Arte Peruano Del Siglo XIX

Arte Peruano del siglo XIX El desarrollo de las academias en Latinoamérica empezó en México con la Real Academia de San

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Arte Peruano del siglo XIX El desarrollo de las academias en Latinoamérica empezó en México con la Real Academia de San Carlos creada en 1785, la cual padeció los problemaspolíticos de la época que no permitieron su continuidad. Después de la independencia mexicana se caracterizó por el control directo que ejercía sobre ella la Academia de San Fernando de Madrid, en cuanto a los proyectos de pintura y arquitectura su objetivo era establecer el "buen gusto neoclásico", borrando todo vestigio del antiguo régimen. De la misma forma, en el resto de Latinoamérica, se fueron formando paulatinamente las Academias instauradas por el gobierno republicano, ya que la monarquía consideró un error la fundación de San Carlos en México.

EL ARTE POPULAR PERUANO La artesanía peruana se encuentra entre las más variadas del mundo, como lo prueba la amplia red de exportadores que cada año expone el ingenio de los peruanos en mercados europeos, asiáticos y norteamericanos. Su diversidad, colorido, creatividad y múltiple funcionalidad hacen de ella una actividad fundamental no sólo para la configuración de la identidad peruana sino también para la supervivencia de miles de familias y aún de pueblos enteros, como los de Sarhua y Quinua, en Ayacucho. Pequeñas y grandes piezas que causan la admiración de propios y extraños, contienen siglos de historia cargados de formas y también símbolosprehispánicos que se funden y conviven con otros traídos por los españoles. Esa identidad múltiple y compleja es, quizá y paradójicamente, una de las razones de la marcada tendencia de la artesanía peruana al moderno "arte ingenuo" que impregna de ternura e inocente sabiduría a sus piezas.

Pintura peruana del siglo XIX Daniel Hernández Arte peruano del siglo XX Teofilo Castillo Francisco Laso El grabado peruano durante el siglo XX .El grabado es uno de los medios tecnológicos de comunicación más antiguos. Ya por los años 60 el grabado ocupa un lugar importante dentro de las disciplinas artísticas, fue un medio accesible, comercial, identificable y popular, permitiéndose elaborar una amplia gama de estilos.

Escultura La escultura en el Perú republicano ha tenido sus principales exponentes durante el siglo XX. Durante las décadas decimonónicas, la ausencia de una academia nacional impidió el surgimiento de escultores. Así, las obras plásticas que engalanaban recintos públicos y privados en el Perú a lo largo del siglo XIX eran en su gran mayoría producidas en talleres de Europa o por artistas del Viejo Mundo. Así, son de mencionar el monumento ecuestre a Simón Bolívar, obra del escultor italiano Adamo Tadolini (1788-1868); y el monumento a Cristóbal Colón, elaborado en Roma durante el gobierno deRamón Castilla (1851). Con la celebración del Centenario de la Independencia (1921) surge la primera generación nacional. Muchos de ellos giraron entorno a la Escuela Nacional de Bellas Artes de Lima, fundada el 28 de setiembre de 1918; inaugurada oficialmente el 15 de abril de 1919, cuyo primer director fue el pintor Daniel Hernández. David Lozano Lobatón (1865-1936)

Chalaco. Autor de obras entre las que destacan el monumento ecuestre a Antonio José de Sucre y la estatua de Leoncio Prado. Su obra cumbre es el monumento a Ramón Castilla, ubicado en la plazuela de La Merced, en el Centro Histórico de Lima.

Artemio Ocaña Bejarano (1893-1980) Ancashino. Su obra más conocida es el monumento a Francisco Bolognesi que reemplazó al realizado por Agustín Querol durante el gobierno de Manuel Odría. Sin embargo, su obra cumbre fue el grupo escultórico La Patria, calificado por la Academia Internazionale di Pontzen di Lettere, Sciense ed Arti de Nápoles como el monumento más bello de la humanidad.

Miguel Baca Rossi (1917- ) Lambayecano. (Véase artículo sobre Miguel Baca Rossi) Joaquín Roca Rey (1923- ) Limeño, fue Premio Nacional de Escultura en 1951. Entre sus muestras se cuentan 38 personales y 150 colectivas en numerosos países.

Raúl Franco Ochoa (1955- ) Limeño. Estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes, de la que después fue docente. Entre sus obras destacan el Monumento a los Héroes del Cenepa y al campeón olímpico Edwin Vásquez Cam, ubicados en Lima. Autor de bustos en los cuales denota apreciable habilidad para el retrato artístico, son de mencionar los realizados en torno a las figuras de Fernando Belaúnde (2003), Horacio Zeballos (2001), Juan Landázuri (1997), Alejandro Graña (1996) y Raúl Acha Rovira (1995), entre otros. Un hito destacable en su trayectoria artística ha sido la figura del historiador Jorge Basadre, al cual ha encarnado en distintas ocasiones. En 1995 lo plasmó en un busto ubicado en la Biblioteca Nacional de Lima, cuya réplica da desde el 2003 nombre al Hall Basadre del Palacio de Gobierno del Perú. En el 2004, realizó una versión sedente del personaje el cual se halla en la Casa Basadre de Tacna. Finalmente, el 2005 lo esculpió en mármol para el mausoleo familiar de

El arte rupreste en el Peru peruLas quilcas del Perú o el arte rupestre peruano (las marcas antropicas en las rocas) son uno de los más preciados bienes culturales del país y al mismo tiempo uno de los menos comprendidos. De su existencia se tienen referencias continuas desde la conquista y la colonia en cronistas como Cieza de León (que escribió su crónica entre 1548 y 1550) o Fray Antonio de la Calancha (que escribiera su crónica a partir de 1631), sin embargo su conocimiento y descripción más consistente para nuestro tiempo se inicia recién en el siglo XIX por el interés de algunos intelectuales peruanos ilustrados como Mariano Eduardo de Rivero (1851 [1958]), o el de viajeros cultos como Thomas Hutchinson (1873) o George Squier (1877) entre otros. No obstante estos tempranos acercamientos, el estudio técnico de las quilcas o arte rupestre peruano empieza definitivamente en el siglo XX con dos sucesos transcendentales: el descubrimiento, en 1925, del sitio arqueológico con petroglifos de Checta (Fig. 1) ubicado en el valle del Yangas (río Chillón), Lima, que fuera realizado por el Catedrático de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Monseñor Pedro E. Villar Córdoba (1935) [Fig 2]. Y en segundo lugar con el descubrimiento, en 1926, de las líneas de Nasca, realizado por el arqueólogo peruano Toribio Mejía Xesspe dentro de programa de expediciones arqueológicas a la Península de Paracas y a los valles de Nasca, que fueran dirigidos por el famoso arqueólogo y gran sabio nacional Dr. Julio C. Tello, auspiciado por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. (Fung 1982)

A partir de estos extraordinarios hallazgos las quilcas del Perú, el arte rupestre peruano, ha sido objeto de numerosas investigaciones, posteriores. Así tenemos que en año de 1925 Luis E. Valcarcel (Fig 4)

publica uno de los primeros trabajos sobre las quilcas del Cusco, iniciando una larga historia de investigaciones en la cuenca del río Urubamba y el valle de la Convención. Por su parte en 1936, el amauta Javier Pulgar Vidal (Fig. 5) establece la primera asociación directa entre el término “Quilca” y arte rupestre al explorar la roca de “Quilla Rumi” ubicada sobre el río Higueras en Huanuco, y donde descubriera cientos de “signos ideográficos” (pinturas rupestres) *Fig 6+. En 1937 Julio C. Tello (Fig. 7) va a descubrir y estudiar el canal de Kumbemayo donde encuentra numerosas quilcas, las que registra como parte de los trabajos del Programa de la Expedición al Marañón, una de las empresas arqueológicas más brillantes de la historia peruana. En 1947 Pulgar Vidal funda el Departamento de Investigaciones Toponímicas en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos iniciando así el más importante proyecto de investigación rupestre en el Perú, descubriendo, gracias al uso del topónimo “quilca”, decenas de “centros de quilcas” (sitios arqueológico con arte rupestre) principalmente en las exploraciones que dirigió en los departamentos de Huanuco y de Lima (Pulgar 1962-1963). En 1951 el Dr. Eloy Linares Málaga (Fig 8) va a realizar el descubrimiento científico del sitio de Toro Muerto o Hatumquilcapampa en la cuenca del rio Majes, auspiciado por la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa. En 1954 el Dr. Federico Kauffmann Doig (ver Fig. 2) estudia las quilcas coloniales del la arquitectura estilo Cusco imperial de Huamanga, con lo que obtuvo su grado académico en la Universidad de San Marcos. En 1957 Luis A. Pardo publica su enjundioso estudio sobre las quilcas de La Convención en el Cusco. Y ya, hasta 1960, el Dr. Eloy Linares Málaga habrá introducido los estudios formal - estadísticos para el análisis del arte rupestre peruano (Linares 1960).

A partir de 1960, las investigaciones rupestres se diversifican incidiéndose en los estudios artísticos y en el establecimiento de la antigüedad del arte rupestre, reportándose importantes trabajos como los de Augusto Cardich en Lauricocha (1964) [Fig 9], de Rogger Ravines en Caru (1967), de Máximo Neyra en Sumbay (1968) [Fig. 10], de Toribio Mejía Xesspe en Monte Calvario - Catache (1968) y de Jorge C, Muelle en el famoso sitio de Toquepala (1969) [Fig 11 y 12]. Ya en la década de 1970 Eloy Linares Málaga va a definir la tipología del arte rupestre y realizar estudios sistemáticos en el sur del país que incluyeron los departamentos de Arequipa, Moquegua y Tacna. Por otra parte muchos otros autores amplían notablemente el conocimiento de este material cultural en el Perú abarcando todas las variaciones materiales del arte rupestre: Petroglifos, Pinturas, Arte Rupestre Mobiliar, y Geoglifos (Linares 1974). Destacan a partir de 1970 los trabajos de Bonavia y Ravines para las pinturas de Cuchimachay (ver Fig. 1) [Ver Fig.2], Lorenzo Rosello para los geoglifos de Lima (1978), Jaime Miasta para las pinturas del Chinchipe en Cajamarca (1979), Isabel Flores para los petroglifos de Miculla (1979), Jean Guffroy para los petroglifos de Checta (1979), Alberto Bueno para las pinturas del Chinchipe (1982), Núñez Jiménez para los petroglifos de la costa peruana (1986), Ruth Shady y Arturo Ruiz para las pinturas de Amazonas (1987), Alberto Bueno y Terence Griedder para los petroglifos de la Galgada en Ancash (1988), Daniel Morales para Toquepala (1993), entre otros.