia lingüística regional puede construir el puente que lleve de la lingüística variacional histórica a la historia social de la comunicación.

1.2. Historia de la lengua e historia de la comunicación Una apertura de la historia de la lengua hacia una historia de la comunicación ha sido ya repetidamente propugnada.9 Sin embargo, la delimitación precisa del objeto de estudio de tal historia de la comunicación lingüísticamente fundamentada aún no se puede ver con claridad. Una aclaración aparece aquí como deseada en la medida en que la ciencia histórica y la historia de la literatura actual, sobre todo bajo la etiqueta de las ―ciencias de la cultura‖ (Kulturwissenschaft), plantean preguntas fuertemente orientadas hacia la historia comunicativa.10

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Aquí se debería pensar por ejemplo en la convivencia del español, el catalán, el sardo y el italiano en la Cerdeña del Quattro-Cinque-Sei-Setecento; sobre el s. XVIII se puede citar por ejemplo el capítulo ―El mosaic lingüístic‖ en Armangué i Herrero 1996: 23-59. –Cfr. también el estudio de Waltraud Wiedenbusch 2002, donde se presenta la situación triglósica Lombardo/italiano/francés en la Lombardía del s. XIX. 7 Cfr. por ejemplo las reflexiones programáticas sobre el español colonial en Lüdtke 1998. 8 El nexo lengua-nación va cobrando conciencia desde inicios del s. XIX de forma cada vez más clara, tal como lo señala Stusii 1993: 5s., de tal manera que en toda Europa surge ―un nuevo y vivo interés por la historia de la lengua como parte esencial de la historia completa de un pueblo‖ 9 V. entre otros Steger 1998. 10 V. por ejemplo el capítulo ―¿La mediavística como ‗ciencia histórica de la cultura‘?‖ en Goetz 1999: 330370 o la segunda parte (―Humanos entre sí‖) en Schubert 2002: 147-271, donde son tratadas áreas de cuestionamiento en torno a ‗oralidad y escritura‘, ‗formas de cortesía en la lengua‘, ‗insultos‘, ‗maldiciones y bendiciones‘ y muchos otros; confrontar también el trabajo de Dörrich 2002 sobre el ritual medieval, con una orientación hacia la ciencia de la cultura, pero de gran valor justamente también para la historia de la comunicación.

Uno de los más prominentes y multifacéticos representantes de la historia de la comunicación es en este sentido el también historiador social Peter Burke. Con el proyecto de una social history of language Burke quiere decir no un fundamento sociolingüístico en sentido estrecho, sino más bien una ‗historia social de la comunicación‘ abarcadora.11 El hasta ahora vago concepto de la ‗historia de la comunicación‘ designa un amplio interés de investigación interdisciplinario, del cual la lingüística histórica no debería excluirse. Desde la perspectiva lingüística me parece pertinente distinguir entre los acercamientos de orden pragmalingüístico y los lingüístico-textuales. Los cuestionamientos tratados ya repetidamente acerca de la historia de la conversación y la historia de la cortesía pueden ser puestos en correspondencia con la orientación pragmalingüística.12 En este caso puede también incluirse la historia de la narración, donde hasta ahora han sido investigados el intercalado social de la narración oral de esparcimiento y la historia del cotilleo y chismorreo.13 Aquí también debe pensarse en la historia de las acciones lingüísticas estrechamente esbozadas, como la historia de los celos, la historia de la mentira, la historia del cotilleo y chismorreo, de los insultos, peleas, etc., hasta una historia del callar.14 Se trata aquí en general de planteamientos que permiten tender puentes desde determinadas prácticas comunicativas hacia situaciones dadas de carácter social y cultural general. Con ello se permite seguir de manera particular de qué modo también las rutinas comunicativas de la cotidianeidad están sujetas a una transformación histórica. De esta manera, desde una perspectiva en primera instancia lingüísticotextual, surgen tales trabajos que por ejemplo preguntan por la relación entre innovaciones mediales y la conformación de nuevos tipos textuales. Un ejemplo clásico en este caso es la introducción de la imprenta, que condujo al desarrollo de novedosas formas textuales como los volantes, panfletos, periódicos, etc.15 Estas reflexiones son de mayor importancia cuando dan seguimiento a la relación entre tipos de texto y tipos de percepción o estructuras de las mentalidades. Desde este ángulo se 11

Cfr. sobre todo Burke/Porter (editores) 1987; Burke/Porter (editores) 1991/1994 Cfr. entre otros Burke 1997; Burke 2000 13 Cfr. respectivamente Wilhelm 1995; Holenstein/Schindler 1992 14 Sobre el último punto mencionado puede señalarse el último capítulo ―El silencio en la Europa moderna‖ en Burke 1997: 141-163 15 Cfr. entre otros Wilhelm 1996 12

ha discutido continuamente, con el ejemplo de la historiografía, en qué medida las estructuras textuales influyen en el modelado de la representación histórica (y viceversa). 16 Un rico material de observación lo ofrecen en este caso las estructuras textuales tradicionalmente utilizadas en el terreno de las ciencias. De esta manera se pueden observar las profundas transformaciones por ejemplo con la comparación de las ‗enciclopedias‘ de la edad media y las del s. XVIII, que están sujetas a las modalidades de presentación de conocimientos. Así también ganan en importancia ciertos ‗ladrillos textuales‘ como el citado, las notas al pie, las listas, las tablas, etc. que pueden ser descritas entre el campo de discusión de la historia de la ciencia y de la historia del texto. Se trata aquí en general de planteamientos que en la historia de la investigación de las lenguas especializadas sólo han sido tomados en cuenta de manera focalizada.17 Con los aspectos tratados hasta el momento de manera más o menos aleatoria es posible dejar en claro que una orientación histórico-comunicativa de la lingüística histórica sería capaz de incorporar novedosas áreas de investigación. Estos aspectos, trabajados sobre todo por la historia social o por la ‗ciencia cultural histórica‘, son también claramente accesibles desde un fundamento lingüístico. Sin embargo, para ello, la pragmalingüística y la lingüística del texto, disciplinas bien establecidas en la lingüística sincrónica, deben voltear hacia fenómenos históricos de manera más fuerte y amplia que hasta el momento.

2. Historia de la romanística y las tradiciones discursivas La ampliación de la historia de la lengua hacia la historia de la comunicación aquí esbozada conlleva el peligro de quedarse en un tratamiento anecdótico de casos aislados; y algunos resultados metodológicos de la ‗ciencia cultural histórica‘ pueden parecer a quienes trabajan de manera tradicional la historia de la lengua como muy poco ‗filológicos‘. Pero de la misma manera no puede haber duda de que muchos de los planteamientos propuestos en la historia social y en la ciencia cultural actual son de gran interés para la historia de la lengua y la lingüística. Sería de esperar que la lingüística histórica desarrolle métodos lingüística y filológicamente fundados que permitan el estudio preciso y certero de

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Cfr. entre otros Blumenthal 2000 Para la historia de los lenguajes científicos especializados véase de manera representativa a Dardano 1994, donde, entre otras preguntas, se cuestiona la ―omologia tra lo stile di pensiero e gli istituti formali di un testo scientifico o divulgativo‖ (p. 520) 17

problemáticas histórico-comunicativas. Justo en la romanística, donde la historia externa de la lengua tradicionalmente juega un papel importante, una apertura de tal naturaleza hacia la historia de la comunicación sería de gran utilidad. El presente volumen, que reúne trabajos muy diversos desde el eje de la historia de las lenguas romances y la historia de las tradiciones discursivas, parte de la premisa de que justamente el concepto de tradición discursiva posibilita un acceso metodológicamente seguro hacia las áreas de trabajo a primera vista heterogéneas de la historia de la lengua y la comunicación. El análisis histórico de las tradiciones discursivas incorpora a la lingüística histórica áreas de investigación nuevas y prometedoras. La historia lingüísticamente fundamentada de las tradiciones discursivas puede promover con ello el intercambio interdisciplinario. El concepto de ‗tradición discursiva‘ proviene de una tradición de investigación que en lo fundamental surge del trabajo de Coseriu Textlinguistik (1980/31994). Las reflexiones lingüísticas y teoréticotextuales aquí relacionadas no necesitan detallarse nuevamente.18 Más bien deberá resaltarse en las líneas que siguen la aplicación lingüístico-histórica del concepto de tradición discursiva. Para ello trataré primero de manera resumida la pregunta general sobre la delimitación de las normas lingüísticas y las normas discursivas; para después abordar las dos tendencias en la historiografía lingüística actual arriba mencionadas.

2.1 Normas lingüísticas y normas discursivas Debemos partir fundamentalmente del hecho de que cada texto o discurso pertenece a dos tradiciones claramente separadas: en la tradición de la lengua particular respectiva (francés, español, italiano, etc.) y en la respectiva tradición discursiva elegida (artículo de opinión, esquela, soneto, etc.). En cada caso particular, sin embargo, no es fácil delimitar las normas lingüísticas de las normas discursivas: tanto en los textos respectivos como en la conciencia del hablante o escritor se entremezclan de diversas maneras lo correspondiente a la lengua particular y a la tradición discursiva. En la reconstrucción histórica se plantea la tarea de

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Cfr. en particular Koch 1997; Wilhelm 2001; así como Aschenberg en este volumen [el artículo forma originalmente parte de un libro colectivo, N.T.]

asignar a uno u otro campo normativo las regularidades comprobables que aparecen en los textos.19 A primera vista parece fácil asignar a las tradiciones discursivas una delimitación, respecto a las lenguas particulares, muy parecida a sólo un ámbito dentro de la lengua particular:20 tipos de textos como la novela o el artículo de opinión pueden ser encontrados en muchas comunidades lingüísticas, y nosotros podemos seguir la conformación, el establecimiento y los cambios de las normas discursivas respectivas justamente cuando hacemos caso omiso de su carácter específico en cada lengua particular de realización, sea francés, español, italiano, etc. Con el par de conceptos ‗lingüístico-particular/ ‗ámbito de la lengua particular‘, al parecer es posible reducir la delimitación entre normas lingüísticas y normas discursivas justo por la pregunta empírica sobre su presencia en una o bien en varias comunidades lingüísticas. Sin embargo, es posible encontrar numerosos ejemplos donde el hallazgo empírico no basta por sí solo para determinar la pertenencia a uno u otro campo normativo. Puede recordarse en este caso el ejemplo del soneto ya señalado por Coseriu (31994: 46): Aún cuando en el s. XIII sólo existen sonetos compuestos en italiano, todo parece indicar que se trata en este caso de una tradición discursiva (un esquema): la forma del soneto no puede ser de ninguna manera derivada de las reglas específicas (la gramática) de la lengua italiana, aún cuando la existencia del tipo textual respectivo sólo lo podemos encontrar empíricamente en una comunidad lingüística. Se puede dar otro ejemplo, proveniente de otro ámbito. Mientras que en italiano la frase ―io e te‖ [yo y tú] es completamente usual, en alemán tenemos una clara preferencia por la secuencia ―du und ich‖ [tú y yo]. Se trata en este caso de dos reglas asimiladas en las dos comunidades lingüísticas que, sin embargo, no pueden ser vistas como de una lengua particular en el sentido de una norma lingüística: la frase ―ich und du‖ [yo y tú] no contradice las reglas del alemán, más bien contradice una regla discursiva precisa, que está ligada a una tradición de cortesía lingüística. El ejemplo ―io e te‖/ ―du und ich‖ vuelve claro como la delimitación entre normas lingüísticas y normas discursivas se encuentra en relación directa con la distinción

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Cfr. de manera resumida Koch 1997: 45; 50-52 Cfr. la discusión resumida en Weidenbusch 2002: 20-26

tradicional entre lo recte como el terreno de la gramática y lo bene como el terreno de la retórica: Coseriu (1994: 55s.) adopta exactamente esta terminología cuando asigna el criterio de lo correcto al saber idiomático en relación con la lengua particular y el criterio de lo adecuado al saber expresivo en relación con el texto. De tal manera que la expresión ―ich und du‖ [yo y tú] sería sin duda correcta en el sentido de la gramática del alemán, pero no sería adecuada en virtud de que trasgrede una norma de cortesía ampliamente aceptada en el espacio lingüístico del alemán. Para distinguir entre normas lingüísticas y normas discursivas se trata, como puede verse, no tanto de la pregunta empírica sobre la aparición en una o en varias comunidades lingüísticas, sino más bien del estatus que puede ser asignado a partir de los criterios de valoración de lo correcto (en correspondencia con los criterios de la gramática de la lengua particular respectiva) y de lo adecuado (en correspondencia con las reglas válidas de la situación comunicativa respectiva). Siguiendo a Peter Koch (1997: 49) podemos formular este fenómeno de la siguiente manera: las normas lingüísticas y las normas discursivas se atraviesan, puesto que son caracterizadas por distintos ámbitos de validez y por distintos grupos portadores. Por el contrario, una jerarquización de estos dos ámbitos normativos parece inadecuada.

2.2 Historia de la lengua externa e interna La delimitación entre norma lingüística y norma discursiva señalada vuelve sumamente fructífero al concepto de tradición discursiva para la historiografía lingüística. El trabajo con corpus histórico-lingüísticos ha mostrado una y otra vez que la atención a determinados tipos de textos en las lenguas particulares posibilita el estudio de situaciones comunicativas específicas justo con base en las normas de las tradiciones discursivas surgidas históricamente. Las tradiciones discursivas constituyen el punto de unión adecuado entre la historia de la lengua externa e interna.21 Esto empero significa, de manera particular, que la forma lingüística de un texto no puede ser aclarada si se extrae sin más de sus relaciones sociales o culturales. Del carácter popular o erudito de un texto, o de su inmediatez o de su distancia comunicativa, no se puede avanzar de ninguna manera hacia su forma lingüística. Más bien debe tomarse en cuenta en 21

Cfr. también Koch 1997: 58

cada caso la pertenencia de cada texto encontrado a su respectivo formato textual, porque justo al interior de tradiciones discursivas particulares se trasmiten comúnmente formas tradicionales de las lenguas particulares. Esta relación puede ser ilustrada a partir de un sencillo ejemplo. La forma verbal ―havemo‖, que encontramos en pliegos sueltos de cartas milanesas de mitad del s. XVI, puede equivaler como una forma regional, popular del ―abbiamo‖ prescrito por las gramáticas; en cambio en los pliegos sueltos de versos [Versflugschriften] de la época, formas equivalentes como ―semo‖ o ―devemo‖ (en lugar de ―siamo‖ o ―dobbiamo‖) deben valorarse de muy distinta manera: se trata de formas poéticas que remiten a la tradición de Petrarca y contienen por tanto un carácter erudito indudable.22 La forma lingüística de un texto puede ser descrita correctamente sólo desde la relación de tensión entre función (popular vs. erudito, etc.) y tradición (pertenencia a una u otra tradición discursiva). Una lingüística variacional histórica debe tomar en cuenta las tradiciones de conformación de tradiciones discursivas en las lenguas particulares.23

2.3 Historia de la comunicación Una historia de la comunicación como historia de las tradiciones discursivas puede caracterizarse de forma resumida como sigue: (1) Se pretende una reconstrucción históricocomunicativa e histórico-lingüística que no está orientada en primera instancia a la lengua nacional o a alguna otra variedad lingüística particular; en el centro de atención están más bien en primera instancia las situaciones comunicativas y las formas textuales (tradiciones discursivas) con ellas tradicionalmente relacionadas. (2) Las tradiciones discursivas deben ser definidas en conexión con fenómenos sociales definidos, grupos portadores, instituciones, estructuras mentales, etc.; una atención especial merece el cambio de normas discursivas en relación con procesos de trasformación

histórico-sociales, histórico-

culturales e histórico-mediáticos. (3) En el futuro pueden estudiarse las lenguas particulares o las variedades de lenguas particulares relacionadas tradicionalmente con determinadas tradiciones discursivas. Una historia de las tradiciones discursivas constituye aún sin la

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Cfr. en este caso las constataciones presentadas en Wilhelm 1996: 385-396 A un fenómeno muy similar remite Radtke (2001: 105s.) cuando advierte —demarcándose del modelo ‗inmediatez/distancia‘ de Koch/Österreicher 1985— sobre la tendencia a igualar las condiciones comunicativas con las variedades lingüísticas 23

relación con la historia lingüística de lenguas particulares un área de trabajo legítima de la lingüística histórica. El objeto de estudio del tipo de lingüística histórica aquí descrito no es por tanto en primera instancia una historia del sistema de la lengua (en el sentido de una gramática histórica); tampoco es el objeto de estudio principal la expansión regional y situacional ni la imposición de lenguas estándares (como en la lingüística variacional histórica y sus formas previas); más bien las tradiciones discursivas enfocadas como una lingüística histórica ampliada hacia una historia de la comunicación se vuelven el centro de atención. En este sentido, en contraste con la historiografía lingüística tradicional, la historia de las tradiciones discursivas abre en parte novedosas perspectivas. Esta historia se preocupa de campos de interacción humana hasta ahora descuidados desde la perspectiva lingüística: la gran diversidad de formas de comunicación lingüística y las condiciones complejas de su trasformación histórica.

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