Cerdos Para Los Antepasados

Cerdos para los Antepasados: El Ritual en la Ecología de un Pueblo de Nueva Guinea Roy Rappaport Su obra más influyente,

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Cerdos para los Antepasados: El Ritual en la Ecología de un Pueblo de Nueva Guinea Roy Rappaport Su obra más influyente, Cerdos para los Antepasados: El Ritual en la Ecología de un Pueblo de Nueva Guinea fue publicado en 1968 y nuevamente en 1984. Es un estudio de caso clásico de la ecología humana en una sociedad tribal y de los roles de la cultura y el ritual en la preservación de la sociedad. Su investigación proviene de su trabajo de campo con la tribu Maring Tsembaga de Papua Nueva Guinea, una sociedad igualitaria sin jerarquías heredadas u oficiales. Este libro es generalmente considerado como la obra más influyente y más citada en la Antropología Ecológica. En vez de analizar las culturas como unidades diferenciadas, Rappaport se enfocó "en poblaciones en el sentido ecológico, esto es, como uno de los componentes de un sistema de intercambios tróficos que tienen lugar dentro de un área limitada” . Rappaport explicó su razonamiento tomando a las poblaciones como algo opuesto a las culturas, "Culturas y ecosistemas no son directamente conmensurables. Un ecosistema es un sistema de transacciones de materia y energía entre poblaciones u organismos distintos, y entre ellos y las sustancias no-vivas de las cuales están rodeados. 'Cultura' es el rótulo para la categoría de aquellos fenómenos distinguidos de otros por su contingencia en los símbolos.". Por otra parte, Rappaport concebía a las culturas desde un punto de vista funcional, esto es, como los medios por los cuales una población humana administraba las relaciones con sus entornos naturales con el objetivo de satisfacer sus necesidades biológicas. Una preocupación que recorre todo su trabajo, fue mostrar cómo un sistema ecológico se mantiene a partir de la existencia de fuerzas reguladoras. En el caso de los Maring, la fuerza reguladora consistía en el ritual de sacrificio de cerdos durante tiempos de guerra (el kaiko). Este ritual era llevado a cabo por los miembros de la tribu para absolverse de las deudas mantenidas con las fuerzas sobrenaturales. Manadas de cerdos eran criadas y engordadas hasta que el trabajo requerido traspasaba los límites de la capacidad de carga y arreo de la tribu, en cuyo caso la matanza comenzaba. El ritual demostraba cumplir varios propósitos importantes, como la restauración de la proporción entre cerdos y humanos, el abastecimiento de carne de cerdo a las comunidades locales, la prevención de la degradación de la tierra, la sistematización y moderación de las guerras. Rappaport descubrió que un arbusto llamado Rumbim era usado para marcar los comienzos y finales de los períodos de guerra, y que la tribu Maring victoriosa lo plantaba en un área designada para indicar el fin de la batalla y el inicio de la matanza de cerdos. Los cerdos se sacrificaban, se ofrecían a los ancestros y se repartían entre las tribus aliadas como compensación por su apoyo. El arbusto permanecía hasta que la siguiente matanza comenzaba, una vez que la proporción entre cerdos y humanos dejaba de ser abundante y las tribus volvían a competir por recursos limitados. Sus estudios en Papua Nueva Guinea le permitieron calcular los intercambios de energía dentro de una comunidad, entre tribus vecinas, y de ellas con sus entornos. El amor a los cerdos, en cambio, es un estado de comunidad total entre el hombre y el cerdo. Estos se crían como miembros de la familia, duermen con ellos, lloran por ellos cuando están enfermos y les dan los mejores bocados. Pero incluye además el sacrificio obligatorio de los cerdos y su consumo en una ceremonia especial. El clímax de este amor es la incorporación de la carne de cerdo a la carne del anfitrión humano y del espíritu del cerdo, al espíritu de los antepasados, durante el gran festín que se celebra una o dos veces por generación, en el que se consumen todos los cerdos. 1

Este gran festín se celebra cada doce años, aproximadamente, entre los Maring, un grupo tribal amante de los cerdos que habita en la Cordillera Bismarck de Nueva Guinea y que fue estudiado por el antropólogo R. Rappaport. El kaiko dura aproximadamente un año y a los dos o tres meses de acabar se entabla un combate armado con los clanes vecinos enemigos. Los cerdos que quedaban se consumen durante la lucha, y los grupos se ven obligados a cesar la guerra cuando no disponen de más cerdos para ganarse el favor de los antepasados. El combate cesa y los beligerantes van a plantar un pequeño árbol, el rumbim, en un ritual en el que participan todos los varones poniendo sus manos en él, mientras el mago asegura a los antepasados que mientras siga en pie el rumbim no se volverá a reiniciar la guerra. Ahora los esfuerzos vuelven a dirigirse a criar cerdos para celebrar un gran kaiko, arrancar posteriormente el rumbim y reiniciar las hostilidades. Ciclo ritual -Kaiko: Este ciclo se inserta dentro de un complejo ecosistema autorregulado que ajusta el tamaño de la población animal y humana según los recursos disponibles. La decisión de cuando hay suficientes cerdos es crucial, aunque no existe un número exacto de años. La cría de cerdos y el cultivo depende principalmente de las mujeres, y la presión para aumentar el número de la piara lo más rápidamente posible, recae sobre un sistema de cultivo tradicional de tala y quema. Los nuevos huertos, necesarios para alimentar a una población humana y animal creciente, exigen más esfuerzo al situarse más alejados de las viviendas y tener un mayor tamaño. Además los cerdos adultos empiezan a invadir los huertos produciendo enfrentamientos entre los vecinos. Las casas se dispersan para estar más cerca de los huertos, disminuyendo la seguridad y provocando un mayor nerviosismo en la población. Pronto empieza a haber discusiones entre maridos y mujeres y los hombres se preguntan si no habrá suficientes cerdos. Entonces inspeccionan el rumbim, y finalmente deciden que hay suficientes cerdos para iniciar el festín. Gran parte de la carne se distribuirá entre los parientes y aliados militares, ya que el kaiko se utiliza para recompensar a los aliados y ganarse su lealtad. El centro mundial del amor a los cerdos se localiza en Nueva Guinea y en las Islas Melanesias del sur del Pacífico. Para las tribus de estas regiones los cerdos son animales sagrados que se sacrifican a los antepasados, se comen en ocasiones especiales como bodas y funerales, y se sacrifican para hacer tanto la guerra como la paz. Antropólogos han tratado de mostrar como el amor a los cerdos contribuye a la solución de problemas humanos basándose en el comportamiento de los "maring" un remoto grupo tribal, amante de los cerdos, que habita en la cordillera Bismark de Nueva Guinea. Cada clan local de los maring celebra un festival de cerdos aproximadamente una vez cada 12 años, el festival entero- que incluye preparativos, sacrificios...-dura alrededor de un año y se conoce con el nombre de kaiko. En los primeros dos meses que siguen a la terminación del kaiko, el clan entabla un combate armado con los clanes enemigos, lo que produce bajas y la perdida o ganancia de territorio. Lkos cerdos que quedaban del kaiko se sacrifican durante el cómbate; tanto vencedores como vencidos se quedan sin cerdos con los que ganarse el favor de los antepasados. El combate cesa bruscamente y los beligerantes acuden a lugares sagrados para plantar árboles pequeños llamados rumbim. El mago de la guerra se dirige a los antepasados y les asegura que el combate ya ha finalizado y que no se reunirán las hostilidades mientras el rumbim permanezca plantado. De ahora en adelante los pensamientos y esfuerzos de los vivos se centran en la cría de los cerdos.Dada la frecuencia de la guerra en la historia no podemos sino asombrarnos del sistema ideado por los maring para mantener largos periodos de tregua, y los clanes pueden permanecer tranquilos mientras vean los rumbim de sus vecinos plantados.

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La función reguladora del ritual entre los tsembaga y otros maring ayuda a conservar un medio ambiente no degradado, limita los conflictos belicos a frecuencias que no ponen en peligro la existencia de la población de la región, ajusta las relaciones hombre tierra, facilita el comercio, distribuye los excedentes locales de cerdos en forma de carne ente toda la población y garantiza a la población humana una proteína de alta calidad cuando más la necesita. El ritual establece el marco para la aparición y la formulación de la religión. Aquí señala el fenómeno de emergencia de la humanidad como equivalente al desarrollo del lenguaje, el que a su vez trae como consecuencia la emergencia de la religión. El lenguaje es responsable de crear una paradoja, por un lado permitiendo a la humanidad evolucionar, y simultáneamente habilitando la posibilidad del engaño y la disyunción. El acto ritual, explica, es el medio por el cual la humanidad se sirve de la religión para hacer frente a estas amenazas. Mientras que el uso del lenguaje hizo de los humanos la especie más adaptada sobre la Tierra, esto no significa que no implique potenciales peligros. La práctica del ritual sirve para aliviar algunos de estos problemas, en la medida en que el ritual es actuado y no simplemente enunciado. De este modo, cuando una persona toma parte en un ritual, está señalando implícita o explícitamente que obedece y cree en la autoridad del ritual, reforzando de esta manera el contrato social en juego. Rappaport explica luego la estructura jerárquica de los órdenes litúrgicos, en la cual encuentra los cuatro elementos del ritual. En la cima de la jerarquía están los "Postulados Sagrados Fundamentales", que constituyen los elementos más esenciales de la religión. Estos postulados tienden a santificarse con el tiempo, ya que son generalmente vagos e incapaces de ser desaprobados, alcanzando un estatus de incuestionabilidad. Luego vienen los axiomas cosmológicos, que describen la naturaleza esencial del universo; las reglas que gobiernan la interacción y la conducta entre las personas; y por último trata la comprensión del entorno, donde ocurren los cambios como respuesta a las condiciones externas. La intercausalidad entre estos puntos (que Rappaport compara con un modelo cibernético) muestra los circuitos autocorrectivos por los cuales los subsistemas sociales pueden ajustar sus variables y generar conductas adaptativas preservando el sistema total del que dependen.

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