Buroway, Dos Métodos en Pos de La Ciencia, Skocpol Versus Trotski

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TRAMA Editorial La Identid ad N acional

A nthony D . S m ith

180pdginas

2.450ptas. (I.V.A. incluido)

■■AI fin a l del segundo milenio la identidad nacio­ nal c o n tin u a s ie n d o parte fundamental de nuestra vida nodal y politica, y origen a la vez de comunion y conPlicto», senala el autor en el prologo a esta cdicioii (\ sp a n ola . Por tanto, entender los fu n d a mentos do la lealtad a la nacion, que es uno de los e le m e n to H Im.sicos de division de nuestro mundo h a b ita d o , en u n a d e las claves para el futuro de la especic humana. A1 estudio de los elementos que conforman las identidades nacionales y las formas en las que 6staH surgeii se dedica Anthony D. Smith en este trabajo. En el aborda clara y equilibradamente cuestiones como las relaciones entre grupo etni-co y nacion, las rafces de las naciones, las clases de nacionalismos y sus estrategias de creaci6n de la nacion y las ilustra con numerosos ejemplos. Por ultimo, se ocupa de los desafios actuales a la identidad nacional y las posibilidades de su superacion. Anthony D. Smith es Catedratico de Sociologia en la London School of Economics and Political Science de la Universidad de Londres, en Gran Bretana. Actualmente es uno de los directores de la revista Nations and Nationalism. Entre sus publicaciones mas destacadas se encuentran Theories o f Nationalism (1971), Nationalism in the Twentieth Century (1979), State and Nation in the Third World (1983) y The Ethnic Origins o f Nations (1986).

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Dos metodos en pos de la ciencia: Skocpol versus Trotski Michael Burawoy

«L a metodologfa solo puede ofrecernos una comprension reflexiva de los medios que han demostrado su valor en la practica elevandolos al nivel de la consciencia explfcita; no es la metodologia una precondicion del trabajo intelectual fructffero mas de lo que el conocimiento de la anatomi'a es precondicion del caminar “ correctamente” . Si el trabajo m etodologico — y esa es naturalmente su intention— puede en algun momento servir directamente a la practica del historiador, es de hecho permitiendole escapar de una vez por todas del peligro de ser sojuzgado por un diletantismo filosoficamente em bellecido.» M ax W

eber

I ;i sociologfa ha basado sus credenciales cientfficas en la imita­ tion del metodo de las ciencias fisicas tal y como este ha sido enicndido por los filosofos. Los principios reguladores tales como I si-i iln la primera y mas cruda version de este ensayo en el otofio de 1985 para mi scminario de doctorado. Pronto Kyoung Cho, Linda Blum, Vedat Milor, Gay '.ridmnn, Louise Jezierski y Brian Powers lo recibieron con perplejidad, con Trotski y Skocpol? Tanto uno como otra introducen una ••idea unificadora, simple, nueva y potente». Skocpol propone 1’ Del mismo modo que este artfculo no tiene que ver con las revoluciones mu liilcs per se, tampoco esta pensado como una defensa del marxismo. Se trata ■I* una discusion de dos metodologias que no se encuentran necesariamente uni*In*, a ningun marco teorico en particular. Por consiguiente, he asociado las teon.r. ilc Trotski a la metodolpgm ,de. los programas .de investigacion y no a las iHi'seripciones metodologicas delpropio Marx. La metodologia de los programas ilc investigacion ha dado forma tambien a algunas recientes reconstrucciones del Imii ionalismo estructural” . Vease, por ejemplo, Jeffrey Alexander, Positivism, I'n suppositions, and Current Controversies (Berkeley: University o f California, l‘»i The Modern Reconstruction o f Classical Thought (Berkeley: University of I .ililornia, 1983); «The Centrality o f the Classics®, en Anthony Giddens y JonatImu Turner (comps.), Social Theory Today (Londres: Basil Blackwell, 1987), pp. II >/ |/,(i teoria social hoy, Madrid: Alianza, 1990], Estas reconstrucciones no sir u m i strictamente a Lakatos en la medida que hacen poco hincapie en el desculuiiinenlo y la corroboraeion de nuevos hechos. 1’ ( 'onjectures and Refutations (Londres: Routledge and Kegan Paul, 1963), l>|i 240-243.

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que las revoluciones triunfantes tienen lugar como resultado de circunstancias estruct unties mientras que Trotski elabora sus teorfas del desarrollo desigual y combinado y de la revolution permanente para explicar las causas y los resultados de diferentes revoluciones. Pero, ^son sus teorfas “ independientemente verificables” y “ pasan algun test nuevo y severo” ? Skocpol, como tratare de mostrar, se resiste a la prediction de nuevos fenomenos y evita, por consiguiente, el desaffo de los tests severos, mientras que Trotski, en 1906, predijo correctamente tanto el estallido como la salida de la Revolution rusa, si bien se equivoco en sus expectativas sobre la revolution en Occidente. Con respecto a los criterios de Popper sobre el avance cientffico, Trotski sobrepasa a Skocpol. Elio resulta particularmente sorprendente ya que — en contraste con el distanciamiento de Skocpol, con sus aspiraciones cientfficas y sus pretensiones de ser leal a las “ pautas historicas” — Trotski, en tanto que participante y dirigente en los sucesos que el mismo analjza,(|echa por tierra todas las normas de la objetividad positivista^No persigue la “ imparcialidad tramposa” del historiador que «se quedarfa de pie sobre la muralla de una ciudad asediada y contemplarfa al mismo tiempo a los sitiadores y a los sitiados»14. La pregunta, entonces, debe ser planteada: /Por que deberfa la una haberse quedado corta y el otro haber conseguido satisfacer los criterios segundo y tercero de Popper? Una respuesta serfa que el innato genio de Trotski habrfa de permitirle asomar su cabeza y sus hombros por encima de todos nosotros, incluso por encima de Theda Skocpol. Pero esta respuesta no es de gran ayuda: hay metodo incluso en el genio. Una segunda respuesta, la principal rival de la respuesta ofrecida en este artfculo, es que la ejecucion del metodo, mas que el metodo mismo, es la fuente de las diferencias. Esta vision tiene dos variantes. Uno podrfa argumentar, como lo ha hecho Stinchcombe, que solo hay un metodo verdadero, el de induction, y que Trotski lo ejecuta mejor que Skocpol15. O uno podrfa argumentar que hay de hecho dos metodos pero que Trotski sigue el suyo con mas tino del que tiene Skocpol siguiendo

14 Trotski, The History o f the Russian Revolution (Londres: Pluto Press, 1977 [1933]), p. 21 [Historia de la revolution rusa, Paris: Ruedo Iberico, 1972]. 15 Theoretical Methods in Social History (Nueva Y ork: Academic Press, 1978).

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cl suyo. Pues bien, en este artfculo espero demostrar lo contrario. 1,11 primer lugar, que hay de hecho dos metodologfas que tienen miplicaciones diferentes para el desarrollo de la ciencia. En segundo lugar, que Skocpol aplica los canones de Mill con habilidad consumada hasta que este metodo colapsa, mientras que Trotski, i n momentos decisivos, se desvfa de la metodologfa del programa lie investigation. En otras palabras, ninguno de los dos sigue un linico metodo de manera consistente — como tratare de mostrar, .ilortunadamente para Skocpol y desafortunadamente para Trots­ ki. Skocpol se eleva p o r encima de su metodo mientras que Trotski vc hunde p o r debajo del suyo, y sin embargo Trotski consigue el mayor avance cientifico subrayando asi la superioridad de los proy,ramas de investigacidn sobre la induction. Las inherentes limitaciones de los canones de induction de Mill forzaron a Skocpol a violar sus principios en momentos cruciales. Sin embargo, en la medida en que Skocpol sigue de hecho cl metodo de Mill, su trabajo tiende a resentirse. En primer lu­ nar, cl metodo de induction le niega la posibilidad de demostrar la Icorfa que ella pretende estar demostrando. En segundo lu­ nar, lejos de ser un algoritmo neutral para derivar teorfas de los hechos, el m etodo de induction genera teorfas independientes ilc los hechos. En tercer lugar, el metodo de induction protege ilc la falsacion y de la competition de otras teorfas a la teorfa 11 tie el mismo genera. Dos asunciones metodologicas de la inducnuii l'omentan este estado de cosas. Las asunciones son, senalailamente, que en el ultimo analisis los hechos (pautas historicas) .mi incontrovertibles y que, ademas, convergen siempre hacia una linica teorfa. Finalmente, si el metodo inductivo incorpora una conception de una historia verdadera, tambien tiende hacia una historia del pasado que resulta discontinua con el presente. Se ( rata de una historia que pretende ubicar al historiador fuera ilc la historia. En otras palabras, tratare de mostrar que la apovalura de Skocpol en los hechos resulta ser una apoyatura en el metodo que acaba separandola de los hechos. Todo ello inhibe la prediction de nuevos fenomenos. Que Skocpol fuera todavfa ■apaz de desarrollar tan potente teorfa de las revoluciones es mas bien un tributo a su imagination macrosociologica que pudo .u m lar los metodos de Mill en momentos cruciales. I ,a fuerza de Trotski, de otro lado, se encuentra en su implfi iin eompromiso con la metodologfa de los programas de inves-

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tigacion. Su toma de tierra se encuentra en un programa de in­ vestigacion marxista que el mismo elabora a la luz de las anomalfas, conduciendole a formular predicciones, algunas de las cuales se ven confirmadas y otras refutadas. Pero la refutation no conduce al rechazo del programa de investigacion marxista sino a la construction de nuevas teorfas sobre los mismos cimientos marxistas. Mediante el rechazo de las anomalfas, la historia fuerza la constante reconstruction del marxismo, lo que conduce, a su vez, a la reconstruction de la propia historia, pero tambien de los futures posibles. Bajo esta conception, el historiador se en­ cuentra siempre inmerso en la historia, atrapado entre el future y el pasado, y entrando en dialogo con una tradition de investi­ gacion en desarrollo sobre las potencialidades del mundo circundante. A llf donde Trotski no consigue satisfacer la metodologfa del programa de investigacion, ello sucede en detrimento de su analisis. Su insistencia en el caracter revolucionario de la clase obrera occidental es el caso mas sorprendente de “ exclusion de excepciones” — la negativa a reconocer un contraejemplo g lo ­ bal— y ciertamente limito sus contribuciones al programa de in­ vestigacion marxista. En resumen, Trotski satisface mejor que Skocpol los criterios de Popper porque la metodologfa modal del primero es la del programa de investigacion, mientras que la metodologfa de la segunda es la inductiva. El analisis de Skocpol brilla cuando la autora repudia los canones de induccion de M ill y palidece cuan­ do los incorpora, igual que el marxismo de Trotski prospera cuando este se adhiere a la metodologfa de los programas de in­ vestigation pero retrocede cuando el autor se aparta de sus lfneas maestras. A l hacer hincapie, por tanto, en los rasgos inductivistas de States and Social Revolutions y en los rasgos que acercan Balance y perspectivas a las directrices del programa de investigacion — como debo hacer para poner en pie mi argumento— inevitablemente presenta a Skocpol bajo una luz mas tenue y a Trotski bajo una luz mas brillante de lo que estarfa justificado en el caso de una evaluation conjunta de sus respectivas obras. El analisis que sigue es una conjetura que pide refutation. Pide, esto es, una explication alternativa del exito relativo de Trotski. Para facilitar tal refutation he organizado este artfculo de manera que sus postulados generates queden bien a la luz. La primera parte examina el trabajo de Skocpol, principalmente

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Slates and Social Revolutions, y la segunda parte examina cl Ira bajo de Trotski, principalmente Balance y perspectivas. Las dos obras son contrastadas en terminos de siete antinomias que han sido disenadas para poner de relieve los siguientes aspectos. En primer lugar, el contexto del descubrimiento, donde examinamos como la metodologfa da forma a la teorfa (induction versus deduction, historia sin movimiento versus “ historia que no se re|iite” , factores causales versus procesos causales). En segundo lugar, ponemos de relieve el contexto de la justification, en don­ de examino como son validadas las teorfas (infalsabilidad versus lalsabilidad, ausencia de predicciones versus predicciones). Consideramos finalmente el contexto del cientffico, en donde exami­ no como la metodologfa situa al cientffico con relation al mundo que esta siendo estudiado (historia del pasado versus historia del I'uturo, situarse fuera de la historia versus estar en el centro de la historia)16.

THEDA SKOCPOL

I.

E l metodo de induction

Inscribe Skocpol que el analisis historico comparativo posee «un largo y distinguido pedigree en las ciencias sociales. Su logica fue explfcitamente establecida por John Stuart M ill en su obra A System o f L o g ic » xl.

16 Mis criticos protestan porque solo me ocupo de un unico ejemplo de cada metodologfa y no he demostrado, por consiguiente, mis postulados sobre las consecuencias que se siguen de la adopcion de diferentes metodologfas. Indudablemente, este artfculo resultarfa mucho mas persuasivo si se incorporasen otros casos a la discusion. Sin embargo, incluso si el espacio no fuera un problema, encontrar los casos adecuados no es facil. Para poder aislar los efectos de la meto­ dologfa, cada caso deberfa, en la mayor medida posible, ser metodologicamente puro y postular la misma teorfa. Estas fueron precisamente las razones que me condujeron a Skocpol y a Trotski. Aunque estos ejemplos no son perfectos, podrfa ser muy diffcil encontrar casos mejores. 17 States and Social Revolutions, p. 36. Vease tambien Theda Skocpol y Mar­ garet Sommers, «T h e Uses o f Comparative History in Macrosocial Inquiry*, en Comparative Studies in Society and History, vol. 22, num. 2,1980, pp. 174-197; asf como Theda Skocpol (comp.), Vision and Method in Historical Sociology (Cam­ bridge: Cambridge University Press, 1984), cap. 11.

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U no trata, basicamente, de establecer asociaciones validas de causas potenciales con el fenomeno que uno trata de explicar. Hay dos modos principales de proceder. Primero, uno puede tratar de establecer que varios casos que tienen en comun el fenomeno que uno trata de expli­ car, tienen tambien en comun un conjunto de factores causales, aunque estos casos varfan en otros sentidos que podrian haber parecido causalmente relevantes. Esta aproximacion es la que M ill llamo el “ metodo del acuerdo” . Segundo, uno puede contrastar los casos en los que el fe ­ nomeno por explicar y las causas contempladas por las hipotesis estan presentes con otros casos en los que tanto el fenomeno como las causas se encuentran ausentes, pero que por lo demas resultan lo mas similares posibles a los casos positivos. Este procedimiento es el que M ill etiqueto como “ metodo de la diferencia” 18.

Skocpol aplica estos dos principios al descubrimiento de «la logica generalizable que se encuentra en funcionamiento en todo el conjunto de las revoluciones en discusion» 19. Define la

\

18 Ibid., p. 36. 19 Ibid., p. 6. Charles Ragin y David Zaret postulan que el metodo de W eber de la explication gen6tica en busqueda de trayectorias historicas particulares es «n o menos evidente en el trabajo de Bendix y de Skocpol» («Theory and M et­ hod in Comparative Research: Tw o Strategies*, en Social Forces, num. 61 [1983], p. 746). Contrariamente a las concepciones de la propia Skocpol sobre lo que ella misma hace, Ragin y Zaret plantean que la adoption por parte de Skocpol de los metodos de Mill no se encuentra orientada hacia la busqueda de explicaciones genericas caracterfsticas de los analisis estadfsticos. En lo que sigue mostrare, por el contrario, que Skocpol si trata de mimetizar las estrategias estadfsticas de comparacion, y que lo hace con las adversas consecuencias que Ragin y Zaret anticipan. N o en vano, la evaluaci6n de estos ultimos refleja una tension real en el libro de Skocpol. Sigo aqui la identification de Elizabeth Nichols del analisis genetico o “ coyuntural” que se encuentra latente por debajo de la reduccion que opera Skocpol de todas las revoluciones a la suma de revuelta campesina y presion internacional sobre el Estado («Skocpol on Revolution: Comparati­ ve Analysis versus Historical Conjuncture*, en Comparative Social Research, vol. 9,1986, pp. 163-186). Skocpol explica estos dos factores como emergentes de una constelacion de fuerzas que es particular a cada revolution, un modo de explica­ tion que nada tiene que ver con los canones de induccion de Mill. En su replica a Nichols, Skocpol rehusa reconocer la distincion de Weber, siguiendo a Rickert, entre las ciencias culturales generalizadoras y particularizantes. Skocpol entiende incorrectamente la critica de Nichols, como si Nichols la hubiera acusado de haber hecho una aplicacion defectuosa de los canones de Mill, cuando lo que N i­ chols apuntaba en la obra de Skocpol era la cohabitation de estos canones con un metodo diferente. Skocpol parece tan atrapada dentro de una notion de causalidad lineal en la que cada factor debe hacer la misma contribution causal a cada revolution, que se vuelve ciega con respecto a su propio uso subterraneo de

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revolution social como «la coincidencia de un cambio societal (■structural con agitaciones de clase;y la coincidencia de la trans­ formation polftica y socia l»2i). Para los propositos de su analisis do las revoluciones clasicas en Francia, China y Rusia, Skocpol reduce las revoluciones sociales a dos componentes: la crisis polilica y la revuelta campesina. Skocpol comienza con el examen de los factores comunes 11 ue dieron lugar a las crisis polfticas en Francia y China: I as crisis revolucionarias afloraron tanto en Francia como en China porque los viejos regi'menes se vieron expuestos a inusitadas presiones de las naciones mas desarrolladas en el exterior, y porque aquellas presioiics condujeron a conflictos politicos internos entre las autoridades autoi laiicas y las clases dominantes [...]. Los intentos autocraticos de introtludr reformas modernizadoras desde arriba en Francia y en China [...] ilcsencadenaron la resistencia polftica concertada de fuerzas bien orgam/adas de la clase dominante. A su vez, ya que estas fuerzas posei'an inllucncia dentro de las maquinarias formalmente centralizadas de los eslailos monarquicos, su resistencia desorganizo aquellas maquinarias [...]. II |a rampante oposicion a las reformas autocraticas abrio inadvertidam m te la puerta hacia la profundizacion de las revoluciones tanto en I i ancia como en China 21.

I n Rusia, sin embargo, las clases dominantes eran mucho debiles y sucumbieron a las reformas del Estado. «E n Ru•aa. una nobleza terrateniente debil no pudo bloquear las refor­ m as dcsde arriba. Y sin em bargo, la econom fa agraria y la ■ .Iructura de clases sirvieron como frenos contra la industriali•H ion dirigida por el Estado, haciendo asf imposible para la Ru■aa /arista ponerse al dfa economica y militarmente con la A lem a n ia Imperial, su principal enemigo potencial en el sistema m as

mi.i Mocioii diferente de causalidad (vease, «Analyzing Causal Configurations in 111 .i. .i v••)- Skocpol trata la obra de Barrington Moore, Social Origins o f Demo1 , 1 1 i mill Dictatorship, de una manera similar, forzando la obra de Moore a eni >ini i n cl molde de la explication generica (generalizadora), cuando buena par!■ .lei .inalisis dc M oore busca explicaciones geneticas (particulares) de la mndi i ni/iicidn. Viiase « A Critical Review o f Barrington M oore’s Social Origins , ■! I'h hih nship and Democracy», en Politics and Society, vol. 4, num. 1,1973, pp.

I M " Slull's mid Social Revolutions, p. 4. 1 Ibid., pp. 80-81.

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europeo de Estados»22. Pero en los tres casos, el Estado quedo atrapado entre las presiones internacionales que exigfan refor­ mas domesticas y las constricciones de una estructura agraria que obstrufa tales reformas. «[L ]a s crisis polfticas revolucionarias aparecieron en los tres viejos regfmenes porque las estructuras agrarias encorsetaron a las organizaciones estatales autocraticas y protoburocraticas de tal modo que bloquearon o trabaron las iniciativas monarquicas orientadas a afrontar la escalada de competition militar international en un mundo en el que el capitalismo estaba operando transformaciones desiguales»23. La tarea ahora es mostrar que tanto la presion internacional como una «clase dominante independiente y organizada con influencia sobre cl Estado» eran los ingredientes necesarios para las crisis polfticas. Sus dos casos de control son la Restauracion Meiji (1868-1873) cn el Japon y el Movimiento de las Reformas en Alemania (1807-1815). En ambos casos, aunque por diferentes motivos, la clase dominante fue o bien no lo suficientemente poderosa (A lem an ia) o carecfa de influencia sobre el Estado (Japon) y, por consiguiente, no desencadeno una crisis polftica revolucionaria. D e este modo, el Estado fue capaz de introducir las reformas sin sembrar al mismo tiempo las semillas de la revo­ lution. Las diferentes suertes corridas por estos regfmenes monarquicos agrarios enfrentados a los desaffos de la adaptation a las exigencias de un desarrollo internacional desigual pueden en buena medida explicarse observando la forma en la que las relaciones agrarias de production y las clases dominantes terratenientes influenciaron a las organizaciones estatales24.

Todo claro hasta aquf. Pero conviene reparar inmediatamente en que los casos utilizados para el contraste no demuestran que las “ presiones internacionales” sean necesarias para el de­ sarrollo de una crisis polftica revolucionaria. En el siguiente capftulo Skocpol examina las condiciones ne­ cesarias para que aparezca la segunda componente de la revolu­ tion: la revuelta campesina. La autora procede, como en el ante­ 22 Ibid., p. 99. 23 Ibid., p. 99. 24 Ibid., p. 110.

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rior capftulo, primero con el “ metodo del acuerdo” y luego con cl “ metodo de la diferencia” . Muestra como las estructuras agrai ias en Francia y Rusia hicieron posible la autonomfa y la solidaridad entre las comunidades campesinas, lo que se combino con la crisis polftica de un Estado represivo para producir una revuelta agraria. La autora se encuentra ahora ante la necesidad ilc demostrar que tanto la crisis polftica como la autonomfa campesina eran ingredientes necesarios para la revuelta agraria. Tomemos prim ero la crisis polftica. Durante largos perfodos de liempo, la historia de la autonomfa campesina en Francia, China y Rusia solo dio lugar a rebeliones campesinas localizadas. Solo acompanada de una crisis polftica revolucionaria puede tener lu)>ar una revuelta campesina de dimensiones sociales. Para esta­ blecer, de otro lado, la necesidad de la autonomfa campesina, Skocpol debe alegar con ejemplos en los que la crisis polftica no condujo a la revuelta campesina. I )ado que las crisis polfticas revolucionarias habfan depuesto a los monarcas absolutos, y habfan desorganizado las administraciones centrali/adas y los ejercitos, las relaciones de clase en el campo y los entramailos politicos locales en Francia y Rusia permitieron a las comunidades campesinas la suficiente cohesion y autonomfa como para asestar un V.olpe a la propiedad y a los privilegios senoriales. Condiciones tan conilucentes hacia las revueltas campesinas no se encontraban en absoluto presentes en todos los pafses. Y su ausencia podri'a dar cuenta de por n cl pafs capitalista mas avanzado, como Marx habfa previsto. En Balance y perspectivas, escrito en 1906, Trotski defiende los tres postulados como sigue. Primero, «cl marxismo anticipo lu c e tiempo la inevitabilidad de la Revolucion rusa, que debfa i slallar como resultado del conflicto entre el desarrollo capitalisi.i y las anquilosadas fuerzas del absolutismo» 61. Trotski describe I'oino el absolutismo ruso sembro las semillas y a continuation islixio el crecimiento del capitalismo en su intento de defenderse contra los Estados europeos que habfan crecido sobre una base economica mas avanzada. A medida que la rivalidad.in.tern.k ional fue intensificandose, el Estado ruso fue absorbiendo ima parte cada vez mayor del excedente al tiempo que se volvio mcapaz de desarrollar las formas parlamentarias necesarias para i I ei ecimiento del capitalismo. «D e este modo, el poder adminisii.itivo, militar y financiero del absolutismo, gracias al cual este pudo existir pese al desarrollo social, no solo no exclufa la posiI>ilidad de la revolucion, que era la opinion de los liberales, sino NA A B IE R TA 80/81 (1997)

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i•1 11 j>uesfa habfa ido demasiado lejos como para permitir a la l-nij’ uesfa asumir de manera temeraria el papel de fuer/a hegc numica nacional, pero no habfa llegado lo suficientementc lejos ■i uno para permitir a la clase obrera la asuncion de ese mismo |'.l|>cl»76. Si el desarrollo del capitalismo en Alemania produjo una pai ilisis de las fuerzas de clase, en Rusia inclino la balanza del po-l. i en favor de la clase obrera. Como en todo pafs tardfamente il< sarrollado, la industria rusa habfa sido lubricada con capital i \iranjero y alimentada por el Estado. El Estado por su parte, ■ulrentado a la competition polftica internacional con Estados i. mica y militarmente mas avanzados, exprimio la economfa rui.il y sofoco el capitalismo naciente. El resultado fue una buri iii sfa debil y dependiente del Estado y de los bancos extranje11 is. Pero al mismo tiempo, al saltarse estadios de desarrollo y ii.msplantar las formas industriales mas avanzadas directamente ,il suelo ruso, el capitalismo concentro a los trabajadores en ■inn ines fabricas. Apenas recien arrancados de sus vfnculos feuil.iles y con solo debiles tradiciones gremiales para poner coto a l,i depredation por parte del Estado, la recien nacida clase obrei .i solo pudo resistirse con exito por medio de la insurgencia revolucionaria. Tanto la necesidad objetiva de la revolucion contra • I absolutismo como su posibilidad subjetiva venfan dadas por el ilrsarrollo internacional del capitalismo y su insertion en la atra.ida estructura social rusa7’ . A l explicar las diferentes salidas de las revoluciones francesa v rusa y de la fracasada revolucion en Alemania, Trotski desanolla su segunda teorfa; la del desarrollo desigual y combinado •Id capitalismo a escala mundial, y como aquel desarrollo estaliU ce los parametros de la forma de las luchas de clase. El capii.ilismo se expande continuamente y se transplanta a suelos exInmjeros en los que se combina con diferentes estructuras ■ociales para producir diferentes constelaciones de fuerzas de ■I.isc, de modo que los cambios revolutionaries adoptan distini.is caracterfsticas nacionales. «Serfa un error estupido el de sim-

Ibid., p. 57. " Lo anterior es un comprimido resumen de los capftulos 1 y 2 de Balance y I'i'ispcctivas, y del mismo argumento presentado con mas detalle en el capftulo 1 \ cl apendice I del primer volumen de la Historia de la Revolucion rusa.

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plementc identificar nuestra revolucion con los sucesos de 17891793 o los de 1848... La Revolucion rusa posee un caracter bastante particular, que es el resultado de la peculiar tendencia de todo nuestro desarrollo historico y social, y que a su vez abre ante nosotros perspectivas historicas bastante novedosas78. Las teorfas de la revolucion permanente por un lado y del desarrollo desigual y combinado del capitalismo por otro lado se apoyan mutuamente en su tarea de proteger las tesis del materialismo histo­ rico — el nucleo duro del programa marxista de investigation.

3. Procesos causales Vimos anteriormente como el metodo de induction de Skocpol reducfa los procesos causales a asociaciones causales, y las fuer­ zas causales a condiciones antecedentes. Su metodo conducfa a Skocpol a decapitar un segundo elemento de la heurfstica positiva que concierne al papel de las fuerzas objetivas y subjetivas en la historia: «los hombres hacen su propia historia, pero no la ha­ cen exactamente como ellos desean, ni la hacen bajo circunstancias elegidas por ellos, sino bajo circunstancias directamente enraizadas, dadas y transmitidas desde el pasado» 79. Este es el leitmotiv de Trotski para su analisis de la historia, solo que el busca ir mas alia de las ideas de Marx sobre el desarrollo de las condiciones que se reciben del pasado, la manera en la que estas dan forma a las luchas de clase, y como estas luchas vuelven a su vez a dar forma a las condiciones del presente y del futuro. A llf donde en Marx, el analisis de la historia en tanto que hecha por las gentes quedaba a menudo separado del analisis de la historia en tanto que desplegada por detras de las espaldas de los hom­ bres, Trotski consigue acercar los dos analisis. En La historia de la Revolucion rusa, Trotski describe graficamente el derrumbe de la estructura de clases rusa y la ascendiente fortuna de la revolucion como el entretejerse de microprocesos y macroprocesos sociales. N o hay espacio aquf para

78 The Permanent Revolution and Results and Prospects, p. 36. 79 Karl Marx, The Eighteenth Brumaire o f Louis Bonaparte (Nueva York: In­ ternational Publishers, 1963 [1869]), p. 15 [«E1 Dieciocho Brumario de Luis Bo­ naparte*, en Trabajo asalariado y capital, Barcelona: Planeta-Agostini, 1985].

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li.ii cr justicia al majestuoso analisis de Trotski. La fascinante in­ i' ipi etacion que hace Arthur Stinchcombe de la teoria de Trotsl i subraya lo siguiente 80. E l G obierno Provisional pierde su mloridad debido a su decreciente eficacia y al desarrollo de ■ ill ros alternatives de poder en los que pueden participar los lastarfa la insurrection de Kronstadt — todo en nombre de la i evolution. Quedo atrapado por las mismas fuerzas que el habfa . . que se desplegarfan si la Revolucion rusa no era rundada por la revolucion en Occidente. Su practica se conviriiu en la violation personificada del marxismo de su juventud. No es de extranar que su comprension del mundo que le rodeaI'.i sc resintiera. N o era este para el un perfodo de grandes proiccias. Solo mas tarde, ya en el exilio, como la mas celebrada vfcnina del proceso revolucionario que el habfa anticipado y en el i|iic ilcspues habfa participado, recupero Trotski algunos de sus pivcniles destellos por la reconstruction del marxismo. En su lu■h i contra el estalinismo pudo reconectar con sus principios m.nxistas originales. Su interpretation del significado historico •Ir la Revolucion rusa, que culminarfa en su libro La revolucion ihut ionada (cuyo tftulo original era ^Que es la Union Sovietica y Inn in donde va?) supuso otro paso adelante en la historia del iii.iixismo. Con todo, incluso aquf, el analisis de Trotski se ve iiiinncntado por su propia implication en el proceso revolutio­ ns u> -la aceptacion incuestionable de las credenciales socialisi r. originarias de la Union Sovietica y un futuro limitado exclui imente al capitalismo o al socialismo. I as contribuciones de Trotski a la historia de la Union Sovie11, i .ugieren que ningun compromiso con el mundo promueve la ii i (instruction progresiva del marxismo si no se trata de un "iii|iromiso que sea congruente con sus principios. Sus contril"i* tones al estudio del capitalismo occidental apuntan hacia la mil mi lancia del compromiso per se. Aunque Trotski tenfa una mil>■csionante comprension de las estructuras estatales caracteii in as de las sociedades capitalistas, nunca consiguio aprehen1 ( ilado por Deutscher, The Prophet Armed, Trotsky: 1879-1921, p. 90.

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der sus fundamentos ideologicos, la experiencia vivida que en gendraron. A llf donde los horizontes de Trotski terminan, los de Gramsci comienzan. Aunque fuera encarcelado, torturado por la enfermedad, aunque tuviera acceso a pocos libros y fuera forzado a escribir con un codigo que le permitiera escapar de sus censores, fue capaz de reconstruir el marxismo a partir de las reflexiones sobre el fracaso de la “ revolucion italiana” de 19191920. De hecho, uno podria decir que su encarcelamiento le protegio de las purgas estalinistas que propinaron tan fatfdico reves a las vidas humanas pero tambien al desarrollo del marxismo. Trotski y Gramsci contaron con la ventaja de formar parte de una tradition intelectual y polftica viva en un mundo que ellos mismos habfan ayudado a dar forma. En tiempos mas tranquilos, confortablemente protegidos por los muros de la acade­ mia, es facil olvidar que somos simultaneamente participantes y observadores de la historia. Representa para nosotros adquirir una segunda naturaleza el creer que nuestro papel de observador posee una objetividad que lo distingue. Hemos visto, sin em­ bargo, cuan ilusoria puede ser esa objetividad. La contribution de Skocpol no precede de su fuente declarada — la induccion desde los hechos— sino que es la refraction pasiva de los cam. bios acaecidos en el mundo que le rodea. Su contribution habrfa tenido mayor signification cientffica si la autora hubiera luchado para convertir su participation en ese mundo de consciencia subsidiaria a consciencia focal de su propio trabajo. Pero tal lucha habrfa tenido que ser disciplinada mediante el compromiso con un programa de investigacion explfcito.

CONCLUSION

En terminos de los criterios para el crecimiento del conocimiento formulados por Popper, he tratado de demostrar la superiori­ dad de la metodologfa del programa de investigacion sobre la m etodologfa de la induccion. Aunque el argumento se sirvio como ilustracion de las teorfas de la revolucion de Skocpol y de Trotski, he planteado afirmaciones generales organizadas alre­ dedor de los contextos del descubrimiento (la induccion versus la deduction), de la justification (verification versus falsacion y prediction), y del cientffico (externo a o parte del objeto del co-

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........ u nto). En tanto que los filosofos de la ciencia se ocuparon l. iIi mnhrir el metodo cientifico, pudieron separar con exito cs ........Icxtos. Sin embargo, tan pronto como empezaron a preoi«l hii '.i- dc explicar el desarrollo del conocimiento cientifico, desiilnu ion rapidamente, como aquf lo hemos hecho, que estos ...... \los se encuentran irrecuperablemente entrecruzados. Ne• 11.1 mos, por tanto, categorfas alternativas para la comparacion l. inclodologxas. i Iundamentos de la objetividad cientifica. H e tratado de ..... liar que el metodo de la induccion se levanta sobre una obi 11 ' ulad falsa. Toda vez que pretende generar explicaciones que mIn)’,i alien el mundo empfrico, en realidad erige barreras contra 1 1 ' miiprension de ese mundo. N o “ los hechos” sino las premisas tin Imlokjgicas y intuiciones explicativas arbitrarias se convierten ii I. is actores ocultos para el establecimiento de conclusiones teorii I I metodo es extrano a sus propios objetivos. Paradojicameni' la metodologfa del programa de investigacion, precisamente ....... uc se encuentra conscientemente anclada en un complejo i. \alores morales, un sistema conceptual, modelos (analogfas y un liiloras) y ejemplares — todo lo que Skocpol considera como iiiirojeras o lentes fuertemente coloreadas» y a lo que Lakatos i iriiere como heurfstica positiva y negativa— crea un dialogo iMiis cfectivo con esas “ pautas historicas” . La ceguera no proce•I' ilc las teorfas preexistentes sino de no ser capaces de recono■i i su necesidad y de no conseguir entonces articularlas y defen■li i su contenido. I). Ciencia orientada hacia problemas versus ciencia orientada Inn in puzzles. El metodo de la induccion pretende estar fuera y mas alia de las tradiciones teoricas, de este modo, Skocpol redulos clasicos de Marx, W eber y Durkheim a meras inspiratio­ ns s, I'uentes de hipotesis, o incluso a variables desde las cuales I'uoda forjarse una verdadera macrosociologfa. «Fuertes deseos ili dar respuesta a preguntas historicamente fundamentadas, y no los paradigmas teoricos clasicos, son la fuerza motriz [de la oriologfa historica]»105. Seleccionamos un problema que cautia imestra imagination e inducimos sus soluciones desde los he■lios. Y a que, en ultimo extremo, solo hay una teorfa compatible Vision and Method in Historical Sociology, pp. 4-5.

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con los hechos, no hay necesidad de pasar por la falsacion de las teorfas alternativas o de someter a la propia teoria a prueba severa alguna. La metodologfa de los programas de investigacion, por otro lado, se ocupa de resolver puzzles, esto es, anomalfas vomitadas por su cinturon expansivo de teorfas, discrepancias entre las expectativas y los hechos106. La salud y vitalidad de un programa de investigacion no depende de la ocultacion, distorsion, o de la negation de anomalfas, sino de su clara articulation y de su proliferacion disciplinada. El dialogo continuo entre la teorfa y los datos a traves de la falsacion de las viejas hipotesis y el desarrollo de nuevas hipotesis que contengan predicciones de nuevos hechos es la esencia de un programa de investigation progresivo. Los profeticos poderes de Trotski estan todos originados en, incluso si no se encuentran determinados por, su com­ promiso con el marxismo, el reconocimiento de sus anomalfas y la necesidad de resolverlas de una manera original. c. Historia interna versus historia externa. El metodo de in­ duction considera los hechos como irreducibles y dados. El problema consiste en llegar a una valoracion no sesgada de los mismos. La ciencia crece por medio de la acumulacion de proposiciones factuales y generalizaciones inductivas. Esta es su histo­ ria interna. «P ero el inductivista no puede ofrecer una explicacion “ interna” racional sobre por que ciertos hechos y no otros fueron en primer termino los hechos seleccionados»107. La elec­ tion del problema, como dijimos arriba, forma parte de la histo­ ria “ externa” que queda relegada a las notas a pie de pagina, a los prefacios, o a la “ sociologfa del conocimiento” . Por el contrario, la metodologfa de los programas de investigacion incorpora a su historia interna aquello que es tildado de metaffsico y externo por los inductivistas — en particular los postulados de su nu­ cleo duro y su election de puzzles. L o que es reconstruido como cientfficamente racional en un metodo, aparece en el otro como cientfficamente irracional. 106 Aunque los “ hechos” son ellos mismos constructos teoricos de datos sensoriales, lo que Feyerabend llama interpretaciones naturales, poseen mayor estabilidad que las teorfas creadas para explicarlos. Es decir, tienen una rigidez — aunque no sea por otra razon que la convention como en los enunciados basicos de Popper— que les permite actuar como agentes de falsacion de las teorfas explica tivas. 107 The Methodology o f Scientific Research Programmes, p. 104.

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Aunque lo que se constituye como racional en los programas I' investigacion abarca mucho mas que la racionalidad de la in in. i itin, no en vano las fuerzas externas necesariamentc influen i (.in el proceso cientffico incluso aquf. E lio es particularmente ■n ilo en las ciencias sociales en las que el objeto del conociniti'iik) genera nuevas anomalfas de manera autonoma — anoiii.i Iins que la heurfstica positiva debe absorber. Las fuerzas ex1, mas pueden tomarse como oportunidades para el crecimiento i n umal del conocimiento, pero pueden tambien ser fuente de n i .u ionalidad. Asf, los programas de investigacion degeneran ■im ndo se afslan del mundo que estudian o cuando el mundo iinaiica al proceso de investigacion de su nucleo duro. El marsi'.nio es particularmente sensible a la historia externa. A llf donilc Imsca cambiar el mundo, tanto mas probablemente resultara , i sensible a las anomalfas que allf donde es una ideologfa domiii.mle y mas vulnerable por tanto a la tentacion de reprimirlas. I ;,s obvio que la metodologfa de los programas de investiga■mu tiene sus propios problemas distintivos que al tiempo dan ■in rgfa a su desarrollo. ^Es posible identificar un unico nucleo ■n un programa de investigacion o hay, por el contrario, una faniilia de nucleos? ^Como cambia el nucleo con el tiempo? ^Cual i s la relacion entre la heurfstica positiva y la heurfstica negativa? ,« oiiio de facil resulta distinguir entre programas de investiga■ion progresivos y programas de investigacion degenerativos? , i v>mo sabemos que un programa aparentemente degenerativo ik i recobrara su viejo dinamismo? ^Como evalua uno la impori.uicia relativa de las ramas progresivas y degenerativas de un mu ,mo programa? ^Es posible estipular las condiciones bajo las ' n.iles es racional abandonar un programa de investigacion en i.ivor de otro? A pesar de tales problemas, espero haber hecho mi ;ilegato en favor de la superioridad de la metodologfa de los programas de investigacion sobre la metodologfa de la induction 11 uno modo de hacer avanzar la ciencia social.