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La comedia del vehículo según el alma

Antonio Reyes Vanegas

El Vento despertaba, calentaba el motor para ir a cumplir su rutina habitual por la mañana. El conductor entró perfumando el alma del carro con café y salió el Vento aun paso moderado al Boulevard. La hora se sentía despejada, para salir a un paso lento y el conductor pudiera guiar al carro por una ruta tranquila. La avenida estaba cerrada, el carro intentó despejarse del tráfico antes de que se viera encerrado1. El Vento aceleró lo suficiente para escaparse de un semáforo y de otro después, su conductor no medía la velocidad, en su concepción; un carro sirve para llegar más rápido al destino. Aceleró para cruzar los siguientes semáforos a tiempo; por poco atropella a un grupo de personas que al conductor no prestó atención y llegó a la siguiente calle a una velocidad que daba miedo. El kilometraje del Vento empezó a bajar de mala gana, prefería aventarse a los demás carros, porque así lo dejaban pasar, pero por un breve instante2 el carro chillaba por alcanzar a frenar y no golpearse, pues apareció embotellado con otro grupo de carros que se burlaban a sus espaldas, el conductor no alcanzaba a ver lo que pasaba, sólo carros gritando y afuera personas discutiendo.3. Sonaba la voz del Vento pitar a todos los vehículos, pero nadie se podía mover hasta que la carambola permitiera despejar el paso a los demás antes que

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De repente el licenciado sintió cómo se le echaba a perder el día, porque es recto y puntual y no sabía fallar por motivos ajenos a él. 2 Sólo porque se trataba de la vida del licenciado. 3 El licenciado no soportaba llegar tarde al trabajo, se sentía impotente entre las masas; pensó que no valía la pena alterarse tanto, que iba a conducir precavido, que debía calmarse porque le estaba ardiendo el estómago, pero ya no pudo pensar más que en rabia por el impacto que le dieron por la espalda.

ocurrieran más accidentes del mismo, pero al instante un Aveo terminó destrozando la parte trasera del Vento. El carro, ya no se iba a mover, La avenida se quedó vacía después del choque, pues había pasado la hora pico para todos. La gente podía caminar tranquila, sin preocupaciones, hasta podían cruzar sin que temieran que pasara nada, pero contemplaban las Grúas que llevaba a los vehículos y al Vento4 que fue necesario que se lo llevaran. Se detuvo un Taxi cerca de la zona, bajó a una persona y el vehículo siguió un camino aleatorio sobre el primer carril para que se detuviera cuando lo necesitaran. Que vaya al cliente a la Avenida tal, el taxi terminó su viaje, subió a otro individuo5, que necesitaba llegar al trabajo. El Taxi iba aumentando su tarifa pasando por un camino muy diferente al que acostumbra el Vento6. El Taxi frenó, como si hubiera sido obligado a parar. El pasajero bajó, entregó el dinero y entró directo a la estación del Metro. Llegó el metro, abrió sus puertas soltando montones de personas, e ingresando otro puño, reemplazando el lugar de los otros.7 El Metro no era inteligente, sólo era su función de abrir y cerrar puertas en el momento indicado. Pronto alguien intentó salir desesperado, pero las otras personas se amontonaron para salir8.

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El licenciado parecía no sentirse molesto pese a perder parte de la mañana en un asunto tan fastidioso quiso buscar la opción que lo llevara más pronto al trabajo. 5 El licenciado que se sentía. 6 El malestar del licenciado incrementó porque el taxista le estaba cobrando demasiado caro, porque se daba cuenta que sólo rodeaba por más dinero. 7 El licenciado estaba sudando, tan temprano, no quería estar en el Metro. 8 El licenciado corrió las escaleras para llegar al trabajo. Se entretuvo entre las masas intentando esquivarlas, pero no había nada que le diera luz verde para pasar, se sentía oprimido, quizás porque era la primera vez que llegaría tarde al trabajo.