Curt Paul Janz - Friedrich Nietzsche (Vol 1) (1)

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Friedrich Nietzsche l. Infancia y juventud

B /.JI.E

Curt Paul Janz

Alianza Universidad

Friedrich Nietzsche 1. Infancia y juventud PLAN DE LA OBRA Volumen I Infancia y juventud Volumen II Los diez años de Basilea (1869-1879)

Versión española de Jacobo Muñoz

Volumen III Los diez años como filósofo errante (1879-1888) Volumen IV Los años de hundimiento (1889-1900)

Alianza

Editorial

u.J_

Título original: Friedrich Nietzsche. Biographie. Erster Band I. Kindheit und Jugend

INDICE

Prólogo general. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 Primera parte: Infancia y juventud (Richard Blunck)............. 17 Prólogo................................................ 19 l. Los antepasados. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23 2. Casa paterna y primera escuela. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33 3. Pforta. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59 4. El primer paso. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73 5. El final del periodo escolar. .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93 6.EnBonn ............................................. 117 7. Los primeros años de Leipzig. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151 8. Servicio militar y última época de estudiante. . . . . . . . . . . . . . 193

© 1978 Car! Hanser Verlag, München, Wien © Ed. cast.: Alianza Editorial, S. A., Madrid, 1981 Calle Milán, 38; '11" 200 00 45 ISBN: 84-206-2975-8 (0. C.) ISBN: 84-206-2305-9 (T. 1) Depósito legal: M. 26.864-1981 Impreso en Closas-Orcoyen, S. L. Polígono lgarsa Paracuellos del Jarama (Madrid) Printed in Spain

PROLOGO GENERAL

Habent sua fata libelli 19• Este viejo refrán resulta perfectamente aplicable, cuanto menos, a la historia de la génesis del presente trabajo. Cuando apareció en 1934 el primer volumen de textos' y en 1938 el primer volumen de cartas• de la «Edición General Histórico-Crítica de las obras y cartas de Friedrich Nietzsche>> pudo verse que por fin se había aplicado en la investigación nietzscheana, por vez primera, un método largamente acre-

ditado -el de la filología clásica- a los escritos póstumos de Friedrich Nietzsche. La primera consecuencia fue el hundimiento de la imagen de Nietzsche construida con mucha fantasía y no poca imaginación por la hermana del filósofo, Elisabeth F6rster-Nietzsche. Por aquellas mismas fechas la filosofía nitzscheana comenzó a ser funestamente falseada por móviles políticos, ciertamente, pero por intenso que fuera eLabuso come-

tido con ella, lo cierto es-que la ·investigación científica sobre sus textos prosiguió su marcha silenciosa y objetiva. La biografía publicada por la hermana 86 era considerada como uno

de los pilares sobre los que se alzaba esta imagen de Nietzsche. Pues bien: precisamente sobre ella incidió el trabajo de investigación de Richard Blunck. Exaininó las viejas fuentes y comen:zQ a interesarse por fuentes

nuevas. En 1945, como dice en el prólogo a su biografía enteramente nueva de Nietzsche, el trabajo estaba, en lo esencial, acabado. El torbellino de los últimos días de la guerra destruyó, sin embargo, la obra, que acababa de ser impresa. Lo cual dio a Blunck la posibilidad de comenzar de nuevo. Incitación suficiente para ello pudo encontrar en la nueva situación política y en la mucho más favorable situación de las fuentes. Y no des~provechó la ocasión. Blunck programó su biografía de Nietzsche en tres volúmenes, de los que el primero pudo salir en 1953*. Se extiende desde los años de

* En la Editorial Ernst Reinhardt, MüncbenfBaset 9

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juventud y de estudio de Nietzsche hasta su entrada en la vida profesional. Blunck prometió los volúmenes siguientes en breve. Y, sm emba:go, s.e entregó a una crítica cada vez más dura de su obra: Cada vez quer1a enriquecerla con y revisarla a la luz de nuevos materiales y nuevas fuentes. En 1958 comenzamos una correspondencia. A Blunck le resultó favorable que yo viviera tan cerca de los m_anuscrit?s conservados en la Bib~oteca de la Universidad de Basilea. El rrusmo quiso volver otra vez a esta ciudad. Cuando en 1959 hice mi primer viaje a Weimar, en razón de la edición de los escritos póstumos de temática musical de Nietzsche 125 , no .dejó de hacerme algunos encargos. Con ello tuve ocasión de entrar también en contacto con los esbozos y manuscritos de cartas de Nietzsche, que estaban enterainente a mi disposición en el ) Y aún más acentuadamente en Ecce homo 197: «Considero como un privilegio haber tenido un padre como el que tuve: me parece que explica incluso cuanto de privilegiado hay en mí -sin contar la vida, el gran sí a la vida. Sobre todo que para entrar en un mundo de cosas más altas y bellas no tengo por qué proponérmelo, me basta esperar y entro sin ni siquiera quererlo: quererlo: estoy ahí en mi casa, sólo ahí vive en libertad mi pasión más profunda.» En el año 1848 el idilio de la casa pastoral tuvo un final brusco. A aquel pueblo apartado apenas si llegaron las últimas oleadas de la revolución, y el muchacho de catorce años no vio de todo ello sino algunos coches con banderas y mozos que cantaban, pero al padre -fiel siempre y en todo momento al rey- los acontecimientos le afectaron grandemente. Cuando leyó en el periódico que el rey se había .mostrado a su pueblo en Berlín con la escarapela revolucionaria en el sombrero, estalló en lágrimas y se encerró durante horas en su habitación de trabajo. Después prohibió a los suyos que le hablaran otra vez de la cosa. La vida siguió normal durante algún tiempo en Rocken, y a finales de agosto el padre enfermó, muriendo de este mal el 30 de julio del año siguiente, 1849. Sobre la naturaleza de este mal se ha fabulado y discutido mucho, sobre todo a raíz de la polémica sobre las causas del derrumbamiento espiritual de Nietzsche en 1889. Cuando en 1890 Ola Hansson afirmó

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por vez primera, de acuerdo con una comunicación del profesor Heinze, que la enfermedad mental de Nietzsche era hereditaria y ya su padre había muerto de ella, la madre de Nietzsche no dudó en salir al paso con toda energía: su marido «tuvo una afección cerebral a raíz de una caída por una escalera de piedra, pero jamás había estado loco» (a Car! Fuchs, el 6.11.1890). Pocos días después caracterizó este mal, dirigiéndose a Gast, como un «reblandecimiento cerebral». Su hija Elisabeth no dejó, por otra parte, de repetir en numerosas publicaciones que el origen del mismo tenía que buscarse en una caída por la escalera de piedra de la casa. Lo cierto, en cualquier caso, de esta historia es que Ludwig Nietzsche murió de un reblandecimiento cerebral que no es hereditario. Sin tener en cuenta, además, que este mal, innegable, no le sobrevino hasta casi cuatro años después del nacimiento del hijo. Mobius no deja de consignar, por supuesto, que la madre había comentado al médico de la casa, Gutjahr, que Ludwig Nietzsche había tenido sus cosas ya antes de enfermar. Se hundía en ocasiones en su sillón, ensimismado, sin hablar, mirando fijamente, y sin enterarse luego de su estado anterior. MObius lo interpreta como ataques epilépticos levesI6s. Frente a estas vagas indicaciones vamos a atenernos aquí a dos testimonios que datan de la época inmediatamente posterior a la muerte de Ludwig Nietzsche. Uno se debe a Friedericke Dachsel, una hermanastra de Ludwig Nietzsche, y lo tomamos de una carta a su hijastro August de agosto de 1849. El otro, al superintendente Wilke, un superior del fallecido. Se trata de una nota escrita el 19 de marzo de 1849, por las fechas, pues, por las que fue contraído el mal. Leemos en esta nota: «Enfermo desde el otoño anterior de tensión nerviosa y de afección cerebral, tuvo al principio que recurrir a la ayuda de colegas, y ahora se hace representar totahnente por ellos. Ya hace tiempo que hubiera informado, de acuerdo con mi obligación profesional, sobre ello, pero en toda la primera época se venía diciendo, de semana en semana, que el enfermo no cesaba de mejorar. En los últimos tiempos, sin embargo, se han presentado ataques nerviosos y el mal parece haberse convertido en un reblandecimiento cerebral, hasta el punto de que también semana tras semana parece esperarse, incluso según el juicio del médico, el desenlace>>; por otra·parte no deja de dar cuenta de la esperanza reciente en una mejoría. Friederike Dachsel escribe que la muerte tuvo lugar el 30 de julio, a las cinco horas y cuarenta y nueve minutos. «Se le ha abierto la cabeza y ha quedado confirmado que murió de un reblandecimiento cerebral que le ocupaba ya un cuarto del cerebro.» No era otro por lo demás, el diagnóstico del doctor Oppolzer de Leipzig, que también le trató. En su informe final del 3 de agosto de 1849, el superintendente Wilke da también el 30 de julio como fecha del fallecimiento. De una caída de la escalera nada dicen ambos informes; en sus tempranos apuntes autobiográficos de 1858 y 1861 FriedrichNietzsche tampoco

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dice n,ada. de· ello. ~obr_e l~ época que m_edia entre agosto y septiembre de 185~ viene a_dem mas bi"'.1'.: «En septiembre de_ 1848 mi amado padre enfermo repentlnamente del anuno», frase que en la primera publicación d~ este apunte, ~ el marco del primer volumen de su gran biografía de Nietzsche, aparecida en 1895, su hermana cambió de este modo86: «En septiembre de 184!1 mi amado padre enfermó repentina y gravemente a causa d.e una ca1da.» A la vista de tan poco escrupulosa falsificación de fuentes cabría pensar que lo que se buscaba era imponer a la posteridad una Jable conv_enue sobre_ la muerte del padre, y que habría, en consecuencia, que dar una unportanc1a n;iayor a la revelación de la madre sobre las «cosas»

de su marido_ antes de la propia irrupción genuina del mal y a la de Wilke sobre la «tensión nerviosa y la afección cerebral>> previas al reblandecimiento cerebral. De acuerdo con una comunicación verbal de Max Oehler en W eimar la disección de la cabeza reveló una tumescencia en el cerebro· podría' pues, haberse. tratado de un tumor cerebral, causante, asimism~, de la~ «co~as.» anteriores. Lo que está en juego, en cualquier caso, es un mal organico, como se afirma también en el historial médico de Nietzsche redactado por el médico de Pforta 54 . Lo cual no excluye por supuesto q~e la caída por la escalera tuviera reahnente lugar. Lo ci.ue pasa es qu~ bien pudo deberse; a un mareo asumible coino síntoma de la enfermedad ]o que haría que tal caída tuviera que dejar de ser considerada como caus~ de la misma. Aún queda, de todos modos, otra posibilidad: seis años des~ués de la temprana muerte de Ludwig murió, el verano de 1855, su siempre enfenruza hermana Auguste, algunos años mayor que él; ocho meses después falleció la abuela Erdmuthe, no menos.enfermiza siempre; el 3 de enero de 1867, a los cincuenta y cinco años de edad, murió Rosalie de. una grave enfermedad pulmonar, que le había devorado más de la mit~~ de los puhnones. ¿Fue acaso Ludwig Nietzsche la primera víctima familiar de esta peste «moderna», murió acaso de una tuberculosis cerebral que había llegado a afectar ya a una cuarta parte de su cerebro? En ningún caso se .rrat~ría, de todos modos, de enfermedades hereditarias. No hay, pues, nmgu?. pu~te a trazar, de modo obligado, entre ellas, esto es, entre la farruha Nietzsche, y el hundimiento psíquico de Friedrich Nietzsche, ocurrido en 1889. El citado apunte de la mano de Nietzsche se debe a una demanda aclarativa a la tía. Rosalie. En un esbozo de autobiografía que data de mayo de 1861 Nietzsche habla de «una inflamación cerebral, singularmente parecida, en su sintomatología, a la del bienaventurado monarca». En la versión definitiva de esta autobiografía escribe a consecuencia sin duda, de una pregunta a la madre: «La aguda mirada del consejero' real Oppolzer reconoció en seguida los síntomas de un reblandecimiento cerebral.» 4 El curso de la enfermedad fue muy doloroso. El enfermo comenzó por perder la visión. Pero «era consciente de todo (se lee en la ya

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citada carta de la madre a C. Fuchs, escrita cuarenta y un años después) y como no podía ensamblar las palabras en frases, según ocurre en. los casos de reblandecimiento cerebral, se mostraba muy reconfortado s1 yo daba síntomas de entender sus pensamientos>~. Pocos meses después de esta desgracia, en febrero de 1850, murió también el hermano más joven de Nietzsche,· Joseph, pocos días· después de su segundo cumpleaños, a consecuencia, según .informes de la madre, de espasmos debidos a la dentición. . . . . En los citados apuntes autobiográficos informa el JOVen Nietzsche de un sueño que tuvo inmediatamente antes de ponerse su hermano enfermo 4: «ÜÍ cómo en la iglesia sonaba música de órgano de la que se toca en los funerales. Al intentar averiguar de qué se trataba, vi cómo se abrió de pronto una tumba y de ella salió mi· padre con su mortaja. Fue apresuradamente a la iglesia y volvió con un niño pequeño entre. los brazos. Volvió a entrar en la tumba, cayendo la losa sobre ella. Inmediatamente cesó la música de órgano y yo me desperté. Un día después de esta noche, el pequeño Joseph comenzó a tener espasmos y murió, a las po.cas horas. Nuestro dolor 'fue inconmensurable. Mi sueño se hab1a cumplido enteramente.» Poco después de estos golpes del destino acabó la vida de la familia Nietzsche en Rócken. La casa parroquial tuvo que ser vaciada, para su ocupación por el sucesor. La abuela de Nietzsche decidió mudarse a Naum. burg, donde tenía un amplio círculo de parientes y amigos. La joven esposa del pastor pasó, pues, a verse totahnente dependiente de la familia. Su pensión de viuda ascendía a 30 táleros al año, a los que se unían 8 por cada hijo, hasta los quince años. Esto y una pequeña ayuda de la corte de Altenburg era to_do en orden a ingresos. La-familia Nietzsche poseía, de todos modos, algún capital. Nada más normal, por tanto, qu~ la decisión de· Franziska de trasladarse a Naumburg a comienzos de abril de 1850 con la abuela Erdmuthe, que a la sazón contaba ya setenta y dbs años con las dos tías de los niños, con los niños y con Mine. :E1 pequeño Friedrich, de cinco ~os y m~dio por entonces, apenas pudo dormir la noche de su despedida de Rocken: _que era. tamb1en la de su despedida de sus -compañeros de ¡uegos. Ba¡o a med.1a no~he al patio y pudo observar· cómo Jos carruajes de la mudanza iban siendo cargados a la luz de linternas. Esta melancólica.escena·nocturna le aco~­ pañó largamente, y tuvo que pasar no poco tiempo hasta poder considerarse al fin medianamente reconciliado con el tráfico urbano de Naumburg donde la abuela había encoritrado una vivienda en la esquina de la Neugasse, en casa del comisionista de ferrocarriles Otto. Franziska pasó a ocupar con sus dos hijos, a cuya educación decidió dedicar su vid~ entera, algunas habitaciones interiores, de las q?e. una, ~astante desapac1?le, fue adjudicada a los niños, cosa que éstos recibieron sin la n:_ienor alegria, dado que en seguida tuvieron que ponerse a leer y estudiar; ambos habían

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heredado !~ miopía de su padre, así como su proclividad a migrañas y jaquecas. A fillC!ativa de. la abuela Oebler, el profesor Schillbach de Jena ex=.¿ los o¡os de Friedrich, llegando a dictaminar la menor capacidad de :i-1s1on de uno de ellos. Pero también la madre tenía pupilas de tamaño d~s1gual y veía menos con un ojo, y como nada de ello afectaba a la belleza ru a la duración de sus ojos, nadie se preocupó más de la vista en lo que hada al hijo. . Por lo de!11ás, la joven rn,adre hizo todo lo posible para la salud y el bienestar esp1r:tual ~e .sus hi¡os .. Lo que no obsta, sin duda, a que desde un punto ~~ vista medico cometiera .algunos descuidos, dada su idea, que la a~ompano desde la ~a~a de sus padres a lo largo de su vida, en la que gozo de una s~Iu? en:r1d1abl~ hasta su extrema vejez, de que no hay trasto_rno que en ulttma mstanc1a no se cure mejor con hidroterapia, frotamientos y paseo~. En la alimentación de los niños mostró mayor tacto del . usual en la epoca : _mucha verdura, fruta y platos hechos a base de harina, poc~ carne .Y, ru cerv;za ni v~o, entonces usuales por pensarse q~~ fortalec1an. lnato,_ ademas, a ~u hi¡o a hacer deporte, desde un princ~.pio, como ,ºª?ar, patI.nar y pract1car el tobogán. En la educación de sus hi¡os mostro siempre firmeza, evitando todo mimo inútil. En ello fue fiel toda su vida a los sanos principios que había conocido en su casa paterna. . Por su parte supo resignarse, adecuándose a su situación dependiente por mor del futuro de sus hijos. Y lo hizo sin malos humores, sin quejarse ni m.ostrar~: atormentada y llena de amargura, actitudes tan frecuentes en viudas ¡ovenes que pueden destrozar con ellas la vida entera de sus hijos sensibles: No había golpe del destino que pudiera poner en peligro su fu~rte vit~l~dad y su na~ral .vivo y alegre estaba totahnente volcado a la vida cotidiana y sus o~ligaciones. Desde un punto de vista espiritual puede,. :po~ otra parte, dearse. que jamás vaciló en su fe infantil, que la proteg10 siemp~e y a la que siempre se acogió. Su sentido maternal era de natural~za anunal y a pesar de _toda su capacidad sentimental de respuesta puede decirse que fue una mu¡er fría, con una vida afectiva de escasa profundidad y amp~itud. Su car~c~er activo le llevó siempre a preocuparse por el ento_rno y.ª .":tentar ser util, pero su escasa fantasía y su estrechez mental le, ~p?sib1htaron toda participación profunda en el desarrollo de un espmtu ¡oven como el de su hijo. De ahí que desde el primer despertar cabal de su autoconsciencia Nietzsche no pudiera menos de despegarse de ella, aunque jamás perdió su vinculación filial. _ Es posible que a la vista de la casi sobrehumana dosis de amor maternal qu~ ~e allegó ei:i los últimos años de su vida esta apreciación parezca dura o InJUSta. Y sin embargo, la creemos cierta, corno aún habrá ocasión de pro~ar a lo largo de nu~stra exposición. La propia infancia de Nietzsche, y no digamos ya su ulterior soledad espiritual, resultan ininteligibles sin este dato, por mucho que contravenga arraigadas ideas recibidas. Por

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pronto que cobre vida la autoconsciencia de un mucha~o inteligente, no por ello está siempre en condiciones d~ c~nfonnarla e, rnt?Pretarla con igual prontitud. Hacia fuera esta, consc1enc1a se re:el~, c1erta:;1ente.' de modo tanto más tardío cuanto mas desarrollada este la vmculacion arumal a Ja madre y la caballerosidad en el hij.o. Y .no otra cosa oc;:urría en el e.aso de Nietzsche. De alú que en su enstenaa espiritual tuv1~ra que separarse enteramente y para siempre de su madre y .que su unagen del mundo se fuera forinando a sus espaldas. Con ello perdía un punto de apoyo esencial: el enraizamiento en lo maternal, ~ el calor, liberador del sentimiento. Tal vez por eso en su enstenaa flsica volvio, ya al final, a sus brazos. Aunque la joven viuda era_ bella y a _trav:és de las muchas relacion.es de la abuela de Nietzsche se v10 en seguida inmersa en un círculo social amplio, cuyo escenario era preferen:e~ente la casa de é~~a, dada su falta de salud, nunca volvió a casarse, deas1ón por la que su hi¡o, _que veneraba con nnción la figura de su padre, siempre le estuvo agradecido .. Para el muchacho de seriedad poco común, largos cabellos rubios que le caían por los hombros y ojos grandes, oscuros y de nurada un tanto fi¡a comenzó al fin la época del aprendiza¡e y de la escuela. .. Cuando en Pascua de 1850 fue enviado a la Escuela para hi¡os varones de los ciudadanos de Naumburg, lo que hoy llamaríamos una esc~ela pública, hacía ya tiempo que su madre le había enseña_do a leer Y escribir. La abuela de Nietzsche sustentaba Ja racional opl!llon de que era conveniente que los hijos de familias educadas convivieran, en los primeros años escolares con muchachos provinientes de las «capas ba1as», con vistas a aumen;ar su comprensión social. El tutor del joven,.su tío Dachse~, abogado en Sangerhausen, era de la misma opinión. Pero el inten~o fracaso. Lo que en la escuela tenía que aprend;r es cosa qu~, en la medida en que no le era ya conocida, no le procuro la menor dificultad! desde lu~go. Pero la esperada camaradería co~ otros ~uchacho~ no llego a produc1~se. Nietzsche les parecía diferente; siempre vieron en ~ a Wl extrano. CreC1do hasta el momento entre mujeres sólo, era demasiado educado y afable. Sus > -©.~ Y de Wilhelm Pinder, con el que estudio y ~aseo muchas veces y que, sm lugar a dudas, era su preferido4: ~