Teatro Del Siglo XIX

Teatro del siglo XIX: teatro romántico Teatro del siglo XIX El siglo XIX es una época de cambio en Europa, pues se produ

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Teatro del siglo XIX: teatro romántico Teatro del siglo XIX El siglo XIX es una época de cambio en Europa, pues se produce una revolución política, social y económica, además de la llamada “revolución industrial”, que hace variar la composición social de los pueblos. Para el teatro es un siglo de progreso, en primer lugar en el arte de escribir teatro. Se buscaba un cambio y una mejora artística, y al mismo tiempo aparecen nuevos auditorios, un público formado por la burguesía y las capas populares, generalmente poco instruidas, que buscaban en el teatro una forma de entretenimiento, de evasión. Los autores pasaron del Clasicismo al Romanticismo, y de éste al Realismo; aparece incluso, a fin de siglo, un teatro naturalista, mientras algunos autores crean un teatro poético y otros hacen vislumbrar ya el Expresionismo. En esta época se crean nuevos teatros, que, sin embargo, disminuyen de tamaño, lo cual escénicamente es muy significativo, pues ese hecho diversifica la oferta de tendencias teatrales y crea una mayor cercanía del auditorio con el actor. Debido a esto y a otras causas, la interpretación también progresa y encuentra nuevas técnicas de actuación y entrenamiento del actor, mientras que la ciencia y la tecnología aportan nuevos avances en la iluminación y la escenografía. Se abandonan las bambalinas y los cortinajes para pasar al llamado “medio cajón”. El vestuario se vuelve preciso y acorde con la época histórica que se representa en la acción dramática, y la escenografía es más imaginativa en algunos casos o más realista en otros. Teatro romántico

Goethe en Italia En el Romanticismo, el autor que conjuga teoría y práctica teatral, adelantándose al resto de Europa, es el alemán Goethe. Este autor no sólo

escribió obras que forman parte ya de la literatura universal, como Fausto, el mito del hombre que vende su alma al diablo, sino que también reflexionó sobre el hecho teatral, en su novela “Wilhelm Meister”, donde sigue la trayectoria y el aprendizaje de un muchacho que se va a dedicar vocacionalmente al teatro. En esta novela considera que el teatro es el único arte que puede comunicar con multitudes por medio de la poesía. Como director de escena durante veintiséis años en la corte del duque de Weimar, procuró educar al público y a los actores, estética y moralmente. Estableció un adiestramiento disciplinado para dar al actor dignidad profesional y capacidad de interpretar toda clase de papeles. Consideraba que el actor estaba al servicio del autor y que el espectáculo teatral era el modo de reforzar la transmisión de la palabra.

Sturm und Drang

Friedrich Schiller

Las obras de Friedrich Schiller, contemporáneo y amigo de Goethe, corresponden al movimiento Sturm und Drang, que preludió al Romanticismo alemán y europeo. Fue durante toda su breve vida dramaturgo y gerente de teatro. Sus obras son dramas históricos, como la primera de ellas, “Los bandidos”, a la que siguieon otras, como“Don Carlos”, “María Estuardo” o “Guillermo Tell”. “Don Carlos” es una de sus más célebres obras; fue llevada a la ópera y trata sobre las extremadamente conflictivas relaciones del rey Felipe II de España con el príncipe heredero don Carlos, al que manda encerrar acusándolo de locura; es una obra manifiesto por la tolerancia. “Guillermo Tell”, por ejemplo, encarna también los anhelos nacionalistas de los pueblos que aparecen en el Romanticismo, en este caso, el nacimiento del nacionalismo suizo.

El dramaturgo Kleist Tanto Goethe como Schiller se esforzaron por alcanzar un ideal de belleza y anticiparon el movimiento romántico que se desarrollará en Europa cincuenta años más tarde. También a finales del siglo XVIII aparece la figura de Kleist, dramaturgo alemán de gran talento para la comedia y al que se considera el padre del drama psicológico.

Víctor Hugo, el liberalismo en literatura En Francia el Romanticismo en el teatro llega con el escándalo por el estreno de “Hernani”, de Víctor Hugo, en 1830. Hugo fundirá la tragedia y la comedia en el género llamado drama, como ya hicieran antes los alemanes, siguiendo la línea del teatro barroco; desdeña las reglas clásicas aristotélicas, de tanto vigor en Francia, interesándose más por el color local, el carácter de los personajes y su simbolismo. Hugo declaró que “el Romanticismo es el liberalismo en literatura”, y defiende la total libertad del autor para sus creaciones. La representación de su obra “Hernani” dividió al público francés en partidarios del clasicismo y partidarios de la libertad romántica, en una verdadera batalla campal que se repitió durante las cuarenta y cinco representaciones que tuvo la obra.

"La Traviata" o "La dama de las camelias" Un teatro más ligero y menos polémico representa el melodrama y el vodevil que entretiene a la pequeña burguesía parisina. En esa línea, pero de mucha mayor calidad, encontramos a Alejandro Dumas, el hijo, que fue lanzado a la fama por su obra “La dama de las camelias”, llevada a la ópera

por Verdi como “La Traviata”. Es el teatro de Dumas un teatro moral, crítico con el fariseísmo y la hipocresía burguesa de su época. En España, los románticos se sintieron atraídos, como los europeos, por dramas históricos de escenarios insólitos, tenebrosos o exóticos, por personajes malditos, y por las tragedias en el que el amor y el destino llevan a un desenlace desastroso a sus protagonistas.

Escena de "Don Álvaro o la fuerza del sino" Destaca entre todas la obra de Hartzenbusch, “Los amantes de Teruel”, en que se da vida a una leyenda del siglo XIII. El Duque de Rivas escribe también un célebre drama histórico, llevado luego a la ópera por Verdi, “Don Álvaro o la fuerza del sino”, lleno de sucesos azarosos y truculentos. Otro de los grandes autores del teatro romántico español es José Zorrilla, que recrea de nuevo la figura del seductor demoníaco don Juan, en su obra “Don Juan Tenorio”, donde por primera vez el protagonista es salvado por el amor de doña Inés, y no condenado como sus antecesores. Avances en la representación y la puesta en escena Se pasa a la precisión y adecuación histórica en el vestuario, que ya había comenzado en el siglo XVIII con la actriz francesa Madame Vestris, que había abandonado el traje de su época, habitualmente usado en el teatro, para adaptarse a la época del personaje. A partir de ahí, la precisión histórica en el vestuario se estableció como norma entre 1810 y 1850. Bambalinas, paralelas a las candilejas, se reemplazan por muros continuos que representan las paredes de una habitación, llamado “escenario de medio cajón”. Al mismo tiempo se desarrolla la maquinaria teatral y la tramoya, con escenarios ascendentes e incluso giratorios. Los decorados se hacen también precisos históricamente o realistas en el caso de comedias contemporáneas. Aparece la luz de gas para la iluminación, que si bien hizo más peligrosa la asistencia al teatro debido a los numerosos incendios que provocaban, mejoró considerablemente la iluminación de la escena y permitió por

primera vez dejar a oscuras la sala o auditorio, lo que centraba toda la atención en el escenario.