Cartilla de Aprendizaje Psicologia Social y Comunitaria

PSICOLOGIA SOCIAL Y COMUNITARIA Psicología social y comunitaria  PSICOLOGIA SOCIAL Y COMUNITARIA ÍNDICE 1. Índice 2.

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PSICOLOGIA SOCIAL Y

COMUNITARIA Psicología social y comunitaria

 PSICOLOGIA SOCIAL Y COMUNITARIA ÍNDICE 1. Índice 2. Introducción 3. Metodología 4. Mapa conceptual del módulo 5. Objetivo general 5.1. Objetivos de aprendizaje/competencias 6. Desarrollo temático 6.1. Componente motivacional 6.2. Recomendaciones académicas 6.3. Desarrollo de cada una de las unidades temáticas 6.3.1. Ejemplos, ejercicios o casos de aplicación práctica 6.3.2. Síntesis de cierre del tema 6.3.3. Actividades autoevaluativas propuestas al estudiante 7. Glosario de términos 8. Bibliografía 8.1. Remisión a fuentes complementarias

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2. Introducción La siguiente cartilla tiene como intención hacer todo un recorrido por las distintas formas y maneras de comprender lo correspondiente al campo de la psicología social y comunitaria, donde históricamente aparecen y se desarrollan epistemologías y universos conceptuales distintos. Este recorrido comenzará con el primer núcleo temático, que hace referencia al contexto histórico y a los distintos paradigmas que le han dado sentido a la tradición de la psicología Social y comunitaria, pasando de la psicología social con tradición norteamericana y europea, hasta llegar a la apuesta contemporánea o emergente. Posteriormente, en el segundo núcleo temático se desarrollará lo que se podría considerar el eje central del seminario, el cual tiene como finalidad realizar un acercamiento a los desarrollos propios del paradigma contemporáneo, es decir, aquel que puede ser denominado por su situalidad social, política y cultural. Asimismo, se hará la distinción entre las tesis de la representación social y el construccionismo social, para terminar con los desafíos propios de la psicología colectiva. En el tercer núcleo temático se abordará lo correspondiente a la psicología social y comunitaria latinoamericana, incluyendo sus conceptos transversales, como el desarrollo social, el empoderamiento y las redes sociales y comunitarias. Por último, en el cuarto núcleo temático se hará un recorrido por las formas metodológicas, como las cartografías sociales, los procesos de IAP y educación popular, para finalizar con los procesos etnográficos y de recopilación narrativa.

3. Metodología La siguiente cartilla tiene como objetivo reconocer cada uno los distintos horizontes teóricos, epistemológicos y metodológicos que acompañan la psicología social y comunitaria; es indispensable que considere la cartilla como un espacio de consulta permanente y de soporte para el proceso de formación. La cartilla está distribuida por semana, definiendo claramente cada uno de los temarios indicados en el sílabo, lo cual exige una lectura permanente y paralela al desarrollo de las tareas y demás actividades programadas.

5. Objetivo general El módulo de Psicología Social y Comunitaria tiene como intención hacer todo un recorrido histórico, conceptual y metodológico de la psicología social y comunitaria, haciendo especial énfasis en los marcos críticos emergentes contemporáneos.

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6.1. Componente motivacional Para poder comprender el recorrido de la psicología social y comunitaria y cada uno de sus elementos constitutivos, es indispensable asumir una postura crítica y propositiva respecto a eventos del contexto. Por lo tanto, y como parte del proceso de formación, se sugiere hacer una lectura responsable y muy cuidadosa, ya que para que se pueda reproducir con éxito todo ejercicio práctico es indispensable tener un sólido marco de argumentación.

6.2. Recomendaciones académicas La psicología social y comunitaria es un campo de reflexión y actuación que permite situarse en procesos y fenómenos sociales particulares y complejos. El módulo presentado a continuación contiene los escenarios representativos de su marco conceptual, epistemológico y metodológico, asunto que sugiere tener en cuenta las siguientes recomendaciones:     

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Hacer la lectura de la cartilla complementándola con las lecturas sugeridas por unidad correspondiente. Apoyarse de situaciones, hechos o fenómenos cercanos en los que se pueda situar de manera concreta lo leído cada semana. Conectar cada uno de los elementos del módulo al proyecto de campo correspondiente para este. Realizar pequeños resúmenes o mapas por unidad que permitan una mejor organización para la comprensión de los diferentes temas. Hacer las entregas de las tareas puntualmente y con las consideraciones respectivas para cada una.

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Unidad 1 Semana 1 Contextualización

http://www.pensarlopensado.com/2012/06/la-complejidad-de-la-educacion.html Para comenzar el módulo de Psicología Social y Comunitaria, módulo que seguramente permitirá establecer formas de complementariedad con otros módulos propios de la formación en Psicología, es indispensable indicar cada uno de los tramos históricos en los cuales se ha integrado la psicología social, aportando no solo formas de lectura y abordaje, sino también ofreciendo posturas de carácter político frente al mismo ejercicio de la psicología. En este sentido, cabe referenciar lo que se podría definir como el ejercicio del campo de la psicología social en la historia, incluyendo sus desafíos, sus alcances, sus contradicciones, sus resignificaciones y sus reivindicaciones, de manera tal que permita situar más cerca su dimensión contemporánea, sus formulaciones, sus actuaciones y sus incidencias. La discusión comienza por el establecimiento del discurso científico social, donde prácticamente el interés de la psicología por acercarse y ser muy afín a los postulados positivistas, enmarcados en la objetivización, la universalidad y la comprensión del mundo desde formas “válidas” y comprobables, se hace más que evidente, por lo que incluso la psicología social parte de este movimiento institucionalizador de la psicología para ser reconocida y respaldada por el círculo científico de la época. La psicología social se encuentra muy relacionada, en este sentido, con la sociología; entre otras razones porque comparten muchas raíces históricas, las cuales han condicionado fuertemente

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el proceso formativo y el posterior desarrollo de uno y otro campo científico. Uno de los referentes más importantes para reconocer estas cercanías es Saint Simon, quien establece la necesidad de reorganizar la sociedad en tiempos de crisis, para lo cual se debía formalizar el ejercicio científico con sustantividad. En este sentido proyecta la science de l’homme, con la cual se considera la naturaleza del hombre en sociedad a partir de hechos empíricos observables. A partir de 1808 se abre un nuevo panorama de reflexión y análisis para los temas humanos denominado inteligencia humana, por lo cual se le da paso a un escenario fundamental para la psicología conocido como psicopolítica. Con esto se establece un marco interesante de conceptualización en el cual se constituye un objeto definido para el ejercicio de las ciencias sociales, en este caso se trata de una ciencia de las sociedades centrada en la organización del sistema social, para cuya comprensión se recurre a los modelos de las ciencias de la vida (Saint Simon 1859). Para Saint Simon, así como para Marx, posteriormente, existe una sociología del conflicto que se basa en la lucha de clase y el cambio social, por lo cual es reconocido, incluso antes que Darwin, por plantear la hipótesis de que la lucha de las especies aumenta el poder de los más fuertes. Si bien no llevó a cabo el análisis del conflicto propiamente en el seno de las clases industriales, el modelo del conflicto acompaña y estructura todo su análisis y su apuesta para las ciencias sociales, insumo que termina siendo indiscutible para la psicología social y comunitaria en su momento. En este sentido, vale la pena formular algunos de los postulados que caracterizan el pensamiento de Saint Simon y que, finalmente, reproducen toda una orientación de resignificación para las ciencias sociales, incluso en la perspectiva contemporánea. Estos son: 1. Toda interpretación particular de los fenómenos sociales debe remitir a la totalidad o conjunto. 2. El concepto más general y válido para todo sistema es el de actividad o acción, destinada a asegurar la existencia colectiva. 3. El sistema social es una determinada organización. 4. Un sistema debe ser tratado como objeto, hecho o cosa, pues un sistema social es un hecho o no es nada. 5. Los sistemas sociales deben ser pensados en sus formaciones históricas. 6. La cuestión esencial es el análisis de las causas que provocan el cambio social. 7. El cambio debe ser estudiado con respecto a los actos colectivos, examinándolos junto con sus modificaciones. 8. Únicamente resultan viables aquellos cambios que se adecuan a las exigencias generales del sistema. Claramente, con estas premisas se abre todo un panorama de reflexión sobre las circunstancias que conforman el asunto social; si bien algunos parecen formar parte de una tradición que Comte fortalecerá posteriormente, y formarán parte de estructuras un tanto deterministas,

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algunos de ellos ya se encaminan a la determinación de emergencias para el análisis social (Ansart,1971). Otro referente importante en esta etapa de contextualización es Augusto Comte, quien fue durante años discípulo de Saint Simon, a partir de quien desde su perspectiva puramente positivista determina que la psicología difícilmente podrá considerarse como ciencia debido a su carácter introspectivo, que estima es una impronta indiscutible de la ciencia misma, aunque sí acepta la moral, la cual viene a ser más adelante como una incipiente psicología social. Desde Comte además se perfila una de las posturas que terminan por darle a la psicología social un carácter político e institucional, al manifestar que desde la doctrina orgánica del positivismo era posible disciplinar a los revolucionarios por parte de los conservadores (Breiher, 1932).

Saint Simon http://1.bp.blogspot.com

Comtehttp://elclarito.wordpress.com/2010/06/13/

La sociología es pues, para Augusto Comte, una ciencia cuyos objetivos son alcanzar un sistema en perfecto equilibrio y total armonía, así como lograr el ajuste de cada individuo a este mismo, por lo que con esto se promueve una ciencia del orden social, fundamento que posteriormente retoma la psicología social para significar su presencia en el escenario del análisis de la sociedad y todos sus devenires. Otro de los referentes indiscutibles de la psicología social histórica y su relación con discursos sociológicos es, indudablemente, Marx y su propuesta materialista de la concepción social, en la cual se reclama de manera explícita una estructura económica subyacente al conjunto de una

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determinada historia, con lo que queda expresado, además, un espíritu colectivo independiente de la conciencia del individuo y de sus relaciones materiales. Es decir que para la propuesta marxista el devenir sociohistórico, donde también aparecen las relaciones y su conjunto de categorías integradoras, está dirigido y orientado por el desarrollo mismo de la economía, por lo que se establece, entre otras, que si el contexto económico cambia o se transforma, se transforma el contexto relacional mismo; por lo tanto, también cambian las ciencias que se dirigen a su comprensión, entre las que aparece la psicología social (Munné, 1982). Dentro de esta línea Marxista, muy propia de las perspectivas soviéticas, francesas y alemanas, también aparecen referentes importantes, como Vigotsky, Luria, Plejanov y Mijailovski, quienes desarrollan todo un marco teórico de carácter sociopolítico de comprensión de procesos sociales, especialmente aquellos generados por la Revolución de Octubre, en 1917, En este punto vale la pena observar como la ciencia oficial soviética se adhiere directamente al marxismo y comienza una campaña de desprestigio contra lo que se consideraba la ciencia social burguesa, claramente establecida para favorecer los intereses de élites europeas. Este se considera un momento históricamente relevante para la exaltación de la psicología, especialmente la que hacía referencia a las relaciones sociales, como es el caso de la psicología social, ya que esta se convierte en una fuente de inspiración teórica que reconoce y acentúa el componente social de las distintas teorías, dentro de las cuales aparecen las denominadas freudomarxistas, tesis perseguidas y prohibidas en su momento por las líneas ortodoxas, mecánicas e idealistas. Lo anterior permite reconocer un soporte ideológico que cubre las intenciones de la psicología social soviética del momento, la cual expresa que la misión fundamental de la psicología social es contribuir a la formación del hombre comunista, para lo cual establece un marco teórico que incluye estudios sobre comunicación, actitudes y colectividad. Para Vigotsky, referente indiscutible del paradigma soviético, la teoría psicológica es cultural, histórica e instrumental, es decir que en el hombre los fenómenos psíquicos superiores no tienen un origen natural sino social, y para poder explicarlos es necesario ir más allá del organismo y buscar sus raíces en las relaciones interhumanas y en la historia, que es a la par el sujeto activo de las relaciones. Es decir que procesos superiores como conciencia y voluntad se desarrollan mediante las interacciones del individuo con sus semejantes y con la cultura del entorno (Vigotsky, 1960). Por otro lado, Alexander Luria, reconocido discípulo de Vigotsky, desarrolla su teoría cognitiva a partir de postulados vigotskyanos, pero con la diferencia de que incluye factores genéticos y ambientales en la producción de cambios psicológicos, refiriéndose, entre otras, a como el desarrollo sociohistórico hace parte de la reflexión sobre procesos cognitivos. (Munné, 1982).

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Marx http://www.google.com.co/search?hl=es419&site

Vigotsky http://www.google.com.co/search?hl=es419&site

Por otro lado, en la Alemania de la guerra y la posguerra, aparecen figuras consideradas representativas en la formulación de la psicología social como campo de intervención, es el caso de Kurt Lewin, quién proviene de la tradición de la psicología aplicada. Durante la primera guerra mundial, Lewin elaboró en Alemania pruebas para aumentar la productividad de los grupos, obviamente desde una perspectiva experimental, con el fundamento que supone el método científico deductivo. Su influencia fue tal que la investigación pasó de ser simplemente un ejercicio de reconocimiento experimental a un escenario de comprensión más amplio del comportamiento de las personas y de los grupos. Uno de sus grandes desafíos en tiempos de guerra fue, a partir de sus estudios, lograr persuadir a la población para ahorrar materiales y alimentos en tiempos de guerra, así como también se permitió comparar los efectos de varios tipos de liderazgo en el desempeño y las dinámicas de los grupos (Cooper, 2002). Otro de los referentes históricos que le dan sentido y explicación a las tendencias de la psicología social tienen lugar en uno de los escenarios de pensamiento social y político más emblemáticos: la Escuela de Frankfurt, cuna del pensamiento posmoderno y plataforma para la fundamentación de la perspectiva clásica. Cabe resaltar, en principio, que los desarrollos de dicha escuela superan la reflexión de lo disciplinar y trascienden a la constitución de nuevas formas de comprender el universo social a partir de categorías políticas, muchas de ellas con fundamento marxista y, por otro lado, con fundamento psicoanalítico, por lo que son los

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principales representantes del institut socialforschung, cuyo origen tuvo como propósito crear espacios alternativos a las ciencias sociales académicas. Entre los principales miembros de la denominada Escuela de Frankfurt se destacan, en el campo propio de la psicología social, Horkheimer, a quien se le atribuye la formulación de las principales tesis de la perspectiva crítica en ciencias sociales; su gran amigo y discípulo Adorno; Fromm; Marcuse, y Habermas, entre otros. Todos ellos están profundamente enmarcados en la fundamentación freudomarxista, e incluso culturalista y lingüística, con impronta propia de pensamiento crítico, en el cual se emplea la dialéctica como arma metodológica que incluso conduce a un antidogmatismo puro, contrario a cualquier teoría o investigación cerrada, por lo que se estimula además la autocrítica como estrategia para la producción teórica. Se considera, entonces, que la propuesta de Frankfurt es expresamente antipositivista, debido a que el positivismo considera como único método válido el de las ciencias de la naturaleza, el cual cumple con una función ideológica que mantiene un status quo e imposibilita toda crítica. Por el contrario, los teóricos de la criticidad formulan que para poder realizar una comprensión del universo social hay que desarrollar autoreflexividad, historicidad, dialéctica y proyecto emancipador, asuntos que finalmente confirman que la psicología social con fundamentación crítica debe considerarse como una crítica cultural del hombre. Este carácter político que establece el pensamiento crítico se relaciona, entre otros, con la crítica a procesos autoritarios establecidos tanto en relaciones familiares como en las propias relaciones sociales establecidas en una sociedad burguesa (Munné, 1982). En Francia, por otra parte, el marxismo permea también algunos escenarios de discusión y reflexión filosófica y científica. Es el caso de estudiosos como Pierre Naville y Jean Francois Le Ny, quienes integraron un prestigioso círculo de pensamiento en el marco del partido, reconocido incluso como el más vivo y representativo de la Europa del momento, que aporta directamente a las ciencias sociales y muy fuertemente a la denominada psicología social. Le Ny defiende la psicología social materialista, centrada en el individuo pero preocupada por las múltiples formas con las que este es determinado por movimientos propios de la sociedad. Le Ny se basa en tesis completamente marxistas de carácter filosófico que le atribuyen al psiquismo la categoría de producto de la actividad cerebral, que a su vez está determinado por las situaciones exteriores, por el mundo material y por la forma como el mundo entra mediante la praxis y sus relaciones con él mismo. De ahí surge el carácter social del psiquismo, el cual puede entenderse en dos sentidos fundamentales: el primero se entiende a partir de la premisa de que el hombre es un animal social por naturaleza, de donde resulta la tesis que fundamenta que toda psicología es social, y el segundo establece que este carácter social es producto de un movimiento permanente (Le Ny, 1963). Es desde aquí que la perspectiva francesa determina que la psicología social se refiere a un dominio intermedio dado por el cuerpo de conocimientos sobre cómo actúan las condiciones económicas, políticas e ideológicas para llevar a un individuo o grupo de individuos a pensar o a actuar de una manera particular. Pierre Naville, reconocido seguidor de Trotsky, establece, por su lado, más una dimensión de psicología social relacionada con el mundo del trabajo, un interés que lo termina vinculando con la sociología del trabajo, especialmente debido a su interés por las consecuencias sociales de la automación, así como

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por los problemas del socialismo y las guerras. Examinadas estas propuestas francesas de carácter marxista se puede evidenciar, entonces, un carácter principalmente filosófico del mundo social y de su relación con el psiquismo, con el cual se pretende superar esa fractura histórica entre individuo y sociedad.

http://www.taringa.net/posts/info/12993204/Mayo-Frances-la-2-Revolucion-Francesa.html. Otras perspectivas de desarrollo disciplinar en el campo de la psicología social se pueden referenciar directamente con la experiencia y las formulaciones norteamericanas, en las que prácticamente se da toda una orientación paradigmática al campo teórico y metodológico. En principio, se puede hacer referencia a hechos históricos que al parecer condujeron ese interés por procesos y fenómenos sociales; es el caso de los acontecimientos de la década de 1930, donde Estados Unidos sufre una gran depresión económica con impactos directos en la vida de poblaciones y comunidades de trabajadores. Con la Gran Depresión, muchos jóvenes psicólogos quedan sin empleo por las condiciones propias de la disminución de puestos de trabajo, por lo cual deciden unirse para confrontar dicha situación y comenzar a estudiarla. En este cuerpo colegial que sufría de manera directa los avatares de la presión financiera se encontraban personalidades como Ross Stagner, David Krech, Gordon Allport, Ernest Hilgard, Gardner Murphy, entre otros, quienes finalmente conforman la sociedad para el estudio psicológico de temas sociales.

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La Segunda Guerra Mundial, para el caso norteamericano, permitió estimular la creación del Programa de Investigación de la Comunicación de Yale, en el cual aparecen las inquietudes por los efectos de la propaganda y el deseo de elaborar campañas publicitarias eficaces y convenientes, a partir de la implementación de teorías del aprendizaje y de cambios de actitudes, diseñadas por psicólogos sociales norteamericanos (Lott, 1985). Paralelamente a estos desarrollos, autores como Festinger, considerado el padre de la teoría de la disonancia cognitiva, comenzaron a promover formas de evaluación de actitudes, apariencias y conductas, y revelaron principalmente que estas entraban en incongruencia manifiesta, para lo cual se emprenden caminos para lograr su congruencia. Estos estudios permitieron aportar a temas como la conducta de los consumidores y la atracción interpersonal; con esto no solo queda claramente expuesta la necesidad de la psicología social para contribuir al mundo del mercado, sino que a su vez se manifiesta su subordinación a este, pues sus investigaciones se presentan más al servicio del capital que al mejoramiento de las condiciones de vida de las poblaciones.

Psicología social experimental http://www.diariodeavisos.com/los-origenes-de-la-psicologiaexperimental

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PSICOLOGÍA SOCIAL Y

COMUNITARIA Perspectivas de emergencia

 Perspectivas de emergencia Perspectivas de emergencia

Tal y como se ha mencionado, la psicología social, al igual que otros campos de la psicología e incluso otras ciencias sociales, han tenido muchos cambios y transformaciones a partir de las alteraciones sociopolíticas y culturales, las cuales demandan, entre otras, formulaciones más pertinentes y situadas a las distintas y muy complejas necesidades de las poblaciones y comunidades. Para el caso puntual de la psicología social es indispensable reconocer que los contextos contemporáneos sugieren replanteamientos conceptuales, epistemológicos y metodológicos, para lo cual es indispensable conocer aquellos elementos que dentro de la historia de la psicología, e incluso de la psicología social, proponen replanteamientos radicales a esa psicología experimental y positivista norteamericana al servicio del mercado y de la propia industria militar. Si bien hay un importante esfuerzo desde lo anteriormente planteado por la Escuela de Frankfurt, principalmente por el establecimiento de un paradigma teórico disidente y muy contradictor a las apuestas positivistas alineadas al mercado y al capital, existen otros planteamientos epistemológicos indispensables para la comprensión del universo social

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contemporáneo, que si bien tienen sus orígenes en ciencias como la física, la filosofía y la sociología, permiten situar muy bien las nuevas formas de análisis y abordaje de los procesos sociales y su sinnúmero de categorías implicadas de forma interdependiente. Uno de los referentes más importantes en esta perspectiva contemporánea puede ser la teoría general de sistemas, ideada por el físico Austriaco Ludwig Von Bertalanffy, quien luego de formarse en el prestigioso pero hermético círculo de Viena decide apostarle a una explicación del universo social, a partir de un concepto propio de la física como son los sistemas. Entre sus aportes está la consideración del universo social como sistema, para lo cual desarrolla un planteamiento sin lugar a dudas muy interesante de la reflexión sobre el fenómeno social mismo. El sistema es considerado por Bertalanffy como una unidad que contiene elementos que se integran y relacionan entre sí de forma constitutiva, dándole sentido y explicación a dicha unidad. Esto, sumado a su planteamiento de apertura del sistema, permite comprender como los individuos interactúan y se desarrollan relacionalmente con otros que aparecen en el contexto. De esta manera se formaliza el concepto de retroalimentación, que tanto beneficio le ha ofrecido a los procesos de abordaje ya que implica el reconocimiento de un contexto relacional donde participan diversos sistemas con historias y condiciones particulares. Existe, en este sentido, una interrelación entre todos los elementos y constituyentes de la sociedad, es decir que todos los factores esenciales en los problemas, puntos, políticas y programas públicos deben ser siempre considerados y evaluados como componentes interdependientes de un sistema total (Bertalanffy, 1960). Otra de las teorías que bien pueden considerarse indispensables para la comprensión contemporánea del universo social y relacional, como componente distintivo de la psicología social, se denomina Teoría de la cibernética social, fundamentada por el físico austriaco Heinz Von Foerster, quien al igual que Bertalanffy hizo parte de la convención positivista del Círculo de Viena, pero que termina como disidente al proponer elementos para el análisis de los procesos sociales que distaban mucho de las apuestas mecánicas y deterministas de la época. Dentro de las nuevas apuestas de la cibernética social, también entendida como cibernética de segundo orden, aparecen elementos muy importantes en la discusión sobre las organizaciones sociales y sus formas de autoproducirse, ya que se incluye la idea de autoorganización de los sistemas como una propiedad ineludible de todo sistema en relación social. Decidirse por un enfoque cibernético implica considerar algunos principios básicos que no están siempre claramente definidos en la literatura y que se pueden describir como una forma de pensar especial, como un paradigma o, como el propio Gordon Pask lo definió, como un arte o incluso una manera de vivir. Esta visión metadisciplinaria y su aplicación interdisciplinaria destaca también a la cibernética en un medio académico caracterizado por el dualismo teórico, las versiones unidisciplinares y el modelo metódico positivista de las ciencias naturales e incluso de las ciencias sociales. Por otro lado, Niklas Luhmann considera que la cibernética es completamente pertinente y necesaria para el acercamiento y la comprensión de los fenómenos y problemas propios de un mundo extremadamente complejo y cambiante, por lo que destaca específicamente los procesos de comunicación (Luhmann 1968). No obstante, es

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Heinz Von Foerster quien finalmente define algunas de las premisas más representativas para la cibernética, las cuales se vuelven indispensables para la psicología social y comunitaria contemporánea. Estos se definen como: Aspecto sistémico: Este aspecto se dirige particularmente a comprender la complejidad de los sistemas sociales. Asimismo considera que la observación es esencial en las descripciones de la gran variedad de interacciones que se presentan en la realidad, en lugar de aislar analíticamente cada una de las relaciones causales e investigarlas, como se hizo sistemáticamente en las tradiciones investigativas positivistas. Interacción: Los sistemas cibernéticos descartan de plano la causalidad y establecen las acciones recíprocas de los sistemas dinámicos como centro del interés. Autoreferencialidad: Para Heinz von Foerster este es el principio fundamental del pensamiento cibernético. Él habla de la circularidad, que significa que todos los conceptos se pueden referir a ellos mismos, proceso en el cual un estado se puede reproducir (von Foerster 1993). Luhmann asume este concepto y lo designa bajo el término de autoreferencialidad, asunto que finalmente se convierte en una de las premisas fundamentales para el abordaje de los procesos sociales. Información: Si existe un elemento que se considera transversal en la propuesta cibernética es definitivamente el de la información, entendida como aquella carga que representa el intercambio propio de los sistemas sociales, lo que la teoría general considera como retroalimentación.

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http://observatorioredes.blogspot.com/2012/01/sobre-la-teoria-del-caos-el-efecto.html

Como continuidad a las perspectivas de la cibernética y como parte de la discusión de la emergencia, la complejidad aparece como propuesta que se detiene particularmente a considerar la posibilidad de integrar la comprensión del mundo social con nuevas categorías e incluso nuevos desafíos. En este esfuerzo aparecen autores como Edgar Morin, quien decide formular la complejidad como respuesta a los vacíos, desaciertos y contradicciones de un paradigma de tradición positivista que decididamente consolidó un discurso mecánico, determinista y objetivista, a lo que Morin denomina el paradigma de la simplicidad. Este se explica a partir de dos premisas fundamentales, el reduccionismo y la disyunción; la primera se entiende como la manera de explicar el universo social desde metodologías y formulaciones únicas, dejando de lado asuntos propios del contexto; la segunda se refiere a la explicación del individuo de forma fracturada y distante, interés propio del modelo tradicional, que difícilmente integra pero que sí disipa y separa, es decir, la simplificación (Morin, 1998). Para la complejidad social es indispensable pensar en los siguientes componentes, los cuales, si se integran, permiten hacer de la lectura e incluso de los abordajes de procesos sociales algo más holístico, por lo que se pueden comprender las incertidumbres, indeterminaciones y fenómenos aleatorios. En cierto sentido la complejidad siempre está relacionada con el azar. Las premisas de la complejidad pueden resumirse prácticamente en tres, las cuales se funden claramente en procesos integrados e interdependientes. El primero se denomina principio

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recursivo, el cual desafía el modelo determinista de la causa y el efecto, con el que prácticamente se dio explicación a todo proceso individual y social durante varias décadas. Este principio establece que para cada causa no existe solamente un efecto, sino que aparecen varios efectos, y que para cada efecto no hay solo una causa, sino varias causas (equifinalidad y multicausalidad, respectivamente). El segundo principio se denomina principio dialógico, y establece que en el universo social siempre se consideraran las complementariedades entre antagonismos, es decir, que los conceptos o ideas aparentemente antagónicos se complementan de manera directa y se fusionan para poder explicarse (ej. Vida y muerte; grupo e individuo; anormal y normal, etc.). Por último, se encuentra el principio hologramático, que sugiere, para comprender los sistemas sociales, estudiar las partes en función del todo y el todo en función de la parte, es decir, plantear los sistemas sociales como unidades constitutivas, altamente integradas por partes que dialogan y se relacionan de forma interdependiente.

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Gráfico Principio de Recursividad.

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Perspectivas críticas La psicología social se constituye en uno de los campos de la psicología que ha replanteado no solamente sus conceptualizaciones y sentidos epistemológicos, sino también sus formas prácticas, metodológicas y de abordaje de fenómenos y procesos sociales. En este sentido, vale la pena referir la tendencia a la cual se circunscribe particularmente la psicología social y comunitaria contemporánea en América Latina, en la que se da un giro hacia la reivindicación del sujeto social y sus procesos colectivos de acción política y de empoderamiento, con lo cual se definen nuevos marcos discursivos de reflexión y de apropiación de lo que puede definirse como la “dimensión social de la psicología”. La psicología social no solamente responde a esta tendencia contemporánea de comprender el escenario del sujeto, del contexto y de sus relaciones de manera diferente, sino que además sugiere un fortalecimiento en aspectos puntuales de carácter epistemológico, de sentido formativo y metodológico, considerados como aspectos o factores distintivos de sus desarrollos. Estos aspectos pueden definirse de la siguiente manera: Respecto a su naturaleza La psicología social propone un marco de referencia en el cual se hará la distinción entre la forma clásica de intervención de los procesos sociales y hará especial énfasis en los sentidos de abordaje para los asuntos psicosociales y comunitarios, desde un carácter interno, discursivo y reivindicador, desarrollando apuestas por el abordaje político y emancipador de las comunidades vulneradas o de aquellas que la institucionalidad, como la tradición científica, han invisibilizado. Por otro lado, los procesos sociales deben ser abordados de forma integral, tanto en su reflexión como en sus formas de apropiación y de trabajo, lo cual implica la conformación y consolidación de equipos interdisciplinarios, e incluso transdisciplinarios, que de manera conjunta promuevan la integración de saberes para la discusión, la gestión, la planeación y la evaluación de dichos procesos. En este sentido, la interdisciplinariedad se establece como un elemento transversal. Respecto a su sentido epistemológico La psicología social surge de un escenario conceptual y de sentido epistemológico que bien podría denominarse como crítico-emergente, es decir, surge de un carácter reivindicador, activo, político y colectivo que trasciende la propuesta objetivista, generalizadora y excluyente de la tradición en psicología social. Asimismo, le apuesta a la construcción de escenarios para la transformación desde la participación y el empoderamiento de los actores sociales inmersos en el contexto del fenómeno. Respecto a su sentido metodológico La propuesta metodológica que rodea la iniciativa de la psicología social posee un carácter diverso y pluriforme que se construye desde un marco epistemológico emergente, el cual

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considera que por la complejidad de los escenarios de abordaje se requieren acciones metodológicas coherentes y pertinentes a las necesidades sentidas de los fenómenos y de sus comunidades. La propuesta emergente de la psicología social bien puede considerarse incluso desde su carácter metodológico, al insistir en procesos de abordaje interno y no de intervención, como suelen denominarse las formas de trabajo que reproducen desde afuera, mediante técnicas y experiencias diversas, las maneras “deseables” de transformación, siempre desde la perspectiva del experto o el agente externo. De acuerdo con esto, y entendiendo que la transformación hace parte de un proceso de construcción activa que se realiza de manera conjunta con los actores sociales, se plantea la idea de abordaje interno, como la forma de abordaje que de manera responsable asume la necesidad sentida y rompe con una tradición asistencialista perjudicial para cualquier proceso de desarrollo social. Psicología social y referentes culturales Otra de las perspectivas que hacen parte de la propuesta emergente, alternativa e incluso transformadora es la psicología social que se construye en marcos culturales Este tipo de psicología social bien puede vincularse a una serie de iniciativas consideradas culturalistas, como la psicología de los pueblos, cultura y personalidad y los estudios transculturales, pero más recientemente con desarrollos propios de la psicología evolutiva, psicopatología o psicología social. En esta perspectiva se retoman muchos de los planteamientos de carácter epistemológico anteriormente referenciados, lo cual connota un panorama desafiante para las apuestas que vinculan a los sujetos sociales con movimientos y procesos del contexto multicategorial (políticos, sociales, económicos, axiológicos y culturales). La psicología de los pueblos se considera, en principio, muy pertinente, ya que dirige su interés a los estudios de las identidades culturales y de las migraciones, los cuales son aportes fundamentales para ramas de la antropología como la antropología psicológica, y para ramas de la psicología como son potencialmente la psicología cultural y la psicología social y comunitaria (Aguirre, 2000). Por otro lado, la Psicología denominada transcultural reporta algunos avances interesantes asociados con procesos de abordaje interdisciplinarios que plantean análisis transculturales de las principales áreas de la psicología, desde los procesos básicos y del desarrollo hasta la psicología social (Lambert 1980). Es cierto entonces que la cultura termina siendo un componente definitivo para el análisis social, ya que reside en creencias comunes distribuidas en una sociedad y se inscribe en costumbres, rituales y escenarios de relaciones institucionalizadas y propias de la vida cotidiana.

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PSICOLOGÍA SOCIAL Y

COMUNITARIA PSICOLOGÍA SOCIAL Y

Psicología social y comunitaria, marcos epistemológicos



Psicología Social y Comunitaria

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Para comenzar este módulo es indispensable, en principio, hacer referencia a que cada uno de los postulados considerados como propios y característicos de la psicología social y comunitaria contemporánea deben situarse y explicarse a partir de la instalación y la expresión de macroprocesos sociopolíticos, económicos y culturales, como son los marcos globalizantes homogeneizadores, la multiculturalidad y demás perspectivas propias de la incertidumbre y el caos. Es muy importante, en este sentido, referir el interés que el campo denominado psicología social y comunitaria ha desarrollado en distintos escenarios internacionales, precisamente porque comienzan a emerger procesos sociales que, por sus particularidades, complejidades y formas, requieren de nuevas lecturas y apuestas conceptuales y metodológicas que se vinculen de una manera más coherente. En este sentido, Colombia es sin duda un territorio en el que históricamente se han construido, desarrollado y evidenciado fenómenos sociales que bien pueden explicarse como el resultado de distintas convergencias y tensiones de carácter político, económico y cultural, y que de forma manifiesta incorporan elementos, componentes y categorías de fenómenos y procesos denominados globales o supralocales, como la globalización, la hegemonización, la multiculturalidad, el mercado y la incertidumbre, entre otros (Canclini, 2000). Todos estos fenómenos denominados contemporáneos constituyen el marco situacional desde donde se

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recrean las dinámicas locales en las cuales la psicología social y comunitaria hace presencia, genera acciones y reproduce conceptualizaciones y formas metodológicas. La discusión sobre los procesos sociales globales y su recreación en contextos locales tienen un marco de abordaje lo suficientemente amplio, asunto que para el caso de la contextualización de la psicología social y comunitaria resulta más que oportuno. Esta amplitud no solamente se ve reflejada en la gran diversidad de aportes y construcciones académicas, sino también en la diversidad de elementos y categorías que le dan cuerpo a cada uno de esos procesos, lo que significa, para la propuesta de la psicología social y comunitaria, acoger de la manera más constitutiva e integradora posible dichos elementos. Pensar entonces en escenarios de globalización en términos de la generación de nuevos marcos de intercambio comercial, político, económico y cultural significa pensar, además, en nuevas formas homogeneizadoras de pensar nuevas relaciones sociales, por lo que se ponen en evidencia relaciones de poder y de segregación. En este sentido, se puede hacer referencia a cómo la construcción de un discurso expansionista y supranacional permea las fronteras nacionales e instala sus prácticas de intercambio y revela su interés por nuevos territorios. Sin embargo, para las ciencias sociales, incluyendo la economía contemporánea, la globalización y la introducción de la economía de mercado, no se han producido los resultados prometidos en países europeos y latinoamericanos, lo cual ha generado, por el contrario, una pobreza sin precedentes para el grueso de la población. La economía de mercado ha revelado grandes crisis, al insistirle a los países pobres en eliminar barreras comerciales, mientras los países poderosos conservan las suyas, lo cual impide a los países subdesarrollados o en vías de desarrollo exportar productos agrícolas y demás servicios locales (Stiglitz 2008). Este panorama recrea, además, dinámicas sociales y políticas que bien pueden concebirse incluso como naturalizadas en contextos de dependencia donde se instala y promueve un solo orden establecido, lo que significa poner en marcha el panorama de la exclusión, el cual impone un régimen especial que subordina (Bauman, 1999). Esta tendencia desarrolla estrategias para el afianzamiento consideradas, por muchos teóricos de las ciencias sociales, como guerras asimétricas donde las condiciones son impuestas por estructuras transnacionales, las cuales tienen como intención promover un control extraterritorial que en ocasiones, por no decir casi siempre, supera leyes y formulaciones locales. Es así como la soberanía y la independencia estatal se hace más fácil de obtener, mientras que su alcance y contenidos se empobrecen progresivamente a medida que la autonomía económica, militar y cultural se vuelve rápidamente cosa del pasado y su supervivencia toma cada vez más forma de ficción.1 Así aparecen en los nuevos territorios contemporáneos nuevas velocidades y nuevas polarizaciones, las cuales conducen a nuevas formas de relación social donde se restringen incluso las formas comunitarias de desarrollo, por lo que impera la individualización y la competencia en el mercado (Bauman, 1999). Esta situación se puede manifestar en las nuevas lógicas de trabajo donde 1

BAUMAN, Zygmunt. La sociedad sitiada. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2004.

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aparece la batalla por imponer el control y la subordinación, batalla en la cual se obliga al ciudadano y al trabajador a aceptar esos principios de la moral (Bauman, 1999) que, para el caso de las ciencias sociales, son el origen de las categorías de flexibilización, deshumanización y precarización de condiciones de vida. Son estas razones las que permiten a la psicología, y especialmente a la psicología social y comunitaria, recurrir a nuevas formas de abordaje y conceptualización, más aún cuando las tendencias sociopolíticas, culturales y educativas (Gazzola & Didiksson, 2008) han mostrado los efectos negativos del enfoque centrado en el mercado y en la individualización de las relaciones.

https://www.google.com.co/search?hl=en&site=imghp&tbm=isch&source=hp&biw=1366&bih=673&q=capitalimo+salv aje&oq=capitalimo+salvaje

La subjetividad y las teorías de inspiración social en la psicología Dicotomías y distinciones entre lo individual y lo social En este contexto cambiante y complejo, de componentes diversos de orden social, económico, político y cultural, vale reportar aquellas tesis que bien pueden asociarse con el desafío social de la psicología, y que por sus características y derroteros han permitido, hasta la fecha, construir

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[ POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO]

marcos de reflexión, de intervención y de abordaje para los fenómenos que circulan y se desarrollan en el mundo contemporáneo. Unas de estas tesis que aparecieron de forma contundente, incluso presentándose como contrahegemónicas y alternativas en su momento, fueron las propuestas de la representación social de Moscovici y de identidad social de Tajfel, las cuales dieron un nuevo panorama para resaltar la naturaleza colectiva del comportamiento social procurando enfocar los problemas de forma más panorámica. Posterior a estos trabajos aparecen también los reportados por James, Dewey, Pierce y Mead, los cuales también se consideran como parte del denominado interaccionismo simbólico. En todos ellos aparece la discusión acerca de la distinción entre la nueva psicología social y la psicología social sociológica, que se alinea en los marcos positivistas, descriptivos e individualistas. La representación social, tal y como la expone uno de sus principales creadores y promotores, Sergio Moscovici, abre la discusión acerca de una de las zonas de sentido dentro de la psicología social, la cual bien puede considerarse como proceso fundamental, como lo es la subjetividad social, asunto prácticamente ignorado por las perspectivas tradicionales de la psicología social norteamericana y de perspectiva positivista. La categoría de representación permite, entonces, comprender como el conocimiento social tiene una naturaleza simbólica y social que reproduce significaciones que están más allá de cualquier objeto concreto; como bien lo define Moscovici (1982): “No hay nada en la representación que no esté en la realidad, excepto la representación misma”. Con esto Moscovici establece que todas las fuentes de la representación se encuentran en la realidad, la cual se instala en la formulación subjetiva de quien representa, es decir que la representación social supera la idea de la representación como imagen, y se define a partir de la relación que el sujeto tiene con el objeto que se representa. Por lo tanto, cuando Moscovici afirma que “no hay nada en la representación que no esté en la realidad”, no se refiere a una realidad concreta y objetivable, sino por el contrario a una realidad social en la que intervienen procesos de subjetivización que la configuran, asunto que también podrá definirse como subjetividad social (González Rey, 2002). Las representaciones sociales muestran las formas organizativas del espacio simbólico en el que los sujetos se desenvuelven y desarrollan. Es decir que la realidad aparece mediante las representaciones sociales y los discursos que forman el tejido social, por medio de los cuales los sujetos relacionados con un determinado escenario social configuran el sentido subjetivo de las denominadas esferas de su vida y se atribuyen una significación a sí mismos y a sus relaciones con los otros. El hecho de asumir el carácter subjetivo de las representaciones sociales no niega sino que reafirma su compromiso con la realidad social; solo que esta realidad social se expresa en la representación de forma subjetiva (experiencia del sujeto), no como reflejo objetivo de lo representado, lo cual implica, para el estudio, la descentralización de los objetos construidos y se centra, mejor, en la configuración de elementos subjetivos, con lo cual se le da un valor heurístico al proceso.

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https://www.google.com.co/search?hl=en&site=imghp&tbm=isch&source=hp&biw=1366&bih=67 3&q=dali

Otra característica que posibilita establecer esta perspectiva de la representación social como referente para la psicología social contemporánea corresponde a que la organización simbólica que constituye el medio social es también un aspecto central o transversal en la constitución de sentido propio de las emociones del sujeto. Esta organización simbólica constituye, dentro del proceso, un complejo marco de núcleos emocionales que asociados a los procesos de significación integran de forma interconectada eso que se denomina representación social. Con esto se puede establecer de manera concreta que este complejo proceso de la subjetividad social, mediante el cual el mundo adquiere sentido para los sujetos que lo viven o lo experimentan, integra además procesos que originalmente no hacen parte de la psicología, sino que se han construido por otras ciencias sociales, como los discursos, los imaginarios sociales, entre otros (González Rey, 2002). Esta subjetividad social que integra al sujeto individual y al sujeto relacional representa una forma constitutiva e integradora para cualquier intención de comprensión de los fenómenos y procesos socioculturales diversos, ya que estos se implican de forma recíproca en los procesos de construcción de la subjetividad. En este sentido, autores como Markova definen que incluso ese debate integrador debe incorporar, además, la distinción individual y social, que parece ser uno de los principales interrogantes de la psicología social y comunitaria contemporánea. De esta manera se establece que los fenómenos socioculturales relativamente estables, como las formas habituales de pensamiento, las representaciones sociales, los lenguajes, las tradiciones y demás expresiones paradigmáticas,

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hacen parte de un ambiente social en el cual los sujetos viven y se desarrollan. Es decir que en esta experiencia de subjetividad social, entendida desde el carácter sociocultural, lo social y lo individual constituyen categorías absolutamente interdependientes (Markova, 1996). Es muy importante reconocer cómo la propuesta de representación social ha permitido consolidar también un campo de reflexión sobre la relación existente entre el contexto de realidad y la forma como se da cuenta de este mismo, elementos que bien pueden considerarse como indispensables para la comprensión del sujeto social y de sus formas relacionales. Sin embargo, son muchas las teorías y las tendencias surgidas en los últimos años que plantean algunas diferencias y distancias con respecto a las premisas de la representación social, especialmente por considerarla una forma de comprender la relación del sujeto con el entorno social algo estática y preconfigurada, que pareciera dejar de lado la complejidad del cambio social y de sus distintas formas de explicitación e interpretación haciendo especial énfasis en procesos de singularización dentro del tejido social. Dentro de estas teorías aparecen paradigmas críticos y emergentes como el construccionismo social e incluso el mismo interaccionismo simbólico, los cuales promueven un análisis de los procesos sociales más situado en la relación social y sus elementos constitutivos, donde categorías como la histórica, el mundo simbólico, el lenguaje, e incluso la incertidumbre y la paradoja, son transversales en el esfuerzo de comprensión de la realidad social. Con esto no se quiere decir que dichas posturas o tesis contemporáneas desvirtúen o replieguen cualquier consideración de lo correspondiente a la representación social, sino que por el contrario complementan y reconfiguran la manera como estas pueden tener lugar en el contexto social de desarrollo, rompiendo mecanismos de objetivación y anclaje propios de la propuesta de Moscovici, rejuveneciendo estos conceptos y permitiéndoles ser resinificados.

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Construccionismo social y psicología social y comunitaria contemporánea Tal y como se ha venido estableciendo a lo largo de la cartilla, son muchos y muy variados los aportes conceptuales y epistemológicos que le han dado a la psicología social y comunitaria un marco de situalidad y pertinencia respecto a sucesos, procesos y fenómenos sociales contemporáneos complejos y multicategoriales. En esta línea se destacan muchos autores con sus trabajos y sus formas alternativas de pensar, progresistas, y hasta disidentes con respecto a las que al comienzo del módulo denominamos tradicionales y hegemónicas. Dentro de estas teorías aparecen la propuesta de la representación social, que ya fue expuesta y demarcada con cada una de sus formulaciones y pretensiones teóricas; el construccionismo social, que le va a dar a la psicología social y comunitaria un nuevo panorama con la inclusión y la resignificación del lenguaje, la relación social y los componentes históricos; y la psicología colectiva, que finalmente le dan soporte a esa integración entre lo social y lo comunitario, que a la larga son los grandes elementos de discusión del módulo. El construccionismo social tiene, dentro de su marco teórico, varios exponentes que con sus aportes han removido nuevas formas para la comprensión de la realidad y de la realidad social y comunitaria, en las que se integran componentes contextuales y nuevas subjetividades e intersubjetividades. En este sentido, puede referirse el trabajo de Berger y Luckmann, que marca un horizonte muy interesante para la comprensión de la realidad social al considerarla una construcción social, pero es quizás Keneth Gergen el referente más reconocido, no solo para la psicología social, sino también para la psicología educativa e incluso para la psicología clínica, con su propuesta narrativa que hoy parece tener la fortaleza y fundamentos necesarios para convertirse incluso en un paradigma teórico que bien podría continuar con sus desarrollos por varios años más. Para poder establecer la pertinencia de la psicología clínica en el registro histórico que lleva a cabo esta cartilla y, finalmente, en el proceso de formación en psicología social y comunitaria, vale la pena incorporar en el debate algunos elementos que Gergen considera indispensables para el establecimiento de una perspectiva social en psicología. Uno de los elementos que Gergen destaca hace referencia a la constante invalidación histórica que se le ha dado a la teoría psicológica, ya que no impacta y explica de manera sistemática los procesos de interés, asunto que para la psicología convencional es un argumento perfecto para revertir muchas de sus actuaciones. Por lo que sus propuestas se volvieron correspondientes a lo demandado por las estructuras científicas. Con esto se abre paso a teorías “válidas” del comportamiento social que se establecen como implementos significativos para el control social, por lo que el comportamiento del individuo es predecible, hecho que al mismo tiempo lo ubica en una posición de vulnerabilidad. 2 2

ESTRADA, Ángela María. Kenneth Gergen: Construccionismo social, aporte para el debate y la práctica. Bogotá: Universidad de los Andes, 2007.

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Es precisamente esta perspectiva la que comienza a ser discutida por el construccionismo, pues la considera no solo descontextualizada sino también reduccionista en su máxima expresión, y es que precisamente las condiciones cambiantes de la cultura y sus innumerables elementos constitutivos hacen de la postura construccionista algo transgresora y alternativa para la cosmovisión cientificista que ha rodeado las distintas tesis de la psicología por décadas. Una de las propuestas planteadas por Gergen en este sentido es deslegitimar la explicación que la fisiología establece para el comportamiento social, al considerar que esta no nunca podrá dar cuenta de las variaciones del comportamiento social con el paso del tiempo, aún más con la presencia de las expresiones culturales que de por sí se construyen y deconstruyen de manera permanente en el espacio en el cual se desarrollan dichos comportamientos sociales. A la luz de estos argumentos, el continuo intento por construir leyes generales del comportamiento social pareciera estar mal encaminado, al igual que parece ya injustificada la creencia asociada de que el conocimiento de la interacción social puede acumularse y desarrollarse de la misma manera que se desarrolla en las ciencias naturales. Así, el construccionismo establece que el estudio de la psicología social es principalmente una tarea histórica que debe superar de manera sistemática ese interés por explicar todo lo concerniente al universo social, desde bases primarias o biologisístas, quizás porque los dominios sociales dependen de disposiciones adquiridas que se encuentran sujetas a grandes cambios a lo largo del tiempo.3

Kenneth Gergen https://www.google.com.co/search?hl=en&site=imghp&tbm=isch&source=hp&biw=947&bih=5 37&q=construccionismo+social. 3

Ibid.

[PSICOLOGÍA SOCIAL Y COMUNITARIA]

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La emergencia de la psicología social construccionista Tal y como se refirió anteriormente, enfatizar en la mente individual, en un mundo cognoscible objetivamente y en el lenguaje como portador de la verdad, es prácticamente hacer alusión a los pilares fundamentales de la denominada ciencia tradicional, en la cual la racionalidad individual se pone de manifiesto, tesis profundamente problemática porque considera el lenguaje como expresión de la racionalidad que el individuo tiene del mundo. Por otro lado, quienes se interesan por los asuntos literarios, lingüísticos y semiológicos consideran que el lenguaje es un sistema en sí mismo, un sistema que además precede y sobrevive al individuo mismo. Por tanto, hablar del lenguaje como un agente racional parece no solamente innecesario, sino políticamente incorrecto, pues le instaura al lenguaje una dirección limitada y unidireccional; sin embargo, estas implicaciones del diálogo posmoderno permiten la emergencia de algo más que una crítica convencional que abre paso a nuevos argumentos de la historia de la ciencia y de la sociología del conocimiento misma. En estos argumentos se sugiere un panorama más prometedor de la racionalidad humana en el que el lenguaje asume un rol de carácter más cultural, inherente al intercambio humano y que transita entre lo individual y lo comunal.

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[ POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO]

PSICOLOGÍA SOCIAL Y

COMUNITARIA

de lo objetivo a lo construido socialmente, discursividad y psicología colectiva

 De lo objetivo a lo construido socialmente, discursividad y psicología colectiva

Esta premisa propia del construccionismo es especialmente transversal para la comprensión del mundo social en el cual se desarrollan las reflexiones y los abordajes de la psicología social y comunitaria, ya que permite habilitar otra dimensión epistemológica en la que no se establece un mundo social ajeno observable, sino que contrariamente se establece un mundo particularmente plural y cambiante que define sus propias realidades a partir de la interacción entre individuos. Parece, entonces, que la tradición de comprensión es superada por una emergencia que incluye géneros lingüísticos, así como las instituciones en las cuales estos se encuentran inmersos, por lo cual la concepción de persona o individuo no puede ser verificada o falseada por medio de la observación. De acuerdo con esto se puede decir que el lenguaje no es hijo de algo interno llamado “mente”, sino de los procesos culturales que se tejen en un contexto particular, donde las descripciones del mundo no son expresiones exteriores que se instalan en el individuo, sino que por el contrario son los lenguajes los que permiten la descripción y explicación dentro de las relaciones (Gergen, 1994). A partir de estas consideraciones, Gergen establece una serie de premisas que posibilitan incorporar el construccionismo a los fenómenos sociales correspondientes, denominándolos de una manera concreta pero a la vez muy significativa dentro de los contextos de abordaje de la psicología social y comunitaria. Estos son:

La deliberación reflexiva: Esta premisa da cuenta de la responsabilidad ética política que caracteriza a la psicología social contemporánea, incluso le permite a quienes la conceptúan y la desarrollan pararse por fuera de las mismas teorías para reconocer sus propiedades y ausencias, es decir, les permite estar atentos de los hechos y eventos que circulan de forma cotidiana por el contexto cultural y de las versiones y apuestas que la psicología tiene para explicar estos hechos; las discute e incluso permite salir de la disciplina para encontrarse con otras que bien pueden tener respuestas interesantes.

Restauración y revitalización histórica: En este aspecto lo que entra en discusión es precisamente la reflexión acerca de los alcances que ha tenido el ejercicio histórico de la psicología, los cuales no han sido particularmente los mejores referentes, debido a que la psicología ha permanecido anclada a una línea promulgada y denominada por tesis progresistas,

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[ POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO]

desarrollistas y de mercado, que unifican y estandarizan todo aquello que se considera de interés científico. Sin embargo, existen otros referentes teóricos que han marcado para la historia de la psicología un punto de partida que requiere ser reivindicado con respecto a los temas de atención de la vida contemporánea, como algunas tesis psicoanalíticas que destacaron los temas hermenéuticos, del lenguaje y relacionales (Spence, 1982; Aron, 1999), hasta las propuestas fenomenológicas y crítico sociales (Richardson, 1999).

Diálogo intercultural: La premisa del diálogo cultural parte de asumir una postura sensata y muy responsable de la psicología, en buena parte construida desde un marco occidental fragmentado y reduccionista. Esta perspectiva no solo establece que la vida cultural es plural y multicategorial, sino que a su vez exige despojar al psicólogo social de toda pretensión unificadora por categorizar y homogenizar conceptos y metodologías. Si bien el construccionismo social respalda y reconoce esta premisa como fundamental, hay referentes teóricos y metodológicos propios de la psicología intercultural que han posibilitado el referente del diálogo intercultural como categoría (Bruner, 1990).

Creación de inteligibilidades funcionales: El llamado con esta premisa es replantear los conceptos y teorías diseñadas y prediseñadas por la lógica occidental, las cuales parecen formalizar la réplica como fundamento y aislar toda posibilidad de construcción teórica local y contextual. Entonces, la perspectiva construccionista, de forma muy responsable, invita también a explotar la creatividad teórica que se resista a postulados universales y unificadores y reivindique un contexto plagado de cambios y pluralidades relacionales.

[Psicología Social y Comunitaria]

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Discursividad social

https://www.google.com.co/search?hl=en&biw=1366&bih=673&site=imghp&tbm=isch&sa=1& q=okupas+en+Colombia

Parece entonces pertinente, luego de considerar las aportaciones realizadas por el construccionismo social como sustento epistemológico para la psicología social y comunitaria, dar cuenta de otras formulaciones que podrían ser muy apropiadas para el reconocimiento del contexto discursivo en el cual se desarrollan las realidades sociales y, por ende, se desarrolla el ejercicio mismo de quien decide abordarlas. Las formas discursivas y las propuestas narrativas hacen parte de esa dimensión teórica que vitaliza y da soporte a la comprensión de las relaciones en los territorios sociales. Se puede hacer referencia a los trabajos realizados por Harris Zeling, a quien se le atribuye la noción de discurso incluso como categoría de análisis. Verón, por su parte, considera que el análisis no debe instalarse solo en el texto, sino en los componentes hipertextuales que le dan sentido y lo explican, como los referentes contextuales, intencionales y emocionales que hacen

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[ POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO]

parte de cualquier relación social, tesis que posteriormente puede circunscribirse en las propuestas de la sociosemiótica (Jofré 2007). Para la psicología social y comunitaria, considerada como de sentido contemporáneo, es indispensable conjugar todos y cada uno de los elementos establecidos por la lógica discursiva. Esta última tiene también paradigmas distintos para definir lo lingüístico, como es el caso de la perspectiva estructuralista, la cual establece que las propiedades lingüísticas se establecen como estructuras determinantes y se ajustan a formalidades únicas para su expresión, evocación y comprensión, como la semiótica, la gramática y sus propiedades sintácticas. Otros como las denominadas teorías posestructuralistas o emergentes le dan sentido interpretativo al lenguaje y le incorporan elementos como la referencia histórica, las cargas emocionales y las pretensiones o intencionalidades, todas estas en situalidad o en lógicas contextualizadas (Bruner 1998). En este sentido, y como parte del desafío que construye la psicología social y comunitaria, es indispensable que cada uno de los abordajes fenoménicos de carácter colectivo constituyan un escenario donde las versiones plurales y la dialógica discursiva conserven su protagonismo, para lo cual no resulta suficiente, lo que se dice, sino dónde se dice, entre quiénes se dice, cómo se dice, qué intención existe al decir lo que se dice, y qué impactos genera lo que se dice. Vale aclarar que el psicólogo social y comunitario, considerado sujeto activo en el proceso que integra y paralelamente estudia o comprende, también resulta ser un referente lingüístico indispensable.

https://www.google.com.co/search?hl=en&biw=1366&bih=673&site=imghp&tbm=isch&sa=1& q=teor%C3%ADa+de+la+fractalidad

[Psicología Social y Comunitaria]

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Psicología colectiva y la emergencia de la interacción Como bien se ha establecido en los apartes anteriores del documento, son muchos los aportes teóricos y epistemológicos que le han dado soporte y orientación a la psicología social y comunitaria contemporánea. Estos no solamente han abierto nuevas formas de comprender el escenario de desarrollo del ejercicio disciplinar, sino que además han logrado configurar un marco epistémico y metodológico que significan de forma y sentido distintos al sujeto, a sus relaciones y a sus procesos transformadores. En este panorama, que podría llamarse también emergente, aparece una propuesta teórica que parece vincular las concepciones sociales y comunitarias y sirve de plataforma para dar cuenta de procesos colectivos, pasados por alto por la psicología tradicional, como las acciones de intersubjetividad y la supraindividualidad, que de manera particular conducen a la emergencia de categorías políticas en psicología social y comunitaria. Esta perspectiva se denomina psicología colectiva, y a continuación se establecerán algunas de sus más representativas características.

http://www.lasillavacia.com/historia/la-marcha-por-la-paz-y-sus-apuestas-politicas-analisis-yseguimiento-en-vivo-43580

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[ POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO]

Para comenzar la formulación respecto a la psicología colectiva, vale reconocer que históricamente la psicología social ha determinado su centro de atención en el sujeto y todos aquellos procesos que lo implican, incluso las relaciones que se construyen con otros y con el mismo entorno. Para las corrientes propias del fenómeno colectivo, es decir para aquellas que han situado su atención en esta categoría, como la sociología política, la ciencia política y la antropología social, parece tener relevancia el mundo relacional en el cual se construyen discursos para reivindicar, para significar o para soportar prácticas de organización y gestión social. Es precisamente en esta perspectiva en la que se concentra la psicología Colectiva, privilegiando las interacciones y los procesos de conjugación y construcción de realidades en escenarios sociales, sin que esto signifique desvirtuar los caracteres subjetivos propios de cada momento relacional; este proceso bien puede considerarse como la nueva realidad psicocolectiva, que tiene sentido a partir del encuentro y la interacción.1 La realidad psicocolectiva En este aspecto, vale la pena comenzar diciendo que históricamente las ciencias sociales, e incluso alguna fracción de las ciencias denominadas como duras, entraron en el debate dialógico entre aparentes conceptos divergentes y antagónicos, como: alma-cuerpo, racionalidad-espiritualidad, privado-público, subjetividad-objetividad. Esta discusión, en buena parte, constituye la focalización y el centro de discusión de la mayoría de las mencionadas ciencias de calibre sociocultural, donde caben también las emergencias de la física cuántica y las teorías del caos, las incertidumbres y las fractalidades. Dentro de este debate parece haber quedado instalada, por lo menos para las ciencias sociales, la idea de que lo público está más ligado al mundo de lo objetivo, de la regla compartida, del mundo normativo y estructural, mientras que lo privado, como propiedad del sujeto, se encuentra mucho más ligado al mundo subjetivo propio de las ideas, las configuraciones emocionales y las apuestas personales para la supervivencia. Pareciera, entonces, que la postura se inclinara a expresar un mundo distintivo, claramente fracturado y definido por fronteras imaginarias y hasta espaciales, donde el sujeto se moviliza entre una dimensión y otra sin posibilidad alguna de mimetizarse en la complementariedad entre las mismas dimensiones. Con la psicología colectiva se abre un panorama más que importante para lo que significa comprender al sujeto contemporáneo, sus relaciones y sus contextos de desarrollo; en principio, porque supera ese debate de distinciones y permite nuevas referencias acerca del significado de lo público para construir subjetividades, así como lo privado también define particularidades para la construcción de lo público, debate que pone a la psicología social y comunitaria en perspectiva de contexto y pertinencia y demanda, entre otras, nuevas formas de abordaje en contextos contemporáneos donde lo privado y lo público mutan y se deconstruyen a partir de relaciones especialmente discursivas. En este orden de ideas, es posible establecer nuevas FERNÁNDEZ CHRISTLIEB, Pablo. El espíritu de la calle, psicología política de la cultura cotidiana. Barcelona: Anthropos, 2004 1

[Psicología Social y Comunitaria]

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categorías de análisis social, como la supraindividualidad, y la subjetividad pública, las cuales constituyen un marco de sentido incluso para la versión política de la psicología contemporánea.

https://www.google.com.co/search?q=fotograf%C3%ADa%20art%C3%ADstica&um=1&ie=UTF

Subjetividad pública A lo largo del siglo pasado y buena parte del siglo actual, se ha incrementado el sector disidente de las ciencias sociales que sitúa la discusión de lo psíquico incluso por fuera de lo individual y subjetivo, lo cual establece la existencia de una versión de subjetividad construida en los escenarios relacionales y colectivos y que permite considerar tanto las apuestas identitarias como los propósitos de colectivos, grupos sociales y comunidades de cualquier orden,2 de donde emerge una cosmovisión que puede considerarse hiperorgánica y supraindividual, en la cual se establece que el discurso colectivo y la presencia de una mentalidad colectiva debe ser centro de atención y estudio de las nuevas ciencias sociales, entre ellas la psicología social crítica emergente y la psicología comunitaria. Queda así superada y muy cuestionada toda tendencia teórica que instala el mundo psicosocial en el individuo y su mundo privado, por lo que el concepto resignifica lo psicocolectivo, como acento concreto de lo relacional e incluso de lo intersubjetivo.

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Ibid.

[ POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO]

Para la comprensión de este nuevo paradigma es indispensable establecer algunas consideraciones respecto a categorías emergentes que resultan necesarias para el abordaje de procesos sociales y comunitarios. Finalmente, estas categorías permitirán ofrecer nuevos sentidos epistemológicos y horizontes de desarrollo para la psicología social y comunitaria: Masa Se podría considerar la categoría masa como las multitudes espontáneas que se movilizan y que están compuestas por sujetos sin lazos previos ni vinculación alguna que repentinamente se desindividúan al ser sustraídos por un sentimiento y actividad, por lo que dejan de pertenecerse a sí mismos para empezar a pertenecer a él. Supraindividualidad Es importante referir que esta categoría reporta una dimensión política de la masa en el espacio público que ha sido satanizada y desvirtuada por parte de las instituciones que pretenden cohesionar a la ciudadanía y formular discursos más individualizantes que colectivos. Por esta razón, cuando se habla de un espíritu colectivo o de supraindividualidad, se asume el espacio público como el escenario propicio para la irrupción, es decir, para establecer su espíritu de resistencia a lo que institucionalmente se plantea, promoviendo un clima sensitivo y racionalmente político. Cultura Otra categoría indispensable para el análisis de la psicología colectiva hace referencia al cuerpo cultural que circula tanto en la esfera pública como en la esfera privada; en particular, aquel que caracteriza a los pueblos y a las comunidades, que construyen escenarios culturales y discursivos políticos que las diferencian y las caracterizan en territorios donde convergen permanentemente las relaciones entre ellas y entre ellas y las instituciones definidas por el establecimiento.

[Psicología Social y Comunitaria]

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PSICOLOGÍA SOCIAL Y

COMUNITARIA

Psicología social y comunitaria (procesos transversales)



Psicología social transversales)

y

comunitaria

(procesos

Ejercito de la revolución mexicana, Museo de la Revolución, México D.F 2013 El siguiente módulo tiene como pretensión hacer un recorrido teórico alrededor de lo que se considera fundamental para la psicología social y comunitaria, tanto para la reflexión como para el desafío mismo de interlocución y de abordaje. Resulta importante iniciar el módulo con algunos desarrollos que resultan pertinentes para el campo de la psicología social y comunitaria, particularmente en el contexto latinoamericano, asunto que se convierte en elemento transversal de la perspectiva crítica y emergente. Vale aclarar que para poder incursionar en cada uno de los conceptos que dan cuerpo al paradigma latinoamericano de la psicología es importante tener claros los elementos epistémicos e históricos vistos en los anteriores módulos, ya que con esto el contexto se amalgama de forma más natural con las categorías políticas que se construyen en cualquiera de los ejercicios propuestos por la psicología social y comunitaria contemporánea y progresista. Estos preceptos que dirigen la reflexión de la psicología social y comunitaria comienzan a denominarse y a establecerse a partir de las condiciones sociales, políticas y económicas que sufren pueblos y comunidades latinoamericanas, donde lo que prevalece son los índices extremos de pobreza y las inequidades en términos como el acceso a la justicia, al trabajo, a servicios básicos, a salud y a educación digna y de calidad. Vale aclarar que la psicología en

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[ POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO]

general, no solo la de perspectiva social tradicional, surge como respuesta a la exigencia creciente de las sociedades occidentales de lograr ciertos grados de desarrollo y satisfacción de las necesidades de consumo y la libre competencia, lo cual hace de esta génesis un terreno de muchos inconvenientes e incluso de paradojas, como la que establece que al estar llamada a contribuir a los dictámenes del mercado la psicología deshumaniza su ejercicio y excluye de sus intereses de abordaje a comunidades y poblaciones vulneradas y sistemáticamente invisibilizadas. Así queda establecido, a partir de la década de los ochenta, un marco de actuación de una psicología disidente, alternativa y altamente política, la cual formula entre sus planteamientos que, si bien hay una psicología que sacia sus intereses de poder y de reconocimiento en el mercado, existe otra que privilegia el acercamiento a contextos donde quizás la psicología convencional nunca intentó llegar, quizás por miedo a ser juzgada y recriminada por el sistema desarrollista neoliberal. Es decir que para la psicología social y comunitaria latinoamericana es fundamental llegar a la comunidad, comprender sus dilemas y procesos colectivos, y establecer junto con ellas formas concretas de mejoramiento de sus condiciones de vida, para dignificarlas y recuperar su propositividad en el proceso de desarrollo comunitario (Baró, 1992). De acuerdo con esto, y como parte del objetivo mismo del módulo, se establecerán algunas referencias que dan cuenta del interés de la psicología en América Latina por establecer un discurso y unas formas metodológicas propias, las cuales determinarán horizontes de transformación no solo para las comunidades a las que aborda, sino también para la psicología misma. Estas son las siguientes: 1. Fase de consolidación de la psicología social y comunitaria como disciplina académica. Es aquí donde se establece lo indispensable de construir un marco teórico y metodológico propio para el contexto latinoamericano. 2. Fase de crisis de la psicología social. En esta fase aparece ese gran desafío crítico formulado por el sector disidente de la psicología social, hacia la psicología social de réplica tradicional que también se instaló en el continente. 3. Fase de desarrollo propio de La psicología social y comunitaria latinoamericana. En esta etapa se reconoce el carácter histórico de la psicología social y comunitaria en el continente y se incrementa el trabajo y la producción, por lo que se hace explícita la relevancia social y política del ejercicio respecto a necesidades padecidas por las poblaciones en el continente. Con esto queda prácticamente establecido un nuevo paradigma de sentido para la psicología social y comunitaria en el continente, con el cual se acentúa el trabajo en temas como los procesos colectivos, como las migraciones y desplazamientos humanos,

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las socializaciones y los conflictos sociales mismos, las organizaciones y la comunicación. En esta perspectiva emergen las tesis de la psicología colectiva, la psicología política latinoamericana, la psicología urbana y la psicología de los pueblos. Algunos aportes desde la perspectiva deconstruccionista

http://www.google.com.co/search?hl=es419&site=imghp&tbm=isch&source=hp&biw=1366&bi h=630&q=comunidades+en+resistencia.

Son muchos los portes teóricos y metodológicos que han permitido a la psicología social y comunitaria latinoamericana ser lo que es. Desde el construccionismo y otras perspectivas se logra evidenciar todo un componente discursivo que integra elementos como el lenguaje social, la historia y el contexto, para hacer del análisis y los procesos interventivos algo radicalmente distinto a lo establecido desde los paradigmas tradicionalmente descriptivos y estandarizables. Una de estas perspectivas que también parece tener cabida directa con los idearios de la psicología social y comunitaria latinoamericana es el deconstruccionismo social, el cual establece que todos los fenómenos sociales son producciones históricamente situadas y, por lo tanto, son por naturaleza cambiantes con las épocas. Esa modificación de los fenómenos sociales resulta inevitable si se piensa que las prácticas humanas que los constituyen presentan precisamente la peculiaridad de ser procesos que crean, en el transcurso de su desarrollo, las condiciones para su propia trasformación. En efecto, los fenómenos sociales no solo son históricos porque cambian con el tiempo y porque son relativos al período histórico en que se manifiestan, sino que son intrínsecamente históricos porque poseen memoria. Esta

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característica presente en el fenómeno no es independiente de su genealogía, y parece indicar además que lleva incorporada la memoria de las relaciones sociales que lo instituyeron como tal. De esta forma, la genealogía de un fenómeno social cambia en la medida en que se producen acontecimientos posteriores; por otra parte, nunca se podrá acceder a un conocimiento total de esa genealogía, es decir que el cambio en los fenómenos es tal que difícilmente se puede considerar el detalle dentro de su lectura o significación, ya que mientras se desarrolla dicha tarea el fenómeno ya cambió, y por lo tanto el análisis queda especialmente incompleto. Lo anterior, como bien se establece, hace parte del aporte deconstruccionista al ejercicio de la psicología social y comunitaria, que si bien parece una discusión eminentemente epistemológica, se convierte en un horizonte de sentido donde convergen elementos propios de la metodología y del quehacer cotidiano de quien decide sumergirse en el propio fenómeno y hacer desde allí no conjeturas ni juicios frivolizantes y superfluos, sino comprensiones integradoras y complejas, donde incluso la comunidad posee un papel fundamental y propositivo. Con esto se hace cada vez más explícito aquel panorama crítico del cual la psicología social y comunitaria latinoamericana se ha apropiado, al darle al hecho histórico un importante protagonismo e insistir incluso en que dicho carácter crítico nunca deberá darse por concluido y en que es imposible ignorar la dimensión hermenéutica de los hechos sociales, políticos, económicos y culturales. A partir de esto se describen los siguientes principios desde la tesis deconstruccionista: a. Reconocimiento de la naturaleza simbólica de la realidad social: Con esto se establece que la realidad social está nutrida de manera constitutiva por formas y construcciones simbólicas. b. Reconocimiento de la naturaleza histórica de la realidad social: Con esto se establece que las sociedades y cada uno de sus elementos constitutivos se encuentran explicados a partir del componente sociohistórico. c. Reconocimiento de la relevancia que reviste el concepto de la reflexividad: Esta dimensión permite entrar en una constante resignificación de los procesos, así como también permite al sujeto convertirse en objeto de sus análisis. d. Reconocimiento de la agencia humana: En este campo se sugiere reivindicar la idea de un sujeto que además de ser reflexivo propositivo, agencie y construya con otros sus propios escenarios de desarrollo. e. Reconocimiento del carácter dialéctico de la realidad social: La concepción dialéctica de la realidad social enfatiza dos aspectos fundamentales: la naturaleza relacional de los fenómenos sociales y el carácter procesual de los estos mismos.

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f. Reconocimiento de la adecuación de la perspectiva construccionista para dar cuenta de la realidad latinoamericana: En este principio se establece la importancia, para la reflexión de los fenómenos sociales, de incorporar las tesis construccionistas como el lenguaje, la relación social y el contexto histórico.

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Psicología social y comunitaria y su perspectiva crítica La perspectiva crítica, que no tiene nacimiento en el seno mismo de la psicología, ha permitido construir un nuevo escenario de comprensión de los fenómenos sociales de manera integradora. Es importante comenzar diciendo que por crítica se entiende la posición que denuncia, demuestra y rechaza el mantenimiento y la justificación de condiciones injustas de vida y de modos de conocer insatisfactorios. En el caso puntual de la psicología social y comunitaria, la perspectiva crítica surge como respuesta a la insatisfacción respecto a las formas como estructural y sistemáticamente se han atropellado los derechos de las comunidades en el continente por más de cuarenta años.

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Si bien esta dimensión crítica puede cobijar elementos propios del construccionismo y de la criticidad surgida en propuesta marxistas y teorías de la dependencia, la psicología social y comunitaria reconoce contemporáneamente el aspecto constructor y deconstructor de la acción, en cuanto exige un análisis de causas, de consecuencias, de sentidos, de contrasentidos, de direcciones y de oposiciones. Se considera entonces que la realidad se construye y que al hacerlo se le da significado, para lo cual es indispensable reconocer las voces de nuevos actores en procesos de acción y reflexión. Este carácter construido de la realidad no sustituye su existencia, de lo cual deriva una forma de relativismo que lleva a no considerar lo construido como palabra última, sin caer en consideraciones vulgares o irresponsables que manifiestan que como todo es cambiante y relativo, entonces no existe.1 En este sentido, la psicología social y comunitaria le reconoce un papel protagónico a la comunidad y a cada una de sus posiciones respecto a los fenómenos en los que hace parte, con lo que indica que cualquier intervención o abordaje que niegue o no considere las versiones de las comunidades respecto a lo que conocen y saben es finalmente un proceso impertinente y políticamente irresponsable. La propuesta crítica, entonces, no solo habilita esa posibilidad de construir con las comunidades sus formas de reivindicación y de desarrollo, sino que además desde su carácter reflexivo y propositivo, estas se permiten apostarle a sus transformaciones de manera directa, incluso sin necesidad de presencias profesionales y consultoras externas, como pueden ser los profesionales de las ciencias sociales mismas.

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MONTERO, Maritza. Introducción a la psicología comunitaria. Buenos Aires: Paidós, 2005.

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Convención de valores y principios de la crítica en la psicología social y comunitaria

Unión teoría y práctica

Reflexión fundamentad a en el diálogo

El poder en la comunidad

Además de estas consideraciones vale hacer algunas aclaraciones acerca de conceptos indispensables en la discusión social y comunitaria, dentro de los que aparecen el concepto de comunidad y el concepto de participación como centros de interés para la tesis alternativa emergente o crítica de la psicología social y comunitaria. Para la comunidad se establece: Es un grupo social, histórico y culturalmente constituido y desarrollado, preexistente a la presencia de los investigadores o de los interventores sociales, que comparte intereses, objetivos, necesidades y problemas en un espacio y un tiempo determinados, y genera colectivamente una identidad y unas formas organizativas desarrollando y empleando recursos propios para lograr sus fines (Montero, 1998). También puede decirse que las comunidades presentan necesidades o desarrollan procesos y sentidos diversos, es decir que tienen grados de significación particular que no solamente se instalan en la versión colectiva, sino que además incorporan la versión del individuo como constitutiva en el escenario comunitario. Al respecto cabe decir que ningún grupo es perfectamente homogéneo, a menos que exista una restricción

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explicitada por una fuerza unificadora. En este sentido, cabe referir algunos aspectos constitutivos de lo social y comunitario en el continente: 1. La comunidad o el grupo social como punto de encuentro. 2. La relación de los miembros de la comunidad, como relación cooperativa. 3. La creación de espacios para la construcción de solidaridad e identidad. Para la participación se establece: Este carácter considera que las comunidades o grupos sociales participan al tomar parte, tener parte, ser parte de un proceso de interés; es decir, hacer, poseer y transformar su ambiente en pro de un bienestar colectivo o común. Por otro lado, se hace referencia a las acciones conjuntas y libres que una comunidad o grupo social ejerce para establecerse en un territorio colmado de discursos y normatividades (Sánchez, 2000). Se pueden considerar algunos aspectos constitutivos de la participación como los siguientes: 1. Es un proceso que implica la producción y el intercambio de conocimiento. 2. Es una acción socializadora y concientizadora que transmite, comparte y modifica comportamientos sociales. 3. Es un proceso que insiste en compartir ideas y recursos materiales. 4. Proceso donde se organizan estrategias y se toman decisiones. 5. Proceso que integra patrones democráticos de comunicación entre los participantes. 6. Generación y aprobación de una normatividad particular con el fin de funcionar como colectivo. Consideraciones para el psicólogo social y comunitario Teniendo en cuenta cada una de las características de la psicología social y comunitaria latinoamericana, es indispensable ahora hacer referencia a aspectos propios de la labor o práctica de esta rama de la psicología, los cuales seguramente permitirán clarificar mejor los intereses, las intencionalidades y responsabilidades que surgen en el campo. Estos aspectos son de vital importancia para establecer un mejor y más pertinente abordaje de los procesos en los que se circunscriben las comunidades y sus necesidades, las cuales en el mayoría de los casos contrastan con las necesidades imaginadas por los científicos sociales que de manera permanente se acercan a procesos de distintos órdenes y presentaciones.

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Esto supone tener en cuenta lo siguiente:  

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Diagnosticar conjuntamente con las comunidades y en función de situaciones que totalidades. Establecer con los actores sociales situados en la demanda el problema o la necesidad manifiesta, para instaurar un ambiente colaborativo y propositivo entre todos los implicados en el proceso. Definir a los actores sociales como sujetos activos en su construcción de realidad. Comprender al psicólogo social y comunitario como agente de cambio ligado a la detección de recursos y potencialidades de las comunidades. Comprender que el psicólogo social y comunitario debe asumir tareas indispensables de evaluación, intervención, educación e investigación. Considerar que en asuntos interventivos y de abordaje es indispensable incorporar estrategias de carácter participativo.

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PSICOLOGÍA SOCIAL Y

COMUNITARIA

Procesos colectivos (empoderamiento, desarrollo social y redes sociales y comunitarias)

• Procesos colectivos (empoderamiento, desarrollo social y redes sociales y comunitarias)

http://soeci.org/web/wp-content/gallery/infotep-soeci/cursococina3.jpg Como parte de la clarificación de conceptos propios de la psicología social y comunitaria cabe anotar la existencia, dentro de sus marcos conceptuales, de una serie de procesos constitutivos en los cuales se desarrollan y reproducen acciones y movimientos de carácter colectivo que posibilitan la inserción de las comunidades y grupos en el debate púbico, a partir de la consolidación de proyectos e iniciativas visibles de promoción y protección de derechos fundamentales. En este sentido, se expondrán cada uno de los procesos que se establecen como transversales en las prácticas organizativas comunitarias, por lo que se pueden establecer nuevos márgenes de acción y de abordaje para los psicólogos sociales y comunitarios. Es importante establecer que los procesos que a continuación se desarrollarán hacen parte de la cosmovisión y del sentido epistemológico que acompaña el devenir comunitario

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contemporáneo en el cual es indispensable reconocer los intereses de las comunidades, sus formas de comprender los procesos en los que se ven inmersas y su naturaleza de abordaje, así como sus valores culturales, comunicativos y políticos. En este sentido cabe referir algunos de los aportes distintivos de la psicología social y comunitaria a lo colectivo y lo comunitario que le darán forma a los establecimientos de los procesos denominados transversales. Los aportes iniciales son los siguientes: 1. La consideración de que los participantes son actores sociales constructores de realidades; por lo tanto tienen capacidad de decisión, de acción y de transformación de su vida cotidiana y de su entorno. 2. La consideración del valor de igualdad que está ligado a los de libertad y transformación social. De acuerdo a esto se determina que una psicología que define a sus sujetos como actores constructores no puede someterlos a la condición de ejecutores de acciones prescritas, sin discusión alguna y dirigidas externamente. 3. La puesta en escena de la conciencia como condición para el conocimiento, así como la posibilidad de que esa conciencia, que caracteriza la voz de la comunidad, se expanda y se movilice para el beneficio colectivo. De la conciencia aparecen también algunos valores constitutivos como la liberación y el conocimiento, ambos definitivos para la acción colectiva y para el restablecimiento de condiciones de vida de los miembros del grupo o de la comunidad. 4. La promoción de las concepciones de diversidad, igualdad y justicia, valores que pueden leerse de forma integradora. La diversidad de los actores sociales da cabida a múltiples formas de comprensión y construcción de los fenómenos vividos y de sus propios modos de conocerlos. Respecto a la igualdad se puede decir que permite que todos los agentes involucrados vean reconocida su posibilidad y capacidad de generar conocimiento y de poder expresarlo sin reparos ni condiciones. A estas concepciones se une también la solidaridad, por cuanto el intercambio de conocimientos supone una forma de colaborar en unión con el otro, reconociéndolo como par en sus intenciones de desarrollo. Con esta base axiológica, indispensable para la comprensión de cualquier asunto de carácter colectivo, se pasará ahora a la explicación de los procesos más relevantes asumidos por la psicología social y comunitaria contemporánea.

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Empoderamiento comunitario Son muchas las características que constituyen y le dan sentido a las comunidades, como su historia, sus prácticas y sus formas relacionales; sus sentires y significancias, sus expresiones y discursos, sus imaginarios, sus tensiones y necesidades, y sus desafíos y pretensiones de cambio y transformación. El empoderamiento comunitario se considera, desde las últimas décadas, un proceso mediante el cual las comunidades emprenden un camino de fortalecimiento de convicción que permite, entre otras, fortalecer los lazos y la confianza de sus miembros para la acción y para la consecución de espacios de reconocimiento y de mejoramiento de condiciones de vida. Respecto al empoderamiento comunitario son muchos los aportes, pero principalmente son los aportes de la perspectiva latinoamericana los que han dado un marco de sentido más pertinente, quizás por los escenarios de vulneración de derechos a las comunidades y por sus condiciones de pobreza y desarraigo. El empoderamiento lleva consigo un sinnúmero de componentes, cada uno de ellos sensibles para explicar los devenires de la comunidad. Entre estos componentes se encuentra el compromiso, que parece estar instalado en el mundo colectivo desde su propia naturaleza. Este principio hace referencia, en primera instancia, a lo que significa seguir los objetivos y las metas de la comunidad, por lo que trae consigo la cualidad de la virtud, que parece necesaria para trabajar en, con y para la comunidad. Klinger (2000) registra los siguientes sentidos para el término compromiso o commitment en el contexto del trabajo social y comunitario:

1. La decisión momentánea de alcanzar una meta en particular. 2. La intención, públicamente anunciada, de realizar un acto (como declaración formal del compromiso). 3. La fuerza en la intención de alcanzar una meta o la adhesión personal a su búsqueda. 4. Dedicación u obligación de un individuo con la vida o sociedad mediante la consecución de metas significativas. El carácter crítico del compromiso La psicología social y comunitaria desarrollada en América Latina ha percibido varios aspectos críticos del compromiso. Lane y Sawaia (1991) fueron los responsables de iniciar la discusión en este sentido, y lo hicieron desde la perspectiva crítica gramsciana, la cual permite explicar y a la vez cuestionar la función misma de los profesionales en psicología social y comunitaria. Las autoras permitieron hacer las siguientes distinciones, que precisamente logran determinar asuntos propios del abordaje comunitario y por lo tanto comprender el empoderamiento de las mismas.

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El compromiso comunitario es:

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Acto crítico de encuentro entre agentes externos e internos. Valoración de lo popular en sí mismo. Reconocimiento del derecho a participar que tiene la comunidad. Consideración activa del ser humano.

El compromiso comunitario no es:

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Una actitud benevolente de un actor externo para con la comunidad. Populismo. Beneficencia o caridad para arreglar los problemas de la comunidad. Empirismo irreflexivo.

Entonces, el empoderamiento como proceso que incorpora el compromiso a manera de eje fundamental podría definirse como el proceso selectivo, consciente e intencionado cuyo objetivo es igualar o equiparar las distintas oportunidades entre los actores sociales. En efecto, se considera un proceso selectivo porque el criterio central es identificar y contribuir con la transformación de sectores sociales excluidos. Dicha transformación permite establecer relaciones comunitarias más equilibradas, aún más cuando existen expresiones de poder hacia comunidades excluidas, lo cual facilita nuevas y mejores posibilidades para su propio desarrollo. Desde la perspectiva comunitaria, el empoderamiento se relaciona con la forma de estudiar procesos de trabajo con grupos minoritarios, excluidos o vulnerados históricamente y que precisamente por sus condiciones de precarización no logran movilización hacia el cambio o la transformación. El concepto de empoderamiento es considerado, incluso por las agencias multilaterales de desarrollo, como un componente fundamental en las estrategias de erradicación de la pobreza.1 Por otro lado, el empoderamiento es un estado de las personas que se asumen como sujetos o actores de sus propias vidas, con la posibilidad de actuar basados en la conciencia de sus intereses y en el reconocimiento de sus propias capacidades (Sen, 2001). Los individuos y las comunidades empoderadas tienen la capacidad de ser agentes de sus intereses y motivaciones; para esto es indispensable actuar en calidad de ciudadanos que elaboran, proponen y gestionan sus iniciativas de forma dinámica para mejorar condiciones de vida. Se podría decir, entonces, que en contextos de elevada presencia de exclusión el empoderamiento permite hacer el tránsito entre dicha situación y la inclusión social; es decir, los individuos y los grupos de personas desarrollan pertenencia, autodeterminación, eficacia, calidad de vida, autosuficiencia, cohesión, transparencia, confianza, reciprocidad, apropiación del conocimiento, competitividad, desarrollo y, de manera especial, participación en las diferentes instancias de decisión sobre el destino de la colectividad. 1

CEPAL. Globalización y desarrollo social. Naciones Unidas: Cepal, 2005.

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Por último, es importante determinar que el empoderamiento revitaliza y promociona las condiciones mismas de los grupos sociales y comunidades, por lo que posiciona la expresión colectiva en espacios decisorios y emana componentes que se sitúan incluso en el devenir político y participativo de actores vulnerados por estructuras de poder mediadas por discursos de mercado. Con esto se establece para la psicología social y comunitaria, más que un esfuerzo mediático, un posicionamiento estratégico para la construcción de sociedades más justas y deliberativas. Desarrollo social

Hablar de las comunidades y sus procesos inherentes es hablar implícitamente de sus condiciones de vida y de sus posibilidades de transformación, e incluso, para el continente latinoamericano, de sus posibilidades de supervivencia, si de lo que se trata es de comunidades que por circunstancias de carácter socioeconómico y político se encuentran muy cerca del exterminio. Por estas y otras razones, la psicología social y comunitaria emprende el desafío de acompañar procesos donde, en muchos casos, es evidente el abandono, la precariedad y la persecución a comunidades urbanas y sociales. Dicha situación posee un sinnúmero de explicaciones, todas ellas con un carácter contundente y con impactos directos en la vida de las personas y las comunidades. El modelo económico soportado en lógicas de mercado, al cual también se vinculan aparatos de guerra y de presión política, hace de las comunidades desde objetos para la oferta, hasta víctimas directas de estrategias de control y persuasión, ya sea por el territorio que habita, por su condición política, sexual, generacional o de procedencia. Estas circunstancias generan afectación emocional, desarraigo territorial, impactos sobre la tradición y las prácticas culturales, e incluso invisibilidad política y pobreza en todos sus niveles. Y es que parece que dicho modelo formula un discurso de desarrollo soportado en la libertad comercial, la rentabilidad y la competencia desaforada, lo cual genera expresamente cada vez más distancias socioeconómicas, mientras las comunidades, en un elevado porcentaje, son quienes reciben las cargas e impactos de no pertenecer a la línea estructural. Por estas razones, en América Latina se constituyen nuevos marcos de referencia para incluir a las comunidades y a sus muy diversas necesidades sentidas, lo cual posibilita su acceso y su inclusión en iniciativas de desarrollo no necesariamente económico, sino social; es decir, para visibilizar necesidades y promover su dignificación. Según las tesis de Max Neef, el desarrollo social puede explicarse a partir de la escala humana, que se refiere a las personas y no a los objetos, y considera que el mejor desarrollo será aquel que permita elevar más la calidad de vida de las personas y las comunidades, entendiendo que la calidad dependerá de las posibilidades que estas tengan de satisfacer adecuadamente sus necesidades humanas fundamentales. Por lo mismo, nombrar el desarrollo social y comunitario significa orientar acciones a la satisfacción de necesidades trascendiendo la racionalidad económica convencional, precisamente porque compromete a las personas y a sus dimensiones

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en una totalidad, lo cual integra armónicamente valores de participación social, espacios deliberativos y de toma de decisiones y formas de solidaridad y cooperación. En esta perspectiva contemporánea y de carácter alternativo se suma también la propuesta Sen (2000), quien establece que el desarrollo social puede concebirse como un proceso de expansión de las libertades reales que disfrutan los individuos y las comunidades. La expansión de esta libertad se presenta a partir de la eliminación de las principales fuentes de eliminación de la libertad misma, como la pobreza, la tiranía, la escasez de oportunidades económicas y las privaciones sociales sistemáticas. El desarrollo social se convierte entonces en una condición altamente relevante para quienes se acercan a las comunidades desde una perspectiva disciplinar, y consideran que el aporte de la acción es claramente la construcción de alternativas de vida digna, siendo la psicología social y comunitaria, en muchos de los casos, la que moviliza y promueve discusiones y aportes metodológicos para la acción dignificadora y el restablecimiento de valores comunitarios, que finalmente se dirigen a transformar el territorio y las relaciones que se tejen en este, emancipando y promoviendo valores para la liberación, la movilización y para el mejoramiento.

Redes comunitarias

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http://3.bp.blogspot.com/PTa1axV2UE0/TeT9nx3mwqI/AAAAAAAAAEo/ouCIte841u0/s1600/ barrio_cine Para finalizar esta unidad de conceptualización respecto a la psicología social y comunitaria y sus procesos de interés, se hará una breve descripción acerca de un escenario de abordaje indispensable para comprender tanto el empoderamiento comunitario como su desarrollo mismo; este se refiere a la conformación de redes organizativas colaborativas, el cual ha sido motivo de interés y desarrollos teóricos en los últimos años. Para Montero (2000) es indispensable reconocer la pluralidad que hace presencia en los distintos territorios, lo cual hace evidente no solo la diversidad de necesidades, sino también los elementos comunes que se conjugan y que fácilmente pueden abordarse de manera colectiva y colaborativa. La clave, según Montero, es pensar en la posibilidad de impacto que genera una iniciativa construida de forma colectivamente organizada, a diferencia de lo que significa asumirla de manera fracturada e independiente. Existen para el trabajo en redes comunitarias y colaborativas algunas premisas que bien pueden constituir un nuevo marco de referencia para el abordaje de las necesidades de poblaciones y comunidades diversas. Estas son: 1. Pluralidad y diversidad de miembros: Con esta posibilidad de multiplicidad de prácticas, de géneros, de procedencia, de intereses, etc., se constituye una complementariedad que finalmente se asume como recurso para la consecución de alguna meta común. 2. Multimodalidad y multidimensionalidad de la intervención: En esta característica surge la idea concreta de intervenir sobre una necesidad común establecida desde la diferencia, lo cual potencia y enriquece el trabajo comunitario. 3. Interrelación de todos los miembros: Esto supone que todos los miembros que componen la red manejan la misma información a través del flujo constante. Con esto se puede determinar que las redes comunitarias parten de la premisa del todo organizado. 4. Dinámica de las relaciones: Esto implica que los diferentes puntos de las redes están constantemente activados en la interconexión de unos con otros, por lo que se establece un proceso de retroalimentación en las relaciones más que una continua transferencia de información, donde los elementos manejados son reflexionados, transformados y llevados a la práctica dentro de esta dinámica relacional. 5. Construcción colectiva: Dado el proceso dinámico de esta red, los productos que dentro de ella se manejan son el resultado de una labor conjunta, la cual supone la transmisión e intercambio de experiencias y conocimientos entre quienes forman parte de la red. 6. Interdependencia: Cada uno de los integrantes de la red establece una relación con los otros y reconoce que tanto la participación de éstos como la suya es importante para la acción y toma de decisiones, mas no indispensable.

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Con estos elementos fundamentales para el trabajo social y comunitario se cierra esta unidad, no sin antes recordar que al asumirlos con rigor y corresponsabilidad se garantiza en parte un abordaje de impacto para la comunidad, una comunidad que se encuentra viva y comprometida con su propio desarrollo.

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PSICOLOGÍA SOCIAL Y

COMUNITARIA

marcos metodológicos y de aplicación

 Psicología social y comunitaria (marcos metodológicos y de aplicación)

http://www.elcloquido.com/wp-content/uploads/2010/10/plaza-de-la-iglesia.jpg Antes de establecer cada uno de los elementos constitutivos de carácter metodológico en el campo de la psicología social y comunitaria es indispensable hacer referencia a las consideraciones propias de la dimensión epistemológica que le dan sentido y soporte a las formas de abordaje, de recolección de información y de construcción de estrategias para la transformación y el cambio sociocultural. Esta perspectiva para la psicología social y comunitaria que bien puede denominarse contemporánea tiene lugar en los paradigmas críticos cualitativos, donde se establecen principios transversales como la consideración del sujeto como activo, reflexivo y propositivo, la consideración del contexto como escenario cambiante, caótico y plagado de incertidumbres, y la comprensión del proceso colectivo como proceso colaborativo, político y reivindicador. En este sentido, vale aclarar que el contexto de abordaje de la psicología social y comunitaria se instala en los marcos de investigación acción y narrativa, con los que se pretende no solo comprender los procesos sociales desde adentro, sino que, junto con las poblaciones y

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comunidades, desarrolla estrategias para el restablecimiento, la dinámica social y la reivindicación de las mismas, por medio de escenarios metodológicos críticos emergentes, la mayoría de los cuales pueden considerarse como cualitativos y propositivos, donde la expresión discursiva cobra sentido particular y traza la orientación y la plataforma de abordaje. Es entonces indispensable hacer la distinción básica inicial entre lo que se considera abordaje externo y abordaje interno para los procesos de psicología social y comunitaria, ya que esto permite la comprensión del rol que el profesional en el área debe cumplir, así como también el que cumple la comunidad en cualquier proceso que evidencie una necesidad, una dificultad o un interés. Principios básicos en las formas de abordaje Abordaje externo Es casi una tradición, no solo para la psicología social y comunitaria, sino para todas las ciencias, establecer un panorama de trabajo que intervenga una necesidad o un problema evidente; sin embargo, la forma de comprenderlo no necesariamente es la misma o tiene las mismas facultades y estrategias. Para hacer claridad sobre esa diferencia se debe establecer que la perspectiva clásica, positivista y funcionalista define para la psicología social y comunitaria una manera de abordaje que asume las siguientes consideraciones: 1. La comunidad es entendida como objeto de estudio, es decir, es quien reporta un problema y evidencia una necesidad que debe ser intervenida y resuelta por expertos externos que tiene la experiencia, el conocimiento y las herramientas para dicha tarea. En este sentido, la comunidad aparece como pasiva y contemplativa frente a las disposiciones de quien la interviene, con lo cual se establece también una condición política, al considerar que la participación de la comunidad no es necesaria para el establecimiento de formas de cambio y transformación. 2. El desarrollo es entendido como un proceso de cambio, transformación y progreso, el cual está mediado por las técnicas y estrategias formuladas por el experto o grupo de expertos, quienes determinan los indicadores y las formas de evaluación, así como los escenarios futuros de mejoramiento para las comunidades intervenidas. En este aspecto queda claro que el desarrollo y las estrategias son únicamente responsabilidad del interventor o psicólogo comunitario. 3. Las metodologías utilizadas en este contexto de abordaje se alinean más a las lógicas cuantitativas en las que se definen objetos de estudio, se formula un instrumento y se determina el más idóneo para resolver la necesidad imaginada. Las metodologías instaladas en esta perspectiva van desde las encuestas, pruebas psicométricas, ejercicios de consultaría externa, capacitaciones y coaching.

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http://3.bp.blogspot.com/-7gCy6ymHQo/T_HfBMGTDqI/AAAAAAAAA6k/sRuirZxG0g/s1600/enjaulados.jpg Abordaje interno Como se ha reflejado a lo largo del módulo, lo que establece la propuesta de psicología social y comunitaria contemporánea o crítica es precisamente reivindicar los procesos colectivos y comunitarios, como procesos humanos únicos y complejos, lo que significa, entre otras, resignificar los procesos de abordaje establecidos por la tradición disciplinar. En este sentido, la propuesta emergente considera indispensable establecer cualquier proceso desde adentro, y no desde afuera como lo plantea la tradición positivista, insistiendo en que al sumergirse en e fenómeno no solo se comprende mejor la necesidad sentida, sino que se establecen lazos de confianza indispensables para cualquier experiencia de abordaje. Las premisas desde donde la perspectiva interna basa su razón de ser en el contexto son las siguientes: 1. La comunidad es entendida como actor fundamentalmente activo en el proceso de abordaje; es decir que hace parte de la denominación de la necesidad, por su condición evidente de experto y conocedor de las prácticas, expresiones e intereses construidos en el contexto de desarrollo. Esta condición de acción expuesta para la comunidad en la formulación interna de abordaje permite además reconocer su capacidad para el establecimiento de diálogos críticos propositivos, que le permiten de manera colaborativa enfrentar y disponer elementos para la transformación y para el mejoramiento de las condiciones de vida.

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2. El desarrollo en esta perspectiva de abordaje se comprende como un escenario participativo y concertado entre los actores pertenecientes a la comunidad o grupo social, para lo cual se establecen corresponsabilidades y compromisos compartidos; es decir que la responsabilidad del cambio y la transformación no recae solamente en el profesional, sino que se suma a la comunidad en dicha responsabilidad. La comunidad, en este sentido, formula sus perspectivas y horizontes de desarrollo, los cuales no necesariamente se sitúan en definiciones de progreso económico, sino en el establecimiento de condiciones que protejan y promuevan sus prácticas culturales y sus expresiones simbólicas. 3. Las metodologías que se reproducen y tienen sentido de pertinencia en la propuesta de abordaje interno son todas aquellas que permitan reconocer la actividad y participación de la comunidad o población inmersa en el fenómeno, con lo cual esta se considera parte del desarrollo del proceso metodológico. Las estrategias metodológicas que bien pueden ser pertinentes para la tipología interna son la etnografía, la investigación acción participativa, las cartografías sociales, sonoras y emocionales, la educación popular y los procesos de planeación participativa. Esta distinción permite establecer cómo la forma de comprender los abordajes determina el rol del psicólogo social y comunitario en el contexto en el que se configura el proceso social de interés y hace de la comunidad un referente indiscutible para cualquier tipo de iniciativa donde se exprese una necesidad o un proceso que amerite la construcción de estrategias para su resolución .

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http://2.bp.blogspot.com/_Ofh1bDpKygE/TOXg9vE4EtI/AAAAAAAAAA4/yJ9H0IfpQOY/S748/DSC 00146.JPG Etnografía La metodología etnográfica hace parte de la dimensión cualitativa de investigación y abordaje comunitario y se define en principio como la estrategia que permite la lectura y la escritura de las formas culturales expresadas en un territorio. Autores como Giddens consideran la etnografía como un proceso mediante el cual se estudia de manera directa una población en un cierto término de tiempo, utilizando la observación, el registro y las entrevistas directas. Etimológicamente el término etnografía proviene del griego “ethnos” (tribu, pueblo) y “grapho” (yo escribo), y se utiliza para referirse a la “descripción del modo de vida de un grupo de individuos” (Woods, 1987). Es seguramente uno de los métodos o estrategias de trabajo en contexto más utilizado, ya que permite reconocer el fenómeno y sus elementos integradores de manera concreta. Spradley (1980), por su lado, establece la diferencia entre las macroetnografías, que persiguen la descripción e interpretación de sociedades complejas, y las microetnografías, cuyo interés es sumergirse en una situación social concreta.

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Para la comprensión de la etnografía es importante insistir en la distinción entre estos dos niveles de abordaje etnográfico. Por un lado se establece el nivel micro, que consiste en focalizar la observación y el registro en una sola organización o población en una o varias situaciones sociales. Esta investigación o forma de abordaje constituye un trabajo algo restringido y limitado, y puede ser asumido por un solo psicólogo social comunitario. Respecto al nivel macroetnográfico se puede decir que se interesa por el estudio de procesos complejos con múltiples comunidades u organizaciones sociales, o que implica abordajes extendidos en el tiempo, los cuales exigen equipos etnográficos y diversificación de técnicas de recolección de información. Malinowski es uno de los primeros promotores y gestores de la iniciativa etnográfica en ciencias sociales; ha realizado y sintetizado el método de investigación antropológico o etnológico en su obra Los argonautas del Pacífico occidental. En esta obra Malinowski establece que para que sea posible el trabajo de campo hay que tener en cuenta una serie de prioridades y recomendaciones, tanto epistemológicas como metodológicas. En este sentido, y al tratarse de un trabajo en el que el componente humano es esencial, se insiste en construir y desarrollar una relación de confianza que permita un óptimo ejercicio etnográfico. Otra de las premisas que se deben tener en cuenta, según Malinowski, es que el contacto con la sociedad, con el pueblo, con las comunidades o con el grupo social debe tener un tiempo prudencial, dedicado especialmente a compartir experiencias reales con las personas que serán parte activa del proceso.

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Proceso etnográfico La perspectiva etnográfica insiste plenamente en la necesidad de sumergirse en el contexto directo en el que se desarrolla el fenómeno o proceso social de interés. Para esto insiste en tres fases para el abordaje, que incluyen el proceso de preparación inicial y el proceso de salida del contexto; todos estos indispensables para un desarrollo óptimo de la experiencia de investigación o abordaje. De acuerdo con esto define tres fases indispensables. Primera fase (fase de dateo o contextualización) Esta fase también se considera como la fase preliminar o de preparación. Hace referencia particularmente a todas aquellas cosas que deben tenerse en cuenta antes de la llegada al contexto de la comunidad y que posibilitan una mejor y más adecuada presencia del psicólogo social comunitario en el fenómeno de interés. Vale aclarar que las tareas preliminares constituyen un marco importante de conocimiento previo que ajusta la estrategia y garantiza una mejor inmersión en el contexto. Dichas actividades son las siguientes: 1. Dateo: Esta actividad hace referencia a conocer con anterioridad características particulares de la comunidad en la que se desarrollará la inmersión. El dateo incluye conocer aspectos poblacionales, demográficos, culturales, políticos, económicos y sociales. 2. Organización del equipo y del material: Es indispensable para el óptimo desarrollo de la experiencia etnográfica tener el equipo y el material suficiente y pertinente, aún más si se tiene en cuenta que la estrategia supone registrar el proceso comunitario de interés de forma muy detallada. Se sugiere cámara de video, cámara fotográfica, libreta de registro o PC. En esta actividad se sugiere también pensar en el tipo de ropa y en los elementos de viaje necesarios. 3. Acondicionamiento: Sugiere una preparación física que permita la instalación del etnógrafo de la mejor manera. Se sugiere confirmar vacunas, procedimientos preventivos y acondicionamiento para las condiciones que se pueden encontrar en el contexto. Segunda fase (fase de trabajo de campo) Esta fase, reconocida como la fase de inmersión, es la fase donde se comienza con la idea de registro. Para esto es indispensable tener en cuenta las siguientes actividades:

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1. Comenzar con el desarrollo de las fichas de registro o los diarios de campo, con la intención de tomar el máximo de datos con la mayor fiabilidad posible. 2. Fotografiar y realizar pequeños videos para tener una base documental visual suficiente que sirva de soporte a la experiencia etnográfica. 3. Encontrar y entrevistar informantes a fin de conseguir información general y específica sobre el tema de estudio, por ejemplo, si estamos trabajando sobre construcciones, podremos acercarnos a la arquitectura de la zona a través de los entrevistados. Tercera fase (fase de cierre) Partiendo de la premisa de que la etnografía es especialmente un proceso humano que vincula experiencias personales y culturales, es preciso reconocer la importancia del momento final en dicha experiencia. Para esto es relevante emprender las siguientes actividades: 1. Promover un espacio de retroalimentación del proceso con los miembros de la comunidad. 2. Generar un espacio simbólico de despedida que permita dar cuenta del marco vinculante en el que se desarrolló la experiencia etnográfica. 3. Dejar en manos de la comunidad algunos registros (fotos y memorias) en los que la comunidad se vea representada. 4. Salida del contexto.

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PSICOLOGÍA SOCIAL Y

COMUNITARIA Cartografías, investigación acción participativa y educación popular

 Procesos de construcción colectiva (cartografías, investigación acción participativa y educación popular)

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Cartografías sociales Puede decirse, en principio, que los procesos etnográficos tienen técnicas y formas metodológicas diversas dentro de las que se encuentran los diarios de campo y observación, los registros gráficos y audiovisuales, las entrevistas y los grupos de discusión y la construcción cartográfica, que pareciera conjugar las anteriores en un solo proceso de discusión colectiva. La cartografía no tiene orígenes propiamente en la psicología social y comunitaria, sino especialmente en la antropología, que en su apuesta por reconocer de forma más detallada los procesos culturales reconoció en el componente gráfico realizado por los habitantes de la

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comunidad un especial y muy contundente ejercicio. La psicología social contemporánea crítica considera que en ese diálogo constante entre las disciplinas es posible apoyarse y, al mismo tiempo, apropiarse de estrategias como la cartografía social y todas sus formas diversas de presentarse. La cartografía social como expresión metodológica tiene algunas consideraciones que bien pueden considerarse como la base de cualquier construcción con la comunidad, por lo que queda claro que su forma flexible y multidiversa permite asumirla de distintas maneras, teniendo en cuenta, entre otras, que por su particularidad cada contexto exige de la misma manera una particularidad en el abordaje. Estas consideraciones son las siguientes: 1. Al ser una estrategia de campo, la cartografía supone la organización del material requerido (papelería, pintura), y la contextualización y dateo del que nos habla la etnografía como metodología. 2. Se requiere de un grupo de la comunidad que sirva como participante de la iniciativa. En este punto vale aclarar que en las definiciones de los grupos es posible que se integren dos alternativas: por un lado, los grupos homogéneos o que cumplan condiciones de perfil parecido; por otro, los grupos heterogéneos o que sean de perfiles diferentes dentro del contexto. 3. La cartografía es necesariamente una estrategia conversacional, por lo tanto todos los participantes deben hacer parte de la estrategia a partir de la discusión y la manifestación de opiniones respecto al tema que se desarrolla. 4. La instrucción básica hace referencia a cómo los participantes plasmarían gráficamente el fenómeno a partir de tres elementos fundamentales (territorio, sujetos en el territorio y relaciones entre los sujetos en el territorio). 5. La construcción debe estar acompañada por el orientador de la actividad (psicólogo social comunitario), lo cual establece un diálogo crítico respecto a cada uno de los elementos que aparecen en la elaboración del grupo. 6. Cuando la expresión gráfica ya se encuentre finalizada es indispensable hacer un cierre que muestre cada uno de los elementos expuestos, de tal manera que se haga evidencia colectiva del fenómeno o del proceso de interés. Por último, se desarrolla un ejercicio que permita establecer acciones puntuales para el mejoramiento o el restablecimiento de la situación. Vale aclarar que como todas las metodologías de esta perspectiva

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contemporánea, la acción comunitaria es indispensable para la definición de horizontes de cambio o transformación. A continuación un ejemplo cartográfico realizado con una entidad educativa distrital, con quien actualmente se desarrolla un proyecto de construcción de ciudadanía en primera infancia. La instrucción fue pensar la ciudad y sus distintos actores. La maqueta cartográfica permitió identificar aspectos tan interesantes como la exclusión, el manejo violento de la autoridad y el abandono de muchos niños. Este ejemplo puede ser interesante porque dentro de la instrucción para la logística se estableció que la cartografía se realizaría con material reciclable.

Cortés. G (Usme 2013) Otras formas cartográficas El abanico metodológico propuesto por la cartografía social es muy amplio y complejo, ya que incluso incorpora otras estrategias como las audiovisuales y algunas apoyadas en tecnologías de información y redes sociales, para establecer el panorama del fenómeno o necesidad de la población. Dentro de las iniciativas alternativas para las cartografías sociales aparecen las denominadas cartografías sonoras y las cartografías emocionales, que bien cumplen con las disposiciones anteriormente mencionadas, pero configuran una construcción diferente.

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Mientras que las cartografías sonoras, a partir de la compilación de sonidos del territorio, reconocen el fenómeno y hacen posible una discusión sobre este. Las cartografías sonoras permiten territorializar emociones reconocidas por los sujetos o pobladores, de manera que se puedan reconocer espacios internos donde se aborde de acuerdo con ese establecimiento emocional definido por la población. Para comprender los límites emocionales que se construyen en un territorio, en este último tipo de cartografía se utiliza la estrategia de virtualización.

1. http://www.laboralcentrodearte.org/es/actividades/paisaje-sonoro-e-identidad.cartografia-sonora-de-gijon/leadImage_preview 2. http://planta0.files.wordpress.com/2010/01/bio20mapping.jpg Investigación acción participativa Otra de las estrategias metodologías propias del campo social y comunitario es la investigación acción participativa, estrategia que tiene como gran referente en América Latina al sociólogo Orlando Fals Borda, quien en los años setenta estableció todo un movimiento reivindicador junto con la educación popular y la teología de la liberación, el cual tuvo como principio reconocer los derechos de las poblaciones más vulneradas del continente. Desde esta perspectiva metodológica se intenta producir conocimientos que permitan a sectores subalternos de la sociedad latinoamericana comprender su compleja realidad a fin de poderla transformar. Esta corriente de pensamiento colectivo está orientado por lo que se reconoce como “paradigma emancipatorio”, el cual perfila sus prácticas a fortalecer, en grupos sociales y comunidades particulares, las capacidades para generar cambios sociales. En el proceso de la investigación acción participativa es indispensable acercarse al conocimiento empírico, práctico y de sentido común que hace parte de la tradición cultural e ideológica ancestral de las comunidades de base, aquel que les ha permitido crear, trabajar e interpretar su universo. Además de esto, la investigación acción participativa insiste en que dada proceso comunitario lleva consigo un componente político que lo pone en dimensión reivindicadora y de

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acción colectiva. De acuerdo con esto, se considera que la investigación acción participativa tiene como intención aumentar el poder de las comunidades comunes y de las clases subordinadas respecto a su control sobre el proceso de producción de conocimientos (Rahman y Fals Borda, 1989). En este proceso de abordaje metodológico se tienen en cuenta las siguientes premisas: 1. Es investigación: Por lo tanto se soporta a partir de preguntas con respecto al fenómeno o proceso de interés comunitario. Dichas preguntas orientan el proceso y constituyen el horizonte mediante el cual se emprende la acción liberadora, de discusión y de propositividad. 2. Es acción: Por lo tanto exige movimiento en cada uno de los participantes, reproducido en el diálogo, la discusión y la realización de actividades que propendan por el desarrollo idóneo del proceso. La acción también está mediada por el compromiso colectivo y la motivación hacia el desarrollo de la iniciativa. 3. Es participación: Por lo tanto está abierta a la presencia de todos los actores que hacen parte de la comunidad, para participar en las discusiones, definiciones y auditorías o seguimientos que el proceso sugiera en su desarrollo. Las fases que acompañan un proceso de IAP son los siguientes: Etapa inicial (autodiagnóstico) En esta etapa se desarrolla el encuentro inicial con la comunidad, quien finalmente define de manera directa la necesidad o problemática. En este proceso de definición, los psicólogos sociales comunitarios actúan como acompañantes cogestores del proceso, posibilitando la organización del grupo en mesas de discusión para la definición del problema. Esto se define como autodiagnóstico y tiene dentro de sus propuestas metodológicas el teatro popular, las experiencias audiovisuales, las mesas de discusión e incluso las cartografías sociales. Etapa de negociación (estructuración de la IAP) En esta fase se pretende crear un esquema básico donde se recojan propuestas de actuación concretas que aseguren la coherencia entre lo que se busca y lo que se quiere. Por lo tanto, se establece un espacio para conocer las percepciones y opiniones de los participantes respecto a la necesidad o problema, de forma que se promueva no solo el reconocimiento de cada una de las percepciones, sino que además se establezca la posibilidad de concertar sobre lo discutido y definir así un marco de posibilidades concreto para el restablecimiento y la superación, si es el caso. En esta parte del proceso se dispone un escenario propicio para el establecimiento de estrategias colectivas concertadas que se consideren pertinentes y posibles de realizar.

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Etapa de desarrollo y evaluación En este momento del proceso, y luego de definir por consenso las estrategias a seguir, se desarrollan cada una de las estrategias, comenzando por aquellas que la comunidad decidió como pertinentes y prioritarias. Luego de ponerlas en desarrollo, se analizan los resultados con los grupos, para así comprender mejor la naturaleza del problema o de los problemas inicialmente definidos y discutidos. Con esto es posible que la estrategia se reoriente o reorganice según el interés de la comunidad misma, por lo que se establece además para la comunidad la responsabilidad de auditar y controlar cada una de las acciones desarrolladas al interior del proceso. Esta etapa es definitiva para el óptimo desarrollo de la estrategia de IAP, ya que posibilita fortalecer los lazos colectivos y el empoderamiento comunitario respecto a la resolución de una situación sentida por una población.

http://www.aprovecho.org/lab/images/stories/IAP_Backpack_Photo.jpg Educación popular Otra de las prácticas metodológicas que bien puede considerarse como estructural y que le da sentido al ejercicio propio de la psicología social comunitaria es la educación popular, que como se indicaba anteriormente hace parte del movimiento liberador y emancipador de las comunidades que por condiciones socioeconómicas y sociopolíticas se han encontrado al margen del modelo individual neoliberal. La educación popular se sustenta en principios eticopolíticos que apuestan a la construcción de relaciones humanas equitativas y justas en los distintos ámbitos de la vida, basándose en una pedagogía crítica y creadora que apuesta por el desarrollo pleno de las capacidades cognitivas, comunicativas y políticas de los sujetos y las comunidades. Dichos fundamentos eticopolíticos permiten incluir en sus procesos a poblaciones diversas, como niños, jóvenes, adultos y adultos mayores, bajo el argumento de que todos los pobladores son potencialmente activos e indispensables en procesos de cambio y liberación.

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Paulo Freire es quizás el representante más reconocido en la propuesta de educación popular. Ha hecho de esta todo un movimiento de reivindicación de comunidades con base en Brasil y en otras comunidades de América Latina. Incluso ha posicionado a estas comunidades en el concierto político de los últimos veinte años, como es el caso del movimiento de los trabajadores y los sin tierra, quienes a partir de un proceso de empoderamiento comunitario lograron establecerse en escenarios políticos decisorios y defender así sus derechos fundamentales. La educación popular se encuentra entonces interesada en visibilizar los espacios simbólicos, la vivencia, la experiencia, los aprendizajes de la cotidianidad y las potencialidades de cada sujeto participante en el contexto, legitimando la diferencia y la transformación a partir de la crítica constante a la realidad vivida y conocida. La educación popular, como las anteriores expresiones metodológicas, tiene algunas consideraciones indispensables para quienes la adopten como praxis en contextos particularmente vulnerados. Estas son las siguientes: 1. La educación popular debe ser entendida como un proceso sistemático de participación y formación mediante la instrumentación de prácticas populares y culturales tanto en los ámbitos públicos como privados. 2. Se debe considerar la construcción de escenarios educativos populares como espacios altamente participativos y dialogantes. 3. La construcción de alternativas responde a las condiciones tradicionales y populares que caracterizan a las poblaciones y a las comunidades. 4. Se requiere empoderar a la comunidad para la defensa y promoción de sus prácticas culturales tradicionales. 5. La educación popular insiste en la constitución de nuevos valores comunitarios que permitan el fortalecimiento de las comunidades en el territorio (liderazgo compartido, corresponsabilidad, equidad, participación, democratización, confianza y solidaridad) 6. La educación popular permite, desde sus empoderamientos, responder a exigencias de contexto con estrategias colectivas y dignificación respecto al territorio y a las relaciones que se construyen en este mismo. A continuación un mapa que sintetiza algunas de las pretensiones de la educación popular expuesta por Freire.

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Con esto queda formulada una oferta amplia de lo que se considera la acción metodológica en psicología social comunitaria, entendiendo que cada una posee unas particularidades y fundamentos que incluso permiten combinarse y complementarse en el contexto de interés para el profesional.

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