Como Es El Mexicano

De algunos de los resultados arrojados por el estudio, la altura promedio de muj eres entre los 18 y 25 años es de 1.60

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De algunos de los resultados arrojados por el estudio, la altura promedio de muj eres entre los 18 y 25 años es de 1.60 m; en el caso de los hombres del mismo rang o edad es de 1.67 m; en lo referente al peso, en mujeres de 18 a 25 años el promed io es de 62.90 kgs, y en los hombres de 70.43 kgs; de los 40 a 50 años el promedio de peso en las mujeres incrementa a 72.15 kgs, y en los hombres a 77.30 kgs. En mujeres entre los 26 y 39 años, el peso promedio en la zona centro es de 72.62 kgs, mientras que en el bajío es de 67.35 kgs. La altura promedio de las mujeres e n la zona centro es de 1.62 m, en las del norte es de 1.58 m y en el sureste de 1.55 m. El peso de los hombres en la zona norte es de 86.1 kgs y en la zona cent ro de 72.37. Los hombres de la zona del bajío son los más altos, con 1.72 m, los más b ajos son los de zona centro, con 1.60 m. En México, los habitantes de 15 años y más tienen 8.6 grados de escolaridad en promedi o, lo que significa un poco más del segundo año de secundaria. CARACTERÍSTICAS QUE EL MEXICANO YA POSEE Y QUE DEBE CONSERVAR. 1. 2. 3. 4. 5. 6.

Alegres. Serviciales. Valores Familiares. Ingeniosos. Creativos. Patriotas / Nacionalistas.

Los mexicanos del siglo XXI somos, grosso modo un compuesto de tres ingredientes ; el factor indígena, el factor hispano-cristiano y el factor anglosajón; ¿de que mane ra experimentamos estas influencias hoy en día? Por supuesto, estos factores marcan la forma de pensar de México actual Factor Indígena: en este aspecto mencionaría que tenemos una actitud fatalista, depe ndiente y resignada, el ramo de la religión, nuestro cosmovisión sigue siendo politeís ta al adorar a varios santos que son un equivalente a los dioses que se adoraban en la época precolombina. También el aspecto del autosacrificio es muy arraigado ya que en la actualidad existen muchos suicidios en México. Cabe mencionar la jerarquización de la sociedad, realmente aquí mencionaría que en la ép oca antigua se pensaba que no se podía subir de jerarquía, esto quiere decir que si un niño nace en un hogar de artesanos, no podría ser guerrero, sacerdote o escribano , pues en la actualidad en México sigue habiendo esta visión y mucha gente piensa qu e no se puede superar y que nunca saldrá de lo que es ahora, como resultado tenemo s la apatía y la falta de motivación para lograr las cosas Factor Hispano: la religiosidad del factor hispano lo vivimos día a día y eso es uno de las características mas marcadas del mexicano, podríamos decir que la personalid ad del español era activa, pragmática y realista, pero también es cierto que los que l legaron a México eran personas ambiciosas con el animo de obtener poder y riquezas , es bien sabido que este tipo de perfil se da en no todos los mexicanos pero si en un sector en especial, a saber lo positivo seria que en México existiera ese e spíritu de superación, aunque mencionaría que de los españoles solo sobresale en México lo negativo como son la ambición, la hipocresía y la religiosidad en extremo apego de normas rigurosas. Factor Anglosajón: de el podríamos decir que se ha manifestado de diferentes maneras y debido a la heterogeneidad de formas de pensar en México, no tosa los mexicanos reaccionan de igual manera ante este fenómeno, podrimos decir que uno de los prin cipales aspectos que hemos tomado del anglosajón es el individualismo. Si nos vamo s de forma concreta podríamos decir que en el norte existe una industrialización mas acelerada debido a influencia que ha tenido EU en esa zona, en la cual el norteño tiene muchos rasgos de personalidad norteamericana. Uno de estos rasgos seria l a competitividad. 13.- Menciona los rasgos esenciales de nuestras dependencias y externa tu punto de vista al respecto.

Dependencia al gobierno: esto se debe sobretodo al gran paternalismo que externo el gobierno en el pasado lo que ocasiono que para el mexicano le fuera mas fácil pedir que trabajar para lograr sobrevivir, hoy en día la dependencia al gobierno e s un gran problema, es por eco que siguen habiendo programas sociales a nivel ma sivo, lo cual trata de ayudar a corto plazo a toda la gente que no busca forma p ara salir adelante y sigue dependiendo de lo que el gobierno le de, existen prog ramas de ayuda al campo, a las PyMEs, a los pobres, a los enfermos, etc. A lo divino o sobrenatural: esta ES una dependencia a la iglesia pero sobretodo a los milagros, El mexicano depende de los milagros y sigue orando y pidiendo qu e todo lo caiga del cielo, en el pasado le pedía a los dioses y en la actualidad s e basa en pedirle a un sin numero de santos, cada vez que tiene un problema recu rre a ellos. Dependencia de la familia: esto se debe a que los padres son sumamente sobreprot ectores, en la actualidad existen familias clan, en donde los hijos y sus esposa s viven en la casa de los padres, también existen hijos bastante mayores de edad q ue no han dejado a los padres porque siguen dependiendo de ellos, o también el mat rimonio joven que le pide ayuda a los padres para criar y cuidar al hijo. Al medio ambiente: el mexicano depende demasiado del ambiente, adopta una actitu d mimetista, y en donde el conformismo hace del mexicano una persona moldeable, que es servicial y muy dependiente de otros. A las tradiciones: el mexicano tiene un sin numero de tradiciones a las cueles s e arraiga, y no es capaz de salir de algunos esquemas, también abundan las costumb res sin lógica o los días festivos como el día del jefe o el día del informe presidencia l, en el cual el mexicano no se da a la tarea de reflexiona y solo adopta el día l ibre que se da en estas fechas como una compensación a su ignorancia. A la naturaleza: la abundancia de recursos naturales en México hace que el mexican o se confie demasiado y dependa de recursos como el petróleo o la plata. A los poderosos vecinos: el mexicano siente que la economía depende EU, y sabe que dependiendo de cómo le valla a los norteamericanos es la forma como nos ira a nos otros. Yo creo que todo esto es verdadero, en algunas excepciones es menos marcado, son también actitudes inconscientes y por lo tanto difíciles de percibirse a simple vis ta, obviamente un individuo no se daría cuenta de este tipo de cosas, y no seria c omún que un individuo sepa que es dependiente a tal cosa. 14.- Enumera algunos aspectos de la religiosidad del mexicano que reflejen depen dencia y pasividad. Providencialismo Devociones de cuño mágico Promesas y mandas Prácticas supersticiosas y prácticas mágicas Doctrinarismo dogmático que congela las mentes 15.- ¿Cuáles podrían ser los elementos que determinan el fenómeno de la autodevaluación? En algunos casos ya se habían mencionado por separado pero son 17 los cuales son: Sobrevaloración de los extranjeros Influyentismo Fanfarronería Impuntualidad Antesalas Insubordinación y anarquía El miedo La envidia El despilfarro El abstencionismo El fenómeno del tapado La basura Abuso de diminutivos Susceptibilidad Fe guadalupana Chistes autodevaluativos La corrupción

18.- Menciona cuáles son las características más representativas del trabajador mexica no y cuales serían sus motivaciones laborales más importantes. En general, el trabajador mexicano es muy dependiente y es muy difícil de que actué de forma independiente, por lo que las empresas tienen la necesidad de hacer que sus trabajadores sean capaces de resolver los problemas de forma rápida y sin tan to escalafón de mandos. Se podría decir que el trabajador es irresponsable ya que no puede tomar deciciones propias. Por otro lado esta el trabajador individualista, el mexicano no realiza bien el trabajo en quipo, y por tanto siempre existe conflicto con sus demás compañeros ya q ue todos buscan sobresalir pos su propia cuenta pero no saben ayudarse mutuament e para hacer del trabajo algo más sencillo. Otro aspecto es el parloteo, ya que mu chos mexicanos les gustan estar platicando por mucho tiempo con sus compañeros y e sto hace que existan distracciones. Otra característica es el excesesivo número de día s que festeje, los cuales los toma libres, esto hace que no exista mucho trabajo y sí días de fiesta. En términos generales al mexicano le faltan motivadores para con el trabajo. 19.- ¿En tu opinión que elementos hacen falta en el trabajador mexicano para realiza r un trabajo excelente? Le hace falta responsabilidad, porque de esta forma se solucionaría el problema de falta de ánimo en el trabajador, aparte que lo haría tomar decisiones de forma segu ra y sin necesidad de mandarle que lo haga, la responsabilidad es importante por que de esta forma cada quien se comprometería con su labor y haría lo posible para s olucionar los problemas. Otro elemento es compromiso, a que el mexicano no esta comprometió con el trabajo, no le interesa trabajar viene y ser el mejor empleado. Hay otros elementos que son mas difíciles de corregir, por ejemplo el orgullo, ya que México no es una razón p ara que el mexicano este orgulloso, siente que trabajar en este país tan lo peor. También el mexicano se siente insatisfecho con el trabaja, así que pienso que deberían las empresas motivar al sus empleados y hacerlos sentir bien. 20.- En tu opinión, ¿cuáles son las características o cualidades que como mexicanos nos distinguen de los trabajadores del resto del planeta y de los cuales te sientes orgulloso (a)? Existen factores positivos, que nos distinguen de las demás culturas, tales como: La humildad, de aquí se desprende que somos muy obedientes y serviciales, y es una de las pocas culturas que tiene esta característica. La familia, es otro factor importante ya que comprendemos mejor que nadie este s ignificado y somos muy dados a interponer la familia y el afecto ante las demás si tuaciones. La alegría, el mexicano siempre posee un sentido del humor que hace que las relaci ones laborales sean agradables, por lo que podríamos decir que el trabajador mexic ano es más alegre que los miembros de otras nacionalidades. La paciencia, es una cualidad que hace que el mexicano tome los problemas con sa biduría y siempre esta esperando una respuesta, el trabajador mexicano es muy sere no, esto no quiere decir que sea un buen trabajador, pero si, podríamos decir que el mexicano es tolerante. La flexibilidad, el mexicano es soldable en el trabajo, siempre desempeña mas de u na obligación y puede tener varios roles en el trabajo, como ser un compañero, un am igo, o un trabajador, siempre puede cambiar su forma de pensar y esto lo hace as sencillo para que la empresa cree al empleado que ella quiere, claro que una em presa con una visión negativa, creara un mal empleado. La lealtad, es leal a la amistad y a la familia, al trabajo no tanto, pero posee sentimiento de pertenencia, por lo que lo motiva a ser solidario con sus compañer os. Perfil psicológico del mexicano Perfil psicológico del mexicano*

El mexicano abandona completamente lo que no le interesa -las matemáticas o la obs ervación científica, por ejemplo- y considera con displicencia los aspectos que le s on indiferentes o desagradables. Pero cuando logra romper el bloqueo mental, pue de resultar un diestro matemático o un profundo filósofo. Son notables las dotes del mexicano para la inteligencia intuitiva y la imaginación concreta. En todas aquel las operaciones que existe más penetración que amplitud, el mexicano destaca sobre l os demás. Las resonancias de su choque afectivo son propicias a la vida artística y a la tragedia. El gusto por el sabor vivo de las palabras -abundan los mexicanis mos- y por los modos efectivos de expresión capacita a los mexicanos para el estud io de las lenguas. Muestran mayor facilidad para el aprendizaje de los idiomas, que los norteamericanos, los franceses, los españoles o los ingleses. La fantasía del mexicano es riesgosa para los negocios, pero exitosa para las tare as mecánicas. Abundan, entre nosotros, los buenos mecánicos empíricos. Y cuando la nec esidad apremia surge un invento genial, que luego deja sin perfeccionar y sin pa tentizar. La televisión a colores, por ejemplo, fue invento de un mexicano, aunque el mundo lo ignore. La vieja norma de la sensatez debe ser impuesta, desde muy temprano, en este pue blo emotivo. De otra suerte caeremos en la tiranía de la enervación, en la inconstan cia y en la susceptibilidad exagerada. Cuando la educación no robustezca al escept icismo, surgirán en México las cualidades más aptas para abrir el corazón a la caridad. Las ramas maestras del árbol caracterológico mexicano se insertan en la raíz emotiva. La contemplación hace refluir a la emoción sobre sí misma. La religiosidad y el fervor estético son propios del emotivo-contemplativo. Y cuando la pasión -forma superior de la emotividad- se apodera del mexicano, le transforma en una personalidad pod erosa cuyas fuerzas están dirigidas hacia un amplio desideratum, equilibrándose entr e la intensidad de la vida interior y la energía de realización, como en el caso de José Vasconcelos o en el de José Clemente Orozco. La realidad, la cruda realidad cerca de frente al mexicano, por el mensaje del h ospital, de la cárcel, de la falta de alimentos, del atropello del cacique... Su " función de objetivación" es primitiva. Se adapta y se sitúa, pero guarda una distancia indispensable, con respecto al entorno, para no dispersarse en la misma vasteda d expansiva. Su instinto de exteriorización -hablo del mestizo y no del indio puro - es débil. Propende al disimulo y se encierra en el caparazón de sus cavilaciones i nteriores. Es muy difícil la lectura de los sentimientos reales del mexicano. En s u mirada taciturna puede arder una llama de un fuego interior que le consume sin exteriorizarse. Desde niño aprende a refrenar sus sentimientos: ¡los hombres no ll oran!, le dice, en tono severo, el padre. Como buen introvertido, el mexicano ll eva la marca del predominio de la vida subjetiva. Encarcela a su emoción, y ahí en e l cautiverio, la discurre, la saborea, la recapitula, la matiza y la madura. Nad a se trasluce por el momento. Pero la tensión inestable puede estallar en el momen to en que menos se piensa. Carácter meditativo, reservado, vacilante, no se entreg a fácilmente a los abandonos espontáneos, al examen de los otros. Su acción se contien e por cierto temor a los objetos. Su observación desafiante le retrae y le demora. Gestos quebrados, bruscos, refrenados, con un coeficiente de ironía dejan ver su timidez y su introversión. Confía en si mismo, pero es irresoluto en la acción. Posee mayor comprensión y hondura intelectual que el extrovertido, pero menor capacidad de adaptación y de modificación a las circunstancias. Cuando abre el cerrojo a su so ledad, puede tomarse cáustico y amargo, rígido y porfiado. Enfrascado en sí mismo, es natural que tienda al secreto y al aislamiento. Se forja ilusiones porque el mun do exterior lo conforma -o lo deforma- a la medida de sus deseos. Propios y extr años se dan cuenta de que su cólera agresiva y vengadora estalla periódicamente, al me nor pretexto inmediato. Intuitivo, soñador, artista, el mexicano tiene una fina di sposición para el sentido de lo íntimo. Su sentimiento profundo de inseguridad se tr aduce en timidez. El poder de decisión se ve menguado por interminables cavilacion es.

El exceso de emotividad del mexicano, se siente vulnerado por la menor imposición del mundo. De su dolorosa sensibilidad provienen sus crispaciones herméticas y sus quiméricos ensueños compensatorios. Pero hay también -cosa en extremo valiosa- un alt o grado de preservación interior, de defensa de su dignidad de persona, de su resi stencia a cosificarse y alinearse. Aunque el mexicano sea preponderantemente introvertido, no puede desembarazarse por completo de la tendencia extraversiva que refrena. Las imperiosas tendencias expresivas se descargan extraversívamente. Después del análisis caracterológico, es preciso reaccionar contra el peligro de la in troversión excesiva que amenaza con hipertrofiarse en delectación egotista, en estéril es ensueños y en voluptuosidades complicadas. El valor del ahínco intelectual y voli tivo, la lucha contra el obstáculo, es lucha por la realidad. Y esa lucha por la r ealidad no debe faltar nunca en el mexicano, aunque sea emotivo e introvertido. Los refugios imaginarios, los universos de deserción, el bovarismo, las fábulas de l a frustración y la mentira mitomaniaca son tentaciones permanentes que el mexicano debe superar en la disciplina de lo concreto, en la educación motora, en la forma ción social y en la imaginación artística. Lo real y lo imaginario colaboran en la per cepción misma de México. El principio de la edificación interior del mexicano consiste en reconocer las propias tareas y deficiencias, tratar de vencerlas y emprender la ardua y fervorosa labor de ser nosotros mismos, en lo que tenemos de mejor, confiados en la capacidad de perfeccionamiento y en la valiosa porción de dotes qu e el pueblo mexicano ha mostrado, como constantes, a lo largo de su historia. Nu estro paso por la tierra, como mexicanos, requiere probidad, respeto de sí mismo, fidelidad al estilo y lealtad a la vocación individual y colectiva.

*Agustín Basave Fernández del Valle, Rasgos psicológicos dominantes en el mexicano cación y estilo de México. Fundamentos de la Mexicanidad. Limusa, México, 1990.

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Rasgos psicológicos dominantes en el mexicano Sumario: 1.Rasgos primordialles del mexicano de nuestros días. 2. Perfíl psicológico d el mexicano. 3. Significación y sentido de la impasibilidad del mexicano. 4. Soled ad anonadante y soledad salvadora. 5. El resentimiento del mexicano -Descripción y Catarsis. 6. De lo negativo y de lo positivo en el mexicano. 7. Descripciones s implificadoras del mexicano. 8. Significación y sentido del relajo. 9. Miedo y ang ustia en el mexicano. 10. El miedo del mexicano ante la arbitrariedad y la incer tidumbre. 11. ¿Qué hay en el fondo del "machismo" mexicano? 12. Modo de ser de las m exicanas. 13. Radiografía de a vida mexicana. 14. Antropología de la pobreza mexican a. 15. Defectos y cualidades del mexicano 16. Expresividad y emotividad del mexi cano. 17. Inseguridad y disimulo del mexicano. 18. El mexicano como ser enmáscarad o. 19. Los mexicanos no son inferiores ni se sienten inferiores. 1. Rasgos primordiales del mexicano en nuestros días Al intentar explicarnos algunos de los rasgos primordiales del mexicano de nuest ros días, sentimos gravitar sobre nosotros todo el peso de nuestra historia. Una repercusión prolongada de las emociones, en especial de las que son penosas, e s uno de los rasgos dominantes en el mexicano. Esta prolongada repercusión de las emociones, las muestra en sus conversaciones, en sus acciones, en sus canciones y en sus refranes. La compasión y la crueldad oscilan, con especial intensidad, en la vida del mexicano. Como vive a flor de piel, todo lo toma ''a pecho". Es pos ible que, para extranjeros, las cosas que el mexicano tome "a pecho" sean simple s bagatelas. De ahí la incomprensión, en el trato, de nuestro modo de ser. Pero de p ronto los extranjeros advierten que somos capaces de una vibración y de un calor h

umano que irradian un encanto inigualado. Por eso México se ha convertido en el país ideal para las olimpiadas y los campeonatos mundiales de futbol. EI mexicano suele ir hacia el extremo límite de todos sus sentimientos, con una se riedad afectiva total, sin las gesticulaciones del italiano o del frances. Puede apasionarse por cualquier cosa, de modo súbito e insospechado. Se enciende como u n cohete y su intensidad emotiva sube hacia lo alto por largo tiempo. Por un sol o minuto de fervor o de menosprecio, queda irémulo de gratitud o herido y blindado en su rencor. Digamoslo sin reticencias: el mexicano es ilimitadamente vulnerable¿ ¿Por qué vive ansioso el mexicano? Porque es un hipersensible, porque sufre una angu stia secreta que roe su aprensivo corazón y lo repliega sobre sí mismo. Como se haya situado en ese mar de incertidumbre que es México, y sitiado por el riesgo de ame nazas que no logra localizar, se abisma en la inseguridad al experimentar vivame nte su contingencia, y se pone una máscara,de indiferencia, de impasibilidad, de " importa madrismo", si queremos utilizar la expresión popular. Es una disfrazada co ngoja que reaparece bajo cien más caras diversas. La pobreza, la enfermedad, el desempleo, la corrupción, la deuda externa son los p eligros reales que generan una natural intranquilidad. Pero en vez de combatir l os peligros reales; el mexicano adelanta su congoja, se autotortura y refleja so bre la circunstancia del desasosiego. Ve precipitarse sobre México los mismos fant asmas que ha forjado su inseguridad paroxística. Presentimientos, turbaciones y fo bias le agobian. Afligido y desconcertado, busca una nueva guía de perplejos, cuan do no se sabe refugiar en su religión, y se mantiene, entretanto, en su estado dub itativo, irresoluto, sugestionable, introspectivo. Yo diría que el mexicano medio es un introspectivo emotivo, escrupuloso, obseso con frecuencia. Lo maravilloso es que su estoicismo, su capacidad de sufrimiento, le impida agotarse en ese com bate desigual y abrumador contra gigantes desconocidos. Como el universo de Kafk a, el mundo del mexicano es impreciso, ambiguo. Pero ante esa especie de ilimita ción hostil el mexicano está dispuesto a no sucumbir. El pavor supremo de su espíritu, y la turbación elemental de su carne, en terrible amalgama, es la prueba más tremen da a que puedan ser sometidas las fuerzas del hombre. Y el mexicano pasa la prue ba, la resiste siempre y, a veces, la vence. No encuentro más que una sola explica ción para superar esta prueba acuciante, cruel, despiadada: nuestro estoicismo cri stiano. Según los estoicos, el sabio es el hombre virtuoso y el virtuoso es el hombre feli z. Nada hay bueno sino la virtud; nada malo sino el vicio.El sabio de los estoic os es un hombre impasible, a quien nada puede perturbar . Nada desea porque nada le falta; nada teme porque nada puede perder. Si la familia perece, los amigos mueren, la patria se desquicia y el mundo se desploma, el sabio está sereno porque se amolda enteramente al destino, la resistencia es inútil; los hados que guían al que quiere, al que no quiere lo arrastran. Hay que hacer del hombre una roca que resista a todos los embates del agua. Es preciso disminuir las necesidades desp ojarse de las pasiones para lograr imperturbabilidad("apatía" o "atarxía"). Ha alcan zado celebridad el tema de los estoicos "sustine et abstine", es decir, soporta y renuncia. En ocasiones, los bienes de la vida pueden ser deseables y apetecibl es; pero sólo la virtud tiene auténtico valor y merece verdaderamente la consideración . En la razón recta, esto es, en la conformidad racional con el orden de las cosas , estriba la virtud. La ética estoica postula la vida racional, porque racional es el hombre. Entre el estoicismo fundado por Zenón de Citio y el estoicismo mexican o está de por medio el cristianismo. Los estoicos confundían a Dios con el mundo. La sustancia divina se identificaba con la naturaleza interna. Eran fatalistas (el destino de cada hombre estaba encadenado inexorablemente) y cosmopolitas (la ci udad y el país eran considerados como convención, nomos, en oposición a la naturaltza que era la comunidad humana). El mexicano no confunde a Dios con el mundo, ni id entifica la sustancia divina con la naturaleza interna. Tampoco se siente encade

nado por el hado, porque conoce la doctrina de la Providencia. En el Plan y Gobi erno de la Divina Providencia hay un cierto sitio para la contingencia y la libe rtad humana. El mexicano no profesa el deslavado cosmopolitismo estoico porque t iene la convicción de que pertenecer a la especie humana y al mundo, no justifica un único que hacer en común. No cabe confundir el cosmopolitismo de cínicos y estoicos , sin verdadera base que lo sustente, con la fraternidad cristiana que une a los hombres es una hermandad, porque todos son hijos de Dios. Pero esta fraternidad cristiana no impide al mexicano sentir, muy a lo vivo, amor por su patria y por su ciudad, pueblo o ranchería. Leyendo las obras de Séneca, el cordobés maestro de Ne rón, se siente el gran latido cordial de la raza ibérica, se intuye el parentesco es piritual con los antiguos mexicanos y se entrevé el maritirial poder de sufrimient o de nuestros cristeros. Es el estoicismo-antójasenos decir-como un cristianismo a l que le faltó el bautizo. En México se ha operado este bautizo, por eso hablamos de l estoicismo cristiano del mexicano. La inconstancia del humor, la inestabilidad del talante es máxima en los emotivos inactivos. Hay temor a lo desconocido y a las decisiones exigidas por la incesan te adaptación a una vida incierta y riesgosa, pero este temor está dominado por el e stoicismo cristiano. El mexicano actúa por un sentimiento vivo; extinguido este ar dor, su acción se agota y se desploma por sí misma. México ha producido un buen número d e héroes, pero pocos hombres de acción constante. En su impulsividad suele haber una generosidad irreflexiva, arrebatos del corazón, extenuación del sentimiento. La dis posición atrevida de su ímpetu lo arrastra a la pasión por el juego, al que se entrega con imprudente temeridad, en las peleas de gallos y en las carreras de caballos . Diríase que está listo para arriesgarlo todo, hasta su vida. Pero muestra cierta i ncapacidad de sacrificar lo más cercano a lo más remoto. De ahí nuestro bajo coeficien te de puntualidad. Rara vez abandonará una hora placentera, un amigo interesante o un trabajo que lo entusiasma, por el deber abstracto de ser puntual en una cita . Por eso hablamos irónicamente de "hora mexicana"-con invariable retardo- y "hora inglesa". Aunque el mexicano es sumamente cortés-cortesía suave, pulimentada casi oriental- no puede contener por entero al fuego, que arde en él. Impaciente ante el obstáculo de la circunstancia y la contradicción verbal, pronto a la injuria y prolongado en e l rencor; propenso a cóleras breves y virulentas a gestos atropellados e impetuoso s, a risas nerviosas y sarcásticas y al fanatismo político, cuando logra sacudir su apatía. En el registro de la hipérbole y de la explosión, el mexicano dispone de un nu trido repertorio. La educación modera los raptos de frenesí, pero no suprime alguna válvula de escape. El mexicano es especialmente sensible a la presencia de los extraños. Susceptible a toda incitación, expuesto ante la mirada de los otros, tiene un agudo sentido de l ridículo y se integra en el gran contingente de los tímidos. Busca calor cordial c on los circunstantes, comunión y entre fácilmente en ella, porque no le gusta la sol edad. Por eso,abunda el compadrazgo y el comadreo. El compadre y la comadre son vínculo de cohesión, medio de identificación colectiva. Gusta seducir a los que se enc uentran en acorde consonante con su cosmovisón, mientras desecha sutil, o enérgicame nte, a quienes muestran una disonancia aunque tal vez sea accidental. Entre su generosidad innata y su egocentrismo hiperemotivo se establece una tens ión sincidética, bipolar, contrapuntual. Se entrega con vehemencia, se ofusca en su pasión, exagera y miente en la estrechez emocional del campo de su conciencia. Por ser sensible, es artista, facedor de realidades más expresivas más conmovedoras o e ngalanadas. Una vez expuestos los rasgos primordiales del mexicano de nuestros día s, es hora de trazar el perfíl psicológico del mexicano para proseguir con el análisis de sus rasgos dominantes: I ) impasibilidad (estoicismo cristiano); 2) soledad salvadora; 3) descripción y catarsis del resentimiento; 4) de lo negativo y de lo positivo en el mexicano; 5) descripciones simplificadoras del mexicano; 6) signi ficación y sentido del relajo; 7) el miedo y angustia en el mexicano; 8) el miedo del mexicano ante la arbitrariedad y la incertidumbre; 9) el fondo del machismo

mexicano; 10) el modo de ser de las mexicanas; 11 ) radiografía de la vida mexican a; 12) antropología de nuestra pobreza; 13) defectos y cualidades del mexicano 14) expresividad y emotividad del mexicano; 15) inseguridad y disimulo del mexicano ; 16) el mexicano como ser enmáscarado; 17) los mexicanos no son inferiores ni se sienten inferiores. 2. Perfil psicológico del mexicano La emotividad no eroga al mexicano ningún empobrecimiento intelectual. Los tontos no suelen ser hiperemotivos. Las trabas emocionales a la actividad del espíritu so n secundarias y no resultan insuperables. Cierto que las conmociones sentimentales reiteradas pueden disgregar con sus emb ates a las síntesis mentales a la objetividad a la atención concentrada. El mexicano abandona completamente lo que no le interesa-las matemáticas o la observación científ ica por ejemplo-y considera con displicencia los aspectos que le son indiferente s o de. sagradables. Pero cuando logra romper el bloqueo mental, puede resultar un diestro matemático o un profundo filósofo. Son notables las dotes del mexicano pa ra la inteligencia intuitiva y la imaginación concreta. En todas aquellas operacio nes que existe más penetración que amplitud, el mexicano destaca sobre los demás. Las resonancias de su choque afectivo son propicias a la vida artística y a la tragedi a. El gusto por el sabor vivo de las palabras-abundan los mexicanismos-y por los modos afectivos de expresión capacita a los mexicanos para el estudio de las leng uas. Muestran mayor facilidad para el aprendizaje de los idiomas, que los nortea mericanos, los franceses, los españoles o los ingleses. La fantasía del mexicano es riesgosa para los negocios, pero exitosa para las tare as mecánicas. Abundan, entre nosotros, los buenos mecánicos empíricos. Y cuando la nec esidad apremia surge un invento genial, que luego deja sin perfeccionar y sin pa tentizar. La televisión a colores, por ejemplo, fue invento de un mexicano, aunque el mundo lo ignore. La vieja norma de la sensatez debe ser impuesta, desde hoy temprano, en este pue blo emotivo. De otra suerte caeremos en la tiranía de la enervación, en la inconstan cia y en la susceptibilidad exagerada. Cuando la educación no robustezca al escept icismo, surgirán en México las cualidades más aptas para abrir el corazón a la caridad. Las ramas maestras del árbol caracterológico mexicano se insertan en la raíz emotiva. La contemplación hace refluir a la emoción sobre sí misma. La religiosidad y el fervor estético son propios del emotivo contemplativo. Y cuando la pasión -forma superior de la emotividad- se apodera del mexicano, le transforma en una personalidad pod erosa cuyas fuerzas están dirigidas hacia un amplio desideratum, equilibrándose entr e la intensidad de la vida interior y la energía de realización, como en el caso de José Vasconcelos o en el de José Clemente Orozco. La realidad, la cruda realidad cerca de frente al mexicano, por el mensaje del h ospital, de la cárcel, de la falta de alimentos, del atropello del cacique... Su " función de objetivación" es primitiva. Se adapta y se sitúa, pero guarda una distancia indispensable, con respecto al entorno, para no dispersarse en la misma vasteda d expansiva. Su instinto de exteriorización-hablo del mestizo y no del indio puroes débil. Propende al disimulo y se encierra en el caparazón de sus cavilaciones in teriores. Es muy dificil la lectura de los sentimientos reales del mexicano. En su mirada taciturna puede arder una llama de un fuego interior que le consume si n exteriorizarse. Desde niño aprende a refrenar sus sentimientos ¡los hombres no llo ran!, le dice, en tono severo el padre. Como buen introvertido, el mexicano llev a la marca del predominio de la vida subjetiva. Encarcela a su emoción, y ahí en el cautiverio, la discurre, la saborea, la recapitula la matiza y la madura. Nada s e trasluce por el momento. Pero la tensión inestable puede estallar en el momento en que menos se piensa. Caracter meditativo, reservado, vacilante no se entrega fácilmente a los abandonos espontáneos al examen de los otros. Su acción se contiene p or cierto temor a los objetos. Su observación desafiante le retrae y le demora. Ge

stos quebrados, bruscos, refrenados, con un coeficiente de ironía dejan ver su tim idez y su introversión. Confía en sí mismo, pero es irresoluto en la acción. Posee mayor comprensión y hondura intelectual que el extrovertido, pero menor capacidad de ad aptación y de modificación a las circunstancias. Cuando abre el cerrojo a su soledad puede tomarse, cáustico y amargo, rígido y porfiado. Enfrascado en sí mismo, es natur al que tienda al secreto y al aislamiento. Se forma ilusiones porque el mundo ex terior lo conforma -o lo deforma-a la medida de sus deseos. Propios y extraños se dan cuenta de que su cólera agresiva y vengadora estalla periódicamente al menor pre texto inmediato. Intuitivo, soñador, artista, el mexicano tiene una fina disposición para el sentido de lo íntimo. Su sentimiento profundo de inseguridad se traduce e n timidez. El poder de decisión se ve menguado por interminables cavilaciones. El exceso de emotividad del mexicano se siente vulnerado por la menor imposición d el mundo, de su dolorosa sensibilidad provienen sus crispaciones herméticas y sus quiméricos ensueños compensatorios. Pero hay también -cosa en extremo valiosa-un alto grado de preservación interior, de defensa de su dignidad de persona. de su resist encia a cosificarse y alinearse. Aunque el mexicano sea preponderantemente introvertido, no puede desembarazarse por completo de la tendencia extraversiva que refrena. Las imperiosas tendencias expresivas se descargan extraversivamente. Después del análisis caracterológico es preciso reaccionar contra el peligro, de la in troversión excesiva que amenaza con hipertrofiarse en delectación egotista, en estéril es ensueños y en voluptuosidades complicadas. El valor del ahinco intelectual y vo litivo, la lucha contra el obstáculo, es lucha por la realidad. Y esa lucha por la realidad no debe faltar nunca en el mexicano, aunque sea emotivo e introvertido . Los refugios imaginarios, los universos de deserción, el bovarismo, las fábulas de la frustración y la mentira mitomaniaca son tentaciones permanentes que el mexica no debe superar en la disciplina de lo concreto, en la educación motora, en la for mación social y en la imaginación artística. Lo real y lo imaginario colaboran en la p ercepción misma de México. El principio de la edificación interior del mexicano consis te en reconocer las propias tareas y deficiencias, tratar de vencerlas y emprend er la ardua y fervorosa labor de ser nosotros mismos, en lo que tenemos de mejor , confiados en la capacidad de perfeccionamiento y en la valiosa porción de dotes que el pueblo mexicano ha mostrado, como constantes, a lo largo de su historia. Nuestro paso por la tierra, como mexicanos, requiere probidad, respeto de sí mismo , fidelidad al estilo y lealtad a la vocación individual y colectiva. 3. Significación y sentido de la impasibilidad del mexicano La actitud impasible del mexicano no es un mero escondite tras la muralla de la careta. No se trata de un refugio en el gesto inauténtico o de una constante fuga hacia la región hermética del silencio. Esa actitud impasible es, inequívocamente, una actitud estoica. No es que el mexicano se haya escondido durante años bajo una másc ara que va a arrojar por la borda en el día de fiesta. Se trata de un soportar la adversidad y de un renunciar a una vida cómoda y blandengue. Si alguna vez desgarr a su intimidad vociferando, bebiendo hasta la ebriedad o matando en riña, es porqu e lleva una carga de vejaciones, de sufrimientos y de frustraciones. Es posible que quiere esconder, como cualquier ser humano, su soledad más auténtica. Segurament e gusta de "rodeos" para ser menos vulnerable y para saber a que atenerse. De ahí su hablar -en no pocas ocasiones- "cantinflesco." Si el mexicano ama las fiestas, como acaso ningún otro pueblo en el mundo, es porq ue en el fondo la soledad no le hace feliz. Yo diría que sufre la soledad para evi tar la vejación mayor y para no perder su autenticidad. Nuestro calendario está pobl ado de fiestas y nuestros pueblos practican, exuberantemente, el arte de la cohe tería. Pero, dejémonos de cuentos, "no se mata en honor de la Virgen de Guadalupe o del General Zaragoza". Las fiestas son el único desahogo del mexicano. Y desahogar se no constituye un lujo. Abrirse al exterior, deslizarse alegremente en bailes, arrojar petardos, tirar balazos al aire y beber desorbitadamente son hechos que

acusan una carga emocional que difícilmente se puede contener siempre. ¿Es México un país triste? Tristes fueron los aztecas que vivían apesadumbrados por la fatalidad d e ser el pueblo del quinto sol. Pero los aztecas no constituyen el pueblo mexica no. El México mestizo de nuestros días es un México en el que prepondera el color, la alegría de la fiestas, el goce de una naturaleza que se adentra en las casas y en el alma de nuestro pueblo humilde. Claro está que no deja de haber lamento ante la desgracia, sufrimiento ante la enfermedad y espera de la muerte. ¿Quién puede escap ar a estas situaciones-límite? Nuestras calaveras risueñas, festivas, bullangueras a cusan un amor por la vida y un humor de la muerte que no encontramos en otra par te del planeta. ¿Quién dio a la muerte mayor brillo pictórico que José Guadalupe Posada? Y Posada no podría haber sido frances o norteamericano, es un pintor medularmente mexicano. Pintor que se adentra en el alma de su pueblo para hablar, con los pi nceles, por el hombre común y corriente y el pueblo de México se reconoce en ese esp ejo y goza -a su manera- mirándose irónicamente en sus calaveras de dulce. No es ver dad que para el mexicano moderno la muerte carezca de significación. Tampoco es ci erto que la indiferencia del mexicano ante la muerte se nutra de su indiferencia ante la vida. El mexicano, como creyente, postula la trascendencia del morir. S u contacto directo, con la enfermedad, con el hospital, con la cárcel, con las arb itrariedades del cacique, le hacen considerar a esta vida como una menos-vida y le mueven a la espera de una verdadera vida que por nacimiento humano no posee. Eso es todo. Canciones, reifranes, dichos, dicharachos, fiestas, ponen de manifi esto que el mexicano está curado de espanto no se quema los labios al pronunciar l a palabra muerte. Al final de cuentas no está la soledad, sino la esperanza, la es peranza en una vida ultra-terrena. La esperanza en una justicia perfecta que no ha visto en su paso por su tierra, la esperanza en una misericordia que le acoja para siempre. Por la esperanza, el mexicano trasciende su soledad y vive en inv isible comunión. Solamente un pueblo ateo se encierra en una soledad intrascendent e, sin referencias a una allendidad redentora. Quizás el mexicano no oscile entre la entrega o la reserva, entre el grito o el silencio, entre la fiesta o el velo rio, pero eso no significa que no se entregue cuando ama y que no sepa ser amigo . La impasibilidad del mexicano tiene un sentido final trascendente, más allá de la máscara y del fracaso intramundano. La impasibilidad del mexicano no está cerrada al mundo, pero le sirve de escudo. No nacemos condenados a una soledad que nos hac e vivir nuestra propia muerte, sino avocados a una compañía que pregustamos en nuest ro estado de itinerantes. La impasibilidad del mexicano es su defensa ante un mu ndo hostil. Esa impasibilidad aparece hermética insondeable, pero siempre es provi soria. Cuando encuentra la ocasión el hombre de la calle cuenta sus cuitas al amig o íntimo y va a la iglesia a pedir lo que está más allá de sus fuerzas. No creo que el m exicano se desgarre cada vez que intenta abrirse, aunque en algunos casos -como en cualquier otra latitud- así suceda. A veces no se atreve a ser lo que es por el temor al ridículo, por la inseguridad ante una circunstancia que no domina, y ent onces se evade de la realidad, pronuncia maldiciones, y acaso lance un grito de guerra. La exuberancia de las palabras malditas en México es verdaderamente notabl e. Y todo ese léxico y todo ese colorido de fiestas y de cultos a los santos patro nos, y toda esa sensibilidad ante la vida y ante la muerte se asume con una pers onalidad diferente, que no es indígena ni española, sino mestiza. El español no sólo vin o a explotar y a robar la cartera del indigena, sino a dejar su sangre y su vida , a legarnos religión católica, lengua castellana, cultura hispánica, injertada en tie rras del antiguo México. Color, sabor, porte, estilo con algo que se fragua en la historia y se define día a día. Desertamos de las leyes naturales, porque somos anim ales culturales, pero traemos en nuestro ser el grito de la sangre y el grito de la tierra. La sed de comunión del mexicano está más allá del aplauso. Su necesidad de estar solo su rge de su intimidad inefable, dolida y creadora. Su lenguaje materno proviene de la historia y del terruño. Porque hay entre nosotros una entonación, unos modismos, una fonética y una sintaxis que no son idénticas a las de España o Argentina. Nuesttos abuelos y nuestros bisabuelos nos han legado las raíces de nuestra lengua

materna, de nuestro tipismo, de nuestros refranes. . . Nuestra conducta social discurre sobre la trama de un lenguaje, de una geografía, de una raza y de una his tória. Donde hay adversidad en nuestro México, ahí se fraguará una impasibilidad mexicana. Fr agua lenta, inocultable, irreversible, vigente. El mexicano vive instalado sobre una plataforma de sus creencias religiosas que no son meros automatismos. Todo lo que ha sido México en la historia está presente, de alguna manera, en el México actual. Cuando hemos vencido la adversidad descansa mos. Pero el descanso es sólo paréntesis y punto de partida para enfrentarse a una n ueva adversidad. Y vuelve la actitud impasible que es la cara externa del estoic ismo interior del mexicano. Estamos marcados de tonalidad, estilo, prosapia, col or, y sabor hispano-indígena. Portamos nuestro pasado-pirámides, virreyes, criollism o, mestizaje, Independencia, Revolución-pero no en soledad, sino en comunión manifie sta o secreta. El estoicismo cristiano, cristalizado en actitud impasible, es un a invariante de la mexicanidad en la historin. 4. Soledad anonadante y soledad salvadora Si el mexicano es-como asegura Octavio Paz-un solitario, ¿por qué ama las fiestas, l os compadrazgos y las reuniones públicas? El misántropo solitario rehuye las compañías. Para el mexicano-y el propio Paz lo reconoce- "todo es ocasión para reunirse". Si somos un pueblo ritual, sensible y despierto, no podemos ser un pueblo de solita rios. La soledad de un poeta no configura la soledad de un pueblo. Observamos nu estras fiestas civiles y nuestras fiestas religiosas. Danzas, ceremonias, fuegos de artificio, trajes insólitos de colores violentos-para que se vean, plazas y me rcados pletóricos de compradores y de simples paseantes, calendario pablado de días de asueto para celeblar una victoria militar, el día del trabajo, la Virgen de Gua dalupe o la Constitución de 1917. Celebramos en nuestras ciudades y pueblos, con u nión y periodicidad el día del santo patrón. Los barrios se engalanan con sus festejos religiosos y las ferias dejan oir mariachis, cohetes, silbidos, canciones ranch eras y balazos al aire. Si México fuese un país de solitarios. México no estaría en fies ta permanente. Yo diría que derrochamos energías en saraos y convivios. Somos ricos en compadres y comadres. Exhibimos abundancia de sociabilidad, porque somos homhres de ágora y no de reclusión solitaria. Decir que "la Fiesta es un regreso a un estado remoto e i ndiferenciado, prenatal o presocial", como lo dice Octavio Paz, es caer en típica afirmación gratuita [87] En la fiesta late un anhelo de convivencia, de comunión -lógr ese o no, realícese de manera satistactoria o de modo insatisfactorio-, pero nunca un anhelo de regresar a un estado prenatal o presocial. Nuestro país puede ser, e n algunos aspectos, un país triste -aunque "tenga tantas y tan alegres fiestas"-pe ro nunca un país de personas nihilistas que buscan el "regreso a un estado remoto e indiferenciado prenatal o presocial". Nuestros impulsos sin salida, cuando no se liberan momentáneamente por las fiestas, se subliman por vía religiosa. Salir de sí, soprepararse, no se logra por caminos de jolgorios, de estallidos, de explosiones fiesteras, sino por el camino del servicio diario y humilde al prójim o. El hombre está hecho para ser superado, pero no por el superhombre que soñó Federic o Nietzche, sino por el amor ofrenda. El mexicano al abrirse, no siempre se desg arra. El canto, el amor y la amistad no pueden reducirse a simple alarido y desg arradura. No es cierto que tengamos cerradas las vías de la comunicación con el mund o. Podemos conocer el aullido, la canción, el delirio y el monólogo, pero sabemos ta mbién escuchar y dialogar. El mexicano, cuando está bien dispuesto, es uno de los ti pos humanos con mayor capacidad de empatía, de introyección. Nuestras confidencias e ncuentran, a menudo, un espíritu de finura que las comprenda, las valore y las enc ause. No necesitamos romper con nosotros mismos para expresarnos, sólo requerimos ser sinceros. La fiesta, el juego, la parranda pueden abrir el pecho del mexican o y mostrar dramas terribles de su intimidad. El mexicano no suele ser franco po r inseguro, pero su sinceridad puede llegar a extremos que sorprenderían a un euro

peo o a un norteamericano. Nos calamos una máscara de impasibilidad o nos desnudam os en forma explosiva, casi suicida. Pueden venir eras de silencio, de sequía y de piedra; pero no vacío de la imagen, del yo para convertirse en espera de nada. Octavio Paz -enorme poeta pero mero dilettante en materia de filosofía- siente su soledad de poeta y se la transfiere, se la adjudica a todo el pueblo mexicano o, si se prefiere, al mexicano tipo, al mexicano medio. Siente su soledad en diver sas formas: 1. Soledad como condena: "Luego de haberme juzgado y haberme sentenciado a perpe tua espera y a soledad perpetua, oí contra las piedras de mi calabozo de silogismo s la embestida húmeda, tierna, insistente, de la primavera".[88] 2. Soledad como presencia vacía: "Tu intolerable presencia se parece a lo que llam an el 'vacío de la ausencia'. ¡El vacío de tu presencia, tu presencia vacía! Nunca te ve o, ni te siento, ni te oigo".[89] 3. Soledad como nostalgia de lo absoluto: "Si alguna vez acabo de caer, allá del o tro lado del caer, quizá me asome a la vida. A la verdadera vida, a la que no es n oche ni día, ni tiempo ni destiempo, ni quietud ni movimiento, a la vida hirviente de vida, a la vivacidad pura. Pero acaso todo esto no sea sino una vieja manera de llamar a la muerte".[90] 4. Soledad como expulsión del mundo de los hombres: "Me sentí solo, expulsado del mu ndo de los hombres. A la rabia sucedio la verguenza".[91] 5. Soledad regocijante: "Todos huyen, bajo el árbol del alba, todavía goteando sombr a, aprietas los puños y escupes; con rabia. Pero, oh solitario, ¡regocíjate! En tus ma nos desnudas brillan unos cuantos fragmentos ardientes: los restos de una noche combatida, amada recorrida".[92] 6. Soledad autodevorante: "No hay nadie arriba, ni abajo; no hay nadie detrás de l a puerta, ni en el cuarto vecino, ni afuera de la casa. No hay nadie, nunca ha h abido nadie, nunca habrá nadie. No hay yo. Y el otro, el que me piensa, no me pien sa esta noche... Me poseo en mi mismo como un reptil entre piedras rotas, mesa d e escombros y ladrillos sin historia".[93] Tras las vivencias del poeta solitario y agnóstico, que me he dado a la tarea de o rdenar y clasificar, viene el intento de teorizar en "El laberinto, de la soleda d". Parte de su mismidad. Pero, ¿qué entiende por mismidad? "Ser uno mismo es, siemp re, llegar a ser ese otro que somos y que llevamos escondido en nuestro interior , más que nada como promesa o posibilidad de ser".[94] Para ser más exactos habría que afirmar que llegamos a ser el que somos desarrollando nuestras virtualidades, s in llegar a ser otro. En la mismidad personal hay unidad y continuidad. Supone O ctavio Paz un derrumbe general en donde no parece haber sitio para la fe y para Dios. "No nos queda sino la desnudez o la mentira. . . frente a nosotros no hay nada. Estmos al fin solos. Como todos los hombres. Como ellos vivimos el mundo d e la violencia, de la simulación y del 'ninguneo': el de la soledad cerrada, que s i nos defiende nos oprime y que al ocultarnos nos desfigura y mutila.[95] Lo más q ue alcanza a concebir es una soledad abierta en donde nos espera las manos de ot ros solitarios. Ignora nuestra religación metafísica, como seres fundamentados a un ser fundamental y fundamentante. Desde su perspectiva nihilista, "la sociedad es el fondo último de la condición humana"[96] Se siente a si mismo como carencia de o tro, como soledad. Pero si fuera cierto que "la soledad es fondo último de la cond ición humana". ¿Cómo explica esa nostalgia y esa búsqueda de comunión que advierte el prop io Paz? Sólo resta el absurdo. Si "la soledad es una pena, esto es, una condena y una expiación",[97] entonces no es un último dato ontológico del hombre. Porque en la expiación late una promesa de superar el exilio. Falta coherencia. La soledad de un poeta agnóstico, como Octavio Paz, pretende ser elevada a la cate goría de sentimiento religioso "Nuestra soledad -dice- tiene las mismas raices que el sentimiento religioso. Es una orfandad, una oscura conciencia de que hemos s

ido arracados del Todo y una ardiente búsqueda: una fuga y un regreso, tentativa p or restablecer los lazos que unían a la creación". Y páginas, adelante apunta inequívoca mente: "El gusto por la autodestrucción no se deriva nada más de tendencias masoquis tas, sino tambien de una cierta religiosidad".[98] La soledad ocupa un lugar destacado entre las experiencias fundamentales no sólo d el mexicano sino del hombre de nuestros días. Se anuncia en el aislamiento impresi onante o en la inserción en un Estado o sociedad. Octavio Paz no distingue entre l a forma impropia de la soledad-aislamienro anonadante- que ha ido corroyendo pau latina y profundamente a algunos hombres de nuestro tiempo; de la forma propia d e la soledad que sana al hombre y lo posibilita a llegar a ser el que es, a cump lir su destino. El poeta mexicano se queda en una soledad desfiguradora-por su a islamiento nihilista- sin llegar a tocar siquiera la soledad que le configura un dinamismo ascencional teotrópico. El pueblo mexicano no está caracterizado por su aislamiento nefasto -herida ulcera da- sino por aquella soledad bendita que se abre ante Quien nos llama. El camino del aturdimiento no lleva a ninguna parte, substituye lo cualitativo p or lo cuantitativo busca la agitada acción y el incesante movimiento, se inspira e n un miope funcionalismo pragmático. El pueblo mexicano, en su mayoría, queda distan te de este aturdimiento tan común entre los anglosajones. El mexicano, cuando quie re sabe serlo, reconquista el grande y verdadero contacto con las potencias port adoras y protectoras en sabia transformación teotrópica. El camino de la superación lo emprende por la vía, su vía, del estoicismo cristiano. Sólo Dios llega a la postrera cámara del mexicano humilde y católico de nuestro pueblo, a su más propia mismidad. Po r eso encuentra tedio, hastío y repugnancia en lo que no alcance su más profundo sec reto. El Ausente se le comunica al mexicano en la presencia de sus criaturas. La experiencia de incompletud -experiencia de soledad provisoria- le conduce al tú h umano-que le ofrece una plenitud parcial- desde esa plenitud parcial se despiert a la nostalgia de Dios como Tu infinito, divino y saciente. Sólo ahí encuentra repos o. 5. El resentimiento del mexicano No resulta congruente afirmar por una parte que el Indígena acepta la esclavitud i mpuesta por el conquistador, como fatalidad, y sostener por otra parte que "apro vechará la primera oportunidad que se le presentaba no solo para descargar el odio acumulado, sino para apoderarse- afirma Eduardo Luquín-de lo que necesitaba''.[99 ] Austicia y falta de escrúpulos por parte de los indígenas contra las vías del progre so y de la mejoría reservadas a los españoles por los propios peninsulares. La impor tancia de satistacer exigencias en la vida suscita un espíritu rapaz y un despreci o a la propiedad individual. Si la desigualdad que privó en la epoca colonial esta ba basada en la injusticia se explica el rechazo de la autoridad cuando se puede , y el disimulo cuando no se puede. Se exagera la expresión de la sumisión por inseg uridad, se cae en la adulación que sirve de máscara para esconder la protesta y el r esentimiento interior. ¿Que hay debajo de la máscara del adulador? Lo que hay es des precio al adulado, disimulo de la rabia contenida del impotente. Ha resultado más facil sacudir la dominación española que libramos del hábito del disimulo y del hábito d e la adulación. ¿Cuál es la herida por la que resiste el mexicano? ¿Es sanable? ¿Cómo curarla? El mexicano se resiente por el trato diario, por la humillación continua, por la situación inju sta. Es dificil desenterarse de una ofensa continua. No se trata de injurias de palabras que se puedan contestar con palabras. Tampoco se trata del perdón de un a cto. Tratase de cobrar cuentas pendientes que van aumentando con el tiempo. La I ndependencia y la Revolución pueden tener aspectos de venganza -sin expilcarse com o simple "vendetta" de los explotados-. pero no alcanzan a curar por completo el estado de resentimiento. El mexicano no se siente inferior a ningún otro pueblo de la Tierra, no tolera que

los extranjeros le hagan ver, sus errores y se resiste a reconocer su yerro, po rque piensa que sería cobarde si no sostiene su actitud, "chueca" o "derecha". Com o vive a flor de piel, llega a las manos por el más insignificante de los motivos. Cuando viajamos a Italia o a Francia nos sorprende ver discusiones acaloradas c on un intercambio intenso de insolutos y ademanes pero sin que nadie sufra un so lo rasguño. Nuestra excesiva susceptibilidad traduce nuestro talante vengativo. No s vengamos no por un sentimiento de inferioridad respecto a Europa, como lo pret ende Leopoldo Zea en su libro "America como Conciencia", sino porque nos sentimo s injuriados constantemente, en nuestra dignidad personal, por los poderosos polít icos o por los poderosos patrones. La injuria que genera el resentimiento puede ser real o supuesta. El sentimiento de injusticia -individual o social- hace fer mentar la levadura del disgusto de la reprobación y finalmente, del resentimiento. La colonia, el Porfiriato y la posición egemónica del partido en el gobierno produc en un resentimiento colectivo y una pasión por la igualdad de oportunidades que no existe aún, después de la Revolución. El disimulo no alcanza siempre a ocultar la rab ia recóndita. La adulación no logra siempre convencer al adulado de la sinceridad de l adulador. Las injurias las riñas y los motines pueden saltar a la vuelta de esqu ina. Ante los extranjeros estamos orgullosos de ser mexicanos pero ante nosotros mismos nos autodenigramos sin piedad y sin cuartel. Todo lo mexicano está mal hec ho-de puertas adentro-. Y "como México no hay dos" -de puertas afuera. Al mexicano le gusta su cultura-música. filosofía litetatura, arquitectura, pintura, artesanías- pero no le gusta su vida socio-política. Culpamos a los otros y evitamo s confesar nuestra parte de responsabilidad en los desbarajustes nacionales. Des de que se destapó la corrupción, las fieras piden más; se les avienta un pedazo de car ne-un corrupto gordo- pero se piden las cabezas mayores. El sistema piensa que e se pedazo de carne aventado a la multitud de fieras alrededor del siniestro banq uete calmará el hambre de venganza, pero lo cierto es que la ha acrecentado. El go bierno desconoce el significado del resentimiento colectivo. "El resentimiento-d efine Max Scheler-es una autointoxicación psíquica con causas y consecuencias bien d efinidas. Es una actitud psíquica permanente, que surge al reprimir sistemáticamente la descarga de ciertas emociones y afectos, los cuales son en sí normales y pente necen al fondo de la naturaleza humana; tiene por consecuencias ciertas propensi ones permanentes o determinadas clases de engaños valorativos y juicios de valor c orrespondientes. Las emociones y afectos que debemos considerar en primer término son: el sentimiento y el impulso de venganza, el odio, la maldad, la envidia, la ojeriza, la perfidia.[100] El mexicano tiene en la venganza su punto de partida. Reacciona tardiamente ante un ataque o una ofensa. Por de pronto refrena su cólera y furor y aguarda la ocas ión para "cobrársela". "Arrieros somos y en el camino andamos", dice un refrán popular . "Aguarda que otra vez será". Ante la imposibilidad de una contrarreacción inmediat a, que sería contraproducente, se queda con su sentimiento de impotencia, alimenta ndo su rencor y su ojeriza. El resentimiento es propio de los dominados que cult ivan su venenosidad interna, que sepultan en su interior la repulsión y la hostili dad. La susceptibilidad exagerada del mexicano provoca su sed de venganza. El or gullo personal aunado a la posición social inferior son la dinamita psíquica del mex icano para urdir la explosión de venganza. La igualdad ante la ley proclamada por la Constitución de 1917, coexiste con diferencias notabilísimas en el poder efectivo de los grupos, en la riqueza de unos cuantos, en la educación de los menos. En lo s discursos políticos y en los textos legales se le dice al mexicano que tiene "de recho" a compararse con cualquiera. Pero el mexicano medio, el mexicano común y co rriente sabe que no puede compararse de hecho, que la estructura social está en su contra. La crítica a "sotto voce" es como una compensación por la falta de consider ación social. La crítica resentida se queda en la mera denigración, sin desear seriame nte poner remedio al mal. La envidia es una consecuencia del fracaso de apoderar se del bien ajeno-cualquiera que sea-con la consiguiente tristeza del bien posei do por el otro. Los mejor dotados provocan la envidia resentida de las masas. La desvalorización ilusoria, la falsificación de la imagen del envidiado y la calumnia no restauran la salud psíquica del resentido. Solo queda un camino para la restau

ración moral del resentido: aceptarse como es, humildemente; percatarse de que su yo le viene dado de lo alto, como dádiva de amor, y que su misión en la tierra es ir remplazable. Scheler, en su magistral libro sobre "El resentimiento en la moral" , se quedó en pura descripción fenomenológica del resentimiento sin ofrecemos la catar sis, el remedio, la terapia. Es lo que echo de menos en el lúcido, genial estudio de este filósofo alemán que pasó su vida,-relativamente corta-"ebrio de ideas". He que rido aplicar sus ideas-directrices al mexicano, completandolas con la aceptación v eraz del ser del mexicano cara a su plenitud, con la voluntad de perfección dentro de la mismidad personal, con la misión irremplazable en la existencia dentro del marco de la estructura vocacional de la vida de cada mexicano. A la luz de estas ideas, se desvanece el resentimiento como una sinrazón metafísiea y como un repugna nte vicio moral. Hay en nuestro pueblo suficiente nobleza adormecida; una fina d osis de porosidad intelectual; una capacidad innata para la amistad; una finura, gracia, armonía y claridad que pueden ser el mejor antidoto-si sabemos promoverla s-para ponerle sitio-desde la fortaleza de nuestra formación cristiana-al resentim iento individual y colectivo. No basta conocer el resentimiento; es preciso supe rarlo. 6. De lo negativo y de lo positivo en el mexicano Aduladores los hay en todas partes del mundo, pero solo en México se les conoce co n el nombre de "lambiscones". Inútil buscar el vocablo en el Diccionario de la Rea l Academia Española de la Lengua. No existe. Lo ha creado el pueblo mexicano como un vulgarismo, derivado del adjetivo lambuzco, ¿Qué significa lambiscón, para un mexic ano? Un parásito social que prospera o trata de prosperar a la sombra de los poder osos y que posee además la rara habilidad de cambiar de color -como los camaleones -según convenga a sus intereses. Hay "lambiscones" inteligentes y hay "lambiscones " torpes. El común denominador es la sonrisa hipócrita, la aprobación irrestricta -de dientes para afuera- de todo cuanto dice o hace el adulado, el aplauso atronador a tiempo o a destiempo. El pueblo mexicano muestra su desprecio a ese espécimen h umano con el término "lambiscón", que nos suministra la idea de "lamber", un verbo q ue usa nuestra gente como sustitutivo-corrupto, por supuesto-del verbo lamer. La men los animales a su amo, especialmente los perros, para demostrar su afecto o para congraciarse. En México, el término "lambiscón" porta consigo una alta carga desp ectiva hacia el adulador quese engolosina lamiendo. Es un acto infrapersonal, an imal, propio "del perro hambriento que se tira de bruces para lamer la escudilla en que se le ofrecen los desperdicios de una mesa bien provista" (E. Luquin) La mbiscones existen en las antesalas de las oficina públicas y en las empresas, inva riablemente dispuestos a aprobar la opinión -por absurda que resulte-del poderoso, a fin de obtener favores granjerías estipendios. Puede pronunciar discursos, escr ibir artículos, organizar manifestaciones de supuesta simpatía a un presidente, a un candidato político, dar un abrazo efusivo o un apretón de manos al presunto benefac tor. Aparece como empleado eficiente, puntual, honrado, pero carece de verdadera honestidad intelectual. Gráficamente podríamos decir que vive arrastrándose y quemand o incienso a los pies de los poderosos. Un desprecio sufrido en su vida anterior le mueve a comprar favores al precio de la indignidad. "En campo probidad y autén tico valer-observa aunadamente Eduardo Luquín-no sólo no encontraría el lambiscón ningun a ocasión de hacerse sentir, sino que sería violentamente rechazado. Sin embargo, el nombre mismo con que la picaresca mexicana acostumbra designarlo, implica una r eprobación clara y terminante de esa especie vergonzosa que catalogamos bajo el ru bro de lambiscón, reprobación que debe consolarnos o que por lo menos significa que aunque no utilicemos ninguno de los recursos de que podríamos echar mano para comb atirlo, preferimos al hombre recto, digno y bien orientado. Hay quienes madrugan con propósitos sanos y edificantes, Son los campesinos pacien tes, sumisos, esperanzados que despiertan con el canto del gallo y respiran el a roma del suelo regado por el rocío. Madrugan para trabajar la tierra. Pero hay tam bién los inescrupulosos citadinos atormentados por el aire de poder y lucro, que n o conocen el sueño tranquilo y que nada quieren saber de la lucha diaria y honrada de la existencia porque no colman sus desmesuradas, ilimitadas ambiciones. Mien tras el pueblo mexicano, con su sabiduría de siglos, ha acuñado el dicho de que no p

or mucho madrugar amanece más temprano, ellos madrugan para paresurar el paso del sol, "pero no del sol que alumbra para todos, sino del que alumbra y calienta pa ra aquel".[102] Estamos refiriéndonos al típico madrugador que se adelanta a la hora normada, para "comerle el mandado" al prójimo. Es un insaciable madrugador que ca lza "las botas de siete leguas", alerta siempre para arrebatar el botín por sorpre sa. Descubre el filón y se echa encima en un contexto social indefinido, transitor io. Destaca y brilla a cualquier precio "a la mala", como dice nuestro pueblo. S i es político correra como obseso tras la entrevista clave y no vacilará de valerse del clásico madruguete. El respeto al derecho ajeno no significa la paz sino la to ntería Lo que cuenta es apoderarse del botín antes que nadie y "a la brava", como se suele decir en el lenguaje callejero. Mientras el lambiscón es servicial y el madrugador es inescrupuloso, el picapedrer o es una comparsa que no sirve para nada y sirve para todo. Aparece y desaparece según convenga. Es sombra imponderable del personaje privilegiado porque él espera, también encumbrarse algún día en una posición privilegiada. No desempeña ninguna labor es pecial, ni le preocupa definirse dentro de un oficio o profesión. "El picapedrero posee la flexibilidad del reptil y la maña de la zorra; sabe ocultarse con la habi lidad de la serpiente y mostrarse con el boato del conquistador", apunta Luquín.[1 03] Es paciente, vigilante, servil, multifacético, aparentemente confiable. Desemp eña múltiples comisiones, se deja ver en cuanto sitio está a su alcance, maneja todos los recursos de la astucia, pero desconoce totalmente el valor de la dignidad pe rsonal. En vez de cabeza erguida, bolsillo lleno. En lugar del trabajo construct ivo, la insaciable e inescrupulosa ambición. El pistolero, "hombre de pólvora en permanente e incansable acecho, busca la quere lla para descargar la sustancia furiosa que lleva consigo, con la esperanza de e levar "su yo deprimido", como ya lo advirtió Samuel Ramos. Gusta de "la bronca" y la practica habitualmente por los más fútiles motivos. Hace del machismo atrabiliari o una profesión. Una divergencia de opiniones, cualquiera que sea, se resuelve por medios violentos. Es un exhibicionista que pretende demostrar, a toda costa, su desprecio a la muerte. Hombre de instintos torvos a flor de piel. Cavernícola des aforado que se deleita con su fama de valiente y con el miedo que inspira a las pacíficas personas de bien. "El pistolero pertenece a la gloriosa estirpe del pela do y del macho. Hay en é1 1a impudicia del pelado y la insolencia del macho que al ardea de valentón, pero se diferencia de éstos en que generalmente sufre los rigores de una vida de escasez", escribe el autor del "Análisis espectoral del mexicano". [104] Desempena el oficio de guarura (guardaespalda) para ganarse la confianza y el afecto del jefe y para asegurar -aunque sea a costa de matar-pingües utilidade s. Hace algunos años, el pistolero despertaba la admiración del populacho; hoy en día el pueblo está cansado de la insolencia y de la arbitrariedad de los guaruras que marchan en cortejos ostentosos detrás y alrededor del político encumbrado. Los homic idios de los pistoleros la mayoría de las veces quedan impunes o en la somra. Ya n o es el "payaso" que muestra el revolver 38 especial o la flamante escuadra 45, es el asesino potencial revestido de la profesión de guardaespalda, de "guarura", si queremos usar un mexicanismo. Carece de la nobleza de intenciones del revoluc ionario auténtico, porque es -o puede ser-un repugnante asesino a sueldo. En México hay los personajes descritos en certeras pinceladas por Eduardo Luquin, pero México no es un país de lambiscones, madrugadores, picapedreros, y pistoleros. Una abrumadora mayoría del pueblo mexicano repudia a estos parásitos sociales con to da su carga tóxica. El pueblo mexicano estdá cansado del abuso, aunque hasta ahora h aya hecho poco para corregirlo. La inquietud de renovación, el talante sensible a la nobleza, la cortesía y la tolerancia, la amistad y la hospitalidad del pueblo m exicano arrojan un saldo positivo que está muy por encima de los números rojos que r epresentan los personajes indignos que hemos descrito, que pueden tener muchas e xplicaciones, pero ninguna justificación. No son, por cierto, los únicos. Hay toda u na galería de lo que se ha dado en dominar el enanismo mexicano. Pero eso no es Méxi co sino el aspecto negativo de México. Porque ustedes, lectores, y yo -así quiero su ponerlo-, nos afiliamos abiertamente en la causa de la vocación de México al cultivo

de los grandes valores del espíritu y del estilo colectivo de vida capaz de eleva r al mexicano al sitio que le corresponde en el concicrto universal. Un destino elevado y honroso que está en marcha, a lomos de nuestro estoicismo cristiano, con el escudo de nuestra dignidad indo-española, con la lanza de nuestra finura menta l. Nuestras glorias comunes en el pasado, nuestra voluntad común de ser mexicanos en época de crisis, nuestro programa de ser fieles a nuestra vocación y a nuestro es tilo, son nuestra mejor capital social. ¿Quién podra arrebatarnos este patrimonio es piritual que atesora nuestra cultura y nuestro modo de ser? ¿Habrá encantadores capa ces de arrebatarnos el ánimo y el esfuerzo de estudiar, difundir y defender los va lores personales que hemos realizado y seguimos realizando en la historia? He aq uí el aspecto positivo de México que deseaba mostrar y que está más allá y más acá -porque es más próximo a nuestro fundamento en el Ser fundamental- de lo negativo en el hombre mexicano. Perfil Psicosocial del MEXICANO. Ámbito Laboral Personalidad del MEXICANO. El mexicano es una persona muy peculiar desde lo psicológico y lo social; su perso nalidad encierra un sin número de interrogantes ¿Cómo son en el trabajo? El mexicano generalmente es uno de los mejores artesanos, manufactureros del mun do tanto asi que grandes empresas de conversión de materias primas están en México, el mexicano es un ente muy complejo a la hora de trabajar. Mundialmente el mexicano es explotado por que se sabe de su capacidad ( es traba jador) una muestra muy clara es que en México están 2 de los hombres mas ricos del m undo. Saben trabajar arduamente, pero al mismo tiempo son flojos, no son muy emprended ores en comparación a otros países, y no saben trabajar en equipo, ¡el trabajo individ ual es lo suyo!. Son conformistas. Pueden aguantar muchas horas trabajando Autoestima del MEXICANO Son muy susceptibles a la crítica,y por lo tanto llegan a ser vengativos, tienen a taques de superioridad y se preocupan mucho por el que dirán, son muy manipulables y moldeables y sobretodo muy conformistas, inseguros En general el mexicano cuenta con una autoestima muy baja pero también hay que ten er en cuenta que al ser muy "fiesteros" les brota felicidad por los poros. EMOCIONES DEL MEXICANO El mexicano por lo general tiende a magnificar sus emociones, es decir, no las c ontrola y éstas casi siempre se expresan al máximo. Si estamos felices es en exceso, o si estamos enojados también en exceso. El mexicano por lo general tiende a magnificar sus emociones, es decir, no las c ontrola y éstas casi siempre se expresan al máximo. Si estamos felices es en exceso, o si estamos enojados también en exceso, pocas veces existe un punto medio entre dichas emociones. Esto en muchos casos es resultado de que desde niños se nos enseña a reprimir nuestr os sentimientos y emociones. En pocas ocasiones tenemos empatía con los demás, por ejemplo: si vamos a alguna tie nda y la persona que nos atiende no lo hace de forma amable o educada, inmediata mente reaccionamos de la misma forma en venganza, porque nos da coraje que se po rten así con nosotros si nosotros llegamos con toda la mejor actitud y amabilidad del mundo. cuando se presenta algún tipo de tragedia social o natural, los mexicanos tendemos a ayudar sin preguntar o dudar (algunos). El más común es el mexicano pasivo obediente afiliativo , cuyas características son ser obediente, afectuoso, complaciente; lo encontramos en las áreas rurales, y como adulto posiblemente no llegue a tener una posición de dirección, pues le falta iniciativa propia y valerse por sí mismo.

Otro tipo es el rebelde activamente afirmativo , que es rebelde a la cultura. Suele ser peleonero, llevar la contra a los demás, pero también es independiente, autónomo y autosuficiente; tiende a ser más inteligente que los demás; a veces resulta buen empresario, ejecutivo, profesionista o científi co o hasta guerrillero. Uno más es el tipo con control interno activo. Es íntegro, alberga en sí mismo todas las características positivas de nuestra cultura : obediente cuando se requiere y rebelde cuando se necesita; más afectivo y compla ciente que la mayoría, paro más disciplinado, metódico, reflexivo y optimista. Se opon e a la corrupción y al compadrazgo. Algunos se convierten en líderes estudiantiles ínt egros. Es nuestro mejor profesionista, catedrático, científico, empresario y el políti co honrado. El mexicano con control externo pasivo es el más negativo de la cultura; la oveja negra de la familia. Entre sus caracterís ticas están ser desobediente, no complaciente, veleta, corrupto, vengativo, servil , pesimista, mediocre. Es un sujeto que se aprovecha de todas, todas, pues piens a que "el fin siempre justifica los medios". También hay características que compartimos todos los mexicanos, tales como la neces idad de jugar, de contar chistes, de hacer bromas, además del grado de persistenci a, perseverancia y habilidad para trabajar largas horas Los mexicanos dentro del tema LABORAL son muy competitivos entre ellos, siempre quieren superarse uno al otro. La forma de desenvolverse es muy lenta en la mayo ría de los casos, son muy egoístas y envidiosos con sus logros. MEXICANO CULTURALMENTE El mexicano sabe de donde proviene, sabe que fue antes y que es el después puede c ontarse una historia de antes de la conquista y después de la conquista, culturalm ente el mexicano en tiempos prehispánicos no sabía que si tenía cultura o no pero expo nía y exploraba su creatividad su hambre por saber las cosas de su alrededor, en l a conquista el mexicano autentico fue pisoteado y explotado, pero se creó el criol lo el cual buscaba una identidad al no ser de España ni mexicano la educación mexica no fue ultra católica marcada por la filosofía, letras, retórica y gramática dejando de lado las ciencias y la tecnología. IDENTIDAD CULTURAL El mexicano visto desde el extranjero es una persona rica en cultura desde antes de la conquista y después , es de las pocas personas que juega con la muerte, es el producto de una mezcla de cortes y malitzin, tiene lo mismo arte barroco que prehispánico y contemporáneo tiene muy marcada sus tres etapas, hay un mexicano ante s de la revolución y después. CULTURA DEL MÉXICO ACTUAL El mexicano actual sigue siendo complejo es cerrado y abierto a sus antepasado t anto se siente orgulloso como se siente descontento , es rápidamente influenciado por culturas exteriores debido a que le apenan las propias o solo acepta las que psicológicamente son aceptadas entre el. Es una persona muy social en el trabajo pero con precaución con el temor de abrirs e y contar secretos laborales para no perder su puesto. Ala vez el mexicano puede ser solidario con nuevas personas que se integren al ámb ito laboral debido a que sabe que alguna vez él estuvo en su mismo lugar. El mexicano es creativo en su forma de trabajar una vez que sabe el rol que jueg a en la empresa es comodino y trata de buscar fórmulas que hagan su trabajo menos complejo y mas fácil. En pocas ocasiones tenemos empatía con los demás, por ejemplo: si vamos a alguna tie nda y la persona que nos atiende no lo hace de forma amable o educada, inmediata mente reaccionamos de la misma forma en venganza, porque nos da coraje que se po rten así con nosotros si nosotros llegamos con toda la mejor actitud y amabilidad del mundo ¿Cómo son los MEXICANOS?

PSIQUIATRÍA / PERSONALIDAD DEL MEXICANO POR: DR. FERNANDO VILLA HERNÁNDEZ (PSIQUIATRA)

Lagushop.com Exclusiva Rosca de Reyes sabor nuez 20 a 30 pers $479.00 $409.00 Cuando nos proponemos analizar nuestra realidad la parte más difícil es el contempla rnos a nosotros mismos, ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio es un proverbio popular certero, pero el tener una percepción realista de lo que som os es indispensable para lograr el desarrollo en todos los niveles, saber de nue stras capacidades y limitaciones así como su origen permite planear en lo posible la vida y las vivencias. Las características psicológicas individuales son el producto del potencial heredado y del entorno que ayuda o estorba su activación, tanto un factor como el otro tie ne variaciones importantes en tiempo, lugar y circunstancias. México como país es un calidoscopio de culturas y razas, compartimos en general un i dioma, religión y origen histórico, las variaciones psicológicas son evidentes al obse rvar el sureste, centro, norte o noreste, las costas, el altiplano etc., por lo que sacar un perfil global psicológico del mexicano es imposible, sin embargo se p uede con sus reservas bosquejar algunos de los rasgos que en general compartimos . La psicología social puede dar información valiosa para proyectos nacionales pero se han despreciado con el consecuente fracaso en grandes programas como sucedió con los ejidos, está pasando parcialmente en la enseñanza, en la prevención de adicciones, en proyectos de salud, en el manejo de los problemas familiares o en cualquier intento de mejorar el desarrollo social y personal en nuestra nación. La llamada raza universal que José Vasconcelos exaltó como gran potencial del mestizaj e es un importante ejemplo de alguien que intentó aumentar la sensación de auto valía de nuestro pueblo, la idea de la raza pura o medio pura ha sido motivo de exaltación d e algunas naciones, entre las personas sucede algo parecido en mayor o menor gra do en lo que se refiere a los rasgos europeos. México es un país fuertemente influenciado por la religión, mestizaje y por una difícil y lamentable historia, no se puede hablar en forma absoluta en un tema tan sutil , complicado y sensible pero se observa en general un sentimiento irracional de inferioridad de los indios y mestizos en contraparte el de superioridad de los b lancos, además de la raza el éxito económico o estatus influye en ambos sentimientos e n forma más intensa de lo razonable, el resultado es una desconfianza que nos llev a a no tener el sentimiento de pertenencia suficientemente fuerte y funcional, e s necesario que los individuos logren una sensación de orgullo y dignidad para dis minuir al máximo salirse de las normas (formalmente llamado corrupción), el sentimie nto de inferioridad en nuestra población produce hipersensibilidad emocional que hac e que el trato social esté lleno de ritos y diplomacia que coartan la espontaneida d, libertad, esclavizan y disminuye el placer de la convivencia. Las conversaciones comunes se transforman en luchas por el poder y el honor, opi niones contrarias causan sentimiento de humillación y ofensa, el trabajo en equipo y el intercambio de conocimientos se entorpece. El manejo inadecuado del sentimiento de culpa para controlar la conducta o estim ular el logro de metas es común en nuestra cultura, jóvenes con tendencia independie nte pueden reaccionar con rebeldía, otros quedan marcados con sensación de inferiori dad con ansiedad y tristeza crónicas, ambas situaciones limitantes y riesgosas. Los rasgos paranoides (desconfianza) e histérica (manipuladora) son frecuentes en sociedades pobres, incultas y donde el sentimiento de culpa es herramienta común, por desgracia en México existen estos elementos con una intensidad mayor de lo des eable. La capacidad intelectual de los nativos americanos se demostró al analizar los alc ances culturales que tuvieron, por otro lado España fue un imperio que influyó en la historia mundial, los mexicanos somos el resultado de la mezcla de pueblos que dominaron Europa y América en su tiempo, no es la raza sino la cultura lo que bloq

uea o fomenta el potencial humano que en general tiene pocas diferencias nuclear es. La personalidad no es rígida ni estática, las nuevas generaciones están cincelando en parte sus rasgos, aparecen nuevos riesgos y defectos pero otros desaparecen, sur gen avances y cristalizan potenciales en este devenir constante de nuestra mente . Los deseos de mejorar en forma individual y colectiva pueden quedar en intencion es cuando el entorno social, cultural y familiar no planea y realiza cambios fav orables, mayor respeto a las personas independientemente de su edad, sexo o nive l socioeconómico, justicia que vea menos los valores que se depositan en su balanza, aumentar la educación y el poder adquisitivo de las enormes mayorías, quitar mitos, etc. Sentirnos orgullosos de nosotros mismos y de pertenecer a este país es un derecho natural que sin embargo es necesario conquistar. La sociedad mexicana actual. La sociedad mexicana no es una unidad bien integrada, sino en cierto sentido, un mosaico. No hemos superado las castas. Pero existe un común denominador: un me dio cultural que hace que todos, incluidos los indios y criollos, seamos cultura lmente mestizos. Somos dos naciones en una: la nación moderna, la de la minoría privilegiada que aca para ciencia, riqueza, poder, y la de la mayoría oprimida y marginada: polarizac ión de explotadores y explotados. El mexicano de la clase alta sigue buscando un pri vilegio por encima de la ley, y nuestra política no es la representación ni la expre sión del pueblo, sino una esfera separada de la sociedad; madeja de manejos turbi os detrás de los bastidores del escenario nacional. Si buscamos definir un perfil , encontramos que la tendencia y la tónica es la inhibición y repliegue, junto con una apertura sumisa y afectiva: Si tomamos en cuenta a toda la república, el mex icano más frecuente es el obediente afiliativo. Por vivir en una época de cambio acelerado, observamos un tenaz conflicto de fuerz as culturales (la tradición) y de fuerzas contraculturales (la modernidad); siendo las más significativas de este segundo tipo la ciencia, el avance de la tecnología, el cosmopolitismo, las migraciones, los modelos extranjeros, y la movilidad soc ial en general. En este capítulo destacaremos los siguientes aspectos de la sociedad mexicana: la familia, la mujer, los jóvenes, las clases sociales. A) La familia En las clases populares el padre sigue siendo una especie de dueño de la mujer y de los hijos. Por eso éstos se refieren a él como mi jefe , el jefe . Con frecuencia pri va un ambiente de miedo, desconfianza, simulación, agresividad reprimida, chantaje s sentimentales, resentimiento y odio. Muchos matrimonios se mantienen sólo por el miedo de la mujer a separarse, o por una moral mitológica y dogmática, lo que viene a redundar en lo mismo: miedo religioso y sacral. Los problemas de identidad y de sumisión, los conflictos con la autoridad, la difi cultad en superar la etapa maternal (edípica) son tales que se puede concluir con facilidad que la constelación resultante es favorable al desarrollo de la neuros is. Un estudio célebre de Luis Leñero Otero, presidente del IMES arrojó que en las familia s tradicionalistas (75% al momento del estudio) la mujer protegida, dependiente, aceptaba de buen grado su minoría de edad; en tanto que en las modernas , 25% pug naba por abrirse paso la tendencia igualitaria, y que estas familias sufrían dive rsos tipos de desajustes, connaturales al cambio. En la relación laboral muchos obreros, sometidos al autoritarismo del patrón, interi orizan el papel de opresor y sin darse cuenta están expuestos a reproducirlo en su relación de pareja. Análogamente, el burócrata, frustrado por mil experiencias de servilismo, llega a su casa y se desquita mangoneando sobre su mujer y sus hijos. Pero no priva la misma norma en el mundo de los afectos (familiares o amigables)

y en el de la productividad laboral. Sondeos sobre filosofía de la vida en dos culturas, la norteamericana y la mexica na, nos revelan el grado de importancia y de compromiso que supone la defensa de los derechos de la familia y de las personas en uno y otro medio. Dan prioridad y entregan su energía: En Estados Unidos En México A los derechos de la familia 22% 68% A los derechos personales 78% 3 2% Los mexicanos se muestran más cooperativos (cultura colectivista); los gringos, más competitivos. B) La mujer. En la cultura azteca lo mejor que podía sucederle a una mujer era morir al dar a luz; las que así morían adquirían el rango de diosas. Se trasluce aquí la poca import ancia que se les concedía como individuos. Y podemos inferir que la racionalización servía para quitarles el miedo a la muerte, que de seguro estaba a la orden de l día para las parturientas. Los precortesianos habían dado una dimensión cósmica a la inferioridad de la mujer al equipararla a la Tierra (frente al cielo, masculino), a la Luna (perdedora fren te al Sol Vencedor) y a la oscuridad (polo negativo frente a la luz). No solo du rante la colonia sino también después del mestizaje, la historia azarosa del hombr e se vive como una culpa cuya primera responsable fue la mujer, y se sobrepone e l refuerzo de la idea judeo-cristiana de que el pecado entró al mundo a través de la mujer (Eva), provocada por la serpiente del paraíso. La india que da cabida en su vientre al semen extranjero es la nueva Eva, o la nueva Pandora. Y así vemos a lo largo de los 300 años de la Colonia a la española alt iva, a la criolla orgullosa y agresiva, a la mestiza confusa y a la india deval uada y sumisa. A diferencia de lo que sucede en las culturas anglosajonas, la mujer mexicana es más madre que esposa, se define más como protectora de los hijos que como compañera d el hombre. Entre nosotros apenas en 1953 se le otorgó el voto a la mujer, es decir, se le dejó salir de la minoría de edad política. Compárese esta fecha con la de Nueva Zelanda (18 93), Finlandia (1906), Noruega (1913), la de la tradicionalista Inglaterra (1918 ), etc. Al trazar un perfil psicológico de la mujer mejicana, la encontramos: Abnegada: se deja nulificar como persona; no vive para sí sino para otros; n o exige ni protesta. Proyecta así, a su pesar, un fondo de masoquismo. Disimulada, fingida: por que repliega celosamente un mundo de vivencias; l a cultura la h obligado a buscar máscaras para manifestarse a medias. Sometida: de niña al padre y a la madre; de adulta a su hombre, tal vez al hermano mayor; se le orilla a vivir el sexo más como posesión ajena que como íntima re lación interpersonal. La posesión por parte del hombre es económica, psíquica y física. Religiosa: con esa religiosidad hecha de resignación, pasividad y espera, qu e no es la esperanza proclamada por el cristianismo genuino. Tradicionalista: la mujer tiende a simbolizar el pasado; el hombre el pres ente. Muy recientemente, y por influjo del cine extranjero, se ha ido perfilando otro tipo de mujer: la mujer moderna, liberada; de modo que coexisten dos estereotipo s muy contrastantes: el primero, la dulce, fiel, amorosa, abnegada, dependiente, no responsable de sí fuera del hogar; el segundo la ambiciosa, manipuladora, trai dora, prostituta, cómplice. De esta situación de tesis y antítesis tendrá que irse madurando la síntesis del justo medio y del equilibrio. C) Los jóvenes

Su psicología es diversa según la clase social y otros muchos factores. No podemos i r a detalles para cada caso. Aquí nos limitamos a un panorama general, tomando c omo base a la clase media y advirtiendo que los más autoafirmativos son los jóven es ricos y de ciudad grande y los menos autoafirmativos son los pobres y de cam po o de poblado pequeño. Características sobresalientes de su autoimágen: Tienen conciencia de ser una clase o estrato dentro de la sociedad. Tienen conciencia de vivir en el país de la corrupción, y que de esto afecta rá pesadamente su trabajo y su desempeño profesional. Por causa del diluvio de estímulos que reciben de los medios masivos, viven en función de la simulación y de un hedonismo superficial. Suelen ser madejas de contradicciones y de frustraciones por ejemplo: o Quieren ser dueños del mundo (de este mundo) y quieren transformarlo hacia una sociedad más justa y más limpia (la utopía). o Critican la sociedad de consumo, pero la asimilan y viven en ella y de el la. o Son izquierdistas: defienden los postulados del socialismo, pero se acomo dan en los espacios facilones del capitalismo. o Desafían a los intelectuales, pero en la universidad quieren asumir el pape l de intelectuales. o Critican y cuestionan el mundo moral de sus padres, pero sienten culpa p or alejarse de él y transgredir sus normas. o Ven la universidad como instrumento político, como una palestra de combate, más que como una casa de estudios; como si fueran un partido. o Ven el matrimonio como conformismo, tedio, imposición social, estancamiento , pero sienten que tendrán que encauzar su erotismo hacia el matrimonio. o Se interesan mucho en el deporte, pero lo ven como huída, agresión, violenci a, revancha, palestra de prestigio; no tanto como ejercicio físico, afirmación de vi talidad y expansión de la persona. o Sueñan en un coche (los ricos, en un coche de superlujo) que no es en prime r lugar medio de transporte, sino seguridad, independencia, libertad, aventura, riesgo, prestigio, medio de ser diferente de de autoafirmarse; y se enamoran de su coche: del real o del imaginario. o No saben divertirse; no saben distinguir entre el ocio positivo, es libe ración y que es diversión, y la ociosidad que es vacío y enajenación. Hay una dificultad específica para los jóvenes del sexo masculino: tienen que supe rar fuertes presiones hacia conductas antisociales: Al mexicano medio se le ens eña, desde niño, que la fuerza, no el espíritu, es el factor primordial del triunfo. ¡No te rajes si te buscan pleito! ¡Hazte respetar!, es decir, imponte físicamente a los otros. En una selva de chingones, en la que todos quieren chingar, el trabajo cuenta poco. Las ideas menos. Lo único que vale es el valor personal y en última i nstancia la capacidad de imponerse. D) Las clases sociales y castas. Oficialmente en la retórica de los funcionarios, México es un país democrático, donde l a igualdad es uno de los valores axiales. De hecho presenta una acentuada y muy heterogénea estratificación, donde las mayorías quedan ubicadas en la "cultura de la pobreza". En efecto, son dramáticas las diferencias entre los pocos ricos-ricos y los muchos pobres- pobres. a) Los de abajo. Son los marginados, desnutridos, humillados. Algunos con conciencia de explotado s y otros sin ella. Su mejor símbolo: el indio triste, sin voz y sin rostro. Un estudio de Dumont-Mot in nos da un cuadro desolador: 27% de la población padece hambre, y 50% están mal a limentados. Se sigue devaluando al indio, se le tiene por mañoso e indigno de confianza. Se sigue repitiendo el antiguo dicho, que tanto fondo de agresión tiene: "no tiene la culpa el indio sino el que lo hace compadre". Una masa de parias sin energías y sin entusiasmo de vivir; como rasgo psíquico más sal iente tenemos la resignación; como quien dice, la psicología de la impotencia y de

la derrota. E) La clase media. Los clasemedieros suelen ser gente dinámica, pero, centrados en su propia promoción , poco se interesan en entender al país y de resolver los problemas nacionales. A limentan sueños de riqueza y de poder muestran mucho espíritu de competencia; tiend en a aparentar y presumir' Viven de la simulación, la mistificación, el autoengaño; s e mueren por usar productos importados de Estados Unidos. Este clasemediero emp ieza por engañar a los demás y acaba engañándose a sí mismo. En suma, una estructura de enajenación y simulación", como dice el sociólogo Careaga. Si actúa en política es por prestigio personal y desahogo de sus tensiones y por esp eranza de medrar, no por el servicio al bien común que teóricamente define a la polít ica. En las mujeres de esta clase se está haciendo bastante común el segundo estereotipo femenino de los dos que señalamos anteriormente en este capítulo. c) La clase pode rosa. Es la que encama la auténtica contrarrevolución, o la revolución congelada; si bien ac ude retóricamente al tema de la Revolución mexicana, previamente mitificada. Es la aristocracia económica que controla los medios de comunicación y que controla la emp resa y los obreros; capaz de anular cualquier insurgencia obrera desde su embrión. La que ejerce control sobre el campesinado; y control sobre la ciencia y sobre l os espectáculos. Detrás de las bambalinas existe un diálogo íntimo entre el Estado y el gran capital, l os únicos superpoderes en México. La autollamada "familia revolucionaria" es una cúpul a, un verdadero clan o una mafia bien organizada. La sucesión presidencial es el acto por el que el rey en tumo premia al más adicto d e sus cortesanos. Parece escrito para la sociedad mexicana y para la política mexicana el viejo prov erbio, que adaptamos: "Nada es verdad, nada es mentira. Todo es del color del se xenio en que se mira". Se ha borrado la distinción entre el alto funcionario y la alta burguesía. Estos poderes, convertidos en cotos cerrados, todo lo tienen controlado y previs to. Ya desde los años en que se van formando sus retoños, disponen de escuelas y uni versidades superelitistas, verdaderos baluartes del poder capitalista, que los a islan del pueblo real y verdadero; fortalezas ubicadas en el polo opuesto a la i ntegración nacional de los mexicanos, y más aún de la igualdad y de la lucha por la ju sticia social. Dice el investigador Pablo Latapí, aludiendo al hecho de que muchas de estas instituciones se anuncian como católicas: "Pagan el precio de existir re -forzando lo que dicen rechazar... la Iglesia en su presencia universitaria da l a espalda a su opción preferencial por los pobres, pese a todas las Pueblas". Cuatro de las siete universidades más caras del país son manejadas por institutos de la Iglesia Católica, y en todos los ámbitos del territorio nacional, estudiar en un colegio religioso elitista implica, no un alto grado de fe cristiana, ni especi al devoción a los valores ético-religiosos. Equivale a no revolverse con los hijos de los proletarios, a disfrutar un ambiente de gente de buen ver y buen vivir y a anudar promisorias relaciones con los poderosos. Así el clasismo queda disfraza do de "familia muy cristiana", "buena educación", "formación en los sanos principio s morales", y cosas por el estilo. De este modo, al igual que en la Colonia, también hoy la Iglesia viene a ser la le gitimadora del nuevo sistema de castas. Lo que ahora, a través de la racionalización sutil de "educar a las clases dirigentes y ricas". El individualismo De un país que ha sido siempre manejado como "el proyecto de u na minoría", difícilmente se puede esperar otra cosa que poco sentido social y much o personalismo individualista. El mexicano no es muy institucional. Algunos de l os síntomas de ello son: Un país de héroes y de caudillos; pero entendiendo al caudill ismo como una deformación social, opuesta a la democracia. Muchos comportamientos desorganizados, indisciplinados, en todas las esfer as de la vida laboral y social. Poco sentido social y de cooperación; por esto, y sin negar las honrosas excepciones, en México las cooperativas fracasan o languide

cen. Poca responsabilidad social. Los puestos políticos son feudos personales, graciosa mente llamados "huesos"; y para nadie es un misterio que la corrupción es la regla entre los funcionarios. Cada sexenio, en "año de Hidalgo", barren con todo l o que pueden. Hay muchos llaneros solitarios y muchos hombres-orquestas. El mex icano prefiere trabajar solo: no cree en el equipo. Muy diferentes son en esto l os anglosajones. Cuatro norteamericanos juntos valen más y pueden más que cuatro nor teamericanos separados. Por fortuna las presiones de la competencia y la capacit ación en las empresas ya apuntan a un cambio sustancial en este renglón. Por ello m ismo, los mexicanos han florecido más como artesanos que como industriales, po rque la industria moderna exige equipos bien integrados y la artesanía no. Como d eportistas sobresalen, no en los deportes, de equipo, sino en los individuales: natación, clavados, caminata, boxeo, equitación. Como científicos nos ofrecen éxitos aisl ados, genialidades curiosas de Fulano o de Zutano. Como seres religiosos acusan una religión personalista, sentimental, utilitarista, contractual, de "doy para que me des". Ya vimos de qué polvos resultan todos estos lodos: polvos lejanos de iominación colo nial, polvos cercanos de familias que no son equipos y w proveen buenos modelos de organización social. Y resulta y resalta una paradoja: el mexicano tiene sentido de clan y 10 tiene s entido de equipo. Las connotaciones psicológicas de uno / otro son diversas: en es te último, eficiencia, colaboración, mientras que en el clan, afectos, aceptación y se guridad. El trabajador mexicano OBJETIVOS 1. Analizar las actitudes y motivaciones más comunes del trabajador mexicano a fin de comprender sus comportamientos en el medio laboral. 2. Asimismo, enfocarse en la relación humana, incluyendo a la contraparte del t rabajador, que es el dirigente, y estudiar cómo éste suele fomentar algunas actitude s y comportamientos negativos. F) Sus actitudes Femando Benítez describe pintorescamente a los nietos de los conquistadores yendo durante años de oficina en oficina de la burocracia virreinal, pretendiendo "merce des" que les resuelvan todas sus necesidades económicas sobre el alegato de ser ni etos de sus abuelos, "defendiendo con uñas y dientes el sagrado derecho de no trab ajar que para ellos habían conquistado sus antecesores". Y como contra parte, dura nte los siglos coloniales "prevalecía el criterio de que a la población nativa sólo se le podía inducir a trabajar por medio de la coacción y el látigo". "Todos quieren ser señores para vivir en la ociosidad", decía Miguel José Sanz, abogad o de la Real Audiencia y fundador del Colegio de Abogados de Valladolid (hoy Mor elia) (1756-1814). Por otra parte, Indalecio Liévano Aguirre en su libro Bolívar nos da la clave de algunas actitudes laborales que prevalecen en las ex colonias es pañolas: "Millares de aventureros formados en las guerras de Italia y de Flandes y acostumbrados a la rapiña y al saqueo trajeron al Nuevo Mundo el clásico concepto e spañol sobre la economía: desprecio por las artes manuales e intelectuales que crean la fuente de producción, y el deseo de apoderarse simplemente de la riqueza para gozar del esplendor que proporciona". Encontramos que en el siglo XVII, la Corona vende muchos puestos públicos (alcald es, corregidores, etcétera); lógico es que tengan acceso a ellos sólo los ricos que c oncentran y acaparan el poder, estableciéndose el cargo público como instrumento de beneficios, riqueza y patrimonio personal y no como deber público y servicio a l a comunidad. A diferencia de lo que es hoy Estados Unidos, México no surgió como país de inmigrante s que llegaban a trabajar, luchar y competir más o menos en plan de igualdad. Aquí

toda la estructura sociopolítica y religiosa era piramidal y estratificada; una so ciedad de privilegios, no de méritos. El camino para adquirir dinero, poder y pre stigio no era el trabajo esmerado y productivo, sino los nexos con Madrid, de d onde llegaban los títulos nobiliarios, las cédulas reales y los puestos jugosos de poco trabajo y copiosas rentas. Al irse extinguiendo la encomienda (prohibida ya en el siglo XVI, pero defendida a capa y espada por los hijos y nietos de lo s conquistadores) fue surgiendo el repartimiento, y luego, poco a poco, la haci enda. Notemos que el común denominador de estas tres formas de manejo laboral es uno so lo: el trabajo como servidumbre. Y deduzcamos lo que esta situación implicó en la f ormación. Y ya en los albores de la época industrial, muchas empresas nacieron como extensiones o derivaciones de las haciendas. La mentalidad del hacendado se re sumía en este principio: "Yo soy el dueño; yo soy el que sabe; yo tengo el poder. A ustedes les toca obedecerme en todo. Si lo hacen, me encargo de ustedes, pero, ¡cuidado con oponerse y rebelarse!" De aquí la cultura de tratar siempre de quedar bien con el de arriba. Y en el ámbito político la tradición del partido dominante ha reforzado este servilismo. La escuela, por su parte crea un clima autoritario en el que no coincidir con el profesor es estar contra él y atraerse su mala vol untad. Y para rematar, la legislación laboral mexicana es tan protectora del traba jador que propicia el infantilismo. Mucho nos queda a los mexicanos del 2000 del prejuicio novohispano de que el tra bajo manual es servil y de que el hombre de clase elevada no trabaja sino que vi ve de sus rentas, si no es que legisla manda y guerrea. Para comprender al mexicano en el ámbito laboral, hay que distinguir entre el em presario o directivo y el personal que labora bajo la dirección de estas persona s. La perspectiva del trabajo y los logros que obtienen son diferentes, pero de sde luego se da una interacción entre unos y otros. El análisis previo de este libro nos da un perfil característico del mexicano, que p or supuesto se refleja en el trabajo. La dependencia en algunos casos, el indiv idualismo en otros y la autodevaluación de muchos son elementos presentes en las relaciones laborales. Explican la escasa motivación para el trabajo de grupo y el excesivo deseo de conquistar poder y estatus a través del influyentismo y del rec urso económico. "Mantener la propia estima es, según creo, la más poderosa necesidad del trabajador mexicano. Dada su intensidad, puede no ser sólo buscada directamen te sino bajo máscaras distintas: sexualidad, dinero, etcétera." Muchos mexicanos ven en el trabajo sólo un medio para subsistir Solicitar empleo "de lo que sea" es la petición más escuchada; se busca trabajo, es decir dinero. Po r otra parte, muchas organizaciones en México tienen los mismos conflictos: compet encia interna excesiva que se traduce en entorpecimiento de labores, envidias y actos desleales a la empresa. En las organizaciones mexicanas dice Horacio Andrade en un análisis de la cultura o rganizacional de nuestro país "hay una fuerte lucha por el poder y las áreas suelen c onvertirse en feudos que compiten entre sí, por lo que la colaboración y los trabajo s interdepartamentales son poco frecuentes. El trabajo en equipo es prácticamente inexistente e incluso se llega a dar muchas veces una competencia por sobresalir y obtener logros individuales aunque para ello se tenga que recurrir al boicot de los demás . También encontramos exceso de parloteo del personal y exceso de celebraciones que se realizan no trabajando y que obviamente repercuten en baja productividad. Uni do a esto hallamos el alcoholismo que encuentra un campo propicio en los festejo s. En México existen oficialmente un número considerable de días no laborales. Además, en muchas empresas se otorgan días de descanso obligatorio como "conquistas sindical es": se festeja o se le da el día al trabajador en su onomástico, se festeja el día d el santo del jefe, el día del compadre, el día de la madre, el aniversario del sindi cato, de la empresa, etcétera: el trabajador mexicano festeja hasta el día de pago ( quincenal o semanal) y todos estos "acontecimientos" se celebran brindando. Pareciera que estamos demasiado necesitados de compañía. A este respecto, en una enc uesta realizada por el Centro de Estudios Educativos, A.C., en 1982,5 se encontró que el estado anímico emocional de más de la mitad de los mexicanos es negativo o mu

y negativo (53%) y sólo en el 13.4% es positivo. Este estado anímico se compone, según los autores de la encuesta, Narro Rodríguez y He rnández Medina, del estado físico y psicológico que logra el equilibrio de la persona y que la hace sentirse tranquila, satisfecha de sus logros, valorada por los demás , interesada en las cosas, como si marcharan viento en popa y a total satisfacción . Este estado anímico poco positivo, refleja o confirma la percepción devaluativa que ya se ha mencionado. Entonces pareciera que estar con amigos le permite al mexic ano "ser alguien". Por otra parte se registran altos índices de ausentismo, de impuntualidad y de acc identes y de enfermedades de trabajo; así como una alta rotación de empleos. Todo el lo síntomas de la misma enfermedad. Si el mexicano desprecia a la muerte porque es "muy macho" y porque al fin y al cabo se tiene que morir, ¿por qué respetar las normas de seguridad e higiene y de p rotección a la salud? Su actitud resignada y fatalista ante la vida, su percepción distorsionada del tie mpo, unida a su sentido mágico-religioso de los acontecimientos, le hace aceptar c ualquier eventualidad de esta naturaleza, incluso el desempleo temporal o perma nente a causa de incapacidades físicas, parciales o totales. La poca estimación de sí mismo también contribuye a su desprecio por la muerte, al ig ual que sus frecuentes inasistencias. Falta porque no se siente útil o valioso; l lega tarde por lo mismo. Este desprecio a sí mismo se revierte en desprecio a los demás. Pese a que los mexicanos somos tan amigables y buscamos la compañía de otros, la act itud desconfiada, insegura y dependiente impide la participación colaboradora en l os grupos de trabajo. Muchos mexicanos se mantienen con reserva y a la expecta tiva, posiblemente por haber sido engañados y manipulados por siglos; pues se ha abusado de su actitud servicial. Por otra parte, se muestran cautelosos hacia el dirigente y hacia los compañeros. 82.3% de los encuestados por el CREA, cuan do se les preguntó si se puede confiar o no en la gente, dijo que es mejor proce der con cautela; 52.4% siente que ahora la gente está menos dispuesta a ayudar a o tros; 58.14% no pertenece a asociación o grupo alguno. Eso significa que pese a la necesidad de compañía no hay participación grupal, difícil mente se logra integrar buenos equipos de trabajo; por la falta de compromiso, uno nunca puede estar seguro de lograr algo en grupo o con la participación de todos. El concepto de lealtad al grupo se limita a la protección mutua en caso de cometer se indisciplinas, errores o incumplimiento del trabajo y en ocasiones se ha ll egado al extremo de convertirlo en una norma explícita donde ningún trabajador pue de atestiguar en contra de un compañero aun cuando haya incurrido en una grave f alta. De lo contrario el trabajador es rechazado, sancionado y hasta expulsado por el grupo. Éste no es sino reflejo de una cultura sobreprotectora; no es leal tad sino encubrimiento y complicidad. Por otra parte, rehusa asumir el liderazgo por temor a ser rechazado (alta nece sidad de ser aceptado), por considerar que no está suficientemente capacitado (esc asa estimación de sí mismo), porque representa mayor responsabilidad (dependencia) y porque tal vez termine siendo el único que trabaja (desconfianza). Seguramente a esto se debe la escasez de liderazgos auténticos, democráticos, participativos. A veces se busca el liderazgo formal porque da estatus y esto satisface la búsque da de prestigio y reconocimiento. Cuando obtiene el liderazgo, el antiguo súbdito se muestra autoritario; surge su d eseo de poder más que de logro. El trabajador sometido a la autoridad y a la fuerza del directivo interioriza el papel de la autoridad e inconscientemente se dispone a repetirlo. Es una actitud ambivalente porque rechaza la autocracia aunque se somete a ella . Pero cuando tiene oportunidad él mismo ejerce ese estilo directivo, ya sea en su familia, o como profesor, o en los sindicatos o en la empresa. No hay más que ver la prepotencia típica y clásica de los judiciales, de los soldados del ejército y de muchos funcionarios que no son capaces de asimilar el hecho de sentirse con un p oco de autoridad-oscuros y rancios complejos se apoderan de ellos.

G) Sus motivaciones laborales Las necesidades son los motores de la conducta, son los dinamismos que mueven a l individuo a buscar su satisfacción. Una necesidad satisfecha ya no es una motiva dora y cuando las expectativas de lograr lo que se desea son escasas, pierde fue rza motivadora esa necesidad. Se ha visto que se pueden encontrar sustitutos para la satisfacción de las necesid ades. De tal forma que la intensidad de la motivación de una persona para actuar d epende de la fuerza con que cree que puede alcanzar lo que desea o necesita y de la intensidad del deseo. Otra variable capaz de desmotivar es la de desproporción entre el esfuerzo realiza do y los logros obtenidos. Estas consideraciones son premisas importantes para explicamos por qué el mexicano se siente desmotivado para el trabajo. Inventa frases como "la ociosidad es la madre de una vida padre"; "el trabajo es tan malo que pagan por hacerlo"; "los l istos viven de los tontos y los tontos de su trabajo"; "los patrones hacen como que me pagan y yo hago como que trabajo"; "el trabajo honrado hace al hombre j orobado"; "el trabajo embrutece" (en parodia al refrán castellano: "el trabajo en noblece"). Por eso, al mexicano se le ha representado durmiendo bajo un gran so mbrero. Lo que sucede en realidad es que sus expectativas de obtener logros, reconocimi ento y autoestima son escasas, su sentimiento de minusvalía le hace suponer que d ifícilmente puede lograr algo, y menos por sí solo. Preferiría unirse a otros pero co mo desconfía de sí y de los demás, no se arriesga; el camino más seguro es buscar una m ejoría económica que le lleve a subir en la escala social y poder ser importante a través de sus bienes materiales o de sus conquistas amorosas. De ahí su actitud fan farrona. Encuestas realizadas por el doctor Rogelio Díaz-Guerrero demuestran que a la mayo ría (68%) les gusta su trabajo.6 El Centro de Estudios Educativos antes citado enc ontró en 1982 que 83% de las personas se encontraban entre bastante y muy orgullos os de su trabajo. El problema en general no es, pues, el trabajo en sí, sino las relaciones humanas y las actitudes de las personas. Abraham Maslow, teórico de la corriente humanista de la conducta humana, nos dice que de acuerdo con la intensidad de la necesidad, el hombre pugnará para encontr ar satisfacción en el orden siguiente: lo. Necesidades fisiológicas. 2o. Necesidades de seguridad. 3o. Necesidades sociales. 4o. Necesidades de estima, reconocimiento y autoestima. 5o. Necesidades de autorrealización (producción, creatividad). Mientras una necesidad de orden primario no esté satisfecha, no se buscará satisfac er la de orden superior. En rigor de términos, las necesidades nunca están plenamente satisfechas ya que se p resentan en forma recurrente. Sin embargo, uno debe sentir que han sido satisfe chas y que podrán seguir siéndolo. Si consideramos que muchos de nuestros compatriotas tienen fuertes carencias en su alimentación, es comprensible que poco les importe su seguridad, el amor, la dignidad o su propia estima. Particularmente se observa esto entre el personal de salario mínimo o inferior. En otros niveles donde los salarios y las prestaciones ofrecen además seguridad fís ica y estabilidad económica encontramos al personal con demasiada necesidad de co ntacto social y búsqueda continua de relaciones interpersonales. Son muy dados a f estejos y a la comunicación excesiva. Cabe señalar en este renglón una variante de la teoría de Maslow: el llamado modelo E -R-G, que establece tres tipos de necesidades: las de existencia (E, Existence en inglés), las de relación (R, Relation en inglés) y las de crecimiento (G, Growth e n inglés); cuando alguna de ellas no logra ser satisfecha se exagera la satisfacc ión de la necesidad inferior. En este caso el mexicano, al no poder satisfacer sus necesidades de crecimiento

que incluye la autoestima, sobrevalúa las de relación o necesidades sociales: si al menos alguien lo escucha es porque es digno de ser escuchado, además puede liber ar su angustia por medio del verbalismo. En tales circunstancias ¿quién se preocupa por ser creativo, por llegar a la cima de la pirámide y obtener logros significativos que le ayuden a crecer y a desarrolla rse y contribuyan a su vez a la estimación de sí mismo? Sólo un pequeño sector parece mo tivado a obtenerlos; son los mexicanos de este sector quienes mejor han contribu ido al desarrollo social y al progreso del país. Las necesidades primarias son conscientes, las secundarias, a menudo inconscient es; y se cae en la falacia de creer que la única vía para satisfacerlas es el dinero . Cuando en su relación con la empresa los sindicatos abogan por sus representados, siempre exigen mayores sueldos, más prestaciones, reducción de actividades y hasta d e responsabilidades. Están mucho muy lejos de la necesaria sinergia "sindicato-co nsejo administrativo" de la empresa. Manifiestan creer que el único recurso para satisfacer sus necesidades, inclusive la de estima-autoestima y autorrealización, es a través del dinero; por cierto muy d ifícil de obtener y retener en una época de inflación y con patrones de conducta consu mistas. El resultado no puede ser más que una insatisfacción generalizada. Por otra parte la satisfacción completa difícilmente la puede alcanzar una persona d ependiente, insegura de sí misma, que por ello no se ha puesto a prueba y no sabe de lo que es capaz, ni cómo puede obtener re-conocimiento y mejorar el concepto qu e tiene de sí misma; mucho menos enfrentar nuevos retos o crear grandes empresas. Prefiere atenerse al viejo refrán de que "más vale malo por conocido que bueno por c onocer". H) Diferencias geográficas Dentro de este contexto característico de nuestro país, conviene resaltar el hecho d e que existen algunas diferencias entre el trabajador mexicano de la zona fronte riza con los Estados Unidos, con respecto al del sur y sureste, de la zona centr al y del área metropolitana de la ciudad de México. Estas diferencias surgen por un lado, debido al clima geográfico que los afecta. P ese a que todos conservamos nuestra idiosincrasia, cabe mencionar que nuestros c ompatriotas norteños necesitan esforzarse más para lograr su supervivencia a causa d e sus climas extremosos; excesivo calor en el verano y temperaturas muy bajas en el invierno. Se ha observado que los habitantes de climas extremosos fríos son más industriosos y trabajadores que aquellos de climas templados o permanentemente cál idos. En los climas fríos la gente tiene que estar activa para generar calor, y ad emás debe ser previsora y ahorrativa para las épocas de escasez de recursos porque e n tales fechas no puede sembrar ni menos cosechar. En consecuencia en estas regi ones se manifiestan, aun dentro de la misma psicología nacional, ciertas diferenci as que conforma hombres más austeros, disciplinados, previsores y activos. Por otra parte, en el sur y sureste de la República nos encontramos con mexicanos menos activos, a causa de su clima cálido, más despilfarradores con sus abundantes r ecursos naturales y con más inclinaciones hacia las diversiones y fiestas populare s, más alegres y jocosos. Por lo que respecta a la Meseta Central donde el clima es más benigno, la gente es tranquila, servicial, afectuosa. Se podría incluir aquí a la ciudad de México de no ser una gran metrópoli, sobrepoblada, que por este hecho se gesta en ella el cad a vez más común estrés; producto de presiones de tiempo y económicas que son causadas p or la competencia, a su vez derivada de los escasos recursos. Encontramos difer encias socioeconómicas y culturales muy marcadas a más de que en ella se encuentran habitantes provenientes de todas las regiones del país. Estos hechos generan tam bién diferencias notorias. Otro aspecto de considerable interés, cuando se trata de patrones culturales refle jados en el trabajo, es que muchos campesinos han tenido que incorporarse a las industrias, no siempre con una buena adaptación a sus normas y formas de vida di ferentes. El campesino se convierte en obrero y este cambio provoca conflictos en su estilo de vida, más apacible, contemplativa y resignada ante las adversidade

s naturales. Quien siembre tiene que esperar pacientemente la cosecha. La produ cción fabril es mucho más activa y con horarios preestablecidos de trabajo, requiere más disciplina, precisión y esfuerzo. La mujer en el trabajo La situación de la mujer en nuestro país, al igual que en otras culturas, difiere d e la del hombre. En México "la mujer vive una situación asimétrica y desigual respecto al hombre de ge neraciones atrás, aunque últimamente muestra un deseo de cambio y liberación, todavía déb il, desarticulado y sólo en algunos sectores". Tradicionalmente se le ha inculcado a la mujer que su papel principal en la vida es ser madre. Más que compañera o esposa, debe ser buena madre, lo que significa te ner hijos, amarlos, alimentarlos, cuidar de su salud, preocuparse por ellos y ha cerles la vida fácil. Así, se pasa toda su vida trabajando para ellos o para los hij os de sus hijos, porque de lo contrario pierde su razón de ser y de vivir. Parte de la actitud dependiente de muchos mexicanos es debida a la exageración en los cuidados y atenciones de la madre hacia los hijos que, guiada por el afán de p rodigarles afecto y ternura, les impide desarrollar sus propias capacidades, por que no les permite aprender a valorarse por sí mismos, ni separarse de ella, ya qu e siempre la necesitan. El doctor Santiago Ramírez, psicoanalista mexicano, decía al respecto que la mujer m exicana es la madre perfecta, pero sólo durante el primer año de vida de niño. A pesar de que se ha registrado un cambio en la concepción de la mujer en nuestra sociedad, aún se sigue considerando que su papel está en torno al hogar y a la famil ia. La encuesta realizada por Enrique Alduncín Abitia concluye que existe un liger o cambio en el concepto de la mujer como compañera del hombre e igual a él, en espec ial en los ni-veles de escolaridad e ingreso medio y superior, pero se le sigue juzgando centro de la familia. En los niveles más bajos de escolaridad e ingresos, se le ve como la responsable del cuidado familiar, hecha para el hogar y para t ener hijos. Al parecer su destino y ámbito de acción en cualquier caso es el mismo. Existen diferencias importantes en la participación empresarial de la mujer en un lapso de 50 años. En 1930, 60.5% de los hombres y sólo 2.8% de las mujeres pertenecía a la población económicamente activa. Pues bien, para 1980, 76% de los hombres y 23% de las mujeres participaban de modo directo en la economía. Esto representa que l a mujer ha incrementado su participación en más de ocho veces en dicho periodo. También se ha incrementado su nivel de escolaridad y la sociedad en general tiene una actitud más abierta y flexible respecto al papel de la mujer, se adiciona el a tributo de inteligente como deseable en ella pero aún se le requiere que en primer lugar sea limpia, hogareña, femenina, trabajadora, honesta y sencilla, al igual q ue discreta, dulce, hermosa, atenta, casta y abnegada. Dentro de este contexto, la mujer mexicana enfrenta en la actualidad cambios drást icos en su entorno, que repercuten en su vida de una u otra forma. Se encuentra con oportunidades de estudiar, trabajar y tener una vida social más a ctiva que en años atrás. Su madre, incansable, veló por ella y tal vez lo siga haciend o, pero ella disfruta más la vida, tiene menos hijos y se siente útil no sólo para ser madre sino para participar activamente en el desarrollo científico, comercial e i ndustrial del país. Esta dualidad de oportunidades, por un lado, y de valores que tradicionalmente s e le atribuyen, por otro, crea en la mujer mexicana sentimientos de culpa. Si se dedica al hogar exclusivamente, se siente frustrada e inútil. Si trabaja y es mad re, siente culpa por descuidar a sus hijos y a su hogar. El cambio aún no ha sido asimilado completamente, ni por el hombre ni por la muje r. La situación se agrava cuando por las circunstancias se ve obligada a dejar a sus hijos al cuidado ajeno por tener que trabajar, bien sea porque fue abandona da, está divorciada o porque su esposo no aporta lo suficiente para el sostenimie nto de su familia. Esto hace a la mujer mucho más preocupada por su familia que por su trabajo, pero también mucho más necesitada de reconocimiento y estímulo y de comprensión hacia su do ble papel de madre y trabajadora.

Por otra parte, desde pequeña se refuerza su papel de servidora, se le asignan re sponsabilidades de ayuda y cuidado de otros. Tal vez por ello se ha destacado e n labores de servicio como enfermera, maestra, secretaria, etcétera; su actitud en general es la de asumir sus labores con responsabilidad y mayor dedicación, pero también más necesitada de afecto y apoyo. De por sí es más propensa a reacciones emoti vas y a juicios subjetivos e inevitablemente se encuentra ligada a la maternidad . J) La contraparte: Los directivos Como ya dijimos, en nuestra tradición laboral el hacendado, dueño y señor de todo, albergaba en sí mismo todo el poder y todo el saber. Los trabajadore s debían obedecer y cumplir las órdenes; a cambio recibían protección, casa y hasta podían utilizar un pedazo de tierra para cultivar y tener sus propios animales. Esta f orma de relación dueño-trabajador conformó la cultura del poderoso-generoso y del pode roso-explotador, al cual había que respetar so pena de ser expulsado de la haciend a el trabajador y su familia, lo que equivalía a quedar en el desamparo. De aquí la conducta de quedar bien con el de arriba (gobernante, empresario, jefe, político, profesor y maestro) y la de éste de manipular, aprovechar y mantener la relación de dependencia. El que no está con el patrón está contra él. No se aceptan las divergencias . Se le considera rebelde y merece ser castigado. Con estos antecedentes, unidos al bajo concepto que tenemos los mexicanos de lo nuestro, se dificulta que los patrones, empresarios o directivos valoren a quien es dedican sus esfuerzos para el logro de los objetivos de la empresa: "para eso se les paga", dicen, reforzando la creencia de que lo único que una persona puede obtener por su trabajo es dinero. El liderazgo que se ejerce es de tipo autoritario o paternalista, que mantiene a l personal en actitud de dependencia y de inferioridad y menosprecia sus aportes o habilidades. Este liderazgo lo hemos aprendido muy bien desde épocas prehispánica s. Se abusa del poder económico, de los patrones culturales de obediencia, de la nece sidad de ser aceptado, del concepto de respeto a la autoridad y del sometimiento . Existe la idea equivocada de que para lograr que las personas trabajen bien, h ay que manipularlas, hacerla creer en promesas falsas, como el arriero que usa u na vara con una zanahoria en un extremo y que la coloca frente al animal para qu e camine. En muchas empresas mexicanas existe un alto grado de centralización del poder, de la información y de la toma de decisiones, ya que se des-confía de la capacidad de l os niveles inferiores para actuar por sí mismos. La supervisión y el control son estrechos y la participación del trabajador se li mita a cumplir órdenes a menudo carentes de significado de objetivos para él. En estas empresas existe gran cantidad de normas, políticas, reglas y procedimient os, a lo que se les da demasiada importancia, convirtiéndose, muchas veces, en los objetivos mismos de la empresa, desplazando lo fundamental, que es el cumplimie nto de metas, el mejoramiento de la calidad, el aumento de la productividad y el valor mismo de los productos o servicios que resultan del trabajo. Las comunicaciones son descendentes y verticales, lo que incrementa la dificulta d de la integración de equipos, de la percepción completa de los objetivos y el invo lucramiento de los trabajadores en los procesos productivos. El resultado es la competencia interna y el trabajo poco significativo, monótono, descuidado. Asimismo, cantidad de sanciones y castigos para los que violen las normas y reg las; en contraste muy pocas formas de reconocimiento al esfuerzo. Lo que es peor, a veces se otorgan premios y recompensas de manera irracional; en algunos casos es el mismo sindicato quien propone a los candidatos, basando la decisión en el amiguismo y en apreciaciones muy subjetivas que deprimen a los buenos trabajadores. Tanto directivos como sindicatos se olvidan de buscar caminos para otorgar el r econocimiento objetivo al esfuerzo y a la dedicación al trabajo, desde la simple observación del trabajo bien hecho, hasta el otorgamiento de recompensas económicas y de reforzadores sociales.

La queja frecuente de los trabajadores es que cuando cometen errores hay sancio nes y cuando el trabajo está bien hecho nadie lo nota. Se olvida que los verdader os factores motivadores son, como lo ha comprobado el doctor Frederick Herzberg, el reconocimiento, el logro, el progre- so, el crecimiento y, en general, los f actores intrínsecos al trabajo. Éstos son los elementos que contribuyen a la satisfa cción en el trabajo, a la autoestima y a la autorrealización. No las condiciones de trabajo, ni las prestaciones, las buenas relaciones con los compañeros o el jefe; ni tampoco la seguridad en el empleo, ni siquiera el sueldo, porque casi siempr e iguala a los trabajadores, lo hagan bien o lo hagan mal. Éstos son los fac tores necesarios para una organización sana, pero no son, motivadores intrínsecos. El comportamiento para consolidarse requiere de un refuerzo que es la respues ta o reacción de la otra parte. La actitud mexicana de fiarse más del amigo es ref orzada por los empresarios o directivos al contratar a persona que son amigas, y no a quienes tienen conocimientos y experiencia, porque despierta desconfianz a quien no es conocido o amigo nuestro, o recomendado de una tercera persona. Salvo raras excepciones se recluta al personal entre los conocidos del persona l de la empresa o entre amigos. La selección técnica se ha visto como poco confiab le y además costosa, sin percatarse que a la larga resulta rentable. Esto, decimos, refuerza el hecho de que la gente busque en sus amigos la recomen dación, la influencia o "la palanca" que le ayude a conseguir "chamba", o incluso hay que quedar bien con el jefe o superior para ser ascendido o recibir un aum ento de sueldo; hay que hacerse su amigo. En este contexto el amigo adquiere un gran valor; además conviene ser simpático. La simpatía en México tiene tanto valor como el amigo. Entonces muchas decisiones se toman con base en la amistad y simpatía, grave hecho cuando se trata de contratar personal, evaluar el desempeño y dar promociones y ascensos. Por otra parte encontramos que la empresa privada y la pública, se han caracteriza do, una por su liderazgo autoritario y la otra por el del tipo laissez faire, si n que esto signifique una regla. En consecuencia las acciones y reacciones de lo s trabajadores en uno y otro casos son distintas En el primero se da mayor produ ctividad pero más insatisfacción personal por la presión que ejerce el líder autoritario ; a la larga también disminuye el rendimiento y crece el resentimiento y la oposic ión, mientras que en el segundo se propicia la apatía, la indiferencia hacia el trab ajo y una organización informal cohesiva y muy dañina porque resulta en improductivi dad, ineficiencia y poco interés en el trabajo. DESARROLLO DE ACTITUDES LABORALES POSITIVAS. A) Construcción y reconstrucción de la autoestima. Los mexicanos hemos tomado conciencia de ser una sociedad en proceso de cambio, y un gran laboratorio de transformación psicosocial. Ahora muchos profesionista s y ejecutivos sentimos la necesidad de crear las actitudes que nos permitan ll egar a se lo que virtualmente somos. Nos motiva considerar las amplias perspect ivas que tenemos de maduración y de desarrollo intelectual técnico, social, político y emocional: sabemos que podemos pasar de la mentalidad de siervos y empleados a la mentalidad de empresarios; de ser una población pasiva, manipulada y sometida a ciudadanía consciente y participativa. El reto es arduo pero atractivo. Señalamos aquí adelante dos columnas para este edificio: el desarrollo de la autoestima y e l de la creatividad. La base del desarrollo humano está en el conocimiento de uno mismo; saber cuáles son nuestras cualidades y cuáles nuestras debilidades nos permite aprovechar las prim eras y esforzamos por superar las segundas. La táctica del avestruz tan común, por desgracia a nada bueno conduce. Si en vez de tr atar de negar la realidad mexicana, la aceptamos, pero no para deprimimos o sent imos aún más inferiores, sino para superar estas limitaciones, mucho habremos lograd o. Algunos autores niegan que el mexicano se sienta devaluado. Sin embargo, estudios tan rigurosos como los del doctor Rogelio Díaz-Guerrero conf

irman rotundamente nuestra exposición. No es lo mismo sentirse inferior que ser inferior. Los mexicanos no somos inferi ores, pero no hemos alcanzado el pleno desarrollo porque no nos sentimos capaces de lograrlo. Es tiempo de deshacemos de nuestras autoimágenes negativas y que nos demostremos a nosotros mismos que sí podemos lograr nuestras me-tas y alcanzar objetivos de cre cimiento y desarrollo. Pero para eso es necesario partir de donde estamos, y rec onocer que no podemos vivir como un país rico. Nuestros recursos tanto materiales c omo humanos son tales que nos pueden convertir en un país rico y poderoso. Muchos l os hemos desperdiciado, pero el momento actual nos urge a reencontrar nuestros v alores y encontrar el camino para aprovecharlos. Si todas las empresas mexicanas y todos los mexicanos pensáramos en términos de valores, nuestro camino hacia la su peración sería fácil y agradable. El proceso consiste en dejar atrás el estado de dependencia con respecto a la fami lia, al patrón, al gobierno, a los países extranjeros; lograr la verdadera independe ncia, que significa saber valemos por nosotros mismos y sentimos seguros de logr arlo. Pero no quedamos aquí; el éxito está en saber formar parte de los grupos, en la interdependencia que sólo se logra si se ha superado la actitud colonial y ávida de sobreprotección. Ser independiente e interdependiente significa ser responsable y para aportar lo que me corresponde, disciplinado para trabajar y acatar normas, y dispuesto a dar y ceder algo en aras del cumplimiento de los objetivos comunes . Para todo esto existe el potencial pero hay que desarrollarlo. Los mexicanos necesitamos que se reconozca nuestro esfuerzo y dedicación al trabaj o de manera individual, lo cual los aumentos generales de sueldo no hacen, por e l contrario equiparan a los que cumplen con los que no cumplen o que trabajan ma l. Dejemos de ver hacia afuera para encontrar modelos a imitar y des-cubramos nuest ras riquezas: valores humanos, recursos naturales y capacidad de trabajo. Así podr emos eliminar el sentimiento de poca estima, la desconfianza en nosotros mismos y en los demás, la apatía y la dependencia. La forma de expresarse y de hablar refleja la cultura. La nuestra, rica en eufem ismos, demuestra la necesidad de ocultar verdades que nos lastiman y la tendenci a a eludir la responsabilidad y a minimizamos. Señalamos a continuación algunos ejemplos de ello, y mencionamos las correspondiente s expresiones autoafirmativas y responsables: Se dice "Quisiera decirle" "Se rompió" "Venía a solicitar" "Me gustaría" "Se descompuso" "Me chocaron el coche" "Ni modo" "Dios dirá"

Se debe decir "Quiero decirle" "Lo rompí" "Vengo a solicitar" "Deseo o quiero que" "Lo descompuse" "Choqué el auto" "Evitaré que vuelva a suceder" "Haré todo lo que pueda"

Son estas formas más directas de expresar nuestros deseos y reflejan la asunción de la responsabilidad de nuestros actos; demuestran control y valor en vez de temor e inseguridad. De hecho nos encontramos en un proceso de cambio entre la tradición y la modernida d, como lo plantean los resultados de la encuesta Los valores de los mexicanos ( Banamex, 1989). Más de la mitad de la población no desea que nuestro país se parezca a ningún otro. El 70% de la gente busca influir en su entorno en vez de adaptarse a él (30%). Hay consenso respecto a que los factores de triunfo son la buena educac ión, la inteligencia y el trabajo duro. Existe una revaluación de la mujer, tanto por el hombre como por ella misma, aun c uando todavía hay mucho por hacer.

Enrique Alduncín nos dice: "México se encuentra en dos planos superpuestos, entre la tradición y la modernidad, aspirando a encontrar su identidad y buscando ubica rse como país desarrollado entre las naciones del mundo". A este respecto podemos decir que México tiene potencial de cambio debido más que nada al alto porcentaje de población joven; los jóvenes encuentran siempre el ímpe tu y las energías para lograr sus objetivos el68% de la población "no están dispuestos a conformarse con la manera en que las cosas se dan o se dieran, saben que e l porvenir será mejor que el presente o el pasado, desean crecer y mejorar y ha cerse más grandes v poderosos". Conviene transcribir el siguiente párrafo del doctor Rogelio DíazGuerrero: "nuestra sociedad y cultura son en muchos aspectos, saludables, pero l o serían todavía más si se cultivase un poco más lo que algunos psicólogos sociales cons ideran de extraordinaria importancia para la verdadera madurez de una cultura, a saber: la llamada doble lealtad". Es decir, resulta saludable ser leal a las pr opias maneras de ser, pero también a las maneras de ser de los demás. Es bien sabido que en ciertos sectores de la población se rechaza lo extranjero, pero no se trata de negar los valores de otros como recurso para apreciar lo nuestro; mucho menos lo contrario, sino ser capaces de valorar tanto lo propio c omo lo ajeno. La capacitación humanística puede hacer mucho; el solo adiestramiento técnico mejora l as habilidades del trabajador pero a menudo lo robotiza; en cambio la formación h umana es favorecedora del crecimiento y del desarrollo integral del ser humano porque va a la raíz: impulsa el esfuerzo y la dedicación para el aprendizaje. B) Educación del mexicano creativo Crear implica producir cosas nuevas y valiosas. Para poder crear se necesita hab er desarrollado un buen nivel de autoestima para sentirse capaz de dejar los ca minos trillados y enfrentar el riesgo del posible fracaso, superar el temor del cambio y resistir la reacción, no siempre positiva,' de los demás. Si los mexicanos superamos el sentimiento de minusvalía estaremos en posibilidades de desarrollar n uestro potencial creativo. De hecho tenemos ingenio, imaginación, flexibilidad, se ntido del humor y emotividad, todas ellas cualidades para ser creativos, que no sólo deben aplicarse a las artesanías, folklore o chistes, sino utilizarse para logr ar el desarrollo tecnológico y social de nuestro país. La creatividad, a más de propor cionar beneficios a la humanidad, puede proveer grandes satisfacciones personale s a quienes la desarrollan. Para ser creativo, el mexicano debe ser más disciplinado, constante, y sobre todo adquirir confianza en sí mismo y en los demás. Es sabido que la creatividad es un potencial humano que tempranamente suele ser reprimido por una educación escolar y familiar rígida, dogmática, que provoca el confo rmismo. Esa educación da como resultado sujetos moldeados, adaptados en extremo a los hábitos y costumbres de la cultura donde se desenvuelven. Empero el proceso pu ede modificarse. Dentro de la cultura mexicana encontramos en forma poco frecuen te un tipo de compatriotas que Díaz-Guerrero, en su libro de Psicología del mexicano denomina "sujetos con control activo interno"; es decir, mexicanos íntegros que a lbergan en sí mismos todas las características positivas de nuestra cultura. Son obe dientes cuando se requiere, o rebeldes si se necesita, tan afectivos y complacie ntes como la mayoría, pero más disciplinados, metódicos, reflexivos y optimistas. Se o ponen a la corrupción y al compadrazgo y están convencidos de que los logros se obti enen con esfuerzo y dedicación. Se les encuentra en todos los niveles socioeconómico s, en la ciudad y en el medio rural; entre los hombres y entre las mujeres. Los estudios revelan que este tipo de mexicanos son inteligentes, con buena capa cidad de comprensión y sobre todo responsables. De tal suerte que en ellos no están presentes los aspectos negativos de baja autoestima, inseguridad, dependencia y desconfianza y sí en cambio los aspectos positivos como facilidad para relacionars e, amabilidad, cortesía, respeto, interdependencia y suficientes recursos internos como para enfrentar los problemas cotidianos. Encontramos en ellos muchas cuali dades para ser creativos. Si nuestras familias educan jóvenes con estas cualidades, puede transformarse la o

rientación de nuestra cultura. En vez de ser el tipo más es-caso podría ser el más común. Por no ser el tipo más usual, a veces son absorbidos por los grupos dominantes o b ien actúan de manera aislada y sin mucho reconocimiento. Conviene descubrirlos, a poyarlos e impulsarlos como líderes positivos, creativos y constructivos que a su vez sean promotores de los cambios tan necesarios y convenientes para nuestras instituciones y nuestro país. En la publicación México-Asia, el grupo de consultores del Colegio de Graduados en Alta Dirección que fue a Oriente a estudiar modelos de producción, nos recomienda q ue, para lograr el éxito y ser excelentes, México ante todo valore y aproveche sus recursos naturales y los cuide; enaltezca el valor del trabajo; incremente la de dicación e interés de los padres en la educación de sus hijos. El gobierno, asimismo, debe mantener la política de diversificación de las exportaciones. Finalmente, trabajar unidos empresa y gobierno en actitud de cooperación en torno a la calidad total de nuestros productos para lograr el fin común: crecimiento y desarrollo. Si todos nos proponemos aprender de otros, si las empresas encuentran el valor d el factor humano y lo recompensan por sus esfuerzos y en función de su productivi dad, motivan a través de los valores e invierten en capacitación y en tecnología, bus cando la excelencia individual y organizacional, se garantizarán los logros, la au torrealización y la creatividad de los mexicanos. Podemos hacerlo. México no tiene gran poder económico, político y militar, pero ha sabido conservar val ores espirituales que otros nos envidian. El mexicano es un pueblo humano, cálido, afectuoso, sentimental y emotivo; tiende a ser amable, generoso y cortés, con sen tido del humor, adaptable e inclinado a la belleza y a lo estético. A sus discípulos que le preguntaban cuáles eran los tres elementos más importantes par a mantener y alentar a un pueblo, Confucio respondía: "las armas, el alimento y la fe, pero si sólo se puede contar con dos, las armas no son tan necesarias; y si d e los dos restantes hubiera que elegir uno solo, entonces lo imprescindible es c onservar la fe del pueblo" COMENTARIO FINAL La lectura de estos connotados escritores permite formarse una idea clara del co mportamiento psicológico del mexicano, por lo menos en cuanto a lo que al siglo pa sado corresponde; desde luego que se puede tomar como tendencia y extrapolar a l os inicios de este nuevo milenio y probablemente ahí radique la riqueza de estos e scritos. Para los estudiantes de mercadotecnia considero que es una obra obligad a que indudablemente puede apoyar a sentar las bases en el estudio del comportam iento del consumidor, no solo basado en lo que los clásicos proponen: Schiffman y Kannuk, Michael R. Solomon, Rolando Arellano Cueva, Hugo Schnake Ayechu y demás es tudiosos, que desde luego, enfocan el estudio del comportamiento del consumidor desde la óptica de sociedades como la estadounidense o la europea, y es difícil para el estudiante mexicano aterrizar los conceptos al caso del comportamiento del consumidor mexicano; desde esta óptica, lo realmente importante es que el estudian te, previa lectura del presente documento, podrá formarse un criterio claro y con antecedentes, de las diferencias entre el cliente extranjero y el consumidor mex icano.