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ANÁLISIS DEL MITO DE EDIPO DESDE UNA PERSPECTIVA JUNGUIANA Revista diáLogos Universidad Nacional de San Luis - Facultad de Ciencias Humanas Vol. 3│Nro. 2│Octubre │2012 │pp. 59-67

ANÁLISIS DEL MITO DE EDIPO DESDE UNA PERSPECTIVA JUNGUIANA Enviado: 15/12/2011 │Aceptado: 21/05/2012

Autor: Lic. Rafael P. Díaz Guiñazú Institución: Universidad Nacional de San Luis. Email: [email protected]

RESUMEN El presente trabajo intenta abordar el mito de Edipo de Tebas desde la psicología analítica de Carl Gustav Jung. No se trata de especulaciones teóricas acerca del denominado, por la escuela psicoanalítica, complejo de Edipo, sino de descubrir el sentido de los elementos simbólicos del mito en sí mismo. Para ello se realiza, en primer lugar, un desarrollo del mito, destacando los elementos significativos que, a posteriori, serán material de examen. Luego, se analizan los símbolos del niño, el árbol, los pies, el padre, la madre, la ciudad, el anciano ciego, el príncipe, el rey, la hija, la espada, el incesto, la hibris, el oráculo de Delfos y la esfinge de Tebas; a la luz de los arquetipos de la Magna Mater, el puer aeternus, el héroe, el padre, el anciano sabio y el ánima, con la intención de arrojar luces sobre ciertos aspectos de la vida psíquica inconsciente. Se adopta como básica la concepción junguiana que concibe a lo inconsciente como responsable en la confección de los destinos humanos. Desde esta perspectiva la leyenda de Edipo no revelaría conflictos propios de la vida anímica infantil, sino de la mediana edad. Palabras claves: Edipo, esfinge, destino, inconsciente, arquetipo.

ABSTRACT This paper is an attempt to address the myth of Oedipus of Thebes from Carl Gustav Jung’s analytical psychology. This is not theoretical speculation about the so-called, by the school of psychoanalysis, the Oedipus complex, but to decipher the symbolic meaning of the myth itself. With this purpose first a development of the myth is made, highlighting significant elements which, afterwards will be a review material. Then, the symbols of the child, the tree, the feet, the parent, the city, the old blind man, the prince, the king's daughter, the sword, incest, the hibris, the oracle of Delphi, and the Sphinx of Thebes, are analyzed in the light of the archetypes of the Magna Mater, the puer aeternus, the hero, the father, the wise old man and the anima, with the intention of shedding light on certain aspects of the unconscious psychic life. The basic Jung’s conception that sees the unconscious as responsible for the preparation of Human destinies is adopted. From this perspective the Oedipus legend would not reveal conflicts involved in child mental life, but of middle age. Keywords: Oedipus, sphinx, destination, unconscious, archetype.

INTRODUCCIÓN Tal vez sea el de Edipo Rey el mito griego más destacado por la psicología, sobre todo por el psicoanálisis, en un intento de esclarecer algunos elementos fundamentales de la vida anímica del niño, dando lugar a un concepto central de la teoría freudiana: el “Complejo de Edipo”. Es así como todas las escuelas denominadas psicoanalíticas han tomado dicho complejo como algo Revista diálogos │Vol. 3│No. 2│Octubre│2012│ISSN: 1852-8481│

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central en el desarrollo del aparato psíquico, y distintos autores han realizado diversas lecturas de dicho complejo y del mito. La escuela junguiana no es, como muchos suponen, una escuela derivada del psicoanálisis, es, más bien, una ruptura con la escuela de Freud, tal vez la más fuerte junto con la de Alfred Adler. Ni siquiera corresponde el título que se le ha otorgado numerosas veces a Jung de haber sido el principal discípulo de Freud, pues quienes hemos estudiado la historia del movimiento junguiano comprendemos que a estos pensadores los unieron, en un momento histórico dado, interrogantes y objetivos comunes, mas sus tradiciones eran muy distintas y sus caminos también estaban destinados a serlo. Más influyentes que el médico vienés en la formación como psiquiatra de Jung fueron Flournoy, Janet y Bleuler. Fue así que Jung nunca tomó como algo primordial a dicho complejo, sin embargo, sí ubicó en su teoría como centrales a los denominados por él: complejo materno (en primer lugar) y complejo paterno. En este trabajo no presentaré una lectura acorde a los postulados del psicoanálisis sino a la psicología analítica1. Poco refirió Jung respecto a este mito, pero lo que ha escrito, personalmente, me ha resultado sumamente interesante. Su análisis (1982) se limita básicamente al simbolismo de la esfinge de Tebas, estudio que se circunscribe a no más de dos carillas. En este trabajo me propongo reactualizar, desde mi punto de vista, la lectura de Jung, tomando los más destacados elementos del mito, no sólo de Edipo de Tebas, sino también de la obra póstuma de Sófocles: “Edipo en Colono”. Por razones de honestidad intelectual, a lo largo de este trabajo, se diferenciará claramente lo que dijo Jung, de mis aportes personales al respecto. Comenzaré desarrollando brevemente la leyenda de Edipo Rey con la intención de recordársela al lector y de dejar señalados los elementos fundamentales, a mi entender, de esta tragedia. Luego proseguiré con el análisis de los símbolos y el sentido psicológico que los mismos tienen tomando como base el material que Jung nos ha legado a lo largo de su obra. La leyenda de Edipo La leyenda comienza en Delfos cuando Layo y Yocasta, reyes de la ciudad de Tebas, consultan al Oráculo para conocer qué les depara el destino. Apolo, a través de la Pitonisa, les advierte que no deberán tener al hijo que la mujer lleva en sus entrañas2 ya que éste asesinará a Layo y contraerá matrimonio con la reina. Por tal razón, al nacer el niño es entregado por el rey a un lacayo con la orden de darle muerte; este servidor lo lleva hasta el monte Citerón y al momento de matar a la criatura lo invade una terrible compasión, decidiendo atravesarle los pies y colgarlo, de los pies perforados, en un árbol en lo alto del monte, dejando así que el tiempo acabe con la criatura. Pero al parecer el destino ya había sido escrito y no hay voluntad humana que pueda torcerlo, todo intento por hacerlo, resulta ser el camino para su cumplimiento. El niño huérfano, sin nombre y sin hogar, es encontrado en las ramas del árbol por un pastor oriundo de Corinto, quien lo acoge en sus brazos y lo lleva ante su rey, Polibio, quien había contraído nupcias con Polibea. Los reyes, ante su incapacidad de concebir un hijo, deciden tomarlo en adopción y le otorgan el nombre de Edipo, que significa, “el de los pies hinchados”. Los años pasaron y Edipo fue creciendo hasta convertirse en un joven sobresaliente entre los demás, esto debido, según el criterio griego de aquel entonces, a su sangre real. Sin embargo, Polibea nunca aceptó contarle a Edipo su historia, tal vez por temor a perderlo, o porque le resultase doloroso al joven saber que sus orígenes posiblemente no correspondían a los de la realeza, pues desconocía cuales eran. Sin embargo, el pueblo sabía que Edipo era adoptado, y esto fue motivo de burlas por parte de sus amigos. A pesar de las constantes insistencias del joven, la 1

Nombre otorgado por Jung a su psicología para diferenciarla del psicoanálisis freudiano, posteriormente a la ruptura de 1913 entre la Asociación Psicoanalítica Internacional y la Asociación Psicoanalítica de Zurich. 2 No hay un consenso claro y definitivo si la advertencia es por el niño que están esperando o si les advierte que no deberán tener hijos.

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reina negó la verdad, por lo que Edipo se vio obligado a recurrir al Oráculo de Delfos a fin de saber la veracidad sobre sus orígenes, una decisión insensata e inmadura, pues el lenguaje de los dioses es misterioso como el de los sueños. La respuesta que recibe de la Sibila fue: “No vuelvas a tu patria por que asesinarás a tu padre y te casarás con tu madre, y tu prosperidad será odiada por los hombres”. Horrorizado, el ingenuo, decide no volver a Corinto, y tratando de torcer el destino se dirige hacia Atenas. En el camino se cruza con un anciano y cuatro sirvientes que de muy mala manera le exigen al despatriado hacerse a un lado, mas éstos no son modos de dirigirse a alguien que arrastra la nobleza en su sangre y el altanero orgullo de juventud, la hibris, en su espíritu. Desenfundando su espada, mata al viejo y a sus acompañantes, pudiendo escapar con vida sólo uno de los siervos del difunto Layo. Así es, el anciano era nada menos que su verdadero padre; el destino del hombre, forjado bajo la pluma de los dioses, comenzaba a cumplirse. Momentos terribles comenzaron a vivir los aldeanos de Tebas. Tal vez este servidor escapado del filo de la espada del joven Edipo dio la trágica noticia de que la ciudad había perdido a su rey por causa de un caminante desconocido. Creonte, hermano de Yocasta, debió sucederlo en el trono. Por esa misma época una terrible esfinge con cara, cabeza, manos y pechos de doncella, cuerpo de perro, voz de hombre, cola de serpiente, alas de pájaro y garras de león, se había instalado en la entrada de la ciudad, asediando con un acertijo a toda persona que quisiera entrar o salir de la ciudad, dejando a Tebas en una posición de completo aislamiento. Si el transeúnte no descifraba el enigma era aniquilado por el monstruo, pero si daba con la solución, liberaría a Tebas de la maldición del horripilante ser. Esta suerte en la que se encontraba la ciudad obligó a Creonte a dictaminar la ley que consistía en que aquel hombre que liberase a la ciudad de la esfinge sería proclamado rey, tomando por esposa a la hermosa Yocasta. Nuestro héroe, trashumante sin rumbo fijo, que había tomado el camino de Tebas, se encontró cara a cara con la espantosa esfinge que le advierte que para poder pasar deberá descifrar su acertijo, ella recita: “¿Cuál es el animal que en la mañana camina en cuatro patas, al medio día con dos y en el atardecer con tres, y es más débil cuanto más patas usa?”, a lo que Edipo responde: “El hombre”. Al parecer la respuesta fue la correcta, esto produjo la ira desesperada de la esfinge que decide arrojarse desde lo alto y darse muerte a sí misma. Edipo que ha liberado del tormento ocasionado por la espantosa criatura a la ciudad de Tebas es proclamado rey, tomando por esposa a su madre, dando así cumplimiento al segundo presagio del Oráculo. Durante varios años Edipo fue un gran gobernante aclamado y adorado por su pueblo; con Yocasta tuvo cuatro hijos, dos varones y dos mujeres, una de ellas Antígona. Pero tras varios años de bienestar florecieron las desgracias y Tebas se vio invadida por una terrible peste, por lo que Edipo ordenó a Creonte que se dirigiera a Delfos y consultara al Oráculo acerca de qué debían hacer para combatirla. Su tío y cuñado a la vez, trae el mensaje de Apolo que advierte que sólo será liberada la ciudad si se descubre al asesino de Layo y se lo expulsa. El rey, sin tener idea de lo que estaba por suceder acata inmediatamente el mensaje y comienzan las investigaciones. El anciano Tiresias, ciego, sabio y con el don de la adivinación, se dio cuenta de la verdad. Al ser interrogado por el monarca se negó a contestar, suplicó que no insistiera; pero el arrogante Edipo, consumido por la hibris, lo maltrató con dolorosas frases y Tiresias confesó: “Tú eres ese que estás buscando”. Edipo indignado lo insulta, niega tal posibilidad, mas Yocasta comprendió que la predicción de la pitonisa se había cumplido y se quitó la vida bajo el asfixiante abrazo yugular de la soga. Al ver esto Edipo entiende que son ciertas las palabras del adivino y con la punta de su espada se arranca los ojos; es destinado al destierro, el peor castigo para un griego, aunque Edipo en realidad siempre había sido un despatriado. Su querida hija Antígona lo acompaña a vagar por los caminos de Grecia, siendo el báculo y sostén, a partir del medio día de la vida, y en el atardecer de los días del anciano Edipo. Revista diálogos │Vol. 3│No. 2│Octubre│2012│ISSN: 1852-8481│

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ANÁLISIS DE LA LEYENDA Jung solía argumentar: “lo que no se hace consciente se hace destino”; esta frase será de un valor fundamental en nuestro análisis. El pensador helvecio sostenía con énfasis que es el inconsciente quien modela los destinos humanos; esta idea se destaca, por sobremanera, en su reciente obra póstuma: “El libro rojo – Liber Novus” (2010), donde habla de “el camino de lo venidero”. La forma de no ser tomados desprevenidos por lo que se está desarrollando en el alma humana, pero que aún no accede a la consciencia, es conectándose con lo inconsciente, comprendiendo lo que sucede en la psique y haciendo algo con ello. Edipo, no descifró el enigma de la esfinge, aunque su pequeño intelecto eso haya creído. El lenguaje de lo inconsciente es oracular y enigmático, esto se ve en una de sus más bellas formaciones: las imágenes oníricas, tan importantes en la psicología junguiana. Los personajes del mito intentan doblegar el destino en lugar de afrontarlo, por eso mismo, sin ser conscientes de ello, concretan su realización. A mi entender, el oráculo de Delfos es un representante de lo inconsciente que trae un enigmático mensaje del más allá de los márgenes de la conciencia, del mundo de Apolo, del Olimpo de los dioses (imagos y arquetipos), advirtiendo aquello que ha de suceder. Layo supone que la voluntad de poder, propia de la consciencia de los hombres, sobre todo del poderoso rey, es tan fuerte como para doblegar el deseo de los dioses, mas no sabe que el yo humano suele ser un títere de lo inconsciente y su voluntad suele estar al servicio de la voluntad de los arquetipos. Es así como Layo manda a matar al recién nacido. Este tema es muy recurrente en las mitologías; el padre desea matar al hijo por que es una ley de la vida que los hijos tomen el lugar que los padres deben ceder, mas éstos últimos suelen resistirse a dejar el sitio de poder que han sostenido durante mucho tiempo. Todo emperador deberá caer, o por su propia voluntad, o bajo el filo de la espada del que viene. Después del medio día de la vida comienza el descenso y se produce un cambio interior, si el hombre no está dispuesto a aceptarlo intentará sostenerse en el pasado y se petrificará en él, no avanzará junto a la vida, no querrá ceder su lugar y deberá perecer bajo la fuerza del más joven. Pensemos en los tres primordiales dioses griegos. Urano, unido con Gea, dieron origen a toda una raza de titanes, pero este dios detestaba a sus hijos y los arrojaba, apenas nacían, a las profundidades de la tierra, es decir, los devolvía al vientre materno, no los dejaba nacer. Uno de estos titanes, Cronos, logró sortear la suerte de sus hermanos y emasculó a su padre, quitándole el poder y liberando a su fraternidad. Cronos tuvo cinco hijos con Rea a los que devoraba por temor a padecer la misma suerte que su padre, pero al llegar al sexto, Rea, logra engañar al Titán y le entrega una piedra envuelta en un pañal que éste devora de una manera desaforada, y el pequeño dios, que recibió el nombre de Zeus, fue ocultado hasta que maduró como para desatar la batalla contra su padre y destronarlo enviando, nuevamente, al mundo subterráneo a la raza de los titanes. Ulises u Odiseo, según la tradición, sufrió la misma suerte. Luego de volver de la isla de Calipso y afrontar todas las dificultades de su viaje, con la ayuda de su hijo Telémaco, logra retornar al trono vacío, dando muerte a todos los pretendientes de su esposa Penélope. Reinó justa y tranquilamente durante muchos años; mas llegado el momento se negó a ceder el trono y debió morir por la voluntad del propio Telémaco. También Herodes mandó a matar a todos los niños cuando se enteró de la anunciación del nuevo Mesías que derribaría al poder Romano. Este sangriento hecho evidencia la repetición de este tema arquetípico que modela los destinos humanos y a lo que Layo quiso oponerse, es decir, a ser derrocado por su propio hijo. El niño es colgado de los pies perforados en las ramas de un árbol. Este símbolo es uno de los elementos del mito que condensa el meollo de la tragedia. Personalmente he notado, a través del estudio los mitos y leyendas, que a nivel arquetípico los pies simbolizan el “destino”, por ser quienes llevan al hombre a transitar su camino de vida. Según Vicente Rubino (1994) los pies 62

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simbolizan el alma, porque son los que sostienen al cuerpo. Desde la psicología de Jung el término “imagen del alma”, corresponde a los arquetipos de anima y animus, que son personificaciones de lo inconsciente colectivo, por lo tanto hablar de alma es hablar de inconsciente; es de lo inconsciente de donde parte la energía psíquica, la libido, que es la energía vital que animiza al cuerpo material. Si decimos que es lo inconsciente quien modela los destinos humanos, entonces, la lectura de Rubino y mi punto de vista se complementan amplificando la comprensión del símbolo. Los pies perforados, sangrientos, lastimados, simbolizan el trágico y doloroso destino que le espera al niño en el tránsito de su vida, un destino que ya estaba predeterminado por el alma. Pero además de los pies aparece otro símbolo: el árbol. Tanto Jung (1982) como Freud (1979), hablaron del árbol y la madera como símbolos maternos. Para Jung el incesto es símbolo del retorno a la fuente originaria de vida, al inconsciente colectivo, al vientre materno. El simbolismo del incesto evoca la penetración en la madre, en la materia oscura de lo inconsciente, para renacer transformado o quedar trágicamente atrapado en sus entrañas, en el caos y la locura de las sombras. El niño lastimado en las ramas del árbol anticipa lo que ha de suceder: Edipo retornará a los brazos de su madre y esa experiencia será muy dolorosa. La unión con Yocasta no es una realidad material, es un símbolo de una etapa del proceso de individuación3, es una realidad psíquica que el héroe debe atravesar para crecer, y como ya veremos, así lo logra. En la tradición hebrea este símbolo también está presente: Set, tercer hijo de Adán y Eva, es enviado al paraíso terrenal y logra ver a un niño radiante sostenido en las ramas del árbol del que sus padres comieron los frutos, que constituye un símbolo de lo que sucederá, la venida del segundo Adán (Cristo) que redimirá el pecado del primero. Sabemos que la historia prosigue con la adopción del puer4 de manos de Polibio y Peribea. Por dudas acerca de su verdadero origen Edipo decide consultar al Oráculo, quien le presagia lo que ha de suceder, y por ignorancia resuelve no volver a Corinto, cruzándose en su camino a Layo y acabando con la vida del anciano. Nuevamente aparece la muerte del padre como tema arquetípico, la que se desata por ordenar al hijo que se salga de su camino. Layo muere por no hacerse a un lado, por no entender que su hora ha llegado y debe dar un lugar a los que vienen tras de él; la fuerza de la juventud en Layo se ha extinguido pero no su arrogancia; por no querer abandonar el poder de la juventud y encaminarse a la calma de la madurez y a la sabiduría de la vejez que se alcanza tras el desprendimiento y el abandono de lo que ha sido. Por el contrario, Layo quedó petrificado en el pasado, muerto, inerte, como quien volvió su mirada hacia atrás y se encontró con los ojos de la Gorgona Medusa. Hasta el momento he dado mi particular punto de vista del mito, basándome en la modalidad que Jung nos ha legado como medio para aventurarnos en el abordaje y comprensión de aquello que los símbolos nos intentan decir. Ahora expondré la idea que planteó Jung (1982) acerca del simbolismo de la Esfinge de Tebas. Según el psiquiatra Helvecio, Edipo no descifra el enigma, sino que es engañado por la Esfinge y por su propio intelecto. Lo que le dice la siniestra criatura es más bien una distracción, el verdadero acertijo que Edipo no logra comprender es la esfinge misma. Ésta, como imagen teriomórfica, es un representante de lo inconsciente y del destino que se avecina al pretender entrar a Tebas, es decir, el incesto. Tal como en un sueño, Edipo debió develar el sentido del símbolo que se presenta y no quedarse tan sólo con lo manifestado por la extraña imagen, manifestación que también es importante y tiene sentido en relación al todo, pero que si se toma aislada es sólo una parte de ese todo que fragmenta y parcializa al símbolo 3

Proceso de camino interior, en el que consciente e inconsciente se integran, provocando el fenómeno de la transmutación psíquica, en el que el hombre se encuentra con lo más íntimo de sí mismo. Es un proceso ya que es un recorrido a través de lo inconsciente (individual y colectivo), implicando una integración del mismo a la consciencia y una transformación personal. 4 El niño. Revista diálogos │Vol. 3│No. 2│Octubre│2012│ISSN: 1852-8481│

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distorsionando la comprensión y el significado del mismo. Lo que la esfinge le dice es lo que manifiesta y no lo que ella misma simboliza, a saber, el incesto. Si atendemos a la genealogía de la esfinge, descubriremos que la misma es hija de la Equidna, la que a su vez era hija de Gea, la madre universal, la tierra, y de Tártaro, la personificación del mundo subterráneo, del infierno de los griegos5. Equidna, constituida por estos dos principios opuestos era, de la cintura para arriba, una atractiva doncella, y de la cintura para abajo, una espantosa serpiente. En la Equidna se ven las dos caras del arquetipo de la gran madre: la madre nutricia, hermosa y fértil por un lado, y el la madre devoradora, terrible, captora y monstruosa por el otro. Equidna es la madre de todos los horrores, ella dio a luz a la Quimera, la Escila, la Gorgona, el Cerbero, el león de Nemea al que Hércules robó la piel; también es madre del águila que devoraba todos los días el hígado de Prometeo, de una serie de dragones y del horrible perro del monstruoso Gerión, Ortro. Es con su hijo Ortro que Equidna engendra a la Esfinge de Tebas; esto quiere decir que la Esfinge es el resultado del incesto entre la madre y el hijo varón, su naturaleza es incestuosa; ella misma es símbolo del incesto inminente que Edipo no logra advertir. A su vez es símbolo de la madre terrible, la madre incestuosa, el inconsciente colectivo, que anuncia lo que ha de suceder. Por no tomar consciencia de ello, Edipo hace de lo inconsciente su destino. Él no supo que el sólo intelecto no alcanza para afrontar las fuerzas de lo inconsciente, y así lo dice Jung refiriéndose a Edipo: “No sabía que el ingenio del hombre nunca será suficiente para el enigma de la esfinge.” Más allá de la esfinge de Tebas Ahora bien, hasta aquí llega el análisis de Jung sobre el simbolismo de la Esfinge que anuncia lo que está por suceder; ahora continuaré con mi personal interpretación del mito basada, insisto, en una lectura propia y acorde a los postulados de la escuela junguiana. Creyendo haber vencido a la esfinge Edipo ingresa a Tebas. El hecho que el monstruo se dé muerte y, por tanto, deba ir a parar a las profundidades del Tártaro, es un símbolo de la represión; lo que anunció la hija de Ortro no se comprendió, no fue integrado a la consciencia de Edipo, se lo envió nuevamente a lo inconsciente y el destino se cumplió; de haber tomado consciencia podría haberlo evitado o aceptarlo y afrontarlo como una etapa de la vida necesaria para madurar. Edipo se convierte en rey de Tebas, ya llevaba en su sangre el serlo, y se une en matrimonio a Yocasta. Se desata la peste tras largos años de calma, pues la bestia reprimida anuncia su retorno. Creonte consulta a la Pitonisa que le advierte que deberá ser expulsado el asesino de Layo, sólo un anciano adivino y ciego es el que descubre la verdad, Tiresias. Este personaje representa el arquetipo del viejo sabio, el conocimiento superior derivado de la integración de lo inconsciente a la consciencia que está más allá del puro intelecto que es sólo un aspecto del logos del anciano. Su sabiduría proviene de la emoción, de la intuición, del pensar, del percibir, de todas estas funciones integradas, de la experiencia de vida y de la experiencia interior; es la ampliación de la consciencia que se alcanza en la vejez; su contracara, su lado oscuro es el senex, la ancianidad ligada a la decrepitud, la enfermedad, la locura y la muerte. Según el libro tercero de las Metamorfosis de Ovidio, Tiresias fue un hombre que un buen (o mal) día transitaba por un boscoso camino y encontró a su paso a dos serpientes unidas en cópula; con picardía infantil decidió separarlas y en el acto el hombre se transformó en mujer, pero la metamorfosis no sólo fue en cuerpo sino también en alma, es decir, psíquicamente pasó a funcionar como mujer. Varios años después Tiresias volvió a cruzarse con las mismas serpientes en cópula y decidió separarlas con la finalidad de volverse hombre nuevamente y así sucedió. Cierta vez, en el Olimpo, Júpiter y Juno (Zeus y Hera), alegres por el néctar divino, discutían acerca de 5

El mundo de Hades se dividía en dos partes: un sitio tranquilo al que entraban las almas de los justos y una prisión tortuosa, el Tártaro, custodiada por el cerbero a la que eran destinadas las almas injustas, sometidas al castigo eterno y a convivir con los horrores y las monstruosidades mitológicas.

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quién recibía más placer en el acto carnal, si el hombre o la mujer. Como no lograban ponerse de acuerdo, ya que Júpiter apostaba por la mujer y Juno por el hombre, decidieron consultar a Tiresias que había sido ambas cosas. Tiresias un poco afligido, ya que no es algo grato ser llamado por un superior de tan alto rango y no saber el motivo, se presenta ante las divinidades quienes le comentan la discusión y lo que cada uno opinaba. Tiresias no deseaba contradecir a ninguno pero debía responder; para no ser demasiado evidente en su confesión decide expresarse así: “De diez partes que tiene el amor, la mujer se lleva nueve”. Júpiter se alegra de su triunfo pero su esposa se indigna, no porque Tiresias le haya dado la razón a su esposo-hermano, sino por que dejó a la luz que lo femenino del alma es más amplio que lo masculino, poniendo así a la diosa en evidencia, siendo que ella era discreta en el uso de sus facultades, siempre dejando que su marido se creyera superior. Furiosa le quita la vista a Tiresias, quien reclama a Júpiter, ya que, a pesar de darle la razón al dios, éste permite que lo castiguen. Júpiter para compensar, dado que no puede anular la decisión tomada por su mujer, le otorga el don de la adivinación, convirtiéndolo en un anciano sabio. La ceguera, arquetípicamente, representa la sabiduría; el ciego es aquel que no ve con los ojos de un mortal común. En la India también aparece este tema arquetípico. Un día Shiva se encuentra sentado en el Himalaya simplemente contemplando; Parvati, su esposa, se le arrima por detrás y en modo de juego le tapa con sus manos los ojos al dios y el resultado fue catastrófico, el mundo se oscureció de golpe y la vida peligró con extinguirse, por lo que, inmediatamente, surgió un ojo de fuego del centro de la frente de Shiva que volvió a iluminar y salvó la vida en la tierra, aunque quemó todo lo que estaba a su alrededor y por eso el Himalaya es seco de vegetación en lo alto. Ese tercer ojo es la visión del alma, la iluminación, el surgimiento de una consciencia superior nacida de las sombras, producto del hombre que ha bajado al inframundo (inconsciente) y retorna de él transformado, con un saber que pertenece al más allá de los dominios del yo individual. El hecho de retornar a Tebas y a los terrenos de la madre simboliza una etapa en el recorrido del proceso de individuación. El arquetipo de la Gran Madre representa el inconsciente colectivo y profundo, es la matriz de donde surge la energía psíquica y vital, y a partir de la cual nacerá el yo y el sujeto de la consciencia. La primera mitad de la vida es nacimiento y crecimiento, progreso, conquista, fuerza y vitalidad; el hombre se despliega en el mundo externo, con el orgullo, muchas veces omnipotente, de la juventud, intentando obtener logros, bienes y una ubicación social para desarrollarse en el mundo exterior. Pero a partir del medio día de la vida comienza el descenso, pues la fortaleza y la vitalidad merman, y el camino ya no es el cenit sino el atardecer y la muerte, cuando la energía psíquica necesita encontrar otro camino para poder afrontar estos cambios y reubicarse en ese mundo exterior que ya no satisface al espíritu. A quien no inició en su juventud un encuentro consigo mismo, una exploración de su propio inconsciente, la vida le exigirá en su adultez avanzada que emerjan las fuerzas psíquicas inconscientes, aunque el hombre no sea del todo consciente que este proceso está sucediendo. Resulta imprescindible darle importancia al mundo interior que se ha vuelto un desierto por descuido; a partir de ahora el hombre debe cultivarlo, su visión sobre el mundo, sobre la vida y los hombres cambia, y esto se debe, según Jung, a que se da una inversión en la disposición psíquica dominante. Lo que hasta ayer estuvo delegado a las sombras, en el presente regresa transformando la visión del hombre. Si el hombre no comienza por aceptar el camino a la vejez no podrá encontrar toda esta vida anímica y profunda que desea retornar, nacer. El incesto en este sentido, el ingreso a Tebas, es el reencuentro con lo inconsciente profundo del cual surgirá el nuevo hombre transformado. En la segunda mitad de la vida lo que nace es el hombre espiritual, es el saber arquetípico que mora en lo inconsciente, que está mucho más allá de la comprensión intelectual, es una transformación psíquica integral y de mayor ampliación de la Revista diálogos │Vol. 3│No. 2│Octubre│2012│ISSN: 1852-8481│

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consciencia; esta metamorfosis no se circunscribe al entendimiento de la pura razón sino que es del orden de lo vivencial. Lo recién expuesto explica el simbolismo del anciano ciego. La presencia de Tiresias le muestra a Edipo el destino que le aguarda; él mismo está en camino de iniciar la transformación hacia el anciano sabio, por tal razón debe arrancarse los ojos con la punta de su espada. El simbolismo de la espada es amplio; nosotros lo tomaremos en su sentido fálico, es decir, como la energía psíquica masculina fecundadora. Lo masculino-fálico, en sentido de la psicología junguiana, tiene que ver con el logos cuya función dominante es el intelecto, que es tajante, que permite hacer una escisión y separar los elementos para ver con claridad, que pone un freno a las pasiones, que impone un corte y una ley ordenadora. Edipo fue traicionado por su intelecto; a través de él supuso vencer a la esfinge, fue su intelecto el que no lo dejó ver con claridad que el verdadero enigma era la esfinge misma, pues la lógica no es suficiente para enfrentarse a lo inconsciente. Así como lo masculino es logos, lo femenino es eros: pasión, sensibilidad e intuición lo caracterizan. Edipo se verá obligado al destierro y a transitar por el desierto y lo desconocido, acompañado de una figura femenina, de su hija Antígona. La expulsión de Edipo de Tebas adopta un sentido confuso: se podría interpretar como el regreso desde lo inconsciente profundo, una liberación de los dominios de la madre terrible; sin embargo, Edipo logra librarse de la madre terrible, pero no por retornar a la consciencia y desplazar su libido hacia el mundo exterior sin más, sino porque ha tomado consciencia del arquetipo, del lugar donde él se encontraba. El destierro simboliza un mayor hundimiento en los terrenos de la Gran Madre, en lo inconsciente colectivo, sólo que esta vez Edipo es consciente de ello. Ha sido arrojado al terrible desierto de su mundo interior que no ha cultivado aún; su tarea ahora es vagar por los desconocidos rincones de su alma y obtener sabiduría de ello. Su intelecto deberá ceder la supremacía a las funciones secundarias propias del ánima6 resultando de ello una mayor integración psíquica y una profunda transformación; es por esta razón que el vagabundo Edipo se apoyará y se entregará a lo femenino (Antígona) y no como hizo el rey que, sin saber que estaba preso en los dominios del ánima (representada por Yocasta, la Gran Madre), creía gobernar desde su ciega arrogancia masculina. Edipo realiza el proceso de individuación, pues en la segunda mitad de su vida logra, en su pobreza material y el destierro, riqueza espiritual y librarse de los límites que establecen los hombres a las naciones y de los intereses mezquinos de los ciudadanos; Zeus le otorga un lugar de privilegio en el Olimpo, algo no permitido a un mortal. CONCLUSIÓN Desde el punto de vista de la psicología junguiana la leyenda de Edipo está relacionada, no a la vida anímica infantil, sino a lo propio de la psicología de la mediana edad, el ingreso a la madurez producido por la caída del arquetipo del héroe, y la transición a la vejez, destacándose la importancia de recuperar aquello que, durante la primera mitad de la vida, ha sido confinado a la oscuridad de lo inconsciente.

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“Todo hombre lleva la imagen de la mujer desde siempre en sí, no la imagen de esta mujer determinada, sino de una mujer indeterminada. Esta imagen es, en el fondo, un patrimonio inconsciente, que proviene de los tiempos primitivos y, grabada en el sistema vivo, constituye un (Arquetipo) de todas las experiencias de la serie de antepasados de naturaleza femenina, un sedimento de todas las impresiones de mujeres, un sistema de adaptación psíquica heredado (…). Lo mismo vale para la mujer, también ella tiene una imagen innata del hombre (…). Dado que esta imagen es inconsciente, se proyecta siempre en modo inconsciente en la figura amada y es una de las razones principales de la atracción pasional y su antagónico”. (JUNG, C. G., 1962; Recuerdos, sueños, pensamientos, Barcelona, Ed. Seix Barral, 1999, p. 471).

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ANÁLISIS DEL MITO DE EDIPO DESDE UNA PERSPECTIVA JUNGUIANA

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