Biodanza (Libro de Toro)

ÍNDICE Prefacio de Eliane Matuk Habitar los gestos, residir en las palabras de Alanin Antille Introducción del autor 13

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ÍNDICE Prefacio de Eliane Matuk Habitar los gestos, residir en las palabras de Alanin Antille Introducción del autor

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Parte I Origen, definición y nociones generales

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Capítulo I: La Biodanza 1. Los orígenes 2. El significado primordial de la danza 3. La Biodanza en el contexto histórico y antropológico de la danza 4. La vivencia como método 5. Definición de Biodanza 6. El término “Biodanza” 7. Las áreas de aplicación

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Capítulo II: Efectos fisiológicos 1. La articulación del neoencéfalo y del arquiencéfalo 2. Estimulación del hemisferio cerebro Derecho 3. El sistema integrador-adaptativo límbico-hipotalámico 4. El sistema nervioso autónomo 5. Hipótesis sobre la correlación entre los ejercicios de Biodanza y el sistema psico-neuro-endocrino-inmunitario

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Capítulo III: El inconsciente vital 1. Antecedentes 2. El inconsciente vital y el humor endógeno 3. Los estratos del inconsciente

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Capítulo V: Mitos y arquetipos en Biodanza 1. Deméter y los Misterios de Eleusis: la presencia divina en la naturaleza 2. Dionisio: el éxtasis a través del placer 4. Orfeo: el poder de la música 5. Aplicación de los mitos y arquetipos en Biodanza

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Parte II Capítulo VI: consideraciones introductorias 1. Origen del “modelo teórico de la Biodanza” 2. Significado de la noción de modelo en las ciencias 3. El modelo teórico de la Biodanza Capítulo VII: El eje potencial genético-integración 1. Filogénesis

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Prefacio Cuando conocí a Rolando Toro, él estaba terminando de escribir este libro; desde entonces y hasta el momento de su publicación han pasado dieciocho años. El autor ha querido esperar que se demostrase la eficacia del Sistema Biodanza; sentía la exigencia de hacer continuas verificaciones sobre los resultados de su aplicación, para que fuera para él aceptable la idea de su divulgación. La vasta cultura de Rolando Toro comprende múltiples áreas del saber, desde la ciencia a la filosofía, desde el arte a la música y a la poesía; su inquietud intelectual y su fecundidad creativa lo han conducido a diversificar el ámbito de su investigación y a iniciar estudios específicos sobre determinados aspectos de su teoría, postergando la publicación de este libro cuyo contenido era continuamente actualizado en paralelo a los nuevos descubrimientos de la ciencia. Durante todos los años de asistencia y de trabajo con Rolando Toro, he podido seguir de cerca los estudios que derivaron de la aplicación de Biodanza a diferentes grupos de personas, sanas y enfermas, grupos privados, o realizados en el ámbito de hospitales o de otras instituciones. Esta experiencia me ha permitido constatar una y otra vez la eficacia del Sistema y de profundizar el conocimiento del pensamiento y de la teoría del autor. De este modo se desarrolló una estrecha colaboración intelectual que, con el pasar del tiempo, lo ha llevado a confiarme la organización de sus textos y, en particular, los cuidados de este libro, cargo que he aceptado con profunda gratitud y gran pasión. Eran muchos los que esperaban con impaciencia la publicación de esta obra. Yo conocía bien su contenido y me entusiasmaba; asimismo, veía pasar el tiempo sin que apareciera. Muchas veces he pensado que este texto estaba destinado a ver la luz sólo después de la muerte del autor, la idea me estremecía; pero contemporáneamente me ha estimulado a empeñarme para que fuera finalmente publicada la obra de Rolando Toro, estudioso incansable en la continua búsqueda de una posibilidad para el ser humano de vivir mejor, vivir intensamente y de ser feliz, porque para él “la felicidad, el paraíso, así como el infierno, no son otra cosa que formas diferentes de sensibilidad frente a la vida”. Este es, por consiguiente, el tan esperado libro sobre Biodanza, el primero, aquél que contiene la teoría en su integridad, así como las actualizaciones que ha realizado el autor en el curso de dieciocho años. Rolando Toro escribe bajo la fuerza torrencial de sus ideas y de su entusiasmo frente a la vida. Su propuesta es rescatar el valor intrínseco de la existencia, expresado en la unicidad de cada momento vivido. La búsqueda de sí en Biodanza se cumple a través de una sensibilización profunda hacia la vida que está en sí mismo, en el otro y en la naturaleza. El autor no propone soluciones a los misterios que impregnan la existencia humana, sino la posibilidad de compartirlos en el amor. Una frase poética suya, con la cual deseo concluir este breve prefacio resume sus reflexiones sobre la relación humana y la perplejidad del hombre delante de los enigmas incomprensibles de la vida, que han inspirado su teoría: “…de frente a la soledad inexorable del infinito, los seres humanos

buscan una respuesta mirándose en los ojos. (…) en ese claro paradisíaco de la realidad, nos buscamos recíprocamente”. Eliane Matuk

Habitar los gestos, residir en las palabras Busquemos el coraje de olvidar todas nuestras teorías para tomar en serio lo que vivimos, lo que sentimos en el instante. Karlfried Dürckheim

La realidad del saber El hombre contemporáneo debe vivir la prueba de existir en un espacio que se ha abierto, que ha tomado las dimensiones del planeta, del universo. Hombre entre los hombres, comparte un mismo destino y debe buscar los elementos singulares en la confluencia de los modos de pensar, del saber, de las informaciones, de las culturas y de los pueblos. Viviendo entre los seres vivientes, comparte el mismo proyecto y debe encontrar el propio lugar en la aceptación y en el respeto de las filiaciones que lo unen a la naturaleza. La dinámica de la apertura está acompañada de una abolición progresiva de las distancias que coloca cada individuo en la cercanía del otro hombre y del ser vivo. ¿Cómo ser sí mismo en un campo social cada vez más uniforme? ¿Cómo expresar los aspectos de una identidad particular en un campo cultural cada vez más denso? Pero además: ¿cómo ser sí mismo en la complejidad de las formas de seres vivientes? Más allá del fondo sociocultural, hay un fondo de naturaleza que nos mantiene vinculados y que requiere de cada uno lo propio, el nombre propio. Vivir los vínculos y ponerse a prueba, verse en la perspectiva del conjunto se perfila como tarea y dignidad del hombre del porvenir. En el fondo, la crisis de nuestro tiempo es la crisis de un modo de percepción de sensibilidad, de una estrategia de relación que privilegia la relación del conocimiento y pone al individuo y al mundo en la realidad exclusiva del saber. La experiencia es siempre mediata; no deriva sino del prisma de las palabras, de los modelos, de las imágenes, de los objetos. El hombre desarrolla sus potencialidades a través de la adquisición de una habilidad, de un dominio manual e intelectual, de un saber hacer y de un potencial, de una técnica y de un actuar funcional. Al mismo tiempo sujeto y

objeto de su saber y de su poder, pierde la experiencia siempre nueva y singular de la vida. La crisis de nuestra época es, en el fondo, la crisis exacerbada del tiempo: siempre atareado, informado, siempre en acción, siempre pensante, el hombre pierde el instante. La realidad del encuentro. Nos falta algo para vivir la apertura y los vínculos comenzando desde un centro, desde un recogimiento: la experiencia singular, el contacto inmediato sensible e íntimo. Esta época de transición solicita la prueba de la relación inmediata que pone al individuo y al mundo en la realidad del encuentro. Es preciso sentir, abrirse a la experiencia sensual, experimentar y manifestar la esencia de la vida. El ejercicio de la Biodanza se pone en la óptica del encuentro. Este tiene como compromiso el desarrollo y el nutrimento de los vínculos que conectan consigo mismo, con el otro, con el mundo, a través de la experiencia singular del cuerpo y de la sensibilidad. Aquí, la danza no depende ni de la libre expresión, de las figuras impuestas, no recurre ni al aprendizaje, ni a la imaginación, sino simplemente es la búsqueda del propio gesto, de la palabra singular que muestra y da una forma a nuestras potencialidades. Su base es entonces el individuo, pero en la perspectiva de la vida que lo rodea. La Biodanza restituye en una forma moderna la tarea inmemorial que se ha impuesto antes de la letra, antes de la escritura: expresar los momentos importantes de la vida individual y colectiva, experimentar y manifestar en el propio cuerpo y en el cuerpo social el misterio indescriptible de la naturaleza, sus fuerzas y sus dioses. Se perfila un itinerario que, de las palabras a los gestos, vuelve a poner el saber en la óptica de una prueba singular. El interés de la Biodanza reside en esta inversión que restituye la prioridad a la experiencia del cuerpo y de la sensibilidad. O sea, para formular un proyecto de vida, es importante dejarse tocar, sentir y escuchar. La sensualidad es, en sí, aquella facultad que permite disfrutar de las cosas, experimentar su tenor. La práctica de la Biodanza no vincula el cuerpo al esfuerzo y a ponerse a prueba, no asigna al movimiento el rol de soporte vital del pensamiento, sino pone en escena el cuerpo viviente, en su simplicidad, en su pureza. Es el cuerpo que da y que recibe, el cuerpo que se abre y que se recoge, el cuerpo que la emoción prolonga en el espacio del gesto y del encuentro, del compartir. Es el cuerpo que, en un lenguaje que le es propio, expresa la vida que lo sostiene. Ese cuerpo deriva menos de lo que tengo, materia y órganos, que de lo que soy. La práctica no está en los músculos que se esculpen, ni siquiera en la eficacia que le impone la voluntad o en la belleza de las formas y de los movimientos. El cuerpo no es en sí mismo una parte separada, maciza y espesa, sino la totalidad del ser en forma de sensibilidad. En el fondo de la materia es lenguaje, lo que en sí, siempre, en contacto con las cosas y los seres, se emociona. Es lo que toca y es tocado, lo que requiere el gesto y que siempre lo crea. Se hace sentir en la piel que delimita el espacio particular de mi ser y que, desde el mundo, recoge el tacto. Habitar en los gestos, residir en las palabras. Expresar las potencialidades de los sentidos y de la sensibilidad que el trayecto de la existencia revela. La Biodanza busca

despertar en sí mismo el don de la expresión y volver a colocar la experiencia de los lenguajes en su perspectiva original y siempre actual: la creación. Ciertamente, la fuerza creadora de la expresión se manifiesta en modo más particular en la obra de arte. Y los criterios de belleza y de originalidad que rigen su producción delimitan un territorio en el cual entran sólo los seres dotados de un talento. Pero antes de servir al arte, la expresión sirve a la vida, el proyecto que está en el fondo de cada individuo. La creación, para que ésta tome la forma de las palabras o de los gestos, es existencial antes de ser artística; es el signo eminentemente particular de aquello que, en cada uno, toma cuerpo y vida. Es a través de la creación que el hombre, viviente entre lo que es viviente, se convierte en un factor de evolución. Es también la creación lo que hace del hombre un ser al presente, situado en el corazón de las cosas y abierto sin embargo a la dimensión que es al mismo tiempo su tarea y su dignidad: lo posible. Sentir. Probar. Manifestar. Lo que se da en la inmediatez del encuentro. Consigo mismo, con el otro, con el mundo. Sin tratar de tomar, de entender. Simplemente. Dejarse llevar, dejarse tocar, soltar la presa y expresar. Entrar en el movimiento que, del mundo a mí y de mí al otro, desarrolla al infinito la espiral de la vida. El encuentro es un trayecto auténtico en la cual debemos paso a paso nacer juntos, despertarnos a la vida. El verdadero saber es nutrimento y vínculo que llega a los sentidos, toca el corazón, genera el gesto. Se halla en el encuentro del cuerpo, del corazón y de la mente. Sentir. Probar. Manifestar. El encuentro es la ocasión dada de poner raíces de dejar dentro y fuera de sí la expresión del ser viviente. El ejercicio de sí, que esto tome la forma de la educación, de la terapia o de la experiencia espiritual, debe volver a encontrar un punto de apoyo. Debe anclarse en el fondo de naturaleza que, sola, determina el proceso de individuación en la perspectiva del otro hombre y de la vida. Éste debe disponer de un espacio para la experiencia, facilitar el contacto inmediato y particular con los sentidos y la sensibilidad. Éste debe tratar de omitir en parte el saber y aceptar la búsqueda itinerante, el recorrido en el ser y en la vida que nos llama a todos en la comunión e los vínculos y que llama a cada uno en la particularidad de su proyecto. Alain Antille Sierre, 1990

Introducción del autor Trato de recordar los primeros momentos de la Biodanza en el pasado, los antiguos gestos, los encuentros con amigos en el frenesí de la música. Al inicio Biodanza fue apareciendo sigilosamente en mi vida. Lentamente tomó fuerza, despertó el interés de las personas, suscitó cambios sorprendentes en algunos participantes y sobre todo creó un sentimiento de epifanía y esperanza en la vida. La Biodanza ha nacido de mi experiencia personal y pronto me di cuenta de que su estructura podía fundamentarse en las ciencias que atañen a la vida, en particular a la

biología. Fueron muchas las fuerzas que se manifestaron dentro de mí para conducirme finalmente a idear esta conjugación de arte, ciencia y amor. Se agitaban en mí experiencias paradojales con características a veces maravillosas y otras terroríficas. La Segunda Guerra Mundial mostró que el hombre puede alcanzar niveles de perversidad inconcebibles; el Holocausto de millones de personas bajo el régimen nazi, las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, eran acontecimientos que revelaban hasta qué punto podía llegar la degradación del género humano. La crisis de la cultura occidental era ostensiva. Por otra parte, había vivido experiencias de amor y de éxtasis, en una dimensión misteriosa y maravillosa del mundo. Había tenido hijos, había entrado en contacto con los primeros grupos que se ocupaban de ecología. Ante el abismo creado por las contradicciones humanas sentía el deseo de acceder al paraíso, un paraíso que fuera compartido; no podía concebir una evolución solitaria. Quería encontrar las fuentes del Amor Original. Todos han sentido hablar durante siglos del “amor al prójimo”, como la verdad más pura del cristianismo; yo creo que el amor debe incluir también la dimensión corporal, la dimensión activa, la caricia. Sentía a veces en mi cuerpo todas las manifestaciones del éxtasis, del erotismo, de la fraternidad, de la energía creadora y del ímpetu vital. Sentía la posibilidad del contacto puro con la realidad vida, a través del movimiento, los gestos y la expresión de los sentimientos. La música era el lenguaje universal, el único que todos podrían comprender en la Torre de Babel del mundo; la danza era la forma ideal para integrar cuerpo y alma, y podía comunicar a todos los participantes felicidad, ternura y fuerza. Y yo quise compartir todo esto con un gran número de personas. Fue de ese conjunto de experiencias y sensaciones que surgió el deseo de formar pequeños grupos parra danzar, cantar y encontrarnos con la música. La Biodanza se dio así y continúa siendo un modo de convivencia con la belleza. La unidad afectiva se genera en el intercambio de una energía íntima con los otros. En este proceso de aproximación el contacto es esencial. Investigaciones realizadas posteriormente con enfermos mentales y con personas sanas, en una época en que yo trabajaba en el Centro de Estudios de ]Antropología Médica de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile, me permitió estructurar un modelo teórico, el cual me posibilitó operar dentro de una vasta gama de respuestas orgánicas y de comportamientos nuevos. He constatado que durante las danzas surgían modelos universales de expresión en relación con las diversas emociones. Así he podido dar una estructura a mi trabajo en la cual música, movimiento y emoción forman una perfecta unidad. He creado algunas danzas y ejercicios a partir de los gestos naturales del ser humano con objetivos precios cuya finalidad es estimular la vitalidad, la creatividad, el erotismo, la comunicación afectiva entre las personas y el sentimiento de pertenencia al universo. La investigación científica sobre las respuestas neurovegetativas ha demostrado que ciertos ejercicios tienen una acción reguladora a nivel visceral, activando el sistema simpático-adrenérgico o el parasimpático-colinérgico. Por otra parte ciertos ejercicios estimulaban emociones específicas que producían efectos altamente significativos sobre la percepción de sí mismo y sobre el estilo de comunicación afectiva con las otras personas. La Biodanza se difundió y fue sucesivamente también materia de un curso universitario en el Departamento de Estética de la Pontificia Universidad Católica de Chile, donde yo ejercía la cátedra de Psicología de la Expresión. Aquí, en efecto, en

1970, me pidieron crear la primera cátedra de Psicodanza, denominación que he transformado sucesivamente en Biodanza, danza de la vida. Durante esta trayectoria, me acompañó en la vida y en la búsqueda Pilar Acuña, quien dio a la Biodanza una dimensión poética. Más tarde, Cecilia Luzzi me ayudó a aportar sutiles perfeccionamientos técnicos y desarrolló la aplicación del Sistema a niños. Eliane Matuk organizó con amor e inteligencia mi primer libro, Projeto Minotauro. (Proyecto Minotauro), como también mis textos didácticos para el programa de formación y a ella he confiado los cuidados de éste, que es el texto de base sobre la teoría de Biodanza; además, ha desarrollado nuevas formas administrativas, reestructurando un riguroso sistema de formación de profesores en Europa, y dirigiendo la Escuela Modelo de Biodanza, con sede en Italia. Claudete Sant’Anna se ocupa, a mi lado, de la administración y de la coordinación de las actividades de Biodanza en todo el mundo. Mis hijos mayores Cecilia, Leonardo, Pilar, Rolando y María Verónica fueron los participantes iniciales en las primeras clases de Biodanza en Chile; han formado parte de espectáculos teatrales inspirados en este Sistema y, sucesivamente, se dedicaron a la enseñanza y a la investigación. En los años 80 mi hija María Verónica y su marido Raúl Terrén introdujeron la Biodanza en Europa. Sucesivamente mis amigos Giovanni Salvatti y Emmi MozzettiMonterumici me invitaron a Italia para realizar un programa de difusión de este Sistema. He vivido en Italia durante ocho años, durante los cuales desarrollé la Biodanza en diversos países europeos. Muchas personas amadas, cuyos nombres omitiré por temor a cometer injusticias, han colaborado intensamente en la divulgación de Biodanza y han puesto sus capacidades y su lucidez al servicio de esta única misión: la alegría de vivir. El autor desea agradecer en modo particular a las personas que han colaborado en formas diversas en la publicación de este libro: Lucio Alberti di Valmontana, Giuliana Cunéaz, Fabrizia Frigerio, Angela Giaccardi, Armando Montanari, Marcelo Mur, Diego Rinallo, Michela San Pietro, Viviana Toro y Susana Wald. PARTE I Origen, definición y nociones generales Capítulo I: La Biodanza 1.

Los orígenes La base conceptual de la Biodanza proviene de una meditación sobre la vida; del deseo de renacer de nuestros gestos despedazados y de nuestra vacía y estéril estructura de represión; es decir, proviene con certeza de la nostalgia del amor. La deformidad del espíritu occidental culminó, en el siglo pasado, con los más grandes atentados contra la vida humana que conoce la historia. La patología del ego, caracterizada por la escisión entre naturaleza y cultura, por una valorización superlativa de la cultura en desmedro de la naturaleza, y por el predominio exasperado de la razón sobre los instintos, fue reforzada hasta límites jamás alcanzados antes. Esta patología está sostenida por las instituciones estatales y por las ideologías políticas y educativas y es compartida por muchos de los intelectuales y pensadores de nuestra época.

La Biodanza es, entonces, una abierta transgresión a los valores culturales contemporáneos y a los dictámenes de alienación de la sociedad de consumo y de las ideologías totalitarias. La Biodanza se propone restaurar en el ser humano el vínculo originario con la especie como totalidad biológica y con el universo como totalidad cósmica. Estamos demasiados solos en medio de un caos colectivista. Hay un modo de estar ausente incluso en nuestra presencia. En el acto de no mirar, de no escuchar, de no tocar al otro, lo despojamos sutilmente de su identidad. Estamos con el otro, pero lo ignoramos. Esta descalificación, consciente o inconsciente, incluye la patología del ego. Celebrar la presencia del otro, exaltarla en el encanto esencial del encuentro es la posibilidad saludable. De este modo la Biodanza participa de una visión diferente. Propone la búsqueda de un nuevo modo de vivir, despierta nuestra sensibilidad adormecida. Para vivir mejor necesitamos un sentimiento de intimidad, de unión placentera y de gracia estimulante. En estas necesidades naturales he basado los objetivos de la Biodanza. 2.

El significado primordial de la danza La danza, así como el canto y el grito, es una de las condiciones innatas del ser humano. El primer conocimiento del mundo, anterior a la palabra, es el conocimiento a través del movimiento. En un sentido originario, la danza es un movimiento que surge de lo profundo del ser humano. La danza es movimiento de vida, de intimidad; es impulso de unión a la especie. La danza es un modo de ser en el mundo que representa una vía privilegiada de acceso a nuestra identidad originaria; es la expresión de la unidad orgánica del hombre con el universo. Esta noción de daza como movimiento integrador es muy antigua y revela, a través de la historia, numerosas expresiones culturales como la danza primitiva, las danzas órficas, las ceremonias tántricas o las danzas giratorias del sufismo. El poeta Jalal al-Din Rumi(1) (siglo XIII) exclamaba: ¡Oh día, levántate!...los átomos danzan, Las almas, arrebatadas de éxtasis, danzan, La bóveda celeste, a causa de ese Ser, danza: Todos los átomos que hay en el aire y en el desierto – compréndelo bien- están enamorados Como nosotros, y cada uno de ellos, feliz o desdichado, se encuentra deslumbrado por el sol del alma incondicionada.

CAPITULO I: LA BIODANZA Una sesión de Biodanza es una invitación a participar en esa danza cósmica de la que habla el poeta sufí. Esta afirmación tal vez resulte sorprendente dentro del melancólico panorama socio-político de nuestro tiempo. En un mundo como el nuestro, de hambre y genocidio, de tortura y delación, en un mundo de abandono infinito, ¿cómo es posible ponerse a bailar?

Mi propuesta no consiste sólo en bailar, sino en realizar ejercicios específicos, inspirados en el significado primordial de la danza, estructurados a partir de gestos naturales del ser humano cuyo fin es activar las potencialidades afectivas que nos conectan con nosotros mismos, con el semejante y con la naturaleza. ¿Cómo cambiar el mundo sin cambiarnos a nosotros mismos? Al buscar las causas del fracaso de las revoluciones sociales es necesario considerar que las personas que las han promovido no habían realizado en sí mismas el proceso evolutivo. Las transformaciones sociales sólo pueden tener éxito a partir de la salud y no de la neurosis o del resentimiento. De otro modo, los cambios sociales sólo tendrán el efecto de sustituir una patología con otra. Habitualmente la danza es asociada a los espectáculos de ballet o bien a otras formas de baile estructurado según pasos de danza preestablecidos. Esta visión puramente formal de la danza excluye su significado originario. Entre los pueblos primitivos la danza era una modalidad de comunicación usada para expresar la alegría y la tristeza, para cumplir celebraciones y para expresar homenajes religiosos o profanos. El proceso de civilización ha contribuido mucho a la desaparición de esta manifestación de la experiencia de la vida a través del movimiento. Creo en una danza orgánica que responde a los modelos de movimiento naturales del ser humano: movimientos capaces de incorporar armonía musical, gestos arquetípicos; movimientos realizados en profunda resonancia con el cosmos. He buscado esta coherencia y la he encontrado. Mi propósito es poner un claro los modelos de movimiento funcionales para una profunda conexión con la vida. 3.

La Biodanza en el contexto histórico y antropológico de la danza El estudio antropológico de las danzas primitivas nos permite distinguir en la historia de la humanidad varias líneas de desarrollo; éstas se pueden clasificar en dos grandes grupos: ° La línea pagana y orgiástica, de orientación dionisíaca; y ° La línea de danza artística, de orientación apolínea. A continuación, una lista de las principales manifestaciones. Línea pagana y orgiástica Danzas del paleolítico y del neolítico; Danzas primitivas australianas y neozelandesas; Danzas del congo y de la Guinea, de los tutti y de los pigmeos; Danzas del vudú; Bacanales romanas y lupercalias; Danzas populares de la Edad Media; Tarantela; Danzas brasileñas del carnaval (samba) y del candomblé(2); Bailes tropicales en general;

Bailes populares derivados del jazz; y Nuevos ritmos tropicales. Línea de danza artística Danzas rítmicas rituales del antiguo Egipto; Danza hindú; Danzas de Birmania, Pakistán, Corea e Indonesia; Danzas “aristocráticas” de la Edad Media; Danzas populares europeas (contradanza, minué, mazurca, vals); Danza clásica rusa de la tradición de Sergey Diaguilev; y Danzas modernas. Estas dos líneas se mantuvieron separadas en el curso de la Historia. Serge Lifar(3), el renovador de la danza, sugiere la necesidad de que “los hermanos irreconciliables, Apolo y Dionisio, se encuentre pon fin y se abracen en la danza moderna”. Desde el punto de vista psicológico las danzas orgiásticas se vinculan con el inconsciente, y las artísticas con la conciencia. En Biodanza las danzas orgiásticas son representadas por el trance musical, mientras que las artísticas se relacionan con el refuerzo de la identidad. Existe una tercera línea de desarrollo que posee algunas características comunes a las dos precedentes y está representada por las llamadas danzas terapéuticas: Danzas curativas chamánicas, en particular aquellas de Asia, Africa y de la selva amazónica; Danzas terapéuticas egipcianas, cuya finalidad es restituir la fertilidad de las mujeres estériles; Danzas curativas de Delfos; Danzas galactógenas, cuya finalidad es provocar o aumentar la secreción láctea, realizadas por algunas tribus africanas; Danzas del vientre, realizadas en el Medio oriente, cuya finalidad es tonificar las funciones orgánicas de la maternidad; Danzas de liberación de las tensiones, practicadas por diversos pueblos primitivos; y Danzas terapéuticas contemporáneas, como TepsicoreTranceTerapie, la Danzaterapia y la Biodanza. En último término mencionaremos las danzas religiosas y las guerreras que constituyen dos grupos de manifestaciones importantes en la historia de la h humanidad. Desde sus orígenes la danza está ligada también a las ceremonias religiosas como sucede, por ejemplo, en las danzas órficas griegas, en las danzas sagradas de India, en las danzas de los derviches giradores sufí y en las danzas mandálicas. El grupo de las danzas guerreras, llamadas “danzas pírricas”, comprende también las artes marciales como el karate, el jiu-jitsu, y el tai chi chuan. 4. La vivencia como método

Para comprender la definición de la Biodanza es necesario conocer el concepto de vivencia(4), que está en la base de su metodología. El primero en investigar el sentido de la vivencia fue el filósofo historicista alemán Wilhelm Dilthey(5), quien propuso el concepto expresado por el término alemán Erlebnis (experiencia, vivencia), y lo definió como “algo revelado en el complejo psíquico dado en la experiencia interna de un modo de existir la realidad para un individuo”. Las concepciones de Wilhelm Dilthey influenciaron la fenomenología de Maurice MerleauPonty(6), relacionada con la ontología de Heidegger(7) y con la sociología de Weber(8). En la teoría de la Biodanza, he redefinido el concepto de vivencia como experiencia vivida con gran intensidad por un individuo en el momento presente, que compromete la cenestesia, las funciones viscerales y emocionales. La vivencia otorga a la experiencia subjetiva del individuo la palpitante cualidad existencial de lo vivido “aquí y ahora” He definido las características esenciales de la vivencia y he estructurado una metodología precisa para inducir vivencias cuya finalidad es la integración y el desarrollo humanos mediante la estimulación de la función arcaica de conexión con la vida, por la vivencia es expresión psíquica inmediata de esta función. La metodología de la Biodanza prevé la inducción de vivencias de integración porque éstas implican una inmediata y profunda conexión consigo mismo. Durante la realización de un curso de Biodanza, estas vivencias se refuerzan según las modalidades de aprendizaje establecidas por Burrhus Skinner(9), ya que son asociadas a situaciones placenteras (refuerzo positivo) En efecto, él sostiene que un aprendizaje se estabiliza mejor incentivando lo positivo que castigando lo negativo. El fenómeno del aprendizaje compromete todo el organismo no sólo las funciones corticales, ya que la percepción de los significados que condicionan la existencia puede influir sobre la esfera emocional y sobre la esfera visceral. En Biodanza, por lo tanto, el aprendizaje se propone en tres niveles: el cognitivo, el de la vivencia y el visceral, que están neurológicamente relacionados y pueden condicionarse recíprocamente, aunque posean además una fuerte autonomía. En el caso de que un aprendizaje no abarque estos tres niveles, los relativos comportamientos resultarán disociados. Así, por ejemplo, una persona racionalmente puede pensar en tener derecho a ejercitar libremente la propia sexualidad, mientras emocionalmente puede sentir miedo o inseguridad, y visceralmente puede sufrir de diarrea nerviosa. Las terapias cognitivas que trabajan a nivel verbal se basan en la vertiente que va de los significados a las emociones. En mi opinión, la comprensión de los significados no modifica las respuestas inmediatas frente a la vida, hasta que no influye también en el ámbito de la decisión. La Biodanza se basa en la vertiente inversa: la que va desde las emociones a los

significados. En la Biodanza, la vivencia tiene prioridad metodológica; no obstante, no se excluyen la función cognitiva, la conciencia y el pensamiento simbólico; los ejercicios están destinados a priori a inducir vivencias que sólo posteriormente corresponderán a la conciencia; a modo de espejo se registran y denotan los estados interiores evocados. La vivencia tiene un valor intrínseco y un efecto inmediato de integración, por lo cual no es necesario que sea posteriormente analizada a nivel de la conciencia. En Biodanza se propone una descripción de las vivencias personales, como experiencias interiores, sin análisis o interpretación psicológica. Características de la vivencia La experiencia de cuarenta años de aplicación del Sistema Biodanza me ha permitido observar e individuar las características esenciales de la vivencia, que resumo a continuación. Expresión originaria La vivencia constituye la expresión originaria de nosotros mismos, de nuestra identidad, anterior a cualquier elaboración simbólica o racional. Anterioridad a la conciencia La vivencia es una manifestación del ser que precede la conciencia: el darse cuenta de la vivencia puede ser inmediato o suceder en un segundo momento. En el proceso de integración de la identidad y de expresión de los potenciales genéticos, la vivencia tiene entonces la prioridad sobre la conciencia. Espontaneidad Como el agua que brota de una fuente, la vivencia surge con espontaneidad y frescura; posee la cualidad de lo originario. La vivencia no está bajo el control de la conciencia: puede ser “evocada”, pero no dirigida por la voluntad. Subjetividad La vivencia es subjetiva: ésta se manifiesta a partir de la identidad. Las vivencias que cada persona experimenta son únicas, íntimas y muchas veces inexpresables. Intensidad variable

La intensidad de la vivencia puede variar según el nivel de conexión consigo mismo de la cualidad del estímulo que la produce. En la medida en que disminuye la actividad consciente de control y de vigilancia, aumenta la intensidad de la vivencia. Temporalidad La vivencia es pasajera; se manifiesta en el momento presente y constituye una experiencia de “génesis actual”, en el sentido del concepto propuesto por Alfred Awersperg(10) para referirse a la continua creación de vida que se verifica en los organismos vivientes. Emocionalidad Frecuentemente la vivencia da origen a emociones. Dimensión cenestésica La vivencia se acompaña siempre de sensaciones cenestésicas y compromete todo el organismo. Según mi hipótesis, éste es el camino de acceso al inconsciente vital(11). Dimensión ontológica La vivencia ofrece un conocimiento íntimo absoluto, conectado al ser y a la percepción del ser vivo. Tiene por lo tanto una cualidad ontológica. Dimensión psicosomática La vivencia es el punto de conjunción de la unidad psicosomática, el cual está en relación con el proceso de transmutación de lo psíquico en orgánico y de lo orgánico en psíquico. Existen vivencias que producen desorganización y, como consecuencia, trastornos a nivel orgánico o psíquico; por el contrario, existen vivencias de integración que favorecen una elevación del grado de salud y de vitalidad. Vivencia, emoción, sentimiento Para una mejor comprensión teórica de las experiencias vividas durante las clases de Biodanza es necesario diferenciar los conceptos de vivencia, emoción y sentimientos, cuyos confines no están bien definidos; por eso, a veces se confunden dentro de la complejidad del alma humana. Vivencia Es una intensa sensación de vivir “aquí y ahora”, con una fuerte componente cenestésica. Las vivencias son experiencias pasajeras (por ejemplo, la vivencia de plenitud, de seguridad, de placer). Emoción

Es una respuesta psicofísica de profundo compromiso corporal representado por los impulsos internos a la acción. Las emociones poseen una orientación centrífuga y una acentuada expresividad (por ejemplo, alegría, rabia, miedo), Sentimiento Es una respuesta más elaborada frente a las personas y al mundo. Los sentimientos son duraderos en el tiempo (memoria), comprometen la participación de la conciencia, son diferenciados (preferencia) y poseen un carácter simbólico (por ejemplo, amor, solidaridad, felicidad). Hacia una epistemología de la vivencia Actualmente las investigaciones sobre la naturaleza del conocimiento no se limitan al saber racional, sino que comprenden también aspectos etológicos, místicos y poéticos. Esto significa que los caminos para alcanzar el conocimiento de la realidad son múltiples y pueden incluir la información emocional y cenestésica. La epistemología desarrollada a partir de los estudios de la percepción a través de un abordaje lógico racional llega a ser limitada si se considera que la percepción no depende sólo de los órganos de los sentidos sino también del contexto emocional de la percepción misma. No es arriesgado, por lo tanto, proponer que la vivencia, con todas sus connotaciones cenestésicas, constituya un modelo de exploración de los orígenes del conocimiento. La vivencia es una experiencia inevitable que nos comunica un contenido preciso de sensaciones y de percepciones y que anula la distancia entre lo que se siente y la observación del propio sentir. Esta experiencia implica una forma de conocimiento que, según Maurice Marleau-Ponty (12), posee legitimidad científica. La vivencia puede entonces ser considerada como una forma directa de conocimiento, cuya “veracidad” no pasa a través de la razón y cuyos efectos comprometen todo nuestro ser. A este propósito Michel Maffesoli (13) afirma que interesarse en la vivencia significa enriquecer el saber, mostrar que un conocimiento digno de este nombre no puede sino ser vinculado orgánicamente a su objeto y reconocer finalmente que la pasión, además de tener su lugar en la vida social, lo tiene también en el análisis que se propone comprenderla. Según Eugenio Pintore(14), la función central de la vivencia en Biodanza permite recuperar el aspecto experiencial de la relación cognoscitiva, superara la escisión entre experiencia y conocimiento, y modificar la idea misma ciencia. La Biodanza propone una epistemología y una teoría del conocimiento absolutamente innovadoras, incluso revolucionarias, y el centro de esta “revolución” concierne esencialmente el concepto de vivencia. Una epistemología basada en la vivencia puede conducir no sólo a un conocimiento esencial de la realidad, sino también a la sabiduría, que consiste en la relación con el mundo, en la integración del ser con el cosmos. La Biodanza inaugura así una forma de acceso extremadamente profunda al conocimiento de sí y al mundo a través de la vivencia. 5. Definición de la Biodanza La Biodanza es un sistema de integración humana, de renovación orgánica, de reeducación afectiva y de reaprendizaje de las funciones originarias de la vida. Su metodología consiste en inducir vivencias integradoras a través de la música, el canto, el movimiento y situaciones de encuentro de grupo.

La música es un lenguaje universal y en Biodanza tiene la función esencial de evocar vivencias. Las músicas utilizadas en Biodanza pasan a través de un estudio de sus contenidos emocionales, antes de ser incorporadas al Sistema, con la finalidad de evaluara los efectos orgánicos que promueven y el tipo de vivencia que evocan. La Biodanza no es practicable individualmente; resulta eficaz cuando es realizada en un grupo afectivamente integrado, el cual ofrece posibilidades diversificadas de comunicación y sirve de “continente afectivo” para cada uno de los participantes durante la realización de las vivencias. La Biodanza no propone un modelo de comportamiento: cada individuo que entra en contacto consigo mismo en un proceso de integración ofrece su propio modelo genético de respuestas vitales. El Sistema Biodanza es abierto a la comunidad: la noción de “sistema abierto” implica formas de vínculo con el mundo externo que se caracterizan por la tolerancia respecto a la diversidad; incluye entonces la humanidad como tal, sin discriminación de raza, sexo, edad, estado de salud, cultura o disponibilidad de medios económicos. La integración humana Una primera aproximación al concepto de “integración” fue realizada por el psiquiatra existencialista Ludwin Binswanger(15). Él se preguntó hasta qué punto sus pacientes estaban integrados consigo mismos y no disociados; hasta qué punto podían integrarse con las otras personas en el amor, en el sexo, en la comunicación afectiva; y hasta qué punto podían integrarse ecológicamente con la naturaleza. Además, ha estudiado la posibilidad para que el hombre moderno evite la especialización excesiva, el estancamiento en un esquema o en un estilo de vida demasiado rígidos. En Biodanza el proceso de integración se realiza mediante el estímulo de la función primordial de conexión con la vida, que permite a cada individuo integrarse consigo mismo, con la especie y con el universo. ° La integración consigo mismo consiste en rescatar la unidad psicofísica; ° La integración con el semejante consiste en restaurar el vínculo originario con la especie como totalidad biológica; y ° La integración con el universo consiste en rescatar el vínculo primordial que une el hombre con la naturaleza y en reconocerse parte de una totalidad mayor, el cosmos. Despertar la arcaica función de conexión a la vida representa uno de los objetivos más esperados en una terapia. Esta función que permite la existencia misma de la vida, puede convertirse, a través de un proceso de maduración interior, en una actitud consciente desde donde se inicia de nuevo el contacto con lo primordial. Las plantas, así como los animales, desenvuelven plenamente esta función. La energía vital guiada por los tropismos y por las afinidades bioquímicas hace posible que las plantas hagan un contacto preciso con las manifestaciones de vida que las rodean, como si una sabiduría milenaria fluyera en sus raíces para orientarlas hacia las fuentes nutricias de la tierra; también los animales se comportan como si percibieran en la brisa las energías, los llamados, las señales de vida. En cambio los humanos, a través de un largo proceso de degradación de los instintos, han perdido la función de conexión con la vida, que en ellos se encuentra casi totalmente atrofiada. Podría postularse, por lo tanto, que la enfermedad deriva de la incapacidad de establecer la conexión con todo aquello que está vivo en el ambiente.

La renovación orgánica El estudio de los sistemas vivientes revela un tipo de funcionamiento complejo dentro del cual múltiples factores generan soluciones nuevas y apropiadas a las dificultades que se presentan en cada momento. Con el fin de conservar el equilibrio funcional, el organismo desencadena reacciones de adaptación a las más variadas situaciones biológicas. En los seres vivos en general, y en aquellos humanos en particular, tales soluciones no son programadas de modo definitivo, a pesar de que la determinación genética propone formas muy específicas. Los sistemas biológicos poseen la capacidad de autoorganización. Henri Atlan (16) estableció que la especificidad de los organismos está vinculada a principios organizativos y no a propiedades vitales irreducibles. Edgar Morin (17) afirma que la “máquina artificial”, una vez constituida, puede solamente degenerarse, mientras que la “máquina viva”, aunque temporalmente no es degenerativas, es capaz de aumentar su complejidad. El organismo vivo posee, en efecto, la capacidad de renovarse y de establecer nuevos niveles de equilibrio a partir de ciertos estados de desorden. La renovación orgánica es observable, por ejemplo, en los casos de “rejuvenecimiento” de personas ancianas provocado por una transformación en el estilo de vida, en la recuperación del equilibrio funcional después de determinadas enfermedades, y en algunos casos de remisión espontánea del cáncer. La renovación orgánica acontece en la Biodanza como efecto de la estimulación de la homeostasis o equilibrio interno, y de la reducción de los factores de estrés. El concepto de homeostasis propuesto por Claude Bernad (18), y sucesivamente definido por Walter Cannon (19), explica la constancia del ambiente interno de un organismo: La homeostasis es el mecanismo de autorregulación que permite al organismo mantenerse en estado de equilibrio dinámico, no obstante las oscilaciones de las funciones variables. La renovación orgánica es estimulada en la Biodanza mediante ejercicios que inducen estados de trance y de regresión integradora. En estos estados se reproducen parcialmente las condiciones fisiológicas inherentes a la primera infancia. Éstas tienen la relación con el metabolismo celular del niño, más acelerado que el del adulto; así, reproduciendo tales condiciones, aumenta la eficacia de los procesos de reparación orgánica. La reeducación afectiva La afectividad del hombre moderno está a menudo gravemente perturbada. Ya en la infancia se pueden verificar dificultades dentro de las relaciones, sobre todo en lo que concierne la capacidad de establecer vínculos afectivos con otras personas; a veces se verifican también expresiones precoces de violencia y de destructividad. Este fenómeno tiene repercusiones en todos los niveles de la sociedad: hay violencia en la familia, en la escuela, en las ciudades, en la política, por no hablas de la violencia bélica, sostenida por armamentos cada vez más sofisticados. A pesar de que los

prodigiosos desarrollos tecnológicos han mejorado notablemente la calidad de vida de gran parte de la humanidad, ésta se encuentra, bajo el perfil afectivo, en la condición de aridez y de esterilidad, en la cual el amor es el gran ausente. La Biodanza se propone como fin esencial estimular la afectividad en el ser humano, mediante su aplicación el ámbito de la educación desde los primeros años de vida. El reaprendizaje de las funciones originarias de la vida Éste consiste en la sensibilización a los instintos de base que constituyen una expresión de la programación biológica. El instinto es una conducta innata, hereditaria, que no requiere aprendizaje y que se manifiesta delante de estímulos específicos. Su finalidad biológica es la adaptación al medio ambiente, indispensable par la sobrevivencia de la especie, que es común a todos los seres vivos. Existe una tendencia cultural de asocial el instinto a la irracionalidad; no obstante, la función instintiva revela una suerte de sabiduría biológica de la especie que posee su propia lógica. Muchos instintos tienen su opuesto complementario (por ejemplo, el hambre tiene como opuesto complementario la saciedad). Esta bipolaridad de los instintos es, en realidad, una expresión de la lógica de la vida que permite resolver problemas de adaptación en una escala muy amplia. La fuerza del impulso instintivo disminuye en la medida en que es satisfecho. La autorregulación de los instintos tiene una base orgánica constituida por una infraestructura neuroendocrina de notable precisión; por esta razón la liberación de los instintos no representa un peligro; más aún, rescatar en el propio estilo de vida una coherencia con estos impulsos innatos es un modo natural de responder armoniosamente a las necesidades orgánicas y, por lo tanto, mantener la salud. Los instintos representan la naturaleza en nosotros, y sensibilizarse a ellos significa restablecer el vínculo entre naturaleza y cultura. Darwin (20) definió como “instintiva” una conducta que se expresa sin experiencia previa y se repite en un gran número de individuos de la misma especie. William Mc Dougall(21), el instinto es una disposición psicofísica innata que determina en el individuo la percepción de ciertos objetos específicos, y lo estimula a actuar en modo parecido delante de ellos. El mismo autor proponía que todos los comportamientos, incluida la conducta social del hombres, se podían explicar en términos de impulsos innatos. En cambio los psicólogos de la corriente “culturalista” afirmaban que el comportamiento humano podía estar seriamente influido por el aprendizaje, justamente, de modelos culturales. Estos fueron particularmente influidos por las investigaciones antropológicas de Margaret Mead (22), que observó notables diferencias de conducta en diversas tribus primitivas, en relación al contexto cultural de cada población, pero sin considerar las bases instintivas universales del comportamiento. Las investigaciones de los etólogos modernos como Honrad Lorenz (23), Nicolás Tinbergen (24) e Irenaus Eibl-Eibestedt (25) han corroborado, mediante observaciones meticulosas, que si bien el aprendizaje y la experiencia modifican de diversas maneras tales impulsos, los instintos poseen una poderosa fuerza que se manifiesta en el comportamiento. En psicoterapia “reconciliarse con los padres interiores”, “retornar al origen”, “recuperar el niño libre”, “conectarse con la energía cósmica”, “restaurar la función del orgasmo”, son algunas de las propuestas para la intuición moderna. Tal semántica implica el reconocimiento de la importancia de lo primordial, y la idea de que la salud esté vinculada a la fuente originaria de la vida.

Más allá de los eufemismos, yo creo que debemos reencontrar el significado del instinto y restablecer su valor psicoterapéutico, antropológico y educativo. Con respecto a esto, existe una suerte de miedo generalizado y una actitud hostil ante cualquiera manifestación de lo “primitivo”. La finalidad de mi abordaje es rescatar nuestra “jungla interior”: considero que es necesario ver las manifestaciones instintivas desde una perspectiva poética de exaltación de la vida y de la gracia natural que deriva de ella. El desarrollo de las potencialidades genéticas humanas en un contexto de grupo afectivamente integrado estimula la valentía y la alegría de vivir. 6. El término “Biodanza” El término “Biodanza” fue creado a partir de una vasta elaboración semántica. Había nacido una disciplina de características inéditas, para la cual no existía el término apropiado. No era un abordaje interdisciplinario que unía la danza a contenidos antropológicos, psicológicos o filosóficos, y para el cual habría podido servirme de los términos como “antropodanza”, “sociodanza” o “psicodanza”. Había usado en un primer momento el concepto de Picodanza, pero este tenía el grave defecto de implicar una disociación. El prefijo “psico” deriva del, griego psiché que significa “alma”, por lo cual Psicodanza seria la “danza del alma”. El término contenía en forma implícita la disociación platónica entre cuerpo y alma. Era necesario restablecer el concepto original de danza en su más vasta acepción: como movimiento de vida, que no podía, sin embargo, ser asimilado ni al ballet ni a otra forma de danza estructurada, como tampoco podría ser asimilado a una forma particular de psicoterapia. Esta idea se aproximaba claramente al concepto de “danzar la vida”, propuesto por Roger Garaudy(26)A partir de esta reflexión, en 1976 decidí llamar “Biodanza” al método que ideado: el prefijo “bio” deriva del griego bios, que significa “vida”. 7. Las áreas de aplicación A través de la utilización de esquemas metodológicos diferenciados la Biodanza puede ser aplicada a tres tipos de grupos humanos con características propias: ° Grupos específicos con características símiles, como niños, adolescentes, adultos y ancianos; mujeres embarazadas (a las embarazadas y a niños se aplica esquemas metodológicos cuya finalidad esencial es la profilaxis); grupos de parejas; grupos familiares con la participación de los padres, hijos, abuelos, tíos, primos; ° Grupos heterogéneos de adultos con problemas como inseguridad, falta de afecto, dificultad para establecer relaciones profundas, estrés, falta de impulso vital, síntomas psicosomáticos, y ° Grupos de rehabilitación existencial, para individuos que sufren de trastornos de la motricidad o del humor. Acción sobre la parte sana del individuo

La diversidad de los problemas y de los cuadros clínicos que la Biodanza ayuda a resolver se debe a la singular característica metodológica que la distingue, y que consiste en la acción sobre la parte sana del individuo. Las psicoterapias tradicionales se han desarrollado a partir de un interés hacia la sintomatología: buscan describir y analizar la parte enferma del individuo. La psiquiatría, salvo en algunos casos, no ha tomado en consideración la posibilidad de curar al enfermo mediante la estimulación de sus partes sanas. En cambio la Biodanza actúa justamente sobre estas últimas (los esbozos de creatividad del individuo, lo que queda de su entusiasmo, sus ocultas capacidades expresivas, su reprimida necesidad de afecto, su sinceridad), y está movida por una especie de “voluntad de luz para alumbrar la insistente tiniebla”(27); es decir, cuando es posible hacer crecer la “parte luminosa” de un enfermo, la “parte oscura”, representada por los síntomas, tiende a reducirse. La vida humana es algo cálido y musical, algo magnético que busca contacto. A esto se refería Artaud (28) cuando comentaba la visión del cosmos de los indios mexicanos: Para ellos la vida es un hogar susurrante, es decir, un fuego que resuena y la resonancia de vivir alcanza todos los grados del diapasón. Según Novalis(29), el místico poeta alemán que anunció la posibilidad de una “sociología musical”, el hombre posee potencialmente todas las armonías y resonancias del universo, pero en el mundo moderno vive oprimido por esquemas rígidos; ha perdido la armonía, es un ser angustiado. Despertar al “hombre musical” que yace en cada uno de nosotros podría ser el programa del porvenir. Un sistema de reeducación afectiva para “enfermos de civilización” Juan López Ibor (31) señaló la existencia de una estrecha correlación entre los “estilos de vivir” y los “estilos de enfermarse”, según la cual es posible obtener un diagnóstico y un pronóstico de la patología de un individuo mediante la fenomenología de su modo de vivir. Esta visión psicoantropológica de la medicina podría ser formulada en una frase: “Dime como vives y te diré de qué te enfermarás”. Así, por ejemplo, no es difícil pronosticar una cardiopatía a una persona que vive “siempre apurada”, o bien una úlcera gástrica a una persona competitiva, continuamente en busca del éxito. Desde el punto de vista psicológico la Biodanza tiene el efecto de reducir la ansiedad porque el estrés producido por los conflictos emocionales tiende a disminuir a través de ejercicios específicos que suscitan vivencias integradoras para favorecer la autorregulación orgánica. La acción terapéutica de la Biodanza implica la conciencia de que nuestro estilo de vivir puede conducir a determinadas patologías; en este sentido, la Biodanza puede ser considerada un sistema de reeducación afectiva para “enfermos de la civilización”.

Capítulo II: Efectos fisiológicos 1.

La articulación del neoencéfalo y del arquiencéfalo

En el curso de la evolución biológica, el cerebro se ha perfeccionado a partir de dos pequeños bulbos que se unieron para constituir el primer esbozo de los hemisferios cerebrales. El cerebro ha adquirido en la especie humana un volumen y una diferenciación extraordinarios. La corteza cerebral, formada por alrededor de diez millones de neuronas, está plegada y forma circunvoluciones separadas por fisuras y surcos. En las diversas regiones de estar circunvoluciones se encuentran estructuras especializadas en la interacción con el mundo externo como el lenguaje, la memoria, la sensibilidad y la motricidad. Se sabe, por ejemplo, que a lo largo de la circunvolución anterior al “surco de Rolando” se encuentra el alto comando que dirige nuestros movimientos, zona desde la cual cada célula puede ordenar la contracción de una fibra muscular determinada. Se sabe además que al otro lado del mismo surco (circunvolución posterior) se extiende el área de la sensibilidad general, profunda y táctil. La lesión de la región parietal izquierda produce afasia; es decir, la incapacidad de hablar; por ello esta región fue designada como el “centro de la palabra”. En cambio la zona denominada “área de la visión” se encuentra en la región occipital. Los estudios sobre la complejidad de los circuitos cerebrales han evidenciado, sin embargo, la implicancia de otros puntos del cerebro en determinadas funciones; por lo tanto, en realidad, se ve, se habla y se escucha con todo el cerebro. En el acto de acariciar con la mano, por ejemplo, participan no sólo las áreas motoras, táctiles y sensitivas que se encuentran alrededor del surco de Rolando, sino también las estructuras internas del cerebro, las cuales son sede de los instintos y de las emociones. La base neurodinámica de la emoción La escuela estadounidense de neurofisiología ha trabajado intensamente en el estudio de la base neurodinámica de la emoción. Es muy importante en la conducta emocional la intervención del sistema límbico y en particular del hipotálamo. La región frontotemporal de la corteza límbica es, según Paul Mac Lean(32), la sede de las actividades orales y de autoconservación, mientras que las áreas posteriores (giro cingulado e hipocampo) son la sede de la conducta sexual y de sus componentes afectivos. Por ello toda la región límbica representa el fondo neurodinámico del instinto, de las emociones y del “tono vital” (eufórico, depresivo), el cual es inhibido, controlado y modulado desde la corteza cerebral. La importancia de la polaridad funcional del cerebro Juan Rof Carballo (33) recalca la importancia de la polaridad funcional del cerebro: la corteza cerebral o neoencéfalo inhibe el conjunto de formaciones que constituyen el cerebro primitivo, sede de las funciones automáticas, viscerales, de la afectividad, del deseo sexual, del hambre y de los demás instintos. Este conjunto, que está separado de los otros lóbulos por una fisura, ha sido denominado “arquiencéfalo” o “cerebro primitivo”. La corteza cerebral integra la percepción del mundo externo: ésta es la sede del pensamiento, de la conciencia y de la reflexión (estas funciones no fueron localizadas en una región precisa), controla la actividad motora voluntaria

y coordina también la función visceral. Las funciones de moderación, de inhibición y de modulación de la corteza son bien conocidas. La vinculación neurológica entre neoencéfalo y el arquiencéfalo La vinculación neurológica entre el neocencéfalo y el arquiencéfalo se establece durante los primeros meses de vida. Este delicado proceso de articulación neurológica se produce, según Juan Rof Carballo, a condición que el bebé se sienta protegido, seguro del amor materno. De otro modo, se activan las formaciones telencefálicas (de defensa) de su cerebro, a expensas de la fundamental capacidad de establecer vínculos afectivos, que permanece inhibida y esto puede llevar a una lesión permanente e irreversible. Algunas investigaciones, entre las cuales las de René Spitz(34), tienden a confirmar esta hipótesis. La sonrisa del bebé al tercer mes de vida revela que la articulación entre el neoencéfalo y el arquiencéfalo ha sido bien lograda. Según Juan Rof Carballo, la sonrisa es el primer reflejo psicosocial del niño. Estas breves consideraciones nos permiten comprender los diversos niveles de participación neurológica comprometidos en la danza, en la cual ciertos movimientos son ordenados desde la corteza, perfectamente controlados por la voluntad y guiados por el pensamiento, mientras otros, al contrario, están vinculados a los impulsos y se impregnan de afectividad y emoción. 2.

Estimulación del hemisferio cerebral derecho Las actuales investigaciones sobre las funciones cerebrales indican una diferencia de actividad entre los dos hemisferios cerebrales que se unen entre ellos por el llamado “cuerpo calloso”. Algunas de ellas tienden a demostrar que los dos hemisferios funcionan, hasta cierto punto, como dos cerebros separados e intervienen en modo diverso en el comportamiento. El hemisferio izquierdo es la sede del lenguaje y de todas las operaciones que requieren un orden lineal en el tiempo; también el pensamiento analítico y las funciones racionales y cognitivas dependen de este hemisferio. En efecto se asocia al lóbulo izquierdo las operaciones lógicas, la matemática, la actividad simbólica, la metonimia, la capacidad de captar el significado, el contenido, el pensamiento consecuencial, el análisis y buena parte de las funciones de la conciencia. El hemisferio izquierdo tendería a discriminar, a señalar las diferencias más que a percibir las semejanzas. El hemisferio derecho está especializado en los procesos y en los ordenamientos que no son lineales, sino espaciales: por ejemplo la geometría, la morfología, las funciones no verbales, táctiles, la conciencia musical, la percepción artística, la similitud, la analogía, el ícono, la simultaneidad, el significante, la poética, la forma, la síntesis y el inconsciente. El hemisferio derecho sería, entonces, la sede de las funciones unificantes, integradoras, el lugar de la disolución de las diferencias, de la percepción gestáltica y holística. Las actividades en las cuales este hemisferio predomina son, por ejemplo, escuchar la música, modelar materiales plásticos, danzar.

La acción de la Biodanza sobre el hemisferio derecho Según estos parámetros, la cultura occidental ha estimulado el desarrollo de las funciones del hemisferio izquierdo. Es aún reciente el período en el cual se creía que existiese una predominancia de tal hemisferio sobre el derecho; en realidad, ésa es de naturaleza cultural. La Biodanza, en cambio, estimula predominantemente el hemisferio derecho, porque se sirve de una metodología no verbal, tiene una función integradora, estimula la sensibilidad táctil y la percepción musical, de modo de compensar el desequilibrio provocado por una cultura que prefiere las funciones cognitivas, racionales y analíticas, en desmedro de aquellas inconscientes, unificantes e integradoras. 3.

El sistema integrador-adaptativo límbico-hipotalámico Existen, al día de hoy, numerosos estudios sobre la relación que vincula el sistema nervioso y los modelos de comportamiento humano. Estos me han permitido establecer relaciones operativas entre el organismo humano comprendido como una totalidad y la Biodanza, considerada como un sistema integrador en el origen de nuevos modelos de comportamiento que responden a las necesidades vitales básicas. Con la adquisición de modelos de comportamiento cultural lejanos a las necesidades intrínsecas a la vida se ha deteriorado la coordinación entre las funciones biológicas del organismo y las exigencias de la sobrevivencia. La adaptación a estas últimas se realiza a través del sistema integrador-adaptativo límbico-hipotalámico, cuyas funciones corresponden a la articulación del neoencéfalo y del arquiencéfalo. En efecto, este sistema comprende estructuras diencefálicas, subcorticales y corticales, que desempeñan funciones de regulación del ambiente interno a través de la integración con los sistemas neurovegetativo y neuroendocrino. Al mismo tiempo, éstas operan la sección y el reforzamiento de las respuestas apropiadas a los estímulos provenientes del ambiente externo en relación con la autopreservación y la preservación de la especie. El sistema integrador-adaptativo límbico-hipotalámico está estrechamente vinculado a la expresión de los instintos, de las vivencias, de las emociones y de los afectos. Esto contribuye a la consolidación de modelos de comportamiento e influye sobre la corteza cerebral a través de sus conexiones neocorticales. La corteza cerebral (neocorteza) posee a su vez funciones inhibidoras que actúan sobre este sistema y pueden modular el comportamiento a través de estímulos conscientes. Las funciones principales

A continuación presento un elenco de algunas de las principales funciones en las cuales participa el sistema integrador-adaptativo límbico-hipotalámico: ° Control del sistema neurovegetativo, ° Regulación del hambre y de la saciedad, ° Regulación de la diuresis, ° Participación al control del metabolismo de proteínas y carbohidratos., ° Intervención en las reacciones inmunitarias, ° Termorregulación, ° Regulación cardiovascular, ° Regulación vigilia-sueño, ° Participación en la regulación de los ritmos biológicos (génesis y regulación de los ritmos), ° Participación en la esfera de acción del comportamiento sexual, ° Producción de gonadotropinas hipofisiarias, ° Control del inicio de la pubertad, ° Participación en la expresión de las emociones, ° Reacciones agresivas, ° Determinación de la atención, ° Influencia sobre la memoria inmediata, y ° Participación en el lenguaje y en la comunicación verbal. La acción de la Biodanza sobre el sistema integrador-adaptativo límbico-hipotalámico Las vivencias tienen su representación fisiológica en el sistema límbicohipotalámico. El lóbulo límbico posee dos importantes componentes, que son el hipocampo y la amígdala cerebral. Las experiencias místicas y los estados de éxtasis se verificaron gracias a la estimulación de la parte media superior de este lóbulo. El hipotálamo es considerado uno de los centros reguladores de las emociones de rabia y de miedo, del deseo sexual, de los instintos de hambre y de cuidado de la prole. Experimentaciones efectuadas sobre animales indican que la estimulación de ciertas áreas del hipotálamo y de ciertos núcleos del mesencéfalo provoca sensaciones de placer. W. R. Hess(35) descubrió en tal sede los centros de control de los procesos digestivos, sexuales y excretores. El sistema límbico-hipotalámico comprende por tanto las formaciones neurológicas correspondientes a la esfera del comportamiento flexible (adaptativo), de los instintos, de las vivencias y de la afectividad. Estas formaciones neurológicas son inhibidas, controladas y moduladas por los impulsos de la corteza cerebral. En Biodanza se induce una disminución temporal de la función inhibidora de la corteza cerebral mediante la suspensión provisoria del lenguaje verbal (permaneciendo en silencio, excepto durante ejercicios particulares), la reducción momentánea de la actividad visual (a través de ejercicios realizados con los ojos cerrados), y de la motricidad voluntaria

(a través de ejercicios efectuados con movimientos muy lentos), de modo de consentir una mayor expresión de los impulsos límbico-hipotalámicos. 4.

El sistema nervioso autónomo El sistema nervioso autónomo o neurovegetativo es aquella parte del sistema nervioso que preside a las diversas funciones involuntarias que sirven a la conservación de la vida: la actividad del corazón, de los pulmones, del aparato digestivo, de los órganos sexuales y la motilidad de los vasos. Este sistema regula cada una de estas funciones y las coordina entre sí, manteniendo el equilibrio necesario al desenvolvimiento normal de la actividad somática y las relaciones de ésta con la actividad psíquica. Esto explica por qué ciertos factores emotivos pueden provocar una excitación del sistema nervioso autónomo o también descompensar su equilibrio, cuyas alteraciones están en el origen de los trastornos psicosomáticos. El sistema nervioso autónomo está constituido por dos subsistemas (ortosimpático, o simplemente simpático, y parasimpático) que inervan contemporáneamente cada uno de los órganos sobre los cuales ejercen, a través de sus respectivos neurotransmisores (noradrenalina y acetilcolina), una acción complementaria y equilibrada. La acción de la Biodanza sobre el sistema nervioso autónomo En línea general, el sistema simpático actúa estimulando la circulación, lo que aumenta el ritmo cardíaco y la presión arterial, predisponiendo al organismo, por ejemplo, a las reacciones de defensa y haciendo posible las respuestas a situaciones de emergencia. El parasimpático, en cambio, actúa como un inhibidor de estas funciones. Estas acciones se invierten en el aparato digestivo, sobre el cual el parasimpático opera como un estímulo y el simpático como un inhibidor. Entre los sus subsistemas existe una alternancia de acción: cuando uno está en actividad, el otro está en reposo. Es entonces posible estimular mediante los ejercicios de Biodanza solamente uno u otro de los subsistemas a la vez. Los ejercicios de Biodanza que refuerzan el sentimiento de identidad, activan el sistema simpático, mientras que aquellos que inducen el trance, activan el parasimpático. La práctica de Biodanza, entonces, contribuye a estabilizar el equilibrio neurovegetativo. La música de ritmo alegre y eufórico y las danzas realizadas con ésta, tienen una acción estimulante sobre el sistema simpático y pueden producir diversos efectos, entre los cuales: ° Aumento del ritmo cardíaco (taquicardia); ° Aumento de la presión arterial; ° Vasoconstricción del área que comprende el aparato digestivo, respiratorio y urogenital; ° Aflujo de la sangre hacia los músculos que deben entrar en acción; y ° Broncodilatación para permitir una mejor ventilación.

La música lenta y dulce, las danzas con movimientos a velocidad reducida, los estados de trance y de regresión integradora, en cambio, activan el sistema parasimpático, produciendo diversos efectos, entre los cuales: ° Una disminución del ritmo cardíaco; ° Un aumento de la secreción de las glándulas lagrimales y salivares; ° Una acumulación de reservas; ° Una predisposición al sueño y al reposo; y ° Una activación del Eros en general. Al considerar lo anterior se puede comprender el efecto armonizador sobre el equilibrio neurovegetativo que se obtiene por medio de los ejercicios de la Biodanza, cuando se aplican en la manera correcta. Integración de las funciones erogotropas y trofotropas W. R. Wess(36) ha propuesto distinguir dos estados vegetativos del organismo: uno vinculado a la actividad y la vigilancia, el otro a la condición de reposo y al sueño. El primer estado corresponde a la activación del sistema simpático, definido por él “ergotropo” (del griego ergon, “trabajo, actividad” y tropé, “cambio,modificación”); el segundo estado corresponde a la activación del sistema parasimpático, definido por él “trofotropo” (del griego trofé, “nutrimiento”, y tropé, “cambio, modificación). La actividad ergotropa está vinculada al estado de vigilancia y al estímulo de los mecanismos de lucha y fuga, mientras que la actividad trofotropa está vinculada al estado de relajación, a la protección contra el estrés, al estímulo de los mecanismos de reposo, al descanso biológico y a la reparación orgánica. El estilo de vida condicionado por nuestra cultura estimula predominantemente las funciones ergotropas en desmedro de las funciones trofotropas, induciendo un desequilibrio neurovegetativo; la Biodanza restablece el equilibrio perdido. _-------------------------------------------------------5.

Hipótesis acerca de la correlación entre los ejercicios de Biodanza y el sistema psico-neuro-endocrino-inmunitario Existe una perfecta relación orgánica entre la psique, el sistema nervioso, las glándulas endocrinas y el sistema inmunitario. El sistema psico-neuro-endocrino-inmunitario constituye un modelo reciente de interpretación de la unidad funcional del organismo. La relación entre el sistema nervioso y el sistema endocrino a través de la conexión hipotálamo-hipófisis es conocida desde hace tiempo, pero se ignoraba la existencia de aquella entre el sistema

pisconeuroendocrimo y el inmunitario. Actualmente se sabe que está última relación se realiza a través de neurotransmisores específicos (por ejemplo endorfinas, encefalinas y dimorfinas) y hormonas (por ejemplo somatostatina, corticoesteroides,, prolactina, hormona de crecimiento). El sistema nervioso central desenvuelve funciones de relación con el mundo externo, y el sistema neurovegetativo regula la actividad visceral. Ciertos efectos provocados por las vivencias de Biodanza (por ejemplo estimular las motivaciones vitales, el placer cenestésico, el erotismo, o inducir tranquilidad) son análogos a aquellos producidos por la acción de algunos neurotransmisores y hormonas. En psiconeuroinmunilogía se ha verificado que la dopamina tiene el efecto de elevar el humor y estimular el erotismo, que las endorfinas provocan placer cenestésico, que la noradrenalina provoca reacciones en situaciones de emergencia, que la acetilcolina induce relajación y facilita los procesos de reparación orgánica, y que el GABA (ácido gamaninobutírico) actúa como un tranquilizante. Estas relaciones entre neurotransmisores y estados psicológicos sugieren la hipótesis de que las intensas vivencias de Biodanza, inducidas por ejercicios específicos, puedan provocar efectos “dopaminérgicos” de buen humor, efectos “endorfínicos” de placer corporal y efectos “GABA” de tranquilidad. En mi opinión, esta hipótesis posee un valor heurístico y debe ser examinada experimentalmente. Conocer cabalmente estas correlaciones permitirá inducir los procesos de integración en niveles profundos mediante la Biodanza.

Capítulo III: El “principio Biocéntrico” 1.

Antecedentes: Los principios universales de los seres vivos El progreso de la biología vuelve a dar vida a las concepciones éticas y filosóficas en apariencia agotadas en el laberinto de las ideologías. En la búsqueda del secreto de la vida es posible encontrar una inspiración y referencias que puedan ofrecer nuevas perspectivas al destino de la humanidad. Analizaré aquí algunos principios fundamentales para la comprensión de los seres vivos. Estos principios nacieron de los descubrimientos realizados en el campo de la biología genética, la ciencia de la evolución, el estudio comparado entre estructuras morfológicas, la teoría de los sistemas de regulación y el estudio bioquí- mico de la memoria. Filiación biológica de los seres vivos Los elementos químicos presentes en la naturaleza, conocidos y clasificados, son un centenar; de estos, alrededor de veinticuatro intervienen en los procesos biológicos de los organismos vivos.

Algunos de estos están presentes en modo relevante, de otros en cambio se encuentran sólo rastros. En el cuadro N° 2, la distribución porcentual de los seis elementos químicos presentes en los organismos vivos está puesta en relación con la estimación de la composición del polvo interestelar y de la fracción volátil de los cometas. La gran semejanza que existe entre estas composiciones podría apoyar eventualmente la hipótesis del origen extraterrestre de las moléculas orgánicas vitales o de la vida. A partir de las moléculas precursoras(37) presentes en el ambiente, como el anhídrido carbónico, el agua y el nitrógeno, algunos organismos sintetizan las moléculas orgánicas primordiales de las cuales derivan todas las otras: las proteínas, los ácidos nucleicos, los polisacáridos y los lípidos, que son comunes a todos los organismo vivos, desde las bacterias hasta el hombre. Como consecuencia de ulteriores transformaciones, ellas forman los complejos moleculares, los organelos, y finalmente la célula: la unidad morfológica y funcional de la vida. Así la materia viviente es capaz de organizarse autónomamente, a partir de moléculas simples, mediante reacciones de biosíntesis y de descomposición. Cuadro N° 2: Comparación entre la composición química de los seres vivientes y aquella de algunas partes del universo ________________________________ Replicación La materia viva tiene la capacidad de replicarse en base a un código preestablecido: el código genético. La información que contiene se replica y forma las proteínas, compuestos mayormente responsables de las características morfológicas y fisiológicas de los organismos vivos. Salvo el caso de algunos virus, la información genética está contenida en la molécula del ácido desoxirribonucleico o DNA, compuesto que se encuentra casi exclusivamente en el núcleo de las células, y es portador de factores hereditarios; consiste en una doble hélice formada por una estructura constituida por azúcares, fosfatos y bases nitrogenadas. Estas bases se disponen en secuencias de tres, y existe una secuencia característica para cada especie. La información genética contenida en el DNA es trasmitida de generación en generación a fin de perpetuar la especie. El mensaje genético contenido en el DNA, en primer es transcrito en una molécula de ácido ribonucleico o RNA, y sucesivamente traducido en una secuencia de aminoácidos, los cuales forman las proteínas. El ácido ribonucleico es un compuesto que se en encuentra en el núcleo y en el citoplasma de las células, y su principal función es la síntesis de las proteínas. El mensaje genético es leído en el DNA a través de las secuencias formadas por tres bases nitrogenadas, por lo tanto existen “vocablos” del código genético para identificar cada uno de los aminoácidos que forman las proteínas. Cada secuencia de tres bases nitrogenadas consecutivas identifica un determinado aminoácido, lo que permite suponer que el código sea universal.

Se ha comprobado que las proteínas de todos los organismos vivientes están constituidas por aminoácidos que tienen la misma configuración química. Por otra parte, las secuencias de aminoácidos que cumplen igual función son similares también en organismos muy diversos, así es que se pueden deducir relaciones de parentesco. Las reacciones químicas metabólicas mediante las cuales los organismos vivientes convierten la energía en formas por ellos utilizadas son extraordinariamente similares en todos los seres vivos. Esta semejanza funcional demuestra que, no obstante las aparentes grandes diferencias, los seres vivos obedecen a un plano bioquímico de base, que es común a todas las forma de vida. Autoorganización Una de las características fundamentales de la vida es la autoorganización. Humberto Maturana y Francisco Varela (38) han realizado exhaustivos estudios sobre la autonomía en los procesos vitales, según los cuales los seres vivos se caracterizan por la capacidad de “producirse a sí mismos” continuamente, que Humberto Maturana denominó “autopoiesis”. Ésta revela la autonomía biológica según la cual las células parecen “saber” como desplazarse en el tiempo y en el espacio para generar los diversos órganos y cumplir las funciones vitales. Las células y los tejidos poseen una especia de “cognición” que les permite organizarse. He propuesto el concepto de “inconsciente vital”(39) para referirme a este proceso “cognitivo” de autoorganización de los seres vivos. Invariancia reproductiva Jacques Monod (40) ha definido esta característica de los seres vivos como la capacidad de reproducir una estructura con elevado grado de orden. El contenido de información genética de cada especie, trasmitido de generación en generación, asegura la conservación de la norma estructural específica. Cada especie tiene un proyecto que corresponde a una cantidad de información determinada que debe ser expresada para que las estructuras orgánicas de esta especie cumplan su función. Es este hecho el que determina la fuerte estabilidad de cada especie dentro de un modelo específico. En los organismos pluricelulares cada célula posee la totalidad de la información genética; esta reiteración asegura el proceso de renovación permanente y la conservación del organismo. Teleonomía La teleonomía consiste en la hipótesis de un proyecto cósmico de la vida. Los seres vivos realizan un proyecto que se expresa a través de las diversas funciones vitales. Los variados componentes de un organismo persiguen finalidades particulares que forman parte de un fin primitivo único: la conservación de la especie y su multiplicación. Evolución selectiva Los organismos vivos siguen líneas evolutivas diversas, en armonía con las condiciones del ambiente. Se puede decir que el ambiente es la estructura del azar: mientras algunas especies, como por ejemplo los insectos y determinados moluscos, se mantienen dentro de un mismo modelo estructural por millones de años, otras se modifican y perfeccionan sus funciones biológicas; aun otras fracasan en su proceso de

adaptación y se extinguen. La tesis sostenida por Teilhard de Chardin (41), según la cual los organismos vivos tienden a un perfeccionamiento evolutivo, es hoy seriamente discutible. Es verdad, sin embargo, que algunas funciones han evolucionado notablemente en los mamíferos superiores y, en particular, en los humanos. La “estructura selectiva” del individuo entra en contacto con el ambiente a través de mecanismo de afinidad y rechazo. Esta estructura, muy estable y derivada en parte del aprendizaje, determina en vasta escala las relaciones del individuo con su ambiente. Diferenciación Las especies nos sorprenden no sólo por su fuerte estabilidad morfológica, sino también por su diversidad. Los procesos de diferenciación evolutiva constituyen una de las expresiones más extraordinarias de las múltiples facetas del poder creador de la vida. No son solamente las especies que se diferencian entre ellas, sino también cada individuo dentro de la misma especie presenta características muy variadas que lo hacen un ser único, un verdadero “ejemplar biológico”. Dentro de cada especie las variaciones individuales se producen a través de la combinación del patrimonio genético garantizado por la sexualidad. Los casos de mutación genética son extraordinariamente frecuentes, pero poquísimos de estos se perpetúan, en razón de la fuerte coherencia y estabilidad propias, como se ha visto, de la teleonomía. El proceso de diferenciación individual se define según las posibilidades del desarrollo ofrecidas por el ambiente y la selección operada por el azar; las potencialidades humanas pueden por lo tanto ser estimuladas de modo extraordinario a través de los sistemas de desarrollo y de integración, como la Biodanza. Memoria Uno de los fenómenos más sorprendentes de los sistemas vivientes está constituidos por los procesos de codificación, decodificación, almacenamiento y evocación de la información esta última estructurada químicamente a través del ácido ribonucleico. La memoria está en la base de cada proceso de aprendizaje, porque este último implica una modificación bioquímica del organismo. El instinto puede ser considerado como la “memoria de la especie”: una expresión biológica referida a la teleonomía, en el sentido que está destinada a preservar la vida. Autorregulación Los seres vivos son sistemas autorregulados cuyas funciones automáticas tienen su origen en la perfección de los sistemas homeostáticos. Considerados en sentido amplio como mecanismos de equilibrio interno encargados de conservar la unidad orgánica, estos mecanismos son de un altísimo grado de precisión. En los mamíferos superiores y, en particular en los humanos, existen otros sistemas no autorregulados que a menudo interfieren gravemente sobre la unidad funcional. En un cierto sentido, la autonomía del hombre, su libertad y su capacidad de elección constituyen un riesgo para su sobrevivencia. El desorden del equilibrio ecológico producido por la sociedad humana es un ejemplo. 2. El “principio biocéntrico” El “principio biocéntrico” que formulé en 1970, se inspira en el pensamiento de que el Universo está organizado en función de la vida. Esto

significa que la vida es una condición esencial en la génesis del universo. La vida sería, según este abordaje, un proyecto-fuerza que conduce, a través de millones de años, la evolución del cosmos. Diversos científicos piensan a la inversa; es decir, que la vida es el resultado ocasional de la combinatoria de elementos atómicos; este abordaje parece ingenuo. La posibilidad de que se genere un organismo vivo por la combinación fortuita de elementos, sin una matriz organizadora previa, es impensable. Ni en millones de años, el azar podría combinar con eficiencia los elementos atómicos para crear un organismo, aunque éste fuera muy simple. Las relaciones de transformación materia-energía son evolutivas y constituyen diversos niveles de integración de la vida. La materia-energía sólo puede generar un organismo vivo cuando el polvo cósmico obedece a una matriz previa de organización. Todo aquello que existe, elementos, estrellas, plantas, animales y seres humanos, son componentes de un “sistema viviente mayor”. “El universo existe porque existe la vida”, y no “la vida existe porque existe el universo”. La evolución del universo es, en realidad, la evolución de la vida y culmina en el fenómeno de la conciencia. Teilhar de Chardin propone que el universo sigue un programa teleonómico dirigido al “Punto Omega”, un estado supremo de perfección. Esta idea ha sido muy controvertida, pero representa un hito en la concepción de un programa cósmico. Eminentes científicos como Pauls Davis(42), Carl Sagan(43), Fred Hoyle(44), Leo Villaverde(45), han llegado a la conclusión de que el universo es un gigantesco holograma vivo. El cosmólogo Christian de Duve (46), Premio Nobel de Medicina, en su obra “El polvo cósmico” plantea “la vida como un imperativo cósmico”. Ilya Prigogine(47), Premio Nobel de Física, ha desarrollado la Teoría del Caos, sosteniendo que los procesos que generan la vida se inician en las “zonas disipativas”, alejadas de los sistemas de orden. La zonas disipativas constituyen condiciones de fluidez y dinamismo que facilitan procesos de organización (este proceso depende de las condiciones iniciales), además constituyen la expresión de matrices de vida preexistentes. Pienso que la vida es un “atractor biológico” en medio del caos cósmico. El concepto de “atractor”, descrito por J.R. Newman en la Teoría del Caos, se refiere a una fuerza extraña que aparece en algunos sistemas dinámicos y que tiene el poder de organizar los elementos. Un sistema dado puede poseer varios atractores, cada uno de los cuales tiene su propia cuenca de atracción en el espacio. El reino de la vida abarca todo lo que existe, desde los neutrinos hasta los quasares, desde las piedras hasta los pensamientos más sutiles. Toda expresión, todo movimiento, toda danza es un “acto viviente”. La desconexión de los hombres de la matriz cósmica de la vida ha generado, a través de la historia, formas culturales destructivas. Las disociaciones cuerpo-alma y hombre-naturaleza han conducido a la profunda crisis en que vivimos. Cuando tomamos conciencia de lo que significa “el milagro de la vida” que nos anima, se nos revela un sentido absoluto de valorización de la existencia.

Si tomamos como punto de partida las propuestas intrínsecas que surgen del acto de vivir y de la comunión con los seres vivos, tenemos que abandonar con absoluta decisión cualquier tipo de fundamentación cultural basada en el dinero y en el asesinato; así, por ejemplo, todo el delirio jurídico de oriente y Occidente, con sus códigos y tribunales de justicia basados en ideologías y no en la vida; las guerras también son la expresión de esa psicosis colectiva que niega la sacralizad de la vida. El “principio biocéntrico” sitúa el respeto por la vida como centro y punto de partida de todas las disciplinas y comportamientos humanos; restablece la noción de la sacralizad de la vida. La cultura deberá estar organizada en función de la vida; nuestras formas culturales son antivida. La nueva ciencia unificada de la vida se base en la fusión de todas las disciplinas del saber: Física, Química, Biología, Psicología, Sociología, Etología, etc. Los fenómenos superiores de la mente, como el aprendizaje, la función creativa, la afectividad y la conciencia, deben ser incluidos en esa visión real del fenómeno de la vida. Zibgnov Wollkowsky (48) afirma que los organismos vivos son campos energéticos de gran complejidad, y su estudio debe alcanzar no sólo el conjunto de procesos químicos y atómicos, sino todas las manifestaciones de la vida en una visión de conjunto. Nuestro abordaje epistemológico parte de la percepción de la “Unidad Suprema de la Vida”, en un programa implicado que guía la construcción del universo. Comparto sin reticencias el abordaje de David Bohm(49), que afirma: “Los datos reales de la ciencia sólo parecen tener sentido sobre algún tipo de fundamento implicado o trascendental, subyacentes a los datos explícitos”. La propuesta del “principio biocéntrico” es situar “la vida como al centro” de todas las actividades humanas, en particular en las ciencias como Educación, Psicoterapia, Economía y Jurisprudencia. Es, quizás, el abordaje más apropiado para pensar en la educación en un contexto de totalidad. La aparición de la conciencia y del amor en la evolución de la vida, constituyen dos acontecimientos cumbres que tienen el poder de impulsar nuevas formas evolutivas de la especie humana. Por esta razón creo necesario hacer algunas consideraciones sobre la evolución de la vida y de sus manifestaciones profundas. Este abordaje puede conferir a la educación un punto de partida originario. Los actuales estudios sobre la evolución de la vida han demostrado que hay un progreso ostensivo en las estrategias morfogenéticas y psíquicas de diversas especies, si un organismo no evoluciona, desaparece de la biosfera. Aunque algunas funciones biológicas son más perfectas en los animales que en el hombre, el nivel evolutivo –que culmina en la posición erecta, el lenguaje, en la conciencia y en el amor- parecen ser de una excelencia diferente debido a que estas características le confieren una gran autonomía creativa respecto a cualquier otra programación animal. Nuestra aproximación al enigma de la vida es intuitiva, algo así como la comprensión de una obra de arte. La percepción estética es indemostrable e inaccesible a la cognición racional, se trata de una vivencia y, por lo tanto, una experiencia personal.

La ciencia ha conseguido el acceso al conocimiento de algunos procesos biológicos de inmensa complejidad y velocidad, tales procesos de organización dejan la impresión de que sus componentes tuvieran “conciencia propia”. Un paradigma para las ciencias humanas El “principio biocéntrico” constituye el paradigma que podrá servir de fundamento a las ciencias humanas del futuro: Educación, Psicología, Jurisprudencia, Medicina y Psicoterapia. El “principio biocéntrico” sitúa el respeto a la vida como centro y punto de partida de todas las disciplinas y comportamientos humanos. El sentimiento de amor podríamos definirlo como: “la experiencia suprema de contacto con la vida”. A través de Biodanza llegamos a la fuente originaria de los impulsos de vida. Danza, amor y vida son términos que aluden al fenómeno de “unicidad cósmica”. El núcleo creador de la cultura del tercer milenio está por nacer con la restitución de la sacralidad de la vida. Desde el “principio biocéntrico” podemos concebir el universo como un gigantesco holograma vivo; la experiencia de unidad mística e identidad suprema para nosotros es perfectamente válida. Podemos descubrir en esta vivencia fundadora las “raíces de una cultura de la vida”. Los códigos actuales de justicia, que se basan en la propiedad privada y no en la vida, son la expresión de una psicosis colectiva. La cultura debería estar organizada en función de la vida, nuestras formas culturales actuales son antivida. El “principio biocéntrico” surge, por lo tanto, de una propuesta anterior a la cultura y se nutre de los impulsos que generan procesos vivientes. El “principio biocéntrico” propone la potenciación de la vida y la expresión de sus poderes evolutivos. Biodanza es, desde este punto de vista, “una poética de lo viviente, fundada en leyes universales que conservan y permiten la evolución de la vida”. El “principio biocéntrico” es una referencia esencial al origen cósmico de la vida, una síntesis conceptual del ser humano con el magno proceso de integración con el universo, con su semejante y con su condición autónomo de amor y conciencia. La teoría de la Biodanza se estructura a partir de un axioma que he formulado conceptualmente como “principio biocéntrico”, que tiene como referencia inmediata la vida, y se inspira en las leyes universales que conservan los sistemas vivos y que hacen posible su evolución. El “principio biocéntrico” establece un modo de sentir y de pensar que toma como referencia existencial la vivencia. Este principio surge como una propuesta anterior a la cultura y se nutre de la sabiduría cósmica que genera los procesos vivientes. Tal propuesta puede parecer sorprendente, porque estamos habituados al uso de la lógica deductiva: o sea, estamos acostumbrados a sacar conclusiones predictivas a partir de ciertos hechos. El método usado aquí en cambio no es predictivo: éste procede del hecho ineludible de la existencia de la vida “aquí y ahora”, para interrogarse sobre el origen del cosmos. Mi abordaje hacia la conciencia, parte de la vivencia de la vida y de la certeza que esta vivencia ofrece como dato inicial. El “principio biocéntrico” pone su interés en un universo comprendido como un sistema viviente. El reino de la vida abarca mucho más que los vegetales, los animales y el hombre. Todo lo que existe, desde los neutrinos hasta los quasares, desde la piedra hasta los pensamientos más sutiles, forma parte de este sistema viviente

prodigioso. Según el “principio biocéntrico”, el universo existe porque existe la vida y no lo contrario. La vida no es consecuencia de procesos atómicos y químicos, sino la estructura guía de la construcción del universo. Las relaciones de transformación materia-energía son estados de integración de la vida. La evolución del universo es en realidad la evolución de la vida. El pensamiento tradicional sostiene que la vida nació de las diversas combinaciones de elementos químicos en ciertas condiciones de temperatura y de presión apropiadas, dentro de un ambiente donde estaban ya presentes el agua, el carbono, el fósforo, el sodio y otros elementos. Al contrario, la vida como instancia primordial puede ser considerada como la creadora del universo. De acuerdo con el astrofísico Christian de Duve la vida es un imperativo cósmico. Los patrones universales de vida se abren paso a través del caos. Dentro de este universo la vida se expresa según una infinidad de formas. La estrategia de transformación existencial cambia a partir del “principio biocéntrico”: los parámetros de la vida cósmica se convierten en los parámetros de nuestro estilo de vida. En otros términos, nuestros gestos se organizan como expresiones de vida y no como medios para alcanzar fines externos, políticos o socioeconómicos. Estos se desenvuelven para crear más vida dentro de la vida. Si las situaciones sociales y culturales son adversas, pueden ser cambiadas no con el auxilio de ideologías y de acciones políticas, sino restableciendo en cada instante de nuestra existencia las condiciones para que la vida esté protegida. El núcleo creador de la cultura del tercer milenio está por nacer con la subordinación de la Física a la Biología. Desde el momento en que presumo que la vida no proviene de un proceso evolutivo de la materia inanimada, sino que la materia, aparentemente inanimada, se organiza como el resultado de un sistema viviente omnipresente, el abordaje de estas ciencias se invierte radicalmente. Un punto de partida El “principio biocéntrico” es entonces un punto de partida para estructurar las nuevas percepciones y las nuevas ciencias del futuro con modalidades referidas a la existencia: prioridad atribuida al ser vivo; determinismo físico considerado ilusorio; abandono progresivo del pensamiento lineal a favor de la percepción topológica y de la poética de la similitud; descalificación de las filosofías que buscan una verdad única, porque detrás de cada verdad se esconde otra. Los hábitos intelectuales de selección, evaluación y juicio ejercidos sobre objetos y fenómenos estarán sustituidos por la percepción de todas las expresiones y de todos los movimientos como lenguajes del ser vivo. La cuestión del “por que” cede el lugar a favor del “como”. Lo que cuenta es la presencia del ser vivo que se manifiesta en medio de los infinitos circuitos de realidad iluminada desde el interior, porque el sentido de la vida está en la vida misma y prescinde de la elaboración de significados extrínsecos. Entonces, el fenómeno de la conciencia, así como se manifiesta en el hombre, no se limitará a tomar en consideración las múltiples reacciones de las reacciones de las entidades vivientes según parámetros antropológicos. Así como la Física encuentra su lugar en el cuerpo de la Biología, la conciencia se pone en el campo de la emoción, si es posible definir lo emocional como la experiencia suprema del contacto con lo real. Si la verdad, según la concepción tradicional de la ciencia, es una proposición tautológica, se puede alcanzar la dimensión del significado y allí colocarse en modo

“viviente”: ser entonces el sentido mismo de la propia existencia como el danzarín es él mismo ritmo y armonía. En medio de la fabulosa tecnología físico-matemática de la cosmología contemporánea el físico descubre, de repente, la gran serpiente que gira en las galaxias y se muerde a sí misma. Ni inicio ni fin. Solo un jazmín tembloroso bajo los rayos del sol. Frente al terror del origen, frente a la soledad inexpungnable del infinito, los seres humanos buscan una respuesta mirándose a los ojos. Nuestras existencias no están lanzadas al azar como meteoritos que arden en el espacio cóncavo, sino que nacen de la savia milenaria del gran creador de la vida, del “útero cósmico” que se nutre y respira con el amor de los elementos. En la luz del origen, en el claro paradisíaco de la realidad, nos buscamos recíprocamente. Capítulo IV: El inconsciente vital (83)