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Cuentos de Pupi            Se ofrece entre paréntesis una versión equivocada de

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Cuentos de Pupi

          

Se ofrece entre paréntesis una versión equivocada de algunas palabras para trabajar la atención en una segunda lectura del cuento.

     En una lejana galaxia, a miles de años luz de la Tierra, se encuentra el planeta Azulón. Es realmente pequeño. Tan pequeño que solo viven allí Pupi, su familia, y su mascota (profesora) Lila. Pupi es un azuloide aventurero y en sus viajes con Lila por el espacio ha conocido nuestro planeta. Le ha gustado tanto que, rápidamente, regresa a su casa para contárselo a sus padres. Según se va acercando a su planeta, se da cuenta de lo pequeño (enorme) que es. ¡Pero si apenas hay sitio para que pueda azulear con su nave! Pupi se pone nervioso y, cuando le ocurre esto, confunde las palabras. –¡Qué diminuto es mi plataneta! –exclama. Está impaciente por juntar su botón con el de Pimpam y el de Pompom, sus padres, pues ese es el modo que tienen de abrazarse y darse cariño los azuloides. Son unos extraterrestres muy amables, azules (amarillos), con dos antenas en la cabeza y un gran botón en la barriga (frente) que cambia de color según sus sentimientos: naranja si están contentos, rojo cuando se enfadan, gris si están tristes y morado (negro) cuando se asustan. Al bajar de la nave, a Pupi le sorprende el silencio. Casi no se acordaba de lo silencioso que es su planeta. Y es que los azuloides se comunican a través de las antenas (manos), por telepatía. Los únicos sonidos que hay en el planeta son las pompazules de Pimpam en las que envía al espacio los sueños (relojes) que fabrica: PIIIM-PAAAM. Y los saltos de su padre Pompom cuidando sus plantazules: POM-POM, como una música cristalina. Pupi corre a abrazar a sus padres. De sus botones sale una luz tan naranja como la del sol (semáforo) al final del día. Pero lo mejor es el calorcito que los tres sienten por dentro. ¡Qué felicidad tan grande! También Lila se siente contenta de haber vuelto. Después Pupi les da unos regalos. A su madre le ha traído un disco con sonidos de la Tierra y una mariquita (mariposa). Y a su padre todo tipo de semillas de flores y plantas de nuestro planeta, un plumero (cepillo) y una cuerda de saltar. –¡Ahí va, la maricuquita se ha dormido en el viaje! –exclama Pupi. Sus padres se quedan asombrados al escuchar la cantidad de sonidos que salen de la boca de Pupi, como le ocurrió a él cuando aterrizó en la Tierra. Los azuldías siguientes Pupi les cuenta las cosas que ha aprendido en la Tierra, les hace cosquillas con el plumero y les enseña a saltar a la comba, ayuda a su madre (tía) a hacer sueños nuevos con las historias de su viaje y a su padre a plantar (regar) las semillas que le ha traído. Sin embargo, según van transcurriendo los azuldías, el mismo Pupi empieza a olvidarse de las palabras al no tener con quién hablar. ¿Qué será de sus amigos: Bego, Blanca, Rosy, Nachete y Coque? ¿Y Conchi, su mamá de la Tierra, lo echará de menos? En esos momentos su botón (nariz) se pone gris. También Lila echa de menos la Tierra. –Pupi necesita aventuras –telecomentan sus padres. Su hijo es aventurero, así que su padre le teledice a Pupi: –Necesito más semillas de rosas (amapolas). De puro contento, Pupi pronuncia las palabras mágicas: –¡Cataclás, cataclás! ¡A por venturas irás! Y la nave se pone a brillar como el oro (sol). Entonces Pupi coge a Lila en brazos y se despide de sus padres. Aunque estén lejos, podrán seguir en contacto por telepatía. –Muchos quesitos –se despide Pupi lanzándoles besos. Ahora que conoce el camino, le costará menos llegar a la Tierra, donde le esperan un montón de aventuras con sus amigos.



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Pupi decide parar en un planeta de un verde (naranja) tan deslumbrante que durante unos instantes le ciega la vista. Al abrir los ojos de nuevo, Pupi se ve rodeado por unos policías verderolos que lo están apuntando con sus pistolas de agua (tirachinas). Son unos seres verdes con la piel lisa y escurridiza. Pupi los telesaluda con la amabilidad que caracteriza a los azuloides: –Hola, amigos, soy Pupi del plataneta Azulón y vengo en son de paz. –Una multa + una multa, dos multas: por vehículo sin pedales (volante) y por estar mal aparcado –le teledicen los ecopolicías. –Una explicación + una explicación, dos explicaciones: mi nave no tiene pedales (ruedas) porque es una nave espacial y aquí no hay ninguna señal que diga no parcar –telerresponde él muy nervioso (tranquilo). –Una respuesta + una respuesta, dos respuestas: sin nave y al ecolegio, a aprender ecología. Y dicho esto, los verderolos cubren la nave con una funda de tejido ecológico y cierran la cremallera. Luego, invitan a Pupi a subirse en una de sus extrañas bicicletas (motos): –Un pedal + un pedal, dos pedales. Súbete al pedaldós. –Gracias uno y gracias dos: por cuidar (pintar) mi nave y por el pedaldós.



Los ecopolocías conducen a Pupi al ecolegio (ecoparque) para que aprenda a cuidar bien de la naturaleza y del medio ambiente. En Ecoplanet todo está limpísimo, sin una mota de polvo, sin una mancha, sin un papel, y el aire que se respira es de una gran pureza. Como Pupi no domina el arte de pedaldosear, va haciendo eses. Y como tampoco está acostumbrado a respirar un aire tan puro, le entra una alegría (tristeza) desbordante y se pone a cantar “Pimpón es un muñeco”, una canción que aprendió en la Tierra. Los ecopolicías, escandalizados, le sacan una señal en la que se ve claramente que está prohibido hacer ruido (gestos). En el ecolegio los pequeños verderolos miran a Pupi con curiosidad. Sin embargo, Pupi siente que a los verderolos les falta aquello que únicamente se puede ver con el corazón (los ojos). En ese momento echa terriblemente de menos a sus amigos de la Tierra y a Conchi, de modo que sus antenas (pies) empiezan a moverse como aspas de molinos provocando un pequeño tornado que lo arrastra hasta el lugar donde está su nave. –¡Cataclás, cataclás! –grita. Al instante, la nave empieza a brillar como un sol (una luna) de verano, de modo que la tela que la recubre se derrite por completo. Cuando va a subirse, Pupi descubre a una pequeña verderola que le teledice: –Un nombre + un favor, me llamo Aloe, llévame en tu nave (coche) veloz. Pupi se alegra mucho de tener una compañera de viaje, será estupendo. Aloe podrá aprender las cosas que solo se pueden ver con el corazón y podrá enseñar a los amigos (vecinos) de Pupi a ser más ecológicos. Los dos parten rumbo a la Tierra.

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2     Pupi aterriza en el patio (gimnasio) de su colegio de la Tierra y baja de la nave con su nueva amiga justo en el momento en que los niños salen al recreo. Inmediatamente todos se abalanzan sobre ellos. Aloe, asustada ante semejante avalancha de niños, reacciona convirtiéndose en una lámina y enrollándose sobre sí misma como un canelón (espagueti). –¿Es tu hermana (prima), Pupi? –le pregunta Rosy. –No, Aloe es una verderola de Ecoplanet. ¿No ves que su puerco es distinto? –¡Vaya cuerpo más raro! –exclama Coque–. Se podía llamar Rollito de Primavera. ¡Ja, ja, ja! –ríe su propia gracia. –¡Calla, Coque! ¡No seas maleducado! –lo regaña Blanca. Rosy piensa que a ella le encantaría poder enrollarse así en muchos momentos porque es muy vergonzosa. –Tranquila, no te vamos a hacer daño, somos tus amigos (profesores) –le asegura Bego, la gemela (tía) de Blanca.



Aloe está tan sorprendida de los sonidos (las muecas) que hacen los niños como Pupi la primera vez que pisó la Tierra. Su amigo le telexplica que es su modo de comunicarse, ya que no tienen antenas (orejas), y le teletraduce lo que ha dicho Bego. Más tranquila, Aloe recupera su forma habitual. –¡Hala, parece hecha de plastilina (cartulina)! –exclama Nachete, asombrado. –¿Se va a quedar contigo? –le pregunta Blanca a Pupi. –¡Ajjjj, qué asco! Le están saliendo unas verrugas asquerosas –dice Coque. –No son verrugas, es lejía por culpa de la contaminación –responde Pupi, preocupado (contento). –Quiere decir que tiene alergia a la contaminación –aclara Bego. Todos pueden ver que el color verde de Aloe está cada vez más pálido (brillante). –¡Coscorro, coscorro, Aloe en pepinillo! –chilla Pupi. Su botón (pelo) se ha vuelto morado. –¡Socorro, socorro, Aloe en peligro! –gritan los demás. –Tengo que llevarla a su plataneta –dice Pupi. Y a continuación grita–: ¡Cataclás, cataclás! Al instante, la nave de Pupi se vuelve tan brillante como un reflejo del sol en el mar (la arena). Pupi y Aloe se meten dentro y la nave despega de inmediato. Pero antes de desaparecer Pupi traza unas letras en el aire: VOLVERÉ PIRRADÍSIMO. Apenas llegan a Ecoplanet, Aloe empieza a encontrarse mejor, y en pocos minutos le desaparecen las verrugas y recupera su brillante color verde (amarillo). Antes de que Pupi se marche de nuevo en la nave, los dos prometen seguir en contacto por telepatía (teléfono). ¿Podrá Aloe regresar a la Tierra algún día?

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3     Una tarde (mañana), Coque invita a Pupi a su casa para presumir de su hermanita recién nacida. En realidad está muy fastidiado por haber perdido su puesto de “mimadito de la casa”, pero al menos esa llorona le sirve para darle envidia a su amigo. Pupi está fascinado con ella. Y también su hermana está encantada con la luz naranja (azul) del botón de Pupi. –¡Qué graciosa es! ¡Y qué pequeña (grande)! ¿Cómo se llama? –Sara. –Mira, Coque, le gusta mi bombón. –Chínchate, tú no tienes una hermana (prima) y yo sí. –¿Puedo tocarla (besarla)? –¿Y qué me das a cambio? –Una gominola (piruleta) y tres cacahuetes. –¡Y un jamón! –No tengo jamón, pero te lo doy mañana (esta noche). –Es que no quiero jamón. –Pero si lo has dicho. –Eres tonto, Pupi, es una expresión. Pupi no entiende a Coque. ¿Por qué dice una cosa cuando quiere decir otra? ¿Y qué le podría dar a Coque? –Tu marinita huele muy bien (mal). –Es mi hermanita, no marinita, y siempre huele a cacota, es una cochina. –No huele a cacota, huele a flores (colonia).



–¡Sabré yo a qué huele mi hermanita! –chilla Coque–. Si digo que huele a cacota, es que huele a cacota. Sara, asustada por los gritos, se pone a llorar (reír). –¡Cállate, llorona, que mamá me va a echar la culpa! –le grita Coque. –No le grites, que es muy pequeña y dulcimable. –Si quiero le grito, para eso es mi hermana –se enfada Coque–. Tú te callas –dice apretando a Pupi en el botón. Pupi se pone tan nervioso (contento) que sus antenas se ponen a girar a toda velocidad. Su botón está rojo de lo enfadado que está. Y de pronto, el pañal (gorro) de Sara sale disparado y va a parar a la cabeza de Coque justo en el momento en que entra su madre (padre) en el cuarto. –¡Puajjj, qué ascooo! –grita Coque horrorizado–. Mira lo que ha hecho Pupi, mamá. –Ha sido sin querer. Es que él le ha gritado a su marinita y me ha apretado el bombón. –¡Pero, Coque, otra vez! Ya no sé qué hacer contigo. –Ya no me haces caso, mamá, solo quieres a Sara –se pone a lloriquear (cantar) Coque. A Pupi le da pena su amigo, se da cuenta de que lo está pasando un poco mal porque tiene celos de su hermanita. Para consolarlo, se ofrece a hacerle una plantazul como las que crecen en su planeta (nave). A Coque se le olvida rápidamente el disgusto. Será el único de sus amigos en tener algo tan especial y ya solo piensa en lo mucho que va a presumir con la plantazul.

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4    Por fin Pupi va a poder probar los platos tan ricos, típicos de Ecuador (Colombia), que hace la madre de Rosy, porque lo han invitado a comer a su casa. –Mi madre ha hecho sancocho de pollo (pescado) –le informa Rosy–. Está para chuparse los dedos. Y de postre hay plátano frito (al horno). A Pupi se le hace la boca agua. En su planeta se alimentan únicamente de los frutos que dan las plantazules y de unas bolitas pequeñísimas que flotan en el aire (mar). Pupi y Rosy ponen la mesa mientras la madre de esta da los últimos toques a la comida. En la cocina, Pupi mira fascinado una especie de pimientos (tomates) diminutos y delgados. Por su color deben de estar riquísimos. ¿Le dejarán probar uno? –¡Rosy, Pupi, la comida está lista! –dice la madre de Rosy colocando una fuente humeante en medio de la mesa (cama). –¡Mmmm, este sancochino está riquísimo! –exclama Pupi al probarlo. A Rosy y a su madre les hace mucha gracia la equivocación de Pupi y casi se atragantan. –No es sancochino, Pupi, es sancocho –le corrige Rosy.



Pero Pupi está muy ocupado metiendo los dedos en el plato (vaso de agua) y chupándoselos. –Pupi, ¿qué haces? No se come con los dedos, utiliza el tenedor (la cuchara) –le dice la madre de Rosy. –Es que Rosy me ha dicho que tenía que chuparme los dedos. –Te dije que estaba para chuparse los dedos –le explica su amiga con una sonrisa divertida. ¿Y no es lo mismo?, piensa Pupi. Pero, para que vean que es educado, empieza a utilizar el tenedor y, después del postre, ayuda a llevar los platos a la cocina (al trastero). Allí vuelve a ver los pimientitos. Seguro que a Rosy y a su madre no les importa que coja uno, tienen un montón. Y dicho y hecho: Pupi se mete un pimientito en la boca (el bolsillo). Nada más tragarlo, Pupi siente un cortocircuito en su botón, que empieza a ponerse de todos los colores, y nota que le sale fuego de la boca (las antenas). –¡Coscorro, coscorro! ¡Un incendio en mi garganta (barriga)! ¡Que vengan los porompomperos! Rosy y su madre se asustan mucho porque no saben qué ha ocurrido. Pero cuando Pupi les explica que ha comido el pimientito, lo entienden todo. –Es que no es un pimiento, Pupi, es ají, y pica muchísimo –le explican mientras le dan un vaso de agua (leche). Pupi tiene que beber tres vasos más de agua para apagar el incendio de su boca. A partir de ahora, por muy deliciosa que le parezca una comida nueva, piensa preguntar si hace fuego (cosquillas) antes de probarla.

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5    Se acerca la Navidad (el verano) y en la clase han hecho un abeto de los deseos. Cada niño ha escrito su deseo, y Alicia, la profesora, lo ha pegado en el árbol, en el lugar donde estaba escrito cada nombre. Pupi, cierra los ojos y piensa: –Ojalá se cumpla mi deseo. El día de Nochevieja Pupi está muy nervioso y en el supermercado no para de meter dulces de Navidad en el carro (la cesta) sin que Conchi se dé cuenta. –Pero Pupi, ¿para qué has cogido cuatro tabletas más de turrón (chocolate)? Tenemos de sobra. ¿No ves que solo somos tres? Mi amiga Matilde, tú y yo. –Pues entonces cojo figuritas de mazapán. –Ay, Pupi ¿no te habrás comido la caja de dulces que compramos ayer? –No, solo me llevé unos polvorones (caramelos) al cole para la fiesta de Navidad.



Deseo coch

Deseo una flor.

o un he.

Deseo un cuento.

Deseo una hermana.

Deseo un perro.

Una vez en casa, Pupi no para de mirar el horno, preocupado. –El pavo (pollo) se está encogiendo, Conchi. No nos va a llegar. –¡Menuda ocurrencia, Pupi! Tenemos pavo para hartarnos de comer. Pupi no está tan seguro, pero no quiere contar su deseo. Y cuando ya están a punto de sentarse a cenar (merendar) con Matilde, de pronto, por arte de magia, aparecen Pimpam y Pompom, los padres de Pupi. –¡Bieeeeen! ¡Han venido mis padres desde mi plataneta! ¡Se ha cumplido mi deseo! –exclama Pupi mientras juntan sus botones naranjas, pues así es como se demuestran cariño (sorpresa) los azuloides. Conchi está tan asombrada como Matilde, pero ahora entiende la preocupación de Pupi por la comida (los adornos). Claro que mucho más sorprendidos están los padres de Pupi. Les asombra la cantidad de sonidos que salen de la boca de las amigas de Pupi, y que no tengan antenas (botones), y que tengan pelo en la cabeza, y la propia casa, y que tengan un árbol lleno de estrellas… Pupi les telexplica: –No son estrellas, son lucecitas. Sus padres disfrutan mucho con la cena y, sobre todo, con el turrón (los polvorones). –¿Lo ves, Conchi, como había que comprar más? –¡Tienes razón! Pero, ¿por qué no me dijiste que vendrían tus padres? –Porque si te lo decía, no se cumplía mi deseo. Se han teletransportado para pasar juntos las Navidades. Después de cenar, cantan villancicos (nanas). Pimpam toca la zambomba y Pompom, la pandereta. Pupi se siente feliz y piensa que es la mejor Navidad del mundo.

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–Tenemos ocho (nueve) perritos –le explica Nachete muy contento.

Conchi lleva a Pupi a casa de Nachete. En el garaje (salón) están los cinco hermanos y en un rincón (el medio) están Duna y los cachorros. Pupi se queda maravillado al verlos.

–¡Ay, qué rapaz este! ¡Mira que me haces reír (enfadar)! No son cacharritos lo que ha tenido Duna, sino cachorritos –le explica.

Conchi estalla en una sonora carcajada.

–No vamos a jugar con esos cacharritos, Conchi. Son otros que le han salido a Duna de su puerco.

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Pupi está deseando ir a casa de Nachete para ver los cacharritos que ha tenido su perra (gata) Duna. Le parece muy extraño que una mascota tenga cacharritos. Blanca y Bego le han regalado (prestado) a él unos cuantos y Lila no les hace ni caso. En cambio, según le ha dicho Nachete, Duna está como loca con sus cacharritos y no deja que nadie los coja. –Vámonos ya, Conchi, que tengo muchas ganas de jugar con los cacharritos de Duna. –¿Y para qué queréis jugar con las cosas de la perra? ¿Por qué no jugáis mejor con los cacharritos de la hermana pequeña de Nachete (Rosy)?



Pero mucho más contenta está Lila, que ha ido directa a meterse entre los cachorritos. Es la primera (segunda) vez que ha encontrado otras mascotas de su tamaño (planeta) con las que poder jugar. Claro que a Duna no le hace ninguna gracia y empieza a gruñir a Lila. –¡Ven, Lila, ven conmigo! –le grita Pupi, nervioso (tranquilo). –¿Quién es Lila? –preguntan a coro los hermanos de Nachete. –Es mi mascota –les responde. –¿Dónde está? No la veo –dice Luis, el mayor (mediano) de los hermanos. Pero Duna ha empezado a ladrar y Pupi avisa de nuevo a Lila.

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–¡Lila, ven a mis abrazos, que te va a morder (arañar)!

Pero Lila no le hace caso y Duna se abalanza sobre ella. Lila corre y Duna empieza a perseguirla por el garaje (baño). El botón de Pupi se vuelve morado (azul) del susto y sus antenas dan vueltas a toda velocidad. Los niños también corren, y de pronto… Nachete, que es muy hábil (lento), consigue atrapar a Lila justo a tiempo. Ahora sus hermanos se pelean por cogerla y acariciarla. Sin embargo, Lila sigue empeñada en jugar con los cachorritos (muñecos). Finalmente Duna se calma y, al ver que Lila no les hace nada a sus crías, la deja jugar entre ellas.

Pupi informa a Nachete mientras Aloe, con su pistola (manguera) anticontaminación, va regando árboles y plantas, que, en pocos segundos, vuelven a la vida.

–Una ecocarga + una ecocarga: solución.

–¿Y qué podemos hacer? –le telepregunta él.

–Hola, Pupi –le telesaluda ella–. Realizada inspección: plantas secas + árboles sin fruto, contaminación (multiplicación).

–¡Es Aloe! –exclama Pupi.

Un ruido (una luz) tras ellos hace que los dos se vuelvan de un brinco.

–Se dice interferencias –le corrige Nachete.

7      Desde hace algún tiempo, en la casa del pueblo de Nachete todas las flores que plantan se secan y los árboles frutales no dan fruta (hojas). Al verlos, el botón de Pupi se ha puesto tan gris como la ceniza (el cemento). ¡Con lo que le gustaba a él comer los nísperos y las cerezas (ciruelas) de los árboles! Pero enseguida se le ocurre enviar un mensaje a Aloe: “SOS uno + SOS dos, las plantas de Nachete están enfermas y las frutas desaparecidas (podridas)”. –¿Te ha contestado? –le pregunta Nachete cada poco. –Es que hay inferencias –le responde Pupi.



–¿Cómo es que ya no tienes lejía? –le telepregunta Pupi observando su piel lisa (rugosa). –Es verdad, esta vez no le ha salido alergia –afirma Nachete. Aloe le teleexplica a Pupi que se ha curado la alergia echándose el gel (champú) que produce la planta de su nombre, aloe vera. Además ha encontrado un camino (túnel) que une su planeta con la Tierra. Por eso ha llegado tan rápido. Pupi y Nachete le dan las gracias por ser tan valiente y deciden hacerle un regalo (una fiesta). –Ya sé, ¡una mascota! –exclama Pupi–. Porque en su plataneta solo hay plantas. ¡Mira, una maricuquita! –dice pasándosela a Aloe con mucho cuidado. Aloe está feliz con la mariquita. Desde que vio a Lila, deseaba una mascota. Pero la mariquita se echa a volar. Pupi sale corriendo.

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–¡Mejor una marisopa! –dice persiguiendo a una bonita mariposa que apenas se para un instante en cada flor (farola) y no hay quien la atrape.

–¡No, mejor un saltamontes, que es verde (blanco)! –cambia de opinión.

Pero, al cabo de un rato de perseguir al saltamontes, se desespera.

–¡Va a saltar todos los montes del mundo!

–¿Por qué no le regalamos una oruga, que no vuela (corre)? –pregunta Nachete.

Cuando Aloe nota las cosquillas de la oruga en su resbaladiza piel, siente una emoción inexplicable. También la oruga parece muy feliz. Aloe se despide de sus amigos agradeciéndoles el magnífico regalo.

–No pasa nada, Pupi. Le pediremos a la madre de Rosy (Nachete) que vuelva a coserlas, y asunto resuelto –dice Blanca, que siempre encuentra soluciones para todo.

Las gemelas no están tan seguras, y Pupi se queda muy preocupado.

–Las cogí de un vestido (pantalón) de Conchi que tenía muchísimas. Seguro que no le importa.

–¿De dónde sacaste las lentejuelas? –quiere saber Blanca.

–¿Y no es lo mismo? –pregunta Pupi.

–¡Ay, Pupi! Ya sé lo que ha pasado –dice Bego–. Me parece a mí que te has liado y, en vez de lentejas, has puesto lentejuelas (garbanzos).

–Pero si las lentejas son marrones (negras) –se extraña Blanca.

8         Pupi está en casa de las gemelas (los mellizos). Ha ido allí para enseñarles cómo se hacen las plantazules. Pero primero, Bego y Blanca le muestran a Pupi las plantitas que han salido de las lentejas (judías) que han plantado. Están muy orgullosas de lo bien que están creciendo. –Como siga así, la mía va a llegar hasta el techo (suelo) –comenta Blanca. –Y la mía hasta el cielo –dice Bego. –A mis lentejuelas no les salen hojas –comenta Pupi preocupado. –¡Qué raro, Pupi! ¿Seguro que has seguido bien las instrucciones? ¿Las has puesto en un algodón húmedo (seco)? –le pregunta Blanca. –Sí, he puesto un montón de lentejuelas de distintos colores, y nada.



–Y no te preocupes tampoco por las lentejas. Ahora cogemos unas cuantas en la cocina (el jardín) y hacemos una planta para ti –le dice Bego–. ¿Tú has traído las bolitas (pegatinas) mágicas para hacer plantazules como la que le regalaste a Coque? –Las plantazules siempre salen distintas –les explica él. –Mejor, así son más especiales. Pupi ha traído cuatro bolitas porque también va a hacer hoy las plantazules para Nachete y Rosy. Coge una de las cuatro bolitas entre las manos y empieza a darle vueltas y más vueltas hasta que adquiere el tamaño de una naranja (sandía). Luego Pupi mete sus antenas (pies) dentro y, cuando las saca, la bola se ha convertido en una delicada plantazul. Parece

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una bailarina con zapatillas de cristal (algodón). Pupi se la da a Blanca. Luego hace otra como un libro abierto cuyas páginas parecen las olas del mar para Bego, porque le encanta leer. La plantazul de Nachete tiene forma de dinosaurio (elefante) porque está loco por ellos y la de Rosy es una flor tan tímida como ella. En cuanto la miran, cierra sus pétalos y se ilumina.

–Muchas gracias, Pupi, son las plantas más bonitas que hemos visto jamás –dice Bego admirada.

–A Nachete y a Rosy les van a encantar –añade Blanca.

El botón de Pupi se ilumina (se apaga). Le gusta hacer felices a sus amigos.

Aterrizan dando botes en Pestilón, un planeta tan oscuro (luminoso) como la noche.

Y esta se vuelve tan brillante como el sol. En un momento, los seis amigos parten en ella en busca del terrible Pinchón, un malo malísimo que se entretiene fastidiando (ayudando) a los demás.

–¡Cataclás, cataclás! –grita Pupi corriendo hacia su nave.

–Dice que la Tierra está en peligro porque el malvado Pinchón ha robado las nubes del cielo –traduce Bego.

–¡Tierra en pepinillo! El malvado Pinchón ha borrado las nubes del cielo –les informa a sus amigos.

Al día siguiente, en el colegio, Pupi recibe un mensaje a través de sus antenas (su móvil). De inmediato su botón se vuelve morado.

al supermercado (colegio) a devolver las nubes.

9    Pupi está muy preocupado. Hace ya muchos meses (años) que no llueve en la Tierra. Y es imposible que lo haga porque no hay ni una sola nube en el cielo. Dentro de poco no van a tener agua ni para lavarse las manos (la cabeza). Solo de pensarlo, el botón de Pupi se pone gris. Tal es su preocupación que no recuerda bien qué le ha pedido Conchi que compre en el supermercado (quiosco). ¿Eran melones o limones? ¿Eran guisantes o piruletas gigantes? Pupi va a la sección de chucherías. Y de pronto ve en uno de los estantes algo que le llena de alegría. ¡Nubes (regalices)! Justo lo que se necesita para que llueva. Ni corto ni perezoso, Pupi llena el cesto de paquetes de nubes rosas y blancas. Mañana mismo irá en su nave a pegarlas en el cielo. –Seguro que Conchi se pondrá muy contenta por la idea tan buena que he tenido –piensa Pupi. Pero Conchi no se pone nada contenta y regresa con él 

Y en cuanto salen de la nave, una niebla densa y apestosa los envuelve. Apenas pueden respirar. Y todos, menos Pupi, notan una corriente de aire que los va poniendo de muy mal humor. –¡Menudo plataneta más feo! –exclama Pupi–. ¡Y qué pestiolor! –¡Malveniiiidos a mi planeeeeta! –grita una voz tan desagradable como un timbrazo (portazo). –Querrás decir bienvenidos –le corrige Bego. El malvado Pinchón aparece echando chiribitas amarillas (verdes) por los ojos. –¡Venimos para que nos devuelvas las nubes que robaste! –se envalentona Pupi. –¡Estupidigusani! ¡Pinchone os va a convertir en carbone!

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Al hablar, muestra sus dientes amontonados como las teclas negras de un piano (ordenador) viejo y les echa su apestoso aliento. El botón de Pupi se ha puesto tan rojo que parece un tomate (limón). Y sus antenas se ponen a girar a velocidad de vértigo. Antes de que Pinchón pueda reaccionar, ya Pupi ha metido las nubes en el remolino que ha formado y todos juntos se van de nuevo en la nave. Pinchón les lanza rayos (piedras) pero no consigue alcanzarlos. Una vez en la Tierra, las nubes se esponjan por el cielo y los niños se felicitan por el éxito de su misión. Pero naturalmente no saben que el malvado Pinchón ya solo piensa en volver a hacer de las suyas. ¿Qué se le ocurrirá la próxima vez?

Por eso, cuando el padre de las gemelas le da el mono de esquiar, Pupi piensa que su mono está completamente dormido (asustado).

–Y yo, otro mono –repite Pupi pensando en los animales que viven en los árboles (el desierto).

–¡Me pido un mono (gorro), papá! –grita Blanca.

–¡Cómo mola! Aquí las montañas no se mueven, nos deslizamos nosotros, ya verás qué divertido (aburrido) –le explica Bego.

–No tiene arena, se mueve ella sola. Va donde quiere.

–¿Y es de arena movediza? –quiere saber Blanca.

–¡Qué guay (rollo)! –exclaman las gemelas.

–Es que unas veces se hace muy grande y otras muy pequeña.

10     Bego y Blanca han invitado a Pupi a pasar el domingo (sábado) esquiando en la nieve. Pupi va contentísimo en el coche (tren). –¡Vamos a la montamañana! ¡Vamos a la montamañana! –canturrea. –Se dice montaña, Pupi –le corrige Bego muerta de risa (pena). Cuando bajan del coche, Pupi se queda muy sorprendido. –¡Cuántas montamañanas (casitas) blancas! En mi plataneta solo tenemos una montamañana azul. –¿Y es muy grande? –le pregunta Blanca. –Es grandipequeña y movediza. –Eso no puede ser, Pupi, o es grande o es pequeña –le replica Bego.



Mientras los demás se ponen los monos y los esquís, Pupi desaparece. Bego, Blanca y sus padres lo buscan por todas partes. –¡Mirad, en el telesilla (aparcamiento)! –exclama Blanca. Los cuatro contemplan asombrados cómo Pupi se sujeta en el telesilla con una mano (antena), mientras que con el otro brazo sostiene el mono de esquiar. Luego, una vez que se baja del telesilla, se tira por la montaña nevada dando botes pero sin soltar el mono. Bego y Blanca corren a esperarlo:

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–Pupi, ¿estás bien?

–Yo sí. Pero este mono (gato) sigue dormido como un tronco, no hay manera de que se despierte.

Bego y Blanca abren unos ojos como platos.

–Pero, Pupi, no es un mono de verdad. Es un traje (vehículo) especial para esquiar, ¿ves? –le explican, enseñándole el que se han puesto ellas.

A veces, Pupi no sabe qué significan algunas palabras. Pero ahora que le han explicado para qué sirve el mono, está preparado para disfrutar de un maravilloso día (mes) en la nieve.

Si Pupi llega a saber que la madre de Nachete necesitaba una pinza, le habría traído unas cuantas de su casa; Conchi tiene un montón para tender (coser) la ropa, pero no sabía que también se podían poner en el pelo.

–¡Vaya, qué fastidio! Con el calor (viento) que hace…

–No, no está –le responde Nachete.

–Esperad un momento. A ver si está mi pinza del pelo entre vuestros juguetes, que no la encuentro por ningún lado.

–¡Nos vamos a hacer un castillo (hoyo) en la orilla! –le anuncian los niños.

–Tu cubo y tu pala también, Pupi, lo he traído todo.

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Pupi ha ido unos días a la playa (piscina) con la familia de Nachete. Como son cinco hermanos, se lo pasa en grande con ellos. No paran de jugar durante todo el día. –¡Bieeen, hay bandolera verde (amarilla), nos podemos bañar! –exclama Pupi al ver la bandera que indica el estado del mar. –Mamá, ¿has traído mis aletas? –le pregunta Nachete. –¿Y mi tubo de bucear? –le pregunta Luis, el mayor. –¿Y mis moldes y mis manguitos (mi flotador)? –grita Elisa, la pequeña. –¿Y mi cubilete y mi pala? –quiere saber Pupi.



Mientras los demás hacen el castillo, Pupi busca entre las rocas (sombrillas) a ver si encuentra una pinza. Y de pronto, ve un par de ellas que asoman entre la arena. –Señor congrejo, ¿le importaría sujetar con sus pinzas el pelo de la madre de Nachete? Pupi entiende que el silencio (movimiento) del cangrejo es un sí y se apresura a cogerlo. –Muchas gracias. Solo será un ratito –le explica al cangrejo mientras corre con él hacia la madre de Nachete, que está leyendo el periódico (un libro). Como no quiere molestarla, le coloca el cangrejo en el pelo (la toalla) con mucho cuidado y delicadeza y, muy satisfecho, se dispone a regresar a la orilla. Pero, apenas ha dado unos cuantos pasos, cuando oye un grito a sus espaldas.

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–¡Aaaaaagh! ¡Socorro! ¿Cómo ha llegado este bicho hasta aquí?

Pupi se da la vuelta y ve que el cangrejo está encima de la cara (pierna) de la madre de Nachete.

–¡Qué congrejo más malo! –le regaña Pupi, cogiéndolo–. Te dije que no te movieras de su pelo.

–¡Pero, Pupi! ¿Cómo se te ocurre ponerme un cangrejo en la cabeza?

–Porque necesitabas una pinza y como él tiene dos (tres)…

La madre de Nachete no sabe si reír o llorar pues todavía no se ha recuperado del susto. En cambio, las risas (los aplausos) de sus hijos se oyen en toda la playa.

Pero ya Pupi ha salido corriendo hacia Rosy con la buena (mala) noticia.

–¡Ja, ja! Pues sí, nosotros untar, untamos pegamento (mantequilla) en los carteles, chavalín. ¿Y tú, de qué vas disfrazado?

–¿Es esto el Untamiento?

Después de recorrer sin éxito varios edificios, de pronto ven a unos hombres pegando unos carteles (cuadros) en la pared de un edificio muy grande. Pupi corre hacia ellos.

–Será donde untan cosas.

–¿Y eso qué es?

–Ha dicho que es el Untamiento.

Pupi vuelve muy satisfecho (preocupado) de su misión.

12      Durante las fiestas del barrio (pueblo) se organizan un montón de actividades para los niños, entre ellas, la búsqueda del tesoro. A Pupi y a Rosy les ha tocado ir de pareja, pero ninguno de los dos se aclara demasiado con lo que hay que hacer. –¡Qué piano más raro! –exclama Pupi desesperado (contento). –Es que no es un piano, Pupi, es un plano –le aclara Rosy muerta de risa–. Aquí vienen las calles y los edificios (coches) del barrio. Y tenemos que averiguar en cuáles hay pistas para llegar al tesoro. –¿Y si le preguntamos a ese señor qué es este cuatrolados? –dice Pupi señalando el cuadrado (triángulo) más grande que aparece dibujado en el plano. –Pregúntale tú, que a mí me da vergüenza –responde ella. 

En ese instante Nachete y Coque, que también van de pareja en la búsqueda del tesoro, pasan junto a ellos con mucha prisa.

–Sí que es el Untamiento. Ahí tiene que haber una pista.

–Pues yo no veo ningún marino por aquí –dice Rosy cuando llegan al final de la calle.

Y de pronto, el plano se convierte en una alfombra (escoba) voladora que los conduce hasta un tesoro magnífico: dos preciosas cajitas de música cuyas figuras cambian de forma continuamente. Cuando Coque las ve, se enfada, porque las cajitas le gustan más que el tesoro que han encontrado ellos. Pero Pupi, como es su amigo (primo), le deja jugar un rato con su caja.

–¡Socorro, socorro, nos hemos perdido! –grita Rosy.

–¡Coscorro, coscorro, nos hemos perdido! –grita Pupi.

En realidad la señora ha dicho ultramarinos, pero Pupi se ha hecho un lío y ahora está tan asustado como Rosy. Su botón está morado y sus antenas giran descontroladas.

–Hemos conseguido la primera pista en el Ayuntamiento –les grita Coque agitando un papel (abanico) y desapareciendo de nuevo entre las calles. –¡La que has liado, Pupi, era el Ayuntamiento, no el Untamiento! –exclama Rosy–. Y hemos dado tantas vueltas que ahora no sabemos cómo volver –se lamenta. Pupi y Rosy intentan otra vez orientarse con el plano, pero no se aclaran. Sin embargo, Pupi no se da por vencido y va a preguntarle a una señora (un policía). –Ha dicho que torzamos (saltemos) a la derecha, al llegar al marino.

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Pupi piensa que en la Tierra hay demasiadas palabras para llamar a los familiares y así no hay quien se aclare.

–Querrás decir sin materias primas –le corrige Bego.

–¡Pinchón nos ha dejado sin materias hermanas! –exclama Pupi, desesperado.

Así que hoy, aprovechando que Pupi y los niños han ido a pasar el día al campo (mar), Pinchón ha convertido las manzanas de los árboles (de la frutería) en pelotas de tenis y ha lanzado rayos hasta que los troncos y la hierba han quedado totalmente secos.

13     Desde que Pupi y los niños rescataron las nubes, el malvado Pinchón no ha parado de hacer de las suyas. Pero, como es bastante torpe, siempre sale trasquilado de sus intentos. Un día trató de robar la nave (calculadora) de Pupi y del calambre que le dio, estuvo tres días dando vueltas alrededor de la Tierra. En otra ocasión, intentó raptar a Lila, pero se tropezó con un panal de abejas, que le pusieron la calvorota como un campo de patatas y la nariz como un pimiento (calabacín). A pesar de sus disfraces, Pupi y sus amigos siempre lo descubren. Sin embargo, el malvado Pinchón nunca se da por vencido.



–Estupidigusani, por fin os venció el malvado Pinchone –grita Pinchón victorioso. Sus ojos (orejas) son dos canicas amarillas que giran echando chiribitas. –¡Aloe salivará el plataneta Tierra y crecerá todo de nuevo! –responde Pupi moviendo sus antenas (dedos) en remolino. –¡Eso! ¡Aloe salvará el planeta! –repite Nachete. Y de pronto, del torbellino que se forma, baja disparada Aloe y empieza a soplar una especie de flauta (armónica) de cristal. Según va soplando, los campos se vuelven a cubrir de hierba verde (seca), los árboles recuperan la vida y las pelotas (raquetas) de tenis vuelven a ser manzanas. Los niños están asombrados.

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–¡Es oxígeno superpuro de Ecoplanet! –informa Pupi a sus amigos.

El malvado Pinchón está furioso. Si tuviera pelos en la cabeza, se los habría arrancado (peinado) todos. Pero una ráfaga del oxígeno de Aloe lo obliga a bailar y a cantar; el aire de Ecoplanet es de tal pureza que le produce un efecto de alegría desbordante.

También Pupi y los niños empiezan a bailar y a cantar.

–¡Bien por Aloe! –gritan todos.

–¡Hip, hip, hurra! –grita Pinchón haciendo eses.

Pupi sale del colegio (de su casa) entusiasmado por el premio que le han dado y, con los nervios de querer contárselo a Conchi, confunde las palabras.

y los tetra briks los deposita en el contenedor amarillo, y las pilas y los desechos orgánicos los echa en sus propios contenedores.

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–Mira, Conchi, me han dado una estera porque he sido el mejor recicletando la basura.

Conchi lo perdona porque ha sido sin mala intención. Pero Pupi se empieza a preocupar. ¿Habrá reciclado más cosas que Conchi (Rosy) quería conservar?

–Lo siento –se disculpa Pupi– yo creía que sí.

–Pero, Pupi, esas revistas no eran para la basura.

–Las he recicletado en el contenedor azul –responde él, orgulloso.

–Pupi, ¿has visto mis revistas de costura (cocina) que estaban en el revistero?

Pupi se siente muy orgulloso del trabajo realizado y se va a jugar un rato a su habitación (al jardín). Hasta que entra Conchi a preguntarle algo:

–¡Enhorabuena, Pupi! ¡Una estrella (medalla) por ser el mejor reciclando la basura! –Lo he hecho pirradísimo, en un periquete. –¡Ay, qué simpático eres! Pero se dice rapidísimo. –Tú no te preocupes, Conchi, que ahora yo me encargo de la basura. Cuando llegan a casa, mientras Conchi lee un libro (una carta), Pupi aprovecha para poner en práctica sus conocimientos sobre reciclaje: el papel y los cartones los baja al contenedor azul (morado) de la calle; los plásticos, los envases de metal 

Enseguida comprueba que efectivamente ha reciclado cosas que no había que tirar cuando Conchi le pregunta por las pilas de la radio (del reloj) y por el tetra brik de leche (zumo) que había en la nevera. Pupi se asoma a la ventana de la cocina para ver los contenedores. ¿Cómo podría recuperar todo lo que ha tirado? Su botón está morado del susto y sus antenas giran como las aspas de un helicóptero (molino). De pronto… a causa del tornado que provocan, se abren las tapas de los contenedores y por la ventana empiezan a entrar todo tipo de revistas, periódicos, envases… –Tranquilo, Pupi, no pasa nada –le dice Conchi, abrazándolo. –¡Mira, Conchi, tus revistas (periódicos)! –grita emocionado–. ¡Y un montón de pilas! ¡Somos pilonarios!

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Pupi ha recuperado las revistas de Conchi, pero también un montón de papeles y envases que hay que volver a bajar a los contenedores (al trastero). Y también hay que reciclar todas las pilas porque no hay manera de saber cuáles son las que estaban en la radio de Conchi.

–¡Qué lío Pupi! Ahora sí que vas a tener trabajo de reciclaje, tendrás que bajar todo esto de nuevo –le explica Conchi.

Pero Pupi lo hace muy contento, porque le encanta reciclar (bajar escaleras). Aunque ahora ya sabe que solo puede reciclar las revistas, pilas y envases que ya no sirven.

–¡Y dale con el chichón! Mira que eres pesado –le replica Blanca.

–Pues yo no quiero que me hagan un chichón –insiste Coque.

15     Se acerca el verano (invierno) y cada vez hace más calor. Pupi y sus amigos se dirigen en la nave con Aloe al planeta Venusio para averiguar por qué desprende tanto calor (humo). Al parecer, sus rayos están dañando seriamente a Ecoplanet.

Y este se lo traduce a sus amigos a su manera:

En ese momento le pasa seis trajes de buzo plateados de un tejido especial.

–Dos + dos + dos trajes antincendios, temperatura agradable.

Antes de parar la nave en el planeta Venusio, Aloe le teledice a Pupi:

–En Venusio tienen melones (melocotones) como chichones.

–Un rayo + un rayo en la cosecha de melón, fuego y chicharrón –le telexplica Aloe a Pupi.

–Serán chichones como melones –le corrige Bego. –Pues yo no quiero que me hagan un chichón –salta Coque preocupado. –¿Y quién ha dicho que te vayan a hacer un chichón? –le pregunta Blanca. –¡Mirad qué planeta tan lindo, parece de oro (plastilina)! –exclama Rosy.

–¡Sí, mira, hay espejosaurios! –exclama Pupi emocionado al ver a una pareja de venusinos con un espejo (una linterna) cada uno en la mano.

–¡Ojalá haya dinosaurios (monstruos)! –desea Nachete en voz alta.

–¡Cómo mola, parezco un astronauta (submarinista)! –exclama Coque, al bajar de la nave.



–Dos espejos + dos venusinos, doscientos rayos nocivos –le telecomenta Aloe.

El botón de Pupi está morado del susto y sus antenas giran como ventiladores (ruedas) provocando un tornado. De pronto, todos los espejos de los venusinos estallan en el aire como una traca de cohetes.

–¡Coscorro, coscorro, es un truco! –grita Pupi asustado.

¿Qué aventuras les esperarán a Pupi, Aloe y los niños a la vuelta de las vacaciones? ¿Volverán a encontrarse con el malvado Pinchón?

Muy contentos, Pupi y los demás se suben a la nave (al autobús). Ya solo piensan en volverse a ver después de las vacaciones de verano.

Los venusinos le dan las gracias a Pupi por haber deshecho el truco (jersey) del malvado Pinchón. Fue él quien embrujó los espejos para fastidiar a los venusinos por estar siempre mirándose en ellos. A partir de ahora intentarán ser menos presumidos.

–¡Tricotrí, tricotrón: Pupi campeón! ¡Tricotrí, tricotrón: ha salvado a Ecoplanet de una explosión! –telecanta Aloe.

–¡Sí, el espejo lo ha hipnotizado! –corrobora Bego.

Efectivamente, el reflejo de los cuerpos dorados (rojos) de los venusinos en los espejos provoca unos destellos espectaculares, como un estallido de fuegos artificiales. Estos destellos son los que provocan que haga tanto calor en Venusio. –¡Mirad, detrás hay más venusinos! Y todos llevan un espejo –dice Bego. –¡Cómo mola, yo también quiero un espejo! –dice Coque. Y antes de que los demás puedan evitarlo, ya se lo ha arrebatado de las manos (del bolsillo) a uno de los venusinos. –Coque, devuélvele el espejo, a ver si nos van a atacar –le suplica Rosy. –¡Venga, Coque, no seas caprichorizoso! –le regaña Pupi. Pero Coque no les hace caso, tiene los ojos como platos (semáforos) fijos en el espejo. 62