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EL VIAJE DE ULISES 1. EN UN LUGAR SIN TIEMPO NI MEMORIA… DIOFANTE: Cuando nuevos eran los tiempos y muchas cosas toda

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EL VIAJE DE ULISES

1. EN UN LUGAR SIN TIEMPO NI MEMORIA… DIOFANTE:

Cuando nuevos eran los tiempos y muchas cosas todavía no tenían nombre sobre la tierra…

CRISIPO:

Cuando los hombres miraban al horizonte y adivinaban que había más caminos sobre el océano que tras las montañas…

ANTEO:

Cuando valientes guerreros cruzaban desiertos, abismos y mares, habitados por tenebrosos monstruos…

DIOFANTE:

En esos tiempos…

ANTEO:

Existió un hombre…

DIOFANTE:

Astuto y poderoso.

CRISIPO

Un rey.

ANTEO:

Odiseo se llamaba ¡Grande era su ingenio!

DIOFANTE:

Libró muchas batallas en la terrible guerra de Troya… Y él y sólo él, logró vencer a los desconfiados troyanos.

Toman su lugar en la construcción del caballo. ODISEO:

¡Bravos guerreros, pronto, más troncos! ¡Suban esas escaleras! ¡Reparen esa rueda! Nuestro regalo tiene que estar terminado antes de que oscurezca.

DIOFANTE:

Todavía no comprendemos tus intenciones, oh rey ¿dejar un regalo a nuestros enemigos?

ODISEO:

¡No es cualquier regalo, valiente Diofante! Los de Troya son ricos gracias a los caballos… y nosotros les vamos a regalar uno, de descomunal tamaño… uno que no puedan resistir ¡Esa será su

ruina! CRISIPO:

Explícate, rey Odiseo, no comprendemos.

ODISEO:

Al caer la noche, yo y diez de mis valientes soldados, entraremos a la panza de madera del caballo; el resto, recogerá el campamento y se retirará a los barcos. Cuando amanezca, los troyanos se asomarán tras las murallas y no verán a nadie, sólo al caballo. Con flautas y tambores, celebrarán el final de la guerra y arrastrarán nuestro regalo dentro de la ciudad… beberán y bailarán hasta quedar dormidos… y entonces, cuando nuevamente caiga la noche…

CLARA:

La noche ya cayó, es hora de dormir, Ulises.

ULISES:

¡Abuelita, pero si son vacaciones, por favor! ¡Otro ratito!

CLARA:

Mañana será otro día, jovencito…

ULISES:

¿Qué pasó cuando cayó la noche? ¡Sólo dime eso!

CLARA:

Todos los soldados… todos… sin faltar uno solo… ¡se fueron a dormir!

ULISES:

¡No, abuela, en serio! (Clara cierra el libro. Ulises se acurruca)… ¿A mi mamá también le gustaba que le leyeras ese libro?

CLARA:

(Mira el libro largamente. Lo guarda en el armario) Ulises, ya… a dormir.

ULISES:

La abuela Clara es un río de historias, pero cuando le pregunto algo sobre mis papás, el río se seca… (como un secreto) Mi tío Virgilio dice que desaparecieron… Yo ya casi no me acuerdo de ellos. El

armario de mi abuela está lleno de secretos, como ella. (Se acomoda para dormir) DIOFANTE:

No puedo respirar… llevamos demasiadas horas dentro… ¿y si no meten el caballo a la ciudad, rey Odiseo? ¿Cuánto más hay que esperar? Tenemos hambre y sed.

CRISIPO:

Esta guerra ha sido demasiado larga… ¿Cuándo volveremos a casa?

ANTEO:

Escuchen… se oye a un hombre gritar… ¡Silencio!

LACOONTE:

¡Es una trampa! ¡No metan ese caballo a la ciudad!

PRÍAMO:

Lacoonte… ¿Cuál es tu miedo? Sólo es un regalo…

LACOONTE:

Desconfío de los griegos hasta cuando traen regalos….

PRÍAMO:

¿Y qué sugieres, sacerdote de Apolo?

LACOONTE:

¡Prenderle fuego! (Todos lo miran) prenderle fuego con… con…

CARLOS

¿Con qué? ¿Lo van a quemar? ¡Pero Odiseo está dentro! ¿Qué les va a pasar?

ULISES:

No sé… no me acuerdo... pero en el libro está todo.

CARLOS:

Pues tráelo, ándale.

ULISES:

No puedo… está dentro de otro caballo de Troya (Carlos lo mira sin entender) En el armario de mi abuelita… y a ella no le gusta que revise sus cosas.

CARLOS:

Ni cuenta se va a dar si acomodas bien todo… ¿O qué… tienes miedo?

ULISES:

No, pero…

CARLOS:

Sí, te da miedo.

ULISES:

¡Claro que no!

2.- DENTRO DEL ARMARIO LACOONTE:

¡No te acerques a él, rey Príamo…! ¡Puede ser peligroso! ¡Nadie sabe lo que oculta esa caja de madera!

HÉCTOR:

Es verdad lo que dice el sabio Lacoonte, padre, los griegos son astutos… y ese Odiseo es el peor de todos… un astuto traidor, un mentiroso…

PRÍAMO:

No hay nada que temer, Héctor, hijo mío… Los hemos derrotado y este hermoso caballo adornará la plaza de nuestra ciudad… ¡Vamos, abran las puertas, metan el caballo!

Las puertas de la ciudad se abren, también las del armario CARLOS:

¿Qué te dije? Es muy fácil abrirlos…

ULISES:

Por favor, no toques nada, sólo tomamos el libro y cerramos…

CARLOS:

¡Aich, no se va a dar cuenta! (toma un suéter y se lo pone) Mira, qué chistoso ¿cómo me veo?

ULISES:

No, deja eso… (Le quita el suéter a Carlos, al meterse al armario a acomodarlo, respira con dificultad)

CARLOS:

¿Qué tienes? (Ulises da unos pasos atrás, se recupera) ¡Mira, hay un montón de fotos!

ULISES:

Pero si mi abuelita me dijo que se perdieron todas… ¡A ver!

CARLOS:

¡Qué raro, están todas recortadas! Pero este sí eres tú… y te está cargando una señora muy bonita… (Bromeando) ay, ay, que bebé

tan tierno… ULISES:

Es mi mamá… pero esta foto no la había visto…

CARLOS:

¿En dónde estaban? ¿Será en el pueblo donde naciste?

ULISES:

A lo mejor. Mira, este es mi papá, usaba mucho ese suéter… Oye, ya quítatelo y ponlo en su lugar… mi abuelita no debe tardar en…

CLARA:

¿Uli? ¿Estás aquí, hijo? (Clara los descubre, los niños quedan paralizados, Clara, muy enojada comienza a quitarles cosas y a guardarlas sin decirles nada. Carlos deja el suéter)

CARLOS:

Con permiso, señora… que tenga bonito día.

ULISES:

Abuelita… yo no quería…

CLARA:

¿Qué se te perdió aquí? ¿Acaso yo esculco tus cosas? (Clara cierra el armario)

ULISES:

Me equivoqué. En esta casa no hay un armario. Hay dos.

Sin que Ulises se percate, Clara revisa la Odisea y le arranca unas hojas. 3.- CUENTOS ANTES DE DORMIR ATENEA:

¡Odiseo!

ODISEO:

¡Palas Atenea! ¡Venerada diosa de la guerra y la sabiduría!

ATENEA:

Absurdo título. Estoy cansada de él ¿Acaso guerra e inteligencia pueden ser hermanas? Tonto es quien así lo cree y perverso quien usa su sabiduría para crear una guerra. Y tú eres uno de ellos, Odiseo…

ODISEO:

No estoy aquí por mi voluntad; hice una promesa como rey y la debo cumplir como soldado.

ATENEA:

Bien está luchar por causas justas, pero no en las que destruyen. Estás ante las puertas de Troya, en la panza del caballo que mandaste construir. Esta noche, los niños de esta ciudad se recostarán en sus camas, sus madres les contarán una historia para que duerman… y mañana, cuando amanezca, todos estarán muertos… o vivos, de ti dependerá. ¿Acaso no piensas en tu reino? ¿En tu familia?

ODISEO:

Todas las noches, diosa… sueño con los ojos de mi esposa… con mi hijo durmiendo en su cuna…

ATENEA:

He ahí cosas, por las que vale la pena no pelear, sino conservar la paz. Es tiempo de izar las velas y volver a casa.

ODISEO:

Volver a casa…

ULISES:

Volver a casa…

4.- EL SILENCIO ES LA PEOR DE TODAS LAS BATALLAS Ulises y Clara comen sopa en silencio. ULISES:

Abuela ¿y qué pasó cuando los troyanos metieron el caballo? (Clara no responde, enojada) ¿Puedo salir?

CLARA:

Estás castigado, Ulises…

ULISES:

Pero es que ya te pedí disculpas…

CLARA:

No voy a discutir contigo.

La puerta se abre. Virgilio llega con una pequeña maleta VIRGILIO:

¡Hola, familia!

ULISES:

(Ulises se alegra, corre hasta él) ¡Tío Virgilio! ¡Qué bueno que

viniste! ¿Y esa maleta? ¿Te vas de viaje? ¿A dónde? VIRGILIO:

¡Calma, calma…! Hola, hermanita… ¿Y por qué esa cara tan larga?

CLARA:

Que te cuente Ulises… (Toma los platos y sale)

ULISES:

Es que… Carlos y yo abrimos su armario… pero sólo quería sacar un libro…

VIRGILIO:

¿Y ya te disculpaste con tu abuela?

ULISES:

Sí, pero sigue enojada. No quiere hablarme…

VIRGILIO:

¿Y siquiera había algo interesante dentro de ese vejestorio?

ULISES:

Sí… Carlos se puso un suéter muy chistoso… creo que era de mi papá…. (silencio) Y también había fotos, pero todas estaban recortadas… ¿Serán de La Concordia?

VIRGILIO:

Recortar, olvidar, así es tu abuela ¿Quieres ir al parque a dar una vuelta?

ULISES:

¿En serio? ¿Me llevas?

CLARA:

Ulises, te recuerdo que no puedes salir…

VIRGILIO:

Hermana, el niño ya pidió disculpas… ¿No es suficiente con eso? Tú crees que todo se arregla no hablando ¡y sabes bien a lo qué me refiero! El silencio es la peor de las batallas… nadie la gana.

Clara lo piensa, mira a Ulises. Finalmente extiende los brazos hacia su nieto. Ulises la abraza. ULISES:

No lo vuelvo a hacer.

CLARA:

Eso espero.

VIRGILIO:

Bueno, ahora sí… hay que preparar maletas y algo de comida…

¡nos vamos de vacaciones! CLARA:

Pero… ¿cómo se te ocurre, Virgilio? No tenemos nada listo ¿a dónde nos vas a llevar?

VIRGILIO:

A la playa de Puerto Viejo ¿qué dicen?

ULISES:

¡Sí! Vamos! ¿Sí, abuelita?

Clara lo piensa y, con un gesto de “qué remedio”, hacen maletas. Al sacar la ropa, Ulises encuentra el libro de la Odisea. Va a tomarlo, pero lo deja. Clara se acerca y pone el libro en las manos de Ulises, quien lo guarda en su mochila. 5.- UN LIBRO SIN ALGUNAS PÁGINAS… ODISEO:

¡Valientes soldados, desplieguen las velas! Nuestros barcos pronto llegarán a las costas de Ítaca, nuestra isla.

DIOFANTE:

¡Hay una gran tormenta al norte, oh, rey! ¡La lluvia amenaza!

ODISEO:

¡Bajemos las velas! ¡Remeros, con más brío, enfilen hacia aquellas islas!

ANTEO:

¡Tormenta al sur! ¡La desgracia parece rodearnos!

CLARA:

¡Qué tormenta…! Ya llevamos casi una hora sin avanzar ¿vas bien Ulises?

ULISES:

Sí. Oye, abuela… ¿Me puedes decir qué pasó después de que los troyanos metieron el caballo a su ciudad?

CLARA:

No sé, no me acuerdo. Tú tienes el libro… ahí debe decir qué pasó…

ULISES:

Es que, de pronto, ya están en el mar… y no se sabe que pasó después de que entraron a la panza del caballo ¡Ahhh, mira, alguien

le arrancó unas hojas! VIRGILIO:

Recortar, olvidar…

CLARA:

¿Por qué no te duermes un ratito? Yo te despierto cuando lleguemos.

ULISES:

Pero si no tengo sueño… ¿Tío, tu sabes que pasó después que los troyanos metieron el caballo a la ciudad?

VIRGILIO:

Ah, pues… los griegos esperaron a que oscureciera y luego, aprovechando que todo el pueblo dormía, salieron de la panza del caballo… desenvainaron sus espadas… lo que no sabían es que, en la oscuridad, alguien veía todo sin decir nada…

CLARA:

Ulises, hijo, muchas cosas no vienen porque es una versión para niños…

ULISES:

¿Entonces… ¿nada más los grandes pueden saber la historia completa?

VIRGILIO:

A veces, la historia nos cuenta cosas que duelen… pero para cambiarlas, es necesario saberlas…(Da un volantazo)

CLARA:

¡Virgilio! ¿Qué haces? ¡Me asustas!

VIRGILIO:

Por aquí no vamos a avanzar nunca. Tomaremos esta desviación.

CLARA:

Pero… por aquí no vamos a llegar a Puerto Viejo...

VIRGILIO:

No, pero sí … a La Concordia.

ULISES:

¿En serio? ¿A La Concordia? ¡Sí!

CLARA:

Virgilio, no. No quiero que nos lleves. Es muy peligroso…

ULISES:

¿Peligroso, por qué, abuela? (Se oye un trueno)

6.- DONDE NACEN LOS TRUENOS CRISIPO:

¿Por qué es peligroso, Odiseo?

ODISEO:

Estamos demasiado cerca del remolino de Caronte… si su corriente nos atrapa, nos llevará al país de los muertos… ¡Remen con fuerza!

DIOFANTE:

¡Negras olas nos golpean! ¡Poderosa Atenea, sálvanos!

CARONTE:

¿Por qué tantos gritos y tanto temor, marinos?

ODISEO:

¿Quién eres, anciano? ¿Por qué flotas tranquilamente, sobre la mar embravecida?

CARONTE:

Soy Caronte, el barquero de la muerte…

ODISEO:

¿Entonces hemos sucumbido? ¿Es este el país de los muertos?

CARONTE:

Toda la tierra, es hoy, gracias a la guerra, el país de los muertos, Odiseo… ¿de qué te asustas? Ustedes los soldados han hecho parte de esa labor…

ODISEO:

¿Qué quieres, dime?

CARONTE:

Nada quiero de ti. No ha llegado el día en le toque a tu alma viajar en mi barca. He venido a prevenirte: Escucha, rey, pronto visitarás lugares tenebrosos en donde nacen los truenos… sitios llenos de oscuridad y sangre. Apenas salgas de las islas, sobre dos peñascos te esperan dos peligrosos monstruos: la feroz Escila, que con sus seis horribles y hambrientas cabezas se alimenta de marinos… y el insaciable monstruo Caribdis, que se traga de un sorbo el mar entero con rocas, peces, barcos… hombres.

ODISEO:

¿Cómo sortearemos tales peligros?

CARONTE:

Hay peligros que no pueden evitarse… por ello, escoge siempre aquel del que te cueste menos recuperarte. Adiós, Odiseo… Mantén alto tu espíritu, no te rindas al mal.

Otro relámpago cimbra el mar. ULISES:

Mantén alto tu espíritu, no te rindas al mal.

Virgilio frena, apaga el carro. ULISES:

¿Ya llegamos? ¿Dónde está el pueblo?

CLARA:

El camino se acaba aquí.

ULISES:

¿Y qué vamos a hacer?

VIRGILIO:

Construir otro (Ulises lo mira sin entender) Hay que cargar nuestras cositas… y caminar, jovencito.

ULISES:

¡Sí, me gusta caminar! ¿Ya vieron qué bonitos cerros? ¡Mira, tío! ¡Un río!

CLARA:

Espera, Ulises, no corras… es peligroso.

VIRGILIO:

Déjalo, mujer, es un niño prudente, confía en él.

CLARA:

Tú no me tienes tan contenta. No quiero ir allá, no con el niño… ¿es tan difícil de entender?

VIRGILIO:

Clara… a veces, para acabar con el monstruo, hay que entrar en el.

CLARA:

Pues entra tú. Yo sólo quiero paz. Ese niño y yo, nos la merecemos.

ULISES:

¡Córranle, está bien bonito! ¡Y viene una lancha!

VIRGILIO:

¡Hazle señas… que se acerque!

CARITINO:

¡Buenas, buenas, espérenme tantito...ahorita arrimo la limusina a la orilla! No los vaya a salpicar…

CLARA:

¿Caritino? ¡Siempre tan ocurrente, hombre de Dios! Desde chiquito eras así.

CARITINO:

¡A ver… a ver… deje la reconozco! ¡Doña Clarita! ¡Qué alegría! ¡Qué milagro… hace tantos años!

CLARA:

Mi hermano Virgilio ¿te acuerdas de él?

CARITINO:

¡Pero cómo no! Don Virgilio, mucho gusto de verlo… ¿y este niño?

CLARA:

Es mi nieto.

CARITINO:

¡No me diga qué es el hijo de Constancita y Renato….! ¡Está re grandote! ¿Pues qué edad tenía cuando…?

CLARA:

¿Nos ayudas a subir las cosas, por favor, Caritino?

ULISES:

¿Puedo subirme aquí? ¡Qué río tan grande!

CARITINO:

Nada más agárrese fuerte, capitán…

CLARA:

No, no, no… mejor quédate aquí, junto a mí.

VIRGILIO:

Déjalo, mujer…

CARITINO:

La crecida fue más abajo, acá no llegó la lluvia… no se apuren…

VIRGILIO:

Mira, Ulises… ¿ves ese árbol… ese todo torcido? Desde ahí me aventaba a nadar cuando era niño…

ULISES:

¿Está muy hondo aquí?

CARITINO:

No, nada más unos ciento treinta metritos…

CLARA:

¡Ah, qué Caritino tan bromista! Mira, Ulises, allá donde están esas piedras grandes, tu mamá se ponía a buscar ajolotes y ranitas.

VIRGILIO:

Y cuéntale como conociste a su abuelo…

CLARA:

Ay, no , Virgilio, no empieces…

ULISES:

Ándale, abuelita… cuéntame.

VIRGILIO:

Lo conoció aquí, mientras lavaba ropa… él no era de este pueblo… venía a una fiesta creo…

CARITINO:

Quien la viera, doña Clarita, esa historia no me la sabía.

VIRGILIO:

Tu abuelito vio a tu abuela Clara, lave y lave su ropita… él iba en una lancha con sus amigos… y traían una guitarra… y que se pone a cantarle, muy enamorado… ¿Y qué crees que hizo tu abuela? ¡Se puso a aventarles piedras!

CLARA:

¡Tan exagerado! Sólo les eché agua… ¿Oyen? Shtttt… (Silencio)

ULISES:

¿Qué es eso, abuelita?

CLARA:

Son chicharritas del monte. Viven enterradas toda su vida, y cuando empiezan las lluvias, salen de la oscuridad… del fondo de la tierra y se ponen a cantar muy fuerte, como si la luz les diera alegría…

ULISES:

¿Pero… dónde están…? No las veo (Ulises tropieza y cae al río. Gritos de todos)

7.- EL REINO DE LAS SIRENAS. ODISEO:

¿Qué cantos me han hecho caer en el profundo océano?

SIRENA 1:

Somos nosotras, Odiseo… las sirenas… ven… síguenos...

ODISEO:

¿Qué portento es este? ¡Puedo respirar bajo el manto del mar!

SIRENA 2:

El camino que sigues es peligroso… te va a llevar a los reinos oscuros ¿no prefieres quedarte a vivir aquí? Mira a tu alrededor… corales de fuego, perlas que destellan iluminando el fondo del mar…

SIRENA 1:

Misteriosas cuevas en donde duermen peces de plata….

SIRENA 2:

¿Acaso prefieres los peligros que la belleza de este mar?

ODISEO:

¡No he visto nada más hermoso que su reino! Y con todo, mi pequeña isla, árida y pobre, me parece la mejor de todas las patrias… ¡y sólo deseo volver a mi hogar!

SIRENA 2:

¿Es verdad lo que dices? ¿Eso quieres? (Odiseo asiente)

SIRENA 1:

¡Humanos! ¿Quién los comprende? (Lo lanzan hacia la superficie. Ulises se agarra del remo de Caritino y lo sacan del agua)

CARITINO:

¡Ah muchacho! ¡Qué susto nos pegaste!

CLARA:

¡Ulises! ¿Estás bien, hijo? Virgilio, pásame una toalla…

ULISES:

¡Abuelita, abajo había unas muchachas muy bonitas!

VIRGILIO:

Se me hace que este muchacho tragó demasiada agua….

ULISES:

No, no… eran como sirenas.

CARITINO:

Deben haber sido los manatíes… cruzan por aquí en esta época del año… ¡Mire, doña Clarita!

CLARA:

¡La poza de Santa Nausica! Entonces, en cosa de una hora, llegaremos al pueblo…

CARITINO:

Eso si fuéramos por el río…. pero, yo nomás hasta aquí llego. Adelante no hay paso.

VIRGILIO:

¿Cómo que no hay paso? ¡Es un río!

CARITINO:

Por acá han cambiado mucho las cosas desde que ustedes se fueron, Don Virgilio… ahora para llegar al pueblo hay que agarrar ese camino y subir por donde estaba la casa de Cira… ¿se

acuerdan? Una señora que era curandera, medio bruja. CLARA:

¡Pero eso nos va a llevar horas!

CARITINO:

Pues sí, doña Clarita, pero por acá no se puede pasar. Es muy peligroso.

CLARA:

Virgilio, te lo dije. Lo mejor será tomar un autobús que nos lleve de regreso, lejos de aquí.

VIRGILIO:

¿Pasará algún autobús, Caritino…?

CARITINO:

Casi no, Don Virgilio… y menos desde que quemaron el puente de San Lestrigio…

CLARA:

¿A dónde nos has traído, Virgilio?

VIRGILIO:

Clara, tranquila, nada malo ha de pasar.

CLARA:

Eso mismo decían Renato y Constanza cuando... (Ulises la mira. Clara toma sus cosas y baja de la lancha con Ulises)

CARITINO:

Don Virgilio… ¿Se acuerda del paso ese que hay entre el cerro de San Escilo y la peña de La Caribita?

VIRGILIO:

Sí, cómo no… hay unas huertas de chirimoyos por ahí…

CARITINO:

No… ya no siembran chirimoyos… y mejor no pasen por ahí, aléjense lo más que puedan de los rumbos de San Lestrigio… agarren por el rumbo del cerro. A media subida, verán un campamento de militares. Les dicen que van a La Concordia.

VIRGILIO:

¿Tan mal están las cosas?

CARITINO:

Pudieran estar peores. Nomás tengan cuidado.

VIRGILIO:

Gracias, Caritino.

ULISES:

No te enojes, abuelita… yo te ayudo a cargar las cosas… además, siempre dices que es muy sano caminar…

CARITINO:

¡Adiós! ¡Buen camino, capitán…!

8.- LA ISLA DE LOS LOTÓFAGOS. ULISES:

Adiós… adiós… Caritino…

CLARA:

¡Ay, Ulises, Caritino ya ni te ve! Apúrale, entre más pronto lleguemos a algún lado, será mejor.

VIRGILIO:

Vamos a apretar el paso para llegar a los cerros antes de que suba más el sol… ¡Ulises, nada más no te alejes!

CLARA:

Puentes quemados, ríos cerrados… ¿A qué regresamos, Virgilio, a qué?

VIRGILIO:

Es nuestro pueblo, hermana, aquí nacimos…

CLARA:

Uno no escoge en donde nace.

VIRGILIO:

Pero Ulises quiere saber… es lo justo.

CLARA:

¿Saber qué? Nadie sabe nada, nadie vio, nadie hizo nada… ¡Después de todo lo que ellos hicieron por ese lugar! (va a llorar, Virgilio intenta consolarla)

ULISES:

Abuela ¿qué tienes? ¿Te lastimaste?

CLARA:

Sólo estoy cansada, hijo…

ULISES:

Ten…te traje esta florecita…

CLARA:

¿Dónde agarraste esto?

ULISES:

Allá adelante… hay muchas y de varios colores…

CLARA:

Virgilio… hay que salir pronto de aquí…

ULISES:

¿Por qué?

VIRGILIO:

A veces, cosas pequeñas y hermosas como una flor, traen la desgracia con ellas… (Caminan apresuradamente. Clara estruja y tira la flor al piso)

ODISEO:

¿Por qué has vuelto solo? ¿Dónde están mis otros marinos?

ANTEO:

(Mostrándole la flor estrujada) Esta es la respuesta, Ulises.

ODISEO:

¿Una flor?

ANTEO:

Un veneno. Cuando nos enviaste a la isla en busca de agua y alimentos, encontramos un poblado lleno de gente amable… nos recibieron con alegría y en seguida nos sirvieron una copa del néctar de estos lotos… Mis compañeros bebieron rápidamente el contenido, que era agradable… yo fui más cauto. Comenzaron a reír y a llorar, a tener visiones… cuando les dije que teníamos que volver a nuestro barco, se negaron… lo único que quieren es seguir devorando ese narcótico.

ODISEO:

¡No dejaré que el veneno de una flor me robe a mis guerreros! ¡Quédate en la nave! Volveré con ellos o no volveré.

DIOFANTE:

¡Qué colores observan mis ojos! ¡Hablan las aves… y la luna y el sol se ríen en la mitad del cielo!

LOTÓFAGO:

Sabíamos que iba a gustarte… ¡somos tan felices comiendo lotos y bebiendo su néctar todo el tiempo! ¡Come más! ¡Olvida todo!

ODISEO:

¡Alto, Diofante! ¡No devores más esas flores! Su poderosa droga hará que olvides quien eres.

DIOFANTE:

¿Quién soy? ¿Importa eso si soy tan feliz así?

ODISEO:

¡Ítaca! ¡Tenemos que volver a nuestra isla! ¿También lo has olvidado? ¿A tus padres? ¿Has olvidado tu casa? Los caminos de piedra… los ríos…

LOTÓFAGO:

¡Déjalo en paz, extranjero! ¡Mejor bebe tú también! Disfruta de nuestro hermoso reino hecho de oro, del agua que cae en plateadas cascadas desde las colinas… mira sus campos donde el trigo crece como un bosque.

ODISEO:

¡Aléjate de mí, lotófago! ¿De qué reino hablas? Yo sólo veo un miserable poblado, ni ríos ni trigo. Sólo un desierto… ¡Triste pueblo abandonado al poder narcótico de una planta! En las calles se amontonan los cadáveres de sus jóvenes con las manos tintas de loto… ¡Vamos, Diofante! El jugo de estas flores lo único que hace es poner, a quien lo bebe, a merced de un mar lleno de monstruos.

9.- ENTRE ESCILA Y CARIBDIS ULISES:

¿Todo eso hace? ¿Una flor?

VIRGILIO:

Bueno, la flor, no. Quienes la usan. Miren… ahí está, la peña de La Caribita… ¿Te acuerdas, Clara? Desde arriba se podían ver las torres de la iglesia de La Concordia…

CLARA:

Sí… y allá está el cerro de San Escilo… y por ese rumbo estaban las huertas de chirimoyos…

ULISES:

Caritino dijo que ya no existen… y que era peligroso ir por cualquiera de los dos caminos…

CLARA:

Lo mejor sería regresarnos. Y no volver jamás.

VIRGILIO:

¿Y tú, Ulises, qué opinas? ¿Qué camino elegirías?

ODISEO:

Todo camino trae cargando sus riesgos… no hay modo de estar totalmente a salvo del peligro una vez que naces a la vida. Para alcanzar el océano, es preciso pasar en medio de dos peñas… Perder todo o perder sólo una parte. Si no hay otro camino, habrá que avanzar… hacia donde salgamos menos lastimados.

ULISES:

Por ahí. Caritino dijo que era menos peligroso por el cerro…

DIOFANTE:

¡Arriar velas, marinos, cruzaremos sólo con la fuerza de nuestros brazos!

ANTEO:

¡Enfilemos nuestras negras naves entre la montaña oscura y la peña siniestra!

CRISIPO:

¡Miren… de este lado asoma Caribdis! ¡Es enorme, nos mira con sed y hambre!

ODISEO:

¡Remen hacia el otro lado!

CRISIPO:

¡Ahí está Escila, con sus seis bocas de lobo, dispuesta a comernos!

DIOFANTE:

Las aguas se levantan en peligrosas olas…

ANTEO:

¿Lograremos alcanzar el océano?

ODISEO:

¡Bravos marinos, remen hacia la parte media del estrecho!

CRISIPO:

¡Ah… Escila brama! ¡Abre sus seis hocicos! ¡Sus dientes son un ejército de duros soldados!

ANTEO:

¡Caribdis barbota con furor! … comenzará a chupar el agua para hacer, con nosotros, un remolino de sangre!

DIOFANTE:

¿Qué hacemos, Odiseo? ¡Dinos, capitán!

ODISEO:

Hacia Escila… hacia Escila… naveguen hacia la bestia menos peligrosa.

ANTEO:

¡Ahhhhh… me ha tomado la bestia de voz de perro…! ¡Ayúdenme!...

ODISEO:

¡Anteo, Anteo… valiente soldado! ¡No podemos hacer nada por ti! En nombre de los que las bestias se han comido, sigamos adelante, sin miedo y sin descanso… saldremos de esta oscuridad a un mar de luz ¡Vamos!

CLARA:

¿Viste su mirada, Virgilio? Nada queda de aquel niño que subía por los árboles y se comía las guayabas sentado en sus ramas…

VIRGILIO:

Mujer, ahora es un soldado ¿qué esperabas?

CLARA:

Un mejor trato. Nos conoce, éramos sus vecinos… Su papá era tu amigo…

VIRGILIO:

El buen Cástulo…en paz descanse. Otro más que…

CLARA:

Cómo que Ulises ya se tardó mucho haciendo pipí…

VIRGILIO:

¡Ulises! ¡Hay que seguir caminando, hijo…!

ULISES:

Voooy… Tío… Allá abajo hay nombres… muchos nombres…

CLARA:

¿Nombres?

ULISES:

Sí… están escritos en unas crucecitas de madera… parece un jardín de nombres…

VIRGILIO:

¿Dónde está eso?

ULISES:

Por acá, tío… ven…

10.- LESTRIGIA Y LA FRONTERA DE CRUCES. ATENEA:

Odiseo… despierta… ¿dónde están tus demás hombres?

ODISEO:

Poderosa Atenea, fueron en busca de comida… tras luchar contra Escila y Caribdis, mis marinos quedaron exhaustos y hambrientos…

ATENEA:

¿Hacia qué nuevo peligro, sin querer, los has enviado? ¿Qué rumbo tomaron, Odiseo?

ODISEO:

Por ahí, donde el camino se ve más verde.

ATENEA:

Ese camino conduce al norte, hacia un desierto que traga doncellas. Debí prevenirte. Esta isla no es un lugar de descanso; está habitada por violentos lestrigones. Mira, esa frontera de cruces marca su territorio. Debes ir al norte, a rescatar a tus hombres. Los lestrigones comen carne humana ¡Apresura tus pasos!

ULISES:

Mira… “Andrea”… “Jessica”… Sólo hay nombres de mujeres…”Irma…” “Laura”… ¿Por qué crees que estén esos nombres en las cruces, tío?

VIRGILIO:

Para que nadie los olvide, Ulises…

CLARA:

(Mirando una cruz) Sonia… Aranda. Yo la conocí… tenía como diez años cuando nos fuimos, era alumna de Renato… la más chiquita de los hijos de Rufino Aranda ¿Qué es esto Virgilio? ¿A dónde regresamos? ¿No basta con haber sufrido aquel infierno? ¡Quiero irme de aquí ahora mismo!

ULISES:

¡Abuelita! ¿Qué tienes? ¡Espérate!

VIRGILIO:

Ulises, deja que tu abuela pase su propia tormenta… lo necesita,

ahorita la alcanzamos… ULISES:

Pero es que está caminando hacia el puente quemado… y Caritino me dijo que por ahí no fuéramos…

VIRGILIO:

¡Clara! ¡Clara!...

ODISEO:

Ahora, cruzo el puente. Frente a mí están los restos de una ciudad quemada, huesos y piedras se amontonan por las calles… ¿quién anda ahí? Nadie… nadie vive… sólo las sombras que de noche salen y se hacen pasar por seres humanos… ruido… ¿quién vive?

DIOFANTE:

¡Detente, Odiseo! ¡No encamines tus pasos en esa dirección!

ODISEO:

¡Diofante! ¿Qué suceso horrible deforma tu rostro con el miedo?

DIOFANTE:

¡En el norte, Odiseo, en el norte de esta isla habitan gigantes que comen carne humana! Monstruos enormes, de afilados dientes, se comieron a mis compañeros…

CRISIPO:

¡Ayuda! ¡Los lestrigones se comen a todos los que encuentran! ¡Vienen en loca carrera tras nosotros!

ODISEO:

No esperemos más... salgamos de esta isla de desgracias... ¡Corran!

ULISES:

¿Entonces huyeron? ¿Por qué no lucharon contra los lestrigones?

VIRGILIO:

A veces no hay más remedio que huir… (Mirando a Clara) pero, claro, no se puede estar huyendo siempre.

ULISES:

Mira tío, todo está quemado… seguro fueron los lestrigones.

VIRGILIO:

Ulises… Si un lestrigón quemara tu casa… (Clara lo mira) ¿Qué harías?

ULISES:

¡Quemaría su pueblo entero! ¡Para qué vean lo que se siente!

VIRGILIO:

Si combates el fuego con más fuego… el incendio nunca se apagará, Ulises.

CLARA:

Hay otras armas más poderosas. Ya estamos cerca. Mira, Ulises, en este panteón, está sepultado tu abuelo.

ULISES:

¿Podemos entrar?

CLARA:

Eso mismo iba a proponerles. Quiero, platicar con él…

VIRGILIO:

Vamos, hermana.

CLARA:

Ulises, hijo, no te alejes… y ten cuidado, luego abren hoyos en la tierra y puedes caerte en uno de ellos…

ULISES:

¿Qué dijiste, abuela? … (Se alza de hombros, jugando solo entre las tumbas) El valiente Odiseo desembarca en la isla… dispuesto a rescatar a sus hombres, convertidos en puerquitos por Circe, la temible hechicera… ven, ven, cerdito (gruñe)… Anteo, no escapes… (Tropieza y cae en una tumba abierta) ¡Noooooo, auxilioooo!

11.- EN EL PAÍS DE LOS MUERTOS. ODISEO:

Desciendo desde el umbral de la vida al reino de los muertos… una densa niebla me envuelve… eterna noche alrededor… escucho voces que parecen brotar del fondo de la tierra… frente a mí, un viejo de ojos ciegos calienta sus manos frente a un fuego misterioso… ¿Tiresias?

TIRESIAS:

Ese soy. Tú debes ser Odiseo. Acércate… Hueles a guerra… a tristeza… a un largo viaje en medio de la nada… ¿A qué has venido al país de los muertos?

ODISEO:

A saber más de mí, noble adivino… ¿Volveré a abrazar a mi esposa? ¿Mi pequeño hijo dormirá en mis brazos? ¿Qué es de mis padres?

TIRESIAS:

Demasiadas preguntas, rey de Ítaca.

ODISEO:

¿Quién es esa sombra que a lo lejos, me mira con tristes ojos? No cesa de llamarme.

TIRESIAS:

Dale su ofrenda de vino… y escúchala…

ANTICLEA:

¿No me reconoces, Odiseo? ¿Tanto he cambiado? Mira estos ojos que eran de luz cuando te miraban… y estas manos que condujeron tus primeros pasos…

ODISEO:

¿Madre? ¿Cómo es que estás aquí, en el país de los muertos, si te dejé viva al salir de Ítaca?

ANTICLEA:

Hijo, de todos los que pierden algo en una guerra, quienes más salen perdiendo son las madres… me cansé de esperar tu regreso, mis ojos sólo dejaron de llorarte hasta el último momento de mi vida.

TIBURCIO:

Dame la mano, chamaco… mira nomás, antes no te rompiste un hueso... ¿cómo te llamas?

ULISES:

Ulises…

TIBURCIO:

Yo soy Tiburcio. A ver, déjame verte… tú no eres de por acá… ¿o sí?

ULISES:

Sí, pero mi abuela me llevó a vivir a otro lado desde que era chiquito.

TIBURCIO:

¿Hijo de quién serás, pues? No te hayo el modo, chamaco… eso y que ya casi no veo bien.

ULISES:

Mi mamá se llamaba Constanza y mi papá Renato…

TIBURCIO:

¡Renato… Constanza… ¡¿Ellos eran tus papacitos? …

ULISES:

Sí… aunque se desaparecieron cuando yo era chico.

TIBURCIO:

Eran maestros los dos… muy jóvenes. Buena gente…

ULISES:

¿Usted sabe qué pasó con ellos? ¿Por qué se desaparecieron? ¿Eran malos? ¿Por qué se fueron?

TIBURCIO:

Muchas preguntas, muchachito, muchas… sólo ellos podrían respondértelas.

ULISES:

Sí, pero ellos no están aquí…y a mi abuela no le gusta hablar de eso… dice que son cosas del pasado y que el pasado tiene que enterrarse y olvidarse… pero hay muchas cosas que yo quiero saber…. que pasó con ellos, por qué me dejaron… si están muertos…

TIBURCIO:

Los que luchan por cambiar al mundo, nunca se van, muchacho.

ULISES:

¿Luchaban? …

TIBURCIO:

Mira… la patria donde viven los muertos, puede contarnos muchas cosas…

ULISES:

¿El panteón?

TIBURCIO:

Cada tumba es como un armario. Guarda, llena de polvo, la historia de una vida que poco a poco se va olvidando…

ULISES:

¿Cómo murieron mis papás?

TIBURCIO:

Yo no dije que estuvieran muertos…

ODISEO:

Madre… debo regresar a la luz… pero no quiero dejar de abrazarte…

La guerra fue muy larga. Triste e inútil. ANTICLEA:

¿La guerra terminó entonces?… ¿Ya no llegarán más muertos a este país? ¿No habrá más niños creciendo sin sus padres? ¿Las mujeres dejarán de llorar en las ciudades quemadas por el odio?

ODISEO:

No lo sé madre. Yo estaba dentro de la panza de un caballo de madera, intentando dormir y desperté en un barco, navegando rumbo a casa. Tal vez, todo esto, la paz o la guerra, son sólo un sueño.

TIBURCIO:

Ojalá las guerras sólo fueran un sueño, Ulises… mira, ya llegamos, aquí es… junto a esa tumba.

ULISES:

No hay nada…

TIBURCIO:

Ah… es que ahora vas a conocer un pequeño secreto… ayúdame a quitar la tierrita de encima. A tus papás los queríamos mucho por estos rumbos… y cuando... desaparecieron… (Una pequeña placa queda al descubierto) las personas del pueblo juntaron todas las llaves que tenían guardadas y las fundieron… para hacerles esta plaquita. A ver, dime que dice, porque yo no alcanzo a leer….

ULISES:

(Leyendo) A la memoria de Renato y Constanza, a su lucha por la justicia y su amor a la verdad. El pueblo de La Concordia, no los olvidará nunca.

TIBURCIO:

Y así es… nadie se olvida de ellos.

ULISES:

¿Ellos están aquí?

TIBURCIO:

Debajo de la tierra, no… pero sí en nuestros corazones. Y eso es lo más importante, hijo. No olvides lo que te conté que tus padres

hicieron por este pueblo, aunque casi no los hayas conocido. ULISES:

¿Y si todos los querían, por qué se fueron? Todos dicen que “desaparecieron” pero la gente no es como el humo o como las nubes… quiero saber qué les pasó, a dónde se fueron ¿Usted sabe qué pasó con ellos? ¿Don Tiburcio?

TIRESIAS:

Te falta, Odiseo, enfrentar al peor de todos los monstruos. Cuando mires hacia el fondo de sus ojos, recuerda que él también estará mirando hacia el fondo de los tuyos, hacia donde nace tu corazón…

ODISEO:

Y de pronto, el país de los muertos desapareció ante mis ojos… el fantasma de mi madre y el espíritu de Tiresias, como nubes, como humo, se evaporaron.

12.- EL PEOR DE TODOS LOS MONSTRUOS CLARA:

Ulises, ya nos vamos. Mira nada más cómo estás, lleno de tierra ¿pues dónde te metiste?

ULISES:

Junto a esa tumba grande hay una placa con los nombres de mis papás ¿lo sabías? Don Tiburcio me la enseñó…

CLARA:

¿Tiburcio, el sepulturero? Pero si ese señor se murió hace años…

ULISES:

¿Y mi tío?

CLARA:

Se adelantó a comprar unas jergas y jabón para limpiar la casa… vamos a tener que pasar la noche ahí… ¿Tienes hambre? (Ulises niega) Estás muy callado….

ULISES:

¿Vamos a regresar a vivir a La Concordia?

CLARA:

No sé, hijo… no creo, ahora no es muy prudente…

ULISES:

¿Y si regresan mis papás, cómo van a encontrarnos? No van a saber en dónde estamos.

CLARA:

Mira, ven, te voy a llevar por una veredita que huele a guayabas… era mi camino favorito para ir a la escuela….

ULISES:

¿Por qué siempre que quiero saber de mis papás sales con otra cosa, abuela?

CLARA:

¡Ulises…!

ULISES:

¡Quiero quedarme a esperarlos! ¡Quiero saber que les pasó! ¿Vas a contarme la verdad? (Clara se queda callada. Ulises sale corriendo)

CLARA:

Espera… no vayas por ahí… es peligroso…¡Ulises!

ODISEO:

¿Qué hay ahí?

DIOFANTE:

El peor de todos los monstruos… mejor será que nos alejemos, rey de Ítaca.

ODISEO:

Oscura es la isla. Pero hemos pasado por tantos peligros ¿A qué hay que temer? Sólo seamos prudentes.

CRISIPO:

Cuentan que estas cuevas están habitadas por los cíclopes, monstruos con un solo ojo, incapaces de ver más allá de su egoísmo. Son tan violentos que no pueden vivir juntos… y el más tenebroso de ellos es el gigante Polifemo, el rey de los cíclopes. Y odia a los humanos.

DIOFANTE:

Para nuestra desgracia, como los fieros lestrigones, también come carne humana…

ODISEO:

¡Silencio, no llenen de miedo al corazón de mis valientes guerreros!

¡Hemos enfrentado feroces monstruos y aquí estamos! No deshonremos la memoria de los que han caído, abandonando la lucha justo ahora. CRISIPO:

Hemos llegado…

ODISEO:

Entonces, sin miedo, valientes griegos… ¡Vamos! Hay un monstruo, el peor de todos, dijo Tiresias. Me pregunto si será Polifemo.

13.- LA TIERRA DE LOS CÍCLOPES CLARA:

Caminos cerrados...puentes quemados… ríos apresados tras alambradas. Esto está peor de lo que creía… ¡Ulises!

ULISES:

Aquí estoy.

CLARA:

¿Estás bien? Hijo… yo…

ULISES:

Mis papás pusieron una manta ahí. Tampoco querían que el río se quedara tras las rejas.

CLARA:

¿Y cómo sabes tú eso, quién te lo contó?

ULISES:

Don Tiburcio (Clara queda paralizada frente a lo que ve) ¿Y para dónde quedaba la escuela de mis papás? ¿Abuela? (Ulises sigue la mirada de su abuela) Es… ¿la casa… nuestra casa?

CLARA:

Sí. Debe estar llena de polvo y bichos… mejor voy antes a comprar una escoba y una cubeta para limpiar bien….

ULISES:

Ya fue el tío Virgilio…

CLARA:

Ah, sí.

ULISES:

¿Y cómo vamos a entrar?

CLARA:

No sé. Perdí las llaves hace mucho tiempo. Vamos a ver si algún

vecino me presta algo para desclavar la puerta y las ventanas. ULISES:

Yo te espero. Quiero estar aquí… en mi casa.

Ulises explora el jardín, se acerca a la casa, mira por la ventana, intenta abrir pero no puede, se sienta sobre una piedra y de su mochila saca la Odisea, y comienza a leer en voz alta. ULISES:

Extrañamente, el mar estaba en calma frente a la isla… el fiel Crisipo le señaló a Odiseo una hermosa isla llena de cabras…

CRISIPO:

Aquí habitan los soberbios cíclopes. No tienen leyes ni gobierno. Viven solos sin importarles los demás. Como sólo tienen un ojo, no ven más allá de su egoísmo.

ODISEO:

Enfilen las naves hacia sus costas

CRISIPO:

¿Estás seguro, rey Odiseo? (Odiseo asiente) ¡Ya oyeron a nuestro capitán, marinos… ¡Naveguen hacia la costa!

Benito entra jugando con un avioncito de plástico, disparando a enemigos imaginarios. Al ver a Ulises, se detiene, desconfiado. ULISES:

Hola… (Benito no responde, fingiendo no verlo, desconfiado) ¿Eres de La Concordia? (Como Benito no responde, Ulises regresa a su lectura. Benito ve el libro con interés)

BENITO:

¿Qué es eso?

ULISES:

La Odisea… mi historia favorita… son las aventuras de Ulises… bueno, de Odiseo… mi tío Virgilio dice que Ulises y Odiseo significan lo mismo… yo me llamo Ulises… ¿y tú?

BENITO:

Benito…

ULISES:

¿Quieres ver el libro? Te lo presto…

BENITO:

No. No me gustan los libros. Me aburro… (Sigue jugando con su avioncito. Ulises se levanta, camina alrededor de la casa) ¿A poco vas entrar a esta casa?

ULISES:

Sí… ¿Por?

BENITO:

En esa casa espantan. Hay fantasmas.

ULISES:

Es la casa de mis papás.

BENITO:

¿Y dónde están?

ULISES:

No sé. Yo creo que se murieron y nadie quiere decírmelo.

BENITO:

A lo mejor ellos son los fantasmas que espantan en este lugar. Mi mamá también es un fantasma. Cuando yo era bien chiquito, desapareció…con mi hermanito. Dicen que se los llevó un monstruo… bueno, otros dicen que fue una camioneta… ¿Entramos a la casa?

ULISES:

Pero está cerrada…

BENITO:

Yo sé cómo entrar. Atrás hay una madera rota.

ATENEA.

Odiseo, despierta. Está por amanecer, sigues frente a Troya, no lo olvides… despierta o sigue soñando, pero decide, Odiseo… decide…

ANTEO:

Señor, despierta… el caballo se mueve… lo están metiendo a la ciudad… es hora de preparar las armas

ODISEO:

¿Caballo? ¿Dónde está la isla de los cíclopes? ¿Nos atrapó el cruel Polifemo? ¡Tú estabas muerto, Anteo, te devoró la hambrienta Escila!

ANTEO:

Soñabas, señor. Esta es la guerra, no ha terminado.

BENITO:

Mira… cuántas cosas tiradas… ¿las reconoces?

ULISES:

Casi no… pero… creo que esa era la taza del café de mi papá… y ese zapato….

BENITO:

Qué chiquito…

ULISES:

Me los compró mi abuelito. Estaba aprendiendo a caminar… me caí y me corté la rodilla…

BENITO:

Mira, ese mueble…

ULISES:

El armario… (Ulises lo mira)… ahí jugaba cuando era chiquito… (camina hacia él) me escondía dentro.

ODISEO:

Las puertas de la ciudad se abren (Rechinido fuerte. Los niños paralizados) ¿Entrar para seguir en esta guerra interminable?

ATENEA:

Decide, Odiseo…

ODISEO:

Destruir… (Ulises avanza hacia el armario, su respiración se agita. Benito junto a él) Quemar una ciudad… matar….

ULISES:

Ese día lloraba… estaba muy asustado…

ODISEO:

Espadas cortando el aire. En la noche, gritan asustadas las estrellas.

ULISES:

Mi papá me abrazaba.

ODISEO:

Mi hijo me espera del otro lado del mar… mi esposa teje sus lágrimas por la noche.

ULISES:

Se oyen gritos… no te muevas, no llores, no pasa nada, no pasa nada, tengo miedo… están pegando en la puerta… mamá, papá… no se vayan… el armario está muy oscuro… no me dejen… mamá… papá….

BENITO:

¡Amigo, no llores! ¡Yo también tengo miedo! … (Ruido en la puerta.

Los niños gritan. Entra Clara) CLARA:

¿Ulises? (Lo ve un instante. Corre a abrazarlo)

ULISES:

Abuelita… mis papás me pusieron dentro del armario, me dijeron que no hiciera ruido… yo tenía miedo, mucho miedo. (Clara lo abraza. Descubre a Benito)

CLARA:

¿Y este niño, quién es?

ULISES:

Mi amigo Benito. (Ruido de auto frenando ostentosamente. Pisadas. Golpes en la puerta) Clara se asoma, retrocede, agitada)

CLARA:

Niños, métanse al armario, pero rapidito. Y no se asomen (Los niños corren a esconderse)

ULISES:

¿Quién es, abuela?

CLARA:

El peor de todos los monstruos.

14.- EL REGRESO A LA CONCORDIA CRISIPO:

Señor, señor, despierta… ¿estás bien?

ODISEO:

Soñaba con las puertas de Troya… con la guerra… ¿Dónde está el valiente Anteo?

CRISIPO:

Él vive ya en el país de los muertos ¿no recuerdas? Perdiste el sentido cuando el fiero cíclope nos arrojó dentro de su cueva ¡Va a devorarnos a todos!

ODISEO:

No será así. Ese monstruo podrá ser un gigante, pero sólo tiene un ojo en medio de la cara. Lo venceremos. Junta las lanzas de todos.

DIOFANTE:

No podremos, señor, es un gigante, nos aplastará con uno de sus puños...

ODISEO:

Escuchen, guerreros, para vencerlo, antes necesito que crean que podemos vencerlo. Los combates se ganan antes en el corazón. Unamos nuestras pequeñas armas para formar una tan fuerte que pueda derrotar a la bestia.

CRISIPO:

Míralo, señor… es una montaña hambrienta y terrible.

POLIFEMO: ¡Griegos, tengo hambre! ¿A quién devoraré primero? ODISEO:

Mírame, Polifemo… no te temo.

POLIFEMO: Pequeño griego, no eres más que un insecto… ¿cuál es tu nombre? No importa, para mí, eres nadie… ODISEO:

Bien, no me molesta ser nadie. Nadie soy… y Nadie, ha de vencerte. Vamos, marinos ¡Junten las lanzas en una sola!

DIOFANTE:

Listo, Odiseo…

ODISEO:

Escuchen… juntos, sin temor y con fuerza, podremos contra el monstruo. No escuchen sus gritos… sólo miren su ojo. Si me dejan sólo, ni yo ni nadie podrá salir con vida de esto ¿Lo comprenden?

CRISIPO:

Estamos contigo, juntos en esto.

DIOFANTE:

Venceremos al monstruo…

ODISEO:

¡Contra él entonces, vamos… adelante!

Con un grito, los soldados se abalanzan contra el inmenso ojo de Polifemo, atravesándolo con su lanza. POLICARPO

Vaya, vaya… miren nada más quien regresó.

CLARA:

Policarpo Solana… ¿a qué viniste?

POLICARPO

Me avisaron mis muchachos que alguien había entrado a esta casa.

Soy la autoridad de este pueblo, tengo derecho a saber quién llega o sale… CLARA:

Pues esta es mi casa y no eres bienvenido. Vete ahora mismo.

POLICARPO

Mírala, mírala… tan alzada como tu hija, luego porque les pasa… lo

:

que les anda pasando…

CLARA:

¿Y qué es lo que les pasa a los que se alzan, Policarpo? ¿Lo sabes? Si lo sabes, dímelo, porque yo no sé qué es lo que les pasa, porque yo no sé en dónde terminan…

Ruido dentro del armario. Policarpo, busca su arma. POLICARPO: ¿Qué ruido es ese? (Clara se interpone entre él y el armario) CLARA:

¡Aléjate, Policarpo… (Sale Ulises que se refugia tras Clara)

POLICARPO: Ah mira…. Trajiste al chamaquito de vuelta… mejor, que aprenda, y pronto, cómo son las cosas en este pueblo… y si no les gusta, pues…se van. CLARA:

Te equivocas, él va a aprender que las cosas pueden cambiarse… y algún día, en este lugar que ustedes llenaron de oscuridad, va a brillar una luz tan grande, que ni te imaginas.

POLICARPO: ¡Nomás dices puras tarugadas! (Ruido. Policarpo apunta hacia el armario. Sale Benito. Policarpo, sorprendido, baja su arma) ¡Benito! (Intenta caminar hacia el niño. Benito no sabe qué hacer. Policarpo se detiene, cauto) ¿Dónde te habías metido?… ¡Los muchachos te andan busque y busque! Órale, vámonos para la casa. Benito pasa frente a Clara y a Ulises, los mira, va a salir de la casa.

CLARA:

Benito, espera, hijo… ¿sabes que significa tu nombre? (Benito niega) “Bueno….” significa “Bueno”... que nunca se te olvide. (Benito asiente y sale. Policarpo intenta decirle algo, pero sale, un tanto avergonzado).

CLARA:

¿Estás bien?

ULISES:

Sí… ¡Qué valiente eres, abuela…!

CLARA:

Al contrario, me moría de miedo, pero como dice tu tío Virgilio…

ULISES:

No se puede estar huyendo siempre de nuestros miedos.

CLARA:

Así es, hijo… y es tiempo de qué sepas la verdad, tienes derecho… aunque no sé… cómo…decirte… ni estoy segura de saberlo todo. Esa noche estaba todo tan oscuro. Llegué corriendo. Unos hombres se llevaban a tus papás… y no te vi… mi corazón sabía que estabas adentro…y no hice nada para detenerlos… me quedé callada, pensando en ti… en que me necesitarías… y los vi irse… como el humo…

VIRGILIO:

Hiciste lo que tenías que hacer: pensar en el niño (Clara y Virgilio se abrazan) No podías hacer más. Fuiste muy valiente… y míralo, ahí está, fuerte y grande… tu nieto es toda una promesa, Clara. Y es guapo, como su tío.

ULISES:

Abuela… entonces… tal vez mis papás no están muertos… tal vez regresen… ¿podemos quedarnos a esperarlos?

VIRGILIO:

Poco a poco, Ulises. Hay muchas cosas que arreglar… comencemos por limpiar la casa…

Virgilio y Clara comienzan a recoger algunas cosas. Ulises saca de su mochila la Odisea, lo abre. ULISES:

Yo creo que nunca voy a saber que pasó… le faltan hojas a esta historia.

Virgilio y Clara se miran, Clara saca de entre sus ropas, las hojas faltantes, se las entrega a Ulises. Ulises las lee en silencio. ULISES:

¿Eso hicieron? Es muy triste… no me gusta… pero, abuela, tú dijiste que las cosas pueden cambiarse… ¿verdad?… ¿y si cambiamos la historia de Odiseo?

VIRGILIO:

A ver si no se nos enoja Homero….

ATENEA:

Estás en las puertas de Troya, en la panza del caballo que mandaste construir… la noche cae… en la ciudad, los niños se recuestan en sus camas, sus madres les cuentan historias… y mañana, cuando amanezca, todos estarán muertos… o vivos… de ti dependerá.

ULISES:

Decide, Odiseo… (Odiseo lo piensa)

ODISEO:

Tenía razón el sabio Tiresias. Hay un monstruo peor que Polifemo, más hambriento que los lestrigones, más cruel que Escila o Caribdis. Y para vencerlo, hay que buscarlo dentro de nuestro propio corazón. Soldados… salgamos de este armario de guerra… abandonemos las espadas, rompan las lanzas a los pies del caballo…y vamos a nuestros barcos… a casa, a casa… a abrazar a los nuestros hijos…. a caminar bajo el sol, en las calles de piedra de nuestra amada patria… dejemos que los niños de esta ciudad duerman y se

despierten cada día, sin que las oscuras sombras de la guerra nublen el cielo de su infancia… DIOFANTE:

¡Vamos, valiente Odiseo!

VIRGILIO:

Vamos, valiente Ulises… hay que mucho que hacer todavía…

ULISES:

Adiós, Odiseo, buen regreso…

ODISEO:

Adiós, Ulises… buen comienzo.

Odiseo y sus hombres navegan. Ulises cierra el libro. Clara y Virgilio se acercan VIRGILIO:

¿Oyen eso?

ULISES:

Chicharritas del monte… ¡y están cantando muy fuerte!

CLARA:

Están saliendo de la oscuridad… yo creo que presienten que la luz está cerca… y les da mucha alegría. ¿Vamos dentro?

Los tres entran a la casa.

SEGUNDA VERSIÓN, 7 DE AGOSTO DE 2013.