Cronica y Reportaje Interpretativo

REPORTAJE INTERPRETATIVO Es aquel que contiene un informe de cualquier hecho noticioso, requiere del talento e imaginaci

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REPORTAJE INTERPRETATIVO Es aquel que contiene un informe de cualquier hecho noticioso, requiere del talento e imaginación del periodista para ser transmitido de manera inteligente y amena; en el reportaje interpretativo es aún mayor esa responsabilidad, ya que el reportero tiene la función de explicar al lector un tema demasiado complejo, como asuntos de finanzas, leyes, etc. CARACTERISTICAS DEL REPORTAJE Dos son las características que distinguen al reportaje como género periodístico: exhaustividad y objetividad. 1. Exhaustividad: Para elaborar un buen reportaje, el periodista debe esforzarse en reunir cuantos datos y testimonios representativos tenga a su alcance, con el fin de transmitirlos al público una vez organizados. Esta exhaustividad en el tratamiento de los temas hace que el reportaje necesite de un espacio mucho mayor que cualquier otro género periodístico. 2. Objetividad: Los datos que componen el reportaje deberán ser tratados y presentados con la máxima objetividad, para que el destinatario pueda formarse una opinión cierta sobre ese tema. La falta de objetividad supone transmitir una visión parcial, deformada o equivocada de los hechos. En los reportajes de contenido audiovisual, se ha de hacer hincapié no sólo en la información e imágenes a difundir, sino en las aptitudes del reportero a la hora de expresarse, siguiendo una serie de pautasen lo que al texto y su forma de expresión se refiere:

a) Lenguaje claro y simple, dirigido al público al que se quiere llegar, sin usar tecnicismos. b) Intensidad de la voz adecuada, remarcando las palabras claves. c) Tono de voz, fundamental ya que solo puede interpretarse oralmente, y le otorga mayor carácter a las palabras. d) Subtítulos párrafos: La cultura occidental percibe los tonos graves como más agradables al oído, ayudando a una mejor recepción de la información. e) Timbre de la voz, condicionada a la edad y el género del hablante. OBJETIVO DEL REPORTAJE INTERPRETATIVO El reportaje interpretativo tiene como finalidad construir y verificar una hipótesis sobre el sentido de un suceso y dar cuenta de ello a un público objetivo específico a través de un

medio particular (lo que implica usar un lenguaje [construcción semiótica] concordante con los recursos expresivos del medio y con las peculiaridades del público; en el caso de la prensa escrita se trata del uso de toda la fuerza expresiva [literaria] de la palabra). Un reportaje se puede definir como el abordaje en profundidad, de manera analítica y desde distintos ángulos de un asunto con valor periodístico que se pretende comprender en toda su complejidad (antecedentes, contexto, consecuencias), y del que interesa descubrir su sentido, tanto para el periodista y el medio, como principalmente para el público al que va dirigido. En el reportaje se persigue tratar los acontecimientos como "hechos significantes" (si se quiere fact-semas) que tienen un significado particular, inmediato (dimensión semántica del fact-sema), pero sobre todo un sentido (dimensión pragmática). El reportaje interpretativo tiene como finalidad construir y verificar una hipótesis sobre el sentido de un suceso y dar cuenta de ello a un público objetivo específico a través de un medio particular (lo que implica usar un lenguaje [construcción semiótica] concordante con los recursos expresivos del medio y con las peculiaridades del público; en el caso de la prensa escrita se trata del uso de toda la fuerza expresiva [literaria] de la palabra). Un reportaje se puede definir como el abordaje en profundidad, de manera analítica y desde distintos ángulos de un asunto con valor periodístico[1] que se pretende comprender en toda su complejidad (antecedentes, contexto, consecuencias), y del que interesa descubrir su sentido, tanto para el periodista y el medio, como principalmente para el público al que va dirigido. En el reportaje se persigue tratar los acontecimientos como "hechos significantes" El valor periodístico de un suceso, conforme con la teoría de la información, no es absoluto (ni neutral) sino relativo al conocimiento, estrategia y valor en juego tanto del emisor como del receptor. Como relativo al conocimiento se mide por el grado de probabilidad que el mensaje tiene para el receptor (por el grado de incertidumbre que resuelve). Como relativo a la estrategia, se mide por su pertinencia (funcionalidad) instrumental tanto a la del emisor como a la del receptor. Como relativo al valor en juego se mide por sus efectos para uno y para otro. No es por lo tanto el valor periodístico propio de un acontecimiento, sino del discurso cognitivo-estratégico que se construye a propósito de ese acontecimiento.

Crónica interpretativa

La crónica es uno de los géneros con mayor tradición en el periodismo. Existe una dificultad para definir la crónica, sin embargo, no hay duda de que se trata de una modalidad periodística en la que confluyen un hecho informativo, una interpretación más o menos analítica de ese hecho y a veces una valoración opinativa sobre el mismo. De todas formas, tales ingredientes pueden ser bastante desiguales, dando lugar a distintos tipos de crónicas. Existen dos estilos de crónica: a. Crónicas de localización ó de corresponsales: Son crónicas que remiten al relato de lo que ocurre en un lugar. Por eso cuando se habla de periodismo internacional se habla de crónica. b. Crónicas temáticas ó especializadas: Son crónicas especializadas, por ejemplo: Taurinas, de fútbol.

La crónica periodística es, en esencia, una información interpretativa y valorativa de hechos noticiosos, actuales o actualizados, donde se narra algo al propio tiempo que se juzga lo narrado. No es un reportaje puro porque en este –en principio y salvo en casos excepcionales- no se admite el comentario, sino que impera el relato escueto. No es un reportaje interpretativo o en profundidad, porque en este tipo de reportaje la interpretación no la da el reportero, sino los elementos que se aportan para la debida valoración de un hecho.

No es un artículo, porque, a diferencia del articulista, el cronista tiene la ineludible obligación de informar, de narrar, de contar algo que ha sucedido. Sin noticia, la crónica deja de ser periodística para convertirse en un relato histórico o un artículo valorativo de un hecho trascendente o intrascendente. El estilo de la cónica ha de ser directo y llano, esencialmente objetivo, pero al mismo tiempo debe plasmar la personalidad literaria del periodista”. A parte de estas acertadas sugerencias que nos hacen los expertos, yo puedo agregar que la redacción de una crónica exige la elaboración de un esquema investigativo, tipo causaconsecuencia.

Este esquema debe de responder a varias dimensiones, dependiendo el tema; pero que regularmente son: geográficas, sociológicas, antropológicas, sicológicas, económicas, jurídicas, políticas, históricas, etc. La crónica tiene casi las mismas necesidades que un reportaje: se escriben crónicas para investigar, contextualizar, documentar, interpretar, describir, explicar y analizar un hecho noticioso. Esto supone que quien pretenda redactar una crónica debe de dominar de la forma más amplia el tema del cual desea o está escribiendo. El cronista debe de conocer a profundidad la gramática, su sintaxis, la ortografía, la gramática del verbo. Este último tema se está convirtiendo en el ‘Talón de Aquiles’ para los redactores. Si asumimos que el 99.9% de las relatos informativos deben escribirse en modo indicativo, y que el modo indicativo tiene 10 formas, cada una con su uso muy particular y concreto. No podemos tratar de escribir una crónica solo en presente (corre), en indefinido (corrió) o en imperfecto (corría). Hay que darle variedad a cada conjugación…en la próxima entrega haremos otros aportes.

Ejemplo: Lead de la crónica.- “A las 2:45 de la tarde del martes de la semana pasada, bajo un sol inclemente, algunos habitantes del municipio antioqueño de Nariño echaron a correr por la calle Real, hacia la parte baja del pueblo.

Cuando el tropel de gente desembarcó en la plazoleta, ubicada frente a la imponente iglesia de Nuestra Señora de las Mercedes, el pánico se había generalizado.

Los hombres no corrían, pero tampoco escondían el temor que se dibujaba en sus rostros. “¿Qué pasa? ¿Qué pasa?”, pregunta alguien. “La guerrilla… volvió la guerrilla”, respondió cualquiera de los que huía de un enemigo invisible.

Al oír esto, los soldados que permanecían en los alrededores de la iglesia y la casa cural se tensionaron… Levantaron las boquillas de sus fusiles hacia el cielo, los desaseguraron con

rapidez y comenzaron a caminar cautelosamente, pegados a las paredes, hacia la plaza principal.

Los nariñenses que los observaban través de las ventanas de sus casas, a penas entreabiertas, pensaron que la pesadilla que habían soportado durante 36 horas el pasado fin de semana comenzaría de nuevo. Un hombre pensó en voz alta: “Sinceramente esto no es justo”…

El final.“…La señora permanecía en cuclillas sobre las ruinas de lo que fue su hogar, destruido por el carrobomba.

Vestida con una bata de pequeñas flores azules y moradas, protegida del sol por una sombrilla negra, les decía, con un tono demencial, una y otra vez a un hombre y a un muchacho que hurgaban entre los escombros: “Los zapatos están debajo del escaparate, no encuentran los zapatos, no encuentran los zapatos, no encuentran los zapatos, no encuentran los zapatos…”