Baruch Spinoza

10. Baruch Spinoza Cada cosa se esfuerza, en cuanto está en ella, por preservar su ser. Baruch Spinoza “Ética”, parte 3ª

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10. Baruch Spinoza Cada cosa se esfuerza, en cuanto está en ella, por preservar su ser. Baruch Spinoza “Ética”, parte 3ª, Proposición 6 Biografía Baruch Spinoza, o Baruch de Spinoza, o Benedicto Espinoza, nació en Ámsterdam en 1632, de una familia judía de origen portugués y que había emigrado a Holanda a fines del siglo XVI perseguida por la corona de Portugal, la que con sus políticas coloniales estaba ávida de dinero para financiarlas y que había encontrado en la cárcel y asesinato de los judíos, por distintas causas, suficiente excusa para confiscar sus bienes. Los Spinoza eran de clase comerciante de buena posición en la colectividad judía de Ámsterdam, por lo que procuraron para Baruch una educación acorde; con el tiempo Baruch comenzó a colaborar en las actividades comerciales de la familia, pero sus intereses eran otros; su padre, Miguel, empezó a ver en él un futuro rabino, para ello lo hizo ingresar en las escuelas de la colectividad, donde comenzó a estudiar el Antiguo Testamento, hebreo, estudios religiosos, que de alguna manera influyeron en su pensamiento, ya que toda su obra está impregnada de Dios, tiene como centro a Dios ; el filósofo “ebrio de Dios” como a algunos les gusta llamarlo. Lo que va advirtiendo, es que las prácticas religiosas institucionales, no solo del judaísmo sino también las de otras creencias, le parecían reñidas con el espíritu mismo de la religiosidad; desde ahí parte para hacer una reformulación que inclusive alcanza a la idea de Dios. Además de familiarizarse con la lectura del Antiguo Testamento y del Talmud, con las especulaciones de la Cabala, los intereses intelectuales del joven Spinoza, se orientaron hacia el conocimiento de las matemáticas, la filosofía y los idiomas. Su abierta inteligencia lo llevó a cuestionar los puntos de vista ortodoxos para la interpretación de las Escrituras, y en 1656 cuando solamente tenía 24 años, fue solemnemente excomulgado. La excomunión De modo que a partir de ese momento le quedó vedado a cualquier miembro de la colectividad judía leer sus textos, relacionarse con él e incluso acercarse físicamente a su persona. La excomunión en la sinagoga puede ser más leve o más dura que lo que conocemos habitualmente como excomunión en el mundo católico cristiano. Tiene tres planos, uno podríamos decir más leve, uno mediano y otro muy duro. La que le infligieron a Spinoza es este último, que se llama “Herem”, que prácticamente es una maldición: “Excomulgamos, maldecimos y separamos a Baruch de Spinoza, con el consentimiento de Dios bendito y con el de toda esta comunidad; delante de estos libros de la Ley, que contienen trescientos trece preceptos; la excomunión que Josué lanzó sobre Jericó, la maldición que Elías profirió contra los niños y todas las maldiciones escritas en el libro de la Ley; que sea maldito de día, y maldito de noche; maldito

cuando se acueste y cuando se levante; maldito cuando salga y cuando entre; que Dios no lo perdone; que su cólera y su furor se inflamen contra este hombre y traiga sobre él todas las maldiciones escritas en el libro de la Ley; que Dios borre su nombre del cielo y lo separe de todas las tribus de Israel…” etc. …Y es ilevantable! El que recibe el “Herem” es para siempre. El Dios de Spinoza Los motivos de la dura condena aplicada a Spinoza hay que buscarlo en sus primeros escritos filosóficos, allí planteaba que “Dios no era solo espíritu eterno sino también cuerpo infinito” Ello partía de la filosofía de Descartes (1596-1650), corrigiéndola. Si Descartes afirmaba que había dos sustancias, la extensa y la pensante, Spinoza entendía que las dos eran modos de una única sustancia superior que era Dios, pero de este modo al conferir la extensión infinita a la sustancia divina se la identificaba con el universo, con la naturaleza. Para los rabinos esto era simple panteísmo. Entonces, en lugar de postular un solo Dios, tal como lo postuló la teología judeo-cristiana, nosotros postulamos a un Dios que sea sustancia y a la vez se identifique con la totalidad de la naturaleza, no vamos a caer en el orden de inconsistencia lógica, porque justamente Dios va a ser absolutamente infinito, va a comprender dentro de sí la totalidad de lo real y además Dios va a ser absolutamente perfecto ya que no va a quedar nada fuera de si, ninguna perfección posible o resto de realidad queda fuera de Dios como entidad. Obviamente Spinoza iba a ser acusado de panteísmo, pero hay que tener en cuenta que el panteísmo de Spinoza no es al modo místico, como muchas veces se lo ha comprendido y hasta reprochado, sino que el Dios de Spinoza es un Dios que contiene en si mismo la totalidad de lo real y es una especie de entidad lógica de la que se va derivando lo real. Dios existe pero no es trascendente, es inmanente a la realidad misma, por lo tanto, una relación entre personas es una relación donde la actividad de Dios está presente, porque no nos trasciende; quiere decir que las relaciones vinculan a los seres y a las cosas entre si es por donde está circulando la idea de Dios, que no es ninguna figura eminente, ninguna entidad moral ni ningún Ser Todopoderoso, sino que lo Todopoderoso es la naturaleza misma. Spinoza dice que concebir a un Dios que no es extenso, es quitarle una de sus perfecciones; entonces un Dios absolutamente infinito no solamente tiene que incluir el pensamiento, sino que además tiene que incluir la extensión. Este atributo que es la extensión está en realidad conformado por la totalidad infinita de los cuerpos, esto es por el aspecto que presenta la totalidad de los cuerpos constituyendo el universo. Esta totalidad de los cuerpos en realidad es una especie de sistema cerrado; hoy en día podríamos decir que esto es un anticipo revelador de Spinoza, que el sistema de extensión es un sistema de energía, porque en realidad los cuerpos están constituidos por corpúsculos que van cambiando de forma y van adquiriendo nuevas configuraciones permanentemente. Afirmó también que era imposible demostrar la inmortalidad del alma y que la Biblia debiera ser libremente interpretada sin prestar atención a la exégesis oficial. La hostilidad hacia Spinoza no cesó con la excomunión, a tal punto que incluso se lo intentó asesinar, debiendo por ello irse a residir en un pueblito cercano a Leyden y

tres años más tarde a los alrededores de La Haya. Hizo del tallado de cristales su medio de vida, tratando llevar una vida discreta, reservada y dedicada al estudio y la escritura. Se le conoce un solo intento de constituir familia, frustrado por la imposición del padre de la novia de exigirle su conversión al cristianismo. Ética En 1673 se le ofreció una cátedra de filosofía en la Universidad de Heidelberg, que rechazó a fin de mantener su independencia y aislamiento. Sólo dos obras publicó durante su vida, los “Principios de la filosofía de Descartes” y el “Tractatus Theologico Politicus” aparecido anónimamente en 1670. Poco después de su muerte, irían apareciendo sus otros escritos y su obra más importante: “Ética demostrada según el orden geométrico”. En realidad escribió su obra principal siguiendo el método de Euclides, el que parte de ciertos axiomas, ciertas definiciones y a partir de ellas se van derivando lógicamente una serie de proposiciones a lo largo de las cuales se demuestran esas definiciones, axiomas, de las que se partió. Dice que va a tratar de las personas y los sentimientos humanos como si se tratara de líneas y de puntos. Entonces la ética que funda, es una ética objetiva, que es deducida como se deducen las propiedades de un triángulo. El amor intelectual, que es la figura donde culmina todo el planteo ético de Spinoza, es alcanzar la forma del conocimiento más perfecto, donde se vea la realidad, las cosas singulares y todas las cosas relacionadas entre si, que en el fondo surgen de un ser divino , que es Dios, obviamente en forma necesaria, constante y en todo momento; incluso me comprendo a mi mismo como una manifestación de Dios y ese amor que yo tengo de esa fuente de donde surjo, a esa causa inmanente, me doy cuenta que es Dios amándose a si mismo. El problema no es Dios, sino el uso político moral que se hace de Dios; este es el tema que más escándalo produjo, ya que a partir de ese pensamiento deduce que toda moral que determine qué es el bien y qué es el mal, es un aparato de sometimiento y obediencia. De ahí que su libro sobre la ética sea su texto más escandaloso, donde dice que son las relaciones entre las cosas y entre los hombres los que establecen lo bueno y lo malo, no el bien y el mal, sino lo bueno y lo malo. Lo bueno es aquello, que no siendo yo mismo, me afecta produciendo sentimientos de alegría y que genera, según sus palabras, “encuentros y composiciones”; aquello que genera “desencuentros y descomposiciones” en las afecciones entre los seres y las cosas, son las pasiones tristes. El Conatus Tanto en la Ética como en su Tratado Político, critica duramente a aquellos filósofos y teólogos que tratan las afecciones humanas como pecado o vicios de una recta razón, y lo que más destaca es que las pasiones son constitutivas de la naturaleza humana, que son tan naturales como las acciones y que sólo con el reconocimiento de este carácter pasional e ineludible en todo hombre es que se va a acceder efectivamente al conocimiento. Su filosofía parece priorizar el aspecto lógico, formal o arquitectónico del sistema, su orden geométrico; sin embargo, le da gran importancia a aspectos tan poco formales como el cuerpo, las pasiones, los afectos y a ese deseo o impulso que recibe el

nombre de conato (Conatus en latín, traducido por “esfuerzo”, “empresa” y también “potencia”-activa-). Concretamente, dice Spinoza, todas las cosas particulares, todos los cuerpos particulares, se encuentran en interconexión; cada cuerpo es una entidad autónoma, relativamente autónoma, porque cada cuerpo está animado por lo que Spinoza llama “el conato”, que es una tendencia de la cosa a permanecer o mantenerse en existencia; de alguna manera el conato es la esencia de toda cosa singular, es decir según Spinoza, todas las cosas singulares incluido los hombres, tenemos o poseemos conato. Este conato que años después se llamaría “instinto de vida” o como lo llamó Freud, “libido”, es lo que nos lleva a permanecer en existencia. El conato, para definirlo con precisión, quiere decir que cada cosa, en cuanto puede, persevera en su ser; para explicarlo más fácilmente todavía, cada cosa en la medida en que no haya circunstancias exteriores que le impidan ser, cada cosa persevera en el ser. El conato aparece como voluntad cuando se refiere solamente al espíritu y como apetito cuando se refiere al espíritu y al cuerpo; en ambos casos son modos de ser del conato o esfuerzo como determinación ontológica general. Los conatos también se pueden unir entre si para constituir nuevos organismos o nuevas relaciones y más aún si se van subsumiendo a los cuerpos entre si, vamos a encontrar p.ej los reunidos en una habitación formando un nuevo cuerpo, así también los pobladores de una ciudad, una nación y así sucesivamente ascendiendo en la multitud de cuerpos, llegamos a lo más total del universo, es decir a la configuración de todos los cuerpos. Lo social y lo político Existe el individuo, pero el individuo es la colectividad y entre lo colectivo y lo individual no hay ninguna separación, entre lo político y lo social tampoco la hay; lo político es una forma de segregar lo social, donde unos hacen obedecer a los otros. Para Spinoza lo social debe pensarse como un encuentro que potencia el conato de los individuos. En vez de sostener como el filósofo inglés Thomas Hobbes (15881679) que “el hombre es el lobo del hombre”, entiende que cada hombre completa a los otros y es completado por ellos; una comunidad es un individuo colectivo que potencia las posibilidades y los derechos de sus miembros. En Spinoza a diferencia de las teorías contractualistas, en ningún momento hay contrato ni hay cesión del derecho natural. Parte de la idea de que en el estado de naturaleza el hombre cuenta con su derecho natural, pero justamente al estar enfrentado con los otros hombres, su conato está totalmente debilitado y por una cuestión de utilidad y para poder perseverar en la existencia el hombre, en la teoría spinoziana, reconoce que lo más útil para un hombre es otro hombre: y así es como se constituye un cuerpo político. El conato, el apetito y el deseo, son tres nombres que tienen un único referente, designar una única entidad. Este conato o este deseo es uno de los nombres que recibe la esencia de todo lo existente. Nosotros somos conato, somos deseo. Epílogo Baruch Spinoza falleció de tuberculosis en 1677, solo tenía 44 años de edad; su filosofía fue a la vez mística y racionalista, iluminista y religiosa. Ha influido a Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831), a Sigmund Freud (1856-1939), a Gilles Deleuze (1925-1995) y a muchos otros pensadores.

Hay un antes y un después de la lectura de Spinoza; podemos decir que da “vuelta la cabeza” y al decir esto, y en términos spinozianos, se dice que “da vuelta al cuerpo”. Nadie puede saber lo que puede un cuerpo. La idea de pecado, de culpa, la idea de mal, de odio, de rencor, es totalmente expulsado de la concepción spinoziana. Lo que hay es positividad, encuentros, composiciones, relaciones, vinculaciones; es limitada, es precaria porque somos precarios de una totalidad. Si bien Spinoza es un filósofo del siglo XVII, su obra no deja de aportar una serie de caminos para interpretar la política, pensar la realidad. La filosofía tiene eso, que de algún modo, siempre nace en una época, en un contexto determinado, en una época donde la situación política y económica hace que el filósofo se exprese; pero al mismo tiempo tiene algo perenne que le permite perdurar en el tiempo, y que en algunos casos sus ideas vuelvan a conmover. Spinoza tiene esa virtud, esa cualidad; uno puede volver a leerlo y si bien hay mucho contexto en su obra, también hay un valor que es eterno por el cual se puede aplicar al mundo contemporáneo. Se puede pensar que este trabajo sobre Spinoza es demasiado ambicioso, es decir pretender que por él veamos como seres finitos, las cosas desde la “specie de la eternidad” (sub specie aeternitatis: usado por Spinoza para expresar que se ve todo “bajo el ángulo de la eternidad), como la vería este Dios substancial que nos propone, tal vez sería una exigencia demasiado ardua. Sin embargo Spinoza termina su Ética con las siguientes palabras: TODO LO EXCELSO ES TAN DIFÍCIL COMO RARO Esto es, el reconoce que no es fácil lograrlo, pero tenemos que intentar hacerlo.

El hombre libre en ninguna cosa piensa menos que en la muerte; y su sabiduría está en la meditación, no de la muerte sino de la vida. Baruch Spinoza “Ética”, Parte IV, 67

Hurlingham, 17 de junio de 2005