Charles Baudelaire y El Romanticismo

Charles Baudelaire y el Romanticismo Baudelaire aparecerá a los ojos de la crítica posterior como uno de los últimos poe

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Charles Baudelaire y el Romanticismo Baudelaire aparecerá a los ojos de la crítica posterior como uno de los últimos poetas románticos. A partir de él, además por la penetración y claridad de sus observaciones y por la novedad de su poesía, se abre toda una corriente, que pasando por el simbolismo y el surrealismo, llega hasta la poesía moderna y contemporánea. Por otra parte la corriente del “arte por el arte” y la del parnaso tendrán en él a uno de sus principales exponentes que frecuentemente será tomado como modelo. “Las Flores del Mal” (1861) dan nacimiento a una nueva corriente artística, el simbolismo donde participan entre otros Rimbaud, Verlaine y Mallarme. El sentido del misterio, su magistral utilización de la alegoría medieval y del símbolo poético en su sentido más vasto, el poder de encantamiento de sus versos, la sugestión musical de sus ritmos, la transparencia de sus imágenes, le convierten en el primer simbolista logrando así una transformación de la poesía francesa del siglo XIX. De esta manera las Flores del Mal se constituyen en una verdadera encrucijada poética donde convergen las grandes temáticas románticas y el culto formal a la belleza del parnasianismo y de donde parte la concepción simbolista de la poesía. Aunque se lo considera uno de los últimos románticos, las diferencias entre su poesía y la poesía romántica son mayores que sus semejanzas. Baudelaire coincide con el romanticismo en la concepción del poeta como un ser excepcional, pero mientras para el romántico el poeta tiene una misión divina, para Baudelaire el poeta da testimonio del dolor y de la dignidad humana en medio de los llantos. Baudelarie también coincide con el romanticismo en la elección de algunos temas pero difiere en el enfoque que le da a los mismos. Los románticos muchas veces buscan el refugio en la naturaleza, a la cual sienten protectora, en ella proyectan sus sentimientos. Baudelaire no puede hacer lo mismo pues el progreso ha contaminado a la naturaleza, esta ya es artificial pues la ciudad la ha ido desplazando. En el medio de la ciudad el autor encontrará la belleza, por eso se lo ha catalogado como el poeta de la “modernidad” (capacidad de ver en el desierto de la gran ciudad no sólo la decadencia del hombre, sino también una belleza misteriosa y hasta entonces no descubierta). Los románticos se evadían mediante el sueño y la imaginación (por lo general buscando refugio en la naturaleza), Baudelarie en cambio se evade mediante el trabajo (la creación artística) y mediante el placer. El arte lo acerca a la belleza, a la eternidad, el placer en cambio lo lleva al vicio y a la destrucción. Hay en la poesía de Baudelaire una permanente contradicción, por un lado tiende al ideal, a la belleza y por el otro lado tiende al mal, a la destrucción. Esta contradicción se manifiesta en la utilización del oxímoron que es un recurso literario que consiste en unir dos ideas contradictorias y que sirve para expresar estados anímicos complicados. Este recurso ya se hace presente en el propio título de su obra: “Las flores del mal”. Los románticos sienten melancolía, eso que se le llamó “el mal del siglo”, pero Baudelaire siente tedio (hastío) “spleen” y además asco de sí mismo. Con Baudelaire comienza la despersonalización de la lírica moderna, la lírica se separa del corazón, ya el poeta no expresa claramente sus sentimientos, su intimidad. Baudelaire dice que la capacidad de sentir del corazón no conviene a las tareas poéticas, al contrario de lo que ocurre con la capacidad de sentir de la fantasía, que es según él, una actuación dirigida por la inteligencia. Baudelaire siente asco ante la realidad, la fantasía lo aleja de ella, descompone toda la creación y crea un mundo nuevo (la

fantasía descompone la realidad, la deforma, crea una imagen irreal). Para Baudelaire un arte nacido de la fantasía creadora podría definirse como “surnaturalismo”, un arte que proyecta sobre las cosas una “luz mágica”, misteriosa. Más adelante derivará en la palabra “surrealismo”. De la misma manera que el poema se separó del corazón, la forma se separó del contenido. Dice Baudelaire que el privilegio maravilloso del arte consiste en que al expresar artísticamente lo feo se convierte en bello y que el dolor ritmado y articulado llene el alma de plácida satisfacción. Estamos en una estética de lo feo. Baudelaire hablará en su poesía de los “los héroes de nuestro tiempo”, borrachos, prostitutas; la belleza del poema radicará entonces en su forma. Otra diferencia que existe entre Baudelaire y los románticos consiste en la importancia que se le da a la estructura de la obra. Baudelaire organiza su obra en base a un elemento temático, presenta una determinada arquitectura. Los románticos en cambio no le dan importancia al ordenamiento de los poemas, solo siguen el azar de su inspiración. La separación entre autor y público, provocada por Rousseau, había desembocado en el romanticismo, en el tema favorito del poeta solitario. Baudelaire lo recoge en un tono más áspero y le da aquel dramatismo agresivo que a partir de entonces caracterizará la poesía y el arte europeo. Baudelaire se jacta de irritar al lector y de que éste no lo comprende, le agrede, siente el aristocrático placer de desagradar. Charles Baudelaire y su Obra La poesía de Baudelaire y a partir de él toda la poesía moderna, surge de la singular posición del hombre en medio de la nueva civilización, de su sentimiento cada vez más profundo de soledad, de la sensación de inseguridad que se oculta tras la confianza en el progreso, de la creciente deshumanización de ese nuevo mundo con toda la artificialidad, de sus ciudades, su asfalto, su culto por la velocidad, su alejamiento de la naturaleza y de los ciclos naturales, trastocados por la luz artificial, la vida nocturna, la eliminación del verdor, etc. Pero al mismo tiempo la ciudad, ejerce una atracción misteriosa que fascina con su despliegue al hombre. Para el poeta surge entonces la posibilidad de convertir en obra de arte la causa misma de su angustia. La poesía tiene para Baudelaire el privilegio maravilloso de convertir lo feo, al expresarlo artríticamente, en belleza; y es entonces que el dolor ritmado y articulado llena el alma de plácida satisfacción. La poesía de Baudelaire surgirá entonces de esa doble experiencia del hombre frente a un mundo en plena transformación, donde la gran ciudad, no exenta de atractivos y que nos fascina, parece competir con la naturaleza que por otra parte subsiste e irradia en medio de ella provocando por el contraste entre ambos un nuevo tipo de belleza. En su poesía encontramos muchas veces la expresión de ese contraste. Baudelarie no es un moralista y tiene la voluntad de poetizar incluso lo más despreciable. Rescata con su poesía a los seres más despreciados por la misma sociedad que se sirve de ellos, y se incluye, acepta ese destino aunque lo destruya porque lo abraza conscientemente y lo hunde voluntariamente en lo peor. Se siente solidario del mendigo, de la prostituta y también del hombre satisfecho y del lector hipócrita. Las palabras para Baudelaire tienen algo sagrado que nos impide jugar con ellas como con un juego de azar, dominar artísticamente una lengua es ejercer una especie de conjuro evocador. La poesía por lo tanto nos libera de los límites puramente exteriores. Lo visible resulta ser nada más que un aspecto de lo real. Lo natural se potencia y por

eso Baudelaire habla de “surnaturalismo” (sobrenaturalismo o surrealismo) caracterizándolo como la capacidad de la imaginación para captar el mundo de manera más plena y más significativa. El punto de partida de la experiencia de Baudelaire es disonante, dual. Hay en él un doble impulso, uno ascendente hacia el ideal, la pureza, otro descendente, destructor, hacia el mal, el hastío o el aburrimiento de la vida, el tedio, el “spleen”. Dice Baudelaire que hay en todo hombre, a toda hora, dos postulaciones simultáneas; una hacia Dios, la otra hacia Satán. La invocación a Dios o espiritualidad, es un deseo de subir de grado; la de Satán o animalidad, es una alegría de descender. Para Baudelarie el “enemigo” es muy poderoso y estamos continuamente enfrentados a él, se impone la sensación del tiempo destructor y el placer se torna dolor; el “spleen” nos atrapa y con él una sensación de asco, con respeto al mundo y a uno mismo, sensación de vacío y de rechazo sin nada a que aferrarse. El paso del tiempo es sentido por Baudelaire como una de las más persistentes sensaciones de la condición miserable del hombre. Una de las características del “spleen” es la aguda sensación del tiempo como agente corrosivo, destructor. El tiempo aparece así, como el verdadero enemigo de la vida y del hombre, el enemigo por excelencia, el que destruirá primero todo goce y toda aspiración humana a un ideal imperecedero, para luego aniquilarnos. “Las Flores del Mal” (1861) manifiestan el equilibrio y la gracia de su estructura, el esplendor de su colorido, la delicadeza de su perfume. Son el testimonio de un origen casto y generoso. Tienen la marca de un sello divino y el mal del cual proceden (denunciando su propia carencia y un valor de existencia más formal que real) deja sugerir, en el halo de una discreta percepción, la presencia y la fuerza del bien y del origen del mal. Por esto esta obra tiene un contorno religioso y sobrenatural. El libro se coloca junto a las grandes confesiones en las que los debates del hombre y su marcha contrapuesta y obstinada penetran en el plano de lo esencial y de lo definitivo. Su obra plantea el problema de la poesía en un mundo del que ésta está excluida, en que predomina lo útil y la fiebre del progreso. Para Baudelaire la ley moral solo existe para ser violada. Mantiene el bien para poder realizar el mal, y si hace el mal es para que se sienta mejor el poder de la ley. El sufrimiento es un estado permanente. El mal se hace sin esfuerzo, naturalmente, por fatalidad, mientras que el bien es siempre producto de un arte. El verdadero mal baudelairiano, el mal satánico que evocó cien veces en sus obras, es producto deliberado de la voluntad y del artificio. Baudelaire nace del romanticismo, las Flores del Mal se publican en el período en que aparecen las obras poéticas más maduras de este movimiento. Su poesía se hace fatalmente filosófica y plantea con un vigor medieval la noción del pecado original, debatiéndose lúcidamente entre la radical disyuntiva del bien y el mal, de la salvación o la perdición. La obra posee una arquitectura secreta, un plan calculado por el poeta, meditado y calculado, no son poemas líricos dispersados por la inspiración y reagrupados en un conjunto sin otra razón que la de reunirlos. Más que poesía son una obra poética de la más fuerte unidad. Desde el punto de vista del arte y la estética perderían mucho si no se leyeran en el orden en el que el poeta las ha colocado. Esa arquitectura de su obra responde a una voluntad del poeta de presentar en ella el itinerario de una vida humana que buscó una salida hasta el fin.

La obra se encuentra dividida en seis secciones: La primera: “Spleen e ideal”, es la más extensa, expresa la condición real, la condición humana del autor. El poeta a través del amor y del tedio llega a la “conciencia en el mal”. Se nos muestra al poeta alternativamente atraído por el ideal y recayendo en el tedio, la grandeza de los ideales, de las aspiraciones del hombre y sus miserias. La segunda: “Cuadros Parisinos”, en donde el poeta contempla la ciudad y sus habitantes, deja de ser el hurgador de sí mismo para adoptar la actitud de un testigo de las calles, de los viejos, los ciegos, los borrachos; descubre en el exterior el reflejo del problema esencial de la condición humana: el mal. La tercera: “El Vino”, la evasión, es un intento de huida a los “paraísos artificiales” que no puede conducir sino al fracaso y a la perdición en el vicio, en el mal. La cuarta: “Las Flores del Mal”, se constituyen en los apóstoles de mal. Nos muestra la voluntad de destrucción, de abrazar voluntariamente la depravación, el mal. El poeta se hunde en la perversión para extraer de allí su poesía, como último recurso frente al hastío, a la angustia del tiempo y a la ausencia de salvación. La quinta: “Rebelión”, después de haber optado por el mal, el poeta opta por el mal supremo: el diablo, y su gesto más definidor: la blasfemia, la rebelión. El hombre se rebela contra el bien, la divinidad, contra su destino y contra la vida. Desesperación que no encuentra salida. El sexto: “La Muerte” de los protagonistas (los artistas, los amantes, los pobres) y comienzo del gran “viaje” más allá de la vida, hacia lo “nuevo”. Es la aspiración al reposo, el hundimiento en lo absolutamente desconocido, pero con la esperanza de encontrar alguna salida.

Obra: “Las flores del mal” Poema: “El albatros” Por divertirse, a veces, la gente marinera, atrapa los albatros, grandes aves del mar, que siguen, indolentes compañeros de viaje, al navío que surca los amargos abismos. Cuando apenas han sido dejados en cubierta, los reyes del azur, torpes y vergonzosos, sus grandes alas blancas tristemente abandonan semejantes a remos, arrastrando a sus lados. ¡Qué torpe y débil es el alado viajero! El antes tan hermoso, cuan cómico y cuán feo! Uno el pico le quema acercando una pipa, otro rengueando imita, al cojo que volaba! El poeta es igual a este rey de las nubes que habita la tormenta y ríe del arquero; exiliado en el suelo, en medio de abucheos, sus alas de gigante le impiden caminar.

Poema: “El enemigo” Mi juventud fue solo tenebrosa tormenta, atravesada a veces por soles centelleantes; las lluvias y los rayos hicieron tal estrago, que pocos son los frutos bermejos del jardín. Pues bien, he ya tocado el otoño de la idea, y es hora de emplear las palas y rastrillos y agrupar como nuevas las tierras inundadas, donde las aguas cavan sus pozos como tumbas. Quién sabe si las flores nuevas con las que sueño hallarán en el suelo lavado como playa el místico alimento con que harán su vigor? -¡Oh dolor! ¡oh dolor! Come la vida el Tiempo, y el oscuro Enemigo que el corazón nos roe con sangre que perdemos crece y se fortifica!