cuento el triangulo isosceles.odt

Unidad V : “ Triángulo isóceles” de Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Personajes: Arsenio Portales : * Abogado

Views 112 Downloads 2 File size 185KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

Unidad V : “ Triángulo isóceles” de Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Personajes: Arsenio Portales : * Abogado de èxito * Lleva doce años casado con la ex actriz Fanny Araluce * Pensaba que su esposa no era buena actriz * La monotonìa del matrimonio le aburrìa * Veìa a su esposa como la perfecta ama de casa * Convenciò a su mujer que dejara el teatro Fanny Araluce: * Abandonó su carrera como actriz por amor * Le costó mucho aceptar la exigencia de su marido de dejar el teatro * Pensaba que su marido no quería que actuara porque sentía celos de los actores que trabajaban con ella *Todos los martes su marido pasaba la noche en Buenos Aires por trabajo. * Ella nunca le llamaba los martes para saber si estaba bien *Pensaba que su marido era un machista

Raquel : * Era una mujer apasionada y Controvertida *Mujer casada que tenía una doble vida * Tenía una vida acomodada * Su marido se ausentaba todos los martes para atender su hacienda.

Breves datos biográficos del autor Mario Benedetti nació en Paso de los Toros el 14 de septiembre de 1920 y murió en Montevideo el 17 de mayo de 2009. Fue un escritor, poeta, dramaturgo y periodista uruguayo integrante de la generación del 45, a la que pertenecieron, entre otros, Idea Vilariño y Juan Carlos Onetti. Su prolífica producción literaria incluyó más de ochenta libros, algunos de los cuales fueron traducidos a más de veinte idiomas. Fue hijo de los italianos Brenno Benedetti y Matilde Farrugia. Residió en Paso de los Toros junto a su familia durante los primeros dos años de su vida. La familia luego se trasladó a Tacuarembó por asuntos de negocios. Tras una fallida estadía en ese sitio (donde fueron víctimas de una estafa2), se trasladaron a Montevideo, cuando Mario Benedetti contaba con cuatro años de edad. Inició sus estudios primarios en 1928, en el Colegio Alemán de Montevideo, de donde es retirado en 1933. En consecuencia, ingresa al Liceo Miranda por un año. Sus estudios secundarios los realizó de manera incompleta en 1935, en el Liceo Miranda, para continuar de manera libre, por problemas económicos.

En 1945 se integró al equipo de redacción del semanario Marcha, donde permaneció hasta 1974, año en que fue clausurado por el gobierno de Juan María Bordaberry. En 1954 es nombrado director literario de dicho semanario. Es nombrado director del Departamento de Literatura Hispanoamericana en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad de la República, de Uruguay. Tras el Golpe de Estado en Uruguay de 1973 renuncia a su cargo en la universidad,.Por sus posiciones políticas debe abandonar Uruguay, partiendo al exilio en Buenos Aires, Argentina. Posteriormente se exiliaría en Perú, donde fue detenido, deportado y amnistiado, para luego instalarse en Cuba, en el año 1976. Vuelve a Uruguay en marzo de 1985, iniciando el autodenominado período de desexilio, motivo de muchas de sus obras. Es nombrado miembro del consejo editor del nuevo semanario Brecha, que va a dar continuidad al proyecto de Marcha, interrumpido en 1974. El día 17 de mayo de 2009 poco después de las 18:00, Benedetti muere en su casa de Montevideo, a los ochenta y ocho años de edad. Análisis del cuento Triángulo isósceles Benedetti incursionó discretamente por los dominios del extrañamiento, producto de ello fue la obra “Triángulo isósceles. El título es simbólico,muy sugestivo retirado de la geometría plana para denominar aquel triángulo que presenta dos lados iguales y uno diferente, generados a partir de dos ángulos iguales y el tercero diferente -, el literato uruguayo nos hace deparar con un caso de traición amorosa harto inusitado: el abogado Arsenio Portales, casado con la ex actriz de teatro Fanny Araluce, mantiene un idilio furtivo desde hace dos años con otra mujer, Raquel, también casada, a quien considera particularmente muy atractiva. Sus encuentros se llevan a cabo los días martes, en un apartamento alquilado exclusivamente para liberar sus pasiones, aprovechando los momentos de ausencias y los compromisos de sus respectivos cónyugues. En el día de cumplir sus dos primeros años de relación furtiva, Arsenio decide darle un collar florentino de regalo a su fiel amante. Raquel encantada con su regalo, se dirige al baño para probárselo. Extrañamente, Raquel demora, Arsenio se inquieta, pero se calma al saber que está bien. Pasan unos minutos y la puerta se abre, y para sorpresa y estupefacción del abogado, aparece su esposa Fanny en vez de Raquel, luciendo el collar. Arsenio no da crédito a lo que ve, mientras que su esposa le recrimina que sus sentidos no fueron capaces de reconocerla en todo ese tiempo. El cuento comienza con un narrador externo, en tercera persona presentando a los personajes, sus características : “EL ABOGADO ARSENIO Portales y la ex actriz Fanny Araluce llevaban doce apacibles años de casados. Desde el comienzo, él le había exigido a Fanny que dejara la escena. Al parecer, no era tan liberal como para tolerar que noche a noche su linda mujer fuera abrazada y besada por otros.” Él es abogado y ella actriz, su relación se ha ido desgastando y está totalmente marcada por la rutina y la monotonía. Esto se acrecenta aún más porque Fanny ha dejado de trabajar y se dedica a los labores hogareños, pasa gran parte de su tiempo en la casa. Arsenio fue quien pidió que ella dejara de actuar y ella accedió, dado que sentía celos de que su mujer fuera besada y tocada por otras personas. Esta actitud muestra que el hombre domina en la relación, el ordena, Fanny acata. Ella está desconforme con esta actitud de su esposo, a quien trata de machista y absurdo en sus actitudes y pensamientos: “ le había costado mucho aceptar esa exigencia, que le parecía absurda, machista y carente de un mínimo sentido profesional. «Por otra parte», había agregado él como justificación a posteriori, «no creo que tengas las imprescindibles condiciones para triunfar en teatro. Sos demasiado transparente. En cada uno de tus personajes siempre estás vos, precisamente allí donde debería estar el personaje. Demasiado transparente. El verdadero actor debe ser opaco como ser humano; sólo así podrá ser otro, convertirse en otro. Por más que te

vistas de Ofelia, Electra o Mariana Pineda, siempre serás Fanny Araluce. No niego que tengas un temperamento artístico, pero deberías encauzarlo más bien hacia la pintura o las letras”

Él no confía en las capacidades de su esposa, no cree que su vocación es la actuación porque dice que no lo hace adecuadamente, que no se compenetra en cada personaje y que siempre detrás de cada uno de ellos está Fanny. Ella lo escucha, pero no está de acuerdo: “Fanny lo dejaba exponer su teoría, pero en realidad él nunca la había convencido. Si había renunciado a ser actriz, era por amor. Él no lo entendía ni lo valoraba así. Sin embargo, en la vida cotidiana, privada, Fanny era ordenada, sobria, casi una perfecta ama de casa.”

Este personaje concibe la renuncia de sus sueños como un acto de amor, el sacrificio y el dolor de no poder dedicarse a lo que tanto desea lo justifica mediante el amor. Si interpretamos esta situación desde el siglo XXI decimos que cada persona debe realizarse en aquello que tanto anhela y le hace feliz y no renunciar a ello. Fanny entonces se dedica a las tareas hogareñas y el narrador la describe de esta forma:”Sin embargo, en la vida cotidiana, privada, Fanny era ordenada, sobria, casi una perfecta ama de casa”. Pero a pesar de que su esposa le brinda todo su amor y cariño, Arsenio tiene una amante a quien describe con estas palabras: ”Probablemente demasiado perfecta para el doctor Portales. En los últimos dos años, el abogado había mantenido otra relación, tan clandestina como estable, con una mujer apasionada, carnal, contradictoria y, por si todo eso fuera poco, particularmente atractiva. como lugar adecuado para esos encuentros, Portales alquiló un apartamento a sólo ocho cuadras de su casa. Había sido minucioso en la organización de su cándido pretexto: por borrosos motivos profesionales debía viajar semanalmente a Buenos Aires. Como sólo estaba ausente las noches de los martes, le recomendaba a Fanny que no le telefoneara, pero, por si las moscas, le había dado el teléfono de un colega porteño, que tenía instrucciones precisas: «¿Arsenio? Fue a una reunión que creo se va a prolongar hasta muy tarde». Fanny nunca llamó.”

Apasionada, carnal, contradictoria y atractiva, así era Raquel, aparentemente opuesta a Fanny. En esta relación están pensados cada uno de los detalles para no levantar sospechas . Hasta estos encuentros son monótonos, solo los martes y siempre con la misma excusa: su viaje a Buenos Aires. El piensa que Fanny llamaría pero nunca lo hizo, cualquier persona en un principio interpretaría esto como una muestra de confianza. La narración va tornándose ágil mediante la utilización de gran cantidad de verbos: “Ella, que conocía como nadie las necesidades y manías de su marido, se encargaba de aprontarle el pequeño maletín y le llamaba el taxi. Portales se bajaba ocho cuadras más allá, subía al apartamento clandestino, se ponía cómodo, aprontaba los tragos, encendía el televisor; a la espera de Raquel, que, como también era casada, debía aguardar a que su marido emprendiera su inspección semanal a la estancia. En realidad, si se veían los martes había sido por complacer a Raquel, pues ése era el día que el hacendado había elegido para atender sus campos. «Y para dejarnos el campo libre», bromeaba Arsenio.”

Todas las acciones mencionadas forman parte de la rutina de los personajes, de la vida monótona de los mismos. Todo está pensado y debe hacerse con cautela, rápido para no despertar sospechas. Raquel y Arsenio poseen una característica común: ambos están casados, por lo que es aún más difícil poder coordinar para verse y pasar tiempo juntos ya que es una relación prohibida. Por eso no podían permitir que los vieran juntos: “Cuando por fin llegaba Raquel, cenaban en casa, ya que no podían arriesgarse a que los vieran juntos en un cine o en un restaurante. Luego hacían el amor de una manera traviesa, juvenil, alegre, casi como si fueran dos adolescentes. Cada martes Portales se sentía revivir. Cada miércoles le costaba un poco regresar a las buenas costumbres del hogar lícito, genuino, sistemático”

Todo aquello que al personaje le atrae de Raquel es lo ausente en su relación con Fanny, lo que rompe con las reglas, lo que le devuelve la juventud, lo que implica tomar riesgos. Se entabla una comparación la alegría, la felicidad que poseen los adolescentes al hacer el amor y su relación con Raquel. Todo esto se opone a sus sentimientos cuando tenía que volver con su esposa, en donde todo se vuelve rutinario. Su esposa se muestra interesada por saber como le fue a su marido en el viaje ¿ Cómo sospechar que Fanny y Raquel son la misma persona? . El conflicto comienza a establecerse cuando se cumplen dos años de relación con Raquel: “Llegó por fin el martes en que se cumplían dos años de la furtiva y estimulante relación con Raquel, y Portales consiguió un collar de pequeños mosaicos florentinos. Se lo había hecho traer desde Italia por un cliente, éste sí verdadero, que le debía algunos favores. Instalado en su lindo y confortable bulín, Portales puso el champán en la heladera, aprontó las copas, se acomodó en la mecedora y se puso a esperar, más impaciente que otras veces, a Raquel.  Ésta llegó más tarde que de costumbre. Su demora estaba justificada, ya que también ella, en vista del aniversario subrepticio, había ido a comprar su regalito: una corbata de seda, con franjas azules sobre fondo gris. Fue entonces que Arsenio Portales le dio el estuche con el collar. A ella le encantó. «Voy un momento al baño, así veo cómo me queda», dijo, y como anticipo de otros tributos, lo besó con ternura y calidez. Como era natural, él consideró ese beso como un presagio de una noche gloriosa”

Por primera vez se describe a la relación entre los personajes como furtiva y estimulante, es decir esta situación devuelve la alegría que había perdido. La misma tiene también su base no solo en la pasión sino en lo material, por eso la tardanza de Raquel no asombra, ya que piensa que fue a comprarle un regalo, nunca sospecha que será su esposa la que salga del baño. Esto demuestra que a pesar de estar casado, no conoce a su mujer :  Portales, estupefacto, sólo atinó a exclamar: «¡Fanny! ¿Qué hacés aquí?». «¿Aquí?», subrayó ella. «Pues, lo de todos los martes, querido. Venir a verte, acostarme contigo, quererte y ser querida.» Y como Arsenio seguía con la boca abierta, Fanny agregó: «Arsenio, soy Fanny y también Raquel. En casa soy tu mujer, Fanny A. de Portales, pero aquí soy la ex actriz Fanny Araluce. O sea que en casa soy transparente y aquí soy opaca, ayudada por el maquillaje, las pelucas y un buen libreto, claro. (…) Tu voz», murmuró Arsenio. «Algo extraño había en tu voz. Pero ni siquiera el color de tus ojos es el mismo.» «Claro que no. ¿Para qué existen las lentes de contacto verdes? Siempre te oí decir que te encandilaban las morochas de ojos verdes.» «Tu piel. Tu piel tampoco era la misma.» «Ah no, querido, lamento decepcionarte. Aquí y allá mi piel siempre ha sido la misma. Sólo tus manos eran otras. Tus manos me inventaban otra piel. Al fin de cuentas, ni yo misma sé ahora cuál es mi piel verdadera: si la de Fanny o la de Raquel. Tus manos tienen la palabra.»

Por primera vez se aprecia a los personajes entablando un diálogo, una conversación a lo que llamamos discurso directo. En este fragmento del cuento apreciamos que Arsenio no se ha dedicado el tiempo suficiente para conocer verdaderamente a su mujer, sus características, detalles de su forma de ser , su color de ojos, su piel, pareciera que durante todo este tiempo estuvo viviendo con una desconocida, esto destaca que en la vida hay que darle prioridad a lo sencillo. El final de este cuento es cerrado, no lo deja a manos del lector.

Conflicto: * Cuando Raquel y el personaje cumplen dos años de relación, esta demora mucho en el bañoy esto le parece extraño a Arsenio.

El género lírico es una variedad de expresión en la que un autor manifiesta y transmite sus emociones o sensaciones personales en relación a alguien o algo que despierta su inspiración. Por lo general un texto lírico se expone por medio de un poema, escrito en verso Verso; Enunciado o conjunto de palabras que forma una unidad en un poema, sujeto a ritmo y a medida determinados Estrofa: Conjunto de versos Históricamente el género lírico se conoce de esa manera debido a que en la Antigua Grecia los pobladores utilizaban el instrumento musical conocido como lira para acompañar sus cantos. Además, este tipo de manifestación poética es visible en los episodios bíblicos relacionados con los salmos de David y los cánticos de Moisés. Por otro lado, las obras líricas sobresalen principalmente por la melodía, el ritmo y la armonía, los cuales se mezclan de manera equilibrada para poder conectar al lector con las emociones más íntimas del autor. El contenido del género lírico está basado en imágenes literarias o figuras retóricas, tales como la metáfora, la alegoría o el símil. Rima: se refiere a las veces que se repite un sonido a partir de la vocal tónica que conforma la última palabra que está en el verso. La rima puede ser de dos formas: consonante y asonante. Rima asonante: Cuando sólo coinciden las vocales Rima consonante: Cuando los sonidos rimados incluyen consonantes y vocales Ritmo: El ritmo se refiere a la forma en que se distribuyen las pausas, los sonidos y los versos a lo largo del poema para lograr que todo se fusione armónicamente Métrica : Refiere al conjunto de normas que determinan la cantidad de sílabas que poseen los versos de un poema. Otras características del género son : La subjetividad : En los poemas intervienen los sentimientos, valores y se dan a conocer los sucesos desde un punto de vista. Quien da a conocer sus sentimientos: yo lírico Se dirige a un tú lírico Predomina la función emotiva del lenguaje.

Breves datos biográficos de Juana de Ibarbourou Juana Fernández Morales ( Melo, Uruguay, 1892 - Montevideo, 1979) Poeta uruguaya considerada una de las voces más personales de la lírica hispanoamericana de principios del siglo XX. A los veinte años se casó con el capitán Lucas Ibarbourou, del cual adoptó el apellido con el que firmaría su obra. Tres años después se trasladó a Montevideo, donde vivió desde entonces. Sus primeros poemas aparecieron en periódicos de la capital uruguaya (principalmente en La Razón) bajo el seudónimo de Jeannette d’Ibar, que pronto abandonaría. Comenzó su larga travesía lírica con los poemarios Las lenguas de diamante (1919), El cántaro fresco (1920) y Raíz salvaje (1922), todos ellos muy marcados por el modernismo, cuya influencia se percibe en la abundancia de imágenes sensoriales y cromáticas y de alusiones bíblicas y míticas, aunque siempre con un acento singular Su temática tendía a la exaltación sentimental de la entrega amorosa, de la maternidad, de la belleza física y de la naturaleza. Por otra parte, imprimió a sus poemas un erotismo que constituye una de las vertientes capitales de su producción, la cual se vio tempranamente reconocida: en 1929 fue proclamada "Juana de América" en el Palacio Legislativo del Uruguay, ceremonia que presidió el poeta "oficial" uruguayo Juan Zorrilla de San Martín

Análisis de la hora de Juana de Ibarbourou Tema y Título: El tema del poema es el tópico tan conocido como “Carpe diem”, que significa “Aprovecha el día”. Este tema viene desde la época de la antigüedad, del poeta Horacio. Es por esta razón que el poema está marcado por las anáforas: “ahora”, “hoy”. Son palabras que se repiten y reafirman la idea de no dejar pasar el momento cuando éste es propicio, cuando aún hay tiempo de disfrutarlo, de gozarlo con todos los sentidos, con todo el ser; porque el tiempo pasa, y destruye lo bello del presente, y el único fin posible es la muerte, terminante, real, e inapelable. El presente es de lo único que uno puede hacerse, ya que el pasado no puede cambiarse, y el futuro es incierto. Pero el “Carpe diem” no significa el suicidio, ni el descontrol que lleva a la muerte lenta, que hoy en día podemos vivir, sino el disfrute, el placer de aprovechar ese momento, de vivir plenamente, de tomar lo que el presente me da. Por todo esto es que el poema se llama “La hora”, porque la hora es ahora. Porque ha llegado el momento y la amante se lo muestra al tú lírico, en forma de ruego, casi como una orden, pero la desesperación de quien sabe cual es su fin, el único que tenemos todos los humanos, la muerte y la vejez. ¿Qué importa, después, lo que quería, sino tuve el valor de tomarlo en el momento más pleno? La conciencia del tiempo que corre angustia al yo lírico, que vive en una sociedad que desprecia o juzga el placer, o la belleza del momento íntimo. Una época que no le permite disfrutar sin culpa, de esa sociedad el yo lírico prefiere pasar, rebelarse, y atreverse a decirle a su amante que es tiempo de disfrutar, animarlo a hacerlo, algo subversivo, más aún si viene de una mujer. Estructura externa

Lo interesante de esta estructura es que está formada en dísticos (estrofas de dos versos). Esta forma, relacionada con las incesantes anáforas le dan al poema un ritmo ágil, vertiginoso que se relaciona con la desesperación y la angustia para que el tú lírico comprenda la importancia del pedido. Los versos son difíciles de contar, pero podemos ver que tiene una rima consonante, y las estrofas son diez. Pero el poema se divide en dos partes, y esto se relaciona con la estructura interna. Estructura interna Las primeras cinco estrofas están marcadas por las anáforas “tómame” y “ahora”, resaltando las cualidades de juventud y belleza que el yo posee en este momento. Las otras cinco refieren a la muerte, al futuro, a lo que sucederá si se desperdicia esa “primavera” de la vida. Y comienza con un verso con una métrica menor (cinco sílabas) y un “después”. Para terminar reafirmando la importancia del presente. Primera parte El yo lírico utiliza permanentemente, además de la anáfora, el paralelismo (igual estructura gramatical) “Tómame ahora que aún…”, “Ahora que tengo…”, “ahora que calza…”, “ahora que en mis labios…”. El paralelismo va intensificando la pasión del decir, del imaginar, siempre unido a la angustia de saber que eso que está ahora, no será después. Tómame ahora que aún es temprano y que llevo dalias nuevas en la mano. El verbo con el que empieza el poema está presentado en un modo imperativo, y el presente, porque es urgente y necesario que el tú lírico comprenda que debe tomarla. No importa lo que otros digan, no importa para ella guardar su “honradez” si esta termina envejeciendo o muriendo sin haber descubierto el goce de vivir. Por eso “aún es temprano”, aún es el momento, aún se puede, aunque el mundo no lo considere decente, no importa, es algo físico, personal, es el momento de ella, biológico y no social. Luego el yo lírico se va describiendo a sí misma a través de metáforas relacionadas con la naturaleza. Ella es naturalmente joven y bella; ¿qué tiene que ver eso con las normas sociales? Es natural ser bella y es natural ser joven, por lo tanto es natural disfrutar de esos dones. Por eso ella utiliza la metáfora “dalias nuevas en la mano”. Sus manos, símbolo de entrega, de lo que tiene para dar al otro está llena de nuevas flores, de nuevos perfumes, de nuevas sensaciones táctiles, suaves y dispuestas para él. Todo su ser está renovado porque es joven, y ya ha pasado su estado de niñez, ahora está física y naturalmente preparada para conocer ese mundo que se le brinda. Tómame ahora que aún es sombría esta taciturna cabellera mía. En la segunda estrofa habla de su cabellera, que “es sombría” por lo tanto es negra, no tiene en ella indicio de canas, símbolo de la vejez, por lo tanto es nueva, es hermosa. La palabra “taciturna” abre dos posibles interpretaciones, ya que taciturno significa triste, melancólico o apesadumbrado. De esta manera podemos pensar que el yo lírico siente su cabellera taciturna porque nadie disfruta con su tacto, así la cabellera parece tener la condición del mismo yo, como si su tristeza por no disfrutar el ahora haya pasado a su cabello. Pero también si pensamos en la melancolía o la pesadumbre,

pensamos en algo que se prolonga en el tiempo, y por lo tanto es largo, lo que podría sugerir que su cabellera es larga y más bella aún, por su condición de oscuridad y vitalidad. Ahora, que tengo la carne olorosa, y los ojos limpios y la piel de rosa. En la tercera estrofa cambia la imagen, que deja de ser puramente visual para ser ahora también olfativa “carne olorosa”, “piel de rosa”. Su carne, dicho de forma básica, está recubierto de un olor agradable, nuevo, renovador. No pesan en ella los años, ni las angustias y decepciones de la vejez, por eso sus ojos son “limpios”. Los ojos, ventanas del alma, muestran ese interior inocente aún, que no conoce las tristezas de la vida. Es por eso que este es el mejor momento, está nueva para empezar a vivir. Lo mismo sugiere la metáfora “piel de rosa”, con el agregado del tacto, una piel así es suave y agradable, delicada y plena. Ahora que calza mi planta ligera la sandalia viva de la primavera En esta estrofa pasa a mencionar los pies. La descripción que el yo hace de sí misma tiene un orden caótico: las manos, la cabellera, la carne, los ojos, la piel, los pies y luego los labios. Como si ella fuera recordando, de forma emocional sus atributos. Así como recuerda en desorden, también cambia la anáfora, ya no es “tómame”, sino “ahora”, ya, no es bueno seguir esperando porque sólo provocará más desesperación ver lo que se empieza a perder. Sus pasos son ligeros, camina casi como bailando, no le pesa el andar, por eso la metáfora “mi planta ligera/ la sandalia viva de la primavera”. Sus pies están cargados de vida, la vida que le da la juventud de la primavera, la estación del amor, la estación del nuevo nacimiento. Ahora ella puede seguirlo, correr, vivir, bailar, todas expresiones de una vida plena de felicidad. Ahora que en mis labios repica la risa como una campana sacudida a prisa. En esta última estrofa de esta parte recurre a una nueva imagen sensorial, ya usó la visual “la taciturna cabellera”, “los ojos limpios”, entre otras; la táctil “la piel de rosa”, como un ejemplo; la olfativa “carne olorosa”, y ahora utilizará la auditiva “en mis labios repica la risa/ como una campana sacudida a prisa”. La vida se capta con todos los sentidos, se aprehende con ellos, se disfruta pleno si ningún sentido queda afuera. Así quiere el yo lírico ser tomada por el tú lírico, con todo su ser. Primero utiliza la metáfora “repica la risa”, su entusiasmo, su alegría es sincera, estruendosa, espontánea y explosiva y la comparación con la campana reafirma esta idea: es “sacudida a prisa”, no hay prejuicios en su alegría, no hay represión, es naturalmente desinhibida y fresca. Segunda parte Después...¡oh, yo sé que nada de eso más tarde tendré! Aquí comienza la segunda parte del poema en la que el yo deja ver su angustia por el tiempo que pasa, y el amante no termina de decidirse, tal vez movido más por el “decoro” y las “buenas costumbres”. Tomar a una mujer sin casarse en ese tiempo está mal visto. Pero ella trata de mostrar que nada tiene que ver las presiones sociales, con lo que naturalmente ella está experimentando en su ser biológico. Por eso el “después” seguido de los puntos suspensivos, el futuro es incierto, y el tiempo corre, lo que se traduce en la angustia marcada por los signos de exclamación y la imprecación “¡oh, yo sé/ que nada de eso más tarde tendré!”. El encabalgamiento (cuando un verso

continúa en el siguiente) marca la certeza “yo sé”, es inevitable, es indiscutible, la vejez vendrá para todos, aunque intentemos luchar contra ella: “nada de esto más tarde tendré”, cómo no disfrutarlo ahora, si es seguro que no va existir más esa juventud, esa alegría, esa belleza de la que hoy reboza. Que entonces inútil será tu deseo como ofrenda puesta sobre un mausoleo. Se apela directamente al tú lírico: “inútil será tu deseo”, de que sirve haber deseado algo tanto, si cuando estaba en el mejor momento no se aprovechó. Una vez más, la comparación del deseo ahora se relaciona directamente con la muerte, “ofrenda puesta sobre un mausoleo”. La ofrenda, las flores que se llevan a los muertos, y que también están muertas por ser arrancadas, no sirven de nada a la hora de la muerte, ¿es que el muerto las disfruta? La hora de disfrutar es cuando se está vivo. Después es sólo el llanto que no cambia nada, y que no satisfizo ningún deseo. ¡Tómame ahora que aún es temprano y que tengo rica de nardos la mano! En esta estrofa se retoma el casi de forma forma idéntica la primer estrofa del poema, con la única diferencia que ahora las flores están definidas: “nardos”. Esta elección no es inocente. Los nardos son flores que abren de noche y tienen un olor penetrante, lo que simbolizan la unión sexual que ella le está invitando a vivir al tú lírico. Hoy, y no más tarde. Antes que anochezca y se vuelva mustia la corola fresca. La antítesis “hoy, y no más tarde” es terminante, el tiempo corre, y no se puede esperar al futuro, la hora es ahora, y la metáfora “anochezca” refiere a la cercanía de vejez. Si la noche es símbolo de la muerte, el anochecer del hombre no es otra cosa que su vejez. Lo mismo sucede con la metáfora “se vuelva mustia la corola fresca”, siendo que la corola es lo que sostiene a la flor, y ponerse mustia implica arrugarse, tal como le pasa a los seres humanos. Ahora está “fresca” pero más tarde estará “mustia”, esto es un proceso natural, es también una antítesis natural. Hoy, y no mañana. Oh amante, ¿no ves que la enredadera crecerá ciprés? Utiliza el paralelismo: “hoy, y no más tarde”, “hoy, y no mañana”, porque la pasión y la desesperación van creciendo en intensidad, necesita convencer al amante que salte por encima de todas las convenciones sociales. Termina con una pregunta retórica, es decir una pregunta que encierra dentro de sí mismo la respuesta. Las dos plantas que se mencionan tienen también una relación antitética, la enredadera refiere a la vida, plena, que abraza cualquier cosa que esté en su centro y que crece frenéticamente hacia el sol, hacia las alturas; sin embargo el ciprés es la planta que los griegos usaban para honrar a sus muertos. Así que la pregunta es clara: lo que hoy es enredadera, mañana será ciprés, planta muerta.

Breves datos biográficos de Delmira Agustini Hija de Santiago Agustini y María Murtfeldt, Delmira «la Nena» para sus padres, nació en Montevideo (Uruguay) el 24 de octubre de 1886. Se educó en el hogar, como solían hacerlo entonces las señoritas de la clase media alta, y recibió clases de francés, piano, pintura y dibujo. No obstante, la dedicación casi religiosa de sus padres para que a Delmira no le faltara nada en la edificación de su cultura, tuvo que ver con la extraordinaria sensibilidad y la inteligencia que desde muy pequeña ella demostró poseer. A los cinco años sabía leer y escribir correctamente, a los diez componía versos y ejecutaba en el piano difíciles partituras. Estas cualidades fueron muy valoradas por sus progenitores quienes, según algunos, sobreprotegieron a la futura poeta. A lo largo de su infancia, el contacto con otros niños fue escaso, razón por la cual creció en un ambiente introvertido y callado. Pasaba largas horas, a veces días, ensimismada en el placer de la lectura, la escritura, el piano. Incluso siendo ya una adolescente, tuvo muy poco contacto con las otras muchachas de su edad. De acuerdo a algunos testimonios, prefería dedicar su tiempo a actividades intelectuales y artísticas, y no le interesaban las reuniones sociales, que consideraba frívolas. Más tarde establecerá contacto con algunas de las figuras intelectuales más sobresalientes de la época, figuras casi todas mayores que ella: Juan Zorrilla de San Martín, Carlos Vaz Ferreira, Julio Herrera y Reissig, Manuel Ugarte, Samuel Blixen (editor del semanario cultural Rojo y Blanco), entre otros. Su tiempo libre solía pasarlo junto a sus padres dando largas caminatas por el parque, o con su gran amigo de la infancia, André de Badet. A partir de 1902, a los dieciséis años, empieza a publicar sus primeros poemas en la revista La Alborada. Al año siguiente, esta misma revista la invita a colaborar en una sección que ella misma bautiza con el nombre de «La legión etérea» y que firma con el pseudónimo de Joujou. En esta sección, Delmira se ocupa de hacer retratos de mujeres de la burguesía montevideana que sobresalen en lo cultural y/o lo social. Se trata de siluetas excesivamente ornamentales del más puro gusto modernista. Entre estas semblanzas sobresale una dedicada a la poeta María Eugenia Vaz Ferreira. En 1907 publica su primer poemario, El libro blanco(Frágil) que fue muy bien acogido por la crítica. El éxito literario de Delmira Agustini correrá parejo a la fama de su belleza. Es importante señalar que el ambiente montevideano en el que Delmira vivió y publicó su poesía estaba marcado por fuertes contrastes. Por un lado era puritano y conservador, especialmente en lo referente a la sexualidad y la diferencia entre los sexos. Pero también era libertario y progresista; por ejemplo, durante los gobiernos de Battle y Ordoñez (1903-1907, 1911-1915) se llevaron a cabo reformas importantes, como el decreto de la primera ley de divorcio del continente (1907) y la creación de la Universidad de Mujeres (1912). Se trataba, pues, de una atmósfera ambigua, algo que incidió en la forma en que la crítica acogió su escritura. Aunque su talento fue elogiado, su temática explícitamente erótica no encajaba dentro de los estereotipos femeninos de la época, los cuales enfatizaban el perfil de lo que «tenía» que ser una mujer, especialmente una joven soltera y virgen. Sorprendidos y desconcertados, la mayoría de los críticos intentaron neutralizar su voz, enfocando la atención en su persona una muchacha físicamente bella e insistiendo en su aura etérea. De esta forma nació, entre sus contemporáneos, el mito Delmira, uno que incluía tanto a la «niña virginal» como a la «Pitonisa de Eros»; un mito que intentaba explicar «el milagro» de su escritura como producto del instinto, pasando por alto su intelectualidad. En 1910 publica su segundo libro, Cantos de la mañana. Para entonces su prestigio como poeta es considerable e incluso llega a ser elogiada por Rubén Darío, a quien conoce en 1912 durante una visita de éste a Montevideo; el encuentro provoca un intercambio de cartas. Asimismo, en su casa recibe las visitas de varios escritores e intelectuales atraídos por su talento, entre ellos, Manuel

Ugarte. Una vez ha despuntado el talento poético de Delmira, su familia apoya su vocación de forma completa; el padre pasa a limpio los poemas tomados de los cuadernos y hojas sueltas de su hija, y lo mismo hará su hermano Antonio. La madre la sobreprotege y procura mantenerla alejada del trato social, incluso cuando ya es una poeta célebre que todos requieren: cuando la visitan, la madre siempre está presente en la sala, algo que no asombra teniendo en cuenta las convenciones de la época. En febrero de 1913 publica su tercer libro de poemas, Los cálices vacíos, poemario más abiertamente erótico que los anteriores, algo que provoca un escándalo social que luego pasa a la murmuración incesante en torno a la joven poeta y su atrevimiento. Los poemas resultaron especialmente escandalosos no sólo porque su autora fuera una joven soltera , virgen, sino también, y sobre todo, porque en ese momento se consideraba impropio que la mujer fuera sujeto de deseo, es decir, podía ser únicamente objeto deseado. De allí lo excepcional de sus versos: Delmira se apropia de elementos culturales de la época pero para perfilar un nuevo y complejo sujeto femenino, un sujeto que posee por sí mismo un erotismo personal y diferente a aquel impuesto por la tradición literaria masculina. En pocas palabras, subvierte imágenes y conceptos de la tradición modernista para hablar de sus experiencias como mujer. Por otro lado, en Los cálices vacíos, Delmira anuncia, en una nota «Al lector», que está preparando un nuevo poemario que se titulará Los astros del abismo y el cual considera será «la cúpula» de su obra. Estos poemas, los más oscuros y barrocos, fueron publicados póstumamente en la edición de sus Obras completas de 1924 bajo el título general de «El rosario de Eros». Hasta el día de hoy no se sabe con seguridad cuándo conoció Delmira a su futuro marido, Enrique Job Reyes, quien no pertenecía al ámbito intelectual ya mencionado. Lo que sí consta es que hacia 1908 él ya la visitaba. Al principio, el romance se mantuvo en secreto ya que aparentemente la madre se oponía a esta relación amorosa, lo que indica que, contrariamente a lo que señalan sus biógrafos, su madre no controlaba su voluntad. En una de sus cartas de este periodo, Delmira le escribe a Reyes lo siguiente: Sigue formal como hasta ahora en tus cartas, nunca, ni por casualidad aludas a esta correspondencia. A veces cuando pienso en si llegara a descubrirse. No puedo añadir más ¡Peligro!. En las cartas de Delmira a Reyes sobresalen una jerga infantil y algunas frases terriblemente caprichosas, muy diferentes al tono apasionado y al estilo más literario de las cartas que cuatro años después le enviará a Manuel Ugarte. Sin embargo, las cartas a Reyes reflejan la primera etapa de aquel romance clandestino, donde no faltan los celos. Después de cinco años de noviazgo, la pareja finalmente se casa el 14 de agosto de 1913. Sin duda, herido en su virilidad, Reyes no pudo soportar que Delmira no sólo lo abandonara, sino que además inaugurara la ley de divorcio en el Uruguay. El caso tuvo una enorme repercusión debido a que con ello se sentaba un precedente en el continente y a que quien solicitaba el divorcio era una célebre autora de versos eróticos. Por tanto, es fácil comprender hasta qué punto, en un medio tremendamente machista, el marido se sentía cuestionado en su masculinidad. Esto lo confirman los testimonios de la hermana de Reyes. Por su parte, Delmira, poco después de la separación, empieza a cartearse intensamente con Ugarte, y el sentimiento de amor se hace cada vez más explícito. No obstante, estando el divorcio en pleno trámite, Delmira empieza a verse en secreto con su todavía marido en las habitaciones que este alquila en un edificio de la calle Andes, 1206. Unos dicen que Delmira perpetuó la intimidad con la esperanza de que el trámite de divorcio no se viera obstaculizado. Pero el divorcio se falla el 22 de junio de 1914 y ella vuelve a visitarlo el 6 de julio, la fecha fatídica en la que, requerida por su ya ex marido, es asesinada cuando este le dispara dos tiros a la cabeza y a continuación se suicida, todo en una habitación repleta de fotografías, pinturas

y otros objetos de Delmira. Ella tenía 27 años, él tenía 28, ambos de familias acomodadas, por lo que los periódicos llenaron sus páginas con reseñas sensacionalistas. Ciertamente, la forma en que murió ha originado un mito en torno a la figura de la poeta, uno que pervive hasta el día de hoy.

Análisis del poema explosión de Delmira Agustini Tema y Título El tema del poema es la explosión que el yo lírico siente cuando el amor verdadero, el sensorial, llega a su vida. Según la Real Academia Española: explosión significa “liberación brusca de una cantidad de energía (…) encerrada en un volumen relativamente pequeño, la cual produce un incremento violento y rápido de la presión (…) va acompañada de estruendo y rotura violenta del recipiente que la contiene. Si tomamos esta definición que en realidad refiere al proceso químico, podemos vincular el sentir de este yo lírico que se libera, y esta liberación que está movida por esa mágica fuerza, esa energía inexplicable y enloquecedora que es el amor. Sentimiento que mueve al mundo y que revoluciona el interior humano. Cabe aclarar que el yo lírico habla de dos tipos de amor: el que contiene la idea, y no deja de fermentarse en un “volumen relativamente pequeño” que es la mente humana, y el que se siente, sale, se vive, “explota”, “produce el incremente violento y rápido de la presión”, rompe las ataduras corporales y lo obliga a zambullirse en los brazos del otro de forma violenta y pasional. De este último, en contraposición con el primero es que quiere hablar el yo lírico. Ha vivido imaginando el amor, ha vivido pensando qué sería, pero ahora que lo siente, nada tiene comparación. Ahora la vida tiene sentido, ahora, no importa las consecuencias de esta “explosión”, rápida, inesperada, descontrolada, e incontrolable. Estructura externa El poema está escrito en forma de soneto, es decir, dos cuartetos (cuatro estrofas) y dos tercetos (tres estrofas) con una rima consonante (total) y en versos endecasílabos (once sílabas). La elección de la forma no es inocente. El soneto es una de las formas más rígidas en la poesía, por lo tanto en ella, que es un “volumen pequeño” – de acuerdo a la RAE – se concentra toda la emoción del amor, entonces la explosión será del ser que lo enuncia, y será aún mayor. Estructura interna Esta estructura se refiere al contenido del poema, y no deja de estar relacionado con la forma. Podemos pensar que en los cuartetos se plantea la situación que ha descubierto el yo lírico, cómo ha entendido al amor hasta ahora, y cómo lo siente hoy. Y en los tercetos se plantea el presente, resumiendo la misma situación de los cuartetos, pero ahora con toda la fuerza explosiva de sentir en el presente el amor. Análisis del primer cuarteto ¡Si la vida es amor, bendita sea! Quiero más vida para amar! Hoy siento que no valen mil años de la idea lo que un minuto azul de sentimiento.

El poema comienza con los signos de exclamación que ya demuestran esa explosión de sentimientos. El yo lírico ha descubierto que si el sentido de estar vivo es el amor, pues entonces bienvenida la vida para ella y para todos los que puedan sentir el amor. Su afirmación es absolutamente subversiva y revolucionaria para su época. La expresión “bendita sea” proviene del lenguaje religioso, y significa alabar, engrandecer, ensalzar. Bendecir es “consagrar al culto divino algo, mediante determinada ceremonia” (RAE). Sin embargo, en la época en que Delmira vivía, tal afirmación resulta una herejía, era exaltar algo que se relaciona con los sentidos, lo sensual, lo que los cristianos denominan “concupiscencia”, que sería la exaltación de las placeres corporales. Tomando una cita bíblica que afirma la primera carta de Juan, capítulo 4, versículo 16: “Dios es amor; y el que vive en amor, vive en Dios, y Dios en él” -intertextualidad que hace el yo lírico – podemos ver su rebeldía.  Claramente el amor que propone esta carta no es el amor erótico, sino el amor divino, también llamado “ágape”, que es amor a Dios y a los hermanos en la fe. La rebeldía del yo lírico es traspasar esta idea al amor erótico, real, físico, y mezclarlo con lo divino. Cambia la palabra “Dios” por “vida”, y adjunta el “bendita sea”, como si todo el discurso religioso que le han enseñado hasta el momento contradijera lo que hoy siente, como si ese discurso la hubiera obligado a estar pasiva, sintiendo el amor como una idea lejana e inalcanzable físicamente, y no le hubieran explicado, ni le hubieran dado permiso para descubrir esta otra forma de sentir. Es esta nueva forma de sentir la que la lleva a afirmar “quiero más vida para amar”, el sentimiento nuevo es tan poderoso que haberlo descubierto también revela la angustia de la muerte. No está pensando, como le enseñaron en su época. a desear la vida después de la muerte, quiere la vida que acá se siente, que acá se vive, que acá se ama. A través del encabalgamiento - cuando un verso continúa en el siguiente- el yo deja aislado y reforzado el marco temporal: “hoy siento”, y esto es subjetivo, por lo tanto no es cuestionable, es personal, de esta manera, qué discurso religioso puede atreverse a desmentir lo que el yo siente. Los últimos dos versos del cuarteto oponen las dos ideas, la que le han planteado y la que ha descubierto. Esta oposición se vuelve violenta por la fuerza que le da la antítesis:  “que no valen mil años de la idea lo que un minuto azul de sentimiento. “Mil años” contra “un minuto”, “la idea” contra “el sentimiento”. Haber perdido mil años soñando con el amor no vale nada cuando uno se encuentra verdaderamente con el sentimiento. Todo pierde sentido. Si le dieran al yo lírico mil años de vida, pero sólo le permitieran la idea del amor, lo cambiaría, sin dudar, por un solo minuto del sentimiento real, verdadero, aunque eso sólo fuera lo que le quedara de vida. La palabra “azul” resulta emblemática en el texto. Recordemos que Delmira está influida por el modernismo, y el nicaragüense Ruben Darío ha publicado su libro “Azul” que ha marcado a los poetas de América y España. El color azul luego de esa publicación se ha convertido en símbolo de escritura apasionada, de pasión rebelde y real, también mezclada con la melancolía, de un mundo que los excluye por querer sentir, y expresar como bandera sus sentimientos, en un mundo materialista y enloquecido por los nuevos inventos tecnológicos, y perdido en el principio del consumismo.

Segundo cuarteto Mi corazón moría triste y lento... Hoy abre en luz como una flor febea. ¡La vida brota como un mar violento donde la mano del amor golpea! El segundo cuarteto comienza con la personificación del corazón, o tal vez una metonimia de él. Lo importante es que representa lo más íntimo y más vital del ser humano, y por lo tanto donde se encuentran, para ese yo lírico, sus sentimientos, que mueren de una tristeza lenta. Esto es lo que ha provocado la idea, una agonía constante e inacabable, hasta este “Hoy”. Para mostrar esta agonía, el yo lírico usa los puntos suspensivos, porque si no hubiera aparecido este “Hoy”, esta nueva forma de sentir, de vivir, de amar, lo único que le hubiera quedado es más agonía, que en el tiempo se prolonga, y también lo hace en el verso, dejando lo que sigue en un futuro, de manera incierta. Pero aparece ese “Hoy”, ese presente rompe con la agonía y vuelve al yo lírico al centro, que suge de esta nueva revelación. Otra vez aparece la antítesis entre la muerte del corazón, y la apertura a la luz. Este nuevo sentir la invita a renacer, a volver a nacer, a volver a una nueva vida. La comparación: “hoy abre en luz como una flor febea”, refiriéndose al corazón, deja entrever la antítesis de la oscuridad de la muerte con la nueva luz que ahora se abre. La imagen “flor febea” muestra la belleza con que el yo visualiza su corazón, frágil, pero hermoso, con un nuevo perfume, con la delicadeza de sus pétalos, y también con lo efímero, pero ¿qué importa si al menos logra abrirse y sentir lo que tanto le fue negado? La palabra “febea” refuerza la imagen de luz. Febo es el dios de la luz en la cultura griega, y uno de los rasgos de estilo del modernismo es utilizar palabras referidas a culturas antiguas, que también los alejaran de la vulgaridad que los rodeaba. Así el yo usa la palabra “febea” y relaciona este renacer con algo divino, mágico, milagroso. Su corazón vuelve a la vida porque alguna divinidad le ha permitido ese milagro. Los últimos dos versos del cuarteto terminan en una imagen que reafirma la violencia de la explosión a través de la comparación, y la metáfora. “La vida brota” podríamos encuadralo dentro de las figuras metafóricas ya que esta parece tener un movimiento propio, una vida dentro de ella misma que se mueve sin la intervención humana, como una planta que crece sola o una cañería que se rompe el agua inunda todo. Así la vida, lentamente va creciendo en el yo lírico, a pesar del yo, o sin control de ella. La comparación de esa vida con el mar violento, nos completa la imagen de lo incontrolable. ¿Quién puede detener el mar? ¿Quién puede hacer que deje de estar violento? ¿Qué puede el hombre frente a él, cuando se propone arrasar con todo? Así la vida invade al yo, y lo que mueve a ese mar es la fuerza divina del amor, personificado en la mano que golpea a ese mar. Una vez más, si Dios es quien tiene el poder de hacer tal cosa, pues entonces su amor no va contra las creencias que le enseñaron, sino que esas enseñanzas han sido mentirosas, o no han sido completas. No se puede para lo irrefrenable, cuando la mano es tan poderosa como para violentar, revolucionar todo sus sentidos y sentimientos. El amor llama a su corazón, y ya nada puede detenerlo. ¡La vida brota como un mar violento donde la mano del amor golpea! Los tercetos Hoy partió hacia la noche, triste, fría... rotas las alas, mi melancolía;

como una vieja mancha de dolor en la sombra lejana se deslíe... ¡Mi vida toda canta, besa, ríe! ¡Mi vida toda es una boca en flor! Los tercetos comienzan, una vez más, con el adverbio “hoy”, sin embargo hablará de su condición pasada y de un quiebre entre ese presente y su pasado. El primer verso muestra su condición pasada, su melancolía, su tristeza difusa, su agonía lenta ha terminado, ha partido, ya no es parte de su presente, ha marchado a donde tiene que estar, en la oscuridad en la que ha vivido hasta entonces: “la noche, triste, fría”. Una vez más esta noche la representa en su pasado, por eso es “triste”, porque ese es el sentimiento que la ha ahogado hasta este “hoy”. La frialdad también se había apoderado del yo lírico, que no tenía otra opción hasta ahora de mantenerse aislada del calor humano, porque no le estaba permitido, ya que el amor no era más que una idea, y no una vivencia. Una vez más, los puntos suspensivos sugieren la partida, el verso queda suspendido, y parece como si el yo viera partir esa tristeza, esa noche, esa frialdad a un mundo que ya no le pertenece. rotas las alas, mi melancolía; como una vieja mancha de dolor en la sombra lejana se deslíe... Lo que parte es la melancolía que parecía tener las alas rotas, es decir, el desencanto parecía no poder desaparecer jamás de ella, lo que le hacía pensar que no existía ninguna esperanza de algo diferente. Esta melancolía está animalizada al hablar de sus alas rotas. Esto hace más milagroso la llegada del amor como algo real. Compara esa melancolía con “una vieja mancha de dolor”, pensando siempre que la mancha se relaciona con la oscuridad y que se contrapone con la luz que ahora ella siente en su corazón. Es “vieja” porque la conoce desde siempre, y porque ya no tenía esperanza de que desapareciera. Al ser vieja, también era más difícil de quitar de su alma, y esto se vuelve trágico si pensamos que lo que esa mancha significa es “dolor”. La melancolía, arraigada a ella sólo podía producir un dolor lento, molesto, indefinible. El yo lírico hace un violento encabalgamiento entre un terceto y otro, y termina su idea sugiriendo que la sombra, la mancha vieja del dolor se desata de ella y parte a la “sombra lejana”, su vida ahora es luz, nada tiene que hacer esa sombra en su presente. ¡Mi vida toda canta, besa, ríe! ¡Mi vida toda es una boca en flor! Termina el poema con dos versos marcados por los signos de exclamación que expresan la explosión que el yo siente en el presente. A su vez utiliza un paralelismo (repetición de la misma estructura gramatical) que reafirma su pasión. Ya no es el yo el que siente, es “mi vida toda”, con todo lo que ella implica. Las expresiones son de felicidad intensa: “canta, besa, ríe”. En una palabra: vive, con todos sus sentidos, con todo su ser. Utiliza verbos para mostrar que de aquella pasividad en la que estaba inmersa, ahora hay acción vital, vida en movimiento, alegría suprema.

El último verso es una metáfora de lo que significa estar viva: “es una boca en flor”, su actitud ahora es la de tomar la vida, gustar de ella, besarla, amarla. Y el estar “en flor” implica el nuevo nacimiento que ahora está experimentando en el mejor momento de su vida, en el más bello, en el que vale pena vivirla, porque está brotando y abriéndose a ella.