Anatomía del Fetichismo en Paula (Uruguay) Por Carlos Dávalos

DICIEMBRE i 2012 i paula 00 Tarta con cebolla y pimentones acaramelados. perversiones secretas Anatomía del Fetichi

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00 Tarta con cebolla y pimentones acaramelados.

perversiones secretas

Anatomía del

Fetichismo ¿Ataduras, sumisión, pisoteo, tacos altos, látex, azotes? ¿O acaso es usted ‘vainilla’? Los fetichistas están cada vez más sueltos gracias a las redes donde cuentan sus fantasías libres y consentidas, con el afán de Reivindicar su lugar frente a los defensores del sexo convencional.

naron, ellas le dijeron: “¿Solo se trataba de esto? No era para tanto…”. “En ese momento supe que todo un mundo de posibilidades empezaba a abrirse ante mí”, confiesa quien hasta ese momento solo había estado bajo los pies de dóminas profesionales. El trampling, que en español quiere decir pisoteo, es una de las prácticas fetichistas más comunes entre los amantes de los pies. El origen de la palabra fetiche, que viene del portugués feite o feitiço, significa maleficio o hechizo, y fue dado a conocer por el erudito francés Charles de Brosses en el siglo XVIII para referirse al culto a las imágenes y objetos en materias religiosas. No fue hasta el siglo XX cuando Sigmund Freud acuñó este término para hablar de parafilia, que, según los diccionarios, es un patrón de comportamiento sexual en el que la fuente predominante de placer no se encuentra en la cópula, sino en alguna otra cosa o actividad que lo acompañe. En el caso de Álvaro, sin embargo, todo tuvo origen en la niñez, incluso antes de descubrir su sexualidad. A comienzos de los 80', cuando el video Thriller de Michael Jackson estaba en todos los canales de televisión, él y su hermano solían esconderse bajo la mesa del salón de su casa. El video les daba miedo, y su madre, una mujer de

poco más de 20 años, para que no la molestaran, les decía que se metieran bajo la mesa y les hacía cosquillas con los pies. “Como la mesa estaba vestida, lo único que veía en ese momento eran sus extremidades”, relata Álvaro. “Desde entonces, todas las noches me iba a la cama imaginándome los pies de una mujer”. Pronto se dio cuenta de que esa parte del cuerpo no era lo único que le atraía sexualmente: “a los cinco años tuve una profesora con unas uñas larguísimas; ¡joder, qué manos más bonitas!”. El pequeño fetichista se obsesionó con ellas y comenzó a buscar cualquier pretexto para tomarla de las manos, incluso se inventó que no podía ir solo al baño. Desde entonces, Lickingfeet sabía que las relaciones con el sexo opuesto no iban a ser nada fáciles. “Me di cuenta bien pronto de que eso de ser fetichista iba a ser mi vida y mi cruz al mismo tiempo”. En la pubertad y adolescencia, Álvaro encontró refugio en las revistas: “Había una que se llamaba Tacones Altos y la compraba en el kiosco de mi barrio”. Efectivamente, Tacones Altos fue durante 17 años un referente para los fetichistas. A principios de 2012 cerró por la crisis, pero su antiguo director, Luis Vigil, barcelonés de 71 años, curtido periodista y director de Playboy España,

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na tarde de agosto, tres años atrás, Álvaro, madrileño de 32 años, recibió la llamada de Kiara, una chica de 18 que le proponía jugar con sus pies. Se habían conocido en el chat gracias a un amigo en común que también tiene una afición por los pies femeninos. Durante meses, Lickingfeet, sobrenombre de Álvaro en la red y que traducido significa Lamepiés, había estado tratando de persuadir a la joven para conocerse personalmente. Tuvo que ganarse su confianza, recargarle varias veces el móvil y una noche que Kiara y sus amigas no tenían cómo ir a una discoteca del centro de Madrid, él se ofreció a llevarlas en coche. “Entonces les propuse servirles de chofer cada vez que ellas quisieran, a cambio de que me dejaran jugar con sus pies”, cuenta Álvaro. Al día siguiente, Kiara lo llamó y le dijo que sí, que ella y una de sus amigas estaban dispuestas a jugar con él. “No pude comer de la emoción”, sigue Álvaro. Quedaron en su casa, estaba solo porque sus padres se habían ido de vacaciones a Cádiz, y ese día Kiara y su vecina estuvieron dos horas pisándole el torso desnudo con los pies descalzos. Cuando termi-

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por Carlos Dávalos. FOTOGRAFÍAS: latinstock.

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cuenta la importancia que tuvo esa publicación: "fue la única que funcionó como punto de encuentro entre los fetichistas por mucho tiempo". La idea había surgido a raíz de una revista norteamericana llamada Leg Show, dirigida entonces por la periodista y modelo Dian Hanson. “Para mí, una de las mejores periodistas que han existido en el erotismo, porque las sesiones fotográficas que ella realizaba (no era fotógrafa, pero dirigía) parecían como si estuvieras mirando a través del ojo de una cerradura; como si lo que estuvieras viendo fuera prohibido”, dice Vigil. Con 18 años, Álvaro ya estaba trabajando y ganando dinero. Y se compró su primer coche, lo que significó una liberación. “Me alejé de mis amigos convencionales y empecé a frecuentar a dóminas profesionales”. Se introdujo en la movida fetichista en Madrid, conoció a Dómina Libertad y comenzó a acudir a fiestas en las que pudo relacionarse con más gente como él. “La primera vez que me llamó parecía un chico muy tímido y me manifestó no estar muy convencido de encajar en nuestras reuniones”, cuenta Dómina Libertad. “Le dije que viniera a probar; cuando llegó y vio tanto taconazo, lo primero que hizo fue ponerse debajo de las chicas

y besarles los pies y zapatos. Resultó divertido”. Varios años después conoció a Kiara y a sus amigas. Desde entonces, Álvaro ha venido contando y registrando sus aventuras en su blog. Casi todas son muy jóvenes, entre 18 y 23 años. Suelen ir juntos a centros comerciales donde, tras hacer un ranking de calzado, Álvaro les compra zapatos de taco alto. “Después vamos a un hotel solo para que me pisen”, dice mostrando las marcas de la última sesión. “Cuando termino, voy a mi casa y lo primero que hago es encerrarme en mi habitación a ver las fotos y videos que hice ese día. Ese es el momento más placentero para mí”, y añade: “las chicas se han hecho mis amigas, pero yo sé que esto se va a acabar. Algún día se casarán, tendrán hijos y ya no podrán jugar más conmigo. Por eso yo tengo que seguir conociendo gente; no puedo parar. Es como una bola de nieve. Tengo miedo a quedarme solo”.

Dominación o sumisión

La primera vez que Dómina Johanna, rumana de 30 años, golpeó a un chico ocurrió después de que él le robara un beso en los labios. “Le había contado un chiste y creo que fue tan malo que al pobre no le quedó más

remedio que besarme”, cuenta en su guarida, ubicada en el barrio de Chueca de Madrid. Johanna tenía 16 años, y si bien para ella su reacción había sido un acto reflejo de autodefensa, encontró cierto placer en lo que había hecho. En el mundo del BDSM (siglas de bondage, dominación y disciplina, sumisión y sadismo, y masoquismo), las dóminas son una pieza clave y fundamental. Antonia Serrano, aragonesa de 53, es conocida en este mundo como Dómina Zara. Lleva más de 20 años ejerciendo como profesional y su nombre se ha convertido en una especie de estandarte entre las aspirantes a dóminas que acuden a ella para aprender su oficio. En 2005 publicó Soy un sueño, libro en el que relata sus memorias. Desde hace 10 años es encargada de El Fetish Café, club que junto con el Rosas 5 es uno de los locales más emblemáticos de BDSM en Barcelona. Para llegar, uno tiene que entrar primero en su web, enviar un mensaje o llamar por teléfono. Tras varios intentos, ella contesta. Lo común es que después de un breve interrogatorio para averiguar el interés real de su interlocutor, acceda a recibirlo. La dirección no aparece en la web y ella solo da una referencia. “Es como si estuvieras viniendo a mi casa, es tan

Sushi corporal

El nyotaimori, nombre japonés que en español significa algo así como “presentación femenina del cuerpo”, es la práctica de comer sushi o sashimi sobre el cuerpo de una mujer desnuda. También conocido como sushi corporal, el nyotaimori (nantaimori en su versión masculina) es un ritual erótico gastronómico que estimula diversos sentidos al mismo tiempo. Aunque algunos creen que su origen está en las geishas del antiguo Japón, hay quienes creen que su origen está mucho más cercano en el tiempo, a mediados del siglo XX. En la cultura occidental, lo más recurrente es el chocolate o la crema batida, que se vierten sobre la pareja para otorgar placer sexual generalmente con la boca. Sploshing es otro de los términos usados para hablar de este tipo de juegos que vinculan el sexo y los alimentos, a través del tacto y el gusto.

Cross dressing

La fiesta principal del Barcelona Fetish Weekend se celebra una noche de viernes en un gran local a las afueras de Barcelona. Llega gente de todo el mundo. Uno de los asistentes es un hombre mayor, de 1,90, maquillado, con tacones y vestido de mujer hecho a base de látex. Al estrecharle la mano, uno se da cuenta de que las tiene inmensas y toscas. “Soy camionero. Vengo de Holanda”. El cross dressing –o fetichismo travestista– es otra práctica habitual. Consiste básicamente en la búsqueda de placer vistiéndose con ropa del sexo opuesto. A diferencia de los travestis, la persona que lo practica suele ser un heterosexual (en su mayoría hombres) que durante el juego de roles hace de sumiso, a menudo con tacos altos y liguero. “A veces cuando estoy conduciendo el camión llevo ropa de mujer debajo”, se sincera el holandés.

Jogging y look bakala

En el mundo gay, “uno de los fetiches más recurrentes es el del jogging o el del look bakala”, dice Germán, administrador de dos webs dedicadas al BDSM. En la Sala Odarko, uno de los locales gays fetiches más emblemáticos de Madrid, hay fiestas dedicadas exclusivamente a este tipo de dress code. Aunque entre los heterosexuales, el jogging también tiene seguidores. “Leí en una web de fetichistas que un tipo solo se excitaba cuando terminaba dentro de la capucha de la camiseta de su novia”, cuenta Venus O’Hara en su web. Entre sus fetiches favoritos están el látex y las cosquillas. Ella siempre ha buscado la vía para cumplir con sus fantasías. “En la universidad pude cumplir la de enrollarme con mi profesor de francés. En los trabajos de clase me las ingeniaba para poner siempre citas de Masoch, aunque no vinieran a cuento, hasta que él se percató del asunto”.

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En látex

En Europa, eventos como el Torture Garden en Londres, el Berlin Fetish Weekend y el Wasteland en Ámsterdam son algunas de las citas más multitudinarias. En España, la mayor es el Barcelona Fetish Weekend. Sus creadores son dos amantes del látex decididos a que España contara con un festival propio. Tropical Rubber, inglés de 41 años, lleva más de 15 años utilizando látex. Recuerda que cuando iba al colegio de pequeño sentía cierto placer al ajustarse excesivamente el cinturón de seguridad. “Quizá fue esa mi primera experiencia con el bondage”. Desde hace dos años está casado con Minxtress, californiana de 31 años que entró al mundo del látex y el bondage de su mano. Y juntos recorren el mundo buscando lo mejor en este ambiente. Como el Fetish Factory en Florida, donde se reserva un hotel con más de 300 habitaciones para que todos vayan en látex.

privado como mi hogar”, advierte. Tras ser guiado por el móvil a una puerta con rejas, aparece un hombre con barba encanecida que da la bienvenida. Al descubrirse una cortina roja, parece como si uno entrara en otra dimensión. Es un lugar minuciosamente decorado de una estética siniestra, pero al mismo tiempo erótica, con profusión de rojo y negro. Lo primero que uno ve es un trono en el que suele posar Dómina Zara como una especie de diosa. Esta vez, en cambio, Zara va vestida con vaqueros y zapatillas. La gente que está a su alrededor, como el hombre de barba que nos recibe en la puerta, la tratan de usted y no suelen mantenerle la mirada más de un par de segundos. Quienes están bajo su dominación muestran un respeto reverencial, exagerado y, podría decirse, anacrónico. Sus sumisos –como la joven de cabello rapado, ropa holgada y gafas que llega minutos después, y

juega. Implica mucha más responsabilidad”. A diferencia de algunas dóminas profesionales que ganan bastante dinero ejerciendo su profesión, Libertad está convencida de la importancia del factor humano que está detrás de todo. “Yo soy de las que creen que hay que recolectar gente que te enriquezca no monetariamente, sino intelectual y afectivamente”. Como su actual pareja y sumiso, Julián, a quien ella cariñosamente llama "mi bicho”. De ahí el afán de Libertad de crear fiestas y mantener una especie de comunidad activa en la que haya una cierta continuidad. Eventos como el Speed Dating (BDSM), en el que se intenta hacer una serie de citas rápidas para que los asistentes se conozcan y hablen de sus gustos y preferencias, o las fiestas pin up son algunas de las actividades que ella realiza. A diferencia de Barcelona, donde hay hasta tres clubes, en Madrid, desde hace algún tiempo, no hay sitios fijos a los que acudir. También están las reuniones abiertas a las que uno se puede anotar a través de la red, como las organizadas en Fetterati o El Laboratorio de Fantasmas, un espacio multidisciplinar dirigido por Akesha, modelo y diseñadora, y José María Ponce, su actual pareja, una especie de institución en decadencia del porno español y el BDSM. “Siempre ha habido mucho secretismo y malditismo en este mundo”, dice Luis Vigil. “Su problema es que siguen en el armario, por decirlo de alguna manera, y todavía no se atreven a contarlo con orgullo. Es verdad que también ha habido una demonización por parte de los canales de televisión, porque siempre han mostrado el lado más siniestro y amarillista”. “Si hay algo en común entre los practicantes de BDSM, es que no tenemos frustraciones, hemos sido capaces de abrir nuestra mente a algo que la sociedad

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agacha la cabeza tras cada orden– son tratados ciertamente como esclavos. En la habitación de juegos hay gran variedad de artilugios como fustas, látigos, esposas, un columpio, alguna cruz de San Andrés… Al igual que el Rosas 5, el local es una especie de paraíso para los amantes del juego BDSM. “La diferencia más notable quizá sea que el Fetish Café está más orientado a la dominación femenina”, aclara Miquel, encargado del Rosas 5, “y nuestro local, más a la masculina”. En Madrid, una de las personas que vienen haciendo grandes esfuerzos para que la comunidad BDSM se extienda y se mantenga cohesionada es Dómina Libertad, una mujer de 48 años, con el pelo rojizo, que viste en cuero con botas de taco alto. Estuvo casada 18 años, tiene dos hijos, y hasta un año después de separarse de su marido, no descubrió su gusto por este tipo de juegos. “Tuve una pareja

con la cual encontré la horma de mi zapato en cuanto a fantasías, pero cuando nuestras familias se enteraron, lo tuvimos que dejar”. En aquella relación, Libertad descubrió que era masoquista, es decir, que encuentra placer sintiendo dolor. Las múltiples combinaciones que ofrece el BDSM son tantas como las diversas combinaciones que sus siglas permiten. “Yo puedo ser masoquista y ser dominante”, explica Libertad, “pero también hay gente que es sumisa y no le gusta el dolor”. En el juego de roles suele haber una persona que da las órdenes y somete, y otra que las recibe. “Pero también están los switch, gente a la que le gusta alternar roles”. La confianza y el consenso son dos elementos fundamentales a la hora de jugar. “Todo ha de ser seguro, sensato y acordado; si nos salimos de ahí, estaríamos traspasando una línea en la que dejaría de ser BDSM y pasaría a no ser beneficioso”, explica Libertad. “El BDSM tiene que ser placentero y no hacer sufrir. La diferencia entre jugar y agredir está en el pacto. Si no hay pacto, no hay juego”. Una sesión con una dómina profesional puede costar alrededor de 150 o 200 euros la hora. “Hay gente que viene de lejos y quiere jugar todo un fin de semana”, me dice Johanna. “Dentro del mundo amateur, las profesionales que cobramos estamos a veces mal vistas”, dice Libertad, comentando sobre algunos debates que se generan en los foros de Internet. Y sigue profundizando en su disciplina: “aunque parezca una contradicción, la sumisión es liberadora y la dominación es esclavizante. Es difícil aprender a entregarse, pero cuando se consigue una se deja llevar y no tiene que preocuparse de nada. El dominante es el que está pendiente de la seguridad de su sumiso, tanto física como psíquicamente, de elaborar juegos, de proponer cosas, de conducir el camino de la sumisión de la persona con la que

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"aunque parezca una contradicción, la sumisión es liberadora y la dominación es esclavizante", aclara Dómina Libertad.

mostraba como un tabú”, dice Dómina Libertad. “Hay que ser inteligente para jugar a esto, hay que tener ese puntito de capacidad de apertura, ser capaz de eliminar sus miedos”. Algo que muchos "vainillas" no terminan de comprender. El término vainilla es el que los fetichistas y practicantes de BDSM utilizan para denominar a los que no lo son y prefieren el sexo convencional. Se dice que el término se acuñó cuando alguien comparó a estos con una persona que entra a una heladería que ofrece una infinidad de sabores, texturas, múltiples combinaciones y, a pesar de la variedad, elige el clásico de vainilla. Josep, catalán de 33 años, y Françoise, chilena de 44, se conocieron a través de la web someteme.com un

de cine de terror. Tras una sesión cinematográfica fueron al hotel. Él lo tenía todo preparado. “Había llevado el kit del pequeño bastardo”, dice Josep con una sonrisa pícara y haciendo referencia a todos los juguetes y cuerdas que había preparado para la ocasión. “Aquella primera sesión duró nueve horas”. Alberto No Shibari, de 53 años, es uno de los atadores con más experiencia de España. Para él, lo más importante es el intercambio de energías que se da en el momento de la utilización de cuerdas. “Se genera una especie de remolino, como cuando revuelves el café con una cucharita”, dice. “Esa especie de turbulencia que se forma entre el café, la leche y la espuma es la imagen que mejor describiría la expe-

hay más apertura, estamos menos encasillados”. Entre sus múltiples actividades están los talleres bondage, yoga para sumisos, maquillaje corporal y otros. Recientemente organizaron el primer concurso en el que se premió el mejor poema escrito y fotografiado sobre un cuerpo. “Este tipo de cosas son las que nos diferencian de los clubes de BDSM puro y duro”, dicen. “Ahí los roles están más definidos y no suele haber tanta flexibilidad”. También organizan fiestas temáticas como las Rocky horror picture show, fiestas de máscaras, de togas, cavernícolas o militares. “La lista de fetichismos es inmensa, se puede ser fetichista desde los pies hasta las axilas, pasando por los collares de perlas y las narices”, dice La Mosca Cojonera,

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"Siempre ha habido mucho secretismo y malditismo en este mundo”, dice Luis Vigil. “Su problema es que siguen en el armario, por decirlo de alguna manera, y todavía no se atreven a contarlo con orgullo". día en que ambos navegaban buscando algo más que una simple relación. Los dos se habían dado cuenta de que sus gustos y preferencias sexuales escapaban a lo que sus anteriores parejas consideraban excitante. A ella le gustaba llevar tacos altos, corset, vestir en cuero e ir de negro, “pero sobre todo buscaba a alguien que me atase”. Josep, a su vez, había quedado marcado por la escena de una película de Martin Scorsese, After hours, en la que una de las actrices del film, Linda Fiorentino, es encontrada en su casa por el protagonista de la película atada a una columna y amordazada. “Entonces, con 10 o 12 años, noté que ahí había algo más interesante y que tendría que explorar más a fondo y que me producía una sensación muy curiosa”, recuerda Josep. “Con el tiempo me di cuenta de que esos juegos y el subtexto erótico respondían de forma intensa y profunda a mi propia sexualidad”. El primer encuentro que ambos tuvieron en persona fue en Sitges, durante uno de los festivales

riencia”. Para él, además de la persona que ejecuta y la víctima, está quien lo ve, el espectador. “Esos tres elementos se retroalimentan. Por más que no haya nadie, en mi cabeza está la idea de que se está creando una estética, una forma. Siempre estoy pensando en cómo se verá desde fuera”, cuenta Alberto en el Rosas 5 mientras que en el ambiente de al lado se escucha a una pareja de holandeses practicando spanking (dar azotes). “Cuando estoy atada, me siento como acunada, abrazada, y suelo quedarme dormida”, dice Françoise. “Tiendo a ser una persona hiperactiva, pero cuando me atan, me dejo llevar, me tranquilizo y me relajo”. Desde hace tres años, el boliche En el Nido del Escorpión, atendido por Josep y Françoise, se ha convertido en una especie de guarida para fetichistas de diversa índole. “La idea era abrir un lugar más abierto y lúdico que los que ya existen”, afirman. “Nosotros lo llamamos BDSM friendly porque nos tomamos todo con más sentido del humor. Aquí

seudónimo de un experto conocido por los encendidos debates que ha organizado en su blog. “Con el tiempo he ido variando de fetiches; yo los he tenido de todo tipo, color y sabor. A mí me gusta la novedad”. Otro nombre relevante en este mundo, Venus O’Hara, modelo, articulista y bloguera inglesa residente en España, también pertenece a ese grupo de gente cada vez más interesada por los juegos eróticos y fetichistas, que por el sexo propiamente dicho. Hace un año sacó Deséame como si me odiaras, libro escrito junto con Erika Lust, y ahora acaba de publicar su segundo libro, Inglés para pervertidos, con el que es posible aprender el idioma de una manera mucho menos convencional. Recuerda que aunque la mayoría de sus parejas han sido vainillas, su primer novio lo tuvo a los 16 años y con él ya descubrió lo que era el BDSM. “Creo que ninguno de los dos lo sabía, pero ya lo practicábamos porque siempre alguno terminaba atado a la cama y había azotes de por medio”.