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BASES DE LA PERSONALIDAD 1. LA IDEA DE SUJETO Y MODELOS DEL ESTUDIO DE LA PERSONALIDAD En un principio, podemos entender

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BASES DE LA PERSONALIDAD 1. LA IDEA DE SUJETO Y MODELOS DEL ESTUDIO DE LA PERSONALIDAD En un principio, podemos entender por sujeto el sustrato de procesos y estados psicológicos. De la forma en que los psicólogos entienden o se desentienden del sujeto, depende la manera de concebir el tema de la personalidad.. Los modos principales de concebir al sujeto se pueden reducir a: a) Como substancia o soporte con entidad propia y dinámica responsable de la identidad individual en los cambios y promotor de la actividad que se despliega en las operaciones vitales. b) Como conciencia c) Como conducta d) Como sistema e) Como personalidad o integración de las distintas funciones que la psicología general y la psicología experimental estudian por separado. De estas concepciones del sujeto, además de otros muchos factores, surgen los distintos modelos que en psicología existen para el estudio de la personalidad. Destacamos los siguientes: - psicodinámico, el que más se ha dedicado a este estudio y cuyo principal representante es Freud. Se basaría en la concepción del sujeto como substancia y establece dos modelos para comprender la personalidad: * topográfico, en el que se dan tres niveles de consciencia: consciente, preconsciente e inconsciente * estructural, en el que existen tres estructuras (ello, yo y superyo) que entran en conflicto y cuyas relaciones dan lugar a las características de la vida psíquica del sujeto. - psicométrico, que cifra el estudio de la personalidad en un conjunto de estructuras (rasgos temperamentales y de carácter, tipos, etc.) entre cuyos principales representantes podemos citar a Allport, Guildorf, Catell o Eysenk. - funcional, para el que la personalidad es el producto del aprendizaje. Se encuadran en él, por tanto, todas las teorías conductistas. Sus representantes más destacados con Watson, Skinner y Bandura, éste último representando el enfoque socio-cognitivo. - humanista, cuyos representantes más destacados en el tema de la personalidad son Maslow y Rogers. El primero lo veremos en el tema de la motivación y el segundo centra su estudio de la personalidad en el concepto de sí mismo, al que considera el núcleo de la personalidad. - cognitivo, cuyo principal representante es Kelly quien presenta un modelo de personalidad basado en categorías cognitivas.

2. EL CONCEPTO DE PERSONALIDAD En nuestra vida cotidiana nos referimos muchas veces al modo de ser de las personas que nos rodean. Todos hemos dicho en alguna ocasión, de gente que conocemos, que tienen mucha o poca personalidad. Generalmente asociamos la palabra personalidad a la idea de poseer una serie de rasgos que resultan atractivos: simpatía, capacidad de influir en otros, talento, seguridad en sí mismo... Pero, ¿qué es exactamente la personalidad? Etimológicamente, personalidad, lo mismo que persona, procede del término latino “prosopon”, palabra que servía para designar a la máscara con la que se cubrían el rostro los actores durante las representaciones teatrales. Personalidad vendría a significar, por tanto, la imagen que se ofrece a los demás. Sin embargo, ya en el mundo clásico la palabra personalidad fue cambiando de significado. Cicerón, el famoso orador latino, habla de cuatro tipos de rasgos que determinan a la persona y se refieren a su modo de ser: - Los que nos vienen dados por la propia naturaleza y que son comunes a todos los hombres. - Los que son propios de cada individuo en concreto. - Los que son producto de las circunstancias en que vivimos. - Los que adquirimos mediante una elección personal. Todos estos rasgos, como veremos, guardan relación con lo que en Psicología se entiende por personalidad, uno de los conceptos más utilizados por los psicólogos y del que se han dado numerosas definiciones. A continuación señalamos algunas: - “Elemento estable de la conducta de un individuo, su manera de ser habitual que lo diferencia de los demás.” - “Conjunto de cualidades psicofísicas que distinguen a un ser humano de otro.” - “Conjunto de elementos físicos, psicológicos, sociales, culturales y espirituales que muestran un sello particular, un estilo propio, una manera de ser.” - “Conjunto de formas constantes de relación con la gente y las situaciones que ponen un sello de individualidad en cada uno de nosotros.” - “Patrón profundamente incorporado de rasgos cognitivos, afectivos y conductuales manifiestos, que persisten por largo período de tiempo.” Como se puede apreciar, hay dos ideas que aparecen en casi todas las definiciones: - la referencia a un conjunto de cualidades del sujeto - el precisar que se trata de algo propio y característico. En alguna definición se señala también otro matiz importante: estas características suponen un modo de ser y pensar que influye en la forma de responder ante las distintas situaciones de la vida. En la siguiente definición, formulada por la psiquiatra M. Dueñas, se recogen casi todos los aspectos señalados en las otras definiciones: “la personalidad representa la estructura psíquica total del individuo tal como se revela en su forma de pensar y expresarse, en sus actitudes, en sus intereses, en sus acciones y en su visión de la vida.”

Dicho de otro modo: nuestras actitudes, valores, opiniones y emociones configuran nuestra individualidad, nuestra personalidad propia, e influyen en nuestra manera de actuar. Aunque nadie es totalmente sensible, generoso o tímido, ciertas características sobresalen en nuestro comportamiento de forma que podemos ser descritos en función de los rasgos que parecen dirigir nuestra conducta la mayor parte del tiempo. Si, como venimos diciendo, la personalidad se refiere al conjunto de cualidades físicas, psicológicas y sociales que diferencian a unos individuos de otros, parece evidente que no tiene sentido decir de alguien que posee mucha o poca personalidad. En todo caso podemos hablar de personalidades más seguras de sí, mas sociables o más agresivas, pero todos los seres humanos tienen su personalidad propia, ni más, ni menos que los otros. Cuando describimos a otras personas, además de referimos a su personalidad, aludimos también a su temperamento o a su carácter. Podemos decir: “es de un temperamento fortísimo”, o “tiene muy buen carácter”. Entonces, ¿la personalidad, el temperamento y el carácter son lo mismo? Personalidad, temperamento y carácter son conceptos que guardan bastante relación entre sí, pero no son idénticos. El temperamento representa la base constitucional de la personalidad, puede decirse que incluye el sustrato neurofísico, endocrino y bioquímico desde el que la personalidad comienza a formarse. Está muy vinculado a la herencia biológica y, por tanto, es difícil de modificar. El concepto de carácter está mucho más cercano al de personalidad. Se refiere, igual que ella, a las propiedades psicológicas de un individuo pero añade un matiz: suele expresar un juicio de valor sobre el modo de ser. Así, calificamos a las personas por su buen o mal carácter. Allport dice del carácter que es simplemente la personalidad valorada desde el punto de vista ético. El carácter se forma mediante los hábitos de comportamiento adquiridos durante la vida, y es, por tanto, modificable. Hoy es una palabra que, desde la Psicología, se utiliza cada vez menos sustituyendose por el término personalidad. En todo caso, podría decirse que la personalidad supone la reunión del temperamento y el carácter en una sola estructura. Para finalizar subrayamos dos aspectos importantes de la personalidad: 1) La personalidad no tiene una existencia real, no “es” algo tangible. Inferimos su existencia a partir del comportamiento que tienen habitualmente las personas, pero no supone una suma de aspectos aislados de la conducta, sino que hace referencia al conjunto global, incluye pensamientos, motivos, emociones, intereses, y nos resulta útil para predecir la conducta ante las distintas situaciones. 2) La personalidad se sustenta en la herencia genética, pero está también influida por el ambiente, por lo que puede desarrollarse y, a pesar de ser bastante estable, cambia a lo largo de la vida.

3. APORTACIONES DEL ESTUDIO DE LA PERSONALIDAD 3.1. Autoconcepto Ya hemos visto que para muchos psicólogos, fundamentalmente los humanistas, un rasgo clave de la personalidad es el autoconcepto, es decir, la visión que cada uno de nosotros tiene de sí mismo, lo que somos capaces de contestar cuando nos preguntamos: ¿quién soy yo? El autoconcepto se define como el tipo de conocimientos y actitudes que cada persona tiene “de y hacia” sí misma, la idea que cada persona tiene acerca de sí y de su mundo personal, el modo subjetivo según el cual el individuo vivencia su yo. La influencia del autoconcepto en la conducta es decisiva. Como dice el profesor Gimeno Sacris- tan, “mi manera de actuar estará en parte condicionada por lo que considero que soy capaz de hacer, más que por la existencia objetiva de la capacidad en cuestión. Lo que yo pienso que soy condiciona lo que de hecho sea, de modo que me comportaré como creo que soy.” Relacionada con la noción de autoconcepto nos encontramos la noción de autoestima, que no es otra cosa que la valoración que una persona hace sobre sí misma, sobre su autoconcepto. La importancia de poseer una autoestima positiva es, por tanto, clave a la hora de desenvolverse en las distintas situaciones vitales. Pero, ¿cómo conseguir una autoestima positiva de uno mismo? Para poder responder a esta pregunta es indispensable conocer cómo se forma el autoconcepto. Pueden señalarse los siguientes factores que influyen en la creación del autoconcepto: 1. La opinión y las expectativas que los demás tienen acerca del sujeto, ya que no puede experimentarse a sí mismo si no es por medio de los otros. No somos nadie sin el reconocimiento ajeno, no es posible percibirse como un yo sin haber recibido de otro la confirmación de la propia identidad personal. La conciencia de uno mismo nace del reconocimiento de los otros. Desde pequeño el niño o la niña se ve en los demás como en un espejo y se acomoda a lo que otras personas esperan de él, y va así conformando su autoconcepto. Según Rogers, “la experiencia de sentirse objeto de consideración positiva por parte de los demás tiene que preceder a la experiencia de la consideración positiva de sí mismo”. Por ejemplo, si a un estudiante se le anticipa en el centro escolar una hipótesis de fracaso, sus esfuerzos serán mínimos, limitándose a esperar un mal rendimiento académico. Lo que el profesor espera del alumno condiciona su esfuerzo y rendimiento. Esto tiene importantes aplicaciones para nosotros como animadores. 2. Las vivencias de éxito o fracaso que vaya teniendo el sujeto. La confianza en nuestras posibilidades ante una determinada situación depende no de la situación en sí, sino de cómo la percibimos.

3. La importancia relevante de la opinión de ciertas personas en la formación de una autoestima positiva o negativa. Son las llamadas “personas criterio”. Es el caso de los padres, los profesores o los iguales que, como hemos visto, tienen distinta influencia según el momento evolutivo en que nos encontremos. La formación del autoconcepto y la autoestima se inicia, pues, en los primeros años y se va consolidando paulatinamente en los años posteriores, tanto en sentido positivo como negativo, con una característica importante: va tomando una estabilidad que hace difícil que pueda cambiarse con el paso del tiempo. Parece que, una vez consolidado, el autoconcepto ya no vuelve a estar relacionado directamente con las actitudes de los demás, o al menos su influencia es mucho menor. Se ha llegado a decir que la última oportunidad de lograr una buena autoestima termina en la adolescencia. Es quizá algo exagerado, pero es cierto que contribuir a la formación de un autoconcepto positivo es mucho más fácil que intentar modificar una baja autoestima. Lo cual también es algo que los animadores socioculturales debemos tener muy en cuenta. En la actualidad, el autoconcepto es uno de los temas de la Psicología a los que los investigadores están dedicando mayor atención. Las investigaciones señalan los beneficios de la autoestima positiva y los riesgos de una autoestima negativa. Las personas que tienen una buena opinión de sí mismas padecen menos úlceras, menos insomnio, tiene mayor tolerancia a la frustración y en general son más felices. En cambio, las personas que sienten un bajo aprecio por sí mismas están expuestas a la depresión. Los que tienen una imagen que no se ajusta a lo que quisieran ser suelen sufrir ansiedad. Por otra parte, parece que las personas que tienen una actitud negativa frente a ellas mismas, también tienden a mostrarse muy críticas con los otros; es como si su inseguridad les llevase a intentar impresionar a los demás y por eso los menosprecian. Por otra parte, de lo explicado sobre la socialización, la cual supone que el individuo va cambiando a través de este proceso, se deduce algo aparentemente contradictorio. ¿Cómo logra compaginar la persona la variación de las diferentes situaciones por las que va pasando, con el mantenimiento de su autoconcepto? La continuidad la consigue la persona mediante unos mecanismos, fundamentalmente cognitivos, consistentes en ir relacionando de un modo coherente, frente a la variedad de estímulos del ambiente, sus conocimientos sobre las cosas y las personas, y a la postre su conocimiento de sí mismo. Varias teorías han procurado explicar tales mecanismos. Aunque discrepan en bastantes puntos, todas ellas se basan en el presupuesto de que el hombre tiende a ser coherente. De ahí, que sean conocidas como teorías de la coherencia. Aunque volveremos a hablar de ellas en otros temas, vamos a ver las dos más importantes que, en cierto modo, se complementan entre sí. Exponemos a continuación y brevemente, las principales teorías de la coherencia. TEORÍA DEL EQUILIBRIO COGNITIVO Se debe a Fritz Heider y trata de las relaciones posibles entre tres elementos: una persona (P), otra persona (O) y algo común a ambos (X) que puede referirse a una cosa, una idea o

incluso a una tercera persona. Heider considera que la estructura resultante de estas relaciones puede estar equilibrada o desequilibrada y afirma que una estructura desequilibrada es desagradable para el sujeto, por lo que la gente tiende a mantener el equilibrio de sus estructuras cognitivas. Posteriormente esta teoría, de la que aquí sólo he recogido los aspectos más elementales, ha sido revisada y ampliada. TEORÍA DE LA DISONANCIA COGNITIVA En 1957, Leo Festinger dio a conocer la teoría probablemente más influyente de la psicología social de los últimos años. Es también una teoría de la coherencia, pero así como la teoría de Heider se basa en el equilibrio, Festinger se interesa en estudiar más el desequilibrio o, como dice él, la disonancia. En cierto modo, el principio básico de la teoría de Festinger es el reverso de la de Heider. Para este último lo fundamental es que tendemos a mantener el equilibrio; para el primero, que tendemos a reducir, o a eliminar si es posible, el desequilibrio. Según Festinger, en una persona, una opinión es disonante con otra la persona siente que ambas opiniones no son coherentes entre sí. Por ejemplo, si un individuo, de una parte, cree que fumar es algo muy peligroso para la salud, y de otra, percibe que está fumando mucho, se encuentra en un estado de disonancia cognitiva. La relación disonante genera una fuerte tensión psicológica en el sujeto. Ante tal malestar, éste se ve motivado (la teoría de la disonancia es también una teoría de la motivación, por eso la volveremos a citar en ese tema) a reprimirla o al menos a reducirla al máximo posible. Para esto, intentará modificar la realidad (por ejemplo, logrando que el fumar no sea tan peligroso o dejando de fumar) o si esto no es factible modificando sus propias opiniones (por ejemplo, pensando que el fumar no es tan peligroso como dicen). Obviamente, esta segunda salida es menos incómoda, más fácil, que la primera. También puede reducir la disonancia a base de introducir nuevos elementos cognitivos en la situación (por ejemplo, si no fumara necesitaría drogarme). La disonancia cognitiva puede venir generada por situaciones muy diversas. Una de las más estudiadas es la del consentimiento forzado. ¿Qué ocurre si se fuerza a las personas a opinar en contra de sus propios puntos de vista? Los resultados de algunos experimentos realizados por Festinger parecen ir contra la tesis de la teoría conductiva del aprendizaje según la cual a mayor refuerzo más cambio de actitud. La teoría de la disonancia explica este resultado diciendo que las personas prefieren cambiar sus opiniones antes que sus acciones. Es lo que ocurre en el caso de las “expectativas no cumplidas” (cuando actuamos esperando algo que finalmente no ocurre preferimos dar nuevas explicaciones al hecho de que no haya ocurrido antes que reconocer que estábamos equivocados y hemos actuado “tontamente”) o de las “disonancias postdecisionales” (cuando tomamos una decisión evitaremos la información disonante y si le llega tal información, tenderemos a exagerar los aspectos negativos de la alternativa no elegida y los positivos de la elegida).

3.2. Estructura social de la personalidad Aunque ya en los temas anteriores, al estudiar el desarrollo social de niños y adolescentes, hemos visto que el individuo, en las diversas etapas de la socialización va aprendiendo distintos comportamientos, nos centraremos ahora en el hecho del doble sentido que tienen estos comportamientos aprendidos: el dado por la cultura y el propio que cada individuo le da, al aprenderlos e interiorizarlos, procurando estructurarlos en un todo más o menos coherente en relación con los otros comportamientos aprendidos. La socialización es pues, además de un proceso como ya hemos estudiado, una estructura de comportamientos cuyas características vamos a estudiar a continuación, no sin antes subrayar que el surgimiento de esta estructura se debe a que nuestra persona es un sistema en constante interacción con los otros.

3.2.1. Roles La historia de la literatura cuenta, entre sus temas más repetidos, el que asimila la vida de cada hombre a lo que acontece en el teatro. Este es, por ejemplo, el tema de Calderón de la Barca en la obra de expresivo título "El Gran Teatro del Mundo". Algunos científicos sociales creen que es útil esta comparación, pues nos hace entender mejor determinados aspectos del comportamiento social. Desde esta perspectiva, conocida con el nombre de “dramatúrgica”, cada uno de nosotros nos comportamos en la vida del mismo modo que el actor en un drama: representamos diversos papeles, mejor o peor, junto a otras personas, no actuamos del todo libremente sino en cierta medida dirigidos, nos movemos siempre es un escenario, somos aplaudidos o silbados, etc. De toda esta amplia analogía, hay un aspecto sobre el que interesa detenernos: el desempeño de unos papeles, que la ciencia social llama roles. Estos roles son comportamientos típicos de determinadas situaciones sociales y que no inventamos nosotros sino que nos los encontramos definidos y nos vienen prescritos por la sociedad y la cultura. Por ejemplo, el rol de mujer, el rol de juez, el rol de niño, el rol de amigo... Cualquier conducta nuestra puede ser vista como formando parte de uno o varios roles. El enfoque de nuestra conducta como desempeños de rol es sumamente interesante, porque su análisis nos revela aspectos nuevos de la cuestión que estamos tratando. En efecto, todo lo que se nos enseña en el proceso de socialización puede reducirse a un aprendizaje de roles. No en balde cuando de niños jugábamos (y esto que va a leer confirma la idea de que el juego, en el niño es, a diferencia del adulto, una cosa muy seria ya que es una manera importantísima de aprender), jugábamos a policías y ladrones, a papás y mamás, a exploradores o a astronautas; esto es jugábamos a diferentes roles, los cuales eran de este modo asumidos a base de imitar unos modelos cuyos comportamientos representábamos.

Científicamente quien ha definido más certeramente lo que es un rol ha sido el psicólogo social Theodore M. Newcomb, al decir que consiste en expectativas de conducta. Es decir, que los comportamientos característicos de un rol determinado son siempre esperados por los otros con los que interactuamos cuando desempeñamos dicho rol. En este caso, hablamos de los otros como contrarroles. Por ejemplo, el rol de padre tiene, al menos como contrarroles, de una parte a los hijos y de otra a la madre. Por tanto, un rol puede tener varios frentes de contrarrol. CLASES DE ROLES Los roles pueden clasificarse según diversos criterios: - los basados en aspectos biológicos, como por ejemplo, los derivados del ciclo vital humano: los del bebé, del niño, del joven, del adulto, del viejo. - los basados en la forma en que los “adquirimos”. Distinguimos así entre adscritos (los que nacen con uno, como los roles de hijo o de aristócrata) o adquiridos (los que se adquieren a lo largo de la vida) Este último tipo de roles es útil en el análisis de un problema que estos últimos años ha provocado una abundantísima bibliografía: el rol de mujer. En efecto, la problemática de la mujer se centra, en el fondo, en el hecho de haber considerado que su rol tiene un carácter adscrito. Sin duda, lo es si se considera únicamente el aspecto biológico de la cuestión. Pero no hay que olvidar que la naturaleza del fenómeno del rol siempre es sociocultural. En este sentido, el rol de hombre o mujer, en cualquier sociedad o época histórica, es un rol adquirido. Y aunque la adquisición del mismo se efectúe sobre la base de una adscripción biológica, se trata de dos cosas diferentes. Dicho de otro modo, el comportamiento que en una cultura dada es típico de la mujer o del hombre no obedece a razones biológicas sino sociales. El rol adquirido de mujer o de hombre es lo que se ha dado en llamar “género”. - los basados en quién sea el centro del que parte la “espera de la conducta”. Distinguimos entonces entre roles objetivos y roles subjetivos. Lo que hasta aquí hemos visto del rol se refiere al primer aspecto. Pero el rol no es sólo conducta esperada por los demás. También nosotros esperamos ciertos comportamientos de nosotros mismos en determinadas situaciones típicas: es el rol subjetivo. Lo interesante de esta distinción es que permite ver que a veces ambos aspectos pueden no coincidir, obstaculizando entonces la interacción social. Tal es el caso, por ejemplo, del sujeto que en un grupo cree que está desempeñando el rol de simpático cuando en realidad, para los restantes miembros del grupo, resulta estar desempeñando el rol de antipático. EL ROL-SET Cada hombre desempeña en su vida, sucesiva y simultáneamente, múltiples roles. Todos ellos están interrelacionados, a través de la individualidad del sujeto humano. Y no todos son igualmente importantes para él.

Se deduce de esto que los roles que desempeñamos están no sólo estructurados sino además jerarquizados, de un modo piramidal. En la cúspide, se encuentra el rol-clave de cada uno, aquel rol que para él es más importante y sobre el que de algún modo giran los demás. A esta estructura de roles se la llama el rol-set. Así vistas las cosas, el proceso de socialización no es sino el proceso por el que cada persona va configurando su rol-set. Durante la socialización primaria, esta estructura de roles se encuentra en formación y por lo tanto puede haber varios roles-clave o todavía ninguno. Al llegar la adultez, esta estructura adquiere una forma estable y en muchos casos definitiva.

3.2.2. Estatus En la socialización no sólo se nos enseñan roles. También se nos enseñan estatus. Con esta palabra, se designan varias cosas. El antropólogo Ralph Linton, al que se debe la elaboración conceptual del fenómeno, consideró que el estatus era el conjunto de derechos y de obligaciones inherentes a una determinada situación social (derechos y obligaciones tienen aquí un sentido social, más allá del estrictamente jurídico). Con los usos posteriores de tal término su contenido se ha enriquecido. Hoy, por estatus hemos de entender, entre otras cosas, la reputación, el honor, la fama, el rango o categoría social, etc., que tiene una persona. Naturalmente, cada individuo no posee un solo estatus. Así, por ejemplo, una persona goza de una determinada imagen en su grupo de trabajo, diferente de la que tiene en su grupo de amigos, y ambas no son iguales que la que le da su familia. Como sucede con los roles, nuestros más o menos diferentes estatus resultan estar estructurados y jerarquizados formando un status-set, el cual va configurándose a lo largo del proceso de socialización. Y también, como en los roles, los estatus pueden ser adscritos o adquiridos y tienen un aspecto objeto y otro subjetivo.

¿CÓMO GANAR CONFIANZA EN UNO MISMO? Es imprescindible en la vida un mínimo de seguridad en uno mismo, de autoconfianza, de sensación interna de que se es capaz, (al menos tanto como los demás), de enfrentarse a los retos de la existencia, y de que no se va ha ser rechazado por los otros. Pero si tú has sido una de esas personas, que no han sido valoradas desde pequeñas, que no han sentido el aplauso de sus mayores, que no han sentido que eran algo valioso para quienes en la infancia le rodeaban, entonces, padecerás de falta de confianza en ti, y bueno serás que atiendas a los siguientes consejos para paliar este problema. ESTO ES LO QUE DEBES HACER Precisamente, la primera medida a tomar, es la de entender como ha sido tu pasado, como te han tratado las circunstancias y sobre todo las personas que te han rodeado. Esto te dará algunas pistas de como actuar en tu caso concreto, y te terminará de convencer de que es imprescindible cambiar de rumbo, y actuar para ganar autoconfianza y mejorar tu vida. También te ayudará a comprender que ha sido tu entorno y no tú quién ha fallado. Al mismo tiempo bueno será que realices, desde ya mismo y aunque su efecto tarde en notarse, alguna actividad que sea de tu agrado, y en la que puedas realizar una labor mantenida, hasta que puedas destacar en ella. Vale cualquier cosa que realmente conecte contigo, una actividad deportiva, altruista, cultural, manual, etc. Esto te aportará una mayor sensación de valor personal, una tarjeta de presentación en tus relaciones sociales, y el mensaje, ante ti misma, de que puedes mejorar tu persona. Naturalmente otra medida a tomar será la de mejorar tanto tu aspecto personal, como tu nivel cultural. Para lo primero no debes mirar excesivamente el dinero, y piensa que siempre se puede mejorar gracias a una ropa mejor, más visitas a la peluquería, al esteticista, etc. Para lo segundo, ten en cuenta, que no necesariamente tienes que realizar estudios formales, reglados, sino que también puedes asistir a conferencias, tertulias literarias, coloquios, exposiciones, y un largo etc. que seguramente están a tu alcance en tu ciudad, o en una población cercana.

Aunque tal vez te sorprenda, lo más útil para ganar seguridad en uno mismo, es presentarse ante los demás tal y como se es, sin ocultar para nada los defectos, las manías, los miedos. Cuando a pesar de ello vemos que muchas de las personas con las que tratamos, no nos rechazan, no rehuyen nuestra compañía, e incluso que lo que creíamos que eran defectos rarísimos no son más que problemas bastante frecuentes en la gente, lo que sentimos es una sensación de alivio, mayor conformidad con nuestra forma de ser, y en definitiva mayor autoconfianza. Pero para que esta gran forma de mejorar te sea realmente útil, debes tener presente dos cosas. 1) No dejar que aquellas personas con vocación de "resuelveproblemas", que te vayas encontrando, te digan lo que tienes que hacer, ni asuman tus responsabilidades, pues esto lejos de beneficiarte solo conseguirá aumentar tu sensación de no ser capaz de enfrentarte a la vida. 2) Tienes que estar dispuesto/a a que un reducido número de personas, menos de las que tu imaginas, te hagan daño cuando te presentes tal como eres, pues te rechazaran. Es un precio que hay que pagar, pero realmente es un precio muy bajo para la sensación magnífica de que ganas en seguridad personal. Y ESTO LO QUE NO DEBES HACER: Por el contrario, nunca caigas en la equivocación, con la intención de resolver tu problema de confianza, de aparentar lo que no eres, o de mentir sobre aspectos de tu vida para ganar prestigio, o de rodearte de personas que te adulen, etc. A la larga, esto solo vale para profundizar tu sensación de no valer lo suficiente. Ganar en seguridad personal es posible, pero has de estar dispuesto/a a pagar algún precio, y a ser constante en tu esfuerzo. HABRÁS OÍDO MUCHAS VECES HABLAR PREGUNTES ¿Que es la asertividad?:

DE

ELLA,

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PUEDE

QUE

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. Se trata de saber exponer nuestros puntos de vista, sin miedo alguno a que no sean compartidos por los otros, y sin intención de imponerlos a los demás. La persona asertiva no se molesta cuando observa que el otro no le da la razón. Ni hace de menos al otro cuando manifiesta opiniones con las que no esta de acuerdo. Las personas asertivas funcionan con sus criterios y dejan que los demás funcionen con los suyos, sin que esto disminuya la relación "cálida" entre unos y otros.