BARRIOS ALTOS Trabajo Final

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1. INTRODUCCIÓN El proceso de cómo la identidad barrial se manifiesta a través del criollismo en barrios altos, es el objetivo de este ensayo. En primer lugar analizaremos las categorías conceptuales de barrio e identidad para establecer el concepto de identidad barrial. En segundo lugar, haremos un recuento histórico del desarrollo de barrios altos como eje fundamental de su criollismo. En tercer lugar, analizaremos el papel del criollismo como una de las diversas manifestaciones culturales de la identidad barrial en barrios altos. En cuarto lugar, a través de una entrevista veremos si la identidad barrial desarrollada en barrios altos se desprende del criollismo y por último, los conceptos utilizados en clase, como es el caso de desigualdad, otredad, afro, etc; se utilizará para mejor comprensión de identidad barrial y su manifestación en el criollismo. 1.1.

Planteamiento del problema

*Delimitar desde una perspectiva teórica del concepto de barrio e identidad para dilucidar las funciones que cumple la identidad barrial como fortalecimiento del criollismo en Barrios Altos. *Establecer la relación que existe en la formación de la identidad en Barrios Altos con las categorías de desigualdad, según Tilly y lo Afroperuano, según Nugent y Arrelucea; como parte del desarrollo de la identidad barrial en barrios altos. 1.2.

Preguntas

*¿Cómo el concepto de barrio e identidad se relaciona con el criollismo en Barrios Altos? *¿Qué relación cumple los autores tomados en clase, como parte del desarrollo de la identidad barrial en Barrios Altos?

2. MARCO TEÓRICO 2.1. BARRIO El desarrollo de Barrios Altos, es resultado de las características históricas de la urbanización temprana de la zona, concentrando desde su origen viviendas populares de mayor antigüedad en la ciudad de Lima. El hacinamiento de los callejones, quintas y casas de vecindad, es el reflejo de las distintas oleadas y dinámicas de crecimiento urbano y metropolitano de la región, que más adelante se explicará con detalle. Según Porto y Gardey define como tugurio a una vivienda precaria que se caracteriza por sus habitaciones reducidas, por la carencia o deficiencia de servicios básicos, por su construcción con materiales de mala calidad o que se han deteriorado con el tiempo y el uso. A diferencia, de un asentamiento o urbanización, Barrios Altos se convierte en barrio, en la medida en que es escenario y contenido de la experiencia compartida de sus pobladores por identificar necesidades comunes, de elaborarlas como intereses colectivos y desplegar acciones conjuntas (organizadas o no) para su conquista, a través de lo cual forman un tejido social y un universo simbólico que les permite irse reconociendo como ¨vecinos¨ y relacionarse distintivamente con otros citadinos. Barrios Altos, al ser un conjunto de jirones en donde los callejones, engloban la experiencia de esta denominación de barrio se transmuta en un espacio local de socialización inmediata, puesto que la vivencia cotidiana en un mismo sitio facilita las uniones interétnicas, como lo mencionaba Cosamalón. Ariel Gravano menciona que “el barrio aparece, entonces, como realidad tangible y material y como parte del imaginario; como práctica y como representación, como valor cultural, identidad colectiva, especificidad espacial, polo de disyunción ideológica y sede social de las más variadas relaciones y dinámicas. En síntesis, se puede aglutinar tres sentidos de lo barrial: a) el barrio como componente de la reproducción material de la sociedad, como espacio físico, parte de la ciudad (La espacialidad); b) el barrio como identidad social, atribuida y adscripta por los actores sociales (La escenificidad, donde converge la problemática social general); y c) el barrio como símbolo y conjunto de valores condensados y compartidos socialmente (La funcionalidad estructural o el rol que juega dentro de la estructura socio-urbana.)”(Gravano, 2003, p.13). (el subrayado es mío) 2.2. IDENTIDAD Ahora, insertándose en el análisis que realiza Restrepo de los distintos enfoques contemporáneos sobre la etnicidad, nuestro enfoque se relaciona con la idea de etnicidad que él denomina “buena para pensar”, en la cual señala que esta implica un encuadre relacional de identidad y diferencia más que la manifestación de un inmanente ser biológico o cultural. (Restrepo, 2004, p.17). Esto, en primer lugar, por el grado de diferenciación étnica que tiene Barrios Altos en su composición social. Donde su posición estratégica primigenia (se encontraba a puertas de la ciudad) resulta importante en lo que sería más adelante, su composición: ahí llegaban comerciantes, indígenas de diversas provincias del país que muchas veces terminaban asentándose ahí, además de la matriz colonial de conformada por

españoles, mulatos, mestizos, zambos, y posteriormente, inmigrantes chinos y japoneses, entre otros. También, por el grado de diferenciación que realizaban estos grupos hacia una alteridad en la que se encontraban en constante contacto, puesto como señala Barth (1976), no es posible suponer que la persistencia de un grupo étnico (en este caso identitario), responda únicamente a un aislamiento selectivo de los grupos y criterios y señales de identificación, sino también a estructuras de interacción que permita la persistencia de las diferencias culturales, ya que estos se diferenciaban de la aristocracia limeña más identificada con lo europeo, lo extranjero. Así mismo, García (2004, p.21) señala que, “para entender a cada grupo hay que describir cómo se apropia de y reinterpreta los productos materiales y simbólicos ajenos”. Siguiendo a Barth, para él “las fronteras o límites del grupo pueden depender no solo de cómo sus miembros se definen a ellos mismos, sino de cómo son definidos por otros. Donde estos otros son poderosos y controlan los principales recursos económicos” (Degregori, 2009, p. 114). En nuestro caso, por la subalternización y situación de marginalidad en la que se encontraban estos grupos étnicamente diferentes, se les daba una categorización de clase baja que los homogenizaba para la Lima Tradicional, esto manifiestamente visualizado en sus viviendas: vivían en condiciones lúgubres, de hacinamiento (donde se podrían albergar hasta un número de 50 habitantes por callejón) la mayoría de los cuales no contaban con servicios de agua potable ni desagüe1 y donde se hallaban las tasas más altas de mortalidad a causa de tuberculosis, gripe y fiebre tifoidea.2 De igual manera, considerando la diferenciación étnica de este grupo, debemos considerar nuestro enfoque dentro de la postura invencionista quienes “consideran que la etnicidad es una especie de “ficción colectiva” (en el sentido de fabricación, de hecho social) que aparece bajo condiciones históricas determinadas en entramados sociales y de poder específicos.” Esto, más allá de la consideración de una historización construida “formalmente” como lo que sucede con los Estado Nacionales, sino como una construcción de discursos más “populares”, desde abajo y que dentro de nuestro enfoque corresponde con la generación de una representación social tanto material como simbólica: la música criolla. Así, estos grupos marginados de la ciudad, comenzaron a construir una identidad cultural común, que a inicios del siglo XX “reclamaba ser reconocida como lo auténticamente peruano: el criollismo popular (que ya nada tiene que ver con el criollo colonial, aquel hijo de españoles nacido en las tierras colonizadas de América que gozaba de determinados privilegios políticos y condiciones laborales establecidos en una categorización racial).” (Valdivieso, 2014, p. 45).

2.3. 1

IDENTIDAD BARRIAL

Aldo Panfichi, AFRICANIA, BARRIOS POPULARES Y CULTURA CRIOLLA A INICIOS DEL SIGLO XX, recuperado de: http://blog.pucp.edu.pe/blog/aldopanfichi/wp-content/uploads/ sites/38/2007/11/AFRICANIA.pdf). 2 Ibid.

Entonces, podemos deducir que la identidad barrial se construye mediante un proceso socio-territorial, histórico y sobre todo, de convergencias culturales étnicas, en donde las personas se encuentran en constante lucha por la definición de los significados que hacen a tal identidad. Su construcción es continua, y se centra en tres condiciones necesarias: 1) La relación y los vínculos que se establecen entre las personas y los espacios, 2) Historia Local y Memoria Colectiva y 3) la manifestación de esta identidad barrial, en este caso: el Criollismo. El concepto de apropiación del espacio y de apego al lugar, por ejemplo, se relaciona a través de los procesos dinámicos de interacción conductual y simbólica de los pobladores con su entorno, por lo que el espacio se convierte en barrio cuando termina cargándose de significados. Concluyendo en la percepción de lo propio por la persona o el grupo, integrándose como un elemento representativo de la identidad. Los lugares con significado emergen en un contexto social y a través de relaciones sociales (escenario o dimensión local); se hallan ubicados geográficamente y a la vez relacionados con su trasfondo social, económico y cultural (situación o dimensión geográfica), proporcionando a los individuos un sentido de lugar, una “identidad territorial subjetiva”. (Vidal y Pol, 2005, p. 288). En síntesis, la territorialidad configura las relaciones dinámicas entre pobladores y entorno. Esta configuración, genera la percepción de pertenencia colectiva al barrio, integrando al proceso de la formación de la identidad barrial. También, es importante señalar que la historia local y memoria colectiva, desempeña una recuperación en análisis e interpretación del pasado, para reconstruir la textura histórica de un colectivo específico ayudando a un mejor conocimiento de la Historia Local. Para ello, se propone tres características, que nos ayudarán a reconocer su actuar como tal : “1) pretende conocer la realidad histórica de unas gentes que quedan habitualmente diluidas y anónimas en el estudio de los procesos generales,2) puede servir para corroborar la concordancia de ingredientes locales en los “contenidos” de fenómenos generales, o bien para mostrar la existencia de divergencias, matices o excepciones locales en los mismos y 3) debe ser un paso previo necesario para alcanzar las síntesis más amplias, regional o nacional.” (Lacomba, 2008, p.5). La Historia local, en el desarrollo del concepto de la Identidad Barrial, nos propone reconstruir una Historia desde sus pobladores, de sus vivencias y conflictos sociales. Más allá de una simple valoración que se genera, existe un constante sentimiento de progreso colectivo que unido a la urgencia de la organización de los callejones, la diferenciación está en medio como una forma distintiva de progreso vecinal. La memoria colectiva, dentro de su espacio conceptual, lo definimos como “el conjunto de representaciones del pasado que un grupo produce, conserva, elabora y transmite a través de la interacción entre sus miembros” (Jedlowski, 2000, p.123). La transmisión de generación a generación, es el marco en donde se mueve la memoria colectiva, pero tenemos que tener en cuenta también que “las memorias colectivas no son sólo representaciones, sino que son también actitudes prácticas, cognitivas y afectivas que prolongan de manera irreflexiva las experiencias pasadas en el presente, como una memoria-hábito. Estos hábitos, estas prácticas sociales que vinculan el pasado y el presente, son costumbres operativas, cognitivas y relacionales que constituyen el tejido de la continuidad de cada grupo social, entrelazado con un

universo de significados, de valores y de narraciones que la dotan de cierto automatismo, de una cierta inercia.” (Morales, M. Moya, E. Gaviria y I. Cuadrado, 2007, p. 5). Halbwachs menciona que el carácter de la memoria colectiva tiene básicamente cuatro aspectos: “1) porque tiene un contenido social, puesto que el recuerdo es un recuerdo con los otros; 2) porque se apoya en los marcos sociales de referencia, tales como ritos, ceremonias o eventos sociales; 3) porque la gente recuerda las memorias compartidas y recordadas conjuntamente, y 4) porque se basa en el lenguaje y en la comunicación lingüística externa e interna con otros seres significativos.” (Manero, 2005, p.13). De esta manera, se puede entender que para Halbwachs, son el espacio, el tiempo y el lenguaje, los articuladores de la comprensión de la memoria colectiva. En conjunto con la historia local y la noción de pertenencia del territorio, la memoria no se puede separar de las condiciones y necesidades del aquí y ahora. Pero, así como la confluencia de formas de interpretar la realidad y la idea del progreso que cada vecino tiene, se puede concluir diciendo que la memoria local se afianza cuando la historia local, establece las formas de aprendizaje de Barrios Altos, contribuyendo con la Identidad Barrial. Por último, la identidad barrial dentro de barrios altos, se afianza cuando se manifiesta. Como es el caso del criollismo que hablaremos luego. Para corroborar nuestro marco teórico, es necesario visualizar la historia de Barrios Altos con el análisis que se hace de Tilly, antes de pasar al tercer punto. 3. ANÁLISIS SEGÚN AUTORES 3.1. DESIGUALDAD (TILLY) Ubicada al noreste de Lima, durante la colonia Barrios Altos “fue una zona para establecerse, invertir, y producir” (Reyes, 2015, p.36). Además de acoger plazas, plazuelas, hospitales, iglesias, conventos, en su seno llegaron a encontrarse sectores contrarios de escala social: propiedades de la nobleza limeña y grupos marginales de esclavos, negros libres, indígenas, blancos empobrecidos. Pero la heterogeneidad mantenida hasta entonces, lejos de calmarse y disminuir, tendió a remarcarse en mayor medida. En el siglo XIX, italianos inmigrantes hacen notoria su participación al lograr dominar la venta de productos de pan llevar (p.145); en el mismo siglo, chinos establecen su fortín en la calle Capón, donde asientan una industria del teatro (p.233); y a fines de siglo, japoneses empiezan a hacer manifiesta su presencia por medio de pequeños negocios (p.269). Hacia fines del siglo XIX, la desigualdad socioeconómica establecida en Barrios Altos era notoria. A grandes rasgos, podemos diferenciar, por un lado, a la clase pudiente limeña, y por el otro, a los grupos marginales y de menores recursos. No obstante, es posible también notar una desigualdad basada en la apropiación de otra clase de bienes. Pero, ¿cómo entender la desigualdad? “La desigualdad humana en general consiste en la distribución despareja de atributos entre un conjunto de unidades sociales tales como los individuos, las categorías, los grupos o las personas” (Tilly, 2000; p. 38). En estos términos, la

diferenciación de los atributos, por supuesto, no tiene como objetivo el buscar la igualdad —lo cual podría ser entendido según el sentido de la justicia distributiva: dar a cada sujeto lo que le corresponde de acuerdo a sus necesidades, a fin de realizar la igualdad— sino el asentar la desigualdad. Antes que de buscar la igualdad, postura que asume la existencia previa de una situación desigual, de lo que se trata es de buscar el fundamento de la desigualdad. Para Tilly, toda relación social es desigual (ésta consiste en la despareja distribución de atributos), pero mientras unas son pasajeras y se desvanecen o cambian, otras persisten en el tiempo. La desigualdad persistente es la desigualdad socialmente organizada; ella permanece durante largo tiempo y se muestra con distintos ropajes y formas. Las diferencias en la calificación laboral de hombres y mujeres o el desigual desempeño escolar de niños según la proveniencia familiar son indicadores de la desigualdad persistente. Sobre estos indicadores actúan factores que los acentúan: las políticas gubernamentales concernientes a la recaudación y distribución de impuestos, la organización y funcionamiento de las escuelas, formas de discriminación de la más variada índole. Al intentar explicar esas formas de desigualdad, desde diversas posturas se han brindado argumentos. Uno de ellas, por ejemplo, afirma que el patriarcado es el fundamento del sexismo, la esclavitud antigua del racismo y la xenofobia del chovinismo (Tilly, p.30). Si bien Tilly invalida estos argumentos aduciendo su falta de tino para explicar cómo es que las formas de inclusión y exclusión de los casos mencionados se asemejan tanto, corresponde añadir una apreciación adicional. Tomar al patriarcado, la esclavitud y la xenofobia como sustentos del sexismo, racismo y chovinismo, respectivamente, equivale a decir que una desigualdad es el fundamento de otra desigualdad. Una interesante pregunta a este respecto sería: ¿y qué fundamenta el patriarcado, la esclavitud y la xenofobia? Puesto que éstas de por sí implican desigualdad, no podrían sustentar otras desigualdades, ni mucho menos. ¿Dónde, entonces, buscar el fundamento de la desigualdad? Siguiendo a Tilly, de hecho, nos hemos acercado ya a la respuesta. Si la desigualdad consiste ante todo en la posesión dispareja de atributos, conviene prestar atención a la manera como estos atributos son distribuidos disparejamente. De acuerdo con Tilly, toda desigualdad se origina cuando una unidad social (personas, organizaciones, comunidades, países, categorías…) se apropia de recursos o bienes y extrae las utilidades incrementadas por otras unidades sociales; es decir, la desigualdad inicia con el acaparamiento de oportunidades y la explotación. Las dificultades que tienen lugar en este primer momento, no obstante, comienzan a hacerse más notorias ante la falta de organización de la desigualdad. Es complicado mantener la explotación y el acaparamiento sin un sentido ordenador, sin un concierto en la situación dada. A fin de mantener la continuidad de los mecanismos, quienes disponen de los recursos implementan sistemas de cierre y control social, para lo cual se valen de categorías definidas en pares, esto es, categorías pareadas: ciudadano/no ciudadano; blanco/negro; legítimo/ilegítimo; mujer/varón; cuya función es la de resolver los problemas y organizar la desigualdad. La dificultad sobre cómo se mantendrán las distinciones, se monopolizará el conocimiento para el uso de recursos y se asegurará

la lealtad de los excluidos es sorteada así con el establecimiento de los límites categoriales (si bien éstos no son del todo precisos). La emulación de las relaciones que se establecen entre las categorías y la adaptación a ellas tienden a extender las desigualdades y hacerlas habituales, a tal punto que por momentos llegan a parecer necesarios para explotadores y explotados. Pero la referencia a la explotación no es necesariamente en términos económicos: es este el punto sobre el que podemos comprender algunas formas de desigualdad en Barrios Altos. Tilly distingue los atributos o bienes de los que se pueden apropiar las unidades sociales: los bienes autónomos, que pueden ser percibidos “sin referencia a unidades exteriores”, y los bienes relativos, que solo pueden ser percibidos “en relación a otras unidades. “La riqueza, el ingreso y la salud son ejemplos de bienes autónomos, en tanto que el prestigio, el poder y la clientela lo son de bienes relativos” (p. 38). Si en Barrios Altos es marcada la desigualdad basada en la apropiación de bienes autónomos como la riqueza y el acceso a mejores atenciones de salud o educación, puede notarse también una desigualdad basada en la apropiación de bienes relativos, como el prestigio derivado de la ejecución de música criolla. Tilly diferencia lo que es la desigualdad persistente de lo que es la desigualdad no organizada socialmente. El tránsito que establece entre una y otra es, no obstante, merecedor de tener en cuenta. La desigualdad que mencionamos en cuanto a la apropiación de la música criolla no es necesariamente una forma de desigualdad persistente, aunque sí es una forma de desigualdad. A través de la música criolla se perfila una forma de desigualdad, evidentemente no en los términos que supone la desigualdad económica, que permite a algunos autores y compositores alcanzar reconocimiento social. En estos términos, el bien “apropiado”, para decirlo en términos de Tilly, marca diferencias de acuerdo a las unidades sociales. El sujeto ejecutante de la música criolla, en cuanto unidad social, alcanza prestigio alrededor de sus vecinos y coterráneos; mientras que Barrios Altos, en cuanto unidad social, alcanza prestigio alrededor de otros barrios debido a que de su seno salieron buena parte de los más reconocidos ejecutores de música criolla. Una vez explicado el desarrollo histórico de Barrios Altos, podemos centrarnos a ver detallar el tercer punto de la construcción de la identidad barrial, es decir, la manifestación de ésta a través del criollismo.

3.2. LO AFRO (NUGENT, ARRELUCEA) Los grandes espacios que abarca la marginalidad o la exclusión como discurso, obliga a detener nuestra reflexión hacia la imagen que se percibe de Barrios Altos. Siendo un mismo espacio que conviven distintos intereses identitarios y que cada uno refleja una desvinculación de lo neutral o netamente ciudadano. Comienzan a surgir mecanismo integradores los cuales no forman parte de este cuerpo legítimo y que surge como alteridad o espontaneidad de dinámicas sociales que atienden las demandas de un grupo que ha sido relegado en el rechazo y expuestos a una

supuesta exclusividad. Se nos presenta la siguiente reflexión en la medida que expone la relación entre dos esferas que están en una pugna por la movilidad social: ¿de qué manera la exclusión es herramienta del círculo de poder? La explicación debe encontrarse en las ventajas políticas que se derivan de ignorar simplemente la existencia de la población indígena. ¿Cuáles serían las ventajas? Evitar legislar, es decir, introducir criterios universales en el espacio estatal y dejar cada región al árbitro de los poderes locales. (Nugent, 2012, pág. 24) Mientras que se intentaba crear un proyecto nacional a partir de pilares que se heredaron de la colonia como lo puro, donde los extremos entre el blanco y el negro, mestizo, indígena formaban la dicotomía central, por otro lado se comenzaron a configurar relaciones identitarias y con ello la relación que encontraban con el espacio (simbólico y geográfico). Una manera como los grupos sociales reconocen sus afinidades y diferencias es mediante la distinción entre lo que es considerado “puro” y aquello más bien “impuro”. (Nugent, 2012, pág. 43) Debemos poner atención al siguiente eje de nuestro análisis en relación a la conformación de Barrios Altos como una comunidad que fue creciendo vigorosamente como un espacio de convivencia de distintas identidades y no por acuerdos fortuitos del destino. Un proceso que viene a modificar las supuestas estructuras sociales, como por ejemplo lo son la ciudadanía, se observa con la migración. Sabemos que se asentaron distintos grupos sociales y que en el laberinto que expone Barrio Altos nos remite a pensar en asociarlo con la migración afrodescendiente. Las fronteras raciales que impone la capital limeña para el siglo XX, obliga a los grupos que conforman el gran cuerpo de migrantes se asiente en las periferias cual es anexo de lo nacional o la vida política y económica. De esta manera, vemos ya cuán importante es la experiencia de la migración para la forma en la que la gente se define a sí misma. Esto queda reforzado cuando exploramos la importancia del color de la piel. (Paredes, 2011, pág. 38) De manera tal que la migración comenzó a formar parte de las agendas de los planes de gobierno al encontrar en esta nueva capa social el impulso de una nación que se servía de un auge económico. El crecimiento económico y la aparición de nuevos sectores coincidieron a partir del siglo XX con la difusión de nuevos medios de comunicación y la ampliación de la educación, es decir, con el desarrollo de la modernización empujada por el Estado oligárquico. (Arrelucea, 2015, pág.156) Entonces, al mencionar de manera concreta a la migración afrodescendiente, como una de las cuales forman el laberinto de Barrios Altos, necesariamente debemos de dirigirnos a la producción cultural. Medio articulador entre todas las aristas de esta temprana comunidad. Lugar en el que hemos localizado a la música como uno de los ambientes en los que comenzaron a encontrar mecanismos de participación menos excluyente y que de alguna manera equiparaba la balanza de la inclusión. Este esfuerzo educativo coincidió con la difusión de nuevos medios de comunicación de masas. Los periódicos y fuentes impresas encontraron una mayor recepción, al mismo tiempo que las grabaciones discográficas iniciaron un mercado nuevo, que buscó atraer a las masas populares por medio de la música de su agrado. (Paredes, 2011, pág. 156) La música criolla como producción articuladora entre todo el paradigma de la homogeneidad racial y la mencionada diversidad de intereses

comienza construyendo las bases de lo que posteriormente se convertiría en un eje nacional. Los medios articuladores, como dinámica cultural, reflejan en la producción musical el balance para poder acceder a sectores que por méritos muy especulativos y discriminatorios se niegan. La música engloba una movilidad estructural en cuanto a condición socioeconómica nos dirigimos. La diferenciación de clases para este presente rótulo articulador de la música solamente engloba caracteres en términos de identidad y de relación de identificación sobre una comunidad, la de Barrios Altos.

4. LA MANIFESTACIÓN DEL CRIOLLISMO COMO PARTE DE LA IDENTIDAD BARRIAL Al hablar de la música criolla, así como de cualquier otro género musical específicamente en la capital, inevitablemente tenemos que hablar de las transformaciones sociales y demográficas que acompañan en su desarrollo. Hablamos de lugares que en sus inicios resultaban poco atractivos para la investigación dentro de las ciencias sociales. En este caso, las ciudades se introducen como nuevos lugares, dentro del cual los individuos van a forjar espacios simbólicos que los lleva a crear sus propias identidades frente a nuevos actores. De la misma forma, la etnomusicología hace lo propio con dicho viraje ya que son ahora los espacios urbanos los que van a constituir nuevos focos de investigación para el entendimiento de la diversidad musical. Barrios Altos y su asociación con la música criolla, para a representar un claro ejemplo de cómo ciertos géneros musicales permiten a sus productores y consumidores establecer relaciones reales o imaginarias con determinados lugares o espacios públicos de la ciudad con el fin de producir o reproducir identidades diferenciadas (Mendívil 2015 :20). Es así que ya no hablamos de individuos que poseen una identidad acuñada por ser procedente de algún lugar concreto, nos distanciamos de aquel enfoque primordialista para hablar ahora de individuos con capacidad de crear sus propias identidades ya sea ligado o no a su lugar de procedencia. Con ello se abre una serie de posibilidades para un migrante andino, por ejemplo, de identificarse con un género musical distante de lo que le otorgaría su lugar de origen. Esta alteridad formada por la ligazón a un género musical, en este caso hablar de una ciudad criolla, encuentra en sus orígenes en el período colonial. Con la llegada de aquel sistema, son las prácticas musical que empiezan a ceñirse a dicha estructura, lo tradicional pasa a ser recluido en el ámbito privado. La cultura limeña, desde sus inicios, reconoció lo hispano y lo africano como componentes propios; las expresiones culturales indígenas, en cambio, fueron consideradas como un elemento tolerado sólo en fiestas públicas o situaciones extraordinarias (Mendívil 2015: 27). Es ya con la república, donde las prácticas musicales van a pasar asociarse con los barrios populares. En este caso Barrios Altos va a ser escenario de festivales, serenatas, jaranas dentro de sus característicos callejones; donde el vals criollo será el más representativo dentro del diverso mundo musical. De ahí que se resalte la condición socioeconómica precaria, así como el analfabetismo presente en su

mayoría de los vecinos de dicha zona y sus músicos. No es de extrañar que Zanutelli (1999) mencione: “El bagaje cultural de Felipe Pinglo era, sin lugar a dudas, superior al ambiente en que se desplazaba. Su amigo y compadre Pedro Espinel lo recordaría, al cabo de años como un ´caballero con léxico´” (p. 11). Posteriormente a mitad del siglo XX, con la llegada de medios de difusión masiva como el fonógrafo y con la modernización que se comenzaba darse en la ciudad, seguida por las construcciones de carreteras que comenzaban a articular las provincias con la capital, la música criolla comienza un proceso de transformación donde sus temáticas, así como la identificación con un estrato popular pasa a trastocarse. Frente a los nuevos procesos de migración que comenzaban a acontecer en la ciudad, así como el arribo de sus géneros musicales característicos, la música criolla se desliga de los barrios populares tales como Barrios Altos, Rímac, La Victoria, etc. para asociarse al imaginario de las clases medias-altas que en su mayoría estaba fuera de aquellos barrios. La temática recurrente solía ser ahora la añoranza de una “Lima que se va”, esa ciudad con personajes pertenecientes a una élite limeña. Un claro ejemplo de ello es la etapa de producción temprana de la compositora Chabuca Granda, quien impulsó lo que ahora se conoce el “criollismo aristocratizante” (Lloréns 1983:84). Una composición característica de aquella evocación de una Lima aristocratizante que comenzaba a transformarse producto de la migración andina es “Lima de veras”. Vieja ciudad, calma ilusión, bella verdad, mi inspiración: la Lima antigua que se va. El señorío de tu ayer nos dice adiós desde un balcón disimulando su desdén. En contraste de lo que Felipe Pinglo evocaba a través de sus canciones, ese barrio con sus propios personajes pertenecientes a la vida cotidiana de una clase obrera. Es así que a través de su “De vuelta al barrio”, nos muestra la disparidad con lo que el “criollismo aristocratizante” no guarda algún vínculo. De nuevo al retornar al barrio que dejé las guardias viejas son, los muchachos de ayer… No existe ya el café ni el criollo restaurant ni el italiano está donde era todo su vender Ha muerto doña Cruz que juntito al solar se solía poner a realizar su ventas de picantes y té

ya no hay los picarones de la abuela Isabel todos todos se han ido los años al correr (bis) Barrio de mi ilusion de ti yo me ausente pensando que al rodar no fuera el mundo cruel, las glorias de otros tiempos procuro recordar el pendón de su nombre orgulloso pase. Frente a ese nuevo criollismo, comienzan a resurgir los “centros sociales musicales” donde se buscaba reforzar los vínculos de lo criollo con la identidad del barrio obrero. En Barrios Altos los centros característicos son el Centro social musical Felipe Pinglo, Centro musical Carlos A. Saco, etc. Son las migraciones provenientes de los Andes, lo que va a trastocar la escena musical que de por sí ya era excluyente en la ciudad limeña. Aquel “criollismo aristocratizante” va a verse más reforzada frente a lo andino, e incluso va ser promovida para constituir un ideal de nación. Ocurre así una propia versión del criollismo, en donde se refuerza la imagen de la “Lima criolla” en contraposición de lo andino. Caso contrario ocurre con el vals criollo característico del barrio obrero, que, con la llegada de la migración, verá mermado todo escenario en el cual se desplazaba. Fue la Lima obrera, ya marginada por el criollismo refinado que evocaba la Colonia, la que resultó más golpeada con la emergencia del huayno en Lima. El huayno no sólo debilitó al “criollismo aristocratizante”, sino, sobre todo, a las expresiones criollas de los sectores obreros de la ciudad que no contaban con apoyo gubernamental (Mendívil 2015: 32). Es así que Barrios Altos con sus músicos más representativos como Felipe Pinglo, Lucha Reyes, Pablo Casas, etc. y sus centros musicales, nos refleja una ligazón con un territorio, a partir del cual se crea un espacio simbólico que permite a los mismos actores crear y forjar su propia identidad, en este caso a través de la música, la música criolla.

5. CONCLUSIONES Como hemos podido analizar, el barrio, entendido como ….. ha configurado una formación identitaria propia, sea por la cercanía y la constante interacción entre los pobladores (a través de los callejones, iglesias, centros sociales) que les ha otorgado a sí mismos un sentimiento de congregación que aún persiste. Por ejemplo, ante la pregunta de ¿Qué rescata de su barrio?, Marcos, un joven de 28 años nos responde que “la gente es bien unida…”, esto, a pesar de los problemas sociales que hoy en día se han intensificado y que aquejan a Barrios Altos, nos muestra que esa identidad no ha decaído, y que persiste un sentimiento de unión.

Asimismo, los jóvenes tienen cierto grado de conocimiento de la música criolla, pero son más los adultos (o personas mayores) quienes reproducen estas costumbres y sienten esa identificación. Para ellos (los jóvenes), la música criolla es de los mayores, son ellos los que sacan sus cajones y guitarras para cantar una canción, más o ellos, es decir, no se sienten pertenecientes a esa idea, son “otros” quienes realizan eso. Claro está que no podemos generalizar sin tener datos empíricos, pero podemos apreciar, desde nuestra percepción y a través del estudio histórico de esta formación identitaria que esta práctica ha decaído, pero que en la memoria colectiva, todavía persiste.

6. ENTREVISTAS TESTIMONIO 1 Maricruz, 35 años ¿Qué es lo más representativo de Barrios Altos? Mira, sinceramente yo no he podido rescatar mucho de aquí. Este ha sido el lugar de mis padres por tiempo. No es que no tenga a dónde mudarme solo que siento un apego, una nostalgia. ¿Qué rescata de su barrio? Lo bueno de aquí, es que todos somos unidos. El año pasado organizamos una chocolatada para los vecinos únicamente, pero después llegaron niños y tú sabes que los niños no entienden un no por respuesta. Todas tuvimos que poner de nuestro bolsillo para poder pagar el chocolate. Al final ni siquiera nosotras pudimos tomar un vaso. Pero todas sabíamos que la Navidad es de los niños. ¿Qué mejoraría en su barrio? Sinceramente no me gusta salir mucho por aquí, mis hijos solo salen en el día. Existe mucha delincuencia, mucha droga corre por aquí. Incluso sé que uno de los hijos de mi vecina está metido en el vicio. ¡Es un chiquillo! La edad de mi hijo debe tener. ¿Qué tanto sabe de la música criolla? Yo escucho cuando me pongo a cocinar nada más. En la radio, todos los días a las doce ya están poniendo todos los valses. Son bonitas las canciones. Por aquí también hay peñas de pura música criolla. Desde que abren ya están poniendo la música. Tengo una sobrina que trabaja para un grupo de chicos que cantan variados pero cuando bajan a las peñas solo les piden criollas. Yo creo que porque es más fina. Te acompaña. ¿Por qué criolla? Ter mentiría si te dijera que sé algo, pero creo que es porque hablan de Lima. “La criollada” esas cosas creo que son de Lima, creo. ¿De dónde son sus padres? Mis padres son de provincia, de Piura. Pero es raro porque mi mamá es de la sierra de Piura (Chulucanas) y mi papá es del Centro. Vinieron a conocerse aquí en Lima y ellos no sabían cómo terminaron congeniando porque todo es muy distinto. TESTIMONIO 2 Ricardo, 76 años ¿Qué es lo más representativo de Barrios Altos? Yo creo que es por su pasado que tiene, hay partes que existe todavía con balcones de la época. Pero que ahora se están derrumbando y las personas que viven ahí no se quieren ir. No las culpo porque no sé su vida, pero ponen en riesgo a vida de sus hijos. ¿Qué rescata de su barrio?

Es complicado la verdad, porque la inseguridad es el pan de cada día. Aquí es tierra de nadie. ¿Qué mejoraría en su barrio? La seguridad definitivamente, hay balaceras incluso entre las pandillas. Sobre todo cuando hay un clásico. Los de aquí son aliancistas pues. ¿Qué tanto sabe de la música criolla? Yo escucho música criolla, pero la verdadera. La del Zambo Cavero, Abanto Morales, Chabuca Granda. Yo he escuchado desde pequeño por mis padres la música criolla. ¿Por qué criolla? En principio lo criollo lo traen aquí a Lima porque antes no se decía así. Antes eran valses, polkas. Aquí recién se le dice criolla porque ya tienen un ritmo más pausado, más guitarra y cajón. Antes hasta con castañuelas y quijadas de burro. Ya en Lima se visten de terno y zapatos. ¡Esa era la música criolla! ¿Cree que la música criolla se asocia con las personas morenas? Creo que sí, es que los negros tienen un ritmo en la sangre. Es algo innato en ellos, como si lo llevaran en la sangre. Mira nada más a Lucha Reyes. Su voz es distinta, es contagiosa. TESTIMONIO 3 Marcos, 28 años ¿Qué es lo más representativo de Barrios Altos? Sin bromearte, creo que es la delincuencia. Hubo un tiempo que en que Barrios Altos solo salía en los periódicos por eso. ¿Qué rescata de su barrio? La gente es bien unida, es lo bueno. ¿Qué mejoraría en su barrio? Pondría más cámaras y más casetas de serenazgo. ¡Esto que es una avenida no hay ninguna! ¿Qué tanto sabe de la música criolla? Música criolla, me agarraste cholito. ¿Zambo Cavero? ¿Eva Ayllon? ¿No conoce a Pinglo? Ah, claro. Tengo entendido que vivió aquí. Pero no sabría decirte una de sus canciones. TESTIMONIO 4 Alessandro, 20 años ¿Qué es lo más representativo de Barrios Altos? Personalmente me gustan las iglesias. Creo que todas quedan cercas y salen para todos los puntos. ¿Qué rescata de su barrio? Me gusta que todos respeten tu privacidad. A pesar de ser pequeñas avenidas todos siempre atentos.

¿Qué mejoraría en su barrio? No aquí, pero conozco otros barrios donde hay casas que se están cayendo. Un terremoto y todos quedamos aislados. ¿Qué tanto sabe de la música criolla? La verdad solo he escuchado unos cuantos. Mi madre es la que escucha de vez en cuando. Escuchamos más cumbia. Mi hermano y yo escuchamos cosas más actuales. TESTIMONIO 5 Enrique, 38 años ¿Qué es lo más representativo de Barrios Altos? Su pasado histórico. ¿Qué rescata de su barrio? Todos nos respetamos mucho, nadie se mete en la vida de nadie. ¿Qué mejoraría en su barrio? Me gustaría que haya más impulso en el deporte. Nos gusta pelotear los sábados. El deporte nos mantiene ocupados. ¿Qué tanto sabe de la música criolla? Solamente la escucho cuando voy a visitar a mi familia, ellos viven en la Victoria. Y como mi madre vive allá, todos nos hermanos nos encontramos ahí. TESTIMONIO 6 Peter, 18 años ¿Qué es lo más representativo de Barrios Altos? ¿Su pasado histórico? ¿Qué rescata de su barrio? Mi barrio ama jugar futbol. Para el mundial una vecina iba a sacar su tele para verlo todos cuando juegue Perú. ¿Qué mejoraría en su barrio? Esta zona es tranquila la verdad, no me gustaría que se mudara una familia y malograra todo. ¿Qué tanto sabe de la música criolla? Un poco. Pero no podría decirte ahorita autores. Tendría que revisar los discos de mi papá. TESTIMONIO 7 Maritza, 45 años ¿Qué es lo más representativo de Barrios Altos? Su comida. Aquí se preparan unos anticuchos, una mazamorra morada. Antes por aquí vendía una señora anticuchos que salió en Mistura.

¿Qué rescata de su barrio? Todos tienen ganas de salir adelante. Una vecina, su hija ha ingresado a la universidad. ¿Qué mejoraría en su barrio? Me gustaría que haya más control en las discotecas. Hay veces en que pasan taxis y dejan señoritas tiradas porque están vomitando. ¿Qué tanto sabe de la música criolla? Ahorita casi nadie escucha. Pero los domingos las personas mayores comienzan a poner plan de medio día. A la hora de almuerzo.

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